¿Punto y aparte? Las múltiples facetas de la

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ESADEgeo POSITION PAPER 28.3
NOVIEMBRE DE 2012
¿Punto y aparte?
Las múltiples facetas de la
revolución energética de hoy
Tercera parte:
Efectos medioambientales y miopía
Marie Vandendriessche
Investigadora
ESADEgeo Center for Global Economy and Geopolitics
¿Punto y aparte?
Las múltiples facetas de la revolución energética de hoy
Tercera parte: Efectos medioambientales y miopía
Marie Vandendriessche
Investigadora
ESADEgeo Center for Global Economy and Geopolitics
Noviembre de 2012
Introducción
Mucho revuelo se ha generado recientemente en torno a lo que se ha denominado ―la
revolución del gas de esquisto‖: el boom de la producción de gas no convencional en los
Estados Unidos impulsado, en gran parte, por el progreso tecnológico. Los avances
casuales en el sector de la energía se han discutido profusamente en los medios de
comunicación, no solo por las perspectivas prometedoras para una nación que algunos
habían etiquetado como en decadencia, sino también por su potencial para lograr cambios
profundos en el escenario geopolítico.
Esta serie de documentos breves pretende ser una guía para ayudar a contextualizar
algunas de las categóricas afirmaciones realizadas en los medios de comunicación sobre la
actual revolución del gas de esquisto y en la que se ofrecen diversos factores a tener en
cuenta para pintar un panorama más multidimensional de las prospecciones. De este modo,
se abordarán tanto los efectos positivos como los negativos de la revolución energética.
La Primera Parte de la serie facilita información contextual decisiva y ofrece percepciones
sobre la gama de fuentes de energía en la revolución, la tecnología que hay detrás de su
extracción y los factores económicos que han impulsado el boom energético y que podrían
presentar riesgos por sí mismos. La Segunda Parte presenta la vertiente geopolítica de la
historia, con una mirada detallada a varios países y regiones (Estados Unidos, China, Rusia
y Europa) que ayuda a identificar consecuencias potenciales de la revolución energética. La
Tercera Parte, que completa la serie, examina los efectos medioambientales del boom
energético a escala local y global.
Este paper, el tercero y último de la serie, se centra en la vertiente medioambiental de la
historia. Mientras la oposición pública a los proyectos de perforación a menudo ocupa los
titulares de la prensa por los efectos medioambientales de carácter local –como por ejemplo
el temor a los movimientos sísmicos y a la contaminación de las aguas subterráneas–, se
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informa relativamente poco sobre algunos elementos fundamentales. Uno de ellos es la
escasez de agua y el aumento de la competencia por el uso del agua entre el sector
extractivo y otras industrias. Otra contingencia, crítica desde el punto de vista existencial, es
el cambio climático: aunque la combustión del gas natural puede producir menos emisiones
de gases de efecto invernadero que las fuentes de energía tradicionales, el auge de los
hidrocarburos no convencionales podría reducir la sensación de urgencia en la explotación
de las renovables, la única fuente de energía verdaderamente limpia.
Preocupaciones ambientales locales
La llegada de la industria del gas de esquisto o de otras actividades de extracción de
energías no convencionales puede arrojar beneficios inmediatos para las comunidades
locales. La creación de empleo, por ejemplo, sería el primero de la lista: el IHS ha
calculado que la producción de gas de esquisto suponía más de 600.000 puestos de trabajo
en los Estados Unidos (directos, indirectos e inducidos) en 2010, mientras que el sector del
gas no convencional representaba 1 millón de puestos de trabajo. Hacia 2035, se prevé que
estas cifras crezcan hasta 1.660.000 y más de 2,4 millones respectivamente. Sin embargo,
quizás la oposición más enérgica a la extracción de recursos no convencionales (como el
gas de esquisto o el alquitrán de las arenas bituminosas de Canadá) viene de la población
local en el emplazamiento de la extracción, que cita preocupaciones sobre los efectos de la
fracturación hidráulica sobre el medio ambiente.
El primer objeto de preocupación es el agua. La fracturación hidráulica (fracking) es una
tecnología que requiere un uso intensivo de agua1: de hecho, la AIE calcula que la
cantidad de agua necesaria para la producción de energía crecerá dos veces más rápido
que la demanda de energía desde ahora hasta el año 2035. Este incremento refleja el
aumento de la cuota del gas no convencional en el mix energético. En zonas que ya
experimentan estrés hídrico y escasez de agua, puede sobrevenir la competencia entre la
extracción de hidrocarburos y otros sectores locales, como la agricultura. Además, si no se
puede explotar el agua necesaria para la fracturación hidráulica de acuíferos u otras fuentes
locales, esta debe ser transportada en camiones (a veces varios centenares por pozo), lo
que, naturalmente, tiene sus propios impactos locales sobre las carreteras y las poblaciones
a lo largo de las rutas.
Por oro lado, la contaminación del agua es un temor y un riesgo recurrente. En primer
lugar, está el problema del agua producida, el barro de perforación y los líquidos de
fracturación usados en el emplazamiento del pozo, que con frecuencia contienen productos
1
Para una información más detallada sobre las tecnologías de perforación horizontal y fracturación hidráulica,
véase la Primera Parte de esta serie de papers.
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químicos contaminantes, niveles de sal elevados y algunos elementos radiactivos (los dos
últimos resurgen de la roca subterránea). Estos líquidos exigen un tratamiento posterior, ya
sea en grandes piscinas de evaporación o a través de sistemas avanzados de tratamiento
de agua. La segunda preocupación importante es que el agua podría migrar desde los
pozos a depósitos subterráneos y otros acuíferos y contaminar el agua potable con
productos químicos presentes en el líquido de fracturación e hidrocarburos en diversas
formas.
Por otra parte, existe un encendido debate sobre los productos químicos antes
mencionados: las empresas de perforación son reacias a revelar las composiciones
exactas de las soluciones químicas que añaden al líquido de fracturación y afirman que
las fórmulas son secretos comerciales. Los ecologistas, sin embargo, reclaman el derecho a
saber qué es lo que se está inyectando en el subsuelo para analizar los riesgos para la
salud2. Otras preocupaciones medioambientales locales son la contaminación del aire
causada por partículas de los pozos, la eliminación de residuos rocosos y las incidencias
de carácter sísmico. Aunque aún no se ha llegado a una conclusión sobre si los pequeños
terremotos que han tenido lugar cerca de algunos emplazamientos de perforación de gas
natural (por ejemplo en Blackpool (Reino Unido) y en Ohio (EE.UU.))3 fueron causados —
total o parcialmente— por la fracturación hidráulica, estos incidentes han llevado a
moratorias temporales para las actividades de perforación hasta que se lleven a cabo
nuevas investigaciones.
Como se ha descrito en la Segunda Parte de esta serie, la oposición de la opinión
pública, ya sea por preocupaciones medioambientales como las anteriormente descritas o
bien por otras, ha sido especialmente intensa en Europa. Sin embargo, en los Estados
Unidos, y especialmente en el estado de Nueva York, donde se halla la rica formación de
pizarra Marcellus Shale, la oposición local también está creciendo. Como gran parte de la
regulación medioambiental sobre la extracción de gas y petróleo se determina a nivel estatal
y local en los Estados Unidos y a nivel nacional en Europa, las preocupaciones de la
opinión pública tienen un impacto sobre las perspectivas de producción de energía y,
por lo tanto, también potencialmente y a menor escala, en el panorama geopolítico.
2
En los EE.UU., el debate sobre esta cuestión se centra en una cláusula de la Clean Water Act de 2005, de la
Environmental Protection Agency (EPA), apodada ‗(Cheney-)Halliburton Loophole‘ (―la Escapatoria de CheneyHalliburton‖), que proporciona una legislación medioambiental especialmente permisiva con la fracturación
hidráulica (fracking). Según el informe de Paul Steven realizado en 2012 para Chatham House, la Escapatoria
también debilitó de un modo importante las opciones de evaluación de impacto ambiental, tanto ex ante como a
posteriori (debido a la falta de puntos de partida en las mediciones).
3
En Blackpool (Reino Unido) se registraron temblores de en torno a 2 grados en la escala de Richter,
posiblemente relacionados con la operación de extracción de gas de esquisto en la zona por parte de Cuadrilla.
En Ohio, algunos temblores registrados alcanzaron los 4 grados en la escala de Richter y estuvieron
relacionados posiblemente con la inyección subterránea de aguas residuales de perforación.
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Evitar la miopía: El panorama global a largo plazo
Si subimos un peldaño más de la escalera, la altura nos permite tener una imagen mundial
de la vertiente medioambiental: las emisiones de gases de efecto invernadero que fluyen a
la atmósfera compartida del planeta como consecuencia de la combustión de hidrocarburos.
Los defensores del gas de esquisto a menudo hacen hincapié en los beneficios del gas
natural en lo relativo a sus emisiones y citan que este produce un 50% menos de gases de
efecto invernadero que hidrocarburos tradicionales como el petróleo. Si bien existen algunas
dudas en cuanto a la magnitud real de este diferencial (debido principalmente a las
tecnologías necesarias en la extracción de gas de esquisto, que requieren un uso intensivo
de energía, y al ciclo de vida corto pero intenso del gas metano de efecto invernadero, que
se produce en mayores cantidades en la extracción y combustión de hidrocarburos no
convencionales), se coincide bastante en el hecho de que el uso de gas natural en lugar
de otros hidrocarburos “convencionales” conduce a niveles más bajos de emisión de
gases de efecto invernadero.
Aunque este efecto es positivo para las perspectivas de calentamiento global a corto plazo,
no es inconcebible que el boom de los hidrocarburos no convencionales pueda tener efectos
negativos a largo plazo. La dependencia que tiene el planeta de los combustibles
fósiles se puede prolongar por bastante más tiempo del que se habría dispuesto bajo
las condiciones de un supuesto peak oil (cenit del petróleo), debido a la subvención
permanente de los mencionados combustibles en el caso del petróleo y a los costes
decrecientes de hidrocarburos como el gas natural. Y por supuesto, estos combustibles
fósiles seguirán causando emisiones de gases de efecto invernadero, con independencia
incluso de escenarios de mejores prácticas como una mejora espectacular de la eficiencia
de los combustibles y el hecho de que se evite su quema4.
En el informe de la AIE, que tanto revuelo ha provocado últimamente en los
medios de comunicación, se incorpora un mensaje claro al que se ha dado
mucha menos publicidad que a la posible realización del sueño americano de la
independencia energética y sus implicaciones económicas y geopolíticas. En el
informe también se afirmaba de forma explícita que, sin nuevos cambios en las
políticas y acuerdos globales en materia de reducción de las emisiones de
carbono, de modo que sea probable la ―congelación‖ de muchas emisiones de
gases de efecto invernadero en 2017, no se podrán contener por más tiempo
4
Invirtiendo en la mejora de los procesos de separación y captación de gases durante la fase inicial de reflujo de
cada pozo, la quema (una de las principales fuentes de emisiones de gases invernadero durante la extracción de
gas de esquisto) disminuiría de una forma drástica. (Para más información sobre la quema y ventilación, lo que
tiene lugar durante las fases iniciales de extracción del gas de esquisto, véase también la Primera Parte de esta
serie).
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las temperaturas mundiales con el aumento máximo de 2°C acordado en las
negociaciones de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio
Climático (CMNUCC). Además, la AIE avisaba de que «si el mundo quiere
conseguir el objetivo de los 2°C no puede consumir más de un tercio de las
reservas contrastadas de combustibles fósiles antes de 2050, a menos que
esté ampliamente desplegada la tecnología de captación y almacenamiento de
carbono (CCS, por sus siglas en inglés)».
A principios del presente siglo, cuando los precios mundiales del petróleo estaban por las
nubes, crecía la consciencia sobre el problema del cambio climático, algunos países se
habían comprometido a disminuir su dependencia de fuentes nucleares, y parecía que se
aproximaba el peak oil, hubo un empujón internacional hacia las fuentes de energía
renovables. Sin embargo, el auge de los ―nuevos‖ hidrocarburos no convencionales como el
gas de esquisto, impulsado por una drástica reducción de los costes de extracción, puede
muy bien acabar con la urgencia de desarrollar otras fuentes de energía que
produzcan cero emisiones, en lugar de disminuir la cantidad de las emisiones.
Las tendencias no apuntan en la dirección correcta. Por un lado, las subvenciones a los
combustibles fósiles son todavía muy importantes. De hecho, la AIE afirma que los
combustibles fósiles fueron subvencionados con 523 mil millones de dólares5 en 2011, lo
que supera casi en un 30% los niveles de 2010, y representa seis veces más que las
subvenciones a las renovables. Este crecimiento es contrario al compromiso adoptado en la
cumbre del G20 de 2009, cuando los líderes mundiales prometieron retirar las subvenciones
a los combustibles fósiles durante los siguientes 10 años. Por otro lado, la tendencia
decreciente de los precios del gas natural hace de la naturalmente costosa
explotación de los recursos renovables una opción menos atractiva para los
inversores.
En conjunto, las alternativas ―más limpias‖ del gas de esquisto y los otros hidrocarburos no
convencionales pueden ser una señal de mal agüero para la explotación de las energías
renovables. En síntesis, la combinación de la menor urgencia de explorar fuentes de energía
alternativas, el descenso de los precios de los hidrocarburos, los invariablemente elevados
costes de explotación de las renovables y el mantenimiento de las subvenciones a los
combustibles fósiles podría acabar formando un cóctel explosivo para el calentamiento
global.
5
Esta es una estimación relativamente conservadora: el Worldwatch Institute, por ejemplo, cifraba las
subvenciones a combustibles fósiles en más de 660 mil millones de dólares en 2011, y calcula que oscilarán
entre los 775 mil millones de dólares y el billón de dólares en 2012.
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Conclusión
La Tercera Parte de esta serie de documentos ha intentado mostrar, una vez más, que la
revolución energética actual no es una panacea, ni a nivel nacional ni a nivel mundial. La
extracción del gas de esquisto y de otros hidrocarburos no convencionales puede aportar
grandes beneficios a las comunidades locales a través de la creación de puestos de trabajo.
Por otro lado, sin embargo, las nuevas tecnologías usadas por este pujante sector conllevan
una serie de riesgos.
El agua es un elemento central entre las preocupaciones a nivel local: los temores se
alimentan tanto de la competencia por suministros de agua escasos entre la
extremadamente ―sedienta‖ tecnología del fracking (fracturación hidráulica) como del riesgo
de contaminación de las aguas subterráneas que suponen los productos químicos
inyectados durante la aplicación de dicha tecnología. Los riesgos sísmicos son otro motivo
de alarma, que se combina con el anterior para reforzar la protesta en determinadas
comunidades locales. En varios casos, la reacción de la opinión pública ya ha conducido a la
aplicación de moratorias sobre las perforaciones por parte de las administraciones. Las
preocupaciones medioambientales locales, por consiguiente, son un elemento que no
puede ser obviado y que deberá abordarse a través de mejores prácticas sectoriales y
normativas.
A escala global, las perspectivas medioambientales son también preocupantes. Aunque el
gas no convencional es anunciado a bombo y platillo como una fuente de energía ―limpia‖
debido a sus bajas emisiones en comparación con combustibles como el petróleo crudo, en
realidad, el auge en su extracción puede tener efectos perversos sobre el calentamiento
global. La constatación de que las reservas de combustibles fósiles del planeta son mucho
mayores de lo que se pensaba y mucho más accesibles que antes (debido a los avances
tecnológicos) podría potencialmente retirar la urgencia de la ecuación y liberar una parte de
la presión sobre la explotación de fuentes de energía renovables. Los incentivos de
precio también entran en juego: la explotación de las energías renovables es
inherentemente cara, y no se prevé que estos costes puedan bajar a corto plazo. Con la
caída de los precios del gas natural, las energías renovables simplemente pueden no ser
económicamente viables. Las enormes sumas de dinero otorgadas cada año en forma de
subsidios a la producción de combustibles fósiles, que en la actualidad multiplican por seis
las subvenciones a las renovables, no contribuyen a cambiar esta situación.
Esta serie de papers se presenta para tener un prisma adaptado a la revolución energética
actual, que muestre los diferentes colores de los acontecimientos de hoy. Como se ha
expuesto en la primera y en la segunda parte, está claro que la revolución alberga un
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verdadero potencial transformador, desde el punto de vista económico y geopolítico, para
los Estados Unidos y el resto del mundo. Sin embargo, ello también plantea muchos riesgos
para el entorno: el futuro del planeta puede estar en la cuerda floja. El gas de esquisto y
otros parientes del gas natural, por el hecho de que comportan en su producción una menor
emisión de gases de efecto invernadero, podrían ser un puente prometedor hacia un futuro
más verde. Sin embargo, si no se tiene cuidado entre tanta euforia, podrían acabar siendo
un puente a ninguna parte.
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