Los mosaicos hidráulicos y los bloques de concreto en el trópico

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Los mosaicos hidráulicos y los bloques de concreto en el
trópico caribeño: su origen, historia y conservación
Beatriz del Cueto
Las ciudades portuarias por lo general se benefician
de diseños innovadores a un ritmo más rápido que los
asentamientos del interior, sirviendo frecuentemente
como campos de prueba y laboratorios técnico-edilicios. Este fue el caso de las tecnologías de construcción que son el foco de esta investigación. En la región del Caribe, las edificaciones y el tejido urbano
de las ciudades portuarias de frente al Mar Caribe y
el Océano Atlántico fueron importantes exponentes
de una evolución y revolución tecnológica, específicamente desde mediados del siglo 19 a principios del
siglo 20, enmarcada en la Revolución Industrial y
por las guerras que definieron el período.
Este estudio se centra en las Antillas Mayores y las
tres islas que conforman el Caribe Hispano –Cuba,
República Dominicana (parte oriental de La Española), y Puerto Rico. Denominadores comunes incluyen
su bagaje cultural y lingüístico como antiguas colonias españolas, la geografía (terremotos, tsunamis),
clima (calientes y húmedos, huracanes), y la flora y
fauna (hongos, insectos xilófagos)– factores que influenciaron el diseño de sus edificaciones.
Las tecnologías de construcción de principios del
20 siglo que utilizaron el cemento Portland, han sido
poco estudiadas en los trópicos. La meta de la presente investigación es lograr un mejor entendimiento
del importante papel que los elementos arquitectónicos fabricados con este material jugaron en la evolución de la arquitectura tropical en el Caribe Hispano;
sirviendo además para promover la conservación
adecuada y compatible de edificaciones existentes.
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Como nuevos materiales de construcción, los morteros hidráulicos a base de cal evolucionaron para
convertirse en los cementos Portland1 del siglo 19.
Estos produjeron cambios importantes y permanentes en la industria de la construcción a nivel mundial.
El fraguado rápido del cemento igualó la evolución
veloz de la sensibilidad artística de la época. En las
grandes ciudades, estos cambios viabilizaron una expansión urbana acelerada, así como la construcción
de vivienda accesible para una emergente población
citadina. La estandarización y la manufactura simplificada de elementos arquitectónicos prefabricados
con cemento Portland posibilitaron el escenario para
diseños innovadores y una expresión arquitectónica
audaz.
Los productos manufacturados con cemento
Portland fueron mercadeados inicialmente a través
de las exposiciones europeas donde ganaron popularidad y para finales de los 1800s habían llegado
a América. Los materiales se anunciaban en los catálogos de grandes empresas como permanentes, a
prueba de agua y de fuego. Estas virtudes y características sobrepasaban los requisitos de las ordenanzas de construcción del siglo 19 en Cuba, la
República Dominicana y Puerto Rico. Como consecuencia, los mosaicos hidráulicos, (figura 1) y
los bloques de concreto con celdas huecas, como
elementos tanto ornamentales como estructurales,
se convirtieron en el vocabulario predilecto para la
arquitectura residencial, religiosa e institucional
en los trópicos.
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Figura 1
Casa habanera de finales del siglo XIX cuyos pisos originales fueron sustituidos por mosaicos hidráulicos de la Fábrica La Cubana, ca. 1903. (Colección privada, La Habana)
La característica innata del cemento Portland de
fraguar excepcionalmente bien en un clima caluroso
y de humedad ambiental considerable, lo convirtió en
el material ideal para productos innovadores de cemento en las regiones tropicales del Caribe. El diseño de componentes estructurales, fachadas de edificios, así como los interiores de edificios fueron
profundamente impactados por los elementos arquitectónicos posibilitados por un molde con mezcla de
cemento Portland, permitiendo todo tipo de siluetas y
formas. La pre-fabricación facilitó la instalación, y
proporcionó competitividad en costo. La relativa sencillez de la manufactura del mosaico hidráulico y el
bloque de concreto, que no requería hornos, calor artificial, ni áreas amplias para su fabricación, facilitó
la producción local de estos materiales de construcción. Los moldes y prensas de metal, además de los
equipos relativamente pequeños requeridos para
crear ambos productos, eran fáciles de importar y
montar en casi cualquier lugar.
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Durante la última década del siglo 19, tanto empresarios como artesanos emigraron al Caribe Hispano debido a conflictos bélicos o la falta de oportunidades económicas en su tierra natal. Productos de
cemento Portland fueron inicialmente importados del
Viejo Mundo a estas Indias Occidentales hasta que se
establecieron las primeras fábricas de cemento y las
industrias locales prosperaron. Luego de la Guerra
Hispanoamericana, durante un período de crecimiento económico debido a la productividad y ventas del
azúcar, hubo un aumento significativo en los proyectos de construcción y por consiguiente, en el uso del
cemento Portland como nuevo material edilicio. Encabezando la lista de mayor importación de cemento
a la región estuvieron Alemania, Estados Unidos, Dinamarca, Bélgica, Inglaterra y Francia. La nueva tecnología de construcción había llegado para quedarse.
El primer fabricante de cemento Portland en el Caribe Hispano fue la Fábrica Cuba en La Habana, fundada en 1895 (de las Cuevas 2001, 116-117). En la
República Dominicana, la Fábrica Dominicana de
Cemento, fue la primera empresa nacional de su tipo,
inaugurada en 1947 (Penson 2005, 68). La primera
planta de cemento establecida en Puerto Rico perteneció al Gobierno. Construida en 1936 bajo el Puerto Rico Reconstruction Administration, adoptó su
nombre. (del Cueto 2014, 9)
MOSAICOS HIDRÁULICOS: LOS PAVIMENTOS SE
CONVIRTIERON EN ALFOMBRAS
El Modernismo, Art Nouveau, y los estilos eclécticos, influenciaron grandemente las tendencias de diseño en el Caribe Hispano durante la última década
del siglo XIX. Es entonces cuando los mosaicos hidráulicos, como elementos arquitectónicos, se convirtieron en uno de los protagonistas principales en el
diseño de interiores.
Los mosaicos hidráulicos, como se les conoce comúnmente, o baldosas de cemento, losas criollas o
losas isleñas, como se les llama en el Caribe Hispano, miden 20 centímetros cuadrados por 2,5 centímetros de espesor, y les caracterizan superficies altamente ornamentadas a color.2 La composición final
de estas baldosas fue el resultado de recetas maestras
y mucha experimentación utilizando cal local, además de cemento importado de Francia y pigmentos
importados de Italia durante los procesos más tem-
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pranos de fabricación. El origen de este pavimento se
le atribuye a inventores catalanes y franceses, aún
cuando, la materia prima y equipos para su producción fueron manufacturados y traídos desde el sur de
Francia, incluyendo el propio cemento Portland. Las
empresas Orsola Solá i Cia. fundada en 1876, y Escofet Fortuna i Cia. establecida en 1886, jugaron un
papel protagónico en el desarrollo del mosaico hidráulico. Los mosaicos, sin embargo, no serían plenamente aceptados hasta diez o quince años más tarde cuando el Modernismo, el Art Nouveau y los
períodos eclécticos echaron raíces. Los inmigrantes
catalanes al Caribe Hispano desde los años 1880s a
principios de los 1900s, no sólo trajeron el gusto por
estos pavimentos, sino también el conocimiento técnico para su fabricación.
La nomenclatura «hidráulica», parte integral del
mosaico o baldosa hidráulica, no se debe a la utilización de mortero hidráulico o cemento Portland como
materia prima del proceso de fabricación. El nombre
se asocia principalmente al uso de la prensa hidráulica, equipo indispensable para el proceso de fabricación de estas baldosas que mejoró considerablemente
el método de la prensa de mano original y resultó en
un producto de mucha mejor calidad. (Rosell 1985,
27) Las especificaciones para la instalación de los
mosaicos estaba incluida en sus catálogos, e informaban que sólo se requería un albañil experimentado.
Las baldosas se colocaban comenzando desde el
centro del espacio hacia los muros. Los diseños más
comunes consistían de un patrón central, enmarcado
por una cenefa cuadrilátera, que se completaba con
un borde de transición de mosaicos unicolor. Se instalaban utilizando la técnica «a truco de maceta»,
que fijaba las baldosas individualmente utilizando el
mango de un mazo para nivelarlas. Los mosaicos hidráulicos debían instalarse perfectamente nivelados,
ya que la superficie de cemento decorado no podía
ser desbastada para luego nivelarla. Durante la década de 1890 muchas empresas establecieron plantas
de fabricación en España, Francia e Italia, lo cual indica que la demanda había crecido y se había convertido en negocio rentable. La fama y aceptación del
mosaico hidráulico en Europa, y particularmente en
Barcelona, se trajo al Caribe Hispano en la década de
los 1880s, a través de catálogos y la importación de
los propios mosaicos, en conjunto con los fabricantes
experimentados, los obreros, y artesanos catalanes
que se aventuraron a las colonias insulares.
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Figura 2
Muestrario de mosaicos «La Balear» durante Exposición en
Palatino, La Habana. (El Fígaro - Revista Universal 1909,
144)
Existe documentación que sugiere que La Habana,
Cuba, fue el primer lugar en el Caribe Hispano, donde se estableció una fábrica de mosaicos hidráulicos
en 1886, sin embargo la fuerte competencia entre el
producto local y la importación de baldosas, causó el
fracaso de la compañía. Aún así, el auge de la construcción, impulsado por los beneficios económicos
de una industria azucarera saludable «lograron aumentar la demanda y surgieron nuevos fabricantes»
(Hernández-Navarro 2007, 13). En La Habana, La
Balear (figura 2), fábrica fundada en 1894, manufacturaba un producto excelente que competía con las
baldosas importadas, y en 1909 su producción había
aumentado de 1.000 a 40.000 mosaicos al mes. La
Fábrica de Cemento Cuba añadió la producción de
mosaicos hidráulicos a su empresa nombrándola «La
Cubana», y con 200 empleados producía semanalmente 100.000 mosaicos hidráulicos. Al igual, Ferias
y Exposiciones Industriales en Cuba mercadeaban
elementos arquitectónicos moldeados y prefabricados utilizando cemento Portland. Dos instancias significativas fueron la Exposición en Palatino de 1909
y la Exposición Nacional de 1911 donde se presentaron las compañías que producían estos materiales.
Saneamiento e Higiene Pública también jugaron
un papel importante en la promoción de la industria
del mosaico hidráulico en el Caribe Hispano. La
preocupación por la propagación de la peste bubónica, presente en todas las ciudades portuarias de la
época, dio lugar a ordenanzas estrictas en cuanto a
los espacios destinados al almacenamiento de mer-
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cancías. Estos reglamentos requerían losas o tortas
de hormigón o mosaicos hidráulicos para los pisos de
estos espacios para facilitar su limpieza y desinfectarlos.
Desde la primera década del siglo 20, la industria
del mosaico hidráulico se había convertido en un
mercado competitivo que se extendió rápidamente a
través de las principales ciudades de Cuba. Su gran
peso y la fragilidad de sus bordes contribuyeron a la
descentralización de la industria. Muchas veces era
más práctico llevar consigo las pequeñas prensas (semi-portátiles) y la materia prima más cerca o al sitio
del proyecto propiamente, para evitar el transporte de
las baldosas sobre los caminos irregulares de principios del siglo 20, en su mayoría sin pavimentar. En
La Habana de 1926, la cantidad de fábricas de mosaicos hidráulicos sumaba 32 empresas.
Al igual que en Cuba, las baldosas hidráulicas importadas de Cataluña llegaron a la República Dominicana durante la última década del siglo 19, donde
fueron adoptadas como parte del vocabulario arquitectónico de edificios institucionales y residenciales.
El nuevo producto trajo polémica, cuando «Los inspectores de Sanidad atribuyeron a su fría temperatura
la aparición de la fiebres palúdicas (...). Se acusaba
así al mosaico de ser perjudicial para la salud...muy
frío para los pies, dañino para la vista» (Ortega y Mitila 2008, 63). Los funcionarios del gobierno insistieron en que las baldosas no se utilizaran en los edificios públicos, debido a las continuas protestas. Aún
así, prevaleció su uso, ya que una de las virtudes de
estos pavimentos es que al mantenerse frescos, ayudan a menguar las cálidas temperaturas de los espacios interiores caribeños.
Como consecuencia de la Guerra Hispanoamericana, algunos inmigrantes catalanes establecidos en
Cuba se trasladaron a la República Dominicana en
busca de nuevas oportunidades de negocio. Entre
ellos estaba José Turull-Vilanova, a quien se le atribuye haber establecido la primera fábrica de mosaico
hidráulico en la ciudad capital de Santo Domingo en
1896. Unos años más tarde, Jaime Malla-Shalom, estableció la primera planta de mosaicos hidráulicos en
San Pedro de Macorís. El empresario Juan TavaresJuliá, estableció una fábrica para producir mosaicos
hidráulicos, piedra artificial y otros elementos arquitectónicos de cemento en 1921, y luego compraría
las fábricas de Turull y de Malla con el fin de consolidar la producción del mosaico hidráulico dominica-
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Figura 3
Elementos arquitectónicos producidos con piedra plástica o
cemento Portland, Fábrica de Mosaicos Tavares en Santo
Domingo. (Tavares 1931)
no bajo una misma empresa. Para 1925, Tavares era
el único fabricante de mosaicos en Santo Domingo,
publicando en sus catálogos de 1925 y 1931 (figura
3) distintos tipos de elementos arquitectónicos (columnas y capiteles, bloques, balaustres, y acroteras,
entre otros) fabricados en moldes con cemento Portland.
Similar a lo ocurrido en las otras Antillas Mayores,
los mosaicos hidráulicos importados desde Barcelona entraron al mercado edilicio de Puerto Rico desde
los 1890s. Las primeras fábricas de baldosas locales
no serían establecidas hasta circa 1904. Durante este
período de crecimiento económico, grandes residencias, así como importantes edificios institucionales
exhibieron losa criolla o losa isleña, según se le conoció en Puerto Rico. Los nuevos gustos habían entrado al mercado local con la difusión de los catálogos de las empresas catalanas, así como una clase
acomodada influenciada por los últimos estilos y la
moda europea. Al igual, una nueva generación de arquitectos que habían estudiado en el extranjero, atraídos por los materiales de construcción innovadores
utilizados fuera del Caribe Hispano, propagó el uso
de estos productos en Puerto Rico.
Porto Rico Mosaics en Yauco fue uno de los primeros fabricantes establecidos en Puerto Rico alrededor de 1904. No solo manufacturaban mosaicos,
sino también, elementos arquitectónicos ornamentales prefabricados y moldeados (columnas, molduras)
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Figura 4.
Jiménez, Ribot & Co. de Puerto Rico «Fabricantes de los
afamados Mosaicos Hidráulicos Delta» (Bustello-Morán
2011, 21)
con cemento Portland. Otros fabricantes de la primera década del 1900 establecieron empresas similares
en rápida sucesión, incluyendo a Jiménez, Ribot &
Co. (figura 4), fundada en Santurce ca. 1911, y la
Ponce Mosaic Co. establecida en 1912. La fábrica
ponceña se convirtió en una de las mayores manufactureras de mosaicos hidráulicos y otros elementos arquitectónicos de cemento. Su mosaicos eran anunciados en los periódicos y revistas sociales de Puerto
Rico, Guías de Teléfono y Comerciales, así como en
ediciones del Listín Diario, periódico de la República
Dominicana. Esto indica que las baldosas tenían un
buen mercado tanto en Puerto Rico como en el vecino país.3
En las décadas del 1920 y 1930 la industria alcanzó su mayor popularidad y riqueza propiciando que
más fabricantes se instalasen en Cuba, la República
Dominicana y Puerto Rico. Esta perdió fuerza para la
década de 1940 cuando patrones y diseños mucho
más sencillos, en gran parte simulando mármol, servirían para pavimentar grandes proyectos públicos de
vivienda. Para la década de 1960, gran parte de las
empresas del mosaico hidráulico habían dado paso a
los pavimentos de terrazo que se habían popularizado
en todo el Caribe Hispano por su instalación, aún
más simple, y los cambios en la moda de la época.
BLOQUES DE CEMENTO O CONCRETO: «VERDADERAS
PIEDRAS ARTIFICIALES»
Rapidez, economía y eficiencia caracterizaron los
primeros productos de cemento Portland. Este fue el
caso del bloque de cemento o concreto, que en 1906,
según varios autores, fue un auténtico invento esta-
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Figura 5
A Harmon Palmer se le atribuye el «invento de una máquina de hierro fundido con núcleo extraíble y laterales ajustables» (Simpson 1999, 11), un éxito instantáneo en 1900
dounidense. Su uso se extendió por los Estados Unidos y el mundo rápidamente, cuando miles de empresas e individuos los manufacturarían, a pesar de que
la industria tuvo un comienzo difícil y detractores a
todos los niveles. (Torrance 1906, 52) Independientemente de las fuertes críticas de, más que nada, la cara
del molde que imitaba roca, o piedra natural, los bloques de «piedra artificial» fueron aceptados como
material de construcción tipo «imitación». Las unidades se manufacturaban rápidamente, eran económicas, fiables, y podían utilizarse en todo tipo de
edificios. Los bloques de concreto fueron tema de
numerosos artículos técnicos, y el período comprendido entre 1900-1905 sirvió para pruebas innumerables, experimentación, y la carrera por las patentes.
Los bloques podrían ser hechos rápidamente a
mano en el sitio del proyecto, no requerían hornos ni
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Figura 6
Sears, Roebuck & Co. mercadeaba varios modelos de las
máquinas para fabricar bloques además de moldes con distintos diseños para las unidades (Sears, Roebuck and Company 1907, 9)
equipos grandes para fabricarlos (figura 5), se almacenan fácilmente, y estaban listos para su instalación
en un mes.4 Para 1907, material promocional generado a través de grandes empresas norteamericanas
como Sears, Roebuck & Co., exhibió varios modelos
de la máquina para fabricar bloques de concreto, los
moldes con los distintos diseños para las unidades, y
herramientas relacionadas (figura 6). Estos anuncios,
accesibles al público en general, convirtieron al bloque de concreto en un material conocido, que se
anunciaba como más económico que la madera, ladrillo o construcción en sillares y era a prueba de
fuego.
El triunfo inicial de la fabricación de bloques de
concreto y su uso en los Estados Unidos sirvió para
promoverlo como una tecnología de construcción
exitosa que se extendió rápidamente por todo el país
así como en lugares de intercambio comercial. Este
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fue el caso del Caribe Hispano, donde existe evidencia que las máquinas estadounidenses para fabricar
bloques de concreto llegaron tan temprano como
1901. En las islas, el nuevo material fue adoptado,
modificado, desarrollado, y utilizado en conjunto a
otras tecnologías innovadoras como el acero estructural y el hormigón armado.
Cuba parece ser el primer país en el Caribe Hispano en el que se utilizaron bloques de concreto como
material de construcción. Prueba de que el uso del
bloque fue iniciativa estadounidense, se confirma al
establecerse en La Habana una sucursal de la firma
de contratistas y diseñadores de New York, Purdy &
Henderson. (Cody 2003, 94-95) Sus proyectos más
tempranos en la capital Cubana, entre los años 1901
a 1907, incluyeron varias edificaciones de acero estructural con bloque de concreto. Entre estas sobresalen residencias en el Vedado, el Hotel Miramar, las
primeras sucursales en Cuba del Royal Bank of Canada, y de igual manera, las del Banco Nacional de
Cuba donde se utilizó el mismo sistema edilicio. La
firma había inventado su propio bloque de concreto
que incluía una barrera interna impermeable.
El pueblo de Mariel, al oeste de La Habana, aparenta ser el segundo lugar donde se utilizó bloque de
concreto como material de construcción en Cuba,
esta vez para edificar la mansión de Horatio Rubens
(1905-1906); fecha temprana, incluso para edificios
de bloques de concreto contemporáneos en los Estados Unidos. En este proyecto, los bloques, los cuales
disminuyen en dimensiones generales según asciende
la estructura, fueron utilizados como elementos estructurales, ya que sus cavidades interiores fueron rellenadas con varillas de acero para proveer el arriostramiento lateral necesario tanto por la altura del
edificio de cuatro niveles, como por su ubicación en
un monte desprovisto de protección natural contra
los huracanes que afectan la región (figura 7). La
exuberancia del edificio fue proporcionada por innumerables ornamentos arquitectónicos, al igual, moldeados y prefabricados con cemento Portland que
probablemente fueron manufacturados en el sitio del
proyecto debido a la ubicación remota de la propiedad.
Otras estructuras construidas de bloques de concreto que datan de la primera década del siglo 20 en
Cuba están directamente asociadas con los grupos religiosos protestantes que llegaron desde los Estados
Unidos al final de la Guerra Hispanoamericana. Este
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Figura 7
El Palacio Rubens (1906) en Mariel, Cuba, aparenta ser el
edificio más alto y de mayor área edificado totalmente de
bloques de concreto en el Caribe Hispano (El Fígaro - Revista Universal 1906, 461)
es el caso de la impresionante Iglesia Presbiteriana
de La Habana inaugurada en 1906, de tres pisos de
altura con un campanario de dos pisos adicionales.
Del mismo modo, la Iglesia Metodista en Cienfuegos, utilizó la misma tecnología y fue inaugurada en
1908.
Proyectos más modestos de bloques de concreto en
Cuba incluyeron conjuntos de viviendas. La Cuba
Company, empresa ferroviaria estadounidense, en
1907 construyó veintiocho casas de bloques de cemento para sus empleados. En 1909 un grupo de casas de bloques de concreto fueron edificadas para la
clase trabajadora en el área de Vedado de La Habana.
Material técnico de la época hacía referencia a la
práctica cubana de utilizar moldes de madera para la
fabricación de bloques de concreto en lugar de los
moldes metálicos utilizados en los Estados Unidos,
aunque el proceso de fabricación era similar utilizando la mezcla de una parte de cemento por cuatro partes de arena, apisonadas a mano.
La «Arquitectura del molde» compuesta por piezas prefabricadas, convirtió la manufactura de estos
componentes, con piedra artificial o cemento, en un
negocio rentable en toda La Habana. Esquemas decorativos e innovadores podrían multiplicarse con el
uso de moldes que facilitaran elementos arquitectónicos portátiles, «El molde fue el elemento propio de la
industrialización aplicado a la arquitectura de la serie
infinita, repetible y combinable; una arquitectura
para ser consumida y asimilada por la sociedad de
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masas que ha marcado el siglo XX» (Chateloin-Santiesteban 2007, 253). Se podía consultar un catálogo
y seleccionar rápidamente la combinación preferida
de ornamentos y componentes. La gran variedad de
elementos arquitectónicos de cemento Portland que
se produjeron en los primeros talleres cubanos incluyó «estructura portante», lo que significaba columnas y bloques de concreto huecos que cuando se rellenaban con varillas de acero y mortero de cemento
servirían como soportes estructurales para un edificio (del Cueto 2015, 83-84).
A pesar de que no existe fecha exacta para la importación de las primeras máquinas y moldes para
manufacturar bloques de concreto a la República Dominicana, parece haber sido una industria directamente ligada a la de la fabricación de los mosaicos
hidráulicos y otros productos moldeados con cemento Portland. Los propietarios de las residencias de las
clases de industriales y comerciantes acaudaladas,
por lo general interesados en los materiales de construcción progresistas y de moda, hubieran deseado
emular las expresiones arquitectónicas y tecnologías
promovidas en el extranjero. Debido a las relaciones
comerciales de la clase industrial dominicana con los
Estados Unidos, existe la probabilidad de que durante la primera década del siglo XX, la tecnología del
bloque de concreto podría haber sido importada a la
República Dominicana por los contratistas o constructores del periodo.
La residencia de bloques de concreto simulando
sillares construida para el banquero puertorriqueño
Santiago Michelena-Belvé data del 1912 (figura 8).
Esta parece ser el primer edificio de bloques de con-
Figura 8
Residencia de Santiago Michelena-Belvé (1912) en Santo
Domingo diseñada por el Arq. Antonín Nechodoma y posiblemente edificada por Frank Hatch (El Libro Azul de Santo
Domingo 1920, 41)
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creto construido en la República Dominicana. Varias
residencias similares, construidas con el mismo material, fueron edificadas durante la década de 1920,
específicamente en el área suburbana de Gazcue.
Esto fue más bien debido al establecimiento en Santo
Domingo de la industria de productos de cemento
Portland en 1921, conocida como J.T. Tavares, donde
se produjo un bloque de concreto almohadillado o
«tipo verruga», como se le llamaba localmente (Penson 2005, 72). En el segundo catálogo impreso por
esta compañía en 1931, un segmento completo de la
introducción está dedicado a las virtudes de los bloques de concreto (piedra artificial) y otros productos
de construcción manufacturados por esta fábrica (Tavares 1931, 7-9).
El huracán San Zenón, fenómeno extremadamente
destructivo, azotó la República Dominicana en 1930
nivelando gran parte de la ciudad capital, principalmente compuesta por edificios de madera. Fotos tomadas justo después del desastre muestran varios
edificios de bloques de concreto que sobrevivieron.
Un edificio de tres pisos de altura, con muros estructurales de bloques de concreto, sobrevivió a la tormenta. Fotos históricas documentaron barras de refuerzo o varillas que se extienden verticalmente
desde el interior de los núcleos huecos de las esquinas del edificio de bloques de concreto durante su
construcción, que si luego eran llenados con hormigón, habrían formado columnas estructurales adecuadas. Estos refuerzos sirvieron como amarre lateral, protección indispensable para edificios en áreas
sísmicas o donde ocurren huracanes.5
Como consecuencia de la Guerra Hispanoamericana, un gran número de norteamericanos se establecieron en Puerto Rico. El nuevo gobierno insular emprendió un ambicioso plan de construcción de
carreteras, puentes y escuelas. Gran cantidad de los
edificios institucionales y de vivienda de la época
utilizaron cemento Portland como parte de la mezcla
para la manufactura de los bloques de concreto y el
hormigón armado, imitando modelos introducidos
por el Gobierno colonizador, grupos religiosos protestantes y los militares. (del Cueto 2014, 8)
Hacia 1904-1905, moldes de metal para la fabricación de bloques huecos de hormigón fueron traídos a
Puerto Rico a través de los misioneros protestantes
de los Estados Unidos a fin de acelerar la construcción de sus nuevas iglesias, escuelas, universidades y
hospitales para y por, sus congregaciones. Los pri-
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Figura 9
La Escuela Santiago Palmer (1907) fue el primer colegio
edificado en Puerto Rico con bloques de concreto (Gráfico
- Revista Semanal Ilustrada 1914)
meros bloques mayormente simulan sillares o piedra
cortada. Su fabricación era económica, su peso como
material edilicio mucho más ligero, y eran a prueba
de fuego, cualidades que popularizaron su uso local.
Los primeros moldes hacían los bloques en obra uno
a uno, utilizando los agregados que se encontraban
en las inmediaciones de los proyectos.
Se considera al Orfanato para Niñas George O. Robinson en San Juan como la primera estructura de bloques de concreto construida en Puerto Rico durante
1906. La Iglesia Metodista Episcopal Collins Memorial en Aibonito, edificada entre 1906-1907 aparentemente fue la primera Capilla Metodista construida en
la Isla y la segunda estructura de bloques de concreto.
El tercer edificio local de bloques de concreto parece
haber sido la Escuela Santiago Palmer (figura 9) construida en Salinas durante el 1907.6
Los primeros dos edificios fueron construidos con
fondos de la misión de la Iglesia Metodista Episcopal. Las escuelas de Puerto Rico, como proyectos públicos, fueron diseñadas por arquitectos de la Oficina
del Comisionado de Educación, bajo el Departamento del Interior. Para 1906, la directiva general de esta
Oficina había sido que se abandonara el uso de madera como material de construcción para edificios
escolares y su sustitución por bloques de concreto, ya
que escaseaban distribuidores locales con suficiente
inventario de madera buena y seca. Este incentivo
para utilizar la nueva tecnología de bloques en las escuelas, proporcionó estructuras de albañilería permanentes en una región tropical plagada por insectos xilófagos, huracanes y terremotos.
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La Misión Presbiteriana estableció el Instituto Politécnico de Puerto Rico en San Germán circa 1910.
Los bloques de cemento fabricados a mano y la construcción de los edificios del campus eran actividades
requeridas de los estudiantes varones como parte de
su formación universitaria. El Reverendo Will Harris,
quien estableció el Instituto, había utilizado la tecnología desde 1907 cuando él mismo, con la ayuda de
miembros de su misión, habían erigido dos edificios
de bloques de cemento con textura de sillares en el
pueblo: la Iglesia Presbiteriana y la casa del pastor.
Harris posiblemente importó los moldes y máquinas
para hacer bloques a la parte occidental de la Isla,
cuando las comunidades presbiterianas estaban estableciéndose en la región.
El uso de bloques de concreto tuvo su apogeo en
Puerto Rico durante la primera década del siglo XX,
cuando sus cualidades ornamentales y moda, así
como su sencilla fabricación e instalación rápida fueron ventajas importantes. El equipo necesario para la
fabricación de los bloques debe haberse propagado
rápidamente por toda la Isla, ya que desde 1906-1910
se construyeron un número significativo de todo tipo
de edificios con el uso de esta tecnología. Como fue
el caso en los Estados Unidos, la superficie preferida
era aquella que simulada sillares o piedra natural,
pero fotos históricas indican que por lo general, se
utilizaba más de un diseño de los moldes para crear
fachadas ornamentales.
A diferencia de los mercados cubanos y dominicanos, la documentación relativa a industrias puertorriqueñas fabricantes de materiales ornamentales moldeados con cemento Portland, son sumamente
escasas. Sin embargo, estas empresas probablemente
existieron desde la primera década del siglo XX. La
ornamentación arquitectónica moldeada estuvo muy
presente desde los primeros usos del bloque de concreto y el hormigón armado en la Isla. Los primeros
ejemplos de ornamentos arquitectónicos moldeados
locales probablemente fueron fabricados utilizando
moldes comprados traídos a la propia obra, como se
detalla en las especificaciones de construcción para
las escuelas de Puerto Rico (del Cueto 2015, 93-95).
La pasión por el uso de los bloques de concreto
como material estructural, se extinguió rápidamente
en Puerto Rico, principalmente debido a la preferencia por el uso de hormigón armado, una tecnología
contemporánea a los bloques, que fue adoptada rápidamente por la industria de la construcción local
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acostumbrada a construir estructuras de albañilería
utilizando formaletas y encofrado igual que había
sido el caso para las estructuras antiguas de mampostería. Otro factor que contribuyó al cambio, fue el terremoto de gran magnitud de 1918 que provocó cambios en los códigos y reglamentos de construcción
que garantizaran el uso de materiales y tecnologías
apropiadas y seguras. Las nuevas ordenanzas recomendaron el hormigón armado sobre cualquier otra
tecnología, por su resistencia probada a los huracanes
y terremotos, así como por la economía de representaba su uso. (del Cueto 2014, 9)
CONCLUSIÓN
Los materiales de construcción prefabricados de cemento Portland –los mosaicos hidráulicos y los bloques de concreto– jugaron un papel fundamental en
la arquitectura de fines del siglo XIX y principios del
XX en las tres islas del Caribe Hispano: Cuba, República Dominicana y Puerto Rico. Su uso marcó no
solo avances en tecnologías y procesos constructivos,
sino que definió el estilo de una época y de un lugar,
el trópico caribeño.
Sus propiedades materiales, particularmente el ser
a prueba de fuego, agua y sabandijas, junto a los procesos de prefabricación, estandarización y rapidez de
manufactura e instalación revolucionaron la manera
de construir en el Caribe. La historia de estos materiales exhibe orígenes comunes en las tres islas –un
origen catalán a fines del siglo XIX amplificado por
una creciente influencia norteamericana a partir de la
Guerra Hispanoamericana y la consecuente bonanza
económica, producto de la explotación de la caña de
azúcar.
Ambos materiales de construcción se enfrentarían
cara a cara o coincidirían en una región tropical que
representaba el cruce entre mundos dispares, que
concurrentemente aceptaba todas las influencias. Estas tecnologías de construcción importadas desde Cataluña y los Estados Unidos se mezclaron en el Caribe Hispano, donde fueron utilizadas juntas o de
forma independiente. La Arquitectura resultante exhibiría nuevas formas de utilizar materiales de construcción moldeados y prefabricados de cemento Portland que sobrevivirían indefinidamente.
Hoy día, el estudio y documentación de estos materiales y tecnologías servirá como instrumento in-
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B. del Cueto
dispensable para la preservación y conservación de
edificaciones de este periodo en el Caribe Hispano.
Es importante constatar, que las especificaciones y
recomendaciones originales de principios del siglo
20 para la preservación y el mantenimiento de estos
materiales, son de igual relevancia hoy día que cuando fueran redactadas hace mas de cien años.7 En gran
medida aquí yace la clave para su supervivencia y
perdurabilidad en el futuro.
NOTAS
1.
2.
3.
4.
Un interés renovado por los materiales hidráulicos comenzó en el norte de Europa (Inglaterra y Francia) a finales del siglo XVIII. John Smeaton, ingeniero Inglés,
descubrió que el mejor mortero provenía de calizas que
contenían mayores porcentajes de arcilla. Las investigaciones de Joseph Aspdin para el «cemento Portland»
(llamado así porque la mezcla era similar al color y textura de la piedra caliza de Portland, Inglaterra) fueron
patentadas en 1824. Luego de sus patentes, comenzó la
carrera por producir materiales similares, aunque no
siempre con el mismo éxito. La necesidad de construir
canales, carreteras, puentes y obras de ingeniería civil
durante la Revolución Industrial, exigió materiales de
alto rendimiento como los morteros hidráulicos de cemento, piedra artificial o piedra plástica. Estos productos fraguaban rápidamente, endurecían bajo el agua, alcanzaban resistencia temprana y protegían los edificios
del agua y contra el fuego. (del Cueto 2014, 8)
Los mosaicos hidráulicos están compuestos por tres capas que se comprimen en un molde mediante una prensa: una superficie fina decorada (mezcla de arena fina,
polvo de mármol, cemento y pigmentos, que a la vez
sirve como capa resistente y artística); una capa de
unión intermedia (partes iguales de arena y cemento
que unen las otras dos capas y que absorbe la humedad); y un soporte o capa inferior donde se coloca el
sello del fabricante (arena y cemento Portland, aproximadamente 4: 1). (Rosell 1985, 25) Texto traducido del
catalán por la autora.
El mosaico hidráulico también se utilizó para los trabajos de reconstrucción, específicamente luego de desastres naturales de gran magnitud (huracanes, incendios, terremotos) que ocurrieron entre 1899 a 1928 en
Puerto Rico. (Bustello-Morán 2011, 26) Nuevos reglamentos y ordenanzas promovieron productos de
cemento, o aquellos materiales y tecnologías de construcción que fueran seguros para las estructuras en
Puerto Rico.
La patente estadounidense de Harmon Palmer fue concedida en 1900 y su empresa, fundada en 1902, produjo
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5.
6.
7.
y vendió un kit para fabricar bloques. La tecnología
tuvo imitadores inmediatos, por lo tanto, ya para esta
época, el bloque de concreto había establecido su lugar
en la historia de la construcción. (del Cueto 2015, 76)
Cuando el gobierno dominicano inició el proceso de reconstrucción, tanto los bloques de concreto, como elementos arquitectónicos prefabricados con cemento
Portland (columnas, capiteles y balaustradas), se convertirían en los protagonistas de la vivienda nueva en
Santo Domingo. Un gran número de las nuevas viviendas también incorporó pavimentos de mosaicos hidráulicos.
El bloque de concreto que simulaba sillería fue seleccionado para los tres edificios, con algunas áreas de
bloques lisos, que combinados, concedían el carácter
institucional requerido para los edificios religiosos y
escuelas. El bloque, como sustituto de la piedra natural,
había sido utilizado como material para la construcción
de escuelas y arquitectura religiosa contemporánea estadounidense. Este material fue importado junto a las
nuevas tipologías arquitectónicas que sirvieron como
importantes precedentes para proyectos en Puerto Rico.
Para ver Especificaciones y Recomendaciones en cuanto a estos procesos, consulte Aguayo Tiles, 2014; del
Cueto 2015, 137-147; Gaudette et.al. Preservation
Brief 15; y Jester et.al. 1995, 84-85.
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Los mosaicos hidráulicos y los bloques de concreto en el trópico caribeño
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