Theos en la humanidad

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Theos
en la humanidad
Prefacio
Comenzaré diciendo que el nombre propio Dios -en español- viene del latín Deus (francés, Dieu; italiano,
Dio; catalán, Deu). Sin embargo, etimológicamente, la palabra Dios (Deus) proviene del griego: Theos. Es
decir, la palabra Dios la hemos obtenido directamente del latín Deus, que a su vez procede del griego dioV
(Dios) que se lee díos, con acento en la í, y es la forma de genitivo de ZeuV, el nombre de Zeus, el dios de la
mitología griega, considerado el padre de los dioses y de los hombres, por lo que se le asigna el apelativo de
pater, que unido al de ZeuV nos da ZeuV-pater (Zeus-pater) que los romanos convirtieron en Júpiter. El
término Theos fue utilizado por primera vez por Platón en su libro “La República” para referirse a la
comprensión de la naturaleza divina por medio de la razón. La palabra God (en inglés) o Gott (en
alemán) proviene de las lenguas germánicas antigüas en donde se originó la raíz “got” para designar a Dios.
La raíz se origina en el indogermánico “ghuto-m”, de la raíz verbal “ghau”, que significa “llamar, o hacer
una llamada”. De manera que el significado original de Dios (God en inglés) sería “el ser llamado”. De
esta misma raíz podría derivarse el nombre del pueblo godo. Por otro lado también, curiosamente, en lenguas
precolombinas, Teotl significa Dios.
La definición más común de Dios es la de un Ser Supremo, Omnipotente, Omnipresente y Omnisciente, que
es Creador, Juez, Protector y, en algunas religiones, Salvador del Universo y de la Humanidad.
Ahora bien, acerca de mi persona en relación con Dios, puedo comentar que después de haber vivido más de
medio siglo, -específicamente la última mitad del siglo XX y la primera década del siglo XXI d.C.-, creo
que muchas de las preguntas que me he hecho a lo largo de la vida acerca de Theos o Dios, comienzan a
tener respuestas, aunque debo reconocer que muchas otras todavía no las tienen, o –de plano- nunca
llegarán...
Al igual que todos los seres humanos, desde la primera infancia recibí infinidad de influencias históricoculturales para constituirme en el individuo que soy, mismas que derivaron de la cultura a la que pertenezco
y que por lo tanto, contribuyeron en mi formación para buscar aquellas respuestas que he ido obteniendo a lo
largo de la vida, ante la enorme serie de incógnitas que en la existencia uno se plantea acerca de Dios. De tal
suerte que hoy descubro, por ejemplo, que la religión que recibí en el seno de mi familia, en la sociedad y en
la escuela en donde realicé mis estudios básicos, resultó ser sumamente significativa a lo largo de mi vida
para estimular mis pensamientos y con ellos mis acciones, -aún coartando la posibilidad de concebir
libremente a Dios-.
De lo anterior derivó mi formación juvenil y la integración de mi personalidad, acotados –naturalmente- por
los preceptos religioso-culturales del catolicismo y del hecho de ser mexicano, pero, en la medida en que iba
creciendo y adquiriendo conciencia de la cruda realidad de la existencia, en medio de la historia actual que
me tocó vivir, por un lado, y por el otro, acumulando conocimientos de nuestros orígenes, de acuerdo a la
historia mundial, llegué al punto en que se me fueron volcando lentamente en mis adentros todos los sucesos
del devenir de la humanidad, como un enorme torrente, que me permitieron descubrir paulatinamente las
contradicciones en la realidad, contrastadas abruptamente con las enseñanzas recibidas en el cristianismo
católico -que es la religión que impera en México-, porque la cotidianidad y la historia nacional y mundial,
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se me fueron presentando desde siempre en un continuo antagonismo con las sublimes enseñanzas de Jesús
en su evangelios.
Sin embargo, debido a que desde el nacimiento -y sin el libre albedrío desarrollado-, fui bautizado y
subsumido en la influencia de las costumbres religioso-culturales católicas, -como se acostumbra- entonces,
desde ese momento, mis pensamientos, palabras y acciones, fueron estimuladas a fin de profesar
necesariamente un dogma de fe en particular: la religión católica, con todas sus implicaciones, su dinámica y
también con su propia historia de contrastes.
Hasta aquí he estado hablando de mí en particular, pero estoy seguro que lo que digo aplica también para
otras personas, que son contemporáneas mías o que recibieron una educación religiosa similar. Pero, más
aun, -considero que incluso- todo ser humano, de todos los tiempos, recibe o recibió las influencias culturales
-y con ellas las religiosas- a la que cada uno perteneció o pertenece. Lo que quiero decir con esto es que
somos finalmente, producto de la cultura (la religión es parte de la cultura) y del tiempo histórico al que
pertenecemos –en todos los órdenes-, es decir, cada individuo es producto del momento histórico en el que le
toca vivir y en consecuencia, lo que piense, en lo que crea, las palabras que utilice, las acciones que
emprenda y todo aquello que conforme su vida, se desprende necesariamente de los aprendizajes, hábitos,
costumbres, tradiciones, mitos, ritos, valores y demás aspectos culturales de la sociedad concreta con la que
se relaciona cotidianamente, en donde naturalmente queda implícita en su esencia personal la religión que
adquirió.
Después de años de creer en determinada concepción religiosa y conforme se crece intelectualmente,
-sobretodo creciendo en la capacidad de ser reflexivos y críticos-, van llegando a nuestra mente
cuestionamientos muy serios que buscan encontrar respuestas filosóficas y teológicas más claras y precisas,
considerando muchas veces los aspectos lógicos que sustentan nuestra creencia –cualquiera que sea- en
dioses o en Dios.
Para llegar a ese punto, hoy en día es necesario adquirir cierta madurez en las ideas, a fin de tener la
capacidad de irse interiorizando y compenetrando progresivamente en el conocimiento de nuestra religión:
de tal suerte que logremos objetividad y la suficiente habilidad para adentrarnos sin prejuicios a saber de sus
orígenes, de su desarrollo histórico, de sus valiosas contribuciones a la sociedad, de sus conceptos, de sus
terribles desaciertos, de sus innumerables contradicciones, tanto internas como externas, de los intereses que
la mueven, de su proyección, de sus quebrantos, de sus divisiones, de las otras perspectivas de culto, -ya sean
cristianas o de cualquier índole-.
Además, para poder realizar este ejercicio intelectual, se requiere contar con las grandes contribuciones que
nos ha traído la filosofía y la propia ciencia, porque en la actualidad nos permiten explayarnos en los posibles
conocimientos de la realidad, ya que –considero- no en todos los tiempos se pudo contar como hoy con el
acervo de conocimientos desarrollados.
Para reflexionar acerca de las diferencias existentes entre la fe (que podemos tener en diversas divinidades o
en Dios) y la razón que utilizamos para explicarnos tanto a la creación universal como la existencia de la
vida misma, tenemos tres vías epistemológicas (episteme=conocimiento) posibles para hacerlo:
Primero, podemos ver la fe como subordinada a la razón: En esta perspectiva, todo el conocimiento
humano y la razón son vistos como dependientes de la fe: fe en nuestros sentidos, fe en nuestros recuerdos, y
fe en los recuentos de sucesos que recibimos de otros. En consecuencia, la fe es vista como esencial e
inseparable de la razón.
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Segundo, la fe vista como dirigiendo asuntos más allá del ámbito de la razón: En esta perspectiva, la fe
es vista como cubriendo asuntos en los que la ciencia y la racionalidad son inherentemente incapaces de
tratar, pero que, sin embargo, son enteramente reales. En consecuencia, la fe es vista como complementando
la razón, al proveer respuestas a preguntas que de otro modo serían incontestables.
Tercero, La fe vista como contradiciendo a la razón: En esta perspectiva, la fe es vista como esas
opiniones que uno mantiene a pesar de que la evidencia y la razón digan lo contrario. Así pues, la fe es vista
como perniciosa con respecto a la razón, como si impidiera la habilidad de pensar.
Plantearse en la mente el profundo significado de Dios y Su creación, bajo cualquier creencia o religión, sea
primitiva o actual, ha sido intelectualmente inalcanzable en todos los tiempos. Esa es la explicación que dan
los agnósticos. Ellos concluyen diciendo que no podemos saber nada de Dios. Por lo tanto, nunca podremos
saber si existe o no. Máxime en un mundo en el que siempre han prevalecido las injusticias, la desigualdad
social, la violencia, la maldad, el dolor e inevitablemente la muerte. El ateísmo por su parte, más radical,
definitivamente niega que haya Dios, o que haya dioses, o alguna realidad que pueda llamarse divina, o todas
estas cosas a un tiempo.
Aún así, tampoco bastaría con tener una fe ciega e imperturbable, -lo cual está en el otro extremo-, porque
podríamos llegar al fanatismo, que es una de las más peligrosas enfermedades que debilitan, traumatizan y
llegan a dar muerte a la convivencia social. La fe ciega sin cuestionamiento alguno, finalmente no es otra
cosa más que pereza mental. El individuo y los grupos que se mueven por el impulso fanático constituyen
una amenaza directa para la sociedad. El fanatismo es básicamente un ahorro de energía psicológica. Para
entenderlo pensemos en las sensaciones que producen las dudas. Una persona que experimenta dudas en una
situación determinada se encuentra en la necesidad de realizar una elaboración compleja: ha de buscar las
distintas posibilidades, estudiarlas, sopesarlas, calcular los factores que pueden intervenir, mirar el problema
desde distintos puntos de vista, calcular las posibilidades de éxito/fracaso, etc. Durante ese proceso el
psiquismo trabaja mucho, se experimenta una sensación de inseguridad, las acciones son más lentas y la
incertidumbre produce cierto temor (al fracaso, al error, a las consecuencias, etc.) Da igual de que duda
estemos hablando: ¿existe Dios?, ¿vamos al cine?, ¿estudio ingeniería o derecho?, ¿me cambio de trabajo?.
Como es lógico, a mayor trascendencia de la duda mayor es la tensión que se produce y más fuertes son las
sensaciones de incertidumbre, inseguridad, lentitud en la toma de decisiones y de las acciones.
El fanatismo, ahorra todo esto. Propone al psiquismo una solución rápida, contundente, eficaz. El fanatismo
elimina la incertidumbre al 100%. Como consecuencia produce una sensación de unidad, de coherencia
personal que refuerza el mecanismo: el fanático se siente seguro y su seguridad refuerza el fanatismo. Su
certeza le libera del temor (al error, las consecuencias, al fracaso...) y esa liberación refuerza su fanatismo. El
fanatismo le ayuda a integrarse en un grupo con el que se identifica y que le acoge con entusiasmo: esa
integración también refuerza el fanatismo. En síntesis, desde un punto de vista psicológico el fanatismo
supone un gran ahorro de energía que impulsa a la persona.
Así pues, desde siempre el ser humano ha hecho infinidad de esfuerzos por aproximarse al conocimiento de
Dios, -tan distante a nuestra precaria mente humana- ya sea para adorarlo o para negarlo, sin embargo, con
tal de alcanzar el objetivo de saber el origen de la creación universal y de la vida misma, la humanidad ha
inventado infinidad de mitos sobre deidades y fetiches, y es que todos los seres humanos <per-se> han tenido
creencias religiosas. La razón de ello la podemos encontrar fundamentalmente en la angustia permanente que
como individuos mortales tenemos al afrontar permanentemente nuestra finitud, es decir, nuestra inminente
muerte, y entonces, en medio de nuestra absoluta ignorancia al respecto, de nuestra impotencia y temor al fin
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de la vida, depositamos nuestra esperanza en la inmortalidad, en seres sobrenaturales que se encargarán de
ello, y por ese motivo vamos construyendo teorías y religiones (incluyendo a las religiones reveladas con un
libro al respecto), muchas veces muy elaboradas, que intentan explicar el por qué de nuestra existencia en
este mundo, del origen y fin del universo y de la propia vida, y que además, buscamos en ellas que nos den
consuelo para lograr la trascendencia en la muerte. Que nos den –sobretodo- sentido de pertenencia espiritual
y social en esta vida, de tal manera que nos hagan sentir que no estamos solos (ni en la vida ni en la muerte),
y que es “justo” para los seres humanos creyentes en Dios (o en los dioses), tener aspiraciones de una vida
mejor después de ésta, allá en la inmortalidad, y que por lo tanto, suponemos -con toda fe en nuestras
deidades-, que esa nueva vida nos esperará al morir, porque hay “algo” superior a todo lo existente, un
Creador (o creadores) que gobierna(n) el universo y –en algunas creencias- nos tiene(n) prometido el paraíso
eterno.
De igual forma, desde las comunidades primitivas de la prehistoria, al ir encontrando explicaciones a los
fenómenos naturales y astrales, fueron asociando a estos con deidades.
Desde los registros más remotos de nuestra existencia en esta tierra, se encuentran manifestaciones de cultos
a diversas divinidades o deidades. Cada cultura en su correspondiente habitat o medio ambiente y en su
momento prehistórico o histórico preciso, concibió dioses y rituales de adoración y culto.
Sabemos que la mayoría de las culturas primitivas fueron politeístas, incluyendo, -según estudios-, a los
propios Hebreos, quienes finalmente, llegaron al monoteísmo. Se sabe que en el Oriente antiguo muchas
ciudades tenían su propio dios local, aunque esta adoración de un solo dios no implicó la negación de la
existencia de otros dioses, esto se conoce como henoteísmo. El henoteísmo o monolatría es la creencia
religiosa según la cual se reconoce la existencia de varios dioses, pero sólo uno de ellos es suficientemente
digno de adoración por parte del fiel. Históricamente, el henoteísmo ha aparecido en pueblos politeístas que,
por ciertas circunstancias de carácter espiritual, han alcanzado el monoteísmo. De esta manera el henoteísta
no es un politeísta ni un monoteísta en sentido estricto. El henoteísmo comparte con el politeísmo la creencia
en varios dioses, aunque no los considera tan dignos de veneración como el dios propio del henoteísta. Y
comparte con el monoteísmo la creencia de que sólo un único dios es merecedor de adoración, aunque no
niega frontalmente la existencia de otros dioses.
Los Hebreos y demás tribus del origen de la civilización eran demasiado primitivos, por un lado, como para
poder ver a un Dios de Bondad, ya que se organizaban a través del miedo dentro de su ignorancia y
limitaciones, por eso los primeros capítulos o los primeros profetas en la Biblia se dirigían al pueblo
enseñándoles un Dios (Yahvé) que despertara el temor y la necesidad de sacrificios. Y por otro lado, esas
tribus y pueblos bárbaros siempre habían sido politeístas, luego con el tiempo fueron henoteístas y
finalmente monoteístas. Así que para lograr esa transición, los pueblos Hebreos la hicieron por medio de
pasar de un dios que compartía con otras deidades (politeísmo), a un dios que, sin desconocer a los demás,
fuera el superior (henoteísmo), y finalmente, llegar a un sólo Dios (monoteísmo), después de muchos siglos
de transición... y más todavía, pasar de ser un Dios (monoteísta) de unos cuántos, a ser el Dios único
localmente, es decir, de todas las tribus hebreas, y todavía después, pasar de un Dios local a un Dios
regional, con todos los enfrentamientos que esto representa. Tiempo después, pasar de un Dios local a un
Dios nacional, y con muchos esfuerzos en la civilización occidental, consagrarlo entre innumerables guerras
e imposiciones por temor a Él, hasta convertirlo en un Dios terrenal, y luego de griegos y romanos en la
civilización antigua occidental, llegar a ser concebido como Dios Universal, gracias al helenismo griego (en
esas condiciones llegará Jesús) y posteriormente el ecumenismo cristiano y romano.
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La religión monoteísta hebrea fue un verdadero parte aguas en las concepciones religiosas que influyeron al
mundo entero, primero al Cercano Oriente y más tarde a Europa, y finalmente –combinada con el
cristianismo- se expandieron al resto de la faz de la tierra, a base de conquistas y colonizaciones. De igual
manera, el Islam, religión monoteísta musulmana, que surgió en el primer tercio del siglo VII d. C., se
extendió rápidamente hacia el noreste, hasta llegar a Mesopotamia y Persia; y al oeste hasta Siria, Palestina y
Egipto. Nótese que el Islam cobra fuerza aproximadamente 800 años d.C., de manera que en el comienzo de
la civilización en la edad antigua de la historia, el Islam no es fuerte. El Islam es una religión que tiene más
de catorce siglos, pero se fortaleció con las enseñanzas de Mahoma (570 – 632 d. C.).
Así pues, el monoteísmo surge con las religiones llamadas abrahámicas que son creencias que reconocen
una tradición espiritual identificada con Abraham. El término es usado principalmente para referirse
colectivamente al judaísmo, cristianismo e islamismo.
Abraham era un patriarca bíblico y según el libro del Génesis (11,27; 25,10) fue el padre fundador de los
Hebreos. Parece que vivió entre los años 2,000 y 1,500 a. C. También Abraham es considerado por los
musulmanes, quienes le llaman Ibrahim, como un antepasado de los árabes, por medio de Ismael (uno de sus
hijos). En otro tiempo se le consideró contemporáneo de Hammurabi, rey de Babilonia, debido a que el
relato bíblico de su vida se basa en tradiciones conservadas por transmisión oral más que en documentos
históricos, de modo que no puede escribirse una biografía tal y como hoy la conocemos. Llamado Abram
originalmente, Abraham fue el hijo de Tare, un descendiente de Sem, (de donde viene el término Semitas) y
nació en la ciudad caldea de Ur, donde se casó con su hermanastra Saray, o Sara. Abandonaron Ur junto a su
sobrino Lot y su familia, por inspiración divina y se dirigieron a Harán. Al recibir la promesa de que Dios
haría de él una “nación grande”, Abram se trasladó a Canaán, donde vivió como un nómada. El hambre le
llevó a Egipto, pero fue expulsado por presentar a Saray, su mujer, como su hermana. Una vez de vuelta a
Canaán, Abram y Lot se separaron tras las disputas surgidas entre ellos y sus pastores, quedándose Lot cerca
de Sodoma y continuando Abram su vida errante. Más tarde rescató a Lot de la cautividad del rey
Cordorlahomor de Elam y fue bendecido por el sacerdote Melquisedec, rey de Salem. Entonces, Dios
prometió a Abram un hijo de su esposa Saray, le repitió sus primeras promesas y las confirmó con una
alianza. Cuando Abram renovó esta alianza, se estableció el rito de la circuncisión, su nombre se transformó
en Abraham, y el de Saray en Sara. Dios, a través de unos ángeles, volvió a prometerle que tendría un hijo
varón de Sara. Cuando Dios le informó de que iba a destruir las ciudades de Sodoma y Gomorra a causa de
la depravación de sus habitantes, Abraham le suplicó que no lo hiciera. Dios le prometió que salvaría las
ciudades si pudiera encontrar sólo diez hombres justos. Al no encontrar ninguno Dios cumplió su amenaza.
Ismael, primer hijo de Abraham y de Agar, una esclava egipcia, nació cuando Abraham tenía 86 años. Los
musulmanes árabes consideran a Ismael como su progenitor. Isaac, hijo de Abraham alumbrado por Sara
cuando éste tenía 100 años, fue el primero de sus descendientes legítimos. Dios quiso probar la fe de
Abraham ordenándole que sacrificara a su amado hijo. En último momento, tras quedar Dios convencido de
la incondicional obediencia de ambos, padre e hijo, aceptó un carnero en lugar del joven. Se cree que este
relato expresa el rechazo de los hebreos a los sacrificios humanos, practicados por las naciones vecinas. En la
sinagoga actual, el carnero es recordado en el ritual de soplar el shofar, o cuerno de carnero, durante los días
Solemnes del judaísmo: Rosh Ha-shaná y Yom Kipur.
Desde luego hay que considerar que para llegar al monoteísmo tuvieron que pasar cantidad de eventos socioculturales en las religiones primitivas y fundamentalmente, considerar también el constante progreso que la
cultura fomentó en la humanidad de aquellos tiempos, que arribó finalmente en la civilización.
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Hablar del origen del monoteísmo es situarse en el último estadio de la prehistoria, en donde
progresivamente las tribus de aquellas regiones en general habían desarrollado muchísimas cosas para su
haber: entre otras, ya contaban con un lenguaje hablado fluido, con la domesticación de animales, se habían
expandido territorialmente hacia muchos puntos, se iban uniendo con otras tribus para constituir
confederaciones tribales y luego hasta numerosos pueblos. Hay que destacar que justamente en esos
momentos, los prisioneros de guerra comenzaron a ser esclavizados masivamente, lo que propició
paradójicamente, junto con el origen de la agricultura, que la vida se hiciera sedentaria y con ello se dio
entrada a la civilización, principalmente en Mesopotamia, pero también en diversas áreas geográficas
mundiales de otros puntos cardinales.
La historia de las religiones distingue cuatro momentos en la evolución religiosa del hombre:
Animismo: El principio general del animismo es la creencia en la existencia de una fuerza vital sustancial
que afirma que fenómenos naturales y diversos objetos están dotados de alma y por lo tanto son venerados o
tenidos como dioses. Estos seres animados pueden ser objetos de uso cotidiano o reservados a ocasiones
especiales, como también pueden estar en cualquier elemento del mundo natural: montañas, ríos, el cielo, la
tierra, determinados lugares característicos, rocas, plantas, animales, árboles, etc. (Es la religión más antigua
y todavía se practica en muchas culturas).
Animalismo: es el culto a animales especiales representados como divinidades (el dios jaguar, el dios
elefante, etc).
Totemismo: comprende las relaciones idealmente postuladas entre dos seres, uno de ellos natural y el otro
cultural. El Tótem es una creación artesanal en forma de columna que la mayoría de las veces tiene en
relieve figuras anímicas y animalezcas.
Antropomorfismo: Conjunto de doctrinas que atribuyen a la divinidad las cualidades del hombre. El
antropomorfismo es una característica de la mitología clásica, pero también es el punto de arribo de muchas
religiones.
En la mitología muchas veces el animismo, animalismo y el antropomorfismo se combinan.
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Capítulo I
La formación del Mito
Los mitos ofrecieron a las distintas culturas una visión integradora del mundo, al facilitar su percepción de
los fenómenos que le parecían extraños a una creencia colectiva que dio origen a los dioses que los
acompañaron y proporcionaron la seguridad psicológica para la construcción de una identidad para la vida en
comunidad. En los mitos, los dioses suelen representar las fuerzas elementales de la naturaleza, que pueden
percibir, de los cuales se derivan los fenómenos naturales que condicionaron sus vidas. La palabra "mito"
deriva del griego mythos, que significa "palabra" o "historia".
Si se tuviera que precisar una fecha puntual de estos acontecimientos tan importantes para la historia de la
humanidad, tendríamos que considerar varios aspectos, de acuerdo con los descubrimientos antropológicos
apegados a la teoría de la evolución darwiniana.
Charles Robert Darwin (1809 –1882 d.C.) fue un naturalista inglés que postuló que todas las especies de
seres vivos han evolucionado con el tiempo a partir de un antepasado común mediante un proceso
denominado selección natural. La evolución fue aceptada como un hecho por la comunidad científica y por
buena parte del público. (ver más adelante).
El homo sapiens se constituyó finalmente como el hombre moderno, después de millones de años de
evolución (ramapithecus, australopithecus, pitecántropos, pitecántropos erectus, etc.). Así pues, la prehistoria
comenzó a partir de la aparición del hombre y comprendió alrededor de dos millones de años. Se considera
que la edad de piedra o paleolítico inició desde cuando los australopithecus elaboraron los primeros
utensilios, hasta el momento en que el homo sapiens comenzó a practicar la agricultura y la ganadería. Luego
vendrán la edad del cobre, que es una fase intermedia entre la edad de piedra o neolítico y la edad del bronce,
(entre el 2500 a. C. y el 1800 a. C) y finalmente, la edad del bronce, que es el período, ya en la civilización,
en el que se desarrolló la metalurgia de la aleación de cobre con estaño para obtener el bronce. La edad de los
metales comenzó en el cercano oriente (4,000 a.C.) y constituyó la última fase de la prehistoria,
inmediatamente anterior a la aparición de la escritura.
Una vez constituido el hombre como tal, la raza humana vivió en estado salvaje, más o menos la mitad de
este tiempo, es decir, un millón de años aproximadamente. En ese entonces y con el transcurrir del tiempo,
logró crear un lenguaje hablado, desarrollar el arte de la cestería, dominar el fuego, elaborar la alfarería,
implementar textiles, crecer en multitud, formar su organización familiar y comunal (los sacerdotes fueron
fundamentales), construir herramientas, diseñar la rueda, descubrir infinidad de plantas medicinales, mejorar
sus capacidades intelectuales, artísticas, etc., hasta llegar progresivamente a la barbarie, -siguiente estadioque consistió en el hecho de comenzar a domesticar animales, no solo como su alimento, por medio de la
ganadería, -que claro está, es muy valioso-, sino que además, poseer la fuerza física de los animales
domesticados como fuente de energía, que junto con la rueda y todos los conocimientos técnicos adquiridos
en su evolución hasta ese entonces, le permitieron crear su medio de transporte, que a su vez le permitió
organizar mejor el trabajo y para combatir con otras tribus rivales.
El salvajismo es un periodo en el que predomina la apropiación de productos de la naturaleza. La barbarie
es el periodo en el que aparece la ganadería y los inicios de la agricultura, y se aprende a incrementar la
producción de la naturaleza por medio del trabajo humano, y por último, la civilización, que es el periodo en
que el hombre aprende a elaborar los productos naturales (agricultura) y también es el periodo en que la
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elaboración de productos manufacturados llegarán a dar origen a la industria y, de igual manera, al arte en
plenitud.
Ya en los inicios de la civilización, -con la agricultura en pleno florecimiento-, los primeros agricultores, a
fin de cuidar de sus cultivos, se unían, construyendo sus casas en los campos de plantación (inicia la vida
sedentaria). Las viviendas en los campos fueron expandiéndose hasta que finalmente surgieron los primeros
pueblos agrícolas. Los inicios de la agricultura no fue tarea fácil, porque la siembra debía ser protegida de los
animales y de las incursiones de los nómadas. Además, había que conservarla sin maleza, de modo que todo
esto sólo podía ser logrado si muchas personas cooperaban entre sí. El cultivo de plantas hizo que cada
porción de tierra ofreciera más cantidad de alimentos que antes, haciendo así la vida más cómoda, porque
había más comida, y con ello aumentó la población y surgió la especialización del trabajo
La esclavitud probablemente ya existía de manera rudimentaria desde el salvajismo y también en la barbarie,
pero cuando, paralelamente, se llega al descubrimiento de la agricultura, la esclavitud cobró gran
importancia, porque la agricultura forzó a la vida sedentaria, y la vida sedentaria, producto de la agricultura,
contribuyó al inicio de los primeros asentamientos humanos, quienes comenzaron la construcción de las
primeras ciudades, es decir, la humanidad entra a la civilización con la propiedad privada –en su forma más
burda: propiedad de esclavos, y también la propiedad de porciones de tierra agrícola-. Igualmente en ese
entonces, inició el estado (ciudades-estado). El fenómeno de la esclavitud se remonta a las civilizaciones
antiguas. Históricamente se ha demostrado que su razón de ser radica en el fortalecimiento y sostenimiento
de la actividad económica, ya que normalmente los esclavos eran empleados como mano de obra en la
agricultura y en la construcción de las ciudades. Una ciudad-estado es un estado que solamente consta de
una ciudad y un exiguo territorio circundante.
En los albores de la civilización, los hombres eran los responsables de velar por la subsistencia de la familia,
por lo tanto, eran los propietarios del ganado y de los esclavos. Así surgió la propiedad privada. Primero
sobre los medios de producción y luego sobre las ganancias producidas en la producción. De modo que la
vida sedentaria, la agricultura, la construcción de las primeras ciudades y de templos ceremoniales, etc., -a
base de explotar al próximo esclavizado-, propiciaron también otro acontecimiento importantísimo, la
escritura: La escritura nació y se desarrolló entre los pueblos del Antiguo Oriente; los Sumerios y los
Egipcios fueron los primeros en poner por escrito signos en tablillas de arcilla. Esto es, la manera en que la
comunicación evolucionó de su forma oral, iniciada en la prehistoria: pasando por sonidos guturales, señales
de humo, pinturas rupestres, jeroglíficos, pictogramas y demás, hasta constituirse progresivamente en letras,
consonantes, vocales, frases, oraciones y textos formalmente escritos. Se estima que el lenguaje humano
surgió hace unos 100,000 años, muy anterior a los primeros testimonios que se conocen de las escrituras más
antiguas de hace unos 5,000 años. Las formas más antiguas de la escritura fenicia se remontan a los siglos
XIII y XI a. C., y son inscripciones arcaicas encontradas en la ciudad de Biblos (en el Líbano actual).
Con todos estos adelantos comenzará la Historia formal de la humanidad. Todo lo que es anterior a la
civilización, a la agricultura y a la escritura, es considerado prehistoria por la falta de registros escritos, que
son los que hacen constatar cierta veracidad de los acontecimientos llamados históricos.
Para comprender el origen de la civilización, tenemos que considerar, de entrada, a la denominada Media
Luna Fértil, que es una región que se encuentra en el Cercano Oriente y que por estar bien abastecida de agua
dulce, fue favorable para el desarrollo de la agricultura y permitió a su vez, el surgimiento de las primeras
civilizaciones. El nombre de esta región se debe a que, además de ser fértil, su forma se parece a la de una
media luna, que tiene un extremo en el golfo Pérsico y luego se va curvando hacia el norte y hacia el oeste,
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hasta llegar al Mar Mediterráneo. Entonces, las primeras civilizaciones surgieron en la media luna fértil y
como la historia comenzó con la escritura, desde ese momento tenemos conocimientos certeros de nuestra
realidad.
El monoteísmo por su parte, -volviendo al tema- es también producto de esa serie de acontecimientos
históricos, y se desarrolla en su forma más significativa dentro de las tribus hebreas (semitas), porque todas
las demás civilizaciones nacidas en la denominada media luna fértil, considerada la cuna de la civilización,
profesaron en sus orígenes religiones politeístas.
Los historiadores han dividido a la Historia en edades. La primera Edad de la Historia es la Edad Antigua,
que comienza –como ya mencioné- con el origen de la escritura, y termina con la caída del imperio romano
de occidente en el 476 d.C.
Las grandes civilizaciones que corresponden a la Edad Antigua de la Historia y que surgieron en la media
luna fértil, son principalmente: Sumerios, Mesopotámicos, Medos, Persas, Babilónicos, Hebreos,
Egipcios, Fenicios, Griegos y Romanos, aunque así mismo, paralelamente también, estaban surgiendo otras
grandes civilizaciones en otros lados del mundo, como por ejemplo, -sólo por mencionar algunas
importantes- la gran civilización China en Oriente. China es una cultura anterior a la europea; cuando
Europa estaba en la Edad de Piedra, los chinos ya cultivaban sus tierras, fabricaban objetos y telas e incluso
tenían ya una organización política. Desde sus orígenes, en torno al año 3,000 a. C., la sociedad china estaba
formada por una gran masa de campesinos dominados por un grupo aristocrático poderoso, cuya figura
máxima era el monarca. Los monarcas se sucedían formando dinastías. La primera fue la dinastía Chu.
También tenemos a otra gran civilización, la civilización hindú, que tiene su origen 2,500 a.C. y se localiza
en la península del Indostán (India).O, de igual manera, en el continente americano, nacería la civilización
Olmeca hace 3,000 años aproximadamente; y que fue la cultura madre de todas las civilizaciones que
surgieron en América. De las diferentes civilizaciones que se desarrollaron en América, las de mayor
esplendor fueron los mayas, los aztecas y los incas, que se mantuvieron hasta la llegada de los españoles a
finales del siglo XV d.C.
De acuerdo a la cuna de la civilización occidental en la media luna fértil, Mesopotamia destaca porque ahí
se realizó la construcción de las primeras ciudades e imperios entre los ríos Tigris y Éufrates, que
favorecieron el desarrollo de pueblos en esta zona, principalmente debido a la fertilidad del suelo. Esta zona,
por su ubicación geográfica, fue el paso de muchos pueblos. Limita al oeste con los desiertos de Siria y
Arabia, al norte con los montes de Armenia, al este se encuentra lo que hoy es Irán y al sur el Golfo Pérsico.
Así que Mesopotamia era un lugar de tránsito permanente, de dominaciones, formado en general de pueblos
Semitas procedentes del desierto arábigo. En la Mesopotamia podían distinguirse dos zonas: al sur la baja
Mesopotamia (más tarde Caldea), con suelos muy fértiles, y que fue ocupada por distintos pueblos, como los
Sumerios por ejemplo, pero también en la zona media se asentaron los Acadios. Luego llegaron otros
pueblos, como los Amorreos y Caldeos. Por otro lado, tenemos al norte la alta Mesopotamia, zona
montañosa con mal clima y poca vegetación, en donde vivieron los Asirios.
Para el año 3,300 a.C. aproximadamente, los Sumerios se asentaron en la zona fértil de Mesopotamia, en el
oriente medio. Trescientos años más tarde, estos habitantes ya habían construido varias ciudades-estado.
Eran poblaciones independientes entre sí, pero toda ciudad, junto con el territorio que la rodeaba, era
gobernada por un solo gobernante. Los Sumerios, fueron los creadores de la escritura cuneiforme.
Los Asirios por su parte, se ubicaron en el porción del río Tigris superior, este pueblo estaba formado por
población India y Semita principalmente. En un principio, solo se defendían de los invasores, pero luego
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adoptaron las armas de ellos y comenzaron a ser violentos y a expandirse en nombre de Azur, su dios. Su
apogeo fue durante el rey Sargón II (722 al 705 a.C.), y luego con el rey Assurbanipal formaron un gran
imperio, dominando a Babilonia, Siria, Palestina e inclusive Egipto.
Los Caldeos fueron otro grupo de Semitas que se asentaron en el norte de la baja Mesopotamia durante la
dominación Asiria. Cuando se instalaron en Babilonia se unieron con los Medos para desalojar a los Asirios
y luego repartirse sus tierras. Los Medos eran una tribu independiente que ocupó la zona del nacimiento de
los ríos Axio y Margo.
Los Persas fueron un pueblo procedente de Asia Central que se estableció en la meseta de Irán, entre el mar
Caspio y el golfo Pérsico. Los primitivos iraníes eran de raza indoeuropea, y llegaron desde las estepas del
Cáucaso y el Turkestán 2000 años a.C. aproximadamente. En ese entonces llegaron dos pueblos: los Medos,
que se ubicaron al norte, a orillas del Mar Caspio; y los Persas, al sur, sobre el Golfo Pérsico. Los Medos los
dominaron hasta mediados del siglo VI a.C. La situación se revirtió bajo el reinado de Ciro el Grande, que
venció a los Medos, posteriormente a Babilonia y más tarde, el hijo de Ciro -Cambises-, sometió también a
Egipto, aproximadamente 500 años a.C. Luego Darío, que siguió la política de expansión territorial, llegó
hasta Grecia, hasta que los griegos lo vencieron finalmente en las guerras médicas, lo que posibilitó la
conquista del imperio Persa por Alejandro Magno, Rey de Macedonia, en el año 330 a.C. (ver más adelante).
La religión de los Persas estaba basada en la mitología dual del Zoroastrismo (o Mazdeísmo), en donde
existe una oposición entre los hermanos gemelos Ahura Mazda (que vive en la luz) y Ahrimán (que vive en
la oscuridad), hijos del dios Zurvan, el último ser que existió en el vacío original.
Ahriman, también llamado Angra Mainya, que significa "espíritu de las tinieblas y del mal", fue quien creó a
los demonios lanzando un ataque contra Ahura Mazda, quien consigue, no obstante, rechazarle.
Anahita era la diosa del agua, de la guerra y personificación del planeta Venus y cuyo nombre significa "sin
mancha", -lo que indica su función como la virgen María para los cristianos-. Era una divinidad adorada por
los lidios, los armenios y los persas, que parece corresponder entre los primeros a Diana, y entre los otros a
Venus. Con todo, el gran dios de los persas era Ahura-Mazda, que se redujo a Ormuz. Darío II tenía
particular devoción por él. Le llamaba "el más grande de los dioses". La religión de Ahura-Mazda era la
religión de los reyes, no del pueblo; el pueblo adoraba a los cuatro elementos; luz, agua, tierra y viento.
Ahura-Mazda era la personificación de la luz y del bien, que tenía un adversario temible: Ahriman, espíritu
de las tinieblas y del mal, culpable de todas las calumnias, pestes y de la muerte. Argenk era un célebre
gigante que construyó las montañas de Caf (el Cáucaso). Ahriman, el principio del mal, combate contra
Ormuz (Ahura-Mazda) y destruye con frecuencia el efecto de sus buenas intenciones. Asmoug es un
demonio que, según la tradición de los magos, o discípulos de Zoroastro, es uno de los principales emisarios
de las grandes calamidades.
Babilonia se situó en Mesopotamia también, en torno al actual Irak, extendiéndose entre ambas orillas del
río Éufrates. Comenzó a cobrar importancia con la llegada de los Amorreos o Semitas entre el 2,000 y el
1,800 a.C. que se erigieron reyes de la ciudad. Los Amorreos se adaptaron fácilmente a la lengua Acadia,
propiciando el declive de los Sumerios.
La mitología en Mesopotamia comprende, entre otros, a los dioses: Apsu, padre de Lahmu, Lahamu, Anshar
y Kishar. Tiamat, esposa de Apsu y madre de los dioses. Anu, dios sumerio y padre de Anshar, etc.
El rey Hammurabi unificó el Estado e hizo de Babilonia la capital del imperio, e impuso como Dios principal
a Marduk. Este dios encargado de restablecer el orden celeste, de hacer surgir la tierra del mar y de esculpir
el cuerpo del primer hombre antes de repartir los dominios del universo entre los demás. Hammurabi (del
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1,810 al 1,750 a.C.) fue un rey de Babilonia de la estirpe de los amorreos, sexto de la primera dinastía
babilónica y sucedido por Samsu-Iluna. El Código de Hammurabi, creado en el año 1,760 a. C., es uno de los
conjuntos de leyes más antiguos que se han encontrado y uno de los ejemplares mejor conservados de este
tipo de documento creados en la antigua Mesopotamia.
Los Hebreos fueron un antiguo pueblo Semita del Cercano Oriente y son ancestros de los israelitas y los
judíos. Llegaron como nómadas a Mesopotamia, viviendo en tiendas y llevando manadas de cabras y ovejas,
utilizando asnos, mulas y camellos para la carga. Una crisis económica pudo impulsar a Terá, padre de
Abraham, a dejar la ciudad para ir a la de Harran, en el Alto Éufrates. De allí, algunos de ellos emigran hacia
Canaán, prometido por Dios, según la Biblia, a los descendientes del patriarca Abraham (1,750 a. C.).
Poco a poco se mezclaron con los pobladores locales y se convirtieron en agricultores sedentarios hacia el
siglo XII a.C. Posteriormente, una población de Semitas que residían en Egipto fueron obligados como
esclavos a onerosos trabajos en la construcción de ciudades. Existen pinturas egipcias que representan a
esclavos de origen Semita ocupados en la fabricación de ladrillos. Podemos decir con certeza que estos
esclavos son Semitas porque la iconografía egipcia seguía unos cánones fijos para la representación de las
diferentes razas.
Un rasgo distintivo de los hebreos fue su convicción en la existencia de un único Dios, llamado –entre otros
nombres-, Yahvé.
Para los Hebreos el más importante nombre de Dios está en el Tetragrama (término griego que significa
‘cuatro letras’). La primera mención de este nombre se encuentra en el libro del Génesis en la Torah hebrea
(o en la Biblia, Antiguo Testamento) y se traduce generalmente como ‘el Señor’. Debido a que durante
mucho tiempo los Hebreos consideran una blasfemia pronunciarlo, entonces los textos hebreos sólo incluyen
las consonantes. Las letras hebreas se llaman yod-heh-vav-heh, que en el idioma hebreo se escriben de
derecha
a
izquierda.
YHVH
(Yahvé)
significa
“Él
es”,
o
“Él
será”.
A partir del siglo XIV a.C., se comenzó por primera vez a leer el nombre sagrado del Tetragrama con las
vocales que los masoretas le habían colocado según su invento, es decir, con las vocales "e-o-a", lo cual dio
como resultado YeHoVaH. Esta versión errada se extendió a la cristiandad.
Otros nombres del Dios de los Hebreos son: Adonai, que significa “mi Señor” o “Señor de señores”, o
“Señor de todos y de todo”. Otro nombre es El, que quiere decir “Dios en general”, porque en el idioma
acadio y en la literatura cananea Ilu era conocido como el Dios superior que gobernaba el macrocosmos, en
contraposición a Baal, dios del microcosmos. Era llamado El Betel, antiguo lugar de culto “el Dios de la
casa de Dios”, o El Olam, “Dios eterno” o “Dios universal”. El Roi, “Dios me ve” o “Dios cuida de mí”. El
Shalom, “Dios de paz”. El Shofet Haarets, “Dios que juzga a toda la Tierra”. El Shadai, “Dios
todopoderoso”, o también pudiera significar, -de acuerdo a la antigua palabra semita shadu, que significa
montaña-, “Dios de la montaña”. Eloah, que viene del arameo Elah, y sería equivalente a la forma árabe
Allah. Elohim “Dios por sobre todos los dioses” o “Dios de todo”. Elyon, “el Altísimo”. Shekhinah,
“presencia de Dios”. YHVH, que significa “Dios del ejército”. Shadai Eljai, “Dios Todopoderoso
Viviente”. Yahve Eloah, “Dios del Conocimiento”.
El dios Baal -por otro lado-, era una divinidad Semita o Cananea (probablemente el Sol) de varios pueblos
situados en Asia Menor y su influencia llegó hasta los Fenicios que lo adoraron como el dios más importante
de su panteón (asociado a Melkart). También era dios para Cartagineses, Caldeos, Babilonios, Sidonios y
Filisteos. Su significado se aproxima al de “amo o señor de las nubes”. Era el dios de la lluvia y de la guerra,
y también era asociado al Sol. Se creía que podía montar las nubes del cielo, y el aire y el viento eran sus
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hijas. En la Biblia, Baal es uno de los falsos dioses, al cual los Hebreos rindieron culto en algunas ocasiones
cuando se alejaron de su adoración al Dios YHVH .
Moisés fue un importantísimo profeta hebreo, cuyas acciones están descritas en el libro del Éxodo (siglo XIII
a. C.?). Sin embargo, dicho libro del Antiguo Testamento en la Biblia, está escrito en un registro literario y
simbólico que deja en la penumbra la figura histórica de Moisés, rodeándola de milagros, prodigios y
leyendas; e incluso existen dudas sobre la existencia real de Moisés, que podría ser un mito.
De haber existido, Moisés sería un personaje de origen desconocido, criado en la corte de los faraones (su
nombre es egipcio y la leyenda habla de un niño abandonado y salvado de las aguas del Nilo). Parece ser
que, hacia 1230 o 1250 a. C., Moisés se retiró a meditar al Sinaí, donde creyó recibir un mensaje divino que
le ordenaba liberar a los judíos refugiados en Egipto y sometidos a duras condiciones de cautiverio.
Consiguió unificar a varios clanes hebreos partidarios de regresar a Palestina e iniciar con ellos un largo viaje
hacia la “Tierra Prometida”, huyendo de la persecución del faraón egipcio Ramsés II.
Durante la travesía, Moisés dijo haber recibido varias revelaciones directamente de Dios, con las que dio
forma a la religión hebrea (judía): una alianza entre el único Dios (Yahvé) y el pueblo hebreo, que en
adelante se mantendría fiel al monoteísmo fundado por Abraham; y un conjunto de leyes que incluían el
culto del “Arca de la Alianza”, la instauración del clero y Diez Mandamientos de orden moral y religioso.
El relato bíblico habla de la deslealtad del pueblo hacia su Dios, que éste castigó haciéndole vagar por el
desierto durante cuarenta años, refiriéndose probablemente al periodo de vida nómada al que se vieron
obligados los hebreos en el sur de Palestina, mientras iban penetrando progresivamente en el territorio
ocupado entonces por los cananeos y asentándose en pueblos sedentarios. Moisés, anciano ya cuando
salieron de Egipto, moriría sin haber visto la Tierra Prometida, cuya conquista está representada en la Biblia
por Josué.
Moisés no fue sólo el dirigente del éxodo judío hacia Palestina, sino también el autor de los fundamentos de
la ley judaica -el contenido de sus leyes no difiere mucho de las que predominaban en el Oriente Medio por
aquella época, a excepción del componente monoteísta, que no fue creación de Moisés-. La ley está
contenida en los cinco libros del Antiguo Testamento que forman el Pentateuco y que constituyen la Torah
de los judíos (Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio).
La tradición religiosa supone a Moisés autor de los cinco libros, si bien parece probado que no pudo serlo
más que en muy pequeña parte y que el grueso de su contenido fue redactado mucho después. En todo caso,
su figura es venerada tanto por la religión judía como por cristianos y musulmanes.
La conclusión, acerca de las civilizaciones mesopotámicas de ese período, es que la religión en el mundo
Mesopotámico dominó todo y permanece más o menos inalterable hasta la conquista musulmana. Su religión
estaba basada en un principio en las fuerzas de la naturaleza, que se identifican con los dioses: el dios del
agua es Enlil, el del cielo Anu y el de la tierra Enki. Estos dioses poco a poco van tomando forma, primero
con símbolos y van a acabar teniendo forma humana. En cada ciudad se adoraba a distintos dioses, aunque
había algunos comunes; entre estos podemos ver a Anu, dios del cielo y padre de los dioses. Enki, dios de la
Tierra. Nannar, dios de la Luna, Utu, dios del Sol. Inanna, diosa Venus. Ea, creador de los hombres y
Enlil, dios del viento. Posteriormente se van configurando nuevos dioses: la gran diosa Inanna, que más
tarde se va a identificar con Ishtar, va a ser la diosa más venerada por ser la diosa de la fertilidad y del amor.
Sin será la luna y Shamash el sol.
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Ligado a la religión, hay un mundo que en Mesopotamia tuvo un gran auge; la magia, especialmente la
relacionada con la observación de los astros. Los pueblos mesopotámicos van a lograr un gran conocimiento
en la astrología, que transmitirán a otros pueblos circunvecinos.
En otra región de la media luna fértil, en el noreste africano, la regularidad y riqueza que aportaba la
inundación anual del río Nilo, junto a la ausencia de grandes pueblos enemigos, debido a que el valle del
Nilo está situado entre dos amplias zonas desérticas, permitieron el desarrollo de una de las primeras y más
deslumbrantes civilizaciones en la historia de la humanidad, Egipto. Los primeros pobladores de Egipto se
constituyeron en el Alto Egipto y el Bajo Egipto. Más tarde, Egipto se unificó, alrededor del año 3,200 a. C.
La historia del Antiguo Egipto se divide en tres imperios: El Imperio Antiguo que se caracterizó por el
florecimiento de las artes y la construcción de inmensas pirámides. Luego el Imperio Medio (2,0501,800 a. C.), que fue una etapa de descentralización y en donde Egipto conoció un período de esplendor en su
economía, y finalmente, en el Imperio Nuevo (1,567-1,085 a. C.) en donde la monarquía egipcia alcanzó su
edad dorada, conquistando a los pueblos vecinos y expandiendo sus dominios bajo la dirección de los
faraones. La última dinastía faraónica fue derrocada por los Persas en el año 341 a. C., quienes a su vez
fueron reemplazados por gobernantes griegos y romanos, periodo que comenzó hacia el año 30 a. C.
Los egipcios tuvieron una gran cantidad de dioses, entre ellos destacan: Amón, dios creador. Inpu, dios de la
momificación. Anukis, diosa del Nilo y del agua. Apis, dios de la fertilidad. Atón, dios solar creador. Bastis,
diosa lunar protectora del hogar. Geb, dios creador. Hapy, dios de la inundación. Hathor, diosa del amor y la
felicidad. Horus, dios del cielo. Imutes, dios de la medicina y los escribas. Isis, diosa protectora. Jnoumis,
dios de la creación. Min, dios lunar, de la fertilidad y la vegetación. Month, dios solar y de la guerra. Neftis,
diosa de la oscuridad. Neith, diosa de la guerra y la caza. Nut, diosa del cielo, creadora del universo. Osiris,
diosa de la resurrección. Satis, diosa protectora del faraón. Sacmis, diosa de la guerra. Selkis, diosa
protectora de la magia. Serapis, dios oficial de Egipto y Grecia. Seth, dios protector-destructor y del mal.
Sucos, dios del Nilo. Socaris, dios de la oscuridad. Sotis, la madre y hermana del faraón. Tueris, diosa de la
fertilidad y protectora de las mujeres. Tfenis, diosa guerrera y de la humedad. Thot, dios de la sabiduría y la
escritura. Uto, diosa protectora del faraón. Ofois, diosa de la guerra.
Mientras los líderes de los diversos grupos ganaban y perdían influencia, las creencias dominantes se
transformaban, combinaban y sincretizaban. Ra y Atum se convirtieron en Atum-Ra, con las características
de Ra como dominantes, y posteriormente Ra fue asimilado a su vez por Horus, como Ra-Horajti. Después
de que Ptah se convirtiera en Ptah-Seker, fue asimilado por Osiris, convirtiéndose en Ptah-Seker-Osiris.
Con las diosas sucedió lo mismo: Hathor asimiló inicialmente las características de otras diosas, pero en
última instancia fue asimilada con Isis. Los dioses maléficos fueron amalgamados de la misma forma, como
Seth, quien originalmente era un héroe, asimiló todas las características de los dioses malvados, al cual
condenaron posteriormente por haber sido elegido como dios protector de los gobernantes hicsos. Durante la
época de influencia helénica sobre Egipto, lo que perduró con más vigor fue la triada: Osiris, Isis, y Horus; y
su enemigo Seth.
Otra importante civilización fue la de los Fenicios, quienes se desarrollaron dentro de un estrecho terreno de
unos 1,000 km2 –200 kms. de longitud por cerca de 50 kms. de ancho-, encerrado entre la cordillera del
Libano y el Mar Mediterráneo, en el medio oriente, -aproximadamente dentro del actual territorio del
Libano-. Su suelo montañoso y no apto para la agricultura, orientó a los Fenicios hacia las actividades
marítimas, más aún, teniendo en cuenta que al quedar dividido en pequeñas ciudades-estado separadas por
rocas, era más apto para la vida marítima que para las relaciones terrestres. Al ser un estrecho paso entre el
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mar y el desierto de Siria, en contacto al sur, a través de Canaán y del Sinaí con Egipto, y al norte, a través
del Éufrates, con Mesopotamia y Asia Menor, estaba destinada a ser una rica encrucijada comercial,
codiciada por los grandes imperios vecinos. El comercio era la actividad principal de la economía de los
Fenicios, la cual consistía en el intercambio o trueque de mercancías que ellos mismos producían y el
transporte de las elaboradas por otros pueblos. Los Fenicios fueron los grandes mercaderes de la antigüedad
y los grandes navegantes. La geografía, que propiciaba la instalación de puertos y la madera de sus bosques,
les brindaban los elementos básicos para construir barcos y organizar compañías de navegación. Una de ellas
fue contratada por el rey Persa, Darío I, en el siglo V a. C. Los dioses adorados por los fenicios varían de una
ciudad a otra. Así, el panteón de Sidón difiere del de Tiro o el de Chipre. Aun así, algunas divinidades están
presentes de una forma u otra en la mayoría de las ciudades significativas. Estas divinidades son
principalmente Astarté, Baal, Dagón, Resef y Melqart.
Mientras tanto, fuera de la media luna fértil, el budismo nace al noreste de la India en los siglos VI y V a. C.
engendrado por Siddharta Gautama, más conocido como Buddah (Buda), “el iluminado o despierto”.
Buda nació sobre el 563 a. C. cerca de Lumbini (en el Nepal actual) en el seno de una familia perteneciente a
una casta real, aristocrática, o “guerrera”. Casado a los dieciséis años con una de sus primas con quien tuvo a
un hijo llamado Raula, llevaba una aparente vida feliz disfrutando de todo tipo de lujos y sin preocupaciones
ni necesidades. Es sabido que el padre de Buda había ordenado que cada vez que éste fuera a la ciudad, todo
anciano, enfermo o cortejo fúnebre desapareciera de su posible contemplación a fin de que su hijo tan solo
viera cosas jóvenes y bellas.
Cumplidos sus veintinueve años de edad, el dios Indra se le aparece cuatro veces adoptando las formas de
anciano, enfermo, muerto y como monje. De sus tres primeras apariciones descubre la auténtica naturaleza
del mundo, pero es con la cuarta como encuentra la resolución ante la auténtica realidad. Preocupado por el
sufrimiento y por la fragilidad de la felicidad terrenal, abandona su vida materialista y de ostentación para
pasar unos años vagando en busca de aquellos conocimientos que lleguen a satisfacer sus inquietudes reales.
Un día, caminando a la orilla del río Nairanjara en un lugar cercano a la ciudad de Gaya, se sentó debajo de
un árbol – el sagrado árbol de la Bodhi o árbol de la iluminación -. Allí hizo la promesa de no moverse de su
regazo hasta haber alcanzado un estado de iluminación. Permaneció en aquel lugar durante varias semanas
recibiendo los alimentos que le ofrecía una chica, hija de un granjero de los alrededores de aquel paraje.
Mara, el maligno, acudió a su encuentro y le atacó con tempestades, oscuridad, diluvios y fuego, ante lo cual
Gautama se mantuvo inconmovible provocando así el abandono de aquel. A medida que avanzaba el día, su
mente se esclarecía cada vez más, hasta llegar a llenarse de una gran paz interior y evidenciar en su ser el
significado profundo de todas las cosas. Pasado el día y la noche, antes del alba, llegó por fin a alcanzar el
conocimiento perfecto (bodhi). El príncipe Siddharta Gautama se había convertido así en Buda, “el
iluminado”.
Este hecho está fechado en el 531 a. C. y el lugar en el que se desarrolla el relato se conoce con el nombre de
Bodh-Gayâ. Buda permaneció bajo el árbol cuarenta y nueve días temiendo no poder expresar el contenido
de su recién descubierta iluminación. Por ello, el dios Brahma en persona descendió del cielo y le manifestó
que, dado que el mundo estaba abandonado a su suerte y perdido, debía dedicarse a predicar para todo aquel
que quisiera encontrar la vía de salvación.
Su primer sermón, conocido también con el nombre de “La puesta en movimiento de la Rueda de la Ley”,
fue dirigido a cinco ermitaños que buscaban la liberación terrena.
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Durante cuarenta y cinco años Buda predicó sus doctrinas cuya enseñanza es conocida con el nombre de
Dharma (la ley), instituyendo una orden de monjes y otra de monjas que iniciaron en su conjunto el
denominado Sangha o comunidad budista. Así, se dice tradicionalmente que el legado del budismo consiste
en las “Tres Joyas”: el Buda, el Dharma y el Sangha.
En el año 483 a. C., a la edad de ochenta años, acontece la muerte de Buda. Sus últimas palabras fueron las
siguientes: “La decadencia es inherente a todas las cosas creadas. Con una mente clara, prestad la debida
atención a vuestra salvación”.
Capítulo II
La llegada del Logos
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El término logos es uno de las más importantes en la actitud racional ante el mundo. Se traduce como nuestro
pensamiento que llega a la razón, a través del habla, del discurso, luego del concepto, para llegar al
conocimiento. Así por ejemplo, hoy en día la biología es el explicar o dar razón de los seres vivos, la teología
el explicar o dar razón de Dios, la antropología el explicar o dar razón del hombre.
La filosofía es de origen, el paso del Mito al Logos: donde el mundo se vuelve racional. En el mundo hay un
Logos y nosotros disponemos de él, de la razón. Logos que debemos emplear para el conocimiento de la
realidad y la dirección de nuestra conducta.
Para comprender el nacimiento de la filosofía y del cambio del Mito al Logos, es pues necesario remontarse
a la espléndida Civilización Griega.
Se cree que las tribus que se convertirían en los griegos emigraron hacia el sur a los Balcanes en varias
oleadas, comenzando a mediados de la Edad del Bronce (alrededor de 2000 a. C.). Posteriormente, los
griegos adoptaron el alfabeto fenicio y lo modificaron para crear el alfabeto griego. A partir del siglo IX a. C.
empezaron a aparecer escritos. Grecia se dividió en muchas comunidades autónomas pequeñas. Esta pauta
fue impuesta en gran parte por la geografía griega, donde cada isla, valle y llanura se aísla de las demás por
el mar o las sierras.
Grecia vivió la guerra llamada Lelantina, entre el 710 y el 650 a. C., que fue un conflicto prolongado que se
distingue como la guerra documentada más temprana del período de la Antigua Grecia. Se luchó entre las
ciudades-estado entonces importantes: Calcis y Eretria, sobre la llanura lelantina fértil de Euboea. Ambas
ciudades parecen haber sufrido declives como resultado de esta larga guerra, aunque –se dice- Calcis fue la
vencedora.
En la primera mitad del siglo VII a.C. surgió una clase mercantil, evidenciado por la introducción de las
monedas, cerca del 680 a.C., por lo cual parece haberse gestado tensión en muchas ciudades-estado. Los
regímenes aristocráticos que por lo general gobernaban los llamados poleis (polis griega) se sentían
amenazados por la nueva riqueza de los comerciantes, que a su vez deseaban poder político. A partir de 650
a.C., las aristocracias tenían que luchar para evitar ser derrocadas y reemplazadas por tiranos populistas.
Una población cada vez mayor y la falta de tierras provocaron conflictos internos entre los pobres y los ricos
en muchas ciudades-estado. En Esparta, las guerras mesenias resultaron en la conquista de Mesenia y la
esclavitud de los mesenios, a partir de la segunda mitad del siglo VIII a. C.. Esta práctica dejó que ocurriera
una revolución social. La población subyugada, desde entonces conocida como hilotas, labraban y trabajaban
para Esparta, mientras todos los ciudadanos varones se convertían en soldados de un estado
permanentemente militarizado. Aun las élites eran obligadas a vivir y a entrenarse como soldados; esta
igualdad entre los pobres y los ricos servía para distender los conflictos sociales.
Para el siglo VI a.C. varias ciudades se habían vuelto dominantes en los asuntos griegos: Atenas, Esparta,
Corinto y Tebas. Cada una había puesto las áreas rurales y los pueblos menores a su alrededor bajo su
control. Además, Atenas y Corinto se habían convertido en grandes potencias marítimas y mercantiles.
Los rápidos aumentos de población en los siglos VIII y VII a.C. habían provocado que muchos griegos
emigraran. La emigración cesó en el siglo VI a.C. Para entonces el mundo griego había difundido su cultura
y su lengua a través de un área mucho más grande que la de la actual Grecia. Las colonias griegas no eran
controladas políticamente por las ciudades que las fundaron, aunque muchas veces mantenían vínculos
religiosos y comerciales entre ellas. En este período, grandes desarrollos económicos ocurrieron en Grecia y
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también en sus colonias de ultramar, que experimentaron crecimiento en el comercio y la manufactura. El
nivel de vida de la población también mejoró enormemente. La llegada de la democracia en Atenas resolvió
muchísimos problemas que sufría, y empezó la "edad de oro" para los atenienses.
Homero (siglo VIII a. C.), es el poeta griego al que se le atribuye la autoría de las principales poesías épicas
griegas; la Ilíada y la Odisea, que fueron, en su época temprana, entendidas como una sola obra, que trataba
sobre la Guerra de Troya y la historia de Odiseo, uno de los héroes de la guerra. Las creencias griegas,
fundamentadas en su Mitología, son narradas por este genial poeta.
Mitología Griega: Los dioses y diosas del Olimpo fueron doce en total, pero además existía una amplia
corte con variedad de dioses menores, y de semidioses, hijos nacidos de la unión entre los dioses y los
humanos.
Zeus es el dios del cielo y soberano de los dioses olímpicos. (Zeus corresponde al dios romano Júpiter), Zeus
(según el poeta griego Homero) es el padre de los dioses y de los mortales. Su padre es Cronos, quien fue el
creador de los dioses y de los hombres. Zeus era el protector y soberano tanto de la familia olímpica como de
la raza humana. Señor del cielo, dios de la lluvia y acumulador de nubes blandía el terrible rayo. Su arma
principal era la égida, su ave, el águila, su árbol, el roble. Zeus presidía a los dioses en el monte Olimpo, en
Tesalia. Sus principales templos estaban en Dódona, en el Epiro, la tierra de los robles y del templo más
antiguo, famoso por su oráculo, y en Olimpia, donde se celebraban los juegos olímpicos en su honor cada
cuatro años. Los juegos de Nemea, al noroeste de Argos, también estaban dedicados a Zeus. Zeus era el hijo
menor del titán Cronos y de la titánida Rea y hermano de las divinidades Poseidón, Hades, Hestia, Deméter y
Hera. De acuerdo con uno de los mitos antiguos sobre el nacimiento de Zeus, Cronos, temiendo ser
destronado por uno de sus hijos, los devoraba cuando nacían. Al nacer Zeus, Rea envolvió una piedra con
pañales para engañar a Cronos y ocultó al dios niño en Creta, donde se alimentó con la leche de la cabra
Amaltea y lo criaron unas ninfas. Cuando Zeus llegó a la madurez, obligó a Cronos a vomitar a los otros
hijos, que estaban deseosos de vengarse de su padre. Durante la guerra que sobrevino, los titanes lucharon
del lado de Cronos, pero Zeus y los demás dioses lograron la victoria y los titanes fueron enviados a los
abismos del Tártaro. A partir de ese momento, Zeus gobernó el cielo, y sus hermanos Poseidón y Hades
recibieron el poder sobre el mar y el submundo, respectivamente. Los tres gobernaron en común la tierra.
Zeus aparece representado de dos maneras muy diferentes: como dios de la justicia y la clemencia y como
responsable del castigo a la maldad. Casado con su hermana Hera, es padre de Ares, dios de la guerra; de
Hebe, diosa de la juventud; de Hefesto, dios del fuego, y de Ilitía, diosa del parto. Al mismo tiempo, se
describen las aventuras amorosas de Zeus, sin distinción de sexo (Ganimedes), y los recursos de que se sirve
para ocultarlas a su esposa Hera. Son numerosas las relaciones de Zeus con diosas y mujeres mortales, de
quienes ha obtenido descendencia. También sus metamorfosis en diversos animales para sorprender a sus
víctimas, como su transformación en toro para raptar a Europa. En leyendas posteriores, en las que se
introducen otros valores morales, se pretende mostrar al padre de los dioses a salvo de esta imagen libertina y
lasciva. Sus amoríos con mortales se explican a veces por el deseo de los antiguos griegos de vanagloriarse
de su linaje divino. En la escultura, se representa a Zeus como una figura barbada y de apariencia regia. La
más famosa de todas fue la colosal estatua de marfil y oro, del escultor Fidias, que se encontraba en Olimpia.
Hera es reina de los dioses, hija de los titanes Cronos y Rea, hermana y mujer del dios Zeus. Hera era la
diosa del matrimonio y la protectora de las mujeres casadas. Era madre de Ares, dios de la guerra, de
Hefesto, dios del fuego, de Hebe, diosa de la juventud, y de Ilitía, diosa del alumbramiento. Mujer celosa,
Hera perseguía a menudo a las amantes y a los hijos de Zeus. Nunca olvidó una injuria y se la conocía por su
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naturaleza vengativa. Irritada con el príncipe troyano Paris por haber preferido a Afrodita, diosa del amor,
antes que a ella, Hera ayudó a los griegos en la guerra de Troya y no se apaciguó hasta que Troya quedó
destruida. Se suele identificar a Hera con la diosa romana Juno
Hefesto, dios del fuego y de la metalurgia, hijo del dios Zeus y de la diosa Hera o, en algunos relatos, sólo
hijo de Hera. A diferencia de los demás dioses, Hefesto era cojo y desgarbado. Poco después de nacer lo
echaron del Olimpo: según algunas leyendas, lo echó la misma Hera, quien lo rechazaba por su deformidad;
según otras, fue Zeus, porque Hefesto se había aliado con Hera contra él. En la mayoría de las leyendas, sin
embargo, volvió a ser honrado en el Olimpo y se casó con Afrodita, diosa del amor, o con Áglae, una de las
tres gracias. Era el artesano de los dioses y les fabricaba armaduras, armas y joyas. Se creía que su taller
estaba bajo el monte Etna, volcán siciliano. A menudo se identifica a Hefesto con el dios romano del fuego,
Vulcano. La Fragua de Vulcano es el cuadro en el que Velázquez da su visión sobre los dioses
transformándolos en campesinos o artesanos humanos
Ártemis o Artemisa es una de las principales diosas, equivalente de la diosa romana Diana. Era hija del dios
Zeus y de Leto y hermana gemela del dios Apolo. Era la rectora de los dioses y diosas de la caza y de los
animales salvajes, especialmente los osos, Ártemis era también la diosa del parto, de la naturaleza y de las
cosechas. Como diosa de la luna, se la identificaba a veces con la diosa Selene y con Hécate. Aunque
tradicionalmente amiga y protectora de la juventud, especialmente de las muchachas, Ártemis impidió que
los griegos zarparan de Troya durante la guerra de Troya mientras no le ofrecieran el sacrificio de una
doncella. Según algunos relatos, justo antes del sacrificio ella rescató a la víctima, Ifigenia. Como Apolo,
Ártemis iba armada con arco y flechas, armas con que a menudo castigaba a los mortales que la ofendían. En
otras leyendas, es alabada por proporcionar una muerte dulce y plácida a las muchachas jóvenes que mueren
durante el parto.
Apolo es hijo del dios Zeus y de Leto, hija de un titán. Era también llamado Délico, de Delos, la isla de su
nacimiento, y Pitio, por haber matado a Pitón, la legendaria serpiente que guardaba un santuario en las
montañas del Parnaso. En la leyenda homérica, Apolo era sobre todo el dios de la profecía. Su oráculo más
importante estaba en Delfos, el sitio de su victoria sobre Pitón. Solía otorgar el don de la profecía a aquellos
mortales a los que amaba, como a la princesa troyana Casandra. Apolo era un músico dotado, que deleitaba a
los dioses tocando la lira. Era también un arquero diestro y un atleta veloz, acreditado por haber sido el
primer vencedor en los juegos olímpicos. Su hermana gemela, Ártemis, era la guardiana de las muchachas,
mientras que Apolo protegía de modo especial a los muchachos. También era el dios de la agricultura y de la
ganadería, de la luz y de la verdad, y enseñó a los humanos el arte de la medicina. Algunos relatos pintan a
Apolo como despiadado y cruel. Según la Iliada de Homero, Apolo respondió a las oraciones del sacerdote
Crises para obtener la liberación de su hija del general griego Agamenón arrojando flechas ardientes y
cargadas de pestilencia en el ejército griego. También raptó y violó a la joven princesa ateniense Creusa, a
quien abandonó junto con el hijo nacido de su unión. Tal vez a causa de su belleza física, Apolo era
representado en la iconografía artística antigua con mayor frecuencia que cualquier otra deidad.
Atenea salió ya adulta de la frente del dios Zeus y fue su hija favorita. Él le confió su escudo, adornado con
la horrorosa cabeza de la gorgona Medusa, su 'égida' y el rayo, su arma principal. Diosa virgen, recibía el
nombre de Parthenos ('la virgen'). En agradecimiento a que Atenea les había regalado el olivo, el pueblo
ateniense levantó templos a la diosa, el más importante era el Partenón, situado en la Acrópolis de Atenas.
Atenea, una de las diosas más importantes en la mitología griega. En la mitología latina, llegó a identificarse
con la diosa Minerva.
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Afrodita, diosa del amor y la belleza, equivalente a la Venus romana. En la Iliada de Homero aparece como
la hija de Zeus y Dione, una de sus consortes, pero en leyendas posteriores se la describe brotando de la
espuma del mar y su nombre puede traducirse como 'nacida de la espuma'. En la leyenda homérica, Afrodita
es la mujer de Hefesto, el feo y cojo dios del fuego. Entre sus amantes figura Ares, dios de la guerra, que en
la mitología posterior aparece como su marido. Ella era la rival de Perséfone, reina del mundo subterráneo,
por el amor del hermoso joven griego Adonis. Tal vez la leyenda más famosa sobre Afrodita está relacionada
con la guerra de Troya. Eris, la diosa de la discordia, la única diosa no invitada a la boda del rey Peleo y de la
nereida Tetis, arrojó resentida a la sala del banquete una manzana de oro destinada "a la más hermosa".
Cuando Zeus se negó a elegir entre Hera, Atenea y Afrodita, las tres diosas que aspiraban a la manzana, ellas
le pidieron a Paris, príncipe de Troya, que diese su fallo. Todas intentaron sobornarlo: Hera le ofreció ser un
poderoso gobernante; Atenea, que alcanzaría una gran fama militar, y Afrodita, que obtendría a la mujer más
hermosa del mundo. Paris seleccionó a Afrodita como la más bella, y como recompensa eligió a Helena de
Troya, la mujer del rey griego Menelao. El rapto de Helena por Paris condujo a la guerra de Troya.
Hades, dios de los muertos. Era hijo del titán Cronos y de la titánide Rea y hermano de Zeus y Poseidón.
Cuando los tres hermanos se repartieron el universo después de haber derrocado a su padre, Cronos, a Hades
le fue concedido el mundo subterráneo. Allí, con su reina, Perséfone, a quien había raptado en el mundo
superior, rigió el reino de los muertos. Aunque era un dios feroz y despiadado, al que no aplacaba ni plegaria
ni sacrificio, no era maligno. En la mitología romana, se le conocía también como Plutón, señor de los ricos,
porque se creía que tanto las cosechas como los metales preciosos provenían de su reino bajo la tierra. El
mundo subterráneo suele ser llamado Hades. Estaba dividido en dos regiones: Erebo, donde los muertos
entran en cuanto mueren, y Tártaro, la región más profunda, donde se había encerrado a los titanes. Era un
lugar oscuro y funesto, habitado por formas y sombras incorpóreas y custodiado por Cerbero, el perro de tres
cabezas y cola de dragón. Siniestros ríos separaban el mundo subterráneo del mundo superior, y el anciano
barquero Caronte conducía a las almas de los muertos a través de estas aguas. En alguna parte, en medio de
la oscuridad del mundo inferior, estaba situado el palacio de Hades. Se representaba como un sitio de muchas
puertas, oscuro y tenebroso, repleto de espectros, situado en medio de campos sombríos y de un paisaje
aterrador. En posteriores leyendas se describe el mundo subterráneo como el lugar donde los buenos son
recompensados y los malos castigados
Poseidón, dios del mar, hijo del titán Cronos y la titánide Rea, y hermano de Zeus y Hades. Poseidón era
marido de Anfitrite, una de las nereidas, con quien tuvo un hijo, Tritón. Poseidón, sin embargo, tuvo otros
numerosos amores, especialmente con ninfas de los manantiales y las fuentes, y fue padre de varios hijos
famosos por su salvajismo y crueldad, entre ellos el gigante Orión y el cíclope Polifemo. Poseidón y la
gorgona Medusa fueron los padres de Pegaso, el famoso caballo alado. Poseidón desempeña un papel
importante en numerosos mitos y leyendas griegos. Disputó sin éxito con Atenea, diosa de la sabiduría, por
el control de Atenas. Cuando Apolo, dios del sol, y él decidieron ayudar a Laomedonte, rey de Troya, a
construir la muralla de la ciudad, éste se negó a pagarles el salario convenido. La venganza de Poseidón
contra Troya no tuvo límites. Envió un terrible monstruo marino a que devastara la tierra y, durante la guerra
de Troya, se puso de lado de los griegos. El arte representa a Poseidón como una figura barbada y majestuosa
que sostiene un tridente y a menudo aparece acompañado por un delfín, o bien montado en un carro tirado
por briosos seres marinos. Cada dos años, los Juegos Ístmicos, en los que había carreras de caballos y de
carros, se celebraban en su honor en Corinto. Los romanos identificaban a Poseidón con su dios del mar,
Neptuno.
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Ares, dios de la guerra e hijo de Zeus, rey de los dioses, y de su esposa Hera. Los romanos lo identificaban
con Marte, también un dios de la guerra. Agresivo y sanguinario, Ares personificaba la brutal naturaleza de
la guerra, y era impopular tanto para los dioses como para los seres humanos. Entre las deidades asociadas
con Ares estaban su consorte, Afrodita, diosa del amor, y deidades menores como Deimo (temor) y Fobo
(terror), que lo acompañaban en batalla. Aunque feroz y belicoso, Ares no era invencible, ni siquiera frente a
los mortales. El culto de Ares, que se creía originario de Tracia, no estaba muy difundido en la antigua
Grecia y, donde existía, carecía de significación social o moral. Ares era una deidad ancestral de Tebas y
tenía un templo en Atenas, al pie del Areópago o colina de Ares
Hermes, mensajero de los dioses, hijo del dios Zeus y de Maya, la hija del titán Atlas. Como especial
servidor y correo de Zeus, Hermes tenía un sombrero y sandalias aladas y llevaba un caduceo de oro, o varita
mágica, con serpientes enrolladas y alas en la parte superior. Guiaba a las almas de los muertos hacia el
submundo y se creía que poseía poderes mágicos sobre el sueño. Hermes era también el dios del comercio,
protector de comerciantes y pastores. Como divinidad de los atletas, protegía los gimnasios y los estadios, y
se lo consideraba responsable tanto de la buena suerte como de la abundancia. A pesar de sus virtuosas
características, también era un peligroso enemigo, embaucador y ladrón. El día de su nacimiento robó el
rebaño de su hermano, el dios del sol Apolo, oscureciendo su camino al hacer que la manada anduviera hacia
atrás. Al enfrentarse con Apolo, Hermes negó haber robado. Los hermanos acabaron reconciliándose cuando
Hermes le dio a Apolo su lira, recién inventada. En el primitivo arte griego, se representaba a Hermes como
un hombre maduro y barbado; en el arte clásico, como un joven atlético, desnudo e imberbe como puede
comprobarse en el Hermes de Praxíteles, en Olimpia
Por último, Dioniso, dios del vino y del placer, estaba entre los dioses más populares. Los griegos dedicaban
muchos festivales a este dios telúrico, y en algunas regiones llegó a ser tan importante como Zeus. A menudo
lo acompañaba una hueste de dioses fantásticos que incluía a sátiros, centauros y ninfas. Los sátiros eran
criaturas con piernas de cabra y la parte superior del cuerpo era simiesca o humana. Los centauros tenían la
cabeza y el torso de hombre y el resto del cuerpo de caballo. Las hermosas y encantadoras ninfas
frecuentaban bosques y selvas.
Ahora bien, para llegar a comprender la “edad de oro” de los griegos, debemos conocer lo que se desarrolló
en el siglo de Perícles, que corresponde a la historia de Atenas, dentro del siglo V a.C., en el que alcanzaron
su apogeo diversas manifestaciones culturales. Pericles fue un magnífico estratega, político y orador
ateniense, que supo rodearse de las personalidades más destacadas del momento, hombres excelentes en
política, filosofía, arquitectura, escultura, historia, literatura, etc. Perícles fomentó las artes y las letras, y dio
a Atenas un esplendor que no se repitió a lo largo de su historia.
Una de las aportaciones más importantes que los griegos legaron a la humanidad fue su filosofía:
La filosofía griega representa lo más importante del origen del pensamiento occidental, que inicia con los
presocráticos (del Siglo VI a.C. hasta la mitad del V a.C), posteriormente se desarrolla con los sofistas y
Sócrates, y finalmente adquiere su apogeo en la filosofía Platónica y Aristotélica, entrando en crisis con la
filosofía helenística.
El origen de la filosofía esta justamente en el paso del Mito al Logos, en el amor a la sabiduría (filos=amor,
sophia=sabiduría), que se produce cuando los pensadores se preguntan por lo que ven y no por lo que creen.
Así, la filosofía surge cuando, en la tarea de explicar la realidad (la naturaleza, el hombre y la sociedad), se
abandona el Mito sustituyéndolo por el Logos (razón, explicación racional). Esto sucede en Grecia en
torno al siglo VI a.C.
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Tales, de Mileto –hoy Turquía-, (del 624 al 548 a.C.) fue el iniciador de la indagación racional sobre el
universo. Se le considera el primer filósofo de la historia y el fundador de la escuela Jónica de filosofía.
La escuela Jónica se distingue por el modo esencialmente materialista con que plantea y resuelve el
problema cosmológico. Tales fue el primero y más famoso de los Siete Sabios de Grecia (el sabio
astrónomo) y tuvo como discípulo y protegido a Pitágoras.
Los primeros filósofos griegos creían que, o la tierra, o el agua, o el aire o el fuego, eran los elementos por
los que se generaban todos las cosas en el universo. Pensaban que este era el principio de todos los seres del
universo. La escuela Jónica afirmaba que había un elemento que contenía a todos los demás, -era
eminentemente materialista en un principio-. Si la Naturaleza remitía siempre a un principio, entonces Tales
argumentaba que era el agua quien desempeñaba dicho papel, y quizás sea la primera explicación
significativa del mundo físico sin hacer referencia explícita a lo sobrenatural. Tales aseguraba que el agua es
la sustancia universal primaria.
Para Anaximandro de Mileto (del 610 al 545 a.C.) el principio de todas las cosas es lo ilimitado (el
Apeiron= el espacio). Al igual que Tales buscó un elemento primordial y básico, a partir del cual se ha
generado la realidad; pero a diferencia de Tales, consideró que dicho elemento no podía estar constituido por
ninguno de los elementos conocidos, como el agua, ni tampoco por ninguna clase particular de materia.
Pitágoras (nació en la isla de Samos en el 582 a.C.). Para los pitagóricos, la filosofía se desarrolla en una
doble vertiente: por un lado tenemos una filosofía místico-religiosa y por el otro, una filosofía matemáticocientífica. En la primera se refiere principalmente a la teoría de la trasmigración de las almas, y en la
segunda, Pitágoras afirma que los números son el principio de todas las cosas.
Anaxímenes de Mileto (del 588 al 534 a.C.) afirmaba que el primer principio es el aire, en oposición a
Tales y a Anaximandro, ya que para él es en el aire, por condensación, en donde se forman las nubes,
entonces, si las nubes se condensan, se forma el agua; de ahí que de la condensación del agua, se da lugar a
la constitución del hielo, de la tierra; y a efecto de la condensación de la tierra, se constituyen las piedras, los
minerales, etc.
Anaxágoras de Clazomene –hoy Turquía- (500 - 428 a. C.) introdujo la noción de nous (mente o
pensamiento) en la filosofía de los orígenes; sus predecesores habían estudiado los elementos (tierra, aire,
fuego, agua) como realidad última. Fue el primer pensador extranjero en establecerse en Atenas. Anaxágoras
concibe el nous como origen del universo y causa de la existencia, pero a la vez trata de explicarse y llama a
encontrar las cosas cotidianas de lo que ocurre en el mundo. Por otro lado, hizo formar parte de su
explicación de la realidad al concepto de nous, inteligencia, la cual, siendo un «fluido» extremadamente
sutil, se filtra por entre los recovecos de la materia, a la que anima con su movimiento. El nous penetra
algunas cosas y otras no, con lo que se explica, siguiendo a Anaxágoras, la existencia de objetos animados e
inertes. Platón en el Fedón (ver más adelante) se muestra de acuerdo con la afirmación según la cual el nous
es la causa de todo y conduce al orden y la armonía, pero Platón discrepa con la búsqueda de las causas
materiales emprendida por Anaxágoras. Su doctrina del nous fue más tarde adoptada críticamente por
Aristóteles. Las diferencias entre las concepciones de uno y otro pueden apreciarse con este ejemplo: Para
Anaxágoras los humanos pudieron hacerse inteligentes debido a que tenían manos, en cambio para
Aristóteles el hombre recibió manos debido a que tenía inteligencia.
Heráclito de Éfeso (del 535 a. C. al 484 a. C.) afirmaba que el fundamento de todo está en el cambio
incesante. Todo se transforma en un proceso de continuo nacimiento y destrucción al que nada escapa. Por
tal razón, consideraba la realidad como algo esencialmente móvil y fluyente, en constante devenir. –decía-
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«No podemos bañarnos dos veces en el mismo río porque sus aguas fluyen constantemente y el río deja de
ser el mismo que era antes». Todo pasa constantemente de un estado a su contrario, de la vida a la muerte, de
lo seco a lo húmedo, etc. El elemento que él consideraba el origen de esta realidad en flujo continuo es el
fuego. Para Heráclito la lucha de contrarios era una idea necesaria para la creación de la realidad . Por tal
motivo, Heráclito es el padre de la dialéctica –que más tarde retomarían Hegel y Marx-. El motor de este
cambio, -afirmaba- se encuentra en la lucha entre contrarios, concluyendo que la realidad se muestra como
un porvenir dialéctico, es decir, avanza y se transforma, pasando de una cosa a la contraria.
Según Empédocles de Agrigento (del 490 al 430 a.C.) la realidad se compone por los cuatro elementos
(agua, aire, tierra y fuego), y de esta forma, la realidad es un ciclo que va del uno a la multiplicidad. Decía
que todas las cosas están hechas de una mezcla de los cuatro elementos, y el cambio sucede porque hay dos
fuerzas en oposición en el mundo: el amor y la discordia. De modo que para Empédocles, los cuatro
elementos conforman la realidad, y se unen o disgregan por la fuerza del amor o la discordia, concibiéndose
así todos los objetos que conocemos.
Demócrito (del 470 al 400 a.C.) era un filósofo que, junto con Empédocles, Lucrecio, Leucipo y Epicuro
(pertenecientes al florecimiento de la cultura Jonia), se convirtió en iniciador de lo que hoy conocemos como
teoría atómica. Todo se compone –decía- de "indivisibles" (átomos) que se diferencian entre sí por su
figura, con su forma y tamaño determinado, por el orden y por la posición. Su número es ilimitado y no
nacen ni perecen, ni cambian en sí mismos. Asì que todo cambio consiste en el movimiento de los átomos.
Por su parte, la escuela Eleática –de Elea-, representa lo contrario de la escuela Jónica, atomista y de
Heráclito, -que se acaban de citar-. La escuela de Elea llega finalmente a la siguiente conclusión: el ser es
unidad absoluta y pura; el mundo externo con sus cuerpos, átomos y mutaciones es pura apariencia o
ilusión, porque toda pluralidad real es imposible, y esto se verifica, no solamente en el orden sensible, sino
hasta en el orden puramente inteligible, de manera que el sujeto y el objeto, el pensamiento y la cosa pensada
son una misma cosa.
Jenófanes de Colofón (del 580 .al 570 a. C.) es considerado fundador de la escuela Eleática. Fue precursor
del pensamiento de Parménides, y considerado como el fundador de la teología filosófica y de la teoría del
conocimiento. Criticó el antropomorfismo de los dioses homéricos, así como su inmoralidad. Postuló la
existencia de un Dios único y consideró que” la verdad” es independiente del sujeto. Asimismo, investigó
acerca de cuestiones relativas a la naturaleza y a la cosmología. Jenófanes fue el único en criticar la religión
imperante en Grecia, al no admitir la inmortalidad de los dioses y negar el antropomorfismo. Incluso llega a
postular que Dios es uno, inmóvil, inteligente y que gobierna todas las cosas por la fuerza de su espíritu.
Parménides de Elea (del 530.al 515 a.C.) nos expone en su doctrina la afirmación del ser y el rechazo del
devenir, del cambio –contrario a Heráclito-. Para él, el universo es inmutable, el ser es uno, y la afirmación
de la multiplicidad que implica el devenir, y el devenir mismo, no pasan de ser meras ilusiones. Parménides
afirmaba que el cambio es aparente, porque la verdadera realidad, discernible a través del intelecto, no
cambia.
Zenón de Elea (del 490 al 430 a.C.) fue considerado tanto pitagórico como sucesor de Parménides. Su obra
consistió en crear una serie de paradojas que desmontaban el pluralismo y sostenían la inexistencia del
movimiento, tal como ya había explicado Parménides.
Los presocráticos dieron explicaciones materialistas en su descripción de la naturaleza, es decir, identificaron
los principios de la realidad con entidades materiales. Sin embargo, no hay que creer que con ello estos
filósofos abrazasen el ateísmo, o negasen componentes espirituales a la realidad. El enfrentamiento
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materialismo/espiritualismo es algo posterior en la historia de las ideas. Sencillamente, ellos no negaron la
existencia de dioses, o del alma, porque para ellos los dioses y las almas participan esencialmente de los
mismos principios que los otros objetos del mundo (por ejemplo, según los atomistas existen las almas, pero
éstas están compuestas, como cualquier otro objeto, por átomos, aunque más perfectos y sutiles). En
resumen, para los presocráticos, los elementos últimos de la naturaleza no son incompatibles con creencias
religiosas. Entre los presocráticos no se encuentra todavía el dualismo entre el mundo y Dios, Faltos de una
idea concreta sobre Dios, también les falta la idea de creación, ya que los presocráticos se mueven por el
principio de que de la nada, nada nace.
Posteriormente a las presocráticos, aproximadamente en la segunda década del siglo V a.C., surgieron los
Sofistas, que enseñaban principalmente la retórica para la manipulación política, aunque los mejores
enseñaban argumentación lógica Eleática. A ellos no les importaba llegar a la verdad. Pensaban así; Gorgias
decía: “nada existe, y se existiera no lo podríamos saber”. Protágoras consideraba: “la verdad es subjetiva,
única para cada individuo”. Sin embargo, la importancia de los Sofistas es que de alguna manera “bajaron” la
filosofía del universo y de la naturaleza, y la situaron en el hombre, porque con ellos comienza el
denominado período antropológico de la propia filosofía griega. Los Sofistas fueron los creadores del arte
retórico, el cual surge de la misma conciencia de un hecho determinado, a través del cual, la relación
existente entre el mundo y el habla es, precisamente, una representación racional (logos). Para los Sofistas la
principal importancia era el conocimiento acerca de la retórica, como disciplina fundamental (arte de la
persuasión a través de la palabra), a la dialéctica (arte de refutar y discutir), y a la oratoria (el arte de la
elocuencia). El propio Sócrates en un principio es un Sofista destacado, hasta que decide romper con ellos.
Sócrates (del 470 al.399 a.C.) fue un filósofo griego considerado como uno de los más grandes de la
filosofía de todos los tiempos, tanto de la filosofía occidental como de la universal, a pesar que no dejó
ninguna obra escrita. Sócrates fue maestro de Platón, quien a su vez tuvo a Aristóteles como su discípulo.
De manera que estos tres filósofos son los representantes fundamentales de la filosofía griega.
El “nosce teipsum” (conócete a ti mismo) inscrito en el templo de Delfos, es el primer principio de la
Filosofía para Sócrates, porque a él le interesaba fundamentalmente la formación de hombres de bien, por
eso se atribuye a Sócrates ser el padre de la moral y de la ética. A partir del estudio del concepto, -que lo
llevaría a la concepción de la lógica-, diferenció plenamente los actos nobles, heroicos, desinteresados, los
que están en la esfera del concepto de "bien", de los de actos infames, egoístas, los que están en la esfera del
concepto de "mal". En el primer caso, hablamos de actos morales positivos; en el segundo, de actos morales
negativos. De ahí que la moral puede ser entendida como la teoría razonada del bien y del mal.
Sócrates rechazó a los Sofistas porque él buscaba la definición universal de conceptos. Los conceptos son
construcciones o imágenes mentales, por medio de las cuales comprendemos las experiencias que emergen
de la interacción con nuestro entorno, a través de su integración en clases o categorías relacionadas con
nuestros conocimientos previos. Por esta razón, a Sócrates se le atribuye también ser el padre de la lógica,
entendiendo por lógica a la parte práctica de la filosofía que nos sirve para entender las estructuras del
pensamiento, estas son: el concepto, el razonamiento y el juicio. El concepto es lo que “la cosa es en sí
misma” formulada en nuestra estructura mental. El concepto “entra” –por así decirlo- al cerebro para ser
razonado, y a partir de razonar conceptos podemos emitir juicios y así poder tomar nuestras propias
decisiones con respecto a lo que razonamos. La lógica es entonces una ciencia formal y una rama de la
filosofía que estudia los principios de la demostración, fundamento de la ciencia.
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El método utilizado por Sócrates para operar la lógica es la Mayéutica, la cual consiste en el diálogo, en la
conversación, en la dialéctica, en el que a través del razonamiento inductivo se llegue al conocimiento de
conceptos y al conocimiento de sí mismo. La dialéctica o mayéutica socrática irá progresando hasta lograr
definiciones completas, llegándose a constituir en los conceptos de todas las cosas. Este método fue aplicado
ampliamente para el examen de los conceptos morales, mismo que fue descrito por Platón en los diálogos
Socráticos. Por esto, Sócrates es habitualmente reconocido como el padre de la ética occidental o filosofía
moral, entendiéndose por ética a la ciencia –práctica también- que estudia el comportamiento moral de los
hombres en sociedad. Esto es, que la ética tiene por objeto de estudio a la moral. La ética estudia el
comportamiento, la conducta y el actuar de hombre en cuanto hombre, y la moral es el aspecto práctico y
concreto, es decir, las normas establecidas o propuestas por los hombres, o por una sociedad y época
histórica determinadas.
Con lo anteriormente dicho podríamos diferenciar religión de moral, porque esta última –la moral- es de
naturaleza histórica, producto del hombre interactuando con sus semejantes. En cambio, la religión es ahistórica (fuera de), es decir, un comportamiento exigido que emana a petición de una divinidad o deidades.
Además de sus contribuciones ya mencionadas, Sócrates también fue fundamental para la construcción de la
polis ateniense. La polis tuvo su origen en el deseo de justicia. Por todo ello, Sócrates es un singular ejemplo
de unidad entre teoría y conducta, entre pensamiento y acción. A la vez, fue capaz de llevar tal unidad al
plano del conocimiento, al sostener que la virtud es conocimiento y el vicio ignorancia.
Sócrates murió a los 70 años de edad, en el año 399 a. C. aceptando serenamente una condena e ingiriendo
cicuta, como método elegido de entre los que un tribunal, que le juzgó, le ofrecía para morir por no
reconocer a los dioses atenienses.
Platón, -realmente se llamó Aristocles Podros- (del 427 al 428 a. C.). Después de viajar por Egipto, Italia y
Sicilia, Platón vuelve a Atenas en el año387 a. C. y funda en esta ciudad uno de los centros educativos y de
investigación más importantes de la antigüedad: la Academia. Recibe este nombre por estar situada en un
lugar cercano a los jardines dedicados al héroe Academos, en los alrededores de Atenas. En esta escuela se
enseñaba música, astronomía, matemáticas (en el frontispicio del centro estaba escrito el lema "nadie entre
aquí que no sepa matemáticas" y, como culminación de los estudios, filosofía. En la academia platónica se
desarrolló todo el trabajo matemático de la época y se desarrolló también la teoría heliocéntrica.
Platón escribió varias obras filosófico-literarias, principalmente en forma de diálogo, entre las que se cuentan
como sus obras más importantes:
La República ("forma de gobernar la ciudad"), en la cual elabora la filosofía política de un estado ideal. En
los Libros VI y VII de la República, Platón utiliza diversas metáforas para explicar sus ideas metafísicas y
epistemológicas. Las ideas filosóficas de Platón tuvieron muchas implicaciones sociales, particularmente en
cuanto al estado o gobierno ideal. El Estado ideal para él era la Monarquía, que vendrá después de una
corrupción triste pero necesaria. Así establece Platón las categorías de los diferentes estados en un orden de
mejor a peor: Timocracia, Oligarquía, Democracia, Tiranía. La aristocracia o monarquía corresponde al
Estado ideal con su división de clases tripartita
El Fedro, es el libro en el que Platón desarrolla una compleja e influyente teoría psicológica; sintió la
fascinación por un tipo de realidad a la que desde lo mas íntimo de nuestro ser aspiramos. Profundamente
insatisfechos en nuestra condición, aspiramos a otra vida más plena y afín a nuestro ser esencial. El mundo
eterno de las ideas será el fundamento primordial, "alimento de las alas de nuestra alma", en el que nuestra
razón debe sustentarse para alcanzar los tres grandes propósitos de la vida: la Verdad, el Bien (que para
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Platón se cifra en el bien individual y social) y la Belleza. Al igual que todos los griegos, Platón, consideró
que el alma es el principio que anima los cuerpos de los seres vivos, que les da vida y movimiento. Pero lo
peculiar de su concepción se muestra en su visión del alma como principio de racionalidad y dotada de
carácter divino. Para este autor el alma es la parte más excelente del hombre, gracias a ella podemos alcanzar
la ciencia y realizar acciones buenas; el alma nos vincula con el mundo divino y está dotada de un destino
inmortal. Decía que, el cuerpo es la cárcel del alma. Por tal razón, la realidad, en Platón, no es otra cosa que
un reflejo de las ideas.
El Timeo es un influyente ensayo de cosmogonía; es decir, un conjunto de narraciones e historias ideadas
que pretenden dar respuesta al origen del universo y del hombre mismo. En su cosmología racional, intenta
ofrecer una teoría acerca de la formación del cosmos, utilizando para ello tanto elementos míticos como
doctrinas y explicaciones propias de otras escuelas filosóficas: tales como; el pitagorismo, el atomismo, a
Empédocles, etc. El Timeo es también un estudio sobre escatología, (del griego “ésjatos”, que significa
“último”), y que estudia por lo tanto, las creencias religiosas referentes a la vida después de la muerte y
acerca del final del hombre y del universo. En este punto tenemos que considerar la diferencia de la idea de
creación, propia del cristianismo, porque los griegos no podían concebir que “algo” pudiera surgir de “la
nada”, por lo que suponían la preexistencia de ciertos elementos (eternos o fuera del tiempo) a partir de los
cuales pudiera originarse el mundo físico. Platón afirma que todo lo que nace ha de tener una causa de la que
dependa, el cosmos precisará necesariamente de una: el Demiurgo, que es un Dios artesano, causa activa,
inteligente-y-productora-del-cosmos.
El Demiurgo por lo tanto es "dios" en la concepción platónica, porque es bueno y sabio, a diferencia de los
hombres que sólo son filósofos. Pero, en contraposición al cristianismo, no es omnipotente, porque no crea el
mundo a partir de sí mismo, utilizando únicamente su inteligencia y saber hacer. Ha de contar con tres
elementos preexistentes y distintos de él: 1.- Las ideas, perfectas y eternas, verdadero modelo que el
Demiurgo intentará plasmar (materialmente) con su saber hacer. 2.- Una masa material, caótica,
indiferenciada y móvil. La materia, por sí misma, no es nada más que negatividad, indeterminación,
limitación. No puede ser asimilada a "material" ya que éste supone estar determinado por una idea o forma
que lo haga ser algo (madera, carbono, hidrógeno, etc. Todos ellos ya son algo determinado, es decir, poseen
de hecho una esencia que podemos identificar. Y por último, 3.- El espacio preexistente, receptáculo
universal que albergará la diversidad de los seres generados.
Platón concibió el Topus Urano (lugar celeste) para referirse al “mundo de las ideas”. Platón afirmaba que
el mundo material es simplemente un reflejo de lo que está pasando en el mundo de las ideas. Las ideas nos
llegan de este mundo celeste. Para él, el mundo de las ideas es más poderoso que la realidad material, porque
finalmente, -consideraba-, todo lo existente no es más que un reflejo de las ideas que emanan del Topus
Urano. Nuestro deber sería entonces, saber seleccionar las ideas más sublimes, las ideas supremas, porque
son las que nos acercan al Demiurgo, o sea a Dios.
Otra obra platónica importante fue el Teeteto que es el primer estudio sobre filosofía de la ciencia.
Platón murió en el 347 a. C., a los 82 años de edad aproximadamente. El pensamiento platónico contiene
una amplia gama de elementos teológicos o religiosos. Platón divide al mundo en dos distintos aspectos; el
mundo inteligible -el mundo del auténtico ser-, y el mundo que vemos alrededor nuestro en forma perceptiva
-el mundo de la mera apariencia-. El mundo perceptible consiste en una copia de las formas inteligibles o
ideas que nos llegan del Topus Urano. Estas formas no cambian y sólo son comprensibles a través del
intelecto o entendimiento, es decir, la capacidad de pensar las cosas abstrayéndolas de cómo se nos dan a los
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sentidos. El cosmos, al ser copia del "viviente inteligible", adopta la forma geométrica más perfecta: la
esfera, "la figura que contiene en sí todas las posibles". Además de esférico, es también único (No hay
pluralidad de mundos, contra Demócrito) y armonioso: el optimismo metafísico en Platón se deja entrever en
la afirmación de que este es el mejor de los mundos y el más bello de los posibles, creado simultáneamente
con el tiempo.
Aristóteles nació en el año 384 a.C., no lejos del actual monte Athos, en Estagira, entonces perteneciente al
reino de Macedonia, y murió en Calcis Eubea, Grecia, 322 a. C. Su punto de partida fue Platón, pero pronto
adoptó una actitud crítica frente a éste. No dejó de lado sus enseñanzas, sino que desarrolló sus propias ideas
a partir de las platónicas. Aristóteles se distanció de las posiciones idealistas de su maestro, para elaborar un
pensamiento de carácter naturalista y realista. Frente a la separación entre el mundo sensible y el mundo
inteligible que proponía Platón, defendió la posibilidad de aprehender la realidad a partir de la experiencia.
Así pues, en contra de las tesis de su maestro, consideró que las ideas o conceptos universales no deben
separarse de las cosas, ya que las ideas están inmersas en la materia. Por estos motivos, otorgó gran
importancia a los estudios científicos y a la observación de la naturaleza. La afirmación aristotélica de la
importancia del conocimiento sensible, y del conocimiento de lo singular para llegar a lo universal, abrió
posibilidades a la investigación científica.
Para Aristóteles, la idea platónica no explica la verdadera realidad de la psyché (de los procesos mentales y
naturales). Todos los seres vivos se presentan a Aristóteles como poseedores de alma (psyché), sin embargo
el alma racional es exclusiva del hombre. El hombre es un animal racional, -decía-.
Si bien Aristóteles admite, al igual que Platón y Sócrates, que la esencia es lo que define al ser, la definición
de esencia es: un conjunto de características necesarias e imprescindibles para que algo o alguien sea lo que
es, por ejemplo, la esencia de la amistad es la confianza). Entonces, Aristóteles concibe -a diferencia de sus
antecesores- la esencia como la forma, misma que está unida a la materia, constituyendo juntas al ser, que es
la sustancia. Es decir, Aristóteles afirma la unidad del ser, pero no es una unidad en el sentido de unicidad
como pretendía Parménides, que consideraba que el ser es uno e indivisible. Para Aristóteles no es único: hay
distintas formas de ser pero todas ellas se refieren a una forma primordial, al ser propiamente dicho: la
sustancia. Por medio de la sustancia de un ser se puede decir que es, o lo que es, lo que introduce los dos
correlativos esencia y sustancia. Pero la sustancia tampoco es única, porque existen muchas sustancias (o
sea, existen muchos seres). Las diferentes formas del ser no son sino modificaciones o accidentes de la
sustancia. Se define como accidente cualquier suceso que es provocado por un agente externo, (por ejemplo,
la esencia de una mesa es aquello –la forma- que la caracteriza; la sustancia es el material con la que está
hecha, y el accidente es su tamaño, color, etc., todo eso junto, da como resultado a un ser en específico). La
sustancia por tanto, es el ser y toda sustancia tiene existencia independiente.
Aristóteles afirmaba –contrario a Platón- que lo verdaderamente existente no son los "reflejos" de las ideas,
sino los entes individuales (constituidos por esencia, sustancia y accidente), captados por la inteligencia y en
los que reside el aspecto universal. En todo ser (en toda cosa) se da la sustancia, la esencia y el accidente.
Las sustancias sensibles se hallan constituidas por dos principios: la materia, que dice de qué está hecha una
cosa, y la forma, que es la disposición o estructura de la misma.
La doctrina clásica aristotélica establece que, como norma general, una definición ha de incluir el género y la
diferencia específica, es decir, la clase de objetos a la que pertenece lo definido, y las características que lo
diferencian de esa clase de objetos. Por ejemplo, en la definición de lápiz (instrumento de escritura formado
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por una barra de grafito envuelta en madera), la primera parte (instrumento de escritura...) es el género, y la
segunda (...formado por una barra de grafito envuelta en madera) es la diferencia específica.
En cuanto a la ética de Aristóteles, esta tiene un fin que se resume en la búsqueda de la felicidad, y la
felicidad está en la vida intelectiva. Ello no excluye el goce moderado de los placeres sensibles y de los
demás bienes, con tal de que no impida la contemplación de la verdad. Sobre esta base desarrolla Aristóteles
el concepto de virtud. La virtud consiste en el justo medio. Lo que quiere dar a entender es que el actuar del
hombre debe estar regido por la prudencia o regla recta. Hay dos modalidades de virtud: las dianoéticas (que
se refieren al ejercicio de la inteligencia) y las éticas (que se refieren a la sensibilidad y los afectos). Todas
las virtudes son hábitos que se adquieren por medio de la repetición. La virtud por excelencia es la justicia, la
cual consiste en el acatamiento de las leyes y en el respeto a los demás ciudadanos.
La política para Aristóteles se basa en que el hombre es un "animal político" por naturaleza. Sólo los
animales y los dioses pueden vivir aislados. La fuerza natural hacia la reproducción y la conservación inclina
a los hombres a vivir unidos, primero en la familia, luego en la aldea (unión de varias familias) y finalmente
en la ciudad. El buen funcionamiento de una ciudad-estado no se asegura solamente por aunar voluntades
hacia un mismo fin; se requiere también de leyes sensatas y apropiadas que respeten las diferencias y
eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad (Aristóteles, en su mentalidad
clasista griega, no concibe el derecho de ciudadanía ni para las mujeres, ni para los esclavos). Existen tres
formas de legítimo gobierno: monarquía (gobierno de uno), aristocracia (gobierno de los mejores) y
república (gobierno de muchos). A esas formas rectas de gobierno se oponen la tiranía, la oligarquía y la
democracia (Aristóteles entiende por "democracia" el gobierno de los pobres). No se puede decir cuál de las
tres es mejor, pues la teoría concreta para un pueblo hay que deducirla de una indagación objetiva de las
varias formas históricas de gobierno, y definir según las circunstancias cuál es más conveniente para un
determinado estado (Aristóteles recogió y estudió las constituciones de 158 estados). En principio, toda
forma de gobierno es buena si quien gobierna busca el bien de los gobernados.
La preocupación metafísica de Aristóteles pretende llegar a saber "de los principios y de las causas
primeras". Aborda los temas de la metafísica en lo que él llama "filosofía primera", ciencia que considera el
ser en cuanto ser. Por ocuparse de las primeras y verdaderas causas, puede ser considerada igualmente
ciencia de lo divino, ciencia teológica. La ciencia metafísica de Aristóteles culmina en la teología, la cual se
ocupa del ser que existe <per se>, o sea, el ente en su sentido más pleno, la forma pura sin materia. Para
probar la existencia de ese ser, argumenta que: "Entre las cosas que existen, una es mejor que la otra; de allí
que exista una cosa óptima, que debe ser la divina". “Las cosas de este mundo son perecederas, y por lo tanto
sufren cambio; este cambio acaece en el tiempo. Entonces cambio y tiempo son imperecederos; más para que
se produzca el cambio o movimiento eterno ha de existir una sustancia eterna capaz de producir ese
movimiento”. Pero no podemos interiorizarnos al infinito para buscar las causas de las causas, por lo que
debemos llegar a un Primer Motor inmóvil. Este motor es Dios, concebido por Aristóteles como fuerza
inmaterial inalterable. Ese Ser, sin embargo, no aparece en Aristóteles como creador del mundo, porque éste
es eterno.
Aristóteles cree que todas las cosas del mundo temporal y material (todas las cosas que forman parte de la
naturaleza) están compuestas con la estructura acto-potencia, por lo que están abocadas necesariamente al
cambio y a la muerte; pero aunque la naturaleza sea para él una parte fundamental de la realidad, también
creerá que no se puede explicar a partir de ella misma, sino de algo que está por encima, y ese algo es
Theos=Dios (Gran Logos=Primer Motor). Concibe a Dios como un ser sin composición alguna, ni física ni
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metafísica, de ahí que lo piense como acto puro y pura forma, y por tanto eterno e inmutable. Dios es acto
puro porque en Él no se encuentra ninguna potencialidad sino que es forma plenamente realizada.
Aristóteles distinguía: una parte teórica, relativa al ser, sus elementos, causas y principios, otra parte práctica:
sobre la actividad del hombre, y una tercera parte poética: acerca de la creación. La fuente última de todo
movimiento, según Aristóteles, es Dios: “Primer Motor e inmóvil”.
Por ejemplo:
Como todos sabemos, las investigaciones actuales sobre el origen del universo afirman que todo comenzó
con el Big-Bang. Ahora, imagínese que ese Big-Bang es el Primer Motor sugerido por Aristóteles. A partir
de ese momento empieza a manifestarse el acto (huevo cósmico) y la potencia (gran estallido). Entonces,
inmediatamente comienza la expansión del universo y se va consolidando y ramificando la materia, por la
fuerza de la energía, hasta constituirse en todo lo existente en el universo. Pero en cada rama se van
formando diversos géneros y a su vez de los géneros van sucediéndose infinidad de especies. Los géneros y
las especies comparten la misma sustancia, pero se van formando diferencias en la esencia de cada cosa por
efecto del accidente, es decir, cada cosa va a depender de las condiciones que va enfrentando a consecuencia
de su propia dinámica.
Otro ejemplo: figúrese una semilla (sustancia) de roble (esencia). La semilla es el acto que al interactuar con
la tierra desarrolla su potencia. Si las condiciones del suelo le favorecen, entonces se hará un gran roble, pero
si no, crecerá raquítico, chaparro, etc., o de plano, si no hay condiciones para su supervivencia, se muere. Ese
es el accidente. Y lo mismo sucede en todo.
A manera de ver la postura que tiene Aristóteles con relación a Theos=Dios (Primer Motor), se puede
analizar de la siguiente manera: “Dios pone la semilla (acto), pero no pone el árbol. Al árbol lo desarrolla la
naturaleza (potencia)”. De lo cual se desprende que Dios es indiferente ante la esencia y accidente de las
cosas, ya que Él sólo interviene en la creación de la sustancia (primer motor).
Por otro lado también, expongo en palabras llanas lo que significa Theos en Aristóteles con relación a los
humanos: Theos –como ya apreciábamos- es el Gran Logos, es decir, todo lo que hay en el cielo y en la tierra
está siendo concebido (pensado) por Él, porque es forma pura y acto puro, eternamente inmutable, de ahí que
Dios=Theos, al ser el Gran Logos, -el pensamiento de nuestro pensamiento-, lo que quiere decir que Theos
comparte el Logos con cada uno de nosotros (animales racionales) para interpretar (por medio de la ciencia)
Su sustancia pura y eterna.
Las obras de Aristóteles son muy bastas:
1) Primer período (368-348):- "Eudemo" o "Sobre el alma" (un diálogo en el que se mantiene la teoría de las
Ideas y la inmortalidad del alma) "Protréptico" (carta en la que también se mantiene la teoría de las Ideas).
2) Segundo período (348-335):. En este periodo Aristóteles comienza a apartarse de la de las tesis
predominantemente platónicas y comienza a elaborar su propio pensamiento. "Sobre la filosofía" (crítica la
teoría de las Ideas, al menos en su interpretación matemática que las identifica con los números) "Ética a
Eudemo" (se atribuye a sus años en Assos, ateniéndose aún a la concepción platónica de la virtud) "Del
cielo" (Cosmología) "De la generación y la corrupción" - Se atribuyen también a esta época algunos de los
libros de la "Metafísica" y de la "Política”.
3) Tercer período (335-322): desde su retorno a Atenas, coincidiendo con su actividad en el Liceo. A este
período pertenecen la mayor parte de las obras conservadas, destacando claramente la orientación empirista y
científica de su pensamiento en contraposición a la filosofía de Platón. A pesar de la unidad con la que se nos
han presentado por los recopiladores posteriores, las obras de Aristóteles de este período, tal como las
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conocemos, son el resultado de las lecciones impartidas en el Liceo, y fueron publicadas aisladamente como
tales; sólo posteriormente se las fue agrupando en tales obras, en un trabajo de composición quizá iniciado ya
por Aristóteles pero continuado, con seguridad, por sus discípulos en el Liceo. Podemos clasificarlas en
cinco grupos, ateniéndonos a las más significativas:
A) Lógica - "Categorías" (Sobre los géneros supremos del ser y del decir)"Sobre la interpretación" (Sobre el
enunciado y la proposición)- "Primeros analíticos" (Los silogismos) "Analíticos posteriores" o "segundos"
(La demostración científica)"Tópicos" (Los recursos silogísticos para solventar cualquier dificultad).
B) Metafísica- Los libros "Metafísicos". Componen el tratado del ser en cuanto ser, es decir, la ontología
aristotélica.
C) Obras científicas- "Física" (Tratado sobre la naturaleza. Análisis del cambio)- "Meteorológicos"
"Historias de los animales" (Zoología: un conjunto de estudios a los que dedicó la mayor parte de su
actividad y que para algunos es su obra maestra) "Del movimiento de los animales" "De la generación de los
animales". "Sobre el alma" (La psicología) "Parva naturalia" (conjunto de pequeños tratados sobre la
percepción, la memoria, el sueño).
D) Ética y política - "Gran moral" (Según algunos especialistas, como P. Aubenque, no sería una obra de
Aristóteles; otros, como J. Ll. Ackrill, consideran que sí)."Ética a Nicómaco . Obra que contiene la doctrina
ética de Aristóteles."Política". Exposición del pensamiento aristotélico sobre la organización social y
política. "Constituciones". Análisis de numerosas constituciones de las polis de su época.
E) Estética "Retórica" (El arte de convencer)" Poética" (Sobre la creación artística, obra perdida en su mayor
parte)
Con toda la grandiosa obra de Aristóteles, hoy en día podemos hacer la siguiente reflexión: Cada persona
está invitada a tener una relación con Theos=Dios, o Logos, porque con nuestro propio logos, que es con lo
que participamos de todo, a través de la razón, podemos razonar que “en cuanto más te relaciones con tu
poder interior, más libre serás en todas las áreas de tu vida... Nuestras mentes siempre están en contacto con
la Mente Infinita Única -Theos=el gran Logos- y, por lo tanto, todo conocimiento y sabiduría nos es
accesible en todo momento. Nos hallamos unidos a esta Mente Infinita Theos, al Poder Universal que nos
creó, a través de esa chispa de luz interior, nuestro Yo Superior o el Poder Interior. El Poder Universal ama a
todas Sus creaciones. Es un Poder para el bien y dirige todo en nuestras vidas. No sabe cómo odiar, mentir o
castigar, puesto que es puro amor, libertad, comprensión y compasión”.
Por último, mencionar que el pensamiento aristotélico se vio eclipsado por el prestigio de las doctrinas de
Platón en la época de la Roma cristianizada. El naturalismo y el realismo de Aristóteles eran despreciados y
se privilegiaban las lecturas neoplatónicas de Plotino y Beocio (El neoplatonismo es un sistema filosófico
que nació en la Alejandría del siglo III, y que fue enseñado en diferentes escuelas hasta el siglo VI; con
aportes de las doctrinas filosóficas de Pitágoras, Aristóteles, Zenón y, sobre todo, Platón, unidas a las
aspiraciones místicas de origen hindú y judío).
Debido al espiritualismo que caracterizó al pensamiento medieval, las doctrinas de Platón gozaron de
preeminencia hasta el siglo XII d.C. A lo largo de la Edad Media la influencia de la Iglesia fue el elemento
decisivo de la cultura europea occidental. Su adaptación fundamental al platonismo concebía el
conocimiento como camino de y hacia la salvación, por lo que la misma filosofía aristotélica, como fuente
del saber, fue retirada del ámbito de los monasterios y esa decisión de la Iglesia no facilitó el progreso ni de
las artes ni de la ciencia en general. Los filósofos árabes Avicena (980-1037d.C.) y Averroes (1126-1198
d.C.) contribuyeron a que el pensamiento aristotélico fuese de nuevo objeto de atención en Occidente. El
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creciente interés por la naturaleza mostrado por el pensamiento cristiano en la Baja Edad Media hizo posible
que la obra de Aristóteles fuese estudiada. Roger Bacon (1220-1292d.C.) Filósofo, científico y teólogo
inglés, tras hacerse franciscano, enseñaba a Aristóteles y se dedicó a estudios científicos. Alberto Magno
(1193-1206 a.C.) fue un destacado teólogo, filósofo y hombre de ciencia que profundizó en el conocimiento
de la filosofía aristotélica, y santo Tomás de Aquino (1225-1274 a.C.). Fue el mejor y más claro discípulo
de Aristóteles, (ver filosofía de la Edad Media) que logra de un modo sorprendente hacerlo compatible con
la doctrina cristiana. Los estudios de la escuela filosófica moderna de Florencia, Francis Bacon y Galileo
quebrantaron la autoridad aristotélica. Sin embargo, los escritos del filósofo griego continuaron ejerciendo
influencia sobre diversas corrientes de pensamiento modernas, como el idealismo, el neoescolasticismo, el
conductismo y el dinamismo, entre otras.
Avicena y Averroes -aristotélicos-, son los nombres del persa Avicena y del Cordobés Averroes que
aparecen enhebrados junto con los nombres cristianos y judíos del periodo medieval. Su filosofía es un
acercamiento oriental a la filosofía griega, muy circunscrito a una versión del monoteísmo, la del Islam.
Avicena siguió “a su modo” a Aristóteles, porque –según él- el sistema del Estagirita no decía nada del
origen de las cosas y desarrollaba una doctrina muy alejada de un Dios creador bondadoso y providente. Por
eso, la mezcla que realizó el persa entre pensamiento aristotélico y neoplatónico fue la clave de su éxito. Por
su parte Averroes tuvo más fe en la razón (que para él está representada por Aristóteles) que en la fe
islámica, o al menos eso se deduce de su creencia aristotélica en la eternidad del mundo y la mortalidad del
alma humana.
Aristóteles tuvo a un alumno directo, Alejandro III de Macedonia (del 356 al 323 a. C.), más conocido
como Alejandro Magno; quien a los 13 años fue puesto bajo la tutela de Aristóteles y le daría lecciones
sobre política, elocuencia y la historia natural. Alejandro Magno fue el rey de Macedonia desde 336 a. C.
hasta su muerte (Alejandro murió en Babilonia en el año 323 a. C.) y está considerado como uno de los
líderes militares más importantes de la Historia, por su conquista del Imperio Persa.
¿Quién fue Alejandro Magno?... Las constantes guerras entre Atenas y Esparta habían dejado devastado el
campo y el comercio griegos. El sistema aristocrático y democrático generaron una verdadera
descomposición social. A fines del siglo IV a. C. parecía venir una nueva invasión Persa, pero de un pequeño
estado llamado Macedonia, surgió una importante potencia con un poderoso ejército, el ejército de Filipo II,
padre de Alejandro. Filipo II, atacó Grecia y conquistó las regiones del norte. Más tarde propuso la unión de
Grecia bajo la tutela de Macedonia. Atenas y Tebas se opusieron pero Filipo las venció en Queronea. Cuando
por fin Grecia estuvo unida y se aprestaba a enfrentarse a los Persas Filipo fue asesinado en 336 a. C. Fue
entonces cuando el gran Alejandro Magno le sucedió. Alejandro era un joven con una estricta educación
militar, quien llevó a Macedonia a extender sus dominios por toda Persia, Siria, Egipto, Mesopotamia y la
mitad de la India. Su imperio fue el más grande y opulento. En menos de 13 años había conseguido el mayor
imperio del mundo antiguo.
Tras consolidar la unificación de varias ciudades-estado de la antigua Grecia que estuvieron bajo el dominio
de su padre, Filipo II de Macedonia, poniendo fin a la rebelión de los griegos del sur tras la muerte de éste,
Alejandro conquistó el Imperio Persa, incluyendo Anatolia, Siria, Fenicia, Judea, Gaza, Egipto, Bactriana y
Mesopotamia, expandiendo las fronteras de Macedonia hasta la región del Punjab. Antes de su muerte,
Alejandro había planeado volver hacia el oeste y conquistar Arabia, la península Itálica e Iberia, además de
continuar la expansión hacia el Oriente y encontrar el fin del mundo, idea que Aristóteles, su tutor durante la
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adolescencia, le había inculcado contándole historias sobre un lugar donde la Tierra acababa y empezaba el
gran mar exterior. Alejandro promovió la incorporación de Persas en el ejército y la administración, a través
de lo que ha sido definido por algunos académicos como una «política de fusión», y favoreció el matrimonio
de miembros de su ejército con mujeres Persas. Él mismo se casó con dos mujeres Persas de noble cuna. Tras
doce años de continuas campañas militares, Alejandro murió, posiblemente de malaria, fiebre tifoidea o
encefalitis vírica. Sólo tuvo un hijo que fue muerto a manos de Casandro a los 13 años. Dejó el imperio a
merced de sus generales, conocidos como los diádocos (sucesores), que lo fraccionaron y repartieron. Más de
tres siglos después de dominio y colonización griega en áreas tan lejanas, moría Cleopatra, la última
descendiente de Ptolomeo I Sóter, uno de estos diádocos. Con este hecho acabó el período conocido como
helenístico o alejandrino, que fusionó las culturas griega y mesoriental.
El helenismo es considerado el periodo de la cultura griega posterior al reinado de Alejandro Magno y que
llega hasta el emperador Augusto. Este periodo duro 300 años y esta compuesto por una sociedad universal
donde la lengua y cultura griega jugaron un papel dominante. Los reinos helenísticos eran tres: Macedonia,
Siria y Egipto. Las ciudades griegas pierden su independencia y Atenas su hegemonía comercial, política y
en menor medida la cultural. A las ciudades-estado suceden las monarquías helenísticas. En este periodo se
borraron las fronteras entre los distintos países y culturas, las cuales se mezclan en un crisol de ideas
filosóficas, religiosas y científicas.
Este periodo se caracterizó por la duda religiosa, la desintegración religiosa y el pesimismo. Una
característica de las nuevas religiones era que solían tener teorías sobre cómo las personas podían salvarse de
la muerte. La filosofía se movía cada vez más hacia la salvación y el consuelo. La filosofía era poco original.
Alejandría era el lugar de encuentro entre oriente y occidente. Mientras que Atenas continuó siendo la capital
de la filosofía, Alejandría se convirtió en el centro de la filosofía. Dentro del Helenismo se encuentra: el
Epicureismo, el Estoicismo, el Escepticismo, el Neoplatonismo y el Cinismo. Las preocupaciones filosóficas
fundamentales se refieren a cuestiones morales y a la felicidad. El tema constante es el ideal del sabio: el
filósofo que mediante el uso de su razón consigue la vida buena y el equilibrio emocional que le permite
sobrellevar felizmente las distintas circunstancias de su vida; la filosofía se convierte en el saber práctico que
faculta a quien la sigue el autodominio y la paz interior; precisamente la recomendación, tan común en la
actualidad, de “tomarse las cosas con filosofía” tiene su origen en este ideal de filosofía práctica desarrollado
en el helenismo.
La filosofía Cínica fue fundada en Grecia durante la segunda mitad del siglo IV a. C. El griego Antístenes
fue su fundador junto con Diógenes de Sinope. El nombre de Cínicos tiene dos orígenes diferentes asociados
a sus fundadores. El primero viene del lugar donde Antístenes solía enseñar, que era un gimnasio llamado
Cinosarges, que se puede traducir como el perro blanco o el perro veloz. El segundo origen tiene que ver con
comportamiento de Antístenes y de Diógenes, que se asemejaba al de los perros, por lo cual la gente les
apodaba con ese nombre (kinicós). Está comparación viene por el modo de vida que habían elegido estos
personajes, por su idea radical de libertad, su desvergüenza y sus continuos ataques a las tradiciones y los
modos de vida sociales.
Sin embargo detrás de todo esto, el cinismo pretendía dar una respuesta individual a la incertidumbre que se
vivía en este periodo de crisis cultural, manifestando su malestar y descontento, y también librarse de los
caprichos de la fortuna, guiando al individuo hacia la felicidad. Este camino no era fácil así que se necesitaba
un entrenamiento, una disciplina para a conseguir una plena autonomía moral y a ser posible también física.
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Era característico de los cínicos la transgresión continua, tanto de los valores tradicionales, como de las
normas-sociales.
Los cínicos tomaron como modelos a la naturaleza y los animales, los adoptaron como ejemplos de
autosuficiencia y basándose en ello propusieron un modelo de comportamiento ético que consideraban
fundamental para alcanzar la felicidad, aunque esto solo era posible mediante una rigurosa disciplina física y
mental. Proponen la necesidad de la autoafirmación individual frente a una sociedad alienante y
coaccionadora.
El cinismo es una forma de vivir, pero también de pensar y de expresarse, y como no se han conservado las
obras de los primeros cínicos, hoy son conocidos en gran parte por dichos y anécdotas (chreiai), que fueron
transmitidos en forma de colecciones, la más usada es la de Diógenes Laercio, referencia fundamental para el
estudio no solo de los cínicos, sino de gran parte de la filosofía anterior a su autor. Utilizaron recursos
literarios diversos donde no faltan la parodia, la sátira, la anécdota o la burla, pero siempre de forma
escandalosa y provocadora.
Los Escépticos son una filosofía helenística fundada por Pirrón de Elide, cuya renuncia a las cosas
mundanas, su indiferencia y su forma de vivir causaron tal admiración entre sus conciudadanos que según
cuenta Diógenes Laercio, "por su respeto se dio decreto de inmunidad a los filósofos"."Nada es más", este es
el lema del movimiento escéptico: ninguna cosa es más, ni más cierta, ni más falsa, ni mejor, ni peor.
Después tratar de hacer todo lo posible por conseguir un criterio para saber la verdad, el resultado es que
ningún argumento resulta claramente definitivo para desvelar las apariencias, por tanto lo más acertado es
suspender el juicio, a partir de esta decisión uno consigue liberarse de la inquietud. Esto da paso a una nueva
forma de ver el mundo, de relacionarse con la realidad y romper así las ataduras dogmáticas. El escepticismo
comparte una característica importante con otros movimientos de la época, y es que la actitud vital de sus
miembros es tan importante como su doctrina teórica. A grandes rasgos el escéptico después de examinar
cuidadosamente todas las proposiciones concluye que no hay ninguna verdad que se pueda considerar
definitiva, por lo que recomienda la suspensión de todo juicio. Una vez suspendido el juicio, el siguiente
paso es conseguir la serenidad de ánimo, la imperturbabilidad necesaria para poder llegar a la felicidad. Pero
la suspensión del juicio no quiere decir que haya que abandonar toda investigación, ni toda crítica. El
escepticismo tiene dos partes: una teórica, que es una teoría del conocimiento, o epistemología, según la cuál
no hay ningún saber firme, y otra práctica, que es una actitud que consiste en no apegarse a ninguna opinión
y suspender el juicio. La escuela escéptica, se puede considerar, en cierta forma, una recuperación del
pirronismo al cabo del tiempo, precisamente cuando terminó la orientación escéptica de la Academia. En esta
etapa se distinguen varios periodos: el periodo de los filósofos pirrónicos y el de los médicos, primeros
empíricos y luego metódicos. La recuperación de la orientación pirrónica fue iniciada por Ptolomeo de
Cirene y continuada después por Enesidemo de Cnosos, sin embargo la figura más importante de este
periodo fue Sexto Empírico. La importancia de Sexto para el conocimiento del escepticismo antiguo es
fundamental porque se han conservado varios libros suyos, donde expone detalladamente aspectos
importantes del escepticismo desde sus comienzos
La escuela estoica, fundada por Zenón de Citium, se ha hecho célebre por la severidad de su moral. Según
los estoicos nada hay bueno sino la virtud, nada malo sino el vicio. La virtud es la felicidad, el vicio, la
desdicha. La virtud es sabiduría, el vicio, insensatez. El sabio o virtuoso es feliz, sean cuales fueren sus
aparentes infortunios. El sabio para los estoicos es una especie de ser impasible, a quien nada puede
perturbar. Todo lo tiene y nada puede perder, y así no teme; nada le falta, y así nada desea; las pasiones que
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se levantan en los demás hombres, el sabio las conserva encadenadas, siempre, en todas ocasiones, en la
fortuna próspera o adversa. ¿Cuál era el Dios de los estoicos? El fuego: uno de los cuatro elementos. ¿Qué
era el alma? Una centella de fuego. El estoicismo continuó por algún tiempo aún después de haber aparecido
sobre la tierra la religión cristiana; estoicos fueron Epicteto y el emperador Marco Aurelio. Su ideología
estaba conforme con sus principios materialistas: no habiendo más que cuerpos, no hay más inteligencia que
la sensación; toda la actividad del alma se dirige a ésta, y de aquí no puede pasar, porque fuera de esto no
hay nada. Sin embargo, ocupándose el alma de los materiales ofrecidos por la sensación, se forman varias
clases de conocimiento.
Los Epicurios son iniciados por Epicuro de Samos, filósofo ateniense del siglo IV a. C. El epicureísmo es
un sistema filosófico que propugna la búsqueda de una vida buena y feliz mediante la administración
inteligente de placeres y dolores. Fue enseñada en el año 306 a.C. por Epicuro, quien adquirió una finca
llamada "El Jardín" en las afueras de Atenas y fundó allí su escuela de filosofía. Formada tanto por varones
como por mujeres (gran novedad en las escuelas griegas), en ella vivió aislado de la vida política y de la
sociedad, practicando la amistad y la vida estética y de conocimiento. La vida buena y feliz no debía
limitarse sólo al cuerpo, como preconizaba el hedonismo cirenaico, sino que debía ser también intelectual, ya
que el hombre es un todo. Además, para Epicuro la presencia del placer o felicidad era un sinónimo de la
ausencia de dolor, o de cualquier tipo de aflicción: el hambre, la tensión sexual, el aburrimiento, etc. Era un
equilibrio perfecto entre la mente y el cuerpo que proporcionaba la serenidad o ataraxia. El placer puro es el
bien supremo, el dolor el mal supremo. Los placeres y sufrimientos son consecuencia de la realización o
impedimento de los apetitos. Pese a que el placer es un bien y el dolor un mal, hay que administrar
inteligentemente el placer y dolor: en ocasiones debemos rechazar placeres a los que les siguen sufrimientos
mayores y aceptar dolores cuando se siguen de placeres mayores. La razón representa un papel decisivo en lo
que respecta a nuestra felicidad, nos permite alcanzar la total imperturbabilidad (ataraxia), la cual Epicuro
compara con un mar en calma cuando ningún viento lo azota y nos da libertad ante las pasiones, afectos y
apetitos.
La finalidad de la filosofía de Epicuro no era teórica, sino más bien práctica. Buscaba sobre todo procurar el
sosiego necesario para una vida feliz y placentera en la que los temores al destino, los dioses o la muerte
quedaran definitivamente eliminados. Para ello se fundamentaba en una teoría empirista del conocimiento,
en una física atomista inspirada en las doctrinas de Leucipo y Demócrito, y en una ética hedonista. El
hombre debía rechazar la enseñanza de miedos y supersticiones. No había motivo para temer a los dioses
porque estos, si bien existen, no pueden relacionarse con nosotros ni para ayudar ni para castigar, y por tanto
ni su temor ni su rezo o veneración posee utilidad práctica. La muerte tampoco puede temerse, porque siendo
nada, no puede ser algo para nosotros: mientras vivimos no está presente y cuando está presente nosotros no
estamos ya. El dolor y el mal se evitan fácilmente porque ningún tormento dura demasiado y cuanto más
intenso es menos dura. El epicureísmo es una doctrina de un paganismo típicamente laico y mediterráneo y
en este ámbito ganó gran número de seguidores que la consideraron una doctrina verdadera que solucionaba
todos los problemas. Su escuela de pensamiento perduró largamente aun siete siglos tras la muerte de
Epicuro; pero después fue casi relegada al olvido al advenir la Edad Media, periodo en el que se perdió o fue
destruida la mayoría de los escritos de este filósofo griego a causa del rechazo que por sus ideas experimentó
el Cristianismo, que no pudo adaptarlas a su sistema de creencias por la visión cristiana del dolor. Por otra
parte lo intentaron el platonismo y el aristotelismo.
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Eclecticismo (del griego eklegein, «escoger»), es en Filosofía la escuela de pensamiento que se caracteriza
por escoger (sin principios determinados) concepciones filosóficas, puntos de vista, ideas y valoraciones
entre las otras demás escuelas que se asumen que puedan llegar a ser compatibles de forma coherente,
combinándolas y mezclándolas aunque el resultado pueda ser a menudo contrapuesto sin llegar a formar un
todo orgánico. El eclecticismo se produjo en Grecia a partir del siglo II a. C (Cesar León y Platón), como una
forma de sintetizar los grandes hallazgos intelectuales de la filosofía clásica anterior de los presocráticos,
Platón y Aristóteles. Por ejemplo, Antíoco de Ascalón compaginó el estoicismo y el escepticismo, y Panecio
de Rodas basó su pensamiento en el platonismo y el estoicismo. Los pensadores romanos, que nunca
desarrollaron un sistema filosófico propio, se inclinaron por este tipo de pensamiento: Cicerón, por ejemplo,
que asimiló teorías del estoicismo, del escepticismo y de los peripatéticos (seguidores de Aristóteles), sin
considerar su desunión esencial. El historiador Dionisio de Halicarnaso (30 a. C.) usa eklectikoi en el sentido
de «los que escogen»; y Diógenes Laercio, refiriéndose a Potamón de Alejandría (40 a. C.) de quien dice que
escogía lo mejor de cada escuela, habla de «secta ecléctica».
Como se puede observar, las filosofías llamadas de transición: cínicos, escépticos, estóicos, epicureos,
eclécticos y demás, que se desarrollaron tanto en el transcurso de las Monarquías helenísticas como en el
Imperio romano, dejaron el terreno fértil para el advenimiento del cristianismo, ya que son filosofías de
renuncia, de hartazgo ante los excesos vistos por el pueblo, tanto en la Grecia helénica como durante la
República y el Imperio romano. Estas filosofías de transición buscan la felicidad en la renuncia a los placeres
que los dominantes de esas épocas llevaban a cabo, tales como las orgías y la bula romana.
Para los fundadores del cristianismo: Clemente de Alejandría (211-216) y Orígenes (185-254)
considerados los Padres de la Iglesia, -junto con San Agustín y Santo Tomás-, son los pilares de la teología
cristiana. Para ellos el eclecticismo fue fundamental porque les permitió fusionar los libros Hebreos
comprendidos en el Antiguo Testamento con los Evangelios, Hechos y Epístolas del cristianismo, que dieron
origen al Nuevo Testamento, y con ello a la Biblia. Además, Clemente de Alejandría y Orígenes
combinaron la metafísica griega y las ideas judeocristianas de las Santas Escrituras. Ya a fines de la Edad
Media, el maestro de la Devotio moderna (devoción moderna) Eckhart formuló un sistema de filosofía
cristiana basado en Aristóteles, sus comentaristas árabes medievales, Avicena y Averroes, el neoplatonismo
y la Cábala o mística hebrea.
Mientras que en la Grecia del siglo VI a.C. varias ciudades se habían vuelto dominantes en los asuntos
griegos: Atenas, Esparta, Corinto y Tebas, Roma estaba siendo fundada en el intervalo del 758 y 728 a. C.
por un pueblo llamado etruscos del norte de Italia, luego en el 600 a.C. los latinos y sabinos vencieron a los
etruscos.
La historia de Roma se divide en tres etapas: Monarquía, República e Imperio:
Monarquía: (750 a.C.) Existía un rey con poderes religiosos, y un Senado con poderes políticos. La leyenda
dice que en 750 a.C. Rómulo y Remo fueron dos niños abandonados por su madre y que una loba los
amamantó hasta que ya grandes decidieron fundar una ciudad. Para decidir quien seria el Rey, ambos
hermanos pelearon hasta la muerte de Remo. Rómulo fundó la ciudad y la llamó Remo en honor a su
hermano. Para habitarla realizó una gran fiesta invitando a los sabinos de la zona junto a sus mujeres, las
cuales fueron raptadas por los romanos y obligadas a procrear niños. En el 600 a.C., cuando los latinos
vencieron a los etruscos el poder del rey disminuyó y el Senado concentró todo el poder para dirigir este
pueblo.
La República: (600 a.C.) El poder residía en el Senado, generalmente compuesto por los hombres mas
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ancianos, por ende, mas sabios de la ciudad, que ocupaban su cargo de por vida. Se realizan Asambleas
públicas donde los ciudadanos podían intervenir y opinar en las decisiones políticas. Había magistraturas, sin
remuneración y reelectas cada año. Estaban los: Cónsules, Pretores, Censores, Dictador, Tribunos. Para ellos
era un gran honor ser elegidos para desempeñar tareas que pudieran decidir sobre el futuro de Roma. Estos
eran asesorados por el Senado. Clases Sociales: Patricios, que pertenecían a la aristocracia pues su ancestros
eran los fundadores de Roma, y gozaban de todos los privilegios políticos, sociales y religiosos. Eran los
padres de Roma. Plebeyos (multitud) se refiere al pueblo, y no tenían derechos. No podían elegir a sus
gobernantes, menos ocupar cargos. No recibían tierras en los repartos. No tenían protecciones legales.
Esclavos En esta etapa de Roma se desarrollaron las luchas entre estas dos clases sociales para logran la
igualdad de derechos. En esa época no había leyes escritas. Unas de las medidas tomadas por los plebeyos,
fue el de su alejamiento total de la ciudad, hacia un monte, dejándola desierta. Las primeras reformas fueron
la publicación de la Ley de las 12 Tablas en el 450 a.C., donde se mejoran las condiciones de los plebeyos,
permitiéndoles ocupar algunos cargos políticos, los Tribunos de la Plebe. El Foro Romano era el lugar
público donde se discutían en Asamblea las decisiones de estado.
La religión Romana: La mitología romana, es decir las creencias mitológicas de los habitantes de la
Antigua Roma, puede considerarse formada por partes. La primera, principalmente tardía y literaria, consiste
en préstamos completamente nuevos procedentes de la mitología griega. La otra, mayoritariamente antigua y
cúltica, funcionaba en formas muy diferentes a las de equivalente griega. La religión original de los primeros
romanos fue modificada por la adición de numerosas y contradictorias creencias en épocas posteriores, y por
la asimilación de grandes porciones de la mitología griega. Lo poco que se sabe sobre la religión romana
primitiva no es gracias a relatos de la época sino a escritores posteriores que buscaron preservar las viejas
tradiciones del olvido en el que estaban cayendo, como el estudioso del siglo I a. C. Marco Terencio Varrón.
Otros escritores clásicos, como el poeta Ovidio en sus Fastos (‘calendario’), fueron fuertemente influidos por
los modelos helenísticos, y en sus obras se recurre con frecuencia a las creencias griegas para rellenar los
huecos de las tradiciones romanas. La mitología romana está formada por las leyendas y mitos de la religión
politeísta practicada en la Roma Antigua. La mayoría de las divinidades del panteón romano provienen de
Grecia con dioses que suplantaron a las divinidades locales con algunas raras excepciones. Por esta razón
algunos artículos dedicados a los dioses romanos de origen griego pueden ser tratados como exactos a sus
equivalentes griegos.
En Roma, en efecto, había actividades religiosas. Estaba rodeada de templos en honor a sus dioses y arcos de
triunfos para recordar las victorias. Aquella religión antigua que los romanos llamaban "religión de Numa",
del nombre del rey al cual la leyenda atribuye la primera legislación religiosa, empezó a transformarse y,
bajo la República degeneró a causa de la infiltración de ideas, leyendas y costumbres griegas en el ambiente
romano. Al fin de la República y comienzos del Imperio, era ya un tópico lamentarse de la religión. Los
templos se caían, las fiestas estaban abandonadas y las cofradías religiosas carecían de vida. Poetas como
Horacio y Propercio, nos dicen que las telarañas cubrían los altares y que las imágenes sagradas estaban
ennegrecidas por el polvo. En otro tiempo, los romanos escuchaban los oráculos y augures con fe: el vuelo y
gritos de las aves, el apetito y regocijo de los polluelos sagrados, etc. Pero, a partir de las primeras guerras
púnicas, la seriedad con que se escuchaba a los augures disminuyó muchísimo. Así, Claudio Pulcher se
atrevió a ahogar los polluelos sagrados; Marcelo corrió las cortinillas de su litera por no ponerse en peligro
de presenciar algún presagio desagradable, y Flamino hizo caso omiso de auspicios en presencia de Aníbal.
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Las Guerras Púnicas: fueron contra la exitosa Cartago, al norte de África. Las luchas comenzaron en el
220 a.C. y duraron casi 20 años. Aníbal dirigía el ejército cartaginés y decidió combatir a los romanos en su
propia ciudad. Para ello formó un poderoso ejército formando por 40,000 soldados, con 40 elefantes
africanos preparados para aplastar todo lo que se le cruzara en el camino. Cruzó los Alpes desde España y
entro a Italia. Tuvo un enorme desgaste militar debido al inhumano esfuerzo y como no recibió apoyo militar
desde Cartago fue vencido por el general romano Escipión, conocido como el africano por el color negro de
su piel. Mas tarde Roma continuó con la expansión hacia oriente y conquistó el mayor territorio de su
historia. Muchos pueblos, ante tan poderoso ejército, no luchaban y trataban de conseguir alguna ventaja.
Roma no los sometía, pero le exigía el pago de tributos. Esa zona conquistada era agregada como provincia
del estado, inclusive a veces esos pueblos no conseguían la ciudadanía romana, perdiendo los consecuentes
derechos.
Las luchas por los derechos civiles contra los patricios continuaron. Ahora llegan dos grandes hombres que
lucharon con toda su pasión para mejorar la vida y condición de los plebeyos (130 a.C.). Ellos fueron los
hermanos Graco, Tiberio y Cayo, Tribunos de la Plebe, que con su gran poder de oratoria lograron un reparto
más equitativo de las tierras conquistadas y un precio más bajo de las semillas de trigo. De todas maneras
cuando las exigencias fueron en aumento, los hermanos fueron asesinados. En este proceso de luchas civiles
se forman dos grupos: uno los populares que defendían los cambios y otros los optimates que eran
conservadores enemigos de cualquier mejora para los pobres. Por los primeros estaba Mario y Sila por los
otros. El ejército era una institución muy importante para el mantenimiento del orden, control y
sostenimiento en las magistraturas en el gobierno de los generales victoriosos, para algunos era muy
importante incorporar los plebeyos al ejército. Luego de sangrientas luchas internas, Sila venció a Mario y
durante su gobierno Sila tomó medidas que quitaron poder a los tribunos de la plebe y fortalecieron el poder
del tradicional Senado. (80 a.C.)
Ahora la brecha entre ricos y pobres fue cada vez mas grande, mientras los patricios dueños del poder hacían
ostentación de sus lujos y poder, el pueblo cada vez mas pobre, sufría diariamente las tristes consecuencias.
Para ellos el Estado repartió mucho trigo y realizaba espectáculos para entretener a los desocupados. Pan y
Circo era el lema. Vespaciano en el 80 a.C. construyó el Coliseo Romano con capacidad para 50,000
personas y le llevó 10 años. También hubo sublevaciones de esclavos debido a la crueldad con que eran
tratados. Ellos no querían la libertad pero si una mejora en su trato. El más famoso fue Espartaco, que formó
un poderoso ejército y logró mantener en vilo a los romanos durante 2 años. (70 a.C.). Cualquier familia
tenía de 4 a 6 esclavos. No valían nada. Un podía llegar a tener 20,000. Muchos eran cultos y enseñaban a los
niños. También tenían profesiones como zapateros, herreros, sastres, etc. Los comerciantes importaban
muchas mercaderías: vinos de Francia, aceite y maderas de España, hierro de Alemania, cristales de Siria,
sedas de China, cereales de Egipto, etc.
Durante el año100 a. C., donde las luchas civiles eran constantes, se observó que no conducían a nada y sólo
se peleaba para disputarse el poder sin pensar en la grandeza de Roma. (Cicerón: -considerado Padre de la
Patria-, al descubrir la conspiración de Catalinia contra Pompeyo, miembro del primer triunvirato, en 63 a.C.
fue asesinado por miembros del segundo triunvirato, su cabeza cortada y colgada en una tribuna). También
vieron que semejante territorio no podía ser gobernado por estas instituciones republicanas, por lo tanto en el
año 60 a.C. se decidió concentrar el poder en un triunvirato formado por Craso, un rico comerciante,
Pompeyo un general victorioso en África y Julio César, un patricio con honores. Las luchas por el poder
comenzaron nuevamente. Estando alejado Julio César, Pompeyo se declaró Cónsul único con el apoyo del
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Senado. Enterado de esto César con su gran ejército ataca a Roma, y lo vence en la batalla de Farsalia. Craso
había muerto y Julio César queda como único gobernante de la república. Ejerció el cargo de Imperator
perpetuo (emperador vitalicio). Reforzó el Senado, colocó a algunos amigos. Tuvo el apoyo de todas las
legiones, y fue el jefe del ejército. Decidió sobre la paz o la guerra. Ejerció el poder de los Censores.
Favoreció a los plebeyos, entregando tierras y cereales baratos. Modificó el calendario utilizado durante
1,500 años. (Juliano) En marzo del año 44 a.C., mediante una conspiración organizada por su hijastro Bruto,
fue asesinado con 3 apuñaladas en las puertas del Senado.
En esta etapa, cuando César se dirige hacia Egipto para vencer a Pompeyo, conoce a Cleopatra. Allí se
enamoran, y César asesina a Ptolomeo hermano de Cleopatra, quedando ésta en el poder. Luego de César, se
crea un segundo triunvirato formado por: Octavio, hijo adoptivo de César, Marco Antonio Lépido. Ambos
jefes de la caballeriza de César. Al poco tiempo nuevamente las luchas por el poder re-comenzaron. Octavio
vence a Marco Antonio en la batalla de Accio en el 31 a.C. Marco Antonio había rechazado casarse con la
hermana de Octavio, Octavia, y se había enamorado de Cleopatra. Vencido Marco Antonio, Cleopatra al ver
que no podía negociar con Octavio, decidió matarse con la mordedura de una serpiente venenosa. Octavio
recibió el apoyo de los sectores más ricos e importantes de la ciudad y se convirtió en el único dueño del
poder. Se hizo llamar emperador, para no usar el nombre de rey, ya que el pueblo odiaba la monarquía.
También se agregó el nombre de Augusto, que significa sagrado, que tenía una misión divina. El ejército fue
fortalecido y mejorado. Comenzaron a vivir en las fronteras, viviendo en campamentos. Los ciudadanos
debían servir a Roma durante 20 años en el mismo.
Octavio tenía su guardia personal, llamada guardia pretoriana. Las Legiones estaban formadas por 50
centurias, fuertemente equipadas y adiestradas. Caminaban 30 Km. por día, con un gran peso. Consolidado el
poder unipersonal, comienza la última etapa de Roma, conocida como el imperio. Muerto Octavio, comienza
la familia Julia Claudia hasta el 70 d.C. Tiberio fue el primero de ellos, luego Calígula, Claudio y Nerón.
Luego: Flavios, Antoninos, Severos. Bajo Trajano el imperio alcanzó la máxima extensión. (120 d.C.)
Adriano construyó el muro que lleva su nombre en el norte de Inglaterra, al ver que no podía vencer a los
celtas. Tardó 80 años. Tiene 120 km. de largo, por 5 mts. de alto, y posee 80 torres para la vigilancia de la
zona. En el 230 d.C. Dioclesiano reparte el territorio en 4 zonas con un gobernador en cada una de las
mismas, con la finalidad de mejorar el control de las fronteras. En 300 d.C. asume Constantino el poder en
Roma, que acaba con los gobernadores y unifica nuevamente el poder, porque para los romanos el imperio
crecía cuando el poder se concentraba en una sola persona. Funda Constantinopla en Turquía. Constantino se
hizo católico y decretó al cristianismo como la religión oficial.
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Capítulo III
Jhasua, un Judío Helénico y Esenio
En las condiciones escritas en el capítulo anterior nace en Belén Jesucristo:
Los Esenios eran una congregación judía, cuyo origen se remonta al hijo adoptivo de Moisés, llamado Esén,
aproximadamente 1.500 años a.C. Se ha especulado que Jesús de Nazaret y Juan el Bautista tenían
relaciones con ellos o incluso pertenecían a la congregación. En los esenios se ha querido ver el germen del
cristianismo.
Para entender el nacimiento y predicación de Jesús el Cristo, primero tenemos que recordar quiénes fueron
los Hebreos, quienes, según la Biblia y las tradiciones hebraicas, son originarios de Mesopotamia, de Ur en
Caldea y se les llamó Judíos a efecto del helenismo griego, porque así fueron llamados por los griegos y por
los romanos posteriormente, amén de que había sucedido cierto mestizaje como consecuencia de esa etapa
histórica. Los Hebreos reciben varios nombres en su historia: Judíos, Semitas, Sionistas, Israelitas y
Sefarditas. Se entiende por Judío a todo aquel que profesa la religión Judía, haya nacido o no en Israel.
Ahora, se llama Israelita al pueblo que se formó de la descendencia de Israel o Jacob, porque –se cree- de
sus 12 hijos surgió el pueblo de Israel, la nación de Israel. Hoy en día, los Israelíes son los nacidos en el
estado de Israel. La palabra Semita se refiere a las personas descendientes de Sem quien fue uno de los hijos
de Noé. Esto incluye a los Hebreos, Arameos y a los Árabes. (Génesis 10:21 y Lucas 3:36.). Y más, todos los
Israelitas de la antigüedad eran descendientes de los Hebreos y por lo tanto eran Semitas. Al igual que los
actuales Israelíes –probablemente-.
Además, los Semitas de la antigüedad no eran Judíos, pero el primer Judío de los Semitas fue Abraham, de
modo que el pueblo Hebreo fue Judío porque la religión es la misma y, de igual manera, la mayoría de los
Israelitas son judíos, tanto los de la antigüedad como los del presente (Israelíes). Es decir, los Israelíes son
Hebreos y Semitas y lo más seguro es que también hayan profesado la religión Judía.
Los Judíos no necesariamente son, ni Israelíes, ni Hebreos, ni Semitas, si son conversos, pero si son Judíos
por nacimiento y que estén seguros de tener ancestros que fueran Hebreos y Semitas y, aunque no hayan
nacido en el actual pueblo de Israel, quizás hayan pertenecido al antiguo pueblo de Israel, que fue dispersado
por el mundo cuando los romanos destruyeron Jerusalén.
Con todo esto y para comprender el contexto de Jesús de Nazaret, nos tenemos que remontar a los
fundamentos Hebreos que sostienen la esperada de un Mesías:
En diecisiete libros escritos durante 450 años (del 950 al 500 a.C.), los profetas llamados mayores, en forma
oral o escrita, comunicaron lo que sería considerado por la religión judía el mensaje de Dios. Entre ellos está
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Isaías, quien profetizó durante 40 años, hacia el año 700 a. C. aproximadamente, cuando los asirios invaden
Judá, y posteriormente los invadirá Babilonia también.
En el Capítulo 6 está el llamado a Isaías para proclamar el mensaje de Yahvé, donde Isaías consuela a su
pueblo ante los sufrimientos por la guerra, luego en los capítulos del 49 al 57 (básicamente el 53) se
concentra en lo que será el Mesías venidero, el salvador de los judíos y el Siervo sufriente, donde se anuncia
el sufrimiento y muerte del Mesías y Su misión redentora, mencionando textualmente 3>"...Fue un hombre
que sufrió el dolor y experimentó mucho sufrimiento..."4> "...él cargó con nuestras enfermedades y soportó
nuestros dolores... Nosotros pensamos que Dios lo había herido y humillado >5 Pero él fue herido por
nuestras rebeliones, fue golpeado por nuestras maldades..." etc... lo que se puede interpretar de varias
maneras, por ejemplo, como "consuelo" a los individuos judíos derrotados por la guerra (algo así como el
soldado desconocido), o -claro-, principalmente, sin descartar desde luego, que también se puede referir
verdaderamente a la profecía del Mesías esperado...misma que Jesús conocería.
A continuación expongo, en una breve explicación sucinta, lo mínimo a saber de los Libros extraídos de la
narración de la Torah hebrea y que son retomados por el cristianismo en el Antiguo Testamento de la Biblia,
es decir, en las predicaciones de Jesús:
Estos Libros constituyen el Capítulo Uno del Pentateuco, o Libros de la Ley de Dios, o Sagradas
Escrituras; que comprenden Génesis, Éxodo, Levítico, Números y Deuteronomio. El Pentateuco (del
griego "Las Cinco Cajas") es el conjunto formado por los cinco primeros libros de la Biblia, que la tradición
atribuye al patriarca hebreo Moisés. Se corresponden con los que en la tradición hebrea forman la Torah -La
Ley-, núcleo de la religión judía. Los cinco textos abarcan desde la mismísima creación del universo hasta la
muerte del patriarca y legislador Moisés.
El Génesis habla sobre la Creación del universo, la tierra, la vida y del hombre realizada por Yahvé. (Sin
embargo, las fechas parecieran inverosímiles porque, según el relato del Génesis, hace alrededor de 6,000
años inició la Creación del Universo, cuando existen testimonios científicos comprobados del origen del
universo y de la vida hace millones de años).
Los temas básicos de los que se ocupa este libro son tres: la Promesa, la Elección y la Alianza. En esto no es
original, ya que los tres se repiten a lo largo de toda la Torah, pero cada uno de ellos es dominante en
distintas partes del Génesis.
También describe la Caída, en donde Adán y Eva, -los primeros seres humanos creados por Yahvé- son
expulsados del Paraíso Terrenal al haber sido tentados por el demonio y caído en pecado, y por lo tanto
quedan separados de Yahvé y castigados por haberlo "desobedecido". Luego, el Génesis narra el asesinato
de Caín, que mató a Abel su hermano –hijos de Adán y Eva-.
En la historia primitiva las intenciones de Yahvé (Dios) se ven obstaculizadas por la infidelidad del Hombre.
En la historia de Abraham la fe es abandonada, puesta a prueba y resulta victoriosa al final para ser
restaurada completamente; quienes no la han perdido nunca se ven recompensados. En tiempos de Jacob se
explica que la elección de Dios por el pueblo judío no persigue ningún fin espurio, sino que es generosa y
desinteresada. Con José, por fin, la Providencia frustra los malos impulsos humanos y los dirige
pacientemente para hacerlos cumplir, en última instancia, con los planes y objetivos del diseño divino.
Por otro lado se expone sobre el Diluvio Universal, en donde Yahvé destruye a la humanidad por la maldad
en que vivía, aunque posteriormente se arrepiente. Sin embargo, los escépticos afirman que la narrativa de la
inundación del Génesis es una versión re-escrita de un mito original, La Epopeya de Gilgamesh, producida
por los Sumerios.
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Continúa después con el Inicio de las Naciones y la Torre de Babel, en donde Yahvé castiga a sus
constructores por querer llegar al Cielo por medio de esa Torre, haciendo que desde ese momento se
produjeran diferentes lenguas para que en lo sucesivo se dificultara entendernos.
Éxodo narra cómo el pueblo Hebreo salió de la esclavitud de Egipto encabezados por Moisés, enviado de
Yahvé, y de cómo emprendieron su peregrinar hacia la Tierra Prometida a través del viaje por el desierto
hasta el Monte Sinaí, y las instrucciones que Yahvé les da, por medio de Moisés, para seguir sus
Mandamientos.
Para salir de la esclavitud en Egipto, Yahvé envía nueve plagas que destruyen a todo primogénito de los
egipcios y de sus animales, mientras Yahvé los libera, y al llegar al Mar Rojo, hace que las aguas del Mar se
abran para que pasen los hebreos, y una vez que los hebreos cruzan, las aguas regresan a su cause justo
cuando los egipcios los van persiguiendo, lo que provoca que mueran ahogados.
También Éxodo narra como Yahvé instruye al pueblo para la construcción del Tabernáculo en el desierto,
como centro de adoración a Él, su único Dios. De manera que los principales hechos del libro giran alrededor
del Éxodo (o partida) de los esclavos Hebreos de Egipto, bajo el liderazgo de Moisés.
Refiere pues, acerca de la liberación misma, las entrevistas de Moisés con el faraón, el castigo de las nueve
plagas, el paso del mar Rojo, la promulgación de la Ley de Yahvé en el Sinaí, la construcción del
Tabernáculo, la institución del sacerdocio de la Ley Antigua y otros preceptos relacionados con el culto y el
sacerdocio.
Entre el Génesis y el Éxodo hay varios siglos de diferencia que corresponden al tiempo en el cual los hijos de
Jacob estuvieron prisioneros en el país de los faraones. El autor describe en este libro la opresión de los
israelitas; luego pasa a narrar la historia del nacimiento de Moisés, su salvamento de las aguas del Nilo, su
huida al desierto y la aparición de Elohim en la zarza.
Levítico; describe cómo Yahvé establece los diversos rituales de sacrificio para su adoración. Es un
recuento, manual o compendio de los sacrificios religiosos que Yahvé ordena realizar como parte de la
liturgia hebrea. El libro ordena preferir los sacrificios al modo antiguo, esto es, ofreciendo en holocausto
ciertos animales, aceptando la oferta vegetal sólo como segunda opción. Toda la primera parte del Levítico
consiste en disposiciones técnicas acerca de estos sacrificios (Lev., caps. 1-7)...
Desde un punto de vista cristiano, sus sacrificios son herederos en línea directa de los que ejecutaban los
levitas, ya que constan de todos los elementos hebreos, con el agregado de la nueva síntesis cuyo centro y
sentido será la persona misma de Cristo. La eucaristía cristiana es, pues, el sacrificio levítico, un holocausto
y un ritual de acción de gracias completado y elevado por la presencia del Dios hecho Hombre.
Números; trata de cuando los israelitas dejan el monte Sinaí y llegan a Canaán, la Tierra Prometida, en
donde se organizan en un gran ejército para la conquista, entonces suceden situaciones terribles de masacres
y destrucción. Números cuenta cómo Yahvé ha organizado a Su pueblo en doce tribus, descendientes de los
doce hijos varones de Jacob, y cómo las ha convertido en una asamblea santificada. El momento en que
serían reconocidos como "hijos de Abraham" por la religión y la espiritualidad, el único lazo verdadero entre
las tribus es la sangre. A pesar de ello, la sociedad es abarcadora y el autor no distingue entre autóctonos e
inmigrantes: todos los que viven en la Tierra Prometida en obediencia y observación de las leyes de Dios son
hermanos entre sí e hijos de la divinidad. Dios vive con ellos y les manifiesta Su gloria, e incluso cuando los
hombres se apartan de las normas y se convierten en impíos, la deidad continúa demostrando su predilección
por los judíos.
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Deuteronomio; este libro es básicamente acerca de la ley de Yahvé para los judíos y el repaso del Decálogo
de Moisés o La Ley de Yahvé conocida como Los Diez Mandamientos, así como la llegada a la Tierra
Prometida, al otro lado del río Jordán. También se refiere al Nuevo Pacto con Yahvé, quien seguirá siendo su
Dios a pesar de las desobediencias que el pueblo hebreo comete. El Deuteronomio es, en consecuencia, el
discurso con el cual Moisés se despide de su pueblo en los llanos de Moab (Deut. 1:5). El libro relata lo que
sucedió desde la entrega de las Tablas de la Ley hasta la llegada a los llanos del Moab, pero, como sucede
con frecuencia en el Antiguo Testamento, no narra los hechos por la historia misma: los utiliza como medio
para probar la realidad y verdad del Código.
Jesús conoce de todas estas influencias religiosas propias de la religión Hebrea, ahora Judía.
Para Jesús, Yahvé es Dios en todo momento, e incluso está pensando en Él en la cruz antes de entregar Su
vida.
La vida de Jesús (Jhasua) es narrada en los Evangelios redactados por algunos de los primeros cristianos. Los
evangelios (vienen de palabras griegas que significan "bien", y "mensaje", y se comprenden como buena
noticia) son los escritos que narran la historia de la vida, muerte, doctrina, milagros y resurrección de Jesús
de Nazaret. La proclamación del evangelio se conoce como evangelización. Existen cuatro evangelios
contenidos en la Biblia, llamados evangelios canónicos, reconocidos como oficiales por las diferentes
confesiones cristianas. Son conocidos con el nombre de sus supuestos autores: Mateo, Marcos, Lucas y
Juan. La mayoría de los expertos considera que estos cuatro evangelios fueron escritos entre los años 65 y
100 d. C., aunque otros proponen fechas más tempranas. Existen otros evangelios, conocidos como
evangelios apócrifos, no reconocidos por las iglesias cristianas.
Jesús nació en una familia pobre de Nazaret, hijo de José y de María. Los cristianos creen que a José, Yahvé
(Dios de los Hebreos) le encomendó la inmensa responsabilidad y privilegio de ser esposo de la virgen María
y custodio de la Sagrada Familia, por lo tanto, no era padre natural de Jesús (quién –dicen los cristianos- fue
engendrado en el vientre virginal de María por obra del Espíritu Santo y es Hijo de Dios), pero José lo
adoptó y Jesús se sometió a él como un buen hijo ante su padre.
Aunque la civilización cristiana ha impuesto la cuenta de los años a partir del supuesto momento de su
nacimiento (con el que daría comienzo el año primero de nuestra era), se sabe que en realidad nació un poco
antes, pues fue en tiempos del rey Herodes, que murió en el año 4 a.C. Fueron precisamente las
persecuciones de Herodes las que llevaron a la familia, después de la circuncisión de Jesús, a refugiarse
temporalmente en Egipto. El relato evangélico rodea el nacimiento de Jesús de una serie de prodigios que
forman parte de la fe cristiana, como la genealogía que le hace descender del rey David, la virginidad de
María, la anunciación del acontecimiento por un ángel y la adoración del recién nacido por los pastores y por
unos astrónomos de Oriente. Por lo demás, la infancia de Jesucristo transcurrió con normalidad en Nazaret,
donde su padre trabajaba de carpintero.
En el monte Horeb (Arabia) había un grupo de sabios y astrólogos, quienes eran dirigidos por un príncipe
moreno de nombre Melchor de Persia, donde había una escuela de meditación y sabiduría, la que era dirigida
por el consejero Baltasar. La cuarta agrupación se halla en los montes Suleimán, donde el príncipe de
Bombay y señor de Srinaghar, Gaspar, se dedicaba al estudio del mundo sideral y los poderes internos
concedidos por Dios a los hombres. Al aproximarse la trascendental fecha, los tres príncipes desde sus
lugares de origen se ponen en marcha hacia la región de Galilea, donde deberá producirse el más grande
suceso del mundo cristiano, el nacimiento del hombre que con su sangre redimirá los pecados de la
humanidad.
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Al llegar los príncipes a la zona de Galilea debieron extremar cuidados ya que, enterados del suceso, tanto
Herodes como los principales sacerdotes judíos, tenían espías diseminados por toda la región, con el fin de
dar con el paradero del niño, para terminar así con el temor que les producía la venida del nuevo Mesías, con
lo cual se les acabaría su reinado político-religioso y por ende, sus suculentos negocios. Mientras se sucedían
las vigilancias, indagatorias y crímenes de los niños menores a los dos años, María y José, junto a su hijo, al
que le dieron el nombre de Jhasua (Jesús), descansaban a buen recaudo en la casa de una familia esenia,
quienes advertidas del acontecimiento, dieron su hospitalidad a la familia del niño.
Sabemos ya del nacimiento tan esperado por los sabios y astrólogos por un lado y por los miembros del
Sanedrín Judío por el otro; quienes guiados por las Sagradas Escrituras, también lo sabían y pretendían
conocer al niño, para así influenciarlo, dominarlo y por último, amoldarlo a sus costumbres y preceptos con
el fin de preservar su privilegiada posición socio-político-religiosa. La discreción era una de las virtudes
fundamentales de los esenios en todos sus grados, razón por la cual era casi imposible dar con el paradero del
recién nacido. Los esenios estaban diseminados por toda la región, incluso los había en las sinagogas y con
el cargo de rabinos o sacerdotes. María y José debieron esperar hasta que uno de estos estuviera de turno,
para así bautizar al niño. La sencilla ceremonia se realizó según las costumbres judías, pero a la usanza
esenia, es decir, sin sacrificio de animales, ni la consabida circuncisión, hechos a los que se oponían
terminantemente por considerarlos tan inútiles como herejes.
Los primeros meses de vida Jesús recibía todo el amor de sus padres y el respeto por parte de quienes
conocían su verdadera identidad. En los montes de Moab, Tabor, Carmelo y Quarantana, se hallaban los
principales santuarios esenios. Estos eran grutas naturales acondicionadas y muchas veces ampliadas por
ellos mismos. Allí vivían los esenios en sus grados superiores y se instruía a los de grados inferiores. En esos
meses se vivían días de gozo y esperanza, y más aún ante la llegada del Niño-Dios, a quien sus padres
llevarían ante los ancianos-sabios (por expreso pedido de éstos), ya que por su avanzada edad, esta sería tal
vez la única oportunidad de ver en persona al Hijo de Dios, antes de morir. El ascenso se hizo difícil, ya que
los caminos eran prácticamente senderos, por los que pasaba una persona por vez. Ya en el santuario, María
tuvo oportunidad de encontrarse con una prima suya, quien también tenía un hijo de meses, Juan, el mismo al
que luego llamarían el Bautista.
Fue esta la primera ascensión de Jesús a los santuarios esenios, hecho que se repetiría muy a menudo, ya que
los sabios, debían guiar el espíritu del Cristo, en los primeros años de vida en Jesús. Con el transcurrir del
tiempo, Jesús, ya joven debe aprender a dominar la increíble energía espiritual que posee, a la vez que se
dedica a estudiar las escrituras archivadas y custodiadas por los esenios, las que contaban con miles de años
de antigüedad. Allí reconoce sus anteriores encarnaciones; como así también su papel ante los hombres en un
futuro muy cercano y por supuesto, conocía cual sería su final. Jesús aprendió a dominar sus fuerzas tanto
mental como física, y es así que tenemos que sabía utilizar lo que hoy conocemos como telepatía, viajes
astrales, bilocación, clarividencia, etc. Todo esto, sumado a su gran amor por los seres humanos, nos da una
imagen de lo que fue su vida, no solo en sus tres años de apostolado, sino en el total de su vida, lo que lo
llevó a producir curaciones increíbles, hechos catalogados como milagros. Esta es una síntesis muy compacta
de la vida de Jesús entre los esenios.
El nacimiento de Jesús escrito en el primer libro del Nuevo Testamento, en el primer capítulo del evangelista
Mateo, dice así:
18-20 Así fue como nació Jesús, el Mesías: Una joven llamada María estaba comprometida para casarse con
José. Pero antes de que vivieran juntos, se supo que ella estaba embarazada. José era un hombre bueno y
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obediente a la ley de Dios. Como no quería acusar a María delante de todo el pueblo, decidió romper en
secreto el compromiso. Mientras pensaba en todo esto, un ángel de Dios se le apareció en un sueño y le dijo:
"José, no tengas miedo de casarte con María. El Espíritu Santo fue quien hizo que ella quedara
embarazada.21 Cuando nazca el niño, lo llamarás Jesús. Él va a salvar a su pueblo del castigo que merece
por sus pecados” 22-25 Cuando José despertó, obedeció al ángel de Dios y se casó con María. Pero no
durmieron juntos como esposos antes de que naciera el niño. Y cuando este nació, José le puso por nombre
Jesús. Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que Dios había dicho por medio del profeta Isaías: Una
joven virgen quedará embarazada, y tendrá un hijo. Y llamarán a ese niño Emanuel". Este nombre significa
“Dios está con nosotros”. (Jesús o Cristo; Belén, h. 6 a. C. - Jerusalén, h. 30 d. C.) Predicador judío fundador
de la religión cristiana, a quien sus seguidores consideran el hijo de Dios. El nombre de Cristo significa en
griego «el ungido» y viene a ser un título equivalente al de Mesías.
Hacia los treinta años inició Jesucristo su breve actividad pública incorporándose a las predicaciones de su
primo, Juan el Bautista. Tras escuchar sus sermones, Jesús se hizo bautizar en el río Jordán, momento en que
Juan le señaló como encarnación del Mesías prometido por Dios a Abraham. Juan fue pronto detenido y
ejecutado por Herodes Antipas, lanzándose Jesucristo a continuar su predicación. Se dirigió
fundamentalmente a las masas populares, entre las cuales reclutó un grupo de fieles adeptos (los doce
apóstoles), con los que recorrió Palestina. Predicaba una revisión de la religión judía basada en el amor al
prójimo, el desprendimiento de los bienes materiales, el perdón y la esperanza de vida eterna. Su enseñanza
sencilla y poética, salpicada de parábolas y anunciando un futuro de salvación para los humildes, halló un
cierto eco entre los pobres. Su popularidad se acrecentó cuando corrieron noticias sobre los milagros que le
atribuían sus seguidores, considerados como prueba de los poderes sobrenaturales de Jesucristo. Esta
popularidad, unida a sus acusaciones directas contra la hipocresía moral de los fariseos, acabaron por
preocupar a los poderosos del momento.
En la religión cristiana, los apóstoles (significa en griego 'enviado') son los hombres escogidos por Jesús,
para que estuvieran con él y para enviarlos a predicar. Según el Nuevo Testamento de la Biblia, los doce
apóstoles definitivos fueron aquellos que no abandonaron a Jesús cuando éste les indicó que debían comer su
cuerpo y beber su sangre para alcanzar la vida eterna (Juan 6:25-70): Desde entonces muchos de sus
discípulos volvieron atrás y ya no andaban con él.
Dijo entonces Jesús a los doce: ¿Queréis acaso iros también vosotros?
Le respondió Simón Pedro: Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros hemos
creído y conocido que tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente.
Jesús les respondió: ¿No os he escogido yo a vosotros los doce, y uno de vosotros es diablo?...
Ellos fueron, en orden de elección: Simón, apodado Pedro. Andrés, hermano de Pedro. Jacob, Jacobo,
Santiago el hijo de Zebedeo o Santiago el Mayor. Juan, el menor de los doce, también hijo de Zebedeo (por
tanto, hermano de Santiago el Mayor). Felipe de Betsaida. Bartolomé, llamado también Natanael de Caná.
Tomás (llamado Dídimo o Mellizo). Mateo, el publicano (recaudador de impuestos para los invasores
romanos). Santiago el Menor o Santiago el de Alfeo. Judas Tadeo. Simón el Cananeo, el Celador o Zelote
(guerrillero). Judas Iscariote. Matías, el sucesor de Judas, elegido a la suerte en el monte de la sangre, Cito,
Hechos 1, 12-26 Todos ellos eran galileos con excepción de Judas Iscariote, que se presume era de Judea
(para algunos Iscariote significaría textualmente isqueriot, "de Queriot" al sur del distrito de Judá; mientras
algunos más interpretan: de Isacar, isacarieth). Después de la resurrección y ascensión de Jesucristo y tras
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haberse suicidado Judas Iscariote, los once apóstoles restantes se reunieron y eligieron a Matías para
completar nuevamente el número de doce apóstoles enviados a las doce tribus de Israel.
En el Nuevo Testamento y en los Hechos de los Apóstoles, son llamados apóstoles otros personajes,
específicamente: Pablo de Tarso y Bernabé. Otros son asimilados al colegio apostólico, como Silas,
Timoteo, Tito, Andrónico, Junias.
Quizá de lo más sobresaliente de las prédicas de Jesús se distinga el llamado “Sermón de la Montaña”, las
bienaventuranzas, en donde vierte algunas de sus principales enseñanzas y exigencias para alcanzar la
salvación prometida por Yahvé:
Las bienaventuranzas: Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos.
Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo:
Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación.
Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos.
Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra
vosotros, mintiendo.
Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es grande en los cielos; porque así persiguieron a los profetas
que fueron antes de vosotros. Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será
salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Vosotros sois la luz
del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone
debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz
delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los
cielos. No penséis que he venido para abrogar la ley o los profetas; no he venido para abrogar, sino para
cumplir. Porque de cierto os digo que hasta que pasen el cielo y la tierra, ni una jota ni una tilde pasará de la
ley, hasta que todo se haya cumplido. De manera que cualquiera que quebrante uno de estos mandamientos
muy pequeños, y así enseñe a los hombres, muy pequeño será llamado en el reino de los cielos; mas
cualquiera que los haga y los enseñe, éste será llamado grande en el reino de los cielos. Porque os digo que si
vuestra justicia no fuere mayor que la de los escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos. Oísteis
que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo
que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio; y cualquiera que diga: Necio, a su
hermano, será culpable ante el concilio; y cualquiera que le diga: Fatuo, quedará expuesto al infierno de
fuego. Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí
tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu
ofrenda. Ponte de acuerdo con tu adversario pronto, entre tanto que estás con él en el camino, no sea que el
adversario te entregue al juez, y el juez al alguacil, y seas echado en la cárcel. De cierto te digo que no
saldrás de allí, hasta que pagues el último cuadrante. Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio. Pero yo
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os digo que cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón. Por tanto, si
tu ojo derecho te es ocasión de caer, sácalo, y échalo de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus
miembros, y no que todo tu cuerpo sea echado al infierno. Y si tu mano derecha te es ocasión de caer,
córtala, y échala de ti; pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y no que todo tu cuerpo sea
echado al infierno. También fue dicho: Cualquiera que repudie a su mujer, déle carta de divorcio. Pero yo os
digo que el que repudia a su mujer, a no ser por causa de fornicación, hace que ella adultere; y el que se casa
con la repudiada, comete adulterio. Además habéis oído que fue dicho a los antiguos: No perjurarás, sino
cumplirás al Señor tus juramentos. Pero yo os digo: No juréis en ninguna manera; ni por el cielo, porque es
el trono de Dios; ni por la tierra, porque es el estrado de sus pies; ni por Jerusalén, porque es la ciudad del
gran Rey. Ni por tu cabeza jurarás, porque no puedes hacer blanco o negro un solo cabello. Pero sea vuestro
hablar: Sí, sí; no, no; porque lo que es más de esto, de mal procede. Oísteis que fue dicho: Ojo por ojo, y
diente por diente. Pero yo os digo: No resistáis al que es malo; antes, a cualquiera que te hiera en la mejilla
derecha, vuélvele también la otra; y al que quiera ponerte a pleito y quitarte la túnica, déjale también la capa;
y a cualquiera que te obligue a llevar carga por una milla, ve con él dos. Al que te pida, dale; y al que quiera
tomar de ti prestado, no se lo rehúses. Oísteis que fue dicho: Amarás a tu prójimo, y aborrecerás a tu
enemigo. Pero yo os digo: Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced bien a los que
os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen; para que seáis hijos de vuestro Padre que está en
los cielos, que hace salir su sol sobre malos y buenos, y que hace llover sobre justos e injustos, Porque si
amáis a los que os aman, ¿qué recompensa tendréis? ¿No hacen también lo mismo los publicanos? Y si
saludáis a vuestros hermanos solamente, ¿qué hacéis de más? ¿No hacen también así los gentiles? Sed, pues,
vosotros perfectos, como vuestro Padre que está en los cielos es perfecto. Guardaos de hacer vuestra justicia
delante de los hombres, para ser vistos de ellos; de otra manera no tendréis recompensa de vuestro Padre que
está en los cielos. Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los
hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen
su recompensa. Mas cuando tú des limosna, no sepa tu izquierda lo que hace tu derecha, para que sea tu
limosna en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. Y cuando ores, no seas como
los hipócritas; porque ellos aman el orar en pie en las sinagogas y en las esquinas de las calles, para ser vistos
de los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y
cerrada la puerta, ora a tu Padre que está en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en
público. Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles, que piensan que por su palabrería serán
oídos. No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes
que vosotros le pidáis. Vosotros, pues, oraréis así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu
nombre. Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra. El pan nuestro de
cada día, dánoslo hoy. Y perdónanos nuestras deudas, como también nosotros perdonamos a nuestros
deudores. Y no nos metas en tentación, mas líbranos del mal; porque tuyo es el reino, y el poder, y la gloria,
por todos los siglos. Amén. Porque si perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros
vuestro Padre celestial; mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro Padre os perdonará
vuestras ofensas. Cuando ayunéis, no seáis austeros, como los hipócritas; porque ellos demudan sus rostros
para mostrar a los hombres que ayunan; de cierto os digo que ya tienen su recompensa. Pero tú, cuando
ayunes, unge tu cabeza y lava tu rostro, para no mostrar a los hombres que ayunas, sino a tu Padre que está
en secreto; y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público. No os hagáis tesoros en la tierra,
donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde
ni la polilla ni el orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí
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estará también vuestro corazón. La lámpara del cuerpo es el ojo; así que, si tu ojo es bueno, todo tu cuerpo
estará lleno de luz; pero si tu ojo es maligno, todo tu cuerpo estará en tinieblas. Así que, si la luz que en ti
hay es tinieblas, ¿cuántas no serán las mismas tinieblas? Ninguno puede servir a dos señores; porque o
aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las
riquezas. Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por
vuestro cuerpo, qué habéis de vestir. ¿No es la vida más que el alimento, y el cuerpo más que el vestido?
Mirad las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las
alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de vosotros podrá, por mucho que se afane,
añadir a su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os afanáis? Considerad los lirios del campo, cómo
crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo, que ni aun Salomón con toda su gloria se vistió así como uno de
ellos. Y si la hierba del campo que hoy es, y mañana se echa en el horno, Dios la viste así, ¿no hará mucho
más a vosotros, hombres de poca fe? No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o
qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis
necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas
os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta
a cada día su propio mal. No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis,
seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo
de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?, ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame
sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la viga de tu propio ojo, y
entonces verás bien para sacar la paja del ojo de tu hermano. No deis lo santo a los perros, ni echéis vuestras
perlas delante de los cerdos, no sea que las pisoteen, y se vuelvan y os despedacen. Pedid, y se os dará;
buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que
llama, se le abrirá. ¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide
un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos,
¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan? Así que, todas las
cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es
la ley y los profetas. Entrad por la puerta estrecha; porque ancha es la puerta, y espacioso el camino que lleva
a la perdición, y muchos son los que entran por ella; porque estrecha es la puerta, y angosto el camino que
lleva a la vida, y pocos son los que la hallan. Guardaos de los falsos profetas, que vienen a vosotros con
vestidos de ovejas, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se recogen uvas
de los espinos, o higos de los abrojos? Así, todo buen árbol da buenos frutos, pero el árbol malo da frutos
malos. No puede el buen árbol dar malos frutos, ni el árbol malo dar frutos buenos. Todo árbol que no da
buen fruto, es cortado y echado en el fuego. Así que, por sus frutos los conoceréis. No todo el que me dice:
Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos.
Muchos me dirán en aquel día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera
demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de
mí, hacedores de maldad. Cualquiera, pues, que me oye estas palabras, y las hace, le compararé a un hombre
prudente, que edificó su casa sobre la roca. Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon
contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca. Pero cualquiera que me oye estas
palabras y no las hace, le compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena; y descendió
lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa; y cayó, y fue grande su
ruina. Y cuando terminó Jesús estas palabras, la gente se admiraba de su doctrina; porque les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como los escribas.
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Para Saulo de Tarso o Pablo de Tarso, (del 5 al 67 d. C.), nacido en Tarso (actual Turquía) el conocimiento
de la cultura helénica -hablaba fluidamente el griego como el arameo-, le permitió predicar el Evangelio
con ejemplos y comparaciones comunes de esta cultura, por lo que su mensaje fue recibido en territorio
griego claramente y ésta característica marca el éxito de sus viajes fundando comunidades cristianas. Pablo
es considerado por muchos cristianos como el discípulo más importante de Jesús, a pesar de que nunca llegó
a conocerlo, y, después de Jesús, una de las personas más importantes para el cristianismo; como también fue
Pedro y Juan. Pablo, al igual que Jesús y demás discípulos, son helénicos de formación, es decir, de la
cultura griega que es predominante en sus tiempos, por encima, por mucho, del judaísmo, de ahí que gracias
al helenismo al cual pertenecían, Pablo pudo extender el cristianismo por occidente, porque la influencia
griega era lo principal para que la gente entendiera (razonamiento lógico), de hecho por esta razón rompe
con el judaísmo al adaptar al cristianismo al helenismo. Sus mensajes están totalmente adaptados al mundo
griego, se puede ver además que por su helenismo Pablo logra institucionalizar el cristianismo en occidente,
al fundar la Iglesia con Pedro apóstol. Además, fuera de lo que Jesús predicó, Pablo, de su propia
iniciativa, estableció la idea del pecado original, también que Jesús murió por los pecados para la salvación,
pero sobretodo que Jesús era Dios y no un profeta, incluso polemizando con otros cristianos. Es importante
destacar el hecho de que a él se debe el rompimiento religioso con los judíos, al establecer que no es el
cumplimiento de los mandamientos del decálogo de Moisés lo que salva, sino la creencia en Jesús como
Dios. En esa polémica con otros apóstoles y con los judíos logró liberar a los creyentes cristianos de algunos
de los rituales de la Torah, como por ejemplo, la circuncisión o los hábitos alimenticios, al grado que enfadó
tanto a los judíos que fue detenido y enviado a los romanos para su ejecución. Se pudiera pensar que Pablo es
el gran inventor del cristianismo y quien eleva a Jesús al grado de convertirlo en Dios.
Ahora bien, pasando al tema de La Santísima Trinidad (producto del cristianismo) podríamos decir lo
siguiente: Cuando en el cristianismo se nos habla de la Santísima Trinidad, se refieren al Padre (Yahvé), al
Hijo (Jesús) y al Espíritu Santo como tres Personas en Una. Afirmando que La Trinidad es Una. Los
cristianos no profesan tres dioses, sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad consubstancial. Las
personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas es enteramente Dios: El Padre
es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu
Santo, es decir, un solo Dios por naturaleza. Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la
substancia, la esencia o la naturaleza divina. Las personas divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es
único pero no solitario" "Padre", "Hijo", “Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan
modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que es el Hijo no es el Padre, y el que
es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu Santo el que es el Padre o el Hijo". Son distintos entre sí por sus
relaciones de origen: "El Padre es quien engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien
procede". La Unidad divina es Trina. Las personas divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las
personas entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las relaciones que las refieren unas
a otras: "En los nombres relativos de las personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el
Espíritu Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres personas considerando las
relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia. En efecto, "todo es uno (en ellos) donde no existe
oposición de relación" A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo, todo en el Espíritu Santo; el
Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo.
Gregorio Nacianceno, describe así la fe trinitaria: Ante todo, “guardadme este buen depósito, por el cual
vivo y combato, con el cual quiero morir, que me hace soportar todos los males y despreciar todos los
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placeres: quiero decir la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy. Por ella os
introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la doy como compañera y patrona de toda
vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una
manera distinta. Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que eleve o grado
inferior que abaje...Es la infinita connaturalidad de tres infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios
todo entero...Dios los Tres considerados en conjunto...No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya la
Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad cuando ya la unidad me posee
de nuevo”.
Contaba San Agustín (obispo de Hipona y Padre de la Iglesia –ver más adelante-) en alguno de sus libros,
que estaba observando a un niño con una conchita que quería pasar todo el mar a un agujerito que hizo en la
playa... y cuando Agustín lo vio, el niño lo reconoció y le dijo que era más difícil explicar a la Santísima
Trinidad a que él pasara el mar entero a su agujerito en la playa.
Aun así San Agustín, -creador de la primera filosofía cristiana, la cual trata de explicar la fe por medio de la
razón, anteponiendo la fe-, apoyándose en la filosofía griega y conceptos de Platón y –en cierto sentido- de
Aristóteles, basándose en los conceptos de esencia, sustancia y accidente propuestos por Aristóteles, trató de
explicar el concepto de la Trinidad cristiana. Entonces, Agustín de ahí retomó la triada, (y de otras lecturas
que realizó de los maniqueos).
En consecuencia, dedujo que Dios Padre es la sustancia, Jesús la esencia; (consustancial al padre), es decir,
unidos en una sola persona junto con Espíritu Santo que es el accidente, o sea, la fuerza y energía que se
adentra en el corazón humano para darnos la fe en Dios, de modo que es parte también de Dios. Así nació la
explicación racional de la Santísima Trinidad, como un concepto filosófico que fue adoptado por la
Iglesia originaria en aquellos tiempos.
La finalidad era que todos entendieran al cristianismo. Recuérdese que los griegos y los romanos estaban
formados por la filosofía, mientras que los judíos por el monoteísmo hebreo.
Por ejemplo:
A un árbol de manzanas, los griegos y romanos lo entendían por género, especie, y lo catalogaban en su
mente como parte de la botánica, -de tal género y de la especie de los frutales X- etc., mientras que los judíos
solo veían en aquel árbol de manzanas un regalo que su Dios Yahvé puso ahí para ellos, así, sin buscar
explicación filosófica o científica alguna, -solo religiosa-. Como la mayoría de la gente de aquel entonces era
de formación greco-romana, con el concepto de Trinidad, creado filosóficamente por Agustín, pudieron
entender mejor, -más lógicamente- y así se fueron interesando en creer en el cristianismo.
El discípulo Juan expone así los Libros de la Biblia:
Antes de que todo comenzara ya existía aquel que es la Palabra. La Palabra estaba con Dios y era Dios.
Cuando Dios creó todas las cosas, allí estaba la Palabra. Todo fue creado por ella y sin ella, nada se hizo. De
la Palabra nace la vida, y ella, que es la vida, es también nuestra luz. La luz alumbra en la oscuridad, ¡nada
puede destruirla! Dios envió a un hombre llamado Juan,7 para que hablara a la gente y la convenciera de
creer en aquel que es la luz.8 Juan no era la luz; él sólo vino para mostrar quién era la luz.9 Aquel que con su
vida llenaría de luz a todos, pronto llegaría a este mundo. Aquel que es la Palabra estaba en el mundo. Dios
creó el mundo por medio de él, pero la gente no lo reconoció. Vino a vivir a este mundo, pero su pueblo no
lo aceptó. Pero aquellos que lo aceptaron y creyeron en él, llegaron a ser hijos de Dios. Son hijos de Dios por
voluntad divina, no por voluntad humana. Aquel que es la Palabra habitó entre nosotros y fue como uno de
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nosotros. Vimos el poder que le pertenece como Hijo único de Dios, pues nos ha mostrado todo el amor y
toda la verdad. Juan habló de aquel que era la Palabra, y anunció: "Ya les había dicho que él estaba por
llegar. Él es más importante que yo, porque vive desde antes que yo naciera". Dios nos dio a conocer sus
leyes por medio de Moisés, pero por medio de Jesucristo nos hizo conocer el amor y la verdad. Nadie ha
visto a Dios jamás; pero el Hijo único, que está más cerca del Padre y que es Dios mismo, nos ha enseñado
cómo es Dios. Gracias a lo que el Hijo de Dios es, hemos recibido muchas bendiciones.
Lo que la actual Biblia no enseña con respecto a la vida de Jesús (ya que entre los diez o doce años y los
treinta, Jesús “desaparece”), los esenios lo explican de una manera sencilla. En este lapso de tiempo Jesús
sube constantemente a los santuarios, que como ya dijimos estaban ubicados en los montes Tabor, Moab,
Carmelo y Quarantana. Allí le son enseñados antiquísimos rollos donde se encuentra la historia de la
humanidad; miles de años anteriores a su época. Jesús pasa largas jornadas en los santuarios junto a su madre
María y por supuesto a los sabios esenios, sus maestros. El aprendizaje de Jesús no solo se limitaba al estudio
de los documentos, sino que también acompañaba a sus maestros cuando estos debían ir fuera de los límites
de los santuarios. Es así que en uno de estos viajes Jesús visita una biblioteca increíble, ya sea por la calidad
de su contenido como por su ubicación: la mítica Esfinge egipcia, en cuyo interior se guardaban verdaderos
tesoros literarios y a la cual solo algunos “elegidos” tenían acceso. En una de sus visitas a los santuarios,
Jesús se reencuentra con alguien que desde hacía varios años no veía, su primo Juan, al que hoy conocemos
como “Juan el Bautista”. Allí comparten horas de aprendizaje y charlas con sus maestros. En un acto tan
sublime como reservado, se les muestra a ambos cual sería su misión y su final. Se les hace saber que en el
camino de la vida siempre hay dos alternativas y que en ellos estaba la decisión de continuar sus caminos
como se les ha mostrado, o tomar el camino sin los padecimientos que sufrirían. Ambos deciden continuar
con su misión hasta las últimas consecuencias. Por supuesto que la misión de Jesús no se limitaba solamente
al estudio de documentos o aprender a dominar la gran energía del espíritu del Cristo en su cuerpo, sino que,
al bajar a su pueblo debía llevar alivio espiritual y físico a quienes lo necesitaban.
Es así que comienza a ser seguido por una muchedumbre que presentía que el Mesías anunciado en las
antiguas escrituras estaba entre ellos. Junto a Jesús se encontraban hombres de poder, tanto político como
económico, quienes contribuyen con alimentos, calzados y prendas de vestir. Estos elementos son entregados
a toda esa gente que realmente lo necesitaba. Estas entregas se realizaban en lugares reservados, donde el
Cristo les enseñaba el verdadero significado de palabras como Amor, Justicia y Libertad; pero éste pueblo
cansado de la dominación romana veía en él al nuevo Mesías guerrero anunciado por los profetas. Jesús
recibía propuestas de sus allegados para que miles de hombres lo siguieran a fin de expulsar a los romanos de
Jerusalén. Las reuniones se realizaban en lugares secretos y reservados para así evitar los “espías” de las
autoridades religiosas judías, quienes guiados por rumores, desean conocer al “nuevo profeta”, cosa que les
resultaba sumamente difícil ya que sus amigos lo cuidaban y protegían y además los constantes viajes
impedían que estos espías lo conocieran personalmente.
Los días de Jesús transcurren entre viajes, curaciones y sermones a su pueblo; todo esto hasta casi los treinta
años en que sus maestros le indican el comienzo de su misión, al menos en una forma más abierta. Los
sabios esenios comprueban que Jesús había aprendido todo lo que debía conocer, incluso dominar a voluntad
esa enorme fuerza espiritual responsable de innumerables milagros. Al bajar de su última visita al santuario
principal se une a quienes serían sus discípulos haciéndoles saber que “a llegado la hora”. De aquí en más
sus sermones no serán reservados, sino al aire libre, donde miles de personas con males físicos y espirituales
acuden en busca de alivio.
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Ahora sí, el Sanedrín Judío sabía quien sería su directo rival y por consiguiente a quien debían dominar o
destruir. Debían dominar a Jesús, para así seguir con sus negociados con las ofrendas para Yahvé (Jehová),
con las que comerciaban los carniceros de su confianza. Por supuesto, esto falló. Ahora directamente debían
acabar con él, es así que lo presentan como un auto-titulado “nuevo Mesías” ante las autoridades romanas,
pero como respuesta reciben una negativa de parte del gobernador, ya que éste era un problema de los judíos.
Jesús continúa con su prédica; cada día se suman nuevos seguidores, mientras las sinagogas ven disminuir el
número de fieles, como así también las ofrendas para Jehová (becerros, cabras, ovejas, etc.). El Sanedrín se
juega su última carta: presenta a Jesús como el nuevo Rey de los Judíos, tratando de desplazar la autoridad
del César. Esto inclina la balanza en su contra. Con todo, se puede afirmar que Jesús de Nazaret fue un
predicador judío que vivió a comienzos del siglo I en las regiones de Galilea y Judea y fue crucificado en
Jerusalén en torno al año 30.
Finalmente, tras la última cena (eucaristía) con sus apóstoles, Jesús y sus discípulos fueron a orar al huerto
de Getsemaní. Los apóstoles, en lugar de orar, se quedaron dormidos, y Jesús sufrió un momento de fuerte
angustia con respecto a su destino, aunque decidió acatar la voluntad de Dios. Judas –aparentemente-había
traicionado a Jesús, para entregarlo a los príncipes de los sacerdotes y los ancianos de Jerusalén a cambio de
treinta piezas de plata. Acompañado de un grupo armado de espadas y garrotes, enviado por los príncipes de
los sacerdotes y los ancianos, llegó a Getsemaní y reveló la identidad de Jesús besándole la mejilla. Jesús fue
arrestado. Por parte de sus seguidores hubo un conato de resistencia, pero finalmente todos se dispersaron y
huyeron.
La Eucaristía (en griego "acción de gracias") es uno de los principales ritos cristianos, llamado también
comunión, "Cena del Señor" o "Santa Cena". Según la tradición del catolicismo, es "el sacramento del
sacrificio del Cuerpo y de la Sangre de Jesucristo, instituido por él mismo para perpetuar en los tiempos
venideros, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz". Quien realiza este acto es únicamente el
sacerdote y los materiales son el pan de trigo y el vino de vid.
Después de su detención, Jesús fue llevado al palacio del sumo sacerdote Caifás (Evangelio según San Juan),
primero a casa de Anás, suegro de Caifás. Allí fue juzgado ante el Sanedrín. Se presentaron falsos testigos,
pero como sus testimonios no coincidían no fueron aceptados. Finalmente, Caifás preguntó directamente a
Jesús si era el Mesías, y Jesús dijo: "Tú lo has dicho". El sumo sacerdote se rasgó las vestiduras ante lo que
consideraba una blasfemia. Los miembros del Sanedrín escarnecieron cruelmente a Jesús. En el Evangelio
según San Juan, Jesús fue llevado primero ante Anás y luego ante Caifás. Solo se detalla el interrogatorio
ante Anás, Pedro, que había seguido a Jesús en secreto tras su detención, se encontraba oculto entre los
sirvientes del sumo sacerdote. Reconocido como discípulo de Jesús por los sirvientes, le negó tres veces (dos
según el Evangelio de San Juan), como Jesús le había profetizado. A la mañana siguiente, Jesús fue llevado
ante Poncio Pilato, el procurador romano. Tras interrogarle, Pilato no le halló culpable, y pidió a la
muchedumbre que eligiera entre liberar a Jesús o a un conocido bandido, llamado Barrabás. La multitud,
persuadida por los príncipes de los sacerdotes, pidió que se liberase a Barrabás, y que Jesús fuese
crucificado. Pilato se lavó simbólicamente las manos para expresar su inocencia de la muerte de Jesús.
Jesús fue azotado, lo vistieron con un manto rojo, le pusieron en la cabeza una corona de espinas y una caña
en su mano derecha. Los soldados romanos se burlaban de él diciendo: "Salud, rey de los Judíos". Fue
obligado a cargar la cruz en la que iba a ser crucificado hasta un lugar llamado Gólgota, que significa, en
arameo, "lugar del cráneo". Le ayudó a llevar la cruz un hombre llamado Simón de Cirene. Dieron de beber a
Jesús vino con hiel. Él probó pero no quiso tomarlo. Tras crucificarlo, los soldados se repartieron sus
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vestiduras. En la cruz, sobre su cabeza, pusieron un cartel en arameo, griego y latín con el motivo de su
condena: "Este es Jesús, el Rey de los Judíos", que a menudo en pinturas se abrevia INRI ("Iesus Nazarenus
Rex Iudaeorum", literalmente "Jesús de Nazaret, Rey de los Judíos"). Fue crucificado entre dos ladrones.
Hacia las tres de la tarde, Jesús exclamó: "Elí, Elí, lemá sabactani", que en arameo significa: "Dios mío, Dios
mío, ¿por qué me has abandonado?", según los evangelios de Mateo y Marcos. Las palabras finales de Jesús
difieren en los otros dos evangelios. También hay diferencia entre los evangelios en cuanto a qué discípulos
de Jesús estuvieron presentes en su crucifixión: en Mateo y Marcos, son varias de las mujeres seguidoras de
Jesús; en el Evangelio según San Juan se menciona también a la madre de Jesús y al "discípulo a quien
amaba" (según la tradición cristiana, se trataría del apóstol Juan, aunque en el texto del evangelio no se
menciona su nombre).
La Crucifixión es un método antiguo de ejecución, donde el condenado es atado o clavado en una cruz de
madera o entre árboles o en una pared; y dejado allí hasta su muerte. Esta forma de ejecución fue
ampliamente utilizada en la Roma Antigua y en culturas vecinas del mediterráneo; métodos similares fueron
inventados por el Imperio persa. La crucifixión fue utilizada por los romanos hasta el año 337 d.C, después
de que la religión cristiana fue legalizada en el impero romano en el 313 d.C, favorecida por el emperador
Constantino. La crucifixión era un castigo aplicado sólo a esclavos, por lo que crucificar a un ciudadano era
una gran ofensa.
Un seguidor de Jesús, llamado José de Arimatea, solicitó a Pilato el cuerpo de Jesús la misma tarde del
viernes en que había muerto, y lo depositó, envuelto en una sábana, en un sepulcro excavado en la roca.
Cubrió el sepulcro con una gran piedra. Según el Evangelio según San Mateo (no se menciona en los otros
evangelios), al día siguiente, los "príncipes de los sacerdotes y los fariseos" pidieron a Pilato que colocase
frente al sepulcro una guardia armada, para evitar que los seguidores de Jesús robasen su cuerpo y
difundieran el rumor de que había resucitado. Pilato accedió.
La Resurrección. Los cuatro evangelios relatan que Jesús resucitó de entre los muertos al tercer día después
de su muerte y se apareció a sus discípulos en varias ocasiones. En todos ellos, la primera en descubrir la
resurrección de Jesús es María Magdalena. Dos de los evangelios (Marcos y Lucas) relatan también su
ascensión a los cielos. Los relatos sobre Jesús resucitado varían, sin embargo, según los evangelios:
En el Evangelio según San Mateo, María Magdalena y "la otra María" fueron al sepulcro en la mañana del
domingo. Sobrevino un terremoto, y un ángel vestido de blanco removió la piedra del sepulcro y se sentó
sobre ella. Los guardias, que presenciaron la escena, temblaron de miedo y "se quedaron como muertos" (Mt
28, 1-4). El ángel anunció a las mujeres la resurrección de Jesús, y les encargó que dijeran a los discípulos
que fueran a Galilea, donde podrían verle. Al regresar, el propio Jesús les salió al encuentro, y les repitió que
dijeran a los discípulos que fueran a Galilea (Mt 28, 5-10). Entre tanto, los guardias avisaron a los príncipes
de los sacerdotes de lo ocurrido. Éstos les sobornaron para que divulgaran la idea de que los discípulos de
Jesús habían robado su cuerpo (Mt 28, 11-15). Los once apóstoles fueron a Galilea, y Jesús les hizo el
encargo de predicar el evangelio (Mt 28, 16-20).
En el Evangelio según San Marcos, tres seguidoras de Jesús, María Magdalena, María la de Santiago y
Salomé, fueron al sepulcro el domingo, muy de mañana, con la intención de ungir a Jesús con perfumes (Mc
16, 1-2). Vieron que la piedra que cubría el sepulcro estaba removida. Dentro del sepulcro, descubrieron a un
joven vestido con una túnica blanca, quien les anunció que Jesús había resucitado, y les ordenó que dijesen a
los discípulos y a Pedro que fuesen a Galilea para allí ver a Jesús. Se indica que María y sus compañeras no
dijeron nada a nadie, pues tenían miedo (Mc 16, 3-8). A continuación, se dice que Jesús se apareció a María
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Magdalena (sin mencionar a las otras mujeres), y que esta dio al resto de los seguidores de Jesús la buena
noticia, pero no fue creída (Mc 16, 9-11). Jesús volvió a aparecerse, esta vez a dos que iban de camino:
cuando estos discípulos contaron lo ocurrido, tampoco se les creyó (Mc 16, 12-13). Finalmente, se apareció a
los once apóstoles, a los que reprendió por no haber creído en su resurrección. Les encomendó predicar el
evangelio, y subió a los cielos, donde está sentado a la derecha de Dios (Mc 16, 14-20).56
En el Evangelio según San Lucas, algunas mujeres, María Magdalena, Juana y María de Santiago, y otras
cuyos nombres no se mencionan, acudieron al sepulcro para ungir a Jesús con perfumes. Encontraron
removida la piedra del sepulcro, entraron en él y no encontraron el cuerpo (Lc 24, 1-3). Entonces se les
aparecieron dos hombres con vestiduras deslumbrantes, quienes les anunciaron la resurrección de Jesús (Lc
24, 4-7). Las mujeres anunciaron la resurrección a los apóstoles, pero estos no las creyeron (Lc 24,8-11),
excepto Pedro, que fue al sepulcro y comprobó que el cuerpo había desaparecido (Lc 24, 12). Ese mismo día,
Jesús se apareció a dos discípulos que caminaban de Jerusalén a Emaús, que lo reconocieron en el momento
de la fracción del pan (Lc 24, 13-35). Poco después se presentó ante los once, que creyeron que se trataba de
un espíritu, pero les demostró que era él en carne y huesos, y comió en su presencia (Lc24,36-43). Les
explicó el sentido de su muerte y resurrección (Lc 24,44-49), y, más tarde, los llevó cerca de Betania, donde
ascendió al cielo (Lc 24,50-53).
En el Evangelio según San Juan, María Magdalena fue al sepulcro muy de madrugada y descubrió que la
piedra había sido removida. Corrió en busca de Pedro y del "discípulo a quien Jesús amaba" para avisarles
(Jn 20,1-2). Los dos corrieron hacia el sepulcro. El discípulo amado llegó primero, pero no entró en el
sepulcro. Pedro entró primero y vio las fajas y el sudario, pero no el cuerpo. El otro discípulo entró después,
"y vio y creyó" (Jn 20, 3-10). Magdalena se quedó fuera, y se le aparecieron dos ángeles vestidos de blanco.
Le preguntaron: "¿Por qué lloras, mujer?", y ella contestó: "Porque han tomado a mi Señor y no sé dónde lo
han puesto". Se volvió hacia atrás, y vio a Jesús resucitado, quien le preguntó a su vez por qué lloraba.
Magdalena le confundió con el hortelano, y le preguntó dónde había puesto a Jesús. Jesús la llamó:
"¡María!", y ella lo reconoció, respondiendo: "¡Rabbuní!". Jesús le pidió que no lo tocara, ya que aún no
había subido al Padre, y pidió que avisara a sus hermanos de que iba a subir al Padre. Magdalena fue a
anunciar lo ocurrido a los discípulos (Jn 20, 11-18). Ese mismo día, por la tarde, Jesús se apareció al lugar en
que los discípulos se encontraban ocultos por temor de los judíos. Les saludó diciendo "La paz sea con
vosotros", les mostró la mano y el costado, y, soplando, les envió el Espíritu Santo. Uno de los once, Tomás,
no estaba con el resto cuando tuvo lugar la aparición de Jesús, y no creyó que el aparecido fuera realmente
Jesús (Jn 20, 19-25). Ocho días después, Jesús volvió a aparecerse a todos los discípulos, incluido Tomás.
Para vencer su incredulidad, Jesús le dijo que tocara su mano y su costado. Tomás creyó en él (Jn 20, 26-29).
Más adelante, Jesús volvió a aparecerse a siete de sus discípulos cuando estaban pescando junto al Mar de
Tiberiades. No habían pescado nada; les pidió que volvieran a echar la red y la sacaron llena de peces.
Entonces lo reconocieron, y comieron con él panes y peces (Jn 21,1-14). Tras esto, se relata una
conversación entre Jesús y Pedro, en la que interviene también el "discípulo amado" (Jn 21,15-23).
En la Biblia la resurrección más que una creencia se presenta como un hecho probado y documentado, con
testigos oculares. Tanto el concepto como ejemplos de resurrección aparecen en el antiguo como el nuevo
testamento. En la Biblia el término tiene el sentido de volver a la vida o reanimar como cuerpo físico, jamás
aparece el concepto de unión cuerpo/alma. En el Nuevo Testamento, se cuenta cómo Jesús resucita a varias
personas, como la hija de Jairo, poco después de morir; el hijo de la viuda de Naín, resucitado en su propia
procesión funeraria; o Lázaro, amigo personal de Jesús, que llevaba cuatro días enterrado. En el momento de
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la muerte de Jesús, y de acuerdo al Nuevo Testamento, se abrieron las tumbas, y varios muertos volvieron a
la vida.
Tras la resurrección de Jesús, muchas de las personas santas que habían muerto también salieron de sus
tumbas y entraron en Jerusalén, apareciéndose ante muchos, según el Evangelio según San Mateo. En el
nuevo testamento se afirma también que Jesucristo resucitó tres días después de su muerte (ver Mateo 28,
Marcos 16, Lucas 28, Hechos 10:40), y así también todos nosotros podremos resucitar (ver 1º Corintios
15:20-22; 1º Tesalonicenses 4:16). También los apóstoles y santos cristianos realizaron resurrecciones. San
Pedro resucitó a una mujer cuyo nombre era Dorcas, y San Pablo hizo lo mismo con un hombre llamado
Eutychus, que había muerto al dormirse en una ventana, según relata el libro de Hechos de los Apóstoles
También la Virgen María, según algunos grupos cristianos, fue subida en cuerpo y alma al Cielo (la
Asunción de María, que fue aprobada como dogma de fe en 1950 por la Iglesia Católica), aunque los autores
divergen sobre si la Virgen había muerto, o solo estaba en un estado similar al sueño (la Dormición de
María). En otras tradiciones, la asunción tiene lugar en Éfeso. Aquí vivió sus últimos días, bajo el cuidado de
San Juan Evangelista, siguiendo el precepto que le había dado Cristo en la Cruz "Hijo, aquí tienes a tu
Madre". Durante siglos, muchas personas han asegurado ver a la Virgen. En el Antiguo Testamento, se dice
que Eliseo resucitó a un muchacho. En cualquier caso, todas estas personas resucitadas murieron después.
También son interesantes los relatos bíblicos que cuentan como Enoch y el profeta Elías fueron llevados a la
presencia de Dios sin experimentar la muerte, y las creencias de que no se encontró la tumba de Moisés,
puesto que también fue resucitado. Ambos aparecen en el pasaje de la Transfiguración de Cristo. El profeta
Ezequiel tiene una visión del valle de los huesos secos, devueltos a la vida como un ejército, dentro de la
profecía que dice que la casa de Israel será un día devuelta a la vida para vivir en su tierra.
Hay que señalar que en el Judaísmo también tiene como principio de fe la Resurrección de los muertos. Una
famosa autoridad Judía, Maimónides, indicó trece principios de la fe judía, y la Resurrección es uno de
ellos, impreso en el libro de oraciones rabínicas hasta ahora. Es el principio décimo tercero y señala: Creo
con fe sincera que los muertos resucitarán, cuando Dios (sea bendito), lo desee. Sea el Nombre (de Dios)
bendito, y Su recuerdo se eleve por los siglos de los siglos". En la época de Jesús, había debates entre los
fariseos, que creían en la futura Resurrección, y los saduceos, que no lo hacían, sobre si existía una vida tras
la muerte, o podría existir una resurrección general. Jesús declaró estar de acuerdo con los fariseos. La
mayoría de las iglesias cristianas enseñan que habrá una resurrección general al "final de los tiempos".
Históricamente hablando, además de los evangelios, del resto de libros del Nuevo Testamento y de los
escritos cristianos apócrifos, existen unas pocas referencias a Jesús de Nazaret en escritos no cristianos
próximos a su época. La alusión más antigua no cristiana a Jesús de Nazaret se encuentra en la obra de
Flavio Josefo Antigüedades judías (escrita hacia los años 93-94 d.C.), más de medio siglo después de la
muerte de Jesús (alrededor de 30). Todavía en el siglo II las menciones son muy escasas. Ninguna de ellas
aporta información sustancial para conocer la vida o el mensaje de Jesús de Nazaret. Mucha información se
perdió durante la prohibición del cristianismo primitivo y el incendio de Jerusalén.
En el siglo IV surge en el ámbito cristiano una iconografía rica y exuberante que no encuentra su inspiración
únicamente en los Evangelios canónicos, cuyos relatos escuetos y sucintos permitían poco vuelo a la
imaginación artística. La fecundidad de las novedosas escenas tiene su origen en textos que se constituyeron
en fuente invalorable e ineludible para la iconografía cristiana tanto oriental como occidental: los Evangelios
apócrifos. Aunque tempranamente rechazados por la Iglesia por extravagantes y delirantes, crecieron –
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paradójicamente- al amparo de las autoridades eclesiásticas, quienes les otorgaron un lugar preponderante
dentro de los propios espacios sacros.
Evangelio apócrifo o extracanónico es el nombre dado a escritos surgidos en los primeros siglos del
cristianismo en torno a la figura de Jesús de Nazaret y que no fueron aceptados por la ortodoxia católica,
entre los que se encuentran los textos de Nag Hammadi, que son una colección de textos gnósticos de los
primeros cristianos descubiertos en el pueblo de Nag Hammadi, Egipto, en 1945. Ese año, 13 códices de
papiro forrados en cuero y enterrados en vasijas selladas fueron encontrados por campesinos locales.
Probablemente, la obra más famosa entre estos manuscritos es el Evangelio de Tomás, del cual, los códices
de Nag Hammadi contienen la única copia completa. Después del descubrimiento, se reconoció que
fragmentos de estos dichos de Jesús aparecían en manuscritos descubiertos en Oxyrhynchus en 1898, y que
había citas que aparecían en fuentes cristianas primitivas. Se ha propuesto una fecha de composición de los
originales griegos perdidos entre el siglo I y el siglo II aunque es un tema abierto de discusión. Los
manuscritos datan del siglo III y el siglo IV.
Capítulo IV
El Eclecticismo y el Escepticismo del Imperio Romano
Mientras tanto, debido al carácter recopilatorio al que llegaron, tanto la religión judeocristiana como la
filosofía (eclecticismo), la ciencia continuaba, mientras el Imperio romano de occidente todavía estaba
lejano de las crisis que lo llevarán a su ocaso. En este sentido, el mejor ejemplo es la obra de Cayo Plinio el
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Viejo (23-79 d.C.), autor de la "Historia Natural" recogida en 37 libros. El trabajo de Plinio es la mejor
recopilación de los conocimientos relacionados con las ciencias naturales -medicina, astronomía, geografía,
antropología-. Otro de los investigadores más importantes de estos años será Séneca, escritor muy fecundo
que se dedicó a numerosas disciplinas, incluso fue educador de Nerón. Escribió siete libros sobre
"Cuestiones naturales" que sirven como medio de conocimiento de la divinidad.
Entre los principales matemáticos y astrónomos encontramos a Claudio Ptolomeo, compilador de las
enseñanzas de la escuela de Alejandría. Volvió al sistema geocéntrico de Aristóteles y se dejó influir por las
supersticiones de su tiempo al considerar que los cuerpos celestes influyen en el destino de los seres
humanos. Su obra titulada "Almagesto" fue la más importante del campo astronómico hasta el siglo XV. En
la medicina destaca la personalidad de Claudio Galeno (129-principios del siglo III) del que conservamos
más de cien trabajos que serían traducidos en la Edad Media por árabes y judíos. Su obra "Arte Médica" sería
durante un largo tiempo considerada el mejor manual de medicina, continuando las enseñanzas de Hipócrates
y la gran medicina griega.
Se puede observar cómo el escepticismo fue ganando el pensamiento de Roma. Así, para Polibdio (126
a.C.) la religión romana no era sino un medio de mantener a la plebe en su ignorancia. Incluso Cicerón,
como hombre privado, habló pocas veces de los dioses, se mostró vacilante en cuanto a la inmortalidad del
alma y dejó a Trencio el cuidado de sacrificar a Esculapio cuando había sido curado de alguna enfermedad.
La influencia griega fue un corrosivo sensualista que desorientó el sentido práctico de Roma. Hubo, sin
embargo, un culto que se mantuvo vivo: el de los muertos. Construidas al borde de las vías romanas, las
tumbas recordaban a los transeúntes los misterios del destino del hombre y, para poder adornarlas, se legaban
por testamento jardines donde cultivar rosas y violetas. Los epitafios indicaban raras veces la incredulidad,
como éste: "Antes existía; ahora ya no existo", o el cinismo, como el siguiente: "Come, bebe, diviértete
mucho...". Generalmente se expresaba en ellos el deseo de que el muerto gozara de buena salud o bien que la
tierra le fuese ligera. Otras veces, se invitaba a los muertos en términos patéticos a que se aparecieran a los
vivientes durante sus sueños nocturnos. Gracias a ese culto de los muertos, el espíritu religioso se perpetuó,
transmitiéndose a una edad nueva.
Octavio, hijo adoptivo de Julio César, creó el Imperio, una entidad capaz de mantener un lazo común a
pesar de la multiplicidad de razas y naciones, y la religión debía ser en ella el más poderoso principio de
unión. Empezó por hacerse otorgar (27 a. C.) el nombre de Augusto y siguió el consejo que a los romanos
daba Horacio, de reconstruir los templos y santuarios de los dioses. En el año 28 a.C. gastó cerca de cien
millones de sestercios en el restablecimiento de las ceremonias tradicionales ya olvidadas y en la
reconstrucción de templos que la indiferencia o las guerras habían hecho caer en el olvido. Aumentó los
colegios de pontífices, favoreció a las vestales e hizo revivir las lupercales y las saturnales. Horacio escribió
versos acerca de la alianza de la piedad con la prosperidad y la dicha. El voluptuoso Ovidio se asombraba de
verse convertido en versificador del calendario religioso, y Virgilio escogió como héroe de su Eneida a un
sacerdote, el piadoso Eneas, ingeniándose para introducir en la trama de su poema cuanto tuviese relación
con los temas religiosos.
El nombre de Augusto entraba en las fórmulas deprecatorias; en las fiestas públicas y privadas se
pronunciaban brindis que hubieran muy bien podido tomarse por invocaciones, y muy pronto no bastaron
tales honores, y empezó a desarrollarse un verdadero culto. Las almas estaban preparadas para esa transición,
pues la filosofía había oscurecido la separación entre la naturaleza divina y el hombre, y los romanos
diéronse a imitar a los griegos bajo la dictadura de Julio César. En vida de éste, el Senado votó la
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construcción de un templo y la institución de juegos en su honor. Incluso un mes del año tomó su nombre, y
después de su muerte, el Senado y los comicios colocaron oficialmente el "Divus Iulius" entre los numerosos
dioses de la ciudad, dedicándosele un santuario en el foro. Si bien Augusto rehusó ser llamado dios, en la
práctica fue honrado como tal y aceptó que al mes llamado hasta entonces "sextilis" se le denominara
Augustus (Agosto). Después de muerto, el Senado le adjudicó honores divinos y se le construyó un templo
en su honor.
El culto imperial fue un hecho y los emperadores incluso fueron honrados en vida. Aun los más indignos
osaban llamarse hijos de Minerva, como Domiciano, o hermanos de Júpiter, como Calígula, Vitelio y
Domiciano. En las provincias, el culto del emperador, asociado al de la diosa Roma, adquirió una inmensa
importancia política y religiosa. No querer asociarse a él, como lo hicieron los cristianos, equivalía a dejar de
ser ciudadano y exponerse a implacables persecuciones. Pero este culto imperial era demasiado oficial para
que pudiese satisfacer las tendencias más profundas del alma humana: deseos de purificación, de expiación,
de unión con la divinidad, etc. Otras influencias iban a entrar en juego.
El culto de Isis y de Osiris arribó de Egipto. En el año 38 d.C. se construyó en el Campo de Marte un templo
consagrado a Isis. Desde entonces su culto se extendió por las provincias latinas del Imperio, pero sin
reclutar muchos adeptos entre la masa de los provincianos. Las dos fiestas más impresionantes eran las del
"navigium isido" y de la "inventio". La primera se celebraba el 5 de marzo. Cuando, al llegar la primavera,
comenzaba de nuevo la navegación, una procesión magnífica y extravagante se dirigía al mar. Abría la
marcha una mascarada de gente disfrazada, seguían luego los iniciados vestidos de blanco, antorcha en mano
o arrojando flores y, finalmente, los sacerdotes de afeitadas cabezas, llevaban las imágenes de los dioses y la
urna sagrada que contenía el agua del Nilo. Flautas y sistros acompañaban el canto de las plegarias. Cuando
llegaban a la orilla del mar se botaba una nave magníficamente adornada, consagrada a Isis. Todavía era más
emocionante "la invención de Osiris", en la que se conmemoraba la muerte del dios, las pesquisas de Isis
para hallarlo, su triunfo definitivo y su resurrección. Todos los años, en Roma, en los primeros días de
noviembre, los fieles lloraban la muerte de su dios. Se simulaban, con acompañamiento de cantos fúnebres,
los viajes de Isis en busca del cadáver de Osiris. Una vez hallado el cuerpo, se producía una explosión de
alegría, y los cantos de triunfo delirante sucedían a las lamentaciones. Desde los tiempos de Artajerjes, el
culto de Mitra, originario de Persia, se había extendido mucho por el Mediterráneo.
Destruido el imperio de Alejandro, los soberanos de los diversos estados nacidos de aquella
desmembración, se gloriaron de conservar cuanto les unía a la antigua Persia, y en consecuencia, el culto de
Mitra fue objeto de honores especiales. Los soldados, mercaderes y esclavos procedentes de provincias,
gradualmente incorporadas al Imperio Romano y diseminados por los diversos puntos del mundo conocido,
habían introducido el culto del dios persa. En tiempo de Heliogábalo (218 d.C.) se intentó elevar al dios
Baal, de Siria, a la categoría de divinidad soberana del imperio. Los monstruosos vicios de aquel príncipe y
los desmanes a que dieron lugar las fiestas del nuevo Sol, provocaron una reacción contra los cultos sirios.
No obstante, persistió la tendencia, que fue creciendo, a reconocer en el Sol la divinidad suprema y universal.
Estaba entonces de moda proclamar que todos los cultos se referían a la adoración de un solo dios bajo
nombres y ritos diferentes, conforme al genio de cada raza y de cada nación.
Por lo tanto, no podía haber religión alguna que fuese falsa, ni ritos desprovistos de significación. El
sacerdote de Isis podía ser gallo de Cibeles, y el devoto de Mitra podía participar de los misterios de Eleusis.
Alejandro Severo colocaba las estatuas de Jesucristo y de Abraham entre las de Orfeo y de los Lares, en
su oratorio privado. El Sol se había convertido en el símbolo de aquel dios supremo, origen de toda la vida,
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inmortal y omnipotente. En tiempos de Aureliano (270- 275 d.C.) el culto del "Sol invencible" triunfó,
incluso oficialmente. El emperador le hizo construir un templo magnífico en Roma, instituyó en su honor
espléndidos juegos y le colocó en la cumbre de la jerarquía divina, como el "Señor del Imperio Romano".
Alrededor del culto del Sol se concentró también la reacción pagana en los días de Juliano el Apóstata
(360-363 d.C.). Este período final de la religión romana, ilustra con elocuencia sobre la grandeza y la miseria
del Imperio Romano. Cuando el paganismo se estremecía en un postrero esfuerzo por hallar la verdad, los
discípulos de Cristo se disponían a enseñar el camino de la luz.
Constantino I el Grande (272 -337 d.C.) fue Emperador de los romanos desde su proclamación por sus
tropas el 25 de julio de 306, y gobernó un Imperio romano en constante crecimiento hasta su muerte.
Legalizó la religión cristiana por el Edicto de Milán en 313, Constantino es conocido también por haber
refundado la ciudad de Bizancio (actual Estambul, en Turquía), llamándola «Nueva Roma» o
Constantinopla. Convocó el Primer Concilio de Nicea en 325, que otorgó legitimidad legal al cristianismo
en el Imperio romano por primera vez. Se considera que esto fue esencial para la expansión de esta religión,
y los historiadores, desde Lactancio y Eusebio de Cesárea hasta nuestros días, le presentan como el primer
emperador cristiano, si bien fue bautizado cuando ya se encontraba en su lecho de muerte. Solo la Iglesia
Ortodoxa lo venera como santo.
Después de la división del Imperio Romano, Occidente quedó conformado por Hispania, Italia, Galia, la isla
de Gran Bretaña, el Magreb y las costas de Libia, mientras que Oriente estaba conformada por la península
de los Balcanes, (Anatolia) Oriente Próximo y Egipto, convirtiéndose con el tiempo en el Imperio bizantino
(ver siguiente capítulo), denominación tomada de Bizancio, antiguo nombre griego de su capital
Constantinopla. Honorio situó su capital en Milán. Ya desde hacía tiempo, la mitad occidental del Imperio
romano había estado sumida en continuas guerras civiles por el poder, con generales que se rebelaban cada
pocos meses y se auto-coronaban emperadores alternativos, especialmente en Britania y Galia. A este
complicado cuadro que hacía tremendamente difícil mantener el gobierno sobre el Imperio de Occidente se
unían las continuas injerencias de los pueblos bárbaros, que se oponían alternativamente a las órdenes de
unos u otros contendientes o rompían con todos entregándose al saqueo según les convenía.
Por todo ello, Occidente sufrió de forma mucho más contundente las consecuencias de la crisis del siglo III,
mientras que Oriente lograba recuperarse poco a poco, a pesar de las amenazas fronterizas de los godos y los
persas, debido a los ingresos procedentes de los ricos campos de Anatolia y Egipto, su mayor cohesión
interna y su población más abundante y menos golpeada por las guerras civiles, la corrupción y las pestes
como ocurría en Occidente. La crisis se apoderó de forma irreversible de Occidente cuando los visigodos
bajo el mando de Alarico I se dirigieron hacia Italia en el año 402 d.C. En un primer momento, el general
romano de origen vándalo Estilicón, una de las últimas grandes figuras militares de Occidente, logró derrotar
a Alarico I en la Batalla de Pollentia. Sin embargo, las tropas romanas ya no eran tan abundantes como en
tiempos anteriores y Estilicón sólo pudo reunir los hombres suficientes retirando buena parte de los que
vigilaban la frontera del río Rin. A resultas de ello, en la Navidad del 406 d.C., los vándalos, suevos, francos
y en menor medida los gépidos, alanos, sármatas y hérulos, cruzaron de forma masiva el río helado y se
extendieron como una plaga por toda la Galia y luego por Hispania, saqueando todas las ciudades a su paso.
Poco después Alarico I volvió a amenazar a Roma exigiendo el pago de importantes tributos, mientras en
Britania, un nuevo usurpador, se coronaba a sí mismo como Constancio III. Estilicón fue incapaz de atajar
la crisis y fue ejecutado en 408 d.C. Las tropas romanas abandonaron Britania mientras era invadida por
nuevos contingentes bárbaros con el fin de apaciguar la situación en la Galia, pero poco pudieron hacerlo.
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En todo el Imperio la autoridad romana se desmoronaba, y sólo las sucesivas capitales de Milán y Rávena
contaban con las fuerzas suficientes para defenderse adecuadamente. Con este cuadro, a Alarico le fue
relativamente fácil chantajear a la abandonada ciudad de Roma al sitiarla sucesivamente en 408 y 409 d.C.,
retirándose cuando obtenía el oro convenido con el Senado. Pero en el 410 d.C. no se le pudieron entregar las
4,000 piezas exigidas y Alarico ordenó saquear la ciudad. Tal hecho fue visto por los propios romanos como
el fin de una era y un ultraje inimaginable, pues la antigua gran capital del viejo Imperio caía ahora saqueada
por los bárbaros. Alarico se dirigió luego a Nápoles con intención de embarcarse hacia África, pero murió en
el camino. Sorprendentemente, Gala Placidia, hermana del emperador Honorio (refugiado en Rávena) que
había sido capturada en Roma, consiguió convencer a los visigodos para que firmasen la paz y se aliaran con
los romanos. Selló esta alianza casándose con el nuevo rey visigodo, Ataúlfo, al cual se le cedió la Aquitania
en 412 d.C. con el fin de que restableciera la autoridad romana sobre la Galia, y lo consiguió tras largas
guerras con otros pueblos bárbaros.
Posteriormente, los godos recibirían también el encargo de restablecer el orden en Hispania, lo que
consiguieron con una consecuencia: al expulsar a los vándalos de Hispania en 429 d.C., éstos se dirigieron a
África y la arrasaron, tomando Cartago. Allí se apoderaron de lo que quedaba de la flota romana y
aprendieron el arte de navegar, extendiendo su nuevo Imperio marítimo sin problemas por Córcega, Cerdeña,
parte de Sicilia y las Baleares. Saquearon también muchas ciudades, incluida de nuevo Roma en 455 d.C..
Los romanos perdían el dominio del mar y su principal reserva de cereales, en el Norte de África.
Reducido a la Galia, Italia y parte de Hispania, el decadente Imperio vivió una nueva amenaza, peor todavía
que las de los pueblos germánicos. Con la llegada de los hunos de Atila en 451 d.C., los romanos conocieron
la destrucción total, los saqueos sistemáticos y el genocidio de poblaciones enteras. El Ejército huno sólo
pudo ser expulsado de la Galia gracias al genio militar del último gran general romano, Flavio Aecio, que al
aliarse con los visigodos, los francos y los alanos, logró derrotar a los hunos y sus vasallos ostrogodos en la
Batalla de los Campos Cataláunicos. Sin embargo, Atila se recuperó e invadió Italia en 452 d.C.,
deteniéndose sólo ante las puertas de Roma cuando el papa León I Magno se entrevistó con él. Dos años más
tarde, el Emperador Valentiniano III, envidioso y celoso de los éxitos de Aecio, decidió ejecutar a Aecio,
deshaciéndose de su mejor general y condenando de forma definitiva al Imperio occidental a la destrucción.
En el año 451 d.C., el debilitamiento del Imperio era evidente.
El rey huno Atila, había estado arrasando Europa y el Imperio de Oriente. Una carta de amor por parte de la
hermana del emperador occidental, (Valentiniano III), Honoria, pedía al bárbaro que la rescatara de los
muros de Roma y se casara con ella. Atila, viendo las ventajas que ello podría conllevar, marchó contra
Roma. El general romano Flavio Aecio, conocido como "el último gran romano", marchó hacia la frontera,
en Galia, y estableció alianzas con diferentes tribus bárbaras (Visigodos, francos, alanos, burgundios y
sármatas) en lo que se estima un ejército de alrededor de entre 100,000 y 200,000. Atila, con un ejército
numéricamente superior, formado por hunos, ostrogodos, gépidos, hérulos y turingios, de medio millón de
hombres, avanzó. Fue así como el 20 de junio del año 451 d.C., se enfrentaron en los Campos Cataláunicos.
La batalla de los Campos Cataláunicos sería épica.
Se calcula que las bajas fueron cuantiosas en ambos bandos, siendo un total de 300,000 muertos. La victoria
se inclinaría a favor de Aecio, tras derrotar moralmente a un, hasta ahora, invencible Atila. En el año 452
d.C. Atila lanzaría una poderosa contra-ofensiva que lo llevaría hasta las mismas puertas de Roma. Allí, el
papa León I se reunió en secreto con él, y tras esto, Atila ordenó la retirada de sus tropas sin ninguna
explicación. Todavía no se sabe qué pasó entre ellos dos. Dentro de poco, las fuerzas de Atila serían
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aniquiladas por una gran peste y los hunos desaparecerían. Tras la desaparición de Atila, Valentiniano III
comenzó a dudar de la importancia de Aecio, y de su lealtad, asesinándolo a traición el 454. Un año después,
en el 455 d.C., el senador Petronio Máximo, junto a amigos de Aecio, asesinaron a Valentiniano III y
tomaron el poder. En el 455, el rey bárbaro Genserico desembarcó en Italia y saqueó Roma, matando a
Petronio Máximo.
En resumidas cuentas: las filosofías de transición, la rebelión de los esclavos, la invasión de los bárbaros y el
advenimiento del cristianismo, junto a las guerras, la peste, la crisis económica y la pobreza, causaron la
Caída del Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C., justo cuando el último emperador romano de
Occidente, Rómulo Augusto, fue depuesto por su ejército godo al mando de Odoacro, mandado a un exilio
dorado con una sustanciosa pensión y las insignias imperiales enviadas a Constantinopla, capital del Imperio
Romano de Oriente, más conocido como Bizancio que habría de sobrevivir mil años más. Sin derramamiento
de sangre, sin violencia, con este acto burocrático dejó el Imperio Romano de Occidente de existir. Rómulo
"Augústulo" fue depuesto por su ejército, el ejército "romano", un ejército en el que no había ni un solo
romano, ni siquiera un solo italiano, porque todo el ejército, desde el último recluta hasta sus generales,
estaba compuesto por mercenarios bárbaros pertenecientes a las tribus bárbaras cristianizadas. Estos hombres
no hicieron más que firmar el acta de defunción del cadáver llamado Imperio Romano, y no podemos olvidar
que fueron ellos los únicos que defendieron el Imperio contra Atila. Las ideas de hordas bárbaras
incendiando el Imperio son exageraciones nacidas en la literatura romántica del siglo XIX.
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Capítulo V
Imperio Romano de Oriente y Feudalismo
Surgió un nuevo Imperio romano llamado Bizantino, que es el término historiográfico utilizado desde el
siglo XVIII para referirse al Imperio romano de Oriente. La capital de este imperio cristiano se encontraba
en Constantinopla, En tanto que continuación de la parte oriental del Imperio romano, su transformación en
una entidad cultural diferente de Occidente puede verse como un proceso que se inició cuando el Emperador
Constantino I el Grande trasladó la capital a la antigua Bizancio (que entonces rebautizó como Nueva
Roma, y más tarde se denominaría Constantinopla). Continuó con la escisión definitiva del Imperio en dos
partes tras la muerte de Teodosio I, en 395 d.C., y la posterior desaparición, en 476 d.C., del Imperio romano
de Occidente; y alcanzó su culminación durante el siglo VII, bajo el emperador Heraclio I, con cuyas
reformas (sobre todo, la reorganización del Ejército y la adopción del griego como lengua oficial), el Imperio
adquirió un carácter marcadamente diferente al del viejo Imperio romano desde su fundación.
Bizancio pues, fue re-fundada por Constantino I el Grande en el 330 d.C, aunque Bizancio era una colonia
griega desde la antigüedad, renombrada Constantinopla, que fue la capital y el centro de la cultura clásica
del Imperio Romano de Oriente o Imperio bizantino. -17 años después de que el Nuevo Imperio Romano de
Oriente adoptara oficialmente el cristianismo-.
Constantinopla es actualmente la ciudad turca de Estambul. Durante diez siglos (V-XV) resistió todos las
tentativas de conquista de sus diferentes enemigos, hasta que su caída en manos de los turcos otomanos el 29
de mayo de 1453, marcó su fin de ciudad greco-romano-bizantina e inició el de ciudad otomana, con el
nombre de Estambul. Se encontraba en un lugar estratégico, desde donde se podía controlar la navegación
entre Europa Oriental, los Balcanes, el Egeo, el norte de África (incluyendo a Egipto y Asia Menor). Según
Polibio en Historias, la ubicación por tierra no era tan favorable, pero por el mar controlaban la entrada al
Ponto, por lo que nadie podía pasar sin su consentimiento. La zona del Ponto era rica en artículos de primera
necesidad como ganados, esclavos y otras mercaderías de primera calidad como miel, cera y pescado salado,
además de gran variedad de vinos y trigo.
Pero desde antes, a lo largo de su historia, el Imperio bizantino sufrió numerosos reveses y Bizancio sufrió,
como toda la Grecia, la tutela de Roma. La ciudad entró entonces en cierta decadencia, a pesar de que el
tema de la pobreza de las ciudades griegas de Asia en esta época era un tópico. Durante las Guerras
Macedónicas, entre Roma y Filipo V, los romanos otorgaron a Bizancio el título de confederada, por su
ayuda. Bizancio apeló a Roma para solucionar disputas internas, y los romanos enviaron a Pisón, más bien
como conquistador que como aliado. En año 191 a. C. la ciudad pasó a ser aliada de Roma, que la reconoció
como ciudad libre, aunque posteriormente perdió dicho estatus (100 a. C.). El emperador Claudio (10 a.C. al
54 d.C.) rebajó temporalmente el tributo de la ciudad por las pérdidas de esta en la guerra contra los tracios.
Vespasiano (del 9 a.C al 79 d.C.) la incorporó a la provincia romana de Tracia. El período Antonino
constituyó una época de apogeo económico, aunque la ciudad no recobró su pasado esplendor. La
correspondencia de Trajano (53-117 a. C.) con Plinio el Joven, parece describir una ciudad desarrollada,
cosmopolita, por la multitud de viajeros quienes se apretaban en los puertos y en los mercados. La ausencia
de muchas ciudades importantes en Tracia justificó, probablemente, la política de los emperadores del siglo
II. que aspiraban a urbanizar el interior de esta provincia considerada muy vasta y sobre todo salvaje. Vieja
fundación griega, Bizancio apareció entonces como uno de los polos de helenismo local (con Perinto, sobre
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todo). Así es como los emperadores parece que velaron por la prosperidad de estas ciudades litorales en el
siglo II.
Todo cambió, como consecuencia de la guerra civil que estalló tras el asesinato de Cómodo en el 192 d.C.
En esta época, Bizancio se vio envuelta en la disputa entre el emperador romano Lucio Septimio Severo y
Cayo Pescennio Níger, tomando partido por este último. Debido a esto, Severo sitió la ciudad, donde
resistían los partidarios de Níger. Después de un asedio de tres años, memorable por la habilidad y la
tenacidad del ataque, y sobre todo por la defensa, los bizantinos se rindieron. El vencedor, irritado, hizo
masacrar a la guarnición y a los magistrados, saqueó y destruyó sus murallas y desmanteló la ciudad, la
despojó de todos sus privilegios y dejó de tener un gobierno local; la dejó en el estado de una simple aldea,
sometiéndola, con todos sus territorios, a la ciudad vecina y rival de Perinto, su metrópolis hasta
Constantino. Severo dejó Bizancio en tal estado de ruina y de desolación que según Dión Casio, historiador
contemporáneo que la visitó en esa época, se habría podido pensar que había sido tomada no por los
romanos, sino por los bárbaros. Sin embargo, poco tiempo después el propio Severo, suavizó el castigo a
instancias de su hijo Caracalla. La hizo reconstruir en gran parte, la embelleció con termas, pórticos y otros
edificios y le dio el nombre de 'Augusta Antonina en honor de Caracalla. Caracalla restauró los derechos de
la ciudad y de sus habitantes.
El nuevo nombre no tuvo éxito y en cuanto Caracalla murió, la ciudad retomó su nombre original. El papel
de la ciudad se rodea de misterio durante el episodio de las incursiones godas (desde 238 d.C.). Despojada de
sus célebres murallas desde 196, Bizancio estaba sin defensa contra las expediciones de los bárbaros llegados
por Tracia y por el Bósforo. Sin embargo, fue poco o nada golpeada por estas razzias, al contrario que
muchas ciudades de la Propóntide. De hecho, se piensa que la ciudad concluyó algún acuerdo con los
invasores.
El siglo III es un período poco documentado de la historia de la ciudad, aunque las fuentes habituales tales
como Dión Casio, Herodiano y la Historia de Augusto se refieren a Bizancio a veces. La ciudad se encontró
a menudo, en el camino de las diversas expediciones contra los partos, después contra sus sucesores, los
persas, dirigidas por los emperadores. Conservó su privilegio de acuñación monetaria hasta el reinado de
Galieno (253-260), quien se lo quitó lo mismo que a otras ciudades. Este privilegio mucho tiempo
conservado testimonia cierta importancia de la ciudad.
Después fue reconstruida de nuevo, pero en 262 d. C. el emperador Galieno se volvió a ensañar con la
ciudad. Ordenó una matanza de ciudadanos y todas las familias antiguas, excepto las que no se encontraban
en la ciudad. Fue reconstruida poco tiempo después bajo el sucesor de Galieno, Claudio II (emperador que
gobernó sólo del 268-270 d.C.), mientras los bizantinos luchaban contra los godos. Puesta en juego en las
luchas entre los tetrarcas, que siguieron a la abdicación (305 d. C.) de Diocleciano, se reforzaron las
murallas de Bizancio y ésta tomó partido, sucesivamente por Maximino Daya (308-313 d. C.) y el de
Licinio (308-324 d.C.), quien se retiró allí después de la batalla de Adrianópolis y fue asediado por
Constantino hasta que la ciudad se rindió.
La primera iglesia de la ciudad se atribuye a Andrés el Apóstol, quien, según Orígenes, fue el primer obispo
de la ciudad. Constantino quedó como único emperador, en 324 d.C. Bizancio fue incluida en el proyecto de
reajuste geográfico del imperio concretado por él. Entre 324 y 330, éste dio carta blanca a sus equipos de
arquitectos y de decoradores para embellecer la vieja ciudad griega y darle el rango de residencia imperial.
La ciudad fue adornada con numerosas obras de arte, seleccionadas y enviadas desde todas las provincias del
imperio.
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El 11 de mayo 330, se celebró la ceremonia que ratificó la creación de la ciudad de Constantino:
Constantinópolis/Constantinopla.
El Imperio Bizantino gozó de una gran prosperidad económica, gracias a una floreciente agricultura y a la
vitalidad del comercio mediterráneo. Es a partir de Hieronymus Wolf (1557d.C.), cuando comienza a
hablarse de la «historia del imperio bizantino» y de los «bizantinos» para designar al Imperio Romano de
Oriente, y a sus habitantes después del 330 d.C. Los interesados nunca habrían soñado con llamarse así ellos
mismos. El término bizantino es una invención de la historiografía humanista occidental y cristiana, que se
sentía comprometida en la rehabilitación de los valores filosóficos de la Antigüedad, y que, no pudiendo
tener éxito directamente frente al dogmatismo de la iglesia católica, se aferró al césaro-papismo de Bizancio.
Esta terminología no se impuso hasta el siglo XVII. Recordemos que Montesquieu, por ejemplo, la
empleaba. Desdichadamente, la rivalidad entre oriente y occidente tuvo un efecto nocivo, dando a Bizancio
la visión de un imperio anclado en su dogmatismo muchas veces intolerante y hasta corrompido.
Así pues, su herencia científica, filosófica, y literaria fue atribuida íntegramente a los árabes, como si a través
de éste Imperio del Islam, nunca hubiera existido el Imperio Bizantino, o mejor dicho, el Imperio Romano de
Oriente. Cualesquiera que fueran sus lenguas maternas, los «Bizantinos» eran designados con el término
«Romaioi», es decir «Romanos», porque ante sus ojos el Imperio Romano había perdido el Occidente, pero
continuaba en el Imperio Romano de Oriente.
Se encuentra el término también en los musulmanes, que hablaban de «Rüm» y de «Rumi». En cuanto a la
capital del imperio, se llamaba oficialmente Constantinopla, pero sus habitantes decían sencillamente «polis»
(= la ciudad), de donde procede el nombre turco «Istanbul».
Las cruzadas fueron de tremenda importancia ya que estas ayudaron a despertar la Europa occidental de su
sueño feudal, desparramando clérigos, guerreros, trabajadores y una creciente clase de comerciantes por todo
el continente, aumentaron la demanda de artículos extranjeros, arrebataron de las manos musulmanas la ruta
del mediterráneo e hicieron de ella otra vez la gran vía de tráfico entre este y oeste, que había sido en los
tiempos antiguos.
A la par de las pretensiones de saquear ciudades con la bandera de la fe, los cruzados fueron los primeros en
propiciar las primeras semillas de una nueva clase social, llamada “los comerciantes”, en cuyo caso estos
fueron evolucionando con el tiempo, estableciendo una ruptura mercantil.
Esta clase de personas que vivían del comercio, con el tiempo se les llamo burgueses, o sea la clase media
liberal que estaba en acenso, que eventualmente fueron los primeros artesanos o campesinos que empezaron
a liberarse del sistema feudal.
La tierra en la sociedad feudal consistía en tres clases, clérigos, guerreros y trabajadores, con estos últimos
al servicio de las dos primeras, la eclesiástica y la militar, prevaleciendo una injusta situación a que se ve
sometido el siervo: menos maltratado, es verdad, que el esclavo de otros siglos, pero, de todos modos,
desposeído de todo derecho personal. Los comerciantes, esta nueva clase burguesa producto de la liberación
feudal, estableció el mercado libre.
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Ahora bien, el sistema feudal europeo tiene sus antecedentes en el siglo V, al caer el Imperio romano de
occidente. El colapso del Imperio acaeció básicamente por su extensión y la incapacidad del emperador para
controlar todas sus provincias, sumado a las cada vez más numerosas incursiones de pueblos bárbaros que
atacaban y saqueaban las provincias más retiradas del imperio. Esto provocó que los emperadores
necesitaran gente para defender sus grandes terrenos y contrataran caballeros o nobles (precursores del
modelo de señor feudal), éstos contrataran vasallos, villanos, etc. Se llegó incluso a contratar a jefes y tropas
mercenarias de los mismos pueblos "bárbaros". A partir del siglo X no queda resto de imperio alguno sobre
Europa. La realeza, sin desaparecer, ha perdido todo el poder real y efectivo, y sólo conserva una autoridad
sobrenatural remarcada por las leyendas que le atribuyen carácter religioso o de intermediación entre lo
divino y lo humano. Así, el rey no gobierna, sino que su autoridad viene, a los ojos del pueblo, de Dios, y es
materializado e implementado a través de los pactos de vasallaje con los grandes señores, aunque en realidad
son éstos quienes eligen y deponen dinastías y personas. En el plano micro, los pequeños nobles mantienen
tribunales feudales que en la práctica compartimentalizan el poder estatal en pequeñas células.
La Iglesia Católica abarcadora de todos los bienes llamados limosnas, conocedora de la fragilidad de los
reinos y del poder que ella misma tiene en esa situación, durante los concilios de Charroux y de Puy
consagra a los prelados y señores como jefes sociales y sanciona con graves penas la desobediencia de estas
normas. Los señores, a partir de ese momento, "reciben el poder de Dios" y deben procurar la paz entre ellos,
pacto que deben renovar generación tras generación. Se conforma así un modelo en el que la "gente armada"
adquiere determinados compromisos sobre la base de juramentos y deben proteger el orden creado, y los
eclesiásticos que forman la moral social y se encuentran salvaguardados por los señores.
El castillo encaramado sobre un alto será la representación del poder y la fuerza. En principio, baluarte que
se daban las poblaciones para protegerse de las depredaciones. Luego, hogar del señor y lugar de protección
de los vasallos en los conflictos. Desde allí se administra justicia a todos cuantos se encuentran sujetos. En
un principio, las personas libres están sometidas a unas mínimas normas de obediencia, defensa mutua y
servicios prometidos. Los demás son siervos. En los países donde la dominación romana duró más tiempo
(Italia, Hispania, Provenza), las ciudades se conservan, si bien con menor importancia numérica, pero a salvo
de señoríos. En los países, más al norte, donde los romanos se asentaron menos tiempo o con menor
intensidad, la reducción de la población en las ciudades llegó a hacer desaparecer los pocos núcleos
importantes que había y el feudalismo se implanta con más fuerza.
La sociedad se encuentra entonces con tres órdenes que, según la propia Iglesia, son mandatos de Dios y, por
tanto, fronteras sociales que nadie puede cruzar. La primera clase u orden es la de los que sirven a Dios, cuya
función es la salvación de todas las almas y que no pueden encomendar su tiempo a otra tarea. La segunda
clase es la de los combatientes, aquellos cuya única misión es proteger a la comunidad y conservar la paz. La
tercera clase es la de los que laboran, que con su esfuerzo y trabajo deben mantener a las otras dos clases.
Dos instituciones eran claves para el feudalismo: por un lado el vasallaje como relación jurídico-política
entre señor y vasallo, un contrato sinalagmático (es decir, entre iguales, con requisitos por ambas partes)
entre señores y vasallos (ambos hombres libres, ambos guerreros, ambos nobles), consistente en el
intercambio de apoyos y fidelidades mutuas (dotación de cargos, honores y tierras -el feudo- por el señor al
vasallo y compromiso de auxilium et consilium -auxilio o apoyo militar y consejo o apoyo político-), que si
no se cumplía o se rompía por cualquiera de las dos partes daba lugar a la felonía, y cuya jerarquía se
complicaba de forma piramidal (el vasallo era a su vez señor de vasallos); y por otro lado el feudo como
unidad económica y de relaciones sociales de producción, entre el señor del feudo y sus siervos, no un
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contrato igualitario, sino una imposición violenta justificada ideológicamente como un quid pro quo de
protección a cambio de trabajo y sumisión. Por tanto, la realidad que se enuncia como relaciones feudovasalláticas es realmente un término que incluye dos tipos de relación social de naturaleza completamente
distinta, aunque los términos que las designan se empleaban en la época (y se siguen empleando) de forma
equívoca y con gran confusión terminológica entre ellos:
El vasallaje era un pacto entre dos miembros de la nobleza de distinta categoría. El caballero de menor rango
se convertía en vasallo (vassus) del noble más poderoso, que se convertía en su señor (dominus) por medio
del Homenaje e Investidura, en una ceremonia ritualizada que tenía lugar en la torre del homenaje del castillo
del señor. El homenaje (homage) -del vasallo al señor- consistía en la postración o humillación
-habitualmente de rodillas-, el osculum (beso), la inmixtio manum -las manos del vasallo, unidas en posición
orante, eran acogidas entre las del señor-, y alguna frase que reconociera haberse convertido en su hombre.
Tras el homenaje se producía la investidura -del señor al vasallo-, que representaba la entrega de un feudo
(dependiendo de la categoría de vasallo y señor, podía ser un condado, un ducado, una marca, un castillo,
una población, o un simple sueldo; o incluso un monasterio si el vasallaje era eclesiástico) a través de un
símbolo del territorio o de la alimentación que el señor debe al vasallo -un poco de tierra, de hierba o de
grano- y del espaldarazo, en el que el vasallo recibe una espada (y unos golpes con ella en los hombros), o
bien un báculo si era religioso.
La encomienda, encomendación o patrocinio (patrocinium, commendatio, aunque era habitual utilizar el
término commendatio para el acto del homenaje o incluso para toda la institución del vasallaje) eran pactos
teóricos entre los campesinos y el señor feudal, que podían también ritualizarse en una ceremonia o -más
raramente- dar lugar a un documento. El señor acogía a los campesinos en su feudo, que se organizaba en
una reserva señorial que los siervos debían trabajar obligatoriamente (sernas o corveas) y en el conjunto de
las pequeñas explotaciones familiares (mansos) que se atribuían a los campesinos para que pudieran
subsistir. Obligación del señor era protegerles si eran atacados, y mantener el orden y la justicia en el feudo.
A cambio, el campesino se convertía en su siervo y pasaba a la doble jurisdicción del señor feudal: en los
términos utilizados en España en la Baja Edad Media, el señorío territorial, que obligaba al campesino a
pagar rentas al noble por el uso de la tierra; y el señorío jurisdiccional, que convertía al señor feudal en
gobernante y juez del territorio en el que vivía el campesino, por lo que obtenía rentas feudales de muy
distinto origen (impuestos, multas, monopolios, etc.). La distinción entre propiedad y jurisdicción no era en
el feudalismo algo claro, pues de hecho el mismo concepto de propiedad era confuso, y la jurisdicción,
otorgada por el rey como merced, ponía al señor en disposición de obtener sus rentas. No existieron señoríos
jurisdiccionales en los que la totalidad de las parcelas pertenecieran como propiedad al señor, siendo muy
generalizadas distintas formas de alodio en los campesinos. En momentos posteriores de despoblamiento y
refeudalización, como la crisis del siglo XVII, algunos nobles intentaban que se considerasen despoblados
completamente de campesinos un señorío para liberarse de todo tipo de cortapisas y convertirlo en coto
redondo reconvertible para otro uso, como el ganadero.
Junto con el feudo, el vasallo recibe los siervos que hay en él, no como propiedad esclavista, pero tampoco
en régimen de libertad; puesto que su condición servil les impide abandonarlo y les obliga a trabajar. Las
obligaciones del señor del feudo incluyen el mantenimiento del orden, o sea, la jurisdicción civil y criminal
(mero e mixto imperio en la terminología jurídica reintroducida con el Derecho Romano en la Baja Edad
Media), lo que daba aún mayores oportunidades para obtener el excedente productivo que los campesinos
pudieran obtener después de las obligaciones de trabajo -corveas o sernas en la reserva señorial- o del pago
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de renta -en especie o en dinero, de circulación muy escasa en la Alta Edad Media, pero más generalizada en
los últimos siglos medievales, según fue dinamizándose la economía-. Como monopolio señorial solían
quedar la explotación de los bosques y la caza, los caminos y puentes, los molinos, las tabernas y tiendas.
Todo ello eran más oportunidades de obtener más renta feudal, incluidos derechos tradicionales, como el ius
prime noctis o derecho de pernada, que se convirtió en un impuesto por matrimonios, buena muestra de que
es en el excedente de donde se extrae la renta feudal de forma extraeconómica (en este caso en la
demostración de que una comunidad campesina crece y prospera).
La división en tres órdenes se subdividía a su vez en estamentos compactos y perfectamente delimitados. En
una primera división, se encuentra el grupo de los privilegiados, todos ellos señores, eclesiásticos o
caballeros. En la cúspide se hallaba el Rey, después el Alto Clero integrado por arzobispos, obispos y abades
y el Bajo Clero formado por los curas y sacerdotes, y por último la nobleza. Es este grupo de privilegiados el
que forma los señores y los caballeros, y éstos últimos a su vez podían ser señores de otros caballeros,
dependiendo de su poder y de la capacidad de subinfeudar sus tierras. El Alto Clero, además de las tareas que
dentro de los tres órdenes le habían sido encomendadas, la guía espiritual y sostener la doctrina moral que
mantenía el feudalismo, podían ser a su vez señores y entregar parte de sus bienes para la defensa de su
comunidad. Los privilegiados no pagaban impuestos. Los no privilegiados eran la burguesía, los artesanos,
los sirvientes y los campesinos, que se subdividían a su vez en colonos y aldeanos. A éstos correspondía el
sometimiento a la tierra y, por tanto, a quien de ella dependiera, trabajándola y entregando una parte de sus
frutos al señor, o bien, en el caso de artesanos y burgueses, debían obediencia a quien les garantizaba la
defensa de la ciudad y la entrega de bienes o dinero.
Los eclesiásticos El Alto Clero estuvo siempre dominado por el episcopado, cuyos poderes terrenales eran
equiparables a los de cualquier señor laico. En un primer momento, los monjes, todos pertenecientes al Bajo
Clero, quedaban dentro del ámbito de poder de los obispos; más tarde, serían los abades quienes terminarían
por delimitar su autoridad sobre los miembros de las órdenes monásticas, quedando los sacerdotes en el
ámbito de la diócesis episcopal. En las abadías, se fueron perfilando modelos distintos: por un lado, aquéllas
que no eran poseedoras de grandes propiedades y que dependían para su supervivencia de las limosnas de los
fieles, y de algunos predios entregados por los señores del lugar para garantizar el sustento de la comunidad
religiosa. La necesidad de dinero favorece que sea en este instante en el que la figura de la limosna es
ensalzada como deber fundamental para el creyente y camino para la salvación del alma. Otros monasterios
poseían extensas propiedades y el abad actuaba como un señor feudal, en algunos casos incluso nombrando
caballeros que le protejan o favoreciendo la creación de órdenes religioso-militares de gran poder. Sea como
fuere, en éstos el dinero proviene de las rentas que son entregadas por los siervos, generalmente en especie,
así como de las aportaciones, muchas de ellas generosas, y a veces interesadas, de otros señores.
La necesidad de mantener una buena relación con el abad de un monasterio poderoso favorecerá que otros
señores entreguen ofrendas de alto valor y ayuden a la construcción y embellecimiento de iglesias y
catedrales que simbolizaban el poder. El diferente destino de los eclesiásticos venía determinado por su
ascendencia social. Se trata del estamento social más abierto, pues cualquier persona libre puede
incorporarse al mismo pagando una cantidad de dinero dote. Éste será el elemento que determine dentro del
estamento la posición que, efectivamente, va a ocupar cada uno. Los hijos de los señores que se integran
dentro de la iglesia aportarán cuantiosas sumas que garantizan, no sólo su supervivencia de por vida, sino un
incremento patrimonial notable para el cabildo catedralicio o monasterio en el que se integran, y un rango
alto de los donantes dentro del sistema. Son éstos los que ocuparán más tarde los cargos obispales. Por otro
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lado, los clérigos serán los hijos de los campesinos y, en general, de los no privilegiados, y cuyas funciones,
además de las religiosas, estarán limitadas al ora et labora. Esta práctica degeneró en la práctica de
compraventa de cargos eclesiásticos llamada simonía.
La obligación primordial del vasallo era cumplir con los deberes militares, sobre todo la defensa del señor y
sus bienes, pero también la defensa del propio feudo y de los siervos que en él se encontraban. Una
obligación pareja era aportar una parte mínima de los tributos recaudados al señor para engrandecer sus
propiedades. El caballero no tenía en realidad un dueño, ni estaba sometido a poder político alguno, de ahí
que se encontrasen caballeros que luchaban en las filas de un rey un día, y al siguiente en las de otro. Su
deber real era para con el señor a quien le unía un espíritu de camaradería. En el siglo IX aún se usaba el
término milites para hacer referencia a los caballeros, aunque pronto los idiomas locales fueron gestando
términos propios que se agrupaban en "jinetes" o "caballeros". Su importancia fue en aumento al prescindirse
cada vez más de la infantería. El caballero debía proveerse de caballo, armadura y armas, y disponer de
tiempo de ocio para cumplir su misión.
Aunque abierto al principio, el estamento de los caballeros tendió a cerrarse, convirtiéndose en hereditario.
Con el tiempo, los caballeros eran ordenados al terminar la adolescencia por un compañero de armas en una
ceremonia sencilla. En este momento ya no importa la fortuna, sino la ascendencia, creándose diferencias
notables entre los mismos. Los más pobres disponen de un pequeño terreno, y ocupan su tiempo entre las
labores propias del campesino y la guerra. Los más poderosos, que disponen de tierras y fortuna, comenzarán
a formar la auténtica nobleza, concentrando poder económico y militar.
En los reinos peninsulares, los reyes, siempre necesitados de tropa para enfrentarse a los moros, promueven
la caballería entre sus súbditos de modo muy sencillo: Se denominaba caballero aquél capaz de mantener un
caballo, cosa para la que se requería una mínima fortuna, pues el caballo no sirve para las tareas del campo.
Al cabo de tres o cuatro generaciones, manteniendo un caballo, se adquiría la calidad de hidalgo (hijo de
alguien). Ésta es la razón por la que Alonso Quijano, don Quijote, tuviera un caballo flaco: para seguir
llamándose hidalgo y el hecho de que quisiera ser armado "caballero", una burla más de Cervantes que
entendían quienes, en la época, sabían que hidalgo era más que caballero. Tener un caballo suponía poder
participar en las guerras del rey y, comportándose valientemente, optar a la posibilidad de que el rey le
concediera mercedes. Esta organización, mucho más permeable socialmente, tuvo dos consecuencias:
fortalecer el poder real frente a los nobles, puesto que el rey tenía ejércitos sin necesitar su ayuda, y haciendo
más fuerte el poder real, hacer más poderoso el país, como así ocurrió. Véanse las guerras civiles entre Pedro
I de Castilla y su hermanastro Enrique, cómo el primero se apoya en las ciudades y el segundo en los nobles,
pero cambia de bando hacia las ciudades cuando derrota y mata a Pedro.
El conjunto de laicos libres que no pertenecen a la reducida categoría caballeresca son los no privilegiados en
cuyo trabajo descansa el orden económico del feudalismo. El más numeroso grupo lo forman los
campesinos libres, que trabajan la tierra, generalmente ajena, o pequeñas parcelas propias. Entre éstos sigue
habiendo diferencias, según se sea labrador que dispone de una yunta de bueyes o mero peón. En algún caso
singular, campesinos libres llegan a poseer grandes extensiones que les permitirán más tarde llegar a la
condición de terratenientes y, de ahí, a nobles, pero serán situaciones excepcionales. En cualquier caso, lo
que les distingue como estamento, como siervos, es su situación de dependencia frente a un señor que no han
elegido y que tiene sobre ellos el poder de distribuir la tierra, administrar justicia, determinar los tributos,
exigirles obligaciones militares de custodia y protección del castillo y los bienes del señor y apropiarse como
renta feudal de una parte sustancial del excedente, en trabajo, en especie (porcentajes de la cosecha) o dinero.
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Los villanos; recibían este nombre los habitantes de las villas dedicados a la agricultura. Se distinguían dos
clases: los siervos (siervo) y los campesinos libres. Los siervos no eran dueños de sus tierras. Formaban parte
de la tierra, por lo cual se les llamaba siervos de la gleba. No podían abandonar la tierra sin consentimiento
del señor, lo mismo para contraer matrimonio. Se les podía vender junto con la tierra. Tenían, además, que
pagar por la tierra que cultivaban y servir gratis al señor. Los campesinos libres podían cambiar de lugar,
contraer matrimonio, transmitir sus bienes. Sin embargo, estaban obligados al servicio militar y a pagarle al
señor impuestos en dinero o en especie por el uso de la tierra. La vida de los villanos era muy dura. A
menudo se veían acosados por el hambre y la peste. El sistema feudal, desde el punto de vista político, inicia
su decadencia al comenzar las Cruzadas. Aun cuando desde el punto vista social y económico en algunos
países persiste hasta nuestros días. El predominio absolutista de los reyes y con la adquisición de libertades
por parte de las ciudades termina de poner fin al sistema.
Las invasiones que sufre Europa durante más de cien años (normandos, musulmanes, eslavos) con la caída
del Imperio romano y el posterior debilitamiento del Imperio carolingio frenarán la actividad económica
hasta las puertas del año 1000. Es en este momento cuando se extienden modernas técnicas agrícolas que,
existiendo anteriormente, habían quedado reducidas a pocos espacios territoriales. Entre ellos cabe destacar
el aumento en el uso de los molinos de agua como fuerza motriz y de las acequias para riego, extendiendo los
cultivos y liberando mano de obra. Además, mejoran los métodos de enganche de los animales,
especialmente el caballo y el buey, cuya cría aumenta de manera notable y permitirá disponer de animales de
tiro en abundancia. Los instrumentos de uso agrícola, como el arado o la azada, generalmente de madera, son
sustituidos por otros de hierro.
La explotación agraria feudal era de subsistencia. Los siervos cultivaban lo suficiente para mantenerse a sí
mismos y para pagar los diezmos a la Iglesia y la renta al señor. De la recolecta se separaban también las
semillas necesarias para la siguiente siembra. Los mercados urbanos se abastecían con las porciones de los
diezmos y la renta. Los cultivos se organizaban en torno a las poblaciones en tres anillos. El primero y más
cercano a la población se dedicaba a las frutas y hortalizas. El segundo era para los cereales, principal
sustento de la época. El tercer núcleo eran tierras de pasto y monte explotadas de forma comunal. Los pastos
comunales limitaban por tanto la expansión de las tierras de cereales e impedían ampliar la extensión
cultivada según la demanda de la población. La rotación de cultivos era el principal sistema utilizado para
evitar el deterioro de la tierra. Este método consiste en dejar en barbecho (es decir, sin cultivar) una parte de
la tierra cada año para permitir su regeneración. En las regiones mediterráneas se usaba la rotación bienal,
según el cual la mitad de las tierras quedaba en barbecho cada año. En las regiones europeas atlánticas se
usaba la rotación trienal: un tercio de la tierra para cereal de ciclo largo -de invierno-, otro tercio para cereal
de ciclo corto -verano- y el último tercio en barbecho. La tierra que quedaba sin cultivar se dedicaba a uso
comunal, permitiendo que los animales pastasen en ella (práctica conocida como derrota de las mieses).
El aumento de la producción como consecuencia de las innovaciones supone ya en el siglo XI una reducción
de las prestaciones personales de los siervos a sus señores en cuanto a horas de trabajo, sustituyéndose por el
pago de una cuantía económica o en especie. Se reducen las tierras del señor y aumentan los arrendamientos.
Al mismo tiempo, los campesinos aumentan sus rentas disponibles y ganan en independencia. Se incrementa
el número de tierras roturadas y comienza el periodo de eliminación de los bosques europeos, drenaje de las
tierras empantanadas, la extensión de los terrenos arados lejos de las aldeas y la construcción dispersa de
casas campesinas. Las mejores tierras atraen a una mayor masa de población y se producen migraciones en
todo el centro de Europa. El crecimiento de la población es notable a partir del 1050, llegándose a duplicar la
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población de Inglaterra en 150 años y se triplicará hacia el final de la Edad Media. En el siglo XI las
hambrunas han desaparecido.
A partir del siglo XII, la existencia de excedentes incrementa el comercio más allá de las fronteras del
señorío. Las actividades comerciales permiten que surja una incipiente burguesía, los mercaderes, que debe
realizar su trabajo pagando igualmente una parte de sus beneficios en forma de tributos a los señores, que a
su vez incrementan con ello sus recursos. Las rutas de peregrinaje son los nuevos caminos por donde se abre
el comercio. Roma, Jerusalén o Santiago de Compostela son los destinos, pero las comunidades situadas en
sus vías de acceso florecen. Las ciudades, burgos, son al mismo tiempo espacios de defensa y de comercio
conforme avanza el tiempo y se va gestando una nueva sociedad que despegará en los siglos XIII y XIV.
A partir del siglo XIII, la mejora de las técnicas agrícolas y el consiguiente incremento del comercio hizo que
la burguesía fuera presionando para que se facilitara la apertura económica de los espacios cerrados de las
urbes, se redujeran los tributos de peaje y se garantizaran formas de comercio seguro y una centralización de
la administración de justicia e igualdad de las normas en amplios territorios que les permitieran desarrollar su
trabajo, al tiempo que garantías de que los que vulnerasen dichas normas serían castigados con igual dureza
en los distintos territorios.
Las ciudades que abrían las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veían incrementar la
riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del señor, por lo que con reticencias pero de manera firme se
fue diluyendo el modelo. Las alianzas entre señores eran más comunes, no ya tanto para la guerra, como para
permitir el desarrollo económico de sus respectivos territorios, y el rey fue el elemento aglutinador de esas
alianzas. El feudalismo alcanzó el punto culminante de su desarrollo en el siglo XIII; a partir de entonces
inició su decadencia. El subenfeudamiento llegó a tal punto que los señores tuvieron problemas para obtener
las prestaciones que debían recibir. Los vasallos prefirieron realizar pagos en metálico (scutagium, ‘tasas por
escudo’) a cambio de la ayuda militar debida a sus señores; a su vez éstos tendieron a preferir el dinero, que
les permitía contratar tropas profesionales que en muchas ocasiones estaban mejor entrenadas y eran más
disciplinadas que los vasallos. Además, el resurgimiento de las tácticas de infantería y la introducción de
nuevas armas, como el arco y la pica, hicieron que la caballería no fuera ya un factor decisivo para la guerra.
La decadencia del feudalismo se aceleró en los siglos XIV y XV. Durante la guerra de los Cien Años, las
caballerías francesa e inglesa combatieron duramente, pero las batallas se ganaron en gran medida por los
soldados profesionales y en especial por los arqueros de a pie. Los soldados profesionales combatieron en
unidades cuyos jefes habían prestado juramento de homenaje y fidelidad a un príncipe, pero con contratos no
hereditarios y que normalmente tenían una duración de meses o años. Este ‘feudalismo bastardo’ estaba a un
paso del sistema de mercenarios, que ya había triunfado en la Italia de los condotieros renacentistas.
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Capítulo VI
El Papel de la Iglesia en la Edad Media
El absolutismo es una forma de gobierno en la cual el poder del dirigente no está sujeto a ninguna limitación
institucional que no sea la ley divina. Es un poder único desde el punto de vista formal, indivisible,
inalienable, intranscriptible y libre. Los actos positivos del ejercicio del poder (legislación, administración y
jurisdicción) se apoyaron en la última instancia de decisión: la monarquía, emanando de ella, no estando por
encima. Abarcó los siglos XVI, XVII, XVIII y la primera mitad del XIX, cuando las revoluciones burguesas
de 1820, 1830 y 1848 acabaron con la Restauración del Congreso de Viena. Como excepción a esta
caducidad del absolutismo se debe citar al Imperio ruso, donde los zares mantuvieron su práctica hasta la
Revolución Bolchevique de 1917.
La teoría del derecho divino del poder real o del absolutismo teológico nació en Francia en el último cuarto
del siglo XVI y en el ambiente de las guerras de religión. Aunque en Europa la divinización del monarca
nunca llegó tan lejos como en Asia (donde en algunos países se identificaba al rey con el mismo Dios) el
monarca siempre tuvo cierto poder sobre las iglesias nacionales a través del regalismo.
A partir del año 476 d.C., que comenzó una nueva etapa en la Historia, conocida como la Edad Media y que
prevaleció por un período de diez siglos aproximadamente, se caracterizó fundamentalmente por: 1) Las
invasiones y conquistas de los bárbaros, sobre las diversas provincias del imperio romano. 2) El
establecimiento del Imperio de Carlomagno, guerrero franco que intentó reconstruir el antiguo imperio de
Roma. 3) El nacimiento, en Arabia, de una nueva religión, llamada musulmana o islamismo, predicada por
Mahoma. 4) La invasión a España de los musulmanes, los cuales fueron definitivamente expulsados por los
Reyes Isabel y Fernando. 5) La implantación de un nuevo sistema de "gobierno" el feudalismo, sistema por
el cual unos pocos terratenientes se adueñaron de la tierras de casi todo Europa y de sus habitantes, a quienes
les permitían explotar sus tierras a cambio de un impuesto. 6) Las Cruzadas que fueron expediciones
religiosas y militares, para recuperar el sepulcro de Cristo. 7) La desigualdad social y el predominio de la
Iglesia fueron otras de las características de esta época.
Al inicio de la Edad Media en Europa, Medio Oriente y el norte de África, existía un alto índice de
analfabetismo, tanto en lo general como en los conceptos religiosos del cristianismo. La mayoría de la gente
vivía en un constante temor provocado por los preceptos originales de la educación religiosa judeocristiana y
que la Iglesia fomentaba, inculcando llevar una vida en la fe, pero sin uso de la razón. Ese tiempo es para la
Iglesia una época de esplendor y riqueza, sin embargo, la mayoría de los creyentes cristianos no tenían
acceso a las cortes de un soberano, o de un príncipe, o de un barón, o del alto clero, etc. Todas las clases
dominantes estaban unidas, sea por relación familiar, o por intereses políticos y económicos, de modo que
muchos de los abusos cometidos por los poderosos eran con la anuencia de Sumos Pontífices, Cardenales y
Obispos. Existían luchas de poder entre los señores feudales, los regentes y los soberanos por el cobro de
impuestos. Los beneficios eran atesorados por el Feudo y por la Iglesia. Todos cobraban a la gente común
mientras pocos beneficios llegaban al pueblo. El pueblo era tanto la carne de la guerra como los incluidos en
las "Celebraciones de los Señores". Cualquier organización contraria a los intereses del Señor feudal o de la
Iglesia, se controlaba de inmediato a base del terror. La Monarquía feudal, refrendada por la Iglesia, creía
que su posición social era herencia divina, de modo que la predicación apostólica de la Iglesia, que en su
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origen era llevar a todos a la salvación espiritual predicada en los evangelios de Jesús, cambió de rumbo al
través de los siglos, al grado que pareciera que la Iglesia medieval le dio la espalda a Jesús de Nazaret.
Agustín de Hipona cuyo nombre era Aurelius Augustinus nació en Hipona -actual Argelia-, (354 - 430 d.
C.) -a quien se debe el nacimiento de la filosofía cristiana llamada Patrística-, fue un Teólogo latino, hijo de
un pagano, Patricio, y de una cristiana, Mónica. El tema central del pensamiento de San Agustín es la
relación del alma, perdida por el pecado y salvada por la gracia divina, con Dios, relación en la que el mundo
exterior no cumple otra función que la de mediador entre ambas partes. De ahí su carácter esencialmente
espiritualista, frente a la tendencia cosmológica de la filosofía griega. La obra del santo se plantea como un
largo y ardiente diálogo entre la criatura y su Creador, esquema que desarrollan explícitamente sus
Confesiones. Si bien el encuentro del hombre con Dios se produce en la charitas (amor), Dios es concebido
como verdad, en la línea del idealismo platónico. Sólo situándose en el seno de esa verdad, es decir, al
realizar el movimiento de lo finito hacia lo infinito, puede el hombre acercarse a su propia esencia. Pero su
visión pesimista del hombre contribuyó a reforzar el papel que, a sus ojos, desempeña la gracia divina, por
encima del que tiene la libertad humana, en la salvación del alma. Este problema es el que más controversias
ha suscitado, pues entronca con la cuestión de la predestinación, y la postura de San Agustín contiene en este
punto algunos equívocos. Los grandes temas agustinianos –conocimiento y amor, memoria y presencia,
sabiduría- dominaron toda la teología cristiana hasta la escolástica tomista. Lutero recuperó,
transformándola, su visión pesimista del hombre pecador, y los jansenistas, por su parte, se inspiraron muy a
menudo en el Augustinus, libro en cuyas páginas se resumían las principales tesis del filósofo de Hipona.
En todo sistema Agustiniano hay un constante recurso a Dios presente en el interior del hombre y término de
la historia. La existencia de Dios es exigencia de todo su pensamiento. No es necesario demostrarla sino
descubrirlo en el interior del hombre, este es el único modo de superar las limitaciones y la mutabilidad de
las cosas terrenas. Este Dios es el creador, No el hacedor de los griegos. La creación no es una construcción
sino la formación a partir de la nada de todo lo existente de acuerdo con las ideas eternas. La creación es un
acto libre de la voluntad divina, es su propio plan. Las cosas fueron hechas no como cosas sino como
semillas que se despliegan en el tiempo. Este mundo es un conjunto de seres que tienen diversos grados de
perfección, ordenado de acuerdo con los planes divinos. Esta escala de seres es tomada por los renacentistas
para entender la continuidad de la naturaleza. San Agustín considera que el mal no puede ser objeto de
creación divina porque denotaría imperfección, sino una carencia y por lo tanto no es algo realmente
existente. A esto San Agustín escribe que lo que existe como bien creado es susceptible de corrupción y por
lo tanto de alteración, sin embargo, no es cambiar la sustancia sino modificarla y esta modificación es el mal;
el cual solamente puede existir como una modificación del bien. Es pues, requisito necesario para que se dé
el mal la existencia del bien. El mal es algo que se ha introducido en el mundo a partir de la aparición del
pecado, por tanto el mal es responsabilidad del hombre. Debido a todos los planteamientos que hizo San
Agustín este es considerado uno de los grandes espíritus de la historia.
Con la invasión bárbara en el Imperio Romano de Occidente, convivieron distintas creencias religiosas. El
paganismo imperaba entre los anglosajones, los francos y los suevos. El arrianismo, opuesto al cristianismo,
ya que negaba la identidad de naturaleza entre Dios Padre y su hijo Jesucristo, era la fe que abrazaron los
vándalos, los burgundios, los visigodos y los ostrogodos. Sin embargo, la Iglesia cristiana se impuso como
factor unificador y poco a poco, los reinos se convirtieron al cristianismo. Los francos, durante la monarquía
de Clodoveo, adoptaron el cristianismo, a fines del siglo V, y los visigodos lo hicieron a fines del siglo VI,
bajo el reinado de Recaredo. En el siglo VIII, Pepino el Breve, hijo de Carlos Martel, considerado defensor
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de la cristiandad, por impedir el avance de los pueblos musulmanes sobre el reino de los francos, obtuvo la
corona, e inauguró la dinastía carolingia, con el apoyo del Papa, a quien los francos se comprometieron a
ayudar para repeler a los lombardos. Con la asunción de Carlomagno, en el año 800 d.C., como Emperador,
coronado por el Papa, y la construcción de un nuevo imperio en Occidente, se estableció un mutuo acuerdo,
transformándose el último en el brazo armado de la Iglesia. Luego de la muerte de Carlomagno y de su hijo,
Luis el Piadoso, en el año 843 d.C., por el Tratado de Verdún, el imperio se dividió en tres partes,
desintegrándose el imperio carolingio, pero no la autoridad del Papa, que la ejerció sobre todo el territorio.
Tomando como modelo la organización administrativa romana, la Iglesia se dividió en provincias y diócesis.
Los Papas, considerados sucesores del apóstol San Pedro, y cabezas de la Iglesia, fijaron su residencia en
Roma. La autoridad religiosa contaba para asegurar su autoridad, con dos instrumentos: la Excomunión, por
la cual podía excluir de su seno a quienes no la obedecieran, y la Inquisición, cuyos tristemente famosos
tribunales, realizaban juicios a los sospechosos de herejías que eran condenados a penas crueles, como la
muerte en la hoguera.
El clero se dividía en secular y regular. El primero, formado en su mayoría por la aristocracia romana,
dependía de un obispo. Inserta en un sistema feudal, la Iglesia misma recibía feudos de nobles o del
emperador, a los que debían rendir juramento de fidelidad, y permitírseles el nombramiento de obispos y
párrocos. El segundo estaba formado por monjes, que vivían de acuerdo al monacato, forma de vida
espiritual que los recluía en los monasterios, alejados de la vida mundana, bajo normas estrictas. Un ejemplo,
fueron las impuestas por San Benito de Nursia, en Italia, a los monjes de Monte Casino, que imponía entre
cosas, comer en silencio, reglas que fueron rápidamente imitadas. En el siglo XI, el Papa Gregorio VII,
realizó una reforma religiosa para fortalecerla, e imponer la autoridad del Papa sobre cualquier otro poder,
además de dotar a la iglesia de un cuerpo legal propio, que originó el Derecho Canónico. Esto enfrentó a la
autoridad eclesiástica con el Emperador por el poder, en la Querella de las Investiduras, hasta la firma del
Concordato de Worms, en el siglo XII, donde se definieron las atribuciones de ambos poderes.
Nacieron en este período dos órdenes religiosas con gran influencia en Europa: la de Cluny y la de Císter. La
de Cluny fue organizada bajo el estricto cumplimiento de la regla de San Benito, que se basaba en la
confesión pública de los pecados, el silencio, la oración, combinada con el trabajo manual y la repetición de
los salmos. Nació en el año 910, cuando el duque de Aquitania, conocido como Guillermo el Piadoso, fundó
un monasterio en la localidad de Cluny, bajo la protección directa del Papa, con el fin de evitar que cayera
bajo la autoridad del obispo local, ya que consideraban al poder temporal subordinado al espiritual. Como
ejemplo de este movimiento religioso podemos mencionar a Hlldebrando, que luego fuera, el Papa Gregorio
VII. La de Císter, surgió en el siglo XI, merced a la labor del abad Roberto, instalado en Cister, bosque de
Francia, donde estableció un monasterio, donde inspirados también en la regla de San Benito, luego tomaron
el nombre de bernardos, en honor a San Bernardo, uno de sus mayores exponentes. Posteriormente surgieron
nuevas órdenes, llamadas mendicantes, como los franciscanos y los dominicos, que a diferencia de otros
religiosos no debían establecer su residencia en un lugar fijo, actuando como predicadores, misioneros,
inquisidores, canonistas, teólogos o intelectuales. Ambas datan de comienzos del siglo XIII. La primera se
debe a la obra de San Francisco de Asís, basada en las virtudes de la fe y la caridad. La segunda, a Santo
Domingo de Guzmán, quienes renunciaron a los bienes terrenales, combatieron la herejía y privilegiaron el
conocimiento como medio de lograr sus aspiraciones religiosas.
La religión musulmana, el Islam, empieza después de la muerte de Mahoma en 632 d.C. La religión
musulmana tenía más de catorce siglos y, desde Mahoma, es una de las más grandes religiones mundiales.
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La Filosofía islámica es ampliamente acreditada como el puente vital entre la civilización greco-romana
clásica y los europeos del Renacimiento. Lo que los europeos llaman la "Época Oscura" medieval fue de
hecho la época dorada para los musulmanes y el mismo Islam, que se extendió rápidamente a través de Asia
hasta China en sus primeras décadas de existencia mahometana, y luego más lentamente a África e
Indonesia. Durante ese tiempo el principal idioma de la religión y la ciencia para todos los musulmanes fue
el árabe y para muchos fue también el idioma de la vida diaria. Una lista de términos islámicos en árabe
proporciona definiciones simples de los conceptos más importantes por los que la sociedad, la religión y la
ley son regidas.
A partir del siglo XI y hasta fines del Siglo XIII, se produjeron las Cruzadas, con el fin de recuperar la
ciudad de Jerusalén, en poder de los turcos, con nefastas consecuencias, salvo la reactivación del comercio.
Entre los siglos XI y XIII, se produjo la reconquista española, sobre el territorio ocupado por los
musulmanes, formándose cuatro reinos cristianos: Navarra, Aragón, Portugal y Castilla. En el siglo XIII, la
Iglesia estableció una nómina de oficios o profesiones consideradas deshonrosas, entre las que incluía a los
mercaderes y banqueros, pues la finalidad de ganancia de sus actividades, los alejaba del fin de un buen
cristiano. Condenaba la usura, el crédito y el préstamo. Como tenían la posibilidad de arrepentimiento, tras
una larga vida al frente de sus negocios, ya al final de sus días, los que ejercían estas profesiones indignas,
las abandonaban, expresando su arrepentimiento, haciendo donaciones, o ingresando a órdenes religiosas,
para lograr su salvación eterna. Para evitar esta disociación entre el nuevo orden urbano que implicaba la
existencia de personas dedicadas al comercio, la iglesia estableció que esa actividad, no sería considerada
prohibida si se realizaba con la finalidad del bien común.
Las cruzadas fueron una serie de campañas militares comúnmente sostenidas por motivos religiosos
llevadas a cabo por gran parte de la Europa latina cristiana, en particular, de los francos de Francia y el Sacro
Imperio Romano. Las cruzadas con el objetivo específico para restablecer el control cristiano de Tierra Santa
se libraron durante un período de casi 200 años, entre 1095 y 1291. Otras campañas en España y en Europa
oriental continuaron hasta el siglo XV. Las cruzadas fueron sostenidas principalmente contra los
musulmanes, aunque también varias campañas se hicieron contra los eslavos paganos, judíos, los cristianos
ortodoxos griegos y rusos, los mongoles, los cátaros, husitas, valdenses, prusianos, y principalmente a los
enemigos políticos de los papas. Los cruzados tomaron votos y se les concedió la penitencia por los pecados
del pasado, a menudo llamada como indulgencia. Básicamente, parece que fueron motivadas por los
intereses expansionistas de la nobleza feudal, el control del comercio con Asia y el afán hegemónico del
papado sobre las monarquías y las iglesias de Oriente, aunque se declararan con principio y objeto de
recuperar Tierra Santa para los peregrinos, de los cuales los turcos selyúcidas, una vez conquistada Jerusalén,
abusaban sin piedad. Posiblemente, las motivaciones de quienes participaban en ellas fueron muy diversas,
aunque en muchos casos se puede suponer también un verdadero fervor religioso.
En el siglo XIV, la Corona francesa protagonizó una disputa con la Iglesia, donde la primera logró establecer
su predominio, trasladando a Aviñón (Francia), el lugar de residencia del Papa y nombrando como sucesores
a Papas franceses. Una parte de la Iglesia, desconoció la autoridad francesa, y otro Papa, se instaló en Roma
coexistiendo con el de Aviñón. Esta situación se prolongó hasta el año 1417, y es conocida como el Cisma
de Occidente. Mientras tanto, luego de la caída del Imperio Romano de Occidente, en Oriente, hubo grandes
enfrentamientos religiosos, conocidos como querellas, donde estaban implicados los patriarcas orientales,
que eran los obispos de Constantinopla, que querían establecer una iglesia diferente a la de Roma. En el
siglo VIII, sucedió la crisis iconoclasta, que dividió el mundo cristiano entre los que veneraban las imágenes
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religiosas (íconos) y los que se oponían a ellos. Prohibido el culto a los íconos por el emperador León III, fue
restituido a fines del siglo VIII, por presión de los fieles, que entregando ofrendas a las imágenes
encontraban un modo de canalizar su fe y por los propios religiosos, que habían perdido una fuente de
ingresos.
En el año 1054, se produjo la definitiva división de ambas iglesias cristianas: la de Roma, cuya fe adoptó la
denominación de católica apostólica romana, profesada en Europa Occidental, y la bizantina, con sede en
Constantinopla, cuya religión se denominó católica ortodoxa griega, que tuvo adeptos en Europa Oriental, el
Imperio Bizantino y Rusia, y que no le disputó jamás el poder al imperio.
El choque de civilizaciones entre Cristiandad e Islam, manifestado en la ruptura de la unidad del
Mediterráneo, la reconquista española y las cruzadas; tuvo también su parte de fértil intercambio cultural
(escuela de Traductores de Toledo, Escuela Médica Salernitana) que amplió los horizontes intelectuales de
Europa, hasta entonces limitada a los restos de la cultura clásica salvados por el monacato alto medieval y
adaptados al cristianismo.
La Edad Media realizó una curiosa combinación entre la diversidad y la unidad. La diversidad fue el
nacimiento de las incipientes naciones. La unidad, o una determinada unidad, procedía de la religión
cristiana, que se impuso en todas partes, esta religión reconocía la distinción entre clérigos y laicos, de
manera que se puede decir que señaló el nacimiento de una sociedad laica. Todo esto significa que la Edad
Media fue el período en que apareció y se construyó Europa.
Esa misma Europa Occidental produjo una impresionante sucesión de estilos artísticos (prerrománico,
románico y gótico), que en las zonas fronterizas se mestizaron también con el arte islámico (mudéjar, arte
andalusí, arte árabe-normando) o con el arte bizantino
Por otro lado, el término Inquisición hace referencia a varias instituciones dedicadas a la supresión de la
herejía en el seno de la Iglesia Católica. La Inquisición medieval, de la que derivan todas las demás, fue
fundada en 1184 en la zona de Languedoc (en el sur de Francia) para combatir la herejía de los cátaros o
albigenses, que en 1249, se implantó también en el reino de Aragón (fue la primera Inquisición estatal) y que
en la Edad Moderna, con la unión de Aragón con Castilla, fue extendida a ésta con el nombre de Inquisición
española (1478-1821), bajo control directo de la monarquía hispánica, cuyo ámbito de acción se extendió
después a América; la Inquisición portuguesa (1536-1821) y la Inquisición romana (1542-1965). Aunque en
los países de mayoría protestante también hubo persecuciones, en este caso contra católicos, contra
reformadores radicales como los anabaptistas y contra supuestos practicantes de brujería, los tribunales se
constituían en el marco del poder real o local, generalmente ad-hoc para cada caso concreto, y no
constituyeron una institución específica.
El Concilio IV de Letrán de 1215, convocado por el papa Inocencio III, dictó un reglamento que dio forma a
la Inquisición pontificia, reagrupando disposiciones de los papas que lo precedieron en concilios anteriores.
Los puntos principales eran: Toda herejía debía ser perseguida concertadamente por las autoridades civiles y
eclesiásticas. Los procesos deberán ser iniciados de oficio -sin instancia de parte-. Los obispos deberán
disponer la realización de inquisición en cada parroquia de su diócesis. Las propiedades de los herejes
deberán ser confiscadas. Los recalcitrantes deberán ser relajados al brazo secular para ser sancionados. La
palabra relajar significa "entregar el juez eclesiástico al secular un reo digno de pena capital." En buen
romance, los mandaban al verdugo.
Si bien los papas habían encomendado a los monjes cistercienses algunas inquisiciones aisladas contra
grupos de herejes, aún no había una Inquisición organizada. Como consecuencia de tantos desmanes
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cometidos a inocentes en la represión de la herejía albigense, se levantaron voces de protesta en toda la
cristiandad, las que dieron lugar al concilio de Touluose (1229) que creó el Tribunal de la Inquisición. La
Inquisición se encomendó a la orden Dominicana en donde se conformó un tribunal permanente que actuaba
en concordancia con el obispo de la región infectada por la herejía, por ello se la denomina Inquisición
Pontificia. Es ésta la segunda forma de Inquisición. Esta institución creada en principio para mitigar los
excesos de las actuaciones no controladas contra los herejes, finalmente incorporo los abusos de la práctica
anterior y agrego otros.
Además, los papas impulsaban a los reyes y príncipes a la adopción de leyes civiles que penaran a los
recalcitrantes (terco, obstinado en la resistencia) de herejía con la pena capital. Para la coronación del
emperador Federico II, el papa Inocencio III insistió para que organice en su imperio la persecución de la
herejía. Federico II sancionó, a instancias del Papa, leyes que condenaban a los herejes dentro de su imperio,
a la pena de muerte en la hoguera. Con el tiempo, la Santa Sede recomienda a todos los reyes y príncipes
cristianos incorporar a sus legislaciones locales leyes similares a las del emperador Federico II.
Ya en 1231 queda constituido en Roma el tribunal de la Inquisición, o del "Santo Oficio"; su constitución fue
encomendada la orden dominica. El primer inquisidor había sido Domingo de Guzmán quien predicó ante
los albigenses ya en 1208. La Inquisición podía actuar por acusación, por denuncia o de oficio.
Había tres opciones posibles: Que los procesados se presentasen libre y voluntariamente a confesar sus
faltas; en este caso serían sancionados con medidas espirituales, generalmente leves. Que se arrepintiesen
solamente por miedo a la muerte; sufrirían entonces penas de prisión. Que se mantuvieran obstinados en sus
errores; serían relajados al brazo secular para que se les aplique la pena de muerte en la hoguera.
Los inquisidores se dirigían al sitio donde se sospechaba que había un foco de herejía. Pedían el apoyo de
las autoridades locales que estaban obligadas a otorgarla so pena de excomunión y ser a su vez acusados de
herejes. Se leía un edicto de gracia en la iglesia mayor donde se detallaba cuales eran los errores contra la fe
y se daba un plazo para el arrepentimiento. Además se instaba a quien conociera herejes los delatara. El
plazo era generalmente de un mes. Los que confesaban voluntariamente eran sentenciados inmediatamente
con penas religiosas que consistían en oraciones diarias, peregrinaciones, ayunos y multas. En el caso de
existir pruebas suficientes contra el reo y éste no confesaba la verdad, se aplicaba el tormento.
Los elementos de tortura eran: el potro, la garrucha y el castigo de agua. Si el acusado confesaba, entonces
era condenado a varios años de prisión o de galeras, confiscación de bienes, prohibición de ejercer ciertos
oficios pare él y sus herederos, llevar vestimentas que denotaran su condición de arrepentido. En caso de
persistir en su error, era relajado al brazo secular que aplicaba la pena de muerte. Encontramos entonces un
eufemismo (Modo de expresar con suavidad o decoro ideas cuya franca expresión sería malsonante). Se
pedía clemencia para el reo por un lado y se impulsaba a las autoridades civiles (los reyes y príncipes) a
promulgar la pena de muerte para los herejes.
Cuando había suficientes sentencias y se consideraba que la herejía estaba conjurada, se hacía lo que
finalmente se conoció como auto de fe. Era una ceremonia que duraba un día entero. Comenzaba a primeras
horas de la mañana, cuando los reos eran llevados a la casa del inquisidor, en la que se los vestía con una
túnica amarilla y un bonete en pico. Se hacía un desfile hasta el lugar donde se llevaría a cabo el acto; en
general una plaza importante. Se celebraba misa con un sermón que se refería a lo horrendo de la herejía.
Luego se leían las sentencias, comenzando por las más leves. A los que se relajaban al brazo secular para ser
quemados se los conducía hacia otro lugar que se llamaba quemadero, donde había preparado una pira y allí
eran quemados vivos.
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Esta Inquisición cumplió con los objetivos fijados de eliminar la herejía de los reinos y principados
cristianos. Luego de algunos siglos de funcionar fue quedando en desuso y en el olvido.
Tomás de Aquino (1225-1274 d.C.), filósofo y teólogo italiano fundador de la filosofía Escolástica
(Tomismo) durante el siglo XIII. Tomás de Aquino buscó reconciliar la filosofía Aristotélica con la teología
agustiniana. Tomás utilizó tanto la razón como la fe en el estudio de la metafísica, filosofía, moral y religión.
Aunque aceptaba la existencia de Dios como una cuestión de fe, propuso cinco pruebas de la existencia de
Dios para apoyar tal convicción. Para comprender la crucial importancia de esta polémica en la evolución del
pensamiento de Occidente, es necesario considerar el contexto en que se produjo.
Antes de Tomás de Aquino, el pensamiento occidental había estado dominado por la filosofía de san
Agustín, el gran Padre y Doctor de la Iglesia occidental durante los siglos IV y V, quien consideraba que en
la búsqueda de la verdad se debía confiar en la experiencia de los sentidos. A principios del siglo XIII las
principales obras de Aristóteles estuvieron disponibles en una traducción latina de la Escuela de traductores
de Toledo, acompañadas por los comentarios de Averroes y otros eruditos islámicos. El vigor, la claridad y
la autoridad de las enseñanzas de Aristóteles devolvieron la confianza en el conocimiento empírico, lo que
originó la formación de una escuela de filósofos conocidos como averroístas. Bajo el liderazgo de Siger de
Brabante, los averroístas afirmaban que la filosofía era independiente de la revelación. Esta postura
amenazaba la integridad y supremacía de la doctrina católica apostólica romana y llenó de preocupación a
los pensadores ortodoxos. Ignorar a Aristóteles -en la interpretación que de sus enseñanzas hacían los
averroístas- era imposible, y condenar sus enseñanzas era inútil. Tenía que ser tenido en cuenta. San Alberto
Magno y otros eruditos habían intentado hacer frente a los averroístas, pero con poco éxito. Tomás triunfó
con brillantez.
Al decir que Dios es el existir puro, Santo Tomás afirma que Dios es la plenitud absoluta. Este afirma que es
patente la dificultad de expresarnos respecto del tal Ser con un lenguaje limitado como el nuestro. Una
primera vía para acercarnos es la vía de negación: se trata de separar de Dios todo lo que no puede
pertenecerle. Llegamos así, a afirmarlo como inmóvil, inmutable, acto puro. Una segunda vía es la analogía:
nos lleva a afirmar en Él todas las perfecciones que observamos en las criaturas, lo afirmamos respecto de
Dios pero elevándolo al grado de infinitud. Según Santo Tomás: Dios posee en sí todas las perfecciones que
tienen los seres y además, en grado sumo. Nuestra limitación nos hace concebir estas perfecciones como
separadas de su esencia, cuando en realidad, son la manifestación de la única perfección de un ser.
Reconciliando el énfasis agustino sobre el principio espiritual humano con la afirmación averroísta de la
autonomía del conocimiento derivado de los sentidos, Tomás de Aquino insistía en que las verdades de la fe
y las propias de la experiencia sensible, así como las presentaba Aristóteles, son compatibles y
complementarias. Algunas verdades, como el misterio de la Encarnación, pueden ser conocidas sólo a través
de la revelación, y otras, como la composición de las cosas materiales, sólo a través de la experiencia; aun
otras, como la existencia de Dios, son conocidas a través de ambas por igual. Así, la fe guía al hombre hacia
su fin último, Dios; supera a la razón, pero no la anula.
Todo conocimiento, mantenía, tiene su origen en la sensación, pero los datos de la experiencia sensible
pueden hacerse inteligibles sólo por la acción del intelecto, que eleva el pensamiento hacia la aprehensión de
tales realidades inmateriales como el alma humana, los ángeles y Dios. Para lograr la comprensión de las
verdades más elevadas, aquellas con las que está relacionada la religión, es necesaria la ayuda de la
revelación. El realismo moderado de santo Tomás situaba los universales (abstracciones) en el ámbito de la
mente, en oposición al realismo extremo, que los proponía como existentes por sí mismos, con
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independencia del pensamiento humano. No obstante, admitía una base para los universales en las cosas
existentes en oposición al nominalismo y el conceptualismo. En su filosofía de la política, a pesar de
reconocer el valor positivo de la sociedad humana, se propone justificar la perfecta racionalidad de la
subordinación del Estado a la Iglesia.
Con el Renacimiento, aparece en la realidad política del mundo, una nueva magnitud política: el Estado
nacional que lucha por su autoridad, por su liberación de los lazos supranacionales del sistema medieval, por
su unificación y organización unitaria.
A principios del siglo XVI, casi toda Europa occidental ofrece una estructuración basada en monarquías
absolutas (con su poder absoluto: soberanía), que adoptan una política consciente de explotación de recursos
nacionales, de fomento del comercio, tanto interior como exterior, de desarrollo del poder nacional, y de
concentración de las fuerzas militares y de la administración de justicia.
También es necesario destacar, que la aparición del Estado moderno, caracterizada por los monarcas
absolutos que centralizan la lucha por su primacía (en lo interior, contra los señores feudales y en lo exterior,
contra el pontífice y el emperador), hubiera sido imposible sin un apuntalamiento ideológico. Así, se señalan
como los tres grandes jalones del absolutismo monárquico a: Maquiavelo, con su separación de la política
de la moral; Bodin, con su teoría de la soberanía; y Hobbes, con su concepto de soberanía absoluta, sin
límites. Según algunas escuelas de la ciencia política, un Estado-nación se caracteriza por tener un territorio
claramente delimitado, una población constante, si bien no fija, y un gobierno. Otros atributos importantes
desde siempre son un ejército permanente y un cuerpo de representación diplomática, esto es, una política
exterior El Estado Nación se crea, históricamente, mediante el tratado de Westfalia, al final de la guerra de
los 30 años (1648). Mediante este tratado se acaba con el antiguo orden feudal y se da paso a organizaciones
territoriales y poblacionales definidas en torno a un gobierno que reconoce sus límites espaciales, y por lo
tanto, de poder.
"El Príncipe" de Maquiavelo es considerado como texto fundador de la Ciencia Política, aunque hoy en día,
esta disciplina se ha desarrollado mucho más allá de aquellas recomendaciones. El poder ha seducido a los
hombres desde los tiempos más remotos. Maquiavelo se valió de sus propias experiencias, lo que se ve
reflejado en la mayoría de sus obras. Su concepción y su práctica ha sido heterogénea a través de la historia
de la civilización. Pero nadie en muchos siglos se había aproximado a develar la naturaleza del poder en
forma tan realista y desnuda como Nicolás Maquiavelo. La idea que suele haber de Maquiavelo y su libro
más clásico, es la del cinismo como actitud indispensable en las tares del gobierno. La suposición de que el
fin justifica los medios, ha sido tenida como paradigmática, aunque él no dijo eso.
Nunca debemos perder de vista la época en que le tocó vivir, para entender su posición, sobre cómo
conquistar y sostener el poder político de manera segura, en su obra más leída y discutida, exaltada y
vituperada, amada y odiada de la literatura política de todos los tiempos. Fue escrita entre julio y diciembre
de 1513, donde Maquiavelo, caído en completa desgracia con los Médicis, se había retirado desde abril.
Debido a su preocupación por el destino de Florencia y de Italia, y deseoso de expresar su pensamiento
madurado en muchos años de experiencia política, se ve en la obligación de interrumpir su ya comenzado
comentario de Tito Livio y elaborar rápidamente este nuevo tratado, más breve. Lo anunció el 10 de
diciembre de 1513 en una carta célebre a su amigo Francesco Vettori. Más tarde, en 1516, antepuso al
tratado una dedicatoria a Lorenzo de Médicis, pero no volvió a tocar el texto. "El Príncipe" es una obra
concebida sin interrupción por la mente de su autor, y vanos han sido los intentos de algunos estudiosos por
distinguir sucesivas fases en su elaboración. El título no fue bien definido por Maquiavelo, lo llamó "De
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Principatibus", "De principati", "De príncipe". Pero la tradición ha preferido "El Príncipe", subrayando con
ello la importancia básica que para la obra, tiene la figura personal del jefe del Estado. El libro se publicó
póstumamente; la primera edición es de 1532, en Roma, por Antonio Blado y en Florencia por Bernardo
Giunta. El tratado, muy breve, consta de veintiséis capítulos y es una férrea concatenación lógica, de
urdimbre continua y sin interrupciones, ni disgresiones.
Renacimiento es el nombre dado al amplio movimiento de revitalización cultural que se produjo en Europa
Occidental en los siglos XV y XVI. Sus principales exponentes se hallan en el campo de las artes aunque
también se produjo la renovación en la literatura y las ciencias, tanto naturales como humanas. El
Renacimiento es fruto de la difusión de las ideas del humanismo, que determinaron una nueva concepción
del hombre y del mundo. El nombre Renacimiento se utilizó porque éste retomó los elementos de la cultura
clásica. El término simboliza la reactivación del conocimiento y el progreso tras siglos de predominio de la
mentalidad dogmática establecida en la Europa de la Edad Media. Esta nueva etapa planteó una nueva forma
de ver el mundo y al ser humano, el interés por las artes, la política y las ciencias, revisando el teocentrismo
medieval y sustituyéndolo por un cierto antropocentrismo.
El desarrollo de la burguesía, -clase social impulsora de los ideales renacentistas-, comienza en la edad
media, y va asociada al desarrollo del individualismo; la penetración de la filosofía griega en occidente se
había realizado ya a través de las escuelas de traductores (Toledo, Vich, Nápoles, Palermo...) a lo largo de la
edad media, especialmente durante el siglo XIII, lo que supone un despertar "medieval" del retorno a los
clásicos, que será otra de las características clave del Renacimiento. Lo mismo ocurre con el desarrollo de la
ciencia, mediante la actividad de los medievales Ockham, Oresme y Buridano, a lo que podemos añadir
otros acontecimientos importantes que dejarán sentir su influencia con posterioridad, como el
descubrimiento de América (1492) o de la imprenta (1450).
Pero si es cierto que podemos encontrar algunos elementos de continuidad entre la edad media y el
Renacimiento, como los señalados anteriormente, eso no basta para reducir el Renacimiento a una mera
continuidad de la edad media. Por supuesto que todas las épocas históricas se generan a partir de otras
anteriores en las que podemos encontrar en germen algunos de sus caracteres principales; pero ni el grado de
desarrollo de dichos elementos, ni su significación, es reducible al que tenían en la época anterior. Y eso
ocurre también con el Renacimiento. Los europeos del siglo XVI tenían una clara conciencia de ruptura con
respecto a la edad media, conciencia mantenida por la sucesión de una serie de transformaciones sociales,
políticas, religiosas, económicas, culturales, que nacían con una clara voluntad de oposición a lo "medieval".
Entre ellas podemos destacar la desintegración de la iglesia y el desarrollo de la reforma luterana, y el de la
iglesia anglicana con Enrique VIII, que se producen en el marco de la consolidación de los Estados
nacionales y de las monarquías absolutas que van a configurar un nuevo mapa político en Europa, al que hay
que asociar el desarrollo de la burguesía y su papel predominante, con la expansión del comercio, lo que
supondrá el principio del fin del feudalismo. El desarrollo de la cartografía, el descubrimiento de la brújula,
la utilización de la pólvora, son elementos que va a conducir al descubrimiento y colonización de América,
lo que provocará un aumento de la desconfianza respecto al saber medieval. El descubrimiento de la
imprenta facilitará la circulación de las nuevas ideas.
Las relaciones entre humanismo y Renacimiento se presentan bajo el aspecto de una polémica: mientras
que el humanismo se caracterizará por el retorno a la sabiduría clásica, en el marco de una preocupación
fundamentalmente de signo filológico y teológico, el Renacimiento lo hará como impulsor del desarrollo de
la ciencia. Así, el Renacimiento, sin renunciar a los temas básicos del humanismo, le superará, al desligar
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tales temas de la perspectiva teológica y enlazarlos con el pensamiento científico Uno de los rasgos
distintivos más conocidos y destacados del humanismo es su interés por lo "antiguo", por lo clásico, interés
en el que predomina el punto de vista de la investigación filológica. Este interés provoca el desarrollo de la
perspectiva histórica en el acercamiento a otra cultura, por que se puede afirmar que con el humanismo se
consolida la historicidad como clave del pensamiento europeo.
A diferencia de lo que ocurría en la edad media, donde el hombre era considerado fundamentalmente desde
una perspectiva teológica, los humanistas valorarán el hombre desde una perspectiva mundana, no-divina, es
decir, el hombre será visto como un ser natural e histórico. La religión, aparte de su función redentora, es
considerada ante todo en su función civil. Así, tanto la religión como la tolerancia religiosa son instrumentos
válidos para asegurar el ideal de la paz civil. La creencia en la unidad última de todas las religiones es
afirmada, consecuentemente, desde esta caracterización El ideal común de este período viene definido por la
esperanza de un renacer del ser humano a una vida verdaderamente "humana", mediante el recurso a las
artes, las ciencias, la investigación... poniendo de manifiesto la consideración del ser humano como ser
natural, en oposición a la consideración medieval del ser humano como ser-para-Dios.
El retorno a los antiguos significa no sólo la recuperación de su obra, sino fundamentalmente el retorno al
principio, a los orígenes de la vida humana, cultural, del ser humano. Volver al principio no significa volver
a Dios, sino precisamente al terreno del hombre y del mundo humano. De ahí la valoración del pensamiento
filosófico pre-cristiano. El retorno significa, además, una conquista. La vuelta a los orígenes, al principio,
conlleva la conquista de la personalidad humana. El que este retorno se efectúa mediante las artes y las
ciencias, y no mediante experiencias místicas interiores, por ejemplo, significa una búsqueda de la
objetividad. En efecto, sólo la objetividad puede poner en evidencia el status original del hombre frente a la
naturaleza, es decir, manifestar su origen y su condición humana. Por lo mismo, el hombre es libre de decidir
su conducta, de elegir su destino, lo que supone una exaltación de la libertad individual tanto en el orden
teológico como el orden cultural y social.
Las principales corrientes filosóficas del Renacimiento fueron: a) Platonismo. b) Aristotelismo averroista y
Aristotelismo alejandrino c) Estoicismo, epicureísmo, escepticismo. d) Naturalismo: Bruno, Telesio,
Campanella. e) la actividad científica representada por Copérnico, Galileo y Kepler, en lo que supondrá la
renovación de la concepción del Universo. Nicolás Copérnico (1473-1543), propuso (contrario a Ptolomeo)
que la Tierra era un planeta girando alrededor del Sol y que todos los planetas se movían en círculos uno
dentro del otro. Mercurio y Venus tenían los menores círculos, menores que el de la Tierra y por
consiguiente su posición en el cielo era siempre más cercana al Sol. Eso hace más fácil el cálculo de sus
distancias del Sol en términos de la distancia Tierra-Sol. Marte, Júpiter y Saturno se mueven en círculos
mayores y más lentamente, de tal forma que en el momento que la Tierra los adelanta, parece que se mueven
hacia atrás. Con esto consiguió negar que la Tierra era el centro del Universo. Galileo Galilei (1564-1642)
creó las bases de la rama de la ciencia conocida durante muchos años como "filosofía natural", actualmente
llamada física. Fue el primero que observó a los planetas a través de un telescopio y lo que vio le convenció
de que Copérnico estaba en lo cierto. Su agresiva defensa a la teoría coperniana lo puso en contra de la
Iglesia Católica y le costó su libertad. Johannes Kepler (1571 -1630), es figura clave en la revolución
científica, fundamentalmente conocido por sus leyes sobre el movimiento de los planetas sobre su orbita
alrededor del sol. Tomás Moro en 1516 escribió su libro "Utopía" y atrajo la atención del rey Enrique
VIII quién lo nombró a varios importantes puestos y finalmente "Lord Chancellor", canciller, en 1529. En el
culmen de su carrera Tomás renunció, en 1532, cuando el rey Enrique persistía en repudiar a su esposa para
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casarse, para lo cual el rey se disponía a romper la unidad de la Iglesia y formar la iglesia anglicana bajo su
autoridad. (el libro “Utopía” de Tomás Moro fundamenta los principios del socialismo utópico).
Una de las características más notables del Renacimiento es el antropocentrismo, lo que supone una
valoración no sólo de la personalidad del ser humano, sino también de su individualidad. También el
naturalismo irá asociado al desarrollo del Renacimiento. Se destacan los aspectos naturales del hombre
versus los aspectos sobrenaturales. Es algo de lo que encuentran los renacentistas que "vuelven" a
Aristóteles: la separación del universo y de Dios y la exaltación de la naturaleza; al igual que los que se
"vuelven" hacia Platón, buscando una religiosidad natural y la exaltación del hombre y de su libertad (el
hombre no es malo, es ignorante, no necesita, pues, la gracia divina para su redención). Bacon, Copérnico,
Galileo, Kepler, son figuras centrales en el desarrollo de la ciencia, que supondrá la destrucción de la
imagen ptolomeica del mundo, inspirada en el universo cerrado y geocéntrico de las dos esferas; la creciente
y progresiva matematización de la naturaleza y el desarrollo del método experimental serán dos de las bases
más significativas de su triunfo. El Renacimiento supone pues el renacer del espíritu de libertad de un ser
humano que se quiere inserto en la naturaleza y en la historia.
El historiador y artista Giorgio Vasari había formulado una idea determinante, el nuevo nacimiento del arte
antiguo, que presuponía una marcada conciencia histórica individual, fenómeno completamente nuevo en la
actitud espiritual del artista. De hecho el Renacimiento rompe, conscientemente, con la tradición artística de
la edad media, a la que califica como un estilo de bárbaros, que más tarde recibirá el calificativo de gótico.
Con la misma consciencia, el movimiento renacentista se opone al arte contemporáneo del Norte de Europa.
Desde una perspectiva de la evolución artística general de Europa, el Renacimiento significa una «ruptura»
con la unidad estilística que hasta ese momento había sido «supranacional». Sobre el significado del
concepto de Renacimiento y sobre su cronología se ha discutido muchísimo; generalmente con el término
Humanismo se indica el proceso innovador, inspirado en la antigüedad clásica y en la consolidación de la
importancia del hombre en la organización de la realidad histórica y natural, que se aplicó en los siglos XIV
y XV.
El Renacimiento no fue un fenómeno unitario desde el punto de vista cronológico y geográfico. Su ámbito se
limita a la cultura europea y a los territorios americanos recién descubiertos, donde las novedades
renacentistas llegaron tardíamente. Su desarrollo coincide con el inicio de la Edad Moderna, marcada por la
consolidación de los estados europeos, los viajes transoceánicos que pusieron en contacto a Europa y
América, la descomposición del feudalismo y el inicio de un incipiente capitalismo. Sin embargo, muchos de
estos fenómenos rebasan por su magnitud y mayor extensión en el tiempo el ámbito renacentista.
Más adelante en la Historia medieval, se originó un gran movimiento religioso (principios del siglo XVI)
denominado la Reforma protestante, basada en el pensamiento y obra de Martín Lutero, que se inscriben
en ese momento para finalizar con la supremacía eclesiástica, religiosa y política de la Iglesia de Roma en
Europa, creando iglesias protestantes de diferentes denominaciones. Aunque la Reforma fue esencialmente
un movimiento religioso, produjo importantes cambios en casi todos los aspectos de la vida social,
económica y política, con grandes repercusiones en la historia moderna del mundo occidental.
Con la disolución de los principios fundamentales del medievo y el surgimiento de las nuevas corrientes
intelectuales del humanismo y el Renacimiento, se dieron las condiciones propicias para el desarrollo de la
Reforma protestante, especialmente en los territorios de habla alemana, en donde el fervor religioso se
entremezclaba con el disgusto hacia la Iglesia romana.
La Reforma fue denominada “protestante” después de la segunda Dieta de Espira (1529), en la cual los
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dirigentes luteranos firmaron una enérgica protesta dirigida al Emperador manifestando su disconformidad y
reafirmando su fe con ahínco. Las cuatro tradiciones protestantes principales que surgieron de la Reforma
fueron la luterana, la calvinista, la anabaptista y la anglicana, cada una con importantes implicaciones en la
teoría y la práctica políticas.
Después de la caída del Imperio Romano, Europa Occidental se descentraliza en reinos feudales, siendo la
Iglesia cristiana la principal fuerza que aglutina al continente frente a las diversas invasiones. Esta
centralización del poder fue el principal elemento unificador durante la Edad Media.
Con la invasión de los vikingos desde el norte y de los húngaros desde el este entre los siglos IX y XI las
unidades políticas europeas se fragmentaron, y debido a la necesidad de protección militar se consolidó el
feudalismo como sistema basado en vínculos de dependencia establecidos entre un superior feudal y su
vasallo. El principio fundamental era la subordinación de una persona a otra, con una estructura social
rígidamente jerarquizada en la cual el vasallo intercambiaba independencia por protección.
Una de las características de la Edad Media en lo político fue entonces la fragmentación del poder, aunque
existió la necesidad de un orden universal, de una justicia suprema que estuviera por encima de los intereses
particulares, y la única posibilidad de ello era a través del Papa, la Iglesia de Roma, que pretendió instaurar
en Europa un poder político por encima de los relativos poderes de los señores feudales.
Se dio simultáneamente una lucha entre la Iglesia y los señores feudales para lograr la dominación política,
con papas que eran alternativamente apoyados, dominados o depuestos por los poderes seculares. El Papado,
con sus luchas con los Estados italianos y su exilio en Aviñón, el gran cisma que opone hasta tres Papas
rivales, la crisis que lo somete a las decisiones de los concilios, y finalmente su injerencia en la política y los
conflictos europeos, había perdido su autoridad moral sobre una gran parte de los fieles.
En la vida medieval lo político y lo religioso se entremezclaban sutilmente, y se daba por sentado que el
reino y el sacerdocio formaban jurisdicciones complementarias dentro de la república cristiana. El fin de esta
unión entre lo religioso y lo político fue anticipado por Marsilio de Padua en el siglo XIV. Las pretensiones
temporales del papado habían perjudicado la efectividad de la autoridad secular, al confundir el poder secular
con el espiritual.
El desafío de Lutero a la autoridad de Roma es la culminación de un largo proceso en el cual se combinan
una serie de elementos, circunstancias y condiciones que rebasan los aspectos meramente religiosos. La
Reforma no comienza con el famoso episodio de las 95 tesis de Lutero (31 de octubre de 1517), sino en una
serie de fermentos de reforma religiosa profundamente sentida en la Iglesia ya desde finales del siglo XII.
Además, durante siglos hubo una continua lucha por la supremacía del poder político terrenal entre los papas
y los poderes seculares.
La sumisión a Roma, los impuestos, las extensas posesiones de la Iglesia en toda Europa libres de cargas, la
inmoralidad de muchos eclesiásticos en todas las jerarquías del clero, y otras cuestiones relacionadas con el
desarrollo de las monarquías nacionales, produjeron una gran animosidad en contra de la Iglesia católica.
La denominada “cautividad babilónica” de los papas en Avignon durante el siglo XIV y el consiguiente Gran
Cisma provocaron graves daños en la autoridad de la Iglesia, dividiendo a sus partidarios en seguidores de
uno u otro Papa. Se reconoció la necesidad de una reforma, y pese a los debates y los programas, no se
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instituyó ningún cambio en el concilio de Constanza (1414-18).
En el siglo XIV el inglés John Wycliff atacó al Papa por las mismas cuestiones por las cuales Lutero lo haría
más adelante. Tradujo la Biblia al inglés y predicaba en esa lengua. Su seguidor en Bohemia, Jan Hus, es
ejecutado por herejía en 1415, desatando las guerras husitas reprimidas por las fuerzas combinadas del Papa
y el Emperador. Lutero subrayó posteriormente que no luchaba contra los papistas a causa de su licenciosa
vida, sino en contra de su doctrina. Hus y Wycliff . “han fustigado sólo su conducta, pero cuando se ataca la
doctrina es cuando se agarra al ganso por el pescuezo”.
El mundo de la cristiandad estaba siendo socavado como resultado de una combinación de factores. Desde lo
ideológico, movimientos tan divergentes como el misticismo, con su énfasis en el encuentro directo con lo
divino, y el nominalismo, que enfatiza lo concreto, desafiaron sin quererlo la estructura jerárquica y
corporativa de la Iglesia de Roma. Los humanistas, con el entusiasmo de sus nuevos descubrimientos en el
campo de la cultura clásica, favorecían el estudio de Grecia y Roma más que las sutilezas de los teólogos
escolásticos. El descubrimiento de América, las nuevas ideas de Copérnico, y sobre todo la expansión
de la información a través de la imprenta, que expuso nuevos horizontes del conocimiento no asequibles
anteriormente.
En lo político, el Imperio estaba acosado por la conciencia de sentimientos étnicos y nacionales. La
consecuencia eran que las agresivas demandas de los grupos nuevos no podían ser satisfechas por los
representantes de las tierras alemanas: los príncipes y los nobles. La Reforma suministró una nueva teología
de la autoridad política y de la relación entre el hombre cristiano y la autoridad. En cuanto al contexto social,
el sistema feudal estaba siendo amenazado por el crecimiento de una nueva clase, la burguesía, interesada en
el comercio y el intercambio. Los pequeños pueblos se iban convirtiendo en centros urbanos, y existía un
nuevo sentimiento de independencia de los señores feudales. Los campesinos explotados estaban listos para
rebelarse, y así lo hicieron durante la Reforma.
La Reforma de Lutero se produce en un período caracterizado por el tránsito del feudalismo al
capitalismo, con grandes alteraciones sociales, resistencia de los perjudicados a la nueva coyuntura,
difíciles cambios de mentalidad, y descontento del campesinado en una Europa desproporcionadamente
rural. Si bien Lutero ayudó a darle forma y dirección a muchas de las nuevas tendencias, gran parte de
lo que sucedió posteriormente quedó fuera de su dirección, intención y dominio.
Antes de Lutero, muchos cristianos consideraban que la Iglesia de Roma había perdido sus tradiciones
espirituales y que se preocupaba excesivamente por el poder temporal. El aumento de la alfabetización y la
impresión de libros a fines del siglo XV hicieron que muchos cristianos redescubrieran a los antiguos
cristianos comparándolos desfavorablemente con la Iglesia Católica Romana, y sus métodos para financiar
las diversas construcciones en las que ésta estaba abocada fueron muy criticados. Dichos métodos incluían
las indulgencias (pagos por la remisión que hace la Iglesia de las penas debidas por los pecados), la venta de
reliquias, la venta de misas para los muertos, peregrinajes espirituales, y el logro de “méritos” por
donaciones. Los reformadores, basados en su interpretación de la Biblia, muestran una postura del cristiano
en el mundo diferente de la católica, de la cual surge una visión de la autoridad política con importantes
consecuencias futuras tales como su reforzamiento, sin abandonar la explicación teológica de que la
autoridad derivaba su poder directamente de Dios.
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en la humanidad
La Reforma Católica o Contrarreforma fue la respuesta a la reforma protestante de Martín Lutero, que
había debilitado a la Iglesia. Denota el período de resurgimiento católico desde el pontificado del Papa Pío
IV en 1560 hasta el fin de la Guerra de los Treinta Años, en 1648. Sus objetivos fueron renovar la Iglesia y
evitar el avance de las doctrinas protestantes. Se esforzó sobre todo en cuatro temas:1) Doctrina. 2)
Reestructuración eclesiástica, con la fundación de seminarios. 3) Modificación de las órdenes religiosas,
haciéndolas volver a sus orígenes espirituales. 4) Vigilancia de los movimientos espirituales, centrándolos en
la vida piadosa y en una relación personal con Cristo. Esto incluía a los místicos españoles y a la escuela de
espiritualidad francesa.
Capítulo VII
Conquista y Colonización de América
en el nombre de Cristo
América fue poblada cuando menos hace 22,000 años, muy probablemente por culturas asiáticas que
ingresaron al continente por el área de Beringia (estrecho de Bering), en el norte. La población americana,
realizó dos revoluciones neolíticas originarias, en Mesoamérica y en Norte Chico (Perú), que expandirían
culturas agro-cerámicas por todo el continente y generarían varios grandes centros de alta civilización. Las
culturas y civilizaciones en América surgieron y se desarrollaron sin contacto con las culturas y
civilizaciones africanas, asiáticas y europeas, por lo que resulta adecuado hablar de la existencia de dos
mundos: los llamados "mundo antiguo" (africano, asiático y europeo) y "nuevo mundo" (americano). Las
culturas mesoamericanas habían denominado a la tierra que ellos alcanzaron a conocer con los nombres de
Abya Yala o Cem Anahuac. Se sabe de la existencia de los restos de un efímero asentamiento vikingo en el
ártico canadiense. Por esta razón en los Estados Unidos, se celebra como fiesta nacional, el día del
explorador vikingo Leif Eriksson, en memoria de los primeros noruegos en arribar a los Estados Unidos de
América.
Las diversas culturas que se desarrollaron en el ámbito geográfico correspondiente a Mesoamérica, tenían
semejanzas en su forma de gobierno, siendo éstas influidas por la religión, en la cual se formaron gobiernos
teocráticos que después cambiarían a gobiernos militaristas. En el México prehispánico encontraremos
dentro de las religiones, a dioses que recibían como ofrendas únicas la vida humana, en casos raros se hacían
de animales; dentro de sus visiones cosmológicas, el maíz fue el material vital para la creación del hombre.
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Había un ciclo entre los dioses y el hombre para sustentar la vida, la sangre significa la vida en la creencia
mesoamericana: la sangre humana es el líquido que satisface la sed de los dioses (en este caso el dios Sol), la
sangre tiene un porcentaje de la sangre de los dioses. Con la sangre revitaliza no sólo a las divinidades, sino
también a la tierra, las plantas y los animales (por ejemplo, al águila y al jaguar). La sangre es como el agua,
necesaria para la vida terrenal y la vida celestial.
La civilización Olmeca –cultura madre en América- ubicada principalmente en las costas del actual Golfo
de México, inició su evolución alrededor del año 1200 a.C., y se establece a partir de estas fechas hasta 900
a.C. Para el año 400 a.C. La cultura Olmeca ya decaía como unidad rectora del área cultural de
Mesoamérica. Los logros de esta extraordinaria cultura se conservaron por muchos siglos, algunos de los
cuales subsistieron hasta la conquista española que truncó el desarrollo autóctono mesoamericano.
Los Mayas en la península de Yucatán México, Guatemala y Honduras, desarrolló grandes ciudades, entre
los siglos III y XV. Los Mayas no constituían un estado unificado, sino que se organizaban en varias
ciudades-estado independientes entre si, que controlaban un territorio más o menos amplio. Cuando los
Mayas florecieron era un imperio que abarcaba gran parte de Mesoamérica. Vivieron en las selvas del
Petén,
Guatemala,
parte
de
Yucatán,
occidente
de
Honduras
y
El
Salvador.
Los Mayas que florecieron entre los años 300-900 d. C., se les conoce como del Período Clásico. Pero
súbitamente, en su cúspide, colapsaron y desaparecieron. Resurgieron 200 años después en Chichén Itzá
pero más debilitados, en lo que se conoce como Período Posclásico. La casta sacerdotisa era la dominante,
fueron exitosos en las ciencias como en las artes, hábiles en el arte del tejido a base de algodón y la fibra
de agave. Con el plumaje de numerosos pájaros que existieron en su territorio realizaban soberbios tejidos.
La orfebrería era muy avanzada y la metalurgia del cobre bien conocida. Su arquitectura es la más perfecta
del nuevo mundo, con decoraciones en relieves, pinturas y calados. La cerámica tenía forma animal, o
humana, y era grabada o pintada. La escritura supera a las restantes escrituras americanas. La súbita
desaparición de sus tribus del período clásico ha suscitado controversiales especulaciones en los últimos
siglos. Entre las muchas ciudades mesoamericanas que fundaron, dos fueron de las más importantes y cuyas
ruinas existen: Tikal en las selvas del Petén (Guatemala) y Chichén Itzá en Yucatán (México)
Los Aztecas en el valle de México crearon desde su capital, Tenochtitlan, un poderoso imperio que
dominaría México y América Central, hasta la llegada de los españoles. El azteca fue un pueblo que,
mediante alianzas militares con otros grupos y poblaciones conoció una rápida expansión y dominó el área
central y sur del actual México entre los siglos XIV y XVI, si bien es cierto que en un primer momento tras
su llegada, tuvo que enfrentarse a otros pueblos ya asentados en la zona. Tras la muerte de Moctezuma II en
el 1520, se puso de manifiesto la debilidad de este gran imperio, derivada de aquella rápida expansión: no
podían controlar aquel vasto territorio; las divisiones internas entre provincias y las tensiones y ambiciones
independentistas de algunos pueblos, facilitó a los españoles, dirigidos por Hernán Cortés, la conquista de
este gran imperio, que culminó en 1521. Las actividades económicas de esta civilización fue la agricultura y
el comercio. La influencia que ejercía la religión en los aztecas era tal, que en determinados rituales se
ofrecían a los dioses miles de hombres en sacrificio simultáneamente como ofrenda
Los Incas impusieron a partir de Cuzco la dominación del Imperio del Sol, que se extendería sobre una
inmensa parte de la Cordillera de los Andes. Se calcula que aparecieron a finales del siglo XII, cuando una
pequeña tribu se estableció en lo que es el valle del Cuzco, fundaron la capital y más tarde se convirtió en un
extenso y poderoso Imperio que guarda sus tradiciones, mitos leyendas como los demás pueblos que habitan
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en este continente. El señorío Inca fue fundado por el legendario Manco Cápac a fines del siglo XIII.. Sus
actividades económicas fueron: La agricultura, el comercio, los metales, la caza y la pesca.
Los Reyes Católicos son dos personajes que han marcado un antes y un después en la historia de España.
Bajo su reinado, también se produjo uno de los descubrimientos más importantes de la historia, el
descubrimiento de América, hecho que concedió a las coronas de Castilla y Aragón su máximo esplendor,
echando raíces en el nuevo continente y propagando la palabra de Dios a los habitantes de América. El
reinado de Fernando II de Aragón e Isabel I de Castilla, (popularmente conocidos como los Reyes Católicos)
se caracterizó por el control de la pureza de la fe.
Fue así como los musulmanes que habitaban en España se encontraron obligados a convertirse o abandonar
el país, al igual que los judíos entre otras religiones, hecho que provocó una profunda crisis. Estos hechos,
sumados al Patronato concedido por Inocencio VIII a los reyes para el control del Estado en los temas
religiosos, instauró una nación sostenida por la fe, la religión y la patria. En 1486 Cristóbal Colón ofrecería
un proyecto a los Reyes Católicos para crear una nueva ruta hacia las Indias por el océano Atlántico. En
aquel momento, como era prioridad la conquista de Granada, el proyecto fue duramente cuestionado.
Tras alcanzar el objetivo impuesto por la corona, se decidió llevar a delante el proyecto, con fin de crear una
ruta propia para el transporte comercial, sin tener que depender de Génova o Portugal, partiendo la Santa
María y las dos carabelas (la Pinta y la Niña). Fue así como el 12 de Octubre de 1492 las embarcaciones
llegan a tierra firme, no justamente al destino deseado, sino topándose con un continente nuevo, dando
inicio a la colonización de las Indias. En estas nuevas tierras, se comenzaron a instaurar bajo el mando de
los reyes las bases y estructuras administrativas tradicionales del reinado castellano. Gracias al Patronato
concedido por el Papa, los reyes consiguieron controlar la implantación y difusión de la Iglesia Católica en
América, instaurando la dura y polémica tarea de evangelización a los habitantes del lugar.
Hoy en día América se encuentra compuesta por los legados de estos reyes que aplicaron la política de la
Iglesia en el nuevo continente. No sólo cambió por completo la cultura que anteriormente subsistía en aquel
lugar, sino también la gran cantidad de legados arquitectónicos, estructuras, política y ciudades que hoy
conforman el continente Americano.
La colonización española de América fue parte de un proceso histórico más amplio, denominado
posteriormente colonialismo, mediante el cual diversas potencias europeas incorporaron una considerable
cantidad de territorios y pueblos en América, Asia y África entre los siglos XVI y XX. Para ello, se debió
someter a varias culturas originarias que ya estaban establecidas cuando en el año 1492 los exploradores
españoles llegaron a tierras americanas. En los aspectos más negativos de su dinámica colonial, el Imperio
español, para sostenerse frente a otras potencias europeas, despobló España y consumió las riquezas que el
transporte español añadió al oro y plata llevados a Europa desde América, donde la moneda no tenía ningún
valor comercial en la sociedad amerindia, ni tampoco otros recursos naturales, fuera del trueque. Todos los
valores fueron añadidos por el comercio español a lo largo de su permanencia. Por otro lado, y al principio
de este choque de civilizaciones, algunos historiadores arrojan cifras de mortalidad de 90 millones de
nativos, en su mayoría por enfermedades. Por estas razones, diversos estudiosos, países y organizaciones
indígenas consideran que se trató de un genocidio
A partir de 1808, con la caída del monarca Fernando VII, y el comienzo de la transformación de España en
un Estado liberal en 1812, se inicia la desmembración del Imperio español en América. Los territorios
americanos bajo dominio español, convertidos en Repúblicas, iniciaron sus luchas de emancipación. Por
último las islas de Cuba y Puerto Rico, bajo soberanía de España en el año 1898, se separan por la
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intervención militar de los Estados Unidos, siendo las últimas posesiones coloniales españolas de América en
organizarse como Estados independientes.
En 1492, España se había consolidado como una de las primeras naciones europeas que, en la era moderna,
se unificaron bajo un gobierno central. Esto se había logrado después de varios siglos de lucha armada contra
la presencia musulmana en la Península Ibérica, la así llamada “Reconquista” desde el norte. Con la
expulsión de los últimos moros del sur, en Granada, Isabel de Castilla y Fernando de Aragón -los Reyes
Católicos- aseguraron su dominio del nuevo reino unificado que ahora era España. También en ese año se
decretó la expulsión de los judíos (o su forzosa conversión al cristianismo), y se publicó la primera gramática
del castellano (Antonio de Nebrija 1441-1552).
Estos datos revelan tres de las bases ideológicas y políticas con que se inició la expansión española en
América. En primer lugar, había un ejército muy organizado y ansioso de nuevas conquistas heroicas en
nombre del cristianismo. En segundo término, el catolicismo, el idioma español y el absolutismo de la
Corona eran los elementos unificadores de la nueva identidad nacional. Y un tercer factor, no menos
importante, era la ambición expansiva, en busca de riquezas para premiar a los héroes de la Reconquista y
sostener una economía basada en la guerra y en la posesión de tierras. Ya que el comercio comenzaba a
florecer en Europa, la compra y venta de mercancías era una dinámica social fundamental que utilizaba el
oro y la plata como monedas de cambio
Así pues, la colonización de América tenía, en la esfera ideológica, una misión evangelizadora: cristianizar
heroicamente el mundo, por conversión o por miedo. A escala política, su papel era expandir el dominio de
la corona española, consagrada a la fe católica. En el campo económico, había que encontrar metales
preciosos, competir comercialmente con el resto de Europa, y dar tierras a los héroes españoles y a la Iglesia.
Por eso la conquista fue una operación fundamentalmente militar, pero también evangelizadora, que avanzó
en busca de oro y de plata hasta el extremo sur del continente, con la esperanza de encontrar el legendario
“dorado”. Son típicas las imágenes de los conquistadores españoles con sus armaduras y caballos, siempre
acompañados de sacerdotes católicos, convirtiendo a los indígenas o luchando contra ellos, y fundando
ciudades en nombre de Dios y del rey.
Una vez conquistado un vasto terreno, el esfuerzo militar pronto se concentró en neutralizar la intervención
de otras potencias en la zona, tales como los bucaneros ingleses. Además, la Corona española estableció un
fuerte monopolio comercial sobre sus territorios de ultramar, y una estructura autoritaria, burocrática y
jerárquica que duró más de tres siglos y que hasta el presente continúa influenciando de muchas maneras la
cultura, en economía y política de la región.
El Imperio español y el Imperio portugués fueron los primeros en realizar la conquista, y se asentaron
principalmente en Norteamérica, Centroamérica y en el área andina de Sudamérica (imperios Azteca, Maya e
Inca, respectivamente).
España fue la potencia que mayor presencia colonial impuso en América. Tomó –como mencionabaposesión por la fuerza de los tres grandes imperios existentes en América en ese momento: en América del
Norte llegó a apropiarse de los Imperios azteca y maya, en el actual México, estableciéndose en sus
ciudades. A partir de ahí controló una gran parte de América Central: desde la zona andina de América del
Sur hasta la zona central de la actual Chile, incluyendo al Imperio incaico en el actual Perú. En el Caribe,
dominó sobre todo Cuba, La Española, Puerto Rico, Jamaica, incluyendo a la península de Florida dentro de
sus posesiones caribeñas.
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Portugal se apropió de la mayor parte de la franja costera atlántica de la parte norte de América del Sur, que
más tarde originaría el Estado de Brasil. Inglaterra estableció trece colonias en la franja costera atlántica
norteamericana, además de algunas islas caribeñas y parte de Canadá. Francia ocupó la actual Guayana
Francesa en Sudamérica (aún bajo su dominio), Louisiana en el Golfo de México, algunas islas del Caribe, y
la región canadiense de Quebec. Holanda estableció colonias en Norteamérica (Nueva Ámsterdam que luego
sería Nueva York), norte de América del Sur (Guyana holandesa hoy Surinam) y algunos asentamientos en
islas caribeñas (Antillas Neerlandesas y Aruba).
La colonización portuguesa de América comenzó motivada por razones económicas y estratégicas. Por un
lado las económicas a causa de la merma en las ganancias en el comercio con el Oriente y las posibilidades
mercantiles del "árbol de Brasil", de cuya corteza se producía un tinte rojo usado para teñir textiles. Por el
otro estratégicas, por el temor a una invasión española o francesa a su territorio. En 1530, la corona
portuguesa envió a Martín Alonso de Souza a expulsar a los franceses que rodeaban las costas de Brasil, ya
que eran tierras que pertenecían a Portugal desde 1500, cuando el navegante portugués Pedro Cabral había
pisado esos territorios.
En 1533, Juan III de Portugal, dividió el territorio de Brasil en 15 franjas o capitanías, de 150 millas de
ancho cada una, lo que influyó en el carácter privado de la colonización portuguesa. Estas capitanías fueron
repartidas u otorgadas a nobles portugueses de forma vitalicia y hereditaria a fin de obtener el mayor
rendimiento con el mínimo de costos para la metrópoli. Los nobles que recibieron las mismas se
comprometieron a evangelizar a los aborígenes, reclutar colonos, y a desarrollar económicamente la
capitanía. Durante 19 años la administración de las capitanías estuvo a cargo de los nobles, pero, en 1549, el
rey nombró un gobernador general o "Capitán mayor" representante del rey que administraría toda la
colonia. El propósito de este gobierno era que el rey de Portugal gobernara a Brasil con el asesoramiento del
Consejo Ultramarino, además de unificar el gobierno colonial. Sin embargo, aunque se pretendió quitar
poderes a los capitanes generales, realmente continuaron dominando la colonia. Ellos, perdieron solamente
facultades políticas pero mantuvieron sus privilegios económicos y continuaron con la esclavitud indígena.
Desde los comienzos de la colonización, una de las actividades principales realizada por los terratenientes o
capitanes generales en Brasil, fue las cacerías indígenas con el fin de esclavizarlos. Estos organizaron
compañías militares o bandeiras que se organizaron para realizar expediciones al interior del territorio y de la
Selva amazónica, en busca de humanos para esclavizarlos. Aun así, los indígenas no fueron suficientes para
la mano de obra por lo que recurrieron al uso de mano de obra africana(negros) a partir del 1530.
Los procesos de colonización francesa se iniciaron a principios del siglo XVII. Durante el siglo anterior, los
franceses habían intentado infructuosamente asentarse en territorio norteamericano y, a pesar de las
dificultades, durante el siglo XVI los barcos pesqueros franceses visitaban con regularidad la costa atlántica
del norte del continente. Esto venía motivado principalmente por la demanda de pieles en los mercados
europeos y, por ello, los comerciantes franceses iniciaron un lucrativo negocio con los aborígenes
norteamericanos. A principios del siglo XVII, Samuel de Chaplain fundó puestos comerciales en Nueva
Escocia, Annapolis y Quebec (primera colonia francesa, fundada como parte de una factoría peletera) en la
actual Canadá. Champlain no dudó en apoyar a sus aliados comerciales, los hurones, en sus guerras con otros
pueblos indígenas del este de Norteamérica. Otra colonia francesa fue fundada en Montreal, desde donde
comenzó la exploración de la zona de los Grandes Lagos y del río Missisipi por parte de René Robert
Cavalier. A diferencia de los primeros colonos ingleses, que se quedaron en las costas y utilizaron
intermediarios para comerciar con los indígenas, los franceses se adentraron en los bosques con la intención
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de ampliar las fronteras comerciales y religiosas con los nativos. Por ello, para la primera mitad del siglo
XVIII había establecimientos franceses en Detroit, Niágara, Kaskaskia y Cahokia, en los territorios de
Illinois y Nueva Orleans, en los actuales Estados Unidos de América. Estos puestos le proporcionaron a
Francia el control de un territorio que se extendía desde Canadá hasta Louisiana.
El gobierno francés también fomentó el establecimiento de colonias en el Caribe: en el transcurso del siglo
XVII, conquistó las islas de Saint Christopher, Saint Croix, Saint Bartholomew, Grenada, Saint Martín,
Tortuga, Marie Galante y la parte oeste de La Española que se llamó Saint Domingue (Haití). La importancia
de las colonias francesas fue básicamente económica y militar. Se encontraban cerca de las principales rutas
de navegación españolas, lo que permitía interceptar sus barcos y establecer comercio. Las islas francesas
tenían una economía conocida como "de plantación", basada en la producción y exportación de azúcar,
algodón, cacao y tabaco. Por otro lado la mano de obra esclava también generaba grandes ganancias.
Eventualmente las colonias francesas tuvieron mayor población esclava que blanca, uno de los factores que
favorecieron su prosperidad económica.
Originalmente la instituciones administrativas del régimen colonial francés se asemejaron a las del inglés, ya
que los contratos comerciales de colonización otorgaban gran libertad a los corredores de los bosques, como
llamaban a los cazadores de pieles preciosas. Con el tiempo esto cambió, y se nombraron gobernadores que
disfrutaron de prerrogativas similares a las capitanías generales del Brasil (véase "Colonias portuguesas en
América") o los adelantados y primeros gobernadores de las colonias españolas. Sin embargo, para la
segunda mitad del siglo XVII se impuso un régimen centralizado; más acorde con las ideas de Luis XIV, rey
absolutista francés: Canadá fue convertida en provincia francesa, bajo el mando de un gobernador general
supeditado al monarca, y el territorio fue dividido en señoríos que se otorgaron a nobles de la corte. Estos
señoríos se subdividían en parroquias bajo la autoridad del cura o párroco y del jefe militar. Numerosos
intendentes o funcionarios con poderes militares, fiscales y judiciales mantenían el rígido centralismo de la
metrópoli francesa. Ese mismo régimen se impuso en las otras colonias francesas a partir de esta época.
Desde mediados del siglo XVI, comerciantes holandeses incursionaron en las colonias españolas de las
Antillas, estableciéndose en las Antillas Menores (Curazao) y en zonas de Brasil de donde fueron expulsados
en 1654. Aunque permanecieron en Surinam y parte de las Guyanas, donde desarrollaron durante los siglos
XVII y XVIII una economía de plantación para abastecer de productos tropicales a Holanda. El desarrollo
del sistema de plantación en estas colonias fue tan grande, que condujo a una de las mayores concentraciones
de esclavos en el siglo XVII y a una feroz lucha de los esclavos por su libertad.
En América del Norte comenzaron su entrada para el 1609, cuando Henry Hudson, un navegante inglés al
servicio de una compañía holandesa, navegó por el río que hoy lleva su nombre, ubicado en el actual estado
de Nueva York. Para 1621, la Compañía Holandesa de las Indias Occidentales había establecido puertos
comerciales en las cercanías de los ríos Delaware y Connecticut como en Nueva York y Albani.
En 1607 un grupo de colonizadores ingleses construyó una diminuta aldea en Jamestown, Virginia.
Portadores de una cédula del Rey Jaime I de Inglaterra, fundaron la primera colonia y los primeros siete
meses después de su arribo. Pero la colonia con el tiempo creció y prosperó. Los virginianos descubrieron la
forma de ganar dinero con el cultivo del tabaco, el cual empezaron a enviar a Inglaterra en 1614.
En Nueva Inglaterra, la región nororiental de lo que hoy es Estados Unidos, los puritanos ingleses
establecieron varias colonias. Estos colonizadores pensaban que la Iglesia de Inglaterra había adoptado
demasiadas prácticas del catolicismo, y llegaron a América huyendo de la persecución en tierras inglesas y
con la intención de fundar una colonia basada en sus propios ideales religiosos. Un grupo de puritanos,
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conocidos como los peregrinos, cruzaron el Atlántico en un barco llamado Mayflower y se establecieron en
Plymouth, Massachusetts, en 1620. Una colonia puritana mucho más grande se estableció en el área de
Boston en 1630. Para 1635, algunos colonizadores ya estaban emigrando a la cercana Connecticut.
Llegó toda clase de gente: aventureros, maleantes, fervorosos creyentes, constructores, soñadores. América
les prometía, como dijo el poeta Robert Frost, un nuevo comienzo para la raza humana. Desde entonces, los
estadounidenses han considerado a su país como un gran experimento, un modelo valioso para otras
naciones. Nueva Inglaterra también estableció otra tradición: un rasgo de moralismo frecuentemente
intolerante. Los puritanos creían que los gobiernos debían hacer cumplir la moralidad de Dios. Castigaban
severamente a los bebedores, los adúlteros, los violadores del Séptimo Día, y los herejes. En las colonias
puritanas el derecho de voto se limitaba a los miembros de la iglesia, y los salarios de los ministros se
pagaban de los impuestos.
Roger Williams, un puritano que no estaba de acuerdo con las decisiones de la comunidad, sostuvo que el
estado no debía intervenir en cuestiones religiosas. Obligado a salir de Massachusetts en 1635, fundó la
vecina colonia de Rhode Island, la cual garantizaba libertad religiosa y la separación del estado y la iglesia.
Las colonias de Maryland, establecida en 1634 como refugio para católicos, y Pensilvania, fundada en 1681
por el dirigente cuáquero William Penn, también se caracterizaron por su tolerancia religiosa. Esta tolerancia,
a su vez, atrajo a otros grupos de colonizadores al Nuevo Mundo.
Con el paso del tiempo, las colonias británicas de América del Norte fueron ocupadas también por muchos
grupos de origen no británico. Agricultores alemanes se establecieron en Pensilvania, los suecos fundaron la
colonia de Delaware y los primeros esclavos africanos llegaron a Virginia en 1619. En 1626, colonizadores
holandeses compraron la isla de Manhattan a los jefes indígenas de la región y erigieron la ciudad de New
Ámsterdam; en 1664, esta colonia fue tomada por los ingleses y rebautizada con el nombre de Nueva York.
En los años 1770 ya habían surgido varios centros urbanos pequeños pero en proceso de expansión, y cada
uno de ellos contaba con periódicos, tiendas, comerciantes y artesanos. Filadelfia, con 28.000 habitantes, era
la ciudad más grande, seguida por Nueva York, Boston, y Charleston. A diferencia de la mayor parte de las
demás naciones, Estados Unidos jamás tuvo una aristocracia feudal. En la era colonial la tierra era abundante
y la mano de obra escasa, y todo hombre libre tenía la oportunidad de alcanzar, si no la prosperidad, al
menos la independencia económica.
Todas las colonias compartían la tradición del gobierno representativo. El monarca inglés nombraba a
muchos de los gobernadores coloniales, pero todos ellos debían gobernar conjuntamente con una asamblea
elegida. El voto estaba restringido a los terratenientes varones blancos, pero la mayoría de los hombres
blancos tenían propiedades suficientes para votar. Inglaterra no podía ejercer un control directo sobre sus
colonias norteamericanas. Londres estaba demasiado lejos, y los colonos tenían un espíritu muy
independiente.
En 1733, los ingleses habían ocupado trece colonias a lo largo de la costa del Atlántico, desde New
Hampshire en el norte hasta Georgia en el sur: New Hampshire, Massachusetts, Rhode Island, Connecticut,
Nueva York, Nueva Jersey, Pensilvania Delaware, Maryland, Virginia, Carolina del Norte, Carolina del Sur,
Georgia
Los franceses controlaban Canadá y Louisiana, que comprendían toda la vertiente del río Misisipi: un
imperio vasto con pocos habitantes. Entre 1689 y 1815, Francia y la Gran Bretaña sostuvieron varias guerras,
y América del Norte se vio envuelta en cada una de ellas. En 1756 Francia e Inglaterra estaban enfrascadas
en la Guerra de los Siete Años, conocida en Estados Unidos como la Guerra Francesa e Indígena. El primer
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ministro británico, William Pitt, invirtió soldados y dinero en América del Norte y ganó un imperio. Las
fuerzas británicas tomaron las plazas fuertes canadienses de Louisburg (1758), Quebec (1759) y Montreal
(1760). La Paz de París, firmada en 1763, dio a la Gran Bretaña derechos sobre Canadá y toda América del
Norte al este del río Misisipi.
La victoria de Inglaterra condujo directamente a un conflicto con sus colonias norteamericanas. Para evitar
que pelearan con los nativos de la región, llamados indios por los europeos, una proclama real negó a los
colonos el derecho de establecerse al oeste de los Montes Apalaches. El gobierno británico empezó a castigar
a los contrabandistas e impuso nuevos gravámenes al azúcar, el café, los textiles y otros bienes importados.
La Ley de Alojamiento obligó a las colonias a alojar y alimentar a los soldados británicos; y con la
aprobación de la Ley de Estampillas, debían adherirse estampillas fiscales especiales a todos los periódicos,
folletos, documentos legales y licencias.
Estas medidas parecieron muy justas a los políticos británicos, que habían gastado fuertes sumas de dinero
para defender a sus colonias norteamericanas durante y después de la Guerra Francesa e Indígena.
Seguramente su razonamiento era que los colonos debían sufragar parte de esos gastos. Pero los colonos
temían que los nuevos impuestos dificultaran el comercio, y que las tropas británicas estacionadas en las
colonias pudieran ser usadas para aplastar las libertades civiles que los colonos habían disfrutado hasta
entonces.
En general, estos temores eran infundados, pero fueron los precursores de lo que han llegado a ser
tradiciones profundamente arraigadas en la política estadounidense. Los ciudadanos desconfían del
"gobierno poderoso"; después de todo, millones de inmigrantes llegaron a los Estados Unidos para escapar
de la represión política.
En 1765, representantes de nueve colonias se reunieron como "Congreso sobre la Ley de Estampillas" y
protestaron contra el nuevo impuesto. Los comerciantes se negaron a vender productos británicos, los
distribuidores de estampillas se vieron amenazados por la muchedumbre enardecida y la mayoría de los
colonos sencillamente se negó a comprar las mencionadas estampillas. El parlamento británico se vio
forzado a revocar la Ley de Estampillas, pero hizo cumplir la Ley de Alojamiento, decretó impuestos al té y
a otros productos y envió funcionarios aduaneros a Boston a cobrar esos aranceles. De nuevo los colonos
optaron por desobedecer, así que se enviaron soldados británicos a Boston.
Las tensiones se aliviaron cuando Lord North, el nuevo Primer ministro británico, eliminó todos los nuevos
impuestos salvo el del té. En 1773, un grupo de colonos respondió a dicho impuesto escenificando la Fiesta
del Té de Boston: disfrazados de indígenas, abordaron buques mercantes británicos y arrojaron al agua, en el
puerto de Boston, 342 huacales de té. El parlamento promulgó entonces las «Leyes Intolerables»
(Intolerable Acts): la independencia del gobierno colonial de Massachusetts fue drásticamente restringida y
se enviaron más soldados británicos al puerto de Boston, que ya estaba cerrado a los buques mercantes. En
septiembre de 1774 tuvo lugar en Filadelfia el Primer Congreso Continental, reunión de líderes coloniales
que se oponían a lo que percibían como opresión británica en las colonias. Estos líderes instaron a los
colonos a desobedecer las Leyes Intolerables y a boicotear el comercio británico. Los colonos empezaron a
organizar milicias y a almacenar armas y municiones.
En 1775 comienza oficialmente la guerra, cuyo desarrollo inicial fue claramente de dominio inglés, pero su
curso cambiaría cuando tras la Batalla de Saratoga, primera gran victoria americana, Francia y
posteriormente España entrarían en guerra apoyando a los independentistas estadounidenses.
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La Independencia de los Estados Unidos es uno de los hechos más importantes ocurridos en el siglo
XVIII, siendo la Declaración de Independencia leída en Filadelfia (1776), uno de los textos más innovadores
y trascendentes de la historia contemporánea.
Inglaterra controlaba 13 colonias en América del Norte, donde habían emigrado los católicos y protestantes
disidentes, durante las guerras religiosas. En 1765, el gobierno inglés de Jorge III aumento abusivamente los
impuestos en las colonias provocando desórdenes en muchas colonias. El parlamento de Londres prosiguió
con su rígida política y en 1767 volvió a votar nuevos impuestos.
La indignación cundió en las colonias y los patriotas comenzaron a gestar la revolución y, tras proclamar la
Declaración de Derechos (1774), se declararon independientes (1776). El 3 de septiembre de 1783 se firmó
en Versalles el tratado de paz, donde Inglaterra reconocía la independencia y soberanía de las colonias
americanas.
Por el Tratado de Versalles (1783), Inglaterra se ve obligada a reconocer la independencia de las 13
colonias estadounidenses, tal y como éstas habían redactado en la famosa Declaración de Independencia de
los Estados Unidos de 1776.
Una vez lograda la independencia, resultó muy complicado poner de acuerdo a todas las antiguas colonias si
seguían como Estados independientes, o se reunían en una sola nación. Tras varios años de negociaciones, en
1787, 55 representantes de las antiguas colonias se reunieron en el Congreso de Filadelfia con el fin de
redactar una constitución. Se creaba así un único gobierno federal, con un Presidente de la República y dos
Cámaras Legislativas (Congreso y Senado) como solución intermedia. Redactó también la Constitución de
1787, y llamó a las elecciones por las cuales George Washington fue investido primer Presidente de los
Estados Unidos.
La llegada de los liberales al poder facilitó la entrada de los primeros misioneros protestantes a los países
de América Latina. Entre los misioneros destaca la figura de James Thomson, representante de las
Sociedades Bíblicas Británicas. Thomson llegó al puerto de Buenos Aires en 1819 y desde el principio
recibió el apoyo del presidente Bernardo Rivadavia. De Argentina Thomson pasa a Chile en 1821, donde
también recibió el apoyado del presidente Bernardo O’Higgins, en 1822 llega a Perú, donde fue nombrado
director de educación pública. En 1824, Thomson pasa a Ecuador y un año después a Colombia.
Por último continuó su labor en México y las Antillas españolas e inglesas. Tras las huellas de Thomson
fueron numerosos los agentes de las Sociedades Bíblicas que extendían la difusión de las Sagradas
Escrituras en lengua vulgar.
Las relaciones comerciales entre las nuevas naciones y varios países protestantes fueron suavizando el trato a
los extranjeros evangélicos, pero ningún país cambió en esta etapa sus constituciones para admitir la libertad
religiosa. La mayoría de los inmigrantes protestantes no veían la necesidad de difundir su fe y se contentaba
con la simple práctica de la misma, pero algo iba a cambiar.
El ultramontanismo católico y el nacimiento de un movimiento liberal más radical y secular, abrieron la
puerta a la libertad de cultos. Casi todas las constituciones hacia la mitad del siglo XIX habían incluido la
libertad religiosa en su articulado. En Brasil y México nacieron las primeras sociedades protestantes,
estrechamente ligadas a los movimientos anticlericales y masónicos. Los primeros misioneros presbiterianos,
metodistas y congregacionalistas empezaron a llegar hacía el 1872. A los primeros protestantes
sudamericanos en México y Brasil, se les unieron otros en países como Argentina, Cuba y Chile.
Durante el siglo XIX habían surgido numerosas sociedades misioneras en Estados Unidos para difundir su
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mensaje en América Latina. Estas agencias se centraron en dos puntos básicos: la creación de escuelas y de
centros/médicos.
La difusión evangélica durante el siglo XIX fue lenta y difícil. La presión social sobre los nuevos conversos,
las persecuciones y linchamientos, empezaron a generalizarse en diferentes países americanos. Pero el
protestantismo había arraigado en todos los países. En México, por ejemplo, 1892 había 566 iglesias y en el
1908 había 700 congregaciones.
El protestantismo al comenzar el siglo XX era una pequeña minoría en la mayoría de los países, compuesta
en su mayor parte por clases medias, pero tenía una amplia red educativa y médica y buena relación con los
políticos de corte liberal. El católico es más tranquilo; dotado de menor impulso adquisitivo, prefiere una
vida bien asegurada aun a cambio de obtener menores ingresos, a una vida de continuo peligro y exaltación,
por la eventual exaltación de honores y riquezas. "Comer bien o dormir tranquilo", dice el refrán; pues bien,
en tal caso, el protestante opta por comer bien, mientras que el católico prefiere dormir tranquilamente.»
Max Weber, (economista y sociólogo alemán entre 1904 y 1905), en su libro “La ética protestante,
espíritu del capitalismo” nos sugiere…”los católicos participan también en menor proporción en las capas
ilustradas del elemento trabajador de la moderna gran industria. Es un hecho conocido que la fábrica nutre
las filas de sus trabajadores más preparados como elementos procedentes del pequeño taller, en el cual se
forman profesionalmente, y del que se apartan una vez formados; pero esto se da en mucha mayor medida en
el elemento protestante que en el católico, porque los católicos demuestran una inclinación mucho más fuerte
a seguir en el oficio en el que suelen alcanzar el grado de maestros mientras que los protestantes se lanzan en
un número mucho mayor a la fábrica, en la que escalan los puestos superiores del proletariado ilustrado y de
la burocracia industrial”. Weber (1999:31) Termina diciendo que… La reforma protestante y sobre todo el
agregado "calvinista de la predestinación", es una más de las "construcciones sociales" que han fortalecido la
desigualdad en el mundo. Una de las más grandes genialidades del hombre en el universo; atribuir a la
pobreza la predestinación y dividir al hombre entre salvos y condenados por naturaleza, y a esta falacia, darle
la categoría de racional, con lo cual, el supuesto no admite refutación y más bien, se eleva al grado de
universal.
Los antecedentes del protestantismo en América Latina nos llevan a los primeros años de la colonización
del Continente. Por un lado podemos ver los intentos de algunas potencias protestantes por instalarse en
América y por el otro, la llegada de personas de forma aislada a las colonias españolas.
La primera de las formas de instalación del protestantismo en América fracasó. Como ejemplo tenemos el
caso de la colonia de los Welser en Venezuela (1528-1546), apoyada por el mismo Carlos I de España para
pagar una de sus deudas bancarias, y que fue desmantelada por la Corona años después al convertirse en un
foco de luteranos.
También están las colonias hugonotas en la Bahía de Guanabara (1555-1560) en Brasil y en La Florida
(1562-1565), todas destruidas por la Corona Española. Por último el Brasil holandés (1630-1654) gobernado
por calvinistas.
La segunda forma fue la llegada espontánea de trabajadores protestantes. La Corona controlaba
estrechamente quien se instalaba en las colonias, pero algunos protestantes lograron burlar a la Inquisición,
aunque el número de personas acusadas de "herejías" luteranas en los tribunales de la Inquisición Americana
es muy pequeño en los siglos XVI al XVIII.
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Las fricciones comerciales entre las colonias holandesas y las inglesas no se hicieron esperar. Los holandeses
reclamaban el territorio de Connecticut, a pesar de no conseguir su total dominio. En 1650, se vieron
forzados a cederle a los ingleses la parte este de Long Island. Entre ambas colonias surgieron disputas
fronterizas y reclamos de violaciones a los acuerdos comerciales. Finalmente, en la década de 1660, cuando
estalló la guerra entre Holanda e Inglaterra, Nueva Holanda fue absorbida por los ingleses. En cuanto al
régimen administrativo implantado por los holandeses durante la época colonial se puede mencionar que en
sus orígenes fue similar al inglés y al portugués dado el carácter de factorías o establecimientos comerciales
que tuvieron sus efímeras colonias. Sin embargo, la colonia que durante varios años lograron establecer en
Brasil fue gobernada por un miembro de la familia real. En las islas que conservó se estableció años después,
un gobierno más subordinado a la Corona holandesa. Al fin, las colonias holandesas en América fueron
efímeras, poco duraderas ya que sus intentos fueron frustrados por ingleses y portugueses, de ahí que sólo
permanecieran con algunas posesiones del Caribe.
Estados Unidos surgió a partir de las Trece Colonias, un puñado de pueblos fundados por oleadas de
inmigrantes ingleses entre los siglos XVII y XVIII. En estas colonias no existían los rasgos del rígido
sistema feudal europeo. Las colonias del noreste, estaban formadas inicialmente por puritanos que fundaron
Massachusetts. En las colonias del sureste (Virginia, Carolina y Georgia), donde la población estaba
compuesta principalmente por grandes y pequeños propietarios, reyes y esclavos, se había organizado un
sistema esclavista, según el que unos 500.000 esclavos negros explotaban plantaciones de tabaco, algodón y
azúcar.
Después del triunfo de Inglaterra sobre Francia en la Guerra de los Siete Años (1756-1763) en la que
Inglaterra recibió gran ayuda de las colonias económica y militarmente, colaboración a pesar de la cual se
crearon nuevos impuestos sobre el azúcar y subieron los ya existentes (sobre todo en el papel timbrado que
en aquella época era muy utilizado en la administración y en los actos notariales).
Al estallar la guerra colonial, los colonos tomaron conciencia de su poder, el que usaron para oponerse al
alza de impuestos decretado desde Inglaterra. La reyerta degeneró en la Guerra de la Independencia de los
Estados Unidos (1776-1783), después de la Batalla de Concord y la Declaración de la Independencia de los
Estados Unidos, en 1775 y 1776 respectivamente. Al principio los ejércitos ingleses parecían superiores
pero, tras la Batalla de Saratoga, el desarrollo de la contienda empezó a cambiar. En 1779 se produjo una
escalada en el conflicto: Francia y España decidieron entrar directamente en la guerra, convirtiéndose así la
guerra de independencia en un conflicto internacional.
Más tarde Holanda también se une a la coalición formada por España y Francia, con ambiciones de ganar
posiciones por el dominio de los mares. En 1781, la Batalla de Yorktown aseguró la independencia. En 1783,
Gran Bretaña reconocía la independencia de Estados Unidos en el Tratado de Versalles.
El Estado español está en crisis desde 1808 a causa de la invasión napoleónica. Nacen en esta fecha los
nacionalismos americanos que mitifican y manipulan la Historia. Los criollos se sienten descendientes o de
los indios americanos, o de los primeros descubridores que hicieron el viaje con Colón.
En América el equilibrio de poder continúa siendo el borbónico. Se veía a España como un obstáculo que
impedía el crecimiento económico, particularmente por la prohibición del comercio interregional. Durante el
siglo XIX se suceden los ataques británicos a las colonias y a las flotas españolas.
La independencia de Haití y Santo Domingo: La Española estaba controlada por dos potencias, Francia y
España. Con la Revolución francesa es extienden las ideas de «Libertad, Igualdad y Fraternidad». Será la
idea de igualdad la que evoquen los esclavos en sus reivindicaciones. En 1834 comienza la guerra de
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independencia contra Haití. En 1861 Santo Domingo se vuelve a unir a España. En 1863 comienza la
rebelión contra España, y se convierte en una guerra de independencia. En 1865 se restaura la independencia,
esta vez definitivamente.
La independencia de México y América central La sociedad mexicana estaba dominada por las
oligarquías peninsulares y criollas que dominaban el poder económico y político a través de la venta de
oficios, excepto los cargos más altos, y de la venta de mercancías para la exportación. El poder político en el
virreinato estaba dominado por los peninsulares (gachupines). En 1810 el virreinato de Nueva España sufre
una crisis de subsistencia, y se extienden por todo el país rebeliones más o menos populares. Al frente se
ponen Miguel Hidalgo y José María Morelos. Pretenden reformas sociales, que suponen el fin del control
español de la economía, y una independencia política.
En 1808 España está en plena guerra de Independencia. El virrey José de Iturriaga asume el control del
gobierno. Hidalgo levanta al campesinado contra el virrey en nombre de Fernando VII. La revuelta se
convirtió en una guerra de desquite contra los blancos, incluidos los criollos, lo que sirvió para que estos no
le prestasen ayuda. Morelos recogió el impulso revolucionario, pero esta vez contra el rey Fernando VII.
Obtuvo el apoyo indígena pero no el criollo. Ambos líderes fueron derrotados por Félix María Calleja. El
absolutismo volvió a España con el regreso de Fernando VII. La oligarquía criolla se había adherido a la
constitución de Cádiz de 1812. En el trienio liberal se recuperan las Cortes y la constitución de 1812, pero
no reconocen los derechos que habían concedido a México. Se aprueba el plan Iguala: se confirma la
Constitución y el catolicismo del Estado, se proclama la independencia para salvaguardar México, y el jefe
político será Agustín de Iturbide. En 1824 comienza una guerra civil de dos años, y que pretende poner una
nueva constitución de carácter liberal y proclamar una república. El régimen virreinal se ha hundido y
México es independiente.
Guatemala, Honduras, El Salvador, Nicaragua y Costa Rica comienza su proceso de independencia de
México debido a su lejanía de la capital.
La independencia de América del Sur En 1808 en América del Sur se plantean cuatro opciones de
legitimidad: los afrancesados que proclaman su lealtad a José Bonaparte, los leales a Fernando VII que se
adhieren a la Junta Provincial de España, los que abogan por la creación de una junta provincial en su país, a
la manera de España, pero separada de esta; y los que defienden la legitimidad de Carlota, hermana de
Fernando VII, que está exiliada en Brasil. La convocatoria a Cortes de 1810 creó un problema de statu quo
en las Indias, que no sabían en calidad de qué acudir.
Todas las juntas que probaron suerte antes de 1810 fracasaron, sin embargo, después de 1810 habían
triunfado todas. En Buenos Aires el virrey Baltasar Hidalgo de Cisneros tuvo que convocar un cabildo
abierto que se constituyó en junta. Montevideo tenía su propia junta, y también estaba la Junta de Paraguay;
Perú sigue siendo el baluarte realista y surgen problemas con Brasil y Portugal. Chile es un territorio
aislado geográficamente, y está controlado por una reducida oligarquía que proclama su propia junta en
Santiago. Obtiene la independencia de la mano de José de San Martín, en 1818. Caracas es el lugar donde se
dan las mayores tensiones debido a la proximidad geográfica, tanto con España como con Haití. En 1811 se
funda la Sociedad Patriótica de Caracas, a cuya cabeza está Simón Bolívar. En 1812 Monteverde llega a
Caracas con una flota realista.
Simón Bolívar vence a Monteverde. En 1812 entra en Bogotá. Aquí empieza su lucha por la independencia
de la Gran Colombia. Tras la Restauración, España, en 1816, vuelve a tomar el control con Pablo Morillo
que se pone al frente de la contrarrevolución. En 1820 triunfa una revolución liberal en España y se
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resucita el proyecto de Bolívar. Pero en el Congreso de Panamá de 1826 se pone de manifiesto la anarquía
que existe en la zona. Bolívar no pudo controlar militarmente todo el territorio. En 1829 Venezuela se
separa de la Gran Colombia, en 1830 lo hará Ecuador y en 1904 Panamá, con la ayuda de EE UU. Perú es
liberado por San Martín. Bolivia, en el alto Perú, es el último reducto realista en Suramérica, pero está
asilado de España.
Cuba Durante el siglo XIX se desarrollará en Cuba la última sociedad esclavista del imperio. Los primeros
movimientos independentistas tienen lugar en 1848 con la publicación de «El destino manifiesto», según el
cual, Cuba debía liberarse de España para unirse a Estados Unidos. En 1868 estalla la primera guerra de
independencia, la guerra de los Diez Años, que fracasó ante el general Valeriano Weyler. En 1895 termina
el ciclo económico el azúcar y aparecen las tensiones nacionalistas más radicales, capitaneadas por José
Martí, Antonio Maceo, Carlos Céspedes y Guillermo Moncada. En 1898 estalla la guerra con EE UU en
la que Cuba aprovecha para hacer su guerra de independencia.
Puerto Rico La independencia de Puerto Rico tiene un primer episodio el 23 de septiembre de 1868 en que
se lanza el Grito de Lares. La rebelión fracasa hasta que en 1898 comienza la guerra entre Estados Unidos
y España. España es derrotada y la isla de Puerto Rico pasa a ser administrada por EE UU, pero no es un
estado con todos los derechos. No es, pues, la independencia, aunque sí la separación de España.
Brasil El Estado portugués también está en crisis desde 1807, cuando Napoleón invade Portugal. Juan VI
se refugia en Brasil e impulsa una reforma jurídica para considerar Brasil como base territorial del reino. En
1821 Juan VI vuelve a Portugal, dejando a su hijo Pedro como gobernador. En Portugal se enfrenta a una
revolución liberal que pretenderá devolver a Brasil a su antiguo statu quo de colonia. En 1822 se da la
reacción en Brasil, declara su independencia, y proclama a Pedro I emperador de Brasil.
.
Capítulo VIII
El florecimiento de la burguesía
Para entender el florecimiento de la burguesía, debemos partir del mercantilismo que se suscitó durante
los siglos XVI, XVII y la primera mitad del XVIII en Europa, el cual consistió en un conjunto de políticas e
ideas económicas caracterizadas por una fuerte injerencia del Estado en la economía. Era -en última
instancia- una serie de medidas tendientes a unificar el mercado interno y tuvo como finalidad la formación
de Estados-nación lo más fuertes posibles.
Así mismo también debemos considerar al movimiento cultural europeo que se desarrolló del siglo XVIII –
especialmente en Francia e Inglaterra desde principios hasta el inicio de la Revolución francesa, llamado la
Ilustración, que en algunos países se prolongó durante los primeros años del siglo XIX. Fue denominado así
por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la humanidad mediante las luces de la razón. El siglo
XVIII es conocido, por este motivo, como el Siglo de las Luces. Los pensadores de la Ilustración sostenían
que la razón humana podía combatir la ignorancia, la superstición y la tiranía, y construir un mundo mejor.
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De manera que la Ilustración tuvo una gran influencia en aspectos económicos, políticos y sociales de la
época.
Por otro lado, comprender también al liberalismo como un sistema filosófico, económico y político, usado
para englobar las ideas políticas formuladas durante los siglos XVII y XVIII, contrarias al poder absoluto
del Estado y su intervención en asuntos civiles, la autoridad excluyente de las iglesias, y cualquier privilegio
político y social, con el objetivo de que el individuo pudiera desarrollar sus capacidades individuales y su
libertad en el ámbito político y religioso. Su base fundamental se encuentra en la doctrina de la ley natural,
cuyo más representativo exponente es John Locke (ver más adelante). El liberalismo promueve las
libertades civiles pero se niega aceptar la libertad colectiva; se opone a cualquier forma de despotismo,
suscitando a los principios republicanos, siendo la corriente en la que se fundamentan la democracia
representativa y la división de poderes. Aboga principalmente por el desarrollo de las libertades
individuales y, a partir de éstas, el progreso de la sociedad, y también por el establecimiento de un Estado
de Derecho, donde todas las personas sean iguales ante la ley, sin privilegios ni distinciones, en acatamiento
con un mismo marco mínimo de leyes. También recibe este nombre, aunque su ámbito es distinto, el
liberalismo económico, teoría económica iniciada por Adam Smith (La riqueza de las naciones, 1776),
especialmente por oposición a la escuela neoclásica de economía de finales del siglo XIX. En resumen; el
liberalismo sostiene que; “todos somos iguales ante la ley. La ley está por encima de cualquier gobierno
y, el gobierno se elije de manera democrática”. Este será el pensamiento del capitalismo.
Un antecedente importante lo encontramos en la fisiocracia, -término griego y quiere decir -gobierno de la
naturaleza- que era una escuela de pensamiento económico del siglo XVIII fundada por François Quesnay,
Anne Robert Jacques Turgot y Rafael Celorrio en Francia., quienes consideraban que las leyes humanas
debían estar en armonía con las leyes de la naturaleza.
Otro elemento a tener en cuenta es el liberalismo económico, el cual consiste en la teoría económica
desarrollada durante la Ilustración, formulada de forma completa en primer lugar por Adam Smith y David
Ricardo, que reclama la mínima interferencia del Estado en la economía. La libertad económica o la
libre empresa –postulaban- conduciría a una sociedad más armoniosa e igualitaria y al aumento indefinido
de la prosperidad. El orden espontáneo sería generado por la mano invisible que conduce a los individuos
que sigan su egoísmo particular. Habitualmente se resume en la expresión francesa Laissez faire, Laissez
passer (dejad hacer, dejad pasar), que no obstante era el lema de la fisiocracia.
Adam Smith (1723 -1790) fue un economista y filósofo escocés, uno de los mayores exponentes de la
política clásica. En 1776 (fecha de la Independencia de E.U.) publicó su “Ensayo sobre la naturaleza y las
causas de la riqueza de las naciones”, en el que sostiene que la riqueza procede de las clases superiores. El
libro fue esencialmente un estudio acerca del proceso de creación y derroche de la riqueza, tema ya
abordado por los mercantilistas y fisiócratas, pero sin el carácter científico de la obra de Smith. Este
trabajo obtuvo para él el título de fundador de la economía porque fue el primer estudio completo y
sistemático del tema.
David Ricardo (1772 -1823) fue un economista inglés, miembro de la corriente de pensamiento clásico
económico, y uno de los más influyentes junto a Adam Smith y Thomas Malthus del liberalismo
económico.
Thomas Robert Malthus (1776-1834) Economista y demógrafo británico, amigo del filósofo David Hume,
sostenía que el crecimiento demográfico es mayor que el de los medios de subsistencia, afectados por la ley
de rendimientos decrecientes. Así, mientras la población crece en progresión geométrica, la producción de
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alimentos lo hace en progresión aritmética. Los momentos de crisis de subsistencia se resolverían gracias a
las hambrunas, guerras y epidemias por las que disminuiría la población, sobre todo la perteneciente a los
grupos más desfavorecidos.
Con todo, se tiene como resultante a la Revolución Industrial, que comenzó en Inglaterra a mediados del
siglo XVIII, e inmediatamente después en el resto de Europa continental, iniciándose así el mayor conjunto
de transformaciones socioeconómicas, tecnológicas y culturales de la Historia de la humanidad, desde
el Neolítico. La economía basada en el trabajo manual fue reemplazada por otra dominada por la industria y
la manufactura. La Revolución comenzó con la mecanización de las industrias textiles y el desarrollo de
los procesos del hierro. La expansión del comercio fue favorecida por la mejora de las rutas de transportes
y posteriormente por el nacimiento del ferrocarril. Las innovaciones tecnológicas más importantes fueron
la máquina de vapor y la denominada Spinning Jenny, una potente máquina relacionada con la industria
textil.
Estas nuevas máquinas favorecieron enormes incrementos en la capacidad de producción. La producción y
desarrollo de nuevos modelos de maquinaria en las dos primeras décadas del siglo XIX facilitó la
manufactura en otras industrias e incrementó también su producción. –máquinas para hacer máquinas-.
Así es que en la revolución industrial se aumenta la cantidad de productos y se disminuye el tiempo en el
que estos se realizan, dando paso a la producción en serie, ya que se simplifican tareas complejas en varias
operaciones simples que pueda realizar cualquier obrero sin necesidad de que sea mano de obra calificada, y
de este modo bajar costos en producción y elevar la cantidad de unidades producidas bajo el mismo
costo fijo. Después de la Revolución Industrial, poco a poco la industria se convirtió en la actividad
económica más importante no sólo en la sociedad inglesa, sino también en otras regiones de Europa. Este
proceso fue la primera fase de la industrialización en el continente europeo, y se extendió hasta
aproximadamente 1840, cuando se produjo la primera crisis del capitalismo.
Recordemos que a partir del Siglo XIV, La burguesía fue paulatinamente el nuevo agente social que se va
formando por los artesanos y mercaderes que surgen en el entorno de las ciudades, bien en las antiguas
ciudades romanas que habían decaído, bien en nuevos núcleos creados en torno a castillos o cruces de
caminos -los propiamente llamados Burgos-. Muchas de estas ciudades incorporaron ese nombre -Friburgo,
Estrasburgo; en España Burgo de Osma o Burgos-. La burguesía estaba interesada en presionar al poder
político (imperio, papado, las diferentes monarquías, la nobleza feudal local o instituciones eclesiásticas
-diócesis o monasterios- de las que dependieran sus ciudades) para que se facilitara la apertura económica de
los espacios cerrados de las urbes, se redujeran los tributos de portazgo y se garantizaran formas de comercio
seguro y una centralización de la administración de justicia e igualdad de las normas en amplios territorios
que les permitieran desarrollar su trabajo, al tiempo que garantías de que los que vulnerasen dichas normas
serían castigados con igual dureza en los distintos territorios.
Aquellas ciudades que abrían las puertas al comercio y a una mayor libertad de circulación, veían
incrementar la riqueza y prosperidad de sus habitantes y las del señor, por lo que con reticencias pero de
manera firme se fue difundiendo el modelo. Las alianzas entre señores eran más comunes, no ya tanto para la
guerra, como para permitir el desarrollo económico de sus respectivos territorios, y el rey fue el elemento
aglutinador de esas alianzas.
Los burgueses pueden considerarse como “hombres libres” en cuanto estaban parcialmente fuera del
sistema feudal, que literalmente los asediaba, porque no participaban internamente en la vida feudal, ya que
ni eran señores feudales, ni campesinos sometidos a servidumbre, ni hombres de iglesia. La sujeción como
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súbdito del poder político era semejante a un lazo de vasallaje, pero más bien como señorío colectivo que
hacía que la ciudad respondiera como un todo a las demandas de apoyo militar y político del rey o del
gobernante a la que estuviera vinculada, y que a su vez participara en la explotación feudal del campo
circundante..
La expresión alemana Stadtluft macht frei "Los aires de la ciudad dan libertad", o "te hacen libre" (paráfrasis
de la frase evangélica "la verdad os hará libres"), indicaba que quienes podían radicarse en las ciudades, a
veces huyendo literalmente de la sujeción de la servidumbre, tenían todo un nuevo mundo de oportunidades
que explotar, aunque no en un régimen de libertad, entendida ésta en su forma contemporánea.
Los antecedentes están en los Burgos, que causaron que surgieran muchas instituciones sociales nuevas. El
desarrollo del comercio llevó aparejado consigo el del sistema financiero y la contabilidad. Los artesanos se
unieron en asociaciones llamadas gremios, ligas, corporaciones, cofradías, o artes, según el lugar
geográfico. El funcionamiento interno de los talleres gremiales implicaba un aprendizaje de varios años del
aprendiz a cargo de un maestro (el dueño del taller), quien finalmente adquiría la condición de oficial cuando
demostrara conocer el oficio, lo que lo convertía en un trabajador asalariado, una condición de por sí ajena
al mundo feudal que incluso se trasladó al campo (en principio de manera marginal) con los jornaleros que
no disponían de tierras propias ni concedidas por el señor.
Los escasos aventureros que se atrevían a hacer viajes más largos eran los mercaderes más habituales de la
Alta Edad Media, antes del año1000 d.C. En tres siglos, para comienzos del siglo XIV, las ferias de
Champaña y de Medina habían creado rutas terrestres estables y más o menos seguras que (a lomos de mulas
o con carretas en el mejor de los casos) recorrían Europa de norte a sur (en el caso castellano siguiendo las
cañadas trashumantes de la Mesta, en el caso francés enlazando los emporios flamenco y norte-italiano a
través de las prósperas regiones borgoñonas y renanas, todas ellas salpicadas de ciudades). La Hansa o liga
hanseática estableció a su vez rutas marítimas de una estabilidad y seguridad similar (con mayor capacidad
de carga, en barcos de tecnología innovadora) que unían el Báltico y el Mar del Norte a través de los
estrechos escandinavos, conectando territorios tan lejanos como Rusia y Flandes y rutas fluviales que
conectaban todo el norte de Europa (ríos como el Rin y el Vístula), permitiendo el desarrollo de ciudades
como Hamburgo, Lübeck y Danzing, y estableciendo consulados comerciales denominados kontor. En el
Mediterráneo se llamaron Consulado del Mar: el primero en Trani en 1063 y luego Pisa, Mesina, Chipre,
Constantinopla, Venecia, Montpellier, Valencia (1283), Mallorca (1343) y Barcelona (1347). Cuando el
estrecho de Gibraltar fue seguro, se pudieron conectar marítimamente ambas Europas, con rutas entre las
ciudades italianas (sobre todo Génova), Marsella, Barcelona, Valencia, Sevilla, Lisboa, los puertos del
Cantábrico (Santander, Laredo, Bilbao), los del Atlántico francés y los del Canal de la Mancha (ingleses y
flamencos, sobre todo Brujas y Amberes). El contacto cada vez más fluido de gentes de distintas naciones
(como comenzaron a llamarse a las agrupaciones de comerciantes de cercano origen geográfico que se
entendían en la misma lengua vulgar, al igual que ocurría en las secciones de las órdenes militares) terminó
produciendo que ambas instituciones funcionaran de hecho, como primitivas organizaciones internacionales.
Todo ello desarrolló un incipiente capitalismo comercial con el incremento o surgimiento de la economía
monetaria, la banca (crédito, préstamos, seguros, letras de cambio), actividades que mantuvieron siempre
recelos morales (pecado de usura para todas las que significara lucro indebido, y en que únicamente
podían incurrir los judíos cuando prestaban a otros que no fueran de su religión, oficio prohibido tanto a
los cristianos como a los musulmanes). La aparición de burgueses ricos y de una plebe urbana pobre
originó un nuevo tipo de tensiones sociales, que produjeron revueltas urbanas. En cuanto a los aspectos
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ideológicos, la expresión del inconformismo burgués con su puesto marginal en la sociedad feudal está en el
origen de las herejías a lo largo de toda la Baja Edad Media (cátaros, valdenses, albigenses, dulcinianos,
hussitas, wycliffianos). Los intentos de responder a esas demandas del mundo urbano por parte de la Iglesia,
así como de controlarlas y en su caso reprimirlas, produjeron la aparición de las órdenes mendicantes
(franciscanos y dominicos) y de la Inquisición. A veces, la imposibilidad de conseguir el control hizo optar
por el exterminio, como ocurrió en Beziers en 1209, siguiendo la respuesta del legado pontificio Arnaud
Amaury:
El capitalismo como sistema económico, en teoría, no apareció hasta el siglo XVI en Inglaterra sustituyendo
al feudalismo. Según Adam Smith, los seres humanos siempre han tenido una fuerte tendencia a "realizar
trueques, cambios e intercambios de unas cosas por otras". De esta forma al capitalismo, al igual que al
sistema de precios y la economía de mercado, se le atribuye un origen espontáneo o natural dentro de la edad
moderna.
Este impulso natural hacia el comercio y el intercambio fue acentuado y fomentado por las Cruzadas que se
organizaron en Europa occidental desde el siglo XI hasta el siglo XIII. Las grandes travesías y expediciones
de los siglos XV y XVI reforzaron estas tendencias y fomentaron el comercio, sobre todo tras el
descubrimiento del Nuevo Mundo y la entrada en Europa de ingentes cantidades de metales preciosos
provenientes de aquellas tierras. El orden económico resultante de estos acontecimientos fue un sistema en el
que predominaba lo comercial o mercantil, es decir, cuyo objetivo principal consistía en intercambiar bienes
y no en producirlos. La importancia de la producción no se hizo patente hasta la Revolución industrial que
tuvo lugar en el siglo XIX.
El camino hacia el capitalismo, a partir del siglo XIII, fue allanado gracias a la filosofía del Renacimiento y
de la Reforma. Estos movimientos cambiaron de forma drástica la sociedad, facilitando la aparición de los
modernos Estados nacionales (y posteriormente el Estado de Derecho como sistema político y el
liberalismo clásico como ideología) que proporcionaron las condiciones necesarias para el crecimiento y
desarrollo del capitalismo en las naciones europeas. Este crecimiento fue posible gracias a la acumulación
del excedente económico que generaba el empresario privado y a la reinversión de este excedente para
generar mayor crecimiento, lo cual generó industrialización en las regiones del norte.
Para que sucediera lo mencionado anteriormente, es preciso destacar a partir de aquí, cómo durante los
Siglos XVII y XVIII se va desarrollando el pensamiento filosófico moderno e ilustrado, trayendo como
consecuencia a la Revolución Francesa (1789) y el derrocamiento de la Monarquía feudal, las
revoluciones burguesas (1848) en diversos estados-nación de Europa y, la Revolución de
Independencia de los Estados Unidos (1776) y finalmente, el asenso de la burguesía en todo el mundo.
Todo ello aunado al florecimiento de las ciencias y la tecnología:
Francis Bacon (1561 –1626), es un célebre filósofo inglés que se propuso reorganizar el método de estudio
científico. Percibió que el razonamiento deductivo destacaba entonces a expensas del inductivo y creyó
que, eliminando toda noción preconcebida del mundo, se podía y debía estudiar al hombre y su entorno
mediante observaciones detalladas y controladas, realizando generalizaciones cautelosas. Para ello, el estudio
que el hombre de ciencia hace de los particulares debe realizarse mediante observaciones que deben
validarse. Los científicos deben ser ante todo escépticos y no aceptar explicaciones que no se puedan probar
por la observación y la experiencia sensible (empirismo).
La filosofía de Bacon influyó en la creencia de que la gente es a la vez sierva e intérprete de la naturaleza, de
que la verdad no se deriva de la autoridad y que el conocimiento es fruto ante todo de la experiencia. Se le
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reconoce haber aportado a la Lógica el método experimental inductivo, ya que anteriormente se practicaba
la inducción mediante la simple enumeración, es decir, extrayendo conclusiones generales de datos
particulares. El método de Bacon consistió en inferir a partir del uso de la analogía, desde las características
o propiedades del mayor grupo al que pertenece el dato en concreto, dejando para una posterior experiencia
la corrección de los errores evidentes. Este método representó un avance fundamental en el método
científico al ser muy significativo en la mejora de las hipótesis científicas.
El empirismo (proviene del término griego que se deriva la palabra “experiencia”). El empírico estaba
presente en la Antigüedad clásica, tanto para los griegos como para los romanos; médicos, arquitectos,
artistas y artesanos en general que consiguen sus habilidades de la experiencia dirigida hacia lo útil y técnico,
en contraposición al conocimiento teórico concebido como «contemplación de la verdad» al margen de
cualquier utilidad. En filosofía, el empirismo, -como denominación de una escuela o forma de pensar-, surge
en la edad moderna como una tendencia filosófica que se desarrolla sobre todo en el Reino Unido y suele
considerarse en contraposición al llamado racionalismo –como veremos más adelante- más característico de
la filosofía continental. El empirismo es pues, una teoría del conocimiento que enfatiza el papel de la
experiencia, ligada a la percepción sensorial, en la formación de los conceptos.
A decir del empirismo, el conocimiento encuentra validez en su relación con la experiencia; lo que significa
que la experiencia es la base de todos los conocimientos, no solo en cuanto a su origen sino también en
cuanto a los contenidos del mismo. Se parte del mundo sensible para formar los conceptos y éstos
encuentran en lo sensible su justificación y su limitación.
Respecto a los conceptos o verdades universales, es decir, la posibilidad de plantearnos; cómo pensamos,
cómo sabemos y cuáles son las realidades a ser conocidas, la filosofía medieval anterior, llamada
nominalista -iniciada en la Baja Edad Media-, negaba rotundamente la posibilidad de que estos
conocimientos pudieran ser logrados, al considerarlos meras convenciones o nombres. Por tal razón, los
empíricos sostuvieron entonces una férrea crítica al llamado nominalismo.
Para el empirismo científico puro el método de la ciencia es la inducción y la ciencia ofrece una verdad
probable. En filosofía de la ciencia, el empirismo justifica la posibilidad de la validez de las teorías a través
del experimento, en relación con la experiencia posible. Es requerimiento fundamental del método
científico, que las hipótesis y teorías deben proporcionar la posibilidad de ser justificadas mediante la
observación.
Por otro lado, El racionalismo tiene tres grandes pensadores de la filosofía del siglo XVII, son René
Descartes, Baruch de Spinoza y Gottfried Wilhelm von Leibniz
René Descartes (1596 –1650) fue un filósofo, matemático y científico francés considerado como el Pionero
de la Filosofía Moderna. René Descartes plantea: “existe mi cuerpo, mi alma – y ambos como cosas
distintas-, existen los cuerpos físicos (animales, vegetales…), existen las otras personas, existe Dios.
Entonces descubro una verdad absolutamente incuestionable, “pienso, luego existo”, y con este criterio de
verdad objetivo, veo con claridad la distinción”. Descartes fue considerado el filósofo de la duda porque
pensaba que, en el contexto de la investigación, había que rehusarse a asentir a todo aquello de lo que
pudiera dudarse racionalmente.
El racionalismo (del latín, ratio, razón) es la corriente filosófica que apareció en Francia en el siglo XVII,
formulada por René Descartes. El racionalismo es el sistema de pensamiento que acentúa el papel de la
razón en la adquisición del conocimiento, en contraste con el empirismo, que resalta el papel de la
experiencia sobre todo el sentido de la percepción -como ya mencioné-. El racionalismo ha aparecido de
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distintas formas desde las primeras etapas de la filosofía occidental, pero se identifica ante todo con la
tradición que proviene de René Descartes, quien creía que la geometría representaba el ideal de todas las
ciencias y también de la filosofía.
Descartes mantenía que sólo por medio de la razón se podían descubrir ciertas verdades universales,
evidentes en sí, de las que es posible deducir el resto de contenidos de la filosofía y de las ciencias.
Manifestaba que estas verdades evidentes en sí eran innatas, no derivadas de la experiencia. Este tipo de
racionalismo fue desarrollado por otros filósofos europeos, como el holandés Baruch Spinoza y el pensador
y matemático alemán Gottfried Wilhelm Leibniz. Se opusieron a ella los empiristas británicos, como
John Locke y David Hume, que creían que todas las ideas procedían de los sentidos.
El racionalismo en ética es la afirmación de que ciertas ideas morales primarias son innatas en la especie
humana y que tales principios morales son evidentes en sí a la facultad racional. El racionalismo en la
filosofía de la religión afirma que los principios fundamentales de la religión son innatos o evidentes en
sí y que la revelación no es necesaria, como en el deísmo -que sostiene que la existencia y la naturaleza de
Dios deriva de la razón y de la experiencia personal-. Desde finales del año 1800, el racionalismo ha jugado
sobre todo un papel antirreligioso en la teología. El racionalismo, en cualquier caso, no se pronuncia con
respecto a la existencia de Dios o a la validez o el valor de la religión, pero rechaza cualquiera creencia
basada solamente en la fe. La fe, por el contrario, no descansa en pruebas lógicas o en la evidencia.
Desde el punto de vista semántico, las definiciones de fe y racionalismo están en lógica oposición
El racionalismo creó la idea del "ciudadano", el individuo que reconoce al Estado como su ámbito legal.
Creó un sistema de derecho uniforme en todo el territorio y la idea de "igualdad legal".
Así pues, Bacon (empirismo=experiencia) y Descartes (racionalismo=razón), comparten la inquietud de
despejar el camino para la instauración del conocimiento científico pero al remover distintos obstáculos su
crítica no es la misma y con ello señalan rutas diversas para la adquisición del conocimiento. Con todo, la
coincidencia en el proceder critico los hermana en uno de los intentos más importantes de la modernidad que
es romper el cerco acrítico y dogmático de la tradición heredada . Hoy día la oposición «empirismoracionalismo», no suele entenderse de un modo tajante, como lo fue en tiempos anteriores.
Mientras tanto, Thomas Hobbes (1588 –1679), filósofo inglés, concluía su obra “Leviatán” (1651) en
donde estableció la fundación de la mayor parte de la filosofía política occidental. Es el teórico por
excelencia del absolutismo político. Hobbes señalaba formalmente el paso de la doctrina del derecho
natural a la teoría del derecho como contrato social. Según Hobbes, en la condición de estado de
naturaleza todos los hombres son libres, y sin embargo viven en el perpetuo peligro de que acontezca una
guerra de todos contra todos (el hombre es el lobo del hombre). Desde el momento en que la sumisión por
contrato de un pueblo al dominio de un soberano abre una posibilidad de paz, no la verdad, sino el principio
de autoridad (en tanto que sea garante de la paz) constituye el fundamento del derecho.
Baruch de Spinoza (1632 -1677) fue un filósofo holandés, de origen sefardí portugués, heredero crítico del
cartesianismo, considerado uno de los tres grandes racionalistas de la filosofía del siglo XVII, junto con el
francés René Descartes y Gottfried Wilhelm von Leibniz. Partiendo de la innegable influencia de
Descartes, creó un sistema muy original, con mezcla de elementos propiamente judíos, escolásticos y
estoicos. En lo que se refiere a Descartes, éste había considerado la existencia de tres sustancias: el
pensamiento, la extensión y Dios. Spinoza reduce estas tres sustancias a una sola: sustancia divina infinita,
que según la perspectiva que se adopte, se identifica bien con Dios o bien con la Naturaleza (ambos
términos llegan a ser equivalentes para él). Para Spinoza, la substancia es la realidad, que es causa de sí
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misma y a la vez de todas las cosas; que existe por sí misma y es productora de toda la realidad; por tanto, la
naturaleza es equivalente a Dios. Dios y el mundo, su producción, son entonces idénticos. Así pues,
Spinoza llega al panteísmo, entendiéndose filosóficamente como la creencia de que el mundo y Dios son lo
mismo. Todos los objetos físicos son los "modos" de Dios contenidos en el atributo extensión. Del mismo
modo, todas las ideas son los modos de Dios contenidas en el atributo pensamiento. Las cosas o modos son
naturaleza naturada, mientras que la única substancia o Dios es naturaleza naturante. Las cosas o modos son
finitas, mientras que Dios es de naturaleza infinita y existencia necesaria y eterna.
Gottfried Wilhelm von Leibniz (1646 -1716), filósofo, matemático, jurista, bibliotecario y político
alemán,.fue uno de los grandes pensadores del siglo XVII y XVIII, y se le reconoce como "El último genio
universal". Realizó profundas e importantes contribuciones en las áreas de metafísica, epistemología, lógica,
filosofía de la religión, así como a la matemática, física, geología, jurisprudencia e historia. Incluso Denis
Diderot, el filósofo deísta francés del siglo XVIII, cuyas opiniones no podrían estar en mayor oposición a
las de Leibniz, no podía evitar sentirse sobrecogido ante sus logros, y escribió en la Enciclopedia: "Quizás
nunca haya un hombre leído tanto, estudiado tanto, meditado más, y escrito más que Leibniz... Lo que ha
elaborado sobre el mundo, sobre Dios, la naturaleza y el alma es de la más sublime elocuencia. Si sus ideas
hubiesen sido expresadas con el olfato de Platón, el filósofo de Leipzig no cedería en nada al filósofo de
Atenas." De hecho, el tono de Diderot es casi de desesperanza en otra observación, que contiene igualmente
mucho de verdad: "Cuando uno compara sus talentos con los de Leibniz, uno tiene la tentación de tirar todos
sus libros e ir a morir silenciosamente en la oscuridad de algún rincón olvidado".
La reverencia de Diderot, contrasta con los ataques que otro importante filósofo, Voltaire, lanzaría contra el
pensamiento filosófico de Leibniz; a pesar de reconocer la vastedad de la obra de éste, Voltaire sostenía que
en toda ella no había nada útil que fuera original, ni nada original que no fuera absurdo y risible. Leibniz
ocupa un lugar igualmente importante tanto en la historia de la filosofía como en la de las matemáticas.
Descubrió el cálculo infinitesimal, independientemente de Newton, y su notación es la que se emplea desde
entonces. También descubrió el sistema binario, fundamento de virtualmente todas las arquitecturas de las
computadoras actuales. Fue uno de los primeros intelectuales europeos que reconocieron el valor y la
importancia del pensamiento chino y de la China como potencia desde todos los puntos de vista. Junto con
René Descartes y Baruch Spinoza, es uno de los tres grandes racionalistas del siglo XVII. Su filosofía se
enlaza también con la tradición escolástica y anticipa la lógica moderna y la filosofía analítica. Leibniz
también hizo contribuciones a la tecnología, y anticipó nociones que aparecieron mucho más tarde en
biología, medicina, geología, teoría de la probabilidad, psicología, ingeniería y ciencias de la
información. Sus contribuciones a esta vasta lista de temas está desperdigada en diarios y en decenas de
miles de cartas y manuscritos no publicados. Hasta el momento, no se ha realizado una edición completa de
sus escritos, y por ello no es posible aún hacer un recuento integral de sus logros.
John Locke (1632 - 1704) fue uno de los grandes ideólogos de las elites protestantes inglesas que,
agrupadas en torno a los whigs, llegaron a controlar el Estado en virtud de aquella revolución; y, en
consecuencia, su pensamiento ha ejercido una influencia decisiva sobre la constitución política del Reino
Unido hasta la actualidad. Defendió la tolerancia religiosa hacia todas las sectas protestantes e incluso a las
religiones no cristianas; pero el carácter interesado y parcial de su liberalismo quedó de manifiesto al
excluir del derecho a la tolerancia tanto a los ateos como a los católicos (siendo el enfrentamiento de estos
últimos con los protestantes la clave de los conflictos religiosos que venían desangrando a las islas Británicas
y a Europa entera). En su obra más trascendente, “Dos ensayos sobre el gobierno civil” (1690), sentó los
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principios básicos del constitucionalismo liberal, al postular que todo hombre nace dotado de unos
derechos naturales que el Estado tiene como misión proteger: fundamentalmente, la vida, la libertad y la
propiedad. Frente a Hobbes, John Locke subrayó los derechos naturales del individuo frente a la autoridad
del Estado. Su apelación a la libertad, a la igualdad y a la defensa de la propiedad privada, así como la
doctrina de la separación de poderes del Estado que Charles-Louis de Montesquieu expuso en El espíritu de
las leyes (1748), ejercitaron un influjo determinante sobre los acontecimientos políticos que desembocaron
en la Declaración de Independencia estadounidense (1776) y en la Declaración de los Derechos del hombre y
del ciudadano (1789) francesa.
George Berkeley (1685 -1753), también conocido como el obispo Berkeley, fue un filósofo irlandés muy
influyente cuyo principal logro fue el desarrollo de la filosofía conocida como idealismo subjetivo,
resumido en la frase esse est percipi («ser es ser percibido»). Esta teoría propone que los seres humanos
sólo pueden conocer directamente sensaciones e ideas de objetos, pero no abstracciones como la materia
extensa y el ser. Escribió un gran número de obras, entre las que se pueden destacar el “Tratado sobre los
principios del conocimiento humano” (1710) y “Los tres diálogos entre Hylas y Philonu” (1713) (Philonus,
el «amante de la mente», representa a Berkeley, e Hylas, que toma su nombre de la antigua palabra griega
para designar a la materia, representa el pensamiento de Locke). En 1734 publicó “El analista”, una crítica a
los fundamentos de la ciencia, que fue muy influyente en el desarrollo de la matemática.
David Hume (1711 -1776) fue un filósofo, economista e historiador escocés y constituye una de las figuras
más importantes de la filosofía occidental y de la Ilustración Escocesa. Hume cree que todo el conocimiento
humano proviene de los sentidos. Nuestras percepciones, como él las llamaba, pueden dividirse en dos
categorías: ideas e impresiones. Así define estos términos en Investigación sobre el entendimiento humano:
«Con el término impresión me refiero a nuestras más vívidas impresiones, cuando oímos, o vemos, o
sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las impresiones se distinguen de las ideas, que son
impresiones menos vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre alguna de las
sensaciones anteriormente mencionadas». Más adelante precisa el concepto de las ideas, al decir «Una
proposición que no parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son nada excepto copias
de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que nos resulta imposible pensar en nada que no hayamos
sentido con anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos». Esto constituye un aspecto
importante del escepticismo de Hume, en cuanto equivale a decir que no podemos tener la certeza de que
una cosa, como Dios, el alma o el yo, exista a menos que podamos señalar la impresión de la cual, esa idea,
se deriva.
Algunos historiadores consideran que la filosofía de Hume no es válida, como una profundización en el
escepticismo, aunque esta visión ha sido discutida, argumentando que el naturalismo tiene un peso
comparable en su pensamiento. El estudio de Hume ha oscilado entre los que enfatizan la vertiente
escéptica de Hume (como es el caso del positivismo lógico que veremos más adelante-), y los que, en
cambio, consideran más importante la vertiente naturalista (como Don Garret, Norman Kemp Smith, Kerry
Skinner, Barry Stroud y Galen Strawson). Hume estuvo fuertemente influido por los empiristas John
Locke y George Berkeley, así como por varios escritores franceses como Pierre Bayle, y algunas figuras
del panorama intelectual anglófono como Isaac Newton, Samuel Clarke, Francis Hutcheson y Joseph
Butler. Hume afirma que todo conocimiento deriva en última instancia de la experiencia sensible, siendo
esta la única fuente de conocimiento y sin ella no se lograría saber alguno.
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Jean-Jacques Rousseau (1712-1778) fue un escritor, filosofo y músico francés definido como un ilustrado,
siendo parte de sus teorías una reforma a la Ilustración y prefigurando al posterior Romanticismo. Las ideas
políticas de Rousseau influyeron en gran medida en la Revolución francesa, el desarrollo de las teorías
republicanas y el crecimiento del nacionalismo. Su herencia de pensador radical y revolucionario está
probablemente mejor expresada en sus dos más célebres frases, una contenida en El contrato social: “El
hombre nace libre, pero en todos lados está encadenado”; la otra, contenida en su libro Emilio o de la
Educación: “El hombre es bueno por naturaleza”, de ahí su idea de la posibilidad de una educación.
Charles Louis de Secondat, Señor de la Brède y Barón de Montesquieu (1689 -1755), fue un cronista y
pensador político francés que vivió en la llamada Ilustración. Es uno de los filósofos y ensayistas ilustrados
más relevantes en especial por la articulación de la teoría de la separación de poderes, que se da por
descontado en los debates modernos sobre los gobiernos, y ha sido implementado en muchas constituciones
a lo largo del mundo. Su pensamiento debe ser enmarcado dentro del espíritu crítico de la Ilustración
francesa, patente en rasgos como la tolerancia religiosa, la aspiración de libertad y su concepto de la
felicidad en el sentido cívico, si bien se desmarcará de otros autores de la época por su búsqueda de un
conocimiento más concreto y empírico en oposición a la abstracción y método deductivo dominantes.
Podemos decir que como difusor de la Constitución inglesa y teórico de la separación de poderes se
encuentra muy cercano al pensamiento de Locke, en tanto que como autor de las Cartas Persas podría
situarse próximo a Saint-Simon. Sin embargo, su pensamiento es complejo y tiene esa personalidad propia
que le convierte en uno de los pensadores más influyentes en el seno de la historia de las ideas políticas.
Denis Diderot (1713 –1784) fue un escritor y filósofo francés, e importante figura de la Ilustración, editor
de la primera enciclopedia, fue un intelectual polivalente. El enciclopedismo es el movimiento filosófico y
pedagógico expresado a través de la Enciclopedia publicada en Francia en el siglo XVIII por Diderot y
D'Alembert. A través de este movimiento se buscó desarrollar una obra monumental, que constaba de 28
volúmenes (17 de texto y 11 de láminas), en la que se resumiría el pensamiento ilustrado de la época, es
decir, todo el saber de su tiempo, y que se denominó Enciclopedia. El primer volumen prologado por
D'Alembert, apareció en 1751, y el último en 1772. En 1776-1777 se publicó un suplemento de seis tomos.
En la enciclopedia se incluía tanto textos científicos como dibujos de las nuevas máquinas. Es un libro
escrito con los pensamientos de los ilustrados de Inglaterra y Francia quien más adelante provocará tres
revoluciones.
François Marie Arouet, más conocido como Voltaire (1694 –1778) fue un escritor y filósofo francés que
figura como uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que enfatizó el poder de la
razón humana, de la ciencia y el respeto hacia la humanidad. En 1746 Voltaire fue elegido miembro de la
Academia francesa. Voltaire alcanzó la celebridad gracias a sus escritos literarios y sobre todo filosóficos.
Voltaire no ve oposición entre una sociedad alienante y un individuo oprimido, idea defendida por JeanJacques Rousseau, sino que cree en un sentimiento universal e innato de la justicia, que tiene que reflejarse
en las leyes de todas las sociedades. La vida en común exige una convención, un pacto social para preservar
el interés de cada uno. El instinto y la razón del individuo le lleva a respetar y promover tal pacto. El
propósito de la moral es enseñarnos los principios de esta convivencia fructífera. La labor del hombre es
tomar su destino en sus manos y mejorar su condición mediante la ciencia y la técnica, y embellecer su vida
gracias a las artes. Como se ve, su filosofía práctica prescinde de Dios, aunque Voltaire no es ateo: como
el reloj supone el relojero, el universo implica la existencia de un «eterno geómetra» (Voltaire es deísta).
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Sin embargo, no cree en la intervención divina en los asuntos humanos y denuncia el providencialismo en
su cuento filosófico “Cándido o el optimismo” (1759). Fue un ferviente opositor de la Iglesia católica,
símbolo según él de la intolerancia y de la injusticia. Se empeña en luchar contra los errores judiciales y en
ayudar a sus víctimas. Voltaire se convierte en el modelo para la burguesía liberal y anticlerical y en la
pesadilla de los religiosos. Voltaire ha pasado a la historia por proporcionar el concepto de tolerancia
religiosa. Fue un incansable luchador contra la intolerancia y la superstición y siempre defendió la
convivencia pacífica entre personas de distintas creencias y religiones. Sus escritos siempre se caracterizaron
por la llaneza del lenguaje huyendo de cualquier tipo de grandilocuencia. Maestro de la ironía, la utilizó
siempre para defenderse de sus enemigos, de los que en ocasiones hacía burla demostrando en todo momento
un finísimo sentido del humor. Conocidas son sus discrepancias con Montesquieu acerca del derecho de los
pueblos a la guerra, y el despiadado modo que tenía de referirse a Rousseau, achacándole sensiblería e
hipocresía.
Immanuel Kant (1724 -1804) fue un filósofo alemán considerado como uno de los pensadores más
influyentes de la Europa moderna, del último período de la Ilustración y de la filosofía universal. En la
actualidad, Kant continúa teniendo sobrada vigencia en diversas disciplinas: filosofía, derecho, ética,
estética, ciencia, política, etc. Una sostenida meditación sobre los diversos fenómenos del obrar humano nos
remite necesariamente a Kant, que, junto con Platón y Aristóteles, constituye el hilo conductor de los grandes
aportes al conocimiento humano. La “Crítica de la razón pura” es su obra principal. Tuvo su primera
edición en 1781. Se trata de una indagación trascendental (acerca de las condiciones epistémicos –orígenesdel conocer humano) cuyo objetivo central es lograr una respuesta definitiva sobre si la metafísica puede ser
considerada una ciencia. Entre otras cosas, Kant intenta superar la crítica al principio de causalidad (y por lo
tanto al saber científico) que había hecho David Hume, que no tenía una respuesta satisfactoria hasta su
época. En esta obra, Kant intenta la conjunción de racionalismo y empirismo, haciendo una crítica de las dos
corrientes filosóficas que se centraban en el objeto como fuente de conocimiento, y así, dando un "giro
copernicano" al modo de concebir la filosofía, estudiando al sujeto como la fuente que construye el
conocimiento.
Georg Wilhelm Friedrich Hegel (1770 –1831), filósofo alemán nacido en Stuttgart, Württemberg, recibió
su formación en el seminario de la Iglesia Protestante en Württemberg, donde trabó amistad con el futuro
filósofo Friedrich Schelling y el poeta Friedrich Hölderlin. Le fascinaron las obras de Platón, Aristóteles,
Descartes, Spinoza, Kant, Rousseau, así como la Revolución Francesa, la cual acabó rechazando cuando
ella cayó en manos del terror jacobino. Se le considera el último de los Más Grandes Metafísicos. Murió
víctima de una epidemia de cólera, que hizo estragos durante el verano y el otoño de 1831.
Considerado por la historia clásica de la Filosofía como el representante de la cumbre del movimiento
decimonónico alemán del idealismo filosófico y como un revolucionario de la dialéctica, que habría de
tener un impacto profundo en el materialismo histórico de Carlos Marx. Hegel es célebre como un
filósofo muy oscuro, pero muy original, trascendente para la historia de la filosofía y que sorprende a cada
nueva generación. La prueba está en que la profundidad de su pensamiento generó una serie de reacciones y
revoluciones que inauguraron toda una nueva visión de hacer filosofía; que van desde la explicación del
materialismo Marxista, el pre-existencialismo de Søren Kierkegaard, el escape de la metafísica de
Friedrich Nietzsche, la crítica a la ontología de Martín Heidegger, el pensamiento de Jean-Paul Sartre, la
filosofía nietzscheana de Georges Bataille y la teoría de la deconstrucción de Jaques Derrida, entre otros.
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Desde sus principios hasta nuestros días sus escritos siguen teniendo gran repercusión, en parte dadas a las
múltiples interpretaciones posibles que tienen sus textos.
Para Hegel, las ramas del saber sufren una crisis de disparidad, puesto que las disciplinas se han encargado
de dividirlas para su aprehensión teórica. Mas en la práctica, el problema de los absolutos entra en juego,
pues es difícil intertextualizar conceptos.
El placer y la alegría que genera la exploración del saber, para Hegel, está en la búsqueda de la verdad, mas
no en el hallazgo en sí.
A continuación expongo textualmente algunos conceptos hegelianos sobre la sucesión de los fenómenos de
la conciencia que conducen –a decir de Hegel- al saber absoluto, que están contenidos en su obra
“Fenomenología del Espíritu” –por cierto, difíciles de comprender por su grado de abstracción-, pero que
finalmente perfilan el método dialéctico que será retomado por Marx posteriormente, aunque de manera
materialista y no idealista como Hegel:
Mostrar la sucesión de las diferentes formas o fenómenos de la conciencia hasta llegar al saber absoluto es
el tema de la “Fenomenología del Espíritu” como introducción al sistema total de la ciencia. Hegel
expone que…El primer momento del saber es aquel en que la conciencia cree hallar el conocimiento
verdadero en la certidumbre sensible. Todo lo que el conocimiento sensible puede enunciar de un objeto es
decir qué es. Sólo por la universalidad del significado de términos con los cuales pretendemos describir los
datos sensibles supuestamente inmediatos podemos alcanzar certidumbre acerca de tales datos. Debe,
pues, avanzarse más allá de la certidumbre sensible y encontrar lo que puede fundamentar ésta. Superior a
la certidumbre sensible es la percepción, a la cual sigue el entendimiento, que consiste ya en el
pensamiento del objeto. Este estado de pérdida de la conciencia en la diversidad del objeto y en sus
contradicciones desaparece cuando sobreviene en el camino que conduce al saber absoluto el
reconocimiento pleno de sí misma y de su esencial identidad consigo misma. Toda diversidad y toda
oposición de la conciencia con el objeto quedan entonces desvanecidas ante la unidad revelada en el
concepto y sólo entonces se puede decir propiamente que la conciencia es razón.
La fenomenología del espíritu no parte del saber absoluto, pero conduce necesariamente a él. Desde
entonces puede el pensamiento situarse en la inmediatez de lo Absoluto mismo, ser ciencia de la Idea
absoluta. Esta ciencia procede a su vez dialécticamente; el proceso de sucesivas afirmaciones y
negaciones que condujo de la certidumbre sensible al saber absoluto es el mismo proceso que sirve a la
filosofía para manifestar la Idea. En su ser en sí, la Idea absoluta es el tema de la Lógica. En su ser fuera
de sí, la Idea absoluta es el tema de la Filosofía de la Naturaleza. En su ser en y para sí mismo, la Idea
absoluta es el tema de la Filosofía del Espíritu. Como ciencia de la Idea en su ser en sí, la Lógica
comienza con la teoría del ser. El ser es la noción más universal, pero al mismo tiempo la más
indeterminada. Al ser negado todo contenido en esta suma abstracción, el ser se convierte en la nada.
Pero esta negación del ser queda superada por su negación misma, por el devenir (en alemán:
Werden), síntesis de ser y nada.
El resultado de esta síntesis es la Existencia en cuanto Ser determinado. Este ser determinado está
determinado por una cualidad, por medio de la cual se convierte en un algo. Como el carácter determinado
del algo es equivalente a un límite, el algo de que se trata tiene que ser limitado. Esta limitación es la
cantidad. La cantidad es a su vez límite, pero sin establecer en qué proporción lo es. Es, pues, menester
que el algo determinado o cualidad limitado por la cantidad sea determinado por la medida. Cualidad,
cantidad y medida son momentos de la primera parte de la lógica, que es a su vez el primer momento del
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sistema completo del ser, es decir, del ser en cuanto ser en sí. Como segundo momento aparece el ser en su
manifestación o verdad: la esencia, que es a su vez afirmada, negada y superada en su ser en sí o esencia
como tal, en su manifestación o fenómeno y en su unión con el fenómeno, esto es, en su realidad. En su ser
en y para sí mismo, como resultado de su completo auto-desenvolvimiento, el ser es el concepto.
El concepto es la síntesis de los dos momentos principales del ser, es unión del ser y de la esencia,
liberación de la necesidad de la esencia, ser de la substancia en su libertad; como concepto subjetivo es
universalidad, negación de ésta o particularidad, y superación de los dos momentos o individualidad. En
el concepto son pensados su ser en sí y el juicio como momentos opuestos unidos en el raciocinio o
conclusión, que permite expresar en una síntesis la universalidad de lo individual. Como concepto
objetivo, revela el concepto su ser fuera de sí en sus momentos del mecanicismo, del proceso químico y de
la teleología o finalidad orgánica, donde el concepto se convierte en la idea directora de una totalidad
que había permanecido como disgregada en los dos momentos precedentes. Y, finalmente, como Idea, el
concepto es la síntesis de los conceptos subjetivo y objetivo, la verdadera y plena unión del ser con la
esencia después de haberse manifestado en su totalidad, la Idea absoluta que vuelve a sí misma tras la
dialéctica que en el ser, en la esencia y en el concepto ha encontrado sus negaciones y superaciones,
pues en la Idea se manifiesta de un modo radical la síntesis de las contradicciones del concepto, que es
a su vez la síntesis de las contradicciones del ser.
Ahora bien, la Idea, que la lógica estudia en su ser en sí, es estudiada por la filosofía de la Naturaleza en su
alteridad. También en ella se desenvuelven sus manifestaciones dialécticamente: en su estado de alteridad,
la Naturaleza tiende continuamente a volver a la Idea en su ser en y para sí misma, pues la Naturaleza
es como el estado de máxima tensión de la Idea, el momento en que la Idea ha llegado hasta el límite de
su ser-otro y en que, por consiguiente, emprende el camino hacia la subjetividad. El primer momento de
esta marcha viene representado por la Naturaleza tal como es objeto de consideración por la mecánica:
como lo inorgánico puro, como lo que está sometido al espacio, al tiempo y a la gravedad; en el segundo
momento aparece como lo físico, que no es sólo lo cuantitativo, sino el comienzo de una subjetividad de
la Naturaleza expresada en los fenómenos químicos y eléctricos; en el tercer momento, como lo orgánico,
lo individual, lo opuesto a la exterioridad de lo mecánico, lo que es ya casi umbral de la subjetividad.
La Idea en su ser en y para sí misma, al regresar del gran círculo en que, a partir de su ser en sí, recorrió
los sucesivos momentos de su alteridad, constituye el objeto de la filosofía del espíritu. También en ella
alcanza el Espíritu su pura y absoluta interioridad a través de un movimiento dialéctico en el cual el
Espíritu como ser en sí es Espíritu subjetivo, como ser fuera de sí o por sí es Espíritu objetivo, y como
ser en y para sí mismo es Espíritu absoluto. El Espíritu subjetivo es el espíritu individual, afincado en la
naturaleza humana y en marcha continua hacia la conciencia de su independencia y libertad. A través de
los grados de la sensación y del sentimiento, fases corporales que facilitan el acceso a la entrada en sí
mismo, el Espíritu subjetivo llega a su conciencia, al entendimiento y finalmente a la razón. Libertado el
Espíritu subjetivo de su vinculación a la vida natural, puesto como conciencia pura de sí mismo, se
realiza en el Espíritu objetivo como Derecho, como moralidad y como eticidad. El Derecho constituye
el grado inferior de las realizaciones del Espíritu objetivo, porque afecta únicamente a la periferia de la
individualidad: la moralidad, en cambio, agrega a la exterioridad de la ley la interioridad de la
conciencia moral. Pero esta interioridad, cuyo carácter subjetivo la hace inadecuada para la plena
realización del Espíritu objetivo, debe dar paso inmediato a la eticidad, a la ética objetiva que se realiza
en lo universal concreto de la familia, de la sociedad y del Estado, síntesis de la exterioridad de lo legal
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y de la arbitrariedad subjetiva de lo moral. El Estado no es un mero protector de los intereses del
individuo como tal, de su libertad subjetiva, sino la forma más elevada de la ética objetiva, la plenitud de
la idea moral y la realización de la libertad objetiva. El Estado es el universal concreto, la verdadera
síntesis de la oposición entre la familia y la sociedad civil, el punto de detención y de reposo del espíritu
objetivo. La síntesis del Espíritu subjetivo y el objetivo es el Espíritu absoluto, que a su vez se autodespliega en la intuición de sí mismo como arte, en la representación de sí mismo como religión y en el
absoluto conocimiento de sí mismo como filosofía. Pero la filosofía aparece cuando la realidad se ha
explicitado ya a sí misma.
La Lógica de Hegel no se confunde con la Filosofía de la Naturaleza y la Fenomenología del Espíritu
(Conciencia, Autoconciencia, Razón), debido a que reexpone, desde la perspectiva abstracta, aquello
mismo que la Filosofía de la Naturaleza y la Fenomenología del Espíritu han expuesto desde la
perspectiva morfológica. El Mapa del Mundo de la Filosofía Moderna se reparte entre una Filosofía
Natural y una Filosofía del Espíritu, y, envolviéndolas a ambas, aparece la Lógica:
El Ser envuelve la Filosofía de la Naturaleza Mecánica, y la Filosofía (Antropología, Fenomenología,
Psicología) y Fenomenología (Conciencia, Sensibilidad, Percepción) del Espíritu Subjetivo.
La Esencia envuelve la Filosofía de la Naturaleza Física, y la Filosofía y Fenomenología
(Autoconciencia, Derecho, Moralidad) del Espíritu Objetivo.
El Concepto envuelve la Filosofía de la Naturaleza Orgánica (Naturaleza animal, Vida), y la Filosofía
(Arte, Religión) y Fenomenología (Razón, Reino animal del Espíritu) del Espíritu Absoluto.
De la reflexión filosófica hegeliana expuesta anteriormente, surge el Método Dialéctico, que es retomado
por las Ciencias Sociales:
Afirma que todos los fenómenos se rigen por las leyes de la dialéctica, es decir, que la realidad no es algo
inmutable, sino que está sujeta a contradicciones y a una evolución y desarrollo perpetuo. Por lo tanto,
propone que todos los fenómenos sean estudiados en sus relaciones con otros y en su estado de continuo
cambio, ya que nada existe como un objeto aislado.
Este método describe la historia de lo que nos rodea, de la sociedad y del pensamiento, a través de una
concepción de lucha de contrarios y no puramente contemplativa, más bien de transformación. Estas
concepciones por su carácter dinámico exponen no solamente los cambios cuantitativos, sino los radicales o
cualitativos.
Ahora bien, el pensamiento de Claude Henri de Rouvroy, conde de Saint Simon; París, (1760 – 1825)
deriva de su reacción contra el derramamiento de sangre de la Revolución Francesa y el militarismo de
Napoleón. En sus teorías propugna la idea de que la propiedad privada sería buena en cuanto cada
individuo recibiera su retribución en función de su capacidad.
A partir de Saint Simon, el término positivismo comienza a proyectarse. Fue utilizado por primera vez por
el filósofo y matemático francés del siglo XIX Auguste Comte, pero algunos de los conceptos positivistas
se remontan también al filósofo británico David Hume y al filósofo alemán Immanuel Kant.
Isidoro Augusto María Francisco Javier Comte (1798-1857) conoce a Saint-Simon, para el que trabaja
como secretario desde 1818, hecho que le permitió publicar artículos en diversas revistas: La Politique,
L’Industrie, L’Organisateur.
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La filosofía de Comte entronca con la revuelta moderna contra los antiguos que inició Francis Bacon y
extendió L’enciclopédie francesa y que consistió, a grandes rasgos, en la asunción de la razón y la ciencia
como únicas guías de la humanidad capaces de instaurar el orden social sin apelar a oscurantismos
teológicos o metafísicos.
La evidente intención de reforma social de su filosofía se adhiere, sin embargo, a una postura
conservadora y contrarrevolucionaria en claro enfrentamiento con las propuestas ilustradas de Voltaire y
Rousseau. Tomando como trasfondo la Revolución Francesa, Comte acusa a estos dos autores de generar
utopías metafísicas irresponsables e incapaces de otorgar un orden social y moral a la humanidad. Los
problemas sociales y morales han de ser analizados desde una perspectiva científica positiva que se
fundamente en la observación empírica de los fenómenos y que permita descubrir y explicar el
comportamiento de las cosas en términos de leyes universales susceptibles de ser utilizadas en provecho
de la humanidad. Comte afirma que únicamente la ciencia positiva o positivismo podrá hallar las leyes
que gobiernan no sólo la naturaleza, sino nuestra propia historia social, entendida como la sucesión y el
progreso de determinados momentos históricos llamados estados sociales.
La humanidad en su conjunto y el individuo como parte constitutiva, -dice Comte- está determinado a
pasar por tres estados sociales diferentes que se corresponden con distintos grados de desarrollo intelectual:
el estado teológico o ficticio, el estado metafísico o abstracto y el estado científico o positivo.
Este tránsito de un estado a otro constituye una ley del progreso de la sociedad, necesaria y universal
porque emana de la naturaleza propia del espíritu humano. Según dicha ley, en el estado teológico el
hombre busca las causas últimas y explicativas de la naturaleza en fuerzas sobrenaturales o divinas,
primero a través del fetichismo y, más tarde, del politeísmo y el monoteísmo. A este tipo de conocimientos
le corresponde una sociedad de tipo militar sustentada en las ideas de autoridad y jerarquía.
En el estado metafísico se cuestiona la racionalidad teológica y lo sobrenatural. Es reemplazado por
entidades abstractas radicadas en las cosas mismas (formas, esencias, etc.) que explican su por qué y
determinan su naturaleza. La sociedad de los legistas es propia este estado que es considerado por Comte
como una época de tránsito entre la infancia del espíritu y su madurez, correspondiente ya al estado
positivo. En este estado el hombre no busca saber qué son las cosas, sino que mediante la experiencia y la
observación trata de explicar cómo se comportan, describiéndolas fenoménicamente e intentando deducir
sus leyes generales, útiles para prever, controlar y dominar la naturaleza (y la sociedad) en provecho de la
humanidad. A este estado de conocimientos le corresponde la sociedad industrial, capitaneada por científicos
y sabios expertos que asegurarán el orden social.
La filosofía positiva como tipo de conocimiento propio del último estado de la sociedad, se define por
oposición a la filosofía negativa y crítica de Rousseau y Voltaire a la que Comte atribuye los males de la
anarquía y la inseguridad social que caracterizan al período post-revolucionario.
El término positivo hace referencia a lo real, es decir, lo fenoménico dado al sujeto. Lo real se opone a
todo tipo de esencialismo, desechando la búsqueda de propiedades ocultas características de los primeros
estados.
Lo positivo tiene como características el ser útil, cierto, preciso, constructivo y relativo (no relativista) en
el sentido de no aceptar ningún absoluto.
Clasificación de las ciencias: Si la aparición del estado positivo se correlaciona con la mayoría de edad
social e intelectual de la humanidad, esto se debe a la desaparición del espíritu metafísico como una
evolución natural hacia el estado idóneo de la razón que traerá consigo el orden y la reorganización
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social. Se trata de una total "regeneración" que viene determinada por el progresivo desarrollo de las
ciencias que, según Comte, han seguido cursos y ritmos distintos, siendo la más retrasada la física social. La
ciencia es el conjunto coordinado de explicaciones sobre el porque de los fenómenos que observamos o sea,
de las causas de esos fenómenos.
La filosofía positiva hace un intento de clasificación de las ciencias, concebidas unitariamente como ramas
de un tronco común que, evolutivamente, forman un continuo en el que el desarrollo de cada una establece
las bases de la ciencia siguiente. Augusto Comte primero las dividió en auténticas e inauténticas. Las
auténticas son las que presentan leyes y las inauténticas las que no las presentan. Las inauténticas son
las ciencias concretas, o sea las que estudian hechos individuales, son esencialmente descriptivas. Y las
auténticas son explicativas, y además abstractas porque buscan leyes.
Comte clasifica las ciencias en cinco fundamentales: astronomía, física, química, fisiología y física
social o sociología. Rechaza como ciencia a la psicología y a la economía y concibe a las matemáticas
más como un método e instrumento previo que como ciencia teórica.
La finalidad de las ciencias positivas –decía- es el control y el dominio de la naturaleza y la sociedad. La
búsqueda de relaciones estables entre los fenómenos deriva en la construcción de leyes que permiten predecir
el futuro: paso previo a todo control.
Émile Durkheim (1858 –1917), continuador de los trabajos de Augusto Comte y uno de los creadores de la
sociología moderna, junto a Max Weber y Karl Marx, fue el fundador de la primera revista dedicada a la
sociología, con el cual también se identifica al grupo de estudiosos que desarrolló su programa de
investigación sociológica.
A partir de las ideas comptianas y de Durkheim, el sociólogo británico Herbert Spencer (1820 - 1903)
sociólogo, naturalista, y uno de los más ilustres positivistas de su país, desarrolló el EstructuralFuncionalismo que es el fundamento de la organización del sistema social imperante en el capitalismo, y
que reforzarían gradualmente Bronislaw Malinowski y Alfred Reginald Radcliffe-Brown y finalmente el
estadounidense Talcott Parsons.
Derivada de la fisiología, la sociología, como culminación del espíritu positivo, se dedicará al estudio de
los fenómenos sociales y de sus leyes como camino para explicar la evolución de la humanidad y
favorecer un progreso controlado de la sociedad que excluya todo posible cambio o revolución
incontrolada. Es en este punto donde aflora con toda su fuerza la intención conservadora y reaccionaria de
la filosofía de Comte. Su apoyo a la dictadura de Napoleón III, así como sus ideas de control de la opinión
pública y de defensa a la propiedad privada y de concentración del capital le han convertido en un
adversario de la democracia y en un partidario de los regímenes autoritarios.
Con el estructuralismo, derivado del positivismo (ya analizado), se dio el florecimiento de todas las
ciencias, la historia adquirió un nuevo sentido, en cuanto que el hombre transformó de manera radical y
sistemática los antiguos esquemas que se traían desde tiempos atrás, donde cada cultura manejaba a su
manera conceptos y formas de comportarse en cuanto se le exigía étnicamente.
Actualmente el estructuralismo sigue planteando al hombre como un ser potencial, y a la vez objeto de
conocimiento, a partir del cual se sigue dando el despliegue de las ciencias, puesto que es el único que
cuestiona y modifica las estructuras.
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Así mismo, con el estructuralismo se abrió campo a lo que son hoy las investigaciones sociológicas en las
cuales el punto de reflexión es todavía la vida social y la manera como los individuos aportan
progresivamente al desarrollo de ésta.
En el campo de la ciencia es relevante presentar una organización, puesto que el estructuralismo aportó
nuevos tipos de análisis que permiten una aplicabilidad y confrontación entre lo que es ciencia y mundo.
Así pues, con la suma de todos los pensadores descritos con antelación, entre otros muchos, se iniciaron la
Ilustración, la Filosofía Moderna y el resurgimiento de la razón, -suscrita en una postura científica
positiva a partir de Comte-, después del largo periodo oscurantista y cerrado que propiciara el cristianismo
medieval.
El camino recorrido por los grandes pensadores de la humanidad, influenciaron profundamente a los
movimientos revolucionarios que harán triunfar a la burguesía a partir de la Revolución Francesa (1789),
de la revolución de Independencia de los Estados Unidos (1776) y de las Revoluciones europeas,
llamadas burguesas (1948). También a ellos se debe la implementación del estado-nación característico
de la actualidad y la organización social moderna en su conjunto.
El progreso del Estado moderno no consistió solamente en un desplazamiento de las viejas instituciones,
sino su completa renovación, su predominio con las nuevas autoridades de la nación, creando un orden social
nuevo (liberal, burgués y capitalista), al eliminarse las viejas formas estamentales de origen feudal del
Antiguo Régimen mediante un triple proceso revolucionario: Revolución liberal, Revolución burguesa y
Revolución industrial. Sin embargo, el proceso distó de ser una revolución instantánea, pues a pesar de que
se produjeron periódicamente estallidos revolucionarios (Revuelta de Flandes, Revolución inglesa,
Revolución estadounidense, Revolución francesa, Revolución de 1820, Revolución de 1830, Revolución de
1848), como proceso de larga duración lo que se produjo fue una lenta evolución y transformación de las
monarquías feudales. Primero se transformaron en monarquías autoritarias y luego en monarquías
absolutas, que durante el Antiguo Régimen fueron conformando la personalidad de naciones y estados con
base a alianzas territoriales y sociales cambiantes de la monarquía; tanto de unas monarquías con otras como
de cada monarquía en su interior: en lo social con la ascendente burguesía y con los estamentos
privilegiados, y en lo espacial con el mantenimiento o vulneración de los privilegios territoriales y locales
(fueros).
Las distintas escuelas de ciencia política, definen de diversas maneras el concepto del estado nación, sin
embargo en la mayoría de los casos se reconoce que las naciones, grupos humanos identificados por
características culturales, tienden a formar estados con base en esas similitudes. Cabe anotar que bajo esta
misma óptica la nación es un agrupamiento humano, delimitado por las similitudes culturales (lengua,
religión) y físicas (tipología). Un estado puede albergar a varias naciones en su espacio territorial y una
nación puede estar dispersa a través de varios estados.
Si bien el estado nación surge hacia el año 1648 (Tratado de Westfalia), las instituciones políticas de esta
entidad tienen un desarrollo que se puede rastrear hasta una maduración en 1789 (Revolución francesa). Los
modelos de agrupación en torno a una autoridad central siguen dos visiones contrapuestas, pesimista y
optimista, acerca del hombre en estado de naturaleza, marcadas por los trabajos filosófico-políticos de
Hobbes y Rousseau, sin excluir otras tradiciones del pensamiento político: el concepto platónico de
República o la Política de Aristóteles, y el funcionamiento y las políticas de la democracia ateniense y la
República romana en la Edad Antigua; los debates de la Edad Media entre los poderes universales y el
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intento fallido del conciliarismo (concilio de Constanza de 1413, concilio de Florencia o de Basilea de 1431);
o en la Edad Moderna el establecimiento del ius gentium, los justos títulos y el tiranicidio por los españoles
de la Escuela de Salamanca -Bartolomé de las Casas, padre Mariana- o el holandés Grotius, el
humanismo de Nicolás de Cusa, el racionalismo de Leibniz o el empirismo de Locke; todos ellos
refundidos y retomados por la Ilustración europea (primero Montesquieu y luego los enciclopedistas), así
como la percepción de ejemplos de algunas experiencias políticas indígenas americanas -las comunidades
precolombinas en las Antillas, el mito de El Dorado, el imperio incaico del Tahuantinsuyo o la confederación
iroquesa- que vistas desde la perspectiva eurocéntrica conformaron la idea del buen salvaje y el utopismo. La
primera plasmación política textual de este proceso intelectual fueron los textos de la Revolución
estadounidense: la Declaración de Independencia de los Estados Unidos (4 de julio de 1776) y la
Constitución de 1787.
“Nosotros, el Pueblo de los Estados Unidos, a fin de formar una Unión más perfecta, establecer Justicia,
afirmar la tranquilidad interior, proveer la Defensa común, promover el bienestar general y asegurar para
nosotros mismos y para nuestros descendientes los beneficios de la Libertad, estatuimos y sancionamos esta
Constitución para los Estados Unidos de América”. Esta idea del estado implicaba su surgimiento ante la
necesidad armonizar los intereses del individuo y la comunidad de obtener al tiempo seguridad y libertad; y
para garantizar el derecho de propiedad, como un desarrollo natural de la cooperación entre los individuos en
su egoísta “búsqueda de la felicidad” a través del propio interés (teoría de la mano invisible de Adam
Smith).
El desarrollo del concepto, a partir del siglo XVII había generado los primeros mapas europeos de
naciones-estado, donde las fronteras se pretendían establecer firmemente para garantizar la paz, al menos en
principio, puesto que la estabilidad de las fronteras nunca se consiguió. A la par de este desarrollo de
concepto se busca justificar la existencia de un estado nación natural, delimitado por fronteras naturales en
contraposición con la idea de la nación como producto de las similitudes culturales. Este tipo de concepción
territorial del estado, llevará a la conformación de estados imperiales, más que nacionales, donde se
agrupan varias comunidades nacionales bajo una misma autoridad estatal centralizada, que entran en
conflictos debido a sus profundas diferencias culturales, acendradas en tiempos de depresión económica.
Las naciones divididas o dispersas en distintos estados también generaban conflictos de muy difícil solución
(caso del pueblo judío, el kurdo o el gitano). En otros casos las comunidades de una misma nación eliminan
las fronteras de manera que hay libre tránsito a través de fronteras, como es el caso de los indígenas del norte
de México y el sur de EUA
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Capítulo IX
1789 Año de la Revolución Francesa,
triunfo de la Burguesía y Surgimiento de la Edad Moderna
La Edad Moderna da inicio a partir de 1789, cuando inició la Revolución francesa, es el tercero de los
periodos históricos en los que se divide tradicionalmente en Occidente la Historia Universal. La Edad
Moderna es el periodo en que triunfan los valores de la modernidad (el progreso, la comunicación, la razón)
frente al periodo anterior, la Edad Media, que el tópico identifica con una Edad Oscura o paréntesis de
atraso, aislamiento y oscurantismo. El espíritu de la Edad Moderna buscaría su referente en un pasado
anterior, la Edad Antigua, identificada como Época Clásica.
En la Edad Moderna se integraron los dos “mundos” humanos que habían permanecido aislados desde la
Prehistoria: el Nuevo Mundo (América) y el Viejo Mundo (Eurasia y África).Si la filosofía antigua había
tomado la realidad objetiva como punto de partida de su reflexión filosófica, y la medieval había tomado a
Dios como referencia, la filosofía moderna se asentará en el terreno de la subjetividad. Las dudas planteadas
sobre la posibilidad de un conocimiento objetivo de la realidad, material o divina, harán del problema del
conocimiento el punto de partida de la reflexión filosófica.
Son muchos los acontecimientos que tienen lugar al final de la Edad Media, tanto de tipo social y político,
como culturales y filosóficos, que –como ya vimos- abrirán las puertas a la modernidad. En lo filosófico, el
desarrollo del humanismo y de la filosofía renacentista, junto con la revolución copernicana, asociada al
desarrollo de la Nueva Ciencia, provocarán el derrumbe de una Escolástica (Tomás de Aquino) ya en
crisis, e impondrán nuevos esquemas conceptuales, alejados de las viejas e infructuosas disputas
terminológicas que solían dirimirse a la luz de algún argumento de autoridad, fuera platónica o aristotélica.
De las abadías y monasterios la filosofía volverá a la ciudad; de la glosa y el comentario, a la investigación;
de la tutela de la fe, a la independencia de la razón.
La Revolución Francesa fue el cambio político más importante que se produjo en Europa, a fines del
siglo XVIII. No fue sólo importante para Francia, sino que sirvió de ejemplo para otros países, en donde se
desataron conflictos sociales similares, en contra de un régimen anacrónico y opresor, como era la
monarquía. Esta revolución significó el triunfo de un pueblo pobre, oprimido y cansado de las injusticias,
sobre los privilegios de la nobleza feudal y del estado absolutista.
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Durante el reinado de Luis XIV (1643-1715), Francia se hallaba bajo el dominio de una monarquía
absolutista, el poder de rey y de la nobleza era la base de este régimen, pero en realidad el estado se
encontraba en una situación económica bastante precaria, que se agravó por el mal gobierno de Luis XV
(bisnieto de Luis XIV), y que tocó fondo durante el reinado de Luis XVI, gobernante bien intencionado, pero
de carácter débil, por lo que se lo llamaba el buen Luis.
Los gastos militares y un lustro de malas cosechas crearon una gravísima situación social. La mayoría de la
población se vio en la miseria mientras el lujo y el despilfarro del rey y la nobleza continuaban como si nada.
Luis XVI se negó a realizar cualquier tipo de reforma y defendió los privilegios de la aristocracia frente al
hambre de sus súbditos, que se estaban hartando de la injusticia”.
El mantenimiento de un estado absolutista demandaba mucho dinero, ya que: 1) Existía un gran número de
funcionarios en el gobierno y cada uno buscaba su propio beneficio 2) Se tenía que mantener un gran
ejército permanente. 3) La corte vivía rodeada de lujos. Algunos ministros de Hacienda trataron de encontrar
una solución a esta crisis, pero sus medidas sólo complicaron más la situación.
Aparece problemas: enviar tropas a América de Norte, para defender su posiciones territoriales, antes el
avance de gobierno inglés, en la guerra de los Estados Unidos. Consecuentemente la monarquía se endeudó
mucho más. Las Soluciones Propuestas fueron: 1) recorrer al tradicional intento de aumentar los impuestos.
2) tratar de conseguir que la nobleza también aporte su correspondiente diezmo, medida que provocó la ira y
oposición de esta última clase social, que estaba dispuesta a defender sus privilegios feudales, hasta el punto
de enfrentar la monarquía. 3) Para que no se empeorara su situación económica la nobleza trató de acaparar
más cargos en la burocracia estatal, y además, aumentó la explotación de los campesinos que trabajaban en
sus tierras, exigiéndoles mayores contribuciones. En resumen: a- La economía del país estaba arruinada. bLos nobles consecuentemente sufrían dramas financieros. c- El clero no recibía el diezmo por parte del
pueblo. d- La burguesía quería acceder a cargos públicos. e- Los campesinos estaban cansados del poder
feudal.
La sociedad estaba compuesta por tres sectores sociales llamados estados.
El primer estado era la Iglesia; sumaba unas 120.000 personas, poseía el 10% de las berras de Francia y no
pagaba impuestos. Recibía de los campesinos el “diezmo”, es decir la décima parte del producto de sus
cosechas. Sólo la Iglesia podía legalizar casamientos, nacimientos y defunciones, y la educación estaba en
sus manos.
El segundo estado era la nobleza, integrada por unas 350.000 personas. Dueños del 30 % de las tierras, los
nobles estaban eximidos de la mayoría de los impuestos y ocupaban todos los cargos públicos. Los
campesinos les pagaban tributo y sólo podían venderles sus cosechas a ellos. Tenían tribunales propios,
es decir que se juzgaban a sí mismos.
El tercer estado comprendía al 98% de la población, y su composición era muy variada. Por un lado estaba la
burguesía, formada por los ricos financistas y banqueros que hacían negocios con el estado; los artesanos,
funcionarios menores y comerciantes. Por otra parte, existían campesinos libres, muy pequeños
propietarios, arrendatarios y jornaleros. El proletariado urbano vivía de trabajos artesanales y tareas
domésticas. Finalmente estaban los siervos, que debían trabajo y obediencia a sus señores. El tercer
estado carecía de poder y decisión política, pero pagaba todos los impuestos, hacia los peores trabajos y no
tenía ningún derecho. La burguesía necesitaba tener acceso al poder y manejar un estado centralizado que
protegiera e impulsara sus actividades económicas, tal como venia ocurriendo en Inglaterra.
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Viendo la difícil situación económica que se asomaba, la nobleza exigió que se llamara a Estados Generales,
para el tratamiento de una ley de impuestos. La monarquía prácticamente arruinada económicamente y sin el
apoyo de gran parte de la nobleza, estaba en la ruina.
Cuando se reunieron en los Estados Generales (1789), la situación de Francia estaba sumamente
comprometida, ya que el pueblo no soportaba más tan penosa vida, y existía un gran descontento social.
Como se dijo, las clases sociales existentes en ese momento eran: la nobleza, el clero y la burguesía, pero al
contar los votos de la nobleza y del clero, que pertenecían a un estamento privilegiado, superaban en número
a la burguesía, y por lo tanto siempre se tomaban las decisiones que a esta sector le convenía. Solucionado
este sistema de conteo, el tercer estamento (la burguesía) pudo tomar el control de la situación, y comenzó a
sesionar como Asamblea Nacional, y juraron solemnemente que ésta no se disolvería hasta tanto no se logre
conformar una Constitución Nacional.
En 14 de Julio de 1789, la burguesía se vio apoyada por un gran sector explotado por la nobleza, los
campesinos, que en medio de una agitada multitud revolucionaria formada por hombres y mujeres, saturados
de injusticias y de hambre, se dirigen violentamente a la Bastilla, símbolo del régimen absolutista, donde
funcionaba como cárcel de los opositores al sistema de gobierno, y toman la toman por la fuerza. Esta
demostración atemorizó a los partidarios del antiguo sistema, y sirvió para inclinar la balanza en favor de los
revolucionarios, desplazando así del poder a los nobles y partidarios del absolutismo.
Paralelamente se produjo en las zonas rurales levantamientos de los campesinos contra los señores feudales,
lo cuales fueron asesinados, y sus castillos saqueados e incendiados. A este movimiento social por la justicia
y fraternidad de los hombres en 1789, se lo conoce como el Gran Miedo.
La Asamblea Nacional estaba formada por la burguesía, que inicialmente para luchar contra la monarquía,
lo hizo en forma unificada, pero en realidad la burguesía no era una clase social homogénea, sino que estaba
dividida en la alta burguesía –banqueros, financistas, comerciantes, propietarios- y en la baja burguesía
formada por los profesionales (abogados y médicos), pequeños comerciantes y dueños de talleres.
Cuando llegó el momento de decidir por la forma de gobierno, la alta burguesía apoyó a los girondinos,
oriundos de la provincia de La Gironda, que querían llegar a un acuerdo con la monarquía e instaurar una
monarquía constitucional, es decir, tenía una actitud moderadora respecto a los cambios políticos.
Por otro lado estaban los jacobinos, que tenían ideas más revolucionarias y de cambios radicales, con
tendencia a la instauración de una república democrática, con derechos a la participación política y con la
aplicación de medidas más equitativas para la repartición de la riqueza y la lucha contra el hambre popular.
Dicho nombre proviene de que se reunían en asambleas, llamadas clubes, en un convento ubicado sobre la
calle San Jacobo.
Los diputados de la asamblea, decidieron eliminar los privilegios de la nobleza, se les obligó a pagar
impuestos y se eliminó el diezmo a la Iglesia. Pocos días después la asamblea dicta la Declaración de los
Derechos del Hombre y el Ciudadano, esta proclama se transformó en la síntesis de las ideas revolucionarias,
basadas en tres banderas: igualdad, fraternidad y libertad. Les interesaba la libertad para comerciar, la
defensa de la propiedad privada y la igualdad de los ciudadanos ante la ley.
El 3 de Septiembre de 1789, se proclamó la Constitución de carácter moderado, en donde la alta burguesía
había logrado prevalecer sus ideales, de negociar con el antiguo régimen, quedando a cargo del poder
ejecutivo el rey Luis XVI, el poder legislativo lo ejerció una asamblea formada por la burguesía y el poder
judicial, se compuso de jueces electos. Se estableció que sólo podían votar aquellos que pagaban ciertos
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impuestos, y de esta manera se pone en evidencia que las banderas de igualdad proclamada por los
revolucionarios tenía ciertas limitaciones.
La nobleza de esta manera se vio con sus poderes recortados, lo que los motivó a tratar de crear alianzas y
buscar apoyos en otros países con gobiernos absolutista, y de paso tratar de evitar que estos movimientos se
expandan a otros reinos, y para ello no había mas remedio que la guerra. Países como Austria y Prusia,
atacaron a los franceses en los límites de su territorio y lograron contenerlos, pero los cuidados que tuvieron
los países limítrofes con Luis XVI, hicieron evidente de la alianza que existía entre éste y la intervención
extranjera, de esta manera el pueblo francés destronó al rey, y luego se lo decapitó. Más tarde fue ejecutada
su mujer: María Antonieta. La asamblea nacional fue desplazada y un nuevo cuerpo de representantes
reunidos en una Convención, comenzó a dirigir el nuevo gobierno republicano, liderado por la baja
burguesía, dependiente del partido jacobino.
El cambio de mayor importancia es que ahora los representantes podían ser elegidos mediante el sufragio
universal, permitiendo una mayor participación de sectores humildes y populares, llamados sans culottes (sin
calzones).Desde 1792 los jacobinos lograron el control de la Convención, y sus principales activistas fueron:
Dantón, Robespierre, Marat y Saint Just.
La república jacobina en el plano exterior debió frenar el avance de los ejércitos extranjeros, en el plano
interior debió combatir la aristocracia, y terminar con la resistencia de los girondinos, que se oponían a la
nueva forma de gobierno. Para tomar mejor partido de su control, los jacobinos hicieron alianzas con los
sans-culottes, y durante 1793, se creó una institución destinada a establecer un rígido control de los
opositores, y castigarlos duramente y aplicar la pena de muerte a todos aquellos que no apoyaban el sistema
de gobierno republicano. Este instrumento fue dirigido en persona por Robespierre. Se trataba de mantener
dominados a sus opositores, a través del miedo, por lo que se lo llamó: El terror revolucionario.
La medidas tomadas por la Convención no pudieron atender a todas las exigencias del sector popular, que
seguían sufriendo la crisis económica. Se trató de llevar un control de precios para los alimentos básicos,
aplicando severa penas a quienes no las acataban, pero no se logró el efecto deseado, lo que llevó al sector de
los sans-culottes a romper su alianza con los jacobinos, creando una fisura y debilidad al partido gobernante.
Robespierre: Con Robespierre al frente, se estableció un gobierno revolucionario, el Comité de Salvación
Pública, que suspendió algunas garantías constitucionales, mientras la situación de guerra pusiera en peligro
la Revolución, y se utilizó el Terror, un estado de excepción, para perseguir, detener y, en su caso, guillotinar
a los sospechosos de actividades contrarrevolucionarias. Ante la guerra y la crisis económica se tomaron toda
una serie de medidas para favorecer a las clases populares y que fueron signo del nuevo carácter social de la
República. La venta en pequeños lotes de los bienes expropiados a la nobleza para que pudieran ser
adquiridos por los campesinos. Ley que fijaba el precio máximo de los artículos de primera necesidad y la
reglamentación de los salarios. Persecución de los especuladores, confiscación de sus bienes y distribución
de ellos entre los pobres.
Obligatoriedad y gratuidad de la enseñanza primaria, prohibición de la
mendicidad, atención a los enfermos, a los niños y a los ancianos. Proceso de descristianización, que
comportó la sustitución del calendario cristiano por el que se iniciaba con la proclamación de la República y
la sustitución del culto católico por un culto cívico; el de la razón.
Las reformas de Robespierre concitaron muy pronto la oposición de la mayor parte de la burguesía, que
veía peligrar sus propiedades. Por otro lado, su forma de gobernar, dictatorial, desagradaba a muchos porque
a cualquier crítica se respondía con la detención y la muerte. Cuando la guerra dejó de ser un problema y las
victorias del ejército republicano garantizaban la estabilidad de la República, gran parte de los diputados de
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la Convención se pusieron de acuerdo para dictar una orden de detención contra Robespierre, que fue
guillotinado el 28 de julio de 1794
Conociendo la debilidad de este gobierno, la alta burguesía aprovechando la situación, y deseosos de
terminar con los “excesos del populacho” en Julio de 1794, produjeron un golpe de estado, desplazando la
república y creando un Directorio, que para lograr su autoridad se apoyaron en los militares. Los líderes de la
Convención fueron guillotinados. El Directorio, eliminó la libertad política de votar a los más humildes, se
eliminó el control de precios y se tomaron medidas que favorecieron a los comerciantes y especuladores.
Este nuevo régimen, el Directorio, fue contestado tanto por los realistas, partidarios de volver al Antiguo
Régimen, como por las clases populares, decepcionadas por el nuevo rumbo político. Así, el sistema fue
evolucionando hacia un autoritarismo, que acabó por recurrir al ejército y entregarle el poder. De todas
maneras, el sector popular siguió pasando por las misma penurias de siempre y míseras condiciones de vida.
Entre los militares que apoyaban al Directorio, se encontraba Napoleón Bonaparte, que no tardó en hacerse
del poder, mediante un golpe militar, aprovechando el gran prestigio que se había ganado en las diversas
victorias militares en otros países. En 1799 se apoderó del gobierno se Francia, y se coronó como Primer
Cónsul, concentrando cada vez más poder, hasta llegar a emperador en 1804. Con el tiempo la burguesía lo
apoyó, ya que conservó muchos de los principios declarados en la Constitución, especialmente aquellos que
beneficiaban a la burguesía más acomodada. A su vez estos lo apoyaban, porque evitaban el regreso de la
república jacobina y del antiguo régimen aristocrático.
Consecuencias de la Revolución Francesa 1-Se destruyó el sistema feudal 2-Se dio un fuerte golpe a la
monarquía absoluta 3-Surgió la creación de una República de corte liberal 4-Se difundió la declaración de
los Derechos del hombre y los Ciudadanos 5-La separación de la Iglesia y del Estado en 1794 fue un
antecedente para separar la religión de la política en otras partes del mundo 6-La burguesía amplió cada vez
más su influencia en Europa 7-Se difundieron ideas democráticas 8-Los derechos y privilegios de los
señores feudales fueron anulados 9-Comenzaron a surgir ideas de independencia en las colonias
iberoamericanas 10-Se fomentaron los movimientos nacionalistas
Los procesos revolucionarios que se generalizaron en Europa durante el primer semestre de 1848
marcaron un nuevo avance del liberalismo y de las corrientes nacionalistas, aunque estos avances se vieron
también acompañados por exigencias de carácter democrático (sufragio universal) y reclamaciones de
reforma social que protegiera los intereses de las clases trabajadoras, especialmente el derecho al trabajo. Las
revoluciones tuvieron lugar en una Europa en la que el liberalismo no había dejado de avanzar desde la
oleada revolucionaria de 1830. El Reino Unido y Francia ejercían un indudable liderazgo en este aspecto,
que había permitido la creación de Bélgica, bajo la forma de una monarquía liberal, y los procesos de
implantación de regímenes liberales en Portugal y España, superando costosas guerras civiles en ambos
casos. También eran varios los Estados alemanes que contaban con Constituciones liberales. Frente a ese
mapa del liberalismo, los principales regímenes absolutistas eran Rusia, Prusia y Austria, que extendían su
influencia desde la península italiana hasta el noreste de Europa.
De todas maneras, las estructuras sociales y económicas de carácter preindustrial seguían casi intactas en la
mayoría de los Estados europeos y la sacudida revolucionaria de estos años brindó la oportunidad de que
alcanzasen protagonismo sectores sociales que hasta entonces habían permanecido al margen. En los
momentos álgidos de la revolución (primavera y verano de 1848) pudo pensarse que se había producido una
profunda alteración del orden político establecido en 1815, y de los principios que lo habían alentado, pero la
evolución de los acontecimientos aconseja no magnificar las consecuencias de los movimientos
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revolucionarios. La fuerte represión que siguió a los estallidos revolucionarios ha hecho que algunos
historiadores opinen que 1848 contribuyó al mantenimiento de un orden social y político conservador que
perduró hasta el estallido de la primera guerra mundial. Algunas innovaciones políticas significativas
(unificaciones de Italia y Alemania) se hicieron bajo el signo conservador y casi no quedó otro movimiento
revolucionario que el anarquismo. Las grandes conmociones revolucionarias de los años siguientes (Comuna
de París, revolución rusa de 1905) se explican más como reacciones a desastres militares que como
verdaderas propuestas de transformación política profunda.
La segunda mitad del siglo XIX fue la época de la construcción de los Estados-Nación en Europa y en
otras partes del mundo (América, por ejemplo). Hasta ese momento, los regionalismos prevalecían sobre el
conjunto de la nación; en las aldeas, pueblos y provincias de las actuales Italia, Alemania, Francia y Gran
Bretaña, se hablaban dialectos diferentes, se empleaban distintos pesos y medidas, y ni siquiera la moneda
nacional era de uso generalizado.
Los gobernantes comprendieron que, para ser países con mercados internos fuertes y competitivos hacia el
exterior, debían empezar por fortalecer el concepto de nación dentro de sus propios países. Es decir, lograr
que el conjunto de habitantes de un territorio se encontrara unificado por una forma de gobierno y sintiera la
pertenencia a ese país. El ferrocarril, la educación popular y los ejércitos, entre otras cosas, fueron los
encargados de unificar el idioma, la moneda y los símbolos patrios: nacía el nacionalismo. Estos intereses
nacionales no fueron aceptados fácilmente. Este período fue particularmente conflictivo para algunos países,
como Italia y Alemania, en los que se libraron guerras por la unificación nacional y otras, como la de Crimea
y la franco-prusiana, que involucraron a gran parte de Europa.
La guerra de Crimea (1854-1856) se produjo por las intenciones expansionistas de la Rusia de Nicolás 1,
por sus intervenciones en Polonia, Hungría, Alemania, los Balcanes y en la estratégica zona del Mar Negro.
Esto provocó la reacción de Turquía, Gran Bretaña, Francia y Austria. El triunfo de estos últimos significó el
fortalecimiento de Francia en el continente y el inicio de las respectivas unificaciones de Italia y Alemania
(ambas naciones estaban divididas en pequeños reinos). Por otra parte, el imperio otomano (Turquía,
Armenia, Tracia, Siria), acelere su proceso de desintegración y Rusia comenzó su repliegue militar. Al
término de la guerra de Crimea, Francia, intentó asumir el papel de árbitro europeo, interviniendo en todos
los conflictos para fortalecerse como potencia continental, y obtuvo algunos éxitos. Sin embargo, la guerra
contra Prusia (1870-1871) causada por el aumento de poder de este último país, provocó la caída del régimen
imperial francés.
El gobierno de Napoleón III se caracterizó por ser el primero de Europa en llegar al poder gracias al
sufragio universal (votaban los hombres mayores de dieciocho años). Esto resultó una consecuencia directa
de las revoluciones de 1848: las pretensiones de las clases populares no habían sido satisfechas, pero los
gobernantes habían comprendido que tarde o temprano deberían darles espacio político. Era una forma de
evitar nuevas revoluciones, otorgando pequeñas concesiones para evitar cambios profundos. A esta política
se la conoció como bonapartismo, ya que fue llevada adelante por los Bonaparte (Napoleón y Napoleón III)
y aplicada como definición de movimientos políticos posteriores. Mientras tanto, dos importantes hechos se
producían en Alemania y en Italia. El primer ministro de Prusia (formada por regiones de las actuales
Alemania y Polonia), Otto Von Bismarck, aplicó la política de “a sangre y fuego”. Bajo esta consigna
militarista, logró que la fragmentada Alemania se unificara y se convirtiera en potencia europea. En Italia,
a la fragmentación política se sumaban la presencia del Estado pontificio, gobernado por el Papa, y las
diferencias económicas entre el norte parcialmente industrializado y el sur agrícola.
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La guerra y la diplomacia lograron la unificación gracias al accionar, entre otros, de Camilo Cavour y de
Giuseppe Garibaldi. Entre 1848 y 1875, Europa se caracterizó por las guerras, breves pero muy sangrientas,
que tuvieron por objeto reordenar el mapa del viejo continente.
Napoleón I Bonaparte (1769-1821) fue un militar y gobernante francés, general republicano durante la
Revolución y el Directorio, artífice del golpe de Estado del 18 de Brumario que le convirtió en Primer
Cónsul (Premier Cónsul) de la República el 11 de noviembre de 1799; cónsul vitalicio desde el 2 de agosto
de 1802, el 18 de mayo de 1804 fue proclamado Emperador de los franceses (Empereur des Français) y
coronado el 2 de diciembre; proclamado Rey de Italia el 18 de marzo de 1805 y coronado el 26 de mayo,
ostentó ambos títulos hasta el 11 de abril de 1814 y, nuevamente, desde el 20 de marzo hasta el 22 de junio
de 1815. Durante un periodo de poco más de una década, adquirió el control de casi toda Europa Occidental
y Central mediante conquistas o alianzas y sólo fue, tras su derrota en la Batalla de las Naciones cerca de
Leipzig en octubre de 1813, que se vio obligado a abdicar unos meses más tarde.
Regresó a Francia en lo que es conocido como los Cien Días y fue decisivamente derrotado en la Batalla de
Waterloo en Bélgica, el 18 de junio de 1815, siendo desterrado por parte de los ingleses a la isla de Santa
Elena, donde falleció. Napoleón es considerado como uno de los mayores genios militares de la Historia,
habiendo comandado campañas bélicas muy exitosas, aunque con ciertas derrotas igualmente estrepitosas.
Sus agresivas guerras de conquista se convirtieron en las mayores guerras conocidas hasta ese momento en
Europa, involucrando a un número de soldados jamás visto en los ejércitos de entonces. Además de estas
proezas bélicas, a Napoleón también se le conoce por el establecimiento del Código Napoleónico y es
considerado por algunos un «monarca iluminado» debido a su extraordinario talento y capacidad de trabajo.
Otros, sin embargo, lo consideran un dictador tiránico cuyas guerras causaron la muerte de millones de
personas, y uno de los personajes más megalómanos y nefastos de todos los tiempos. Se le considera el
personaje clave que marcó el inicio del siglo XIX y la posterior evolución de la Europa contemporánea.
Sus soldados lo llamaban el Pequeño Cabo (Le Petit Caporal), en tanto que los ingleses se referían a él con el
despectivo Boney y las monarquías europeas como el tirano Bonaparte, el Ogro de Ajaccio o el Usurpador
Universal.
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Capítulo X
Carlos Marx y el llamado de la historia
Para comprender la filosofía de Carlos Marx necesariamente tenemos que analizar los antecedentes que se
encuentran en debate en esos momentos. Muchos de ellos ya los hemos ido tratando en el transcurso de este
libro, empero, hay otros tantos que fueron influyentes para concebir la propuesta filosófica marxista. Entre
los más destacados se encuentran los siguientes:
El Socialismo utópico es una expresión que designa un conjunto heterogéneo de doctrinas de reforma social,
previas al auge del marxismo y del anarquismo, que surgieron a comienzos del siglo XIX como respuesta
a los serios problemas que acarreaba el triunfo del industrialismo y el liberalismo en Europa. Los
representantes más destacados de esta corriente son Robert Owen en Inglaterra, y Henri de Saint-Simon,
Charles Fourier y Étienne Cabet en Francia. Algunos rasgos comunes se pueden encontrar también en las
corrientes insurreccionalistas de Graco Babeuf, Filippo Buonarroti y Auguste Blanqui..
Las diferentes corrientes del socialismo utópico se disolvieron o se fueron integrando al vasto movimiento
socialista hegemonizado desde la Asociación Internacional de Trabajadores (1864-1876) por las ideas de
Marx y Bakunin. Que derivaron en el cooperativismo, la socialdemocracia, el hippismo, el capitalismo
estatista, el ecologismo, el feminismo, las ecoaldeas y el cristianismo social.
También es importante partir de la lucha entre materialismo e idealismo como el contenido del proceso
histórico filosófico que se libra en ese contexto:
En filosofía, el idealismo designa las teorías que sostienen que la realidad extramental no es cognoscible tal
como es en sí misma, y que el objeto del conocimiento está preformado o construido por la actividad
cognoscitiva. En la historia del transcurso del pensamiento filosófico, el idealismo es una variante
fundamental de esa historia. Es la actitud del filósofo que no se conforma solo con lo que está en la
apariencia que se presenta en el pensamiento. Postula mejor una realidad superior inextricablemente ligada a
la estructura intrínseca de la conciencia humana. No es en modo alguno la actitud espontánea de la
existencia individual. Es una actitud a la que trabajosamente se ha llegado en la historia, y a la que no
muchos hombres pueden acceder, chocando con la dificultad de encontrar en la conciencia, un mediador,
entre objeto y sujeto.
El término idealismo es bastante común para referirse a las ideas platónicas y neoplatónicas. Sin embargo,
desde la perspectiva de la teoría de los universales, los filósofos de inspiración platónica son en rigor,
realistas por tanto las ideas poseen una existencia “real”.
Recuérdese que Platón uso el término idea para designar la forma de una realidad eterna e inmutable. Y
en este sentido, la idea es el “espectáculo” ideal de una cosa. Así, concebirá con frecuencia que las ideas
son modelos de las cosas o también las cosas mismas en su estado de perfección. Por ello la idea no puede
aprehenderse sensiblemente sino que su visibilidad depende de la mirada interior. En consecuencia, Platón
ira reduciendo las ideas a objetos matemáticos y a ciertas cualidades como la bondad y la belleza. Más
tarde, Aristóteles negará que las ideas pudieran tener una existencia independiente de la realidad sensible.
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Kant utilizó la expresión "idealismo trascendental" para designar su propia filosofía y distinguirla del
idealismo de Berkeley. Lo esencial de esta doctrina es la afirmación de que el conocimiento humano sólo
puede referirse a los fenómenos y no a las cosas en sí mismas. Esta tesis implica, en primer lugar, que en la
experiencia de conocimiento el psiquismo humano influye en el objeto conocido, y, en segundo lugar, la
afirmación de los límites del conocimiento humano. El idealismo filosófico se contrapone al realismo
filosófico, teoría según la cual la experiencia de conocimiento no influye o determina al objeto conocido sino
que en ella el objeto se muestra sin distorsiones esenciales a la mente que lo conoce. Muchos autores creen
que el idealismo kantiano es una forma sofisticada de subjetivismo y de relativismo.
Johann Gottlieb Fichte (1762 - 1814), filósofo alemán de gran importancia en la historia del pensamiento
occidental. Como continuador de la filosofía crítica de Kant y precursor tanto de Schelling como de la
filosofía del espíritu de Hegel, es considerado uno de los padres del llamado idealismo alemán.
Friedrich Wilhelm Joseph von Schelling (1775-1854), filósofo alemán, uno de los máximos exponentes
del idealismo y de la tendencia romántica alemana.
Por supuesto, Marx se fundamenta en los idealistas en general y en Hegel en particular -ya descrito- cuya
filosofía es idealista al considerar a la idea como base de todo conocimiento, para lograr la comprensión
más auténtica de la realidad. Hegel, -al contrario de Marx-, es a la vez idealista y espiritualista, porque
considera que tanto la idea como el espíritu son la esencia de la realidad. Piensa que el espíritu
universal que rige el mundo es la sustancia como principio creador, que a través de la razón intelectiva
de la humanidad toma conciencia de si mismo y se conoce. Para Hegel, la idea es la realidad efectiva.
Como ya analizamos, para Hegel la idea no se opone a la materia porque la auténtica realidad tiene una
existencia sensible que también es razón y espíritu, que además de existir tiene una razón para existir. El
interés de Hegel está centrado en las cosas que existen que tienen una razón, que se pueden comprender, que
tienen espíritu. Los filósofos pueden ver detrás de la auténtica realidad una profunda razón que se puede
entender y conocer y que responde a una ley oculta.
Es decir, con fundamento en todo lo que ya se analizó sobre Hegel, podemos concluir que él se fundamenta
en el proceso dialéctico –ya mencionado-, pero lo sitúa erróneamente al ver como contrarios a la materia
y al espíritu. Lo que Marx debatirá ampliamente, pero al final retomará la dialéctica hegeliana -que de
hecho viene desde el presocrático Heráclito-, pero situándola de manera materialista en la lucha de clases
que se da entre burguesía y proletariado como motor de la historia, en base al antagonismo dialéctico
entre estas dos clases.
El materialismo contrariamente, es una corriente filosófica que surge en oposición al idealismo y que
resuelve la cuestión fundamental de la filosofía dándole preeminencia al mundo material; resumidamente, lo
material precede al pensamiento.
El materialismo en filosofía es la posición de que sólo lo material existe independientemente de nuestra
conciencia, y que ésta es un fenómeno derivado de procesos objetivos que afectan a la materia. Según
esta concepción, el mundo y por extensión el universo, es material, existente objetivamente fuera e
independientemente de la conciencia. La materia es primaria y la conciencia y el pensamiento son
propiedades de ésta a partir de un estado altamente organizado. El pensamiento es un nivel superior del
conocimiento humano, un proceso de reflejo de la realidad objetiva. Sostiene, además, que la materia no ha
sido creada de la nada, que existe en la eternidad y que el mundo y sus regularidades son cognoscibles.
Como sabemos, desde el siglo VI a. C. la filosofía se desarrolla con mayor ímpetu en la Grecia Antigua. Allí
la corriente materialista surge en controversia con la religión, principalmente en los filósofos
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representantes de la llamada escuela de Mileto; Tales de Mileto (624 - 547 a. C.), Anaximandro ( 610 546 a. C.) y Anaxímenes (585 - 525 a. C.).
En el siglo XVII el término materialismo se solía usar principalmente en el sentido de representaciones
físicas acerca de la materia, y desde comienzos del siglo XIX se usa en el sentido filosófico para oponer el
materialismo al idealismo.
Ludwig Andreas Feuerbach (1804 –1872) fue un filósofo alemán, antropólogo, biólogo y crítico de la
religión. Es considerado el padre intelectual del humanismo ateo contemporáneo, también denominado
ateísmo antropológico. Para él la inmortalidad es una creación humana y constituye el germen básico de
la antropología de la religión. El materialismo crítico de Feuerbach tendrá un efecto profundo tanto en el
pensamiento de Max Stirner (1806-1856) y Bakunin –anarquista- (1814-1876) como en las teorías de
Marx (1818-1883) y Engels (1820-1895) y, en general, en todo el denominado materialismo histórico.
Feuerbach publica “La esencia del cristianismo” en 1841. Feuerbach que partió de la teología con esta obra
se convertirá en un referente para la considerada izquierda hegeliana representada por el teólogo David
Strauss quien en su obra “La vida de Jesús” consideraba que los evangelios eran relatos míticos.
La filosofía de Feuerbach se inicia en discusión abierta con la teología. A diferencia de Hegel, Feuerbach
entenderá que la filosofía es independiente de la religión. En el centro y como eje de su pensamiento
instala al ser humano y por lo tanto a la antropología, es heredero de la tradición humanista. Así, los
anhelos y las pretensiones e ideas religiosas son una característica específica del ser humano por lo que la
religión quedaría inscrita en la antropología la cual debe explicarla.
Sus concepciones fundamentales en términos de crítica a la religión, puede ser reducidas de la siguiente
manera:
1) La religión es la reflexión, el reflejo de la esencia humana en sí misma. 2) Dios es para el hombre el
contenido de sus sensaciones e ideas más sublimes, es su libro genérico, en el cual escribe los nombres de
sus seres más queridos.
La evolución del pensamiento de Feuerbach queda reflejada en la frase siguiente: Mi primer pensamiento
fue Dios, el segundo fue la razón y el tercero y último, el hombre Para Feuerbach el hombre ha realizado
el mismo camino: primero creó a Dios y más tarde entendió que su conocimiento no era nada más que
un peldaño en el propio conocimiento del hombre. Feuerbach al considerar a Dios una creación
humana niega su existencia así como la de cualquier otro dios, por lo que niega el teísmo. También
negaba el idealismo, que pretende suplantar el hombre real -corporal y sensible- por el 'espíritu' y la 'razón'.
Para Feuerbach por tanto no es Dios quien ha creado al hombre a su imagen, sino el hombre quien ha
creado a Dios, proyectando en él su imagen idealizada. El hombre atribuye a Dios sus cualidades y refleja
en él sus deseos realizados. Así, enajenándose, da origen a su divinidad. Pero, ¿por qué lo hace? El origen de
esta enajenación se encuentra en el hombre mismo. Aquello que el hombre necesita y desea, pero que no
puede lograr inmediatamente, es lo que proyecta en Dios. La palabra Dios tiene peso, seriedad y sentido
inmanente en boca de la necesidad, la miseria y la privación. Los dioses no han sido inventados por los
gobernantes o los sacerdotes, que se valen de ellos, sino por los hombres que sufren. Dios es el eco de
nuestro grito de dolor.
Feuerbach califica de “giro decisivo de la historia” al hecho de que el hombre reconozca abiertamente que
la conciencia de Dios no es más que la conciencia de la especie. Homo homini deus est.
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Afirma “Cuanto más engrandece el hombre a Dios, más se empobrece a sí mismo. El hombre proyecta
en un ser ideal (irreal) sus cualidades, negándoselas a sí mismo. De este modo, reserva para sí lo que en él
hay de más bajo y se considera nada frente al Dios que ha creado”.
Es así que Carlos Marx retomará el materialismo de Feuerbach y la dialéctica de Hegel.
Ahora bien, El Materialismo dialéctico es la corriente del materialismo filosófico de acuerdo a los
planteamientos originales de Federico Engels y Carlos Marx que posteriormente fueron enriquecidos por
Vladimir I. Lenin y anteriormente sistematizados por miembros de la Academia de las Ciencias de la ex
Unión Soviética. Esta corriente filosófica define la materia como el sustrato de toda realidad objetiva
(física) y subjetiva (el pensamiento) e interacción de la misma, emancipa la primacía e independencia de
la materia ante la conciencia y lo espiritual, declara la cognoscibilidad (posibilidad de conocer) del mundo
en virtud de su naturaleza material, y aplica la dialéctica –basada en las leyes dialécticas propuestas por
Hegel– para interpretar el mundo. El materialismo dialéctico es uno de los tres componentes –la base
filosófica– del comunismo marxista-leninista. Denominado “Diamat”, el materialismo dialéctico fue
también la filosofía oficial de la ex Unión Soviética .
El materialismo dialéctico, como sistema filosófico, es una concepción e interpretación del mundo opuesta
al idealismo filosófico representado por la concepción mágica de la religión y su primacía del espíritu
(Dios) por sobre la materia. Como tal, el materialismo dialéctico se apoya en los datos, resultados y
avances de las ciencias y su espíritu se mantiene en correspondencia y vigencia con la tradicional
orientación progresista del pensamiento racional científico. Asimismo está opuesto a la corriente filosófica
del agnosticismo al declarar la cognoscibilidad del mundo en virtud de su materialidad y de su existencia
objetiva en el tiempo y en el espacio. Engels lo manifestó de esta manera: “Las formas fundamentales de
todo ser son el espacio y el tiempo, y un ser concebido fuera del tiempo es tan absurdo como lo sería un ser
concebido fuera del espacio”.
Engels y Marx sintetizaron su materialismo dialéctico a partir de su demoledora crítica del materialismo
mecánico de Ludwig Feuerbach y a la dialéctica idealista de Hegel. Al materialismo de Feuerbach lo
consideraron como un materialismo influido por corrientes del pensamiento filosófico metafísico e
idealista. Famosas son las 11 tesis sobre Feuerbach de Marx y Engels, en particular la undécima que reza
así: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se
trata es de transformarlo”. De la dialéctica hegeliana Engels dice que ésta se encontraba cabeza abajo
con Hegel y que fue Marx quien la colocó sobre sus pies. Posteriormente, Engels describió las leyes de la
dialéctica en su obra Anti-Duhring.
Luego en el siglo XX en Rusia, Lenin contribuyó a las ideas materialistas dialécticas al desarrollar
polémicas con sus adversarios, particularmente con filósofos (idealistas) positivistas como el austriaco
Ernst Mach y los rusos Alexander M. Bogdanov y V. Bazarov (nombre real: Vladimir A. Rudnev), y, por
sobre todo, su empíro-monismo (empírico y monista). La principal razón de la disputa entre Lenin y estos
filósofos era su afirmación de que el positivismo idealista estaba por encima del debate filosófico entre
idealismo y materialismo. A estos, Lenin les afirmó lo siguiente: “Materialismo es reconocer los «objetos a
sí mismos» o fuera de la mente; las ideas y las sensaciones son copias o imágenes de éstos objetos. La
doctrina opuesta (idealismo) afirma que los objetos no existen «sin la mente»; los objetos son
«combinaciones de sensaciones»”.
La concepción materialista de la historia (también conocida como materialismo histórico, término
inventado por el marxista ruso Georgi Plejánov), es un marco teórico creado y aplicado originalmente por
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Carlos Marx y Federico Engels para investigar y sacar conclusiones sobre el devenir histórico de la
humanidad .
Para el materialismo histórico las causas últimas de los fenómenos sociales están determinadas por
factores materiales, es decir, por los distintos modos de producción que han existido en el desarrollo de la
humanidad desde sus orígenes, la cual rechaza explícitamente las explicaciones en las que intervienen
factores sobrenaturales. Tomando como un hecho la irrelevancia científica de Dios, de espíritus, y de
una supuesta inteligencia del mundo en el devenir histórico. De acuerdo con el materialismo, las causas
últimas deben buscarse en factores medibles o aprehendibles empíricamente.
El modo de producción es, según el Marxismo, el tipo o la forma total que posee una sociedad en función
de su período de evolución histórica, definido por su tipo de relaciones de producción.
Los modos de producción que han existido desde los orígenes sociales son: Modo de producción primitivo.
Modo de producción esclavista. Modo de producción feudal. Modo de producción capitalista y, en la
propuesta marxista son: Modo de producción socialista y finalmente, Modo de producción comunista
Aunque históricamente el materialismo histórico se popularizó en el seno del marxismo, donde sigue
siendo un tema principal, se encuentran antecedentes anteriores a Marx. Actualmente está presente en
antropología, teoría de la historia o sociología, haciendo que el materialismo histórico englobe a toda una
serie de elaboraciones teóricas no necesariamente marxistas.
Otro antecedente fundamental es el anarquismo, que es una filosofía política y social que llama a la
oposición y abolición del Estado entendido como gobierno, y por extensión, de toda autoridad, jerarquía o
control social que se imponga al individuo, por considerarlas indeseables, innecesarias y nocivas. Sébastien
Faure, filósofo anarquista francés, dijo: «Cualquiera que niegue la autoridad y luche contra ella es un
anarquista». Bajo una formulación tan simple, pocas doctrinas o movimientos han manifestado una tan gran
variedad de aproximaciones y acciones, que no siempre fueron bien entendidos por la opinión pública.
Históricamente hablando, el anarquismo se centra en general en el individuo y en la crítica de su relación
con la sociedad, su objetivo es el cambio social hacia una futura sociedad, en palabras de Proudhon, «sin
amo ni soberano».No existe acuerdo académico en cuanto a una taxonomía de las corrientes anarquistas;
algunos hacen una distinción entre dos líneas básicas de pensamiento, individualistas y comunistas;
también es común señalar las cuatro corrientes más importantes, el anarquismo individualista,
mutualismo, anarquismo comunista y anarcosindicalismo, y según algunas fuentes, también el
colectivismo.
Con movimientos precursores desde la antigüedad, el punto de partida del debate doctrinal sobre un
pensamiento anarquista moderno se remonta a finales del siglo XVIII, en la obra de William Godwin,
aunque el anarquismo se desarrolla en el siglo XIX a través de distintas corrientes, dándose algunas de las
experiencias libertarias más significativas a lo largo del siglo XX .
Paralelamente a los acontecimientos filosóficos citados, aparece “El origen de las especies” en 1859, libro
de Charles Darwin, considerado uno de los trabajos seminales de la historia de la literatura científica y
el fundador de la biología evolutiva. En esta obra Charles Darwin (1809-1882) propuso el mecanismo de
la selección natural como explicación para el origen de las especies. La explicación propuesta por Darwin
del origen de las especies y del mecanismo de la selección natural, a la luz de los conocimientos científicos
de la época, constituye un gran paso en la coherencia del conocimiento del mundo vivo y de las ideas
evolucionistas presentes con anterioridad.
Ahora bien, en este contexto, hablemos de lo más relevante de la biografía de Marx finalmente:
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Karl Heinrich Marx, conocido también en español como Carlos Marx (1818, 1883) hijo de un abogado
judío, estudió en Bonn y en Berlín y se doctoró en Jena en 1841 con una disertación sobre la filosofía de
Epicuro. En vista del trato de que fue objeto su amigo, el profesor de Teología Bruno Bauer (1809- 1882)
-filósofo y teólogo alemán- y en atención a él, renunció a su intento de lograr una cátedra de profesor
agregado en Bonn. Marx fue primero colaborador y luego director de la Rheinische Zeitung, hasta que,
habiendo sido suprimido este periódico, pasó a París en 1843, y allí, junto con el neohegeliano Ruge, se
esforzó por editar los Anuarios franco-alemanes. Fue también en Paris donde trabó amistad con Federico
Engels (1820 –1895) quien fue un filósofo y revolucionario alemán, coautor con Marx de obras
fundamentales para el nacimiento de los movimientos socialista, comunista y sindical, y dirigente político
de la Primera Internacional y de la Segunda Internacional.
Carlos Marx se casó con Jenny von Westphalen en 1843, cuyo padre inició a Marx en el interés por las
doctrinas racionalistas de la Revolución francesa y por los primeros pensadores socialistas. Convertido
en un demócrata radical, Marx trabajó algún tiempo como profesor y periodista; pero sus ideas políticas le
obligaron a dejar Alemania e instalarse en París (1843).
Marx, que en sus estudios se había ocupado principalmente de la filosofía hegeliana, tuvo en Francia
ocasión de conocer el socialismo más de cerca. Expulsado del país a instancias del Gobierno prusiano, se
trasladó, en 1845, a Bélgica, donde, en 1847, publicó un libro contra Pierre-Joseph Proudhon llamado
Misère de la philosophie –“la miseria de la filosofía”-, ya que Proudhon había escrito un libro sobre la
“filosofía de la miseria” y, en colaboración con Engels, Marx escribió el Manifiesto del Partido
comunista, justo antes de las revoluciones burguesas europeas de 1848.
Proudhon (1809 –1865), era un filósofo político y revolucionario francés que, junto con Mijaíl
Alexándrovich Bakunin (1814 -1876), anarquista ruso considerado dentro de los "padres del anarquismo",
y Piotr Alekséyevich Kropotkin (1842 -1921), geógrafo y naturalista, y pensador político ruso, uno de los
principales teóricos del movimiento anarquista, dentro del cual fundó la escuela del anarco-comunismo.
La revolución burguesa de 1848 llevó a Marx de nuevo a París y a Colonia, iniciando en esta última
ciudad la publicación de la Neue Rheinische Zeitung. –nueva Gaceta Renana-. Allí se agregó al círculo
constituido por Ferdinand Lassalle, (1825-1864) -Joven hegeliano, amigo de Marx, que creó el primer
partido obrero alemán y colaboró con el canciller Otto von Bismarck, con el que compartía el
antiliberalismo. Muere en un duelo- Marx, expulsado de Alemania y de Francia, pasó a Londres en 1849.
En la capital de Inglaterra se dedicó, junto con Engels, al estudio de esta nación (Inglaterra), y a
familiarizarse con las condiciones de trabajo de la Gran Bretaña, que constituye el tercero de los momentos
cruciales en la carrera ideológica de Marx, al observar la explotación que sufrían los trabajadores en la
industria.
En 1864 pasó a ocupar un puesto destacado en la Asociación Internacional de Trabajadores, de reciente
creación; puesto que abandonó cuando el fracaso de la Commune (comuna) de Paris, y la oposición
interna de los grupos anarquistas acaudillados por Bakunin le hicieron creer inútil la persistencia en la
lucha.
La Comuna de París fue un breve gobierno popular y federativo que gobernó París del 18 de marzo al 28 de
mayo de 1871. Unos la consideran de orden socialista, otros anarquista, según si el que comenta es uno u
otro. Marx la describe como una reivindicación de los ideales socialistas, a lo que Bakunin responde que al
no depender ella de una vanguardia y al no haberle tomado el poder al Estado o intentado crear un estado
revolucionario, la comuna era anarquista. En un sentido formal, la Comuna de París de 1871 fue
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simplemente la autoridad municipal que ejerció el poder en esa ciudad durante los dos primeros meses de la
primavera de 1871. Pero las condiciones en las que ella se formó, sus controvertidos decretos y su sangriento
final hacen de ella un interesante episodio de la historia contemporánea.
A Carlos Marx, lo podemos considerar discípulo de David Ricardo (liberalista económico ya citado), que
vivió la primera gran crisis del capitalismo industrial en la década de 1830 y la consecuente crisis política
de 1848. Tiene por tanto que dar una explicación de esas convulsiones. La teoría que elabora predice la
evolución socioeconómica futura e invita a los trabajadores a participar activamente acelerando la
transformación del sistema.
Partiendo de la teoría ricardiana del valor-trabajo, (ver a David Ricardo), deduce que el salario percibido
por los trabajadores es exactamente el coste de producirlo. La plusvalía es la diferencia entre el valor de las
mercancías producidas y el valor de la fuerza de trabajo que se haya utilizado (ganancia del capital). Las
relaciones de producción en el sistema capitalista y la superestructura jurídica que emana de ellas
determinan que la plusvalía sea apropiada por la clase burguesa, los propietarios de los medios de
producción. Las fuerzas del sistema empujan a la clase dominante a una continua acumulación de capital
lo que provoca la disminución de la tasa de beneficios a la vez que la concentración del capital en muy
pocas manos. La progresiva mecanización crea un permanente ejército industrial de reserva que mantiene
los salarios al borde de la depauperación. La contradicción entre la concentración de capital en pocas
manos y la organización por la industria de masivas estructuras disciplinadas de trabajadores
provocará necesariamente el estallido de la revolución social y la "expropiación de los expropiadores".
Partiendo de la doctrina clásica, según la cual sólo el trabajo humano produce valor, Marx denunció la
explotación patente en la extracción de la plusvalía, es decir, la parte del trabajo no pagada al obrero y
apropiada por el capitalista, de donde surge la acumulación del capital. Criticó hasta el extremo la
esencia injusta, ilegítima y violenta del sistema económico capitalista, en el que veía la base de la
dominación de clase que ejercía la burguesía.
Sin embargo, su análisis aseguraba que el capitalismo tenía carácter histórico, como cualquier otro
sistema, y no respondía a un orden natural inmutable como habían pretendido los clásicos: igual que había
surgido de un proceso histórico por el que sustituyó al feudalismo, el capitalismo estaba abocado a
hundirse por sus propias contradicciones internas, dejando paso al socialismo. La tendencia inevitable
al descenso de las tasas de ganancia se iría reflejando en crisis periódicas de intensidad creciente hasta
llegar al virtual derrumbamiento de la sociedad burguesa; para entonces, la lógica del sistema habría
polarizado a la sociedad en dos clases contrapuestas por intereses irreconciliables, de tal modo que las masas
proletarizadas, conscientes de su explotación, acabarían protagonizando la Revolución que daría paso
al socialismo.
En otras obras suyas, Marx completó esta base económica de su razonamiento con otras reflexiones de
carácter histórico y político: precisó la lógica de lucha de clases que, en su opinión, subyace en toda la
historia de la humanidad y que hace que ésta avance a saltos dialécticos, resultado del choque
revolucionario entre explotadores y explotados, como trasunto de la contradicción inevitable entre el
desarrollo de las fuerzas productivas y el encorsetamiento al que las someten las relaciones sociales de
producción.
También indicó Marx el sentido de la Revolución socialista que esperaba, como emancipación
definitiva y global del hombre (al abolir la propiedad privada de los medios de producción, que era la
causa de la alienación de los trabajadores), completando la emancipación meramente jurídica y política
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realizada por la Revolución burguesa (que identificaba con el modelo francés); sobre esa base, apuntaba
hacia un futuro socialista entendido como realización plena de las ideas de libertad, igualdad y
fraternidad, como fruto de una auténtica democracia; la «dictadura del proletariado» tendría un
carácter meramente instrumental y transitorio, pues el objetivo no era el reforzamiento del poder estatal con
la nacionalización de los medios de producción, sino el paso -tan pronto como fuera posible- a la fase
comunista en la que, desaparecidas las contradicciones de clase, ya no sería necesario el poder
coercitivo del Estado.
Marx fue, además, un incansable activista de la Revolución obrera. Tras su militancia en la diminuta Liga
de los Comunistas (disuelta en 1852), se movió en los ambientes de los conspiradores revolucionarios
exiliados, hasta que, en 1864, la creación de la Asociación Internacional de Trabajadores (AIT) le dio la
oportunidad de impregnar al movimiento obrero mundial de sus ideas socialistas. Gran parte de sus
energías las absorbió la lucha, en el seno de aquella primera Internacional, contra el moderado
sindicalismo de los obreros británicos y contra las tendencias anarquistas continentales representadas
por Proudhon y Bakunin. Marx triunfó e impuso su doctrina como línea oficial de la Internacional, si bien
ésta acabaría por hundirse como efecto combinado de las divisiones internas y de la represión desatada por
los gobiernos europeos a raíz de la revolución de la Comuna de París (1870).
Retirado desde entonces de la actividad política, Marx siguió ejerciendo su influencia a través de sus
discípulos alemanes (como Bebel o Liebknecht); éstos crearon en 1875 el Partido Socialdemócrata
Alemán, grupo dominante de la segunda Internacional que, bajo inspiración decididamente marxista, se
fundó en 1889.
Muerto ya Marx (1883), Engels asumió el liderazgo moral de aquel movimiento y la influencia
ideológica de ambos siguió siendo determinante durante un siglo. Sin embargo, el empeño vital de Marx
fue el de criticar el orden burgués y preparar su destrucción revolucionaria, evitando caer en las
ensoñaciones idealistas de las que acusaba a los visionarios utópicos; por ello no dijo casi nada sobre el
modo en que debían organizarse el Estado y la economía socialistas una vez conquistado el poder,
dando lugar a interpretaciones muy diversas entre sus seguidores.
Dichos seguidores se escindieron entre una rama socialdemócrata cada vez más orientada a la lucha
parlamentaria y a la defensa de mejoras graduales salvaguardando las libertades políticas individuales
(Kautsky, Bernstein, Ebert) y una rama comunista que dio lugar a la Revolución bolchevique en Rusia
y al establecimiento de Estados socialistas con economía planificada y dictadura de partido único
(Lenin, Stalin, Mao).
Paralelamente a los tiempos de la filosofía revolucionaria de Marx, Arthur Schopenhauer (1788 -1860)
filósofo alemán, concebía a la filosofía esencialmente como un "pensar hasta el final" la filosofía de
Kant, se siente también deudora de Platón y Spinoza, sirviendo además como puente con la filosofía
oriental, en especial con el budismo e hinduismo. En su obra tardía, a partir de 1836, presenta su filosofía,
además, en abierta polémica contra los desarrollos metafísicos post-kantianos de sus contemporáneos,
y especialmente contra Hegel, lo que contribuyó en no escasa medida a la consideración de su pensamiento
como una filosofía "antihegeliana". Su trabajo más famoso, Die Welt als Wille und Vorstellung (El mundo
como voluntad y representación), representa desde el punto de vista literario una obra maestra de la
lengua alemana de todas las épocas. Supone además una de las cumbres del idealismo occidental, y el
pesimismo profundo (que no profundo pesimismo) que destila perdura en la obra de escritores y pensadores
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de los siglos XIX y XX, de la talla de Sigmund Freud, Friedrich Nietzsche, Thomas Mann, Émile Cioran
o Jorge Luis Borges, entre otros muchos.
Por otro lado, unos de los grandes continuadores del marxismo fueron: Antonio Gramsci (1891-1937)
político, pedagogo, filósofo y teórico marxista italiano, que fundó del Partido comunista en Italia, que
perteneció desde el principio al Comité Central del nuevo partido, al que también representó en Moscú en el
seno de la Tercera Internacional (1922), y el húngaro Georg Lukács (1885 –1971) que fue un filósofo
marxista y hegeliano y un crítico literario.
Por su parte, la filosofía marxista había influido radicalmente en el proceso revolucionario que se inicia en
el Imperio zarista en 1905 y culmina en octubre de 1917 el cual constituye uno de lo fenómenos más
importantes del siglo XX. La transformación fue grandiosa. Un Imperio mastodóntico, gobernado por un
autócrata, se transformó en república federal socialista; una sociedad de campesinos empobrecidos se elevó
a la condición de gran potencia industrial.
Al representar la primera experiencia de revolución social se convirtió en el modelo de todos los
revolucionarios de la centuria: China, Cuba, bastantes países europeos y africanos intentarían reproducir los
pasos de los soviets rusos. Miles de libros y varias generaciones de historiadores, politólogos, economistas,
sociólogos, ensayistas se han ocupado del gran acontecimiento.
Vladímir Ilich Uliánov ( 1870 -1924) Lenin, fue un revolucionario ruso, líder bolchevique, político
comunista, principal dirigente de la Revolución de octubre y primer dirigente de la Unión de Repúblicas
Socialistas Soviéticas. Fue autor de un conjunto teórico y práctico basado en el marxismo para la situación
política, económica y social de Rusia de principios del siglo XX conocido como leninismo y posteriormente
denominado marxismo-leninismo.
La Revolución de Octubre fue liderada por los bolcheviques bajo la dirección de Vladimir Lenin y
significó la primera revolución comunista declarada del siglo XX. Las actividades revolucionarias en
Petrogrado, que acabaron siendo decisivas, estuvieron comandadas por el Comité Militar Revolucionario.
Este comité era formalmente una organización del “soviet” de la capital, cuyo presidente era León Trotsky,
pero virtualmente estaba controlado por los bolcheviques.
La revolución culminó con una insurrección militar-popular que derribó al gobierno provisional, y
conduciría a una guerra civil (1918–1920) y a la posterior creación de la Unión Soviética en 1922.
Luego de la revolución el zar abdicó y nuevamente las ideas liberales tomaron fuerza, se creo el gobierno de
la Duma, formada por demócratas, socialistas, revolucionarios, y trataron de implementar medidas políticas
como la división de poderes, la soberanía popular, libertad religiosa y de prensa, etc., pero no se logró ejercer
el poder de manera efectiva, además el parlamento decidió continuar la guerra mundial (ver capítulo
siguiente), medida que le generó un hondo y popular rechazo.
Trosky segundo de Lenin organizó el ejército rojo apoyado por el resto del país y logró conformar un
ejército de mas de 3.000.000 de soldados en poco tiempo y le dio la victoria definitiva a los bolcheviques.
Murieron 7.000.000 de ciudadanos en esta guerra civil que duró 3 años. Se impuso el régimen de Partido
Único, el bolchevique, que comenzó a llamarse comunista, y prohibió la disidencia interna en el partido.
Terminada la guerra civil como el país se encontraba en una difícil situación económica y parecía que se
volvería a repetir la historia zarista, Lenin aplica unas leyes conocidas como en Nueva Política Económica
(NEP) y trata de recomponer la economía.
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En 1922 Lenin tiene un ataque de apoplejía lo que lo obliga a abandonar el poder, y comienza una interna
entre algunos conductores para reemplazarlo, se crea un triunvirato formado por Stalin Kamanev y
Zinovied, y Trosky es exiliado en México, asesinado mas tarde por orden de Stalin.
Iósif Stalin o José Stalin (1878-1953) fue el máximo líder de la Unión de Repúblicas Socialistas
Soviéticas y del Partido Comunista de la Unión Soviética desde mediados de los años 1920 hasta su muerte
en 1953. A la etapa histórica de Stalin se la llamó estalinismo. Dirigió la construcción del socialismo en la
URSS, que pasó de ser un país rural a una potencia industrial. El nivel de vida de la población se elevó. En
contraparte, dirigió un régimen represivo de la población, caracterizado por la presencia de campos de
trabajo, campañas de represión política, y deportaciones. Durante el gobierno de Stalin, la Unión Soviética
desempeñó un papel fundamental en la derrota de la Alemania Nazi en la Segunda Guerra Mundial
(1939–1945) tras la cual llegó a ser considerada una superpotencia.
Comenzó el gobierno de Stalin y expropió inmediatamente las tierras a los kulaks, los cuales eran
considerados enemigos del socialismo y fueron exterminados, por otra parte, organizó a los campesinos en
granjas. Para acelerar este proceso de colectivización les prometió tecnología agropecuaria y en solo 6 años
todas las tierras se colectivizan. Por otro lado se planifica minuciosamente el desarrollo industrial y se
propone triplicar la producción de maquinas pesadas, quintuplicar la energía eléctrica y aumentar
considerablemente la superficie cultivada. Sabía que esta es la única manera de hacer funcionar el
socialismo. Como instrumento de fuerza para controlar y dominar al pueblo, Stalin se apoyó en su Ejercito
Rojo e instaló los gulasg, especies de campos de concentración donde eran encarcelados y condenados a
trabajos de fuerzas a todos aquellos opositores.
Todas estas medidas, se estipularon en el plan quinquenal, que tuvo un éxito único, pero que costó el
sacrificio y vida de millones de rusos. Todos los disidentes fueron perseguidos, encerrados o asesinados,
cerca de 3.000.000 de habitantes. No había familia numerosa que tenga al menos un hijo muerto o
encarcelado por el sistema político.
Stalin gobernó desde 1927 hasta 1953, y consolidó un régimen sumamente duro y autoritario, no toleró
ningún tipo de oposición hacia el oficialismo. En 1933 comienza una serie de purgas contra todo sospechoso
de oposición, acusándolos de antisoviéticos, elimina así a millones de ciudadanos rusos, incluyendo en ellos
a revolucionarios de 1917, como sus compañeros del triunvirato, Kamamev y Zinoviev. Stalin deseaba
consolidar el comunismo en Rusia, y mas tarde extenderlo al resto del mundo, conocido esto como
Socialismo en un solo país. Para otros era necesario cuanto antes traspasar las fronteras con estas ideas
socialistas. Stalin obligó un culto nacional a su imagen. Con esta política de miedo popular Stalin pudo
concentrar todo el poder político de Rusia, que acompañado de otros dirigentes, se adueñaron de todos los
organismos e instituciones del control estatal, y además ocuparon importantes cargos que les permitió
enriquecerse y se fueron separando del resto de la población.
Finalmente, La Perestroika (en ruso "reestructuración"). En 1987, Gorbachov y sus ministros de economía
introdujeron las reformas necesarias de lo que sería conocido como Perestroika. Fue un proceso de reforma
basado en la reestructuración de la economía puesto en marcha en la Unión Soviética por Mijaíl Gorbachov,
con la ayuda del Primer Ministro de Japón, con el objetivo de reformar y preservar el sistema socialista, pues
quería dar a la sociedad soviética un cierto espíritu de empresa e innovación. Este proceso, acompañado
también de una cierta democratización de la vida política, trajo varias consecuencias a nivel económico y
social que provocaron el fin de la era de Gorbachov y el colapso y desintegración de la URSS.
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Filosóficamente hablando, el Siglo XIX termina con Søren Aabye Kierkegaard y Friedrich Wilhelm
Nietzsche:
Søren Aabye Kierkegaard (1813 – 1855) fue un prolífico filósofo y teólogo danés del siglo XIX.
Precursor del Existencialismo por hacer filosofía del Sufrimiento y la "Angustia" que luego retomaría
Martín Heidegger. Criticó con dureza el hegelianismo de su época y lo que él llamó formalidades vacías
de la Iglesia danesa. Gran parte de su obra trata de cuestiones religiosas como la naturaleza de la fe, la
institución de la Iglesia cristiana, la ética cristiana y las emociones y sentimientos que experimentan los
individuos al enfrentarse a las elecciones que plantea la vida. En una primera etapa escribió bajo varios
seudónimos con los que presentaba los puntos de vista de estos mediante un complejo diálogo. Acostumbró a
dejar al lector la tarea de descubrir el significado de sus escritos porque, según sus palabras, «la tarea debe
hacerse difícil, pues sólo la dificultad inspira a los nobles de corazón» Ha sido catalogado como
existencialista, neoortodoxo, postmodernista, humanista e individualista, entre otras cosas.
Sobrepasando los límites de la filosofía, la teología, la psicología y la literatura, Kierkegaard está
considerado una importante e influyente figura del pensamiento contemporáneo.
Friedrich Wilhelm Nietzsche (1844 –1900):quien fue un filósofo, poeta, músico y filólogo alemán,
considerado uno de los pensadores modernos más influyentes del siglo XIX, que realizó una crítica
exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía occidentales, mediante la deconstrucción de los conceptos
que las integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y negativas) hacia la vida. Este
trabajo afectó profundamente generaciones posteriores de teólogos, filósofos, sociólogos, psicólogos,
poetas, novelistas y dramaturgos. Meditó sobre las consecuencias del triunfo del secularismo de la
Ilustración, expresada en su observación “Dios ha muerto”, de una manera que determinó la agenda de
muchos de los intelectuales más célebres después de su muerte.
Si bien hay quienes sostienen que la característica definitoria de Nietzsche no es tanto la temática que trataba
sino el estilo y la sutileza con que lo hacía, fue un autor que introdujo, como ningún otro, una cosmovisión
que ha reorganizado el pensamiento del siglo XX, en autores tales como Michel Foucault o Deleuze entre
otros.
Nietzsche recibió amplio reconocimiento durante la segunda mitad del siglo XX como una figura
significativa en la filosofía moderna. Su influencia fue particularmente notoria en los filósofos
existencialistas, críticos, fenomenológicos, post estructuralistas y postmodernos.
En su libro llamado “El Anticristo”, Nietzsche escribe sobre cómo la cristiandad se ha convertido en una
ideología establecida por instituciones como la Iglesia, y cómo las iglesias han fallado a la hora de
representar la vida de Jesús. Es importante, para él, distinguir entre la religión de la cristiandad y la
persona de Jesús. Nietzsche explicó la religión cristiana como si fuera representado por iglesias e
instituciones a las que llamaba su “transvaloración” de los valores instintivos saludables. Transvaloración
es el proceso por el cual el significado de un concepto o ideología puede ser puesto al revés a su topónimo.
Fue más allá del pensamiento de los agnósticos o ateos de la Ilustración, quienes sentían que la cristiandad
era simplemente falsa. Él afirmaba que ha podido ser deliberadamente infundida como una religión
subversiva (como un arma psicológica subversiva) dentro del Imperio Romano por el apóstol Pablo como
una forma de cobrar venganza por la destrucción romana de Jerusalén y el Templo durante la Guerra
Judía.
Nietzsche contrasta a los cristianos con Jesús, a quien admiraba de gran modo. Nietzsche argumenta
que Jesús transcendió las influencias morales de su tiempo creando su propio sistema de valores. Jesús
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representaba un paso hacia el superhombre. Al final, Nietzsche clama sin embargo: en contraste con el
supra hombre, quien abraza la vida, Jesús negaba la realeza en favor de su «Reino de Dios.. La negación
de Jesús para defenderse a sí mismo, y su muerte, eran consecuencias lógicas de su desajuste de sistema de
ideas. Nietzsche entonces analizó la historia de la cristiandad, descubriendo una distorsión progresiva de
modo grotesco de las enseñanzas de Jesús. Él critica a los primeros cristianos por convertir a Jesús en un
mártir y la vida de Jesús dentro de la historia de la salvación de la humanidad como motivo para dominar a
las masas, encontrando a los apóstoles cobardes, vulgares y resentidos. Argumenta que las sucesivas
generaciones malentendieron la vida de Jesús, mientras la influencia de la cristiandad crecía. En el siglo
XIX, Nietzsche concluye, la cristiandad se ha vuelto tan mundana para hacerse una parodia de sí misma, una
total inversión del mundo que era, en principio, nihilista. Por eso sentenció, en una de sus frases más
conocidas: "El último cristiano murió en la cruz", refiriéndose a que nadie siguió las enseñanzas de
Cristo, y que Pedro y los que siguieron con la doctrina cristiana sólo hicieron negocio con la figura de
Cristo, por lo tanto, él ha sido el único cristiano (al ser el Cristo).
Capítulo XI
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Siglo XX; tiempo del nihilismo,
la sin-razón y lo absurdo
Dios no existe: ateos, anarquistas y materialistas. La religión es el opio del pueblo: Marx. Dios ha muerto:
Nietzsche. Con estas interpretaciones inauguramos el Siglo XX.
El desarrollo del Siglo XX, -considerado por algunos historiadores el inicio de la Edad Contemporánea a
partir de la primera conflagración mundial-, la filosofía y el conocimiento quedaron enmarcados por las
grandes catástrofes de nuestro tiempo, que han socavado la fe en cualquier creencia que sea indemostrable.
El nihilismo, del latín nihil (nada) e ismus (doctrina, movimiento, práctica de) es una "actitud" filosófica,
puesto que no es una tendencia filosófica estrictamente definida, de negación de todo principio,
autoridad, dogma filosófico o religioso. El nihilismo argumenta que el mundo, y en especial la existencia
humana, no posee de manera objetiva ningún significado, propósito, verdad comprensible o valor esencial
superior, por lo que no nos debemos a éstos.
El nihilismo hace una negación a todo lo que predique una finalidad superior, objetiva o determinista
de las cosas puesto que no tienen una explicación verificable; por tanto es contrario a la explicación
dialéctica de la Historia o historicismo. En cambio es favorable a la perspectiva de un devenir constante o
concéntrico de la historia objetiva, sin ninguna finalidad superior o lineal. Es partidario de las ideas
vitalistas y lúdicas, de deshacerse de todas las ideas preconcebidas para dar paso a una vida con opciones
abiertas de realización, una existencia que no gire en torno a cosas inexistentes.
En este sentido el nihilismo no significa creer "en nada", ni pesimismo ni mucho menos "terrorismo"
como suele pensarse, si bien estas acepciones se le han ido dando con el tiempo a la palabra. De todas formas
hay autores que al nihilismo, entendido como negación de todo dogma para dar apertura a opciones
infinitas no determinadas, le llaman "nihilismo positivo", mientras que al sentido de negación de todo
principio ético que conlleve la negligencia o la autodestrucción le llaman "nihilismo negativo"
(También se les conoce como "activo" y "pasivo").
La influencia nihilista viene de las catástrofes experimentadas por la humanidad en todos los tiempos, sin
embargo, estas se reforzaron con los acontecimientos históricos recientes, primero en La Primera Guerra
Mundial, que fue el primer conflicto bélico a escala mundial, entre los años 1914 y 1918; y después La
Segunda Guerra Mundial, la cual es considerada el conflicto armado más grande y sangriento de la
historia mundial, en el que se enfrentaron las Potencias Aliadas y las Potencias del Eje, entre 1939 y 1945,
y en donde participaron fuerzas bélicas de más de setenta países en combates aéreos, navales y terrestres, y
que como resultado murió alrededor del 2% de la población mundial de la época (unos 60 millones de
personas), en su mayor parte civiles, propiciaron el declive de las aspiraciones entre los grandes pensadores
para llegar a conocer la creación universal.
Históricamente, El Tratado de Versalles fue un tratado de paz al final de la Primera Guerra Mundial que
oficialmente puso fin al estado de guerra entre Alemania y los Países Aliados. Fue firmado el 28 de junio de
1919 en el Salón de los Espejos del Palacio de Versalles, exactamente 5 años después del asesinato del
archiduque Francisco Fernando, uno de los acontecimientos que desencadenaron la Primera Gran Guerra. A
pesar de que el armisticio fue firmado el 11 de noviembre de 1918 para poner fin a los combates reales, se
necesitaron seis meses de negociaciones en la Conferencia de Paz de París para concluir en un tratado de paz.
El Tratado entró en vigor el 10 de enero de 1920. De las muchas disposiciones del tratado, una de las más
importantes y controvertidas rezaba que Alemania y sus aliados aceptasen toda la responsabilidad de haber
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causado la guerra y, bajo los términos de los artículos 231-248, desarmarse, realizar importantes concesiones
territoriales y pagar indemnizaciones a los estados vencedores. El Tratado fue socavado tempranamente por
acontecimientos posteriores a partir de 1922 y fue ampliamente violado en los años treinta con la llegada al
poder del nazismo.
Los tratados firmados tras la Conferencia de París no sirvieron para crear un marco de estabilidad
internacional. En un contexto de graves dificultades económicas, la situación política mundial se caracterizó
por la existencia de múltiples conflictos pendientes, la dificultad en la aplicación de los tratados y la segura
aparición de importantes tensiones internacionales.
La Sociedad de Naciones, el sueño del presidente norteamericano, Woodrow Wilson, nació en la
Conferencia de París. Por primera vez en la historia se concretaba algo que muchos pensadores anteriores
habían anhelado: una suerte de gran instancia internacional en la que se discutieran los grandes problemas y
se solventaran pacíficamente los conflictos. Por fin, los principales países del planeta se habían puesto de
acuerdo para crear una Sociedad que tuviera como fin resolver los contenciosos entre los estados.
Muy pronto, sin embargo, se vino abajo el sueño. La Sociedad de Naciones tomó pronto el aspecto de una
sociedad de vencedores: a la negativa a aceptar el ingreso de Alemania y la Rusia soviética, se le unió la
renuncia norteamericana a participar en el gran proyecto que había diseñado su presidente. Sólo Gran
Bretaña y Francia se mantuvieron en una asociación que se reveló como inoperante. La ausencia de
potencias clave en el concierto mundial y la carencia de medios militares y económicos para hacer aplicar
sus resoluciones nos explican la escasa incidencia de la labor de la Sociedad de Naciones en las relaciones
internacionales. Esto conducirá a la Segunda Guerra Mundial.
Los principales beligerantes en La Segunda Guerra Mundial fueron, de un lado, Alemania, Italia y
Japón, llamadas las potencias del eje, y del otro, las potencias aliadas, Francia, el Reino Unido, los
Estados Unidos, la Unión Soviética y, en menor medida, China. La guerra fue en muchos aspectos una
consecuencia, tras un difícil paréntesis de veinte años, de las graves disputas que la primera guerra mundial
había dejado sin resolver. La frustración alemana después de la derrota y los duros términos del Tratado de
Versalles, junto con la intranquilidad política y la inestabilidad social que afectaron crecientemente a la
república de Weimar, tuvieron como resultado una radicalización del nacionalismo alemán. De esta forma
se produjo el advenimiento al poder de Adolf Hitler, jefe del Partido Obrero Alemán Nacional Socialista
(NSDAP), o partido nazi, de ideología totalitaria, ultranacionalista y antisemita.
Después de haberse otorgado plenos poderes en 1933, Hitler, que había asumido el título de Führer o
caudillo del Tercer Reich, impulsó el rearme secreto de Alemania. Aprovechó la falta de decisión de las
potencias europeas para oponerse activamente a sus designios y ordenó la ocupación militar de Renania en
marzo de 1936, decisión que contravenía unilateralmente el Tratado de Versalles.
En ese mismo año, Benito Mussolini, el dictador fascista de Italia, que ya se había embarcado en una
agresión a Abisinia (Etiopía), firmó con Hitler un acuerdo secreto germano-italiano que daría lugar al
establecimiento del Eje Romano-Berlín. Al año siguiente, Italia se unió al pacto que Alemania y Japón
habían firmado en 1936. Fue el llamado pacto tripartito.
Alemania e Italia intervinieron, en nombre del anticomunismo, en la guerra civil española iniciada en
1936. Se denomina Guerra Civil Española a la guerra civil que tuvo lugar en España entre el
pronunciamiento del 17 y 18 de julio de 1936 y el último parte de guerra firmado por Francisco Franco el 1
de abril de 1939.
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La ofensiva alemana. En marzo de 1938, Hitler envió tropas alemanas para ocupar Austria, que pronto fue
incorporada por plebiscito al Tercer Reich (el Anschluss). En una hábil combinación de presiones internas y
externas, logró la anexión o neutralización del territorio checoslovaco en marzo de 1939. En abril del mismo
año, Italia se anexionó Albania. En agosto se firmó un pacto de no-agresión entre Alemania y la Unión
Soviética, en el que se establecía una cláusula secreta sobre la división de Polonia y el establecimiento de
esferas de influencia soviética y alemanas en los estados bálticos y en Finlandia. Tras este atrevido acuerdo,
que dejó atónitos a los gobernantes del resto de Europa, Hitler ordenó iniciar la invasión de Polonia el 1 de
septiembre de 1939. El Reino Unido y Francia declararon la guerra a Alemania dos días después. El 17 de
septiembre, tropas soviéticas penetraron en la parte oriental de Polonia, que de esta forma quedó dividida
entre Alemania y la Unión Soviética. A finales de 1939 se firmó un nuevo pacto por el que Alemania recibía
toda la parte situada al oeste del río Bug y los soviéticos obtenían Lituania dentro de su esfera de influencia.
La Unión Soviética, aprovechando su entendimiento con Alemania, obligó a Estonia, Letonia y Lituania a
admitir guarniciones militares en su territorio. Finlandia se negó a obedecer y fue atacada por tropas
soviéticas en noviembre de 1939. Inicialmente, el pequeño país finés contuvo el ataque soviético, lo que
despertó las simpatías de todo el mundo. La Unión Soviética no había valorado en su justa medida la
voluntad de Finlandia para resistir ni los obstáculos naturales constituidos por los numerosos lagos y
bosques del país. No obstante, en marzo de 1940 Finlandia hubo de pedir la paz, después de un ataque que
obligó masivo de las fuerzas soviéticas que obligó a los finlandeses a replegarse.
Durante el inicio de 1939, las principales actividades alemanas se desarrollaron en el mar, incluyendo una
campaña submarina muy activa contra buques mercantes con rumbo al Reino Unido. En cambio, en la
guerra naval de superficie los británicos fueron en conjunto más afortunados que los alemanes.
En abril de 1940, Hitler puso en práctica la táctica de la "guerra relámpago" al ordenar la invasión de
Noruega y la ocupación de sus principales campos de aviación de Oslo y Stavanger. Al mismo tiempo, los
alemanes enviaron barcos de guerra al puerto de Copenhague y se introdujeron en la península de Jutlandia.
La ocupación de Dinamarca era necesaria para la seguridad de las comunicaciones alemanas con Noruega.
Los acontecimientos en los países nórdicos se convirtieron en un problema de menor importancia para las
occidentales cuando el 10 de mayo de 1040 se vieron sorprendidas ante el ataque fulminante de Hitler a
través de los Países Bajos y de Bélgica. En este último país, la cooperación de la Luftwaffe o fuerza aérea
alemana con las líneas de defensa. El 12 de mayo, los alemanes cruzaron la frontera franco-belga, y el 22 de
junio, tres quintas partes de Francia, incluyendo París, estaban ocupadas. Sin embargo, buena parte de las
tropas británicas en Francia, así como otros grupos de diversas nacionalidades, lograron escapar por el puerto
de Dunquerque. Se firmó entonces un armisticio entre Alemania y Francia, representada ésta por el
mariscal Philippe Pétain, héroe francés de la primera guerra mundial. A partir de entonces, los alemanes
ocuparon todo el norte de Francia, desde la frontera suiza al canal de la Mancha y el Atlántico, y una franja
de la costa atlántica desde el bajo Loira al extremo oriental de los Pirineos. El gobierno francés, con sede en
Vichy, conservaba el control de dos quintas partes de Francia y de la armada y la fuerza aérea, que, sin
embargo, habían de mantenerse neutrales. Mientras tanto, el general Charles de Gaulle, desde Londres,
radiaba proclamas invitando a los franceses a continuar la resistencia contra los invasores alemanes.
Durante agosto y septiembre de 1940, la Luftwaffe alemana lanzó un bombardero aéreo masivo sobre el
Reino Unido en un intento de debilitar al país para una invasión posterior a través del canal. Los británicos
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tenían a su favor un sistema de detección por radar y un tipo de caza, el "Spitfire", superior a cualquier avión
alemán. En la batalla de Inglaterra se fue imponiendo fundamentalmente la Royal Air Force británica, y
Hitler pospuso indefinidamente la invasión. Por primera vez, el avance alemán había sido frenado, lo que
tuvo un enorme valor simbólico.
Después del fracaso intento de invasión de Grecia por parte de Italia en noviembre de 1940, Hitler
incorporó sucesivamente a Hungría, Rumania y Eslovaquia al Eje. Bulgaria se unió en marzo de 1941. En
abril, Alemania atacó a Yugoslavia y Grecia, que fueron invadidas a finales de mes. El estado yugoslavo se
disolvió completamente, y Grecia fue ocupada por los italianos, excepto Atenas, Tesalónica y Demótica, en
Tracia, así como las islas de Quíos, Lesbos, Santos, Melos y Creta, que se reservaron los alemanes para sí.
En junio de 1941, Hitler rompió el pacto de no-agresión de 1939 y atacó a la Unión Soviética. La amistad
de este país, sin la que las victorias de 1939-1940 hubieran sido imposibles, ya no le era necesaria a
Alemania. Unidas armadas alemanas entraron en territorio soviético y en diciembre habían llegado a los
alrededores de Moscú, antes de que los contraataques y los rigores del invierno paralizarían la ofensiva.
Cuando la guerra se inició en Europa en septiembre de 1939, los japoneses, a pesar de su continuado
avance en China, no veían el final de un conflicto que se les antojaba largo y estéril. La declaración de
guerra del Reino Unido y Francia contra Alemania abrió al Japón la perspectiva de apoderarse de colonias
europeas en el sudeste de Asia y en el Pacífico. A finales de 1940, Japón había decidido que en caso de
iniciar una ofensiva, ésta tendría como objetivo las posiciones de los Estados Unidos, su principal
adversario en el Pacífico. Entre el 7 y el 8 de diciembre de 1941, los japoneses bombardearon las
instalaciones estadounidenses en el Pearl Harbor, Hawai, y en las Filipinas. A continuación, los Estados
Unidos declararon la guerra a las potencias del Eje.
A pesar de la ventaja inicial obtenida por medio del ataque sorpresa, Japón perdió las batallas navales
decisivas del mar del Coral y de Midway en mayo y junio de 1942. En este momento, la guerra en el Pacífico
cambió de signo. Japón había perdido sus portaaviones de primera línea y la mayoría de sus mejores pilotos.
En lo sucesivo, las fuerzas navales de los japoneses y de los aliados quedaron igualadas. La estrategia
estadounidense en el Pacífico consistía en utilizar fuerzas navales u anfibias para avanzar por las cadenas de
islas hacia Japón, mientras que fuerzas terrestres en menor escala cooperaban con los chinos y los británicos
en el continente asiático.
En el norte de África, los británicos, que en 1940-1941 habían eliminado fuerzas italianas mucho mayores,
entablaron batalla con el Afrika Korps alemán dirigido por el mariscal Erwin Rommel. En julio de 1942, la
ofensiva alemana contra Egipto fue detenida en la batalla de El-Alamein. En ese momento terminaron las
esperanzas de Alemania de conseguir una victoria rápida en África. Las tropas de Rommel se encontraban
exhaustas y sometidas además al acoso de los británicos. A mediados de octubre de 1942 llegaron refuerzos
aliados al norte de África. La superioridad numérica sobre las tropas alemanas fue en aquel momento tan
fuerte que en noviembre Rommel carecía de fuerza para resistir y ordenó la retirada. Las tropas alemanas se
replegaron gradualmente hacia Túnez, hasta que capitularon en mayo de 1943.
La derrota del Eje En julio de aquel año, fuerzas aliadas desembarcaron en Sicilia desde el norte de África.
La invasión representaba una amenaza directa para Italia. Cuando Mussolini reveló al Gran Consejo
Fascista que los alemanes estaban proyectando la evacuación de la mitad sur de Italia, la mayoría del consejo
votó una resolución en contra de Mussolini, que dimitió y fue arrestado el 25 de julio. El rey Víctor
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Manuel III ordenó entonces la formación de un nuevo gobierno, a cuyo frente se puso Pietro Badoglio.
Desde Sicilia, los aliados pasaron a Italia con el desembarco en Salerno en septiembre de 1943. El gobierno
italiano, en cumplimiento de una pacto firmado con los Estados Unidos, declaró la guerra a Alemania en
octubre de 1943. Los alemanes reforzaron sus defensas en el norte y centro de Italia y continuaron luchando
duramente contra las tropas aliadas durante el resto de la guerra.
En el frente oriental, desde agosto de 1942 a febrero de 1943, los alemanes llevaron a cabo un asedio de
Stalingrado (posteriormente Volgogrado) que chocó con una dura oposición y que finalmente no tuvo éxito.
Las fuerzas alemanas en la Unión Soviética perdieron ímpetu. Mientras las bajas humanas y de equipo
obligaban a los alemanes a abandonar su proyectada ofensiva, el ejército rojo mejoraba continuamente la
calidad de su mando y aumentaba su fuerza recurriendo a sus enormes reservas de hombres. En el verano de
1943 tenía una superioridad numérica de cuatro a uno sobre los alemanes, que comenzaron a retroceder.
A partir de 1944, las fuerzas alemanas habían iniciado una retirada parcial del este con fin de prepararse
para contener la invasión aliada que se esperaba en el oeste de Europa. No se sabía, sin embargo, dónde
tendría lugar. La misión había sido confiada al general Dwight Eisenhower, y recibió el nombre de
"operación Overlord". EL 6 de junio de 1944 (que se conocería como día D), 156.000 hombres
desembarcaron en las playas de Normandía, procedentes del sur de a Gran Bretaña. Las fuerzas invasoras
estaban compuestas por soldados británicos, canadienses y estadounidenses, y pequeños grupos de otras
nacionalidades. Los aliados hicieron rápidos progresos en el norte de Francia gracias a su fuerza aérea,
capaz de interferir decisivamente el movimiento de las reservas alemanas.
Comenzaron también en este momento las dudas y las disensiones por parte de los mismos alemanes. Aparte
del progreso de los aliados, un acontecimiento desmoralizó a los mandos alemanes: el fracaso y las
consecuencias de una conspiración contra Hitler. El curso desastroso que había tomado la guerra y la alarma
ante los crímenes del régimen nazi, llevaron a cierto número de civiles y de oficiales a formar una oposición
secreta que decidió finalmente matar al Fuhrer. El complot fracasó y la reacción nazi fue salvaje: 200
conspiradores implicados y otras cinco mil personas más remotamente relacionadas con el complot fueron
condenados a muerte. Hitler y sus fanáticos partidarios, cada vez más alejados de su pueblo, tenían todavía
la esperanza de inclinar la balanza a su favor mediante el empleo de armas nuevas que los científicos
alemanes estaban perfeccionando. Pero la realidad era que la superioridad aliada hacía ya completamente
infructuosos los esfuerzos de Alemania. Los aliados consolidaron rápidamente su dominio de Francia y
comenzaron un avance hacia el este que finalizaría con la ocupación de Alemania entre marzo y abril de
1945. Hitler ordenó la movilización de todos los hombres de edades comprendidas entre los 16 y 60 años en
un intento desesperado a defender el Tercer Reich. Mientras tanto, el ejército soviético avanzó hacia el oeste
y ocupó la mitad oriental de Alemania. Antes de que sus tropas estuviesen listas para el asalto final, los
aliados intensificaron sus bombardeos aéreos. Esta ofensiva culminó el 13 de febrero de 1945 con una serie
de cinco ataques sobre Dresde, que quedó completamente destruida.
En el momento más crítico del colapso alemán, con Berlín rodeado de tropas soviéticas, Hitler, aislado y
presa de la desesperación se suicidó el 30 de abril de 1945. La rendición definitiva de las fuerzas alemanas
se firmó el 8 de mayo. La guerra había terminado oficialmente en Europa.
En el Pacífico, el general estadounidense Douglas MacArhur aniquiló prácticamente a la armada japonesa
en la batalla naval del golfo de Leyte y abrió el camino a los Estados Unidos para la ocupación de Filipinas,
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objetivo primordial de la campaña. En marzo de 1944, Manila se rindió, y en marzo y junio del año
siguiente los Estados Unidos capturaron las islas de Iwo Jima y Okinawa después de una encarnizada
lucha con los japoneses. Quedaba entonces libre el camino para un bombardero masivo del Japón e incluso
una posible invasión. Se estaba preparando, sin embargo, algo mucho más contundente. En efecto, los
Estados Unidos, a partir de experimentos alemanes, habían elaborado una bomba atómica. Harry S.
Truman, quien asumió la presidencia estadounidense tras la muerte de Franklin D. Roosevelt, había
estimado que la bomba atómica podía utilizarse para derrotar a Japón de tal forma que costaría menos bajas
a los Estados Unidos que una invasión tradicional. El 6 de agosto fue lanzada la primera bomba atómica
sobre la ciudad de Hiroshima. Ochenta mil personas murieron abrasadas o a consecuencia de la radiación,
y otras setenta mil quedaron gravemente afectadas. Dos días después, la Unión Soviética declaró la guerra a
Japón, y el 9 de agosto, los estadounidenses lanzaron la segunda bomba nuclear sobre Nagasaki. Los
japoneses, ante esta demostración de fuerza, se rindieron formalmente el 2 de septiembre de 1945.
La Segunda Guerra Mundial arrojó un balance de entre 35 y 60 millones de muertos, de ellos gran número
de civiles. Los bombarderos masivos de ciudades e instalaciones industriales generaron asimismo enormes
pérdidas materiales. La capacidad ofensiva de las nuevas armas y tácticas de guerra (transportes y
bombardeos aéreos, portaaviones, unidades de paracaídas, tanques con potentes cañones, bombas
autopropulsadas -como los cohetes V-1 y V-2 que lanzaron los alemanes sobre Londres- y bombas
atómicas) explica las grandes destrucciones y matanzas producidas, sobre todo, en la Unión Soviética,
Alemania, Japón, Francia y el Reino Unido.
Las conferencias de paz de Teherán (1943), Yalta y Potsdam (ambas en 1945) cambiaron el mapa del
mundo y sentaron las bases de un nuevo período histórico en el que la vieja Europa cedió su hegemonía a
las dos nuevas superpotencias que se consolidaron durante y tras la guerra: los Estados Unidos y la
Unión Soviética.
En 1945, cuando las tropas Aliadas entraron a los campos de concentración y de exterminio, descubrieron
pilas de huesos y cenizas, testimonio del genocidio nazi. Los soldados también encontraron miles de
sobrevivientes sufriendo hambre y enfermedad. Después de su liberación, muchos sobrevivientes judíos se
negaron volver a sus antiguas casas por el antisemitismo que persistía en Europa. Muchos sobrevivientes sin
hogar emigraron al oeste hacia los territorios liberados por los Aliados, donde fueron puestos en campos de
refugiados como Bergen-Belsen en Alemania. Estos campos eran administrados por Administración de las
Naciones Unidas para Ayuda y Rehabilitación (UNRRA) y el ejército de los Estados Unidos.
Tras seis años de dura lucha, el 14 de agosto de 1945, se declara el final de la guerra con la victoria de los
Aliados. El tiempo ha transcurrido, ha caído el Muro de Berlín, Europa del Este ha abierto sus fronteras.
Las Naciones Unidas, Organización que nació oficialmente el 24 de octubre de 1945, es una organización
de Estados soberanos. Los Estados se afilian voluntariamente a las Naciones Unidas para colaborar en pro
de la paz mundial, promover la amistad entre todas las naciones y apoyar el progreso económico y social.
En el momento de su creación se admitieron como Miembros 51 países; actualmente, con la reciente
inclusión de Suiza y Timor Oriental en el 57° período ordinario de sesiones de la Asamblea General, y de
Montenegro en Junio del 2006, 192 países son Miembros de las Naciones Unidas.
El nombre de "Naciones Unidas" fue utilizado por primera vez por Franklin D. Roosevelt en la
"Declaración de las Naciones Unidas" el 1 de diciembre de 1943. También se utilizó durante la
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Conferencia de San Francisco, celebrada del 25 de abril de 1945 al 26 de junio del mismo año, donde nació
la Organización.
La Organización de las Naciones Unidas fue fundada por los 51 Miembros que firmaron la "Carta de las
Naciones Unidas" en la Segunda Guerra Mundial contra los países del Eje y se convirtió en sucesora
legal de la Sociedad de Naciones en 1946.
Para mantener las actividades de este Sistema se cuenta con un presupuesto que se establece cada dos años.
Por ejemplo, el presupuesto asignado para el período 2002-2003 fue de 2,625 millones de dólares y proviene
principalmente de cuotas establecidas a los Estados Miembros.
Actualmente, con el fin de aumentar la eficacia de la Organización se han dado diversas propuestas de
reforma de las Naciones Unidas de las cuales muchas se han llevado a cabo, logrando mayor ahorro de
recursos y un mejor desempeño de las labores de la Organización.
Después de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de Naciones aprobó el Mandato Británico de
Palestina con la intención de la creación de un "hogar nacional para el pueblo judío.". En 1947, las
Naciones Unidas aprobaron la partición de Palestina en dos Estados, uno judío y uno árabe. El 14 de
mayo de 1948 el Estado de Israel declaró su independencia, lo cual fue seguido por la Guerra árabe-israelí
de 1948 con los vecinos Estados árabes, que se negaban aceptar el plan de la ONU. Las sucesivas victorias
en una serie de guerras posteriores confirmaron su independencia y ampliaron las fronteras del Estado Judío
más allá de lo acordado en el Plan de Partición de las Naciones Unidas. Desde entonces, Israel ha estado en
conflicto con muchos de los países árabes vecinos, con varias guerras y décadas de violencia que continúan
hasta el día de hoy. Desde su fundación, las fronteras de Israel e incluso el derecho a existir del propio
Estado ha estado sujeto a controversias, especialmente entre sus vecinos árabes. Sin embargo, Israel ha
firmado tratados de paz con Egipto y Jordania, y se están haciendo esfuerzos para alcanzar un acuerdo
permanente con la Autoridad Nacional Palestina.
Estados Unidos desempeñó un papel protagónico en los asuntos mundiales durante los años
inmediatamente posteriores a la Segunda Guerra Mundial, sobre todo por su influencia en las recién
formadas Naciones Unidas y en la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN). El problema
político y diplomático más importante a principios de la postguerra fue la Guerra Fría. Ésta surgió de
antiguos desacuerdos entre Estados Unidos y la Unión Soviética acerca de qué tipo de gobierno y
sistema económico producía más libertad, igualdad y prosperidad.
Ante la perspectiva de un mundo de postguerra envuelto en guerras civiles e imperios en
desintegración, Estados Unidos esperaba proveer la estabilidad necesaria para que una reconstrucción
pacífica fuera posible. Abogó por la democracia y el comercio abierto y comprometió 17.000 millones de
dólares, bajo el “Plan Marshall”, para reconstruir Europa occidental. La Unión Soviética deseaba
asegurar sus fronteras a toda costa. Utilizó la fuerza militar como ayuda para elevar al poder a gobiernos
comunistas en Europa central y oriental.
Estados Unidos se propuso contener el expansionismo soviético. Exigió y obtuvo la retirada total de la
URSS de Irán. Apoyó a Turquía contra los intentos soviéticos de controlar las rutas marítimas. Proveyó de
ayuda económica y militar a Grecia para combatir a una poderosa insurgencia comunista. Además, encabezó
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los esfuerzos para el transporte aéreo de millones de toneladas de suministros a Berlín cuando la Unión
Soviética bloqueó esa ciudad dividida.
Cuando la mayor parte de la ayuda estadounidense transitaba por el Atlántico, poco podía hacerse para
impedir que las fuerzas comunistas de Mao asumieran el control de China en 1949. Al año siguiente,
cuando Corea del Norte –con el apoyo de China y la Unión Soviética– invadió Corea del Sur, Estados
Unidos obtuvo el respaldo de la ONU para una intervención militar. Los norcoreanos terminaron por
retroceder y fue firmada una tregua, pero las tensiones siguieron siendo intensas y las tropas estadounidenses
permanecieron allí varios decenios.
A mediados de la década de 1960, Estados Unidos envió tropas para defender a Vietnam del Sur contra
una insurgencia comunista establecida en Vietnam del Norte. La participación estadounidense aumentó
enormemente, pero no fue suficiente para impedir que el sur se derrumbara en 1975. La guerra costó cientos
de miles de vidas. Provocó también amargas divisiones internas e hizo que los estadounidenses vieran con
recelo cualquier futura intervención en el exterior.
Otro acontecimiento importante en el Siglo XX sucedió el 11de diciembre de 1991, cuando la Unión
Europea creó, bajo el Acuerdo de Maastricht, una organización intergubernamental de 12 naciones del
Oeste de Europa, con la aspiración de construir ‘una unión duradera entre la gente de Europa’ Entró en
vigencia el 1ro.de noviembre de 1993”.
Ahora bien, regresando a la evolución del pensamiento durante el Siglo XX, mencionaré primero a la
Fenomenología que ha sido el movimiento filosófico característico desde el Siglo XX, y que se caracteriza
precisamente por su pretensión de radical fidelidad a lo dado, a lo que realmente se ofrece a la experiencia,
para describir los rasgos esenciales, las esencias de las distintas regiones de la realidad que en esta actitud
se muestran. Los fenómenos son, simplemente, las cosas tal y como se muestran, tal y como se ofrecen a la
conciencia.
Edmund Gustav Albrecht Husserl (1859- 1938), filósofo alemán fundador del movimiento
fenomenológico o fenomenología y discípulo de Franz Brentano y Carl Stumpf. Entre sus primeros
seguidores en Gotinga se encuentran Roman Ingarden, Edith Stein y Hedwig Conrad-Martius. Entre
otros influiría en Martín Heidegger, Jean-Paul Sartre, Maurice Merleau-Ponty, Paul Ricoeur, Alexius
Meinong, Michel Henry, José Ortega y Gasset, Millán-Puelles y, en gran medida, en Max Scheler; con
posterioridad, principalmente a través de Merleau-Ponty, el influjo husserliano llegaría hasta Lacan.
El interés de Hermann Weyl en la lógica intuicionista y en la impredicatividad, por ejemplo, parece
provenir del contacto con Husserl.
Martín Heidegger (1889 –1976) fue un filósofo alemán que estudió teología católica y luego filosofía en la
Universidad de Friburgo de Brisgovia, donde fue discípulo de Husserl, el fundador de la fenomenología.
Heidegger introdujo los textos de Friedrich Nietzsche en la filosofía académica. Es una de la figuras
protagónicas de la filosofía contemporánea: influyó en toda la filosofía del existencialismo del siglo XX,
fue uno de los primeros pensadores en apuntar hacia la «destrucción de la metafísica» (movimiento que
sigue siendo repetido), en «quebrar las estructuras del pensamiento erigidas por la Metafísica (que
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domina al hombre occidental)», que planteó que «el problema de la filosofía no es la verdad sino el
lenguaje», con lo que hizo un aporte decisivo al denominado giro lingüístico, problema que ha
revolucionado la filosofía. Mantuvo vigencia en muchos pensadores europeos -y con el paso del tiempo en
los no europeos-, a partir de la publicación de Ser y tiempo (1927). El estilo innovador, complicado y aun
oscuro que utiliza Heidegger con el fin de abrir-mundos según el pensador (y que muchos consideran que
es terriblemente oscuro y casi místico) influyó en Hans-Georg Gadamer, el estilo singular y difícil que
utiliza Jean-Paul Sartre en El ser y la nada, el de Jacques Lacan cuando redacta sus Escritos, el de
Jaques Derrida con su crítica a la Presencia, Gianni Vattimo y a una gran parte de pensadores envueltos
en el debate sobre la muerte de Dios y el Ser, el nihilismo, la postmodernidad y la época post-capitalista.
La obra de Heidegger aborda, al tratar problemas ontológicos, también problemas de tipo semiótico; es de
este modo que influye directamente en los hermenéuticos: Paul Ricoeur, Rüdiger Bubner y Hans-Georg
Gadamer.
El lema del movimiento fenomenológico es el plegarse a las cosas mismas, (a los hechos tal cual se dan),
el ser fiel a lo que realmente se experimenta, de ahí que propugne la intuición como instrumento
fundamental de conocimiento. La intuición es la experiencia cognoscitiva en la cual el objeto conocido
se nos hace presente, se nos muestra “en persona”, experiencia opuesta al mentar o referirse a un objeto con
el pensamiento meramente conceptual. A diferencia de las corrientes empiristas, la fenomenología no limita
la intuición al mundo perceptual sino que acepta varias formas de darse las cosas, varias formas de
intuición: cada objetividad se muestra de distinto modo a la conciencia, en función de su propio ser o
esencia: las cosas físicas se hacen presentes a nuestra conciencia de otro modo que los objetos matemáticos,
las leyes lógicas, los valores estéticos, los valores éticos, o las propias vivencias. La virtud del buen
fenomenólogo es su perfección en el mirar, el saber disponer adecuadamente su espíritu para captar cada tipo
de realidad en lo que tiene de propia.
Junto con esta tesis, es común al movimiento fenomenológico la idea de que en el mundo hay hechos, pero
también esencias. Los hechos son las realidades contingentes, las esencias las realidades necesarias; la
tarea de la fenomenología es descubrir y describir las esencias y relaciones esenciales existentes en la
realidad, y ello en cada uno de los ámbitos de interés del filósofo (mundo ético, estético, religioso, lógico,
antropológico, psicológico,...). Cuando el fenomenólogo describe lo que ve no se preocupa por el aspecto
concreto de lo que ve, intenta captar lo esencial; así, si se preocupa por estudiar la voluntad, no intenta
describir los aspectos concretos presentes en un acto voluntario real sino la esencia de la voluntad y sus
relaciones esenciales con otros aspectos de la subjetividad como el conocimiento o la libertad. La
fenomenología considera que además de la intuición empírica o percepción existe la intuición de las
esencias o formas universales de las cosas. La intuición en la que se hace presente lo universal recibe el
nombre de intuición eidética.
El tema de investigación más característico de la fenomenología es la conciencia; se entiende por conciencia
el ámbito en el que se hace presente o se muestra la realidad; la realidad en la medida en que se muestra
o aparece a una conciencia recibe el nombre de fenómeno. La característica fundamental que la
fenomenología encuentra en la conciencia es la intencionalidad en el lenguaje ordinario llamamos
intencional a la conducta hecha mediante un acto de voluntad, a la conducta deliberada; en fenomenología
la intencionalidad es una propiedad más básica: se refiere al hecho de que toda conciencia es conciencia
de algo, todo acto de conciencia es siempre una relación con otra cosa, un referirse a algo. La conciencia no
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se limita al conocimiento: puedo conocer un árbol, puedo percibirlo o pensar en él, pero también puedo
vincularme con él mediante otros modos de conciencia: puedo desear estar a su sombra, o imaginarlo con
más hojas que las que tiene, o temer que se pueda secar, y tal vez hasta lo puedo amar u odiar. La
percepción, el recuerdo, la imaginación, el pensamiento, el amor, el odio, el deseo, el querer, son
distintas formas de darse el vivir de la conciencia. Una importante tarea de la fenomenología es la
descripción de los tipos distintos de vivencias, de sus géneros y especies, y de las relaciones esenciales que
entre ellas se establecen.
La fenomenología no es un movimiento homogéneo pues se han dado distintas interpretaciones, tanto en la
caracterización del auténtico método fenomenológico como en las tesis doctrinales en las que hay que
concluir; las dos variantes principales son la fenomenología realista para la que los fenómenos conocidos
son reales e independientes de nuestra mente, y la fenomenología trascendental, un nuevo idealismo para el
cual la realidad es una consecuencia de los distintos modos de actuación de la conciencia pura o
trascendental. El fundador de este movimiento es Edmund Husserl (1859-1938), y los representantes más
importantes Alexander Pfänder (1870-1941), Max Scheler (1874-1928), Dietrich von Hildebrand (18901978), Martín Heidegger (1889-1976), Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Maurice Merleau-Ponty (19081961).
El 29 de octubre de 1945, el club "Maintenant", creado por Jacques Calmy y Marc Beigbeder después de
la Segunda Guerra Mundial y la liberación de Francia, organiza en la Sala de los Centrales, en París, una
conferencia de Jean-Paul Sartre titulada "El Existencialismo es un humanismo". Había nacido el
existencialismo. Sartre y Simone de Beauvoir se convertían en el símbolo de toda una generación.
En la filosofía existencial en sentido amplio, el concepto de existencialismo es confuso y oscuro. No hay
una definición teórica clara y unánime. Sin embargo, la concepción más compartida apunta hacia un
movimiento filosófico, cuyo postulado fundamental es que son los seres humanos, en forma individual, los
que crean el significado y la esencia de sus vidas.
Para Kierkegaard, principal antecedente del existencialismo, la existencia es ante todo un existente: el
existente humano. Se trata de aquel cuyo 'ser' consiste en la subjetividad, en pura libertad de elección. No
puede hablarse de la esencia de la existencia, solo puede hablarse de 'este existente' o 'aquel existente'
y la verdad de éstos no es sino la 'subjetividad'. La corriente existencialista, de manera general, destaca el hecho de la libertad y la temporalidad del
hombre, de su existencia en el mundo más que de su supuesta esencia profunda. Las cuestiones filosóficas
del existencialismo tienden a escudriñar en lo profundo de la condición humana. Emergió como
movimiento en el siglo XX, en el marco de la literatura y la filosofía, heredando algunos de los argumentos
de filósofos anteriores como Schopenhauer, Kierkegaard, Nietzsche y Unamuno.
El existencialismo es una corriente, movimiento o serie de doctrinas filosóficas y culturales que tiene por
objetivo y disciplina, el análisis y la descripción del sentido individual de la vida humana en cuanto
“existe”. Sostiene que el existente humano piensa, actúa, se refiere y relaciona consigo mismo, con su
propia trascendencia, con sus contradicciones y sus angustias. Para el pensamiento existencialista el
individuo no es una porción mecánica o “parte” de un todo, sino que el hombre es en sí una “integridad”
libre por sí. Esta doctrina filosófica considera qué es la existencia del ser humano libre y qué es lo que
define su esencia, en lugar de entender que su esencia o condición humana determina su existencia.
Para esta corriente del pensamiento la existencia del ser humano no es nunca un “objeto” sino que,
desde el momento que el ser humano es capaz de generar pensamiento “existe”; en consecuencia el
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reconocimiento de esa existencia tiene primacía y precedencia sobre la esencia. No obstante, la existencia
del hombre puede ser inauténtica o falsa si éste renuncia a su libertad. La carencia de libertad es carencia
de existencia. En un sentido estricto para el existencialismo las cosas materiales en cambio "son", pero
no "existen".
El existencialismo implica que el individuo es libre y, por ende, totalmente responsable de sus actos. Esto
incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual. Según el filósofo e
historiador de la filosofía Nicola Abbagnano, “Se entiende por existencialismo toda filosofía que se conciba
y ejercite como análisis de la existencia siempre que por "existencia" se entienda el modo de ser del hombre
en el mundo. La relación hombre-mundo es, pues, el único tema de toda filosofía existencialista…. Los
antecedentes históricos más cercanos del existencialismo son la fenomenología de Husserl y la filosofía
de Kierkegaard”. Abbagnano considera pensadores fundamentales de esta corriente a Heidegger, Jaspers
y Sartre.
Jean-Paul Charles Aymard Sartre (1905 –1980), conocido comúnmente como Jean-Paul Sartre, fue un
filósofo, escritor y dramaturgo francés, exponente del existencialismo y del marxismo humanista. Fue el
décimo escritor francés seleccionado como Premio Nobel de Literatura, pero lo rechazó explicando en una
carta a la Academia Sueca que él tenía por regla declinar todo reconocimiento o distinción y que los lazos
entre el hombre y la cultura debían desarrollarse directamente, sin pasar por las instituciones. Fue pareja
también de la filósofa Simone de Beauvoir.
El existencialismo para Sartre, es un ateísmo coherente, pues afirma que “si Dios no existe, hay por lo
menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de poder ser definido
por ningún concepto, y que este ser es el hombre... ¿Qué significa aquí que la existencia precede a la
esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo y que después se
define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser
nada. Sólo será después y será tal como se haya hecho. Así pues no hay naturaleza, porque no hay Dios
para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere y
como se concibe después de la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. Éste es el
primer principio del existencialismo.” Con estas tesis Sartre declara la peculiar posición del hombre
respecto del resto de seres: empieza existiendo, no teniendo un ser propio, empieza siendo una nada, y se
construye a sí mismo a partir de sus proyectos; el hombre es lo que ha proyectado ser. De este modo, Sartre
relaciona la libertad con la falta de naturaleza: tener una naturaleza o esencia implica que el ámbito de
conductas posibles están ya determinadas; que algo tenga una naturaleza quiere decir que el tipo de
conductas posibles que le pueden acaecer está restringida o limitada por su propio ser; pero el hombre no
tiene naturaleza, no tiene una esencia, por lo que es libre y es lo que él mismo ha decidido ser
La reivindicación sartriana de la libertad es tan radical que le lleva a negar cualquier género de
determinismo. No cree en el determinismo teológico, ni biológico, ni social: ni Dios nos ha dado un
destino irremediable, ni la Naturaleza ni la sociedad determinan absolutamente nuestras posibilidades,
nuestra conducta. Somos lo que hemos querido ser y siempre podremos dejar de ser lo que somos. Los
fines que perseguimos no nos vienen dados ni del exterior ni del interior, de una supuesta naturaleza, es
nuestra libertad la que los elige. Como dice en “El existencialismo es un humanismo”, no se nace héroe o
cobarde, al héroe siempre le es posible dejar de serlo, como al cobarde superar su condición. Estamos
condenados a ser libres: condenados porque no nos hemos dado a nosotros mismos la libertad, no nos
hemos creado, no somos libres de dejar de ser libres. Aunque todo hombre está en una situación, nunca
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ella le determina, antes bien, la libertad se presenta como el modo de enfrentarse a la situación (al entorno, el
prójimo, el pasado). Ni siquiera los valores, la ética, se presentan como un límite de la libertad, pues en
realidad, dice Sartre, los valores no existen antes de que nosotros los queramos, no existen los valores
como realidades independientes de nuestra voluntad, los valores morales los crea nuestra
determinación de hacer real tal o cual estado de cosas. Al escoger unos valores en vez de otros, la
voluntad les da realidad. La libertad se refiere a los actos y voliciones particulares, pero más aún a la
elección del perfil básico de mí mismo, del proyecto fundamental de mi existencia, proyecto que se realiza
con las voliciones particulares.
En resumen, podríamos considerar que el Fenomenología como observamos, es el método adecuado para
acercarse al hombre. Busca descubrir lo que es dado en la experiencia, acercarse a los contenidos de la
conciencia sin prejuicios ni teorías preconcebidas por parte del observador. Junto con esta consideración
metodológica, la fenomenología ofrece a la psicología humanista otra tesis fundamental: la consciencia es
siempre consciencia que tiende a algo, es esencialmente intencional. Ahora, el Existencialismo que por
su parte, hace énfasis en la existencia, en cómo los seres humanos viven sus vidas, en la libertad. Contra
las especulaciones abstractas y el cientifismo racionalista. El ser humano no se puede reducir a una entidad
cualquiera, sea esta la de animal racional, ser social, ente psíquico o biológico.
Sigmund Freud (1856-1939), originalmente conocido como Sigismund Schlomo Freud, fue un médico y
neurólogo austriaco, creador del psicoanálisis. Era un investigador incansable y por lo tanto conocedor de
la fenomenología y del existencialismo en sus orígenes. Su interés científico inicial se centró en el campo
de la neurología, derivando progresivamente sus investigaciones hacia la vertiente psicológica de las
afecciones mentales, de la que daría cuenta en su práctica privada. Gracias a Jean-Martín Charcot
comprendió las increíbles posibilidades que la hipnosis ofrecía para el tratamiento de la histeria y en
colaboración con Joseph Breuer desarrolló el método catártico. Paulatinamente, aunque mantuvo en su
terapia varios aspectos de esta técnica, reemplazó la sugestión hipnótica por la asociación libre y el
análisis de los sueños en la búsqueda de la rememoración de los traumas psicógenos productores de
síntomas. Todo esto se convirtió en el punto de partida del psicoanálisis al que se dedicó
ininterrumpidamente el resto de su vida.
Su inequívoca proclamación de la existencia de una sexualidad infantil perversa polimórfica causó una
intensa polémica en la sociedad puritana de la Viena de finales del siglo XIX y no tardaron en acusarle de
pansexualista. El rechazo inicial no lograría evitar un interés cada vez mayor en sus revolucionarias
teorías e hipótesis y Freud acabaría por convertirse, denostado por unos, idolatrado por otros, en una de las
figuras más influyentes del siglo XX. A pesar del reconocimiento, sus teorías siguen siendo discutidas y
criticadas, cuando no simplemente rechazadas y muchos consideran su obra como más bien perteneciente al
campo del pensamiento y de la cultura en general. Además, existe un amplio debate sobre si el
psicoanálisis y los tratamientos asociados a él pertenecen al ámbito de la ciencia.
En fin, podríamos afirmar que como producto de la suma de influencias acumuladas a lo largo del
desarrollo de la razón humana, los avances en todas las ciencias no se hicieron esperar en la
modernidad. La historia de la tecnología es la historia de la invención de herramientas y técnicas con un
propósito práctico. La historia moderna está relacionada íntimamente con la historia de la ciencia, pues el
descubrimiento de nuevos conocimientos ha permitido crear nuevas cosas y, recíprocamente, se han podido
realizar nuevos descubrimientos científicos gracias al desarrollo de nuevas tecnologías, que han extendido
las posibilidades de experimentación y adquisición del conocimiento.
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Los artefactos tecnológicos son productos de una economía, una fuerza del crecimiento económico y una
buena parte de la vida. Las innovaciones tecnológicas afectan y están afectadas por las tradiciones
culturales de la sociedad. También son un medio de obtener poder militar.
La tecnología del siglo XX se desarrolló rápidamente. Las tecnologías de comunicaciones, transporte, la
difusión de la educación, el empleo del método científico y las inversiones en investigación
contribuyeron al avance de la ciencia y la tecnología modernas. Algunas tecnologías como la
computación se desarrollaron tan rápido como lo hicieron en parte debido a las guerras o a la amenaza de
ellas, pues hubo muchos avances científicos asociados a la investigación y el desarrollo militares, como la
computación electrónica. La radio, el radar y la grabación de sonido fueron tecnologías clave que
allanaron el camino a la invención del teléfono, el fax y el almacenamiento magnético de datos. Las
mejoras en las tecnologías energéticas y de motores también fueron enormes e incluyen el aprovechamiento
de la energía nuclear, avance resultado del Proyecto Manhattan. Mediante el uso de computadores y
laboratorios avanzados los científicos modernos han recombinado ADN.
En los pocos años que han transcurrido del siglo XXI la tecnología ha avanzado rápidamente, progresando
en casi todos los campos de la ciencia. La tasa de desarrollo de los computadores es un ejemplo de la
aceleración del progreso tecnológico, lo que lleva a algunos a pronosticar el advenimiento de una
singularidad tecnológica en este siglo.
Karl Raimund Popper (1902 - 1994) fue un filósofo, sociólogo y teórico de la ciencia nacido en Austria y
posteriormente ciudadano británico. Popper expuso su visión sobre la filosofía de la ciencia en su obra,
ahora clásica, La lógica de la investigación científica. En ella el filósofo austriaco aborda el problema de
los límites entre la ciencia y la metafísica, y se propone la búsqueda de un llamado criterio de
demarcación entre las mismas que permita, de forma tan objetiva como sea posible, distinguir las
proposiciones científicas de aquellas que no lo son.
Popper era consciente del enorme progreso en el conocimiento científico que se experimentó en los
siglos que le precedieron, en tanto que problemas como la existencia de Dios o el origen de la ley moral
parecían resistirse sin remedio, puesto que no mostraban grandes avances desde la Grecia clásica. Por ello,
la búsqueda de un criterio de demarcación aparece ligada a la pregunta de ¿qué propiedad distintiva del
conocimiento científico ha hecho posible el avance en nuestro entendimiento de la naturaleza? Algunos
filósofos habían buscado respuesta en el inductivismo, según el cual cuando una ley física resulta
repetidamente confirmada por nuestra experiencia podemos darla por cierta o, al menos, asignarle una gran
probabilidad. Pero tal razonamiento, como ya fue notado por David Hume, no puede sostenerse en criterios
estrictamente lógicos, puesto que éstos no permiten extraer (inducir) una ley general (universal) a partir de
un conjunto finito de observaciones particulares. Popper supera la crítica de Hume abandonando por
completo el inductivismo y sosteniendo que lo primero son las teorías, y que sólo a la luz de ellas nos
fijamos en los hechos. Nunca las experiencias sensibles anteceden a las teorías, por lo que no hay
necesidad de responder cómo de las experiencias particulares pasamos a las teorías. Con ello, Popper
supera la polémica entre empirismo y racionalismo, sosteniendo que las teorías anteceden a los hechos,
pero que las teorías necesitan de la experiencia (en su caso, de las refutaciones) para distinguir qué teorías
son aptas de las que no.
La salida a este dilema, propuesta en “La lógica de la investigación científica” es que el conocimiento
científico no avanza confirmando nuevas leyes, sino descartando leyes que contradicen la experiencia. A
este descarte Popper lo llama falsación. De acuerdo con esta nueva interpretación, la labor del científico
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consiste principalmente en criticar (acto al que Popper siempre concedió la mayor importancia) leyes y
principios de la naturaleza para reducir así el número de las teorías compatibles con las observaciones
experimentales de las que se dispone. El criterio de demarcación puede definirse entonces como la
capacidad de una proposición de ser refutada o falsabilidad. Sólo se admitirán como proposiciones
científicas aquellas para las que sea conceptualmente posible un experimento o una observación que las
contradiga. Así, dentro de la ciencia quedan por ejemplo la teoría de la relatividad y la mecánica cuántica
y, fuera de ella, el marxismo o el psicoanálisis.
En el sistema de Popper se combina la racionalidad con la extrema importancia que la crítica tiene en el
desarrollo de nuestro conocimiento. Es por eso que tal sistema fue bautizado como racionalismo crítico.
Las ideas de Popper sobre el conocimiento científico pueden considerarse como la base que sustenta el
resto de sus contribuciones a la filosofía. Además han gozado de enorme popularidad desde que fueron
publicadas por primera vez y, al menos entre la comunidad científica, el concepto de falsabilidad ha
enraizado fuertemente y es comúnmente aceptado como criterio válido para juzgar la respetabilidad de
una teoría. Consciente de ello, y de las críticas que suscitaron sus teorías, Popper amplió y matizó su
trabajo originario en sucesivas ediciones.
También es pertinente considerar a la Escuela de Fráncfort, que engloba las investigaciones de varios
filósofos, psicólogos, economistas y sociólogos neo-marxistas pertenecientes o cercanos al Instituto de
Investigaciones Sociales fundado por Felix Weil que, a la vez, estaba asociado a la Universidad de
Fráncfort.
El nombre se hizo famoso en la década de 1960, tanto en Alemania como en el resto de países que, de
alguna manera, siguieron las discusiones teóricas y políticas que pretendían una teoría social y política
crítica y de izquierdas, siendo a la vez distante de la ortodoxia del "socialismo realmente existente"
(URSS). Sin embargo no existió, como tal, una "escuela". El carácter publicístico del rótulo ha provocado
dos consecuencias: 1) unificar teorías distantes e, incluso, contradictorias bajo el mismo concepto, 2)
minimizar las diferencias teóricas entre los diferentes autores. Una consecuencia de esto último ha sido
establecer algo así como una línea ininterrumpida de progreso teórico que va desde las primeras
formulaciones (Max Horkheimer, Teoría tradicional y teoría crítica, (1938) hasta Jürgen Habermas y
su Teoría de la acción comunicativa (1981), considerándose esta última obra como "superación" de todas
las anteriores. Como muestra del error contenido en esa etiqueta, baste citar que en el año 1983 se celebraron
dos congresos sobre el pensamiento y la obra de Theodor Adorno: uno en Fràncfort, auspiciado por
Jürgen Habermas y otro en Hamburgo, auspiciado por el grupo reunido en torno a la revista Zeitschrift für
kritische Theorie.
El proyecto del Instituto consistía en renovar la teoría marxista de la época, haciendo hincapié en el
desarrollo interdisciplinario y en la reflexión filosófica sobre la práctica científica, agrupó a estudiosos de
muy diferentes ámbitos y tendencias. Fue la primera institución académica de Alemania que abrazó
abiertamente el marxismo; debido al origen judío de la mayoría de sus miembros, se debió trasladar al
exilio americano durante el régimen nazi, para regresar a Fráncfort tras la victoria aliada. Aunque el
Instituto continúa activo, practicando la crítica social; hoy día bajo la dirección de Axel Honneth, desde un
punto de vista histórico se considera a Jürgen Habermas el último miembro de la escuela de Fráncfort
aunque sus planteamientos difieren profundamente de los de la primera generación de teóricos.
Max Horkheimer se convirtió en el director del Instituto en 1930. Su órgano de publicación fue la
Zeitschrift für Sozialforschung (Revista de investigación social), inicialmente editada en Leipzig y,
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posteriormente, con el auge del régimen nazi en París. La Escuela de Fráncfort reunió marxistas
disidentes, críticos severos del capitalismo que creían que algunos de los denominados seguidores de las
ideas de Carlos Marx sólo utilizaban una pequeña porción de las ideas de éste, usualmente en defensa de
los partidos comunistas más ortodoxos. Influidos además por el surgimiento del nazismo en una nación
tecnológica, cultural y económicamente avanzada como Alemania y los fracasos de las revoluciones obreras
en Europa Occidental especialmente después de la Segunda Guerra Mundial, tomaron como tarea
encontrar las partes del pensamiento marxista que pudieran servir para clarificar condiciones sociales que
Marx no podía haber visto o predicho.
Para lograr esto, se apoyaron en la obra de otros autores para enriquecer la teoría marxista y darle un
carácter más explicativo. Max Weber ejerció una notable influencia, así como Sigmund Freud
(particularmente en la obra de Herbert Marcuse). El énfasis de la Escuela en el componente crítico de la
teoría se derivaba de su intento por sobrepasar los límites del positivismo, el materialismo vulgar y la
fenomenología mediante un retorno a la filosofía crítica de Immanuel Kant y sus sucesores en el
idealismo alemán, principalmente Georg Wilhelm Friedrich Hegel. Una influencia clave también vino de la
publicación en 1930 de las obras de Marx “Manuscritos económico-filosóficos” o “Cuadernos de París
y la Ideología alemana”, obras que mostraron una continuidad de ciertos temas hegelianos en la obra de
Marx.
La “Escuela de Fráncfort era un pequeño pero muy influyente grupo de intelectuales no-cristianos
quienes, cuando Hitler subió al poder, emigraron de Alemania hacia los Estados Unidos de Norteamérica
en donde, junto con un grupo afín de trotskistas de Nueva York, siguieron ejerciendo una influencia fuera
de toda proporción con el número de sus integrantes. Sintiendo una profunda alienación de la “cultura
tradicional Anglo-Americana”, dice MacDonald, le hicieron la guerra, promoviendo al individuo contra la
familia, a la multi-cultura contra el liderazgo de la raza blanca, y al modernismo contra la tradición en todos
los ámbitos, especialmente en las artes. “El deseo de Theodor Adorno de una revolución socialista lo
inclinó a favorecer la música modernista, la cual dejaba al que la escuchaba con un sentimiento de
insatisfacción y desubicación; música que consciente e intencionalmente evitaba la armonía y la
predictibilidad”. La Escuela de Fráncfort” quería “el fin del orden que engendró a la sonata”.
La “Escuela de Fráncfort” despreciaba la carencia del anhelo por la Revolución de la gente americana,
y sus integrantes culpaban a la “pasividad, escapismo y conformismo” de esta gente -dice el Profesor- y al
control de la cultura de masas en general por el “capitalismo tardío”, a través, por ejemplo, de
organizaciones conservadoras que imponían estándares morales en Hollywood. Sin embargo, cuando en
los 60′ ellos mismos obtuvieron el control de los medios de comunicación, de las universidades y de la
política, explotaron al máximo la cultura de masas, Hollywood, y la condición de conformismo y
adormecimiento de la gente, para sesgarlos hacía la izquierda. El Profesor tiene razón en varios aspectos.
Por ejemplo, la guerra no es principalmente entre capitalismo y comunismo, como los izquierdistas
originalmente pensaban y como muchos norteamericanos aún creen. El confort materialista ha arrullado a
los Americanos hasta dejarlos dormidos, tanto después como antes de los 60´. También, estén fuera de
control o no, Hollywood y la cultura juegan un papel muy importante en moldear las mentes y las
masas (razón por la cual en los “Comentarios Eleison” frecuentemente se abordan temas culturales).
Además, allí existe un pequeño grupo, consciente y resuelto, de enemigos de la “cultura tradicional
Occidental”, que tienen una elevada influencia.
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Ahora bien, otro recurso actual en la filosofía y ciencias sociales es La hermenéutica (del griego "arte de
explicar, traducir, o interpretar") es el conocimiento y arte de la interpretación, sobre todo de textos, para
determinar el significado exacto de las palabras mediante las cuales se ha expresado un pensamiento.
La hermenéutica bíblica se encuentra desde los siglos XVII y XVIII aplicada a encontrar una
interpretación correcta, objetiva y comprensible de la Biblia. Baruch Spinoza es uno de los precursores de
la hermenéutica bíblica. Ésta pretende indagar en el contexto histórico bíblico, y en su connotación,
pertinencia y relevancia, teniendo en cuenta el ámbito actual. Esta rama de la hermenéutica intenta
trazar un puente de comprensión entre el pasaje bíblico (palabra escrita) y la realidad presente. La
hermenéutica bíblica, siempre respeta el sentido histórico y literario del texto, pero abre las puertas para
una interpretación sólida y pertinente, sin violentar lo que se quiso decir inicialmente.
Por otra parte, la hermenéutica filosófica es independiente de la lingüística y busca determinar las
condiciones trascendentales de toda interpretación. Es decir, interpreta las actividades del hombre culto.
Las influencias filosóficas y teológicas en América latina dieron inicio a lo que se conoce como la Teología
de la Liberación, que es una corriente teológica que comenzó en Iberoamérica después del Concilio
Vaticano II y la Conferencia de Medellín (Colombia, 1968). Es reconocida por sus inclinaciones al
marxismo. Sus representantes más destacados son los sacerdotes Gustavo Gutiérrez Merino, (peruano),
quien en 1973 editaría el primer libro sobre el tema “Historia, política y salvación de una teología de
liberación”, Leonardo Boff (brasileño) y el guerrillero marxista Camilo Torres Restrepo. La Teología
de la Liberación intenta responder a la cuestión que los cristianos de América Latina se plantean: ¿Cómo
ser cristiano en un continente oprimido?, ¿Cómo cantar al Señor en una tierra extraña?, ¿Cómo
conseguir que nuestra fe no sea alienante sino liberadora?. Uno de los máximos exponentes de esta
teología, el jesuita Ignacio Ellacuría, fue asesinado a sangre fría. Muchos sacerdotes y agentes de pastoral
practican y aceptan los supuestos de esta teología, en varios países de América Latina, pero esta corriente
está difundida por toda la Iglesia católica. En resumen no deja de ser una variante más de ese movimiento de
cambio en la teología denominado Modernismo, y en vez de entablar puentes como el liberalismo lo hace
con el marxismo.
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Capítulo XII
La episteme de Dios
La existencia de Dios ha sido objeto de argumentos a favor y en contra propuestos por filósofos, teólogos y
otros pensadores. En terminología filosófica, los argumentos sobre la existencia de Dios se refieren a las
escuelas de pensamiento sobre la epistemología de la ontología de Dios.
El debate sobre la existencia de Dios plantea muchas cuestiones filosóficas. Un problema básico es que no
existe una definición universalmente aceptada de Dios. Algunas definiciones de la existencia de Dios no
son tan específicas como para permitir decir que sea cierto que algo que existe se ajusta a la definición; en
marcado contraste, hay otras sugerencias que las definiciones son en sí contradictorias.
Los argumentos en favor de la existencia de Dios suelen incluir cuestiones metafísicas, empíricas y
subjetivas. Las alegaciones en contra suelen incluir cuestiones empíricas y razonamientos deductivos o
inductivos.
Aunque hace tiempo, buena parte del mundo académico occidental veía la cuestión de la existencia de Dios
como un tema intocable o un pseudoproblema, esta cuestión ha vuelto a suscitar debates vivos en
filosofía. Se ha llegado a escribir: en el mundo académico, “Dios no está muerto” (en referencia a la muerte
de Dios descrita por Nietzsche): volvió a la vida a finales de los años sesenta. También es un tema álgido en
la cultura popular.
Como ya mencionábamos anteriormente, la epistemología es una rama de la filosofía cuyo objeto de
estudio es el conocimiento científico. La epistemología, como teoría del conocimiento, se ocupa de
problemas tales como las circunstancias históricas, psicológicas y sociológicas que llevan a su obtención, y
los criterios por los cuales se lo justifica o invalida y; la ontología (ciencia, estudio, teoría) es una parte de la
metafísica que estudia “lo que hay”, es decir, cuáles entidades existen y cuáles no. Muchas preguntas
tradicionales de la filosofía pueden ser entendidas como preguntas de ontología. ¿Existe un Dios?
¿Existen entidades mentales, como ideas y pensamientos? ¿Existen entidades abstractas, como los
números? ¿Existen los universales?. Además, la ontología estudia la manera en que se relacionan las
entidades que existen. Por ejemplo, la relación entre un universal (rojo) y un particular que "lo tiene" (esta
manzana), o la relación entre un evento (Sócrates bebió la cicuta) y sus participantes (Sócrates y la cicuta).
Un primer criterio sería estudiar si podemos constreñir todo lo existente en el universo; tales como el
cosmos, el sistema solar, la materia orgánica e inorgánica, la vida vegetal, animal y humana, la cultura y todo
lo existente en un sólo libro antiguo, la Biblia. Para la mayoría de la comunidad científica actual, ese
criterio es, además de una gran ignorancia, ser de lo más cerrado, monolítico y dictatorial, amén que
resulta peligroso socialmente y retrógrada en todos sentidos. Por eso, -se considera- la Fe es importante
pero mientras no niegue a la Razón, de modo que podamos abrir el entendimiento con una visión más
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diversa y lograr interesarse en el conocimiento de toda clase de cosas y no solo en simbolismos bíblicos,
porque muchas veces son simplistas o resultan inentendibles.
Luego entonces, se podría concluir que la Biblia da a entender que la justicia no es para este mundo
putrefacto, pecador y caído, porque la justicia está en los cielos, así que hay que aceptar mansamente
las injusticias imperantes porque aquí en la tierra no tienen remedio. El que es pobre es porque no es
un buen cristiano y se lo merece. Es mandato de Dios. En cambio, el creyente es amo y señor de este
mundo y lo será en el cielo.
Es muy triste que algunos creyentes afirmen que a los incrédulos Dios les manda destrucciones terribles, de
modo que además de su pobreza, enfermedad, tristeza, dolor y demás, todavía ¿Dios va a condenar a esa
pobre gente que porque son idólatras?, pero si muchas veces ni siquiera saben leer, cómo van a conocer,
en el supuesto caso, de los enredos bíblicos.
El Antiguo Testamento se formó con los libros judíos:
Los libros históricos: Génesis, Éxodo, Levítico, Números, Deuteronomio, Josué, Jueces, Ruth, Samuel,
Reyes, Paralipómenos, Edras, Nehemías, Tobías, Judith, Esther y Macabeos.
Los libros didácticos: Job, Salmos, Proverbios, Eclesiastés, Cantar de los Cantares, Sabiduría,
Eclesiástico.
Los libros proféticos: Isaías, Jeremías, Baruch, Lamentaciones, Ezequiel, Daniel, Oseas, Joel, Amós,
Abdías, Jonás, Miqueas, Nahum, Habacuc, Sofonías, Ageo, Zacarías y Malaquías.
Sería exhaustivo explicar aquí lo que contiene cada uno de estos libros bíblicos, así que sólo baste entonces
imaginar -con un ápice de sentido común-, la imposibilidad que tuvieron los hombres judeocristianos en la
Edad Antigua y en la Edad Media de la Historia, para poder adentrarse en su texto, ya que la imprenta no
existió hasta 1450 d.C.
De modo que de ahí se desprenden hipótesis, por ejemplo, ¿se puede Amar a Dios y no ser cristiano?,
porque –sabemos que- con la misma devoción, sinceridad, convencimiento, fe y amor que tienen cristianos
y católicos al creer que "Jesús es el Camino, la Verdad y la Vida", de igual modo, con la misma intensidad
espiritual, un judío lo cree de la Torah, y un musulmán del Corán. He ahí la Verdad, la diversidad
manifiesta en las religiones abrahámicas. Por qué entonces, ¿no es el mismo Dios de todos los monoteístas
abrahámicos?.
Por otro lado, leyendo detenidamente los hechos narrados en los libros del Pentateuco, en donde se puede
apreciar a Dios interactuando con el pueblo hebreo, se puede sacar en conclusión, de manera objetiva y
respetuosa, que el Dios de las Escrituras es un Dios Impotente, que goza al aniquilar a sus enemigos. Es
un Dios Voluble, que cambia continuamente de opinión; es un Dios Cruel y Vengativo, que se vale de su
Poder para hacer sufrir a los hombres pero no para hacerlos mejores; es un Dios Injusto, que se concreta en
privilegiar al pueblo judío con exclusión de todos los demás, a quienes sus protegidos roban y asesinan por
Su Orden.
¿Cómo concebir que para el perdón de los pecados tuviera que morir Jesús en la cruz?, ¿Dios sólo perdona
con sacrificios de sangre?
¿Cómo comprender moralmente lo siguiente?:
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En la Biblia, Lot, el sobrino de Abraham, vivía en Sodoma, una ciudad tan llena de pecado que quisieron
violar en la calle a los enviados de Dios. Los ángeles lograron vencer a la muchedumbre, pero Dios decidió
destruir a la ciudad y a la vecina Gomorra ahí mismo. Tan sólo se salvaría Lot, su mujer y sus dos
hijas, que no tienen nombre en la Biblia.
Entre tanto, -Gènesis 19 - 6, 7, 8- Lot ofrece a los sodomitas a sus hijas, diciendo: 8> Yo tengo dos hijas
solteras que nunca han tenido relaciones sexuales. Las voy a sacar, y ustedes pueden hacer con ellas lo que
quieran. Pero a mis invitados no les hagan nada, pues están bajo mi protección.
Luego, al huir de Sodoma, la mujer de Lot fue ordenada que no mirara hacia atrás, pero lo hizo y se
convirtió en un poste de sal. El recién enviudado Lot se instaló en una cueva con sus hijas. Ambas, al verse
solas y creyendo que eran las únicas que quedaban en el mundo, decidieron emborrachar a su padre, tener
relaciones con el ebrio anciano para poder tener hijos.
"Al día siguiente dijo la mayor a la pequeña: "Mira, yo me he acostado anoche con mi padre. Vamos a
propinarle vino también esta noche, y entras tú a acostarte con él, y así engendraremos de nuestro
padre descendencia".─ Génesis 19:34.
"Las dos hijas de Lot quedaron encinta de su padre. La mayor dio a luz un hijo, y le llamó Moab: es el
padre de los actuales moabitas. La pequeña también dio a luz un hijo, ye le llamó Ben Ammí: es el padre de
los actuales ammonitas". ─ Génesis, 19:36-38.
Hoy en día difícilmente un humano promedio se ha compenetrado en las lecturas bíblicas para “conocer a
Dios”, sin embargo, en la humanidad actual hay más de dos mil millones de creyentes cristianos, es decir el
35% aproximadamente de la población mundial, y no se diga de la infinidad de creyentes durante las edades
de la historia citadas.
De manera que –reflexionando- Dios no es tan pequeñito como para dejar de lado al 65% de la
humanidad de estos tiempos, que predican diferente, que creen en otras deidades, y a millones y millones
que precedieron a Jesús, o también a la imprenta de Gutemberg (1450), por medio de la cual fue cuando
se imprimió por primera vez la Biblia en Europa, considerada además blasfemia en manos de los aborígenes
de América hasta muy entrado el siglo XVI.
Otro ejemplo: A Sudamérica llegó el catolicismo en el 1521 d.C. aproximadamente, a Norteamérica poco
después el protestantismo, mismo que nació también por esas fechas, en Asia se desarrolló de otra manera la
religión. En África el cristianismo llegó hasta los siglos XIX y XX. De modo que todos los individuos de
esos lares, millones y millones, que nada supieron de Jesús, ¿se condenaron?, pero, ¿Por qué Jesús como
Dios Todopoderoso no se les reveló de alguna forma, si es que ello era vital para su salvación?, ¿Por
qué simplemente los dejó indefensos ante todas “las fuerzas del mal”?.
A grandes rasgos y con fundamento en todo lo que ha constituido la historia del pensamiento de la
humanidad acerca de Theos o Dios monoteísta, universal y cristiano, desde su origen hasta la fecha,
hago diversos planteamientos inconclusos:
Como analizamos, al través de los Siglos, la Iglesia original -y todas las que en el transcurso de la historia se
han derivado- nos ha hecho creer que la Biblia es un libro de inspiración divina, es decir, que es la
Palabra de Dios.
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No hay duda de que la Biblia sea auténtica como literatura e historia, Lo que se pone en duda es su
pretendido origen divino, que hasta podría constituir una calumnia a Dios al afirmar que es el autor de las
“Sagradas Escrituras”, veamos por qué:
• Apegado al texto bíblico y con cierto sentido común, uno se podría plantear que es probable que
desde antes que los judíos conocieran la escritura, ya habían florecido en la Media Luna Fértil
varias civilizaciones que de igual forma, habían escrito “libros sagrados”, como la arqueología ha
venido descubriendo.
• Otra cosa que se va perfilando progresivamente con la investigación histórica es que en la Biblia
(Antiguo Testamento) recopila avances culturales de otros pueblos circundantes, como códigos,
rituales, crónicas, mitos, leyendas, alegorías, narraciones, poemas épicos y eróticos, cantos populares,
fábulas y demás.
• Por mucho tiempo se creyó que Moisés es el autor de los primeros textos bíblicos que se llaman
Pentateuco como ya describimos, pero no sería posible que Moisés narrara su propia muerte, de
modo que entonces, al menos, no todos estos libros son de su autoría.
• En esos tiempos del origen de la civilización, casi nadie sabía leer y escribir, con excepción de los
escribas que se dedicaban a ello, de tal manera que los relatos bíblicos fueron recogidos de la
trasmisión oral desde tiempos muy remotos.
• Hoy en día existen estudios arqueológicos que han demostrado que los hechos que narra la Biblia
si ocurrieron y que son verdaderos, así mismo que los personajes contenidos en el texto de la
Biblia existieron. Sin embargo, esta verificación no incluye que entonces por tal razón la Biblia sea
La Palabra de Dios, ya que entre la interpretación de hechos y los hechos mismos puede haber
distorsiones.
• La Torah, de origen judío, que contiene los cinco libros del Pentateuco, y que antecede a la
Biblia, fue escrita en papiro tres siglos antes de Cristo aproximadamente, según descubrimientos
recientes.
• Después de la muerte en la cruz de Jesús el Cristo, los judíos masoretas hicieron una recopilación
de todos los libros que encontraron para constituir así los primeros 39 Libros Santos, llamado el
Antiguo Testamento posteriormente.
Otra serie de interrogantes no resueltos son:
¿Cómo es que Eva y Adán pecaron y Dios no lo supo incluso de antemano, sino hasta después,
reaccionando iracundo con la expulsión del paraíso y la venganza eterna para toda la humanidad?, esto
no puede ser si Dios es Omnisapiente y Amoroso.
¿Por qué existe esa batalla sin fin entre el bien y el mal, si para Dios no hay imposibles?
¿Cómo es que Lucifer, Arcángel creado por Dios, se le pudo revelar y vive enfrentado con Él, si Dios es
Todopoderoso?
¿Por qué Dios tiene que vivir en pleito con el Diablo, si Dios es infinitamente superior y en un santiamén
lo podría fulminar?, de hecho es sabido que Satanás es una de Sus criaturas por excelencia...
¿Por qué Dios Omnipotente no predijo que Lucifer se le revelaría y entonces con Su poder lo evitó?
Además,¿Por qué desde el Génesis arrasó con ira, primero con toda la humanidad en el Diluvio Universal,
y luego con pueblos enteros, incluyendo a judíos, si Él nos creó –se dice en Génesis- a su imagen y
semejanza, al tiempo que sabía como Dios Creador, el porvenir de todo el género humano, individuo por
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individuo?. En Números 23:19 dice que Dios no se arrepiente: "Dios no es hombre, para que mienta; ni
hijo de hombre para que se arrepienta." En 1 Samuel 15:29 dice; "Y también el Vencedor de Israel no
mentirá, ni se arrepentirá: porque no es hombre para que se arrepienta." Entonces, ¿cómo que se
arrepintió, primero de habernos creado y después de habernos destruido?
Dios se arrepintió varias veces: Jonás 3:10 "Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal
camino: y arrepintióse del mal que había dicho les había de hacer, y no lo hizo." 1 Samuel 15:11
"Pésame de haber puesto por rey a Saúl..."Éxodo 32:14 "Entonces Jehová se arrepintió del mal que
dijo que había de hacer a su pueblo." Jeremías 42:10 "... porque arrepentido estoy del mal que os he
hecho." Génesis 6:6 "Y arrepintiose Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y pesóle en su
corazón." 1 Samuel 15:35 "...Jehová se había arrepentido de haber puesto a Saúl por rey sobre Israel."
De ahí que, si Dios es Omnipresente, Omnipotente, Omnisapiente y demás atributos magnánimos, es
decir, que todo Lo sabe y todo Lo puede, entonces ¿cómo Se va a arrepentir de habernos creado antes del
Diluvio, si Es Dios? Si se supone que por Sus características como Dios Todopoderoso ya sabía perfecto
con anticipación de nuestro comportamiento (se entiende que no Tiene ni pasado, ni presente, ni futuro
porque Es Infinito) por lo tanto, a Él el tiempo no Lo rige, entonces debió saber cómo actuaríamos en la
línea del tiempo que es finito para nosotros, ¿cómo creer que primero “Se sorprende”, como si no supiera lo
que iba a pasar? Y luego de destruir niños, mujeres y hombres en su totalidad –a excepción de Noé y su
familia- ¿se arrepiente?, pues si estamos hablando de Dios que todo Lo sabe sin tener que considerar el
tiempo finito (mortal). Además, después del Diluvio nada se resolvió porque la maldad de los hombres, por
lo que fuimos aniquilados, continuó igual o peor.
Por otro lado, cómo entender ¿Por qué el Dios judío, Jehová, demandó sacrificios constantemente?
¿Por qué Dios puso a unos cuántos "elegidos" contra todos los demás?
¿Cuáles son las respuestas?, ya que Dios, se supone, es Amor Infinito y es también Universal, y esas
actuaciones no son concebibles ni como amorosas, ni como universales, ya que se entiende que como Dios
Omnisciente, de inmediato pudo haber desaparecido al mal si realmente quisiera, sea Satanás, el pecado de
nuestros primeros padres, o como le gusten llamar.
Otra cosa, ¿Por qué en el libro de Job Satanás está frente de Dios y todavía Dios le apuesta a Satanás que
Job lo va a abandonar?, si se supone que Dios y el diablo son enemigos y no pueden estar juntos, dado que
nada impuro puede estar con Dios.
¿Por qué Yahvé muestra gran predilección por el Rey David?, quien mandó asesinar a Nabal y se casó con
su viuda, también tuvo 18 esposas y un sin número de concubinas. Asesinó a Isboseth, hijo de Saúl, junto
con su hermano y cinco de sus nietos, después, asesina a Urias para encubrir su adulterio con Betsabé, madre
de Salomón, si se supone que el Decálogo de Moisés era la fuente de lo que Yahvé exigía, como el
mandamiento de “no matarás”. Otro mandamiento es “No desearás la mujer de tu prójimo”, y La Virgen
María, madre de Jesús, fue embarazada por el Espíritu Santo y José tuvo que aceptar.
También, ¿Para qué provocar la muerte de Jesús a fin de podernos perdonar, si verdaderamente no
requiere de ningún sacrificio porque es Dios?, no tiene sustento racional tal acción.
A continuación cito algunas instrucciones, primitivas y absurdas de Yahvé a Su pueblo elegido:
Números 31
Jehová habló a Moisés, diciendo: haz la venganza de los hijos de Israel contra los madianitas; después serás
recogido a tu pueblo. Y pelearon contra Madián, como Jehová lo mandó a Moisés, y mataron a todo varón.
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Y los hijos de Israel llevaron cautivas a las mujeres de los madianitas, a sus hijos, y todas sus bestias y todos
sus ganados; y arrebataron todos sus bienes, e incendiaron todas sus ciudades, aldeas y habitaciones. Y les
dijo Moisés: ¿por qué habéis dejado con vida a todas las mujeres? Maten ahora a todos los niños; maten
también a toda mujer que haya conocido varón y no sea virgen. Pero a todas las niñas y mujeres, que sean
vírgenes, déjenlas con vida.
Deuteronomio 21
Si ves entre los cautivos a alguna mujer hermosa, que te guste. Tómala para tí por mujer, métela en tu casa;
rapa su cabeza, y córtale sus uñas. Quítale el vestido de su cautiverio, y se quedará en tu casa. Y llorará a su
padre y a su madre un mes entero; y después podrás llegarte a ella, y tú serás su marido, y ella será tu mujer.
Y si no te agrada, la dejarás en libertad; no la venderás por dinero, ni la tratarás como esclava.
Deuteronomio 22: 28-29
Cuando algún hombre obligue a una mujer, que no esté comprometida, a acostarse con él, y lo sorprendan;
entonces el hombre dará al padre de la joven cincuenta piezas de plata, y ella será su mujer.
Deuteronomio 22: 22-23
Si una mujer casada es obligada por un hombre a acostarse con él, los sacarán a ambos y los apedrearán,
hasta que mueran. Ella porque no gritó pidiendo ayuda y él por humillar la honra del prójimo...
Ahora veamos algunas contradicciones en la Trinidad:
El Padre, es el Padre del Hijo (1 Juan 1:3) pero el niño Jesús fue engendrado por el Espíritu Santo (Mateo 1:
18, 20; Lucas 1:35) luego entonces, ¿quién de los dos es el Padre?
Dios Padre es Espíritu (Juan 4:24) el Señor Jesús es Espíritu (2 Corintios 3:1 7), hay solo un Espíritu (1
Corintios 12:13; Efesios 4:4)...¿por fin?... ¿cuántos Espíritus hay?.
¿Por qué oró Jesús al Padre... Puede Dios orar con Dios?.
¿Cómo puede ser que el Hijo no tenga poder si el Padre no se lo da? (Juan 5:19, 30; 6:38)
La Biblia dice que el Hijo murió (Romanos 5:1 0), la pregunta sería, ¿puede morir una parte de Dios?... Más
todavía: Si el Hijo tuvo un comienzo, ¿cómo es que es eterno? (Juan 3:16 hebreos 1: 5-6)... Además, si el
Hijo nació de mujer (Galatas 4:4) entonces ¿quién era su Madre?. Finalmente, ¿quién levantó a Jesús de la
muerte?, ¿el Padre (Efesios 1:20) o Jesús (Juan 2:19-21) o el Espíritu Santo (Romanos 8:11), quién pues?
Todo esto es muy difícil de poder asimilar porque está lleno de contradicciones irreconciliables
intelectualmente:
Ahora, al ver la maldad del hombre, ¿Dios responde con más maldad también?, ¿por qué, si Es Dios?. No
es creíble de ninguna manera que Dios Se rebaje de tal manera al actuar con base a las peores pasiones
humanas, castigando el odio con odio, el crimen con crimen y la maldad con maldad.
Por ejemplo: ¿Cómo entender que Dios requiere de sangre, muerte, dolor, exterminio, crucifixión, y
todas esas cosas vengativas, para estar con nosotros, Amándonos y Perdonándonos, si Se le puede Amar
mucho más –considero- reconociendo Su Infinita Pureza y Absoluta Perfección Divina, en vez de por Sus
supuestas amenazas en la Biblia.
Los sacrificios de sangre son una constante permanente en el Antiguo Testamento para el perdón de
los pecados, de modo que para Jehová la sangre y la muerte son necesarios: Éxodo 7- 20; 18- 12; 25- 5;
29- 38; 40- 28; Levítico 1- del 1 al 17; 4- del 27 al 30; 6- del 4 al 7, 24 y 25; 7- del 1 al 15 y del 30 al 34; 9-
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del 1 al 22; 10- del 14 al 18; 12- 6,7,8; 14- del 1 al 14 y del 21 al 31; 15- 29,30; 16- del 1 al 26; 17- del 1 al
15, etc., etc.,
Ahora, en el Nuevo Testamento y con el fin de cumplir lo que ya estaba escrito, por mandato de Jehová
también, se hace necesario el sacrificio y muerte de Jesús para el perdón de los pecados, según Mateo,
Marcos, Lucas y Juan, los evangelistas, porque ser el Mesías prometido requería morir en la cruz para
ser verdaderamente el Redentor de los hombres...
Entonces, para cumplir las profecías del Antiguo Testamento, es requisito que Jesús sea crucificado,
muerto y sepultado con ese propósito, de hecho la Pasión de Cristo es pura sangre de Jesús ofrendada a
Jehová para el perdón de los pecados, porque así tenía que ser porque estaba escrito, Jehová sólo perdona
a través de Su muerte.
Los creyentes cristianos creen que resucitó de entre los muertos para salvarnos del pecado, de modo que
tuvo que morir para ese fin, sólo así, con sacrificio y muerte Jehová se complace y perdona, sino, no.
Todo esto para muchos, lejos de despertar la fe, más bien atemoriza y provoca un corto circuito que frunce
las entrañas, porque parece un artificio muy cruel y elaborado, que en lugar de apreciar en Dios lo más
Bueno y Puro que existe, se tenga que basar en la maldad más terrible para concebirlo.
En Levítico, Jehová les pedía a los hebreos sacrificios por medio de los profetas (Espíritu Santo) de
muchos animales, por miles; toros, corderos, palomas, chivos, etc., etc., está escrito en la Biblia. Él lo
solicitaba para el perdón de los pecados.
¿Entonces, el pecado para Jehová sólo se lava con sangre; primero de animales y luego de un buen
hombre?, porque se afirma que dio a su hijo para lo mismo. O sea que ¿Jehová necesita del sacrificio, la
sangre y la muerte para perdonar?.
Jehová instruyó a muchos profetas para que mataran animales para Su adoración, incluso con todo
detalle Explicaba cómo sacrificarlos. Por ejemplo, para purificar a la mujer que tiene su menstruación
Jehová instruye que tiene que matar palomas para purificarse, y así sucesivamente, de continuo exige
sangre y muerte. Son los hombres los que hacen los sacrificios porque Jehová está exigiéndolos, son Sus
leyes dadas a Moisés y a otros.
Veamos; Levítico 15- 1,2; 28, 29 y 30
1>Dios ordenó a Moisés y Aarón 2> que les dieran a los israelitas las siguientes instrucciones:
28>...para que pueda ser considerada pura, la mujer deberá contar siete días a partir del momento en que se
detenga la hemorragia,29> Al octavo día, tomará dos palomas o dos tortolitas, y las presentará al sacerdote, a
la entrada del santuario. 30>El sacerdote presentará una de ellas como ofrenda para el perdón de los pecados,
y quemará la otra en mi honor. Así la mujer será considerada pura otra vez.
Es evidente que Jehová siempre ha demandado sacrificios como se puede leer con toda claridad en la Biblia.
Lo hace constantemente en el Pentateuco, Libros de La Ley; sea en Génesis, en Éxodo, principalmente
en Levítico, en Números y en Deuteronomio (si no es que en más capítulos), en la lectura de estos libros (o
más) se habla puntualmente acerca de la importancia del sacrificio y la sangre para Jehová., no hay duda.
Con estas lecturas se puede uno dar cuenta con precisión, especialmente en Levítico, cómo Jehová instruye
al pueblo del pacto en cuanto a la importancia de las ofrendas de sangre. Dicha instrucción directa de Jehová
al pueblo elegido, el judío, será retomada posteriormente por Jesús y Sus Apóstoles muchos años después,
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en lo que se conoce hoy en día como el Calvario de Jesús, basándose en las profecías bíblicas de Isaías
entre otras, en donde se especifican con toda claridad las características que debiera tener el Mesías esperado
y cómo debiera también morir para que Jehová perdonara los pecados del mundo.
Así como Jehová en el Antiguo Testamento solicita permanentemente sacrificios de animales en Su santuario
para el perdón de los pecados, pidiendo por ejemplo que se mojara en sangre los dedos el sacerdote y que la
untara luego en Su altar, así, igualmente, el cristianismo retomará ese mismo principio del sacrificio y la
sangre a fin de halagar a Jehová, sólo que ya no será sacrificio y sangre de animales sino a través de la
Pasión y Muerte de Jesús, fundamentándose en la importancia que el sacrificio tiene para Jehová. Dios
Padre de los judeo-cristianos.
Por eso entonces Jesús será conocido como el Cordero de Dios, cordero porque era el animal típico que se
acostumbraba sacrificar para Jehová, y que Quita el pecado porque solamente con Su Sacrificio, Sangre y
Muerte Jehová reaccionó para perdonarnos.
Sin embargo, los judíos no aceptan a Jesús como su Mesías por varias cosas: Ellos dicen que Jesús no
cumplió las profecías mesiánicas, que el cristianismo contradice la teología judía. Los versículos bíblicos
referentes a "Jesús" –aseguran- son traducciones incorrectas. La creencia judía está basada en una
revelación nacional (pueblo elegido).
Por su parte los musulmanes respetan y reverencian a Jesús considerándolo uno de los más grandes
mensajeros de Dios para la humanidad. Los musulmanes creen que Jesús no fue crucificado sino que en
su lugar fue colocada otra persona, y los enemigos de Jesús –dicen- aprendieron a este hombre y lo
crucificaron, pensando que era Jesús. Los musulmanes consideran que tanto Muhammad (Mahoma) como
Jesús no vinieron a cambiar la doctrina básica de la creencia en un solo Dios, traída por lo profetas
anteriores, sino a confirmarla y a renovarla. Los musulmanes creen que la Biblia, no son las escrituras
originales que fueran reveladas por Dios. Estas sufrieron alteraciones, adiciones y omisiones. Esto también
fue dicho –aseguran- por el Comité encargado de revisar The Holy Bible (Revised Standard Version) La
Santa Biblia (Versión Revisada Estándar)] en los Estados Unidos.
La verdad es que Dios –de existir-, cualquiera que sea el concepto que tomemos, nos dio el
razonamiento para utilizarlo y poder sobrevivir a este mundo tan crudo y lleno de desigualdades,
injusticias, pobreza, enfermedades, duelos y demás. La Razón sirve para adquirir conciencia y darse cuenta
del mundo en que vivimos. La Fe sin Razón es una gran imposición sea de quien venga. La verdad está en
cada quién y en su forma de vivir y llevar una vida moral, útil a los demás y luchando por la igualdad y la
justicia por medio del razonamiento y no solo una fe ciega en lo que se crea. Los fundamentalismos de
cualquier creencia en una divinidad han propiciado todas las calamidades que existen, incluyendo a los
protestantes. No se justifica que por Fe ataquemos y destruyamos a otros seres humanos solo por el hecho
de pensar diferente. Nadie posee la verdad absoluta ni la religión perfecta, porque todas se enfocan a Dios
en diversas concepciones, de hecho, los cristianos están divididos en un sin número de rituales diferentes y
en lugar de ver la unidad en Cristo Jesús, se la pasan imponiendo su pensamiento como si fuera la única
manera de creer y tener Fe y dividiéndonos. Existen creyentes buenos y piadosos en todas las religiones.
Aceptar la diversidad de cultos y creencias es el buen camino, porque nadie está del todo bien o del todo mal.
Por eso lo que verdaderamente cuenta para este mundo y para la salvación –de ser así- en el juicio final, son
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las obras que hagamos por el género humano, por la vida y por el planeta tierra.... no solo creyendo y
teniendo fe.
A través del raciocinio, el cual Dios nos da, uno va aprendiendo de lo que es bueno y lo que es malo
en esta vida, de acuerdo a la cultura a la que uno pertenece y a las capacidades mentales que uno tenga.
Con el tiempo va uno madurando y consolidando día a día los principios universales y valores morales
que –quizá- Dios siembra en nuestros corazones para vivir decente y auténticamente.
Por tal razón, lo importante es lograr tomar las decisiones más inteligentes para ir por el camino más
adecuado para el bien vivir.
El entendimiento lleva a asegurar de que Dios –de existir- no requiere de cometer homicidios para
manifestar Su grandeza, por lo que la inteligencia conduce a rechazar al Dios judío porque el Ser Supremo
es Justo, Amoroso, Bueno, Igualitario, Pacifista, Inofensivo y todo eso que los propios principios y
valores humanos nos enseñan para vivir correctamente. Lo cual no está presente en las acciones del Dios
Yahvé en el Antiguo Testamento de la Biblia.
Dios –de existir- es totalmente Puro, Inofensivo, Amable, Noble, etc., y nunca el Dios Yahvé o Jehová
que adoran los judeo-cristianos, quien tiene esos instintos perversos descritos en la Biblia
y comentados por sus creyentes.
Dios es Omnipotente, es decir, poder sin límites e inagotable, en otras palabras; poder infinito. Por su parte,
el libre albedrío es el poder que los humanos tenemos para elegir y tomar nuestras propias decisiones,
(aunque el libre albedrío podría cuestionar la Omnipotencia de Dios)
Sin embargo, si Dios nos da el libre albedrío es -quizá- porque de dentro de nosotros mismos salen tanto
los buenos pensamientos como los malos pensamientos, y con estos últimos vienen; los adulterios, las
fornicaciones, los homicidios, los hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, la lascivia, la envidia, la
soberbia, la insensatez, etc.. Todas estas maldades de dentro salen (del diablo si quieren), pero la cosa es
-por así decir- que nos contaminan o nos vuelven pecadores.
Pero en cambio, -suponiendo que- Dios vive dentro de nosotros en nuestro espíritu, o sea que Mora
dentro de nosotros, luego entonces nos está invitando permanentemente a tener pensamientos sanos y
positivos, que a su vez, nos llenan de buenas costumbres y de valores morales.
Bajo el principio de que tenemos a Dios dentro, entonces uno puede cambiar todo dentro de su vida, porque
–de ser así- en realidad lo que quiere Dios de nosotros es que lo disfrutemos, que lo experimentemos, que
sintamos cómo toca nuestras emociones y nuestros sentimientos en el transcurso de nuestra vida, a través
de fluir todos los días con Su Magna Creación Universal, y poder decir con la conciencia tranquila:
¡Estoy feliz porque puedo percibir a Dios en mis adentros!, lo cual le da sentido a la existencia.
Sabemos que las sensaciones entran a nosotros por los sentidos y las percepciones son producto del
razonamiento de cada quien, el cual está influido por la cultura y al tiempo histórico al que cada uno
pertenece (de ahí surgen nuestras marcadas diferencias individuales y sociales en la manera de concebir a
Dios).
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De ser así, es importante no confundir la Bendición de Dios con la Presencia de Dios. La Bendición de
Dios viene cuando cada quien tiene conciencia de que con cada pensamiento, con cada palabra y con cada
acción que llevamos a cabo, vamos construyendo nuestra vida. Si procuramos buenas obras con lo que
vamos haciendo cotidianamente, vamos moldeando a su vez nuestra realidad y vamos desarrollando las
virtudes que Dios –nuestro Creador- quiere de nosotros, principalmente en el amor a Dios y a nuestros
semejantes.
Pero la verdad es que a Dios Lo encontramos solamente en lo más recóndito de nuestro ser, -la
Presencia de Dios- cuando Se manifiesta a través de la conciencia con Amor y Perdón, totalmente
independiente de la Biblia, desde ahí ya de entrada queda muy lejos de lo que representa Jehová, porque
Dios auténtico –de todos y de todo- es Bueno, Justo, Equitativo, Pacifista, Universal, etc., y no como Lo
Es Jehová en la Biblia.
Otro tema interesante en este contexto es: El Alma.
Con relación al alma, lo fundamental en casi todas las religiones es que sostienen que el alma es lo que le
da vida a un ser humano, como un todo único; cuerpo y alma.
Esta afirmación religiosa no puede observarse debido a que el alma es espiritual, mientras el cuerpo
es observable por ser material. De esa idea religiosa se desprende que el alma es inmortal, de ahí se puede
afirmar entonces que, el alma está en el ser humano porque alienta la vida, sin embargo, la espiritualidad del
alma no se puede manifestar en todos por igual, por ejemplo, en bebés, algunos locos, individuos en
estado de coma, etc.
La explicación religiosa de creer en la inmortalidad del alma, surge como resultado de los efectos de la
entropía, causante del deterioro del cuerpo humano hasta la muerte, por lo tanto de nuestra finitud, pero a
decir de las religiones abrahámicas, entre otras, con diferencias importantes en el destino del alma, pero
finalmente, coinciden en que el alma es inmortal. (El budismo no es una religión y no se plantea
la inmortalidad del alma).
¿A dónde va el alma?...
Según las religiones abrahámicas, el alma se conducirá al destino que Dios le tenga preparado, aunque tienen
diversas posturas, sin embargo todas hablan del cielo y el infierno. Los católicos añaden el purgatorio y los
islámicos el limbo, como puntos intermedios.
Para el budismo no existe el alma. Simplemente somos mortales que tenemos que aprender a vivir superando
el sufrimiento y preparándonos para la enfermedad, la vejez y la muerte. Llegar al Nirvana, que es el estado
de consciencia más alto para conocer la felicidad.
Sin embargo y dejando por un momento la Idea de la Trinidad, Dios queda muy cerca de Jesús, porque Sus
enseñanzas orientan hacia Él, ya que Jesús enseña a vencer el ego y en consecuencia al pecado, y con ello
a lo que llaman Satanás, pero es a través de la meditación en conciencia propia (auto-observándose
con apego a los valores morales y los mandamientos –si se quiere-) como se logra la emancipación y la
liberación, a fin de alcanzar la redención. Entonces, como resultado del ejercicio de la meditación intima con
Dios, se elimina al ego (mortal) para lograr ser auténtico (astral) y llegar a comulgar con Dios. De esta
manera se pasa de lo negro, las tinieblas y la muerte, a la luz y a la vida. Jesús Es esencial en ese transe,
pero se pueden considerar también otras enseñanzas de otros grandes Maestros universales. En verdad es
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valioso agradecer a Jesús el sacrificio de morir por los pecados, pero concordar con la necesidad de hacerlo
para halagar a Jehová, es difícil.
Pasando a otra cosa, referente al divisionismo que impera en la fe cristiana, se puede ver con claridad hoy en
día, la tremenda división y enfrentamiento en que viven los cristianos –todos los abrahámicos-. Por ejemplo,
los evangélicos son totalmente intolerantes e incapaces de respetar –entre otros- al culto católico, -y
viceversa-. Tan es así que más que llevar la famosa "palabra bíblica", lo verdaderamente prioritario para ellos
es desacreditar, vilipendiar, destruir, falsear, calumniar y pegarle con todo lo que se pueda al catolicismo y a
otras creencias. Principalmente se valen de la figura del anticristo para asociarlo con el pontífice de la iglesia
católica. Diversas sectas cristianas afirman que el anticristo podría surgir del papa, o bien de la iglesia
católica, o de la ONU, o de la Unión Europea (UE), etc..
Ahora bien, la guerra “del fin de los tiempos” no es apocalíptica, es ideológica por el poder en el mundo, y
los pueblos pobres son lo que más les estorban a los países poderosos, así que las religiones son el mejor
instrumento para el sometimiento, el dominio y el saqueo de los pueblos, del que se vale el imperio
capitalista moderno. Así lo hizo Roma en su tiempo cuando legalizó el cristianismo, y así lo hace ahora el
capitalismo occidental.
Jesús y la Biblia sólo son un pretexto para la dominación, y el Apocalipsis es el triunfo final del
Imperialismo. La guerra es exclusiva de este mundo, para el control de los recursos naturales, no es celestial,
con trompetas, langostas y caballos voladores.
El anticristo es central en el Apocalipsis cristiano de cualquier división, relacionándolo con la bestia y su
número 666, así como con satanás. En el cristianismo, el anticristo sería el antagonista de Jesús. El uso de
la palabra anticristo sólo aparece en las cartas del apóstol Juan (Apocalipsis), donde por un lado hace
referencia a la manifestación, prevista para el fin de los tiempos, de un adversario decisivo de Cristo (1Jn
2:18) y, por otro, a la anticipación de esta manifestación en la acción de apóstatas que reniegan del
cristianismo (2Jn 1:7). La bestia es un gobierno que se pone en lugar de Dios, y la ramera es una
falsificación de la iglesia que domina sobre este gobierno. La profecía dice que en algún momento, la bestia
echará por tierra a la ramera. O sea, el poder político se levantará contra el poder religioso y lo
destruirá.
Estos creyentes ven en la ONU (Organización de las Naciones Unidas), con sus organismos asociados
(UNESCO, UNICEF, OMS, etc.) el lugar de donde provendrá el anticristo, porque en nuestros tiempos,
quien se encuentra al frente en los planes de levantar un gobierno mundial es la ONU. Ellos piensan que
quién gobernará este mundo unido por la "globalización" y el "Nuevo Orden Mundial", como intento de
unir las naciones del mundo, es señal que anticipa la llegada del anticristo. Consideran que defender la
Paz Mundial y los Derechos Humanos es solo la fachada.
También afirman que la Unión Europea. –a decir de diversas sectas cristianas- da pié al surgimiento de la
bestia referida por el Apocalipsis. Especulan que la bestia vendrá de la confederación de doce naciones y/o
un renacimiento del Imperio Romano (Daniel 7:24:25; Apocalipsis 17:7).
Otros ven al anticristo como un judío, puesto que tendrá que serlo para afirmar que es el Mesías.
Suelen ver a la gran ramera del Apocalipsis en la iglesia católica romana, asegurando que desde fines de
la alta Edad Media, cuando los papas controlaban Europa con crueldad, “Dios levantó a hombres y mujeres
cristianos que conocían la Biblia y proclamaron en voz alta que la mortal institución católica romana
es la ramera del Apocalipsis”. Otros la sitúan en el culto a las diversas vírgenes, que representan a la
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madre de Jesús, según sea la cultura a la que pertenecen, porque –consideran- se fundamentan en la
idolatría.
Todo esto es especulación, puesto que la Biblia no dice específicamente de dónde vendrá el anticristo, o la
bestia, ni quién es la ramera. Lo que sí dice es que un día, el anticristo será revelado. 2 Tesalonicenses
2:3-4 nos dice cómo lo reconoceremos, “Nadie os engañe en ninguna manera; porque no vendrá sin que
antes venga la apostasía, y se manifieste el hombre de pecado, el hijo de perdición, el cual se opone y se
levanta contra todo lo que se llama Dios o es objeto de culto; tanto que se sienta en el templo de Dios como
Dios, haciéndose pasar por Dios.”
Martín Lutero estaba convencido de que el papa de su tiempo era el anticristo. Otros que han vivido en
los recientes siglos han estado igualmente seguros de identificar al anticristo. A la fecha, todos han estado
equivocados. Debemos poner nuestras especulaciones de lado, y enfocarnos en lo que en realidad dice la
Biblia acerca del anticristo. Apocalipsis 13:5-8 declara, “También se le dio boca que hablaba grandes cosas
y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra
Dios, para blasfemar de Su nombre, de Su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer
guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación.
Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida del
Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo.”
Entonces, con todo esto, ¿Para que sirve la religión cristiana?, sino para enfrentarse a sí misma y con
ello, enfrentar a los pueblos marginados de México y del mundo. ¿Para qué?, ¿Para demostrarnos con ello su
falaz discurso, y así dividirnos para beneficiar a los dominantes de la tierra?
En verdad que es un asco lo que la Iglesia ha hecho durante todos los tiempos históricos cristianos, pero, eso
no exime a todas las religiones abrahámicas, de ser también cómplices de la destrucción, saqueo, exterminio,
injusticia, y demás lastres que trajo a la humanidad el sistema social opresor moderno. En particular los
protestantes, que fueron sus ideólogos, sus principales precursores, a los que menos les interesa la justicia e
igualdad en el mundo actual.
Lo que es preciso resaltar con lo que se viene analizando hasta estos momentos es, sin duda, que el respeto
es muy apreciado por todas las personas en este mundo, el respeto que los demás puedan darnos, como es; el
respeto por los orígenes culturales y religiosos que tengamos, respeto por nuestras creencias, respeto a
nuestra cultura autóctona, respeto a nuestras personas, como individuos autónomos, porque todas las culturas
y todas las creencias, -de cualquier forma o de cualquier tiempo histórico-, son tan importantes como los del
resto de los seres humanos.
Como afirmamos anteriormente, si para los cristianos y católicos (con sus abismales diferencias pero en
principio): Jesús es el camino, la verdad y la vida; seguramente lo será de igual forma y con la misma fe, la
Toráh para los judíos y el Corán para los musulmanes, así como seguramente también, lo son otros libros
sagrados en otras tradiciones religiosas. ¿No merecen respeto?
De manera que es sumamente significativo respetar a cabalidad las creencias particulares o de las diversas
culturas diferentes a la nuestra, porque es universalmente válido este principio, el del respeto, y en
consecuencia, siguiéndolo, da pié a la paz.
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Las profecías agoreras existen porque tenemos miedo a lo desconocido, a no controlar el futuro, porque en
muchas culturas la existencia está sometida a los preceptos de las religiones, cuyos dioses (o Dios) nos
castigará(n) o premiará(n) al llegar el fin de nuestros días.
Todas las cosmogonías han justificado la creación y la aparición del ser humano sobre la tierra de una u otra
forma, y la mayoría, aceptando este punto, cree que un día habrá un final, cree que se concluirá un ciclo. La
vida que un día nació, un día morirá, y la responsabilidad de que suceda está en manos de los dioses (o de
Dios), que, al fin y al cabo, también fue(ron) el(llos) creador(es).
El último Libro del Nuevo Testamento, el Apocalipsis, es un libro codificado, pero no profético. Según esta
hipótesis, el Apocalipsis alude en clave a los problemas de una Iglesia primigenia perseguida por su
enemigo, el poder de Roma, la ciudad de las Siete Colinas, que, en realidad es lo que representa la Bestia de
Siete Cabezas. De este modo el Apocalipsis ofrecía pautas y consejos para luchar.
Desde el punto de vista profético debemos distinguir entre dos finales: el de la Tierra y el de la humanidad.
Nuestro planeta ya ha vivido otras extinciones: por ejemplo, la de los dinosaurios hace 65 millones de años.
En tradiciones como la Inca, la Maya, la Hopi y otras, el fin se contempla como una purificación, como un
punto y seguido. El planeta y sus elementos se "recolocan", evolucionan e incluso castigan al ser humano
que lo maltrata. Después, la vida sigue, aunque no para todos. En cambio, para la tradición judío-cristiana,
que tantos profetas y tantos augurios nos ha dejado, el fin es total, devastador, y procede del exterior. Se
supone que una entidad sobrenatural nos castigará y extinguirá la vida.
Así que si es verdad que un asesino cósmico nos va a aniquilar algún día, no queda más que esperar el
desenlace final. (La Segunda Venida de Jesús, según predice la Biblia en el Apocalipsis).
Mientras tanto, las Puertas del Paraíso Terrenal continuarán cerradas, porque hemos aceptado: el
individualismo, el egoísmo, la despreocupación, la intolerancia, la soberbia, entre otros, como normas
de vida, y de ellos hemos hecho nuestro Dios.
-fin-
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