Mesa N° 4: Políticas Económicas Venezolanas: sector fiscal, monetario y cambiario Econ. Adalberto Alvarado. Estudiante: Rebeca Araujo. Las políticas fiscales, monetarias y cambiarias representan las decisiones más importantes de un gobierno en materia económica, y determinan en gran medida el funcionamiento del sistema y las acciones de todos los agentes económicos, dando lugar al tipo de régimen que dirige la vida diaria de los ciudadanos en cuestiones elementales como los precios, la tasa de interés, el abastecimiento, el suministro de bienes y servicios públicos, el tipo de cambio, los salarios, el nivel de empleo, la producción y crecimiento de la economía, entre otros. Es por ello que, los estudiantes y estudiosos de la ciencia económica deben tomar en cuenta los aspectos anteriores, para analizar la eficiencia y nivel de bienestar que se pretende alcanzar en una sociedad con un sistema político determinado. En el caso venezolano, se evidencian rasgos macroeconómicos, que en principio implica la existencia de una crisis, al menos a nivel de macro-precios: alta inflación creciente, tasa de interés real negativa, elevado déficit presupuestario, permanencia de cuatro tipos de cambio con brechas crecientes, escasez de bienes y mal funcionamiento de muchos servicios públicos, lo que se traduce en un crecimiento negativo de la economía. Esto podría llevar a preguntar si existe realmente tal crisis y, de ser así, qué impacto tiene en términos de bienestar social, y del funcionamiento de la economía en general. Cuáles son las señales e incentivos que están dando los encargados de hacer la política económica (Policymaker) en nuestro país y en qué dirección apuntan las acciones de los agentes económicos. De ser cierto que las políticas económicas que se vienen tomando hasta ahora son erróneas, explicar por qué esto es así y qué alternativas hay y cuáles de ellas son factibles de aplicar en Venezuela, tomando en cuenta las especificidades propias de la economía venezolana, ampliamente conocida por su tradición “monoproductora rentista”. Para abordar estas múltiples cuestiones referentes al análisis de la política económica llevada a cabo por el gobierno nacional, es ineludible identificar primero el tipo de economía dentro de la cual se podría enmarcar a la venezolana, sin dejar de lado por supuesto el hecho que constituye en sí mismo el petróleo, lo cual no es poco trascendente y condiciona en buena medida cualquier tipo de análisis que se pretenda hacer sobre los problemas actuales que nos aquejan como sociedad. Pero, en todo caso, se intentará por ahora hacer un ejercicio conceptual, siguiendo aquel principio básico de microeconomía que se aprende en los primeros cursos introductorios de la carrera: “Ceteris Paribus”. Atendiendo a este tipo de análisis, el primer factor identificado es el tipo de cambio fijo, y es, justamente a partir de este factor que se derivan todas las demás consideraciones, o por lo menos las más relevantes para nuestro análisis. Una primera aproximación conceptual sobre el tipo de cambio fijo, de acuerdo con Mankiw (2000), es que este representa a un sistema en el cual, el banco central se compromete a comprar o vender la moneda nacional a cambio de divisas a un precio determinado de antemano. El segundo elemento que define nuestra economía es que se trata de una economía pequeña, aquí entendemos por pequeña, no al tamaño en valor total de nuestro producto interno bruto (PIB) o de las reservas internacionales, sino al volumen del flujo de bienes y capital, el cual constituye una pequeña parte del mercado mundial, y por lo tanto, sólo ejerce por sí misma una influencia poco significativa en el tipo de interés mundial y los precios internacionales1. Considerando ambas características, repasemos como funcionaria las políticas fiscal y monetaria de acuerdo a la teoría macroeconómica, expuesta por Mankiw (2000). En primer término se debe tener presente que con tipo de cambio fijo, la política monetaria se dedica única y exclusivamente al objetivo de mantenerlo en el nivel anunciado. Dicho de otro modo, la esencia de un sistema de tipos de cambio fijos es el compromiso del banco central de permitir que la oferta monetaria se ajuste hasta alcanzar el nivel que garantice la igualdad del tipo de cambio de equilibrio y del anunciado. La política fiscal. Analicemos primero que ocurre con la política fiscal, tomando en cuenta que el resultado de la combinación y la convivencia del sector público con el sector privado es lo que conforma la economía de un país. Y por tanto el desempeño y productividad del sector privado debe estar en concordancia con la búsqueda de bienestar, que se impulsa desde el sector público. Si los hacedores de política económica deciden modificar el ciclo económico, utilizando políticas fiscales, se espera que estas sean prudentes, ya que la política fiscal impulsa un cambio deliberado de los niveles de gastos del gobierno, por la vía de impuestos y de adquisición de préstamos o financiamiento para lograr los objetivos 1 Para profundizar la información sobre el tema, se sugiere consultar en “The atlas of Economic Complexity” desarrollado por Hausmann, Hidalgo y otros. Dicho atlas identifica el peso económico que tiene cada nación en el flujo de bienes y servicios en el mundo. económicos nacionales, tales como: dinamizar la actividad económica, procurar un alto nivel de empleo, crecimiento económico y equilibrio en la balanza de pagos. Desde el punto de vista práctico, Según Mankiw (2000), si el gobierno estimula el gasto interno incrementando las compras del Estado o bajando los impuestos. Esta política incrementa la demanda agregada, presionando al alza sobre el tipo de cambio. Pero como el banco central se compromete a intercambiar moneda extranjera por moneda nacional al tipo de cambio fijo, el arbitraje responde rápidamente a la subida del tipo de cambio vendiendo divisas al banco central, lo que provoca una expansión monetaria automática. Una expansión fiscal con tipos de cambio fijos eleva la renta agregada. Concretamente en el caso venezolano, el Banco Central de Venezuela (BCV) en una Carta dirigida a la Asamblea Nacional Constituyente en el año 1999, afirma que: el objetivo último de la política fiscal, es la maximización del bienestar social por la vía de la estabilidad económica. A tales efectos, la determinación del nivel y estructura de los ingresos y gastos públicos debe hacerse teniendo en cuenta la necesidad de propiciar y fortalecer la actividad productiva, sujeto a la restricción que introduce el objetivo de inflación y la capacidad de endeudamiento del Ejecutivo Nacional. La economía venezolana ha enfrentado dificultades macroeconómicas ligadas a su política fiscal. Desde mediados de los años setenta Venezuela ha sido afectada por un proceso de inestabilidad macroeconómica que ha generado un fuerte impacto en el ingreso per cápita de la población; incumpliendo con el objetivo último de la política fiscal, la maximización del bienestar social por la vía de la estabilidad económica. Los ajustes macroeconómicos que se han aplicado desde 1979 son el resultado de fuertes desequilibrios fiscales. El análisis de la estrategia fiscal es interesante para entender la volatilidad macroeconómica, pues es el resumen de su estrategia económica, siendo el nivel del gasto público un indicador adecuado del nivel de intervención del estado, dentro de la actividad económica. Por otra parte, las economías manifiestan que su comportamiento no es estable; muestran que no crece en forma suave, sino que está compuesta por ciclos económicos, donde ocurren periodos de expansión del producto seguidos por caídas del mismo, condición que ha permitido la utilización de la política fiscal como una herramienta para esterilizar las fluctuaciones cíclicas a través de políticas activas o evitando su utilización inapropiada. Al respecto Fontaine (1983) plantea que cuando el ciclo proviene de la desinformación de los agentes económicos acerca de las circunstancias macroeconómicas, la política anti cíclica puede jugar un rol positivo sólo si contribuye a reparar esta deficiencia de información. Es decir, la política fiscal tiene como rol ser la política “amortiguadora de los ciclos económicos” (según la teoría keynesiana); en prosperidad el gobierno debe gastar menos y en recesión gastar más. Sin embargo, el gobierno central ha ejecutado una política pro-cíclica; el ámbito internacional está minado de fuertes distorsiones en el mercado petrolero y la política fiscal no ha logrado contrarrestar estas distorsiones, sino que transmite y acentúa en la economía interna este comportamiento aleatorio del mercado petrolero, “el efecto derrame” (overshooting). Al aumentar vertiginosamente el precio del barril de petróleo, a partir del año 2004, se incrementaron los ingresos del Estado vía renta petrolera, de esta manera el ejecutivo nacional, en vez de mantener el presupuesto, acumulando los excedentes de estos ingresos extraordinarios y promover el ahorro nacional, haciendo uso del fondo de estabilización macroeconómica (FEM), precisamente concebido con el fin de garantizar la estabilidad de los gastos del Estado, ante las fluctuaciones de los ingresos ordinarios, decidió incorporarlos a la actividad económica del país, por medio de la expansión del gasto público y las transferencias. Una vez que pasa el “boom petrolero”, y toma lugar dicho comportamiento variable del mercado de commodities, reflejado en la caída de los precios del crudo que hemos vivido desde finales de 2014, la economía venezolana se ve forzada a recortes presupuestarios, o en su defecto expansión insostenible del gasto, y el consecuente déficit público, que irremediablemente implica el financiamiento mediante el aumento de la deuda pública o por la vía de emisión de dinero que dispara la inflación. La política fiscal en este caso, está diseñada para el control de los mercados, que dependen de los recursos petroleros, concentrando el sistema de decisiones del Estado venezolano y aumentando la dependencia del mercado interno sobre la influencia o concesión del Estado. La Deuda Pública puede utilizarse como un elemento para dinamizar la economía, ya que si se dirige hacia la inversión se convierte en un incentivo de crecimiento de la producción. En base a un informe realizado sobre la sostenibilidad de la deuda pública del Gobierno Central venezolano ante posibles escenarios de riesgo de origen externo para el año 2014 (Alvarado, 2015)2, se llegó a las siguientes conclusiones: El ratio deuda/PIB en los últimos diez años experimentó una rápida caída hasta el 2008, año a partir del cual registra un aumento sostenido hasta ubicarse entre 20 y 30%, lo que conlleva a plantearse la sostenibilidad de la política fiscal en Venezuela dada la evidencia estadística que muestra esa tendencia creciente en el nivel de deuda. En dicha investigación se extrae el siguiente gráfico: Deuda/PIB del Gobierno Central y Precio de la Cesta Venezolana 1996-2013 Desde el punto de vista teórico no existe un consenso único sobre cuál debe ser el intervalo correcto en el que fluctúen los niveles de deuda, esto va a depender de las características de cada economía y en particular de la estructura de ingresos fiscales que estas tengan. En general para economías emergentes o en vías de desarrollo, dentro de 2 Informe realizado en el BCV, durante el periodo de pasantías profesionales ULA 2014-2015. las cuales se puede considerar la venezolana, se tiene cierto grado de certeza, sobre un valor crítico del ratio deuda/PIB de 25%. Los indicadores de vulnerabilidad se dividen en dos tipos: los indicadores de solvencia, que están referidos al análisis del pago de saldo de la deuda, donde Venezuela tiene valores críticos según los resultados encontrados, mientras que en los indicadores de liquidez la situación es un poco más favorable, debido a que estos evalúan el riesgo de cumplir con los compromisos de pago de servicio de la deuda, lo cual se lleva a cabo mediante flujos de caja. En el caso concreto de la sostenibilidad de la deuda del gobierno central, se aplicaron tres indicadores, considerando tres escenarios, a distintos tipos de cambio. El primer indicador (6,30 Bs/$) no es concluyente, puesto que arroja resultados negativos, los cuales vienen influenciados por el sesgo que supone las tasas de interés real tendencial negativa. Los otros dos indicadores (tipo de cambio implícito y Paridad de Poder Adquisitivo) si arrojan resultados de signo positivo, y en ambos casos, para todos los escenarios indican que la deuda no es sostenible en el año 2014. Tomando en cuenta todos estos indicadores, es importante también entender que la política fiscal no funciona de manera aislada, sino que comparte con la política monetaria y la cambiaría el objetivo de la estabilidad de los precios y del crecimiento económico, por lo cual se requiere implementarlas estableciendo reglas activas o pasivas claras, estables y confiables. Política Monetaria. Por otro lado, al analizar la política monetaria, rápidamente nos daremos cuenta que esta, en condiciones normales, es ineficaz, tal como nos dice Mankiw (2000). Supongamos que el banco central, que opera con tipo de cambio fijo, tratara de elevar la oferta monetaria. La consecuencia inicial es un aumento de la base monetaria y por ende de la cantidad de dinero en la economía, lo que reduce el tipo de cambio. Pero como el banco central se ha comprometido a intercambiar moneda extranjera y moneda nacional a un tipo de cambio fijo, el arbitraje responde rápidamente al descenso del tipo de cambio vendiendo la moneda nacional al banco central, a cambio de moneda extranjera. Nótese que como la oferta de divisas está restringida, para que se equilibre el mercado ocurre el fenómeno que tales divisas se venden a un precio superior en el mercado (mercado negro), dados los beneficios que supone esta operación para los arbitrajistas. El resultado final es que una parte del aumento de la oferta monetaria regrese al banco central, y el excedente, en caso de ser persistente, presione sobre el alza del precio de las divisas en el mercado, haciendo estéril así la gestión normal de la política monetaria, es decir su efecto sobre el crecimiento del producto es nulo. Pero, ¿de qué depende el crecimiento de la oferta monetaria? Cuando se establece el sistema de tipo de cambio fijo, el crecimiento de la oferta monetaria va a depender exclusivamente de la cantidad que satisfaga el nivel óptimo necesario de dinero en la economía (M2), al cual se intercambian divisas por moneda nacional, que permita mantener tal control de cambio anunciado por el banco central. Dicho de otro modo, la política monetaria se subordina al tipo cambiario. Ahora bien, cuando las razones que dan lugar a tal crecimiento y control de la oferta de dinero por parte de la autoridad monetaria, se alejan, por las circunstancias que fueren, de su razón elemental de ser, anteriormente descrita, se produce aquello que muy ciertamente presagiaba Vladimir I. Lenin cuando decía que la mejor forma de destruir el sistema y la economía capitalista de mercado, es corromper la moneda, pues se generan distorsiones tales, que, en palabras de John M. Keynes, conlleva a todas las fuerzas ocultas de la ley económica a situarse del lado de la destrucción y lo hace de una manera que nadie entre un millón es capaz de diagnosticar. En efecto, según Álvarez (2015), ex ministro de Industrias Básicas y Minería, desde el año 2010 el BCV ha venido financiando a Petróleos de Venezuela, S.A (Pdvsa). Las estadísticas oficiales indican que hasta noviembre de 2014, el BCV habría transferido a la estatal petrolera la cantidad de Bs. 664.000 millones, sin ver reflejado esto en un aumento efectivo de la producción. Esta política de expansión monetaria, como predice la teoría macroeconómica, lejos de estimular el crecimiento de la economía, ha venido generando una presión alcista en el comportamiento del nivel de precios, una apreciación del tipo de cambio real, y el agotamiento de las reservas internacionales, lo que inevitablemente ha abierto una brecha creciente entre los tres tipos de cambio oficiales existentes, y más aún con el tipo de cambio de mercado negro. El BCV por su parte, en un intento de contener la persistente inflación, ha puesto en práctica instrumentos de política monetaria para desacelerar la demanda y con ello perseguir la estabilidad de precios, adoptando como primera medida incrementar el encaje legal de manera progresiva, tal como lo señala Álvarez (2015); en el año 2013, este registró un primer incremento de 17% a 19% y luego de 19% a 20% para luego subir de nuevo en el 2014 de 20% a 21.5%. Pero esta decisión en sí misma poco puede neutralizar la inflación, debe ser acompañada por el cese del desmesurado aumento de la base monetaria, que entre octubre de 2013 y octubre del 2014 fue de 80%, sin la existencia de un aumento significativo como contrapartida del nivel agregado de la producción, durante el mismo período. Una de las mayores causas de dicha emisión de dinero “inorgánico” es financiar empresas públicas deficitarias; esta inyección de dinero sin respaldo, con la escasez creciente, debilita el poder de compra del bolívar, en otrora fuerte, concibiendo la inflación galopante que ahoga a la economía venezolana. Cifras oficiales señalan que la causa principal de la acelerada inflación es el financiamiento a Pdvsa; la compañía petrolera está obligada por el gobierno nacional a vender la mayor proporción de sus divisas a una tasa de cambio oficial de 6,30 Bs/$. En consecuencia, la cantidad de bolívares que recibe a esta tasa de cambio tan baja no le rinde para pagar una nómina de más de 140.000 trabajadores, cancelar a tiempo su deuda con proveedores y contratistas, mantener al día sus obligaciones fiscales y finalmente transferir fondos a las misiones sociales (Álvarez, 2015). Por estas razones, Pdvsa entrega pagares al tesoro nacional, que luego éste intercambia por efectivo en el BCV, lo que intensifica el proceso de expansión de liquidez monetaria, generando una espiral inflacionaria que impacta directamente sobre el bolsillo del ciudadano. Se desarrolla pues, una dinámica perversa en la cual el Estado se apropia de una porción cada vez mayor del trabajo del venezolano, creando la base propicia para una sociedad desigual y el empobrecimiento de las mayorías, toda vez que la inflación se entiende como la forma más hábil y el impuesto más sutil para alimentar el desproporcionado e irracional gasto del estado, que ha resultado en un alarmante déficit entorno al 18% del PIB, lo que representa no solo un desbalance en las finanzas públicas sino la quiebra de la economía nacional, aún con el mayor boom petrolero de la historia del país. Política Cambiaria. La política cambiaria venezolana se caracteriza, particularmente por manejar tres tipos de cambio dentro de un sistema cambiario fijo; dólar preferencial 6,30 Bs/$, dólar Sicad (Sistema Complementario de Administración de Divisas) 13,50 Bs/$ y el dólar Simadi (Sistema Marginal de Divisas) 199,99 Bs/$. Claramente existe un enorme diferencial entre los tres tipos de cambio oficiales, siendo síntoma esto de las fuertes distorsiones y del evidente subsidio cambiario que representa mantener la tasa preferencial. El gobierno en efecto, migra de la tasa preferencial a sicad y simadi para devaluar legal pero implícitamente la moneda, sin cargar con todo el costo político que ello acarrea. De este modo, obedeciendo a lógicas de tipo políticas e intereses distintos a los de la eficiencia económica, los arbitrajistas, sometidos a los fuertes controles para comprar dólares a distintas tasa aprovechan la oportunidad de obtener beneficios de este distorsionado mercado, ofreciendo divisas en el mercado negro en un diferencial de más del 200%, en buena parte debido el aumento de la liquidez monetaria anteriormente analizado. Esto se puede observar de hecho, en primer término, en el aumento de los precios de las importaciones sostenidas con sicad y con simadi, y la diferencia que existe con respecto a los precios de aquellos bienes comprados a dólar preferencial (artificialmente barato), generándose así un desbalance en el comportamiento del mercado y un factor más que apuntala la presión inflacionaria. Y en segundo lugar, en la acción del Estado que ataca con fuertes controles para abatir lo que ellos han denominado como “guerra económica”, entendiendo por esta: el acaparamiento, la especulación, el contrabando o el popular “bachaqueo”, lo cual no es más, que el resultado natural e inexorable por parte de los agentes económicos, en este caso arbitrajistas, en reacción a las decisiones de política cambiaria y políticas económicas en general. *** Luego de observar y analizar el estatus de las políticas económicas del gobierno venezolano, y la realidad que se ha propiciado a partir de estas, se podría estar en condiciones de afirmar que, ciertamente si existe una crisis económica, y no solo se evidencia a nivel de macro-precios, también está presente en la interacción de las economías domésticas. Esta situación es insostenible en el mediano plazo, y pudiese afirmarse que no pocos, estarían de acuerdo en muchas de las posibles soluciones que están a la vista: Reforma fiscal, que incluya reducción del gasto público mediante ajustes presupuestarios, incremento de los ingresos del gobierno que cierren el desplazamiento positivo de la brecha deficitaria. Reforma monetaria, que devuelvan la autonomía al BCV y unificación del tipo de cambio, así como flexibilización progresiva de los controles impuestos a la economía, entre otras que no son contempladas en este análisis. Sin embargo desde el punto de vista del autor, la resolución a la problemática pasa más por un tema institucional, de lograr sumar la voluntad política necesaria para llevar a cabo los profundos cambios que se requieren en el diseño de las leyes, que permitan la efectiva aplicación de justicia y sean la base para la implementación de un modelo económico alternativo que supere el rentismo (Rent-seeking) imperante hasta ahora en Venezuela. Referencias Bibliográficas. Alvarado, A. (2015) Análisis de la sostenibilidad de la deuda pública del Gobierno Central Venezolano ante posibles escenarios de riesgo de origen externo 2014. Banco Central de Venezuela, Caracas. Informe final de pasantías, Universidad de los Andes. Álvarez, V. (2015) La Economía Venezolana: Balance 2014 - Perspectivas 2015. Disponible en: http://victoralvarezrodriguez.blogspot.com/2015/01/la-economia-venezolanabalance-2014.html Banco central de Venezuela. 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