San Isaac Jogues

Anuncio
1
San Isaac Jogues
Jaime Correa Castelblanco, S.J.
2
Presentación
Esta vida de San Isaac Jogues es la vigesimosexta de una serie dedicada a los santos
de la Compañía de Jesús.
San Isaac sufrió dos veces el martirio. Con heroicidad increíble volvió a las misiones
del Canadá. Eran entonces los inicios de la evangelización de Norte América.
Es un santo extraordinariamente generoso y amante de la Compañía.
3
CONTENIDO
Los Mártires de Norte América
SAN ISAAC JOGUES
Nacimiento y familia
En el Colegio de los jesuitas
Discernimiento y noviciado
Los votos religiosos
La experiencia del magisterio
La ordenación sacerdotal
El viaje a América
Hacia la Misión de los hurones
El misionero y las epidemias
Los primeros frutos y adelantos
Cambios en la Misión
En la Misión de los petuns
La Misión de Santa María
La Misión de los grandes Saltos
La cosecha abundante
En Trois Rivières y Quebec
Con San René Goupil hacia los hurones
Prisioneros
Las primeras torturas iroquesas
En tierra de iroqueses
Un diálogo entre mártires
Tierra adentro
En las otras aldeas iroquesas
Los holandeses de Nueva Holanda
El martirio de San René Goupil
Esclavo de los iroqueses
En el fuerte de Rensselaerswyck
Las cartas de Isaac Jogues
Un discernimiento muy heroico
En el fuerte de Orange
Un discernimiento liberador
Una huida peligrosa
En New York
Rumbo a Europa
Un recibimiento cariñoso
Toda Francia lo recibe
Con los reyes de Francia
Una dispensa pontificia
De nuevo al Canadá
En Canadá
Tentativas de paz con los iroqueses
Una invitación increíble
El ofrecimiento más heroico
En tierra de iroqueses
El misionero insistente
A la Misión iroquesa
El martirio
La glorificación
4
LA EVANGELIZACION DE AMERICA DEL NORTE
Los trabajos de la Iglesia católica en el extremo septentrional de América del Norte
comienzan en 1608. Ese año, el francés Samuel Champlain llega a la bahía de San
Lorenzo, en el actual país del Canadá.
Navega, curso arriba del río, y llega al hermoso paraje que los indios llaman Quebec.
Allí establece un fuerte y una pequeña aldea. Con esto, Samuel Champlain pone los
fundamentos de la Nueva Francia.
En 1615, el ahora gobernador Samuel Champlain llama a los franciscanos para
establecer misiones.
En 1625, los franciscanos piden ayuda a la Compañía de Jesús, porque el trabajo es
inmenso. Este es el origen de las misiones jesuitas del Canadá y de los Estados Unidos
de América.
Los afanes misioneros de la Compañía de Jesús, básicamente, tienen como escenario a
dos razas indígenas: los algonquinos, que pueblan las regiones comprendidas desde
las orillas del río San Lorenzo hasta el extremo norte de la bahía Hudson, y los
hurones, que habitan el reducido territorio situado entre el lago Hurón y las riberas del
lago Simcoe.
Enemigos mortales de estas dos razas son los iroqueses. Este último pueblo,
constituido por cinco tribus muy belicosas, ocupan la región entre el lago Ontario y los
montes Alleghany, en el distrito actual de Nueva York.
La lucha de los iroqueses contra los hurones y algonquinos se hace más dura y violenta
cuando los conquistadores holandeses ponen armas de fuego en manos iroquesas.
Con la guerra se inaugura el doloroso camino de extinción de las Misiones jesuitas.
Los Santos jesuitas de Norte América tradicionalmente han quedado ordenados en dos
grupos:
El grupo de los Estados Unidos lo forman San Isaac Jogues, San René Goupil y San
Juan de La Lande.
El grupo del Canadá queda formado por San Juan de Brébeuf, San Antonio Daniel, San
Gabriel Lalement, San Carlos Garnier y San Natal Chabanel.
En total ocho mártires, víctimas de los iroqueses.
5
SAN ISAAC JOGUES
Fiesta: 19 de octubre
Es una de las primicias de la evangelización en Norte América. Es considerado el
patrono de la ciudad de New York, en los Estados Unidos.
Nacimiento y familia
Isaac nace el 10 de enero de 1607 en Orléans, Francia. Su padre, Lorenzo Jogues, es
un comerciante próspero y rico. Su madre, es la aristócrata Francisca de SaintMesmin.
Isaac tiene, al nacer, dos hermanas y dos hermanos. Es bautizado en la Parroquia de
San Hilario, el mismo día de su nacimiento. Recibe el nombre de Isaac, en honor a su
tío y padrino, Isaac de Saint-Mesmin. Después de él, nacen otros tres varones y una
hermana.
En el Colegio de los jesuitas
Las primeras letras las aprende de sus padres y hermanos mayores.
En 1617 la Compañía de Jesús abre en Orléans el Colegio de la Virgen, Madre de Dios.
Isaac es uno de los primeros alumnos que se inscriben en el nuevo Colegio.
En los seis años siguientes, hace ordenadamente los cursos de la Ratio Studiorum de
los jesuitas. Primero, dos años de estudios elementales, en lengua vernácula. Después,
toda la Gramática latina. También estudia algo de griego.
Discernimiento y noviciado
A los 17 años, Isaac decide su futuro. Su padre ha muerto y su familia tiene medios
económicos más que suficientes.
Piensa en el comercio y en las leyes. Hace discernimiento y se decide por la Compañía
de Jesús. El 24 octubre de 1624, ingresa en el Noviciado de Rouen.
Su Maestro de novicios es el célebre P. Luis de Lalement. Isaac es feliz.
Con el P. Lalement trata sus deseos de ofrecerse a las misiones de India y Japón, como
San Francisco Javier.
En 1625, pasa por Rouen la primera expedición de los tres jesuitas destinados a Nueva
Francia. Isaac queda muy conmovido, pero todavía cree ser llamado al Oriente.
Al exponer sus pensamientos al P. Lalement, oye la respuesta que lo deja tranquilo.
"Isaac tú no morirás en ninguna otra parte, sino en Canadá".
6
Los votos religiosos
El 24 de octubre de 1626 Isaac pronuncia los votos perpetuos de pobreza, castidad y
obediencia.
Pocos días después, es destinado a Anjou, al Colegio de la Flèche, fundado por Enrique
IV. Debe cursar el trienio de filosofía. El Colegio tiene 2.000 alumnos.
Allí estudia matemáticas, física, astronomía, metafísica, cosmología, teodicea, ética y
psicología.
La experiencia del magisterio
En 1629 inicia la etapa del magisterio en el Colegio de Rouen. Como Padre espiritual
tiene nuevamente al P. Luis Lalement, su antiguo Maestro de novicios.
Ese mismo año conoce a Juan de Brébeuf y a los otros jesuitas que habían sido
expulsados del Canadá por los ingleses.
La ordenación sacerdotal
En 1633, es destinado al Colegio de Clermont, en París, para iniciar la Teología.
En 1636 recibe la ordenación sacerdotal y el ansiado destino a la misión del Canadá.
Issac dice la primera Misa, el 16 de febrero de 1636, en Orléans, junto a su madre y
hermanos.
En Rouen, bajo la dirección nuevamente del P. Luis Lalement, Instructor de Tercera
Probación, hace el mes de Ejercicios espirituales. Terminada esta Tercera Probación
resumida, corre al puerto de Dieppe para embarcarse.
El viaje a América
El 8 de abril de 1636 salen los ocho veleros desde la pequeña ciudad de Dieppe.
Isaac Jogues tiene el privilegio de poder celebrar la Misa a bordo. En las fiestas de la
Ascensión, Pentecostés y de la Trinidad, las 80 personas de su barco se confiesan y
reciben la comunión.
El 2 de junio llegan a Miscou, en Nueva Francia. Allí, Isaac puede ver por vez primera a
los nativos del Canadá, los algonquinos.
A fines de junio está en Tadoussac, bien entrado el río San Lorenzo. Y el 2 de julio
llega a Quebec, ciento ochenta kilómetros más adentro, y entona, en la residencia de
Nuestra Señora de los Angeles el Te Deum de acción de gracias.
7
Hacia la misión de los hurones
Impaciente por llegar a los hurones, el 21 de julio viaja a Trois Rivières, a la
Residencia jesuita de Nuestra Señora de la Inmaculada Concepción.
El 24 de agosto de 1636 navega en las canoas huronas hacia la Misión. Son siete
semanas de viaje, a través de las islas algonquinas y el río Ottawa. Después cruza el
lago Nipissing y el río Francés, con sus rápidos. Por último, navega en el lago Hurón.
El 11 de septiembre de 1636 Isaac llega a Ihonatiria donde es abrazado por el Padre
Juan de Brébeuf, su nuevo superior, y por sus compañeros Francisco José Le Mercier,
Carlos Garnier y Pedro Chastellain. Isaac Jogues se siente profundamente consolado.
"La casa no es el Louvre, ni un palacio", le dice Brébeuf. Se asemeja en todo a las
construcciones huronas, una puerta en cada extremo, sin ventanas, y una hendidura
en el techo para hacer salir el humo. En el centro, el fuego y el sitio para conversar.
Alrededor, los aposentos, la pequeña capilla y las piezas de guardar.
El misionero y las epidemias
Isaac tiene 29 años de edad. Los hurones lo llaman inmediatamente Ondessonk.
Alrededor de Ihonatiria viven 30.000 hurones.
Hacia el oeste están los indios petuns, los neutrales y los eries. Hacia el sur habitan las
cinco naciones iroquesas.
Isaac, bajo la guía y tutela de Juan de Brébeuf, pronto empieza a recorrer los
alrededores y a establecer amistad con los hurones.
Pero a los pocos días Isaac cae enfermo, aquejado de una fuerte gripe. Muy
rápidamente todos los misioneros están enfermos, excepto el Padre Juan de Brébeuf.
Son tres semanas de angustia. El superior debe cuidar a sus súbditos, sin medicinas.
La epidemia de fiebre se extiende también a los poblados vecinos. Hay muchos
muertos. Los hurones empiezan a ser enemigos jurados. Para éstos, los "sotanas
negras", poderosos hechiceros, son los causantes de la enfermedad.
A pesar del peligro de sus vidas, Juan de Brébeuf y los compañeros se dan de lleno al
cuidado de los hurones. Isaac Jogues, apenas se recupera, corre en ayuda de su
Superior.
Los primeros frutos y adelantos
El 17 de noviembre, con Juan de Brébeuf, viaja a la aldea de Ossossané, a 30
kilómetros de distancia. Bautizan a los niños y a los ancianos moribundos.
Al regresar a Ihonatiria, son acusados por los jefes indios de ser los causantes de la
epidemia. Al aumentar la fiebre, la vida de los misioneros está en peligro. Al decaer, la
paz parece adivinarse.
8
Isaac, bajo la tutela de Juan de Brébeuf, se entrega al aprendizaje de la lengua. No
hay en ella palabras abstractas, sí infinidad de declinaciones y variedad de
conjugaciones.
Durante dos años Isaac Jogues vive entre la vida y la muerte, pues la epidemia
aparece con gran virulencia en los dos veranos siguientes. Una tras otra se suceden las
reuniones de los jefes hurones. En cada una hay jefes que condenan a muerte y otros
que abogan por la vida.
En 1638, los misioneros bautizan, por primera vez, a un hurón adulto. Es el jefe
Chihwatenhwa, quien recibe el nombre de José, en honor al patrono de la Misión
hurona. Poco después lo siguen su esposa y los dos hijos. Para Isaac, este avance de
la fe es la mayor de las alegrías.
En junio de 1638, los misioneros abandonan la Misión de Ihonatiria, pues ya casi no
quedan hurones en los alrededores. Muchos han muerto y los otros han huido.
Isaac se traslada a Teanaustayé, siempre en compañía de Juan de Brébeuf. Allí la
plaga es endémica. Además, la guerra entre iroqueses y hurones no parece tener
descanso. El trabajo de los misioneros se multiplica.
Cambios en la Misión
En septiembre de 1638 el P. Jerónimo Lalement es nombrado Superior. Reemplaza en
el cargo a Juan de Brébeuf.
En marzo del año siguiente, el nuevo Superior decide concentrar a todos los misioneros
en una Casa central, en la Misión de Santa María. Desde allí los jesuitas podrán visitar,
por largas temporadas, las aldeas de los hurones. Isaac y Juan de Brébeuf continúan
con la atención de Teanaustayé.
Poco después, al regreso de los hurones de sus comercios en el fuerte francés de Trois
Rivières, en toda la Misión hurona se declara la terrible peste de la viruela. Son
muchos los muertos y, por supuesto, los misioneros son declarados, nuevamente,
culpables.
En la Misión de los petuns
En 1640, Isaac es designado con el P. Carlos Garnier a la difícil misión de los petuns,
en el lejano oeste.
Caminan a pie a través del bosque y la nieve. Pero, en los poblados petuns también se
ensaña la peste. En un comienzo el cuidado de los enfermos gana el corazón de los
jefes. Pero después, al aumentar la epidemia, la amabilidad se transforma en peligro
de vida.
Rechazados, deben recorrer, una tras otra, las diversas aldeas, durmiendo en los
bosques. Los dos misioneros pasan hambre. Son tres meses, hasta que pueden
regresar a Santa María.
9
La Misión de Santa María
Después de los Ejercicios espirituales anuales, en septiembre de 1640, Isaac es
destinado para la evangelización de las aldeas huronas aledañas a Santa María.
Incansable, ejerce el ministerio en los diversos poblados: Santa Ana, San Dionisio, San
Luis y San Juan. Tienen un total de 1.400 familias. Y poco a poco, esos hurones van
aceptando la fe de los misioneros.
La Misión de los grandes Saltos
Cuando recrudece la guerra entre hurones e iroqueses, el P. Jerónimo Lalement
encarga a Isaac Jogues la tarea de fortificar, con la ayuda de los donados, la Misión de
Santa María.
Terminados estos trabajos, es destinado a organizar las futuras misiones entre los
indios situados más al oeste de los Grandes Lagos.
Con el P. Carlos Raymbault, quien domina la lengua algonquina, Isaac remonta el lago
Hurón hacia los rápidos, o Saltos de Santa María. Navegan más de 500 kilómetros,
dejando atrás al país de los hurones.
Isaac Jogues es el primer europeo que pone pie en las orillas del Lago Superior. El y su
compañero son bien recibidos por los indígenas. En lengua hurona y algonquina
predican la fe. También establecen contacto con los indios sioux. Es un viaje misional
de cuatro meses.
La cosecha abundante
En octubre de 1641 Isaac está de regreso en Santa María. Retoma su trabajo,
recorriendo siempre las aldeas huronas.
Ese invierno es muy provechoso. No hay epidemias y los hurones se han vuelto
amigables. Un buen número está aceptando ya la fe predicada por Ondessonk.
Por fin, la iglesia parece firmemente establecida en Ossossané y Teanaustayé.
Isaac, en consolación, ante el Sagrario de Santa María hace, una vez más, su oblación:
"Señor, dame a beber abundantemente el cáliz de tu Pasión".
Una voz interior le responde: "Tu súplica la he escuchado. Ten valor, fortalece el
corazón".
Isaac no tiene dudas. Dios le ha hablado. El se ha ofrecido en oblación, y el Señor lo
acepta.
En Trois Rivières y Quebec
El 13 de junio de 1642, Isaac viaja a Trois Rivières con cuatro canoas de hurones
cristianos. Reman a través de zonas infestadas por iroqueses. Es necesario trasladar al
P. Carlos Raymbault, ya tuberculoso, y llevar informes al Superior de Nueva Francia.
Además, es urgente tratar de conseguir herramientas y alimentos.
10
El 17 de julio llegan salvos, pero muy cansados. De inmediato, Isaac toma las
providencias respecto a las necesidades materiales de la Misión y a los pocos días se
dirige a Quebec.
En Quebec tiene una larga conversación con el P. Bartolomé Vimont, el Superior del
Canadá. Le entrega los informes del P. Jerónimo Lalement y encarecidamente solicita
el envío de misioneros hacia los pueblos hurones.
Con San René Goupil hacia los hurones
El P. Vimont le ofrece, como refuerzo, el destino de un hábil cirujano, el donado René
Goupil. Este ha desempeñado, con gran santidad de vida, su profesión en Quebec y en
el hospital de Sillary, para los algonquinos. Pero el Superior desea que el mismo René
Goupil haga su propio discernimiento respecto a esta nueva misión.
Con los PP. Bartolomé Vimont y Juan de Brébeuf viaja a Sillery. En esa Misión
algonquina conoce a René Goupil quien de inmediato acepta el destino de asociarse a
Isaac.
El 28 de julio de 1642 sale de Quebec. En su compañía lleva a René Goupil, radiante.
También, a Teresa, la hija de José Chihwatenhwa, de trece años, educada por las
Ursulinas y a otro joven hurón que ha vivido todo un año con los Padres.
El 30 de julio llegan a Trois Rivières. Allí celebran la fiesta de San Ignacio. Se confiesan
y parten el 1 de agosto, en la madrugada, después de la misa. Según los informes, el
río parece estar libre de iroqueses.
Prisioneros
Viajan en trece canoas. El primer día, navegan alertas a través del lago San Pedro. Al
día siguiente, en plenas islas del lago, encuentran huellas iroquesas.
Muy pronto son sorprendidos. La batalla es dura. Los iroqueses mohawks tienen
mosquetes, entregados por los holandeses, y los hurones solamente flechas.
Algunas canoas pueden escapar hasta las orillas del bosque, entre ellas la de Isaac
Jogues. Él es fuerte, corre bien, y nada mejor. Pero René Goupil y un grupo de
hurones caen en poder de los iroqueses.
Entonces, Isaac retrocede y grita a los que custodian a René: "Vengan, no tengan
miedo. Llévenme también prisionero". Lo toman, lo golpean, desgarran sus ropas.
Cuando lo van a atar, les dice: "No, no me aten. Yo los seguiré a donde vayan. No voy
a abandonar a mis compañeros".
Libre, corre hacia René. "Mi querido hermano, Dios nos ha tratado en forma
incomprensible. Pero Él es Maestro y Señor. Que se haga lo que es bueno a sus ojos.
Que se haga lo que sea de su agrado. Su Nombre sea siempre bendito".
René, golpeado y fuertemente atado, le contesta: "Padre mío, bendito sea el nombre
del Señor. Dios lo permite. Él lo quiere. Que se haga su Voluntad. Yo quiero esto. Yo
amo esto. Yo abrazo esto, con todas las fuerzas de mi corazón".
11
Isaac consuela a los cinco hurones cristianos, con toda el alma. Para Teresa
Chihwatenhwa tiene palabras de verdadero padre.
Conmovido, insta a los hurones no cristianos, una vez, más a recibir la fe. Ellos
aceptan y de inmediato los bautiza con agua del río.
Poco después el donado Guillermo Coûture, quien se ha puesto a salvo, regresa para
entregarse a los iroqueses. No quiere abandonar a sus compañeros, ni perder la
posible gracia del martirio. Isaac lo abraza y besa, lleno de ternura.
Las primeras torturas iroquesas
Casi inmediatamente después, los iroqueses empiezan a torturar a Isaac, a René
Goupil y a Coûture. Los golpean con palos y mosquetes, en la cabeza y en los
hombros, hasta hacerlos sangrar.
Algunos beben la sangre. Después los arañan fuertemente y les arrancan, con los
dientes, algunas uñas. Casi todos chupan, ávidamente, la sangre de los dedos
mutilados.
Después, con 23 prisioneros, en veinte canoas, se embarcan los iroqueses a su nación.
Cuando llegan a terreno iroqués, al sexto día, nuevamente empiezan a torturarlos.
Primero, deben sufrir los golpes de bienvenida, pasando través de las dos hileras de
guerreros. Isaac se desmaya por los golpes recibidos.
Después comienzan a cortar, a él, a René y a Guillermo, los dedos de las manos y con
fuego cauterizan las heridas.
Un diálogo entre mártires
En un momento, Isaac Jogues, transido de dolor, no puede contener las lágrimas. Los
iroqueses, al verlo llorar, lo llenan de improperios, llamándolo cobarde.
Un hurón grita: "Las lágrimas de Ossessonk no son de cobardía. Son lágrimas de valor
y de amor hacia todos nosotros. Él llora por mí".
Isaac lo oye, y entonces también grita: "Es verdad, Eustacio, yo sufro por los hurones.
Mírame, cubierto de sangre y heridas. Esto no me preocupa. Uds. son mi angustia.
Tengan valor".
Eustacio contesta: "Trato de hacerlo. Yo recuerdo tus enseñanzas. Estoy firme hasta la
muerte".
Un mohawk corre hacia Isaac. Lleno de furia, saca el cuchillo y con la otra mano sujeta
la nariz para cortarla. Esa es la sentencia de muerte. Según la ley iroquesa, un nariz
cortado debe morir, inmediatamente. Isaac no mueve un músculo. Para los iroqueses,
eso sería cobardía.
Desde lo más hondo del corazón dice: "Señor, toma no sólo mi nariz, sino también mi
cabeza". El mohawk guarda el cuchillo. Después lo empieza a pinchar para que
manifieste terror. No lo consigue.
12
Isaac, más tarde, escribe: "Pasé el resto de la noche con profundos sentimientos de
dolor y pena".
Al despertar ve a su lado, inconsciente y lleno de sangre, a René Goupil.
Tierra adentro
Al décimo día, llegan al extremo del lago Champlain. Dos veces, al disminuir la
guardia, Isaac pide a sus compañeros que traten de huir.
La respuesta de René Goupil es clara: "Padre mío, yo moriré con Ud. Jamás voy a
abandonarlo". Por lo demás, ninguno de los dos quiere dejar a los hurones.
Al duodécimo día llegan a Ossernenon, la primera aldea de los mohawks. Y de nuevo
las torturas. Es muy dura esta vez la doble hilera de bienvenida, con palos, mosquetes
y piedras. A los iroqueses de Ossernenon, se juntan los vecinos de Andagaron y
Tionontoguen.
Primero va Coûture, después la mitad de los hurones. En el medio camina René, a
continuación la otra mitad hurona. El último de todos es Ondessonk. A Isaac le
arrancan las dos uñas que le quedan en sus dedos mutilados.
A una mujer algonquina, Juana, también cautiva, la obligan a cortar el dedo pulgar
izquierdo de Isaac. Con horror lo hace, porque es cristiana.
Isaac después escribe: "Cuando la pobre mujer arrojó mi pulgar sobre el tablado, yo lo
levanté con mi mano derecha y lo ofrecí a Ti, mi Dios vivo y verdadero, uniéndome al
sacrificio de la Misa, celebrada por mí en los siete años de sacerdocio". De inmediato oí
los gritos desesperados de Guillermo Coûture: Tira tu pulgar lejos. Tíralo. Te van a
obligar a comerlo. Y lo arrojé muy lejos".
Después llega el turno a los niños iroqueses. Ellos golpean con piedras el cuerpo
semidesnudo de Isaac. Bailan y gritan.
Atado Isaac permanece todo el día, expuesto a hormigas y mosquitos. El día 15 de
agosto cesan las torturas.
En las otras aldeas iroquesas
De Ossernenon los prisioneros son llevados a Andagaron, para ser exhibidos,
completamente desnudos. Para Isaac el estar desnudo es extraordinariamente
doloroso.
De nuevo, las hileras paralelas. En Andagaron cortan los dedos a Guillermo Coûture y
también a algunos hurones.
En la aldea de Tionontoguen Isaac es colgado, por horas, desde los hombros. Él cree
que lo van a quemar, porque así comienza siempre el rito de la hoguera.
En esa aldea bautiza a dos de los cuatro hurones que han caído en poder de los
iroqueses. Al regresar a Andagaron, en el camino, bautiza a los otros dos.
13
En la tarde, le comunican la sentencia del consejo de los jefes o sachems: al día
siguiente morirá quemado por el fuego.
Pero al final del día, la sentencia es cambiada: Los tres franceses pasarán a ser
esclavos de los jefes, los hurones principales deberán morir, y los demás serán
adoptados o vivirán como esclavos.
Un momento después, Isaac contempla, en oración, el martirio de los hurones.
Los holandeses de Nueva Holanda
A la semana siguiente, los mohwaks viajan al Fuerte Rensselaerswyck y narran a sus
aliados holandeses la captura de los enemigos franceses. No pueden entender que el
jefe Arendt Van Corlaer no esté de acuerdo con la muerte de los prisioneros.
Informado el Director General de Nueva Holanda, en New Amsterdam (hoy, la ciudad
de New York), ordena a Van Corlaer que trate de obtener el rescate, pero sin perder la
alianza con los iroqueses.
Van Corlaer viaja a Ossernenon, el 5 de septiembre de 1642. Habla largo con Isaac.
Renueva la alianza entre mohawks y holandeses y ofrece comprar a los franceses.
Los sachems aceptan las palabras de paz de Van Corlaer, pero rehusan entregar
Ondessonk, a René y a Coûture. Solamente prometen dejarlos con vida.
a
El martirio de san René Goupil
Los mohawks otorgan a los prisioneros una relativa libertad para moverse dentro de la
aldea.
Isaac y René empiezan entonces a recorrer las 40 cabañas de Ossernenon. A veces
llegan hasta el valle.
El 29 de septiembre de 1642, Isaac impotente y horrorizado, presencia la muerte de
san René Goupil.
Un mohawk, furioso porque René ha hecho la señal de la cruz en la frente de su hijo,
descarga con todas sus fuerzas, sobre la cabeza del jesuita, el tomahawk, o hacha de
guerra.
Esclavo de los iroqueses
Hasta enero de 1643 los mohawks utilizan a Isaac como esclavo. Debe cargar los
fardos de los que salen a cazar a las montañas. Siempre el odio y el peligro lo rodean.
Isaac empieza a estudiar la lengua iroquesa y, poco a poco, se da a entender.
Paulatinamente goza de alguna mayor libertad, la cual aprovecha para visitar a los
prisioneros hurones y algonquinos. Reza con ellos y los confiesa.
14
En abril de 1643, llega a la aldea de Ossernenon una embajada de la nación de los
sokokis. Ellos son aliados de los mohawks y, al mismo tiempo, están en paz con los
franceses. Traen un mensaje en que se ruega den libertad a Ondessonk y a Coûture.
Pero regresan, con sólo evasivas.
En el fuerte de Rensselaerswyck
A mediados de mayo, por fin, Isaac puede viajar, con los mohawks, al fuerte holandés
de Rensselaerswyck, a sesenta kilómetros de Ossernenon. El y Coûture son
extraordinariamente bien recibidos, pero permanecen muy custodiados por los
mohawks.
Los holandeses regalan a Isaac un breviario, papel de escribir, pluma y tinta. Algún
algonquín o hurón cuando venga al fuerte holandés, con los mohawks, puede traer la
carta y ellos la harán llegar a los franceses.
Las cartas de Isaac Jogues
En Ossernenon, Isaac Jogues escribe tres cartas. Las entrega a los mohawks que se
dirigen a las cercanías de Trois Rivières.
La cuarta carta de Isaac llega a Trois Rivières el 30 de junio de 1643. Viene escrita en
latín, francés y hurón. Juan de Brébeuf la descifra:
"Esta es la cuarta carta que escribo desde que estoy con los iroqueses. Los holandeses
han tratado de rescatarnos, pero ha sido en vano. Estoy resuelto a seguir aquí hasta
que Dios lo quiera. No pienso huir aunque se me presente la ocasión de hacerlo".
Un discernimiento heroico
En julio de 1643, Isaac es obligado por los mohawks a acompañarlos en sus correrías
de caza y en las visitas a los pueblos vecinos subyugados.
Nuevamente hay una oportunidad para escapar. Pero su discernimiento es claro:
"¿Quién va a atender a los cristianos cautivos?. ¿Quién los va a confesar?. ¿Quién va a
bautizar a los enfermos y a los niños?. ¿Quién va a predicar la verdadera doctrina?.
Desde que estoy en prisión, he bautizado a más de 70 personas, de varias naciones".
En el fuerte de Orange
En agosto, Isaac acompaña a los iroqueses hasta el Fuerte de Orange en territorio
holandés.
Arendt Van Corlaer es extraordinariamente amable con Isaac Jogues, a pesar de ser
enemigo declarado de los franceses, de los católicos y de los jesuitas. Nuevamente
hace tentativas para liberar a Isaac, pero no tiene éxito.
Allí, en Nueva Holanda, Isaac puede escribir una extensa carta, de 30 páginas, al
provincial de Francia, entregando en ella la narración de todas las situaciones de su
prisión.
15
Arendt Van Corlaer le propone huir en un barco que saldrá pronto de Rensselaerwyck y
lo urge con mucha vehemencia. Isaac pide un tiempo para discernir.
El discernimiento liberador
Ora mucho, sopesa los pro y los contra. Los hurones cristianos han escapado.
Guillermo Coûture ha sido adoptado por los iroqueses y no tiene en la actualidad
peligro alguno.
Isaac conoce el idioma iroqués. Tal vez, algún día, eso puede ser de utilidad para la
evangelización. Ha cumplido un año viviendo con los iroqueses. El no tiene miedo a
morir. Pero, al fin, decide aceptar la ayuda de Van Corlaer.
Una huida peligrosa
En el primer intento, Isaac es mordido por los perros de los iroqueses. En un segundo
intento, llega al barco.
Al amanecer los iroqueses se dan cuenta de la huida de Ondessonk. Se enfurecen y
amenazan de muerte a sus aliados.
Van Corlaer retrocede. No quiere perder el comercio con los iroqueses. Es necesario
devolver al francés. Isaac acepta. Tampoco él quiere ser ocasión de discordia para
salvar su vida.
Sin embargo, el capitán del barco se opone tenazmente. Es su derecho e Isaac es su
huésped. Por fin, el capitán se aviene a que Isaac sea llevado a la casa del comandante
holandés.
Allí permanece doce días. Las heridas ocasionadas por los perros hacen pensar en la
necesidad de amputar la pierna. La gangrena ya está a la vista. Pero empieza a
reponerse.
Vive un mes y medio oculto en una buhardilla de un comerciante holandés. Los
iroqueses merodean, día y noche, buscando, incansables.
En New York
Por fin, en octubre, es llevado a New Amsterdam, junto al río Harlem y a la isla de
Manhattam. Son otros seis días de viaje por el río Hudson.
Los holandeses de New Amsterdam lo reciben con cariño y con gran admiración. Todos
conocen su historia. Isaac se convierte en el huésped de honor. Le dan buenas ropas y
más de algún banquete.
En esos días Isaac puede admirar la ciudad de New Amsterdam y recorrer toda la
población. La mayoría de los habitantes son calvinistas, pero también encuentra
luteranos, anabaptistas y algunos católicos. Un irlandés le cuenta que, en Virginia, hay
jesuitas ingleses y una colonia católica de casi doce mil personas. También se informa
del resto de las colonias de Nueva Inglaterra.
16
Rumbo a Europa
El 5 de noviembre de 1643, sale de New Amsterdam, en un pequeño velero, rumbo a
Francia.
Las tormentas obligan al barco a recalar en Inglaterra, en Falmouth, a mediados de
diciembre. Como la persecución inglesa contra los católicos es fuerte, los holandeses lo
mantienen a Isaac, oculto en las bodegas.
En la vigilia de Navidad, Isaac sale para Francia. En la navegación, toda la noche está
en oración. Para él es una gracia muy grande llegar a la patria en Navidad, poder oír
misa después de diecisiete meses, confesarse, estar libre de iroqueses, calvinistas y
anglicanos.
En la mañana, muy temprano, el barco lo deja en un pequeño bote junto a Brest, y
sigue su marcha. Isaac, solo y llorando, se dirige a la iglesia de los franciscanos a dar
gracias.
Un comerciante, que viaja a Rennes, le ofrece un caballo para viajar con él hasta el
Colegio de los jesuitas.
Un recibimiento cariñoso
A las 5 y media de la mañana del día 5 de enero de 1644 golpea la puerta del Colegio.
Los Padres no lo conocen. Él dice traer noticias del Canadá.
De inmediato el P. Rector lo recibe y le hace interminables preguntas:
¿Conoce Ud. al P. Bartolomé Vimont?
Sí, por supuesto.
¿Al P. Juan de Brebeuf?
Sí, he vivido con él.
¿Conoce Ud. al P. Isaac Jogues?
Sí, y muy bien.
¿Sabe Ud. si los iroqueses le han dado muerte?
No, Padre. Él está en libertad.
Llorando Isaac agrega: Padre, Ud. está hablando con él.
Atónito, el P. Rector se pone de rodillas y besa sus manos tan heridas. Después, lleno
de alegría, lo estrecha en sus brazos y le besa la cara.
Con voz fuerte, el P. Rector llama a la comunidad. La alegría es inmensa. Todos juntos
van a la capilla a dar gracias y a oír la santa misa.
17
Toda Francia lo recibe
Por los relatos de los jesuitas desde sus Misiones del Canadá, toda Francia conoce la
prisión y las torturas que ha sufrido Isaac.
Los siguientes días son todos de gloria. Visitas, cartas. Todos desean ver sus manos,
las cicatrices de los brazos, de las piernas y la cara. Él quiere ocultarse, pero no puede.
Lo dice varias veces: su lugar es Canadá y desea volver allí lo antes posible.
El 14 de enero debe salir hacia París para encontrarse con el P. Provincial.
En su viaje, en Orléans, se detiene dos días para estar con su madre. Ella y sus
hermanos lo veneran como a un mártir ya canonizado.
París lo recibe en triunfo. Por obediencia, es obligado a contar sus sufrimientos, a
visitar a los estudiantes del Colegio de Clermont y a recibir a mucha gente.
Con los reyes de Francia
La Reina Madre Ana de Austria, regente del trono, lo manda llamar a su presencia. Ella
quiere, personalmente, venerar sus heridas. Isaac pretende rehusar, pero los
Superiores lo obligan a presentarse en Versalles.
En el Palais Royal es recibido por la Reina regente, por el pequeño Luis XIV, los
príncipes, el Cardenal Mazarino y toda la corte. Todos quieren escuchar, de sus labios,
la narración de la prisión y de los diversos sufrimientos.
La Reina y el Rey toman entre las suyas las manos mutiladas de Isaac Jogues y lloran.
Isaac queda profundamente confundido y ruega encarecidamente a los Superiores ser
liberado de todo eso.
Con lágrimas, Isaac pide volver a Nueva Francia. Al fin lo obtiene.
Una dispensa pontificia
El P. Mucio Vitelleschi, General de la Compañía de Jesús, a ruegos de los jesuitas
franceses, de la Reina y el Rey de Francia, logra del Sumo Pontífice la dispensa
necesaria para que Isaac Jogues pueda en adelante celebrar la Misa. Sus manos
mutiladas son un impedimento canónico.
El Papa Urbano VIII dice: "Sería indecoroso que un mártir de Cristo no pueda beber su
Sangre. Sus manos mutiladas no pueden ser una carga para él".
En marzo de 1644 celebra su propia Misa, después de veinte meses sin hacerlo. Es de
nuevo una Primera Misa.
De nuevo al Canadá
En abril de 1644, tiene todo listo para partir nuevamente a Nueva Francia.
En su viaje a La Rochelle, se detiene en Orléans para despedirse de su madre. Tiene el
consuelo de celebrar la Santa Misa y darle la Comunión, con sus manos de mártir. Ella
18
sabe que no lo verá más en esta vida. Pero está contenta. Su querido hijo es un mártir
de Cristo. El Papa lo ha dicho. La Reina y el Rey lo han dicho. Toda Francia y el mundo
cristiano también lo han dicho.
El barco velero sale a comienzos de mayo. La navegación, esta vez, es dura. Todos
llegan a temer lo peor. El único en paz es Isaac. La tempestad rompe los mástiles.
Isaac, con gran paz, confiesa a los marineros aterrorizados y apacigua todos los
ánimos.
En Canadá
En junio de 1644, llega el velero al río San Lorenzo. Primero Tadoussac, después
Quebec. Muy feliz, Isaac abraza a los verdaderamente suyos.
Los jesuitas de Quebec, que no salen de su asombro, le dan mil noticias, de los
hurones y también de los iroqueses. Se habla mucho de la epidemia y de la guerra.
Isaac es destinado, provisoriamente, a la nueva misión de Villa María de Montreal. Allí
conoce la liberación otorgada por los iroqueses al P. Francisco José Bressani, cautivado
el año anterior.
Este gesto de los iroqueses es interpretado como una señal de querer la paz con los
hurones. De inmediato, las autoridades trabajan en esta línea.
Tentativas de paz con los iroqueses
En 12 de julio de 1645, en Trois Rivières, se tiene el primer concilio con los iroqueses.
Los intérpretes son Isaac Jogues, para los franceses, y Guillermo Coûture, para los
iroqueses. Los algonquinos y los hurones también toman parte.
La pipa de la paz pasa entre todos. Hay intercambio de regalos. Las embajadas se
retiran el 16 de julio, y prometen reunirse en el próximo septiembre. Isaac se ofrece
para volver con los iroqueses, pero su Superior no lo permite.
El 18 de septiembre se tiene el gran concilio. Son 400 algonquinos, 300 hurones y 20
iroqueses. Los oradores iroqueses prometen liberar a los hurones cautivos si se envían
embajadas a buscarlos. Todos prometen la paz.
Isaac observa, sin embargo, que el orador iroqués ha hablado solamente en
representación de los mohawks y que nada ha dicho de las otras cuatro naciones
iroquesas. Además él sabe bien que entre los mohawks hay grandes diferencias. El 25
de septiembre termina el gran concilio.
Una invitación increíble
En febrero de 1646, Isaac Jogues recibe en Montreal una embajada iroquesa en la cual
viene su antiguo amigo Guillermo Coûture. La embajada suplica a Isaac Jogues que
vuelva a Ossernenon.
Isaac habla largamente con su amigo Guillermo Coûture y lo ayuda en su
discernimiento. Si desea adoptar la vida de los iroqueses, es necesario pedir las
19
dispensas de sus votos de donado en la Compañía de Jesús. Para obtener esas
dispensas lo acompaña a Quebec.
El ofrecimiento más heroico
En abril de 1646, Isaac hace los Ejercicios espirituales anuales. En ellos decide
ofrecerse a los Superiores para la Misión entre los iroqueses.
Terminados los Ejercicios, recibe una carta del Superior de la Misión de Nueva Francia
invitándolo para iniciar la nueva misión en la nación de los mohawks. Isaac de
inmediato contesta:
"Querido Padre, mi naturaleza recuerda todo lo que pasó. Verdaderamente tiemblo.
Pero el Señor me tranquiliza. Sí, Padre, yo deseo todo lo que el Señor quiere. Yo le
agradezco el que Ud. me envíe".
En tierra de iroqueses
El 7 de mayo de 1646, se inaugura el tercer concilio. En él se acuerda la paz y los
mohawks aceptan recibir, en tierra iroquesa, a Isaac Jogues y al ingeniero y geógrafo
francés, Juan Bourdon, como embajadores. También, a la embajada algonquina y a la
de los hurones.
Después de la fiesta de Pentecostés, salen desde el Fuerte Richelieu hacia el sur, en
canoas iroquesas. Son 150 kilómetros a través del río Richelieu hasta el lago
Champlain.
Todo le recuerda a Isaac su cautiverio y sus terribles torturas. Y, sin embargo, avanza
alegre hacia el sur.
En la fiesta del Corpus Christi, el 30 de mayo, Isaac bautiza al nuevo lago que cruza
con el nombre de Lago del Santo Sacramento.
En Ossaragué encuentra a Teresa Chihwatenhwa convertida en la mujer de un
mohawk. Ella no está a gusto. Isaac la consuela y la confiesa.
El 4 de junio llega al fuerte de Rensselaerswyck sin encontrar allí a sus amigos
holandeses que con caridad le han ayudado.
Dos días después llega a Ossernenon. El recibimiento es muy distinto al de hace
algunos años. Los mohawks lo reciben, entre sorprendidos y alegres, como a un gran
embajador.
El 10 de junio, se tiene el concilio de la paz en Tionontoguen. Isaac, en lengua
mohawk, representa a los franceses y a los algonquinos. Los mohawks contestan al día
siguiente exigiendo ser ellos los únicos intermediarios para obtener la paz con los otros
iroqueses.
Por fin la paz se establece con los mohawks, pero no así con las otras naciones de los
iroqueses.
20
Isaac Jogues, Juan Bourdon y los algonquinos están de regreso en Trois Rivières el 29
de junio. Tres días después llegan a Quebec.
El misionero insistente
Ante las instancias de Isaac para volver a los iroqueses, el P. Bartolomé Vimont,
Superior de la Misión, decide tener una consulta con los PP. Pablo Le Jeune y Jerónimo
Lalement, los anteriores Superiores.
Ante ellos Isaac, el 8 de julio, expone los argumentos para regresar a tierra iroquesa.
La decisión de los consultores es dejar a Isaac en Montreal y esperar una mejor
ocasión para la misión iroquesa. Isaac acepta, por supuesto; pero de inmediato
empieza a rezar para que esa mejor ocasión se presente pronto.
Esta llega en el mes de agosto. Los hurones se reunirán en Trois Rivières y si deciden
enviar una embajada ante los mohawks, ellos quieren a Isaac como a jefe y consejero.
En una carta escrita a Francia Isaac Jogues pone esta frase:
"Pasado el invierno regresaré y, si no muero allí, no volveré hasta junio del próximo
año. Solamente mi propia cobardía y debilidad corporal son las que ponen obstáculos a
los designios de Dios respecto a esa nación. Ruegue por mí para que Él haga lo que
quiera y yo pueda ser un hombre conforme a su Corazón. Él puede ensanchar el mío
que es muy estrecho por las experiencias pasadas. Yo me entrego amorosamente en
los brazos de su divina y paternal Providencia. Estaré allá sin la libertad de poder rezar
abiertamente, sin Misa y sin sacramentos. Mi confianza está en el Señor. Mi corazón
dice, iré y no regresaré. En verdad, eso es bueno para mí, si Dios quiere mi sacrificio".
A la misión iroquesa
En el mes de septiembre de 1646, Isaac recibe la esperada misión de los Superiores.
Irá a la nación mohawk de los iroqueses, con los embajadores hurones, y podrá
quedarse allí con el propósito de establecer una misión cristiana. Como compañero le
es señalado un joven donado, el francés Juan de La Lande.
El lunes 24 de septiembre, en Trois Rivières, Isaac dice su misa de despedida. Una
hora después se embarca con su compañero, en las canoas huronas, rumbo a la tierra
de los mohawks.
Los hurones, a la altura del abandonado Fuerte Richelieu, deciden posponer la
embajada hasta el año siguiente. Solamente el jefe hurón Otrihouré mantiene la
palabra empeñada.
Los tres, en una sola canoa cruzan los rápidos del río y, el 1 de octubre, llegan al lago
Champlain. En la segunda semana de octubre, cruzan las cascadas hacia el Lago del
Santo Sacramento. En ningún sitio ven a los grupos de mohawks que esperan
encontrar.
El 14 de octubre, llegan a las cercanías de Ossernenon, exhaustos y con hambre. Los
mohawks no los reciben amigablemente. Los amenazan, los empujan y los echan por
tierra. Les desgarran la ropa. Con duras palabras, los iroqueses dicen que no quieren
la paz. Todos gritan, con odio.
21
Isaac Jogues no puede comprender. ¿Por qué ese cambio?. ¿Qué ha pasado?.
Por los hurones cautivos, sabe parte de la verdad. La epidemia de gripe ha diezmado a
los mohawks, después de su partida. Las cosechas se han arruinado por las tormentas.
Y la culpa ha sido asignada a Ondessonk, sin contemplaciones. Hubo un concilio entre
las naciones iroquesas y la paz aceptada en Trois Rivières ha sido repudiada.
Isaac escucha y comprende. No quedan dudas. De nuevo hay guerra y ellos son los
prisioneros. Serán condenados a muerte.
El martirio
Esa noche hay nuevamente un concilio entre los mohawks. El clan de los lobos vota
por la vida. El clan de los osos está por la muerte.
En la tarde del 18 de octubre de 1646 Ondessonk es convidado a comer a una cabaña
del clan de los osos. Los lobos temen y algunos lo acompañan.
Al entrar a la cabaña un guerrero oso descarga sobre la cabeza de Isaac el tomahawk
o hacha de combate. Cae muerto enseguida.
Después le arrancan el cuero cabelludo, cercenan la cabeza y la exponen en la
empalizada.
La glorificación
San Isaac Jogues es canonizado el 26 de junio de 1930, conjuntamente con san René
Goupil y san Juan de La Lande. Son los primeros santos jesuitas de los Estados Unidos
de Norte América.
También en la misma ceremonia son canonizados los jesuitas Juan de Brébeuf, Antonio
Daniel, Gabriel Lalement, Carlos Garnier y Natal Chabanel, los primeros santos del
Canadá.
22
SANTOS JESUITAS
Colección
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
.
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
San
Ignacio de Loyola
Francisco Javier
Estanislao de Kostka
Francisco de Borja
Luis Gonzaga
Edmundo Campion
Alexander Briant
Pedro Canisio
Pablo Miki
Juan Soan
Diego Kisai
Roberto Southwell
Enrique Walpole
Claudio La Colombière
Alonso Rodríguez
Pedro Claver
Roberto Belarmino
Juan Ogilvie
Bernardino Realino
Juan Berchmans
Nicolás Owen
Roque González
Alfonso Rodríguez
Juan del Castillo
Juan Francisco Régis
Isaac Jogues
René Goupil
Juan de La Lande
Juan de Brébeuf
Antonio Daniel
Gabriel Lalement
Carlos Garnier
Natal Chabanel
Distribuye:
JAIME CORREA C.
Alonso Ovalle 1480
Casilla 597 - Teléfono 6984868
Santiago de Chile.
Nihil Obstat
Imprimi Potest
Guillermo Marshall Silva, S.J.
Provincial de la Compañía de Jesús en Chile
Santiago, 30 de marzo de 1995
Imprimatur
Sergio Valech Aldunate
Vicario General de Santiago de Chile
Santiago, 3 de abril de 1995
Descargar