Textos de Homero

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RESUMEN DE LA TRILOGÃ A GRIEGA Lic. ANGEL ARSENIO RINCÃ N
LA ILIADA, ODISEA Y ENEIDA
LA ILIADA:
Homero, nombre tradicionalmente asignado al famoso autor de la Iliada y la Odisea, las dos grandes
epopeyas de la antigüedad griega. Nada se sabe de su persona, y de hecho algunos ponen en duda que sean
de él estas dos obras. Sin embargo, los datos lingüÃ−sticos e históricos de que se dispone, permiten
suponer que los poemas fueron escritos en los asentamientos griegos de la costa oeste de Asia Menor, hacia el
siglo IX a.C.
Las dos epopeyas narran hechos legendarios que supuestamente ocurrieron muchos siglos antes de la
época en que fueron escritas. La Iliada se sitúa en el último año de la guerra de Troya, que constituye
el telón de fondo de su trama. Narra la historia de la cólera del héroe griego Aquiles. Insultado por su
comandante en jefe, Agamenón, el joven guerrero Aquiles se retira de la batalla, abandonando a su suerte a
sus compatriotas griegos, que sufren terribles derrotas a manos de los troyanos. Aquiles rechaza todos los
intentos de reconciliación por parte de los griegos, aunque finalmente cede en cierto modo al permitir a su
compañero Patroclo ponerse a la cabeza de sus tropas. Patroclo muere en el combate, y Aquiles, presa de
furia y rencor, dirige su odio hacia los troyanos, a cuyo lÃ−der, Héctor (hijo del rey PrÃ−amo), derrota en
combate singular. El poema concluye cuando Aquiles entrega el cadáver de Héctor a PrÃ−amo, para que
éste lo entierre, reconociendo asÃ− cierta afinidad con el rey troyano, puesto que ambos deben enfrentarse
a la tragedia de la muerte y el luto.
LA ODISEA:
La Odisea narra el regreso del héroe griego Odiseo (Ulises en la tradición latina) de la guerra de
Troya. En las escenas iniciales se relata el desorden en que ha quedado sumida la casa de Odiseo tras su larga
ausencia. Un grupo de pretendientes de su esposa Penélope está acabando con sus propiedades. A
continuación, la historia se centra en el propio héroe. El relato abarca sus diez años de viajes, en el curso
de los cuales se enfrenta a diversos peligros, como el cÃ−clope devorador de hombres, Polifemo, y a
amenazas tan sutiles como la que representa la diosa Calipso, que le promete la inmortalidad si renuncia a
volver a casa. La segunda mitad del poema comienza con la llegada de Odiseo a su isla natal, Ã taca. AquÃ−,
haciendo gala de una sangre frÃ−a y una paciencia infinita, pone a prueba la lealtad de sus sirvientes, trama y
lleva a efecto una sangrienta venganza contra los pretendientes de Penélope, y se reúne de nuevo con su
hijo, su esposa y su anciano padre.
à PICA:
Ambas epopeyas están escritas en un verso formal y elevado, en un lenguaje jamás empleado en la
lengua normal; su métrica es el hexámetro dactÃ−lico (véase Versificación). Es imposible establecer
una distinción entre estas dos obras en el aspecto estilÃ−stico. Sin embargo, resulta fácil comprender por
qué, desde la antigüedad, muchos lectores las han atribuido a dos autores diferentes. La Iliada habla de
las pasiones y plantea dilemas imposibles de resolver. No hay en ella auténticos villanos; Aquiles,
Agamenón, PrÃ−amo y los demás personajes son vÃ−ctimas de un universo trágico y cruel. En la
Odisea, por el contrario, el mal es derrotado, triunfa la justicia y la familia, tristemente separada, se reúne de
nuevo. La astucia, particularmente la de Odiseo, actúa como fuerza motriz a través de todo el relato.
HIMNOS HOMÃ RICOS:
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Junto a la Iliada y la Odisea figuran los llamados himnos homéricos, una serie de poemas
relativamente breves, que celebran las hazañas de diversos dioses, compuestos en un estilo épico similar,
y también atribuidos a Homero.
LA CUESTIÃ N HOMÃ RICA:
El texto moderno de los poemas homéricos se transmitió a través de los manuscritos medievales
y renacentistas, que a su vez son copias de antiguos manuscritos, hoy perdidos. Pese a las numerosas dudas
que existen sobre la identidad de Homero (algunos lo describen como un bardo ciego de QuÃ−os) o sobre la
autorÃ−a de determinadas partes del texto, como las escenas finales de la Odisea, la mayorÃ−a de sus
lectores, desde la antigüedad clásica hasta no hace mucho tiempo, creyeron que Homero fue un poeta (o
como mucho, dos poetas) muy parecido a los demás. Es decir, la Iliada y la Odisea, aunque basadas en
materiales tradicionales, son obras independientes, originales y en gran medida ficticias.
Sin embargo, durante los últimos doscientos años, esta visión ha cambiado radicalmente, tras la
aparición de la interminable cuestión homérica: ¿Quién, cómo y cuándo se compuso la Iliada y la
Odisea? Aún no se ha encontrado una respuesta que satisfaga a todas las partes. En los siglos XIX y XX los
estudiosos han afirmado que ciertas inconsistencias internas venÃ−an a demostrar que los poemas no eran
sino recopilaciones, o añadidos, de poemas lÃ−ricos breves e independientes (lais); los unitaristas, por su
parte, consideraban que estas inconsistencias eran insignificantes o imaginarias y que la unidad global de los
poemas demostraba que ambos eran producto de una sola mente. Recientemente, la discusión académica
se ha centrado en la teorÃ−a de la composición oral-formularia, según la cual la base de los poemas tal y
como hoy los conocemos es un complejo sistema de dicción poética tradicional (por ejemplo,
combinaciones de sustantivo-epÃ−teto: Aquiles, el de los pies ligeros) que sólo puede ser producto del
esfuerzo común de varias generaciones de bardos heroicos.
Ninguna de estas interpretaciones es determinante, pero serÃ−a justo afirmar que prácticamente todos
los comentaristas coinciden en que, por un lado, la tradición tiene un gran peso en la composición de los
poemas y, por otro, que en lo fundamental ambos parecen obra de un mismo creador. Entretanto, los hallazgos
arqueológicos realizados en el curso de los últimos 125 años, en particular los de Heinrich Schliemann,
han demostrado que gran parte de la civilización descrita por Homero no era ficticia. Los poemas son pues,
en cierto modo, documentos históricos, y la discusión de este aspecto ha estado presente en todo momento
en el debate sobre su creación.
INFLUENCIA:
Homero es, de manera directa, el padre de toda la literatura griega posterior: el teatro, la
historiografÃ−a e incluso la filosofÃ−a llevan la huella de los temas, cómicos y trágicos, planteados en
estas epopeyas, asÃ− como de las técnicas homéricas. Para los últimos poetas épicos de la literatura
occidental Homero ha sido siempre el maestro indiscutible (aun cuando, como en el caso de Dante, no
conocieran sus obras directamente). Pero curiosamente, para sus más notables seguidores, la obra de
Homero fue tanto modelo como objetivo. AsÃ− por ejemplo, la Eneida de Virgilio viene a refutar el sistema
individualista de valores de la épica homérica; y en las escenas más homéricas de El paraÃ−so
perdido, del poeta inglés John Milton, las estrofas que describen la batalla en el cielo, son esencialmente
cómicas. A propósito, conviene recordar que también se atribuye a Homero la redacción de la
Batracomiomaquia, obra que narra, parodiando los recursos de la épica y aproximándose al mundo de la
fábula, la lucha entre las ranas y los ratones. En lo que respecta a la novela, Don Quijote de La Mancha
(1605), de Miguel de Cervantes, o Ulises (1922) del irlandés James Joyce, cuanto más homéricas son
más tienden a la parodia y la burla de la épica. También el escritor argentino Leopoldo Marechal
introduce, en su novela Adán Buenosayres (1948), técnicas heredadas de la épica homérica: es el
caso del “Viaje a la oscura ciudad de Cacodelphia”, que imita el estilo de las katábasis o descensos
infernales. El intento más reciente de aproximación a Homero es el del escritor Derek Walcott, nacido en la
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isla de Santa LucÃ−a. Su obra Omeros, de 1990, es una extensa novela en verso en la que combina los
recursos de la épica con fórmulas lingüÃ−sticas y situaciones cotidianas del ambiente antillano.
PERSONAJES PRINCIPALES Y DE ESTUDIO PARA LAS OBRAS
PELEO:
Peleo, en la mitologÃ−a griega, rey de los mirmidones de Tesalia, hijo de Eaco, rey de Egina. Tomó parte en
la caza del jabalÃ− de Calidón y en el viaje de los Argonautas en busca del vellocino de oro, pero es
especialmente famoso por su matrimonio con Tetis, una de las nereidas, quien estaba destinada a engendrar un
hijo más poderoso que su padre. Aunque Zeus, padre de los dioses, amaba a Tetis, deseaba que se casara con
un mortal para que no se cumpliera con él la profecÃ−a. Ayudado por los dioses, Peleo se quedó
esperando a Tetis en la orilla y, a pesar de sus transformaciones en fuego, agua y varios animales salvajes,
él consiguió sostenerla hasta que recuperó su forma original. Todos los dioses esperaban la boda, con
excepción de Eris, diosa de la discordia y la contienda quien, furiosa por ser excluida, arrojó en la reunión
una manzana de oro que decÃ−a 'para la más hermosa'. La adjudicación de la manzana a Afrodita, diosa
del amor, por parte del prÃ−ncipe troyano Paris condujo a la guerra de Troya. Tetis y Peleo eran los padres
del héroe y guerrero griego Aquiles. Finalmente, Peleo y Tetis fueron a vivir entre las nereidas. Peleo
sobrevivió tanto a su hijo como a su nieto Neoptólemo.
TETIS
Tetis (nereida), en la mitologÃ−a griega, hija de las divinidades marinas Nereo y Doris, y la más famosa de
las nereidas. La pretendieron Zeus, el dios supremo, y también Poseidón, dios del mar, quienes le
comunicaron la profecÃ−a de que darÃ−a a luz un hijo que serÃ−a más poderoso que su padre. Fue
entregada a Peleo, gobernador de los mirmidones, quien era considerado el más digno entre los mortales. De
esta unión, Tetis concibió al héroe Aquiles.
AFRODITA
Afrodita, en la mitologÃ−a griega, diosa del amor y la belleza, equivalente a la Venus romana. En la Iliada de
Homero aparece como la hija de Zeus y Dione, una de sus consortes, pero en leyendas posteriores se la
describe brotando de la espuma del mar y su nombre puede traducirse como 'nacida de la espuma'. En la
leyenda homérica, Afrodita es la mujer de Hefesto, el feo y cojo dios del fuego. Entre sus amantes figura
Ares, dios de la guerra, que en la mitologÃ−a posterior aparece como su marido. Ella era la rival de
Perséfone, reina del mundo subterráneo, por el amor del hermoso joven griego Adonis.
Tal vez la leyenda más famosa sobre Afrodita está relacionada con la guerra de Troya. Eris, la diosa de la
discordia, la única diosa no invitada a la boda del rey Peleo y de la nereida Tetis, arrojó resentida a la sala
del banquete una manzana de oro destinada 'a la más hermosa'. Cuando Zeus se negó a elegir entre Hera,
Atenea y Afrodita, las tres diosas que aspiraban a la manzana, ellas le pidieron a Paris, prÃ−ncipe de Troya,
que diese su fallo. Todas intentaron sobornarlo: Hera le ofreció ser un poderoso gobernante; Atenea, que
alcanzarÃ−a una gran fama militar, y Afrodita, que obtendrÃ−a a la mujer más hermosa del mundo. Paris
seleccionó a Afrodita como la más bella, y como recompensa eligió a Helena de Troya, la mujer del rey
griego Menelao. El rapto de Helena por Paris condujo a la guerra de Troya.
Probablemente de origen oriental, en las primitivas creencias religiosas griegas se identificaba a Afrodita con
la fenicia Astarté y era conocida como Afrodita Urania, reina de los cielos, y como Afrodita Pandemos,
diosa del pueblo.
PARIS
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Paris (mitologÃ−a), también llamado Alejandro, en la mitologÃ−a griega, hijo de PrÃ−amo y de
Hécuba, rey y reina de Troya. Una profecÃ−a habÃ−a anticipado que Paris causarÃ−a la ruina de Troya y,
por esa razón, PrÃ−amo lo abandonó en el monte Ida, donde unos pastores lo encontraron y lo criaron.
Estaba cuidando a su oveja, cuando se suscitó una discusión entre las diosas Hera, Atenea y Afrodita acerca
de quién era la más bella. Las tres diosas le solicitaron que hiciera de juez. Cada una de ellas intentó
sobornarlo: Hera le prometió que lo harÃ−a soberano de Europa y Asia, Atenea que le ayudarÃ−a a lograr la
victoria de Troya contra los griegos, y Afrodita que le concederÃ−a la mujer más hermosa del mundo,
Helena, la esposa de Menelao, rey de Esparta. Paris eligió a Afrodita, aunque en realidad estaba enamorado
de la ninfa Enone. Su decisión hizo que Hera y Atenea se volvieran enemigas acérrimas de su paÃ−s. Este
hecho, unido al rapto de Helena en ausencia de Menelao, desató la guerra de Troya.
Al décimo año del sitio de Troya, Paris y Menelao entablaron un combate singular cuerpo a cuerpo.
Menelao habrÃ−a logrado fácilmente la victoria si no hubiera intervenido Afrodita, que envolvió a Paris en
una nube y lo llevó de vuelta a Troya pero, antes de la caÃ−da de la ciudad, fue herido mortalmente por el
arquero Filoctetes y acudió entonces a Enone, para que lo curara con una droga mágica que tenÃ−a. Ella se
negó pero, cuando Paris murió, decidió suicidarse transida de pena.
PRIAMO
PrÃ−amo, en la mitologÃ−a griega, rey de Troya. Fue padre de 50 hijos, entre los que sobresale el gran
guerrero Héctor, y de 50 hijas, entre ellas la profeta Casandra. Cuando era joven, PrÃ−amo luchó con los
frigios contra las amazonas, pero en la época de la guerra de Troya era demasiado viejo para guerrear. El
conflicto comenzó cuando los griegos se propusieron rescatar a Helena, que habÃ−a sido raptada por Paris,
el hijo de PrÃ−amo. Durante los diezaños de combate, PrÃ−amo asistió ansiosamente al desarrollo de la
batalla desde los muros de Troya con su mujer, la reina Hécuba. Después de la muerte de su hijo
Héctor a manos del héroe griego Aquiles, PrÃ−amo se dirigió al campo griego para recuperar el cuerpo
de Héctor. Aquiles perdonó la vida a PrÃ−amo y le entregó el cadáver de su hijo para que recibiese
sepultura, pero durante el saqueo de Troya, Neoptólemo, hijo de Aquiles lo mató.
HELENA
Helena de Troya, en la mitologÃ−a griega, la mujer más bella de Grecia, hija del dios Zeus y de Leda, mujer
del rey Tindáreo de Esparta. De niña fue raptada por el héroe Teseo, quien esperó el tiempo necesario
para casarse con ella, pero sus hermanos, Cástor y Pólux, la rescataron. Más tarde, su fatal belleza fue la
causa directa de la guerra de Troya.
La historia de los diez años de conflicto comenzó cuando las tres diosas Hera, Atenea y Afrodita le
pidieron al prÃ−ncipe troyano Paris que eligiera a la más hermosa de ellas. Después de que cada una de
las diosas hizo lo posible por influir en su decisión, Paris otorgó la manzana de oro a Afrodita, quien le
habÃ−a prometido el amor de una mujer de insuperable belleza.
Poco después, Paris zarpó hacia Grecia, donde lo recibieron cálidamente Helena y su marido, Menelao,
rey de Esparta. Lamentablemente Helena, la más bella de su sexo, fue el premio destinado a Paris. Aunque
vivÃ−a feliz con Menelao, cayó bajo la influencia de Afrodita y permitió que Paris la persuadiera para
fugarse con él, llevándosela fuera de Troya. Menelao, entonces, convocó a los capitanes griegos para que
lo ayudaran a rescatar a su mujer y, con pocas excepciones, ellos respondieron a su convocatoria. Durante
nueve años de conflicto sin solución, Helena se sentó en su telar en el palacio de Troya tejiendo un tapiz
con su dolorosa historia. Entonces Paris y Menelao decidieron trabar un singular combate entre los ejércitos
opuestos y Helena fue citada para asistir al duelo. Cuando ella se aproximaba a la torre, donde el anciano rey
PrÃ−amo y sus capitanes estaban sentados, su belleza era aún tan incomparable y su pena tan grande que
nadie pudo sentir por ella más que compasión. Cuando los griegos ya daban por hecha la victoria de
Menelao, Afrodita ayudó a Paris a escapar del enfurecido contendiente envolviéndolo en una nube y
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poniéndolo a salvo en la cámara de Helena, donde ésta lo consoló.
Después de la caÃ−da de Troya, Menelao se reunió con su mujer y ambos salieron de Troya hacia su
Grecia natal. Ellos, sin embargo, habÃ−an disgustado a los dioses y, por tanto, varias tormentas los
arrastraron de una a otra costa del Mediterráneo, por lo que debieron detenerse en Chipre, Fenicia y Egipto.
Al llegar finalmente a Esparta, Menelao y Helena retomaron su reinado y vivieron una situación de
esplendor el resto de sus dÃ−as. Tuvieron una hija, HermÃ−one.
MENELAO
Menelao, en la mitologÃ−a griega, rey de Esparta, hermano de Agamenón, rey de Micenas, y marido de
Helena de Troya. Cuando el prÃ−ncipe troyano Paris raptó a Helena, Menelao organizó una expedición
para rescatarla. Bajo el mando de Agamenón, Menelao y los demás reyes griegos zarparon hacia Troya. Al
término de la consiguiente guerra de Troya, Menelao fue uno de los griegos que se ocultó en el caballo de
madera y saqueó la ciudad. Después de reconciliarse con Helena, Menelao intentó regresar a Grecia. Se
vieron forzados, sin embargo, a una travesÃ−a por el Mediterráneo oriental, antes de llegar a Esparta, que
duró ocho años. AllÃ− Menelao prosperó enormemente y, junto con Helena, disfrutó de una vida larga y
feliz.
AGAMENÃ N
Agamenón, en la mitologÃ−a griega, rey de Micenas y jefe de las fuerzas griegas en la guerra de Troya. Era
hijo de Atreo y padeció la maldición lanzada sobre su casa. Cuando los griegos se reunieron en Ôulide
para su viaje a Troya, se vieron obligados a retroceder por los vientos adversos. Para calmar los vientos,
Agamenón sacrificó a su hija Ifigenia a la diosa Ôrtemis. Su disputa con Aquiles sobre la princesa cautiva
Briseida y las consecuencias de esa cólera forman buena parte del argumento de la Iliada de Homero.
Después de un sitio de diez años, cayó Troya y Agamenón volvió victorioso a Micenas. Con él fue
la princesa troyana Casandra, que le habÃ−a sido concedida por el ejército griego triunfante.
Clitemnestra, mujer de Agamenón, lo recibió con expresiones de amor, pero mientras él estaba en el
baño, ella le tendió una trampa. Egisto, el amante de ella, golpeó a Agamenón con una espada y,
mientras estaba inconsciente por el golpe, Clitemnestra lo decapitó con un hacha. Su muerte fue vengada
siete años más tarde por su hijo Orestes. La historia de la muerte de Agamenón es contada en la primera
pieza de la trilogÃ−a OrestÃ−ada, del poeta griego antiguo Esquilo.
AQUILES
Aquiles, en la mitologÃ−a griega, el mayor de los guerreros griegos en la guerra de Troya. Era hijo de la
nereida, Tetis, y de Peleo, rey de los mirmidones de Tesalia. Cuando era un niño su madre lo sumergió en
la laguna Estigia para hacerlo inmortal. Las aguas lo hicieron invulnerable menos en el talón, por donde lo
sostenÃ−a su madre. Aquiles libró muchas batallas durante el sitio de diez años a la ciudad de Troya.
Cuando el rey miceno Agamenón tomó para sÃ− a la doncella cautiva Briseida, Aquiles retiró a los
mirmidones de la batalla y se encerró encolerizado en su tienda. Los troyanos, envalentonados por su
ausencia, atacaron a los griegos y los forzaron a una retirada precipitada. Entonces Patroclo, amigo y
compañero de Aquiles, le pidió que le prestara su armadura y le dejara avanzar con los mirmidones a la
batalla. Aquiles aceptó. Cuando el prÃ−ncipe troyano Héctor mató a Patroclo, el desconsolado Aquiles
volvió a la batalla, mató a Héctor y arrastró su cuerpo triunfante detrás de su carro. Más tarde
permitió a PrÃ−amo, rey de Troya, rescatar el cuerpo de Héctor. Aquiles peleó su última batalla con
Memnón, rey de los etÃ−opes. Después de matar al rey, Aquiles condujo a los griegos hacia los muros de
Troya. AllÃ− fue mortalmente herido en el talón por Paris. La disputa entre Aquiles y Agamenón, la batalla
posterior y el rescate del cuerpo de Héctor son narrados en la Iliada. Véase también Homero: la Iliada.
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PATROCLO
Patroclo, en la mitologÃ−a griega, amigo dilecto del héroe Aquiles, a quien acompañó a la guerra de
Troya. En el décimo año del conflicto, Aquiles retiró del combate a sus tropas, los mirmidones, por una
disputa con Agamenón, capitán de las fuerzas griegas. Sin Aquiles, los griegos comenzaron a perder frente
a los troyanos. Finalmente, cuando estos estaban a punto de quemar las naves griegas, Patroclo persuadió a
Aquiles para que le permitiera guiar a los mirmidones con el objeto de librar a los griegos del desastre.
Vestido con la armadura de Aquiles, Patroclo condujo a los griegos a la victoria, forzando a los troyanos a
retroceder hasta las murallas de su ciudad. Sin embargo, en su máximo momento de gloria, Patroclo murió
a manos del capitán troyano, Héctor. Para vengar la muerte de su amigo, Aquiles reanudó la lucha y
mató a Héctor.
HÃ CTOR
Héctor, en la mitologÃ−a griega, hijo mayor del rey PrÃ−amo y la reina Hécuba de Troya, y esposo de
Andrómaca. En la Iliada, de Homero, que narra la guerra de Troya, Héctor es el mejor guerrero troyano.
Como comandante de las fuerzas de la ciudad, su contribución a la resistencia frente al ejército griego
durante nueve años es decisiva, y casi al final obliga a los griegos a huir en sus barcos. Sin embargo, durante
la batalla mata a Patroclo, el amigo amado de Aquiles, el héroe de los griegos. Aquiles, que se habÃ−a
retirado de la lucha por una disputa con el rey Agamenón, lÃ−der de las fuerzas griegas, vuelve al campo de
batalla para vengar la muerte de su amigo. Desconsolado y frenético, persigue a Héctor tres veces
alrededor de las murallas de Troya, lo mata y después ata el cadáver a su carro y lo arrastra por el exterior
de las murallas hasta la pira funeraria de Patroclo. Al enterarse de que los griegos se niegan a celebrar los ritos
funerales de su hijo, el triste PrÃ−amo acude a Aquiles con la ayuda del dios Hermes y le pide que le entregue
el cuerpo de su hijo. Aquiles accede conmovido por el dolor del viejo rey y declara una tregua para que los
troyanos celebren un funeral adecuado. La Iliada concluye con una descripción del funeral celebrado en
honor de Héctor. En contraste con el feroz Aquiles, Héctor simboliza el guerrero caballeroso.
CABALLO DE TROYA
Caballo de Troya, en la mitologÃ−a griega, caballo de madera grande y hueco empleado por los griegos para
conseguir entrar en la ciudad que asediaban, Troya, y asÃ− terminar con la guerra de Troya. Incapaces de
capturar la ciudad después de diez años de asedio, los griegos recurrieron a una estratagema.
Construyeron el caballo, metieron dentro guerreros armados y lo abandonaron en la playa antes de zarpar en
sus barcos. Sinón, un espÃ−a griego, convenció a los troyanos para que metieran el caballo, diciéndoles
que era un regalo de Poseidón. Por la noche, Sinón dejó salir a los soldados griegos armados, que mataron
a los guardianes y abrieron las puertas a su ejército, capturando e incendiando la ciudad. El ardid del
caballo fue una astucia del héroe Odiseo.
VIRGILIO
Virgilio (70-19 a.C.), poeta romano, autor de la Eneida, obra maestra de la literatura latina. La
influencia de Virgilio en escritores europeos de épocas posteriores fue enorme.
Publio Virgilio Marón nació el 15 de octubre del año 70 a.C., en Andes, un pueblecito próximo a
Mantua. Su padre era un humilde campesino. Virgilio estudió en profundidad las literaturas griega y romana,
además de retórica y filosofÃ−a, en Cremona, Mediolanum (hoy Milán), Roma y Nápoles. Gracias a la
protección del polÃ−tico romano Cayo Mecenas, Virgilio se vio libre de preocupaciones económicas y
pudo entregarse plenamente al estudio y a la literatura. Pasó la mayor parte de su vida en Nápoles y Nola, y
entre sus ámigos más Ã−ntimos figuran su protector y mecenas, Octavio, que más tarde se convertirÃ−a
en el emperador Augusto, y muchos eminentes poetas, como Horacio y Lucio Vario Rufo. En el año
19 a.C. emprendió un viaje por Grecia y Asia, con la intención de revisar su obra maestra, la Eneida,
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prácticamente terminada para entonces, y dedicar el resto de su vida al estudio de la filosofÃ−a. En Atenas,
se reunió con Augusto y regresó con él a Italia. Virgilio enfermó antes de embarcar y murió poco
después de su llegada a Brindes (hoy Brindisi). En su lecho de muerte, Virgilio ordenó a Augusto que
destruyera la Eneida; sin embargo, el poema fue revisado y publicado por Vario Rufo y Plotio Tuca.
LA ENEIDA:
Virgilio dedicó los últimos once años de su vida a componer la Eneida, una epopeya mitológica en
doce libros que relata las peripecias del héroe Eneas durante siete años, desde la caÃ−da de Troya hasta
su victoria militar en Italia. En esta obra, Virgilio se propone describir su Roma ideal y, en cierto modo,
prefigurar los acontecimientos de la historia romana. Eneas huye de Troya con su anciano padre, Anquises,
sobre sus hombros y su hijo Ascanio de la mano. Consigue reunir una flota y zarpa con los supervivientes
troyanos rumbo a Tracia, Creta, Epiro y Sicilia, antes de ser abordado en las costas de Ôfrica. AllÃ−, Dido,
reina de Cartago, se enamora de Eneas y se suicida tras su partida.
Tras atracar en la desembocadura del rÃ−o TÃ−ber, en Italia, Eneas da muerte a Turno, rey de los
rútulos, en una lucha por conseguir la mano de Lavinia, princesa del Lacio. Según Virgilio, el pueblo
romano desciende directamente de Ascanio, fundador de Alba Longa, la ciudad que más tarde se
convertirÃ−a en Roma.
El estilo de la Eneida y su tratamiento están inspirados en las antiguas epopeyas griegas, la Iliada y la
Odisea de Homero. Virgilio también se inspiró en parte en el poema épico Argonáutica, escrito por el
poeta griego del siglo IIIÂ a.C. Apolonio de Rodas, asÃ− como en los Anales del poeta romano Quinto Ennio,
que fue el primero en introducir el hexámetro dactÃ−lico en la poesÃ−a épica latina (Véase
Versificación). Virgilio introdujo en la Eneida la musicalidad y la precisión técnica de su métrica de
un modo tan sutil que su verso se ha considerado desde entonces como un modelo de perfección literaria.
La Eneida está considerada generalmente como la primera gran epopeya literaria, puesto que la Iliada
posee una gran riqueza artÃ−stica pero contiene un gran número de recursos ya usados en la poesÃ−a oral
anterior. La Eneida, a diferencia de la Iliada, no es una parte heredada de la conciencia nacional, sino más
bien un intento deliberado de glorificar a Roma, por encargo de Augusto, cantando el supuesto origen troyano
de sus gentes y, en especial, los logros e ideales de Roma bajo su nuevo emperador. Los elementos históricos
y augustos son especialmente notorios entre los libros 5-8, la parte central del poema. La Eneida puede
considerarse una obra universal, por su estructura ambiciosa, su belleza estilÃ−stica y su preocupación por
las tribulaciones del individuo.
La Eneida fue una obra muy apreciada en su época. Durante la edad media se encontró en ella un
sentido filosófico, y Virgilio fue considerado casi un vidente y un mago. Dante realiza un homenaje a
Virgilio en la primera parte de la Divina Comedia, convirtiéndole en guÃ−a del poeta a través del
Infierno y del Purgatorio, hasta llegar a las puertas del Paraiso. Pero fue la devoción de Petrarca por el estilo
virgiliano, lo que convirtió a Virgilio en una referencia constante en el humanismo en el renacimiento.
PERSONAJES:
ENEAS
Eneas, en la mitologÃ−a latina, hijo de Anquises, un prÃ−ncipe troyano, y de Venus, diosa del amor.
Después de la toma de Troya por los griegos, Eneas fue capaz, con la ayuda de su madre, de escapar de la
ciudad caÃ−da. Con su padre anciano a cuestas y mientras guiaba a su hijo pequeño de la mano, hizo su
camino hasta la costa. En la confusión de la fuga, su mujer quedó atrás.
Un largo, peligroso y aventurado viaje lo llevó a Tracia, Delos, Creta y Sicilia, donde murió su padre. La
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diosa Juno, que siempre habÃ−a odiado a Eneas y querÃ−a impedirle que fundara Roma, destino del héroe
que ella conocÃ−a, intentó detenerlo con una violenta tempestad. à l y su tripulación fueron arrojados a la
costa africana, donde los recibió Dido, la hermosa reina de Cartago. Dido se enamoró de Eneas y le
suplicó que se quedara. Cuando él se negó y se hizo a la mar, ella, desesperada, se quitó la vida.
Después de varios años de navegación, Eneas alcanzó Italia y la desembocadura del TÃ−ber; allÃ− fue
recibido hospitalariamente por Latino, rey del Lacio. Se convirtió en prometido de Lavinia, la hija de Latino,
pero antes de que pudiera casarse con ella, Juno hizo que Turno, rey de los rútulos y un pretendiente
rechazado de Lavinia, entablara la guerra contra Eneas y Latino. La guerra se desencadenó como un combate
cuerpo a cuerpo, en el que Eneas venció y mató a Turno. Eneas gobernó asÃ− durante varios años en el
Lacio y, casado con Lavinia, fundó el pueblo romano.
La gran epopeya latina, la Eneida de Virgilio, narra la historia detallada de las peligrosas travesÃ−as de Eneas
y acaba con la muerte de Turno.
DIDO
Dido, en la mitologÃ−a griega, fundadora legendaria y reina de Cartago, hija de Belo, rey de Tiro. Cuando el
marido de Dido fue asesinado por su hermano Pigmalión, rey de Tiro, Dido huyó con sus seguidores al
norte de Ôfrica. Consiguió el emplazamiento de Cartago por intermedio de un gobernador nativo, Yarbas,
quien, cuando la nueva ciudad comenzó a prosperar, amenazó a Dido con la guerra si no se casaba con
él. Antes que someterse ella o sus seguidores a esa alternativa, Dido prefirió suicidarse.
Según Virgilio, el prÃ−ncipe troyano Eneas, que fundarÃ−a Roma, naufragó en Cartago. Se quedó allÃ−
con Dido, quien se habÃ−a enamorado de él, hasta que el dios Júpiter le ordenó que la abandonara y que
continuara su travesÃ−a. Desesperada por la partida de Eneas, Dido se mató sobre una pira funeraria.
Fragmento de la Iliada. De Homero.
Canto III.
Iris, por otro lado, a Helena
de blancos brazos, llegó mensajera,
a una de sus cuñadas parecida,
la que Helicaon, el hijo de Anténor,
tenÃ−a por esposa, Laodica,
por su semblante la más distinguida
de las hijas que PrÃ−amo tenÃ−a.
Hallóla en su palacio, donde ella
un gran lienzo de púrpura tejÃ−a,
un doble manto en el que bordaba
numerosos trabajos de troyanos,
domadores de potros, y de aqueos
de broncÃ−neas corazas pertrechados,
los que por causa de ella iban sufriendo
bajo las palmas de las manos de Ares.
Y plantándose cerca,
dÃ−jole Iris, la de pies ligeros:
«Ven aquÃ−, mi querida jovencita,
para que hazañas veas portentosas,
de troyanos, de potros domadores,
y de aqueos de broncÃ−neas cotas,
de los troyanos, que estaban sentados
en la torre adosada a la muralla.
Y éstos, pues, cuando vieron
a Helena encaminándose a la torre,
hablábanse los unos a los otros,
con aladas palabras, quedamente:
«Cosa no es que indignación suscite
que vengan padeciendo tanto tiempo
dolores los troyanos
y los aqueos de grebas hermosas
por mujer cual es ésa
pues que tremendamente se parece,
al mirarla de frente,
a diosas inmortales;
pero aun asÃ− y siendo tal cual digo,
en las naves se vuelva y no se quede
para mal nuestro y de nuestros hijos
en el tiempo futuro.»
AsÃ− decÃ−an ellos, justamente;
mas PrÃ−amo en voz alta llamó a Helena:
«Ven aquÃ−, amada hija
y de mÃ− por delante toma asiento,
para que a tu primer marido veas
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que antes iban unos contra los otros
por la llanura conduciendo a Ares,
de lágrimas cuantiosas responsable,
la malhadada guerra anhelando;
ahora ya en silencio se están quietos,
pues la guerra ha cesado,
en sus propios escudos reclinados,
y en la tierra hincadas junto a ellos
están sus largas picas.
Mas luego, sin embargo, Alejandro
y Menelao, caro a Ares,
empuñando largas picas, por ti habrán de batirse,
y de aquel que consiga la victoria
vas a ser tú llamada cara esposa.»
AsÃ− dijo la diosa
y en su pecho infundió dulce deseo
de su primer esposo,
su ciudad y sus padres;
y tocada de finos velos blancos,
al punto se salÃ−a de la estancia
deprisa, tierna lágrima virtiendo
no sola, que con ella también iban
dos servidoras, Etra
la hija de Piteo,
y ClÃ−mena, la de ojos de novilla.
Y prontamente luego
se iban acercando
a donde estaban las puertas Esceas.
Y a ambos lados de PrÃ−amo, Pántoo,
Timetes, Lampo, Clitio e Icetaon
el compañero de Ares,
Ucalegon y Anténor,
muy discretos entrambos,
sentados se encontraban
los ancianos del pueblo todos ellos,
de las puertas Esceas por encima,
por vejez de la guerra retirados,
mas bravos oradores semejantes
a las cigarras que en medio del bosque,
y a sus parientes y a sus amigos;
(no eres tú para mÃ− en nada culpable,
pues para mÃ− culpables son los dioses,
que esta guerra de aqueos lacrimosa
contra mÃ− han impulsado);
dime, asimismo, el nombre
de este varón enorme, de este aqueo,
quién es este guerrero noble y alto.
En verdad otros hay aún más altos
que le aventajan en una cabeza,
pero varón tan bello yo hasta ahora
jamás he contemplado con mis ojos,
ni tan majestuoso,
pues a un rey se parece.»
Y a él Helena, divina entre mujeres,
con palabras, asÃ− le respondÃ−a:
«Me inspiras reverencia, suegro amado,
y, al mismo tiempo, espanto.
¡Ojalá la cruel muerte
me hubiera sido grata
cuando hasta aquÃ− seguÃ−a yo a tu hijo,
habiendo abandonado
mi habitación nupcial y a mis parientes
y a mi hija querida tiernamente
y al amable grupo
de las amigas de mi misma edad!
Pero eso exactamente
no fue lo que ocurrió,
por lo cual yo ahora
me consumo llorando.
Pero eso he de decirte
por lo que me preguntas y que inquieres:
Ese es el Atrida
Agamenón de dilatado imperio,
rey noble al mismo tiempo
que esforzado lancero;
en otro tiempo él era mi cuñado
(de mÃ−, ¡cara de perra!),
si es que otro tiempo hubo en que lo era.»
en un árbol posadas,
emiten una voz que es como un lirio;
tales los jefes eran, justamente,
Recopilación de datos para el taller de Literatura Clásica y reconocimiento de la TrilogÃ−a griega. LIc.
ANGEL ARSENIO RINCÃ N
Convención, septiembre 18 de 2007
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