8º de mayo, 2016 SOLEMNIDAD DE LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR 8º de mayo, 2016 Vayan y enseñen a todas las naciones, dice el Señor, y sepan que yo estaré con ustedes todos los días hasta el fin del mundo. Cada uno de nosotros compartimos en el poder de Cristo resucitado a través del Espíritu. Liberados de todo lo que nos retiene, nuestra tarea es de ser testigos vivientes de su amor. En la fiesta de la Ascensión celebramos la glorificación de Jesús. El humilde Jesús quien sufrió y murió ahora reina en la gloria a la mano derecha del Padre. Pero qué extraño camino lo llevó a la Gloria. Al principio, a los Apóstoles les resultaba increíble que cualquier persona, mucho menos el Mesías, podría viajar a la Gloria por este camino. Fue su esperanza y su sueño de que Jesús fuera el Mesías prometido. Cuando Él fue condenado a muerte, sus sueños se desmoronaron. Un Mesías humillado, crucificado, fue inconcebible. Desde un punto de vista mundano la muerte de Jesús fue un fracaso. Aún peor, también fue una vergüenza y humillación. Pero Dios lo convirtió en un triunfo para Jesús cuando lo resucito de entre los muertos. Su muerte, lejos de ser el final de un sueño, fue precisamente de la manera que se predijo. Por lo que los apóstoles comenzaron a entender el mensaje de muerte y resurrección y Gloria logrado a través del sufrimiento de Jesús. Primero el dolor y, a continuación, la alegría. Jesús ha ascendido a la mano derecha del padre. Este lugar de honor en el Reino que ahora justamente le pertenece a Él. Es la vida que llevó; una vida de servicio y abnegación, incluso hasta la muerte, una muerte de la que salió victorioso por su resurrección. Él no buscaba su propia gloria, sino la gloria de su Padre. El camino que llevo a Jesús a la Gloria no fue fácil. Pero, si hubiera sido fácil, no nos hubiera ayudado a nosotros. Después de ver a Jesús ascender al cielo, los apóstoles regresaron a Jerusalén con alegría. ¿Por qué la alegría? Porque ahora estaban convencidos de que su amado Jesús estaba vivo. Por lo tanto, sus corazones se quemaban con alegría. Todo esto demuestra la bondad de Dios, que hace que nuestros sueños más profundos se vuelvan realidad de maneras muy sorprendentes. Él hace que todas las cosas trabajen por el bien de quienes depositan su confianza en Él. Él saca bien del mal, vida de muerte y gloria de dolor y sufrimiento. Hay momentos en la vida cuando nos podemos encontrar en un camino triste y solitario. Debemos recordar que no estamos solos. El Señor resucitado viaja con nosotros. Y Él sabe todo sobre el sufrimiento humano. Esta tan cerca de nosotros que nuestras vidas se mezclan con Él. Es sólo Su gloria, lograda a través del sufrimiento y la muerte, que nos ayuda a dar sentido a nuestras vidas. La resurrección y ascensión de Jesús abre todas nuestras vidas, no sólo para un buen final, sino a un final glorioso. La ascensión es tanto para nosotros como para Jesús. Su ascensión nos muestra el objetivo de nuestro viaje terrenal. Es un objetivo y un destino que desafía incluso hasta nuestra imaginación. Da una dimensión eterna a nuestras vidas. Vivimos en la esperanza de que las palabras de Jesús se concederán para nosotros: ‘Donde este yo, ustedes también estarán.' Mientras tanto tenemos una tarea: la de predicar la Buena Nueva y ser sus testigos en el mundo.