Niñez y adolescencia en contextos de pobreza

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GOBIERNO DE LA CIUDAD DE BUENOS AIRES
Jefe de Gobierno
Dr. Aníbal Ibarra
Vicejefa de Gobierno
Sr. Jorge Telerman
Secretaria de Desarrollo Social
a/c Sr. Jorge Telerman
Subsecretaria de Gestión Social y Comunitaria
Lic. Mónica Desperbasques
-----------------------Centro de Documentación en Políticas Sociales
Lic. Susana Reca
CENTRO DE DOCUMENTACION EN POLITICAS SOCIALES
DOCUMENTOS/ 34
Niñez y adolescencia en contextos de
pobreza
Concepciones y abordajes
Buenos Aires
2004
DOCUMENTOS DE POLITICAS SOCIALES
Ramón Altamirano
Fernando Calderón: PNUD. La Paz - Bolivia
Marcelo Cavarozzi: Universidad Nacional de San Martín
Laura Golbert: Universidad Nacional de San Martín
Graciela Di Marco: Universidad Nacional de San Martín
Héctor Palomino: Universidad de Buenos Aires
Beatriz Schmuckler: Instituto Mora - México
Jorge Schvarzer: Centro de Estudio de Economía de la Empresa y el Desarrollo - Fac. Cs.
Económicas - UBA
Omar Alvarez
Mariana Acerbo
Laura Berdeal
Cristina Beutner
Alejandra Lamberti
Graciela Moyano
María Susana del Valle
Av. Entre Ríos 1492- PB Of. 1(1133) Buenos Aires- Argentina.
Tels.: (54-11) 4300-9634/4304-1292
E-mail: [email protected]
[email protected]
Internet: http://www.buenosaires.gov.ar/areas/des_social/documentos
SUMARIO
- ¿Cómo hay que amar a un niño? Por Carmen Frías ……………………..………… 5
- Nuevas configuraciones familiares de niños, niñas y adolescentes
en situación de calle por Julieta Pojomovsky ………………………………..………… 6
Vida callejera y pulsión de muerte. Un abordaje a niños y niñas en situación de
calle por Carlos Danielli, Claudio Di Paola, Denise Laborde Y Emilio Zadcovich ……….…. 13
-
Juegotecas. La potencialidad del juego como política de desarrollo social por
-
De caminos, fronteras y ocasiones por Patricia Clot, Ida Ilimovich, AdrianaJou, María Ana
Monzani, Graciela Soler, Miriam Tártalo y Diana Valerio …………………………………………… 22
Virginia Guardia y . Marcelo Ayuso. …………………………………………………………….……. 16
¿Cómo hay que amar a un niño?
Esta pregunta, que surge del nombre de una obra del médico y pedagogo Janusz
Korczak -quien es conducido a las cámaras de gas de Treblinka junto a los niños
que él cuidaba en 1942- recorre gran parte del siglo que nos antecede y del actual, y
devino en respuestas variadas: bienintencionadas algunas y prejuiciosas otras. Sólo
hasta bien comenzado el Siglo XX, siglo que engloba las mayores atrocidades hacia
la humanidad en general y hacia la infancia en particular (a través de genocidios,
desapariciones, guerras mundiales), este interrogante –¿cómo hay que amar a un
niño?- no obtuvo la atención merecida.
La respuesta a esta pregunta implica la lógica del amor hacia el niñ@ traducida en la
preservación de sus derechos, en el cumplimiento sin distracciones de políticas
públicas de inclusión, en el respeto por la palabra del niñ@ y del adolescente, en el
reconocimiento de su identidad y privacidad; en la aceptación que, esos “locos
bajitos” y esos adolescentes que nos confrontan no deben ser clones de los adultos
que los rodeamos.
En noviembre de 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó la
Convención Internacional de los Derechos del Niño, que constituyó una respuesta
encuadrada en parámetros universales y legales. Nuestro país la incorpora con
rango constitucional a partir de la Reforma de 1994, y la Ciudad de Buenos Aires,
avanzada en la materia en políticas públicas, la adopta no sólo en su Constitución,
en el artículo 39, sino que la traduce en Ley mediante la promulgación de la Ley 114.
A través de los textos que componen este documento, producto de las experiencias
de los profesionales de esta Dirección General de Niñez y Adolescencia, se
manifiesta nuestra política activa de respeto, preservación y restitución de los
derechos de niñ@s y adolescentes, así como la perspectiva conceptual y práctica
que nutre nuestro trabajo cotidiano. En las diversas políticas públicas que se
muestran surge la diversidad de abordajes para la temática que nos preocupa y
ocupa; la relevancia que se otorga a la creatividad, al juego, al acompañamiento de
los niños y adolescentes en su cotidianeidad, la pelea franca por la preservación de
sus derechos conculcados y, sobre todo, la convicción de que la política pública se
traduce en el día a día con nuestros niñ@s y adolescentes, haciendo realidad en
cada uno de los programas de la Dirección el artículo 12 de la CIDN.
Esta Dirección General, camina institucionalmente en los ejes de la prevención, la
restitución de los derechos vulnerados y la inclusión, enfrenta todos los días a una
realidad que nos cuestiona como sociedad: y frente a ella despliega una variedad de
recursos y proyectos, en pos de que la existencia de nuestros niño@s y
adolescentes no transcurra en los términos de la terrible canción “Too short”, del
grupo The Ghetto: “Todos los días me pregunto cómo voy a morir. Lo único que sé
es como voy a sobrevivir”. Ya que la lógica del amor es el respeto por los derechos,
y por ello, necesariamente conduce a la vida.
Lic. Carmen Frías
Directora General de Niñez y
Adolescencia
Septiembre de 2004
Nuevas configuraciones familiares de niños, niñas y adolescentes
en situación de calle
Infancias y familias “diferentes”
Una de las más molestas y “visibles” realidades urbanas es la conformada por
la población infanto-juvenil que, de una u otra manera sobrevive en la calle.
Se trata de niños/as y adolescentes que, ya sea en forma solitaria, o
acompañados de pares, o familiares, o referentes adultos, deambulan, trabajan y/o
realizan actividades de esparcimiento en ese espacio tan singular.
Niños/as y adolescentes que por diferentes motivos, con su presencia han ido
transformando el espacio urbano en un ámbito de denuncia social, donde se revela
una realidad indeseable e intolerable:
• ¿Cómo explicar desde la significación social colectiva la presencia de un tipo
de infancia y juventud “diferente”, que no está sujeta a los mecanismos más
tradicionales dispuestos por nuestra sociedad para su protección y cuidado?
• ¿Cómo entonces no interpelar a priori a la “familia” siendo ésta el pilar
institucional básico para la socialización y resguardo de los niños, niñas y
adolescentes?
Un poco de historia
Sin duda al intentar responder a estos interrogantes no podemos olvidar que las
significaciones colectivas no son dadas por la naturaleza, sino que cada sociedad
instituye y construye en su tiempo histórico-social, un mundo de significaciones que
le son propias, como modo de concebir y explicar la realidad.
En tal sentido los conceptos de infancia –las maneras como se es niño o niña en
cada momento histórico- son el resultado del proceso dialéctico desplegado a través
de los últimos siglos. Para las representaciones sociales de Grecia y Roma, el niño
era “un ser carente de valor social”, lo cual propició la naturalización de prácticas
tales como el infanticidio, el abandono, los abusos físicos o sexuales. Con la
evolución del Cristianismo se lo consideró alternadamente como “angelical o
demoníaco”; posteriormente se utilizaron azotes, encierros o palizas para doblegar el
espíritu infantil, hasta llegar a la Edad Media en que el niño era un adulto en
miniatura. El descubrimiento de la infancia –tal como comenzamos a entenderla en
nuestro tiempo- se da en el siglo XVIII y está íntimamente ligada a los inicios de la
industria, el capitalismo y el Estado moderno. Hasta ese momento, la infancia era
casi invisible y se confundía con la propia naturaleza; constituía un hecho biológico y
no social. Los niños no tenían derechos ni responsabilidades.
El surgimiento del capitalismo fue generando la visión del niño como riqueza
potencial con un valor de índole mercantilista. La familia burguesa fue el espacio
privilegiado para la contención de los niños como resultado de políticas promovidas
desde el Estado, donde el juzgado de menores y la escuela ejercían
simultáneamente roles decisivos: el Estado, sustrayendo al niño de la familia y la
comunidad a través de los juzgados de menores y promoviendo la figura del padre
como sostén simbólico de la familia y la escuela, consagrando una socialización
diferente, uniformando para su disciplinamiento y formación futura.
Consecuentemente, el concepto de infancia es una idea moderna que parte de
considerar al niño como un ser diferente, aunque dotado de significaciones tales
como incapaz y dependiente, en un mundo adultocentrista que intentará adaptarlo al
medio.
Para una sociedad cuya transformación económica implicó una nueva forma de
acumulación de riqueza, la necesidad de resguardar los bienes a través de medidas
de control, vigilancia y represión era insoslayable y fue el Estado quien se ocupó de
implementar dichas medidas, que afectaron igualmente a la infancia. Sobre la base
de ideales de “defensa social”, se construyó unívocamente el concepto de
“peligrosidad” que incluía tanto a los “menores abandonados” como a los “menores
delincuentes”.
“Con la construcción de este nuevo problema social asociado a lo peligroso,
diferente, anormal y patológico, fueron surgiendo nuevos objetivos relacionados con
la protección, reeducación y resocialización de los niños al producirse la falla de los
mecanismos informales de control social, o en otros términos, cuando la familia
generalmente pobre no constituía adecuada garantía para el cumplimiento de la
función de protección de sus hijos.” 1
La “cuestión social” se desplazó de un análisis global del sistema (explotación
económica, distribución) a un enfoque centrado en el segmento más vulnerable de la
población al cual- como medida privilegiada de protección- se le impone la
institucionalización, por lo cual de niños pobres se pasa rápidamente a niños presos.
A partir de la década del ’80, a nivel internacional adquieren visibilidad diversos
movimientos de defensa por los derechos de los niños que resignifican la
concepción de la infancia desde otro lugar. Es que la lógica del mercado, junto a la
representación de la niñez mediada por las diferencias de capacidades y
pertenencia a diferentes clases sociales generó un considerable número de
excluidos, a los que la Convención sobre los Derechos del Niño intentó compensar,
reconociéndolos como “sujetos de derecho”. El surgimiento de este nuevo
paradigma amplía la noción de ciudadanía a toda la infancia, promoviendo la
protección integral del niño/a dentro del medio familiar y/o comunitario y reservando
la intervención del Estado sólo para la defensa de sus derechos vulnerados.
En el imaginario social, la infancia de los sectores populares está asociada a la
existencia de un tipo de familia des-protectora y negligente que constituye una
peligrosidad latente en cuanto al marco de socialización de sus niños y al
desempeño de sus roles parento-filiales. Esta connotación moral negativa articula el
discurso hegemónico y delimita territorios bien definidos entre lo que se considera
“infancia normal” y ese otro tipo de infancia indeseada: la “irregular” o “marginal”.
Es así como las instituciones se van organizando según dos términos
complementarios: el de la infancia protegida que se sujeta a la norma y a las reglas y
una infancia vigilada que se presenta como peligrosa, marcando esas diferencias
desde las prácticas ejercidas sobre la niñez tanto para educar, controlar, asistir,
prevenir, tutelar.
Paralelamente a las modificaciones ocurridas en el mercado laboral, van
apareciendo nuevas formas de articulación familiar en un contexto de
empobrecimiento, que son el resultado dinámico de transformaciones estructurales
de la sociedad.
Las diferentes disciplinas sociales dan cuenta de una terminología minuciosa para
definir familias monoparentales o recompuestas, ensambladas o reconstituidas,
1
Altamirano, Florencia. “Niñez, pobreza y adopción. ¿Una entrega Social?” Buenos Aires:Espacio,
2002
disociadas, aglutinadas, multiproblemáticas, aunque persisten juicios e intentos por
patologizar todo aquello que – a partir de prejuicios étnicos y sociales- escapa a la
concepción hegemónica de “familia normal”. Al mismo tiempo, se la hace
responsable por el destino social de sus miembros, negando el contexto históricosocial en que se encuentra inmersa.
En la actualidad resulta evidente que tanto las palabras infancia y adolescencia
como familia no dan cuenta de las referencias materiales y concretas que siguen
nombrando, ni de las múltiples subjetividades a que aluden, ya que los procesos de
conflicto y cambio social las han atravesado en sus esencialidades.2
Aunque la foto familiar resulte mucho más compleja de la que aparece en
publicidades, uno de los desafíos más controvertidos de nuestra época lo
constituyen los intentos “por volver a pegar los fragmentos de una institución en
plena descomposición” o aceptar nuevos modelos o tendencias en cuanto a la
organización familiar3.
Una de las tantas polémicas desatadas es la conducida por los sociólogos del
parentesco para quienes –sin embargo- la familia contemporánea no está en crisis,
ya que sigue cumpliendo las funciones sociales de reproducción, asegura una fuerte
sociabilidad y transmisión intergeneracional, así como contribuye a la inserción de
los individuos en el mercado laboral protegiéndolos contra sus riesgos. Estas
condiciones también son puestas en discusión porque, a pesar de no existir
sustitutos plenos, las representaciones simbólicas conocidas han perdido sustento
real, otorgando al modelo de familia, a la pobreza y al futuro, significaciones por lo
menos desconcertantes.
Población en calle: perfiles cambiantes.
A partir de una investigación en curso que abarca el período 1991-20034 - sobre
1.666 casos de niños/as y adolescentes en situación de calle, concurrentes al
CAINA5- intentamos dilucidar la complejidad que rodea la problemática familiar e
individual en contextos callejeros urbanos, analizando y contrastando los datos
estadísticos con las representaciones sociales inmersas en los interrogantes
mencionados al principio del presente artículo.
♦ Desde hace más de una década la población de chicos y chicas que deambula
en las calles de la ciudad de Buenos Aires ha venido sufriendo modificaciones
realmente significativas tanto a nivel cuantitativo como cualitativo. Este fenómeno
se ve reflejado en los cambios percibidos en la cotidianeidad del Centro de Día a
lo largo de los años. Mientras en los primeros tiempos no concurrían más de 200
chicos/as diferentes por año, a partir de 1999 la cifra fue en constante
crecimiento superando holgadamente el millar. Durante el 2003: 1.438 niños,
niñas y adolescentes en situación de calle concurrieron a la institución.
♦ La población infanto-juvenil que vivía y/o trabajaba en calle aludía principalmente
a varones cuyas edades oscilaban entre los 15 y 19 años, con permanencia en el
ámbito callejero desde hacía muchos años atrás, viviendo en “ranchadas” o
2
Pessoa, Fernando. Libro del desasosiego: “La civilización consiste en dar a algo un nombre que no
le compete, y después soñar sobre el resultado. Y realmente el nombre falso y el sueño verdadero
crean una nueva realidad.”
3
Barg, Liliana Los vínculos familiares. Buenos Aires: Espacio, 2003
4
Esta investigación está coordinada por la autora del artículo y a cargo de las lic. Natalia Cillis y
Florencia Gentile
5
CAINA: Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia. Dirección General de Niñez y
Adolescencia. Secretaría de Desarrollo Social. GCBA
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6
grupos de referencia ubicados en lugares tales como las estaciones de ferrocarril
de Once, Retiro, Constitución. Esto los hacía identificables y localizables
territorialmente.
Manifestaban problemáticas bien definidas: eran los abandonados, los “sucios”,
los que no iban a la escuela, los que no tenían familia ni lugar y cuya imagen
desde lo social estaba más vinculada al vagabundeo y la mendicidad. Casi como
adultos excluidos a nivel estructural: eran los chicos “de” la calle.
Con el correr de los años, nos encontramos con una población de chicos aún
mayoritariamente masculina pero con un importante incremento de mujeres
(alrededor del 30% en la actualidad, cuando antes no superaban el 15%), con
una edad promedio menor que la actual (cerca del 50% tienen entre 12 y 15 años
de edad), cuya salida a la calle es reciente, novedosa, alternada, casi como
producto de tanteos.
No pertenecen en general a ranchadas fijas o estables, sino que su tránsito por
las mismas es casi tan usual como sus recorridos entre el barrio de donde
provienen y la calle.
Concurren a la escuela en forma esporádica e irregular, logrando muchas veces
cumplimentar débiles exigencias de matrícula. Es de destacar que en ocasiones,
algunas modalidades de lo que se conoce como trabajo infantil o juvenil urbano generado desde los propios entornos familiares- incluso llegan a facilitar y
sostener la escolaridad, al permitirles contar con ciertos recursos económicos.
Esto no implica que, en general, estén alejados tanto del trabajo formal como de
las diversas formas de precarización laboral, aunque esporádicamente hayan
incursionado en actividades consideradas “de subsistencia”, como changas
(26,3%); apertura de puertas de taxi (16,8%); venta ambulante (11%),
mendicidad en estaciones de ferrocarril (9,2%), así como en todas aquellas
estrategias ilícitas que desarrollan en forma inestable, alternada y esporádica.6
En 2003 el 31% de las madres (de los chicos que concurrían al CAINA) que no
tenían trabajo, recibían el Plan Jefes y Jefas de hogar. Coincidiendo con los
datos correspondientes a la prevalencia de mujeres entre quienes tienen
adjudicado el Plan Jefes y Jefas de Hogar en el GBA7 - en el CAINA del total de
beneficiarios- el 79% son mujeres. Por lo tanto, tan sólo el 21% de los quienes
reciben el Plan son los padres o parejas de las madres de los niños/as y
adolescentes de la institución, exteriorizando conformaciones de hogar con
jefaturas y/o roles femeninos en espacios también cambiantes
Una notoria presencia en la calle de madres adolescentes con sus bebés como
alternativa –en parte- a la imposibilidad de hacer viable la construcción de
proyectos personales, educativos o laborales. Visto desde una perspectiva de
género, nos permitiría replantear críticamente las políticas que afectan la
singularidad de estas adolescentes ( y sus parejas) en los diferentes planos.
A diferencia de años anteriores, tanto el simple deambular como la búsqueda de
recursos para la sobrevivencia, refieren permanencias no simplemente
transgresoras en el ámbito callejero, sino por el contrario, las escenas de
violencia (en muchos casos como víctimas y en otros como victimarios), el paso
Por razones obvias, las actividades ilícitas o que bordean lo ilícito, no aparecen expresadas en las
mencionadas respuestas espontáneas de los chicos/as entrevistados, aunque sí son reconocidas
por ellos en entrevistas no formales.
7
El 67% de los beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar que viven en el conurbano son mujeres. Monza,a;
Giacometti,C. “Los beneficiarios del Plan Jefes y Jefas de Hogar”. OIT. Proyecto de Cooperación Técnica
OIT/Gobierno Argentino (MTESS), 2003. Los datos comparativos se refieren al conurbano bonaerense ya que
el 85% de los chicos/as que deambulan en la ciudad de Buenos Aires, provienen del mencionado distrito.
al acto y la desvalorización tanto de la propia vida como la de los demás,
provocan en la actualidad, la consolidación de un segmento de adolescentes
“jugados” y “peligrosos”, asumiendo así una identidad que les es reservada y
asignada por las representaciones sociales como un modo efectivo de ser y
existir para esta sociedad.
La imposibilidad de construir sus subjetividades asociándolas a plazos que
superen las demandas constantes y de inmediatez, conspiran en la constitución
de sus sentimientos fuera de los bordes en que se instalan.
La “nueva cuestión social” y los niños, niñas y adolescentes en situación de
calle: algunos ejes de análisis
A lo largo de estos últimos años nuestro país ha sido testigo y víctima de las
transformaciones socio-económicas neoliberales que han provocado desempleo,
vulnerabilidad económica, desmantelamiento de los sistemas de protección social,
disminución de la calidad de vida, mayor concentración del ingreso, inseguridad y
exclusión social.
La desocupación de larga data y la desafiliación familiar son consecuencias directas
de la dinámica de desarrollo de la sociedad que se caracteriza por apartar, excluir,
separar a amplios sectores de la población del sistema de relaciones sociales
consideradas “normales.”8
La precarización laboral y la desocupación; la desarticulación de las tradicionales
redes barriales de contención y protección; crisis y sobrecarga en las instituciones
del Estado responsables de la provisión de servicios; generalización y
profundización de situaciones de segregación e inhabilitación económica, social y
cultural han contribuido a la creación de escenarios de creciente marginalidad y
desvalimiento.
Muchos grupos familiares en este contexto, no pudieron continuar sosteniendo la
crianza de sus hijos en forma adecuada, no sólo por el deterioro material a que se
vieron empujados -lo cual no les permitió contar con condiciones mínimas de
subsistencia para la reproducción de la vida cotidiana- sino por su correlato en la
subjetividad de los adultos, quienes vivenciaron una transformación radical en sus
niveles de autoestima, valoración y posibilidades para continuar sosteniendo los
roles tradicionales de maternaje/paternaje.
Frente a esta realidad, tampoco el Estado accionó en forma eficaz en su rol de
garante subsidiario del bienestar de los niños/as y adolescentes promoviendo
políticas activas -no sólo asistenciales sino también de índole económica y laboraltendientes a evitar así el deterioro progresivo de la calidad de vida de un amplio
número de población infanto-juvenil. Uno de los efectos más visibles lo constituye
así, la salida precoz de esta población hacia el ámbito de lo público, como
consecuencia de la agudización y el estallido de diversas problemáticas sociales que
actuaron como disparadores.
De muy variada índole son las razones por las que un número considerable de
niños/as y adolescentes buscan en la calle una respuesta a sus padecimientos. Las
más mencionadas por ellos son las originadas por la violencia intrafamiliar y las
carencias económicas, aunque son dignas de destacar gran variedad de causas que
también inciden en sí mismas o simultáneamente en cada decisión (aburrimiento,
8
Fitoussi, Jean Paul; Rosanvallon, Pierre. La nueva era de las desigualdades. Buenos
Aires:Manantial, 1997
ausencia
de
ocupaciones,
fallecimiento
responsabilidades domésticas, falta de libertad)
de
progenitores,
mudanzas,
En este sentido, surge de la investigación mencionada que 4 de cada 10 chicos/as
entrevistados en el CAINA, espontáneamente refirieron haber abandonado el ámbito
familiar por diversos problemas de violencia, donde se incluyen situaciones de
abuso/acoso sexual (77% corresponde a niñas), golpes o maltrato.
Por su parte –y también de manera espontánea- más del 30% de los mismos alude
que motivaciones de índole económica (falta de comida, medicamentos, etc.) fueron
las que empujaron su resolución. Justamente son éstos los casos en que
mayoritariamente siguen vinculados al ámbito familiar (el 60% de los que se fueron
de sus hogares por causas relacionadas con la pobreza, visita a su familia
semanalmente) como aporte (¿o sostén?) económico a las mismas.
La complejidad psico-social y las dinámicas interrelaciones que comprenden las
vivencias familiares y comunitarias, así como las decisiones posteriores, obliga a
sofisticar las investigaciones que permitirían despojar de estigmatizaciones
negativas y apresuradas, expresiones tales como que estos chicos “no tienen
familias” o “fueron abandonados por sus padres” o “no los quieren” o –que
inexorablemente- los maltratan o explotan.
A modo de ejemplo, nuestra investigación permite comprobar que niños/as y
adolescentes que están en situación de calle, mantienen permanente contacto con
sus familias de referencia, aún después de permanecer años en dicha situación y
que el 58,5% proviene de “hogares familiares” conformados por una pareja conyugal
(“padre y madre” o alguno de ellos con la pareja del progenitor repartidos en iguales
proporciones) o familias monoparentales (a cargo generalmente de la madre) en un
26%.9
A modo de síntesis
Cada vez más cantidad de niños, niñas y adolescentes encuentran en la calle
respuestas parciales a sus deprivaciones cotidianas. Los perfiles socio-demográficos
se han transformado en los últimos años y cada vez son más pequeños y más
mujeres quienes recurren al espacio callejero.
La calle no es percibida por esta población como un ámbito exótico, sino que la
búsqueda por hallar estrategias de supervivencia es compartida con personas que
se dedican al cartoneo, a la venta ambulante, “rebusques”, mendicidad, etc.
La mayoría de ellos provienen de un contexto de exclusión y alta vulnerabilidad
social, que tiene su correlato en el surgimiento de nuevas organizaciones familiares,
donde el parentesco se ensancha articulando inéditas configuraciones: nuevos roles
femeninos, jefaturas de hogar compartidas, roles masculinos descalificados,
cohabitación con familias extendidas que promueven la socialización primaria en
medio de varias generaciones como producto del proceso histórico y como modo de
enfrentar los avatares tanto económicos como domésticos. Los datos resultantes de
la investigación que venimos realizando dan cuenta que las configuraciones
9
Para contextualizar esta información es importante tener en cuenta el crecimiento de la jefatura
femenina en las últimas décadas, que estaría reflejando una significativa transformación doméstica
relacionada con los cambios en la estructura económica. En 1960 sólo el 4,9% de los hogares
pertenecientes a los conglomerados urbanos estaba a cargo de mujeres, en 1980 el 19,2% y en 1991
el 22,3%. Elaboración de Susana Torrado a partir de la base usuaria de la EPH, en Golbert, Laura.
“Ser Madre o Trabajar” .La situación de las mujeres en el mercado laboral en Haydeé Birgin (comp).
Ley Mercado y discriminación, Ed. Biblos 2000. Pág 84.
vinculares de esta población no difiere sensiblemente de los parámetros
correspondientes a sectores populares y que, sin embargo, estas diversidades
estructurales que han asumido los grupos familiares, muchas veces resultan
incomprensibles, amenazantes, rechazables e inabordables tanto para amplios
sectores de la sociedad como para los propios ámbitos profesionales.
La aparición de estos nuevos sujetos que portan nuevos problemas y nuevos
discursos, nuevos vínculos, nuevas apreciaciones entre lo público y lo privado,
nuevas tendencias de ayuda mutua, cooperación, esquemas domésticos y nuevas
formas de acción colectiva, cuestionan esquemas conceptuales y prácticas
habituales. En ocasiones, las modalidades no tradicionales son percibidas como
disgregadoras, poco contenedoras y nada confiables, no son “toleradas” ni
consideradas capaces de acompañar el proceso de reproducción social.
Los contextos de pobreza que incluyen a los niños, niñas y adolescentes en
situación de calle, portan además de las figuras parentales, otros referentes
afectivos tales como promotores comunitarios, jefas/es de planes sociales,
profesionales del ámbito institucional o comunitario, etc., que hacen su aparición en
la escena social compartiendo funciones inéditas de maternaje/paternaje en
configuraciones atípicas.
De esta manera, sólo se encontrará efectividad en las prácticas sociales y
profesionales, en la medida en que las mismas adecúen sus herramientas,
interpretaciones, concepciones, estrategias y agentes en la transformación que se
requiere. Las disciplinas sociales sólo pueden transformarse en conexión real y
sincera con las situaciones que abordan. Los discursos van encontrando sus propias
limitaciones y obstáculos en la realidad social que se constituye en un desafío.
Ante la multiplicidad de rasgos, visiones, interpretaciones, interpelaciones,
estigmatizaciones hacia los modos de ser niño, niña o adolescente y hacia sus
vinculaciones familiares: ¿Cómo hacer para que la heterogeneidad no se convierta
en fragmentación? Porque, finalmente: ¿Cómo participa la infancia del sentido
histórico de la sociedad?
Lic. Julieta Pojomovsky . Socióloga.
CAINA (Centro de Atención Integral a la Niñez y Adolescencia)
“Vida callejera y pulsión de muerte”*
Un abordaje a niños y niñas en situación de calle.
Hace 13 años abría sus puertas el CAINA10, Centro de día para chicos y chicas que
trabajan, viven o deambulan en la calle. Un programa novedoso y “alternativo” que
fue creciendo paso a paso, tanto en propuestas como en acciones concretas.
Paralelamente fue incrementándose la demanda. En la actualidad concurren
diariamente entre 60 y 90 chicos y chicas distintos, desde recién nacidos hasta más
de 18 años.
En este período, la modalidad de abordaje fue variando acorde a la cantidad de
chicos y chicas que concurría, el aprendizaje / experiencia y los recursos humanos y
materiales del momento.
Estos niños, niñas y adolescentes acuden a la institución en forma voluntaria; los
que ya conocen el Centro de Día son quienes acercan a los otros chicos, mediante
la difusión “boca a boca”.
En el CAINA reciben desayuno, almuerzo y merienda, un baño caliente y ropa
limpia. Encuentran además un espacio educativo que contempla las distintas
expresiones artísticas y culturales.
En nuestra práctica cotidiana encontramos efectos de los acontecimientos
económicos y sociales que desde la realidad, amenazan constantemente los
derechos de estos niñas y niños y comprometen seriamente el desarrollo de su
psiquismo. Nos preguntamos entonces: ¿Cómo puede organizarse la subjetividad en
condiciones de carencia nutricional, deprivación simbólica y afectiva?
Cuando hay necesidades básicas insatisfechas y ausencia de justicia –no hay dudaun niño corre serios peligros. La sociedad debiera protegerlo protegiendo a los
adultos que se hacen cargo de él.
Ante la ausencia de redes sociales que los contengan, los niños quedan expuestos a
una forzada marginalidad y a una repetición permanente, sin la posibilidad de
construir una historia y de crear algo nuevo.
Escuchar cómo los niños y jóvenes que concurren al CAINA “deciden su destino”
nos enfrenta a la ilusión de una aparente “libertad”, que en realidad, encubre un
profundo desamparo que se nutre de actos en lo real: comportamientos riesgosos,
consumo de drogas, actos delictivos, etc. En ese lugar que -se suponía- debía
instalarse un espacio para el juego y la fantasía.
Estas niñas y niños sufren la pérdida de sus lazos sociales. Esto hace que busquen
nuevos modos de reintroducirse en el escenario que los expulsó, nuevas ligaduras
que frecuentemente se hallan del lado de la pulsión de muerte. Estas nuevas
ligaduras pueden ser la transgresión, la violencia donde el yo sólo se afirma en la
destrucción del otro, el consumo de drogas, con la consecuente ganancia de placer
autoerótico o el accidentarse o autolesionarse, las cuales constituyen formas de
convocar a otro que pueda detener la vorágine pulsional.
Estos chicos y chicas que parecen buscar el peligro, que se golpean contra el
mundo, pierden -en cierta medida- la capacidad de diferenciar sensaciones,
esperando que la vitalidad que no pueden sostener desde el interior, sea sostenida
desde las sensaciones “fuertes” del afuera.
10
Centro de Atención Integral a la Niñez y a la Adolescencia dependiente de la Dirección General de
Niñez y Adolescencia, Secretaría de Desarrollo Social del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
Los niños, niñas y adolescentes en situación de calle aprenden a vivir en un medio
sin la protección del adulto, organizándose en “ranchadas”, grupos de pares que
cumplen una función autoprotectiva, de pertenencia y otorgan un cierto
reconocimiento: “ser de Lavalle”, “ranchar en Retiro”.
La ranchada redobla la estructura familiar (se denominan frecuentemente “hermanos
de calle”) y al igual que la estructura familiar originaria, la réplica también se
presenta inestable: sus vínculos son débiles, no existiendo en el grupo fuertes lazos
solidarios. El grupo actúa en bloque cuando alguno de sus miembros es atacado
desde el exterior (por otra ranchada o la policía por ejemplo). Sus integrantes identificándose con el agredido- defienden la integridad del grupo frente a la
amenaza externa de disolución.
Sabemos que para la constitución del aparato psíquico es necesaria la relación con
otros. El niño requiere de la presencia de otro que lo reciba, lo libidinice y le
devuelva una imagen de sí.
Cuando no hay un otro primordial a quien acudir, o cuando el funcionamiento familiar
no permite una adecuada narcisización, observamos conductas masoquistas
primarias, que constituyen estrategias primitivas de elaboración de la deprivación
simbólica, que terminan siendo destructivas para el sujeto y alteran las funciones del
yo.
Cuando hay una mayor organización psíquica, existe la capacidad de demora. Esta
posibilidad está seriamente perturbada en los jóvenes que concurren a la institución.
Aparece -al contrario- una imperiosa necesidad de satisfacción inmediata: “quiero
entrar”, “dame el desayuno”, “quiero ese pantalón”. Inmediatez entre la necesidad y
un objeto que la satisfaga. Esta satisfacción está ligada al narcisismo tanático, es
decir a la pulsión de muerte que aplasta la posibilidad del surgimiento del deseo.
Si bien consideramos que la satisfacción de las necesidades básicas (alimento,
salud, vivienda) constituyen derechos prioritarios del niño/a, nos equivocamos al
pensar que sólo ofreciendo lo que les falta, vamos a colaborar en su salida del
ámbito callejero.
Nuestra apuesta es que sea un sujeto de derechos y que pueda ejercer los mismos
efectivamente. Para ello apostamos a que surja una demanda, un deseo.
Contamos con un dispositivo multidisciplinario donde se trabaja con el sujeto y los
vínculos en construcción, en un quehacer cotidiano que da cabida a la singularidad
del chico/a, oponiéndose al anonimato de las instituciones cerradas y del propio
espacio callejero.
El CAINA recorta un espacio y un tiempo para ser escuchados, donde el niño, niña o
adolescente puede ser alojado, ubicado en un lugar de existencia y reconocimiento
que le permitan un anclaje subjetivo, en oposición a la repetición y lo errático del
circuito en la calle.
Se proponen actividades socializantes sostenidas por adultos, como los espacios de
juego coordinados por el equipo de educación y los diferentes talleres expresivos y
educativos, donde parte de lo creativo y de la subjetividad se plasman en una
producción que puede ponerse a circular en lo social, ya sea dentro del ámbito
institucional, como también fuera de él: en distintos espacios, por ejemplo, en la
redacción de nuestra revista “Chicos de la calle en Buenos Aires”, la Exposición
Anual en el Centro Cultural Recoleta, espectáculos de teatro; en publicaciones como
“Libro de Cuentos, Relatos y Ficciones”, Feria del Libro. La respuesta desde la
expresión artística y educativa permite la reconstrucción de un espacio reconocido y
ofrecido por un otro, se erige en la posibilidad de reconstruir un espacio libidinizable.
La articulación de los espacios educativos permite que con un enfoque integral y una
idea de conjunto se impulsen las individualidades. El apoyo escolar brindado por
“Puentes Escolares”11, constituye también una apuesta donde es necesaria la
presencia de un deseo y de una investidura particular, junto con la disponibilidad a
equivocarse en el proceso de aprendizaje.
Esta disponibilidad resulta a veces muy costosa cuando el niño/a se mantiene en
una posición de goce, evitando la castración y utilizando la disociación y la
desmentida como mecanismos de defensa. Aparece entonces la incapacidad de
reflexión y la negación de la falta: “yo sé todo”, “está todo piola”, “yo manejo la
droga”, afirmaciones que obturan la posibilidad de abrir una pregunta acerca de lo
que les ocurre.
Los niños que concurren al CAINA cuentan con una atención integral en salud que
se efectiviza a través de una articulación con diferentes instituciones como los
hospitales Cosme Argerich, Muñiz, Garrahan, y CESAC Nº 15, entre otros
desarrollada a lo largo del tiempo, desde que el CAINA comenzó a funcionar. Esta
atención consiste en: clínica médica, odontología, ginecología, obstetricia,
vacunación, y propuestas de talleres de sexualidad, VIH-SIDA. Es en la salud donde
se observa la fragilidad de la construcción narcisista: el cuerpo es llevado al extremo
por el uso de sustancias tóxicas, expuesto a cortes y marcas que nos muestran que
el significante aún no ha terminado de dejar las suyas.
Este abanico de ofertas no se agotan en sí mismas, sino que son algunos de los
posibles caminos que puede transitar un niño/a que sobrevive como puede en la
calle y concurre cotidiana o esporádicamente al CAINA.
El proceso puede incluir su regreso al hogar familiar, reincorporarse a la escuela,
volver a su provincia de origen, ingresar a un “hogar” convivencial o continuar su
situación de calle a la espera de que pueda surgir algo para el sujeto, que haga corte
al recorrido repetitivo y de exclusión a que lo lleva inevitablemente la vida callejera.
En el mejor de los casos, que pueda plantearse algún anhelo que funcione como
velo a las formas descarnadas del goce.
Nuestras intervenciones intentan -en síntesis- propiciar la articulación del sufrimiento
a la singularidad de cada sujeto, con la finalidad de recuperar su historia y su
dignidad.
Para que un niño o niña pueda proyectarse en un futuro, tiene que contar con la
posibilidad de construir una historia donde recuperar su experiencia, para no forzar
la repetición en las próximas generaciones.
Autores
*Lic.Carlos Danielli, Claudio Di Paola, Denise Laborde, Emilio Zadcovich.
Equipo de Psicólogos del C.A.I.N.A.
11
Programa dependiente de la Secretaría de Educación del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
JUEGOTECAS
La potencialidad del juego como política de desarrollo social
Introducción
El juego es un recurso de una riqueza invalorable que da lugar a la
exploración en todos los ámbitos de la vida del niño. Cuanto más rico sea el
despliegue lúdico, más serán los caminos alternativos que se habiliten para
estructurar su pensamiento, crear estrategias de acción, y lograr, entablar y afianzar
vínculos afectivos y sociales enriquecedores. El juego es, además, motor y creador
de una cultura lúdica, productor del crecimiento cultural y de la identidad de cada
pueblo.12
Con el advenimiento de nuevos parámetros productivos y el avance de la
globalización, en los últimos años se ha dado un repliegue de la actividad lúdica que
se traslada del mundo adulto a la infancia y la mutación del juego tradicional en
nuevas variantes de juego, funcional, globalizado y autónomo.
En este contexto las juegotecas surgen como una modalidad de intervención
social con eje en la revalorización de lo lúdico dirigido a niños y niñas de entre tres y
doce años de edad, a sus familias y su comunidad.Nos interesa en este trabajo abordar tres ejes que consideramos
significativos: 1.- La importancia del juego para la formación del niño como unidad
biopsicosocial 2. -La co-gestión Estado - Ciudadanía en el desarrollo de proyectos.
3.- El enfoque particular de una política de desarrollo social para la infancia
Valor social del juego
El juego es un recurso creador. El niño pone "en juego" durante su desarrollo
todo el ingenio e inventiva que posee. Tiene además un claro valor social, puesto
que contribuye a la formación de hábitos de cooperación y solidaridad, de
enfrentamiento con situaciones vitales y por tanto a un conocimiento más realista del
mundo.
Un sinnúmero de autores se ha referido al valor del juego como componente
básico del desarrollo físico, emocional y de la personalidad del niño/a, especialmente
en su primera infancia. A través del juego el niño/a investiga, conoce, aprende a
relacionarse con el mundo y con sus pares. El juego posibilita la comunicación y el
aprendizaje, favorece los vínculos interpersonales y grupales y la exploración del
mundo que lo rodea. Es por eso que a través del juego el niño incorpora no sólo
habilidades y saberes, sino también valores como la solidaridad, el compañerismo y
la relación con los demás.
El juego constituye además una de las actividades educativas esenciales. Es
un verdadero revelador de la evolución mental del niño. Desempeña un papel
fundamental en la formación de la personalidad y en el desarrollo de la inteligencia.
“Durante el juego, el niño/a siempre está por encima de su edad promedio, por
encima de su conducta diaria; en el juego, es como si fuera una cabeza más alto de
lo que en realidad es. Al igual que en el foco de una lente de aumento, el juego
contiene todas las tendencias evolutivas en forma condensada, siendo en si mismo
una considerable fuente de desarrollo.” 13
12
13
Borja i Solé M. Las Ludotecas. España: Octaedro, 2000
Vigotsky,L. El desarrollo de los procesos psicológicos superiores” Barcelona.: Crítica, 1988
Para el que juega la realidad se revela cargada de significados, inagotable y
siempre nueva. La realidad es un signo de interrogación que despierta curiosidad,
que lo mantiene alerta, que pone en funcionamiento su imaginación creadora.
Jugando los hombres se integran a la comunidad. La actividad lúdica es
esencialmente comunitaria. Desarrolla la capacidad de convivencia social, donde la
sana competición y el respeto a las leyes destierran el individualismo exacerbado y
la violencia incontrolable. Las leyes del juego ponen límite a la violencia y encauzan
la rivalidad hacia una competición legal que fortalece los vínculos con el grupo.
Jugando las personas, especialmente los niñ@s expresan sentimientos, ideas
y fantasías, descubren su esquema corporal, su capacidad de movimiento, la forma
de relacionarse con los demás, conocen los objetos que los rodean; su ambiente, su
cultura y su mundo, desarrolla su creatividad y estimula la expresión corporal, oral y
gráfica. En esta dinámica donde se mezcla realidad y fantasía el niño va
encontrando su propia identidad,14
Los niños han jugado a través de los tiempos y en todas las culturas. La
universalidad del juego en la elaboración de la psique individual va acompañada de
una variabilidad que se marca de una época a otra, de una cultura a otra, de un tipo
de sociedad a otra y constituye un auténtico espejo social. Así consideramos al
juego como elemento privilegiado de socialización, de aprendizaje y de prevención
en sí mismo
Espacio urbano- juego- infancia
Las ciudades, y especialmente los grandes centros urbanos como Buenos
Aires, han restringido el desarrollo lúdico de la infancia. Los espacios públicos se
han convertido en lugares poco seguros para el despliegue del juego; la calle, los
potreros, las plazas, los parques, lentamente han ido perdiendo la imagen de niños
jugando. El crecimiento desmesurado de toda megalópolis, unido al desprecio por lo
público, hizo que hasta las plazas y parques fueran ocupadas por privados con el
desarrollo de diferentes emprendimientos. La inseguridad hizo el resto.
También en el hogar, el espacio privado ha ido reduciendo sus dimensiones,
no contemplando en las casas un lugar para que el niño juegue, los hoteles,
pensiones y casa de inquilinato no prevén un espacio común para el desarrollo de la
vida social ni el juego, provocando una gran dificultad para el juego en la infancia.- .
Así, la alternativa para el niño es el juego autónomo y en general silencioso, donde
interactua con máquinas y no con pares. Esta situación, es común a todos los
estratos sociales y económicos,
Acompañando este repliegue lúdico de la infancia, aparece la desvalorización
del juego a nivel social, familiar, escolar y del mundo adulto en general. Hay una la
sobrevaloración de la "tarea productiva" sobre el "ocio improductivo". Así vemos
niños con agendas casi tan ocupadas como los adultos.
La sociedad adhiere en alguna medida, tal vez inconsciente, a la concepción
del mercado que supone el tiempo libre y el ocio como improductivos. De esta
manera, desvaloriza el rol del juego y la recreación, asignándole a lo sumo una
importancia funcional o limitándolo a una mercancía más, que en general
despersonaliza y aliena.
En este sentido se limitan los espacios destinados al juego, se masifican las
actividades recreativas y se populariza la idea que el juego es una pérdida de
tiempo.14
Dinello, Raimundo (1989) La Expresión lúdico creartiva –Temas de Educación infantil. Montevideo;
Nordan
Sorprende también la actitud de muchos educadores cuando menosprecian
el valor de lo lúdico como herramienta educativa o, peor aún, sancionan faltas de
conducta o de estudio prohibiendo la posibilidad de jugar, "si se siguen portando mal
se quedan sin recreo", "acá no se viene a jugar sino a estudiar"...
Si bien existen trabajos dedicados al estudio de la importancia el juego en el
desarrollo infantil, éste no recibe la atención que se merece en los contextos
educativos y todavía suele oponerse el juego al aprendizaje.15 Los desarrollos
curriculares para las escuelas muestran que el juego está perdiendo terreno.
Agrava este diagnóstico el deterioro de la situación económica y el
empobrecimiento de muchas familias, que llevan cada vez a más niños a trabajar,
cambiando los juguetes por elementos de trabajo o bien asumiendo dentro del hogar
responsabilidades propias del adulto.
Según datos de mayo de 2002 el 66% de los menores de 18 años son pobres.
A su vez, el 51,4% de la población se ubica a nivel de ingresos por debajo de la
línea de pobreza y el 21,9% en situación de indigencia. Se trata así, de un país
donde la mayor parte de los pobres son niños/as y donde la mayoría de los niños/as
son pobres. 16
La Ciudad de Buenos Aires no escapa a esta situación de inequidad. Existe
un proceso creciente de concentración de la riqueza en el cordón norte y crecimiento
asimétrico de la población NBI (Necesidades Básicas Insatisfechas), esto es,
incremento de la pobreza, en el cordón sur. 17
Sin duda, este estado de situación coloca a toda la población, pero especialmente
a los niños y sus familias en un proceso creciente de fragilización subjetiva.
Así se va diluyendo el mundo infantil -en la ciudad, el hogar y la sociedad- dentro
del mundo adulto, y especialmente se va perdiendo el juego.
Visión de la juegotecas
A partir de la detección de este repliegue lúdico en la infancia y de la
concepción del juego -junto con los requerimientos básicos de nutrición, salud,
vivienda y educación- como elemento vital para el desarrollo de los niños, surgen
las juegotecas, entendidas como espacios desde donde intervenir en la prevención
de problemáticas sociales, la promoción de lazos solidarios y la producción de
subjetividad
Hay experiencias a nivel mundial con modalidades y metodologías diferentes
según las características sociales y culturales de cada región. En la mayoría de los
países Latinoaméricanos estas experiencias se centran en los sectores populares.
Diversos autores latinoamericanos consideran las Juegotecas como
dispositivo válido para el desarrollo individual, social y comunitario.
Por ello, creemos que la propuesta de una Juegoteca, constituye una
alternativa en la promoción en la infancia, cuyo aporte no desconoce las
problemáticas mencionadas anteriormente, sino que aborda el trabajo desde la
diversidad de situaciones presentes en estos grupos sociales, intentando constituirse
en andamiaje de la subjetividad de los chicos y los vecinos del barrio. Brindan así, la
15
Sarlé Patricia: Juego y Aprendizaje Escolar – Novedades Educativas - 2001
Lozano, Claudio. Argentina: una comunidad en riesgo. Infancia, adolescencia y juventud en mayo de
2002. Buenos Aires: Instituto de Estudios y Formación de la CTA, 2002.
17
López, Artemio. Niñez y pobreza en la Ciudad de Buenos Aires. Buenos Aires; Consultora Equis,
1999
16
oportunidad de experimentar un espacio social continente y significativo –en el
sentido de sentirlo como propio- que motive el establecimiento de vínculos entre los
niños, sus familias y los actores involucrados.18
Las Juegotecas buscan revalorizar el juego tanto a nivel individual como
grupal y comunitario. El objetivo es que las experiencias que se viven como actores
del espacio de juegoteca, se repliquen en otros ámbitos de la vida familiar, social y
comunitaria, Los chicos participan en las juegotecas como sujeto de derechos.
Nuestro objetivo es que su paso por las mismas los convierta en impulsores y
difusores de tales derechos a su propia comunidad de pares.
Pensamos a las Juegotecas como "espacios de libertad lúdico creativa,
espacios de socialización creativa”19 donde a través de múltiples actividades los
participantes se descubren y estructuran como personas.
Un espacio dinámico, en permanente proceso de cambio, de construcción y
creación, donde la planificación de actividades y propuestas -por parte de los
Coordinadores de Juegoteca- está íntimamente relacionada con la instancia del
proceso grupal y con los intereses de los niños que participan en el espacio. El
adulto adquiere el rol de facilitador del desarrollo de la escena lúdica, pero una vez
que ésta se ha desplegado, permite que se desarrolle sin mayores interferencias.
El hecho de que el chico pueda interactuar en forma sistemática con otros de
edades similares a la suya ayuda a que cada uno pueda desplegar con mayor
libertad sus necesidades e intereses y compartirlos con sus compañeros de grupo.
La riqueza del campo recreativo permite que el espacio juegoteca sirva como marco
para desarrollar –mediante la vivencia de experiencias lúdicas- potencialidades de
distinto tipo: se estimula la valorización de los aspectos culturales de la comunidad,
se promueve el desarrollo integral y se articulan todas aquellas propuestas que
favorezcan la creatividad y la integración social. Así, talleres de teatro, plástica,
macramé, murga, paseos, excursiones, fiestas, encuentros intergenercionales e
interculturales con la comunidad, hasta experiencias de radio, historieta o huerta,
son componentes de las propuestas de los distintos proyectos locales.
Los juegos de mesa o juguetes son valiosos como mediadores en el contacto
entre los participantes, y facilitadotes de intercambio, pero. nos proponemos ofrecer
una variedad mucho más amplia de alternativas lúdicas, más allá de los juegos/
juguetes/objetos; preferimos aquellos que garanticen la posibilidad de ser recreados,
acudimos a al juguete industrial que más se adecue a la modalidad de trabajo, y
potenciamos la construcción de juegos con materiales no convencionales.
Una gran variedad de materiales pueden convertirse en objeto de juego si se
da libertad a la capacidad creadora.
Un trabajo en red
La co-gestión de las políticas públicas entre Estado y sociedad civil, es una
forma avanzada de planificación estratégica. “La planificación estratégica implica
una compresión y visión de la realidad del contexto, de los actores involucrados y de
las complejas relaciones que se establecen entre ellos”20. El Estado asume un rol
dinamizador de las políticas públicas en articulación con la comunidad. Esto lleva a
una reformulación de la modalidad de intervención del Estado, poniendo énfasis en
18
Lic Urta y otros, Juego y Salud, Cesac 10. Buenos Aires, 2003
Dinello, R,(1989) op. Cit.
20
UNICEF- DESARROLLO SOCIAL Proponer y Dialogar. 1999
19
su rol promotor del acceso de los niños a todos los derechos de los cuales son
titulares.
Con esta concepción la implementación de una Juegoteca en determinado
espacio de la Ciudad nace de un trabajo conjunto de organismos gubernamentales y
no gubernamentales a partir del que se comienzan a establecer acuerdos: pautas
de trabajo, misión, visión y objetivos y se van definiendo roles y funciones de cada
actor. Este involucramiento de actores permite la conformación de equipos de
trabajo, cuyo fortalecimiento permite hacer frente a los continuos cambios de
contexto y prosperar en la diversidad, extrayendo de ella toda su riqueza.
La “Ley 415 de Juegotecas barriales” marca el encuadre desde donde
comenzar a formular los proyectos locales, permitiendo que cada uno de ellos se
nutra con el aporte de su comunidad, tomando forma a partir de la construcción
conjunta.
Esta construcción significa indefectiblemente un trabajo en red con las
organizaciones y los actores de la comunidad, implicando la integración de la
diversidad que deviene en potencialidad, dando a cada proyecto local un perfil
propio
Pensar en términos de red favorece la identificación cultural y social, y nos ayuda a
reconstruir nuestra propia trama social dañada y a crear dispositivos que nos
permitan elaborar nuestros miedos y el de los demás.
El derecho a jugar
En la última reforma de la Constitución Nacional, sancionada en 1994 nuestro
país adhiere a numerosos tratados internacionales, entre ellos a la Convención
Internacional por los Derechos del Niño (CIDN).
También lo hace la Ciudad de Buenos Aires cuando adquiere su autonomía.
En 1990 se sanciona la Ley 114, de aplicación de la Convención de Derechos del
Niño, en cuyo marco se reconoce como inalienable el Derecho al juego y la
recreación.
En este contexto -y apoyado en una experiencia de trabajo de la Red de
Instituciones y Organizaciones Comunitarias de la zona sur de la ciudad- en el 2000
se sancionó la ley 415 de Juegotecas Barriales.
La promulgación de la Ley 415 demuestra la decisión de instalar el juego
como una política pública de carácter universal para la niñez
La ley considera a los niños, la familia y la comunidad como titulares de
derechos y no como meros receptores de beneficios
Partimos entonces de la concepción de niñ@ como sujeto de derecho y de la
certeza de que su natural modo de expresión y conexión con el mundo es el juego,
para marcar directrices que, a través de la actividad lúdica, van a favorecer su
desarrollo integral.
Es desde su propio mundo, con su propio lenguaje, con su capacidad creativa
y con un mundo adulto que acompaña y contiene, que se dirige la intervención,
apoyados en una política de desarrollo social de carácter universal, integral, de
participación activa.
Autores
Lic. Virginia Guardia.
Prof. Marcelo. Ayuso
Bibliografia
-
Barenblitt, G., "Saber, poder, quehacer y deseo" Buenos Aires: Nueva Visión,
1987
-
Cañeque, H. "Juego y Vida".
La Conducta lúdica en el niño y el adulto.
Buenos Aires: El Ateneo, 1991.
-
Dinello, R. " La expresión Lúdica en la educación infantil". Montevideo:
Nordan Freire, Paulo. "Educación como práctica de libertad". México: Ed
Siglo XXI, .
-
Gamboa, Susana. "Aprender jugando desde las actitudes sociales".
Ed.
Bonum, 1995.
-
Giddens, A.. "Modernidad y subjetividad". En: Zona Erógena, año 3 N* 1º,
1992
-
Huizinga, J, “Homo ludens”. Buenos Aires: Alianza, 1996
-
Ortega, R. “El Juego infantil y la construcción social del conocimiento” Sevilla:
Alfar, 1992
-
Scheine, Graciela. "Los juegos de la vida cotidiana". Buenos Aires: Ed.
Belgrano,, 1989.
-
Solé de Borja, María. “Las Ludotecas”. Barcelona: Octaedro, 2000
-
---- “El Juego Infantil”; organización de Ludotecas. Barcelona: Oikos-Tau,
1980
-
Tonucci, F. "Con ojos de niño". Barcelona: Barcanova
-
UNICEF. " Gestión de políticas para la protección integral de los derechos de
niñas, niños y adolescentes” Guaymallén: Municipalidad, 1999
-
---- "Proponer y dialogar". Buenos Aires. Ministerio de Desarrollo Social. 1999
-
---- "Los derechos del niño y el hábitat" . Nueva UNICEF, 1996
-
Winicott, D.W.. "Realidad y Juego". Barcelona: Gedisa, 1985
DE CAMINOS, FRONTERAS Y OCASIONES
Reflexiones acerca de la habilitación de la oportunidad en el
Proyecto Casa del Niño y Casa del Adolescente21
La pregunta sobre la habilitación de la oportunidad en nuestro trabajo con
niños, niñas y adolescentes en contextos complejos, nos invita a descubrir en los
hilos de la trama de un Proyecto, aquellas experiencias que funcionan como
habilitantes.
Habilitar, nos remite a ofertar condiciones de posibilidad para que algo
aparezca, a una potencia que se actualiza. A la autorización, al permiso publico, al
poder.
Oportunidad tiene que ver con la chance, con probar lo nuevo, con la ocasión,
con la pertinencia en el tiempo. Su etimología alude a los vientos que conducen a un
puerto.
¿Se puede habilitar una oportunidad al otro? ¿Quién habilita y desde dónde?
Estas preguntas nos hacen pensar en un intento de dar lo que no se tiene, y
esto nos instala en una perplejidad, en un trastorno lógico, nos convoca a la
invención de una posibilidad en la imposibilidad, en palabras de M. Percia22.
Aceptar lo que no se posee, lo que no se sabe, lo que tantas veces no se
puede. Imposibilidad que se torna potente en el encuentro con los otros, que nos
convoca a la invención de una chance, a la creación en la incertidumbre.
Habilitar, habilitarnos, estar habilitándonos oportunidades, aperturas,
búsquedas que se resisten a sucumbir a los efectos de la exclusión. Espacios que
intentan abrir brechas construyendo nuevos sentidos. Vientos, movimientos,
experiencias que intentan cambiar direcciones en busca de nuevos puertos.
¿Cómo pensar en la oportunidad en contextos que parecerían destinados a la
supervivencia?
¿Cómo producir acontecimientos que pongan en entredicho las certezas de
exclusión?
Al pensar en las experiencias habilitantes en nuestro trabajo, en las Casas de
los Niños y Casas del Adolescente de la Ciudad de Buenos Aires, aparecen
múltiples escenas e ideas. Detrás de cada relato hay nombres, historias, voces.
Aquí se presenta el primer obstáculo. El esfuerzo de hacer un recorte, de elegir. Y
esto no solo tiene que ver con la complejidad del tema, o con las dificultades de
traducción de la escritura, sino con el lugar que otorgamos en el proyecto a lo
singular, a pensar en cada situación.
A partir de la discusión y confrontación en el equipo, hemos demarcado
algunos recorridos.
- La oportunidad del encuentro
21
Programa de la Dirección General de Niñez y Adolescencia de la ciudad de Buenos Aires, creado
en 1992, que se propone hacer efectivo el acceso de chicos de 6 a 18 años, a las distintas
políticas publicas y acompañar su sostenimiento. Actualmente funcionan cinco Casas ubicadas
en Barracas (Villa 21/24), La Boca (Plaza Matheu), Bajo Flores (Bo.Illia) y Lugano (Bo. Savio), a
las que concurren 460 chicos y 48 jóvenes que conforman el grupo de egresados del Programa.
22
Percia, M. “Ideas que responden, preguntas que no cesan. Para una clínica de las instituciones”.
En: Duschatzky, S. y Birgin, A. (comp.), ¿Dónde está la escuela?, Buenos Aires, FLACSO
Manantial, 2001.
- La oportunidad de transitar nuevos mundos
- La oportunidad de pensar el dolor
- La oportunidad para el equipo de trabajo.
En primer lugar, la oportunidad de un encuentro como terreno donde se
juegan las otras oportunidades. Desde ahí la habilitación para transitar nuevos
mundos, el lugar que tiene en el proyecto el abrirse a los desconocido, a lo nuevo.
En tercer lugar elegimos también aquello que en nuestro trabajo, da cuenta
de una particular manera de ayudar al otro a tramitar su dolor.
Y finalmente, la experiencia como una oportunidad para nosotros, para el
equipo. Experiencia de construir con otros una práctica que desde los bordes de las
teorías nos habilita a pensar y a hacer en el trabajo con niños y adolescentes.
- La oportunidad del encuentro
Un encuentro habilitante se funda en el respeto y construye confianza,
desde una presencia sostenida en el tiempo. Respeto por el misterio del otro y
confianza que apuesta.
Encuentros entre personas, sujetos de derechos, a convocar y producir.
Problematizar nuestra mirada y nuestras representaciones, la posición
desde donde nos hacemos presentes; evaluar y recrear, además, los dispositivos
institucionales para que den espacio a las maneras singulares de habitar la
institución y favorezcan así la ocasión del encuentro, cobran un carácter central
para nosotros
Los chicos eligen venir y esto nos interroga permanentemente sobre aquellas
cosas que los convocan.
Intentamos ofrecer una propuesta subjetivante en la que, al participar de una
pluralidad de experiencias, puedan jugar diferentes identificaciones. Aventura de
encontrarse, descubrirse, recrear significaciones en ensayos de identidad que
ponen en entredicho lugares cristalizados.
Un encuentro cotidiano entre grandes y chicos en el que se juega una
responsabilidad diferenciada y un difícil trabajo para ambos
- Nosotros, como adultos, sosteniendo una intencionalidad de inscripción en
la cultura y propiciando la construcción de ciudadanía.
- Los mas
jóvenes eligiendo
ocupar un lugar y
asumiendo las
consecuencias, ya sean arduas o gratas, sin ubicarse como meros
destinatarios de una oferta, sino como participes en la producción de
acontecimientos.
- La oportunidad de transitar nuevos mundos.
Pensamos el transitar nuevos mundos como imagen que alude al recorrido
por escenarios materiales y simbólicos que la cultura de una época ofrece.
Habilitación de la oportunidad de lo humano.
Lo tomamos especialmente aquí porque esta tarea, en nuestra experiencia,
busca resistir, los movimientos de encierro y segregación que se orientan a la
clausura, a la negación de las condiciones de posibilidad para que algo aparezca.
Efectos de políticas que progresivamente cercenan a los sujetos el acceso a lo que
por derecho les corresponde.
Pensamos, entonces, la oportunidad de transitar nuevos mundos en dos
líneas de significación:
- La primera nos habla de mundos que están allí para ser descubiertos.
Nos posiciona, siguiendo a Violeta Núñez, en un lugar de responsabilidad
respecto de dar a ver, asegurar la transmisión del patrimonio cultural de nuestra
época, entre generaciones y entre los diversos grupos sociales. Una tarea que
busca filiar, inscribir simbólicamente, que nos ubica en la difícil posición de mostrar
a los niños y adolescentes, cómo es el mundo sin pretender instruir acerca de cómo
habitarlo.
Una propuesta que, con esta intencionalidad, intenta recorrer los mundos
de la ciencia, la lectura, la escritura, la plástica, la música, la danza, y construye
desafíos para cada uno y para el grupo.
En el trabajo grupal, en los talleres, en los espacios individuales, dentro de
la institución o recorriendo otros espacios públicos, se abren posibilidades para que
los chicos narren sus propias historias.
- La segunda línea de significación alude al tránsito por otras geografías
concretas. Trazados de caminos entre un adentro y un afuera, para que el territorio
propio no quede cercado.
De esta manera, ir al hospital, retomar los estudios, transitar la ciudad, ver
una obra de teatro, elegir capacitarse en distintos centros teniendo en cuenta los
intereses particulares, permite conectarse con diferentes recursos, tender puentes
desafiando muros, amenazas y encierros.
Pensamos la estrategia del acompañamiento, como un acompañamiento
efectivo hasta que el otro adquiera confianza y autonomía. A veces es la única
chance para abrir un camino de salida. Cuando se carga con una historia de ser
objeto de derivaciones sucesivas y compulsivas, cuando se han padecido
exclusiones, cuando las distancias son cada vez mas grandes y solo se siente la
inadecuación, es muy difícil pensarse participando en instituciones y accediendo a
nuevos espacios.
La estrategia del acompañamiento intenta trabajar sobre esta dificultad. Busca
que el sujeto se autorice. Simultáneamente opera sobre las instituciones armando
redes y enlazando posibilidades.
- La oportunidad de pensar el dolor
Oportunidad de pensar el dolor. Intentar transformar el dolor en pensamiento.
Construir una narración que otorgue sentido. Aún en el sin sentido, ofrecer
escenarios para que el dolor no lo invada todo.
María, con sus 15 años, hace ya un año que participa en la Casa. Durante
este tiempo, además de las actividades grupales va construyendo espacios de
encuentros personales donde confía situaciones difíciles de su vida. María está
siendo expuesta por su madre a presenciar sucesivas escenas ligadas a lo siniestro.
Una madre en permanente estado de desvalimiento y una hija a la cual no se le vela
protectoramente ningún secreto, ni ninguna intimidad. Su relato revela también sin
censuras, detalles del horror.
¿Cómo transformar algo de ese horror en pensamiento?
Ofrecemos un espacio de encuentro que hace posible una escucha. Una
escucha que aloja el sufrimiento sin quedar atrapada en él. Una palabra que abre
sentidos y no se abstiene de intervenir. Un libro que acompaña y calma su miedo por
las noches. La elección de una novela que devuelve su gusto por la lectura y sus
hallazgos de placeres o disfrutes pasados. Una red barrial e institucional (Parroquia,
Centro de Salud, escuelas, vecinos) que le permita organizar ciertas instancias de su
vida cotidiana, instaurando un ordenamiento y apertura posibles., en una situación
vivenciada por ella como “sin salida”.
En los contextos en los que trabajamos, parecería que al dolor de lo
humano se le sumaran, en un gris sobre gris, los dolores de la injusticia.
El dolor del desarraigo, de la humillación, del estigma, de las muertes
prematuras o evitables. Sufrimientos que pasan de generación en generación, y
llegan al limite de lo deshumanizante, de la condena a la supervivencia.
Una práctica que ayude a la tramitación del dolor tiene que poder
abstraerse del mismo, hacer un paréntesis, no ver únicamente el sufrimiento.
Desestimamos así, esas
formas de intervenir que perpetúan identidades
clausuradas, saturadas de pena o de alarma, en las que el otro es victimizado en la
figura del carente, del pobre o como personaje de crónicas policiales. Desde allí,
parecería que el dolor es lo que les ha tocado en suerte. Deben cargar con ese
padecer naturalizado, significado únicamente desde lo individual y familiar, en un
análisis que no encadena ese padecer con las prácticas y sus violencias, y que
tampoco lo encadena con el terreno de lo político.
Frente a estos dolores de la injusticia, muchas veces nos sentimos inermes,
excedidos, pero no nos declaramos impotentes ante la manera singular en que se
encarnan en los niños y jóvenes con los que trabajamos
¿Qué hacemos cuando un niño o un adolescente, como María, nos participa de su
dolor?
Nasio23 nos dice que "dar un sentido al dolor del otro significa entrar en
concordancia con el dolor, tratar de vibrar con él y, en ese estado de resonancia
esperar a que el tiempo y las palabras lo erosionen(...)encontrarle y disponerle un
lugar(...)en donde podrá ser gritado, llorado, y gastado a fuerza de lágrimas y
palabras."
Como mencionábamos antes, hay algo del orden de una trama vincular que
se teje cotidianamente a la que llamamos encuentro. Una manera de hacernos
presentes desde el respeto por el otro y una confianza que se construye.
Esta trama nos remite a la imagen del armado de una red que oferta un
espacio para que ese dolor pueda aparecer, como la red que cuida y protege al
trapecista que se anima a lanzarse sabiéndose sostenido. Solo así es posible, y ya
es todo un primer trabajo.
Sabemos que no estamos a salvo de negar la situación o de simplificarla, de
quedar como testigos inmóviles, o su contracara, de reaccionar compulsivamente
frente a la urgencia, sin pensar.
Ante la complejidad de las situaciones es importante ser prudentes y
cautelosos. No hay recetas. Cada uno tiene sus tiempos, sus recursos, sus maneras
de significar y vivir el sufrimiento y esto, muchas veces, suele pesar mas que el
tenor mismo de la situación vivida. El trabajo es entonces aquí a nivel singular, en el
uno a uno.
Habilitamos entonces un escuchar, un decir y un hacer con otros, para que
disminuya el dolor o pueda ser vivido de otra manera.
Hay una distancia, un esfuerzo para que la emoción de ese sufrimiento no nos
impida escuchar, decir y hacer.
23
Nassio, J. El libro del dolor y del amor. Barcelona: Gedisa, 1998
Hay un pudor y una abstención del regodeo, de quedar fascinado, de
violentar al otro para que hable de aquello de lo que, a veces, no se puede hablar.
En ese escuchar, intentamos que ese dolor pueda ser alojado. Posibilitamos
su despliegue sin quedar atrapados en él. A veces es solo un silencio. Otras, en el
espacio tranquilo de una sala, o camino al parque, en una visita al hospital, invitando
o siendo invitados a una conversación. Se juega la confianza de la continuidad de
una presencia, de un otro disponible que seguirá escuchando.
Un decir de palabras y gestos para que el otro se encuentre en un recuerdo,
para que pueda pensar una explicación. En otras ocasiones, palabras y gestos que
le marquen un corte, un “basta, esto no puede ser”. Un decir no improvisado, un
decir desde una palabra pensada previamente con otros y que ha evaluado las
articulaciones de una red de recursos posibles
Preguntas con las que pueda construir un relato y seguir adelante. María dice
"Yo veo como todo negro, no se qué hacer. Cuando usted me habla, me quedo
pensando y se me abren caminos."
Un decir que trata de abrir sentidos y no se abstiene de intervenir. En este no
abstenerse hablamos también de un hacer.
Habilitamos, frente a los quiebres que el sufrimiento produce, un hacer que no
se centra en el vacío, en la falta, el déficit. el abandono o el abuso, sino en las
posibilidades de sus bordes, para acompañar al sujeto en un zurcido, hebra por
hebra, de la trama original. Un hacer pensado y confrontado, en el que convocamos
a otros, aquellos que por fuera de la institución, ayuden a tejer la trama.
Un hacer, que desde los bordes de las teorías, estudia, investiga, piensa con
otros. Opuesto a prácticas asistencialistas, se autoriza a ensayos sin la garantía de
los resultados pero con la certeza de la responsabilidad de actuar.
Proponemos acciones en las que el arte, el juego, o la escritura, pongan
entre paréntesis el dolor o lo transformen en creación.
Recordamos a un grupo de chicos y chicas de entre 8 y 10 años, que tenían
dificultad en la elección de un nombre para su grupo, un nombre que los
representara. Además era imposible, a pesar de los intentos de los coordinadores,
que se escucharan, y escenas de violencia se repetían cotidianamente.
El proyecto que el grupo había elegido junto con sus coordinadores,
era la realización de un libro. Las historias escritas por ellos, solo hablaban de
tiroteos, asesinatos, consumo de drogas, maltrato, violencia en los pasillos de la
villa.
Nos detuvimos a pensar en esas escrituras, más catárticas que
elaborativas, más entregadas como ofrendas para nuestra fascinación que
portadoras de otros sentidos.
Decidimos un corte. Parar. Suspender una modalidad del habla que no llevaba a
nada. Probamos cambiar el proyecto de grupo. Se introdujeron juegos dramáticos
en los que empezaron a pensarse como una tribu y a inventarse un nombre y un
mito sobre el origen.
Aparecieron diferentes tipos de máscaras y juegos sobre la identidad. Se incorporó
la pintura, la música y la danza. Leyeron e investigaron. Crearon un tótem,
imaginaron luchas guerreras, inventaron un hábitat y unas leyes y prohibiciones
para vivir, que incluían “las cosas de hombres y de mujeres .”
Las palabras volvieron así transformadas; ahora, era posible la metáfora, el
juego. El juego incluido como posibilidad de pensar el dolor, porque, como
sabemos, en las regiones del “como si”,
otredades y despuntan creaciones.
se conjuran miedos, se ensayan
El sufrimiento aparece de múltiples formas. Algunas veces censurado como
signo de debilidad; otras, naturalizado en la resignación del "esto no cambia más", o
en crónicas desmesuradas que solo buscan fascinar al que escucha. Otras,
disfrazado en pasajes al acto que suelen banalizarse como “problemas de
conducta.”
¿Cómo pensar estos dolores escondidos o camuflados sin violentar al otro?
Debemos aquí también, ser muy cautelosos y sensibles. A veces, buscamos
el momento adecuado para darle un espacio al registro del sufrimiento. Otras,
simplemente respetamos que no quiera hablar de él. Hay silencios y pudores que
ayudan a vivir.
Juan vive siempre al borde, solo. No puede hablarnos de su dolor, del
sufrimiento de no contar casi para nadie. Quizás se desmoronaría.
Nosotros le decimos: “sabemos que esto para vos es muy difícil,
reconocemos tu inteligencia y tus ganas para armarte una vida y todos los días,
alguien te espera"
Esta espera de un otro, garantiza el poder ir y venir, confiando en la
seguridad de una presencia que permanece. Algo estable, en medio de la fragilidad
que conlleva el dolor.
Hemos reflexionado acerca de experiencias en las que el pensamiento
ofrece una oportunidad de transformar el dolor. Sufrimientos tan intensos que, a
veces, llevan al proyecto a los limites de su sentido. Creemos que frente a los
movimientos de encierro y aislamiento propios de la exclusión y la injusticia, es
necesario introducir una perspectiva que luche por la condición ciudadana. No
dejarlo solo al otro con su dolor, también tiene que ver con esto.
Fuera del contexto de la actividad institucional, tres jóvenes, juegan con sus
amigos en el Polideportivo, mas allá de los márgenes de la villa. En un momento , el
cuidador del Parque les dice que se tienen que ir. No es la primera vez que les pasa,
pero esta vez decidieron no retirarse. Piden explicaciones que no llegan, y son
amenazados con llevarlos a la comisaría.
El dolor del estigma reaparece. La operación del exilio ha sido puesta
nuevamente en marcha, y con ella, disciplinamientos sociales y territoriales bajo el
mandato de “no traspasarás tus fronteras”. Pero ellos no se resignan a la pérdida de
un espacio público que por derecho, les corresponde. Piensan, discuten y se
autorizan a transformar esa segregación en denuncia. La escriben en el periódico
del taller de periodismo, y reclaman sanciones de orden político institucional.
Norma Barbagelata nos cuenta que Frida Kalho en el accidente comprendió
todo en un segundo, y envejeció en instantes, todo junto.
Esto mismo resuena en los relatos de dolor de los niños y jóvenes con los que
trabajamos. Y allí están, además, los discursos que ante la incertidumbre se apuran
a decretar finales, en este caso el de la infancia y la adolescencia.
Decíamos que el dolor puede hacer envejecer, pero esto no es todo . El dolor no lo
invade todo. Ellos están creciendo. Los vemos así, como niños y adolescentes que
juegan, se asombran con un cuento, proyectan, sueñan un futuro, tienen ilusiones:
Pedro, buscando un recuerdo que eclipse las imágenes de violencia; Sergio,
manejando marionetas y atravesando el duelo por sus padres sin estallar como
tantas veces; Hernán, construyendo alcancías que duren, mientras cartonea para
sostener su economía; Paula, soñándose escritora produce cuentos mas allá de
situaciones de abuso; Carlos, intentando sostener su presencia, desafiando historias
de expulsiones…
- Oportunidad para el equipo.
Finalmente nos referiremos al proyecto, como una oportunidad también para
nosotros como equipo de trabajo. Una aventura de construir en los bordes de la
teoría, nuevas maneras de hacer, nuevas formas de acercarnos al otro en horizontes
que son complejos y en los que es necesario contar con un nosotros. Habilitación
que se relaciona con la experiencia y con el pensamiento.
Es esta aventura la que concentra gran parte de nuestros intereses y
preocupaciones, preservando a los niños y jóvenes de que sean ellos, con sus vidas,
los que den sentido a lo que hacemos.
Desde el comienzo, éramos conscientes de la oposición a determinadas maneras
de intervenir, que desde diferentes disciplinas coincidían en anular al otro,
patologizarlo o criminalizarlo. Fuimos así, construyendo una práctica que en
contraposición a estos enfoques, siempre se pensaba como de margen, imposible
de formalizar, de traducir.
Los ensayos eran permanentes, y esto que fue una oportunidad, hoy los
asumimos como una forma de trabajo y no ya como señal de lo inexperto.
Ensayos - oportunidad, no tanteos ciegos. Historizados nos devuelven un
saber, y van articulando los marcos desde donde trabajamos intentando no clausurar
lo nuevo que cada situación ofrece.
Marcos teóricos, éticos, políticos, nos brindan señas de identidad y nos
albergan para pensar, pero no nos ponen a salvo de caer en lo que enunciamos
combatir, no nos ofrecen garantías de prácticas siempre consecuentes.
Ante una situación devenida problema, intentamos no simplificar lo complejo.
Frente a las múltiples dimensiones y elementos en juego, ensayamos articulaciones
y enlazamientos, buscando referencias en lo pedagógico, lo clínico, lo jurídico, lo
estético.
Así, construimos un enfoque que, en la multiplicidad de escenas posibles,
aborda la cuestión en el marco de tres registros: el del sujeto, el de las prácticas y el
de lo político.
El del sujeto, que da cuenta de su singularidad.
El de nuestra prácticas, siempre interrogadas, sospechadas, nunca a salvo
de reformulaciones, siendo este debate permanente por el sentido, donde buscamos
la legitimidad de nuestras acciones.
Por último el registro de lo político entendido -en términos de Rancière24como el reconocimiento en cada situación, de la causa del otro que reclama
justicia. Registro de lo político que se juega en escenarios que por acciones u
omisiones públicas, delimitan o abren contextos y posibilidades.
Autoras:
Clot, Patricia. Psicopedagoga.
Ilimovich, Ida. Lic. Cs. de la Educación
24
Ranciére, J.. El maestro ignorante, Barcelona, Alertes, 2003
Jou, Adriana. Psicóloga
Monzani, María Ana. Psicopedagoga
Soler, Graciela. Trabajadora Social
Tártalo, Miriam. Psicóloga
Valerio, Diana. Psicopedagoga.
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Rotelli, Franco. Empresas sociales en Italia
4.
Ramos, Cleide. La televisión en el s.XXI y los jóvenes
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Di Marco, Graciela; Carranza, Hugo; Grillo,Oscar; Primavera,
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Descentralización y Políticas Sociales
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Pszemiarower, Santiago; Pochtar, Nora; Finkelstein, Susana. Los
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Murtagh, R.; Mitzubuti, S. ; Daza, Rubén; y otros. Cooperación
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8.
Riverón y otros. Discriminación contra los extranjeros
9.
Aguiar, E.; Lapaccó, C.; Dizenfeld, R.; Brenner,Viviana. Los
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10.
Viaggio,J; Recalde, H; Zamorano,C.. Los derechos humanos en
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11.
Redín, M.E.; Bravo, Ema; Suárez, María y otros. Redes sociales
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12.
Chitarroni, Horacio. Estudios sobre la estructura social de la
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13.
Castells, Manuel. Productividad,
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15.
Fleury, Sonia. Política social, exclusión y equidad en América
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Kliksberg, Bernardo. Seis tesis no convencionales sobre
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Calcagno, Luis. Los que duermen en la calle: Un abordaje de la
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Merklen, Denis. La cuestión social en el sur desde la
perspectiva de la integración: políticas sociales y acción
colectiva en los barrios marginales del Río de la Plata
competitividad
en
la
La tan temida
21.
Di Marco, Graciela ; Colombo, Graciela. Las mujeres en un
enfoque alternativo de prevención
22.
Lo público y lo privado. Compartiendo estrategias para la
construcción de la paridad en las relaciones de género
23.
Palomino, Héctor. La crisis del mercado de trabajo y los
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24.
Kliksberg, Bernardo. La situación social de América Latina y
sus impactos sobre la familia y la educación
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Vacatello, Liliana. Una aproximación diagnóstica de la
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ubicados en los barrios de Balvanera y Recoleta
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Groba, Gabriela; Fustinoni Alberto. Población vulnerable en la
Ciudad de Buenos Aires. Hogares de Día para la Tercera
Edad. Un estudio de caso
27.
Kliksberg, Bernardo. Diez falacias sobre los
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30.
Ateneo de Políticas Sociales. Organizado por la Secretaría de
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31.
Encuentro de capacitación para dirigentes de ONG.
Organizado por el Programa de Voluntariado Ser solidario
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El sostén de los hogares. Trabajo, participación y relaciones de
género. Ateneo organizado por la Dirección General de la Mujer
33.
Furlong, Liliana. Relevamiento de familias bajo la modalidad
de alojamiento en hoteles del G.C.A.B.A. Informe final
problemas
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