¿Quiénes son los Testigos de Jehová? Los Testigos de Jehová son una secta fundada en 1879 por Charles Taze Russell, un lencero de Pittsburgh. Russell nació en 1852, descendiente de escoceses e irlandeses. Fue miembro activo de la Iglesia Congregacional. A los diecisiete años, tratando de convertir a un ateo, perdió él mismo su fe en Dios. Russell había estado obsesionado por el pensamiento de los horrores del infierno. Aún como ateo, no dejaba descansar su Biblia. A los veinte años comenzó a predicar "la buena nueva sin infierno". En 1879, al fundar su nueva religión, se adjudicó el nombre de "Pastor Russell". Charles Taze Russell: Su fundador. Russell no era un especialista en las Escrituras ni conocía el idioma griego. En la ciudad de Hamilton, mientras era interrogado por un juzgado, afirmó bajo juramento que era un experto en las Sagradas Escrituras y que conocía perfectamente el griego. Le dieron un Nuevo Testamento en ese idioma y, al fin del interrogatorio, se vio obligado a aceptar que ni siquiera sabía el alfabeto griego. Tampoco sabía latín o hebreo. Escribió mucho sobre la Biblia, pero cualquier especialista hoy en día, leyendo sus obras, estará de acuerdo en afirmar que sus explicaciones de los textos sagrados son en general inadmisibles con el sentido obvio de las palabras del texto. Russell nunca fue un especialista en la Biblia. Tampoco vivió una vida santa, como esperaríamos de un fundador religioso. Sus seguidores escribieron: "Russell tuvo una poco frecuente capacidad para los negocios. Antes de cumplir los treinta años, ya había extendido notablemente la tienda de ropa de su padre en Alleghany, Pennsylvania, y en poco tiempo estableció cuatro más. Cuando tuvo treinta años vendió la cadena de negocios por 250,000 dólares, que llevados al dinero actual hacen algo más de un millón de dólares" (Marley Cole, Jehovah's Witnesses, 73). También era un experto haciendo dinero con inversiones en minas e inmuebles, y con la venta de libros. Hasta llegó a vender a muchísimos crédulos agricultores lo que él llamó "el trigo de oro", a sesenta dólares la bolsa; descubierto el fraude por las autoridades federales, tuvo que devolver el dinero (Leslie Rumble, Radio Replies, 2:1, 352). En 1911, el periódico Brooklyn Daily Eagle publicó una caricatura de Russell con la leyenda: "Si el Pastor Russell puede hacer un dólar por medio kilogramo del 'trigo de oro', ¿cuánto hubiese podido hacer vendiendo 'acciones y bonos de oro' como director en el viejo 'Banco la Unión'?". Russell le hizo juicio al periódico por calumnia, pero perdió el caso. Por entonces comenzó a predicar la Aurora del Milenio. Sus seguidores, por este motivo, comenzaron a ser llamados "los auroristas del Milenio". No mucho después Russell adoptó el nombre de "Sociedad de Difusión 'La Atalaya de Sión'". En 1896 este nombre se cambió por el de "Sociedad Bíblica de Difusión 'La Atalaya'". Por algún tiempo Russell pensó que aún mejor sonaba "Asociación del Púlpito del Pueblo". En 1914 un nuevo cambio de nombre los llevó a denominarse "Asociación Internacional de Estudiantes de la Biblia". El "Pastor Russell" murió en 1916. Lo que cree los Testigos de Jehová Algunos dicen que los Testigos han alterado sus creencias en más de una oportunidad. Si eso es cierto, se los puede acusar con todo derecho de haber extraviado a sus seguidores por muchos años. Si no es cierto, todo el mundo creyente los puede acusar por las doctrinas expuestas por Russell y Rutherford. Su estrategia ha cambiado: el objetivo hoy en día es manipular los sentimientos de personas y los miedos naturales del ser humano. Juegan con conceptos como "el poder destructivo de las armas nucleares", "la sobrepoblación", "corrupción en altas esferas de los gobiernos", "la avalancha de material pornográfico", etc. Los Testigos nos aseguran que ellos "han renunciado al mundo", y que sus complicados problemas, guerras y políticas ya no les preocupan. Nos dicen que son "ciudadanos de una sociedad mejor, la 'Teocracia del Nuevo Mundo de Jehová'". 1 En sentido estricto, los Testigos no son cristianos, ya que niegan que Cristo sea Dios. Sus enseñanzas son ciertamente nuevas, aunque ellos se empecinan en negar que sean una religión nueva. Es más, una de sus principales tareas es denunciar todas las religiones organizadas. Rutherford nos enseña que "la religión fue introducida en el mundo por el Diablo". "Por más de tres años −continúa− Jesús proclamó la verdad y advirtió al pueblo contra la práctica de la religión". "Porque la religión deshonra y reprueba el nombre de Jehová Dios" (Rumble, 7). De acuerdo a sus enseñanzas, la religión y el cristianismo son opuestos y se contradicen mutuamente. Por otro lado digamos que todos los cristianos creen lo contrario: el cristianismo es la religión verdadera, revelada por Jesucristo−Dios. Organización: La secta ser rige por una estricta organización central. Las órdenes y los reporte vienen desde y vuelven a los cuarteles generales en Brooklyn. En países importantes, oficinas locales supervisan el trabajo y encausan la distribución de las publicaciones. Los grupos o congregaciones locales son visitadas regularmente por siervos de distrito y de circuito, de modo de poder contactar a cada miembro. Llevan cuenta escrupulosa de todas las actividades y estadísticas. Se reúnen para convenciones de todo tipo. Si nos preguntamos si los Testigos son una iglesia o no, la Nueva Enciclopedia Católica responde: "en 1965, el grupo perdió algunas características sectarias. Aun cuando los Testigos no se consideran parte de la sociedad en la que viven, sin embargo se vieron obligados a temperar un poco el tono con el que se referían a las instituciones religiosas y civiles. Tanto antiguos miembros de la organización como los recién llegados, siguen siendo fieles a sus principios de proselitización, aunque se puede notar en algunos una merma en el fervor. Parecería que las clases de la sociedad están más representadas entre ellos ahora, que lo que lo estaban veinte o treinta años atrás, cuando se decía que menos del 1 por ciento de los Testigos de Jehová tenía acabada la escuela secundaria. Daría la impresión que se están pareciendo un poco más a una iglesia, en lo que ésta tiene de opuesto al concepto de secta" (7:865). ¿Un auténtico peligro? Un sistema que contradice todos los principios básicos del cristianismo, de seguro que es peligroso. Particularmente en algunos países de sud América, donde la falta de sacerdotes, la ignorancia religiosa y los problemas económicos son caldo de cultivo para los Testigos. Su sistema está basado en la destrucción de la Cristiandad, de todas las religiones organizadas, y de toda autoridad civil: nos damos cuenta de lo falso y peligroso de esta posición. Los Testigos dicen que la Biblia prohíbe transfusiones de sangre: esta es una doctrina altamente peligrosa, además de totalmente equivocada. Los textos habitualmente citados por los Testigos son Levítico 17:10 y Hechos 15:29. En primero lugar, estas eran normas dietéticas observadas por los Judíos hasta Jesucristo. Los Apóstoles legislan diciendo que los nuevos conversos al cristianismo deben abstenerse de la sangre, aunque se ve muy claro que se trata de un compromiso para tranquilizar a las comunidades cristianas de origen judío, y evitar así que se escandalicen. Deducir de estos textos que las transfusiones de sangre están prohibidas no tiene absolutamente ningún fundamento. Una cosa es toma la sangre de un animal o comer carne que contenga sangre, y otra muy distinta es recibir sangre en una transfusión. ¿Qué hacer cuando llaman a la puerta los Testigos? Cuando un Testigo lo visita, sea amable. Digale con toda la tranquilidad y seguridad del mundo que usted tiene sus creencia y tiene muy buenos motivos para tenerlas, y que está muy contento con ellas. Hablando en general, es una auténtica pérdida de tiempo conversar con ellos: tenemos muy poco en común. Para un Testigos, temas como Dios, Cristo, el Espíritu Santo, la Iglesia, la religión y la salvación, tienen un significado totalmente diferente a lo que un católico cree bajo esas mismas palabras, y que todos los cristianos creyeron desde Jesucristo en adelante, pasando por los Doctores de la Iglesia, los santos, los estudiosos... Recuerde también que, muy probablemente, su visitante está pre−juiciado, y sólo los católicos muy bien preparados pueden sacar algún provecho del diálogo. Y debemos retener siempre la iniciativa, y no dejar que 2 el Testigo salga adelante con sus errores. Recuerde que el pobre Testigo desconoce totalmente la belleza y los tesoros de la Iglesia. La única esperanza que puede haber en una discusión con los Testigos es ser positivos, no brindarse a la argumentación sin sentido, y tratar de dar una imagen positiva y atrayente de la Iglesia. Nunca acepte ni compre literatura de la Sociedad. No le de dinero. Nunca pierda el freno de lo que dice o use palabras soeces. Y recuerde que los Testigos no siempre muestran claro lo que son: si alguien llega a su casa ofreciendole inocentemente una Biblia, pregúntele si es Testigo y obre en consecuencia. Y sobretodo debemos rezar por las pobres almas que fueron llevadas, Dios sabe por qué motivos, a ser parte de la secta. Valencia, 26 de Mayo de 1998 Los Testigos de Jehová 1 5 3