Amartya Sen Lecturas Recomendadas

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FORO DE ECONOMÍA POLÍTICA - Teoría Económica
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DEBATES SOBRE TEORÍA DEL CAPITAL*
Autor/Author: Amartya Sen
En este articulo, Amartya Sen pone en escena una de las discusiones más candentes en
el debate económico de los años sesenta y setenta --la controversia sobre la teoría del
capital entre las escuelas de Cambridge, la inglesa y la norteamericana-- a través de
dos personajes: Buda y Subhuti, este último un antiguo discípulo suyo que debido a
algunos deslices debe reencarnar como economista en el siglo XX. La pieza está llena
de humor e ironía y, también, de agudas observaciones sobre ese debate. Joan
Robinson (1954) abrió la discusión cuando pregunto cómo se medía el capital en la
función de producción agregada neoclásica. Sraffa (1960) mostró que la medida del
capital no es independiente de la distribución y de los precios, y Garegnani (1970), que
una función de producción neoclásica bien comportada descansa en supuestos y
restricciones demasiado exigentes e irreales. Sen, a través de Buda, recomienda a su
discípulo: "Oh, Subhuti, no gastes tu vida en un problema que quizá sea trivial".
Abstract
In this article, Amartya Sen dramatizes one of the most heated discussions in the
economic debates of the sixties and seventies --the controversy over the theory of
capital between the Cambridge schools of England and America-- by means of two
characters: Buddha and Subhuti, the latter an old disciple who, owing to some slips,
must reincarnate as an economist in the twentieth century. The piece is full of humor
and irony, as well as sharp observations about this debate. Joan Robinson (1954)
opened the debate when she asked how capital was measured in the neoclassical
aggregated production function. Sraffa (1960) showed that the measurement of
capital is not independent from the distribution of prices, and Garegnani (1970)
showed that a well behaved neoclassical production function rests upon assumptions
and restrictions that are too demanding and unreal. Sen, through Buddha, recommends
to his disciple: "Do not spend your life, oh Subhuti, on a problem that may be trivial".
Es bastante conocido que el Venerable Subhuti tuvo una conversación con Buda sobre la sabiduría
transcendental que fue inmortalizada en el Vajrachedikaprajñãpãramitã, el llamado 'Sutra Diamante',
traducido al chino alrededor del año 400 DC por Kumarajiva, de Kucha, Este del Turkestán. De hecho,
éste es el primer libro impreso en el mundo. Lo que sólo se ha sabido hasta hace poco es que a pesar de
su vida virtuosa, Subhuti cometió algunos deslices, y nació otra vez en este siglo. Como los deslices no
fueron muy graves, Subhuti reencarnó como economista, y como fue lo que Buda llamó 'un Brahman
quisquilloso' (ver Kassapa-Sihanada Sutta), Subhuti fue destinado a especializarse en teoría del
capital. Un día en que Subhuti se lamentaba en su estudio después de leer la revisión del Venerable
Harcourt y otros cien libros y ensayos sobre el tema, abrumado por los sublimes pensamientos
revelados en estos trabajos, Buda apareció súbitamente, compadecido por su antiguo discípulo.
Subhuti inmediatamente se descubrió su hombro derecho, se arrodilló sobre su rodilla derecha y,
elevando sus manos con las palmas unidas, se dirigió a Buda: Único Honrado por el Mundo, ¿Has venido
a ayudarme a salir de la confusión de la medición del capital?
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Buda respondió: En verdad he venido con un propósito diferente, para apartarte de estos estudios.
Oh, Subhuti, no gastes tu vida en un problema que quizá sea trivial.
Subhuti le dijo a Buda: Trivial en verdad, Único Honrado por el Mundo, desde el punto de vista del
'Principio Último de Realidad'. Pero es un problema serio para la economía a la que he sido destinado
en mi gran ciclo de la reencarnación, y debo cumplir con mi deber esta vez. Ilumíname, Oh Único
Iluminado.
Buda le dijo a Subhuti: ¿Por qué quieres medir el capital, Oh Subhuti? ¿Qué bien te hará?
Subhuti replicó: A pesar de las dudas iniciales, últimamente me he interesado en usar una función de
producción agregada. Y me gustaría determinar la tasa de ganancias de la economía por el producto
marginal del capital. Por los libros que he leído, conozco la dificultad que surge por tener más de un
bien de capital y por el problema de la medición del capital. ¡Oh, como desearía que los bienes de
capital fueran homogéneos! Viéndote, Único Honrado por el Mundo, se me ha ocurrido una idea. ¿Por
qué no haces que todos los bienes de capital sean homogéneos? Muchos economistas té agradecerían
por ello, Oh Tathãgata.
Buda dijo, entonces: Como he dicho muchas veces, no soy un mago. No puedo hacer lo imposible, y
tengo gran admiración por quienes pueden cambiar a la realidad con la punta de un lápiz. Pero,
cuéntame, Subhuti ¿Realmente crees que si tienes un solo bien de capital homogéneo podrás deducir la
tasa de ganancia únicamente a partir de la relación técnica entre capital y producto homogéneos?
Subhuti replicó: Eso dicen algunos libros venerables.
Buda dijo: Reveréncialos, Subhuti, pero no creas en ellos. Supón que obtienes el valor del producto
marginal del capital en términos de la producción de bienes de consumo. ¿En qué unidades lo
expresarías? En unidades físicas de bienes de consumo adicionales por cada unidad adicional de capital
homogéneo. Pero la tasa de ganancias es un número puro. Seguramente necesitarías algo más para ir de
la primera al segundo a fin de reflejar el precio relativo del bien de capital vis à vis el bien de
consumo. Y el precio de equilibrio del capital en unidades de bienes de consumo depende de la tasa de
ganancias que se use para hacer el descuento, y una variación de la tasa de ganancias puede significar
una variación del valor del mismo capital físico en unidades de bienes de consumo. Esta dificultad no se
elimina por tener un bien de capital homogéneo.
Subhuti dijo: ¿Cómo hace el Venerable Solow para resolverla tan fácilmente en su modelo simple de
crecimiento? ¿Ha cometido entonces un error, Oh Único Iluminado? Me duele el corazón.
Buda replicó: Abandona tus temores, Subhuti. El Venerable Solow puede hacer supuestos peculiares,
pero nunca comete errores. No sólo supuso un bien de capital homogéneo sino que en la economía hay
un solo bien, lo que elimina el problema del precio relativo del capital y los bienes de consumo, que
debe ser igual a uno.
Subhuti preguntó: ¿Y el modelo de la función de producción substituta del Venerable Samuelson? No
supone un solo bien en la economía, si lo he entendido correctamente.
Buda replicó: No, eso pertenece a una tradición más elevada. Elimina el problema suponiendo que los
sectores que producen los diferentes bienes tienen la misma intensidad de factores, es decir, la
misma proporción entre capital físico y trabajo. Lo que es esencialmente otra manera de eliminar el
problema del precio relativo. Sin embargo, debes advertir, Subhuti, que el modelo se adapta también a
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los bienes de capital heterogéneos, y que el problema de los precios relativos se elimina
cuidadosamente mediante el supuesto de la igualdad de la intensidad de factores.
Subhuti habló así: Me preocupa el supuesto de la igualdad de la intensidad de factores. ¿Lo
necesitamos realmente, Único Iluminado?
Buda respondió: No, es suficiente pero no necesario, en el sentido de que algunas configuraciones
bastante especiales de otras cosas pueden dar lugar casi accidentalmente a una función de producción
substituta. Pero lo que más nos acerca al núcleo del asunto es el supuesto del Venerable Samuelson
acerca de la intensidad de factores.
Subhuti dijo con tristeza: Pero el supuesto de la intensidad de factores no es muy cercano a la
realidad. ¿No hay un método para obtener la tasa de ganancias como la derivada parcial de algún valor
del capital sin ir tan lejos como los supuestos del Venerable Samuelson?
Buda replicó: Sí, ciertamente, en casos especiales. En una economía con crecimiento de equilibrio con
una tasa de ganancias igual a la tasa de crecimiento, se puede obtener la igualdad entre la tasa de
ganancias y el valor del producto marginal del capital sin mucha dificultad. Pero esto cubre sólo una
situación particular.
Subhuti preguntó: ¿No hay una medida del valor del capital tal que la tasa de ganancias sea igual al
producto marginal del capital independientemente de la situación exacta de la economía a menos que
se cumpla el modelo substituto samuelsoniano?
Buda dijo: La hay, de hecho. El índice en cadena del Venerable Champernowne proporciona una medida
del capital tal que se la puede usar como argumento en la función de producción y tal que la tasa de
ganancias de equilibrio es igual a la derivada parcial del producto respecto al capital en su valor
apropiado del índice en cadena. Pero es claro que el modelo neoclásico no se restaura totalmente
puesto que el hábil truco del Venerable Champernowne consiste en su habilidosa revaluación del
capital, la que puede diferir del valor de mercado del capital.
Subhuti preguntó: ¿Siempre funciona, Único Honrado por el Mundo?
Buda dijo: No, pero es menos exigente que la función de producción substituta. Sin embargo, si hay
condiciones que llevan a una reversión múltiple, es decir, a una situación en que una técnica que es más
rentable que otra a una tasa de interés mayor y menos rentable a una tasa de interés menor puede
volverse de nuevo más rentable a una tasa de interés aún más baja, entonces, Oh Subhuti, el índice de
Champernowne no funcionaría, como indicó el Venerable Champernowne en 1954, antes de que estallara
el debate sobre la reversión múltiple entre los Brahmanes de diferentes tradiciones.
Subhuti dijo: En verdad, el tema de la reversión múltiple es de gran importancia para el modelo
neoclásico agregado; eso ya lo sé, Oh Único Iluminado.
Buda replicó: No del todo, Subhuti. Porque los índices, como el índice del Venerable Champernowne, no
restauran el modelo neoclásico agregado, y para restaurarlo totalmente se necesita la función de
producción substituta de Samuelson. Y es posible que aunque no haya reversiones múltiples, no se
cumplan los supuestos de Samuelson. Además, hay otros supuestos del modelo neoclásico que son al
menos tan importantes y preocupantes como la ausencia de reversiones múltiples. Por ejemplo, el del
equilibrio, el de unas expectativas que siempre se cumplen, el estereotipo de los supuestos
institucionales sobre la distribución del ingreso de acuerdo con la 'oferta y la demanda competitivas',
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y en algunos modelos el de la maleabilidad del capital previo. De hecho, es posible que pese a que pueda
ser el supuesto más objetable del modelo agregado neoclásico, el supuesto de la ausencia de
reversiones múltiples sea el menos nocivo en comparación con otros supuestos, cuando se considera
desde el punto de vista empírico.
Subhuti exclamó entonces: Me desconciertas, Único Iluminado. ¿Por qué entonces hay tanto interés en
el debate sobre las reversiones múltiples? ¿Por qué tantos Pundits le han dedicado tanto tiempo?
Buda dijo: Hay dos razones posibles, como para la mayoría de las cosas. Primera, como Kurukshetra,
Hastings o Waterloo, la reversión múltiple es famosa como campo de batalla. Aquí un grupo de
Brahmanes del ãshram del Pundit Sraffa atrapó en la oscuridad a un grupo de Brahmanes de Boston, y
le causó muchas bajas arrojándoles números reales. La gente siempre disfruta las batallas, y en
verdad esto explica por qué la reversión múltiple atrae tanto interés.
Subhuti preguntó: ¿El saber de la reversión múltiple es una guerra épica?
Buda dijo: Afirmé que hay dos razones para la fama de la reversión múltiple. Menciono ahora la
segunda: escucha con cuidado, Oh Subhuti. Para el teórico puro la pertinencia empírica suele ser una
cuestión menor. Lo que le fascina es la coherencia interna. Puesto que la reversión múltiple descarta
una medida agregada del capital --como hace el Venerable Champernowne-- que se puede usar como
argumento de la función de producción neoclásica, y puesto que el modelo neoclásico no puede
descartar analíticamente la posibilidad de reversión múltiple, un teórico puro quedará fascinado por
ella, especialmente si está construyendo un argumento estrictamente analítico contra alguna clase de
modelos neoclásicos. El problema práctico de la medición no es el tema principal de este debate.
Subhuti preguntó: Pero, Único Honrado por el Mundo ¿Los Brahmanes del ãshram del Pundit Sraffa
aceptarían esta afirmación? ¿Por qué el mismo Pundit Sraffa no ha escrito sobre esta diferencia que,
si fuera correcta, sería muy importante para entender la motivación de su escuela?
Buda replicó: Como sabes, Pundit Sraffa considera inmoral escribir más de una página por mes, pero en
las riberas del Mediterráneo, en la provincia de Corfú, hizo un prédica sobre el tema en 1954,
transcrita por los Venerables Lutz y Hague [1961, 305-6]. Allí habló así:
Se debe subrayar la diferencia entre dos clases de medición. Primera, aquélla por la
que se interesaban los estadísticos. Segunda, la medición de la teoría. La medición de
los estadísticos era sólo aproximada y constituía un campo apropiado para resolver
problemas de números índices. Las mediciones teóricas requerían precisión absoluta...
Los trabajos de J. B. Clark, Bohm-Bawerk y otros intentaban elaborar definiciones
puras del capital, como lo requerían sus teorías, no como una guía para mediciones
reales. Si encontramos contradicciones, éstas se refieren entonces a defectos de la
teoría y a la incapacidad para definir medidas precisas del capital.
Subhuti dijo entonces: Muy bien, acepto la motivación de Pundit Sraffa, y estoy convencido de que el
modelo neoclásico agregado como pieza de 'teoría' es, en este sentido, un desastre. Esto es
importante para las disputas entre las diferentes escuelas teóricas, y percibo su relación con el
análisis de la historia del pensamiento económico del Venerable Garegnani. Pero a mí me interesa la
medición real.
Buda dijo: Eso le pasa a muchas personas de buenas familias en estos días. El panorama también es
algo decepcionante en lo que concierne al modelo neoclásico. Por ejemplo, el Venerable Fisher examina
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este asunto desde el punto de vista econométrico y las predicciones empíricas muestran las
limitaciones del modelo neoclásico agregado especialmente cuando se incluyen industrias muy
diferentes. Advierte, Subhuti, que la motivación del Venerable Fisher es bastante diferente de la del
Venerable Sraffa y que citar los resultados del primero para defender la posición del segundo no lleva
a la iluminación.
Subhuti se dirigió a Buda en esta forma: Oh, Único Honrado por el Mundo, estas dificultades del
enfoque neoclásico agregado me deprimen profundamente. Te contare por qué, Único Iluminado. Me
dediqué a la economía del desarrollo antes de recorrer el sendero de la teoría del capital. Me había
convencido de que en algunas economías donde el trabajo es barato, como India y China, tenía sentido
recomendar la elección de técnicas de producción menos intensivas en capital, pero comprendo ahora
que éste no es el sendero luminoso en vista de las dificultades de la concepción del capital como factor
de producción ¿Qué sentido tiene hablar de la proporción entre capital y trabajo o entre capital y
producto? ¡Qué ingenuo he sido! Nunca más recomendaré elegir una baja intensidad de capital en
economías con trabajo barato.
Buda dijo: ¿Por qué no, Oh Subhuti, por qué no? Cuando dices que recomendabas técnicas menos
intensivas en capital, sugerías unas alternativas técnicas especificas frente a otras. Quizás
recomendabas que al construir un canal de irrigación, en una economía con exceso de trabajadores era
posible que la tierra fuera removida por hombres con canastos y no con maquinaria. Y otras
recomendaciones similares. El hecho de que cuando la recomiendas, llames a la primera técnica menos
intensiva en capital es, hablando estrictamente, del todo accidental y no afecta la sabiduría de tu
recomendación.
Subhuti respondió así: Comprendo lo que dices, Único Honrado por el Mundo. Pero esto hace que todo
el asunto sea completamente ad hoc. Decimos 'elija esto y esto sobre aquello y aquello'. Y con este
enfoque ad hoc no hay ningún argumento para que, en una economía con excedentes de trabajo, se
prefieran técnicas que, en algún sentido real, consideremos menos intensivas en capital. No se trata
únicamente de que a esas técnicas las haya denominado menos intensivas en capital, sino de que
también he recomendado elegirlas basado en un argumento general que favorece un mayor uso de
trabajo y de menos capital. Esos argumentos deben ser erróneos en vista de lo que me has explicado,
Único Iluminado.
Buda replicó: Primero que todo, esos argumentos generales son, en realidad, totalmente dudosos, y no
se puede elegir entre alternativas hasta que no se hayan examinado los detalles de cada alternativa.
En segundo lugar, el problema de qué constituye un trabajo barato es en sí mismo muy difícil y la
existencia de exceso de trabajadores no significa que no tengan ningún costo, como ha argumentado el
Venerable Dobb, entre otros. En tercer lugar, lo que es más importante para nuestro propósito, en la
medida en que tu razonamiento elemental indica una inclinación general en favor de técnicas que se
pueden denominar menos intensivas en capital, esta inclinación general no se ve muy afectada por las
dificultades que se examinan en la teoría del capital.
Subhuti preguntó: ¿Cómo es eso, Oh Único Honrado por el Mundo? ¿En vista de las dificultades de la
concepción del capital que has revelado con tu palabra sagrada, no es claro que carece de sentido
hablar de una mayor o menor intensidad de capital?
Buda replicó: Tu reflexión es demasiado complicada y tiene tantos matices que en tu próxima
reencarnación bien podrías ser un camaleón. Primero, el hecho de que esto daba ocultarse para
sostener que la tasa de ganancias está determinada por la productividad marginal del capital no
necesariamente menoscaba el argumento de que a una tasa de ganancias dada, una técnica puede tener
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una intensidad de capital mayor que otra. Segundo, cuando se recomienda elegir técnicas menos
intensivas en capital en una economía con exceso de trabajadores, se suele hacer una asevaración
sobre la inversión y no sobre el acervo de capital existente. Por consiguiente, el problema de la rigidez
ex post frente a la maleabilidad que revelan mis palabras sagradas--como afirmas en tu humilde estilo
Budista-- no es relevante. No creo que recomiendes que tiren a la basura la maquinaria ya instalada y
que la cambien por canastos o cosas parecidas. Tercero, cuando se recomienda una intensidad de
capital más baja el problema no consiste en tratar el capital como un factor de producción sino de
economizar en el uso de los medios de producción distintos del trabajo vis à vis al uso del trabajo, que
es relativamente abundante. ¿Qué pasó con tu sentido común, Subhuti?
Subhuti replicó: En mi reencarnación como economista he aprendido cuán engañoso es el sentido
común. Prefiero argumentos rigurosos. Tú aceptas que los medios de producción distintos del trabajo
son heterogéneos. Así, ¿cómo podemos hablar de intensidad del capital total? ¿Los medios de
producción distintos del trabajo tienen precios relativos fijos? El debate sobre la teoría del capital no
es relevante para esta pregunta.
Buda dijo: No lo es, por supuesto. Pero quizá no sea indiferente hablar de grandes contrastes como
hacemos cuando recomendamos remover la tierra con manos y canastos y no con bulldozers para
construir un canal de irrigación. Quizá no haya absoluta certeza sobre los precios relativos de los
canastos frente a los bulldozers pero, dentro de los límites de las variaciones relevantes, los primeros
pueden implicar una menor intensidad de capital que los segundos en cualquier situación. Y cuando se
hace una recomendación general en favor de técnicas con menor en intensidad de capital en las
economías con trabajo barato, esto es lo que se tiene en mente. En situaciones menos claras, se
necesitaría hacer un análisis detallado de costo-beneficio, y la comparación general de la intensidad
del capital total no sería el método adecuado. Pero, sólo porque no se puedan ordenar las intensidades
del capital total en algunos casos, no se deben descartar las clasificaciones que se pueden hacer.
Subhuti dijo: No me gustan las presentaciones faltas de rigor. Por favor, sea riguroso, Oh Único
Iluminado.
Buda dijo: Sean (q11,..., q1n) las cantidades de n clases de insumos de bienes de capital necesarios por
unidad de producto bajo la técnica 1 y (q21,....., q2n) las de la técnica 2. Nos referimos a ellas como
vectores q1 y q2 respectivamente. Los precios sombra apropiados pueden depender de muchas cosas
que ni siquiera conocemos con cierta precisión. Pueden depender de la elección de q. Supón que el
planificador sólo sabe que los vectores de precios p1 y p2 pertenecen en ambos casos a un conjunto &.
Podríamos decir, entonces, que q1 es más intensivo en capital que q2 sí para todo par de vectores de
precios p1 y p2 (no necesariamente distintos) extraídos de &, tenemos:
p1q1 > p2q2
Sabemos que para cualquier &, el ordenamiento de los vectores de q será un cuasi-orden, y que éstos
satisfacen algunas propiedades sistemáticas, como por ejemplo la transitividad.
Subhuti dijo: Ah, ahora sí entiendo. Quizás pueda decir una cuantas cosas en las que pensé antes.
Tanto en la esfera positiva como en la normativa. Para dar un ejemplo de lo primero, diría lo siguiente,
que llamaré Observación I para ser riguroso. Observación I: 'Cuando hay desempleo persistente en
una economía en estancamiento, los trabajadores sobrantes podrían emplearse a sí mismos con
pequeñas cantidades de capital (como emboladores o vendedores ambulantes)'. Sin embargo, dicho
esto, siento gran alivio por no tener a mi lado a la Venerable Joan Robinson. Ella nunca me perdonaría
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por decir 'pequeñas cantidades de capital'. Dime, Tathãgata, ¿Qué haré cuando vaya a la clase de la
Venerable Joan Robinson y tenga la tentación de hacer una Observación como ésta?
Buda dijo: Primero que todo, ése es tu problema. Segundo, sé audaz. Y tercero, ¿Por qué piensas que la
Venerable Joan Robinson objetará tu observación? No la objetará.
Subhuti dijo: Claro que la objetará. A ella no le gustan las referencias a 'cantidades de capital', sean
pequeñas o grandes. Seguramente algún día asistiré a su clase. Entonces, ¿cómo defenderé la
Observación I? Dime, Oh Único Iluminado.
Buda replicó: Ella sabe que la Observación I es una cita de las páginas 157-8 de su Acumulación de
capital. Es curioso que hayas pensado lo mismo.
Subhuti dijo entonces: Estoy cansado, Único Honrado por el Mundo. ¿Qué he ganado estudiando todos
esos debates sobre la teoría del capital aparte de poner en su sitio el uso neoclásico del capital como
factor de producción y la determinación de la tasa de ganancia por la llamada productividad marginal
del capital, en los que realmente no he creído desde el principio?
Buda dijo: No subestimes el valor del conocimiento hermético encerrado en la teoría del capital. No
juzgues una acción por sus resultados. Tal como se ha dicho: 'No pienses en los resultados de una
acción. Sigue adelante'.
Subhuti preguntó: Pero, Oh Único Iluminado, ¿el conocimiento no debe tener algún provecho real?
Buda dijo: Recuerda que hace 2.500 años, en aquel parque cerca de Shravasti, me preguntaste:"¿Al
lograr Consumación de la Iluminación Incomparable, Buda, no hiciste ninguna adquisición?".
Subhuti replicó: Lo había olvidado, pero tengo una traducción del 'Sutra Diamante' de A. F. Price, y en
la página 61 veo que me respondiste así: 'Justamente, Subhuti. Con la Consumación de la Iluminación
Incomparable no adquirí la más mínima cosa; por eso se llama 'Consumación de la Iluminación
Incomparable.'
Buda dijo: Justamente, Subhuti, justamente.
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
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Institute of Mathematical Economics, Bielefeld University.
*Tomado de Economica 41, agosto de 1974, 328-335.
Amartya Sen
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AMARTYA SEN
Juicios sobre la globalización
De la globalización se suele afirmar con frecuencia que se
trata de un proceso de occidentalización del mundo. Al respecto
parece haber un acuerdo tácito entre sus defensores y sus
detractores. Aquellos que comparten una visión optimista, ven
en ella una contribución de la civilización occidental al mundo
contemporáneo. Hay una historia hecha a la medida de esta
percepción, en la que todos los desarrollos esenciales se
originaron en Europa: primero fue el Renacimiento, después la
Ilustración y la Revolución Industrial, y por último el aumento
masivo de los niveles de vida en Occidente. Hoy los grandes
logros de Occidente se estarían diseminando por todo el orbe.
En esta visión, la globalización no sólo es buena sino deseable,
una suerte de obsequio de Occidente al mundo. Quienes
defienden esta lectura de la historia se suelen irritar porque la
globalización no sólo es vista como una maldición, sino que se
le desprecia e impugna por un mundo malagradecido. Vista
desde la perspectiva opuesta, la dominación occidental entendida a veces como una continuación del imperialismo
occidental- es el malo de la película. En esta percepción, el
capitalismo contemporáneo, movido por la codicia y la avaricia
de las naciones occidentales de Europa y América del Norte, ha
impuesto reglas en las relaciones comerciales y globales que
deprivan a los más pobres del mundo. La vindicación de
diversas identidades no occidentales -que se definen por la
religión (el fundamentalismo islámico), la geografía (los valores
asiáticos) o la cultura (la glorificación de la ética del
confucionismo)- no ha hecho más que atizar el fuego de esta
confrontación con Occidente. Pero, ¿es la globalización
realmente una nueva maldición occidental? De hecho no es ni
nueva ni necesariamente occidental; tampoco es una maldición.
Durante miles de años, la globalización ha contribuido al
progreso del mundo a través de los viajes, el comercio, la
migración, las mutuas influencias culturales y la diseminación
del conocimiento y el saber (incluyendo el de la ciencia y la
tecnología). Hay casos en que las interrelaciones globales han
sido esenciales para el desarrollo de países enteros. Además, no
siempre han resultado de la influencia occidental. Por el
contrario, los agentes activos de la globalización aparecen
frecuentemente fuera del área de Occidente.
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21/01/2009
Amartya Sen
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Habría que considerar el mundo no hacia el final del milenio
sino en sus inicios. En el año 1000 d.C., la expansión global de
la ciencia, la tecnología y las matemáticas habían cambiado la
naturaleza del Viejo Mundo, pero su diseminación se llevó a
cabo en la dirección opuesta a la que observamos hoy. En el
mundo del año 1000, la alta tecnología incluía el papel, la
imprenta, el arco, la pólvora, la suspensión de puentes con
cadenas de acero, el papalote, la brújula magnética y la rueda de
molino. Todos estos instrumentos eran comunes en China -y
prácticamente desconocidos en otras partes del mundo-. La
globalización los llevó a todo el orbe, incluyendo Europa. Un
movimiento similar ocurrió con la influencia de Oriente en las
matemáticas occidentales. El sistema decimal surgió y se
desarrolló en India entre la segunda y la sexta centurias;
después fue utilizado por los matemáticos árabes. Las
innovaciones matemáticas llegaron a Europa en el último cuarto
del siglo X. Ahí empezaron a tener un impacto en los primeros
años del último milenio, y jugaron un papel destacado en la
revolución científica que transformó a Europa. Los agentes de
esa globalización no fueron europeos ni exclusivamente
occidentales, tampoco estaban vinculados al dominio
occidental. De resistirse a la globalización de las matemáticas,
la ciencia y la tecnología de aquél tiempo, Europa habría sido
mucho más pobre -económica, cultural y científicamente-. Hoy
se aplica el mismo principio, aunque en dirección contraria (de
Occidente hacia Oriente). Rechazar la globalización de la
ciencia y la tecnología porque representan la influencia y el
imperialismo occidentales no sólo significa prescindir de
contribuciones globales -provenientes de muchas partes del
mundo- que se hallan sólidamente ancladas en las así llamadas
ciencia y tecnologías occidentales, sino que redunda en una
práctica bastante estúpida, dada la dimensión con la que el
mundo entero se puede beneficiar de ellas.
La herencia
Al rechazar el diagnóstico de la globalización como un fenómeno cuyo origen es la
quintaesencia de Occidente, hay que sospechar no sólo de la retórica anti-occidental sino
también de la xenofobia pro-occidental. Cierto: el Renacimiento, la Ilustración y la
Revolución Industrial fueron grandes logros -y tuvieron su sede principal en Europa y,
después, en Estados Unidos-. Pero su desarrollo se basó en la experiencia del resto del
mundo, que no se reduce a las estrechas fronteras de la civilización occidental. La
civilización global es una herencia del mundo entero -y no sólo de un catálago de culturas
locales dispares-. Cuando una matemática moderna de Boston invoca un alogaritmo para
resolver un complejo problema computacional, tal vez no sea consciente de que está
celebrando al matemático árabe Mohammad Ibn Musa-al-Khwarizmi, que vivió en la
primera mitad del siglo IX. (La palabra alogaritmo proviene del nombre Al-Khwarizmi.)
Existe una cadena de relaciones intelectuales que vinculan a las matemáticas y las ciencias
occidentales con una serie de pensadores no occidentales, entre los cuales se halla AlKhwarizmi. (El término álgebra proviene de su célebre tratado: Al-Jabrwa-al Muqabilah.)
Al-Khwarizmi, uno de tantos pensadores no occidentales cuyos trabajos influyeron en el
Renacimiento europeo y, más tarde, en la Ilustración y la Revolución Industrial, merece el
crédito por los logros asombrosos que ocurrieron en Europa y que europeizaron a Estados
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Unidos. La idea de un origen occidental inmaculado es pura fantasía.
El progreso global de la ciencia y la tecnología no sólo no ha sido un fenómeno
exclusivamente occidental, sino que muestra desarrollos globales esenciales en los cuales
Occidente ni siquiera aparece. La impresión del primer libro del mundo fue un evento
esencialmente global. La tecnología de la imprenta es un logro que debe atribuirse
enteramente a los chinos. Pero el contenido provino de otro lugar. El primer libro impreso
fue un tratado hindú en sánscrito, traducido al chino por un hombre de origen medio turco.
El libro, Vajracchedika Prajnaparamitasutra (que a veces se refiere como "El diamante
sutra"), es un viejo tratado de budismo. Fue vertido del sánscrito al chino en el siglo V por
Kumarajiva, un académico de origen medio hindú y medio turco que vivió en la parte
oriental de Turkistán llamada Kucha, y que más tarde emigró a China. Su primera
impresión data de cuatro siglos después en 468 d.C. Esta historia, que incluye a China,
Turquía e India, expresa una forma de globalización en la que Occidente estuvo
absolutamente ausente.
Interdependencias
Que la globalización de las ideas y las prácticas merece ser rechazada porque contiene la
amenaza de la occidentalización, es un diagnóstico equivocado que ha jugado un papel
regresivo en el mundo colonial y poscolonial. Este rechazo propicia tendencias
parroquiales y sabotea la objetividad de la ciencia y del conocimiento. Dadas las
interacciones globales, no sólo resulta contraproducente, sino que puede causar que las
sociedades no occidentales "se metan el pie" a si mismas, incluso el valioso pie de la
cultura.
Considérese tan sólo la resistencia en India a la utilización de las ideas y los conceptos
occidentales en las ciencias y en las matemáticas. En el siglo IX, este debate se transformó
en una amplia controversia entre los defensores de la educación occidental versus los que
abogaban por la educación tradicional hindú. Los "occidentalizantes" no atribuían ningún
mérito a la tradición hindú, como el dudoso Thomas Babington Macaulay que llegó a
escribir: "Nunca me he topado entre ellos [quienes abogaban por la tradición hindú] a
quien pueda negar que un simple anaquel de una buena biblioteca europea es más valioso
que toda la literatura hindú y árabe juntas." En respuesta, quienes defendían la educación
nativa se oponían a toda forma de influencia occidental. Sin embargo, ambos lados
admitían la dicotomía fundacional de dos civilizaciones dispares. Las matemáticas
europeas, que usan conceptos como el de seno, eran vistas como una importación
puramente occidental a la India. De hecho, el matemático hindú Aryabata desarrolló el
concepto de seno en su trabajo clásico sobre astronomía y matemáticas en el año 499 d.C.
Lo llamó por su nombre en sánscrito: jya-ardha (literalmente: "medio arco"). Este término,
que inicialmente fue reducido en sánscrito al de jya, se transformó en el jiba árabe, y más
tarde en el de jaib, que significa "bahía o caleta". En su Historia de las matemáticas,
Howard Eves explica que hacia 1150 d.C. Gherardo de Cremona, en su versión al latín,
tradujo jaib como sinus, palabra que corresponde a bahía o caleta. Éste es el origen del
concepto moderno de seno. El término ha cerrado un círculo completo -comenzando en la
India, y de regreso-.
Ver a la globalización como una simple continuación del imperialismo de las ideas y las
creencias occidentales (tal y como lo sugiere esta retórica) es un grave y costoso error, de
la misma manera que lo habría sido cualquier forma de resistencia europea a la influencia
oriental a principios del milenio pasado. Sin duda hay aspectos de la globalización que se
relacionan con el imperialismo (la historia de las conquistas, el colonialismo y la
dominación extranjera), y las explicaciones poscoloniales del mundo no dejan de tener su
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mérito. Pero sería del todo equivocado entender a la globalización como un rasgo
puramente del imperialismo. Es algo más que eso.
La distribución de las pérdidas y las ganancias económicas producidas por la globalización
plantea una pregunta enteramente distinta, y debe ser examinado como un tema de
extraordinaria relevancia. Existen suficientes evidencias para mostrar que la economía
global ha traído prosperidad a diversas regiones del planeta. Hace tan sólo algunos siglos,
la pobreza dominaba al mundo entero, y la prosperidad se distribuía entre unas cuantas
ínsulas. Las interrelaciones económicas extensivas y la tecnología moderna han sido -y
seguirán siendo- decisivas para superar esta penuria. Lo que sucedió en Europa, Estados
Unidos, Japón y el Lejano Oriente contiene un mensaje esencial para todas las regiones del
mundo, y no se puede entender la naturaleza actual de la globalización sin antes admitir los
frutos producidos por las relaciones de la economía global.
Es simplemente imposible revertir la penuria económica de los pobres a lo largo y ancho
del mundo, manteniéndolos al margen de los avances de la tecnología contemporánea, la
probada eficiencia del intercambio y el comercio internacionales y los beneficios sociales y
económicos que se derivan de una sociedad abierta. El problema central reside en cómo
hacer uso de las ventajas que encierran el intercambio económico y el progreso
tecnológico, de tal manera que la atención se centre en los intereses de los explotados y los
marginados. Ésta es, a mi entender, la pregunta que emerge de los así llamados
movimientos globalifóbicos.
El reto principal se relaciona con la inequidad -tanto internacional como intranacional-.
Las desigualdades son múltiples: disparidades en el bienestar, severas asimetrías en los
equilibrios de poder y oportunidades políticas, sociales y económicas decrecientes. Otra
pregunta nodal se refiere a la distribución de las ganancias potenciales de la globalización tanto entre países ricos y pobres como entre los diferentes grupos sociales de un mismo
país-. No basta entender que los pobres en todo el mundo requieren de la globalización
tanto como los ricos; también es preciso asegurar que obtengan de ella lo que necesitan.
Para abogar por la globalización se requerirían reformas institucionales masivas; también,
más claridad en la formulación de las preguntas sobre el tema de la distribución. Por
ejemplo, con frecuencia se afirma que los ricos se están haciendo más ricos, y que los
pobres más pobres. Pero este fenómeno no sucede de manera uniforme, incluso si
aceptamos que existen casos donde acontece en realidad. Todo depende de la región y del
grupo que elijamos, así como de los indicadores de la prosperidad económica. Pero el
intento de fustigar a la globalización económica con esta precaria argumentación produce
una crítica peculiarmente frágil.
Los apólogos de la globalización argumentan que los pobres que participan en el comercio
y el intercambio internacionales se vuelven menos pobres. Ergo -según este artilugio-: la
globalización no es injusta para los pobres. Ellos también se benefician. Si se acepta la
relevancia de esta pregunta, todo el debate gira en torno a cuál de los lados tiene la razón
en esta disputa empírica. ¿Pero es este el campo de batalla real? Creo que no.
Negociación y justicia
Aun si los pobres se hicieran un poco más ricos, esto no implicaría que obtendrían una
parte más justa de los beneficios potenciales que encierran las relaciones globales
económicas. No tiene mucho sentido preguntarse si las desigualdades marginales
internacionales han crecido o decrecido. No es necesario demostrar que la desigualdad
masiva o la injusticia distributiva están creciendo para rebelarse contra la pobreza y las
desigualdades lacerantes -o para protestar contra la injusta distribución de beneficios de la
cooperación global- que caracterizan al mundo contemporáneo. Todo esto es un asunto
aparte.
Las ganancias que se derivan de la cooperación pueden redundar en órdenes muy
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disímbolos. Hace más de medio siglo, John Nash, matemático de la teoría de juegos,
reflexionó (en "El problema de la negociación", publicado en Econométrica en 1950 y
citado, entre otros escritos, por la Real Academia de Ciencias cuando Nash obtuvo el
Premio Nobel de economía) sobre el hecho de que no se trata de saber si algún acuerdo
particular puede resultar mejor que si no hubiera cooperación alguna, sino de la
distribución justa de los dividendos. Es inútil refutar la crítica de que tal o cual arreglo
distribucional es más injusto aduciendo que los partícipes se benefician más en ausencia de
cooperación. En realidad, se trata de la elección entre estas alternativas.
Por ejemplo, para argumentar que un arreglo familiar sexista y desigual es particularmente
injusto, no es necesario demostrar que las mujeres resultarían comparativamente más
beneficiadas si no existiera la familia, sino que la distribución de los beneficios es
simplemente desigual bajo ese arreglo. Antes de que la justicia entre los géneros se
convirtiera en una preocupación general (tal y como ha sucedido en décadas recientes),
abundaban los intentos de evadir el tema (de la injusticia en el orden familiar)
argumentando que si las mujeres creyeran que ciertos arreglos familiares les son injustos
no necesitarían vivir en familia. También se acostumbraba afirmar que los arreglos
familiares existentes no podían ser injustos si los hombres y las mujeres vivían en familia.
Pero aún si se admite que tanto las mujeres como los hombres puedan obtener beneficios al
vivir en familia, la pregunta de la justicia distribucional queda sin resolver. En principio,
existen diversos arreglos familiares -comparados con la total ausencia de un sistema
familiar- que cumplen con el requisito de satisfacer las necesidades tanto de hombres como
de mujeres. El verdadero problema reside en que tan justamente se distribuyen los
beneficios en cada uno de los respectivos arreglos.
De la misma manera, es inútil rebatir la crítica de que el sistema global es injusto
respondiendo que incluso los más pobres obtienen algo de las interrelaciones globales; o
que no se vuelven más pobres necesariamente. Esta respuesta puede o no ser la
equivocada, pero la pregunta sin duda lo es. El problema no es si los pobres se están
haciendo marginalmente más pobres o ricos; tampoco si obtendrían mayores beneficios en
caso de que se excluyeran a si mismos de las interacciones globales. Insisto: el tema
central es la distribución de los dividendos que resultan de la globalización. Esta es la
razón por la cual muchas de las protestas en contra de la globalización, cuyo propósito es
el de propiciar un mejor arreglo para los marginados en la economía mundial, no tienen un
carácter "antiglobalizante" -contrariamente a lo que dicta su propia retórica y a las
concepciones que se les suelen atribuir-. La misma razón por la cual no existe ninguna
contradicción en el hecho de que las así llamadas protestas globalifóbicas se hayan
convertido en los eventos más globalizados del mundo contemporáneo.
¿Será posible realmente que estos grupos dispersos puedan arrancar un mejor trato a la
economía globalizada tomando en cuenta la economía de mercado? La respuesta es: sí.
Los usos de la economía de mercado son compatibles con diversas formas de propiedad, la
distribución heterogénea de recursos y con diferentes normas de operación (como las leyes
de patentes y las regulaciones antimonopólicas). En función de estas condiciones, la
economía de mercado puede generar una gama de precios, diversos arreglos comerciales,
distintas formas de distribución del ingreso o, para hablar en términos generales, diferentes
resultados. Las condiciones que privan en los ámbitos de la seguridad social y otras formas
de intervención pública pueden modificar sustancialmente los resultados del proceso del
mercado, y en su conjunto pueden disminuir la polarización de los niveles de pobreza y
desigualdad.
La pregunta central no reside en hacer o no frente a la economía de mercado. Esta
pregunta, vaga en sí, es fácil de responder, porque es difícil lograr cierta prosperidad
económica sin recurrir a las oportunidades de intercambio y especialización que ofrecen
las relaciones de mercado. Aun cuando la operación de una economía de mercado
particular pueda ser significativamente defectuosa, no hay manera de prescindir de las
instituciones del mercado en general como una poderosa maquinaria de progreso
económico. Sin embargo, el reconocimiento de este hecho apenas inicia la discusión sobre
las condiciones de los mercados globales.
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En las relaciones globales, la economía de mercado no funciona por sí misma. Mas aún: ni
siquiera puede operar por sí misma en un país dado. No sólo se trata del hecho de que un
sistema de mercado puede generar muy diversos resultados en función de las condiciones
que hacen posible su existencia (tales como la distribución de los recursos naturales, el
desarrollo de los recursos humanos, las normas empresariales, los niveles de seguridad
social, etcétera). Estas condiciones de existencia dependen a su vez de instituciones
políticas, económicas y sociales que operan a nivel nacional y global. El papel decisivo del
mercado no resta relevancia al papel que juegan las otras instituciones, incluso en los
términos de la propia economía de mercado. Múltiples estudios empíricos han demostrado
que los resultados del mercado dependen esencialmente de las políticas en educación,
salud, reforma agraria, microcrédito, etcétera. En cada uno de estos campos, todavía hay
trabajo por hacer para que la acción pública pueda transformar el resultado de las
relaciones económicas locales y globales.
Instituciones y desigualdad
La globalización tiene mucho que ofrecer. Sin embargo, incluso si se acepta esto, es
preciso entender la legitimidad de muchas preguntas planteadas por las protestas de los
globalifóbicos. Tal vez compartan un diagnóstico equivocado acerca de los problemas
principales (que no se hallan en la globalización en sí), pero las preocupaciones éticas y
humanas que preceden a estas preguntas requieren una reflexión rigurosa sobre los arreglos
institucionales globales y nacionales que caracterizan al mundo contemporáneo, y que
definen a la economía global en su conjunto.
Al capitalismo global le preocupa mucho más la expansión de las relaciones de mercado
que, digamos, la democracia, la educación elemental o las oportunidades sociales de los
sectores subalternos. Si es evidente que la globalización de los mercados, vista en sí
misma, supone una perspectiva inadecuada para abordar el problema de la prosperidad
económica, se necesita ir más allá de las prioridades que produce el propio capitalismo
global. Como alguna vez lo dijo George Soros, los inversionistas internacionales prefieren
trabajar con autocracias altamente regimentadas que con democracias repletas de activismo
y menos regimentadas; y esto tiene una influencia regresiva sobre las posibilidades de un
desarrollo más igualitario. Los consorcios multinacionales pueden ejercer su influencia
sobre el gasto público de países del tercer mundo con el fin asegurar la lealtad y la
seguridad de las clases gerenciales y los trabajadores más privilegiados por encima de las
necesidades elementales que plantea el analfabetismo masivo, la deprivación médica y
otras adversidades de la pobreza. Ciertamente, estas realidades no representan barreras
insuperables para el desarrollo, pero es esencial asegurarse de que las barreras superables
sean efectivamente superadas.
Las injusticias que caracterizan al mundo contemporáneo están vinculadas estrechamente a
un cúmulo de omisiones que es preciso destacar, sobre todo en el orden de los arreglos
institucionales. En mi libro Desarrollo como libertad (1999) se señalan algunos problemas
centrales. Las políticas globales podrían desempeñar un papel importante en el desarrollo
de instituciones nacionales (por ejemplo, apoyando la democracia y los sistemas de salud y
educación), pero es preciso examinar de nuevo la consistencia de los mismos arreglos
institucionales globales. La distribución de los beneficios en la economía global depende,
entre otras cosas, de la variedad de arreglos institucionales globales: los equilibrios en el
comercio, las iniciativas de salud pública, los intercambios educativos, las facilidades para
diseminar tecnología, las restricciones ambientales y ecológicas y el trato justo a las
deudas acumuladas en el pasado por regímenes militares y autoritarios irresponsables.
A las omisiones que se necesita rectificar, habría que agregar el serio problema de las
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"constricciones", así sea por una mínima ética global. Éstas incluyen no sólo las
restricciones comerciales, ineficientes e injustas, que limitan las exportaciones del tercer al
primer mundo, sino leyes de patentes que inhiben el uso de medicamentos vitales -para
enfermedades como el sida- y restan incentivos para la investigación orientada a
desarrollar medicamentos de uso no repetitivo (como las vacunas). Se trata de temas que
han sido discutidos exhaustivamente; sólo quiero hacer hincapié en la manera en que
forman parte de un modelo de arreglos depredadores que socavan lo que podría ofrecer la
globalización.
Otra de estas "constricciones" globales -sobre la que se habla poco- que causa miseria y
deprivación, se relaciona con la participación de las potencias mundiales en el negocio
global de armas. Este es un campo en el que se requiere urgentemente una iniciativa global
que trascienda la tarea -la importante tarea- de combatir el terrorismo. Las guerras locales
y los conflictos militares, que tienen consecuencias terribles y destructivas (sobre todo para
las economías de los países pobres), se derivan no sólo de tensiones regionales sino del
comercio global de armas. El establishment mundial se halla firmemente anclado en este
negocio: juntos, los países miembros del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas
realizaron, entre 1996 y 2000, 81 por ciento del total de las exportaciones mundiales de
armas.
Los principales líderes mundiales, que expresan frecuentemente su frustración por la
"irresponsabilidad" de las protestas en contra de la globalización, encabezan a los países
que hacen las mayores ganancias en este terrible negocio. En el mismo periodo, los países
del G-8 vendieron 87 por ciento del total de armas que se exportaron en el mundo entero.
Tan sólo la parte que vendió Estados Unidos creció 50 por ciento. 68 por ciento de estas
exportaciones fueron destinadas a países del Tercer Mundo.
Las armas han sido -y siguen siendo- empleadas con resultados sangrientos y efectos
devastadores sobre la economía y la política de sociedades enteras. En cierta manera, se
trata de la continuación del papel que jugaron las grandes potencias en la génesis y el
florecimiento del militarismo político en África entre los años sesenta y los ochenta,
cuando la Guerra Fría se libró (como en otras partes del Tercer Mundo) en el continente
africano. Durante décadas, los señores de la guerra -Mobuto Sese Seko, Jonás Savimbi y
tantos otros- devastaron política y socialmente a las sociedades africanas gracias al apoyo
de Estados Unidos y sus aliados, o de la Unión Soviética y los suyos. Las potencias
mundiales cargan con una grave responsabilidad por haber promovido la subversión de la
democracia en África y en otras partes del mundo. El "pushing" de armas les concede un
papel preponderante en los conflictos militares locales. La reiterada negativa de Estados
Unidos para establecer un acuerdo mínimo que impida las ventas ilícitas incluso de armas
pequeñas (propuesto por el secretario general de la ONU, Kofi Annan), ilustra las
dificultades de este hecho.
A manera de conclusión: confundir globalización con occidentalización no sólo es un
equívoco ahistórico, sino que distrae la atención de los beneficios potenciales que pueden
resultar de la integración global. La globalización es un proceso histórico que ha ofrecido
en el pasado abundantes oportunidades y dividendos visibles, y continúa haciéndolo hoy.
La existencia misma de los beneficios potenciales convierte al dilema de la justicia de su
distribución en un asunto nodal.
El problema central no es la globalización en sí, ni la utilización del mercado en tanto que
institución económica, sino la desigualdad que priva en los arreglos globales
institucionales -lo cual produce a su vez una distribución desigual de los dividendos de la
globalización misma-. La pregunta, por tanto, no reside en si los pobres del mundo pueden
o no obtener algo del proceso de globalización, sino bajo que condiciones pueden obtener
una parte realmente justa. Urge reformar los acuerdos institucionales -en adición a los
nacionales- para erradicar los errores que resultan tanto de las omisiones como de las
constricciones, que tienden a reducir drásticamente las oportunidades de los pobres en todo
el mundo. La globalización merece una defensa razonada, pero también requiere una
reforma razonable.
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Amartya Sen
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© Amartya Sen, "How to Judge Globalism", en The American Prospect, Invierno 2002, pp. A2-A6.
Traducción del inglés: Ilán Semo.
Amartya Sen, "Juicios sobre la globalización ", Fractal n° 22, julio-septiembre, 2001, año 6, volumen VI, pp.
37-50.
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SIN PERMISO - artículos en la WEB
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Los ricos se hacen más hambrientos
Amartya Sen · · · · ·
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La crisis alimentaria que amenaza las vidas de millones de personas, ¿aminorará su
ritmo o crecerá con el paso del tiempo? La respuesta puede ser las dos cosas. El
reciente incremento de los precios alimentarios ha estado en gran parte causado
por problemas temporales como la sequía de Australia, Ucrania y otros países.
Aunque la necesidad de las grandes operaciones de rescate es urgente, la aguda
crisis actual acabará finalmente. Pero hay un problema básico subyacente que se
intensificará a menos que lo reconozcamos y tratemos de remediarlo.
Se trata de un cuento de dos pueblos. En una versión de la historia, un país con
muchos pobres experimenta súbitamente una rápida expansión económica, pero
solamente la mitad de la gente comparte la nueva prosperidad. Los nuevos
favorecidos gastan buena parte de sus acrecidos ingresos en comida, y a no ser
que la oferta crezca muy rápidamente, los precios se dispararán. El resto de los
pobres se enfrenta ahora a unos precios más altos de los alimentos, pero sin
disponer de una renta mayor, y comienza a morir de hambre. Tragedias como ésta
ocurren reiteradamente en el mundo.
Un cruel ejemplo es la hambruna de Bengala de 1943, en la fase final del gobierno
británico en la India. Los pobres que vivían en las ciudades experimentaron una
rápida subida de ingresos, sobre todo en Calcuta, en donde los descomunales
gastos dimanantes de la guerra contra Japón generaron un boom que cuadruplicó
los precios de los alimentos. Los pobres del campo tuvieron que hacer frente a
estas vertiginosas subidas de precios con menguadísimos incrementos de ingresos.
La disparatada política del gobierno agrandó el hiato. Los gobernantes británicos
estaban resueltosos a prevenir el descontento urbano durante la guerra, de modo
que el gobierno compró comida en las aldeas para venderla, muy subsidiada, en las
ciudades, una maniobra que, de rechazo, contribuyó a incrementar todavía más los
precios de los alimentos en el campo. Los aldeanos con salarios bajos murieron de
hambre. Dos o tres millones de personas sucumbieron a la hambruna y a sus
secuelas.
Gran parte de los debates actuales se centran pertinentemente en el hiato que
separa a ricos y a pobres en la economía global, pero los pobres del mundo están
también divididos entre los que están experimentando un gran crecimiento y los que
no. La rápida expansión económica en países como China, India y Vietnam tiende a
aumentar bruscamente la demanda de alimentos. Ello es, por supuesto, excelente
cosa en sí misma, y si estos países lograran reducir el hiato en su crecimiento
interno, incluso los peor situados podrían comer mucho mejor.
Ello es, empero, que el propio crecimiento ejerce presión sobre los mercados
mundiales de alimentos, a veces mediante un aumento de las importaciones, pero
también mediante las restricciones o prohibiciones a la exportación concebidas para
moderar el aumento de los precios nacionales de los alimentos, tal como ha
sucedido recientemente en países como India, China, Vietnam y Argentina. Los
pobres son quienes se han visto particularmente golpeados, señaladamente en
África.
Pero existe también una versión de alta tecnología del cuento de los dos pueblos.
Cosechas agrícolas como las de maíz y de semillas de soja pueden ser empleadas
para fabricar el combustible biológico etanol como substituto de la gasolina. De
manera que los estómagos de los hambrientos deben competir con los depósitos de
combustible.
http://www.sinpermiso.info/textos/index.php?id=1896
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SIN PERMISO - artículos en la WEB
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La disparatada política gubernamental juega un papel aquí también. En 2005, el
Congreso de los EEUU empezó a promover un uso extendido de etanol como
combustible. Esta ley, combinada con un subsidio para esos usos, ha creado un
floreciente mercado del grano en los EEUU, pero ha desviado también recursos
agrícolas de los alimentos a los combustibles. Esto hace más difícil la competencia
a los estómagos hambrientos.
El uso de etanol apenas sirve para prevenir el calentamiento global y el deterioro
ambiental, y reformas políticas lúcidas podrían llevarse a cabo urgentemente si la
política estadounidense lo permitiese. El uso del etanol podría ser restringido más
que subsidiado o reforzado.
El problema mundial de los alimentos no está causado por una tendencia a la baja
en la producción global, o por la baja producción alimentaria por persona (esto se
afirma a menudo sin pruebas). Es el resultado de una demanda acelerada. Sin
embargo, un problema inducido por la demanda también exige una rápida
expansión de la producción de alimentos, la cual puede darse mediante una mayor
cooperación global.
Aunque el crecimiento de la población sólo representa una pequeña parte del
crecimiento de la demanda de alimentos, puede contribuir al calentamiento global, y
un cambio climático a largo plazo puede amenazar a la agricultura. Felizmente, el
crecimiento de la población es ya lento, y hay pruebas abrumadoras de que la
capacitación de las mujeres (incluida la expansión de la escolarización de las niñas)
puede reducirlo rápidamente todavía más.
Un reto más importante es el de encontrar políticas efectivas para tratar las
consecuencias de la expansión extremamente asimétrica de la economía mundial.
Las reformas económicas a escala nacional son urgentemente necesarias en
muchos países de lento crecimiento, pero también hay gran necesidad de mayor
cooperación y ayuda mundial. La primera tarea que tenemos por delante es
comprender la naturaleza del problema.
Amartya Sen, Premio Nobel de Economía en 1998, es profesor de Economía y de Filosofía en la
universidad de Harvard. Su último libro es Identity and Violence: The Illusion of Destiny.
Traducción para www.sinpermiso.info: Daniel Raventós
sinpermiso electrónico se ofrece semanalmente de forma gratuita. No recibe ningún tipo de
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sus colaboradores y a las donaciones altruistas de sus lectores. Si le ha interesado este
artículo, considere la posibilidad de contribuir al desarrollo de este proyecto político-cultural
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The New York Times, 28 mayo 2008
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