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“Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor”
Edita:
Fundación Audiovisual de Andalucía
Presidente:
Rafael Camacho Ordóñez
Directora:
May Silva Ortega
Coordinación:
Antonio Gómez Aguilar
Colaboración:
Patricia García Chamorro, Mª Dolores Rodríguez Carrasco
Agradecimientos:
A la Asociación Clara Campoamor por la cesión de las fotografías
de Clara Campoamor (Portada y páginas 15,21 y 24)
Diseño gráfico:
Comcreta, S. Coop. And.
Impresión:
J. de Haro Ártes Gráficas S.L.
Depósito Legal:
© Fundación Audiovisual de Andalucía
ISBN:
978-84-936210-2-5
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Nota metodológica
Este volumen recoge en forma de artículos las ponencias desarrolladas en el
marco de las Jornadas "Pasado, presente y futuro de las mujeres en la política y su
relación con los medios de comunicación", que tuvieron lugar el 29 de septiembre
de 2006, con motivo del 75º aniversario de la consecución del voto femenino, en
el Salón de Usos Múltiples de la sede de la Radio y Televisión de Andalucía (RTVA)
en Sevilla, grupo al cual pertenece la Fundación Audiovisual de Andalucía. A estas
intervenciones se han añadido algunos textos posteriores que vienen a sumarse a
la obra de forma que resulte más completa.
En esta publicación, que no tiene ánimo de lucro y que persigue la divulgación con fines docentes o de investigación, se recopilan ideas que puedan resultar
útiles para todos los profesionales del sector, empresas, estudiantes de áreas afines
y personas interesadas por el medio audiovisual y las implicaciones en cuestión de
política y género que de él se derivan. Su objetivo surge del interés por difundir
documentos que promuevan una mayor sensibilización entre las empresas y profesionales del sector audiovisual.
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Índice
7 1.Introducción
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación Audiovisual de Andalucía
11 2. Mujeres en la historia
Sra. Dña. Mª Teresa Álvarez
Radio Televisión Española (RTVE)
19 3. Biografía de Clara Campoamor
23 4. Discurso de Clara Campoamor ante las Cortes del 1 de octubre de
1931, donde se aprobó el voto femenino en España
27 5. Clara Campoamor y otras mujeres: una generación irrepetible
Sra. Dña. Blanca Estrella Ruiz Ungo
Presidenta de la Asociación Clara Campoamor
39 6. Del derecho al voto a la democracia paritaria
Sra. Dña. Amparo Rubiales Torrejón
Abogada y Consejera del Consejo Consultivo de Andalucía
55 7. Las mujeres en las instituciones políticas
Sra. Dña. Arancha Elizondo
Universidad del País Vasco
77 8. La reforma constitucional y estatutaria desde la perspectiva de
género
Sra. Dña. Elia Rosa Maldonado Maldonado
Licenciada en Antropología Social
89 9. Ley orgánica de la igualdad efectiva de mujeres y hombres:
fomento de la igualdad en los medios de comunicación social
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación Audiovisual de Andalucía
99 10. Hacia un nuevo modelo social: los espacios de socialización en el
nuevo marco normativo andaluz
Sra. Dña. Soledad Ruiz Seguín
Directora del Instituto Andaluz de la Mujer
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11. La mujer en el siglo XXI. Una visión psicosocial
Sra. Dña. Felicidad Loscertales Abril
Universidad de Sevilla
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12. Mecanismos para el avance de las mujeres: las medidas de acción
positiva
Sra. Dña. María del Mar Ramírez Alvarado
Universidad de Sevilla
141
13. La imagen de las mujeres políticas en los medios de comuncación
Sra. Dña. María Ángels Viladot i Presas
Universitat Oberta de Catalunya
173
14. Imagen estereotipada y escaso protagonismo de la mujer en la prensa
de referencia
Sra. Dña. Elena Blanco Castilla
Sra. Dña. Alicia Naranjo de Arcos
Universidad de Málaga
183
12. Clausura de las jornadas
Sr. D. Fernando Rodríguez Villalobo
Presidente de la Diputación Provincial de Sevilla
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Resumen de currículo de las ponencias de las jornadas
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Apéndice fotográfico
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INTRODUCCIÓN
Vivimos en un mundo muy dado a celebrar aniversarios, la muerte de este
escritor, el nacimiento de tal músico, la celebración de tal logro o
hazaña...En unas ocasiones la realización de dichas celebraciones obedece
a razones realmente de homenaje, recordatorio y reconocimiento, en otras
a razones puramente económicas, como atractivo para el turismo de la zona
que tuvo la suerte o desgracia, que todo es posible, de acoger tal acontecimiento. También la necesidad de contar con contenidos que desarrollar en
foros y medios de comunicación, en una sociedad tan obsesionada por la
necesidad de noticias, puede ser otra de las razones.
Sea por la razón que sea, lo que es bien cierto es que estos aniversarios ofrecen en muchos casos una serie de reflexiones, a veces banales pero en otras de
una gran trascendencia, que nos dan la posibilidad de conocer y analizar el pasado,
valorar el presente y proyectarnos sobre el futuro.
La organización del Seminario “Pasado, Presente y Futuro de las mujeres en la
política y su relación con los Medios de Comunicación” organizado por la Fundación
Audiovisual de Andalucía y El Foro Clara Campoamor, es la consecuencia de un
Gran Aniversario, el 75 Aniversario de la Consecución del Voto Femenino en España.
Sin embargo, a pesar de esa tendencia actual, que comentábamos anteriormente, de celebrar Aniversarios, poniendo en marcha un gran despliegue de medios económicos, humanos, materiales y de promoción, este Aniversario no ha
debido de ser considerado lo suficientemente importante para merecer tal homenaje, a excepción de pequeños encuentros o seminarios puntuales y minoritarios.
No se ha debido considerar de gran trascendencia por parte de las instituciones y los medios de comunicación, salvo honrosas excepciones, el celebrar que
más del 50% de la población española, que son las mujeres, consiguieran tener derecho a elegir por primera vez hace 75 años a las personas que las representarían
en el gobierno de su país y que tomarían decisiones sobre aspectos de vital importancia para su existencia, como la educación, la salud, los servicios sociales, etc.
No se ha debido considerar suficientemente importante conocer cómo fue posible
conseguir tal proeza en la España de hace 75 años, conocer a las mujeres que lo hicieron realidad, restituir antiguas injusticias, analizar en qué medida hemos avanzado
desde entonces y cómo debemos seguir trabajando para construir un futuro mejor.
Ha pasado el año 2006, sin que gran parte de la población de nuestro país
conozca los acontecimientos que hicieron posible que hoy las mujeres podamos
ejercer el derecho al voto.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Muchos argumentarían el escaso interés de incidir en tales acontecimientos
por obvios, sin embargo la realidad nos demuestra que la mayor parte de las personas que componen nuestro país desconocen el discurrir de dichos hechos y sus
protagonistas.
El bombardeo de información a la que estamos sometid@s, con un marcado
carácter androcéntrico nos hace completamente inmunes a plantearnos cuestiones
sobre el papel de las mujeres en la Historia y la realidad en la que vivimos. Es necesario un gran esfuerzo de análisis crítico para plantearnos ¿dónde estaban las
mujeres en la Historia, dónde nos encontramos y hacia dónde vamos?
La sociedad en general se vanagloria de la incorporación de la mujer a la vida
universitaria, laboral, a la vida pública en general, sin embargo seguimos desconociendo el discurrir de las vidas de muchas mujeres que nos precedieron, la labor
que llevaron a cabo y cómo esta ha hecho posible nuestra presente situación.
Es de sobra conocida la frase “La Historia la escriben los vencedores” y es
evidente que los vencedores, hasta ahora, siempre han sido los hombres. Por tanto
la aparición de las mujeres en ella es prácticamente nula.
Gran parte de las mujeres con una aceptable formación académica y cultural
en nuestro país, hemos realizado nuestros estudios sin haber encontrado en los libros de historia la presencia de las mujeres y lo que es más grave sin habernos
preguntado ¿dónde estaban las mujeres?
Es evidente que este hecho es la consecuencia de que tanto, hombres como
mujeres, tenemos tan interiorizados los modelos y estereotipos tradicionales, que
no nos planteamos la existencia de papeles protagonistas de las mujeres en la historia, asumiendo la existencia de ellas únicamente en el ámbito de lo privado.
Algunas, muy pocas, como consecuencia de un espíritu crítico y reflexivo y
de ciertas afortunadas circunstancias, hemos tomado conciencia de esta realidad,
indagando sobre nuestro papel más allá del de amas de casa y madres, en ese pasado que se proyecta inevitablemente sobre la realidad actual.
No queremos faltar a la verdad y debemos reconocer que afortunadamente
existen cada vez más mujeres y algunos pocos hombres preocupad@s por rescatar
esa parte de la historia sepultada pero trascendental.
Desde los medios de comunicación en general y los audiovisuales en particular, se ejerce una gran influencia sobre la opinión pública y son importantes
agentes de educación en la sociedad actual, es por ello que en la Fundación Audiovisual de Andalucía llevamos a cabo una línea de trabajo de corte social encaminada a analizar esta influencia. En este sentido hemos venido realizando a cabo
diversas actividades relacionadas con la responsabilidad que los medios deben de
tener respecto a los temas de género.
Esta necesidad de trabajar sobre el papel de los medios de comunicación en
el tratamiento de la violencia contra las mujeres llevó a la Fundación AVA a colaborar con el Instituto Andaluz de la Mujer y celebrar el “I Seminario Internacional
de Medios de Comunicación y Violencia de Género”, que tuvo lugar en Sevilla los
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Introducción
días 20 y 21 de noviembre de 2002 y que congregó a estudiosas, investigadoras y
profesionales en el tema para intercambiar conocimientos, experiencias y puntos
de vista, y profundizar en la búsqueda de estrategias que contribuyeran a la erradicación de esta realidad.
Un año después, en 2003, como fruto de las reflexiones y opiniones de las
personas que participaron en dicho encuentro, surgió el libro “Medios de Comunicación y Violencia contra las Mujeres”, en cuyas páginas también se recogen una
serie de normas y decálogos que ofrecen claves a quienes trabajan en los medios
de comunicación a la hora de tratar las conductas violentas hacia las mujeres en
nuestra sociedad.
Gracias al éxito alcanzado tanto con dicho seminario como con la publicación, la Fundación AVA incluyó en 2003 en la Revista Digital de su Portal Web
(www.fundacionava.org) un apartado titulado “Medios de Comunicación y Violencia contra las Mujeres”, en el que se publica regularmente información sobre congresos, talleres, conferencias, cursos y toda clase de acciones de interés
relacionadas con el tema; además, también se facilita una relación actualizada de
enlaces con entidades y medios digitales de referencia.
Desde entonces se han establecido colaboraciones con otras instituciones,
entre ellas la Diputación de Granada, con la que participó en las Jornadas “Ley Integral contra la Violencia de Género” celebradas en 2004, y la Diputación de Zaragoza, a través de las Jornadas “Mujer, medio rural e igualdad”, que se
desarrollaron en 2005.
Asimismo, en 2005 la Fundación AVA puso en marcha en Sevilla junto con
Mujeres Progresistas de Andalucía y la Asociación de Hombres por la Igualdad de
Género (Ahige) un nuevo Seminario titulado "La Mujer y el Cine", que fue impartido por la escritora y crítica de cine Pilar Aguilar. La idea de dicha actividad surgió
de la necesidad de dar a conocer las "herramientas de la teoría" y poder desmontar
así los elementos del lenguaje audiovisual.
Finalmente, en esta ocasión, la Fundación Audiovisual de Andalucía y el Foro
Clara Campoamor han querido, con el Seminario “Pasado Presente y Futuro de la
Mujer en la Política y los medios de Comunicación” y con la publicación que hoy
tienen entre sus manos, continuar contribuyendo a subsanar de manera tan humilde como contundente las carencias que antes comentábamos.
Nuestro objetivo no ha sido otro que sumarnos a la Celebración del 75 Aniversario del Voto Femenino en España, lo que consideramos un acontecimiento
esencial que marcó el comienzo de la consecución de los derechos fundamentales
para las mujeres. Reflexionar y recrear los acontecimientos que marcaron aquel 1
de octubre de 1931, dando a conocer en profundidad quién fue Clara Campoamor,
restituyendo, en cierta manera, el rechazo y el olvido al que fue sometida en vida
y al que aún hoy continua siendo sometida su memoria.
El recuerdo a Clara Campoamor nos servirá de punto de partida para analizar
el discurrir de las mujeres políticas en España, desde aquel primer logro con la
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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consecución del derecho al voto, hasta la lucha por hacer posible una democracia
paritaria a través de medidas trascendentales como la incorporación de la perspectiva de género en la Reforma Constitucional y Estatutaria.
Creímos que la mejor manera de celebrar los 75 años de voto femenino en
España era recordando a aquellas mujeres que lo hicieron posible y analizando de
qué forma debemos continuar trabajando para que finalmente sea una realidad la
incorporación con plena igualdad de la mujer a la sociedad española.
Para ello hemos contado con las aportaciones de algunas de las protagonistas
de la Historia más reciente de España; mujeres políticas como Amparo Rubiales,
un referente para todas nosotras, y Elia Rosa Maldonado, que han luchado y continúan luchando por la igualdad real entre mujeres y hombres, sorteando en este
camino tanto los obstáculos propios derivados de su actividad política, como muchos otros por su condición de mujeres.
La aportación de estudiosas sobre la situación de las mujeres en la política
también nos pareció algo fundamental, por ello la incorporación del estudio de Las
mujeres en las Instituciones Políticas, realizado por Arancha Elizondo, Doctora en
Ciencias Políticas por la Universidad del País Vasco, que ha contribuido a conocer
mejor la realidad actual.
Tod@s somos conscientes, como comentábamos antes, del papel fundamental que los Medios de Comunicación llevan a cabo en la generación de valores sociales, por ello consideramos muy importante analizar detenidamente estos
aspectos, dar a conocer las medidas que la recién aprobada Ley Orgánica para la
Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres recoge para el fomento de la igualdad en
los medios de comunicación social y profundizar en los aspectos esenciales para
que dichas medidas puedan ser realmente aplicadas.
También nos pareció necesario conocer la imagen que dichos medios proyectan de las mujeres políticas y María Ángels Viladot, Doctora en Psicología y Ciencias de la Educación, y especialista en este tema, nos ofrece un interesante estudio.
En definitiva, esta obra pretende conocer y revindicar nuestro pasado, analizar el presente y proyectarnos sobre nuestro futuro. Nuestros objetivos son ambiciosos, pero nos ha guiado la fuerza y la constancia de las mujeres que nos
precedieron, así como la necesidad y la ilusión de continuar su ejemplo y ofrecer
el testigo a las que nos releven en el tiempo. Y todo ello llevado a cabo desde la
confianza en que el conocimiento de la realidad y el trabajo honesto y cómplice
desde todos los ámbitos, ya sea desde la política, los medios o cualquier otro
campo, hará posible la consecución de este objetivo tan justo como deseado.
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación Audiovisual de Andalucía
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2.
MUJERES EN LA HISTORIA
Sra.Dña. Mª Teresa Álvarez
Radio Televisión Española (RTVE)
“Ni una sola profesión humana hay a la que la mujer no haya proporcionado
lúcido contingente. Desde héroe, rey, literato, hasta esclavo, todo cuanto fuere el
hombre, lo fue la mujer. ¿Y en qué condiciones? Siempre en las más desfavorable
(salvo para ser esclava), teniendo que luchar con las preocupaciones contrarias,
con la falta de educación...”.
Sin duda esta frase de Posada responde a la realidad. No existe nada que haya
hecho el hombre que no lo haya hecho la mujer y siempre en inferioridad de condiciones.
Sólo las más tenaces, las más fuertes, las mejor situadas socialmente y también
las más afortunadas, consiguieron realizarse como personas y desarrollar aquello
que las hacía felices, aunque la mayoría de las veces se vieron obligadas a realizarlo
a escondidas.
Otra realidad que no debemos olvidar es que lo creado por mujeres desaparece de la historia, es como si su trabajo se desarrollase en terreno pantanoso. Un
terreno pantanoso donde las arenas movedizas del olvido fueran las encargadas de
engullirlo.
Yo, por el trabajo que vengo desempeñando desde hace unos años en la 2
de TVE me relaciono más con el pasado y trato de acercarme a la personalidad de
unas mujeres que vivieron hace siglos, que sufrieron marginación por su condición
de mujeres y que a pesar de todo ello consiguieron desempeñar un papel distinto
al que la sociedad en la que les tocó vivir les tenía asignado.
Por ceñirme exclusivamente al enunciado deberé referirme a alguna de estas
mujeres, cuya realidad he contemplado en la serie “Mujeres en la Historia”. Mujeres que de una u otra forma tuvieron algún tipo de relación con la política, campo
al que no podían acceder salvo en casos muy especiales, si eran reinas o hijas de
reyes o si disfrutaban de una situación privilegiada, me estoy refiriendo lógicamente a mujeres que vivieron antes del siglo XIX en España.
Tal vez la más lejana en el tiempo, de las que he estudiado, sea María de
Molina, tres veces reina. Reina regente claro. Fue reina consorte de Sancho IV
y regente en la minoría de edad de su hijo Fernando IV y de su nieto Alfonso XI
. María de Molina, brillaría con luz propia en la Castilla de su época.
María se había casado con el futuro Sancho IV en 1281. A la muerte de Fernando de la Cerda, hermano mayor de Sancho y heredero a la corona de Castilla,
su padre, Alfonso X el Sabio, confirmó a su segundo hijo, Sancho, como heredero
legítimo al trono. Pero al cabo de un tiempo, sin saber que factores pudieron influir
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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en su ánimo, el rey cambió de opinión y decidió implantar un nuevo sistema hereditario.
Alfonso X el Sabio dispuso en las Partidas que el heredero seguiría siendo
siempre el primogénito pero, en caso de fallecimiento, he aquí la modificación del
procedimiento tradicional, lo serían sus hijos, aunque fueran niños. Fernando de
la Cerda tenía hijos varones y al mayor era, según la decisión del rey Sabio, a quien
le correspondía la Corona. Sancho IV se proclamó rey desafiando lo dispuesto por
su padre. Comenzó la guerra entre ellos.
Era aquel un mundo de grandes fidelidades y también de grandes traiciones.
Las alianzas de hoy se cambiaban por otras más ventajosas al día siguiente. La
lucha por el poder constituía el motor que impulsaba todas las acciones.
María de Molina estuvo a la altura de las circunstancias. Su equilibrio y diplomacia fueron esenciales para Castilla. María aconsejó prudencia a su esposo. Le
recomendó la paz, la negociación con Aragón, porque de este reino podía depender su permanencia en el trono: los pretendientes legales a la corona castellana, los
adversarios de Sancho, sus sobrinos, los infantes de la Cerda eran rehenes del monarca aragonés. Aconsejó la negociación con el reino de Granada. Ella sabía que
la diplomacia era el remedio más eficaz. Y Sancho IV, siguiendo el consejo de
María, va a conseguir el apoyo y la alianza del rey de Granada, quebrando así las
alianzas de sus enemigos con aquel.
Mujer inteligente y con visión de futuro, María de Molina, se preocupó de
asegurar el apoyo de la burguesía y las ciudades, la nueva clase social que estaba
cobrando fuerza y ella impulsaba. Por ello, la reina se convertirá en la enemiga a
batir por la vieja nobleza defraudada.
A la muerte de Sancho IV la encrucijada política tenía muy difícil solución.
Doña María comenzó a pactar. Buscó apoyo en las ciudades, redujo impuestos
gravosos para la mayoría, y limitó el poder del clero.
El gran éxito personal de María de Molina fue, sin duda, la unidad de Castilla
que preservó contra todo y contra todos. Pudiendo así entregar primero a su hijo
y después a su nieto unos territorios jurídicamente ordenados.
Cronológicamente la sigue Leonor López de Córdoba que fue la primera
castellana que, sin ser reina ni pertenecer a ninguna familia reinante, intervino directamente en política convirtiéndose en valida de la reina Catalina de Lancaster.
La presencia de Leonor al lado de la soberana y su condición de valida era algo
que sus contemporáneos no llevaban con paciencia, Fernán Pérez de Guzmán escribía:
“Confusión y vergüenza para Castilla, que los grandes, prelados y caballeros,
cuyos antecesores pusieron freno con buena y justa osadía a sus desordenadas voluntades por provecho del Reino... se sometan ahora a la voluntad de una liviana
y pobre mujer”.
Leonor López de Córdoba debería ocupar un lugar en la historia por su actividad política y también por haber sido la autora de la primera autobiografía que
se conoce en lengua castellana. Son unos diez folios que se conservan aquí en Se12
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villa, en la Biblioteca Capitular y Colombina, en los que Leonor cuenta parte de
su complicada existencia. Contemporánea de Pedro I el Cruel y Enrique de Trastamara, Leonor sufrió las consecuencias de la guerra fraticida entre ellos y hubo
de soportar más de ocho años de prisión en las Atarazanas de Sevilla, donde vio
morir a sus hermanos y a toda su familia.
Leonor López de Córdoba fue mujer valerosa. Supo hacer frente a una existencia complicada y demostrar su valía aconsejando a la primera princesa de Asturias, la reina Catalina de Lancaster, durante su regencia en la que por cierto,
la soberana, tomó medidas conciliadoras con los árabes consiguiendo mejores resultados que los obtenidos en los enfrentamientos bélicos. Me estoy refiriendo a
la liberación de cien cautivos, algo que no suele ponerse de manifiesto habitualmente, porque como bien dice la historiadora Isabel del Val, “Son gestos que muchas veces pasan desapercibidos porque la historia se ha hecho desde otro prisma,
probablemente habrá que cambiar el punto de observación o el paradigma para
poner de relieve lo que las mujeres que gobernaron hicieron y que hubo mujeres
que gobernaron y lo hicieron bien”.
Es curioso y a mi personalmente me resulta molesto que a veces expertos en
historia cuando se les pregunta por el comportamiento de algunas mujeres la única
explicación que se les ocurre para enjuiciar su actitud es que fueron generosas en
sus afectos. Esto suele suceder, por ejemplo, cuando el personaje analizado es la
Princesa de Eboli. Se habla de sus relaciones sentimentales con el rey Felipe II y
de los celos de éste al enterarse de los amores de la princesa con su secretario, Antonio Pérez... Independientemente de que esos amores fueran ciertos, hoy sabemos
que el “pecado” de Ana de Mendoza, princesa de Eboli y la causa de que Felipe II
la encerrara de por vida, fue de ambición. El monarca no pudo perdonarle que intrigara contra él ni que utilizara información privilegiada, a la que tenía acceso
por su posición dentro de la corte. La Princesa de Eboli se atrevió a disputarle a
Felipe II, la corona de Portugal, que ella deseaba para su hija, casada con un Braganza, familia que tenía los mismos derechos que el rey español al trono portugués.
Cuentan que la princesa de Eboli solía decir: “Los señores estamos cansados de ser
siempre señores y nunca reyes”.
Un ejemplo claro de cómo la historia olvida lo que las mujeres hicieron lo tenemos en María Pacheco que sí fue protagonista en su momento aunque después
con el paso de los siglos su nombre se fue diluyendo en el proceloso mar de la historia. El nombre de María Pacheco, la líder comunera, está muy presente en las
crónicas y escritos de la época. Se habla de ella sobre todo porque pocos son los
que se explican el comportamiento de María. Un comportamiento ciertamente inhabitual para una mujer en aquel tiempo. Voy a leerles unos párrafos de una carta
que fray Antonio de Guevara escribe a María Pacheco:
“Descendiendo vos, señora, de parentela tan honrada, de sangre tan antigua,
de padre tan valeroso y de linaje tan generoso, no se que pecados fueron los vuestros para que os cupiese en suerte marido tan poco sabio y a él cupiese mujer tan
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sabida. Suelen ser las mujeres naturalmente piadosas y vos, señora, sois cruel; suelen ser mansas y vos sois brava; suelen ser pacíficas y vos sois revoltosa, aún suelen
ser cobardes y vos, señora, sois atrevida”.
María Pacheco que pudo haber disfrutado de una situación privilegiada en la
corte se convirtió en la mujer más odiada por Carlos V. Ella defendió durante
meses los ideales comuneros en la ciudad de Toledo. María fue condenada a
muerte consiguiendo huir a Portugal donde moriría en la miseria cuando aún no
había cumplido los treinta y cinco años. Luchó hasta el final por defender sus ideales y por lo que consideraba justo.
Otra mujer que intervino directamente en política, a través de sus consejos
al rey Felipe IV, fue sor María de Jesús, más conocida como lo monja de Ágreda.
Consta documentalmente que una de las personas a quien primero consultaron los
franceses para sondear cual podría ser la respuesta del monarca español a la propuesta de matrimonio para su hija la infanta María Teresa con el Delfín de Francia,
el futuro rey Sol, fue a sor María de Jesús.
En 1786, por primera vez en la historia de España las mujeres fueron admitidas a formar parte de una sociedad no vinculada exclusivamente con labores humanitarias o dependiente de una institución religiosa. Gracias a la intervención
directa del rey Carlos III, porque parecía que nunca los miembros de la sociedad
llegarían a un acuerdo, la Sociedad Económica de Amigos del país de Madrid, admitió la presencia de mujeres entre sus socios creándose a continuación la Junta
de Damas, con la condesa-duquesa de Benavente como presidenta y de secretaria,
la condesa de Montijo.
La condesa de Montijo se dedicó en cuerpo y alma a trabajar como secretaria
de la Junta, cargo en el que permaneció algo más de diecisiete años. Habrá un momento en el que la condesa de Montijo tendrá la oportunidad de demostrar su extraordinaria valía. La ocasión se presentó cuando el gobierno intentó imponer un
“traje femenino nacional”: todas las mujeres deberían llevar idéntico vestido. Con
esta medida, los dirigentes políticos pretendían controlar el gasto y nada mejor
para ello que vestir a las mujeres de uniforme.
La Montijo asumió la responsabilidad de defender la opinión de las mujeres
que integraban la Junta de Damas.
En carta dirigida a Floridablanca, la condesa de Montijo le dice entre otras cosas:
“Y si en los hombres que creen tener menos arraigada la vanidad en cuanto
a la compostura exterior sería ardua empresa la de sujetarlos a un solo traje, puede
inferirse cuánto más difícil, y expuesto será imponer semejante precisión a las señoras, por lo cual jamás se lograría adoptasen las mujeres tal reforma sin que precediese el ejemplo de los hombres.
Además de esto se conoce bien V. E. Que nunca se podrá remediar radicalmente
el grave desorden que se experimenta en cuanto a trajes, y adornos, mientras no se
mejoren las costumbres por medio de la educación, y se rectifiquen en esta parte las
ideas, y opiniones que son las que arreglan, y dirigen nuestras acciones”.
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La protesta de las mujeres fue atendida y el gobierno decidió renunciar a tan
brillante idea.
Existían entonces tres prisiones en Madrid; la de la Villa, la de la Corte y la
de la Galera. La situación de miseria y abandono en que se encontraban era total.
Las reclusas envejecían y morían en la cárcel, muchas veces, sin que llegara a celebrarse el juicio.
La condesa de Montijo, dando forma a su profunda religiosidad, e intentando
llevar a cabo una nueva forma de caridad, propuso la creación de una Asociación
para atender a las presas de la Galera en la que se encontraban encerradas las delincuentes más peligrosas. La Asociación se encargaba de enseñarles oficios que les
permitían conseguir pequeños ingresos y sobre todo intentaban prepararlas para
que en un futuro, cuando estuvieran en libertad, pudiese optar a un trabajo y así
vivir dignamente.
La Asociación de presas de la Galera constituyó una novedad sin precedentes
en España. Años más tarde Concepción Arenal y Victoria Kent continuarían con
iniciativas similares.
La condesa de Montijo primero y Concepción Arenal después se preocuparon e intentaron mejorar la situación de las mujeres, dedicando una especial atención a las reclusas.
“Cuando desde el interior de una prisión española se observa aquel conjunto
de corrupción, de ignorancia... Cuando se reciben las confidencias de los reclusos... Cuando se ven delincuentes honrados al entrar en la prisión que saldrán de
ella enteramente perdidos para el honor y la virtud, varios sentimientos de indignación, lástima y vergüenza agitan el alma”.
Lo decía Concepción Arenal en pleno siglo XIX. Concepción luchó desde su
cargo de Visitadora de Prisiones por reformar las cárceles, pero poco pudo conseguir. Ella sabía muy bien lo difícil que resultaba hacer reaccionar a los políticos y
también era consciente de que todo se complicaba cuando era una mujer quien lo
solicitaba. Por ello cuando decidió presentarse a un concurso convocado por la
Academia de Ciencias Morales y Políticas, no se atreve a firmar con su nombre y
lo hace con el de su hijo. Concepción teme que si los académicos descubren que
es una mujer la que opta al premio sus posibilidades de conseguirlo desaparezcan.
Esta era una realidad del momento que Concepción conocía muy bien y que además había experimentado.
Hubo un suceso en su vida que le demostró claramente como se comportaba
la sociedad de entonces con las mujeres. Concepción estaba casada con un periodista, Fernando García Carrasco, que escribía en “La Iberia”. Cuando su marido
enfermó, Concepción escribía, por él, los artículos de fondo del periódico que,
curiosamente, gozaban de mayor aceptación, aunque todos creían, a excepción
del director, que el autor seguía siendo Fernando. Por ello al quedarse viuda, el director de “La Iberia”, le permitió seguir escribiendo, pero eso sí, cobrando la mitad
de lo que le pagaba a su marido. Y al establecerse la obligatoriedad de firmar los
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artículos, prescindieron de ella; la línea editorial de un periódico no podía aparecer
firmada por una mujer.
Lógicamente la sorpresa de los académicos de Morales y Políticas fue enorme
cuando descubrieron que le habían dado el premio a una mujer.
Sólo he aludido a un reducido número de mujeres españolas. No se si he elegido a las más representativas, porque la selección, si se hace libremente, sin atenerse a determinadas pautas, siempre tiene algo de subjetiva y yo me he inclinado
por éstas. Me he fijado en ellas, tal vez porque sus personalidades me conquistaron.
Se puede estar de acuerdo o no con la elección pero indudablemente lo que nadie
puede negarles a las mujeres aludidas es que intentaron desarrollarse como personas, desoyendo los consejos de sus contemporáneos que consideraban su comportamiento totalmente inadecuado para ellas.
Es difícil meterse en la piel de otro y sobre todo si ese otro vivió tan alejado
en el tiempo como las mujeres a las que he aludido pero me atrevo a afirmar que
para muchas de ellas sería un sueño verse en un Parlamento ocupando escaño
como los hombres.
Este sueño se convertiría en realidad en nuestro país iniciado en el siglo XX.
Consta documentalmente que en El general Primo de Rivera decidió en 1924 designar diputadas de la Asamblea Nacional a María Natividad Domínguez, Josefina
Olóriz y Micaela Díaz. Primo de Rivera apoyaba la presencia en el censo electoral
de mujeres solteras e independientes, es decir, no podían estar sujetas a ningún
tipo de tutela.
Pero será con la 2ª República, en 1931 cuando, con menos limitaciones, las
mujeres puedan acceder a la política.
Clara Campoamor fue una de las dos mujeres que obtuvieron el acta de diputadas, bueno, en realidad fueron tres porque Margarita Nelken se incorporó
meses más tarde de inauguradas las Cortes y no estuvo presente en la discusión
de la concesión del voto.
Clara Campoamor y Victoria Kent, las dos diputadas en el hemiciclo, adoptaron posturas distintas a la hora de pronunciarse por el derecho de las mujeres a
manifestarse en las urnas igual que hacían los hombres. Las dos deseaban lo mejor
para las mujeres, sólo que su orden de prioridades era distinto. Las dos eran universitarias y feministas. Las dos se convirtieron en protagonistas de aquel debate.
La desunión entre ellas será utilizada por la prensa para ridiculizar y desprestigiar
a las mujeres,
“Dos mujeres solamente en la Cámara, y ni por casualidad están de acuerdo.
Hoy han hablado las dos, y hemos de reconocer que estaba más en su papel la señorita Campoamor que la señorita Kent. Negaba ésta a la mujer el derecho al voto,
y lo pedía aquella. Porque el caso de la señorita Kent es especialísimo, ella legisla
y no quiere que las demás legislen: ella vota y no quiere que las demás voten. Se
ha valido del feminismo para elevarse y quiere ahora quitar la escalera. El argumento que esgrime tiene mucho salero: la mujer no debe votar porque no es re16
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Mujeres en la historia
publicana, es decir, que sólo los republicanos tienen derecho a votar. Habrá que
hacer también la selección entre los hombres porque hay hombres que no son republicanos, y los hay hasta sentados en los bancos de República”.
Resulta evidente que las dos tenían el mismo derecho que los varones a manifestar sus puntos de vista, fueran distintos o no. Pero tanto en los medios de comunicación como en el propio hemiciclo no perderán la oportunidad de utilizar
el enfrentamiento entre Clara y Victoria para descalificarlas. Cuando en realidad
lo único que había sucedido es que, para una, lo más importante eran los intereses
de partido, mientras que para la otra el derecho al voto de las mujeres resultaba
prioritario.
Clara Campoamor rebatió una a una las razones esgrimidas por Victoria Kent.
Era opinión casi generalizada que el voto de las mujeres daría la victoria a las
derechas porque votarían influenciadas por el confesor.
A Clara Campoamor no le importó luchar por algo considerado como políticamente incorrecto y en contra de la opinión de su partido, el Radical, defendió
el derecho al voto de las mujeres.
Clara Campoamor sí consiguió que en España pudieran votar las mujeres en
las elecciones de 1933. Gracias a ella, exclusivamente a ella, que no dudó en enfrentarse a todos, el voto femenino fue una realidad en nuestro país. Aunque hubo
de pagar un alto precio.
Después de conseguir que las mujeres pudieran acudir a las urnas. Clara
Campoamor se convirtió en un personaje políticamente incorrecto y no volvió a
militar en ningún partido político.
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BIOGRAFÍA DE CLARA CAMPOAMOR
Señores diputados: se está haciendo una constitución de tipo democrático, por un
pueblo que tiene escrito como lema principal, en lo que llamo yo el arco del triunfo
de su República, el respeto profundo a los principios democráticos. Yo no sé, ni
puedo, ni quiero, ni debo, explanar que no es posible sentar el principio de que
se han de conceder unos derechos si han de ser conformes con lo que nosotros deseamos, y previendo la contingencia de que pudiera no ser así, revocarlos el día de
mañana. Eso no es democrático. Señores diputados... Yo no creo, no puedo creer,
que la mujer sea un peligro para la República, porque yo he visto a la mujer reaccionar frente a la Dictadura y con la República. Lo que pudiera ser un peligro es
que la mujer pensara que la Dictadura la quiso atraer y que la República la rechaza,
porque, aunque lo que la Dictadura le concedió fue igualdad en la nada, como me
he complacido yo siempre en decir, lo cierto es que, dentro de su sistema absurdo
e ilegal, llamaba a la mujer a unos pretendidos derechos...
(Clara Campoamor, Diario de sesiones de las Cortes, 30 de septiembre de 1931)
Nace en Madrid el 12 de febrero de 1888. Huérfana de padre muy pronto, tuvo
que dejar sus estudios y ponerse a trabajar. Fue modista, dependienta, empleada de
Telégrafos..., etc, hasta que en 1914 hace oposiciones para profesora de adultas en el
Ministerio de Instrucción Pública, ganándolas con el número uno. Pero sólo puede enseñar taquigrafía y mecanografía, ya que
no tiene siquiera el Bachiller. Al mismo
tiempo colabora en varios diarios, como
El Sol, Nuevo Heraldo o El Tiempo. Entrar
en el periódico progresista La Tribuna, fue
decisivo para su actividad posterior.
En 1920, cumplidos ya los 32 años,
se matricula como alumna de bachillerato
en el Instituto Cisneros de Madrid, terminándolo en dos años, y a continuación
en la Facultad de Derecho, concluyendo
la carrera en otros dos. En 1924 obtiene
su ingreso en la Real Academia de Jurisprudencia y Legislación y meses después
solicita su ingreso en el Colegio de Abogados, haciendo constar que desea ejercer
su carrera, cosa que hace desde 1925.
Asumió la defensa de los implicados en
el levantamiento de Jaca.
Fotografía cedida
por la Asociación
Clara Campoamor
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Durante lo años que transcurren desde el comienzo de sus actividades como
abogada y el final de la Dictadura primoriverista, Clara se dedica por entero a su
profesión, rechazando su nombramiento para la Junta del Ateneo, lo que le obligó
a pedir la excedencia en su cargo de Instrucción Pública. Entre 1928 y 1929 fue
delegada del Tribunal de Menores.
Hasta 1930 desarrolló una intensa actividad en la Academia de Jurisprudencia. En 1925 fue nombrada Secretaria de la Sección Cuarta, formó parte de la Comisión de Trabajos Prácticos y de la de Publicaciones. El 30 de marzo de 1928
recibió el nombramiento de Académico Profesor. Paralelamente pronuncia conferencias y lleva a cabo numerosas intervenciones en las sesiones de trabajo que programa la Academia.
Aunque interviene en los temas más dispares, de manera especial le atraen los
referentes a la situación jurídica de la mujer española. Su ideal se situaba en alcanzar en la ley la total equiparación de los sexos, sin que ninguno goce de un trato
preferencial sobre el otro, ni siquiera cuando la beneficiada sea la mujer.
En 1929, tras la caída del Dictador, el anuncio de la vuelta a la normalidad constitucional había convertido al Colegio de Abogados de Madrid, al Ateneo y a la Academia, en centros de acción revolucionaria. Ese mismo año
forma, con Matilde Huici, el Comité organizador de la Agrupación Liberal Socialista, la corta vida de este grupo, la llevó a enrolarse en las filas de Acción
Republicana, pero, cuando se transformó en partido, Clara salió de él para afiliarse al Partido Radical, en cuya representación formó parte de la candidatura
republicano-socialista, en 1931, para las Cortes Constituyentes, saliendo elegida diputada por Madrid.
Formó parte de la Comisión Constitucional, de 21 diputados, y peleó eficazmente por establecer la no discriminación por razón de sexo, la igualdad legal de
los hijos habidos dentro y fuera del matrimonio, el divorcio y el sufragio universal.
Todo lo consiguió menos el voto, que tuvo que debatirse en el Parlamento.
Intervino en el debate de varios artículos, sobre todo cuando éstos hacían referencia a la mujer. Destacan sus intervenciones en el artículo 36, siendo la única que
defiende la concesión del sufragio femenino sin ningún tipo de limitaciones, pese a
la posibilidad que existía de que el voto femenino se inclinase a favor de los partidos
de derechas. Esta fue la causa del enfrentamiento dialéctico que mantuvo con Victoria Kent, partidaria de reconocer a la mujer su derecho electoral, pero con ciertas
limitaciones prácticas. La Cámara dio su apoyo a "la Campoamor".
Aún tuvo tiempo para llevar a cabo otras actividades durante el bienio 193133. Fue delegada de España ante la Sociedad de Naciones y fundó la Unión Republicana Feminista, para trabajar por el voto femenino.
A pesar de toda esta actividad desarrollada dentro y fuera de la Cámara, no
logra renovar su acta de diputada en las elecciones de 1933, además de sufrir las
críticas de la prensa de izquierdas, que la acusa de ser culpable de la victoria de la
derecha por su empeño en dar el voto a la mujer. A estos ataques contestó con una
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Biografía
carta publicada en El Heraldo de Madrid, el 26 de noviembre, en la que analizando
los resultados electorales de varias ciudades, llega a la conclusión de que la causa
de la victoria electoral conservadora se debe a la escisión que se produce dentro
del bloque republicano y en la falta de eficacia del gobierno en algunos aspectos,
como la Ley Agraria, el caso de Casas Viejas, etc.
En diciembre de 1933 es nombrada Directora General de Beneficiencia, cargo
del que dimite al año siguiente por discrepancia con el ministro. Por estas fechas
tuvo lugar la rebelión de Asturias y Clara marchó a Oviedo con el fin de socorrer
a los niños de los mineros muertos o encarcelados. La dura represión la lleva a
salir del Partido Radical y es nombrada entonces presidenta de la Organización Pro
Infancia Obrera, dedicada a atender y a colocar a los niños asturianos, víctimas inocentes de la crisis de octubre.
Presentó su solicitud de ingreso en Izquierda Republicana, que le fue denegada, lo que para ella fue un duro golpe, además deja también la Unión Republicana Femenina, con lo cual no puede presentarse a las Cortes.
Escribió entonces su obra: Mi pecado mortal. El voto femenino y yo, como medio
de justificar sus actuaciones. También publicó El derecho femenino en España.
Cuando estalló la Guerra Civil en 1936, emigró a Francia, publicando en
París en 1937 La revolución española vista por una republicana, en francés y nunca
editado en español. Vivió en Buenos Aires dedicada a la literatura, escribiendo
obras como Sor Juana Inés de la Cruz y Obra de Quevedo, editadas ambas en 1945.
Anteriormente, en 1938, había aparecido La situación jurídica de la mujer española.
En 1947, 1951 y 1955 intentó regresar a España, pero la acusación de francmasonería impidió su asiento definitivo. Se fue a vivir a Lausanne (Suiza), donde
murió el 30 de abril de 1972.
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DISCURSO DE CLARA CAMPOAMOR ANTE LAS CORTES EL 1 DE
OCTUBRE DE 1931, DONDE SE APROBÓ EL VOTO FEMENINO EN
ESPAÑA
Señores diputados: lejos yo de censurar ni de atacar las manifestaciones de mi colega, señorita Kent,
comprendo, por el contrario, la tortura de su espíritu al haberse visto
hoy en trance de negar la capacidad
inicial de la mujer. Creo que por su
pensamiento ha debido de pasar, en
alguna forma, la amarga frase de
Anatole France cuando nos habla de
aquellos socialistas que, forzados
por la necesidad, iban al Parlamento
a legislar contra los suyos.
Respecto a la serie de afirmaciones
que se han hecho esta tarde contra el voto
de la mujer, he de decir, con toda la consideración necesaria, que no están apoyadas en la realidad. Tomemos al azar algunas de ellas. ¿Que cuándo las mujeres se han
levantado para protestar de la guerra de Marruecos? Primero: ¿y por qué no los hombres? Segundo: ¿quién protestó y se levantó en Zaragoza cuando la guerra de Cuba
más que las mujeres? ¿Quién nutrió la manifestación pro responsabilidades del Ateneo, con motivo del desastre de Annual, más que las mujeres, que iban en mayor número que los hombres?
¡Las mujeres! ¿Cómo puede decirse que cuando las mujeres den señales de
vida por la República se les concederá como premio el derecho a votar? ¿Es que
no han luchado las mujeres por la República? ¿Es que al hablar con elogio de las
mujeres obreras y de las mujeres universitarias no está cantando su capacidad?
Además, al hablar de las mujeres obreras y universitarias, ¿se va a ignorar a todas
las que no pertenecen a una clase ni a la otra? ¿No sufren éstas las consecuencias
de la legislación? ¿No pagan los impuestos para sostener al Estado en la misma
forma que las otras y que los varones? ¿No refluye sobre ellas toda la consecuencia
de la legislación que se elabora aquí para los dos sexos, pero solamente dirigida y
matizada por uno? ¿Cómo puede decirse que la mujer no ha luchado y que necesita una época, largos años de República, para demostrar su capacidad? Y ¿por
qué no los hombres? ¿Por qué el hombre, al advenimiento de la República, ha de
tener sus derechos y han de ponerse en un lazareto los de la mujer?
Fotografía cedida
por la Asociación
Clara Campoamor
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Pero, además, señores diputados, los que votasteis por la República, y a quienes os votaron los republicanos, meditad un momento y decid si habéis votado
solos, si os votaron sólo los hombres. ¿Ha estado ausente del voto la mujer? Pues
entonces, si afirmáis que la mujer no influye para nada en la vida política del hombre, estáis –fijaos bien– afirmando su personalidad, afirmando la resistencia a acatarlos. ¿Y es en nombre de esa personalidad, que con vuestra repulsa reconocéis y
declaráis, por lo que cerráis las puertas a la mujer en materia electoral? ¿Es que tenéis derecho a hacer eso? No; tenéis el derecho que os ha dado la ley, la ley que
hicisteis vosotros, pero no tenéis el derecho natural fundamental, que se basa en
el respeto a todo ser humano, y lo que hacéis es detentar un poder; dejad que la
mujer se manifieste y veréis como ese poder no podéis seguir detentándolo.
No se trata aquí esta cuestión desde el punto de vista del principio, que
harto claro está, y en vuestras conciencias repercute, que es un problema de
ética, de pura ética reconocer a la mujer, ser humano, todos sus derechos, porque ya desde Fitche, en 1796, se ha aceptado, en principio también, el postulado
de que sólo aquel que no considere a la mujer un ser humano es capaz de afirmar
que todos los derechos del hombre y del ciudadano no deben ser los mismos
para la mujer que para el hombre. Y en el Parlamento francés, en 1848, Victor
Considerant se levantó para decir que una Constitución que concede el voto al
mendigo, al doméstico y al analfabeto –que en España existe– no puede negárselo a la mujer. No es desde el punto de vista del principio, es desde el temor
que aquí se ha expuesto, fuera del ámbito del principio –cosa dolorosa para un
abogado–, como se puede venir a discutir el derecho de la mujer a que sea reconocido en la Constitución el de sufragio. Y desde el punto de vista práctico,
utilitario, ¿de qué acusáis a la mujer? ¿Es de ignorancia? Pues yo no puedo, por
enojosas que sean las estadísticas, dejar de referirme a un estudio del señor Luzuriaga acerca del analfabetismo en España.
Hace él un estudio cíclico desde 1868 hasta el año 1910, nada más, porque
las estadísticas van muy lentamente y no hay en España otras. ¿Y sabéis lo que
dice esa estadística? Pues dice que, tomando los números globales en el ciclo de
1860 a 1910, se observa que mientras el número total de analfabetos varones,
lejos de disminuir, ha aumentado en 73.082, el de la mujer analfabeta ha disminuido en 48.098; y refiriéndose a la proporcionalidad del analfabetismo en la población global, la disminución en los varones es sólo de 12,7 por cien, en tanto
que en las hembras es del 20,2 por cien. Esto quiere decir simplemente que la
disminución del analfabetismo es más rápida en las mujeres que en los hombres
y que de continuar ese proceso de disminución en los dos sexos, no sólo llegarán
a alcanzar las mujeres el grado de cultura elemental de los hombres, sino que lo
sobrepasarán. Eso en 1910. Y desde 1910 ha seguido la curva ascendente, y la
mujer, hoy día, es menos analfabeta que el varón. No es, pues, desde el punto
de vista de la ignorancia desde el que se puede negar a la mujer la entrada en la
obtención de este derecho.
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Discurso de Clara Campoamor
Otra cosa, además, al varón que ha de votar. No olvidéis que no sois hijos de
varón tan sólo, sino que se reúne en vosotros el producto de los dos sexos. En ausencia mía y leyendo el diario de sesiones, pude ver en él que un doctor hablaba
aquí de que no había ecuación posible y, con espíritu heredado de Moebius y Aristóteles, declaraba la incapacidad de la mujer.
A eso, un solo argumento: aunque no queráis y si por acaso admitís la incapacidad femenina, votáis con la mitad de vuestro ser incapaz. Yo y todas las mujeres a quienes represento queremos votar con nuestra mitad masculina, porque
no hay degeneración de sexos, porque todos somos hijos de hombre y mujer y recibimos por igual las dos partes de nuestro ser, argumento que han desarrollado
los biólogos. Somos producto de dos seres; no hay incapacidad posible de vosotros
a mí, ni de mí a vosotros.
Desconocer esto es negar la realidad evidente. Negadlo si queréis; sois libres
de ello, pero sólo en virtud de un derecho que habéis (perdonadme la palabra,
que digo sólo por su claridad y no con espíritu agresivo) detentado, porque os
disteis a vosotros mismos las leyes; pero no porque tengáis un derecho natural
para poner al margen a la mujer.
Yo, señores diputados, me siento ciudadano antes que mujer, y considero
que sería un profundo error político dejar a la mujer al margen de ese derecho, a
la mujer que espera y confía en vosotros; a la mujer que, como ocurrió con otras
fuerzas nuevas en la revolución francesa, será indiscutiblemente una nueva fuerza
que se incorpora al derecho y no hay sino que empujarla a que siga su camino.
No dejéis a la mujer que, si es regresiva, piense que su esperanza estuvo en
la dictadura; no dejéis a la mujer que piense, si es avanzada, que su esperanza de
igualdad está en el comunismo. No cometáis, señores diputados, ese error político
de gravísimas consecuencias. Salváis a la República, ayudáis a la República atrayéndoos y sumándoos esa fuerza que espera ansiosa el momento de su redención.
Cada uno habla en virtud de una experiencia y yo os hablo en nombre de
la mía propia. Yo soy diputado por la provincia de Madrid; la he recorrido, no sólo
en cumplimiento de mi deber, sino por cariño, y muchas veces, siempre, he visto
que a los actos públicos acudía una concurrencia femenina muy superior a la
masculina, y he visto en los ojos de esas mujeres la esperanza de redención, he
visto el deseo de ayudar a la República, he visto la pasión y la emoción que ponen
en sus ideales. La mujer española espera hoy de la República la redención suya y
la redención del hijo. No cometáis un error histórico que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar; que no tendréis nunca bastante tiempo para llorar al
dejar al margen de la República a la mujer, que representa una fuerza nueva, una
fuerza joven; que ha sido simpatía y apoyo para los hombres que estaban en las
cárceles; que ha sufrido en muchos casos como vosotros mismos, y que está anhelante, aplicándose a sí misma la frase de Humboldt de que la única manera de
madurarse para el ejercicio de la libertad y de hacerla accesible a todos es caminar
dentro de ella.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Fotografía cedida
por la Asociación
Clara Campoamor
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Señores diputados, he pronunciado mis últimas palabras en este debate. Perdonadme si os molesté,
considero que es mi convicción la que
habla; que ante un ideal lo defendería
hasta la muerte; que pondría, como dije
ayer, la cabeza y el corazón en el platillo
de la balanza, de igual modo Breno colocó su espada, para que se inclinara en
favor del voto de la mujer, y que además
sigo pensando, y no por vanidad, sino
por íntima convicción, que nadie como
yo sirve en estos momentos a la República española.
5.ClaraYotrasMujeres:Maquetación 1
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CLARA CAMPOAMOR Y OTRAS MUJERES:
UNA GENERACIÓN IRREPETIBLE
Sra.Dña. Blanca Estrella Ruiz Ungo
Presidenta de la Asociación Clara Campoamor
Recién terminados los actos en conmemoración del 75 aniversario del reconocimiento del derecho al voto por las Cortes de la República me resulta difícil
sentarme para escribir sobre Clara Campoamor y centrarme en lo que fue y es su
figura de forma novedosa.
Son tantas las conferencias y actos en los que hasta el día de hoy he participado, que exponer sobre ella algo nuevo se me hace complicado, pero seguro que
a lo largo de estas líneas lo lograré.
Hay datos que son meramente históricos que convienen destacar en cualquier
acto intelectual que tenga que ver con una mujer, que ya fue definida y ya conocemos, como feminista y republicana.
De lo que no se sabe tanto es de las fuentes de las que bebe y de la ideología
en la que se inspira: ni más ni menos que Concepción Arenal.
En 1892 se celebra en Madrid el Congreso Hispano-Luso con dos protagonistas Españolas de excepción, Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal.
La brillante intervención, ideológicamente comprometida con los derechos
individuales y colectivos de las mujeres y la infancia, inspiran a Clara Campoamor
y le dan sentido humano y político con anterioridad a 1921, marcándola hasta el
último día de su vida.
Compartiendo los sentimientos de Clara Campoamor y haciendo nuestro el
significado que extrajo de este congreso y de Concepción Arenal, vamos a resaltar
un pequeño párrafo que para ella y para nosotras, hoy en el Siglo XXI 115 años
después, sigue siendo el referente.
“Lo primero que necesita la mujer es afirmar su personalidad, independientemente de su estado, y persuadirse de que soltera, casada o viuda, tiene deberes
que cumplir, derechos que reclamar, dignidad que no depende de nadie, un trabajo que realizar e idea de que la vida es una cosa seria, grave, y que si la toma
como juego ella será indefectiblemente juguete”
Desde los principios democráticos de 1892, ya se fueron diseñando las pautas de
un feminismo que tuvo como protagonista indiscutible ayer, hoy y mañana, a Clara
Campoamor. Un feminismo como yo titulé hace 24 años en el centro cultural de Fernando de Los Ríos de Madrid: Un feminismo de ayer, para hoy y el mañana; Un feminismo que no puede decaer, que tiene que seguir avanzando por senderos de vida,
libertad e igualdad, sin dar ni un paso atrás, recogiendo los principios éticos y morales
identificados con la más absoluta independencia y alejados de partidismo alguno.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Hoy tengo el privilegio de presidir una Asociación inspirada en estos mismos
principios y teniendo como Norte, Sur, Este y Oeste al feminismo que nos dignifica. Ellas lo hicieron digno, haciéndonos dignas así a todas las mujeres, marcándonos a todas nosotras y espero que como a ellas, hasta el final de nuestros días.
En 1921 Clara Campoamor liderando el movimiento feminista, republicano
y de izquierdas, inaugura en Madrid el primer Centro de la historia para información y asesoramiento de las mujeres, que como ella las definía “nuestras hermanas
que menos tienen”.
Y a veces, mirándonos a nosotras mismas y desconectadas del pasado, las organizaciones de mujeres de este siglo XXI nos creemos haber inventado algo como
las políticas de Igualdad y contra la Violencia de Género, la protección a la Infancia
y todos los servicios que hoy junto con las Instituciones Democráticas van saliendo
a la luz y se van desarrollando.
Y todo este progreso en beneficio de los derechos humanos de las mujeres
creemos que es cosa nuestra, y nada más lejos de la verdad y de la justicia. Otras
mujeres lo hicieron y nos lo dejaron como legado y presente. Sobre ello tenemos
que seguir avanzando y hacer de nuestro feminismo y nuestras organizaciones de
mujeres un ente a la altura de ellas, las que nos precedieron.
Yo reivindico aquí que fue cosa de las mujeres que ocuparon el espacio Democrático antes que nosotras, mujeres como Concepción Arenal, como Clara Campoamor, como todas nuestras abuelas. Aquellas que formaron parte de esa gran
generación y que estuvieron activas y luchando sin cesar en el empeño, aún a pesar
de la dictadura. Una cruel dictadura que las apartó de la vida Democrática, aunque
nunca de sus ideas, nunca de su lucha, nunca de su proyecto de vida y libertad y
nunca de su feminismo; confinándolas en el exilio a algunas, en las cárceles a otras
y a otras muchas en sus propios hogares de los que fueron prisioneras toda su
vida.
Permítanme que me atreva desde estas líneas a invitarles a unirse a mí y a la
Asociación que presido para hacer día a día el homenaje justo, equitativo y deseable por las gentes democráticas de este país a esa gran generación de mujeres de
1931, junto a las que hemos podido caminar en la oscuridad de la dictadura, percibiendo al final del túnel una luz, la que ellas encendieron para nosotras, indicándonos el camino.
Clara Campoamor estuvo dedicada al mismo tiempo a crear el movimiento
feminista y a luchar por los derechos de los niños y las niñas, algo que no se señala
lo suficiente a pesar de que fue la completa protagonista -en esa época- de la defensa de los derechos de la Infancia y de tener un compromiso propio y personal
en esta tarea.
Clara Campoamor fue algo más que el voto, y de su obra algunas cosas quiero
resaltar.
En 1921 inició una campaña a través de la recaudación popular en Madrid
en la que buscaba el homenaje de todo el pueblo de Madrid a Concepción Arenal.
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Clara Campoamor y otras mujeres: una generación irrepetible
Tuve el privilegio en 1987 de ser invitada por todas las organizaciones de
Madrid a inaugurar el busto, ese mismo que Clara Campoamor había aprobado en
su momento y no fue posible llevarlo adelante, ese busto fue presentado en unos
jardines de Madrid y al pie de la estatua se encontraba la dedicatoria que ella había
impreso desde el primer borrador “A quién amó la ciencia y consoló la desgracia”;
Este fue el homenaje de las mujeres de Madrid a Concepción Arenal.
Las organizaciones de mujeres de Madrid me concedieron el privilegio, en
nombre de Clara Campoamor, de inaugurar el monumento y dedicar a través de
mis humildes palabras un recuerdo de añoranza, reconocimiento y solidaridad
para con las dos mujeres representativas del movimiento feminista por excelencia.
Clara Campoamor había muerto sin poder ver realizado su gran proyecto de
homenaje a la mujer que admiró y en cuya figura inspiró su vida. Aunque tenía
por fin la escultura y la dedicatoria que por la que ella misma desde 1921 había
venido suspirando.
En 1921 se inicia el camino para declarar abolida la pena de muerte en España abanderado por Clara Campoamor. Protagonizó un encuentro de intelectuales, organizaciones de mujeres y sindicales de todo el espectro político con ansias
de Democracia, con el fin de conseguir del Gobierno la anulación en nuestras
Leyes recogidas en el Código Penal y/o Militar de dicha barbarie. Fue también la
artífice de la abolición de la prostitución y de la penalización del proxeneta, a pesar
de que –actualmente- nadie parezca acordarse.
Dando un salto en la historia, me planto en agosto de 1925, donde sale a la
luz un libro titulado “Feminismo Socialista” cuya escritora fue una feminista valenciana llamada María Cambrils.
Es a Clara Campoamor a quién le corresponde el privilegio -por expreso
deseo de la escritora- de prologar el libro. Les invito desde estas líneas a que se sumerjan en estas hojas donde desde el prólogo hasta el final encontramos una exposición lúcida y de futuro; todavía hoy cada vez que me asomo a estas hojas que
ya leí en mi juventud sigo contagiándome de su mismo entusiasmo e ideología.
En dicho prólogo Clara Campoamor refiriéndose y definiendo el feminismo
de la autora, María Cambrils, nos dice:
“Su feminismo es la única forma posible y sincera de ese anhelo de sumar su
labor a la actividad social, cuya ordenación sufre asimismo, totalmente la mujer
cuando sólo mínimamente les he dado preparado y producirla, porque como decía
Cesar Falcón, analizando el fracaso de las nobles feministas inglesas derrotadas en
su pretensión, por derecho en ingresar en la cámara de los Lores, el feminismo no
se ha cultivado jamás en los campos de golf, dice Clara Campoamor, que el feminismo es sufrimiento, consideración de derechos y lucha por una sociedad de hombres y mujeres por igual, con los mismos derechos, las mismas responsabilidades, y
las mismas libertades, porque sólo hay una libertad, la de todos y todas por igual”.
Como seguramente habrán notado, esta segunda parte es un humilde añadido propio a la reflexión de Clara Campoamor, que estoy segura de que compartiría.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Avanzando en el prólogo, unas líneas más adelante, Clara Campoamor volviendo a referirse al feminismo de María Cambrils y a ella misma, nos señala:
“María Cambrils entiende el feminismo como mujer, no dependiente de otro, un
logro sólo posible a través del trabajo, del esfuerzo, el conocimiento: lo entiende
como una actitud independiente hacia opciones políticas”.
Este es el feminismo que distinguió a Clara Campoamor y por el que apostamos desde una Asociación creada en honor a ella y con el fin de que su legado
no quede aparcado ni olvidado.
La independencia: que hermoso fue decirlo para María Cambrils, Concepción
Arenal y Clara Campoamor, pero que duro fue el camino.
Son muchas las tentaciones que, desde el partidismo, las buscaron a ellas.
En estos días continúan buscando a otras y sobre todo a Asociaciones como las
nuestras, casi siempre con la intención de dar brillo a sus propios postulados y programas y atraer el voto.
Ha habido algunas excepciones, como las vividas por el Gobierno, el Congreso y el Senado en el último año, coincidiendo con el aniversario del reconocimiento de las mujeres al voto, como han sido la Ley contra la Violencia de Género
y la Ley de la Igualdad, que han hecho posible –en tiempos tan enfrentados como
los actuales- la unanimidad.
No podemos dejar de resaltar la actitud y comportamiento de Clara Campoamor frente al Gobierno de la dictadura de Primo de Rivera así como el rechazo a
las condecoraciones que por venir de Instituciones análogas u organismos relacionados con la dictadura no aceptó, devolvió e incluso llegó a repudiar.
No solo rechazó dichas condecoraciones, sino también nombramientos para
formar parte de aquellos gobiernos, nombramientos golosos para sí misma y para
la lucha que estaba liderando. Pero ella consideraba -como hemos tenido en cuenta
generaciones futuras en otra dictadura similar- el no consentir la legitimidad de
dictaduras o Instituciones no democráticas. E incluso las que siendo elegidas por
el voto popular utilizan nuestro prestigio, nuestro nombre y la aceptación popular
-como en el caso de la Asociación Clara Campoamor- de muchas organizaciones
y colectivos que se inspiraban en ella y con ella como una salida de futuro.
No todas las mujeres feministas de la época que hoy son parte de la historia
del movimiento feminista de este país y a quienes Asociaciones les han dedicado
su nombre, tuvieron el mismo comportamiento; más bien alegando el bien de la
lucha, formaron parte y aceptaron el caramelo que la dictadura de Primo de Rivera
las propuso.
Y a esto me estaba refiriendo, a ese debate que surge en 1921 y que ha tenido
continuidad a lo largo de esa ausencia de Democracia que hemos vivido a lo largo
de la historia en este País. Debate que yo sí he vivido.
El debate, creado por el movimiento feminista tras la entrada de esas mujeres
en los gobiernos de la dictadura de Primo de Rivera, fue el mismo que mantuvo
allá por los 60 y 70, mi generación. Si entrar en las estructuras de la dictadura de
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Clara Campoamor y otras mujeres: una generación irrepetible
Franco, era el mejor servicio para los intereses de un futuro en libertad y la búsqueda de un Estado de derecho, o para quienes en nombre de ese futuro buscaron
no nuestros intereses sino los suyos propios.
Y es un debate que debe permanecer vivo en la memoria histórica de un
país. Ya fuera la lucha anti Primo de Rivera, primero, y anti Franquista después.
Seguro que me están entendiendo, me estoy refiriendo entre otras estructuras
al sindicato vertical, SEU, etc., donde unas opciones de izquierdas decidieron estar
y otras opciones de izquierdas entre ellas el feminismo, decidimos que para nada.
Retomando de nuevo, la semblanza de Clara Campoamor, inspirándome en
sus pensamientos, me he permitido a lo largo de estos años, definir su feminismo
y el de la Asociación que yo presido como El feminismo de la solidaridad, aquel que
se ejerce no para nosotras, sino repitiendo a Clara Campoamor para nuestras hermanas las que menos tienen.
Aún ciertos sectores de la sociedad Española desconocen que desde la más
absoluta independencia y proclamándola a ésta como bandera, en 1929 y en 1930
Clara Campoamor, despojándose de todo interés partidista, colaboró con los grupos de mujeres del Partido Socialista Obrero Español para convencer y concienciar
a los hombres del partido de cara a que el futuro Congreso a celebrar en mayo de
1931 recogiera como derecho ineludible el reconocimiento de las mujeres a votar
en igualdad al hombre. Y así fue, con la oposición de algunos, pero por mayoría
se aprobó esta enmienda, entre cuyas defensoras y ponentes estuvo la propia María
Cambrils.
Hay que señalar que desde las diversas sedes de dicho partido se le invitó
como conferenciante, siendo a la vez homenajeada por la colaboración con este
partido en la misma lucha, pero ella seguía siendo independiente, repitiendo constantemente su independencia y republicanismo pero siempre identificándose con
cualquier colectivo que marchara a favor de la lucha por los derechos y libertades
de las mujeres y la Infancia.
Antes de continuar con la semblanza de Clara Campoamor y la trascendencia
de su paso por la política, quiero volver a Concepción Arenal y a un hecho que ha
trascendido y trascenderá a la historia del feminismo y de la democracia de este país.
Un hecho más que protagonizó Concepción Arenal y que Clara Campoamor casi
siempre recordaba a lo largo y ancho del país en conferencias o escritos que tuvieron
que ver con la libertad y las precursoras de esta libertad sobre todo de las mujeres.
Concepción Arenal quiso estudiar derecho y para ello, quería ir a la Universidad. Algo que por aquellos años, mediados del XIX, estaba prohibido y vetado
para las mujeres. En un rasgo de aquella rebeldía que la caracterizaba, se acercó a
la la facultad de derecho de la Universidad de Madrid y se matriculó… El resultado: el que todos y todas y el movimiento feminista de Madrid esperaban… Rehusada, rehusada y rehusada.
No conforme con este gesto de rebeldía, dio un paso más, más comprometido
y viendo los resultados posteriores, más peligroso. Cambiando su segundo nombre
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
por el primero, que bien podía ser un nombre masculino se matriculó y se presentó
en la universidad ante el registro vestida de hombre, vestimenta o disfraz que no
abandonó hasta el último año de carrera que la descubrieron. Fue objeto de intento
de linchamiento, por sus compañeros de aula, y sólo un joven entre aquellos, elevó
su voz defendiéndola ante esa chusma de locos evitando lo peor. Años posteriores
a estos hechos, Concepción Arenal, se casó con este joven. Formando un matrimonio de intelectuales, amigos y grandes compañeros, donde el uno compartía las
inquietudes del otro, y el otro compartió el tiempo que tuvo de vida a Concepción
Arenal, y el protagonismo que tuvo durante toda su trayectoria.
Hace algunos años, bastantes, que quiero recordar, tuvimos ocasión de ver
una película americana, en la que una joven judía, protagonizaba un hecho similar,
y tengo que decir que esta película fue muy comentada en los foros feministas, yo
ya desde entonces aprovechaba las conferencias o debates a los que era invitada
para hablar o comentar sobre ella, siempre con el mismo planteamiento…
Podrá ser una película americana, no sabemos si basada en un hecho real,
pero aquí en España fue real, tan real como la misma Concepción Arenal. Fue un
hecho que tuvo tanta trascendencia, que obligó a modificar la Ley de Educación
y Universidades y a partir de este momento, por ella y por esta lucha se hizo realidad la reivindicación básica del reconocimiento de las mujeres y su opción libre
a matricularse en una Universidad o en escuelas de oficios.
No fueron reconocidas todas las materias, carreras Universitarias u oficios
pero es un hecho histórico que me veo obligada a reseñar.
¿Quién puede poner en duda que aquí se inicia el camino del reconocimiento
de la Igualdad entre hombres y mujeres y que tuvo en Concepción Arenal su protagonista?
Quedaban más cosas, y eso el fue el reto y la antorcha que recogió Clara Campoamor, y a la que dedicó toda su vida. Ir a la universidad, a algunas universidades,
le era insuficiente. Las mujeres estábamos igual de preparadas que los hombres y
teníamos el derecho innato de participar y a formarnos en igualdad.
Pero, ¿Se conformaron estas dos mujeres sólo con tener acceso y formación
y educación? ¿Se conformaron sólo con tener derecho y acceso a la universidad o
a escuelas universitarias? No, y lo fueron expresando y reivindicando a lo largo del
camino, y lo lograron, ya que después vino la segunda parte, donde se les reconocía el derecho a formarse pero no a ejercer en aquello para lo que se habían formado.
Y este derecho, fue uno de los logros que en 1931 y con anterioridad a la
propia Constitución y ya definitivamente en la Constitución de la República de la
1931 queda constancia del derecho pero como derecho constitucional irrefutable.
Por eso insisto, y no me canso de repetirlo que las mujeres, y hombres de hoy
no somos protagonistas de casi nada, porque ellas las que nos precedieron. No
sólo iniciaron un camino por el que todavía nos queda largo trecho de andar, nos
dejaron y nos dijeron claramente que sólo se hace camino al andar.
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Clara Campoamor y otras mujeres: una generación irrepetible
Como una nota más sobre Concepción Arenal que no debemos omitir, cabe
aclarar y señalar algo que es indiscutible, algo que nada ni nadie -especialmente
los especialistas en derecho penal y penitenciario- ponen en duda: Fue la ideóloga
intelectual y creadora del pensamiento a través de tesis y escritos de políticas penitenciarias, dándose la circunstancia de que hoy en día, sus textos son leídos y
analizados por diferentes Gobiernos y colectivos de Europa.
Pero ya en los inicios de 1900 el Gobierno de Holanda, uno de los Gobiernos
Europeos más progresistas de la época, optó por recoger en sus textos penales y
penitenciarios, así como en sus propias leyes, los textos de Concepción Arenal sin
modificaciones y con todos sus puntos y comas.
Es triste que en Holanda se le siga tomando más en consideración que en su
propio país.
Volviendo a Clara Campoamor y verán ustedes que no estoy relatando mucho
sobre el voto y el 1 de octubre de 1931, hecho y fecha del que se ha hablado, escrito y narrado largamente en el 2006, me voy a referir a la propia Constitución
de la República de 1931, pero más en su fondo y en sus formas de las que Clara
Campoamor, como a ella le gustaba definirse “fue culpable”. Bendita culpable.
Una pregunta que se harán ustedes es ¿como es que una mujer y de la talla
de Clara Campoamor accede a las Cortes Republicanas?
Después de un duro enfrentamiento entre Azaña y Clara Campoamor, decide
esta última, por entender que se estaba marginando a las mujeres y a la composición de las listas por Madrid y por algunas otras razones que dejaremos de momento, acercarse al Partido Radical Republicano y ofrecerse como cabeza de lista
por Madrid pero con un programa de Gobierno que llevaba ya redactado y con el
compromiso por el propio Partido de llevar a buen término a las futuras Cortes.
Dicho programa electoral, recogía entre sus apartados sus viejas y constantes
reivindicaciones: derechos de la infancia, derechos de las mujeres a nacionalizarse
libremente, a asociarse, a inscribirse en las escuelas y universidades, a trabajar en
igualdad al hombre con un mismo salario, el derecho gratuito a la salud y a la enseñanza, despenalización del adulterio, derecho a decidir sobre su propia maternidad, derecho de las mujeres a votar en igualdad al hombre, en una palabra un
programa electoral que venia a decir en todo su texto: igualdad, libertad.
Con el mismo espíritu de confianza en si misma, no tenía por que ocultar
delante de nadie sus capacidades, que eran muchas. Vuelve a pedirle al Partido
Radical Republicano, con su ya merecida y justa acta de Diputada, que quiere
formar parte de la Comisión Redactora de la Constitución republicana; lo dice
con claridad como ella siempre se expresaba: “quiero que me propongáis para
formar parte de la Comisión Redactora de la Constitución por varias razones: soy
la mejor y solo yo en todo este Congreso de los Diputados estoy preparada por
conocimiento y corazón para llevar los textos a la Constitución de los derechos
y reivindicaciones de la Infancia ampliamente recogidos en el propio programa
electoral”.
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Homenaje a Clara Campoamor
El partido con buen acierto y es de las pocas cosas de las que las mujeres estaremos agradecidas, negoció con el resto de los grupos para que votaran dicha
propuesta. Fue la segunda más votada, pero dando un paso más pidió ser la portavoz de dicha Comisión porque ella sabía que era la forma de ponerse frente a las
Cortes y defender sin vacilaciones las propuestas que iba ganando en dicha Comisión, aquellos votos particulares, como fue el reconocimiento del voto de las mujeres y la investigación de la paternidad.
Es conocido el comentario que Clara Campoamor hizo sobre si misma y su
actitud ante el voto y la Constitución de 1931: “He defendido esta constitución,
los derechos de la mujer y de la infancia, los derechos de los hombres y mujeres
de la República poniendo mi cabeza y corazón”.
El ayuntamiento de Cercedilla (Madrid) ha elevado un monumento a Clara
Campoamor y entre las tres frases inscritas en dicho monumento, consta, como es
lógico en forma reducida, esta inscripción. “He luchado por el voto, poniendo en
ello, la cabeza y el corazón”. Permítame que aproveche para agradecer al ayuntamiento de Cercedilla y a otros ayuntamientos de lo largo y ancho de la España tan
querida y añorada por Clara Campoamor, los homenajes, monumentos e inscripciones, calles y avenidas que a ella, se le han dedicado.
Recuerdo otro pueblo en Andalucía (La Rinconada, Sevilla) y permítame que
no sólo como feminista vasca, sino por justicia haga mención al ayuntamiento de
Barakaldo en Bizkaia, que ha dedicado todo un centro cultural, a su memoria, así
como la plaza que la circunda.
Para que decir del Congreso de los Diputados y del Senado, donde han sido
numerosos los actos y lugares o rincones como las salas más importantes, que se
han dedicado y se seguirán dedicando a Clara Campoamor.
Y no sería justa si además no hiciera una mención especial a mujeres o a Asociaciones que nos han acompañado en todos estos homenajes y en estos 24 años
a veces muy complicados, entre ellas me gustaría destacar a la Comisión de Investigación de Malos Tratos, el Consejo de la Mujer de la Comunidad de Madrid y un
largo etcétera, agradecerles sobre todo que hayan estado caminando con nosotras
y esquivando principalmente para y por la mujeres, cada obstáculo del camino.
Perdónenme que les diga a ustedes y a las instituciones que no me parece suficiente, que espero más y quiero más; quiero más de Asturias, quiero más de Euskadi, quiero más de Madrid,…quiero más de España.
En Euskadi, tenemos una gran deuda, con ella, que todavía las instituciones
vascas no han pagado lo suficiente. Y en ello estamos, seguro que lo lograremos, que
haremos justicia con ella. Cuando un grupo de feministas vascas hace 24 años, sentamos las bases de la creación de una Asociación de mujeres, no tuvimos ninguna
duda, ni en el nombre, ni en los postulados políticos, ni en el proyecto en su conjunto.
Cuando nos presentamos ante los medios de comunicación por primera vez,
y nos preguntaron el porqué del nombre de dicha Asociación, mi respuesta fue la
que sigo dando 24 años después.
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Clara Campoamor y otras mujeres: una generación irrepetible
Como vascas y como feministas, tenemos una deuda pendiente con Clara
Campoamor, y esta es una manera humilde, pero digna de empezar a pagarla.
Tenemos como resultado uno del que puedo dar constancia. Porque ahora
mismo en mis manos estoy manejando en una publicación de la época la propia
Constitución de 1931 de la A a la Z. Redacción que no solo es por el contenido
(como decía al principio sino por la forma), esta redactada por ella misma con el
consenso de los compañeros de la Comisión y tiene una virtud que yo echo en falta
en nuestra actual Constitución que es: la sencillez y naturalidad de las palabras,
que ella pretendió y logró, logró que los hombres y mujeres de la República entendieran su Ley básica y cuales eran sus derechos y obligaciones; por ejemplo,
ubicándonos en el capítulo de familia, economía y Cultura encontramos algunas
frases simples.
Artículo 43:
“El matrimonio se funda en la igualdad de derechos. Los padres están obligados a alimentar, asistir, educar e instruir a sus hijos e hijas. El estado velará por
el cumplimiento de estos deberes y se obliga subsidiariamente a su ejecución”
“Los padres tienen para con los hijos habidos fuera del matrimonio los mismo
deberes que respecto de los nacidos en él”
“Las leyes civiles regularán la investigación de la paternidad”.
“No podrá consignarse declaración alguna sobre la legitimidad o ilegitimidad
de los nacimientos, ni sobre el estado civil de los padres, en las actas de inscripción, ni en filiación alguna”
“El estado prestará asistencia a enfermos y a ancianos y protegerá la maternidad y la infancia”
Artículo 46:
“El trabajo en sus diversas formas es una obligación social y gozará de la protección de las Leyes”
“Su legislación social regulará el seguro de enfermedad, accidente, paro forzoso, vejez, invalidez y muerte; el trabajo de las mujeres y de los jóvenes y especialmente la protección a la maternidad; la jornada de trabajo y el salario mínimo
y familiar; las vacaciones anuales remuneradas; las condiciones del obrero Español
en el extranjero…..”
Artículo 47:
“La república protegerá al campesino y a este fin legislará, entre otras materias, sobre el patrimonio familiar inembargable y exento de toda clase de impuestos, crédito agrícola, indemnización por pérdida de las cosechas, cooperativas de
producción y consumo, cajas de predicción, escuelas prácticas de agricultura,
granjas de experimentación agropecuaria, obras para el riego y vías rurales de comunicación.
“La republica protegerá en término equivalentes a los pescadores”
Artículo 48:
“La enseñanza primaria será gratuita y obligatoria, los maestros, profesores y
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catedráticos de la enseñanza oficial son funcionarios públicos. Y la libertad de cátedra queda reconocida y garantizada por la República”
“La República legislará en el sentido de facilitar a los Españoles económicamente necesitados el acceso a todos los grados de enseñanza, a fin de que no se
halle condicionado más que por la actitud y la vocación”.
“La enseñanza será laica, hará del trabajo el eje de su actividad metodológica
y se inspirará en ideales de solidaridad humana”
No les quiero cansar con Artículos de la Constitución de 1931, me dirán ustedes que bastante tienen con entender la de 1978, pero esta reflexión del articulado de la Constitución Republicana venía más que nada como demostración de
la sencillez de las palabras y de la profundidad en los derechos reconocidos para
la sociedad de 1931 con bastante exactitud, ¿se imaginaban ustedes que todos los
hijos e hijas fueron reconocidos en 1931 iguales en derechos ante la Ley sin descripción alguna sobre la situación del padre? Simplemente eran hijos e hijas nacidos de padre y madre sin distinción alguna.
Hay un artículo muy corto, que merece especial mención, en concreto el Artículo 23, apartado 4 refiriéndose a las mujeres Españolas casadas con extranjero
o extranjeras casadas con españoles: “conservará la mujer, la nacionalidad de origen o adquirirá la de su marido, el único requisito era la libertad de la mujer a decidir sobre su propia nacionalidad”
Después de esta extensa narración, tengo que confesarles que ni siquiera voy
por la mitad de lo que yo entendería como análisis y reflexión sobre la semblanza
y el papel histórico que le tocó vivir a Clara Campoamor, siempre desde la libertad
por la que optó frente a sus propios intereses e incluso frente a su propia vida y
libertad.
No quiero terminar sin acercarme a todos y todas ustedes y principalmente
a las mujeres, mujeres que asumen desde la opción libre por la que han optado,
un papel en la vida política, social y económica de este país.
Recientemente se ha aprobado la Ley de Igualdad, las listas que ahora mismo
se están ofreciendo por las que los ciudadanos y las ciudadanas tendremos la última
palabra está compuestas por hombres y por mujeres por igual y a esas mujeres, futuras concejalas o parlamentarias, que tendrán responsabilidades aún en los rincones más pequeños de España, no os creáis que sois únicas responsables y que por
vosotras mismas estáis ahí, porque os estaríais engañando a vosotras mismas y prestando un mal servicio a la lucha de las mujeres. Estáis ahí, y no lo olvidéis nunca,
porque otras mujeres como Concepción Arenal, María Cambrils, Clara Campoamor, y un largo etcétera de mujeres que hemos hecho posible entre todas que hoy,
no nosotras sino vosotras estéis ahí, representándonos, decidiendo y haciendo una
sociedad nueva porque muchas mujeres os habéis incorporado a ese espacio privilegiado desde donde debatiréis, decidiréis y votareis por todas nosotras.
Decía Clara Campoamor, aquel 1 de octubre de 1931, finalizando su intervención, una vez aprobado el reconocimiento del reconocimiento de las mujeres
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Clara Campoamor y otras mujeres: una generación irrepetible
a votar en igualdad al hombre, contestando a las intervenciones de sus señorías
compañeros de escaño que la felicitaban por el éxito y por la inteligente forma de
llevar a debate el voto. “Yo solo soy una, que estoy aquí ante ustedes, y solo he
puesto una semilla, otras mujeres vendrán y florecerán” y añado: vaya si hemos florecido.
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DEL DERECHO AL VOTO A LA DEMOCRACIA PARITARIA
Sra.Dña. Amparo Rubiales Torrejón
Abogada y Consejera del Consejo Consultivo de Andalucía
Hace cinco años, con motivo del 70 aniversario del reconocimiento del derecho de voto a la mujer en la Constitución republicana de 1931, di una conferencia en un club de Sevilla, en la que fui presentada por Felipe Gonzáles; el texto de
dicho trabajo fue publicado entonces por Amelia Valcárcel en la revista Leviatán
con el título de “El siglo de las mujeres. Del derecho al voto a la democracia paritaria.” Hoy, cinco años más tarde, vuelvo a escribir sobre el tema, lógicamente, en
parecidos términos a los de entonces.
La primera reflexión que me he hecho y que quería manifestar es, por otra
parte, obvia. Ha pasado mucho tiempo desde la consecución del derecho de
voto femenino, 75 años, toda una vida, pero ha cambiado aún más la situación
de la mujer en España en estos años. Tanto que se puede afirmar, sin riesgo a
equivocarnos, que ha sido una auténtica revolución lo que se ha operado en
nuestras vidas, en todos los niveles. La situación es tan distinta, que cuando
pensamos o contamos como era antes, parece que estemos hablando de una
historia muy lejana, muy antigua y, sin embargo, no lo es tanto. Es casi la historia de mi vida. Cuando nací hacia solo 14 años de esa fecha mágica para las
mujeres españolas que es 1931, año en el que alcanzamos nuestra condición de
ciudadanas.
Desde que se formula el concepto de democracia paritaria en la cumbre de
Atenas de 1992 hasta este año de 2006, año de la Ley de Igualdad, han pasado
también otros 14 años y, sin embargo, aquella efeméride no me parece tan lejana.
Es verdad que la conciencia en los primeros años de la vida no es igual que la que
tienes cuando eres adulta, pero no deja de ser menos cierto que el desconocimiento de aquella época y de la mujer que hizo posible el reconocimiento del
voto, Clara Campoamor, también tiene que ver con las circunstancias políticas
que, desgraciadamente, vivimos en este país.
No parece lógico que una mujer como Clara Campoamor haya sido tan desconocida, y aún lo siga siendo, para la inmensa mayoría de la sociedad, incluidas
las mujeres; al inicio de los años 70, cuando comienzo a participar en el Movimiento de mujeres recuerdo que teníamos un conocimiento difuso sobre Clara
Campoamor y Victoria Kent, y nosotras éramos “las concienciadas”, y discutíamos,
sin que lo tuviéramos claro, cual de las dos llevaba razón en el debate sobre el reconocimiento del voto a la mujer en el año 31, y si esto lo discutíamos las feministas más comprometidas de la época; el resto de las mujeres no tenían ni idea de
lo que había pasado.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Al olvido generalizado al que ha estado sometida la Republica y los políticos
republicanos, hay que añadir, en el caso de Clara Campoamor, su condición de
mujer, republicana y feminista; esto fue difícil de soportar entonces y hoy el olvido
generalizado parece ser su destino, si no hacemos nosotras cosas para impedirlo.
Este olvido se debe a “la ablación de la memoria histórica” de la que habla Amelia
Valcárcel en su libro “Rebeldes”: “cuando pretendemos hacer historia del feminismo
español y leemos a las personas que han escrito desde finales del siglo XIX hasta los
años 30, o sabemos de sus biografías, en realidad estamos recuperando, con la ayuda
de un puente larguísimo, una memoria que no nos pertenece del todo.”
Las mujeres lo hemos tenido social y políticamente más difícil que los hombres, es algo bien sabido; con la Revolución francesa no alcanzamos la condición
de ciudadanas; se suponía que no estábamos destinadas a ninguna otra función
que no fuera la de ser esposas y madres y han tenido que ocurrir muchas cosas
para que esta situación de marginación se transformara y se cambiara esa concepción de que tan solo el mundo de lo privado nos pertenecía, reservándose a los
hombres el terreno de lo público.
El Estado estaba formado por hombres con responsabilidades y derechos que
participan en la elaboración de la voluntad general y en la realización del interés
común. Las mujeres vinculadas a un orden previo, privado, ni siquiera pueden
pensar en ese otro orden, su situación en la esfera familiar no es política, sino natural. Como colectivo debe de ser mantenido bajo la autoridad real y simbólica de
los varones. La profesora de Derecho constitucional Julia Sevilla, dice:“Esta construcción camufla y perpetúa la primera posición social de dominación/subordinación que se produce en la historia de la humanidad convirtiendo una diferencia
sexual en diferencia política: Esto quiere decir que los roles sociales asignados a
los hombres por ser hombres y a las mujeres por ser mujeres se han traducido en
jerarquía y autoridad que, asimismo, ha derivado en la exclusión de las mujeres
de todo lo que significara poder y decisión política. Para ello se ha usado la mejor
arma: el Derecho. Sin su mediación la persona no existe, no tiene derechos que,
recordemos, son inherentes a todo ser humano, pero de nada sirven sin el reconocimiento del derecho y su asunción por el Estado”.
El sufragismo nace como un movimiento de agitación internacional en las
sociedades industriales, con dos objetivos concretos: el derecho al voto y los derechos educativos; en alcanzarlos se tardó, aproximadamente, unos 80 años, lo
que supone al menos tres generaciones empeñadas en el mismo proyecto, de las
cuales al menos dos no llegaron a ver ningún resultado. Los países industrializados
necesitan de mano de obra abundante y barata, tienen que sacar a la mujer del
hogar para llevarla a la fabrica, haciéndola coparticipe en las tareas de producción;
esto permitió a las mujeres tener un mayor acceso a al educación y empezar a reivindicar con fuerza el derecho al voto.
Es sabido que inicialmente solo los poseedores de una determinada renta
votaban, pero no las pocas mujeres que tuvieran la misma condición. Después
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Del derecho al voto a la democracia paritaria
el voto se aseguraba con la autosubsistencia, pero no para las mujeres, aunque
tuvieran empleo y, por último, todo varón podía ejercerlo con independencia
de su condición, pero ninguna mujer fuere cual fuere la suya. Cuando todos los
varones pudieron votar se afirmo que se había conseguido el sufragio universal,
sin añadir que esa “universalidad” era solo para la mitad de la población, mientras la otra quedaba privada de su ejercicio. El sufragio fue la primera reivindicación pedida y la última en obtenerse. El voto universal masculino se obtiene
en España en 1890.
El derecho al voto se consigue en Europa, para las mujeres de algunos países,
en los alrededores de la Primera Guerra Mundial: Finlandia, Noruega, Dinamarca,
más Rusia, lo reconocen entre 1906 y 1917; en Inglaterra en 1918 para las viudas
y mayores de 30 años y en 1928 para todas las mujeres, en Alemania en 1919 y
en el resto de países europeos al final de la Segunda Guerra Mundial, 1945, Francia e Italia. Otros, como Suiza, en 1971 y Portugal en 1976.
En España se puede situar en los años 20 la consolidación de un proceso
que, aunque muy minoritario, venia gestándose desde finales del siglo XIX: la participación de las mujeres en la vida pública y el avance que esto produce en su situación social, laboral y legal. Curiosamente, fue durante la Dictadura de Primo
de Rivera cuando se ponen las bases de lo que más tarde sería el movimiento feminista español y sobretodo el movimiento de las mujeres por la consecución de
sus derechos políticos. La dictadura necesitaba ampliar su base social y vuelve su
vista a las mujeres; además quería dar una imagen de modernidad e intenta seguir
el ejemplo de lo que está pasando en otros países de Europa, que empiezan a reconocer el sufragio de las mujeres. Por esto, el 12 de abril de 1924 se publica un
Real Decreto reconociendo el derecho de voto a las mujeres solteras y viudas, excluyendo del mismo a la mujer casada para que no pudieran ejercer el voto en
contra de sus maridos. Se partía de la idea del “voto familiar” y no se les reconocía
un derecho personal, independiente de su estado civil, sino por su condición de
cabeza de familia en aquellos casos en que faltaba el padre habitual, Nunca se ejerció tal derecho, porque no hubo elecciones. En 1927, Primo de Rivera creó una
Asamblea Nacional Consultiva, que nadie elegía ni podía legislar; de ella formaron
parte 13 mujeres; Clara Campoamor rechazó participar en la misma. De todo se
esto se ocupa sobradamente Rosa María Capel en su magnifico libro titulado “El
sufragio femenino en la Segunda República española.”
El Gobierno provisional de la República con el objeto de convocar elecciones
a Cortes Constituyentes modifica la Ley Electoral de 8 de agosto de 1907, mediante Decreto de 8 de mayo de 1931. La reforma afecta básicamente a cuatro aspectos, entre ellos que se reputa elegibles a las mujeres y los sacerdotes, sin que
haya sabido nunca el porque de esta inclusión de los sacerdotes, pero así lo dice
el Decreto.
La redacción del anteproyecto de Constitución fue encomendada a una Comisión parlamentaria que, presidida por el socialista Luis Jiménez de Asúa, elaboró
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
el anteproyecto en el tiempo record de veinte días. De esta Comisión formaba
parte Clara Campoamor, diputada radical por Madrid.
El proyecto de Constitución elaborado por la Comisión constitucional reconoce la igualdad de los españoles en los artículos 2 y 23. El reconocimiento de plenos derechos electorales por parte de la mujer quedaría recogido en lo que sería
definitivamente el artículo 36 de la Constitución y que decía: “Los ciudadanos de
uno y otro sexo, mayores de 23 años tendrán los mismos derechos electorales,
conformen determinen las leyes”. Pero llegar a esta redacción no fue nada pacifico.
En el debate de totalidad del proyecto se aborda la cuestión del voto femenino en tres sesiones de las diez que se celebraron; en la del 1 de septiembre, un
diputado radical por Oviedo, Álvarez Buylla, del mismo partido que Clara Campoamor, expresa su temor acerca de los resultados que para el nuevo régimen pudiera acarrear el reconocimiento del voto femenino. Todo el debate se centró en
la defensa, por unos, de lo que llamaron el principio ideológico, de igualdad de
todos los seres humanos, y por otro, el pragmático, que consideraba que había
que anteponer el concepto de conveniencia para la República; nadie estaba en teoría en contra del reconocimiento del derecho de sufragio; se discutía la oportunidad de su ejercicio en esos momentos.
Los que se oponen, defienden que a la mujer solo se le otorgue el derecho pasivo plenamente, pero que se restrinja el uso del derecho activo. Sostienen que “la
mujer española merece toda clase de respeto dentro de aquel hogar español que
cantó Gabriel y Galán, como ama de casa; que la mujer española, como educadora
de sus hijos, merece también la alabanza de los poetas; pero que la mujer española
como política es retardataria, es retrograda; todavía no se ha separado de la influencia de la sacristía y el confesionario y al dar el voto a las mujeres se pone en
sus manos un arma política que acabaría con la República. En contra de esta declaración Clara Campoamor, afirma:” dejad a la mujer que actúe en derecho, que
será la única forma de que se eduque en él, fueren cuales fueren los principios y
vacilaciones que en principio tuviese”.
Todos los partidos coincidían en la necesidad de otorgar el voto a la mujer,
no podían decir otra cosa puesto que el artículo 2 proclamaba la igualdad de todos
los españoles ante la ley y el 25 sostenía que: “No podrán ser fundamento de privilegio jurídico: la naturaleza, la filiación, el sexo -inclusión esta que fue también
objeto de un duro debate por parte de algunos diputados que tampoco querían
que apareciese mencionado expresamente-, la clase social, la riqueza, las ideas políticas ni las creencias religiosas”. Sin embargo, ya hemos dicho que discrepaban
en cuanto a la oportunidad de su reconocimiento en ese momento concreto: la situación cultural y laboral de la mujer no era la más idónea para los intereses republicanos, afirmaban una y otra vez.
La Cámara se dividió casi en dos mitades; los partidarios de reconocer el voto
a la mujer, en las mismas condiciones que a los hombres, eran los socialistas, aunque con importantes divisiones en su seno, y los partidos de la derecha, por razo42
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nes, obviamente, diferentes; los primeros defendían la justicia de su reconocimiento, por encima de razones prácticas de cualquier índole y los segundos, a su
vez, consideraban que el clericalismo de la mayoría de las mujeres les beneficiaría
en ulteriores contiendas electorales; los que se oponían los hacían por las razones
coyunturales ya apuntadas.
Al artículo se presentan diversas enmiendas: solo voy a destacar una de ellas,
la del diputado republicano federal por Soria, señor Ayuso, que fijaba la edad de
votar para los varones a los 23 años y para las hembras en 45 (sic), pues decía que
según un reciente Congreso internacional, él era ginecólogo, “hasta ese momento
el equilibrio psíquico, la madurez mental y el control de la voluntad no es alcanzado por el sexo femenino”; la enmienda no fue tomada en consideración, porque
no tuvo ningún apoyo en la Cámara y Clara Campoamor le replico diciéndole que
hacía más de 25 años que ya le había oído contar la misma historia y concluye: ”Y
voy a decir, por último, que si fuésemos a deslizarnos por el camino de la broma
y del ingenio más o menos oportuno, yo propondría muchas limitaciones para los
varones. No las voy a enumerar; las dejo a la interpretación de los presentes.”
Otra enmienda de Guerra del Río, diputado radical por Las Palmas, modificaba de la redacción la palabra “mismos”: el artículo decía que “los ciudadanos
de uno y otro sexo…tendrán los mismos derechos electorales conforme determinen las leyes” y pasaba a decir que “ los ciudadanos de uno y otro sexo…tendrán
los derechos electorales conformen determinen las leyes”, lo cual permitía cuadrar
el circulo: reconocer el derecho de voto de las mujeres, pero posibilitar que la ley
electoral pospusiera su ejercicio: esta enmienda fue rechazada por 153 votos y
tuvo 93 a favor.
El 1 de octubre de 1931 es el día del reconocimiento del sufragio femenino.
El cronista parlamentario Wescenlao Fernández Flores escribió:”pocas cuestiones
como esta del voto femenino exaltaran tanto la posición del Congreso…”; esta es
la sesión histórica para las mujeres españolas; ese día se enfrentan en la Cámara
dos de las tres únicas diputadas que formaban parte de la misma: Clara Campoamor y Victoria Kent; esta última malagueña, diputada radical socialista por Madrid,
era también Directora General de Prisiones y formaba parte de los partidarios del
aplazamiento del ejercicio del derecho de sufragio:”no es una cuestión de capacidad; es cuestión de conceder el voto a la mujer”. Por el contrario, Clara Campoamor afirmaba que lo que importaba era el principio democrático y la justicia de
su reivindicación: no se podía cerrar el paso a más de la mitad de la población española sobre la base de una hipótesis sobre cual iba a ser su comportamiento electoral… y en medio del griterío de la Cámara concluye su larga y apasionante
intervención afirmando:” no es con agresiones y no es con ironías como vais a
vencer mi fortaleza; la única cosa que yo tengo aquí ante vosotros, señores diputados, que merezca la consideración y acaso la emulación, es precisamente el defender un derecho al que me obliga mi naturaleza y mi fe, con tesón y con
firmeza…la única manera de mudarse en el ejercicio de la libertad y de hacerla ac43
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cesible a todos es caminar dentro de ella”. Hubo más intervenciones e intentos de
retirada del artículo para redactarlo de nuevo y, por último, votación nominal y por
llamamiento. El resultado de la misma fue de 161 votos a favor del artículo y 121
en contra. La distancia de 60 votos de la primera votación se reduce en esta a 40.
Todavía el reconocimiento del voto de las mujeres tenía que sufrir un último
ataque que estuvo a punto de dar al traste con el reconocimiento conseguido, pues
el 1 de diciembre se sometió a debate una enmienda presentada como disposición
adicional por el diputado Peñalba, del grupo de Acción republicana, que no se resignaban a lo que creían un enorme peligro para la República; con ella intentaban
condicionar el ejercicio del voto femenino, de modo que este solo fuera efectivo
en las elecciones municipales y no en las legislativas, manteniéndose esta situación
hasta que se consiguiera una renovación total de los Ayuntamientos. También,
como en la Dictadura de Primo de Rivera, se afirmó que la premisa de la libertad
debe presidir la emisión de todo sufragio y esto solo se cumple hoy por hoy en las
solteras mayores de edad, viudas y divorciadas”. La enmienda fue también sometida a votación nominal y el resultado fue más apretado: 127 a favor de la disposición transitoria y 131 en contra; solo 4 votos de diferencia entre unos y otros
salvaron el ejercicio del sufragio femenino. Este quedaba definitivamente reconocido. “La honestidad política y programática del partido socialista y de unos cuantos pequeños núcleos republícanos hizo lo demás”, escribirá Clara Campoamor.
De la lectura del debate parlamentario se constata la importancia que la figura
de Clara Campoamor tuvo para el éxito alcanzado; probablemente no hubiera salido a flote sin su perseverancia y firmeza y la certeza de que estaba defendiendo
lo que era justo, pero tampoco se hubiera conseguido sin el apoyo de los diputados
socialistas, a pesar de sus división interna y así lo reconoce la propia Clara Campoamor en su libro, cuya lectura siempre recomiendo, “Mi pecado mortal .El voto
femenino y yo.” En este libro hace un exhaustivo análisis de las causas por las que
se perdieron las siguientes elecciones legislativas (1933) y demuestra que no fue
el voto de la mujer el causante de la perdida, como se comprobará más tarde en
las elecciones del Frente Popular (1936); según ella, las elecciones se ganaron o se
perdieron en función de la unidad de los partidos a la hora de concurrir a las elecciones sin que el voto de las mujeres fuera la causa determinante de los resultados
electorales como tan injustamente se ha dicho durante tantos años. Clara Campoamor no volvió a ser diputada, dejó el partido radical e intento, sin éxito, entrar
en otro, y la abandonó la política. Se exiló y está enterrada en el cementerio de Polloe en San Sebastián.
El apoyo de la minoría socialista, fue como he dicho decisivo para el reconocimiento el derecho al voto, sin el no se hubiera logrado y, sin embargo, en su
seno hubo también una fuerte división entre partidarios y no partidarios de su reconocimiento. Entre estos había figuras tan importantes del socialismo como Indalecio Prieto, Julián Besteiro o Margarita Nelken, la única mujer feminista y
socialista, que era entonces diputada por Badajoz, pero que se incorporó al Con44
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greso al final del debate del voto, en octubre del 31, por problemas con el reconocimiento de su acta a causa de su nacionalidad. Prieto y los que estaban de
acuerdo con él se ausentaron de la votación del artículo y en cuanto conoció el resultado de la misma se dice que afirmó que la concesión del voto había sido “una
puñalada trapera a la República”, pero se quedaron en minoría en el grupo parlamentario socialista: la mayoría apoyó el sufragio femenino por razones de equidad
y justicia. De hecho el que el sufragio pasará a primera línea de la agenda política
en Europa fue consecuencia de que la Internacional Socialista de Mujeres, reunida
por primera vez en 1907, admitiera el voto como algo irrenunciable.
En conclusión, en el debate del voto hubo tres votaciones: 1 de setiembre, debate de totalidad, 1 de octubre, el debate del que después será el artículo 36, y el
1 de diciembre en el que se pretendió introducir una disposición transitoria retrasando su ejercicio. Pues bien, en las tres votaciones los que se oponían al reconocimiento del derecho al voto iban sumando fuerzas: 93 en la primera, 121 en la
segunda y 127 en la tercera. En esta última, por diversa ausencias, se ganó por tan
solo 4 votos de diferencia.
La Segunda República acabó como acabó y le siguieron 40 años de dictadura,
en los que hombres y mujeres tuvimos “vacaciones forzosas” en el ejercicio del
derecho de voto. Cuando en una sociedad se producen injusticias las sufre toda
la sociedad, pero el colectivo que parte de una situación de inferioridad o de desventaja las padece doblemente. Las mujeres españolas lo pasaron mal, muy mal,
en la dictadura: carecían de derechos civiles, políticos, económicos y sociales; apenas tenían acceso a la educación y menos a la universitaria. El Fuero del Trabajo,
aprobado en 1938, aseguraba en su punto segundo que el Estado “libertara a la
mujer casada del taller y de la fabrica”.
En el orden jurídico, los Códigos napoleónicos, y el nuestro lo era, consagraron la minoría de edad perpetua para las mujeres, sobretodo para las casadas; la
capacidad jurídica tenía que ver con el sexo de las personas y, sobretodo, el estado
civil condiciona esa capacidad, así como los aspectos patrimoniales de la relación.
No parece razonable que las mujeres no adquieran los mismos derechos que sus
hermanos, hijos, padres y maridos. La mujer es un ser carente de derechos. No
puede tener la patria potestad ni los derechos de ciudadanía, pero puede parir
ciudadanos capaces sin serlo ella misma. Es una sinrazón que debería invalidar
como sujetos pensantes a los que construyeron esta organización social.
Con los primeros atisbos de apertura de España al exterior se puso de manifiesto lo arcaico de nuestra legislación y hubo algunos intentos de reforma. En
la del año 1958 se afirma que “la ley no contendrá discriminación alguna por
razón del sexo”, pero que solo será aplicable a las mujeres solteras, no a las casadas. “El matrimonio exige potestad de dirección que la Naturaleza, la Religión y
la Historia atribuyen al marido…” asegura. En 1961 se publica la ley de los derechos políticos, profesionales y de trabajo de la mujer, en la que proclaman la
igualdad de derechos de la mujer respecto al varón, aunque todavía mantienen
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profesiones excluidas de su ejercicio para las mujeres como la de magistrado, jueces y fiscales y se mantiene la “autorización marital” para la mujer casada que no
se suprime hasta el año 1975.
El artículo 57 del Código Civil sigue diciendo que “el marido debe proteger
a la mujer y esta obedecer al marido”; norma injusta, que da por supuesta la inferioridad de la mujer, que institucionalizó la autoridad marital y que esta en el origen de tantas desgracias como han sufrido, y sufren, las mujeres, entre otras, las
más cruel de todas: la violencia de género. Otros ejemplos: la mayoría de edad era
a los 23 años, pero la mujer no podía abandonar el hogar paterno hasta los 25, a
no ser que fuera para casarse o meterse monja.
En el Código Penal, la mujer es considerada como un objeto de posesión
masculina, símbolo del honor familiar y crisol de los valores sociales dominantes;
ejemplos: “uxoricidio por causa de honor”, la regulación del adulterio y del amancebamiento, el infanticidio y los delitos contra la honestidad. Este era el Derecho
vigente hasta medidos de los años 70, aproximadamente.
El Derecho no es neutral, ni el lenguaje tampoco; solo a las mujeres, y por
serlo, se las ha marginado en todas las legislaciones y culturas, negándoles los derechos reconocidos a toda la población masculina. El sexo, junto con la raza, es
una característica permanente y ajena a la voluntad de la persona y además es una
discriminación que se superpone a cualquier otra categoría. “Que el Estado y el Derecho, dice Julia Sevilla, hayan sido los promotores de este desatino, reviste singular trascendencia, pues el primero nace por y para la igualdad de los sujetos y,
ambos, garantizan el respeto a los derechos de la persona”.
A finales de los años 60 las mujeres comienzan tímidamente a reunirse y a reivindicar sus derechos, pero el movimiento de mujeres, no hace su eclosión sino precisamente el año de la muerte de Franco, 1975, año que además es declarado por
Naciones Unidas I Año Internacional de la Mujer. Comienza, así, la transición de la
dictadura a las democracia y las mujeres deseábamos acabar no solo con el régimen
político en el que habíamos vivido, sino también construir un nuevo orden social,
en el que además de democracia, justicia y libertad, no hubiera ningún tipo de discriminación legal por razón del sexo. Las mujeres no queríamos quedarnos fuera de
la historia y aunque no fuimos las protagonistas de la transición, si conseguimos
que la causa de las mujeres, no quedara al margen del proceso de transformación y
cambio, a favor de la igualación de los sexos, que estaba viviendo España.
“El movimiento feminista tuvo un carácter muy radical que se agudizó al
coincidir con el fin de la dictadura; la vivencia del cambio histórico que flotaba en
el ambiente afiló aún más las aristas del feminismo durante la transición… El feminismo de aquellos años tuvo ante sí dos alternativas, dice Inés Alberdi, luchar
por si mismo para cambiar las estructuras o participar en ellas para cambiarlas
desde dentro. Esta dicotomía irrepetible en la forma de concebir la lucha por la
causa, trajo consigo una escisión, “una herida de muerte”; y se ha visto, con el
paso del tiempo como ni una ni otra han alcanzado las metas deseables.”
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Las feministas de entonces debatíamos hasta la saciedad muchas cosas, por
ejemplo sobre la militancia única o la doble militancia, sobre la mujer como clase
social o no, sobre el feminismo puro o el político, sobre si éramos revolucionarias
o reformistas, sobre el feminismo de la igualdad o el de la diferencia, pero en todo
caso conscientes de que teníamos que cambiar la sociedad, recuperar la libertad y
luchar por la igualdad.
La liberación sexual fue uno de los temas sobre los que se hicieron reflexiones
más profundas y revolucionarias en el movimiento feminista de entonces: la reivindicación de la libertad sexual, de la anticoncepción y del aborto estaban siempre
presentes en las reuniones de las organizaciones de mujeres, con mayor o menor
radicalidad, según la ideología de cada una de ellas.
El movimiento feminista desarrollara durante la transición una actividad decisiva para su propia construcción y será clave en los cambios que se han dado en
al situación de la mujer. Desde comienzos del año 76 los grupos y asociaciones de
mujeres se multiplicaron, en un proceso que parecía imparable; desde su origen,
nuestro feminismo se caracterizó por una acusada fragmentación organizativa y un
marcado disenso teórico: Mª Ángeles Larumbe dice que:” Ya muy tardíamente, en
1987, en un catalogo realizado por el Instituto de la Mujer, se incluían 600 organizaciones, de las cuales 60 se definían como feministas. El Movimiento de Liberación de la Mujer tuvo en su fragmentación, viveza y caducidad sus principales
características, aunque todas estas organizaciones y grupos actuaron bajo un
común denominador que las convirtió en influyentes: la conquista de los derechos
de la mujer y la denuncia de su opresión”.
Antes de la aprobación de la Constitución se llevaron a cabo algunas campañas
unitarias de mujeres que pedían reformas legales; la primera fue la del adulterio, ya que,
como he dicho, su tipificación penal afectaba solo a las mujeres. La ley 22/78 de 26 de
mayo despenalizó los delitos de adulterio y amancebamiento; la ley 45/78 de 7 de octubre despenalizó la venta, divulgación y propaganda de los anticonceptivos, aunque
se sancionaba su expedición cuando no cumpliera las formalidades legales o reglamentarias y, por último, la ley 46/78 de la misma fecha modificó los delitos de estupro
y rapto, al pasar a ser considerado sujeto pasivo no la mujer sino la persona.
En la redacción del proyecto de Constitución no participó ninguna mujer, a
diferencia de lo que había ocurrido con la Constitución de 1931, en la que fue
miembro de la ponencia redactora Clara Campoamor; de los 43 miembros de la
ponencia constitucional solo uno era mujer. Maria Teresa Revilla, de la UCD. María
Luisa Balaguer afirma que la Constitución española ha ignorado en su proceso
constituyente una consideración específica del género. Y efectivamente, no hay
datos en los trabajos parlamentarios que evidencien un tratamiento diferenciado
de la mujer, en relación con otros colectivos sociales y la interdicción de la desigualdad aparece junto con el resto de las interdicciones sociales.
La Constitución de 1978 supone una inflexión en el reconocimiento de los
derechos y libertades de los españoles; el artículo 14 es el eje de la garantía jurídica
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de la igualdad porque en el se reconoce, al proclamar la igualdad de todos los españoles ante la ley,- sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de
nacimiento, raza, sexo o religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social-, un derecho concreto y protegíble. La Constitución de 1978
supone, también para las mujeres, un cambio radical, pues responde a tendencias
universales a favor de la igualdad entre los sexos. Ahora bien, el significado y alcance de la garantía constitucional de la igualdad ha necesitado y sigue necesitando
de una labor de interpretación que no siempre ha sido pacífica ni en la doctrina
ni en la jurisprudencia ni en la concepción política de cada uno.
La Constitución, por otra parte, contiene otro artículo, el 9,2 que dice que
“corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la libertad
y la igualdad del individuo y de los grupos que la integran sean reales y efectivas”
las políticas que desde entonces se han venido realizando han sido de desarrollo
práctico de estos principios de igualdad y de no discriminación consagrados constitucionalmente e interpretados de forma diversa. Las normas constitucionales que
regulan la igualdad (artículo 1,1 y 14) no constituyen meras aspiraciones programáticas, sino que vinculan a los poderes públicos.
El principio de igualdad, salvo excepciones que son socialmente reprochadas, ha tenido detrás una larga serie de actuaciones públicas y puede decirse
que un desarrollo aceptable. El de no discriminación no solo está infinitamente
mucho menos desarrollado que el anterior, sino que las medidas de impulso, las
conocidas como medidas de acción positiva, acostumbran a verse por quienes
consideran que en la igualdad está ya comprendida la no discriminación, como
atentatorias a los fundamentos de la igualdad. Sobre esta existe coincidencia
entre la mayoría de las posiciones políticas, sobre la no discriminación se ha
abierto un foso profundo que sirve perfectamente para distinguir entre quienes
solo defienden el enunciado de los principios y los que quieren hacer efectivo
su cumplimiento. Esta es hoy una diferencia notable entre el pensamiento de
izquierdas y el de derechas.
El principio de igualdad, dice Julia Sevilla, ante la ley no excluye la posibilidad de un tratamiento desigual de supuestos análogos; es posible la diferenciación
de trato y esta necesidad viene impuesta por la necesidad de coordinar las exigencias del principio de igualdad con las de otros principios también constitucionalmente protegidos. Nuestra Constitución, partiendo de la proclamación de la
igualdad como valor superior de nuestro ordenamiento jurídico (Art. 1,1 CE), reconoce la igualdad en la ley (Art.14 CE) y la igualdad sustancial o material que los
poderes públicos deben promover. El propio Tribunal Constitucional ha reconocido que no toda diferencia de trato es inconstitucional.
La Constitución recoge normas jurídicas que han constituido un avance importante en la igualdad de derechos de las mujeres: equiparación entre hijos legítimos e ilegítimos, la igualdad entre los cónyuges que forzó reformas de la
legislación civil. Después de aprobada la Constitución se produjo una intensa ac48
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tividad legislativa para desarrollar el principio de igualdad que no ha parado hasta
nuestros días en que se acaba de aprobar el proyecto de la ley de Igualdad.
Así, el Estatuto de los trabajadores de 10 de marzo de 1980, ley/8, declaró
como derecho básico la no discriminación para el empleo o en el empleo, por razón
del sexo o estado civil, entre otras circunstancias, añadiendo que se consideraran
nulos y sin efecto los preceptos reglamentarios, las cláusulas de los convenios colectivos, los pactos individuales o las decisiones de los empresarios que contengan discriminaciones, precepto que en la práctica se ha demostrado de difícil cumplimiento,
como lo pone de relieve el reciente estudio elaborado por el Instituto Nacional de
Estadística en el que se concluye que los hombres cobran de media un 40% más que
las mujeres en España y que cada año, 380.000 trabajadoras dejan su empleo por
razones familiares frente a 14.500 varones., lo cual evidencia, una vez más, que no
basta con proclamar la igualdad legal; este es un principio necesario, pero no suficiente; la norma tiene que venir acompañada de medidas que obliguen a su cumplimiento, como hace el proyecto de ley de Igualdad.
En el ámbito del derecho de familia, la ley 11/81 de 13 de mayo, modifica el
Código civil en materia de filiación, patria potestad y régimen económico del matrimonio, lo cual significó, al fin, el reconocimiento de la igualdad de la mujer casada, tanto en la administración y disposición de los bienes gananciales como en
el ejercicio de la patria potestad sobre los hijo y, también, por fin, se reguló la separación legal por mutuo acuerdo y el divorcio (Leyes 11/81 de 13 de mayo y
30/81 de 7 de julio).
Con el primer Gobierno socialista, en 1983, cuando solo llevaba 5 meses gobernando, se presentó un proyecto de ley de reforma del Código Penal por el que
se despenalizaba el aborto en los tres hoy conocidos supuestos; esta disposición
provocó graves tensiones sociales, el rechazo de la derecha y la insatisfacción de
muchas mujeres; la ley no entró en vigor hasta 1985 (5 de junio), porque el grupo
parlamentario de Alianza Popular, tras perder una enmienda a la totalidad, presentó el entonces existente recurso previo de inconstitucionalidad, que no prosperó, pero paralizó durante dos años la entrada en vigor de la ley.
Conseguida la igualdad legal, había que hacerla efectiva; en los años 80 comenzamos la lucha por incrementar la participación de las mujeres en la política,
para lo cual empezamos luchando por la consecución de las cuotas en el seno de
los partidos. En el PSOE la famosa cuota de representación de mujeres en un porcentaje no inferior al 25% se aprobó en el 31 Congreso celebrado en enero del 88,
manteniéndose en términos prácticamente idénticos en el 32 Congreso de noviembre de 1990. Previamente, en el 29 Congreso, octubre de 1981, se crea ya la
Secretaria Ejecutiva de Participación de la Mujer, adscrita a la Secretaria de Participación ciudadana y en el 32 Congreso pasa ya a ser Secretaría de área y a denominarse Secretaria de la Mujer.
Las denominadas medidas de acción positiva han sido objeto de toda clase
de crítica por muy diversos sectores sociales, y especialmente por la derecha po49
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lítica, producto de intereses ideológicos y de poder evidentes; sin embargo, es indiscutible al día de hoy que, por ejemplo, fue el establecimiento de la cuota por
parte del PSOE lo que permitió el salto en la representación de mujeres en la vida
política: También introducen la cuota otros partidos políticos y los que están en
contra, con el PP a la cabeza, se ven obligados a incrementar la presencia de mujeres en la vida pública para no quedarse atrás.
En el 33 Congreso, celebrado en 1994 se da un paso más y se apuesta por un
33% mínimo de mujeres y por fin en el 34 Congreso de junio de 1997 es donde
se da un paso fundamental y se apuesta por la que ya se conoce, desde la cumbre
de Atenas de 1992, como democracia paritaria, esta no es sino una evolución lógica de la democracia representativa, es indisociable de esta y un imperativo de justicia, puesto que la mitad de la humanidad somos mujeres.
En el 35 Congreso del PSOE, julio del 2000, se aprueba una resolución en
la que se dice que “la democracia paritaria ha sido un logro irrenunciable de nuestro Partido, que ha calado en la sociedad positivamente, pero que precisa para su
consolidación continuar articulando las medidas necesarias para que los cambios
organizativos que propugnamos no la cuestionen ni la anulen en su alcance efectivo. Así como diseñar actuaciones encaminadas a incrementar la afiliación y la
participación de las mujeres”.
La democracia paritaria no es solo representación política, sino que implica
también un nuevo modelo de sociedad y de relaciones entre hombre y mujeres y
un reparto de las responsabilidades familiares, para que sean compartidas, conciliando la vida política y familiar, compartiendo el trabajo y, en suma, la vida.
No me he podido detener en todo lo que significan para la vida de las mujeres, los cambios legislativos operados a lo largo de estos años de democracia, sobretodo desde el año 82 en el que comienza el primer periodo de Gobierno
socialista de la democracia; pero si quiero subrayar la importancia que tuvo para
la vida de las mujeres la creación del Instituto de la Mujer por ley 16/83 de 24 de
octubre como órgano encargado de velar legalmente por hacer realidad el principio
de igualdad entre hombres y mujeres, institución que después se ha generalizado
por el resto de las CCAA con parecida naturaleza y que ha realizado en estos casi
25 años de existencia un trabajo encomiable y no siempre todo lo reconocido que
debería haberlo sido.
La representación de las mujeres en el Congreso de los diputados ha pasado
en estos casi 30 años transcurridos, de un 6,5% en 1977 al 37% de la actualidad,
(36,02%, en mayo de 2005), que se acerca ya al 40% mínimo de la democracia paritaria; ahora hay 127 diputadas (134 desde que comenzó esta legislatura); al final
de la legislatura constituyente (1977-1979) el numero de mujeres era de 18,que
se elevó a 23 en la I legislatura (79-82),desciende en la II (82-86), la del gran
triunfo del PSOE, a 22, son 31 en la III (86-89) y salta a 51 en la IV legislatura (8993), después de la aprobación de la cuota del 25% ,en el año 88, por el PSOE. El
incremento ha seguido siendo paulatino, 56 en la V (93-96), 93 en la VI (9650
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2000), 111 en la VII (2000-2004) y 127 en la actualidad: todo un símbolo del
gran avance experimentado en la representación política de las mujeres.
En España, hemos tenido también en la representación de mujeres en los
Gobiernos un cambio espectacular; la primera mujer Ministra de la democracia
fue Soledad Becerril Ministra de Cultura en el año 1981 con Leopoldo Calvo Sotelo; 50 años han de transcurrir desde que otra mujer, Federica Montseny, fuera
Ministra en el año 1936; Felipe González en los casi 14 años que gobernó solo
tuvo a 5 mujeres como Ministras. (os recuerdo quienes fueron: Matilde Fernández, Rosa Conde, Cristina Alberdi, Ángeles Amador y Carmen Alborch) y más
tarde Aznar tuvo en sus dos legislaturas 8 mujeres.(Esperanza Aguirre, Isabel Tocino, Ana Birulés, Celia Villalobos, Pilar del Castillo, Ana Pastor, Ana Palacio y Elvira Rodríguez.)
Hoy, como sabéis, hemos pasado en el Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, a alcanzar la democracia paritaria, al 50% de mujeres; el salto es algo más
que espectacular, es modélico, teniendo además presente que la vicepresidenta
primera es mujer, por primera vez en nuestra historia y en la de otros muchos países y que es feminista reconocida y otras muchas ocupan Ministerios no reservados tradicionalmente a las mujeres, como, por ejemplo, Fomento.
La Constitución europea introduce diversas menciones a la igualdad de hombres y mujeres. En primer lugar, en el artículo 1-2 recoge entre los valores de la
Unión, la igualdad y añade”estos valore son comunes a los Estados miembros en
una sociedad caracterizada por el pluralismo, la no discriminación, la tolerancia,
la justicia, la solidaridad y la igualdad entre mujeres y hombres”. En segundo lugar,
en el artículo I-3, incluye entre sus objetivos, combatir la exclusión social y la discriminación y “fomentara...la igualdad entre mujeres y hombres”. En tercer lugar,
en la parte II que trata de los derechos fundamentales y de la ciudadanía de la
Unión (Carta de los Derechos Fundamentales) dedica el Título tercero a la igualdad, y en concreto en artículo II-83 contempla: “La igualdad entre mujeres y hombres deberá garantizarse en todos los ámbitos, inclusive en materia de empleo,
trabajo y retribución” y lo que es más importante, se reconoce que este principio
de igualdad “no impide el mantenimiento o la adopción de medidas que supongan
ventajas concretas a favor del sexo más representado”. De esta forma se abre la
posibilidad de que cualquier Estado miembro pueda adoptar o mantener medidas
que ofrezcan ventajas concretas destinadas a facilitar al sexo menos representado
el ejercicio de las actividades profesionales o arbitrar o compensar desventajas en
cualquier ámbito, ya que no especifica a que ámbito se refiere.
A pesar de todos los logros alcanzados y de los que nos debemos sentir satisfechas, tenemos que seguir trabajando para consolidar presencia y liderazgo de
mujeres, no solo en la política, sino en todos los ámbitos de la sociedad. Las mujeres no existimos, por ejemplo, en los Consejos de Administración de las grandes
empresas ni en los centros económicos y financieros, ni, por supuesto, codirigimos
el mundo; desde la conquista del voto para las mujeres a la ley de igualdad han
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transcurrido 75 años, llenos de luchas y esfuerzos de muchas, muchas mujeres,
que se han perdido por el camino: Todavía nos queda por conocer lo que Begoña
San José llama “los efectos colaterales de la paridad” o debatir sobre esta intercambiabilidad que se da entre las mujeres, de la que habla Alicia Miyares.
He dicho antes que el lenguaje, como el Derecho, no es neutral; en Andalucía,
en el proceso de reforma de su Estatuto de Autonomía, se constituye una Ponencia
parlamentaria que lleva más de un año trabajando en el proyecto de Estatuto, y a
alguien se le ha ocurrido pedir un informe a la RAE sobre el uso del masculino y
del femenino, y esta desaconseja por erróneo que el Estatuto incorpore “el lenguaje
de género”. y dice que expresiones como diputado o diputada desvela desconocimiento. “El empeño en realizar sistemáticamente estos desdoblamientos tiene su
origen, afirma, en unos casos, en el desconocimiento de lo que gramaticalmente
se define como uso genérico del masculino gramatical y, en otros, en la voluntad
declarada por parte de determinados colectivos sociales y políticos de suprimir
este rasgo inherente al sistema de la lengua como si fuese una consecuencia más
de la dominación histórica del varón sobre la mujer en las sociedades patriarcales…El uso genérico del masculino gramatical se basa en su condición de término
no marcado en la oposición binaria masculino / femenino...Esta es la razón, reitera,
de que en los sustantivos que designan seres animados, el masculino gramatical no
solo se emplee para referirse a los individuos del sexo masculino, sino también
para determinar la clase, esto es a todos los individuos de la especie, sin distinción
de sexos”. Sin comentarios
El lenguaje, la justicia y, sobretodo, la economía son tres ámbitos que todavía
nos juegan malas pasadas. La no presencia de mujeres en los órganos de representación de las empresas es clamorosa y la reacción de la CEOE diciendo que la futura ley de Igualdad es un “rejón de muerte” al dialogo social, me recuerda a
aquella otra atribuida a Indalecio Prieto que dijo que dijo que el reconocimiento
del voto “había sido una puñalada trapera para la República”. Siento comparar a
Prieto con la CEOE, pero es que algunos hombres en determinadas ocasiones se
ponen tremendos.
Por eso tiene importancia que señale que el Gobierno de Andalucía, y desde
la iniciativa de la Consejería de Economía y Hacienda, haya elaborado un Informe
de evaluación de impacto de género del Presupuesto de la CCAA de Andalucía
para 2006, en el que se dice que “hacer unos presupuestos públicos sensibles al
género es hacerlos expresamente responsables con el objetivo de la eliminación de
las desigualdades entre hombres y mujeres. Es vincularlos a objetivos que, siendo
tan importantes y tan permanentes, deben tener reflejo explicito en las cuentas
públicas”. Y añade: “porque hablar de género es hablar de desigualdades estructurales, que atraviesan a todas y cada una del resto de las desigualdades. Si hablamos de riqueza, la mujer es más pobre. Si hablamos de violencia, la mujer es la
víctima. Si hablamos de oportunidades, la mujer ha dispuesto históricamente de
menos posibilidades de formarse y desarrollarse personalmente. Si hablamos de
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Del derecho al voto a la democracia paritaria
empleo, la mujer es la más desempleada. Si hablamos de participación social, la
mujer está menos representada. Si hablamos de economía sumergida, sin derechos la mujer suele ser más explotada. Si hablamos de conciliación de la vida familiar y laboral la mujer es la que dedica más esfuerzo al cuidado
doméstico…Desigualdades que no tienen argumento más allá de lo cultural, la
tradición, etc., es decir del rol secundario que a través del tiempo se le ha otorgado a las mujeres.” Y este análisis está hecho en el 2005.
Termino diciendo que no podemos olvidar que ha sido, primordialmente, el
trabajo de las mujeres feministas el que ha permitido conseguir todo lo hasta ahora
alcanzado, que ha sido mucho, pero tenemos que seguir reivindicando a las mujeres y hacerlas presentes, a las de ahora y a las de antes. Hemos conseguido el derecho al voto, la igualdad legal, la cuota, la paridad, leyes no discriminatorias y
muchas otras cosas, pero nos queda aún más, mucho más. La historia la han escrito
los hombres, por eso y porque no hemos tenido poder somos tan invisibles; la
política la han dominado, y aún la dominan, ellos; nosotras no tenemos poder
propio, sino poder delegado por los hombres y tenemos que seguir luchando hasta
acabar con todas las desigualdades de género. Hay que hacer el futuro realmente
compartido; juntos tenemos que dirigir la sociedad y compartir la vida. Lo logrado
ha sido mucho, pero las mujeres objetivamente necesitamos más. Necesitamos la
igualdad real en todos los aspectos de la vida.
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7.
LAS MUJERES EN LAS INSTITUCIONES POLÍTICAS
Sra.Dña. Arancha Elizondo
Universidad del País Vasco
El reconocimiento y aplicación de los derechos de las mujeres son conquistas
bien recientes en la historia de la humanidad. En el caso de los derechos políticos
podemos considerar como punto de partida la Declaración de Seneca Falls de
1848, en la que sufragistas estadounidenses plantearon de forma explícita por primera vez la reivindicación del derecho al sufragio universal para ambos sexos.
Desde que Nueva Zelanda abriera el camino en 1893, el reconocimiento progresivo
del derecho de voto de las mujeres se prolongó durante cerca de cien años. Este
proceso posibilitó que las mujeres adquirieran el pleno status de sujeto político
como ciudadanas por lo que puede considerarse sin duda alguna una de las más
grandes conquistas políticas de todo el siglo XX. A medida que se fue generalizando el derecho de sufragio, las mujeres fueron incorporándose a la vida política
en diferentes ritmos y medidas y en la actualidad tienen la posibilidad legal de
votar y de acceder a cargos políticos en casi todo el mundo. Sin embargo, y con
algunas excepciones, los datos reales muestran que su presencia en las estructuras
políticas aún es minoritaria. Este hecho no hace sino manifestar una vez más la realidad constatada previamente en otros ámbitos sociales, es decir, que la tan ansiada igualdad legal no conlleva automáticamente la igualdad real de mujeres y
hombres dado que existen una serie de resistencias y barreras que se oponen de
forma más o menos directa a la presencia política femenina. En este sentido, en los
últimos tiempos se han puesto en marcha distintas medidas orientadas a avanzar
un paso más para garantizar su acceso efectivo a las instituciones.
A modo de ejemplo esta ponencia presenta una serie de datos relativos a la
proporción actual de mujeres y hombres en las distintas instituciones políticas en
España incluyendo indicadores relativos tanto a los órganos de representación
como a los principales cargos ejecutivos y haciendo referencia a las Administraciones Central y Autonómicas. Posteriormente se aborda la cuestión del significado
de dicha presencia, es decir, más allá de la evolución de los datos se pretende reflexionar acerca de las posibles consecuencias y de las perspectivas de futuro de la
participación política de las mujeres.
1. Mujeres y hombres en las instituciones de representación
Es indiscutible que la presencia de las mujeres en las instituciones ha experimentado un notable incremento durante las últimas décadas aunque en la mayoría de los casos sigue siendo aún inferior a la presencia masculina. Si nos
atenemos a los indicadores referentes al caso español, en primer lugar cabe desta55
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
car que las 126 diputadas suponen el 36% en el actual Congreso. En perspectiva
evolutiva, la proporción de mujeres diputadas muestra un aumento constante
desde el 4,6% de 1982.
Tabla 1. Mujeres y hombres en el Congreso por grupo parlamentario. 2006
Total
Abs.
Mujeres
Abs.
Hombre
%
Abs.
%
Total
350
126
36,0
224
64,0
Socialistas
162
75
46,3
87
53,7
Popular
148
42
28,4
106
71,6
IU-ICV
5
2
40,0
3
60
Catalá-CiU
10
1
10,0
9
90
Vasco-PNV
7
1
14,3
6
85,7
Coalición Canaria
5
1
20,0
4
80
ERC
8
1
12,5
7
87,5
Mixto
5
3
60,0
2
40,0
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Congreso (www.congreso.es).
Gráfico 1. Evolución del porcentaje de mujeres en el Cogreso. 1982-2004
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Congreso (www.congreso.es).
En segundo lugar, las mujeres no llegan a la cuarta parte en el caso del Senado
puesto que actualmente son el 23,3% sobre el conjunto de los miembros de la cámara alta, un total de 60 senadoras.
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Las mujeres en las instituciones políticas
Tabla 2. Mujeres y hombres en el Senado. 2006
Total
Mujeres
Abs.
Abs.
Hombres
%
Abs.
%
Total senadoras/es
258
60
23,3
198
76,7
Electas/os
208
54
26,0
154
74,0
50
6
12,0
44
88,0
Designados/as
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos del Senado (www.senado.es).
Al igual que en el Congreso, la evolución de los últimos 25 años ha sido muy
significativa en el Senado, habiéndose pasado del 4,4% de 1982 al 25,1% de mujeres electas en la cámara.
Gráfico 2. Evolución del porcentaje de mujeres electas en el Senado. 1982-2004
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Por lo que respecta a las asambleas y parlamentos autonómicos, los porcentajes más altos corresponden a Castilla-La Mancha y Euskadi, comunidades
ambas en las que se han aprobado disposiciones normativas dirigidas a garantizar una determinada presencia de mujeres en las listas electorales1. En ambos
casos las mujeres suponen más de la mitad de las cámaras. La menor proporción corresponde a Murcia, con un 29% de presencia de mujeres.
1En Castilla La Mancha se modificó la Ley Electoral para garantizar una presencia equilibrada de mujeres en las
listas; aunque su aplicación estaba suspendida debido al recurso de inconstitucionalidad interpuesto por el Gobierno, los partidos acordaron presentar listas paritarias. En Euskadi, por su parte, el alto porcentaje de mujeres
elegidas en abril de 2005 es consecuencia de la aprobación en febrero de ese mismo año de la Ley Vasca de Igualdad, la cual incluye la obligatoriedad de presentar un mínimo del 50% de mujeres en las listas electorales.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Tabla 3. Presencia de mujeres y hombres en los Parlamentos Autonómicos.
2005
Comunidad
Autónoma
Mujeres %
Hombres
%
Castilla-La Mancha
55
45
País Vasco
53
47
Valencia
44
56
Cantabria
44
56
Madrid
41
59
Andalucía
40
60
La Rioja
39
61
Canarias
38
62
Castilla y León
37
63
Extremadura
36
64
Islas Baleares
36
64
Cataluña
35
65
Aragón
33
67
Galicia
32
68
Navarra
32
68
Asturias
31
69
Murcia
29
71
Fuente: Elaboración propia a partir de ALEMANY, A. (2005) (coord.): Las mujeres y la toma de decisión. Madrid, Themis Asociación de Mujeres Juristas.
Asimismo, el acceso de las mujeres a las instituciones municipales ha aumentado enormemente en los últimos 25 años y en la actualidad las mujeres
ocupan una cuarta parte de las concejalías españolas. No obstante, la desproporción entre mujeres y hombres se observa de una manera mucho más notable en las alcaldías: el porcentaje de alcaldesas en España es de 12,6%, es decir,
la mitad del porcentaje referente al conjunto de concejalías. La mayor proporción de alcaldesas se ubica en la Comunidad de Madrid (un 17,9%) mientras
que en Galicia el porcentaje no llega al 5%.
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Las mujeres en las instituciones políticas
Tabla 4. Porcentaje de mujeres alcaldesas por Comunidades Autónomas.
2003
Comunidad
Autónoma
% Mujeres
Madrid
17,9
Castilla-La Mancha
15,8
Navarra
14,8
País Vasco
14,6
Andalucía
13,1
Castilla y León
13,1
Asturias
12,8
La Rioja
12,6
Valencia
12,6
Extremadura
12,1
Aragón
11,9
Islas Baleares
10,5
Canarias
10,3
Cataluña
10,0
Murcia
8,9
Cantabria
6,9
Galicia
4,5
Total
12,6
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de la
Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Gráfico 3. Evolución del porcentaje de mujeres alcaldesas. 1983- 2003
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Por comunidades autónomas, Madrid tiene la mayor proporción de concejalas (un 34,4%) en tanto que Castilla y León presenta el menor porcentaje con su
19,4%. Vemos, por tanto, que en las instituciones municipales las mujeres no llegan a la tercera parte prácticamente en ningún caso.
Tabla 5. Porcentaje de mujeres en concejalías por Comunidades
Autónomas. 2003
Comunidad
Autónoma
% Mujeres
Madrid
34,4
Murcia
33,5
Andalucía
31,9
Canarias
30,8
Valencia
30,7
Islas Baleares
30,0
Asturias
29,7
Castilla-La Mancha
28,4
Extremadura
27,2
País Vasco
26,5
Navarra
25,3
Cantabria
24,1
Cataluña
22,9
La Rioja
21,7
Galicia
20,7
Aragón
20,2
Castilla y León
19,4
Total
25,5
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
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Las mujeres en las instituciones políticas
2. Mujeres y hombres en las Instituciones Ejecutivas y la Administración
Pública
Si se analiza la distribución entre mujeres y hombres en los gobiernos y los
órganos ejecutivos encontramos que el número de mujeres suele ser menor que en
las instituciones legislativas. En la actualidad el 23,5% de los altos cargos del Gobierno, es decir, ministerios, secretarías, subsecretarías y direcciones generales,
están ocupados por mujeres.
Tabla 6. Mujeres y hombres en los altos cargos del Gobierno. 2004
Mujeres
Total
Abs.
Hombres
%
Abs.
%
Ministerios
16
8
50,0
8
50,0
Secretarías de Estado
25
3
12,0
22
88,0
Subsecretarias
72
16
22,2
56
77,8
Direcciones generales
227
53
23,3
174
76,7
TOTAL
340
80
23,5
260
76,5
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto
de la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
El porcentaje de mujeres titulares de una cartera ministerial ha ido variando a lo
largo de los años hasta constituir el 50% del gobierno paritario actual en el que 8
de los 16 miembros son mujeres.
Gráfico 4. Evolución del porcentaje de mujeres en el Gobierno. 1975-2004
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Algunos estudios sobre el acceso de las mujeres a las instituciones ejecutivas
encuentran que su entrada ha sido más fácil en algunas áreas concretas más vinculadas con el rol social que han desempeñado tradicionalmente (como Asuntos
Sociales, Cultura, Sanidad o Educación). Desde esta óptica, si tenemos en cuenta
la distribución de los altos cargos del Gobierno por ámbitos de actuación (a partir
de la clasificación elaborada por el Instituto de la Mujer), comprobamos que la
mayor proporción corresponde al ámbito de las funciones socioculturales con un
72,7% en tanto que en las funciones básicas el porcentaje baja hasta el 13,6%.
Tabla 7. Mujeres y hombres en los altos cargos del Gobierno según ámbito
de actuación. 2004
MINISTRAS/OS
funciones básicas
funciones económicas
infraestructuras
funciones socioculturales
SECRETARIAS/OS DE
ESTADO
funciones básicas
funciones económicas
infraestructuras
funciones socioculturales
SUBSECRETARIAS/OS
funciones básicas
funciones económicas
infraestructuras
funciones socioculturales
TOTAL
funciones básicas
funciones económicas
infraestructuras
funciones socioculturales
Total
16
6
3
3
4
25
14
5
1
5
72
39
15
8
10
113
59
23
12
19
Mujeres
Abs.
%
8
50,0
1
16,7
1
33,3
3
100,0
3
75,0
3
12,0
1
0
0
2
16
6
4
3
3
27
8
5
6
8
7,1
0,0
0,0
40,0
22,2
15,4
26,7
37,5
30,0
23,9
13,6
21,7
50,0
72,7
Hombres
Abs.
%
8
50,0
5
83,3
2
66,7
0
0,0
1
25,0
22
88,0
13
5
1
3
56
33
11
5
7
86
51
18
6
11
92,9
100,0
100,0
60,0
77,8
84,6
73,3
62,5
70,0
76,1
86,4
78,3
50,0
27,3
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Nota: FUNCIONES BÁSICAS: Presidencia del Gobierno, Administraciones
Públicas, Defensa, Justicia, Asuntos exteriores y de Cooperación, Interior. FUNCIONES ECONÓMICAS: Economía y Hacienda, Industria, Turismo y Comercio,
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Las mujeres en las instituciones políticas
Agricultura, Pesca y Alimentación. INFRAESTRUCTURA: Fomento, Medio Ambiente y Vivienda FUNCIONES SOCIOCULTURALES: Trabajo y Asuntos Sociales,
Educación y Ciencia, Sanidad y Consumo, Cultura.
Por lo que respecta a otros cargos de significación política, la proporción de mujeres y hombres entre los miembros de los más destacados órganos constitucionales
muestra un gran desequilibrio. El mayor porcentaje femenino corresponde al Tribunal
Constitucional, un 23,1%, en tanto que el Consejo de Estado, el Tribunal de Cuentas
o la Junta Electoral Central no llegan al 10% de mujeres entre sus miembros.
Tabla 8. Mujeres y hombres en diversos Órganos Constitucionales. 2006
Mujeres
Total
Abs.
Hombres
%
Abs.
%
Consejo del Estado
29
1
3,4
28
96,6
Consejo General del
Poder Judicial
Tribunal de Cuentas
19
2
10,5
7
89,5
15
1
6,7
14
93,3
Defensor del Pueblo
1
0
0,0
1
100,0
Junta Electoral Central
14
1
7,1
13
92,9
Consejo Económico y Social
61
9
14,8
52
85,2
Tribunal Constitucional
13
3
23,1
10
76,9
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de la
Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Dentro del funcionariado perteneciente a la Administración de Justicia las
mujeres suponen el 44,8%. En cuanto al Poder Judicial, la presencia de mujeres
sigue en cierta medida la pauta de la relación inversa, es decir, su proporción desciende a medida que ascendemos de nivel. Así, las Juezas suponen el 64,1% y las
magistradas el 41,6%. Los porcentajes caen drásticamente en el caso del Tribunal
Supremo, dado que sólo hay 4 mujeres entre los 79 miembros.
Tabla 9. Mujeres y hombres en el Poder Judicial. 2005
Presidenta/e del
Tribunal Supremo
Magistradas/os del
Tribunal Supremo
Magistradas/os
Juezas/ces
Total funcionarios/as en activo
Total
1
Mujeres
Abs.
%
0
0,0
Hombres
Abs.
%
1
100,0
79
4
5,1
75
94,9
3.610
761
4.451
1.502
488
1.994
41,6
64,1
44,8
2.108
273
2.457
58.4
35,9
55,2
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Los Gobiernos de las Comunidades Autónomas muestran grandes variaciones
en lo que respecta a la participación de mujeres en los altos niveles ejecutivos.
Sólo Andalucía tiene más mujeres que hombres y Castilla La Mancha y Galicia tienen ejecutivos totalmente paritarios. La Rioja, Valencia y Navarra destacan en el
otro extremo, sobre todo esta última Comunidad, en cuyo Gobierno sólo hay una
mujer.
Tabla 10. Mujeres y hombres en los Gobiernos Autonómicos. 2006
PRESIDENTAS/ES
TOTAL CONSEJERÍAS
CONSEJERÍAS
Andalucía
Castilla-La Mancha
Galicia
Baleares
País Vasco
Asturias
Madrid
Murcia
Cataluña
Aragón
Canarias
Cantabria
Castilla y León
Extremadura
La Rioja
Valencia
Navarra
Total
19
206
14
12
12
13
11
10
12
9
16
10
10
10
10
10
9
10
11
Mujeres
Abs.
%
1
5,3
73
35,4
8
6
6
6
5
4
4
3
5
3
3
3
3
3
2
2
1
57,1
50,0
50,0
46,2
45,5
40,0
33,3
33,3
31,3
30,0
30,0
30,0
30,0
30,0
22,2
20,0
9,1
Hombres
Abs.
%
18
94,7
133
64,6
6
6
6
7
6
6
8
6
11
7
7
7
7
7
7
8
10
42,9
50,0
50,0
53,8
54,5
60,0
66,7
66,7
68,8
70,0
70,0
70,0
70,0
70,0
77,8
80,0
90,9
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Por lo que respecta a la distribución por sexos del personal al servicio de las Administraciones Públicas, la plantilla de la Administración General del Estado se compone en un 69,3% de hombres y un 30,7% de mujeres. En el caso de las
Administraciones Autonómicas, observamos que Baleares ocupa la primera posición
en la proporción de mujeres con un 64,6%, seguido de Aragón y Asturias, con el
60%. Sólo la Administración de la Comunidad Navarra tiene menor proporción de
mujeres que de hombres entre su personal aunque el porcentaje no se aleja de la
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Las mujeres en las instituciones políticas
composición equilibrada, un 46%. Estos datos concuerdan con lo que muchos estudios han demostrado, a saber, que la Administración Pública es un sector con una
notable presencia de mujeres. Para entender la excepción del Estado hemos de tener
en cuenta la distribución de competencias según la cual muchos de los colectivos en
los que la presencia de mujeres es muy reducida pertenecen a la Administración
Central (Guardia Civil, Fuerzas Armadas y Policía Nacional) (Galera, 2005).
Tabla 11. Personal al servicio de las Administraciones autonómicas por
sexo. 2003
Comunidad Autónoma
Baleares
Aragón
Asturias
Rioja
Galicia
Murcia
Canarias
Cataluña
Andalucía
Extremadura
Cantabria
Valencia
Euskadi
Castilla-La Mancha
Castilla León
Navarra
Total
Total
Abs.
5236
13296
9437
5962
20174
11643
12281
26097
45539
15414
4866
17156
5986
16263
22072
4767
236189
Mujeres
Abs.
%
3385
64,6
8062
60,6
5673
60,1
3556
59,6
11868
58,8
6749
58,0
7058
57,5
14954
57,3
25865
56,8
8753
56,8
2733
56,2
9468
55,2
3276
54,7
8596
52,9
11519
52,2
2192
46,0
133707
56,6
Hombres
Abs.
%
1851
35,4
5234
39,4
3764
39,9
2406
40,4
8306
41,2
4894
42,0
5223
42,5
11143
42,7
19674
43,2
6661
43,2
2133
43,8
7688
44,8
2710
45,3
7667
47,1
10553
47,8
2575
54,0
102482
43,4
Fuente: Galera, Victoria. 2005. “La alta dirección en la Administración Autonómica”. Ponencia presentada en el Seminario Política Fiscal y Género, Valencia, noviembre de 2005.
3. Participación social y económica
Los partidos políticos y los sindicatos constituyen dos elementos fundamentales en los procesos de participación política. Su relevancia en lo que respecta a
la presencia de mujeres en las instituciones públicas se debe a que el acceso a los
ámbitos de toma de decisión está estrechamente relacionado con el papel de estos
agentes. Especialmente, los partidos políticos son las estructuras fundamentales
para el reclutamiento de las personas que ocupan cargos políticos.
La presencia de mujeres y hombres en los partidos políticos ha experimentado algunos cambios en la última década aunque sigue habiendo una mayor proporción de hombres en los órganos ejecutivos de todos los partidos sin excepción.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Los datos referentes a las ejecutivas de los principales partidos políticos en España
muestran algunas diferencias entre las formaciones: IU presenta el porcentaje más
equilibrado, el 33,8%, seguido del PSOE (con un 34,6%). En el extremo contrario
destaca el PNV, que cuenta en la actualidad con dos mujeres en su ejecutiva lo
que supone un 14,3% sobre el total.
Tabla 12. Mujeres y hombres en las ejecutivas de los principales partidos
políticos. 2004
Mujeres
TOTAL
Total
Abs.
Hombres
%
346
98
PSOE
Comisión Ejecutiva Federal
26
9
PP
Comité Ejecutivo Nacional
IU
Ejecutiva Federal
PNV
Consejo Nacional
CIU
97
26
80
28,3
Abs.
%
248
71,7
34,6
65,4
26,8
71
73,2
27
33,8
53
66,3
14
2
14,3
12
85,7
91
25
27,5
66
72,5
CDC
Comité Executiu Nacional
UDC
Comité de Govern
55
14
25,5
41
74,5
36
11
30,6
25
69,4
CC
Comisión Ejecutiva Nacional
38
9
23,7
29
76,3
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Durante los últimos años se están produciendo algunas reformas en las estructuras y en las ejecutivas de los sindicatos lo que ha permitido el acceso a un
mayor número de mujeres a sus órganos directivos así como la incorporación de
la igualdad y la perspectiva de género a los debates y reivindicaciones sindicales.
Como consecuencia, y al contrario de lo que ocurría hasta hace bien poco, la presencia de mujeres en las ejecutivas de los principales sindicatos es en general superior a la de los partidos políticos. Destacan en este sentido la ejecutiva federal
de UGT que cuenta con un 46,2% de mujeres.
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Las mujeres en las instituciones políticas
Tabla 13. Mujeres y hombres en las ejecutivas de los principales sindicatos. 2004
Mujeres
Total
Abs.
Hombres
%
Abs.
%
CCOO
Secretario General
1
0
0
1
100
Comisión Ejecutiva
Federal
Consejo Confederal
31
9
29,2
22
70,8
170
24
14,1
146
85,9
Secretario General
1
0
0,0
1
100,0
Comisión Ejecutiva
Federal
Comité Confederal
19
9
46,2
10
53,8
213
49
23,1
164
76,9
UGT
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Para finalizar, se incluye en este apartado los datos relativos a la presencia de
mujeres y hombres en los niveles jerárquicos más altos de diversas entidades empresariales y profesionales. Por lo que respecta a las 85 cámaras oficiales de Comercio, Industria y Navegación existentes sólo dos están presididas por mujeres.
La misma cifra se ha repetido en los últimos tres años.
Tabla 14. Mujeres y hombres en la Presidencia de las Cámaras Oficiales de
Comercio, Industria y Navegación. 2003-2006.
2003
Total
2004
2006
84
88
85
2
2
2
2,4
2,3
2,4
Hombres
82,0
86,0
83,0
% hombres
97,6
97,7
97,7
Mujeres
% Mujeres
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
La presencia de mujeres es aún más limitada en las empresas privadas. Así,
si consideramos la composición de los Consejos de Administración de las empresas
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
que forman parte del IBEX-35 las mujeres consejeras son 9 sobre 388, es decir, suponen sólo el 2,3%. Atendiendo a los cargos presidenciales, cabe destacar que
ninguna de las empresas está presidida por una mujer y sólo hay una vicepresidenta sobre el total de 40 existentes.
Tabla 15. Mujeres y hombres en la Presidencia y Consejos de Administración de las Empresas del IBEX-35. 2005
Mujeres
Total
Abs.
Hombres
%
Abs.
%
Presidentes/as
37
0
0,0
37
100,0
Vicepresidente/a
40
1
2,5
39
97,5
Consejeros/as
388
9
2,3
379
97,7
Consejeros/as
secretarios/as
13
0
0,0
13
100,0
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de Las mujeres en España. Estadísticas. Instituto de
la Mujer. 2006 (www.mtas.es/mujer/mujeres/cifras)
Por lo que respecta a los Consejos de Administración de las principales Cajas
de Ahorros españolas las mujeres suponen el 15,1%, puesto que son 112 del total
de 716 consejeros y consejeras. Teniendo en cuenta la procedencia de éstas, más
de una cuarta parte ostenta la representación en nombres de Corporaciones Municipales y Comunidades Autónomas (Olcese et al, 2005). Precisamente es su composición vinculada a instituciones políticas lo que explica que la proporción de
mujeres sea superior a la que se da en otras entidades empresariales y financieras.
4. Participación y representación política
¿Por qué es importante que las mujeres accedan a las instituciones? Esta es
una de las preguntas fundamentales que nos hemos de plantear al hablar de la
presencia de mujeres en las instituciones. Si consideramos que la diferencia sexual ha de ser representada en los sistemas democráticos el principal motivo es
que esto es necesario para que los intereses femeninos sean adecuadamente representados. Cabe destacar que ha sido realmente costoso introducir la cuestión
del derecho a la representación efectiva en la agenda política puesto que otras
reivindicaciones lograron vías de permeabilidad más rápidas en lo que respecta
a la necesidad de la intervención pública en cuestiones como el derecho al divorcio, al empleo, al aborto o a eliminar la violencia contra las mujeres. Finalmente, esta reivindicación también ha sido asumida, de forma más o menos
completa, por muchos partidos e instituciones políticas así como por gran parte
de la ciudadanía.
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Las mujeres en las instituciones políticas
Pero en realidad ¿en qué consiste la representación de la ciudadanía? En
la actuales democracias representativas los grandes modelos de la representación política son tres: representación descriptiva, simbólica y activa (Pitkin,
1967: 11-12). En primer lugar, cuando el representante comparte ciertas características del grupo de personas a las que representa, está realizando una representación descriptiva. En segundo lugar, en el caso en que el representante
refleja de algún modo la identidad de un grupo la representación es simbólica.
Por último, si el representante actúa en nombre de los intereses de los integrantes de un grupo, el resultado es una representación activa o sustantiva. Hasta
hace bien poco esta última concepción ha sido la alternativa más valorada por
la mayoría de las teorías políticas (Phillips, 1995: 3). Teniendo en cuenta estas
distintas concepciones, no es fácil decidir si la medición del grado de legitimidad de una institución debe considerar la respuesta que da a los intereses de los
diferentes grupos a quienes representa o si debe basarse en las características de
las personas que la integran, es decir, si es más relevante saber qué hacen los
representantes a considerar quiénes son. Es precisamente la relación entre
ambos aspectos, la composición de los parlamentos y sus decisiones, una de las
aportaciones más interesantes realizadas por la investigación politológica sobre
mujeres. En otras palabras, desde los estudios de género realizados en Ciencia
Política se ha intentado analizar el grado de relación entre la representación
descriptiva (la proporción de mujeres que acceden a las instituciones) y la representación sustantiva (si su acceso supone alguna diferencia en la actividad
de dichas instituciones).
El debate acerca de la conexión entre la presencia y la representación política
tiene importantes implicaciones para el análisis político. Como primer paso, la
igualdad se puede entender como un derecho individual pero también como una
utilidad colectiva. Mientras que el derecho a la igualdad es una premisa indiscutible en un sistema democrático y como tal no requiere de más argumentos complementarios, la noción de la igualdad como algo útil, sin embargo, implica la
definición de los efectos derivados de la misma. Podemos distinguir varias líneas
argumentales en el desarrollo de estos razonamientos:
1. La línea descriptiva. Desde una perspectiva de la legitimidad democrática, en el sentido etimológico del término la presencia de mujeres en la vida
política constituye una condición indispensable para llevar a la práctica el
derecho a la igualdad, que es uno de los principios básicos de la Democracia.
Así, el hecho de que las mujeres se incorporen a la vida política sería un índice
de la profundización de la justicia democrática. Todos los grupos que integran
la sociedad deben tener derecho a estar presentes en los ámbitos en los que
se toman las decisiones colectivas que les conciernen. El objetivo fundamental
es aumentar la presencia cuantitativa de las mujeres en las instituciones políticas aunque esto no conlleve consecuencias sustanciales en esos ámbitos.
Esta línea argumental subraya la idea de la representación descriptiva e insiste
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
en la importancia de visibilizar simbólicamente a los grupos minorizados,
entre los cuales se incluye a las mujeres, en las esferas donde se toman las
decisiones.
2. La línea utilitarista. La escasa integración de mujeres en los puestos políticos
también puede considerarse un desperdicio en términos de recursos humanos.
Desde esta perspectiva, la población femenina debería ser incorporada a todas las
actividades sociales para aprovechar óptimamente todo ese potencial humano que
está siendo infrautilizado (Carroll, 1994: 14). Las mujeres tienen diferentes experiencias vitales y valores, y su incorporación proporcionaría nuevos recursos a la
vida política y además, "la afluencia de mujeres aumentaría la reserva de candidatos elegibles, y ello aumentaría el nivel de la competencia en general. Es un argumento basado en la utilidad y refleja una aproximación al capital humano que
considera que la ausencia de la mujer de la vida política [...] es la pérdida de un
valioso talento y en alguna medida de una valiosa experiencia" (Hernes, 1990: 3334). El incremento de la competencia y el impulso de la renovación de personas
tendría como consecuencia una mejora cualitativa de la política.
3. La línea sustantiva. Algunas teorías de la representación, como veremos a
continuación, sostienen que las mujeres deben llegar a los puestos del poder político para poder defender sus propios intereses. De acuerdo con la idea de que la
representación de un grupo sólo puede llevarse efectivamente a cabo por integrantes de ese mismo grupo, es necesario que haya mujeres en las instituciones políticas
para que se tengan en cuenta los intereses y prioridades específicas de la población
femenina. Lo importante de esta línea argumental será el impacto sustantivo de la
presencia de las mujeres en los resultados de la actividad de las instituciones.
4. La línea esencialista. Debido a diferentes factores (biológicos o sociales) las
mujeres desarrollan una cultura política diferente, más consensual, dialogante y
pacífica y utilizan un lenguaje moral distinto que enfatiza la preocupación, la responsabilidad y el cuidado respecto a los demás (Elshtain, 1981: 335); en definitiva,
su actividad política puede resultar muy positiva y su papel en las instituciones está
destinado a mejorar cualitativamente la puesta en práctica del poder político. "La
afirmación de la protección de la frágil y vulnerable existencia humana como la
base para el discurso político y la creación de las condiciones para su reflejo en una
actividad política digna [...] supondría un fuerte potencial constructivo" (Elshtain,
1981: 336)2. De hecho, la primeras reivindicaciones del voto manifestadas por
gran parte movimiento sufragista se basaban en la supuesta superioridad moral de
las mujeres y la regeneración moral que de ello se derivaría.
2Uno de los elementos fundamentales de esta cultura específica femenina es la experiencia (real o potencial) de
la maternidad entendida desde una perspectiva tanto biológica, en el sentido de gestar y alumbrar criaturas,
como social, en el sentido de encargarse de la crianza y del cuidado de las personas. Elshtain reivindica la noción
de "la ética del cuidado" formulada por Gilligan o de lo que Ruddick llama "el pensamiento maternal", para
sentar los fundamentos éticos de un nuevo discurso político basado en la protección al ser humano (Elshtain,
1981: 336).
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Las mujeres en las instituciones políticas
Tabla 16. Justificaciones para la presencia política de las mujeres
Descriptivas
Principio de Igualdad y Justicia democrática
Utilitaristas
Aprovechamiento del potencial humano
Sustantivas
Representación de los intereses de las mujeres
Esencialistas
Aportación moral de la ética del cuidado
Fuente: elaboración propia
Desde los años setenta se han publicado numerosos estudios relativos a la
posible relación existente entre la cantidad de mujeres ocupando cargos y el tipo
de políticas que desarrollan las instituciones políticas. Constatando la tendencia generalizada hacia el aumento de la presencia femenina, las investigaciones tratan de
determinar si esto tiene algún impacto en las actividades institucionales; es decir,
si el hecho de que las mujeres se incorporen a la vida política provoca algún cambio en la misma. El principal objeto de análisis ha sido el comportamiento y estilo
de trabajo de las mujeres parlamentarias así como su producción legislativa. Esta
línea de investigación, por tanto, hace hincapié en la relación entre la representación descriptiva y la sustantiva.
Entre los principales resultados obtenidos cabe destacar que algunos estudios
afirman que las mujeres parlamentarias son más progresistas que los hombres parlamentarios. Otros encuentran que, al igual que las mujeres en general, las políticas
profesionales también tienen diferentes concepciones y comportamientos respecto
a determinados temas integrantes de lo que se ha llamado el "bloque de género"
(Hernes, 1990: 56) que puede incluir cuestiones como violencia, paz, bienestar social, educación, salud y medio ambiente. Sin embargo, de acuerdo con algunos resultados, esta diferencia se manifiesta exclusivamente en los temas relacionados
directamente con las mujeres, es decir, que ellas suelen ser más favorables que los
hombres a las iniciativas políticas dirigidas a las mujeres, la infancia o la familia
(Thomas, 1991: 974).
Junto a esto, algunos han observado que las mujeres suelen ser las que proponen iniciativas legislativas referentes a la igualdad entre los sexos o, sin llegar a
ser las proponentes, cumplen un papel importante en el proceso legislativo respecto
a estos temas (Smeal, 1984: 86). En general, se puede afirmar que existe una relación directa entre la presencia institucional de mujeres y las medidas de igualdad
entre los sexos en el sentido de que cuanto mayor sea el porcentaje de mujeres en
una institución más probabilidades existen de que esa institución desarrolle leyes
y acciones destinadas a erradicar la discriminación de las mujeres. Por el contrario,
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
otras investigaciones resaltan que aunque las mujeres en conjunto valoran en
mayor medida que los hombres las reivindicaciones feministas, no suelen presentarles su apoyo explícito. Se ha hablado del "síndrome del feminismo latente" (Carroll, 1984: 319) para explicar esta sensibilidad que no llega a manifestarse
claramente en acciones efectivas debido al miedo a ser acusadas de estar preocupadas sólo por estos asuntos.
Asimismo, se señala que las divergencias entre los sexos se presentan fundamentalmente en las actitudes y en las opiniones pero sin tener consecuencias en
el comportamiento real y efectivo (McAllister y Studlar, 1992: 390). Otras investigaciones matizan lo anterior argumentando que la diferencia entre hombres y
mujeres se neutraliza debido al uniformizador proceso de socialización política al
cual están sujetas inevitablemente todas las personas que se incorporan a la vida
política; según esto, las diferencias entre los estilos políticos pueden deberse básicamente a la falta de poder de las mujeres y su consiguiente falta de experiencia
en las esferas de decisión (Carroll, 1994: 119).
En todo caso, la pertenencia al propio partido sigue siendo un factor muy influyente (McAllister y Studlar, 1992: 402). Esto significa que, a pesar de que la importancia de la lealtad al partido está sujeta a grandes variaciones dependiendo de
los contextos políticos, las mujeres se sienten en mayor medida representantes de
su ideología política que del grupo de mujeres. No obstante, el sentimiento de representatividad de sexo es más alto cuanto mayor sea su presencia en una institución; es en esas circunstancias cuando las mujeres representantes, compartiendo
la percepción de actuar en un entorno hostil, pueden encontrar un "clima de
apoyo" entre ellas (Flammang, 1985: 105). La explicación es que en una situación
de este tipo las mujeres se sienten más seguras y están más dispuestas a actuar en
bloque por sus derechos e intereses dejando al margen su afiliación partidista
(Mateo Díaz, 2005: 227).
La relevancia de la presencia numérica de mujeres se manifiesta asimismo en
los estudios sobre el comportamiento de las minorías en las instituciones representativas basados en la idea de la masa crítica. Este concepto, tomado prestado de la
física nuclear, se refiere a la cantidad requerida, en este caso de mujeres en los
parlamentos, para generar una reacción en cadena irreversible hacia una nueva situación. La hipótesis de la masa crítica se desarrolla en dos direcciones: por un
lado, en el aspecto descriptivo una vez alcanzado el número crítico el incremento
en la presencia se acelera; y por otro lado, en el aspecto sustantivo a partir de ese
número se percibe sus efectos transformadores en el comportamiento político y en
las políticas públicas. Desde la segunda acepción, las mujeres podrán actuar como
un bloque legislativo respecto a los problemas y derechos de las mujeres sólo si su
presencia institucional supera un determinado umbral.
Todos estos resultados presentan ciertos problemas de peso puesto que el
número de mujeres presentes en una institución no puede ser una variable independiente de la que se derivan una serie de consecuencias directas. Evidentemente
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Las mujeres en las instituciones políticas
la presencia política femenina es un producto de muchos factores de tipo cultural
(como la educación, la socialización y los valores dominantes), socio-económicos
(como el empleo, los ingresos, la segmentación laboral o la distribución del trabajo
reproductivo) y factores de la estructura política (como el sistema electoral, el sistema de partidos, el momento histórico en que se reconoció el derecho de voto o
la utilización de medidas de acción positiva). Teniendo en cuenta todas estas variables difícilmente podemos establecer relaciones causales unívocas. A pesar de
ello, se puede considerar que la práctica totalidad de los estudios coinciden en
encontrar algún tipo de diferencia entre las mujeres y los hombres que ocupan
cargos de representación política, lo cual permite afirmar que existe algún tipo de
relación entre la presencia y la representación.
Tabla 17. Representación descriptiva y representación sustantiva: principales resultados
Las mujeres parlamentarias son más progresistas que los hombres
Bloque de género temático: violencia, paz, bienestar social, educación, salud,
medio ambiente
Iniciativas dirigidas a las mujeres a los niños o a la familia
Iniciativas referentes a la igualdad entre los sexos
Síndrome del feminismo latente
Divergencias en las actitudes pero no en el comportamiento
Neutralización de la diferencia entre hombres y mujeres
Pertenencia al partido como factor influyente
Clima de apoyo: cuantas más mujeres sean se sienten más seguras y están más
dispuestas a actuar en bloque
Masa crítica: cuando se traspasa el umbral se perciben los efectos
Problemas: la presencia de mujeres no es una variable independiente sino que
inciden muchos factores:
•
Culturales: educación, socialización, valores dominantes
•
Socio-económicos: empleo, ingresos, segmentación laboral, distribución
del trabajo reproductivo
•
Estructura política: sistema electoral, sistema de partidos, fecha del derecho de voto, utilización de medidas de acción positiva
Fuente: elaboración propia.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Vinculado a las teorías sobre la representación política existe un asunto controvertido y profusamente tratado por parte de la literatura especializada en los estudios polítológicos de género: los intereses de las mujeres. La existencia de dichos
intereses así como la delimitación de los mismos ha sido objeto de análisis y debate
por parte de numerosas autoras. Hablar acerca de la conveniencia de que las mujeres lleguen a las instituciones para poder llevar a cabo su representación sustantiva conlleva los siguientes interrogantes: ¿Qué es lo que hay que representar?
¿Tienen las mujeres intereses, demandas o necesidades distintas a las de los hombres? La cuestión atañe a mismo fundamento del liberalismo según el cual los individuos son los únicos sujetos con derecho a representación política. Esto dificulta
basar la representación de las mujeres en la existencia de una serie de intereses específicos como colectivo.
Una de las aportaciones más destacadas a este respecto es la de Sapiro, según
la cual existen una serie de intereses políticos derivados de la diferente posición
social de las mujeres, en particular de la distribución privada del trabajo reproductivo (Sapiro, 1981). Diamond y Hartsock, por su parte, en vez de hablar de interés,
abogan por el reconocimiento de determinadas demandas y necesidades que son
más acordes con los valores y los comportamientos de las mujeres y que se originan en la división social del trabajo productivo (Diamond y Hartsock, 1981). Jónasdóttir subraya la posibilidad de que las necesidades de las mujeres difieran de
las de los hombres en muchos ámbitos y esa idea tiene su correspondiente parte
activa en el concepto de interés. Para esta autora la interpretación debe basarse en
el significado etimológico del término, interés es estar entre. De ahí, las mujeres tienen que estar entre los que representan por qué tienen necesidades específicas
(Jónasdóttir, 1988: 35). Finalmente, Phillips ocupa un lugar destacado en la literatura al respecto. Esta autora mantiene que la propia determinación de cuáles
son los intereses de un grupo forma parte de los procesos políticos, no es un resultado de los mismos. La interpretación de esos intereses, además, sigue al reconocimiento del status de sujeto político para dicho grupo y no al revés. Es decir,
no hay que justificar el reconocimiento del derecho de las mujeres a acceder a las
instituciones a partir de la existencia o no de unos intereses específicos sino que
sólo al constituirse como sujetos activos podrán emprender el camino de definir
sus necesidades.
5. Conclusiones
Si el reconocimiento del derecho de sufragio para las mujeres supuso un hito
en la historia de la Democracia del siglo XX, es muy probable que la paridad sea
el punto de referencia análogo para el siglo XXI. La gran diferencia entre ambos
logros consiste en que mientras el derecho de voto implica la ampliación del
cuerpo electoral, las medidas para la paridad suponen la entrada de las mujeres en
un reparto de recursos limitados, en otras palabras, el sufragio puede considerarse
un juego de suma positiva en tanto que la paridad es un juego de suma cero. La
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Las mujeres en las instituciones políticas
evolución entre uno y otro es un producto de la constatación de que la igualdad
legal no conlleva la igualdad real y de que es necesario garantizar el acceso efectivo
de las mujeres a las instituciones. Las medidas para la paridad no han tenido una
entrada fácil en la agenda pública de los distintos países en tanto que siempre se
han enfrentado a la idea de que son incompatibles con la valía individual. Las
rutas de acceso que han utilizado las han vinculado al discurso general sobre la democracia y, sobre todo, a la profundización de la misma.
En todo caso, la paridad en las instituciones públicas es sólo un primera fase
puesto que la reivindicación se refiere también a las esferas donde se toman las decisiones en el sector privado, ámbito en el que las posturas pueden ser aún más
reticentes. Es por esto que la reflexión sobre el significado de la paridad y los argumentos que la sostienen sigue siendo muy necesaria. La pregunta clave es la
misma: ¿es realmente necesario para la representación de las mujeres que estén
presentes en los ámbitos donde se toman las decisiones sociales, económicas y
políticas? ¿tienen intereses específicos que sólo ellas están capacitadas para defender? A pesar de la dificultad práctica para analizar la relación entre la presencia y
la representación de las mujeres, se pueden destacar dos aspectos fundamentales
que esta cuestión aporta al significado de la democracia. Por un lado, el debate
acerca de la paridad y la dificultad para lograr la aceptación de los agentes sociales
al respecto pone de manifiesto el aspecto que define la política como la gestión de
conflictos. Las decisiones de los poderes públicos, si hacen referencia a la garantía
de los principios fundamentales, no requieren necesariamente de consenso social
puesto que su legitimidad no proviene del apoyo de la mayoría de la sociedad sino
de su ubicación central en la esencia de la democracia.
Por otro lado, la cuestión trae a colación la siguiente pregunta: ¿dónde se
toman realmente las decisiones? En un contexto en el que la economía escapa
al control de los gobiernos, el Estado se limita a prestar una serie de servicios
públicos (e incluso esto cada vez en menor medida) e intentar garantizar la seguridad de la ciudadanía (cada vez en mayor medida). La política se concentra
en su aspecto más teatral en un intento de mantener la ilusión de los proyectos
de transformación y emancipación social. En suma, hemos de situar la importancia de la paridad en este contexto superando la discusión acerca de los mecanismos para desarrollarla y centrando el debate en su significado y
trascendencia real como símbolo de un proyecto de cambio social y de profundización de la democracia.
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LA REFORMA CONSTITUCIONAL Y ESTATUTARIA DESDE LA
PERSPECTIVA DE GÉNERO
Sra.Dña. Elia Rosa Maldonado Maldonado
Licenciada en Antropología Social
Las reformas Constitucional y Estatutaria alumbran un momento histórico de
gran trascendencia desde el punto de vista de la arquitectura democrática. Nos
encontramos en un momento de reformulación de las normas institucionales básicas de un pueblo, aquellas que definen el marco de convivencia sobre el cual se
sustentan las convicciones, se consolidan los avances y se sientan las bases del
desarrollo.
El camino iniciado en las Reformas Estatutarias nos obliga a reflexionar sobre
los objetivos finales de dichos procesos, conocer y evaluar el contexto y definir el
tratamiento que mujeres y hombres han de recibir en las mismas, entre otras, se
trataría de asumir la dimensión de género como categoría de análisis, porque abordar la perspectiva de género en dichas reformas es avanzar en una nueva forma de
mirar, haciendo compatibles los dos ángulos de la mirada, desterrando la concepción de lo masculino como universal y haciendo efectivos los derechos universales.
La perspectiva de género supone considerar sistemáticamente las diferencias
entre las condiciones, situaciones y necesidades de mujeres y hombres en todas las
fases de las políticas desde la planificación hasta la ejecución. Se trata de modificar
la posición de desigualdad y subordinación de las mujeres en relación con los
hombres, en lo económico, social, cultural, político, familiar,...es decir, en cada
uno de los ámbitos que vertebran la sociedad y que se definen en las normas básicas de un territorio.
Perspectiva especialmente importante, si consideramos cómo históricamente
la mujer no sólo no ha sido sujeto de derecho, sino que incluso, en algunos ámbitos del mismo, las leyes han consagrado la desigualdad y el sistema patriarcal de
relación. Y, más recientemente, cómo la ausencia de esta perspectiva de género en
el desarrollo legislativo ha tenido y tiene efectos perversos en la igualdad real y el
cambio social. Así, por ejemplo, la consideración, a la que se alude con frecuencia,
de que la Igualdad entre hombres y mujeres es ya un hecho, activa una nueva resistencia al cambio social, que no sólo dificulta percibir las desigualdades, incluso a
las mujeres, sino que obstaculiza el desarrollo de medidas para corregirlas, por
considerarlas innecesarias, lo que ofrece un nuevo anclaje a la desigualdad de las
mujeres.
Es evidente que el momento político actual es significativamente distinto de
aquél en que se aprobaron tanto la Constitución Española como el Estatuto de
Autonomía para Andalucía; el diseño del sistema democrático español que se
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traza en la Constitución de 1978 no se hace eco de la situación de desigualdad
específica que sufren las mujeres; la igualdad es planteada en términos de prohibición de discriminación o para igualar a hombres y mujeres en términos de supuestos universales. Sin embargo, hoy la situación social y política permite la
revisión de estos supuestos universalistas y posibilita hacer visibles a hombres y a
mujeres, así como las desigualdades que siguen vigentes y la incidencia que tienen
las intervenciones políticas o legales en la posición de mujeres y hombres.
Los derechos universales establecen la igualdad entre hombres y mujeres,
posibilitan la participación de ambos construyendo una realidad legal de igualdad,
pero ignoran que existe una realidad social cargada de resistencias que dificultan
la igualdad real, los derechos universales son fundamentales pero no son suficientes, la fuerza de la tradición y las convicciones sociales conforman también una interpretación de las leyes.
Demasiadas veces ha sido necesario explicar que la igualdad no es solamente
tratar de la misma forma supuestos que no son iguales. La propia Constitución entraña el objetivo de conseguir la igualdad para aquellos grupos que en el momento
constituyente no la tienen, lo que abre la puerta al derecho compensatorio, como
medida de corrección de una desigualdad histórica y presente aún hoy, a pesar
del la consolidación de la igualdad legal.
Pues la consideración de los derechos universales, en relación a la igualdad
entre hombres y mujeres, como suficientes, lleva implícito el argumento de que la
igualdad es el tratamiento homogéneo de ambos y, por tanto, ignorar las condiciones y las realidades específicas de cada uno. Esta perspectiva de análisis es muy importante pues ayuda a entender la falaz apelación al mérito capacidad de las
mujeres para justificar su participación pública o política y, consecuentemente, a
despreciar la importancia y necesidad de las acciones positivas, es decir, del derecho compensatorio y del establecimiento de los derechos género, derechos a los
que me atrevo a describir como derechos de garantías de igualdad.
Esta diferencia en la consideración de la igualdad me resulta fundamental,
para abordar la trascendencia de la perspectiva de género en las normas institucionales, abordando distintos momentos históricos en los que la igualdad entre hombres y mujeres ha sido elemento de análisis y debate.
Hace 75 años el derecho de las mujeres al voto centró gran parte del debate
de la Constitución de 1931, un intento de construir una democracia avanzada, de
reconocer derechos y libertades, el debate no estuvo exento de controversia, ni
de intentos de limitar y condicionar la igualdad de las mujeres. No podemos olvidar que hasta ese momento las mujeres sólo tenían el derecho pasivo, es decir,
el derecho a ser elegidas, pero no el derecho activo, el derecho a elegir, a decidir,
a expresar su voluntad. Ni tampoco olvidar que la historia de las mujeres, es una
historia de desigualdades y limitaciones, una historia de reglas elegidas y establecidas por los hombres. Los hombres alcanzaron en España el derecho al voto sin
restricciones por estado civil o clase social en 1890, las mujeres viudas y solteras
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mayores de 25 años en 1924 y universalmente en 1931 y, aún así, no faltaron los
intentos de condicionarlo.
Que duda cabe que se ha avanzado y, más aún, si abordamos el tema con
esta perspectiva histórica y temporal, si tenemos en cuenta que sólo hace 75 años
que las mujeres conquistamos el derecho activo, el derecho a elegir, aunque en
España se ahogara durante 40 años y, sobre todo, que nuestra Democracia Constitucional aún no ha cumplido 30 años. Esta perspectiva nos obliga a reconocer la
trascendencia de tres momentos cruciales: el primero con la Constitución de 1931,
un segundo con la aprobación de la Constitución de 1978 que nos ha permitido
avanzar más en la igualdad entre hombres y mujeres en 28 años, que a lo largo
de toda la historia de la humanidad. Un tercer momento lo constituyen las reformas constitucionales y estatutarias, lo que nos permite resumir la trayectoria de la
igualdad entre hombres y mujeres en un transito que se desliza del derecho al
voto hasta la democracia paritaria. Un transito que se desliza desde la igualdad
legal a la igualdad real, desde el reconocimiento del derecho a la igualdad al reconocimiento de la garantía de ejercer este derecho.
Éste es un momento crucial, por ser un momento de reformulación democrática y, por tanto, una oportunidad excepcional para definir y abordar la perspectiva de género, que constituirá un punto de inflexión en la igualdad de hombres
y mujeres, porque el objetivo ya no es sólo el establecimiento de los derechos en
las normas, sino la conquista de las garantías para ejercerlos y disfrutarlos. Ahí
debería radicar la nueva concepción de la igualdad.
Si hacemos un breve recorrido histórico vemos que durante la transición democrática y durante gran parte del periodo democrático, la lucha por los derechos
de las mujeres se centra en conseguir plasmar la igualdad entre mujeres y hombres
en la Constitución y en las leyes.
La Constitución Española de 1978, que sin duda, supone un avance cualitativo y cuantitativo en el reconocimiento de los derechos de las mujeres, introduce
la igualdad jurídica, el principio de igualdad entre hombres y mujeres. Aunque
cabe señalar que entraña en su seno una contradicción, la sucesión de la Corona,
que establece un orden preferente del varón sobre la mujer en el derecho sucesorio,
constitucionalizando una discriminación por razón de sexo, que choca frontalmente
con el principio de igualdad consagrado en la propia Constitución, cuestión que
ha sido planteada como uno de los supuestos para la Reforma. Es una regla formalmente constitucional, pero materialmente anticonstitucional, como ha señalado el profesor Pérez Royo.
No obstante, la aprobación de la Constitución de 1978 posibilitó la modificación del ordenamiento jurídico preconstitucional, claramente desigualitario.
Sólo por recoger algunos ejemplos recordaré, que el Sometimiento de la
mujer, está vigente en el Código Civil hasta su reforma de 1981, claramente expresado en las diferencias entre los deberes del matrimonio, donde se establecía
que la mujer debía obediencia al marido.
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El adulterio se penalizaba de forma diferente para la mujer y para el hombre
casados y no se despenaliza hasta 1978. Hasta esta fecha la mujer que tenía un hijo
de una relación extramatrimonial, no podía reconocerlo como propio, porque hacerlo constituía una prueba del delito de adulterio.
Hasta 1975 la mujer necesitaba la autorización del marido para disponer de
sus bienes o abrir una cuenta bancaria y hasta la reforma de 1984 el marido seguía
siendo el administrador legal de los bienes de la sociedad conyugal.
Hasta 1981 el ejercicio de la patria potestad sobre los hijos e hijas la ejercía
sólo el padre. Salvo que la madre fuera viuda no tenía ninguna potestad sobre los
hijos.
En los avances por la igualdad han tenido especial importancia los artículos
14 y 9.2 de la Constitución Española, que establecen la obligación de los poderes
públicos de promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integran sean reales y efectivas, superando los
obstáculos que impidan o dificulten su plenitud, así como facilitar la participación
de todos los ciudadanos y ciudadanas en la vida política, económica y social, pues
abre las puertas a las iniciativas políticas para alcanzar ese derecho constitucional
a la igualdad, abrió las puestas también al desarrollo del derecho compensatorio
presente en la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y avanzar en la asunción
de la dimensión de género como estrategia de análisis e intervención.
Es cierto que los primeros años de vigencia de la Constitución no eran muy
propicios para un desarrollo legislativo para la igualdad de la mujer. La situación
de transición política, económica...impiden que la Igualdad de género, sea un tema
prioritario; pero, a pesar de eso, se realizaron reformas legislativas que tuvieron
consecuencias importantes en materia de igualdad de género, como las reformas
laborales que, entre otros fines, pretendían incorporar a la mujeres al mercado de
trabajo. El mercado supo hacer de la necesidad virtud pero, con ello, no se han evitado consecuencias discriminatorias, como por ejemplo, de la maternidad en la
contratación o la doble jornada de las mujeres, que ha dejado patente la convicción
sobre la responsabilidad de las mujeres en la familia y la incuestionable diferencia
de roles, lo que nos lleva a pensar que las reformas legislativas sin la perspectiva
de género correcta, pueden tener efectos perversos para las mujeres e incluso,
frenar el avance social hacia la igualdad real, instalando en la sociedad la convicción de objetivo conquistado.
Son muchas las juristas que han analizado la posición de la mujer en el
Sistema Jurídico y que concluyen, que la integración de la mujer como sujeto
de derechos y obligaciones se produce dejando intocable el sistema jurídico
que se había creado en los siglos XVIII y XIX, predeterminado para un individuo varón y nula identificación de la mujer con ese sistema y que, al mismo
tiempo, deja intacto un sistema social que predetermina las funciones de hombres y mujeres, lo que ha tenido consecuencias negativas para alcanzar la igualdad real.
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Así, la incorporación de la mujer a ese espacio político, al espacio público
propio del hombre, no conlleva un cambio del sistema, ni una adecuación de los
instrumentos y técnicas para responder a las exigencias y necesidades de ese género, sino que las mujeres se incorporan a espacios creados por y para los hombres, pero que tratan de definirse como modelos neutros social y políticamente,
una vez más lo masculino considerado universal pero, obviamente, no neutral
pues reproduce una situación de jerarquía y desigualdad.
A las mujeres se les han denegado a lo largo de la historia directamente los
derechos y cuando los alcanzan formalmente en el ordenamiento jurídico, lo hacen
como una concesión de los del hombre, lo que produce inevitablemente un problema en la aplicación de las normas, que ignoran la realidad social de las mujeres.
Hay una extensión normativa a la mujer de todo derecho existente en el ordenamiento
jurídico que por definición es patriarcal, como diría Mª Luisa Balaguer Callejón. Pero
al mismo tiempo se blinda el espacio considerado de las mujeres que es incuestionable socialmente, dificultando no sólo la corresponsabilidad en el terreno público sino también en el espacio familiar y doméstico.
El movimiento feminista y la antropología aclararon términos que, todavía
hoy, son necesarios para comprender estas afirmaciones, deshacer prejuicios sociales y plantear actuaciones. Fue con la antropóloga Margaret Mead, a raíz de sus investigaciones, cuando surgió toda una rama de la antropología, la antropología
del género, cuyo objetivo principal consiste en investigar cómo cada cultura construye las categorías de masculino y femenino, Mead puso de manifiesto que ambas
categorías responden a roles diferenciados y jerarquizados.
Las aportaciones de Mead, Simone de Beauvoir y otras teóricas feministas
evidenciaron el peso de la cultura a la hora de determinar los roles y, cómo tradicionalmente se han naturalizado los roles de hombres y mujeres, justificando así
la explotación y la subordinación de las mujeres e insistieron en la necesidad de
reorganizar y repensar la identidad de las mujeres y su lugar en la cultura y en la
sociedad.
El género; como un elemento de análisis crítico de la estructura social pone
de manifiesto que mujeres y hombres han sido socializados en función de diferente
valoración y que la estructura patriarcal de la sociedad determina la función social
de cada uno. Así, es el hombre quien debe alcanzar el poder, mientras la mujer está
destinada al cuidado de los demás. Esta convicción tolera, aunque con dificultades,
que la mujer participe en ese ámbito del poder, siempre que no se altere su función
social, en la que no entra el varón y que es considerada de menor valor que la preconcebida para ellos. Esta diferenciación de roles unida a la jerarquización de las
funciones sociales dibujan inevitablemente una relación de desigualdad y subordinación.
Esta es una cuestión de gran importancia pues, en la medida que esta convicción sobrevive, sobrevive la violencia como arma eficaz para supeditar y controlar a las mujeres que quieren transgredir el modelo patriarcal. En este sentido,
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la Ley Integral de medidas contra la violencia de género supone un avance decisivo, pues recoge este análisis, aborda las causas de este grave problema y las medidas integrales para erradicarlo. Igualmente la pervivencia de esta concepción y
estereotipos de género reafirma la convicción de que la conciliación es sólo cuestión de mujeres en una sociedad que aún no ha asumido la igualdad, aunque en
este caso no se cuestiona la necesidad del derecho compensatorio.
Corregir un modelo social en el que la desigualdad de la mujer resulta casi
natural, precisa el conocimiento de la realidad y el reconocimiento de específico
de los derechos de género en las Normas Básicas, porque sólo desde el reconocimiento de estos derechos se podrá modificar la estructura social hacia una estructura de corresponsabilidad e igualdad.
Esto significa que las leyes no deben ignorar que mujeres y hombres han sido
educados socialmente de forma diferente, ni tampoco el reconocimiento social de
lo considerado masculino y, por el contrario, la falta de reconocimiento de lo considerado de mujeres. Tener presente el enfoque de género en las leyes, es tener en
cuenta el valor que la sociedad concede al hombre y a la mujer y analizar si las medidas
legislativas perpetúan estas convicciones o acercan a los hombres y a las mujeres
hacia la igualdad real.
Si la sociedad no reconoce la igualdad entre hombres y mujeres, es decisivo
actuar sobre este factor social, que es determinante del cambio, y ahí se asienta la
necesidad de incorporar la perspectiva del género y establecer constitucional y estatutariamente los derechos de género que impulsen el cambio social, de un hecho
cultural, no natural que, como toda cultura, es fruto de la construcción simbólica
y, por tanto, es dinámico y mutable.
Hay que reconocer que la Constitución de 1978 significó un avance respecto
a la situación de las mujeres, en absoluta desigualdad incluida la legal y que posibilitó a los poderes públicos, al poder legislativo y a los gobiernos con voluntad
política adoptar medidas legales e iniciativas políticas para avanzar en la igualdad,
convencidos de que las medidas legales son fundamentales, aunque no suficientes,
para promover un cambio social. Pero la entrada de España en la Comunidad Económica Europea fue determinante, pues obligó a la incorporación del acervo comunitario (tratados, reglamentos, directivas, decisiones, recomendaciones,
resoluciones del Parlamento Europeo y jurisprudencia comunitaria), posibilitando
una nueva dimensión al derecho a la igualdad entre mujeres y hombres, principalmente, en el principio de igualdad de oportunidades y el desarrollo de medidas
de acción positiva.
La acción positiva se instaura como forma de compensar la desigualdad real
de la mujer, como medida para eliminar los obstáculos que impidan o dificulten
la igualdad, medida que a pesar de responder a las orientaciones europeas y estar
incorporada como mandato constitucional, ha sido muy contestada.
Sin embargo, la realidad demuestra que todavía, a pesar de las medidas tomadas, las mujeres siguen estando en inferioridad de condiciones en todo los
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ámbitos de la vida y que su participación en el ámbito público o privado es diferente, siempre en perjuicio de las mujeres y que aún existe una enorme distancia entre la igualdad legal y la igualdad real. En este sentido cabe resaltar cómo
las leyes actualmente a debate, la Ley de Igualdad o la Ley de Atención a la Dependencia contemplan esta situación y establecen derechos de género que, sin
duda, supondrán un paso crucial en la corresponsabilidad de hombres y mujeres
y en la igualdad real. El establecimiento de derechos para garantizar la presencia
equilibrada de hombres y mujeres en la política, en el empleo, en los centros de
decisión o en la familia, romperá la estructura social estereotipada de hombres
y mujeres.
El debate no está cerrado, pues aunque parece evidente que sigue siendo necesario intervenir desde los poderes del Estado, sin embargo, no existe acuerdo en
cómo se debe intervenir. A priori, deberían aceptarse como correctas aquellas medidas, que teniendo en cuenta el marco constitucional y la finalidad que persiguen,
sean capaces de solucionar el problema de la igualdad entre mujeres y hombres.
Pero, a tenor de las diferencias de posición política, el acuerdo no parece fácil, resaltaré aquí las posiciones encontradas de los grupos políticos en tres aspectos: la
Reforma de la Ley electoral para establecer la paridad en listas electorales, la Ley
de Igualdad cuestionada desde diferentes posiciones políticas, por considerar intervencionistas e incluso de inconstitucionales las garantías para la participación
de mujeres en la empresa o en la política y, por último, las diferencias respecto a
como abordar la igualdad entre hombres y mujeres en la Reforma del Estatuto de
Autonomía para Andalucía, en lo referente a la paridad electoral o al reto de la
Democracia Paritaria. En definitiva, el establecimiento de derechos de género en
las normas sigue siendo objeto de debate.
Cuestión fundamental pues, si bien es cierto, que las mujeres no conseguirán
la igualdad real con políticas exclusivamente para ellas, no es menos cierto, que
las políticas generales, de derechos universales no serán de verdad generales si no
incluyen la dimensión de género, lo que abunda en la necesidad del reconocimiento y establecimiento de los derechos de género como garantía en este momento de reformulación democrática, se trata, en definitiva, del desarrollo de los
principios rectores de la Constitución.
Porque a pesar de los avances en la igualdad de derechos de hombres y mujeres, la igualdad no es aún un hecho, queda un largo camino por recorrer para lograr que los presupuestos igualitarios recogidos en nuestras leyes, traspasen los
comportamientos sociales y se afinquen como un valor esencial emanado de una
cultura democrática y consolidemos una sociedad de garantías de igualdad.
Como diría María Durán Febrer, “los derechos de género no son medidas de
acción positiva, son derechos cuyo reconocimiento es necesario para alcanzar el
objetivo de igualdad entre mujeres y hombres, las medidas de acción positiva pretenden facilitar la igualdad de oportunidades, mientras que el objetivo de los derechos de género, es una sociedad igualitaria”.
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No quisiera dejar de resaltar el papel fundamental que han tenido los movimientos de mujeres para hacer visible este enfoque de género, su acción en una
lucha pacífica por la igualdad, ha logrado espacios para que las mujeres sean escuchadas y han propiciado que los problemas específicos definidos en razón del
género se conviertan en asuntos de interés público y que los poderes públicos se
vean obligados a recoger sus demandas.
Durante el corto periodo democrático se ha dado un paso muy importante,
pues la lucha de las mujeres por la igualdad se ha asumido como estrategia política
y de gobierno y ha alcanzado valor de asunto de Estado en la voluntad de los gobiernos, formando parte de la agenda política, como se desvela en las iniciativas
puestas en marcha para acercar a las mujeres a la igualdad real.
Esta lucha ha tenido especial relevancia no sólo en la política de gobierno
como motor de cambio social, sino en la estrategia política de los partidos para la
participación de las mujeres en la política, como sujeto activo. Estrategias que nos
han permitido avanzar desde las cuotas de participación electoral del 25% que en
1988 estableció el PSOE, hasta la paridad que se consolidó en 1997 en este partido
y que a sido fundamental para remolcar al resto de los partidos políticos en la incorporación de las mujeres en la representación y participación política, medida
de gran importancia si comparamos los datos actuales con los que ofrecía el panorama de 10 ó 20 años atrás, cuando se fija la incorporación de, al menos un 25%
de mujeres en los órganos del partido y en las listas electorales, con la actualidad
en la que ninguno de los sexos tiene menos de un 40% de representación, cuestión
que será de obligado cumplimiento para todos los partidos una vez aprobada la
Ley de Igualdad que se debate en al Congreso de los Diputados.
Es en la arena política donde las mujeres tenemos que plantear nuestros objetivos
sociales y definir nuestras posiciones, para ser ciudadanas de pleno derecho y reivindicar que no es posible una democracia donde las mujeres no estemos contempladas
y representadas, si queremos hacer real el concepto de democracia representativa.
El congreso español está hoy a la cabeza de Europa en representación femenina con un 36% de mujeres, cuando en 1987 las mujeres sólo representaban el
6.7 %, Andalucía cuenta en su Parlamento con una representación femenina del
39.45%, España cuenta hoy con un gobierno paritario, el gobierno andaluz cuenta
con más mujeres que hombres, con un 57% de consejeras.
El análisis de los datos refleja también que la participación de las mujeres es
mayor en aquellos partidos que han adoptado el sistema de cuotas, así por ejemplo
del 36% de mujeres diputadas en el congreso el 47,4% son del PSOE y el 30,4 del
PP. En el Parlamento de Andalucía las mujeres son el 39,45% y la distribución por
partidos políticos: 69.8% PSOE, 27,9% PP, 2,3 IU, 2,3 PA.
En las Corporaciones Locales de Andalucía desde la legislatura de l983-1987
hasta la de 2003-2007 el número de alcaldesas ha experimentad un crecimiento
del 2,1 % al 14 %, el mayor número pertenece al PSOE con un 61,1 %, seguido
de un 18,5% del PP, un 9,2% de IU, 6,4 de partidos independientes y un 4,6 del
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PA. Las mujeres concejalas son el 27%, el 50% del PSOE, un 23,3% del PP, 11,4%
IU, 6,2% PA y un 4,7% otros partidos.
Se puede afirmar, asimismo, que en Andalucía la acción pública se ha definido claramente por el desarrollo de políticas de igualdad, en una primera etapa
de políticas de acción positiva, en el desarrollo del derecho compensatorio, seguida
de un enfoque más integral de la Igualdad, como principio rector de las políticas
generales (Mainstreaming), partiendo del hecho de que no trata sólo de compensar
sino de estructurar la sociedad, de edificar una estructura social compatible con
la igualdad de hombres y mujeres, como valor fundamental.
Desde la creación del Instituto Andaluz de la Mujer en 1989, como entidad
responsable para promover la igualdad de oportunidades entre las mujeres y los
hombres, en los distintos ámbitos de la vida política, cultural, económica y social,
seguida del desarrollo de los dos Planes Andaluces para la Igualdad de las Mujeres,
o los Planes contra la violencia hacia las mujeres, para luchar contra una inaceptable violación de los derechos humanos, consecuencia de las relaciones históricas
de dominio entre hombres y mujeres. Nuestra Comunidad Autónoma se encuentra
inmersa en un proceso de transformación en materia de igualdad, que persigue un
enfoque más integral y general de la Igualdad como principio rector de las políticas
generales.
La paridad se ha instaurado como eje fundamental de ese nuevo contrato social entre mujeres y hombres en el que podamos compartir tiempos, espacios y responsabilidades, que se refleja con claridad en el aumento de la presencia de la
mujer en la esfera política e institucional.
Este convencimiento se pone de manifiesto, en la aprobación de normas legales, que establecen la obligación de composición paritaria en todos los órganos
consultivos y de asesoramiento del Gobierno Andaluz.
Andalucía, puso en marcha a finales del 2001 la Unidad de Igualdad y Género. Una experiencia innovadora que trata de dotar a los equipos gestores de la
Administración de la Junta de Andalucía, de información, formación y herramientas suficientes para poder integrar la perspectiva de género en todas las políticas
de sus departamentos.
La voluntad por la incorporación de la perspectiva de género ha llevado al
Gobierno Andaluz a considerar la necesidad de que todas las medidas legislativas
y reglamentarias que se aprueben tengan en consideración el enfoque de género.
Es decir, el impacto que la acción pública andaluza tendrá sobre la consecución
de la igualdad. Así, todos los proyectos de ley y reglamentos que apruebe el Consejo de Gobierno deben incluir un informe de evaluación del impacto por razón
del género, desde el año 2004.
En esta misma línea se constituyó la Comisión de Impacto de Género en los
Presupuestos, el objetivo es contundente se trata de evaluar el Impacto que en
hombres y mujeres tendrá el Presupuesto de la Comunidad Autónoma de Andalucía y poder así actuar sobre esta realidad.
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Y el Parlamento de Andalucía aprobó la reforma de la Ley Electoral con el objetivo de garantizar la participación igualitaria de hombres mujeres en las listas
electorales.
Especial importancia tiene la aprobación del Plan de Igualdad entre hombres
y mujeres en la educación, puesto en marcha desde la Junta de Andalucía, abordando desde los primeros años de la educación los valores de igualdad, elemento
fundamental en el cambio social y en la construcción de una sociedad igualitaria.
En Andalucía se han dado pasos muy importantes para integrar la igualdad
de género en las distintas fases y ámbitos de la acción pública y hoy afronta nuevos
retos normativos como la Ley para la Promoción de la Igualdad de Género, pero,
sin duda, nuestra Comunidad Autónoma afronta un desafío estratégico de suma
importancia, la Reforma del Estatuto de Autonomía para seguir avanzando hacia
una sociedad en la que la igualdad entre hombres y mujeres sea una realidad.
El Estatuto de Autonomía de 1981 hizo suyo el principio de igualdad constitucional e incorporó a su ordenamiento este principio específico para la promoción de la igualdad de la mujer y su plena incorporación a la vida social, superando
cualquier discriminación laboral, cultural, económica o política.
Es evidente que al igual que sucediera con la Constitución de 1978, ni las
prioridades ni las circunstancias políticas y sociales permitieron abordar la perspectiva de género entonces, pero la Reforma del Estatuto de Autonomía, aborda
hoy la transformación que la sociedad ha experimentado en los últimos 25 años,
los nuevos retos y las nuevas realidades y la centralidad que ha adquirido la igualdad de género, como un elemento de justicia social pero también de calidad democrática.
En cada momento de la historia se definen las necesidades, las exigencias y
los modos que permitan avanzar en la construcción de una sociedad mejor, este
momento constituye uno de ellos, un momento que permite incorporar a las normas básicas medidas acordes con la nueva realidad.
Así el momento constituyente de 1978 fue definitivo para la incorporación
del principio de igualdad jurídica, es decir, del derecho a la igualdad entre hombre
y mujeres, un derecho universal fundamental, decisivo para alcanzar la igualdad
real, más tarde, el tratado de la Constitución europea fue clave para el desarrollo
del derecho compensatorio, es decir, aquel que posibilita la puesta en marcha de
medidas de acción positiva y compensación de las desigualdades y hoy, en este
momento de reformas constitucionales y estatutarias, es crucial el establecimiento
de los derechos de género, aquellos que reconocen las circunstancias de hombres
y mujeres y que definen las garantías para hacer efectiva la igualdad contenida en
los derechos universales, cuyo fin es la democracia paritaria.
Si bien es cierto que los datos de participación de las mujeres en el congreso
en los parlamentos es muy alta, la presencia de mujeres en la política y en los ámbitos de decisión está muy lejos de acercarse al peso que las mujeres tienen en la
sociedad, el número de mujeres concejalas no supera el 27% y el de alcaldesas el
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La reforma constitucional y estatutaria desde la perspectiva de género
14%. En el Poder judicial el 44% de jueces y magistrados son mujeres pero sólo
hay un 10% de mujeres en el Consejo General del Poder judicial. En la Universidad donde se gradúan más mujeres que hombres, el 59.10 % , sólo un 13% de
las cátedras son ocupadas por mujeres. En los consejos de administración de las
empresas el porcentaje de mujeres es simbólico, sirva como ejemplo que en las empresas del Ibex 35 sólo un 2,32%. Las mujeres, sin embargo, superan el porcentaje
de las listas del paro, cobran en torno a un 40% menos que los hombres y en asumen mayoritariamente las responsabilidades familiares y el cuidado de personas
dependientes, el 83% del abandono laboral para el cuidado de familiares tiene
cara de mujer.
En este sentido proceso de Reforma del Estatuto de Autonomía se ha presentado como una gran oportunidad para afrontar la situación de mujeres y hombres y reflexionar acerca del déficit en materia de igualdad, lo que ha permitido
abordar la Reforma con perspectiva de género, redefiniendo el derecho con una
óptica incluyente de hombres y mujeres. Con la convicción de que la igualdad de
género incide en todos los basamentos del sistema democrático y que no es posible
un estado social y democrático que no persiga la Paridad de género en el todos los
ámbitos.
La perspectiva de género es importante en cualquier campo del derecho, pero
resulta imprescindible en el rango estatutario, que es donde se escrituran los valores sociales e identitarios de un pueblo.
La reforma del Estatuto de Autonomía para Andalucía, que aprobó el Parlamento de Andalucía y que en estos momentos se debate en el Congreso de los
Diputados, se ha abordado con esta perspectiva, pretendiendo dar respuesta a
un nuevo contrato social donde se prevean las necesidades y condiciones de las
mujeres, incorporando como base el principio de transversalidad de las políticas
de igualdad, es decir, la consideración de que la igualdad de hombres y mujeres
es un asunto de interés general que incide en todas las políticas y exige una responsabilidad compartida y la implicación de toda la sociedad, así como, de las
acciones positivas en línea con los mandatos normativos del marco comunitario
y estatal.
Podríamos decir que el Estatuto de Autonomía para Andalucía, como Norma
Institucional Básica de Andalucía, establecerá un marco jurídico que avanza desde
el establecimiento de derechos de género hasta las garantías para disfrutarlos.
El Estatuto de Autonomía promoverá la democracia paritaria como reto,
como meta del pueblo andaluz y las políticas públicas como garantes de su conquista, porque alcanzar la democracia paritaria supone consolidar una democracia
representativa, influyente y hacer realidad el principio de participación y representación.
La perspectiva de género está presente en el texto de la Reforma Estatutaria,
mediante el establecimiento de derechos de género en todos los ámbitos de actuación, desde la educación al empleo, desde la política a al empresa, desde la
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participación en la esfera pública a la privada, promoviendo la corresponsabilidad y la paridad en todos los ámbitos de decisión y participación.
La situación actual de las mujeres, si bien es cierto que ofrece elementos de
preocupación, elementos que nos obligan a permanecer alertas, en tanto siguen
vivos los signos más brutales de la desigualdad, como la violencia de género o los
más sutiles como la situación de las mujeres en el ámbito privado o público, en el
empleo, en la política o en la familia, también ofrece elementos de esperanza, no
sólo por los avances, sino por el protagonismo que la igualdad entre mujeres y
hombres ha alcanzado en la escena pública, en la agenda política, que está posibilitando una situación social y política propicia para que esta perspectiva de género esté presente en los cimientos mismos del orden democrático.
Se puede afirmar que la reforma estatutaria está impregnada de una perspectiva que haga visibles a los hombres y a las mujeres, que desarrolle los principios
rectores de la Constitución, que consolide los derechos y las garantías para disfrutarlos y permita conquistar la igualdad real y, con ello, una auténtica democracia
paritaria.
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9.
LEY ORGÁNICA DE LA IGUALDAD EFECTIVA DE MUJERES Y
HOMBRES: FOMENTO DE LA IGUALDAD EN LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN SOCIAL
Sra.Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación Audiovisual de Andalucía
Introducción
La Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres es, afortunadamente, una realidad. El Congreso de los Diputados la aprobaba el pasado 15
de marzo de 2007 en sesión plenaria, ajustándose al preámbulo de la Constitución
Española que proclama el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razón
de sexo y al principio jurídico universal reconocido en diversos textos internacionales.
Estamos viviendo un momento realmente decisivo para la sociedad española,
que nos invita, por un lado, a reconocer el esfuerzo de todas aquellas mujeres (y
algunos, pocos, hombres), que han luchado a lo largo de los años para que esta
norma fuera una realidad. Por otro lado, nos orienta a recapacitar sobre el futuro,
considerando lo que queda por hacer, trabajando con renovadas ilusiones por una
sociedad verdaderamente igualitaria, respaldadas ahora no solo por la fuerza de la
ética y la moral, sino por la irrefutable presencia de la norma legal.
La Ley Orgánica para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres tiene una
dimensión transversal, proyectando su influencia sobre todos los ámbitos de
la vida política, laboral, civil, económica, social, cultural y artística. Se recogen
en ella una serie de temas fundamentales establecidos en una estructura básica,
que como indica en su título preliminar, pretenden alcanzar la igualdad real
entre las mujeres y los hombres y la eliminación de toda discriminación por
razón de sexo.
Para ello, se tratan aspectos tan importantes como el establecimiento de pautas generales de actuación de los poderes públicos en relación con la igualdad,
consagrándose en él el principio de presencia equilibrada de mujeres y hombres
en las listas electorales. Su contenido no olvida un elemento esencial para la consecución de esa igualdad real como es el establecimiento de medidas de fomento
de la igualdad en los medios de comunicación, algo que posteriormente analizaremos con mayor profundidad.
La Ley se ocupa igualmente del derecho al trabajo en igualdad de oportunidades, con medidas como el acceso al empleo y a la formación así como la promoción de profesionales y las condiciones de trabajo y la regulación del derecho
a la igualdad en el empleo público.
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También se desarrolla un aspecto como la igualdad de trato en el acceso a
bienes y servicios, y se contempla la realización voluntaria de acciones de responsabilidad social por las empresas en materia de igualdad. Finalmente se establece una serie de disposiciones organizativas con la creación de una Comisión
Interministerial de Igualdad entre mujeres y hombres y de las Unidades de Igualdad en cada Ministerio. Junto a lo anterior, la Ley contempla la creación de un
Consejo de Participación de la mujer como órgano colegiado que sirva de cauce
para la participación institucional en estas materias.
Recomendamos el trabajo de Elia Rosa Maldonado, que recoge magníficamente
en su artículo “Reforma Constitucional y estatuto desde la perspectiva de género” un
análisis más profundo tanto del proceso de elaboración, como del contenido de esta Ley.
La ley y los medios de comunicación
A efectos del presente artículo nos centraremos en analizar cual es la realidad
sobre la transmisión de valores igualitarios que se produce en este momento en los
medios de comunicación, las medidas que la Ley incorpora para la consecución
de la igualdad en dichos medios y, finalmente, los aspectos que a nuestro entender
consideramos esenciales para el cumplimiento real de dichas medidas.
La incorporación del título tercero en la Ley Orgánica de Igualdad entre Mujeres y Hombres, que hace referencia a las medidas de fomento de la igualdad en
los medios de comunicación social, está más que justificada. Tanto la experiencia
diaria como los estudios realizados por gran cantidad de teóric@s de las más diversas posturas han demostrado y demuestran cada día, cómo los medios de comunicación constituyen un poderoso agente de formación de la opinión pública
y son, por tanto, un agente socializador cuya influencia supera incluso a instituciones tan tradicionalmente importantes como la familia o el sistema educativo.
Los Medios de Comunicación desempeñan una función fundamental en el
conocimiento de la realidad de la que formamos parte. El posicionamiento que
estos tomen y la forma de tratar los acontecimientos que se producen, su transformación en noticia y finalmente el ofrecerlos como información van a determinar
la imagen y la conciencia colectiva sobre esa realidad.
Es evidente que los medios actúan de una manera activa sobre las personas, bien
creando opinión u ofreciendo una serie de datos, opiniones y elementos que serán
utilizados, tomándolos o rechazándolos, para configurar una opinión individualizada.
Esta gran capacidad de influencia de los Medios de Comunicación puede utilizarse de forma positiva en la transmisión de importantes valores para una convivencia igualitaria y justa o por el contrario pueden ejercer una actitud perversa,
contribuyendo a perpetuar valores negativos.
Los valores y su transmisión
¿Qué entendemos por valores, cómo se construyen y cómo se transmiten los
valores en relación a los aspectos de género?
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Los valores son construcciones mentales que crean concepciones genéricas
organizadas y que infieren en los comportamientos y conductas humanas. Cada
sociedad en esta u otras épocas ha creado y crea en primer lugar pautas de conducta y posteriormente normas que impone a las personas que forman parte de la
misma.
Los valores, por tanto, determinan el modo personal de ser, de vivir, de sentir,
hasta tal punto que guían nuestra conducta y las decisiones que tomamos. Forman,
en definitiva, nuestra autodefinición como personas.
A la hora de analizar cómo se lleva a cabo el proceso de construcción de los
valores es importante incorporar el análisis de género, que nos permitirá descubrir
los prejuicios sexistas que existen en nuestras concepciones mentales y en los esquemas de valoración que vienen siendo trasmitidos de generación en generación
a través de la cultura.
La construcción socio-cultural del género y su errónea aplicación al sexo en
un sistema androcéntrico, ha supuesto la creación de estereotipos con escalas de
valores diferentes y jerarquizados: el masculino y el femenino.
Entendiendo por estereotipo aquel conjunto de características comunes que
se aplican a un colectivo, en una cultura y momento histórico determinado, en la
sociedad patriarcal, el estereotipo masculino es el Todo, la Unidad, el Ser, es quien
ostenta y ejerce el poder, simbolizado por los valores de prepotencia, fuerza, dominación, etcétera. Y por tanto y como contrapartida, el estereotipo femenino
queda definido por la dependencia obligada y la sumisión.
Este sistema sexo-género tiene su origen en la división sexual del trabajo: el
hombre en la esfera de lo público y por ende, el poder económico, político, sociocultural, religioso... la mujer en el ámbito de lo privado y lo doméstico. Esta situación se ha venido manteniendo a través de los siglos mediante una trama compleja
de sistemas de valores, que tienen su base en la supuesta inferioridad intelectual
femenina.
Para la transmisión de esos valores, se recurre a una estructura de sistemas:
económico, político, educativo, cultural… y también de subsistemas, creando los
modelos necesarios para ello, así como patrones de comportamiento estándar que
hacen posible que la humanidad se adscriba a dichos valores colectivos y los interiorice de tal manera que los considere como elegidos libremente.
Tradicionalmente, la familia constituye la primera estructura que hace posible
la transmisión de los valores sexistas en los primeros momentos del desarrollo humano, constituyendo la estructura básica de la personalidad del individuo. A continuación la educación en sus múltiples facetas, formal, no formal e informal se
encargan de afianzar los mismos.
De esta forma, los valores son aceptados por las personas o impuestos por el
colectivo al que se pertenezca, pero no son adquiridos personalmente, lo que supone que la mayoría de los seres humanos manifiesten conductas incoherentes y
respondan de manera diferente según el ámbito social en el que se muevan o las
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personas con las que se relacionen, respondiendo fundamentalmente a expectativas de otras gentes o colectivos.
Sin embargo, cuando los valores son adquiridos a través del desarrollo coherente y permanente de actitudes, estos se reestructuran con la personalidad y se
pueden transformar en capacidades, de tal manera que la persona está capacitada
para ser solidaria, responsable, autónoma, independiente, sensible...
Sería por tanto necesario definir modelos educativos que partan de aquellos
valores que potencien el desarrollo integral de las personas.
Por otra parte, es necesario el desarrollo de una cultura crítica y de una estructura, que facilite a las personas el desarrollo de su identidad personal para
poder construirse con libertad su propia escala de valores, sus preferencias y juicios
de valoración.
Cada persona nace con una identidad esencial que le diferencia del resto y
con una identidad sexual. Lo natural es que cada persona desarrolle su identidad
esencial, creciendo íntegramente dentro de su cuerpo, con su mente y con sus
emociones, en un compromiso personal y social de responsabilidad y corresponsabilidad.
En el campo pedagógico y de la educación este paradigma se denomina Coeducativo, puesto que parte de la identidad natural de ser mujer u hombre y superando
los estereotipos de género masculino y femenino, sobrepasando los límites impuestos
por la cultura sexista dominante, de tal manera que cada persona tenga plena conciencia de sí misma con autoridad y protagonismo, tomando las riendas de su vida,
construyendo su propia identidad y responsabilizándose de su proyecto de vida.
Los medios de comunicación: agentes esenciales de transmisión de la educación informal de las personas.
Es evidente, como comentábamos al principio, que los medios de comunicación social son un importante agente de educación informal, es más, podemos
afirmar sin ningún género de dudas que constituye, en el momento actual, el sistema organizado de primer orden en la transmisión de valores, reproduciendo los
valores imperantes en la sociedad.
Margarita Rivière en su libro “El malentendido: cómo nos educan los medios
de comunicación” defiende cómo los medios de comunicación actualmente no informan, sino que educan y la gran preocupación de la autora, que argumenta a lo
largo de este interesante trabajo, es que educan mal, puesto que existe una distorsión dolorosa, tergiversación sistemática de lo verdadero y lo honesto.
La transmisión del pensamiento androcéntrico se lleva a cabo tanto a través
de la televisión, la publicidad, el cine, la prensa escrita, la radio, las nuevas tecnologías, etcétera. Analizando la realidad, se pone de manifiesto que en nuestra sociedad se está produciendo un distanciamiento entre las transformaciones llevadas
a cabo por los movimientos en pos de la igualdad y el poder y sus instituciones,
en manos de los cuales se encuentran estos medios.
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En lo que se refiere a la televisión, es indudable que se ha convertido en el
medio con más poder de convocatoria y transmisión de los existentes. Todo lo
que se lanza a través de la televisión adquiere una importancia sobredimensionada,
al convertirse en un gran altavoz con capacidad de llegar a todos los estratos sociales, con independencia de la edad, el género o la posición social.
Y todas y todos somos conscientes de que lo que se trasmite y como se trasmite,
tiene mucho que ver con los estereotipos tradicionales masculinos y femeninos, perpetuando estos estereotipos. Ante esta afirmación, muchos profesionales y público
en general nos llamarían la atención respecto a los grandes avances que desde este
medio se han producido respecto al tratamiento de la mujer en los mismos. Sin embargo, gran parte de los estudios llevados a cabo sobre la programación y la publicidad en las televisiones públicas y privadas, ponen de manifiesto que se continúa
identificando a las mujeres y los hombres con los roles de la ideología patriarcal.
Es interesante analizar cómo aparentemente la imagen social general de la
mujer ha evolucionado en algunos niveles sociales, pero sin embargo no se ha producido ese cambio de igual manera en la televisión u otros medios. A veces asistimos a una manipulación, desde nuestro punto de vista premeditada y claramente
vinculada a un fin puramente consumista, en los propios medios y queda especialmente patente en la televisión y la publicidad. Podemos observar cómo según las
franjas horarias y los públicos a los que se dirijan se procede a utilizar en muchos
casos discursos y estereotipos de género contradictorios.
Por la mañana y el mediodía, tanto la programación como la publicidad en
televisión se dirige a la mujer, al ama de casa, con el correspondiente mantenimiento de los roles. A media tarde, el público es la mujer independiente y trabajadora, por lo que los programas y anuncios se adecuan más a lo que este sector
quiere escuchar, adaptándose en alguna medida a lo que este sector de la población
demanda. Finalmente por la noche todo el enfoque está destinado al sexo masculino, con una constante alusión a los modelos tradicionales.
La fuerza de la imagen para crear valores sociales y ejercer influencia sobre
las personas es evidente, porque ofrece definiciones, presenta modelos, promueve
estereotipos y como comentábamos anteriormente, en muchos casos esos modelos
y estereotipos son contradictorios. Lo peor de todo es que l@s consumidoras aceptan estas imágenes e intentan proyectarse sobre ellas.
Por otra parte tendríamos que analizar de qué manera se ha incorporado la
mujer a los medios. En este sentido, nos parece muy interesante la clasificación que
da la profesora de la Universidad de Sevilla Felicidad Loscertales, cuando distingue
entre las mujeres que dirigen los medios y las que trabajan en los mismos.
En el primer caso, es decir, sobre las mujeres que dirigen los medios, es evidente que las estructuras organizativas de las empresas informativas están provistas
de élites masculinas y esto hace difícil la participación equilibrada de las mujeres
en los procesos de decisión, lo que queda claramente de manifiesto en los contenidos de los productos. No se trata de que se generen productos de temática fe93
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menina, aunque no estaría de más tener una mayor oferta en este sentido, sino de
impregnar al producto de una filosofía igualitaria.
Respecto a las mujeres que trabajan en los medios de comunicación, estamos
asistiendo en los últimos tiempos a un incremento importante, aunque su actividad se ve muy limitada por las facilidades con las que cuentan sus compañeros varones en las mismas circunstancias.
Medidas de fomento de la igualdad en los medios de comunicación
Por todo ello, la Ley recoge en su Titulo III medidas de fomento de la igualdad en los medios de comunicación social, con reglas específicas para los de titularidad pública, así como instrumentos de control de los supuestos de publicidad
de contenido discriminatorio y previsiones de promoción de actuaciones que eviten la publicidad sexista.
Para ello, la Ley “velará por la transmisión de una imagen igualitaria, plural
y no estereotipada de mujeres y hombres en la sociedad, y promoverán el conocimiento y la difusión del principio de igualdad entre mujeres y hombres”
En el Artículo 37, se hace referencia a los objetivos que la Corporación RTVE,
en el ejercicio de su función pública debe perseguir en su programación. Dichos
objetivos son:
-Reflejar adecuadamente la presencia de la mujer en los diversos ámbitos de
la vida social.
-Utilizar el lenguaje en forma no sexista.
-Adoptar, mediante la autorregulación, códigos de conducta tendentes a
transmitir el contenido del principio de igualdad.
-Colaborar con las campañas institucionales dirigidas a fomentar la igualdad
entre mujeres y hombres y a erradicar la violencia de género.
Por otra parte, en este mismo artículo recoge cómo la Corporación RTVE
debe promover la incorporación de las mujeres a los puestos de responsabilidad
directiva y profesional y fomentar la relación con las asociaciones y grupos de mujeres para identificar sus necesidades e intereses en el ámbito de la comunicación,
así como el Consejo de administración de dicha Corporación, debe de tener una
representación equilibrada de mujeres y hombres
El artículo 38 se dedica a la Agencia EFE, y declara que en el ejercicio de sus
actividades deberá velar por el respeto del principio de igualdad entre mujeres y
hombres y particularmente por la utilización no sexista del lenguaje.
En lo que se refiere a la igualdad en los medios de comunicación social de titularidad privada, la Ley, en su artículo 39 establece que todos respetarán la igualdad entre mujeres y hombres, evitando cualquier forma de discriminación y que
las administraciones públicas promoverán la adopción por parte de los medios de
comunicación de acuerdos de autorregulación que contribuyan al cumplimiento
de la legislación en materia de igualdad, incluyendo las actividades de venta y publicidad que en ellos se desarrollen.
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Finalmente en el artículo 41, dedicado a la igualdad y publicidad, establece
que la publicidad que comporte una conducta discriminatoria, se considerará publicidad ilícita respecto a lo que la ley establece y lo previsto por la legislación general de la publicidad y de la publicidad y comunicación institucional.
Será el Instituto de la Mujer a través del Observatorio de la Publicidad el encargado de evaluar la publicidad que se trasmita a través de los medios de comunicación o cualquier tipo de de soporte publicitario y asesorará en materia de
publicidad ilícita a los órganos competentes.
También será el encargado de elaborar informes o estudios, facilitar la colaboración institucional, recomendará propuestas de actuación en materia de publicidad sexista o discriminatoria y será el órgano, o el equivalente en las
Comunidades Autónomas para ejercer acciones de cesación de publicidad ilícita
por utilizar la imagen de la mujer en forma discriminatoria.
Elementos esenciales para la puesta en marcha de las medidas de fomento
de la igualdad en los medios de comunicación.
Teniendo en cuenta lo que comentábamos al principio, respecto a que los
medios de Comunicación social son un importante agente de educación informal
y que constituyen en el momento actual el sistema organizado de primer orden en
la transmisión de valores, reproduciendo los valores imperantes en la sociedad, la
aplicación de esta medidas que recoge la Ley en relación con los medios de comunicación es el principio de un camino que nos va a permitir la igualdad efectiva
entre hombres y mujeres.
Para que se pueda dar debido cumplimiento a estos puntos recogidos en el
Artículo III, debemos tener en cuenta la realidad de la que partimos, pues como
hemos puesto de manifiesto anteriormente, se continúan transmitiendo los estereotipos tradicionales masculinos y femeninos, a nuestro entender de una forma
mucho más perversa que hace algunos años, ya que en la mayoría de los medios,
tras una apariencia de igualdad en las formas, ocultan contenidos sexistas, que incluso a los más preparados pasan desapercibidos, de forma que se afianzan los
modelos.
Se presentan modelos y se promueven estereotipos de género completamente
contradictorios, elaborados en la mayor parte de los casos por hombres, en los
que la mujer intenta proyectarse y que conducen a una neurosis peligrosa que perpetúa la desigualdad y resulta mucho más difícil de identificar.
Esto es consecuencia, en gran medida, de que son hombres los que deciden
sobre los contenidos que se trasmiten a través de los medios.
Aunque han comenzado a surgir grupos y asociaciones de hombres por la
igualdad de genero, la realidad, tal y como pone de manifiesto Jon Gotzon BaraiaEtxaburu Artetxe en su artículo “Convivencia y Reestructuración de los Roles” es
“que los hombres van admitiendo la igualdad más por la necesidad (”no le queda más
remedio”) de adaptarse que por efecto de una concienciación (“deseo de ser iguales”).
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Por tanto, en la búsqueda de la igualdad la realidad es que a los hombres no
les interesa el cambio porque supone una merma de su posición y pérdida de las
cotas de poder que tienen aún en la mayoría de las facetas de la vida. Así, han desarrollado frente a la igualdad un discurso políticamente correcto, con un doble
mensaje: socialmente se pronuncian a favor de la equiparación entre los hombres
y las mujeres, pero a nivel personal, en la mayoría de los casos, no se ha producido
el cambio deseado. Incluso en algunos adoptan posturas de victimas respecto a las
consecuencias de la igualdad.
Por todo ello y en lo que a los medios se refiere, es esencial trabajar por el
cumplimiento real del articulo 37, donde se hace referencia a promover la incorporación de las mujeres a los puestos de responsabilidad directiva y profesional,
y debería hacerse extensivo no solo al Ente RTVE, como recoge la Ley, sino a la totalidad de los medios.
La incorporación de las mujeres, y especialmente aquellas sensibilizadas en
los aspectos de igualdad, a la cúpula de los medios de comunicación, sería un elemento fundamental a la hora de elaborar los contenidos que trasmitan valores de
igualdad respecto al género, así como un paso imprescindible para que se produzca
el tratamiento de igualdad entre hombres y mujeres dentro de los medios.
Muchos de los hombres que ostentan el poder de los medios de comunicación, argumentan la falta de mujeres formadas para asumir puestos directivos. La
realidad nos demuestra que existen mujeres sobradamente preparadas académica
y profesionalmente para acometer estas responsabilidades. Prueba de ello es el
gran porcentaje, mayor que el de hombres, de mujeres que finalizan sus estudios
universitarios, realizan masters y trabajan en los medios, desgraciadamente siempre en niveles inferiores, no por falta de preparación sino por su condición de
mujeres.
Por ello, una de las medidas esenciales para que sea efectiva la incorporación
de las mujeres directivas a los medios, sería la utilización real por parte de los propios medios de bases de datos de mujeres profesionales, elaboradas por entidades,
asociaciones y grupos de mujeres.
Otro de los aspectos para conseguir el cambio efectivo es la puesta en marcha
de una autoevaluación de los medios. Por ello, sin atentar contra la libertad de
expresión, se deberían evaluar las producciones mediáticas, los propios medios
de comunicación y las agencias publicitarias, instaurando una serie de directrices
profesionales y de mecanismos de coregulación, estableciendo un sistema de evaluación inicial con elementos de diagnóstico y pronóstico, tanto sobre la tarea
como sobre los efectos buscados y previstos, así como una evaluación continua y
una evaluación final sobre los elementos determinados y productos que se consideren indicadores. Esta tarea debe de ser llevada a cabo tanto por l@s propi@s
profesionales como por personas especializadas que la supervisen.
Pero el elemento esencial para que se produzca la trasformación real será
conseguir un cambio de actitud de l@s directiv@s, y de l@s profesionales de los
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medios. El primer paso será el formar a l@s directiv@s y l@s profesionales de los
medios que a su vez trasladarán sus mensajes sobre l@s receptoras/es e influirán
decisivamente en el logro de una sociedad realmente igualitaria.
El objetivo fundamental de esa formación es conseguir un cambio de actitud
respecto a la igualdad real entre hombres y mujeres y ese cambio ha de ser adquirido personalmente, es decir de forma autónoma, fruto de una decisión libre. En
este sentido, hay que trabajar en tres niveles: el nivel cognitivo, ofreciendo información científica. El nivel emocional, trabajando en la reflexión sobre la información para motivar el cambio y finalmente en el nivel comportamental, cuya tarea
es promover la actuación a través de un espíritu crítico.
Será decisivo centrarse en los dos recursos expresivos más importantes que
posee todo mensaje: la forma y el fondo. Así, habrá que analizar la forma para
construir mensajes no sexistas, teniendo en cuenta el lenguaje de la palabra, el
lenguaje de las imágenes y algunos casos, otros recursos como la luz, el color, movimiento, música etc.. Pero será esencial tener en cuenta el conjunto de contenidos
y temas que se traten, es decir ‘el fondo’, analizando detenidamente lo que se dice,
los tópicos que se tocan y cómo se habla de las mujeres y los hombres.
Esta formación debería hacerse efectiva tanto para futuros profesionales a través de las universidades, escuelas, centros de formación, etcétera, como a través
de cursos especializados incorporados en la oferta formativa que los propios medios ofrecen a sus trabajadoras/es.
Lo que es evidente es que para hacer posible la aplicación de la Ley Orgánica
para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres y específicamente en lo que se refiere al artículo III sobre el Fomento de la igualdad en los medios de comunicación
social es necesario que mujeres y hombres realicen un trabajo conjunto y honesto.
Es un reto tan difícil como importante, en el que se deben de conjugar aspectos como la concienciación real y no formal por parte de los hombres respecto a la
necesidad de ser iguales. El trabajo de las mujeres será esencial, pero decididamente
se ha de contar con aquellas asociaciones de hombres que reconocen la grave discriminación que sufren las mujeres y que están comprometidas con la lucha activa
para acabar con esta situación. Hombres que creen en la construcción de nuevas relaciones que no estén dominadas por los estereotipos de género, sino por la relación
más como personas y menos como mujeres y/o hombres. Hombres que han comprendido que en esta imposición de estereotipos, ellos también pierden.
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10.HaciaUnNuevoModeloSocial:Maquetación 1
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10.
HACIA UN NUEVO MODELO SOCIAL: LOS ESPACIOS DE
SOCIALIZACIÓN EN EL NUEVO MARCO NORMATIVO ANDALUZ
Soledad Ruiz Seguín
Directora del Instituto Andaluz de la Mujer
La todavía cercana conmemoración del 75 aniversario del Voto Femenino
nos da la clave de cómo logros que parecían irreversibles, si no se sostienen y alimentan con unas condiciones sociales y políticas favorables, pueden experimentar retrocesos y representar sufrimiento para las mujeres, porque nosotras somos
avanzadilla de futuro pero también las más perjudicadas ante los vaivenes de la
historia.
Por todo ello, junto al orgullo de la transformación social experimentada en
nuestra Comunidad Autónoma en las últimas décadas, y de la que hemos sido
protagonistas en gran medida las mujeres andaluzas, es preciso mantenernos en
alerta para sustentar los cambios y anclarlos en el tiempo, avanzando siempre.
El Gobierno de la Junta de Andalucía ha sido pionero, dentro del ámbito
competencial autonómico, en la puesta en marcha de marcos legales y líneas de actuación que han venido no sólo propiciando el cumplimiento real del principio de
Igualdad, consagrado por el artículo 14 de nuestra Constitución y desarrollado
por el Estatuto de Autonomía para Andalucía, sino que hemos anticipado el discurrir de la acción pública en materia de igualdad: presupuestos públicos con impacto de género, impacto de género en decretos y normas o la Unidad de Igualdad
de Género.
Concluida una primera etapa de Planes específicos en ámbitos en los que la
acción institucional era, y sigue siendo, necesaria, la Comunidad Autónoma se
encuentra inmersa en un proceso de transformación en materia de igualdad, en
torno a las dos grandes líneas en las que se sustenta el cumplimiento efectivo de
los derechos de las mujeres: las medidas de paridad y la transversalidad (mainstreaming), con la consiguiente integración de la perspectiva de género en las políticas
públicas.
Las mujeres ya podemos impulsar los cambios desde nuestra progresiva presencia en los espacios de autoridad y de representación, Y el reto que estamos
cumpliendo en estos momentos es que la paridad se traduzca en acción política y
atienda a los problemas reales de las mujeres. Si nuestra Constitución de 1978 no
tuvo “madres” en su redacción, ahora acabamos de aprobar, en Andalucía, por
unanimidad, dos leyes en materia de igualdad que recogen las reivindicaciones de
las mujeres, dos leyes elaboradas desde la perspectiva de género y desde la visibilidad conquistada, y aprobadas en un parlamento con 46 diputadas, el 42% del
total de los escaños.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Como ya nos señaló Clara Campoamor, la igualdad en el poder se considera
el símbolo para el resto de las igualdades, laboral y privada, porque de la toma de
decisiones en política derivan el resto de las posibilidades de cambio social. De lo
que se trata ahora es de llevar la paridad no sólo a la política, sino también al empleo, a la administración, a la cultura, a la familia... En definitiva, transversalizar
la igualdad, incorporarla al espacio de lo público y al espacio de lo privado, y
exigir el reconocimiento de la autoridad de las mujeres en todos los contextos y
en todos los ámbitos de la vida.
Por eso, apostamos por la paridad, como un eje fundamental de ese nuevo
modelo social que podemos defender en estos momentos gracias al nivel de igualdad alcanzado, un nuevo modelo social en el que compartamos tiempos, espacios
y responsabilidades, propiciando y consolidando unas relaciones entre mujeres y
hombres plenamente igualitarias y que no limiten las opciones de vida ni los intereses profesionales de ninguna persona.
La sociedad no es neutra, la sociedad se ha creado desde el dominio de un
género sobre otro y, si nos insertamos en ese mundo, lo hacemos en los valores
dominantes masculinos. Esto quiere decir que, en estos momentos, alcanzar la
verdadera igualdad supone reconstruir el sistema social de forma inclusiva y verdaderamente universal.
Nos exige articular un nuevo modelo social que no sólo cuestione las funciones y los espacios tradicionalmente asignados a las mujeres sino que también cuestione el modelo laboral masculino, de “trabajador con disponibilidad absoluta y
exento de responsabilidad de cuidados”. Un nuevo modelo social que exige valorar
el trabajo de cuidados y reproductivo como una inversión social de presente y de
futuro, y abordar el déficit de tiempo de las mujeres, porque quien no tiene tiempo
no es libre y las mujeres nacemos con el tiempo hipotecado.
Para decirlo de forma más precisa, las mujeres hemos conquistado espacios
y opciones de vida pero lo hemos hecho a costa de más trabajo y de perder libertad
y salud, lo hemos hecho sin que cambie el sistema social, sin que cambie la configuración de tiempos y espacios ni, por supuesto, tampoco nuestros compañeros.
Aspectos todos ellos que nos impiden una participación en igualdad, nos apartan
de los beneficios del estado del bienestar a cuyo sustento, en gran medida, contribuimos y, en definitiva, limitan nuestra libertad.
El nuevo modelo social, que ha de sustentar todos los derechos reconocidos
en nuestros textos legislativos, deberá tener uno de sus ejes básicos en la corresponsabilidad, entendida como el derecho y el deber de reparto equilibrado, entre
mujeres y hombres, de responsabilidades, tareas y cuidados, tal como contempla
la Ley 12/2007, de 26 de noviembre, de Promoción de la Igualdad de Género en
Andalucía, BOJA núm. 247 de 18 de diciembre. La corresponsabilidad bien ejercida permitirá que hombres y mujeres concilien, sin angustias ni sobreesfuerzos
innecesarios, todas las facetas que integran y enriquecen la vida de cada persona
y dan calidad a nuestra democracia.
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Hacia un nuevo modelo social: los espacios de socialización en el nuevo marco
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Desde la certeza también de que la consolidación de unas estructuras sociales
igualitarias será determinante para avanzar en la erradicación de la violencia de género,
la vulneración de los derechos humanos más extendida en el mundo, tanto el Estatuto
de Autonomía para Andalucía de 2007, como la Ley 12/2007, ya citada, y la Ley
13/2007, de 26 de noviembre, de Medidas de Prevención y Protección Integral contra
la Violencia de Género, BOJA núm. 247, de 18 de diciembre, ponen de manifiesto la
importancia de la concienciación, de la educación y de la prevención como apuesta por
consolidar un nuevo modelo social sustentado en unas relaciones entre mujeres y
hombres de corresponsabilidad, de respeto y de colaboración en igualdad.
Este proceso de transformación de las estructuras sociales, culturales e ideológicas ha de actuar desde las edades más tempranas y atender especialmente hacia
los espacios de socialización, los espacios donde aprendemos a construir nuestra
identidad de género de acuerdo con los roles y valores que socialmente se adjudican a “ser mujer” o “ser hombre” y que nos cargan con una “mochila” de estereotipos y limitaciones. Y, hoy en día, junto a las familias y la escuela, los medios
de comunicación desempeñan un importante papel como espacios de socialización, desde los que aprendemos cómo es el mundo, cómo interpretarlo y cómo
ubicarnos en él, individualmente y en relación a las otras y los otros.
Desde la Administración Andaluza, especialmente las Consejerías competentes en Igualdad y en Educación, venimos desarrollando acciones específicas destinadas a concienciar a padres, madres y profesorado en los valores coeducativos
y aportándoles estrategias de intervención.
Las dos Leyes Andaluzas en materia de igualdad inciden, como no podía ser
de otro modo, en estos aspectos y potencian la importancia de la formación específica del profesorado, con el fin de asegurar que poseen los conocimientos y las
técnicas necesarias para educar en el ejercicio de la igualdad, de la libertad y del
respeto mutuo, promoviendo en el alumnado actitudes encaminadas al ejercicio
de iguales derechos y obligaciones por parte de mujeres y hombres, tanto en el ámbito público como en el privado.
Así, los valores de la coeducación y los principios de la escuela inclusiva se
incorporarán a los Planes Educativos de las titulaciones que facultan para el ejercicio de la docencia así como a la formación permanente, considerada como un derecho y una obligación del profesorado. Por su parte, la inspección educativa
supervisará la adecuación de materiales curriculares, libros de texto y programaciones didácticas a los requerimientos de una práctica educativa igualitaria, libre
de prejuicios culturales y de estereotipos sexistas o discriminatorios.
La igualdad efectiva entre hombres y mujeres pasa necesariamente por la eliminación de estereotipos ya que éstos influyen en las expectativas personales y
profesionales de niñas y niños, en la elección de estudios, en la participación en
las tareas familiares y, por supuesto, condicionan las opciones para ocupar, en
igualdad, todos los espacios en los que se articula la vida social, cultural, deportiva,
económica y política de la sociedad.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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De este modo, queda puesta en valor la trascendencia de la coeducación para
hacer efectivo el principio de igualdad entre mujeres y hombres. No es casual que
ambos textos normativos coincidan en este aspecto, ya que la desigualdad genera
violencia y, por lo tanto, asentar un modelo social más igualitario supone prevenir
la violencia ejercida contra las mujeres.
En consonancia con el carácter transversal de la Ley 12/2007, de 26 de noviembre, para la Promoción de la Igualdad de Género en Andalucía, y Ley
13/2007, de 26 de noviembre, de Medidas de Prevención y Protección Integral
contra la Violencia de Género, se insta a los Centros Educativos a contemplar la
perspectiva de género en la elaboración, desarrollo y seguimiento de sus actuaciones; entre otras: puesta en marcha de proyectos coeducativos y planes de igualdad en educación, designación en los Consejos Escolares de una persona con
formación en igualdad de género, promoción de la diversificación en la elección
de las opciones profesionales, desarrollo de protocolos de actuación que contemplen medidas necesarias para la detección y atención a los actos de violencia de género dentro del ámbito escolar o elaboración de un informe anual sobre la
prevención de la violencia de género en los centros educativos de esta Comunidad
Autónoma, elaborado por el Consejo Escolar de Andalucía.
Asimismo, la Administración Educativa potenciará la participación equilibrada de mujeres y hombres en puestos de responsabilidad y decisión y llevará a
cabo acciones que permitan conciliar la vida laboral y familiar, asegurando, de
esta manera, la plena incorporación activa de las profesionales docentes a todos los
espacios de la vida educativa.
Pues bien, si la base sobre la que se construyen todas las culturas así como
el progreso de todas las naciones es la educación, podemos decir, sin miedo a equivocarnos, que junto a la familia y la escuela, los medios de comunicación de masas,
en tanto que re-crean la realidad son importantes agentes de socialización en nuestra época y tienen una gran responsabilidad en la configuración de la imagen pública de las mujeres y en la configuración de los géneros: hombre versus mujer. A
diferencia del sexo biológico, el género es un producto cultural, construido socialmente y anclado en el imaginario colectivo, que nos dice lo que significa ser hombre o ser mujer y los comportamientos que corresponden a cada género.
Como ya he señalado anteriormente, a través de esta construcción cultural, altamente simplificadora, no sólo “aprendemos a ser” mujeres y hombres, sino que
“aprendemos también a ver” y a generarnos expectativas en relación a las personas
del otro sexo. Y la construcción cultural de los géneros se hace en función de los estereotipos. El estereotipo es un prefabricado mental, un cliché simplificador, que no
recoge en absoluto la complejidad que cualquier persona o situación presentan.
Pues bien, los medios de comunicación, en su necesidad de generar continuos mensajes y en la voluntad de lograr una buena recepción por parte de la ciudadanía, recurren a los estereotipos, considerados como un saber aprendido, un
punto de referencia fácilmente identificable y, se podría decir, que incuestionable.
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Especialmente la publicidad se sustenta en los estereotipos y los refuerza; la
economía mental que conllevan asegura una lectura eficaz del mensaje y de la consiguiente propuesta de consumo. Pero es que no sólo se venden productos se venden conductas y valores como la felicidad, el éxito o la belleza. Y estos valores son,
con gran frecuencia, sexistas y discriminatorios para las mujeres.
Por todo ello, y tomando en consideración igualmente su potencial y valor
informativo y divulgativo, los medios de comunicación y las tecnologías de la información y de la comunicación no pueden quedar al margen de los cambios sociales. En este sentido, es importante, de un lado, que se impliquen en el proceso
de consolidar las estructuras democráticas y las bases igualitarias de la sociedad;
de otro, será también necesario generar conciencia crítica entre la ciudadanía a fin
de dotar a mujeres y hombres, pero sobre todo, a quienes son más jóvenes, de herramientas y recursos para aprender a ver e interpretar, desde una mirada reflexiva
y de género, los mensajes audiovisuales.
Los medios de comunicación, y en especial la publicidad, han ocupado un
espacio destacado en los foros mundiales centrados en el análisis de la situación
de las mujeres. De la misma manera, han entrado de lleno en la agenda política y
su regulación ha sido objeto de la normativa internacional y comunitaria. Es muy
interesante, en este sentido, la reciente Resolución 1557 (2007) del Consejo de
Europa sobre la Imagen de las Mujeres en la Publicidad.
Por nuestra parte, el Gobierno de la Junta de Andalucía ha impulsado diversas medidas de concienciación y educación, de coordinación entre instituciones y de acción específica, como es el Observatorio Andaluz de la Publicidad No
Sexista, línea de trabajo del Instituto Andaluz de la Mujer destinada a la defensa
estratégica y planificada de la imagen pública de la mujer. En este mismo orden
de cosas, se crea el Consejo Audiovisual de Andalucía, al que la Ley 12/2007 le
reconoce la función de fomentar la igualdad de género y los comportamientos no sexistas en los contenidos de las programaciones ofrecidas por los medios de comunicación
en Andalucía.
Tanto a nivel del Estado Español como en Andalucía, los medios de comunicación ocupan cada vez más un lugar específico en el articulado de los nuevos
textos legales destinados a hacer efectivo el principio de igualdad, desarrollando
a tal efecto los derechos recogidos en la Carta Magna y en el texto del Estatuto de
Autonomía para Andalucía de 2007 que, en su artículo 2008, recoge que los medios
audiovisuales de comunicación, en cumplimiento de su función social, deben respetar los
derechos, libertades y valores constitucionales, así como velar por el cumplimiento del
principio de igualdad de género y la eliminación de todas las formas de discriminación.
En desarrollo del marco estatutario, el Capítulo VII de la Ley 12/2007, de
26 de noviembre, para la Promoción de la Igualdad de Género en Andalucía, regula la imagen y los medios de comunicación en sus artículos 57 y 58, instando
a los poderes públicos de la Junta de Andalucía a velar por un uso no sexista del
lenguaje y asegurar un tratamiento igualitario, plural y no estereotipado de mu103
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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jeres y hombres en los contenidos e imágenes de todos los medios de información y comunicación.
Se ofrece, asimismo, una definición de publicidad ilícita en la misma línea
que lo hace la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de Medidas de Protección
Integral contra la Violencia de Género, cuya Disposición Adicional 6ª modifica el
artículo 3 de la Ley 34/1988, General de Publicidad, y que el artículo 57 de la Ley
de Igualdad andaluza reproduce, considerando ilícita “la publicidad que atente
contra la dignidad de la persona o vulnere los valores y derechos reconocidos en
la Constitución.
Precisando más, la Ley 12/2007 considera ilícitos los anuncios que representen a las mujeres de forma vejatoria, bien utilizando particular y directamente su
cuerpo o partes del mismo como mero objeto desvinculado del producto que se
pretende promocionar, o su imagen asociada a comportamientos estereotipados
que vulneren los fundamentos de nuestro ordenamiento, coadyuvando a generar
la violencia a que se refiere la Ley Orgánica 1/2004, de 28 de diciembre, de medidas de protección integral contra la violencia de género.
Asimismo, en el marco de la Ley Andaluza 12/2007, se contempla la creación
del Observatorio de la Igualdad de Género como órgano asesor, adscrito a la Consejería competente en materia de igualdad, destinado a detectar, analizar y proponer estrategias para corregir situaciones de desigualdad de las mujeres en la
Comunidad Autónoma. Este Observatorio contemplará, en todo caso, entre las
áreas prioritarias, la de Imagen Pública de las Mujeres (artículo 61).
Por otra parte, contar con el aval de una práctica publicitaria no sexista será
uno de los principios tomados en cuenta para otorgar a una empresa la marca de
excelencia en igualdad (artículo 34).
En esta misma línea, la Ley 13/2007, de 26 de noviembre, de Medidas de
Prevención y Protección Integral contra la Violencia de Género, contempla la
elaboración y aprobación de un Plan integral de sensibilización y prevención
contra la violencia de género, coordinado por la Consejería competente en materia de igualdad y que desarrollará estrategias de actuación, entre otras áreas, en
Educación, Comunicación y Formación. Una vez más, también esta Ley atiende
a los espacios de socialización por su especial valor a la hora de desarrollar medidas destinadas a la prevención y a la transformación de las pautas relacionales
sexistas.
Concretamente, en el ámbito de la publicidad y de los medios de comunicación, la Ley 13/2007 insiste en la obligatoriedad de que los organismos competentes de la Junta de Andalucía velen para que los medios de comunicación social
cuya actividad esté sometida al ámbito competencial de la Comunidad Autónoma
no difundan contenidos, no emitan espacios o publicidad sexista, discriminatoria,
vejatoria, estereotipada o que justifique, banalice o incite a la violencia de género.
Se insiste, asimismo, en la necesidad de que los medios de comunicación públicos y privados de Andalucía garanticen la adecuada difusión de las informacio104
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normativo andaluz
nes relativas a la violencia de género, emitan información sobre la protección a las
mujeres, campañas y recursos disponibles, y velen para que los programas destinados a esta finalidad se difundan en un horario variado y que pueda ser visto
por toda la población.
Por su parte, el Consejo Audiovisual de Andalucía velará para que los medios
audiovisuales sobre los que ejerce sus funciones traten y reflejen la violencia de género en toda su complejidad.
Se contempla, igualmente, la formación específica de profesionales de los medios de comunicación sobre la prevención y tratamiento de la violencia de género,
mediante acuerdos de colaboración con las empresas y el ámbito académico.
En relación a la acción de cesación y rectificación de la publicidad ilícita, la
Ley 12/2007, de 26 de noviembre, para la promoción de la igualdad de género en
Andalucía, legitima al Instituto Andaluz de la Mujer y a las Asociaciones que tengan
como objetivo único la defensa de los intereses de las mujeres, de conformidad con lo dispuesto en el artículo 12 de la L.O. 1/2004.
Asimismo, el Consejo Audiovisual de Andalucía, de acuerdo con lo dispuesto en
el artículo 4.15 de la Ley 1/2004, de 17 de diciembre, de su creación, podrá solicitar de
anunciantes y empresas audiovisuales, por iniciativa propia o a instancia de las partes
interesadas, el cese o la rectificación de la publicidad ilícita o prohibida y, cuando proceda,
disponerlo, de conformidad con la legislación aplicable y en los supuestos que la misma
establezca.
En definitiva, lo que he querido destacar con las reflexiones y el recorrido legislativo que se ofrece en este artículo no es otra cosa que la importancia de incidir,
desde el firme posicionamiento de una ciudadanía concienciada y responsable, en
función de su ámbito competencial, en las acciones destinadas a generar pautas
de conducta y actitudes vitales basadas en la cooperación, en la resolución pacífica
de conflictos, en la convivencia, en el conocimiento no estereotipado y no simplificador, en la igualdad de trato y de oportunidades para todas las personas, mujeres y hombres, porque tanto unas como otros, somos sujetos de unos mismos
valores y unos mismos derechos.
De este modo, estaremos no sólo sustentando las bases de un nuevo modelo
social sino sustentando las bases de una democracia de calidad, una democracia
paritaria y participativa.
El avance hacia la igualdad efectiva es un camino de utopías que Andalucía
ha sabido recorrer con paso firme y sostenido para convertirse en Comunidad
pionera en el desarrollo de políticas de igualdad. Ese mismo impulso nos llevará, con el apoyo de toda la ciudadanía, a seguir avanzando en la consolidación
de una sociedad plenamente igualitaria, para todas las mujeres, para todas las
personas.
Porque, si bien es muy necesario ejercer el derecho a la memoria, y lo he
hecho al iniciar este artículo, quiero ahora invitarles a mejorar el futuro desde
nuestro compromiso con el presente.
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LAS MUJERES Y SU TRABAJO EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI
Felicidad Loscertales
Universidad de Sevilla
Introducción
La sociedad actual tiene un nuevo e interesante matiz: las mujeres, presentes
pero prácticamente mudas desde los tiempos más remotos, han decidido cambiar
y hacer oír su voz. Y en efecto, han comenzado a hablar y están diciendo muchas
cosas. Las están diciendo con voz alta y clara y la sociedad las está oyendo. Su llamada es a todos, hombres y mujeres, mayores y pequeños, situados y marginados... y desde un "compromiso con el progreso de la humanidad y la defensa de
los derechos humanos apostamos por la construcción de un mundo solidario y en
paz" (F.M.P.,1997, pp. 109). Estas son la palabras iniciales del “Nuevo Contrato Social mujeres-hombres” presentado, en 1999, por la Federación de Mujeres Progresistas en Sevilla, Madrid y Toledo. Bellas palabras para bellas y realistas ideas
que se plasman en tres propuestas tan simples como trascendentales:
- Compartir las responsabilidades familiares, construyendo nuevos modelos de familia y promocionando otros estilos de vida pública y privada.
- Compartir el trabajo a base de repartir equilibradamente el empleo y
respetar la igualdad en el trato, en el salario y en las condiciones laborales.
- Compartir el poder entendiendo que toda persona está preparada para
la toma de decisiones y que así se podrán generar nuevas ideas y valores que nos
lleven a una sociedad más justa.
Este movimiento y otros semejantes han despertado un mundo de reflexiones y de comentarios y desde entonces se ha venido trabajando sobre la idea
de la autonomía y la dignidad de las mujeres lo que lleva a un concepto nuevo pero
también permanente, la conciliación, entendida como la posibilidad de que se puedan vivir normalmente la dimensión laboral y la familiar logrando así una identidad mas completa. Así podrán surgir los nuevos modelos de la mujeres en una
nueva sociedad que, ciertamente se quiere más justa y mejor con la presencia
activa y comprometida de todas sus mujeres y todos sus hombres. Hay que reconocer que “ser mujer hoy es tomar conciencia de la nueva imagen de una constante
presencia porque las mujeres, como ciudadanas del mundo de hoy y miembros activos de la sociedad tienen, al igual que los hombres, que definir y conquistar una
identidad propia”. (Loscertales, 1998, pp. 51)
El feminismo como dialogo educativo hacia el cambio social.
La mirada a la historia nos presenta la aparición del feminismo como la toma
de conciencia de las mujeres y de sus problemas. Y como todo proceso histórico
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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ha tenido fases y evoluciones., Amelia Valcárcel, las denomina “las tres olas del feminismo (Valcárcel, 2000, 21). Ya en siglo XVIII los afanes de la Ilustración llegaron a las mujeres. Escasamente, porque las “ilustradas” eran escasas, pero también
de forma “luminosa” se empezó a hablar de la vindicación de los derechos de las
mujeres. Es la “vindicación de la ciudadanía”. Nunca se borrará el recuerdo de
Louise de Lacombe y Olimpia de Gouges que encabezaron un grupo de protesta
aduciendo que la Declaración de Derechos se refería simplemente a los derechos
del hombre. Encontraron una cerrada resistencia de aquellos "avanzados" padres
de la patria pero en 1793, el 20 de noviembre, consiguieron unos "Derechos de la
Mujer" con el lema de "si las mujeres pueden subir al cadalso, también pueden
subir a la tribuna". Fue un bello gesto, pero al parecer esos derechos se perdieron
en unos tiempos que todavía no estaban maduros obteniendo tan sólo el de subir
a la guillotina.
Una segunda fase del feminismo aparece en el s. XIX. Ahora las protagonistas
son denominadas en forma despectiva “sufragistas”. Son mujeres valientes y atrevidas que reclaman el derecho al Voto y a la Educación. Sus sufrimientos han dado
fruto y las mujeres pueden votar prácticamente en todas partes, pero no está tan
lejos el tiempo en que Concepción Arenal se tuvo que vestir de hombre para entrar
en las aulas universitarias.
Por fin, y con ello llegamos a los tiempos actuales, la tercera fase es la del
siglo XX. Logrado todo lo anterior, el feminismo, a partir de los años 70 del pasado siglo, plantea ya numerosas reformas legales en pro de las mujeres. Es un
aire igualitario y renovador que se extiende por muchos países, predominantemente por los de cultura occidental. Bien es cierto que a veces estas leyes no se
cumplen (pensemos en las normas que dictan igual salario para igual trabajo)
por lo cual se puede decir que sigue abierta la tarea. Se han logrado, en efecto,
mejoras legales del orden de poder acceder a todo tipo de trabajo o la protección
de la maternidad, pero hay muchas barreras manifiestas o encubiertas que aun
deben ser derribadas.
También se encuentra ahora en proceso el gran debate ideológico sobre el
paso desde el feminismo de la igualdad hacia el feminismo de la diferencia y la búsqueda del objetivo lejano: la “paridad total”, que todavía no se ha logrado. Se
puede afirmar, en palabras de Amelia Valcárcel que “en el feminismo conviven
vindicaciones y explicaciones, si bien las primeras han precedido por lo general a
las segundas. Es una filosofía política con sus propios clásicos que lleva casi tres
siglos a sus espaldas.” (Valcárcel, 2000, 22)
Estos impulsos han generado un amplio movimiento de cambio social y eso
es lo más importante porque aunque se hable continuamente de lucha, una lectura
decisiva del feminismo y de las actitudes de las mujeres más avanzadas y preocupadas por estos temas, es la educativa. Enseñar al mundo qué son realmente las
mujeres y educarle en la línea adecuada para que la paridad se produzca. Ese es
el gran objetivo.
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Las mujeres y su trabajo en los albores del siglo XXI
Con relación a los procesos de cambio y de progreso social, se percibe una
nueva faceta en el papel que juegan las mujeres en el momento actual. Si la mujer
ideal había sido definida como la trasmisora de los valores y como la figura que
mantenía lo establecido y la tradición, es decir como una instancia conservadora,
hay ya que ir cambiando esta imagen, puesto que a través de su propia dinámica
de cambio, las mujeres contribuyen, o al menos propicia y favorecen la renovación
social. Hoy ya, por una amplia serie de circunstancias, los roles sociales de las mujeres están cambiando velozmente, casi podría afirmarse que a la cabeza del cambio
de los demás aspectos de la sociedad que también cambian muy de prisa, y darán
mejores oportunidades tanto a las mujeres como a los hombres. Aunque todavía
no son muy abundantes, se ven ya síntomas muy interesantes en las formulaciones
publicitarias y las reglamentaciones laborales por citar dos de los territorios donde
más duramente se marcaban las desigualdades. Hoy ya se puede afirmar que las
mujeres se saben a sí mismas, se incorporan, con más o menos dificultad, a todos
los puestos activos y empiezan a denunciar y rechazar muchos de los estereotipos
sobre ellas y su función en la sociedad.
Podemos consignar como algunos de los más recientes de todos estos procesos el de la entrada de las mujeres en los puestos jerárquicos de muchas iglesias
cristianas (Catherine Jefferts fue elegida el domingo 18 de junio de 2006 obispo
presidente de la Iglesia Episcopaliana de EE:UU.) y el de la posibilidad de estar en
el ejército no sólo como tropa de a pie sino también en los mas altos cargos. También, aunque a título de caricatura simbólica, en la película "La vuelta al mundo
en 80 días" (Richard Todd, 1956), la protagonista ¡entra en un Club inglés! el sagrado reducto masculino de la época victoriana.
¿Qué es ser mujer? Al observar el hecho femenino, y buscar elementos para
una aproximación psicosocial a su estudio una primera reflexión puede plantearse
en torno a la complejidad y artificialidad del constructo "la mujer" que se encuentra como un concepto genérico en múltiples estudios e incluso en expresio¬nes generales de la vida cotidiana. Cuando se habla, en efecto, de "la mujer" parece que
se trata de un enfoque exclusivo en el que se la considera como una entidad diferenciada (filosófica, cultural, psicológica) y también se le otorga una nota de homogeneidad (desde un punto de vista sociológico o antropológico) mucho más allá
de la simple caracterización sexual biológica y sus naturales matices sociales. Algo
así como si todas las mujeres fueran iguales como las abejas de una colmena. Pues
bien, hay que eliminar este concepto de homogeneidad. No existe “la mujer”, existen “las mujeres” muchas y totalmente diferenciadas. Con una serie de rasgos comunes de tipo biológico pero personas individuales únicas y distintas en su
desarrollo vital.
Desde un punto de vista meramente descriptivo y estadístico, las mujeres
actuales son más cultas, tienen menos hijos y se incorporan con bastante fluidez
y amplitud al mercado de trabajo. Aunque es importante señalar que estos tres
datos sólo se encuentran unidos en la que hoy se llama sociedad occidental de
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
cultura "europea" en la que existen nuevas actitudes y escalas de valores que lo
van haciendo viable. Posiblemente la aparición de este concepto diferenciado
se deba al hecho de que, aunque las mujeres han estado presentes desde siempre en la sociedad humana, en los momentos actuales su presencia tiene unas
especiales características que la hacen distinta. Hoy, las mujeres en su rica multiplicidad afrontan la búsqueda de un puesto social personal y privado en el
que el hecho de ser mujer sea una de las dimensiones que lo enriquezcan, e incluso, que lo condicionen pero nunca que lo determinen dentro de un diseño
rígido e inflexible. Por el contrario, cada mujer puede y debe ser un proyecto
humano global sin trabas ni limitaciones específicas debidas a su condición femenina.
A consecuencia de este proceso, quizás uno de los más característicos del
momento histórico actual, cada mujer podrá construir su identidad con un autoconcepto y una autoestima totalmente individualizados en los que la madurez y
la consistencia personales incluyan entre otros muchos datos una equilibrada y
consciente posesión de su sexo y de su género. Porque es preciso reconocer que,
para las mujeres, tanto desde el punto de vista individual como desde una perspectiva colectiva, hay grandes avances y se siguen dando pasos importantes hacia
una situación nivelada en oportunidades para mujeres y hombres:
– Igualdad ante la ley. Derechos y deberes por igual para todos los ciudadanos:
Seguramente el paso más interesante que se ha dado a favor de las mujeres
es reconocimiento de una "mayoría de edad legal" para la acción social. Aunque
la desiderata de igualdad estaba ya formulada en las "Declaraciones de derechos..."
desde fines del XVIII, como es bien sabido, hasta hace muy poco, las mujeres pasaban de la tutela del padre a la del marido. Y eso sucedía en muchas legislaciones,
entre ellas la española, hasta hace muy poco tiempo. Se daban caso tan peculiares
como el hecho de que una mujer necesitase la firma del marido para comprar un
coche con el dinero que ella misma ganaba con su sueldo de funcionaria.
– Acceso a la cultura sin limitaciones:
Como consecuencia del anterior y casi al mismo nivel de importancia, la cultura es, para las mujeres, no sólo un derecho sino una obligación desde que se establece la enseñanza gratuita y obligatoria para todos. No obstante, se trata sólo
una teoría que hay que completar en la práctica con medidas compensatorias como
la educación de adultos y las campañas de alfabetización. En ambos campos se
suele encontrar de forma generalizada una asistencia masiva de mujeres. Ellas son
conscientes de que la cultura les abre muchas puertas.
– Nuevo concepto de maternidad:
la condición de madre está en un proceso de dignificación y mejora por el
hecho de poder decidir libremente los nacimientos de los hijos. Ello conlleva además una mayor calidad de la atención médica, social y educativa tanto a la prole
como a la madre y al padre que se irán implicando progresivamente más y mejor
en la crianza y educación desde las primeras edades. También se deriva de este
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hecho la mejor salud femenina que a veces se extenuaba en partos y crianzas continuos durante las edades fértiles, incapacitando a esa mujer para otras tareas.
– Atención específica a los problemas de salud:
Cada vez más los poderes públicos son conscientes de que no se puede desatender a la salud de la población. Es un despilfarro que, en el caso de las mujeres
resulta flagrante. Había dolencias que no eran reconocidas como tales por el hecho
de que, al padecerlas mayoritariamente las mujeres, ni se llegaban a considerar. Actualmente las cosas han cambiado y la sanidad atiende con el mismo cuidado a
todos los miembros de la comunidad que lo necesiten.
– Vida laboral plena pero con protección a la maternidad:
En este aspecto el primero y más importante de los logros ha sido el acceso
a la formación para cualquier tipo de oficio o profesión. Asimismo, se han abierto
puertas a actividades tradicionalmente cerradas a las mujeres como la política, el
ejército, la banca o las minas. Bien es verdad que se ha llegado con más facilidad
a puestos menos cualificados del mundo laboral que a otros más altos o que, estereotipadamente no eran "femeninos", como oficial médico de la Armada o Rector
de Universidad. También han desaparecido las prohibiciones de acceso a determinados trabajos que un día fueron prohibidos como una especial protección a la
"debilidad física" de las mujeres. Tal sucedía con el trabajo de piloto de avión o de
número de la Guardia Civil.
A pesar de todos estos avances, el proceso sigue en marcha y creo que puede
afirmarse que todavía le falta bastante, en tiempo y en metas a alcanzar, para que
se pueda dar por terminado. La consecuencia es dura para las mujeres del momento actual porque se produce en ellas un fenómeno al que podríamos denominar en forma algo jocosa la trampa de pretender ser una "superwoman" (Fitousi,
1990).
Ser mujer: la nueva imagen de una constante presencia.
Las mujeres siempre han sido una realidad en las estructuras sociales. La presencia femenina, por el hecho de que en la especie humana existen hombres y
mujeres, no ha dejado de percibirse, y cualquier estudio histórico o antropológico
lo demuestra, aunque siempre de forma minoritaria y como en sordina. Está comprobado y se sigue poniendo de manifiesto en numerosas investigaciones: Duran,
(2000), Valcárcel, (2000) Moreno Sardá, (1988) Allés (2000) Núñez, y Loscertales,
(2004), que el papel desempeñado por la parte femenina de la población ha sido,
en muchos tiempos y en muchos sitios, escaso, injusto e inadecuado, al menos
para las mujeres que lo tenían que desempeñar. Incluso cuando ellas no tenían
conciencia clara de estas situaciones o aunque ciertas mujeres de forma aislada o
por ser pertenecientes a ciertos estamentos sociales gozaran de posiciones gratas
y cómodas.
Estimamos que hay dos fuertes razones para creerlo así; de una parte porque
la actitud general de las mujeres y las expectativas sociales con respecto a ellas
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manifiestan una toma de conciencia tanto de los problemas existentes en este campo
como de la necesidad y posibilidad de sus soluciones; y de otra porque, pese a los muchos obstáculos que aún persisten, la acción de las mujeres marca una decidida
línea de progreso hacia la conquista de un equilibrio social que evite la existencia de
dificultades y diferenciaciones –cuando no discriminaciones– por razón del sexo.
Se trata además, y esto es de importancia definitiva, de un avance reconocido y
alentado ya por amplios sectores de la sociedad.
El mundo actual tiene, ante las mujeres, muchos defectos pero tiene dos importantes dimensiones positivas que son la Ciencia y la Democracia. La primera,
ha proporcionado, durante la última centuria, enormes adelantos en el conocimiento y en las aportaciones tecnológicas para unas mejores condiciones de vida
y trabajo. La segunda, de tipo ideológico y político, se plasma en las propuestas
sociales de la igualdad de condiciones y oportunidades para todos los seres humanos sin excepciones. Aunque es bien cierto que no todos los avances científicos y
tecnológicos se usan en beneficio de las mejoras de vida; y se puede fácilmente demostrar que un gran porcentaje de las propuestas democratizadoras todavía no
ha llegado a ser realidad. Y precisamente aquí vamos a intentar estudiar cuánto de
todo ello -en torno a las mujeres, su identidad y sus roles- se ha conseguido y
cuánto falta como un desafío para el futuro.
Ahora bien, a pesar de todo, no es fácil saber cómo ha sido, en todas sus calidades y matices, la presencia femenina y los roles sociales en los que se plasmaba
a lo largo de la evolución histórica y a lo ancho de la geografía del planeta, porque
las formas de organización y los procesos de desarrollo en los distintos pueblos y
sociedades han sido tantos y tan múltiples que no hay ninguna posibilidad de generalización que no incluya serios errores. Y aunque se han hecho y se siguen haciendo importantes estudios antropológicos en culturas diferentes, la mayoría de
los trabajos e investigaciones realizados se refieren a la mujer europea, y por extensión a la de ámbitos occidentales. Por eso hay que tener cuidado con el manejo
de los datos que ofrecen, porque sería una falta de perspectiva científica pretender
reducir de forma absoluta el hecho femenino al ámbito de la cultura occidental y
sus situaciones socioeconómicas culturales. Lo que sí parece lícito, una vez aceptado el presupuesto anterior: "en sociedades distintas las mujeres son distintas", es
el acotamiento de un campo accesible para nuestro trabajo, y ese campo es desde
luego el de la historia de nuestra propia cultura que ha dado como resultado el
mundo del presente. Porque también hay que reconocer que, en este mundo de
hoy, la cultura occidental, postindustrial y tecnológica, tiñe con visos de uniformidad amplias zonas del planeta. Y es, precisamente, en esta sociedad contemporánea donde se percibe el giro hacia la construcción de una imagen nueva, rica,
renovada y profunda de esa presencia de las mujeres.
José María Carrascal, que como buen periodista fue un sensible termómetro,
tanto de la realidad cotidiana como de la actualidad más "noticiable", comentaba
así este tema ya en 1990: "...si la revolución comunista no ha sido la gran revolu112
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ción de nuestro siglo, ¿cuál ha sido entonces? Coincido con el historiador francés
George Duby en que ha sido el cambio de relación entre los sexos. La revolución
femenina, por otro nombre, bastante más amplia y profunda que la mera revolución sexual. Pues la revolución sexual se refiere sólo a una relación concreta entre
hombre y mujeres, mientras que la revolución femenina abarca todas las actividades, domésticas, sociales, profesionales, de estas últimas, e indirectamente de los
hombres. Eso sí que nos cambia la vida. Eso sí que es una revolución.../... ¿Las mujeres protagonistas del siglo XXI? Apostaría que sí, y temo perdérmelo, pues poco
voy a ver de ello.
Las mujeres, como ciudadanas del mundo de hoy y miembros activos de la
sociedad tienen que definir y conquistar una identidad propia. En este nuevo concepto de identidad hay que tener en cuenta las dimensiones laborales y profesionales porque de ninguna manera podrá separarse ya la noción de persona (mujer
u hombre) del ejercicio de un trabajo o profesión entendido tanto como una responsabilidad social como un derecho individual. La más destacada de las características en la identidad de las mujeres es, desde luego, la conciencia de sí mismas
en tanto que personas con un rol social. Esto, que parece algo obvio, produce importantes efectos en el autoconcepto y la autoestima de cada mujer al vivir esta circunstancia y reflexionar sobre ella.
Biología y sociedad como marcos de los roles a asumir: la discusión del
sexo y el género.
La preocupación por la presencia social de las mujeres ha llevado a los estudios feministas a realizar análisis de gran precisión sobre las dimensiones con las
que se construyen las identidades de las mujeres y los hombres. Porque la auténtica paridad y la evaluación objetiva de las personas según los roles que asuman y
sus formas de desempeñarlos va a tener mucho que ver con la formación que cada
persona reciba hasta desarrollarse y convertirse en ciudadana de pleno derecho.
Las dimensiones biológicas provienen de la ascendencia genética y forman el conjunto que denominamos herencia. Se heredan rasgos y condiciones de los ascendientes
más directos, el padre y la madre, y también de antepasados más lejanos así como del
grupo racial al que pertenecemos. Elementos como la estatura, el color de la piel y de
los ojos, la predisposición a cierta enfermedades o a una mayor o menor longevidad,
son heredados. Todo lo que traemos al mundo como fruto de esta herencia va a ir desplegándose durante el crecimiento y será cada vez mejor este despliegue según sean las
condiciones: hábitos saludables de vida, alimentación adecuada, etc. Y de la misma
forma cada uno tiene claramente marcados determinados caracteres que les identifican
morfológica y funcionalmente como hombre o como mujer. Es el sexo que dirigido por
las hormonas, da a cada persona unos rasgos morfológicos que son muy diferentes en
mujeres y en hombres, como la forma del cuerpo, la distribución del vello corporal, la
tonalidad de la voz, la estructura ósea... y también una funcionalidad que se refiere a las
relaciones sexuales y la procreación para la supervivencia de la especie.
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Pero para llegar al ser humano adulto y completo, sabemos que no basta
con la aportación de la biología. Cada nuevo ser humano aparece en una sociedad y dentro de ella en el seno de grupos humanos muy complejos. Toda una
serie de aprendizajes, moldeamientos, normas y troqueles irán convirtiendo a ese
nuevo ser en un miembro válido de cada uno de los grupos en los que habrá de
integrarse y desarrollar su vida activa. Y precisamente, entre todos estos mandatos sociales están los que se dan a las niñas y los niños para que se adapten al
modelo que para cada uno de ellos he elaborado la sociedad. Sobre lo que ha
configurado el nivel biológico, el sexo, la sociedad añade muchas más cosas que
no estaban en la configuración biológica. Pero, así es como las diferentes sociedades quieren a sus mujeres y a sus hombres y por ello dentro del proceso de
socialización y, en general, en todas las interacciones comunicativas los mensajes
destinados a ese fin son incesantes y siempre presentes. Y lo que se define con
toda esta presión normativa y comunicativa es el género. Una construcción social en la que se transmiten toda clase de estereotipos y prejuicios por lo cual es
preciso trabajar sobre todo en un planteamiento del género libre de estereotipos.
Y eso se logrará a base de estudiar y conocer bien la realidad de los hombres y
las mujeres. Sólo a partir de este conocimiento se podrá construir correctamente
el hecho social del género.
Porque la historia del conocimiento científico demuestra que cuando algo
no se conoce se desarrollan explicaciones que, aún siendo satisfactorias para calmar la incertidumbre social, son incompletas por carecer de base científica. Y eso
es precisamente un estereotipo. Lo cual plantea los problemas de la educación respetuosa y la búsqueda de una auténtica coeducación. En esta línea es en la que parece encontrarse la explicación a los numerosos enfoques científicos concentrados
sobre temas de mujeres y a la enorme proliferación de estudios y publicaciones que
están apareciendo sobre ellas. Hay, en efecto, muchos discursos sobre las mujeres
y su situación social, casi todos los cuales acusan las deficiencias, marginaciones,
desigualdades e injusticias sociales a que ha sido y es todavía sometido el que Simone de Beauvoir denominara "segundo sexo".
Curiosamente parece ser que la identidad se convierte en un problema para
los hombres cuando las mujeres han definido la suya. La idea de lo que tenía que
ser un hombre parecía clara pero al plantearse las mujeres la definición de su propia identidad, porque ellas son otra cosa y no una mera referencia al modelo único
masculino, los hombres de momento se ha encontrado perplejos: si no somos el
único y perfecto modelo al que todo se refiere... ¿quienes somos entonces? Sin
embargo, el hecho de que las mujeres conquisten una identidad propia llegará a
producir un mejor equilibrio social puesto que también los hombres podrán encontrar y definir mejor su identidad y sus roles. Por si mismos y no con el apoyo
de unas superioridad y una referencia ya insostenibles puesto que se basaba en una
inferioridad de las mujeres que se ha demostrado que no existe.
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El trabajo de las mujeres. Lo útil y lo remunerado
Si entendemos a la sociedad como el conjunto integrado de la ciudadanía
parece lógico que todos tengan que aportar productivamente (es decir trabajar)
para el sustento pervivencia de la comunidad. Y de hecho así ha sido. Desde tiempos remotos hasta la actual sociedad tecnológica los desafíos del medio ambiente
generaban duras condiciones de vida que exigían un importante esfuerzo de adaptación en el que toda la comunidad había de implicarse. Desde los más primitivos
pueblos cazadores y nómadas, pasando por los recolectores y las comunidades
agrarias, junto a ellos los comerciantes, artesanos, y otros muchos profesionales.
El trabajo, es decir, la actividades dirigidas a la supervivencia y a la mejora de la
calidad de vida, se ha ido transformando y diversificando mucho a lo largo del
devenir histórico que tuvo un “tempo” lento durante siglos “tempo” que se ha
hecho muy rápido a partir de la Revolución Francesa y la Revolución Industrial.
Desde esos momentos la vida rural y artesana va cediendo ante el empuje de la vida
urbana e industrial que es mucho más complicada. De esa manera ahora tenemos
trabajos y actividades muy diferentes que se estructuran como es sabido en tres
sectores: primario que trabaja con las materias primas, secundario que las transforma y terciario o de servicios.
Pero hay que valorar también otra dimensión de la profesionalización que es
la más concierne más a las mujeres. Trabajar se ha entendido siempre de dos maneras: la primera como algo que resulta útil a alguien concreto o a la sociedad en
general; la clave es su utilidad. Y junto a esta hay una segunda idea: trabajo es una
acción prevista y esperada, que suele durar un tiempo fijo, cuyo autor recibe un
pago por ello, que llamamos sueldo o emolumentos. Así que se puede distinguir
bastante claramente la actividad útil y el trabajo remunerado que tiene un estipendio
fijado claramente por acuerdo social, proporcional al producto y, sobre todo, al
tiempo empleado. Y ya da igual si lo que se hace es útil o no es útil sino lo contrario, como jocosamente se suele decir de la burocracia.
Pues bien, las mujeres han realizado y todavía realizan una gran mayoría de
actividades útiles pero no consideradas como trabajos remunerados. Siguiendo
las investigaciones de A. Durán(2002) en el CSIC podemos afirmar que el uso del
tiempo es el que mide y valora el trabajo. Las actividades laborales son aquellas en
las que se da tiempo, “se cede el tiempo propio a cambio de...” y consecuentemente, Durán llama “hipoteca del tiempo” a la forma en que lo emplean las mujeres entre 30 y 50 años.
Los hombres reciben al final de su vida laboral una pensión, sigue diciendo
Durán, mientras que una gran cantidad de mujeres, habiendo trabajado mucho,
es decir empleado mucho tiempo en actividades no dedicadas a ellas mismas, no
se jubilan nunca. Los hombres se mueren con dinero y acompañados mientras
que las mujeres se mueren pobres, solas y con poco o ningún dinero. Si más hombres mueren jóvenes es por sus conductas de riesgo.
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Al trabajo que hacen las mujeres le llama “el tiempo regalado” porque es un trabajo que no tiene una remuneración. Concretamente, afirma Durán, el 67 % del trabajo es regalado si se contabilizan las actividades que hacen las mujeres. Las chicas
jóvenes dedican al hogar y permanecen en él 13 veces más que los varones de su
misma edad. Y además estudian más y mejor como puede comprobarse si se revisan
las cantidades de chicos y chicas en los estudios medios y la mayoría de los superiores. Sien embargo, esta proporción a favor de las mujeres desaparece cuando se
trata de trabajos bien remunerados. El ejemplo más notable es el de los cuidados de
salud. Durán asegura que sólo el 12% del trabajo empleado en cuidados de salud es
remunerado y el 88% lo realizan las mujeres en sus hogares, lo que quiere decir que
es tiempo regalado. El símbolo de este tiempo es el icono de la “Madonna”, la mujer
entregada a los hijos y el hogar, pero actualmente las acciones que detalla este símbolo se completan con el cuidado de los ancianos y enfermos en el seno del hogar
familiar. Durán afirma que, en conjunto, del trabajo de los hombres, el 20% es
tiempo regalado y el 80% es tiempo remunerado, mientras que las mujeres aportan
el 70% como tiempo regalado y el 30% como tiempo remunerado.
Unas breves informaciones completarán esta pista de la situación actual: las
mujeres son el 50’6 de la población española. Y, como queda dicho, es una realidad
preocupante el hecho de que el número de mujeres que trabajan no aumenta de
la forma esperada. En la Universidad hay más alumnas que alumnos (el 54 % de
los estudiantes son mujeres. Y no solo eso, sino que el 60 % de los estudiantes que
acaban las carreras son mujeres) Pero como este balance no se refleja en el conjunto
de profesionales en ejercicio eso quiere decir que se está perdiendo una buena
cantidad de mujeres especializadas de alta categoría.
Otros datos interesantes provenientes de los medios de comunicación acerca
de los puestos que desempeñan las mujeres:
En el Parlamento son el 36 % de los Diputados.
El 13’5 % de los puestos militares (más que en la U.E.)
El 3% de cargos directivos en los Consejos de Administración de las Empresas
del Ibex 35
Las mujeres ganan un 30/40 % menos que los hombres a igualdad de tareas.
De 120 periódicos importantes en España, sólo16 tienen mujeres directivas:
13’3 % del total. (Caso, 2006)
Todas estas referencias han de ser manejados con precaución para no caer en
una falacia porque hablar del trabajo de las mujeres puede dar idea de una uniformidad que no existe. Aunque siempre sea trabajar, no es lo mismo hacerlo en
la dinámica de las sociedades avanzadas en las que aun con dificultades las mujeres
acceden ya con relativa facilidad a los mercados laborales que lo que puede suceder
en el llamado Tercer mundo, duro y difícil para todos sus habitantes pero mucho
más para las mujeres.
Pero es más, sea donde sea, no es lo mismo desempeñar un puesto de trabajo
para un hombre que para una mujer. La carga de estereotipos y prejuicios en las
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expectativas que se proyectan sobre las mujeres las abruman con mandatos como:
“por los hijos hay que dejarlo todo, una mujer no debe arrebatarle a un hombre
un puesto de trabajo, ayuda a tus hijas como tu madre te ayudó a ti, la buena hija
no abandona a sus padres ancianos, no dejes a tus hijos enfermos en manos mercenarias...” Son mandatos que engloban la idea del mundo privado, el hogar,
como el entorno propio de las mujeres. En él es donde deben permanecer y actuar,
muy duramente a veces. Porque los mandatos también encierran mucha actividad
pero jamás estas actividades se valorarán como trabajos remunerados.
Tienen tal fuerza estas presiones que en los tiempos actuales, y como respuesta a la masiva entrada de mujeres en puestos laborales de todas las categorías,
aparece un nuevo estereotipo que, como resumen de todos lo anteriores dice algo
así: “si una mujer quiere desempeñar una profesión y está preparada para ello,
que lo haga, mientras no desatienda su primera y principal misión, la de cuidar y
atender a su hogar y los suyos.” Y tanto este como todos los demás son profundamente grabados en la conciencia de cada mujer a través del proceso de socialización de forma que muchas mujeres se ven a si mismas como “reinas–esclavas” del
mundo privado y “semi–intrusas” en el mundo público.
En generaciones anteriores a la primera guerra mundial, las mujeres detentaban ese poder familiar sin tener que compatibilizarlo con otras responsabilidades
laborales. En las clases populares y campesinas eran ellas mismas las que lo hacían
todo a fuerza de brazos y desgaste personal y en las clases medias y altas había una
subclase mayoritariamente femenina, el servicio doméstico, que trabajaba a las órdenes de las señoras. Hoy, niveladas las clases sociales y prácticamente desaparecido el servicio doméstico, la mujer que quiera llevar adelante sola la profesión y
el hogar, caerá con gran facilidad en la trampa de la "superwoman". Se trata del
intento de ser al mismo tiempo la madre - esposa - mujer fatal - profesional - ama
de llaves - administradora - decoradora - taxista - lavandera - chef de cuisine – etc.
que todo lo hace bien, con la sonrisa en los labios y sin que se le haga una arruga
en el traje ni se le deslice una mota del maquillaje... hasta que cae rota en pedazos,
naturalmente (Durán, 1986).
El trabajo profesional: un nuevo protagonismo femenino.
La mujer actual tiene un amplio abanico de posibilidades de acción a medida
que se va sintiendo libre de las ataduras y dependencias que habían sido generadas
por los estereotipos sobre su sexo. Por ello puede ofrecer a la sociedad una importante "fuerza de trabajo" dicho con palabras marxistas. Una capacidad general para
el trabajo igual que la de los hombres y una capacidad específica en campos para
los que podría estar más dotada porque no puede dejar de reconocerse el hecho
de una diferenciación biológica y fisiológica entre las mujeres y los hombres cuyos
efectos sobre el pensamiento, la personalidad y la conducta aún no son bien conocidos. Aunque, si existe, esta especial dotación seguramente no podrá ser atribuida en exclusiva a la historia y la cultura (género) ni al origen natural (sexo). Al
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contrario, será más rica si tiene matices de ambas caracterizaciones. De la misma
forma, puede ser igualmente cierto que los hombres tengan otros tipos de aptitudes propias y específicas.
Lo que si hay que desterrar es la idea de que existan actividades laborales adecuadas especial y exclusivamente para las mujeres y menos aun para las actuales. Así
lo demuestra su acceso al funcionariado, la empresa privada, el ejército, la religión, la
política, la enseñanza. la universidad, la administración pública, los deportes... está
claro que no parece haber ningún campo vedado para ellas. En apoyo de este protagonismo social en el mundo laboral hay tres circunstancias importantes:
La primera, es el cambio de mentalidad y esquemas de valores que si
bien está siendo lento, deja percibir ya actitudes opuestas al machismo radical.
En segundo lugar, el descenso de la natalidad y en consecuencia el acortamiento del periodo que las mujeres dedicaban al cuidado de la prole.
Por último, y seguramente la más importante, el alto nivel educativo que
muchas mujeres son capaces de alcanzar. Se demuestra en todas las estadísticas que
la facilidad para encontrar empleo está relacionada directamente con el nivel de estudios logrado.
Examinemos algunos casos de los reflejados por los medios de comunicación, esos “notarios” de la realidad de hoy. De entre los muchos que se pueden
aportar mencionaremos un artículo de Alex Rovira: “El futuro es ella” (EP[S de
16-VII-2006) en el que afirma “Muchas de las habilidades naturales de las mujeres
son hoy un bien escaso y una necesidad en las organizaciones y el mundo en general.
La gran paradoja es que ellas apenas ocupan un 20% de los puestos directivos. Ignorar
que en su fuerza reside un nuevo mundo posible puede parar una cara factura.” Y más
adelante se refiere al “papel imprescindible que la mujer puede y debe desempeñar en
el futuro, pero que le es sistemáticamente negado por un esquema de poder anclado
en él, y que desde la inercia, la arrogancia, el miedo y la pereza no genera el cambio
necesario que revertiría sin duda en el bien común”.
Otro ejemplo muy interesante es la “batalla de las pescadoras” en la Albufera
de Valencia. En un reportaje, publicado en El País Semanal del domingo 24-III2002, se narra la lucha legal que emprendieron cinco mujeres pescadoras pertenecientes a la Comunidad de Pescadores cuando quisieron que les fuese
reconocido el derecho a pescar igual que los hombres: Ellas querían ser miembros
de la Comunidad no solamente de forma honorífica sino de forma totalmente efectiva como lo eran los hombres:”Su lucha ha sido el desencadenante de la entrada
de la mujer en esta institución que acaba de cumplir los 750 años de existencia, y
su acción ha obtenido muchos reconocimientos sociales entre ellos el Premio a la
Mujer de las Cortes Valencianas, el premio Pasionaria del Ayuntamiento de Gijón
y el Racimo de Jerez”.
Más antiguo, pero no por ello menos valioso, es el testimonio de Ridley Scott, el
director de "Thelma y Louise" (1991) que habla de las mujeres en el trabajo (él tiene
muchas en su equipo) en una entrevista concedida al suplemento dominical de EL
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PAIS, el 8 de octubre de 1992. Dice así: "Son más entregadas. Más profesionales. Más
duras que los hombres en muchos aspectos. Más centradas. Puede que lo que estoy
diciendo sea un montón de tópicos, pero lo cierto es que las mujeres me merecen
mucha más confianza. Y saben apreciar mejor ciertas cosas importantísimas, como la
sensibilidad. O la belleza.” Estos ejemplos, cada uno en su estilo, vienen a demostrar
que las mujeres parecen estar muy bien dotadas para la constancia en la acción y el
compromiso con una meta a conseguir a través del esfuerzo y la entrega.
La actividad política un banco de prueba para las mujeres
Como una breve muestra, hagamos algunas consideraciones sobre la acción
política como un quehacer femenino. El mundo político ha sido, últimamente, un
duro banco de pruebas, y sin embargo, lenta pero firmemente, las mujeres están
penetrando en él. Las actividades de gobierno son uno de los campos de batalla
en los que las mujeres pelean más duramente contra las desigualdades.
La actividad política, y sobre todo las funciones de gobierno, han sido un terreno difícil para las mujeres a pesar de que siempre han tenido en él alguna representación. La Historia estudia a mujeres reinas, regentes y gobernantes, más
importantes por su calidad que por su número, desde la mítica Hatpsheshup egipcia hasta Indira Gandhi. A lo largo de toda la historia ha habido mujeres gobernantes, ha habido espías, e incluso ha habido "políticas" en el sentido más
completo (latente y manifiesto) del término. Desde la Salomé bíblica hasta Simone
Veil en los tiempos actuales, cada vez más mujeres están presentes en la acción política: Condolezza Rice y Mª Teresa Fernández de la Vega pueden servir de ejemplos en el momento actual.
Pero ¿cómo son y cómo se comportan las mujeres que están presentes con
su trabajo en la vida pública. ¿Hay que actuar en masculino...? ¿Se puede ser mujer
siendo gobernante? ... O, por el contrario, ¿hay que ser mujer para saber gobernar?
Porque parece que hasta ahora, con el predominio del estilo masculino, la cosa política no ha salido del todo bien... ¿Quiere esto decir que el ejercicio del poder es
lo que se restringe a las mujeres al hacerles difícil su acceso al mundo político? probablemente sí. Cuando se considera el poder y la autoridad, por lo general se trata
del concepto psicosocial de la toma de decisiones sobre los demás que va aparejado
al dominio de sí mismo, a la madurez emocional y mental y a la seguridad personal. Si se une esta idea al hecho de que también hasta hace muy poco tiempo se
negaba a las mujeres la capacidad de acción económica propia de la mayoría de
edad, puesto que pasaban, como queda dicho, de la tutela del padre a la del marido, parece confirmarse el supuesto.
Hay otro dato que puede arrojar luz (desde una perspectiva semántica en el
uso del lenguaje) sobre este apartamiento de las mujeres en lo referente a la política. Cuando se habla de un político se suele decir de él como algo definitorio y
loable que es un hombre público. Cuando de una mujer se afirma que es una
mujer pública se trata también de una definición pero con un significado que,
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ciertamente, no es muy lisonjero. Lo mismo sucede, curiosamente, en cuanto a diferencia en el significado, con los términos gobernante y gobernanta. Pues, aunque "gobernanta de un Hotel", por ejemplo, sea un trabajo muy digno y no tenga
el matiz peyorativo que tiene el apelativo "mujer pública", indudablemente no
llega a la categoría, diríamos " de prestigio laboral" que tiene el "Gobernante".
Pero la acción política no es simple y unitaria. Utilizando una sencilla clasificación, pueden encontrarse dos grandes líneas que serían: de un lado la participación
(el ejercicio del derecho al voto, la militancia en un partido político, etc.) y, del otro,
la dirección o gobierno, propiamente dicho, que implicaría el desempeño de cargos
que representen responsabilidades y toma de decisiones (desde el escaño parlamentario
hasta la misma Presidencia del Gobierno). La primera y más simple forma de participación, el voto, se ha conquistado poco a poco, desde las luchas de las sufragistas a
fines del XIX, hasta que, con las incorporaciones, relativamente recientes, de Suiza en
1972 y Liechtenstein en 1986, se puede afirmar que todos los países con gobierno democrático cuentan en sus listas electorales a toda la ciudadanía mayor de edad y en
condiciones legales para votar sin discriminaciones por el sexo.
Pero la que se entiende como verdadera vida política es la del gobierno directo. Y este es el campo en el que las mujeres están entrando actualmente con
todos los honores aunque no sin dificultades y problemas. Hay muchas mujeres
en las Cortes y Parlamentos, bastantes en los Ministerios, algunas como Jefas de
Estado y muy pocas en las Presidencias de Gobierno. Actualmente (datos de 2006)
son mujeres tres reinas (Reino Unido, Holanda y Dinamarca), siete Presidentas de
Gobierno (Irlanda, Letonia, Finlandia, Noruega, Filipinas, Liberia y Chile. Con el
supremo poder en la mano podemos nombrar a Angela Merkel que accedió en
2005 al cargo de canciller de Alemania. Junto a ella, están al frente del gobierno
de su país Helen Clark de Nueva Zelanda, Begum Khaleda Zía de Bangladesh;
Luisa Días Diogo de Mozambique y María do Carmo Trovoada de Santo Tomé y
Príncipe. Michaelle Jean, inmigrante haitiana es desde el año pasado gobernadora
general de Canadá. Condolezza Rice, Secretaria de Estado de Estados Unidos es un
ejemplo destacado. La primera mujer y, además negra, que llegase a tan alto puesto
en su nación, la “más poderosa” en el sentido político.
Como se ve, el ascenso de las mujeres a la política no es cosa ni exclusiva ni
predominantemente norteamericana. En los Estados Unidos lo más cerca que una
mujer había estado de la más alta magistratura fue Geraldine Ferraro, que iba en
la candidatura de Walter Mondale como Vicepresidenta. Perdieron y aquel intento
desapareció. A continuación parecieron soplar otros vientos con la llegada a la
Casa Blanca del matrimonio Clinton, porque nadie dudaría de que eran los dos los
que parecían haber ganado a una las elecciones.
Dificultades y problemas. Los obstáculos al trabajo de las mujeres
No puede olvidarse que si el acceso al mundo del trabajo dignifica y libera,
también puede alienar y marginar si se realiza a través de un proceso inadecuado
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o distorsionado. En la sociedad actual las principales dificultades que las mujeres
tienen en este sentido son lograr un empleo, el desarrollo profesional en cuanto a
puestos y a retribuciones y, finalmente, poder conciliar ese empleo con la vida personal y familiar. Por eso no podemos dejar de tener presente algo que también las
mujeres "son" pero desde un punto de vista negativo. Y se trata de su cualidad de
sujeto pasivo de sufrimientos y problemas que padecen a causa de su condición femenina. Porque hay situaciones en las que, por el hecho de ser mujeres, las personas
protagonistas lo pasan peor y soportan una cota de injusticia y de sufrimiento
mayor que si fuesen hombres. O, dicho de otra forma, si fuesen hombres no tendrían ni que verse en esa situación. El ejemplo más cruel y patético lo tenemos
en las mujeres violadas en las guerras. Todas las personas, sean del sexo, edad y
condición que sean, sufren muchísimo, pero las mujeres, además, sufren el horror
de ser violadas.
El problema de las mujeres desfavorecidas, es tanto más sangrante cuanto
que se da en un mundo en el que se está tomando conciencia de la necesidad de
justicia e igualdad para la condición femenina. Con relación a este tema, nos limitaremos a destacar algunos ejemplos que parecen importantes como síntomas que
lo denuncian:
La maternidad, que biológicamente es inseparable del hecho de ser mujeres porque ellas son las que gestan y paren acarrea, y eso ya es una construcción
social injusta, la tarea y la responsabilidad casi en exclusiva del hogar y la crianza
y defensa de la prole. Se trata de una carga extraordinariamente pesada en especial
en zonas económica y culturalmente deprivadas, donde no ha llegado ni el control
de natalidad ni la atención social a la infancia. En estos lugares, las mujeres son auténticas madres-coraje, que sacan a sus hijos adelante como pueden... y pueden
muy mal.
El mercado laboral es notoriamente injusto con las mujeres, sobre todo
en niveles inferiores:
a) Los salarios suelen ser distintos para el mismo trabajo si son mujeres las
que lo desempeñan.
b) Existe, además, una enorme suspicacia en determinadas empresas al hacer
selección de personal para cubrir puestos de trabajo ante la posibilidad de contratar a una mujer. A veces se le ha llegado a exigir a una mujer el compromiso de
no quedarse embarazada si quería lograr el contrato.
c) Y desde luego, siempre existe la presión latente: la atención a los hijos y al
hogar es un obstáculo para el logro laboral.
El tercer mundo es todavía una zona de amplias injusticias donde las
mujeres no se pueden incorporar con igualdad de oportunidades al mundo exterior a causa de la incultura y de su dependencia del cuidado de la familia y la
crianza de la prole.
Un informe de la OMS de 1980 afirma con respecto al tercer mundo:
"...la mayoría de las mujeres tienen que trabajar más que los hombres y en trabajos
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más duros: pero la fatiga femenina no ha merecido mucha atención en los estudios
sobre las condiciones de salud”.
a) Tiene cerrado el acceso a la cultura, e incluso a la alfabetización.
b) No se ha liberado de las maternidades continuadas.
c) Está cargada de las faenas más onerosas.
d) Tiene una sobrecarga de fatiga, desnutrición y mala salud.
En las sociedades desarrolladas también existen problemas específicos
para las mujeres por causas muy diversas y a veces contradictorias:
a) Padece problemas de salud del hombre ejecutivo porque tiene que asumir
estilos masculinos en el desempeño de sus puestos de trabajo.
b) Cuando asumen roles nuevos o inusuales se ven negadas en sus características femeninas a través de agresiones estereotipadas (las marimachos, las nomadres, la mujer fatal...)
c) Ha de seguir modelos masculinos.
d) Existen trabajos específicos denigrantes para su dignidad como la prostitución (incluso la de lujo),o agresivos para su salud como el trabajo de modelo de
alta costura cuyas relaciones con la anorexia son fuente de preocupación.
e) Las mujeres maltratadas y asesinadas por maridos, novios, u otros familiares.
Y finalmente es importante reflexionar sobre un fenómeno relativamente
nuevo que aún no se puede explicar en todas sus perspectivas: cuando una profesión se llena de mujeres coincide con el hecho de que está desvalorizada o empezando a desvalorizarse. Es el caso de los puestos docentes en Europa o de la
medicina en la URSS. Lo que no se ha demostrado aún es si una profesión o puesto
laboral se desvaloriza porque la ocupan mujeres o si, todavía, habiendo asumido
esa supuesta inferioridad (en cuanto a capacidad, disponibilidad de tiempo, etc.)
las mujeres tienden a desempeñar las profesiones previamente desvalorizadas.
La conciliación de lo laboral y lo personal
Un problema central en el trabajo de las mujeres ha sido denominado “conciliación de la vida laboral y personal (y familiar, se sobreentiende)”, algo mucho
más fácil de decir que de conseguir. En España la Constitución declara abiertamente la igualdad legal para mujeres y hombres pero eso no está conseguido en
la realidad cotidiana de muchas trabajadoras. Si una mujer desea ser una profesional en todo el amplio sentido de la palabra y al mismo tiempo quiere ser madre y
esposa, también plenamente (por ejemplo teniendo los hijos que desee y pudiendo
dedicarles el tiempo que sea preciso) lo va a pasar muy mal.
Mª Teresa Fernández de la Vega (2006), afirma: “...la brecha salarial entre
hombres y mujeres supera el 30%. La tasa de ocupación registra una diferencia
de 23 puntos. El desempleo en España tiene rostro de mujer. Los contratos a
tiempo parcial son ocupados en su inmensa mayoría por mujeres (78%). De cada
10 contratos temporales, 8 son ocupados por mujeres. Pero es que, además, por
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cada hombre que abandona su puesto de trabajo por razones familiares, lo hacen
27 mujeres. El 83% de las personas que cuida a un dependiente son mujeres según
nos revela el Libro Blanco de la Dependencia. Y el 71% de las personas encuestadas recientemente por el CIS opina que las cargas familiares son el principal obstáculo para que las mujeres desempeñen un trabajo en condiciones de igualdad”
(pág, 3). Este panorama se magnifica cuando se trata de la discusión acerca de la
ocupación femenina de puestos de importancia y responsabilidad. Estos puestos
son los relevantes y los que reciben más atención social, mientras que se obvian
las actividades de eficacia y calidad que son los que, en silencio y con muy distinta
implicación en las tareas y responsabilidades, ocupan muchas mujeres. Este es
uno de los motivos por los que tienen gran dificultad para acceder al poder en
una manifiesta desigualdad de oportunidades con respecto a los hombres.
Una encuesta realizada entre 150 mujeres directivas para Círculo de Progreso
recoge como respuesta prioritaria la que describe a la vida familiar como un freno
importante al desarrollo profesional y así es como cada año 100.000 mujeres abandonan su trabajo para dedicarse a “sus obligaciones personales” sobreentendiéndose que son las tareas de madre y ama de casa. Al 54,4 % de las trabajadoras les
resulta difícil compaginar su familia y su actividad laboral. Hijos, marido y padres
de edad avanzada son los que provocan esas cargas. El 80% de las personas encargadas de cuidar a los mayores dependientes son mujeres.
Así que todas estas consideraciones nos llevan a un problema de matemáticas
bastante grave: la mujer profesional tiene que dividirse entre dos campos de actividad, la profesión y el hogar. Todo ello, suma las actividades que tiene que realizar, lo cual multiplica exponencialmente el cansancio hasta llevarla al
agotamiento y, en consecuencia, le resta posibilidades en lo laboral y serenidad y
disponibilidad en lo personal.
Todo este grave problema proviene del error de creer que sigue vigente la responsabilidad absoluta de las madres en la atención a la familia y el hogar familiar.
Esta atención se puede resumir en cuatro aspectos fundamentales:
- cuidado y educación de la prole,
- atención a los abuelos y otras personas dependientes, si las hubiere en el
grupo familiar,
- dirigir la “empresa familiar (gestión y administración económica)
- organizar, supervisar y en gran parte realizar las tareas del hogar: limpieza,
intendencia, orden y mantenimiento general.
Cuando las mujeres han ido saliendo a la escena pública para trabajar y desempeñar todo tipo de profesiones podemos afirmar sin miedo a equivocarnos qué
cosas se atienden y qué otras se abandonan a la hora de elegir. En ese momento,
son las mujeres mismas las que salen perdiendo. El cuidado y la atención propios
se minimizan o posponen y se descuidan los aspectos más propios e individuales,
desde las dimensiones más externas como las del cuerpo (salud, belleza...) hasta
las de tipo social como amistades o actividades comunitarias, pasando por las per123
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sonales tales como aficiones, formación cultural, desarrollo profesional, etc. Y no
sólo eso, sino que en esta dinámica del abandono se llega a dañar incluso la vida
privada, y hasta la intimidad de la pareja podría llegar a resentirse.
Por todo ello hace falta un buen entendimiento del concepto de “Conciliación” que ofrezca alternativas válidas a la fórmula clásica y no olvidada que podría
formularse así: papá trabaja en el exterior, gana el dinero y lo trae a casa y mamá
trabaja en el interior, estira el dinero y hasta ahorra un poquito. Reflexionemos
sobre esto porque seguramente hay tanta injusticia en esta formula que hoy no es
posible considerarla adecuada salvo que sea una auténtica y libre decisión de la
pareja o de cualquiera de sus miembros, incluso el papá... caso que se ha dado recientemente, más de una vez. En efecto, una idea interesante de la que ya se habla
suele decir que, en los casos en que tengan los dos trabajo remunerado, sería mejor
que se quedara en casa para cuidar de la familia aquel de los dos de sueldo más
bajo... que, mira por donde, suele ser la esposa con lo cual estamos otra vez dando
vueltas sobre el mismo problema y perpetuándolo.
La conciliación entre el mundo privado y el público es una de las cuestiones
que presentan especial relevancia en la actualidad y proyectan un importante reto
social. Los propios medios de comunicación, como hemos reconocido en otro momento (Núñez y Loscertales, 2004), se han hecho eco del problema que ha dejado
de ser particular para convertirse en un asunto de interés macro-social. Ello está
requiriendo de la intervención a nivel socio-político y a nivel jurídico y ha trascendido como tema de agenda, destacándose como actualidad.
Si observamos cualquier informe estadístico anual sobre la situación de la
mujer en España, podemos darnos cuenta de que las responsabilidades domésticas
siguen estando desigualmente repartidas. A modo de ejemplo, Díaz Aguado (2002)
refleja que mientras ellos invierten 3,10 horas, ellas invierten 7,22; es decir, las
mujeres dedican una jornada laboral en toda regla al cuidado de la casa después
(o antes) de su propia jornada laboral. Por esta razón se habla abiertamente de la
doble jornada de las mujeres.
La distinción entre trabajo remunerado y no remunerado está considerada
como clave para la comprensión de la estructura social y política de cualquier país.
En España hay una fuerte tradición favorable a la permanencia de la mujer en el
hogar que ha tenido implicaciones legales hasta fechas muy recientes. Para muy
pocos varones se plantea la posibilidad real de elegir entre su empleo o quedarse
en casa.
En la Unión Europea a pesar de que las madres siguen pasando al menos el
doble de tiempo que los padres con los hijos, se está revisando el sentido del trabajo y de la dedicación a la familia tanto por parte de hombres como de mujeres
en la convicción de que las cosas no debe ser así. Sin embargo, lo que nos parece
más destacable de las reflexiones de este sociólogo no es tanto la consideración de
que “las cosas no deben ser así” (que es más que evidente) sino la idea de que la
sociedad se está feminizando y que ello conduce a una desmitificación del éxito y
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del dinero (ambos en relación con el trabajo) como única fuente de bienestar psicosocial. Por tanto, el equilibrio entre la vida privada y la pública y la importancia
de cultivar la vida personal tanto como la profesional, adquieren, un valor especial
que debe ser aplicable por igual a hombres y a mujeres. Así pues, en la ciudadanía
de la Unión Europea la idea de triunfar en el trabajo y de tener más y más dinero
comienza a perder interés frente al disfrute con la familia, las aficiones y las amistades. Al menos esta parece ser la tendencia hacia la feminización de la sociedad.
El trabajo por encima de todo deja paso a la consideración de que aunque el trabajo sea importante, también lo es el tiempo de ocio, el de descanso y el que se
comparte con la familia. En este sentido, la mujeres debemos sentirnos responsables de exigir una nueva forma de organización social en la que la familia sea atendida y entendida de forma más equilibrada.
Necesidad de estilos femeninos en la acción profesional.
Los modelos de socialización masculinos y femeninos son todavía muy diferentes en nuestra cultura por muy modernos que creamos que somos. A las
chicas se les enseña a ser sumisas, con originalidad y resistencia para realizar tareas y capacidad para comprender a los demás y entregarse a su servicio. Generalmente estás cualidades son muy útiles en las actividades de las madres en el
hogar. Los hombrecitos son estimulados para que sean en el futuro atrevidos y
seguros. Han de mostrar mucha autoconfianza, agresividad e inteligencia para
actuar y persuadir. Son condiciones del mismo tipo de las que se piden en muchos puestos de trabajo.
Ante esta, todavía realidad educativa, hay que plantearse preguntas como las
siguientes: ¿Cómo se desenvuelven las mujeres de hoy en día en el ámbito público
y en el privado? ¿Logra un equilibrio entre ambos? ¿Qué situaciones le resultan estresantes? ¿Están cambiando los roles de hombres y mujeres en sus ámbitos vitales?
¿Se están arrinconando estereotipos prejuiciosos sobre hombres y mujeres en la
vida laboral? En relación con los problemas que tienen las mujeres al acceder a
puestos de trabajo se habla mucho de los “techos de cristal”, unas barreras (de origen social, institucional o empresarial) invisibles, pero no por ello menos duras,
que impiden a las mujeres profesionales la promoción y el ascenso al mismo ritmo
que lo hacen los hombres. Más graves son las actitudes que han dado origen al
concepto de “techos de hormigón”. Estos techos se los ponen las propias mujeres
que, en un intento de supervivencia, colocan en su escala de valores las obligaciones familiares por encima de las demandas laborales.
La evolución del trabajo profesional de las mujeres no ha sido fácil. Son muy
duras las condiciones de la competencia por el acceso a los puestos importantes
y la promoción dentro de las organizaciones, especialmente en las empresas privadas. Por lo tanto, últimamente muchas mujeres dudan del interés que puede
representar para una profesional-madre la lucha por los ascensos y triunfos al duro
estilo masculino y se orientan (sin saber muy bien como) hacia otros modelos. En
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Inglaterra se ha acuñado el término “adaptative woman” para nombrar a las mujeres profesionales que después de tener hijos prefieren adaptar sus trabajos (horarios, condiciones, rendimientos...) para que no sufran las necesidades familiares.
Pero eso es, hay que reconocerlo, una traumática operación quirúrgica en la profesionalidad, una forma de hacer conciliación solamente femenina, en solitario.
Lo que se suele decir “cortarse las alas”.
La otra alternativa es el rechazo a los modelos laborales masculinos y el establecimiento de sistemas de conciliación equilibrados. En Noruega se ha proclamado una ley que obliga a las empresas que cotizan en Bolsa a que en sus
Consejos haya, al menos, un 40% de mujeres ya que en las 519 empresas noruegas
más destacadas hay apenas un 15% de mujeres. En España, la nueva Ley de Igualdad impulsada por el Gobierno actual propugna la presencia de las mujeres en
los Consejos de las empresas hasta en un 40%. Estas medidas están proliferando
(caso de Suiza: de 14 aspirantes elegidos entre 150 candidatos la Ministra de Asuntos Exteriores, Micheline Calmy-Rey decidió quitar a 6 hombres y poner a 6 mujeres. Alegaron que en la carrera diplomática hay 71 mujeres y 376 hombres). Se
supone que cuando todas estas propuestas sean realidades y haya muchas más
mujeres en puestos de responsabilidad, los estilos masculinos serán equilibrados
por el impulso de acción propio de las mujeres.
A este respecto es muy interesante la declaración de Pilar Torres, alta ejecutiva
de Sun Microsystems, con ocasión de ser ascendida a directora de operaciones
para la región de EMEA (Europa, Oriente Medio y África). Se trata de un reconocimiento a una gran labor puesto que nunca había habido ejecutivos con tanto
poder en Sun. Al preguntarle: “¿Planea mudarse?: “Tengo tres hijos, ni me lo planteo”, explica. Cree que una de las ventajas de Sun es la flexibilidad, así que podrá
trabajar desde su casa (“tengo montada casi una oficina allí”). Divide su tiempo
entre el trabajo y “ser madre de familia”, aunque como explica, “las mujeres estamos acostumbradas a manejar diferentes cosas a la vez”. (EL PAÍS NEGOCIOS. Domingo 16 de julio de 2006. pág. 3).
La Conciliación un problema de toda la sociedad
Abordar el problema de la conciliación significa plantearse las estrategias necesarias para continuar manteniendo la atención adecuada a la familia y su calidad
de vida cuando el padre y la madre tienen una profesión que les consume un
tiempo conocido como “jornada laboral” y que no suele ser menor de cuarenta
horas semanales. Aquí es donde se plantea el error de base que puede dar al traste
con la conciliación como algo positivo y beneficioso para la familia y todos sus
miembros: asociar la conciliación a la problemática laboral de la mujeres y a la
idea de que solo ella tiene responsabilidades para con su familia. Por eso se suele
decir que hay que trabajar a favor de las mujeres para que puedan (¡ellas!) conciliar
su vida laboral y su vida familiar. Y naturalmente los hombres seguirían como
siempre, no asumiendo ninguna de las cargas y responsabilidades de la familia y
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del hogar. Se suele decir que la gran diferencia está en saber o no saber que hay
de comer cuando se vuelve a casa desde el trabajo. Aquel de los miembros de la
pareja que conoce el menú porque lo ha planificado, comprado y guisado, es quien
tiene la responsabilidad y las cargas. Que cada cual examine su memoria y saque
conclusiones. Porque realmente la conciliación no es un problema tan reducido
como arreglarles a las madres los horarios y ponerle en la empresa guarderías infantiles para que puedan seguir haciendo lo de siempre mientras hacen lo nuevo
que es trabajar como los hombres. Es un serio problema de toda la sociedad y de
la estructura familiar considerada globalmente. Lo que sucede es que ha saltado a
la opinión pública con la masiva salida de las mujeres al mundo del trabajo y entonces es cuando se ha visto cuánto era lo que las madres hacían en el hogar, cuán
invisibles eran esas tareas y, por supuesto, hasta qué punto resultan imprescindibles (Chinchilla y León, 2003).
Por eso, si no se aborda con toda la perspectiva necesaria no se va a alterar
para nada la estructura familiar anterior: papá fuera y mamá dentro, aunque mamá
haya salido fuera para trabajar, tener un enriquecimiento profesional y aportar un
incremento importante a la economía del hogar. Eso se verá como algo secundario,
como un capricho o un empeño que no hay por qué prohibirle, sino, incluso facilitarle para que ella pueda seguir atendiendo “sus obligaciones familiares”. A
cambio ellas se ven muy limitadas en sus posibilidades de elegir su profesión y
hasta los matices de su trabajo lo cual significa que no logran actuar con la misma
autonomía que los hombres. Conviene, al mismo tiempo, reflexionar sobre algo
que, por oculto, no deja de ser doloroso, los padres al igual que las madres sufre
las consecuencias de un régimen de trabajo que no les permite disfrutar de su
hogar y su familia. Porque ¿cuántos hombres se han perdido la infancia de sus
hijos, y cuántos todavía se la están perdiendo? Una inyección de ánimo y muy
buenas noticias son las que ofrece el estudio de Katharine Ellison, premio Pulitzer
de Periodismo asegurando que tener hijos hace más inteligentes no sólo a las madres sino también a los padres ya que la crianza estimula y favorece la creación de
nuevos recursos y agiliza la inteligencia emocional. Ella quería combatir la idea del
feminismo radical que veía la maternidad como una rémora para el progreso de
las mujeres. (“Mujer hoy” 22-28-IV-2006 pp. 52-53)
Y aún sugeriríamos otra amplia serie de interrogantes: ¿Son necesarios esos
horarios que impiden la vida de relación familiar? ¿Se rinde más cuanto más
tiempo se permanece en los lugares de trabajo? ¿Se ha comprobado el prejuicio de
que las mujeres con hijos rinden menos en el trabajo? Porque es muy difícil concienciar a todas las instancias sociales que están implicadas en este asunto para que
cada una asuma su responsabilidad y, en su dimensión, se dispongan a solucionarlo. Y desde luego no se puede admitir de ninguna manera que se plantee la solución como una confrontación entre mundos públicos (hombres) y mundos
privados (mujeres) no hace falta una guerra, sino un gran pacto social. El enfoque
adecuado es el de que se elabore un nuevo modelo, no el masculino, que es el que
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propone triunfar en lo laboral a costa de lo familiar. Hay una sencilla propuesta que
resume todo este planteamiento: Las mujeres tienen que salir y los hombres tiene que
entrar... de y en el hogar se entiende.
Teniendo en cuenta que hay que tener el cuidado de que no se convierta en
una trampa para las mujeres y aparezcan nuevos “mandatos” erróneos. Antes al
contrario, si se establece adecuadamente un plan de conciliación, los hombres llegarán a descubrir que es muy positivo. Una ponderada ocupación de la vida familiar y la participación equilibrada en las tareas de atención educativa enriquece el
desarrollo de la infancia y también propicia una mejor calidad de vida dentro de
ese entorno tan rico y motivador que es el hogar. Un entorno donde ser profundamente personas compartiendo los niveles afectivos que sólo en él son posibles.
Y ese es el sentido auténtico de la Conciliación como el gran desafío social
en este momento histórico. Es un compromiso entre ambos mundos, el privado
y el público en el que también ha de participar todo el conjunto de las instancias
sociales. De una parte, en la sociedad exterior a la familia, los legisladores y concretamente las empresas en lo laboral, se han de preocupar de ajustar horarios y
estilos de acción sin perder metas y, por otra parte, en la familia hay que aprender
a compartir. Nadie ha de ayudar a nadie porque todo es de todos y por eso se
comparten las tareas, las responsabilidades y los logros. Así también se respetarán
los objetivos de realización personal de todos los miembros que conviven en ese
“territorio” tan importante al que llamamos hogar.
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MECANISMOS PARA EL AVANCE DE LAS MUJERES:
LAS MEDIDAS DE ACCIÓN POSITIVA
Sra.Dña. María del Mar Ramírez Alvarado
Universidad de Sevilla
Las diferencias en la realidad de mujeres y hombres se manifiestan en distintos ámbitos afectando todas las áreas de la vida pero, sobre todo, estos desequilibrios inciden en el ejercicio de los derechos de las mujeres y, por ende, el
funcionamiento democrático de la sociedad. Todavía hay una gran distancia entre
las leyes que garantizan sus derechos y la aplicación de las mismas y, en ocasiones,
aunque se hayan promulgado nuevas leyes, éstas son desconocidas por las mujeres
e, incluso, por el conjunto de la sociedad. Es obvio que las democracias han garantizado una libertad generalizada, la igualdad constitucional y, en tal sentido, una
atmósfera de equidad fundamentada en los valores de libertad e igualdad. Pero el
caso es que el perfeccionamiento del sistema democrático constituye una de las
grandes tareas pendientes de las sociedades actuales.
Las evidencias demuestran que siguen existiendo mecanismos de exclusión
que confieren características especiales al ejercicio del poder en los sistemas democráticos y las mujeres continúan encontrando para dificultades acceder a puestos
clave de dirección y liderazgo. Esta situación ha llevado al planteamiento de medidas correctivas, llamadas de discriminación positiva, que buscan favorecer la
presencia de mujeres en la vida pública. Porque, en ese camino de perfeccionamiento, la Democracia debe alcanzar alguna virtud añadida: la representación de
las mujeres en igualdad de condiciones en los órganos de gobierno.
Aunque es cierto que diversos gobiernos han adoptado este tipo de acciones
positivas para promover el acceso de las mujeres a puestos de poder, los análisis
efectuados, las noticias que llegan cada día a través de los medios de comunicación
y las estadísticas a nivel mundial coinciden en señalar que la situación ha variado
muy poco en estos últimos años. Lejos se está aún del mainstreaming o “empoderamiento” de las mujeres que fue uno de los ejes transversales propuestos en la IV
Conferencia celebrada en Beijing celebrada en el año 1995. Esta conferencia se diferenció de las anteriores en que promovió el diseño de un proyecto de acción
común que salvaba diferencias étnicas, culturales y religiosas y que comprometía
a los gobiernos, a la sociedad civil y a las organizaciones no gubernamentales a trabajar en una serie de propuestas prácticas.
A tal efecto, se definieron doce áreas de especial interés que exigían la adopción de medidas concretas por parte de los gobiernos y la sociedad civil. Dichas
áreas iban desde la pobreza que pesa sobre las mujeres, el acceso desigual a la educación y la salud, pasando por la violencia contra las mujeres, los efectos de los
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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conflictos armados, la economía, los derechos humanos, los medios de comunicación, el medio ambiente y la situación de las niñas. Otras dos áreas de acción
muy importantes tenían que ver precisamente con la desigualdad en el ejercicio del
poder y toma de decisiones (área 7), y con la falta de mecanismos institucionales
consolidados para promover el avance de las mujeres (área 8)1. Son éstas a las que
nos referiremos en este artículo.
La Plataforma de Acción hizo énfasis en la importancia de la participación activa de las mujeres en política, economía y toma de decisiones para el logro de la
igualdad, el desarrollo y la paz. A tal efecto, los objetivos definidos en el área 7
(ejercicio del poder) estaban orientados a incrementar la capacidad de las mujeres
para ejercer el liderazgo y a poner en marcha medidas para asegurar el acceso igualitario y su plena participación en las estructuras de poder.
También la Plataforma de Acción de Beijing reafirmó la necesidad de la perspectiva de género en la definición de políticas y programas para lograr equidad y
desarrollo económico sostenible. Por ello los objetivos estratégicos en el área 8
(mecanismos institucionales) se dirigían al diseño de mecanismos gubernamentales que se ocupasen de los avances de las mujeres y a la integración de la perspectiva de género en la legislación, en la política y en los proyectos públicos y
privados.
LUCES. Un repaso por las medidas de acción positiva a nivel internacional:
ejercicio del poder y mecanismos de avance institucionales.
Son diversos los mecanismos de acción positiva que se han puesto en marcha
en los últimos años para garantizar el acceso de las mujeres a puestos de decisión.
Uno de los más empleados ha sido por ejemplo el sistema de cuotas adoptado por
muchos países, algunos de los cuales incluso han cambiado sus constituciones
para garantizar la paridad2. Según demuestran las evidencias, donde se ha instaurado el sistema de cuotas se ha incrementado la participación política de las mujeres y el acceso a puestos clave.
En todo el mundo se han realizado cumbres diversas en las que se ha puesto
de relevancia la necesidad del liderazgo de las mujeres. Aunque las carteras ministeriales adjudicadas a mujeres han sido siempre del mismo orden, poco a poco el
132
2En junio del 2000, transcurridos cinco años desde la aprobación de la Plataforma de Acción de Beijing, Naciones
Unidas organizó un período de sesiones celebrado en Nueva York bajo el lema "La mujer en el año 2000: igualdad
entre los géneros, desarrollo y paz en el siglo XXI". El período extraordinario de sesiones brindó a los gobiernos
y la sociedad civil la oportunidad de intercambiar las prácticas aconsejables y examinar los retos y obstáculos para
aplicar la Plataforma de Acción de Beijing. Recientemente, del 28 de febrero al 11 de Marzo del 2005, la Comisión
sobre el Estatus de la Mujer de Naciones Unidas condujo la revisión y evaluación de los diez años de la Plataforma
de Acción de Beijing (Beijing +10) y conmemoró el trigésimo aniversario de la Primera Conferencia Mundial
sobre la Mujer llevada a cabo en México en 1975.
2En marzo del 2000 el pleno del Parlamento Europeo aprobó una enmienda pactada por los socialistas y los populares que declara "razonable" el objetivo de participación femenina del 40% y constató (aunque no aprobó)
que el uso de cuotas "como medida transitoria" contribuye a mejorar el equilibrio político entre los sexos. En eso
oportunidad la Eurocámara rechazó el denominado "sistema cremallera" que consiste en alternar mujeres y hombres en las listas electorales.
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Mecanismos para el avance de las mujeres: las medidas de acción positiva
abanico se ha ido ampliando más allá de “asuntos sociales” y “cultura” a economía,
medio ambiente, telecomunicaciones, relaciones exteriores y sanidad. En algunos
gobiernos nunca habían sido tantas las mujeres en los gabinetes ministeriales.
Muchas investigaciones efectuadas en los últimos años han demostrado que
las mujeres ejercen el poder de una forma menos corrupta y que, cuando llegan
al gobierno, promueven que los temas de género figuren en las agendas de trabajo
y propician una mayor sensibilidad de los gobiernos ante temas como la violencia,
la discriminación laboral, el desempleo, la pobreza, el desarme, etc.
En otro sentido, han sido bastante efectivas las coaliciones de mujeres que forman parte del gobierno con líderes de ONGs, de asociaciones de mujeres y representantes de diversos sectores como la universidad, la judicatura, los sindicatos,
los partidos políticos, etc. En algunos casos estas plataformas han ejercido presión
sobre la ejecución de presupuestos orientándolos a los temas de género.
De igual forma, se han puesto en marcha diversos proyectos, muchos de ellos
promovidos por ONGs lideradas por mujeres: los llamados programas de “feminización de los gobiernos locales”, organizaciones que facilitan el contacto de las
mujeres con las personas que legislan, foros para tratar temas de política, talleres
y cursos de liderazgo y toma de decisiones, programas para la promoción del liderazgo en chicas jóvenes, entre otros. También se han llevado a cabo campañas
de comunicación que promueven la participación política de las mujeres a través
de imágenes positivas de liderazgo femenino.
Son muchos los países que han avanzado en la puesta en marcha de mecanismos e instituciones destinados a garantizar la no discriminación de las mujeres y a velar por la incorporación de la perspectiva de género en las políticas
de igualdad. Para tal fin se han creado ministerios, institutos de la mujer y comités de la mujer para canalizar acciones y promocionar la igualdad. En España,
por ejemplo, se creó a nivel nacional el Instituto de la Mujer, organismo autónomo dependiente del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales, a través de la
Secretaría General de Políticas de Igualdad. Se creó por Ley 16/1983, de 24 de
octubre y se reestructuró en mayo de 1997. En el ámbito autonómico, en 1990
se creó el Instituto Andaluz de la Mujer actualmente inserto en la Consejería
para la Igualdad y Bienestar Social.
Esta diversificación en las instituciones que velan por los intereses de las mujeres ha influido a su vez en el incremento de organismos locales de a través de las
cuales las mujeres reciben una rápida atención e información sobre sus derechos así
como servicios legales, psicológicos, médicos y sociales. Para lograr objetivos de este
tipo, algunas naciones han aumentado su asignación en el presupuesto nacional para
programas destinados a las mujeres y otras han elaborado presupuestos detallados
de costes anuales para proyectos de avance de las mujeres divididos en subprogramas, actividades y con metas concretas y calendarios de ejecución establecidos.
En muchos países se ha producido un eficaz entendimiento entre los organismos de igualdad y los gobiernos (con la colaboración de ONGs) para la defini133
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ción de estrategias conjuntas que garanticen la integración de la perspectiva de
igualdad de oportunidades en el diseño de actuaciones. El mainstreaming propuesto en la Plataforma de Acción de Beijing como una de las políticas más importantes para alcanzar la igualdad, se ha visto formalizado con la interlocución de
estos organismos a través de diversos convenios y tratados. Naciones Unidas prepara una nueva versión de una base de datos e indicadores de las mujeres que incluye asuntos tales como salud reproductiva y derechos, Sida, violencia contra las
mujeres, así como nuevos indicadores de violencia sexual, causas de muerte, educación y comunicación, estado civil y familia.
En el ámbito de la legislación internacional, a lo largo del siglo XX, pero en
especial durante la segunda mitad, muchos gobiernos han ratificado tratados internacionales para la eliminación de la discriminación de las mujeres y son diversos
los convenios internacionales que se han suscrito con el fin de promocionar y proteger los derechos de las mujeres. Para ello se han emprendido reformas legislativas
con el fin de derogar disposiciones discriminatorias hacia los derechos de las mujeres en muchos campos: ámbito político, económico y laboral, todas las formas
de violencia, matrimonio, herencia, etc.
SOMBRAS. ¿Por qué son necesarias las medidas de acción positiva?
Las medidas de acción positiva son importantes, en el contexto que nos
ocupa, porque la representación femenina en órganos de poder es aún excesivamente pobre. Son contados los países en todo el mundo que tienen más de un
30% de mujeres en sus parlamentos y la mayoría había alcanzado este objetivo
antes de la Conferencia de Beijing.
En España, aunque la evolución ha sido ciertamente positiva, por ejemplo en
la legislatura 2000-2004 el porcentaje seguía sido desigual: era de 31,73% de escaños femeninos en el Congrego de los Diputados y de 23,15 en el Senado.
19821986
19861989
19891993
19931996
19962000
20002004
TOTAL DIPUTADOS/AS(*)
392
394
389
407
409
416
% Mujeres
5,87
8,38
13,88
15,97
23,96
31,73
Legislatura
TOTAL SENADORAS/ES (*)
266
287
294
299
308
324
% Mujeres
4,51
4,88
11,56
12,37
13,96
23,15
Fuente: Elaboración propia del Instituto de la Mujer a partir datos del Congreso de los Diputados
En algunos países la representación política de las mujeres incluso ha retrocedido en los últimos años (como en Europa del Este) y en ciertos casos los gobiernos no han demostrado voluntad o se han opuesto abiertamente al
establecimiento de mecanismos que mitiguen esta tendencia. A mediados de 1999
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sólo siete mujeres eran jefas de Estado y tres presidentas de gobierno. En uno de
cada cuatro gobiernos del mundo no participan mujeres y más de 90 países tienen
menos de un 10% de escaños parlamentarios ocupados por mujeres.
En los análisis que se hacen de esta situación destaca la falta de acceso a la
educación como uno de los principales factores que impiden a las mujeres acceder
a puestos de responsabilidad así como el que las mujeres deban cumplir con sus
obligaciones laborales y familiares lo que les resta tiempo y energía para dedicarse
a la política. En muchas sociedades las mujeres deben superar prejuicios culturales
para ser líderes o políticas, como el ser solteras, jóvenes o madres y, en ocasiones,
se aprecia una tendencia a nombrar a mujeres para cargos que se consideran “apropiados” para ellas.
También se habla del llamado “techo de cristal” como de aquella barrera invisible que permite a las mujeres escalar sólo hasta determinadas posiciones ejecutivas y de poder. También se ha puesto de manifiesto el alto coste de las
campañas políticas como una de las principales dificultades de las mujeres para hacerse elegir. Por increíble que parezca, todavía en algunas naciones las mujeres no
pueden ejercer el voto (de hecho, la historia del derecho al voto -que parece un
derecho adquirido hace ya mucho tiempo en nuestro contexto- muestra de manera
clara la discriminación de las mujeres por el hecho de serlo.
La falta de presupuesto y de recursos en muchos países constituye uno de los
principales obstáculos para el desarrollo de mecanismos institucionales que garanticen la igualdad de las mujeres. Muchas de las instituciones creadas con el
tiempo carecen de financiamiento, personal y recursos. Como causa de esta situación puede mencionarse el apoyo insuficiente de los líderes políticos que en oportunidades utilizan los “temas de mujeres” como reclamo electoral y luego se
olvidan de ellos.
Por otra parte, la desorganización y falta de información estructurada hace
que las políticas de género se vean obstaculizadas en su definición y desarrollo ya
que se nutren de datos inadecuados o carecen de los mismos. Por ello quizá se dificulta también el seguimiento y la evaluación. En algunas naciones las oficinas o
ministerios de asuntos de la mujer han sido reemplazados por oficinas o ministerios de asuntos de la familia con la idea de que los temas de interés para las mujeres
sean cubiertos por estos nuevos organismos. En otros países los vínculos entre las
distintas dependencias del gobierno y con los organismos de igualdad presentan
serias complicaciones en cuanto a comunicación y definición de estrategias conjuntas. Muchas veces fallan también los nexos con las ONGs y con otras instancias
de la sociedad civil.
Constitucionalidad de las medidas de acción positiva en el contexto español
En España se consiguió el voto para las mujeres durante la II República y en
la actual Constitución española todos los ciudadanos y ciudadanas españolas tienen igual derecho a elegir y ser elegidas. Sin embargo, la realidad demuestra que
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aún las mujeres encuentran dificultades para acceder a puestos de gobierno, a posiciones claves en las instituciones públicas y en las empresas.
Esta circunstancia, entre otras, ha impulsado la promoción de las denominadas "medidas de acción positiva" que son aquellas medidas específicas, de carácter
temporal, que tienen como objetivo favorecer la igualdad de oportunidades, eliminando barreras, actuando sobre situaciones discriminatorias y estimulando la
participación de las mujeres. A través de estas mediadas amparadas constitucionalmente, se reconoce que a los poderes públicos les corresponde promover las
condiciones para que la libertad y la igualdad de los individuos y grupos sean reales.
Desde el punto de vista constitucional, son dos los artículos que dan amparo
a estas medidas. En el Capítulo segundo de la Constitución Española de 1978 (de
los Derechos y Libertades) se lee que: "Los españoles son iguales ante la ley, sin que
pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social".
Asimismo, en el Artículo 9.2 también de la Constitución de 1978 se contempla explícitamente que:
Corresponde a los poderes públicos promover las condiciones para que la
libertad y la igualdad del individuo y de los grupos en que se integra sean reales
y efectivas; remover los obstáculos que impidan o dificulten su plenitud y facilitar
la participación de todos los ciudadanos en la vida política, económica, cultural y
social.
También el Estatuto de los trabajadores (Real Decreto Legislativo 1/1995, de
24 de marzo) contempla en su artículo 17.1 la no discriminación en las relaciones
laborales:
“Se entenderán nulos y sin efecto los preceptos reglamentarios, las cláusulas de los convenios colectivos, los pactos individuales y las decisiones unilaterales del empresario que contengan discriminaciones desfavorables por
razón de edad o cuando contengan discriminaciones favorables o adversas en
el empleo, así como en materia de retribuciones, jornada y demás condiciones de trabajo por circunstancias de sexo, origen, estado civil, raza, condición
social, ideas religiosas o políticas, adhesión o no a sindicatos y a sus acuerdos,
vínculos de parentesco con otros trabajadores en la empresa y lengua dentro
del Estado español“.
El mismo artículo, en su punto 3, estipula el desarrollo de medidas de acción
positiva al señalar que: "el Gobierno podrá otorgar subvenciones, desgravaciones
y otras medidas para fomentar el empleo de grupos específicos de trabajadores
desempleados que encuentren dificultades especiales para acceder al empleo". En
el artículo 28 se prevé la igualdad de remuneración por razón de sexo: "El empresario está obligado a pagar por la prestación de un trabajo de igual valor el mismo
salario, tanto por salario base como por los complementos salariales, sin discriminación alguna por razón de sexo".
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Asimismo, existen otras disposiciones normativas de acción positiva hacia
las mujeres, como por ejemplo el Real Decreto 1686/2000, de 6 de octubre, por
el que se crea el Observatorio de la Igualdad de Oportunidades entre Mujeres y
Hombres. (BOE nº 251, de 19/10/00) o la Ley 39/1999, de 5 de noviembre, para
promover la conciliación de la vida laboral y familiar de las personas trabajadoras
(BOE nº 266, de 6/11/99).
Desde un punto de vista general, la Convención de Naciones Unidas sobre
eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer sólo excluye del
concepto de discriminación dos tipos de medidas: "las medidas especiales de carácter temporal encaminadas a acelerar la igualdad de facto entre el hombre y la
mujer" (art. 4.1, es decir, medidas de acción positiva), así como las de protección
de la maternidad (art. 4.2).
La acción positiva aparece en la normativa comunitaria en la Directiva
76/207, apartado 4 del art. 2º, referente a la aplicación del principio de igualdad
de trato entre mujeres y hombres en lo que se refiere al empleo, a la formación y
a la promoción profesional, donde se señala que "la presente Directiva no obstará
a la adopción de medidas encaminadas a promover la igualdad de oportunidades
entre hombres y mujeres, en particular las dirigidas a corregir las desigualdades de
hecho que afecten a las oportunidades de las mujeres en las materias contempladas
en el apartado 1 del art. 1º".
Asimismo, Consejo de la Unión Europea, en su Recomendación 84/635 sobre
la promoción de acciones positivas en favor de la mujer, contempla que "las normas jurídicas existentes sobre la igualdad de trato son insuficientes para eliminar
toda forma de desigualdad de hecho si paralelamente no se emprenden acciones
por parte de los Gobiernos y de los interlocutores sociales y otros organismos competentes, tendentes a compensar los efectos perjudiciales que resultan para las
mujeres de actitudes, comportamientos y estructuras de la sociedad".
Conclusiones
Hoy por hoy los valores feministas han impregnado en mayor o medida el tejido social. Las mujeres han irrumpido en todos los ámbitos del desarrollo y los
valores de los que son portadoras las mujeres cada vez se corresponden más con
los perfiles deseados para acceder a cargos públicos, a posiciones de responsabilidad, a puestos clave en el mundo empresarial, a posiciones prominentes en la sociedad civil, etc. Como contrapartida, se han visto invadidas por obligaciones
crecientes, multiplicadas geométricamente en la medida en que se ha incrementado su deseo personal de incidir sobre las decisiones que les afectan.
Las dificultades de las mujeres para acceder a cargos públicos se deben en
gran medida a que los sistemas democráticos en teoría garantizan la igualdad, pero
se hacen la vista gorda cuando aparecen dificultades. La democracia constituye
por definición el gobierno (cratos) de todo el pueblo (demos), pero sin embargo sabemos que existe una distancia entre este significado y la realidad. De allí preci137
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samente términos como el de déficit democrático o de democracia a perfeccionar
(o precisamente el de acciones positivas que hemos mencionado en este artículo),
que tienen que ver de gran manera con las dificultades a las que se enfrentan las
mujeres en todo el mundo.
En esencia, se produce una confusión entre los deberes que se nos imponen y los derechos de los que deben ser beneficiarias las mujeres. En su obra
La democracia vital. Mujeres y hombres hacia la ciudadanía, Elena Simón señala
que:
“…las democracias, tintadas de liberalismo económico, han generalizado los derechos, la representatividad y la justicia, pero en el fondo han inclinado la balanza hacia la hegemonía de los fuertes. Con quienes nunca han
tenido poder se cuenta poco, de manera casi simbólica y porque es políticamente correcto, pero no se les allanan los escollos para que avancen. Si no lo
hacen, se argumenta, debe de ser porque no quieren, no pueden o no saben,
dado que el sistema lo permite”.
Para afrontar esta situación, Elena Simón propone el concepto de “democracia vital” que permita, por una parte, personalizar la democracia y, por otra, democratizar la vida personal. Este vitalismo de la democracia debe fundamentarse
en valores que el feminismo ha insuflado a las sociedades modernas, como son la
paridad y la soridad. Dichos valores han venido a reforzar otras nociones fundamentales en democracia como son la autonomía y la solidaridad, surgidos de la
unión entre la libertad, la igualdad y la fraternidad.
En un artículo publicado en la revista Meridiam del Instituto Andaluz de la
Mujer, titulado “Del voto a la Voz”, Elena Simón afirmaba lo siguiente:
“Las mujeres hemos de aprender a saber, querer y poder desarrollar conciencia personal y colectiva de ciudadanía, convenciéndonos de que el ámbito
de lo público sí que es nuestro y multiplicando para las más jóvenes los modelos de actuación pública. Por otra parte hemos de lograr suficiente representación de nuestras dirigentes y que nuestras propuestas políticas logren
prioridad, sin que tengan que ser travestidas, mixtificadas ni pospuestas sine
die, porque así no hacemos ni haremos ciudadanía ni obtendremos representatividad cualificada.
A todo este proceso llamo yo Democracia paritaria. Con carácter cualitativo, con voz propia, contundente y leal con nosotras mismas, para poder
destruir los simbólicos patriarcales de impotencia, ignorancia y falta de interés en los asuntos públicos. No olvidemos que no hace tanto tiempo las mujeres éramos aún conceptualizadas como no válidas para la vida social y
política por considerarse que nuestra naturaleza nos ponía en el lado de la
fiera o de la muñeca caprichosa, más que en el ámbito del comportamiento
ético y civilizado. Por eso cuesta tanto ver a las mujeres como representantes
activas y como ciudadanas de pleno derecho. Por eso nos cuesta tanto a nosotras mismas entrar pisando fuerte”.
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En consecuencia, de los diversos caminos que se abren ante los ojos de las
mujeres uno puede generar frutos reconocibles a corto y mediano plazo: el de la
negociación de una Democracia Paritaria en la que mujeres y hombres compartan
deberes y derechos en igualdad de condiciones constituye una tarea primordial de
los partidos políticos, el gobierno, los grupos de poder y de todas aquellas personas
que creen en la Democracia como en el mejor sistema de convivencia posible.
Referencias bibliográficas
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LA IMAGEN DE LAS MUJERES POLÍTICAS EN LOS MEDIOS DE
COMUNICACIÓN
Sra.Dña. María Ángels Viladot i Presas
Universitat Oberta de Catalunya
La relación mujer-mundo político constituye un ámbito trascendental para el
proceso de la igualdad en los humanos. En la presente conferencia intentaré establecer los mecanismos psicosociales que subyacen a la visión que se tiene de las
mujeres políticas; visión que representa una barrera para que puedan manifestar
sus capacidades y para su ascenso en la política. Vaya, pues, por delante que no
os hablaré solamente de la imagen de las mujeres políticas en los medios de comunicación sino que la ideología, que es lo que se piensa, que es lo que se siente,
sobre las mujeres (y cualquier aspecto de la realidad que las afecta), teñirá siempre
mi discurso. De momento deciros que las mujeres, que por otro lado somos la
mitad o más de la población (el 52%), no estamos representadas en la misma proporción que los hombres en las estructuras de base de los partidos políticos, y
mucho menos cuando de lo que se trata es de puestos de responsabilidad y de decisión política.
El estudio de las mujeres en las elites políticas podría formar parte de una
cierta ideología del elitismo y, por tanto, ser una forma de elitismo por mi parte.
Nada más lejos. Considero que las investigaciones sobre género y poder constituyen una brecha importante en la indagación sobre los procesos seculares de
la discriminación de las mujeres en general, ya que aquellas han sido o son las
primeras en afrontar determinados obstáculos en acceder por primera vez a
unos determinados ámbitos profesionales hasta no hace mucho absolutamente
vedados para las mujeres; en otras palabras, con el estudio sobre las mujeres
que por primera vez desarrollan nuevas actividades o que por primera vez tienen poder hasta ahora reservado a los hombres, se llega a poner en evidencia
los prejuicios, los estereotipos por razón de genero, y, por tanto, resistencias al
cambio social que, en relación a una igualdad de género, presentan los sistemas
sociales. No hay duda que su estudio puede ser muy útil cómo instrumento de
política para la igualdad de género. Y esto es también lo que pretendo demostraros hoy aquí.
La elección de la socialista Michele Bachelet como presidenta de Chile reabrió la reflexión y el debate sobre el acceso de las mujeres al poder, sus dificultades, sus ventajas, las posibles aportaciones diferenciales. Pocas semanas antes,
Angela Merkel, democristiana, asumía la cancillería de Alemania, casi al mismo
tiempo que Elle Johnson-Sirleaf llegaba a la presidencia de Liberia. Las tres se
añaden pues a la corta lista de mujeres que han accedido a las máximas cotas de
poder político en sus respectivos países. Porque no hay demasiadas en este tipo
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Homenaje a Clara Campoamor
de cargos: Mary McAleese, presidenta de Irlanda; Tanja Kaarina Halonen, de
Finlandia; Vaira Vike-Freiberga, de Letonia, y Gloria Macapagal, de Filipinas.
Además son primeras ministras Khaleda Zia a Bangladesh, Luisa Dias Diogo a
Mozambique, Maria do Carmo Silveria a Príncepe y Santo Tomé, y Helen Clark
a Nueva Zelanda. En España por primera vez tenemos una vicepresidenta, Maria
Teresa Fernández de la Vega. Teniendo en cuenta los roles que se atribuyen al género femenino en un amplio campo de interacciones sociales, su persistencia
evidente a lo largo del tiempo y a través de diferentes grupos sociales, y el papel
que juegan al establecer la identidad personal y social, el hecho de que una
mujer se convierta en primera ministra, pongamos por caso, representa claramente un cambio importante en relación con el pasado. Es evidente, pues, que,
como nos ha dicho hoy aquí la política Amparo Rubiales, una mujer como cabeza del gobierno ejecutivo es un indicativo de que se ha producido una mejora
substancial en el ámbito de la igualdad por razón de género. En España es cierto
que las cosas han cambiado muy positivamente; no solamente han cambiado en
el proceso para alcanzar la paridad sino que, actualmente, las ministras españolas, y en Cataluña nuestras consejeras y directoras generales, son personas muy
capaces y preparadas para afrontar con éxito su quehacer político. Una cuestión
bien distinta son las trabas con las que seguramente tropiezan en su caminar
político por el hecho de ser mujeres.
A pesar de las mejoras alcanzadas en el proceso para la igualdad estamos
lejos de la paridad y a años luz de tener a una mujer al frente del Gobierno español
y en cualquier de los gobiernos autonómicos. Por tanto todavía no podemos hacer
honor a la Carta de los Derechos Humanos en sus preceptos referentes a la igualdad entre hombres y mujeres. Me parece que una presencia mayor de mujeres en
todas las instancias de poder (políticas, económicas, empresariales, en el ámbito
de la enseñanza y de la salud...) actuaría ( o actúa) como modelo de imitación
para muchas mujeres en sus respectivos ámbitos sociales, reforzando su menguada
vitalidad social.
Porque un mundo gobernado con una presencia más visible en las cotas de
poder, seria un mundo más cooperativo, donde las ansias de acabar con los conflictos e impulsar formas de comportamiento donde prevalezcan los valores de solidaridad y conciliación serán prioritarios. Por este motivo es también tan
importante que las mujeres podamos encontrar un lugar en el si de los partidos
políticos y posiciones de decisión que nos permitan traducir nuestras aspiraciones
y afirmarnos en tanto que mujeres. Porque creo que seria un craso error considerar
que todos aquellos valores a través de los cuales hemos sido adoctrinadas y encauzadas son negativos. Ni mucho menos. Hay valores altamente positivos, decididamente recuperables y reivindicables; valores y características que se nos atribuyen
más útiles y adaptados al mundo actual y futuro que algunos de los valores y las
características masculinas. Nuestro comportamiento comunal, por ejemplo. De
ello hablaré más adelante.
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La imagen de las mujeres políticas en los medios de comunicación
Pero no volteemos campanas. Las ganancias cualitativas habidas en los Estados Unidos con la incorporación de dos mujeres en puestos de gran responsabilidad política no es lo habitual; en la gran mayoría de países del globo terráqueo,
las andaduras políticas de las mujeres no son, ni mucho menos, tan positivas
¿Cuáles son los motivos reales de su infrarepresentación política?
Los hombres, es una realidad indiscutible, no pagan en general el mismo
precio que las mujeres en ningún escenario profesional y, por tanto, tampoco en
el escenario político. A ellos, como veremos, se les socializa en la dureza de la
lucha por el poder; tienen el soporte patriarcal, y en general suelen reunir más
poder que las mujeres, que demasiado a menudo tienen un poder o una influencia
indirecta: son la mujer de...; la hija de... la cuñada de....etc. Quiero decir con ello
que la negociación de las mujeres para la consecución de objetivos políticos está
a menudo mediatizada y es, en definitiva, mucho más débil. Como veremos, las
facilidades que se les supone son sesgadas y contrarrestadas por las connotaciones
de género en una sociedad patriarcal; por esto son elites, pero discriminadas.
Pongamos un ejemplo − extraído del trabajo de Eulàlia Lledó (ver bibliografía)− con el objetivo de ilustrar el trato que reciben las mujeres políticas. Se trata
de un artículo periodístico en el cual se reflejan los sesgos androcentristas y sexistas
citando, como veremos, a las mujeres políticas por el nombre propio pero no en
cambio a los hombres. El artículo aborda una serie de problemas que presentaban
las y los candidatos para formar parte de la Comisión Europea y dice así: «El señor
Durao Barroso, antiguo maoísta portugués, fue el correveidile forzado de la cama
redonda de las Azores en el cual se revolcaron Bus, Blair i Aznar. Ahora, cuando
el ardor guerrero iraquí pensó más en la retirada que en el ataque, Durao Barroso
se nos aparece como un simple portero de noche: “¿Tiene una habitación discreta
con vistas al Atlántico? Es para hacer un trío” le debían decir al portugués. Y Durao
Barroso debía contestar : “Somos gente discreta. Aquí tenemos la llave y procuren
no hacer ruido. En el mundo hay niños”. Y con el tiempo llegó el momento de elegir el jefe de la Comisión Europea y, en los descartes salió Durao como caballo de
Troya para desactivar las veleidades progresistas de los comisaros. [...].
De entrada, como comisaria de Exteriores y de vecinos, habrá la guapa austriaca Benita Ferrero-Waldner. No se trata que Benita sea de derechas o que esté
como un bombón que lleva su apellido. La comisión es de todos, dulces y salados,
conservadores y progresistas. Lo que pasa es que la señora Ferrero-Waldner fue ministra de Exteriores del Gobierno xenófago ultra de derechas Gorg Haider. El escándalo europeo cuando Haider llegó al poder puso en crisis la misma Unión
Europea. Pues la frágil memoria de Durao Barroso nos ha puesto a Benita al Gobierno. No va sola. La holandesa Neelie Kroes, vinculada a muchas empresas multinacionales, ostentará el sarcasmo de ser la comisaría de la Competencia. ¿ A quién
servirá la señora Kroes? A sus amigos jefes o al equilibrio europeo? Neelie puede
ser muy eficaz, pero no es en absoluto idónea. Y finalmente la perla de la Comisión. Un tal Rocco Buttiglione, futuro comisario de Justicia y Libertades, ha decla143
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
rado que la homosexualidad es pecado, que la familia “existe con tal de permitir
a la mujer tener hijos y estar protegida por su marido” y fue un ardiente opositar
al euroorden que unificaba la justicia europea. »
En el artículo, a los hombres se les cita habitualmente por el apellido: Bush,
Blair, Aznar.... A Durao Barrosso se le cita cuatro veces por uno o por los dos apellidos y solamente una vez se le antepone delante la palabra «señor», tratamiento
que, cuando se habla de políticos, según nos dice Freixa, suele tener un matiz despectivo. A otro de los hombres, Gorg Haider, se le cita una vez por el apellido y
otra vez con el nombre y el apellido, al último político que sale también se le cita
con el nombre y el apellido. Veamos ahora como se cita a las políticas. Aparecen
dos. La primera es denominada en primera instancia con un nombre y un apellido,
Benita Ferrero- Waldner, pero en seguida pierde el apellido y pasa a ser simplemente «Benita», se le llama solamente con el nombre de pila, tratamiento totalmente impropio del lenguaje periodístico ya que denominar por el nombre es un
mecanismo que opera como familiarizador con el resultado de minimizar la importancia de dicha persona; además, da la impresión que el articulista la conociera
de toda la vida; después pasa a ser “la señora Ferreo-Waldner” y todavía otra vez
se la presenta con la denominación de “Benita”. La otra política citada, Neelie
Kroes, primero lo es con nombre y apellidos, después se le antepone también el
tratamiento de “señora” al apellido y finalmente se la cita solamente con el familiar
nombre de pila. A las dos políticas se las cita con el nombre de pila, tratamiento
que nunca se inflige a los políticos. Nunca se cita a las políticas por el apellido, tal
y como se hace en el artículo en la mayoría de las veces para hablar de los políticos.
Que el articulista se permita hablar del físico de la primera de las políticas es coherente con la manera como intenta ponerles en el lugar que considera que les toca
a partir del tratamiento que les da cuando las cita. Dice Ana Freixes: «No sé si está
o no bien hablar del físico de la política, cada uno o una puede tener su propia
opinión sobre esto, pero lo que me parece que canta es utilizar recursos sexistas
para atacar políticas de derechas (recurso que se utiliza solamente en el caso de
ellas). No estoy convencida que esta estrategia profundice la crítica a las políticas
de derechas o va en detrimento de la crónica política y de las ideas que parece
que quiere articular el artículo».
Hablábamos de la investigación sobre las mujeres políticas y en concreto
sobre las elites femeninas. Dicha investigación constituye una línea de estudio contra la norma si tenemos en cuenta los análisis desarrollados hasta no hace demasiados años, los cuales tomaban como objeto de estudio casi exclusivamente
colectivos deprimidos, mujeres en condiciones sociales de subsistencia, y, en general, temas de marginación social. Pero es que, además, los estudios que se realizan (de los cuales dan fe las conferencias y las informaciones que se han
presentado hoy aquí), creo que también pueden tener de interesantes el hecho de
que representan una manera excelente, una vía, para el acceso a bibliografía pertinente y, por tanto, un canal abierto de información que fluye para explorar hasta
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que punto se ha avanzado en un tema determinado y cuales son las áreas de estudio o lagunas que se observan. En este sentido puedo afirmar que los “Women’s
Studies” (denominados internacionalmente bajo esta etiqueta; también denominados “estudios feministas” y actualmente “estudios de género”) son, en número y
cualidad espectaculares y cabe de ellos destacar la sofistificación y el refinamiento
metodológico creciente. Fue la investigación académica anglosajona de los primeros años setenta, la que, al albor de la preocupación de las mujeres y las asociaciones feministas por las representaciones elaboradas por los medios de
comunicación, dio el primer paso en la investigación sobre las imágenes de las
mujeres y los hombres construidas por los medios de comunicación. Desde 1984
se vienen realizando investigaciones cuyos resultados apenas sorprenden: la escasa
representación de las mujeres, respecto a los hombres, la elaboración de imágenes
y textos que refuerzan el papel tradicional y estereotipado de la mayoría de las
mujeres y la ausencia de modelos alternativos, pero existentes y reales, en la actual
sociedad española. Es preciso destacar la importancia que han tenido el «Global
Media Monitoring Project» que empezó a andar en 1995 y también el informe
«Representación de género en los informativos de radio y televisión desarrollado
por el Instituto Oficial de radio y televisión, y el Instituto de la mujer». Ambos proyectos han logrado hacer visible, y el primero en todo el mundo, el asunto de la
representación de género en las noticias. De ambos proyectos y de algunos resultados relevantes les hablaré más adelante. Cabe decir pues que actualmente los
estudios de género tienen un éxito que los ha llevado al reconocimiento académico
(créditos, asignaturas, cursos de doctorado, etcétera). Y notable es su contribución
a la revisión de la ciencia, realizada desde la perspectiva de las mujeres, haciendo
crítica constructiva a los sesgos de un pozo de conocimiento fundamentado, elaborado exclusivamente por hombres. Por ejemplo, una de las aportaciones interesantes a tener en cuenta es que cuando encontramos una diferencia ínter
genérica, tenemos que tener presente que existe siempre y al mismo tiempo una
gran variabilidad intra genérica; es decir, es muy importante tener en cuenta que
las diferencias encontradas intra genéricas (dentro de un mismo género) son mayores que las diferencias entre géneros. Dicho de otro modo: muchos datos contrastados objetivamente muestran que las diferencias observadas entre los grupos
son más pequeñas que las variaciones dentro de un mismo grupo. Pero, en cambio,
la investigación (sobretodo la psicológica) sobre las diferencias entre los sexos
siempre ha puesto su énfasis en lo que los hombres difieren de las mujeres, pero
muy pocas veces en todo aquello en que son parecidos. Y el hecho de que los investigadores centren su atención solamente sobre las diferencias individuales ha
servido para dar soporte al statu quo vigente. Por lo tanto cuando, por ejemplo,
se dice que los hombres son más agresivos que las mujeres, estamos ignorando diferencias individuales importantes en este aspecto en ambos sexos. Contrariamente
a aquello que el estereotipo sugiere, hay una amplia variación cuanto a la agresividad entre las personas de ambos sexos, de tal manera que hay mujeres que son
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más agresivas que muchos hombres. Todos conocemos mujeres que son más resueltas y más asertivas que sus parejas hombres. Los estereotipos no hacen concesiones delante de estas variabilidades en un mismo grupo y cuando nosotros los
utilizamos sin sentido critico actuamos como si, efectivamente, cualquier hombre
fuera más agresivo (competitivo, resuelto, etcétera...) que cualquier mujer. Es evidente que no podemos poner todo el colectivo de las mujeres en el mismo saco,
porqué cuando lo hacemos estamos actuando influidos por una imagen que socialmente se le adjudica, una imagen que generará prejuicios (actitudes negativas) sin
ninguna distinción y, finalmente, comportamientos de discriminación.
Podemos afirmar, por tanto, que las diferencias entre hombres y mujeres se
refieren a tendencias generales y no a personas concretas: existen siempre no pocas
excepciones a esta regla o tendencia general encontrada. Otro ejemplo de los sesgos que se establecían en los estudios de género se encuentra en los análisis de las
neurociencias ( y en concreto de la neuropsicología): cuando se consideró que el
lóbulo frontal del cerebro era el área encargada del funcionamiento intelectual, las
investigaciones demostraban que los hombres poseían lóbulos frontales más grandes y desarrollados que las mujeres. Cuando se consideró que los lóbulos parietales
eran los más importantes, entonces eran los hombres los que poseían lóbulos parietales más desarrollados...cuando se advirtió que los hombres estaban menos lateralizados, se infirió que esto suponía una forma de ser superior. Pero cuando se
estimó que lo estaban más las mujeres, entonces ser superior consistía en poseer
una mayor lateralización. Y es que la ciencia, como ya he dicho, ha sido producida
por un subconjunto particular de la raza humana– es decir, casi totalmente por
hombres blancos de clase media– y ha evolucionado bajo la influencia formativa
de un ideal de masculinidad particular.
Resumiendo, quisiera enfatizar que los estereotipos unas veces expresan diferencias “reales” pero otras no. Por ejemplo, los estereotipos de la agresividad y
la inteligencia: el estereotipo de que los hombres son más agresivos que las mujeres
es una diferencia de genero que puede encontrarse entre los datos recogidos sobre
los estudios de la personalidad. El estereotipo de que las mujeres son menos inteligentes es, en cambio, falso. Establezcamos pues dos conceptos:
1) la biología no es de ningún modo un destino, de la misma manera que
tampoco los humanos podemos liberarnos por completo de la naturaleza biológica. Por tanto es factible diseñar sistemas políticos, económicos, sociales, para
erradicar la discriminación de las mujeres.
2) los estereotipos, sean verdaderos o falsos, crean generalizaciones y expectativas de comportamiento diferentes para cada género.
Mientras redactaba la presente conferencia me acordé de una noticia del año
1994, que también he extraído del trabajo de Eulalia Lledó (ver bibliografía), de
un espacio informativo de la noche a TV1. Una locutora informaba de la visita a
España de Benazir Butto, que en aquel momento era Primera Ministra de Pakistán,
y dijo lo siguiente: “...la primera ministra mostró en todo momento muestras de
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inteligencia y simpatía”. El hecho de dudar de la inteligencia de la ministra (ya
que sino no hubiera sido necesario mencionarlo) o de considerar que la simpatía
es siempre exigible en las mujeres (aunque se dedique a una tarea tan áspera como
la política) tiene que ver con la mente, con la ideología, de quien redactó la frase
(lo cual no quiere decir que fuese la locutora).
Añadiéndome, pues, a las acusaciones que se hacen al “determinismo biológico”, hoy en día no hay ningún estudio serio que niegue la importancia de la cultura como conductora del comportamiento y que este, en muchos casos, se
sobrepone a las predisposiciones genéticas. Es evidente que el placer de las guerras,
las agresiones más funestas, son llevadas a cabo, como mínimo estadísticamente,
por los hombres. Y si hemos de hacer caso a los estereotipos, también estadísticamente, un mundo gobernado por mujeres o con una presencia más contundente
en las cotas de poder, será un mundo más cooperativo, donde las ansias de acabar
con los conflictos y enfatizar formas de comportamiento donde prevalezcan los valores de solidaridad y conciliación serán una realidad. Parece por tanto importante
feminizar las sociedades y establecer sistemas de reglas, leyes y normas para controlar aquellos comportamientos que rayan la violencia y que parecen formar parte
inherente de la biología de los varones. Los partidos políticos juegan claramente
un rol fundamental en el funcionamiento de las instituciones. En los diversos parlamentos, los grupos políticos ocupan un lugar preeminente y rigen el curso de la
vida parlamentaria. De manera que los partidos son los actores clave en los procesos democráticos. Por este motivo es tan importante que las mujeres podamos
encontrar un lugar en el si de los partidos políticos y posiciones de decisión que
nos permitan traducir nuestras aspiraciones y afirmarnos en tanto que mujeres. De
momento las féminas, que por otro lado somos la mitad o más de la población
mundial, no estamos representadas en la misma proporción que los hombres en
las estructuras de base de los partidos políticos, y mucho menos cuando de lo que
se trata es de lugares de responsabilidad y de decisión política. Por todo ello el
tema de los estudios y análisis del genero y el poder se ha convertido en un foco
de interés prioritario. Muchas de las Conferencias mundiales de mujeres, por ejemplo la celebrada el 1995 en Pequín, han tenido como preocupación y objeto de
análisis el repartimiento igualitario del poder político entre los géneros. Por primera vez en Pequín se consolida la idea de potenciación de las mujeres en la sociedad, la idea del empowerment, de la necesidad que las mujeres contribuyan en
plenitud de condiciones y de capacitación a la construcción de la sociedad. Este
empowerment, esta potenciación del papel de las mujeres, quiere decir potenciar
su participación en la igualdad de condiciones con los hombres en la vida económica y política y en la toma de decisiones a todos los niveles.
Sin embargo, a pesar que el movimiento feminista de los años setenta cambió
la manera de consideración de las mujeres, me parece que continuamos siendo invisibles en la cultura. Si nos acercamos a los manuales de Historia, estamos ausentes; si nos dirigimos a la Ciencia, no existimos; en el Arte solamente unas pocas;
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en la Filosofia, es la Historia de la Filosofía de los hombres; nuestros nombres no
existen, como si estuviésemos sistemáticamente borradas de los registros oficiales
. Si las mujeres no aparecemos en los registros oficiales de la cultura, si se nos
niega en el lenguaje cotidiano, significa que se nos niega ser persona. Por ello celebro tanto todos los estudios y el empuje institucional que, desde hace algunos
años, se está desarrollando en este sentido en España. Por ello ha sido tan importante la creación del concepto de género para poder iniciar el cambio de este estado
de cosas. Este concepto, el concepto de género, es una herramienta poderosa para
hacer tangibles las mujeres en la cultura porqué, merece la pena repetirlo, es justamente en los denominados “estudios de mujeres” donde por primera vez nacen
investigaciones y reflexiones profundas que abordan directamente esta problemática. Estas investigaciones y la teoría que se deriva, para ser legitimadas por las
instituciones académicas, han tenido que responder con fundamentos a todos los
prejuicios y enfrontarse a las expectativas culturales y desconsideraciones. Quiero
decir que no ha sido un camino fácil: las mujeres han tenido que pelearse para que
se les reconozca como a iguales para hacer avanzar los estudios de género.
La larga introducción que he hecho hasta ahora me permite establecer que
el condicionamiento de genero, marcador importante de diferencias sociales, es
un tema que preocupa mucho a las instancias científicas. Y también que los estereotipos y los roles diferenciales atribuidos a hombres y mujeres son responsables de los esquemas mentales que, en general, se sostienen sobre unos y otros
en nuestra sociedad. Estos esquemas mentales o atribuciones sobre como son y
deben ser los hombres y las mujeres no son necesariamente buenos o malos pero,
en la mayoría de los casos, limitan a las mujeres e inhiben su validez y participación social y política.
Los estudios desarrollados en nuestro país sobre mujeres y política, además de
obtener datos de la presencia estadística en las cotas más altas de las instituciones políticas, también han estudiado la relación del género y el comportamiento político
de los electores; pero, en cambio, no existen apenas estudios sobre como los esquemas y las concepciones prejuiciosas que se tienen sobre las mujeres políticas afectan
la elección de los votantes, y también como estos esquemas afectan los procesos de
selección de los partidos políticos para formar las candidaturas. Y todo apunta que
el rol que desempeñan los medios de comunicación en la sociedad es uno de los factores más importantes en la configuración de las expectativas del público sobre los
políticos y sobre la participación de las mujeres políticas en particular.
Los medios de comunicación son creadores de opinión y, por tanto, su
trascendencia es primordial, en relación a la política y sobretodo en las campañas
electorales. Es evidente que la misma representación que se tiene del género socialmente es la que también tienen los redactores y periodistas. Estos, sin duda,
son gente influyente en la sociedad y su influencia, al mismo tiempo, refuerza
los esquemas mentales que las personas poseen sobre los géneros y sobre las
mujeres políticas. Dicho de otro modo, la tarea de periodistas y redactores, igual148
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mente como ocurre con el pensamiento de las personas de a pie, se ve afectada
por aquellas concepciones que, sobre las mujeres, se sostienen. Por tanto, parece
necesario y razonable intentar conocer más profundamente dichas concepciones
para valorar la influencia que tienen en la sociedad. Soy del parecer que no es
posible planear estrategias de intervención sin información y no es posible diseñar políticas reales sin conocer la realidad; una realidad que no hace tanto
tiempo identificaba la desigualdad entre los géneros como algo natural y consubstancial a la naturaleza humana.
¿Qué realidad reflejan los medios de comunicación?
Hoy más que nunca las personas conocen una multitud de hechos, acontecimientos y experiencias, participan en ellos emocionalmente, se sienten implicados, pero únicamente sobre lo que han captado a través de los medios de
comunicación de masas. Los medios de comunicación son, en principio, la principal fuente de información sobre lo que realmente ocurre en el mundo. Sin embargo los datos del Monitoreo Mundial de Medios de Comunicación, que se realiza
cada cinco años desde 1995, con el auspicio de la Asociación Mundial para la Comunicación cristiana, revelan la todavía invisibilidad de las mujeres en el mundo
de las noticias. En este año 2005 fue posible realizar el monitoreo en 76 países, tomando 12.893 noticias, tanto escritas como radiofónicas y televisivas y sólo una
de cada cinco noticias tiene a las mujeres como actoras centrales. O sea, apenas un
21% de la información que circula por el globo las 24 horas del día cuenta con mujeres como sujetos de información, ya sea porque se habla de ellas o porque ellas
son fuente directa de información. Si bien este 21% significa un progreso en relación a 1995 (que era el 17%) y también en relación al año 2000 (que era el 18%),
tenemos que considerar que por cada mujer en las noticias, aparecen cinco hombres. La desigualdad de género es pues indiscutible. Este dato se agrava por otra
constatación: no existe ningún tema en el que las mujeres superen en número a
los varones como actoras o referentes. Hasta para informar sobre temas en los que
hay tantas expertas, como es el de la violencia de género, la voz que prevalece es
la masculina ( hablamos de la cifra del 64% de hombres).
Las mujeres de las que más se habla pertenecen a las denominadas “celebridades” (en un 42%) o a la realeza (en un 33%). Las que más aparecen opinando en los
medios lo hacen como testigos (en un 30%), o dando su parecer personal (en un
31%) o hablan como representantes de la opinión popular (en un 34%). Por el contrario, los hombres constituyen el 83% de los expertos consultados y el 86% de las
voces para tratar temas de gobierno, política o economía principalmente.
Sin embargo la imagen de las mujeres como víctimas duplica a la de los varones. Aún ante accidentes o desastres naturales, donde varones y mujeres se ven
afectados por igual, son las imágenes de mujeres víctimas llorando o sufriendo las
que dominan la información. Esto refuerza el estereotipo de “sexo débil”, de seres
incapaces de valerse por sí mismas o de hacer frente a la adversidad.
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Otro detalle interesante es que las mujeres mayores de 50 años “desaparecen”
de los mas media. Casi el 50% de las personas de noticia son hombres mayores de
50 años, mientras que las mujeres de esa edad o mayores se vuelven irremediablemente invisibles y su opinión ya no parece contar. El 75% de las mujeres que resultan actoras de información son menores de esa edad.
La diferencia también es notoria entre las presentadoras y periodistas. Hasta
los 35 años de edad superan a los varones en estos puestos, sobre todo ante las cámaras televisivas. Luego de esa edad, su número va disminuyendo paulatinamente
hasta casi desaparecer. Son pocas las que sobreviven a esta discriminación, casi
siempre con la ayuda de “lifting” y ” bottox” que, por lo que parece, resultan valer
mucho más que la experiencia y los conocimientos de los medios que estas mujeres puedan poseer.
De todos modos no son pocos las redactoras y los redactores que trabajan con
perspectiva de género y de equidad, aunque todavía falta mucho para que el tratamiento de los temas “duros”, como la política y la economía, se vean permeados
por esa mirada. No quiero culpabilizar a nadie porqué los contenidos periodísticos
como cualquier otro medio de comunicación depende de la audiencia y si a la audiencia no le atraen los contenidos, el medio cae en desgracia. Pero dejemos este
tema aparte.
La imagen y las percepciones sobre las mujeres y, en consecuencia, sobre las
mujeres políticas viene determinada, en gran parte, por las coyunturas históricas,
y, por tanto, por una serie de factores macrosociales (políticos, sociológicos, económicos, demográficos) que han influido e influyen en la evolución de la actividad
política del genero femenino y en como es valorado y percibido. Pero además de
los factores macro sociales están los factores psicosociales que conforman toda
aquella serie de mecanismos sutiles que determinan que las mujeres y los hombres
piensen y se comporten de forma distinta. La psicología social entiende por socialización el proceso a través del cual las personas aprenden los valores, expectativas
y roles de la sociedad a la que pertenecen. Así, la familia, los amigos, la escuela, la
televisión, los compañeros de trabajo, etcétera, nos transmiten continuamente los
parámetros dentro de los cuales se permite y se espera que las personas actuemos
en la sociedad. Globalmente, y haciendo caso omiso a otras variables importantes
como la edad y el nivel económico, cultural y social, podemos señalar que existen
considerables diferencias entre mujeres y hombres y que estas diferencias no se limitan a los aspectos biológicos sino que se deben sobretodo a dicha socialización
diferencial. Así, pues, según el sexo a que les ha tocado nacer, las personas reciben
desde la infancia y durante toda su vida unos mensajes distintos sobre lo que de
ellas se espera, sobre qué deben sentir, sobre como deben comportarse y a qué
deben aspirar. Tradicionalmente la socialización diferencial ha pretendido crear
varones afectivamente fríos, seguros de si mismos, independientes y fuertes. Y en
cambio las mujeres reciben desde que nacen el mensaje de que son inferiores; de
que su existencia se incluye en y depende de la masculina; de que juega un papel
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secundario y de que su presencia es poco visible o incluso invisible. Desde las investigaciones de los años cincuenta, los motivos de logro y de poder se han interpretado como esencialmente masculinos frente a los motivos de afiliación e
intimidad que han sido etiquetados como típicamente femeninos. La justificación
que subyace a esta segregación motivacional de género (es decir, el poder y el logro
es masculino y la afiliación e intimidad es femenina) remite siempre a los diferentes
roles que mujeres y varones desempeñan en las funciones reproductivas y productivas. Así, pues, las diferencias entre los géneros históricamente encauzadas
ocasionan diferencias en el nivel de instrucción, en la actividad económica, en las
posibilidades de ocupación, y, entre otras cuestiones, en la participación en la política de los hombres y las mujeres. Los estudios nos demuestran que las mujeres
presentan menor interés por la política que los hombres y, por tanto, también hay
muchas menos mujeres militantes y asociadas como simpatizantes en los partidos
políticos.
Aunque parto de la base que ambo tipos de factores se influyen mutuamente,
en la presente conferencia me centro en los factores psicosociales puesto que, actualmente, son los que sobretodo impiden romper el denominado Techo de Cristal. Este término surgió precisamente para explicar este techo: la existencia de un
conjunto de barreras, poco visibles, que impiden a muchas mujeres capacitadas acceder a puestos de alta dirección. Ya hemos señalado que las estadísticas nos muestran, de manera contundente, que la presencia de las mujeres en los puestos de
elite, especialmente en los más altos, están aún lejos de equipararse a la de los varones. Y esto ocurre a pesar de que hace muchos años que las barreras legales e institucionales desaparecieron en los países occidentales. De forma sutil se continúan
reproduciendo mensajes, actitudes y procesos que relegan socialmente a las mujeres. Y es esta sutilidad la que hace más difícil que los mensajes sean detectados.
El género es desde luego una variable diferencial importantísima. Tan importante es que las mujeres son siempre comparadas a los hombres en tanto que
prototipo de conducta. Y puesto que lo masculino está representado con mayor
frecuencia en la sociedad, tanto en la realidad (política, ciencia, gestión social)
como en lo simbólico (arte, lenguaje) es lógico que se haya hecho más común y
familiar a las gentes. Por tanto el esquema de lo que es “ser un hombre” o lo que
es lo mismo el esquema de “género masculino” está perfectamente establecido en
la mente de las personas.
Me acuerdo que Margaret Thatcher, cuando era Primera ministra de Gran
Bretaña, fue sometida a una serie de sesiones para hacerle bajar el tono de voz
porqué se consideró que su voz era demasiado aguda y por tanto era completamente inadecuada e impropia del importante cargo público que ejercía. Después
de esta particular domesticación su tono de voz bajó a 46 Hz, la mitad de la diferencia media entre las voces femeninas y masculinas. Curiosamente Margaret Thatcher, como ahora Condolezza Rice, la actual secretaria de Estado de la Casa Blanca,
son ejemplos que han adoptado los patrones masculinos del poder, y las políticas
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que han impulsado, recortando el estado del bienestar, una, y reforzando la dominación por medios militares, la otra, no han contribuido precisamente a mejorar
la situación de las mujeres. Evidentemente parten de la misma premisa que sesga
cualquier otra faceta de la realidad: parten de la base que todo aquello masculino
es central, es normativo y bueno; que todo lo que es femenino es excéntrico, una
desviación a la norma y por tanto despreciable y silenciable. Si no tuviésemos esto
en consideración no podríamos comprender por qué pasa lo que pasa. Esta percepción centrada y basada en normes masculinas se denomina androcentrismo; es
considerar que los hombres son el centro del mundo y el patrón para medir cualquier persona.
Para terminar este apartado os pondré otro ejemplo que otra vez he extraído
del trabajo de Eulalia Lledó (ver bibliografía): debía ser más o menos a mediados
de diciembre del 2004 (pronto hará dos años) cuando se entabló un ligero enfrentamiento en el gobierno catalán a causa de la futura ley electoral. Uno de aquellos días, en una tertulia de la radio, un político del tripartito, para mostrar que ya
estaba harto que les dijesen lo que tenían que hacer, dijo textualmente que en su
partido “ya hace tiempo que se afeitan” ; evidentemente lo dejó ir para explicar que
su partido era una formación política adulta, constituida por personas hechas y derechas. Sin embargo, seria interesante enterarnos en qué pensaron y en como se
sintieron las consejeras y las políticas de su formación, ya que muy probablemente
no se afeitan. El político en la radio equiparó la madurez a una característica solamente masculina.
Así pues quisiera dejar establecidos otros dos conceptos:
1) El sexo masculino está más rígidamente estereotipado y sus estereotipos
son más favorables; pero incluso, cuando no lo son (de favorables), como en el
caso de la agresividad, estos aparecen como buenos o necesarios en la medida en
que están incorporados al prototipo.
2) El prototipo no tiene a nadie por encima suyo a quien parecerse. En el
plano individual las personas se consideran modelo o prototipo cuando estiman
que los otros se les parecen a ellos más de lo que ellos mismos se parecen a los
otros. Pero como veremos el juego de las relaciones no es solo de oposiciones y
contrastes sino al mismo tiempo, y sobretodo, de poder.
¿Qué podemos decir de la situación actual?
Estaremos de acuerdo en que desde hace ya unos años asistimos a una ruptura de moldes, de cuestionamiento de los roles de género. Aunque es cierto que
los avances son lentos y la desigualdad continua existiendo de forma sutil, también
es cierto que, como ya he dicho, la situación ha mejorado y que se observa un
avance en la igualdad de oportunidades y en la incorporación de las mujeres en
cada vez más ámbitos de la sociedad. La labor del feminismo así como diversos factores sociales han contribuido a que la sociedad incorpore más las ideas y los postulados de la igualdad, habiéndose dado también avances legislativos importantes
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e institucionales que la potencian. En nuestro país es difícil topar hoy en día con
el denominado sexismo viejo, hostil, o a la antigua usanza; me refiero a actitudes
de prejuicio o conductas discriminatorias basadas en la supuesta inferioridad o
diferencia de las mujeres como grupo. Es más, las creencias, las actitudes consecuentes y las evaluaciones respecto a las mujeres no son siempre negativas. Se ha
demostrado que tanto los hombres como las mujeres tienen actitudes más favorables hacia las mujeres que hacia los hombres, atribuyéndoles a estas un conjunto
de atributos bastante positivos. Asimismo, en la actualidad, poca gente defiende
que las mujeres sean inferiores a los hombres, tal y como muestran las encuestas
de opinión y las investigaciones sobre ideología de género. Sin embargo, vuelvo a
repetir, la discriminación se realiza con parámetros mucho más sutiles porqué, independientemente que las cosas evidentemente han cambiado a lo largo del siglo
XX, todavía hoy en día numerosos datos, demasiados, siguen mostrando que la
discriminación basada en el sexo perdura, y con gran intensidad: índices de paro,
porcentaje de trabajo a tiempo parcial y temporal, salarios promedio, baja presencia en las altas esferas políticas (congreso, ministros, altos cargos de la Administración, etcétera). Además, encontraríamos a diario montañas de ejemplos
andropocentricos y sexistas, que no tengo tiempo de exponer aquí, en los textos
narrativos de las revistas, de los periódicos, en las tertulias de la radio y televisión.
Esta discrepancia entre las actitudes y creencias declaradas y la tozuda realidad
puede deberse en parte a la existencia de un prejuicio hacia las mujeres de apariencia diferente, como he dicho antes, más sutil.
El cambio de determinadas normas sociales en relación a los roles de género
y las demandas políticas para reducir la discriminación mediante la discriminación
positiva son a menudo percibidas como una amenaza hacia ciertos valores tradicionales importantes, como la libertad de elección del individuo y la igualdad de
oportunidades basada en los meritos personales. Estos hechos pueden haber influido en las justificaciones que el grupo dominante esgrime para justificar el statu
quo: la discriminación es algo del pasado; las mujeres están presionando demasiado, van demasiado rápido y a sitios en los que no se las quiere, estas tácticas y
demandas son injustas; además los logros recientes son inmerecidos. A todo este
fenómeno se le denomina como el neoxesismo y es definido como “las manifestaciones de un conflicto entre los valores igualitarios y los sentimientos residuales
negativos hacia las mujeres”. En los hombres, un antecedente importante del neoxesismo parece ser la percepción de amenaza hacia sus intereses colectivos: las
creencias neoxesistas serán desarrolladas por individuos que crean que los cambios
hacia un mayor equilibrio entre los sexos traerán a los varones más pérdidas que
ganancias y, en consecuencia, también se opondrán a las medidas de acción positiva que intentan favorecer el desarrollo profesional de las mujeres. Cuando las
mujeres ascienden en la estructura de poder llegando a alcanzar puestos de liderazgo, los hombres, al ver que hay mujeres que llegan hasta puestos normalmente
dominados por el género masculino, pueden sentirse amenazados y reaccionar
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
con creencias estereotípicas y actuaciones discriminatorias, tratando de hacerles
ver a esas mujeres que ese no es lugar para ella. Aquellas que aún superando todas
las barreras consiguen situarse en un puesto de alto status son las más susceptibles
de sufrir el llamado acoso competitivo. Otras concepciones recientes sobre el sexismo ha llamado la atención hacia su dimensión más oculta y sutil. El sexismo es
ambivalente porque la antipatía sexista coexiste con sentimientos positivos hacia
las mujeres. O sea que la ideología de genero estaría formada por dos componentes
claramente diferenciados, aunque relacionados: el sexismo hostil (que coincide
básicamente con la ideología de género tradicional) y el sexismo benevolente.
Podemos decir que las estrategias que las personas utilizan para minimizar
y dominar el grupo considerado inferior, en el caso de que hablamos, las mujeres, son el discurso androcentrico (las in visibiliza), el discurso sexista tradicional
( ofensivo, insultante para las mujeres; y cuando es en un grado insoportable, se
denomina misoginia) y el sexismo benevolente, que lo es de benevolente en
tanto en cuanto las mujeres se adapten al rol asignado para satisfacer las necesidades de los hombres. Estos tipos de sexismo tienen sus raíces en las condiciones biológicas y sociales prácticamente universales donde, por una parte, los
hombres poseen el control estructural de las instituciones económicas, legales y
políticas, pero, por otra parte, la reproducción sexual proporciona a las mujeres
poder diádico (el poder que procede de la dependencia en las relaciones entre
dos personas), en cuanto que los hombres dependen de ellas para criar a sus
hijos y, generalmente, para la satisfacción de sus necesidades afectivas y sexuales.
El sexismo benevolente sigue siendo sexismo, a pesar de los sentimientos positivos que pueda tener el perceptor, porqué descansa en la dominación tradicional
del varón y tiene aspectos comunes con el sexismo hostil: las mujeres están
mejor en ciertos roles y espacios y son más “débiles”. De hecho, el sexismo benevolente puede ser incluso más perjudicial que el hostil (la hostilidad sexista
estaría reservada para las mujeres que desafían el poder de los hombres): debilita
la resistencia de las mujeres ante el patriarcado, ofreciéndoles las recompensas
de protección y afecto para quienes acepten sus roles tradicionales y satisfagan
las necesidades de los hombres. El sexismo hostil y el sexismo benevolente representan dos manifestaciones conductuales tremendamente importantes
cuando se trata de analizar la imagen de las mujeres políticas. Diversas investigaciones sobre estereotipos de género han mostrado que actualmente más que
percibir a las mujeres simplemente como un único grupo general (el grupo de
las mujeres), estas son clasificadas en subtipos: mujeres profesionales, mujeres
“sexy”, mujeres feministas, o mujeres ”madre”. Pues bien, se han examinado
también las actitudes hacia dos subtipos específicos de mujer , amas de casa y
mujeres profesionales, y los resultados indican que, tanto entre los hombres
como entre las mujeres, el sexismo predecía actitudes negativas hacia las mujeres
profesionales pero no el sexismo benevolente.
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La imagen de las mujeres políticas en los medios de comunicación
Teoría de congruencia de rol del prejuicio hacia las mujeres líderes
Para comprender la imagen que se tiene de las mujeres políticas es fundamental el concepto de esquema cognitivo. La psicología cognitiva ha aportado la concepción del ser humano como un procesador activo que no solo se relaciona con
el medio (tanto interno como externo) sino que interactúa con él, procesando la
información; es decir, percibiendo, codificando, asociando, transformando la información del medio y tomando decisiones propias.. La idea del esquema cognitivo
fue utilizado por Sandra Bem aplicándolo al estudio del género y lo definió como
una estructura cognitiva, una red de asociaciones que organiza y guía la percepción
de las personas sobre los géneros, masculino y femenino.
En la actualidad existen numerosas líneas de investigación enmarcadas en la
perspectiva del esquema de género desarrollado por Sandra Bem destinadas a explicar la escasa representación femenina en los puestos de liderazgo. Una propuesta
relativamente reciente y de gran influencia es, en concreto, la Teoría de congruencia de rol del prejuicio hacia las mujeres líderes y, por ende, hacia las mujeres políticas y ha sido propuesta para comprobar si el prejuicio es una de las causas de
la escasa presencia femenina en posiciones de liderazgo.
Esta teoría se basa en los tres supuestos básicos:
1) La influencia que ejercen los roles estereotipados de género sobre la psique
y el comportamiento humano.
2) La estrecha vinculación entre el “rol de líder” y las características que configuran la masculinidad.
3) Las consecuencias que ello genera favoreciendo el desarrollo de prejuicios
sociales contra las mujeres que ocupan posiciones de liderazgo.
Comenzaré aportando evidencia experimental en relación al primer y segundo postulado y, finalmente, estaré en condiciones de presentaros las hipótesis
de la Teoría.
Hablemos, pues sobre la influencia que ejercen, sobre la psique y el comportamiento humano, los roles estereotipados de género y, en concreto, el rol de
“líder”. Investigaciones americanas han explorado las cuñas publicitarias en las
campañas electorales para ver como actuaba el esquema cognitivo que tienen las
personas sobre las mujeres políticas. Se mostró a los sujetos participantes en la
investigación parejas de cuñas publicitarias para la campaña de elecciones a gobernador que representaban a mujeres candidatas enfrentándose a candidatos masculinos. El análisis de las respuestas de los participantes demostró que estos
recordaban más las menciones a la familia y detalles del aspecto de los candidatos,
en el caso de las mujeres candidatas, mientras que de las campañas de los candidatos masculinos recordaban mejor las actividades que estos realizaban y también
recordaban mejor sus nombres. Por otro lado, los ataques de las mujeres contra los
hombres, un comportamiento inconsecuente con las expectativas esquemáticas
sobre el papel de las mujeres en la sociedad, no los recordaban tan bien como los
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ataques de los hombres contra las mujeres. Además, las respuestas afectivas de los
participantes revelaban que los ataques de los candidatos masculinos contra sus
contrincantes femeninos provocaban más reacciones negativas que los ataques de
las mujeres candidatas contra sus rivales masculinos. Así pues el mensaje subliminal que emitió el conjunto de los entrevistados es que las mujeres poseen unas
características propias por el hecho de ser mujeres y que, entre otras cosas, son “débiles” y no está bien ensañarse con ellas. Es evidente que son características estereotipadas debidas al proceso de socialización diferencial entre hombres y mujeres.
Lo más fácil es considerar que las féminas no ocupan lugares de responsabilidad política y sobretodo de decisión porqué no quieren o porqué no están preparadas. Esto no obstante, la investigación psicosocial ya nos ha advertido de los
peligros de las profecías de autocumplimiento. La descripción de este proceso nos
permite entender como aquello que comienza siendo una imagen falseada puede
llegar a convertirse en real. En general los prejuicios sobre un grupo en particular
determinan que sus miembros sean discriminados. De esta manera se limita su
participación en diferentes facetas de la vida social, bien sea a través de mecanismos legales (actualmente superados), bien sea mediante estrategias menos evidentes y más sutiles. A partir de aquí, es fácil conseguir que el grupo minorizado, en
este caso las mujeres, modifique su comportamiento hasta adecuarlo a lo que de
él se espera. Centrémonos en un ejemplo. Si se cree que las mujeres son menos responsables que los hombres o poco aptas para realizar determinadas tareas, se tenderá a dificultar su acceso a ciertos sitios de decisión y responsabilidad. Bajo estas
condiciones, muy pronto perderán la esperanza y el interés por algo que en realidad no está a su alcance. Poco a poco se hace innecesaria la existencia de obstáculos reales, ya que habrán asumido la visión de si mismas que los otros les
proyectan. Dicho de otro modo, las barreras que la sociedad impone a las mujeres
son interiorizadas por estas; por tanto las barreras externas se convierten en barreras internas, las cuales, a su vez, permiten que las barreras externas se mantengan.
Las mujeres tienden, pues, a auto limitarse, a auto imponerse barreras que dificultan su incorporación o reincorporación, mantenimiento y promoción en el mundo
social en general (sea laboral o no), barreras muy difíciles de modificar. Es evidente
que la propuesta que las mujeres contribuyen a su situación desventajosa en la
sociedad no tiene por mi parte ninguna intencionalidad de culpabilizarlas sino
que pretendo facilitar la comprensión de los mecanismos subyacentes a la discriminación. Además, también es una manera de decir que buena parte de la solución
está en manos de las mismas mujeres, no solamente como colectivo la fuerza del
cual puede llegar a modificar las limitaciones macro sociales, sino también como
individuos. Creo que uno de los aspectos importantes a tener en cuenta es detectar
las propias barreras internas, es decir, la auto discriminación interiorizada, y intentar modificarla. Un mecanismo podría ser tratar, por medio de las redes asociativas institucionales, los aspectos psicosociales (positivos y negativos) que inciden
en la relación de las mujeres en la sociedad.
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Podríamos decir, pues, que en términos generales las mujeres se muestran
menos ambiciosas y seguras de si mismas, y esto no solamente las mujeres en general, sino, seguramente, también las mismas mujeres políticas. Esta característica, como quiero demostrar, es la consecuencia lógica de los procesos de
socialización, en los cuales la ambición parece ser un rasgo positivo para los
hombres pero negativo para las mujeres. Además el triunfo o la aceptación social
de estas está mucho menos relacionado con los éxitos profesionales o políticos
que el triunfo o la aceptación de los hombres. Llegar a la cima de la política es
algo muy deseable para los hombres y muy bien visto socialmente. Para las mujeres, en cambio, todavía hoy la belleza, los buenos resultados, tener hijos y el
lucir como madre son elementos seguros de éxito social. Es más, la carrera política todavía tiene una imagen negativa en las mujeres, las cuales incluso pueden
ver dificultada su aceptación social si se muestran tan ambiciosas y deseosas de
poder como los hombres. Parece por tanto que dos de los principales obstáculos
para que lleguen a la cima política, son, además de las barreras que a través de
los estereotipos y la competitividad imponen los hombres, son, como digo, los
hijos y la falta de ambición.
¿Las actitudes hacia las mujeres líderes son menos favorables que hacia los
hombres líderes?
El poder masculino se ha ejercido ( y se ejerce todavía) como un poder sobre
las personas dependientes y subordinadas. Por el contrario, el potencial poder
femenino, del cual comienza a hablarse, se plantea como un servicio, un poder
para y por el grupo con un carácter mucho menos personalizado, más acorde
con los estilos democráticos participativos. La utilización de una u otra modalidad de ejercer el poder supone características de comportamiento y estilos diferenciados entre directivos y directivas y, por tanto también, entre los políticos y
las políticas. Las mujeres emplean más el poder socializado ( es decir, delegan
más) y ejercen más poder de recompensa que poder coercitivo. El poder que ostentan las mujeres se caracteriza por el apoyo y la ayuda a los demás y el de los
hombres que muestran un poder reactivo, se basa en comportamientos asertivos
o de agresividad hacia los demás.
Como que las motivaciones para el logro y el poder se han interpretado como
esencialmente masculinos frente a las motivaciones de afiliación e intimidad, que
han sido etiquetados cómo típicamente femeninos, el atributo “líder”, en consecuencia, ha formado explícitamente parte del estereotipo masculino. En la investigación que Mercedes López-Saez y J. Francisco Morales realizaron el año 1995
(participaron 1254 personas) se encontró que el ítem “actúa como líder” fue el segundo rasgo en intensidad asociado a los hombres. Como consecuencia de esta
creencia es menos probable que las mujeres sean seleccionadas como líderes, en
comparación con los hombres, y cuando ya son líderes o directivas pueden ser
evaluadas más negativamente, porque el estereotipo de mujer está mucho más
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asociado a la sociabilidad que a la competencia. De modo que, en caso de promoción, las mujeres estarían en condiciones de inferioridad porque, de acuerdo con
los estereotipos de género tradicionales, son menos competitivas y no tienen capacidades de liderazgo. Y cuando ya son líderes también saldrían perjudicadas
pero ahora porque se distancian del estereotipo de mujer.
A la luz de lo anterior, podríamos señalar que el prejuicio hacia las mujeres
que ejercen liderazgo, como las políticas, se les evalúa de forma menos favorable
que a los hombres debido que el poder esta definido estereotipicamente como un
rol masculino. También a las mujeres políticas se les evaluaría en el ejercicio de su
liderazgo menos favorablemente que la conducta desplegada por los hombres. En
este sentido los resultados de la encuesta Gallup, realizada entre los años 1953 y
2000, ponen de manifiesto la preferencia a lo largo del tiempo por parte de las personas de ambos sexos de hombres jefes. Esta preferencia se mantiene en las 22
naciones que Gallup encuestó en 1995. La conclusión es que las actitudes de las
personas hacia las mujeres líderes y , por ende, políticas, son desfavorables. Aunque cabe decir que disminuye con el tiempo y, generalmente, existe más desaprobación por parte de los hombres. Aunque las valoraciones desfavorables parece
que menguan, se observa una tendencia significativa a conceptuarlas más negativamente cuando adoptan un estilo autocrático y también cuando los evaluadores
son exclusivamente varones. Esto significa que la política al estar asociada con el
poder se asocia de modo intransferible al género masculino y que las mujeres políticas solamente en determinadas circunstancias, y no en otras, serán aceptadas
y valoradas.
Pero ¿en qué situaciones y circunstancias las mujeres políticas son mejor
conceptuadas? ¿En cuáles funciones?
Diversos estudios muestran de forma recurrente que la clase de cargo político
interacciona con el sexo y esta interacción tiene una influencia directa en la evaluación de los electores sobre el candidato político o la candidata política y, por
tanto, sobre la intención de voto. Un grupo de investigadores llevaron a cabo una
encuesta telefónica para detectar la intención de voto del electorado en relación
con la elección de candidatos de sexo femenino y masculino, para una junta escolar y para un puesto vacante de juez. Los encuestados, la mayoría, afirmaban que
no hacían distinciones ni diferencias en función del sexo para determinar su intención de voto. Sin embargo, se encontró que, en realidad, se tendía a votar a las
mujeres para la junta escolar y a los hombres para ocupar el cargo de juez. Parece
ser que aunque no se manifiesten valoraciones negativas en contra de las mujeres
candidatas sí que los electores tienen esquemas sociocognitivos (o mentales) sobre
ellas y que estos esquemas no siempre actúan en su contra.
En otra línea de investigaciones también llevadas a cabo en Estados Unidos
el investigador se sirvió de un discurso del senador Howard Baker para detectar
los estereotipos de los votantes. El discurso trataba sobre economía. Pero para no
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introducir sesgos en la investigación y hacer, por tanto, fiables los resultados, el
discurso daba poca información específica o propuestas políticas y no expresaba
inclinaciones partidistas o ideológicas claras. Un grupo de participantes de la investigación escuchó el discurso con voz de mujer y se le dijo que el candidato era
la señora Joan Leed; el otro grupo escucho el discurso en voz masculina y se les
dijo que el candidato era el señor John Leed. A cada grupo se le leyó el discurso
y se les pidió que evaluaran en que áreas o ámbitos, los candidatos (es decir, la
señora y el señor Leed), eran competentes. En tres áreas, la mejora del sistema de
enseñanza, la honestidad e integridad en el gobierno y en la resolución de los problemas sanitarios, Joan fue valorada como más competente que Jonh; en otras
áreas, como por ejemplo la lucha contra la delincuencia urbana y en cuestiones
económicas, se consideró que Joan era menos competente que Jonh.
Por tanto, cuándo se trata de mujeres políticas, si se da el cargo político “adecuado” (y fijaros que lo escribo entre comillas), el género femenino, es decir, las
mujeres, pueden beneficiarse de los estereotipos y los esquemas sociocognitivos
que los electores tienen sobre ellas. Pero ¿cuál es el “cargo político adecuado” para
las mujeres políticas? Se ha comprobado que las políticas tienen más éxito en elecciones para puestos de bajo nivel que en elecciones de más prestigio. Por ejemplo,
se ha demostrado que es más provechoso para ellas presentarse para ocupar cargos
de ámbito local o legislativo antes que de ámbito nacional o ejecutivo. En cuanto
a los cargos más importantes, como por ejemplo el de presidente, las características
y las responsabilidades masculinas se consideran más importantes. De modo que
la percepción de que los candidatos de sexo masculino y los de sexo femenino se
adecuan a cargos distintos es coherente con los distintos estereotipos que los votantes asignaron a hombres y mujeres
Lo que acabo de exponer también lo podemos observar en otra investigación
igualmente realizada en EEUU que nos sugiere que la ocupación de ámbitos relevantes varían entre gobernadores y senadores. Los senadores en EEUU se ocupan
de temas internacionales y nacionales, mientras que los gobernadores tratan cuestiones internas de cada estado. A causa de estas diferencias, los esquemas de género
pueden hacer que las personas piensen que una mujer puede ser una buena gobernadora pero no una buena senadora. De hecho, en los últimos treinta años las
candidatas a gobernador han obtenido resultados tres veces mejores que las candidatas a senadoras. En la misma investigación también se descubrió que las mujeres políticas son siempre percibidas como más honestas, más compasivas y con
una mayor capacidad para tratar temas educativos, sanitarios y “otras áreas femeninas”. Como que los electores consideran o asocian el desarrollo de estas áreas a
los gobernadores, resulta que las expectativas basadas en los esquemas de género
son favorables a mujeres candidatas que se presentan a gobernador.
Así pues podemos concluir que, de acuerdo con los criterios generales de
cómo se construyen las creencias, vemos que las características masculinas (definidas como instrumentales y agenticas: características que se refieren a tener se159
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guridad y asertividad) y las femeninas (definidas como expresivas y comunales),
se registran en la mente como polos opuestos entre sí. Pero es que además las personas no solo desarrollan expectativas diferenciadas de cómo habitualmente las
mujeres y los varones se comportan sino también de cómo unas y otras deben
comportarse, siendo claramente distintas las prescripciones sociales que se establecen para los hombres y para las mujeres. Es decir los esquemas de genero no
solo cumplen una función descriptiva sino también prescriptiva de lo que debe ser
o lo que debe hacerse.
En relación al sistema de creencias sobre la profesión de la política, ya hemos
visto que las personas desarrollan expectativas sociales sobre las características
adecuadas a distintas actividades y puestos de trabajo. Las expectativas que se asocian a ser un buen líder concuerdan, como he dicho, con los valores de
agencia/instrumentalidad y, por ende, con la masculinidad. Hay por tanto, una
congruencia entre el rol de género masculino y el rol de líder y, al mismo tiempo,
una incongruencia entre el rol de género femenino y el rol de líder. En esta línea
de investigaciones es ilustrativa una encuesta realizada en España el 1990 por el
Instituto de la Mujer: los resultados mostraron que un 46% de hombres y un
39,7% de mujeres ( un porcentaje realmente alto) estaban de acuerdo con la idea
que a la hora de votar inspira más confianza un hombre que una mujer. Es más,
esta opinión era mantenida por la mayoría de hombres y mujeres de más de 45
años y con menos nivel de estudios. Si estas valoraciones todavía son importantes
en la sociedad española, parece plausible creer que efectivamente el electorado
ejerce también una buena dosis de influencia en las dificultades de las féminas
para acceder a la elite política.
De lo dicho hasta ahora se deduce que, por lo que respecta a las expectativas
sociales hacia el desempeño de actividades de liderazgo por parte de las mujeres,
cabe prever dos tipos de prejuicios:
Por un lado evaluaciones menos favorables de su potencial y sus capacidades
para el liderazgo, ya que las características prototípicas del líder se adecuan al
perfil de masculinidad. Este prejuicio social deriva directamente del componente
descriptivo de los roles de género, según el cual, como hemos dicho, el perfil del
líder no se adecua al perfil estereotipado femenino. Es decir, el desarrollo del “rol
de líder” en las mujeres es una incongruencia en relación al esquema que del género poseen las personas. Pero, por otro lado, cabe prever también evaluaciones
negativas de las conductas de liderazgo de las mujeres, en la medida en que se
perciben socialmente como actividades menos deseables para ellas. Es decir, existen unas normas sociales de cómo deben ser y comportarse las mujeres que perjudican enormemente la imagen de las mujeres políticas.
De modo que nos encontramos con el siguiente panorama:
------------------------------------------------------------------------------------------Los dos tipos de expectativas o prejuicios asociadas al rol social son:
EXPECTATIVAS DESCRIPTIVAS:
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Definición: Creencias sobre los atributos, roles y conductas que caracterizan
a hombres y mujeres.
Ejemplo: Mujeres discriminadas en ocupaciones típicamente masculinas si se
percibe que se comportan según el tradicional estereotipo femenino.
EXPECTATIVAS PRESCRIPTIVAS:
Definición: Creencias sobre los atributos, roles y conductas a los que “deben”
conformarse hombres y mujeres.
Ejemplo: Mujeres devaluadas y discriminadas si se percibe que violan las
prescripciones sobre cómo deberían comportarse. Por ejemplo, la mujeres que
adoptan el rol de “líder”
Fuente : J. Francisco Morales e Isabel Cuadrado Guirado (2004) : Introducción: Teoría de congruencia
de rol del prejuicio hacia líderes femeninos. Revista de Psicología General y Aplicada , 57 (2), 135-146.
--------------------------------------------------------------------------------------Por tanto, según la teoría, las mujeres políticas serán discriminadas si se comportan adaptándose a los estereotipos y roles asignados por razón de género y
serán también discriminadas si se comportan adoptando el rol de “líder”; es decir,
adoptando comportamientos agénticos e instrumentales.
Dicho de otro modo, las mujeres que son líderes eficaces transgreden las normas que prescribe el comportamiento de su género, ya que se comportan de un
modo “masculino”. Es decir, manifiestan atributos agénticos, estereotípicamente
masculinos y no femeninos (a los cuales debería adecuarse). A causa de esta trasgresión, es probable que reciban evaluaciones negativas, desfavorables, al menos
de aquellos y aquellas que se ajustan a los roles de género tradicionales. Así pues
los estudios muestran una acentuada tendencia a percibir a los hombres más competentes y con mayor capacidad de liderazgo; es decir, dotados de aspectos que son
esenciales para emerger como líderes. En consecuencia, las mujeres tendrían que
ser “el doble de buenas” que los hombres para ser consideradas competentes. Pero
incluso cuando las mujeres logran que se les reconozca su competencia, puede
no tener la misma importancia que la capacidad que se les reconoce a los hombres,
porqué a ellos se les percibe con mayor influencia, mientras que la competencia o
capacidad de las mujeres puede ser ignorada o provocar reacciones negativas.
A la luz de todo lo anterior, podemos decir que:
1) la exigencia que socialmente se les plantea a las mujeres de conformarse
a su rol de género cercera sus aspiraciones a desempeñar el rol de líder.
2) el prejuicio hacia las mujeres que ya ejercen liderazgo hace que se las considere menos idóneas y que se las evalúa menos favorablemente que a los hombres
debido a que el poder esta definido estereotípicamente como un rol masculino.
Es decir, que las mujeres políticas se enfrentan a estándares elevados para ser
juzgadas como competentes y capacitadas para el liderazgo. Ya hemos visto que las
investigaciones nos confirman que el menor acceso de las mujeres a roles de liderazgo se debe a la percepción estereotipada de que estas están menos capacitadas
para desempeñar el liderazgo y a su preferencia por mostrar conductas comunales.
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Sin embargo, curiosamente existe una dimensión clásica en el liderazgo – la orientación hacia las relaciones- que estaría más acorde con el estereotipo de mujer.
Además una investigación realizada en nuestro país acerca de la masculinidad y feminidad de estudiantes de 29 países (participaron 5.688 personas, entre hombres
y mujeres) utilizando el cuestionario de Sandra Bem que establece escalas de masculinidad, feminidad, androginia y indiferenciados, encontró que en todas las regiones y países los hombres puntuaron más alto en masculinidad que las mujeres.
Parece pues que el mayor interés de los hombres por los puestos de liderazgo se
deba no al hecho de ser del sexo masculino, sino al hecho de que, por lo general,
puntúan más alto en masculinidad; de modo que infiero que las personas andróginas (altas en masculinidad y en feminidad) también tendrían interés y capacidades para el liderazgo, entre las cuales se encuentran muchas mujeres.
Antes he expuesto que el menor acceso de las mujeres a roles de liderazgo
puede ser debido a los aspectos prescriptivos del rol de género femenino. Esto es,
las mujeres reciben más desaprobación que los hombres cuando proceden de
modo asertivo, con competitividad, etc. Sin embargo estas reacciones desfavorables
pueden disiparse, al menos parcialmente, cuando las mujeres complementan su
repertorio agéntico con conductas comunales dirigidas a conseguir el bienestar de
los demás y la armonía del grupo (conductas adecuadas al rol de género femenino),
siempre que no se desvíen del rol de liderazgo. De hecho en la literatura se hace
referencia a la doble limitación de las mujeres en roles de liderazgo, caracterizada
por la existencia de una “banda reducida de conducta aceptable”: algo femenina,
pero no demasiado, y algo masculina, pero tampoco demasiado.
En esta línea se ha demostrado que las denominadas características femeninas
(recordémoslas: a las mujeres se las asocia con amabilidad, sensibilidad hacia las
necesidades de los demás, precaución , pasividad y falta de competitividad) son
una ayuda para las mujeres políticas cuando tratan temas que tienen que ver con
conceptos clave como la compasión (ayudas humanitarias, políticas para ayudar
a los pobres, los desocupados, los enfermos, la gente mayor y otras personas a las
cuales les hace falta asistencia, etc.) pero no les hacen ningún bien en otros ámbitos
políticos, donde la instrumentalidad (la competencia, la competitividad, los modos
asertivos) asociada al género masculino normalmente se considera más importante.
De todas formas, el extraordinario peso de los medios de comunicación podría
transformarse en una ventaja para las candidatas políticas dado que muchas mujeres reúnen características que las hacen resultar muy buenas comunicadoras. Sabemos de la tendencia actual a valorar a las personas más receptivas y dialogadoras,
frente a las que presentan rasgos más agresivos. Además, siempre y cuando las
mujeres políticas tengan en cuenta la banda reducida de conducta aceptable: es
decir, algo femenina, pero no demasiado, y algo masculina, pero tampoco demasiado, el hecho de que enfaticen un cierto grado de masculinidad no pone en peligro la percepción de cordialidad y de honestidad que de ellas se tiene. Por tanto,
parece pertinente defender que las mujeres políticas podrían beneficiarse acen162
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tuando características masculinas, como el liderazgo, la agresión y la dureza, rasgos
estereotípicos atribuidos a los hombres en los márgenes establecidos. Otra razón
importante para que las mujeres políticas acentúen sus puntos fuertes masculinos
es que las personas no tienen todavía establecido un esquema cognitivo de “mujer
política” como sí que de hecho se ha interiorizado en relación a las “ mujeres deportistas”, sobre las “mujeres amas de casa”, sobre las “mujeres sexy”; por tanto todavía no existe en el imaginario colectivo suficiente información sobre la
competencia y la idoneidad de las mujeres en temas y cuestiones asociadas exclusivamente al género masculino y esto estimula el hecho de que las personas se
basen en el sexo de las personas políticas para hacer inferencias sobre sus competencias, fiabilidad y comportamientos futuros.
Podemos concluir pues que la conducta agéntica no tiende a generar el
mismo grado de influencia para las mujeres que para los hombres salvo que sepan
armonizar la conducta comunal con el repertorio agéntico. Es decir sepan potenciar sus capacidades agenticas al mismo tiempo que sus capacidades comunales.
Sin embargo, un aspecto importante a tener en cuenta es que aunque diversos autores continúan insistiendo en que los estereotipos de hombres y mujeres
se han mantenido básicamente igual durante los últimos 25 años y presentan una
alta consistencia transcultural hay otros autores que demuestran que los estereotipos se han acercado bastante entre sí. Por ejemplo, se ha encontrado que de
98 atributos, originalmente atribuidos la mitad a los hombres y la otra mitad a las
mujeres, 59 eran más característicos de la mujer que del hombre y solo 24 eran
más propios del hombre que de la mujer. Así, algunos ítems tradicionalmente
masculinos aparecieron integrados en la imagen de la mujer (eficaz, autosuficiente, decidida, razonadora, responsable, sistemática, tenaz) y otros no fueros adjudicados a un sexo más que a otro (por ejemplo, activo/activa;
amistoso/amistosa, celoso/celosa o con confianza en si mismo/misma); curiosamente no hubo ni una sola característica tradicionalmente asociada a la mujer
que ahora apareciera asociada a los varones. Además otros estudios nos sugieren
que la visión estereotípica de las mujeres como menos capacitadas para la esfera
laboral y para la dirección y el liderazgo tiende a decrecer, sin embargo solamente
entre las mujeres porqué los hombres continúan prefiriendo a otro hombre como
jefe en lugar de una mujer. Así y todo, cabe decir que si bien en los últimos años
apenas ha habido modificaciones en relación al contenido de los roles de género,
sí que se registra un cambio tendente a la androginia en el perfil de liderazgo demandado por las organizaciones.
Es evidente que los prejuicios se transforman en conductas de discriminación. Y también lo es que un modo para conseguir la desaparición de los prejuicios
hacia las mujeres políticas requeriría cambios en los roles por razón de genero y
en los de liderazgo. Sabemos que estos roles proceden del desempeño de cada
sexo de roles ocupacionales y familiares tipificados. De modo que cambiar normas
descriptivas, es decir, comportamientos por razón de género, implica cambios en
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la distribución de dichos roles entre hombres y mujeres. A pesar de la masiva entrada de las mujeres en el ámbito público, el contenido de los roles de género permanece bastante constante, lo que dificulta el cambio de las normas que marcan
todo aquello que las mujeres deben hacer. Por esto las ocupaciones siguen todavía
segregadas por sexo y las responsabilidades domésticas son sobre todo femeninas.
Sin embargo, el cambio en el estatus de las mujeres a partir del siglo XX, con su
entrada al mercado laboral, provoca que las personas comprendan que las mujeres
son un grupo social en cambio, esto es, que el estereotipo que las define es mutable
y que están adquiriendo características de personalidad agéntica. La creencia de
que las mujeres están adoptando y seguirán adoptando las características agénticas
tradicionalmente asociadas a los líderes puede aumentar sus oportunidades para
asumir roles de liderazgo. Pero es que además el prejuicio hacia las mujeres puede
disminuir, y creo que esto es importante, por el cambio en el contenido de los
roles de liderazgo. Creo que los roles de liderazgo tendrían que evolucionar adoptando características comunales, normalmente asociadas a las mujeres; de este
modo el rol de género femenino seria más congruente con los roles de líder y las
mujeres experimentarían menos prejuicios y más reconocimiento de su eficacia
indiscutible. De momento, los ministerios ocupados por mujeres han sido siempre
considerados como de segundo orden. Cristina Alberdi nos hablaba de la existencia de los “ministerios maría” que acostumbran a ser para las mujeres.
¿Qué papel desempeñan los periodistas y los redactores en la imagen de las
mujeres políticas?
La sociedad conoce y se informa a través de los medios de comunicación, y
la información es la manera más eficaz para conseguir mayores cotas de independencia, de libertad para conseguir otras dimensiones en la vida que no estén basadas, en el caso de las mujeres, en la subordinación al poder masculino que es lo
que la parte masculina ha legitimado como canon. Creo que he desvelado ya algunas de las magnitudes que, a simple vista, no son explícitos en nuestro comportamiento cotidiano y mucho menos observables cuando nos colocamos delante
del televisor para ver las noticias o cuando los oímos por la radio. Creo que nuestra
inmersión en las claves de la perspectiva crítica de género ha puesto de manifiesto
algunos de los aspectos “ocultos” que mediatizan la comunicación entre hombres
y mujeres.
La manera en que los medios masivos seleccionen las noticias, el lenguaje
que utilicen, las imágenes que proporcionen, cómo narren la historia, el seguimiento que hagan de los temas, la redundancia con la que presenten determinados
hechos, influye en la percepción del público sobre los acontecimientos contados.
El informe “Representación de género en los informativos de radio y televisión desarrollado por el Instituto Oficial de radio y televisión, y el Instituto de la
mujer en el año 2004” nos aporta datos de lo más interesante. La investigación se
basa en la noticia como unidad de análisis. En relación a la Radio, durante un total
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de seis semanas se eligieron al azar dos de los informativos de mediodía, de lunes
a viernes, de las cuatro principales cadenas de radio de alcance nacional: Diario directo de Radio 1 de RNE, Hora 14 de la Cadena Ser, Noticias Mediodía de Onda
Cero y Mediodía de la Cadena COPE. 40 informativos que produjeron un total de
843 notícias. En el caso de la televisión se analizaron 35 telediarios que produjeron
un total de 880 noticias. He reelaborado algunos de estos datos ciñéndome a la distribución del número de políticos y de políticas mencionados y entrevistados tanto
en la radio como en la televisión, y teniendo en cuenta también el tiempo hablado;
estos datos los he comparado con los que se obtuvieron en el año 2001. He obtenido lo siguiente:
En primer lugar (Gráfico 1) , en los informativos de radio las mujeres políticas fueron, relativamente a los hombres políticos, muy poco mencionadas
(un 12.20%). Pero hemos de tener en cuenta que fueron más mencionadas
que en el año 2001 (8,35%). Para ser más exactos, fueron mencionadas un 4%
más. Seguramente esta diferencia se mostraría estadísticamente significativa.
La mujeres políticas también son significativamente menos entrevistadas (15,
27%) que los hombres (87,73%). Otra vez las mujeres políticas han sido significativamente más entrevistadas este año 2004 que en el 2001 (7,5%). En
concreto, han sido el doble de entrevistadas. Finalmente, vemos que del total
hablado por ambos géneros las mujeres políticas han hablado mucho menos
que los políticos (un 16%) sin embargo han hablado mucho más que en el año
2001 (5,8%). Aquí la diferencia es altamente significativa puesto que han hablado casi un 11% más.
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En relación a los telediarios (Gráfico 2) también los resultados obtenidos el
2004 son significativamente mejores que los obtenidos en el 2001. Las mujeres políticas son menos mencionadas (15, 78%) en los telediarios en relación a los hombres; pero en cambio son un 5,5% más mencionadas de lo que lo fueron en el
2001. En relación a las entrevistas, las mujeres políticas fueron menos entrevistadas
(14,28%) que los hombres políticos. Sin embargo lo fueron muchísimo más que
en el 2001 (5,29%). Este dato es realmente positivo. También es altamente esperanzador el cambio obtenido en el tiempo hablado en las entrevistas. En el año
2004 las mujeres políticas hablaron un 16% y los políticos un 84%. Sin embargo
las mujeres políticas hablaron tres veces más que lo que hablaron en el año 2001
(5,8%). Este último dato, esta subida espectacular en el tiempo destinado a hablar
en las entrevistas, es realmente importante.
Vemos pues que en tres años su presencia en las noticias ha mejorado substancialmente pero continua a años luz de la presencia mediática de los hombres.
Independientemente ahora de la alta presencia en las noticias de los políticos, podríamos pensar que los porcentajes bajos de las mujeres políticas es debido a que,
en realidad, hay pocas políticas. Seria interesante conocer que porcentaje del total
de mujeres políticas en España es cubierto por las noticias en la radio y la televisión. En este sentido lanzo la hipótesis que, comparadas con ellas mismas, las mujeres políticas siguen estando infrarepresentadas en los medios de comunicación
masivos.
Esta infrarepresentación tiene su explicación en las teorías del rol de género;
es decir que las mujeres políticas son victimas claras tanto de si mismas como de
los y las periodistas debido a los prejuicios por razón de género. Además hemos
de tener presente que la mayoría de los noticiarios están dirigidos por hombres que
normalmente son jefes de redacción. El predominio de los varones en la dirección
de la información hace que las noticias que tienen como protagonistas a las mu166
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jeres sean tratadas de una forma mucho más superficial. Esta circunstancia provoca
que la imagen que se transmite de las mujeres esté sesgada de estereotipos. Se trata
de una realidad a la que tampoco escapan las mujeres que ocupan puestos de responsabilidad. Así, las mujeres políticas son tratadas y juzgadas por su condición
femenina y no por la gestión que están llevando a cabo.
Una investigación realizada hace unos años analizaba 26 elecciones al Senado
de los Estados Unidos y constató lo siguiente:
a) A las mujeres candidatas se las presentaba en los medios de comunicación
masivos como personas menos competitivas.
b) En general eran percibidas como candidatas menos viables
c) Se trataban más temas variados y distintos sobre y con los hombres políticos que con las mujeres políticas.
d) Las mujeres políticas son impelidas a hablar más a menudo de los “temas
femeninos”.
e) Los rasgos normalmente asociados a las mujeres – las consabidas y consolidadas características femeninas- son más enfatizados por los periodistas y las periodistas y también más hablados incluso por las mismas políticas. Por ejemplo,
sobre el estereotipo de la mayor sensibilidad de las mujeres.
f) Los periodistas – hombres y mujeres- son menos receptivos a las cuestiones
que las mujeres políticas tratan en sus campañas.
g) Los periodistas y las periodistas resaltan la condición de madre, de esposa
y, si es el caso, de hija de alguna personalidad conocida. Se realza que se trata de
un nombramiento por conveniencia y no porqué se lo merezca.
Aunque dicha investigación no es reciente creo que pone sobre el tapete una
serie de situaciones totalmente vigentes en nuestro país. De modo que considero
que, efectivamente, todavía hoy la información que los electores reciben de los periodistas se enmarca dentro de un modelo esquemático consecuente con los roles
por razón de género. Es decir, cubre menos temas para los candidatos de sexo femenino, acentúa más las “características y temas femeninos” para las mujeres políticas y se centra más en su viabilidad. Cabe decir que, del mismo modo que las
ideas preconcebidas que tenemos los electores sobre los géneros es posible que, en
según que puestos, no sean beneficiosas para las políticas, el tratamiento prototípico que se hace de las mujeres también puede proporcionarles ventajas. Si bien
los estereotipos diferenciales entre géneros que se transmiten en los medios de comunicación reducen la percepción de viabilidad de las mujeres políticas, también
realzan su percepción de honestidad y cordialidad, características comunales atribuidas a las mujeres. Hay que decir, sin embargo, que actualmente algunos comentaristas políticos en los periódicos y los medios audiovisuales han sugerido que la
honestidad ya no forma parte de las expectativas que se tienen de un político. Si
esto fuera cierto, se reduciría la identificación entre el concepto de “mujer honesta”
y las representaciones mentales que los periodistas y los electores tienen sobre lo
que es un candidato político. Por lo tanto, las mujeres políticas se quedarían sin
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elementos clave que las definen en las mentes de las personas, hombres y mujeres,
ciudadanos y ciudadanas.
A modo de conclusión deciros que he intentado resumir algunas de las principales contribuciones que explican la dificultad con que se encuentran las mujeres
políticas para romper el techo de cristal. Me parece que la agresión de género ( por
ejemplo, el acoso sexual), el control de recursos ( por ejemplo, la ocupación por
parte de los hombres de las posiciones de poder), la ideología de género y la asimetría en las obligaciones y roles sociales de mujeres y hombres, se conectan entre
sí favoreciendo el mantenimiento del statu quo que favorece a los hombres.
Hago mías las palabras del informe antes mencionado “Representación de
género en los informativos de radio y televisión” y lo adapto al caso de las mujeres
políticas: frente a la realidad de las mujeres, y sobretodo en relación a la visión que
se tiene de las mujeres políticas, creo que la sociedad en su conjunto tiene que implicarse, y la mayoría lo hará si los medios de comunicación, especialmente la
radio y la televisión, que son los medios masivos, contribuyen de forma activa a
determinar nuevos argumentos que desafíen las convenciones más tradicionales
sobre lo que significa hoy ser mujer y ser hombre. La identidad de género, tanto
masculina como femenina, elaborada también a través los medios masivos se está
construyendo continuamente mediante la lucha y las negociaciones por los significados.
Efectivamente, para que la sociedad democrática que entre todos y todas
construimos sea sólida las mujeres han de participar también en todos los niveles
de decisión. Estoy convencida que, por la propia idiosincrasia, con la mayor incidencia en los estratos de poder, crearíamos una sociedad más justa, pacífica, cooperativa y dialogante. Pero hemos de tener presente que las elites políticas
necesitan medios de comunicación como vehículo para ejercitar y legitimar su
pode. Es vital romper el Techo de cristal, las pregonas resistencias que tienen como
punto de mira las mujeres y las victorias de la revolución feminista, puesto que el
feminismo continúa todavía asociado con características peyorativas. Este movimiento de cambio de las mujeres – uno de los más importantes durante el curso
del siglo XX – hace tiempo que vuelve a sentirse agredido en un clima en que- en
diversos países del mundo- los hombres se defienden para preservar su exclusividad de poder.
Así, pues, considero que será necesaria una mentalidad muy flexible, altamente crítica y autocrítica, y un estado de alerta permanente para eliminar o paliar
los efectos de la socialización recibida. Por supuesto, me estoy refiriendo aquí a los
cambios que seria imprescindible que introdujeran hombres y mujeres en sus
propias actitudes y conductas. Es de obligada necesidad una educación de base
que lo posibilite (me refiero a una educación desde las escuelas), es fundamental
el soporte institucional y la constitución de leyes que penalicen los comportamientos de violencia sexista en la cual incluyo los comportamientos de discriminación
por razón de género.
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14.
IMAGEN ESTEREOTIPADA Y ESCASO PROTAGONISMO
DE LA MUJER EN LA PRENSA DE REFERENCIA
Sra.Dña. Elena Blanco Castilla
Sra.Dña. Alicia Naranjo de Arcos
Universidad de Málaga
Los medios de comunicación, como conformadores de la realidad social, tienen
un papel fundamental y una gran responsabilidad en la proyección de la imagen de la
mujer. Pero esta importancia no es óbice para que la visión que de ella trasladan esté
muy alejada de una realidad que, a pesar de no haber alcanzado aún la igualdad plena
que posibilita la equiparación legal, se caracteriza por una incorporación masiva de la
mujer al mundo laboral, universitario, institucional, etcétera. Al contrario, lejos de reflejar estos logros, el escaso protagonismo que la mujer tiene en los medios se relaciona
principalmente todavía con una imagen estereotipada y sexista.
Ese poder que tienen los medios para incidir en la conformación de la realidad social está estrechamente relacionado con su influencia, ya que es a través de
ésta como se crea opinión pública y se incide en la toma de decisiones. Al respecto,
es conveniente tener presente a Bryant y a Zillmann cuando afirman que el modo
en el que los relatos difundidos por los medios de comunicación abordan un
asunto llega a establecer una propuesta de interpretación de la realidad, ya sea explícita o implícita, manifiesta o latente1.
En este sentido, los datos son tozudos e indican que si bien los medios de comunicación han venido colaborando con la mujer en su lucha para lograr avances
legales importantes, esta colaboración se ha circunscrito a temas concretos relacionados principalmente con reivindicaciones históricas que finalmente se materializaron en leyes como la del divorcio, del aborto, de igualdad y de la violencia de
género, entre otras importantes. Los resultados de cualquier estudio evidencian
que la actitud de los medios en relación con la mujer no está guiada por una política informativa coherente, sino que responde a momentos coyunturales concretos. Es más, el tratamiento de los temas relacionados con ella dista mucho de ser
el adecuado y correcto, como demuestran los numerosos casos de discriminación
y sexismo que registran sus contenidos. Uno de los ejemplos más burdos, por lo
frecuente, son las noticias relacionadas con la información deportiva, en las que
generalmente se destaca la belleza de la mujer por encima de su profesionalidad,
al contrario que ocurre con el hombre2. En el buscador Google podemos escribir
1Bryant, J. Zillmann, D (1994) Media Effects. Advances in Theory and Research. Lawernce Erilbaum Associates,
N. Jersey.
2Sánchez Aranda, J.J. y otros (2003). Mujer publicada mujer maltratada. Libro de estilo para informar en los medios de comunicación sobre la mujer. Instituto Navarro de la Mujer, Pamplona, ISBN 84-235-2459-0, pág 3.
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el nombre de la tenista rusa María Sharapova y a continuación la palabra “belleza”,
encontraremos en torno a 140.000 resultados, mientras que si escribimos su nombre y la palabra “profesionalidad”, solo se hallarán 874 sitios.
La mujer tampoco sale bien parada en asuntos relacionados con la información política, donde lo común es recurrir a la trivialización y al uso de estereotipos.
Además, es evidente que en los últimos años muchos periodistas y columnistas parecen haber encontrado un filón, sin duda de marcado carácter machista, en la incorporación de la mujer a puestos de responsabilidad. Especialmente insidiosos y
frecuentes son algunos comentarios sobre las ministras del Gobierno de España.
Ángel Antonio Herrera escribía en la ultima página de El Mundo3: “La ministra
Magdalena Álvarez (titular de Fomento) se ha postulado como la mejor fracasita
de Zapatero, y no sólo porque su gestión en Cataluña vaya de apagón en apagón,
entre trenes que no cumplen y otras cosas que descarrilan, sino porque además se
ha surtido en su reciente comparecencia de todo un show de modales alegremente
airados o airadamente alegres, entre una gogó con asesores y una mitinera de peluquería”.
Tampoco se libran las mujeres del ataque de sus “compañeros” políticos. En
ese gran contenedor de información que es Internet se encuentran igualmente
miles de ejemplos. Los descriptores “ministra calvo moda zapatos” llevarán al usuario a una extensa relación de referencias a la anterior ministra de Cultura, Carmen
Calvo. En ellas abunda la crítica a su gestión, cosa lógica y habitual para un ministro, pero ésta incluye también, y en tono peyorativo, referencias a sus gustos por
la moda y por el calzado. El primer sitio que aparece en Google se titula: “Van
Halen califica a Calvo de ministra galáctica…”. Se trata de una información, publicada en Libertad Digital el 6 de septiembre de 2006, sobre la intervención de
Carmen Calvo en el Senado en torno a la política cultural del Gobierno:
“El senador del PP, Juan Van Halen empezó su discurso calificando a Calvo
de "ministra galáctica", porque por la prensa "sabemos donde se viste, dónde se
compra los zapatos...". Pero insistió en que sus palabras no debía tomarlas "por
el lado personal". "No se moleste", dijo, para agregar que, no obstante, sentía
"respeto y admiración" por la ministra”.
La ministra consideró que Van Halen se le había dirigido de forma machista:
“algo que, apuntó, no hubiera hecho con un ministro”.
Más conocido es el enfrentamiento de Eduardo Zaplana con la vicepresidenta
del Gobierno, que fue recogido en todos los medios. Entre ellos, la versión digital
de El País decía4:
“Las parlamentarias del PSOE e IU han abandonado hoy la sesión de control
del Congreso tras un comentario "machista" del portavoz del PP, Eduardo Zaplana,
que ha acusado a la vicepresidenta del Gobierno, María Teresa Fernández de la
Diario El Mundo, 19 de agosto de 2007
Edición digital del Diario El País, 15/03/2006
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Imagen estereotipada y escaso protagonismo de la mujer en la prensa
de referencia
Vega, de "disfrazarse de vez en cuando" en referencia a su reciente viaje a Kenia y
Mozambique, en el que lució vestimentas típicas africanas. Al formular una pregunta en la sesión de control al Gobierno, Zaplana ha pedido que la vicepresidenta
"tan aficionada a disfrazarse", que algún día se disfrace de lo que exige su cargo”.
El recientemente fallecido Francisco Umbral, uno de los nombres del columnismo en España, fue duramente criticado por colectivos de mujeres que consideraron que su pluma incitaba a la violencia. Este rechazo se hizo evidente con
ocasión de que le fuera otorgado el Premio Cervantes de las letras del año 2000.
Un centenar de mujeres ocupó5 la sede de la Real Academia Española en Madrid
como acto simbólico de protesta, durante el que se leyó un comunicado6 suscrito
por numerosas organizaciones de mujeres de España y América Latina. En él se recogían algunas de sus frases más rotundas: “El odio violento es la manera más pacífica que tiene de expresar su amor un marido, un amante, un enamorado” o “A
uno la violación le parece el estado natural/sexual del hombre (...) El violador del
Ensanche (...) llevaba navaja para persuadir a sus víctimas, si es que puede llamarse
así a la beneficiaria de un polvo inesperado, azaroso, forajido y juvenil (...) La
hembra violada parece que tiene otro sabor, como la liebre de monte. Nosotros ya
sólo gozamos mujeres de piscifactoría”.
Son innumerables las referencias sexistas recogidas en los medios de una u
otra índole, hasta el punto que parece que muy pocas cosas han cambiado desde
aquel ensayo de Virginia Wolf que abordaba la presencia de la mujer en los medios.
La autora señalaba que si un marciano visitara la tierra y se formara idea de ella con
la sola lectura de los diarios, pensaría que se trata de un planeta habitado únicamente por hombres. Si ese marciano volviera ahora, transcurridos más de 50 años,
podría observar que hay otros seres, llamados mujeres, que tienen una presencia
residual en los medios.
En líneas generales, parece obvio que el tratamiento de los medios no favorece la proyección de la imagen de la mujer acorde con la realidad, circunstancia
a la que no son ajenos los principales medios escritos españoles. El análisis de los
dos periódicos de información general de mayor tirada, El País y El Mundo, arroja
datos significativos que refuerzan esta afirmación y evidencian un tratamiento claramente discriminatorio y sexista, amen del escaso porcentaje de temas protagonizados por mujeres y de su postergación en la agenda.
Este trabajo se sustenta en el análisis de la mujer como protagonista, por ello
se circunscribe a la observación de los títulos y fotografías en los que figuran, toda
vez que éstos constituyen los elementos de la información que centran la atención
de los lectores. El estudio abarca un periodo de 90 días, comprendido entre enero
y marzo de 2006, en el que se han registrado 1.013 noticias cuyos títulos y/o fotografías se refieren a mujeres. Esta cifra, a priori llamativa, es insignificante si teLa protesta tuvo lugar el día 23 de abril de 2001 en la sede la de Real Academia Española
El texto íntegro se puede consultan en http://www.nodo50.org/mujeresred/protesta_cervantes2000.html
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Mujeres, política y medios de comunicación.
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nemos en cuenta que ambos diarios publicaron en el citado periodo una media de
15.300 noticias cada uno, lo que significa un 3,31 por ciento respecto del total de
los 30.600 textos publicados. Por periódicos, El País es el que publica más noticias,
concretamente 804, mientras que El Mundo sólo registra 209, lo que se traduce en
un 5,25 por ciento y de un 1,37 por ciento, respectivamente. Por otro lado, el
valor medio del 3,31 por ciento supera sólo en 0,41 puntos al registrado en un
análisis similar realizado en los principales periódicos iberoamericanos, que rebaja
el protagonismo de la mujer hasta un 2,9 por ciento7.
Sexismo en titulares
No sólo la discriminación se sustenta en estos parámetros, totalmente alejados
de la representación y protagonismo real de la mujer en la sociedad actual, sino que
además subsisten tratamientos discriminatorios, especialmente relacionados con el
enfoque de los temas y con el lenguaje utilizado. En el caso de El País, se contabilizan
un total de 71 títulos que incurren en sexismo, lo que significa un 8,83 por ciento
de las noticias analizadas. Todos ellos incluyen algún matiz negativo o de inferioridad
hacia la mujer. Concretamente, en 12 títulos (16,9%) se le identifica sólo por su
nombre y no por el apellido como es habitual. Estos son algunos de los ejemplos:
-“El autógrafo de Eva” (13/01/2006), en referencia a la presentadora Eva Hache.
-“Olivia y Chloe” (16/03/2006), para aludir a la cantante Olivia Newton-John
y a su hija.
-“Fiennes y Francesca Annis se separan” (11/02/2006): se cae en asimetría al
citar sólo el apellido para él y nombre y apellido para ella.
La informalidad en el trato no se registra cuando el protagonista del título es
un hombre, que tampoco sufre casos de exceso de familiaridad como el registrado
el día 20 de enero: “Lindsay Lohan y Kate Moss, superamiguitas”. Estos últimos
se detectan en un 9,85 por ciento de la noticias.
En este periódico se registran también alusiones al físico, se cae en la descalificación y se alude a la mujer como un objeto. Los títulos siguientes muestran algunos ejemplos de este proceder, que supera el 7 por ciento de los 71 títulos
clasificados como sexistas:
- “Tamara Rojo, un anzuelo de lujo”, (02/01/2006)
- “Thatcher, el musical. El 'lado vulnerable' de La Dama de Hierro pasa a los
escenarios del Reino Unido” (19/02/2006). En este caso se usa el apodo para referirse a la mujer.
Las referencias a los estereotipos también se encuentran con excesiva frecuencia en El País, concretamente aparecen casi en la mitad (49,29%) de los títulos. He aquí una muestra:
7Blanco Castilla, E. (2007): “Análisis de la prensa de referencia. El protagonismo de la mujer”, en Tendencias, 07,
Ariel, página 181. (Este análisis, sobre un total de 16 periódicos iberoamericanos y más de 7.000 noticias analizadas establece conclusiones muy similares a las registradas en el caso de los dos periódicos españoles analizados
en el presente trabajo)
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Imagen estereotipada y escaso protagonismo de la mujer en la prensa
de referencia
- “Reese Whiterspoon. La nueva novia de América” (27/01/2006).
- “Más de la mitad de las empleadas domésticas son extranjeras”
(11/03/2006).
- “El desgaste emocional de los sanitarios. Cuatro de cada diez médicos y enfermeras españoles sufren elevados niveles de cansancio anímico” (07/03/2006).
En los dos últimos ejemplos se vinculan el trabajo de empleadas domesticas y le
profesión de enfermeras exclusivamente con mujeres.
En este análisis destaca, asimismo, el peso de los títulos cuyo contenido crea algún
tipo de relación dependiente de la mujer respecto del hombre, extremo que ocurre en
un 14,08 por ciento de los casos y que evidencian los dos ejemplos siguientes:
- “La mujer del analista” (25/03/2006).
- “Blair exculpa de corrupción a su ministra de cultura” (03/03/2006).
Los resultados del análisis de los títulos y fotografías de El Mundo no son
muy diferentes en cuanto a contenido sexista se refiere. Del total de las 209 noticias
analizadas, 46 de ellas (22%) incurren en ello. Además, en este medio el uso del
nombre propio y no del apellido para identificar al personaje se registra en el 6,52
por ciento de estos títulos, como sucede en este:
- “Leonor, arropada por la tradición” (15/01/2006).
El tratamiento familiar hacia la mujer protagonista se contabiliza también en
un porcentaje importante de títulos (15,21%), como sucede en estos dos:
- “Pendientes de "La Jurado"” (12/02/2006).
- “Aguirre se "fuma" la Ley Antitabaco” (09/02/2006).
Por otro lado, la alusión al físico se registra en el 4,34 por ciento de los casos.
Un ejemplo curioso es el siguiente título: “Una Santa Teresa demasiado "sexy"”, publicado en día 7 de enero. No obstante, los más frecuentes son los títulos en los
que se cae en la descalificación o en los estereotipos, cosa que sucede en un 19,56
por ciento y un 26,06 por ciento, respectivamente. Ejemplos:
- “"Madame Royal" merodea el Eliseo”, (07/01/2006)
- “Mátrix y su dominatrix” (23/03/2006), para referirse al director de la película Mátrix y a su amante.
- “Elena Espinosa: "No miro los precios cuando compro"” (04/03/2006).
Por último, el caso más representativo en El Mundo se refiere a los títulos que
crean una relación de dependencia de la mujer respecto del hombre, que alcanzan
un valor del 28,26 por ciento. Entre ellos destaca el siguiente: “La novia judía del
hijo de Gadafi”, publicado el 9 de febrero.
Tratar los malos tratos
La preocupación por los hechos relacionados con los malos tratos, un
asunto sin duda de actualidad permanente en los últimos años. no tiene un tratamiento equiparable en los dos diarios analizados. En este sentido, se detecta
un interés mayor por este grave problema en El País, donde el 5,3 por ciento de
las noticias sobre mujeres aborda este asunto, frente a un 0,95 por ciento, sólo
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
dos noticias, registrado en El Mundo. Además, en una de ellas se trata el asunto
desde la rutina de las cifras: “Cinco víctimas mortales de la violencia doméstica
en los cinco primeros días de 2006” (07/01/2006). La segunda noticia atiende a
las peticiones de las asociaciones y colectivos con el siguiente título: “Las asociaciones de mujeres exigen un Observatorio de la Violencia "imparcial"”
(01/03/2006). La escasez de noticias relacionadas con los malos tratos impide
profundizar más sobre si este diario recurre o no al sensacionalismo o si cuida
la publicación de informaciones que sean de utilidad para la prevención y concienciación en torno a este problema.
Estos extremos, entre otros, sí se analizan en el caso de El País. A pesar de
la mayor preocupación que muestra, frecuentemente se incurre en tratamientos
rutinarios de la noticia, como sucede en el 16,2por ciento de ellas, o se cae en
un tratamiento sensacionalista del problema (16,2%), como muestran los dos títulos siguientes, publicados los días 5 y 3 de febrero, respectivamente: “Detenido
un hombre en Sevilla después de matar a su esposa”, y “Una mujer de Lleida se
debate entre la vida y la muerte por una paliza de su pareja”. La identificación
de la víctima no se da en ninguno de los títulos como tampoco se facilita la del
agresor.
Por otro lado, el enfoque que da El País a la mayoría de las noticias que publica sobre malos tratos se hace desde la frialdad de las cifras: “El 17 % de las mujeres con orden de protección pide teleasistencia” (21/03/2006), o se centra en la
ineficacia de la justicia: “Un hombre con orden de alejamiento asfixia a su pareja
en Marbella” (03/01/2006). No obstante, si se percibe un porcentaje significativo
(16,27%) de noticias orientadas hacia la concienciación y la prevención, lo que potencia y da mayor valor a la política informativa de este diario en torno al grave
problema de la violencia de género. Estos son algunos de los títulos registrados en
este sentido:
-“La lucha contra la violencia sexista llega a las aulas” (21/02/2006).
“La asociación Miríadas y la ONCE elaboran una guía braille para maltratadas
ciegas” (31/03/2006).
Su política informativa se refleja también en el espacio dedicado a estas noticias, que es de media página o mayor en el 39,52 por ciento de ellas, aunque otro
23,25 por ciento son breves.
El País
(804)
178
%
El
Mundo (209)
%
SEXISMO
71
46
Uso del nombre propio
12
16,9
3
6,52
Descalificación
5
7,04
9
19,56
Alusión al físico
1
1,4
2
4,34
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Imagen estereotipada y escaso protagonismo de la mujer en la prensa
de referencia
Uso de
estereotipos
35
49,29
12
26,08
Relación de
dependencia
10
14,08
13
28,26
Tratamiento
familiar
7
9,85
7
15,21
Otros
1
1,4
-
-
Elaboración propia
Jerarquización de la información
El País y El Mundo se distinguen en este análisis por la mayor atención del primero a las noticias protagonizadas por mujeres, ya que del total de noticias analizadas más de la tercera parte fueron publicadas por éste. No obstante, la diferencia
desaparece en lo que se refiere a la jerarquización y tratamiento tipográfico de la
información. Concretamente, la publicación de estas noticias en portada o portadilla es casi testimonial: del 6,95 por ciento en El País y del 3,81 por ciento en El
Mundo, cifras que no superan el 0,4 por ciento si tomáramos como referencia el
total de noticias publicadas por cada uno de los dos diarios durante los tres meses
de estudio y no sólo las que se incluyen en el análisis. Por otro lado, casi la mitad
de las noticias se publican en página par y, aunque más del 70 por ciento aparecen
en la parte superior, tan sólo un 6 por ciento de ellas ocupan toda la página. Sí hay
un porcentaje alto en El Mundo de noticias ilustradas con fotografías en las que aparecen mujeres, el 79,52 por ciento, cifra que se reduce al 55 por ciento en El País.
El País
El Mundo
%
%
Fotografía
444
55,08
30
14,28
Portadilla
56
6,94
8
3,8
Página Impar
392
48,63
100
47,61
Protagonismo
central
700
86,84
195
92,85
Fuente: Tendencias’07. El escenario Iberoamericano
Valores transmitidos
Entre los dos diarios se producen también diferencias importantes en aspectos tan significativos como son los valores y rol transmitidos. En este sentido, el
valor más alto en El País es el progresista (65,01%), al igual que en El Mundo, aunque en este caso no llega al 50 por ciento. La visualización de valores tradicionales
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
significa, no obstante, un 23,70 por ciento en el primero y sólo el 10,48 por ciento
en el segundo. El rol laboral es también el más representado, suma un 46, 65 por
ciento en El País y un 40 por ciento en El Mundo, aunque los trabajos estereotipados significan más de la mitad en este diario. Como contrapunto, uno de los segmentos más representados (30,48%) es el que relaciona a la mujer con la labor
institucional, concepto en el que supera en diez puntos a El País.
Valores
Neutros
Progresistas
Tradicionales
El País
Rol
Familiar
Institucional
Laboral
Laboralestereotipado
El País
Social
Víctima
%
91
524
191
11,29
65,01
23,69
%
El Mundo
84
103
22
%
El Mundo
%
40
49,04
10,47
53
161
291
85
6,57
19,97
36,1
10,54
8
63
37
47
3,8
30
17,61
22,38
123
93
15,26
11,53
44
10
20,95
4,76
Fuente: Tendencias’07. El escenario Iberoamericano
Si se profundiza en el análisis de las secciones y de los temas más frecuentes,
se observa que El País es, sin embargo, el que más asuntos publica en la sección
de Nacional, donde se concentra el 34,12 por ciento de las noticias, a la que siguen
en importancia la de Sociedad y la de Cultura. Ésta y la de Internacional son las
más destacadas en El Mundo, con un 22,38 por ciento cada una de noticias protagonizadas por mujeres.
Sección
El País
(806)
%
%
Agenda-Gente
1
0,12
-
Cultura
Deportes
Economía
Internacional
Nacional
80
13
12
91
87
9,92
1,61
1,48
11,29
10,79
46
8
7
34
21,9
3,8
3,33
22,38
16,19
27
146
350
3,34
17,74
43,4
26
39
12,38
18,57
Opinión
Sociedad
Otra
Fuente: Tendencias’07. El escenario Iberoamericano
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El Mundo
(210)
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Imagen estereotipada y escaso protagonismo de la mujer en la prensa
de referencia
Los datos que muestra este análisis son altamente preocupantes ya que se refieren a los dos medios escritos de información general con mayor grado de influencia del país. Medios que, es evidente, no reflejan en sus contenidos de manera
fiel el papel alcanzado por la mujer en la sociedad actual, sino que, por el contrario,
mantienen viejos usos y costumbres que perjudican seriamente su imagen.
Desterrar el sexismo y el trato discriminatorio en la información no es sólo
cuestión de buenos propósitos ni de declaración de principios, sino que requiere
que los medios alcancen una percepción real del problema. De esta manera se evitaran políticas informativas coyunturales y, sobre todo, que los factores culturales
adversos no resulten agravados por otros elementos negativos que caracterizan el
trabajo en las redacciones, como la prisa, el lenguaje informativo generalizado o
la tendencia de muchas mujeres periodistas a imitar comportamientos y valores del
hombre.
Así, cuando ocupan puestos de responsabilidad en empresas periodísticas
encuentran contradicciones inevitables, especialmente respecto a los estereotipos
que recrean patrones irreales de mujeres inexistentes como consecuencia del
prisma masculino que predomina a la hora de elegir los contenidos. El estudio realizado por Mónica Antequera Yepes9 sobre el papel de la mujer directiva en los
medios incluye entrevistas con directoras, cuya principal conclusión es que éstas
desean cumplir el objetivo social de educar en igualdad. No obstante, reconocen
que no disponen de programas concretos de actuación para evitar el sexismo y el
mal uso de la imagen de la mujer. Es importante reconocer que el elevado número
de redactoras y el acceso a la dirección y puestos de responsabilidad no han significado, como se esperaba, un mejor tratamiento de la mujer en los contenidos
La importancia de incidir en la opinión pública se constata en asuntos tan
graves como la violencia de género. El tratamiento informativo que se le ha dispensado en los últimos años ha tenido consecuencias positivas, como es el hecho
de que forme parte destacada de la agenda de los medios. Como subraya Perales
Albert10, el problema se ha hecho visible y se ha conformado un cierto modelo
axiológico de empatía con las víctimas, generado en gran medida por la presencia
creciente de éstas en los medios como protagonistas con voz propia. Pero los datos
expuestos vienen a demostrar que los contenidos sobre los malos tratos constituyen una excepción que tampoco recibe la misma atención de todos los medios.
Potenciar la presencia de la mujer y trasladar de ella una imagen acorde con
la realidad es todavía una asignatura pendiente de los medios de comunicación,
asignatura que hay que superar porque supone un paso necesario para avanzar
en el terreno de la igualdad. Queda de manifiesto que no ha sido suficiente la equiparación legal, ni la incorporación masiva al mundo laboral y político, ni su pre9Antequera Yepes, M. (2005): “El papel de la mujer en la dirección y gestión de las empresas informativas en España a principio del siglo XXI: un análisis prospectivo”. Tesis doctoral Universidad Complutense de Madrid,
2005
10 http://www.auc.es/Documentos/Documentos%20AUC/Docum2004/docu17.pdf
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
sencia en las redacciones, muchas veces mayoritaria. Sánchez Leyva y Reigada
Olaizola11 proponen volver a ocupar ese “espacio incómodo” desde el que ejercer
la crítica de la sociedad y la cultura, al objeto de visualizar y desmontar las formas
estructurales de desigualdad existentes. Como decía McLuhan12, los medios de
comunicación son extensiones de nuestros sentidos y, como tales, nos permiten conocer ámbitos de referencia a los que no podemos acceder a través de la experiencia directa.
Referencias bibliográficas
Antequera Yepes, M. (2005) Papel de la mujer en la dirección y gestión de las empresas informativas en España a principio del siglo XXI: un análisis prospectivo. Tesis
doctoral Universidad Complutense de Madrid, 2005
Blanco Castilla, E. (2007) Análisis de la prensa de referencia. El protagonismo de la
mujer, en Tendencias’07. El escenario Iberoamericano, Ariel
Bryant, J. y Zillmann, D (1994) Media Effects. Advances in Theory and Research.
Lawernce Erilbaum Associates, N. Jersey.
McLuhan, M. (1962) Understanding Media: The extensions of Man. University of Toronto
Sánchez Aranda, J.J. y otros (2003) Mujer publicada mujer maltratada. Libro de
estilo para informar en los medios de comunicación sobre la mujer. Instituto Navarro de la Mujer, Pamplona
Sánchez Leyva, M.J. y Reigada Olaizola, A. (2007) Crítica feminista y comunicación, Comunicación Social, Madrid
11Sánchez Leyva, M.J. y Reigada Olaizola, A. (2007): Crítica feminista y comunicación, Comunicación Social, Madrid, pág, 27.
12McLuhan, M. (1962) Understanding Media: The extensions of Man. University of Toronto
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15.
CLAUSULA DE LA JORNADA
Sr.D. Fernando Rodríguez Villalobo
Presidente de la Diputación Provincial de Sevilla
“Creo que lo único que ha quedado de la República fue lo que hice yo: el voto
femenino”
Con estas palabras, Clara Campoamor repasaba en 1959 su experiencia republicana desde el exilio.
Después de veintitrés años, la principal y casi única impulsora del voto femenino en nuestro país durante la Segunda República, era consciente de que había
dejado para siempre la semilla del sufragio universal en la democracia española
que, sin duda, volvería a la Piel de Toro.
Campoamor, derrotada por el sistema republicano al que ella entregó toda su
lucha y por cuyas convicciones rehusó incluso a la distinción de la Cruz de Alfonso
XII, dejaba en la frase que he citado el paso de gigante que propició con su militancia a favor del sufragio femenino.
Antes, en su tiempo de actividad política, a Clara le ocurrió lo mismo que a
otros tantos españoles que fueron engullidos por el fragor de la pelea a garrotazos
que mantenían las dos Españas.
Porque, sin temor a equivocarnos, la artífice y valedora del voto para las mujeres formó parte de ese grupo que algunos historiadores han dado en llamar la tercera España que sucumbió en medio de las otras dos.
La mujer que estuvo en el embrión de lo que después sería la coalición de Acción Republicana, comandada por Azaña, siempre soñó con un partido fuerte y
unitario que, bajo los principios republicanos, tripularan Alejandro Lerroux y el
malogrado presidente de la República del 36 a la que le estalló la guerra.
Una República, la de aquel momento final, en la que Campoamor no participaba de su hemiciclo desde el triunfo de la CEDA en el 33 y a la que no dejaron
que concurriera por el Frente Popular en febrero de 1936.
Y todo, como ella misma dejó escrito, por tener la osadía de impulsar el voto
para la mujer tal y como plasmó en su obra llamada “Mi pecado mortal. El voto
femenino y yo”.
En ese libro, Campoamor derramó todo el desasosiego que la abrumaba
viendo como, en plena etapa republicana, era vilipendiada tanto desde los bancos
de la derecha por “romper barreras para la mujer” como desde los escaños de izquierda por “darle el poder a la derecha con un voto condicionado por las sotanas”.
Por eso Clara, sin remedio, se convirtió en una víctima más de la escena política española del momento que tuvo que buscar el exilio y que murió de nostalgia
en el 72 sin poder pisar suelo español.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Pero su obra, como la de tantas personas que defienden convicciones universales, como la de todos los que impulsan imperativos categóricos para la humanidad, tiene ahora más vigencia que nunca.
Porque en 1977, cuando el Constituyente trabaja sobre una nueva Constitución, lo primero que hace es acudir a los cimientos que dejó para siempre Clara
Campoamor para edificar el futuro en igualdad.
Porque cada vez que la mujer toma la palabra en política, participa activamente en ella, o simplemente ejerce su derecho al voto, está honrando la memoria
de aquella jovencita que despertó a la vida pública en el madrileño barrio de Maravillas.
Porque incluso ahora, cuando hablamos de listas paritarias o cuando se plantea la ley de igualdad incluyendo la esfera de las empresas privadas, estamos evocando a Campoamor en su esencia, en sus principios más elementales y
arrolladores dentro de su participación en la vida pública española.
Es por eso que estas jornadas recogen hoy, en este centro, la fuerza y los deseos de una mujer que entregó su existencia a todo aquello que convierte en iguales
a hombres y mujeres en democracia.
Una democracia que ahora vive cotidianamente en los medios de comunicación y que se sirve de ellos para articular a una opinión pública cada vez más formada y crítica.
Y en ese marco, el análisis de la imagen que las “Campoamor” de hoy en día
irradian a la ciudadanía, el papel que los medios otorgan a esas valedoras de la obra
de Clara, es un asunto que merece la reflexión que aquí lleváis a cabo.
Esa es la razón por la que agradezco la amable invitación que me habéis cursado para compartir vuestro foro y vuestras inquietudes.
Y ese es también el motivo por el que la Diputación, no lo dudéis, seguirá
apoyando el proyecto de las mujeres que trabajáis en este colectivo para que emerjan todas las “Claras Campoamor” que esta provincia tuvo, tiene y tendrá en sus
municipios.
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Resumen
de currículum vitae
de las ponentes
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Resumen de currículo de las ponentes de las jornadas
María Teresa Álvarez
Natural de Candás, Asturias. Nacida el 27 de octubre de 1945, es Licenciada
en Ciencias de la Información. Fue la primera mujer cronista deportiva en la radio
asturiana y la primera presentadora del programa regional de TVE en Asturias.
Trabajó, en periodos de prácticas, en el diario "El Comercio". Colaboró con "La Voz
de Asturias" y en las emisoras de RNE en Oviedo y Radio Popular de Avilés.
En 1987 acepta su traslado a Madrid para desempeñar el cargo de la Subdirección de Cultura y Sociedad de los Telediarios de TVE. Un año más tarde dejará
la información diaria para pasar a realizar documentales histórico-divulgativos.
En esta línea dirigió; "Viaje en el tiempo", once capítulos dedicados a desvelar los
enigmas e incógnitas del descubridor de América, Cristóbal Colón. "La pequeña
española; Viena 1791- 1991" programa destinado a recrear la vinculación del compositor Wolfgang Amadeo Mozart, con España. "Sefarad; la tierra más bella", tres
capítulos sobre el pasado y el presente de los judíos sefarditas, con motivo de cumplirse los quinientos años de su expulsión. "Mujeres en la Historia", serie que ha
conseguido un importante reconocimiento en ambientes universitarios.
En la UIMP Universidad Internacional Menéndez Pelayo- María Teresa Álvarez ha dirigido un curso sobre este mismo tema, "Mujeres en la Historia", otros
sobre "El papel de la mujer en la España de los últimos cien años", "Literatura escrita por mujeres", y el año pasado ha dirigido el seminario, también en la UIMP
dedicado a "El papel de la mujer en el arte".
María Teresa Álvarez, que confesado, frecuentemente, desear escribir sobre el
mundo femenino, sigue trabajando en la elaboración de nuevos capítulos para la
serie de TVE "Mujeres en la Historia". El pasado mes de abril, se emitieron en la
2 de TVE, los últimos programas de esta serie que goza de gran aceptación.
En 1999 ha publicado su primer libro "La pasión última de Carlos V", que
lógicamente tiene como protagonistas a dos mujeres. Y en noviembre de 2001 ha
visto la luz su segundo libro, "Isabel II.
Melodía de un recuerdo". Al año siguiente ve la luz, "Ellas mismas. Mujeres
que han hecho historia contra viento y marea". En noviembre de 2004, "El secreto
de Maribárbola". Su última producción literaria, "Madre Sacramento", se presentó
hace dos meses en Madrid.
Blanca Estrella Ruiz Ungo
Presidenta de la Asociación Clara Campoamor desde su fundación en 1985.
Fue miembro en el primer Consejo del Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde y sucesivos, designada por el Parlamento Vasco al día de hoy. Nombrada por la Consejería del Gobierno Vasco de Trabajo y Bienestar Social como miembro del Consejo
Vasco de Bienestar Social, nombramiento en Representación de las Organizaciones
de Mujeres e Infancia Euskadi desde 1986 hasta la actualidad. El mismo nombramiento y hasta el día de hoy en la Comisión Permanente de la Inserción ahora ads187
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
crita a la Consejería de Justicia y Trabajo desde la cual ha sido ponente del Salario
Social ahora Renta Básica y de todas aquellas medidas de discriminación positiva
para que mujeres víctimas de la Violencia de Género sean perceptoras de dicho salario y resto de mujeres con cargas familiares. Entre 1990 y 1994 fue asesora del Diputado de Acción Social de la Diputación Foral de Bizkaia.
En 1986 colabora con el Ministerio de Interior para la creación en Valencia,
Madrid, Barcelona, Álava, Vizcaya y Guipúzcoa de las oficinas de atención a la
mujer víctimas de malos tratos y agresiones sexuales adscritas a la Jefatura Superior
de policía de cada provincia.
Miembro de la Comisión Nacional de Ayuda a la Víctima de Actos Violentos
desde el año 1996. Desde 1991 colaboradora en el SENADO y en el CONGRESO
DE LOS DIPUTADOS/AS en temas de delitos contra los/las menores y violencia de
género a través de la presentación de propuestas de modificación de ley o enmiendas a las leyes orgánicas que desde 1991 al día de hoy tienen que ver con violencia
de género, agresiones sexuales, violadores en libertad y delitos contra la infancia.
Directora y responsable de prácticas en convenio con la Universidad del País Vasco,
la Universidad de Deusto y la U.N.E.D.
Amparo Rubiales Torrejón
Nacida el 20 de octubre de 1945 en Madrid. Casada. Dos hijos. Licenciada
en Derecho por la Universidad de Sevilla, centro en el que más tarde obtuvo el
Doctorado con Sobresaliente "cumlaude" (1970). La tesis doctoral se titulo "La
Región: historia y actualidad". Publicada en el Instituto García Oviedo de Sevilla.
Profesora adjunta de Derecho Administrativo, ganó una plaza en la Facultad
de Derecho de la Universidad de Sevilla donde trabajó hasta 1982. Formó parte
del Comité Central del PCE (1975).
En 1979 obtuvo un puesto de concejala en el Ayuntamiento de Sevilla, fue
elegida vicepresidenta de la Diputación Provincial de Sevilla.
En 1982 abandonó los cargos citados e ingresó en el PSOE, fue elegida parlamentaria andaluza y pasó a ser consejera de la Presidencia del Primer Gobierno
andaluz.
En 1984 fue nombrada secretaria general para las Relaciones con el Parlamento. En el PSOE de Andalucía ha sido: secretaria de Participación de la mujer,
secretaria de Medios de Comunicación y vocal de la Comisión Ejecutiva regional
y miembro del Comité Federal del PSOE. Senadora por Sevilla en las Legislaturas
de 1986 y 1989.
Concejala del Ayuntamiento de Sevilla en 1991, desempeñando el cargo de
Portavoz del Grupo Municipal Socialista. En 1993 fue nombrada Gobernadora
Civil de Sevilla y Delegada del Gobierno en Andalucía.
En marzo de 1996 obtuvo de nuevo acta de diputada, secretaria general adjunta en la Dirección del Grupo Parlamentario Socialista, miembro de las Comi188
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Resumen de currículo de las ponentes de las jornadas
siones de Régimen de las Administraciones Públicas, Justicia, Reglamento y Constitucional, miembro de la Comisión de Investigación sobre el análisis de política
de ayudas comunitarias al cultivo del lino.
En las elecciones del 13 de marzo de 2000 fue elegida vicepresidenta segunda
del Congreso de los Diputados.
Tiene las condecoraciones de San Raimundo Peñafort, Medalla de Plata de la
Guardia Civil, Ejército del Aire y la Orden del Mérito Civil. Así como el premio
Clara Campoamor que otorga el PSOE de Sevilla.
Arantxa Elizondo Lopetegi
Nace en San Sebastián en 1967. Es licenciada en Ciencias Políticas y Sociología y Doctora en Ciencias Políticas. Es profesora titular en el Departamento de
Ciencia Política y de la Administración de la Universidad del País Vasco donde
trabaja desde 1991. Ha publicado diversas obras sobre comportamiento político
de las mujeres y los hombres y sobre políticas públicas de igualdad entre las que
destacan los libros Mujeres en Política (1997), La presencia de las mujeres en los
partidos políticos de la Comunidad Autónoma del País Vasco (1999) y Participación social y política de las mujeres y los hombres en Euskadi (2005); y los artículos "Women in politics: are they really concerned about equality? an essay on
the Basque political system", European Journal of Women Studies, nº 4, 1997; "La
participación política de las mujeres en Euskadi: datos y reflexiones", Revista Feminismo/s, nº 3, 2004.
Asimismo, ha dirigido numerosos proyectos de investigación financiados
por diversas instituciones públicas entre los cuales destacan “Integración de la
perspectiva de Género en la actividad de la Diputación Foral de Bizkaia”
(2000-2001); “Diagnóstico de necesidades y elaboración del II Plan de Igualdad de Oportunidades del Ayuntamiento de Bilbao” (2001-2002); “Elaboración de un estudio-diagnóstico para el conocimiento de la feminización de la
pobreza en Vitoria-Gasteiz” (2005). Además, es coordinadora del equipo responsable de la elaboración del estudio anual “Cifras sobre la situación de las
mujeres y los hombres en Euskadi” del Instituto Vasco de la Mujer- Emakunde
desde 2000.
Elia Rosa Maldonado Maldonado
Maestra y licenciada en Antropología, ingresó en el PSOE en 1986. Secretaria de
Juventudes Socialistas en Ugíjar (Granada). Concejala de Juventud, Educación y Cultura del Ayuntamiento de Ugíjar (Granada). Coordinadora de la Secretaría de Formación de la Comisión Ejecutiva Provincial del PSOE de Sevilla. Secretaria Ejecutiva de
la Comisión Ejecutiva Regional del PSOE-A. Entre 1987 y 1990, fue profesora de
Educación de Adultos. Coordinadora de Zona de Educación de Adultos. Coordinadora Regional del Programa Marep de la Consejería de Educación y Ciencia.
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Jefa del Subprograma de Gestión de Educación de Adultos (1996-2001). Directora general de Consumo de la Junta de Andalucía (2001-2004).
Actualmente es secretaria de Políticas de Igualdad de la Comisión Ejecutiva
Regional del PSOE de Andalucía.
Parlamentaria andaluza donde además desempeña los siguientes cargos: presidenta de la Comisión de Infraestructura, vocal de la Comisión de Educación,
vocal de la Comisión de Cultura y vocal de la Comisión de Discapacidad.
Soledad Ruíz Seguín
Perito Mercantil y funcionaria en excedencia del Instituto Nacional de Empleo. Posee, asimismo, el Título de Experta Socio-Laboral por la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid.
Ha ocupado diversos cargos de responsabilidad en la UGT, desde su afiliación
en 1985, entre ellos: Secretaria General en Ceuta o Responsable de la Mujer a nivel
nacional, cargo que ocupa hasta su nombramiento, en 2004, como Directora del
Instituto Andaluz de la Mujer.
Cuenta con una amplia experiencia negociadora en el ámbito laboral y a favor
de los derechos de las mujeres, destacando su participación, a nivel nacional, en
el Primer Acuerdo Interconfederal de Negociación Colectiva en el que se incluía
la atención al género. A nivel internacional, participa en la primera Directiva Europea sobre el Permiso Parental, en la negociación del Convenio 123 y en la Recomendación sobre Protección a la Maternidad de la OIT, así como en la consulta
que la Comisión Europea realizó a los interlocutores sociales sobre la modificación
de la Directiva 76/207 sobre la “Igualdad de trato entre mujeres y hombres en lo
que se refiere al empleo, a la formación y a la promoción profesional y a las condiciones de trabajo”, cuya modificación ha sido la base de la Ley Orgánica 3/2007
para la Igualdad Efectiva de Mujeres y Hombres.
Ha dirigido y coordinado diversas investigaciones y proyectos transnacionales
sobre género, empleo e igualdad de oportunidades: “Mujeres Inmigrantes: Factores
de exclusión social e inserción en la sociedad multiétnica” o “Igualdad Salarial en
la Negociación Colectiva”. Ha sido invitada como experta a foros especializados,
nacionales e internacionales de amplia repercusión.
En su gestión al frente del Instituto Andaluz de la Mujer, destaca su participación directa en la elaboración y tramitación de las dos leyes en materia de igualdad (Ley de Medidas de Prevención y Protección Integral contra la violencia de
género y Ley para la Promoción de la Igualdad de Género en Andalucía), con las
que se consolidan la actuaciones, muchas de ellas pioneras, desarrolladas por el
gobierno de Andalucía.
La gestión de Soledad Ruiz tiene como objetivo erradicar la lacra de la violencia de género y generalizar el disfrute por parte de todas las mujeres de los derechos adquiridos, acercando más los recursos y fomentando la participación.
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Resumen de currículo de las ponentes de las jornadas
Felicidad Loscertales Abril
Doctora por la Universidad de Sevilla, es catedrática E.U. en la Universidad
de Sevilla, adscrita al Departamento de Psicología Social, con docencia en las Facultades de Comunicación y de Psicología (USE). En ambas impartiendo actualmente la asignatura Psicología Social de la Comunicación.
Ha sido distinguida con la Medalla de Oro al Merito en la Educación concedida
por la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía (2000), con el premio
“Mujer sevillana” a la trayectoria profesional (2005) concedido por el Ayuntamiento
de Sevilla, Premio Fama a la Trayectoria Investigadora de la Universidad de Sevilla
(2007) y también es Socia de Honor de la Asociación de la Prensa de Sevilla (2008).
Sus líneas de Investigación actuales son, entre otras, los estudios de género;
la imagen social de las mujeres; las mujeres y los Medios de Comunicación; el tratamiento de la imagen femenina en Publicidad; el cine como reflejo y generador
de estereotipos y modelos de género; el cine y educación en valores; la violencia
en los medios de comunicación; las mujeres docentes en el cine.
Algunas publicaciones de la que es autora o co-autora: ¿Cómo nos ven los
demás? La imagen del profesor y de la enseñanza en los medios de Comunicación
social (1998), La comunicación con el enfermo. Un instrumento al servicio de los
profesionales de salud (1999), Violencia en las aulas. El cine como espejo social
(2001), Nombres de mujer en las calles de Sevilla (2002), Andaluzas de ayer y
hoy. Andaluzas que abren caminos en la comunicación (2004), Los medios de comunicación y las personas, Guía de comunicación social para una lectura saludable
(1) (2005), El cine, ¿espejo de la realidad? Guía de comunicación social para una
lectura saludable (4) (2005), Más bonita que ninguna. La publicidad y el género.
Guía de comunicación social para una lectura saludable (5) (2005), Los Medios de
Comunicación con mirada de género (2008).
Igualmente ha participado en 21 Proyectos de Investigación nacionales e
internacionales, entre los cuales podemos destacar: ¿Cómo se ven las mujeres
en TV? Análisis de los estereotipos que distorsionan su imagen social en los informativos no diarios de TV y propuestas de acción positiva para su eliminación. Plan Nacional I+D (1997-2000); PROYECTO EUROPEO ARESTE:
Arrinconando estereotipos en los medios de comunicación y en la publicidad.
Comisión Europea (Contrato CE-VS/2001/0666 dentro del Programa Comunitario de Igualdad Unión Europea 2000); Andalucía en e-Igualdad. Iniciativa
Comunitaria e-Qual nº 428. Fondo Social Europeo (2002-2004) y Andaluz@s
en la sociedad red. Iniciativa Comunitaria e-Qual nº 469. Fondo Social Europeo
(2005-2007).
Mª del Mar Ramírez Alvarado
Profesora de la Facultad de Comunicación de la Universidad de Sevilla y Vicedecana de Ciencia y Empresa. Lic. en Ciencias de la Información por la Univer191
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
sidad Central de Venezuela y Doctora en Ciencias de la Información por la Universidad de Sevilla, su tesis doctoral obtuvo el Apto cum laude por unanimidad y
el Premio Especial de Doctorado.
Es autora de diversas publicaciones, como por ejemplo el libro Construir una
imagen. Visión Europea del indígena americano editado por el Consejo Superior
de Investigaciones Científicas / Escuela de Estudios Hispanoamericanos y la Fundación El Monte, que recibió en el 2002 el Premio al mejor Libro de la Asociación
de Escritores Cinematográficos de Andalucía.
Ha coordinado el Área de Comunicación de la Fundación Audiovisual de
Andalucía (Radio y Televisión de Andalucía) y la revista Meridiam del Instituto
Andaluz de la Mujer. También ha sido profesora de la Universidad Central de Venezuela y Directora de Comunicación de la Asociación de Planificación Familiar
del mismo país, donde también trabajó como guionista para cine y TV.
May Silva Ortega
Especialista en Dirección de Fundaciones por el Instituto Universitario de
Estudios Europeos. Universidad San Pablo de Madrid. (2007), Magister en Gestión
Cultural por La Universidad Complutense de Madrid. (1992-1994) Graduada en
'Stage Management and Production' para teatro y televisión en la 'London Academy
of Music and Dramatic Art (LAMDA)’ en Londres. (1988-1991).Licenciada en Filosofía y Ciencias de la Educación (Pedagogía) por la Universidad de Sevilla. (1982
- 1988), Graduada en Arte Dramático por el Instituto del Teatro de Sevilla. (19821985) y ha realizado Cursos de Doctorado en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad de Sevilla(1992-1994) y en la Facultad de Ciencias de
la Educación de la Universidad de Córdoba (1994-1996).
En la actualidad es Directora de la Fundación Audiovisual de Andalucía y
Profesora de Producción en el Master de Gestión Cultural de la Universidad Complutense de Madrid desde el año 2000.
Ha sido promotora y ponente en diversas acciones formativas relacionadas
con Género y los Medios de Comunicación en general y el Sector Audiovisual en
particular, participando además en diversas publicaciones.
Y entre sus labores en el campo de la investigación destacar su participación
en grupos multidisciplinares sobre Formación en la Facultad de Educación de la
Universidad de Córdoba y su labor desde el departamento de Estudios y Formación de la Fundación Audiovisual de Andalucía en todo lo que se refiere al Sector
Audiovisual.
María Angels Viladot
Licenciada en Filosofía y Letras (Sección de Psicología) y Doctora en Psicología
y Ciencias de la Educación. Ha sido profesora de la Universidad Autónoma de Barcelona durante quince años. Durante cinco años, estuvo contratada por la Conselleria
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Resumen de currículo de las ponentes de las jornadas
de Cultura de la Generalitat de Catalunya con la cual ha realizado, posteriormente,
distintas colaboraciones. A lo largo de estos cinco años fue miembro de la Comissió
Interdepartamental de la Dona (Comisión Interdepartamental de la Mujer) y coordinó la Ponencia "Dona i llengua" ("Mujer y lengua") que se presentó en el "I Congreso internacional de la dona", impulsado por el Gobierno catalán.
Actualmente es profesora consultora de la Universitat Oberta de Catalunya.
Además, vocal del "Consell Social de la llengua catalana" (Consejo social de la lengua catalana) de la Generalitat de Catalunya y miembro de la "Comissió Permanent
del Consell Social de la llengua catalana" (Comisión Permanente del Consejo Social
de la lengua catalana). Ha colaborado en diversas investigaciones sobre psicosociologia de la comunicación con la Universidad de California de Santa Bárbara y
con la Friske Akademy (Países Bajos), trabajos que se han publicado en revistas de
prestigio internacional. Ha publicado diversos libros entre los cuales cabe destacar
"Estereotips socials de la dona" (Estereotipos sociales de las mujeres) y " Les dones
en la política" (Las mujeres en la política). Ambos estudios recibieron ayudas del
Instituto Catalán de la Dona (Instituto catalán de la mujer). Ha publicado un gran
número de artículos en revistas especializadas, de pensamiento y de divulgación.
El último estudio sobre la problemática de las mujeres se ha publicado en la Revista
de Catalunya y en la revista l'Espill bajo el título "Cròniques d'una vida sense justicia" (Crónicas de una vida sin justicia). También ha realizado seminarios y conferencias varias.
Elena Blanco Castilla
Licenciada en Ciencias de la Información, Rama Periodismo, por la Universidad Complutense de Madrid. Doctora en Periodismo por la Universidad de Málaga y Experto Universitario en Entornos Virtuales de Formación también por la
Universidad de Málaga
Profesora de Periodismo de la Facultad de Ciencias de la Información de la
Universidad de Málaga desde diciembre de 1994, imparte las asignaturas: Técnicas
del Mensaje Periodístico y Comunicación Especializada. Es miembro del grupo
de investigación sobre “Nuevos escenarios en la investigación aplicada al estudio
del sistema de medios” (Plan Nacional I+D MEC SEJ2006/14561) y miembro del
grupo de investigación sobre “Periodismo y Nuevas Tecnologías” SJ391. Subdirectora de la Cátedra UNESCO Libertad de Expresión de la Universidad de Málaga,
es también Secretaria Académica del Departamento de Periodismo de la Universidad de Málaga desde junio de 2004, miembro del Consejo de Administración
de la RTVA desde agosto de 1994 y miembro del Patronato de la Fundación Audiovisual de Andalucía desde 1998.
Ha sido redactora del Diario SUR desde 1980, en situación de excedencia
especial desde agosto de 1994, directora de la revista “Gestión Empresarial”,
editada por la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), corresponsal
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
del Diario “El País” en Málaga (1988-1991), secretaria de la Unidad Docente
de Periodismo (1995-1996) y directora de la Unidad Docente de Periodismo
(1996-1998).
Ha publicado diversos libros como “Málaga XX. Historia de un siglo”, Prensa
Malagueña, 1999 (coordinadora y coautora de la obra), “Evolución de la agenda
informativa de SUR durante el franquismo (1937-1975) Valores locales y políticos”, Servicios de Publicaciones de la Universidad de Málaga, 2003, e “Informacion
Local y franquismo. El caso del Diario Sur”, Prensa malagueña, I+D com, 2005.
También ha realizado capítulos de libros y artículos en revistas nacionales e internacionales.
Alicia Naranjo de Arcos
Licenciada en Periodismo por la Universidad de Málaga (2006). Desde abril
de 2007 disfruta de una beca de investigación del Programa Nacional de Formación de Profesorado Universitario (FPU) del Ministerio de Educación y Ciencia.
Además es becaria del proyecto de I+D+i SEJ 2006-14561, del Ministerio de Educación y Ciencia, dirigido por el catedrático de Periodismo Bernardo Díaz Nosty.
Ha participado como investigadora colaboradora en el anuario Medios de
comunicación. Tendencias ‘07. El espacio cultural iberoamericano, editado por la
Fundación Telefónica y Ariel y en el proyecto “El debate público y la proyección
de la imagen de Málaga en la prensa diaria”, financiado por la Secretaría General
de Ordenación del Territorio y Urbanismo de la Junta de Andalucía.
Desde 2006 es vocal del Comité de Autoevaluación de la titulación de Periodismo inscrita en el Programa de Evaluación Institucional (PEI) de la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (ANECA) y colaboradora
académica de la Cátedra UNESCO de Libertad de Expresión, con sede en Málaga.
Entre sus publicaciones destacan “Percepción de la realidad sociopolítica de
la mujer a través de su protagonismo en los medios” (en colaboración con Elena
Blanco Castilla y Laura Teruel Rodríguez), en Razón y Palabra; y “La programación
infantil en la televisión española. Nuevas tendencias para nuevos públicos”, en
Actas de las XIV Jornadas Internacionales de Jóvenes Investigadores de Comunicación “La cultura y el entretenimiento en los medios de comunicación”.
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Apéndice fotográfico
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Inauguración Jornadas
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sra. Dña. Soledad Ruiz Seguín
Directora del Instituto Andaluz de
la Mujer
Sra. Dña. Amparo Rubiales
Torrejón
Abogada y Consejera Consejo
Consultivo de Andalucía
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Apéndice fotográfico
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sra. Dña. Soledad Ruiz Seguín
Directora del Instituto Andaluz de
la Mujer
Sra. Dña. Amparo Rubiales
Torrejón
Abogada y Consejera Consejo
Consultivo de Andalucía
Público Jornadas
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sra. Dña. Elia Rosa
Maldonado Maldonado
Licenciada en Antropología Social
Sra. Dña. Elia Rosa
Maldonado Maldonado
Licenciada en Antropología Social
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Apéndice fotográfico
Sra. Dña. Amparo Rubiales
Torrejón
Abogada y Consejera Consejo
Consultivo de Andalucía
Sra. Dña. Arancha Elizondo
Universidad del País Vasco
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Mujeres, política y medios de comunicación.
Homenaje a Clara Campoamor
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sra. Dña. María Angels
Viladot i Presas
Universitat Oberta de Catalunya
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sr. D. Fernando Rodríguez
Villalobo
Presidente de la Diputación
Provincial de Sevilla
Sra. Dña. Amparo Rubiales
Torrejón
Abogada y Consejera Consejo
Consultivo de Andalucía
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Apéndice fotográfico
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sr. D. Fernando Rodríguez
Villalobo
Presidente de la Diputación
Provincial de Sevilla
Sra. Dña. Amparo Rubiales
Torrejón
Abogada y Consejera Consejo
Consultivo de Andalucía
Sra. Dña. May Silva Ortega
Directora de la Fundación
Audiovisual de Andalucía
Sra. Dña. Soledad Ruiz Seguín
Directora del Instituto Andaluz de
la Mujer
Sra. Dña. Amparo Rubiales
Torrejón
Abogada y Consejera Consejo
Consultivo de Andalucía
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