STS 8368/2011 - ECLI

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Roj: STS 8368/2011 - ECLI:ES:TS:2011:8368
Id Cendoj: 28079130062011101045
Órgano: Tribunal Supremo. Sala de lo Contencioso
Sede: Madrid
Sección: 6
Nº de Recurso: 2967/2008
Nº de Resolución:
Procedimiento: RECURSO CASACIÓN
Ponente: LUIS MARIA DIEZ-PICAZO GIMENEZ
Tipo de Resolución: Sentencia
SENTENCIA
En la Villa de Madrid, a uno de Diciembre de dos mil once.
Visto por la Sala Tercera, Sección Sexta del Tribunal Supremo constituida por los señores al margen
anotados el presente recurso de casación con el número 2967/08 que ante la misma pende de resolución,
interpuesto por la representación procesal de Dª Soledad contra sentencia de fecha 27 de febrero de 2008
dictada en el recurso 7964/2004 por la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del
Tribunal Superior de Justicia de Galicia. Siendo parte recurrida ARIDOS DEL UMIA S.A., y EL ABOGADO
DEL ESTADO en la representación que ostenta
ANTECEDENTES DE HECHO
PRIMERO.- La sentencia recurrida contiene parte dispositiva del siguiente tenor: "FALLAMOS.- Que
debemos desestimar y desestimamos el recurso Contencioso-Administrativo número 7964/2004 entablado
por la representación procesal de Soledad contra la resolución del Jurado Provincial de Expropiación de
Pontevedra de fecha 18 de mayo de 2004 por la que se determinó el justiprecio de la finca número 1 para
la obra de "Explotación minera UMIA 2732" en el término municipal de Meis; sin expreso pronunciamiento
en costas".
SEGUNDO.- Notificada la anterior sentencia, la representación procesal de Dª Soledad , presentó
escrito ante la Sección Tercera de la Sala de lo Contencioso-Administrativo del Tribunal Superior de Justicia
de Galicia preparando el recurso de casación contra la misma. Por Providencia la Sala tuvo por preparado
en tiempo y forma el recurso de casación, emplazando a las partes para que comparecieran ante el Tribunal
Supremo.
TERCERO.- Recibidas las actuaciones ante este Tribunal, la parte recurrente, se personó ante esta
Sala e interpuso el anunciado recurso de casación, expresando los motivos en que se funda y suplicando a
la Sala: "... dicte sentencia por la que, acogiendo los Motivos articulados, se case la recurrida y se dicte otra
mas ajustada a derecho en la que estimando las pretensiones deducidas en la súplica de la Demanda, la cual
damos, aquí, por reproducida, anule y deje sin efecto el Acuerdo del Jurado Provincial de Expropiación de
Pontevedra, declarando que el justo precio que la Entidad beneficiaria de la expropiación tiene que abonar
a doña Soledad es, incluido el 5% de afección, de 745.763,25 euros".
CUARTO.- Teniendo por interpuesto y admitido el recurso de casación por esta Sala, se emplazó a
las partes recurridas para que en el plazo de treinta días, formalizaran escrito de oposición, lo que realizó la
representación procesal de Aridos del Umia S.A., oponiéndose al recurso de casación y suplicando a la Sala:
"... dictar resolución declarando la inadmisión del recurso, o subsidiariamente desestimándolo íntegramente
con imposición al recurrente, en ambos casos, de las costas ocasionadas a esta parte".
El Abogado del Estado en su escrito de oposición suplica a la Sala: "... dicte sentencia por la que se
confirme íntegramente la recurrida, desestimando el recurso, con imposición de las costas al actor".
QUINTO.- Evacuado dicho trámite, se dieron por conclusas las actuaciones, señalándose para votación
y fallo la audiencia el día 29 de noviembre de 2011, en cuyo acto tuvo lugar, habiéndose observado las
formalidades legales referentes al procedimiento.
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Siendo Ponente el Excmo. Sr. D. Luis Maria Diez-Picazo Gimenez, Magistrado de la Sala.
FUNDAMENTOS DE DERECHO
PRIMERO.- El presente recurso de casación es interpuesto por la representación procesal de doña
Soledad contra la sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo (Sección 3ª) del Tribual Superior de
Justicia de Galicia de 27 de febrero de 2008.
Tiene origen el asunto en la expropiación de un terreno clasificado como suelo no urbanizable, para
la ampliación de la "Explotación Minera Umia 2732". Disconforme con el justiprecio fijado por acuerdo del
Jurado Provincial de Expropiación Forzosa de Pontevedra de 18 de mayo de 2004, acudió la expropiada
a la vía jurisdiccional formulando básicamente tres pretensiones: primera, que la superficie expropiada era
de 11.745 metros cuadrados tal como había quedado reflejado en la relación de bienes afectados por la
expropiación, y no los 9.970 metros cuadrados tenidos en cuenta por el acuerdo del Jurado; segunda, que
en el justiprecio debía incluirse una edificabilidad de 0,2 metros cuadrados por metro cuadrado que el terreno
expropiado, a pesar de ser rústico, tenía con arreglo a la normativa urbanística aplicable; y tercera, que el valor
de los recursos mineros de la Sección A) existentes en el subsuelo del terreno expropiado también debían
ser considerados para el cálculo del justiprecio. La sentencia ahora impugnada, tras examinar las pruebas
periciales practicadas, no las considera suficientemente convincentes para destruir la presunción de acierto
del Jurado, por lo que desestima íntegramente el recurso contencioso-administrativo.
SEGUNDO.- La expropiada basa este recurso de casación en cinco motivos, de los que los dos primeros
se formulan al amparo de la letra c) del art. 88.1 LJCA y los restantes al amparo de la letra d) del citado
precepto legal.
En el motivo primero, se alega falta de suficiente motivación sobre la valoración de la prueba, en especial
en lo atinente a la superficie del terreno expropiado. Sostiene la recurrente que la sentencia impugnada no
ofrece razón alguna para dar por buenos los 9.970 metros cuadrados tenidos en cuenta por el acuerdo del
Jurado, a pesar de que en el propio expediente administrativo se había reconocido por la Administración que
la superficie era de 11.745 metros cuadrados.
En el motivo segundo, se alega incongruencia omisiva, por entender que la sentencia impugnada no
se pronuncia sobre la superficie del terreno expropiado, ni sobre si debieron incluirse la edificabilidad y los
recursos mineros de la Sección A) en el justiprecio. Se reprocha asimismo a la sentencia impugnada no decir
nada acerca de la composición del Jurado, en el que no estuvo presente ningún Ingeniero de Minas a pesar
de la naturaleza del bien a valorar.
En el motivo tercero, se alega infracción del art. 32 LEF, precisamente por la ausencia de un Ingeniero
de Minas en el Jurado.
En el motivo cuarto, se alega infracción del art. 348 LEC, por considerar que los dictámenes periciales
no han sido valorados con arreglo a las reglas de la sana critica.
En el motivo quinto, por último, se alega infracción de los arts. 23, 26, 27 y 29 de la Ley del Suelo y
Valoraciones de 13 de abril de 1998 (en adelante, LSV), por entender que concurrían todas las condiciones
necesarias para reconocer las tres pretensiones formuladas en la instancia -relativas a la superficie, la
edificabilidad y los recursos de la Sección A)- y que, al no haberlo hecho así, la sentencia impugnada conculca
los preceptos invocados.
TERCERO.- Comenzado por la falta de motivación denunciada en el motivo primero, todo lo que dice
la sentencia impugnada acerca de la superficie del terreno expropiado es lo siguiente: "En el presente caso,
el perito judicial, utilizando el método comparativo, partió de una serie de fincas testigo (siendo todas ellas
rústico común), cuyo precio promedió y multiplicó por la superficie de 9.970 m2 -no aceptando la superficie
que pretendía la recurrente de 11.745 m2-, ratificándose en tal informe el 23 de julio de 2007 y contestando
a las aclaraciones que le fueron formuladas por la parte codemandada." Pues bien, es claro que esto resulta
insuficiente para dar cumplida respuesta a lo alegado por la recurrente en la instancia, porque no sólo no
se examina críticamente qué razones asisten al perito judicial para considerar acertados los 9.970 metros
cuadrados, sino sobre todo porque la impugnación de dicha medición partía de datos obrantes en el expediente
administrativo, comenzando por la relación de bienes afectados por la expropiación. Esto significa que, antes
de descalificar tales datos como inatendibles, habría sido preciso hacer un análisis crítico de los mismos;
algo que está completamente ausente de la sentencia impugnada. Ésta incurre así en falta de motivación, de
manera que el motivo primero debe ser estimado.
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CUARTO.- Por lo que se refiere a la incongruencia omisiva de que se habla en el motivo segundo, en
cambio, no hay tal. Se acaba de ver cómo la sentencia impugnada, si bien con una motivación insuficiente,
se pronuncia sobre la superficie del terreno expropiado. Y también se pronuncia sobre la edificabilidad y los
recursos de la Sección A), al examinar las pruebas periciales practicadas. Debe tenerse en cuenta, por lo
demás, que de la lectura de las actuaciones remitidas a esta Sala se desprende que la composición del Jurado
no fue objeto de controversia en la instancia, por lo que la sentencia impugnada no estaba obligada a hacer
pronunciamiento alguno al respecto.
QUINTO.- Esta última observación sirve para rechazar el motivo tercero: que la composición del Jurado
fuera ajustada a derecho o no es una cuestión nueva, planteada por vez primera en este recurso de casación.
SEXTO.- Tampoco puede prosperar el motivo cuarto, ya que la valoración que la sentencia impugnada
hace de las pruebas periciales practicadas mal puede tacharse de arbitraria o ilógica, único supuesto en que,
como es bien sabido, cabe la revisión en sede casacional de la apreciación de los hechos efectuada por el
órgano judicial de instancia. La razón principal por la que la sentencia impugnada no considera suficientemente
atendibles los dictámenes periciales es que dos de ellos fueron realizados por Arquitectos, cuya calificación
no era la más adecuada para tasar un terreno destinado a explotación minera; y, en cuanto al Ingeniero de
Minas cuyo informe había sido aportado, no compareció para su ratificación. No hay nada ilógico, como bien
se ve, en este modo de valorar la prueba.
SÉPTIMO.- Sólo queda el quinto y último motivo, en que la recurrente sostiene que la sentencia
impugnada habría debido acoger sus tres pretensiones, relativas a la superficie, la edificabilidad y los recursos
mineros de la Sección A).
Comenzando por la primera de ellas, ya se ha comprobado cómo la sentencia impugnada adolece
de falta de motivación al respecto. De las actuaciones remitidas a esta Sala resulta efectivamente que la
relación de bienes afectados por la expropiación atribuía una superficie de 11.745 metros cuadrados al
terreno expropiado; y resulta asimismo que esa misma es la superficie que le atribuía un informe, fechado el 5
de diciembre de 2003, del Jefe de la Sección de Minas de la Consellería de Innovación, Industria y Comercio
de la Xunta de Galicia. El acuerdo del Jurado le atribuyó, en cambio, una superficie de 9.970 metros cuadrados
con base en lo recogido en la hoja de aprecio de la Administración. Pero ni el acuerdo del Jurado ni la sentencia
impugnada ofrecen razones para dar por buena esa última cifra, en lugar de la admitida anteriormente por
la Administración al menos en dos ocasiones. De aquí se sigue que, a falta de datos que justificasen que la
superficie del terreno expropiado no era realmente de 11.745 metros cuadrados, la Administración no podía
recoger otra en su hoja de aprecio sin venir contra sus propios actos; y se sigue, sobe todo, que el acuerdo
del Jurado estaba obligado a tomar en consideración dicha cifra a efectos valorativos. Al no haber apreciado
este defecto en el acuerdo del Jurado, la sentencia impugnada vulnera el art. 23 LSV en la medida en que
acepta una valoración no efectuada "con arreglo a los criterios establecidos en la presente Ley". El motivo
quinto debe, así, ser estimado en este extremo.
No cabe decir lo mismo, en cambio, con respecto a la edificabilidad y a los recursos mineros de
la Sección A). La edificabilidad que, según la recurrente, tenía el terreno expropiado no podía ser objeto
de valoración porque aquél estaba clasificado como suelo no urbanizable y, por consiguiente, debía ser
valorado de conformidad con lo previsto por el art. 26 LSV, es decir, por comparación con fincas análogas
o subsidiariamente por capitalización de rentas. El art. 26 LSV no permite una valoración autónoma de la
edificabilidad que excepcionalmente pueda existir en suelo no urbanizable. Ello no significa que, al hacer
la comparación, no puedan tomarse como punto de referencia fincas igualmente rústicas que posean una
edificabilidad similar, ni que dicha edificabilidad no pueda ser computada, llegado el caso, como expectativas
urbanísticas; pero lo cierto es que no es esto lo pretendido por la recurrente, que sólo denuncia la no inclusión
en el justiprecio del valor que tendría la edificabilidad por ella misma atribuida al terreno expropiado. Y a esto,
como se acaba de exponer, no tenía derecho, por lo que el motivo quinto no puede prosperar en este punto.
En lo atinente a los recursos mineros de la Sección A) existentes en el subsuelo del terreno expropiado,
tampoco hay fundamento para sostener que debieron ser tenidos en cuenta a efectos valorativos. La razón es
que, como bien se dice en la sentencia impugnada, la expropiación tenía por finalidad ampliar una explotación
de recursos mineros de la Sección C); explotación que resulta incompatible con la Sección A), tal como queda
claramente expuesto, además, en el ya citado informe del Jefe de la Sección de Minas de 5 de diciembre de
2003. Por ello, la sentencia impugnada no conculcó norma alguna al tener por correcta una valoración en cuyo
cálculo no se había incluido el posible valor de los recursos mineros de la Sección A), lo que conduce a la
desestimación del motivo quinto también en este aspecto.
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OCTAVO.- La anulación de la sentencia impugnada exige ahora, de conformidad con lo dispuesto
por el art. 95 LJCA, resolver el litigio en los términos en que ha quedado planteado. Habida cuenta que
los únicos reproches a la sentencia impugnada que han prosperado son los relativos a la superficie del
terreno expropiado, es claro que aquélla debe ser mantenida en todo lo demás, lo que equivale a confirmar
el acuerdo del Jurado en todo salvo la superficie del terreno expropiado. Y en cuanto a esta última, por las
razones ya expuestas, es preciso atenerse a la cifra de 11.745 metros cuadrados, que por dos veces afirmó
la Administración sin que se hayan dado argumentos convincentes para separarse de ella. Todo ello conduce
a la estimación parcial del recurso contencioso-administrativo. El justiprecio deberá, así, ser calculado en
ejecución de sentencia ajustándose en todo a lo recogido en el acuerdo del Jurado salvo en lo atinente a la
superficie del terreno expropiado, que queda cifrada en 11.745 metros cuadrados.
NOVENO.- Con arreglo al art. 139 LJCA, no procede hacer imposición de las costas de este recurso
de casación y, en cuanto a las costas de la instancia, no se aprecia temeridad o mala fe que justifiquen una
condena al pago de las mismas.
FALLAMOS
PRIMERO.- Ha lugar al recurso de casación interpuesto por la representación procesal de doña Soledad
contra la sentencia de la Sala de lo Contencioso-Administrativo (Sección 3ª) del Tribual Superior de Justicia
de Galicia de 27 de febrero de 2008, que anulamos.
SEGUNDO.- En su lugar, estimando parcialmente el recurso contencioso-administrativo promovido por
la representación procesal de doña Soledad , anulamos el acuerdo del Jurado Provincial de Expropiación
Forzosa de Pontevedra de 18 de mayo de 2004 y declaramos el derecho de la recurrente a recibir un justiprecio
que deberá ser calculado en ejecución de sentencia ajustándose en todo a lo recogido en el citado acuerdo
del Jurado salvo en lo relativo a la superficie del terreno expropiado, que será de 11.745 metros cuadrados.
TERCERO.- No hacemos imposición de las costas.
Así por esta nuestra sentencia, lo pronunciamos, mandamos y firmamos
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