LOS TIBURONES

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LOS TIBURONES
Cualquiera de unas 340 especies de peces que, junto con los rayiformes y las quimeras, se distinguen
claramente del gran número de especies de peces teleósteos (óseos) por su esqueleto cartilaginoso. Los
tiburones son peces versátiles y tienen sentidos muy agudos; muchas de sus especies son capaces de cazar y
devorar a casi cualquier otro animal marino, tanto en mares profundos como en mares poco profundos. Estos
dos rasgos explican su larga historia evolutiva; muchas de las especies de tiburones de nuestros días son muy
similares a especies que nadaban en los mares del cretácico, hace más de 100 millones de años. Muestran
también una gran variabilidad en lo que se refiere a su comportamiento y tamaño. El tiburón ballena es el
tiburón más grande, y también el pez más grande de todos los mares; alcanza los 15 m de longitud. Hay
especies por el contrario que miden menos de 50 cm de largo. Los tiburones son peces sobre todo marinos que
viven en todos los mares, y que abundan en aguas tropicales y subtropicales. No obstante, muchas especies
migran remontando los ríos, como el tiburón toro que, llega hasta el lago Nicaragua, en América Central. Los
tiburones son conocidos como carnívoros agresivos que incluso llegan a atacar a miembros de su propia
especie, pero dos de los de mayor tamaño el tiburón peregrino y el tiburón ballena son animales dóciles que se
alimentan de plancton, filtrándolo del agua por medio de peines branquiales.
CARACTERÍSTICAS FÍSICAS
La mayor parte de los tiburones son de color gris y tienen la piel correosa, cubierta de pequeñas escamas
placoideas afiladas y puntiagudas que, al contrario de las que caracterizan a los peces óseos, no aumentan de
tamaño en la forma adulta. Suelen tener cinco hendiduras branquiales detrás de la cabeza. La cola es
asimétrica y la columna vertebral se prolonga en su lóbulo superior. Muchas especies tienen hileras de dientes
afilados enclavados en membranas fibrosas en lugar de en las mandíbulas; los dientes, que pierden a menudo
al clavarlos en la carne de sus presas, son reemplazados con rapidez por otros dientes que se desplazan hasta
ocupar el espacio que dejan los primeros. Las aletas y la cola de los tiburones son rígidas en vez de eréctiles,
como las de los peces óseos. Desmintiendo la creencia popular, las aletas dorsales rara vez sobresalen de la
superficie del agua cuando los peces nadan próximos a ésta.
Los tiburones carecen de vejiga natatoria y, si se quedan inmóviles, se hunden. Poseen poderosas enzimas
digestivas y un pliegue epitelial especializado que forma una espiral a lo largo del intestino delgado y, que les
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permite absorber gran diversidad de alimentos. Los tiburones son en gran medida carroñeros; se alimentan de
peces heridos, carroña, basura y otros residuos procedentes de los barcos. También se alimentan de animales
como focas, tortugas, aves, ballenas, cangrejos y gran variedad de peces. Los machos se identifican por unas
extensiones de las aletas pélvicas que les sirven de órganos copuladores.
REPRODUCCIÓN
A diferencia de los peces óseos, que por regla general alumbran grandes masas de crías diminutas e
inmaduras, la mayor parte de los tiburones alumbran a crías grandes y bien desarrolladas, en número máximo
de 100 por camada. El tiburón tigre, por ejemplo, sólo da a luz a dos crías por camada. La fecundación es
interna: el macho inserta uno de sus órganos copuladores en la hembra. La mayoría de los tiburones son
ovovivíparos, es decir, los huevos se abren en el interior de la hembra, que alumbra crías vivas. Algunos son
ovíparos; ponen huevos protegidos por una cáscara córnea con filamentos que sirven para anclarse a rocas o
plantas marinas. Otros son vivíparos: las crías se desarrollan en un útero análogo al de los mamíferos. El saco
de la yema del huevo se convierte en una placenta en los pliegues de la pared uterina y proporciona nutrientes
al embrión. El desarrollo embrionario dura más de seis meses y, en el caso de la pintarroja del Atlántico, dura
cerca de dos años. Al nacer, las crías de algunas especies grandes miden más de 1 m de longitud y son
nadadores veloces que se alimentan de las mismas presas que los adultos. En muchos casos, las crías nacen en
zonas protegidas próximas a la costa, lejos de los machos. Los tiburones ayunan durante largos periodos en la
estación de reproducción y se mantienen recurriendo a las grandes reservas de lípidos almacenadas en el
hígado. Así evitan devorarse los unos a los otros, así como a las crías.
SENTIDOS Y ALIMENTACIÓN
La agudeza olfatoria de los tiburones es bastante buena, para verlo no hay más que observar como con tan
solo la presencia de sangre y carnaza en al agua, se consigue atraer a casi todos los tiburones de la zona
(obviamente en lugares donde los haya). Esto es debido a la gran sensibilidad olfativa con aminoácidos
(presentes en todo nuestro cuerpo, formando las proteínas) y proteínas (cómo la hemoglobina).
El órgano olfativo reside en la cabeza del tiburón, en los sacos olfativos, y tienen contacto con el exterior a
través de las narinas, las cuales sólo cumplen la misión olfatoria, y no intervienen para nada en la respiración,
por lo que tampoco están comunicadas por la boca.
Dichos sacos olfativos son muy sensibles a pequeñas cantidades aminoácidos y derivados, por lo que si un
tiburón detecta estos componentes enviará estímulos nerviosos al cerebro y al bulbo olfativo
instantáneamente. Este segundo se encargará de que se incremente el flujo de agua por las branquias, al
tiempo que mejora la hidrodinámica del tiburón.
Los tiburones son capaces de detectar olores a varios kilómetros de distancia, siempre y cuando el olor se
medianamente constante, ya que tienen que ir rastreándolo para dar con la fuente
La vista, aunque menos aguda, les permite percibir de forma vaga movimientos de luces y sombras en aguas
oscuras cuando se aproximan a su presa. Son muy sensibles a los sonidos de baja frecuencia y tienen una
audición direccional magnífica. Los órganos que poseen en las líneas laterales y el hocico les permiten captar
estímulos eléctricos débiles procedentes de las contracciones musculares de los peces óseos. Esta combinación
de sentidos, y su agudeza, explican su éxito evolutivo.
Cuando cazan en bandadas, pueden incitarse entre sí hasta un frenesí devorador. Describen círculos en torno a
su presa y se abalanzan sobre ella de repente, por lo general desde debajo (pero sin ponerse boca arriba, como
suele creerse). No obstante, a pesar de la cantidad de buceadores, nadadores y esquiadores acuáticos que se
aventuran en aguas infestadas de tiburones, se producen relativamente pocos ataques. Cuando eso ocurre,
cerca de un tercio resultan mortales. Entre las especies más peligrosas para el ser humano se encuentran el
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tiburón blanco, el pez martillo, el tiburón tigre y el tiburón azul o tintorera.
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