Sátiras del suicidio romántico, de Leonardo Alenza, ca. 1839

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Pieza del mes
DICIEMBRE 2013
Leonardo Alenza
Sátiras del suicidio romántico, ca. 1839
Sala XVII: Gabinete de Larra
Carolina Miguel Arroyo
Conservadora del Museo del Romanticsimo
1
ÍNDICE
….
1. Ficha técnica
2. ¡Los románticos!
3. Mesonero Romanos y los románticos
4. El espejo de los románticos
5. El estilo de Leonardo Alenza en las Sátiras
6. Conclusiones
7. Bibliografía
2
1. FICHA TÉCNICA
....
Leonardo Alenza y Nieto
Madrid, 1807  1845
Sátira del suicidio romántico
Óleo / lienzo, ca. 1839
36,5 x 28,5 cm
Inv. 32
Firmado: “L. Alenza”, lateral inferior derecho
Inscripciones: “¡Los Románticos! Cuatro Mil reales”, reverso, en el bastidor
“L. A.”, reverso, en el lienzo
3
Leonardo Alenza y Nieto
Madrid, 1807  1845
Sátira del suicidio romántico por amor
ca. 1839
Óleo / lienzo
35 x 26,5 cm
Inv. 33
Firmado: “L. Alenza”, lateral inferior izquierdo
Inscripciones: “¡Los Románticos! Cuatro mil reales”, reverso, en el bastidor
“L. A.”, reverso, en el lienzo
4
En la crítica de la exposición de la Academia de San Fernando de 1839 que apareció en la revista
Cervantes y Velázquez se citan “dos escenas de desesperación del genero moderno pintados con un chiste
incalculable”1. En otra publicación, El Corresponsal, se comentaba de la primera de ellas “EL
ROMÁNTICO, que figura un hombre en camisa en el acto de precipitarse de un roca, hiriéndose al
mismo tiempo con un puñal”2.
Ambas piezas fueron vendidas en París el 23 de diciembre de 18783, y adquiridas por Enrique
Aguilera y Gamboa, marqués de Cerralbo4, quien las donó al recién creado Museo Romántico en
19215. En la carta que remitió ofreciéndoselas a su amigo Benigno de la Vega Inclán, a la sazón
fundador del Museo, expresó: “creo que no hay más exagerado romanticismo que dos tales cuadros
[…]. Son de Alenza, firmados por tan notable pintor y de las mejores obras suyas como pintura y arte
romántico, pero los asuntos ¡ah los asuntos! ¡son el delirio del romanticismo!”6.
2. ¡LOS ROMÁNTICOS!
....
Pocas obras pueden reflejar tan bien una época, o más bien la idea que de ese momento ha
reconstruido el imaginario popular. Con ¡Los Románticos!, título por el que se conocieron estos lienzos
en su tiempo, Leonardo Alenza dibujó una imagen de los excesos decimonónicos cuyo eco sigue
resonando en nuestros días, aproximándonos al lado más trágico, dramático y terrible del
Romanticismo.
A pesar de su reducido tamaño, que puede sorprender al espectador que las disfrute por primera
vez, las Sátiras del suicidio romántico guardan un sugerente juego de elementos, piezas de un
rompecabezas que aún a día hoy resultan de gran interés.
1
DELGADO BEDMAR, J.D., Vida y Obra de Leonardo Alenza y Nieto (1807-1845), Madrid, Universidad Complutense de Madrid, 1996,
Tesis Doctoral inédita, T. II, p. 609.
2
Íbidem.
3
WORMSER, S. O., Tableaux espagnols a Paris au XIXè siècle, París, La Sorbona, 1955, Tesis Doctoral inédita, p. 138.
4
La fecha en que fueron adquiridas por éste no está clara. Delgado Bedmar apunta que la adquisición debió llevarse a cabo en París
hacia 1910, pero en la carta en que el marqués de Cerralbo ofrece estos cuadros al Museo Romántico, fechada en 1921, señala que los
compró cuarenta años atrás.
5
Aunque el Museo como tal abrió sus puertas en 1924, tres años antes ya se había presentado en una exposición pública, “Tres Salas
del Museo Romántico”, el germen de lo que sería el futuro centro.
6
Archivo del Museo del Romanticismo, Fondos de la Colección Museo Romántico, FD0252, AGUILERA Y GAMBOA, E.,
07/11/1921, p. 2.
5
El lienzo conocido como la Sátira del suicidio romántico
nos presenta a un hombre de aspecto descuidado,
lánguido, famélico y con un rostro atormentado. Vestido
con una sencilla camisa blanca de lienzo, aparece descalzo,
sin adornos, sin artificios, como imagen del ser sufrido y
desgastado, ausente de ánimo, que rebosa dolor. Al tiempo
que se dispone a precipitarse por un despeñadero, sostiene
en su mano un puñal, resignado a morir por una u otra
suerte si alguna de ellas fallara. Junto a él, pequeñas pistas
sobre su vida, unos libros y escritos desordenados por el
suelo, alguno incluso bajo sus pies, un tintero y una
pluma, una espada, una calavera y una cruz con una corona
de laurel. Se dispone a seguir el destino de los dos
hombres que se encuentran a la izquierda de la
composición, uno de ellos ahorcado y otro muerto por un
disparo en la cabeza.
Se trata sin duda de una imagen contundente, cargada de simbología e intención, cuyo sentido
trágico está reforzado por una pincelada rápida, larga, en ocasiones deshecha pero al tiempo fuerte y
expresiva. La composición, jugando con diferentes planos y marcadas diagonales, se ve enfatizada con
el uso del color. En contraposición con el celaje oscuro y los ocres del paisaje, destaca el blanco de la
camisa, y los toques que intencionadamente aplica en ojos del protagonista y en el puñal, captando la
atención del espectador en esos tres puntos.
La lectura que tradicionalmente se ha dado de este lienzo es la de un hombre, escritor quizá a tenor
de los símbolos que le acompañan, que se va a quitar la vida ante la imposibilidad de comprender el
mundo que le rodea. La corona de laurel y los libros serían una referencia a los honores o anhelos de
reconocimiento como artista, mientras que la calavera y la cruz, símbolos inequívocos de la muerte
que le acecha. El que el protagonista se disponga a morir asestándose una puñalada a la vez que se lanza
al abismo, así como la presencia de los otros dos suicidas al fondo de la composición, han sido claves a
la hora de interpretar esta obra como una sátira del movimiento romántico, o más bien de sus excesos.
El otro lienzo, que conocemos como la Sátira del suicidio romántico por amor, nos muestra una
imagen diferente, aunque con ciertos elementos comunes. En esta ocasión la escena se desarrolla ante
un cenotafio y los protagonistas son un hombre y una mujer, ambos de rasgos caricaturescos. A la
izquierda se sitúa el caballero, huesudo, de avanzada edad y vestido elegantemente con un frac, que en
un acto de desesperación coloca una pistola bajo su mentón mientras tiende su mano hacia la dama. La
posición de las piernas y los pies, estirados, remarcan la tensión del protagonista. Pero la mujer, de
rostro cadavérico, no le presta atención. Al contrario, alza “los ojos al cielo en éxtasis del más delirante
6
romanticismo”7. El peinado con tirabuzones, la ropa, un
vestido de tonos amarillos de amplio escote y ceñido por
un rico cinturón, y el pañuelo de gasa de seda en blanco
con decoración azul, contrastan con el rostro y las manos
envejecidas. Sostiene un libro y una corona de laurel. A su
lado, una botella con líquido, una espada, un puñal y
varios libros, en uno de los cuales se lee parcialmente
“HUGO”. La escena se completa con la presencia de una
lechuza y de un murciélago.
Este pequeño lienzo puede interpretarse como el sufrimiento por amor de un hombre, en este caso
anciano, remarcando así que las penas del corazón no son exclusivas de los jóvenes, dispuesto a quitarse
lo poco que le queda de vida por el amor de una mujer tan poco agraciada y lozana como él. Junto a la
pistola, completan el bodegón macabro la espada de cazoleta, el puñal y la botella, quizá conteniendo
veneno. Como en el caso anterior, Leonardo Alenza nos muestra toda suerte de artefactos dispuestos
para el suicidio.
“Está ya corriendo por el cañón la bala descraneadora que vá á despreciar los cuerpos para en un
vuelo romántico unir dos almas por una eternidad; ellos soñarían que en un Edén, que sólo ellos no
saben que es el infierno”8.
Pero además, como señala Begoña Torres9, esta escena puede ser entendida como la Gloria o la
Fama, personificada en la mujer portando la corona de laurel, que se muestra esquiva con el anciano. El
hombre sería entonces el escritor romántico, un poeta, como en la Sátira anterior.
Existen en ambas pinturas ciertos elementos comunes, la noche que envuelve las escenas con luces
crepusculares, los contrastes cromáticos, o distintos elementos iconográficos como las armas –espadas,
puñales- y los dispersos “libros que contaron todos esas andanzas caballariegas, y papel en las trovas que
calenturiaron aquellos volcánicos cerebros”10.
Llegados a este punto debemos preguntarnos si la interpretación tradicional de estas es obras es
correcta. ¿Es Alenza una suerte de cronista de su tiempo que con su aguda mirada retrata de forma
caricaturesca los excesos y los miedos de sus congéneres? ¿O se trata acaso de una lectura errónea
sostenida a lo largo del tiempo?
7
Ídem, p. 3.
Ibídem.
9
Museo del Romanticismo. La colección, Madrid, Ministerio de Cultura, 2011, p. 260.
10
Archivo del Museo del Romanticismo, Fondos de la Colección Museo Romántico, FD0252, AGUILERA Y GAMBOA, E.,
07/11/1921, p. 3.
8
7
3. MESONERO ROMANOS Y LOS ROMÁNTICOS
....
Si el Romanticismo se hizo sentir con más fuerza en las letras, fue también en éstas donde encontró
las más feroces críticas. Continuando el camino allanado por Larra, la ácida pluma de Mesonero
Romanos apuntó sin tibieza los excesos de la sociedad romántica, y no dudó en presentar de forma
hilarante los extremos de este movimiento. Uno de los textos más representativos en este sentido de El
Curioso Parlante, pseudónimo del escritor, es El Romanticismo y los Románticos, donde aprovechándose de
las experiencias y vivencias de un supuesto sobrino imbuido por este movimiento, dibuja de forma
jocosa el imaginario romántico. Leído frente a sus compañeros en el Liceo, arrancó sin embargo las
sonrisas de aquellos que, viéndose reflejados, disfrutaron de la parodia. Es más que probable que
Leonardo Alenza fuera conocedor de este texto, fechado en septiembre de 1837, ya que los dos
pequeños cuadros guardan profunda relación con la visión satírica de Mesonero Romanos y así lo han
apuntado ya diversos autores11. Lo cierto es que ambos se conocían y colaboraron en el Semanario
Pintoresco Español, publicación dominical ilustrada fundada en 1836 por el cronista madrileño, en la que
participaron los literatos y artistas más importantes del momento. El primer dibujo de Alenza en este
semanario se publicó el 1 de julio de 1838, grabado por Calixto Ortega12.
Leonardo Alenza / Calixto Ortega
El refresco
Semanario Pintoresco Español, 1838
Reg. 7792
Biblioteca del Museo del Romanticismo
11
Entre otros Begoña Torres en varias de sus publicaciones (p.e. Museo del Romanticismo. La colección, Madrid, Ministerio de Cultura,
2011, p. 260.) o Javier Arnaldo (ARNALDO, J., “El desarrollo del paisaje romántico en España”, en VV.AA., Los paisajes del Prado,
Madrid, Nerea, 1993, p.304.)
12
Como señala Pompey, es de agradecer que Mesoneros Romanos contase con la ayuda de Alenza, que ya había colaborado en la
ilustración de otras publicaciones periódicas como el Gil Blas, aliviando así su precaria situación económica. Sin embargo, se lamenta
este autor que le valorase por su experiencia como dibujante, en vez de por la calidad de sus retratos, pudiendo quizá haberle
presentado a influyentes amistades a quien hubiera podido inmortalizar, demostrando así sus dotes con los pinceles. (POMPEY, F.,
Leonardo Alenza. Madrid, Publicaciones Españolas, 1956, p. 13.)
8
Si nos detenemos en la escena retratada en El Romanticismo y los Románticos, Mesoneros Romanos
comenta cómo lo primero que hace su sobrino para convertirse en romántico fue aplicar la ideas “á su
propia física persona, esmerándose en poetizarla por medio del romanticismo aplicado al tocador.
Porque (decía él) la fachada de un romántico debe ser ogiva [sic], piramidal y emblemática”13. Habla
luego de guedejas de cabello negro, barba y bigote espesos, mejillas lívidas, labios mortecinos, afilada
nariz y ojos grandes y negros de mirar sombrío. Podemos poner en relación esta descripción con el
protagonista de la Sátira del suicidio romántico de Alenza.
Continúa el narrador exponiendo los modos de romantizar las ideas, el carácter y los estudios del
sobrino, que decide emprender una carrera como poeta, “que es la guía derechita al templo de la
inmortalidad”14, exponiendo el autor un interesante catálogo de autores, que traslucen la opinión que
de éstos tiene:
“Trocó los libros que yó [sic] le recomendaba, los Cervantes, los Solís, los Quevedos, los
Saavedras, los Moretos, Melendez y Moratines; por los Hugos y Dumas, los Balzacs, los Sands y
Souliés; rebutió su mollera de todas las encantadoras fantasías de lord Byron, y de los tétricos
cuadros de d’Arlincourt; no se le escapó uno solo de los abortos teatrales de Ducange, ni de los
fantásticos ensueños de Hoffman; y en los ratos en que menos propenso estaba á la melancolía,
entreteníase en estudiar la Craneoscopia del doctor Gall, ó las Meditaciones de Volney”15.
Leonardo Alenza
Sátira del suicidio romántico por amor, ca. 1839
(detalle)
Leonardo Alenza
Sátira del suicidio romántico, ca. 1839
(detalle)
13
MESONERO ROMANOS, R., “El Romanticismo y los Románticos”, en Escenas matritenses por El Curioso Parlante. Segunda serie (1836
á 1842), Madrid, Tipografía de Francisco de Paula Mellado, 1862, p. 118.
14
Ídem, p. 120.
15
Ibídem.
9
En estas líneas encontramos ya una conexión más directa con las obras de Alenza. Pensemos en el
escritor, más concretamente el poeta, que aparece ligado al anhelo de inmortalidad. El pintor
madrileño coloca para señalar esta idea sendas coronas de laurel en cada uno de los cuadros, mientras
que el oficio de poeta se atestigua por medio de los libros y los papeles, y el tintero y la pluma.
Recordemos además que en la Sátira del suicidio romántico por amor se lee en una portada “HUGO”,
referencia a quizá a Victor Hugo, a quien precisamente cita en primer lugar entre los románticos
Mesonero Romanos.
Pero aún más, entre los paisajes por los que deambula el supuesto sobrino encontramos los
cementerios y las peñas escarpadas, precisamente los dos escenarios que elige Alenza para sus
composiciones. El joven aprende además el lenguaje de los búhos y de las lechuzas, y la “ponzoñosa
virtud de las plantas”16, elementos que aparecen en la Sátira del suicidio romántico por amor, a saber, una
lechuza vigilante y una botella que pudiera contener veneno, “redoma con el Borgiano néctar de los
desesperados”17, al formar parte del bodegón de letales utensilios.
A diferencia del triste final que parece acechar a los protagonistas de los cuadros, el lánguido
sobrino, después de aspirar a la mayor de las honras y la fama, y de dejar a su tío una carta de
despedida, acaba riéndose de sus propios poemas cuando, un año más tarde y a la vuelta de una
campaña militar, recuerda sus días como afectado romántico.
A pesar de todo lo anterior, no podemos afirmar con rotundidad que este texto de Mesonero
Romanos fuera el que inspirase a Leonardo Alenza, ya que su extremada discreción, la falta de datos de
la época sobre su trabajo y su pensamiento hacen que debamos ser cautelosos a este respecto.
Otros autores han visto gravitar en estos lienzos la pluma de Francisco de Quevedo, caso de
Sánchez-Camargo, quien apunta que Alenza debió basarse en la obra de este pionero en el género
satírico18. Cierto es que el pintor conocía la obra de este literato, cuya figura se había vuelto a
recuperar con fuerza en el siglo XIX, ya que ilustró las Obras Escogidas de Francisco de Quevedo, publicadas
entre 1840 y 1843 por la imprenta de Mellado; es decir, pocos meses después de la fecha en que se
cree fueron pintadas las Sátiras.
También se ha establecido relación entre la Sátira del suicidio romántico por amor y la muerte de
Larra, que para algunos sería la que inspiró el método que utilizó el suicida19, aunque en nuestra
opinión es quizá una conexión exigua.
16
Ídem, pp. 120-121.
Archivo del Museo del Romanticismo, Fondos de la Colección Museo Romántico, FD0252, AGUILERA Y GAMBOA, E.,
07/11/1921, p. 3.
18
SÁNCHEZ-CAMARGO, M., La muerte y la pintura española, Madrid, Editora Nacional, 1954, p. 381.
19
Así lo expresan Mauro Muñiz y Claude Ressort, según recoge Delgado Bedmar. (DELGADO BEDMAR, J.D., Op. cit., T. II, p. 615.)
17
10
Sea como fuere, si el autor se inspiró en su amigo El Curioso Parlante, en las obras de Quevedo o en
cualquier otro suceso, lo cierto es que las imágenes y escenas satíricas y jocosas del devenir de la
sociedad han sido un revulsivo para los artistas españoles de todas las épocas, dando lugar a una larga
tradición del género satírico en nuestro país. Basta pensar en otras obras de Alenza, como El mono
ermitaño (Museo del Romanticismo, Inv. 7062), para comprender que este par de lienzos no son un
fenómeno aislado dentro de su producción.
Leonardo Alenza
El mono ermitaño
Óleo / tabla, 1840-1845
Inv. 7062
Sala VIII (Costumbristas Madrileños)
Museo del Romanticismo
11
4. EL ESPEJO DE LOS ROMÁNTICOS
....
Leonardo Alenza es, junto con Eugenio Lucas, el artista romántico español más importante dentro
de la estela de Goya. Bohemio, introvertido, incansable trabajador, su personalidad fue también
romántica y así le definieron en la época:
“Un joven que retirado del bullicio, lejos de toda concurrencia, aislado por su carácter y sus
enfermedades, pobre, olvidado y aun desdeñoso de todo favor, y ageno [sic] en fin á las pandillas y
compadrazgos que suelen ser entre nosotros la base de las reputaciones. […] Era amante de la
soledad, de trato franco, afable y condescendiente”20.
A pesar de imagen crítica que ofrecen estos cuadros, no sería adecuado pensar en Alenza como un
antirromántico. Entrar en una definición del Romanticismo y su alcance excede la intención de estas
líneas, pero sí podemos apuntar someramente que fueron muchos los autores que por estas fechas
reaccionaron contra la idea romántica de España que se había generado en gran parte por la visión
extranjera, y por la mala interpretación que de este movimiento hicieron los que lo llevaron al límite
sin comprenderlo21.
Eugenio Lucas Velázquez
Alegoría del suicidio
Óleo / tabla, ca. 1850
Inv. 158
Sala XVII (Gabinete de Larra)
Museo del Romanticismo
20
Semanario Pintoresco Español, nº 31, 30/07/1848, “D. Leonardo Alenza”, pp. 241-242.
Este fenómeno se hará más evidente pocos años más tarde cuando durante la Década Moderada (1844-1854) se produzca en las
letras una reacción clasicista, encabezada por Un hombre de mundo de Ventura de la Vega, representada en 1845.
21
12
“El romanticismo del día, considerado en sus efectos morales: en nada se parece al espíritu ni a
los sentimientos comunes de la época”1.
Precisamente uno de los temas claves en esa mala interpretación del Romanticismo fue el suicidio,
popularizado en la literatura por Goethe y su malogrado Werther, que se ha convertido en nuestros días
en una visión casi estereotipada de la sociedad decimonónica. Cabe preguntarse, sin embargo, hasta
qué punto esa imagen es real o ha sido acrecentada por la revisión de épocas posteriores.
A principios del siglo XIX encontramos en España ejemplos de obras teatrales cuya representación
y lectura se prohíbe por “enseñarse en ella el suicidio y fanatismo”22.
Basta ojear la prensa contemporánea para observar cómo este fatal desenlace se va colando entre
sus páginas con toda suerte de detalles a medida que avanza la centuria. Es frecuente asimismo
encontrar en la sección dedicada a noticias extranjeras los números de muertes por esta causa en las
distintas ciudades extranjeras23, llegando en ocasiones a mostrar las estadísticas24. También en nuestro
país ponen su foco los reporteros en este fenómeno que “se multiplica de día en día”25.
La muerte de Mariano José de Larra, célebre escritor y periodista, fue acogida con tristeza por sus
compañeros de profesión, quienes en los distintos rotativos reflexionaron sin pudor sobre esta práctica
desencadenada:
“por esas ideas modernas que desgraciadamente comienzan a acudir entre nosotros y que se
reproducen y se aumentan cada vez más. Deber es de los escritores públicos combatirlas y
demostrar los falsos cimientos sobre que se apoyan. La juventud no reflexiona ni precave nada
seducida por brillantes é impracticables teorías, cae en el lazo que le tienden esas doctrinas
corruptoras. ¿Y cuál es el castigo de su ceguedad, cual el término de su fascinamiento? ¡El
suicidio!¡La muerte ! […] Separando el hombre del literato, reprovémosle [sic] como lo primero;
pero ensalcémosle como poeta distinguido é ilustrado. Murió Larra; pero Fígaro vive y vivirá
eternamente”26.
Cada vez más, se refleja en la prensa una preocupación por esta práctica y por cómo se trata en la
literatura y el teatro.
22
Se trata de la comedia El sitio de Calé de Luciano Francisco Comella. Diario de Madrid, nº 154, 03/06/1801, p. 624.
En el caso de Londres, encontramos por ejemplo la siguiente afirmación “Los que creen que el suicidio es muy común en esta
ciudad deben saber que el mes pasado solo hubo doce”. Atalaya de La Mancha en Madrid, nº. 126, 06/08/1814, p.1022. Con respecto
a París, refiriéndose a 1819, la prensa recoge: “En el número de muertos se hallan 376 de suicidio, entre los cuales hubo 250 varones,
y 126 hembras”, El Universal Observador Español, nº. 61, 11/07/1820, p. 1.
24
Sirva de ejemplo el rotativo de abril de 1826 de Mercurio de España, que muestra en la página 266 una tabla con los suicidios
acaecidos en París entre 1817 y 1824, distinguiendo por sexos.
25
El Guardia nacional, nº. 355, 24/11/1836, p. 1.
26
El Guardia nacional, nº. 470, 20/03/1837, p. 2.
23
13
“Los suicidios por necios amores, los suicidios por una vanidad atroz que no pudiendo llamar la
atencion de nadie en vida, compran con un crimen ó contra sí ó contra otros un artículo en un
periódico; todos esos pretendidos fastidios de la existencia, no se desarrollarian tan funesta y
rápidamente si el teatro y la literatura, en vez de hacer héroes de sus perpetradores, hubiera dicho
a unos: sois unos vanos; á otros: sois unos solemnísimos bribones; y á los últimos: sois unos pobres
mentecatos. ¿Se llegará á conseguir esto? Mas ilustrada la literatura acerca de sus intereses futuros
y de su verdadera misión ¿querrá ser un espejo de nuestra época para trasmitirla á nuestros
descendientes y hacerla que se avergüence de sus vicios y ridiculez?”27.
Son muy interesantes las palabras que el marqués de Cerralbo dedica a este extremo en la carta
dirigida al marqués de la Vega Inclán ofreciéndole los cuadros:
“Esto demuestra que no huvo [sic], ni puede haber cuadros tan románticos, pues quieren
representar que todo bicho viviente se trastornaba y se arrebataba por el delirio del romanticismo.
Los asuntos son terribles, pero la pintura es muy buena y de lo mejor de Alenza.
“¿Se atreve V. con ellos? Yo me atreví hace 40 años cuando los compré, atendiendo solo a su arte
pictórico: pero los tuve guardados no creyera algún sencillo que los viese que yo no condenaba
con horror el extremo pecado y espantoso del suicidio”28.
Federico de Madrazo
Stephen
El Artista, Tomo I, 1835-1836
Reg. 1942
Biblioteca del Museo del Romanticismo
27
Semanario pintoresco español, nº 141, 10/6/1838, “Reflexiones sobre el teatro y las costumbres actuales”, p. 803. Hágase notar que es
precisamente esta publicación, fundada como ya se ha señalado por Mesonero Romanos, una de las más críticas con la postura que
están tomando las letras con respecto a este fenómeno.
28
Archivo del Museo del Romanticismo, Fondos de la Colección Museo Romántico, FD0252, AGUILERA Y GAMBOA, E.,
07/11/1921, p. 4.
14
5. EL ESTILO DE LEONARDO ALENZA EN LAS SÁTIRAS
....
Leonardo Alenza y Nieto (1807  1845) fue el prototipo de artista romántico, enfermizo, pobre y
con una temprana muerte. De hecho, sucumbió a la conocida como la enfermedad romántica, la
tuberculosis.
Hijo de Valentín Alenza, poeta sin mucho éxito y afín al régimen fernandino, y María Nieto,
pronto quedó huérfano de madre, casándose su progenitor en segundas nupcias con Micaela Bertrandi.
Su biógrafo29 destaca el amor a su padre, llegando incluso a renunciar a su propia independencia.
“No queriendo separarse de sus padres, ni quiso nunca tomar estado, ni se resolvió á viajar á
pesar de las ocasiones que para hacerlo se le presentaron”30.
Formado “bajo la dirección privada”31 de Juan Antonio de Ribera, en la Academia de San Fernando,
encontramos entre sus profesores al también pintor neoclásico José de Madrazo.
Realizó a lo largo de su carrera excelentes retratos, en los
que supo captar no sólo la fisonomía de los retratados, sino
también su psicología dejándonos obras de gran calidad como el
retrato de Agustín Argüelles, tutor de Isabel II (Museo del
Romanticismo, Inv. 38) o el Retrato de caballero (Museo Lázaro
Galdiano, Inv. 7963), en los que envuelve a los personajes en una
atmósfera íntima.
Calixto Ortega
Leonardo Alenza
Xilografía / papel, 1847
Inv. 4888
Museo del Romanticismo
29
Dos años después de su muerte, en 1847, aparece un artículo en la revista El Renacimiento, con una breve biografía de Leonardo,
firmada con la inicial “R”. El año siguiente un nuevo artículo dedicado al pintor se publica en el Semanario Pintoresco Español, esta vez
sin firmar. Tanto la estructura de ambos textos como las expresiones e incluso frases idénticas hacen pensar que sean del mismo autor,
posiblemente su amigo Mesonero Romanos, como bien señaló Delgado Bedmar (DELGADO BEDMAR, J.D., Op. cit., T. I, pp. 139140.)
30
El Renacimiento, nº 6, 18/04/1847, R.: “Biografía de Don Leonardo Alenza”, p. 44
31
Ídem, p. 43.
15
También cultivó otros géneros como la pintura de historia o la alegoría, pero fue en el
costumbrismo donde se encontró más cómodo y centró su carrera. Agudo observador de la sociedad
de su tiempo, sus obras, bien en pintura, dibujo o estampa, son un magnífico repertorio de la vida y la
sociedad española, más concretamente la madrileña.
“A veces, diciendo que iba de caza, se acercaba á observar los trages [sic], maneras y usos de la
gente vulgar, en las humildes casas de campo, en las del rio, y en las de los barrios bajos de córte,
para trasladarlas á sus cuadros, de costumbres populares. […] Tenia gran facilidad para retener las
fisonomías, posturas, ropajes y grupos que le chocaban, pudiendo reproducirlos después con la
mayor exactitud”32.
Leonardo Alenza
Gente de arrabal
Dibujo a pluma y aguada / papel, 1830-1845
Inv. 1791/1
Museo del Romanticismo
Lo cierto es que dejó en muchos de sus trabajos un auténtico de catálogo de tipos, eventos y
circunstancias de la vida de la ciudad, en lienzos como El Dios Grande (Museo del Romanticismo, Inv.
813), El desquite (Museo del Prado, Inv. P4202) o en el gran número de dibujos y estampas sobre temas
costumbristas que realizó.
32
Ídem, p. 44.
16
Leonardo Alenza
El Dios Grande
Óleo / lienzo, 1840-1845
Inv. 813
Sala XII (Anteoratorio)
En cuanto al estilo, a pesar su formación, queda cautivado por las composiciones de Goya, con
quien se le comparará y relacionará insistentemente en la prensa del momento.
“Unos caprichos imitando á Goya con bastante gracia, en particular el del alguacil abrazado con
el reo tiene mucho chiste, son obra del Sr. Alenza”33.
“El señor Alenza siguiendo siempre las trazas del festivo Goya, ha ofrecido algunos caprichos
dignos de atención por la originalidad del pensamiento, chiste y curiosidad de la composición”34.
Es curioso, sin embargo, que su biógrafo no cite al genio de Fuendetodos entre los artistas que
más que le influyeron: “Fué muy adicto á Velazquez, Cano, Ribera y Murillo, como los mejores de la
escuela antigua española, al par que también lo era de Rubens, Van-Dyck y demás flamencos
célebres”35. Entre estos últimos, podemos citar el influjo de Teniers como uno de los más palpables, en
obras como El sacamuelas (Museo del Prado, Inv. P07945).
33
Observatorio Pintoresco, nº 6, 30/09/1837, “Esposición [sic] pública de pinturas en la académia nacional de San Fernando en el
presente año”, p. 47.
34
Semanario Pintoresco Español, nº 135, 28/10/1838, “Exposición de 1838”, p. 755.
35
El Renacimiento, nº 6, 18/04/1847, R.: “Biografía de Don Leonardo Alenza”, p. 44.
17
En cuanto a la técnica, si nos centramos en las Sátiras, están construidas con una pincelada rápida,
larga, aplicada con gran expresividad. Se trata sin duda de trazos que ayudan a reforzar el carácter
trágico de la obra. Pero esa rápida factura, esa búsqueda de instantaneidad, la utiliza el artista de forma
plenamente consciente, se trata un recurso pictórico, ya que las obras están más pensadas y trabajadas
de lo que pueda parecer a simple vista.
Se conservan en la Biblioteca Nacional los bocetos de ambos cuadros. El dibujo de la Sátira del
suicidio romántico (BNE, DIB/15/42/221, Un romántico) está realizado a pluma sobre papel verjurado, y
presenta ligeras variantes con respecto al lienzo. En cuanto a la Sátira del suicidio romántico por amor, lo
que se conservan son partes de la composición junto a otras figuras (BNE, DIB/15/44/412, Estudios
para la Frescura del Prado y para las Sátiras del suicidio romántico). En concreto, el boceto en cuestión
muestra en la parte superior izquierda el estudio del cenotafio, o la mano que el suicida extiende en la
composición final, situada en esta ocasión en el centro del papel. Por su parte, Delgado Bedmar apunta
que otro dibujo conservado en el Museo del Romanticismo (Inv. 1791/42, Mujer sentada), también a
pluma, es el dibujo preparatorio de la mujer que aparece en el lienzo36. En nuestra opinión, aunque la
posición de la figura concuerda, sentada de tres cuartos, ambas imágenes difieren bastante, ya que una
muestra una dama joven con un moño, quizá portando un abanico, en actitud relajada con un cariz
costumbrista, frente al histrionismo de la anciana del cuadro, que recuerda a una bruja o una parca, por
lo que no consideramos que sea el estudio para este cuadro.
A tenor de los diferentes bocetos conservados de varias obras suyas, el uso de dibujos preparatorios
era muy habitual en el trabajo de Alenza, que estudiaba concienzudamente las diversas composiciones.
Además de los citados, sirvan de ejemplo los diferentes apuntes para las ilustraciones del semanario Gil
Blas o El diablo cojuelo -cuadro en Museo Nacional de Arte de Cataluña (Inv. 40240) y boceto en el
Museo del Romanticismo (Inv. 1791/8)-. Por ello, podemos pensar que el trazo rápido, la marcada
pincelada expresiva de las Sátiras, no es sino un recurso del autor para subrayar una idea, acercándose
con esta técnica en cierta manera a la pintura de finales del siglo XIX y siendo por tanto un despunte
de modernidad.
Leonardo Alenza
Mujer sentada
Dibujo a pluma / papel, 1830-1845
Inv. 1791/42
Museo del Romanticismo
36
DELGADO BEDMAR, J.D., Op. cit., T. IV, p. 1570.
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Es destacable, en ambos cuadritos, cómo el autor combina la pincelada larga con pequeños y
deliberados toques de color, bien para crear los juegos de luces y sombras o para marcar los volúmenes
de las carnaciones con encarnados y blancos magistralmente aplicados. En cuanto al uso del color, el
pintor juega con una restringida gama cromática.
“Ponía en la paleta pocos colores, bastándole para dar á sus cuadros variado y robusto colorido”37.
En la Sátira del suicidio romántico los ocres y los azules, iluminados con la luz crepuscular son
protagonistas, contrastando con fuerza con el blanco, que como apuntábamos, está aplicado en puntos
clave a los que el artista quiere que dirijamos nuestra mirada -la camisa blanca del poeta, sus lacrimosos
ojos, el filo del puñal, los papeles desordenados y el cuerpo ya sin vida del suicida que descansa sobre
un charco de sangre-.
Más colorido encontramos en la otra Sátira, donde a los colores anteriores añade los amarillos y
azules del vestido de la anciana, que es precisamente el eje lumínico de la composición. Contrasta
también el rojo vivo del libro que ésta sostiene.
6. CONCLUSIONES
....
A pesar de ser uno de los artistas más importantes del Romanticismo español, la obra de Leonardo
Alenza continúa siendo poco conocida en muchos aspectos. Quizá pueda haber influido su inclusión
dentro los denominados goyescos, término que ha sido utilizado a menudo de forma despectiva,
derivando en ocasiones en una continua comparación de la obra de ambos artistas. Es evidente que la
técnica de Goya es la propia de un genio, y aunque sus últimas obras encajasen perfectamente con la
nueva sensibilidad romántica, hay que separar ambas personalidades, ya que Alenza pertenece a una
generación de pintores que beben ya de otras corrientes diferentes a las transitadas por el pintor
aragonés.
Leonardo fue una persona reservada, poco pródigo en las reuniones sociales y a dejar testimonio
de sus actos o pensamientos, lo que ha influido en la poca información que de él tenemos. Su mayor
legado es su obra, que nos revela a un trabajador infatigable, preocupado por la preparación de sus
cuadros, por el estudio de las figuras, las composiciones, y nos aleja de la imagen distorsionada que a
veces se ha dibujado de él. Distanciado de la senda academicista, muchas de sus obras muestran una
rabiosa modernidad y ponen en conexión su trabajo con movimientos artísticos posteriores, como
37
El Renacimiento, nº 6, 18/04/1847, R.: “Biografía de Don Leonardo Alenza”, p. 44.
19
estos dos lienzos a los que hemos dedicado estas líneas. Su temprana muerte nos ha privado, sin duda,
de conocer su evolución y de ver hasta dónde hubiera podido llegar como artista.
“Desciende prematuramente al sepulcro cuando había llegado á inscribir su nombre en el
templo de la fama, cuando su imaginación comenzaba á tomar vuelo, cuando su posición mejoraba,
cuando propios y estraños [sic], reconociendo su mérito, se disputaban la preferencia en los
encargos de cuadros”38.
Con las Sátiras del suicidio romántico Alenza nos dejó dos de las obras más emblemáticas de este
periodo, expresivas, llenas de fuerza, que nos muestran su peculiar visión del tiempo que le tocó vivir.
Como el viejo Alonso Quijano que enloqueció por causa de la literatura caballeresca, sus personajes
cayeron víctimas de las letras y la visión errada de una época.
38
Semanario Pintoresco Español, nº 31, 30/07/1848, “D. Leonardo Alenza”, p. 241.
20
7. BIBLIOGRAFÍA
....
Amor y muerte en el Romanticismo (Cat. Exp.), Madrid, Ministerio de Educación, Cultura y Deporte,
2001.
Museo del Romanticismo. La colección, Madrid, Ministerio de Cultura, 2011.
ARNALDO, J., “El desarrollo del paisaje romántico en España”, en VV.AA., Los paisajes del Prado,
Madrid, Nerea, 1993, pp. 303-328.
DELGADO BEDMAR, J.D., Vida y Obra de Leonardo Alenza y Nieto (1807-1845), Madrid, Universidad
Complutense de Madrid, 1996, Tesis Doctoral inédita.
GÓMEZ MORENO, M.E. (Cat. Exp.), Leonardo Alenza (58 dibujos del Museo Romántico), Madrid,
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HENARES, I., Romanticismo y teoría del Arte en España, Madrid, Cátedra, 1982.
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RIVERA DÁVILA, S., Componiendo el periódico y El primer ejemplar 1840-1845, Óleos sobre cobre de
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TORRES GONZÁLEZ, B. (Cat. Exp.), Leonardo Alenza (1807-1845). Dibujos y Estampas, Madrid,
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21
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Fondos del Museo Romántico, Caja Segovia. Obra Social y Cultural. 2008.
WORMSER, S. O., Tableaux espagnols a Paris au XIXè siècle, París, La Sorbona, 1955, Tesis Doctoral
inédita
Fotografías: Museo del Romanticismo
Coordinación: Mª. Jesús Cabrera Bravo
Diseño y maquetación: Mª. Jesús Cabrera Bravo y Álvaro Gómez González
Agradecimientos: A José Domingo Delgado Bedmar por su generosidad, a Isabel Ortega García, a
Paloma Dorado y al Departamento de Difusión del Museo, por su paciencia y comprensión,
especialmente a Mª. Jesús Cabrera Bravo.
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LA PIEZA DEL MES EN LAS REDES DEL MUSEO
En nuestro canal de Youtube, podéis encontrar todos los meses un resumen de la pieza analizada, en la que
su propio autor explica los detalles más interesantes:
Canal de Youtube del Museo del Romanticismo: Piezas del mes
Mensualmente dedicamos un día a tuitear de modo monográfico las curiosidades más destacadas
relacionadas con la pieza del mes en nuestra cuenta @MRomanticismo
Este mes, dedicaremos el miércoles 18 de diciembre a contaros todo lo relacionado con estas emblemáticas
obras del Museo con el hashtag #suicidasMR
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LA PIEZA DEL MES. CICLO 2013
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Enero
Almudena Cruz Yábar
EUSEBIO JULIÁ (1826-1895), FOTÓGRAFO EN MADRID. SUS CARTES DE VISITE EN EL MUSEO
DEL ROMANTICISMO
Febrero
Silvia Villaescusa García
RETRATOS DE LOS MARQUESES DE LAS MARISMAS, de Francisco Lacoma, 1833
Marzo
Isabel Ortega Fernández
BUSTO DEL MARQUÉS DE LA VEGA-INCLÁN, de Mariano Benlliure y Gil, 1931
Abril
Luis Gordo Peláez
LA CAPILLA DE SAN ISIDRO EN LA IGLESIA DE SAN ANDRÉS DE MADRID, de Jenaro Pérez
Villamil, ca. 1843
Mayo
Belén Fernández de Alarcón
TOCADOR, ca. 1820-1830
Junio
Mercedes Rodríguez Collado
MESA DEL CAFÉ DEL POMBO, ca. 1901-1950
Septiembre
Aurelio Nieto Codina
MEDALLÓN DE LAVA DE LA CONSTITUCIÓN DE 1812, de Carlos Gimbernat, 1820
Octubre
Vanessa Quintanar Cabello
VAJILLA PRINCIPAL DEL COMEDOR DEL MUSEO DEL ROMANTICISMO
Noviembre
Paloma Dorado Pérez
ÁLBUM DE TOMASA BRETÓN DE LOS HERREROS, 1842
Diciembre
Carolina Miguel Arroyo
SÁTIRAS DEL SUICIDIO ROMÁNTICO, de Leonardo Alenza y Nieto, ca. 1839
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