La palabra romanticismo y el adjetivo romántico

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ROMANTICISMO
La palabra romanticismo
La palabra romanticismo y el adjetivo romántico cuentan en las
diferentes lenguas europeas una historia muy amplia.
El término romántico surge en el siglo XVII en Inglaterra aplicado a
aquello que poseyera visos de irrealidad o de pintoresco. En Alemania
Herder lo usa como contraposición entre lo medieval y lo antiguo, y fue
utilizado para designar la poesía sentimental, antítesis de la inspirada
en los modelos del clasicismo.
En el siglo XVIII, el término Romanticismo designaba un ambiente, un
paisaje. No era un adjetivo favorable ni desfavorable. Y, lógicamente,
nadie suponía que bajo ese nombre se iban a librar grandes batallas
en los campos artísticos y literarios europeos.
Poco se sabe de la procedencia de ambos términos, que tanto éxito
tuvieron y que, posteriormente a su triunfo, se convertirían en
calificativos despectivos.
Se ha pretendido derivar su procedencia de la palabra francesa
roman, en el sentido de ficción literaria, aunque no falta quien opina
que su procedencia se situaría en otro sentido que la misma palabra
roman posee, y que se refiere al que concierne a los pueblos
románticos (o latinos).
Para Baudelaire, el Romanticismo es una forma de sentir, y puede
definirse como intimidad, pluralidad, color, aspiración hacia lo infinito,
expresados con todos los medios de que disponen las artes.
Cronología
Podemos considerar, sin embargo, el Romanticismo como un
movimiento artístico y literario iniciado en las últimas décadas del siglo
XVIII, y que se extiende por Europa en el siglo XIX. El Romanticismo
no implicaba ningún cuerpo de doctrina concreto; era mejor, un
conjunto de actitudes que podían encontrarse en otros períodos de la
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historia, y que ahora, la asociación de todas ellas, originaba un cambio
profundo en casi todos los aspectos del pensamiento.
El período de la eclosión del Romanticismo lo situaríamos entre dos
revoluciones, la de 1789 y la que se denominó la Revolución
burguesa, de 1848. En este período, la corriente del Romanticismo
arrasa con cuanto encuentra a su paso. La literatura lo fue con Scott,
Byron, Schiller, Keats, Espronceda, Novalis, entre tantos otros.
La música sería también un claro exponente de este movimiento con
la obra de Schubert, Mendelsshon y Schumann, en una primera etapa
como seguidores de Beethoven, y posteriormente situaríamos a Liszt,
Brahms y Chopin.
Con Géricault y Delacroix, la pintura dejaría, asimismo, de seguir los
cánones clásicos para buscar únicamente la expresión de un
sentimiento individual, o bien, en el caso de Friederich y Turner, ser un
medio para integrar el hombre y la naturaleza.
En la mayoría de los países europeos, sin embargo, el Romanticismo
será una forma de expresión esencialmente literaria y artística, y sólo
en Alemania se presenta como una búsqueda concertada en la que
los filósofos participan tanto como los poetas y pintores.
Características del Romanticismo
Nuevo concepto de belleza
Lo que determina el Romanticismo será la unanimidad de todos sus
componentes por adoptar una nueva concepción de belleza.
Lo bello, para los románticos, no estará basado en un inventario oficial
de caracteres y elementos, sino que será revelado por la emoción.
A su vez, reclamaba, tanto por parte del artista como del espectador,
una verdadera devoción, necesaria tanto para componer como para
disfrutar de la obra creada.
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Por otra parte, para el francés Baudelaire, el instinto inmortal de lo
“bello” era lo que nos hacía considerar a la Tierra y sus
manifestaciones como una correspondencia con el Cielo.
El valor de la inspiración
Si los románticos consideraban que lo bello era en el hombre un
instinto, una presencia divina, era lógico que la función de la
inspiración fuese un elemento primordial en el proceso de la creación
artística.
Literatura prerromántica en Alemania
El prerromanticismo alemán, que se anticipa en un movimiento que
sería el más radical e influyente de Europa, aparece ligado al grupo
Sturm und Drang (c. 1767, 1770-1785). Inspirado en el volksgeist
(espíritu del pueblo) herderiano y en la religión pietista, reaccionó
fuertemente contra los esquemas racionalistas de la Ilustración
francesa, así como contra su imperialismo cultural. Toma su nombre
de la pieza teatral homónima escrita por Friedrich Maximilian Klinger
en 1776.
Se caracterizaron por tener una reacción alentada por Johan Georg
Hamann y sobre todo por Johan Gottfried von Herder y su discípulo
Goethe contra lo que era por ellos visto como una tradición literaria
racionalista excesiva.
También tuvieron manifestaciones en el ámbito de la música y las
artes visuales, sin embargo, fue un movimiento eminentemente
literario
Si su poesía tiene un punto de conexión con las teorías de Edmund
Burke por su predilección por los temas hórridos y tenebrosos, existe,
asimismo, un paralelismo con el movimiento inglés por su interés y
búsqueda en las raíces de su propio pasado, junto a un rechazo –más
radical y emotivo- de las influencias neoclásicas francesas.
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Estrechamente vinculadas al Sturm und Drang, la obra del primer
Goethe (Werther, melancólico y rousseauniano drama amoroso) y del
primer Schiller (Cabála y amor, drama también burgués, de gran
sentimentalismo) reflejan las influencias de este grupo precursor del
Romanticismo germánico.
Este grupo estuvo muy influido por el pietismo, así como por la
experiencia mística, que pone de relieve el elemento subjetivo e
intimista de la religión luterana.
Philipp Otto Runge (1777-1810)
Nació en la costa báltica de Pomerania y recibió su formación inicial en
la Academia de Copenhague para luego estudiar en Dresde.
Runge vivió sólo 33 años impidiendo llevar a cabo toda su teoría en la
que perseguía un naturalismo poético, asimismo encontró nuevos
motivos decorativos en la estilización plana de los motivos botánicos.
Le dio suma importancia al paisaje pues consideraba a la naturaleza
sobre el hombre, sin embargo no pintó ningún paisaje, fue más bien
autor de pinturas religiosas, fantásticas y alegóricas y destacó en el
género del retrato ya que les imprimió una intensa carga emotiva.
Existe en su arte la afirmación del carácter estético en relación con la
religión y ello lo reafirma en sus excelentes retratos.
De la misma manera que Blake en Inglaterra y Friedrich, Runge
intentó crear un nuevo lenguaje místico-simbólico, investigando sobre
nuevas formas de expresión capaces no solamente de contribuir a
aquella revitalización de la fe cristiana que se percibía por doquier, en
particular en Alemania pero también para traducir sus propios
sentimientos profundamente religiosos.
Sus representaciones de enorme niños son una metáfora de la
inocencia, la vitalidad y las fuerzas primigenias de la Naturaleza.
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Sus creaciones poseen un elemento críptico que, a la vez que las
hace extrañamente sugestivas, dificulta su lectura.
El proyecto de Las Fases del Día
Las aspiraciones plásticorreligiosas de Runge las hubiera visto
realizadas en la que era su obra más ambiciosa: Las fases del día (un
poema abstracto, pictórico y de fantasía musical con coros”, como el
mismo la definió), y que proyectó ejecutar sobre cuatro grandes
paneles de más de ocho metro de altura.
De este ambicioso proyecto se conservan algunos bocetos y
fragmentos inspirados en el romanticismo esotérico de Tieck.
Realizó investigaciones sobre el color, mismas que pudo discutir con
Goethe y en 1810 se publica La Esfera del Color.
La mayor parte de su vida estuvo en Hamburgo, ciudad donde se
hallan la mayor parte de sus obras.
Caspar David Friedrich (1774-1840)
Nace en la ciudad universitaria de Greifswald, a orillas del mar Báltico
dentro de una familia de rígida moral protestante y a los veinte años
deja su ciudad natal pero ya su personalidad quedaría marcada por
esas primeras vivencias de opresión religiosa aunado a la muerte de
su madre y de tres de sus hermanas así como la de su hermano bajo
trágicas circunstancias.
Su pensamiento fue determinado por las enseñanzas del teólogo y
poeta G. L. Kosegarten, a quien conoció a través de su profesor, J. G.
Quistorp. Espíritu panteísta y algo exaltado, Kosegarten inició al joven
Friedrich en las ideas germanistas y contra los esquemas racionalistas
de la Ilustración.
Asimismo, fue influenciado por el espíritu del grupo Sturm und Drang,
así como al pensamiento de los poetas y filósofos de la escuela de
Jena: Tieck, los hermanos Schlegel, Schleiermacher y, sobre todo,
Novalis.
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El primer maestro de Friedrich fue su profesor de dibujo en la
universidad, Quistorp, quien le enseñó los rudimentos del dibujo de
acuerdo con la copia tradicional, insistiendo en los aspectos de
meticulosidad y de minuciosa exactitud propios de los viejos maestros
alemanes, peculiaridades a las que era especialmente sensible por su
formación profesional en el campo de la arquitectura, y que tendrían
destacada influencia en la obra de Friedrich.
En 1794, a instancias de su maestro, abandonó Greifswald para
matricularse en la prestigiosa Academia de Bellas Artes de
Copenhague, que abandonó cuatro años más tarde para ingresar en la
de Dresde, ciudad en la que se estableció hasta su muerte.
La concepción del arte de Friedrich
A partir de 1806 y 1807, después de realizar una serie de notables
obras en sepia, Friedrich se inició en la pintura al óleo. La cruz en la
montaña (1807-1808) es su primer paisaje religioso y refleja, como
todos los posteriores, no un lugar geográfico determinado, sino un
estado poético-místico sentido en forma de paisaje.
Para Schelling y Friedrich, el arte escapa a toda prescripción
intelectual. El artista es un médium. Así se ve el propio Friedrich, quien
afirma en uno de sus aforismos más conocidos: “Cierra tu ojo corporal
a fin de ver tu cuadro con el ojo del espíritu, y haz surgir a la luz del
día lo que has visto en las tinieblas”, palabras que bien podrían
atribuirse al inglés William Blake. También como éste, Friedrich iba a
crear una nueva iconografía religiosa, pero, a diferencia de Blake,
rechazaría formularla a través de una imagen antropomórfica: sus
visiones interiores, las que veía con la luz del espíritu, iban a tomar la
forma de silenciosos y desolados paisajes iluminados por la presencia
divina y solitaria de una cruz en lo alto de una cima (Niebla matutina
en las montañas, 1808; Amanecer en las montañas gigantes, 1811).
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Los dramáticos paisajes de Friedrich
La Naturaleza del pintor alemán nos comunica un lenguaje muy
diferente de la de Turner y también, pese a su cualidad moral, de la de
Constable.
Como ya se mencionó, su arte permaneció siempre apartado de las
reflexiones teóricas que estos artistas hicieron sobre el paisaje sino
que además, bajo la influencia de los poetas alemanes de su época, y
en particular de Kosegarten, asignó a la creación artística el papel de
intermediaria entre Dios y el Hombre, trascendental dimensión ajena a
la obra de los paisajistas ingleses.
En contrapartida a la apacible y doméstica Naturaleza de Constable, a
a la turbulenta naturaleza turneriana, con sus propias leyes que
parecen ignorar a Dios, Friedrich opondría el silencio opresor de sus
dramáticos paisajes, donde el ser humano, cuando aparece, queda
relegado a un simple papel de espectador.
“La contemplación del Universo. Os ruego que os familiaricéis con esta
idea, es la forma más general y elevada de la religión”
(Schleiermacher).
Y el hombre de Friedrich, de espaldas al espectador, ignorándolo, se
mantiene, como en un templo cristiano, en recogido silencio, a veces
plegaria, que sirve de eco al silencio de la Naturaleza, sobre la que se
despliega lo divino: Paisaje de montaña con arco iris (1810), Viajero
junto a un mar de niebla (1818), Salida de la luna sobre el mar (1822).
La muerte en la obra de Friedrich
El tema de la muerte, con sus aves y objetos emblemáticos
(camposantos, ruinas, sepulturas, cuervos, búhos, etc., no halló
paralelo en el campo de la plástica equivalente al que desarrolló la
pintura de Friedrich en Alemania. En éste, la muerte fue uno de los
temas más recurrentes, a veces, representada bajo formas alegóricas
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y otras de manera real. En ocasiones gravita entre las brumas de un
desolado bosque invernal del que surgen las ruinas fantasmagóricas
de un monasterio o de una catedral.
Así, en Paisaje hiemal con iglesia (1811), un hombre, apenas visible,
abandona sus muletas en la nieve, descansa en una roca mientras ora
ante el crucifijo erigido junto al abeto. En Abadía en el robledal (18091810) o Cementerio monástico en la nieve (1817-1819), el tema de las
ruinas, el invierno, la soledad, son claros símbolos alusivos a la finitud,
a la muerte.
A la luz mediterránea, Friedrich (que nunca quiso ir a Italia) opondrá
los cielos plomizos de la Alemania del Báltico; a las ruinas de la
Antigüedad clásica, la de las catedrales góticas, tal vez como
emblema de lo germánico, o de la época del Medievo, edad ideal para
los románticos. (Hay una cierta dificultad en la interpretación de los
símbolos de sus paisajes, porque el artista no los desarrolló
sistemáticamente y porque, en ocasiones, un mismo símbolo adquiere
distintos significados). La ejecución de estos paisajes presenta un
dibujo cuidadosísimo, de una precisión hiperrealista, atendiendo a la
simetría con aquella meticulosidad aprendida al lado de Quistorp,
mientras el pincel se extiende escrupulosamente, en delgadas capas
de pintura como si fuera barniz, coadyuvando, si cabe, a poner de
relieve aquel exceso de nitidez de contorno.
La obsesión por la muerte de los últimos años
Finalmente, con Paisaje con sepulcros y Paisaje con sepulcro, féretro
y búho, ejecutados entre 1835 y 1837, se puede constatar cómo, en
los últimos años de su vida, el tema de la muerte se convirtió en una
obsesión para el artista
De estas obras se desprende una morbosa y sobrecogedora angustia,
pues, contrariamente a muchas anteriores, de tanta elocuencia
religiosa, nada de éstas señala la presencia divina; cualquier signo
que pudiera sugerir la victoria de Cristo sobre la muerte ha
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desparecido; en cuanto al paisaje, “es desértico, casi demencial”
(Jensen).
Antes de morir, Friedrich padeció durante un tiempo fuertes trastornos
psicológicos. Algunos los calificaron de locura. En todo caso, fue una
de las sendas de la huida que se puede encontrar entre los más
exasperados espíritus románticos.
Fortuna crítica
Durante la década de 1930, la pintura de Friedrich se asoció al
nazismo pues fue utilizada como propaganda de la estética nazi lo
que le trajo una mala reputación a su arte por mucho tiempo.
Walt Disney también se inspiró en este artista para crear sus
largometrajes así como Fritz Lang y F. Murnau
EL ROMANTICISMO EN INGLATERRA
Introducción
A partir de 1780, con el talento visionario de Blake, hizo su aparición
en Inglaterra la pintura romántica. Una importante escuela de
retratistas y paisajistas, siguiendo la tradición que arranca de Van
Dyck y que llega hasta Gainsborough, halló su culminación con la obra
de Constable y Turner. En ambos, el paisaje, o más bien la
Naturaleza, alcanza un radical significado romántico. No obstante, el
Romanticismo también significó un proceso de introspección, como es
apreciable en la obra de Fuseli y en los múltiples estilos de los
prerrafaelitas.
Prerromanticismo inglés
Tanto Henry Fuseli y William Blake suponen la ruptura con los
modelos clásicos predominantes en Inglaterra durante el siglo XVIII.
En sus obras pictóricas son apreciables las huellas de Shakespeare y
ROMANTICISMO
Dante, ambos autores considerados como modelos por los escritores y
pintores románticos ingleses.
Henry Fuseli (1741-1825)
Procedente de una cultivada familia de Zurich -su padre era pintor e
historiador del arte-, Henry Fuseli (Heinrich Füssli en alemán; 17411825) forma parte de la herencia artística inglesa debido, tal vez, a la
imposición familiar de que se consagrase a la carrera eclesiástica, lo
cual el futuro artista no soportaría, por lo que, ya ordenado, buscó
refugio en Londres.
Fuseli recibió de su padre, que, a través de su labor de intelectual
difundió las teorías de Mengs y de Wickelmann por los países de
lengua alemana, el entusiasmo por el arte de la Antigüedad clásica.
Pero un eclecticismo que puede entenderse también como una
contradicción, y que se revelaría a lo largo de toda su carrera artística,
aparece ya en sus primeros años de formación. Pues, aunque su
educación teórica se basó en la enseñanza de las excelencias del arte
antiguo, los dibujos que conocemos de esta primera época muestran
ya una decidida predilección por temas literarios de la Biblia y de
Shakespeare, cuyo prematuro conocimiento le llegó a través de las
traducciones al alemán de su tutor.
En esta serie de dibujos hay, asimismo, abundantes escenas de
violencia que anticipan sus futuras interpretaciones de los demonios
de Homero, Milton y el propio Shakespeare.
Expulsado de Zurich una año después de haber sido ordenado pastor
tanto por sus heterodoxos sermones como por haber redactado un
panfleto contra un magistrado de la localidad, se instalo unos meses
en Alemania y llegó a Londres a los veintitrés años de edad..
La estancia de Fuseli en Roma
No se sabe con certeza que le llevó a dedicarse a las artes visuales y
como consecuencia de su encuentro con sir Joshua Reynolds, quien lo
animó con su aliento y sus consejos, partió en 1770 hacia Italia, de
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acuerdo con su conocida recomendación de “sacrificarlo todo al
estudio de Miguel Ángel, el mayor genio de las artes”.
En Roma su fuerte personalidad y decididos criterios pronto le harían
separarse de los círculos artísticos de moda bajo la influencia de
Mengs, e incluso rechazar los juicios de Winckelmann respecto a
Miguel Ángel, una vez pudo visitar la Capilla Sixtina.
Como señala J. Clay, para Fuseli y el grupo internacional que en
aquella capital se formó a su alrededor
-Sergel, Runciman,
Abildgaard, y Romney son los más destacados- “los temas
grecolatinos son sólo pretextos a situaciones paroxísticas, eróticas o
macabras, y su fuente de inspiración estilística, además de la ya
señalada de Miguel Ángel, es la del manierismo del siglo XVI:
Parmigianino, Rosso, Pontorno y Blandinelli”.
Pococ tiempo después de su regreso a Gran Bretaña, con su dibujo El
artista abrumado ante la grandeza de las ruinas antiguas (1778-1780),
Fuseli ofrece a la vez un homenaje y una imagen visual de su
impotencia para igualar las obras manieristas, pero muy pronto, con su
más famoso cuadro, La pesadilla (1781), sorprende por su alejamiento
de la estética clasicista.
Estas primeras creaciones de su tardía carrera reflejan la
contradicción antes mencionada, sobre la que los estudiosos no hallan
respuesta adecuada, puesto que siempre demostró su adhesión total,
en términos teóricos, a la tradición del arte de la Antigüedad. Pero ahí
cabe, precisamente, la reflexión de si la misma admiración que
expresa sin ambigüedades en la primera de sus obras, no le conduce
lógica y lúcidamente a evitar cualquier “esmerada” imitación que tal
vez no dejaría de ser, conforme a su criterio, un insípido plagio.
La fascinación por Shakespeare
El renacimiento de Shakespeare, que se habría iniciado a principios
del siglo XVIII, se centró a partir de la segunda mitad del siglo en sus
obras más dramáticas y violentas, cediendo el interés hacia las de
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carácter amable y ligero. El público inglés iba al teatro a contemplar
toda suerte de horrores y escenas alucinantes (Macbeth, una de las
obras más de moda, dio ocasión a Fuseli para innumerables
disquisiciones acerca de las propiedades de lo sobrenatural).
Partícipe del culto a lo “sublime”, gran aficionado él mismo al teatro, y
amante y profundo conocedor de la literatura inglesa, Fuseli recogerá
en sus telas y dibujos toda la potencia de la irracionalidad que ofrecen
muchos de los caracteres de los grandes dramas shakesperianos o
miltonianos, a los que unirá los de Dante y Homero. Y los despliega
con gesto exagerado, grandilocuente, dentro del tradicional estilo
declamatorio, de la época, a través de un dibujo fluido, vigoroso, que
da forma a unos personajes fuertes y musculosos cuerpos que reflejan
la influencia de Miguel Ángel: Thor, Ulises, Hamlet, Gunther,
Ugolino…, héroes terribles o colosales en un mundo en tensión, que,
como Fuseli sucumben a la terribilitá del genio florentino. O que
sucumben a los dramáticos desgarros emocionales como Lady
Macbeth (1781-1784), surgida de las tinieblas en estado de
sonambulismo, cuyo enajenado rostro muestra los mismos síntomas
de locura que el de Kate (1806-1807), personaje femenino extraído de
los Poemas de William Cowper.
La obra cumbre de Fuseli: La Pesadilla
Según la hipótesis de Janson, La Pesadilla de la que existen varias
versiones, tendrían su origen en la no correspondida pasión del artista
por la joven suiza Anna Landolt. Cuyo retrato sería, al parecer, el que
fue hallado al reverso de la tela. A esta motivación original, se sumó el
interés de Fuseli por el mundo de los sueños, “una de las regiones
inexploradas del arte”, diría el pintor. Interés que coincide con el de los
intelectuales de la época, que veían en la investigación de los mismos
la posibilidad de nuevas aportaciones a sus teorías sobre el
conocimiento y las sensaciones.
La imagen de la figura femenina entregada a un profundo sueño, al
que ha ido abandonando su cuerpo en una clara postura de recepción
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sexual, aparece como oprimida, poseída por el extraño ser,
identificado como un íncubo (del latín Incubus,in, sobre y cubare,
yacer, acostarse. Es un demonio masculino en la creencia y mitología
popular europea de la Edad Media que se supone se posa encima de
la víctima durmiente, especialmente mujeres para tener relaciones
sexuales con ellas. Su contraparte femenina se llama súcubo) que
está sentado sobre su pecho. Al fondo, surge de entre los cortinajes la
cabeza de un caballo cuyas enormes órbitas dilatadas reflejan su
estado de excitación. Si el diablo está relacionado con el instinto, el
deseo y la perversión, el caballo es, asimismo, un símbolo sexual
masculino, asociado frecuentemente, de acuerdo con Jung, con el
demonio, las pesadillas y el sexo.
La pesadilla es, además de un cuadro de “horror gótico”, una síntesis
del mundo fantástico, erótico, onírico, perverso, y, en fin, “sublime” de
Henry Fuseli, que viene a justificar el comentario de Goethe: “Llamo
clásico a lo que es sano, y romántico a lo que es enfermizo”
William Blake (1757- 1827)
Nace en Londres y comienza su formación artística haciendo copias
de modelos de la Antigüedad en una Academia en la que ingresó a la
edad de diez años; sin embargo, la etapa importante de su formación
es cuando ingresa al taller de James Basire pues con él aprende la
técnica del grabado, además de encargarle copiar las esculturas de
la abadía de Westminster y otros edificios góticos, de la misma forma,
se aboca al estudio de manuscritos iluminados lo que influenciará el
estilo de su producción artística, lo anterior implica una recuperación
de la línea que caracterizó al arte inglés antes de la disolución de los
monasterios en el siglo XVI.
El color no es lo primordial en el arte para Blake, lo que lo hará
afirmar: “La obra depende de la forma y de la línea. Se yerra cuando
se pone color”.
Nos encontramos frente a un artista versátil que lo mismo se dedicó a
la poesía que a las artes plásticas; estudio a los artistas griegos pero
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también a Rafael, a Durero y sobre todo a Miguel Ángel por el que
tenía una particular admiración y se consideró incapaz de asimilar su
potencia creadora y volumétrica, por ello eligió asimilarlo en términos
lineales, lo que le permitió, en contrapartida, aproximarse a un juego
curvilíneo que lo asemeja al de los miniaturistas célticos.
Su primera obra de cierta importancia fue “José de Arimatea entre las
rocas de Albión”, en este grabado aparece el personaje, considerado
fiel discípulo de Cristo, tocado con un gorro frigio, símbolo típico de
los magos de Oriente.
De la misma forma se hace alusión a una antigua tradición griálica, de
origen medieval, según la cual José de Arimatea huyó de Tierra Santa
tras la muerte de Jesús, llevándose consigo el Grial en el que había
recogido la sangre de Cristo durante la crucifixión; posteriormente y
después de un largo viaje se supone llegaría a tierras británicas,
fundando el primer templo de la Cristiandad: la abadía de Glastonbury.
Es menester señalar que el propio Blake consideraba a este personaje
“como uno de los artistas góticos que construyeron las catedrales
durante lo que llamamos la Edad Obscura”.
Llama la atención la discordancia entre las fechas en que realmente se
sucedieron varios hechos lo cual hace improbable tales sucesos,
recordemos por ejemplo, que el llamado estilo gótico es de origen
francés y la primera construcción. La abadía Saint-Denis, data del año
1130 por el Abad Suger. Sin embargo, lejos de los errores
cronológicos evidentes, lo importante es advertir el espíritu religioso
del artista que le hace tener la necesidad de plasmar el retrato de un
hombre que para él es fundamental dentro de sus creencias religiosas.
Desde un punto de vista estilístico es notoria la influencia de Miguel
Ángel en el manejo de la anatomía de José de Arimatea.
En lo que respecta a su valor como escritor, cabe señalar que Blake
modificó los ritmos ingleses clásicos así como su métrica, al incorporar
a la poesía culta los procedimientos populares de las canciones,
baladas y sonsonetes infantiles.
ROMANTICISMO
Blake veía en la poesía y en las artes visuales los medios idóneos
para lograr un esfuerzo espiritual unificado.
Poesía y plástica no pueden disociarse en el análisis de su obra, es
más, si Blake no hubiera sentido la necesidad de ampliar visualmente
su verbo, tal vez no hubiera llegado a ser el peculiar creador en que se
convertiría.
Siete años pasa en el taller de James Basire lo que influye
definitivamente en su producción dejando una huella medieval, pero
también la literatura oculta de textos ilustrados de lejanas religiones y
mitologías. De Henry Fuseli recibió la influencia manierista –
comparese ” Aquiles intentando asir a Patroclo” (1803), de éste, con
“El alma rondando encima del cuerpo” (1808) de Blake-, ahí
apreciamos la influencia de Miguel Ángel y la creencia en la primacía
del dibujo sobre el color.
También por influencia de Fuseli, se aparta de los módulos figurativos
tradicionales para ilustrar a Milton, Shakespeare, Dante y la Biblia. Si
ambos, además, compartieron la necesidad de expresar el mundo de
la emoción por encima del de la razón, la cualidad de la emoción y de
su fantasía fue, sin embargo, distinta, Aquel artista “visionario” como
se autodefinió Blake, poseía una fuerza mística y espiritual que era
ajena a Fuseli, y que a la larga iba a separarlos.
La decisión, tomada en 1787, de ilustrar sus propios libros se reflejó
dos años más tarde en sus Cantos de Inocencia, que el artista
escribió, grabó, imprimió y coloreó muy delicadamente a mano. Los
libros iluminados de Blake son únicos en la medida en que
consiguen una perfecta unidad entre texto e imagen, desconocida en
las miniaturas medievales.
Este artista tenía como una de sus máximas “generalizar es ser un
idiota, particularizar es la única distinción del mérito” con lo que
entendemos su propuesta estilística sui generis y el valor que le da a
su búsqueda muy personal de cohesionar su espíritu religioso a través
de su arte.
ROMANTICISMO
Hay que tener presente que Blake le tocó vivir en el siglo XVIII una
crisis de fe, en gran parte porque las instituciones eclesiásticas
hicieron alianza con los poderes establecidos, esta situación le llevó a
afirmar al artista en 1798: “la religión del Estado es la fuente de toda
crueldad”.
De ideas progresistas pero, en esencia, de espíritu cristiano y ante
una arte oficial que carecía de imaginería religiosa, creó su panteón
iconográfico, oponiéndolo al institucionalizado; así surge la figura de
Urizen, creador del mundo material, y de Elohim (al que Blake
asociaría al Antiguo Testamento), junto con otras extrañas criaturas,
tomadas de distintas fuentes y que iban a recrear el colosal poder
imaginativo del artista. Si por un lado, Nabucodonosor es la imagen
bestial del Hombre después del pecado Original, a su vez Newton, con
el compás, símbolo de la creación material, es el Hombre en su
aspecto racional, bajo el cual se extinguen las fuentes de la verdad, la
belleza y la imaginación.
Sirva de ejemplo de lo anterior las ilustraciones que Blake realizó para
La Divina Comedia de Dante, la cual ilustró, más no terminó, entre
1824-1827. En muchos de estos dibujos se refleja su rechazo y
condena de los ortodoxos puntos de vista de Dante con respecto a la
Salvación, el Infierno, y el papel de la Iglesia. En el Círculo de la
lujuria, escena del Canto V, parece que la imagen corrobora la
condena de Dante de todos todos los que han caído en el pecado de
la carne y que son arrastrados por esa “voluta de cuerpos enamorados
que atraviesa y huye del campo visual” (J. Clay); sin embargo, del
enorme sol que aparece sobre la cabeza de Virgilio surge la imagen
amorosa enlazada de Paolo y Francesca, a la manera de los
“maithunas” del arte hindú que Blake ha incorporado, desvirtuando así
el texto de Dante. En esta sorprendente imagen, aparecen una vez
más las espirales del arte celta, una constante en la obra de Blake, al
igual que los círculos que evocan la rueda y el círculo budista.
En síntesis, nos encontramos ante un artista con una
gran
imaginación que se atrevió a incurrir en una serie licencias de carácter
ROMANTICISMO
iconográfico, histórico y estilístico para expresar su sentimiento con
respecto a la religión, a su época y a la vida, sin duda, esa iconografía
crítptica es lo que hace insusitada pero al mismo tiempo valiosa la
producción artística de Blake.
John Constable (1776- 1837)
Nace en el seno de una familia aristocrática rural lo que le permite
crecer en un ambiente campestre, sus padres le tenían designado un
futuro como heredero de los negocios familiares pero John mantuvo
una estrecha relación con el fontanero, cristalero y artista aficionado
John Dunthorne, lo que le llevara a interesarse por la pintura.
Sin embargo, es el encuentro con sir George Beaumont, sexto duque
de Dysart y hombre influyente en la Royal Academy of Arts el que será
decisivo para su carrera artística ya que se convertiría en uno de sus
primeros protectores y clientes.
Asimismo, en el año de 1796 conoce a John Crach un artista de
mediana calidad pero quien influiría en Constable por algún tiempo y
su tío le presentará a John Thomas Smith, anticuario interesado en
arte que iba a publicar un libro sobre escenografía rural y cuyos
grabados de cabañas fueron un importante punto de referencia para el
joven artista, al mismo tiempo que le llevó a interesarse por el paisaje
pintoresco. Smith le fomenta también su admiración por los paisajistas
holandeses del Barroco, especialmente Ruysdael y Hobbema,
animándole a trabajar del natural.
Hasta el año de 1799, cuando contaba con 23 años, su padre le
permite dedicarse a la pintura.
Se traslada a Londres e ingresa a la Escuela de Arte de la Royal
Academy y como es de esperar comienza apegándose al estilo de
sus contemporáneos, estas primeras obras tienen como tema principal
las cabañas y los bosques, al mismo tiempo que se ganaba la vida
como retratista.
ROMANTICISMO
En 1802 rechaza trabajar como profesor de dibujo en una academia
militar pues es su deseo dedicarse a la pintura profesionalmente y su
padre le compra un estudio en East Berghold para tal efecto; es en
ese mismo año que expone por primera vez en la Royal Academy,
esto fue en él una práctica habitual hasta el fin de sus día, pese a
recibir de continuo malas críticas.
En la década de 1800 se dedica a trabajar con acuarela, tiza y lápiz,
interesándose de manera particular por el dibujo, plasmando
senderos, cabañas y puentes de la zona del valle del río Stour entre
Flattord y Deham, territorio que se ha venido a llamar el “país de
Constable”.
De manera gradual su visión pintoresca de la naturaleza va dando
paso a una pintura más naturalista que se aleja de los estereotipos al
admirar la obra más realista de un Gainsborough y de los maestros
flamencos del Barroco, especialmente Rubens, quien le aportó su
admiración por la atmósfera y la profundidad. Durante estos años será
un ferviente copista de los clásicos: Claude, Ruysdael, Rembrandt,
Reynolds, Teniers, Reni o Van Dyck.
A diferencia de Turner, Constable realizó durante su vida escasos
viajes, uno de ellos se efectuó en el otoño de 1806 a Lake District, ahí
recibe encargos de potentados de la región y de hecho el continúa
dedicándose al retrato, a la copia de los clásicos o a la pintura
religiosa como medio de sustento propio.
Se casa en 1816 y de su matrimonio tendrá siete hijos, se instala en
Londres y un año después de su matrimonio comienza su serie de
“six-foot” que son presentados sucesivamente en la exposición de la
Royal Academy, institución que le admitió como miembro asociado en
1819. Sólo será elegido miembro de pleno derecho el 10 de febrero de
1829, con un voto de diferencia su favor frente a Francis Danby.
En los años transcurridos de los “six-foot” y la elección como
académico realizó una de sus obras maestras: “La catedral de
Salisbury”, imagen que será repetida en varias ocasiones ya que el
ROMANTICISMO
obispo de Salisbury, John Fisher, era el tío de su buen amigo el
reverendo del mismo nombre.
Ya se encuentra en su mejor momento trabajando con un estilo
marcadamente naturalista, en esta época su esposa enferma tras su
cuarto alumbramiento y la familia se traslada a Brighton, pintando
vitales escenas de la playa del lugar y envía dichas pinturas al Salón
de París que serían muy bien recibidas tanto por la crítica como por el
público y los jóvenes creadores. Fue recompensado con la medalla de
oro y una veintena de trabajos fueron vendidos al tiempo que recibía
algunos encargos.
Estas obras serían contempladas por Delacroix y los pintores de la
Escuela de Barbizon, lo que motivaría que Constable se convirtiera en
un claro precedente del impresionismo tanto por su interés por las
luces como por su afición por captar el paisaje directamente del
natural, “a plein air”.
Muere su esposa en 1828 debido a la tuberculosis y a sus continuos
embarazos y Constable se sume en una profunda depresión llegando
a afirmar: “nunca volveré a sentir lo que he sentido, el rostro del
mundo ha cambiado totalmente para mí”, su concepción pictórica tuvo
un brusco cambio pues sus visiones se vuelven melancólicas y llenas
de expresividad y los colores son ahora más obscuros y las pinceladas
más abocetadas, también su amigo John Fisher fallece de cólera
acentuando su depresión.
En esta época crea una de sus obras más impactantes: “El castillo de
Hadleigh” de 1829, el mismo año que el pintor empezó a trabajar en
los diseños que David Lucas grabaría y publicaría en una serie titulada
“El paisaje inglés”, cuyo texto también escribiría Constable, tratando
de explicar el carácter de su pintura.
Las obras de la década de 1830 están caracterizadas por una mayor
expresividad, preocupándose menos por la minuciosidad naturalista y
en mayor medida por los efectos de la luz y la atmósfera sobre el
agua, el cielo o las hojas de los árboles.
ROMANTICISMO
En 1833 empezó a impartir conferencias sobre la historia del paisaje
en la Sociedad Literaria de Hamstead y en la Royal Institution de
Londres entre mayo y junio de 1836, interesado en dar publicidad a
sus trabajos.
Sus últimas obras serán referenciadas a East Bergolht, realizadas
gracias a su fecunda memoria y a los apuntes y dibujos tomados en su
juventud, recuperando los elementos pintoresquistas que tanto
admiraba el gran público.
En la noche del 31 de marzo de 1837 Constable se despertaba debido
a un fuerte dolor estomacal y en el lapso de media hora moría. Tenía
sesenta y un años y había tenido más de 20 años en su carrera de
pintor.
La inclusión de Constable dentro del movimiento romántico es
cuestionada y hay quienes incluso lo excluyen pero si atendemos a la
máxima de Baudelaire “el Romanticismo no se sitúa exactamente en la
elección del tema ni en la total sinceridad, sino en una manera de
sentir”, entonces Constable debe ocupar un lugar dentro del mismo
espíritu pues su actitud anímica ante el hecho del arte en relación con
la naturaleza fue absolutamente sublimadora, lejos del carácter
científico con que se acercó a ella Leonardo.
De esta manera, confluyen en su arte las cualidades de la sinceridad,
autenticidad de las emociones expresadas y “verdad interior” que
según Honour, serían las más definitorias de lo que se entiende por
arte romántico; si en la actualidad nos resulta poco creíble que
algunas de estas obras sean un reflejo de lo escrito líneas arriba, es
debido a que nos exigiría un esfuerzo hermenéutico y un conocimiento
del contexto cultural y hasta espiritual para entender que para el
hombre anglosajón del siglo XVIII y principios del XIX existía la mística
del arrebato lírico-religioso.
Es por ello que para algunos historiadores el tipo de emoción que
sentía Constable por la naturaleza es contrario al gusto por lo
pintoresco y lo sublime del siglo XVIII y consideran de “franciscano” el
ROMANTICISMO
sentimiento de Constable por su calidad humilde y su cualidad exenta
de dramatismo y, hasta cierto punto, si de carácter religioso, según
confirman sus propias palabras de su última conferencia citando a
Lutero: “Cuando contemplo la hermosa bóveda azul del cielo,
salpicada de constelaciones de orbes brillantes, la perspectiva inunda
mi espíritu y experimento la mayor de las satisfacciones ante tal
exhibición de Omnipotencia”
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