Ojército REVISTAILUSTRADADE LAS ARMASY SERVICIOS Madrid, febrero 1956 * Año XVII * Núm. 193 SUMARIO Sobre el Reglamento provisional para las operaciones terrestres. El sistema de mandos “al mismo nivel”. (Pág. 3.)— Comandante De Isasi Ivison. Un tema actual. (Pág. 9.)—Capitán Sánchez de Bilbao El mando de la Artillería y la instrucción de las tropas del Amia. (Pág. 13.)—General López Varela Elizagaray. Un curso de transportes motorizados de Infantería. (Pág. 17.)— Comandante Renshaw Beautell. La División de Infantería en la guerra atómica. (Pág. 2-3.)—Comandante Cano Hevia. Las radios deben funcionar. (Pág. 29.)—Teniente López de Sepúlveda y Tomás. Posibilidades de empleo del fusil de asalto español. Consideraciones ba1ísticas (Pág. 37.)—Dr. Inge niero Gunter Voss. La instrucción teórica. (Pág. 45.) —Comandante Munilla Gómez. Información e Ideas y Refléxiónes El frente y la retaguardia en una guerra aíómica. (Pág. 49.)—Tte. Coronel Miksche. (Traducción y extracto.) La expedición de Ramón Franco en el “Plus Ultra”. (Pág. 5l.)—Capitán Muñoz Pérez. El aprendizaje de Artes Gráficas en el Ejército. (Pág. 55.)—Coronel Bonaplata Caballero. Defensa en contrapendiente. (Pág. 56.)—(Traducción.) La táctica moderna y el arma atómica. (Pág. 58.)—Comandante Morier. (Traducción.) Notas breves. (Pág. ó1.)—Cazador de carros Skoda G-13.=Vehículo norteamericano de aplicación militar.= El obús francés Lamaniobra 1 ‘1 !.1WMS “jeep’ y las posibilidades de la Artillería élásica en guerra atómica. (Pág. 69.)—Gral. Gillis. (Traducción.) Los microbios y la Intendencia. (Pág. 75.)—(Traducción.) Guía bibliográfica. (Pág. 78.) - i de 155 mm.=Nueva plataforma voladora norteamericana.=El avión atórnico.=El francés.=TJna división mecánica rápida. La neutralidad armada de Suecia. (Pág. 65.)—Willian Hessler. (Traducción.) í.ii ó!i4.1IIikI. ir ii.rr.rwi Ç4 T711 ii.i hi. •;-ir. lÍiiI.I rtIci”y.1 U ‘] : If1 fl*4W i .1.iii . i. ¡ - .1.u rr.1T! tT.i d4l MINISTERIODELEJERCITO ejército. REVISTA ILUSTRADADE LAS ARMAS Y SERVICIOS DIRECTOR ALFONSO FERNÁNDEZ, Coronel de E. M. JEFE DE REDACCIÓN: General de Brigada Excmo. Sr. II. José Díaz de Villegas,Director General de Marruecos y Colonias. REDACTORES: General de Brigada Exémo. Sr. D. Mariano Alonso Alonso, de la Escuela Superior del Ejército. General de Brigada Excmo. Sr. D. Gregorio López Muffiz, de la Escuela Superior del Ejército. Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. José Fernández Ferrer, de la Escuela Superior del Ejército. Coronel de Infantería D. Vicente Morales Morales, del Estado Mayor Central. Coronel de Artillería, del Servicio de E. M., D. Carlos Toboada Sagro, del Regto. Artill.a 11.0 19. Coronel de E. M. D. Angel González de Mendoza y Dorvier, del Estado Mayor Central. Coronel de E. M. D. Manuel Chamorro Martínez, del Estado Mayor Central. Çoronel de Infantería, del Servicio de E. M., D. Alfonso Romero de Arcos, del Estado Ma yor Central. Coronel Interventor D. José Bercial Esteban, de la Revista EJúRCITO. T. Coronel Ingeniero de Armamento D. Pedro Salvador ElizonÉlo, de la Direc. Gral. de Industria. T. Coronel de Ingenieros, del Servicio de E. M., D. José Casas y Ruiz del Árbol, del Estado Mayor Central. Comandante de Intendencia D. José Rey de Pablo Blanco, de la Escuela de Estado Mayor. PUBLICACION MENSUAL Redacción y Administración: Teléfono 22-52-54 PRECIOS MADRID, Alcalá, Correspondencia, Apartado de Correos 317 DE 4o ADQUISICION Para militares, en suscripción colectiva por intermedio del Cuerpo... Para militares, en suscripción particular (por semestres adelantados) Para Cuerpos y militares, número atrasado10,00 Para el público en general, suscripción anual120,00 Extranjero, suscripción anual250,00 Número suelto12,00 Correspondencia 18, Correspondencia para colaboración, para suscripciones, al Administrador, D. de Infantería. 7,00 Ptas. ejemplar. 50,00 » » al Director. Francisco de Mata Díez, Comandante Sobre el Reglamentoproviional para las operaciónes terresti’eg EL S1$TEMADEMANDOS“ALMISMOMVEL” Comandante de Artillería, del Servicio de E. M., JAVIER DE ISASI IVISON, del E. M. C. E ciones L “Reglamento Provisional para las Opera Aeroterrestres”, recientemente apa recido, establece para las fuerzas de Tierra y Aire un sistema de relación entre sus Jefes, que se ha dado en llamar de “mandos al mismo ni vel”, con lo que se quiere expresar que en los diversos escalones—o niveles—en que cooperan ambas fuerzas, sus Mandos actúan con indepen dencias jerárquicas uno de otro, pero en una es trecha relación entre ellos para facilitar cada uno el cumplimiento de la misión asignada al otro. Esto es aplicable igualmente cuando las fuer zas aéreas actúen en beneficio de las terrestres o cuando lo hacen en provecho de aquéllas. El Reglamento citado trata exclusivamente del piimer caso, o sea del “apoyo aéreo”, que las fuerzas del Aire prestan a las de Tierra. Pero el principio subsiste, principio que podríamos enunciar diciendo “que las fuerzas terrestres y aéreas adquieran igual o parecida importan cia para la consecución de los fines de guerra”. El mantenerse en este término de igualdad nos parece bastante sensato, porque si bien hasta la última guerra el peso principal de la lucha recayó sobre las fuerzas de Tierra, durante ella la influencia de la Aviación fué tan extraordi naria que es difícil sopesar quién llevó la parte más decisiva. Y si esto es así por lo que res pecta a la situación actual, el progreso cons tante de la Aviación, incluyendo campos insos pechados hasta hace poco, confirma la lógica de la postura. Si las fuerzas de Tierra pueden actuar solas, sin el concurso de la Aviación, también ésta—Aviación estratégica—desempe ña por sí sola un papel importantísimo en el des arrollo de la guerra, como es la anulación de la capacidad de producción en el interior del país enemigo y de movimiento en las zonas próximas a los frentes. Del otro lado, las fuerzas de tierra también progresan, y hasta es snsato decir que en un futuro previsible seguirán siendo esencia les para la consecución de los fines de guerra. Por todo ello, repetimos nos parece doctrina sana el mantenerse en este término de igual dad, sin subordinación previa de unas fuerzas a otras. Razones del sistema actual de Mandos al mismo nivel. Establecido este concepto general, señalaremos a continuación las razones fundamentales que, a nuestro jnicio, justifican el sistema flexible de mandos al mismo nivel, adoptado para el apoyo aéreo en el Reglamento citado. Son dos las más importantes. Expondremos primero, una razon que pu diéramos llamar terresíre, por influir directa mente en beneficio de las fuerzas de Tierra. Es ella que las posibilidades de las fuerzas aéreas, que normalmente operan al mismo nivel de las Grandes Unidades de Tierra, son superiores a 3 las de meramente de apoyo a estas Grandes Unidades, lo que hace antieconómico ponerlas bajo su dependencia. Concretamente, una Fuer za Aérea Táctica o una Agrupación Aérea Tac tica, tiene mayores posibilidades que las de apoyar a un Grupo deEjército o a un Ejército, respectivamente. Si aquellas Unidades aéreas se pusieran bajo el mando de las de Tierra, éstas dispondrían continuamente de su apoyo, que poduan emplear a su gusto, pero, en cam biD, se verían privadas de un apoyo más potente de fuerzas aéreas vecinas. empeñadas con otras Unidades de Tierra; apoyo más potente que ne cesitarán con gran frecuencia, ya que la adap tación de unas fuerzas a otras se hace sobre la base de necesidades mínimas. Si las fuerzas aéreas pueden operar más allá del frente asignado a un Mando de tierra evi denternente no deben estar bajo la dependencia de ese Mando; y si por el contrario, sus posibi liddes no alcanzan a ese frente carece de oh jetó el que ese Mando las tenga a sus órdenes. El paralelismo con Infantería-Artillería, en el marco divisionario, o con Divisiones de Infan tería-Artillería de C. E. en el marco de este último, es claro. En la Diisión, las Agrupa ciones de apoyo directo ro se ponen bajo la de pendercia de los Regimientos de Infantería en primer escalón, sino a su nivel, ‘y las Agrupa paciones de acción de conjunto, con zona de acción eficaz normalmente sólo en la zona de acción de la División, si están a las órdenes del jefe de ésta. En C. E. las Agrupaciones de con trabatería sólo se adaptan ‘a las Divisiones, y el resto de la Artillería queda bajo la dependen cia directa del Mando de aquella Gran Unidad. Las razones, de sobra conocidas, son las expues tas antes al referirnos a las Fuerzas aéreas. Otra razón se sobrepone a esta señalada; la razo’i aérea que pudiéramos llamar. La Avia ción tiene un primer enemigo• que batir, antes de quedar en libertad de acción para apoyar a las fuerzas de tierra: la aviación enemiga. La lucha por el dominio local del aire puede exigir el empleo de todos los medios con posibilida des operativas sobre la zona de que se trate. Esta necesidad obliga a que dichos medios aéreos estén en una sola mano y no fraccionados y empeñados con Unidades inferiores. El dominio 4 o superioridad local del aire, sobre permitir libertad de acción a las fuerzas aéreas para apoyar a las terrestres, proporciona a éstas indirectamente también la libertad de acción necesaria para llevar a cabo la maniobra. La ne cesidad de conseguir este dominio o superioridad está, pues, bien clara, y con ella patente la conveniencia de no asignar fuerzas aéreas a Unidades inferiores a aquella en cuyo marco tienen acción. También aquí existe el paralelismo con In fantería-Artillería. También la Artillería ne cesita superioridad de fuego sobre la Artillería contraria para poder actuar con libertad en fa vor de la Infantería; es la contrabatería. Tal superioridad puede. requerir la acción conjunta de toda la Artillería destinada a la contrabatería, y por ello estas Agrupaciones no se asignan sino que se adaptan a las Divisiones de Infan tería. En general, en cualquier escalón, el con seguir la superioridad de fuego, sobre el ene migo, base de la libertad de maniobra, puedr requerir el empleo de todos los medios artilleros de ese escalón y obliga a no romper su unidad de mando. Esta razón aérea lleva en sí el germen del recelo con que los Mandos de Tierra suelen ver esta independencia operativa de las fuerzas aéreas de apoyo a las terrestres. El aviador ten derá forzosamente a dar prioridad a la conse cución de la superioridad aérea local sobre las formas clásicas del apoyo a las fuerzas de Tierra, y éstas se verán con frecuencia sin ese aoyo visible de las fuerzas aéreas propias. Y hasta en ocasiones la discrepancia surgirá sobre la ma nera más eficaz de conseguir y mantener la su perioridad aérea local, consecuencia del deseo natural de las fuerzas de Tierra de sentir el apoyo de las del Aire. Demos a cada uno. Tierra y Aire, lo que es de cada uno y que cada cual entienda y decida en lo que le es propio. Reconozcamos que la superioridad aérea, aun que no se denomine apoyo aéreo, es la ayuda más eficaz que nos puede prestar la Aviación: y reconozcamos también que la manera de al canzarla es asunto técnico y táctico entera mente suyo. Pero está claro que tiene que ha ber un mando que dosifique los refuerzos de la Aviación hacia uno u otro objetivo. Ese mando. deberá estar sobre las fuerzas de Tierra y Aire que intervienen, y su necesidad es otro factor importante en la determinación del nivel o esca lón en que ambas fuerzas deben estar bajo un Mande único. La idea general que informa todo el sistema de Mandos citado, es lo que el Reglamento llama centralización del mando y descentraliza ción del conlrol. Es decir, llenar la posibilidad de emplear todas las fuerzas aéreas disponibles en un momento y sobre un lugar determinado, ya sea en misiones puramente aéreas o en apoyo de las fuerzas de tierra, y. contar, por otra parte, con un sistema de enlace que permita que parte de esas fuerzas aéreas puedan actuar et todo momento en beneficio de la fracción más pequeña de las fuerzas de Tierra. Con ello se resuelven y armonizan satisfactoriamente ambas necesidades de la actuación de la Avia ción, que son contrapuestas por lo que a la asignación o dependencia de medios aéreos se refiere. ralidad en los objetivos, que supone un mayor plazo de tiempo hasta su ejecución, lo que per mitirá al Mando superior—Teatro de Opera ciones—el hipotecar con tiempo suficiente parte de las fuerzas aéreas de los equipos Grupos d Ejércitos-Fuerza Aérea Táctica para ser em pleadas en misiones de conjunto en benefició del Teatro. El escalón Grupo de Ejércitos-Fuer-I za Aérea Táctica es, además, el idóneo para dosi ficar en cada caso qué esfuerzo aéreo se dediará. a la conquista de la superioridad aérea y cuál para el apoyo visible a las fuerzas de Tierra. Los Reglamentos extranjeros, y el nuestro citado, establecen ese Mando único en el Teatro’ de Operaciones, pero entendemos que el con cepto de Teatro de Operaciones es tan amplio —parte del Teatro de la Guerra donde Fuer zas de Tierra, Mar y Aire, bajo un Mando úni co, realizan acciones aisladas o conjuntas con un mismo fin estratégico—y el escalón tan ele vado, qué no se ve bien cómo las fuerzas aéreas a él pertenecientes puedan actuar eficazmente en todo momento, sobre cualquier punto del Teatro. Tampoco se entiende cómo ese Mando Escalón idóneo para el Mando único. único tan elevado puede dosificar en los equipos Téngase aquí presente, que el problema se Grupo de Ejércitos-Fuerza Aérea Táctica el plantea y trata de resolver en el momento esfuerzo aéreo para la superioridad aérea y el actual, y que las dos razones alegadas tienen apoyo a las fuerzas de Tierra que vimos era ne como causa la economía de medios. Cuando la cesario.. Recuérdese a este respecto la extensión situación varíe, la. solución podrá y deberá ser de los teatros de operaciones de la última gue también distinta, como apuntaremos luego. Las características de los aviones y las disponibili dades de ellos en el momento presente tendrán una gran influencia en la solución que se adopte. Atendiendo a las características actuales de los aviones y a la extensión de los frentes que la guerra total imp’bne—acentuada esta extensión con la aparición del arma. atómica en. el campo táctico—, nos parece el escalón Grupo de Ejér citos-Fuerza Aérea Táctica el ideal para el es tablecimiento de un Mando único. Por debajo de este esc.lón, el Mando único sobre ambas. fuerzas terrestres y aéreas, fracciona excesiva mente la actuación de. las fuerzas aéreas con perjuicio para la economía de medios; por en cima de él, la acción de las fuerzas aéreas sobre sectores tar distantes de sus bases disminuye su rendimiento. Por encima de él, también, sus acciones adquieren uncarácter de mayor. gene- 1 rra: Teatro de Operaciones Europeo, del Medi terráneo, del Pacífico, etc. Por lo que respecta a España, en una posible guerra futura entre los bandos occidental y oriental, hay que suponer que sería parte, o un frente si se quiere, del Teatro de Operaciones Europeo, y parece lógico que las fuerzas aéreas que operaran en ese frente lo hicieran bajo un Mando único, común al de las fuerzas de Tierra. Y pensando en España aisladamente, en una improbable guerra individual contra enemigos exteriores, el territorio de la Península y Ma rruecos tampoco podría ser considerado más que como un solo Teatro de Operaciones; todas las fuerzas en él establecidas tendrían el fin es tratégico común bien definido de defender la integridad nacional primero, para desde ella realizar una posible acción exterior después. Creemos decididamente pasados a la historia la concepción clásica de diferentes teatros de operaciones en la Península; del Pirineo, de la frontera portuguesa, oriental, etc. Y en ese Teatro de Operaciones único de la Península y Marruecos, tampoco vemos cómo las fuerzas aéreas de los distintos frentes podrían operar con eficiencia sobre los demás, ni cómo el Mando Supremo—del Teatro—sería capaz de dosificar en cada uno de dichos frentes el esfuerzo aéreo entre la misión puramente aérea y aquella otra de apoyo visible a las fuerzas de Tierra. Es decir, entendemos la necesidad de Mandos únicos, subordinados al Teatro de Operaciones, sobre ambas fuerzas, para cada uno de los frentes más importantes de lucha. El Reglamento es pañol, aun establecido el Mando único en el Teatro, admite en su artículo 23 esta forma de actuar, al preconizar el establecimiento de fuerzas co’iijuntas con Mando único para los ca sos de fuerzas terrestres y aéreas “que operen fantería-Artillería. Hasta hace relativamente poco era criterio admitido que donde hubiera una pieza de Artillería, debía haber un arti llero para su manejo y empleo. Nuestra infan tería careció de cañones, y era el “acompaña miento inmediato” de la Artillería el que le re solvía los problemas inmediatos en tiempo y lugar que no podía resolverlo la Artillería de apoyo. Pero el cañón se generalizó, se hicieron piezas más ligeras y de manejo más sencillo, y ésta que podríamos llamar Artillería elemen tal pasó a la Infantería, servida por infantes y en dependencia directa de sus Jefes, de forma que los Regimientos de Infantería de todos los países tienen hoy sus Unidades orgánicas de ca ñones. La aviación, aunque muy adelantada y progresando rápidamente cada día, tiene ape nas cuarenta años de existencia, es decir está naciendo. El día que se generalice, se constru yan aparatos más sencillos y de más f.ciI ma nejo, se reduzca su coste y se aumente con ello las disposibilidades de aviones; será forzoso y natural que las fuerzas de Tierra tengan su propia aviación, no ya para los fines de enlace, observación, transporte, etc., existente en la ma yoría de los países, sino también para sus ne cesidades de apoyo aéreo, al menos de apoyo aéreo directo, que hoy tiene a su cargo el Ejér cito del Aire. Refuerza esta opinión el hecho de que el pro greso en las características de los aviones—velo cidad y radio de acción principalmente—aumen tará la flexibilidad de su empleo, o “aptitud para actuar indistintamente contra cualquier obj e tivo comprendido en su radio de acción, ya esté situado en tierra, en el mar o en el airó, tanto si se encuentra en el frente o retaguardia de los Ejércitos como en el interior del país ene migo” (i); o sea que será factible tener fuerzas conjuntamente en frentes aislados, en opera aéreas centralizadas con capacidad para actuar ciones aeroterrestres independientes o con efec dondequiera que sea necesario e innecesaria la tivos reducidos”. centralización de todos los medios aéreos que hoy se precisa. En armonía con esta consecuen cia, los aviones por sus características poco Posible futuro sistema de dependencia. aptos para el apoyo a las fuerzas de Tierra, se Y volviendo al fondo del problema, la depen rán sustituídos por otros de características in dencia o independencia de actuación de las feriores y manejo más sencillo, que se afecta fuerzas aéreas respecto a las de Tierra, nueva (i) “Reglamento Provisional para las Operaciones mente se nos ocurre el paralelo con el caso In Aeroterrestres”; Introducción. 6 rán por el Ejército del Aire a las fuerzas de Tie rra y probablemente pasarán después, en un grado más avanzado de desarrollo de la Avia ción, a formar parte de esé Ejército de Tierra. Relaciones entre los Mandos de Tierra y Aire. Veamos ahora brevemente las relaciones entre los Mandos de Tierra y Aire a que conduce el sistema vigente. Es este punto uno de los más discutidos del Reglamento en cuestión y cuya interpretación deficiente se tomó como palanca para combatir el sistema de Mandos o depen dencias aludido. Decimos interpretación, porque nos parece que la heterodoxia de que con fre cuencia se inculpa al sistema es más de forma que de fondo. Posiblemente no ha habido acierto en la expresión al determinar estas relaciones.. Nos referimos, al tratar del planeamiento con junto de las operaciones, a la adojción, por ambos Mandos de Tierra y Aire, de la solución con que se consiga mayor rendiniienio en la acción con junta, y esto por lo que se refiere tanto al escalón Grupo de Ejércitos-Fuerza Aérea Táctica, como al Ejército-Agrupación Aérea Táctica (i). Pretende deducirse del texto indicado que ambos Jefes de Tierra y Aire decidan con junta mente esa solución de mayor rendimiento. Es decir, que haya una sola decisión con la que se comprometan ambos Jefes. Con esta interpre tación, la decisión, ‘atribución fundamental del Mando, acción personal suya y de la que se deriva su plena responsabilidad, que no puede compartir con nadie, resulta tomada conjunta mente con otro Mando, compartido con él como la responsabilidad que le es anexa. Evidente mente, esa interpretación choca y repugna al concepto clásico español del Mando. La interpretación sana es que cada uno de dichos Mandos, tras oír al otro, decide indepen dientemente con plena responsabilidad, en lo que atañe a sus fuerzas; decisión de cada uno encaminada a obtener el mayor rendimiento de la acción de ambos o conjunta: De esta ma nera la opinión o decisión del Jefe de la otra fuerza, Aire o Tierra, sólo merma la libertad de (x) “Reglamento Provisional Aeroterrestres”; Arts. 58 y 6i. para las Operaciones acción natural de todo Jefe en manera precida a como lo hace una mayor o menor asignación de medios o cualquier otra restricción impuesta por el Mando inmediatamente superior. El Mando del Teatro de Operaciones da una directiva para ambos componentes del equipo, Grupo de Ejércitos y Fuerza Aérea Táctica. Mando único, directiva única, con misiones para cada una de las fuerzas subordinadas a ese Mando, terrestres y aéreas. A partir de este es calón hacia abajo, las decisiones y las directivas u órdenes se producen independientemente en ambas fuerzas, descendiendo por el orden je rárquico de cada una. En cada escalón de mando el Jefe, antes de decidir y ordenar a sus inferio res, escucha y toma en consideración, primero la opinión, y luego, la decisión tomada con plena libertad por el Jefe de la otra fuerza que ac túa a su nivel. Aun cuando esas decisiones están influídas por conversaciones o cambio de pa receres anteriores entre ambos Jefes o sus Es tados Mayores, al final lo que existe es una de cisión por parte de cada uno, que influye en la del otro en la forma que hemos visto. *** 1; ‘ 7 Con esto creemos haber expuesto lo funda mental a este respecto, que resuminos así: Lógica del sistema de Mandos al mismo ni vel, en las condiciones actuales. Posible cambio de sistema con el desarrollo de la Aviacióh, hacia la inclusión de fuerzas — — aéreas propias en la organización de las Grandes Unidades terrestres, pasando po siblemente por el grado intermedio de af cc tar el Ejército dél Aire unidades aéreas a dichas Grandes Unidades de Tierra. Ortodoxia de la solución actual desde ci punto de vista del concepto del Mando. -? -_-zT :‘ ) 8 ‘ Ui, terna actual Capitán de Infantería JUAN BAUTISTA SÁNCHEZ DE BILBAO, Alumno de la Escuela de Estado Mayor en prácticas. (Criterios 1 organizarse AS conversaciones referentes al modo como deben nuestras Unidades, al material de — que deben disponer, al número de aquéllas, etc., sal tan a nuestros oídos invariablemente en cuanto varios Oficiales, verdaderos aficionados a su pro fesión, se reúnen. Es útil, creo yo, que todos nos apliquemos a poner orden en los razonamientos que unos y otros esgrimen para defender sus opiniones. Estas van, y las ponemos como ejemplo de disparidad de opiniones, desde los que, recordando las dificulta (les que el Ejército supermecanizado americano su frió en Italia o las actuaciones brillantes de la Ca ballería a caballo rusa en las fangosas llanuras ucra Juanas, opinan que debe continuar sobre caballo gran parte de nuestra Caballería y que la Infantería no debe abandonar el sufrido mulo, hasta los que, deci (lidamente, creen que las únicas Unidadei que tienen razón de existir son las acorazadas y las aerotrans portadas. Naturalmente, la decisión en estas materias corres ponde a organismos superiores, que pesan despacio los motivos para adoptar una determinación. Pero partiendo de la base de que es útil discurrir sobre el el tema así planteado, diremos que lo mismo que he mos aprendido un método para la resolución de los problemas tácticos, en el que la variable “decisión” es función de otras cuatro—”misión”, “terreno”, “enemi go” y “medios”—. Podemos aplicar uno semejante al estudio de los “medios”—organización total del Ejér cito—en función de una serie de variables, únicas, del autor expuestos en Tribuna libre.) claras y bien definidas, en cada país y su momento político. Estas variables pueden ser: — Enemigo posible. — Aliados. — Decisión. — Terreno. — Posibilidades nacionales. Método que serviría para fundamentar nuestra opi nión en esta interesante materia. Enemigo posible. La definición del enemigo en la actual situación del mundo es fácil de lograr. La. clara, delimitación de los dos bandos; la casi seguridad de que no se pro ducirán contiendas contra nuestros vecinós; con unos por unirnos una fraterna amistad, y con otros porque no existen motivos suficientes para desencadenarlas, y el hecho de que no creemos haya necesidad de com batir en guerras de tipo colonial, pese a la tensión en el Africa del Norte, nos muestra claramente que el enemigo será el que lo es del grupo de naciones en donde nuestros ideales quedan mejor incluidos. ¿Cuáles son sus características? Helas aquí: empleo en masa de sus medios, grandes concentraciones ar tilleras, explotación al máximo de las rupturas con abundantes medios acorazados, aviación a la que se encomienda principalmente’ misiones de apoyo a tierra y posesión de armas atÓmicas. 9 De estas características se deduce: Que las organizaciones defensivas deben adquirir gran profundidad. Pese a lo cual la ruptura será factible y, por tanto, obligará a hacer inter venir reservas potentes, las cuales habrán de com batir en zonas muy a retaguardia de la posición de resistencia; reservas que necesitarán estar dotadas de movilidad y potencia de choque sufi cientes. — Que ha de acrecentarse nuestra dotación de me dios artilleros, para podernos enfrentar con éxito con la más potente Artillería del mundo. — Que toda Unidad del Ejército debe disponer de abundantes medios contracarros, eficaces ante los nuevos ingenios blindados. — Que es necesario contar con una potente aviación de combate, perfectamente instruida para la coope ración con las fuerzas terrestres. Y en cuanto a la posibilidad del empleo táctico de la Artillería atómica, nace un nuevo concepto en la organización, a causa de la dispersión a que dicha Arma obliga. Dispersión de cuya entidad y especie se han publicado recientemente trabajos en esta Re vista, a los cuales remito al lector. Ellos nos llevan a pensar en el nacimiento de una Unidad Batallón de Infantería, dotada de toda clase de medios de com bate y en condiciones de recibir elementos de apoyo de otras Armas en cantidad suficiente para consti tuir la agrupación de combate tipo para la defensiva. Agrupación que, para poder responder a las profun das penetraciones de un enemigo que piensa siempre en rápidas explotaciones llevadas al máximo, ha de ser móvil o, cuando menos, fácil de transportar, dispo niendo para ello de una organización apta para re cibir el refuerzo en medios de transporte, que de berán acoplarse perfectamente. — Aliados. De ellos destacaremos el principal—de todos co nocido—, y de éste sus características fundamentales, que a nuestro juicio son: — potencialidad industrial casi ilimitada; — dominio del mar; potente aviación, especialmente estratégica; — voluntad decidida de defensa de Europa. Que arrastran, como primera consecuencia, la posi bilidad de dotar rápidamente de medios de combate a nuestro Ejército, en caso de una movilización total. Mas para estar en condiciones de recibir ese posible aluvión de armas y material de toda especie es ne cesario disponer de unos cuadros de mando capaci tados y suficientes y de unos reservistas bien ms truídos. Por ello interesa contar más que con un gran número de Unidades mal dotadas, en donde resulta difícil una eficaz instrucción, con un Ejército pequeño, a la moderna, con armas y equipo siempre al día, por el que pasarían los reclutas y los futuros Oficiales, ‘o tanto de complemento como profesionales, en pe ríodos cortos, pero muy intensivos, de instrucción. Otra consecuencia que se deduce de las caracterís ticas de nuestro principal aliado es la seguridad de re cibir los necesarios suministros para. alimentar la ba talla y de considerar como no peligrosas las zonas cos teras, asuntos ambos de vital importancia para un país de industria retrasada y carente de carburantes líquidos, así corno de una tan dilatada costa como el nuestro. Un tercer corolario es el tener aseguradas las accio nes aéreas de carácter profundo, tan importantes en la guerra moderna. Fiualmçnte, de aquellas características se deduce el que nuestro país no recibirá el primer golpe de la acción agresiva del posible enemigo. Es decir, que dispondremos de tiempo suficiente para realizar la movilización, y hasta para desarrollar pequeños pe ríodos de instrucción y puesta al día. Asuntos que va brizan la idea del Ejército permanente de reducidas proporciones susceptibles de experimentar cualquier ampliación. Decisión. La decisión—resolución política—llevará implícita una clara misión. Dos soluciones son aquí factibles: combatir alineando nuestras fuerzas al lado de las del resto de las potencias occidentales, allá donde ellas presenten batalla al agresor, o esperar a que éste llegue a nuestra frontera, y defenderlas a toda costa. La primera puede tener dos variantes: intervención inme diata o tras un plazo más o menos largo. De las posibles decisiones se deducen como conse cuencias: el terreno de combate, que podrá ser lla nura europea o nuestros Pirineos; la movilización, absoluta o parcial, de los medios; la necesidad de man tener un gran Ejército permanente al pie de obra o, por el contrario, uno de reducidas proporciones pero apto para servir de base a una movilización total en período no corto de tiempo. Dado el número de grandes Unidades que otras na ciones firmantes del Pacto del Atlántico prestan a la defensa europea, y teniendo en cuenta su potencial bélico en comparación con el nacional, es de suponer que en el caso de decidirse el alinear con ellas nuestras fuerzas, éstas supondrán tan sólo una porción, rela tivamente reducida, de nuestras posibilidades absolu tas, cuando menos en el período inicial. Aunque pos-. tcriormente se tuviera que acudir a una movilización total de la nación. Si se presentase el enemigo en nuestra frontera, a ella tendríamos que acudir con el máximo de medios posibles, pero para que esto ocurriera habría de trans currir un plazo de tiempo, plazo que dependería del que se ganase en los campos de lucha europeos. Por tanto, podemos deducir como consecuencia de finitiva que, sea una u otra de las posibles decisiones la adoptada, en cualquier variante, se cubrirán sus / ‘I 1 necesidades manteniendo un eficaz y bien equipado Ejército, moderno y de reducidas-proporciones, y una organización capaz de llegar a la movilización total, en un plazo de tiempo que creemos será amplio, dada la potencia de nuestros posibles aliados. Terreno. - - - En el apartado anterior citamos los dos posibles escenarios en donde actuarían nuestras fuerzas: lla nura europea o Pirineos. Puede parecer excesiva mente simplista- esta limitación, pero ya vimos cómo llegábamos a ella al examinar la característica de po tencia naval de nuestros posibles aliados, y porque el lugar ideal para desarrollar con éxito una batalla defensiva, por nuestra parte, no puede ser otro que la barrera montañosa que nos separa de Francia. A primera vista, esta doble posibilidad de actua ción en terrenos tan diferentes, uno escaso en acciden tes montañosos -y rico en magníficas comunicaciones y otro escaso en estas últimas y hasta difícil de tran sitar por medios no especializados, parece suponer una complicación para crear una organización única apta para ambos. En efecto: si fuéramos a combatir fuera de nuestras fronteras, en zonas en donde, mientras no se demuestre lo contrario, seguirá reinando la guerra mecanizada, o mejor, acorazada, potente y rápida, tendríamos que olvidar el semoviente, sería necesario borrar de nuestra organización al caballo y al mulo y recordar lo que dijimos al hablar del enemigo y de su posesión de armas atómicas. La organización de nues tro Ejército, en ese caso, seguiría los pasos que la O.T.A.N. dé para organizar los Ejércitos en ella integrados, con los retoques suficientes para asimi-. lilarlos y adaptarlos a nuestro país y sus posibili dades de toda especie, principalmente en lo que a Ejér cito permanente se refiere. Si es la montaña el lugar elegido para desarrollar nuestro esfuerzo defensivo, cambiaría el panorama. El- mulo seguirá siendo - animal indispensable, y la organización actual de las Unidades de montaña, con refuerzo y perfecciona- miento de su armamento, podrá conservarse sin gran des variaciones, pues hasta el peligro atómico en aquel terreno resulta menor. Pero no ha de olvidarse tam poco en este caso, lo que décíamos al hablar del enemigó y de sus posibilidades de producir, pese a todo, una ruptura en la que combinando las acciones terrestres con otras procedentes del aire—grandes desembarcos de Unidades aerotransportadas, aunque en la pasada contienda no los utilizara—, obligarían a la intervención de nuestras reservas en zonas—valle del Ebro—aptas para el empleo de Unidades acora zadas y mecanizadas. No podemos, por tanto, pres -eindir de un núcleo de fuerzas esencialmente móviles, mecanizadas y acorazadas, si bien de entidad inferior a las de montaña. Si unimos las deducciones anteriores a las hechas cuando tratábamos de la “Decisión”, vemos que la solución única, a primera vista imposible, resulta fac tible, dado que el núcleo constituyente de la reserva estratégica en el caso de defensa en los Pirineos,- po dría, por su organización y amplitud, ser el mismo que, en caso de elegirse el terreno de lucha europeo, constituyese la aportación inicial al mismo. PosibiIiduIes nacionales. Las posibilidades n cuanto a elemento humano mo vilizable, no las podemos considerar con carácter li mitativo, ya que las cifras que arroja dan un número superior a lo que la economía nacional puede con hol gura mantener. Esta economía es la que verdadera mente marca un tope, tope que refuerza las conclu siones deducidas en puntos anteriores sobre ci vo lumen del Ejército a mantener, el cual, disponiendo de cuadros profesionales no numerosos, sería capaz de servir a una movilización total gracias a una abun dante oficialidad de complemento bien instruida, que pasase por las filas en cortos peilodos de instrucción, intensivos y prácticos, no perdidos entre servicios económicos o de plaza. Esto mismo podemos apli carlo a los reclutas, y ambas cuestiones resumirlas 11 en lo que podía ser nuestro lema para el futuro: “más campamentos y menos vida de guarnición”. También la falta de posibilidades económicas puede esgrimirse contra los cambios de organización. Mas, pese a lo que parece, la motorización del Ejército no es sino un ahorro, por lo menos a la larga, ya que ningún camión parado -“come” gasolina y un- caballo, en igual caso, sigue consumiendo su ración; es más, un Regimiento de Infantería Motorizado puede estar perfectanente instruido con un nada exorbitante gasto de gasolina. Y en cuanto al gasto que representa la - adquisición de nue o material y armamento, ha de tenerse en cuenta que es una inversión imprescindi ble si queremos cumplir la misión que todo Ejército ha de desempeñar. Lo que ha de hacerse es reducir su número lo más posible. El problema dela modernización no es tan sólo problema de economía, sino que lo es también de producción, punto importantísimo para medir real- mente las posibilidades nacionales. Lo reducido de la producción, por el momento, nos obliga a perma necer pendientes de la importación, que acentúa el problema económico y nos deja en manos de la vo luntad del exportador, voluntad que ha (le ser, no obstante, buena, por tratarse de un aliado. Si esta buena voluntad se ve reforzada por un innegable progreso industrial, podrá ser un hecho, por ejemplo, la motorización parcial de nuestro Ejército sin grave quebranto económico. De considerable importancia para un Ejército mo derno es el reclutamiento e instrucción (le un número cada día creciente de especialistas. En España no eniste en la vida civil una base adecuada para pro curárselos en la cantidad adecuada, y el recluta miento tampoco ha encontrado la fórmula que so lucione el problema. De todos modos, la creación de los Institutos Laborales—cuvo fruto pronto se re cogerá—y la notable proporción de estudiantes de segunda enseñanza que e-u España existe, pueden dar una buena base para organizar la recluta (le espe 12 cialistas, facilitando el acceso de los poseedores de esos títulos a las necesarias especialidades, tal como al uni versitario se le ha facilitado camino para llegar a ser Oficial de complemento. Conclusión final. No podemos llegar en un trabajo tan ligero como éste a conclusiones concretas. De-todos modos, y como más importantes consecuencias de conjunto, podemos anotar: — Nuestro Ejército permanente ha de ser de redu cidas proporciones, y por ello más acorde con nuestras posibilidades y necesidades. — La parte fundamental del mismo, así como su núcleo más importante., las forman Unidades de montaña. — Han de desaparecer las Unidades de línea actuales. con su notable proporción de animales de carga. Salvo las de montaña, toda Unidad será moto rizada. — Ha de aumentarse la potencia de fuego de las Unidades, reforzando especialmente sus medios ar • tilleros. De primordial interés resulta el dotar a todas las tropas de medios contracarros abundantes y efi caces. La motorización y modernización de nuestro Ejér cito ha de tener carácter progresivo, dadas nues tras circunstancias económico-industriales. Pese a ser las Unidades de montaña las que cons tituirán el núcleo principal del Ejército, la “mo dernización” ha de iniciarse por las de línea, que son las que pueden tener más pronta intervención en caso de conflicto. Ha de estudiarse un método de instrucción de es pecialistas aprovechando el personal poseedor de títulos laborales o de bachiller elemental. — Ha de acrecentarse la vida de éampamento y dis minuir la de guarnición. flmanddlAriilleriay1e i,i Irueción de/as tropas delarma General de Brigada JESUS LOPEZ VARELA EI.Y/.. GARAY, Jefe de la Artillería del C. E. del Guadarrama. El Comandante de Artillería de una Gran Unidad es el auxiliar inmediato del Jefe de ésta para la dirección del combate de dicha Arma; “ejerce el mando de 1aperteneciente a la Gran Unidad y de la encuadrada en las Unidades su bordinadas” y asegura la dirección y acción combinadas de los fuegos de Art i hería con arreglo a la misión e instrucciones dadas por el Mando. (Art. 16 de las “Instrucciones Provisionales para el empleo de las Grandes Unidades.”) Entre los medios de acción a disposición. de todo que el despliegue de la Artillería es único y armónico Mando de Gran Unidad figuran las Armas. Su posibi desde el escalón División al de Ejéécito, en virtud de la lidad y modo de empleo, en lugar, tiempo y espacio, es necesaria superposición de los fuegos en frente y pro función de la aptitud que cada una tenga para su acción fundidad. En su consecuencia el mando ha de ser único, por el fuego y por el movimiento. si bien habrá de ejercerse dentro del escalón de cada Una de estas Armas es la Artillería, cuyas principales Gran Unidad, en razón a las zonas normales de acción propiedades, muy conocidas de todos, son de tal sin y misiones privativas de cada uno. gularidad que su acertado empleo exige un conocimiento De todo lo expuesto se deducen estas tres conse claro y concreto de ellas, condición necesaria para de cuencias fundamentales: que la Artillería es el Arma del ducir sus posibilidades de actuación y, en consecuencia, Mando, que el mando de la Artillería debe estar centra el modo de obtener el máximo rendimiento. lizado y que debe ser único. La Artillería sólo actúa por el fuego; sus movimientos Surge inmediata la siguiente pregunta: ¿por quién tienen por objeto la ocupación de posiciones para el y cómo ha de ejercerse el ‘mando de la Artillería? fuego. Parece a primera, vista que, por esta causa, se El artículo i6 de las Instrucciones Provisionales pera el verían disminuidas o limitadas sus posibilidades de in empleo de las Grandes Unidades da la contestación; el tervención en el combate, pero no es así; la maniobra de mando debe ser ejercido por el Jefe de Artillería de las trayectorias de sus proyectiles y la amplitud de sus cada Gran Unidad. Este precepto claro y taxativo tiene zonas de acción en frente y profundidad, sustituye la su exacto cumplimiento en campaña, y siendo la paz falta de movimiento, con mayor economía de tiempo y un perío do de preparación para la guerra, lógico es que eficacia, dada la agilidad y potencia de aquel fuego. las normas y procedimientos a que debe ajustarse la instrucción de las tropas estén orientados en forma que La Artillería interviene en todas las fases del combate; su acción es permanente y puede ser continuada. Es la. sea posible el ejercicio de tal mando. única Arma que siempre se halla a disposición del A lo largo del tiempo, las ordenanzas y reglamentos Mando; aunque esté empeñada en determinada acción, militares tratan de lograr la mayor eficacia de las tropas, puede desligarse de ella, si ese Mando la necesita para y para conseguirlo han establecido escalones jerárquicos otra más perentoria o de mayor interés. Sus efectos son encargados de gobernar, instruir e inspeccionar, pro inmediatos. La libre disposición de las trayectorias de los curando que tales escalones sean, siquiera en lo técnico, proyectiles constituye, en cierto modo, un medio de ma de análoga formación, única posibilidad de que también niobra sin necesidad, por lo general, de previos desplaza en tal orden exista la jerarquia efectiva que da una ma mientos. El Jefe durante el desarrollo del combate va yor competencia en, el escalón superior. perdiendo sus medios de acción, aunque se empeñe Estos razonamientos que son de aplicación común a todas las Armas y Servicios, para la Artillería son de (como es preceptivo) en reconstituir en todo momento sus reservas; sólo la Artillería permanece en su mano vital necesidad. La exigencia esencial para su mejor em y es el último medio de hacer sentir su voluntad. Por pleo y rendimiento (mando único y centralizado) y el eso, con razón, se la designa como el Arma del Mando. predominio de lo técnico, que, qüeramos o no, es necesi Es norma que no puede desconocerse, y nunca debe dad fundamental para su instrucción, obligan a que ser olvidada, la de su empleo en masa,’ ya que así se ésta sea escalonadarnónte jerarquizada. obtiene el rendimiento óptimo del ‘Arma, siendo con-. No se puede improvisar una Artillería; lo mismo que dición necesaria para lograrlo que el mando de la Ar su material, cada día más complicado, también lo es tillería esté centralizado. la instrucción de las tropas y de sus mandos. Una última consideración creo necesario hacer, y es Sería exigencia demasiado rigurosa pedir a un Jefe 13 de Gran Unidad la posesión de estos conocimientos técnicos con el detalle conveniente; es más, su aplicación, caso de tenerlos, le apartaría de su papel principal de concepción y dirección, y ésta es la razón fundamental de que en todas las naciones, y entre ellas España, se ponga junto al Jefe de cada Gran Unidad un Jefe de Artillería, con las misiones de asesorar al primero, tener el gobierno, instrucción e inspección de las tropas de Artillería que le están afectas y ejecutar las órdenes re cibidas. Tanto mayor será la eficacia del Arma cuanto más competente sea el Jefe de Artillería y mayor su compe netración con el Jefe de la Gran Unidad y con las tropas. El ideal es que este Jefe de Artillería tenga siempre a sus órdenes a las tropas del Arma y sea el encargado de go bernarlas e instruirlas. Veamos lo que sucede a este respecto dentro de nues tras Grandes Unidades. En la División s e dan las circunstancias requeridas: existe un Jefe de Artillería inmediato al Jefe de la Gran Unidad, y como tal, el gobierno, instrucción e inspección de las tropas de Artillería le están encomendados. Pero como este Jefe de Artillería divisionaria es a su vez Jefe del Regimiento de Artillería, pasa a ser Jefe de sí mismo, quedando rota en este punto la organización jerárquica de que antes hablábamos, con los graves in convenientes que tal dualidad de funciones lleva con sigo y que, por evidentes, no creemos necesario señalar. Conviene, por consiguiente, corregir esta laguna que existe en la organización del mando artillero de la Di visión. Pasemos ahora a considerar al C. E. Recordemos, aunque sea de sobra conocido, que el C. E. es la unidad de batalla, que puede desarrollarla por completo y que su capacidad de actuación en frente extenso y su com posición (varias Divisiones, tropas propias y servicios) lé permiten realizar la maniobra. El Jefe de C. E., como director de la batalla, da mi siones a sus Divisiones, quedándose con medios de acción para su intervención directa en el desarrollo de aquélla. Estos medios de acción están constituidos por las re- 14 servas y la Artillería. Ahora cabe pre guntar: ¿qué Artillería? No dudo en afir mar que toda la Artillería, la suya propia, la de las Divisiones y la de refuerzo que el Ejército le haya asignado. A muchos puede parecerles excesiva esta afirma ción, pero voy a tratar de justificarla. En toda orden de operaciones figura un apartado dedicado a la Artillería, y en él el Jefe de C. E. reparte toda ella, desig nando las Unidades del Arma que han de quedar afectas a las Divisiones, las que han de actuar en las zonas de acción de estas Grandes Unidades y reservándose otras. Pero esta repartición de la Artille ría no lleva consigo el total desprendi miento de las Unidades que afecta a sus Divisiones o actúan en su zona de ac ción, ya que las mantiene a su disposi ción mediante el señalamiento de zonas de asentamiento, zonas de acción nor males y eventuales y hasta misiones; lle gando a limitar en tiempo y espacio la disposición de la Artillería asignada a las Unidades subordinadas. Y es lógico que así sea, pues de otro modo quedaría desaprovechada en gran parte la capacidad de actuación que en frente y profundidad pro porciona la amplitud de los sectores de tiro y el alcance del material. Con todas estas prevenciones (despliegue único y mando centralizado), el Jefe de C. E. consigue tener en su mano, en cualquier momento, aquella Unidad de Ar tillería cuyo empleo pueda interesar al desarrollo de su maniobra. Conviene., sin embargo, hacer notar, para evitar posibles confusiones, que la Artillería asignada a las Divisiones en subordinación directa .queda a la libre disposición del Jefe de estas Unidades, el cual dispone de sus fuegos y de su movimiento, aunque con limitación de tiempo y servidumbre de misiones, como sucede con la imposición de zonas eventuales de acción. Esta dependencia tan directa de la Artillería propia y de la Artillería de las Divisiones, del Jefe de C. E., lleva consigo, en orden a su empleo, el necesario conocimiento de estas Unidades, y en orden a la eficacia, una unidad de doctrina en su instrucción, y para lograr esto está su Jefe de Artillería.. En orden al empleo de las Unidades de Artillería, los Reglaméntos, muy claros, no parecen dar origen a di versas interpretaciones; pero sí las hay en orden a la preparación e instrucción de dichas Unidades. En la paz puede haber previsión y programas de ins trucción flexibles y concretos, no siendo probable que su desarrollo se dificulte. El Jefe de Artillería de C. E. puede tener directamente a su cargo la instrucción de las Unidades de Artillería propia y la de las Divisio nes. Ningún motivo lógico puede aducirse a favor de otro modo de proceder. Con ello queda salvada la laguna que señalábamos al hablar del Jefe de Artillería de la Di visión. En ningún caso el mando divisionario puede que dar interferido por esta intervención del Jefe de Ar tillería de C. E., dada su limitación al aspecto técnico de la instrucción del Arma, que es el que verdaderamente interesa, para lograr la deseada unidad de doctrina. Nada pierde con ello el Jefe de la División en su prerrogativa de mando; al contrario, contará con un medio de in forme de que hoy carece y hasta de asesoramiento si así lo desea, libre de todo prejuicio y revestido de la so lidez y competencia que le da su categoría. Daríamos fin aquí a estos comentarios, pero, aunque sea ligeramente, creo que debo extenderme algo y hacer algunas consideraciones que tiendan a fijar, con cri terio objetivo, el principio básico que debe informar la organización del Arma. Hacíamos resaltar en las anteriores consideraciones, el predominio que lo técnico tiene en la instrucción de las Unidades de Artillería, y, más aún, diremos que su em pleo táctico participa de lo técnico en gran manera, por que en el despliegue pesan imperativamente las posibi lidades de acción de los materiales, y en el cumpli miento de las misiones los procedimientos de tiro a em plear y la elección de las trayectorias más convenientes oara lograr la eficacia debida, sin perder de vista en -igún momento la necesaria conservación del material. ni Este aspecto técnico de la instrucción, ya por sí solo, impone la necesidad de que exista una unidad de doc trina en la instrucción de las tropas y en la formación de los mandos. La unidad de doctrina en la instrucción de las tropas puede lograrse mediante los Reglamentos, pero la formación de los mandos no se logra más que por su constante ejercicio en los diferentes escalones. Por otra parte, la batalla moderna exige la concentra ción .y despliegue de grandes cantidades de Artillería, en las cuales la orgánica de las .Grandes Unidades es una pequefía parte. Los Jefes de estas Grandes Unidades disponen de una Artillería mucho más numerosa que la suya propia, compuesta por Unidades cuya instrucción y mandos desconocen, y ésta es una nueva razón y de peso en apoyo de la unidad de doctrina en la instruc ción de las Unidades y en la formación de los mandos. Es más, se ha llegado al empleo de masas artilleras cons tituyendo Grandes Unidades de esta Arma, y nada hay que indique que sea necesario emplear en el futuro otras razones distintas de las que sirven de apoyo a la tesis que sustento. .. (.3k / 15 UNíU1O1WE pORTFSOTOIU7ADOS DEINFANTEIIIA Comandante de Infantería JORGE RENSHAW BEAUTELL’ Especialista de Automovilismo, del Servicio de Canarias. P ARA participar torizados de en el Curso que “Transportes Infantería”, se celebra Mo en la Escuela de Infantería de Fort Benning (Es tados Unidos), el personal seleccionado ha de reunir las condiciones siguientes: ser Coman dante u Oficial del Arma de Infantería; espe cialista en Automovilismo y con conocimientos del inglés, según certificado de la Escuela de Idiomas del Ejército. En estas condiciones fuí designado para asistir a dicho Curso. Este tiene como finalidad preparar y ca pacitar al Oficial de Infantería para el mando de los transportes de Regimiento, sólo en la parte mecánica (limpieza, engrase, pintura, re paraciones y entretenimiento en general), de los vehículos de tal unidad, no comprendiéndose en el Curso nada referente a táctica ni logística. Así, pues, este Curso al que asistí, fué eminen temente práctico sobre la parte mecánica del Jeei5, el camión de 3/4 tons. y el 2 tons., los cuales fueron estudiados de una manera pro gresiva y ordenada. Independientemente de este Curso, se cele bran en la Escuela de Infantería, veintiin Cur sos más, con las finalidades siguientes: a)Preparar Oficiales de Infantería y se leccionar personal de tropa (Sargentos, Cabos y soldados), para aprender y ejecutar sus mi siones propias en el campo de batalla, dedi cando especial interés al arte del mando. b) Preparar Oficiales y Tropa para fuerzas aerotransportadas, en táctica y técnica. c) Estar al corriente de todo revisar lo pasado, en Infantería, aéreos, doctrinas y técnicas. lo nuevo y Transportes 17 Á. Shahriay, del Irán; Teiente U. S. de color; al fondo, el Sar genio instructor.) d) Preparar aerotransportada, de enseñanza. a la Infantería como fuerza así como redactar manuales e) Preparar en general todo por lo cual, y en número limitado, Cursos Oficiales de otras Armas. f) Facilitar los programas, así trenamiento necesario, al Cuerpo el Ejército, asiste.n a los como el en de Reserva. g) Facilitar ayuda para toda clase de entre namientos del Ejército, que sean ordenados por el Jefe de las Fuerzas Armadas. El Curso al que asistí tuvo diez semanas de duración, descontando de ellas los domingos y sábados por la tarde, y diariamente fueron de dicadas ocho horas a conferencias, demostra ciones, trabajos mecánicos, prácticas en el campo, etc. Comenzaba el día militar, a efectos 18 de estudios, a las 7,30, con clases de una hora de duración y diez minutos de descanso; a las 11,30 se hacía alto y tomábamos la primera comida; a las 12,30, comenzaban las sesiones de la tarde hasta las 16,30, teniendo muchos de los días tareas para verificar en nuestra Com pañía. De acuerdo con este horario, estudiamos un programa muy parecido al nuestro de “Espe cialista en Automovilismo”, con la sola dife rencia de que los estudios fueron siempre de tipo práctico, no existiendo apenas teoría, según se puede apreciar en el siguiente resumen del programa semanal: “Construcción, manejo, ajus te y funcionamiento del motor; Sistemas eléc tricos; Conservación de motores y discrimi nación de averías; Instrucción y selección de Conductores; Asuntos administrativos referen tes a los vehículos del Regimiento de Infan tería; Prácticas de carro en el Regimiento de Infantería.” En este programa va incluída la realización de trabajos. Así nos fiié enseñado el modo de ser pintado un vehículo, pinturas reglamenta rias; soldaduras de todas clases, tanto en taller como en el campo; conducción en cualquier clase de terreno, lo mismo de día que de noche, con luces y sin ellas; localización por coordena das de puntos de destinos de los vehículos; pruebas de vehículos después de reparados, así como lavado y engrase de coches; todo realizado personalmente. Para cada clase de vehículos, hay una planta de enseñanza, en su mayor parte dedicada a taller. Aparte está el local de la clase, siempre de gran amplitud, generalmente con aire acon dicionado, con una gran tribuna desde donde el Profesor da la conferencia con micrófono al cuello. Un pequeño cartel impreso indica la clase de que se trata, así como su nombre y temas a explicar, con la finalidad de que la Ins pección de Estudios, al efectuar la visita, cuando lo cree oportuno, no tenga necesidad de mo lestar, para saber que clase es y que cuestión se está tratando. Dicha Comisión de Estudios es la responsable de que el Alumno quede im puesto al final de Curso. Cada planta tiene su Jefe, así como Profe sores (Instructores) y Ayudantes de Instruc tor, en número suficiente para atender a ella. El Programa semanal, entregado al alumno con cinco días de antelación, es colocado en la casilla de Correo de cada uno de aquellos en el Cuarto de Ordenes de la Compañía. A través de él, y con los comentarios aclaratorios, se puede apreciar con más claridad el sistema (le en señanza empleado. Tiene el programa ocho co lumnas, que son las siguientes, incluyendo aquí mis comentarios: a) b) ésta Día y fecha. Sitio de reunión de la clase, antes de que se mueva hacia el local respectivo. c) Sitio y duración de la clase, indicando el área donde se verificará, el nombre del local y las horas de comienzo y de finalización de la misma. d) señanza, siguen: Tema a tratar, así como el tipo de en el cual va indicado por las iniciales que (L.) Lectura.—El Instructor habla, exponien do y explicando la cuestión, y los alumnos van analizando cuanto el Profesor expone; pueden y deben pedir una aclaración sobre cualquier punto que no hayan cofnprendido. Toda la ex plicación la verifica el Profesor de pie, y sólo algunos, muy pocos, consultan un guión. (C.) Conf erence.—En este tipo de clases, el tema es discutido entre los alumnos y el Ins tructor; con esta discusión se logra una mayor claridad en la enseñanza. (D.) Dernostration.—Los alumnos presencian. una demostración hecha por el Instructor, con el concurso de los ayudantes de Instructor. Como ejemplo diré que el carburador es expli cado con el pulverizador, al cual se le acerca una cerilla para inflamar la mezcla; acto se guido y con el pulverizador, se introduce esta mezcla en una botella, en cuyo fondo hay dos electrodos; cerrada la botella, se hace saltar la chispa, inflamándose la mezcla. En la expli cación de extintores de incendios, en el campo y con los alumnos sentados en graderías, son presentados los tipos de extintores, seccionados para su estudio completo; después de expli cados, son colocadas diferentes materias cada Peádicas de de [nfaneeía carro de combate de Regimiento (el autor con el Tesviente U. S. A. una en un tipo de extintor; prodúcese fuego y seguidamente actúan en la sofocación, primero los Instructores y más tarde cada uno de los alumnos. Otro ejemplo: en un gran tablero so bre trípode de ruedas, hay un tendido eléctrico, fácilmente modificable, porque los cables se pueden desmontar a mano por estar colocados con un mecanismo solo a presión; sobre el ta blero, el Instructor explica la colocación de bujías en serie y en. paralelo, intercalación de resistencias, fusibles, cortocircuito, etc.; des pués de estas explicaciones, los alumnos, en grupos de dos con el Ayudante de Instructor, reciben cada uno de ellos un pequeño cuadro similar al explicado por el Profesor, para ir efectuando en él los trabajos que el Ayudante les explica. Hay unas escenas teatrales en que los actores, al aire libre y con micrófonos al cuello, presentan casos concretos prácticos, lo Equipo de prácticas de carro de combate (un T. Coronel y dos Tenientes iraneses, un norteamericano y el autor). grando amena. con ello una enseñanza fácil y (T. F.) Trcining film.—Se trata de una película de enseñanza que es pro yectada cuando se desea una mayor da ridad de la explicación dada por el Ins tructor; puede ser de dibujo o bien con cierto argumento; si se indica con las iniciales FS, es película aclaratoria del tema; FB, es un film-boletín; MF, pe lícula con ternas diversos; GB, casos prácticos en el combate. (P. E.) Prcctical exercise. —Traba jos prácticos, en los que se invierte la mayor parte del tiempo. En ellos, y en grupos de a dos o cuatro, se tra baja bajo la vigilancia del ayudante de Instructor (Sargento, Cabo o sol(lado), sobre el material que en la cla se ha sido explicado y sobre el que ha hecho una demostración el Profesor. Todos estos trabajos se hacen consul tando, si es necesario, el Manua] del vehículo de que se trata o del mate rial objeto del estudio. (E.) Examination.—Examen cada fin de semana, a base de “test”, de las materias tratadas. A fin de Curso un examen de tipo general. La califi cación es hecha por medio de cerebro electró nico, para lo cual hay unas instrucciones de cómo se ha de confeccionar el “test”: emplear sólo el lápiz, hacer las marcas bien, etc. e) El tipo de uniforme a. usar. Este es in dicado por medio de iniciales: D = Traje de faena, L = Botas de combate, H = Sustituir el gorro por el casco de cartón piedra, etc. /) Student equiment.—Lista equipo a llevar por el alumno: doble decímetro, etc. especial de clip, board, g) Texi bocks.—Manuales de enseñanza ha de llevar el alumno a clase. que En esta columna se indica la lección a preparar para el día siguiente, que hay que leer o que hay que estudiar. De la cantidad Ii) 20 grande de manuales recibidos, y que hubo que devolver al final del Curso, sólo fué utilizado un reducidísimo nñmero y sólo para la parte práctica que el Curso tiene. La enseñanza partió de la base de que todo Oficial sabe conducir; por tanto, el primer día de clase nos fué facilitado a cada uno de los alumnos un vehículo, con el cual fui mos a una de tantas pistas de conducción, similares a las de nuestra Escuela, para allí demostrar el grado de conocimientos que so bre esto teníamos. Por las noches condujimos sin luces a través de bosques y terrenos diver sos y por carretera, siempre sin luces y a gran velocidad. Más tarde fuimcs sometidos a un “test” de visibilidad: reacción, dalto nismo, vista estereoscópica, etc., y con e3to nos fué facilitada la licencia para conducir los vehículos objeto del Curso. La clase se componía de tréinta y dos alum nos, veinte del Ejército de los Estados Unidos, seis de Irán, tres de Thailandia, un colombiano y dos españoles, todos ellos Capitanes, primeros y segundos Tenientes, y sólo un Teniente Co ronel. de Irán. De los americanos, dos eran Ca pitanes y el resto Tenientes, pertenecientes a la Reserva o a la Guardia Nacional, unos en a.ctivo en Crerpos y otros en la situación que podríambs llamar supernumerarios; estos últi mos tomaron parte en el Curso de una manera voluntaria y el resto fueron forzosos, regre sando a la terminación de aquél a sus situaciones respectivas, con la posibilidad de que en los Regimientos (el Oficial no puede pedir destino), en caso de no estar cubierto el cargo, sean nombrados “Qficial de Transportes del Regi miento” o, lo que es más propio en nuestro idioma, “Especialista en Automovilismo en el Regimiento” Como con mucha frecuencia el Oficial es trasladado de un punto a otro, gene ralmente está en cada destino dos años; si al guien permanece algo más, se debe a que el Coronel del Regimiento lo considera impres cindible, y como tal solicita de la Superioridad se le permita re.tenerlo un poco más de tiempo, habida cuenta que el “Motor Officer” (Espe cialista en Automovilismo), es el Oficial a quien compete la misión de reparar y tener los vehículos en condiciones dentro del Regi miento. Lo que nosotros estudiamos, solamente en su parte mecánica, fueron el jeep 1/4 T., el Camión de 3/4 T., y el Camión 2 T.; aparte de esto, estudiamos el carro de combate M-47. El nú mero de vehículos del Regimiento es grande (i). Los motores fueron estudiados, en primer lugar, de una manera general, para imponernos en los de tipo de explosión, comenzando por lo más elemental, para más tarde llegar al estudio particular de los vehículos objeto del Curso. A fin de éste se pasó una semana en el campo para hacer prácticas de los estudios verificados, ya de una manera real. Comprendieron estas prácticas recorridos en convoy o solos, de día, de noche, con luces y sin ellas, a gran velocidad, entre puntos dados por coordenadas que ha bía que encontrar, y reparación de vehículos, cuya situación también estaba dada sobre el plano por coordenadas; todo ello tanto de día como de noche y en toda clase de terrenos. (i) Carro de combate con cañón de 90 mm. M4722 Remolques de 1/4 T. zW M-xoo120 314 T. 2W M-,ox29 T. 2W M-1o462 T. 2W M-1o52 Tanque agua i T. 2W M-io6 Tanque agua M-1o72 Camión 6 T., 6 por 6 M-iA-i T. T. cuatro por M-3733 T. M-37 2 2/4 Vehículo T. cuatro WWi6 seis T. por cuatro II r } T. 2W por cuatro cuatro seis M-358r por cuatro M-38 A-i blindado T. 50 series1 recuperación carro combate M-32 serie2 580 Independientemente el Regimiento posee para la ayuda de, vuelos del helicóptero aquél; con estos dos vehículos el total se nientos ochenta y dos. un “dos plazas” de dotación de eleva a los qui Todos los Oficiales y soldados casados de Fon Benning, tienen casa, establecidas or la Cd mara de Comercio y la Municipalidad de Co lumbus. Esta población es muy favorecida por la ezis lencia del Centro de ms Irucción militar. LTnas clases de topografía elemental, como todos los estudios allí verificados, eminentemente prácticos, sirvieron de base para las maniobras de fin de Curso; estas clases de topografía son obligádas en todos los Cursos, así como la gimnasia, a la cual dedican gran interés y, que se verifica en dos sesiones semanales de una hora de duración. El día 14 de junio de 1934, y en un sencillo acto presidido por el General Jef e de la Es cuela, me fué entregado el Certificado, por el cual se me nombró “Motor Officer” del Ejér cito de los Estados Unidos. Y en este día aban NOPMAS SOBRE doné el magnífico Fort Benning (i). Centro de Enseñanza (i) Relación de los Manuales reglamentarios cito de los EE. UI]., empleados para los estudios “Transportes Motorizados de Infantería”: que es del Ejér del Curso FM, s: 7-30, 7-40, 2 1-20, 22-25, 21-26, 21-30, 21-31, 25-lo. TM, 5 9-718-A, 9-801, 9-804, 9-So4-A, 9-SoS, 9-819, 9-819-A, 9-834, 9-840. 2-871, 9-874-A, 9-875-B, 9-1S26-4, 9-2700, 21-301, 9-2835, 21-305, 9-2851, 21-306, 9-2852, 31-200, 10-550, 37-2810. 11-490, 21-300, AR, 5 700-105, OTC-33-B, Ord 7 SXL G-74o, Ord 7 SNL G-74i, Ord 7 SNL G-749, Ord 7 SNL 0-758, 9-2810. Todos estos manuales fueroii devueltos al finalizar el Curso, pero la mayor parte de ellos están a libre venta en la Librería del Campamento de Fort Benning (EE. UU.). COLABORACION EJERCITO se forma preferentemente con los trabajos de colaboración espontánea de los Oficiales. Puede enviar los suyos toda la Oficialidad, sea cualquiera su empleo, escala y situación. También publicará EJERCITO trabajos de escritores civiles cuando el tema y su desarrollo interese que sea di fundido en el Ejército. Todo trabajo publicado es Inmediatamente remunerado con una cantidad no menor de 600 pesetas, que puede ser elevada hasta 1.200 cuando su mérito lo justifique. Los utilizados en la Sección de “Información e Ideas y Reflexiones” tendrán una remuneración mínima de 250 pesetas, que también puede ser elevada según el caso. La Revista se reserva plenamente el derecho de publicación; el de suprimir lo que sea ocioso, equivocado o inopor tuno. Además, los trabajos seleccionados para publicación están sometidos a la aprobación del Estado Mayor Central. Acusamos recibo siempre de todo trabajo recibido, aunque no se publique. ALGUNAS RECOMENDACIONESA NUESTROS COLABORADORES Los trabajos deben venir escritos a máquina, en cuartillas de 15 renglones, con doble espacio entre ellos. Aunque no es indispensable acompañar ilustraciones, conviene hacerlo, sobre tDdo si son raras y desconocidas. Los dibujos necesarios para la correcta interpretación del texto son indispensables, bastando que estén ejecutados con cla ridad, aunque sea en lápiz, porque la Revista se encarga de dibujarlos bien. Admitimos fotos, composiciones y dibujos, en negro o en color, que no vengan acompañando trabajos literarios y que por su carácter sean adecuados para la publicación. Las fotos tienen que ser buenas, porque, en otro caso, no sirven para ser reproducidas. Pagamos siempre esta colaboración según acuerdo con el autor. Toda colaboración en cuya preparación hayan sido consultadas otras obras o trabajos, deben ser citados deta lladamente y acompañar al final nota completa de la bibliografía consultada. En las traducciones es indispensable citar el nombre completo del autor y la publicación de donde han sido tomadas. Solicitamos la colaboración de la Oficialidad para Guión, revista ilustrada de los Mandos subalternos del Ejército. Su tirada, 25.000 ejemplares, hace de esta Revista una tribuna resonante donde el Oficial puepe darse la inmensa satisfac ción de ampliar su labor diaria de instrucción y educación de los Suboficiales. Pagamos los trabajos destinados a Guión con DOSCIENTASCINCUENTAa SEISCIENTAS pesetas. La División de Infanteria en la guerra atómica Comandante de Infantería, del Servicio de E. M., JUAN 111.—LA INFANTERIA DIVISIONARIA 1.°—Organización de las Unidades. a) Mediosde Transporte: Ya se han razonado, al estudiar la División, en el artículo precedente las necesidades del Arma en la cuestión de los transportes y cómo las dotaciones de vehículos no han de responder, únicamente, a las ne cesidades de transporte, sino que han de estar estu diadas en función de los despliegues tácticos. b) Armamento: El aumento del rendimiento combativo específico se obtiene en lo individual, mejorando el armamento de esta clase (4); en lo colectivo, mejorándolo tam bién, pero más fundamentalmente atendiendo a una distribución de lo ya existente más adecuada a la for mación de núcleos pequeños con capacidad para com batir aislados (dispersos). Para hacer esta distribución es necesario dar so lución previamente al tan actual y discutido pro blema de si la dispersión de las Unidades se debe de tener en el escalón Batallón o Compañía. El Batallón ha sido hasta la fecha una Unidad bastante completa en armamento para poderse en frentar aislada con situaciones variadas; la Compa ñía tenía unas posibilidades muy reducidas en ese sentido. Es, a nuestro entender, la inevitable ten dencia a mirar a estas dos Unidades como lo que han sido y no como lo que pueden ser, lo que más influye en que exista aquella discusión; (1) Un gran paso es la adopción del fusil automático y demás armas individuales de esta clase que, pese a los inconvenientes de municionamiento que presentan, están siendo adoptadas por todos los Ejércitos. CANO HEVIA, dci Gobierno Militar de Ceuta. No cabe duda de que las clásicas Compañías de fusiles, aun reforzadas con medios automáticos, no ofrecen garantías suficientes para formar nücleos de fensivos que, aislados, tengan el poder mínimo de re sistencia deseable. La falta de medios de apoyo les imposibilita, por otra parte, para ejercer una acción ofensiva un poco fuerte; no pueden enfrentarsecon uno de los enemigosmás frecuentes y peligrososdel Arma: los Carros de combate y, por último, en posiciones independientes son un objetivo inofensivo para la Aviación en vuelo bajo. Mientras se discute sí es el Batallón o la Compañía la Unidad a que debe llegar la dispersión, se está dando, en todos los Ejércitos, a esta última esas po sibilidades de lucha que consideramos le faltaban. Al hacerlo se está resolviendo el problema práctico antes que el teórico, porque a una Compañía con dos ametralladoras ligeras por Sección, una Sección de apoyo de morteros de 81 o calibre superior, dos ar mas C.C. individuales, tipo bazooka, también por Sección, armas ligeras A.A. y el armamento indivi dual a que hoy se tiende para los infantes no dedica dos a armas especiales, no le es necesario más que una P. M. adecuada para cubrir un kilómetro de frente en defensiva (‘1),por un período de tiempo prudencial (el necesariopara adquirir ventaja sobre el adversario, con la llegada al punto crítico del resto del Batallón, situación en cierto grado de dispersión inicial). Si se tiene en cuenta que estas Compañíaspueden ser refor zadas con armas más pesadas del batallón, veremos que su capacidad de resistencia aumenta y, aunque con inferior densidad humana de ocupación (que es de lo que se trata), pueden defender objetivos casi tan amplios como hace una. decena de años se daban a la Unidad superior. (i) .Piénsese en los frentes.que se daban a las clásicas Compañías de Ametralladoras., en determinadas crcunstan. cias, con sólo doce máquiñas. y. gian éscasez de fusi]erøs. 23 En el ataque no hay que decir que las posibilida des de la Unidad aumentan, dadas sus grandes posi bilidades de fuego y las de apoyarse con armas de tiro curvo y proyectil con carga explosiva. Simultáneamente con este aumento en la capaci dad combativa de las Compañías, se observa una ten dencia al aumento de potencia de fuego del Batallón, dotando a su Compañía de armas pesadas de al gunas que anteriormente se dejaban (orgánicamente) en manos del Jefe del Regimiento. Las Compañías regimentales tienden a desaparecer en el sistema dis perso, y no parece necesario demostrar la conveniencia de ello. El papel del Jefe del Regimiento no pierde valor por eso: maneja sus reservas y tiene potentes fuegos de apoyo (los de Artillería), de los que puede disponer. Puede tener, también, carros de com bate (de éfos hablaremos después, porque vale la pena). Para algunos (1), la capacidad defensiva C.C. de estas Unidades de Infantería es pequeña y no está resuelta con el armamento indicado. Es delicado opinar sobre esta cuestión, que va unida a la teoría que se tenga sobre el empleo de los carros propios, y que tendrá que resolverse después de comparar mu chas opiniones, principalmente de infantes experi mentados. En el Ejército americano, que no dispone de armas C.C. pesadas en las Unidades de Infantería, una parte de los carros de combate está distribuida entre las Divisionespara actuar en acompañamiento, lo que permite a la Infantería respondercon contraata ques de carros a los ataques adversarios. Suponemos que, basados en esto, se han permitido prescindir del C.C.C. clásico. Se les objeta que, de esta forma, se pierden carros para las acciones en masa con Uni dades acorazadas,que es la forma más conveniente de empleo de este medio. El problema está resuelto si se dispone de medios suficientes para atender, abun dantemente, a los dos cometidos que el carro puede desempeñar; pero lo que no cabe duda es que el in fante actúa de esta forma más “abrigado”, con más moral y que se ha conseguido una Infantería que reúne, teóricamente, las cualidades más deseables. La característica fundamental del Arma es la mo vilidad, y son pocos todos los esfuerzos que se hagan para dotar al infante de armamento, individual y ligero, eficaz. Es más discutible, sin embargo, si vale (i) ‘Véase la serie ée interesantísirnos artículos pu blicaclos en EjÉaciio el afio pasado, como consecuencia del concurso anunciado por la Revista sobre defensa CC. 24 la pena que disponga de armas que pueden dis minuir su capacidad para moverse y maniobrar con ligereza en todo terreno. c) Mediosde mando: Las dotaciones de material de transmisiones en las Unidades de Infantería deben ser revisadas. Con la nueva organización y táctica de las Unidades (dis persión), se hace tan necesario al Arma disponer de elementos abundantes y seguros, secundados por un buen plantel de especialistas, como a la misma Ar tillería. Creemosque el medio normal de empleo tiene que ser la radio, ya que la inestabilidad de las situa ciones hace lento el teléfono. El primer medio está suficientemente perfeccionado para poder proporcio nar una eficacia suficiente (a pesar de las interferen cias y demás defectos), y a las Unidades se les debe dotar de aparatos con potencia suficiente para cum plir su misión, y en número adecuado para que pue dan disponer de las reservas necesarias para atender a las pérdidas por cualquier causa. 2.°—Despliegues. a) Defensiva: Como dependerán, al igual que siempre, del te rreno, con las servidumbres que impongan el estudio de los demás factores, las cifras que se deducen de un 1Km. 1! 1/ .————— / //‘9 / 3 Km 1,2y3 Compañías Círculos ntro en a,b y c cci’dn xp/osin 4 Rao’/os estudio teórico no servirán, casi nunca, para la rea lidad. Por eso, más que darlas, haremos un cálculo de las posibilidades de despliegue de la Unidad Ba tallón, deduciendo de ellas algunas consideracionts aplicables al despliegue de las superiores. Un Batallón que despliega dos Compañías en pri mer escalón, cubriendo frentes de un kilómetro (o algo inferiores), y separándolas dos kilómetros,puede cubrir, con cierta solidez, dado el punto de vista actual (orden disperso en el ataque, como en la de fensa), un frente de unos cuatro kilómetros. Si coloca su tercera Compañía retrasada de dos a dos y medio kilómetros, dispuesta a actuar en el espacio sin cubrir, contraatacando de flanco a las in filtraciones o reforzando a las atacadas, nos encontra remos con un despliegue que tiene muchas probabi lidades de salvar dos tercios de las fuerzas ante una agresión atómica. En la figura -1 se pueden ver estas posibilidades. En ellas se han dibujado los radios de acción prác ticos de un explosivo atómico (4), a partir de las pro Compañías -1 y 3 ó las 2 y 3, en cuyo caso se repe yecciones verticales de los centros de explosióna, h tiría lo dibujado para la explosión con centros en a. y c (explosionesen el aire). Como se ve, las únicas Los proyectiles o bombas A. de radio de acción ma yor (pesados) no son adecuados para emplearlos contra los primeros escalones, y aun los medios, a base de los cuales hacemos nuestros cálculos, serán sustituídos por los ligeros en muchos casos. Entonces el despliegue citado proporciona más seguridad. Un Batallón de cuatro Compañías ofrece posibi lidades de cubrir más frente, o hacerlo con más so fig 2 lidez, conservando la misma densidad de ocupación. El Regimiento podrá cubrir, en consecuencia, de explosiones que afectan simultáneamente a dos Com 8 a 10 Km., disponiendode reservas. (Ver en las fipañías son las que se producen con centros de explo sión exactamente entre las dos (caso de centro en a). Las Compañías 1 y 2 afectadas sólo lo son parcial mente; además, salta a la vista que las explosiones en ese punto son improbables, ya que se pierde gran parte del poder destructor en zona adversaria o de fI.3 nadie. Las demás explosiones(centros en b y c) afec tan a una sola Compañía o a partes muy pequeñas del despliegue de dos, exceptuando las que se pu guras 2 y 3 dos posibles despliegues de reservas regi dieran producir en el centro de la línea que une las mentales. Estas no impiden el despliegue de parte de la-Artillería divisionaria en la misma línea.) (i) En el artículo del mismo autor “Más sobre el arma La posibilidad de cubrir 20 Km. con una División atómica y la táctica”, publicado en el número 187 de la Revista, se clasifican las cargas atómicas en “ligeras”, me es buena, reservándose el mando fuerzas suficientes dias, pesadas y superpesadas. En otro publicado reciente para poder realizar una defensa a base de contraata mente, “La Artillería de campaña en la guerra atómica”, se da la cifra de 1,5 6 1,6 Km. como el radio de acción mí ques principalmente, en contraposición con la de nímo práctico de los explosivos A, tipo medio contra tro .fensiva estática. La dotación de Unidades de carros, pas abrigadas. 2 en propiedad, a las Divisionesy las posibilidades de conveniencia de dotar a la Batería de seis piezas, con movimiento de la Infantería actual no hacen tan qui alcances superiores a los actuales y de que es apli méricos estos despliegues. cable a este Arma lo dicho para Infantería, respecto a medios de transporte y transmisiones, encontramos b) Ojensiva: que los Regimientos divisionariosganarían mucho en Para hacer caer las organizacionesdefendidas por efectividad, y con ellos la División, si se procediera una Compañía, creando vacíos suficientemente am- a la creación en los mismos de un 5.° Grupo A.A.y de pijos en el frente para aspirar a penetrar con fuerzas alguna Batería de protección para la defensa próxima bastante numerosas y con un despliegueantiatómico, de las Unidades de Artillería que, en alguna situación, será necesario atacar y maniobrar a cada una con un lo requieran. En cuanto a la creación del Grupo A.A. divisionario Batallón, cuya posición inicial puede ser de disper sión, para coincidir con sus Compañías en el objetivo, es consecuencia de los amplios frentes de despliegue o concentrado, buscando en el secreto previo la sor que.la Gran Unidad va a tener normalmente. Ya no presa en la acción y eludiendo con la rapidez de eje es posible para la Artillería de C. E. atender con efi cución la acción atómica. Comonormalmente el ob cacia a la defensa A.A. de sus Divisiones, y no pa jetivo de un ataque con aspiraciones ha de ser el te rece que la solución de aumentar las armas A.A. de los rreno defendido por un Batallón, a la Agrupación Regimientos de C. E. sea la más adecuada. táctica tipo Regimiento se le presenta el problema Si la solución obligada va a ser afectar Unidades a la División, en todo momento, para cubrir su techo, del despliegue (inicial y durante la acción) en un frente de 4 a 4,5 Km. La concentración que ofrecerá las empleará mucho mejor si son suyas. Por la misma al adversario puede dar lugar a que la defensa sienta razón que las armas de Infantería privativas ante tentaciones, en un momento favorable, como se in riormente de ciertas Unidades van siendo dadas a es dicó, de emplear el arma atómica, aun a riesgo de calones inferiores, encontramos que algunas que en perder alguna de sus Compañías. Como se ve (y, una Artillería eran de C. E. deben pasar, en parte, a las vez más, prescindiendo del terreno, que será el que Divisiones. mande), teóricamenteno serán tan endebles losdesplie Además, el Cuerpo de Ejército es el escalón in gues defensivos,que ofrecen bastantes posibilidades. ferior donde hoy día se puede permitir el empleo de Tres, al menos, tiene a su favor el atacante: 1.0 El ciertos proyectiles especiales y atómicos, y puede tiempo que necesita el defensor para poder emplear considerarse que hay cierta tendencia a que, en el arma atómica. 2.° La posibilidad de desplegar los esta G. U. y las superiores se vaya sustituyedo, par Batallones en profundidad, ejerciendo acciones su cialmente el armamento clásico por el de la época cesivas contra los diferentes objetivos tipo Compañía, atómica. Si no se quieren hacer los Cs. Es. incómoda en tanto el defensor no emplee en la acción tantas mente voluminosos,para poder ser eficaz en sus ex fuerzas que el concepto “Seguridad de masas adver tensísimas zonas de acción, encontramos muy acer sarias en presencia” nos permita los ataques simul tada la teoría de aumentar su potencia de fuegos táneos y relativamente masivos. 30 La superioridad con armamento especial, más que con el clásico que en fuego y medios blindados de que dispondrá (aun sería necesario. que sólo sea local). En cuanto a la creación de Baterías especiales de protección en los Regimientos de Artillería, no se IV.—LA ARTILLERIA DIVISIONARIA (1) trata con ello de que cada Unidad desplegada ais lada cuente con otra especialmente creada para su a) Organiación y armamento: defensa; esto sería antieconómicoy, en la mayor parte Aparte de la creación de Pis. Ms. adecuadas a las de los casos, inútil. Todas las Unidades del Ejército necesidades de la Artillería actual, del estudio de la (incluso los servicios)y con ellas la Artillería, deben contar con armamento ligero eficaz (ArmasC.C.,auto (1) Habiendo sido publicado recientemente en la Re vista el artículo “La Artillería de Campaba en la Guerra máticas, A.A., etc.), similar al empleado por la In Atómica”, del mismo autor, en el que se trata con cierto fantería, en una proporción mínima que le ofrezca detalle este tema, nos limitamos aquí, únicamente, a com posibilidades de deferisa inmediata, contra cualquier pletar aquel trabajo en aquellas partes que nos ha parecido tipo de ataques, por un tiempo limitado. necesario. 26 La creación de esas Baterias de protección tiene por objeto el poder atender, por la misma Artillería, a la defensa de algunos de sus elementos colocado en situación especialmente crítica, sin necesidad de res tar reservas a la División. Sú necesidad es, desde luego, más discutible que la de la creación del Gru po A.A divisionario, pero la convenienciasalta a la vista. Ambas cosas, Unidades A.A. divisionarias y Ba tenas de protección, han sido adoptadas en otros Ejércitos. b) Consideraciones sobre el empleodel Arma: Aunque la Artillería clásica siga constituyendo la masa fundamental del Arma, la existencia de Unida des especiales de efectos tan contundentes como las que han aparecido en la actualidad, nos hace pensar que las grandes concentraciones de material, para acciones de importancia, se verán disminuídas nota blemente en el futuro. Un prestigioso alto Jefe militar extranjero dijo, comentando unas maniobras, que hasta la fecha las armas atómicas se habían considerado como un me dio para reforzar o apoyar a las clásicas, pero que en el futuro habría que considerar la actuación de éstas como un apoyo a las primeras. Citamos esa frase como muestra de los cambios que está experimentando la mentalidad de algunos man dos, lo que nos permite decir, con un poco más de firmeza, que los grandes refuerzos de material de Ar tilleria que se daban a las Divisiones para ciertas acciones no erán tan corrientes, y ello es importante porque las antiguas concentraciones de material es taban en oposición al actual concepto de-dispersión. El cañón atómico, los proyectiles cohetes tipo “Honest John” y los de más alcance (empleo estra tégico), “Corporal”, no han llegado aún a ser dotación de las Divisiones,pero sí de las Unidades superiores, y las posibilidades destructivas de estas armas (no sólo con proyectiles atómicos, sino con ordinarios de alto explosivo), unidas a los extraordinarios alcan ces que tienen, permiten sustituir con ventaja a las antiguas concentraciones de fuegos procedentes de gran número de piezas de calibres inferiores. No sustituyen, sin embargo, a esas acciones arti lleras de detalle que se realizan en beneficio directo de las Unidades de Infantería, acciones que necesi tan un mínimo de material ordinario, con frecuencia superior en número al orgánico de la División. En la Artillería divisionariase centraliza, en el Ejér cito francés (al menos eso parece deducirse de algún artículo aparecido en la Revista EJÉRCITO),Ja labor de interpretar las noticias que se van recibiendo de las Unidades, referentes a las posibles explosiones ató micas,- saliendo de ella las predicciones sobre efectos que pueden ser de interés para el Mando, o núcleos de tropas a los que interese. Esta es una solución, de las varias que cabe darle, al problema que crea a la Gran Unidad la aparición del nuevo explosivo. Por último, no queremosterminar sin indicar que Ja coordinación de fuegos aéreos y terrestres de las Unidades superiores, con los de la División, cuando aquéllos se realizan en beneficio de ésta, crea otro 27 problema al Mando de la Artillería divisionaria, en el cual, por razones fáciles de comprender, se debe cen tralizar toda la acciónde fuegos,ahora más que nunca. En las Divisiones americanas se ha resuelto este pro blema, por lo que a Aviación concierne, dotando a las Pls. Ms. de Artillería de la G. U. de una Sec ción u Oficina de entendimiento con el Ejército del Aire, en la que, con Oficiales del Arma, hay uno o más de Aviación. CONCLUSION En este trabajo se ha dado una opinión personal sobre un tema de actualidad. La he estado reteniendo mucho tiempo por prudencia. La experiencia per sonal es imprescindible para atreverse a opinar sobre cuestiones de tanta importancia, si no se quieren co meter errores en lo fundamental. La lectura de ar tículos, que ya empiezan a abundar, en las revistas militares y la visión personal y directa de unas ma niobras atómicas, realizadas por el Ejército más ade lantado del mundo en estas cuestiones, me han ayu dado a contrastar mis ideas, proporcionándome la tranquilidad de que me apoyo en bases ciertas. No obstante, hay que admitir que algunas cosas de las que se han dicho son discutibles. En refuerzo de los que así lo crean, puedo decir que mi opinión personal la califico de aclual, pudiendo variar, como ha su frido variaciones hasta la fecha. Es discutible, sobre todo, la parte que se refiere a despliegues de Infantería. Nadie se ha atrevido, hasta ahora, a recomendar públicamente la disper sión hasta la Unidad Compañía; nadie, que sepamos, ha atacado de frente el problema de dar cifras con cretas para las separaciones entre este tipo de Uni dades. Sí hemos visto, sin embargo, poner reparos a estos despliegues;también hemos visto asentir cnando expresábamos nuestra opinión. Cuando se ataca algo, antes de que nadie lo de fienda, cabe pensar que es discutible. Siempre fué para mí motivo de preocupaciónpensar que un Batallón podía ser eliminado, íntegra e ins tantáneamente, con un solo proyectil A. Esa idea me impedía aceptar los tipos de desplieguesque la ma yoría preconizaba. Por otra parte, sentía la misma resistencia que todos a disgregar esta Unidad bá sica, por razones fáciles de comprender. Mientras la bomba A. era un arma estratégica, de utilización eventual en el campo de la Táctica, se podía consi derar una temeridad romper con lo fundamental de las viejas normas. Hoy día hay que considerar el ex plosivo A. como un arma táctica de empleo normal, de la que algunos disponen en abundancia; la única razón que se da para convencernosde que no se ha de emplear con profusiónes su precio. Ni el precio es tan grande como se ha dicho, ni esta razón nos convence para admitir que su empleo va a ser muy limitado. Estas son las razones por las que creemos que no hay más remedio que admitir los desplieguesque he mos indicado. Hace poco tiempo leímos un artículo en el que se trataba de demostrar que la Unidad de dispersión era el Batallón; en él se decía que sus ra zonamientos servían para el año 1955 exclusivamente. Pues bien, ese año ha a:abado. • 28 LAS RADIO.S DLBE1VFUNCIONAR Teniente VEDA E Ltítulo no es ninguna novedad. Sin embargo, to davía existe cierta desconfianza hacia este medio de transmisión. La idea que guía este artículo es ex poner el método adecuado. También anotamos las difi cultades y limitaciones que tiene para conseguir que una red radio funcione bien. No se trata de un plan de instrucción, ya que éste viene fijado por el Mando en su período correspon diente, sino de un plan de trabajos del Jefe de una Com pañía de Radio (o en otras Armas, del Oficial de Trans misiones), que recibe orden sencillamente de estar pre parado para actuar y quiera hacerlo con seguridad y eficacia. LAS RADIOS TAMBIEN FALLAN Naturalmente, en radio hay muchas sorpresas. Todos los que han manejado estaciones saben de esos mis terios de la propagación, a veces inexplicables. Incluso el experimentado en situar emisoras, muchas veces fra casa ante estos imprevistos. Ahora bien, estas dificultades, lejos de sumirnos en resignación fatalista más o menos mahometana, obligan a una esmerada preparación del material y personal para poder intentar dominarlas cuando aparezcan. Expongamos un caso en que la previsión e instruc ción hace posible un enlace dificultoso: La estación llega de Ingenieros Y TOMAS, dela FRANCISCO Agrupación LOPEZ DE SEPUL de Transmisiones n.° 4. a su punto de destino y no puede comunicar con su di rectora. No tiene avería a la vista. Sencillamente no enlaza. Y las Transmisiones fallan. Si la malla de que forma parte está bien organizada nos defenderemos así: 1.0 La emisora en cuestión habría de tener tiempo suficiente para trasladarse a otro asentamiento próximo. En otras palabras; dispondrá de un margen prudencial de tiempo para atender a imprevistos. A veces, despla zamientos de 50 metros resuelven la situación. 2.° Su Jefe no lo habrá situado, ni al lado de un puente metálico, para estar más divertido viendo pasar el tren, ni debajo de árboles frondosos, ni a la sombra de la línea de alta tensión que alimenta a toda la Provin cia, ni en un valle por debajo del nivel del mar, etc. 3.0 El entrenamiento en muchas horas de práctica de trabajar en malla permitirá que pueda enlazar a través de otra corresponsal distinta de la directora, sin que nadie se arme líos. 40 Intentarán trabajar con la frecuencia de reserva sin sembrar el desorden por ello. La competencia del Oficial Jefe de Radio permitirá re chazar ciertos asentamientos a priori, por la simple vista del plano, su conocimiento del terreno o, si tiene tiempo, por un reconocimiento. Todo esto, naturalmente, tiene valor dentro de un cierto limite. Las tablas de predicciones nos dicen las posibilidades de éxito de un enlace. En este cálculo in 29 MK-II montada en vehículo T.T. 314T. Dodge, sobre bastidor metálico y tacos de goma de 10 cm. de altura. Alimentada or la batería del vehículo (12 y.) de actuar tiene que ceder paso a la Unidad táctica de funcionamiento. Y en Transmisiones, ésta debe ser la malla. Y malla de cuatro elementos: directora y tres corresponsales, todos con material homogéneo. Si hay sólo dos, resulta insuficiente (siempre se está a tiempo para dejar una en reserva); si hay cuatro, se complica demasiado su fun cionamiento, y además la malla, al romperse, puede dar lugar a dos enlaces directos. JUSTIFICACION DE LA MALLA Por lo general, y a largo plazo, ni en unas maniobras ni en la guerra se conocerán los enlaces a establecer. La Orden para el Enlace, llegará unas horas antes de iniciarse la operación. Ante estos hechos, sólo queda una solución: Prever todo lo posible y tener trabajo adelan tervienen todos los factores decisivos, tales como carac tado. Si tenemos x mallas perfectamente instruída, terísticas de material, frecuencia, distancia, estado atmos equipadas y disciplinadas, para dar la Orden de Trans férico, hora, situación geográfica y topográfica, etc. Pre misiones bastará decir: malla P servirá a la Red de tal tender dominar estos hechos a base de instrucción, es Mando, malla R para la Red Artillería, malla 5 para la ridículo. Esta jamás podrá vencer una imposibilidad en Red de Información, etc. la propagación de las ondas, pero lo que sí conseguirá A pesar de la importancia de esta razón, todavía es que “siempre que se pueda enlazar, se enlace”, que existe otra, si cabe, de más peso. Y es que, sin una dis ya es algo. ciplina extremada, una Red no puede funcionar bien. Frecuencias, indicativos, horarios, preferencias y priori dades tienen que observarse rigurosamente. EL MATERIAL MODERNO SOLUCIONA MUCHOS La única forma de lograrlo es crear espíritu de equipo. PROBLEMAS En otras palabra, que las cuatro emisoras conozcan per Para pequeños alcances, la modulación en frecuencia fectamente la voz de sus operadores, los desplazamientos tiene ventajas enormes, y en distancias medias, la mo de frecuencia, los recursos de cada uno, su perseve dulación en amplitud u ondas, entretenidas se viene rancia, etc. Lo de perseverancia, podrá parecer ridículo. Y no lo usando mucho. Con ello queda solucionado el problema es. Si A tiene que enlazar con B, y sabe que este es un de la escasez de frecuencias disponibles y sus consi guientes interferencias, cuando el número de radios en operador bueno, competente y sobre todo tenaz, no sol tará nunca el demoledor y definitivo “aquí no hay quien funcionamiento es elevado. En otro sentido, el cristal de cuarzo (que ya creíamos enlace, se habrán retirado”, dándose seguidamente por vencido. anticuado al paso de las Lorenz) y la frecuencia sinto La confianza mutua y la práttica logran, que los sol nizada o canales ajustados, simplifica mucho el trabajo dados trabajen ante el General de la División, igual que en la operación de sintonizar el corresponsal. El problema de la alimentación (la gran dificultad y en el patio del Cuartel ante el Teniente. Además, el espíritu de equipo hace mucha falta; se preocupación constante del Oficial de Radio), ha que dado solventado con el aumento de vehículos T.T., cuyas demuestra no sólo en la vida corriente, sino también, dinamos (de 6 ó 12 voltios) alimentan la emisora a en los partidos de fútbol y en las vueltas ciclistas. trav’és de la batería del áutomóvil. Además, la abun dancia de grupos generadores, entre ellos el PE-162, RESUMEN DE LOS PUNTOS A TRATAR también alivia el problema que el generador manual sólo resolvía con la ayuda del rectificador, cuando los FASE PREPARATORIAFASE EJECUTIVA horarios de trabajo eran amplios. Preparación del material. Asignación de mallas. Por todo esto, el trabajar en una malla presenta me Selección y agrupación del Distribución de órdenes. nos dificultades con el material moderno, y quizás al Alimentación do las Emi personal. gunos puntos de este artículo no tengan a causa de ello Instrucción técnica. soras. aplicación, pero la idea general, que es combatir la ini Instrucción moral y mi Transporte. provisación, sigue válida. litar. Disciplina. LA MALLA Un Escuadrón de Caballería pie a tierra y en una pa rada, semeja una Compañía. Sin embargo, en el campo, y para cumplir su misión, se mueve por Escuadras. Lo mismo podríamos decir de la Batería; llega la hora del fuego, y se agrupa en cuatro grupos de hombres, tantos como piezas. La Unidad administrativa u orgánica, en el momento 30 FASE PREPARATORIA 1.—Preparación del mateial. El material no debe salir del Parque sin pasar por el Taller. Allí se comprueba, ajusta y pone su firma el es pecialista encargado. La responsabilidad individual es la mejor garantía del trabajo efectuado. Al hablar de material, se incluyen los repuestos: Lámparas, fusibles, vibradores, etc., y también las cajas de reparación con herramientas, soldador y tester. El material que se tenga que usar en la realidad no se entregará hasta que no estén los equipos adiestrados; la instrucción inicial conviene hacerla con unas emisoras que podríamos llamar de instrucción. 2.—Selección y agrupación del personal. Tiene que empezar lo antes posible. Aquí no sucede como en atletismo, donde el excesd de entrenamiento es perjudicial; de todas formas, no hay que abusar del material. No hay que olvidar que lo que se pretende es que funcione en su momento oportuno. Así como el material se desgasta y desajusta, no le sucede lo mismo a la garganta del Oficial en las teóricas. Pero éstas tienen que ser cortas, interesantes, prácticas y no soporíferas. No hace falta hablar de la ley de Ohm. El primer trabajo será el de formar equipos en que se juega gran parte del triunfo o del fracaso. • Generalmente, no se dispondrá de un Sargento para ‘cada emisora, y tendrá que ser Jefe de malla. Vistas así las cosas, el personal por emisora será: Un cabo Jefe de equipo, inteligente, lo más culto posible y capaz de comprender una situación y obrar en consecuencia; un operador radiotelegrafista y un radiotécnico, capaz de efectuar pequeñas reparaciones. Todos conocerán per fectamente el manejo del material, pero normalmente, y en fonía, operará el Cabo. Este tiene que reunir las cualidades citadas, teniendo en cuenta que casi siempre actuará agregado a una Uni dad, y, por tanto, único responsable del enlace con ella, debe tener soltura suficiente para hablar con un Jefe de Cuerpo. La práctica demuestra que el radiotelegrafista se em plea poco. Pero si una emisora lleva un manipulador de telegrafia, tiene que llevar quien lo maneje. Con un mes de clase, un soldado despierto recibe y transmite acep tablemente. No se olvidan las soj-presas que se expe rimentan al pasar del pupitre de la clase de Radio al manipulador de la estación. Como todas estas sorpresas se vencen con la práctica. Lo del radiotécnico, podrá parecer una utopía, pero teniendo en cuenta el número de ellos (profesionales y buenos aficionados) que anualmente llegan a una Agru pación de Transmisiones, se comprende que es posible. En la selección de personal, el Oficial tiene que em picar todo su afán y medios, compatibles con la disci plina y subordinación, para conseguir que salgan al campo los mejores y más aptos soldados de la Unidad. Dentro de éstos, hay que tantear y conocer a cada uno de ellos; y no es difícil, pues pasarán escasamente del medio centenar. Como consecuencia de varios días de prácticas con el material de instrucción se eliminará a los menos aptos y se formarán los equipos de tres hombres. El peor ajuste y las deficiencias de las estaciones de instrucción será una buena piedra de toque para probar a los soldados. 3.—Instrucción técnica. Formadas las mallas, empieza la verdadera instrucción. Las enseñanzas teóricas pueden darse simultáneamente a todas las mallas de material homogéneo. Estación MK-IJ montada. sobre Jeep, de cuya batería de 12 y. se alimenta. í7a sobre asiento posterior y lijada por tirantes con muelles. Se repartirá el material (haciéndose cargo de él el Jefe del Equipo), así como indicativos y frecuencias, que no variarán, a no ser que obliguen razones poderosas. Dentro de la banda de trabajo de las emisoras hay que procurar distanciar lo más posible las ondas esco gidas. Para eso se tendrá preparado un reparto de fre cuencias, contando no sólo con las propias, sino también con las que se asignarán a las demás Armas. Los radiotelé fonos de Infantería no se superponen a nuestras emisoras, pero las de Artillería sí, y hay que evitar interferencias. Estas bandas señaladas serán comunicadas a los usuarios en el momento oportuno. Y para ello, y como anexo a la Orden de Transmisiones, resulta muy claro y rápido preparar unas tiras de papel milimetrado en el que va dibujada una escala de las longitudes de onda y dentro de ella, y en colores, la banda que corresponde a cada Unidad. A titulo de ejemplo vamos a citar los puntos intere santes que afectan a la J.T.E.B-2: a) Emplazamiónto: Zonas de silencio. Arboles, lí neas de alta tensión, vías férreas, masas metálicas, etc. El terreno manda en la colocación de la emisora. Ejemplos de terreno ideal. 1’) Antena: De hilo siempre que se pueda. Aislada. Dirección: La del corresponsal. Contraantena. e) Alimentación: Cuidados del acumulador de fe rroníquel. No poner objetos metálicos encima: peligro de cortocircuito. Evitar derramar el electrólito. Bornes hm- píos y engrasados. Duración. Obligación ineludible de usar el generador manual durante la transmisión y des pués de ella. Empleo del rectificador y motor para car gar baterías. Insistir en la importancia decisiva del pro blema de la alimentación. d) Manejo: Ejecutar siempre todas las operaciones indicadas en el panel. Convencerse de la importancia del batido a cero: hay que hacerlo tantas veces como se mueva el “dial”. Variómetro de antena: no es superfluo. Ojo al botón de potencia reducida. Cuestión fundamental: Los desplazamientos de fre cuencia. Hay que transmitir siempre en la misma lon gitud exactamente; se anota (o se aprende) el desplaza miento de cada corresponsal para recibirle y al contes tarle no olvidarse de volver a la longitud de transmitir. e) Avenas: Las conocerán todos pero es misión es pecífica del radiotécnico. Comprobar tensiones de alta y baja: Si al oprimir el botón de B.T. marca cero, comprobar los contactos de la batería—Comprobar el fusible de baja. Si al oprimir el botón de A.T. marca cero, revisar el fusible que rosca en la caja de alimentación.—Cam hiar el vibrador. Si las tensiones son las normales, aflojar los tornillos y sacar con cuidado el panel de la emisora, destapar los blindajes y comprobar que todas las válvulas se en cienden. Ver si todas las válvulas que lo llevan tienen conec tado el capacete en el pivote de su parte superior. Comprobaciones y reparaciones más complicadas las practicarán sólo los radiotécnicos competentes que serán instruídos por personal especialista del Taller de Radio en poco tiempo. /j Trabajo en malla: La directora manda. Los abo nados escuchan. No mezclarse en las conversaciones. Observar el horario a toda costa. Si la directora falla, que sepan cuál la sustituye y toma la iniciativa. Practicar casos que puedan ocurrir. Enlazar C con A a través de E por ser imposible hacerlo directamente. Pruebas con la frecuencia de reserva si la de uso está llena de interferencias. Sólo la práctica enseñará a resol ver las muchas dificultades que pueden surgir. El operador tiene que fundirse con el indicativo. Coma si fuera un mote. Cuidar el vocabulario y las expresiones. Nunca se sabe quién puede estar escuchando. 4.—Instrucción moral y militar. 1.0 Convencer al soldado de su importancia y res ponsabilidad. No es un simple número. De él depende que un Regimiento se mueva a ciegas o no. No se trata de formar soldados engreídos ni pedantes, sino hombres conscientes de su misión que cumplan las órdenes recibidas y hagan valer su carácter técnico, no dudando en recurrir al Jefe Superior si hay algún motivo que pueda perjudicar el enlace. 2.° Se les explicará el funcionamiento del Ejército. Quién da las órdenes, nociones de las misiones de las Armas y Servicios, etc. El significado de las palabras: Estado Mayor, Puesto de Mando, Observatorio, Red de Mando, Red de Tiro, Agrupaciones de Apoyo Directo, Arbitraje, etc. Un operador no es un papagayo, sino una persona que tiene que usar la cabeza. Sólo así se evitarán estas equivocaciones lamentables y ridículas que luego se cuentan como chistes. No se trata de un curso de táctica, sino de una ligera cultura militar. 3.0 Se les hará aprender la Geografía del lugar donde hay que operar. Es muy importante que sepan los nom bres y situación aproximada de pueblos, carreteras, etc., pues no siempre se dispondrá de cartografía abundante. Los Jefes de equipo deben interpretar un croquis e incluso dibujarlo. 5.—Disciplina. Después de todo lo dicho, no es necesario razonar la necesidad de la disciplina. Si constituye un subtítulo aparte del anterior, es para hacer resaltar su impor tancia. Y también para hacer algunas consideraciones. Al soldado vulgar le cuesta comprender la necesidad de la disciplina, del mismo modo que tampoco se le al canza la finalidad de la instrucción en orden cerrado. Para él, no pasa de ser algo teatral, sólo necesario para desfiles, guardias, etc. Se necesita cultura o formación militar para ver en ella la forja del espíritu de conjunto, de la disciplina, etc. En Radio es imprescindible que el soldado la com Estación ANGR-9 sobre Jeep de 12 y. El sistema de montaje viene preparado para este vehículo. Emisor-receptor, dinamotor y antena de varillas. copii.. MALLL oioií Medio de SEOPETÓ 22 División iIO DE TRAEA$O ORDEN DEL DI T2 tzezlsn3isiónnis pióxbio 2recuenoia Nox&. De rva. (LOflg/TUOO’eonda) Estación indtvo. Directora T-1 55m. Corresponsal T- 2 55m. Corresponsal T- 55m Teléfono en el A 16 Jefe de Estaeión U or a r i O Llenada Esestoba 7h ladasSUCE 8k a T-2T-3 O’a T4 t2atodassuces 18’ , 7 deT-1 95m. 8’ 9k 12 14’deT3 18kde T-l 7k de T-1 95 m. 14k8 T2 8k 95m. Corresponsal T- 4 55 m. 9Srn. 7P Cabo ,José G.-yrcia • Oontraaefta Unidad a ue sirve ituaci6n Corneta PC. lnf.aD cola JO! Estrella k’,n 17carrete P.C.Re9lnf31 raa’e,4rcosá T-2ser reeogkla por un T T S.,fntonro. Observaciones Todas las //9fl75da8 c€ tEminufas,si no se en/sss antes. ,Ç941ade/a base cJepan 1k/a a/as5(’enunTT Á/oir1er,arzeelrepligce. Sol PCReg.lnf835Cruce !WinaIS.de/ carrete * ,llerno con camino a fuentes. Satélite PC.Reg.1nfa33 Cofa740 9h 12 18’ SdeJoJiodei95ó - de T-1 8k 1O’ lZh prenda y, por tanto, la cumpla. Y el camino para lograrlo es el siguiente: Una vez esté instruido y compruebe que “su malla” funciona bien, hay que llegar a que considere como cosa personal que “su Radio” no falle. Aprendamos a conocer al soldado des preocupado, no trabajador, inepto. Este llegará a vanagloriarse de no saber nada de cuanto se le enseña en la teóricas. Y si se provoca una discusión sobre la ma teria en que él cree que entiende, en seguida sentará cátedra y querrá tener la razón. Lo mismo da que se trate de poner a punto un motor o de cargar sacos. Hay que hacer que el soldado se con sidere un buen operador de radio. El mejor síntoma de que se ha produ cido este fenómeno lo tendremos cuando, al volver de unas prácticas, los componentes de una malla dis cutan entre sí, se echen en cara errores cometidos, los atacados se defiendan y ellos mismos inventen solu ciones para corregir los fallos. Si conseguimos que el soldado ponga interés y amor propio en su misión, tendremos muchas probabilidades de que las Transmisiones funcionen. De ahí a la disciplina comprendida se pasa sin darsc cuenta. También es preciso no defraudarle en lo que el soldado espera del Oficial. FASE Antes auxiliar. EJECUTIVA de entrar en materia hablemos del material No es imprescindibl.e pero si muy necesario. 33 Marconi JTE. B.2 sobre Jeep con botería dc 6 . Yo l1e acunzulado Tiendas de campaña para emisoras, abultan poco y las protejen durante la noche y mal tiempo; tiendas de pa trulla para los componentes de la estación, relojes, lin ternas, impresos de telegrama, sobres para enviar partes y multitud de pequeños detalles que, si son tenidos en cuenta, facilitan mucho la labor y dan confianza al sol dado. Otro capítulo lo compone el equipo personal. Dentro de las existencias, hay que conseguir que se le equipe lo mejor posible. Si se le exigen responsabilidades, hay que darle medios. El equipo actual de las Unidades de Mon taña llena por completo las necesidades y ayuda al sol dado a trabajar cómodo y bien. La fase ejecutiva empieza al trasladarse la Unidad hacia las bases de partida. Ya sea por ferrocarril o me dios motorizados. El transporte debe hacerse por mallas y pensando que un golpe desafortunado o la falta de cuidado pueden anular la labor de muchos días. 1.—Asignación de mallas. Situados en la base de partida, y en espera de recibir órdenes, hay que pasar revista al personal y material. Las mallas efectuarán enlaces próximos para comprobar que el material no ha sufrido desperfectos. Un punto muy importante: si no se tiene experiencia anterior sobre el lugar, hay que comprobar que las ban das de frecuencia escogidas no corresponden a zonas llenas de interferencias. Por ejemplo, en la Cerdeña, el trabajo en la banda de 65 a 70 metros de longitud de onda presenta muchas dificultades, contrariamente a las de 50 a 55 y 100 a 105, casi siempre limpias y despejadas. Cuando el Jefe de Transmisiones reciba la orden para Enlace y elabore la de Transmisiones, el Jefe de la Com pañía Radio hará el reparto de las mallas. Y dentro de cada malla el de las emisoras. En este momento se recoge el fruto de todo lo smbrado y la preparación efectuada permite tomar decisiones rá pidas sin improvisaciones y con muchas garantías de éxito. La ubicación de las estaciones directoras vendrá obligada. Respecto a las demás, el mejor tiene que dar 34 e/e feeroníquel. Snspcnsióe por n ud/es : locos de el enlace mas importante o el mas difícil (si no es secun dario). La red de puntos más distanciados naturalmente la servirá la malla de más potencia. 2.—Dlstribución de órdenes. Como consecuencia de la Orden de Transmisiones hay que dar las órdenes a cada emisora. Y siempre por es crito, para lo cual es útil el modelo adjunto ya rellenado. Aquí más que nunca se debe cumplir lo de: claraconcisa-sencilla; pero añadamos: clara con croquis; con cisa pero completa; sencilla pero previsora. De nada sirve la preparación y la disciplina si no se sabe qué es lo que hay que hacer. Para entregarlas, se reunirá a todo el personal y al mismo tiempo se les darán las instrucciones y consejos verbales que se crean convenientes, aclarando todas las dudas que tengan los Jefes de Equipo. A este i-espacto, una cosa provechosa hemos aprendido en las innume rables películas de guerra extranjeras, y es: terminar de dar una orden con las palabras ¿alguna pregunta? Todo ello debe hacerse sin nervosismos y pensando ante todo lo que se va a decir, evitando de esta manera las órdenes contradictorias, que siembran la confusión y, lo que es peor, dan sensación de fracaso al soldado y le hacen perder su confianza. 3.—Alimentación de las emisoras. Las estaciones montadas en Jeep tendrán el problema resuelto; las demás, tendrán siempre su horario de tra bajo amenazado por la descarga de la baterías. La dis ciplina en lo que se refiere al uso del generador ma nual aumenta mucho la vida de la emisora; pero, a la larga, siempre hay que recurrir al rectificador, con el inconveniente de tener que estar sobre una línea de ener gía eléctrica; los grupos generadores a gasolina eliminan este inconveniente, y tienen la ventaja de poder servir a dos o tres emisoras simultáneamente, siempre que estén cerca o se disponga de medios de transporte y baterías de repuesto Cualquiera que sea el caso, la idea de la alimentación siempre debe presidir la elaboración de una orden. Si hay que depender del rectificador, es imprescindible co nocer las posibilidades de la zona. Y para ello conviene enviar a un especialista para que informe, con un croquis, sobre las características y existencias de líneas eléctricas. Sencillamente, saber que en tal pueblo hay corriente alterna de 125 voltios, en tal caserío continua de 110, en otro 220, etc., para poder fijar los puntos en que se car garán baterías y los medios con que se deben dotar. La realidad puede variar estas lógicas previsiones. Puede suceder que la directora necesite un jeep por re. querirlo la situación táctica, el terreno, o la alimenta ción. La que va montada sobre Jeep puede ser que dé el enlace de más movimiento, pero éste secundario, y entonces, en vez de enviar al mejor equipo para que ase gure el enlace vital, lo desaprovechamos en uno de menos importancia. De todo ello se desprende que la solución más práctica es asignar el medio de transporte sobre el propio terreno, al dar las órdenes a las mallas. Lo que sí tiene que ir preparado de antemano es el 4. —Transporte. sistema de acoplamiento de cada tipo de emisora al La organización de transporte del material es difícil vehículo; en las fotografías que ilustran el artículo se ve de resolver de antemano, en el período de preparación, una solución ideada para el material actual; no consiste debido a la hetereogeneidad de los medios e incerti. más que en embornar la caja de alimentación de la emisora a la batería del vehículo, pues estos vehículo T.T. dumbre de las misiones. Aunque casi todo el material dIvisionario y alguno llevan ya los condensadores y filtros necesarios para que la de C. E está diseñado para ser transportado por el per recepción no resulte perjudicada por la alta tensión de sonal que lo sirve, evidentemente sólo se puede usar la instalación eléctrica. Lo interesante es lograr un medio este medio en distancias cortas y para cambios de asen de fijación sólido y a la vez amortiguado, conseguido a tamiento. Un soldado con su equipo, armamento y ade base de tacos de goma y muelles, teniendo en cuenta que más el emisor-receptor o la caja de alimentación, no no se moverán mucho por carretera, sino casi siempre campo a través. También se pueden improvisar los dis puede ir al paso del infante. Admitido este hecho, tampoco cabe duda que la so positivos indicados para tendido de cable telefónico lución ideal es que cada emisora vaya sobre un Jeep; desde el vehículo en marcha; el cable se suelta por entre además del transporte, solucionaremos el problema de dos aisladores, que no le permiten desviarse. la alimentación. Pero ante la imposibilidad de adoptar este sistema, tenemos que recurrir indistintamente a estos tres medios: Mulo, transporte en camión hasta el asentamiento y jeep. El valor del mulo como elemento de transporte es de sobra conocido en nuestro Ejército; con un baste conve nientemente estudiado y preparado, una emisora se mueve perfectamente aunque con las limitaciones de ve locidad, radio de acción y carecer el mulo de dínamo. Además en montafía,éste sube a sitios donde el motor no llega. No llega por pendiente, sino por angostura y falta de espacio de maniobra. Las estaciones que no deban moverse se pueden trans portar en camiones que las dejarán en sus asentamientos. Un vehículo T.T. de 3/4 T., tal como el Dodge, puede llevar a sus puntos de destino tres emisoras con todo su equipo; todo es cuestión de estudiar un itinerario y des pués mantener el vehículo en reserva para atender a imprevistos o saltos sucesivos. Las .ventajas del jeep ya se han indicado y son de sobra conocidas para repetirlas; su único inconveniente será el no disponer del número suficiente de ellos, si es que esto puede ser un inconveniente. Y ahora falta contestar a la pregunta: ¿Se puede asignar de antemano un medio de transporte fijo a cada malla y a cada emisora? Es difícil generalizar, pues depende de la situación y medios existentes. Si antes de llegar al teatro de opera ciones fijamos el medio de transporte a cada equipo, la designación de éstos para cada misión vendrá obligada. Pongamos un ejemplo: Hemos organizado una malla de la siguiente manera: la estación directora en camión, considerando que se moverá poco o lo hará sobre un eje de transmisiones con lo que el camión se utilizará para otros equipos radio o para material telefónico; la mejor de las tres corresponsalés, sobre Jeep para dar el enlace más lejano, o más importante o de más movimiento; las otras dos emisoras, a lomo. Dispositivo para tender cable desve TT. 3/4 T. Doci ge. Construido con espaldera corriente y aisladores corno guías del hilo. Las características del ve hículo le hacen indispensable para tendidos largos. LA RADIO EN EL PASADO Y EN EL MOMENTO ACTUAL La G. M. II trajo la consagración definitiva de la radio. Aunque son de sobra conocidos, enumeremos los campos en que la radio actuó como elemento indispensable y sin la cual no hubieran sido realizables la mayoría de las acciones. El General Martínez de Campos, en su libro ¿Otra guerra?, dice: “El motor y el enlace por medio de la radio sugirieron a Adolfo HItler la posibilidad de la gaerra relámpago.” Efectivamente, cuesta mucho imaginarse la Blitzkrieg sólo con cable telefónico; y si bien sola mente se pueden llamar como tales las campañas de Polonia, Prancia y principio de la rusa, la movilidad y rapidez fueron el comón denominador a todas las de la guerra (recordemos Africa con Rommel y Montgómery y Europa con Patton). En cuanto a grandiosidad y separación de los campos de batalla, nada hay que comentar. Easte pensar en la guerra del Pacifico a base de teléfono, ópticas y aparatos de luces. La cantidad de países ocupados con el consiguiente peligro de los saboteadores convierten al enlace tele fónico en un objetivo fácil y muchas veces más indis creto que la radio. El- enlace de la aviación con tierra y entre aparatos sin otra cosa que paineles y mímica respectivamente es posible que hubiera dado al traste con esta Arma, hoy día tan importante como la vieja Infantería. El carro de coñbate, ya con deficiencias en los órganós de visión, si además hubiese sido sordo, habría sido una mole ciega e ingobernable, con capacidad sólo para avanzar sin miedo a las armas automáticas. Y lo que se le ha exigido y realizado le pone muy por encima del con cepto de parapeto móvil. Citemos ahora un gran cliente de la radio, el arma del presente y del futuro: Las tropas aerotranspor tadas. De esta enumeración se desprende que todos los avan ces en el arte de la guerra van cimentados en al empleo de la radio, y como es de suponer que en el futuro no se 36 Dspositico pare combata mucho al estilo de Verdún y la G. M. 1, re sulta que la radio seguirá evolucionando hasta acapa rar casi todas las transmisiones. LA RADIO Y LA ENERGIA ATOMICA Mientras el factor atómico se redujo al campo estra tégico no afectó fundamentalmente a las Transmisiones, pero su inclusión dentro del campo táctico (cañón ató mico y artefactos de potencia reducida) modifica enor memente las normas de empleo de los medios de enlace. En táctica, la energía nuclear ha revalorizado la pa labra enmascaramiento en detrimento de las de protec ción y blindaje y además ha agudizado e impuesto la ne cesidad de la diseminación y dispersión. Esta, traducida a kilómetros de cable telefónico, se convierte en cifras casi astronómicas. Las mejoras e innovaciones en los sistemas de tendido no llegan a compensar este aumento. Además hoy día no hay fronteras entre la radio y el teléfono, y sabemos cónio sale una línea de una central, y en vez de ir por el cable lo hace por el éter a través de los radio-relais, de tal forma que de la misma central parten líneas telefónicas clásicas y lineas de radio de alta frecuencia sin que los abonados puedan distin guirlas. RESUMEN La importancia de la radio aumenta de día en día. A los centros de investigación incumbe hacerla avanzar técnicamente, a nosotros nos corresponde asegurar su funcionamiento ya que en sus manos, o mejor dicho en las nuestras, está la posibilidad del mando. Para lograrlo y a modo de consecuencias de estas ideas propongo estos tres puntos: 1.0 Instrucción por mallas. 2.° Disciplina técnica extremada. Apoyada en órde nes bien dadas. 3.0 Huir de la improvisación. Quien se considere buen improvisador, que no tema: en el servicio de la radio, y a pesar de todas las previsiones, se le presentarán buenas oportunidades para demostrarlo. -para iessder cable desde Jeep, assdlsgo al dci Dad ge 3/4 T. A pto tendidas rdpidas y cortos por la poca capacidad de carga. Posibilidades de empleo del fusil de asalto español Consideraciones Por técnico-balísticas el Dr. Ingeniero Materiales [ AS posibilidades de empleo de un fusil automá tico ligero se han discutido tantas veces en los últimos años, que pudiera parecer dudoso el que me rezca la pena tratar de nuevo de este problema. Des pués de publicado en el año 1952 el primer informe sobre la balística del fusil de asalto español (1), han surgido sobre el tema de este tipo de armas gran nú mero de otras publicaciones, en las cuales conocidos expertos, tales como los Generales alemanes F. Kit tel (2) y E. Schneider (3), los Comandantes españo les L. Wilhelmi (4) y F. de Salas (5), así como el Di rector de la Fábrica de armas suiza SJG, E. Amsler (6), exteriórizan detenidamente sus conceptos sobre los problemas tácticos y técnicos del fusil de asalto y su munición. Sin embargo, siguen existiendo discrepancias tanto sobre las cualidades técnicas, como sobre las posibi lidades de empleo del fusil de asalto con una muni ción adecuada. En los apartados siguientes tratare mos de precisar estas opiniones distintas, compa rarlas y, en cuanto sea necesario, rectificar los errores existentes en ellas. 1. Disensión de algunos asalto. datos técnicos del fnsil de Ante todo, recordemos sucintamente qué es un fusil de asalto. Según la definición que ha surgido de los trabajos realizados en los últimos años, un fusil de asalto es un fusil automático de Infantería que cumple principalmente con las condiciones siguientes: 1. Que el peso del arma no sea mayor que el de un fusil normal, y 2. Que el empuje de retroceso sea tan pequeño que, aún tirando en ráfagas, el tirador pueda man tener su arma encarada al blanco. (1) Dr. Ing. G. Voss: “La balística de la munición ligera de1 nuevo fusil de asalto”. Memorial de la Asociación Civil de In genieros de Armamento e Ingenieros Industriales del Ejército, octubre-diciembre 1952. (2) General F. Kittel: “Gebt der Infantrie ihre Stosskrafi. wieder”. Wehrrechnische Refte 1954, Heft 1. Traducción: “De volved a la Infantería su empuje”. Revista EJÉRcITo, julio 1954. (3) General E. Schneider: “Das automatiscbe Infantriege webr”. Wehrtechnische Heíte 1954, Heft 5 nnd 6. Traducción: “El fusil automático para la Infantería”. Revista EJÉRcITO, di ciembre 1954 y marzo 1955. (4) Comandante L. Wilbelmi: “La munición para el fu,il automático”. Revista EJÉRCITO, mayo, 1955. (5) Comandante E. de Salas: “El infante y su arma indivi dual”. Revista EJÉRCITO, mayo 1955. (6) E. Amsler, Director de la Fábrica SIG, Neuhausen: “SIC, AM 55, sin nenes Automatgewebr”. Nene Züricher Zeitung vo,n 25-5-55. Especiales GtYNTER VOSS, del Centro (C.E.T.M.E.), del Instituto de Estudios Nacional Técnicos de de Industria. La energía de retroceso a absorber por el hombro de] tirador es, como es sabido, en Kgm/disparo: siendo g = 9,81 m/seg’ E 72P la_&11 aceleración de la gravedad, P el peso del arma en Kg., e 1 el impulso de retroceso en Kgseg/disparo. El impulso 1 es esencialmente una constante de la munición, que es verdad que depende también en cierto grado, de la construcción del cañón (sobre todo de su longitud y de la forma de salida de los gases por la boca del cañón), pero que no puede influen ciarse en modo alguno por el mecanismo del arma. Es errónea la opinión recogida en el artículo de Schneider (3) antes citado de que un impulso de retro ceso grande podría compensarse por un alargamiento del recorrido del cierre. Lo mismo puede decirse del punto de vista sostenido en el artículo de Amster (6), arriba mencionado, de que el impulso de retroceso podría disminuirse aumentando la masa del cierre. Es físicamente imposible absorber dentro del arma ni una pequeñísima parte del impulso de retroceso que se produce en el tiro y que, en valor absoluto, es exactamente igual al impulso del proyectil y de los gases de la pólvora al salir por la boca del cañón. TJni camente trasladándose este impulso en toda su mag nitud hacia un punto de apoyo, es decir, el hombro del tirador, el arma puede ser detenida en su movi miento de retroceso. La energía de retroceso que sin tirador, tirando en ráfagas, puede soportar sin apreciable merma de la puntería no pasa de unos 0,6 Kgm/disparo, cantidad sensiblemente menor que la conrrespondiente a fu siles actualmente en uso, cuya energía de retroceso, tirando, por ejemplo, con el cartucho PP, resulta casi tres veces mayor. Como demuestra la fórmula arriba citada, la ener gía de retroceso li es proporcional al cuadrado del impulso 1 e inversamente proporcional al peso del arma P. Si se quiere reducir la energía de retroceso, se tiene, por tanto, que cuidar, en primer lugar, de que la munición sea de pequeño impulso; pero tam bién hay que prestar atención a que el peso del arma no sea demasiado pequeño. Toda disminución del peso de un arma portátil produce, a causa del aumento de energía de retroceso que lleva consigo un empeoramiento de la precisión al tirar en ráfagas y una reducción de la velocidad de fuego al disparar tiro a tiro apuntando bien, es decir, una disminución del factor que precisamente en las fases críticas del combate resulta decisivo; a saber, la densidad de fuego. -37 Es errónea, por tanto, la opinión de que una re ducción del peso del arma libera al infante de un peso muerto. Si no se duda en cargar al infante con un equipo que, sin tener en cuenta el casco, la bayoneta, las granadas de mano, etc., asciende a más de 14 Kg., 110 se deberán regatear 100 g., al fijar el peso admisible del fusil, es decir, de su elemento principal. En cual quier caso, es poco conveniente quedar por debajo del peso de los fusiles actuales, es decir, de 4 a 4,5 Kg. Tomando como base del proyecto de la munición, este peso del arma de 4 a 4,5 Kg. y una energía de re troceso de 0,6 Kgm/disparo, el impulso de retroceso se calcula en: 1 = y 2 E. P7 = 0,7 a 0,75 Kgseg; lo que coincide exactamente con el impulso de la muni ción, tanto del fusil de asalto alemán como del español. Aparte de la energía de retroceso, es importante también para obtener una buena puntería, tirando en ráfagas, que el cierre oscile libremente hacia atrás sin chocar contra un tope; El golpe producido por un tope no influye, desde luego, ni en el impulso ni en la energía de retroceso, pero provoca una reacción del tirador, que merma sensiblemente su puntería al tirar en ráfagas. Una magnitud importante es la cadencia (nú mero de disparos1’seg.), que, multiplicada por el im pulso de retroceso 1, nos da la fuerza de retroceso media R. En fusiles de asalto, contrariamente a las ametralladoras de gran cadencia, esta fuerza de re troceso media es relativamente pequeña. En el fusil de asalto español, por ejemplo, resulta. R = n. 1 = 9,2 . 0.74 = 6,8 Kg.; es decir, menos de la cuarta parte del valor corres pondiente a una ametralladora de gran cadencia. No tiene, en cambio, ningún interés el desarrollo de las fuerzas y aceleraciones de retroceso que se pro ducen durante un disparo aislado. Nada se deduce al calcular estos valores, cuya determinación, ade más, resulta bastante complicada, y en la forma in dicada en el artículo de Schneider (3) antes citado, falsa de todos modos. II. Las bases de desarrollo de los fusiles de asalto alemán y español. Propuesta de definición del al cance eficaz de un arma portátil. Según lo expuesto en el apartado anterior, hay que entender por fusil de asalto un fusil automático de Infantería, cuyo peso es de unos 4 a 4,5 Kg. y cuya munición produce un impulso de unos 0,7 a 0,75 Kgseg. Esta definición ha tomado cuerpo durante el desarrollo del fusil de asalto español. Los argumentos que hace veinte años condujeron al fusil de asalto alemán eran completamente distintos. El punto de partida para el desarrollo alemán de entonces fué el suponer que el infante nunca tira a distancias de más de 500 m. con su fusil, aunque la bala PP que utiliza posea también a distancias mu cho mayores energía -remanente suficiente para lo grar efectos mortales. ¿Por qué debe el infante car gar (así se preguntó en aquella época) con una mu nición tan potente y pesada como el cartucho PP, si, por razones de probabilidad de impacto, no puede aprovechar todo el alcance real de esta munición? 38 ¿Para qué emplear una munición que, a las distancias prácticas de tiro, posea una energía remanente va rias veces mayor que el valor necesario para lograr un efecto mortal? ¿No valdría más disparar, en vez del potente cartucho PP, un cartucho corto con potencia y alcance menores y crear para este cartucho corto un arma automática, cuyo peso, conforme a su re ducida energía en boca, fuera relativamente pequeño? Estas fueron las consideraciones que, en su día, condujeron al desarrollo del fusil de asalto alemán y cuya lógica quedó comprobada enteramente y sin reserva por los éxitos que logró este fusil de asalto en el combate. A la munición de este fusil de -asalto se le exigió, en el fuego tiro a tiro, buena precisión únicamente hasta distancias de 200 m. y, tirando en ráfagas, tan sólo fuego de hostigamiento hasta 600 ni. Con el eartucho corto, entonces desarrollado, se cumplieron estas exi gencias con facilidad. Se había renunciado conscien teniente a un proyectil largo de buenas cualidades balísticas, en beneficio de una disminución en la lon gitud del cartucho lo cual era lógico, dadas las mode radas exigencias de alcance. El pequeño impulso de retroceso de esta munición fué más bien una consecuencia que una condición previa para su desarrollo. Y fué precisamente la con secuencia de reducir el alcaice eficaz, y con ello la energía en boca, contrariamente al de la munición del fusil de asalto español. Los fundameñtos para el desarrollo de las muni ciones del fusil de asalto alemán y español han sido, por tanto, completamente distintos. Mientras que el punto de partida para el desarrollo de la munición alemana fué una reducción del alcance eficaz, de donde resultó la disminución del impulso de retroceso hasta el valor admisible en un fusil de asalto, como base del desarrollo español tuvo que tomarse un aumento de alcance que, a primera vista, parecía incompatible con el impulso de retroceso admisible para un fusil de asalto. Contrariamente a las exigencias alemanas, que en el fuego apuntado se limitaban a distancias hasta 200 m., se exigió del fusil de asalto español un alcance eficaz de 800 a 1.000 m. La dureza de esta exigencia extraordinaria plan ted la cuestión de qué debemos, en realidad, enten der por “alcance eficaz” de un fusil de asalto. ¿Tiene sentido disparar con un fusil de asalto hasta distan cias de 1.000 m.? ¿Es que se puede esperar de un fu sil de asalto a 1.000 rn. de distancia probabilidades de impacto apreciables, teniendo en cuenta que con el fusil normal, a pesar de la potencia mucho mayor del cartucho PP, apenas si puede darse en un blanco humano a distancias superiores a 500 m.? Estas son las cuestiones que tenía que plantearse, más que ningún otro, el balístico encargado del des arrollo de la munición, y que, debido a la falta de una contestación de ninguna otra precedencia, también tenía que contestarse a sí mismo. Veamos cuál fuié la contestación. Con un fusil no se dispara, como ya se dijo, en ge. neral, a más de 500 ni. de distancia, aunque la ener gía remanente de la bala PP sea aún suficiente hasta distancias de 4,000 ni. para lograr efectos mortales. Por tanto, la energía remanente no es decisiva para el alcance eficaz de un fusil, sino exclusivamente su probabilidad de impacto. Un buen tirador puede hacer blanco sobre un hombre a pie a 500 m. de distancia, con una proba bilidad del 50 %; mientras que a 1.000 m. apenas si logrará más del 10 % de probabilidades de impacto, es decir, que tendrá una probabilidad del 90 % de errar el tiro. Pero, una vez errado el blanco, el adversario se ocul tará en el acto, haciendo ineficaces, de este modo, los disparos siguientes. Continuar, pues, el fuego, sólo ten dría efecto moral, es decir, no supondría ningún ren dimiento respecto a la producción de bajas. El tiempo de reacción, dentro del cual el adver sario se echa a tierra o halla abrigo de cualquier otro modo, depende, naturalmente, de las circunstancias, pero puede cifrarse, por término medio, apenas en más de un segundo; es decir, de todos modos, menos que el tiempo que necesita el tirador para hacer un segundo disparo bien apuntado. Aun tirando con un fusil de re petición, se necesita hasta el segundo disparo mucho más de un segundo, en tanto se tire con una munición potente, como el cartucho PP o el cartucho T-65. Por tanto, sólo pueden esperarse probabilidades de impacto apreciables tirando con munición de gran potencia en el primer disparo. La probabilidad de impacto, arriba mencionada, del 50 %, que un buen tirador puede lograr, tirando a un hombre de pie a 500 m, de distancia, no podría mejorarse, por consi guiente, aun continuando el fuego. Pero las condiciones en un fusil de asalto, siempre que se tire en ráfagas, son completamente distintas como lo demuestra el siguiente cálculo realizado a base de una distancia de tiro de 1.000 m. Si se utiliza, por ejemplo, el tiempo de reacción del adversario para hacer una ráfaga de a 10 disparos, y suponemos que cada uno de los 10 tiene a 1.000 m. de distancia una probabilidad de impacto de w = 7 %, la probabili dad de tocar al adversario, por lo menos una vez, en esos 10 disparos será p que da en nuestro ejemplo un valor también del 50 % aproximadamente. Se logra, por tanto, con la ráfaga de un fusil de asalto la misma probabilidad de impacto a 1.000 m. que con un fusil normal a 500 m.; es decir, que el al cance eficaz del cartucho ligero de un fusil de asalto disparando en ráfagas resulta el doble del de un cartu cho PP disparado con un fusil normal. Esta conclusión parece, a primera vista, absurda, pero corresponde, sin embargo, como lo demuestra el cálculo arriba indicado, a la realidad, al menos para condiciones de combate determinadas. Todavía no hemos probado la hipótesis hecha de que tirando en ráfagas a 1.000 m. de distancia se puede lograr, con cada disparo, una probabilidad del 7 %, y eso no sólo en una galería de tiro, sino tam bién bajo las condiciones, mucho más difíciles, de un combate real, en terreno desconocido. Pero en el pró ximo apartado se demostrará que esta suposición está bien fundamentada. Con esto la cuestión arriba abordada, de si tie ne sentido disparar con un fusil de asalto a distan- cias de 1.000 m., puede contestarse afirmativamente. La posibilidad de lograr con un fusil de asaiLo tirando en ráfagas un alcance eficaz que supera sen siblemente el de un fusil normal, no fué aprovechada en la G. M. II. Unicamente en el desarrollo del fusil de asalto español se aprovechó este hecho de que la reducción del impulso de retroceso supone una am pliación del alcance eficaz utilizando el tiro en ráfagas. Si se define el alcance eficaz de un arma portátil como aquella distancia a la cual, con duración de fuego de un segundo, un buen tirador puede lograr, por lo menos, un impacto sobre un hombre de pie con una probabilidad del 50 %, entonces la exigencia de lo grar un alcance de 800 a 1.000 ni, aun con la condi ción de que el peso del arma no pase de los 4 a 4,5 Kg., entra en lo técnicamente realizable. Sin embargo, sólo se tirará raras veces con un fusil de asalto sobre un hombre aislado a 1.000 m. de dis tancia, como tampoco se tira con frecuencia con un fusil normal a 500 m. Tales distancias siempre que darán reservadas a tropas escogidas y especialmente instruídas. Lo que, en cambio, puede decirse sin exa geración, es que, independientemente del nivel de ins trucción, el alcance de un fusil de asalto asciende al doble del de un fusil normal que dispare con el car tucho PP. HL Repiisitos des alcances. técnicos para la realización de gran En el apartado anterior se expuso hasta qué punto el alcance eficaz de un fusil de pequeño impulso de retroceso puede aumentarse pasando del fuego tiro a tiro al fuego en ráfagas. Este paso al fuego en rá fagas no es, desde luego, la única condición previa para un aumento del alcance, sino sólo una de muchas. Aparte del fuego en ráfagas, hace falta, sobre todo, que la energía remanente del proyectil sea suficiente para los efectos pretendidos. El proyectil del fusil de asalto español, que, debido a su forma alargada, posee a 1.000 m. de distancia una energía remanente de 25 Kg. con la cual perfora sin dificultad un casco y penetra en madera de pino hasta una profundidad de 12 cm., cumple indudablemente con esta condición. Los blancos que necésitan energías remanentes ma yores para ser dañados s.e presentan tan raras veces en condiciones que puedan combatirse con un fusil, que no parece justificado un aumento de la energía del pro yectil con el objeto exclusivo de mejorar en eficacia. Mucho más importante para el alcance eficaz de un fusil es, en general, la rasancia de la trayectoria del proyectil. Este punto se ha indicado ya en repetidas ocasiones. Sin embargo, no parece habérsele dedicado la atención que merece. A continuación se tratará, por tanto, de considerar de nuevo la influencia de la rasancia sobre la probabilidad de impacto, y pre cisamente desde un punto de vista que al Oficial de tropa tal vez le resulte más interesante. Al probar la munición del fusil de asalto, tan sólo han realizado hasta ahora las tropas, aparte de prue bas de penetraciones, tiros de agrupamiento de im pactos. El General Kittel limita también en su ar tículo las exigencias relativas a la munición de un fusil de asalto exclusivamente a los agrupamientos a realizar en esta munición. 39 Estos tiros de agrupamiento, que se realizan en ga lerías de tiro a distancias exactamente conocidas, sin viento lateral, y en los cuales un buen tirador puede lograr, con un arma sin defectos, dispersiones de impactos apenas mayores que las estrictas disper siones de la munición, pneden conducir fácilmente a razonamientos falsos y no deben considerarse de nin gún modo como suficientes para enjuiciar el valor de un arma portátil en el combate. Así, por ejemplo, del hecho de que las dispersiones logradas durante estos tiros, con munición del fu sil de asalto y munición PP sean casi iguales, no se debe sacar la conclusión de que con estas dos clases de munición puedan lograrse también las mismas pro babilidades de impacto en el combate real. Las pro babilidades de impacto en el combate serán, por el contrario, sobre todo a distancias grandes, más infe riores en la munición de un fusil de asalto, a causa de su rasancia inferior, que en una munición de fusil de gran potencia, a menos que los errores de impacto causados por la mala rasancia de la munición del fusil de asalto queden compensados por medidas especiales. Los errores debidos a una incorrecta apreciación de la distancia tienen una estrecha rélación con la ra sancia de trayectoria. Suponiendo que el error pro bable inherente a la apreciación de la distancia re sulte sólo el 10 % de la distancia X y que, además, el propio reglaje del alza produzca un error probable en distancia de 50 m. (lo que, dado que la escala del alza está graduada de 100en 100 m., tampoco pa rece exagerado), el error total del alza producirá una diferencia en distancia de: D=V/H)2+ Los desvíos probables calculados a partir de estos errores de distancia están representados en el grá fico adjunto, en función de la distancia X, para los fusiles de asalto alemán y español, así como para el D, 200 400 600 800m. X fusil Máuser con el cartucho PP. Se indican, además, en este diagrama, en línea de trazos, los desvíos pro bables causados por la dispersión de la munición, que en las tres ciases de cartuchos aquí considerados pue den admitirse como aproximadamente iguales. Como demuestra el gráfico, los desvíos debidos a ini reglaje incorrecto del alza son extraordinariamente grandes. En el fusil de asalto alemán resultan, a 300 m. de distancia. 4 veces mayores, y a 800 m., hasta 12 veces mayores que los desvíos debidos a la dis persión de la munición. En el fusil de asalto español estos desvíos son menores a causa de la mejor rasaneia de la trayectoria del proyectil, pero alcanzan, sin embargo, a distancias mayores, un valor varias ve ces múltiplo de los desvíos debidos a la munición. Estos desvíos son independientes de los errores de puntería del tirador. Se producen, por lo tanto, en el tirador bueno lo mismo que en el tirador malo y taui poco pueden disminuirse por un visor óptico, a menos qne éste facilite un reglaje más exacto de la distancia al blanco. Si se quiere mejorar la probabilidad de impacto en el combate a distancias mayores hay que cuidar, por tanto, en primer lugar de una buena rasancia de la trayectoria y sólo en segundo lugar de conseguir pequeñas dispersiones de la munición. Ahora bien, hay que tener en cuenta que no reci bimos gratis un mejoramiento de la rasancia, sino que tenemos que obtenerlo a costa de inconvenientes, sobre todo a costa de un empeoramiento de la dis persión, ya que una buena estabilidad de vuelo, así como un amortiguamiento suficiente de los suovi mieutos de precisión y nutación, es mucho más di fícil de lograr en un proyectil de pequeña resistencia al aire, es decir, en un proyectil con una ojiva y un culote troncocónicos largos, que en un proyectil corto de inferior forma exterior. Pero a grandes distancias los desvíos de impacto debidos a una rasancia deficiente resultan tan ineoui parablemente más grandes que las dispersiones de la munición, que puede admitirse, sin duda, un empeora miento de las últimas en favor de un mejoramiento de la rasancia. En la munición del fusil de asalto español la ra sancia de trayectoria está cerca del óptimo realiza ble. Como demuestra el diagrama, los desvíos debidos a un incorrecto reglaje del alza en la munición del fusil de asalto español, a pesar de su potencia inferior, apenas superan los de la munición PP. Sin embargo, deberá pretenderse, si también se quiere disparar a distancias mayores con buena probabilidad de impacto, otra disminución de estos desvíos. Hace falta, al efecto, ante todo una medición exacta de la distancia al blanco. Si se admite en el alcance máximo de 1.000 m. un error de distancia de 30 m., la creación de un telémetro sencillo y ro busto apenas presentaría dificultades. Además sería conveniente un reglaje del alza más exacto por medio de una graduación más fina de su es cala, al menos para las distancias mayores. Una gradua ción de 50 en 50 m. en vez de las mareas actuales de 100 en 100 m., ya supondría a distancias de más de 500 m. un notable mejoramiento. Para distacias hasta 500 m. las marcas de 100 m. podrían conservarse sin apreciable menoscabo de la precisión de impacto. Importante para un tiro preciso a distancias ma yores resulta, además, la consideración de las con diciones atmosféricas, es decir, el viento y la va riabilidad de la densidad del aire. Pero, por medio de tablas de corrección para viento, transversal y lon gitudinal, presión barométrica y temperatura de aire, no sería difícil excluir estas influencias atmosféricas lo mismo qne tirando con ametralladoras pesadas. Hay que destacar que estos valores de corrección y los errores inherentes a ellos resultan tanto menores cuan to mejores son las cualidades balísticas de la munición. Considerando estas influencias meteorológicas y mi diendo exactamente la distancia al blanco, un buen tirador ejercitado en el uso del fusil de asalto puede csperar, como lo han demostrado varias pruebas, aun tirando en ráfagas sobre un hombre de pie a 1.000m. de distancia, en cada disparo una probabilidad de impacto de w = 7 %, con lo cual, como quedó ex plicado en el apartado anterior, la probabilidad de lograr, con una ráfaga de un segundo de duración por lb menos un impacto se calcula en un 50 %. Con estos resultados la exigencia de un alcance efi caz de 800 a 1.000 m. puede considerarse cumplida, y precisamente no sólo en la galería de tiro, sino tani bién bajo las condiciones de un combate real. La discrepancia que existe en la mnnición PP dis parada en un fusil normal, entre el alcance eficaz de 500 m., condicionado por la probabilidad de im pacto, y el alcance de 4.000 m. dado por la energía remanente del proyectil, está eliminada en el fusil de asalto español. Ambos alcances condicionados por la probabilidad de impacto y la energía remanente re sultan en el arma española aproximadamente iguales, es decir, iguales a 1.000 m. IV. Las posibilidades alcance. de un fusil de asalto de gran La opinión de que el infante hoy día no necesita un fusil de gran alcance se ha generalizado de tal modo, que surge espontáneamente la cuestión de por qué se han efectuado los esfuerzos expuestos en los apar tados anteriores en relación con un anmento de alcance. La G. M. II ha demostrado claramente que el infante apenas si tira con su fusil a distancias ma yores de 500 m. ¿Por qué dar al fusil del infante un alcance hasta 1.000 m. si no existe evidentemente una verdadera necesidad de este alcance? Tales ar gumentaciones hoy día han llegado a ser tan co rrientes, que la mayoría de los tácticos han dejado de darse enenta de cómo se han formado estos ar gumentos y en qué condiciones pueden eonsiderarse concluyentes. La verificación de que el infante en la G. M. II no tiró nunca a distancias mayores de 500 m., corres ponde seguramente a la realidad, pero no demuestra de ningún modo que la necesidad de nn arma por tátil de alcance mayor haya desaparecido, sino con firma por de pronto, únicamente el hecho de qne el alcance eficaz de los fusiles actualmente en uso no pasa de los 500 m., o bien que para distancias mayores de 500 m. son más eficaces otras armas más pesadas. Entre estas armas más pesadas, que la Infantería hoy día lleva consigo, figuran, aparte de cañones de Infantería y morteros, ante todo, los fusiles ametralla dores y las ametralladoras pesadas, de los cuales, por ejemplo, una División de Infantería de los Es tados Unidos posee casi 1.000. Este sólo número ya bastaría para comprobar que la necesidad de al cances mayores existe ahora como antes y que tam bién se tiene ea cuenta esta necesidad aun soportando graves inconvenientes. La tesis generalmente sostenida de que el infante no necesita un arma de más de 500 m. de alcance, debe considerarse, por tanto, incorrecta, al menos en la forma comúnmente expuesta. Sólo es discutible la cuestión de si es conveniente hacer participar al infante por medio de un fusil de asalto de gran alcance en el combate a distancias mayores, y de este modo independizarle en cierto grado de las armas más pesadas. Las publicaciones hasta ahora conocidas no con tienen ninguna contestación a esta cuestión. En cuanto al empleo táctico no se há sacado desde luego, ninguna conclusión del aumento de alcance que el proyectil del fusil de asalto español facilita gracias a sus supe riores cualidades balísticas. Incluso el General Kittel, uno de los propagandistas más convencidos de la idea del fusil de asalto, en su artículo citado sola mente ha tratado de adaptar sus exigencias técnicas a las cualidades de la munición española, pero ha con servado en cambio, sus ideas sobre el empleo táctico en la misma forma, que se habían sostenido, en su tiempo, en relación con el alcance pequeño del an tiguo fusil de asalto alemán. El aumento de alcance, que posibilita la munición del fusil de asalto español, hasta ahora solamente se ha aceptado porque no puedo perjudicar, poro no pensando en aprovecharse realmente de él. Aún no ha sido elaborada una táctica, en la cual el alcance eficaz de la mnnición del fusil de asalto es pañol imponga su valor. Pero, mientras no se tome una decisión en favor de esta nueva táctica, sino que se mantenga el punto de vista actnal de que el infante no necesita un fu sil de gran alcance, sería mejor prescindir de la mu nición actual del fusil do asalto español, sencilla mente porque esta munición resultaría demasiado va liosa para un arma cuya distancia de empleo se ha re bajado conscientemente a pocos centenares de metros. Las ventajas balísticas que ofrece el cartucho ac tual del fusil de asalto español en relación con el an tiguo cartucho corto de mango apenas si se impon dría en las pequeñas distancias de combate actuales, y tampoco justificarían, por tanto, admitir todos los inconvenientes inherentes a esta munición, tal como la duda acerca de la incompatibilidad de su pro yectil con la convención de La Haya, el alargamiento del cartucho en urs 50 %, la necesidad del empleo de aluminio, etc. Todos estos son inconvenientes que so lamente pueden admitirse si se quiere disparar real mente a grandes distancias, extendiendo el empleo del fusil de asalto a distancias, que hasta ahora estaban reservadas exclusivamente a los fusiles ametralladores y las ametralladoras pesadas. Tal aumento del alcance eficaz implicaría, en efec to, un amplio cambio de la táctica, mientras que en todos los otros fusiles automáticos desarrollados después de la guerra, a causa de su mayor impulso de retroceso, el fuego en ráfagas únicamente está in 41 dicado a distancias cortísimas contra un enemigo que repentinamente surge en grandes masas; en un fusil de asalto con munición de gran alcance, el fuego en ráfagas debería ser empleado en primer lugar a las grandes distancias de tiro, en las cuales el tiro aislado ya no ofrece ningunas probabilidades de impacto suficiente. Es obvio que un cambio tan profundo despierte numerosas dudas por parte de las tropas. Hay que es perar sobre todo la objeción de que el fuego en rá fagas en el cual un soldado puede disparar en pocos minutos toda su dotación de cartucho, conduce a un derroche de munición. Pero esta objeción no es concluyente sobre todo en una tropa que tenga una buena disciplina de fuego. Lo que ha de considerarse no es el consumo de muni ción por minuto, sino el consumo de munición por im pacto. Este último, por ejemplo, en la G. M. II en el bando alemán, con inclusión de la munición consu mida por subfusiles y ametralladoras, ascendió por término medio al valor extraordinario de 33.000 dis paros por impacto. En la guerra de Corea dicen que este valor ha aumentado incluso hasta 50.000 dis paros por impacto. Como ya se expuso en el apartado II, el rendimiento de un fuego roto por sorpresa resulta, dentro del pri. mer segundo después de iniciado el fuego, tan in comparablemente mayor que un fuego contra un ene migo cubierto o preparado a ser ametrallado, que, en cualquier caso, merece la pena tirar dentro de este primer segundo con la máxima densidad de fuego po sible, es decir, con el fuego en ráfagas. Al adoptar el fuego en ráfagas el inmenso consumo de munición en relación con las bajas de las últimas guerras más bien disminuiría que aumentaría, con tal de que se observe una disciplina de fuego razonable. El aumento de alcance del fusil de asalto hasta 1.000 m. realizable por medio del fuego en ráfagas haría ampliamente superfluos los fusiles ametralla dores y las ametralladoras pesadas, sobre todo, si el cartucho PP., de acuerdo con la unificación de arma mento pretendida por el Occidente, ha de ser sus tituído por el cartucho T-65 de la NATO, es decir, con un cartucho que a distancias mayores resulta sensiblemente inferior al cartucho PP. La diferencia entre la munición T-65 y una buena munición de fusil de asalto resulta balísticamente tan pequeña que apenas vale la pena emplear conjunta mente estas dos clases de munición. Es razonable la coexistencia de dos diferentes clases de munición sólo en el caso de que sus alcances muestren apreciables diferencias. Por tanto, una munición especial para ametralla doras pesadas sólo tiene sentido si es muy superior a la munición del fusil de asalto; es decir, si es mejor que la munición T-65 y, en cuanto sea posible, me jor que la munición PP. (A este respecto, conviene mencionar que también dicha mejora de la muni ción PP parece del todo realizable dado el estado ac tual de los conocimientos aerodinámicos y balísticos). El que hasta ahora ningún Ejército se haya atrevido a renunciar enteramente a las ametralladoras, hay que achacarlo, en parte, a que el alcance eficaz de las mis mas se estima, en general, demasiado alto; pero, cii parte también, a que todavía no se tiene verdadera 42 confianza en el aumento del alcance del fusil de asalto hasta 800 a 1.000 m. Incluso el General Kittel no quiere renunciar completamente a las ametralladoras, aunque la G. M. II ha demostrado claramente que con la ametralladora nunca se tira a distancias de más de 1.000 m., sino que, aun tirando con ame tralladoras pesadas, en general se rompe el fuego úni camente, después de que el enemigo se haya acercado hasta 600 m. o más aún. La causa de esta limitación del fuego de ametra lladoras a estas distancias de tiro relativamente pe queñas hay que buscarla en que no se quitre descu brir prematuramente al adversario la propia posición. Una ametralladora pesada con sus cajones de muni ción y su equipo de servicio es, en general, más di fícil de enmascarar que un tirador aislado, que, con su fusil o fusil de asalto, fácilmente halla protección en todas partes y que, por tanto, por razones de en mascaramiento, no tiene que restringir el fuego, aun tirando a distancias mayores. Las distancias máximas a las cuales se tira en el combate real, probablemente, no serán mucho ma yores, por tanto, en una ametralladora que en un fusil de asalto, con lo cual surge para la ametralla dora la misma cuestión que en su tiempo en Ale mania condujo al cambio del fusil de gran energía en boca por el fusil de asalto de pequeña energía en boca; a saber, la cuestión de por qué se emplea para la ame tralladora una munición que en cuanto a la energía re manente tiene un alcance eficaz de 4.000 m., aunque prácticamente no se tira nunca a distancias de más de 1.000 m. Y de esta cuestión, a su vez, surge la segunda cuestión de por qué conservar las ametralladoras si ya existen fusiles de asalto de 800 a 1.000 m. de alcance. Es verdad que las cortas ráfagas de un fusil de asalto no son comparables al continuo fuego auto mático de una ametralladora pesada. Pero no se puede comparar una ametralladora con un solo fusil de asalto sino que se -debe ampliar la comparación a la potencia de fuego de todo un pelotón. El que en este caso tal comparación resulta en favor del fusil de asalto, apenas podrá ponerse en duda. Los 10 ó 12 ti radores de un pelotón, en tanto estén equipados con fusiles de asalto de gran alcance, serían sensiblemente superiores, en relación con su efecto tanto real como moral. a los pocos fusiles ametralladores que lleva actualmente un pelotón, y eso principalmente si todos los tiradores rompen el fuego simultáneamente. Tampoco la objeción de qué ametralladoras pe sadas son indispensables para tiros de hostigamiento a distancias de más de 1.000 m. parece concluyente, pues un tiro que se efectúa sin apuntar exactamente y que sirve, a causa de esto, únicamente para pertur bar al adversario, también se puede realizar con la munición de un fusil de asalto y a distancias que pasan de los 1.000 in. Al equipar la infantería con fusiles de asalto de gran alcance, la renuncia a ametralladoras no representa, por tanto, ningún riesgo. La coexistencia de ametra lladoras y fusiles de asalto implicaría, al contrario, respecto a movilidad, manejabilidad, enmascara miento y municionaminto, inconvenientes frente a los cuales apenas si se hallan apreciables ventajas, a menos que se emplee para las ametralladoras, en vez del cartucho T.65 previsto para el porvenir, una nueva munición cuyo alcance y potencia debería su pcrar a los del cartucho PP. De los telémetros a prever para la medición de la distancia al blanco, cada pelotón no necesita más que uno, es decir, que sólo habría qne equipar con un te lémetro a los Suboficiales que, aparte de la medición de la distancia, también tendrían que determinar los valores de correcciones atmosféricas e indicar al pe lotón el reglaje del alza. Suprimiendo las ametralladoras y transfiriendo sus cometidos al fusil de asalto, también se deberá cam biar, naturalmente, la instrucción de la tropa; pero estos cambios parecen justificados en consideración a las ventajas que suponen, en los sectores táctico y logístico. Y. Las ventajas de asalto. de un aumento de alcance del fusil Qué ventajas ofrece un armamento unitario de la infantería con fusiles de asalto de gran alcance y cómo se apreciarán estas ventajas en una guerra futura, apenas si puede preverse, ya que en la guerra del por venir seguramente se pasará a formas de combate totalmente distintas de las actuales. Todavía no se puede decir, por tanto, cuáles se rán el armamento conveniente y la táctica de com bate certera. Se prevendrían estas inseguridades creando un armamento de la mayor adaptabilidad posible, es decir, un armamento que sea utilizable, en la medida de lo posible, para todas las tácticas que, según la humana previsión, en una guerra futura puedan esperarse. Se logrará este objetivo sólo aprovechándose de todos los conocimientos técnicos y científicos en cuanto sean aplicables. De todos modos, sería imprudente dejar desaprovechado un progreso técnico única mente porque en relación con el concepto táctico, momentáneamente en vigor, no parece ofrecer nin guna ventaja. No se olvide que una táctica puedc cambiarse con relativa rapidez, mientras que un arma, una vez introducida y producida en grandes can tidades, siempre tiene una vida tenaz. Entre las formas de combate que en la guerra del porvenir hay que tomar en cuenta más que hasta ahora, figuran, por ejemplo, operaciones con tropas aerotransportadas y combates de guerrilleros, así como el método de infiltración ya empleado en las guerras de Corea e Indochina. En todos estos casos, el infante no dispone de ametralladoras y otras armas más pesadas, y depende, contrariamente a las con diciones de combate usuales en la guerra pasada, solamente de su propio fusil; aun a distancias ma yores de combate, cada metro de aumento de alcance del fusil puede ser, en estas circunstancias, de im portancia decisiva. Otro punto de vista al cual hay que dedicar ma yor atención en la guerra del porvenir, es la movi lidad de la tropa. Parece dudoso el que se repita la forma tradicional de la guerra, con sus combates por conquistas de terreno y posiciones y con sus gigan tescas batallas de cerco y asalto de líneas tenazmente defendidas. Más probable parece una estrategia de extenuación con avances rápidos y profundos, cortos fuegos imprevistos, rápidas retiradas, si no se logra la destrucción instantánea del adversario y nuevos avances rápidos en otro lugar. Para tal táctica de combate, en la cual, por cierto, las fuerzas del adversario sólo lentamente se des gastan, pero en cambio las unidades propias quedan intactas, hace falta un armamento que posibilite la movilidad en cada terreno así como el rápido des pliegue y retirada. Es obvio que esta exigencia se cumple más fácilmente, empleando fusiles de asalto que ametralladoras. Mayor atención se deberá dedicar, además, a la cuestión de en qué medida la tropa puede indepen dizarse del abastecimiento regular y qué armamento facilita el mejor enmascaramiento posible. También esta cuestión, que es de importancia decisiva, sobre todo cuando el adversario tiene supremacía aérea, debe contcstarse, comparando ametralladoras con fusiles de asalto de gran alcance, en favor del fusil de asalto: Un armamento unitario de la Infantería con fu siles de asalto de 1.000 m. de alcance, frente a un ar mamento que, aparte de fusiles de asalto de alcance pequeño, también contiene ametralladoras para mu nición T-65, ofrece, por tanto, las ventajas siguientes: 1) Aumento de la potencia de fuego a distancias mayores; 2) Movilidad mayor, sobre todo en terreno in transitable y montañoso; 3) Facilidad del enmascaramiento, y 4) Facilidad del municionamiento debida a la li mitación a una sola clase -de munición. CONCLUSIONES Las exposiciones de los apartados anteriores ad miten, en el fondo, solamente una conclusión, es de cir, que, según el estado actual de la técnica, el mejor armamento posible del infante es un fusil de asalto de gran alcance que permita renunciar ampliamente a ametralladoras y fusiles ametralladores. Desgraciadamente, esta conclusión, de momento, no puede realizarse, al menos con la munición actual, que ya no puede mantenerse después de que el Occi dente se ha decidido en favor del cartucho T-63 como base de un armamento unitario de la N.A.T.O. Por esta razón, se han interrumpido desde hace tiempo los trabajos relativos a la munición actual —que, a pesar de todos los progrçsos logrados hasta ahora, todavía tiene muchos problemas que resolver, tal como el proceso más conveniente de su fabrica ción y la aclaración de su compatibilidad con la con vención de La Haya—para buscar otra solución a base del cartucho T-65. Esta nueva solución a base de un cartucho “T-65 ligero” presentará, de todos modos, un empeora miento. El peso de la nueva munición resultará se guramente mayor; su balística, después de reducir el impulso do retroceso al valor admisible para un fusil de asalto, seguramente inferior que en el cartucho de proyectil superlargo empleado hasta ahora. Sin embargo, el aumento de alcance que se puede esperar con esta nueva munición, en relación con e-! del antiguo fusil de asalto alemán, resultará suficien temente grande, para poder trasladar análogamente todo lo expuesto en este artículo a este nuevo car tucho “T-65 ligero”. t3 LA INSTRUCCIÓN TEÓRICA Comandante INSTRUCCION TEORICA PRACTICA E de Artillería, INSTRUCCION Entre nosotros ha subsistido firme, al cabo de los años y muy por encima de todas las evoluciones de las organizaciones y de las armas, la instrucción teórica. Lo que comprende la misma, según nuestro Ré gimen Intçrior, es lo siguiente: Obligaciones del sol dado, leyes penales, toques de corneta o clarín y su combinación (lunes, miércoles y viernes); nombres do los superiores, casos prácticos del servicio de guardia, centinela y otros, así de guarnición como de campaña (martes); saludos con armas y sin ellas, modos de ha blar con los superiores, urbanidad, tratamientos, in signias, etc. (jueves), y, finalmente, conocimiento del fusil y sus diferentes piezas y teoría del tiro (sábados). Como se ve, en ese conjunto, hay unas cosas que son de educación en general (urbanidad, tratamien tos, etc.), otras de educación moral, y otras que en tran dentro de lo que pudiéramos llamar educación militar (obligaciones, servicios, leyes penales, etc.) y hasta de instrucción táctica (saludos con armas y sin ellas, conocimiento dci fusil, etc.). Sin embargo, todo ello eneaja en lo que en realidad es la instruc ción teórica, es decir, unas sesiones dedicadas a pre parar al soldado para un mejor cumphmiento de sus obhgaeiones sociales y militares en general, prescin diendo enteramente de la instrncción táctica y tée uic a. El nombre de “teórica” realmente ya no es tan aceptable. Pudo tener aplicación y propiedad en tiempos pasados en que casi todo lo que no era ins trucción táctica quedaba englobado en ella; ahora ya no parece tan apropiado y hasta es un tanto discutido. Ahora bien; podrá discutirse el nombre, pero no así la función, la cual si se circunscribe simplemente al nombre de educación moral, por ejempio, se va achi cando en tiempo y contenido, con lagunas en su des arrollo que luego tienen grau trascendencia. En la vida tiene siesupre gran importaocia el nom bre que se da a las cosas, y poner ahora a algo el sambenito de “teórica”, ahora que todo tiende a lo práctico, parece que induce a considerarla de poca importancia y que casi merece ser abolida. Mas de pensarse así, luego resulta que el soldado no llega a conocer enteramente sos obligaciones, que incurre en alguno de los artículos de nuestras leyes penales sin del Servicio de E.M., EDUARDO MUNILLA GOMEZ. saberlo, que no conoce el nombre de quienes le man dan y que su urbanidad se resiente a ojos vistas. Si a eso del nombre se añade el que siempre la teórica supone un trabajo en su preparación, y a la hora de darla, que resulta un tanto compleja y que no hay demasiadas fuentes en donde consultar, nada de extraño tiene que se dé con un poco de desgana y que con lo apretado de los horarios quede muy mer mada, cuando no asfixiada, por las restantes instruc ciones. Mas sigo insistiendo en que es totalmente necesaria y fundamental. Podrá cambiar el nombre si se quiere, aunque no sea fácil englobar en uno solo todo lo que comprende. El de educación militar del soldado pu diera ser más apropiado, pero tampoco es completo. uedémonos, pues, con el nombre de siempre, que todos sabemos lo que es y lo que comprende, y no exa minemos demasiado cicatera y literalmente lo que la palabra significa. La “teórica” eompleta a las demás instrucciones. Primero, contribuye a preparar el ánimo y servir de base a las restantes, y una vez instruído el soldado, contribuye a terminarlo, a pulirlo y a mantenerlo tal cual se hizo. Como Don Quijote y Sancho, son inse parables; lo que la instrucción teórica tiene de idea lismo, las otras lo tienen de realismo y de práctica. No dejemos que Sancho se enseñoree de lo nuestro, por mucho que atraiga su figura. Q COMO SE DEBE PREPARAR Son muchas las cosas que vienen forzadas en la ins trucción teórica: el horario, los locales, casi siempre el programa...; sin embargo, son muchas más las cosas que quedan a la iniciativa del que la tiene que dar, y sobre todo la más importante, lo que se tiene que decir dentro de cada toma y la forma de decirlo. Ya hemos indicado que el número de libros exis tentes dedicados a estos temas son mucho menores de los que hacen falta, por io que casi siempre la teórica hay que darla a pecho descubierto y a base de los comentarios e interpretación, por parte del en cargado de ella, de todo lo que sea reglamentario dentro del tema de que se trate. Esta interpretaciófl supone cierta responsabilidad y abruma un poco; pues en cosas de obligaciones, servicios, leyes penales, etc., de 45 que la orientación sea acertada a que no lo sea, la trascendencia para el funcionamiento dc la Unidad será muy •grande, razón por la que, muchas veces, para no cometer yerros el que la da, se limita a leer lo reglamentario o lo escrito por otros, sin poner de su propia cosecha cosa alguna. Como si la inhibición y la negligencia pudiesen encubrir y solucionar nada. Lo cierto es que, para que las sesiones dedicadas a ella tengan verdadera utilidad, deben ser prepa radas con todo interés. Es verdad que no siempre hay mucho tiempo para ello, más tampoco es mucho lo que hace falta, especialmente cuando se tiene un poco de práctica. Lo que la primera vez asusta y pa rece obra de romanos, en cuanto se hace varias veces bien, ni asusta ni preocupa. Que aun el Sol, a la se gunda vez ya no espante ni a la tercera admira. En todos los casos se exige preparación. Esta podrá ser grande o pequeña, de acuerdo con las posibilidades y conocimientos de cada uno y con el tiempo de que se disponga, pero debe existir siempre. Aquí, como en casi todas las cosas, no caben las improvisaciones, que resultan, cuando menos, peligrosas y que tienen mucho de temeridad. La teórica debe ser armónica con la existencia dia ria del soldado. En ella salen a relucir los detalles, las cosas menudas, lo que siempre queda en el aire, lo que no está escrito, lo que por estar escrito y ser fun damental hay que recordar una y otra vez y io que no siempre se puede escribir. Y esta armonía exige algo de meditación, no se improvisa. El alma del soldado es espenja que lo chupa todo, y cuando tenga que exprimirse, no saldrá limpio lo que penetró sucio. Esa labor de filtrado, para que lo que el soldado reciba esté puro, sólo se puede con seguir con un mínimo de preparación e interés, de forma que descubrn sinceridad, nobleza ‘ cariño por él. sión, o la íntima relación de otros aconsejarte al guna refundicióu, estás en condiciones de iniciar la preparación. Para ello colocas en cada una de esas hojas, según se te vayan ocurriendo, las ideas que quieras decir sobre cada uno de los epígrafes. Lo mismo harás con aquellas frases que encuentres en ios libros que consultes y con las ideas que te sugieran los que leas. De esta forma te quedarán agrupados, por tenias homogéneos, todos los puntos que te interesa tocar. Ya no queda nada más que ordenar el contenido de cada hojita. Para ello, una voz leídas, o bien las agru pas por conceptos parecidos o directamente les das el número de orden como te interesa exponerlas. Si tienes que escribir el trabajo, o prefieres hacerlo así, no tendrás nada más que comenzar con la pri mora hojita y desarrollar la exposición siguiendo el número de orden que en ella pusiste, hilvanando las ideas y dándolos forma, con lo que el trabajo sale or denado y casi sin darte cuenta. Si se trata de darlo hablado, haces el guión de lo que quieres decir simplemente poniendo en orden,. unos detrás de otros, los conceptos de cada hoja, con 10 que tendrás así preparado el esqueleto de lo que ha de ser tu charla. En ocasiones no necesitarás consultar nada, porque el tema lo conozcas bien y el tiempo que tengas que destinar al mismo sea escaso; más siempre es conve niente que ordenes tus ideas previamente si no quie res ir navegando de un lado para otro y quedarte al guna vez parado. El mismo orden que deseas y exiges en el dormitorio o en la presentación de tus subordi nados, debe existir en tu mente a la hora de la teórica. El trabajo que incialmente ello te suponga te aho rrará otros muchos después, te resultará mucho más fructífero y lo podrás aprovechar de una vez para otra. Ahora bien; cabe preguntar: ¿cuál es el mejor sis tema para esa preparación? Me limitaré a reseñar uno de ellos. Cualquiera que sea el que se adopto, es conveniente que sea sencillo de seguir y que permita ordenar fá cilmente lo que se haya pensado. Vosotros habréis visto que el principal defecto que tienen algunos libros, charlas o artículos, es que ha blan de cosas similares al principio y al final, e inter polan a cada momento otras cuya relación con ellas es secundaria y que vendrían mejor antes o después. Cuando no hay orden en la exposición, más que en señar y ayudar, lo que se hace es desorientar, O, lo que es lo mismo, el sistema, además de sencillo, debe permitir que resulte un trabajo ordenado. Piensa primeramente el tema del cual tengas que hablar y los puntos generales que quieras constituyan tu exposición, y preparas unas hojitas que encabezas con cada uno de esos epígrafes en que vayas a divi dirla. Por ejemplo, para este mismo y presente tra bajo serían: Instrucción teórica e instrucción prác tica; cómo se debe preparar; cómo se debe dar; pape; que incumbe al instructor y propósitos. Una vez decididos esos puntos fundamentales, que no constituyen nada rígido, pues luego la extensión de alguno de ellos te aconsejará realizar alguna subdivi No basta con conocer lo que se debe dar, sino que tiene también mucha importancia la forma cómo debe exponerse. Todos recordamos haber gozado en la teórica, junto a horas muy agradables, sesiones verdaderamente somníferas, y ni aquéllas coincidían siempre con los temas agradables ni éstas estaban encadenadas for zosamente a los menos atractivos. Eran las personas que en ellas intervenían y el interés que ponían las que conseguían uno u otro resultado. La verdad es que una sesión de la teórica puede ser igualmente entretenida que aburrida o incómoda. Huelga decir que interesa obtener lo primero y que hay que evitar todos los procedimientos que puedan conducir al bostezo o a hacerlas desagradables; sin caer en lo chabacano, todos los procedimientos que se utilicen para darles algún atractivo, suelen ser buenos. COMO SE DEBE DAR 46 En resumen, i05 sistemas son los siguientes: lectura; explicación verbal; interrogatorios; y — mixtos. que pueden utilizarse Analicemos brevemente cada uno de ellos: La lectura, sistema al que tradicionalmente está ligada la teórica, debe ser desechada. La lectura, para que sea buena, requiere dotes especiales en el que lee. Si la hace uno cualquiera y en forma cansina, estará siempre ligada al aburrimiento y al cansancio, siendo una pura invitación al sueño. Sólo se podrá dar una mayor intervención a ella si se sabe leer con ento nación, gusto y cadencia; pero aun en estos casos, no deberá tomarse este procedimiento en exclusiva. Creo muy interesante transcribir lo que sobre el particular dice nuestro Plan General de Instrucción: “Se reitera la proscripción, en términos generales, de la conferencia al soldado, antipedagógica en su ex tensión, en su forma, e incluso por la forzada disci plina que su asistencia exige, y se sustituirá por las charlas o pequeñas conferencias de divulgación (éstas nunca de duración superiores a media hora), con arre glo a sus instrucciones especiales. Queda terminan temente prohibido, cualquiera que sea la conferencia o la charla, se dé en forma de lectura a la tropa, no permitiéndose leer, sino aquellas citas brevísimas e imprescindibles. La palabra es necesaria para mandar, y el dominio de la misma sólo se consigue con el ejer cicio hablado.” Cuando se dice que ha de darse en. forma hablada, algunos se asustan, y es que se ven dando una eón ferencia en toda regla. Ni se puede pretender eso ni conviene que así se haga. Se debe hablar con natu ralidad y en plan de charla. Nadie se corta si tiene que explicar a un amigo el funcionamiento del fusil ametrallador, las características de un proyectil o la manera de apuntar urja pieza. ¿Por qué ha de ocurrir en la teórica, siuipleflitrule, porque el auditorio sea algo mayor y se nos ofrezca en actitud expectante? La teórica se tiche dar sin ningún tipo de retórica. Será limpia, clara, buscando los conceptos y los he chos, y, sobre todo, hay que sentirla, pues es la única forma de hacerla llegar a la tropa. No debe importar que ocurra lo que decía Gracián: Siempre faltan palabras donde sobran sentimientos. * * * Hay un tercer sistema, que es el interrogatorio: Pero éste, en realidad, mmca va solo, pues, o ha exi gido previamente cualquiera de los dos anteriores o precisa que los que van a ser interrogados hayan es tudiado antes lo que se va a preguntar. Este último caso es poco corriente, dado que no todos están en condiciones de hacerlo en igual forma; y que sirva para todos por igual es completamente necesario en la teórica. En ella se tendrán en cuenta todas las reglas que existen para hacer bien los interrogatorios. En nuestro caso interesa especialmente que quien pregunta sea extraordinariamente paciente, y ni se asuste ni se enfade por los disparates que pueda escuchar. Hasta éstos le pueden servir de pretexto para que deduzcan lo que verdaderamente deben hacer. Las preguntas deben tener un carácter general, sin insistir con exceso con los más torpes o retrasados ni con los que por cualquier circunstancia puedan ser el hazmerreír de sus compañeros. * e * • ¡ • ..—••.— ••-•- 47 El mejor sistema es el mixto, no sólo porque la variedad contribuye a la amenidad y a mautcner cn forma más permanente la atención, sino porque per mite coger lo bueno de cada uuo de los restantes. El sistema ideal parece ser aquél que tenga una pri mera parte expositiva, salpicada de alguuas cortas lecturas, e interrogaciones, bien cada cierto tiempo o al final. La buena dosificación de los interrogatorios resulta fundamental para el buen éxito de la empresa. Lo mejor es intercalarlos duraute toda la sesión, apro vechando para realizarlos el final de cada apartado general en que la misma se divida. ** * Como consejos generales para su realización, po demos dar los siguientes: 1. Hay que saberla adaptar a cada ocasión. Según sea el momento, así será el sistema, la duración y hasta la orientación que se dé a las sesiones. Por ello ha de variar sustancialmente, según se dé en los cam pamentos o en los cuarteles, según sea la estación del año (el excesivo frío o calor las abreviarán en su parte expositiva) y según el momento psicológico. 2. Al final, o en un intermedio, se debe hacer un hueco a aquellos asuntos que las últimas jornadas acon sejen tocar; servicios que se han visto mal hechos, proximidad a fiestas nacionales o patronos, llegada de reclutas, licenciamientos, algún otro hecho acaecido en el Regimiento, faltas cometidas, etc., pone un cierto tono de actualidad a las sesiones, y resultan tales enseñanzas de gran utilidad por la mayor aten ción que se les presta. 48 3. Siempre que se pueda se hará oso de los ele otentos auxiliares qae el caso aconseje, tales como cuadros, esquemas, dibujos, etc. Para muchas oca siones es también posible realizar ciertas escenifica ciones, que fijan las ideas mucho mejor que largas sesones teóricas. En este caso están: saludos, ps-csenta ciones, servicios de guardia, cuartel, imaginaria. cte. 4. Se debe dar a la teórica toda la importancia que se merece, para lo que se exigirá puntualidad y se aprovechará el tiempo al máximo. Si el soldado ve poco interés en el que la da, si ve que su actuación es de pura fórmula, su atención quedará también auto míticamente disminuída y sólo estará pendiente del toque de alto, para el que siempre sneie haber pun tualidad, repitiéndosc aquello de: “seamos pantuales a la salida ya que no lo hemos sido a la cntrada’. 3. En la asistencia a la teórica no debe haber prác ticamente ninguna dispensa, pues no son cosas las que allí se dicen que interesen a unos pocos, sino a tactos los que visten uniforme. Es más, la mayoría de los destinos la necesitan más que los restantes. 6. Aunque no sca la hora de la teórica ni se esté de servicio, no por eso se dejarán de aprovechar to dos los momentos y ocasiones de los que se deriven lecciones para la tropa. He aquí lo que el Pian Ge neral de Instrucción dice sobre el particular: “Todos los Jefes, Oficiales y Clases deben considerarse espe cíficamente encargados de educar moralmente al sol dado, sin que puedan evadirse de esta ohhgaeióa cuando exista una causa que exija una pronta inter vención, aun cuando el soldado que dé motivo a ésta no pertenezca a su Unidad.” o Elfrenteylaretaguardiaenunaguerraatómica. Extracto del libro Armas y Ejércitos Atómicas, del Teniente Coronel Miksche. (Traducción del General de Brigada de Artillería Francisco Javier Mariñas Gallego, de la Artillería de Costa de Cataluña.) tanto, son egoístas y su ayuda al prójimo se reduce a un mínimo. 3•0 Tienden a irritarse por estar endurecidos y también porque se enfrentan con un destino inse guro. 4.° Se hallan obsesionados por una envidia in sensata hacia aquellos que están mejor que ellos, emer giendo así los más bajos instintos humanos. Como resultado de la pasada experiencia puede pre decirse lo que ocurriría en el caso de una guerra atómica futura. El éxodo excedería en una magnitud y horror a todo lo imaginado. Enormes movimientos de gentes, presas de pánico, pertenecerían.a dos esferas diferentes: a) Huídos antes de las hóstilidades en las zonas de operaciones, oleaje que gradualmente se- calma si el frente se estabi liza. b) En la retaguardia, la evacuación de grandes ciuda des y centros industriales ante el temor de un bombardeo atómico. Una invasión en- el Este de Europa significaría que alemanes, holandeses, belgas, franceses y otras personas de otras muchas nacionalidades—niños y mujeres—se moverían transportados por toda clase de vehículos y a pie. Tal masa en movimiento suscitará problema tan gi gantesco que la posibilidad de su solución será muy du dosa; el número de refugiados puede elevarse de diez a - quince millones, excediendo al número de aliados que defenderán el Este de Europa. ¿Qué dirección tomarían estas hordas fugitivas? Los que buscan embarcar para Inglaterra o América- atasca rían los caminos de los puertos en la Costa del Atlán tico, otros tomarían la. dirección de los pasos Alpinos de Italia y Suiza, con la esperanza de pasar al Sur de Italia como una etapa para otro destino. Marsella y Tolouse a través del Valle del Ródano atraerá- a los que deseen cruzar el Mediterráneo por ir al Norte de Africa; muchos otros, probablemente la mayoría, se dirigirían a España con el objeto de buscar refugio detrás de la barrera na tural de los Pirineos. Este pánico obstaculizará las operaciones militares en la retaguardia, por el bloqueo de importantes comunica ciones estratégicas, y en algún caso producirá -el colapso. Agentes enemigos y partisanos pueden ocultarse fá cilmente entre la multitud, Ningún poder humano podrá prevenir un tal éxodo de personas en la zona de re No es fácil arreglar tal caos, debido a que: r.° Están taguardia. tos fugitivos presos de pánico y actúan irracionalmente. En la segunda es/era—ciudades y centros industriales— la amenaza de un bombardeo atómico produciría tal his 2.° Van movidos por el instinto de conservación y, por Desde la guerra civil española en 1936-39, la masa de tuídos de pueblos completos ha llegado a ser normal en )peraciones militares. Es un fenómeno que el mundo no había presenciado desde el siglo XVII, en la guerra de Los Treinta Años. Más de medio millón de españoles cruzaron los Piri neos en febrero de 1939. En junio de 1940, en el Sur de Francia buscaron su seguridad unos tres millones de ho Landeses, belgas y franceses refugiados ante la invasión alemana. Algunos años más tarde, en 1944-45, tenía lugar un éxodo similar y en escala incomparablemente ma yor y con un carácter mucho más trágico: unos ocho mi[iones de personas temían más la liberación soviética que La invasión nazi. ¿Por qué tantas personas abandonan sus hogares y se lanzan a un destino incierto? Es debido en algunos casos al temor a los bombardeos, en otros al de una re presalia enemiga, y con frecuencia a la perspectiva de vi vir bajo un régimen que le es impuesto. La propaganda es otro de los factores que influyen en estos éxodos. A pesar del caos increíble que caracteriza estas riadas de fugitivos en tiempo de guerra, pueden señalarse aquí tres fases. 1a Fase: Durante los diez primeros días, personas que están mejor informadas que “el hombre de la calle”, ministros y altos funcionarios civiles, envían fuera a sus familias. Como están bien de posición, el paso no pro duce transtornos especiales. Desaparecen. rápidamente y encuentran pronto acomodo. 2a Fase: La corriente aumenta, los coches lujosos son seguidos de otros más pequeños y mçdestos ve hículos cargados con toda clase de bultos y equipajes. En este grupo figuran empleados civiles que han sido evacuados oficialmente, miembros de la clase media, como médicos, ingenieros y comerciantes. Muchos van en autobuses y camiones. 3. Fase: Sin orden ni disciplina, en un caos ciego, los refugiados ocupan todo el ancho de la carretera, cons tituyendo una cadena sin fin, en heterogénea marcha de vehículos, carros, caballos, y la multitud de peatones crece cada vez más buscando un lugar para instalarse; con frecuencia sé mezclan desertores en el gentío. La desmoralización constituye aquí la nota trágica. - - - 49 - tena, que la huida de los habitantes destruiría la organi zación interior del país. Ataques aéreos en una o dos ciudades pueden provocar pánicos en otras poblaciones, y el daño causado no será menos importante que los efectos físicos de este bom bardeo. Privadas las fábricas de energía, rotas las comunica ciones y desorganizada la producción, se produciría la confusión y el frente sufriría en la llegada de suministros. Los países de detrás del telón de acero están menos ex puestos a estos peligros que los de Occidente. Allí los espacios son inmensamente extensos; todo está más descentralizado, y debido a su organización los Ejér citos son menos vulnerables en sus líneas de comunica ciones. Su sistema de gobierno centralizado permite adop tar contramedidas brutales para ahogar la ola de pánico. Además las fuerzas soviéticas operan en territorio ex tranjero desde el principio. Medidas 75reventivas.—El poner Ejércitos en línea sin tomar las medidas necesarias para salvarguardar su se guridad en el interland, sería tan desastroso como el su mergir a un buzo en el fondo del mar sin provisión de aire. En una guerra atómica, el frente y la retaguardia apenas se diferenciarán. En tales éircunstancias, la or ganización militar y civil del país debe constituir un conjunto como la de los propios Ejércitos. Con objeto de evitar una catástrofe inicial, el problema más difícil de resolver será la dispersión de poblaciones, que deben estar preparadas de un modo meticuloso, po niéndose aquella dispersión en marcha tan pronto como la tensión diplomática haga prever una ruptura. El movimiento de refugiados debe ser previsto de un modo internacional con la cooperación de los estados in teresados. Es vital, para evitar una parálisis, el organizar en tiempos de paz la descentralización y reorganización de industrias y servicios esenciales. No debe servir de norma lo sucedido en la G. M. II, que en lo referente a la in dustria de guerra no fué molestada al principio por los bombardeos. En los planes americanos no faltan la dispersión de ciudades y la distribución de poblaciones e industrias, de modo que se reduzcan las bajas y las destrucciones que puedan causar las bombas atómicas. Una idea son las ciudades “lineales” o en “cinta”; otra la organización de ciudades celulares. Huelga de cir que estos planos no son realistas, ya que cada ciudad forma con sus alrededores una organización social y eco nómica y siempre han existido razones para su des arrollo. Así, pues, se ofrecerá una resistencia natural a toda dispersión, aparte la enorme carga financiera que supondrá. En cuanto a ciudades y centros industriales, se pueden tomar las medidas prácticas siguientes: 1—Evacuación a la zona rural de toda persona no ocupada en servicios que aseguren el funcionamiento de las industrias o trabajos de guerra, tales como po licías, defensas antiaéreas y trabajos de salvamento. 2.—Evacuación de los distritos urbanos que parezcan estar en mayor peligro. En una palabra, en lugar de construir ciudades celu lares, convertir en, tales las ya existentes. Esto puede im plicar el abandon.o de viviendas en distritos portuarios y fabriles, donde es probable el punto cero de la explo sión atómica. 3.—Dentro de las ciudades y zonas industriales, ase gurar los sistemas de provisión de servicios esenciales, tales como suministros y ‘distribución de alimentos, com bustibles, agua, comunicaciones o’ energía, que deben estar dispersos o concentrarse en sitios particulares de la ciudad. 50 Los niños y personas ancianas serán con antelaciói enviados a la zona rural. Como en la convención de Ginebra de 12 de agosto d 1949 se requiere que los Gobiernos designen zonas neutra les, una medida preventiva ‘sería el marcar clarament varias regiones de seguridad, inviolables a las accione militares. Estas zonas serían como santuarios para l protecéidn de ciudadanos pasivos. Un Comandante local con el personal suficiénte ase gurará’ la administración de cada una de estas zonas Con respecto a la movilización de tropas, se contar con poco tiempo para instrucción si se usan las arma atómicas, pero deberá disponerse de un máximo de des centralización de armas, dépositos de suministros y con trol para el momento de la movilización e instrucciór de reservas, y una gran flexibilidad y dispersión en e movimiento de Ejércitos desde el interior a los frentes ORGANIZÁCION PIE EVACUACIONES Las medidas antes enumeradas pertenecen, estricta mente hablando, al campo de la guerra aérea estratégica mientras que lo que interesa ahora es analizar los proble mas referentes al futuro papel de los Ejércitos. Cuanto más próxima esté una comarca del frente, rná difícil será la movilización de todos sus recursos. L2 producción en un país cerca del frente es un verdaderc problema. La alternativa será el mantener solamente las indus trias esenciales y evacuar el resto de especialistas y tra baj adores a comaróas más favorablemente situadas. Una evacuación, ya sea militar o civil, sáb podrá lo grarse si es dirigida por organismos locales y bajo el control de las autoridades centrales del Gobierno. Pueden tomarse las siguientés medidas: i.—Decidir qué personas deben ser avacuadas y punto de reunión para su transporte. 2.—Organización de la gente en subgrupos, grupos y columnas (de 150, 6oo y unos i.8oo hombres respectiva mente). 3.—Deben darse instrucciones en relación con el ves tuario y alimentación que debe llevar cada uno. 4.—En principio, los jóvenes irán a pie y cada columna poseerá algún camión requisado con provisiones alimen ticias y un médico con ambulancia. 5.—Para asegurar la subsistencia independiente para las columnas por los menos para seis días, las autorida das requisarán dinero en bancos, provisiones en alma cenes y gasolina. 6.—Columnas motorizadas consistentes en coches par ticulares, camiones, autobuses, etc., serán empleadas principalmente para la evacuación de mujeres, niños y personas de edad. Parte del transporte se hará por fe rrocarril. 7.—Cada columna debe tener su itinerario, compren diendo variós días de marcha y un destino definido, que en lo posible pueda señalarse de antemano. Ejercicios o simulacros pueden favorecer una ‘ejecu ción ordenada. Es de gran importancia el evacuar personas juntas de una misma localidad, porque se conocen, y es más fácil que se’ puedan ayudar unas a otras, haciéndose más di fícil que el enemigo se pueda infiltrar entre ellas. EMIGRACION NO ORGANIZADA Es casi imposible el evacuar la población de todo un país de un modo organizado, ya que se tratará de mi llones de’ personas. Los campesinos especialmente en cuentran durá el separarse de sus tierras. Muchos sola- ncnte actúan ante un peligro inmediato cuando ya es veniente y separarla del teatro de las operaciones mi litares lo más rápidamente posible; con frecuencia es lemasiado tarde. ¿Qué debe hacerse, sin embargo, si la multitud de re preciso tomar medidas draconianas. Para evitar la histeria producida por el pánico se dis ugiados de repente invade las comunicaciones de re tribuirán intrucciones impresas, en las que constará: .aguardia de los Ejércitos? 1.—Que los fugitivos están sujetos a la jurisdicián mi i.—La solución del problema sólo puede encontrarse litar y obedecerán todas las órdenes militares. obre bases colectivas. Debe haber unas normas inde 2.—Que en vista del gran número de refugiadós, no )endientes de un estado social o nacional. Hay que evitar la pérdida de tiempo, prescindiendo puede garantizarse la alimentación, transporte y aloja le los trámites normales, como pasaportes y documentos miento. 3.—Todo movimiento se hará por las carreteras mar imilares, que deberán ser pospuestos. cadas. 2.—Para prevenir la desmoralización de la retaguardia 4.—Cualquier modificación de las reglas sólo podrá impedir-las actividades de agentes enemigos, hay que dslar a los refugiados no solamente de las tropas y efectuarse por autoridadés reconocidas. En interés de la seguridad, es aconsejable que variQs )oblación civil en el hinterland, sino de otras columnas u marcha, o reducir por lo menos los contactos al mí cientos de agentes de la contrainteligencia, disfrazados de refugiados, se mezclen con la gente para localizar y dm0. 3.—Ningún país o Ejérclto estará en condiciones de separar personas sospechosas. Es muy importante el desarme de los que vayan en .tender a las necesidades, tanto en material como ah nentos, de una masa de fugitivos repentina y desor ruta armados. Toda persona militar, incluyendo soldados desertores, serán considerados refugiados, y su destino se •anizada. Hay que ponerlas bajo las responsabilidades de las decidirá más tarde. utoridades de donde procedan, y haciendo uso de al Un Gobierno y un Alto Mando que no preste la debida unos vehículos colocados para su servicio comunal. atención a la retaguardia puede con facilidad encontrarse una situación de una fachada que se desmoronase por 4.—Hay que obrar con gran energía, con objeto de analizar la corriente de fugitivos en la dirección con- estar podrido el interior de la casa. a expedición de Ramón Franco en el “Plus Ultra” Capitán de Aviación, del E. M. de la III Región Aérea, Jose’ Luis Muñoz Siete fechas imborrables para la Historia de la Aero .áutica Mundial; siete fechas decisivas para el logro de Civilización; siete fechas españolas, preñadas de idea s y de realizaciones: las siete etapas del “Plus Ultra”. o podemos pasarlas por alto; no debemos olvidarlas: menos este año, en que se cumplen los treinta de la azaña. Refresquemos nuestra memoria. y antes de ana- Pérez. lizar las siete fechas hagamos un esbozo de la idea de los hombres y del avión. Los hombres fueron cuatro: Ramón Franco, Julio Ruiz. de Alda, Juan Manuel Durán y Pablo Rada. Son fi guras harto conocidas; hasta de romance ya, por lo demás. Incluso en coplas han volado. La idea, las ideas mejor dicho, fueron dos (Ramón El “Plus UlÉra”. 51 Ramón Franco Bahamonde. Franco las expone claramente en su libro “De Palos al Plata.”): “Sentar normas para la futura navegación aérea de continente a continente, a través de mares y de siertos” y “estrechar la unión entre España y las jó venes naciones de habla castellana del Continente des cubierto por Colón”. No podían ser más nobles y desin teresadas: civilización y fraternidad. El avión—”Plus Ultra”, nombre ambicioso y sin li mitacjones—---era un “hidro” “Dornier Wall”, de tipo de canoa voladora, con todo el fuselaje como órgano flo tador; metálico, monoplano de ala alta, con las siguientes medidas: envergadura, 22,5; longitud, 17,2 metros; su perficie sustentadora, 96,2 metros cuadrados; peso en yací o, 3.400 kilogramos. Llevaba dos motores “Na pier”—colocados “en tándem”, en la parte más alta del Juan 52 Manuel Durán Gonzdlez. Julio Ruiz de Alda avión—de 450 cv cada uno, que accionaban, a 1.318 re voluciones por minuto, dos hélices de cuatro palas. Estaba equipado con estación radiotelegráfica—tipo “Marco ni A. D-6”-—y radiogoniométrica. El valor en peseta5 del hidroavión excedió muy poco de las 400.000 (qw tiempós aquellos!). Las siete fechas históricas, fueron éstas: Día 22 de enero de 1926: Al amanecer oyeron misa los tripulantes del “Plu5 Ultra” ante la Virgen Milagrosa del Monasterio de L Rábida, en Palos de Moguer: ante esa misma imager habían orado Colón y los suyos, y Ramón Franco quis así “recordar al mundo entero que fué España la que des cubrió América, con su espíritu, con sus naves, con su hombres, con su fe y con su dinero”. Despegó el “hidro’ Pablo Rada. El “Plus Ul&a” toma agua en Buenos Aires. Fernando Noronha. A sólo cuarenta y cinco kilómetros de esta isla y cuando ya llevaba el hidro vencido casi todo su viaje, se presenta un dilema pavorosó: la noche se echa encima y noda tiempo a cubrir esa pequeña distancia en vue lo; hay que decidirse a amarar allí mis mo, en alta mar, o esperar quince minu tos para hacerlo en el final de la etapa, con todos los riesgos a que está expuesto un amaraje nocturno sin medios adecua dos. Franco decide amarar en la mar, pero no por eso renuncia a cubrir la eta pa, que fué vencida navegando con el “hidro” sobre el agua, como con una ca noa de superficie; después de tres horas peliagudas consigue entrar en el puerto de San Antonio (islas de Fernando No ronha). En esta etapa, entre otras cosas, ba tió España todos los “records” mundia les de distancia en hidroavión. Día 31 de enero: La pequeña etapa Fernando Noronha Pernambuco—540 Km. tan sólo—fué la peor de todas: una lluvia persistente y densa, violentas ráfagas de vien to, tormentas locales y toda la gama de dificultades me teorológicas, entorpecieron la navegación y pusieron mil veces en peligro al “Plus Ultra”, a sus tripulantes y a la empresa. Pero no fué esto lo peor—bien vengas mal, si vienes solo—, sino que, cuando faltaban únicamente 120 kilómetros para finalizarla, se desencoló una pieza de la hélice trasera: fué necesario parar el motor para evitar que las trepidaciones lo arrancasen de la bancada; Rada, al aire, trabajó como un negro en un intento inútil de arreglar la avería. Con un solo .motor, naturalmente, disminuyó mucho la velocidad; no se podía mantener la línea de vuelo y el aparato perdía altura, poco a poco pero inexorablemente. Franco mandó arrojar por la borda cuanto podía consi derarse no imprescindible. La etapa fué cubierta, al fin, tras un vuelo angustioso y heroico a ras de agua: tres horas treinta y cinco minutos después de salir de Noronha, entraba el “Plus Ultra”, vencedor, en Pernambuco. Cien mil alma esperaban a nuestros triunfadores, ahogando con sus vítores el pitido insistente de la sirena del des tructor brasileño “Piauhy”. Día 4 de febrero: A lascinco y diez de la mañana,cambiada la hélice para cubrir su primera etapa: Palos-Las Palmas (islas Canarias). La distancia que separa los dos puntos —1.315 Km—fué vencida en ocho horas. Hubo que volar durante todo este tiempo por encima de nubes y la re calada de Julio Ruiz de Alda al puerto de La Luz fué un magnífico exponente de la decisivia importancia que, para el futuro del Mundo., iba a tener la navegación radiogoniométrica por primera vez ensayada allí. Día 26 de enero: Antes de salir, oraron los tripulantes ante la añeja ermita de San Antón, donde también—siglos antes—pi dieron ayuda a Dios Colón y sus españoles. A las siete y treinta dela mañana despegó el hidroavión para cu brir su segunda etapa: Las Palmas-Porto Praia (islas de Cabo Verde); Km. El viaje—muy duro, por el mal tiempo—se realizó en nueve horas cincuenta minutos. El amaraje en Porto Praia, por esta misma causa, fué di fícil en extremo; y la pericia de Franco salvó la situación. Mientras tanto, en Buenos Aires—encendido de en tusiasmo—más de 400.000 personas se aglomeraban para leer las noticias murales de la prensa.. Día 30 de enero: A las seis de la mañana—desde la bahía “do Infer no”—, inició el “Plus Ultra” la etaja fundamental, el meolló del “raid”, el verdadero cruce del Atlántico Sur: 2.305 Km. de dificultades a vencer. Con anterioridad, y para poder cargar al máximo el avión, se decidió que uno de los tripulantes—el Teniente de navío Juan.. Manuel Durán—efectuase la etapa en bar co. Se pudieron así cargar 2.940 litros de gasolina y 220 de aceite, que con el peso de los aviadores y de los aparatos e impe dimentos constituía una carga de 3.625 ki logramos: la carga alar, en el instante de iniciarse el vuelo, resultaba así de 73 kilo gramos por metro cuadrado. Juan Manuel Durán realizó el viaje por mar, a bordo del “Alsedo”, sobre cuya cubierta fué a morir antes de que terminase aquel mismo año. El tiempo fué malo y escasa la visibilidad. A las nueve y media, se perdió el contac to radiotelegráfico con tierra. A las dos de la tarde se realizó la única comida: huevos duros y café. A las cuatro y veinticinco se cortó el Ecuador: copa de coñac para cele brarlo. Media hora después, Ruiz de Alda La Isobiación enlazó por radio con Pernambuco; luego con de Buenos Aires es/erando la llegada del “Plus Ultra”. del motor trasero, se inició la etapa Per nambuco-Río de Janeiro: 2.100 Km. El via je, bordeando la costa brasileña, no presentó ya dificultades, como si la diosa Fortuna, algo marc’hosa, se hubiera dejado, al fin, seducir por la tozudez de Ramón Franco: a las cuatro y dos minutos de la tarde se posá el “hidro” en las aguas de Río; todo el vuelo se realizó entre los ioo y los 500 metros sobre el nivel del mar. Botes y faluchos de todas clases rodea ron al “Plus Ultra” con tan excesivo entu siasmo, que una de aquellas embarcaciones llegó a chocar contra él, destrozándole el timón de dirección: se calcula que había un millón largo de personas en la avenida de Río Branco. Día g de febrero: Reparado el timón, se realizó sin nove dad la etapa Río de Janeiro-Montevideo: 2.060 Km., que fueron cubiertos, siempre a longo de costa, en doce horas cinco mi nutos. (Todo Buenos Aires se manifestó en la Avenida de Mayo para demostrar su entu siasmo por el vencimiento de aquella pen última etapa; Montevideo, no digamos). Día io de febrero: Se cubrió la última etapa: MontevideoBuenos Aires: 220 Km. que fueron recorri dos en una hora once minutos. A las once veinticinco de la mañana, y después de dar unas “pasadas” al monumento a Co lón—homenaje de vencedor a vencedor y de gallego a gallego: nosotros creemos que El iineravio.—Composición /otogrd/ica del aulor de este avt.ículo. los dos lo eran, aunque la Historia, que gasta sus bromas pesadas de tarde en tar de, nos haya disfrazado al primero de ge novés—, se posó el “Plus Ultra” sobre las aguas del Río el Gobierno español a la nación argentina, que lo conserv de la Plata, dando allí por terminado el “raid” y por ahora en el museo colonial, en Luján, provincia de Bueno conseguidas sus dos ideas: civilización y fraternidad; amor Aires. al prójimo, en suma. Y éstas fueron las siete fechas que abrieron a la hu No es preciso que nos detengamos en recordar el re manidad las puertas de la navegación aérea radiogc cibimiento que dispensó al “Plus Ultra” la buena hija: niométrica. Las siete fechas que ratificaron el “Más allá sólo recordaré, eso sí, que el hidroavión fué regalado por de Colón y su rotunda seguridad: “El mundo es poco. ( 13 1 ! INE REVISTA ILUSTRADA DELOS MANDOS SU8ALTERNOS DEL EJERC Sumario del número de febrero de 1956. El tiro nacional. Las patrullas y el tiro de pistola. Ayudanté de O. M. Fernández Garcia.—Instrucción de la Escuadra de morteros de 50 mm. Utilidad de la enseñanza en el campamento. Teniente Gracia Valencia.—Los detalles de la fortificación. Tte. Coronel Ruiz Martín.—Un aspecto de las explosiones atómicas. Divulgación so bre las contaminaciones. Capitán Miranda Calvo.—Cosas de Ayér, de Hoy y de Mañana. ComandanteOry.—Es tampas de un itinerario por los pueblos y las tierras de España. Cataluña. (VIiI y último.) Por Juan Cualquiera.— Los cúrsos de Información al adiestramiento físicó militar. Teniente Hernández del Pózo.—Nuestros lectores preguntan. Redacción. ElaprendizajedeArtesGráficaseñ’ elEjército. Coronel de E. M. Emilio Bonaplata Caballero. a Desde el importantísimo descubrimiento de la Im prenta, las Artes Gráficas han sido objeto del más am plio desarrollo, al punto que desde el primitivismo de las antiguas publicaciones se ha llegado a un cúmulo tal de operaciones para obtener la perfección de las obras que hoy se publican, que hace necesario una prolija espe cialización en el trabajo, obligando a seleccionar opera rios de diversas ramas. Un taller de Imprenta y Lito grafía es hoy un pequeño mundo donde se mueven un sinnúmero de especialistas tan dispares que no se puede esperar hacerlos intercambiables porque necesita dedi car a lo suyo toda una vida de aprendizaje. Parece que la posguerra ha traído una enorme de manda de productores de las Artes Gráficas, tan consi derable, tan apremiante, que no pueden abastecer, de bidamente, los sindicatos del ramo. Lógicamente, ante esta demanda, los salarios adquie ren valores crecidos y lás potentes industrias, los centros bien dotados económicamente, acaparan al personal obrero mejor capacitado. El Estado y, en este caso, el Ejército, no está pre parado, ni tiene la misión de mantener, organismos pro ductores que hagan la competencia a la industria civil, pero sí tiene que contar con elementos adecuados para, caso de guerra o alteraciones de orden,’ y por razón del secreto de las obras a producir, hagan funcionar los ta lleres gráficos militares y, en su día, orienten la produç ción gráfica en ambiente castrense, porque las necesi dades de una guerra así lo exijan. En una palabra, con tar con órganos preparados para una movilización in dustrial de los talleres de Artes Gráficas. Vivimos hoy una época de especialistas, y si especialis tas han de ser los fusileros, tanquistas, radios, electricistas, paracaidistas, etc., rama importante de la especialización es la que en su día tenga la misión de servir a las Seccio nes Topográficas, Litográficas e Impresoras, que, forzosa mente, habrá que organizar en las Planas Mayores, cuando menos de las Grandes Unidades tipo Ejército,’ si no lo están ya en tiempo de paz, dotadas de Talleres mó viles como un elemento más del Cuartel General, que ha de acompañar a los Ejércitos para producirle, rápi damente, planos,. órdenes extensas. y numerosas, octa villas, propaganda, revistas, diarios.’ Y este personal no lo vamos a improvisar en el momento de la lucha. Hay que tenerlo formado, debidamente preparado, que co nozca los medios de que el .Ejército puede disponer y poder lanzar (como lo hacen los servicios de-propaganda de radio) al otro lado de las trincheras enemigas, noti cias que al mando convenga difundir o reproducir planos en una noche para la operación del amanecer siguiente. En este orden de ideas, ya se ha’ conseguido bastante en otros ramos de la Industria Militar, y ejemplo de ello son las escuelas de aprendices de las fábricas ‘militares, Maestranzas de Artillería y Bases de Automovilismo, y entonces nos permitimos sugerir:, ¿No sería importan tísimo y de gran eficiencia organizar el aprendizaje de los Especialistas de las Artes Gráficas? Así lo consideramos nosotros y ello nos ha llevado a pergeñar estas líneas ya que el Ejército, sin neçesidad dé establecer nada nuevo ni costoso, cuenta con órganos preparados para desarrollar éste aprendizaje eñ las me jores condiciones de obtener halagüeños resultados y poder contar con un personal competentísimo, debida mente seleccionado y especializado para las atenciones -. - gráficas militares. Rehuyendo el sentar cátedra de orga nizador, me limitaré a exponer unas ideas que pueden ser orientadoras en este asunto. El Servicio Geográfico del Ejército es el Organismo encargado de cuanto venimos definiendo. Hoy su per sónal de Artes Gráficas se nutre con voluntarios y solda dos de reemplazo, contando, además, con personal, civil para llenar las deficiencias del personal militar que por su poca preparación, dada la edad a que se recluta no puede estar formado en el oficio, ni en condiciones de producir obras acabadas. Pero lo fundamental, y de ello se ha dado una .idea ya, es que hoy la industria civil acapara a cuantos se dedican a estas artes; la demanda es mucho mayor que la oferta y, como lógica consecuencia, el Ejército, que no busca resultados financieros en sus producciones, se ve desbordado por aquéllas al no remunerar en iguales o mejores condiciones a su personal, el cual rehuye, na turalmente, acudir a esta Empresa, aunque en ella ten gan una seguridad mayor en cuanto a estabilidad y per manencia,. sólo comprensible por los hombres ya ma duros y no por la juventud, que mira con más amplios horizontes y a plazos cortos, buscando resultados inme diatos. En esta lucha con pocas posibilidades de buen éxito, no cabe otro medio que el Ejército busque su solución. ¿Cómo? Inspirándose en la idea a que obedecen las Es cuelas de aprendices del Ejército donde se puede obtener personal idóneo que, mediante una debida enseñanza, le puede proporcionar un buen porvenir, con la posibili dad para el servicio de autoñutrirse sin experimentar la competencia económica de la industria civil. El Servicio Geográfico, como organismo encargado de las’ producciones gráficas, tiene atendida su plantilla con un cuerpo propio, que es la Brigada Obrera ‘y To pográfica de Estado Mayor (B.O.T.)., en la que su per sonal tiene escalafón propio, independiente de los demás Cuerpos del Ejército. Su origen está en el soldado volun tario o en el de reemplazo, quien por años de servicios puede escalar las graduaciones militares hasta Coman dante inclusive sin que realmente pase por una prepara ción profesional metódica y ordenada, siendo su único aval la profesión que manifiesta a su ingreso en filas, comprobada con un examen sufrido en aquel momento, con el cual ya ha adquirido patente de profesional, y si su espíritu y honor no le empuja a más honradas ambi ciones, ahí ha terminado su perfeccionamiento en el oficio. Siendo esto cierto y necesitando el Serviciofo tógrafos, grabadores, dibujantes, cajistas, correctores, li notipistas, maquinistas, encuadernadores, litógrafos, etc.; personal todo que se puede formar en sus talleres me diante una adecuada enseñanza teórico-práctica milita rizada, ¿por qué no crearlos dentro de su recinto con una escuela profesional? Sobre ella vamos a dar una ligera idea basada en las escuelas ya existentes y de las que se ,ha hecho mencón. Los aspirantes podrán ingresar con catorce años cumplídos y no llegados a los dieciseis. Dentro de la Ecue1 s cursaran cuatro años El primero sera de seleccion del oficio más afín a sus aptitudes, y los tres restantes.,--de aprendizaje, del seleccionado. Los que en el primer. .ño, no acusen aficiones claras a un oficio de los relaciona-. dos con las Artes Gráficas, serán dados de baja. Se fija en catorce anos el ingreso y menos de dieciséiS, 55 porque al empezar a abrirse camino en la vida es cuando hay que formar al individuo, y, por tanto, debemos en su juventud primera fundamentar las enseñanzas teóricas en una perfecta educación moral, en la que se busque y procu re rodear al educando en un ambiente saludable, de buenos principios, que le encauce en su formación moral, pues es indudable que si en la juventud nos arrimamos a per 1sonas nobles, presenciamos buenos ejemplos, se viven virtudes militares, religiosas, políticas y profesionales, trataremos insensiblemente de imitar lo que vemos o nos inculcan. Sin darse cuenta el educando se irá asimilando los ideales y sentimientos sanos y la disciplina y el espíritu militar formarán el concepto fundamental del cumpli miento del deber que le llevará a ser patriota, ciudadano ejemplar y refractario a las teorías disolventes que le han de predicar cuando entre en contacto con la sociedad civil en que se ha de desenvolver. Ha de ser, pues, un factor esencial, en los primeros momentos de la vida del aprendiz, una perfecta educa ción moral, que no puede nunca aislarse de la educación religiosa, que con sus sentimientos, inclinaciones y ten dencias, lleva al educando a marcarle su norma de con ducta, luchar con las malas inclinaciones y crearle há bitos de virtud y cumplimiento del deber. Las enseñanzas teóricas han de orientarse hacia una formación cultural incipiente, base de otra mayor que puede adquirirse después, y las prácticas o profesionales tenderán a crear al verdadero artista, pues ya su nombre genérico lo define, se trata de un arte para el que se nace, como ocurre con las demás artes, ya que podríamos lle gar, en las produccionés fotográficas y litográficas a ca lificarlas como una más de las denominadas “Bellas Artes”. Para mantener el estímulo entre los alumnos y dar facilidades económicas a sus familiares, las gratificaciones laborales que se estime conveniente fijar pueden ser re- guladas en analogía con las asignadas a los aprendices de la industria civil. Tampoco debe el Estado desaprovechar las enseñanzas que da y los sacrificios hechos; de ahí el que al terminar con aprovechamiento sus estudios, los alumnos deben contraer un compromiso por tres años, como soldados voluntarios con sus devengos como tales, y gratificaciones laborales progresivas lo suficientemente remuneradoras para mantener el estímulo necesario en comparación con la vida civil en sus oficios respectivos. Si durante los tres años del compromiso, les correspon diera ir a filas, se incorporarán a la B.O.T. donde permane cerán seis meses en plan de instrucción militar intensiva y termiñado este plazo volverán al taller de procedencia. Estos tres años de compromiso voluntario les serán válidos para obtener los empleos militares que pudieran corresponderles. A la terminación del contrato anterior o de su servicio en filas, en s.u caso, firmarán un nuevo compromiso, si la Dirección del Servicio lo estima necesario, por una duración de otros tres años, pasados los cuales podrán optar por continuar en la B.O.T. siguiendo sus vicisi tudes militares o licenciarse, con lo que el Ejército ha brá contribuído, una vez más, a dar hombres útiles a la Patria y, al mismo tiempo, los dispendios realizados para formar un profesional de las Artes Gráficas, se verá resarcido con el rendimiento del individuo desde los catorce hasta los veinticinco años. Entendemos que con la creación de la Escuela de Aprendices de Artes Gráficas se habrá conseguido obte ner un plantel excelente de personal idóneo para man tener eficazmente la producción de las artes de imprimir tanto en los organismos productores como en los Cuerpos y Centros militares, a los cuales se estará en condiciones de poder nutrir, así como movilizár en su día las planti llas de pie de guerra tan completas como sea necesario. Defensaencontra pendiente. Traducción de la publicación peruana Infantería de un artículo de la inglesa Infantry School Quarterly. (Extracto de la Revista EJÉRCITO.) Presentando a los franceses una larga y fácil pendiente de inocente aspecto y una línea de cumbres antepuesta a otra más lejana, la cadena de alturas presentaba una abrupta caída por su cara posterior, permitiendo la per fecta disimulación de los defensores hasta que llegara el momento de revelar su presencia. Tal fué el método defensivo de Wéllington, que tenía la espléndida sim plicidad de una trampa explosiva. Su modesto propósito era hacer caer fuerzas, de cuya existencia no se sospe chaba, sobre un atacante sorprendido, y San Cristóbal (como Busaco antes y Waterloo pocos años después), se prestaba admirablemente para este sencillo plan. Los atacantes subirían jadeando a la primera línea de cum bres mientras que algo detrás de la cresta estaba aga zapada una línea de Infantería británica completamente resguardada de la Artillería y esperando alegremente el momento de disparar su andanada, lanzar su grito de guerra y saltar adelante con la bayoneta; Poco pensábamos en la defensa de contrapendientes antes de la G. M. II, y la mayoría de nosotros no ha bíamos tenido noticia de ella. Poco después del comienzo de la campaña del Norte de Africa empezamos a re- cibir numerosas informaciones sobre la “nueva” forma de defensa que empleaban los alemanes y sobre lo di fícil que era batirla. Al mismo tiempo, nuestras tropas, que efectuaban la defensa en la pendiente anterior, su frían el efecto deJas armas de fuego directo y de la ar tillería enemiga. Consideremos entonces lo siguiente: r.—Qué es una defensa en contrapendiente? 2.—Cuándo se emplea y por qué? 3.—Cómo se organiza? 4.—Cómo se conduce? - ¿Qué es uxa contraendiene? ¿Y cuáles son las carac terísticas que la distinguen cuando se la emplea para la defensa? En definitiva, es la parte de la pendiente que está cubierta por la cresta topográfica del fuego directo y de la observación del enemigo; para lograr que una defensa en contrapendiente tenga éxito se debe privar al enemigo de la ocupación de la cresta topográfica. Se ocupa una contrapendiente para conseguir la di simulación, aunque haya otros factores que justifican los campos de tiro sean lo bastante extensos para dar al defensor tiempo de apuntar y hacer fuego sobre el enemigo. Siendo iguales los demás factores, la distancia más conveniente de ella a la cresta es de 200 a 300 metros. Como en la defensa de la pendiente anterior, se pro yecta la línea de modo que permita, en lo posible, una barrera continua de fuego rasante y cruzado a todo lo Las ventajas son las siguientes: largo del frente del Batallón. La posición más eficaz de una ametralladora en la contrapendiente es aquella desde i.—El enemigo no puede hacer un plan de ataque de puede cubrir la pendiente anterior de un cerro tallado a nuestra posición. No puede observar a las donde adyacente. No siempre es posible conseguir una posi tropas que la ocupan, si no es desde el aire. tan ideal, pero debe estar situada donde se logre 2.—Las armas de tiro tenso del enemigo no pueden ción el mejor fuego rasante de flanco y cruzado, hacia la hacer blanco en nuestra posición debido a la cresta. 3.—Se reduce mucho el efecto dei fuego de artillería cresta. La configuración de la línea de crestas topográficas y morteros del enemigo, pues éste sólo puede observarlo es el accidente más crítico de la estructura de la defensa desde el aire. contrapendiente, pues es desde ellas donde el enemigo 4.—El defensor puede conseguir la sorpresa. Las tropas en conseguirá observar nuestra posición, dirigir sus fuegos que ocupan la posición no revelan su presencia dispa y determinar nuestra organización defensiva. Por. rando prematuramente porque no pueden ver al ata tanto, se planean fuegos de primera urgenida, o barreras, cante hasta que cruza la cresta.. a lo largo de dicha línea de crestas, por cuya razón la 5.—Las tropas que están en la contrapendiente tie nen tanta flexibilidad de movimiento como les permite posición debe estar por lo menos ioo metros detrás de la la observación aérea del enemigo. Puede trabajarse en cresta. Se prevén concentraciones de artillería y morteros de las posiciones y mejorarlas a la luz del día, así como tam lante de la cresta en la misma forma que en la defensa bién despejarse los campos de tiro e instalar obtáculos. la pendiente, teniendo particular cuidado de cubrir Esta libertad de movimiento permite al Jefe vigilar me de las concentraciones previstas todas las direcciones jor a sus tropas y mantenerlas en buenas condiciones. con de aproximación y posibles zonas de reunión en caso de A las tropas se las abastece con mayor facilidad. La ex presada libertad de movimiento también permite que que los observadores en las alturas adyacentes no pue los contraataques lleguen a sus posiciones de asalto a dan observár este tiro cuando el enemigo esté atacando. Si la situación lo permite, se establecen las avanzadi cubierto del fuego de artillería y morteros del enemigo. llas delante; pero una vez que se retiran, necesitamos se guir disparando sobre el enemigó con armas asentadas Desventajas: dentro de la posición de resistencia o cerca de ella. El mejor lugar para observar este fuego es sobre la cresta r.—Es difícil mantener la observación sobre el ene topográfica y delante de ella. migo, pues la cresta la impide. Sobre la cresta, o justamente delante de ella, se colocan z.—Una posición en la contrapendiente es vulnerable grupos de observación y vigilancia a lo largo de todo el al ataque nocturno por la misma dificultad de observa frente. Estos grupos contará.n además con los observado ción. res para la artillería y los morteros y deben estar situados 3.—Es difícil cubrir con el fuego los campos minados donde puedan observar y dirigir el fuego a todo el frente. Si y obstáculos situados en la pendiente anterior por falta el terreno y la situación enemiga lo requieren, estos gru de observación delante de la cresta y por nuestra impó pos deben ser fuertes en armas automáticas y cañones sibilidad de disparar con armas de trayectória tensa de 57 y 75 mm. a fin de retardar el avance del enemigo. desde la contrapendiente a los objetivos que se encuen Los citados grupos varían en efectivos y organización. tran en la pendiente. Por ejemplo, si un grupo establecido en la cresta está Pueden preferirse la contrapendiente a la pendiente en terreno muy boscoso que restringe la observación, sirve en las siguientes condiciones: principalmente de vigilancia y está constituido mayor i.—Cuando, por falta de cubierta y disimulación, el mente por fusileros y armas automáticas ligeras. Por otra bombardeo enemigo hace imposible retener la pendiente parte, si un grupo situado en la cresta puede observar anterior. gran parte del terreno y cubrir la aproximación de ca 2.—Cuando el terreno ofrezca mejores campos de tiro rros, se aumenta su efectivo con observadores .y armas en la contrapendiente que en la pendiente. contra carro. 3.—Cuando la posesión de la cresta no es esencial De noche se refuerzan los grupos a fin de evitar que para la observación del tiro. el enemigo ocupe la cresta, refuerzo que se hace La defensa en una contrapendiente no es ni completa principalmente de acuerdo con la situación local. Si los ni efectiva si no se incluye la cresta en el plan defensivo. informes indican que se va a realizar un ataque nocturno El Comandante que desarrolle paso a paso esta organiza en fuerza, es necesario colocar al grueso de las tropas ción defensiva tiene siempre en la mente que ha de refle sobre la cresta o delante de ella. En todo caso, de noche jar las ventajas de la contrapendiente y anular sus des se necesitan más tropas sobre la cresta a fin de restrin ventaj as. gir el movimiento de las tropas enemigas a cubierto por En primer lugar, la posición se sitúa de modo que la oscuridad. obtenga el máximo de fuegos de sorpresa sobre el ene Patrullas de combate y reconocimiento refuerzan aún migo cuando cruce la línea de alturas. De ahí que el fac más nuestra posición y se las emplea tanto como sea po tor más importante del despliegue de las tropas de pri sible, para hostigar a los atacantes y dar el alerta. mera línea esté constituído por los campos de tiro desde En la defensa contracarro de la contrapendiente se la posición a la cresta. Es necesario hacer todo el fuego aplican los mismos principios que en la defensa de que se pueda a la cresta y también cubrir el espacio que la pendiente anterior. Se sitúan los carros donde mejor media entre ésta y la poslción, debiendo permitir que puedan apoyar la defensa contracarro del Batallón. Como sus armas portátiles puedan. batir la cresta, para lo cual en el caso de las ametralladoras, lo mejor es situarlos debe instalarse a no más de 500 metros de ella. Asi en la contrapendiente de un cerro adyacente al que se mismo debe estar suficientemente lejos de ella para que defiende. Teniendo en cuenta la corta distancia que meesta defensa. La cresta que se interpone entre la posi ción en la contrapendiente y el enemigo ofrece una buena disimulación, la que proporciona varias ventajas sobre la defensa de la pendiente anterior y asimismo algunas desventaj as. 57 dia entre la cresta y la posición, se emplean obstáculos a fin de aminorar la velocidad de los carros enemigos lo suficiente para que nuestras armas los destruyan. Si lo permite la cantidad disponible de minas, pueden em plearse campos minados en la pendiente anterior a fin de retardar aún más la aproximación del enemigo. Las armas de los grupos de observación y vigilancia deben batir estos campos minados. En la ejecución de la defensa, las avanzadillas hacen fuego sobre el enemigo a larga distancia y conforme se aproximan a la crestá solicitan fuegos más intensos y precisos. Cuando estos grupos se retiran, se realizan tiros de barrera sobre la cresta. Si el enemigo trata de cruzar la línea de alturas, se le recibe con fuego de todas las armas. Con una excepción, las consideraciones para eje cutar los contraataques son las mismas que en la pen diente. La excepción es que las fuerzas contraatacantes tienen que perseguir al enemigo delante de la posición y llegar a ocupar la cresta a fin de dominar con éxito la contrapendiente. Fundamentalmente hay otras dos adaptaciones para la defensa en contrapendiente de una zona. Cuando se desea hacer el máximo uso de los campos de tiro que ofrece la pendiente anterior y al mismo tiempo reducir al mínimo la exposición al fuego, es típica la siguiente or ganización. Se preparan posiciones de tiro en la cresta topográfica o delante de ella; pero al personal de las mismas se le mantiene en su mayor parte en la contrapendiente. En las posiciones se mantiene una fuerza reducida tomada de las secciones de primera línea a fin de retardar a los atacantes que avancen mientras acuden sus unidades a las posiciones. Conclusiones. Al considerar la defensa en una contrapendiente hay un hecho claro. La integridad de la posición sólo se man tendrá mientras retengamos la cresta, sea ocupándola físicamente o negando su posición al enemigo por medio del fuego. La organización de una zona para la defensa en una contrapendiente debe reflejar siempre esta idea básica. Latácticamodernayelarmaatómica. Comandante G. Morier. De la publicación Revue Militare Suisse. (Tra ducción del General Alonso Alonso, de la Escuela Superior del Ejército.) Los debates en las Cámaras federales acerca de la Características del arma atómica. adquisición de carros medios han planteado nuevamente La energía atómica ha revolucionado completamente la cuestión de las repercusiones que podría tener en el la escala de las capacidades de destrucción, por una campo táctico el empleo del arma atómica, y más parti parte a causa del inmenso aumento del poder destruc cularmente de los llamados proyectiles atómicos tác ticos. Es muy probable que los que han puesto sobre el tivo, y por otra parte, por la aparición de nuevos efectos tapete tal cuestión, pidiendo al Consejo federal que res destructivos. Mientras que se medían por toneladas mé ponda a ello en las próximas sesiones, no han medido tricas las bombas más potentes de 1944 y estos ingenios no encerraban más que algunas toneladas de explosivos, bien toda la complejidad del problema. se utiliza ahora el kilotón (KT) de potencia equivalente Es preciso, efectivamente, tener en cuenta que esca a mil toneladas de trilita como unidad de medida para samente acabamos de franquear el umbral de la era atá los proyectiles atómicos, los que han pasado de 20 KT, mica en lo que atañe a la utilizacián de esta nueva ener (Hiroshima) a roo y después a 500 KT; en lo que con gía y que el ritmo de su desarrollo es extraordinariamente cierne a las bombas H o termonucleares, se habla de rápido. Ciertamente, pronto hará diez años desde su apli cación en el campo militar y una gran distancia separa cinco mil KT., cuando la explosión de d’Eniwtok a fin de 1952 y la última experiencia de esta clase la bomba A de Hiroshima, ingenio de algunas toneladas, del proyectil del cañón de 280 mm., desarrollando el en marzo de 1954 habrá liberado una energía igual a mismo poder de destrucción. Pero ya se anuncia que la diez mil KT. De todos modos hay que advertir que el efecto de destrucción no crece en proporción de la po fabricación del primer cañón atómico, está detenida, tencia y que solamente un io % de la energía desple apenas comenzada, por considerarse este arma dema siado vulnerable y muy poco móvil en su forma actual gada por un proyectil atómico se utiliza, militarmente de un conjunto que pesa en ruta 85 toneladas; habiendo hablando, y el resto se pierde en la atmósfera. Por el trascendido al dominio público esta información, se puede contrario, al efecto de destrucción por la presión (onda admitir que se ha avanzado otro paso más y que quizá de choque, factor esencial de destrucción para las bom mañana, con un volumen aún más reducido, alguna ba bas de aviación) se añade para los ingenios atómicos tería de artillería pesada podrá disparar un proyectil un- aumento considerable del “efecto térmico” y sobre atómico táctico. Entonces se comprenderá, sin otros ar todo la aparición del “efecto radiactivo”. Además, el gumentos, lo difícil que es pasar del período de las hi desarrollo técnico permite hoy emplear estos medios, lanzados por un avión, en forma de un ingenio radio pótesis y de las controversias, cuando se busca concre tar a qué normas debe aj ustarse la táctica moderna, y dirigido, -por medio de un cañón o de cohetes. como es preciso utilizar la prudencia en la precision de La propia inmensidad del poder destructivo de la bomba atómica la hizo figurar inmediatamente entre los valores que están continuamente en movimíento. medios estratégicos utilizables esencialmente en la re Se impone una primera afirmación: Es imposible ex traer actualmente con certeza conclusiones capaces de taguardia del adversario; por lo mismo, para permitir permanecer válidas ni siquiera para un período de al su utilización táctica, hacía falta reducir el volumen y el peso de los proyectiles, aumentar su precisión y, sobre gunos años. - 58 todo, conocer mejor la eficacia de este arma sobre las tropas en el combate. Por otra parte, los efectos radiacti vos, por presentar, especialmente desde el punto de vista táctico, muy grandes inconvenientes para la explota ciÓn del éxito por parte del que la emplee, es preciso encontrar los medios para limitar el efecto ulterior y ase gurar una protección suficiente a las tropas que hayan de actuar en las zónas de explosión. Del mismo modo que con las armas químicas y bacteriológicas, es ne cesario protegerse de los efectos subsiguientes a la, ex plosión. La solución de este problema, se encontró reciente mente bajo la forma de un proyectil atómico de 15 a 20 KT capaz de ser disparado por un cañón de 280 mm. con alcance de 30 Km. y precisión igual o mejor que la de la artilléría clásica. El empleo de un proyectil con es poleta a tiempos, explosiones a unos 500 ó 6oo metros sobre el suelo, permite a tropas motorizadas atravesar las zonas radiactivas algunos minutos después de la explosión, plazo variable según haya o no blindaje y su espesor; el blindaje clásico puede reducir las bajas por radiación del 30 al 8o %, según el espesor de las plan chas de acero. En lo que atañe a la eficacia de los proyectiles ató micos, deben examinarse con gran prudencia las cifras que nos llegan; por una parte, son variables en función de múltiples factores, y por otra, pueden ser aumentadas o disminuídas, con intención o sin ella, por el informador. Se puede, no obstante, decir que los efectos de un pro yectil atómico táctico (20 KT) haciendo explosión a 6oo metros por encima del suelo son los siguientes: Efectos de choque (presión): — — Edificaciones u obras de cemento armado, destruídas hasta unos 700 metros del centro de explosión. Edificaciones u obras de ladrillos, destruídas o grá vemente averiadas hasta unos i.6oo metros del cen tro de explosión. Protección efectiva en refugio bajo un metro de tierra a unos 500 ó 6oo metros del centro de explo sión. Efectos térmicos: — — Corta pero violenta elevación de temperatura, pu diendo provocar incendios en un radio de unos 2 ó 3 Km. Quemaduras de tercer grado en un radio de 1.700 me tros para las tropas sin protección. Protección por elevaciones del terreno, muros, etc., contra la onda térmica directa. Efectos radiactivos: — • Los efectos debidos a la radiación nuclear se ejer cen en el momento de la misma explosión, durante un .tiempo relativamente corto (unos 90 segundo5) o bien después de ella (efectos residuales), conservando la tierra y la atmósfera una radiactividad variable según la naturaleza de la explosión (con espoleta instantánea o con retardado) y las condiciones atmos féricas. El radio, medido a partir del punto cero (in tersección con el suelo de una vertical desde el punto de explosión) de los efectos inmediatos de un,,,pro yectil de r KT, explosionando a 6oo metros, puede fijarse, sin entrar en detalles, por el límite más allá del cual la radiactividad es inferior a loo Rontgen (uñidad de medida de la radiactividad) es decir, la máxima dosis tolerable para un ser humano sin hos pitalización. Límites de la dosis de roo R6ntgen (medidos a par tir del punto cero): — — — Tropas al descubierto 1.450 metros. Tropas en pozó de tirador o zanja, 900 metros. Tropas en’refugios o abrigos (r m. de tierra ó 20 cm. de blindaje, 6oo metros). Finalmente, se hace constar que, además de la natu raleza del efecto radiactivo, el elemento completamente nuevo con el empleo de proyectiles atómicos es la crea ción de una zona de destrucción absoluta de una extensión variable en la que se aniquila toda vida, lo que no había logrado hasta ahora ningún medio, ni siquiera los bom bardeos aéreos o por artillería clásica más violentos, que, en resumen, no consistían más que en una yuxtaposición más o menos densa de puntos de destrucción absoluta. Influencia en la doctrina táctica. Poco tiempo después de ‘la aparición del arma ató mica, las opiniones acerca de la influencia de este nuevo medio en el campo táctico se manifestaron por dos afir maciones contradictorias: La táctica actual ha caducado y el problema es vol ver a empezar. El arma atómica no ha cambiado en nada los prin cipios tácticos fundamentales, y sólo se necesitan ciertas adaptaciones de detalles. — — Todavía actualmente, y aun entre aquellos que han des arrollado este nuevo medio de combate y por ello están en condiciones de utilizarlo, hay diferentes opiniones. Parece, sin embargo, que se va hacia un juicioso acuerdo: El arma atómica no’ revoluciona los principios tác ticos, pero exige serias revisiones de ciertos proce dimientos tácticos, y más particularmente de los que se refieren a la concentración de fuerzas, al empleo de las reservas y a la organización de un sistema de fensivo. Es evidente, además, que la influencia que pueda tener el empleo de armas atómicas variará según el es calón que se considere (estratégico o táctico), según la naturaleza de las operaciones (ofensivas o defensivas) y en cierta medida, según el terreno en el que se em pleen y las condiciones meteorológicas. El estudio del empleo estratégico de bombas de gran potencia (cinco mil a diez mil KT), no tiene interés en el aspecto militar Suizo, pues, por muy trágico que pueda parecer, el empleo de estos medios, aun en pequeño número, acarrearía tales destrucciones y en todo caso tal desorganización, que nos situaría en la imposibilidad de concebir una, reacción militar; por el momento, el único consuelo es tal vez que a causa del enorme precio y de la relativa escasez de medios de esta clase, los be ligerantes no nos juzguen “dignos” de tal gasto, por no existir ningún objetivo rentable en nuestro territorio. Por el contrario, desde el punto de vista táctlco, debe mos, siempre en nuestra escala, considerar el empleo de — medios atómicos contra nosotros. Así, debemos tratar de apreciar sus repercusiones ,tanto en la conducción del combate ofensivo como’ en la del defensivo; se trata de saber si nuestra concepción actual debe revisarse, bien para permitirnos sufrir en aceptables .condiciones los efec tos de ésta nueva arma, o para analizar si su empleo impondrá a nues’tro adversario otros métodós de ataque a los que deben’ ‘corresponder por nuestra parte otros, de defensa. Eñ otros términos, lÓs principios fundamentales de la táctica, ¿han perdido todo su valor o ‘simplemente deben adaptarsé y en qué medida? En la o/ensiva, la doctrina admite la concentración de fuerzas sobre un punto elegido, como uno de los prin cipios válidos tanto para el ataque como para el con‘ 59 traataque, con objeto de realizar un esfuerzo del más fuerte al más débil. Si el defensor también dispone de armas atómicas tácticas, podrá destruir tales concentra ciones con la condición de que las conozca y tenga tiempo para utilizar sus medios. Por tanto, conviene, si se quiere aplicar -este principio en el porvenir, ampliar al máximo los períodos de dispersión y reducir al mínimo los de con centración; para alcanzar •este resultado, será preciso conseguir que fuerzas importantes estén dispersas for mando unidades que no constituyan objetivo rentable para un arma atómica hasta el momento en que el ata que deba desencadenarse. Se tratará, a continuación, de concentrarlas rápidamente para atacar con la fuerza suficiente. La rapidez de ejecución de esta maniobra evitará el empleo •de armas atómicas por el- defensor, falto de información suficiente, puesto que una vez establecido el contacto, también lo impedirá la proxi midad de sus propias tropas. Las fuerzas atacantes tendrán, por tanto, que concentrarse para alcanzar la base de partida y conducir el ataque en menos tiempo que el que necesite el defensor para obtener los informes sobre esta acción y emplear sus armas atómicas sobre las fuerzas atacantes concentradas; dicho de otro modo, la velocidad del ataque deberá ser mayor que la del empleo del arma atómica sobre las fuerzas en movimiento. Aun podrá llegar a ser necesario, evitar la concentración de tropas en una base de partida y realizarla en la zona de contacto inmediato; el atacante deberá, por consecuencia, disponer de una movilidad general que le permita desple gar sus columnas abandonando los caminos y avanzando a través del campo; su potencia de fuego deberá permitir grandes concentraciones de fuego con una densidad rela tivamente débil en personal y en material; sus medios de enlace deben, naturalmente, corresponder a las ser vidumbres planteadas por la conducción de tales forma ciones. Los medios para la explotación del éxito serán, por consiguiente, motorizados y blindados, móviles, poten temente armados, dotados por su naturaleza de cierta protección contra los efectos radiactivos y capaces de atravésar las zonas de contaminación débil algunos mi nutos después de la explosión atómica. Por otra parte, el atacante no podrá emplear sus armas atómicas más que a cierta distancia de sus tropas; actualmente, y para tropas blindadas, esta distancia será de dos kilómetros por lo menos. Para él se tratará inmediatamente de atra vesar con la mayor rapidez posible el espacio que le se pare de las fuerzas defensoras que aún subsistan, con objeto de aprovechar el pequeño margen de tiempo de que dispone, antes de que estas se hayan repuesto de la ex plosión atómica y para explotar por completo los efectos de ésta. Puesto que la noción de esfuerzo principal conserva su valor, los factores de velocidad y movilidad adquieren en todas las ocasiones una importancia creciente; la ma niobra también pasa al primer plano, puesto que asegura el paso de un dispositivo disperso a otro local y momen táneamente más denso, permitiendo así la realización de un esfuerzo principal. También con la amenaza del empleo de armas ató micas, el principio de economía de fuerzas adquiere par ticular significación, porque la necesidad de la dispersión exigirá, al menos en la defensiva, saber limitarse a con servar los puntos decisivos del terreno sin buscar una ocupación uniforme del frente, imposible de realizar sin arriesgarse a sufrir pérdidas insoportables. El primer problema para el defensor—y para el ata cante cuando los dos adversarios disponen de armas atómicas—es encontrar el medio de sobrevivir y que dar después apto para combatir aplicando una doctrina bien definida. De las cifras anteriormente citadas se de duce que la protección relativa es posible y que la forma más eficaz será el empleo sistemático de zanjas y pozos de tirador con mayor amplitud que hasta ahora para todas las tropas. Por otra parte, se admite en la actuali dad que la rentabilidad del empleo de armas atómicas no es suficiente más que cuando las concentraciones de tropas pasan de 250 hombres por Km2 la segunda mé dida de protección conducirá, por tanto, a dispersar las tropas de tal modo que se mantengan por debajo de esta densidad, lo que equivale a decir que una división mo derna deberá ocupar un sector por lo menos de 8o Km2, en el cual los elementos estarán distribuídos de tal manera que no se creen zonas de concentración rentables para una acción atómica. Por ser circular el efecto de los proyectiles atómicos, cuando sean necesarias ciertas concentraciones de ma terial (depósitos), será preferible adoptar un dispositivo lineal para estas organizaciones. Finalmente, por ser la finalidad del empleo atómico crear una brecha o un punto débil en el dispositivo ene migo para poder atacar del fuerte al débil, las medidas de contrainformación (enmascaramiento, conservación del secreto, empleo de material ficticio alcanzarán una importancia mucho mayor que hasta ahora y deberán intensificarse para hacer más difícil la decisión de quien quiera emplear medios atómicos. Una vez realizada la protección relativa, convendrá éstar en condiciones de impedir la explotación, vero símilmente conducida por formaciones blindadas, que seguirá inmediatamente. Se tratará, por tanto, de dis poner rápidamente de reservas muy móviles aptas para combatir a los carros, o, en otros términos, de formaciones motorizadas y blindadas. La dificultad consistirá en dis persar rápidamente estas reservas para que escapen, al menos parcialmente, a la acción atómica, y después en concentrarlas rápidamente en la zona de esfuerzo prin cipal del adversario, que será precisamente la del bom bardeo atómico. También es posible que el atacante in tente provocar esta maniobra de concentración de las reservas, por un ataque simulado, para situarlas bajo un fuego atómico preparado. Será, pues, de gran impor tancia disponer de medios muy móviles aptos para avanzar desplegados por el terreno, no presentando nunca concentraciones peligrosas antes de su inmediato em pleo en el combate, quedando en condiciones de disper sarse nuevamente; es evidente que será indispensable evitar toda concentración estática (posición de espera, por ejemplo). En resumen el defensor deberá buscar la réplica al empleo de armas atómicas: Por una protección suficiente; dispersión, enmascara miento, refugios y contrainformación. Por un aumento de la potencia y de la movilidad de la reserva. Por un cuidado particular de la organización del en lace y de las transmisiones. — — — Conclusión. La táctica impuesta por la guerra atómica estará, por consiguiente, probablemente caracterizada por movimien tos casi continuos exigidos por el paso alternativo de la dispersión a la concentración. En igualdad de circuns tancias, es evidente que el más móvil tendrá ventaja para que la vulnerabilidad de las formaciones se mantenga lo menos posible; se puede, pues, imaginar—y varios militares ingleses, americanos y franceses competentes lo han expresado ya—que la necesidad de la dispersión llevará a considerar la posibilidad de operaciones eje cutadas por pequeñas Unidades pero potentes y aptas para actuar con independencia. El combate futuro podrá caracterizarse por una sucesión de pequeñas batallas más que por el choque de grandes masas. Algunos aún llegan hasta sostener que las modernas divisiones acora zadas, están llamadas a desaparecer, al menos en su forma actual, para ser sustituídas por agrupaciones más pe queñas pero más móviles; el aumento de. movilidad exi girá, por otra parte, inevitablemente una reducción de las servidumbres logísticas y una mayor independencia de las formaciones, que deberán bastarse a sí mismas en cuanto a los medios de abastecimiento, para estar en condiciones de cumplir misiones independientes durante un período relativamente largo. La dispersión aumen tará igualmente la servidumbre del enlace y de las tras misiones. La División acorazada americana, parece, desde luego, según las últimas informaciones, estar llamada a sufrir modificaciones bastante importantes. Del instrumento operativo que era, podrá llegar a ser un conjunto de 4 ó 5 grupos de combate de organización fija, llevando cada uno sus propios elementos de apoyo (Artillería, D.C.A., Ingenieros) y sus propios servicios (abastecimien to, sanidad, talleres). Además, se tratará más de destruir las fuerzas ene migas que de conservar o apoderarse delterreno. Las ma- niobras tenderán a crear, por medio de la canalización, objetivos convenientes para el arma atómica o, por el contrario, a aislar elementos para destruirlos, con la ayuda de grupos de combate combinados, .o también a efectuar profundas incursiones en la retaguardia del ene migo. Los grupos de combate se limitarán a tener cerca dos los islotes de resistencia. Nada de esto es completa mente nuevo, pero la importancia relativa de algunos principios tácticos fundamentales ha variado sobre otros. De todos modos, y en contra de lo que muchos creen, las formaciones acorazadas, lejos de desaparecer del campo de batalla, han visto que su importancia ha lle gado a ser determinante con la aparición del proyectil atómico táctico; esto probablemente en detrimento de las formaciones de artillería, demasiado pesadas y, por tanto, muy vulnerables, y sobre todo de una eficacia muy re ducida en la era atómica. Se puede, pues, por lo menos, admitir con certeza que un refuerzo de nuestra Infan tería con elementos acorazados aumentará su aptitud. defensiva en una guerra atómica y que la razón de ser de nuestras brigadas ligeras jamás ha sido más incues tionable, justificando además, a mí juicio, un esfuerzo de carros y de artillería automática en breve plazo. Notas breves. CAZADOR DE CARROS SKODA 0-13.—El cazador de carros checoslovaco “Skoda”, modelo G-13, es un ingenio blindado con tracción oruga’, que está armado con una pieza de 75 mm. y una ametralladora antiaérea de 7,5 mm. Sus dimensiones son 6,27 m. de longitud, por 2,65 m. de ancho y 2,17 m. de alto; tiene un peso, equipado para marchar, de i6 toneladas, y puede alcanzar una velocidad sobre caminos de 43 Km/h. Su cañón de 75 mm. tiene un sector de puntería ver tical de 150 (desde —5° a +100) y un sector horizontal de i°, y su tripulación la componen tres hombres, uno de ellos conductor. La protección del cazacarros G-i3 es variable, te niendo su espesor máximo de 62 cm. en la parte delan tera, en tanto que es tan sólo de 21 mm. a los lados. El G-13 es material utilizado en diversos Ejércitos, entre ellos en el süizo, donde—al parecer—se tiende ahora a sustituirlo por el cazacarros de fabricación nacional “Mowag” (Véanse las “Notas Breves” de diciembre pasado).—Comandante Ory. . y de arrollamiento basta indicar que se le calcula análoga a la de un carro de combate M-24 y que durante unas pruebas movió una masa de chatarra equivalente a 75 automóviles americanos. De su ligereza, como con secuencia del repartimiento de su pe,so sobre .los seis neumáticos de baja presión, es buena muestra que se le ha hecho pasar sobre un reloj de bolsillo, al que no causó el menor daño. En fin, su capacidad de carga le permite transportar cerca de cien toneladas, sobre su plataforma de ii,8 metros de largo por 3,3 metros de ancho. Una variante de este vehículo está en funcionar como una unidad tractora, a la que se adosan varias análogas pero sin propulsión propia, a modo de remolques, for mándose así una especie de tren automóvil de carga, al que se ha venido en llamar el “Cargo delArtico”, por ser en esta zona donde ya ha comenzado a emplearse. La unidad que trabaj a en el Artico tiené 83 metros de lon gitud y lleva cinco plataformas o vagones capaces de transportar 25 toneladas de carga cada uno.—’-Coman daníe Ory. VEHICULO NORTEAMERICANO DE APLI CAClON MILITAR.—Una firma norteamericana ha proyectado y construído un gigantesco vehículo abrecaminos, o “des tructor de jungla”, como también se le llama, de indu dable aplicación militar, tanto para abrir paso a las tropas a través de terrenos de selva, como para el transporte de pesadas cargas por zonas arenosas o pantanosas. Las dos principales características del vehículo son: estar equipado con grandes neumáticos de baja presión, que lo hacen sumamente ligero pese a su peso y gran carga que puede llevar, y que todas sus ruedas son mo trices, lo que proporciona una gran adherenciaal terreno. Las seis ruedas que lleva este original vehículo de 55 toneladas de peso están equipadas con neumáticos de 3 metros de diámetro por 1,22 metros de ancho ‘y son accionadas por motores eléctricos ‘individuales, adosados a cada rueda, y alimentados por’ la corriente producida por ,un grupo Diesel. Para formarse una idea sobre su potencia de choque 61 EL OBIJS FRANCES DE 155 )IM.—El Ejército fran cés, abandonando ya el famoso cañón de 75 mm. de la G. M. 1, está tratando de establecer un sistema de artillería de campaña, totalmente nuevo, cuyos ma teriales básicos son dos piezas de 105 y 155 mm., respec tivamente, ambos obuses de muy amplio empleo y las dos, también, con sus correspondientes versiones auto propulsadas. El obús de 155 mm., modelo 1950, es un arma de tiro curvo, con un sector de tiro vertical de _,50 a +700 y ho rizontal de 3600, que está montada sobre una cureña bi flecha y carrillo de cuatro ruedas neumáticas, preparado para ser remolcado por un camión, en cuya caja va el pelotón de servicio de la pieza y alguna munición. El conjunto pesa poco más de siete toneladas y se asegura que la pieza puede entrar en acción, a partir de su posición enganchada, en unos diez minutos. El alcance de este material varía entre los i6 y los 17 kilómetros según el proyectil que utiliza, encontrán dose entre estos uno de alto explosivo y algunos de tipo especial, proyectados para ser utilizados contra hormi gón armado y blindaje. También puede disparar el pro yectil norteamericano. Está prevista la utilización en este obús de 155 mm. de vainas de acero, protegidas contra “T: 1; ..—-. A 1 aires basta—como en el disco volante “Hiller”—cargar el peso del cuerpo en la dirección que se desea seguir. Como puede verse, el aparato se reduce a una pequeña plataforma con una ligera defensa y un manillar para el tripulante, debajo de la cual gira una gran hélice hori zontal, que hace posible velocidades de hasta 145 Km1h., lo cual supone un avance en relación con el “Hiller”, al que también aventaja en sencillez—Comandante Ory. EL AVION ATOMICO.—La realidad del submarino atómico ha traído nuevamente al tapete de la actualidad el ya viejo proyecto del avión atómicó, abandonado por los exagerados gastos que llevaba aparejado, pero cuyos trabajos se han reanudado ahora, abordando el pro blema de una forma nueva no revelada, bajo la cual—se gún declaraciones oficiales norteamericanas—los pro gresos están siendo rápidos. Todo lo que se refiere al avión atómico norteameri cano se mantiene en el más riguroso de los secretos, por lo cual no se conoce ni el más mínimo rasgo sobre el mismo. Sin embargo, la publicación norteamericana Li/e pidió a dos científicos estadounidenses, Mr. Lyle Borst, Presidente de la Sección de Física de la Universi dad de Nueva York y especialista en cuestiones nucleares, Obús de 155 mm., francés. y míster Frederic Teichmann, ingenie ro aeronáutico y di las corrosiones por depósito electrolítico de cinc y bar rector de la Escuela nizado interior. Aeronáutica Gug En fin, existe—como al principio se indicó—la versión genheim, sus ideas autopropulsada áe este obús, que utiliza el chasis del sobre lo que pudie carro de combate, también francés, AMX-i3, de 13 to ra ser el tal avión, neladas (Véanse las “Notas breves del mes pasado).—Co opinión que ellos mandante Ory. han expresado en uno de los dibujos que ilustran estas lí NIJEVA PLATAFORMA VOLADORA NORTEAME neas. RICANA.—Inspirado en las mismas ideas que llevaron Aunque pueda a la realización del disco volante “Hiller”, del que faci afirmarse, como en litamos una información en las “Notas breves” del nú el dicho corriente, mero 190 de EJÉRCITO, se ha construído recientemente que cualquier pare en los Estados Unidos una nueva máquina voladora, cido con el verdade aún más simplificada que la citada, que supone un paso ro será mera coinci más hacia la aspiración de encontrar un sencillo aparato dencia, los técnicos que pueda hacer posible el vuelo individual, cuestión están de acuerdo en ésta que tanta influencia puede ejercer en cualquier que el proyecto de conflicto del futuro. los técnicos Borst y El aparato, del que hoy reproducimos una fotografía, Teichmann tiene ha sido experimentado por la Infantería de Marina nor ciertos visos de ve teamericana, que ha podido comprobar la gran sen rosimilitud. cillez de su manejo, puesto que para conducirlo por los Oue el avión ató 62 mico tendrá un largo fuselaje—unos treinta metros en este proyecto—parece evidente, por la necesidad de alejar a la tripulación todo lo posible del reactor nuclear. En esta solución, la tripulación va en la parte delantera del apa rato, y el reactor con los turborreactores de propulsión,en la trasera. Como, por otra parte, la necesidad de detener las radiaciones nocivas obliga a rodear al reactor nuclear con un pesado blindaje de plomo, la parte •trasera del avión será sumamente pesada y ello obligará a retrasar las superficies de susten’tación, las cuales posiblemente adoptarán la forma de delta, que figura en el dibujo. Precisamente el fuerte blindaje que exigen los reacto res nucleares y que al plantearse la construcción del sub marino atómico no supuso grandes complicaciones, ha sido uno de los primeros escollos de importancia surgidos al aborclarse el proyecto del avión propulsado por energía nuclear, ya que impone a aparatos pesos de 250 a 500 toneladas como mínimo. Posteriormente se ha ido en pos de nuevas soluciones, no basadas en la adopción de materiales más opacos y menos pesados que el plomo, sino en el fraccionamiento de las pantallas blindadas y en la consideración sepa rada del problema de las radiaciones nocivas en lo que respecta al avión en sí y a su tripulación. En tal sentido, la solución de los técnicos Borst y Teich mann parece también razonable. La propulsión prevista para este avión corre a cargo de dos motores de reacción corrientes, dotados de compresores axiales y que presentan la particularidad de que sus cámaras de combustión están en vueltas por tubos de calor que transmiten a las pa redes de las mismas la elevada temperatura produ cida por el reactor nuclear, que va situado entre ambos motores, aunque separado de ellos por un blindaje apropiado. El control de la reacción en cadena se realiza, como es normal, mediante barras de cadmio. La aportación de aire se hace a través •de las tomas del borde de ataque del ala y mediante compresores que lo conducen a las cámaras, producién dose su ulterior calentado y dilatación, saliendo por atrás para engendrar la propulsión. Los autores del proyecto que nos ocupa han previsto un empuje de 40.000 libras, suficiente para la propulsión de un aparato que pese cien toneladas, a una velocidad de 1.200 Km/h. y a una altura de unos 20.000 metros. Así las cosas, la potencia engendrada sería de 475.000 c. y., suficiente para la central eléctrica de una ciudad de 100.000 habitantes. Estiman que 225 gramos de uranio bastarían para recorrer 30.000 Km., si bien para asegurar la regularidad de la escisión atómica el reactor debería contener por lo menos diez veces dicha cantidad. Otro problema no pequeño que planteará la aviación atómica será el de los hangares, puesto que tendrán que estar aislados bajo una gruesa capa de hormigón y divididos en dos partes, la primera de las cuales se utilizará para el acceso de la tripulación, por lo que debe •rá estar perfectamente aislada de la otra, destina da al servicio, motores y reactor nuclear. En esta última será necesario entrar con las máximas pre cauciones y cuando ya el reactor nuclear haya sido extraído del avión y sumergido en un pozo, operación sta que tendrá que realizarse mediante puentes-grúa accionados a distancia, desde un puesto de mando equipado con una pantalla de televisión. Ante tantas y tan grandes complicaciones, los técnicos aeronáuticos se preguntan si realmente serán compensados todos los lentos, difíciles y cos tosos trabajos que la realización del proyecto su pone. Parece ser que la única ventaja real del avión atómico frente a los actuales de reacción será su mayor rádio de accióxi, que le permitirá alcanzar cualquier punto de la tierra sin necesidad de abastecerse de com bustible. En cuanto a la posibilidad de que pueda nave gar a mayores alturas, nada se sabe, aunque desde luego sí se puede afirmar que, de responder a las ideas que aquí se exponen, necesitaría del aire para su propulsión y, por tanto, tendría análogas o parecidas limitacionnes de techo que los actuales. En fin, su empleo plantearía cuestiones de tal gravedad como las que se derivarán de que pueda ser alcanzado en pleno vuelo o que falle el blindaje y se extiendan las radiaciones nocivas por la atmósfera, o bien el de un aterrizaje violento, o el del caso aun más peligroso de su derribo y caída a tierra, con la consiguiente liberación de rayos gamma y neutrones. Se calcula que la construcción del motor atómico cos tará de 6o ao millones de dólares (2.400 a 2.700 millones de pesetas); la del reactor nuclear y su blindaje, aproxi madamente 25 millones de dólares (1.000 millones de pesetas), y, en fin, la de la célula del avión, entre los 15 y los 50 millones de dólares (de 6oo a 2.000 millones de pesetas). Por lo pronto, se sabe que la aviación americana construye, en colaboración con la fábrica de aviones “Pratt et Whitney”, un gran laboratorio de investigación que tendrá su sede en East Hartford (Coneticut) y cuyo conste total será de 30 millones de dóláres (unos 1.200 millones de pesetas). Y... ¿en qué plazo podrá ser una realidad el avión atómico? Los pesimistas no creen que pueda estar terminado antes de quince años, en tanto que los más opti mistas creen que puede ser cosa de cinco tan sálo.—Co mandanie Ory. 63 1L “JE}V” FItANCES.—-El Jeep francés tiene el mis mo aspecto que el popularísimo norteamericano, aunque más grande, un poco más pesado—I.300 kilogramos—.-y más cómodo. Está propulsado por un motor de cuatro cilindros y 65 caballos, con cuatró velocidades, con el que puede alcanzar una velocidad de hasta 105 KmJh. sobre ca rretera y de 6o KmJh. campo a través, siempre con una excelente estabilidad. Su consumo medio es de r5litros por roo kilómetros y 650 kilogramos de carga útil. Está construído por la fábrica de automóviles “Dela haye”, que los produce a un ritmo de 400 mensuales y con un coste de unos 780.000 francos. Este vehículo se utiliza para cometidos de enlace y re conocimiento y como tractor de piezas de artillería li gera y de armas contracarro, aunque tiene también otras muchas aplicaciones, ya que su interior es convertible y adaptable para diversos usos: ambulancia con dos ca millas, central telefónica o de radio, pequeña oficina de mando, etc.—Comandanie Ory. UNA DIVISIONiIEOANICÁRÁPIDA. (De la publi cación francesa Pa ges de France.)—Los Estados Uni dos, Gran Bretaña y Francia—ha declarado el Gene ral Gruenther, Comandante supremo en Europa de la O.T.A.N.—van a proceder a estudios y experiencias para determinar la mejor composición de las Divisiones terrestres con vistas al combate atómico. Yo creo—aña dió—que se llegará a una conclusión eficaz a comienzos de 1956. Efectivamente, hace mucho tiempo que los estrategas y los tácticos creen que las Grandes Unidades de tipo clá sico, División de Infantería o División blindada, son demasiado lentas, pesadas y poco manejables para la batalla moderna. Son demasiado vulnerables a los pro yectiles atómicos. 64 La aparición de los proyectiles nucleares tácticos prohibe ahora toda concentración de tropas al descu bierto; en caso contrario, sufrirán un terrible bombardeo. Se precisan, pues, unidades tan potentes como las an tiguas, más fuertes incluso, pero que puedan disper sarse rápidamente en el espacio, para desplazarse y ma niobrar, y reagruparse después rápidamente para atacar, sin perjuicio de dispersarse de nuevo, lo más apresura damente posible, cuando la acción haya terminado. A este respecto, una de las experien cias aliadas que ha tenido más éxito es la “División mecánica rápida francesa” (D.R.M.), completamente mecanizada y con efectivos reducidos: menos de 8.ooo hombres y 2.000 vehículos. Esta División no tiene la pretensión de reemplazar a la División de Infan tería ni a la División blindada, porque no tiene solidez para mantenerse firme en el terreno como la primera, ni la fuerza de ruptura de la segunda. Es otra cosa: una gran Unidad nueva, de fórmula y composición nueva, hecha para misiones nuevas. Durante un período de ejercicios, que ha durado más de una semana, la D.M.R. ha realizado con brío una serie de maniobras realmente “acrobáticas”, que ninguna otra gran Unidad habría podido llevar a cabo; hizo, por ejemplo, durante la primera noche, una ma.icha de 200 Km. con la totalidad de sus elementos; combatió (ficticiamente, desde luego) durante la jornada en un frente de 40 Km. contra un adversario en progresión; a la noche siguiente ejecutó un movimiento de 50 Km. paralelo a la línea de fuego, emprendiendo por la mañana una maniobra en re tirada, y de este modo volvió a comenzar todos los días sin que el material ni los vehículos se resintieran. Las Unidades de combate (reconocimiento, infantería transportada, cañones de 105 mm. autopropulsados) se agrupan en “Regimientos interarmas”. La creación de los Regimientos interarmas constituye un jalón esencial en la evolución de los Ejércitos terres tres. Mientras que desde hace siglo y medio era la Di visión la que constituía la más pequeña G. U. que en .globaba todas las armas, en la actualidad es en el Re gimiento donde se encuentran agrupados, en una misma unidad orgánica, elementos de Infantería, de Caballería de reconocimiento, de Blindados, de Ingeniería, Artillería y Transmisiones. La Infantería está representada en estos Regimientos por Compañías contracarros transportadas sobre ve hículos ligeros; la Caballería, por un escuadrón en yeeps; los blindados, por los escuadrones de carros; los ingenieros, por zapadores tiradores; la Artillería, por los cañones de los carros, que pueden ser empleados en tiro indirecto; las transmisiones, por los 350 aparatos de radio que ha cen que el Regimiento interarmas sea un verdadero bosque de antenas.—Comandante Rey de Pablo. La neutralidad armada de Suecia. Por William H. Hesvier. De la publicación norteamericana United States Naval Institute Proceedings. Traduc ción del Capitán de Intendencia de la Armada Eugenio Más Sánchez. (Extracto de la Redacción de EJÉRcITo.) Suecia tieiie- una posición singular en el mundo de hoy como cuña situad,a entre el Bloque Soviético y el Occiden tal y permanece ajéna a ambos como neutral armado. La estrategia de su defensa, así como sus establecimientos militares, son únicos, pues están hechos a la medida para llenar una rara serie d.e circunstancias geopolíticas. La política y la estrategia de Suecia arrancan de realidades políticas y geográficas. La más seria característica de la defensa sueca es una colección de hangares para la aviación y túneles soca vados en el sólido granito. Y en una época de temor uni versal, nacido de la existencia de armas atómicas y de ideologías irreconciliables, este recurrir a la seguridad subterránea puede tipificar la reacción instintiva hu mana de esconderse. Pero hay más lógica en la severa estrategia de defensa sueca de lo que parece a simple vista. No es un miedo ciego, sino un razonar sereno geopo lítico el que ha moldeado esta peculiar repuesta del país al peligro masivo externo. El carácter estrictamente defensivo de la política y la estrategia sueca se deriva inicialmente de la experiencia histórica de la nación (siglo y medio de paz ininterrum pida). Los suecos han evitado verse mezclados en todas las guerras que han tenido lugar en el transcurso de todos esos años en la cercanía de sus fronteras; asimismo han determinado permanecer fuera de la pró xima y confían, también, en ello. Para ello han puesto su confianza en una concienzuda y rigurosa neutralidad. No tomarán parte en ningún sistema de gran alianza que se está formando a ambos lados de su Nación. Esto no significa que los suecos no sean capaces de decidir quiénes son sus amigos en potencia y quiénes sus posibles enemigos. Por el contrario, tienen un concepto perfectamente claro de esto. En los últimos años, el o % de su comercio se ha dirigido a los occidentales, y sus lazos culturales también les unen a ellos, y en su hori zonte vislumbran un único enemigo posible: la Unión Soviética. La existencia de un espíritu agresivo en Rusia después de la G. M. II, y especialmente déspués de iq.o, hacen una profunda impresión en Suecia. Esto fué aumentado por algunos provocativos e injuriosos inci dentes, tales como el derribo de dos aparatos militares suecos en el verano de 1952 y el simultáneo descubrimiento de una red comunista de espionaje que había su ministrado a Rusia secretos militares suecos. En 1954 se redujo la tensión y fué posible alguna expansión del comercio de Suecia con la Unión Soviética; pero esto no excluye el primordial riesgo, o al menos así lo entienden los suecos. Si tienen que escoger, los suecos escogerán unirse con los occidentales. Pero en las circunstancias actuales no se sienten impelidos a manifestar abiertamente su elección. Su política de estricta neutralidad y carencia de aliados se da además como un hecho para un próximo futuro, y de hecho ésta es la primera línea de defensa de Suecia: una política externa calculada para evitar afrontar a la Unión Soviética, que es obviamente, el enemigo en potencia. Pero mieútras el principal interés de Suecia, con relación a una guerra, es mantenerse fuera de ella, sus gobernantes creen que el modo de mante nerse fuera es estar preparados para una vigorosa de fensa. Y, con razón o equivocadamente, dan por cierto que Suecia pudo mantenerse al margen en 1940 y en los años siguientes debido al hecho de poseer fuertes fuerzas - armadas dispuestas a luchar contra cualquier invasor. Si esto es o no verdad, es muy importante, ya que es parte integrante del pensamiento sueco hoy. día. Los suecos están gastando mucho más dinero hoy que nunca en armamentos: normalmente el 25,5 % de su presu puesto. Poseen instalaciones militares muchísimo más potentes que antes, en la creencia de que esto les pre servará de la invasión. Si su sólida defensa falla en esto, les quedaría todavía el recurso de sostenerse firmemente en su suelo. Después de la diplomacia, la segunda línea de defensa sueca son sus fronteras naturales. En el extremo Norte y más allá del Círculo Artico, Suecia posee tierras fron terizas con Finlandia, con cuyo país, le unen estrechos lazos históricos. Este es un país formidable para ope raciones militares defensivas, a causa de sus vastas tierras montañosas, y durante medio año es oscuro y enormemente frío. No hay sino una sola línea férrea desde la frontera finlandesa y una desde la parte Norte de Noruega, unidas por la línea de los campos de mi neral al sur del puerto de Lulea, delante del Golfo de Botnia. Solamente una carretera conduce hacia el sur. Entre esta zona de defensa llena de obstáculos en la frontera norte y las tierras industriales del corazón de Suecia, en las proximidades y al oeste de Estocolmo, hay un territorio escarpado poblado de bosques de una extensión de 500 millas. Aquí es posible llevar a cabo una buena defensa. El Golfo de Botnia, de 400 millas de largo, forma un gran foso para la protección de la alta Suecia, y desde la parte sur de las Islas Aland hasta la parte más me ridional de Suecia, alrededor de 275 millas, la costa está ribeteada de un sinnúmero de islas rocosas. Esta es la extensión vital de costd que se enfrenta directamente con el exterior, a través del Mar Báltico, con algunas de las principales bases de los soviéticos. No existen pla yas en estas costas aconsejables para desembarcos anfi bios. Los puertos son ideales para la defensa armada. Y esta zona de costa cubre la totalidad de la zona vital boscosa, de alrededor de 75 millas, de extremo a ex tremo, que favorece la defensa. El desarrollo de la fuerza aérea ha mermado el pri mitivo valor de sus defensas naturales y esto explica por qué la mayor parte de las inversiones de dinero para la defensa del país sean destinadas a la fuerza aérea de defensa y por qué Suecia posee ahora la mayor fuerza aérea del Continente europeo, solamente inferior a la de la Unión Soviética. Pero aun con esta nueva vulnerabili dad, si se la agrediese por el poder aéreo, Suecia sigue contando con sus defensas naturales y por buenas ra zones. El invadirla actualmente por tierra puede ser una tediosa, laboriosa y costosa labor para cualquier po tencia extranjera. La Geografía aún es un valioso aliado de los suecos, especialmente desde que el principal co mercio de su país se verifica a través de Goteborg, del lado del Atlántico, sobre el Kattegat. Esto significa que Suecia tiene acceso directo al mar atarte del Bltico y esta es la carta-triunfo que posee el Gobierno sueco industrial. Solamente en el extremo Sur, las defensas naturales de Suecia no son buenas. En esta parte, las costas ofre cen numerosas playas; el país es llano y difícil de defen der por el sistema de guerrillas, y está separada de Di namarca por el Ore Sund, ancho solamente de unas 65 ocas millas Cii SUS partes más estrechas. LI problema, aquí para un invasor es poco mayor que atravesar un río. El ancho de esta corriente de agua, carece de impor tancia, hasta un punto tal, que se habla seriamente de construir un puente y un túnel con una carretera de cuatro pistas para unir a los dos países. Dinamarca, por supuesto, no ha sido rival militar o enemigo desde hace muchas generaciones, pero fmié ocupada por una potencia extranjera en período tan recienté como el de 1940-1945, y el recuerdo está muy fresco. Dinamarca es la línea más floja en el sistema de defensas naturales de Suecia, desde el punto de vista sueco; aun así, entre las llanuras de Skane y el cinturón industrial cerca de Estocolmo, existe una faja montuosa. Goteborg no es la única ventana sueca al Atlántico. Grandes cantidades de mineral de hierro son exportados a través del puerto noruego de Narvik, cerca de los de pósitos de mineral sueco de Kiruna; asimismo se está tomando en consideración un plan conjunto sueconoruego para el mejoramiento de la línea férrea de Trondhjem, como salida al Atlántico de la región cen tral de Suecia. La Marina.—La Armada sueca es una pequeña fuerza de ligeras unidades, diseñadas con el mayor cuidado para su primordial objetivo: la defensa de la costa sueca desde las islas Aland hacia el sur y luego hacia el oeste hasta el Oren Sund. Existen tres viejos acorazados (así están clasificados): “Sverige”, “Gustav Y” y “Drottuing Vic toria”, de aproximadamente 7.100 Tn. de desplazamiento cada uno, construídos durante la G. M. 1. Estos son bu ques viójos, pero han sido modernizados repetidas veces, y todavía pueden ser útiles en la defensa de la costa, como plataformas de artillería, movibles. Existen dos cru ceros ligeros nuevos, “Tre Kroner” y el “Gota Lejon”, ter minados en 1946-1947. Estos buques son esbeltos, cons truídos en los astilleros suecos, y especialmente diseñados para estrechos y aguas poco profundas, con una velo cidad, por lo menos, de 33 nudos; están artillados con 7 cañones, enteramente automáticos, Bofors, de 6 pul gadas; éstos son enteramente dirigidos, extraordinaria mente rápidos y fáciles de manejar. Poseen también los suecos dos cruceros viejos y pequeños. Sin embargo, aún más importante que estos buques grandes son para los fines especiales de la Flota Sueca cierto número (le destructores, oscilando desde las 2.500 Tn. a los costeros de 700 Tn., y 24 submarinos. Para redondear esta Flota de unidades ligeras existen numerosos minadores y torpederos. Tales buques son mu cho más aconsejables para el servicio en el Báltico y para la escarpada línea costera que las Grandes Uni dades. Es opinión de los Jefes de alto rango de la Ma rina sueca que no se construyan más cruceros. El “Tre Rroner” y el Gota Lejon” constituyen el orgullo y la alegría de la Marina de un país consciente, pero cuestan demasiado para lo que actualmente contribuyen a la de fensa nacional. Para al costa, el torpedo y la mina son las armas adecuadas; por eso los destructores, minado res, y lanchas torpederas son los buques que darían el mejor rendimiento en la clase de guerra a que han de anticiparse los altos mandos de la Marina Sueca. A causa de su situación septentrional, l-á Armada sueca tiene que contar necesariamente, con algunos buques de fines especiales, tales como algunos rompehielos ar mados, los cuales tienen, por supuesto, valor en tiempo de paz ayudando a la navegación mercante en el Báltico, ya que grandes porciones de él se hielan cada invierno. El actual programa naval incluye: cuatro destructores de 2.000 Tn., un minador, tres submarinos, doce dra gaminas, once torpederos de 150 Tn. y quince más pe queños de 40 Tri. Este programa comprende también la transformación de once (lestructores más pequeños como fragatas antisuljmaririas. El plan, alrededor de 50 Unidades ligeras, debe estar terminado en 1960. Todos los buques de la Marina sueca se construyen en los astilleros del país, así como la mayor parte del equipo con que están dotados. Estos astilleros están desparramados para mayor seguridad y divididos entry el Báltico y las costas occidentales. Las coIlstI?O5ones navales de este país han sido de tal voluine/que han ocu pado en años recientes el tercer lugar,n este aspecto; esto garantiza un rápido aumento .n la construcción naval cuando las condiciones polflicas lo justifiquen. Además de una excelente industria de construcción de buques, Suecia posee los grandesí talleres Bofors, de ar tillería, los cuales construyen cañones y material de la más alta calidad, para la Marina, otras fuerzas armadas y para compradores extranjeros. En caso de guerra, Suecia puede tener dificultade.s para adquirir barcos, planchas blindadas o equipo técnico del exterior. Con secuentemente, su potencia militar ha sido incrementada grandemente con industrias de maquinaria delicada, que fabrican virtualmente todo lo que se necesita hasta la fecha en un buque, excepto para algunas especialísi mas armas electrónicas. La principal misión de la Real Marina Sueca puede ser fijada sucintamente: prevenir un desembarco de fuerzas militares enemigas (léase Unión Soviética) en cualquier punto de la costa sueca, y especialmente en el tercio meridional de la costa oriental, a causa de que aquel sector cubre el centro industrial del país. Para resumir, la Marina tiene lo que pudiéramos llamar tres líneas de defensa. La primera, en el Báltico, en mar abierto, extendiéndose bien hacia la costa del otro lado de este mar, siendo tarea encomendada a los submarinos y veloces embarcaciones torpederas que efectúan incur siones y se retiran rápidamente. La misión de estos bu ques es castigar a las fuerzas enemigas antes de que lle guen junto a las costas propias. Esta fase ofensivodefensiva de la preparación naval sueca está recibiendo una mayor atención cada vez, pues los dirigentes de la Marina recelan de la peligrosa tentación de confiar de masiado en tácticas puramente defensivas y cerca de sus propias costas. Hay una segunda línea de defensa que atraviesa el Báltico por su mitad, incluyendo Gotland, y varias islas más pequeñas. Las aguas poco profundas en esta partc del Báltico hacen posible la existencia de campos d€ minas unidos (una especie de telón de acero bajo el agua). Tales campos, minados por supuesto, estarían comple mentados por embarcaciones patrulleras. La tercera línea de defensa, la más importante (le todas, reside en la minada de islas rocosas que forman una línea a todo lo largo de la costa. Aquí, los suecca siguen contando con una combinación de campos de mi nas, destructores y embarcaciones torpederas más pe. queñas y con artillería para la defensa costera, ayudadc todo por una completa pantalla de radar. Eptre estos in contables islotes de granito, es donde se encuentra mejol la Marina sueca. Como no existe ninguna playa apro piada para desembarcos, éstos podrían producirse en puer tos comerciales, grandes o pequeños. Consecuentemente la artillería de costa está encuadrada dentro de la Ma rina, y ha sido desarrollada para asegurar que todos lca puntos vulnerables de costas puedan ser cubiertos por baterías fijas de defensa costera. Baterías pesadas y otras de cañones más ligeros han sido instaladas en abrigos de rocas de sólido granito están protegidas por cúpulas blindadas. A salvo, bajo d granito, están los centros de dirección de tiro, haciendc posible dirigir el fuego de varias baterías por medio dc observatorios de radar. En muchas partes de esta costa los canales a través de los arrecifes son muy largos y es trechos; este hecho es utilizado para el ernplazamientc de minas controladas, instaladas en tienipo de paz y lis tas para su detonación desde puestos cercanos de obser vación. Estas son especialmente valiosas contra ataques por sorpresa, pues las minsas están enteramente dis puestas en cualquier tiempo. Los excursionistas que na vegan en días festivos en pequeños botes, trenzando su ruta entre las pintorescas islas, no sospechan, probable mente, que están pasando por encima y a muy poca dis tancia de minas terriblemente explosivas. En el interior de los túneles hay facilidades para efec tuar las reparaciones normales y de entrenamiento de los barcos. Depósitos de municiones, fuel-oil y almacenes varios. Estos lugares de fondeos subterráneos son de lo más extraño entre las Marinas de todo el mundo, a causa de que pocos otros países poseen a lo largo de sus fuer zas tales archipiélagos de islas de sólido granito. La cons trucción completa de tales túneles en las rocas cuesta alrededor del diez por ciento del valor del barco. Por eso, aunque el coste total del programa es considerable, lleva aparej ada una relación práctica con el ahorro en inversiones en buques. La Marina sueca está asegurán dose contra un concebible ataque tipo Peari-Harbour. La mayor parte de la instrucción naval sueca, aparte de la instrucción académica de los Guardias marinas, se lleva a cabo en una serie de hermosas escuelas situadas sobre la costa en las cercanías de Estocolmo. El material de enseñanza, obtenido en gran parte de la Marina in glesa, es moderno y eficiente. Existen escuelas de arti llería, radar, dirección de tiro, señales, maquinaria, con trol de daños y otras fases básicas de la técnica naval. Al principio estas escuelas eran sólo para Oficiales de carrera, pero después se han extendido a los Suboficiales, y también para algunos de los individuos llamados a filas. La Marina depende todavía grandemente de los Oficiales de carrera, pero esto está siendo transformado gradualmente, para adaptarlo a la práctica mode na de las Flotas americana e inglesa. La Aviación.—En un país tan pequeño como Suecia no es práctico el mantener más de una fuerza aérea. Por eso la Marina carece de aviación propia. La Real Fuerza Aérea Sueca, ha recibido gran im pulso en los últimos años. A la velocidad de los aparatos de reacción, hay solamente veinticinco minutos de vuelo a través del Báltico desde las bases rusas a la costa sueca. Y mientras el archipiélago escuda la línea de la costa y proporciona unas defensas naturales esplén didas contra el ataque anfibio, bien poco hace (si hace algo) para prevenir una invasión aérea. Este peligro, junto con el de ataque por bombardeos sobre ciudades e industrias, ha sido la causa de un firme crecimiento de la Fuerza Aérea, hasta que hoy es la más fuerte del Continente europeo, después de la Unión Soviética. Las Fuerzas Aéreas son rama independiente del Ministerio de Ejército. En la actualidad utiliza el 31,5 % del pre supuesto militar, comparado al 18,5 % para la Marina y el 37 % para el Ejército, utilizándose el 13 % res tante, en común, entre los tres Ejércitos Suecia no puede producir fuerzas ofeñsivas de bom barderos, ni tal arma ofensiva podría tener consistencia dada su postura neutral. Consecuente con ello, la Fuerza Aérea consiste en aparatos tácticos de ataque y aviones de caza rapidísimos y de una sola plaza. Tiene en tiempo de paz una fuerza de 33 Escuadrones de combate, 12 Es cuadrones de ataque y 5 de reconocimiento. En números redondos, esto significa alrededor de 750 aparatos asig nados a las Unidades tácticas, con casi muchas más en la reserva. Virtualmente todos los aparatos de combate en la actualidad son de propulsión a chorro. Como adición a los centros de entrenamiento y esta blecimientos técnicos, la Fuerza Aérea posee bases de ope raciones a todo lo largo del país, pero concentrada sobre todo alrededor de Estocolmo y hacia el oeste. El objeto de esta distribución es dar la máxima protección al co razón de la zona industrial y a las ciudades más grandes, más la doble ayuda que se puede prestar a la Marina para la defensa de la parte más vital de la línea de costa. Las misiones de la Fuerza Aérea son: las de interceptar los aviones hostiles sobre las fronteras suecas, defender importantes áreas estratégicas del país contra los ata ques del enemigo, apoyar a la Marina en sus operaciones, conducir operaciones propias de ofensiva limitadas con tra posibles enemigos de tierra y mar, que se aproximen a territorio sueco, y apoyar estrechamente a las fuer zas de tierra propias. Esto último no desempeña un pa pel primordial, sin embargo, dado que el objetivo más importante deben ser los aparatos enemigos. De otra parte, si el Ejército sueco es atacado, es presumible que adoptará un estilo de lucha de guerrillas, aprovechando las condiciones del suelo del país, rugoso y densamente poblado de bosques, que es la clase de campaña en la cual un estrecho apoyo de la aviación no tiene más que un limitado valor. Tal táctica de la Fuerza Aérea necesita sólo de pocos tipos básicos de aparatos: un caza rápido que intercepte los ataques del enemigo, un caza nocturno y un avión para ataques propios, además de un corto número de de otros tipos para misiones de reconocimiento y otras. La mayoría de los treinta Escuadrones de combate diurnos que poseen los suecos proceden de su fábrica SAAB, en Linkoping. El principal tipo que se encuentra en produc ción y en uso es el J-29 o barril volador. Este rechoncho aparato de combate con propulsión a chorro, cuyas alas es tán inclinadas hacia atrás 38 grados, se encuentra com prendido en el grupo de los que desarrollan una velocidad de 6o millas por hora; se maneja bien en el aire y monta cuatro cañones Bofors de fuego rápido de 40 milímetros. En muchos aspectos, es el equivalente del Sabrejet F-86 y del Mig i, y en cierta forma es preferible a los otros. Hace dos años, SAAB produjo también el primer A-3a “Lance”, un avión para el ataque, enteramente de nuevo diseño. Este es un avión a chorro, de dos plazas, armado con cañones, cohetes y bombas y preparado para trans formarlo más tarde en lanzaproyectiles. Está también equipado para desenvolverse en todos los estados de tiempo. Ahora que este aparato ha probado su valía y se produce regularmente, Suecia tiene, procedentes de sus propias fábricas, todos los tipos básicos de aviones nece sarios para la Fuerza Aérea, en cualquier número. Y en estas categorías posee aviones tan buenos en resultados como los de cualquier otro país. En esta posición que ha quedado expuesta Suecia ha tenido que hacer frente al peligro de devastadores ataques-sorpresa que pueden hacer añicos su poder aéreo en las primeras horas- de conflicto. Pensando en esto, la Fuerza Aérea se encuentra en posesión de grandes. han gares subterráneos socavados en el sólido granito, en los alrededores de las orillas de los operacionales campos de aterrizaje, con capacidad para el almacenamiento de municiones y sitios libres y talleres con sus instalaciones de maquinaria para la reparación de aeroplanos. Estas rocas-hangares representan la última palabra en se guridad para los aviones, protegidos como están contra los bombardeos por torpedos por puertas blindadas y de los bombardeos desde las alturas por capas de gra nito, cuyo espesor oscila, entre los 13 y los 20 metros. Los aparatos no solamente se encuentran allí, a prueba contra las bombas (incluídas las atómicas y probable mente y en la mayoría de los casos la de hidrógéno), sino que se pueden poner en marcha mucho más fácil mente en .invierno. Este no es factor pequeño en un país septentrional con prolongadas bajas temperaturas, especialmente cuando todo el carbón y la gasolina tie nen que ser importados. 67 Estos hangares cuestan alrededor de dos veces m4s que el construir los convencionales sobre el terreno. Te niendo en cuenta la economía que suponen en el gasto de combustibles para el calentamiento y la inmensa mayor seguridad que gozan los aparatos e instalaciones, no constituyen una gran extravagancia. Pero en tiempo de guerra la construcción de nuevos aviones es esencial; no importa lo cuantiosa que sea la reserva que se posea. Esto planteó otro nuevo problema a los suecos, y lo so lucionaron, al menos en parte, construyendo grandes secciones de las fábricas SAAB de aviones en el sub suelo de Linkoping. Como cualquier otro país, Suecia no puede esforzarse en volver a construir todas sus industrias vitales bajo tierra. Pero ha puesto a salvo en subte rráneos los objetivos más tentadores de su industria. Suecia ha aprendido también de la batalla británica. Sus instalaciones costeras de radar alcanzan a través del Báltico el interior de territorio Soviético. Puede de rribar aviones más allá de la frontera rusa. Los suecos cuentan con el radar para fabricar sus limitadas cifras de efectivos en aparatos de combate en la defensa de un país de 1.000 millas de largo. El Ejército.—Ei Ejército sueco es muy diferente en cuanto a concepción y organización de la Marina y de la Aviación. Es mucho más grande en el total de su per sonal y juega un papel más importante en la vida del pueblo. También demanda la parte mayor en el porcen taje del presupuesto militar del país, aunque este por centaje ha disminuído algo en los últimos años. La movilización del Ejército sueco se basa enteramente en reservistas, excepto pequeños cuadros de profesiona les, que ascienden quizás a 15.000, y en cualquier tiempo unos 40.000 a 50.000 jóvenes reciben adiestramiento. Suecia tiene siete millones de habitantes. La décima parte, alrededor de 700.000, constituyen el Ejército. Son los varones robustos de la nación, con algunas sec ciones, desde los iq años a los Cada año aproxima damente 40.000 jóvenes comienzan el entrenamiento, que puede durar desde 13 a 19 meses, según la sección de que se trate. Algunos son voluntarios para extender su en trenamiento a 25 meses, para calificarse como Jefes de pelotón u obtener otra calificación más avanzada. Todos son llamados de nuevo durante varias semanas cada va rios años para recibir entrenamientos adicionales. Las maniobras anuales pueden traer al servicio activo de 75.000 a 125.000 hombres al mismo tiempo. Desde el final de su entrenamiento inicial, cada hombre está siem pre asignado a una Unidad táctica, aunque puede ser cambiado a medida que va adquiriendo más edad (para gradualmente tornarse en centinela de la patria, a me dida que SUS cabellos se van volviendo grises). Para una nación de 7.000.000 de habitantes, un Ejército de 700.000 es un gran Ejército. El equivalente en Amé rica, io por ciento de su población, sería, i6.ooo.ooo de hombres, entrenados y equipados y agregados a Unidades tácticas, preparados para comparecer a cumplir con su deber en cualquier tiempo. Dadas las condiciones geo gráficas de Polonia o Alemania, un Ejército tal como el sueco tendría solamente un insignificante valor. Sin fuertes defensas naturales, una nación sería arrollada por la vecinas más poderosas antes de que estas fuerzas, en su mayoría ligeras, pudiesen ser reunidas y emplea das. O aunque fuesen movilizadas a tiempo, sufrirían se rios reveses en la tarea de hacer frente a las armas pe sadas y a la superior potencia de fuego. Pero Suecia es un país de rocas, bosques y terreno baldío, de lagos y mon tañas, así como de hermosas tierras onduladas de labor. El nueve por ciento de su extensión son lagos (hay apro ximadamente unos 96.000). Con un terreno de tales ca racterísticas al norte y al sur del corazón del país, un Ejército de reservistas entrenados, organizado y equl 68 pado para la plena utilización del terreno, es entera mente lógica (y también económica). El grueso del Ejército sueco no está organizado para defender un extenso frente contra grandes fuerzas aco razadas. Sin embargo, algunas Unidades conocidas como Unidades de campaña, son de ese carácter. Estas están compuestas de hombres de los grupos de edades mejores, dotados de excelentes condiciones físicas, equipados con armas, enteramente modernas para obtener la máxima potencia de fuego y gran movilidad. Estas Unidades de campaña consisten en Brigadas (la Unidad básica tác tica) que pueden ser integradas en Divisiones y Cuerpos de Ejército, de acuerdo con las misiones asignadas. Estas fuerzas están destinadas a los espacios abiertos, para re ducir invasiones aéreas o desembarcos costeros, o para refuerzo de las fuerzas ligeras cuando éstas se encuentren en situación precaria. En áreas tales como el pantanoso y desolado territorio a lo largo de la frontera de Finlandia, de 335 millas de longitud, el Ejército sueco presenta un aspecto com pletamente diferente. Allí son asignadas Unidades co nocidas como fuerzas de defensa locales. No poseen és tas los poderosos vehículos que pudiesen darles gran ve locidad, pero poseen armas atómicas defensivas de gran poder dé fuego, incluídos cañones antitanques. Su mi sión es muy restringida, basada en buena parte en for tificaciones fijas. Están grandemente unidas a su propia zona de defensa, pero poseen el equipo y entrenamiento, incluídos esquíes y otros utensilios de invierno que les permiten hacer una dura campaña de guerrillas en te rrenos formidables, así como guerra defensiva detrás de las fortificaciones existentes. Otras Unidades de defensa local están asignadas a los puertos marítimos mayores, playas vulnerables, aeropuertos y otros sitios vitales. Estas Unidades tienen misiones localizadas, pero pue den contar con el apoyo de las móviles, que son Unidades de campaña bien armadas. Las Unidades destinadas para la defensa de la zona sep tentrional ponen un sello particular en las maniobras de invierno con su entrenamiento en el uso de equipos es peciales para la guerra en las algunas veces terroríficas condiciones del invierno en el Norte. Largas rutas reco rridas en marchas con esquíes, sobre terrenos dificul tosos, con el equipo completo, vivaqueando en igioos, constituyen una parte normal del entrenamiento de ta les Unidades, una popular característica. En contraste, las Unidades de campaña proyectadas en primer lugar para los terrenos abiertos del Sur, en condiciones más parecidas a las que tenían en la Europa central, se en cuentran dotadas con armamentos pesados y entera mente móviles, con artillería pesada y tanques Centurion. El Ejército sueco está diseñado en todo para las con diciones especiales de las variadas zonas de defensa. Desde la G. M. II, extrayendo de la experiencia de mu chos países, el Alto Mando sueco varió la Unidad bá sica operacional de la división de la brigada. Entre tanto, el equipo motorizado ha sido incrementado, lo mismo que la potencia de fuego de las Unidades de In fantería. Han sido formadas más Brigadas acorazadas pero siempre con una gran proporción de Infantería, con relación a aquellas, como concesión a la variedad del terreno del país. Para asegurar el máximo de pres teza y el mínimo de riesgo de desastre debido al ataque por sorpresa, el equipo está almacenado en gran número de depósitos o escondrijos a través de todos el país, y así el individuo, presunto soldado, no está nunca lejos de sus armas o del resto del equipo. Además de estas unidades de campaña y fuerzas de defensa locales, nutridas principalmente con hombres del servicio nacional bajo enseñanza obligatoria, existen yo luntarios centinelas de la patria, en su mayor parte hombres de más de 47 años. Están armados de rifles, - pistolas-ametralladoras y otras armas y están integrados en Escuadras y Pelotones. Sus misiones son: vigilar las instalaciones, almacenes militares, industrias claves, es taciones de transporte, y también preparar las demoli ciones, tales como las de los puentes. Estas, como otras Unidades, están equipadas con la clase de vehículos más aconsejables para desempeñar sus misión. En algunas zonas, pueden ser camiones; en otras, tractores o vehículos arrastrados por caballerías. En otras, aún, se emplean propiamente bicicletas o esquíes en invierno. Las habilidades naturales o gustos de la juventud son utilizados por esta rama del Ejército tan flexible. Así como el Ejército americano se beneficia del hecho de que la mayoría de sus reclutas están familiarizados con ju guetes mecánicos, sean bicicletas, sean autos, radios y otros equipos mecánicos o electrónicos, los suecos se benefician con el vivo interés de la juventud por las carreras campo a través, los esquíes, los ejercicios to pográficos y los concursos de tiro al blanco. La organi zación de buenos tiradores cuenta con más de 240.000 miembros. Varias instituciones no oficiales, organizan entre los reservistas, cursos voluntarios de prácticas, para los fines de semana o períodos veraniegos, prin cipalmente para los jefes de Escuadra y Pelotón. Y, sobre una base puramente voluntaria, muchas mujeres se en trenan para diversas tareas, tales como operadoras de teléfonos, conductoras de camiones y ambulancias, pe lotones aéreos y otras por el estilo. Casi 100.000 mu jeres pertenecen a tal organización. Por su naturaleza, un Ejército movilizado a base de reservistas tiene ciertos inconvenientes, pero, por otro lado, esta nación puede proporcionar un Ejército mucho mayor sobre tal base. Y sus varias secciones están en trenadas y equipadas con gran realismo para cumplir sus diversas misiones sobre los variados tipos de terrenos. Representa también un uso económico y eficiente del potencial hombre. Además, este Ejército es muy an tiguo, con hermosas tradiciones en muchos Regimientos que datan de varios siglos. Este es un activo intangible, pero no menos real. Pero es asimismo un E)ército sin ningún combate en su haber desde hace siglo y medio. Con todo, con la modernización de las armas, con su organización, con la estrecha observación de la expe riencia vivida por otras naciones y con la voluntaria par ticipación .de más de 8.ooo Oficiales y soldados en el Ejército finlandés durante las campañas del invierno 1939-1940, en el futuro su labor puede probar la ca pacidad de mantener una resistencia tenaz, milia por milla, con su territorio dividido por la táctica de gue rrillas o lograr hacerse fuertes en lucha contra Ejércitos aerotransportados dotados de armas pesadas. Entonces el Ejército sueco simbolizará altamente la preparación realística, respaldada por un armamento enteramente moderno y una producción industrial eficiente. Lamaniobraylasposibilidadesdela Artilleríaclásicaenguerraatómica. General Culis. De la publicación francesa Revue Militaire d’Information. (Traducción del Coman dante de Infantería Jose’ Juan Garabatos González, Secretario del Gobierno Militar de Tarragona.) En algunos estudios recientemente aparecidos, y más toda solución que les parezca una abdicación del Arma aún en discusiones orales, sale a relucir una cierta in y una tendencia hacia el desmenuzamiento de las Uni quietud de los espíritus en relación con el problema del dades. Situados en el punto medio de estas opiniones extre empleo de la Artillería de las fuerzas terrestres adap mas, pensamos considerar objetivamente cómo y según tadas a la guerra atómica. qué modalidades de conjunto la Misión a que está des Se considera la mediocridad de los alcances de nues tros materiales a la vista de la dispersión impuesta por tinada la Artillería en el campo de batalla puede y debe ser desempeñada en la era atómica. el arma atómica y la vulnerabilidad a los ataques in Y, antes que todo, ¿cuál es la Misión general de la mediatos (infiltraciones) que ofrecen los despliegues de Artillería? Porque éste es el momento de recordar que Artillería incluídos en un dispositivo general forzosa mente “poroso”. Y se sacan las siguientes conclusiones: un Arma se define por su misión y no por los variables La débil densidad del dispositivo general, por medios materiales que utiliza. La razón de ser de la Ar tillería (su Misión, con M mayúscula) es—creemos que consiguiente; de la Artillería hará muy rara la posibi todos pueden estar de acuerdo en esto—poner a dispo lidad de concentraciones de fuego efectuadas por va sición del Comandante terrestre fuegos profundos y o rias Unidades. tenf es que le permitan hacer sentir su voluntad en las 2a A fin de no crear a las armas apoyadas servi dumbres muy pesadas para su propia seguridad, la Ar zonas juzgadas esenciales, y “ordenar” así los combates tillen a debe integrarse por pequeñas Unidades (Baterías) parciales de las Unidades de primer escalón, que sin este impulso de conjunto corren el riesgo de quedar desarticu en el dispositivo de las subagrupaciones interarmas. lados y no ser, por tanto, decisivos. De eso a poner estas baterías aisladas bajo las órde Sin duda, algunos objetarán que en vista de la potencia nes de Comandantes de subagrupaciones interarmas, no hay más que un paso, que a menudo es franqueado ale del Arma atómica y de la profundidad de acción del Arma aérea, los medios ofrecidos por la Artillería clá gremente. A la inversa, algunos artilleros, rígidamente fieles no sica son bien mezquinos. Ante un razonamiento así, es solamente al espíritu de la doctrina del empleo en masa, obligado valorar las posibilidades de la Artillería por sino también a la letra de los procedimientos que antes una cualidad esencial de que carecen el Arma aérea y, de la aparición del arma atómica traducían esta doc hasta el presente, el Arma atómica: su permanencia y su trina en hechos, rehusan considerar por principio adaptación a los escalones de Mando. 69 Si la misión de la Artillería no pudiera cumplirse, f al taría a los Generales Jefes de las Grandes Unidades terres tres el medio fundamental de imprimir a la lucha la marca de su voluntad y, por consiguiente, de asegurar la co hesión de esfuerzos. ! Pero se debe preguntar si los medios materiales de que dispone el Arma actualmente le permiten llenar fácil mente esta Misión, Fuerza es reconocer que no. Resulta evidente que materiales tirando a ro ó incluso i Km., in tegrados en dispositivos divisionarios de una extensión superior a su alcance,. están atacados de una semi enfermedad para la maniobra de sus fuegos. No es menos evidente que las Unidades remolcadas, ligadas a las carreteras y poco capaces de asegurar una defensa me dianamente eficaz durante sus desplazamientos, son un peso muerto para las agrupaciones interarmas que apo yan, habida cuenta que la parada “antiatómica” exi girá por parte de estas agrupaciones un comportamiento general muy móvil. ¿Es ésta, y bajo pretexto de que los medios materiales actuales están mal adaptados, una razón para renun ciar a utilizarlos con lógica y perder de vista la necesi dad de transformarlos? Esto es lo que algunos hacen. Nosotros, al contrario, pensamos que las dificultades a las que hemos hecho alusión deben estimularnos. A buscar en qué dirección deben ser transformados nues tros materiales para permitir a la Artillería continuar cumpliendo una Misión que permanece siendo esencial, en vez de renunciar a ella. r5Dicho esto, e invirtiendo los dos términos del estudio propuesto, querríamos examinar en primer lugar cómo pueden ser aprovechadas algunas modalidades de, em pleo de nuestros materiales clásicos actuales para per mitirles figurar eficazmente—y sin renunciar a la Mi sión propia del Arma—en los dispositivos de la era atómica. Con el proyectil atómico es necesario variar la mag nitud de nuestros “peones”, porque si pretendemos lle var a cabo dispositivos en los cuales dos Secciones ve cinas no fueran alcanzadas por el mismo proyectil ató mico, es decir, estuvieran distantes 4 Km. aproximada(dos veces el radio de eficacia), vendríamos a parar a un sistema de tal modo “poroso” que su valor de oposición a las acciones del enemigo llegaría a ser nulo. Y si, al contrario, pretendemos no cambiar nada de nuestros dis positivos tradicionales de la era preatómica una misma explosión podría perjudicar una fracción muy impor tante, si no la totalidad de una División; lo que no puede ser consentido so pena de arriesgar la destrucción. de todo un frente de combate. Parece, pues, “juicioso” ad mitir que el peón elemental, que cuidamos de no ex poner más que aisladamente a la explosión atómica, debe ser, sin duda, muy inferior a la Gran Unidad y muy su perior a la Sección. Entre estos dos límites, las opiniones pueden variar en la elección del volumen a dar al “peón elemental”. Algunos han-probado pararse en el escalón Compañía. Debe convenirse en que esto es todavía demasiado am bicioso. Un dispositivo en el cual las Compañías estu vieran separadas por intervalos (o distancias) de 4 Km., no tendría ningún valor. Esto induce a escoger como “peón” el Batallón (r), que cumple, poco más o menos, el compromiso siguiente: de una parte, por grave que sea, la pérdida de un Batallón bajo el efecto de una sola explosión ató mica no arriesga comprometer irremediablemente la maniobra de la Gran Unidad; de otra parte, la creación de intervalos y distan cias del orden de 4 Km. entre Batallones (2), repre sentando ello una dispersión claramente aumentada con referencia a los dispositivos tradicionales, les permite continuar cumpliendo su misión en condi He ahí, en e,/ecto, el ¡roblema inmediato que se presenta ciones aceptables, habida cuenta del refuerzo y de la a los actuales usuarios. mejora técnica de su armamento propio. Conviene Antes de nada, es necesario trazar a grandes rasgos el añadir, además, que en realidad el “peón” se en marco en que se mueve la Artlllería, es decir, definir las cuentra reforzado por unidades de armas de apoyo características esenciales de los dispositivos interarmas, (o de Servicios) que están incluídas en su polígono de los cuales es parte integrante. de seguridad. Es, pues, en el marco de la dispersión “Batallón” en el CAR.ACTERISTICAS Y DIMENSIONES PIE LOS DIS que ahora querríamos explicar el empleo de la Arti POSITIVOS INTIERÁRMAS DE LA ERA ATOMICA llería clásica (materiales actuales). Para ello debemos considerar sucesivamente las fases tradicionales del com El hecho nuevo esencial reside en el radio de eficacia bate. del proyectil atómico, cuya dimensión, para sencillez del razonamiento, puede ser considerada como comprendida LA MARCHA HACIA EL ENEMIGO entre 2.000 m. (r) (explosiones KT) y 4.000 m. (explo siones de io KT). Esquemáticamente, y en terreno medio, el dispositivo Ante este hecho brutal, la idea que acude inmediata de marcha hacia el enemigo de una División ligera, mente a la mente en materia de dispositivos tácticos es comprendiendo cinco subagrupaciones motorizadas, com la de aumentar la dispersión. paración generalmente admitida en la puede ¿Dentro de qué límites? He aquí un razonamiento posi estar representada por el croquis núm. actualidad, r. Obvio es decir ble: cuando para disminuir los riesgos se dispersan sobre que este croquis no tiene más valor que el de un esquema el terreno los “peones elementales” de que se compone y que las particularidades del terreno conducirán un conjunto táctico, el objeto perseguido es hacer que teórico un mismo proyectil no pueda destruir más de uno de a deformarlo grandemente (2). Mas si la táctica debe ser enemiga del esquema, no estos “peones” a la vez. Los dispositivos de la era de los debe la noción de “dimensión”, y creemos explosivos rompedores (G. M. 1 y II), incluso cuando que elmenospreciar croquis núm. i permite ciertamente calcular una éstos eran de gran calibre, no podía destruir una Unidad dimensión de la superficie de despliegue posible. de orden superior a la Sección de Infanfeyj’ct. Entendemos por superficie de despliegue posible, una tal: (i) Razonamos exclusivamente dentro del marco del empleo de armas A. de una potencia 150 KT. El empleo de armas termonu cleares, de un radio de eficacia del orden de 30 Km., entraña un problema diferente, que interesa más al razonamiento estratégico que al razonamiento táctico, ya que los objetivos sometidos a la acción de tales explosiones son ahora Grandes Unidades enteras. Xonos,,cnfrentamos, por consiguiente, con este problema. 70 — 0 subagrupaciones motorizadas de las Divisiones “ligeras”, estas sub-agrupaciones motorizada tienen las características Batallón reforzado. (2) En particular, la profundidad se encontrará muy sensible mente aumentada en un terreno de recorrido difícil, obligando a las suhagrupaciones a adoptar un dispositivo de marcha “filiforme”. (1) porque de un 1.0 Que no someta a dos Batallones (o subagrupa ciones motorizadas) a la acción de la misma explosión atómica. En el croquis núm. i, el margen de seguridad es excelente, ya que el dispositivo está establecido para responder a la eventualidad de una explosión de 150 KT (radio de eficacia: 4 Km). 2.0 Que conserve al conjunto la “impermeabilización” máxima compatible con la condición anterior. Veamos ahora cómo la Artillería puede integrarse en tal dispositivo, suponiendo que para esta División li gera lleva dos Grupos de io y un Grupo de obuses 155. El esquema de esta integración podría ser el pro puesto en el croquis núm. 2, en el cual: ¿Marcha hacia el enemigo una Batería de 105 marcha con cada subagrupación del primer escalón; las tres últimas Baterías de 105 y el Grupo de 155 están repartidos entre las dos subagrupaciones de]. 2.° es calón. — — 6Km. 18 Km. 1 A. 8. C.D,E. Sub-agrupecione.9 motorizi’das supues tas’ semi-o’es’p/egaats (marchando cada rna sobre dos’ ejes). La pro fond,o’ad del dipositivo iuedará s’ens’ib/e - - mente doblada el las’ $ub -agroacIones cada una sobre un so/o eje. Esta distribución entre las agrupaciones de marcha no implica, naturalmente, ninguna disgregación del mando. Las “judías” del croquis núm. 2 muestran la subsistencia de los vínculos orgánicos interiores en los dijerentes grupos. En suma, no hay aquí nada que no sea muy “tradi cional”. El problema del dispositivo de “marcha hacia el enemigo” en guerra atómica, no crea ningún problema particularmente difícil a la Artillería. No obstante, es preciso llamar la atención sobre un punto: la necesidad creciente de que el artillero sea cons tantemente informado y orientado por el Mando inter armas sobre sus intenciones de maniobra, especialmente en la fase preparatoria de la batalla. En efecto; numerosos estudios han hecho notar jus tamente la frecuencia en la guerra atómica de lo que se marchan Deep/ie,quesübl/o o€’/dis’po Croqu,s’ ,‘of sil/yo para escapar del pe - atómica. Dispositivo concern’,wdo fempo o7entepara una accón e,, 4’erz Di.spos//ivo osp/egao’o de ligro 8Km. E o t D/recckí.r, de marcha E o ‘o -.0 6 Km. iz’erchahacia e/enemigo. Croquis n°3 puede llamar la maniobra en forma de “doble embudo” (croquis núm 3), es decir, la maniobra obtenida verifi cando sucesiones rápidas de reducciones y ampliaciones súbitas del dispositivo, realizando así de modo veloz concentraciones de medios para una acción en fuer za, precedidas y seguidas del despliegue del dispositivo para no ofrecer al enemigo objetivos atórnicos. Se deduce de esto que, para la busca juiciosa de zonas de despliegues eventuales, el artillero debe ser puesto al co rriente, lo más pronto posible, (le las zonas en las cuales la concentración del dispositivo de conjunto es considerada desde el punto de vista de la accán en fuerza; pues así corno en los dispositivos preatómicos esta busca de posición podía hacerse normalmente en bandas paralelas a la di rección general de marcha, ya no sucede lo mismo ahora. L1I Sa feria cJe105 LA TOMA DE CONTACTO Y EL ATAQUE .Lj Bateria de 155 Una observación preliminar se impone. Es imposible in tentar una acción en fuerza sin condescender con riesgos Cro qu,r a 02 71 temporales suplementarios (tan fugaces corno sean po sibles) frente al peligro atámico. Probemos a valorar estos riesgos. El croquis núm. 4 muestra que conservando las po siciones de las Baterías en el interior de los polígonos de seguridad de las subagrupaciones motorizadas pre viendo un peligro contra las infiltraciones, resulta perfec tamente posible realizar concentraciones de fuego cTe artillería divisionaria si la zona de desi5iiegue de la Di visión no re basa las medidas de las dimensiones indicadas en el croquis. Muestra igualmente que estas dimensiones son tales que nuestros “peones elementales” están unos de otros a dist3ncias suficientes para que dos de ellos (vecinos) no queden sometidos a la acción de la misma eXploSión atómica, a condición de que el poder de ésta no sea ma yor de 20 KT (2.000 rn. de radio de eficacia) (i. Corno esta potencia de 20 KT es, en el estado actual de las cosas, el límite máximo de la potencia probable de las armas atómicas tácticas corrientes, se puede ad Distancia de seguridad entre BataHones correspondiente a unaexplosIón de 2OKT (Rad, de eficacia. 2Km.) 4Km. 6 4Km. desplegada con arreglo a las normas actuales de consti tución de columnas (i). Este impedimento hace nece saria, en efecto, la asignación de varios itinerarios a una División, para no tener como resultado una profundidad tal que el despliegue en el momento de la toma de con tacto fuese retardado de manera prohibitiva. De aquí resulta un aumento en la anchura de las zonas. Según eso, conviene a este respecto mostrarse pru dente, porque las varias indicaciones calculadas que pre ceden muestran que un adversario más rico en efectivos y más modesto en medios de transporte (2) podría, sin correr riesgos atórnicos exagerados, oponernos una den sidad mucho más importante. Por otra parte, se puede preguntar si, para levantar la hipoteca relativa a la profundidad prohibitiva de las columnas, no sería necesario enfrentarse ya con sacri ficios sobóe el número de vehículos de usos diversos. Recordemos que después de un ataque el disposi tivo general de la División deberá tomar amplitud muy rápidamente para disminuir el riesgo atómico, y esto tanto si el ataque ha salido bien (explotación en abanico) como si, endureciéndose la resistencia enemiga, es pre ciso detenerse (ponerse en defensa). En el primer caso, la maniobra de los grupos de Ar tillería divisionaria proseguirá en condiciones análogas a. las de la marcha hacia el enemigo, sin particularidades especiales. En el segundo caso, al contrario, se verán verosímilmente obligados a ejecutar movimientos la terales de ampliación, que en guerra no atómica serían en teramente excepcionales. De cualquier modo, la característica general a subrayar es que en ningún caso los Grupos se instalarán en sus posiciones de fin de ataque, sino que deberán efectuar el cambio muy rápidamente. _1 4 _ LA 10 Km. Crnqiiis n’4 mitir que, así limitada, la concentración temporal del dispositivo es “ejecutable”. La densidad señalada en el croquis núm. 4 resulta admisible para un dispositivo ofensivo de la era atómica. En un dispositivo tal, el cm: pico de la Artillería clsica en el escalón A. D. resulta per fectamente posible con los materiales norteamericanos reglamentarios y, a fovtiori, con los nuevos materiales franceses ABS, cuyos alcances son superiores (2). Ade más, la acción en fuerza propiamente dicha no podrá interesar eficazmente ms que una zona mucho més res tringida (2 a 3 Km.), salvo refuerzos. Lo que conduciría a concentrar temporalmente el despliegue de los Grupos de Artillería. A este respecto, observamos que la tendencia que con siste en prever para las Divisiones zonas deresponsabili dad () mucho más extensas, y que si la justifican por necesidades de la dispersión antiatómica, tiene, en reall dad, otras causas, especialmente el enorme embarazo que representa en carretera una División motorizada no DEFENSA Antes de examinar el comportamiento de la Artillería clásica en la defensa estática es necesario, como lo hemos hecho para la situación ofensiva, probar a representarnos la medida de las dimensiones de un dispositivo defensivo de División. ¿Qué criterio seguir? Tratamos siempre de obtener una impermeabilidad óptima sin correr riesgos atómicos exagerados. Desde el punto de vista “impermeabilidad”, es pre ciso preguntarse frente a qué densidad enemiga aven turamos presentar combate. Referente a esta cuestión, el croquis núm. 4 facilita una respuesta, grosera sin duda. aunque no desprovista de valor. Desde el punto de vista “valor de impermeabilidad”, parece razonable dar a una División ligera (5 sub agrupaciones motorizadas), encargada de una misión de defensiva lenaz. una zona de responsabilidad del orden de io a i Km. de anchura. Desde el punto de vista “se guridad antiatómica”, de otra parte, la densidad en anchura indicada por el croquis núm. i es ciertamente la mejor que podemos dar. Así, pues, se coloca la División en un frente de i8 Km. (a). Los dos números son perfectamente comparables, lo que nos autoriza a admitir, en defensiva estática, como zona de responsabilidad normal de una División li gera, una zona del orden de 15 Km. de anchura. 2.500 vehículos marchando por una sola carretera repre cerca de 400 Em. de longitud de columna. (2) Una División motorizada soviética cuenta solamente con 1.300 vehículos para ii.ooo hombres. (3) Teniendo entendido que el dispositivo defensivo será mu cho menos profundo que el dispositivo de marcha (subagrupa. ci000s desplegadas y aligeradas de todos aquellos vehículos qu no son de combate.) (i) En el dispositivo de marcha hacia el enemigo, la citada s’ guridad está tomada para explosiones que llegan hasta una potencia de 150 KT (4.000 m. de radio de eficacia). (2) 14 1Km. para el 505 ABS y iS Km. para el 155 ABS. (3) Este término oculta mal el inquietante carácter de “va cías” de estas zonas, las cuales estarían en gran parte amuebladas (si así se puede decir). (1) 72 TENAZ sentan Como hemos subrayado, las zonas mucho más an chas no están, a nuestro parecer, acondicionadas para la seguridad antiatómica. Deben hacerse serias reservas sobre el grado de impermeabilidad que presentarán dis positivos así extendidos, incluso apoyados por el em pleo de armas atómicas. Smtado esto, el dispositivo de artillería, incluído en un dispositivo de conjunto defensivo, podría ser bastante parecido a aquel que da el croquis núm. 2 bis. En un dispositivo tan “ventilado”, la maniobra de fuegos en el escalón A. D. se vuelve muy difícil para el io HM 2 y difícil para el 105 ABS (alcance 14 Km.). Por contra, no hay ninguna razón para renunciar a hacer jugar al Grupo su papel tradicional. El croquis muestra, en efecto, que, al menos para ios tiros de detención, subsiste como perfectamente pósibie la coordinación de los fuegos de Grupo. Desde luego, esto trae consigo ciertos problemas de conexión topográfica, delicados mas no insuperables. Experiencias recientes han demostrado que Grupos desplegados sobre superficies de 25 Km2 aproxi madamente (5 >< 5) son capaces de conservar una ex celente coherencia. Ahora bien; para que la Artille ría conserve su eficacia en tal situación, precisará que sus preparaciones topográficas y balísticas sean espe cialmente esmeradas, lo que es una razón suplemen Dispositivo defensivo desple9ado 4 a 8Km. 4a8 Km. 8 a 15 Km. Coqus 2b/8 tana para no disociar los Grupos, preparados solamente para hacer este trabajo. No parecerá, pues, excesivo al zar.se contra la tendencia a la dispersión, que no es por ningún concepto una consecuencia del despliegue, el cual es inevitable. Pero se dirá: ¿quéserá la maniobra de la Artillería cuando las “zonas de responsabilidad” divisionarias aumenten desmesuradamente? Fuerza, es reconocer que entonces, perdidas en un panorama demasiado vasto para ellas, las baterías de 105 e incluso de 155 carecerán de eficacia. Mas es preciso reconocer también que com parten esta impotencia relativa con sus hermanos de las otras Armas. Porque tan permitido está mantenerse escéptico sobre el valor de combate de una Sección de Infantería perdida en una zona de varios kilómetros cua drados, como sobre el de una batería de io separada por un alcance o alcance y medio de sus hermanas del mismo Grupo. LA MANIOBRA RETARDATRIZ Recordemos, ante todo, las nociones esenciales de toda maniobra retardatriz: — — Primeramenté, la constitución de dos escalones dis tintos, destinados a desenmascararse mutua y alterna tivamente, asegurando uno de los dos la detención del enemigo mientras que el otro alcanza la zona de asentamiento siguiente, más atrás, y allí se organiza. Una densidad media, permitiendo economías sustan ciales en provecho de la defensiva en el propio lu gar (sin la cual no valdría la pena consentir pérdidas de terreno), pero, sin embargo, suficiente, sobre todo en las broximidades de los ejes de marcha, para obligar al enemigo a desplegarse y maniobrar, a fiiíTde retra sarlo y ocasionarle pérdidas. Se puede admitir, en un primer cálculo, que una Di visión ligera de 5 Grupos motorizados realiza estos co metidos con la condición de’ maniobrar sobre dos direc ciones, lo que, con la densidad media de la red de carre teras de Alemania del Sur, le otorga una zona de respon sabilidad de 20 a 25 Km. (con dos subagrupaciones moto rizadas haciendo el “salto del carnero” sobre cada iti nerario) (i). Es conveniente resaltar el peculiar e importante papel que la Artillería debe tener en una maniobra retardatriz, ‘papel a menudo perdido de vista. La única misión fre cuentemente dada a la Artillería en acción retardatriz consiste en el apoyo directo de las subagrupaciones in terarmas, cuando frecuentemente sus obuses podrán ser empleados más eficazmente en la detención del adver sario, si son aplicados en tiros sobre nudos de comunica ciones situados en la profundidad del dispositivo ene migo. Esto es particularmente eficaz cuandose trata de cañones cuyo alcance es grande, como el 105 ABS (re molcado o sobre AMX). Será verdaderamente lastimoso ver los proyectiles de estos cañones, que pueden tirar a 15 Km., utilizados “de lante’ de la nariz” de los soldados de Infantería, cuandó podrían dedicarse a sembrar, la inquietud.en las colunmas enemigas, puesto que son los únicos ingenios terrestres capaces de hacerlo. La densidad media en acción retardatriz está condi cionada no por un interés de dispersión antiatómica, sino simplemente por consideraciones económicas. En una palabra, con los alcances de los materiales actuales de 105 (2), la acción de un Grupo está prácticamente “ca nalizada” en el huso de las subagrupaciones bajo el cual está centrado. Para los 155 ABS, al contrario, podemos prever, en ciertos casos, la posibilidad de intervenciones interhusos. Por otra parte, en acción retardatriz y por evidentes razones de seguridad propia, es más que nunca nece sario que las baterías vayan incluídas en el polígono de seguridad de las subagrupaciones. Advirtamos, en fin, que la continuidad de acción, tanto de fuegos lejanos como de fuegos de apoyo directo, exige también que, como la Infantería, la Artillería sea articulada constantemente en dos escalones distintos. Se llega así a concebir un dispositivo de Artillería del modo indicado en el croquis núm. 5. A fin de “equilibrar” los dos escalones, sería deseable que la División ligera dispusiera de cuatro Grupos li geros de io y dos Baterías de cuatro piezas (o sea 32 piezas de 105 en total, lo que es, por otra parte, equiva lente a la dotación actualmente en vigor) y de un Grupo de 155. Llegaría entonces a ser posible emplear en cada zona de detención y sobre cada eje no una Batería aislada, como sería obligado hacerlo con la organización actual, (x) Es posible, en rigor, confiarle una tercera penetrante, sobre la cual obraría la 5•a subagrupación motorizada y algunos otros elementos más o menos dispares. (2) Incluso de materiales ABS. 73 2S Km. 12 Km. medios materiales tales como son, y a tal fin considera mos dos puntos como particularmente importantes: DE DEtENCO LHJBI A, A, r Grupoe/e105 B,82r íd íd C,C2» Id. de155 CI DE DETENCO ‘N°2 Ejes de marcha Croquis íi.°5 sino un Grupo disponiendo de los elementos de recono cimiento y de preparación que le son indispensables para jugar verdaderamente su papel. Se prevé instintivamente cuán preferible sería que todos estos Grupos fueran automotores. Añadamos que, aunque haya que renunciar a concen trar todos los fuegos de ro5 sobre un punto de la zona de responsabilidad de la División, persiste la necesidad de que los Grupos de ro queden manejados por la A. D. y no sean puestos para el tiro a las órdenes de las subagrupa ciones de Infantería: sólo la División—y con ella la A. D.—estará en disposición de darles ¿bjetivos en profundidad, gracias a sus medios de investigación aérea. Poner estos tubos de gran alcance a las órdenes de sub agrupaciones de Infantería es condenarlas a la mioia y renunciar a sacar partido de su alcance. No se insistirá demasiado en ello. Está claro, además, que esto no im pide de ninguna manera pedirles que lleven a cabo el apoyo directo. CONCLUSIONES Y ahora, resumamos: r.° En las empresa colectiva que es una operación de guerra, cada escalón de Mando, para ayudar al fin co mún, debe tratar de dirigir los acontecimientos inter viniendo con el instrumento que le es propio: ei Jefe de Sección maniobra con sus F. A.: los Comandantes de Compañías, Batallones y Regimientos, con sus morte ros, etc. El arma propia de los Comandantes de Divi sión y de C. de E. es su Artillería, gracias a la cual están en disposición de hacer sentir su voluntad. Se puede discutir sobre los medios materiales de que puede o debe estar dotada: proyectiles atómicos o no, ca ñones rayados o rampas de autopropulsados. Pero lo que persiste es la necesidad de dar a los Comandantes de Di visión y de C. de E. el medio de hacerse sentir en el com bate. 2. Nuestro segundo propósito ha sido examinar en qué medida la organización tradicional de la Artillería V sus materiales clásicos son capaces, en la era atómica, de constituir este instrumento ele la voluntad del Mando. Del examen a que estarnos entregados se puede deducir que en el seno de los dispositivos de la era atómica la Artillería clásica subsiste utilizable, llegando, no obstante, al límite de sus posibilidades, lo que hace urgente que otros materiales nuevos vengan pronto a “renovarla”. En el momento presente nos es necesario tornar los 74 a) Es indispensable que la Artillería haga un estuerzo de adaptación a la guerra atómica. Este esfuerzo debe recaer especialmente sobre: — Una movilidad tdctica acrecentada. La generalización de la maniobra en “doble embudo”, de la que hemos hablado, conduce a pensar que se verá muy raramente a los Grupos ocupar por un tiempo considerable sus posiciones de batería. A este respecto, y dentro de una cierta medida, la estabilidad relativa de su des pliegue, que era una de las características del Arma, - está en gran parte, superada. Parece probable que la Artillería, para adaptarse a ma niobras hechas de alternancias rápidas de compresiones y distensiones, deberá hacer un empleo mucho más ex tenso que en el pasado de las posiciones de espera y no ir a ocupar sus posiciones de tiro, equipadas topográfica mente con antelación, más que por un tiempo estricta mente limitado a la ejecución de una misión netamente definida. El esfuerzo de adaptación deberá traer igualmente sobre la organización de las unidades el sentido del aligeramiento. Esta necesidad es común, además, con las otras Ar mas, y las fórmulas nuevas actualmente estudiadas al detalle para el Regimiento de Infantería buscan, de hecho, sustituir el órgano “Regimiento” por un gran Ba tallón reforzado. Parece ser que para la Artillería las cosas han sido vistas más sumariamente, tendiéndose a igualar la subagrupación motorizada (ex Regimiento transformado en Batallón reforzado) con la Batería. Creemos que esto es equivocar el camino. En el sentido francés de la palabra, la Batería es una Unidad despro vista de medios de reconocimiento, topográficos, de en lace y de búsqueda de obfetivos suficientes, y, por consi guiente, impotente para jugar verdaderamente el papel de Artillería. Una Batería puede aportar a la subagrupa cián en que está integrada la ayuda de fuego de sus tu bos, pero es una ayuda de fuegos no maniobrables que puede ser realizada, con menor gasto, por morteros, mucho más ligeros. Para dar todo su valor a los fuegos de 105 es menester unir a los tubos los órganos anexos que les son indispen sables para operar en Artillería, es decir, constituir Grupos ligeros. La composición que se debe dar a estos Grupos, para no aumentar de modo inaceptable los gas tos generales y para no hacer exageradamente pesados los pares subagrupaciones motorizadas-Artillería, está por estudiar. Pero parece que la constitución de Grupos lige ros a dos Baterías de 6 6 piezas respondería bastante bien a este compromiso. h) Por parte del Alando usuario, es verdaderamente indispensable no “echar la soga tras el caldero”, y so pretexto de que nuestros actuales materiales de Artillería no están perfectamente adaptados a la guerra atómica, re nunciar a emplearlos en la ejecución de misiones “de Artillería” “frenando sus tubos para utilizarlos sola mente por pequeñas dosis, en superposición de los de las pequeñas Unidades de Infantería o de blindados. Esto: Por un lado, privaría al escalón de Mando Divi sión o C. de E. ele la posibilidad de intervenir en la ba talla con medios propios. —— Por otro lado, impediría sacar partido de las posibi lidades de acción en profundidad y en anchura que conservan los materiales de Artillería. entonces que el Mando persista en mante ner la cohesión de los Mandos de Artillería, or lo menos en el escalón Grupo y frecuentemente en el escalón A. 1). y A. C. de E. Paralelamente es necesario que alguien se preocupe de la evolución que debe permitir a la Artillería quedar a la altura de sus misiones permanentes. En este terrenv, una idea domina: 1i1 alcczncees la llave de la maniobra de los fuegos. Desplegados sobre zonas del orden de 20 Km. para las Divisiones y 50 Km. para los Cuerpos de Ejército, re sulta evidente que los escalones de Mando correspon dientes no recuperarán completamente sus posibilida des de acción propia más que si disponen de ingenios con zonas de maniobra de fuegos comparables; es decir, al cances del orden de 25 a 30 Km. para los materiales di visionarios y de 6o a 8o Km. para los materiales de Cuerpo de Ejército. Sólo la fórmula “autopropulsados” permitirá probable-’ mente atender estas necesidades. Es indispensable que las Unidades de gran alcance sean dotadas en propiedad de medios de búsqueda de objetivos (aviones, radar), sin los cuales estarán ciegas. En fin, no es menos evidente que su eficacia quedaría multiplicada el día en que dispon gan de proyectiles de cabeza atómiça. En estado intermedio, es cierto que los tubos fran ceses clásicos de alcance 15 a i8 Km., llevados sobre afustes automotores, suministran una versión mejorada de la Artilleríaclásica actualmente en servicio. Pero su alcance es, desde luego, insuficiente y son cada día más costosas. No pueden, pues, ellos solos constituir una so lución al problema de la Artillería nueva. LosmicrobiosyjlaIntendenéia. De la publicación norteamericana The Quartermaster Review. (Traduc ción del Capitán Morales Serrano, del Centro Técnico de Intendencia.) La vigilancia de los microbios, tal como interesa a la investigación y desarrollo del Servicio de Intendencia, se ejerce en dos sentidos: prevenir la propagación de los gérmenes malignos y evitar la alteración de los artículos perecederos. El interés por el primer aspecto es tan viejo como la teoría de las enfermedades infecciosas; el que existe por el’segundo es relativamente reciente. Durante la G. M. II se planteó claramente la necesidad de un estudio sis temático de los medios para evitar la destrucción por los microbios de las materias orgánicas utilizadas por Inten dencia. Los desinfectantes se aplican a aquella clase de ar tículos suministrados por el Cuerpo de Intendencia. Tales desinfectantes han de ajustarse a las caracterís ticas militares establecidas por el Jefe de Sanidad del Ejército y de acuerdo con los asesoramientos del Co mité de Ciencias Médicas de. Consejo Nacional de Inves tigación. En suma, cuantas características mejoren los artículos desde el punto de vista de Intendencia son apli cadas si no están en contraposición con los requisitos señalados por los médicos. He aquí las principales características militares de un desinfectante: 1a Debe ser de fórmula que le permita actuar con eficacia en las peores condiciones posibles, suprimiendo, aun en ellas, la actividad de los gérmenes infecciosos. 2.’ Habrá de ser de acción rápida,’puesto que en las cuestiones militares el tiempo es muy importante. 3•a El desinfectante no debe ser tóxico para el hom bre, o poseer tan bajo grado de toxicidad, que sea ad mitido por el Servicio de Sanidad. 4a Debe ser un producto seco, o muy concentrado, para que resulte fácil su manejo, transporte y almace namiento. 5a Debe mantenerse estable durante un tiempo su perior a cinco años. 6. Finalmente, en algunos casos, debe poder ser aceptado por la tropa. Factores tales como olor, sabor y color, pueden ser importantes. El término desinfección no debe ser confundido con el de esterilización. Hay una diferencia bien distinta entre los dos términos, no siempre distinguida en el uso co mún dé los mismos. El término desinfección implica tan sólo que los organismos productores de la enfermedad son muertos. Esterilización significa que son destruídas todas las formas de vida,, difícil de conseguir con medios químicos. Afortunadamente, la mayor parte de los gérmenes en téricos, aquéllos que entran por la boca y pasan luego a los intestinos, son completamente vulnerables a la des infección química. Los microbios de este grupo causan en fermedades tales como la fiebre tifoidea, la disentería y el cólera y pueden propagarse con el agua de beber y las verduras y frutas frescas. No se afirma que sea fácil el problema de evitar estos gérmenes entéricos, puesto que los hay muy resistentes, tales como los quistes ami boideos, causantes de cierta disentería, y los huevos de algunos parásitos intestinales. Además del problema de la desinfección del agua y de las frutas y verduras, hay tam bién el problema de evitar la contaminación a través de los utensilios para comer y en los lavaderos colectivos. Aquí el problema, unido a la siempre presente posibi lidad de la enfermedad entérica, es la destrucción de los organismos que pueden causar difteria y otras afecciones de la garganta. Para darse idea de la trascendencia militar de esas enfermedades, basta dar un paseo por el campo de ba talla de Gettysburg (Guerra de Secesión) y leer los da tos en los monumentos para ver cuántos hombres mu rieron de tifus y otras fiebres. Es también de interés notar que en la Guerra Hispanoamericana 2.761 solda dos de los Estados Unidos murieron de esas enfermeda des, mientras que en la G. M. 1 sólo murieron 227 y en la II únicamente 35. Esto es realmente un triunfo del Servicio Sanitario y de la medicina preventiva. En. las áreas devastadas, donde los sistemas normales de evacuación de detritus están averiados o no existen, como en Corea, y en aquellos lugares donde se sigue la práctica de utilizar, los desperdicios humanos como fer tilizantes para las cosechas, la contaminación del agua y alimentos es muy frecuente. La selección de la fórmula para el desinfectado apro piado que tenga todas las características militares desea bles para cada caso es difícil. H’ay siempre numerosas mezclas utilizables que satisfarán algunas de las cuali dades buscadas, pero, muy pocas reunirán todas las ape tecibles. Las tabletas de jodo que se están usando ahora pata desinfectar el agua son el producto de cinco años de 75 - • investigación y experiencia en tiempo de guerra, y los resultados obtenidos han sido la causa de continuar la investigación. Hasta época relativamente reciente un compuesto de cloro, halazona (parasulfona del ácido di cloro-amido-benzoico), con un amortiguador apropiado (una mezcla de sales que mantendrán la acidez apro piada para una eficiente acción del cloro), fué usada co este propósito. Sin embargo, se hizo necesario buscar otra fórmula a causa de la escasa acción mortífera del compuesto de cloro, especialmente a bajas temperaturas. Además se encontraron dificultades para mantener su es tabilidad durante el almacenamiento y el agua tomaba un fuerte sabor a cloro. Las actuales tabletas de jodo perfeccionadas contienen tetraglicina, que actúa como un compuesto que permite la liberación del jodo activo. Libera un mínimo de 7,6 partes por millón de iodo dentro del agua, lo que se juzga suficiente para dejarla desinfectada. Este compuesto es amortiguado para asegurar la acidez apropiada para la óptima acción del iodo. Comparado con el cloro, el jodo es mucho más eficiente para matar microorganismos a bajas temperaturas, aun los quistes amioboideos más re sistentes, antes mencionados. Además, el gusto a jodo parece tener menos enemigos que el gusto a cloro. Con frecuencia, la cuestión es ésta: ¿Por qué se usan mucho más altas concentraciones de halógenos (cloro o jodo) para fines militares que en la desinfección del agua para suministros civiles? En este país, la cantidad de halógeno empleado raramente excede de una parte por millón. Las razones para usar más altas concentra ciones por los militares son de dos clases: 1a, el número de organismos contenidos en el agua en las situaciones militares puede ser varios centenares o millares de veces más grande que en el agua corrientemente consumida en usos civiles, y 2a, la cantidad de materia orgánica no microbiana en el agua puede ser extremadamente alta, por lo que gran parte del agente desinfectante activo se consume en la reacción con esta materia or gánica coloidal, quedando poco disponible para des truir los organismos infecciosos. Debe preverse, por tanto, un margen de seguridad. La actividad bactericida de la fórmula del jodo ha sido claramente establecida por los trabajos de los la boratorios industriales y militares, hasta el punto que se puede esperar una mayor estabilidad en las tabletas de jodo que en las de cloro. En la manufactura de este pro ducto se han encontrado dificultades, porque la humedad debe ser mantenida por bajo del 35 % a 800 F y la hu medad de los componentes de la mezcla debe mante tenerse al mínimo. El grado de degeneración durante el almacenaje es directamente proporcional al contenido de humedad del producto terminado. El empaquetado del producto presenta dificultades similares. El envase empleado para preservar las tabletas durante el trans porte tiene que ser especialmente seleccionado. Los ta pones de algodón, como los empleados en los tubos de aspirina, son inadecuados, porque sufren desintegra ción por la acción del jodo. Se han probado infructuosa mente varios tapones sintéticos, sin resultado en al gunos casos. Se ha elegido la lana de vidrio por tener el menor efecto sobre las pastillas y se ha desarrollado un tapón para los tubos con el que se consigue, por medio de la cera, un cierre hermético. No obstante los buenos resultados de este tapón, tiene limitaciones prácticas. A bajas temperaturas, el cierre de cera dificuita el des tornillado de los tapones. Actualmente se están haciendo esfuerzos para do minar el problema del envasado. Los experimentos se dirigen a desarrollar un envase consistente en una lá mina de aluminio con un revestimiento especial de plás tico. Este tipo de envase se prestará a un manejo más fácil, dando a la vez protección individual a cada pas 76 tilia hasta que sea usada. Se hallan en curso investiga ciones para determinar si es aconsejable el aumento de contenido de iodo en las tabletas para permitir un ma yor margen de seguridad por las pérdidas que puedan ocurrir durante el almacenamiento. Al presente existe a necesidad de conseguir un comprimido más soluble. El lavado bactericida del menaje de cocina, las frutas y las verduras está proyectado para practicarlo en aque llos sitios donde no se dispone de agua a 1000 C. Su prin cipal propósito es evitar la germinación de organismos en el agua de aclarar, evitando así la contaminación del menaje. Este producto reemplaza al “microkieno” usado du rante la guerra. En tanto que el microkleno no estuvo almacenado, se reveló satisfactoriamente; pero cuando se le mantuvo en reserva durante algunos anos, perdió su contenido en cloro. La actual fórmula ha sido ideada para proporcionar una estabilidad prolongada y ase gurar buena actividad bactericida en presencia de por lo menos el 2 de materias orgánicas, con dureza de agua dei 5 Para satisfacer las exigencias, el aclarado debe matar las bacterias en treinta segundos, puesto que el tiempo de inmersión de los utensilios es muy corto. La fórmula actual contiene como ingrediente activo la cloromelamina, en concentración suficiente para pro ducir el 2 de cloro en la solución; además contiene un agente humidificador para asegurar el adecuado con tacto de los utensilios o verduras con el desinfectante y una sal suavizadora para mantener el pH apropiado para una eficiente acción bactericida aun en las peores condi ciones. Obtener una combinación de estos tres compo nentes que constituya un producto estable en estado seco, no es una labor fácil. El cloro desprendido por la cloromelamina tiene la particularidad de que no es afec tado con intensidad apreciable, ni su eficacia neutralizada por la materia orgánica, como ocurre con otros compues tos a base de cloro. La destrucción efectiva de los microor ganismos puede conseguirse en presencia de altas concen traciones de leche, mayonesa, café, y té, todos los cuales pueden llevar contaminaciones originadas en el fregadero. Para la desinfección de utensilios de cocina, cada pa quete de 3,35 onzas (aproximadamente ioo gramos) se disuelve en 25 galones de agua (un galán americano, 3,785 litros) de aclarado. Usualmente en la dotación se in cluyen dos fregaderos de tales medidas. La concentra ción efectiva de 2 de cloro sirve para el aclarado de un mínimo de ioo juegos de utensilios. Para la des infección de legumbres frescas, como lechuga, o frutas, como tomates o pepinos, el alimento se lava primero en una solución hecha en 20 galones de agua, sumergién dolo después en solución fría Je la misma concentración durante treinta minutos. Este prolongado período de con tacto es preciso a causá de la necesidad de penetración en las hendiduras y grietas. En la actualidad, las investigaciones continúan para mejorar las características de este germicida a bajas temperaturas y también para mejorar el envase a fin de asegurar la estabilidad después de largos períodos de al macenamiento. Otro artículo suministrado para la desinfección del agua es el hipoclorito cálcico en bolsas “Lister”. Este producto va en un tubo de vidrio herméticamente ce rrado para asegurar su estabilidad y está envasado en unidades suficientes para dar el i por millón de cloro cuando se disuelve en 30 galones de agua. Juntamente con el agente desinfectante se suministra un tubo de prue ba para determinar el cloro remanente en el agua. Si la prueba muestra que las exigencias orgánicas son tales que hay menos cloro remanente que el necesario, se añaden cantidades adicionales de hipoclorito cálcico y se hace nueva prueba. Después de treinta minutos el agua está lista para beber, 0/00 0/ 0 0/ Otro producto en el que se esta interesado es un des infectante para las letrinas. El producto que actual mente se elabora es un material líquido a base de ácido cresílico. La eficacia de este compuesto para desinfec tar los excrementos humanos es dudosa, puesto que so lamente las superficies exteriores serían las que se pon drían en contacto con el bactericida, aunque las aguas negras resultarían desinfectadas. En la actualidad se tra baja para desarrollar un producto seco que permitirá más fácil manejo y almacenamiento. Una mezcla de fenoles dorados parece ser la más prometedora. Se espera que este mismo artículo pueda ser usado para la desinfec ción en general, tanto en el fregado de los suelos como en el saneamiento general de cocinas y comedores. Una fase de la vigilancia microbiana, del mayor in terés para el Cuerpo de Intendencia, es la de evitar la degeneración de efectos, tales como tiendas, cordelería, plásticos, cueros y madera. Previamente a la G. M. II, la protección de esos efec tos no suscitó el suficiente interés para avivar la inves tigación en este campo. Los métodos para proporcionar tratamiento protector a los suministros fueron desarro llados, pero el interés por ellos languideció grandemente. Durante los primeros días de la guerra se comprobó que las tiendas almacenadas en la zona tropical por pe ríodos de tres a seis meses resultaron considerablemente estropeadas si no inútiles. Tiendas que estaban aparente mente sanas, al ser instaladas se deterioraron en un pe ríodo de seis a nueve meses, en países tropicales. Las cajas cartón que contenían suministros se deterioraron en pocas semanas en dichas zonas. El problema se hizo crítico. El primer enfoque de este problema y el desarrollo de su estudio consistió en mezclar sustancias tóxicas para los hongos destructores de esos materiales. Una buena sustancia fungicida debe ser eficaz en bajas concentraciones; el tóxico no debe impedir otros fines fun cionales (tintes, impermeabilizantes e ignífugos) ni debe debilitar la estructura o cambiar sus propiedades físicas en modo alguno; en la concentración usada no debe ser tóxico para el hombre y animales superiores; debe ser comercialmente disponible en grandes cantidades y pre feriblemente fabricado con productos químicos no em pleados en otros fines militares; no debe disolverse por la lluvia ni ser inactivo por el calor o la luz. Los procesos fungicidas requerirán medios muy especializados o disol ventes para su aplicación que les hagan penetrar total mente en el material tratado. Finalmente, el fungicida debe ser barato, no sólo en su coste inicial, sino en rela ción con la vida útil obtenida por el tratamiento. Corno en el caso de los desinfectantes, hay numerosos compuestos que satisfacen totalmente algunas exigencias, pero fracasan en forma rotunda en otros aspectos. A pesar de que el uso de fungicidas proporciona el método más económico de evitar o retardar el deterioro, la con servación puede ser también conseguida cambiando la estructura química de la celulosa y también por acetila ción. Los resultados preliminares de los estudios de ace tilación dirigidos por el personal científico de la Inten dencia, la han indicado como un medio de retardar el deterioro, que promete ser efectivo y económicamente factible. Los varios pasos que se siguen para la valoración de un nuevo fungicida son los siguientes: Primero, se hace una prueba de toxicidad en medio agar-agar. Esta prueba consiste en preparar un medio agar que contenga una serie de soluciones del tóxico al 2 al i °/ y al o, / y así sucesivamente. Un organismo de prueba, generalmente e “aspergillus niger” se siembra en el centro del plato de cultivo. Otro plato de control, sin tóxico, es también inoculado. El desarrollo se compara después de la incubación para determinar la más baja concentración del tóxico que inhibirá el orga nismo ensayado. En esta prueba, muestra de tejidos u otros materiales a ensayar, son tratadas con varias concentraciones fun gicidas, haciendo un análisis químico para determinar la concentración final obtenida y colocándola luego sobre el medio agar- inoculado. La única fuente de energía para el organismo es la muestra, así que, si el tóxico es activo, se observará poco o ningún crecimiento. Las pruebas fí sicas, tales como la resistencia al dinamómetro, pueden emplearse para determinar cuantitativamente la magni tud del deterioro. Durante esta segunda fase puede deter minarse también el grado de concentración del fungicida. Si la fórmula probada se manifiesta útil en el campo militar, se preparan muestras para etectuar pruebas con ella a la intemperie y cubierta por tierra. La tierra usada en esta prueba es una mezcla de buena tierra de jardín, abono y arena. Para- el desarrollo de la prueba, la muestra es enterrada aproximadamente a cm. bajo la super ficie del suelo, manteniéndola en un lugar de alta hume dad ( %), donde la temperatura se mantiene elevada para simular condiciones tropicales. El enterramiento es la más dura prueba a que puede someterse un fungicida. Todas las valoraciones en el enterramiento deben con ducirse como pruebas comparativas usando un fungicida de composición conocida, como cobre-8-quinolinolato o cobre-naftenato. Un fungicida experimental que actúe satisfactoriamente y resista el deterioro se somete a pruebas más avanzadas, como prolongar el período de enterramiento. Los datos obtenidos en el pasado, cuando las pruebas eran tan sólo de catorce días de duración, han mostrado que fungicidas estimados poco dignos de con fianza y aun mediocres han superado esta prueba. Los laboratorios de microbiología, tras constante in vestigación en el campo de los germicidas y fungicidas, han hecho grandes progresos, muy útiles para los planes del Servicio de Intendencia. Además de proteger a la tropa de las enfermedades, sus esfuerzos han hecho po sibles grandes ahorros mediante la protección del ma terial. 77 Guíabibliográfica. GIBRALTAR Y LA AMISTAD HISPANO-INGLESA Extraído de la obra Franco of Spain, por S. F. A. Coles. La objetiva crítica que el recientísimo libro de José Pla ha merecido a la revista inglesa IUusírcded Leuden News pone de actualidad el Capítulo que al mismo tema, la cuestión de Gibraltar, dedica S. F. A. Coles, en su obra Franco of Spain (i) y que a continuación trans cribimos, respetando íntegramente su fondo pero con ligeras adaptaciones. Inglaterra debe enlocar el problema con buena voluntad. Cuando en los años 1929-30 era yo Subdirector de un di ario inglés de Nueva Delhi, una de las cosas en que más insistía Gandhi en sus discursos, especialmente durante su casi bíblica “Marcha de la Sal”—que yo seguí día a día en mis artículos del Hindu Times—, era en que lo que él anhelaba por encima de todo en las relaciones de In glaterra con la India era “un cambio de los sentimientos ingleses”. Aquel cambio llegó con los años, pero para ello lii cieron falta la G. M. II y la voluntaria y valiente coope ración de dos millones de indios en los campos de ba talla, que motivaron el “examen de conciencia” del Go bierno laborista de Atlee y la satisfacción de las aspi raciones indias. Un cambio similar es lo que Franco desea en la ac titud británica respecto a Gibraltar, cuya ocupación por las fuerzas inglesas y holandesas entonces aliadas se llevó a cabo en nombre del Archiduque Carlos de Aus tria, pretendiente al Trono español, aunque luego “el Almirante británico izase bajo su exclusiva responsabi lidtad la bandera inglesa y tomase posesión del Peñón en nombre de la Reina Ana” (2). “Gibraltar—dijo Franco al difunto Christopher Bu ckley, corresponsal del Daily Telegraplm, de Londres, en la entrevista que el 31 de diciembre de 1949, le concedió en El Pardo—constituirá siempre una sombra entre nues tros dos países. Es parte del territorio español y muchos escritores españoles han descrito su ocupación por In glaterra como una espina permanentemente clavada en el corazón de España.” Dos años más tarde, el 28 de mayo de 1951, en res puesta al corresponsal del Daily MaíZ londinense Ward Price, que le preguntaba “qué estaba España dispuesta a dar a cambio de Gibraltar”, el Caudillo le dijo con audaz -sinceridad: “Cuando uno pierde la cartera no creo que se tenga la obligación de dar nada al recuperarla.” Y añadió que si la Gran Bretaña procediese en justicia, se ganaría la sincera amistad de España, ya que “el problema prin cipal que se nos presenta es defender Europa y man tener nuestra unidad”. La UNIDAD es un tema que siempre recalca Franco, el estadista. Y la amistad española es algo que, ciertamente, me rece la pena, aunque algunos ingleses distinguidos no parezcan creerlo así, a juzgar por las declaraciones pu blicadas en Inglaterra sobre Gibraltar para justificar la presencia británica en el Peñón. Así, Sir David Kelly, ex Embaj ador inglés en la Unión Soviética, escribiendo en el Sunday Times del i de mayo de 1954, aunque mos trándose de acuerdo con una opinión anterior de Sir • (i) Nevilie searrnan. Londres. (a) De la -73 Enciclopedia Próxima Britmnica. a editarse en españci. - Winston Churchill de que “los intereses fundamentales de Inglaterra y España son idénticos”, declaraba que España no tenía “títulos históricos ni éticos para recla mar Gibraltar. Históricamente”—añadía Kelly quizá sin creerlo—, “Gibraltar no fué parte de la España antigua. Hasta el año 711, en que Tarik invadió Andalucía, no hay testimonio de que haya sido habitado permanen temente: los habitantes más antiguos del Peñón son sus famosos monos, cuya presencia parece indicar que en tiempos remotos estuvo unido a Africa.” Quizá deliberadamente, Kelly omitía los evidentes de rechos geográficos de España. Es posible que basara su alegato en una carta, tan absurda como su artículo, que el Sunday Times había publicado en lugar preferente y escrita nada menos que por Sir Alexander Godley, ex Gobernador de Gibraltar. En ella alegaba Sir Alexander que “la geología y la flora del Peñón son más africanas •que españolas...; las perdices son castañas como en Ma rruecos...; los famosos monos son berberiscos, y hay otras características más africanas que europeas”. También Malta, además de ser una isla y haber sido ocupada por algún pueblo no europeo, ofrece algunas características africanas y, sin embargo, a nadie se le ocurriría decir que es parte de Africa... ¿No es desatinado que ingleses tan prestigiosos y co nocidos, de reconocida solvencia intelectual, intenten apoyar las pretensiones inglesas con argumentos tan es peciosos? Con ello sólo consiguen que los escritores es pañoles, con su ironía peculiar y su humorismo demo ledor, se rían de ellos. Podían haberse ahorrado el ri dículo yendo por tierra desde La Línea de la Concepción hasta las casamatas, en el corazón mismo de Gibraltar, o enterándose del testimonio de M. Depéret ante la Aca demia de Ciencias de París en 1918, quien entonces dijo: “Antiguamente se supuso que Gibraltar había estado unido a Africa durante o después del Pleistoceno; pero ahora se tiende a considerar que tal unión debiá existir, a los sumo, en el Plioceno. Se alega que existen monos berberiscos en el Peñón, pero bien pudieron ser llevados allí por los romanos o los moros; no se han encontradc en lugar alguno sus restos fosilizados; los fósiles del Plio ceno que en el Peñón se han encontrado corresponden a mamíferos esencialmente europeos.” A centenares de kilómetros de San Roque—la ciudad a la que emigró en masa toda la población española de Gibraltar después de su conquista por los marinos in gleses y holandeses, y que conserva la bandera y el es cudo otorgado a Gibraltar por Isabel la Catohca en e siglo XV—, cerca del Cabo de la Nao, se levanta una re producción en pequeño del Peñón de Gibraltar. E Peñón de Ifach, al que nos estamos refiriendo, esta unidc a la Península, como Gibraltar, por un estrecho istmo ¿No podría alegarse también que “es más africano que europeo” y que, por tanto, España no tiene un ustc título de soberanía sobre él? Cuando tan débiles e indefendibles argumentos se emplean por ingleses cultos, uno de ellos ex Gobernadoi de Gibraltar, es escasamente necesario preguntarse p01 qué desea Franco que Inglaterra “camhe de senti mientos” en lo relativo a Gibraltar. obcecación sentimental que acaba con la flemr inglesa. TJna Cuando una mañana de principios del verano de 195L me encontraba frente al Caudillo español en su espa cioso despacho del tranquilo Palacio de El Pardo, tuve que reconocer que entre mis compatriotas existe igno norancia e incomprensión sobre este difícil problema. “Pero también hay verdadera incomprensión entre los españoles, Excelencia”—le dije—respecto al arraigo de los sentimientos y convicciones ingleses sobre el par ticular. Mis compatriotas no son ordinariamente emo cionales ni demostrativos, pero lo son cuando de Gi braltar se trata y casi todos ellos albergan un fuerte anhelo sentimental de que continúe ondeando su ban dera en el Peñón.” Como Franco benévolamente conti nuara escuchándome con expresión amistosa, proseguí diciéndole que muchas veces me había sorprendi.do ver lo demostrativos y hasta agitados que se volvían mis ami gos cuando les explicaba la patriótica actitud española. “Os aseguro que su sensibilidad en esta cuestión es pro funda y que tiene quizá un origen psicológico, pues ten dríamos una sensación de inseguridad si Gibraltar vol viera a España, algo así como si perdiéramos al seguro protector de nuestro acervo familiar”. Franco me contestó que él siempre se había percatado de los intereses británicos en Ultramar y de la necesidad inglesa de mantener sus comunicaciones marítimas con su diseminado Imperio, pero que el Mundo del siglo XX es radicalmente diferente del del siglo XIX. “Antiguamen te—añadió—la Gran Bretaña mantenía la paz mundial con su Flota y sus escuadras patrullaban por todos los ma res. Ahora tiene que compartir esa responsabilidad con los Estados Unidos y con otras Potencias, incluída Rusia. los it1irs están abiertos a todos los pueblos, pacíficos o no (i). Por tanto, la ocupación indefinida de Gibraltar es hoy un anacronismo, la actitud inglesa no es realista y la Gran Bretaña debiera percatarse de la justicia de los títulos españoles y de nuestra sensibilidad en este asunto., y ello en interés de las buenas relaciones internacionales y de la defensa de Europa.” (2). Unanimidad española respecto a ifibraltar. Cuando la visita de Su graciosa Majestad Isabel II a Gibraltar era un tema candente, muchos ingleses de todo estado y condición enviaron cartas a sus periódicos en el sentido de que sólo una minoría pequeña, pero ruidosa, deseaba verdaderamente la recuperación del Peñón. Nuevamente se trataba de una ilusión hija del propio deseo, porque, como he tenido ocasión de comprobar per sonalmente, tirios y troyanos coinciden en España en que Gibraltar es parte del territorio español. Incluso un hom bre tan opuesto al Régimen actual como D. Salvador de Madariaga, dice, en su conocida obra España, que “es imposible ser español y dejar de desear que Gibraltar vuelva a España”. El profundo sentir español respecto a nuestra ocupa ción de Gibraltar debería encontrar en los ingleses de convicciones honradas un eco lógico y comprensivo. El corresponsal militar del Daily Tele grah londinense, el hispanófilo General H. G. Martin, escribía en su ar tículo de fondo del 26 de agosto de 1954 en dicho diario “Todos debemos lamentar que España, con la que tene mos tantos lazos de amistad y ningún conflicto real de in tereses, sea nuestro último adversario en la guerra fría. (i) “Britania ya no domina sola los mares... Solamente como buenos asociados de nuestros amigos podremos mantener nuestra liberta de independencia de gran Potencia” (Sir Oliver Frcenhs en una alocución radiada el 7-XI-54). (e) El autor cita en este punto, al parecer como una reflexión que provocan en él las palabras del Caudillo, una conversación que mantuvo con un español y cuya moraleja parece ser que Gibraltar defendió a Europa durante la G. M. II, cuando estaba en manos de Inglaterra. En la batalla p° nuestra supervivencia contra el Co munismo, nos encontramos con España en el mismo lado de la barricada.” El espíritu imperialista anglosajón. En el siglo XIX nuestra política fué mantener a Rusia fuera del Mare Nostrum. Antes, y ulteriormente, nega mos Egipto a los franceses para que no pudieran entrar en la India por la “puerta trasera”. Cuando la apertura del Mediterráneo convirtió a este mar en la “puerta principal” de Oriente, la política inglesa fué convertirlo en el “camino real” de Inglaterra a la India y al Lejano Oriente. En 1878, Chipre cayó en nuestro poder como re sultado de lo que Disraeli describ.ió como un “contrato ladronesco” con la Sublime Puerta. Fuerzas inglesas des embarcaron en I..arnaca... e izaron la bandera inglesa desplazando a la Media Luna turca”. La nota griega que Papagos envió a la ONU decía entre otras cosas: “En 1915, el Gobierno inglés... ofreció Chipre a Grecia a condición de que entrase en la guerra al lado de los Aliados. Grecia cumplió aquella condición dos años más tarde, pero la promesa no fué cumplida.” Franco y el Duque de Alba, entonces Embajador es pañol en Londres, han declarado que en 1940 Gibraltar fué ofrecido a España a condición de que permaneciese neutral. Después de las declaraciones de Jodl, el Jefe del Cuartel General del Führer, en Nuremberg, es ya del dominio de la Historia la tenaz oposición de España al paso de fuerzas alemanas por su territorio a pesar de los argumentos y presiones de Hitler y de la visita especial de Rudolf Hess seis meses antes de su dramático vuelo a Inglaterra para entrevistarse con el Duque de Hamilton en Escocia. Hess quería negociar el paso de seis Divi siones alemanas hacia Gibraltar “a cambio de alimentos y garantías territoriales”; pero su petición, como las demás, fué perentoriamente denegada ¿Es extraño que en Grecia y España se llame “pérfida” a Albián? El pueblo inglós no interpreta pañola. bien la idiosincrasia es Un síntoma muy significativo del malentendido que hoy separa a los ingleses de los españoles se produjo también con las cartas de otros lectores británicos a sus periódicos, quienes observando el cortés silencio que en toda España y’ sin excepción se mantuvo durante la vi sita de la Reina de Inglaterra al Peñón lo interpretaban como prueba inequívoca de que España en general no deseaba verdaderamente el retorno de Gibraltar. De todas las manifestaciones y opiniones publicadas en la Prensa inglesa sobre la controversia de Gibraltar, éstas fueron las que más irritaron a los españoles como demostrativas de una profunda ignorancia de los ingredientes esenciales del carácter español: caballerosidad y galantería nstin tivas hacia una mujer y Reina, para la cual sólo han mos trado todos los escritores españoles un delicado respeto y una casi afectuosa admiración; e ingénita dignidad frente a lo que justamente consideraban una afrenta a su orgullo nacional... El Vicecónsul español en Gibraltar, aunque se abstuvo de tomar parte en las fiestas ofi ciales por la visita, envió particularmente un ramo de flores a la Reina. Tampoco es cierto que la agitación de la Prensa es pañola se originase repentinamente, como en Inglaterra se dijo, por la famosa Nota del Duque de Primo de Ri vera, Embajador de España en Londres, al Foreign Office, cuando se hizo pública la proyectada visita ele la Reina al Peñón. Estaba ya en marcha desde por lo menos tres años antes, según pude comprobar al examinar la Prensa madrileña de la época y los números que, sobre la 79 ilegalidad de la conquista de Gibraltar por los ingleses, publicó la Revista Cuaderno de Documentos el 15 de mayo de 1952 y el 25 de marzo de 1954. Toda esa agita ción cristalizó y fué expresada en forma articulada y completa en los artículos que aparecieron en Arriba firmados por “Macaulay”, seudónimo que se atribuye, como el de “Hispanicus”, a una elevada personalidad. Avenida de José Antonio, veía una inscripción pintad en los muros ¿te un centro docente: LUCHAREMOS PO LO OUE ES NUESTRO: GIBRALTAR Pacos o ninguno de los muchos ingleses que frecuentai el Club Británico de José Antonio, 6, accederían a devol ver el Peñón a España, y es ciertamente muy duro pan cualquier habitante de la Gran Bretaña leer las declara ciones de Franco con una visión objetiva y supranacional Pero la cuestión ha de ser afrontada honradamente y sir Bases de la argumentación española. sentimentalismos ni prejuicios, si es que las relacione anglo-españolas han de alcanzar alguna vez el grado d Los artículos arriba citados pueden tomarse como re confianza y cordialidad que es absolutamente indispen presentativos de la argumentación española sobre Gi sable para el funcionaniiento eficaz de la defensa curoper braltar. Esta descansa sobre tres afirmaciones:, que su desde el Cabo Norte hasta Tánger. conquista fué intrínsecamente ilegal; que España ni fmI Y, para terminar, me voy a permitir una última trans invitada ni tomó parte en las negociaciones para la cripción: la de una conversación entre un español y un transferencia de soberanía y el instrumento de dicha periodista inglés, que creo sintetiza las “posiciones” ac transferencia, y que firmaron “unos malos españoles”, tuales de los españoles y de los ingleses objetivos: les fué “dictado” como parte del Tratado de ljtrecht, y —eQué les parecería a ustedes si España poseyera que la devolución del Peñón ha sido prometida dos ve Dover o a los norteamericanos si ocupásemos Cape Cod? ces: la primera, por Jorge 1 a Felipe V de España en 1721 —Pero ¿cuál fmI el puerto que les mantuvo a ustedes (los españoles exhiben copia facsímil de.la carta ológrafa a salvo del dominio del Eje y que en el futuro les prote original), y la segunda, por el entonces Primer Ministro gerá contra Rusia? inglés, Sir Winston Churchill, al Embajador español de la —Si ustedes nos devuelven Gibraltar no sáb podrían época, el Duque de Alba, en 1940. seguir utilizando esa Base, sino todas las demás de Es Algún tiempo antes de su muerte un periodista pre paña... guntó al Duque de Alba si se ratificaba en la exactitud —Y cómo podemos estar seguros de clue ustedes es del telegrama que inmediatamente después del pisco tarán en nuestro bando? labis en su Embajada en que tal promesa se hizo él en —Hombre ;Sóio hay un posible enemigo a la vista vió al Palacio de Santa Cruz. En dicho telegrama el en un futuro previsible—Traducción y recrszsioc ‘áef Co Duque decía que la promesa le había sido hecha ver m2ndante Arechedeereta balmente por Churchill en presencia de Sir Anthony Eden y de Sir Samuel Hoare. El interpelado contestó que mantenía cuanto había telegrafiado. ESPAÑA VISTA POR UN NORTEAMERICANO. No es extraño, por tanto, que Franco crea que Es paña ha reçibido un trato menos que justo por parte de Highlights of Spanish Hisiory.—Autor: Richard C. Harris. Inglaterra después de unas promesas cuya autencidad está Editoriah El Nodci ero de Zaragoza. (Traducción y recensión demostrada por telegramas y documentos que el Ministe del capítulo XV por el Teniente Coronel Casas.) rio de Asuntos Exteriores español mantiene a disposición de los periodistas acreditados. Entre quienes los han exa minado figura Mr. George Bilainkin, el conocido escritor ESPAÑA Y LAS NACIONES UNIDAS sobre asuntos diplomáticos, quien publicó un relato muy instructivo de sus hallazgos en la Revista Contemporánea El aislamiento. londinense de noviembre de 1953. En él transcribe tam bién la emotiva y dolorida referencia del Ministro de Cuando la guerra en Europa tocaba a su. fin, arreció Asuntos Exteriores español a la acogida por los aliados la propaganda comunista contra la España de Franco, en el seno de la comunidad europea a sus antiguos ene con tal exito, que en muchos paises aemocratcos la migos y su despegado trato a la neutral España, que gente casi llegó a considerar a Franco como el cuarto paso a copiar: miembro del Eje; un. miembro que, hasta entonces, había “Así. es como esta España tan excesivamente agraviada, conseguido escapar a la bien merecida y -fatídica suerte a la que se ha hecho pagar su neutralidad, oh ironías, de sus colaboradores europeos: Hítier y Mussolini. mucho más caramente que a los vencidos su derrota; a la Aunque una minoría trataba, inútilmente, de pun que como recompensa por su heroica actuación contra la tualizar las cosas, en general, la gente estaba convencida barbarie comunista se ha aislado del resto del Mundo; la de que España era fascista. Y como el fascismo había de que a causa de un bloqueo que no mereció ha sufrido mostrado, recientemente, constituir una amenaza para hambre y necesidades en la carne de sus hijos y que ha la paz del mundo, parecía lícito llevar al público e, in recibido todos esos ataques de manos del mismo mundo cluso, a sus dirigentes al convencimiento de la necesidad occidental que ella defendió y por instigación de la Rusia de cualquier esfuerzo para barrer de la faz de la tierra Soviética, único país que realmente hace peligrar la paz, “los últimos vestigios del fascismo”. esta España que ama la paz cristiana y sirve a la civi Pero ¿cómo llevar a cabo esto en España? Los agi lización occidental, perdona en este solemne e histórico tadores más activos preconizaban una intervención por momento a todas las naciones que le ofrezcan concordia la fuerza o, al menos, el aislamiento del régimen de y está deseando olvidar los agravios recibidos en aras de la Franco, pensando, candorosamente, que el pueblo es causa común que tan seriamente comprometida se en pañol, ante la opinión y la presión extraneras, actuaría cuentra y que nosotros queremos apoyar.” por sí mismo con vista a la caída de su jefe. En la Conferencia de San Francisco, en junio de 1945, la propuesta del delegado mejicano, adoptada para su Urge que Inglaterra revise su actitud y se restaure la. inclusión en la Carta de las Naciones Unidas, iba diri amistad con España. gida, aunque no lo estipulara explícitamente, contra Es paña, al prohibir el ingreso en la organización “de las Cuando durante mi estancia en Madrid pasaba a la naciones cuyos regímenes se hubieran establecido con la mañana por la Plaza de España camino de la hermosa ayuda de las fuerzas arrnadas de países que hubieran lu 80 chado contra las Naciones UnidaS...” por si alguna diplomático lué casi unanime, pues los españoles todos. duda quedara sobre la intención de tal propuesta, muy se dispusieron a aceptar las más severas medidas de ra cionamiento, si se estimaban necesarias, antes que con poco después, en la Conferencia de Potsdam, el Pre sidente Truman, el laborista Atlee y el dictador Stalin sentir la intromisión extranjera en sus asuntos internos. Así sucedió que todo intento encaminado a debilitar la acordaron que sus respectivos Gobiernos no apoyarían ninguna petición “del actual Gobierno español para su posición de Franco fué no sólo inútil, sino contrapro ingreso en las Naciones Unidas, por haber sido aquél es ducente. tablecido con el apoyo de las potençias del Eje...” En noviembre del citado año, los Estados Unidos re tiraron su embajador de Madrid, y en el mes de marzo El acercamiento. siguiente, en unión de Francia e Inglaterra, hicieron una Corno no podía menos de suceder, la luna de miel entre declaración en la que expresaban candorosamente su es peranza de que los españoles encontraran pronto el medio las democracias y la Rusia comunista degeneró bien pron de conseguir el pacífico abandono del poder por parte de to en una agria sucesión de despropósitos diplomáticos y Franco. En el mismo mes, nuestro Departamento de de incidentes internacionales. De modo que hasta los más Estado publicó una selección de documentos alemanes, fervientes partidarios de nuestro aliado ruso comen que pretendían demostrar la colaboración española con zaron a sospechar que su interés por la paz era mucho los nazis durante la G. M. JI. Nuestro embajador, du menos real que lo que se había supuesto en un prin rante ella, en España, Cariton Hayes, a propósito de cipio. Un primer indicio fué la activa ayuda soviética a los guerrilleros comunistas en Grecia y en el S. E.. de tales documentos, escribió: “La publicación fué tenden Asia y a las fuerzas del comunista Mao Tse-tung en ciosa y fundamentalmente insincera. El Departamento China. Después, en febrero de 1948, vino el golpe co de Estado pudo haber publicado, a base de sus pro pias fichas, pruebas más fehacientes de que el régimen munista en Checoslovaquia, y en julio del mismo año se de Franco ayudó a los Estados Unidos durante la gue produjo el bloqueo de Berlín, con el consiguiente au rra.” mento de la tensión internacional. En el otoño de 1949, Dichos documentos y la declaración, antes señalada, el mundo se enteró de que Rusia había realizado, con de las tres potencias fueron considerados por la ma éxito, una explosión atómica, y posteriormente, en 1950, voría de los españoles como una patente desviación del con la iniciación de la guerra de Corea, ya no podía ca Gobierno americano de su polítida de no intervención en ber la menor duda respecto al verdadero objetivo de la los i-suntos internos de los países extranjeros. Y la reac campaña, dirigida desde Moscú, de expansión y agre ción fu reafirmar la posición de Franco. sión comunistas. En diciembre de 1946, la Asamblea General de las Na Mientras tanto, nuestra antigua enemiga fascista, Italia, ciones Unidas, convencida de que el pueblo español no había recibido (junio 1948) más de 6oo millones de dó prestaba atención a las anteriores advertencias y de que lares del Plan Marshall, en concepto de ayuda para su eran necesarias ya medidas más enérgicas, acordó re rehabihtación económica Alemania Occidental recibió tirar embajadores y ministros plenipotenciarios y re su primera asignación de fondos de la ECA en diciembre comendó a sus miembros el aislamiento económico y di de 1949, pasando así a participar de los beneficios del plomático del régimen español. Plan citado. La ruptura entre Yugoslavia y Moscú tuvo lugar en junio de 1948, y poco después, el dictador Tito recibió de los Estados Unidos apreciables cantidades, en La propaganda antiespañola. concepto de ayuda militar y económica. A medida que la guerra fría se intensificaba, las de La resolución que dió lugar a tan grave acción, por anocracias sospechaban más y más de la propaganda parte de la Asamblea General, fué presentada, origi comunista, la campaña contra Franco disminuía en su nalmente, al Consejo de Seguridad por el Dr. Oscar eficacia y los republicanos españoles desterrados, que ya Lange, delegado de la Polonia sojuzgada por los comu disputaban agriamente entre sí, disponían, para pu nistas, que, enérgicamente, preconizaba la intervención blicar sus diatribas contra F’ranco, solamente de los armada en España, por constituir el régimen de Franco periódicos más radicales. Los editoriales de las princi una amenaza para la paz mundial, cargo éste que había pales publicaciones americanas comenzaron a pregura intentado demostrar, considerando como evidentes mi tarse si las Naciones Unidas no habrían cometido un llares de informes intrascendentes, la mayoría fundados grave error diplomático y estratégico, al condenar al en rumores fantásticamente exagerados, cuya falsedad aislamiento al régimen español, abiertamente antico hubiera podido probar fácilmente cualquiera que se lo munista. hubiera propuesto. Por ejemplo, la “evidencia” res necto La importancia estratégica de la Península ibérica »a la fabricación y acopio de bombas atómicas en Es hacía tiempo que era clara para los Jefes militares, ante .paña fué presentada con tal lujo de detalles que fué la eventualidad de un tercer conflicto mundial, y en el aceptada de plano, cuando tan fácil hubiera sido probar Congreso, cierto sector se mostraba cada vez más intere que iio existía tal evidencia y que los hechos a que pre sado por el caso de España. En marzo de 1948, la Cámara tendía referirse eran no sólo falsos, sino ridículos. El de Representantes votó, por tres a uno» la inclusión de periódico L’Humaxiié llegó a asegurar, en enero de 1946, España en el Plan Marshall; pero el Departamento de Es que España tenía a su servicio roo.ooo militares y honi tado se encontraba aún frío, y la propuesta no prosperó. bres de ciencia, nazis, en su mayoría “criminales de guerra Sin embargo, el nuevo estado de cosas era evidente, y tras huidos”. la carta abierta. que, en enero de 1950, dirigió el Secreta El objeto principal de toda esta propaganda era pro rio de Estado Acheson al Senador Connally (en la quere ducir otra guerra civil en España, para derribar a Franco conocía que la resolución de las Naciones Unidas, de y entregar el poder a un dictador comunista. Pero tam 1946, no había servido más que para fortalecer el ré bién sirvió tal campaña como un eficaz medio de des gimen español), en noviembre de dicho año la Asamblea viar la atención de las subversivas actividades comunis de las Naciones Unidas se volvió de su acuerdo de 1946, y tas, como ocurrió, por ejemplo, cuando, descubierto el el i de marzo de 1951, el Honorable Staton Griffis pre espionaje soviético en el Canadá, los propagandistas sentó sus credenciales a Francc como primer embajador rojos redoblaron sus esfuerzos contra España. norteamericano en España, después de más de cinco I.,a reacción española ante el “boycot” económico y años sin relaciones diplomáticas normales. - . Convenios económicos y defensivos TJnidos. con los Estados ayuda económica a España había sido elevada a loo mi llones de dólares y más tarde a 125. Gran parte de esta cantidad debía gastarse en material militar, pero otra Los Jefes militares del Pentágono estaban más con importante porción de ella se destinaba a la ayuda eco vencidos que nunca de la necesidad de firmar un pacto nómica, especialmente a ferrocarriles, carreteras e indus defensivo con España, pero muchos funcionarios del De trias que aumentaran el potencial material y logístico. partamento de Estado temían que España habría de De modo que el Pacto Defensivo, que versaba sobre la exigir demasiado. construcción y utihzación de bases aéreas e instala A pesar de haber permanecido neutral durante el ciones navales, había de tener dos corolarios: la ayuda pasado conflicto mundial, la economía española había militar a las fuerzas armadas españolas y la ayuda finan sufrido tanto durante su guerra civil, que, a mediados de ciera a la economía española. 1940, España era una de las naciones más pobres de Las negociaciones no fueron fáciles. Había que su Europa. Y mientras llovía el dinero de nuestro Plan perar innumerables dificultades y salvar delicadas cues Marshall sobre otras devastadas naciones de Europa, tiones a la mutua satisfacción, y había, sobre todo, que entre ellas Alemania e Italia, no sólo dejamos aban llevar a cabo una intensa labor de información pública donada a España, sino que, al tomar parte en su aisla en ambos países. Al pueblo español le preocupaba la po miento económico, entorpecimos su rehabilitación. Y sibilidad de que pudiera ser vendida siquiera fuese una por si todo ello fuera poco, hubo de sufrir varios años mínima parte de su soberanía y, repetidamente, se re de pertinaz sequía. Es indudable que la reunión de tan cordó a nuestros negociadores que ios españoles no ad adversos factores hubiera doblegado el espíritu de cual mitirían nuevos “Gibraltares” en territorio español. Otro quier país menos orgulloso que el español. Y, sin em motivo de preocupación para los españoles era que bargo, no sólo ha sobrevivido, sino que ha dado grandes nosotros pudiéramos destacar en España numerosas pasos hacia la mcta de su total recuperación, y, en mu tropas, lo que podría producir fricciones e inflación eco chos aspectos, la economía nacional es más fuerte que lo nómica, puesto que los sueldos americanos son muy eleva fuera en el pasado. dos en comparación con los españoles. Todo ello había sido realizado a despecho del aisla Sin embargo, a fuerza de perseverancia, sinceridad miento económico, y, con razón, esta nación se mostraba y recíproca y objetiva comprensión, las dificultades orgullosa. Nadie que conociera someramente la historia fueron vencidas y el día 26 de septiembre de 1953 fue de nuestras relaciones con España podría pensar que ron firmados los convenios. Esta fecha, pues, señala el nosotros pudiéramos comprar la colaboración militar es comienzo de una nueva era en las relaciones entre Es pañola, ofreciéndole una ayuda económica tan tardía paña y los Estados Unidos y abre las puertas a la coope cuando su partida la tenía casi ganada. ración entre España y las demás naciones del mundo Pero nuestros Jefes militares opinaban que los fríos libre. hechos de las necesidades militares serían suficiente mente convincentes para Franco y para la nación es pañola, y tales hechos eran bien simples: España dispone IIESEÁS BREVES de asentamientos ideales para bases aéreas, desde donde se pueden lanzar ataques al mismo corazón de la Unión Alonso Linaje. Coronel de Caballería: Bodas de Soviética, en cuestión de horas, al primer indicio de Saivio Plata.—Valiadolid, 1955; 22 páginas, con ilustra agresión comunista activa en Europa. Los Estados ciones; ró centímetros; rústica. Unidos tenían los bombarderos, pero necesitaban las bases. España, cuyo riesgo en una tercera guerra mun El Coronel Director de la Academia de Caballería dial sería tan grande como el de los Estados Unidos, ocupa estratégicamente la más perfecta posición defen evoca en este breve folleto la vida del Cadete (su incor siva de Europa, pero carecía del moderno material ne poración a aquel Centro, sus horas de tedio de trabajo o de buen humor, su despedida); la del Oficial rodando cesario para defender tal posición. Si España permitía que los Estados Unidos construyeran y utilizaran, en su por las guarniciones; las vicisitudes diversas de las pro territorio, las bases aéreas, que en tan alto grado aumen mociones distintas (bajas, ascensos, destinos), y la tarían nuestras posibilidades ofensivas, nosotros, en justa vuelta—al cabo de los años—al viejo solar de Valla dolid por unas horas, para recordar, con prisas excesivas, reciprocidad, proveeríamos a España del material nece la vida pasada. Entonces se notan muchas faltas y los sario para garantizar su capacidad de defensa. Iniciada la guerra de Corea, la cooperación con Es rostros están muy cambiados. Una misa en la que se re nueva, ante el Estandarte, el juramento de amor a Es paña ganó muchos más adeptos, y en septiembre de 1950, el Congreso votó 62,5 millones de dólares para ayuda a paña y una comida de hermandad y despedida. España, cifra insignificante, comparada con los r.ooo millones concedidos a otros países, pero, al menos, era “Y pasarán los años y volverán a reunirse los que algo, cómo punto de partida. quedan de la promoción. Al salir de la Academia eran setenta; en las bodas de plata, apenas treinta y cinco. Apenas habían pasado cinco meses desde el restable ¿Cuántos serán en las de oro? ¿Quince? ¿Diez? El nú cimiento de las relaciones diplomáticas con España, cuando el Almirante Sherman, personalmente, consiguió mero no importa. Lo interesante es que los que lleguen que Franco aprobara, en principio, un pacto militar bi a ese día, muchos o pocos, arrogantes. o maltrechos, ol lateral, entre los dos países. El Pentágono, inmediata vidados o triunfadores, al enfrentars&de nuevo con su mente, envió una Misión, al mando del General de Di conciencia y preguntarse: ¿Soy digno de mis compañeros?, visión Spry, que durante tres meses recogió los datos puedan contestar afirmativamente: Sí; espero sin temor necesarios para decidir sobre la ubicación más conve el fallo de los que fieles a nuestro juramento murieron niente de las bases aéreas y navales y, al mismo tiempo, porla Patria. Porque, con mejor o peor fortuna, ha sido pata estudiar las necesidades de material de las fuerzas siempre norma de mi vida el cumplimiento del Deber.” armadas españolas. En la primavera de 1952, tras varios meses de cuidaEl folleto ha sido editado al cumplir los treinta y cinco doso estudio de los datos obtenidos por la Misión Spry, años de su salida de la Academia la XXIII Promoción. el Pentágono envió a España un equipo de negociadores, Lleva aquél unas ilustraciones del mejor gusto, con la bajo la dirección del General de División Kissner. La solera de los dibujos militares de hace medio siglo. 82 Antonio Wallenstein: Guía práctica de la perfección eristiana.—Editoriai Herder; Barcelona, i95 3r8 pá ginas; iq centímetros; rústica. ESTADOS UNIDOS M. Prentiss: A. Civil defense ja moern War: A tex on the protection of the civil population agains A. B. C. Wa.rfare.—-McGraw-HillBook. Nueva York. He aquí un libro denso de ideas, metódico de exposición, sencillo, sugestivo y claro. El tema es el eterno tema: la única cosa necesaria, la santificación y salvación del alma. El autor ha incorporado a las doctrinas tradicionales los adelantos de la psicología moderna, ofreciendo un manual muy completo de lo que debe ser una vida cris tiana. La Guía se dirige a todos, y por ello a los Ofi ciales y a la tropa, cuya educación se pone en manos de aquéllos. Partiendo de la base de que no cabe, hoy más que nunca, educar en su verdadero y profundo sentido, a fragmentos, parcialmente, unas actividades sí y otras no, la formación del soldado ha de ser técnica y espiritual a la vez, y no por simple exigencia moral, SillO porque cuanto mejor sea aquél en el campo de la vida espiritual, con -más diligencia se le hallará para cumplir -los deberes de su situación militar, el último de los cuales puede ser el ofrecimiento de la vida. El libro está ordenado en forma de preguntas y res puestas y ampliado con consideraciones y ejemplos que le prestan suma amenidad.—Cnma-ndante Martín.e.z.Bande. INDICE GENERAL Fronthne intelligence.—Infantry Journal. Washington, Combat problcms For Smail Uníts,—The Infantry Jour nal.Washington. REPUBLICA ARGENTINA W. L. Borden: Ya no habrá tiempo: La revolución en la estrategia.—Círculo de Aeronáutica. Buenos Aires. H. Mendershausen: Economía de guerra.. —Escuela de Guerra Naval. Buenos Aires. E. N, Dzelepy: La. guerra BuenosAires. en Corea.—Prensa Libre. FR AN CI A - M. Jeanjean: Les étapes de l’Aviation.—Presses “e.rsita:res de France. París. Uni - (Las -obras citadas a continuación, nacjonales o. exfranjeras, lo son sólo a título de informaciór, no habiendo sido leídas ni sometidas a juicio.) ESPAÑA Alberto Bouzat: Barcelona. Chandier: . La energía atómica.—Ediciones Salvat. R. y del hi cavalier blind.—Charles Ministre de la Guerro: Notice provisoire sur les petitos aulles hlindées: Le c-omhat.-—Charles-Lavauzelle. París. . ITALIA - Paul Karison: El hombre vuela: llis’toria vuelo.—Labor. Barcelona.. Astoul: lnstrtiction Lavauzelie. París. Ivo Luzzatti:General Difensa dell’Europa.—--Capelli Edi tore. Roma. - - Augusto Conte Lacave: En los días de Traialgar.—Edi ciones Escelicer. Cádiz. General Pa.olo Supino: ión Gladio. Roma. - Problemi dell’Esercito.—--.Colec Cocchia: Sommeri}dli Aldo MI’attacco.--—Rizzoli. Milano. IMPRENTAS DEL COLEGIO DE HUÉRFANOS - El Patronatode Huérfanosde Oficialesdel Ejército tIene tres imprentas:en MADRIO TOLEDO y VALLADOLID,que,ademásdolosimpresos oficiales,doadquisición obligatoria - en dichosestablecimientos, tambiénrealizantrabajosparticulares de esmeradaconfección, garantizandola CAPmDAD,CALIDAD y ECOr4OMIA. Losingresos queporestosconcep tos obtienenpasanH1TEGRAIYIENTE a engrosarlos fondosdel Patronatoy se destinan a MEJORAR la situaciónde los HUÉRFANOS.Se encarece a los señores Jefesy Oficiales efectúenpedidos a esas improntas a fin de incrementar losrecursos delosHUÉRFANOS. BLASS, 5. A. TIP,—NÚÑEZ DE BALBOA 27.—MADRID