La reforma del Senado en 2012 - Fundación Ciudadanía y Valores

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LA REFORMA DEL
SENADO EN 2012
Joan Lerma Blasco
Senador
Ex presidente de la Generalitat Valenciana
Abril 2012
La Fundación Ciudadanía y Valores como institución independiente, formada
por profesionales de diversas áreas y variados planteamientos ideológicos,
pretende a través de su actividad crear un ámbito de investigación y diálogo
que contribuya a afrontar los problemas de la sociedad desde un marco de
cooperación y concordia que ayude positivamente a la mejora de las personas,
la convivencia y el progreso social
Las opiniones expresadas en las publicaciones pertenecen a sus autores, no representan el
pensamiento corporativo de la Fundación.
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Fundación Ciudadanía y Valores. Serrano 27. 28001 Madrid.
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Sobre el autor
Joan Lerma Blasco fue el primer presidente electo de la Generalitat Valenciana desde
1982 hasta 1995.
Asimismo, fue Secretario general del PSPV-PSOE (1979- 1997), diputado por Valencia
en el Congreso de los Diputados (1979-1983) y Ministro de Administraciones Públicas
(1995-1996)
Actualmente es Senador por el Grupo Socialista, designado por la Comunidad
Valenciana, desde 1995 habiendo sido portavoz del Grupo de 2004 a 2008.
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LA REFORMA DEL SENADO EN 2012
Joan Lerma Blasco
En el comienzo de la X legislatura la vicepresidenta del gobierno, ahora del Partido
Popular, compareció en el Senado y declaró que “a título particular como
parlamentaria” y no por tanto como miembro del gobierno, siempre se había
preguntado por qué el Senado no puede ser cámara de primera lectura de las leyes de
trascendencia territorio, estatutos de autonomía, ley orgánica de financiación de las
comunidades autónomas o leyes de cesión a las comunidades; la toma en
consideración de las iniciativas legislativas de las Comunidades Autónomas.
Es decir aunque no concretase cómo tendría que ser la composición del nuevo senado,
si le atribuía toda una serie de competencias tras la reforma constitucional.
¿Quiere esto decir que el actual gobierno apoyará la reforma constitucional del
Senado? En mi opinión no, porque de ser así no hubiera sido una respuesta a título
personal.
Lo que sí es objetivo es que el Partido Popular apoyó la propuesta para crear una
ponencia que estudie la reforma del Senado. Una ponencia similar ya había funcionado
en el Senado en el primer gobierno del Partido Popular y en 1998 con la participación
de los grupos nacionalistas catalanes y vasco, había concretado una serie de reformas
que se detuvo en el reconocimiento de “los hechos diferenciales” que fueron
entendidos por algunos presidentes autonómicos del partido popular como una
discriminación, cuando no se trataba más que de reconocer la posibilidad de su
defensa por las Comunidades Autónomas, lo que ya está explicitado en la Constitución.
Con este pretexto ya no se volvió a reunir la ponencia para la reforma del Senado.
En la segunda legislatura del Partido Popular no se volvió a suscitar la necesidad de la
reforma.
Fue en el primer gobierno del PSOE, cuando el presidente volvió a plantear la cuestión,
pero la negativa del Partido Popular que sugirió en cambio una nueva reforma
reglamentaria hizo imposible cualquier avance.
Entre tanto se había producido la consulta al Consejo de Estado por parte del gobierno
sobre la posible reforma constitucional, entre cuyos asuntos figuraba la reforma del
Senado y cuya respuesta, que tiene en cuenta los trabajos de la ponencia del Senado,
avanza mucho en las posibilidades para la reforma si existe la voluntad política de
llevarla a cabo.
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Concretamente el gobierno solicitaba el posicionamiento del Consejo de Estado sobre:
1. Las funciones que debe ejercer el Senado como cámara de representación
territorial.
2. La representación más adecuada para ejercer esas funciones.
3. La posición institucional del Senado en el seno de las Cortes Generales.
4. Las consecuencias sistémicas que comportaría en el conjunto de la estructura
constitucional.
Una vez hemos visto brevemente la pequeña historia de los intentos de reforma del
Senado, sin tener en cuenta la que creó la Comisión General de Comunidades
Autónomas en 1994, porque fue solo reforma del Reglamento del Senado y no reforma
constitucional, habrá que preguntarse por qué se suscita ahora de nuevo, en medio de
una gran preocupación por la situación económica, la reforma constitucional del
Senado.
En primer lugar porque la diferencia entre el Congreso y el Senado de votos en blanco
fue de 980.000 a pesar de que quienes siempre reclaman reformas en el sistema
electoral lo hacen, primero para reclamar una mayor proporcionalidad entre el
número de escaños y la población, pero en segundo lugar reclaman el desbloqueo de
las listas electorales, sistema que sí se da en el Senado, aunque luego la alteración del
orden de salida solo se de en muy escasas ocasiones. En concreto, aunque los votos en
blanco en el Senado suelen duplicar a los del Congreso, en estas últimas elecciones se
han multiplicado por cuatro. Si bien es cierto que esto plantea una cierta desafección
hacia el papel del Senado, también es cierto que la abstención en el Congreso y el
Senado ha sido similar, el 31,6% en el primer caso y el 31,1% en el segundo, lo que da
idea que además de la desafección existe un claro problema de información en el
modo de votación en el Senado.
En segundo lugar, las dos últimas legislaturas en las que el partido del gobierno no
disponía de mayoría en el Senado han contribuido de una manera singular a poner de
manifiesto la irrelevancia del Senado. El Senado veta o enmienda pero sus enmiendas
pueden ser rechazadas inmediatamente por el Congreso. Los ciudadanos han visto
cómo las enmiendas introducidas a las leyes, después de dos meses de tramitación en
el Senado eran levantadas a la semana siguiente, a veces incluso en la misma semana
por una mayoría del Congreso, lo que claramente cuestionaba ante los ciudadanos su
utilidad.
En tercer lugar, las comparecencias de los ministros para explicar las políticas de sus
departamentos, se producen primero en el Congreso, incluyendo normalmente las que
tienen una clara adscripción territorial, siendo las comparecencias en el Senado una
mera actualización de las mismas, sin que nada indique su especialización territorial.
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Si a todo ello añadimos la escasa actividad de la Comisión General de las Comunidades
Autónomas por la resistencia de los ministros a comparecer en ella, dada la
complejidad de sus debates por la participación en la misma de los consejeros de las
Comunidades Autónomas más los portavoces de los distintos grupos parlamentarios y
de los senadores de designación territorial, lo que hace interminables los debates, y
añadimos que el debate estrella del Senado entre el Presidente del Gobierno y los
Presidentes de las Comunidades Autónomas que siempre suscita una gran expectación
y que solo puede celebrarse en el Senado, aunque reglamentariamente haya que
celebrarlo todos los años, solo se haya realizado como mucho una vez por legislatura
desde 1994 en que fue creado con la reforma reglamentaria del Senado, podemos
encontrar las razones por las cuales se cuestiona con frecuencia la utilidad del Senado.
Sin embargo, el Senado sigue siendo un órgano de integración y como tal, debe ser el
cauce de participación permanente de las Comunidades Autónomas en las
responsabilidades estatales, mucho más en este momento en que la crisis económica
ha puesto de manifiesto la responsabilidad de las Comunidades en la solución de los
problemas globales, sobre todo si nos atenemos al control del déficit presupuestario,
en el que cualquier desviación autonómica pone en riesgo las cuentas públicas totales.
Es evidente que el Senado actual no se corresponde con aquel inicial que según
definición de Clavero Arévalo no era “autonómico sino autonomizable” ni tampoco con
el Estado que desde 1986 ha hecho sucesivas cesiones de soberanía a la Unión
Europea y que dispone de una moneda única, con un solo banco central cuyas
competencias son discutibles pero que en cualquier caso fuerzan a una mayor
discusión global y cuya ejecución en el Estado de que nos hemos dotado para la
convivencia no es competencia exclusiva del Gobierno de España.
El Senado necesita pues dos reformas que se deducen de las cuestiones planteadas
anteriormente.
Una reforma de nuestro modo de hacer política en el Senado, que pasa por no rehuir
los debates y las comparecencias por muy tediosos que puedan parecer, porque
contribuyen a formar la voluntad del Estado con la participación de los poderes
territoriales que concentran la parte más sensible del gasto del Estado.
La otra reforma, de carácter constitucional, en la que además de incluirse las
competencias de carácter territorial siempre citadas, se incluya además una forma
diferente de resolver los conflictos de competencia entre Congreso y Senado, lo que
sin duda daría al mismo el peso que debería tener en el tramado institucional del
Estado dado el carácter territorial de nuestro modelo de convivencia.
Hay que tener en cuenta que algunas de las críticas que se le hacen al Senado,
provienen mas de la voluntad de negar la diversidad del Estado que tiene su reflejo en
la existencia de las Comunidades Autónomas y en su representación en el Senado
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(utilización de todas las lenguas españolas por ejemplo) que en cuestionar su utilidad
real.
La otra reforma, la constitucional, debería hacer más proporcional la representación
en el Senado con respecto a la población de cada Comunidad Autónoma puesto que el
Senado tendría más capacidad de decisión y también en mi opinión de reducir
sustancialmente el número de representantes respecto a su actual composición y
elegirlos todos ellos en las elecciones autonómicas, sin que el Senado tuviera que
disolverse cada vez que se producen elecciones generales.
Pero como ya dije en la introducción la historia reciente de las reformas del Senado y
las declaraciones del Gobierno, me llevan a ser escéptico respecto a la resolución de
los problemas del Senado en la actual situación.
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