“Grupo Clarín”: el derecho de propiedad y los derechos adquiridos

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El fallo “Grupo Clarín”: el derecho de propiedad y los derechos adquiridos
Por Juan Cruz Azzarri1
1. Introducción
El presente trabajo surgió como consecuencia de las inquietudes que se nos presentaran
al leer el largo fallo recientemente emitido por la Corte Suprema de Justica en la causa
“Grupo Clarín S.A. y otros c. Poder Ejecutivo de la Nación y otros s. Acción Meramente
Declarativa”.2 Si bien no abordaremos todas las dudas, cuestiones y/o críticas que nos
surgieron durante la lectura del fallo, en el presente haremos un breve análisis de los
contrastes que el fallo en cuestión tiene con la anterior jurisprudencia del Máximo Tribunal
en lo que hace al derecho de propiedad y los derechos adquiridos.
En particular lo que nos llama la atención del fallo es (i) el alcance que allí se le dio al
derecho de propiedad y a los derechos adquiridos, y (ii) la admisión de que una ley pueda
tener efectos negativos retroactivamente respecto de derechos adquiridos. Esto teniendo
especialmente en consideración los artículos 48 y 161 de la Ley 26.522 o Ley de Medios.
El primero, dispuso la imposibilidad de alegar derechos adquiridos respecto de los derechos
incluidos en las licencias; y el segundo, determinó el modo en que debían adecuarse a los
límites impuestos por el artículo 45 de la referida ley –régimen de multiplicidad de
licencias– aquellos que al momento del dictado de la Ley de Medios tuviesen una cantidad
de licencias que superasen los límites allí regulados.
2. El entendimiento que históricamente le ha dado al derecho de propiedad y a los
derechos adquiridos la Corte Suprema de Justicia
Para comprender cabalmente cuál es el sentido y contenido que la Corte Suprema de
Justicia le ha dado al derecho de propiedad, es indispensable observar su jurisprudencia
respecto a lo que ha dicho no solo con relación a la noción de dicho derecho sino también
del significado que posee en clave constitucional el concepto derecho adquirido. Pues
ambos conceptos se relacionan y vinculan estrechamente en lo que hace a la determinación
de cuándo y con qué extensión un derecho se encuentra protegido por la Constitución.
a) Noción del derecho de propiedad a través de los fallos de la Corte Suprema de
Justicia
1
Profesor de Derecho Administrativo de la UCA, Miembro del Instituto de Derecho Administrativo de la
Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Buenos Aires, y abogado a cargo del Departamento de
Derecho Administrativo del estudio Pérez Alati, Grondona, Benites, Arntsen & Martínez de Hoz (h).
2
Recursos G. 436. XLIX (REX), G.445. XLIX, y G. 451. XLIX, del 21 de octubre de 2013.
6
Conforme mayoritariamente se acepta, e incluso el Ministro Maqueda destacara en su
propio voto de la sentencia que se comenta,3 el concepto constitucional de derecho de
propiedad en la jurisprudencia de la Corte Suprema de Justicia fue definido en el
precedente “Don Pedro Emilio Bourdieu c. Municipalidad de la Capital”.4
Allí la Corte Suprema concluyó que: “El término ‘propiedad’, cuando se emplea en los
artículos 14 y 17 de la Constitución o en otras disposiciones de ese estatuto comprende,
como lo ha dicho esta Corte, ‘todos los intereses apreciables que un hombre pueda poseer
fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad’. Todo derecho que tenga un valor
reconocido como tal por la ley, sea que se origine en las relaciones de derecho privado sea
que nazca de actos administrativos (derechos subjetivos privados o públicos), a condición
de que su titular disponga de una acción contra cualquiera que intente interrumpirlo en su
goce así sea el Estado mismo, integra el concepto constitucional de ‘propiedad’”.5 6
Incluso recientemente los Ministros Lorenzetti y Zaffaroni han confirmado en la causa
“Rinaldi, Francisco Augusto c. Guzmán Toledo, Ronal Constante y otra”7 que la definición
de propiedad en clave constitucional dada por la Corte Suprema de Justicia en el caso
“Bourdie” es la que aún sigue sosteniendo la Corte Suprema.
De este modo, podemos afirmar que nuestra Corte Suprema de Justicia ha incluido
siempre dentro del concepto constitucional de propiedad ‘todos los intereses apreciables
que un hombre pueda poseer fuera de sí mismo, fuera de su vida y de su libertad’. Y entre
dichos intereses, el Máximo Tribunal ha incluido a los derechos que surgen de los
contratos,8 sean estos de derecho privado o público.9 10
3
Véase el voto del Ministro Maqueda, Considerando 46.
Fallos: 145:307 (1925).
5
Fallos: 145:327.
6
En igual sentido pueden mencionarse Fallos: 268:112 (1967), 285:89 (1973), 295:973 (1976) y Fallos
295:937 (1976), entre muchos otros.
7
Fallos: 330:855 (2007).
8
Fallos: 145:328, allí la Corte afirmó: “Que el principio de la inviolabilidad de la propiedad asegurada en
términos amplios por el artículo 17, protege con igual fuerza y eficacia tanto los derechos emergentes de los
contratos como los constituidos por el dominio y sus desmembraciones. Mientras se halle garantizada en la
Constitución la inviolabilidad de la propiedad o en tanto que el Congreso no se halle investido de facultades
constitucionales expresas que lo habiliten para tomar la propiedad privada sin la correspondiente
indemnización o para alterar los derechos derivados de los contratos ha dicho esta Corte (tomo 137, página
47), la limitación existe para el departamento legislativo cualquiera que sea el carácter y la finalidad de la
ley”. De hecho tanta fuerza le dio la Corte Suprema de Justicia a los derechos emergentes de los contratos que
los equiparó a aquellos que surgían de una sentencia firme cuando sostuvo “son derechos adquiridos los que
nacen de una sentencia firme, o de un contrato o del acto administrativo que otorga una jubilación: en los
tres supuestos tienen la índole jurídica de la propiedad lato sensu y rige la garantía del art. 17 de la
Constitución Nacional” (Fallos: 314:1477 (1991)).
9
Fallos: 145: 307 (1925). Lo mismo fue reiterado en Fallos: 158:268 (1930) cuando se afirmó que: “esta
Corte ha declarado que los derechos emergentes de una concesión... de las que reconocen como causa una
delegación de la autoridad del Estado (empresas de ferrocarriles, tranvías, luz eléctrica, teléfono...) se
encuentran tan protegidas por las garantías consagradas en los arts. 14 y 17 de la Constitución como
4
7
Por lo tanto, la Corte Suprema de Justicia históricamente ha aceptado que el concepto
de propiedad no solo se refiere a lo que en derecho civil se concibe como tal, sino que va
más allá. El concepto en clave constitucional es más amplio entonces, va más allá del
derecho de dominio y de los derechos reales que un particular puede poseer, e incluye todos
los bienes –materiales e inmateriales, tangibles e intangibles– que conformen el patrimonio
de la persona, sea esta jurídica o física, y por ende tengan una apreciación económica para
su titular.11
b) Noción de derechos adquiridos para la Corte Suprema de Justicia
En este punto, también pensamos que es sumamente importante acudir a la
jurisprudencia del Superior Tribunal de Argentina pues es quien interpreta de modo final la
Constitución, y a la cual los tribunales inferiores debieran sujetarse en principio.12
Si bien es cierto, como afirma la mayoría en “Grupo Clarín”, que “nadie tiene derecho
adquirido al mantenimiento de un régimen jurídico (Fallos: 267:247; 308:199, entre
muchos otros)”,13 no es menos cierto, como veremos, que la Corte Suprema de Justicia –
incluso en su actual composición– ha afirmado en distintas oportunidades que la excepción
a aquel principio se da cuando existe un derecho adquirido por el particular ya sea porque
éste cumplió con todos los requisitos establecidos por la ley para la adquisición del derecho
–jubilaciones, pensiones, etc.–, o porque en el caso de un régimen general previsto en la ley
a un particular se le otorga un derecho específico mediante la implementación del régimen
general –concesiones, licencias, otorgamiento de beneficios de regímenes promocionales,
etc.–.
Como es bien conocido por todos, los derechos pueden adquirirse a través de una ley,
un contrato, una sentencia, un acto administrativo, o medios similares. Sin embargo, en el
pudiera estarlo el titular de un derecho real de dominio. Y no puede ser de otro modo. La realización de los
grandes fines de bienestar y progreso material de una ciudad por el concurso de los capitales privados no
sería factible si el contenido de las concesiones mediante las cuales aquellos pueden lograrse, debiera
quedar librado al juicio o al arbitrio subsiguientes de las personas en cuyo beneficio se ha querido
precisamente organizar el servicio público de que se trata. La prohibición de alterar las obligaciones que
nacen de los contratos es general y aplicable a las convenciones de todo orden”.
10
En igual sentido se puede mencionar Fallos: 176:363 (1937), donde si bien reconoció que el concesionario
no era el propietario de las vías férreas sus derechos sobre ellas si integraban su propiedad y los derechos
emergentes de allí son tan efectivos y respetables como cualquier bien sujeto a la garantía del artículo 17 de la
Constitución Nacional. En similar sentido donde se reconocen derechos de propiedad véase Fallos: 183:116
(1939), 184:148 (1939), 188:469 (1940), 201:385 (1942), 289:462 (1974), 317:218 (1994) y 332:1531 (2009).
11
En sentido similar BADENI, GREGORIO, Tratado de Derecho Constitucional, 1ª ed. La Ley, Buenos Aires,
2004, t. 1, p. 611.
12
Fallos: 307:1094 (1985), entre muchos otros.
13
En igual sentido véase Fallos: 315:839 (1992), 323:3412 (2000), 329:976 (2006), entre muchos otros.
8
caso de las leyes ellas pueden requerir la previa verificación de alguna condición o producir
la adquisición del derecho de modo automático con la sanción de la ley.14
Incluso la Corte Suprema de Justicia ha reconocido que: “Si bajo la vigencia de una ley
el particular ha cumplido todos los actos y condiciones sustanciales y los requisitos
formales previstos en esa ley para ser titular de un determinado derecho, debe
considerarse que hay derecho adquirido aunque falte la declaración formal de una
sentencia o de un acto administrativo, pues estos sólo agregan el reconocimiento de ese
derecho o el apoyo de la fuerza coactiva necesaria para que se haga efectivo. De no ser
así, resultaría la inadmisible consecuencia de que la titularidad de un derecho individual
vendría a depender de la voluntad discrecional del obligado renuente en satisfacer ese
derecho”.15
En este misma línea el Máximo Tribunal, en su actual composición,16 resolvió la causa
“Cerro Vanguardia S.A. c. DGI”.17 En el caso, la sociedad actora había adherido a la Ley
24.196 –de inversión minera–, y luego de que la autoridad verificara el cumplimiento con
los requisitos de la ley, le expidió el certificado fiscal mediante el cual, por aplicación del
régimen promocional previsto en la mencionada ley, la sociedad accedía desde la emisión
del certificado a la estabilidad fiscal por un período de tiempo determinado por la ley. Sin
embargo, la autoridad recaudadora luego de la obtención de los beneficios por parte de la
sociedad intentó aplicarle una ley dictada con posterioridad a la obtención del certificado
fiscal que le garantizaba la estabilidad mencionada, y que justamente modificaba el
régimen de impuestos a las ganancias en perjuicio de la sociedad y sus accionistas. En ese
contexto fáctico, la Corte Suprema, con la sola disidencia de Highton de Nolazco, rechazó
lo intentado por la Dirección General de Impuestos.
Al resolver esto el Máximo Tribunal afirmó: “Que si bien, como regla, nadie tiene un
derecho adquirido al mantenimiento de las leyes ni a la inalterabilidad de los gravámenes
creados o dispensados por ellas (Fallos: 288:279; 291:359; 299:93; 303:1835), en el caso
se configura un supuesto de excepción, precisamente a raíz de que la ley 24.196, con la
finalidad de promover las inversiones en el sector minero, estableció la estabilidad por un
determinado lapso del régimen tributario aplicable a los respectivos emprendimientos. Por
tal motivo, y en virtud de las razones ya expuestas cabe concluir que la norma incorporada
por la ley 25.063 a continuación del art. 69 de la ley de impuestos a las ganancias no
resulta aplicable a la actora. Por lo demás, tal conclusión es la que mejor se adecua al
14
BIDART CAMPOS, GERMÁN J., Manual de la Constitución Reformada, Ed. Ediar, Buenos Aires, 1997, t.2, p.
120.
15
Fallos: 296:723 (1976). En sentido similar véase Fallos: 304:871 (1982), 306:2092 (1984), Fallos 307:305
(1985), 315:2584 (1992), 316:2090 (1993), 317:1462 (1994), 318:1700 (1995), 319:1915 (1996), 321:532
(1998) y 326:417 (2003), entre muchos otros.
16
Se remarca este hecho pues este fallo fue firmado por los Ministros Petracchi y Lorenzetti integrando el
voto de la mayoría.
17
Fallos: 332:1531 (2009).
9
principio de seguridad jurídica, al que el Tribunal ha reconocido jerarquía
constitucional (Fallos: 220:5; 243:465; 251:78; 253:47; 254:62; 316:3231; 317:218)”.18
19
Por lo tanto, reconoció que al haber adquirido un derecho bajo un determinado régimen
legal, la sociedad actora no podía ver afectado ese derecho adquirido por un régimen legal
posterior. Ahora bien, hay que destacar que uno de los fallos citados en la transcripción de
la sentencia de la actual composición de la Corte Suprema de Justicia es “Alberto
Jawetz”.20 Allí el Máximo Tribunal sostuvo con relación a la garantía de la seguridad
jurídica: “Que, al respecto, este Tribunal ha decidido en forma reiterada que la
Constitución Nacional no impone una versión reglamentaria en materia de validez
intertemporal de leyes, por lo que el legislador o el juez, en sus respectivas esferas, podrán
establecer o resolver que la ley nueva destruya o modifique un mero interés, una simple
facultad o un derecho en expectativa y existente. Pero, en cada oportunidad en que se ha
sentado dicho principio, esta Corte ha expresado con particular énfasis que ni el
legislador ni el juez podrían, en virutd de una ley nueva o de su interpretación, arrebatar
o alterar un derecho patrimonial adquirido al amparo de la legislación anterior, pues en
este caso el principio de la no retroactividad deja de ser una norma infraconstitucional
para confundirse con la garantía de la inviolabilidad de la propiedad reconocida por la
Ley Suprema (Fallos: 137:47, 152:268; 163:155; 178:431; 238:496)”.21
De este modo, podemos concluir que según la tradicional jurisprudencia de la Corte
Suprema de Justicia, y por lo tanto en el derecho público argentino, los derechos adquiridos
no pueden alterarse ni siquiera mediante una ley posterior porque como enseñó el Máximo
Tribunal en ese caso “el principio de la no retroactividad deja de ser una norma
infraconstitucional para confundirse con la garantía de la inviolabilidad de la propiedad
reconocida por la Ley Suprema”.22
18
El resaltado no es del original.
Esto no es muy distinto a lo que la Corte Suprema resolvió años antes en “Metalmecánica” (Fallos:
296:672 (1976) cuando afirmó que: “…esta Corte ha reconocido la existencia de derechos adquiridos no sólo
en [contratos] (Fallos: 164:140), sino también en actos de estructura unilateral o bilateral, los cuales –lo
mismo que aquellos- pueden dar nacimiento a derechos subjetivos para el administrado. (Fallos 175:368)...
‘no existe ningún precepto de ley que declare inestables, revisables, revocables o anulables los actos
administrativos de cualquier naturaleza y en cualquier tiempo, dejando los derechos nacidos o consolidados
a su amparo, a merced del arbitrio o del diferente criterio de las autoridades... no cabe duda que la conducta
de la Administración... con la alteración de la estabilidad de sus propios actos administrativos, jurídicamente
pueda ser calificada de otro modo que de irrazonable...” (el destacado no es del original). Pero lo interesante
de “Cerro Vanguardia S.A.” es que la sentencia fue firmada por los Ministros Lorenzetti y Petracchi que
sostienen conceptos bien distintos a los sostenidos en la causa “Grupo Clarín” en lo que respecta a los
derechos adquiridos y a la retroactividad de las normas.
20
Fallos: 317:218 (1994).
21
El resaltado no es del original.
22
Fallos: 317:218 (1994)
19
10
3. ¿Qué dijo la mayoría sobre el derecho de propiedad y los derechos adquiridos
en el fallo “Grupo Clarín”?
En lo que respecta al derecho de propiedad, en el caso se encontraba en disputa las
licencias que habían sido otorgadas al grupo de medios y/o sus empresas subsidiarias por
un período de tiempo preestablecido para la operación de radios, canales de aire y cable, y
para la prestación del servicio de televisión por cable en distintas localidades.
Mediante la Ley de Medios el Gobierno no solo había establecido nuevas
reglamentaciones para el futuro (artículos 41 –límite a la transferencia de licencias– y 45 –
régimen de multiplicidad de licencias–), sino que también dispuso para las empresas que
poseyesen licencias al momento del dictado de la ley, la desinversión y adecuación a los
nuevos límites impuestos por la norma (artículo 161 de la Ley de Medios) además de
declarar que las licencias no otorgaban derechos adquiridos (artículo 48).
Los efectos retroactivos que el artículo 161 dio a la nueva regulación de medios
respecto de los que ya habían adquirido sus licencias con anterioridad al dictado de la Ley
de Medios, fue una de las razones por las que se impugnó la afectación de los derechos
adquiridos por las compañías de medios actoras.
Para rechazar esta impugnación constitucional, que se sustentaba en la inviolabilidad
del derecho de propiedad (artículo 17 de la Constitución Nacional y Tratados
Internacionales), quienes suscribieron el voto de mayoría –Lorenzetti y Highton de
Nolasco– afirmaron que “el titular de una licencia no tiene un “derecho adquirido” al
mantenimiento de dicha titularidad frente a normas generales que, en materia de
desregulación desmonopolización o defensa de la competencia, modifiquen el régimen
existente al tiempo de su otorgamiento. Esta interpretación coincide con la ya recordada
doctrina de este Tribunal de que “nadie tiene un derecho adquirido al mantenimiento de
leyes y reglamentos ni a la inalterabilidad de los mismos”.23
Esto los llevó a la conclusión de que “nadie tiene un derecho adquirido al
mantenimiento de la titularidad de la licencia hasta el plazo de su finalización,
circunstancia que no impediría que quien considerase afectado su derecho de propiedad
pudiera reclamar daños y perjuicios”.24
En concreto, el voto de mayoría entendió que una licencia, para la cual un particular
cumplió ciertos requisitos y efectuó inversiones de gran magnitud para el desarrollo de un
negocio, y que otorgaba ciertos derechos de explotación de la referida licencia a su titular
por un determinado tiempo, no constituía un derecho adquirido y en cualquier momento
23
Recursos G. 436. XLIX (REX), G.445. XLIX, y G. 451. XLIX, del 21 de octubre de 2013, Considerando
66 de la mayoría. El resaltado no es del original.
24 24
Recursos G. 436. XLIX (REX), G.445. XLIX, y G. 451. XLIX, del 21 de octubre de 2013, Considerando
66 de la mayoría.
11
podría ser revocada, modificada, y/o alterada sin que para ello sea necesario una previa
indemnización. Por el contrario, la mayoría consideró que en ese caso el particular podía
buscar una indemnización con fundamento en la doctrina de la responsabilidad lícita del
Estado que ha reconocido en anteriores precedentes el mismo Tribunal.25
El voto concurrente de Petracchi trató la cuestión en el considerando 36, justo luego de
afirmar también que nadie tiene el derecho adquirido al mantenimiento de un mismo
régimen jurídico. En el mencionado considerando, para rechazar la afirmación de los
actores de que la Ley de Medios “afectó gravemente derechos adquiridos”, sostuvo “El
argumento resulta manifiestamente inadmisible. En él se omite considerar que la existencia
de derechos adquiridos puede dar lugar a una indemnización pecuniaria, pero de ningún
modo implica un privilegio para ser eximido del cumplimiento de la legislación vigente”.
A esta misma idea adhirió Zaffaroni en el considerando 18 de su voto. Ambos reconocieron
también la posibilidad de que quién fuera afectado inicie una posterior demanda de daños y
perjuicios contra el Estado con fundamento en su responsabilidad por actividad lícita.
Si comparamos estas conclusiones con los precedentes que analizamos más arriba,
podemos concluir que existe una innegable contradicción por parte de los cuatro Ministros
que dieron forma a la decisión adoptada en el caso.
Si bien es cierto que en casos anteriores26 la Corte Suprema admitió que un nuevo
régimen legal puede afectar legítimamente derechos de propiedad mediante nuevas
reglamentaciones, reconociéndole al afectado solamente un derecho de indemnización por
los perjuicios que esa nueva ley le irroga, no podemos dejar de mencionar que el contexto
fáctico de ese precedente era absolutamente distinto. En el caso no se afectó la propiedad,
pues solamente se reglamentó más restrictivamente el ejercicio de su derecho a la
utilización del inmueble para determinado giro comercial.
Tampoco, se daba en el caso mencionado una relación de naturaleza bilateral como sí
ocurrió en el caso “Grupo Clarín”. Ni menos aún existía una licencia otorgada luego de un
proceso licitatorio donde se habían cumplido requisitos legales para su otorgamiento, y
cuya adjudicación significaba, según la jurisprudencia de la Corte Suprema hasta el dictado
del fallo que se comenta, que el titular tendría el derecho que de dicha licencia surgía por
un determinado plazo de tiempo.
25
Fallos: 328:2654 (2007) y 332:1367 (2009), entre muchos otros.
En este sentido se falló el célebre caso “Motor Once” (Fallos 310:950 (1987)). Recordemos brevemente los
hechos del caso: el actor había solicitado la autorización bajo el Código de Edificación de la Ciudad de
Buenos Aires para la construcción de una estación de servicio sobre la cual se construiría un edificio de
viviendas. La autorización fue otorgada y la obra ejecutada. Pocos años después mediante una reforma al
Código de Edificación, y a modo de prevenir incendios, se prohibió que sobre estaciones de servicio hayan
edificios de vivienda. Esto llevó a que la entonces Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires revocara la
autorización para operar que tenía la estación de servicio. Ante esta medida, la Corte Suprema resolvió que la
medida estatal era válida, y envió la causa a la instancia anterior para que resuelva la extensión de la
indemnización que le correspondía al actor.
26
12
No podemos dejar de observar, lo que demuestra la contradicción mencionada, que
hasta ahora la Corte Suprema –incluso en su actual composición– había reconocido de
manera constante y coherente, que en aquellos casos donde en el marco de un régimen
jurídico el particular reuniese y acreditase ciertos requisitos para el otorgamiento de un
derecho previsto en dicho régimen, una vez que ello ocurra y la administración los
verifique el otorgamiento del derecho en cuestión se consolidaría en el patrimonio del
particular pasando a conformar un derecho adquirido.27
La contradicción entre el fallo que comentamos y lo que históricamente había resuelto
la Corte Suprema, se vuelve más clara cuando se relee el considerando que ya
transcribiéramos del caso “Alberto Jawetz”.28 Allí, el Máximo Tribunal si bien reconoció
que nadie tiene un derecho al mantenimiento de un mismo régimen jurídico, recordó
inmediatamente que “en cada oportunidad en que se ha sentado dicho principio, esta
Corte ha expresado con particular énfasis que ni el legislador ni el juez podrían, en
virutd de una ley nueva o de su interpretación, arrebatar o alterar un derecho
patrimonial adquirido al amparo de la legislación anterior, pues en este caso el principio
de la no retroactividad deja de ser una norma infraconstitucional para confundirse con
la garantía de la inviolabilidad de la propiedad reconocida por la Ley Suprema (Fallos:
137:47, 152:268; 163:155; 178:431; 238:496)”.29
Y la importancia de este precedente no solo se encuentra en la obligatoriedad de los
fallos que dicta la Corte Suprema de Justicia,30 sino también en que el mismo fue
justamente citado por la actual composición del Tribunal para resolver el caso “Cerro
Vanguardia S.A. c. D.G.I.”,31 y fundamentar la afirmación de que el principio de seguridad
jurídica es un principio receptado por nuestra Constitución Nacional.
Por lo tanto, en lo que hace al derecho de propiedad y a los derechos adquiridos
notamos una marcada y peligrosa contradicción entre el fallo que comentamos y la
jurisprudencia histórica del Máximo Tribunal. Sin embargo, observamos que muy
posiblemente este fallo no se consolide como doctrina del Tribunal, principalmente por dos
razones.
27
Esta fue justamente la lógica utilizada por la actual conformación de la Corte Suprema de Justicia en Fallos:
332:1531 (2009), donde en un régimen promocional –que desde “Metalmecánica” (Fallos 301:535 (1979)) a
esta parte se lo considera un régimen de naturaleza bilateral a la que se le aplica principios del derecho
contractual– Cerro Vanguardia S.A. había acreditado ciertos requisitos para obtener el certificado de
estabilidad fiscal por el plazo que disponía la Ley de Inversión Minera. Allí la Corte Suprema, rechazó una
modificación a la Ley del Impuesto a las Ganancias que la AFIP le quiso aplicar a la empresa pues entendió
que con el cumplimiento de los requisitos para obtener el certificado de estabilidad fiscal, el derecho al
mantenimiento del mismo régimen fiscal vigente al momento de la emisión del certificado era un derecho
adquirido que en función del principio de seguridad jurídica –que reconoció como un principio
constitucionalmente receptado– no podía ser desconocido ni afectado.
28
Fallos: 317:218 (1994).
29
El resaltado no es del original.
30
Fallos: 307:1094 (1985).
31
Fallos: 332:1531 (2009).
13
En primer lugar, si bien la cuestión debatida en el fallo debió ser una cuestión
técnico jurídica exclusivamente, por el enfrentamiento público y notorio que existió entre el
grupo actor y el Gobierno de turno se terminaron introduciendo al caso factores políticos
muy diversos que a nuestro entender afectan las posibilidades de que el fallo vaya a ser
aplicado por la Corte Suprema como un precedente de relevancia.
En segundo lugar, el fallo ha sido uno muy disputado en el interior de la Corte
Suprema. Prueba de ello es que existieron cuatro votos que si bien llegaron a iguales
conclusiones no compartieron sus fundamentos, y uno de ellos,32 hizo especial hincapié en
el método de venta de las licencias que dispuso el método de adecuación previsto en el
artículo 161.33 Esto último podría ser una clave para entender que no cualquier regulación
podría ser tratada del mismo modo.
4. Algunas conclusiones
Habiendo finalizado el breve análisis que nos propusiéramos del fallo en comentario,
podemos concluir que:
(i)
Hasta e dictado del fallo “Grupo Clarín” la Corte Suprema, incluso en su actual
composición, sostuvo invariablemente que el derecho de propiedad son ‘todos
los intereses apreciables que un hombre pueda poseer fuera de sí mismo, fuera
de su vida y de su libertad’. Incluidos entre ellos los derechos que surgen de los
contratos, sean estos públicos o privados.
(ii)
Si bien nadie tiene un derecho adquirido al mantenimiento de un determinado
régimen jurídico, hasta el dictado del fallo en comentario, la Corte Suprema de
Justicia sostuvo de manera enfática y coherente que ello no aplicaba cuando
existieran derechos adquiridos por el particular. Y ello lo sostuvo al afirmar que
si bien una ley puede tener efectos retroactivos que afecten derechos en
expectativa o intereses simples, “en cada oportunidad en que se ha sentado
dicho principio, esta Corte ha expresado con particular énfasis que ni el
legislador ni el juez podrían, en virutd de una ley nueva o de su
interpretación, arrebatar o alterar un derecho patrimonial adquirido al
amparo de la legislación anterior, pues en este caso el principio de la no
32
El voto de mayoría firmado por Lorenzetti y Highton de Nolasco.
Si bien excede el marco del presente, pensamos que no necesariamente es suficiente el esquema previsto
por la ley para el pago de las licencias en casos de desinversión obligada como para considerar que hay un
pago previo del perjuicio ocasionado. No solo ese pago se da en el marco de una negociación para la cual el
vendedor tiene solo un año, con lo que ello podría afectar el precio y el poder de negociación del vendedor,
sino que tampoco necesariamente termina representando el valor real de la licencias el día antes del dictado de
la Ley de Medios que es lo que en definitiva debió haber pagado para su adquisición un privado antes del
dictado de la Ley de Medios.
33
14
retroactividad deja de ser una norma infraconstitucional para confundirse
con la garantía de la inviolabilidad de la propiedad reconocida por la Ley
Suprema (Fallos: 137:47, 152:268; 163:155; 178:431; 238:496)”.34
34
(iii)
El fallo en comentario no ha seguido la inveterada doctrina receptada en
muchísimos precedentes del Máximo Tribunal, incluso en su actual
composición, en lo que hace a qué se entiende por propiedad y derechos
adquiridos, y cómo una ley puede afectar retroactivamente derechos adquiridos.
(iv)
El fallo en comentario posee una serie de características que permiten prever
razonablemente que el mismo no será adoptado como doctrina definitiva de la
Corte Suprema de Justicia, pues no solo fue dictado en el marco de un conflicto
político de grandes dimensiones que terminó mezclando los asuntos a resolver,
sino que también la decisión fue muy dividida incluso entre los que coincidieron
en la parte resolutiva.
Fallos: 317:218 (1994). El resaltado no es del original.
15
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