LOS DOS CAMINOS (oración) CANTO INICIAL - Oración inicial de bendición y alabanza Dios, Padre-Madre, Principio sin principio, Seno fecundo, Creatividad infinita, Luz sin tiniebla alguna, Luz maravillosa que ciegas e iluminas a un tiempo, Manantial de vida inacabable, que limpias, purificas, sacias la sed y riegas los campos yermos, Acogida y Perdón sin límites, Rescatador de vidas y de historias, ¡Bendito seas en todo tiempo y en todo lugar! Que mis ojos y mi corazón se vuelvan a Ti, cada día de mi vida, para darte gracias por todo el bien que derramas sobre tus hijos e hijas. Gracias por tu mundo hermoso. Gracias por las huellas que el amor y la justicia van dejando en los caminos de nuestra historia. Gracias por aquellos y aquellas a quienes amo y que me aman. Gracias por la fe. Gracias por Jesús, mi Señor, mi Maestro, mi Vida y mi Dios. Y gracias por tu Palabra, mi delicia, mi deseo y lámpara para mis pasos. Lectura del libro del Deuteronomio: “Moisés habló al pueblo, diciendo: - «Meteos estas palabras mías en el corazón y en el alma, atadlas a la muñeca como un signo, ponedlas de señal en vuestra frente. Mirad: Hoy os pongo delante bendición y maldición; la bendición, si escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, que yo os mando hoy; la maldición, si no escucháis los preceptos del Señor, vuestro Dios, y os desviáis del camino que hoy os marco, yendo detrás de dioses extranjeros, que no habíais conocido. Pondréis por obra todos los mandatos y decretos que yo os promulgo hoy.» Lectura del santo evangelio según S. Mateo. En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: -«No todo el que me dice "Señor, Señor" entrará en el reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre que está en el cielo. Aquel día, muchos dirán: "Señor, Señor, ¿no hemos profetizado en tu nombre, y en tu nombre echado demonios, y no hemos hecho en tu nombre muchos milagros?" Yo entonces les declararé: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados”. El que escucha estas palabras mías y las pone en práctica se parece a aquel hombre prudente que edificó su casa sobre roca. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y descargaron contra la casa; pero no se hundió, porque estaba cimentada sobre roca. El que escucha estas palabras mías y no las pone en práctica se parece a aquel hombre necio que edificó su casa sobre arena. Cayó la lluvia, se salieron los ríos, soplaron los vientos y rompieron contra la casa, y se hundió totalmente.» Diálogo en torno al texto a la Palabra de hoy 1.-Me inquieta un poco lo que dice la Palabra de Dios de hoy: eso de que Dios nos pone delante la bendición y la maldición y si elegimos lo primero seremos felices y si elegimos lo segundo seremos unos desgraciados. ¡Qué tajante, ¿no?! ¿Cómo Dios puede ser tan..., tan... condicional y tan exigente? 2.-Sí, puede que el Dios del Deuteronomio parezca excesivamente categórico, pero, en realidad, el autor de ese libro no hace sino describir las consecuencias negativas de una experiencia que ya había vivido su pueblo al abandonar a Dios, adorar a falsos dioses y olvidar la justicia. Todo eso sólo les acarreó sufrimiento y una gran desgracia (la deportación). Por eso, el autor trata de prevenirnos e indicarnos el camino que nos puede llevar por mejores derroteros: si amamos a Dios y nos pegamos a Él, Fuente de la vida, nos irá bien y seremos dichosos; si nos alejamos de Él y cortamos ese cordón umbilical por el que se nos comunica su corriente de vida inagotable, nos agostaremos y amustiaremos. No es un castigo. Es la consecuencia de desconectarnos de la corriente. Algo así. 1.-Visto así no suena tan mal. Oye, ¿y cómo acertar con el camino verdadero? 2.-La respuesta la encontramos en el Evangelio de hoy. Jesús nos dice que está en escuchar la Palabra y ponerla por obra, comprometerse en la oración y la acción. Como lo hizo María, como lo hizo Carmen Sallés. Recordamos esas palabras del Señor: "No todo el que dice “Señor, Señor” entrará en el Reino de los Cielos sino el que cumple la Voluntad de mi Padre que está en el cielo”. ¿Ves? Son los dos caminos. 1.- También me parece muy duras las palabras de Jesús hoy, cuando responde a los que le cuentan las buenas obras que han hecho: "Nunca os he conocido. Alejaos de mí, malvados”. 2.- Es así. Todos sabemos que en el mundo hay mucha gente que se llena la boca con bellas palabras para suplir con discursos la falta de acciones concretas. Ya sabemos que, a veces, un gesto es más convincente que una conferencia. En un tono categórico, el final del discurso de la montaña denuncia la palabrería religiosa, que es incompatible con la exigencia de autenticidad y concreción propia del cristianismo. A todos los que quieren alcanzar la bienaventuranza del Reino se les pone en guardia: si la fe no se traduce en vida auténtica, la ruina será inevitable. 1.- Es verdad: ¡Cuántas veces nosotros nos escondemos detrás de palabras, discursos y abstracciones, escapándonos de las exigencias prácticas de la fe y rechazando cualquier cuestionamiento de lo que vivimos! Con todo, creemos que estamos del lado de Jesús, que somos del grupo de sus amigos, que comemos a su mesa y bebemos de su vino, que profetizamos en su nombre,… ¿no bastará con todo eso? 2.- Jesús no se queda satisfecho con palabras. Al concluir el último discurso que hizo desde la cruz, Dios nos dice, a través de la muerte de su Hijo, la última palabra de su amor. Entregando su vida hasta las últimas consecuencias, Jesús ha dado testimonio de la verdad: una verdad de carne y hueso, viva y más concreta que cualquier dogma; una verdad evidente para quien comprende el lenguaje de los hechos. 1.- ¿Podría suceder que, casi sin darse cuenta, algunos hayan abandonado la casa para refugiarse en otra casa, parecida por fuera, pero que en realidad es sólo fachada sin fundamentos? 2.- Puede suceder. Se puede abandonar la casa creyendo que se sigue dentro. El árbol se juzga por sus frutos, no por su enramada y follaje. Lo que cuentan son las obras y no la palabras; y la obras del cristiano son el cumplimiento de la voluntad de Dios como lo han hecho los santos. 1.- Agradecemos hoy las palabras exigentes del Maestro. Nuestra vida será juzgada por los frutos de nuestra conversión: hacerse cargo del hermano abandonado a la orilla del camino o del que está en casa, recibir en casa al extranjero… No basta con palabras. Dios y el mundo nos están esperando en la realidad de los hechos. Es urgente revitalizar nuestra vida cristiana. - Para meditar y vivir: 1. Para elegir con libertad y con auténtica determinación el camino del bien, es preciso vivir con consciencia. Durante el día hacemos muchas elecciones conscientes e inconscientes. Cae en la cuenta de esas elecciones. ¿Qué consecuencias tienen para tu vida? 2. Vamos a iniciar el camino cuaresmal del 2011. Se nos presentan también dos caminos: el de la construcción y el de la destrucción personal, que hemos llamado posadas y asaltos. Mira con qué elementos vas a hacer este camino pascual, o con qué materiales vas a construir la casa de la que hoy también nos habla Jesús (Mt 7, 21-27). Elige y comparte. ----------------------------Salmo de los dos caminos Aquí estoy, Señor Jesús, a la vera del camino; mis pasos buscan tus huellas donde poner mis pisadas, la vida y la muerte están ante mí como un reto; el bien y el mal se cruzan en mi corazón que sin descanso busca, pide y llama. Yo quiero ser feliz, Señor Jesús, hombre en camino; yo quiero ser libre con la libertad de tu Evangelio; Quiero hacer de tu Evangelio norma de vida y escucharlo día y noche hasta que penetre el fondo del alma. Quiero ser, Señor Jesús, como el árbol que crece junto al río y bebe en profundidad y hondura en las corrientes del agua. Tú eres mi Fuente. Quiero dar frutos de paz y bien, y dejar que las semillas que has sembrado en mí se abran. Quiero ser persona de espíritu que luche contra la carne y que haga del amor la Carta Magna, la Ley fundamental de tu Reino, abierto el corazón al desafío radical de tus Bienaventuranzas. Señor Jesús, contigo se hace el camino suave y ligero, al llevar entre tú y yo -los dos juntos- esta pesada carga. Quiero ser discípulo tuyo y aprender de ti, Maestro, a ser libre con el viento de tu Espíritu, que guía y salva. CANTO FINAL