III CÓMO ORAR

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III
CÓMO ORAR
Está dicho en las Escrituras: “Si yo hablase lenguas humanas o
angélicas y no tengo amor, vengo a ser como cobre que resuena o
címbalo que retiñe”. Por lo tanto, si el hombre habla a Dios, pero no
tiene Amor, Dios no le responde. – ¿Por qué? – Porque el Amor es el
lenguaje de Dios. Entonces, este hombre ha olvidado el lenguaje que
Dios alguna vez le ha transmitido. Para que vuestro padre os entienda,
hablaréis en el lenguaje paternal. Dios puede entenderles si habláis en Su
lenguaje: – el lenguaje del Amor –.
La oración sin Amor no se acepta. La oración es comunicación con
Dios.
Cada oración puede actuar sobre nosotros sólo si está acompañada
con Amor, porque el hombre no puede pronunciar una oración si el
Espíritu no ha llenado su corazón, porque es el Espíritu Divino, Quien
pronuncia la oración. La oración es dirigir el corazón a Dios y concentrar
la mente para poder recibir ciertas corrientes Divinas. Estas corrientes
deben pasar a través de tu corazón, que las sientas, y entonces puedes
orar. Por eso tu corazón debe estar caliente y abierto, para que pasen
estas corrientes Divinas, y para que tus necesidades se registren arriba y
abajo. Los ángeles que viven en ti te mostrarán de qué tienes verdadera
necesidad. Estas corrientes que pasan a través de vosotros pueden
determinar y satisfacer completamente vuestras necesidades.
El que ora de corazón, sin falta recibirá respuesta.
Si trabajas para erigir tu vida, el Señor te escuchará y responderá a
tus oraciones.
La base de cada oración es nuestro Amor hacia Dios.
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Está dicho en las Escrituras: “El que ama a Dios, antes de que
pida, se le dará.” Si no amas a Dios, por mucho que ores, Él no te va a
responder. – ¿Por qué? – Porque está ocupado, no puede ocuparse
contigo. Alguna vez esperarás la respuesta meses y años, – depende de lo
que quieras y como lo pidas -. Si tienes necesidad de pan, te responderán
inmediatamente. Si quieres millones, mucho tiempo esperarás. Siempre
te responderán alguna vez. – ¿Cómo va a ocurrir esto? – O bien, te van a
adoptar, o bien, ganarás la lotería. De ti se requiere constancia y fe.
La oración tiene sentido solo entonces cuando sale de la
profundidad del alma. Ella no aguanta ni reglas, ni limitaciones.
La oración no debe de ser unilateral, solo para provecho, pero
puesto que ella es una expresión del alma, con ella debemos desear
aquello que nuestro espíritu desea. Así, si no tenemos ánimo para orar,
sólo debemos contemplar. Nuestras palabras que se dirigen a Dios en
oración, emanan un aroma hacia Él, igual como la flor que florece a su
tiempo.
Müller, de quien se dice que durante su vida pronunció hasta un
millón y medio de oraciones, con la fuerza de su oración alimentaba 2
000 niños. Él por experiencia propia afirmó, que con cuanto más ánimo
infantil pronunciaba su oración, tanto antes se le respondía. Tal es
también la experiencia de Tayler, quien ha recogido grandes sumas para
el sustento de una gran cantidad de misioneros en la Obra Divina. Él
utiliza la oración del tren en el cuál uno puede subir y viajar muy
tranquilamente hasta su destino, mientras que otro le empuje.
Orad por sí mismo y orad por los demás.
¿Quién guarda al hombre de desdichas? – La Oración –. ¿Qué
oración? – La que está impregnada de Amor –. Una oración sin Amor,
sin luz, y sin libertad, no es verdadera.
Cuando ora, el hombre debe de expresarse exacta
determinadamente, que exprese su pensamiento con pocas palabras.
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Las oraciones largas no ablandan al Señor. Y el Señor mismo, no
habla largamente.
Que leas constantemente una misma oración, esto es un crimen.
Que ores, esto significa que te liberas de todos los pensamientos y
sentimientos negativos, y que aparezcas puro delante del Señor.
Del corazón depende cuán lejos enviaréis vuestra petición. ¿Cómo
es vuestra hornilla? Si la hacéis muy caliente, o sea, si tiene esta fuerza
que tiene la parte superior, podréis cocer cualquier pensamiento que
queráis.
Está dicho en las escrituras: “Cuando ores, entra en tu
habitación secreta”. La habitación secreta es el cuerpo espiritual del ser
humano. Sólo así el hombre encontrará a Dios, los ángeles y la iglesia.
Cuando oras, entra en “tu habitación secreta”. ¿Cuál es esta
habitación? Este es el único sitio inmaculado en el mundo humano. Este
es el sitio más puro donde el ojo humano no ha penetrado, ni el deseo
humano se ha manifestado, ni la voluntad humana ha actuado. El alma
humana entra en este sitio virgen y de ahí dirige su petición hacia su
Padre.
Decís: “¿No podemos orar en la iglesia, en casa, o en la calle?” –
No puedes –. Orarás solamente en tu habitación secreta. No puedes orar
ni en la iglesia, ni en tu casa, ni en la calle. La habitación secreta está
dentro de ti. Dios ha determinado este sitio por ley, porque tiene que ver
con el futuro que es luminoso y grande. Está dicho simple y claramente:
“Entra en tu habitación secreta, donde pie humano no ha pisado”.
Ahí viven sólo los ángeles. Y cuando entres dentro, ora a tu Padre, Quien
ve en secreto. Cuando entres en esta habitación, entenderás qué cosa es
Dios.
¿Qué significa la secreta oración? Significa cerrar la línea del
teléfono que te conecta con el mundo. Cuando el hombre ora en secreto
dentro en sí, debe tomar posición libre, que corte cualquier conexión con
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el mundo, que se quede sordo para cualquier ruido, para todos los ruidos
fuera y dentro de él. Si oras en secreto, cierra todas las llaves, todas las
comunicaciones con el mundo, para que no te inquieten. Y en esta
situación quédate solo, en reflexión. La secreta oración sobreentiende
elevar la mente hacia Dios. Con otras palabras, la secreta oración
sobreentiende dirigir la mirada del hombre hacia el Sol, la fuente de la
vida. La oración más bella concluye en esto, que el hombre piense en
Dios como fuente de la vida.
Cuando Dios no responde a vuestra oración, sabed que vosotros no
habéis cumplido Su voluntad. Y cuando cumpláis aquello lo que habéis
demorado, vuestro trabajo también se arreglará.
La oración no concluye en encender velas y candelabros, ni
tampoco en inclinaciones, sino en la participación que tomas en la vida
de tu prójimo. Si encuentras un hombre hambriento, aliméntalo, si
encuentras un hombre pobre con ropas rotas, vístelo. Mejor oración que
ésta no hay.
Si los pensamientos y los sentimientos del hombre no son puros, él
no puede orar.
Primero oraréis por lo necesario, sin lo cual en el momento dado no
podéis seguir. El que guarda las leyes de la secuencia, él recibe respuesta
a sus oraciones. Si ponéis todos vuestros deseos para que se realicen
todos en un mismo momento, nada vais a lograr. Cuando el hombre
satisface sus necesidades de primera importancia, entonces empieza a
pensar en su segunda, tercera y todas las demás. Si queréis algo de Dios,
pedidlo solo una vez y no insistáis más.
El Señor ama oraciones que están hechas sin disposición.
Dios ama oraciones sin disposición pero sinceras, que seamos
como los niños razonables. Alguien me pregunta: “¿Tú como oras y
cuando oras?” Como oro, no puedo decirte, pero oro siempre. Yo oro
cuando como, cuando bebo agua, cuando trabajo – siempre y en todas
partes oro –. “¿Y no se te hace pesado orar tanto?” –. Lo contrario, se me
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hace más ligero, la vida se concluye exactamente con la oración. Si el
hombre deja de orar, la vida desaparece. Gran cosa es la oración.
Quieres orar a Dios pero no sabes cómo. – ¿Por qué no sabes? –
Porque te pones delante de Dios como un rey o como un gran científico.
No, te quitarás el manto de rey, liberarás tu conciencia de tu grandeza y
te pondrás el vestido de la humildad. Te pondrás delante de Dios como
un hombre ordinario, y así orarás.
La oración es una ciencia y vosotros debéis de estudiarla largo
tiempo.
Así que, la oración es el trabajo más importante en la vida. En
cuanto se refiere a como orar, esto es un trabajo personal que cada uno
por sí mismo debe aprender. Si yo os enseño como orar, vosotros oiréis
tan solo un eco, lo que por fin os aburrirá y os negaréis de la oración.
Ella tiene sentido solo cuando sale desde lo profundo del alma. Si
queréis que alguien os enseñe como orar, él os va a decir: “Yo voy a orar
por vosotros y vosotros trabajaréis para mí”. Tal es la ley. Si trabajáis
para algún hombre, él sin falta debe orar por vosotros. Si no ora, vosotros
no debéis trabajar para él. Así son los comportamientos entre la gente
espiritual. Si vosotros oráis por alguien, él trabajará para vosotros. No
hay un momento más solemne que este, que dirijas tú mente y tú corazón
hacia arriba, hacia Aquel Quien te ha dado todos los bienes. Si trabajáis
de esta manera incesantemente durante todo un año, vosotros estaréis
durante todo este tiempo alegres y gozosos, y sentiréis la presencia de
Dios.
Cuando oráis nadie tiene que sospechar de esto. Nadie debe saber
cómo y cuándo oráis. Cuando todos te ven que oras, esto ya no es
oración, es vanagloria.
En la oración tu alma debe estar limpia y vacía.
Que estemos listos de recibir. No debemos tener ningunas otras
imágenes en nuestra alma, salvo de Dios.
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Y así, si oráis, la imagen de Dios debe estar en vuestra mente.
¡Ninguna otra imagen!
Diréis: “¡Nosotros no sabemos cómo es la imagen de Dios!” No,
vosotros conocéis esta imagen, y ahora tan solo debéis recuperarla.
Cuánto tiempo debe de orar el hombre, esto no está determinado.
La mejor manera de orar es que el hombre esté de pié.
Te pondrás de pie, mirando directamente hacia el Este, con los
brazos totalmente extendidos y abiertos hacia los lados y con palmas
hacia adelante. Y no vas a mirar hacia arriba sino por delante, en
dirección perpendicular a la frente. Si oras, mirarás recto. Desde esta
posición, empezarás a pronunciar tus palabras lenta y claramente.
No es indiferente donde y como pone el hombre sus manos durante
la oración.
Cuando ora, la gente adopta diferentes posiciones: de rodillas,
rectos, con manos levantadas hacia arriba o sueltas hacia abajo, etc. Si
tiene sus manos hacia arriba, con palmas tocándose una a otra, el hombre
esconde algo en sí, no está abierto delante de Dios. Después de esto, él
abre sus manos con lo cual quiere decir que se abre, que no retiene nada
para sí mismo. Otro ora con manos sueltas hacia abajo, con lo que
muestra humildad. Estas son posiciones con las cuales el hombre cubre
la verdad. Cuando ora así, él no puede tener éxito. Esta oración no se
acepta. En vez de elevar al hombre, esta le hace daño. Las criaturas
razonables se alejan de aquel cuya oración es artificial, puesto que
produce desarmonía en el mundo espiritual.
Cuando elevas tus manos hacia arriba, tú representas un hombre
listo para trabajar ya. Y cuando oras, de nuevo elevas tus manos hacia
arriba, - trabajas -. Cuando sueltas tus manos hacia abajo, tú llegas a
Saturno, a las contradicciones en la vida. El mismo levantamiento de las
manos está relacionado con el límite extremo del Universo.
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En tiempo de oración tengan vuestras manos abiertas y no cerradas.
Tal oración (con manos cerradas) no se acepta. Esta crea un contacto
malo con el mundo razonable, y esto a su vez lleva a malas
consecuencias. Cómo debéis tener vuestras manos durante la oración,
pues, esto cada uno por si mismo lo alcanzará. De las consecuencias de
la oración, vosotros sacaréis conclusiones, si habéis tenido vuestras
manos correctamente o no. Cada uno por si mismo hará pruebas y
aprenderá.
Hay sentido en que el hombre cierre sus ojos en tiempo de oración,
pero sólo si delante de él se descubre la belleza de la gran variedad del
mundo espiritual. La oración es abrir los ojos. Cuando abre sus ojos, el
hombre ve la belleza del mundo.
Antes de empezar vuestra oración, pónganse rectos con las manos
sueltas hacia abajo, en estado de descanso y pasen unos 10 minutos en
contemplación, libres de cualquier oleada e inquietudes. Esta posición de
las manos, ayuda a la circulación correcta. Y la boca que esté un poco
abierta.
Cuando os levantáis para orar, Dios ya está delante de vosotros.
Si queréis enseñar a alguien como orar a Dios, llevadlo a un jardín
fructífero, deténganse a lado de un árbol cuyos frutos cuelguen de las
ramas hacia abajo y decid: “¡Levanta tus manos hacia arriba para que
recojas un fruto bello y maduro!” Cuando él alza sus manos hacia arriba,
vosotros decidle: “He aquí, así debe orar el hombre.”
En tiempo de oración las manos están abiertas y no cerradas.
Cuando ores, tomarás tal posición que te conectes con las fuerzas
positivas de la naturaleza.
“No puedo orar.” - ¿Cómo que no puedes?, ¿No puedes decir una
palabra? Cuando se desarreglan tus trabajos, ¿acaso no puedes decir?:
“¡Señor, sé piadoso hacia mí! Me he hundido, no puedo ayudarme solo.”
Si te has hundido, tú has caído en algún río. Dios inmediatamente
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enviará al amo del río para que te saque afuera. La oración fuerte se
compone de dos o tres palabras.
¿Cómo conocéis que Dios os ha entendido y ha respondido a
vuestra oración? Si vuestra oración es aceptada, sentiréis bajo el plexo
solar un calor pequeño y luz. No pasará mucho tiempo y vosotros
recibiréis aquello por lo que habéis orado.
Por fin, todos vosotros podéis hacer pruebas para que veáis a
cuantas oraciones el Señor os responderá. Pero cuando oréis no
comuniquéis a nadie por lo que habéis orado y qué es lo que esperáis, los
resultados no se muestran antes de que la obra se haya cumplido, porque
si contáis a alguien, es muy probable que os obstaculicéis y entonces
vosotros mismos seréis los culpables.
Está dicho en las escrituras que “El Espíritu os enseñará todo”.
Entonces, cuando el Espíritu Divino, o sea, el Espíritu del Amor entra en
nosotros, Él nos enseñará cómo orar.
Orad con palabras que tienen solo un significado. Tales palabras
son potentes. En tiempo de oración guíense desde dentro. Aparte de las
oraciones conocidas, diríjanse a Dios también con sus propias palabras.
Utilizad aquellas palabras y aquella lengua que se os dictan desde dentro.
La oración mecánica no se siente. Cada oración debe de vivirse. Oración,
dirigida sin Amor, luz y libertad, no tiene alas. Ella no puede ir a Dios y
queda sin sentido.
Siempre cuando terminéis vuestra oración, al final decid la
siguiente fórmula: “Señor, que todo esto sea por Tu Gloria y por el
bien de mi alma.” Os voy a dar una regla: después de cada oración
quédense un cierto tiempo en silencio, para que aceptéis qué bendición
os dará Dios.
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Las últimas palabras del Maestro
(Estas fueron las últimas palabras del Maestro Beinsá Duno en la Tierra)
Un trabajo pequeño se terminó bien y con éxito, y un
gran trabajo empieza.
¡En todo en primer lugar pongan lo Divino!
¡Tengan armonía y cariño entre sí!
¡Es bello vivir, esto es lo importante!
¡Orad, orad con afán!
¿En qué dirección viviréis?
¡Bien!
Que se formen las cosas
Beinsa Duno
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