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Voces del Capítulo Nordeste del Foro por una Nueva Independencia:
¿Qué significa pensar la Argentina entre dos bicentenarios? ¿Qué significa
pensarla desde la región nordeste, corazón geográfico de la América del Sur,
antaño conocida como el Gran Chaco Americano o región guaranítica, que
incluía el nordeste argentino pero también el Paraguay y el sudeste de
Bolivia y de Brasil?
Riesgos, desafíos, conflictos, es decir, culturas en su despliegue de
dinámicas y tensiones cuyas disputas políticas son, sobre todo, por el
sentido común de nuestros modos de vivir comunitarios.
“Habremos de ser lo que hagamos con aquello que han hecho de nosotros”,
escribía Jean Paul Sartre en su célebre prólogo de 1964 de “Los condenados
de la tierra” de Franz Fannon. Y cómo resplandece esta idea sartreana en la
memoria nordestina de cómo fuimos percibidos y definidos por el poder
hegemónico, material y simbólico, del pensamiento único del nuevo orden
internacional, las mujeres y los hombres nacidos en las tierras del norte
grande argentino. Porque fuimos ayer nomás los inviables condenados de
nuestras tierras. Porque las Fundaciones del Pensamiento Mercantilista de la
Banca Extranjera, militante orgánica de la valorización financiera, nos grabó
en el corazón y el cerebro, cual código de barras y estrellas, la maldita sigla
U.G.I, Unidad Geoeconómica Inviable, a todas y a cada una de las provincias
del norte argentinos. Inviables e invisibles, condenadas por la hora de los
tecnócratas y el retiro de la política a no ser, es decir, a ser refuncionalizadas
como “esquemas de regiones integradas por debilidad estructural de las
partes que las componen”.
De esa trágica desventura venimos. Somos sus hijos.
Somos, entonces, lo que como sujetos colectivos, fuimos capaces de decidir
ser a partir del 25 de mayo de 2003.
Por eso, en este primer Foro por una Nueva Independencia, que hoy está
llegando a su fin, un sábado 13 de septiembre aquí en Resistencia, en el
Nordeste, en la Facultad de Humanidades y el Aula Magna de la Universidad
Nacional del Nordeste, hemos puesto en valor las cuestiones fundamentales
que conmueven, abrazan y promueven los distintos colectivos que han
participado en este espacio plural, diverso y profundamente democrático.
Porque fueron muchas las coincidencias en los puntos de acuerdo
alcanzados, luego de debates tan intensos como respetuosos que se dieron
en las siete comisiones del foro y que, notablemente, esbozaron ideas que
se complementan y convergen.
Del mismo modo que se reconoce enfáticamente la ampliación de derechos
generada en la Argentina reciente, que tiene por protagonistas a sujetos
colectivos otrora acallados, silenciados e indecibles, en el desarrollo del
debate se puso en evidencia también la necesidad de no caer en discursos
autocomplacientes, en el posibilismo o en la conformidad, señalando en
cambio, con claridad y coraje, las deudas y las asignaturas pendientes de
los derechos que nos faltan o las dificultades en la aplicación de esos
nuevos derechos, aun no concretados en la realidad social de la región
nordeste.
En este sentido, vale la pena decir que en el nordese, la tenencia de la tierra
y los modelos de desarrollo son problemas acuciantes todavía no resueltos,
cuya solución nos interpela, urge y compromete. Pensar la Argentina desde
esta región es reflexionar que la cuestión de la tierra se une a una necesaria
y profunda transformación cultural, a la necesidad de una democracia
dinámica. Porque la tierra es nuestra casa y ella debe ser compartida por
hombres y mujeres de todos los pueblos que la habitan, en el máximo
respeto de unos por otros. El Estado debe constituirse, por lo tanto, en
garante de ese derecho inalienable, cuya sentido, búsqueda y cumplimiento
nos llevará a una nueva independencia, con nuevos sustentos filosóficos,
emancipatorios, desde una concepción integral, siempre pasible de
reinvención, de la soberanía y la redistribución de la riqueza material y
simbólica.
Somos, entonces, porque venimos decidiendo serlo, las culturas del
nordeste, en cuyo seno los pueblos indígenas son parte fundamental de
nuestra historia a la vez que sujetos importantes de nuestro presente, la
diversidad cultural, étnica y lingüística que lejos de pensarnos como
carencia, vergüenza, inviabilidad o invisibilidad-marginación, empezamos a
sentirnos y pensarnos como potencialidad, riqueza, orgullo, dignidad y
horizontes abiertos.
Somos, por ende, como una de las acepciones que significan el Chacú
quechua original que nos nombra y funda, la unidad de lo diverso para la
búsqueda del horizonte colectivo. No un crisol de razas, no una
monoidentidad, no una cristalización de una tradición cultural concebida
como única, esencial y para siempre. Porque somos tanto la sangre
inmigrante que nos puebla, como la profunda vertiente indígena que nos
habita, como el criollo que llevamos dentro. Porque somos esa notable
mezcla, y todas sus reinvenciones posibles. También la vieja utopía guaraní
cuyo horizonte de realización colectiva era –y sigue siendo en nosotros- la
búsqueda incesante de la tierra sin mal.
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN
PENSAMIENTO NACIONAL”:
“LA
DISCUSIÓN
SOBRE
EL
¿Qué decimos o entendemos cuando nos referimos al Pensamiento
Nacional?
Creemos que profundizar sobre el pensamiento nacional, implica revisar nuestra
historia, y los relatos que sobre ella se han construido desde los espacios de
poder.
Dos de las grandes tradiciones que atraviesan la vida nacional, la liberalconservadora, por un lado, y la nacional-democrática y federal, por el otro, pueden
sintetizar las tensiones más importantes sobre las que han girado los
acontecimientos político- culturales argentinos.
Pensar en nuestra independencia, por lo tanto, es indagar desde una trama
compleja y plural que nos permita poder reconocer la complejidad y diversidad de
las subjetividades construidas a lo largo de un proceso histórico que nos sitúa en
un presente configurado entre dos bicentenarios.
Si, como creemos, no hay orden político sin orden simbólico, entonces es
necesario recuperar las voces de aquellos que han permanecido ausentes en la
historiografía y el relato oficial durante mucho tiempo. Esta emergencia de los
sujetos sociales antes acallados, es condición de posibilidad para forjar visiones
alternativas al pensamiento y discurso hegemónicos y épicas emancipatorias.
Estos espacios de discusión, amplios y democráticos, como los Foros por una
Nueva Independencia, son ámbitos muy importantes en la construcción de este
camino.
Recuperar la diversidad de voces y miradas, de presencias y voluntades, nos
permitirán salir del cepo-deseo de felicidad de las clases dominantes, de su
subjetividad homogeneizante, endiosadora del consumo desenfrenado,
redescubriendo-desocultando los deseos del pueblo, de sus subjetividades
canceladas, a vivir digna y soberanamente. Porque la nación es un fluido que se
va creando constantemente a través de un mundo-trama de intereses materiales
y simbólicos en constante tensión y equilibrio inestable.
Por consiguiente, para dar esta crucial batalla cultural por los sentidos profundos
de nuestra vida nacional, comunitaria, debemos tener un aliado imprescindible:
una educación flexible, amplia, emancipadora, que recupere y restituya las
subjetividades e identidades silenciadas u ocultadas, les dé plena carta de
ciudadanía –en este tiempo de histórica ampliación de derechos-, fortalezca y
propicie la conciencia y desarrollo de nuestras diversidades, concebidas como
riquezas sociales, indispensables en la creación de un nuevo Estado, que
reconozca y promueva la pluralidad política y cultural de nuestra Nación como
matriz fundante del sentido de sus políticas públicas.
Pensamiento nacional es por consiguiente, para nosotros, el ideario y a la vez el
trayecto que nos llevan a la conquista de justicia social y a la conciencia y
memoria histórica de esa lucha; el imaginario y la praxis cultural por una Nación
Soberana.
Un discurso político que, reactualizado, tiene en su centro la palabra amor, un
hecho novedoso, singular, que no debemos pasar por alto.
Porque reconocer al otro como sujeto de derecho –como sujeto de la Patria-,
realzar las virtudes de un sistema democrático que identifique en el otro a un igual,
tiene sus consecuencias en diversas direcciones. Se trata, pensamos, de una
descolonización cultural que pone en el centro del debate la cuestión del poder
popular, de cómo es posible y deseable construirlo, de sus posibilidades de
recuperación, de reinvención y de emancipación.
Por último, retomar los horizontes de sentido del pensamiento nacional conlleva
situar como desafío y encrucijada clave la cuestión de soberanía concebida de
modo integral. Y esto supone, pensamos, en rescatar las banderas de la ética, la
solidaridad y la generosidad que son los valores fundamentales de una verdadera
nación democrática.
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN “PROPIEDAD DE LA TIERRA Y MODELOS
DE DESARROLLO”:
1. A través de la historia:
Revisitar la historia de la tenencia de la tierra en el nordeste es descubrir la
memoria de la disputa por su propiedad, uno de los orígenes fundamentales de la
desigualdad, a la vez que la génesis de sus proyectos emancipatorios, aquellos
que como el de José Gervasio Artigas planteaban la propiedad colectiva de la
tierra desde un proyecto integral de reforma agraria.
El proyecto revolucionario democrático artiguista fue definido en el Congreso de
los Pueblos Libres, el 29 de junio de 1815, realizado en Concepción del Uruguay,
Entre Ríos. Allí seis provincias argentinas más la Banda Oriental, actual Uruguay,
“declararon la independencia de todo poder extranjero”, establecieron “Soberanía
particular de los pueblos unidos en Confederación”, mientras protagonizaban la
realización de la primera Reforma Agraria de América Latina. Decidieron además
la restitución de los cabildos guaraníes gobernados por caciques electos y
establecieron un sistema democrático, de soberanía popular.
El 9 de julio de 1816, sin la presencia de los delegados de las provincias
artiguistas, en el segundo congreso de los pueblos, se declara la independencia
pero sin poder concretar un avance de las propuestas sobre tierras que se
discutieron en Tucumán, promovidas por Manuel Belgrano, Martín Miguel de
Güemes y San Martin, quienes proponían sobre todo la unidad indoamericana con
una Monarquía Inca.
La cuestión de la tenencia de la tierra es retomada por los movimientos políticos
anarquistas, socialistas y comunistas pero recién con el advenimiento del
peronismo en el gobierno se transforma en cuestión de estado.
Con el proyecto nacional y popular en Argentina reverdece la revolución
democrática, plasmada en la reforma constitucional del 49. Se recupera la
intervención del Estado en la política económica. Se introducen conceptos como
“función social”, “bien común”, “interés de la comunidad” (art 38), “bienestar social”
(art. 39), “bienestar del pueblo”, “justicia social” (art 40) que posibilitan el desarrollo
solidario de soberanía popular”. Se planteaba entonces una concepción de política
pública muy inclusiva que no solo dependía del estado, sino también del pueblo
organizado.
Sin embargo, no alcanzó a plasmarse ni definirse una reforma agraria. Las
siguientes dictaduras cívico-militares y sus profundas secuelas políticas,
culturales, económicas y sociales relegaron su sólo mención al archivo de la
desmemoria.
2. El modelo productivo rural en el Chaco:
Ese modelo puede dividirse en tres sectores.
Oligarquía o terratenientes latifundistas: ven la tierra como bien económico,
concentrado, conciben la propiedad como privada, poseen alto nivel de
organización y mucho poder económico, son los que reciben mayor extensión de
tierras y podrían producir, por lo tanto, de manera intensiva, dado que poseen
mayores recursos para ello.
Clase media o medianos propietarios: la tierra es un bien familiar, conciben la
propiedad de manera individual, el nivel de organización es mediano y consiste
más en la producción que en el de la tenencia de la tierra; tienen mayor poder
político en el sentido de representación de los partidos políticos. Se les pide desde
el Estado una producción intensiva, cuando no cuentan con los recursos para ello.
Pueblo rural, Campesinos o pequeños productores: ven la tierra como un bien
social, la concepción es más territorial, por ejemplo en el Impenetrable los criollos
tienen animales sin alambrado que los contenga. La visión de la propiedad es
colectiva. El nivel organizativo en cuanto a la tenencia de tierra es muy bajo. El
poder que tienen es simbólico (discursivo), no un poder real. Se les pide una
producción intensiva, cuando es imposible que lo puedan hacer por la falta de
recursos.
Conclusión: el modelo que existe sigue siendo agroexportador, sustentado en los
agrotóxicos y el mercado exportador. Se pide justamente a los sectores populares,
campesinos, conceptos tales como soberanía alimentaria y respeto a la
biodiversidad, cuando esto es imposible si se analiza las posibilidades reales de
producción y el modelo de tenencia de la tierra. Se le pide a las clases con menor
poder adquisitivo, condiciones tecnológicas, productivas y tenencia de tierras que
sean los que garanticen al país, autonomía alimentaria, igualdad, soberanía y
trabajo, cuando que el modelo de tenencia de tierras y de producción y consumo,
lo hace imposible u beneficia a los sectores más poderosos.
Es indispensable llamar a todos los sectores involucrados, a que definamos qué
tipo de tenencia de tierra queremos, qué reforma agraria necesitamos, porque lo
que no hay hoy es una visión de conjunto de qué clase de campo tenemos y qué
clase de campo y producción rural precisamos desarrollar desde la perspectivas
de nuestros intereses nacionales, populares y democráticos.
En la Provincia de Corrientes, existen 500.000 hectáreas en manos de capitales
extranjeros, 300.00 pertenecen a Tomkins, ubicados en los estratégicos Esteros
del Iberá, en pleno corazón del Acuífero Guaraní, una de las reservas de agua
dulce más importante del planeta. Esto responde a una estrategia del poder
global, impulsada por EEUU, que consiste no solamente en apropiarse de los
mercados, sino de las tierras y recursos naturales. De esa forma compran y
seducen a profesionales, políticos y científicos y estudian las leyes y sus
normativas para poder adaptarlas a sus intereses.
Existe en la facultad de Agronomía de la UNNE (Universidad Nacional del
Nordeste), un programa que se llama Ibera+10 en el cual estudiantes investigan
en tierras del Sr. Tomkins, en los Esteros del Iberá, es decir, se destinan recursos
e la Universidad Pública para el estudio en tierras cuya propiedad es privada y
extranjera. ¿Al servicio de qué intereses está esos estudios universitarios?
Si bien es cierto que existen normas que regulan la cantidad de tierras que puede
tener un extranjero, no es menos cierto que no especifica qué sucede cuando se
excede de ese límite, es decir, existen impedimentos en la aplicación de las
normas. El poder global, imperial, pone sus ojos en los recursos naturales para
explotar y venderlos.
No es casual entonces que en el discurso de los Fondos Buitres aparezcan
nuestros recursos naturales, tan codiciados en el mundo, hoy hablan de los de
“Vaca Muerta”, mañana pueden hacerlo del “Acuífero Guaraní”, como preciados
objetos trofeos de su codicia.
3. La discusión actual:
En el proyecto de Ley de Agricultura Familiar se observan avances importantes
para los intereses nacionales y populares, como por ejemplo evitar la venta de
tierras a capitales extranjeros y el aumento de los latifundios.
No obstante, el análisis de la propiedad actual de la tierra registra un balance
negativo, dada la matriz de su concentración que todavía persiste. Por eso
muchos campesinos siguen abandonando y malvendiendo sus tierras.
En cuanto a su manejo sustentable, también el análisis es crítico, en la medida en
que la tierra sigue estando en poder de un grupo concentrado de pocos
propietarios. En el Chaco, por ejemplo, 138 propietarios poseen el 70 por ciento de
la tierra cultivable.
Es necesario, por consiguiente, un Estado presente con un rol muy claro en la
regulación y adjudicación de tierras fiscales, que se proponga además la
explotación de la tierra rural en carácter de comunitaria, como acontece hoy en
varias experiencias de América Latina.
4. Concepto de propiedad de la tierra y el rol de las organizaciones populares:
Sigue siendo mercantilista. Debemos avanzar en los conceptos de bien social y
propiedad colectiva. Hoy no basta afirmar que la tierra es para quien la trabaja
porque es necesario agregar y precisar: para quien la trabaja y vive en y del
campo.
¿Cómo producir ese cambio, esa transformación en la matriz de la tenencia de la
tierra? Desde el Estado, sin duda. Pero no alcanza. Debe hacerse visible y
protagonista un sujeto social de transformación como actor de dicho proceso de
cambio.
¿Cuál o cuáles son hoy esos sujetos de transformación?
Resulta fundamental que las organizaciones populares repiensen cuáles son los
verdaderos problemas que afectan sus intereses y cuáles los roles y tareas a
asumir para saber identificarlos y abordarlos con unidad. Pero si no hay proceso
de transformación, si no se trabaja para esa transformación, en este caso de la
matriz de la propiedad de la tierra, es muy difícil ponerse de acuerdo.
Es necesario, en tal sentido, una transformación de las conciencias, un cambio
cultural en los modos de concebir lo social, la vida comunitaria, no sujeta como
ahora está a un modelo del consumo como único acceso al bienestar social.
Porque desde ese modelo jamás se podrá desarrollar un proceso de
transformación auténtico.
5. La cuestión de la tierra urbana:
Desde la Asociación Civil de adjudicados para el Plan Procrear del Banco
Hipotecario, se plantean los problemas que tuvieron y tienen que afrontar para la
construcción de las viviendas familiares y las soluciones que encontraron
mediante la organización, surgida espontáneamente de las necesidades
particulares. Resumen en cuatro puntos el abordaje de esas dificultades: acceso a
tierras, a créditos, a la vivienda y a la posibilidad de establecer suelo de
características comunitarias.
Sostienen que “la forma de adquirir una vivienda cambio drásticamente luego de la
implementación del Plan Procrear. Pero los grupos inmobiliarios especularon
sobre posibles terrenos adjudicables, los cuales crecieron exponencialmente en su
valor”.
Reivindican la organización que construyeron, el espíritu de búsqueda de solución
colectiva y el papel de las redes sociales. Se preguntan también ¿Cuáles son los
deberes del Estado y de los ciudadanos con respecto al acceso a la tierra”.
Se proponen reforzar las medidas hasta ahora asumidas para lograr el acceso
popular al terreno propio.
6. Propuestas:
•
Distribución de la tierra rural como unidad de producción con función social.
•
Instrumentos para la regulación de la acumulación de tierra urbana y rural,
producto del aumento de la renta sojera para limitar el uso de la misma
como capital especulativo en detrimento de los sectores vulnerables.
•
Nuevo concepto de territorio no solo como soporte físico sino integrando al
hombre y la naturaleza y las relaciones que se producen entre ellos.
•
Una nueva función social de las universidades a través de cambios en los
programas, cátedras libres, investigaciones con resultados concretos para
la sociedad, entre otras opciones.
•
Pensar la cuestión ambiental y la resolución de conflictos ambientales como
una condición para el desarrollo y no como una limitante en los territorios.
•
Expropiación de las tierras, las ociosas, en favor de las cooperativos y
organizaciones sociales en el marco de la economía social.
•
Conformar un foro del NEA para dar continuidad y profundidad a todos los
temas que conforman estas conclusiones.
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN: “PENSAR LA ARGENTINA DESDE LA
REGIÓN NORDESTE”
El rol de las Universidades Nacionales en el desarrollo regional y local:
¿Qué significa pensar la Argentina desde el Nordeste? ¿Qué significa pensarla
desde las universidades nacionales cuyo territorio es el nordeste argentino?
Concebimos a las universidades nacionales como espacios para la planificación y
el debate del desarrollo local y regional.
Sostenemos la necesidad indispensable de contar con una Ley Nacional de
Educación Superior cuyo horizonte central sea postular a la Educación Superior al
servicio del desarrollo soberano de la Argentina del siglo XXI; soberanía cultural,
científico-tecnológica y pedagógica como condiciones de posibilidad para una
soberanía política y económica; que piense a su vez, federalmente, a las regiones
y provincias argentinas como territorios para el desarrollo integral regional y local.
Necesitamos que dicha ley sea la conclusión de un proceso amplio y plural de
debate social que recorra todo el país.
Dicho de otro modo, queremos repensar el rol de las universidades, para que
desde las mismas podamos pensar y comprender las realidades históricas,
sociales y culturales de los territorios que constituyen su entorno social, para
poder contribuir a sus transformaciones en términos de desarrollos sustantivos.
Estamos convencidos de que se trata de una tarea colectiva, porque sin la
participación ciudadana como génesis de la ley que propiciamos, como sustento
fundamental del debate y como sujeto creador de la transformación que
anhelamos, las universidades no dialogarán plenamente con la sociedad que les
da sentido, la que tiene que ser su seña de identidad o pertenencia.
Pensamos en un gran debate social que defina cuáles son nuestras principales
necesidades y desafíos nacionales, desde la diversidad de dimensiones científicotecnológicas, educativas, económico-políticas, sociales, culturales. Pensamos que
la educación superior debe plantearse como problema horizonte emancipador el
desarrollo local y regional, en el marco de las integraciones con el mundo desde
las perspectivas nacional y latinoamericana.
Las universidades deben observar el quehacer vital de las poblaciones en cuyos
territorios se asientan, saber cuáles son sus modos de vida, la dinámica
económica productiva que son su sostén, tanto en la ciudad como en el campo;
conocer las tensiones que la atraviesan, por ejemplo, en zonas de fronteras, como
sucede en el Nordeste, en zonas ribereñas; analizar cada uno de los contextos
para pensar y proponer con los sus sujetos sociales posibles soluciones a sus
problemas comunitarios.
Esas deben ser las prioridades nacionales y federales de investigación de
universidades públicas que devuelven a sus sociedades, en términos de
conocimientos y profesionales capaces y solidarios, lo que esas sociedades le dan
y confían.
Las nuevas tecnologías pueden ser nuestras aliadas para lograr una más plena
inclusión social en las –y desde las- universidades, si desde el Estado
profundizamos las políticas públicas para convocar a los jóvenes argentinos a ser
protagonistas de estas nuevas metas, prioridades y desafíos. Podemos generar,
en tal sentido, nuevos mecanismos o dispositivos de promoción y estímulo para el
estudio de carreras e investigaciones, que sumados a los ya existentes, permitan
el crecimiento tanto cuantitativo como cualitativo de nuestras universidades.
Proponemos desde el Nordeste:
Generar políticas públicas que desde nuestras universidades contemplen la
valorización y fortalecimiento del patrimonio cultural y territorial y contribuyan al
desarrollo productivo sustentable de esas realidades.
Estudiar los circuitos económicos vinculados a la cultura de sus sociedades.
Analizar qué se produce, qué se necesita y responder a las demandas de la
economía regional priorizando a los pequeños productores para que éstos
tengan un peso real en el mercado interno.
Necesidad de generar un espacio de pertenencia y referencia formado por
diversos actores sociales pertenecientes a la región, mediante ideas y
proyectos que permitan la solución de problemáticas compartidas por todas las
provincias del nordeste.
Revalorizar la identidad del nordeste desde el reconocimiento de su diversidad
cultural, lingüística y étnica, asumida como perspectiva y riqueza propia.
Plantear a las zonas de frontera nordestinas como espacio problemáticos, de
tensiones importantes, con el propósito de diseñar políticas públicas
específicas que potencien sus potencialidades virtuosas (la diversidad
constitutiva) y tiendan a resolver los conflictos.
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN: “EL ROL DE LOS DERECHOS HUMANOS
EN LA RELACION DE LA MEMORIA POLITICA NACIONAL. LA LUCHA DE
LOS MOVIMIENTOS SOCIALES”
1. El racismo como matriz cultural de la discriminación en el nordeste
argentino:
En la apertura del debate, desde la delegación Chaco del INADI, se enmarca
conceptualmente la cuestión de los Derechos Humanos, en su más amplia y
moderna concepción, desde la presentación de la problemática articulada a partir
de la relación entre normatividad-normalidad, para la erradicación de la
discriminación como matriz cultural que organiza y da sentido a las relaciones
sociales.
En la región nordeste se observa que existe un racismo estructural, con índices
que son los más altos del país. El principal ámbito discriminatorio es la comunidad
educativa y el principal reproductor discriminatorio el laboral, el de las instituciones
públicas, en el acceso a la justicia, centros de salud, en los servicios de atención
al ciudadano, es decir, en los espacios donde se producen las más amplias
interacciones sociales se verifican a la vez las prácticas de reproducción de la
ideología discriminatoria.
Hecho grave y paradojal: el ámbito educativo como el lugar social de la mayor
discriminación y a la vez espacio donde se forma a los ciudadanos, se contribuye
por tanto al conocimiento de los DDHH y a la transformación de las prácticas
sociales. Allí entonces se aprecia una fuerte contradicción, una zona de gran
tensión entre amplias formas inclusivas, materializadas en políticas públicas
específicas que amplían los derechos ciudadanos y tenaces modos de la
exclusión, vinculadas a la matriz cultural mencionada y las prácticas sociales que
la expresan.
¿Cómo se hace para transformar esa matriz cultural y la realidad social sobre la
que ésta actúa? ¿Qué hacer –y cómo hacerlo- para acompañar el proceso de
regulación normativa en la conquista de derechos?
Para el abordaje de ambos interrogantes, se presentaron los siguientes ejes de
análisis:
•
Origen de la discriminación en la Argentina y políticas antidiscriminatorias.
•
Fundamentos antropológicos, sociológicos, epistemológicos y políticos del
Derecho como ámbito que garantiza el acceso igualitario a la justicia y /o
como expresión de las prácticas de Discriminación en el Derecho penal y
en el derecho contravencional.
•
Debate sobre concepciones teórico-ideológicas de los DDHH.
•
Los movimientos sociales: como sectores vulnerables hacia prácticas que
quebranten sus Derechos Humanos.
En tal sentido, como se planteó desde el principio, la exposición y la discusión
giraron en torno a la problemática de la normatividad-normalidad, para la
erradicación de la discriminación como matriz cultural, concepción que tiene su
origen en la Conferencia de Durban de 2001.
Tanto el colonialismo como el genocidio padecido por los pueblos originarios
constituyen la génesis histórica del racismo en el país y son también, el
fundamento del racismo estructural que todavía padecen esos pueblos, mientras
persiste la discriminación a las mujeres y a las diversas minorías, en general en
todo el NEA.
Se señaló también el hecho paradójico de que, mientras hoy contamos con un
conjunto de leyes y normas antidiscriminatorias, la matriz cultural discriminatoria
se resiste y no se ajusta a ellas. Resulta fundamental, por lo tanto, reflexionar
sobre el qué y cómo hacer para materializar un proyecto de sociedad sin
discriminación cuyo norte sea la conquista y ampliación de derechos. Es preciso
que se inviertan recursos materiales y simbólicos para una batalla político cultural
y pedagógico-social con metas a corto, mediano y largo plazos.
2. El desigual acceso a la justicia:
El segundo tema debatido se centró en el desigual acceso a la justicia y fue
abordado desde diversos puntos de vista.
Es necesario comenzar a pensar a la Nación como una suma de diversidades que
pueden y deben convivir porque se respetan y aceptan. La concepción del
“nosotros”, como actor prioritario, hegemónico, es la primera generadora de
exclusión, ya que para ello es necesario establecer al “otro” o a “ellos” en el lugar
del peligro o acechanza del nosotros.
Esta misma concepción de “nosotros” fue la condición de posibilidad del genocidio
como política nacional ante las otredades étnicas, culturales y sociales. Segregar,
fragmentar, mutilar el cuerpo social y cultural de nuestra diversidad nacional para
homogenizar un solo modo de pensar, sentir y hablar. E impunidad para hacerlo,
la madre de todas las anomalías, porque permite al naturalizar el ejercicio
sistemático de la violencia la vulneración de los derechos, porque sin conciencia
de la opresión no hay opresión.
En el ámbito legal se ratifica la desigualdad social, cuando se trata sobre todo de
personas de las clases más desfavorecidas, ya que la matriz del derecho penal y
contravencional sigue siendo discriminatoria. En tal sentido, el mismo código de
falta opera como un nicho que favorece la exclusión y el selectivismo, cuya
función es juzgar y aislar a quienes se consideran “los indeseables”, negándoles
la posibilidad concreta de ejercer su propia defensa.
No es de extrañar entonces la ineficacia de los funcionarios encargados en
materia de política de seguridad democrática, dado que éstos no se encuentran
formados para aplicar dichas políticas públicas, que necesitan un cambio de
paradigma ideológico en su formación profesional.
3. El rol de los derechos humanos en la reconstrucción de la memoria
colectiva:
En el debate sobre el establecimiento teórico-ideológico de los DDHH se realizó
una caracterización histórica sobre el origen y evolución del concepto de
“Derechos Humanos”.
Se concluyó que la lucha de los Movimientos de Derechos Humanos en el Chaco,
en el nordeste y en todo el país, fue decisiva para la reconstrucción de la memoria
política, colectiva, popular y democrática. Se constituyó como horizonte de
posibilidad, político y ético, para la restitución de los tejidos sociales y culturales, y
por lo tanto, para la conquista de derechos. Durante los 30 años de democracia se
gestaron avances y retrocesos en esa lucha. Por consiguiente, debemos pensar
en cómo garantizar que los derechos conquistados no se pierdan ni la lucha se
cristalice en “lo ya logrado”. Por el contrario, debemos concebir a los Derechos
Humanos desde el permanente ejercicio del pensamiento crítico, su
reactualización en término de nuevos problemas y desafíos y la práctica colectiva
solidaria y transformadora.
Sin soberanía comunicacional no hay plena democracia:
La soberanía comunicacional es no sólo una herramienta del estado sino también
una necesidad y un derecho vital de todo el pueblo. Por eso, precisamente, tanto
la batalla política como la cultural, simbólica, resultan indispensables para afianzar
el territorio ganado en el ejercicio ciudadano de los derechos humanos.
Nos encontramos en una etapa fundacional de los Derechos Humanos en la
Nación; a través de las cual se generaron nuevas políticas, leyes y demás actos
reparatorios que hicieron ampliar la representatividad de estos derechos.
Sin embargo, queda mucho camino por recorrer. La transformación cultural y
política de la matriz de exclusión requiere un debate y una acción de políticas
públicas más profundos.
4. Los movimientos sociales:
Los movimientos sociales siguen siendo víctimas de prácticas violatorias de los
derechos humanos, constantemente
estigmatizados
e
ignorados o
menospreciados a la hora de analizar o poner en palabras sus prácticas sociales y
culturales.
Sin embargo, sus luchas pasadas y presentes, permitieron y permiten desocultar
las prácticas sociales a través de las cuales se manifiestan las diversas formas de
desigualdad. Han generado y siguen generando nuevas formas de solidaridad
social, de construcción política, de inclusión. Son sujetos políticos cuyas luchas
contribuyen a la ampliación de nuestros derechos.
CONCLUSIÓN DE LA COMISIÓN: “LOS PUEBLOS INDÍGENAS EN LA
HISTORIA Y EL PRESENTE DE LA ARGENTINA”
¿Cómo nos vemos los indígenas en esta historia presente de nuestro país y
nuestra Patria Grande?
Pensamos la necesidad de avanzar hacia una nueva independencia
cultural, teniendo como garante un estado de democracias dinámicas.
Para ello divisamos un futuro cíclico, de nuevos sustentos filosóficos,
políticos, e ideológicos, en donde se revisen los relatos y las narraciones
oficiales en torno a los derechos humanos, desde la perspectiva de los
pueblos originarios.
Imaginamos una nueva independencia que contemple la diversidad
intercultural para la autodeterminación de una conciencia que incluya la
cosmovisión cíclica, pues, como decimos nosotros, el pasado siempre
vuelve. No hay tal futuro, pensado evolutivamente, sino un ciclo en donde
nuestra memoria colectiva va y vuelve en un fluir de constante movimiento.
La reapropiación de la palabra de los pueblos originarios, la revisibilización,
es un horizonte ineludible si queremos pensar en la ampliación y
efectivización de derechos que hagan de esta patria, una patria
democrática y soberana.
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN: “EL ROL DE LA MUJER Y LUCHAS
DE GÉNEROS”
¿Cómo nos pensamos como mujeres? ¿Qué avances, deudas pendientes,
vemos en estos últimos años en nuestra región?
Consideramos de fundamental importancia revalorizar el proceso históricocultural y social de reivindicación de los derechos y la igualdad de género a
nivel latinoamericano, nacional, local y regional, en un inconfundible camino
a ser sujetos plenos de derecho.
No obstante, es necesario considerar ciertas cuestiones que aún sentimos
postergadas.
Por un lado, la necesidad de pensar desde una educación plural que dé
valor a todos y todas.
Repensar la función social y cultural que cumplen los medios de
comunicación en la construcción de las identidades de géneros a nivel
local, nacional y latinoamericano, que muchas veces arraigan preceptos
sociales machistas y misóginos. Urge la necesidad de formar a los
ciudadanos del Nea y de la Argentina, como sujetos con conciencia crítica y
reflexiva a la luz de la perspectiva de género. Así como también, ponderar
el concepto de igualdad: más allá de la adquisición de derechos mediante
mecanismos parlamentarios y políticos, buscamos la equiparación de
obligaciones desde los roles que cada ciudadano argentino cumple dentro
de las diferentes instituciones.
También resaltamos la cabal importancia que en este contexto adquiere la
salud y la educación sexual. La salud sexual reproductiva y la educación
destinada a niños, niñas y adolescentes en el marco de una formación
ciudadana amplia que respete y brinde libertad para configurar la identidad
personal, social y sexual de cada persona, atendiendo especialmente a la
diversidad identidades y necesidades emanadas desde las mismas, es tan
necesaria como todo lo anterior para poder gozar plenamente de nuestros
derechos.
Por último, deseamos reconsiderar la problemática del aborto, tema muy
sensible pero ineludible: poder decidir sobre el propio cuerpo, como símbolo
de soberanía.
La salud reproductiva es el eje principal sobre el cual pensamos al aborto y
desde el cual, debemos luchar contra las concepciones médicas, morales,
religiosas y sociales que no nos permiten poner a la salud de la mujer por
sobre lo anteriormente mencionado. Gestionar, construir o accionar un
protocolo institucional, o guía para que las mujeres y los demás actores
sociales, sepamos cómo actuar y ayudar en casos de aborto, violación o
violencia de género. Creemos infaltable en la agenda pública una discusión
sobre todas estas problemáticas. Sin eso, no podemos considerar ganada
la lucha por nuestros derechos.
CONCLUSIONES DE LA COMISIÓN: “ARTE Y PENSAMIENTO
ESTÉTICO”
Para nosotros la cultura y el arte son el mayor capital de la humanidad.
En la concepción presente del arte y de los artistas, se expresa una tensión
propia del momento capitalista en el que nos encontramos, que es la que
supone la concepción de la libertad creativa y la obra como efecto de la
misma y la de su reducción al status de productos de mercado.
Sostenemos el ideal de un arte es un movimiento libre donde cada artista,
expresa a través de su obra las memorias, las raíces y la cultura de cada
pueblo.
El problema de la producción, circulación y consumo de la obra, las
memorias como prácticas en las que el arte está llamado a reconstruir
sentidos, las identidades en relación con la cultura y la obra artística; el arte
como espacio de encuentro de las diferencias y por lo tanto de la
integración y el lugar del Estado en relación con la totalidad del sistema del
arte, fueron los tópicos organizadores de los debates. Todos los temas se
entrecruzan, la separación se realiza solo a los efectos de organizar estas
conclusiones.
En cuanto a la producción de la obra vemos que más allá de la idea
romántica del artista como sujeto creador libre, que defendemos pues
defendemos la idea de un arte libre, en el presente las operaciones tanto de
las demandas comerciales como del Estado, en muchos casos condicionan
y transforman la obra. No nos paramos “ingenuamente” ante la necesidad
de producir arte en relación con un mercado que está dispuesto a
consumirlo. En muchos casos no solo sirve a la manutención del artista sino
también a la posibilidad efectiva de la trasmisión y reproducción de aquel
capital simbólico que la obra representa. Lo que es cierto que detectamos
que en muchos casos –el mercado emergente de las artesanías es
claramente uno de ellos- se fetichiza la obra de arte hasta convertirla en un
puro producto comercial, en un mero bien de cambio. El Estado puede
actuar como reproductor en su relación con los artistas de la lógica del
mercado o como atenuador de las presiones que éste impone a la libertad
creadora, al sostenimiento de las tradiciones, a la práctica identitaria.
Entendemos que cuando la acción del Estado o de los agentes comerciales
que facilitan la producción y la circulación de la obra operan sobre la
transformación para adecuarla a “las demandas del mercado”, el arte y la
cultura en su totalidad con adulterados en función de meros intereses
comerciales.
Tal vez la pregunta que se hizo más presente en el debate (y por qué no lo
que más debatimos) fue a propósito de la relación entre el arte y la
identidad. El país, la región (el NEA) y la región (América del Sur) son
espacios de múltiples y variadas identidades culturales, que vienen desde
lo ancestral, pero también de los cruces con corrientes migratorias diversas.
Entendemos que es importante bucear en las raíces del arte, dejando de
lado la idea de una cultura “precolombina” y en tal caso pensarnos antes y
después de la conquista, que los espíritus de la tierra siempre estuvieron
ahí y a pesar del paso del tiempo estarán ahí. Creemos que el arte es
expresión y construcción de nuestra identidad; esa identidad que se basa
en cuatros pilares fundamentales: herencia, memoria, autenticidad y
compromiso. Si lo comparamos con las patas de una mesa, cuando uno de
estas condiciones falta, la mesa se cae.
La expresión de la identidad en el arte expresa sin dudas las tensiones
políticas. No existe una identidad unificadora, ni tampoco una identidad que
sea esencial. La identidad es una construcción histórica y el arte es uno de
los espacios fundamentales donde esa identidad se construye. El arte es un
capital social fundamental en este sentido, pues es el espacio que se
anticipa, que devela, que propone, discusiones que en muchos casos la
sociedad asume en el ámbito formal mucho tiempo después. El arte es el
espacio social privilegiado de las diferencias, desde donde es posible
construir desde la diversidad la identidad que permite construir comunidad y
ciudadanía. Es por ello que es fundamental, para todos los que bregamos
por un país más justo en la distribución de la riqueza y también en la
apertura de una cultura para todos, la concreción de una Ley Nacional
Federal de las Culturas, para que las identidades culturales sean creación
individuales y colectivas producidas entre otros por los artistas. En este
sentido sabemos que el arte tiene tendencias a la resistencia, pero también
a la asimilación. Puede ser una herramienta de integración, pero también
de aculturación (ya que la integración no es mero intercambio cultural). La
diferencia radica en el compromiso del artista con su lugar y su tiempo.
Debemos favorecer a la integración del arte para que la circulación de
obra, de la rama que sea, pueda ser vista, promovida y apropiada por los
públicos en cualquier ámbito. Los artistas deben unirse, militar las ideas
para que la distancia entre la producción del artista y sus espectadores sea
la menor. Intentar que el público no sea un mero consumidor de la obra en
el sentido mercantil del término.
Debemos hacer que el Estado deje de ser el opresor de nuestro arte, para
ser el defensor de los más débiles. En el campo del arte los artistas son los
débiles y siempre oprimidos. En las artes populares se ha detectado una
constante demanda de los artistas correntinos por la intervención del estado
en forma negativa, ya mercantilizando expresiones populares como el
carnaval –que termina siendo para unos pocos y ajenos- ya censurando o
imponiendo criterios de producción, tanto en el muralismo como en la
escultura pública.
Estamos convencidos que no debemos dejar que se repita el proceso de
aculturación intenso del período neoliberal, cuando nos alimentábamos de
las novedades europeas, de los subsidios de fundaciones extranjeras para
la producción de arte a medida, con lo cual se debilito la imagen nacional y
local, al subestimarse las indagaciones propias para responder mandato
externos.
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