El caso de Andrea reabre el debate sobre la eutanasia en

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de
Muerte digna
en España
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POLÍTICA
El caso de Andrea reabre el debate sobre la eutanasia
en España
Dignidad
al final de la
vida
La triste peripecia de Andrea, una niña de 12 años aquejada de una enfermedad sin
cura –quien finalmente moría en el Hospital de Santiago de Compostela– ha vuelto
a introducir el debate sobre la muerte digna, el derecho de los pacientes –y sus
familiares– a decidir y, en última instancia, sobre la eutanasia. El PSOE se ha
comprometido a promover su regulación en la próxima legislatura, a condición de
conseguir un amplio consenso. Algo que no parece sencillo con las conocidas
posiciones contrarias del PP y de la influyente Iglesia católica.
Antonio Lago y Estela Ordóñez, los padres de Andrea lucharon hasta
E
Por Pedro Antonio Navarro
n mayo de 2011, el Gobierno
presidido por José Luis Rodríguez Zapatero aprobaba el anteproyecto de una ley sobre
Muerte Digna que, tras el adelanto de las
elecciones, finalmente quedaba en nada.
Actualmente no existe una norma estatal
que regule esta situación. Sólo seis autonomías (Andalucía, Aragón, Navarra, Canarias,
Baleares y Galicia) cuentan con regulación
al respecto, mientras que el País Vasco está
tramitando una y la Comunidad Valenciana
anunciaba recientemente su intención de
hacer lo mismo. Eso sí, en todas las
autonomías existe desde hace años. la posibilidad de realizar el llamado testamento
vital para dejar por escrito qué tratamientos
médicos no se desean recibir en caso de situación terminal.
El texto que ahora regula estos casos en
todo el territorio nacional es la Ley de Au-
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tonomía del Paciente (Ley 41/2002) que establece que el enfermo “tiene derecho a decidir libremente” entre las opciones clínicas
disponibles (art.2.3) y que “tiene derecho a
negarse al tratamiento” (art.2.4). En su artículo 11 regula también las denominadas “instrucciones previas” para dejar por escrito su
voluntad sobre los cuidados y tratamientos que desea recibir si llegase a una situa-
El Código Penal califica
como homicidio el
suicidio asistido y la
eutanasia
La Ley de Autonomía del
Paciente y el testamento
vital son comunes para
toda España
ción en la que no pudiera expresarse.
No es exactamente una ley sobre la muerte digna, ni mucho menos que regule la eutanasia. El artículo 143 Penal califica como
homicidio el suicidio asistido y la eutanasia,
castigados ambos con una pena de dos a cinco años de cárcel al que coopere con actos
necesarios al suicidio de una persona y una
pena de seis a diez años si la cooperación
llega al punto de ejecutar la muerte. La norma se ‘ablanda’ un poco en el caso de que
la “víctima sufriera una enfermedad grave y
pidiera expresamente su fin, el que cause la
muerte o coopere en ella será castigado con
la pena inferior en uno o dos grados” a las
fijadas para los anteriores supuestos.
Pero la cobertura mediática de lo acontecido recientemente con la niña de 12 años
ingresada en un hospital de Santiago de Compostela con una enfermedad irreversible –tristemente fallecida–y cuya familia había solicitado que no se alargase artificialmente su
vida, ha vuelto a desatar el debate nacional
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a
el final para que no se alargara artificialmente la vida de su hija,
sobre esta cuestión. Hace poco, el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, se mostraba dispuesto –en caso de que llegase al
Gobierno- a abrir un debate sobre la eutanasia para tratar de aprobar una ley con el
consenso de otros partidos. “Estoy dispuesto a abrir este camino y este debate social
en la próxima legislatura y a llegar a una solución”, declaraba.
Pero no parece un empeño fácil. La posición del Partido Popular es abiertamente contraria. Ya en 2011, cuando se tramitaba esa
ley que nunca vio la luz, la entonces secretaria de Política Social del PP y diputada,
Ana Pastor, declaraba ante la prensa que “lo
de la muerte digna no va con nosotros”.
Ya en 2009, con Gobierno socialista, el
Congreso rechazaba una proposición de ley
sobre disponibilidad de la propia vida, presentada por el grupo de Esquerra Republicana, Izquierda Unida e Iniciativa per Catalunya Verds que pretendía modificar el Código Penal para que quedara exento de pe-
na, mediante actos necesarios o de cooperación activa, quien facilitara la muerte digna y sin dolor de otra persona, a petición
previa de ésta. Entonces el PSOE no ‘descartaba’ reabrir el debate cuando la sociedad pidiera “subir otro peldaño” y se produjera un debate “tranquilo”.
De acuerdo con un estudio del Centro de
Investigaciones Sociológicas (CIS), publicado en 2009, la mayoría de los españoles apoyarían el suicidio o la muerte asistida. Algo
que, según los datos de una encuesta impulsada y publicada en junio de ese año por
la prestigiosa revista ‘The Economist’, contaba con la aprobación del 78 por ciento de
los ciudadanos de nuestro país.
Junto a la posición ya conocida del PP y
las dudas de los socialistas, las fuerzas emergentes van a jugar un papel importante. Ciudadanos, ubicado en el centro-derecha, reconoce no contar aún con una posición firme al respecto, mientras que Podemos –y ya
tradicionalmente Izquierda Unida- abogan
por la regulación y legalización de todos los
supuestos, incluidos la eutanasia y el suicidio asistido mediante una ley nacional. De
hecho, IU volvía a presentar una propuesta
de mínimos, en 2012, que defendía la despenalización de la muerte asistida y que no
contó con al poyo necesario. El pasado año se publicaba en la revista ‘International Journal of Palliative Nursing’
un estudio realizado en Andalucía, dirigido
por Juana María Sepúlveda, y que entre sus
conclusiones sostiene que “las iniciativas
legislativas deben ir acompañadas de estrategias multidisciplinares que favorezcan los
cambios en la práctica clínica y en la motivación de los profesionales de la salud para
asegurar una muerte con dignidad”.
Los autores analizaban la aplicación real
de las medidas y procedimientos recogidos
en la Ley de Derechos y Garantías de las Personas ante el Proceso de la Muerte, aprobada por el Parlamento andaluz en 2010, y llegaban a la conclusión de que la situación
apenas ha variado para los enfermos entre
antes y después de su entrada en vigor. Los autores del estudio son enfermeros y enfermeras de la provincia de Málaga y tomaron como referencia muestras de pacientes
que fallecieron tras una enfermedad terminal, debido al cáncer o a cualquier otro proceso crónico, en el Hospital Costa del Sol de
Málaga, en 2009 y en 2011.
Sólo algunas
autonomías
legislan
E
l pleno del Parlamento de Andalucía aprobaba hace cinco años
la primera norma autonómica de
España que regula los derechos
del paciente durante la última etapa de su
vida y las obligaciones de los médicos que
les traten, tanto en centros públicos como
privados. El PP votaba en contra de tres artículos, ya que defendía que los profesionales pudieran acogerse a la objeción de conciencia.
Esta ley vino impulsada por el revuelo creado en torno a otro caso mediático. En 2007,
la Orden Hospitalaria San Juan Dios pidió
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POLÍTICA
el traslado Inmaculada Echeverría, enferma
de distrofia muscular, del Hospital San Rafael de Granada, dependiente de la citada
orden religiosa y donde permaneció paralizada diez años, a otro centro público en el
que se autorizó la desconexión de la ventilación mecánica que la mantenía con vida.
La norma andaluza no ampara la eutanasia
activa y el suicidio asistido, ya que la comunidad no tiene competencia para legislar esta
materia tipificada como delito en el Código
Penal. El texto también plasma que los profesionales sanitarios que atiendan al paciente en
su fase terminal deberán respetar las decisiones que éste tome sin imponerle sus propias
opiniones personales, morales o religiosas.
Además, la Consejería de Sanidad editaba una guía de Planificación Anticipada de
Decisiones, que recoge “los conocimientos,
Una larga
lucha
El Parlamento andaluz aprobó hace cinco años la primera ley, pionera en toda España.
ciativas autonómicas: “Lo que han
hecho muchas comunidades como
Galicia, Andalucía, Aragón, Baleares, Canarias y Navarra es afianzar
el derecho al rechazo del trataLa Asociación Derecho a Morir miento mediante leyes autonómicas
Dignamente -40.000 socios en toda que facilitan y detallan estos proEspaña- lleva años reclamando una cesos ofreciendo una mayor seguriley estatal que regule la disponibili- dad jurídica a los profesionales”. La
dad de la propia vida y a despenali- asociación de Montes también dezación para los profesionales. Su pre- nunció que la negativa de los médisidente, el doctor Luis Montes, in- cos del Hospital Clínico Universitasiste en que la formación y la difu- rio de Santiago, en el caso de Ansión es fundamental para que este drea, se debió a motivos ideológitipo de leyes, que de momento solo cos, y que la única solución para que
se han desarrollado en algunas co- estos casos dejen de producirse es
munidades autónomas, no se que- la creación de una ley que regule la
den en papel mojado. “Tras la ley, eutanasia.
Luis Montes recordaba el también
hay que hacer pedagogía, aparte de
poner los recursos necesarios. En ge- doloroso caso de Inmacuada Echeneral, en España, ni los profesiona- varría, la paciente que murió al ser
les ni los pacientes conocen sus de- trasladada a un hospital público desrechos”, asegura Montes, para quien pués de que los médicos del centro
“lo que el Gobierno tiene que hacer católico en el que estaba ingresada
es derogar el artículo 143 del Códi- se negasen a desconectarla del resgo Penal”. El que fuera anestesista pirador que la mantenía con vida. Iny coordinador del servicio de urgen- maculada recibió el apoyo de la juscias del Hospital Severo Ochoa de ticia, y como se ha mencionado, su
Leganés (Madrid) lleva años defen- caso estuvo en el origen de la ley andiendo el derecho de las personas a daluza de Muerte Digna.
La Asociación Derecho a Morir
morir sin dolor y con dignidad.
Esta asociación aplaude las ini- Dignamente no es la única que está
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en la batalla por un final de la vida
sin dolor. La Plataforma SOS Sanidad Pública. Esta organización también ha expresado su total disconformidad con lo sucedido en el caso
de Andrea. El portavoz dela Plataforma, Manuel Martín, ha denunciado la vulneración de la legislación
gallega y estatal en lo que respecta
“a la atención sanitaria de las personas en fase terminal y sometidas
a un sufrimiento insoportable”, como ha ocurrido, ha dicho, con esta
paciente. La ley de derechos y garantías vigente en Galicia, ha manifestado Martín, “se ha vulnerado”
completamente. También denunciaba “la falta de recursos de la Administración en el aspecto de los cuidados paliativos y la sedación de pacientes terminales, lo que hace que
más de la mitad de los que necesitan estos tratamientos no tengan acceso a ellos”. Esta plataforma considera que la cuestión “ideológica
ha contaminado todas las decisiones de buena práctica de la asistencia sanitaria del derecho de las
personas a que no haya encarnizamiento terapéutico, del derecho de
una persona a morir sin un sufrimiento insoportable”. Martín consi-
dera que los médicos “no pueden hacer objeción de conciencia cuando
aplican una legislación que está clara y garantiza una atención de calidad a los pacientes”.
SOS Sanidad Pública considera
que el sufrimiento de Andrea y de su
familia habrá podido ayudar a que la
ciudadanía tome conciencia por fin
de “cuáles son sus derechos” y de
cómo desde la Administración los
vulneran, “no solamente en este caso de un modo tan burdo e inaceptable, sino también porque la falta
de recursos para los cuidados paliativos y la muerte digna hacen que
este derecho no sea realmente disfrutado”.
Cuidados paliativos. La Sociedad
Española de Cuidados Paliativos,
pionera en la lucha por una muerte digna y sin dolor, es una asociación de profesionales interdisciplinar, entre cuyos objetivos destacan
los de la promoción de una buena
calidad de atención de los enfermos terminales, la docencia de los
profesionales, la investigación y la
ayuda y asesoramiento a la Administración para el desarrollo y la implementación de los Cuidados Pa-
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las pautas y las prácticas”, y que está dirigida a los profesionales y también a los pacientes y sus familias. Andalucía es la primera autonomíaque se ha dotado de un Plan
del Dolor y que cuenta con Comités de Ética Asistencial. Están en todos los hospitales
y constituyen “una línea de consulta directa con los profesionales ante situaciones de
conflicto ético”.
Después de Andalucía, Aragón y Navarra
aprobaban leyes propias, un año después,
que regulan la muerte digna, aunque se han
desarrollado escasamente.
Más recientemente –este mismo año–, las
comunidades de Baleares, Canarias y Galicia daban luz verde a normas similares. Todas ellas, con textos muy parecidos, inciden
en que su fin es proteger la dignidad de la
persona en el proceso de su muerte y ase-
liativos en nuestro país.
Fue fundada en enero de 1992 y
tiene más de 300 miembros, procedentes de diferentes especialidades
y ámbitos de atención, y con dife-
Los expertos piden
formación específica
para los médicos en
esta materia
La existencia del
derecho a estos
recursos no basta sin
dotación económica
gurar la autonomía de los pacientes y el respeto a su voluntad, incluyendo la manifestada de forma anticipada mediante el testamento vital. Las diferencias entre ellas son
de matiz.
rentes profesiones sanitarias. Respaldan la facilitación del uso de analgésicos opioides, que consideran vital para una mejora de la atención,
y una medida que recomiendan uná-
En Aragón se denomina Ley de Derechos
y Garantías de la Dignidad de la Persona en
el Proceso de Morir y de la Muerte, estableciendo que todas las personas podrán expresar su voluntad incluso de forma anticipada sobre las intervenciones y tratamientos
médicos que desean recibir.
En Baleares recibe el nombre de Ley de
Derechos y Garantías en el Proceso de Morir, mientras que en Canarias es la Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de la Persona ante el Proceso Final de su Vida, que
establece, entre otras cosas, que “toda persona tiene derecho a rechazar la intervención propuesta por los profesionales sanitarios, tras un proceso de información y decisión, aunque ello pueda poner en peligro su
vida”.
En Galicia se aprobaba en mayo de este
nimemente todos los expertos y la
Organización Mundial de la Salud
(OMS).
Según Álvaro Gándara, el presidente de la Sociedad Española de
El doctor Montes exige una ley estatal que impida las negativas de los médicos, casi siempre ideológicas.
F. MORENO
Cuidados Paliativos (Secpal) y médico de la Unidad del Dolor y Medicina Paliativa de la Clínica Ruber, “es
necesaria una mejor formación en
este ámbito” para los profesionales
de la medicina.
La asignatura específica de los
tratamientos paliativos no es troncal en los grados de medicina, enfermería o psicología y solo es obligatoria en siete de las 43 facultades de medicina de España. Según
Gándara, “en otros países esto no
sucede y los médicos y enfermeros
que terminan su carrera saben perfectamente qué son y en qué consisten los cuidados paliativos, lo que
puede evitar demoras innecesarias
a la hora derivar a los pacientes a
unidades especializadas”.
También considera Gándara que
“cuanto antes empecemos a trabajar con el paciente mejor va a ser
su respuesta, la mejoría de los síntomas y, en definitiva, su calidad
de vida”. Una opinión que ha sido
refrendada por diversos estudios,
que han demostrado que es fundamental derivar a los pacientes terminales a una unidad de cuidados
paliativos especializadas lo antes
posible.
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POLÍTICA
año la ‘Ley 5/2015 de Derechos y Garantías
de la Dignidad de las Personas Enfermas Terminales’, en la que se plasma la libertad de
decisión del paciente.
Por su parte, la Comunidad Valenciana
anunciaba recientemente que estudia elaborar una ley que contemple el derecho de
los valencianos a tener una “atención que
respete los valores para morir con dignidad”,
y el Parlamento del País Vasco tramita una
proposición de ley sobre el derecho a una
muerte digna aunque algunos grupos señalan que esa legislación, en caso de aprobarse, chocaría con el Código Penal. Además,
reclamó el pasado mes de junio al Gobierno que modifique la legislación relacionada
con la eutanasia para despenalizar el denominado suicidio asistido.
Los menores
‘no mueren’
E
l ministro de Sanidad, Servicios
Sociales e Igualdad, Alfonso
Alonso, tras el revuelo producido por el caso de Andrea, reconocía que hay que fomentar la existencia de
las unidades de cuidados paliativos pediátricos específicas en los hospitales, aunque
precisaba que éstas “cada vez están más extendidas” en nuestro país.
Pero lo cierto es que no existe en España
ninguna unidad de paliativos pediátricos que
cumpla con la definición de la Unión Europea, pues no se cuenta con estructuras independientes con camas en ninguna región.
Cuatro comunidades sí tienen profesionales
especialistas en paliativos para niños (el hospital Sant Joan de Deu de Cataluña, el Niño
Jesús de Madrid, el materno infantil de Las
Palmas y el Son Espases de Baleares). Málaga, Barakaldo, Sevilla, Alicante y Murcia disponen de servicios domiciliarios integrados
en otras unidades –como pediatría u oncología pediátrica– que ni son exclusivos ni tienen autonomía propia. En el resto de ciudades no hay redes organizadas, frente a las
502 unidades de paliativos generales que se
distribuyen por el territorio, según datos de
2014 del Ministerio de Sanidad.
“Entre 7.000 y 10.000 niños y niñas (entendiendo como tal menores de 20 años) ne-
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tintas al cáncer. De hecho, varios hospitales (como el Vall d’Hebron y la Fe de Valencia) cuentan con un servicio de oncología pediátrica que sostiene también una red
de cuidados en la fase final de la vida de los
pacientes.
Según un informe publicado a comienzos
de este año por la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC), en España sólo existen
458 unidades de paliativos, lejos de las 658
que recomienda la Secpal para poder dar cobertura a toda la población. “Sigue habiendo
muchos hospitales que no tienen una unidad
especializada y ahora mismo la cobertura sólo llega aproximadamente al 55 por ciento de
la población”, según aprecia el presidente de
la Secpal, Álvaro Gándara.
EUROPA PRESS
Álvaro Gándara preside la Sociedad de Cuidados Paliativos.
Los cuidados
específicos al final de la
vida sólo llegan al 55 por
ciento de la población
cesitan este servicio, que solo llega a un 10
por ciento”, señala el doctor Ricardo Martino, coordinador de unidad del Hospital Niño Jesús, en Madrid.
En España fallecen 3.500 niños al año y
sólo en la región de Madrid unos 400, hasta los 20 años de edad –los que son considerados como pacientes de pediatría–.
Algunas comunidades autónomas ni siquiera cuentan con un plan de paliativos generales, como Canarias o La Rioja. En un texto del Ministerio de Sanidad titulado Cuidados paliativos pediátricos en el Sistema Nacional de Salud: criterios de atención, se contempla que todas las comunidades deben incluir en sus respectivos planes regionales cómo atender a los niños en la fase final de su
vida. En seis de ellas, la atención pediátrica
de cuidados paliativos forma parte de la cartera de servicios, lo que no implica la existencia de dispositivos específicos de atención.
De acuerdo con las cifras que maneja la
unidad de Madrid, el 70 por ciento de los
niños atendidos tienen enfermedades dis-
Sin servicio, mayor gasto sanitario. El hecho
de no disponer de una unidad de especializada en cuidados paliativos no sólo conlleva un empeoramiento de la calidad de vida
de los pacientes, sino que también supone
un mayor gasto para el sistema sanitario. Según un reciente estudio realizado por investigadores del Trinity College de Dublín y el
Hospital Mount Sinai de Nueva York, publicado por la revista Journal of Clinical Oncology, ofrecer cuidados paliativos a un paciente puede llegar a reducir los costes del
ingreso hasta en un 24 por ciento.
El Hospital Sant Joan de Deu (Cataluña), uno de los pocos centros con
e
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Otros estudios, como el publicado por el
Grupo de Evaluación de la Secpal, en 2006,
muestran que la reducción de costes podría
llegar a un 61 por ciento si se evitara el ingreso del paciente y los cuidados paliativos
se realizaran en el domicilio.
Para el doctor Gándara, la atención domiciliaria se enfrenta con el problema de
que la Administración ofrece “una atención
sociosanitaria bastante deficiente debido a
la falta de recursos”. Además del equipo especializado que debe trasladarse al domicilio, también es necesario dotar de “ayudas sociales a las familias para que se puedan permitir tener al familiar en casa”, asegura Gándara.
Uno de cada dos pacientes que necesita
cuidados paliativos no tiene acceso a ellos
cuando los precisa, bien por la carencia de
información que hay sobre estos servicios o
por la falta de recursos en sus respectivas autonomías, ya que 15 de ellas necesitarían aumentarlos para cubrir estas necesidades. Esto afirma la Asociación Española contra el
Cáncer (AECC) en un estudio en febrero de
este año sobre la situación actual en cuidados paliativos en España. El diagnóstico revela que no sólo es necesario aumentar la
cantidad de las unidades especializadas en
paliativos, sino que se debe optimizar su distribución territorial.
on
especialistas en cuidados paliativos pediátricos.
EUROPA PRESS
El ministro Alonso reconoce insuficiencias en el sistema.
La oferta de cuidados
paliativos reduciría un
24 por ciento el coste
del ingreso hospitalario
Un 30,7 por ciento de las personas que requirieron cuidados paliativos fueron atendidos por equipos domiciliarios y un 17,9 por
ciento, por hospitalarios, con lo que en total solo un 50 por ciento aproximadamente
de los pacientes accedieron a estos servicios
cuando los precisaron.
La mitad de los pacientes con cáncer en
España se encuentran en una fase avanzada
de la enfermedad y necesitarían cuidados
paliativos y a juicio de la AECC, hay un “déficit” en la atención psicosocial de pacientes, familiares y cuidadores, así como una
“inexistente” atención al duelo y una “escasez” de voluntariado de acompañamiento.
Según estimaciones de la Secpal, un ratio
de un recurso básico de cuidados paliativos –formado por un médico y un enfermero–por cada 80.000 habitantes garantizaría
“una cobertura de calidad” a toda la población. Con esta media y teniendo en cuenta
que en España hay un total de 458 recursos
de cuidados paliativos se necesitarían otros
200 hasta alcanzar los 658 para cubrir las
necesidades de los pacientes.
El coste de este aumento supondría 28,1
millones de euros, a tenor de los cálculos de
la AECC.
Las grandes diferencias entre las comunidades autónomas se hacen notar en la posibilidad de atención a los pacientes. El estudio de AECC concluye que Cataluña, La Rioja, Ceuta y Melilla cumplen el ratio establecido, pero el resto, no.
Andalucía necesitaría 52 recursos más para cubrir las necesidades de cuidados paliativos de sus pacientes; la Comunidad Valenciana, 35; Madrid, 30; Canarias, 15; País Vasco, 13; Castilla-La Mancha, doce; Castilla y
León, ocho; Galicia y Aragón, siete cada una;
Asturias, seis; Baleares y Extremadura, cinco cada una; Navarra, tres y Cantabria, uno.
Aunque España cuenta con una Estrategia
Nacional en Cuidados Paliativos, los planes
autonómicos “no siguen una perfecta alineación con la misma, puesto que existe gran
diversidad entre unos y otros a la hora de
plantear sus objetivos y líneas de actuación”,
denuncia AECC.
Una legislación
desfasada
D
esde 2002 existe la Ley Básica Reguladora de la Autonomía del Paciente y de Derechos y Obligaciones en materia de Información y
Documentación clínica, en la que se reconoce
como un principio básico “la dignidad de la persona y el respeto a la autonomía de su voluntad”. Además, el paciente “tiene derecho a decidir libremente”, entre las opciones clínicas disponibles y a “negarse al tratamiento” mientras
el profesional sanitario “está obligado”, entre
otras cosas, al cumplimiento de los deberes de
información y de documentación clínica y “al
respeto en las decisiones adoptadas libre y voluntariamente por el paciente”.
En casos como el de Andrea, en el que el
paciente es menor de edad, la misma ley en
el artículo 9.3 establece que el consentimiento deberá darlo el “representante legal del menor”. El articulado aclara que si el menor es
mayor de doce años los tutores legales deberán tener en cuenta su opinión si está en condiciones de argumentarla.
Tanto esta ley de ámbito estatal, como las
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POLÍTICA
El Reino Unido es líder mundial en calidad de asistencia en los momentos finales de la vida.
Una muerte ‘mediocre’
El departamento de investigación de la publicación The
Economist, The Economist Intelligent Unit ha elaborado un
ránking que mide la calidad de
la muerte en 80 países de todo
el mundo a través de los cuidados paliativos, una clasificación en la que España ocupa el
puesto 23 de una lista encabezada por Reino Unido, un país
en el que su Parlamento acaba
de rechazar la aprobación de
una ley para regular la muerte
asistida.
Los datos recogidos en The
Economist sitúan a nuestro
país como el decimocuarto Estado europeo con las mejores
condiciones para morir, en un
lugar intermedio donde la media está en 59,9 puntos sobre
cien. La lista europea, en la
que se refleja el estudio de 27
países, está encabezada por
el líder mundial, Reino Unido,
seguido de Irlanda, Bélgica y
Alemania.
Comparando sólo con países
de la UE, España está en la
parte baja de la tabla. El informe le otorga una puntuación de
63,4 de los 100 puntos posibles. Nos siguen en la lista Por38
tugal, Polonia, Lituania y la República Checa. Los sistemas sanitarios peor calificados del
continente Europa son Bulgaria, con 30,1 puntos, Rumanía
con 28,3 y Ucrania con 25,1.
Estados Unidos ocupa el noveno lugar en el ranking mundial con 80,8 puntos, seguido
de Francia, que obtiene una valoración de 79,4.
El informe, en el que han
trabajado 120 investigadores
de todo el mundo, ha estudiado 20 indicadores cualitativos
y cuantitativos para medir la
calidad del fin de la vida en los
distintos estados. Se han tenido en cuenta factores como
la calidad de los cuidados paliativos, la facilidad de acceso
a estos por parte de la población, la integración de la atención a las personas terminales
en el sistema sanitario y la
participación y conciencia de
la sociedad.
El informe concluye que la
buena puntuación de Reino
Unido, que ya encabezaba el
estudio realizado en 2010 sobre el mismo indicador, se debe a las políticas nacionales integrales. Los investigadores
19–25 de octubre de 2015. nº 1127
destacan la amplia integración
de los cuidados paliativos en el
Servicio Nacional de Salud, una
estructura asentada de hospitales dirigidos únicamente a
cuidados de enfermos terminales y una intensa preocupación y participación de la sociedad en este tema.
También se señala que en
nuestro país sólo reciben cuidados paliativos uno de cada
diez niños que los necesitan.
Solo cuatro Estados del Viejo Continente regulan y permiten en su legislación la eutanasia: Holanda, Bélgica, Suiza
y Luxemburgo. Fuera de Europa, solo las legislaciones de
Colombia y algunos estados de
EEUU consienten esta práctica.
Recientemente, la Asamblea Nacional en Francia aprobaba una ley sobre el final de
la vida, que fue ‘bandera’ en
la campaña electoral de
François Hollande. La norma
es más precisa que las elaboradas por diversas comunidades autónomas españolas, y
prevé explícitamente la “sedación profunda y continua del
enfermo terminal hasta su
muerte”
que rigen en seis comunidades autónomas impiden la eutanasia y el suicidio asistido, tal y
como continúa plasmado en el artículo 143
del vigente Código Penal, que establece penas de cárcel a aquellos que “causen o cooperen” en la muerte de la víctima de una enfermedad grave aunque esta condujera “necesariamente a su muerte”.
La ley recoge la creación de los Comités de
Ética Asistencial, un órgano no obligatorio con
el que cuentan habitualmente los hospitales de
cierto tamaño. Se trata de un grupo de análisis
que establece un dictamen no vinculante sobre
posibles conflictos éticos a los que los profesionales sanitarios puedan enfrentarse.
Son grupos multidisciplinares, formados por
personal sanitario entre los que se encuentran
médicos, enfermeras psicólogos y al menos un
trabajador social, un licenciado en Derecho y
Los Comités de Ética
Asistencial sólo se
encuentran en los
grandes hospitales
Los médicos siguen
teniendo, de hecho,
capacidad de decisión
en caso de conflicto
algún profesional externo que sea totalmente
ajeno al ámbito sanitario.
Pero en los casos de conflicto ético la decisión última, de hecho, está en manos de la unidad médica que trate al paciente. En realidad,
los médicos tienen capacidad para decidir
sobre la aplicación de la ley.
El último paso en la lucha por la muerte
digna si el médico no aprueba que se retire
el tratamiento es acudir a la justicia. Es el
caso que tristemente ha sucedido con Andrea. Fue una denuncia ante la Fiscalía de
Menores la que inició el proceso. La familia daba ese paso tras considerar que el hospital estaba vulnerando los derechos de su
hija al seguirle suministrando alimento por
vía artificial, tras haber dado su consentimiento informado para que se le retire y haber recibido el apoyo del Comité de Ética
Asistencial. l
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