FORO INTERNACIONAL: PENSAR EL FUTURO: LA PREVENCIÓN QUE MÉXICO NECESITA *Patricia Arias, Master en Criminología Universidad Católica de Lovaina. Investigadora Centro de Estudios del Desarrollo. “Prevención Social y Participación en un Modelo de Sociedad Neoliberal” Factores centrales a considerar para la definición de una política de prevención social: El fenómeno criminal ha sido definido como un “hecho social total” (Schaut, C. 2000), ya que el crimen -en un sentido genérico de delito- afecta, condiciona y/o determina diversos ámbitos de la vida en sociedad, convirtiéndose en un fenómeno enquistado en las dinámicas sociales. Está presente y actualizado en la vida cotidiana de las personas, las instituciones y la política, incidiendo en las decisiones individuales, colectivas e institucionales. El temor y la percepción de inseguridad asociada al crimen configuran una situación social en que se dificulta –y en algunos casos se hace hasta imposible- el ejercicio libre de los derechos individuales y colectivos. Temor e inseguridad que alteran rutinas e impactan el presupuesto de las personas y los gobiernos. En este escenario de inseguridad, los ciudadanos dirigen su mirada al Estado que se ve sobrepasado y a veces incapaz de dar respuestas que permitan controlar el fenómeno delictual, poniendo en cuestión sus competencias para hacer un buen gobierno. A su vez, el Estado interpela a los ciudadanos a sumarse a la tarea de prevención llamando a la participación de variadas formas, que van desde la promoción de la denuncia –anónima- hasta la incorporación en actividades comunitarias tendientes a fortalecer el vínculo social. Sin embargo, el tejido social es más o menos débil. Las personas han perdido la confianza. El recurrente uso y abuso del concepto “participación” ha terminado por despojarlo de su sentido real. La confusión entre participación y clientelización –donde se trata más bien de cooptación, como otra forma de control social- se expresa en una tendencia a promover el compromiso comunitario en la colaboración con planteamientos impuestos, olvidando que todo proceso auténtico y real de participación se encuentra fuertemente asociado el acto de toma de decisiones Pero la escena social actual es más compleja. La importancia de los fenómenos macrosociales en la configuración de la violencia y criminalidad actual ha sido destacada por diversos autores, por cuanto su aumento se relaciona con los efectos causados por el predominio del pensamiento neoliberal -a nivel social, económico y cultural-, cuyas consecuencias reforzarían las desigualdades, fragilizarían las identidades y empujarían algunas de ellas al repliegue comunitario o a la retracción nacionalista y/o la radicalización o agresividad (Wieviorka, 2005). En los países de la Región Latinoamericana, los procesos de heterogeneidad estructural y de diferenciación social han tenido un efecto en el plano de la desintegración social (Estudio diagnóstico y sistematización de la experiencia, 2009). En el mismo sentido, Ian Taylor (1998), señala que el actual modelo de sociedad promueve el delito en distintos ámbitos, partiendo por el significativo crecimiento de la desigualdad que se produce mediante el proceso de generar una concentración bastante destructiva y manifiesta de privación económica; a saber: Erosionando la capacidad de las comunidades locales para suministrar apoyo a la gente sobre bases informales, mediante recursos cívicos y municipales. La destrucción de los recursos locales ha sido uno de los elementos centrales, causantes de la inhabilidad de las comunidades para facilitar la socialización y la supervisión de los niños y jóvenes. Afectando la unidad familiar, ya que el progreso de la sociedad aumenta las tensiones y presiones que debe soportar la familia; lo que se refleja también en el mercado laboral y los recursos para atender a los niños. Los problemas de fragmentación familiar, incluyendo la rápida aparición de la familia monoparental como problema social, han sido claramente conectados con el impacto del desencadenamiento de las fuerzas del mercado sobre los modelos de vida de las personas, especialmente de los grupos más vulnerables. Favoreciendo una cultura de competencia darwinista por el estatus y los recursos, en particular por el constante aliento a un nivel de consumo que la economía de mercado no ha sido capaz de proporcionar a todos los ciudadanos; al menos no mediante los canales legítimos (Taylor, 1998). Para Taylor la tendencia impuesta por el neoliberalismo a la heterogeneidad de clases, ha dado paso a un modelo social altamente diferenciado y estamentario, lo que ha provocado marginalidad y exclusión de variados grupos (Taylor, 1998). En el contexto descrito, es necesario considerar el individualismo en que se conjugan dos lógicas que marcan, eventualmente, las formas contemporáneas de violencia. Por una parte, se trata de un individualismo que reposa sobre el deseo de participación individual en lo que ofrece la modernidad: acceso al dinero y al consumo, al placer inmediato, pero también al empleo, a la educación y a la salud. Por otra parte, existe una fuerte preocupación por construir la propia existencia, realizar las propias elecciones y contraer compromisos, sin que sean impuestos por la tradición o por las reglas y normas de la vida colectiva o de un grupo en particular. El progreso de la globalización agudiza el individualismo en las dos dimensiones señaladas (Wieviorka, 2005). Hoy, el conflicto está subjetivado, pero es vivido colectivamente. Cada uno se ve enfrentado a una diversidad de problemas –similares- de manera individual y la mayoría busca sus propias formas de enfrentarlos. La desigualdad, la exclusión, son fenómenos que golpean a un importante número de personas, pero no hay organización para luchar por derrotarla, ni hay demandas específicas que sustenten la participación orientada a la igualdad o la inclusión social. Para el historiador Gabriel Salazar, el conflicto hoy día tiene un doble matiz. En el caso de los jóvenes, por ejemplo, habría dos vertientes del mismo conflicto. “Por una parte, el conflicto es subjetivo porque hoy no tienen estructuras que les den identidad, ni el Estado ni los partidos políticos, ni las ideologías (…) entonces el individuo hoy está solo y debe decidir por sí solo, pero no tiene que decidir frente al Estado ni siquiera frente a la gran cultura occidental. Hoy, el horizonte frente al cual tiene que decidirse el individuo es el mercado y contra el mercado actúa solo. [...]y yo creo que el conflicto con el mercado lo estoy perdiendo y al perderlo lo pierdo frente a mis hijos o a la posibilidad de tener hijos y eso le revienta como un conflicto interior, subjetivo que me hace convertirme en un ser neurótico y tenemos un 46% de chilenos neuróticos. En este escenario, la neurosis no se vuelca políticamente contra el Estado, porque el conflicto no es estructural, se vuelva contra los cercanos: familia, vecinos1. “Para mí el conflicto está subjetivado y es la obra maestra -creo yo- del modelo neoliberal. Porque en el conflicto subjetivado la salida es delictual y el Estado puede darse el lujo de legitimarse, este Estado liberal, construyendo aparatos policiales y hablando de seguridad ciudadana. Entonces es un conflicto larvado que está operando exactamente como un mecanismo para legitimar el modelo neoliberal por un lado raro, que es el lado policial” (Estudio diagnóstico y sistematización de la experiencia, 2009: 28). En este contexto ¿Qué hacer? Las experiencias de prevención son innumerables y diversas, y van desde intervenciones psicosociales a pequeños grupos viviendo en un territorio (las que suelen llegar hasta el nivel de “experiencias piloto”), hasta experiencias de participación de cuerpos policiales –e incluso de otros cuerpos armados- en actividades de socialización de jóvenes en sectores vulnerables2. Pero el cúmulo de experiencias suelen ser acotadas en tiempo y espacio, y se concentran en el nivel de la prevención secundaria, y situacional. La realidad regional presenta debilidades en la prevención primaria, y también en la terciaria: no estamos ni previniendo la generación de factores que se encuentran a la base del fenómeno que nos ocupa, ni tampoco reinsertando a las poblaciones criminalizadas. 1 En Chile “Este mercado se caracteriza porque más del 80% del empleo es de pequeña y mediana empresa, y el 48% del empleo es precario; el ingreso real de 37% de los chilenos es de $114.000, yo con eso aún soltero no puedo vivir bien -menos casarse-, por tanto no se casan y la tasa de nupcialidad cae (y ha caído un 66% en los últimos 10 años); así, la tasa de nacidos fuera del matrimonio se triplica (58%)...”. Palabras de G. Salazar, historiador chileno, pág. 27. 2 Caso de la experiencia nicaraguense, en que oficiales de la policía y del ejército desarrollan un trabajo de fortalecimiento de vínculos y valores con jóvenes de zonas vulnerables. Es de primera importancia, al cabo de prácticamente dos décadas concentrados en el fenómeno de la inseguridad, observar no sólo las buenas prácticas en prevención, sino comenzar también a reflexionar sobre los errores y consecuencias de ciertas decisiones de política, sobre los daños colaterales de decisiones poco afortunadas que se pretendió serían buenas prácticas-, sobre los daños calculados y otros insospechados. Aunque los países latinoamericanos presentan similitudes en las decisiones políticas adoptadas en la materia, los impactos positivos y negativos de las mimas son diversos. Es necesario detenerse un momento a reflexionar –sin por ello dejar de actuar- y observar con honestidad los errores, para corregirlos en los próximos años. Es urgente actuar con realismo político, a partir del análisis diacrónico de las políticas adoptadas en los últimos años. En el marco de lo que viene de señalarse, se observan ciertas debilidades, o errores, comunes en América Latina: El primero: la frecuente ausencia de seguimiento y monitoreo de las iniciativas, la falta de evaluación durante los procesos, necesarias para ir introduciendo correcciones oportunamente. Hay ausencia de evaluaciones de impacto. El segundo: las debilidades en la implementación. La letra de la norma, la letra de los programas y políticas pueden ser adecuados, pero a la hora de la implementación surge la improvisación, y en el camino se desvirtúan o desnaturalizan los objetivos planteados. El tercero: La huída hacia el derecho penal, generando un híbrido penal distorsionado y confuso, que puede incluso vulnerar la seguridad jurídica y, a veces, el principio de igualdad ante la ley. Se aprecia en las autoridades una persistente toma de decisiones que se traducen en acciones de objetivo cercano, impulsadas por la urgencia y cierta ansiedad por demostrar una preocupación activa por mejorar la seguridad, recurriendo a los remedios penales, los que no pasan de ser paliativos cuyos efectos se agotan en su propia ejecución (Arias, 2001)3. 3 En el plano jurídico, Zaffaroni destacaba hace algunos años que, además, en Latinoamérica existe una minimización de la lesión del bien jurídico, lo que se concreta en la mera reacción penal ante la comisión de un delito, desentendiéndose del bien jurídico concreto que ha sufrido la lesión al dejar fuera de su ámbito las formas de reparación. El llamado populismo penal, que ha llevado a las ofertas de solución centradas en la represión en aras de un supuesto efecto de corto plazo, ha generado expectativas no cumplidas, develado las debilidades del sistema de administración de justicia criminal y, en algunos casos, conducido a ciertas poblaciones a tomar la justicia por mano propia. Áreas en que es de primera importancia avanzar: a) Una condición previa: el fortalecimiento de las instituciones. Un ámbito en que debe intervenirse es el mejoramiento de las instituciones que integran el sistema de control del Estado, sometiéndolas a una política de racionalización y modernización de su gestión mediante la innovación tecnológica, estableciendo un sistema de control específico de sus costos e introduciendo principios de administración y gestión modernos. De una evaluación que hasta ahora ha sido esencialmente cuantitativa, debe pasarse a una que integre elementos cualitativos, tanto a nivel de las propuestas como de las acciones. No bastará, entonces, con aumentar, por ejemplo, el número de policías para incrementar el número de aprehendidos, sino de mejorar con ello también la calidad del servicio frente a la ciudadanía, logrando acrecentar sus niveles de confianza y aumentar la sensación de seguridad. En definitiva, podrían adoptarse una serie de medidas simples, específicas y bien dirigidas, que permitan vislumbrar las fallas y disfunciones del Sistema de Administración de la Justicia Penal (SAJP) de una manera constructiva (Thoening, citado por Arias, 2001). La estrategia debe tender a4: Mejorar cuadros y procesos de selección, formación continua, y evaluación. Dignificar las funciones: Salarios decentes, seguridad social (previsión, salud), carrera funcionaria, relaciones laborales conforme a normas vigentes. Accountability y rendición de cuentas ante la ciudadanía, con estadísticas que den cuenta de sus actuaciones, calidad de la función y control del fenómeno; transparencia en el uso de recursos, etc. Una consecuencia de este trabajo es la de mejorar la imagen pública de las instituciones. Desarrollar sistemas integrados de información: el uso y análisis integrado de datos que producen diversas instancias es necesario, aunque no suficiente, para conocer cómo se comportan las distintas agencias y la asociación entre ello y el comportamiento del fenómeno. 4 Especial importancia debe darse a los cuerpos policiales en este punto. Generar instrumentos de medición (sistemática) sobre aspectos esenciales del fenómeno: inseguridad y temor, victimización, denuncias. violencia en las familias, etc. b) Políticas de seguridad cuyo eje efectivo esté en la prevención primaria. Tal como vienen haciendo desde hace algunos años países como Canadá, Bélgica, entre otros, el foco debe estar primordialmente puesto sobre la prevención primaria, aquella que busca controlar o disminuir la producción de aquellos factores de riesgo de la violencia y la delincuencia, aquellos que se encuentran a la base de su origen o mantención. Brasil y su Programa Nacional de Seguridad Pública con Ciudadanía (PRONASCI), es un claro ejemplo de esta forma de hacer política en materia de seguridad ciudadana, con un fuerte énfasis en la prevención social, al apuntar –por ejemplo- a factores como las formas de discriminación que profundizan las desigualdades (Arias, 2009). b.1) Igualdad e inclusión social En este punto se abordarán, someramente, algunas iniciativas puestas en marcha en Chile. Universalizar la educación preescolar. Focalización en niños y niñas en situación de vulnerabilidad social. La política en Chile. Un pilar esencial de la política de protección social del gobierno de M. Bachelet (2006-2010), fue trabajar para dar a los niños el trato de sujetos de derechos, considerando las condiciones de desigualdad a las que se enfrentan desde la infancia. Así, se creó el Sistema de Protección de la Infancia, conformado por un conjunto de dispositivos cuyo objetivo central es garantizar los derechos de todos los niños y niñas, independiente de su origen y tipo de familia, desde su gestación hasta los 10 años de vida5. En el ámbito de la primera infancia (desde la gestación hasta los cuatro años) el objetivo trazado fue garantizar el desarrollo integral del 60% del total de la población infantil ubicada en el 40% de los hogares de menores ingresos y mayor vulnerabilidad. Otro propósito centrado en esta etapa es garantizar el desarrollo integral de todos los hijos cuyas madres trabajan, estudian o buscan trabajo (Mideplan, 2006); con este tipo de medidas se ha buscado generar condiciones de mayor apoyo y soporte para quienes viven en situaciones de mayor vulnerabilidad respecto al cuidado del niño. 5 Del total de la población en Chile, un 6.8% se encuentra en el tramo entre los 0 y 4 años, mientras que 7.8% lo está entre los 5 a 9 años, estos es: poco más de dos millones trescientos mil habitantes. En 2007 se creó el programa “Chile Crece Contigo” con el fin de acabar con las desigualdades de cuna, el que en 2009 se constituyó en Política Pública de Protección Social 6 . Se reconoce la importancia de generar igualdad de oportunidades, considerando que los primeros 6 años de vida son los más significativos en la formación de una persona y especialmente sensibles para los aprendizajes de calidad, tanto en el plano cognitivo como socioemocional. Los ejes estratégicos planteados son: crecimiento en cobertura, mejoramiento de la calidad y una Política de Buen Trato. Especial atención se ha puesto en abordar las diferencias de género, culturales y necesidades educativas especiales, a fin de mejorar la coherencia y consistencia con el enfoque de derechos. En materia de género se avanzó en instalar la perspectiva de género en el aula, observando permanentemente las prácticas educativas, en tanto pueden reproducir o corregir inequidades y discriminación de género. La Política de Buen Trato adquiere gran relevancia en circunstancias que en Chile, según un estudio de UNICEF (2006), el 75% de los niños y niñas son víctimas de algún tipo de violencia 7 . Se busca promover el buen trato en el aula y en los hogares, entre adultos y niños y crear escenarios sociales para prevenir, detectar e intervenir el maltrato, la negligencia y el abuso. En el sistema de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) se crean las Unidades de Protección y Buen Trato, conformadas por equipos especializados. En el caso de la Fundación Integra –cuya oferta pública alcanza a los 900 jardines y salas cuna 8-, ya se venía implementando la Unidad de Prevención de la Primera Infancia (UPRI) en cada región del país9. En marzo de 2006, al asumir M. Bachelet, había en Chile 781 salas cuna públicas10, lo que permitía atender a sólo 6% de niños y niñas menores de 2 años pertenecientes a los dos quintiles de menos ingresos y más alta vulnerabilidad social. En el contexto del “Chile Crece Contigo”, se incrementó la oferta pública de 6 En 2009, la Ley Nº 20.379, creó -sobre la base de la ley 19.949- el Sistema Intersectorial de Protección Social e institucionalizó el Subsistema de Protección Integral a la Infancia, Chile Crece Contigo. 7 Según la Encuesta Nacional de Victimización por Violencia Intrafamiliar y Delitos Sexuales del Ministerio del Interior (2008), 72,3% de los niños encuestados entre 11 y 17 años, sufría algún tipo de violencia. 8 La Fundación Integra acoge a niños de los sectores más carenciados en el país. En 2009 la Fundación realizó un estudio para evaluar la UPRI y definir áreas críticas y un nuevo modelo de trabajo en la materia. 9 Un estudio encargado por la Fundación Integra (2010), “Estudio Para la Actualización y Fortalecimiento de la Unidad de Protección a la Primera Infancia (UPRI)”, mostró que las debilidades del sistema de prevención, detección e intervención de los casos de violencia y/o abuso contra los niños/as se concentran en la red de derivación de los casos, la cual presenta áreas en que se requiere sensibilizar, capacitar y articular de manera efectiva. Estudio inédito. 10 Dos tercios de ellas administradas por la Junta Nacional de Jardines Infantiles y un tercio administrada por la Fundación Integra. Ambas instituciones públicas de educación preescolar. salas cuna y jardines infantiles para los sectores carentes de esta oferta o donde era insuficiente para satisfacer la demanda. En 2009 el presupuesto de la Junta Nacional de Jardines Infantiles (JUNJI) se había triplicado con respecto al del año 2005, incremento que se orientó principalmente a financiar la creación de más de 3.500 nuevas salas cunas y 700 jardines infantiles. En 2009 se había quintuplicado la oferta pública de salas cuna, con 4.281, llegándo a cubrir prácticamente el total de las necesidades de las familias de más bajos ingresos –en 2008 más del 92% de la matrícula de sala cuna correspondía a niños de dichos quintiles-, otorgándose educación de calidad, protección y cuidado a hijos e hijas de madres que trabajan, estudian o buscan trabajo. Además, las comunas sin salas cuna se redujeron de 290 en 2005, a 14 en 2009 (Cuenta pública JUNJI, 2009). Otra experiencia innovadora en este ámbito es la creación de salas cuna en liceos, destinadas a hijos/as de madres adolescentes, a fin de facilitarle a éstas su permanencia en el sistema educacional y mejorar sus posibilidades de desarrollo11. Programas de apoyo a Mujeres Jefas de Hogar: El Programa de Acción de El Cairo12, dedica un capítulo a la familia, sus funciones, derechos, composición y estructura. La define como la unidad básica de la sociedad y reconoce que los cambios demográficos y socioeconómicos han influido en las modalidades de formación y en la vida familiar, provocando cambios considerables en su composición y estructura, donde las concepciones tradicionales respecto a las funciones domésticas no reflejan la realidad actual ya que las mujeres cada vez más están ocupando empleos remunerados fuera de la casa. Llama a los países a elaborar políticas y leyes que presten mayor apoyo a la familia, contribuyan a su estabilidad y tengan en cuenta su pluralidad de formas, en especial considerando el creciente número de familias monoparentales. Agrega que, dentro de las familias más vulnerables es necesario poner especial atención en aquellas con jefatura de hogar femenina; donde se reproducen y agravan con mayor facilidad las condiciones de vulnerabilidad. En Chile, según el Censo 2002, las jefaturas masculinas se concentran principalmente en familias biparentales, en cambio, las jefaturas femeninas se presentan principalmente en familias monoparentales. Entre 1990 y 2006 éstas últimas muestran un aumento sostenido en todos los tramos de edad; en el tramo de 15 a 29 años, los hombres disminuyen fuertemente (62%) y las mujeres crecen en 108%, siendo el mayor crecimiento en los hogares de menores ingresos. Así, hoy, 1 de cada 3 hogares en Chile es mantenido por una mujer; y 1 de cada 2 en el 11 Entre 1990 y 2007 aumentaron en 2,7% los nacimientos de madres de 19 años y menos; esta cifra, adquiere mayor importancia en razón de su concentración en adolescentes de los quintiles de menores ingresos y mayor vulnerabilidad social. Anuario de Estadísticas Vitales 2007, INE. 12 Conferencia Internacional Sobre Población y Desarrollo, 1994. caso de los hogares indigentes13. Esto indica que es imperioso enfatizar en políticas destinadas a habilitar y desarrollar competencias de las mujeres pobres14, a fin de cortar con el círculo vicioso de la feminización de la pobreza; la que se expresa en un incremento en la diferencia de los niveles de pobreza entre hombres y mujeres, y un incremento en la diferencia de los niveles de pobreza entre hogares liderados por mujeres, hogares liderados por hombres y hogares liderados por parejas; tendencia que puede ser temporal o sistemática15. En los ’90 se diseñó el Programa para Mujeres Jefas de Hogar de Escasos Recursos (MJH), liderado por el Servicio Nacional de la Mujer (SERNAM), el que se convirtió en uno de los programas sociales más exitosos impulsados por el Gobierno para combatir la pobreza. Representaba una propuesta innovadora, un modelo de intervención estatal de carácter integral, intersectorial y descentralizado, orientado a mejorar la calidad de vida de las jefas de hogar en situación de pobreza, específicamente a través de su inserción al mercado laboral, pero actuando conjuntamente en campos relacionados como el de la salud, la educación y el cuidado infantil. En 2006 el MJH fue reinstalado, luego de haber estado unos años sin financiamiento (2001-2006). En este contexto SERNAM coordina con las Municipalidades del país (216 en 2009) el Programa Mejorando la Empleabilidad y las Condiciones Laborales de las Mujeres Jefas de Hogar, con el objetivo de entregar herramientas para mejorar las condiciones laborales y empleabilidad de aquellas mujeres que mantienen económicamente a sus familias (entre 18 y 65 años). Las mujeres inscritas, en coordinación con los equipos comunales, definen en qué actividades les conviene participar para mejorar su empleabilidad, para lo cual participan de un taller de habilitación laboral orientado al trabajo dependiente e independiente; nivelación de estudios; alfabetización digital; apoyo al fomento productivo; intermediación laboral para quienes optan por el trabajo independiente; acceso preferente a sala cuna y jardín infantil para niños y niñas a cargo de las mujeres participantes; atención en salud oftalmológica, odontológica, ocupacional y mental. 13 En el caso de las familias pobres no indigentes, en 1990 aquellas con jefatura femenina representaban el 18.8%, mientras que en 2006 representan el 34,7%. Por tanto, a pesar de la disminución de la pobreza en términos absolutos 13, existe un mayor porcentaje de familias pobres con jefatura de hogar femenina que hace dos décadas. Encuesta CASEN 1990 -2006. Mideplan. 14 La tasa de desempleo femenino alcanza un 42,5% en el primer decil y un 55% entre las mujeres indigentes. Hoy a las mujeres de bajos ingresos les es muy difícil poder encontrar un trabajo 15 En México habría un proceso de “feminización” de la pobreza. De acuerdo con el análisis de los datos proporcionados por países de la Región en un estudio del PNUD, no existe una mayor tendencia al empobrecimiento de las mujeres que al de los hombres, con excepción de México, cuyos resultados si reflejaron una feminización de la pobreza. En: http://www.cimacnoticias.com/site/09031808-En-Mexico-hay-un-pr.37010.0.html “24 horas”, Programa de seguridad integrada para niños, niñas y adolescentes: Este programa nace por iniciativa de la policía de Carabineros de Chile, y tiene su origen en el trabajo con menores de edad que ingresaban a las unidades policiales como infractores o por vulneración de sus derechos. Se trata de una estrategia de intercambio de información entre la policía de carabineros y los municipios que han desarrollado una metodología de intervención psicosocial para atender la situación de niños/as y adolescentes (menores de 18 años), que por los motivos señalados han sido registrados en alguna unidad policial. Esta información es entregada por carabineros al municipio donde reside el niño o niña, bajo cláusula de privacidad, a través de la Dirección de Protección Policial de la Familia (DIPROFAM). El trabajo requiere de la previa suscripción de un acuerdo de colaboración entre el municipio y carabineros. Así, el Programa 24 Horas permite iniciar un proceso de atención directa e inmediata del/la menor de edad y su familia (24 horas, 2006). La detección de niños/as y adolescentes –por razones de protección o infracción penal- y la transmisión de esta información a los municipios, permite activar y coordinar la oferta de servicios sociales para mitigar o resolver los efectos y riesgos de los problemas que los aquejan. El Programa permite identificar espacios geográficos y situaciones de riesgo que afectan a los niños y niñas y sus familias. Aproximadamente el 40% de los niños/as que ingresan a una comisaría de carabineros residen en esa misma comuna. La metodología de trabajo es de carácter sistémico y se funda en el trabajo en red y el abordaje integral del problema. El municipio determina y aplica los programas de intervención para atender a los niños y niñas, sea que hayan sido detectados cometiendo una infracción penal o por vulneración de derechos: maltrato, explotación sexual comercial, abusos sexuales, peores formas de trabajo infantil, abandono, etc. Mensualmente se informa a carabineros sobre las acciones puestas en marcha por el municipio en cada caso. La DIPROFAM, además de sistematizar y transmitir la información a los municipios, monitorea la acción global del Programa y realiza estudios para mejorar su eficacia; también apoya y capacita a las unidades policiales a fin de estandarizar y desarrollar mejores prácticas (24 horas, 2006). Entre 2001 y 2005 carabineros ingresó 191.815 menores de edad en el país; 89,1% por infracción de ley y 8,9 por vulneración de derechos. Los niños infractores suelen ser también niños vulnerados en sus derechos, los que según avanzan en edad van ubicándose en la calidad de infractores. Por esta razón, es esencial la intervención temprana en entornos vulnerables16. 16 Cuando se observa la distribución geográfica de los niños ingresados en unidades policiales (residencia) y las denuncias por violencia intrafamiliar, se observa una alta correlación entre ambos. Esto es una constatación más del daño de la violencia doméstica y su impacto en la salud emocional de los niños y niñas. El programa 24 Horas busca asegurar una intervención de impacto social significativo a nivel individual y familiar, con una acción directa y focalizada que busca comprometer a cada familia del niño o niña. Su fundamento es la prevención de la violencia y el delito, interviniendo en las condiciones sociales y ambientales que afectan a los grupos en riesgo. Entre los objetivos está disminuir el riesgo social ofreciendo alternativas de escolarización, capacitación laboral, mejorar condiciones de vivienda, etc. La idea central de esta iniciativa está en cómo utilizar la información que día a día la policía registra en el cumplimiento de sus funciones en todo el territorio nacional, y seleccionar aquella asociada a casos de menores de edad para ponerla a disposición de los gobiernos locales a fin que asuman la responsabilidad especial de activar la red de atención y ponerla a disposición de estos niños/as, ajustándose a la estrategia y estándares definidos para ello. b.3) Relaciones vecinales y comunitarias Como se ha señalado en la primera parte de este documento, existe un conflicto social latente y una propensión a la violencia que puede traducirse en conflictos vecinales. Ante esto, surge la mediación social o comunitaria como una forma de prevención del conflicto, no como su solución. La falta de respuesta institucional a los conflictos vecinales y comunitarios, puede conducir a una espiral creciente en grados de violencia como modalidad de resolución de los conflictos, lo que afecta la calidad de vida en los barrios y fractura –a veces de manera irreversible- los ya débiles vínculos sociales; también incide en la percepción de indefensión y desigualdad en el acceso a la justicia. Se requiere desarrollar programas de resolución pacífica de conflictos, como la mediación comunitaria, que permitan prevenir la escalada de los conflictos, evitando que se agraven hasta llegar a la justicia criminal. El énfasis de la política debe estar puesto en la promoción de una cultura de la paz17. 17 Peligro de la cultura de la denuncia: la política de promoción de la denuncia –en el anonimatocorroe los vínculos sociales y comunitarios ya debilitados. La denuncia crece cuando la ciudadanía confía en que su demanda será acogida y resuelta; el proceso de anticipación sobre lo que ocurrirá en el sistema de administración de justicia criminal con la denuncia es lo que determina la reacción social y, por ende, la disminución de la cifra negra en las estadísticas delictuales. Los objetivos18 que debe contemplar un sistema de mediación social o comunitaria son (Estudio diagnóstico y sistematización de la experiencia, 2009): Crear una cultura de mediación en los actores locales; Entregar –o devolver- a los ciudadanos la responsabilidad de resolver sus conflictos; Convencer a los ciudadanos de involucrarse en la administración de la vida de la colectividad, fortaleciendo su capacidad de autodeterminación; Fortalecer el vínculo social; Mejorar la seguridad efectivamente; Disminuir el sentimiento de inseguridad. La experiencia en Chile19: En Chile, se desarrolló entre 2006 y 2008 el Proyecto “Salud Jurídica y Mediación Comunitaria”, una iniciativa del Ministerio de Justicia en comunas de seis regiones del país 20 , cuyo propósito era reorientar el foco de atención de Centros de Mediación, desde el área familiar hacia lo vecinal y comunitario, comprendiendo incluso algunos conflictos que llegan a plantearse ante la justicia penal y que pueden ser objeto de una solución colaborativa. La iniciativa pretendía brindar a los usuarios de esos Centros los espacios y las herramientas para resolver colaborativamente los conflictos surgidos al interior de sus comunidades, planteando y trabajando sus propias soluciones, responsabilizándose de sus problemáticas y abriendo un espacio a la manifestación de las particularidades que se originan a partir del ser hombre o mujer; generando modelos de intervención y convivencia con promoción del reconocimiento del enfoque de género como una perspectiva positiva para la construcción de las relaciones sociales. El proyecto centró su acción fundamentalmente en tres líneas de trabajo: 18 Los 3 primeros corresponden a los planteados por el modelo del Servicio de Mediación Comunitaria (SEMECO), producto de un proyecto de investigación europeo, y los tres siguientes son los planteados por el Modelo de Prevención Integrada de Barrios de la ciudad de Lieja, Bélgica. 19 Es necesario señalar que en este apartado se hace referencia a las experiencias desarrolladas desde el gobierno; sin embargo, hay otras experiencias de mediación comunitaria (o social) que se han desarrollado desde los municipios y también desde organizaciones de la sociedad civil. 20 Iniciativa financiada con fondos de la UE, en el marco del Programa Modernización del estado: Un estado participativo al Servicio de la Ciudadanía, cuyo objetivo es avanzar en el proceso de modernización del estado, mediante iniciativas que contribuyan a consolidar la institucionalización de un Estado al servicio de la ciudadanía. - Ofrecer servicios de mediación a la comunidad, de calidad, con enfoque de género y sustentables en el tiempo - Capacitar tanto a la sociedad civil como a los equipos profesionales en mediación comunitaria y penal. - Generar los insumos teóricos y metodológicos que permitieran replicar las experiencias exitosas en mediación, así como aportar a la elaboración de políticas públicas en temas de participación ciudadana y el acceso a la justicia. Las Unidades de Justicia Vecinal (UJV): Constatada la percepción de que no hay acceso igualitario a la justicia, y que no todos los ciudadanos encuentran una respuesta institucional para resolver los conflictos cotidianos21, y que ello afecta la conflictividad y el recursos a las vías autotutelares y no pacíficas de resolución de los mismos, el Ministerio de Justicia ha decidido desarrollar en 2011 una experiencia piloto de implementación de un modelo de justicia vecinal en 4 comunas de la Región Metropolitana. Este contempla un modelo de acercamiento territorial con una oferta de servicios multidisciplinarios de solución de conflictos vecinales y comunitarios, en base a dispositivos de profesionales. Los principales ejes de esta experiencia son: Sistema multipuertas: oferta de distintas posibilidades de solución de conflictos (mediación, conciliación, arbitraje, trabajo en red); Acercamiento territorial de la justicia a las personas: las UJV estarán insertas en el centro de cada comuna y trabajarán coordinadamente con el municipio y la red social local; Amplia cobertura: el servicio será gratuito y para quien tenga un conflicto vecinal o comunitario, sin distinción; Equipo especializado y altamente calificado a cargo de las UJV: profesionales y técnicos mediadores, facilitadores y administradores; Participación activa del usuario: el modelo se basa en el interés y empoderamiento del afectado/a frente a la solución del conflicto que enfrenta, la demanda es espontánea y la elección del mecanismo de solución es de su competencia; Seguimiento y evaluación continua: el trabajo de apoyo del equipo de la UJV y su derivación –cuando corresponda, serán monitoreadas; En base a los resultados de la experiencia descrita, se diseñará un sistema de justicia vecinal. 21 La primera etapa concluyó con el Estudio diagnóstico y sistematización de la experiencia, proyecto salud jurídica y mediación comunitaria (2009), donde se incluyó un análisis de la conflictividad social en las distintas comunidades involucradas. Consideraciones finales: La prevención social o prevención primaria en el tema en cuestión dice relación con un nivel específico de intervención de las políticas sociales, y en este sentido debe ponerse atención a fin de no confundirla y criminalizar estas últimas. Se trata de diseñar una estrategia de focalización de una parte de las políticas sociales en aquellos sectores o grupos más vulnerables, donde hay mayor concentración de factores de riesgo de la violencia y delincuencia y carencia o ausencia de factores protectores. La jefatura de hogar femenina, por ejemplo, –o la familia monoparental- no es un factor de riesgo per se, sino que adquiere esa calidad en familias de bajos ingresos, donde la mujer a cargo desempeña trabajos precarios, tiene a su cuidado los hijos y muchas veces a otros adultos de la tercera edad, es responsable de las tareas domésticas, no tiene acceso al sistema de cuidado infantil, no cuenta con apoyo familiar, etc. En estas situaciones los factores de stress son múltiples y suelen ir acompañados de graves deficiencias en el ámbito de las competencias parentales. La falta de cuidado, contención y acogida de los niños y niñas vulnera sus derechos básicos, su indemnidad física y psíquica, y produce graves lagunas educativas que afectan su desarrollo intelectual, afectivo y moral. El espacio en que debe promoverse la participación ciudadana es el del control social informal: atención y cuidado de los niños, sus relaciones, uso del tiempo libre, contención y acogida en la familia y el entorno escolar para evitar conductas de riesgo y, finalmente, estilos de vida delictual. Un paso básico está en comprender el delito –especialmente en los jóvenes- como un síntoma, expresión de otras problemáticas que lo aquejan. Los cambios y énfasis de las políticas públicas deben acelerarse a fin de abordar a tiempo los cambios sociales y estructurales que afectan a las familias y su calidad de vida; en especial cuando están a cargo de una mujer, habida consideración de las diversas formas de discriminación que las afectan, en especial en materia de educación y empleo. Es urgente y necesario fortalecer la dimensión de civismo de la seguridad ciudadana (bien público y derecho colectivo); avanzar hacia una moral ciudadana, que exprese la búsqueda y la cohesión en torno a valores esenciales de la democracia y el Estado Social de Derecho: la libertad, esa libertad que tiene por condición previa la igualdad, la solidaridad y la justicia. La seguridad es una exigencia que concierne tanto a los ciudadanos en su singularidad como a la sociedad en su globalidad, pero los principales responsables de su conducción y de imprimirle sentido a la reflexión y la acción son las autoridades de Gobierno. El criminólogo Etienne De Greeff (1947) señalaba que la moral es un lujo porque está ligada a la libertad, y la libertad es un valor y un bien esquivo (…) el humanismo es posible sólo allí donde el ser humano, respetando el orden establecido en la medida indispensable para la cohesión del grupo, tiene el derecho a buscar y encontrar en sus propias experiencias los elementos que lo harán descubrir por sí mismo la bondad de la ley establecida. Referencias Arias, P. (2001). Seguridad ciudadana y democracia: Una mirada humanista. Cuadernos del Segundo Centenario, N° 12. Santiago: Centro de Estudios del Desarrollo. Arias, P. (2009). Mandato policial y conceptos de la seguridad en América Latina. Brasil: Red Latinoamericana de Policías y Sociedad Civil. Viva Río. Conferencia Internacional Sobre Población y desarrollo. El Cairo 1994. En: http://www.un.org/spanish/conferences/accion2.htm Debuyst. C. (1985). Modéle éthologique et criminologique. Bruselas: Editions Pierre Mardaga. De Greeff, E. (1947). Les instincts de dèfense et de sympatie. Paris: Editions P.U.F. Encuesta CASEN 1990 -2006. En: http://www.mideplan.cl/casen/index.html Ministerio de Justicia (2010). Estudio diagnóstico y sistematización de la experiencia: proyecto salud jurídica y mediación comunitaria. Ministerio de Justicia de Chile: Santiago. Mideplan (2006). Apuntes de Protección Social. Septiembre 2006, N° 3. En: www.mideplan.cl Taylor, I. (1998). Free Markets and the Costs of Crime: An Adit of England and Wales, en P. Walton y J. Young, The Criminology Revisited, Houndmills, Basingstoke, Ham Prevención Situacional hire. Schaut, C. (2000). Le sentiment d’insécurité comme fait social total: le cas d’un groupe de paroles. En: Réponses à l’insécurité, des discours aux pratiques. Bruselas: Editions Labor. Cuenta Pública JUNJI (2009). En: Chttp://www.junji.cl/junjijoomla/index.php?option=com_content&task=view&i d=1702&Itemid=466 Wieviorka, M (2005). La violence. Paris : Editions Hachette littératures. 24 horas, Programa de seguridad integrada para niños, niñas y adolescentes. En: http://pdba.georgetown.edu/Security/citizensecurity/chile/politicas/24horas.p df