Paz con el Prójimo

Anuncio
Paz con el Prójimo
Romanos 12:14-21
OBJETIVO: Que los hermanos puedan estar en paz con sus semejantes.
INTRODUCCIÓN: Hay personas que siempre están buscando alguien con
el cual pelearse, y otros que tratan de mantener buenas relaciones con
los demás. ¿En qué grupo se encuentra usted? La Palabra de Dios
obviamente, es bien clara en cuanto a que grupo de personas deben
pertenecer los creyentes. Aprendamos algunos principios que nos
pueden ayudar a estar en paz con nuestros semejantes.
DESARROLLO
1) Nunca le tenemos que desear el mal a nadie: “bendecid, y no
maldigáis” (Romanos 12:14). Aunque haya personas que se hayan
portado mal con nosotros debemos bendecirlas; ciertamente esto no es
muy fácil de hacer, pero es el mandato del Señor para nosotros. Nunca
nos alegremos porque a una persona le haya pasado algo malo.
2) Seamos amigos de otros en todo tiempo: “Gozaos con los que se
gozan; llorad con los que lloran” (Romanos 12:15). El hijo prodigo tenía
amigos falsos: solo estaban con él en los momentos de festejar. La vida
tiene tiempo para reír y para llorar. La genuina amistad es un cultivo y hay
que invertir tiempo en ella. Cuando la gente se goza, gócese con ella; no
envidie lo que otros poseen. En el momento del dolor, tienda una mano
al alma sufriente. En resumen, mostrémonos, estemos disponibles,
tengamos buena voluntad para la “milla extra” (Mt 5:41).
3) Seamos humildes: “Unánimes entre vosotros; no altivos, sino
asociándoos con los humildes. No seáis sabios en vuestra propia opinión”
(Romanos 12:16). Una regla de la convivencia es la tolerancia.
Aceptemos las diferencias de los otros, no pensemos que nuestra opinión
es la única que cuenta. Esto solo se logra con humildad.
4) No paguemos mal por mal: “No paguéis a nadie mal por mal; procurad
lo bueno delante de todos los hombres” (Romanos 12:17). Si alguien nos
ofendió no le paguemos con la misma moneda. Busquemos el bien de
los demás.
5) Tratemos de estar en paz con todos: “Si es posible, en cuanto dependa
de vosotros, estad en paz con todos los hombres” (Romanos 12:18).
Nuestra cuota de esfuerzo no siempre arreglará los problemas o las
relaciones laceradas, pero es bien claro que Dios desea que pongamos
nuestro máximo empeño en procurar que las cosas se arreglen y estén
bien. En ningún momento podríamos usar este pasaje como una excusa,
mas bien todo lo contario, como una obligación: Tenemos que hacer
todo el esfuerzo para estar en paz con otros. En efecto, a veces
dependerá un poco de la otra parte, pero no tomemos la parte pasiva
ni de “victimas” en un conflicto. Tomemos iniciativas de procurar la
reconciliación y la paz con aquellos que nos han lastimado. Busquemos
parecernos a Jesús.
Además, cuando somos obedientes en hacer la voluntad de Dios, el
Señor hace posible la paz de los que nos odian y desprecian. “Cuando
los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos
hace estar en paz con él” (Pro 16:7) ¡Que alentadora promesa!
6) No nos venguemos: “No os venguéis vosotros mismos, amados míos,
sino dejad lugar a la ira de Dios; porque escrito está: Mía es la venganza,
yo pagaré, dice el Señor. Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de
comer; si tuviere sed, dale de beber; pues haciendo esto, ascuas de
fuego amontonarás sobre su cabeza” (Romanos 12:19-20). La palabra
“venganza” no debe existir en el diccionario de un creyente. No somos
jueces. Dios es el que ve todas las cosas, y Él es un juez justo, mucho más
que cualquier hombre. Dejemos confiados el juicio en las manos de Dios
quien dijo: “Mía es la venganza y la retribución” (Dt 32:35ª).
APLICACIÓN: Todo se podría resumir en el siguiente versículo: “No seas
vencido de lo malo, sino vence con el bien el mal” (Romanos 12:21).
Debemos vencer con el bien siempre. Es una tentación ser vencido de lo
malo. Con el bien debemos vencer al mal. El creyente debe comportarse
con integridad en relación a los demás. Haciendo todas estas cosas
podremos estar seguros que el Dios de paz estará con nosotros siempre.
“…y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros”
(2 Co 13:11)
Descargar