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PRISIÓN PREVENTIVA – CRITERIOS GENERALES Y CASOS
PARTICULARES
Recopilación y sistematización realizadas por Pablo A. Bernardini y Álvaro E. Crespo,
integrantes del equipo de la Relatoría de Sala Penal del TSJ Cba.
1. CRITERIOS GENERALES
1.1. CRITERIOS GENERALES REFERIDOS A LA PELIGROSIDAD PROCESAL
1.1.1. Insuficiencia de la gravedad del delito
Presupuestos de peligrosidad procesal: pues bien, conforme lo resuelto por la CSJN, en cuanto a los
presupuestos que darán sustento a la afirmación de peligrosidad procesal para habilitar la privación cautelar de la
libertad, deberá atenderse a los siguientes extremos:
La gravedad del delito: ha dicho la CSJN que “las características personales del supuesto autor y la
gravedad del delito que se le imputa no son, por sí mismos, justificación suficiente de la prisión preventiva". En
consecuencia, si bien la severidad de la sanción legal conminada para el ilícito que se atribuye al imputado resulta
un primer eslabón de análisis, debe ir necesariamente acompañada de indicios concretos de peligrosidad
procesal.
“Loyo Fraire”, S. nº 34, 12/3/2014
“Oxandaburu”, S. nº 36, 14/3/2014
1.1.2. Necesidad de indicios de riesgo procesal concreto (requisito sine qua non)
Indicios concretos de peligrosidad procesal: como hemos anticipado, las prisiones preventivas tanto
anteriores como posteriores a la sentencia de condena deben en principio regirse por el mismo baremo de
concreción y –en términos de la CSJN-, disponerse el encierro cautelar cuando –entre otros requisitos- sea
necesario, en el sentido de que sean absolutamente indispensables para conseguir el fin deseado y que no exista
una medida menos gravosa respecto al derecho intervenido entre todas aquellas que cuentan con la misma
idoneidad para alcanzar el objetivo propuesto, lo que supone su excepcionalidad (CIDH, “Chaparro Álvarez”,
21/11/2007).
Ello, a criterio de la CSJN, ocurre si los imputados hubieran intentado eludir la acción de la justicia, si se
hubiese dado alguna situación concreta respecto del curso de la investigación, o si circunstancias objetivamente
verificadas en la causa permitieran derivar una directa conexión con alguno de los dos peligros referidos.
“Loyo Fraire”, S. nº 34, 12/3/2014
“Oxandaburu”, S. nº 36, 14/3/2014
1.1.3. Analizar las condiciones personales del autor con específica referencia al caso
Las características personales del supuesto autor: la CSJN ha descalificado el estándar aplicado por
esta Sala en cuanto a que aquellas circunstancias que no desbordan el común denominador de los sometidos a
proceso no son suficientes para enervar la presunción de peligrosidad procesal. Entendió que las características
personales deben ser analizadas en su incidencia respecto de la situación particular de cada acusado.
Así entonces, a futuro será necesario analizar estas condiciones subjetivas sin hacer foco en su mayor o
menor generalidad, con específica referencia al caso y en proyección concreta a peligrosidad procesal del
imputado.
Aclárase que la condición económica –en especial, la dificultad o imposibilidad de afrontar cauciones
reales- no puede constituir un obstáculo en este sentido... En la sentencia revocada se afirma que “los estándares
de procedencia del encierro cautelar, previo y posterior a la sentencia de condena, han sido aplicados de manera
invariable e igualitaria por esta Sala”, aspecto éste que deberá ser cuidadosamente observado al resolverse
acerca del modo en que se reasegurará la comparecencia y sujeción al proceso, a través de los institutos
previstos por la ley, a través de cauciones personales o reales acordes a la capacidad económica de cada
individuo u otros recursos que quien imponga la prisión preventiva estimare pertinentes (arts. 288, 289, 290, 292,
296, etc.).
“Loyo Fraire”, S. nº 34, 12/3/2014
“Oxandaburu”, S. nº 36, 14/3/2014
1.2. FORMA DE VALORAR LOS INDICIOS
1.2.1. De manera conjunta con los demás indicios y contraindicios
Las circunstancias ponderadas por el juzgador como indicadores de peligro de fuga deben ser valoradas
en conjunto y no de forma aislada como realiza el recurrente.
“Calizaya”, S. nº 228, 3/7/2014
5. Los indicios de peligrosidad procesal en concreto, junto a las condiciones personales del autor, deben
ser valorados conjuntamente (incluidos los contraindicios señalados por el recurrente) en el marco de análisis
descripto precedentemente (pto. 4), lo cual permitirá dictaminar sobre la cuestión discutida por el quejoso, esto es,
la razonabilidad de la fundamentación de la medida de coerción con relación al riesgo que la libertad del imputado
acarrearía para los fines del proceso.
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014
En efecto, si bien de algunas de las circunstancias descriptas, tomadas aisladamente, no surge
expresamente un peligro de que el imputado Soria pueda darse a la fuga en caso de que se le otorgare la libertad,
la totalidad de ellas, valoradas en conjunto, permiten inferir claramente la posibilidad de que ello se produzca.
“Barrera, Maribel Alejandra Soledad – Soria, Marcos Roberto”, S. nº 426, 11/11/2014
1.2.2. Un indicio no tiene valor tarifado (inmutable) para todos los casos.
Conviene tener presente que una circunstancia indicadora de riesgo procesal no tiene un valor tasado
para todos los casos, sino que variará de acuerdo a la gravedad del delito de que se trate, al estado del proceso,
al monto de la pena hipotética o a la efectivamente aplicada si hubo sentencia de condena (no firme), a los indicios
y contra indicios que lo acompañen, a las circunstancias personales del imputado, al tiempo de encarcelamiento
sufrido, etcétera. De tal manera que idénticos indicios pueden dar suficiente fundamento a una privación de la
libertad en unos casos pero no en otros, lo cual no tornará en arbitrarios los fallos que así lo resuelvan si en ellos
se destaca debidamente la totalidad de las circunstancias que tornan razonable la conclusión a la que se arriba.
“Calizaya”, S. nº 228, 3/7/2014
“Britos”, S. nº 281, 7/8/2014
Lo que es menester aquí resolver es, por consiguiente, si en el contexto referido arriba, esto es,
considerando las condenas anteriores, la eventual declaración de reincidencia (e imposibilidad de libertad
condicional), y la inminencia del debate, tales indicios son suficientes para fundamentar la prisión preventiva.
También debe tenerse en cuenta el tiempo de encarcelamiento del imputado.
(…) conviene aclarar previamente que una circunstancia indicadora de riesgo procesal concreto no tiene
un valor tasado e inmutable para todos los casos, de tal manera que su presencia determine necesariamente el
dictado o la confirmación una prisión preventiva. Por el contrario, el valor de cada indicio variará de acuerdo a
múltiples factores, v. gr., la gravedad del delito de que se trate, el estado del proceso, el monto de la pena
hipotética o de la efectivamente aplicada si hubo sentencia de condena (no firme), los indicios y contraindicios que
lo acompañen, las características personales del imputado, el tiempo de encarcelamiento sufrido, etcétera. De tal
manera que indicios que pueden ser suficientes para fundamentar la medida en algunos casos pueden no serlo en
otros. Ello no tornará en arbitrarios los fallos que resuelvan en uno u otro sentido si se exponen razonadamente la
totalidad de las circunstancias que tornan razonable la conclusión a la que se arriba, con arreglo a las reglas de la
sana crítica racional (art. 193 CPP).
“Del Corro”, S. nº 243, 28/7/2014
“Arce”, S. nº 285, 13/8/2014
1.2.3. Un indicio de entorpecimiento de la investigación puede proyectarse, al dictarse
condena, como indicio de fuga
Aunque se trate de una prisión preventiva posterior a la sentencia de condena, igualmente podrá
proyectarse hacia el peligro de fuga el comportamiento del imputado que durante la investigación penal
preparatoria o el juicio hubiere intentado entorpecer el desenvolvimiento del proceso –v.gr., intentando alterar la
prueba- puesto que tales acciones muestran en concreto una actitud obstaculizadora de la acción de la justicia
que puede razonablemente extenderse como palmario indicio de insumisión al futuro cumplimiento de la pena, en
caso de que ésta resulte confirmada por las instancias revisoras.
“Loyo Fraire”, S. nº 34, 12/3/2014
1.2.4. Cuando hay condena sólo deben valorarse los indicios de fuga
En este último sentido, no puede dejar de advertirse la paradoja que resulta de la aplicación del fallo de
la Corte en relación a los imputados con sentencia no firme: dado que en estos casos sólo es posible fundar la
medida de coerción en el riesgo de fuga, cuando no exista ese riesgo, una eventual condena los coloca en mejor
situación que la de procesado para el cese de la privación de libertad.
“Nieto”, S. nº 55, 31/3/2014
1.2.5. En caso de condena sólo se deben valorar indicadores de fuga. Sin embargo, de
los indicadores de entorpecimiento del proceso se pueden realizar inferencias no
absurdas con respecto al riesgo de fuga.
Todos estos indicadores anteriormente señalados –personalidad, actitud de los padres de tentar
económicamente a la víctima para que cambie su declaración y luego, ante la negativa, amenazarla con matarle
los hijos y presión sobre la novia para obligarle a declarar falsamente a su favor-, configuran concretos riesgos
que, a más de impactar en la investigación y juicio ya concluidos, posibilitan inferencias no absurdas respecto al
riesgo de fuga. Ello es así porque las características individualizadoras de Britos y los actos realizados por él o por
otros a su favor (consistentes en manipulaciones y alteraciones de pruebas), proyectan desconfianza acerca del
sometimiento al accionar de la justicia.
“Britos”. S. nº 281, 7/8/2014
1.3. FORMA DE IMPUGNAR LOS INDICIOS
1.3.1. Necesidad de demostrar la arbitrariedad (lo absurdo) de la valoración de los
indicios efectuada por la cámara.
En efecto, en la resolución recurrida se destacaron una serie de circunstancias que tornan
absolutamente indispensable la privación de la libertad del imputado para asegurar los fines del proceso, sin que
el recurrente haya demostrado que exista arbitrariedad en la valoración de aquellas circunstancias, esto es, que
hubiera una apreciación irrazonable (absurda) de ellas.
“Romero”, S. nº 159, 19/5/2014
De esta manera, el recurrente no logra demostrar que la valoración de las circunstancias referidas por el
tribunal a quo sea palmariamente irrazonable, así como tampoco enuncia otras circunstancias concretas que
pudieran favorecer al imputado, en cuanto demostrativas de que comparecerá a la audiencia de debate en
ciernes.
“Act. Jaime”, S. nº 180, 12/6/2014
Todas estas apreciaciones de la defensa –junto con las remarcadas anteriormente-, soslayan la
valoración conjunta que debe hacerse de todos los indicadores anteriormente señalados, que conducen a
sostener que el peligro de fuga defendido por el Tribunal aparece cierto. De este modo, no se presentó ningún
elemento que haga suponer la irrazonabilidad de las conclusiones a las que arribó el sentenciante.
“Calizaya”, S. nº 228, 3/7/2014
De acuerdo con ese criterio, y ateniéndonos a las constancias de autos, podemos afirmar que la
valoración de las circunstancias del caso se ha realizado correctamente y, por tanto, que se ha arribado
razonablemente a la conclusión objetada. Por lo demás, la argumentación del quejoso no logra demostrar
irrazonabilidad alguna en la fundamentación de la cámara.
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014
c. De manera preliminar, es menester destacar que el quejoso no ha logrado ni intentado demostrar la
irrazonabilidad o arbitrariedad de la valoración de las circunstancias indicadoras de peligrosidad procesal realizada
por el tribunal a quo. Tales indicios fueron analizados por el Fiscal de Instrucción al dictar la prisión preventiva, por
el Juez de Control al confirmarla en dos oportunidades, por el Fiscal de Cámara al dictaminar negativamente sobre
el pedido defensivo de cese de prisión, y por el Tribunal a quo al rechazar dicha solicitud (v. supra, pto. 3, letra e).
Así las cosas, la necesidad de la medida de coerción fue discernida por distintos órganos judiciales, los que
coincidieron en la existencia de indicios concretos de riesgo para los fines del proceso que justifican la medida.
“Brandán”, S. nº 400, 16/10/2014
Al análisis anterior -gravedad de los delitos y riesgo para los fines del proceso- se debe adicionar que el
abogado defensor no presenta ningún elemento que haga suponer la irrazonabilidad de las conclusiones a las que
arribó el Tribunal en la resolución impugnada. El letrado menciona genéricamente y sin ningún tipo de valoración
en el caso en particular analizado, que el encarcelamiento preventivo no es justificado, lo cual denota una
ausencia de análisis de las consideraciones efectuadas por la Cámara del Crimen y mencionadas anteriormente.
“Álvarez, Cristian Edgardo”, S. nº 435, 17/11/2014
1.4. TÉRMINO AD QUEM PARA EL MANTENIMIENTO DE LA LIBERTAD DURANTE EL PROCESO
El término ad quem para el mantenimiento de la libertad durante el proceso: de manera congruente con lo
expuesto en “Olariaga” (TSJ, Sala Penal, S. n° 226, 10/09/2007), y en sintonía con la tesis propiciada por el Tribunal de
Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, Sala V, in re “Grassi” (16/01/2014), estimamos que una vez que la
sentencia de condena ha atravesado exitosamente las instancias locales de revisión -en nuestro caso, confirmada por el
recurso de casación e inadmitido el recurso extraordinario federal-, la probabilidad de la efectivización de la condena se alza
con una inminencia tal que amerita disponer, sin más, el encierro cautelar del imputado.
“Loyo Fraire”, S. nº 34, 12/3/2014
IV. En el caso son plenamente aplicables las consideraciones efectuadas por esta Sala en el precedente “Loyo
Fraire” (S. nº 34, 12/3/2014) con relación al término ad quem para el mantenimiento de la libertad durante el proceso.
En efecto, de manera congruente con lo expuesto en “Olariaga” (TSJ, Sala Penal, S. n° 226, 10/09/2007) y en
sintonía con la tesis propiciada por el Tribunal de Casación Penal de la Provincia de Buenos Aires, Sala V, in re “Grassi”
(16/01/2014), en dicho decisorio se expresa que una vez que la sentencia de condena ha atravesado exitosamente las
instancias locales de revisión –en nuestro caso, confirmada por el recurso de casación e inadmitido el recurso extraordinario
federal– la probabilidad de la efectivización de la condena se alza con una inminencia tal que amerita disponer, sin más, el
encierro cautelar del imputado.
(…)
V. Así las cosas, atento a que la condena dictada en contra del imputado Toledo ha superado todas las instancias
recursivas locales, y en razón del estrecho margen de revisión que se asigna al recurso extraordinario federal (aquí
denegado por esta Sala pero con recurso directo presentado ante la CSJN), al que tampoco surge que se le haya otorgado
efecto suspensivo, puede concluirse que existe suficiente fundamento para el encarcelamiento cautelar del nombrado.
Esa conclusión adquiere mayor contundencia en el presente caso si se repara que la sentencia de condena ha
sido la culminación de un juicio abreviado, que como tal implica la confesión lisa y llana del hecho por parte del imputado
corroborada por la prueba (art. 415 CPP). Ello significa que las posibilidades de éxito de la vía impugnativa federal quedan
reducidas a su mínima expresión, ya que sólo la calificación legal y la individualización de la pena quedan fuera del acuerdo
que da origen a ese procedimiento especial.
Recordemos que en el precedente “Casal” (20/9/2005), el más alto tribunal de la Nación destacó que “satisfecho el
requisito de la revisión por un tribunal de instancia superior mediante el recurso de casación entendido en sentido amplio,
esta Corte se reserva sólo la función de corregir los casos en que resulte una arbitrariedad intolerable al principio
republicano de gobierno. En general, podría sintetizarse la diferencia afirmando que, en materia de prueba, la casación
debe entender en todos los casos valorando tanto si se ha aplicado la sana crítica, como si sus principios se aplicaron
correctamente, en tanto que incumbe a esta Corte entender sólo en los casos excepcionales en que directamente no se
haya aplicado la sana crítica”. Ha dicho la Corte, en otros precedentes, que esa arbitrariedad debe acreditarse
inequívocamente, de modo tal que resulte evidente que la resolución atacada transgrede palmariamente las normas legales
aplicables o implica un puro ejercicio de discrecionalidad judicial desprovisto de fundamento mínimo que lo sustente como
acto jurisdiccional (CSJ., H. 63. XX, "Hernández, Agustín Osvaldo y otro", 15/4/86).
Por tales motivos, corresponde rechazar el recurso de casación interpuesto contra la resolución que confirma la
prisión preventiva.
“Toledo, Paulo Fabricio”, S. nº 467, 5/12/2014
2. CRITERIO ESPECÍFICOS (INDICIOS DE PELIGROSIDAD PROCESAL)
2.1. INDICIO RELATIVO A LA GRAVEDAD DELITO (INSUFICIENTE PER SE PARA ACREDITAR RIESGO PROCESAL)
2.1.1. La gravedad del delito como base de análisis de los indicios de riesgo procesal
concreto
Hasta aquí, entonces, hemos expuesto los indicios valorados por el a quo, el que concluyó que tales
circunstancias objetivas, sumadas a la gravedad de la amenaza penal con la que en abstracto se encuentran
sancionados los delitos materia de imputación (diez a cincuenta años de prisión), corroboran el cuadro de
peligrosidad procesal y la posibilidad cierta de que el imputado en libertad pueda entorpecer la realización del
debate. Adviértase que no es la gravedad de los delitos lo que funda per se la medida de coerción (cual
presunción abstracta de peligro procesal, según objeta el recurrente), sino los indicios de riesgo en concreto
valorados en el fallo. Aun así, es innegable que la gravedad del hecho influye en la valoración que de tales indicios
efectuó la cámara.
“Arce”, S. nº 285, 13/8/2014
Es claro que, conforme estableció esta Sala en el precedente "Loyo Fraire", la gravedad del delito
tampoco basta para justificar una la prisión preventiva. Pero esa insuficiencia para justificarla no significa que de
ninguna manera pueda tomarse en consideración en la valoración de los indicios y contraindicios de peligrosidad
en concreto. Se trata, como se dijo en el precedente citado, el "primer eslabón de análisis" que debe ir
necesariamente acompañado de indicios concretos de peligrosidad procesal.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
Es claro que, conforme estableció esta Sala en el precedente “Loyo Fraire”, la gravedad del delito ya no
basta para justificar la prisión preventiva (esto es, para demostrar en concreto el peligro que la libertad del
imputado significa para los fines del proceso: el descubrimiento de la verdad y la actuación de la ley). Pero esa
insuficiencia no significa que de ninguna manera pueda tomarse en consideración aquella circunstancia en la
valoración de los indicios y contraindicios de peligrosidad en concreto. Se trata, como se dijo en el precedente
citado, el “primer eslabón de análisis” que debe ir necesariamente acompañado de indicios concretos de
peligrosidad procesal. De manera tal que ante un delito de suma gravedad bastará un respaldo indiciario mínimo
para acreditar el riesgo procesal, mientras que uno de escasa gravedad exigirá un respaldo indiciario fuerte.
“Lescano” , S. nº 392, 10/10/2014
Es claro que, conforme lo expuesto en el punto que antecede, la gravedad del delito no basta para
justificar la prisión preventiva (esto es, para demostrar en concreto el peligro que la libertad del imputado significa
para los fines del proceso: el descubrimiento de la verdad y la actuación de la ley). Sin embargo, esa insuficiencia
no significa que no tenga ningún tipo de incidencia en el examen que necesariamente debe efectuarse de los
indicios y contraindicios de peligrosidad procesal. Se trata, como se dijo en el precedente citado, del “primer
eslabón de análisis” que debe ir necesariamente acompañado de indicios concretos. De esa manera, puede
afirmarse que ante un delito de suma gravedad bastará un respaldo indiciario mínimo para acreditar el riesgo
procesal, mientras que uno de escasa gravedad exigirá un respaldo indiciario fuerte. Lo que nunca podrá
afirmarse, en cambio, es que la gravedad del delito baste por sí misma para el dictado de la medida: deberá
siempre demostrarse, a partir de circunstancias concretas de la causa, la existencia de peligros para los fines del
proceso. Es el criterio que invariablemente aplica la Sala desde el mencionado precedente “Loyo Fraire”.
Desde esa perspectiva, no puede escapar al presente análisis que la imputada Fassano se le atribuye –
de acuerdo al requerimiento fiscal de citación a juicio y al auto que lo confirma– la comisión de un delito de suma
gravedad: “homicidio calificado por el vínculo agravado por alevosía y codicia”, arts. 79 y 80 inc. 1, 2 y 4 del CP.
La pena prevista para tal figura es de prisión perpetua. Esta es, pues, la pena extremadamente gravosa que
recibiría la acusada si el juicio culminara con una sentencia de condena. En consecuencia, la repercusión que tal
circunstancia tiene en la valoración de los indicios es innegable.
“Fassano”, S. nº 407, 22/10/2014
Véase tb: “Barrera – Soria”, S. nº 426, 11/11/2014
En efecto, en primer término al quejoso intenta restar transcendencia al hecho de que el delito que se le
atribuye a su defendido sea de extrema gravedad y no susceptible de condenación condicional. Invoca, en ese
sentido, el principio de inocencia y el carácter excepcional de la medida de coerción. Ahora bien, sus argumentos
no logran rebatir el sentido con que el a quo mencionó la entidad del delito: cuanto mayor resulte la pena en
expectativa, mayor también va a ser el riesgo para los fines del proceso a causa de una "tentación natural del ser
humano". Y tal razonamiento no aparece como desacertado.
Es que conforme ya expuso esta Sala en cercanos precedentes referidos a medidas de coerción ("Arce",
S. nº 285, 13/8/2014; "Palacios", S. nº 322, 4/9/2014), es claro que la gravedad del delito no basta para justificar la
prisión preventiva, esto es, para demostrar en concreto el peligro que la libertad del imputado significa para los
fines del proceso: el descubrimiento de la verdad y la actuación de la ley. Sin embargo, esa insuficiencia –se
aclaró– no significa que no tenga ningún tipo de incidencia en el examen que necesariamente debe efectuarse de
los indicios y contraindicios de peligrosidad procesal. Se trata, como se dijo en "Loyo Fraire", del "primer eslabón
de análisis" que debe ir necesariamente acompañado de indicios concretos. De esa manera, puede afirmarse que
ante un delito de suma gravedad bastará un respaldo indiciario mínimo para acreditar el riesgo procesal, mientras
que uno de escasa gravedad exigirá un respaldo indiciario fuerte. Lo que nunca podrá afirmarse, en cambio, es
que la gravedad del delito baste por sí misma para el dictado de la medida: deberá siempre demostrarse, a partir
de circunstancias concretas de la causa, la existencia de peligros para los fines del proceso.
De ese modo, no se atenta contra el principio de inocencia cuando se afirma que la gravedad del hecho
permite inferir peligrosidad procesal, en tanto se lo haga en el sentido expuesto en el párrafo que antecede.
Repárese en que la elevación a juicio requiere un estado de probabilidad que indique que los elementos de prueba
de cargo priman cualitativamente sobre los elementos de descargo. Esta situación de probabilidad acerca de la
comisión de un delito de gravedad por parte del imputado (lo que será objeto de debate en el juicio oral), y la pena
elevada que le espera caso de que se dicte una sentencia de condena, evidentemente inciden en la situación del
imputado y permiten asignar mayor peso a las conductas y circunstancias indicadoras de peligrosidad procesal.
En ese contexto, pues, adquieren especial relevancia dos de los indicios de riesgo procesal concreto
valorados por el a quo (…).
“Chacón”, S. nº 413, 28/10/2014
Repárese, en ese sentido, que así como la gravedad del delito o de la pena impuesta no basta para
confirmar un encarcelamiento cautelar (esto es, para demostrar en concreto el peligro que la libertad del imputado
significa para los fines del proceso: el descubrimiento de la verdad y la actuación de la ley), tampoco lo contrario
basta para disponer sin más la libertad (esto es, para demostrar en concreto la inexistencia de peligro que la
libertad del imputado implica para los fines del proceso). En el primer caso se necesitan de otros indicios
concretos de riesgo procesal, aunque sean débiles, para justificar la medida de coerción; en el segundo, en
cambio, puede haber indicios concretos fuertes que permitan inferir riesgo procesal e impidan, por ello, la libertad.
(…)
Por otro lado, el defensor arguye que la prisión preventiva carece de sentido en delitos que no son
graves. Pero lo cierto es que en el presente caso, aunque las penas aplicadas no sean muy altas, las
circunstancias a partir de las cuales se colige el riesgo procesal son, como ya dijimos, determinantes. Con otras
palabras, el hecho de que las penas no sean altas no tiene, ante la contundencia de los indicios de fuga, la
virtualidad de enervar la inferencia de riesgo procesal efectuada por el tribunal.
“Almirón – Chiatti”, S. nº 460, 1/12/2014
2.2. INDICIO RELACIONADO CON LAS CARACTERÍSTICAS DE LA SENTENCIA
EVENTUAL (INSUFICIENTE PER SE PARA ACREDITAR RIESGO PROCESAL)
CONDENATORIA EFECTIVA O
2.2.1. Pronóstico de condena efectiva: no es condición suficiente ni necesaria para
acreditar el riesgo procesal.
Con relación a lo primero, cabe referir que el pronóstico de condena efectiva –tomado como punto de
partida por el tribunal– sólo constituye un indicador de peligro abstracto para los fines del proceso y, como tal,
requiere necesariamente de una corroboración concreta, de tal manera que aquél no es suficiente para el dictado
de la prisión preventiva, así como tampoco lo es la gravedad del delito. Asimismo, puede afirmarse que tal
pronóstico de efectividad tampoco es un presupuesto necesario para la medida de coerción, ya que un riesgo
concreto para los fines del proceso, verificado por parámetros objetivos, puede justificar el encarcelamiento
preventivo aun en casos de pronóstico de condena condicional (conforme tuve oportunidad de señalarlo en: TSJ
Sala Penal, "Delpino", S. nº 227, 11/9/2007, voto en minoría). En definitiva, la valoración de la efectividad de la
condena como indicio de peligrosidad procesal no es acertada, conforme la doctrina sentada en el precedente
"Loyo Fraire", a la que ya hiciéramos referencia.
“Reina”, S. nº 294, 14/8/2014
2.2.2. Condena a pena alta: no puede ser soslayada en el análisis de los indicios de
riesgo procesal concreto
De manera preliminar, resulta ineludible destacar el contexto en el que han sido valorados los indicios de
peligrosidad procesal que justifican en concreto la medida de coerción.
En primer término, hay que mencionar que nos encontramos ante un caso en el cual ha recaído
sentencia de condena, la que aún no se encuentra firme en virtud del recurso de casación interpuesto contra ella
por el defensor del imputado Palacios. De tal manera, existe una declaración de responsabilidad penal en contra
del nombrado tras la realización del correspondiente juicio oral, público, continuo, contradictorio y con inmediación
de la prueba. Declaración que, por exigencia legal, requiere un estado intelectual de certeza acerca de los
extremos de la imputación. Tal circunstancia, si bien es insuficiente para justificar la prisión preventiva, tendrá
incidencia en el análisis de las circunstancias indicadoras de peligro procesal concreto, como ser verá más abajo.
Asimismo, cabe considerar la gravedad de los delitos por lo que ha sido condenado y la entidad de la
pena aplicada.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
De otro costado, debe tenerse presente que el imputado Leonardo Gabriel González ha sido citado a
juicio por un delito de suma gravedad. En efecto, el delito de homicidio agravado por el uso de arma de fuego
(arts. 79 y 41 bis CP), cuya comisión se le atribuye en calidad de coautor, contiene una escala penal cuyo mínimo
(10 años y 8 meses) permite prever, en caso de condena, una pena altamente gravosa para el imputado (arts. 79
y 41 bis CP). Ello se erige en una circunstancia indicadora de peligrosidad que, aunque insuficiente para fundar
una prisión preventiva, incidirá en valor de los restantes indicadores de peligro concreto, como se verá a
continuación.
“González”, Leonardo Gabriel, S. nº 444, 19/11/2014
c. A más de lo expuesto, no debe perderse de vista que el imputado Soria ha sido condenado por atentar
contra el bien jurídico que constituye la base del ejercicio de todos los derechos por parte de la persona: la vida. Y
nada menos que la vida de un niño, que como tal es objeto de la máxima protección a nivel convencional y
constitucional (Convención sobre los Derechos del Niño, adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas el 20 de noviembre de 1989, aprobada en nuestro país por ley 23.849, con jerarquía constitucional desde
el año 1994, art. 75 inc. 22 CN). En su artículo 6, la convención citada establece que los Estados Partes
reconocen que todo niño tiene el derecho intrínseco a la vida (inc. 1), y que garantizarán en la máxima medida
posible la supervivencia y el desarrollo del niño (inc. 2).
La conducta que se le atribuye al imputado, pues, implica el máximo desprecio por el derecho
fundamental de una persona que integra un grupo objeto de especial protección, lo que también debe impregnar el
análisis de los indicios de peligrosidad procesal que aquí se realice.
(…)
3.5. Teniendo presente el contexto de la causa descripto supra (delito contra la vida de un niño,
declaración de responsabilidad con grado de certeza, prisión perpetua), y las circunstancias concretas valoradas
por el Tribunal de juicio, entiendo que la medida de coerción se encuentra debidamente fundada en cuanto a su
presupuesto procesal (riesgo para los fines del proceso), no habiendo el recurrente demostrado una apreciación
irrazonable (absurda) de ellas.
(…)
“Barrera, Maribel Alejandra Soledad – Soria, Marcos Roberto”, S. nº 426, 11/11/2014
Debe repararse, entonces, que en el sub examen ha recaído sentencia de condena en contra del
imputado Álvarez, la que aún no se encuentra firme en virtud del recurso de casación interpuesto contra ella por
su defensor. De tal manera, existe una declaración de responsabilidad penal en contra del nombrado tras la
realización del correspondiente juicio oral, público, continuo, contradictorio y con inmediación de la prueba.
Declaración que, por exigencia legal, requiere un estado intelectual de certeza acerca de los extremos de la
imputación. Tal circunstancia, naturalmente, incide en el análisis de los indicios de peligro procesal en concreto
que pudiesen existir en un caso determinado.
Tal circunstancia, si bien es insuficiente para justificar la prisión preventiva, tiene una fuerte influencia en
el análisis de las circunstancias indicadoras de peligro procesal concreto.
Asimismo, cabe considerar la gravedad del delito por el que ha sido condenado y la entidad de la
pena aplicada, lo que sin dudas también incidirá en la valoración de los indicios concretos. Así, el imputado
Álvarez ha sido declarado penalmente responsable por los delitos de abuso sexual sin acceso carnal agravado
continuado (art. 119, 1º y últ. párr., en func. del inc. b del 4º párr., CP) y abuso sexual con acceso carnal agravado
continuado (art. 119, 3º párr., en func. del inc. b del 4º párr., CP), en concurso real. La pena aplicada por el tribunal
es de 14 años de prisión.
En definitiva, la gravedad de los delitos que se atribuyen al imputado Álvarez, la existencia de una
sentencia de condena que lo declara autor con grado de certeza, y la gravedad de la pena aplicada, son
circunstancias que también deben tenerse en consideración, como punto de partida, en el juicio de peligrosidad
procesal en concreto que justifica la prisión preventiva.
“Álvarez, Jorge Miguel”, S. nº 496, 19/12/2014
2.2.3. Sentencia condenatoria en un juicio abreviado (CPP, 415): repercute en el examen
de los indicios de peligrosidad procesal
6. Asimismo, debe sumarse una circunstancia que da mayor fuerza a la inferencia realizada
precedentemente. En efecto, se debe tener en cuenta al momento en que la cámara dictó la resolución
impugnada, esto es, en que confirmó la prisión preventiva, la causa se encontraba en los actos preliminares del
debate. Pero como ya hemos señalado, en el ínterin en que se enviaron a esta Sala los cuerpos de copias por el
cese de prisión, se dictó sentencia de condena contra Peralta y el coimputado Bazán, como culminación –y esto
es lo que queremos aquí destacar– de un juicio abreviado, tras la confesión lisa y llana del hecho (art. 415 CPP).
Ello significa que las posibilidades de éxito de la casación contra la condena se reducen considerablemente, y se
relacionan sólo con la calificación legal o la individualización de la pena (tópicos que no forman parte del acuerdo),
salvo que se acuse la inobservancia de los requisitos que vulnere la base misma del consenso (cf. TSJ Sala
Penal, “Roldán”, A. nº 144, 28/5/2014; entre muchos otros).
“Bazán (Peralta)”, S. nº 491, 17/12/2014
2.3. INDICIOS RELATIVOS A LA FALTA DE ARRAIGO
2.3.1. Falta de actividad laboral, o incierta, o inestable. Falta de domicilio, o domicilio
incierto, o cambiante
De esta manera, la base para evaluar las circunstancias indicadoras del riesgo procesal es que nos
encontramos ante un delito de mediana gravedad y que la pena será necesariamente efectiva. De ello –acierta el
defensor– sólo se puede derivar un peligro abstracto para los fines del proceso que requiere corroboración
concreta. Pero precisamente en ese marco, teniendo en vista los numerosos antecedentes delictivos y las
condenas dictadas en su contra, el tribunal valoró como indicios concretos la falta de coincidencia del domicilio
que el imputado brindó al declarar con aquel en el que fue aprehendido, y la falta de actividad laboral del
imputado.
(…)
[L]a falta de arraigo y de trabajo fijo son circunstancias que efectivamente surgen de las constancias de
autos, y que adquieren importancia en tanto el imputado está en las puertas del juicio oral, el que requiere
necesariamente de la presencia del imputado. Además –y esto es lo relevante– es el propio acusado quien con su
conducta ante los órganos procesales (brindar datos imprecisos y falsos) ya dio muestra de que, en libertad, no
garantizará su comparecencia al debate.
(…)
Pero además el defensor, frente a todo ello, no da cuenta de ningún ofrecimiento concreto del imputado
tendiente a neutralizar tales indicios de evasión del juicio, esto es, a los fines de remediar la incertidumbre
originada en los datos falsos e inexactos por él brindados y así demostrar sometimiento al proceso (por ejemplo,
comprometerse a fijar domicilio en determinado lugar y desempeñar determinada actividad laboral). Tampoco lo
hace el imputado en los escritos presentados en forma pauperis para el cese de prisión y el recurso de casación.
Y a lo anterior debe agregarse las imprecisiones y falsedades de los datos brindados en cuanto a su
situación laboral.
(…)
En conclusión, la incertidumbre y la falta de sinceridad del imputado en cuanto a su residencia y su
actividad laboral, y el hecho de encontrarnos a las puertas del debate que eventualmente podrá derivar en una
condena de cumplimiento efectivo de tres años como mínimo, tornan absolutamente necesario asegurar la
presencia del acusado en el juicio mediante la continuidad de su encarcelamiento preventivo.
“Act. Jaime”, S. nº 180, 12/6/2014
Como se puede ver, la falta de radicación en forma estable y la incertidumbre en cuanto a la actividad
laboral, han sido una constante en la conducta de Carina Alejandra Carrizo, lo que denota que las posibilidades de
huir del proceso no lucen remotas como sostiene la defensa. Estas circunstancias adquieren importancia en tanto
la imputada está en las puertas del juicio oral el que requiere necesariamente de la presencia del imputado.
“Carrizo”, S. nº 204, 16/6/2014
Bajo el marco anteriormente citado –gravedad del delito-, hay que considerar los específicos indicadores
de peligro procesal que alega el representante del Ministerio Público Fiscal y que avaló la Cámara del Crimen de
Cuarta Nominación: desconocimiento del domicilio de la acusada. El Tribunal arriba a tal conclusión,
acertadamente, ponderando distintos elementos probatorios que surgen de la tramitación del proceso: El lugar
donde se practica el allanamiento y donde se fijan como ocurridos los hechos, resulta ser el de calle…; al
momento del citado procedimiento, la nombrada dijo vivir en…, mientras que tanto en el acta de aprehensión,
como en las correspondientes a sus declaraciones, Bustamante dio como domicilio el situado en calle… Si bien
aclara y reconoce que ha ido mutando de domicilio, lo cierto e incontrastable es que no teniendo domicilio fijo,
resulta más que probable presumir que en caso que obtuviera el cese de prisión, impedirá la actuación de la ley
mediante la fuga.
“Bustamante”, S. nº 209, 24/6/2014
Así, los testimonios receptados en la causa son evidentes en cuanto a dos circunstancias concretas
íntimamente ligadas entre sí: la precariedad laboral y la inestabilidad del domicilio. Tales situaciones, de las que
dieron cuenta –conforme el fallo impugnado– numerosos testigos, evidencian la falta de arraigo del imputado en
un lugar determinado, con un trabajo y familiares que lo retengan, lo que permite concluir como probable que se
sustraiga a someterse a la justicia en caso de que la sentencia que le ha sido aplicada, ciertamente de gravedad,
sea eventualmente confirmada por esta Sala.
No parece trascendente, al respecto, que los domicilios en los que el imputado ha alternado en los
últimos tiempos, o los trabajos esporádicos que ha desempeñado, sean conocidos o identificables, como impugna
el quejoso. Lo determinante es, en cambio, el modo de vida asumido por el imputado, consistente en no
emprender deliberadamente una actividad laboral estable, y en mudarse de un domicilio a otro sin que nada (ni
trabajo, ni familia, ni actividades sociales) parezca retenerlo en un lugar determinado.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
Véase también:
Calizaya, S. nº 228, 3/7/2014
El mismo imputado refirió que no tiene domicilio propio y vivía en una casa que prestada con su pareja,
la que finalizó su relación con él a causa del hecho delictivo. A ello debe agregarse que el padre del imputado vive
en Jujuy y la madre en Buenos Aires…, por lo que aunque resida desde hace tiempo en la ciudad de Villa María
(que lo hacía, reiteramos, junto a su concubina, la que cortó relación tras el hecho), existe la posibilidad concreta
de que pueda optar por alguno de esos destinos para evadir el juicio
(…)
En definitiva, la carencia de arraigo del imputado, más su pretensión de influir sobre una testigo
fundamental de la acusación, sumado a la obligación estatal de enjuiciamiento en este tipo de hechos, asumen la
suficiente entidad como para justificar la medida de coerción, la que aparece como única alternativa para evitar el
entorpecimiento de un debate oral que es inminente.
“Bautista”, S. nº 349, 17/9/2014
Asimismo, no puede soslayarse que en los últimos años la falta de residencia fija del acusado y el
movimiento por distintas ciudades ha sido una constante en su vida. Estas circunstancias proyectan desconfianza
acerca del sometimiento de Guerrero al accionar de la justicia, máxime cuando las presentes actuaciones se
encuentran en las puertas del debate.
“Guerrero”, S. nº 391, 9/10/2014
De este modo, los riesgos que fundamentan la medida de coerción no aparecen aparecen pretéritos y
carentes de actualidad como menciona la defensa, sino que, al contrario, se encuentran presentes actualmente y,
por ende, la medida de coerción se encuentra justificada para asegurar la sujeción de Altamirano el proceso. La
mención del abogado defensor de que la tía del acusado propone su domicilio para que este resida, no permite
suponer que Altamirano será encontrado en tal lugar debido a que ya evidenció su actitud de evadirse del proceso
en el nacimiento de la investigación, máxime cuando las presentes actuaciones se encuentran en las puertas del
debate.
“Altamirano”, S. nº 405, 20/10/2014
El acusado Corbalán carece de trabajo y ha desempeñado, mientras se encontraba en libertad, actividad
delictiva en varias ciudades de las provincias de Córdoba y Santa Fe.
(…)
De este modo, la mención del defensor que el Tribunal ha valorado en forma discriminatoria que el
prevenido no tiene trabajo, castigando de esta manera la exclusión y la pobreza, es una afirmación que carece de
sustento y soslaya el cuadro probatorio ponderado por el Tribunal. Se arriba a tal conclusión ya que de autos
surge con claridad que Corbalán se ha movido por distintas ciudades de dos provincias en conjunto con una
banda organizada.
(…)
El abogado defensor señala que Corbalán posee residencia formal en la ciudad de Rosario, pero la
multiplicidad de hechos cometidos en distintas ciudades de varias provincias y la organización previa para la
comisión de los sucesos, denotan habilidad y destreza de Corbalán para desplazarse a lo largo de varias
ciudades, utilizando conexiones para desempeñar su actividad, lo cual proyecta desconfianza acerca de que el
acusado pueda ser ubicado en tal domicilio si es puesto en libertad, máxime cuando las presentes actuaciones se
encuentran en las puertas del debate y el coimputado Viatri ya fue condenado por la Cámara de Bell Ville por los
hechos también atribuidos a Corbalán.
“Corbalán”, S. nº 437, 18/11/2014
Como se puede ver, la residencia del acusado aparece dudosa debido a los diferentes domicilios
revelados en distintas instancias y en el mismo lapso de tiempo. Es decir, nos encontramos con que el acusado
Montaño Martínez ha declarado una dispersión de residencias en diferentes ámbitos judiciales y extrajudiciales.
Esta circunstancia no puede ser soslayada al realizar el análisis de la justificación de la medida de coerción ya que
nos encontramos cercanos al comienzo del debate, el cual se vería frustrado si no se asegura la comparecencia
de Montaño Martínez en el proceso.
En definitiva, esta particular situación en que se encuentra el acusado en cuanto a su residencia,
valorada en el marco de la especial situación de vulnerabilidad de las víctimas que exigen poner atención en todas
las circunstancias que podrían frustrar el debate, torna imprescindible e irreemplazable la prisión preventiva del
imputado Montaño Martínez en los actos preliminares del juicio.
“Montaño Martínez”, S. nº 441, 19/11/2014
En efecto, el peligro de fuga surge sin dudas de la falta de arraigo del imputado, quien –conforme surge
de las constancias de autos– hasta su encarcelamiento habitaba en una vivienda en la que cumplía la función de
casero, junto a su concubina MP y la hija de esta última, FGP, víctima de los hechos, además de una hija del
imputado, M. Conforme reconoce el defensor, el domicilio era accesorio al trabajo que realizaba su defendido al
momento de ser detenido (hace más de dos años y medio), por lo que no se trata de su residencia fija. Y si bien,
como dice el impugnante, podría el imputado fijar un domicilio determinado en caso de ser liberado, lo cierto es
que hasta ahora no ha ofrecido ningún lugar de residencia concreto cuya factibilidad pudiera ser analizada en esta
instancia, por lo que la situación de falta de residencia se mantiene y, por tanto, la posibilidad de evasión ante una
condena gravosa.
Álvarez, Jorge Miguel, S. nº 496, 19/12/2014
2.3.2. Falta de contención familiar
En referencia al entorno familiar, con relación a sus hijos, que están actualmente en la provincia de San
Luis al cuidado de sus abuelos maternos, uno de ellos es víctima de sus abusos y malos tratos. Las declaraciones
del menor son elocuentes en cuanto al sentimiento que tiene hacia su progenitor “mi papá es muy malo… quiero
que este último y Willy estén presos porque nos los quiere volver a ver…”. Por ello, el deseo del acusado de ver a
sus hijos como sostiene el recurrente, aparece, al menos, difícil conforme las declaraciones del niño.
“Calizaya”, S. nº 228, 3/7/2014
Por lo demás, la contención familiar que invoca el recurrente, quien hace mención de frecuentes visitas
de los familiares en la cárcel, evidentemente no es tal cuando el imputado se encuentra en situación de libertad. Y
esto no es un razonamiento conjetural, sino la realidad constatada mediante la declaración de numerosos testigos,
que depusieron acerca del poco apego del imputado a residir en un mismo lugar y a emprender una actividad
laboral permanente, aun con la ayuda de sus familiares en ambos aspectos. Por lo demás, no cuenta con pareja e
hijos que lo retengan.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
2.3.3. Imputado reside en vivienda usurpada
En ese contexto, pues, adquieren especial relevancia dos de los indicios de riesgo procesal concreto
valorados por el a quo: las amenazas de familiares del imputado a la testigo que lo vinculó al hecho delictivo, por
un lado, y su arraigo precario, por el otro. Ambos aparecen como razonablemente demostrativos –en el marco de
un delito de gravedad y en la antesala del debate– de que Chacón pondrá obstáculos al descubrimiento de la
verdad o se sustraerá a la autoridad para impedir el desarrollo del juicio… [C]on relación a la precariedad del
domicilio, el recurrente no niega que la vivienda en la que vivía el imputado sea usurpada, lo que evidentemente
proyecta desconfianza acerca del arraigo del imputado, aunque haya brindado siempre la misma dirección a la
autoridad judicial.
“Chacón”, S. nº 413, 28/10/2014
2.4. CONDUCTAS DE ENTORPECIMIENTOS (OBSTÁCULOS PARA IMPEDIR EL DESCUBRIMIENTO DE LA VERDAD)
2.4.1. Conductas de (o que permiten inferir) obstrucción o alteración de pruebas
2.4.1.1. Policía/investigador de Sustracción de Automotores, que como tal, daba
información a integrantes de una asociación ilícita y de esa forma entorpecía la
investigación de los hechos a la que él mismo estaba avocado
En efecto, el tribunal de apelaciones, por remisión, adoptó la postura del Juez de Control de
considerar, en primer término y como base del análisis, la entidad del delito atribuido al encartado Nieto,
que tiene una escala penal en abstracto de 3 a 10 años de prisión. A su vez, efectúa un pronóstico
punitivo hipotético según el cual la eventual condenación será cumplimiento efectivo, por tratarse de un
funcionario policial que aprovechó su calidad funcional y de la información que por ella obtenía para
facilitar la comisión de delitos.
Pero además de lo anterior –y en esto reside esencialmente la justificación de la medida a la
luz del referido criterio de la CSJN– el a quo destacó indicios concretos de peligrosidad procesal. En
efecto, concluyó como probable que el imputado, en libertad, intentaría entorpecer la investigación
valiéndose del conocimiento que tiene del funcionamiento, de los integrantes y de los roles de la
organización delictiva de la que formaba parte. Y ello surge fehacientemente de la circunstancia concreta
de que –conforme surge de la prueba– Nieto informaba al imputado Fredes acerca de cómo debía actuar
ante los controles policiales y qué debía hacer para que sus actividades ilícitas no fueran puestas en
descubierto. En definitiva, efectivamente buscó desviar la investigación de los hechos que dieron origen
a la presente causa, brindando datos e información relevantes a autores de delitos contra la propiedad
(ilícitos que él precisamente debía investigar) para ayudar a eludir la acción de la justicia.
Frente a la contundencia de ello, quedan desvirtuadas las circunstancias personales que los
recurrentes enuncian como corroboradoras de la falta de riesgo procesal (falta de antecedentes,
domicilio fijo donde convive con su grupo familiar, sostenimiento económico del grupo familiar con su
sueldo de policía). Ellas, en realidad, se dirigen a neutralizar el peligro de fuga y son idóneas
efectivamente para ello, pero no lo son para contrapesar el contundente indicio de peligro de
obstaculización de la investigación resaltado por el a quo.
“Nieto”, S. nº 55, 31/3/2014
2.4.1.2. Policía de calle e investigador que utiliza instrumentos de la fuerza y
monta una escena de búsqueda de prófugo para facilitar la comisión de un hecho
contra la propiedad
De todos los elementos de prueba mencionados anteriormente, se observa con claridad que
Armando David Martín utilizó saberes previos como policía especialista en investigaciones para cometer
el hecho. En base a esa experticia, montó una escena de búsqueda de prófugo con todos los elementos
necesarios para que las partes puedan caer en dicha trama.
Como se puede ver, las actitudes desarrolladas por Martín denotan habilidad y destreza para
desarrollar conductas contrarias a la ley con éxito, en particular para alterar y desviar la prueba hacia
alternativas más beneficiosas. Esa utilización de conocimientos específicos de la función y experiencia
de un investigador policial, quien además sabe del funcionamiento de la justicia y tramitación de causas
judiciales, proyectan desconfianza acerca del sometimiento al accionar de la justicia, máxime cuando las
presentes actuaciones se encuentran cercanas al debate.
“Martín”, S. nº 385, 1/10/2014
2.4.1.3. Policía que actuó en conjunto, en forma organizada, con armamento y
medios de comunicación sofisticados, capuchas, con impunidad ante el
encuentro con otros policías, etc.
En definitiva, en el fallo impugnado se han valorado las siguientes circunstancias como
indicadoras de peligrosidad procesal: a) la calidad de policía del imputado Brandán; b) la actuación en
conjunto y en forma organizada con otros cuatro individuos, dos de ellos también policías; c) los
imputados demostraron moverse con la mayor impunidad por la zona, aun divisado y controlado
Brandán inmediatamente después del hecho por colegas policías, los que no advirtieron su actuar
delictivo; d) los autores actuaron de manera violenta; e) utilizaron armamento e instrumentos de
comunicación sofisticados; f) usaron capuchas para evitar ser reconocidos posteriormente; g) conocen a
las víctimas; h) restan tomar medidas de investigación (desglose a fs. 1138 a fin de continuar la
instrucción con relación a la responsabilidad de un tercero aún no identificado). Con relación a esto
último, se advierte que no se trata de actuaciones ajenas a la causa, como reprocha el recurrente.
Así las cosas, no resulta arbitrario concluir que los mencionados indicios convergen a
demostrar que el imputado Brandán, en libertad, intentará frustrar los fines del proceso, ya poniendo
obstáculos para impedir el descubrimiento de la verdad, ya sustrayéndose a la autoridad para impedir el
desarrollo del juicio o el cumplimiento de una eventual pena. Todo ello valorado en el marco de un delito
de gravedad (cuya escala penal en abstracto parte de 6 años y 8 meses de prisión) y en el estado
procesal que se encuentra la causa (debate en ciernes).
“Brandán”, S. nº 400, 16/10/2014
2.4.1.4. Imputado, al ser aprehendido, brindó domicilios distintos al que
realmente vivía. Impidió, de esa forma, realizar allanamientos en busca de
elementos relacionados con el delito (“skimming”, utilización fraudulenta de
tarjetas de crédito o débito clonadas, previa sustracción de datos)
c. Así, al momento de su aprehensión, conforme surge del acta, el imputado aportó un
domicilio que se correspondía efectivamente con el que figura en su DNI (calle Duarte Quirós 2446,
barrio Alto Alberdi), pero en el que ya no vivía más, circunstancia corroborada por personal policial (v. fs.
42, 45, 59). A ello se suma que al momento de su imputación brindó el domicilio que corresponde a su
hermana (calle Yuspe 1336 de barrio Villa Unión), pero ésta manifestó, al momento de ser allanado su
domicilio, que su hermano nunca vivió allí (fs. 43, 58, 77, 79).
A ello cabe agregar que, conforme corroboró personal policial, el domicilio que tenía fijado el
imputado en su actividad laboral era otro (calle Jujuy 2246 de barrio Alta Córdoba), y como se comprobó
después también, en él vivía efectivamente la concubina del imputado y su hija (fs. 134 y 144).
Este último domicilio es, precisamente, el que el defensor menciona como el lugar en el que su
defendido vive con su concubina y la hija de ambos, y menciona un contrato de locación y un certificado
de convivencia presentados en su oportunidad. Del primero, de fecha 4/3/2013, surge el alquiler de la
vivienda por parte de Ivana E. Farías Loza como locataria, y del segundo, de fecha 13/9/2013, su
convivencia en ese domicilio con el imputado Caballero desde hace siete meses (fs. 325/326 y 328).
No obstante, estos datos no hacen sino corroborar el indicio de riesgo procesal valorado por la
cámara: el imputado evitó dar el domicilio donde vivía con su pareja e hija, dando en cambio uno en el
que ya no vivía o el de su hermana en el que nunca vivió. Se trata, en definitiva, de una concreta
conducta entorpecedora de la investigación que permite realizar una inferencia actual y no absurda de
entorpecimiento para impedir el descubrimiento de la verdad y de elusión para evitar la actuación de la
ley. Repárese, en ese sentido, que los allanamientos iniciales, destinados a obtener el secuestro de
elementos relacionados con el delito, no pudieron efectuarse en ese domicilio (acto procesal que se
ordenó casi un mes después del hecho; fs. 153, 164, 166). A la postre, fue el domicilio que el imputado
aportó en su declaración indagatoria, efectuada con posterioridad a la corroboración del domicilio por el
comisionado policial y a su allanamiento.
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014
2.4.1.5. Imputado, al ser descubierto en su actuar delictivo, intentó deshacerse
del instrumento del delito (tarjeta de crédito clonada – “skimming”)
d. Los indicios anteriores, si hasta aquí pudieran parecer insuficientes, se ven fortalecidos de manera
contundente con la conducta del encartado inmediatamente posterior al último de los hechos por el que
se lo acusa: controlado por personal de seguridad del local comercial, Caballero trató de desprenderse
del elemento utilizado en su intento de cometer el delito de estafa, conforme surge de testimonios de fs.
70 y 72, el que habría utilizado también en los hechos anteriores (nominados primero, segundo y
tercero). En efecto, de las constancias de autos surge que después de ser detenido en el local
comercial, habría pedido permiso para ir al baño y, aprovechando que lo dejaron solo en su interior,
arrojó al inodoro la tarjeta de crédito Visa (paralela) con la que habría intentado pagar, lo que se erige en
una clara conducta dirigida a obstaculizar el descubrimiento de la verdad (fs. 42 vta., 43, 72 vta., informe
técnico grafocrítico de fs. 140/141; informe Sección Informática Forense de fs. 156). Repárese que la
acusación atribuye el imputado la comisión de estafas mediante un tipo de fraude particular denominado
“skimming”, y que consiste en la utilización de tarjetas de crédito y débito clonadas o gemelas, en cuya
banda magnética se grava la información que se copió subrepticiamente de la tarjeta original, a través de
un software especial (v. fs. 116). En este caso, el imputado pretendió hacer desaparecer, precisamente,
el instrumento del delito.
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014
2.4.1.6. Conductas de allegados del imputado dirigidas a evitar secuestros en
allanamientos
[S]e puede colegir que el imputado, por todos los medios, procuró que la investigación no
obtuviera las pruebas necesarias, esto es, aquellas propias de la actividad delictiva por la que se lo
acusa (estafas y ejercicio ilegal de la medicina), así como influir sobre víctimas o testigos (recordemos
que la obra bajo la cual encubría su actividad delictiva contaba con gran cantidad de pacientes, por un
lado, como de personas que cumplían diferentes funciones en ella).
(…)
[C]abe referir que de las conversaciones telefónicas de las que se da cuenta en el testimonio
del comisionado policial… (acompañado también por el recurrente) surge indiscutiblemente la voluntad,
por parte de quienes continuaban desarrollando actividades en el predio denominado “Pozo de Luz” (en
el que el imputado ejercía su actividad ilegal), de que no se obtuviera el secuestro de elementos
comprometedores.
Puede mencionarse también, en ese sentido, que el testimonio del comisionado policial… da
cuenta de conversaciones telefónicas de la pareja del imputado Corsi, de las que surge el objetivo de
que no se lograran secuestros comprometedores de las vacunas.
Todo ello, a la postre, echa por tierra la pretensión de desvirtuar el claro indicio de
entorpecimiento de la investigación valorado por el tribunal.
(…)
[E]fectivamente existieron, por parte de integrantes de la estructura a través de la cual el
imputado Corsi estafó a numerosas personas que padecían graves enfermedades, acciones tendientes
a entorpecer la investigación…
(…)
“Corsi”, S. nº 222, 27/6/2014
2.4.1.7. Familiares cercanos al imputado ocultaron los hechos de carácter sexual
de que eran víctimas los menores *
Los parientes mayores de edad, a pesar de conocer lo que ocurría en el domicilio –golpes
reiterados y abusos sexuales- lo mantuvieron oculto, saliendo recién a la luz cuando los menores lo
contaron a terceros. En tal sentido, la tía del menor G., Ana Calizaya ha negado los hechos. Tal
declaración aparece hilvanada en un mismo sentido con la prestada por el imputado en cuanto nada
pasaba en la vivienda de los Calizaya y era imposible que ocurriera algo negativo en la misma sin que
otro lo detectara.
“Calizaya”, S. nº 228, 3/7/2014
2.4.1.8. Imputado se ha identificado con diferentes nombres, y ha brindado
pasaporte falso al momento de su detención
Las circunstancias anteriormente señaladas, permiten sostener que el encarcelamiento del
acusado aparece insustituible. Es que, en caso de ser beneficiado con la libertad, nada asegura que
Chávez comparezca a proceso ya que en otras oportunidades ha dado claras muestras de un accionar
elusivo de la justicia y dirigido a generar incertidumbre acerca de su paradero –no informó el cambio de
domicilio cuando había asumido la obligación en un cese de prisión anterior, se identificó con diversos
nombres, brindó pasaporte falso al momento de su aprehensión, está en una situación migratoria
irregular y no ha culminado los trámites que exige la normativa-. Todas estas circunstancias que ponen
en evidencia un actuar del acusado contrario a la actuación de la justicia y tendiente a dificultar a los
organismos estatales su ubicación, cobran mayor vigor en la etapa del proceso que nos encontramos –
muy cercanos a la realización del debate-.
Chávez – Domínguez, S. nº 475, 10/12/2014
2.4.1.9. Imputado utilizó diferentes identificaciones en distintos procesos
judiciales
Las circunstancias anteriormente mencionadas y acreditadas en las presentes actuaciones –utilización
de distintas identificaciones en diferentes procesos judiciales y la existencia de una condena en otra
provincia lugar que no le es ajeno ya que ha vivido allí- demuestran que el encarcelamiento preventivo
del acusado aparece justificado. Se arriba a tal conclusión ya que, en caso de una eventual concesión
de la libertad, nada asegura que Domínguez no utilizará otras identificaciones o se dirigirá hacia otra
provincia donde ha residido, ya que con otros procesos judiciales abiertos no dudó en realizar esas
conductas claramentedemostrativas de un accionar contrario a la actuación de la justicia y tendientes a
no brindar certeza acerca de su identificación.
Chávez – Domínguez, S. nº 475, 10/12/2014
2.5. CONDUCTAS DE FALTA DE COLABORACIÓN
2.5.1. Negativa a firmar el acta de detención
Junto a tales indicios, tampoco aparece como irrazonable valorar la negativa del encartado a firmar el
acta al momento de su detención, pues su fuerza indiciaria sólo resultaría insuficiente si se valorara de manera
aislada y sin tener en cuenta el contexto de la causa. Recuérdese aquí que las circunstancias de peligrosidad
procesal deben ser ponderada en conjunto (TSJ Sala Penal, "Calizaya", S. nº 228, 3/7/2014).
Chacón, S. nº 413, 28/10/2014
En similar sentido: “Romero, Roberto Pío”, S. nº 480, 12/12/2014
2.5.2. Negativa a someterse a pericia psicológica (ejercicio del derecho de defensa, y
como tal no puede valorarse como indicio de peligrosidad procesal)
Por lo demás, la crítica referida concretamente al argumento relacionado con la negativa del imputado a
someterse a la pericia psicológica, aun cuando se comparte que no puede tomarse como indicio de peligrosidad
procesal, sea tanto por integrar el derecho de defensa o porque posteriormente accedió a tal acto procesal, no
tiene la virtualidad de contrarrestar el riesgo –derivado de otras circunstancias– de que influencie sobre la víctima
o testigos que depondrán en el debate, por lo que a esta altura debe prevalecer la necesidad imperiosa de
asegurar el juicio oral.
“Soria”, S. nº 307, 1/9/2014
En efecto, si bien de algunas de las circunstancias descriptas, tomadas aisladamente, no surge
expresamente un peligro de que el imputado Palacios pueda darse a la fuga en caso de que se le otorgare la
libertad (por caso, abstenerse de realizar pericia psicológica, que es ejercicio de su derecho de defensa, o su
capacidad de influir sobre la víctima, que carece de relevancia en cuanto el juicio ya se ha realizado), otras en
cambio permiten inferir claramente la posibilidad de que ello se produzca.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
2.6. CONDUCTAS DE INTIMIDACIÓN O DE MANIPULACIÓN HACIA VÍCTIMAS O TESTIGOS, POR PARTE DEL IMPUTADO
O DE TERCEROS VINCULADOS A ÉL*
2.6.1. Amenazas y lesiones a la madre de las víctimas de abuso sexual para que se
retracte (por un desconocido, pero con certeza vinculadas al caso)
En tal sentido, mencionó el tribunal la “marcada preminencia del imputado sobre las víctimas (órganos
de prueba) y [el] ostensible temor de estas últimas frente a la figura del imputado, todo lo cual podría traer
aparejado una variación del curso de la investigación y normal sustanciación del juicio de debate en caso de
encontrarse éste en libertad”. Remarcó que estamos ante presuntos hechos de abuso sexual en los que el
imputado se habría aprovechado del parentesco y la amistad de sus hijas con las víctimas, y destacó que los
hechos salieron a la luz mucho tiempo después de su acaecimiento, precisamente en función de esa preminencia.
Destacó, además, la complejidad de la investigación de este tipo de delitos, por lo que consideró fundamental
preservar el testimonio de las víctimas de cualquier influencia o contaminación.
La recurrente, como vimos, intenta contrarrestar dicho indicio manifestando que las víctimas no
mencionaron en ningún momento sentir temor del imputado, y que la decisión de denunciar los hechos fue
motivada por el mensaje recibido en una ceremonia religiosa por parte de una de las víctimas, y no por haber
vencido el miedo que le causaba el imputado. No obstante, valoró el tribunal una circunstancia que refuerza su
conclusión: un episodio de violencia cometido por un desconocido contra la madre de las víctimas, el que por sus
características (contra un testigo de los hechos, con mensajes escritos de cuyo tenor surge la finalidad de infundir
temor a declarar sobre el hecho denunciado) se encuentra relacionado directa o indirectamente con el imputado,
quien a esa fecha se encontraba en libertad.
La referida circunstancia fue descripta por el Fiscal de Cámara, conforme se transcribió en la resolución
impugnada, en los siguientes términos: “A fs…. glosa denuncia efectuada por el Sr. Edgar Eduardo Arias en contra
del imputado, en la que relata que el día 26 de febrero de 2013, a las 07:30 horas, un hombre no individualizado
agrede, a metros del colegio donde trabaja, a la señora María Elena Arias, madre de las víctimas de autos, quien
fue golpeada y cortajeada, en razón de lo cual sufrió un traumatismo de cráneo. Al caer la mujer al piso, el agresor
deja al costado de su cuerpo tres hojas que contenían amenazas contra las víctimas y su familia, realizadas en
letras de diarios y revistas, que rezaban: „Seguí jodiendo loca, voy a agarrar a las pendejas y las culeo hasta que
se desangren… Mara (sobrenombre de la señora) te persigo‟, y „Eduardo si tus hermanas hablan (sic) las mato‟”.
Surge así evidente la finalidad de intimidar a las víctimas del hecho, que no puede provenir sino del imputado o de
personas a él allegadas.
La recurrente alega que no ha sido corroborada la autoría de Arce al respecto, y que además no se trata
de un hecho que penalmente haya sido acreditado con certeza. Sin embargo, ello no es óbice para valorarlo como
un hecho de existencia probable que permite inferir un riesgo cierto para la investigación.
“Arce”, S. nº 285, 13/8/2014
2.6.2. Amenazas contra las dos víctimas por parte del imputado, tras un allanamiento en
su domicilio
El tercer hecho de la plataforma fáctica del requerimiento fiscal de citación juicio atribuido a Zamora
consiste en amenazar al marido de Jesica Dayana Oviedo y a la madre de aquél, luego de producido el
allanamiento que se llevó a cabo para recabar elementos de prueba y cuyo resultado fue positivo. En tal sentido,
Jorge Germán Peralta declaró que Norma Ferreyra y su hijo Ariel Zamora “comenzaron a agredir verbalmente al
dicente e incluso le decían que ya lo iban a agarrar, que lo iban hacer cagar, como así también que culpa de ellos
había estado la policía en su casa”, aclarando luego que siente temor e intranquilidad por los dichos de estas
personas temiendo que puedan hacer algo en contra suya o de su familia.
Este hecho que está a punto de ser juzgado, junto con los otros que forman parte de la acusación –el
hecho primero y segundo también consisten en amenazas en contra de Jesica Oviedo-, es indicativo del peligro de
entorpecimiento del proceso que existe si el acusado es dejado en libertad.
Como se puede ver, la posibilidad que el acusado busque influir a las víctimas no luce como algo
descabellado ya que lo hizo en otras oportunidades y, específicamente, luego de producirse la actuación de la
policía en el allanamiento, demostrando de esa manera una actitud contraria a la actuación de la justicia.
“Zamora”, S. nº 221, 27/6/2014
2.6.3. Amenazas a la víctima para que retire los cargos (“si no te mato”)
Al contrario de lo sostenido por el letrado, los progenitores del acusado intentaron obstruir la tramitación
del proceso con ofrrecimientos económicos a la víctima en reiteradas ocasiones y con visitas a su trabajo en
distintas oportunidades para recordarle el beneficio económico que podía recibir si aceptaba a sus ofertas.
Posteriormente y ante la negativa de la damnificada, el padre amenazó a Yáñez con matarle a sus hijos si no
retiraba los cargos.
Todos estos indicadores anteriormente señalados –personalidad, actitud de los padres de tentar
económicamente a la víctima para que cambie su declaración y luego, ante la negativa, amenazarla con matarle
los hijos y presión sobre la novia para obligarle a declarar falsamente a su favor-, configuran concretos riesgos
que, a más de impactar en la investigación y juicio ya concluidos, posibilitan inferencias no absurdas respecto al
riesgo de fuga. Ello es así porque las características individualizadoras de Britos y los actos realizados por él o por
otros a su favor (consistentes en manipulaciones y alteraciones de pruebas), proyectan desconfianza acerca del
sometimiento al accionar de la justicia.
“Britos”, S. nº 281, 7/8/2014
2.6.4. Presión del imputado sobre la principal testigo de la acusación
La testigo Tamara Soledad Borsato manifestó sentir “temor a las represalias que pudiera tomar Bautista
cuando salga de la cárcel”, en razón de haber sido ella quien dio a conocer el hecho a la madre de la víctima. En
ese sentido, depuso acerca de una conversación telefónica en la que el nombrado negó rotundamente el hecho,
manifestando “son mentiras todo lo que estás diciendo, seguramente estás tramando algo… No me importa que tu
papá sea abogado, si a mí me pasa algo, te voy a hacer la vida imposible”. Y señaló que por ese motivo recibió
varios llamados desde número desconocido y cuando atendía era él, incluso estando detenido, por lo que decidió
cambiar de número para que no la molestara más. Ello supone una conducta orientada a influir sobre una testigo
cuya declaración aparece como central en la acusación y que aún debe deponer en el debate, por lo que se erige
un claro indicio de entorpecimiento del proceso.
En definitiva, la carencia de arraigo del imputado, más su pretensión de influir sobre una testigo
fundamental de la acusación, sumado a la obligación estatal de enjuiciamiento en este tipo de hechos, asumen la
suficiente entidad como para justificar la medida de coerción, la que aparece como única alternativa para evitar el
entorpecimiento de un debate oral que es inminente.
“Bautista”, S. nº 349, 17/9/2014
2.6.5. Caso en el que la posible influencia del imputado sobre testigos aparece como
genérica y abstracta
Finalmente, la cercanía del domicilio con la fábrica donde se produjo el hecho tampoco es, por sí sola
ni en relación con las circunstancias expuestas precedentemente, demostrativa de riesgo procesal alguno. Tal
circunstancia llevó a la cámara a inferir que el imputado podría presionar a testigos cuyas declaraciones hay que
preservar en el debate. Y reforzó su razonamiento con la consideración de que, según un testigo de la causa
(comisionado policial), se trata de una zona en la que se cometen muchos delitos, e incluso los pocos vecinos de
la zona manifestaron que no se atreven a hablar con la policía porque si son vistos haciéndolo van a ser “cagados
a tiros” por parte de los delincuentes de la zona.
Adviértase que en principio no se trata de un razonamiento incorrecto. Es realmente un indicio válido
de peligrosidad. Ahora bien, se trata de un indicio extremadamente débil en razón de su generalidad y vaguedad,
lo que justifica, por lo demás, que no se lo haya ponderado con relación al coimputado Zárate al resolverse su
libertad. Repárese que los delincuentes no actuaron con violencia contra las personas en el hecho delictivo
(eligieron un horario en que evidentemente no encontrarían resistencia de personas), por lo que no puede
inferirse, en verdad, que el imputado Lescano vaya a ejercer violencia contra la víctima o los testigos sólo por la
cercanía de su vivienda con la fábrica. Por lo demás, ¿sobre qué testigos ejercería tal violencia o intimidación? El
hecho se produjo sin que nadie se encontrara presente en el lugar. El damnificado tampoco vive en la fábrica (…).
[T]ampoco se ha acreditado que los peligrosos delincuentes de la zona (al decir de los vecinos) tengan alguna
relación con el imputado Lescano, quien no demostró esa peligrosidad en la comisión del hecho que dio origen a
la presente causa (no actuó armado ni hubo personas violentadas). Así las cosas, la extrema debilidad inferencial,
cuasi nula, de la circunstancia aquí analizada, permite descartarla como indicio de riesgo de evasión o de
entorpecimiento.
“Lescano”, S. nº 392, 10/10/2014
2.6.6. Manipulación del imputado sobre su pareja para que brindara una versión falsa del
hecho cometido en su contra y de esa forma lo desinciminara
Así, se tuvo en consideración que el imputado, apenas cometido el hecho, se retiró con la víctima y el
hijo de ambos de su residencia, esto es, se sustrajo de la ciudad y de su entorno familiar y laboral con clara
intención de ocultar su situación. Y si bien se presentó rápidamente ante la autoridad policial del Cruz del Eje con
su pareja e hijo, lo hizo al solo efecto de que la víctima brindara una versión falsa del hecho y, de esa forma, lo
desincriminara (golpe por un desconocido en un intento de robo). Falsedad que fue reconocida por la propia
víctima, quien en una segunda declaración admitió que el golpe provino de su pareja, aunque le quitó
intencionalidad.
“Mansilla”, S. nº 178, 9/6/2014
2.6.7. Manipulación del imputado sobre su novia para que declarara falsamente a su
favor
No puede soslayarse en el análisis de la situación procesal del traído a proceso, la imputación y
posterior declaración de responsabilidad penal del acusado como autor del delito de instigación al falso testimonio
(arts. 45 y 275 C.P.), en relación al tercer hecho. En dicho suceso, el Tribunal encontró probado que Britos
manipuló y determinó a su novia Noelia Carranza, sobre quien el imputado ejercía influencia, a cometer falso
testimonio en oportunidad que la joven fuera convocada a prestar declaración en relación al primero de los hechos
atribuidos al encartado.
Dicha instigación a falsear una declaración testimonial para crear, de ese modo, una coartada falsa ha
constituido una elocuente y concreta maniobra de entorpecer la investigación que se llevaba a cabo en su contra.
“Britos”, S. nº 281, 7/8/2014
2.6.8. Presión intensa de los padres del imputado sobre la víctima para lograr su
retractación (ofrecimientos de ventajas económicas y, ante la negativa, amenazas)
También debe tenerse especialmente en cuenta la participación activa de los padres de Britos sobre una
de las víctimas, Judith Yánez: la damnificada en las sucesivas declaraciones que prestó a lo largo del proceso
dejó en claro que a raíz de la investigación judicial seguida en contra de Britos recibió presiones.
Particularmente, relató al momento de presentarse ante la instrucción “…Hace aproximadamente un mes
y medio atrás se llegaron por mi negocio de ferretería el padre y la madre de Lucas Britos. Me ofrecían un auto y
una casa para que yo hiciera marcha atrás. Yo les dije que de ninguna manera, que no estaba en mi esencia. La
madre me dejó el celular para que yo la llamara y que pensara en el ofrecimiento, yo no los llamé nunca. A la
semana volvieron por mi negocio, se bajó la madre me dijo que por favor necesitaba hablar conmigo que el hijo
era inocente, que yo me pusiera en su lugar como madre, le dije que no, que yo lo había pensado muy bien, que
estaba muy segura lo que había hecho”.
También declaró en esa oportunidad Yáñez que unos días antes declarar recibió un llamado telefónico y
reconoció que era el padre de Britos a quien días antes había visto. Esa persona le dijo en la comunicación “hija
de puta, retirá todos los cargos porque voy a matar a tus hijos, estos en la puerta del departamento de tus hijos
esperándolos, si no cambiás de opinión te voy a cagar matando a tus hijos”.
(…)
Todos estos indicadores anteriormente señalados –personalidad, actitud de los padres de tentar
económicamente a la víctima para que cambie su declaración y luego, ante la negativa, amenazarla con matarle
los hijos y presión sobre la novia para obligarle a declarar falsamente a su favor-, configuran concretos riesgos
que, a más de impactar en la investigación y juicio ya concluidos, posibilitan inferencias no absurdas respecto al
riesgo de fuga. Ello es así porque las características individualizadoras de Britos y los actos realizados por él o por
otros a su favor (consistentes en manipulaciones y alteraciones de pruebas), proyectan desconfianza acerca del
sometimiento al accionar de la justicia.
“Britos”, S. nº 281, 7/8/2014
2.6.9. Eventual amedrentamiento a testigos de la causa. Particular situación en causas
de estupefacientes: reveladores de información. Comunidad pequeña.
En tal sentido, no puede soslayarse en el análisis de la justificación de la medida de coerción, el contexto
en el que se desarrollan los hechos aquí investigados –un barrio donde todos se conocen-, las particularidades
que presentan los ilícitos y la relación que existe entre las personas que venden estupefacientes y los
compradores. Además, debe ponderarse el conocimiento directo por parte del encartado de una actividad tan
específica, dado por su vínculo anterior con la comercialización de estupefacientes (El Tribunal Oral Federal Nº 1
de esta ciudad, mediante Sentencia Nº 16 de fecha 13/04/05 le impuso la pena de cuatro años de prisión en
cumplimiento efectivo por los delitos de comercialización de estupefacientes y tenencia con fines de
comercialización en concurso real, obteniendo la libertad condicional a partir del 07/01/07 –fs. 23-).
En efecto, el testigo que ha aportado información de relevancia para la investigación no es una persona
ajena al acusado y en caso de recuperar su libertad, Pérez volvería a compartir el entorno con el mismo. Ello por
cuanto ambos forman parte de grupo de personas que se interrelacionan en el peculiar ambiente de los
vendedores consumidores de estupefacientes. Un mundo en el cual, la propia clandestinidad de la actividad ubica,
normalmente coloca a los reveladores de información (como el testigo de autos) en una situación, al menos,
comprometida, si se quiere.
“Pérez”, S. nº 416, 29/10/2014
En las presentes actuaciones, han declarado dos testigos que han mencionado que son clientes
habituales de estupefacientes de la imputada Sevilla. No puede soslayarse en el análisis de la justificación de la
medida de coerción el contexto en el que se desarrollan los hechos aquí investigados –una ciudad pequeña-, las
particularidades que presentan los ilícitos y la relación que existe entre la acusada y los testigos.
En efecto, los testigos son conocidos por la imputada y en caso de recuperar su libertad, Sevilla volvería
a compartir el entorno con los mismos, ya que ambos forman parte de grupo de personas que se interrelacionan
en un ambiente muy particular como es de los vendedores-consumidores de estupefacientes, en donde la
clandestinidad de la actividad ubica a los reveladores de información (como los testigos de autos) en una
situación, al menos, comprometida. A esta singular característica del mercado de estupefacientes, hay que
sumarle que los presentes sucesos ocurren en una ciudad pequeña, lugar de residencia de la acusada y los
testigos, espacio en el cual la mayoría de personas se conocen y la posibilidad de movilizarse sin pasar
desapercibido aparece difícil.
Como se puede ver, la eventualidad de que se entorpezca el proceso a través de la influencia sobre los
testigos que han aportado datos de relevancia para la presente investigación, no luce remota o descabellada,
máxime cuando las presentes actuaciones se encuentran en la etapa del juicio.
“Sevilla, Andrea Romina”, S. nº 440, 18/11/2014.
2.6.10. Amenazas de familiares del imputado a la principal testigo de la causa
En ese contexto, pues, adquieren especial relevancia dos de los indicios de riesgo procesal concreto
valorados por el a quo: las amenazas de familiares del imputado a la testigo que lo vinculó al hecho delictivo, por
un lado, y su arraigo precario, por el otro. Ambos aparecen como razonablemente demostrativos –en el marco de
un delito de gravedad y en la antesala del debate– de que Chacón pondrá obstáculos al descubrimiento de la
verdad o se sustraerá a la autoridad para impedir el desarrollo del juicio. En el primer caso, si bien es cierto que no
se trata de conductas del imputado sino de terceros, no se trata de personas ajenas a su entorno y es claro el
destino de amedrentamiento para neutralizar una prueba de cargo, lo cual permite inferir que objetivamente existe
un riesgo, lo que en las puertas del juicio es de imperiosa necesidad impedir.
“Chacón”, S. nº 413, 28/10/2014
2.6.11. Amenazas e intimidaciones del imputado a la víctima menor de edad en la
comisión de los abusos sexuales, y amenaza posterior del coimputado a la madre de la
víctima para que “no comentara nada” de lo sucedido.
Como se puede ver, la medida de coerción restrictiva de la libertad se encuentra justificada ya que, en
caso de recuperar la libertad, el acusado Álvarez podría intimidar a testigos del hecho y presentarse
personalmente ante la víctima a los mismos fines, como ya lo realizó en el momento de comisión de los hechos y
como lo hizo el acusado Ludueña manifestando que junto con el acusado Álvarez matarían a la familia de la
víctima si hablaban.
En definitiva, es la especial situación de vulnerabilidad de la víctima, en el contexto señalado (amenazas
e intimidaciones desarrolladas para cometer los sucesos, residencia en un lugar pequeño donde imputado y
víctima se conocen entre sí, y un hecho concreto de intimidación hacia la madre de la menor por parte del
acusado Ludueña, manifestándole que todos los imputados y otras personas matarían a su familia si hablaba), lo
que torna imprescindible e irreemplazable la prisión preventiva del imputado Álvarez en los actos preliminares del
juicio.
“Álvarez, Cristian Edgardo”, S. nº 435, 17/11/2014
2.6.12. Amenazas de familiar del imputado a familiar de la coimputada. Incidentes entre
familiares del imputado y personal policial durante el juicio.
De otro costado, la inferencia anterior acerca de la insumisión del imputado Soria a una futura
confirmación de la sentencia de condena se ve reforzada por otras circunstancias: las amenazas proferidas por la
hermana del imputado a la de la coimputada Barrera (que motivó una denuncia penal por parte de esta última), las
amenazas proferidas en los pasillos de la Cámara en el transcurso del debate, y los incidentes entre algunos
familiares de Soria y personal policial en las inmediaciones del Palacio de Justicia II, tras el veredicto. Ello
refuerza, como ya dijimos, la inferencia de no sometimiento del imputado a una futura confirmación de la
sentencia, conclusión que es válida a pesar de que (no) se trate de conductas que hayan sido propias del
imputado, como alega el defensor, porque aun así son demostrativas de que aquel va a encontrar un ámbito
propicio para sustraerse del cumplimiento de la pena ante su eventual confirmación.
Finalmente, si lo anterior acaso no pudiera estimarse como suficiente fundamento de peligrosidad
procesal, cabe agregar que el domicilio ofrecido por el defensor tampoco da seguridad acerca de su sometimiento
al cumplimiento de la pena en caso de que sea ratificada por esta Sala. En efecto, se trata del mismo domicilio en
el que ocurrió el hecho, ubicado en cercanías de la familia de su ex concubina, la coimputada Barrera, quien se
encuentra también privada de su libertad. De esta manera, al tratarse del lugar en el que los imputados habrían
matado al niño (por comisión, el imputado Soria, y por omisión equivalente a comisión, la imputada Barrera), lo
que ya declaró un tribunal con grado de certeza, aparece como inadecuado para que resida uno de ellos, máxime
cuando el enfrentamiento y amenazas entre las familias de ambos (aunque en rigor no habiten en el mismo barrio,
como alega el quejoso) ha quedado evidenciado durante el debate.
“Barrera, Maribel Alejandra Soledad – Soria, Marcos Roberto”, S. nº 426, 11/11/2014
2.7. COIMPUTADO PRÓFUGO
2.7.1. Posible actuación conjunta para frustrar los fines del proceso
También luce acertada la valoración del Tribunal como indicio de fuga de la circunstancia que a la fecha existe un
co-imputado prófugo –Correa-. Se arriba a tal conclusión ya que la existencia de un sujeto que se ha evadido con éxito del
accionar de la justicia, puede abonar la sospecha de que, puesto en libertad el otro coimputado, entre ambos podrían llevar
adelante estrategias comunes tendientes a una fuga conjunta, o a entorpecer la investigación. Y en este caso en particular
no debe soslayarse el dato aportado por Juan Omar Vega que al recurrente –Montenegro- lo conoce porque siempre anda
con el Gringo (apodo de Correa). De esta manera, al encontrarse Correa prófugo y la cercana relación que tiene con
Montenegro –hasta tal punto que se refirió que siempre andan juntos- abona seriamente la posibilidad de que (…) puedan
ponerse de acuerdo para llevar a cabo actos de entorpecimiento o de fuga.
“Montenegro”, S. nº 324, 5/9/2014
2.7.2. Necesidad de demostrar un posible actuar en conjunto para desvirtuar los fines del
proceso
“Por lo demás, cabe referir en general que la mera calidad de prófugo de uno o varios de los partícipes de un
hecho delictivo no necesariamente constituye, por sí solo, un indicio de riesgo procesal. Esa situación deberá presentarse
en un contexto, o deberá revestir ciertas características, que permitan inferir que el imputado asumirá, junto al prófugo
desconocido (…) una determinada conducta entorpecedora (véase, por ej.,. TSJ Sala Penal, “Montenegro”, S. nºS. nº 324,
5/9/2014). [L]a existencia de un coautor prófugo en un delito que (…) no implica mayor organización ni complejidad, no
basta para inferir riesgo procesal”.
“Lescano”, S. nº 392, 10/10/2014
Finalmente, en el contexto hasta aquí descripto no luce desacertada la valoración del tribunal, como indicio de
fuga, de la circunstancia que a la fecha existe un coautor prófugo. Ello abona seriamente la posibilidad de que puedan
ponerse de acuerdo para llevar a cabo actos de entorpecimiento o de fuga (cf. TSJ Sala Penal, “Montenegro”, S. nº 324,
5/9/2014).
Es menester acarar, conforme ya ha señalado esta Sala, que la mera calidad de prófugo de uno o varios de los
partícipes de un hecho delictivo no necesariamente constituye, por sí solo, un indicio de riesgo procesal, ya que esa
situación deberá presentarse en un contexto, o deberá revestir ciertas características, que permitan inferir que el imputado
asumirá, junto al prófugo desconocido, una determinada conducta entorpecedora (cf. “Lescano”, S. nº 392, 10/10/2014).
En el presente caso, la actuación conjunta y organizada en el hecho y en el intento de fuga –con las
características ya señaladas– inmediatamente posterior a aquél (el que ha sido exitoso para el coautor prófugo), autoriza a
inferir un probable apoyo mutuo para evadir, ambos en libertad, la actuación de la justicia.
“Romero, Roberto Pío”, S. nº 480, 12/12/2014
2.8. FUGA INMEDIATA DEL IMPUTADO TRAS EL HECHO (CARACTERÍSTICAS PARA PODER SER VALORADA COMO
INDICIO)
Como se puede ver, la duración de la fuga (involucró a dos localidades), la velocidad impresa al motovehículo a
través de las calles de la localidad de Inriville, la multiplicidad de obstáculos evadidos (primero el cerrojo en la ruta, luego la
persecución de dos móviles policiales y finalmente el intento de obstrucción de la familia de la novia del acusado) son todos
elementos indiciarios de la voluntad del imputado de emprender no sólo una simple elusión, sino además de excluir pruebas
relevantes (téngase presente que el acusado tenía en su poder elementos relevantes para la investigación, que finalmente
fueron secuestrados) (en similar sentido se resolvió en “Pelegrini”, S. Nº 300, 04/11/2008).
“Díaz”, S. nº 278, 6/8/2014
[S]e observa con claridad que la actitud asumida por Barrionuevo durante la comisión del ilícito y la posterior huida
tienen características particulares: el acusado logró fugar mientras el menor, a quien momentos antes le había indicado que
utilice el arma ante un eventual llamado a la policía, intercambiaba disparos con el policía de civil colocando en riesgo la
integridad de este último y de los ocasionales transeúntes. Por circunstancias ajenas a su voluntad, Barrionuevo debió
trasladarse hacia el Hospital Córdoba para ser asistido de las heridas que presentaba. Allí inventó una hipótesis delictiva
para evitar la actuación de la autoridad policial, lo cual no dio resultado.
Como se puede ver, la actitud del enrostrado diciéndole a su compañero que dispare a unas de las víctimas si
llamaba a la policía, la huida ante la identificación del Agente Brentan como policía, el posterior intercambio de disparos del
uniformado con el menor y la intención de Barrionuevo de brindar una versión delictiva para evitar la actuación de la
autoridad policial son todos elementos indiciarios de la voluntad del imputado de emprender no sólo una simple elusión, sino
además de excluir pruebas relevantes (téngase presente que el acusado ingresó a la casa del primo de su novia con la
motocicleta que poseía los disparos que había recibido en la persecución).
De esta manera, se cuenta con contundentes indicios de fuga y entorpecimiento del proceso, demostrativos de un
proceder de Barrionuevo contrario a la actuación de la justicia e indicadores de la actitud que podría llevar a cabo el
acusado si es puesto en libertad.
“Barrionuevo”, S. nº 292, 14/8/2014
Como se puede ver, la duración de la fuga (primero en el vehículo conducido por la menor de edad y luego a pie),
la velocidad impresa al motovehículo a través de las calles de Barrio Matienzo, el éxito de la huida que sólo pudo ser
frustrado ante la actuación de los vecinos del barrio que indicaron que Díaz había ingresado en un pasaje y luego al interior
de una vivienda contra la voluntad del propietario y el desprendimiento de la camisa que portaba para despistar, son todos
elementos indiciarios de la voluntad del imputado de emprender no sólo una simple elusión, sino además de excluir pruebas
relevantes (téngase presente que la menor llevaba consigo lo sustraído a la damnificada Cisneros y Yonathan Díaz tenía
entre sus pertenencias el arma utilizada para perpetrar el ilícito, elemento que hasta el momento no ha aparecido).
“Díaz”, S. nº 311, 29/8/2014
Como se puede ver, la duración de la fuga (involucró grandes distancias de esta ciudad, entre Barrio Arguello y
Barrio Villa Páez donde finalmente fueron aprehendidos los acusados), la velocidad impresa al vehículo a través de las
calles de la ciudad de Córdoba durante varios kilómetros (los imputados llegaron a meterse en contramano por una arteria
muy transitada de la ciudad, como la avenida Costanera), la multiplicidad de obstáculos evadidos (primero el policial en el
Puente Zípoli donde se embistió con el auto a un Agente, luego la persecución de varios móviles policiales por vía terrestre),
la utilización de medios extraordinarios por la fuerza de seguridad para vencer la tenacidad en la huida de los acusados (fue
el apoyo aéreo el que finalmente pudo divisar a los acusados) son todos elementos indiciarios de la voluntad del imputado
de emprender no sólo una simple elusión, sino además de entorpecer el proceso (los elementos sustraídos no han sido
recuperados hasta el momento).
En conclusión, el temor a que el acusado se fugue y entorpezca el proceso y el hecho de encontrarnos a las
puertas del debate que eventualmente podrá derivar en una condena de cumplimiento efectivo de seis años y ocho meses
de prisión como mínimo, tornan absolutamente necesario la continuidad del encarcelamiento preventivo...
“Bela”, S. nº 359, 18/9/2014
Como se puede ver, el prevenido tuvo actitudes que reflejan la voluntad de emprender no sólo una simple elusión
sino de tratar de vencer cada obstáculo que se presente y escapar a cualquier costo, poniendo incluso en riesgo la
integridad física de terceros. Esas conductas desempeñadas por Altamirano ante cada freno que encontró a su plan de fuga
inicial, son demostrativas de una capacidad concreta de asumir riesgos con el fin de no lograr el sometimiento a la
autoridad y evitar la actuación de la justicia.
“Altamirano”, S. nº 405, 20/10/2014
Véase tb. “Benedetti”, S. nº 410, 27/10/2014
“Los comisionados Manuel Sánchez y Javier Antonio Accietto ingresaron a la vivienda para realizar el registro de
la misma. Al advertir la presencia policial, Diego Esteban Pérez tomó una caja de plástico de color naranja e intentó salir
corriendo en dirección al patio, sin lograr su objetivo por haber sido aprehendido por los mencionados agentes. Como se
puede ver, la fuga practicada por Diego Esteban Pérez aparece burda y, debido a lo fácil que fue frustrada, no evadió
obstáculo alguno. En consecuencia, la huida emprendida por el acusado al percatarse de la presencia policial, no presenta
elementos que exterioricen la voluntad del acusado de emprender algo más que una simple elusión”.
“Pérez”, S. nº 416, 29/10/2014 (voto de la Dra. Tarditti)
Esa actitud del acusado ante la inminencia de la actuación policial, buscando los estupefacientes para intentar huir
con ellos, evidencia una voluntad que va más allá de emprender una simple elusión y que se endereza claramente hacia un
objetivo de entorpecimiento de los fines del proceso. Adviértase que por su cantidad y el modo en que se hallaban
fragmentadas, esas sustancias constituían pruebas de fundamental importancia para las presentes actuaciones y que ello
no podía escaparse al encausado.
“Pérez”, S. nº 416, 29/10/2014 (voto del Dr. Rubio)
Estimo correcta la solución que da el señor Vocal del segundo voto, por lo que a ella me remito en su totalidad,
con excepción del argumento relativo al intento de fuga emprendido por el imputado ante la presencia policial en su
domicilio. Ello por cuanto entiendo que, las características de la acción intentada, sumadas a su espontaneidad, no permiten
inferir peligro procesal de fuga o de entorpecimiento de la investigación por parte del encausado; sin perjuicio de que este
último riesgo, sí pueda extraerse, en cambio y en modo suficiente, de los restantes elementos considerados por el Sr. Vocal
preopinante, que sí hago míos en esta remisión.
“Pérez”, S. nº 416, 29/10/2014 (voto de la Dra. Cáceres de Bollati)
c. A tales indicios se suma una circunstancia que aparece como determinante en el análisis efectuado por el a
quo: el intento de fuga del imputado Romero tras la comisión del hecho delictivo y la persecución policial que
inmediatamente se produjo, situación que, por sus características, evidencia objetivamente un tenaz ánimo del imputado de
sustraerse a la autoridad, y autoriza a colegir que muy probablemente ello se reiterará en caso de ser puesto en libertad,
esta vez para eludir el juicio o el cumplimiento de la pena en caso de condena.
Así, surge de la resolución impugnada que el imputado Romero intentó huir del domicilio donde, según la
acusación, habría cometido, junto a otros cuatro sujetos, un robo a mano armada, ante el arribo de la policía. Ello derivó en
una persecución policial contra los presuntos autores sobre los techos de las viviendas aledañas, con intercambio de
disparos de armas de fuego. A la postre, el incoado Romero fue aprehendido por efectivos policiales en el patio de una
cercana junto al coimputado Escobar.
De ese modo, el esfuerzo y la tenacidad puestas de manifiesto por el imputado Romero y los demás partícipes del
robo en la superación de obstáculos a los fines de escapar de la autoridad policial, pueden en esta instancia proyectarse
razonablemente como indicadores de una posible evasión de la acción de la justicia, máxime la inminencia del juicio oral y la
entidad de la pena que le espera en caso de condena. En definitiva, las características de la fuga son contundentemente
demostrativas de un proceder contrario a la actuación de la justicia y claramente indicadoras de la actitud que podría llevar a
cabo si es puesto en libertad.
De otro costado, la circunstancia de que la evasión precedentemente descripta surja del hecho que es objeto del
proceso y que será discutido en el debate, según objeta el impugnante, no impide que sus características puedan ser
ponderadas en el análisis de la prisión preventiva. Repárese que estamos ante eventos con relación a los cuales existe un
requerimiento de citación a juicio firme, en cuya plataforma fáctica se describe la evasión aquí valorada (conforme se
transcribe en el auto impugnado). De ese modo, sin necesidad de que este tribunal emita juicio alguno acerca de los
extremos de la imputación (existencia del hecho y participación del imputado), nos encontramos en presencia de sucesos
comprobados con el grado de probabilidad que la elevación a juicio requiere, por lo que nada impide que puedan ser
valorados con ese alcance en esta instancia, sin que ello implique –ni por la cámara ni por esta Sala– un adelantamiento del
juicio de mérito sobre los extremos de la imputación.
“Romero, Roberto Pío”, S. nº 480, 12/12/2014
Aparece como determinante, en ese análisis, la fuga del imputado Peralta tras el hecho y la persecución policial
que inmediatamente se produjo, situación que, por sus características, evidencia objetivamente un tenaz ánimo del
imputado de sustraerse a la autoridad, y autoriza a colegir que muy probablemente ello se reiterará en caso de ser puesto
en libertad, esta vez para eludir el cumplimiento de la pena en caso de que se confirme.
En efecto, en momentos en que el imputado Peralta escapaba de la vivienda donde cometió, junto a otros dos
sujetos, un robo a mano armada, trasladándose en un vehículo en el que los delincuentes habían cargado todos los
elementos sustraídos, fue interceptado por un móvil policial que se encontraba anoticiado del hecho delictivo, lo que originó
una intensa persecución…
(…)
[L]a duración de la fuga y el tramo recorrido (involucró varias cuadras de la ciudad de Carlos Paz), la velocidad
impresa al vehículo a través de distintas arterias (algunas a contramano), la multiplicidad de obstáculos evadidos (varios
móviles policiales), la realización de disparos de arma de fuego contra los perseguidores, y finalmente la resistencia tenaz
del imputado Peralta a ser aprehendido trabándose en lucha con un policía, son contundentemente demostrativos de un
proceder contrario a la actuación de la justicia y claros indicadores de la actitud que podría llevar a cabo si es puesto en
libertad.
“Bazán (Peralta)”, S. nº 491, 17/12/2014
Como se puede ver, el prevenido tuvo actitudes que reflejan la voluntad de emprender no sólo una simple elusión
sino de tratar de vencer cada obstáculo que se presente y escapar a cualquier costo, a pesar de las complicaciones que
presente su plan original. Esa conducta desempeñadas por Vega de no cesar en su voluntad de huir y renovarla ante los
nuevos obstáculos que iban apareciendo (en este caso la actuación progresiva de varias personas que iban reforzando la
persecución y resistirse a la intervención de los dos policías), son demostrativas de una capacidad concreta de asumir
riesgos con el fin de no lograr el sometimiento a la autoridad y evitar la actuación de la justicia.
De esta manera, ha quedado demostrado que la actividad emprendida por Vega para lograr la impunidad no
constituye una reacción normal y esperable dentro de lo humanamente posible frente a una inminente aprehensión, como
sostiene la defensa”.
“Vega, Douglas Nazareno”, S. nº 1, 6/2/2015.
2.9. CONDUCTA DE INCUMPLIMIENTO DE NORMAS, ÓRDENES JUDICIALES, ETCÉTERA
2.9.1. Incumplimiento de medidas de exclusión y no acercamiento
Por último, mencionó la infracción a la orden de exclusión y la desobediencia a la prohibición de contacto
con la víctima, dispuestas por un juzgado del fuero de familia, con lo que el imputado demostró una deliberada
falta de acatamiento a las órdenes de las autoridades judiciales competentes. Medidas judiciales que, según surge
de las constancias de autos, se encontraban debidamente notificadas al imputado
“Quevedo”, S. nº 174, 28/5/2014
2.9.2. Incumplimiento de las condiciones de libertad que se le concediera en una causa
penal anterior por un hecho cometido contra su pareja
Por lo demás, aunque también relacionado con lo anterior, el a quo señaló que el hecho que será objeto
de juicio en la presente causa implica que hubo, por parte de Mansilla, un incumplimiento de las condiciones de
libertad que se le concediera en una causa penal anterior por lesiones leves y amenazas en contra de su pareja
(no concurrir al domicilio de la víctima o a los lugares que frecuenta, lugar de trabajo o vía pública; no relacionarse
ni comunicarse, etcétera), tramitada por ante la Fiscalía de Instrucción de Distrito II Turno 5, según surge de las
constancias de fs… . Antecedente que ya había sido valorado por el juez de control y por la cámara de
apelaciones en cuanto hecho vinculado a la misma víctima en el marco de la violencia familiar, y que fuera referido
por ella y su madre en sus respectivas declaraciones testimoniales brindadas en la causa.
“Mansilla”, S. nº 178, 9/6/2014
2.9.3. Incumplimiento de las condiciones de la libertad condicional (no cometer nuevos
delitos)
b. De esta manera, como único fundamento concreto de la medida de coerción queda el indicio
relativo al incumplimiento de las condiciones de la libertad condicional. Sin embargo, tal circunstancia pierde todo
valor como indicador de riesgo procesal en cuanto se advierte que el incumplimiento se vincula a condenas que ya
no pueden ser computadas para la reincidencia, de acuerdo a los plazos fijados por el art. 50 del CP). Asimismo
esas condenas han superado el plazo previsto por el art. 51 CP, "a todos sus efectos". Por tanto tampoco puede
extraerse de ellas el dato del incumplimiento de las condiciones de subsistencia de la libertad condicional, en tanto
implicaría derivar "efectos" de sentencias que han caducado, contrariando la prohibición legal.
“Reina”, S. nº 294, 14/8/2014
b. Efectivamente, la comisión del hecho delictivo que dio origen a la presente causa implica un
incumplimiento de las condiciones de la libertad que se le concediera anteriormente al imputado en otra causa por
la cual fue condenado (v. supra, pto. 4, letra c). Ello permite inferir que en caso de que se le otorgue la libertad en
el proceso que aquí se le sigue por nuevos hechos delictivos, aquel va a tener una conducta de sustracción a la
autoridad y elusiva de la acción de la justicia.
Lo anterior no debe, sin embargo, equipararse a mera proclividad delictiva, pues no es la comisión de un
nuevo hecho delictivo lo que se valora como indicador de peligrosidad procesal, sino concretamente la conducta
de desobediencia de un compromiso asumido para la obtención de un beneficio en la ejecución de la condena. Tal
infracción tiene por consecuencia la revocación de dicho beneficio (art. 15 CP), sin que ello obste a que pueda ser
valorada como indicadora de insumisión a la autoridad para impedir el desarrollo del juicio o el cumplimiento de la
eventual pena.
Ahora bien, los indicios anteriores, por sí solos, acaso no tengan la suficiente entidad para derivar el
riesgo para los fines del proceso, máxime cuando no estamos ante delitos de extrema gravedad. No obstante,
existen otros indicios que fortalecen la inferencia que aquellos permiten realizar.
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014
No puede soslayarse en el análisis de la justificación de la medida de coerción, que a los dos meses de
obtenido el beneficio de la libertad condicional por parte de Mercado, se produjo el suceso por el que está acusado
el recurrente. Esta particular situación, violación por parte de Mercado de las pautas de sometimiento al proceso a
los pocos días de concedida la libertad condicional, con conocimiento de las circunstancias de su otorgamiento y
las consecuencias que aparejaba el no cumplimiento de las pautas, resulta demostrativa de una clara actitud del
acusado de no atenerse a las reglas de conducta que se fijan en resoluciones judiciales. Esta circunstancia
claramente proyecta desconfianza acerca del sometimiento al accionar de la justicia si es colocado en libertad. El
letrado defensor propone que el acusado sea sometido a pautas de conducta alternativas al encierro, pero de lo
mencionado anteriormente surge que Mercado ha incumplido las pautas que se le fijaron al momento del
otorgamiento de la libertad condicional, por lo tanto la posibilidad que respete las pautas de sometimiento al
proceso en una hipotética nueva concesión de la libertad resulta, al menos, de difícil concreción.
“Mercado, Luis Alberto”, S. nº 464, 5/12/2014
2.10. CONDUCTAS EVASIVAS DEL PROCESO
Como se puede ver, contamos con fuertes indicios de que puesto en libertad el acusado optaría por evadirse del
accionar de la justicia como ya lo ha realizado en otras ocasiones. En efecto, Guerrero ante el conocimiento de la causa
judicial que se seguía en su contra omitió volver hacia esta ciudad, a pesar de tener fecha de regreso.
“Guerrero”, S. nº 391, 9/10/2014
Como se puede ver, la posibilidad de que el acusado Lascano se evada del proceso no aparece descabellada ya
que antes de que acaezca el hecho por el que se lo acusa, junto con su mujer se habían organizado para irse a vivir a otro
país. La preparación de dicho plan se encontraba muy avanzada, a tal punto que ya estaba tramitando los pasaportes de
sus hijos y haciendo los trámites escolares para ellos.
La mención del defensor que el acusado presentó mantenimiento de la libertad, poniéndose a disposición de la
justicia, cuando todavía no estaba imputado no permite derribar la sospecha de fuga que se cierne sobre el acusado, ya
que ha quedado evidenciado que el acusado se había organizado para irse a vivir al extranjero. Esa circunstancia no puede
ser soslayada en el análisis de la justificación de la medida de coerción, máxime cuando las presentes actuaciones se
encuentran en las puertas del debate.
“Lascano”, S. nº 408, 23/10/2014
5. En consonancia con lo expuesto precedentemente, la Cámara a quo valoró, en primer término, que al prevenido
González se le atribuye la comisión de un delito especialmente grave cuya pena, en caso de recaer condena,
necesariamente será efectiva. Con esa base, consideró que existen también claros indicios de peligrosidad procesal en
concreto.
Describió, en efecto, una circunstancia en particular: desde el primer allanamiento efectuado en el domicilio del
encartado hasta su detención transcurrieron cinco meses en los que aquel se mantuvo prófugo de la justicia, con
conocimiento de la existencia de una orden de captura dispuesta en su contra.
(…)
En el mismo sentido, el Fiscal de Cámara señaló –en el dictamen transcripto por el a quo– que el imputado fue
aprehendido el 31/7/2013, esto es, algo más de cinco meses después del hecho y luego de que la policía desplegara una
intensa actividad tendiente a ubicar su paradero y posterior detención. Explicó que se practicaron cuatro allanamientos a
distintos domicilios aportados por los investigadores, todos con resultado negativo, y que se requirió la intervención de
líneas telefónicas que presumiblemente utilizaba para comunicarse con sus familiares.
De esa manera, el fallo impugnado nos presenta una conducta concreta del imputado en el presente proceso que
es claramente demostrativa de que, en libertad, intentará nuevamente eludir la acción de la justicia.
Frente a ello, el defensor sólo atina a argüir que su representado se puso a disposición de la justicia al tomar
conocimiento del pedido de captura. No obstante, no explica las razones por las que habría desconocido los distintos actos
de investigación que se dirigían en su contra y que recaían en domicilios a él relacionados, e incluso los actos dirigidos
contra el coimputado Castro, quien también se encontraba prófugo. De esta manera, deviene plausible el razonamiento del
Fiscal de Cámara transcripto por el tribunal: la conclusión acerca del riesgo de elusión no es contrariada por el hecho de que
González se haya entregado a las autoridades policiales, pues tal acción no fue espontánea sino motivada por el cerco que
se ciñó en torno a él.
González, Leonardo Gabriel, S. nº 444, 19/11/2014
Aparece como determinante, en ese análisis, que los imputados Almirón y Chiatti frustraron un proceso anterior
que se encontraba en la parte final de la audiencia de debate, al no comparecer en la fecha fijada para el dictado del
veredicto, tras el pedido de condena para ambos por parte del representante del Ministerio Público Fiscal. Ambos
permanecieron prófugos durante un año y ocho meses hasta que se logró su detención, tras diversas tareas de
investigación.
(…)
Por lo demás, repárese que cuando los imputados Almirón y Chiatti se sustrajeron a la autoridad, ya conocían las
penas solicitadas por el fiscal de cámara, que a la postre eran casi las mismas que las aplicadas en el juicio que se llevó a
cabo posteriormente. En consecuencia, resulta razonable ahora sostener que con su propio proceder, los nombrados
demostraron fehacientemente su intención de eludir el accionar de la justicia. Y ello por cuanto ya lo hicieron en su
momento cuando estaban siendo juzgados en libertad.
“Almirón – Chiatti”, S. nº 460, 1/12/2014
2.11. CONDICIONES DE LA VÍCTIMA
2.11.1. Extrema vulnerabilidad de la víctima (violencia de género y abusos sexuales
contra menores)
[E]l Juez Correccional argumentó que de acuerdo a la naturaleza de los hechos (violencia doméstica y
de género), y por expresas exigencias legales, es necesario que el juicio se realice, y la recuperación de la libertad
en forma anticipada podría provocar su frustración. (…) Ponderó, asimismo, que en caso de que Romero
recuperara la libertad, la denunciante podría estar expuesta a una posible mayor influencia por parte del acusado.
Ello queda evidenciado por la dependencia emocional y económica de la víctima hacia aquél, y de la presencia de
indicadores de vulnerabilidad, conforme surge de la valoración psicológica del equipo técnico de violencia
familiar…. Señaló el a quo, además, que a la fecha de la resolución se encontraba pendiente la realización de la
pericia psicológica en la persona del acusado Romero, ofrecida por el defensor como prueba en la investigación
suplementaria y ya ordenada en autos.
(…)
La última circunstancia mencionada de riesgo procesal es la que tiene valor dirimente, en tanto irradia el
riesgo de manipulación de la prueba de cargo para la audiencia oral, por las características singulares del autor y
de la víctima, que ha merecido esta apreciación (capacidad de influenciar del primero y vulnerabilidad de la mujer)
por todos los fiscales y jueces que han intervenido en el proceso y se encuentra asentada en pruebas técnicas. No
estamos, pues, en presencia de criterios de peligrosidad material (peligrosidad del imputado, por ejemplo en la
posibilidad de reiteración de los hechos de violencia contra la víctima) sino estrictamente de peligrosidad procesal
(riesgo que la libertad del imputado supone para la realización del debate, atento a la relación cercana con la
víctima y la especial vulnerabilidad de esta).
Por ello se torna razonable la subsistencia del encarcelamiento preventivo a los fines de asegurar los
fines del proceso, en concreto, la realización del debate, sin que el recurrente haya demostrado –reiteramos– que
la fundamentación de la medida de coerción fuese palmariamente irrazonable.
“Romero”, S. nº 159, 19/5/2014
2.11.2. Dependencia emocional y económica de la mujer víctima –cuya declaración en el
debate se encuentra pendiente– hacia el imputado (violencia de género)
Ponderó, asimismo, que en caso de que Romero recuperara la libertad, la denunciante podría estar
expuesta a una posible mayor influencia por parte del acusado. Ello queda evidenciado por la dependencia
emocional y económica de la víctima hacia aquél, y de la presencia de indicadores de vulnerabilidad, conforme
surge de la valoración psicológica del equipo técnico de violencia familiar.
“Romero”, S. nº 159, 19/5/2014
2.11.3. Vulnerabilidad de niños víctimas de delitos sexuales
El domicilio fijado por Rodríguez en el caso de obtener la libertad anticipada resulta ser el mismo donde
residía al momento de la comisión de los hechos. Se trata de una casa denominado “Palabra Viva”, administrada
por la Casa del Niño, ubicada sobre calle Centento s/n de la localidad de Unquillo, a una cuadra de distancia del
Hogar.
De este modo, de obtener la libertad Rodríguez se reubicaría en el mismo contexto espacial en el que se
encontraba al momento de la ocurrencia de los hechos, esto es en la población de Unquillo, a una cuadra de la
Casa del Niño, donde pasó la mayor parte de su vida y donde forjó vínculos personales y laborales. Todo ello
permite suponer que nada impediría que personas allegadas al acusado o bien ex autoridades de la Casa del Niño
trataran de influenciar el ánimo de la menor D.E.T. o del resto de los testigos, perjudicando de este modo los fines
del proceso, como ya ocurrió anteriormente y se referirá a continuación.
En efecto, según surge de los informes de la SENAF, que en circunstancias en que el equipo técnico de
dicha Secretaría realizaba una visita domiciliaria a Serrezuela, el progenitor de D.E.T. hizo saber que el 30/3/2012,
personal de la Casa del Niño se había constituido en su domicilio (tres personas), quienes preguntaron a la menor
cómo estaba y si quería volver o pasar las fiestas de Pascuas en el Hogar, llegando incluso a prometerle buscar a
su madre por internet (ver fs. 68). Esta circunstancia, fue valorada por los profesionales intervinientes como “una
aparición intempestiva que no favorecía el proceso que se estaba desarrollando, por desestabilizar
emocionalmente al grupo de hermanos” (fs. 77). Asimismo, y tal como lo señaló el representante del Ministerio
Público que a la fecha de la señalada visita, la entidad “Casa del Niño” ya se encontraba intervenida por el
Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de esta Provincia, con motivo de los hechos ilícitos que habían sido
conocidos con anterioridad (ver fs. 404) y sobre los cuales las personas visitantes de la menor tenían
conocimiento. Todo ello revela, independientemente de la intencionalidad que pueden haber tenido dichas
personas, la extrema vulnerabilidad de la víctima ante actos orientados a frustrar los fines del proceso que
eventualmente ocurran.
Asimismo, merece ser destacado que la presente causa es la segunda en ser elevada a juicio, de una
serie de investigaciones que se están llevando a cabo respecto a hechos de abuso sexual que se habrían
perpetrado en el ámbito de la Casa del Niño, cuyo común denominador es la extrema vulnerabilidad social de las
víctimas. Extrema vulnerabilidad que surge no sólo por ser niños, sino también por tratarse de menores
provenientes de familias en riesgo, que no contaban con la protección que normalmente sus familias pueden
prodigarles.
“Rodríguez”, S. nº 415, 29/10/2014
2.12. CONDICIONES PERSONALES DEL AUTOR
2.12.1. Personalidad del autor violenta, inadecuada, agresiva, transgresora (violencia de
género y abusos sexuales)
Valoró en ese sentido que el imputado, de 38 años de edad, es pareja de la denunciante con quien tiene
un hijo, y presenta adicción a la marihuana y la cocaína, además de una personalidad violenta.
“Romero”, S. nº 159, 19/5/2014
A todo lo anterior el a quo agrega, en calidad de indicio de riesgo procesal, que la pericia psicológica
efectuada sobre el imputado da cuenta de rasgos de personalidad agresiva, invasiva, transgresora, proclive a
incurrir en conductas inadecuadas. Ello, con seguridad, refuerza la conclusión acerca de la posibilidad de la
contaminación de la prueba a incorporar en el debate.
“Arce”, S. nº 285, 13/8/2014 (delito sexual contra niñas/adolescentes)
2.12.2. Personalidad del autor extremadamente agresiva y transgresora (pericia
psicológica: rasgos psicopáticos, manipulación, disminución de frenos inhibitorios,
violación de normas)
La personalidad de Britos: La pericia psicológica contiene conclusiones relevantes en cuanto al acusado,
relativas en lo que aquí interesa a los rasgos psicopáticos y con características de manipulación que pueden
incidir en la violación grave de las normas, con disminución de los frenos inhibitorios.
(…)
Todos estos indicadores anteriormente señalados –personalidad, actitud de los padres de tentar
económicamente a la víctima para que cambie su declaración y luego, ante la negativa, amenazarla con matarle
los hijos y presión sobre la novia para obligarle a declarar falsamente a su favor-, configuran concretos riesgos
que, a más de impactar en la investigación y juicio ya concluidos, posibilitan inferencias no absurdas respecto al
riesgo de fuga. Ello es así porque las características individualizadoras de Britos y los actos realizados por él o por
otros a su favor (consistentes en manipulaciones y alteraciones de pruebas), proyectan desconfianza acerca del
sometimiento al accionar de la justicia.
“Britos”, S. nº 281, 7/8/2014
2.12.3. Personalidad propensa a reacciones impulsivas
Finalmente, el informe pericial da cuenta de una personalidad que presenta indicadores que lo hacen
proclive al desborde impulsivo agresivo ocasional como modo de expresión de sus frustraciones.
Por todo lo expuesto en cuanto a las circunstancias de peligrosidad procesal concreta, y atento a que los
delitos cometidos en el referido contexto de violencia contra niños exigen disponer todos las medidas
indispensables para asegurar la realización del juicio, entiendo que se torna razonable la subsistencia del
encarcelamiento preventivo, sin que aparezca otra medida como adecuada para ese fin. Ello también aparece
razonable si se tiene en consideración, además, que el imputado afrontará un juzgamiento por delitos de
gravedad, lo que fortalece los indicios de entorpecimiento supra analizados.
“Soria”, S. nº 307, 28/8/2014
2.12.4. Personalidad con rasgos impulsivos y tendencia a la fabulación
Por lo demás, las conclusiones de la pericia psicológica (…) convergen con tales indicios. Así, se
menciona que se destacan rasgos impulsivos y debilitamiento de frenos inhibitorios. Finalmente, el informe da
cuenta de indicadores de fabulación, esto es, tendencia a mentir y fantasear.
No se trata, pues, de hechos de los que la profesional psicóloga dé cuenta sin corroboración alguna en
la realidad (como objeta el defensor), sino de indicadores de ciertas características de la personalidad que surgen
de las técnicas administradas por aquellas, y como tales se erigen en indicios concretos de riesgo de fuga que
confirman los analizados precedentemente.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
2.12.5. Personalidad insegura, inestable, inmadura, dependiente, con baja tolerancia a la
frustración y signos de impulsividad
“También corresponde hacer mención a los estudios psicológicos realizados en autos al acusado. Así,
de dicha pieza surge que David Alejandro Rodríguez presenta una estructura de personalidad “lábil con
características de inseguridad, inestabilidad emocional, inmadurez y dependencia afectiva, pobre autoestima, baja
tolerancia a la frustración, oposicionismo y signos de impulsividad subyacente(…) Es decir que ante situaciones de
estrés o relacionadas a aspectos conflictivos de su personalidad, tiende a reaccionar, intentando mantener el
control de la conducta mediante actitudes seguras, pudiendo en ocasiones tomar distancia de los sucesos que lo
angustian, disociándose y recurriendo a la intelectualización y racionalización…” (ver fs. 313/316).
“Rodríguez”, S. nº 415, 29/10/2014
2.12.6. Personalidad bordeline, de tipo psicoático obsesivo, propenso a la autoagresión
y a la heteroagresión
Así sucede, en primer lugar, con las condiciones personales de Soria. En efecto, se ha destacado en el
fallo recurrido que el nombrado ha tenido reiterados intentos de suicidio, generados por episodios de violencia
familiar anteriores que determinaron la sustanciación de causas judiciales. Ello es valorado como claro indicio de
desequilibrio emocional del que no puede prescindirse al resolver sobre el cese de prisión, en cuanto la medida se
fundamenta en la eventual conducta del imputado obstaculizadora del proceso o elusiva de la actuación de la ley.
Ello, por lo demás, se ve corroborado por los informes psicológicos que enuncian historia familiar de violencia,
indicadores de desborde emocional en contra de una pareja anterior y en contra de sí mismo, personalidad lábil,
características borderline con manifestaciones conductuales de tipo psicopático obsesivo, apelación a
mecanismos disociativos, marcada impulsividad, tendencia a la descarga motriz, fallas en la integración racional
impulsiva, propenso tanto a la autoagresión como a la heteroagresión, afectividad caracterizada por bruscos
cambios de humor, escasa tolerancia a la frustración, modo regresivo y manipulatorio del manejo de sus
conductas. Así descriptas, tales características de la personalidad del imputado permiten inferir que si es puesto
en libertad, existen riesgos para el proceso por la inestabilidad a someterse a los límites que implica la acción de
la justicia, dadas sus singularidades (manipulación con faltas en la integración racional de impulsos).
El recurrente manifiesta, frente a lo indicado en el párrafo que precede, que Soria no se ha evadido en el tiempo
posterior al hecho en que estuvo libre y era investigado como sospechoso. A tal crítica debe responderse que la
situación actual difiere a la que él describe, en tanto el imputado ya ha sido condenado como autor penalmente
responsable del delito de homicidio calificado, con el grado de certeza que para ello se requiere, y ha recibido la
mayor pena dispuesta por el código de fondo. De ese modo, ya no se trata de un mero sospechoso sino de una
persona condenada en un juicio que, además, se realizó con jurados populares, lo que le da mayor legitimidad
social. Y si bien existe la posibilidad de que la casación sea exitosa, la situación a la que se enfrenta –
confirmación de una pena de prisión perpetua– es harto gravosa para su persona, lo que unido a las
características de su personalidad, proyecta desconfianza acerca del
cumplimiento de la eventual pena.
Afirma el quejoso, por otro lado, que tales características de la personalidad pueden ser corregidas o
atenuadas mediante la imposición de un tratamiento psicológico obligatorio. Sin embargo, ello no anula el peligro
para los fines del proceso que surge de características actuales de su personalidad, con relación a las cuales
parece difícil que un tratamiento –al cual también debería someterse– pueda asegurar su desaparición inmediata.
“Barrera, Maribel Alejandra Soledad – Soria, Marcos Roberto”, S. nº 426, 11/11/2014
2.13. ADICCIÓN AL ALCOHOL Y/O DROGAS (PER SE NO ES INDICADOR DE PELIGROSIDAD PROCESAL; EN EL
CONTEXTO, PUEDE SER RAZONABLE VALORARLO COMO TAL; SERÁ NECESARIO DAR UNA ARGUMENTACIÓN
PLAUSIBLE)
2.13.1. En el marco de la falta de arraigo
Así, los testimonios receptados en la causa son evidentes en cuanto a dos circunstancias concretas
íntimamente ligadas entre sí: la precariedad laboral y la inestabilidad del domicilio. Tales situaciones, de las que
dieron cuenta –conforme el fallo impugnado– numerosos testigos, evidencian la falta de arraigo del imputado en
un lugar determinado, con un trabajo y familiares que lo retengan, lo que permite concluir como probable que se
sustraiga a someterse a la justicia en caso de que la sentencia que le ha sido aplicada, ciertamente de gravedad,
sea eventualmente confirmada por esta Sala.
(…)
En ese marco indiciario, tampoco se muestra como absurda la valoración que la cámara efectúa del
consumo de alcohol por parte del imputado, aunque no llegue a ser una adicción total y permantente.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
2.13.2. En el contexto de violencia de género, personalidad violenta del autor,
vulnerabilidad de la víctima, dependencia emocional y económica hacia el autor, etc.
Y en concordancia con la descripta situación de pasividad, vulnerabilidad y dependencia en que se halla
la víctima, se valoró que la pericia psiquiátrica del imputado permite inferir riesgo de peligrosidad (fs. 304/5), lo que
evidencia la influencia determinante que podría tener sobre aquella, quien aún debe declarar en el debate. Se
destacó, además, que el acusado es consumidor de drogas y que tiene armas de fuego a su disposición.
“Mansilla”, S. nº 178, 9/6/2014
2.13.3. Sin otros indicios, es insuficiente, y prevalecen las condiciones personales
favorables
Por todo lo anterior, tampoco adquiere relevancia el hecho de que al imputado se le haya encontrado
restos de marihuana en su organismo (pericia química fs. 107). Es que la ausencia de otros indicios de relevancia
determina que el consumo de estupefacientes, por sí solo, no permita inferir que el imputado va a entorpecer el
proceso o sustraerse del actuar de la justicia. En cambio, asumen importancia las características de su
personalidad: persona joven, que vive en un domicilio fijo en individualizable junto a su concubina y dos hijas
menores de 7 y 9 años, que se desempeña laboralmente como peón de albañil.
“Lescano” , S. nº 392, 10/10/2014
2.13.4. Consumo esporádico de estupefacientes
El Tribunal ha utilizado como fundamento de la justificación de la medida de coerción una única
circunstancia: como Sánchez es consumidor de marihuana y no surge de autos que haya realizado tratamiento
sobre su problemática de consumo, ello condicionará su actitud frente al proceso. Como señala la defensora, al
momento de exponer sus condiciones personales (constancia que el Tribunal ha citado para hacer su
razonamiento), el imputado manifestó consumir marihuana ocasionalmente. De dicha situación no es posible
inferir ningún riesgo para el proceso, ya que no se observa como esa sola circunstancia –consumo esporádico de
estupefacientes- puede llegar a impactar negativamente en el cumplimiento de las pautas de sujeción al proceso
que se impongan.
Sánchez, Matías Mauricio, S. nº 506, 23/12/2014.
2.14. CONDUCTA DURANTE LA EJECUCIÓN DE LA PENA: SANCIONES EN EL ESTABLECIMIENTO PENITENCIARIO
2.14.1. Gran cantidad de sanciones
La acusada presenta gran cantidad de sanciones disciplinarias desde que se encuentra alojada en la
cárcel, circunstancia demostrativa que es una persona ajena al respeto de las normas reglamentarias carcelarias,
de lo que se infiere que menos aún lo será a las normativas procesales.
“Peralta Roure”, S. nº 310, 29/8/201
Esas conductas contrarias a la sujeción de las normas penitenciarias de distinta índole, que van desde
el no respeto a la autoridad funcional hasta acudir a conductas agresivas con los otros internos para dirimir sus
diferencias evidencian una clara actitud de desprecio por las normas, lo cual es un claro indicador de
entorpecimiento del proceso”.
“Montenegro, Francisca Paola”, S. nº 389, 7/10/2014
2.14.2. Necesidad de demostrar su relación con el riesgo procesal
De otro costado, con relación a las sanciones en el establecimiento carcelario, criticadas por el
recurrente como argumento válido para fundar una medida de coerción, podemos decir que en principio sí
“pueden ser evaluados en su potencialidad indiciaria de una peligrosidad procesal que desaconsejaría la soltura
preventiva” (cfr. TSJ, Sala Penal, “González, S. nº 304, 19/11/2012), aunque debe demostrarse la relación
concreta de ese mal comportamiento con el riesgo procesal en el caso (TSJ, Sala Penal, “Benavídez”, S. nº 12,
27/2/2014). En el sub examine, el contexto en el que se inserta tal inconducta –conforme lo expuesto en los
párrafos precedentes– le quita fuerza indiciaria para concluir que Del Corro evadirá, en libertad, la acción de la
justicia.
“Del Corro”, S. nº 243, 28/7/2014
2.15. Conducta del imputado durante los hechos atribuidos
2.15.1. Violencia sistemática y reiterada del imputado
Asimismo, debe ponderarse el grado de violencia (tanto física como psíquica) desplegado por la banda
que protagonizó los hechos atribuidos en forma sistemática y reiterada, circunstancia demostrativa de las
conductas que está dispuesta a desarrollar Peralta Roure sobre los damnificados para lograr sus propósitos ilícitos
y podría llevar a cabo para entorpecer el proceso.
“Peralta Roure”, S. nº 310, 29/8/2014
2.15.2. Alto grado de violencia contra las víctimas
A pesar de esa situación, los traídos a proceso desplegaron un alto grado de violencia en contra de los
damnificados con la finalidad de cometer sus propósitos delictivos. El coimputado Correa, exhibió un arma de
fuego en contra de Jonathan Rodríguez y Juan Omar Vega, propinándole golpes de puño a este último al exigirle
que se arrojara al piso; luego se trabaron en lucha y al caer Vega al piso le disparó en la pierna izquierda,
causándole 180 días de curación e inhabilitación para el trabajo. Montenegro, luego de amedrentar a Luis Ariel
Vega con otra arma de fuego y ante el intento de aquel de acudir en auxilio de su hermano, golpeó con el arma en
la cabeza a Luis Vega causándole diez días de curación.
Este alto grado de violencia desplegado por los acusados en distintas etapas, que fue en aumento ante
los obstáculos que encontraron en su plan delictual inicial y con la particularidad de la seria puesta en peligro de la
integridad física de los damnificados, mas aún cuando conocen sus movimientos por la relación previa que existe
entre las partes, es una circunstancia demostrativa de los riesgos no conjeturales de entorpecimiento del proceso,
máxime que no se ha realizado el debate.
“Montenegro”, S. nº 324, 5/9/2014
2.15.3. Actitudes temerarias, desafiantes, sin temor a ser observados por terceros, en la
comisión reiterada y sistemática de hechos violentos
Como se puede ver, los imputados han desarrollado conductas claramente intimidatorias que pusieron
en peligro la integridad física de los damnificados como así también los vecinos en forma reiterada y sistemática.
Asimismo, no debe soslayarse que en el caso de los hechos cometidos por los dos acusados (hechos ocho, nueve
y diez) todos se cometieron a bordo de un vehículo taxi el cual llevaba su patente colocada y sin ningún tipo de
reparo ni temor a ser vistos por los vecinos del barrio (téngase presente que en dos de las ocasiones Nahuel
Fernández, quien conoce a los acusados, se encontraba sentado con sus amigos en la puerta de la vivienda
donde se produjeron los disparos). También debe ponderarse como conducta demostrativa de la impunidad de los
acusados, que a los pocos días de dichos sucesos se los detuvo en el barrio en el vehículo citado y con armas de
guerra en su poder, una de las cuales era con la que se había efectuado los disparos en contra de la familia
Fernández.
Esas actitudes temerarias, desafiantes, sin ningún tipo de reparo a ser observados por los vecinos y
conducidas a desarrollar las conductas intimidatorias a cualquier costo, son indicativas de la actitud que podrían
desempeñar Montenegro y Barrionuevo si son puestos en libertad, máxime cuando las presentes actuaciones se
encuentran en las puertas del debate.
“Montenegro, Francisca Paola”, S. nº 389, 7/10/2014
2.15.4. Nada impide que el indicio de riesgo procesal surja del mismo hecho del proceso
De otro costado, la circunstancia de que la evasión precedentemente descripta surja del hecho que es
objeto del proceso y que será discutido en el debate, según objeta el impugnante, no impide que sus
características puedan ser ponderadas en el análisis de la prisión preventiva. Repárese que estamos ante eventos
con relación a los cuales existe un requerimiento de citación a juicio firme, en cuya plataforma fáctica se describe
la evasión aquí valorada (conforme se transcribe en el auto impugnado). De ese modo, sin necesidad de que este
tribunal emita juicio alguno acerca de los extremos de la imputación (existencia del hecho y participación del
imputado), nos encontramos en presencia de sucesos comprobados con el grado de probabilidad que la elevación
a juicio requiere, por lo que nada impide que puedan ser valorados con ese alcance en esta instancia, sin que ello
implique –ni por la cámara ni por esta Sala– un adelantamiento del juicio de mérito sobre los extremos de la
imputación.
“Romero, Roberto Pío”, S. nº 480, 12/12/2014
2.16. REINCIDENCIA
Ahora bien, la existencia de condenas anteriores sí pueden valorarse como indicio de riesgo procesal si se la
relaciona con la posibilidad de que el imputado, en caso de ser condenado por el hecho de la presente causa, sea
declarado reincidente (art. 50 CP), lo que tornaría más rigurosa la ejecución de la condena. Recordemos que los efectos
desfavorables de la reincidencia se ciñen a la posibilidad de su consideración como circunstancia agravante en la
individualización judicial de la pena (CP, art. 40 y 41), a la exclusión de la libertad condicional (art. 14 CP), y a la inviabilidad,
en algunos supuestos, de obtener la condena de ejecución condicional (cfr. art. 26 del CP). No obstante, se observa que la
ley n° 24.660 incluye a los reincidentes en el proceso de flexibilización del encierro. En efecto, al igual que los que carecen
de dicha propiedad, aquellos acceden a otras formas de libertad antes del agotamiento de la pena, como son las salidas
transitorias (art. 15, inc. 2 y concordantes de la ley 24.660), la incorporación al régimen de semilibertad (arts. 23 y
concordantes), la prisión discontinua (art. 36 y concordantes) y semidetención (arts. 38 y 39), la sustitución de éstas por
trabajos para la comunidad (art. 50), o por la prisión diurna o nocturna (arts. 41 a 44). Además, cuentan con el beneficio de
la libertad asistida (arts. 54 y concordantes), que es una modalidad de la libertad condicional pero con un tiempo de
cumplimiento mayor de la pena (arts. 17 y 54) (cf. TSJ Sala Penal, “Pereyra Romero”, S. n° 339, 15/11/2011; “Garay”, S. nº
281, 4/10/2011; “Altamirano”, S. nº 338, 15/11/2011; “Manzano”, S. nº 340, 15/11/2011; “Campetti”, S. nº 341, 15/11/2011;
“Quevedo”, S. nº 342, 15/11/2011; “Salomón”, S. nº 343, 15/11/2011).
En definitiva, si bien la existencia de condenas anteriores es una circunstancia factible de ser valorada como
indicio de peligrosidad procesal (sólo en el sentido indicado en el párrafo que precede), su fuerza inferencial es ciertamente
débil para justificar una medida de coerción. Requiere, en consecuencia, de estar acompañado por otros indicios que lo
fortalezcan, lo que no sucede en el caso, a lo que se suma que la escala penal en abstracto por el delito que se atribuye al
imputado es de mediana a escasa gravedad (2 a 5 años), lo que por cierto no contrapesa aquella debilidad inferencial.
“Lescano” , S. nº 392, 10/10/2014
a. En efecto, en primer término debe considerarse, como circunstancia indicadora de peligrosidad procesal, que el
imputado presenta una condena anterior, conforme se describió supra (pto. 4.b.), lo que tendrá como consecuencia que la
pena que se dicte por el presente hecho será no sólo efectiva (lo que no es suficiente para derivar el peligro procesal), sino
con declaración de reincidencia por no haber transcurrido el plazo del art. 50 del CP.
Recordemos que la reincidencia (real) es una situación jurídica del encartado cuya existencia depende de la
comprobación objetiva de dos circunstancias: el cumplimiento total o parcial de una condena anterior, y la comisión de un
nuevo delito antes de transcurrido el término indicado en el último párrafo del artículo 50 del CP (“Baigorria”, S n° 84,
19/09/2001; “Sosa”, S.nº78, 29/4/2011; “Quiroga”, S. nº.94, 12/5/2011; entre muchos otros).
Cabe mencionar, sin embargo, que la mera proclividad delictiva del imputado, derivado de la existencia de
condenas anteriores, no puede ser valorada como indicador de peligrosidad procesal (TSJ Sala Penal, “Fernández”, S. nº
179, 11/6/2014; “Romero”, S. nº 159, 19/5/2014; “Mansilla”, S. nº 178, 9/6/2014).
Ahora bien, la existencia de condenas sí puede valorarse como indicio de riesgo procesal si se la relaciona con la
posibilidad de que el imputado, en caso de ser condenado nuevamente, sea declarado reincidente (art. 50 CP).
Recordemos que los efectos desfavorables de la reincidencia se ciñen a la posibilidad de su consideración como
circunstancia agravante en la individualización judicial de la pena (CP, art. 40 y 41), a la exclusión de la libertad condicional
(art. 14 CP), y a la inviabilidad, en algunos supuestos, de obtener la condena de ejecución condicional (cfr. art. 26 del CP).
No obstante, se observa que la ley n° 24.660 incluye a los reincidentes en el proceso de flexibilización del encierro. En
efecto, al igual que los que carecen de dicha propiedad, aquellos acceden a otras formas de libertad antes del agotamiento
de la pena, como son las salidas transitorias (art. 15, inc. 2 y concordantes de la ley 24.660), la incorporación al régimen de
semilibertad (arts. 23 y concordantes), la prisión discontinua (art. 36 y concordantes) y semidetención (arts. 38 y 39), la
sustitución de éstas por trabajos para la comunidad (art. 50), o por la prisión diurna o nocturna (arts. 41 a 44). Además,
cuentan con el beneficio de la libertad asistida (arts. 54 y concordantes), que es una modalidad de la libertad condicional
pero con un tiempo de cumplimiento mayor de la pena (arts. 17 y 54) (cf. TSJ Sala Penal, “Pereyra Romero”, S. n° 339,
15/11/2011; “Garay”, S. nº 281, 4/10/2011; “Altamirano”, S. nº 338, 15/11/2011; “Manzano”, S. nº 340, 15/11/2011;
“Campetti”, S. nº 341, 15/11/2011; “Quevedo”, S. nº 342, 15/11/2011; “Salomón”, S. nº 343, 15/11/2011).
En definitiva, si bien la circunstancia referida es factible de ser valorada como indicio de peligrosidad procesal
(sólo en el sentido indicado en el párrafo que precede), su fuerza inferencial es ciertamente débil para justificar una medida
de coerción. Requiere, en consecuencia, de estar acompañado por otros indicios que lo fortalezcan. Ello sucede en el caso.
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014
Asimismo, debe tenerse en cuenta que en caso de resultar condenado, Mercado podría llegar a ser declarado
reincidente. La reincidencia constituye otro indicador de peligro procesal, ya que dicho instituto se debe tener en cuenta al
momento de la graduación de la pena y en la aplicación de institutos alternativos a la prisión.
“Mercado, Luis Alberto”, S. nº 464, 5/12/2014
b. La cámara, como señalé supra, ha valorado la existencia de una condena anterior y la posible declaración de
reincidencia en caso de que sea dictada una nueva condena por el hecho de la presente causa, lo que, a su vez, dará lugar
a una unificación de la pena que eventualmente se aplique con la que le resta cumplir de la condena anterior, respecto de la
cual se le otorgó el beneficio de la libertad condicional.
Frente a ello, el impugnante afirma que los antecedentes penales no pueden ser valorados en esta instancia sino
a la hora de la sentencia. Tal crítica debe ser rechazada. En efecto, si bien esta Sala ha establecido que la mera proclividad
delictiva del imputado, derivado de la existencia de condenas anteriores, no puede ser valorada como indicador de
peligrosidad procesal (TSJ Sala Penal, “Fernández”, S. nº 179, 11/6/2014; “Romero”, S. nº 159, 19/5/2014; “Mansilla”, S. nº
178, 9/6/2014; “Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014), también se aclaró que la existencia de condenas sí puede valorarse
como indicio de riesgo procesal si se la relaciona con la posibilidad de que el imputado, en caso de ser condenado
nuevamente, sea declarado reincidente de acuerdo a lo establecido por el art. 50 del CP (“Lescano”, S. nº 392, 10/10/2014;
“Caballero”, S. nº 398, 15/10/2014)
Recordemos que los efectos desfavorables de la reincidencia se ciñen a la posibilidad de su consideración, en lo
que aquí interesa, como circunstancia que conduce a la exclusión de la libertad condicional (art. 14 CP), y en todo caso a la
expectativa de libertad a través de otras alternativas diferentes (salidas transitorias, art. 15, inc. 2 y concordantes de la ley
24.660; la incorporación al régimen de semilibertad, arts. 23 y concordantes; la prisión discontinua, art. 36 y concordantes,
y semidetención, arts. 38 y 39; la sustitución de éstas por trabajos para la comunidad, art. 50, o por la prisión diurna o
nocturna, arts. 41 a 44; la libertad asistida, arts. 54 y concordantes).
En definitiva, si bien la reincidencia es factible de ser valorada como indicio de peligrosidad procesal (sólo en el
sentido indicado en el párrafo que precede), su fuerza inferencial es ciertamente débil para justificar una medida de
coerción; requiere, en consecuencia, de estar acompañado por otros indicios que lo fortalezcan (“Lescano”, “Caballero”,
cits.). Situación que se presenta sobradamente en el caso bajo estudio (…).
“Romero, Roberto Pío”, S. nº 480, 12/12/2014
2.17. NECESIDAD DE ASEGURAR EL JUICIO Y EL CASTIGO (COMPROMISO DEL ESTADO): SU INCIDENCIA EN LA
VALORACIÓN DE LOS INDICIOS DE RIESGO PROCESAL
2.17.1. Violencia de género (Belém do Pará). Necesidad de asegurar el juicio.
[C]abe reparar que en otros precedentes de esta Sala relacionados con la violencia de género, se
destacó la obligación, surgida de los compromisos internacionales asumidos por el Estado Argentino, de asegurar
el debate oral y de evitar instancias que lo impidan, por caso, la suspensión del juicio a prueba (TSJ Sala Penal,
“Guzmán”, S. nº 239, 31/08/2011; “Romero”, S. nº 377, 16/12/2011).
Tal criterio fue también fue sostenido, con posterioridad, por el máximo tribunal de la Nación (CSJN, G.
61. XLVIII., Recurso de Hecho, “Góngora, Gabriel Arnaldo s/causa nº 14.092”, 23/04/2013).
Fue, asimismo, reafirmado por esta Sala en posteriores fallos, siempre con relación a la suspensión del
juicio a prueba, aunque con argumentos que son también aplicables, mutatis mutandi, al presente caso. (TSJ Sala
Penal, “Bringas”, S. n° 138, 30/5/2013; “Martínez”, S. n° 140, 30/5/2013; “Cañete”, S. n° 141, 30/5/2013; “Lemos”,
S. n° 150, 3/6/2013; “Flores”, S. n° 152, 4/6/2013; “Ramello”, S. n° 156, 4/6/2013)
En efecto, en estos precedentes se destacó que el art. 7 de la citada Convención de Belém Do Pará
establece deberes para los Estados Partes, y dispone en su inciso f que los estados se obligan a establecer
procedimientos legales justos y eficaces para la mujer que haya sido sometida a violencia, que incluyan, entre
otros, medidas de protección, un juicio oportuno y el acceso efectivo a tales procedimientos (el resaltado me
pertenece). A su vez, se reseñó la postura de la CSJN en ya citado fallo “Góngora”, en el que entre otras
cuestiones consideró que “el desarrollo del debate es de trascendencia capital a efectos de posibilitar que la
víctima asuma la facultad de comparecer para efectivizar el „acceso efectivo‟ al proceso (…) de la manera más
amplia posible, en pos de hacer valer su pretensión sancionatoria” (el resaltado es nuestro).
En el caso traído a estudio, las circunstancias valoradas por el a quo como indicadores de riesgo
procesal deben ser analizadas a partir del citado marco hermenéutico, toda vez que el hecho se perpetró en un
escenario que revela un contexto de agresión en contra de una mujer. Ello impone –de acuerdo a los ya referidos
compromisos internacionales– asegurar la realización del debate y, por ende, demanda también poner especial
atención en aquellas circunstancias que podrían impedirlo u obstaculizarlo.
“Romero”, S. nº 159, 19/5/2014
“Quevedo”, S. nº 174, 28/5/2014
“Mansilla”, S. nº 178, 9/6/2014
“Montaño Martínez”, S. nº 441, 19/11/2014
En el caso el acusado ha ejercido violencia física y sexual sobre una pluralidad de víctimas mujeres
seleccionadas por sus situaciones de necesidad de las que se abusó para colocarlas en contextos de todavía
mayor vulnerabilidad. El imputado, con distintas modalidades de sometimiento y prevalencia física, accedió
carnalmente en distintas circunstancias y de distintas maneras, evidenciando las situaciones de violencia de
género aludidas precedentemente.
“Montaño Martínez”, S. nº 441, 19/11/2014
2.17.2. Abusos sexuales contra niñas (Conv. Der. Niños y Conv. Belém do Pará).
Necesidad de asegurar el juicio
Al comenzar tal análisis resulta ineludible destacar que nos encontramos ante un caso de violencia
sexual en el que la víctima es una niña. Conforme lo ha sostenido esta Sala en numerosos precedentes
("Grazioli", S. nº 186, 09/08/2011; "Laudin", S. nº 334, 9/11/2011; "Sigifredo", S. nº 150, 30/06/2011; "Garreto", S.
nº 174, 29/07/2011; "Serrano", S. nº 305, 19/11/2012; "Ferreyra", S. nº 70, 26/03/2013), los niños conforman uno
de aquellos colectivos que han merecido especial amparo por parte de las cartas magnas y la legislación
supranacional. La primordial razón de este énfasis tuitivo finca en su marcada vulnerabilidad y dependencia
(…)
Pues bien, uno de los ámbitos en los cuales se verifica esta protección reforzada es el de la victimización
infantil. Es que, cuando los derechos del niño se ven amenazados por la comisión de un delito, su vulnerabilidad e
indefensión se acentúan y llaman a activar -desde los distintos ángulos de la intervención estatal todos los
mecanismos tendientes a eliminar o al menos minimizar el impacto del ilícito en la esfera de su personalidad, de
su vida e integridad física, de su patrimonio, etc.
(…)
En esa línea, cabe señalar que en otros precedentes de la Sala relacionados con la violencia sexual y
particularmente la ejercida sobre niños, se destacó la obligación, surgida de los compromisos internacionales
asumidos por el Estado Argentino en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar, y Erradicar la
violencia contra la mujer "Convención de Belém Do Pará", y la Convención de los Derechos del Niño, de asegurar
el debate oral y de evitar instancias que lo impidan, por caso, la suspensión del juicio a prueba (TSJ, Sala Penal,
"Ponce", S. nº 176, 25/07/2012; "Robidu", S. nº 284, 31/10/2012; "Pomba", S. n° 20, 25/02/2013).
Este criterio ha sido sostenido también por el Máximo Tribunal de la Nación en relación a las
obligaciones que asumió el Estado al aprobar la "Convención de Belem do Pará" (CSJN, G. 61. XLVIII., Recurso
de Hecho, "Góngora, Gabriel Arnaldo s/causa nº 14.092", 23/04/2013) con argumentos que resultan aplicables,
mutatis mutandi, a casos como el presente, particularmente en cuanto se destaca que "el desarrollo del debate es
de trascendencia capital a efectos de posibilitar que la víctima asuma la facultad de comparecer para efectivizar el
"acceso efectivo" al proceso... de la manera más amplia posible, en pos de hacer valer su pretensión
sancionatoria".
(…)
Ello impone, de acuerdo a los ya referidos compromisos internacionales, asegurar la realización del
debate y, por ende, demanda también poner especial atención en aquellas circunstancias que podrían impedirlo u
obstaculizarlo.
“Andrada, S. nº 207, 16/6/2014
“Arce”, S. nº 285, 13/8/2014
“Soria”, S. nº 307, 28/8/2014
2.17.3. Abuso sexual contra menor y violencia de género. Necesidad de asegurar el
castigo
4. Al comenzar tal análisis, resulta ineludible destacar el marco específico en el que deben ser
considerados, en la presente causa, los indicios de riesgo procesal en concreto. Así, la lectura de los hechos de la
acusación da cuenta de que nos encontramos ante un caso de violencia sexual en el que la víctima es una
mujer menor de edad al momento de los hechos, y el autor, la pareja de su madre. En efecto, se trata de una
niña que contaba 9 años al comienzo de los abusos sexuales, que se extendieron por aproximadamente cuatro
años.
Conforme lo ha destacado recientemente esta Sala, en los casos de medidas de coerción en
contextos de violencia de género ("Romero", S. nº 159, 19/5/2014; "Mansilla", S. nº 178, 9/6/2014; "Quevedo",
S. nº 174, 28/5/2014), y en contextos de victimización infantil ("Andrada", S. nº 207, 16/6/2014; "Arce", S. nº
285, 13/8/2014; "Soria"), los compromisos asumidos por el Estado Argentino en aras de una protección reforzada
de aquellas víctimas vulnerables (mujeres y niños), que surgen de la Convención de "Belém Do Pará" y de la
Convención de los Derechos del Niño, imponen asegurar el debate oral y, por ende, poner especial atención en
las circunstancias susceptibles de impedirlo u obstaculizarlo.
Como se advierte, tales consideraciones se han realizado con relación a casos de prisión preventiva en
los que el imputado se encuentra en las puertas del juicio (actos preliminares), y determinaban que en el análisis
de la peligrosidad procesal se tuviera en vista la posibilidad de frustrar o entorpecer del debate. Ahora bien, lo que
en definitiva exigen las citadas convenciones –como se expresa en otros precedentes de esta Sala– es el
castigo de ese tipo de conductas de violencia contra mujeres y niños, para evitar que su impunidad
constituya una forma indirecta de tolerancia sobre esa clase de obrar (cf. TSJ, Sala Penal, "Ponce", S. nº
176, 25/7/2012; "Robidu", S. nº 284, 31/10/2012; "Pomba", S. nº 20, 25/2/2013, con relación a la suspensión del
juicio a prueba).
De tal manera, en casos en los que la medida de coerción personal es analizada en el marco de un juicio
ya realizado y una sentencia de condena ya dictada, como ocurre en el presente, ese compromiso demandará
analizar cuidadosamente las circunstancias que podrían impedir –en caso de confirmación de aquella– la
ejecución de la pena, esto es, las que señalen un eventual riesgo de fuga.
En definitiva, puede afirmarse que el contexto de violencia de género y de victimización sexual infantil
necesariamente repercutirá en la valoración de los indicios de peligrosidad procesal en concreto, ya sea antes del
juicio para asegurar su realización, ya sea después de realizado para garantizar el cumplimiento de la condena si
luego resulta confirmada.
5. En el caso traído a estudio, pues, las circunstancias valoradas por el a quo como indicadores de
riesgo procesal deben ser analizadas a partir del citado marco hermenéutico, toda vez que el hecho se perpetró en
un escenario que, como se dijo, revela un contexto de violencia sexual ejercida contra una niña menor de edad.
Ello impone, de acuerdo a los ya referidos compromisos internacionales, asegurar el castigo y, por ende,
demanda también poner especial atención en aquellas circunstancias que podrían dificultarlo.
Álvarez, Jorge Miguel, S. nº 496, 19/12/2014
2.17.4. Abuso sexual contra mujer de 21 años con discapacidad mental (edad
cronológica de 6 años)
Finalmente, la lectura de los hechos de la acusación da cuenta de que nos encontramos ante un caso de
abuso sexual en el que la víctima es una mujer joven (21 años de edad al momento del hecho) que cuenta con
una discapacidad mental notoria. (…)
En efecto, la pericia psicológica efectuada sobre su persona da cuenta de un retraso mental grave según
el DSM IV (Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales), estimándose una madurez
psicointelectual correspondiente a una edad cronológica de 6 años, según los resultados de los distintos test
aplicados.
En consecuencia, cabe traer a consideración, de manera preliminar, y como contexto en el que será
analizada la peligrosidad procesal, la Convención sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad de la
O.N.U. (…)
Asimismo, las Normas Uniformes sobre la igualdad de oportunidades para las personas con
discapacidad de la O.N.U. (…)
A su vez, tratándose el presente caso de una incapacidad de carácter mental que asimila a la víctima a
un niño de 6 años, debe tenerse en especial consideración la situación de vulnerabilidad e indefensión de aquella
y la necesidad de una protección reforzada de la victimización, tal como surge implícitamente de las convenciones
específicas sobre discapacidad precedentemente enunciadas, y de las recomendaciones –aplicadas aquí mutatis
mutandi– efectuadas por la Convención sobre los Derechos del Niño (cf. TSJ, Sala Penal, "Grazioli", S. nº 186,
09/08/2011; "Laudin", S. nº 334, 9/11/2011; "Sigifredo", S. nº 150, 30/06/2011; "Garreto", S. nº 174, 29/07/2011;
"Serrano", S. nº 305, 19/11/2012; "Ferreyra", S. nº 70, 26/03/2013).
Por lo demás, en razón de tratarse de una mujer víctima de violencia sexual (anotamos aquí que, según
su testimonio, no sólo ha sido abusada sexualmente con violencia –o con aprovechamiento de que por su retraso
mental no pudo consentir libremente la acción– sino que además ha sido entregada por el autor a terceros para
someterla a actos sexuales a cambio de dinero) debe tenerse en consideración la Convención Interamericana
para Prevenir, Sancionar, y Erradicar la violencia contra la mujer ("Convención de Belém Do Pará"), de jerarquía
constitucional (art. 75 inc. 22° CN).
En esa línea, cabe recordar que en otros precedentes de la Sala relacionados con la violencia sexual y
particularmente la ejercida sobre niños, se destacó la obligación, surgida de los compromisos internacionales
asumidos por el Estado Argentino en la Convención Interamericana para Prevenir, Sancionar, y Erradicar la
violencia contra la mujer ("Convención de Belém Do Pará"), y la Convención de los Derechos del Niño, de
asegurar el debate oral y de evitar instancias que lo impidan, por caso, la suspensión del juicio a prueba (TSJ,
Sala Penal, "Ponce", S. nº 176, 25/07/2012; "Robidu", S. nº 284, 31/10/2012; "Pomba", S. n° 20, 25/02/2013).
Conviene tener en cuenta, por lo demás, que estas directrices han sido tenidas en consideración por
esta Sala en distintos casos de medidas de coerción relacionadas con menores de edad víctimas de violencia
sexual (“Andrada”, S. nº 207, 16/6/2014; “Arce”, S. nº 285, 13/8/2014), y con mujeres víctimas en contextos de
violencia familiar y de género (“Romero”, S. nº 159, 19/5/2014; “Quevedo”, S. nº 174, 28/5/2014; “Mansilla”, S. nº
178, 9/6/2014).
“Bautista”, S. nº 349, 17/9/2014
2.18. EL BENEFICIO DE LA PRISIÓN (PREVENTIVA) DOMICILIARIA REPERCUTE EN EL ANÁLISIS DE LOS INDICIOS DE
PELIGROSIDAD PROCESAL
c. Por lo demás, el presente caso presenta cierta característica adicional que, si bien no modifica la conclusión
referida, merece ser destacada en el análisis de la justificación de la prisión preventiva, y efectivamente ha sido puesta de
resalto tanto por la cámara como por el recurrente en sus respectivas argumentaciones (aunque, obviamente, en diverso
sentido). En efecto, no puede escapar al examen de la medida de coerción la circunstancia de que esta se cumple, como ya
adelantamos, bajo el régimen de prisión domiciliaria (art. 32 a 34 de la ley 14.660).
(…)
En consecuencia, frente a los indicadores de riesgo procesal señalados supra y la elevada gravedad del delito por
el que juzgará a la imputada Fassano, la prisión preventiva bajo cumplimiento domiciliario aparece como un instrumento
idóneo y razonable para asegurar la comparecencia de la nombrada al debate, en tanto asegura su presencia permanente
en un domicilio individualizado bajo el cuidado de una persona determinada. De esa forma se garantiza, de la manera más
beneficiosa para una imputada mayor de edad, la realización del juicio y el descubrimiento de la verdad.
“Fassano”, S. nº 407, 22/10/2014
2.19. NO PUEDEN VALORARSE COMO INDICIOS:
2.19.1. La peligrosidad criminal o material (riesgo de reiteración delictiva)
“En la valoración que ha hecho el representante del Ministerio Público Fiscal y ha tomado
como suya el Juez, se observa que ha ponderado la peligrosidad material del acusado. Ese análisis no
es correcto, ya que las medidas de coerción se justifican únicamente con indicadores de peligro
procesal. Es decir, el Magistrado ha tomado únicamente la proclividad delictiva del acusado como un
indicador de riesgo procesal sin precisar ninguna otra circunstancia demostrativa de interés del acusado
en huir del proceso”.
“Fernández”, S. nº 179, 11/6/2014
“Romero”, S. nº 159
“Mansilla”, S. nº 178, 9/6/2014
No obstante, con relación a la circunstancia valorada en primer término, esto es, la existencia
de condenas anteriores, se observa que en verdad ha ponderado la peligrosidad material del acusado, lo
que surge indiscutiblemente de los términos utilizados (“capacidad delictiva… proclividad a soslayar las
reglas de conducta y reglamentaciones…”). Con otras palabras, el tribunal ha valorado tales condenas
únicamente en el sentido de la proclividad delictiva del imputado, sin precisar ninguna otra circunstancia
de suficiente entidad como para demostrar su interés en entorpecer el (o huir del) proceso. Ese análisis,
en definitiva, no es correcto, ya que las medidas de coerción se justifican únicamente con indicadores de
peligrosidad procesal (en el mismo sentido: TSJ Sala Penal, “Fernández”, S. nº 179, 11/6/2014).
Por lo demás, la mera propensión a cometer delitos derivada de sus condenas anteriores
aparece como la consagración de un prohibido derecho penal de autor incompatible con un derecho
penal liberal de acto o por el hecho, al que suscribió nuestro ordenamiento constitucional.
Ahora bien, la existencia de condenas anteriores sí pueden valorarse como indicio de riesgo
procesal si se la relaciona con la posibilidad de que el imputado, en caso de ser condenado por el hecho
de la presente causa, sea declarado reincidente (art. 50 CP), lo que tornaría más rigurosa la ejecución
de la condena
(…)
En definitiva, si bien la existencia de condenas anteriores es una circunstancia factible de ser
valorada como indicio de peligrosidad procesal (sólo en el sentido indicado en el párrafo que precede),
su fuerza inferencial es ciertamente débil para justificar una medida de coerción. Requiere, en
consecuencia, de estar acompañado por otros indicios que lo fortalezcan, lo que no sucede en el caso, a
lo que se suma que la escala penal en abstracto por el delito que se atribuye al imputado es de mediana
a escasa gravedad (2 a 5 años), lo que por cierto no contrapesa aquella debilidad inferencial.
“Lescano” , S. nº 392, 10/10/2014
2.19.2. Las conductas que no exceden de un legítimo ejercicio del derecho de
defensa
Por lo demás, la crítica referida concretamente al argumento relacionado con la negativa del
imputado a someterse a la pericia psicológica, aun cuando se comparte que no puede tomarse como
indicio de peligrosidad procesal, sea tanto por integrar el derecho de defensa o porque posteriormente
accedió a tal acto procesal, no tiene la virtualidad de contrarrestar el riesgo –derivado de otras
circunstancias– de que influencie sobre la víctima o testigos que depondrán en el debate, por lo que a
esta altura debe prevalecer la necesidad imperiosa de asegurar el juicio oral.
“Soria”, S. nº 307, 1/9/2014
En efecto, si bien de algunas de las circunstancias descriptas, tomadas aisladamente, no surge
expresamente un peligro de que el imputado Palacios pueda darse a la fuga en caso de que se le
otorgare la libertad (por caso, abstenerse de realizar pericia psicológica, que es ejercicio de su derecho
de defensa, o su capacidad de influir sobre la víctima, que carece de relevancia en cuanto el juicio ya se
ha realizado), otras en cambio permiten inferir claramente la posibilidad de que ello se produzca.
“Palacios”, S. nº 322, 4/9/2014
2.19.3. En caso de condena, los indicios puramente de entorpecimiento, que de
ninguna manera pueden proyectarse como indicios de fuga (regla-excepción).
V. supra, 1.2..3, 1.2.4 y 1.2.5.
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