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Ojército
REVISTAILUSTRADADE
LAS ARMASY SERVICIOS
Madrid, febrero 1956
*
Año XVII
*
Núm. 193
SUMARIO
Sobre
el Reglamento
provisional para las operaciones terrestres. El sistema de mandos “al mismo
nivel”. (Pág. 3.)— Comandante De Isasi Ivison.
Un tema actual. (Pág. 9.)—Capitán Sánchez de Bilbao
El mando de la Artillería y la instrucción de las tropas del Amia. (Pág. 13.)—General López Varela
Elizagaray.
Un curso de transportes motorizados de Infantería. (Pág. 17.)— Comandante Renshaw Beautell.
La División de Infantería en la guerra atómica. (Pág. 2-3.)—Comandante Cano Hevia.
Las radios deben funcionar. (Pág. 29.)—Teniente López de Sepúlveda y Tomás.
Posibilidades de empleo del fusil de asalto español. Consideraciones ba1ísticas (Pág. 37.)—Dr. Inge
niero Gunter Voss.
La instrucción teórica. (Pág. 45.) —Comandante Munilla Gómez.
Información
e Ideas y Refléxiónes
El frente y la retaguardia en una guerra aíómica. (Pág. 49.)—Tte. Coronel Miksche. (Traducción y extracto.)
La expedición de Ramón Franco en el “Plus Ultra”. (Pág. 5l.)—Capitán
Muñoz Pérez.
El aprendizaje de Artes Gráficas en el Ejército. (Pág. 55.)—Coronel Bonaplata Caballero.
Defensa en contrapendiente. (Pág. 56.)—(Traducción.)
La táctica moderna y el arma atómica. (Pág. 58.)—Comandante
Morier. (Traducción.)
Notas breves. (Pág. ó1.)—Cazador de carros Skoda G-13.=Vehículo
norteamericano
de aplicación militar.=
El obús francés
Lamaniobra
1
‘1
!.1WMS
“jeep’
y las posibilidades de la Artillería élásica en guerra atómica. (Pág. 69.)—Gral. Gillis. (Traducción.)
Los microbios y la Intendencia. (Pág. 75.)—(Traducción.)
Guía bibliográfica. (Pág. 78.)
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de 155 mm.=Nueva
plataforma voladora norteamericana.=El
avión atórnico.=El
francés.=TJna
división mecánica rápida.
La neutralidad armada de Suecia. (Pág. 65.)—Willian Hessler. (Traducción.)
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MINISTERIODELEJERCITO
ejército.
REVISTA ILUSTRADADE
LAS ARMAS Y SERVICIOS
DIRECTOR
ALFONSO FERNÁNDEZ, Coronel de E. M.
JEFE
DE REDACCIÓN:
General de Brigada Excmo. Sr. II. José Díaz de Villegas,Director General de Marruecos y Colonias.
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Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior
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Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. Carlos Toboada Sagro, del Regto. Artill.a 11.0 19.
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Coronel de E. M. D. Manuel Chamorro Martínez, del Estado Mayor Central.
Çoronel de Infantería, del Servicio de E. M., D. Alfonso Romero de Arcos, del Estado Ma
yor Central.
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al Director.
Francisco de Mata Díez, Comandante
Sobre el Reglamentoproviional
para las operaciónes terresti’eg
EL S1$TEMADEMANDOS“ALMISMOMVEL”
Comandante de Artillería, del Servicio de E. M., JAVIER DE ISASI IVISON, del E. M. C.
E ciones
L “Reglamento Provisional para las Opera
Aeroterrestres”, recientemente apa
recido, establece para las fuerzas de Tierra y
Aire un sistema de relación entre sus Jefes, que
se ha dado en llamar de “mandos al mismo ni
vel”, con lo que se quiere expresar que en los
diversos escalones—o niveles—en que cooperan
ambas fuerzas, sus Mandos actúan con indepen
dencias jerárquicas uno de otro, pero en una es
trecha relación entre ellos para facilitar cada uno
el cumplimiento de la misión asignada al otro.
Esto es aplicable igualmente cuando las fuer
zas aéreas actúen en beneficio de las terrestres
o cuando lo hacen en provecho de aquéllas.
El Reglamento citado trata exclusivamente del
piimer caso, o sea del “apoyo aéreo”, que las
fuerzas del Aire prestan a las de Tierra. Pero
el principio subsiste, principio que podríamos
enunciar diciendo “que las fuerzas terrestres
y aéreas adquieran igual o parecida importan
cia para la consecución de los fines de guerra”.
El mantenerse en este término de igualdad nos
parece bastante sensato, porque si bien hasta
la última guerra el peso principal de la lucha
recayó sobre las fuerzas de Tierra, durante ella
la influencia de la Aviación fué tan extraordi
naria que es difícil sopesar quién llevó la parte
más decisiva. Y si esto es así por lo que res
pecta a la situación actual, el progreso cons
tante de la Aviación, incluyendo campos insos
pechados hasta hace poco, confirma la lógica
de la postura. Si las fuerzas de Tierra pueden
actuar solas, sin el concurso de la Aviación,
también ésta—Aviación estratégica—desempe
ña por sí sola un papel importantísimo en el des
arrollo de la guerra, como es la anulación de la
capacidad de producción en el interior del país
enemigo y de movimiento en las zonas próximas
a los frentes. Del otro lado, las fuerzas de tierra
también progresan, y hasta es snsato decir que
en un futuro previsible seguirán siendo esencia
les para la consecución de los fines de guerra.
Por todo ello, repetimos nos parece doctrina
sana el mantenerse en este término de igual
dad, sin subordinación previa de unas fuerzas
a otras.
Razones del sistema actual de Mandos al mismo
nivel.
Establecido este concepto general, señalaremos
a continuación las razones fundamentales que,
a nuestro jnicio, justifican el sistema flexible
de mandos al mismo nivel, adoptado para el
apoyo aéreo en el Reglamento citado. Son dos
las más importantes.
Expondremos primero, una razon que pu
diéramos llamar terresíre, por influir directa
mente en beneficio de las fuerzas de Tierra. Es
ella que las posibilidades de las fuerzas aéreas,
que normalmente operan al mismo nivel de las
Grandes Unidades de Tierra, son superiores a
3
las de meramente
de apoyo a estas Grandes
Unidades, lo que hace antieconómico
ponerlas
bajo su dependencia. Concretamente, una Fuer
za Aérea Táctica o una Agrupación Aérea Tac
tica, tiene mayores posibilidades
que las de
apoyar a un Grupo deEjército
o a un Ejército,
respectivamente.
Si aquellas Unidades aéreas
se pusieran bajo el mando de las de Tierra,
éstas dispondrían continuamente
de su apoyo,
que poduan emplear a su gusto, pero, en cam
biD, se verían privadas de un apoyo más potente
de fuerzas aéreas vecinas. empeñadas con otras
Unidades de Tierra; apoyo más potente que ne
cesitarán con gran frecuencia, ya que la adap
tación de unas fuerzas a otras se hace sobre la
base de necesidades mínimas.
Si las fuerzas aéreas pueden operar más allá
del frente asignado a un Mando de tierra evi
denternente no deben estar bajo la dependencia
de ese Mando; y si por el contrario, sus posibi
liddes
no alcanzan a ese frente carece de oh
jetó el que ese Mando las tenga a sus órdenes.
El paralelismo con Infantería-Artillería,
en el
marco divisionario, o con Divisiones de Infan
tería-Artillería
de C. E. en el marco de este
último, es claro. En la Diisión,
las Agrupa
ciones de apoyo directo ro se ponen bajo la de
pendercia
de los Regimientos de Infantería en
primer escalón, sino a su nivel, ‘y las Agrupa
paciones de acción de conjunto, con zona de
acción eficaz normalmente sólo en la zona de
acción de la División, si están a las órdenes del
jefe de ésta. En C. E. las Agrupaciones de con
trabatería
sólo se adaptan ‘a las Divisiones, y el
resto de la Artillería queda bajo la dependen
cia directa del Mando de aquella Gran Unidad.
Las razones, de sobra conocidas, son las expues
tas antes al referirnos a las Fuerzas aéreas.
Otra razón se sobrepone a esta señalada; la
razo’i aérea que pudiéramos
llamar. La Avia
ción tiene un primer enemigo• que batir, antes
de quedar en libertad de acción para apoyar
a las fuerzas de tierra: la aviación enemiga. La
lucha por el dominio local del aire puede exigir
el empleo de todos los medios con posibilida
des operativas sobre la zona de que se trate.
Esta necesidad obliga a que dichos medios aéreos
estén en una sola mano y no fraccionados y
empeñados con Unidades inferiores. El dominio
4
o superioridad
local del aire, sobre permitir
libertad
de acción a las fuerzas aéreas para
apoyar
a las terrestres,
proporciona
a éstas
indirectamente
también la libertad de acción
necesaria para llevar a cabo la maniobra. La ne
cesidad de conseguir este dominio o superioridad
está, pues, bien clara, y con ella patente la
conveniencia
de no asignar fuerzas aéreas a
Unidades inferiores a aquella en cuyo marco
tienen acción.
También aquí existe el paralelismo con In
fantería-Artillería.
También la Artillería ne
cesita superioridad
de fuego sobre la Artillería
contraria para poder actuar con libertad en fa
vor de la Infantería;
es la contrabatería.
Tal
superioridad
puede. requerir la acción conjunta
de toda la Artillería destinada a la contrabatería, y por ello estas Agrupaciones no se asignan
sino que se adaptan a las Divisiones de Infan
tería. En general, en cualquier escalón, el con
seguir la superioridad
de fuego, sobre el ene
migo, base de la libertad de maniobra, puedr
requerir el empleo de todos los medios artilleros
de ese escalón y obliga a no romper su unidad
de mando.
Esta razón aérea lleva en sí el germen del
recelo con que los Mandos de Tierra suelen ver
esta independencia
operativa
de las fuerzas
aéreas de apoyo a las terrestres. El aviador ten
derá forzosamente
a dar prioridad a la conse
cución de la superioridad aérea local sobre las
formas clásicas del apoyo a las fuerzas de Tierra,
y éstas se verán con frecuencia sin ese aoyo
visible de las fuerzas aéreas propias. Y hasta en
ocasiones la discrepancia surgirá sobre la ma
nera más eficaz de conseguir y mantener la su
perioridad
aérea local, consecuencia del deseo
natural
de las fuerzas de Tierra de sentir el
apoyo de las del Aire. Demos a cada uno.
Tierra y Aire, lo que es de cada uno y que cada
cual entienda y decida en lo que le es propio.
Reconozcamos
que la superioridad
aérea, aun
que no se denomine apoyo aéreo, es la ayuda
más eficaz que nos puede prestar la Aviación:
y reconozcamos también que la manera de al
canzarla
es asunto técnico y táctico entera
mente suyo. Pero está claro que tiene que ha
ber un mando que dosifique los refuerzos de la
Aviación hacia uno u otro objetivo. Ese mando.
deberá estar sobre las fuerzas de Tierra y Aire
que intervienen, y su necesidad es otro factor
importante en la determinación del nivel o esca
lón en que ambas fuerzas deben estar bajo un
Mande único.
La idea general que informa todo el sistema
de Mandos citado, es lo que el Reglamento
llama centralización del mando y descentraliza
ción del conlrol. Es decir, llenar la posibilidad
de emplear todas las fuerzas aéreas disponibles
en un momento y sobre un lugar determinado,
ya sea en misiones puramente aéreas o en apoyo
de las fuerzas de tierra, y. contar, por otra
parte, con un sistema de enlace que permita
que parte de esas fuerzas aéreas puedan actuar
et todo momento en beneficio de la fracción
más pequeña de las fuerzas de Tierra. Con ello
se resuelven y armonizan satisfactoriamente
ambas necesidades de la actuación de la Avia
ción, que son contrapuestas por lo que a la
asignación o dependencia de medios aéreos se
refiere.
ralidad en los objetivos, que supone un mayor
plazo de tiempo hasta su ejecución, lo que per
mitirá al Mando superior—Teatro de Opera
ciones—el hipotecar con tiempo suficiente parte
de las fuerzas aéreas de los equipos Grupos d
Ejércitos-Fuerza Aérea Táctica para ser em
pleadas en misiones de conjunto en benefició
del Teatro. El escalón Grupo de Ejércitos-Fuer-I
za Aérea Táctica es, además, el idóneo para dosi
ficar en cada caso qué esfuerzo aéreo se dediará.
a la conquista de la superioridad aérea y cuál
para el apoyo visible a las fuerzas de Tierra.
Los Reglamentos extranjeros, y el nuestro
citado, establecen ese Mando único en el Teatro’
de Operaciones, pero entendemos que el con
cepto de Teatro de Operaciones es tan amplio
—parte del Teatro de la Guerra donde Fuer
zas de Tierra, Mar y Aire, bajo un Mando úni
co, realizan acciones aisladas o conjuntas con
un mismo fin estratégico—y el escalón tan ele
vado, qué no se ve bien cómo las fuerzas aéreas
a él pertenecientes puedan actuar eficazmente
en todo momento, sobre cualquier punto del
Teatro. Tampoco se entiende cómo ese Mando
Escalón idóneo para el Mando único.
único tan elevado puede dosificar en los equipos
Téngase aquí presente, que el problema se Grupo de Ejércitos-Fuerza Aérea Táctica el
plantea y trata de resolver en el momento esfuerzo aéreo para la superioridad aérea y el
actual, y que las dos razones alegadas tienen apoyo a las fuerzas de Tierra que vimos era ne
como causa la economía de medios. Cuando la cesario.. Recuérdese a este respecto la extensión
situación varíe, la. solución podrá y deberá ser de los teatros de operaciones de la última gue
también distinta, como apuntaremos luego. Las
características de los aviones y las disponibili
dades de ellos en el momento presente tendrán
una gran influencia en la solución que se adopte.
Atendiendo a las características actuales de
los aviones y a la extensión de los frentes que la
guerra total imp’bne—acentuada esta extensión
con la aparición del arma. atómica en. el campo
táctico—, nos parece el escalón Grupo de Ejér
citos-Fuerza Aérea Táctica el ideal para el es
tablecimiento de un Mando único. Por debajo
de este esc.lón, el Mando único sobre ambas.
fuerzas terrestres y aéreas, fracciona excesiva
mente la actuación de. las fuerzas aéreas con
perjuicio para la economía de medios; por en
cima de él, la acción de las fuerzas aéreas sobre
sectores tar distantes de sus bases disminuye
su rendimiento. Por encima de él, también, sus
acciones adquieren uncarácter de mayor. gene-
1
rra: Teatro de Operaciones Europeo, del Medi
terráneo, del Pacífico, etc.
Por lo que respecta a España, en una posible
guerra futura entre los bandos occidental y
oriental, hay que suponer que sería parte, o un
frente si se quiere, del Teatro de Operaciones
Europeo, y parece lógico que las fuerzas aéreas
que operaran en ese frente lo hicieran bajo un
Mando único, común al de las fuerzas de Tierra.
Y pensando en España aisladamente, en una
improbable guerra individual contra enemigos
exteriores, el territorio de la Península y Ma
rruecos tampoco podría ser considerado más
que como un solo Teatro de Operaciones; todas
las fuerzas en él establecidas tendrían el fin es
tratégico común bien definido de defender la
integridad nacional primero, para desde ella
realizar una posible acción exterior después.
Creemos decididamente pasados a la historia
la concepción clásica de diferentes teatros de
operaciones en la Península; del Pirineo, de la
frontera portuguesa, oriental, etc. Y en ese
Teatro de Operaciones único de la Península
y Marruecos, tampoco vemos cómo las fuerzas
aéreas de los distintos frentes podrían operar
con eficiencia sobre los demás, ni cómo el Mando
Supremo—del Teatro—sería capaz de dosificar
en cada uno de dichos frentes el esfuerzo aéreo
entre la misión puramente aérea y aquella otra
de apoyo visible a las fuerzas de Tierra. Es decir,
entendemos la necesidad de Mandos únicos,
subordinados al Teatro de Operaciones, sobre
ambas fuerzas, para cada uno de los frentes
más importantes
de lucha. El Reglamento es
pañol, aun establecido el Mando único en el
Teatro, admite en su artículo 23 esta forma de
actuar, al preconizar el establecimiento de
fuerzas co’iijuntas con Mando único para los ca
sos de fuerzas terrestres y aéreas “que operen
fantería-Artillería.
Hasta hace relativamente
poco era criterio admitido que donde hubiera
una pieza de Artillería, debía haber un arti
llero para su manejo y empleo. Nuestra infan
tería careció de cañones, y era el “acompaña
miento inmediato” de la Artillería el que le re
solvía los problemas inmediatos en tiempo y
lugar que no podía resolverlo la Artillería de
apoyo. Pero el cañón se generalizó, se hicieron
piezas más ligeras y de manejo más sencillo,
y ésta que podríamos llamar Artillería elemen
tal pasó a la Infantería, servida por infantes y
en dependencia directa de sus Jefes, de forma
que los Regimientos de Infantería de todos los
países tienen hoy sus Unidades orgánicas de ca
ñones. La aviación, aunque muy adelantada
y progresando rápidamente cada día, tiene ape
nas cuarenta años de existencia, es decir está
naciendo. El día que se generalice, se constru
yan aparatos más sencillos y de más f.ciI ma
nejo, se reduzca su coste y se aumente con ello
las disposibilidades de aviones; será forzoso y
natural que las fuerzas de Tierra tengan su
propia aviación, no ya para los fines de enlace,
observación, transporte, etc., existente en la ma
yoría de los países, sino también para sus ne
cesidades de apoyo aéreo, al menos de apoyo
aéreo directo, que hoy tiene a su cargo el Ejér
cito del Aire.
Refuerza esta opinión el hecho de que el pro
greso en las características de los aviones—velo
cidad y radio de acción principalmente—aumen
tará la flexibilidad de su empleo, o “aptitud para
actuar indistintamente contra cualquier obj e
tivo comprendido en su radio de acción, ya
esté situado en tierra, en el mar o en el airó,
tanto si se encuentra en el frente o retaguardia
de los Ejércitos como en el interior del país ene
migo” (i); o sea que será factible tener fuerzas
conjuntamente
en frentes aislados, en opera
aéreas centralizadas con capacidad para actuar
ciones aeroterrestres independientes o con efec dondequiera que sea necesario e innecesaria la
tivos reducidos”.
centralización de todos los medios aéreos que
hoy se precisa. En armonía con esta consecuen
cia, los aviones por sus características poco
Posible futuro sistema de dependencia.
aptos para el apoyo a las fuerzas de Tierra, se
Y volviendo al fondo del problema, la depen rán sustituídos por otros de características in
dencia o independencia de actuación de las feriores y manejo más sencillo, que se afecta
fuerzas aéreas respecto a las de Tierra, nueva
(i)
“Reglamento
Provisional
para las Operaciones
mente se nos ocurre el paralelo con el caso In Aeroterrestres”;
Introducción.
6
rán por el Ejército del Aire a las fuerzas de Tie
rra y probablemente pasarán después, en un
grado más avanzado de desarrollo de la Avia
ción, a formar parte de esé Ejército de Tierra.
Relaciones entre los Mandos
de Tierra y Aire.
Veamos ahora brevemente las relaciones entre
los Mandos de Tierra y Aire a que conduce el
sistema vigente. Es este punto uno de los más
discutidos del Reglamento en cuestión y cuya
interpretación deficiente se tomó como palanca
para combatir el sistema de Mandos o depen
dencias aludido. Decimos interpretación, porque
nos parece que la heterodoxia de que con fre
cuencia se inculpa al sistema es más de forma
que de fondo. Posiblemente no ha habido acierto
en la expresión al determinar estas relaciones..
Nos referimos, al tratar del planeamiento con
junto de las operaciones, a la adojción, por
ambos Mandos de Tierra y Aire, de la solución
con que se consiga mayor rendiniienio en la acción
con junta, y esto por lo que se refiere tanto al
escalón Grupo de Ejércitos-Fuerza Aérea Táctica,
como al Ejército-Agrupación Aérea Táctica (i).
Pretende deducirse del texto indicado que
ambos Jefes de Tierra y Aire decidan con junta
mente esa solución de mayor rendimiento. Es
decir, que haya una sola decisión con la que se
comprometan ambos Jefes. Con esta interpre
tación, la decisión, ‘atribución fundamental del
Mando, acción personal suya y de la que se
deriva su plena responsabilidad, que no puede
compartir con nadie, resulta tomada conjunta
mente con otro Mando, compartido con él como
la responsabilidad que le es anexa. Evidente
mente, esa interpretación choca y repugna al
concepto clásico español del Mando.
La interpretación sana es que cada uno de
dichos Mandos, tras oír al otro, decide indepen
dientemente con plena responsabilidad, en lo
que atañe a sus fuerzas; decisión de cada uno
encaminada a obtener el mayor rendimiento
de la acción de ambos o conjunta: De esta ma
nera la opinión o decisión del Jefe de la otra
fuerza, Aire o Tierra, sólo merma la libertad de
(x)
“Reglamento
Provisional
Aeroterrestres”;
Arts. 58 y 6i.
para
las
Operaciones
acción natural de todo Jefe en manera precida
a como lo hace una mayor o menor asignación
de medios o cualquier otra restricción impuesta
por el Mando inmediatamente superior.
El Mando del Teatro de Operaciones da una
directiva para ambos componentes del equipo,
Grupo de Ejércitos y Fuerza Aérea Táctica.
Mando único, directiva única, con misiones para
cada una de las fuerzas subordinadas a ese
Mando, terrestres y aéreas. A partir de este es
calón hacia abajo, las decisiones y las directivas
u órdenes se producen independientemente en
ambas fuerzas, descendiendo por el orden je
rárquico de cada una. En cada escalón de mando
el Jefe, antes de decidir y ordenar a sus inferio
res, escucha y toma en consideración, primero la
opinión, y luego, la decisión tomada con plena
libertad por el Jefe de la otra fuerza que ac
túa a su nivel. Aun cuando esas decisiones están
influídas por conversaciones o cambio de pa
receres anteriores entre ambos Jefes o sus Es
tados Mayores, al final lo que existe es una de
cisión por parte de cada uno, que influye en la
del otro en la forma que hemos visto.
***
1;
‘
7
Con esto creemos haber expuesto lo funda
mental a este respecto, que resuminos así:
Lógica del sistema de Mandos al mismo ni
vel, en las condiciones actuales.
Posible cambio de sistema con el desarrollo
de la Aviacióh, hacia la inclusión de fuerzas
—
—
aéreas propias en la organización de las
Grandes Unidades terrestres, pasando po
siblemente por el grado intermedio de af cc
tar el Ejército dél Aire unidades aéreas a
dichas Grandes Unidades de Tierra.
Ortodoxia de la solución actual desde ci
punto de vista del concepto del Mando.
-?
-_-zT
:‘
)
8
‘
Ui, terna actual
Capitán de Infantería
JUAN BAUTISTA SÁNCHEZ DE
BILBAO, Alumno de la Escuela de Estado Mayor en prácticas.
(Criterios
1 organizarse
AS conversaciones
referentes
al modo
como deben
nuestras
Unidades,
al material
de
—
que deben disponer, al número de aquéllas, etc., sal
tan a nuestros oídos invariablemente
en cuanto
varios Oficiales, verdaderos
aficionados
a su pro
fesión, se reúnen. Es útil, creo yo, que todos nos
apliquemos
a poner orden en los razonamientos
que
unos y otros esgrimen para defender sus opiniones.
Estas van, y las ponemos como ejemplo de disparidad
de opiniones, desde los que, recordando las dificulta
(les que el Ejército supermecanizado
americano su
frió en Italia o las actuaciones brillantes de la Ca
ballería a caballo rusa en las fangosas llanuras ucra
Juanas, opinan que debe continuar sobre caballo gran
parte de nuestra Caballería y que la Infantería no
debe abandonar el sufrido mulo, hasta los que, deci
(lidamente, creen que las únicas Unidadei que tienen
razón de existir son las acorazadas y las aerotrans
portadas.
Naturalmente,
la decisión en estas materias corres
ponde a organismos superiores, que pesan despacio
los motivos para adoptar una determinación.
Pero
partiendo de la base de que es útil discurrir sobre el
el tema así planteado, diremos que lo mismo que he
mos aprendido un método para la resolución de los
problemas tácticos, en el que la variable “decisión” es
función de otras cuatro—”misión”,
“terreno”, “enemi
go” y “medios”—. Podemos aplicar uno semejante al
estudio de los “medios”—organización
total del Ejér
cito—en función de una serie de variables, únicas,
del autor expuestos
en Tribuna
libre.)
claras y bien definidas, en cada país y su momento
político. Estas variables pueden ser:
—
Enemigo posible.
—
Aliados.
—
Decisión.
—
Terreno.
—
Posibilidades nacionales.
Método que serviría para fundamentar nuestra opi
nión en esta interesante
materia.
Enemigo posible.
La definición del enemigo en la actual situación
del mundo es fácil de lograr. La. clara, delimitación
de los dos bandos; la casi seguridad de que no se pro
ducirán contiendas contra nuestros vecinós; con unos
por unirnos una fraterna amistad, y con otros porque
no existen motivos suficientes para desencadenarlas, y
el hecho de que no creemos haya necesidad de com
batir en guerras de tipo colonial, pese a la tensión
en el Africa del Norte, nos muestra claramente que
el enemigo será el que lo es del grupo de naciones en
donde nuestros ideales quedan mejor incluidos.
¿Cuáles son sus características?
Helas aquí: empleo
en masa de sus medios, grandes concentraciones ar
tilleras, explotación al máximo de las rupturas con
abundantes
medios acorazados, aviación a la que se
encomienda principalmente’ misiones de apoyo a tierra
y posesión de armas atÓmicas.
9
De estas características
se deduce:
Que las organizaciones defensivas deben adquirir
gran profundidad. Pese a lo cual la ruptura será
factible y, por tanto,
obligará
a hacer inter
venir reservas potentes, las cuales habrán de com
batir en zonas muy a retaguardia
de la posición
de resistencia;
reservas
que necesitarán
estar
dotadas de movilidad y potencia de choque sufi
cientes.
—
Que ha de acrecentarse nuestra dotación de me
dios artilleros, para podernos enfrentar con éxito
con la más potente Artillería del mundo.
—
Que toda Unidad del Ejército debe disponer de
abundantes
medios contracarros, eficaces ante los
nuevos ingenios blindados.
—
Que es necesario contar con una potente aviación
de combate, perfectamente instruida para la coope
ración con las fuerzas terrestres.
Y en cuanto a la posibilidad del empleo táctico de
la Artillería atómica, nace un nuevo concepto en la
organización,
a causa de la dispersión a que dicha
Arma obliga. Dispersión de cuya entidad y especie
se han publicado recientemente
trabajos en esta Re
vista, a los cuales remito al lector. Ellos nos llevan a
pensar en el nacimiento de una Unidad Batallón de
Infantería,
dotada de toda clase de medios de com
bate y en condiciones de recibir elementos de apoyo
de otras Armas en cantidad suficiente para consti
tuir la agrupación de combate tipo para la defensiva.
Agrupación que, para poder responder a las profun
das penetraciones de un enemigo que piensa siempre
en rápidas explotaciones llevadas al máximo, ha de ser
móvil o, cuando menos, fácil de transportar,
dispo
niendo para ello de una organización apta para re
cibir el refuerzo en medios de transporte,
que de
berán acoplarse perfectamente.
—
Aliados.
De ellos destacaremos el principal—de
todos co
nocido—, y de éste sus características fundamentales,
que a nuestro juicio son:
—
potencialidad industrial casi ilimitada;
—
dominio del mar;
potente aviación, especialmente estratégica;
—
voluntad decidida de defensa de Europa.
Que arrastran, como primera consecuencia, la posi
bilidad de dotar rápidamente
de medios de combate
a nuestro Ejército, en caso de una movilización total.
Mas para estar en condiciones de recibir ese posible
aluvión de armas y material de toda especie es ne
cesario disponer de unos cuadros de mando capaci
tados y suficientes y de unos reservistas bien ms
truídos. Por ello interesa contar más que con un gran
número de Unidades mal dotadas, en donde resulta
difícil una eficaz instrucción, con un Ejército pequeño,
a la moderna, con armas y equipo siempre al día, por
el que pasarían los reclutas y los futuros Oficiales,
‘o
tanto
de complemento
como profesionales, en pe
ríodos cortos, pero muy intensivos, de instrucción.
Otra consecuencia que se deduce de las caracterís
ticas de nuestro principal aliado es la seguridad de re
cibir los necesarios suministros para. alimentar la ba
talla y de considerar como no peligrosas las zonas cos
teras, asuntos ambos de vital importancia
para un
país de industria retrasada y carente de carburantes
líquidos, así corno de una tan dilatada costa como el
nuestro.
Un tercer corolario es el tener aseguradas las accio
nes aéreas de carácter profundo, tan importantes en
la guerra moderna.
Fiualmçnte,
de aquellas características
se deduce
el que nuestro país no recibirá el primer golpe de la
acción agresiva del posible enemigo. Es decir, que
dispondremos
de tiempo suficiente para realizar la
movilización,
y hasta para desarrollar pequeños pe
ríodos de instrucción y puesta al día. Asuntos que va
brizan la idea del Ejército permanente de reducidas
proporciones
susceptibles de experimentar
cualquier
ampliación.
Decisión.
La decisión—resolución
política—llevará
implícita
una clara misión. Dos soluciones son aquí factibles:
combatir alineando nuestras fuerzas al lado de las
del resto de las potencias occidentales, allá donde ellas
presenten
batalla al agresor, o esperar a que éste
llegue a nuestra frontera, y defenderlas a toda costa. La
primera puede tener dos variantes: intervención inme
diata o tras un plazo más o menos largo.
De las posibles decisiones se deducen como conse
cuencias: el terreno de combate, que podrá ser lla
nura europea o nuestros Pirineos; la movilización,
absoluta o parcial, de los medios; la necesidad de man
tener un gran Ejército permanente al pie de obra o,
por el contrario, uno de reducidas proporciones pero
apto para servir de base a una movilización total en
período no corto de tiempo.
Dado el número de grandes Unidades que otras na
ciones firmantes del Pacto del Atlántico prestan a la
defensa europea, y teniendo en cuenta su potencial
bélico en comparación con el nacional, es de suponer
que en el caso de decidirse el alinear con ellas nuestras
fuerzas, éstas supondrán tan sólo una porción, rela
tivamente reducida, de nuestras posibilidades absolu
tas, cuando menos en el período inicial. Aunque pos-.
tcriormente
se tuviera que acudir a una movilización
total de la nación.
Si se presentase el enemigo en nuestra frontera, a
ella tendríamos que acudir con el máximo de medios
posibles, pero para que esto ocurriera habría de trans
currir un plazo de tiempo, plazo que dependería del
que se ganase en los campos de lucha europeos.
Por tanto, podemos deducir como consecuencia de
finitiva que, sea una u otra de las posibles decisiones
la adoptada, en cualquier variante, se cubrirán sus
/
‘I
1
necesidades
manteniendo
un eficaz y bien equipado
Ejército, moderno y de reducidas-proporciones,
y una
organización
capaz de llegar a la movilización total,
en un plazo de tiempo que creemos será amplio, dada
la potencia de nuestros posibles aliados.
Terreno.
-
-
-
En el apartado anterior citamos los dos posibles
escenarios en donde actuarían nuestras fuerzas: lla
nura europea o Pirineos. Puede parecer excesiva
mente simplista- esta limitación, pero ya vimos cómo
llegábamos a ella al examinar la característica de po
tencia naval de nuestros posibles aliados, y porque
el lugar ideal para desarrollar con éxito una batalla
defensiva, por nuestra parte, no puede ser otro que
la barrera montañosa que nos separa de Francia.
A primera vista, esta doble posibilidad de actua
ción en terrenos tan diferentes, uno escaso en acciden
tes montañosos -y rico en magníficas comunicaciones
y otro escaso en estas últimas y hasta difícil de tran
sitar por medios no especializados, parece suponer una
complicación
para crear una organización única apta
para ambos. En efecto: si fuéramos a combatir fuera
de nuestras fronteras, en zonas en donde, mientras no
se demuestre lo contrario, seguirá reinando la guerra
mecanizada,
o mejor, acorazada, potente y rápida,
tendríamos que olvidar el semoviente, sería necesario
borrar de nuestra organización al caballo y al mulo y
recordar lo que dijimos al hablar del enemigo y de su
posesión de armas atómicas. La organización de nues
tro Ejército,
en ese caso, seguiría los pasos que
la O.T.A.N. dé para organizar los Ejércitos en ella
integrados,
con los retoques suficientes para asimi-.
lilarlos y adaptarlos a nuestro país y sus posibili
dades de toda especie, principalmente en lo que a Ejér
cito permanente se refiere. Si es la montaña el lugar
elegido para desarrollar nuestro esfuerzo defensivo,
cambiaría
el panorama.
El- mulo seguirá siendo
- animal
indispensable, y la organización actual de las
Unidades de montaña,
con refuerzo y perfecciona-
miento de su armamento, podrá conservarse sin gran
des variaciones, pues hasta el peligro atómico en aquel
terreno resulta menor. Pero no ha de olvidarse tam
poco en este caso, lo que décíamos al hablar del
enemigó y de sus posibilidades
de producir, pese a
todo, una ruptura en la que combinando las acciones
terrestres
con otras procedentes
del aire—grandes
desembarcos de Unidades aerotransportadas,
aunque
en la pasada contienda no los utilizara—, obligarían
a la intervención de nuestras reservas en zonas—valle
del Ebro—aptas para el empleo de Unidades acora
zadas y mecanizadas. No podemos, por tanto, pres
-eindir de un núcleo de fuerzas esencialmente móviles,
mecanizadas y acorazadas, si bien de entidad inferior
a las de montaña.
Si unimos las deducciones anteriores a las hechas
cuando tratábamos
de la “Decisión”, vemos que la
solución única, a primera vista imposible, resulta fac
tible, dado que el núcleo constituyente
de la reserva
estratégica
en el caso de defensa en los Pirineos,- po
dría, por su organización y amplitud, ser el mismo
que, en caso de elegirse el terreno de lucha europeo,
constituyese
la aportación inicial al mismo.
PosibiIiduIes
nacionales.
Las posibilidades n cuanto a elemento humano mo
vilizable, no las podemos considerar con carácter li
mitativo, ya que las cifras que arroja dan un número
superior a lo que la economía nacional puede con hol
gura mantener. Esta economía es la que verdadera
mente marca un tope, tope que refuerza las conclu
siones deducidas en puntos anteriores sobre ci vo
lumen del Ejército a mantener, el cual, disponiendo
de cuadros profesionales no numerosos, sería capaz
de servir a una movilización total gracias a una abun
dante oficialidad de complemento bien instruida, que
pasase por las filas en cortos peilodos de instrucción,
intensivos
y prácticos, no perdidos entre servicios
económicos o de plaza. Esto mismo podemos apli
carlo a los reclutas, y ambas cuestiones resumirlas
11
en lo que podía ser nuestro lema para el futuro: “más
campamentos
y menos vida de guarnición”.
También la falta de posibilidades económicas puede
esgrimirse contra los cambios de organización. Mas,
pese a lo que parece, la motorización
del Ejército
no es sino un ahorro, por lo menos a la larga, ya que
ningún camión parado -“come” gasolina y un- caballo,
en igual caso, sigue consumiendo su ración; es más,
un Regimiento de Infantería Motorizado puede estar
perfectanente
instruido con un nada exorbitante gasto
de gasolina. Y en cuanto al gasto que representa la
- adquisición
de nue o material y armamento, ha de
tenerse en cuenta que es una inversión imprescindi
ble si queremos cumplir la misión que todo Ejército ha
de desempeñar. Lo que ha de hacerse es reducir su
número lo más posible.
El problema dela modernización no es tan sólo
problema de economía, sino que lo es también de
producción,
punto importantísimo
para medir real- mente las posibilidades nacionales. Lo reducido de
la producción, por el momento, nos obliga a perma
necer pendientes de la importación,
que acentúa el
problema económico y nos deja en manos de la vo
luntad del exportador,
voluntad que ha (le ser, no
obstante, buena, por tratarse de un aliado. Si esta
buena voluntad
se ve reforzada por un innegable
progreso industrial, podrá ser un hecho, por ejemplo,
la motorización parcial de nuestro Ejército sin grave
quebranto económico.
De considerable importancia para un Ejército mo
derno es el reclutamiento e instrucción (le un número
cada día creciente de especialistas.
En España no
eniste en la vida civil una base adecuada para pro
curárselos
en la cantidad
adecuada, y el recluta
miento tampoco ha encontrado la fórmula que so
lucione el problema. De todos modos, la creación de
los Institutos
Laborales—cuvo
fruto pronto se re
cogerá—y la notable proporción de estudiantes
de
segunda enseñanza que e-u España existe, pueden dar
una buena base para organizar la recluta (le espe
12
cialistas, facilitando el acceso de los poseedores de esos
títulos a las necesarias especialidades, tal como al uni
versitario se le ha facilitado camino para llegar a ser
Oficial de complemento.
Conclusión
final.
No podemos llegar en un trabajo tan ligero como
éste a conclusiones concretas. De-todos modos, y como
más importantes consecuencias de conjunto, podemos
anotar:
—
Nuestro Ejército permanente ha de ser de redu
cidas proporciones,
y por ello más acorde con
nuestras posibilidades y necesidades.
—
La parte fundamental
del mismo, así como su
núcleo más importante., las forman Unidades de
montaña.
—
Han de desaparecer las Unidades de línea actuales.
con su notable proporción de animales de carga.
Salvo las de montaña, toda Unidad será moto
rizada.
—
Ha de aumentarse la potencia de fuego de las
Unidades, reforzando especialmente sus medios ar
•
tilleros.
De primordial interés resulta el dotar a todas las
tropas de medios contracarros
abundantes y efi
caces.
La motorización y modernización de nuestro Ejér
cito ha de tener carácter progresivo, dadas nues
tras circunstancias económico-industriales.
Pese a ser las Unidades de montaña las que cons
tituirán
el núcleo principal del Ejército, la “mo
dernización” ha de iniciarse por las de línea, que
son las que pueden tener más pronta intervención
en caso de conflicto.
Ha de estudiarse un método de instrucción de es
pecialistas
aprovechando el personal poseedor de
títulos laborales o de bachiller elemental.
—
Ha de acrecentarse la vida de éampamento y dis
minuir la de guarnición.
flmanddlAriilleriay1e
i,i
Irueción de/as tropas delarma
General de Brigada JESUS LOPEZ VARELA EI.Y/..
GARAY, Jefe de la Artillería del C. E. del Guadarrama.
El Comandante de Artillería de una Gran Unidad es el auxiliar inmediato
del Jefe de ésta para la dirección del combate de dicha Arma; “ejerce el mando
de 1aperteneciente a la Gran Unidad y de la encuadrada en las Unidades su
bordinadas” y asegura la dirección y acción combinadas de los fuegos de Art i
hería con arreglo a la misión e instrucciones dadas por el Mando. (Art. 16 de
las “Instrucciones Provisionales para el empleo de las Grandes Unidades.”)
Entre los medios de acción a disposición. de todo que el despliegue de la Artillería es único y armónico
Mando de Gran Unidad figuran las Armas. Su posibi
desde el escalón División al de Ejéécito, en virtud de la
lidad y modo de empleo, en lugar, tiempo y espacio, es necesaria superposición de los fuegos en frente y pro
función de la aptitud que cada una tenga para su acción fundidad. En su consecuencia el mando ha de ser único,
por el fuego y por el movimiento.
si bien habrá de ejercerse dentro del escalón de cada
Una de estas Armas es la Artillería, cuyas principales
Gran Unidad, en razón a las zonas normales de acción
propiedades, muy conocidas de todos, son de tal sin
y misiones privativas de cada uno.
gularidad que su acertado empleo exige un conocimiento
De todo lo expuesto se deducen estas tres conse
claro y concreto de ellas, condición necesaria para de
cuencias fundamentales: que la Artillería es el Arma del
ducir sus posibilidades de actuación y, en consecuencia,
Mando, que el mando de la Artillería debe estar centra
el modo de obtener el máximo rendimiento.
lizado y que debe ser único.
La Artillería sólo actúa por el fuego; sus movimientos
Surge inmediata la siguiente pregunta: ¿por quién
tienen por objeto la ocupación de posiciones para el y cómo ha de ejercerse el ‘mando de la Artillería?
fuego. Parece a primera, vista que, por esta causa, se El artículo i6 de las Instrucciones Provisionales pera el
verían disminuidas o limitadas sus posibilidades de in
empleo de las Grandes Unidades da la contestación; el
tervención en el combate, pero no es así; la maniobra de mando debe ser ejercido por el Jefe de Artillería de
las trayectorias de sus proyectiles y la amplitud de sus cada Gran Unidad. Este precepto claro y taxativo tiene
zonas de acción en frente y profundidad, sustituye la su exacto cumplimiento en campaña, y siendo la paz
falta de movimiento, con mayor economía de tiempo y un perío do de preparación para la guerra, lógico es que
eficacia, dada la agilidad y potencia de aquel fuego.
las normas y procedimientos a que debe ajustarse la
instrucción de las tropas estén orientados en forma que
La Artillería interviene en todas las fases del combate;
su acción es permanente y puede ser continuada. Es la. sea posible el ejercicio de tal mando.
única Arma que siempre se halla a disposición del
A lo largo del tiempo, las ordenanzas y reglamentos
Mando; aunque esté empeñada en determinada acción, militares tratan de lograr la mayor eficacia de las tropas,
puede desligarse de ella, si ese Mando la necesita para y para conseguirlo han establecido escalones jerárquicos
otra más perentoria o de mayor interés. Sus efectos son encargados de gobernar, instruir e inspeccionar, pro
inmediatos. La libre disposición de las trayectorias de los curando que tales escalones sean, siquiera en lo técnico,
proyectiles constituye, en cierto modo, un medio de ma
de análoga formación, única posibilidad de que también
niobra sin necesidad, por lo general, de previos desplaza
en tal orden exista la jerarquia efectiva que da una ma
mientos. El Jefe durante el desarrollo del combate va yor competencia en, el escalón superior.
perdiendo sus medios de acción, aunque se empeñe
Estos razonamientos que son de aplicación común a
todas las Armas y Servicios, para la Artillería son de
(como es preceptivo) en reconstituir en todo momento
sus reservas; sólo la Artillería permanece en su mano
vital necesidad. La exigencia esencial para su mejor em
y es el último medio de hacer sentir su voluntad. Por pleo y rendimiento (mando único y centralizado) y el
eso, con razón, se la designa como el Arma del Mando.
predominio de lo técnico, que, qüeramos o no, es necesi
Es norma que no puede desconocerse, y nunca debe dad fundamental para su instrucción, obligan a que
ser olvidada, la de su empleo en masa,’ ya que así se ésta sea escalonadarnónte jerarquizada.
obtiene el rendimiento óptimo del ‘Arma, siendo con-.
No se puede improvisar una Artillería; lo mismo que
dición necesaria para lograrlo que el mando de la Ar
su material, cada día más complicado, también lo es
tillería esté centralizado.
la instrucción de las tropas y de sus mandos.
Una última consideración creo necesario hacer, y es
Sería exigencia demasiado rigurosa pedir a un Jefe
13
de Gran Unidad la posesión de estos conocimientos
técnicos con el detalle conveniente; es más, su aplicación,
caso de tenerlos, le apartaría de su papel principal de
concepción y dirección, y ésta es la razón fundamental
de que en todas las naciones, y entre ellas España, se
ponga junto al Jefe de cada Gran Unidad un Jefe de
Artillería, con las misiones de asesorar al primero, tener
el gobierno, instrucción e inspección de las tropas de
Artillería que le están afectas y ejecutar las órdenes re
cibidas.
Tanto mayor será la eficacia del Arma cuanto más
competente sea el Jefe de Artillería y mayor su compe
netración con el Jefe de la Gran Unidad y con las tropas.
El ideal es que este Jefe de Artillería tenga siempre a sus
órdenes a las tropas del Arma y sea el encargado de go
bernarlas e instruirlas.
Veamos lo que sucede a este respecto dentro de nues
tras Grandes Unidades.
En la División s e dan las circunstancias requeridas:
existe un Jefe de Artillería inmediato al Jefe de la Gran
Unidad, y como tal, el gobierno, instrucción e inspección
de las tropas de Artillería le están encomendados. Pero
como este Jefe de Artillería divisionaria es a su vez
Jefe del Regimiento de Artillería, pasa a ser Jefe de sí
mismo, quedando rota en este punto la organización
jerárquica de que antes hablábamos, con los graves in
convenientes que tal dualidad de funciones lleva con
sigo y que, por evidentes, no creemos necesario señalar.
Conviene, por consiguiente, corregir esta laguna que
existe en la organización del mando artillero de la Di
visión.
Pasemos ahora a considerar al C. E. Recordemos,
aunque sea de sobra conocido, que el C. E. es la unidad
de batalla, que puede desarrollarla por completo y que
su capacidad de actuación en frente extenso y su com
posición (varias Divisiones, tropas propias y servicios)
lé permiten realizar la maniobra.
El Jefe de C. E., como director de la batalla, da mi
siones a sus Divisiones, quedándose con medios de acción
para su intervención directa en el desarrollo de aquélla.
Estos medios de acción están constituidos por las re-
14
servas y la Artillería. Ahora cabe pre
guntar: ¿qué Artillería? No dudo en afir
mar que toda la Artillería, la suya propia,
la de las Divisiones y la de refuerzo que
el Ejército le haya asignado. A muchos
puede parecerles excesiva esta afirma
ción, pero voy a tratar de justificarla.
En toda orden de operaciones figura un
apartado dedicado a la Artillería, y en él
el Jefe de C. E. reparte toda ella, desig
nando las Unidades del Arma que han de
quedar afectas a las Divisiones, las que
han de actuar en las zonas de acción de
estas Grandes Unidades y reservándose
otras. Pero esta repartición de la Artille
ría no lleva consigo el total desprendi
miento de las Unidades que afecta a sus
Divisiones o actúan en su zona de ac
ción, ya que las mantiene a su disposi
ción mediante el señalamiento de zonas
de asentamiento, zonas de acción nor
males y eventuales y hasta misiones; lle
gando a limitar en tiempo y espacio la
disposición de la Artillería asignada a
las Unidades subordinadas. Y es lógico que así sea, pues
de otro modo quedaría desaprovechada en gran parte la
capacidad de actuación que en frente y profundidad pro
porciona la amplitud de los sectores de tiro y el alcance
del material.
Con todas estas prevenciones (despliegue único y
mando centralizado), el Jefe de C. E. consigue tener en
su mano, en cualquier momento, aquella Unidad de Ar
tillería cuyo empleo pueda interesar al desarrollo de su
maniobra. Conviene., sin embargo, hacer notar, para
evitar posibles confusiones, que la Artillería asignada a
las Divisiones en subordinación directa .queda a la libre
disposición del Jefe de estas Unidades, el cual dispone de
sus fuegos y de su movimiento, aunque con limitación
de tiempo y servidumbre de misiones, como sucede con
la imposición de zonas eventuales de acción.
Esta dependencia tan directa de la Artillería propia
y de la Artillería de las Divisiones, del Jefe de C. E., lleva
consigo, en orden a su empleo, el necesario conocimiento
de estas Unidades, y en orden a la eficacia, una unidad
de doctrina en su instrucción, y para lograr esto está
su Jefe de Artillería..
En orden al empleo de las Unidades de Artillería, los
Reglaméntos, muy claros, no parecen dar origen a di
versas interpretaciones; pero sí las hay en orden a la
preparación e instrucción de dichas Unidades.
En la paz puede haber previsión y programas de ins
trucción flexibles y concretos, no siendo probable que
su desarrollo se dificulte. El Jefe de Artillería de C. E.
puede tener directamente a su cargo la instrucción de
las Unidades de Artillería propia y la de las Divisio
nes.
Ningún motivo lógico puede aducirse a favor de otro
modo de proceder. Con ello queda salvada la laguna que
señalábamos al hablar del Jefe de Artillería de la Di
visión. En ningún caso el mando divisionario puede que
dar interferido por esta intervención del Jefe de Ar
tillería de C. E., dada su limitación al aspecto técnico de
la instrucción del Arma, que es el que verdaderamente
interesa, para lograr la deseada unidad de doctrina. Nada
pierde con ello el Jefe de la División en su prerrogativa
de mando; al contrario, contará con un medio de in
forme de que hoy carece y hasta de asesoramiento si
así lo desea, libre de todo prejuicio y revestido de la so
lidez y competencia que le da su categoría.
Daríamos fin aquí a estos comentarios, pero, aunque
sea ligeramente, creo que debo extenderme algo y hacer
algunas consideraciones que tiendan a fijar, con cri
terio objetivo, el principio básico que debe informar la
organización del Arma.
Hacíamos resaltar en las anteriores consideraciones, el
predominio que lo técnico tiene en la instrucción de las
Unidades de Artillería, y, más aún, diremos que su em
pleo táctico participa de lo técnico en gran manera, por
que en el despliegue pesan imperativamente las posibi
lidades de acción de los materiales, y en el cumpli
miento de las misiones los procedimientos de tiro a em
plear y la elección de las trayectorias más convenientes
oara lograr la eficacia debida, sin perder de vista en
-igún momento la necesaria conservación del material.
ni Este aspecto técnico de la instrucción, ya por sí solo,
impone la necesidad de que exista una unidad de doc
trina en la instrucción de las tropas y en la formación
de los mandos. La unidad de doctrina en la instrucción
de las tropas puede lograrse mediante los Reglamentos,
pero la formación de los mandos no se logra más que
por su constante ejercicio en los diferentes escalones.
Por otra parte, la batalla moderna exige la concentra
ción .y despliegue de grandes cantidades de Artillería,
en las cuales la orgánica de las .Grandes Unidades es una
pequefía parte. Los Jefes de estas Grandes Unidades
disponen de una Artillería mucho más numerosa que la
suya propia, compuesta por Unidades cuya instrucción
y mandos desconocen, y ésta es una nueva razón y de
peso en apoyo de la unidad de doctrina en la instruc
ción de las Unidades y en la formación de los mandos.
Es más, se ha llegado al empleo de masas artilleras cons
tituyendo Grandes Unidades de esta Arma, y nada hay
que indique que sea necesario emplear en el futuro
otras razones distintas de las que sirven de apoyo a la
tesis que sustento.
..
(.3k
/
15
UNíU1O1WE
pORTFSOTOIU7ADOS
DEINFANTEIIIA
Comandante de Infantería JORGE RENSHAW BEAUTELL’
Especialista de Automovilismo, del Servicio de Canarias.
P ARA
participar
torizados
de
en el Curso que
“Transportes
Infantería”,
se celebra Mo
en
la Escuela de Infantería de Fort Benning (Es
tados Unidos), el personal seleccionado ha de
reunir las condiciones siguientes: ser Coman
dante u Oficial del Arma de Infantería; espe
cialista en Automovilismo
y con conocimientos
del inglés, según certificado de la Escuela de
Idiomas del Ejército. En estas condiciones fuí
designado para asistir a dicho Curso.
Este tiene como finalidad
preparar
y ca
pacitar al Oficial de Infantería para el mando
de los transportes
de Regimiento, sólo en la
parte mecánica (limpieza, engrase, pintura, re
paraciones y entretenimiento
en general), de los
vehículos
de tal unidad, no comprendiéndose
en el Curso nada referente a táctica ni logística.
Así, pues, este Curso al que asistí, fué eminen
temente
práctico sobre la parte mecánica del
Jeei5, el camión de 3/4 tons. y el 2 tons., los
cuales fueron estudiados de una manera pro
gresiva y ordenada.
Independientemente
de este Curso, se cele
bran en la Escuela de Infantería, veintiin Cur
sos más, con las finalidades siguientes:
a)Preparar
Oficiales de Infantería
y se
leccionar personal de tropa (Sargentos, Cabos
y soldados), para aprender y ejecutar sus mi
siones propias en el campo de batalla, dedi
cando especial interés al arte del mando.
b)
Preparar Oficiales y Tropa para fuerzas
aerotransportadas,
en táctica y técnica.
c)
Estar al corriente de todo
revisar lo pasado, en Infantería,
aéreos, doctrinas y técnicas.
lo nuevo y
Transportes
17
Á.
Shahriay, del Irán; Teiente U. S.
de color; al fondo, el Sar genio instructor.)
d)
Preparar
aerotransportada,
de enseñanza.
a la Infantería
como fuerza
así como redactar manuales
e)
Preparar en general todo
por lo cual, y en número limitado,
Cursos Oficiales de otras Armas.
f) Facilitar los programas, así
trenamiento
necesario, al Cuerpo
el Ejército,
asiste.n a los
como el en
de Reserva.
g)
Facilitar ayuda para toda clase de entre
namientos
del Ejército, que sean ordenados por
el Jefe de las Fuerzas Armadas.
El Curso al que asistí tuvo diez semanas de
duración,
descontando
de ellas los domingos
y sábados por la tarde, y diariamente fueron de
dicadas ocho horas a conferencias, demostra
ciones, trabajos
mecánicos,
prácticas
en el
campo, etc. Comenzaba el día militar, a efectos
18
de estudios, a las 7,30, con clases de una hora de
duración
y diez minutos de descanso; a las
11,30
se hacía alto y tomábamos
la primera
comida; a las 12,30, comenzaban las sesiones de
la tarde hasta las 16,30, teniendo muchos de
los días tareas para verificar en nuestra Com
pañía.
De acuerdo con este horario, estudiamos un
programa
muy parecido al nuestro de “Espe
cialista en Automovilismo”,
con la sola dife
rencia de que los estudios fueron siempre de
tipo práctico, no existiendo apenas teoría, según
se puede apreciar en el siguiente resumen del
programa semanal: “Construcción, manejo, ajus
te y funcionamiento
del motor; Sistemas eléc
tricos;
Conservación
de motores y discrimi
nación de averías; Instrucción
y selección de
Conductores;
Asuntos administrativos
referen
tes a los vehículos del Regimiento de Infan
tería; Prácticas de carro en el Regimiento de
Infantería.”
En este programa va incluída la realización
de trabajos. Así nos fiié enseñado el modo de
ser pintado un vehículo, pinturas reglamenta
rias; soldaduras de todas clases, tanto en taller
como en el campo; conducción en cualquier
clase de terreno, lo mismo de día que de noche,
con luces y sin ellas; localización por coordena
das de puntos de destinos de los vehículos;
pruebas de vehículos después de reparados, así
como lavado y engrase de coches; todo realizado
personalmente.
Para cada clase de vehículos, hay una planta
de enseñanza, en su mayor parte dedicada a
taller. Aparte está el local de la clase, siempre
de gran amplitud, generalmente
con aire acon
dicionado, con una gran tribuna desde donde el
Profesor da la conferencia
con micrófono al
cuello. Un pequeño cartel impreso indica la
clase de que se trata, así como su nombre y
temas a explicar, con la finalidad de que la Ins
pección de Estudios, al efectuar la visita, cuando
lo cree oportuno, no tenga necesidad de mo
lestar, para saber que clase es y que cuestión
se está tratando.
Dicha Comisión de Estudios
es la responsable de que el Alumno quede im
puesto al final de Curso.
Cada planta tiene su Jefe, así como Profe
sores (Instructores)
y Ayudantes
de Instruc
tor, en número suficiente para atender a ella.
El Programa semanal, entregado al alumno
con cinco días de antelación, es colocado en la
casilla de Correo de cada uno de aquellos en el
Cuarto de Ordenes de la Compañía. A través de
él, y con los comentarios aclaratorios, se puede
apreciar
con más claridad el sistema (le en
señanza empleado. Tiene el programa ocho co
lumnas, que son las siguientes, incluyendo aquí
mis comentarios:
a)
b)
ésta
Día
y
fecha.
Sitio de reunión de la clase, antes de que
se mueva hacia el local respectivo.
c)
Sitio y duración de la clase, indicando el
área donde se verificará, el nombre del local
y las horas de comienzo y de finalización de la
misma.
d)
señanza,
siguen:
Tema a tratar, así como el tipo de en
el cual va indicado por las iniciales que
(L.) Lectura.—El Instructor habla, exponien
do y explicando la cuestión, y los alumnos van
analizando
cuanto el Profesor expone; pueden
y deben pedir una aclaración sobre cualquier
punto que no hayan cofnprendido. Toda la ex
plicación la verifica el Profesor de pie, y sólo
algunos, muy pocos, consultan un guión.
(C.) Conf erence.—En este tipo de clases, el
tema es discutido entre los alumnos y el Ins
tructor; con esta discusión se logra una mayor
claridad
en la enseñanza.
(D.)
Dernostration.—Los alumnos presencian.
una demostración hecha por el Instructor,
con
el concurso de los ayudantes
de Instructor.
Como ejemplo diré que el carburador es expli
cado con el pulverizador, al cual se le acerca
una cerilla para inflamar la mezcla; acto se
guido y con el pulverizador, se introduce esta
mezcla en una botella, en cuyo fondo hay dos
electrodos; cerrada la botella, se hace saltar la
chispa, inflamándose
la mezcla. En la expli
cación de extintores de incendios, en el campo
y con los alumnos sentados en graderías, son
presentados
los tipos de extintores, seccionados
para su estudio completo; después de expli
cados, son colocadas diferentes materias cada
Peádicas
de
de [nfaneeía
carro de combate
de Regimiento
(el autor con el Tesviente U. S. A.
una en un tipo de extintor; prodúcese fuego y
seguidamente
actúan en la sofocación, primero
los Instructores
y más tarde cada uno de los
alumnos. Otro ejemplo: en un gran tablero so
bre trípode de ruedas, hay un tendido eléctrico,
fácilmente
modificable,
porque los cables se
pueden desmontar a mano por estar colocados
con un mecanismo solo a presión; sobre el ta
blero, el Instructor
explica la colocación de
bujías en serie y en. paralelo, intercalación
de
resistencias,
fusibles, cortocircuito,
etc.; des
pués de estas explicaciones,
los alumnos, en
grupos de dos con el Ayudante de Instructor,
reciben cada uno de ellos un pequeño cuadro
similar al explicado por el Profesor, para ir
efectuando
en él los trabajos que el Ayudante
les explica. Hay unas escenas teatrales en que
los actores, al aire libre y con micrófonos al
cuello, presentan casos concretos prácticos, lo
Equipo de prácticas de carro de combate
(un T. Coronel y dos Tenientes iraneses,
un norteamericano y el autor).
grando
amena.
con ello una enseñanza
fácil y
(T. F.) Trcining film.—Se trata de
una película de enseñanza
que es pro
yectada cuando se desea una mayor da
ridad de la explicación dada por el Ins
tructor; puede ser de dibujo o bien con
cierto argumento; si se indica con las
iniciales FS, es película aclaratoria del
tema; FB, es un film-boletín;
MF, pe
lícula con ternas diversos; GB, casos
prácticos
en el combate.
(P. E.) Prcctical
exercise. —Traba
jos prácticos, en los que se invierte la
mayor parte del tiempo. En ellos, y
en grupos de a dos o cuatro, se tra
baja bajo la vigilancia del ayudante
de Instructor
(Sargento, Cabo o sol(lado), sobre el material que en la cla
se ha sido explicado y sobre el que ha
hecho una demostración
el Profesor.
Todos estos trabajos se hacen consul
tando, si es necesario, el Manua] del
vehículo de que se trata o del mate
rial objeto del estudio.
(E.) Examination.—Examen
cada
fin de semana, a base de “test”, de
las materias tratadas.
A fin de Curso
un examen de tipo general. La califi
cación es hecha por medio de cerebro electró
nico, para lo cual hay unas instrucciones
de
cómo se ha de confeccionar el “test”: emplear
sólo el lápiz, hacer las marcas bien, etc.
e)
El tipo de uniforme a. usar. Este es in
dicado por medio de iniciales: D = Traje de
faena, L = Botas de combate, H = Sustituir el
gorro por el casco de cartón piedra, etc.
/) Student equiment.—Lista
equipo a llevar por el alumno:
doble decímetro, etc.
especial
de
clip, board,
g)
Texi bocks.—Manuales de enseñanza
ha de llevar el alumno a clase.
que
En esta columna se indica la lección a
preparar
para el día siguiente, que hay que
leer o que hay que estudiar. De la cantidad
Ii)
20
grande de manuales recibidos, y que hubo que
devolver al final del Curso, sólo fué utilizado
un reducidísimo
nñmero y sólo para la parte
práctica
que el Curso tiene.
La enseñanza partió de la base de que todo
Oficial sabe conducir; por tanto, el primer
día de clase nos fué facilitado
a cada uno
de los alumnos un vehículo, con el cual fui
mos a una de tantas
pistas de conducción,
similares
a las de nuestra Escuela, para allí
demostrar
el grado de conocimientos
que so
bre esto teníamos. Por las noches condujimos
sin luces a través de bosques y terrenos diver
sos y por carretera,
siempre sin luces y a
gran velocidad. Más tarde fuimcs sometidos
a un “test” de visibilidad:
reacción, dalto
nismo, vista estereoscópica,
etc., y con e3to
nos fué facilitada la licencia para conducir los
vehículos
objeto del Curso.
La clase se componía de tréinta y dos alum
nos, veinte del Ejército de los Estados Unidos,
seis de Irán, tres de Thailandia, un colombiano
y dos españoles, todos ellos Capitanes, primeros
y segundos Tenientes, y sólo un Teniente Co
ronel. de Irán. De los americanos, dos eran Ca
pitanes y el resto Tenientes, pertenecientes a la
Reserva
o a la Guardia Nacional, unos en
a.ctivo en Crerpos y otros en la situación que
podríambs
llamar supernumerarios;
estos últi
mos tomaron parte en el Curso de una manera
voluntaria
y el resto fueron forzosos, regre
sando a la terminación de aquél a sus situaciones
respectivas,
con la posibilidad de que en los
Regimientos
(el Oficial no puede pedir destino),
en caso de no estar cubierto el cargo, sean
nombrados
“Qficial de Transportes
del Regi
miento”
o, lo que es más propio en nuestro
idioma, “Especialista
en Automovilismo
en el
Regimiento”
Como con mucha frecuencia
el
Oficial es trasladado de un punto a otro, gene
ralmente está en cada destino dos años; si al
guien permanece algo más, se debe a que el
Coronel del Regimiento
lo considera impres
cindible, y como tal solicita de la Superioridad
se le permita re.tenerlo un poco más de tiempo,
habida cuenta que el “Motor Officer” (Espe
cialista
en Automovilismo),
es el Oficial a
quien compete la misión de reparar y tener
los vehículos en condiciones dentro del Regi
miento.
Lo que nosotros estudiamos,
solamente en
su parte mecánica, fueron el jeep 1/4 T., el
Camión de 3/4 T., y el Camión 2 T.; aparte de
esto, estudiamos el carro de combate M-47. El nú
mero de vehículos del Regimiento es grande (i).
Los motores fueron estudiados,
en primer
lugar, de una manera general, para imponernos
en los de tipo de explosión, comenzando por lo
más elemental, para más tarde llegar al estudio
particular
de los vehículos objeto del Curso.
A fin de éste se pasó una semana en el campo
para hacer prácticas de los estudios verificados,
ya de una manera real. Comprendieron estas
prácticas recorridos en convoy o solos, de día,
de noche, con luces y sin ellas, a gran velocidad,
entre puntos dados por coordenadas
que ha
bía que encontrar, y reparación de vehículos,
cuya situación también estaba dada sobre el
plano por coordenadas; todo ello tanto de día
como de noche y en toda clase de terrenos.
(i)
Carro de combate con cañón de 90 mm.
M4722
Remolques de 1/4 T. zW M-xoo120
314 T. 2W M-,ox29
T. 2W M-1o462
T. 2W M-1o52
Tanque agua i
T. 2W
M-io6
Tanque
agua
M-1o72
Camión
6 T., 6 por
6 M-iA-i
T.
T. cuatro
por
M-3733
T.
M-37
2
2/4
Vehículo
T.
cuatro
WWi6
seis
T.
por
cuatro
II
r } T. 2W
por
cuatro
cuatro
seis
M-358r
por
cuatro
M-38 A-i
blindado
T. 50 series1
recuperación
carro
combate
M-32
serie2
580
Independientemente
el Regimiento
posee
para
la ayuda
de, vuelos
del
helicóptero
aquél;
con estos
dos vehículos
el total
se
nientos
ochenta
y dos.
un “dos plazas”
de dotación
de
eleva
a los qui
Todos
los
Oficiales
y
soldados
casados
de Fon
Benning,
tienen
casa,
establecidas
or
la Cd
mara
de Comercio
y la
Municipalidad
de
Co
lumbus.
Esta
población
es muy
favorecida
por
la ezis
lencia
del Centro
de ms
Irucción
militar.
LTnas clases de topografía elemental, como
todos los estudios allí verificados, eminentemente
prácticos, sirvieron de base para las maniobras
de fin de Curso; estas clases de topografía son
obligádas
en todos los Cursos, así como la
gimnasia, a la cual dedican gran interés y, que
se verifica en dos sesiones semanales de una
hora de duración.
El día 14 de junio de 1934, y en un sencillo
acto presidido por el General Jef e de la Es
cuela, me fué entregado el Certificado, por el
cual se me nombró “Motor Officer” del Ejér
cito de los Estados Unidos. Y en este día aban
NOPMAS
SOBRE
doné el magnífico
Fort Benning (i).
Centro de Enseñanza
(i)
Relación de los Manuales reglamentarios
cito de los EE. UI]., empleados para los estudios
“Transportes
Motorizados de Infantería”:
que es
del Ejér
del Curso
FM, s: 7-30, 7-40, 2 1-20, 22-25, 21-26, 21-30, 21-31, 25-lo.
TM, 5 9-718-A, 9-801, 9-804, 9-So4-A, 9-SoS, 9-819,
9-819-A, 9-834, 9-840. 2-871, 9-874-A, 9-875-B, 9-1S26-4,
9-2700,
21-301,
9-2835,
21-305,
9-2851,
21-306,
9-2852,
31-200,
10-550,
37-2810.
11-490,
21-300,
AR, 5 700-105,
OTC-33-B, Ord 7 SXL G-74o, Ord 7 SNL
G-74i, Ord 7 SNL G-749, Ord 7 SNL 0-758, 9-2810.
Todos estos manuales fueroii devueltos al finalizar el
Curso, pero la mayor parte de ellos están a libre venta en la
Librería del Campamento de Fort Benning (EE. UU.).
COLABORACION
EJERCITO se forma preferentemente con los trabajos de colaboración espontánea de los Oficiales. Puede enviar los
suyos toda la Oficialidad, sea cualquiera su empleo, escala y situación.
También publicará EJERCITO trabajos de escritores civiles cuando el tema y su desarrollo interese que sea di
fundido en el Ejército.
Todo trabajo publicado es Inmediatamente remunerado con una cantidad no menor de 600 pesetas, que puede ser
elevada hasta 1.200 cuando su mérito lo justifique. Los utilizados en la Sección de “Información e Ideas y Reflexiones”
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tirada, 25.000 ejemplares, hace de esta Revista una tribuna resonante donde el Oficial puepe darse la inmensa satisfac
ción de ampliar su labor diaria de instrucción y educación de los Suboficiales. Pagamos los trabajos destinados a Guión
con DOSCIENTASCINCUENTAa SEISCIENTAS pesetas.
La División de Infanteria
en la guerra atómica
Comandante
de Infantería,
del Servicio de E. M., JUAN
111.—LA INFANTERIA DIVISIONARIA
1.°—Organización de las Unidades.
a)
Mediosde Transporte:
Ya se han razonado, al estudiar la División, en el
artículo precedente las necesidades del Arma en la
cuestión de los transportes y cómo las dotaciones de
vehículos no han de responder, únicamente, a las ne
cesidades de transporte, sino que han de estar estu
diadas en función de los despliegues tácticos.
b)
Armamento:
El aumento del rendimiento combativo específico
se obtiene en lo individual, mejorando el armamento
de esta clase (4); en lo colectivo, mejorándolo tam
bién, pero más fundamentalmente atendiendo a una
distribución de lo ya existente más adecuada a la for
mación de núcleos pequeños con capacidad para com
batir aislados (dispersos).
Para hacer esta distribución es necesario dar so
lución previamente al tan actual y discutido pro
blema de si la dispersión de las Unidades se debe
de tener en el escalón Batallón o Compañía.
El Batallón ha sido hasta la fecha una Unidad
bastante completa en armamento para poderse en
frentar aislada con situaciones variadas; la Compa
ñía tenía unas posibilidades muy reducidas en ese
sentido. Es, a nuestro entender, la inevitable ten
dencia a mirar a estas dos Unidades como lo que han
sido y no como lo que pueden ser, lo que más influye
en que exista aquella discusión;
(1)
Un gran paso es la adopción del fusil automático
y demás armas individuales de esta clase que, pese a los
inconvenientes
de municionamiento
que presentan, están
siendo adoptadas por todos los Ejércitos.
CANO HEVIA,
dci Gobierno Militar de Ceuta.
No cabe duda de que las clásicas Compañías de
fusiles, aun reforzadas con medios automáticos, no
ofrecen garantías suficientes para formar nücleos de
fensivos que, aislados, tengan el poder mínimo de re
sistencia deseable. La falta de medios de apoyo les
imposibilita, por otra parte, para ejercer una acción
ofensiva un poco fuerte; no pueden enfrentarsecon uno
de los enemigosmás frecuentes y peligrososdel Arma:
los Carros de combate y, por último, en posiciones
independientes son un objetivo inofensivo para la
Aviación en vuelo bajo.
Mientras se discute sí es el Batallón o la Compañía
la Unidad a que debe llegar la dispersión, se está
dando, en todos los Ejércitos, a esta última esas po
sibilidades de lucha que consideramos le faltaban.
Al hacerlo se está resolviendo el problema práctico
antes que el teórico, porque a una Compañía con dos
ametralladoras ligeras por Sección, una Sección de
apoyo de morteros de 81 o calibre superior, dos ar
mas C.C. individuales, tipo bazooka, también por
Sección, armas ligeras A.A. y el armamento indivi
dual a que hoy se tiende para los infantes no dedica
dos a armas especiales, no le es necesario más que
una P. M. adecuada para cubrir un kilómetro de frente
en defensiva (‘1),por un período de tiempo prudencial
(el necesariopara adquirir ventaja sobre el adversario,
con la llegada al punto crítico del resto del Batallón,
situación en cierto grado de dispersión inicial). Si se
tiene en cuenta que estas Compañíaspueden ser refor
zadas con armas más pesadas del batallón, veremos
que su capacidad de resistencia aumenta y, aunque
con inferior densidad humana de ocupación (que es
de lo que se trata), pueden defender objetivos casi
tan amplios como hace una. decena de años se daban
a la Unidad superior.
(i)
.Piénsese en los frentes.que se daban a las clásicas
Compañías de Ametralladoras., en determinadas crcunstan.
cias, con sólo doce máquiñas. y. gian éscasez de fusi]erøs.
23
En el ataque no hay que decir que las posibilida
des de la Unidad aumentan, dadas sus grandes posi
bilidades de fuego y las de apoyarse con armas de
tiro curvo y proyectil con carga explosiva.
Simultáneamente con este aumento en la capaci
dad combativa de las Compañías, se observa una ten
dencia al aumento de potencia de fuego del Batallón,
dotando a su Compañía de armas pesadas de al
gunas que anteriormente se dejaban (orgánicamente)
en manos del Jefe del Regimiento. Las Compañías
regimentales tienden a desaparecer en el sistema dis
perso, y no parece necesario demostrar la conveniencia
de ello. El papel del Jefe del Regimiento no pierde
valor por eso: maneja sus reservas y tiene potentes
fuegos de apoyo (los de Artillería), de los que puede
disponer. Puede tener, también, carros de com
bate (de éfos hablaremos después, porque vale la
pena).
Para algunos (1), la capacidad defensiva C.C. de
estas Unidades de Infantería es pequeña y no está
resuelta con el armamento indicado. Es delicado
opinar sobre esta cuestión, que va unida a la teoría
que se tenga sobre el empleo de los carros propios, y
que tendrá que resolverse después de comparar mu
chas opiniones, principalmente de infantes experi
mentados. En el Ejército americano, que no dispone
de armas C.C. pesadas en las Unidades de Infantería,
una parte de los carros de combate está distribuida
entre las Divisionespara actuar en acompañamiento,
lo que permite a la Infantería respondercon contraata
ques de carros a los ataques adversarios. Suponemos
que, basados en esto, se han permitido prescindir
del C.C.C. clásico. Se les objeta que, de esta forma,
se pierden carros para las acciones en masa con Uni
dades acorazadas,que es la forma más conveniente de
empleo de este medio. El problema está resuelto si
se dispone de medios suficientes para atender, abun
dantemente, a los dos cometidos que el carro puede
desempeñar; pero lo que no cabe duda es que el in
fante actúa de esta forma más “abrigado”, con más
moral y que se ha conseguido una Infantería que
reúne, teóricamente, las cualidades más deseables.
La característica fundamental del Arma es la mo
vilidad, y son pocos todos los esfuerzos que se hagan
para dotar al infante de armamento, individual y
ligero, eficaz. Es más discutible, sin embargo, si vale
(i)
‘Véase la serie ée interesantísirnos
artículos pu
blicaclos en EjÉaciio
el afio pasado, como consecuencia
del concurso anunciado por la Revista sobre defensa CC.
24
la pena que disponga de armas que pueden dis
minuir su capacidad para moverse y maniobrar con
ligereza en todo terreno.
c)
Mediosde mando:
Las dotaciones de material de transmisiones en las
Unidades de Infantería deben ser revisadas. Con la
nueva organización y táctica de las Unidades (dis
persión), se hace tan necesario al Arma disponer de
elementos abundantes y seguros, secundados por un
buen plantel de especialistas, como a la misma Ar
tillería. Creemosque el medio normal de empleo tiene
que ser la radio, ya que la inestabilidad de las situa
ciones hace lento el teléfono. El primer medio está
suficientemente perfeccionado para poder proporcio
nar una eficacia suficiente (a pesar de las interferen
cias y demás defectos), y a las Unidades se les debe
dotar de aparatos con potencia suficiente para cum
plir su misión, y en número adecuado para que pue
dan disponer de las reservas necesarias para atender
a las pérdidas por cualquier causa.
2.°—Despliegues.
a)
Defensiva:
Como dependerán, al igual que siempre, del te
rreno, con las servidumbres que impongan el estudio
de los demás factores, las cifras que se deducen de un
1Km.
1!
1/
.—————
/
//‘9 /
3 Km
1,2y3
Compañías
Círculos ntro
en a,b y c
cci’dn xp/osin
4
Rao’/os
estudio teórico no servirán, casi nunca, para la rea
lidad. Por eso, más que darlas, haremos un cálculo
de las posibilidades de despliegue de la Unidad Ba
tallón, deduciendo de ellas algunas consideracionts
aplicables al despliegue de las superiores.
Un Batallón que despliega dos Compañías en pri
mer escalón, cubriendo frentes de un kilómetro (o
algo inferiores), y separándolas dos kilómetros,puede
cubrir, con cierta solidez, dado el punto de vista
actual (orden disperso en el ataque, como en la de
fensa), un frente de unos cuatro kilómetros.
Si coloca su tercera Compañía retrasada de dos
a dos y medio kilómetros, dispuesta a actuar en el
espacio sin cubrir, contraatacando de flanco a las in
filtraciones o reforzando a las atacadas, nos encontra
remos con un despliegue que tiene muchas probabi
lidades de salvar dos tercios de las fuerzas ante una
agresión atómica.
En la figura -1 se pueden ver estas posibilidades.
En ellas se han dibujado los radios de acción prác
ticos de un explosivo atómico (4), a partir de las pro Compañías -1 y 3 ó las 2 y 3, en cuyo caso se repe
yecciones verticales de los centros de explosióna, h tiría lo dibujado para la explosión con centros en a.
y c (explosionesen el aire). Como se ve, las únicas Los proyectiles o bombas A. de radio de acción ma
yor (pesados) no son adecuados para emplearlos
contra los primeros escalones, y aun los medios, a
base de los cuales hacemos nuestros cálculos, serán
sustituídos por los ligeros en muchos casos. Entonces
el despliegue citado proporciona más seguridad.
Un Batallón de cuatro Compañías ofrece posibi
lidades de cubrir más frente, o hacerlo con más so
fig 2
lidez, conservando la misma densidad de ocupación.
El Regimiento podrá cubrir, en consecuencia, de
explosiones que afectan simultáneamente a dos Com 8 a 10 Km., disponiendode reservas. (Ver en las fipañías son las que se producen con centros de explo
sión exactamente entre las dos (caso de centro en a).
Las Compañías 1 y 2 afectadas sólo lo son parcial
mente; además, salta a la vista que las explosiones
en ese punto son improbables, ya que se pierde gran
parte del poder destructor en zona adversaria o de
fI.3
nadie. Las demás explosiones(centros en b y c) afec
tan a una sola Compañía o a partes muy pequeñas
del despliegue de dos, exceptuando las que se pu guras 2 y 3 dos posibles despliegues de reservas regi
dieran producir en el centro de la línea que une las mentales. Estas no impiden el despliegue de parte
de la-Artillería divisionaria en la misma línea.)
(i)
En el artículo del mismo autor “Más sobre el arma
La posibilidad de cubrir 20 Km. con una División
atómica y la táctica”, publicado en el número 187 de la
Revista, se clasifican las cargas atómicas en “ligeras”, me
es buena, reservándose el mando fuerzas suficientes
dias, pesadas y superpesadas. En otro publicado reciente
para poder realizar una defensa a base de contraata
mente, “La Artillería de campaña en la guerra atómica”,
se da la cifra de 1,5 6 1,6 Km. como el radio de acción mí
ques principalmente, en contraposición con la de
nímo práctico de los explosivos A, tipo medio contra tro
.fensiva
estática. La dotación de Unidades de carros,
pas abrigadas.
2
en propiedad, a las Divisionesy las posibilidades de conveniencia de dotar a la Batería de seis piezas, con
movimiento de la Infantería actual no hacen tan qui alcances superiores a los actuales y de que es apli
méricos estos despliegues.
cable a este Arma lo dicho para Infantería, respecto
a medios de transporte y transmisiones, encontramos
b) Ojensiva:
que los Regimientos divisionariosganarían mucho en
Para hacer caer las organizacionesdefendidas por efectividad, y con ellos la División, si se procediera
una Compañía, creando vacíos suficientemente am- a la creación en los mismos de un 5.° Grupo A.A.y de
pijos en el frente para aspirar a penetrar con fuerzas alguna Batería de protección para la defensa próxima
bastante numerosas y con un despliegueantiatómico, de las Unidades de Artillería que, en alguna situación,
será necesario atacar y maniobrar a cada una con un lo requieran.
En cuanto a la creación del Grupo A.A. divisionario
Batallón, cuya posición inicial puede ser de disper
sión, para coincidir con sus Compañías en el objetivo, es consecuencia de los amplios frentes de despliegue
o concentrado, buscando en el secreto previo la sor que.la Gran Unidad va a tener normalmente. Ya no
presa en la acción y eludiendo con la rapidez de eje es posible para la Artillería de C. E. atender con efi
cución la acción atómica. Comonormalmente el ob cacia a la defensa A.A. de sus Divisiones, y no pa
jetivo de un ataque con aspiraciones ha de ser el te rece que la solución de aumentar las armas A.A. de los
rreno defendido por un Batallón, a la Agrupación Regimientos de C. E. sea la más adecuada.
táctica tipo Regimiento se le presenta el problema
Si la solución obligada va a ser afectar Unidades
a
la División, en todo momento, para cubrir su techo,
del despliegue (inicial y durante la acción) en un
frente de 4 a 4,5 Km. La concentración que ofrecerá las empleará mucho mejor si son suyas. Por la misma
al adversario puede dar lugar a que la defensa sienta razón que las armas de Infantería privativas ante
tentaciones, en un momento favorable, como se in riormente de ciertas Unidades van siendo dadas a es
dicó, de emplear el arma atómica, aun a riesgo de calones inferiores, encontramos que algunas que en
perder alguna de sus Compañías. Como se ve (y, una Artillería eran de C. E. deben pasar, en parte, a las
vez más, prescindiendo del terreno, que será el que Divisiones.
mande), teóricamenteno serán tan endebles losdesplie
Además, el Cuerpo de Ejército es el escalón in
gues defensivos,que ofrecen bastantes posibilidades. ferior donde hoy día se puede permitir el empleo de
Tres, al menos, tiene a su favor el atacante: 1.0 El ciertos proyectiles especiales y atómicos, y puede
tiempo que necesita el defensor para poder emplear considerarse que hay cierta tendencia a que, en
el arma atómica. 2.° La posibilidad de desplegar los esta G. U. y las superiores se vaya sustituyedo, par
Batallones en profundidad, ejerciendo acciones su cialmente el armamento clásico por el de la época
cesivas contra los diferentes objetivos tipo Compañía, atómica. Si no se quieren hacer los Cs. Es. incómoda
en tanto el defensor no emplee en la acción tantas mente voluminosos,para poder ser eficaz en sus ex
fuerzas que el concepto “Seguridad de masas adver tensísimas zonas de acción, encontramos muy acer
sarias en presencia” nos permita los ataques simul tada la teoría de aumentar su potencia de fuegos
táneos y relativamente masivos. 30 La superioridad con armamento especial, más que con el clásico que
en fuego y medios blindados de que dispondrá (aun sería necesario.
que sólo sea local).
En cuanto a la creación de Baterías especiales de
protección en los Regimientos de Artillería, no se
IV.—LA ARTILLERIA DIVISIONARIA (1)
trata con ello de que cada Unidad desplegada ais
lada cuente con otra especialmente creada para su
a) Organiación y armamento:
defensa; esto sería antieconómicoy, en la mayor parte
Aparte de la creación de Pis. Ms. adecuadas a las de los casos, inútil. Todas las Unidades del Ejército
necesidades de la Artillería actual, del estudio de la (incluso los servicios)y con ellas la Artillería, deben
contar con armamento ligero eficaz (ArmasC.C.,auto
(1)
Habiendo sido publicado recientemente
en la Re
vista el artículo “La Artillería de Campaba en la Guerra máticas, A.A., etc.), similar al empleado por la In
Atómica”, del mismo autor, en el que se trata con cierto
fantería, en una proporción mínima que le ofrezca
detalle este tema, nos limitamos aquí, únicamente, a com
posibilidades de deferisa inmediata, contra cualquier
pletar aquel trabajo en aquellas partes que nos ha parecido
tipo de ataques, por un tiempo limitado.
necesario.
26
La creación de esas Baterias de protección tiene
por objeto el poder atender, por la misma Artillería, a
la defensa de algunos de sus elementos colocado en
situación especialmente crítica, sin necesidad de res
tar reservas a la División. Sú necesidad es, desde
luego, más discutible que la de la creación del Gru
po A.A divisionario, pero la convenienciasalta a la
vista.
Ambas cosas, Unidades A.A. divisionarias y Ba
tenas de protección, han sido adoptadas en otros
Ejércitos.
b)
Consideraciones
sobre el empleodel Arma:
Aunque la Artillería clásica siga constituyendo la
masa fundamental del Arma, la existencia de Unida
des especiales de efectos tan contundentes como las
que han aparecido en la actualidad, nos hace pensar
que las grandes concentraciones de material, para
acciones de importancia, se verán disminuídas nota
blemente en el futuro.
Un prestigioso alto Jefe militar extranjero dijo,
comentando unas maniobras, que hasta la fecha las
armas atómicas se habían considerado como un me
dio para reforzar o apoyar a las clásicas, pero que en
el futuro habría que considerar la actuación de éstas
como un apoyo a las primeras.
Citamos esa frase como muestra de los cambios que
está experimentando la mentalidad de algunos man
dos, lo que nos permite decir, con un poco más de
firmeza, que los grandes refuerzos de material de Ar
tilleria que se daban a las Divisiones para ciertas
acciones no erán tan corrientes, y ello es importante
porque las antiguas concentraciones de material es
taban en oposición al actual concepto de-dispersión.
El cañón atómico, los proyectiles cohetes tipo
“Honest John” y los de más alcance (empleo estra
tégico), “Corporal”, no han llegado aún a ser dotación
de las Divisiones,pero sí de las Unidades superiores,
y las posibilidades destructivas de estas armas (no
sólo con proyectiles atómicos, sino con ordinarios de
alto explosivo), unidas a los extraordinarios alcan
ces que tienen, permiten sustituir con ventaja a las
antiguas concentraciones de fuegos procedentes de
gran número de piezas de calibres inferiores.
No sustituyen, sin embargo, a esas acciones arti
lleras de detalle que se realizan en beneficio directo
de las Unidades de Infantería, acciones que necesi
tan un mínimo de material ordinario, con frecuencia
superior en número al orgánico de la División.
En la Artillería divisionariase centraliza, en el Ejér
cito francés (al menos eso parece deducirse de algún
artículo aparecido en la Revista EJÉRCITO),Ja labor de
interpretar las noticias que se van recibiendo de las
Unidades, referentes a las posibles explosiones ató
micas,- saliendo de ella las predicciones sobre efectos
que pueden ser de interés para el Mando, o núcleos
de tropas a los que interese. Esta es una solución, de
las varias que cabe darle, al problema que crea a la
Gran Unidad la aparición del nuevo explosivo.
Por último, no queremosterminar sin indicar que
Ja coordinación de fuegos aéreos y terrestres de las
Unidades superiores, con los de la División, cuando
aquéllos se realizan en beneficio de ésta, crea otro
27
problema al Mando de la Artillería divisionaria, en el
cual, por razones fáciles de comprender, se debe cen
tralizar toda la acciónde fuegos,ahora más que nunca.
En las Divisiones americanas se ha resuelto este pro
blema, por lo que a Aviación concierne, dotando
a las Pls. Ms. de Artillería de la G. U. de una Sec
ción u Oficina de entendimiento con el Ejército del
Aire, en la que, con Oficiales del Arma, hay uno o
más de Aviación.
CONCLUSION
En este trabajo se ha dado una opinión personal
sobre un tema de actualidad. La he estado reteniendo
mucho tiempo por prudencia. La experiencia per
sonal es imprescindible para atreverse a opinar sobre
cuestiones de tanta importancia, si no se quieren co
meter errores en lo fundamental. La lectura de ar
tículos, que ya empiezan a abundar, en las revistas
militares y la visión personal y directa de unas ma
niobras atómicas, realizadas por el Ejército más ade
lantado del mundo en estas cuestiones, me han ayu
dado a contrastar mis ideas, proporcionándome la
tranquilidad de que me apoyo en bases ciertas. No
obstante, hay que admitir que algunas cosas de las
que se han dicho son discutibles. En refuerzo de los
que así lo crean, puedo decir que mi opinión personal
la califico de aclual, pudiendo variar, como ha su
frido variaciones hasta la fecha.
Es discutible, sobre todo, la parte que se refiere
a despliegues de Infantería. Nadie se ha atrevido,
hasta ahora, a recomendar públicamente la disper
sión hasta la Unidad Compañía; nadie, que sepamos,
ha atacado de frente el problema de dar cifras con
cretas para las separaciones entre este tipo de Uni
dades. Sí hemos visto, sin embargo, poner reparos a
estos despliegues;también hemos visto asentir cnando
expresábamos nuestra opinión.
Cuando se ataca algo, antes de que nadie lo de
fienda, cabe pensar que es discutible.
Siempre fué para mí motivo de preocupaciónpensar
que un Batallón podía ser eliminado, íntegra e ins
tantáneamente, con un solo proyectil A. Esa idea me
impedía aceptar los tipos de desplieguesque la ma
yoría preconizaba. Por otra parte, sentía la misma
resistencia que todos a disgregar esta Unidad bá
sica, por razones fáciles de comprender. Mientras
la bomba A. era un arma estratégica, de utilización
eventual en el campo de la Táctica, se podía consi
derar una temeridad romper con lo fundamental de
las viejas normas. Hoy día hay que considerar el ex
plosivo A. como un arma táctica de empleo normal,
de la que algunos disponen en abundancia; la única
razón que se da para convencernosde que no se ha de
emplear con profusiónes su precio. Ni el precio es tan
grande como se ha dicho, ni esta razón nos convence
para admitir que su empleo va a ser muy limitado.
Estas son las razones por las que creemos que no
hay más remedio que admitir los desplieguesque he
mos indicado. Hace poco tiempo leímos un artículo
en el que se trataba de demostrar que la Unidad de
dispersión era el Batallón; en él se decía que sus ra
zonamientos servían para el año 1955 exclusivamente.
Pues bien, ese año ha a:abado.
•
28
LAS RADIO.S DLBE1VFUNCIONAR
Teniente
VEDA
E
Ltítulo no es ninguna novedad. Sin embargo, to
davía existe cierta desconfianza hacia este medio
de transmisión. La idea que guía este artículo es ex
poner el método adecuado. También anotamos las difi
cultades y limitaciones que tiene para conseguir que una
red radio funcione bien.
No se trata de un plan de instrucción, ya que éste
viene fijado por el Mando en su período correspon
diente, sino de un plan de trabajos del Jefe de una Com
pañía de Radio (o en otras Armas, del Oficial de Trans
misiones), que recibe orden sencillamente de estar pre
parado para actuar y quiera hacerlo con seguridad y
eficacia.
LAS RADIOS TAMBIEN FALLAN
Naturalmente, en radio hay muchas sorpresas. Todos
los que han manejado estaciones saben de esos mis
terios de la propagación, a veces inexplicables. Incluso el
experimentado
en situar emisoras, muchas veces fra
casa ante estos imprevistos.
Ahora bien, estas dificultades, lejos de sumirnos en
resignación fatalista más o menos mahometana, obligan
a una esmerada preparación del material y personal
para poder intentar dominarlas cuando aparezcan.
Expongamos un caso en que la previsión e instruc
ción hace posible un enlace dificultoso: La estación llega
de Ingenieros
Y TOMAS, dela
FRANCISCO
Agrupación
LOPEZ
DE
SEPUL
de Transmisiones
n.° 4.
a su punto de destino y no puede comunicar con su di
rectora. No tiene avería a la vista. Sencillamente no
enlaza. Y las Transmisiones fallan.
Si la malla de que forma parte está bien organizada
nos defenderemos así:
1.0
La emisora en cuestión habría de tener tiempo
suficiente para trasladarse a otro asentamiento próximo.
En otras palabras; dispondrá de un margen prudencial
de tiempo para atender a imprevistos. A veces, despla
zamientos de 50 metros resuelven la situación.
2.°
Su Jefe no lo habrá situado, ni al lado de un
puente metálico, para estar más divertido viendo pasar
el tren, ni debajo de árboles frondosos, ni a la sombra de
la línea de alta tensión que alimenta a toda la Provin
cia, ni en un valle por debajo del nivel del mar, etc.
3.0
El entrenamiento en muchas horas de práctica
de trabajar en malla permitirá que pueda enlazar a
través de otra corresponsal distinta de la directora, sin
que nadie se arme líos.
40
Intentarán trabajar con la frecuencia de reserva
sin sembrar el desorden por ello.
La competencia del Oficial Jefe de Radio permitirá re
chazar ciertos asentamientos a priori, por la simple vista
del plano, su conocimiento del terreno o, si tiene tiempo,
por un reconocimiento.
Todo esto, naturalmente,
tiene valor dentro de un
cierto limite. Las tablas de predicciones nos dicen las
posibilidades de éxito de un enlace. En este cálculo in
29
MK-II
montada en vehículo T.T. 314T. Dodge,
sobre bastidor metálico y tacos de goma de 10 cm. de
altura. Alimentada or la batería del vehículo (12 y.)
de actuar tiene que ceder paso a la Unidad táctica de
funcionamiento.
Y en Transmisiones, ésta debe ser la malla. Y malla
de cuatro elementos: directora y tres corresponsales,
todos con material homogéneo. Si hay sólo dos, resulta
insuficiente (siempre se está a tiempo para dejar una en
reserva); si hay cuatro, se complica demasiado su fun
cionamiento, y además la malla, al romperse, puede dar
lugar a dos enlaces directos.
JUSTIFICACION DE LA MALLA
Por lo general, y a largo plazo, ni en unas maniobras
ni en la guerra se conocerán los enlaces a establecer.
La Orden para el Enlace, llegará unas horas antes de
iniciarse la operación. Ante estos hechos, sólo queda una
solución: Prever todo lo posible y tener trabajo adelan
tervienen todos los factores decisivos, tales como carac
tado. Si tenemos x mallas perfectamente instruída,
terísticas de material, frecuencia, distancia, estado atmos
equipadas y disciplinadas, para dar la Orden de Trans
férico, hora, situación geográfica y topográfica, etc. Pre
misiones bastará decir: malla P servirá a la Red de tal
tender dominar estos hechos a base de instrucción, es Mando, malla R para la Red Artillería, malla 5 para la
ridículo. Esta jamás podrá vencer una imposibilidad en Red de Información, etc.
la propagación de las ondas, pero lo que sí conseguirá
A pesar de la importancia de esta razón, todavía
es que “siempre que se pueda enlazar, se enlace”, que existe otra, si cabe, de más peso. Y es que, sin una dis
ya es algo.
ciplina extremada, una Red no puede funcionar bien.
Frecuencias, indicativos, horarios, preferencias y priori
dades tienen que observarse rigurosamente.
EL MATERIAL MODERNO SOLUCIONA MUCHOS
La única forma de lograrlo es crear espíritu de equipo.
PROBLEMAS
En otras palabra, que las cuatro emisoras conozcan per
Para pequeños alcances, la modulación en frecuencia fectamente la voz de sus operadores, los desplazamientos
tiene ventajas enormes, y en distancias medias, la mo de frecuencia, los recursos de cada uno, su perseve
dulación en amplitud u ondas, entretenidas se viene rancia, etc.
Lo de perseverancia, podrá parecer ridículo. Y no lo
usando mucho. Con ello queda solucionado el problema
es. Si A tiene que enlazar con B, y sabe que este es un
de la escasez de frecuencias disponibles y sus consi
guientes interferencias, cuando el número de radios en operador bueno, competente y sobre todo tenaz, no sol
tará nunca el demoledor y definitivo “aquí no hay quien
funcionamiento
es elevado.
En otro sentido, el cristal de cuarzo (que ya creíamos enlace, se habrán retirado”, dándose seguidamente por
vencido.
anticuado al paso de las Lorenz) y la frecuencia sinto
La confianza mutua y la práttica logran, que los sol
nizada o canales ajustados, simplifica mucho el trabajo
dados trabajen ante el General de la División, igual que
en la operación de sintonizar el corresponsal.
El problema de la alimentación (la gran dificultad y en el patio del Cuartel ante el Teniente.
Además, el espíritu de equipo hace mucha falta; se
preocupación constante del Oficial de Radio), ha que
dado solventado con el aumento de vehículos T.T., cuyas demuestra no sólo en la vida corriente, sino también,
dinamos (de 6 ó 12 voltios) alimentan la emisora a en los partidos de fútbol y en las vueltas ciclistas.
trav’és de la batería del áutomóvil. Además, la abun
dancia de grupos generadores, entre ellos el PE-162, RESUMEN DE LOS PUNTOS A TRATAR
también alivia el problema que el generador manual
sólo resolvía con la ayuda del rectificador, cuando los
FASE PREPARATORIAFASE
EJECUTIVA
horarios de trabajo eran amplios.
Preparación
del material.
Asignación
de mallas.
Por todo esto, el trabajar en una malla presenta me
Selección y agrupación del
Distribución
de órdenes.
nos dificultades con el material moderno, y quizás al
Alimentación
do las Emi
personal.
gunos puntos de este artículo no tengan a causa de ello Instrucción
técnica.
soras.
aplicación, pero la idea general, que es combatir la ini
Instrucción
moral
y mi
Transporte.
provisación, sigue válida.
litar.
Disciplina.
LA MALLA
Un Escuadrón de Caballería pie a tierra y en una pa
rada, semeja una Compañía. Sin embargo, en el campo,
y para cumplir su misión, se mueve por Escuadras.
Lo mismo podríamos decir de la Batería; llega la hora
del fuego, y se agrupa en cuatro grupos de hombres,
tantos como piezas.
La Unidad administrativa u orgánica, en el momento
30
FASE
PREPARATORIA
1.—Preparación del mateial.
El material no debe salir del Parque sin pasar por el
Taller. Allí se comprueba, ajusta y pone su firma el es
pecialista encargado. La responsabilidad individual es
la mejor garantía del trabajo efectuado.
Al hablar de material, se incluyen los repuestos:
Lámparas, fusibles, vibradores, etc., y también las cajas
de reparación con herramientas, soldador y tester.
El material que se tenga que usar en la realidad no se
entregará hasta que no estén los equipos adiestrados; la
instrucción inicial conviene hacerla con unas emisoras
que podríamos llamar de instrucción.
2.—Selección y agrupación del personal.
Tiene que empezar lo antes posible. Aquí no sucede
como en atletismo, donde el excesd de entrenamiento
es perjudicial; de todas formas, no hay que abusar del
material. No hay que olvidar que lo que se pretende
es que funcione en su momento oportuno.
Así como el material se desgasta y desajusta, no le
sucede lo mismo a la garganta del Oficial en las teóricas.
Pero éstas tienen que ser cortas, interesantes, prácticas
y no soporíferas. No hace falta hablar de la ley de Ohm.
El primer trabajo será el de formar equipos en que se
juega gran parte del triunfo o del fracaso.
•
Generalmente, no se dispondrá de un Sargento para
‘cada emisora, y tendrá que ser Jefe de malla. Vistas
así las cosas, el personal por emisora será: Un cabo Jefe
de equipo, inteligente, lo más culto posible y capaz de
comprender una situación y obrar en consecuencia; un
operador radiotelegrafista y un radiotécnico, capaz de
efectuar pequeñas reparaciones. Todos conocerán per
fectamente el manejo del material, pero normalmente,
y en fonía, operará el Cabo.
Este tiene que reunir las cualidades citadas, teniendo
en cuenta que casi siempre actuará agregado a una Uni
dad, y, por tanto, único responsable del enlace con ella,
debe tener soltura suficiente para hablar con un Jefe
de Cuerpo.
La práctica demuestra que el radiotelegrafista se em
plea poco. Pero si una emisora lleva un manipulador de
telegrafia, tiene que llevar quien lo maneje. Con un mes
de clase, un soldado despierto recibe y transmite acep
tablemente.
No se olvidan las soj-presas que se expe
rimentan al pasar del pupitre de la clase de Radio al
manipulador de la estación. Como todas estas sorpresas
se vencen con la práctica.
Lo del radiotécnico, podrá parecer una utopía, pero
teniendo en cuenta el número de ellos (profesionales y
buenos aficionados) que anualmente llegan a una Agru
pación de Transmisiones, se comprende que es posible.
En la selección de personal, el Oficial tiene que em
picar todo su afán y medios, compatibles con la disci
plina y subordinación, para conseguir que salgan al
campo los mejores y más aptos soldados de la Unidad.
Dentro de éstos, hay que tantear y conocer a cada
uno de ellos; y no es difícil, pues pasarán escasamente
del medio centenar.
Como consecuencia de varios días de prácticas con el
material de instrucción se eliminará a los menos aptos y
se formarán los equipos de tres hombres.
El peor ajuste y las deficiencias de las estaciones de
instrucción será una buena piedra de toque para probar
a los soldados.
3.—Instrucción
técnica.
Formadas las mallas, empieza la verdadera instrucción.
Las enseñanzas teóricas pueden darse simultáneamente
a todas las mallas de material homogéneo.
Estación MK-IJ montada. sobre Jeep, de cuya
batería de 12 y. se alimenta. í7a sobre asiento
posterior y lijada por tirantes con muelles.
Se repartirá el material (haciéndose cargo de él el
Jefe del Equipo), así como indicativos y frecuencias,
que no variarán, a no ser que obliguen razones poderosas.
Dentro de la banda de trabajo de las emisoras hay
que procurar distanciar lo más posible las ondas esco
gidas. Para eso se tendrá preparado un reparto de fre
cuencias, contando no sólo con las propias, sino también
con las que se asignarán a las demás Armas. Los radiotelé
fonos de Infantería no se superponen a nuestras emisoras,
pero las de Artillería sí, y hay que evitar interferencias.
Estas bandas señaladas serán comunicadas a los usuarios
en el momento oportuno. Y para ello, y como anexo a la
Orden de Transmisiones, resulta muy claro y rápido
preparar unas tiras de papel milimetrado en el que va
dibujada una escala de las longitudes de onda y dentro
de ella, y en colores, la banda que corresponde a cada
Unidad.
A titulo de ejemplo vamos a citar los puntos intere
santes que afectan a la J.T.E.B-2:
a)
Emplazamiónto: Zonas de silencio. Arboles, lí
neas de alta tensión, vías férreas, masas metálicas, etc. El
terreno manda en la colocación de la emisora. Ejemplos
de terreno ideal.
1’) Antena: De hilo siempre que se pueda. Aislada.
Dirección: La del corresponsal. Contraantena.
e) Alimentación: Cuidados del acumulador de fe
rroníquel. No poner objetos metálicos encima: peligro de
cortocircuito. Evitar derramar el electrólito. Bornes hm-
píos y engrasados. Duración. Obligación ineludible de
usar el generador manual durante la transmisión y des
pués de ella. Empleo del rectificador y motor para car
gar baterías. Insistir en la importancia decisiva del pro
blema de la alimentación.
d)
Manejo: Ejecutar siempre todas las operaciones
indicadas en el panel. Convencerse de la importancia
del batido a cero: hay que hacerlo tantas veces como se
mueva el “dial”. Variómetro de antena: no es superfluo.
Ojo al botón de potencia reducida.
Cuestión fundamental:
Los desplazamientos de fre
cuencia. Hay que transmitir siempre en la misma lon
gitud exactamente; se anota (o se aprende) el desplaza
miento de cada corresponsal para recibirle y al contes
tarle no olvidarse de volver a la longitud de transmitir.
e) Avenas: Las conocerán todos pero es misión es
pecífica del radiotécnico.
Comprobar tensiones de alta y baja:
Si al oprimir el botón de B.T. marca cero, comprobar
los contactos de la batería—Comprobar
el fusible de
baja.
Si al oprimir el botón de A.T. marca cero, revisar el
fusible que rosca en la caja de alimentación.—Cam
hiar el vibrador.
Si las tensiones son las normales, aflojar los tornillos
y sacar con cuidado el panel de la emisora, destapar los
blindajes y comprobar que todas las válvulas se en
cienden.
Ver si todas las válvulas que lo llevan tienen conec
tado el capacete en el pivote de su parte superior.
Comprobaciones y reparaciones más complicadas las
practicarán sólo los radiotécnicos competentes que serán
instruídos por personal especialista del Taller de Radio
en poco tiempo.
/j Trabajo en malla: La directora manda. Los abo
nados escuchan. No mezclarse en las conversaciones.
Observar el horario a toda costa.
Si la directora falla, que sepan cuál la sustituye y toma
la iniciativa.
Practicar casos que puedan ocurrir. Enlazar C con A
a través de E por ser imposible hacerlo directamente.
Pruebas con la frecuencia de reserva si la de uso está
llena de interferencias. Sólo la práctica enseñará a resol
ver las muchas dificultades que pueden surgir.
El operador tiene que fundirse con el indicativo. Coma
si fuera un mote.
Cuidar el vocabulario y las expresiones. Nunca se sabe
quién puede estar escuchando.
4.—Instrucción
moral y militar.
1.0
Convencer al soldado de su importancia y res
ponsabilidad. No es un simple número. De él depende que
un Regimiento se mueva a ciegas o no.
No se trata de formar soldados engreídos ni pedantes,
sino hombres conscientes de su misión que cumplan
las órdenes recibidas y hagan valer su carácter técnico,
no dudando en recurrir al Jefe Superior si hay algún
motivo que pueda perjudicar el enlace.
2.°
Se les explicará el funcionamiento del Ejército.
Quién da las órdenes, nociones de las misiones de las
Armas y Servicios, etc. El significado de las palabras:
Estado Mayor, Puesto de Mando, Observatorio, Red
de Mando, Red de Tiro, Agrupaciones de Apoyo Directo,
Arbitraje, etc.
Un operador no es un papagayo, sino una persona
que tiene que usar la cabeza. Sólo así se evitarán estas
equivocaciones lamentables y ridículas que luego se
cuentan como chistes. No se trata de un curso de táctica,
sino de una ligera cultura militar.
3.0
Se les hará aprender la Geografía del lugar donde
hay que operar. Es muy importante que sepan los nom
bres y situación aproximada de pueblos, carreteras, etc.,
pues no siempre se dispondrá de cartografía abundante.
Los Jefes de equipo deben interpretar un croquis e
incluso dibujarlo.
5.—Disciplina.
Después de todo lo dicho, no es necesario razonar la
necesidad de la disciplina. Si constituye un subtítulo
aparte del anterior, es para hacer resaltar su impor
tancia. Y también para hacer algunas consideraciones.
Al soldado vulgar le cuesta comprender la necesidad
de la disciplina, del mismo modo que tampoco se le al
canza la finalidad de la instrucción en orden cerrado.
Para él, no pasa de ser algo teatral, sólo necesario para
desfiles, guardias, etc. Se necesita cultura o formación
militar para ver en ella la forja del espíritu de conjunto,
de la disciplina, etc.
En Radio es imprescindible que el soldado la com
Estación ANGR-9 sobre Jeep de 12 y. El sistema
de montaje viene preparado para este vehículo.
Emisor-receptor, dinamotor y antena de varillas.
copii..
MALLL
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Medio de
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22 División
iIO
DE TRAEA$O
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18’
SdeJoJiodei95ó
-
de T-1
8k
1O’
lZh
prenda y, por tanto, la cumpla. Y el
camino para lograrlo es el siguiente: Una
vez esté instruido y compruebe que “su
malla” funciona bien, hay que llegar a
que considere como cosa personal que “su
Radio” no falle.
Aprendamos a conocer al soldado des
preocupado, no trabajador, inepto. Este
llegará a vanagloriarse de no saber nada
de cuanto se le enseña en la teóricas. Y
si se provoca una discusión sobre la ma
teria en que él cree que entiende, en
seguida sentará cátedra y querrá tener
la razón. Lo mismo da que se trate de
poner a punto un motor o de cargar
sacos.
Hay que hacer que el soldado se con
sidere un buen operador de radio. El
mejor síntoma de que se ha produ
cido este fenómeno lo tendremos cuando, al volver
de unas prácticas, los componentes de una malla dis
cutan entre sí, se echen en cara errores cometidos, los
atacados se defiendan y ellos mismos inventen solu
ciones para corregir los fallos.
Si conseguimos que el soldado ponga interés y amor
propio en su misión, tendremos muchas probabilidades
de que las Transmisiones funcionen.
De ahí a la disciplina comprendida se pasa sin darsc
cuenta. También es preciso no defraudarle en lo que el
soldado espera del Oficial.
FASE
Antes
auxiliar.
EJECUTIVA
de entrar en materia hablemos del material
No es imprescindibl.e pero si muy necesario.
33
Marconi
JTE. B.2 sobre Jeep con botería dc 6
.
Yo l1e
acunzulado
Tiendas de campaña para emisoras, abultan poco y las
protejen durante la noche y mal tiempo; tiendas de pa
trulla para los componentes de la estación, relojes, lin
ternas, impresos de telegrama, sobres para enviar partes
y multitud de pequeños detalles que, si son tenidos en
cuenta, facilitan mucho la labor y dan confianza al sol
dado.
Otro capítulo lo compone el equipo personal. Dentro
de las existencias, hay que conseguir que se le equipe lo
mejor posible. Si se le exigen responsabilidades, hay que
darle medios. El equipo actual de las Unidades de Mon
taña llena por completo las necesidades y ayuda al sol
dado a trabajar cómodo y bien.
La fase ejecutiva empieza al trasladarse la Unidad
hacia las bases de partida. Ya sea por ferrocarril o me
dios motorizados. El transporte debe hacerse por mallas
y pensando que un golpe desafortunado o la falta de
cuidado pueden anular la labor de muchos días.
1.—Asignación de mallas.
Situados en la base de partida, y en espera de recibir
órdenes, hay que pasar revista al personal y material.
Las mallas efectuarán enlaces próximos para comprobar
que el material no ha sufrido desperfectos.
Un punto muy importante: si no se tiene experiencia
anterior sobre el lugar, hay que comprobar que las ban
das de frecuencia escogidas no corresponden a zonas
llenas de interferencias.
Por ejemplo, en la Cerdeña, el trabajo en la banda
de 65 a 70 metros de longitud de onda presenta muchas
dificultades, contrariamente a las de 50 a 55 y 100 a 105,
casi siempre limpias y despejadas.
Cuando el Jefe de Transmisiones reciba la orden para
Enlace y elabore la de Transmisiones, el Jefe de la Com
pañía Radio hará el reparto de las mallas. Y dentro de
cada malla el de las emisoras.
En este momento se recoge el fruto de todo lo smbrado
y la preparación efectuada permite tomar decisiones rá
pidas sin improvisaciones y con muchas garantías de
éxito.
La ubicación de las estaciones directoras vendrá
obligada. Respecto a las demás, el mejor tiene que dar
34
e/e feeroníquel. Snspcnsióe
por n ud/es : locos de
el enlace mas importante o el mas difícil (si no es secun
dario).
La red de puntos más distanciados naturalmente la
servirá la malla de más potencia.
2.—Dlstribución
de órdenes.
Como consecuencia de la Orden de Transmisiones hay
que dar las órdenes a cada emisora. Y siempre por es
crito, para lo cual es útil el modelo adjunto ya rellenado.
Aquí más que nunca se debe cumplir lo de: claraconcisa-sencilla; pero añadamos: clara con croquis; con
cisa pero completa; sencilla pero previsora. De nada sirve
la preparación y la disciplina si no se sabe qué es lo que
hay que hacer.
Para entregarlas, se reunirá a todo el personal y al
mismo tiempo se les darán las instrucciones y consejos
verbales que se crean convenientes, aclarando todas las
dudas que tengan los Jefes de Equipo. A este i-espacto,
una cosa provechosa hemos aprendido en las innume
rables películas de guerra extranjeras, y es: terminar de
dar una orden con las palabras ¿alguna pregunta?
Todo ello debe hacerse sin nervosismos y pensando
ante todo lo que se va a decir, evitando de esta manera
las órdenes contradictorias, que siembran la confusión y,
lo que es peor, dan sensación de fracaso al soldado y le
hacen perder su confianza.
3.—Alimentación de las emisoras.
Las estaciones montadas en Jeep tendrán el problema
resuelto; las demás, tendrán siempre su horario de tra
bajo amenazado por la descarga de la baterías. La dis
ciplina en lo que se refiere al uso del generador ma
nual aumenta mucho la vida de la emisora; pero, a la
larga, siempre hay que recurrir al rectificador, con el
inconveniente de tener que estar sobre una línea de ener
gía eléctrica; los grupos generadores a gasolina eliminan
este inconveniente, y tienen la ventaja de poder servir
a dos o tres emisoras simultáneamente, siempre que estén
cerca o se disponga de medios de transporte y baterías
de repuesto
Cualquiera que sea el caso, la idea de la alimentación
siempre debe presidir la elaboración de una orden. Si
hay que depender del rectificador, es imprescindible co
nocer las posibilidades de la zona. Y para ello conviene
enviar a un especialista para que informe, con un croquis,
sobre las características y existencias de líneas eléctricas.
Sencillamente, saber que en tal pueblo hay corriente alterna de 125 voltios, en tal caserío continua de 110, en
otro 220, etc., para poder fijar los puntos en que se car
garán baterías y los medios con que se deben dotar.
La realidad puede variar estas lógicas previsiones.
Puede suceder que la directora necesite un jeep por re.
querirlo la situación táctica, el terreno, o la alimenta
ción. La que va montada sobre Jeep puede ser que dé
el enlace de más movimiento, pero éste secundario, y
entonces, en vez de enviar al mejor equipo para que ase
gure el enlace vital, lo desaprovechamos en uno de menos
importancia.
De todo ello se desprende que la solución más práctica
es asignar el medio de transporte sobre el propio terreno,
al dar las órdenes a las mallas.
Lo que sí tiene que ir preparado de antemano es el
4. —Transporte.
sistema de acoplamiento de cada tipo de emisora al
La organización de transporte del material es difícil vehículo; en las fotografías que ilustran el artículo se ve
de resolver de antemano, en el período de preparación, una solución ideada para el material actual; no consiste
debido a la hetereogeneidad de los medios e incerti. más que en embornar la caja de alimentación de la
emisora a la batería del vehículo, pues estos vehículo T.T.
dumbre de las misiones.
Aunque casi todo el material dIvisionario y alguno llevan ya los condensadores y filtros necesarios para que la
de C. E está diseñado para ser transportado por el per recepción no resulte perjudicada por la alta tensión de
sonal que lo sirve, evidentemente sólo se puede usar la instalación eléctrica. Lo interesante es lograr un medio
este medio en distancias cortas y para cambios de asen de fijación sólido y a la vez amortiguado, conseguido a
tamiento. Un soldado con su equipo, armamento y ade base de tacos de goma y muelles, teniendo en cuenta que
más el emisor-receptor o la caja de alimentación, no no se moverán mucho por carretera, sino casi siempre
campo a través. También se pueden improvisar los dis
puede ir al paso del infante.
Admitido este hecho, tampoco cabe duda que la so positivos indicados para tendido de cable telefónico
lución ideal es que cada emisora vaya sobre un Jeep; desde el vehículo en marcha; el cable se suelta por entre
además del transporte, solucionaremos el problema de dos aisladores, que no le permiten desviarse.
la alimentación. Pero ante la imposibilidad de adoptar
este sistema, tenemos que recurrir indistintamente a
estos tres medios: Mulo, transporte en camión hasta el
asentamiento y jeep.
El valor del mulo como elemento de transporte es de
sobra conocido en nuestro Ejército; con un baste conve
nientemente estudiado y preparado, una emisora se
mueve perfectamente aunque con las limitaciones de ve
locidad, radio de acción y carecer el mulo de dínamo.
Además en montafía,éste sube a sitios donde el motor
no llega. No llega por pendiente, sino por angostura y
falta de espacio de maniobra.
Las estaciones que no deban moverse se pueden trans
portar en camiones que las dejarán en sus asentamientos.
Un vehículo T.T. de 3/4 T., tal como el Dodge, puede
llevar a sus puntos de destino tres emisoras con todo su
equipo; todo es cuestión de estudiar un itinerario y des
pués mantener el vehículo en reserva para atender a
imprevistos o saltos sucesivos.
Las .ventajas del jeep ya se han indicado y son de
sobra conocidas para repetirlas; su único inconveniente
será el no disponer del número suficiente de ellos, si
es que esto puede ser un inconveniente.
Y ahora falta contestar a la pregunta: ¿Se puede
asignar de antemano un medio de transporte fijo a cada
malla y a cada emisora?
Es difícil generalizar, pues depende de la situación
y medios existentes. Si antes de llegar al teatro de opera
ciones fijamos el medio de transporte a cada equipo,
la designación de éstos para cada misión vendrá obligada.
Pongamos un ejemplo: Hemos organizado una malla de
la siguiente manera: la estación directora en camión,
considerando que se moverá poco o lo hará sobre un eje
de transmisiones con lo que el camión se utilizará para
otros equipos radio o para material telefónico; la mejor
de las tres corresponsalés, sobre Jeep para dar el enlace
más lejano, o más importante o de más movimiento; las
otras dos emisoras, a lomo.
Dispositivo para tender cable desve TT. 3/4 T. Doci
ge. Construido con espaldera corriente y aisladores
corno guías del hilo. Las características del ve
hículo le hacen indispensable para tendidos largos.
LA RADIO EN EL PASADO Y EN EL MOMENTO
ACTUAL
La G. M. II trajo la consagración definitiva de la radio.
Aunque son de sobra conocidos, enumeremos los campos
en que la radio actuó como elemento indispensable y sin
la cual no hubieran sido realizables la mayoría de las
acciones.
El General Martínez de Campos, en su libro ¿Otra
guerra?, dice: “El motor y el enlace por medio de la radio
sugirieron a Adolfo HItler la posibilidad de la gaerra
relámpago.” Efectivamente, cuesta mucho imaginarse
la Blitzkrieg sólo con cable telefónico; y si bien sola
mente se pueden llamar como tales las campañas de
Polonia, Prancia y principio de la rusa, la movilidad y
rapidez fueron el comón denominador a todas las de la
guerra (recordemos Africa con Rommel y Montgómery y
Europa con Patton).
En cuanto a grandiosidad y separación de los campos
de batalla, nada hay que comentar. Easte pensar en la
guerra del Pacifico a base de teléfono, ópticas y aparatos
de luces.
La cantidad de países ocupados con el consiguiente
peligro de los saboteadores convierten al enlace tele
fónico en un objetivo fácil y muchas veces más indis
creto que la radio.
El- enlace de la aviación con tierra y entre aparatos
sin otra cosa que paineles y mímica respectivamente
es posible que hubiera dado al traste con esta Arma, hoy
día tan importante como la vieja Infantería.
El carro de coñbate, ya con deficiencias en los órganós
de visión, si además hubiese sido sordo, habría sido una
mole ciega e ingobernable, con capacidad sólo para
avanzar sin miedo a las armas automáticas. Y lo que se
le ha exigido y realizado le pone muy por encima del con
cepto de parapeto móvil.
Citemos ahora un gran cliente de la radio, el arma
del presente y del futuro: Las tropas aerotranspor
tadas.
De esta enumeración se desprende que todos los avan
ces en el arte de la guerra van cimentados en al empleo
de la radio, y como es de suponer que en el futuro no se
36
Dspositico
pare
combata mucho al estilo de Verdún y la G. M. 1, re
sulta que la radio seguirá evolucionando hasta acapa
rar casi todas las transmisiones.
LA RADIO Y LA ENERGIA ATOMICA
Mientras el factor atómico se redujo al campo estra
tégico no afectó fundamentalmente
a las Transmisiones,
pero su inclusión dentro del campo táctico (cañón ató
mico y artefactos de potencia reducida) modifica enor
memente las normas de empleo de los medios de enlace.
En táctica, la energía nuclear ha revalorizado la pa
labra enmascaramiento en detrimento de las de protec
ción y blindaje y además ha agudizado e impuesto la ne
cesidad de la diseminación y dispersión. Esta, traducida a
kilómetros de cable telefónico, se convierte en cifras
casi astronómicas. Las mejoras e innovaciones en los
sistemas de tendido no llegan a compensar este aumento.
Además hoy día no hay fronteras entre la radio y el
teléfono, y sabemos cónio sale una línea de una central,
y en vez de ir por el cable lo hace por el éter a través
de los radio-relais, de tal forma que de la misma central
parten líneas telefónicas clásicas y lineas de radio de
alta frecuencia sin que los abonados puedan distin
guirlas.
RESUMEN
La importancia de la radio aumenta de día en día.
A los centros de investigación incumbe hacerla avanzar
técnicamente,
a nosotros nos corresponde asegurar su
funcionamiento ya que en sus manos, o mejor dicho en las
nuestras, está la posibilidad del mando. Para lograrlo
y a modo de consecuencias de estas ideas propongo estos
tres puntos:
1.0
Instrucción por mallas.
2.°
Disciplina técnica extremada. Apoyada en órde
nes bien dadas.
3.0
Huir de la improvisación. Quien se considere
buen improvisador, que no tema: en el servicio de la
radio, y a pesar de todas las previsiones, se le presentarán
buenas oportunidades para demostrarlo.
-para iessder cable desde Jeep, assdlsgo al dci Dad ge 3/4 T. A pto
tendidas rdpidas y cortos por la poca capacidad de carga.
Posibilidades de empleo del fusil de asalto español
Consideraciones
Por
técnico-balísticas
el Dr. Ingeniero
Materiales
[
AS posibilidades de empleo de un fusil automá
tico ligero se han discutido tantas veces en los
últimos años, que pudiera parecer dudoso el que me
rezca la pena tratar de nuevo de este problema. Des
pués de publicado en el año 1952 el primer informe
sobre la balística del fusil de asalto español (1), han
surgido sobre el tema de este tipo de armas gran nú
mero de otras publicaciones, en las cuales conocidos
expertos, tales como los Generales alemanes F. Kit
tel (2) y E. Schneider (3), los Comandantes españo
les L. Wilhelmi (4) y F. de Salas (5), así como el Di
rector de la Fábrica de armas suiza SJG, E. Amsler (6),
exteriórizan
detenidamente
sus conceptos sobre los
problemas tácticos y técnicos del fusil de asalto y su
munición.
Sin embargo, siguen existiendo discrepancias tanto
sobre las cualidades técnicas, como sobre las posibi
lidades de empleo del fusil de asalto con una muni
ción adecuada. En los apartados siguientes tratare
mos de precisar estas opiniones distintas,
compa
rarlas y, en cuanto sea necesario, rectificar los errores
existentes en ellas.
1.
Disensión de algunos
asalto.
datos técnicos del fnsil de
Ante todo, recordemos
sucintamente
qué es un
fusil de asalto. Según la definición que ha surgido
de los trabajos realizados en los últimos años, un
fusil de asalto es un fusil automático de Infantería que
cumple principalmente con las condiciones siguientes:
1.
Que el peso del arma no sea mayor que el de
un fusil normal, y
2.
Que el empuje de retroceso sea tan pequeño
que, aún tirando en ráfagas, el tirador pueda man
tener su arma encarada al blanco.
(1)
Dr. Ing. G. Voss: “La balística de la munición ligera de1
nuevo
fusil de asalto”. Memorial de la Asociación
Civil de In
genieros
de Armamento
e Ingenieros Industriales
del Ejército,
octubre-diciembre
1952.
(2)
General F. Kittel:
“Gebt der Infantrie
ihre Stosskrafi.
wieder”.
Wehrrechnische
Refte 1954, Heft 1. Traducción:
“De
volved a la Infantería
su empuje”. Revista EJÉRcITo, julio 1954.
(3) General
E. Schneider:
“Das automatiscbe
Infantriege
webr”.
Wehrtechnische
Heíte 1954, Heft 5 nnd 6. Traducción:
“El fusil automático
para la Infantería”.
Revista EJÉRcITO, di
ciembre 1954 y marzo 1955.
(4)
Comandante
L. Wilbelmi:
“La munición
para el fu,il
automático”.
Revista EJÉRCITO, mayo, 1955.
(5)
Comandante
E. de Salas: “El infante y su arma indivi
dual”.
Revista EJÉRCITO, mayo 1955.
(6)
E. Amsler, Director de la Fábrica SIG, Neuhausen: “SIC,
AM 55, sin nenes Automatgewebr”.
Nene Züricher Zeitung vo,n
25-5-55.
Especiales
GtYNTER
VOSS, del Centro
(C.E.T.M.E.),
del Instituto
de Estudios
Nacional
Técnicos
de
de Industria.
La energía de retroceso a absorber por el hombro
de] tirador es, como es sabido, en Kgm/disparo:
siendo g = 9,81 m/seg’
E 72P
la_&11
aceleración de la gravedad,
P el peso del arma en Kg., e
1 el impulso de retroceso en Kgseg/disparo.
El impulso 1 es esencialmente una constante de la
munición,
que es verdad que depende también en
cierto grado, de la construcción del cañón (sobre todo
de su longitud y de la forma de salida de los gases
por la boca del cañón), pero que no puede influen
ciarse en modo alguno por el mecanismo del arma.
Es errónea la opinión recogida en el artículo de
Schneider (3) antes citado de que un impulso de retro
ceso grande podría compensarse por un alargamiento
del recorrido del cierre. Lo mismo puede decirse del
punto de vista sostenido en el artículo de Amster (6),
arriba mencionado, de que el impulso de retroceso
podría disminuirse aumentando la masa del cierre.
Es físicamente imposible absorber dentro del arma
ni una pequeñísima parte del impulso de retroceso
que se produce en el tiro y que, en valor absoluto,
es exactamente igual al impulso del proyectil y de los
gases de la pólvora al salir por la boca del cañón. TJni
camente trasladándose
este impulso en toda su mag
nitud hacia un punto de apoyo, es decir, el hombro
del tirador, el arma puede ser detenida en su movi
miento de retroceso.
La energía de retroceso que sin tirador, tirando en
ráfagas, puede soportar sin apreciable merma de la
puntería no pasa de unos 0,6 Kgm/disparo, cantidad
sensiblemente
menor que la conrrespondiente
a fu
siles actualmente
en uso, cuya energía de retroceso,
tirando, por ejemplo, con el cartucho PP, resulta casi
tres veces mayor.
Como demuestra la fórmula arriba citada, la ener
gía de retroceso li es proporcional al cuadrado del
impulso 1 e inversamente
proporcional
al peso del
arma P. Si se quiere reducir la energía de retroceso,
se tiene, por tanto, que cuidar, en primer lugar, de
que la munición sea de pequeño impulso; pero tam
bién hay que prestar atención a que el peso del arma
no sea demasiado pequeño.
Toda disminución del peso de un arma portátil
produce, a causa del aumento de energía de retroceso
que lleva consigo un empeoramiento de la precisión
al tirar en ráfagas y una reducción de la velocidad de
fuego al disparar tiro a tiro apuntando bien, es decir,
una disminución del factor que precisamente
en las
fases críticas del combate resulta decisivo; a saber, la
densidad de fuego.
-37
Es errónea, por tanto, la opinión de que una re
ducción del peso del arma libera al infante de un peso
muerto. Si no se duda en cargar al infante con un
equipo que, sin tener en cuenta el casco, la bayoneta,
las granadas de mano, etc., asciende a más de 14 Kg., 110
se deberán regatear 100 g., al fijar el peso admisible
del fusil, es decir, de su elemento principal. En cual
quier caso, es poco conveniente quedar por debajo
del peso de los fusiles actuales, es decir, de 4 a 4,5 Kg.
Tomando como base del proyecto de la munición,
este peso del arma de 4 a 4,5 Kg. y una energía de re
troceso de 0,6 Kgm/disparo,
el impulso de retroceso
se calcula en:
1 = y 2 E. P7 = 0,7 a 0,75 Kgseg;
lo que coincide exactamente con el impulso de la muni
ción, tanto del fusil de asalto alemán como del español.
Aparte
de la energía de retroceso, es importante
también para obtener una buena puntería, tirando
en ráfagas, que el cierre oscile libremente hacia atrás
sin chocar contra un tope; El golpe producido por un
tope no influye, desde luego, ni en el impulso ni en la
energía de retroceso, pero provoca una reacción del
tirador,
que merma sensiblemente
su puntería
al
tirar en ráfagas.
Una magnitud importante
es la cadencia
(nú
mero de disparos1’seg.), que, multiplicada por el im
pulso de retroceso 1, nos da la fuerza de retroceso
media R. En fusiles de asalto, contrariamente
a las
ametralladoras
de gran cadencia, esta fuerza de re
troceso media es relativamente
pequeña. En el fusil
de asalto español, por ejemplo, resulta.
R
=
n. 1
=
9,2
.
0.74
=
6,8 Kg.;
es decir, menos de la cuarta parte del valor corres
pondiente
a una ametralladora
de gran cadencia.
No tiene, en cambio, ningún interés el desarrollo
de las fuerzas y aceleraciones de retroceso que se pro
ducen durante un disparo aislado. Nada se deduce
al calcular estos valores, cuya determinación,
ade
más, resulta bastante complicada, y en la forma in
dicada en el artículo de Schneider (3) antes citado,
falsa de todos modos.
II.
Las bases de desarrollo de los fusiles de asalto
alemán y español. Propuesta de definición del al
cance eficaz de un arma portátil.
Según lo expuesto en el apartado anterior, hay que
entender por fusil de asalto un fusil automático de
Infantería,
cuyo peso es de unos 4 a 4,5 Kg. y cuya
munición produce un impulso de unos 0,7 a 0,75 Kgseg.
Esta definición ha tomado cuerpo durante el desarrollo
del fusil de asalto español. Los argumentos que hace
veinte años condujeron al fusil de asalto alemán eran
completamente
distintos.
El punto de partida para el desarrollo alemán de
entonces fué el suponer que el infante nunca tira
a distancias de más de 500 m. con su fusil, aunque la
bala PP que utiliza posea también a distancias mu
cho mayores energía -remanente suficiente para lo
grar efectos mortales. ¿Por qué debe el infante car
gar (así se preguntó en aquella época) con una mu
nición tan potente y pesada como el cartucho PP, si,
por razones de probabilidad
de impacto, no puede
aprovechar
todo el alcance real de esta munición?
38
¿Para qué emplear una munición que, a las distancias
prácticas
de tiro, posea una energía remanente va
rias veces mayor que el valor necesario para lograr
un efecto mortal? ¿No valdría más disparar, en vez del
potente cartucho PP, un cartucho corto con potencia
y alcance menores y crear para este cartucho corto
un arma automática,
cuyo peso, conforme a su re
ducida energía en boca, fuera relativamente pequeño?
Estas fueron las consideraciones
que, en su día,
condujeron al desarrollo del fusil de asalto alemán y
cuya lógica quedó comprobada
enteramente
y sin
reserva por los éxitos que logró este fusil de asalto
en el combate.
A la munición de este fusil de -asalto se le exigió, en
el fuego tiro a tiro, buena precisión únicamente hasta
distancias
de 200 m. y, tirando en ráfagas, tan sólo
fuego de hostigamiento hasta 600 ni. Con el eartucho
corto, entonces desarrollado, se cumplieron estas exi
gencias con facilidad. Se había renunciado conscien
teniente
a un proyectil largo de buenas cualidades
balísticas, en beneficio de una disminución en la lon
gitud del cartucho lo cual era lógico, dadas las mode
radas exigencias de alcance.
El pequeño impulso de retroceso de esta munición
fué más bien una consecuencia que una condición
previa para su desarrollo. Y fué precisamente
la con
secuencia de reducir el alcaice eficaz, y con ello la
energía en boca, contrariamente
al de la munición
del fusil de asalto español.
Los fundameñtos
para el desarrollo de las muni
ciones del fusil de asalto alemán y español han sido,
por tanto, completamente
distintos. Mientras que el
punto de partida para el desarrollo de la munición
alemana fué una reducción del alcance eficaz, de donde
resultó la disminución del impulso de retroceso hasta
el valor admisible en un fusil de asalto, como base del
desarrollo español tuvo que tomarse un aumento de
alcance que, a primera vista, parecía incompatible
con el impulso de retroceso admisible para un fusil
de asalto.
Contrariamente
a las exigencias alemanas, que en el
fuego apuntado se limitaban a distancias hasta 200 m.,
se exigió del fusil de asalto español un alcance eficaz
de 800 a 1.000 m.
La dureza de esta exigencia extraordinaria
plan
ted la cuestión de qué debemos, en realidad, enten
der por “alcance eficaz” de un fusil de asalto. ¿Tiene
sentido disparar con un fusil de asalto hasta distan
cias de 1.000 m.? ¿Es que se puede esperar de un fu
sil de asalto a 1.000 rn. de distancia probabilidades
de impacto apreciables, teniendo en cuenta que con el
fusil normal, a pesar de la potencia mucho mayor del
cartucho PP, apenas si puede darse en un blanco
humano a distancias superiores a 500 m.?
Estas son las cuestiones que tenía que plantearse,
más que ningún otro, el balístico encargado del des
arrollo de la munición, y que, debido a la falta de una
contestación
de ninguna otra precedencia, también
tenía que contestarse a sí mismo. Veamos cuál fuié
la contestación.
Con un fusil no se dispara, como ya se dijo, en ge.
neral, a más de 500 ni. de distancia, aunque la ener
gía remanente de la bala PP sea aún suficiente hasta
distancias
de 4,000 ni. para lograr efectos mortales.
Por tanto, la energía remanente no es decisiva para
el alcance eficaz de un fusil, sino exclusivamente
su
probabilidad
de impacto.
Un buen tirador puede hacer blanco sobre un
hombre a pie a 500 m. de distancia, con una proba
bilidad del 50 %; mientras que a 1.000 m. apenas si
logrará más del 10 % de probabilidades
de impacto,
es decir, que tendrá una probabilidad del 90 % de
errar el tiro.
Pero, una vez errado el blanco, el adversario se ocul
tará en el acto, haciendo ineficaces, de este modo, los
disparos siguientes. Continuar, pues, el fuego, sólo ten
dría efecto moral, es decir, no supondría ningún ren
dimiento respecto a la producción de bajas.
El tiempo de reacción, dentro del cual el adver
sario se echa a tierra o halla abrigo de cualquier otro
modo, depende, naturalmente,
de las circunstancias,
pero puede cifrarse, por término medio, apenas en más
de un segundo; es decir, de todos modos, menos que
el tiempo que necesita el tirador para hacer un segundo
disparo bien apuntado. Aun tirando con un fusil de re
petición, se necesita hasta el segundo disparo mucho
más de un segundo, en tanto se tire con una munición
potente,
como el cartucho PP o el cartucho T-65.
Por tanto, sólo pueden esperarse probabilidades de
impacto apreciables tirando con munición de gran
potencia
en el primer disparo. La probabilidad
de
impacto, arriba mencionada, del 50 %, que un buen
tirador puede lograr, tirando a un hombre de pie a
500 m, de distancia, no podría mejorarse, por consi
guiente, aun continuando el fuego.
Pero las condiciones en un fusil de asalto, siempre
que se tire en ráfagas, son completamente
distintas
como lo demuestra el siguiente cálculo realizado a
base de una distancia de tiro de 1.000 m. Si se utiliza,
por ejemplo, el tiempo de reacción del adversario para
hacer una ráfaga de a
10 disparos, y suponemos que
cada uno de los 10 tiene a 1.000 m. de distancia una
probabilidad
de impacto de w = 7 %, la probabili
dad de tocar al adversario, por lo menos una vez, en
esos 10 disparos será
p
que da en nuestro ejemplo un valor también del 50 %
aproximadamente.
Se logra, por tanto, con la ráfaga de un fusil de
asalto la misma probabilidad de impacto a 1.000 m.
que con un fusil normal a 500 m.; es decir, que el al
cance eficaz del cartucho ligero de un fusil de asalto
disparando en ráfagas resulta el doble del de un cartu
cho PP disparado con un fusil normal.
Esta conclusión parece, a primera vista, absurda,
pero corresponde, sin embargo, como lo demuestra el
cálculo arriba indicado, a la realidad, al menos para
condiciones
de combate determinadas.
Todavía no hemos probado la hipótesis hecha de
que tirando en ráfagas a 1.000 m. de distancia se
puede lograr, con cada disparo, una probabilidad del
7 %, y eso no sólo en una galería de tiro, sino tam
bién bajo las condiciones, mucho más difíciles, de un
combate real, en terreno desconocido. Pero en el pró
ximo apartado se demostrará que esta suposición está
bien fundamentada.
Con esto la cuestión arriba abordada,
de si tie
ne sentido disparar con un fusil de asalto a distan-
cias de 1.000 m., puede contestarse afirmativamente.
La posibilidad de lograr con un fusil de asaiLo
tirando en ráfagas un alcance eficaz que supera sen
siblemente el de un fusil normal, no fué aprovechada
en la G. M. II. Unicamente en el desarrollo del fusil
de asalto español se aprovechó este hecho de que la
reducción del impulso de retroceso supone una am
pliación del alcance eficaz utilizando el tiro en ráfagas.
Si se define el alcance eficaz de un arma portátil
como aquella distancia a la cual, con duración de fuego
de un segundo, un buen tirador puede lograr, por lo
menos, un impacto sobre un hombre de pie con una
probabilidad
del 50 %, entonces la exigencia de lo
grar un alcance de 800 a 1.000 ni, aun con la condi
ción de que el peso del arma no pase de los 4 a 4,5 Kg.,
entra en lo técnicamente
realizable.
Sin embargo, sólo se tirará raras veces con un fusil
de asalto sobre un hombre aislado a 1.000 m. de dis
tancia, como tampoco se tira con frecuencia con un
fusil normal a 500 m. Tales distancias siempre que
darán reservadas a tropas escogidas y especialmente
instruídas.
Lo que, en cambio, puede decirse sin exa
geración, es que, independientemente
del nivel de ins
trucción, el alcance de un fusil de asalto asciende al
doble del de un fusil normal que dispare con el car
tucho PP.
HL
Repiisitos
des alcances.
técnicos para la realización
de gran
En el apartado anterior se expuso hasta qué punto
el alcance eficaz de un fusil de pequeño impulso de
retroceso puede aumentarse pasando del fuego tiro
a tiro al fuego en ráfagas. Este paso al fuego en rá
fagas no es, desde luego, la única condición previa
para un aumento del alcance, sino sólo una de muchas.
Aparte del fuego en ráfagas, hace falta, sobre todo,
que la energía remanente del proyectil sea suficiente
para los efectos pretendidos. El proyectil del fusil de
asalto español, que, debido a su forma alargada, posee
a 1.000 m. de distancia una energía remanente
de
25 Kg. con la cual perfora sin dificultad un casco y
penetra en madera de pino hasta una profundidad
de 12 cm., cumple indudablemente con esta condición.
Los blancos que necésitan energías remanentes ma
yores para ser dañados s.e presentan tan raras veces
en condiciones que puedan combatirse con un fusil, que
no parece justificado un aumento de la energía del pro
yectil con el objeto exclusivo de mejorar en eficacia.
Mucho más importante para el alcance eficaz de un
fusil es, en general, la rasancia de la trayectoria del
proyectil. Este punto se ha indicado ya en repetidas
ocasiones. Sin embargo, no parece habérsele dedicado
la atención que merece. A continuación se tratará,
por tanto, de considerar de nuevo la influencia de
la rasancia sobre la probabilidad
de impacto, y pre
cisamente desde un punto de vista que al Oficial
de tropa tal vez le resulte más interesante.
Al probar la munición del fusil de asalto, tan sólo
han realizado hasta ahora las tropas, aparte de prue
bas de penetraciones, tiros de agrupamiento
de im
pactos. El General Kittel limita también en su ar
tículo las exigencias relativas a la munición de un
fusil de asalto exclusivamente
a los agrupamientos
a realizar en esta munición.
39
Estos tiros de agrupamiento, que se realizan en ga
lerías de tiro a distancias exactamente
conocidas,
sin viento lateral, y en los cuales un buen tirador
puede lograr, con un arma sin defectos, dispersiones
de impactos apenas mayores que las estrictas disper
siones de la munición, pneden conducir fácilmente a
razonamientos
falsos y no deben considerarse de nin
gún modo como suficientes para enjuiciar el valor de
un arma portátil en el combate.
Así, por ejemplo, del hecho de que las dispersiones
logradas
durante estos tiros, con munición del fu
sil de asalto y munición PP sean casi iguales, no se
debe sacar la conclusión de que con estas dos clases
de munición puedan lograrse también las mismas pro
babilidades
de impacto en el combate real. Las pro
babilidades
de impacto en el combate serán, por el
contrario, sobre todo a distancias grandes, más infe
riores en la munición de un fusil de asalto, a causa
de su rasancia inferior, que en una munición de fusil
de gran potencia, a menos que los errores de impacto
causados por la mala rasancia de la munición del fusil
de asalto queden compensados por medidas especiales.
Los errores debidos a una incorrecta apreciación de
la distancia tienen una estrecha rélación con la ra
sancia de trayectoria.
Suponiendo que el error pro
bable inherente a la apreciación de la distancia re
sulte sólo el 10 % de la distancia X y que, además, el
propio reglaje del alza produzca un error probable
en distancia de 50 m. (lo que, dado que la escala del
alza está graduada de 100en 100 m., tampoco pa
rece exagerado), el error total del alza producirá una
diferencia en distancia de:
D=V/H)2+
Los desvíos probables calculados a partir de estos
errores de distancia
están representados en el grá
fico adjunto, en función de la distancia X, para los
fusiles de asalto alemán y español, así como para el
D,
200
400
600
800m.
X
fusil Máuser con el cartucho PP. Se indican, además,
en este diagrama, en línea de trazos, los desvíos pro
bables causados por la dispersión de la munición, que
en las tres ciases de cartuchos aquí considerados pue
den admitirse como aproximadamente
iguales.
Como demuestra el gráfico, los desvíos debidos a ini
reglaje incorrecto del alza son extraordinariamente
grandes.
En el fusil de asalto alemán resultan, a
300 m. de distancia. 4 veces mayores, y a 800 m., hasta
12 veces mayores que los desvíos debidos a la dis
persión de la munición. En el fusil de asalto español
estos desvíos son menores a causa de la mejor rasaneia
de la trayectoria
del proyectil, pero alcanzan, sin
embargo, a distancias mayores, un valor varias ve
ces múltiplo de los desvíos debidos a la munición.
Estos desvíos son independientes
de los errores de
puntería del tirador. Se producen, por lo tanto, en el
tirador bueno lo mismo que en el tirador malo y taui
poco pueden disminuirse por un visor óptico, a menos
qne éste facilite un reglaje más exacto de la distancia
al blanco.
Si se quiere mejorar la probabilidad
de impacto
en el combate a distancias mayores hay que cuidar,
por tanto, en primer lugar de una buena rasancia
de la trayectoria y sólo en segundo lugar de conseguir
pequeñas
dispersiones de la munición.
Ahora bien, hay que tener en cuenta que no reci
bimos gratis un mejoramiento de la rasancia, sino que
tenemos que obtenerlo a costa de inconvenientes,
sobre todo a costa de un empeoramiento
de la dis
persión, ya que una buena estabilidad de vuelo, así
como un amortiguamiento
suficiente de los suovi
mieutos de precisión y nutación, es mucho más di
fícil de lograr en un proyectil de pequeña resistencia
al aire, es decir, en un proyectil con una ojiva y un
culote troncocónicos largos, que en un proyectil corto
de inferior forma exterior.
Pero a grandes distancias los desvíos de impacto
debidos a una rasancia deficiente resultan tan ineoui
parablemente
más grandes que las dispersiones de la
munición, que puede admitirse, sin duda, un empeora
miento de las últimas en favor de un mejoramiento
de la rasancia.
En la munición del fusil de asalto español la ra
sancia de trayectoria
está cerca del óptimo realiza
ble. Como demuestra el diagrama, los desvíos debidos
a un incorrecto reglaje del alza en la munición del
fusil de asalto español, a pesar de su potencia inferior,
apenas superan los de la munición PP. Sin embargo,
deberá pretenderse, si también se quiere disparar a
distancias mayores con buena probabilidad de impacto,
otra disminución de estos desvíos.
Hace falta, al efecto, ante todo una medición
exacta de la distancia al blanco. Si se admite en el
alcance máximo de 1.000 m. un error de distancia
de 30 m., la creación de un telémetro sencillo y ro
busto apenas presentaría dificultades.
Además sería conveniente un reglaje del alza más
exacto por medio de una graduación más fina de su es
cala, al menos para las distancias mayores. Una gradua
ción de 50 en 50 m. en vez de las mareas actuales de
100 en 100 m., ya supondría
a distancias de más de
500 m. un notable mejoramiento. Para distacias hasta
500 m. las marcas de 100 m. podrían conservarse sin
apreciable menoscabo de la precisión de impacto.
Importante
para un tiro preciso a distancias ma
yores resulta, además, la consideración de las con
diciones atmosféricas,
es decir, el viento y la va
riabilidad de la densidad del aire. Pero, por medio de
tablas de corrección para viento, transversal y lon
gitudinal, presión barométrica y temperatura de aire,
no sería difícil excluir estas influencias atmosféricas
lo mismo qne tirando con ametralladoras
pesadas.
Hay que destacar que estos valores de corrección y los
errores inherentes a ellos resultan tanto menores cuan
to mejores son las cualidades balísticas de la munición.
Considerando estas influencias meteorológicas y mi
diendo exactamente la distancia al blanco, un buen
tirador ejercitado en el uso del fusil de asalto puede
csperar, como lo han demostrado varias pruebas, aun
tirando en ráfagas sobre un hombre de pie a 1.000m.
de distancia, en cada disparo una probabilidad
de
impacto de w = 7 %, con lo cual, como quedó ex
plicado en el apartado anterior, la probabilidad
de
lograr, con una ráfaga de un segundo de duración por
lb menos un impacto se calcula en un 50 %.
Con estos resultados la exigencia de un alcance efi
caz de 800 a 1.000 m. puede considerarse cumplida,
y precisamente no sólo en la galería de tiro, sino tani
bién bajo las condiciones de un combate real.
La discrepancia que existe en la mnnición PP dis
parada en un fusil normal, entre el alcance eficaz
de 500 m., condicionado por la probabilidad
de im
pacto, y el alcance de 4.000 m. dado por la energía
remanente
del proyectil, está eliminada en el fusil de
asalto español. Ambos alcances condicionados por la
probabilidad
de impacto y la energía remanente re
sultan en el arma española aproximadamente
iguales,
es decir, iguales a 1.000 m.
IV. Las posibilidades
alcance.
de un fusil de asalto
de gran
La opinión de que el infante hoy día no necesita un
fusil de gran alcance se ha generalizado de tal modo,
que surge espontáneamente
la cuestión de por qué
se han efectuado los esfuerzos expuestos en los apar
tados anteriores en relación con un anmento de alcance.
La G. M. II ha demostrado
claramente
que el
infante apenas si tira con su fusil a distancias ma
yores de 500 m. ¿Por qué dar al fusil del infante un
alcance hasta 1.000 m. si no existe evidentemente
una verdadera necesidad de este alcance? Tales ar
gumentaciones
hoy día han llegado a ser tan co
rrientes,
que la mayoría de los tácticos han dejado
de darse enenta de cómo se han formado estos ar
gumentos y en qué condiciones pueden eonsiderarse
concluyentes.
La verificación de que el infante en la G. M. II no
tiró nunca a distancias mayores de 500 m., corres
ponde seguramente a la realidad, pero no demuestra
de ningún modo que la necesidad de nn arma por
tátil de alcance mayor haya desaparecido,
sino con
firma por de pronto, únicamente el hecho de qne
el alcance eficaz de los fusiles actualmente en uso no
pasa de los 500 m., o bien que para distancias mayores
de 500 m. son más eficaces otras armas más pesadas.
Entre estas armas más pesadas, que la Infantería
hoy día lleva consigo, figuran, aparte de cañones de
Infantería y morteros, ante todo, los fusiles ametralla
dores y las ametralladoras
pesadas, de los cuales,
por ejemplo, una División de Infantería de los Es
tados Unidos posee casi 1.000. Este sólo número ya
bastaría
para comprobar que la necesidad de al
cances mayores existe ahora como antes y que tam
bién se tiene ea cuenta esta necesidad aun soportando
graves inconvenientes.
La tesis generalmente sostenida de que el infante
no necesita un arma de más de 500 m. de alcance,
debe considerarse, por tanto, incorrecta, al menos en
la forma comúnmente expuesta.
Sólo es discutible la cuestión de si es conveniente
hacer participar al infante por medio de un fusil de
asalto de gran alcance en el combate a distancias
mayores,
y de este modo independizarle
en cierto
grado de las armas más pesadas.
Las publicaciones hasta ahora conocidas no con
tienen ninguna contestación a esta cuestión. En cuanto
al empleo táctico no se há sacado desde luego, ninguna
conclusión del aumento de alcance que el proyectil
del fusil de asalto español facilita gracias a sus supe
riores cualidades balísticas. Incluso el General Kittel,
uno de los propagandistas
más convencidos de la
idea del fusil de asalto, en su artículo citado sola
mente ha tratado de adaptar sus exigencias técnicas
a las cualidades de la munición española, pero ha con
servado en cambio, sus ideas sobre el empleo táctico
en la misma forma, que se habían sostenido, en su
tiempo, en relación con el alcance pequeño del an
tiguo fusil de asalto alemán.
El aumento de alcance, que posibilita la munición
del fusil de asalto español, hasta ahora solamente se
ha aceptado porque no puedo perjudicar, poro no
pensando en aprovecharse realmente de él.
Aún no ha sido elaborada una táctica, en la cual
el alcance eficaz de la mnnición del fusil de asalto es
pañol imponga su valor.
Pero, mientras no se tome una decisión en favor
de esta nueva táctica, sino que se mantenga el punto
de vista actnal de que el infante no necesita un fu
sil de gran alcance, sería mejor prescindir de la mu
nición actual del fusil do asalto español, sencilla
mente porque esta munición resultaría demasiado va
liosa para un arma cuya distancia de empleo se ha re
bajado conscientemente a pocos centenares de metros.
Las ventajas balísticas que ofrece el cartucho ac
tual del fusil de asalto español en relación con el an
tiguo cartucho corto de mango apenas si se impon
dría en las pequeñas distancias de combate actuales,
y tampoco justificarían,
por tanto, admitir todos
los inconvenientes
inherentes a esta munición, tal
como la duda acerca de la incompatibilidad
de su pro
yectil con la convención de La Haya, el alargamiento
del cartucho en urs 50 %, la necesidad del empleo de
aluminio, etc. Todos estos son inconvenientes que so
lamente pueden admitirse si se quiere disparar real
mente a grandes distancias, extendiendo el empleo del
fusil de asalto a distancias, que hasta ahora estaban
reservadas exclusivamente a los fusiles ametralladores
y las ametralladoras
pesadas.
Tal aumento del alcance eficaz implicaría, en efec
to, un amplio cambio de la táctica, mientras que
en todos los otros fusiles automáticos
desarrollados
después de la guerra, a causa de su mayor impulso
de retroceso, el fuego en ráfagas únicamente está in
41
dicado a distancias
cortísimas contra un enemigo
que repentinamente
surge en grandes masas; en un
fusil de asalto con munición de gran alcance, el fuego
en ráfagas debería ser empleado en primer lugar a las
grandes distancias de tiro, en las cuales el tiro aislado
ya no ofrece ningunas probabilidades
de impacto
suficiente.
Es obvio que un cambio tan profundo despierte
numerosas dudas por parte de las tropas. Hay que es
perar sobre todo la objeción de que el fuego en rá
fagas en el cual un soldado puede disparar en pocos
minutos toda su dotación de cartucho, conduce a un
derroche de munición.
Pero esta objeción no es concluyente sobre todo
en una tropa que tenga una buena disciplina de fuego.
Lo que ha de considerarse no es el consumo de muni
ción por minuto, sino el consumo de munición por im
pacto. Este último, por ejemplo, en la G. M. II en el
bando alemán, con inclusión de la munición consu
mida por subfusiles y ametralladoras,
ascendió por
término medio al valor extraordinario
de 33.000 dis
paros por impacto. En la guerra de Corea dicen que
este valor ha aumentado
incluso hasta 50.000 dis
paros por impacto.
Como ya se expuso en el apartado II, el rendimiento
de un fuego roto por sorpresa resulta, dentro del pri.
mer segundo después de iniciado el fuego, tan in
comparablemente
mayor que un fuego contra un ene
migo cubierto o preparado a ser ametrallado, que, en
cualquier caso, merece la pena tirar dentro de este
primer segundo con la máxima densidad de fuego po
sible, es decir, con el fuego en ráfagas.
Al adoptar el fuego en ráfagas el inmenso consumo
de munición en relación con las bajas de las últimas
guerras más bien disminuiría que aumentaría, con tal
de que se observe una disciplina de fuego razonable.
El aumento de alcance del fusil de asalto hasta
1.000 m. realizable por medio del fuego en ráfagas
haría ampliamente
superfluos los fusiles ametralla
dores y las ametralladoras
pesadas, sobre todo, si el
cartucho PP., de acuerdo con la unificación de arma
mento pretendida
por el Occidente, ha de ser sus
tituído por el cartucho T-65 de la NATO, es decir,
con un cartucho que a distancias
mayores resulta
sensiblemente
inferior al cartucho PP.
La diferencia entre la munición T-65 y una buena
munición de fusil de asalto resulta balísticamente tan
pequeña que apenas vale la pena emplear conjunta
mente estas dos clases de munición. Es razonable la
coexistencia de dos diferentes clases de munición sólo
en el caso de que sus alcances muestren apreciables
diferencias.
Por tanto, una munición especial para ametralla
doras pesadas sólo tiene sentido si es muy superior
a la munición del fusil de asalto; es decir, si es mejor
que la munición T-65 y, en cuanto sea posible, me
jor que la munición PP. (A este respecto, conviene
mencionar
que también dicha mejora de la muni
ción PP parece del todo realizable dado el estado ac
tual de los conocimientos aerodinámicos y balísticos).
El que hasta ahora ningún Ejército se haya atrevido
a renunciar enteramente a las ametralladoras,
hay que
achacarlo, en parte, a que el alcance eficaz de las mis
mas se estima, en general, demasiado alto; pero, cii
parte también, a que todavía no se tiene verdadera
42
confianza en el aumento del alcance del fusil de asalto
hasta 800 a 1.000 m. Incluso el General Kittel no
quiere renunciar completamente a las ametralladoras,
aunque la G. M. II ha demostrado claramente
que
con la ametralladora
nunca se tira a distancias de
más de 1.000 m., sino que, aun tirando con ame
tralladoras pesadas, en general se rompe el fuego úni
camente, después de que el enemigo se haya acercado
hasta 600 m. o más aún.
La causa de esta limitación del fuego de ametra
lladoras a estas distancias de tiro relativamente
pe
queñas hay que buscarla en que no se quitre descu
brir prematuramente
al adversario la propia posición.
Una ametralladora
pesada con sus cajones de muni
ción y su equipo de servicio es, en general, más di
fícil de enmascarar que un tirador aislado, que, con
su fusil o fusil de asalto, fácilmente halla protección
en todas partes y que, por tanto, por razones de en
mascaramiento,
no tiene que restringir el fuego, aun
tirando
a distancias mayores.
Las distancias máximas a las cuales se tira en el
combate real, probablemente,
no serán mucho ma
yores, por tanto, en una ametralladora
que en un
fusil de asalto, con lo cual surge para la ametralla
dora la misma cuestión que en su tiempo en Ale
mania condujo al cambio del fusil de gran energía en
boca por el fusil de asalto de pequeña energía en boca;
a saber, la cuestión de por qué se emplea para la ame
tralladora una munición que en cuanto a la energía re
manente tiene un alcance eficaz de 4.000 m., aunque
prácticamente
no se tira nunca a distancias de más de
1.000 m. Y de esta cuestión, a su vez, surge la segunda
cuestión de por qué conservar las ametralladoras si ya
existen fusiles de asalto de 800 a 1.000 m. de alcance.
Es verdad que las cortas ráfagas de un fusil de
asalto no son comparables al continuo fuego auto
mático de una ametralladora pesada. Pero no se puede
comparar
una ametralladora
con un solo fusil de
asalto sino que se -debe ampliar la comparación a la
potencia de fuego de todo un pelotón. El que en este
caso tal comparación resulta en favor del fusil de
asalto, apenas podrá ponerse en duda. Los 10 ó 12 ti
radores de un pelotón, en tanto estén equipados con
fusiles de asalto de gran alcance, serían sensiblemente
superiores, en relación con su efecto tanto real como
moral. a los pocos fusiles ametralladores
que lleva
actualmente
un pelotón, y eso principalmente
si
todos los tiradores rompen el fuego simultáneamente.
Tampoco la objeción de qué ametralladoras
pe
sadas son indispensables para tiros de hostigamiento
a distancias de más de 1.000 m. parece concluyente,
pues un tiro que se efectúa sin apuntar exactamente
y que sirve, a causa de esto, únicamente para pertur
bar al adversario, también se puede realizar con la
munición de un fusil de asalto y a distancias que
pasan de los 1.000 in.
Al equipar la infantería con fusiles de asalto de gran
alcance, la renuncia a ametralladoras
no representa,
por tanto, ningún riesgo. La coexistencia de ametra
lladoras y fusiles de asalto implicaría, al contrario,
respecto
a movilidad,
manejabilidad,
enmascara
miento y municionaminto, inconvenientes frente a los
cuales apenas si se hallan apreciables ventajas, a
menos que se emplee para las ametralladoras,
en
vez del cartucho T.65 previsto para el porvenir, una
nueva munición cuyo alcance y potencia debería su
pcrar a los del cartucho PP.
De los telémetros a prever para la medición de la
distancia al blanco, cada pelotón no necesita más que
uno, es decir, que sólo habría qne equipar con un te
lémetro a los Suboficiales que, aparte de la medición
de la distancia, también tendrían que determinar los
valores de correcciones atmosféricas e indicar al pe
lotón el reglaje del alza.
Suprimiendo
las ametralladoras y transfiriendo sus
cometidos al fusil de asalto, también se deberá cam
biar, naturalmente,
la instrucción de la tropa; pero
estos cambios parecen justificados
en consideración
a las ventajas que suponen, en los sectores táctico y
logístico.
Y.
Las ventajas
de asalto.
de un aumento
de alcance
del fusil
Qué ventajas ofrece un armamento unitario de la
infantería con fusiles de asalto de gran alcance y cómo
se apreciarán estas ventajas en una guerra futura,
apenas si puede preverse, ya que en la guerra del por
venir seguramente
se pasará a formas de combate
totalmente
distintas de las actuales.
Todavía
no se puede decir, por tanto, cuáles se
rán el armamento
conveniente y la táctica de com
bate
certera.
Se prevendrían
estas inseguridades
creando un armamento
de la mayor adaptabilidad
posible, es decir, un armamento
que sea utilizable,
en la medida de lo posible, para todas las tácticas que,
según la humana previsión, en una guerra futura
puedan esperarse.
Se logrará este objetivo sólo aprovechándose
de
todos los conocimientos técnicos y científicos en cuanto
sean aplicables. De todos modos, sería imprudente
dejar
desaprovechado
un progreso técnico única
mente porque en relación con el concepto táctico,
momentáneamente
en vigor, no parece ofrecer nin
guna ventaja. No se olvide que una táctica puedc
cambiarse
con relativa rapidez, mientras
que un
arma, una vez introducida y producida en grandes can
tidades,
siempre tiene una vida tenaz.
Entre las formas de combate que en la guerra del
porvenir hay que tomar en cuenta más que hasta
ahora, figuran, por ejemplo, operaciones con tropas
aerotransportadas
y combates de guerrilleros, así
como el método de infiltración ya empleado en las
guerras de Corea e Indochina. En todos estos casos,
el infante no dispone de ametralladoras y otras armas
más pesadas, y depende, contrariamente
a las con
diciones de combate usuales en la guerra pasada,
solamente
de su propio fusil; aun a distancias ma
yores de combate, cada metro de aumento de alcance
del fusil puede ser, en estas circunstancias,
de im
portancia
decisiva.
Otro punto de vista al cual hay que dedicar ma
yor atención en la guerra del porvenir, es la movi
lidad de la tropa. Parece dudoso el que se repita la
forma tradicional de la guerra, con sus combates por
conquistas
de terreno y posiciones y con sus gigan
tescas batallas de cerco y asalto de líneas tenazmente
defendidas.
Más probable parece una estrategia de
extenuación
con avances rápidos y profundos, cortos
fuegos imprevistos, rápidas retiradas, si no se logra
la destrucción instantánea
del adversario
y nuevos
avances rápidos en otro lugar.
Para tal táctica de combate, en la cual, por cierto,
las fuerzas del adversario sólo lentamente
se des
gastan, pero en cambio las unidades propias quedan
intactas,
hace falta un armamento
que posibilite la
movilidad
en cada terreno así como el rápido des
pliegue y retirada. Es obvio que esta exigencia se
cumple más fácilmente, empleando fusiles de asalto
que ametralladoras.
Mayor atención se deberá dedicar, además, a la
cuestión de en qué medida la tropa puede indepen
dizarse del abastecimiento
regular y qué armamento
facilita el mejor enmascaramiento
posible. También
esta cuestión, que es de importancia
decisiva, sobre
todo cuando el adversario tiene supremacía aérea, debe
contcstarse,
comparando
ametralladoras
con fusiles
de asalto de gran alcance, en favor del fusil de asalto:
Un armamento unitario de la Infantería con fu
siles de asalto de 1.000 m. de alcance, frente a un ar
mamento que, aparte de fusiles de asalto de alcance
pequeño, también contiene ametralladoras
para mu
nición T-65, ofrece, por tanto, las ventajas siguientes:
1) Aumento de la potencia de fuego a distancias
mayores;
2) Movilidad mayor, sobre todo en terreno in
transitable
y montañoso;
3) Facilidad del enmascaramiento,
y
4) Facilidad del municionamiento
debida a la li
mitación a una sola clase -de munición.
CONCLUSIONES
Las exposiciones de los apartados
anteriores ad
miten, en el fondo, solamente una conclusión, es de
cir, que, según el estado actual de la técnica, el mejor
armamento
posible del infante es un fusil de asalto
de gran alcance que permita renunciar ampliamente
a ametralladoras y fusiles ametralladores.
Desgraciadamente,
esta conclusión, de momento,
no puede realizarse, al menos con la munición actual,
que ya no puede mantenerse después de que el Occi
dente se ha decidido en favor del cartucho T-63 como
base de un armamento unitario de la N.A.T.O.
Por esta razón, se han interrumpido
desde hace
tiempo los trabajos relativos a la munición actual
—que, a pesar de todos los progrçsos logrados hasta
ahora, todavía tiene muchos problemas que resolver,
tal como el proceso más conveniente de su fabrica
ción y la aclaración de su compatibilidad con la con
vención de La Haya—para buscar otra solución a base
del cartucho T-65.
Esta nueva solución a base de un cartucho “T-65
ligero” presentará,
de todos modos, un empeora
miento. El peso de la nueva munición resultará se
guramente mayor; su balística, después de reducir el
impulso do retroceso al valor admisible para un fusil
de asalto, seguramente inferior que en el cartucho de
proyectil superlargo empleado hasta ahora.
Sin embargo, el aumento de alcance que se puede
esperar con esta nueva munición, en relación con e-!
del antiguo fusil de asalto alemán, resultará suficien
temente grande, para poder trasladar análogamente
todo lo expuesto en este artículo a este nuevo car
tucho “T-65 ligero”.
t3
LA INSTRUCCIÓN
TEÓRICA
Comandante
INSTRUCCION
TEORICA
PRACTICA
E
de Artillería,
INSTRUCCION
Entre
nosotros
ha subsistido
firme, al cabo de los
años y muy por encima de todas las evoluciones
de las
organizaciones
y de las armas, la instrucción teórica.
Lo que comprende
la misma,
según
nuestro
Ré
gimen
Intçrior,
es lo siguiente:
Obligaciones
del sol
dado, leyes penales,
toques de corneta
o clarín y su
combinación
(lunes, miércoles y viernes);
nombres
do
los superiores,
casos prácticos
del servicio de guardia,
centinela
y otros, así de guarnición
como de campaña
(martes);
saludos con armas y sin ellas, modos de ha
blar con los superiores,
urbanidad,
tratamientos,
in
signias,
etc. (jueves),
y, finalmente,
conocimiento
del
fusil y sus diferentes
piezas y teoría del tiro (sábados).
Como se ve, en ese conjunto,
hay unas cosas que
son de educación
en general (urbanidad,
tratamien
tos, etc.), otras de educación
moral,
y otras que en
tran
dentro
de lo que pudiéramos
llamar
educación
militar
(obligaciones,
servicios,
leyes penales,
etc.)
y hasta de instrucción
táctica
(saludos
con armas y
sin ellas, conocimiento
dci fusil, etc.). Sin embargo,
todo ello eneaja en lo que en realidad
es la instruc
ción teórica,
es decir, unas sesiones dedicadas
a pre
parar
al soldado para un mejor cumphmiento
de sus
obhgaeiones
sociales y militares
en general,
prescin
diendo
enteramente
de la instrncción
táctica
y tée
uic a.
El nombre
de “teórica”
realmente
ya no es tan
aceptable.
Pudo
tener
aplicación
y propiedad
en
tiempos
pasados
en que casi todo lo que no era ins
trucción
táctica
quedaba
englobado
en ella; ahora ya
no parece tan apropiado
y hasta es un tanto discutido.
Ahora
bien; podrá discutirse
el nombre,
pero no así
la función,
la cual si se circunscribe
simplemente
al
nombre
de educación
moral, por ejempio, se va achi
cando en tiempo y contenido,
con lagunas en su des
arrollo que luego tienen
grau trascendencia.
En la vida tiene siesupre gran importaocia
el nom
bre que se da a las cosas, y poner ahora a algo el
sambenito
de “teórica”,
ahora que todo tiende a lo
práctico,
parece
que induce
a considerarla
de poca
importancia
y que casi merece ser abolida.
Mas de
pensarse
así, luego resulta
que el soldado no llega a
conocer
enteramente
sos obligaciones,
que incurre en
alguno
de los artículos
de nuestras
leyes penales
sin
del Servicio
de E.M.,
EDUARDO
MUNILLA
GOMEZ.
saberlo,
que no conoce el nombre de quienes le man
dan y que su urbanidad
se resiente
a ojos vistas.
Si a eso del nombre
se añade el que siempre la
teórica
supone un trabajo en su preparación,
y a la
hora de darla, que resulta un tanto compleja
y que
no hay demasiadas
fuentes en donde consultar,
nada
de extraño
tiene que se dé con un poco de desgana
y que con lo apretado
de los horarios quede muy mer
mada,
cuando no asfixiada,
por las restantes
instruc
ciones.
Mas sigo insistiendo
en que es totalmente
necesaria
y fundamental. Podrá cambiar el nombre si se quiere,
aunque
no sea fácil englobar
en uno solo todo lo que
comprende.
El de educación militar del soldado pu
diera
ser más apropiado,
pero tampoco
es completo.
uedémonos,
pues, con el nombre
de siempre,
que
todos sabemos lo que es y lo que comprende,
y no exa
minemos
demasiado
cicatera
y literalmente
lo que la
palabra
significa.
La “teórica”
eompleta
a las demás instrucciones.
Primero,
contribuye
a preparar
el ánimo y servir de
base a las restantes,
y una vez instruído
el soldado,
contribuye
a terminarlo,
a pulirlo y a mantenerlo
tal
cual se hizo. Como Don Quijote y Sancho, son inse
parables;
lo que la instrucción
teórica tiene de idea
lismo,
las otras lo tienen de realismo
y de práctica.
No dejemos
que Sancho se enseñoree
de lo nuestro,
por mucho que atraiga su figura.
Q
COMO
SE DEBE PREPARAR
Son muchas las cosas que vienen forzadas en la ins
trucción
teórica:
el horario, los locales, casi siempre
el programa...;
sin embargo,
son muchas
más las
cosas que quedan a la iniciativa
del que la tiene que
dar, y sobre todo la más importante,
lo que se tiene
que decir dentro de cada toma y la forma de decirlo.
Ya hemos indicado
que el número
de libros exis
tentes
dedicados
a estos temas son mucho menores
de los que hacen falta, por io que casi siempre
la
teórica
hay que darla a pecho descubierto
y a base de
los comentarios
e interpretación,
por parte
del en
cargado
de ella, de todo lo que sea reglamentario
dentro
del tema de que se trate. Esta interpretaciófl
supone cierta responsabilidad
y abruma un poco; pues
en cosas de obligaciones,
servicios, leyes penales, etc., de
45
que la orientación sea acertada a que no lo sea, la
trascendencia
para el funcionamiento
dc la Unidad
será muy •grande, razón por la que, muchas veces,
para no cometer yerros el que la da, se limita a leer
lo reglamentario
o lo escrito por otros, sin poner de
su propia cosecha cosa alguna. Como si la inhibición
y la negligencia pudiesen encubrir y solucionar nada.
Lo cierto es que, para que las sesiones dedicadas a
ella tengan verdadera
utilidad,
deben ser prepa
radas con todo interés. Es verdad que no siempre hay
mucho tiempo para ello, más tampoco es mucho lo
que hace falta, especialmente
cuando se tiene un
poco de práctica. Lo que la primera vez asusta y pa
rece obra de romanos, en cuanto se hace varias veces
bien, ni asusta ni preocupa. Que aun el Sol, a la se
gunda vez ya no espante ni a la tercera admira.
En todos los casos se exige preparación. Esta podrá
ser grande o pequeña, de acuerdo con las posibilidades
y conocimientos de cada uno y con el tiempo de que se
disponga, pero debe existir siempre. Aquí, como en
casi todas las cosas, no caben las improvisaciones,
que resultan, cuando menos, peligrosas y que tienen
mucho de temeridad.
La teórica debe ser armónica con la existencia dia
ria del soldado. En ella salen a relucir los detalles, las
cosas menudas, lo que siempre queda en el aire, lo
que no está escrito, lo que por estar escrito y ser fun
damental hay que recordar una y otra vez y io que
no siempre se puede escribir. Y esta armonía exige
algo de meditación, no se improvisa.
El alma del soldado es espenja que lo chupa todo,
y cuando tenga que exprimirse, no saldrá limpio lo
que penetró sucio. Esa labor de filtrado, para que
lo que el soldado reciba esté puro, sólo se puede con
seguir con un mínimo de preparación e interés, de
forma que descubrn sinceridad, nobleza ‘ cariño por él.
sión, o la íntima relación de otros aconsejarte al
guna refundicióu, estás en condiciones de iniciar la
preparación.
Para ello colocas en cada una de esas
hojas, según se te vayan ocurriendo, las ideas que
quieras decir sobre cada uno de los epígrafes. Lo
mismo harás con aquellas frases que encuentres en
ios libros que consultes y con las ideas que te sugieran
los que leas.
De esta forma te quedarán agrupados, por tenias
homogéneos, todos los puntos que te interesa tocar.
Ya no queda nada más que ordenar el contenido de
cada hojita. Para ello, una voz leídas, o bien las agru
pas por conceptos parecidos o directamente
les das
el número de orden como te interesa exponerlas.
Si tienes que escribir el trabajo, o prefieres hacerlo
así, no tendrás nada más que comenzar con la pri
mora hojita y desarrollar la exposición siguiendo el
número de orden que en ella pusiste, hilvanando las
ideas y dándolos forma, con lo que el trabajo sale or
denado y casi sin darte cuenta.
Si se trata de darlo hablado, haces el guión de lo
que quieres decir simplemente poniendo en orden,.
unos detrás de otros, los conceptos de cada hoja,
con 10 que tendrás así preparado el esqueleto de lo
que ha de ser tu charla.
En ocasiones no necesitarás consultar nada, porque
el tema lo conozcas bien y el tiempo que tengas que
destinar al mismo sea escaso; más siempre es conve
niente que ordenes tus ideas previamente si no quie
res ir navegando de un lado para otro y quedarte al
guna vez parado. El mismo orden que deseas y exiges
en el dormitorio o en la presentación de tus subordi
nados, debe existir en tu mente a la hora de la teórica.
El trabajo que incialmente ello te suponga te aho
rrará otros muchos después, te resultará mucho más
fructífero y lo podrás aprovechar de una vez para
otra.
Ahora bien; cabe preguntar: ¿cuál es el mejor sis
tema para esa preparación? Me limitaré a reseñar uno
de ellos.
Cualquiera que sea el que se adopto, es conveniente
que sea sencillo de seguir y que permita ordenar fá
cilmente lo que se haya pensado.
Vosotros habréis visto que el principal defecto que
tienen algunos libros, charlas o artículos, es que ha
blan de cosas similares al principio y al final, e inter
polan a cada momento otras cuya relación con ellas
es secundaria y que vendrían mejor antes o después.
Cuando no hay orden en la exposición, más que en
señar y ayudar, lo que se hace es desorientar, O, lo
que es lo mismo, el sistema, además de sencillo, debe
permitir
que resulte un trabajo ordenado.
Piensa primeramente el tema del cual tengas que
hablar y los puntos generales que quieras constituyan
tu exposición, y preparas unas hojitas que encabezas
con cada uno de esos epígrafes en que vayas a divi
dirla. Por ejemplo, para este mismo y presente tra
bajo serían: Instrucción
teórica e instrucción prác
tica; cómo se debe preparar; cómo se debe dar; pape;
que incumbe al instructor y propósitos.
Una vez decididos esos puntos fundamentales,
que
no constituyen nada rígido, pues luego la extensión de
alguno de ellos te aconsejará realizar alguna subdivi
No basta con conocer lo que se debe dar, sino que
tiene también mucha importancia la forma cómo debe
exponerse.
Todos recordamos haber gozado en la teórica, junto
a horas muy agradables, sesiones verdaderamente
somníferas,
y ni aquéllas coincidían siempre con los
temas agradables ni éstas estaban encadenadas for
zosamente a los menos atractivos. Eran las personas
que en ellas intervenían y el interés que ponían las
que conseguían uno u otro resultado.
La verdad es que una sesión de la teórica puede ser
igualmente
entretenida
que aburrida
o incómoda.
Huelga decir que interesa obtener lo primero y que
hay que evitar todos los procedimientos que puedan
conducir al bostezo o a hacerlas desagradables; sin
caer en lo chabacano, todos los procedimientos que se
utilicen para darles algún atractivo, suelen ser buenos.
COMO SE DEBE DAR
46
En resumen, i05 sistemas
son los siguientes:
lectura;
explicación verbal;
interrogatorios;
y
—
mixtos.
que
pueden
utilizarse
Analicemos brevemente cada uno de ellos:
La lectura, sistema al que tradicionalmente
está
ligada la teórica, debe ser desechada. La lectura, para
que sea buena, requiere dotes especiales en el que lee.
Si la hace uno cualquiera y en forma cansina, estará
siempre ligada al aburrimiento y al cansancio, siendo
una pura invitación al sueño. Sólo se podrá dar una
mayor intervención a ella si se sabe leer con ento
nación, gusto y cadencia; pero aun en estos casos, no
deberá tomarse este procedimiento en exclusiva.
Creo muy interesante
transcribir lo que sobre el
particular
dice nuestro Plan General de Instrucción:
“Se reitera la proscripción, en términos generales, de
la conferencia al soldado, antipedagógica
en su ex
tensión, en su forma, e incluso por la forzada disci
plina que su asistencia exige, y se sustituirá por las
charlas o pequeñas conferencias de divulgación (éstas
nunca de duración superiores a media hora), con arre
glo a sus instrucciones
especiales. Queda terminan
temente
prohibido, cualquiera que sea la conferencia
o la charla, se dé en forma de lectura a la tropa, no
permitiéndose
leer, sino aquellas citas brevísimas e
imprescindibles.
La palabra es necesaria para mandar,
y el dominio de la misma sólo se consigue con el ejer
cicio hablado.”
Cuando se dice que ha de darse en. forma hablada,
algunos se asustan, y es que se ven dando una eón
ferencia en toda regla. Ni se puede pretender eso ni
conviene que así se haga. Se debe hablar con natu
ralidad y en plan de charla. Nadie se corta si tiene
que explicar a un amigo el funcionamiento
del fusil
ametrallador,
las características
de un proyectil o la
manera de apuntar urja pieza. ¿Por qué ha de ocurrir
en la teórica, siuipleflitrule, porque el auditorio sea
algo mayor y se nos ofrezca en actitud expectante?
La teórica se tiche dar sin ningún tipo de retórica.
Será limpia, clara, buscando los conceptos y los he
chos, y, sobre todo, hay que sentirla,
pues es la
única forma de hacerla llegar a la tropa. No debe
importar
que ocurra lo que decía Gracián: Siempre
faltan palabras donde sobran sentimientos.
*
* *
Hay un tercer sistema, que es el interrogatorio:
Pero éste, en realidad, mmca va solo, pues, o ha exi
gido previamente
cualquiera de los dos anteriores o
precisa que los que van a ser interrogados hayan es
tudiado antes lo que se va a preguntar. Este último
caso es poco corriente, dado que no todos están en
condiciones de hacerlo en igual forma; y que sirva
para todos por igual es completamente
necesario en
la teórica.
En ella se tendrán en cuenta todas las reglas que
existen para hacer bien los interrogatorios.
En nuestro
caso interesa especialmente que quien pregunta sea
extraordinariamente
paciente, y ni se asuste ni se
enfade por los disparates que pueda escuchar. Hasta
éstos le pueden servir de pretexto para que deduzcan
lo que verdaderamente
deben hacer. Las preguntas
deben tener un carácter general, sin insistir con exceso
con los más torpes o retrasados ni con los que por
cualquier circunstancia puedan ser el hazmerreír de
sus compañeros.
*
e *
•
¡
•
..—••.—
••-•-
47
El mejor sistema
es el mixto, no sólo porque
la
variedad
contribuye
a la amenidad
y a mautcner
cn
forma más permanente
la atención,
sino porque per
mite coger lo bueno de cada uuo de los restantes.
El sistema ideal parece ser aquél que tenga una pri
mera
parte
expositiva,
salpicada
de alguuas
cortas
lecturas,
e interrogaciones,
bien cada cierto tiempo o
al final. La buena dosificación
de los interrogatorios
resulta
fundamental
para el buen éxito de la empresa.
Lo mejor es intercalarlos
duraute toda la sesión, apro
vechando
para realizarlos
el final de cada apartado
general
en que la misma se divida.
**
*
Como consejos
generales
para su realización,
po
demos dar los siguientes:
1.
Hay que saberla adaptar a cada ocasión. Según
sea el momento,
así será el sistema,
la duración
y
hasta la orientación
que se dé a las sesiones. Por ello
ha de variar sustancialmente,
según se dé en los cam
pamentos
o en los cuarteles,
según sea la estación del
año (el excesivo frío o calor las abreviarán
en su parte
expositiva)
y según el momento
psicológico.
2.
Al final, o en un intermedio,
se debe hacer un
hueco a aquellos asuntos que las últimas jornadas acon
sejen tocar; servicios
que se han visto mal hechos,
proximidad
a fiestas nacionales
o patronos,
llegada de
reclutas,
licenciamientos,
algún otro hecho acaecido
en el Regimiento,
faltas
cometidas,
etc., pone un
cierto
tono de actualidad
a las sesiones,
y resultan
tales enseñanzas
de gran utilidad
por la mayor aten
ción que se les presta.
48
3.
Siempre que se pueda se hará oso de los ele
otentos
auxiliares qae el caso aconseje, tales como
cuadros,
esquemas,
dibujos,
etc. Para muchas
oca
siones
es también
posible realizar
ciertas
escenifica
ciones,
que fijan las ideas mucho mejor que largas sesones teóricas.
En este caso están: saludos, ps-csenta
ciones,
servicios
de guardia,
cuartel,
imaginaria.
cte.
4.
Se debe dar a la teórica toda la importancia
que
se merece, para lo que se exigirá puntualidad
y se
aprovechará el tiempo al máximo. Si el soldado
ve
poco interés en el que la da, si ve que su actuación
es de pura fórmula,
su atención quedará también auto
míticamente
disminuída
y sólo estará pendiente
del
toque
de alto, para el que siempre sneie haber pun
tualidad,
repitiéndosc
aquello de: “seamos
pantuales
a la salida ya que no lo hemos sido a la cntrada’.
3.
En la asistencia a la teórica no debe haber prác
ticamente ninguna dispensa, pues no son cosas las que
allí se dicen que interesen
a unos pocos, sino a tactos
los que visten uniforme.
Es más, la mayoría
de los
destinos
la necesitan
más que los restantes.
6.
Aunque no sca la hora de la teórica
ni se esté
de servicio,
no por eso se dejarán
de aprovechar
to
dos los momentos
y ocasiones
de los que se deriven
lecciones
para la tropa.
He aquí lo que el Pian Ge
neral
de Instrucción
dice sobre el particular:
“Todos
los Jefes, Oficiales
y Clases deben considerarse
espe
cíficamente
encargados
de educar moralmente
al sol
dado,
sin que puedan
evadirse
de esta ohhgaeióa
cuando
exista una causa que exija una pronta inter
vención,
aun cuando el soldado que dé motivo a ésta
no pertenezca
a su Unidad.”
o
Elfrenteylaretaguardiaenunaguerraatómica.
Extracto del libro Armas y Ejércitos Atómicas, del Teniente Coronel Miksche. (Traducción del General
de Brigada de Artillería Francisco Javier Mariñas Gallego, de la Artillería de Costa de Cataluña.)
tanto, son egoístas y su ayuda al prójimo se reduce a
un mínimo. 3•0 Tienden a irritarse por estar endurecidos
y también porque se enfrentan con un destino inse
guro. 4.° Se hallan obsesionados por una envidia in
sensata hacia aquellos que están mejor que ellos, emer
giendo así los más bajos instintos humanos.
Como resultado de la pasada experiencia puede pre
decirse lo que ocurriría en el caso de una guerra atómica
futura.
El éxodo excedería en una magnitud y horror a todo
lo imaginado. Enormes movimientos de gentes, presas de
pánico, pertenecerían.a dos esferas diferentes: a) Huídos
antes de las hóstilidades en las zonas de operaciones,
oleaje que gradualmente se- calma si el frente se estabi
liza. b) En la retaguardia, la evacuación de grandes ciuda
des y centros industriales ante el temor de un bombardeo
atómico.
Una invasión en- el Este de Europa significaría que
alemanes, holandeses, belgas, franceses y otras personas
de otras muchas nacionalidades—niños y mujeres—se
moverían transportados por toda clase de vehículos y
a pie.
Tal masa en movimiento suscitará problema tan gi
gantesco que la posibilidad de su solución será muy du
dosa; el número de refugiados puede elevarse de diez a
- quince millones, excediendo al número de aliados que
defenderán el Este de Europa.
¿Qué dirección tomarían estas hordas fugitivas? Los
que buscan embarcar para Inglaterra o América- atasca
rían los caminos de los puertos en la Costa del Atlán
tico, otros tomarían la. dirección de los pasos Alpinos de
Italia y Suiza, con la esperanza de pasar al Sur de Italia
como una etapa para otro destino. Marsella y Tolouse a
través del Valle del Ródano atraerá- a los que deseen
cruzar el Mediterráneo por ir al Norte de Africa; muchos
otros, probablemente la mayoría, se dirigirían a España
con el objeto de buscar refugio detrás de la barrera na
tural de los Pirineos.
Este pánico obstaculizará las operaciones militares en
la retaguardia, por el bloqueo de importantes comunica
ciones estratégicas, y en algún caso producirá -el colapso.
Agentes enemigos y partisanos pueden ocultarse fá
cilmente entre la multitud, Ningún poder humano podrá prevenir un tal éxodo de personas en la zona de re
No es fácil arreglar tal caos, debido a que: r.° Están taguardia.
tos fugitivos presos de pánico y actúan irracionalmente.
En la segunda es/era—ciudades y centros industriales—
la amenaza de un bombardeo atómico produciría tal his
2.° Van movidos por el instinto de conservación y, por
Desde la guerra civil española en 1936-39, la masa de
tuídos de pueblos completos ha llegado a ser normal en
)peraciones militares. Es un fenómeno que el mundo no
había presenciado desde el siglo XVII, en la guerra de
Los Treinta Años.
Más de medio millón de españoles cruzaron los Piri
neos en febrero de 1939. En junio de 1940, en el Sur de
Francia buscaron su seguridad unos tres millones de ho
Landeses, belgas y franceses refugiados ante la invasión
alemana. Algunos años más tarde, en 1944-45, tenía lugar
un éxodo similar y en escala incomparablemente ma
yor y con un carácter mucho más trágico: unos ocho mi[iones de personas temían más la liberación soviética que
La invasión nazi.
¿Por qué tantas personas abandonan sus hogares y
se lanzan a un destino incierto? Es debido en algunos
casos al temor a los bombardeos, en otros al de una re
presalia enemiga, y con frecuencia a la perspectiva de vi
vir bajo un régimen que le es impuesto. La propaganda
es otro de los factores que influyen en estos éxodos.
A pesar del caos increíble que caracteriza estas riadas
de fugitivos en tiempo de guerra, pueden señalarse aquí
tres fases.
1a Fase: Durante los diez primeros días, personas
que están mejor informadas que “el hombre de la calle”,
ministros y altos funcionarios civiles, envían fuera a sus
familias. Como están bien de posición, el paso no pro
duce transtornos especiales. Desaparecen. rápidamente y
encuentran pronto acomodo.
2a Fase: La corriente aumenta, los coches lujosos
son seguidos de otros más pequeños y mçdestos ve
hículos cargados con toda clase de bultos y equipajes.
En este grupo figuran empleados civiles que han sido
evacuados oficialmente, miembros de la clase media,
como médicos, ingenieros y comerciantes. Muchos van
en autobuses y camiones.
3.
Fase: Sin orden ni disciplina, en un caos ciego, los
refugiados ocupan todo el ancho de la carretera, cons
tituyendo una cadena sin fin, en heterogénea marcha
de vehículos, carros, caballos, y la multitud de peatones
crece cada vez más buscando un lugar para instalarse;
con frecuencia sé mezclan desertores en el gentío. La
desmoralización constituye aquí la nota trágica.
-
-
-
49
-
tena, que la huida de los habitantes destruiría la organi
zación interior del país.
Ataques aéreos en una o dos ciudades pueden provocar
pánicos en otras poblaciones, y el daño causado no será
menos importante que los efectos físicos de este bom
bardeo.
Privadas las fábricas de energía, rotas las comunica
ciones y desorganizada la producción, se produciría la
confusión y el frente sufriría en la llegada de suministros.
Los países de detrás del telón de acero están menos ex
puestos a estos peligros que los de Occidente.
Allí los espacios son inmensamente extensos; todo está
más descentralizado, y debido a su organización los Ejér
citos son menos vulnerables en sus líneas de comunica
ciones. Su sistema de gobierno centralizado permite adop
tar contramedidas brutales para ahogar la ola de pánico.
Además las fuerzas soviéticas operan en territorio ex
tranjero desde el principio.
Medidas 75reventivas.—El poner Ejércitos en línea sin
tomar las medidas necesarias para salvarguardar su se
guridad en el interland, sería tan desastroso como el su
mergir a un buzo en el fondo del mar sin provisión de
aire. En una guerra atómica, el frente y la retaguardia
apenas se diferenciarán. En tales éircunstancias, la or
ganización militar y civil del país debe constituir un
conjunto como la de los propios Ejércitos.
Con objeto de evitar una catástrofe inicial, el problema
más difícil de resolver será la dispersión de poblaciones,
que deben estar preparadas de un modo meticuloso, po
niéndose aquella dispersión en marcha tan pronto como
la tensión diplomática haga prever una ruptura.
El movimiento de refugiados debe ser previsto de un
modo internacional con la cooperación de los estados in
teresados.
Es vital, para evitar una parálisis, el organizar en
tiempos de paz la descentralización y reorganización de
industrias y servicios esenciales. No debe servir de norma
lo sucedido en la G. M. II, que en lo referente a la in
dustria de guerra no fué molestada al principio por los
bombardeos.
En los planes americanos no faltan la dispersión de
ciudades y la distribución de poblaciones e industrias,
de modo que se reduzcan las bajas y las destrucciones
que puedan causar las bombas atómicas.
Una idea son las ciudades “lineales” o en “cinta”;
otra la organización de ciudades celulares. Huelga de
cir que estos planos no son realistas, ya que cada ciudad
forma con sus alrededores una organización social y eco
nómica y siempre han existido razones para su des
arrollo. Así, pues, se ofrecerá una resistencia natural a
toda dispersión, aparte la enorme carga financiera que
supondrá.
En cuanto a ciudades y centros industriales, se pueden
tomar las medidas prácticas siguientes:
1—Evacuación
a la zona rural de toda persona no
ocupada en servicios que aseguren el funcionamiento
de las industrias o trabajos de guerra, tales como po
licías, defensas antiaéreas y trabajos de salvamento.
2.—Evacuación de los distritos urbanos que parezcan
estar en mayor peligro.
En una palabra, en lugar de construir ciudades celu
lares, convertir en, tales las ya existentes. Esto puede im
plicar el abandon.o de viviendas en distritos portuarios
y fabriles, donde es probable el punto cero de la explo
sión atómica.
3.—Dentro de las ciudades y zonas industriales, ase
gurar los sistemas de provisión de servicios esenciales,
tales como suministros y ‘distribución de alimentos, com
bustibles, agua, comunicaciones o’ energía, que deben
estar dispersos o concentrarse en sitios particulares de la
ciudad.
50
Los niños y personas ancianas serán con antelaciói
enviados a la zona rural.
Como en la convención de Ginebra de 12 de agosto d
1949 se requiere que los Gobiernos designen zonas neutra
les, una medida preventiva ‘sería el marcar clarament
varias regiones de seguridad, inviolables a las accione
militares. Estas zonas serían como santuarios para l
protecéidn de ciudadanos pasivos.
Un Comandante local con el personal suficiénte ase
gurará’ la administración de cada una de estas zonas
Con respecto a la movilización de tropas, se contar
con poco tiempo para instrucción si se usan las arma
atómicas, pero deberá disponerse de un máximo de des
centralización de armas, dépositos de suministros y con
trol para el momento de la movilización e instrucciór
de reservas, y una gran flexibilidad y dispersión en e
movimiento de Ejércitos desde el interior a los frentes
ORGANIZÁCION PIE EVACUACIONES
Las medidas antes enumeradas pertenecen, estricta
mente hablando, al campo de la guerra aérea estratégica
mientras que lo que interesa ahora es analizar los proble
mas referentes al futuro papel de los Ejércitos.
Cuanto más próxima esté una comarca del frente, rná
difícil será la movilización de todos sus recursos. L2
producción en un país cerca del frente es un verdaderc
problema.
La alternativa será el mantener solamente las indus
trias esenciales y evacuar el resto de especialistas y tra
baj adores a comaróas más favorablemente situadas.
Una evacuación, ya sea militar o civil, sáb podrá lo
grarse si es dirigida por organismos locales y bajo el
control de las autoridades centrales del Gobierno.
Pueden tomarse las siguientés medidas:
i.—Decidir qué personas deben ser avacuadas y punto
de reunión para su transporte.
2.—Organización de la gente en subgrupos, grupos y
columnas (de 150, 6oo y unos i.8oo hombres respectiva
mente).
3.—Deben darse instrucciones en relación con el ves
tuario y alimentación que debe llevar cada uno.
4.—En principio, los jóvenes irán a pie y cada columna
poseerá algún camión requisado con provisiones alimen
ticias y un médico con ambulancia.
5.—Para asegurar la subsistencia independiente para
las columnas por los menos para seis días, las autorida
das requisarán dinero en bancos, provisiones en alma
cenes y gasolina.
6.—Columnas motorizadas consistentes en coches par
ticulares, camiones, autobuses, etc., serán empleadas
principalmente para la evacuación de mujeres, niños y
personas de edad. Parte del transporte se hará por fe
rrocarril.
7.—Cada columna debe tener su itinerario, compren
diendo variós días de marcha y un destino definido, que
en lo posible pueda señalarse de antemano.
Ejercicios o simulacros pueden favorecer una ‘ejecu
ción ordenada.
Es de gran importancia el evacuar personas juntas de
una misma localidad, porque se conocen, y es más fácil
que se’ puedan ayudar unas a otras, haciéndose más di
fícil que el enemigo se pueda infiltrar entre ellas.
EMIGRACION NO ORGANIZADA
Es casi imposible el evacuar la población de todo un
país de un modo organizado, ya que se tratará de mi
llones de’ personas. Los campesinos especialmente en
cuentran durá el separarse de sus tierras. Muchos sola-
ncnte actúan ante un peligro inmediato cuando ya es veniente y separarla del teatro de las operaciones mi
litares lo más rápidamente posible; con frecuencia es
lemasiado tarde.
¿Qué debe hacerse, sin embargo, si la multitud de re preciso tomar medidas draconianas.
Para evitar la histeria producida por el pánico se dis
ugiados de repente invade las comunicaciones de re
tribuirán intrucciones impresas, en las que constará:
.aguardia de los Ejércitos?
1.—Que los fugitivos están sujetos a la jurisdicián mi
i.—La solución del problema sólo puede encontrarse
litar y obedecerán todas las órdenes militares.
obre bases colectivas. Debe haber unas normas inde
2.—Que en vista del gran número de refugiadós, no
)endientes de un estado social o nacional.
Hay que evitar la pérdida de tiempo, prescindiendo puede garantizarse la alimentación, transporte y aloja
le los trámites normales, como pasaportes y documentos miento.
3.—Todo movimiento se hará por las carreteras mar
imilares, que deberán ser pospuestos.
cadas.
2.—Para prevenir la desmoralización de la retaguardia
4.—Cualquier modificación de las reglas sólo podrá
impedir-las actividades de agentes enemigos, hay que
dslar a los refugiados no solamente de las tropas y efectuarse por autoridadés reconocidas.
En interés de la seguridad, es aconsejable que variQs
)oblación civil en el hinterland, sino de otras columnas
u marcha, o reducir por lo menos los contactos al mí cientos de agentes de la contrainteligencia, disfrazados
de refugiados, se mezclen con la gente para localizar y
dm0.
3.—Ningún país o Ejérclto estará en condiciones de separar personas sospechosas.
Es muy importante el desarme de los que vayan en
.tender a las necesidades, tanto en material como ah
nentos, de una masa de fugitivos repentina y desor ruta armados. Toda persona militar, incluyendo soldados
desertores, serán considerados refugiados, y su destino se
•anizada.
Hay que ponerlas bajo las responsabilidades de las decidirá más tarde.
utoridades de donde procedan, y haciendo uso de al
Un Gobierno y un Alto Mando que no preste la debida
unos vehículos colocados para su servicio comunal.
atención a la retaguardia puede con facilidad encontrarse
una situación de una fachada que se desmoronase por
4.—Hay que obrar con gran energía, con objeto de
analizar la corriente de fugitivos en la dirección con- estar podrido el interior de la casa.
a expedición de Ramón Franco en el “Plus Ultra”
Capitán de Aviación, del E. M. de la III Región Aérea, Jose’ Luis Muñoz
Siete fechas imborrables para la Historia de la Aero
.áutica Mundial; siete fechas decisivas para el logro de
Civilización; siete fechas españolas, preñadas de idea
s y de realizaciones: las siete etapas del “Plus Ultra”.
o podemos pasarlas por alto; no debemos olvidarlas:
menos este año, en que se cumplen los treinta de la
azaña. Refresquemos nuestra memoria. y antes de ana-
Pérez.
lizar las siete fechas hagamos un esbozo de la idea de
los hombres y del avión.
Los hombres fueron cuatro: Ramón Franco, Julio Ruiz.
de Alda, Juan Manuel Durán y Pablo Rada. Son fi
guras harto conocidas; hasta de romance ya, por lo
demás. Incluso en coplas han volado.
La idea, las ideas mejor dicho, fueron dos (Ramón
El “Plus UlÉra”.
51
Ramón
Franco
Bahamonde.
Franco las expone claramente en su libro “De Palos al
Plata.”): “Sentar normas para la futura navegación aérea
de continente a continente, a través de mares y de
siertos” y “estrechar la unión entre España y las jó
venes naciones de habla castellana del Continente des
cubierto por Colón”. No podían ser más nobles y desin
teresadas: civilización y fraternidad.
El avión—”Plus Ultra”, nombre ambicioso y sin li
mitacjones—---era un “hidro” “Dornier Wall”, de tipo de
canoa voladora, con todo el fuselaje como órgano flo
tador; metálico, monoplano de ala alta, con las siguientes
medidas: envergadura, 22,5; longitud, 17,2 metros; su
perficie sustentadora, 96,2 metros cuadrados; peso en
yací o, 3.400
kilogramos. Llevaba dos motores “Na
pier”—colocados “en tándem”, en la parte más alta del
Juan
52
Manuel Durán Gonzdlez.
Julio
Ruiz de Alda
avión—de 450 cv cada uno, que accionaban, a 1.318 re
voluciones por minuto, dos hélices de cuatro palas. Estaba
equipado con estación radiotelegráfica—tipo
“Marco
ni A. D-6”-—y radiogoniométrica. El valor en peseta5
del hidroavión excedió muy poco de las 400.000
(qw
tiempós aquellos!).
Las siete fechas históricas, fueron éstas:
Día 22 de enero de 1926:
Al amanecer oyeron misa los tripulantes del “Plu5
Ultra” ante la Virgen Milagrosa del Monasterio de L
Rábida, en Palos de Moguer: ante esa misma imager
habían orado Colón y los suyos, y Ramón Franco quis
así “recordar al mundo entero que fué España la que des
cubrió América, con su espíritu, con sus naves, con su
hombres, con su fe y con su dinero”. Despegó el “hidro’
Pablo Rada.
El “Plus Ul&a” toma agua en Buenos Aires.
Fernando Noronha. A sólo cuarenta y
cinco kilómetros de esta isla y cuando
ya llevaba el hidro vencido casi todo su
viaje, se presenta un dilema pavorosó:
la noche se echa encima y noda tiempo
a cubrir esa pequeña distancia en vue
lo; hay que decidirse a amarar allí mis
mo, en alta mar, o esperar quince minu
tos para hacerlo en el final de la etapa,
con todos los riesgos a que está expuesto
un amaraje nocturno sin medios adecua
dos. Franco decide amarar en la mar,
pero no por eso renuncia a cubrir la eta
pa, que fué vencida navegando con el
“hidro” sobre el agua, como con una ca
noa de superficie; después de tres horas
peliagudas consigue entrar en el puerto
de San Antonio (islas de Fernando No
ronha).
En esta etapa, entre otras cosas, ba
tió España todos los “records” mundia
les de distancia en hidroavión.
Día 31 de enero:
La pequeña etapa Fernando Noronha
Pernambuco—540 Km. tan sólo—fué la peor de todas:
una lluvia persistente y densa, violentas ráfagas de vien
to, tormentas locales y toda la gama de dificultades me
teorológicas, entorpecieron la navegación y pusieron mil
veces en peligro al “Plus Ultra”, a sus tripulantes y a la
empresa. Pero no fué esto lo peor—bien vengas mal, si
vienes solo—, sino que, cuando faltaban únicamente 120
kilómetros para finalizarla, se desencoló una pieza de la
hélice trasera: fué necesario parar el motor para evitar
que las trepidaciones lo arrancasen de la bancada; Rada,
al aire, trabajó como un negro en un intento inútil de
arreglar la avería.
Con un solo .motor, naturalmente, disminuyó mucho la
velocidad; no se podía mantener la línea de vuelo y el
aparato perdía altura, poco a poco pero inexorablemente.
Franco mandó arrojar por la borda cuanto podía consi
derarse no imprescindible. La etapa fué cubierta, al fin,
tras un vuelo angustioso y heroico a ras de agua: tres
horas treinta y cinco minutos después de salir de Noronha,
entraba el “Plus Ultra”, vencedor, en Pernambuco. Cien
mil alma esperaban a nuestros triunfadores, ahogando
con sus vítores el pitido insistente de la sirena del des
tructor brasileño “Piauhy”.
Día 4 de febrero:
A lascinco y diez de la mañana,cambiada
la hélice
para cubrir su primera etapa: Palos-Las Palmas (islas
Canarias).
La distancia que separa los dos puntos
—1.315
Km—fué vencida en ocho horas. Hubo que volar
durante todo este tiempo por encima de nubes y la re
calada de Julio Ruiz de Alda al puerto de La Luz fué
un magnífico exponente de la decisivia importancia que,
para el futuro del Mundo., iba a tener la navegación
radiogoniométrica
por primera vez ensayada allí.
Día 26 de enero:
Antes de salir, oraron los tripulantes ante la añeja
ermita de San Antón, donde también—siglos antes—pi
dieron ayuda a Dios Colón y sus españoles. A las siete
y treinta dela mañana despegó el hidroavión para cu
brir su segunda etapa: Las Palmas-Porto Praia (islas de
Cabo Verde);
Km. El viaje—muy duro, por el mal
tiempo—se realizó en nueve horas cincuenta minutos. El
amaraje en Porto Praia, por esta misma causa, fué di
fícil en extremo; y la pericia de Franco salvó la situación.
Mientras tanto, en Buenos Aires—encendido de en
tusiasmo—más de 400.000 personas se aglomeraban para
leer las noticias murales de la prensa..
Día 30 de enero:
A las seis de la mañana—desde la bahía “do Infer
no”—, inició el “Plus Ultra” la etaja fundamental, el
meolló del “raid”, el verdadero cruce del Atlántico Sur:
2.305 Km. de dificultades a vencer.
Con anterioridad, y para poder cargar al
máximo el avión, se decidió que uno de los
tripulantes—el
Teniente de navío Juan..
Manuel Durán—efectuase la etapa en bar
co. Se pudieron así cargar 2.940 litros de
gasolina y 220 de aceite, que con el peso
de los aviadores y de los aparatos e impe
dimentos constituía una carga de 3.625 ki
logramos: la carga alar, en el instante de
iniciarse el vuelo, resultaba así de 73 kilo
gramos por metro cuadrado. Juan Manuel
Durán realizó el viaje por mar, a bordo del
“Alsedo”, sobre cuya cubierta fué a morir
antes de que terminase aquel mismo año.
El tiempo fué malo y escasa la visibilidad.
A las nueve y media, se perdió el contac
to radiotelegráfico con tierra. A las dos de
la tarde se realizó la única comida: huevos
duros y café. A las cuatro y veinticinco se
cortó el Ecuador: copa de coñac para cele
brarlo. Media hora después, Ruiz de Alda
La Isobiación
enlazó por radio con Pernambuco; luego con
de Buenos Aires es/erando la llegada del “Plus Ultra”.
del motor trasero, se inició la etapa Per
nambuco-Río de Janeiro: 2.100 Km. El via
je, bordeando la costa brasileña, no presentó
ya dificultades, como si la diosa Fortuna,
algo marc’hosa, se hubiera dejado, al fin,
seducir por la tozudez de Ramón Franco:
a las cuatro y dos minutos de la tarde se
posá el “hidro” en las aguas de Río; todo
el vuelo se realizó entre los ioo y los 500
metros sobre el nivel del mar.
Botes y faluchos de todas clases rodea
ron al “Plus Ultra” con tan excesivo entu
siasmo, que una de aquellas embarcaciones
llegó a chocar contra él, destrozándole el
timón de dirección: se calcula que había un
millón largo de personas en la avenida de
Río Branco.
Día g de febrero:
Reparado el timón, se realizó sin nove
dad la etapa Río de Janeiro-Montevideo:
2.060
Km., que fueron cubiertos, siempre
a longo de costa, en doce horas cinco mi
nutos.
(Todo Buenos Aires se manifestó en la
Avenida de Mayo para demostrar su entu
siasmo por el vencimiento de aquella pen
última etapa; Montevideo, no digamos).
Día io de febrero:
Se cubrió la última etapa: MontevideoBuenos Aires: 220 Km. que fueron recorri
dos en una hora once minutos. A las once
veinticinco de la mañana, y después de
dar unas “pasadas” al monumento a Co
lón—homenaje de vencedor a vencedor y
de gallego a gallego: nosotros creemos que
El iineravio.—Composición
/otogrd/ica del aulor de este avt.ículo.
los dos lo eran, aunque la Historia, que
gasta sus bromas pesadas de tarde en tar
de, nos haya disfrazado al primero de ge
novés—, se posó el “Plus Ultra” sobre las aguas del Río el Gobierno español a la nación argentina, que lo conserv
de la Plata, dando allí por terminado el “raid” y por ahora en el museo colonial, en Luján, provincia de Bueno
conseguidas sus dos ideas: civilización y fraternidad; amor Aires.
al prójimo, en suma.
Y éstas fueron las siete fechas que abrieron a la hu
No es preciso que nos detengamos en recordar el re manidad las puertas de la navegación aérea radiogc
cibimiento que dispensó al “Plus Ultra” la buena hija: niométrica. Las siete fechas que ratificaron el “Más allá
sólo recordaré, eso sí, que el hidroavión fué regalado por de Colón y su rotunda seguridad: “El mundo es poco.
(
13 1 !
INE
REVISTA
ILUSTRADA
DELOS
MANDOS
SU8ALTERNOS
DEL
EJERC
Sumario del número de febrero de 1956.
El tiro nacional. Las patrullas y el tiro de pistola. Ayudanté de O. M. Fernández Garcia.—Instrucción
de la
Escuadra de morteros de 50 mm. Utilidad de la enseñanza en el campamento. Teniente Gracia Valencia.—Los
detalles de la fortificación. Tte. Coronel Ruiz Martín.—Un aspecto de las explosiones atómicas. Divulgación so
bre las contaminaciones. Capitán Miranda Calvo.—Cosas de Ayér, de Hoy y de Mañana. ComandanteOry.—Es
tampas de un itinerario por los pueblos y las tierras de España. Cataluña. (VIiI y último.) Por Juan Cualquiera.—
Los cúrsos de Información al adiestramiento físicó militar. Teniente Hernández del Pózo.—Nuestros lectores
preguntan. Redacción.
ElaprendizajedeArtesGráficaseñ’
elEjército.
Coronel de E. M. Emilio Bonaplata Caballero.
a
Desde el importantísimo descubrimiento de la Im
prenta, las Artes Gráficas han sido objeto del más am
plio desarrollo, al punto que desde el primitivismo de las
antiguas publicaciones se ha llegado a un cúmulo tal de
operaciones para obtener la perfección de las obras que
hoy se publican, que hace necesario una prolija espe
cialización en el trabajo, obligando a seleccionar opera
rios de diversas ramas. Un taller de Imprenta y Lito
grafía es hoy un pequeño mundo donde se mueven un
sinnúmero de especialistas tan dispares que no se puede
esperar hacerlos intercambiables porque necesita dedi
car a lo suyo toda una vida de aprendizaje.
Parece que la posguerra ha traído una enorme de
manda de productores de las Artes Gráficas, tan consi
derable, tan apremiante, que no pueden abastecer, de
bidamente, los sindicatos del ramo.
Lógicamente, ante esta demanda, los salarios adquie
ren valores crecidos y lás potentes industrias, los centros
bien dotados económicamente, acaparan al personal
obrero mejor capacitado.
El Estado y, en este caso, el Ejército, no está pre
parado, ni tiene la misión de mantener, organismos pro
ductores que hagan la competencia a la industria civil,
pero sí tiene que contar con elementos adecuados para,
caso de guerra o alteraciones de orden,’ y por razón del
secreto de las obras a producir, hagan funcionar los ta
lleres gráficos militares y, en su día, orienten la produç
ción gráfica en ambiente castrense, porque las necesi
dades de una guerra así lo exijan. En una palabra, con
tar con órganos preparados para una movilización in
dustrial de los talleres de Artes Gráficas.
Vivimos hoy una época de especialistas, y si especialis
tas han de ser los fusileros, tanquistas, radios, electricistas,
paracaidistas, etc., rama importante de la especialización
es la que en su día tenga la misión de servir a las Seccio
nes Topográficas, Litográficas e Impresoras, que, forzosa
mente, habrá que organizar en las Planas Mayores, cuando
menos de las Grandes Unidades tipo Ejército,’ si no lo
están ya en tiempo de paz, dotadas de Talleres mó
viles como un elemento más del Cuartel General, que
ha de acompañar a los Ejércitos para producirle, rápi
damente, planos,. órdenes extensas. y numerosas, octa
villas, propaganda, revistas, diarios.’ Y este personal no
lo vamos a improvisar en el momento de la lucha. Hay
que tenerlo formado, debidamente preparado, que co
nozca los medios de que el .Ejército puede disponer y
poder lanzar (como lo hacen los servicios de-propaganda
de radio) al otro lado de las trincheras enemigas, noti
cias que al mando convenga difundir o reproducir planos
en una noche para la operación del amanecer siguiente.
En este orden de ideas, ya se ha’ conseguido bastante
en otros ramos de la Industria Militar, y ejemplo de ello
son las escuelas de aprendices de las fábricas ‘militares,
Maestranzas de Artillería y Bases de Automovilismo, y
entonces nos permitimos sugerir:, ¿No sería importan
tísimo y de gran eficiencia organizar el aprendizaje de
los Especialistas de las Artes Gráficas?
Así lo consideramos nosotros y ello nos ha llevado a
pergeñar estas líneas ya que el Ejército, sin neçesidad dé
establecer nada nuevo ni costoso, cuenta con órganos
preparados para desarrollar éste aprendizaje eñ las me
jores condiciones de obtener halagüeños resultados y
poder contar con un personal competentísimo, debida
mente seleccionado y especializado para las atenciones
-.
-
gráficas militares. Rehuyendo el sentar cátedra de orga
nizador, me limitaré a exponer unas ideas que pueden
ser orientadoras en este asunto.
El Servicio Geográfico del Ejército es el Organismo
encargado de cuanto venimos definiendo. Hoy su per
sónal de Artes Gráficas se nutre con voluntarios y solda
dos de reemplazo, contando, además, con personal, civil
para llenar las deficiencias del personal militar que por
su poca preparación, dada la edad a que se recluta no
puede estar formado en el oficio, ni en condiciones de
producir obras acabadas.
Pero lo fundamental, y de ello se ha dado una .idea
ya, es que hoy la industria civil acapara a cuantos se
dedican a estas artes; la demanda es mucho mayor que
la oferta y, como lógica consecuencia, el Ejército, que
no busca resultados financieros en sus producciones, se
ve desbordado por aquéllas al no remunerar en iguales
o mejores condiciones a su personal, el cual rehuye, na
turalmente, acudir a esta Empresa, aunque en ella ten
gan una seguridad mayor en cuanto a estabilidad y per
manencia,. sólo comprensible por los hombres ya ma
duros y no por la juventud, que mira con más amplios
horizontes y a plazos cortos, buscando resultados inme
diatos.
En esta lucha con pocas posibilidades de buen éxito,
no cabe otro medio que el Ejército busque su solución.
¿Cómo? Inspirándose en la idea a que obedecen las Es
cuelas de aprendices del Ejército donde se puede obtener
personal idóneo que, mediante una debida enseñanza,
le puede proporcionar un buen porvenir, con la posibili
dad para el servicio de autoñutrirse sin experimentar la
competencia económica de la industria civil.
El Servicio Geográfico, como organismo encargado de
las’ producciones gráficas, tiene atendida su plantilla
con un cuerpo propio, que es la Brigada Obrera ‘y To
pográfica de Estado Mayor (B.O.T.)., en la que su per
sonal tiene escalafón propio, independiente de los demás
Cuerpos del Ejército. Su origen está en el soldado volun
tario o en el de reemplazo, quien por años de servicios
puede escalar las graduaciones militares hasta Coman
dante inclusive sin que realmente pase por una prepara
ción profesional metódica y ordenada, siendo su único
aval la profesión que manifiesta a su ingreso en filas,
comprobada con un examen sufrido en aquel momento,
con el cual ya ha adquirido patente de profesional, y si su
espíritu y honor no le empuja a más honradas ambi
ciones, ahí ha terminado su perfeccionamiento en el
oficio. Siendo esto cierto y necesitando el Serviciofo
tógrafos, grabadores, dibujantes, cajistas, correctores, li
notipistas, maquinistas, encuadernadores, litógrafos, etc.;
personal todo que se puede formar en sus talleres me
diante una adecuada enseñanza teórico-práctica milita
rizada, ¿por qué no crearlos dentro de su recinto con una
escuela profesional? Sobre ella vamos a dar una ligera
idea basada en las escuelas ya existentes y de las que se
,ha hecho mencón.
Los aspirantes podrán ingresar con catorce años cumplídos y no llegados a los dieciseis. Dentro de la Ecue1 s
cursaran cuatro años El primero sera de seleccion del
oficio más afín a sus aptitudes, y los tres restantes.,--de
aprendizaje, del seleccionado. Los que en el primer. .ño,
no acusen aficiones claras a un oficio de los relaciona-.
dos con las Artes Gráficas, serán dados de baja.
Se fija en catorce anos el ingreso y menos de dieciséiS,
55
porque al empezar a abrirse camino en la vida es cuando
hay que formar al individuo, y, por tanto, debemos en su
juventud primera fundamentar las enseñanzas teóricas en
una perfecta educación moral, en la que se busque y procu
re rodear al educando en un ambiente saludable, de buenos
principios, que le encauce en su formación moral, pues
es indudable que si en la juventud nos arrimamos a per
1sonas nobles, presenciamos buenos ejemplos, se viven
virtudes militares, religiosas, políticas y profesionales,
trataremos insensiblemente de imitar lo que vemos o nos
inculcan. Sin darse cuenta el educando se irá asimilando
los ideales y sentimientos sanos y la disciplina y el espíritu
militar formarán el concepto fundamental del cumpli
miento del deber que le llevará a ser patriota, ciudadano
ejemplar y refractario a las teorías disolventes que le han
de predicar cuando entre en contacto con la sociedad
civil en que se ha de desenvolver.
Ha de ser, pues, un factor esencial, en los primeros
momentos de la vida del aprendiz, una perfecta educa
ción moral, que no puede nunca aislarse de la educación
religiosa, que con sus sentimientos, inclinaciones y ten
dencias, lleva al educando a marcarle su norma de con
ducta, luchar con las malas inclinaciones y crearle há
bitos de virtud y cumplimiento del deber.
Las enseñanzas teóricas han de orientarse hacia una
formación cultural incipiente, base de otra mayor que
puede adquirirse después, y las prácticas o profesionales
tenderán a crear al verdadero artista, pues ya su nombre
genérico lo define, se trata de un arte para el que se nace,
como ocurre con las demás artes, ya que podríamos lle
gar, en las produccionés fotográficas y litográficas a ca
lificarlas como una más de las denominadas “Bellas
Artes”.
Para mantener el estímulo entre los alumnos y dar
facilidades económicas a sus familiares, las gratificaciones
laborales que se estime conveniente fijar pueden ser re-
guladas en analogía con las asignadas a los aprendices
de la industria civil.
Tampoco debe el Estado desaprovechar las enseñanzas
que da y los sacrificios hechos; de ahí el que al terminar
con aprovechamiento sus estudios, los alumnos deben
contraer un compromiso por tres años, como soldados
voluntarios con sus devengos como tales, y gratificaciones
laborales progresivas lo suficientemente remuneradoras
para mantener el estímulo necesario en comparación con
la vida civil en sus oficios respectivos.
Si durante los tres años del compromiso, les correspon
diera ir a filas, se incorporarán a la B.O.T. donde permane
cerán seis meses en plan de instrucción militar intensiva
y termiñado este plazo volverán al taller de procedencia.
Estos tres años de compromiso voluntario les serán
válidos para obtener los empleos militares que pudieran
corresponderles.
A la terminación del contrato anterior o de su servicio
en filas, en s.u caso, firmarán un nuevo compromiso, si
la Dirección del Servicio lo estima necesario, por una
duración de otros tres años, pasados los cuales podrán
optar por continuar en la B.O.T. siguiendo sus vicisi
tudes militares o licenciarse, con lo que el Ejército ha
brá contribuído, una vez más, a dar hombres útiles a la
Patria y, al mismo tiempo, los dispendios realizados
para formar un profesional de las Artes Gráficas, se
verá resarcido con el rendimiento del individuo desde los
catorce hasta los veinticinco años.
Entendemos
que con la creación de la Escuela de
Aprendices de Artes Gráficas se habrá conseguido obte
ner un plantel excelente de personal idóneo para man
tener eficazmente la producción de las artes de imprimir
tanto en los organismos productores como en los Cuerpos
y Centros militares, a los cuales se estará en condiciones
de poder nutrir, así como movilizár en su día las planti
llas de pie de guerra tan completas como sea necesario.
Defensaencontra pendiente.
Traducción de la publicación peruana Infantería de un artículo de la
inglesa Infantry School Quarterly. (Extracto de la Revista EJÉRCITO.)
Presentando a los franceses una larga y fácil pendiente
de inocente aspecto y una línea de cumbres antepuesta
a otra más lejana, la cadena de alturas presentaba una
abrupta caída por su cara posterior, permitiendo la per
fecta disimulación de los defensores hasta que llegara
el momento de revelar su presencia. Tal fué el método
defensivo de Wéllington, que tenía la espléndida sim
plicidad de una trampa explosiva. Su modesto propósito
era hacer caer fuerzas, de cuya existencia no se sospe
chaba, sobre un atacante sorprendido, y San Cristóbal
(como Busaco antes y Waterloo pocos años después),
se prestaba admirablemente para este sencillo plan. Los
atacantes subirían jadeando a la primera línea de cum
bres mientras que algo detrás de la cresta estaba aga
zapada una línea de Infantería británica completamente
resguardada de la Artillería y esperando alegremente el
momento de disparar su andanada, lanzar su grito de
guerra y saltar adelante con la bayoneta;
Poco pensábamos en la defensa de contrapendientes
antes de la G. M. II, y la mayoría de nosotros no ha
bíamos tenido noticia de ella. Poco después del comienzo
de la campaña del Norte de Africa empezamos a re-
cibir numerosas informaciones sobre la “nueva” forma
de defensa que empleaban los alemanes y sobre lo di
fícil que era batirla. Al mismo tiempo, nuestras tropas,
que efectuaban la defensa en la pendiente anterior, su
frían el efecto deJas armas de fuego directo y de la ar
tillería enemiga.
Consideremos entonces lo siguiente:
r.—Qué es una defensa en contrapendiente?
2.—Cuándo
se emplea y por qué?
3.—Cómo se organiza?
4.—Cómo se conduce?
-
¿Qué es uxa contraendiene?
¿Y cuáles son las carac
terísticas que la distinguen cuando se la emplea para la
defensa? En definitiva, es la parte de la pendiente que
está cubierta por la cresta topográfica del fuego directo
y de la observación del enemigo; para lograr que una
defensa en contrapendiente tenga éxito se debe privar
al enemigo de la ocupación de la cresta topográfica.
Se ocupa una contrapendiente para conseguir la di
simulación, aunque haya otros factores que justifican
los campos de tiro sean lo bastante extensos para dar
al defensor tiempo de apuntar y hacer fuego sobre el
enemigo. Siendo iguales los demás factores, la distancia
más conveniente de ella a la cresta es de 200 a 300 metros.
Como en la defensa de la pendiente anterior, se pro
yecta la línea de modo que permita, en lo posible, una
barrera continua de fuego rasante y cruzado a todo lo
Las ventajas son las siguientes:
largo del frente del Batallón. La posición más eficaz de
una ametralladora en la contrapendiente es aquella desde
i.—El enemigo no puede hacer un plan de ataque de
puede cubrir la pendiente anterior de un cerro
tallado a nuestra posición. No puede observar a las donde
adyacente.
No siempre es posible conseguir una posi
tropas que la ocupan, si no es desde el aire.
tan ideal, pero debe estar situada donde se logre
2.—Las armas de tiro tenso del enemigo no pueden ción
el mejor fuego rasante de flanco y cruzado, hacia la
hacer blanco en nuestra posición debido a la cresta.
3.—Se reduce mucho el efecto dei fuego de artillería cresta.
La configuración de la línea de crestas topográficas
y morteros del enemigo, pues éste sólo puede observarlo
es
el accidente más crítico de la estructura de la defensa
desde el aire.
contrapendiente, pues es desde ellas donde el enemigo
4.—El defensor puede conseguir la sorpresa. Las tropas en
conseguirá
observar nuestra posición, dirigir sus fuegos
que ocupan la posición no revelan su presencia dispa
y determinar
nuestra organización
defensiva. Por.
rando prematuramente
porque no pueden ver al ata
tanto,
se
planean
fuegos
de
primera
urgenida,
o barreras,
cante hasta que cruza la cresta..
a
lo
largo
de
dicha
línea
de
crestas,
por
cuya
razón la
5.—Las tropas que están en la contrapendiente tie
nen tanta flexibilidad de movimiento como les permite posición debe estar por lo menos ioo metros detrás de la
la observación aérea del enemigo. Puede trabajarse en cresta.
Se prevén concentraciones de artillería y morteros de
las posiciones y mejorarlas a la luz del día, así como tam
lante
de la cresta en la misma forma que en la defensa
bién despejarse los campos de tiro e instalar obtáculos.
la pendiente, teniendo particular cuidado de cubrir
Esta libertad de movimiento permite al Jefe vigilar me de
las concentraciones previstas todas las direcciones
jor a sus tropas y mantenerlas en buenas condiciones. con
de
aproximación
y posibles zonas de reunión en caso de
A las tropas se las abastece con mayor facilidad. La ex
presada libertad de movimiento también permite que que los observadores en las alturas adyacentes no pue
los contraataques lleguen a sus posiciones de asalto a dan observár este tiro cuando el enemigo esté atacando.
Si la situación lo permite, se establecen las avanzadi
cubierto del fuego de artillería y morteros del enemigo.
llas delante; pero una vez que se retiran, necesitamos se
guir disparando sobre el enemigó con armas asentadas
Desventajas:
dentro de la posición de resistencia o cerca de ella. El
mejor lugar para observar este fuego es sobre la cresta
r.—Es difícil mantener la observación sobre el ene topográfica y delante de ella.
migo, pues la cresta la impide.
Sobre la cresta, o justamente delante de ella, se colocan
z.—Una posición en la contrapendiente es vulnerable grupos de observación y vigilancia a lo largo de todo el
al ataque nocturno por la misma dificultad de observa
frente. Estos grupos contará.n además con los observado
ción.
res para la artillería y los morteros y deben estar situados
3.—Es difícil cubrir con el fuego los campos minados donde puedan observar y dirigir el fuego a todo el frente. Si
y obstáculos situados en la pendiente anterior por falta el terreno y la situación enemiga lo requieren, estos gru
de observación delante de la cresta y por nuestra impó
pos deben ser fuertes en armas automáticas y cañones
sibilidad de disparar con armas de trayectória tensa de 57 y 75 mm. a fin de retardar el avance del enemigo.
desde la contrapendiente a los objetivos que se encuen
Los citados grupos varían en efectivos y organización.
tran en la pendiente.
Por ejemplo, si un grupo establecido en la cresta está
Pueden preferirse la contrapendiente a la pendiente
en terreno muy boscoso que restringe la observación, sirve
en las siguientes condiciones:
principalmente de vigilancia y está constituido mayor
i.—Cuando, por falta de cubierta y disimulación, el mente por fusileros y armas automáticas ligeras. Por otra
bombardeo enemigo hace imposible retener la pendiente parte, si un grupo situado en la cresta puede observar
anterior.
gran parte del terreno y cubrir la aproximación de ca
2.—Cuando el terreno ofrezca mejores campos de tiro rros, se aumenta su efectivo con observadores .y armas
en la contrapendiente que en la pendiente.
contra carro.
3.—Cuando la posesión de la cresta no es esencial
De noche se refuerzan los grupos a fin de evitar que
para la observación del tiro.
el enemigo ocupe la cresta, refuerzo que se hace
La defensa en una contrapendiente no es ni completa principalmente de acuerdo con la situación local. Si los
ni efectiva si no se incluye la cresta en el plan defensivo. informes indican que se va a realizar un ataque nocturno
El Comandante que desarrolle paso a paso esta organiza
en fuerza, es necesario colocar al grueso de las tropas
ción defensiva tiene siempre en la mente que ha de refle
sobre la cresta o delante de ella. En todo caso, de noche
jar las ventajas de la contrapendiente y anular sus des
se necesitan más tropas sobre la cresta a fin de restrin
ventaj as.
gir el movimiento de las tropas enemigas a cubierto por
En primer lugar, la posición se sitúa de modo que la oscuridad.
obtenga el máximo de fuegos de sorpresa sobre el ene
Patrullas de combate y reconocimiento refuerzan aún
migo cuando cruce la línea de alturas. De ahí que el fac
más nuestra posición y se las emplea tanto como sea po
tor más importante del despliegue de las tropas de pri
sible, para hostigar a los atacantes y dar el alerta.
mera línea esté constituído por los campos de tiro desde
En la defensa contracarro de la contrapendiente se
la posición a la cresta. Es necesario hacer todo el fuego aplican los mismos principios que en la defensa de
que se pueda a la cresta y también cubrir el espacio que la pendiente anterior. Se sitúan los carros donde mejor
media entre ésta y la poslción, debiendo permitir que puedan apoyar la defensa contracarro del Batallón. Como
sus armas portátiles puedan. batir la cresta, para lo cual en el caso de las ametralladoras, lo mejor es situarlos
debe instalarse a no más de 500 metros de ella. Asi en la contrapendiente de un cerro adyacente al que se
mismo debe estar suficientemente lejos de ella para que defiende. Teniendo en cuenta la corta distancia que meesta defensa. La cresta que se interpone entre la posi
ción en la contrapendiente y el enemigo ofrece una buena
disimulación, la que proporciona varias ventajas sobre
la defensa de la pendiente anterior y asimismo algunas
desventaj as.
57
dia entre la cresta y la posición, se emplean obstáculos
a fin de aminorar la velocidad de los carros enemigos lo
suficiente para que nuestras armas los destruyan. Si lo
permite la cantidad disponible de minas, pueden em
plearse campos minados en la pendiente anterior a fin
de retardar aún más la aproximación del enemigo. Las
armas de los grupos de observación y vigilancia deben
batir estos campos minados.
En la ejecución de la defensa, las avanzadillas hacen
fuego sobre el enemigo a larga distancia y conforme se
aproximan a la crestá solicitan fuegos más intensos y
precisos. Cuando estos grupos se retiran, se realizan tiros
de barrera sobre la cresta. Si el enemigo trata de cruzar
la línea de alturas, se le recibe con fuego de todas las
armas. Con una excepción, las consideraciones para eje
cutar los contraataques son las mismas que en la pen
diente. La excepción es que las fuerzas contraatacantes
tienen que perseguir al enemigo delante de la posición
y llegar a ocupar la cresta a fin de dominar con éxito la
contrapendiente.
Fundamentalmente
hay otras dos adaptaciones para
la defensa en contrapendiente de una zona. Cuando se
desea hacer el máximo uso de los campos de tiro que
ofrece la pendiente anterior y al mismo tiempo reducir
al mínimo la exposición al fuego, es típica la siguiente or
ganización. Se preparan posiciones de tiro en la cresta
topográfica o delante de ella; pero al personal de las
mismas se le mantiene en su mayor parte en la contrapendiente. En las posiciones se mantiene una fuerza
reducida tomada de las secciones de primera línea a fin
de retardar a los atacantes que avancen mientras acuden
sus unidades a las posiciones.
Conclusiones.
Al considerar la defensa en una contrapendiente hay
un hecho claro. La integridad de la posición sólo se man
tendrá mientras retengamos la cresta, sea ocupándola
físicamente o negando su posición al enemigo por medio
del fuego. La organización de una zona para la defensa
en una contrapendiente debe reflejar siempre esta idea
básica.
Latácticamodernayelarmaatómica.
Comandante G. Morier. De la publicación Revue Militare Suisse. (Tra
ducción del General Alonso Alonso, de la Escuela Superior del Ejército.)
Los debates en las Cámaras federales acerca de la Características del arma atómica.
adquisición de carros medios han planteado nuevamente
La energía atómica ha revolucionado completamente
la cuestión de las repercusiones que podría tener en el
la escala de las capacidades de destrucción, por una
campo táctico el empleo del arma atómica, y más parti
parte a causa del inmenso aumento del poder destruc
cularmente de los llamados proyectiles atómicos tác
ticos. Es muy probable que los que han puesto sobre el tivo, y por otra parte, por la aparición de nuevos efectos
tapete tal cuestión, pidiendo al Consejo federal que res destructivos. Mientras que se medían por toneladas mé
ponda a ello en las próximas sesiones, no han medido tricas las bombas más potentes de 1944 y estos ingenios
no encerraban más que algunas toneladas de explosivos,
bien toda la complejidad del problema.
se utiliza ahora el kilotón (KT) de potencia equivalente
Es preciso, efectivamente, tener en cuenta que esca
a mil toneladas de trilita como unidad de medida para
samente acabamos de franquear el umbral de la era atá
los proyectiles atómicos, los que han pasado de 20 KT,
mica en lo que atañe a la utilizacián de esta nueva ener
(Hiroshima) a roo y después a 500 KT; en lo que con
gía y que el ritmo de su desarrollo es extraordinariamente
cierne a las bombas H o termonucleares, se habla de
rápido. Ciertamente, pronto hará diez años desde su apli
cación en el campo militar y una gran distancia separa cinco mil KT., cuando la explosión de d’Eniwtok
a fin de 1952 y la última experiencia de esta clase
la bomba A de Hiroshima, ingenio de algunas toneladas,
del proyectil del cañón de 280 mm., desarrollando el en marzo de 1954 habrá liberado una energía igual a
mismo poder de destrucción. Pero ya se anuncia que la diez mil KT. De todos modos hay que advertir que el
efecto de destrucción no crece en proporción de la po
fabricación del primer cañón atómico, está detenida,
tencia y que solamente un io % de la energía desple
apenas comenzada, por considerarse este arma dema
siado vulnerable y muy poco móvil en su forma actual gada por un proyectil atómico se utiliza, militarmente
de un conjunto que pesa en ruta 85 toneladas; habiendo hablando, y el resto se pierde en la atmósfera. Por el
trascendido al dominio público esta información, se puede contrario, al efecto de destrucción por la presión (onda
admitir que se ha avanzado otro paso más y que quizá de choque, factor esencial de destrucción para las bom
mañana, con un volumen aún más reducido, alguna ba
bas de aviación) se añade para los ingenios atómicos
tería de artillería pesada podrá disparar un proyectil un- aumento considerable del “efecto térmico” y sobre
atómico táctico. Entonces se comprenderá, sin otros ar todo la aparición del “efecto radiactivo”. Además, el
gumentos, lo difícil que es pasar del período de las hi desarrollo técnico permite hoy emplear estos medios,
lanzados por un avión, en forma de un ingenio radio
pótesis y de las controversias, cuando se busca concre
tar a qué normas debe aj ustarse la táctica moderna, y dirigido, -por medio de un cañón o de cohetes.
como es preciso utilizar la prudencia en la precision de
La propia inmensidad del poder destructivo de la
bomba atómica la hizo figurar inmediatamente entre los
valores que están continuamente en movimíento.
medios estratégicos utilizables esencialmente en la re
Se impone una primera afirmación: Es imposible ex
traer actualmente con certeza conclusiones capaces de taguardia del adversario; por lo mismo, para permitir
permanecer válidas ni siquiera para un período de al su utilización táctica, hacía falta reducir el volumen y el
peso de los proyectiles, aumentar su precisión y, sobre
gunos años.
-
58
todo, conocer mejor la eficacia de este arma sobre las
tropas en el combate. Por otra parte, los efectos radiacti
vos, por presentar, especialmente desde el punto de vista
táctico, muy grandes inconvenientes para la explota
ciÓn del éxito por parte del que la emplee, es preciso
encontrar los medios para limitar el efecto ulterior y ase
gurar una protección suficiente a las tropas que hayan
de actuar en las zónas de explosión. Del mismo modo
que con las armas químicas y bacteriológicas, es ne
cesario protegerse de los efectos subsiguientes a la, ex
plosión.
La solución de este problema, se encontró reciente
mente bajo la forma de un proyectil atómico de 15
a 20 KT capaz de ser disparado por un cañón de 280 mm.
con alcance de 30 Km. y precisión igual o mejor que la
de la artilléría clásica. El empleo de un proyectil con es
poleta a tiempos, explosiones a unos 500 ó 6oo metros
sobre el suelo, permite a tropas motorizadas atravesar
las zonas radiactivas algunos minutos después de la
explosión, plazo variable según haya o no blindaje y su
espesor; el blindaje clásico puede reducir las bajas por
radiación del 30 al 8o %, según el espesor de las plan
chas de acero.
En lo que atañe a la eficacia de los proyectiles ató
micos, deben examinarse con gran prudencia las cifras
que nos llegan; por una parte, son variables en función
de múltiples factores, y por otra, pueden ser aumentadas
o disminuídas, con intención o sin ella, por el informador.
Se puede, no obstante, decir que los efectos de un pro
yectil atómico táctico (20 KT) haciendo explosión a
6oo metros por encima del suelo son los siguientes:
Efectos de choque (presión):
—
—
Edificaciones u obras de cemento armado, destruídas
hasta unos 700 metros del centro de explosión.
Edificaciones u obras de ladrillos, destruídas o grá
vemente averiadas hasta unos i.6oo metros del cen
tro de explosión.
Protección efectiva en refugio bajo un metro de
tierra a unos 500 ó 6oo metros del centro de explo
sión.
Efectos térmicos:
—
—
Corta pero violenta elevación de temperatura, pu
diendo provocar incendios en un radio de unos 2 ó
3 Km.
Quemaduras de tercer grado en un radio de 1.700 me
tros para las tropas sin protección.
Protección por elevaciones del terreno, muros, etc.,
contra la onda térmica directa.
Efectos radiactivos:
—
•
Los efectos debidos a la radiación nuclear se ejer
cen en el momento de la misma explosión, durante
un .tiempo relativamente corto (unos 90 segundo5) o
bien después de ella (efectos residuales), conservando
la tierra y la atmósfera una radiactividad variable
según la naturaleza de la explosión (con espoleta
instantánea o con retardado) y las condiciones atmos
féricas. El radio, medido a partir del punto cero (in
tersección con el suelo de una vertical desde el punto
de explosión) de los efectos inmediatos de un,,,pro
yectil de r KT, explosionando a 6oo metros, puede
fijarse, sin entrar en detalles, por el límite más allá
del cual la radiactividad es inferior a loo Rontgen
(uñidad de medida de la radiactividad)
es decir, la
máxima dosis tolerable para un ser humano sin hos
pitalización.
Límites de la dosis de roo R6ntgen (medidos a par
tir del punto cero):
—
—
—
Tropas al descubierto 1.450 metros.
Tropas en pozó de tirador o zanja, 900 metros.
Tropas en’refugios o abrigos (r m. de tierra ó 20 cm. de
blindaje, 6oo metros).
Finalmente, se hace constar que, además de la natu
raleza del efecto radiactivo, el elemento completamente
nuevo con el empleo de proyectiles atómicos es la crea
ción de una zona de destrucción absoluta de una extensión
variable en la que se aniquila toda vida, lo que no había
logrado hasta ahora ningún medio, ni siquiera los bom
bardeos aéreos o por artillería clásica más violentos, que,
en resumen, no consistían más que en una yuxtaposición
más o menos densa de puntos de destrucción absoluta.
Influencia
en la doctrina táctica.
Poco tiempo después de ‘la aparición del arma ató
mica, las opiniones acerca de la influencia de este nuevo
medio en el campo táctico se manifestaron por dos afir
maciones contradictorias:
La táctica actual ha caducado y el problema es vol
ver a empezar.
El arma atómica no ha cambiado en nada los prin
cipios tácticos fundamentales, y sólo se necesitan
ciertas adaptaciones de detalles.
—
—
Todavía actualmente,
y aun entre aquellos que han des
arrollado este nuevo medio de combate y por ello están
en condiciones de utilizarlo, hay diferentes opiniones.
Parece, sin embargo, que se va hacia un juicioso acuerdo:
El arma atómica no’ revoluciona los principios tác
ticos, pero exige serias revisiones de ciertos proce
dimientos tácticos, y más particularmente de los que
se refieren a la concentración de fuerzas, al empleo
de las reservas y a la organización de un sistema de
fensivo.
Es evidente, además, que la influencia que pueda
tener el empleo de armas atómicas variará según el es
calón que se considere (estratégico o táctico), según la
naturaleza de las operaciones (ofensivas o defensivas) y
en cierta medida, según el terreno en el que se em
pleen y las condiciones meteorológicas.
El estudio del empleo estratégico de bombas de gran
potencia (cinco mil a diez mil KT), no tiene interés en
el aspecto militar Suizo, pues, por muy trágico que
pueda parecer, el empleo de estos medios, aun en pequeño
número, acarrearía tales destrucciones y en todo caso
tal desorganización, que nos situaría en la imposibilidad
de concebir una, reacción militar; por el momento, el
único consuelo es tal vez que a causa del enorme precio
y de la relativa escasez de medios de esta clase, los be
ligerantes no nos juzguen “dignos” de tal gasto, por no
existir ningún objetivo rentable en nuestro territorio.
Por el contrario, desde el punto de vista táctlco, debe
mos, siempre en nuestra escala, considerar el empleo de
—
medios
atómicos
contra
nosotros.
Así, debemos
tratar
de
apreciar sus repercusiones ,tanto en la conducción del
combate ofensivo como’ en la del defensivo; se trata de
saber si nuestra concepción actual debe revisarse, bien
para permitirnos sufrir en aceptables .condiciones los efec
tos de ésta nueva arma, o para analizar si su empleo
impondrá a nues’tro adversario otros métodós de ataque
a los que deben’ ‘corresponder por nuestra parte otros, de
defensa. Eñ otros términos, lÓs principios fundamentales
de la táctica, ¿han perdido todo su valor o ‘simplemente
deben adaptarsé y en qué medida?
En la o/ensiva, la doctrina admite la concentración de
fuerzas sobre un punto elegido, como uno de los prin
cipios válidos tanto para el ataque como para el con‘
59
traataque,
con objeto de realizar un esfuerzo del más
fuerte al más débil. Si el defensor también dispone de
armas atómicas tácticas, podrá destruir tales concentra
ciones con la condición de que las conozca y tenga tiempo
para utilizar sus medios. Por tanto, conviene, si se quiere
aplicar -este principio en el porvenir, ampliar al máximo
los períodos de dispersión y reducir al mínimo los de con
centración; para alcanzar •este resultado, será preciso
conseguir que fuerzas importantes estén dispersas for
mando unidades que no constituyan objetivo rentable
para un arma atómica hasta el momento en que el ata
que deba desencadenarse. Se tratará, a continuación, de
concentrarlas
rápidamente para atacar con la fuerza
suficiente. La rapidez de ejecución de esta maniobra
evitará el empleo •de armas atómicas por el- defensor,
falto de información suficiente, puesto que una vez
establecido el contacto, también lo impedirá la proxi
midad de sus propias tropas. Las fuerzas atacantes
tendrán, por tanto, que concentrarse para alcanzar la
base de partida y conducir el ataque en menos tiempo
que el que necesite el defensor para obtener los informes
sobre esta acción y emplear sus armas atómicas sobre las
fuerzas atacantes concentradas; dicho de otro modo, la
velocidad del ataque deberá ser mayor que la del empleo
del arma atómica sobre las fuerzas en movimiento. Aun
podrá llegar a ser necesario, evitar la concentración de
tropas en una base de partida y realizarla en la zona de
contacto inmediato; el atacante deberá, por consecuencia,
disponer de una movilidad general que le permita desple
gar sus columnas abandonando los caminos y avanzando
a través del campo; su potencia de fuego deberá permitir
grandes concentraciones de fuego con una densidad rela
tivamente débil en personal y en material; sus medios
de enlace deben, naturalmente, corresponder a las ser
vidumbres planteadas por la conducción de tales forma
ciones.
Los medios para la explotación del éxito serán, por
consiguiente, motorizados y blindados, móviles, poten
temente armados, dotados por su naturaleza de cierta
protección contra los efectos radiactivos y capaces de
atravésar las zonas de contaminación débil algunos mi
nutos después de la explosión atómica. Por otra parte,
el atacante no podrá emplear sus armas atómicas más
que a cierta distancia de sus tropas; actualmente, y para
tropas blindadas, esta distancia será de dos kilómetros
por lo menos. Para él se tratará inmediatamente de atra
vesar con la mayor rapidez posible el espacio que le se
pare de las fuerzas defensoras que aún subsistan, con
objeto de aprovechar el pequeño margen de tiempo de que
dispone, antes de que estas se hayan repuesto de la ex
plosión atómica y para explotar por completo los efectos
de ésta.
Puesto que la noción de esfuerzo principal conserva
su valor, los factores de velocidad y movilidad adquieren
en todas las ocasiones una importancia creciente; la ma
niobra también pasa al primer plano, puesto que asegura
el paso de un dispositivo disperso a otro local y momen
táneamente más denso, permitiendo así la realización de
un esfuerzo principal.
También con la amenaza del empleo de armas ató
micas, el principio de economía de fuerzas adquiere par
ticular significación, porque la necesidad de la dispersión
exigirá, al menos en la defensiva, saber limitarse a con
servar los puntos decisivos del terreno sin buscar una
ocupación uniforme del frente, imposible de realizar sin
arriesgarse a sufrir pérdidas insoportables.
El primer problema para el defensor—y para el ata
cante cuando los dos adversarios disponen de armas
atómicas—es encontrar el medio de sobrevivir y que
dar después apto para combatir aplicando una doctrina
bien definida. De las cifras anteriormente citadas se de
duce que la protección relativa es posible y que la forma
más eficaz será el empleo sistemático de zanjas y pozos
de tirador con mayor amplitud que hasta ahora para
todas las tropas. Por otra parte, se admite en la actuali
dad que la rentabilidad del empleo de armas atómicas
no es suficiente más que cuando las concentraciones de
tropas pasan de 250 hombres por Km2 la segunda mé
dida de protección conducirá, por tanto, a dispersar las
tropas de tal modo que se mantengan por debajo de esta
densidad, lo que equivale a decir que una división mo
derna deberá ocupar un sector por lo menos de 8o Km2, en
el cual los elementos estarán distribuídos de tal manera
que no se creen zonas de concentración rentables para
una acción atómica.
Por ser circular el efecto de los proyectiles atómicos,
cuando sean necesarias ciertas concentraciones de ma
terial (depósitos), será preferible adoptar un dispositivo
lineal para estas organizaciones.
Finalmente, por ser la finalidad del empleo atómico
crear una brecha o un punto débil en el dispositivo ene
migo para poder atacar del fuerte al débil, las medidas
de contrainformación
(enmascaramiento,
conservación
del secreto, empleo de material ficticio alcanzarán una
importancia mucho mayor que hasta ahora y deberán
intensificarse para hacer más difícil la decisión de quien
quiera emplear medios atómicos.
Una vez realizada la protección relativa, convendrá
éstar en condiciones de impedir la explotación, vero
símilmente conducida por formaciones blindadas, que
seguirá inmediatamente. Se tratará, por tanto, de dis
poner rápidamente de reservas muy móviles aptas para
combatir a los carros, o, en otros términos, de formaciones
motorizadas y blindadas. La dificultad consistirá en dis
persar rápidamente estas reservas para que escapen, al
menos parcialmente, a la acción atómica, y después en
concentrarlas rápidamente en la zona de esfuerzo prin
cipal del adversario, que será precisamente la del bom
bardeo atómico. También es posible que el atacante in
tente provocar esta maniobra de concentración de las
reservas, por un ataque simulado, para situarlas bajo
un fuego atómico preparado. Será, pues, de gran impor
tancia disponer de medios muy móviles aptos para
avanzar desplegados por el terreno, no presentando nunca
concentraciones peligrosas antes de su inmediato em
pleo en el combate, quedando en condiciones de disper
sarse nuevamente; es evidente que será indispensable
evitar toda concentración estática (posición de espera,
por ejemplo).
En resumen el defensor deberá buscar la réplica al
empleo de armas atómicas:
Por una protección suficiente; dispersión, enmascara
miento, refugios y contrainformación.
Por un aumento de la potencia y de la movilidad de
la reserva.
Por un cuidado particular de la organización del en
lace y de las transmisiones.
—
—
—
Conclusión.
La táctica impuesta por la guerra atómica estará, por
consiguiente, probablemente caracterizada por movimien
tos casi continuos exigidos por el paso alternativo de la
dispersión a la concentración. En igualdad de circuns
tancias, es evidente que el más móvil tendrá ventaja
para que la vulnerabilidad de las formaciones se mantenga
lo menos posible; se puede, pues, imaginar—y varios
militares ingleses, americanos y franceses competentes
lo han expresado ya—que la necesidad de la dispersión
llevará a considerar la posibilidad de operaciones eje
cutadas por pequeñas Unidades pero potentes y aptas
para actuar con independencia. El combate futuro podrá
caracterizarse
por una sucesión de pequeñas batallas
más que por el choque de grandes masas. Algunos aún
llegan hasta sostener que las modernas divisiones acora
zadas, están llamadas a desaparecer, al menos en su forma
actual, para ser sustituídas por agrupaciones más pe
queñas pero más móviles; el aumento de. movilidad exi
girá, por otra parte, inevitablemente una reducción de las
servidumbres logísticas y una mayor independencia de
las formaciones, que deberán bastarse a sí mismas en
cuanto a los medios de abastecimiento, para estar en
condiciones de cumplir misiones independientes durante
un período relativamente largo. La dispersión aumen
tará igualmente la servidumbre del enlace y de las tras
misiones.
La División acorazada americana, parece, desde luego,
según las últimas informaciones, estar llamada a sufrir
modificaciones bastante importantes. Del instrumento
operativo que era, podrá llegar a ser un conjunto de
4 ó 5 grupos de combate de organización fija, llevando
cada uno sus propios elementos de apoyo (Artillería,
D.C.A., Ingenieros) y sus propios servicios (abastecimien
to, sanidad, talleres).
Además, se tratará más de destruir las fuerzas ene
migas que de conservar o apoderarse delterreno. Las ma-
niobras tenderán a crear, por medio de la canalización,
objetivos convenientes para el arma atómica o, por el
contrario, a aislar elementos para destruirlos, con la
ayuda de grupos de combate combinados, .o también a
efectuar profundas incursiones en la retaguardia del ene
migo. Los grupos de combate se limitarán a tener cerca
dos los islotes de resistencia. Nada de esto es completa
mente nuevo, pero la importancia relativa de algunos
principios tácticos fundamentales ha variado sobre otros.
De todos modos, y en contra de lo que muchos creen,
las formaciones acorazadas, lejos de desaparecer del
campo de batalla, han visto que su importancia ha lle
gado a ser determinante con la aparición del proyectil
atómico táctico; esto probablemente en detrimento de las
formaciones de artillería, demasiado pesadas y, por tanto,
muy vulnerables, y sobre todo de una eficacia muy re
ducida en la era atómica. Se puede, pues, por lo menos,
admitir con certeza que un refuerzo de nuestra Infan
tería con elementos acorazados aumentará su aptitud.
defensiva en una guerra atómica y que la razón de ser
de nuestras brigadas ligeras jamás ha sido más incues
tionable, justificando además, a mí juicio, un esfuerzo
de carros y de artillería automática en breve plazo.
Notas breves.
CAZADOR DE CARROS SKODA 0-13.—El cazador
de carros checoslovaco “Skoda”, modelo G-13, es un
ingenio blindado con tracción oruga’, que está armado
con una pieza de 75 mm. y una ametralladora antiaérea
de 7,5 mm.
Sus dimensiones son 6,27 m. de longitud, por 2,65 m. de
ancho y 2,17 m. de alto; tiene un peso, equipado para
marchar, de i6 toneladas, y puede alcanzar una velocidad
sobre caminos de 43 Km/h.
Su cañón de 75 mm. tiene un sector de puntería ver
tical de 150 (desde —5° a +100) y un sector horizontal
de i°, y su tripulación la componen tres hombres, uno
de ellos conductor.
La protección del cazacarros G-i3 es variable, te
niendo su espesor máximo de 62 cm. en la parte delan
tera, en tanto que es tan sólo de 21 mm. a los lados.
El G-13 es material utilizado en diversos Ejércitos,
entre ellos en el süizo, donde—al parecer—se tiende ahora
a sustituirlo por el cazacarros de fabricación nacional
“Mowag” (Véanse las “Notas Breves” de diciembre
pasado).—Comandante Ory.
.
y de arrollamiento basta indicar que se le calcula análoga
a la de un carro de combate M-24 y que durante unas
pruebas movió una masa de chatarra equivalente a
75 automóviles americanos. De su ligereza, como con
secuencia del repartimiento de su pe,so sobre .los seis
neumáticos de baja presión, es buena muestra que se le
ha hecho pasar sobre un reloj de bolsillo, al que no causó
el menor daño. En fin, su capacidad de carga le permite
transportar cerca de cien toneladas, sobre su plataforma
de ii,8 metros de largo por 3,3 metros de ancho.
Una variante de este vehículo está en funcionar como
una unidad tractora, a la que se adosan varias análogas
pero sin propulsión propia, a modo de remolques, for
mándose así una especie de tren automóvil de carga, al
que se ha venido en llamar el “Cargo delArtico”, por ser
en esta zona donde ya ha comenzado a emplearse. La
unidad que trabaj a en el Artico tiené 83 metros de lon
gitud y lleva cinco plataformas o vagones capaces de
transportar
25 toneladas
de carga cada uno.—’-Coman
daníe Ory.
VEHICULO NORTEAMERICANO DE APLI CAClON
MILITAR.—Una firma norteamericana ha proyectado y
construído un gigantesco vehículo abrecaminos, o “des
tructor de jungla”, como también se le llama, de indu
dable aplicación militar, tanto para abrir paso a las tropas
a través de terrenos de selva, como para el transporte
de pesadas cargas por zonas arenosas o pantanosas.
Las dos principales características del vehículo son:
estar equipado con grandes neumáticos de baja presión,
que lo hacen sumamente ligero pese a su peso y gran
carga que puede llevar, y que todas sus ruedas son mo
trices, lo que proporciona una gran adherenciaal terreno.
Las seis ruedas que lleva este original vehículo de
55 toneladas de peso están equipadas con neumáticos
de 3 metros de diámetro por 1,22 metros de ancho ‘y son
accionadas por motores eléctricos ‘individuales, adosados
a cada rueda, y alimentados por’ la corriente producida
por ,un grupo Diesel.
Para formarse una idea sobre su potencia de choque
61
EL OBIJS FRANCES DE 155 )IM.—El Ejército fran
cés, abandonando ya el famoso cañón de 75 mm. de
la G. M. 1, está tratando de establecer un sistema de
artillería de campaña, totalmente nuevo, cuyos ma
teriales básicos son dos piezas de 105 y 155 mm., respec
tivamente, ambos obuses de muy amplio empleo y las
dos, también, con sus correspondientes versiones auto
propulsadas.
El obús de 155 mm., modelo 1950, es un arma de tiro
curvo, con un sector de tiro vertical de _,50 a +700 y ho
rizontal de 3600, que está montada sobre una cureña bi
flecha y carrillo de cuatro ruedas neumáticas, preparado
para ser remolcado por un camión, en cuya caja va el
pelotón de servicio de la pieza y alguna munición.
El conjunto pesa poco más de siete toneladas y se
asegura que la pieza puede entrar en acción, a partir
de su posición enganchada, en unos diez minutos.
El alcance de este material varía entre los i6 y los
17 kilómetros según el proyectil que utiliza, encontrán
dose entre estos uno de alto explosivo y algunos de tipo
especial, proyectados para ser utilizados contra hormi
gón armado y blindaje. También puede disparar el pro
yectil norteamericano. Está prevista la utilización en este
obús de 155 mm. de vainas de acero, protegidas contra
“T: 1;
..—-.
A
1
aires basta—como en el disco volante “Hiller”—cargar
el peso del cuerpo en la dirección que se desea seguir.
Como puede verse, el aparato se reduce a una pequeña
plataforma con una ligera defensa y un manillar para el
tripulante, debajo de la cual gira una gran hélice hori
zontal, que hace posible velocidades de hasta 145 Km1h.,
lo cual supone un avance en relación con el “Hiller”, al
que también aventaja en sencillez—Comandante Ory.
EL AVION ATOMICO.—La realidad del submarino
atómico ha traído nuevamente al tapete de la actualidad
el ya viejo proyecto del avión atómicó, abandonado por
los exagerados gastos que llevaba aparejado, pero cuyos
trabajos se han reanudado ahora, abordando el pro
blema de una forma nueva no revelada, bajo la cual—se
gún declaraciones oficiales norteamericanas—los
pro
gresos están siendo rápidos.
Todo lo que se refiere al avión atómico norteameri
cano se mantiene en el más riguroso de los secretos, por
lo cual no se conoce ni el más mínimo rasgo sobre el
mismo. Sin embargo, la publicación norteamericana
Li/e pidió a dos científicos estadounidenses, Mr. Lyle
Borst, Presidente de la Sección de Física de la Universi
dad de Nueva York
y especialista
en
cuestiones nucleares,
Obús de 155 mm., francés.
y míster Frederic
Teichmann, ingenie
ro aeronáutico y di
las corrosiones por depósito electrolítico de cinc y bar
rector de la Escuela
nizado interior.
Aeronáutica
Gug
En fin, existe—como al principio se indicó—la versión genheim, sus ideas
autopropulsada
áe este obús, que utiliza el chasis del sobre lo que pudie
carro de combate, también francés, AMX-i3, de 13 to
ra ser el tal avión,
neladas (Véanse las “Notas breves del mes pasado).—Co
opinión que ellos
mandante
Ory.
han expresado
en
uno de los dibujos
que ilustran estas lí
NIJEVA PLATAFORMA VOLADORA NORTEAME neas.
RICANA.—Inspirado en las mismas ideas que llevaron
Aunque
pueda
a la realización del disco volante “Hiller”, del que faci
afirmarse, como en
litamos una información en las “Notas breves” del nú
el dicho corriente,
mero 190 de EJÉRCITO, se ha construído recientemente
que cualquier pare
en los Estados Unidos una nueva máquina voladora,
cido con el verdade
aún más simplificada que la citada, que supone un paso ro será mera coinci
más hacia la aspiración de encontrar un sencillo aparato
dencia, los técnicos
que pueda hacer posible el vuelo individual, cuestión están de acuerdo en
ésta que tanta influencia puede ejercer en cualquier que el proyecto de
conflicto del futuro.
los técnicos Borst y
El aparato, del que hoy reproducimos una fotografía, Teichmann
tiene
ha sido experimentado por la Infantería de Marina nor
ciertos visos de ve
teamericana,
que ha podido comprobar la gran sen
rosimilitud.
cillez de su manejo, puesto que para conducirlo por los
Oue el avión ató
62
mico tendrá un largo fuselaje—unos treinta metros en este
proyecto—parece evidente, por la necesidad de alejar a la
tripulación todo lo posible del reactor nuclear. En esta
solución, la tripulación va en la parte delantera del apa
rato, y el reactor con los turborreactores de propulsión,en
la trasera. Como, por otra parte, la necesidad de detener
las radiaciones nocivas obliga a rodear al reactor nuclear
con un pesado blindaje de plomo, la parte •trasera del
avión será sumamente pesada y ello obligará a retrasar
las superficies de susten’tación, las cuales posiblemente
adoptarán la forma de delta, que figura en el dibujo.
Precisamente el fuerte blindaje que exigen los reacto
res nucleares y que al plantearse la construcción del sub
marino atómico no supuso grandes complicaciones, ha
sido uno de los primeros escollos de importancia surgidos
al aborclarse el proyecto del avión propulsado por
energía nuclear, ya que impone a aparatos pesos de
250
a 500 toneladas como mínimo. Posteriormente
se ha ido en pos de nuevas soluciones, no basadas
en la adopción de materiales más opacos y menos
pesados que el plomo, sino en el fraccionamiento de
las pantallas blindadas y en la consideración sepa
rada del problema de las radiaciones nocivas en lo
que respecta al avión en sí y a su tripulación. En tal
sentido, la solución de los técnicos Borst y Teich
mann parece también razonable.
La propulsión prevista para este avión corre a
cargo de dos motores de reacción corrientes, dotados
de compresores axiales y que presentan la particularidad de que sus cámaras de combustión están en
vueltas por tubos de calor que transmiten a las pa
redes de las mismas la elevada temperatura produ
cida por el reactor nuclear, que va situado entre
ambos motores, aunque separado de ellos por un
blindaje apropiado. El control de la reacción en
cadena se realiza, como es normal, mediante barras
de cadmio. La aportación de aire se hace a través
•de las tomas del borde de ataque del ala y mediante
compresores que lo conducen a las cámaras, producién
dose su ulterior calentado y dilatación, saliendo por atrás
para engendrar la propulsión.
Los autores del proyecto que nos ocupa han previsto
un empuje de 40.000 libras, suficiente para la propulsión
de un aparato que pese cien toneladas, a una velocidad
de 1.200 Km/h. y a una altura de unos 20.000
metros.
Así las cosas, la potencia engendrada sería de 475.000 c. y.,
suficiente para la central eléctrica de una ciudad de
100.000
habitantes. Estiman que 225 gramos de uranio
bastarían para recorrer 30.000 Km., si bien para asegurar
la regularidad de la escisión atómica el reactor debería
contener por lo menos diez veces dicha cantidad. Otro
problema no pequeño que planteará la aviación atómica
será el de los hangares, puesto que tendrán que estar
aislados bajo una gruesa capa de hormigón y divididos
en dos partes, la primera de las cuales se utilizará
para el acceso de la tripulación, por lo que debe
•rá estar perfectamente aislada de la otra, destina
da al servicio, motores y reactor nuclear. En esta
última será necesario entrar con las máximas pre
cauciones y cuando ya el reactor nuclear haya
sido extraído del avión y sumergido en un pozo,
operación sta que tendrá que realizarse mediante
puentes-grúa
accionados a distancia, desde un
puesto de mando equipado con una pantalla de
televisión.
Ante tantas y tan grandes complicaciones, los
técnicos aeronáuticos se preguntan si realmente
serán compensados todos los lentos, difíciles y cos
tosos trabajos que la realización del proyecto su
pone.
Parece ser que la única ventaja real del avión
atómico frente a los actuales de reacción será su
mayor rádio de accióxi, que le permitirá alcanzar cualquier
punto de la tierra sin necesidad de abastecerse de com
bustible. En cuanto a la posibilidad de que pueda nave
gar a mayores alturas, nada se sabe, aunque desde luego
sí se puede afirmar que, de responder a las ideas que
aquí se exponen, necesitaría del aire para su propulsión
y, por tanto, tendría análogas o parecidas limitacionnes
de techo que los actuales.
En fin, su empleo plantearía cuestiones de tal gravedad
como las que se derivarán de que pueda ser alcanzado
en pleno vuelo o que falle el blindaje y se extiendan las
radiaciones nocivas por la atmósfera, o bien el de un
aterrizaje violento, o el del caso aun más peligroso de su
derribo y caída a tierra, con la consiguiente liberación
de rayos gamma y neutrones.
Se calcula que la construcción del motor atómico cos
tará de 6o ao millones de dólares (2.400 a 2.700 millones
de pesetas); la del reactor nuclear y su blindaje, aproxi
madamente 25 millones de dólares (1.000 millones de
pesetas), y, en fin, la de la célula del avión, entre los 15
y los 50 millones de dólares (de 6oo a 2.000 millones de
pesetas). Por lo pronto, se sabe que la aviación americana
construye, en colaboración con la fábrica de aviones
“Pratt et Whitney”, un gran laboratorio de investigación
que tendrá su sede en East Hartford (Coneticut) y cuyo
conste total será de 30 millones de dóláres (unos 1.200
millones de pesetas).
Y... ¿en qué plazo podrá ser una realidad el avión
atómico? Los pesimistas no creen que pueda estar terminado antes de quince años, en tanto que los más opti
mistas creen que puede ser cosa de cinco tan sálo.—Co
mandanie Ory.
63
1L “JE}V” FItANCES.—-El Jeep francés tiene el mis
mo aspecto que el popularísimo norteamericano, aunque
más grande, un poco más pesado—I.300 kilogramos—.-y
más cómodo.
Está propulsado por un motor de cuatro cilindros
y 65 caballos, con cuatró velocidades, con el que puede
alcanzar una velocidad de hasta 105 KmJh. sobre ca
rretera y de 6o KmJh. campo a través, siempre con una
excelente estabilidad. Su consumo medio es de r5litros
por roo kilómetros y 650 kilogramos de carga útil.
Está construído por la fábrica de automóviles “Dela
haye”, que los produce a un ritmo de 400 mensuales y
con un coste de unos 780.000
francos.
Este vehículo se utiliza para cometidos de enlace y re
conocimiento y como tractor de piezas de artillería li
gera y de armas contracarro, aunque tiene también otras
muchas aplicaciones, ya que su interior es convertible y
adaptable para diversos usos: ambulancia con dos ca
millas, central telefónica o de radio, pequeña oficina de
mando, etc.—Comandanie Ory.
UNA DIVISIONiIEOANICÁRÁPIDA. (De la publi
cación francesa Pa ges de France.)—Los Estados Uni
dos, Gran Bretaña y Francia—ha declarado el Gene
ral Gruenther, Comandante supremo en Europa de
la O.T.A.N.—van a proceder a estudios y experiencias
para determinar la mejor composición de las Divisiones
terrestres con vistas al combate atómico. Yo creo—aña
dió—que se llegará a una conclusión eficaz a comienzos
de 1956.
Efectivamente, hace mucho tiempo que los estrategas
y los tácticos creen que las Grandes Unidades de tipo clá
sico, División de Infantería o División blindada, son
demasiado lentas, pesadas y poco manejables para la
batalla moderna. Son demasiado vulnerables a los pro
yectiles atómicos.
64
La aparición de los proyectiles nucleares tácticos
prohibe ahora toda concentración de tropas al descu
bierto; en caso contrario, sufrirán un terrible bombardeo.
Se precisan, pues, unidades tan potentes como las an
tiguas, más fuertes incluso, pero que puedan disper
sarse rápidamente en el espacio, para desplazarse y ma
niobrar, y reagruparse después rápidamente para atacar,
sin perjuicio de dispersarse de nuevo, lo más apresura
damente posible, cuando la acción haya
terminado.
A este respecto, una de las experien
cias aliadas que ha tenido más éxito es
la “División mecánica rápida francesa”
(D.R.M.), completamente mecanizada
y con efectivos reducidos: menos de
8.ooo hombres y 2.000 vehículos.
Esta División no tiene la pretensión
de reemplazar a la División de Infan
tería ni a la División blindada, porque
no tiene solidez para mantenerse firme
en el terreno como la primera, ni la
fuerza de ruptura de la segunda. Es
otra cosa: una gran Unidad nueva, de
fórmula y composición nueva, hecha
para misiones nuevas.
Durante un período de ejercicios,
que ha durado más de una semana, la
D.M.R. ha realizado con brío una serie
de maniobras realmente “acrobáticas”,
que ninguna otra gran Unidad habría
podido llevar a cabo; hizo, por ejemplo,
durante la primera noche, una ma.icha de 200 Km. con
la totalidad de sus elementos; combatió (ficticiamente,
desde luego) durante la jornada en un frente de 40 Km.
contra un adversario en progresión; a la noche siguiente
ejecutó un movimiento de 50 Km. paralelo a la línea de
fuego, emprendiendo por la mañana una maniobra en re
tirada, y de este modo volvió a comenzar todos los días
sin que el material ni los vehículos se resintieran.
Las Unidades de combate (reconocimiento, infantería
transportada,
cañones de 105 mm. autopropulsados) se
agrupan en “Regimientos interarmas”.
La creación de los Regimientos interarmas constituye
un jalón esencial en la evolución de los Ejércitos terres
tres. Mientras que desde hace siglo y medio era la Di
visión la que constituía la más pequeña G. U. que en
.globaba todas las armas, en la actualidad es en el Re
gimiento donde se encuentran agrupados, en una misma
unidad orgánica, elementos de Infantería, de Caballería
de reconocimiento, de Blindados, de Ingeniería, Artillería
y Transmisiones.
La Infantería está representada en estos Regimientos
por Compañías contracarros transportadas
sobre ve
hículos ligeros; la Caballería, por un escuadrón en yeeps;
los blindados, por los escuadrones de carros; los ingenieros,
por zapadores tiradores; la Artillería, por los cañones de
los carros, que pueden ser empleados en tiro indirecto;
las transmisiones, por los 350 aparatos de radio que ha
cen que el Regimiento interarmas sea un verdadero
bosque de antenas.—Comandante Rey de Pablo.
La neutralidad armada de Suecia.
Por William H. Hesvier. De la publicación norteamericana United States Naval Institute Proceedings. Traduc
ción del Capitán de Intendencia de la Armada Eugenio Más Sánchez. (Extracto de la Redacción de EJÉRcITo.)
Suecia tieiie- una posición singular en el mundo de hoy
como cuña situad,a entre el Bloque Soviético y el Occiden
tal y permanece ajéna a ambos como neutral armado. La
estrategia de su defensa, así como sus establecimientos
militares, son únicos, pues están hechos a la medida para
llenar una rara serie d.e circunstancias geopolíticas. La
política y la estrategia de Suecia arrancan de realidades
políticas y geográficas.
La más seria característica de la defensa sueca es una
colección de hangares para la aviación y túneles soca
vados en el sólido granito. Y en una época de temor uni
versal, nacido de la existencia de armas atómicas y de
ideologías irreconciliables, este recurrir a la seguridad
subterránea
puede tipificar la reacción instintiva hu
mana de esconderse. Pero hay más lógica en la severa
estrategia de defensa sueca de lo que parece a simple
vista. No es un miedo ciego, sino un razonar sereno geopo
lítico el que ha moldeado esta peculiar repuesta del país
al peligro masivo externo.
El carácter estrictamente defensivo de la política y la
estrategia sueca se deriva inicialmente de la experiencia
histórica de la nación (siglo y medio de paz ininterrum
pida). Los suecos han evitado verse mezclados en todas
las guerras que han tenido lugar en el transcurso
de todos esos años en la cercanía de sus fronteras;
asimismo han determinado permanecer fuera de la pró
xima y confían, también, en ello. Para ello han puesto
su confianza en una concienzuda y rigurosa neutralidad.
No tomarán parte en ningún sistema de gran alianza que
se está formando a ambos lados de su Nación.
Esto no significa que los suecos no sean capaces de
decidir quiénes son sus amigos en potencia y quiénes sus
posibles enemigos. Por el contrario, tienen un concepto
perfectamente claro de esto. En los últimos años, el o %
de su comercio se ha dirigido a los occidentales, y sus
lazos culturales también les unen a ellos, y en su hori
zonte vislumbran un único enemigo posible: la Unión
Soviética. La existencia de un espíritu agresivo en Rusia
después de la G. M. II, y especialmente déspués de iq.o,
hacen una profunda impresión en Suecia. Esto fué
aumentado por algunos provocativos e injuriosos inci
dentes, tales como el derribo de dos aparatos militares
suecos en el verano de 1952 y el simultáneo descubrimiento de una red comunista de espionaje que había su
ministrado a Rusia secretos militares suecos. En 1954
se redujo la tensión y fué posible alguna expansión del
comercio de Suecia con la Unión Soviética; pero esto no
excluye el primordial riesgo, o al menos así lo entienden
los suecos.
Si tienen que escoger, los suecos escogerán unirse con
los occidentales. Pero en las circunstancias actuales
no se sienten impelidos a manifestar abiertamente su
elección. Su política de estricta neutralidad y carencia
de aliados se da además como un hecho para un próximo
futuro, y de hecho ésta es la primera línea de defensa
de Suecia: una política externa calculada para evitar
afrontar a la Unión Soviética, que es obviamente, el enemigo en potencia. Pero mieútras el principal interés de
Suecia, con relación a una guerra, es mantenerse fuera
de ella, sus gobernantes creen que el modo de mante
nerse fuera es estar preparados para una vigorosa de
fensa. Y, con razón o equivocadamente, dan por cierto
que Suecia pudo mantenerse al margen en 1940 y en los
años siguientes debido al hecho de poseer fuertes fuerzas
-
armadas dispuestas a luchar contra cualquier invasor.
Si esto es o no verdad, es muy importante, ya que es
parte integrante del pensamiento sueco hoy. día. Los
suecos están gastando mucho más dinero hoy que nunca
en armamentos: normalmente el 25,5 % de su presu
puesto. Poseen instalaciones militares muchísimo más
potentes que antes, en la creencia de que esto les pre
servará de la invasión. Si su sólida defensa falla en esto,
les quedaría todavía el recurso de sostenerse firmemente
en su suelo.
Después de la diplomacia, la segunda línea de defensa
sueca son sus fronteras naturales. En el extremo Norte
y más allá del Círculo Artico, Suecia posee tierras fron
terizas con Finlandia, con cuyo país, le unen estrechos
lazos históricos. Este es un país formidable para ope
raciones militares defensivas, a causa de sus vastas
tierras montañosas, y durante medio año es oscuro y
enormemente frío. No hay sino una sola línea férrea
desde la frontera finlandesa y una desde la parte Norte
de Noruega, unidas por la línea de los campos de mi
neral al sur del puerto de Lulea, delante del Golfo de
Botnia. Solamente una carretera conduce hacia el sur.
Entre esta zona de defensa llena de obstáculos en la
frontera norte y las tierras industriales del corazón de
Suecia, en las proximidades y al oeste de Estocolmo,
hay un territorio escarpado poblado de bosques de una
extensión
de 500 millas. Aquí es posible llevar a cabo
una buena defensa.
El Golfo de Botnia, de 400 millas de largo, forma un
gran foso para la protección de la alta Suecia, y desde
la parte sur de las Islas Aland hasta la parte más me
ridional de Suecia, alrededor de 275 millas, la costa
está ribeteada de un sinnúmero de islas rocosas. Esta es
la extensión vital de costd que se enfrenta directamente
con el exterior, a través del Mar Báltico, con algunas de
las principales bases de los soviéticos. No existen pla
yas en estas costas aconsejables para desembarcos anfi
bios. Los puertos son ideales para la defensa armada. Y
esta zona de costa cubre la totalidad de la zona vital
boscosa, de alrededor de 75 millas, de extremo a ex
tremo, que favorece la defensa.
El desarrollo de la fuerza aérea ha mermado el pri
mitivo valor de sus defensas naturales y esto explica
por qué la mayor parte de las inversiones de dinero
para la defensa del país sean destinadas a la fuerza aérea
de defensa y por qué Suecia posee ahora la mayor fuerza
aérea del Continente europeo, solamente inferior a la de la
Unión Soviética. Pero aun con esta nueva vulnerabili
dad, si se la agrediese por el poder aéreo, Suecia sigue
contando con sus defensas naturales y por buenas ra
zones. El invadirla actualmente por tierra puede ser
una tediosa, laboriosa y costosa labor para cualquier po
tencia extranjera. La Geografía aún es un valioso aliado
de los suecos, especialmente desde que el principal co
mercio de su país se verifica a través de Goteborg, del
lado del Atlántico, sobre el Kattegat. Esto significa
que Suecia tiene acceso directo al mar atarte del Bltico
y esta es la carta-triunfo que posee el Gobierno sueco
industrial.
Solamente en el extremo Sur, las defensas naturales
de Suecia no son buenas. En esta parte, las costas ofre
cen numerosas playas; el país es llano y difícil de defen
der por el sistema de guerrillas, y está separada de Di
namarca por el Ore Sund, ancho solamente de unas
65
ocas
millas Cii SUS partes más estrechas.
LI problema,
aquí para un invasor es poco mayor que atravesar
un
río. El ancho de esta corriente de agua, carece de impor
tancia,
hasta un punto tal, que se habla seriamente de
construir
un puente y un túnel con una carretera
de
cuatro pistas para unir a los dos países. Dinamarca,
por
supuesto,
no ha sido rival militar o enemigo desde hace
muchas generaciones,
pero fmié ocupada por una potencia
extranjera
en período tan recienté como el de 1940-1945,
y el recuerdo está muy fresco. Dinamarca es la línea más
floja en el sistema de defensas naturales
de Suecia,
desde el punto de vista sueco; aun así, entre las llanuras
de Skane y el cinturón industrial
cerca de Estocolmo,
existe una faja montuosa.
Goteborg
no es la única ventana sueca al Atlántico.
Grandes cantidades de mineral de hierro son exportados
a través del puerto noruego de Narvik, cerca de los de
pósitos de mineral sueco de Kiruna; asimismo se está
tomando
en consideración
un plan conjunto
sueconoruego
para el mejoramiento
de la línea férrea de
Trondhjem,
como salida al Atlántico
de la región cen
tral de Suecia.
La Marina.—La Armada sueca es una pequeña fuerza
de ligeras unidades, diseñadas con el mayor cuidado para
su primordial objetivo: la defensa de la costa sueca desde
las islas Aland hacia el sur y luego hacia el oeste hasta
el Oren Sund. Existen tres viejos acorazados
(así están
clasificados):
“Sverige”, “Gustav Y” y “Drottuing
Vic
toria”, de aproximadamente
7.100 Tn. de desplazamiento
cada uno, construídos
durante la G. M. 1. Estos son bu
ques viójos, pero han sido modernizados
repetidas veces,
y todavía pueden ser útiles en la defensa de la costa,
como plataformas
de artillería, movibles. Existen dos cru
ceros ligeros nuevos, “Tre Kroner” y el “Gota Lejon”, ter
minados en 1946-1947.
Estos buques son esbeltos, cons
truídos en los astilleros suecos, y especialmente
diseñados
para estrechos y aguas poco profundas,
con una velo
cidad, por lo menos, de 33 nudos; están artillados
con
7 cañones, enteramente
automáticos,
Bofors, de 6 pul
gadas; éstos son enteramente
dirigidos, extraordinaria
mente rápidos y fáciles de manejar. Poseen también los
suecos dos cruceros viejos y pequeños.
Sin embargo, aún más importante
que estos buques
grandes son para los fines especiales de la Flota Sueca
cierto
número
(le destructores,
oscilando
desde
las
2.500
Tn. a los costeros de 700 Tn., y 24 submarinos.
Para redondear
esta Flota de unidades ligeras existen
numerosos minadores y torpederos. Tales buques son mu
cho más aconsejables para el servicio en el Báltico y
para la escarpada
línea costera
que las Grandes Uni
dades. Es opinión de los Jefes de alto rango de la Ma
rina sueca que no se construyan
más cruceros. El “Tre
Rroner”
y el Gota Lejon” constituyen
el orgullo y la
alegría de la Marina de un país consciente, pero cuestan
demasiado para lo que actualmente
contribuyen
a la de
fensa nacional. Para al costa, el torpedo y la mina son
las armas adecuadas;
por eso los destructores,
minado
res, y lanchas torpederas
son los buques que darían el
mejor rendimiento
en la clase de guerra a que han de
anticiparse
los altos mandos de la Marina Sueca.
A causa de su situación septentrional,
l-á Armada sueca
tiene que contar necesariamente,
con algunos buques de
fines especiales, tales como algunos rompehielos
ar
mados, los cuales tienen, por supuesto, valor en tiempo
de paz ayudando a la navegación mercante en el Báltico,
ya que grandes porciones de él se hielan cada invierno.
El actual programa naval incluye: cuatro destructores
de 2.000 Tn., un minador, tres submarinos,
doce dra
gaminas,
once torpederos
de 150 Tn. y quince más pe
queños
de 40 Tri. Este programa
comprende
también
la transformación
de once (lestructores
más pequeños
como fragatas antisuljmaririas.
El plan, alrededor de 50
Unidades ligeras, debe estar terminado en 1960.
Todos los buques de la Marina sueca se construyen
en los astilleros del país, así como la mayor parte del
equipo
con que están dotados.
Estos astilleros
están
desparramados
para mayor seguridad y divididos entry
el Báltico y las costas occidentales.
Las coIlstI?O5ones
navales de este país han sido de tal voluine/que
han ocu
pado en años recientes el tercer lugar,n
este aspecto;
esto garantiza
un rápido aumento .n la construcción
naval
cuando las condiciones
polflicas
lo justifiquen.
Además
de una excelente industria
de construcción
de
buques,
Suecia posee los grandesí talleres Bofors, de ar
tillería,
los cuales construyen
cañones y material de la
más alta calidad, para la Marina, otras fuerzas armadas
y
para compradores
extranjeros.
En caso de guerra,
Suecia puede tener dificultade.s
para adquirir
barcos,
planchas
blindadas
o equipo técnico del exterior. Con
secuentemente,
su potencia militar ha sido incrementada
grandemente
con industrias de maquinaria
delicada, que
fabrican
virtualmente
todo lo que se necesita hasta la
fecha en un buque, excepto para algunas especialísi
mas armas electrónicas.
La principal
misión de la Real Marina Sueca puede
ser fijada sucintamente:
prevenir
un desembarco
de
fuerzas
militares
enemigas
(léase Unión Soviética)
en
cualquier
punto de la costa sueca, y especialmente
en
el tercio meridional de la costa oriental, a causa de que
aquel sector cubre el centro industrial
del país. Para
resumir, la Marina tiene lo que pudiéramos
llamar tres
líneas de defensa. La primera, en el Báltico, en mar
abierto, extendiéndose
bien hacia la costa del otro lado
de este mar, siendo tarea encomendada
a los submarinos
y veloces embarcaciones
torpederas
que efectúan incur
siones y se retiran rápidamente.
La misión de estos bu
ques es castigar a las fuerzas enemigas antes de que lle
guen
junto a las costas propias.
Esta fase ofensivodefensiva
de la preparación
naval sueca está recibiendo
una mayor atención cada vez, pues los dirigentes de la
Marina recelan de la peligrosa tentación
de confiar de
masiado en tácticas puramente
defensivas y cerca de sus
propias
costas.
Hay una segunda línea de defensa que atraviesa
el
Báltico por su mitad, incluyendo Gotland, y varias islas
más pequeñas. Las aguas poco profundas en esta partc
del Báltico hacen posible la existencia
de campos d€
minas unidos (una especie de telón de acero bajo el agua).
Tales campos, minados por supuesto, estarían comple
mentados
por embarcaciones
patrulleras.
La tercera línea de defensa, la más importante
(le
todas, reside en la minada de islas rocosas que forman
una línea a todo lo largo de la costa. Aquí, los suecca
siguen contando con una combinación de campos de mi
nas, destructores
y embarcaciones
torpederas
más pe.
queñas y con artillería para la defensa costera, ayudadc
todo por una completa pantalla de radar. Eptre estos in
contables islotes de granito, es donde se encuentra mejol
la Marina sueca. Como no existe ninguna playa apro
piada para desembarcos, éstos podrían producirse en puer
tos comerciales, grandes o pequeños. Consecuentemente
la artillería de costa está encuadrada
dentro de la Ma
rina, y ha sido desarrollada para asegurar que todos lca
puntos
vulnerables
de costas puedan ser cubiertos por
baterías
fijas de defensa costera.
Baterías
pesadas y otras de cañones más ligeros han
sido instaladas
en abrigos de rocas de sólido granito
están protegidas
por cúpulas blindadas. A salvo, bajo d
granito,
están los centros de dirección de tiro, haciendc
posible dirigir el fuego de varias baterías por medio dc
observatorios
de radar. En muchas partes de esta costa
los canales a través de los arrecifes son muy largos y es
trechos;
este hecho es utilizado para el ernplazamientc
de minas controladas, instaladas en tienipo de paz y lis
tas para su detonación desde puestos cercanos de obser
vación. Estas son especialmente valiosas contra ataques
por sorpresa, pues las minsas están enteramente dis
puestas en cualquier tiempo. Los excursionistas que na
vegan en días festivos en pequeños botes, trenzando su
ruta entre las pintorescas islas, no sospechan, probable
mente, que están pasando por encima y a muy poca dis
tancia de minas terriblemente explosivas.
En el interior de los túneles hay facilidades para efec
tuar las reparaciones normales y de entrenamiento de los
barcos. Depósitos de municiones, fuel-oil y almacenes
varios. Estos lugares de fondeos subterráneos son de lo
más extraño entre las Marinas de todo el mundo, a causa
de que pocos otros países poseen a lo largo de sus fuer
zas tales archipiélagos de islas de sólido granito. La cons
trucción completa de tales túneles en las rocas cuesta
alrededor del diez por ciento del valor del barco. Por
eso, aunque el coste total del programa es considerable,
lleva aparej ada una relación práctica con el ahorro en
inversiones en buques. La Marina sueca está asegurán
dose contra un concebible ataque tipo Peari-Harbour.
La mayor parte de la instrucción naval sueca, aparte
de la instrucción académica de los Guardias marinas, se
lleva a cabo en una serie de hermosas escuelas situadas
sobre la costa en las cercanías de Estocolmo. El material
de enseñanza, obtenido en gran parte de la Marina in
glesa, es moderno y eficiente. Existen escuelas de arti
llería, radar, dirección de tiro, señales, maquinaria, con
trol de daños y otras fases básicas de la técnica naval.
Al principio estas escuelas eran sólo para Oficiales de
carrera, pero después se han extendido a los Suboficiales,
y también para algunos de los individuos llamados a
filas. La Marina depende todavía grandemente de los
Oficiales de carrera, pero esto está siendo transformado
gradualmente, para adaptarlo a la práctica mode na de
las Flotas americana e inglesa.
La Aviación.—En un país tan pequeño como Suecia
no es práctico el mantener más de una fuerza aérea. Por
eso la Marina carece de aviación propia.
La Real Fuerza Aérea Sueca, ha recibido gran im
pulso en los últimos años. A la velocidad de los aparatos
de reacción, hay solamente veinticinco minutos de vuelo
a través del Báltico desde las bases rusas a la costa
sueca. Y mientras el archipiélago escuda la línea de la
costa y proporciona unas defensas naturales esplén
didas contra el ataque anfibio, bien poco hace (si hace
algo) para prevenir una invasión aérea. Este peligro,
junto con el de ataque por bombardeos sobre ciudades
e industrias, ha sido la causa de un firme crecimiento
de la Fuerza Aérea, hasta que hoy es la más fuerte del
Continente europeo, después de la Unión Soviética. Las
Fuerzas Aéreas son rama independiente del Ministerio
de Ejército. En la actualidad utiliza el 31,5 % del pre
supuesto militar, comparado al 18,5 % para la Marina
y el 37 % para el Ejército, utilizándose el 13 % res
tante, en común, entre los tres Ejércitos
Suecia no puede producir fuerzas ofeñsivas de bom
barderos, ni tal arma ofensiva podría tener consistencia
dada su postura neutral. Consecuente con ello, la Fuerza
Aérea consiste en aparatos tácticos de ataque y aviones
de caza rapidísimos y de una sola plaza. Tiene en tiempo
de paz una fuerza de 33 Escuadrones de combate, 12 Es
cuadrones de ataque y 5 de reconocimiento. En números
redondos, esto significa alrededor de 750 aparatos asig
nados a las Unidades tácticas, con casi muchas más en la
reserva. Virtualmente todos los aparatos de combate
en la actualidad son de propulsión a chorro.
Como adición a los centros de entrenamiento y esta
blecimientos técnicos, la Fuerza Aérea posee bases de ope
raciones a todo lo largo del país, pero concentrada sobre
todo alrededor de Estocolmo y hacia el oeste. El objeto
de esta distribución es dar la máxima protección al co
razón de la zona industrial y a las ciudades más grandes,
más la doble ayuda que se puede prestar a la Marina
para la defensa de la parte más vital de la línea de costa.
Las misiones de la Fuerza Aérea son: las de interceptar
los aviones hostiles sobre las fronteras suecas, defender
importantes áreas estratégicas del país contra los ata
ques del enemigo, apoyar a la Marina en sus operaciones,
conducir operaciones propias de ofensiva limitadas con
tra posibles enemigos de tierra y mar, que se aproximen
a territorio sueco, y apoyar estrechamente a las fuer
zas de tierra propias. Esto último no desempeña un pa
pel primordial, sin embargo, dado que el objetivo más
importante
deben ser los aparatos enemigos. De otra
parte, si el Ejército sueco es atacado, es presumible que
adoptará un estilo de lucha de guerrillas, aprovechando
las condiciones del suelo del país, rugoso y densamente
poblado de bosques, que es la clase de campaña en la cual
un estrecho apoyo de la aviación no tiene más que un
limitado valor.
Tal táctica de la Fuerza Aérea necesita sólo de pocos
tipos básicos de aparatos: un caza rápido que intercepte
los ataques del enemigo, un caza nocturno y un avión
para ataques propios, además de un corto número de
de otros tipos para misiones de reconocimiento y otras.
La mayoría de los treinta Escuadrones de combate diurnos
que poseen los suecos proceden de su fábrica SAAB, en
Linkoping. El principal tipo que se encuentra en produc
ción y en uso es el J-29 o barril volador. Este rechoncho
aparato de combate con propulsión a chorro, cuyas alas es
tán inclinadas hacia atrás 38 grados, se encuentra com
prendido en el grupo de los que desarrollan una velocidad
de 6o millas por hora; se maneja bien en el aire y monta
cuatro cañones Bofors de fuego rápido de 40 milímetros.
En muchos aspectos, es el equivalente del Sabrejet F-86
y del Mig i, y en cierta forma es preferible a los otros.
Hace dos años, SAAB produjo también el primer A-3a
“Lance”, un avión para el ataque, enteramente de nuevo
diseño. Este es un avión a chorro, de dos plazas, armado
con cañones, cohetes y bombas y preparado para trans
formarlo más tarde en lanzaproyectiles. Está también
equipado para desenvolverse en todos los estados de
tiempo. Ahora que este aparato ha probado su valía y se
produce regularmente, Suecia tiene, procedentes de sus
propias fábricas, todos los tipos básicos de aviones nece
sarios para la Fuerza Aérea, en cualquier número. Y en
estas categorías posee aviones tan buenos en resultados
como los de cualquier otro país.
En esta posición que ha quedado expuesta Suecia
ha tenido que hacer frente al peligro de devastadores
ataques-sorpresa que pueden hacer añicos su poder aéreo
en las primeras horas- de conflicto. Pensando en esto,
la Fuerza Aérea se encuentra en posesión de grandes. han
gares subterráneos socavados en el sólido granito, en los
alrededores de las orillas de los operacionales campos
de aterrizaje, con capacidad para el almacenamiento de
municiones y sitios libres y talleres con sus instalaciones
de maquinaria para la reparación de aeroplanos. Estas
rocas-hangares
representan la última palabra en se
guridad para los aviones, protegidos como están contra
los bombardeos por torpedos por puertas blindadas y
de los bombardeos desde las alturas por capas de gra
nito, cuyo espesor oscila, entre los 13 y los 20 metros.
Los aparatos no solamente se encuentran allí, a prueba
contra las bombas (incluídas las atómicas y probable
mente y en la mayoría de los casos la de hidrógéno),
sino que se pueden poner en marcha mucho más fácil
mente en .invierno. Este no es factor pequeño en un
país septentrional con prolongadas bajas temperaturas,
especialmente cuando todo el carbón y la gasolina tie
nen que ser importados.
67
Estos hangares cuestan alrededor de dos veces m4s
que el construir los convencionales sobre el terreno. Te
niendo en cuenta la economía que suponen en el gasto
de combustibles para el calentamiento y la inmensa
mayor seguridad que gozan los aparatos e instalaciones,
no constituyen una gran extravagancia. Pero en tiempo
de guerra la construcción de nuevos aviones es esencial;
no importa lo cuantiosa que sea la reserva que se posea.
Esto planteó otro nuevo problema a los suecos, y lo so
lucionaron, al menos en parte, construyendo grandes
secciones de las fábricas SAAB de aviones en el sub
suelo de Linkoping. Como cualquier otro país, Suecia no
puede esforzarse en volver a construir todas sus industrias
vitales bajo tierra. Pero ha puesto a salvo en subte
rráneos los objetivos más tentadores de su industria.
Suecia ha aprendido también de la batalla británica.
Sus instalaciones costeras de radar alcanzan a través
del Báltico el interior de territorio Soviético. Puede de
rribar aviones más allá de la frontera rusa. Los suecos
cuentan con el radar para fabricar sus limitadas cifras
de efectivos en aparatos de combate en la defensa de un
país de 1.000 millas de largo.
El Ejército.—Ei Ejército sueco es muy diferente en
cuanto a concepción y organización de la Marina y de la
Aviación. Es mucho más grande en el total de su per
sonal y juega un papel más importante en la vida del
pueblo. También demanda la parte mayor en el porcen
taje del presupuesto militar del país, aunque este por
centaje ha disminuído algo en los últimos años.
La movilización del Ejército sueco se basa enteramente
en reservistas, excepto pequeños cuadros de profesiona
les, que ascienden quizás a 15.000, y en cualquier tiempo
unos 40.000
a 50.000
jóvenes reciben adiestramiento.
Suecia tiene siete millones de habitantes. La décima
parte, alrededor de 700.000,
constituyen el Ejército.
Son los varones robustos de la nación, con algunas sec
ciones, desde los iq años a los
Cada año aproxima
damente 40.000 jóvenes comienzan el entrenamiento, que
puede durar desde 13 a 19 meses, según la sección de que
se trate. Algunos son voluntarios para extender su en
trenamiento a 25 meses, para calificarse como Jefes de
pelotón u obtener otra calificación más avanzada. Todos
son llamados de nuevo durante varias semanas cada va
rios años para recibir entrenamientos adicionales. Las
maniobras anuales pueden traer al servicio activo de
75.000
a 125.000 hombres al mismo tiempo. Desde el
final de su entrenamiento inicial, cada hombre está siem
pre asignado a una Unidad táctica, aunque puede ser
cambiado a medida que va adquiriendo más edad (para
gradualmente tornarse en centinela de la patria, a me
dida que SUS cabellos se van volviendo grises).
Para una nación de 7.000.000
de habitantes, un Ejército
de 700.000 es un gran Ejército. El equivalente en Amé
rica, io por ciento de su población, sería, i6.ooo.ooo de
hombres, entrenados y equipados y agregados a Unidades
tácticas, preparados para comparecer a cumplir con su
deber en cualquier tiempo. Dadas las condiciones geo
gráficas de Polonia o Alemania, un Ejército tal como
el sueco tendría solamente un insignificante valor. Sin
fuertes defensas naturales, una nación sería arrollada
por la vecinas más poderosas antes de que estas fuerzas,
en su mayoría ligeras, pudiesen ser reunidas y emplea
das. O aunque fuesen movilizadas a tiempo, sufrirían se
rios reveses en la tarea de hacer frente a las armas pe
sadas y a la superior potencia de fuego. Pero Suecia es un
país de rocas, bosques y terreno baldío, de lagos y mon
tañas, así como de hermosas tierras onduladas de labor.
El nueve por ciento de su extensión son lagos (hay apro
ximadamente unos 96.000).
Con un terreno de tales ca
racterísticas al norte y al sur del corazón del país, un
Ejército de reservistas entrenados, organizado y equl
68
pado para la plena utilización del terreno, es entera
mente lógica (y también económica).
El grueso del Ejército sueco no está organizado para
defender un extenso frente contra grandes fuerzas aco
razadas. Sin embargo, algunas Unidades conocidas como
Unidades de campaña, son de ese carácter. Estas están
compuestas de hombres de los grupos de edades mejores,
dotados de excelentes condiciones físicas, equipados con
armas, enteramente modernas para obtener la máxima
potencia de fuego y gran movilidad. Estas Unidades de
campaña consisten en Brigadas (la Unidad básica tác
tica) que pueden ser integradas en Divisiones y Cuerpos de
Ejército, de acuerdo con las misiones asignadas. Estas
fuerzas están destinadas a los espacios abiertos, para re
ducir invasiones aéreas o desembarcos costeros, o para
refuerzo de las fuerzas ligeras cuando éstas se encuentren
en situación precaria.
En áreas tales como el pantanoso y desolado territorio
a lo largo de la frontera de Finlandia, de 335 millas de
longitud, el Ejército sueco presenta un aspecto com
pletamente diferente. Allí son asignadas Unidades co
nocidas como fuerzas de defensa locales. No poseen és
tas los poderosos vehículos que pudiesen darles gran ve
locidad, pero poseen armas atómicas defensivas de gran
poder dé fuego, incluídos cañones antitanques. Su mi
sión es muy restringida, basada en buena parte en for
tificaciones fijas. Están grandemente unidas a su propia
zona de defensa, pero poseen el equipo y entrenamiento,
incluídos esquíes y otros utensilios de invierno que les
permiten hacer una dura campaña de guerrillas en te
rrenos formidables, así como guerra defensiva detrás de
las fortificaciones existentes. Otras Unidades de defensa
local están asignadas a los puertos marítimos mayores,
playas vulnerables, aeropuertos y otros sitios vitales.
Estas Unidades tienen misiones localizadas, pero pue
den contar con el apoyo de las móviles, que son Unidades
de campaña bien armadas.
Las Unidades destinadas para la defensa de la zona sep
tentrional ponen un sello particular en las maniobras de
invierno con su entrenamiento en el uso de equipos es
peciales para la guerra en las algunas veces terroríficas
condiciones del invierno en el Norte. Largas rutas reco
rridas en marchas con esquíes, sobre terrenos dificul
tosos, con el equipo completo, vivaqueando en igioos,
constituyen una parte normal del entrenamiento de ta
les Unidades, una popular característica. En contraste,
las Unidades de campaña proyectadas en primer lugar
para los terrenos abiertos del Sur, en condiciones más
parecidas a las que tenían en la Europa central, se en
cuentran dotadas con armamentos pesados y entera
mente móviles, con artillería pesada y tanques Centurion.
El Ejército sueco está diseñado en todo para las con
diciones especiales de las variadas zonas de defensa.
Desde la G. M. II, extrayendo de la experiencia de mu
chos países, el Alto Mando sueco varió la Unidad bá
sica operacional de la división de la brigada. Entre
tanto, el equipo motorizado ha sido incrementado, lo
mismo que la potencia de fuego de las Unidades de In
fantería. Han sido formadas más Brigadas acorazadas
pero siempre con una gran proporción de Infantería,
con relación a aquellas, como concesión a la variedad
del terreno del país. Para asegurar el máximo de pres
teza y el mínimo de riesgo de desastre debido al ataque
por sorpresa, el equipo está almacenado en gran número
de depósitos o escondrijos a través de todos el país, y así
el individuo, presunto soldado, no está nunca lejos de sus
armas o del resto del equipo.
Además de estas unidades de campaña y fuerzas de
defensa locales, nutridas principalmente con hombres del
servicio nacional bajo enseñanza obligatoria, existen yo
luntarios centinelas de la patria, en su mayor parte
hombres de más de 47 años. Están armados de rifles,
-
pistolas-ametralladoras
y otras armas y están integrados
en Escuadras y Pelotones. Sus misiones son: vigilar las
instalaciones, almacenes militares, industrias claves, es
taciones de transporte, y también preparar las demoli
ciones, tales como las de los puentes. Estas, como otras
Unidades, están equipadas con la clase de vehículos más
aconsejables para desempeñar sus misión. En algunas
zonas, pueden ser camiones; en otras, tractores o vehículos
arrastrados por caballerías. En otras, aún, se emplean
propiamente bicicletas o esquíes en invierno.
Las habilidades naturales o gustos de la juventud son
utilizados por esta rama del Ejército tan flexible. Así
como el Ejército americano se beneficia del hecho de que
la mayoría de sus reclutas están familiarizados con ju
guetes mecánicos, sean bicicletas, sean autos, radios y
otros equipos mecánicos o electrónicos, los suecos se
benefician con el vivo interés de la juventud por las
carreras campo a través, los esquíes, los ejercicios to
pográficos y los concursos de tiro al blanco. La organi
zación de buenos tiradores cuenta con más de 240.000
miembros. Varias instituciones no oficiales, organizan
entre los reservistas, cursos voluntarios de prácticas,
para los fines de semana o períodos veraniegos, prin
cipalmente para los jefes de Escuadra y Pelotón. Y, sobre
una base puramente voluntaria, muchas mujeres se en
trenan para diversas tareas, tales como operadoras de
teléfonos, conductoras de camiones y ambulancias, pe
lotones aéreos y otras por el estilo. Casi 100.000 mu
jeres pertenecen a tal organización.
Por su naturaleza, un Ejército movilizado a base de
reservistas tiene ciertos inconvenientes, pero, por otro
lado, esta nación puede proporcionar un Ejército mucho
mayor sobre tal base. Y sus varias secciones están en
trenadas y equipadas con gran realismo para cumplir sus
diversas misiones sobre los variados tipos de terrenos.
Representa también un uso económico y eficiente del
potencial hombre. Además, este Ejército es muy an
tiguo, con hermosas tradiciones en muchos Regimientos
que datan de varios siglos. Este es un activo intangible,
pero no menos real. Pero es asimismo un E)ército sin
ningún combate en su haber desde hace siglo y medio.
Con todo, con la modernización de las armas, con su
organización, con la estrecha observación de la expe
riencia vivida por otras naciones y con la voluntaria par
ticipación .de más de 8.ooo Oficiales y soldados en el
Ejército finlandés durante las campañas del invierno
1939-1940,
en el futuro su labor puede probar la ca
pacidad de mantener una resistencia tenaz, milia por
milla, con su territorio dividido por la táctica de gue
rrillas o lograr hacerse fuertes en lucha contra Ejércitos
aerotransportados
dotados de armas pesadas. Entonces
el Ejército sueco simbolizará altamente la preparación
realística, respaldada por un armamento enteramente
moderno y una producción industrial eficiente.
Lamaniobraylasposibilidadesdela
Artilleríaclásicaenguerraatómica.
General Culis. De la publicación francesa Revue Militaire d’Information. (Traducción del Coman
dante de Infantería Jose’ Juan Garabatos González, Secretario del Gobierno Militar de Tarragona.)
En algunos estudios recientemente aparecidos, y más toda solución que les parezca una abdicación del Arma
aún en discusiones orales, sale a relucir una cierta in y una tendencia hacia el desmenuzamiento de las Uni
quietud de los espíritus en relación con el problema del dades.
Situados en el punto medio de estas opiniones extre
empleo de la Artillería de las fuerzas terrestres adap
mas, pensamos considerar objetivamente cómo y según
tadas a la guerra atómica.
qué modalidades de conjunto la Misión a que está des
Se considera la mediocridad de los alcances de nues
tros materiales a la vista de la dispersión impuesta por tinada la Artillería en el campo de batalla puede y debe
ser desempeñada en la era atómica.
el arma atómica y la vulnerabilidad a los ataques in
Y, antes que todo, ¿cuál es la Misión general de la
mediatos (infiltraciones) que ofrecen los despliegues de
Artillería? Porque éste es el momento de recordar que
Artillería incluídos en un dispositivo general forzosa
mente “poroso”. Y se sacan las siguientes conclusiones: un Arma se define por su misión y no por los variables
La débil densidad del dispositivo general, por medios materiales que utiliza. La razón de ser de la Ar
tillería (su Misión, con M mayúscula) es—creemos que
consiguiente; de la Artillería hará muy rara la posibi
todos pueden estar de acuerdo en esto—poner a dispo
lidad de concentraciones de fuego efectuadas por va
sición del Comandante terrestre fuegos profundos y o
rias Unidades.
tenf es que le permitan hacer sentir su voluntad en las
2a
A fin de no crear a las armas apoyadas servi
dumbres muy pesadas para su propia seguridad, la Ar zonas juzgadas esenciales, y “ordenar” así los combates
tillen a debe integrarse por pequeñas Unidades (Baterías) parciales de las Unidades de primer escalón, que sin este
impulso de conjunto corren el riesgo de quedar desarticu
en el dispositivo de las subagrupaciones interarmas.
lados y no ser, por tanto, decisivos.
De eso a poner estas baterías aisladas bajo las órde
Sin duda, algunos objetarán que en vista de la potencia
nes de Comandantes de subagrupaciones interarmas, no
hay más que un paso, que a menudo es franqueado ale del Arma atómica y de la profundidad de acción del
Arma aérea, los medios ofrecidos por la Artillería clá
gremente.
A la inversa, algunos artilleros, rígidamente fieles no sica son bien mezquinos. Ante un razonamiento así, es
solamente al espíritu de la doctrina del empleo en masa, obligado valorar las posibilidades de la Artillería por
sino también a la letra de los procedimientos que antes una cualidad esencial de que carecen el Arma aérea y,
de la aparición del arma atómica traducían esta doc hasta el presente, el Arma atómica: su permanencia y su
trina
en hechos, rehusan considerar por principio adaptación a los escalones de Mando.
69
Si la misión de la Artillería no pudiera cumplirse, f al
taría a los Generales Jefes de las Grandes Unidades terres
tres el medio fundamental de imprimir a la lucha la marca
de su voluntad y, por consiguiente, de asegurar la co
hesión de esfuerzos.
! Pero se debe preguntar si los medios materiales de que
dispone el Arma actualmente le permiten llenar fácil
mente esta Misión, Fuerza es reconocer que no. Resulta
evidente que materiales tirando a ro ó incluso i Km., in
tegrados en dispositivos divisionarios de una extensión
superior a su alcance,. están atacados de una semi
enfermedad para la maniobra de sus fuegos. No es menos
evidente que las Unidades remolcadas, ligadas a las
carreteras y poco capaces de asegurar una defensa me
dianamente eficaz durante sus desplazamientos, son un
peso muerto para las agrupaciones interarmas que apo
yan, habida cuenta que la parada “antiatómica” exi
girá por parte de estas agrupaciones un comportamiento
general muy móvil.
¿Es ésta, y bajo pretexto de que los medios materiales
actuales están mal adaptados, una razón para renun
ciar a utilizarlos con lógica y perder de vista la necesi
dad de transformarlos? Esto es lo que algunos hacen.
Nosotros, al contrario, pensamos que las dificultades
a las que hemos hecho alusión deben estimularnos. A
buscar en qué dirección deben ser transformados nues
tros materiales para permitir a la Artillería continuar
cumpliendo una Misión que permanece siendo esencial,
en vez de renunciar a ella.
r5Dicho esto, e invirtiendo los dos términos del estudio
propuesto, querríamos examinar en primer lugar cómo
pueden ser aprovechadas algunas modalidades de, em
pleo de nuestros materiales clásicos actuales para per
mitirles figurar eficazmente—y sin renunciar a la Mi
sión propia del Arma—en los dispositivos de la era
atómica.
Con el proyectil atómico es necesario variar la mag
nitud de nuestros “peones”, porque si pretendemos lle
var a cabo dispositivos en los cuales dos Secciones ve
cinas no fueran alcanzadas por el mismo proyectil ató
mico, es decir, estuvieran distantes 4 Km. aproximada(dos veces el radio de eficacia), vendríamos a parar a un
sistema de tal modo “poroso” que su valor de oposición
a las acciones del enemigo llegaría a ser nulo. Y si, al
contrario, pretendemos no cambiar nada de nuestros dis
positivos tradicionales de la era preatómica una misma
explosión podría perjudicar una fracción muy impor
tante, si no la totalidad de una División; lo que no puede
ser consentido so pena de arriesgar la destrucción. de
todo un frente de combate. Parece, pues, “juicioso” ad
mitir que el peón elemental, que cuidamos de no ex
poner más que aisladamente a la explosión atómica, debe
ser, sin duda, muy inferior a la Gran Unidad y muy su
perior a la Sección.
Entre estos dos límites, las opiniones pueden variar
en la elección del volumen a dar al “peón elemental”.
Algunos han-probado pararse en el escalón Compañía.
Debe convenirse en que esto es todavía demasiado am
bicioso. Un dispositivo en el cual las Compañías estu
vieran separadas por intervalos (o distancias) de 4 Km.,
no tendría ningún valor.
Esto induce a escoger como “peón” el Batallón (r), que
cumple, poco más o menos, el compromiso siguiente:
de una parte, por grave que sea, la pérdida de un
Batallón bajo el efecto de una sola explosión ató
mica no arriesga comprometer irremediablemente la
maniobra de la Gran Unidad;
de otra parte, la creación de intervalos y distan
cias del orden de 4 Km. entre Batallones (2), repre
sentando ello una dispersión claramente aumentada
con referencia a los dispositivos tradicionales, les
permite continuar cumpliendo su misión en condi
He ahí, en e,/ecto, el ¡roblema inmediato que se presenta
ciones aceptables, habida cuenta del refuerzo y de la
a los actuales usuarios.
mejora técnica de su armamento propio. Conviene
Antes de nada, es necesario trazar a grandes rasgos el
añadir, además, que en realidad el “peón” se en
marco en que se mueve la Artlllería, es decir, definir las
cuentra
reforzado por unidades de armas de apoyo
características esenciales de los dispositivos interarmas,
(o de Servicios) que están incluídas en su polígono
de los cuales es parte integrante.
de seguridad.
Es, pues, en el marco de la dispersión “Batallón” en el
CAR.ACTERISTICAS Y DIMENSIONES PIE LOS DIS que ahora querríamos explicar el empleo de la Arti
POSITIVOS INTIERÁRMAS DE LA ERA ATOMICA llería clásica (materiales actuales). Para ello debemos
considerar sucesivamente las fases tradicionales del com
El hecho nuevo esencial reside en el radio de eficacia bate.
del proyectil atómico, cuya dimensión, para sencillez del
razonamiento, puede ser considerada como comprendida
LA MARCHA HACIA EL ENEMIGO
entre 2.000 m. (r) (explosiones KT) y 4.000 m. (explo
siones de io KT).
Esquemáticamente,
y en terreno medio, el dispositivo
Ante este hecho brutal, la idea que acude inmediata
de
marcha
hacia
el
enemigo
de una División ligera,
mente a la mente en materia de dispositivos tácticos es comprendiendo cinco subagrupaciones
motorizadas, com
la de aumentar la dispersión.
paración
generalmente
admitida
en
la
puede
¿Dentro de qué límites? He aquí un razonamiento posi estar representada por el croquis núm. actualidad,
r.
Obvio
es
decir
ble: cuando para disminuir los riesgos se dispersan sobre que este croquis no tiene más valor que el de un esquema
el terreno los “peones elementales” de que se compone
y que las particularidades del terreno conducirán
un conjunto táctico, el objeto perseguido es hacer que teórico
un mismo proyectil no pueda destruir más de uno de a deformarlo grandemente (2).
Mas si la táctica debe ser enemiga del esquema, no
estos “peones” a la vez. Los dispositivos de la era de los debe
la noción de “dimensión”, y creemos
explosivos rompedores (G. M. 1 y II), incluso cuando que elmenospreciar
croquis
núm.
i permite ciertamente calcular una
éstos eran de gran calibre, no podía destruir una Unidad dimensión de la superficie
de despliegue posible.
de orden superior a la Sección de Infanfeyj’ct.
Entendemos por superficie de despliegue posible, una
tal:
(i)
Razonamos
exclusivamente
dentro
del marco
del empleo
de armas A. de una potencia
150
KT. El empleo de armas termonu
cleares,
de un radio de eficacia
del orden de 30 Km., entraña
un
problema
diferente,
que interesa
más al razonamiento
estratégico
que al razonamiento
táctico, ya que los objetivos
sometidos
a la
acción
de tales explosiones
son ahora Grandes
Unidades
enteras.
Xonos,,cnfrentamos,
por consiguiente,
con este problema.
70
—
0 subagrupaciones
motorizadas
de las Divisiones
“ligeras”,
estas sub-agrupaciones
motorizada
tienen las características
Batallón
reforzado.
(2)
En particular,
la profundidad
se encontrará
muy sensible
mente aumentada
en un terreno de recorrido
difícil, obligando
a las
suhagrupaciones
a adoptar
un dispositivo
de marcha
“filiforme”.
(1)
porque
de un
1.0
Que no someta a dos Batallones (o subagrupa
ciones motorizadas) a la acción de la misma explosión
atómica. En el croquis núm. i, el margen de seguridad
es excelente, ya que el dispositivo está establecido para
responder a la eventualidad de una explosión de 150 KT
(radio de eficacia: 4 Km).
2.0
Que conserve al conjunto la “impermeabilización”
máxima compatible con la condición anterior.
Veamos ahora cómo la Artillería puede integrarse en
tal dispositivo, suponiendo que para esta División li
gera lleva dos Grupos de io y un Grupo de obuses 155.
El esquema de esta integración podría ser el pro
puesto en el croquis núm. 2, en el cual:
¿Marcha hacia el enemigo
una Batería de 105 marcha con cada subagrupación
del primer escalón;
las tres últimas Baterías de 105 y el Grupo de 155
están repartidos entre las dos subagrupaciones de]. 2.° es
calón.
—
—
6Km.
18 Km.
1
A. 8. C.D,E. Sub-agrupecione.9 motorizi’das supues
tas’ semi-o’es’p/egaats (marchando cada
rna sobre dos’ ejes).
La pro fond,o’ad del dipositivo iuedará s’ens’ib/e
-
-
mente doblada el las’ $ub -agroacIones
cada una sobre un so/o eje.
Esta distribución entre las agrupaciones de marcha no
implica, naturalmente, ninguna disgregación del mando.
Las “judías” del croquis núm. 2 muestran la subsistencia
de los vínculos orgánicos interiores en los dijerentes grupos.
En suma, no hay aquí nada que no sea muy “tradi
cional”. El problema del dispositivo de “marcha hacia
el enemigo” en guerra atómica, no crea ningún problema
particularmente
difícil a la Artillería.
No obstante, es preciso llamar la atención sobre un
punto: la necesidad creciente de que el artillero sea cons
tantemente informado y orientado por el Mando inter
armas sobre sus intenciones de maniobra, especialmente
en la fase preparatoria de la batalla.
En efecto; numerosos estudios han hecho notar jus
tamente la frecuencia en la guerra atómica de lo que se
marchan
Deep/ie,quesübl/o o€’/dis’po
Croqu,s’ ,‘of
sil/yo para escapar del pe
-
atómica.
Dispositivo concern’,wdo fempo
o7entepara una accón e,, 4’erz
Di.spos//ivo osp/egao’o de
ligro
8Km.
E
o
t
D/recckí.r,
de
marcha
E
o
‘o
-.0
6 Km.
iz’erchahacia e/enemigo.
Croquis
n°3
puede llamar la maniobra en forma de “doble embudo”
(croquis núm 3), es decir, la maniobra obtenida verifi
cando sucesiones rápidas de reducciones y ampliaciones
súbitas del dispositivo, realizando así de modo veloz
concentraciones
de medios para una acción en fuer
za, precedidas y seguidas del despliegue del dispositivo
para no ofrecer al enemigo objetivos atórnicos.
Se deduce de esto que, para la busca juiciosa de zonas de
despliegues eventuales, el artillero debe ser puesto al co
rriente, lo más pronto posible, (le las zonas en las cuales la
concentración del dispositivo de conjunto es considerada
desde el punto de vista de la accán en fuerza; pues así corno
en los dispositivos preatómicos esta busca de posición
podía hacerse normalmente en bandas paralelas a la di
rección general de marcha, ya no sucede lo mismo ahora.
L1I
Sa feria cJe105
LA TOMA DE CONTACTO Y EL ATAQUE
.Lj
Bateria de 155
Una observación preliminar se impone. Es imposible in
tentar una acción en fuerza sin condescender con riesgos
Cro qu,r
a 02
71
temporales
suplementarios
(tan fugaces corno sean po
sibles) frente al peligro atámico.
Probemos
a valorar estos riesgos.
El croquis núm. 4 muestra
que conservando
las po
siciones de las Baterías en el interior de los polígonos
de seguridad de las subagrupaciones
motorizadas
pre
viendo un peligro contra las infiltraciones,
resulta perfec
tamente
posible realizar
concentraciones
de fuego cTe
artillería
divisionaria
si la zona de desi5iiegue de la Di
visión no re basa las medidas de las dimensiones indicadas
en el croquis.
Muestra
igualmente
que estas dimensiones
son tales
que nuestros “peones elementales”
están unos de otros a
dist3ncias suficientes para que dos de ellos (vecinos) no
queden sometidos a la acción de la misma eXploSión
atómica, a condición de que el poder de ésta no sea ma
yor de 20 KT (2.000 rn. de radio de eficacia) (i.
Corno esta potencia de 20 KT es, en el estado actual
de las cosas, el límite máximo de la potencia probable
de las armas atómicas tácticas corrientes, se puede ad
Distancia de seguridad entre BataHones
correspondiente a unaexplosIón de 2OKT
(Rad, de eficacia. 2Km.)
4Km.
6
4Km.
desplegada
con arreglo a las normas actuales de consti
tución
de columnas
(i). Este impedimento
hace nece
saria, en efecto, la asignación de varios itinerarios a una
División, para no tener como resultado una profundidad
tal que el despliegue en el momento de la toma de con
tacto
fuese retardado
de manera prohibitiva.
De aquí
resulta un aumento en la anchura de las zonas.
Según eso, conviene a este respecto mostrarse
pru
dente, porque las varias indicaciones calculadas que pre
ceden muestran que un adversario más rico en efectivos
y más modesto en medios de transporte
(2) podría,
sin
correr riesgos atórnicos exagerados,
oponernos una den
sidad mucho más importante.
Por otra parte, se puede preguntar
si, para levantar la
hipoteca
relativa
a la profundidad
prohibitiva
de las
columnas,
no sería necesario enfrentarse
ya con sacri
ficios sobóe el número de vehículos
de usos diversos.
Recordemos
que después de un ataque
el disposi
tivo general de la División deberá tomar amplitud muy
rápidamente
para disminuir el riesgo atómico, y esto
tanto si el ataque ha salido bien (explotación en abanico)
como si, endureciéndose
la resistencia
enemiga, es pre
ciso detenerse (ponerse en defensa).
En el primer caso, la maniobra de los grupos de Ar
tillería divisionaria proseguirá en condiciones análogas a.
las de la marcha hacia el enemigo, sin particularidades
especiales.
En el segundo caso, al contrario,
se verán
verosímilmente
obligados
a ejecutar
movimientos
la
terales de ampliación, que en guerra no atómica serían en
teramente
excepcionales.
De cualquier modo, la característica
general a subrayar
es que en ningún caso los Grupos se instalarán
en sus
posiciones
de fin de ataque, sino que deberán efectuar
el cambio muy rápidamente.
_1
4
_
LA
10 Km.
Crnqiiis
n’4
mitir que, así limitada, la concentración
temporal
del
dispositivo
es “ejecutable”.
La densidad señalada en el
croquis
núm. 4 resulta admisible
para un dispositivo
ofensivo de la era atómica. En un dispositivo tal, el cm:
pico de la Artillería clsica en el escalón A. D. resulta per
fectamente
posible con los materiales
norteamericanos
reglamentarios
y, a fovtiori,
con los nuevos materiales
franceses
ABS, cuyos alcances son superiores
(2). Ade
más, la acción en fuerza propiamente
dicha no podrá
interesar eficazmente
ms que una zona mucho més res
tringida
(2 a 3 Km.), salvo refuerzos. Lo que conduciría
a concentrar
temporalmente el despliegue de los Grupos
de Artillería.
A este respecto, observamos
que la tendencia que con
siste en prever para las Divisiones zonas deresponsabili
dad () mucho más extensas, y que si la justifican
por
necesidades
de la dispersión antiatómica,
tiene, en reall
dad, otras causas, especialmente
el enorme embarazo
que representa en carretera
una División motorizada
no
DEFENSA
Antes de examinar el comportamiento
de la Artillería
clásica en la defensa estática es necesario, como lo hemos
hecho para la situación ofensiva, probar a representarnos
la medida de las dimensiones de un dispositivo defensivo
de División. ¿Qué criterio seguir?
Tratamos
siempre de obtener una impermeabilidad
óptima sin correr riesgos atómicos exagerados.
Desde el punto de vista “impermeabilidad”,
es pre
ciso preguntarse
frente a qué densidad enemiga aven
turamos presentar combate. Referente a esta cuestión, el
croquis núm. 4 facilita una respuesta, grosera sin duda.
aunque no desprovista
de valor.
Desde el punto de vista “valor de impermeabilidad”,
parece
razonable
dar a una División
ligera (5 sub
agrupaciones
motorizadas),
encargada
de una misión de
defensiva
lenaz. una zona de responsabilidad
del orden
de io a i Km. de anchura. Desde el punto de vista “se
guridad
antiatómica”,
de otra parte, la densidad
en
anchura indicada por el croquis núm. i es ciertamente
la
mejor que podemos dar. Así, pues, se coloca la División
en un frente de i8 Km. (a).
Los dos números son perfectamente
comparables,
lo
que nos autoriza a admitir, en defensiva estática, como
zona
de responsabilidad
normal
de una División
li
gera, una zona del orden de 15 Km. de anchura.
2.500
vehículos marchando por una sola carretera repre
cerca de 400 Em. de longitud de columna.
(2)
Una División motorizada soviética cuenta solamente con
1.300
vehículos para ii.ooo hombres.
(3)
Teniendo entendido que el dispositivo defensivo será mu
cho menos profundo que el dispositivo de marcha
(subagrupa.
ci000s desplegadas y aligeradas de todos aquellos vehículos qu
no son de combate.)
(i)
En el dispositivo de marcha hacia el enemigo, la citada s’
guridad está tomada para explosiones que llegan hasta una potencia
de 150 KT (4.000 m. de radio de eficacia).
(2)
14 1Km. para el 505 ABS y iS Km. para el 155 ABS.
(3)
Este término oculta mal el inquietante
carácter de “va
cías” de estas zonas, las cuales estarían en gran parte amuebladas
(si así se puede decir).
(1)
72
TENAZ
sentan
Como hemos subrayado, las zonas mucho más an
chas no están, a nuestro parecer, acondicionadas para la
seguridad antiatómica. Deben hacerse serias reservas
sobre el grado de impermeabilidad que presentarán dis
positivos así extendidos, incluso apoyados por el em
pleo de armas atómicas.
Smtado esto, el dispositivo de artillería, incluído en un
dispositivo de conjunto defensivo, podría ser bastante
parecido a aquel que da el croquis núm. 2 bis.
En un dispositivo tan “ventilado”, la maniobra de
fuegos en el escalón A. D. se vuelve muy difícil para el
io HM 2 y difícil para el 105 ABS (alcance 14 Km.). Por
contra, no hay ninguna razón para renunciar a hacer
jugar al Grupo su papel tradicional. El croquis muestra,
en efecto, que, al menos para ios tiros de detención,
subsiste como perfectamente pósibie la coordinación de
los fuegos de Grupo. Desde luego, esto trae consigo ciertos
problemas de conexión topográfica, delicados mas no
insuperables. Experiencias recientes han demostrado que
Grupos desplegados sobre superficies de 25 Km2 aproxi
madamente (5 >< 5) son capaces de conservar una ex
celente coherencia. Ahora bien; para que la Artille
ría conserve su eficacia en tal situación, precisará
que sus preparaciones topográficas y balísticas sean espe
cialmente esmeradas, lo que es una razón suplemen
Dispositivo defensivo desple9ado
4 a 8Km.
4a8 Km.
8 a 15 Km.
Coqus 2b/8
tana para no disociar los Grupos, preparados solamente
para hacer este trabajo. No parecerá, pues, excesivo al
zar.se contra la tendencia a la dispersión, que no es por
ningún concepto una consecuencia del despliegue, el
cual es inevitable.
Pero se dirá: ¿quéserá la maniobra de la Artillería
cuando las “zonas de responsabilidad”
divisionarias
aumenten desmesuradamente? Fuerza, es reconocer que
entonces, perdidas en un panorama demasiado vasto
para ellas, las baterías de 105 e incluso de 155 carecerán
de eficacia. Mas es preciso reconocer también que com
parten esta impotencia relativa con sus hermanos de
las otras Armas. Porque tan permitido está mantenerse
escéptico sobre el valor de combate de una Sección de
Infantería perdida en una zona de varios kilómetros cua
drados, como sobre el de una batería de io separada
por un alcance o alcance y medio de sus hermanas del
mismo Grupo.
LA MANIOBRA RETARDATRIZ
Recordemos, ante todo, las nociones esenciales de toda
maniobra retardatriz:
—
—
Primeramenté, la constitución de dos escalones dis
tintos, destinados a desenmascararse mutua y alterna
tivamente, asegurando uno de los dos la detención
del enemigo mientras que el otro alcanza la zona de
asentamiento siguiente, más atrás, y allí se organiza.
Una densidad media, permitiendo economías sustan
ciales en provecho de la defensiva en el propio lu
gar (sin la cual no valdría la pena consentir pérdidas
de terreno), pero, sin embargo, suficiente, sobre todo
en las broximidades de los ejes de marcha, para obligar
al enemigo a desplegarse y maniobrar, a fiiíTde retra
sarlo y ocasionarle pérdidas.
Se puede admitir, en un primer cálculo, que una Di
visión ligera de 5 Grupos motorizados realiza estos co
metidos con la condición de’ maniobrar sobre dos direc
ciones, lo que, con la densidad media de la red de carre
teras de Alemania del Sur, le otorga una zona de respon
sabilidad de 20 a 25 Km. (con dos subagrupaciones moto
rizadas haciendo el “salto del carnero” sobre cada iti
nerario) (i).
Es conveniente resaltar el peculiar e importante papel
que la Artillería debe tener en una maniobra retardatriz,
‘papel a menudo perdido de vista. La única misión fre
cuentemente dada a la Artillería en acción retardatriz
consiste en el apoyo directo de las subagrupaciones in
terarmas, cuando frecuentemente sus obuses podrán ser
empleados más eficazmente en la detención del adver
sario, si son aplicados en tiros sobre nudos de comunica
ciones situados en la profundidad del dispositivo ene
migo. Esto es particularmente eficaz cuandose trata de
cañones cuyo alcance es grande, como el 105 ABS (re
molcado o sobre AMX).
Será verdaderamente lastimoso ver los proyectiles de
estos cañones, que pueden tirar a 15 Km., utilizados “de
lante’ de la nariz” de los soldados de Infantería, cuandó
podrían dedicarse a sembrar, la inquietud.en las colunmas
enemigas, puesto que son los únicos ingenios terrestres
capaces de hacerlo.
La densidad media en acción retardatriz está condi
cionada no por un interés de dispersión antiatómica,
sino simplemente por consideraciones económicas. En una
palabra, con los alcances de los materiales actuales de
105 (2), la acción de un Grupo está prácticamente
“ca
nalizada” en el huso de las subagrupaciones bajo el cual
está centrado. Para los 155 ABS, al contrario, podemos
prever, en ciertos casos, la posibilidad de intervenciones
interhusos.
Por otra parte, en acción retardatriz y por evidentes
razones de seguridad propia, es más que nunca nece
sario que las baterías vayan incluídas en el polígono de
seguridad de las subagrupaciones.
Advirtamos, en fin, que la continuidad de acción,
tanto de fuegos lejanos como de fuegos de apoyo directo,
exige también que, como la Infantería, la Artillería sea
articulada constantemente en dos escalones distintos.
Se llega así a concebir un dispositivo de Artillería
del modo indicado en el croquis núm. 5.
A fin de “equilibrar” los dos escalones, sería deseable
que la División ligera dispusiera de cuatro Grupos li
geros de io y dos Baterías de cuatro piezas (o sea 32
piezas de 105 en total, lo que es, por otra parte, equiva
lente a la dotación actualmente en vigor) y de un Grupo
de 155.
Llegaría entonces a ser posible emplear en cada zona
de detención y sobre cada eje no una Batería aislada,
como sería obligado hacerlo con la organización actual,
(x)
Es posible, en rigor, confiarle una tercera penetrante,
sobre la cual obraría la 5•a subagrupación
motorizada
y algunos
otros elementos más o menos dispares.
(2)
Incluso de materiales ABS.
73
2S
Km.
12 Km.
medios materiales tales como son, y a tal fin considera
mos dos puntos como particularmente
importantes:
DE DEtENCO
LHJBI
A, A, r Grupoe/e105
B,82r
íd
íd
C,C2»
Id. de155
CI
DE DETENCO
‘N°2
Ejes de
marcha
Croquis íi.°5
sino un Grupo disponiendo de los elementos de recono
cimiento y de preparación
que le son indispensables para
jugar verdaderamente
su papel.
Se prevé instintivamente
cuán preferible
sería que
todos estos Grupos fueran automotores.
Añadamos
que, aunque haya que renunciar a concen
trar todos los fuegos de ro5 sobre un punto de la zona de
responsabilidad
de la División, persiste la necesidad de
que los Grupos de ro queden manejados por la A. D. y
no sean puestos para el tiro a las órdenes de las subagrupa
ciones
de Infantería:
sólo la División—y
con ella
la A. D.—estará en disposición de darles ¿bjetivos
en
profundidad,
gracias a sus medios de investigación aérea.
Poner estos tubos de gran alcance a las órdenes de sub
agrupaciones
de Infantería
es condenarlas a la mioia y
renunciar
a sacar partido de su alcance. No se insistirá
demasiado
en ello. Está claro, además, que esto no im
pide de ninguna manera pedirles que lleven a cabo el
apoyo directo.
CONCLUSIONES
Y ahora, resumamos:
r.°
En las empresa colectiva que es una operación de
guerra,
cada escalón de Mando, para ayudar al fin co
mún, debe tratar de dirigir los acontecimientos
inter
viniendo
con el instrumento
que le es propio: ei Jefe
de Sección maniobra con sus F. A.: los Comandantes
de
Compañías,
Batallones
y Regimientos,
con sus morte
ros, etc. El arma propia de los Comandantes
de Divi
sión y de C. de E. es su Artillería, gracias a la cual están
en disposición de hacer sentir su voluntad.
Se puede discutir sobre los medios materiales de que
puede o debe estar dotada: proyectiles atómicos o no, ca
ñones rayados o rampas de autopropulsados.
Pero lo que
persiste es la necesidad de dar a los Comandantes
de Di
visión y de C. de E. el medio de hacerse sentir en el com
bate.
2.
Nuestro segundo propósito ha sido examinar en
qué medida la organización
tradicional
de la Artillería
V sus materiales
clásicos son capaces, en la era atómica,
de constituir este instrumento
ele la voluntad del Mando.
Del examen a que estarnos entregados
se puede deducir
que en el seno de los dispositivos de la era atómica la
Artillería clásica subsiste utilizable, llegando, no obstante,
al límite de sus posibilidades,
lo que hace urgente que
otros materiales
nuevos vengan pronto a “renovarla”.
En el momento presente nos es necesario tornar los
74
a)
Es indispensable
que la Artillería
haga un estuerzo de adaptación
a la guerra atómica. Este esfuerzo
debe recaer especialmente
sobre:
—
Una movilidad tdctica acrecentada. La generalización
de la maniobra en “doble embudo”, de la que hemos
hablado, conduce a pensar que se verá muy raramente
a los Grupos ocupar por un tiempo considerable
sus
posiciones de batería. A este respecto, y dentro de una
cierta
medida, la estabilidad
relativa
de su des
pliegue, que era una de las características
del Arma,
- está
en gran parte, superada.
Parece probable que la Artillería, para adaptarse a ma
niobras hechas de alternancias
rápidas de compresiones
y distensiones,
deberá hacer un empleo mucho más ex
tenso que en el pasado de las posiciones de espera y no
ir a ocupar sus posiciones de tiro, equipadas topográfica
mente con antelación,
más que por un tiempo estricta
mente limitado a la ejecución de una misión netamente
definida.
El esfuerzo de adaptación
deberá traer igualmente
sobre la organización
de las unidades el sentido del
aligeramiento.
Esta necesidad es común, además, con las otras Ar
mas, y las fórmulas nuevas actualmente
estudiadas
al
detalle
para el Regimiento
de Infantería
buscan,
de
hecho, sustituir el órgano “Regimiento”
por un gran Ba
tallón reforzado. Parece ser que para la Artillería
las
cosas han sido vistas más sumariamente,
tendiéndose
a
igualar
la subagrupación
motorizada
(ex Regimiento
transformado
en Batallón
reforzado)
con la Batería.
Creemos que esto es equivocar el camino. En el sentido
francés de la palabra, la Batería es una Unidad despro
vista de medios de reconocimiento,
topográficos,
de en
lace y de búsqueda de obfetivos suficientes, y, por consi
guiente,
impotente
para jugar verdaderamente
el papel
de Artillería. Una Batería puede aportar a la subagrupa
cián en que está integrada la ayuda de fuego de sus tu
bos, pero es una ayuda de fuegos no maniobrables
que
puede ser realizada,
con menor gasto, por morteros,
mucho más ligeros.
Para dar todo su valor a los fuegos de 105 es menester
unir a los tubos los órganos anexos que les son indispen
sables
para operar en Artillería,
es decir, constituir
Grupos ligeros. La composición que se debe dar a estos
Grupos, para no aumentar
de modo inaceptable
los gas
tos generales y para no hacer exageradamente
pesados
los pares subagrupaciones
motorizadas-Artillería,
está por
estudiar.
Pero parece que la constitución de Grupos lige
ros a dos Baterías de
6 6 piezas respondería bastante
bien a este compromiso.
h)
Por parte del Alando usuario, es verdaderamente
indispensable
no “echar la soga tras el caldero”, y so
pretexto
de que nuestros actuales materiales de Artillería
no están perfectamente
adaptados a la guerra atómica, re
nunciar
a emplearlos
en la ejecución de misiones “de
Artillería”
“frenando
sus tubos para utilizarlos
sola
mente por pequeñas dosis, en superposición
de los de las
pequeñas
Unidades de Infantería
o de blindados.
Esto:
Por un lado, privaría
al escalón de Mando Divi
sión o C. de E. ele la posibilidad de intervenir en la ba
talla con medios propios.
——
Por otro lado, impediría sacar partido de las posibi
lidades de acción en profundidad
y en anchura que
conservan
los materiales
de Artillería.
entonces que el Mando persista en mante
ner la cohesión de los Mandos de Artillería, or lo menos
en el escalón Grupo y frecuentemente
en el escalón A. 1).
y A. C. de E.
Paralelamente es necesario que alguien se preocupe
de la evolución que debe permitir a la Artillería quedar
a la altura de sus misiones permanentes.
En este terrenv, una idea domina:
1i1 alcczncees la llave de la maniobra de los fuegos.
Desplegados sobre zonas del orden de 20 Km. para las
Divisiones y 50 Km. para los Cuerpos de Ejército, re
sulta evidente que los escalones de Mando correspon
dientes no recuperarán completamente sus posibilida
des de acción propia más que si disponen de ingenios con
zonas de maniobra de fuegos comparables; es decir, al
cances del orden de 25 a 30 Km. para los materiales di
visionarios y de 6o a 8o Km. para los materiales de
Cuerpo de Ejército.
Sólo la fórmula “autopropulsados” permitirá probable-’
mente atender estas necesidades. Es indispensable que
las Unidades de gran alcance sean dotadas en propiedad
de medios de búsqueda de objetivos (aviones, radar), sin
los cuales estarán ciegas. En fin, no es menos evidente que
su eficacia quedaría multiplicada el día en que dispon
gan de proyectiles de cabeza atómiça.
En estado intermedio, es cierto que los tubos fran
ceses clásicos de alcance 15 a i8 Km., llevados sobre
afustes automotores, suministran una versión mejorada
de la Artilleríaclásica
actualmente en servicio. Pero su
alcance es, desde luego, insuficiente y son cada día más
costosas. No pueden, pues, ellos solos constituir una so
lución al problema de la Artillería nueva.
LosmicrobiosyjlaIntendenéia.
De la publicación norteamericana The Quartermaster Review. (Traduc
ción del Capitán Morales Serrano, del Centro Técnico de Intendencia.)
La vigilancia de los microbios, tal como interesa a la
investigación y desarrollo del Servicio de Intendencia, se
ejerce en dos sentidos: prevenir la propagación de los
gérmenes malignos y evitar la alteración de los artículos
perecederos.
El interés por el primer aspecto es tan viejo como la
teoría de las enfermedades infecciosas; el que existe por
el’segundo es relativamente reciente. Durante la G. M. II
se planteó claramente la necesidad de un estudio sis
temático de los medios para evitar la destrucción por los
microbios de las materias orgánicas utilizadas por Inten
dencia.
Los desinfectantes se aplican a aquella clase de ar
tículos suministrados por el Cuerpo de Intendencia.
Tales desinfectantes han de ajustarse a las caracterís
ticas militares establecidas por el Jefe de Sanidad del
Ejército y de acuerdo con los asesoramientos del Co
mité de Ciencias Médicas de. Consejo Nacional de Inves
tigación. En suma, cuantas características mejoren los
artículos desde el punto de vista de Intendencia son apli
cadas si no están en contraposición con los requisitos
señalados por los médicos.
He aquí las principales características militares de un
desinfectante:
1a
Debe ser de fórmula que le permita actuar con
eficacia en las peores condiciones posibles, suprimiendo,
aun en ellas, la actividad de los gérmenes infecciosos.
2.’
Habrá de ser de acción rápida,’puesto que en las
cuestiones militares el tiempo es muy importante.
3•a El desinfectante no debe ser tóxico para el hom
bre, o poseer tan bajo grado de toxicidad, que sea ad
mitido por el Servicio de Sanidad.
4a
Debe ser un producto seco, o muy concentrado,
para que resulte fácil su manejo, transporte y almace
namiento.
5a
Debe mantenerse estable durante un tiempo su
perior a cinco años.
6.
Finalmente, en algunos casos, debe poder ser
aceptado por la tropa. Factores tales como olor, sabor y
color, pueden ser importantes.
El término desinfección no debe ser confundido con el
de esterilización. Hay una diferencia bien distinta entre
los dos términos, no siempre distinguida en el uso co
mún dé los mismos. El término desinfección implica tan
sólo que los organismos productores de la enfermedad
son muertos. Esterilización significa que son destruídas
todas las formas de vida,, difícil de conseguir con medios
químicos.
Afortunadamente,
la mayor parte de los gérmenes en
téricos, aquéllos que entran por la boca y pasan luego
a los intestinos, son completamente vulnerables a la des
infección química. Los microbios de este grupo causan en
fermedades tales como la fiebre tifoidea, la disentería
y el cólera y pueden propagarse con el agua de beber y
las verduras y frutas frescas. No se afirma que sea fácil
el problema de evitar estos gérmenes entéricos, puesto
que los hay muy resistentes, tales como los quistes ami
boideos, causantes de cierta disentería, y los huevos de
algunos parásitos intestinales. Además del problema de la
desinfección del agua y de las frutas y verduras, hay tam
bién el problema de evitar la contaminación a través
de los utensilios para comer y en los lavaderos colectivos.
Aquí el problema, unido a la siempre presente posibi
lidad de la enfermedad entérica, es la destrucción de los
organismos que pueden causar difteria y otras afecciones
de la garganta.
Para darse idea de la trascendencia militar de esas
enfermedades, basta dar un paseo por el campo de ba
talla de Gettysburg (Guerra de Secesión) y leer los da
tos en los monumentos para ver cuántos hombres mu
rieron de tifus y otras fiebres. Es también de interés
notar que en la Guerra Hispanoamericana 2.761 solda
dos de los Estados Unidos murieron de esas enfermeda
des, mientras que en la G. M. 1 sólo murieron 227 y en
la II únicamente 35. Esto es realmente un triunfo del
Servicio Sanitario y de la medicina preventiva.
En. las áreas devastadas, donde los sistemas normales
de evacuación de detritus están averiados o no existen,
como en Corea, y en aquellos lugares donde se sigue la
práctica de utilizar, los desperdicios humanos como fer
tilizantes para las cosechas, la contaminación del agua
y alimentos es muy frecuente.
La selección de la fórmula para el desinfectado apro
piado que tenga todas las características militares desea
bles para cada caso es difícil. H’ay siempre numerosas
mezclas utilizables que satisfarán algunas de las cuali
dades buscadas, pero, muy pocas reunirán todas las ape
tecibles.
Las tabletas de jodo que se están usando ahora pata
desinfectar el agua son el producto de cinco años de
75
-
•
investigación y experiencia en tiempo de guerra, y los
resultados obtenidos han sido la causa de continuar la
investigación. Hasta época relativamente reciente un
compuesto de cloro, halazona (parasulfona del ácido di
cloro-amido-benzoico), con un amortiguador apropiado
(una mezcla de sales que mantendrán la acidez apro
piada para una eficiente acción del cloro), fué usada co
este propósito. Sin embargo, se hizo necesario buscar
otra fórmula a causa de la escasa acción mortífera del
compuesto de cloro, especialmente a bajas temperaturas.
Además se encontraron dificultades para mantener su es
tabilidad durante el almacenamiento y el agua tomaba
un fuerte sabor a cloro.
Las actuales tabletas de jodo perfeccionadas contienen
tetraglicina, que actúa como un compuesto que permite
la liberación del jodo activo. Libera un mínimo de 7,6
partes por millón de iodo dentro del agua, lo que se juzga
suficiente para dejarla desinfectada. Este compuesto es
amortiguado para asegurar la acidez apropiada para la
óptima acción del iodo. Comparado con el cloro, el jodo
es mucho más eficiente para matar microorganismos a
bajas temperaturas, aun los quistes amioboideos más re
sistentes, antes mencionados. Además, el gusto a jodo
parece tener menos enemigos que el gusto a cloro.
Con frecuencia, la cuestión es ésta: ¿Por qué se usan
mucho más altas concentraciones de halógenos (cloro
o jodo) para fines militares que en la desinfección del
agua para suministros civiles? En este país, la cantidad
de halógeno empleado raramente excede de una parte
por millón. Las razones para usar más altas concentra
ciones por los militares son de dos clases: 1a, el número
de organismos contenidos en el agua en las situaciones
militares puede ser varios centenares o millares de veces
más grande que en el agua corrientemente consumida
en usos civiles, y 2a, la cantidad de materia orgánica
no microbiana en el agua puede ser extremadamente
alta, por lo que gran parte del agente desinfectante
activo se consume en la reacción con esta materia or
gánica coloidal, quedando poco disponible para des
truir los organismos infecciosos. Debe preverse, por
tanto, un margen de seguridad.
La actividad bactericida de la fórmula del jodo ha
sido claramente establecida por los trabajos de los la
boratorios industriales y militares, hasta el punto que se
puede esperar una mayor estabilidad en las tabletas de
jodo que en las de cloro. En la manufactura de este pro
ducto se han encontrado dificultades, porque la humedad
debe ser mantenida por bajo del 35 % a 800 F y la hu
medad de los componentes de la mezcla debe mante
tenerse al mínimo. El grado de degeneración durante el
almacenaje es directamente proporcional al contenido
de humedad del producto terminado. El empaquetado
del producto presenta dificultades similares. El envase
empleado para preservar las tabletas durante el trans
porte tiene que ser especialmente seleccionado. Los ta
pones de algodón, como los empleados en los tubos de
aspirina, son inadecuados, porque sufren desintegra
ción por la acción del jodo. Se han probado infructuosa
mente varios tapones sintéticos, sin resultado en al
gunos casos. Se ha elegido la lana de vidrio por tener el
menor efecto sobre las pastillas y se ha desarrollado un
tapón para los tubos con el que se consigue, por medio de
la cera, un cierre hermético. No obstante los buenos
resultados de este tapón, tiene limitaciones prácticas.
A bajas temperaturas, el cierre de cera dificuita el des
tornillado de los tapones.
Actualmente se están haciendo esfuerzos para do
minar el problema del envasado. Los experimentos se
dirigen a desarrollar un envase consistente en una lá
mina de aluminio con un revestimiento especial de plás
tico. Este tipo de envase se prestará a un manejo más
fácil, dando a la vez protección individual a cada pas
76
tilia hasta que sea usada. Se hallan en curso investiga
ciones para determinar si es aconsejable el aumento de
contenido de iodo en las tabletas para permitir un ma
yor margen de seguridad por las pérdidas que puedan
ocurrir durante el almacenamiento. Al presente existe
a necesidad de conseguir un comprimido más soluble.
El lavado bactericida del menaje de cocina, las frutas
y las verduras está proyectado para practicarlo en aque
llos sitios donde no se dispone de agua a 1000 C. Su prin
cipal propósito es evitar la germinación de organismos
en el agua de aclarar, evitando así la contaminación del
menaje.
Este producto reemplaza al “microkieno” usado du
rante la guerra. En tanto que el microkleno no estuvo
almacenado, se reveló satisfactoriamente; pero cuando se
le mantuvo en reserva durante algunos anos, perdió su
contenido en cloro. La actual fórmula ha sido ideada
para proporcionar una estabilidad prolongada y ase
gurar buena actividad bactericida en presencia de por
lo menos el 2
de materias orgánicas, con dureza de
agua dei 5
Para satisfacer las exigencias, el aclarado
debe matar las bacterias en treinta segundos, puesto que
el tiempo de inmersión de los utensilios es muy corto.
La fórmula actual contiene como ingrediente activo
la cloromelamina, en concentración suficiente para pro
ducir el 2
de cloro en la solución; además contiene
un agente humidificador para asegurar el adecuado con
tacto de los utensilios o verduras con el desinfectante y
una sal suavizadora para mantener el pH apropiado para
una eficiente acción bactericida aun en las peores condi
ciones. Obtener una combinación de estos tres compo
nentes que constituya un producto estable en estado
seco, no es una labor fácil. El cloro desprendido por la
cloromelamina tiene la particularidad de que no es afec
tado con intensidad apreciable, ni su eficacia neutralizada
por la materia orgánica, como ocurre con otros compues
tos a base de cloro. La destrucción efectiva de los microor
ganismos puede conseguirse en presencia de altas concen
traciones de leche, mayonesa, café, y té, todos los cuales
pueden llevar contaminaciones originadas en el fregadero.
Para la desinfección de utensilios de cocina, cada pa
quete de 3,35 onzas (aproximadamente ioo gramos) se
disuelve en 25 galones de agua (un galán americano, 3,785
litros) de aclarado. Usualmente en la dotación se in
cluyen dos fregaderos de tales medidas. La concentra
ción efectiva de 2
de cloro sirve para el aclarado
de un mínimo de ioo juegos de utensilios. Para la des
infección de legumbres frescas, como lechuga, o frutas,
como tomates o pepinos, el alimento se lava primero
en una solución hecha en 20 galones de agua, sumergién
dolo después en solución fría Je la misma concentración
durante treinta minutos. Este prolongado período de con
tacto es preciso a causá de la necesidad de penetración
en las hendiduras y grietas.
En la actualidad, las investigaciones continúan para
mejorar las características de este germicida a bajas
temperaturas y también para mejorar el envase a fin de
asegurar la estabilidad después de largos períodos de al
macenamiento.
Otro artículo suministrado para la desinfección del
agua es el hipoclorito cálcico en bolsas “Lister”. Este
producto va en un tubo de vidrio herméticamente ce
rrado para asegurar su estabilidad y está envasado en
unidades suficientes para dar el i por millón de cloro
cuando se disuelve en 30 galones de agua. Juntamente con
el agente desinfectante se suministra un tubo de prue
ba para determinar el cloro remanente en el agua. Si la
prueba muestra que las exigencias orgánicas son tales
que hay menos cloro remanente que el necesario, se
añaden cantidades adicionales de hipoclorito cálcico y se
hace nueva prueba. Después de treinta minutos el agua
está lista para beber,
0/00
0/
0
0/
Otro producto en el que se esta interesado es un des
infectante para las letrinas. El producto que actual
mente se elabora es un material líquido a base de ácido
cresílico. La eficacia de este compuesto para desinfec
tar los excrementos humanos es dudosa, puesto que so
lamente las superficies exteriores serían las que se pon
drían en contacto con el bactericida, aunque las aguas
negras resultarían desinfectadas. En la actualidad se tra
baja para desarrollar un producto seco que permitirá más
fácil manejo y almacenamiento. Una mezcla de fenoles
dorados parece ser la más prometedora. Se espera que
este mismo artículo pueda ser usado para la desinfec
ción en general, tanto en el fregado de los suelos como en
el saneamiento general de cocinas y comedores.
Una fase de la vigilancia microbiana, del mayor in
terés para el Cuerpo de Intendencia, es la de evitar la
degeneración de efectos, tales como tiendas, cordelería,
plásticos, cueros y madera.
Previamente a la G. M. II, la protección de esos efec
tos no suscitó el suficiente interés para avivar la inves
tigación en este campo. Los métodos para proporcionar
tratamiento protector a los suministros fueron desarro
llados, pero el interés por ellos languideció grandemente.
Durante los primeros días de la guerra se comprobó
que las tiendas almacenadas en la zona tropical por pe
ríodos de tres a seis meses resultaron considerablemente
estropeadas si no inútiles. Tiendas que estaban aparente
mente sanas, al ser instaladas se deterioraron en un pe
ríodo de seis a nueve meses, en países tropicales. Las cajas
cartón que contenían suministros se deterioraron en
pocas semanas en dichas zonas. El problema se hizo
crítico.
El primer enfoque de este problema y el desarrollo
de su estudio consistió en mezclar sustancias tóxicas
para los hongos destructores de esos materiales. Una
buena sustancia fungicida debe ser eficaz en bajas
concentraciones; el tóxico no debe impedir otros fines fun
cionales (tintes, impermeabilizantes e ignífugos) ni debe
debilitar la estructura o cambiar sus propiedades físicas
en modo alguno; en la concentración usada no debe ser
tóxico para el hombre y animales superiores; debe ser
comercialmente disponible en grandes cantidades y pre
feriblemente fabricado con productos químicos no em
pleados en otros fines militares; no debe disolverse por la
lluvia ni ser inactivo por el calor o la luz. Los procesos
fungicidas requerirán medios muy especializados o disol
ventes para su aplicación que les hagan penetrar total
mente en el material tratado. Finalmente, el fungicida
debe ser barato, no sólo en su coste inicial, sino en rela
ción con la vida útil obtenida por el tratamiento.
Corno en el caso de los desinfectantes, hay numerosos
compuestos que satisfacen totalmente algunas exigencias,
pero fracasan en forma rotunda en otros aspectos. A
pesar de que el uso de fungicidas proporciona el método
más económico de evitar o retardar el deterioro, la con
servación puede ser también conseguida cambiando la
estructura química de la celulosa y también por acetila
ción. Los resultados preliminares de los estudios de ace
tilación dirigidos por el personal científico de la Inten
dencia, la han indicado como un medio de retardar el
deterioro, que promete ser efectivo y económicamente
factible.
Los varios pasos que se siguen para la valoración de
un nuevo fungicida son los siguientes:
Primero, se hace una prueba de toxicidad en medio
agar-agar. Esta prueba consiste en preparar un medio
agar que contenga una serie de soluciones del tóxico al
2
al i °/
y al o, /
y así sucesivamente. Un
organismo de prueba, generalmente e “aspergillus niger”
se siembra en el centro del plato de cultivo. Otro plato
de control, sin tóxico, es también inoculado. El desarrollo
se compara después de la incubación para determinar la
más baja concentración del tóxico que inhibirá el orga
nismo ensayado.
En esta prueba, muestra de tejidos u otros materiales
a ensayar, son tratadas con varias concentraciones fun
gicidas, haciendo un análisis químico para determinar
la concentración final obtenida y colocándola luego sobre
el medio agar- inoculado. La única fuente de energía para
el organismo es la muestra, así que, si el tóxico es activo,
se observará poco o ningún crecimiento. Las pruebas fí
sicas, tales como la resistencia al dinamómetro, pueden
emplearse para determinar cuantitativamente la magni
tud del deterioro. Durante esta segunda fase puede deter
minarse también el grado de concentración del fungicida.
Si la fórmula probada se manifiesta útil en el campo
militar, se preparan muestras para etectuar pruebas con
ella a la intemperie y cubierta por tierra. La tierra usada
en esta prueba es una mezcla de buena tierra de jardín,
abono y arena. Para- el desarrollo de la prueba, la muestra
es enterrada aproximadamente a
cm. bajo la super
ficie del suelo, manteniéndola en un lugar de alta hume
dad ( %), donde la temperatura se mantiene elevada
para simular condiciones tropicales. El enterramiento es
la más dura prueba a que puede someterse un fungicida.
Todas las valoraciones en el enterramiento deben con
ducirse como pruebas comparativas usando un fungicida
de composición conocida, como cobre-8-quinolinolato o
cobre-naftenato.
Un fungicida experimental que actúe
satisfactoriamente
y resista el deterioro se somete a
pruebas más avanzadas, como prolongar el período de
enterramiento. Los datos obtenidos en el pasado, cuando
las pruebas eran tan sólo de catorce días de duración, han
mostrado que fungicidas estimados poco dignos de con
fianza y aun mediocres han superado esta prueba.
Los laboratorios de microbiología, tras constante in
vestigación en el campo de los germicidas y fungicidas,
han hecho grandes progresos, muy útiles para los planes
del Servicio de Intendencia. Además de proteger a la
tropa de las enfermedades, sus esfuerzos han hecho po
sibles grandes ahorros mediante la protección del ma
terial.
77
Guíabibliográfica.
GIBRALTAR
Y LA AMISTAD HISPANO-INGLESA
Extraído de la obra Franco of Spain, por S. F. A. Coles.
La objetiva crítica que el recientísimo libro de José
Pla ha merecido a la revista inglesa IUusírcded Leuden
News pone de actualidad el Capítulo que al mismo tema,
la cuestión de Gibraltar, dedica S. F. A. Coles, en su
obra Franco of Spain (i) y que a continuación trans
cribimos, respetando íntegramente su fondo pero con
ligeras adaptaciones.
Inglaterra
debe enlocar el problema con buena voluntad.
Cuando en los años 1929-30 era yo Subdirector de un
di ario inglés de Nueva Delhi, una de las cosas en que más
insistía Gandhi en sus discursos, especialmente durante
su casi bíblica “Marcha de la Sal”—que yo seguí día a
día en mis artículos del Hindu Times—, era en que lo que
él anhelaba por encima de todo en las relaciones de In
glaterra con la India era “un cambio de los sentimientos
ingleses”.
Aquel cambio llegó con los años, pero para ello lii
cieron falta la G. M. II y la voluntaria y valiente coope
ración de dos millones de indios en los campos de ba
talla, que motivaron el “examen de conciencia” del Go
bierno laborista de Atlee y la satisfacción de las aspi
raciones indias.
Un cambio similar es lo que Franco desea en la ac
titud británica respecto a Gibraltar, cuya ocupación por
las fuerzas inglesas y holandesas entonces aliadas se
llevó a cabo en nombre del Archiduque Carlos de Aus
tria, pretendiente al Trono español, aunque luego “el
Almirante británico izase bajo su exclusiva responsabi
lidtad la bandera inglesa y tomase posesión del Peñón en
nombre de la Reina Ana” (2).
“Gibraltar—dijo
Franco al difunto Christopher Bu
ckley, corresponsal del Daily Telegraplm, de Londres, en la
entrevista que el 31 de diciembre de 1949, le concedió
en El Pardo—constituirá siempre una sombra entre nues
tros dos países. Es parte del territorio español y muchos
escritores españoles han descrito su ocupación por In
glaterra como una espina permanentemente clavada en el
corazón de España.”
Dos años más tarde, el 28 de mayo de 1951, en res
puesta al corresponsal del Daily MaíZ londinense Ward
Price, que le preguntaba “qué estaba España dispuesta
a dar a cambio de Gibraltar”, el Caudillo le dijo con audaz
-sinceridad: “Cuando uno pierde la cartera no creo que se
tenga la obligación de dar nada al recuperarla.” Y añadió
que si la Gran Bretaña procediese en justicia, se ganaría
la sincera amistad de España, ya que “el problema prin
cipal que se nos presenta es defender Europa y man
tener nuestra unidad”. La UNIDAD es un tema que
siempre recalca Franco, el estadista.
Y la amistad española es algo que, ciertamente, me
rece la pena, aunque algunos ingleses distinguidos no
parezcan creerlo así, a juzgar por las declaraciones pu
blicadas en Inglaterra sobre Gibraltar para justificar la
presencia británica en el Peñón. Así, Sir David Kelly, ex
Embaj ador inglés en la Unión Soviética, escribiendo en
el Sunday Times del i de mayo de 1954, aunque mos
trándose de acuerdo con una opinión anterior de Sir
•
(i)
Nevilie searrnan. Londres.
(a)
De la
-73
Enciclopedia
Próxima
Britmnica.
a editarse
en españci.
-
Winston Churchill de que “los intereses fundamentales
de Inglaterra y España son idénticos”, declaraba que
España no tenía “títulos históricos ni éticos para recla
mar Gibraltar. Históricamente”—añadía
Kelly quizá sin
creerlo—, “Gibraltar no fué parte de la España antigua.
Hasta el año 711, en que Tarik invadió Andalucía, no
hay testimonio de que haya sido habitado permanen
temente: los habitantes más antiguos del Peñón son sus
famosos monos, cuya presencia parece indicar que en
tiempos remotos estuvo unido a Africa.”
Quizá deliberadamente, Kelly omitía los evidentes de
rechos geográficos de España. Es posible que basara su
alegato en una carta, tan absurda como su artículo, que
el Sunday Times había publicado en lugar preferente y
escrita nada menos que por Sir Alexander Godley, ex
Gobernador de Gibraltar. En ella alegaba Sir Alexander
que “la geología y la flora del Peñón son más africanas
•que españolas...; las perdices son castañas como en Ma
rruecos...; los famosos monos son berberiscos, y hay otras
características
más africanas que europeas”. También
Malta, además de ser una isla y haber sido ocupada por
algún pueblo no europeo, ofrece algunas características
africanas y, sin embargo, a nadie se le ocurriría decir que
es parte de Africa...
¿No es desatinado que ingleses tan prestigiosos y co
nocidos, de reconocida solvencia intelectual, intenten
apoyar las pretensiones inglesas con argumentos tan es
peciosos? Con ello sólo consiguen que los escritores es
pañoles, con su ironía peculiar y su humorismo demo
ledor, se rían de ellos. Podían haberse ahorrado el ri
dículo yendo por tierra desde La Línea de la Concepción
hasta las casamatas, en el corazón mismo de Gibraltar,
o enterándose del testimonio de M. Depéret ante la Aca
demia de Ciencias de París en 1918, quien entonces dijo:
“Antiguamente se supuso que Gibraltar había estado
unido a Africa durante o después del Pleistoceno; pero
ahora se tiende a considerar que tal unión debiá existir,
a los sumo, en el Plioceno. Se alega que existen monos
berberiscos en el Peñón, pero bien pudieron ser llevados
allí por los romanos o los moros; no se han encontradc
en lugar alguno sus restos fosilizados; los fósiles del Plio
ceno que en el Peñón se han encontrado corresponden a
mamíferos esencialmente europeos.”
A centenares de kilómetros de San Roque—la ciudad
a la que emigró en masa toda la población española de
Gibraltar después de su conquista por los marinos in
gleses y holandeses, y que conserva la bandera y el es
cudo otorgado a Gibraltar por Isabel la Catohca en e
siglo XV—, cerca del Cabo de la Nao, se levanta una re
producción
en pequeño del Peñón de Gibraltar. E
Peñón de Ifach, al que nos estamos refiriendo, esta unidc
a la Península, como Gibraltar, por un estrecho istmo
¿No podría alegarse también que “es más africano que
europeo” y que, por tanto, España no tiene un ustc
título de soberanía sobre él?
Cuando tan débiles e indefendibles argumentos se
emplean por ingleses cultos, uno de ellos ex Gobernadoi
de Gibraltar, es escasamente necesario preguntarse p01
qué desea Franco que Inglaterra “camhe de senti
mientos” en lo relativo a Gibraltar.
obcecación sentimental que acaba con la flemr
inglesa.
TJna
Cuando una mañana de principios del verano de 195L
me encontraba frente al Caudillo español en su espa
cioso despacho del tranquilo Palacio de El Pardo, tuve
que reconocer que entre mis compatriotas existe igno
norancia e incomprensión sobre este difícil problema.
“Pero también hay verdadera incomprensión entre los
españoles, Excelencia”—le dije—respecto al arraigo de
los sentimientos y convicciones ingleses sobre el par
ticular. Mis compatriotas no son ordinariamente emo
cionales ni demostrativos, pero lo son cuando de Gi
braltar se trata y casi todos ellos albergan un fuerte
anhelo sentimental de que continúe ondeando su ban
dera en el Peñón.” Como Franco benévolamente conti
nuara escuchándome con expresión amistosa, proseguí
diciéndole que muchas veces me había sorprendi.do ver lo
demostrativos y hasta agitados que se volvían mis ami
gos cuando les explicaba la patriótica actitud española.
“Os aseguro que su sensibilidad en esta cuestión es pro
funda y que tiene quizá un origen psicológico, pues ten
dríamos una sensación de inseguridad si Gibraltar vol
viera a España, algo así como si perdiéramos al seguro
protector de nuestro acervo familiar”.
Franco me contestó que él siempre se había percatado
de los intereses británicos en Ultramar y de la necesidad
inglesa de mantener sus comunicaciones marítimas con
su diseminado Imperio, pero que el Mundo del siglo XX
es radicalmente diferente del del siglo XIX. “Antiguamen
te—añadió—la Gran Bretaña mantenía la paz mundial con
su Flota y sus escuadras patrullaban por todos los ma
res. Ahora tiene que compartir esa responsabilidad con los
Estados Unidos y con otras Potencias, incluída Rusia.
los it1irs están abiertos a todos los pueblos, pacíficos
o no (i). Por tanto, la ocupación indefinida de Gibraltar
es hoy un anacronismo, la actitud inglesa no es realista y
la Gran Bretaña debiera percatarse de la justicia de los
títulos españoles y de nuestra sensibilidad en este asunto.,
y ello en interés de las buenas relaciones internacionales
y de la defensa de Europa.” (2).
Unanimidad
española respecto a ifibraltar.
Cuando la visita de Su graciosa Majestad Isabel II a
Gibraltar era un tema candente, muchos ingleses de todo
estado y condición enviaron cartas a sus periódicos en el
sentido de que sólo una minoría pequeña, pero ruidosa,
deseaba verdaderamente
la recuperación del Peñón.
Nuevamente se trataba de una ilusión hija del propio
deseo, porque, como he tenido ocasión de comprobar per
sonalmente, tirios y troyanos coinciden en España en que
Gibraltar es parte del territorio español. Incluso un hom
bre tan opuesto al Régimen actual como D. Salvador de
Madariaga, dice, en su conocida obra España, que “es
imposible ser español y dejar de desear que Gibraltar
vuelva a España”.
El profundo sentir español respecto a nuestra ocupa
ción de Gibraltar debería encontrar en los ingleses de
convicciones honradas un eco lógico y comprensivo.
El corresponsal militar del Daily Tele grah londinense,
el hispanófilo General H. G. Martin, escribía en su ar
tículo de fondo del 26 de agosto de 1954 en dicho diario
“Todos debemos lamentar que España, con la que tene
mos tantos lazos de amistad y ningún conflicto real de in
tereses, sea nuestro último adversario en la guerra fría.
(i)
“Britania ya no domina sola los mares... Solamente como
buenos
asociados de nuestros amigos podremos mantener nuestra
liberta de independencia de gran Potencia” (Sir Oliver Frcenhs en
una alocución radiada el 7-XI-54).
(e)
El autor cita en este punto, al parecer como una reflexión
que provocan en él las palabras del Caudillo, una conversación que
mantuvo con un español y cuya moraleja parece ser que Gibraltar
defendió a Europa durante la G. M. II, cuando estaba en manos de
Inglaterra.
En la batalla p° nuestra supervivencia contra el Co
munismo, nos encontramos con España en el mismo
lado de la barricada.”
El espíritu imperialista anglosajón.
En el siglo XIX nuestra política fué mantener a Rusia
fuera del Mare Nostrum. Antes, y ulteriormente, nega
mos Egipto a los franceses para que no pudieran entrar
en la India por la “puerta trasera”. Cuando la apertura
del Mediterráneo convirtió a este mar en la “puerta
principal” de Oriente, la política inglesa fué convertirlo
en el “camino real” de Inglaterra a la India y al Lejano
Oriente. En 1878, Chipre cayó en nuestro poder como re
sultado de lo que Disraeli describ.ió como un “contrato
ladronesco” con la Sublime Puerta. Fuerzas inglesas des
embarcaron en I..arnaca... e izaron la bandera inglesa
desplazando a la Media Luna turca”.
La nota griega que Papagos envió a la ONU decía
entre otras cosas: “En 1915, el Gobierno inglés... ofreció
Chipre a Grecia a condición de que entrase en la guerra
al lado de los Aliados. Grecia cumplió aquella condición
dos años más tarde, pero la promesa no fué cumplida.”
Franco y el Duque de Alba, entonces Embajador es
pañol en Londres, han declarado que en 1940 Gibraltar
fué ofrecido a España a condición de que permaneciese
neutral. Después de las declaraciones de Jodl, el Jefe del
Cuartel General del Führer, en Nuremberg, es ya del
dominio de la Historia la tenaz oposición de España al
paso de fuerzas alemanas por su territorio a pesar de los
argumentos y presiones de Hitler y de la visita especial
de Rudolf Hess seis meses antes de su dramático vuelo
a Inglaterra para entrevistarse con el Duque de Hamilton
en Escocia. Hess quería negociar el paso de seis Divi
siones alemanas hacia Gibraltar “a cambio de alimentos
y garantías territoriales”; pero su petición, como las
demás, fué perentoriamente denegada ¿Es extraño que
en Grecia y España se llame “pérfida” a Albián?
El pueblo inglós no interpreta
pañola.
bien la idiosincrasia es
Un síntoma muy significativo del malentendido que
hoy separa a los ingleses de los españoles se produjo
también
con las cartas de otros lectores británicos a sus
periódicos, quienes observando el cortés silencio que en
toda España y’ sin excepción se mantuvo durante la vi
sita de la Reina de Inglaterra al Peñón lo interpretaban
como prueba inequívoca de que España en general no
deseaba verdaderamente el retorno de Gibraltar. De todas
las manifestaciones y opiniones publicadas en la Prensa
inglesa sobre la controversia de Gibraltar, éstas fueron las
que más irritaron a los españoles como demostrativas
de una profunda ignorancia de los ingredientes esenciales
del carácter español: caballerosidad y galantería nstin
tivas hacia una mujer y Reina, para la cual sólo han mos
trado todos los escritores españoles un delicado respeto
y una casi afectuosa admiración; e ingénita dignidad
frente a lo que justamente consideraban una afrenta a su
orgullo nacional... El Vicecónsul español en Gibraltar,
aunque se abstuvo de tomar parte en las fiestas ofi
ciales por la visita, envió particularmente un ramo de
flores a la Reina.
Tampoco es cierto que la agitación de la Prensa es
pañola se originase repentinamente, como en Inglaterra
se dijo, por la famosa Nota del Duque de Primo de Ri
vera, Embajador de España en Londres, al Foreign
Office, cuando se hizo pública la proyectada visita ele la
Reina al Peñón. Estaba ya en marcha desde por lo menos
tres años antes, según pude comprobar al examinar la
Prensa madrileña de la época y los números que, sobre la
79
ilegalidad de la conquista de Gibraltar por los ingleses,
publicó la Revista Cuaderno de Documentos el 15 de
mayo de 1952 y el 25 de marzo de 1954. Toda esa agita
ción cristalizó y fué expresada en forma articulada y
completa en los artículos que aparecieron en Arriba
firmados por “Macaulay”, seudónimo que se atribuye,
como el de “Hispanicus”, a una elevada personalidad.
Avenida de José Antonio, veía una inscripción pintad
en los muros ¿te un centro docente: LUCHAREMOS PO
LO OUE ES NUESTRO: GIBRALTAR
Pacos o ninguno de los muchos ingleses que frecuentai
el Club Británico de José Antonio, 6, accederían a devol
ver el Peñón a España, y es ciertamente muy duro pan
cualquier habitante de la Gran Bretaña leer las declara
ciones de Franco con una visión objetiva y supranacional
Pero la cuestión ha de ser afrontada honradamente y sir
Bases de la argumentación española.
sentimentalismos
ni prejuicios, si es que las relacione
anglo-españolas han de alcanzar alguna vez el grado d
Los artículos arriba citados pueden tomarse como re
confianza y cordialidad que es absolutamente indispen
presentativos
de la argumentación española sobre Gi sable para el funcionaniiento eficaz de la defensa curoper
braltar. Esta descansa sobre tres afirmaciones:, que su desde el Cabo Norte hasta Tánger.
conquista fué intrínsecamente ilegal; que España ni fmI
Y, para terminar, me voy a permitir una última trans
invitada ni tomó parte en las negociaciones para la cripción: la de una conversación entre un español y un
transferencia de soberanía y el instrumento de dicha periodista inglés, que creo sintetiza las “posiciones” ac
transferencia, y que firmaron “unos malos españoles”, tuales de los españoles y de los ingleses objetivos:
les fué “dictado” como parte del Tratado de ljtrecht, y
—eQué les parecería a ustedes si España poseyera
que la devolución del Peñón ha sido prometida dos ve Dover o a los norteamericanos
si ocupásemos Cape Cod?
ces: la primera, por Jorge 1 a Felipe V de España en 1721
—Pero ¿cuál fmI el puerto que les mantuvo a ustedes
(los españoles exhiben copia facsímil de.la carta ológrafa a salvo del dominio del Eje y que en el futuro les prote
original), y la segunda, por el entonces Primer Ministro gerá contra Rusia?
inglés, Sir Winston Churchill, al Embajador español de la
—Si ustedes nos devuelven
Gibraltar no sáb podrían
época, el Duque de Alba, en 1940.
seguir utilizando esa Base, sino todas las demás de Es
Algún tiempo antes de su muerte un periodista pre
paña...
guntó al Duque de Alba si se ratificaba en la exactitud
—Y
cómo podemos estar seguros de clue ustedes es
del telegrama que inmediatamente
después del pisco tarán en nuestro bando?
labis en su Embajada en que tal promesa se hizo él en
—Hombre
;Sóio hay un posible enemigo a la vista
vió al Palacio de Santa Cruz. En dicho telegrama el en un futuro previsible—Traducción
y recrszsioc ‘áef Co
Duque decía que la promesa le había sido hecha ver m2ndante Arechedeereta
balmente por Churchill en presencia de Sir Anthony
Eden y de Sir Samuel Hoare. El interpelado contestó que
mantenía cuanto había telegrafiado.
ESPAÑA
VISTA POR UN NORTEAMERICANO.
No es extraño, por tanto, que Franco crea que Es
paña ha reçibido un trato menos que justo por parte de Highlights of Spanish Hisiory.—Autor:
Richard C. Harris.
Inglaterra después de unas promesas cuya autencidad está Editoriah El Nodci ero de Zaragoza. (Traducción
y recensión
demostrada por telegramas y documentos que el Ministe
del capítulo XV por el Teniente Coronel Casas.)
rio de Asuntos Exteriores español mantiene a disposición
de los periodistas acreditados. Entre quienes los han exa
minado figura Mr. George Bilainkin, el conocido escritor
ESPAÑA Y LAS NACIONES UNIDAS
sobre asuntos diplomáticos, quien publicó un relato muy
instructivo de sus hallazgos en la Revista Contemporánea
El aislamiento.
londinense de noviembre de 1953. En él transcribe tam
bién la emotiva y dolorida referencia del Ministro de
Cuando la guerra en Europa tocaba a su. fin, arreció
Asuntos Exteriores español a la acogida por los aliados la propaganda
comunista contra la España de Franco,
en el seno de la comunidad europea a sus antiguos ene con tal exito, que en muchos paises aemocratcos
la
migos y su despegado trato a la neutral España, que gente casi llegó a considerar a Franco como el cuarto
paso a copiar:
miembro del Eje; un. miembro que, hasta entonces, había
“Así. es como esta España tan excesivamente agraviada,
conseguido
escapar a la bien merecida y -fatídica suerte
a la que se ha hecho pagar su neutralidad, oh ironías, de sus colaboradores europeos: Hítier y Mussolini.
mucho más caramente que a los vencidos su derrota; a la
Aunque
una minoría trataba,
inútilmente,
de pun
que como recompensa por su heroica actuación contra la tualizar las cosas, en general, la gente estaba convencida
barbarie comunista se ha aislado del resto del Mundo; la de que España era fascista. Y como el fascismo había de
que a causa de un bloqueo que no mereció ha sufrido mostrado,
recientemente,
constituir
una amenaza para
hambre y necesidades en la carne de sus hijos y que ha la paz del mundo, parecía lícito llevar al público e, in
recibido todos esos ataques de manos del mismo mundo cluso, a sus dirigentes al convencimiento
de la necesidad
occidental que ella defendió y por instigación de la Rusia de cualquier esfuerzo para barrer de la faz de la tierra
Soviética, único país que realmente hace peligrar la paz, “los últimos vestigios del fascismo”.
esta España que ama la paz cristiana y sirve a la civi
Pero ¿cómo llevar a cabo esto en España? Los agi
lización occidental, perdona en este solemne e histórico tadores más activos preconizaban
una intervención
por
momento a todas las naciones que le ofrezcan concordia la fuerza o, al menos, el aislamiento del régimen de
y está deseando olvidar los agravios recibidos en aras de la Franco,
pensando,
candorosamente,
que el pueblo es
causa común que tan seriamente comprometida se en pañol, ante la opinión y la presión extraneras,
actuaría
cuentra y que nosotros queremos apoyar.”
por sí mismo con vista a la caída de su jefe.
En la Conferencia de San Francisco, en junio de 1945,
la propuesta
del delegado mejicano, adoptada
para su
Urge que Inglaterra revise su actitud y se restaure la. inclusión en la Carta de las Naciones Unidas, iba diri
amistad con España.
gida, aunque no lo estipulara explícitamente,
contra Es
paña, al prohibir el ingreso en la organización
“de las
Cuando durante mi estancia en Madrid pasaba a la naciones cuyos regímenes se hubieran establecido con la
mañana por la Plaza de España camino de la hermosa ayuda de las fuerzas arrnadas de países que hubieran lu
80
chado contra las Naciones UnidaS...”
por si alguna diplomático lué casi unanime, pues los españoles todos.
duda quedara sobre la intención de tal propuesta, muy se dispusieron a aceptar las más severas medidas de ra
cionamiento, si se estimaban necesarias, antes que con
poco después, en la Conferencia de Potsdam, el Pre
sidente Truman, el laborista Atlee y el dictador Stalin sentir la intromisión extranjera en sus asuntos internos.
Así sucedió que todo intento encaminado a debilitar la
acordaron que sus respectivos Gobiernos no apoyarían
ninguna petición “del actual Gobierno español para su posición de Franco fué no sólo inútil, sino contrapro
ingreso en las Naciones Unidas, por haber sido aquél es ducente.
tablecido con el apoyo de las potençias del Eje...”
En noviembre del citado año, los Estados Unidos re
tiraron su embajador de Madrid, y en el mes de marzo El acercamiento.
siguiente, en unión de Francia e Inglaterra, hicieron una
Corno no podía menos de suceder, la luna de miel entre
declaración en la que expresaban candorosamente su es
peranza de que los españoles encontraran pronto el medio las democracias y la Rusia comunista degeneró bien pron
de conseguir el pacífico abandono del poder por parte de to en una agria sucesión de despropósitos diplomáticos y
Franco. En el mismo mes, nuestro Departamento de de incidentes internacionales. De modo que hasta los más
Estado publicó una selección de documentos alemanes, fervientes partidarios de nuestro aliado ruso comen
que pretendían demostrar la colaboración española con zaron a sospechar que su interés por la paz era mucho
los nazis durante la G. M. JI. Nuestro embajador, du menos real que lo que se había supuesto en un prin
rante ella, en España, Cariton Hayes, a propósito de cipio. Un primer indicio fué la activa ayuda soviética a
los guerrilleros comunistas en Grecia y en el S. E.. de
tales documentos, escribió: “La publicación fué tenden
Asia y a las fuerzas del comunista Mao Tse-tung en
ciosa y fundamentalmente
insincera. El Departamento
China. Después, en febrero de 1948, vino el golpe co
de Estado pudo haber publicado, a base de sus pro
pias fichas, pruebas más fehacientes de que el régimen munista en Checoslovaquia, y en julio del mismo año se
de Franco ayudó a los Estados Unidos durante la gue produjo el bloqueo de Berlín, con el consiguiente au
rra.”
mento de la tensión internacional. En el otoño de 1949,
Dichos documentos y la declaración, antes señalada, el mundo se enteró de que Rusia había realizado, con
de las tres potencias fueron considerados por la ma éxito, una explosión atómica, y posteriormente, en 1950,
voría de los españoles como una patente desviación del con la iniciación de la guerra de Corea, ya no podía ca
Gobierno americano de su polítida de no intervención en ber la menor duda respecto al verdadero objetivo de la
los i-suntos internos de los países extranjeros. Y la reac campaña, dirigida desde Moscú, de expansión y agre
ción fu reafirmar la posición de Franco.
sión comunistas.
En diciembre de 1946, la Asamblea General de las Na
Mientras tanto, nuestra antigua enemiga fascista, Italia,
ciones Unidas, convencida de que el pueblo español no había recibido (junio 1948) más de 6oo millones de dó
prestaba atención a las anteriores advertencias y de que lares del Plan Marshall, en concepto de ayuda para su
eran necesarias ya medidas más enérgicas, acordó re rehabihtación
económica Alemania Occidental recibió
tirar embajadores y ministros plenipotenciarios y re su primera asignación de fondos de la ECA en diciembre
comendó a sus miembros el aislamiento económico y di de 1949, pasando así a participar de los beneficios del
plomático del régimen español.
Plan citado. La ruptura entre Yugoslavia y Moscú tuvo
lugar en junio de 1948, y poco después, el dictador Tito
recibió de los Estados Unidos apreciables cantidades, en
La propaganda antiespañola.
concepto de ayuda militar y económica.
A medida que la guerra fría se intensificaba, las de
La resolución que dió lugar a tan grave acción, por anocracias sospechaban más y más de la propaganda
parte de la Asamblea General, fué presentada, origi comunista, la campaña contra Franco disminuía en su
nalmente, al Consejo de Seguridad por el Dr. Oscar eficacia y los republicanos españoles desterrados, que ya
Lange, delegado de la Polonia sojuzgada por los comu
disputaban
agriamente entre sí, disponían, para pu
nistas, que, enérgicamente, preconizaba la intervención
blicar sus diatribas contra F’ranco, solamente de los
armada en España, por constituir el régimen de Franco periódicos más radicales. Los editoriales de las princi
una amenaza para la paz mundial, cargo éste que había pales publicaciones americanas comenzaron a pregura
intentado demostrar, considerando como evidentes mi tarse si las Naciones Unidas no habrían cometido un
llares de informes intrascendentes, la mayoría fundados grave error diplomático y estratégico, al condenar al
en rumores fantásticamente exagerados, cuya falsedad aislamiento al régimen español, abiertamente antico
hubiera podido probar fácilmente cualquiera que se lo munista.
hubiera propuesto. Por ejemplo, la “evidencia” res necto
La importancia estratégica de la Península ibérica
»a la fabricación y acopio de bombas atómicas en Es hacía tiempo que era clara para los Jefes militares, ante
.paña fué presentada con tal lujo de detalles que fué la eventualidad de un tercer conflicto mundial, y en el
aceptada de plano, cuando tan fácil hubiera sido probar Congreso, cierto sector se mostraba cada vez más intere
que iio existía tal evidencia y que los hechos a que pre sado por el caso de España. En marzo de 1948, la Cámara
tendía referirse eran no sólo falsos, sino ridículos. El de Representantes votó, por tres a uno» la inclusión de
periódico L’Humaxiié llegó a asegurar, en enero de 1946,
España en el Plan Marshall; pero el Departamento de Es
que España tenía a su servicio roo.ooo militares y honi
tado se encontraba aún frío, y la propuesta no prosperó.
bres de ciencia, nazis, en su mayoría “criminales de guerra Sin embargo, el nuevo estado de cosas era evidente, y tras
huidos”.
la carta abierta. que, en enero de 1950, dirigió el Secreta
El objeto principal de toda esta propaganda era pro rio de Estado Acheson al Senador Connally (en la quere
ducir otra guerra civil en España, para derribar a Franco conocía que la resolución de las Naciones Unidas, de
y entregar el poder a un dictador comunista. Pero tam
1946,
no había servido más que para fortalecer el ré
bién sirvió tal campaña como un eficaz medio de des gimen español), en noviembre de dicho año la Asamblea
viar la atención de las subversivas actividades comunis
de las Naciones Unidas se volvió de su acuerdo de 1946, y
tas, como ocurrió, por ejemplo, cuando, descubierto el el i de marzo de 1951, el Honorable Staton Griffis pre
espionaje soviético en el Canadá, los propagandistas
sentó sus credenciales a Francc como primer embajador
rojos redoblaron sus esfuerzos contra España.
norteamericano
en España, después de más de cinco
I.,a reacción española ante el “boycot” económico y años sin relaciones diplomáticas normales.
-
.
Convenios económicos y defensivos
TJnidos.
con los Estados
ayuda económica a España había sido elevada a loo mi
llones de dólares y más tarde a 125. Gran parte de esta
cantidad debía gastarse en material militar, pero otra
Los Jefes militares del Pentágono estaban más con importante porción de ella se destinaba a la ayuda eco
vencidos que nunca de la necesidad de firmar un pacto nómica, especialmente a ferrocarriles, carreteras e indus
defensivo con España, pero muchos funcionarios del De trias que aumentaran el potencial material y logístico.
partamento de Estado temían que España habría de De modo que el Pacto Defensivo, que versaba sobre la
exigir demasiado.
construcción y utihzación de bases aéreas e instala
A pesar de haber permanecido neutral durante el ciones navales, había de tener dos corolarios: la ayuda
pasado conflicto mundial, la economía española había militar a las fuerzas armadas españolas y la ayuda finan
sufrido tanto durante su guerra civil, que, a mediados de ciera a la economía española.
1940,
España era una de las naciones más pobres de
Las negociaciones no fueron fáciles. Había que su
Europa. Y mientras llovía el dinero de nuestro Plan perar innumerables dificultades y salvar delicadas cues
Marshall sobre otras devastadas naciones de Europa, tiones a la mutua satisfacción, y había, sobre todo, que
entre ellas Alemania e Italia, no sólo dejamos aban
llevar a cabo una intensa labor de información pública
donada a España, sino que, al tomar parte en su aisla en ambos países. Al pueblo español le preocupaba la po
miento económico, entorpecimos su rehabilitación. Y sibilidad de que pudiera ser vendida siquiera fuese una
por si todo ello fuera poco, hubo de sufrir varios años mínima parte de su soberanía y, repetidamente, se re
de pertinaz sequía. Es indudable que la reunión de tan cordó a nuestros negociadores que ios españoles no ad
adversos factores hubiera doblegado el espíritu de cual mitirían nuevos “Gibraltares” en territorio español. Otro
quier país menos orgulloso que el español. Y, sin em motivo de preocupación para los españoles era que
bargo, no sólo ha sobrevivido, sino que ha dado grandes nosotros pudiéramos destacar en España numerosas
pasos hacia la mcta de su total recuperación, y, en mu
tropas, lo que podría producir fricciones e inflación eco
chos aspectos, la economía nacional es más fuerte que lo nómica, puesto que los sueldos americanos son muy eleva
fuera en el pasado.
dos en comparación con los españoles.
Todo ello había sido realizado a despecho del aisla
Sin embargo, a fuerza de perseverancia, sinceridad
miento económico, y, con razón, esta nación se mostraba y recíproca y objetiva comprensión, las dificultades
orgullosa. Nadie que conociera someramente la historia fueron vencidas y el día 26 de septiembre de 1953 fue
de nuestras relaciones con España podría pensar que ron firmados los convenios. Esta fecha, pues, señala el
nosotros pudiéramos comprar la colaboración militar es comienzo de una nueva era en las relaciones entre Es
pañola, ofreciéndole una ayuda económica tan tardía paña y los Estados Unidos y abre las puertas a la coope
cuando su partida la tenía casi ganada.
ración entre España y las demás naciones del mundo
Pero nuestros Jefes militares opinaban que los fríos libre.
hechos de las necesidades militares serían suficiente
mente convincentes para Franco y para la nación es
pañola, y tales hechos eran bien simples: España dispone IIESEÁS BREVES
de asentamientos ideales para bases aéreas, desde donde
se pueden lanzar ataques al mismo corazón de la Unión
Alonso Linaje. Coronel de Caballería: Bodas de
Soviética, en cuestión de horas, al primer indicio de Saivio
Plata.—Valiadolid,
1955; 22 páginas, con ilustra
agresión comunista activa en Europa. Los Estados
ciones; ró centímetros; rústica.
Unidos tenían los bombarderos, pero necesitaban las
bases. España, cuyo riesgo en una tercera guerra mun
El Coronel Director de la Academia de Caballería
dial sería tan grande como el de los Estados Unidos,
ocupa estratégicamente la más perfecta posición defen
evoca en este breve folleto la vida del Cadete (su incor
siva de Europa, pero carecía del moderno material ne poración a aquel Centro, sus horas de tedio de trabajo
o de buen humor, su despedida); la del Oficial rodando
cesario para defender tal posición. Si España permitía
que los Estados Unidos construyeran y utilizaran, en su por las guarniciones; las vicisitudes diversas de las pro
territorio, las bases aéreas, que en tan alto grado aumen
mociones distintas (bajas, ascensos, destinos), y la
tarían nuestras posibilidades ofensivas, nosotros, en justa vuelta—al cabo de los años—al viejo solar de Valla
dolid por unas horas, para recordar, con prisas excesivas,
reciprocidad, proveeríamos a España del material nece
la vida pasada. Entonces se notan muchas faltas y los
sario para garantizar su capacidad de defensa.
Iniciada la guerra de Corea, la cooperación con Es rostros están muy cambiados. Una misa en la que se re
nueva, ante el Estandarte, el juramento de amor a Es
paña ganó muchos más adeptos, y en septiembre de 1950,
el Congreso votó 62,5 millones de dólares para ayuda a paña y una comida de hermandad y despedida.
España, cifra insignificante, comparada con los r.ooo
millones concedidos a otros países, pero, al menos, era
“Y pasarán los años y volverán a reunirse los que
algo, cómo punto de partida.
quedan de la promoción. Al salir de la Academia eran
setenta; en las bodas de plata, apenas treinta y cinco.
Apenas habían pasado cinco meses desde el restable
¿Cuántos serán en las de oro? ¿Quince? ¿Diez? El nú
cimiento de las relaciones diplomáticas con España,
cuando el Almirante Sherman, personalmente, consiguió mero no importa. Lo interesante es que los que lleguen
que Franco aprobara, en principio, un pacto militar bi a ese día, muchos o pocos, arrogantes. o maltrechos, ol
lateral, entre los dos países. El Pentágono, inmediata
vidados o triunfadores, al enfrentars&de nuevo con su
mente, envió una Misión, al mando del General de Di conciencia y preguntarse: ¿Soy digno de mis compañeros?,
visión Spry, que durante tres meses recogió los datos puedan contestar afirmativamente: Sí; espero sin temor
necesarios para decidir sobre la ubicación más conve
el fallo de los que fieles a nuestro juramento murieron
niente de las bases aéreas y navales y, al mismo tiempo, porla Patria. Porque, con mejor o peor fortuna, ha sido
pata estudiar las necesidades de material de las fuerzas siempre norma de mi vida el cumplimiento del Deber.”
armadas españolas.
En la primavera de 1952, tras varios meses de cuidaEl folleto ha sido editado al cumplir los treinta y cinco
doso estudio de los datos obtenidos por la Misión Spry, años de su salida de la Academia la XXIII Promoción.
el Pentágono envió a España un equipo de negociadores, Lleva aquél unas ilustraciones del mejor gusto, con la
bajo la dirección del General de División Kissner. La solera de los dibujos militares de hace medio siglo.
82
Antonio Wallenstein: Guía práctica de la perfección
eristiana.—Editoriai
Herder; Barcelona, i95
3r8 pá
ginas; iq centímetros; rústica.
ESTADOS UNIDOS
M. Prentiss:
A. Civil defense ja moern War: A tex on the
protection of the civil population agains A. B. C.
Wa.rfare.—-McGraw-HillBook. Nueva York.
He aquí un libro denso de ideas, metódico de exposición, sencillo, sugestivo y claro. El tema es el eterno
tema: la única cosa necesaria, la santificación y salvación del alma.
El autor ha incorporado a las doctrinas tradicionales
los adelantos de la psicología moderna, ofreciendo un
manual muy completo de lo que debe ser una vida cris
tiana. La Guía se dirige a todos, y por ello a los Ofi
ciales y a la tropa, cuya educación se pone en manos de
aquéllos. Partiendo de la base de que no cabe, hoy más
que nunca, educar en su verdadero y profundo sentido,
a fragmentos, parcialmente, unas actividades sí y otras
no, la formación del soldado ha de ser técnica y espiritual a la vez, y no por simple exigencia moral, SillO
porque cuanto mejor sea aquél en el campo de la vida
espiritual, con -más diligencia se le hallará para cumplir
-los deberes de su situación militar, el último de los cuales
puede ser el ofrecimiento de la vida.
El libro está ordenado en forma de preguntas y res
puestas y ampliado con consideraciones y ejemplos que
le prestan suma amenidad.—Cnma-ndante Martín.e.z.Bande.
INDICE GENERAL
Fronthne intelligence.—Infantry
Journal.
Washington,
Combat problcms For Smail Uníts,—The Infantry Jour
nal.Washington.
REPUBLICA ARGENTINA
W. L. Borden: Ya no habrá tiempo: La revolución en la
estrategia.—Círculo de Aeronáutica. Buenos Aires.
H. Mendershausen: Economía de guerra.. —Escuela de
Guerra Naval. Buenos Aires.
E. N, Dzelepy: La. guerra
BuenosAires.
en Corea.—Prensa
Libre.
FR AN CI A
-
M. Jeanjean: Les étapes de l’Aviation.—Presses
“e.rsita:res de France. París.
Uni
-
(Las -obras citadas a continuación, nacjonales o. exfranjeras, lo son sólo a título de informaciór, no habiendo
sido leídas ni sometidas a juicio.)
ESPAÑA
Alberto Bouzat:
Barcelona.
Chandier:
.
La energía atómica.—Ediciones Salvat.
R.
y
del
hi
cavalier
blind.—Charles
Ministre de la Guerro: Notice provisoire sur les petitos
aulles hlindées: Le c-omhat.-—Charles-Lavauzelle. París.
.
ITALIA
-
Paul Karison: El hombre vuela: llis’toria
vuelo.—Labor. Barcelona..
Astoul: lnstrtiction
Lavauzelie. París.
Ivo Luzzatti:General
Difensa dell’Europa.—--Capelli Edi
tore. Roma.
-
-
Augusto Conte Lacave: En los días de Traialgar.—Edi
ciones Escelicer. Cádiz.
General Pa.olo Supino:
ión Gladio. Roma.
-
Problemi
dell’Esercito.—--.Colec
Cocchia: Sommeri}dli
Aldo
MI’attacco.--—Rizzoli. Milano.
IMPRENTAS DEL COLEGIO DE HUÉRFANOS
-
El Patronatode Huérfanosde Oficialesdel Ejército tIene tres imprentas:en MADRIO
TOLEDO y VALLADOLID,que,ademásdolosimpresos
oficiales,doadquisición
obligatoria
-
en dichosestablecimientos,
tambiénrealizantrabajosparticulares
de esmeradaconfección,
garantizandola CAPmDAD,CALIDAD y ECOr4OMIA.
Losingresos
queporestosconcep
tos obtienenpasanH1TEGRAIYIENTE
a engrosarlos fondosdel Patronatoy se destinan
a
MEJORAR la situaciónde los HUÉRFANOS.Se encarece
a los señores
Jefesy Oficiales
efectúenpedidos a esas improntas a fin de incrementar
losrecursos
delosHUÉRFANOS.
BLASS,
5.
A. TIP,—NÚÑEZ
DE BALBOA
27.—MADRID
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