Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodológica

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Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodológica
Fernando Hernández Valencia
Marzo de 2006
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Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
O
1. El ELN aprende a negociar
En su VI Pleno de la Dirección Nacional (2004) el ELN abrió las puertas a un proceso
de negociación política que le permita acceder a una nueva etapa de su compromiso
histórico por las transformaciones políticas, económicas y sociales que Colombia
requiere. Esta decisión ha sido precedida por una serie de acercamientos que
empezaron por las conversaciones de Cravo Norte en 1991, Caracas y Tlaxcala como
integrante de la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (91-92) y posteriormente en el
Preacuerdo de Viana (España 98), en el Encuentro de Puerta del Cielo (Maguncia 98),
Río Verde (98), Costa Rica (2000) y, finalmente La Habana en 2001 y 2002.
A través de todo este proceso el ELN ha recorrido un aprendizaje sobre la negociación
que lo ha ido acercando, desde las iniciales posiciones maximalistas de carácter más
ideológico, a posturas más flexibles y acordes con el desarrollo de las realidades
políticas de su entorno. Inicialmente, en 1984, el ELN fue la única organización
insurgente que rechazó la tregua y los diálogos de paz del período Betancur con los
que las FARC, el M19 y el EPL saltaron a la arena de las propuestas políticas más allá
de su sola acción armada contra el Estado. De aquel período son propuestas como la
del Diálogo Nacional (M19), Asamblea Nacional Constituyente (EPL) y la apuesta de
las FARC por la Unión Patriótica como un movimiento político legal que les permitiera
aglutinar su influencia regional en torno a la experiencia electoral.
El ELN respondió a su relativo aislamiento político posicionando, de la mano del
Derecho Internacional Humanitario, su propuesta de Humanización de la Guerra
(1986) que, en el marco de la reivindicación y reafirmación del conflicto armado
colombiano, significaba la disposición a negociar acuerdos para la protección de la
población frente a la acción de los ejércitos enfrentados. En su propuesta, que
respondía a la agresión estatal (Estatuto de Seguridad) y paramilitar contra su base
social, el ELN se colocaba conscientemente en la tradición Bolivariana del “Tratado de
Regularización de la Guerra” (1820) y abría la puerta a negociaciones parciales de
carácter humanitario. Esto significaba la negativa a cualquier otro tipo de diálogo y
concretamente al diálogo de carácter táctico que como “negociación de paz” habían
establecido las demás organizaciones insurgentes con el Gobierno Betancur1.
Todavía en el Segundo Congreso de finales de 1989 cuando la Coordinadora
Guerrillera Simón Bolívar (CGSB) estaba rota por la decisión del M19, concentrado en
Santo Domingo (Cauca), de establecer negociaciones de paz con el Gobierno de
Barco, el ELN establece una política de negociación que llama “Convenio por la Vida”
que pretende negociaciones parciales para la humanización de la guerra sin
comprometer para nada la esencia de su estrategia de Guerra popular prolongada. La
defensa de los recursos naturales, particularmente del petróleo, puede también ser
objeto de negociaciones parciales, pero el centro del proyecto revolucionario del ELN
de entonces sigue siendo la estrategia de lucha armada para la toma del poder,
mucho más cuando las sucesivas negociaciones y desmovilizaciones del M19, EPL,
PRT y Quintín Lame y el debate sobre la Asamblea Nacional Constituyente lo han
colocado a la defensiva en la protección de su “proyecto histórico”(1990).
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Hernández Valencia, Fernando. “La búsqueda del Socialismo democrático”, en “El Regreso de los Rebeldes”. Corporación Nuevo
Arco Iris. Cerec. Bogotá. 2005
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Sin embargo esa política de negociación está ligada a lo que el ELN llama una
“acumulación revolucionaria de fuerzas” que tiene como bases la unidad estratégica
de las fuerzas guerrilleras en la CGSB y “la participación de las organizaciones
políticas y sociales de las masas, lo mismo que de sectores democráticos del país en
el proceso de negociación”. La negociación sirve, bien utilizada, “para conquistar
legitimidad nacional e internacional, una mayor aceptación de la población y un mayor
reconocimiento de los movimientos y de los gobiernos de otros países…ayuda
también a conseguir nuevos aliados y a mejorar la correlación de fuerzas, a obtener
conquistas parciales tanto para el pueblo como para las organizaciones
revolucionarias”2
Cuando el ELN acude a las negociaciones de Caracas y Tlaxcala como integrante de
la CGSB, entiende que llega a un espacio político abierto por la ofensiva militar
guerrillera producto del ataque gubernamental a Casa Verde de Diciembre de 1990
pero viene atado a esa concepción táctica de la negociación como un modo de
acumulación. Sin embargo, por primera vez en su historia, el ELN se va a sentar,
como miembro de la CGSB a una mesa de negociación con el gobierno nacional, lo
que lo llevará necesariamente a una inmersión en una nueva dinámica política en el
marco de un contexto nacional e internacional que se transforma con el derrumbe del
muro de Berlín y el fin de la Guerra fría y la convocatoria a una Asamblea Nacional
Constituyente que debe elaborar un nuevo consenso político para superar la vieja
Carta de 1886. Ello va a significar para el ELN un lento proceso pedagógico y político
sobre la negociación del conflicto armado.
Contradictoriamente, al mismo tiempo que llega a los diálogos de paz de Caracas
como miembro de la CGSB, el ELN acaba de sufrir la ruptura con la Corriente de
Renovación Socialista CRS (mayo de 1991) que exigía un replanteamiento de la
estrategia de guerra, una modernización de la táctica política en mayor sintonía con
los cambios sociales y políticos que vivía el país, y una urbanización del lenguaje y las
propuestas para una sociedad en transformación. Esta crisis del proyecto eleno de
1991 con la CRS, remite necesariamente a la presentada en 1976 con
Replanteamiento y se salda con una nueva ruptura. La CRS negociará un acuerdo de
paz con el gobierno Gaviria en 1994 mientras el ELN empieza a vivir su propio proceso
de reflexión interna.
En Caracas y Tlaxcala, a pesar de su fracaso en la búsqueda de acuerdos de paz, el
país sigue afinando los instrumentos de la negociación política y los conceptos que se
harán familiares en el proceso, como los de cese al fuego y de hostilidades, veeduría
internacional, agenda sustantiva, etc. Precisamente la Agenda de Caracas constituye
un primer acuerdo de diez puntos que empieza a delimitar, aún de forma poco
diferenciada, elementos de contenido y de procedimiento de la negociación, pero
intentan poner un orden para abordar, por primera vez en la historia de la última
guerra en Colombia, los caminos de la paz y la reconciliación nacional en cuanto
comprometían al conjunto de la CGSB, al Gobierno nacional, a delegados del
Congreso de la República, de la misma Asamblea Constituyente y aún a miembros de
organizaciones cívicas y sociales.
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Medina Gallego, Rodríguez. “ELN: Una Historia contada a dos voces”. Quito Editores. Bogotá 1996, p. 248
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
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Allí se combinan “las posibilidades de convenir…una fórmula del cese al fuego y a las
hostilidades”, la “veeduría del proceso de paz”, la “metodología, procedimientos y
reglamentaciones de las negociaciones y los acuerdos”, con las “medidas efectivas
contra la impunidad”, “acciones contra los grupos paramilitares”, “derechos humanos y
derechos de las minorías étnicas” y consideraciones sobre la “denominada Doctrina de
la Seguridad Nacional” Igualmente liga el desarrollo de la soberanía nacional a
elementos como “el manejo de los recursos naturales, tratados internacionales y la
política económica exterior”, y plantea “El Estado, la democracia y la favorabilidad
política” y “elementos para la democratización de la política económica y social” como
puntos de discusión para el “diseño de un proceso que permita evolucionar a una fase
en la que se concreten acuerdos y medidas prácticas que materialicen la superación
definitiva del conflicto armado en Colombia y garanticen el ejercicio de la actividad
política sin el recurso de las armas, dentro del marco de la vida civil y democrática del
país, una vez satisfechos los requisitos necesarios para este propósito” 3
El lenguaje demasiado cuidadoso evidencia la dificultad para pasar del inicial tanteo
entre las partes, mucho más cuando para el grueso de la CGSB, los acuerdos de paz
con el M19, EPL, Quintín Lame y PRT realizados hasta entonces partían de una
posición de debilidad de la insurgencia que no le permitía negociar más que las
condiciones de su desmovilización y las garantías políticas y de seguridad para ello.
Si para los grupos desmovilizados la participación en la Asamblea Nacional
Constituyente era la oportunidad de contribuir en la elaboración de la nueva carta
política, lo que la CGSB piensa es que tiene la fuerza para lograr negociar las
transformaciones económicas y sociales profundas por las que ha luchado. Para el
Gobierno, aún con la concesión de realizar negociaciones sin cese al fuego ni
concentración de fuerzas como en los procesos de M19 y EPL, se trata de cobrarse la
legitimación del régimen político por la Constituyente y la derrota estratégica de la
insurgencia y de su proyecto socialista con el derrumbe del muro de Berlín y la
disolución del “campo socialista”.
Las “Doce Propuestas para Construir una Estrategia de Paz” del 25 de enero de 1992
son el documento programático de la CGSB para los diálogos con el Gobierno. Es
significativo que comiencen atacando la “apertura económica” que ha sido la bandera
del “revolcón” de Gaviria y que contemplen la negociación de temas que ya han sido
tocados por la nueva Constitución promulgada el 4 de Julio de 1991. Se trata ahora
de una negociación de poder a poder y para la CGSB la nueva Constitución, de la que
fue excluida, no es suficiente como tratado de paz. En cambio aparecen temas como
el de la Reforma Agraria, la política soberana de explotación y administración de los
recursos naturales, la función social del Estado como garante de los servicios básicos
y, otra vez, la vigencia de los Derechos Humanos, el desmonte de los grupos
paramilitares y la desmilitarización de la vida nacional y de la Doctrina de Seguridad
Nacional.4
Esta clara definición programática y el desacuerdo en los procedimientos de la
negociación lleva al fracaso los diálogos en México, “En Tlaxcala se entierra el
modelo de negociación que se había agotado en los procesos anteriores, pero que
en las nuevas condiciones del país y dado el desarrollo que tuvieron esos mismos
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3
CGSB. “Agenda de diez puntos…”. Caracas.
4
CGSB. “Doce propuestas..”. Caracas. 25 de enero de 1992.
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procesos era necesario transformar sustancialmente. Pensar en el proceso de
negociaciones en términos de desarme, desmovilización y reinserción, ya no era
posible”5. Como consecuencia, el Gobierno de Gaviria declara la “Guerra Integral” y la
guerrilla continúa con sus planes de crecimiento y copamiento del territorio. Para el
ELN en particular “lo que se colocaba al orden del día era la regulación de los
conflictos armados en el marco del Derecho Internacional Humanitario y el Derecho de
los conflictos armados” (Id).
Evaluando las rondas de negociación de Caracas y Tlaxcala, Manuel Pérez
manifestaba a finales de 1992: “Lo que hasta ahora se ha dado es la confrontación de
concepciones sobre lo que debe ser la negociación, eso ha generado una serie de
obstáculos y escollos que reflejan las dificultades que existen en ese terreno….es
necesario mirar el conflicto social y político, antes que entrar a mirar el conflicto
armado. Ahora los diálogos son un momento de acercamiento para determinar la
naturaleza de los conflictos y la posibilidad de entrar en negociaciones, y las
negociaciones corresponden no a un proceso de firma de acuerdos sobre obras a
realizarse, sino sobre la ejecución de esas obras….Por nuestra parte debe quedar
claro que no es que estemos decididos a hacer la guerra, el problema es que estamos
decididos a conseguir unos objetivos de los que estamos plenamente convencidos y a
los cuales no vamos a renunciar. El primero de ellos es la paz, para nosotros la
conquista de la paz está unida a la solución de los grandes problemas del país, por
eso no hablamos sólo de diálogo sino también de negociación y eso incluye la solución
de esos problemas”. 6
Así pues el diálogo debe, en primer lugar, caracterizar el conflicto y, en segundo lugar,
estudiar la posibilidad de entrar en negociaciones. El primer acercamiento del ELN a
una mesa de discusiones con el Estado, le descubre la negociación como un
escenario político. En esa determinación de la naturaleza de los conflictos el ELN va a
insistir, desde muy pronto, que el diálogo es también – y en primer lugar- con la
sociedad. Ello será consecuencia de su concepción del “Poder Popular” que aprendió
de las revoluciones centroamericanas y que sería la consigna fundamental de su
Segundo Congreso de 1989: ”Poder Popular y Nuevo Gobierno”. La construcción de
Poder Popular es al mismo tiempo la afirmación de la legitimidad del nuevo Estado
que la insurgencia opone al Estado burgués. Desde mediados de 1987 con la
campaña “el pueblo habla, el pueblo manda”, el ELN abandona el vanguardismo
armado y se acerca a una nueva relación con la sociedad en la que “las masas”
tienen la palabra. De esta manera, el carácter de Organización político-militar y su
fuerte relación con las organizaciones sociales y comunitarias regionales, le permitirá
al ELN evolucionar hacia una concepción más societal de la negociación.7
Sin embargo, rotas las negociaciones de Tlaxcala, el ELN tendrá que afrontar la
declaratoria de la “Guerra integral” por parte del Estado con consecuencias muy
profundas para su proyecto político-militar. En primer lugar sufriendo la ofensiva
conjunta militar y paramilitar contra sus territorios lo que golpeará mediante la masacre
y el desplazamiento a su base social y empezará a desplazarlo de zonas de tradicional
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5
Medina Gallego. o.c.. p.258
Medina Gallego. o.c.. p.228
En junio de 1987 se realiza la fusión entre el ELN y el MIR Patria Libre, de donde nace la Unión Camilista ELN que en 1991
sufrirá la ruptura de la CRS. El fuerte debate interno que llevó a la división de la UCELN, también contribuyó a la evolución
política de la Organización que en el III Congreso de 1996 retomará el nombre histórico ELN.
6
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Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
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influencia elena. Dada la opción ética del ELN de no financiarse con el narcotráfico y
reducida la CGSB a su relación, muy problemática en determinadas regiones, con las
FARC, no pudo dar el salto militar de construir formas de ejército como se planteó
desde 1986 en pleno auge de la CNG y de su financiación con los impuestos a las
compañías petroleras. De allí que empiece a hablar de su fuerza militar como fuerzas
de resistencia y a estimular la organización de milicias para defender los proyectos
comunitarios de la ofensiva paramilitar.
En su III Congreso de 1996 ésta es una tendencia consolidada, junto con la lectura
que hace de la crisis del proyecto socialista y la evaluación de las negociaciones de
paz hechas en Colombia y en Centroamérica. De su lenguaje desaparece lo que
antes definía como el “eje estratégico” de la toma del poder; y el proyecto de
sociedad, de Poder Popular que describe como su acumulado, acentúa los rasgos
autogestionarios para la nueva economía, el control de la administración pública, el
manejo soberano de los recursos naturales y las formas milicianas de defensa popular.
En esa forma de construir la legitimidad del nuevo Estado, el ELN se va distanciando
cada vez más de la estrategia de las FARC aunque se mantengan las viejas fórmulas
de la hermandad guerrillera y revolucionaria. Es de este fermento de donde va a
surgir la propuesta de la Convención Nacional, central en la estrategia de negociación
del ELN desde 1998. En realidad el precedente de la Convención Nacional es la
concepción de Asamblea Nacional Popular ANP que el ELN manejó a finales de la
década del 80, pero entonces estaba inscrita en la estrategia de construcción de poder
alternativo, sólo después del III Congreso de 1996 se va a presentar, expresada como
Convención Nacional, como un espacio de concertación del ELN con la sociedad para,
como decía Manuel Pérez, “mirar el conflicto social y político antes de entrar a mirar el
conflicto armado”.
Esta aparece por primera vez en el preacuerdo del Palacio de Viana con el Gobierno
de Ernesto Samper del 9 de Febrero de 1998. Allí guerrilla y gobierno coinciden en
afirmar que “la solución del conflicto político, social y armado de Colombia requiere un
proceso amplio de diálogo y concertación que involucre a todos los sectores de la
sociedad colombiana” y convocan a la “Convención Nacional para la Paz, la
Democracia y la Justicia Social” cuyo horizonte puede ser una nueva Asamblea
Nacional Constituyente o un referendo. Es significativo de este preacuerdo la
presencia de la Comisión de Conciliación Nacional como facilitadora e incluso el papel
que se le asigna en la Convención Nacional en cuanto representa un sector de la
sociedad civil y a la Iglesia misma. Y la convocatoria al acompañamiento del proceso
de diálogo que se inicia, “de la comunidad internacional, en principio a partir de
España, México, Costa Rica y Venezuela” con los principios de neutralidad,
imparcialidad y discreción. Aunque este preacuerdo no fue ratificado en vista del
escándalo político que suscitó su filtración por un diario de la derecha española en el
contexto de la campaña electoral colombiana, su publicación desató una dinámica de
participación social en la concreción de la Convención Nacional durante todo 1998.
Era un año de cambio de gobierno y la campaña política estuvo centrada en la
búsqueda de la negociación del conflicto armado. La sociedad civil por su parte,
fortalecida por el éxito del Mandato por la Paz de 1997, se volcó a acompañar el
nuevo esfuerzo de reconciliación.
En efecto en Mainz (Alemania) y sobre todo en el Acuerdo de Puerta del Cielo
(Wuzburg, Alemania) de Junio y Julio del 98 se teje el acuerdo entre el ELN y sectores
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muy representativos de la Sociedad Civil Colombiana en torno a la Convención
Nacional. Allí estaban representantes del Comité Nacional de Paz, de la Red de
Iniciativas Ciudadanas por la Paz, del Mandato por la Paz, de la Asamblea
permanente de la Sociedad Civil por la Paz, de la Comisión Nacional de Conciliación,
del Consejo Gremial, de la CUT, de la USO, de la Procuraduría General de la
Nación, de la Defensoría del Pueblo, de los Partidos Políticos, de la Academia, de la
Iglesia, todos bajo la facilitación de las Conferencias Episcopales de Colombia y
Alemania. La amplísima participación es ya un triunfo político del ELN que, además,
compromete a la Sociedad Civil en el diseño de la Convención Nacional. Los
compromisos que la misma organización guerrillera asume aquí evidencian un claro
propósito de caminar hacia la negociación del conflicto armado, en particular con
respecto a la llamada “Humanización de la Guerra”: la suspensión de “la retención o
privación de la libertad de personas con propósitos financieros, en la medida en que
se resuelva por otros medios la suficiente disponibilidad de recursos para el ELN” y la
decisión del cese inmediato de la “retención de menores de edad y de mayores de 65
años y en ningún caso se privará de la libertad a mujeres embarazadas”. Igualmente a
la identificación y demarcación de los bienes protegidos por el DIH en coordinación
con la Procuraduría y la Defensoría del Pueblo. Con respecto a los Recursos
Naturales, el ELN se compromete a suspender el sabotaje a los oleoductos mientras
se realiza en la Convención Nacional un foro amplio sobre su manejo soberano,
particularmente del petróleo.
En “Puerta del Cielo” se convoca la Convención Nacional para “antes del doce de
octubre de 1998”, en territorio colombiano “en un área en la cual haya un cese al fuego
bilateral y se darán las garantías necesarias para todos los participantes en la misma”,
se conforman una Comisión Preparatoria y un Comité Operativo y se define la
Convención Nacional como “un proceso con varios espacios de diálogo, con
capacidad propositiva por parte de representantes del estado, la sociedad y la
guerrilla que en él participen. La Convención buscará elaborar las bases de un
acuerdo político de reformas y transformaciones sociales, con miras a la
democratización del Estado y la sociedad. Su desarrollo se hará a través de los
mecanismos que sean indispensables, de orden administrativo o legislativo, e
inclusive a través de la organización de una Asamblea Nacional Constituyente”8
Evidentemente esta audacia del ELN de dar inicio al proceso de paz con fuerte
acompañamiento de la Sociedad Civil ante la cual realiza los primeros compromisos
de carácter humanitario y con la cual diseña en primera instancia la Convención
Nacional, y de hacerlo en el momento de transición al nuevo Gobierno de Pastrana,
elegido por su compromiso con las exigencias del Mandato Nacional por la Paz de
desarrollar la negociación política del conflicto armado con la insurgencia, esta audacia
representa un salto adelante con respecto a sus viejas posiciones maximalistas. Al
mismo tiempo ha venido construyendo su propia metodología de negociación de
acuerdo con la evolución de sus concepciones políticas y con la lenta asimilación de
las nuevas realidades del mundo y del país y, finalmente, bajo el principio de realidad
de su propia situación militar y política en un contexto de gran crecimiento de la
confrontación militar en el país por el salto de las FARC a una guerra de movimientos
y gran concentración de combatientes y, de otro lado, por la coordinación de los
grupos paramilitares en las Autodefensas Unidas de Colombia, AUC.
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Acuerdo de Puerta del Cielo en “Correo del Magdalena”. No. 85. 12 a 18 de julio 1998.
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
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Pero las prioridades del nuevo Gobierno que se posesionó el 7 de Agosto de 1998
eran otras. Pastrana debía en parte su elección al guiño de las FARC que lo
consideraron interlocutor válido y uno de los objetivos de su “política de paz” era
apaciguar el gran aparato militar que le había causado derrotas contundentes al
maltrecho Ejército colombiano, mientras trabajaba en su reingeniería con el apoyo
estadounidense. El ELN era un enemigo menor que ya había sido contenido y podía
ser derrotado por la combinación de las fuerzas militares y paramilitares.
Contradictoriamente, la ofensiva armada de las FARC llevaba al gobierno a la mesa de
negociaciones, mientras la oferta de negociación del ELN rodeada por la sociedad
civil y acompañada por la disposición de la comunidad internacional, era desechada
por el equipo negociador gubernamental. Las fechas de la Convención Nacional
previstas en el Acuerdo de Puerta del Cielo se fueron aplazando sine die y el 12 de
octubre de 1998 en la Reunión de Río Verde el Gobierno “informa a la opinión pública
“ que ha recibido la propuesta de Convención Nacional, recuerda “el papel que la
Constitución y las leyes de la República le fijan al Gobierno en la conducción de todo
proceso de diálogo con los grupos insurgentes” y finalmente “considera de vital
importancia para el análisis de la propuesta presentada que exista un desarrollo de la
propuesta de diálogo entre el Gobierno y el ELN”.
Es decir, presionado por los sectores militaristas que garantizaban la derrota militar del
ELN y obsesionado en su apuesta por la zona de distensión y el proceso de
negociación con las FARC, el Gobierno de Pastrana congela el proceso con el ELN.
Cuando, en Enero de 1999 en el encuentro de Caracas entre el Alto Comisionado de
Paz y la Comandancia del grupo insurgente, empieza a hablarse de una Zona de
Encuentro para la realización de la Convención Nacional, el paralelo con el proceso
del Caguán asusta a los que un viejo Comisionado llamó en su tiempo los “enemigos
agazapados de la paz” y empiezan las acciones de saboteo al proceso político de
negociación mientras se extiende por todo el país la mancha paramilitar. Ignorada su
propuesta de negociación el ELN cae en la contradicción de realizar acciones
condenadas por el Derecho Internacional Humanitario como el secuestro de
aeronaves (Bucaramanga) y de civiles (La María) para presionar la negociación de
paz.
Mientras tanto ha venido construyendo los instrumentos de su metodología de
negociación, sobre todo los espacios de participación de la sociedad civil, el apoyo de
la comunidad internacional y el papel que desde muy temprano empezaron a jugar sus
vocerías desde la cárcel. Es así como el ELN se relaciona con el ascenso de los
movimientos sociales de paz en la década del 90 y los asume como interlocutores de
un diálogo, como la contraparte de una alianza por los nuevos valores y las
transformaciones políticas, económicas y sociales que el país requiere. Es una forma
nueva de relacionarse con el movimiento social en cuanto que esta vez no se trata,
como en los años 70 y 80, de las “organizaciones políticas de masas”, formas de
organización legal para la actividad política de la insurgencia clandestina, relación en
la cual lo social estaba supeditado a la estrategia del aparato armado. Ahora, después
de la Constitución de 1991, ha surgido un nuevo sujeto político, comprometido con la
paz, con la defensa de los Derechos Humanos y con la necesidad de transformaciones
sociales, pero igualmente crítico de la guerra y de las infracciones al Derecho
Internacional Humanitario cometidas por los contendientes, e independiente de
cualquier opción armada. Así surgen organizaciones como Redepaz (93), la Asamblea
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V
Permanente por la Paz (96), La Ruta Pacífica de Mujeres (96), La Red de
Universidades por la Paz (97) y ligada a la búsqueda de la negociación con el ELN la
“Comisión Facilitadora Civil” (98). La Comisión de Conciliación Nacional creada por la
Conferencia Episcopal colombiana (95) va a jugar un papel determinante ya no sólo
como acompañante del proceso sino como facilitadora y a veces como mediadora,
todo gracias al gran respeto y reconocimiento por su misión en amplios sectores de la
sociedad colombiana y ello tanto en relación con el ELN como con las FARC y aún con
el actual proceso de negociación del Estado con las AUC.
La creación del “Grupo de Países Amigos” de la negociación convenida con el
Gobierno de Pastrana para el apoyo del proceso de paz con el ELN data de junio de
2000. En una reunión entre el Alto Comisionado Camilo Gómez y el Coce realizada en
la Serranía de San Lucas se habla de un grupo inicial de cinco países “amigos y
facilitadores” con un mandato referido a las Funciones de: a) acompañamiento y
apoyo al proceso, b) de conciliación, c) de verificación, d) humanitaria, “sin perjuicio
de contar con el apoyo de organizaciones multilaterales como las Naciones Unidas”.
Ya en el frustrado Preacuerdo de Viana de 1998 se hablaba del “acompañamiento de
la comunidad internacional, en principio a partir de España, México, Costa Rica y
Venezuela”, pero ahora el Grupo se va a constituir con mayor peso Europeo (España,
Francia, Suiza, Noruega, Cuba). Es evidente el progreso de la metodología de
negociación en lo referente a la presencia de la comunidad internacional que antes era
vista como inconveniente y ahora, con la experiencia del Caguán se ha entendido
como necesaria.
Finalmente para el caso de los diálogos y la eventual negociación con el ELN ha sido
fundamental el papel jugado por sus dos “voceros” desde la cárcel. Francisco Galán y
Felipe Torres han ejercido en la práctica una labor diplomática y política de
representación del ELN ante la sociedad, el mismo Gobierno colombiano y la
comunidad internacional. En los momentos de ruptura de los acercamientos entre el
Gobierno y el Comando Central - Coce -la referencia obligada y permanente de los
“voceros” nombrados por su Organización y reconocidos por los sucesivos gobiernos
(Samper, Pastrana, Uribe) ha sido un recurso de continuidad. Precedentes de esta
acción política fueron la actividad política de los presos del M19 en los tempranos
años 80, y contemporánea la encontramos en el papel jugado por algunos dirigentes
presos del IRA en la negociación del proceso Irlandés. En el caso colombiano esta
representación cautiva de la guerrilla ha realizado sus labores desde la cárcel de Itagüí
y, en acuerdo con el Gobierno utilizando permisos especiales, desde Río Verde,
Ginebra, Cuba, Costa Rica, Bogotá. La Casa de Paz del ELN en la que actualmente
Francisco Galán realiza sus consultas con la sociedad colombiana sobre los
“obstáculos para la paz”, es la continuidad de esta experiencia.
También en el campo de lo humanitario en Marzo de 2002, con la participación de
diferentes Ongs de Derechos Humanos y la Comisión de Diálogo del ELN, se
estableció en Cuba una primera Agenda Humanitaria que delineaba los compromisos
a que el ELN estaba dispuesto a llegar en el inicio de su estrategia de negociación.
Allí se llegaba aún más lejos que en Puerta del Cielo en cuanto “se prevé un acuerdo
global en derechos humanos y derecho humanitario como lo sugiere la ONU” y se
propenderá “por la implementación de un mecanismo de veeduría con participación
internacional y nacional”. En lo inmediato se esperan avances “a partir del contenido
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Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
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de las propuestas de tregua bilateral, de cese de hostilidades y de suscripción de
acuerdos parciales y de acuerdos humanitarios de aplicación inmediata”9
El acuerdo sobre la “Zona de Encuentro” como un espacio de seguridad para la
Convención Nacional y el diálogo entre el Gobierno y el ELN fue el detonante para la
estrategia de bloqueo, tanto armada como social que utilizaron los paramilitares contra
la negociación con los elenos. El Coce alcanzó a anunciar el Acuerdo (Abril de 2000)
que delimitaba un territorio de 2.000 Kilómetros cuadrados en los municipios de San
Pablo y Cantagallo, en el departamento de Bolívar, y Yondó en el departamento de
Antioquia, e incluso las partes, Gobierno y ELN, establecieron una detallada
reglamentación que evitaba los vacíos de la zona de distensión del Caguán. Todo ello
se quedó como papel mojado ante la imposición de la voluntad paramilitar y de las
fuerzas guerreristas sobre la inicial voluntad negociadora del Gobierno Pastrana que
anuncia en Mayo de 2002 la ruptura de los diálogos en consonancia con el nuevo
ambiente de guerra que presagiaba la elección de Alvaro Uribe Vélez como Presidente
para el periodo 2002- 2006.
Con el gobierno de Uribe y su proyecto de Seguridad Democrática las relaciones de
diálogo del ELN no superaron durante el primer año los contactos de exploración. En
Diciembre de 2002 el Coce suspende estas conversaciones exploratorias cuando
constata que “Uribe está empecinado en llevar al país a una guerra injusta de
consecuencias imprevisibles y dolorosa para todos”. Sin embargo el ELN sintetiza
entonces su propuesta de paz en cinco bloques temáticos y una metodología:
“Un primer bloque es el derecho y respeto a los derechos humanos, entendidos en su
integridad y en especial el de la vida.
Un segundo bloque es el tipo de Estado de derecho, la justicia, las fuerzas armadas, la
organización de la sociedad y la democracia participativa.
Un tercer bloque es el modelo económico de esencia social, que genere desarrollo y
produzca el bienestar y asegure el futuro a los colombianos.
Un cuarto bloque es la propiedad, la utilización de los recursos naturales y la defensa
de la soberanía como nación.
Un quinto bloque recoge aspectos específicos del conflicto y políticas para superarlos
tales como: reforma agraria, narcotráfico, educación y salud, defensa del medio
ambiente y de la cultura, defensa e integración de los derechos de género y de las
minorías nacionales.
La propuesta está articulada a una metodología que vincule la sociedad colombiana, a
través de dos instrumentos que hemos denominado CONVENCIÓN NACIONAL y
GRAN ACUERDO NACIONAL POR LA PAZ, este último resultado del proceso de
convención y donde deben estar presentes todas las expresiones políticas y sociales
de los colombianos.
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9
Villarraga, Alvaro (comp..). “Propuestas para un Acuerdo Humanitario. Intercambio con el ELN. Mesas Ciudadanas por la Paz”,
en “Exigencias Humanitarias de la Población Civil”. Fundación Cultura Democrática, Bogotá, 2005. p. 314 ss.
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=
NN
El proceso de diálogo y posterior negociación con el gobierno es un tercer instrumento
que debe fortalecer y viabilizar el desarrollo de este camino para convenir la paz y
poner los mojones sobre los cuales construir un nuevo país, fruto del GRAN
ACUERDO NACIONAL, que podría ser legitimado en un referendo o constituyente de
todo el pueblo” 10.
Pero la suspensión de los contactos con el Gobierno dio campo a otra serie de
actividades caracterizadas como “diálogos regionales de carácter humanitario” como
es el caso de los acercamientos con los alcaldes del Oriente antioqueño (Noviembre
de 2002), con las comunidades del Sur de Bolívar para el desminado de Micoahumado
(Junio de 2003) y con la Misión humanitaria sobre la Sierra Nevada a propósito de la
liberación de varios extranjeros secuestrados (Diciembre de 2003).
Solamente a mediados de 2004 empiezan a tenderse puentes de nuevos diálogos
entre el ELN y el gobierno Uribe, circunscritos, eso sí, al aspecto humanitario.
Aprovechando su presencia en el “Foro Internacional Minas antipersonales y Acuerdos
Humanitarios” realizado en el recinto del Congreso de la República, Francisco Galán
presenta una propuesta del Coce para “trabajar por un Acuerdo Humanitario, donde
además de acordar con el Gobierno de Colombia la limitación sobre el uso de las
minas y artefactos explosivos, también se logre una Amnistía General para los presos
políticos y prisioneros de guerra, y un cese al fuego bilateral y temporal. Acuerdos
que en su conjunto puedan abrirle paso a la tan anhelada solución política que todos
los colombianos soñamos”. (Junio 4 de 2004)
Para ello el ELN se define como “Fuerza beligerante” que comparte y cumple la
normatividad internacional, especialmente el Protocolo II de los Convenios de Ginebra
y recuerda que “varios años antes que el Gobierno colombiano suscribiera el Protocolo
II de los Convenios de Ginebra, el ELN presentó al país su propuesta de
humanización de la guerra”. Ello es significativo en cuanto que el grupo insurgente
reclama su reconocimiento como “fuerza beligerante claramente ANTI-ESTATAL” y
como “OPOSICIÓN ARMADA, pues encarnamos un proyecto político que tiene
grandes identidades con diversas organizaciones democráticas y sociales”, en
contraposición con la política de paz del Presidente Uribe para quien los grupos
guerrilleros colombianos son simplemente grupos terroristas e incluso como “actores
armados no estatales” los equipara con los grupos paramilitares de autodefensa.11
La propuesta del ELN coincide con la iniciativa del Gobierno Mejicano de ofrecer sus
buenos oficios, aceptada inmediatamente por las partes (Junio 2004), pero la
facilitación del embajador Valencia fracasa en medio de un diálogo de sordos y de la
mutua desconfianza. Su esfuerzo por sentar a la mesa de diálogo a la delegación
gubernamental en cabeza del Alto Comisionado para la Paz y del Comando Central,
está atravesada por gestos de confrontación como la inclusión del ELN, por petición
del Gobierno Uribe, en la lista europea de grupos terroristas (2004) y las repetidas
agresiones del ELN contra la población civil mediante secuestros, asesinatos e incluso
la muerte de personas en cautiverio.
============================================
10
11
=
“Nuestra propuesta de paz para un nuevo país”, en “Correo del Magdalena” No 136, 5 a 20 Diciembre de 2002.
Comando Central ELN. “Foro Internacional Minas antipersonales y acuerdos humanitarios”. Junio 4 de 2004.
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
NO
Sólo ahora la iniciativa de la “Casa de Paz” parece encontrar un mejor terreno e
iniciales concesiones de las partes aunque todavía estamos en la etapa de
exploración. El punto de partida es una propuesta de sectores de la Sociedad Civil
para que, en acuerdo con el Gobierno, el vocero Francisco Galán establezca un
diálogo con la sociedad colombiana acerca de los llamados “cinco obstáculos”
señalados por el Coce para un proceso de negociación con el gobierno del Presidente
Uribe. Se supone que a esta consulta deben seguir contactos exploratorios Coce Gobierno en el exterior (punto al que proponía llegar el embajador Valencia) para
establecer las condiciones de un cese al fuego, la discusión de una Agenda de
Acuerdos Humanitarios y la apertura de negociaciones de paz mediante el
establecimiento de una Agenda Temática, un diseño procedimental y un cronograma.
12
La coyuntura electoral del primer semestre del 2006, el desgaste de la política de
Seguridad Democrática en la desmovilización de los grupos paramilitares mediante la
cuestionada Ley de Justicia y Paz, el fracaso militar del Plan Patriota en su objetivo de
la derrota de las FARC, el escepticismo de la sociedad con respecto al Intercambio
Humanitario, pueden justificar el reciente interés del Gobierno Uribe en el diálogo con
el ELN. Pero los “cinco obstáculos” pueden convertirse en un callejón sin salida para
este proceso, en cuanto caracterizan los ejes de la política de negociación
gubernamental: el desconocimiento de la existencia del conflicto político y social como
base del conflicto armado, el desconocimiento de la guerrilla como interlocutor político
y su identificación con los paramilitares como “grupos armados ilegales”, el
desconocimiento del Derecho Internacional Humanitario y de su misión de protección
de la población civil como un actor neutral frente a los ejércitos enfrentados, la “falsa
negociación” del gobierno con los paramilitares y la “mal llamada Ley de Justicia y
Paz”, el cierre de espacios de participación de la sociedad en la solución política del
conflicto.
2. De la negociación como estrategia contrainsurgente.
Cuando se analiza la experiencia de dos décadas de negociaciones de paz en
Colombia desde la óptica de los Gobiernos, la conclusión a que se llega es que para la
clase dirigente colombiana la negociación es una herramienta de la estrategia
contrainsurgente que, por lo tanto, no incluye la Reconciliación como el horizonte de
los acuerdos de paz. Su objetivo es la relegitimación del régimen político y la derrota
de las fuerzas insurgentes y de sus propuestas alternativas de Estado y de Sociedad.
Por lo tanto su apuesta es por la continuidad de una sociedad fragmentada, desigual y
excluyente, de un régimen político cerrado y autoritario, y de un Estado patrimonial y
premoderno.
Para el análisis de la metodología de negociación de paz de los seis gobiernos que se
han sucedido (1982-2006) es útil que los ubiquemos en su contexto geopolítico ya que
éste ha sido determinante en sus concepciones sobre la guerra y la búsqueda de la
paz. Así podemos hablar de tres períodos:
============================================
12
=
“Acercamientos con el ELN”. Oficina del Alto Comisionado para la Paz. www.altocomisionadoparalapaz.gov.co
=
NP
1 - el de la Guerra Fría (Betancur, Barco) en el que el conflicto armado interno era
analizado desde la óptica de la confrontación este - oeste,
2 - el del Nuevo Orden Mundial (Gaviria, Samper, Pastrana) cuyo contexto es el
reordenamiento mundial después de la debacle del socialismo real y el fortalecimiento
de la hegemonía imperial estadounidense, y
3 - el de la Cruzada mundial antiterrorista (Uribe), posterior al ataque contra las Torres
Gemelas en Septiembre de 2001.
En el plano interno, fenómenos como la aparición del paramilitarismo y el narcotráfico
y la misma Asamblea Nacional Constituyente de 1991 van a estar determinados por
esos contextos.
La propuesta de paz de Belisario Betancur se desarrolla en medio de la guerra en
Centroamérica y al mismo tiempo de la participación de su gobierno en los esfuerzos
de paz del Grupo de Contadora. El país salía del Estatuto de Seguridad de Turbay
Ayala con una crisis de Derechos Humanos y de legitimidad del régimen político y
confrontando su propia guerra interna con grandes déficit de democracia. Como dice
Marco Palacios, “Betancur adelantó una política de paz sobre la base de relegitimar el
Estado mediante una apertura política que diera cabida a las guerrillas como
interlocutores válidos”13. Esta apertura política tuvo como fundamento el
reconocimiento de la existencia de condiciones objetivas para el alzamiento armado y
la oferta de una amplia amnistía para los armados y los presos, la instauración de un
“dialogo nacional” sobre los problemas nacionales, la reforma política de la elección
popular de Alcaldes que, junto con Plan Nacional de Rehabilitación PNR, constituyen
la más importante aportación de su gobierno al tratamiento del conflicto interno. En
adelante “el conflicto” se va a constituir en una categoría política y “el proceso de paz”
en un referente de la vida nacional en medio de una cadena de ensayos, errores y
algunos aciertos.
Pero Betancur emprendió un proceso solitario que no contó con el respaldo de la clase
política ni del establecimiento sino más bien con su oposición velada o abierta. La
participación de la sociedad que intentaba representar la Comisión de Paz no era
realmente más que la apuesta de personas de buena voluntad sin que tuvieran el
respaldo de un movimiento social por la solución política negociada. La tregua
pactada con el M19, las FARC y el EPL fue efímera y en la doble toma del Palacio de
Justicia se combinaron el aventurerismo de la guerrilla y la reacción guerrerista e
inconstitucional de las Fuerzas Armadas para sepultar la política de paz.
La tragedia de este esfuerzo de relegitimación del Estado fue que terminó en mayor
ilegitimidad porque desnudó su fragmentación, la tutela de las fuerzas militares sobre
el poder civil y desató la reacción paramilitar que empezará a extender su mancha de
violencia por el país y su geografía de masacres y desplazamiento que irán a agravar
aún más la crisis de Derechos Humanos y, más adelante, a constituirse en un paraestado o estado paralelo.
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13
Palacios, Marco. “La solución política al conflicto armado, 1982-1997”, en “Armar la paz es desarmar la guerra”. Camacho
Guizado, Leal Buitrago (comp.). Cerec. Fescol. Bogotá . 1999.
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
NQ
Barco tuvo que enfrentar la ofensiva de la CGSB al romperse la tregua de 1984 -1986,
pero al mismo tiempo el acrecentamiento de la agresión paramilitar contra sectores
políticos (UP) y sociales rurales y el reto de los carteles del narcotráfico en su lucha
contra la extradición. Su inicial objetivo de quitarle a la guerrilla el protagonismo
político que Betancur le había dado junto con el “Estatuto para la Defensa de la
Democracia” que empezaba a tildarla de “terrorista”, cedió en la “Iniciativa para la
Paz” de 1988 que supo tender puentes de negociación hacia sectores de la
insurgencia que por diferentes razones empezaban a buscar salidas negociadas. La
política de Paz de Barco se benefició de la coyuntura internacional de la debacle de
los países del socialismo real que significó, en el contexto geopolítico mundial, una
derrota estratégica para las guerrillas latinoamericanas.
Con respecto a las iniciativas del período anterior, Barco mantuvo y desarrolló la
experiencia del PNR como una manera de intervención social del Estado en las
regiones tradicionalmente abandonadas con lo que se complementaba la política de
descentralización que inauguró la elección popular de Alcaldes. Centralizó el manejo
de la política de paz en la Consejería de Reconciliación, Normalización y
Rehabilitación pero inauguró un manejo aristocrático del proceso con la exclusión de la
participación social. Estableció un cronograma de procedimientos para la
concentración y desmovilización de los grupos armados y, sobre todo, abrió el espacio
para las reformas políticas que el proceso demandaba retomando el reconocimiento
desde el Estado de que la consolidación de la paz con la insurgencia requiere de
reformas al sistema político. Por ello fue posible al acuerdo de Paz con el M19 aunque
en realidad fue fundamental la voluntad política de esta Organización para superar
todos los obstáculos que atravesaron la clase política y los sectores militaristas
opuestos al proceso.
Entre los pasivos de esta administración, además de la exclusión de los sectores
sociales en la construcción de la paz, está la permisividad con el crecimiento del
paramilitarismo y la colaboración de sectores de las Fuerzas Armadas con el
desarrollo y fortalecimiento de esa estructura paraestatal. Por ello es contradictorio
que al tiempo que empezaba la desmovilización de fuerzas guerrilleras, se siguiera
extendiendo el fenómeno paramilitar y profundizando la agresión contra la población
civil que fue señalando la crisis humanitaria colombiana como una de las más graves
del mundo.
Al comenzar los años noventa se van a vivir cambios trascendentales. El fin de la
Guerra Fría con la derrota del socialismo real deja aparentemente sin horizonte a los
proyectos guerrilleros latinoamericanos de las tres últimas décadas. En Colombia la
Asamblea Nacional Constituyente y la Constitución de 1991 son presentadas por el
establecimiento como “la carta de navegación para el siglo XXI” y pareciera que la
apertura política a mayores grados de participación ciudadana y al reconocimiento
constitucional de los derechos humanos y de los derechos de las minorías indígenas y
afrocolombianas nos dieran la bienvenida al futuro de que hablaba el Presidente César
Gaviria. Pero al mismo tiempo que la apertura política, el país sufre la “apertura
económica” que profundiza la crisis de la economía agrícola, sobre todo de los
pequeños productores y de la pequeña y mediana industria de las ciudades con los
consecuentes empobrecimiento, expulsión económica de los campesinos sumada al
desplazamiento violento, y el crecimiento del desempleo.
=
=
NR
Todo ello mientras, en el periodo Gaviria, a la desmovilización del M19 siguen las
desmovilizaciones del EPL, el PRT, el Quintín Lame y la CRS, todas ellas con el
mismo esquema metodológico que aplicó la administración Barco al M19: cese al
fuego unilateral, concentración, negociación de una agenda de seguridad y beneficios
de reinserción para los combatientes desmovilizados, fondos de Desarrollo Regional
para aplicar en las comunidades donde tuvo asiento y base social el grupo guerrillero.
Se supone que la Constitución del 91 es la reforma política que justifica el acuerdo de
paz y la desmovilización de 4.500 insurgentes entre 1990 y 1994.
Sin embargo no es suficiente para las mayores organizaciones guerrilleras y las de
más antigua tradición, las FARC y el ELN. Durante 1991 y 1992 el Gobierno de
Gaviria inicia conversaciones de paz con la CGSB, primero en Caracas y luego en
Tlaxcala. La metodología no puede ser la misma puesto que no existe un cese al
fuego previo y unilateral por parte de las guerrillas, ni concentración en ningún
campamento de paz, ni agenda cerrada a las condiciones de desmovilización y
reinserción. Al aceptar negociaciones en el exterior sin las condiciones señaladas, el
proceso de paz colombiano se asimila a los que tienen lugar en El Salvador y
Guatemala con el FMLN y la URNG respectivamente: se trata de una negociación del
Estado con contendientes no derrotados en el terreno militar, a los cuales reconoce
interlocución política y con los que se acuerda una agenda abierta de temas
sustantivos y procedimentales. Además empieza a hablarse de veeduría internacional
del proceso lo que es un avance metodológico importante dada la tradicional
desconfianza de la guerrilla colombiana hacia la comunidad internacional y la
reticencia de los gobiernos colombianos a internacionalizar el proceso de paz.
Desde el punto de vista instrumental el Gobierno Gaviria había querido enviar una
señal institucional de civilidad al romper la tradición de ministros de defensa militares
con el nombramiento de un civil en el cargo, además de quien había manejado el
exitoso proceso de negociación con el M19. No obstante las conversaciones de
Caracas se instalan después del ataque militar a Casa Verde en Diciembre del 90 y de
la respuesta ofensiva de la CGSB en todo el país durante los primeros meses del 91.
Así que se llegaba a la mesa para corresponder con un pulso político al pulso militar.
De otro lado, en el enfrentamiento con los carteles del narcotráfico, el pragmatismo de
Gaviria había llevado al Estado colombiano, primero a una negociación de las penas
con el cartel de Medellín y luego, de la mano de la Dea, a una alianza con el Cartel de
Cali para la derrota de Pablo Escobar.14
De esta manera la relegitimación del Estado colombiano por la Constitución del 91
como un Estado Social de Derecho se enfrentaba a la realidad de la existencia de
contrapoderes que amenazaban la institucionalidad democrática. La historia inmediata
demostraría hasta qué punto la corrupción de la clase política era funcional a estos
contrapoderes.
El fracaso de las negociaciones de Tlaxcala en 1992 demostraría que las condiciones
del proceso no estaban dadas. A pesar de la mayor flexibilidad en el esquema
planteado por el gobierno, ésta no llegaba hasta la disposición de abordar las
reformas económicas, políticas y sociales que la guerrilla venía planteando desde sus
============================================
14
=
Bowden, Mark . “Matar a Pablo Escobar”. RBA. Barcelona. 2001
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
NS
orígenes. La discusión sobre el cese del fuego fue la causa inmediata de la ruptura,
pero era claro que la discrepancia estribaba en la diferente lectura sobre la correlación
de fuerzas y en la propia concepción sobre los alcances de la negociación. La
declaratoria de la “guerra integral”, cerró el ciclo de las negociaciones de paz
vinculadas a la Constitución del 91, e inauguró un periodo de violenta confrontación
militar y paramilitar con la insurgencia guerrillera, de profundización de la crisis
humanitaria en medio del conflicto armado y de maduración de la crisis institucional
que significaría el Proceso 8 mil.
Esta crisis estalló durante el Gobierno Samper y puso de cara al país el profundo
involucramiento del narcotráfico en la sociedad y las instituciones colombianas. A
pesar de su política de “paz integral y diálogo útil” y del acento en el tema de los
Derechos Humanos que lo llevó a la ratificación del Protocolo II Adicional a los
Convenios de Ginebra y al acuerdo con la ONU para la instalación de una oficina de
Derechos Humanos en Colombia, este Gobierno por su debilidad institucional no pudo
desarrollar una iniciativa propia de negociación con la insurgencia más allá de
acuerdos puntuales para la liberación de militares y policías presos por las guerrillas
en acciones de combate (1997).
Al contrario, este fue un período de gran
confrontación militar donde las FARC ensayaron grandes concentraciones de hombres
para atacar destacamentos del Ejército nacional produciéndole graves derrotas (Las
Delicias, Patascoy, El Billar). La estrategia contrainsurgente del Estado empezó a
depender cada vez más de la acción paramilitar de las autodefensas que,
centralizadas ahora en las AUC y con el respaldo de sectores de las Fuerzas
Armadas, ganaderos, políticos, narcotraficantes, medios de comunicación e incluso
compañías transnacionales, extendieron su acción violenta contra la población civil
mediante masacres y desplazamiento forzado.
Así pues, a la crisis política creada por la financiación de las campañas presidencial y
de congresistas por los carteles del narcotráfico, se suma la crisis institucional del
Estado colombiano permeado por los dineros ilícitos de la droga y aliado con el
paramilitarismo para combatir a la insurgencia guerrillera. Frente a tal grado de
deslegitimación del Estado y frente a la degradación de la guerra, la aparición de la
Sociedad Civil como un movimiento democrático comprometido con la exigencia de
una solución política negociada del conflicto armado y con la defensa de los derechos
humanos y del derecho internacional humanitario, crea un nuevo actor político, más
allá de los partidos, que se desarrollará como movimiento social y de opinión,
independiente del estado y de la insurgencia y cuyo peso e importancia va a ser cada
vez mayor en la búsqueda de salidas al laberinto de la guerra.
Pastrana aprovecha este clima de opinión para su iniciativa de paz y ensaya un
esquema novedoso que, pese a su fracaso final, contiene elementos a considerar. El
despeje de un área delimitada para la negociación (demasiado extensa en
comparación con los procesos de los años 90), el contacto directo del Presidente con
el comandante guerrillero, una Agenda temática de carácter sustantivo que abordaba
los temas de reformas estructurales, una amplia participación de la Sociedad civil y las
organizaciones sociales en las audiencias temáticas además con difusión nacional y
un acompañamiento permanente de la comunidad internacional. El proceso del
Caguán fue un suceso visible y público como pública debe ser la Agenda de la paz y
como tal el Gobierno realizó, junto con la comandancia de las FARC, una gira
internacional para promover el apoyo a las negociaciones de paz en el año 2000.
=
=
NT
Con todo ello la estrategia de paz de Pastrana partía del hecho de que el Estado
colombiano se sentaba a negociar con la mayor de las guerrillas, la reconocía como
interlocutor político e incluso en su priorización le restó importancia a la negociación
con el ELN que desde la Reunión de Maguncia anunciaba su disposición a un proceso
de paz. Ahora no se trata, como en Caracas o Tlaxcala, de negociar con la CGSB en
conjunto, que además ya no existe, sino de establecer un diálogo directo, de poder a
poder, con la misma fuerza insurgente con la que 15 años antes, el Estado
colombiano había firmado una tregua que duró dos años y que no condujo a un
acuerdo de paz sino a mayores escalamientos de la guerra. El problema es que
tampoco ahora hay voluntad de reconciliación, y la negociación, sin tregua ni cese al
fuego, es una estrategia, al servicio de la guerra, de acumulación política y militar de
los contendientes, que mientras hablaban de paz, preparaban dentro y fuera de la
zona de distensión sus ejércitos para las nuevas batallas. Para ello el gobierno
contaba con el apoyo económico y la asesoría militar estadounidense y las FARC con
la inyección financiera de la economía de la coca de las zonas bajo su control.
Las contradicciones de la política de paz de Pastrana tuvieron que ver, en primer
lugar, con la superposición de la agenda antinarcóticos del gobierno Clinton sobre la
agenda de negociación política del gobierno colombiano. Por ello el Plan Colombia,
que fue concebido inicialmente como una especie de “Plan Marshall” para la inversión
de recursos en el “cambio para construir la paz”, terminó convertido en una estrategia
para la guerra antinarcóticos con un componente fundamentalmente militar15 y la
“diplomacia para la paz” degeneró, de su objetivo inicial de conseguir apoyo externo
para resolver el conflicto interno, en una estrategia de deslegitimación de la
insurgencia y legitimación del Estado, en una maniobra contrainsurgente.16
En segundo lugar la controvertida decisión de negociar sin cese al fuego y de
hostilidades, es decir “en medio del conflicto”, se complementó con la creación de una
“zona de distensión” en territorio nacional bajo control de la guerrilla de las FARC, lo
que creó una situación contradictoria de enfrentamientos y acciones militares por fuera
de la “zona de distensión”, mientras dentro de ella continuaban las conversaciones, se
realizaban las audiencias públicas y se entrevistaba la comandancia guerrillera con
delegaciones y personalidades nacionales e internacionales. La zona de despeje se
utilizó a comienzos de los 90 para la concentración de todos los combatientes de una
fuerza en proceso de negociación y desmovilización con el punto de partida de un
cese al fuego unilateral. Posteriormente, para la negociación con la CGSB, sin cese
al fuego ni perspectiva de desmovilización inmediata se utilizó el esquema de una
mesa en el exterior, bien fuera Caracas o Tlaxcala. La zona de distensión del Caguán
fue una combinación desafortunada de ambos esquemas. Este diálogo sin horizonte
de negociación y reconciliación fue desgastando el proceso ante la opinión pública y
enajenándole su respaldo.
Además sobre la negociación del Caguán pesó siempre el fenómeno paramilitar. Las
AUC tuvieron un crecimiento espectacular en la década del 90 y consolidaron su
expansión territorial sobre la base de la economía del narcotráfico, el apoyo de
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15
Paz Colombia. “Colombia: construcción democrática de la paz”. Memorias del Encuentro Internacional sobre Paz, DH y DIH.
San José de Costa Rica. Octubre de 2000.
16
Tokatlian, Juan Gabriel. “Las diplomacias por la paz” en “Armar la paz es desarmar la guerra”. Camacho Guizado, Leal Buitrago
(comp..). Cerec. Fescol. Bogotá. 1999. p.299 ss.
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
NU
sectores militares, políticos y económicos del establecimiento y la construcción de
legitimidad social como ejército antisubversivo. Duncan ha señalado el fenómeno de
los “Señores de la Guerra” que basándose en la violencia de la masacre y el
desplazamiento han propiciado una verdadera contrarreforma agraria y un control
social de regiones y ciudades con la pretensión de construir Estados locales.17 Lo que
llama la atención es que ese desarrollo de un paraestado mafioso fue posible con la
complacencia o por lo menos la omisión del Estado. Varias de las crisis del proceso
del Caguán fueron motivadas por la ausencia de compromiso del Gobierno Pastrana
con el combate al paramilitarismo y ya señalamos el papel de las AUC en el sabotaje a
las negociaciones con el ELN. Pero lo que se evidencia aquí es la apuesta de sectores
del establecimiento por una estrategia antisubversiva, en alianza con el narcotráfico y
el paramilitarismo, que está poniendo en peligro el Estado de Derecho.
Al final del proceso del Caguán, en Septiembre de 2001, la Comisión de Notables
nombrada por el Gobierno y las FARC presentó unas recomendaciones que pueden
ser el documento más importante de la Sociedad Civil en este periodo. Aquí se critica
la metodología de negociación en medio del conflicto y se recomienda un acuerdo de
cese al fuego para devolverle credibilidad a los diálogos de paz, se recoge la
importancia de la Agenda Común para la negociación del conflicto armado interno y se
propone el horizonte de una Asamblea Constituyente para consolidar las
transformaciones institucionales que el país requiere. Pero sobre todo advierte contra
la tentación de continuar la guerra “a riesgo de agudizar aún más el conflicto y
generalizarlo, con posibles graves implicaciones de carácter internacional en el orden
económico, político o militar, situación ésta que ningún colombiano verdaderamente
patriota y amante de la paz puede desear para su país”. Además de reconocer las
posibles dimensiones regionales de nuestra guerra interna, anuncia ya la nueva
situación creada por el ataque terrorista contra Nueva York.
El proyecto de la “Seguridad Democrática” del Presidente Uribe se inscribe claramente
en el contexto de la cruzada mundial antiterrorista de la administración Bush posterior
al 11 de Septiembre de 2001. Es el marco en que la propuesta de la derecha
autoritaria que ya había empezado a diseñar desde la Gobernación de Antioquia,
encuentra en el fracaso de las negociaciones del Caguán, y en el posicionamiento del
paramilitarismo a escala nacional, el caldo de cultivo para su implantación.
Uribe representa una ruptura con la tradición de dos décadas de negociaciones de paz
en Colombia, pero interpreta el cansancio de muchos sectores con una guerra
interminable, con un proceso de paz que no concluye y con la violencia multiforme
que asola campos y ciudades con expresiones de terrorismo.
Su apuesta por relegitimar el Estado parte de una visión muy simplista del problema
que reduce el conflicto a una agresión terrorista contra el Estado y la sociedad y a la
necesidad de recuperar la autoridad estatal contra los violentos mediante una
estrategia de guerra sin cuartel que compromete, de acuerdo con su propuesta de
Estado Comunitario, a la sociedad misma. Por ello la Constitución del 91 no es
funcional al proyecto de Seguridad Democrática que requiere, ya no un Estado fuerte
legitimado como Estado Social de Derecho, sino un Estado autoritario. De allí que no
más posesionarse Uribe decreta la Conmoción Interior y crea las Zonas de
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17
=
Duncan, Gustavo. “Los señores de la guerra: del campo a la ciudad en Colombia”. Revista Foro. No. 54. Agosto de 2005.
=
NV
rehabilitación del orden público con preeminencia del poder militar sobre el civil
(Arauca, Sucre, Bolívar) para proteger las explotaciones petroleras. Con la Red de
informantes y los Soldados campesinos extiende su concepto de compromiso de la
sociedad con el Estado en la guerra contrainsurgente y con el proyecto de Estatuto
Antiterrorista restringe las libertades y criminaliza las luchas sociales y sus dirigentes.
Cuando la Corte Constitucional declara inexequibles varias de estas medidas (zonas
de rehabilitación, estatuto antiterrorista), el gobierno anuncia la pretensión de recortar
las funciones que la Constitución le asignó a la Corte.
El punto de toque de la estrategia de Paz del Presidente Uribe es la negación de la
existencia de un conflicto interno en Colombia y por lo tanto la irrelevancia del Derecho
Internacional Humanitario. Consecuentemente las guerrillas ya no son, como lo eran
para los cinco anteriores gobiernos, interlocutores políticos, sino grupos terroristas
que el Estado debe derrotar para obligarlos a negociar su desarme y desmovilización.
Además los acuerdos de paz no consisten en la discusión del Estado con la
insurgencia de reformas estructurales (como en Caracas y Tlaxcala, como en el
Caguán), sino en las condiciones “para que aquellos que están en la ilegalidad y se
muestran dispuestos a abandonar la violencia, se incorporen a la democracia para que
debatan sin las armas los temas de su interés. La gran equivocación del proceso de
negociación con las FARC fue la famosa agenda, una agenda interminable que
parecía más bien un listado de temas para un seminario, que hubiera podido durar
años en una universidad”18.
Para conseguir la disposición a abandonar la violencia se requiere, por supuesto, la
violencia legítima del Estado en forma del Plan Colombia que viene de la
administración Pastrana, o del Plan Patriota que caracteriza la administración Uribe y
que compromete 17 mil hombres en la ofensiva militar contra los “santuarios” de las
FARC en el sur del país y con fuerte apoyo económico y logístico estadounidense. La
opción por la guerra, a propósito, significa mayores niveles de involucramiento del
Comando Sur del ejército estadounidense en nuestro conflicto interno (o en nuestra
guerra contra el terrorismo según la visión Uribe-Bush) y por supuesto menores
niveles de autonomía en la búsqueda de salidas políticas19.
La agudización del conflicto armado produce mayores niveles de desplazamiento de
comunidades y de refugiados en los países fronterizos Perú, Ecuador, Panamá y
Venezuela con repercusiones en la crisis humanitaria que ya coloca a nuestro país
como un caso de emergencia humanitaria crónica que preocupa a los organismos
internacionales. No en vano Colombia alberga oficinas de la Cruz Roja Internacional y
de organismos de las Naciones Unidas como de la Alta Comisionada para los
Derechos Humanos, la ACNUR, el PNUD, UNICEF, la OIM, y el conflicto colombiano y
su dimensión humanitaria está monitoreado desde Julio de 2003 por el “Acuerdo de
Londres” que es un compromiso del Estado colombiano ante la Sociedad civil y la
============================================
18
Restrepo, Luis Carlos. “El país anhela la paz..”. en “Colombia entre la guerra y la paz, alternativas a la guerra”. Accord.
Documentos No. 20. Indepaz. 2004. p.35.
19
“En 2002, la administración Bush obtuvo la autorización del Congreso de Estados Unidos para utilizar equipos y armamento,
antes proporcionados al ejército colombiano para combatir la droga ilegal, en operaciones cuyos objetivos fueran las guerrillas y los
grupos paramilitares, aunque tales operaciones no tuvieran que ver con el tráfico de droga. El cambio de objetivos reflejaba los
hechos sobre el terreno; aunque a la vez suponía dar un paso más en un conflicto que sigue siendo uno de los más complejos y
peligrosos del hemisferio”. Robin Kirk. Más terrible que la muerte: masacres, drogas y la guerra de Estados Unidos en Colombia”.
Piados. Barcelona. 2005. p.21.
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
OM
comunidad internacional de cumplimiento de las Recomendaciones de la Oficina en
Colombia de la Alta Comisionada para los Derechos Humanos relativas al respeto por
los Derechos Humanos y el Derecho Internacional Humanitario.
Ante la militarización de la vida política y la reducción de la oferta de negociación con
las guerrillas al cese al fuego unilateral, desarme y desmovilización, el proceso de
diálogos con la insurgencia se ha reducido al tire y afloje con las FARC sobre el
Intercambio Humanitario, sin resultados hasta ahora, o a la exploración de un posible
acuerdo con el ELN.
El proceso de negociación y desmovilización con los grupos paramilitares ha sido el
principal cometido de la oficina del Alto Comisionado para la Paz del gobierno de Uribe
y su implementación la fuente de encendidos debates en la opinión pública
colombiana. A pesar de que en varias ocasiones las AUC por boca de sus voceros
habían condicionado su desmovilización a la previa desaparición de la guerrilla, el
inesperado triunfo de Alvaro Uribe en las elecciones de 2002 las llevó a anunciar un
cese al fuego unilateral en Noviembre de ese año y a comprometerse, en Junio de
2003, en una negociación con el gobierno para su desmovilización total a finales de
2005. De esta manera, mientras la guerra arreciaba en el sur del país contra las
FARC, las Autodefensas ejemplificaban la política de paz de Uribe empezando por el
cese al fuego unilateral que el Presidente siempre le ha exigido a las guerrillas para
empezar negociaciones, aunque no lo hayan cumplido20. Igualmente la concentración
de los comandantes paramilitares en Santa Fe de Ralito para asentar allí la mesa de
negociación con el gobierno.
El debate nacional e internacional ha girado en torno al marco jurídico de esta
negociación y en concreto a los proyectos de Ley, primero de “Alternatividad Penal”,
luego de “Justicia y Reparación” y finalmente de “Justicia y Paz”. Es cierto que
después de muchos años de masacres y desplazamiento forzado, de asesinatos y
desapariciones,
de expansión territorial y de centralización como Ejército
antisubversivo, de fortalecerse con el apoyo de militares, políticos regionales,
terratenientes, ganaderos y narcotraficantes y con la omisión del Estado frente un
para-estado en desarrollo, es cierto que Uribe tiene el mérito de enfrentarse a la tarea
de desarmar y desmovilizar uno de los grupos armados ilegales responsables de la
violencia y de las agresiones contra la población civil. Que era además una exigencia
de los organismos internacionales de derechos humanos, de la sociedad colombiana
y aún de las mismas guerrillas que los señalaron siempre como una creación del
Estado para la guerra contrainsurgente.
Pero hay que decir también que, a diferencia de las negociaciones de los años 90, los
Acuerdos de Paz de conflictos internos en este inicio del Siglo XXI se desarrollan en
un nuevo contexto internacional en lo referente a la extensión universal de la cultura
de los Derechos Humanos, de las exigencias del Derecho Internacional Humanitario y
de la creación del Tribunal Penal Internacional para crímenes de guerra y delitos de
lesa humanidad21. El contexto político incluso de la guerra mundial contra el terrorismo
ha sido aprovechado por los Estados y por políticos de derecha (y no pocos teóricos)
para intentar borrar la diferencia entre delitos políticos y delitos comunes, y desde los
============================================
20
Hasta Octubre de 2005 las AUC en “cese unilateral de hostilidades”, habían asesinado en todo el país a más de 2.300 personas
según los bancos de datos de las organizaciones de derechos humanos. Revista Foro, No 55, Octubre de 2005, p.5.
21
Springer, Natalia “ ¡Negociar ya!, Las razones jurídicas”. Fundación Ideas Para la Paz. Bogotá. Agosto de 2005.
=
=
ON
países desarrollados y las nuevas realidades geopolíticas de la globalización se
empiezan a cuestionar conceptos y realidades como las de la soberanía nacional y el
mismo Estado nación.
En el debate sobre la Ley de Justicia y Paz nos hemos avocado a la discusión de
nuevos conceptos como los de Justicia Transicional y Justicia Restaurativa y la
exigencia universal de verdad, justicia y reparación en la negociación de conflictos
internos. Son los temas que la negociación del gobierno Uribe con los grupos
paramilitares ha suscitado y que seguramente estarán presentes en las futuras
negociaciones con el ELN y las FARC.22
Al término del actual gobierno de Alvaro Uribe se habrán desmovilizado la totalidad de
los grupos paramilitares que conforman las AUC, pero la discusión sobre el desmonte
de sus estructuras de apoyo, sobre la impunidad a crímenes de guerra y de lesa
humanidad, sobre los derechos de las víctimas a la verdad, justicia y reparación,
sobre la restitución de la tierra arrebatada a sangre y fuego, sobre la legalización de
capitales y bienes acumulados con violencia y narcotráfico, sobre la instauración de un
para-estado mafioso controlado por los nuevos “Señores de la guerra”, apenas
empieza, porque en el fondo el debate es sobre el carácter de la paz que deseamos y
el tipo de sociedad y de Estado que queremos los colombianos.23
3. Lecciones aprendidas en procesos de paz.
Después de 40 años de confrontación armada y de degradación humanitaria, el
conflicto armado colombiano es una “guerra de perdedores”24. Y no sólo por la
imposibilidad de victoria militar y por la crisis humanitaria, sino por la deslegitimación
de las negociaciones en acuerdos de paz parcelados, por el proceso de
deslegitimación del Estado en soberanías compartidas y por la incapacidad de
encauzar un genuino proceso de reconciliación.
Además, como lo reconoce Natalia Springer “el conflicto colombiano está llegando a
un punto de quiebre. Una lectura de las dinámicas mundiales actuales y de los
desarrollos locales sugiere que se trata de un conflicto que afecta de manera creciente
la región y cuyas consecuencias causan cada vez más preocupación a la comunidad
internacional. Muy pronto esa preocupación podría traducirse en acciones de impacto
desconocido”25.
Los colombianos llevamos casi un cuarto de siglo en negociaciones de paz (19822006) pero la guerra se alarga, se extiende, se profundiza y se degrada. Mientras tanto
el mundo cambió y la visión de la comunidad internacional con respecto a las guerras
y la forma de terminarlas se ha transformado. ”Después de la guerra fría, el desarme
============================================
22
Uprimny, Rodrigo. Saffon, María Paula. “Justicia transicional y justicia restaurativa: tensiones y complementariedades” en
“Entre el perdón y el paredón”. Angélica Rettberg (comp..). Universidad de los Andes, Bogotá, 2005.
23
Uprimny, Rodrigo. Saffon, María Paula “La ley de Justicia y Paz: una garantía de justicia y paz y de no repetición de las
atrocidades?”. En Revista Foro No. 55. Bogotá. Octubre de 2005.
p. 49
ss.
24
PNUD. “El conflicto: callejón con salida” Informe Nacional de Desarrollo Humano. Colombia 2003. p.81 ss.
25
Springer, Natalia o.c. p.6
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
OO
efectivo de facciones en conflicto armado, dentro de las fronteras nacionales o en
Estados fallidos se ha convertido en un desafío preponderante en la agenda mundial
de seguridad”26. Incluso el descongelamiento de las relaciones internacionales permitió
un mayor papel de la ONU en las crisis debidas a conflictos internos27. La misma
evolución del derecho humanitario en la justicia internacional contempla la creación de
Tribunales especiales para crímenes de guerra y de lesa humanidad como en el caso
de Bosnia-Herzegovina (1993), Ruanda (1994) y Sierra Leona (2002) y la misma
Corte Penal Internacional con su Estatuto de Roma (Julio de 2002). Igualmente la
teoría de negociación de conflictos ha evolucionado, desde la “paz positiva y paz
negativa” de Galtung,
a la
“regulación de conflictos” de Paul Wher y la
“transformación de conflictos” de Jhon Paul Lederach y los centros de resolución de
conflictos como el PRIO de Oslo, el programa de Negociación de la Harvard Law
School que se implicaron en las negociaciones de paz de Centroamérica en los años
90. 28
La guerra interna colombiana tiene de común con las “nuevas guerras” de las que
habla Mary Kaldor, la ferocidad de los métodos de combate y la victimización de la
población civil, e incluso el origen de los recursos que la financian, el tráfico de drogas
y de esmeraldas, el secuestro, la extorsión y el control de las economías ilegales.
Además la red de complicidades entre fuerzas armadas regulares e irregulares, entre
sectores públicos y privados. Pero lo fundamental es que está asociada a la
descomposición del Estado, a la crisis del Estado - nación.29
La gran contradicción de casi tres décadas de negociaciones de paz – y de “guerras
integrales” y “antiterroristas”- es la progresiva deslegitimación del Estado colombiano
en medio del autoritarismo y la corrupción pero además porque no ha logrado el
monopolio de la fuerza, ni del control sobre el territorio, ni de la tributación, ni de la
justicia, ni siquiera de la soberanía. El Estado en Colombia adolece de una política
pública de inclusión social y se caracteriza cada vez más por representar los intereses
de los grupos de mayor poder económico y de las compañías transnacionales. Hoy,
con mayor razón que ayer, puede decirse que “la economía va bien pero el país va
mal”.
La reducción del papel del Estado a la “Seguridad Democrática” ha sacrificado la
democracia a un concepto de seguridad que privilegia la fuerza sobre el consenso y la
militarización de la sociedad a su politización mediante su acceso al derecho y a los
derechos. Los costos de esta guerra crónica ya no sólo nos están conduciendo a un
Estado inviable sino que la fragmentación de nuestra sociedad y la degradación del
conflicto armado está derivando en disolución de los lazos de solidaridad y afectado el
mismo proyecto de nación30.
============================================
26
Springer, Natalia. “Desactivar la Guerra: alternativas audaces para consolidar la paz”. Aguilar. Bogotá. 2005. p. 217.
Entre 1989 y 1999 la ONU desplegó 31 operaciones de mantenimiento de la paz. Al final de 2004 había 35 misiones de paz
integradas por organizaciones regionales y por coaliciones ad hoc de Estados con la autorización de las Naciones Unidas. Natalia
Springer. o.c. p. 214 p.78.
28
Fisas, Vicenç. “Procesos de Paz y Negociación en conflicto armados”. Piados. Barcelona. 2004. p.47 ss.
29
Kaldor, Mary. “La sociedad civil global: una respuesta a la guerra” Tusquets. Barcelona 2005. p.156 ss.
30
Un análisis crudo y actual de estas consecuencias se encuentra en el Informe Nacional de Desarrollo Humano 2003 del PNUD.
“Colombia, Callejón con Salida”. Cap. 17: “Pactar la paz: implicaciones para una negociación”.
27
=
=
OP
Se impone por lo tanto un nuevo concepto de seguridad, la Seguridad Humana,
propuesto por las Naciones Unidas cuyos índices comprenden desde el tratamiento de
la crisis humanitaria hasta la reducción de la violencia estructural:
“La seguridad humana significa proteger las libertades vitales. Significa proteger a las
personas expuestas a amenazas y a ciertas situaciones, robusteciendo su fortaleza y
aspiraciones. También significa crear sistemas que faciliten a las personas los
elementos básicos de supervivencia, dignidad y medios de vida…..la seguridad
humana complementa a la seguridad estatal, promueve el desarrollo humano y realza
los derechos humanos. Complementa la seguridad del Estado al centrar su foco de
atención en las personas y haciendo frente a inseguridades que no han sido
consideradas como amenazas para la seguridad estatal…El respeto a los derechos
humanos constituye el núcleo de la protección a la seguridad humana. El fomento de
los principios democráticos constituye un paso hacia el logro de la seguridad humana y
el desarrollo: permite a las personas participar en las estructuras de gobernabilidad y
hacer que su voz sea escuchada. Para ello se requiere crear instituciones sólidas, que
establezcan el Estado de Derecho y potencien a las personas”31.
Llegó pues la hora de negociar el conflicto armado para reconstruir nuestro proyecto
de nación, para conformar un Estado democrático moderno, para reconciliar a la
sociedad colombiana. Este puede ser un propósito nacional, un Acuerdo nacional que
recoja las lecciones aprendidas y las proyecte en una política nacional de paz.
Si hacemos un balance de las “lecciones aprendidas” en 25 años de negociaciones de
paz en Colombia que puedan ser útiles para el presente, tendríamos que señalar,
entre otras, las siguientes:
-
La necesidad del reconocimiento de la existencia de un conflicto armado, para
abordar la solución política negociada. El Estado colombiano, durante la
administración Betancur, reconoció la exclusión política y social como
condiciones objetivas del conflicto armado en Colombia.
-
Las organizaciones guerrilleras colombianas, FARC y ELN, son organizaciones
de oposición política armada al Estado y como tal han sido por más de veinte
años sujetos de interlocución política de diferentes gobiernos.
-
Las guerrillas colombianas han realizado acciones terroristas, violatorias del
DIH, y condenables por la opinión nacional e internacional, pero ello no las
ubica como simples organizaciones terroristas.
-
En el tratamiento del conflicto colombiano no se puede identificar el origen y
carácter de las guerrillas con el de las fuerzas paramilitares. De allí la
necesidad de distinguir la negociación política de un conflicto armado interno
entre el Estado colombiano y la subversión, con el sometimiento a la justicia a
que deben ser convocados los grupos paramilitares.
-
La búsqueda de una solución soberana a la guerra en Colombia requiere una
estrategia independiente de las guerras norteamericanas contra la droga o
============================================
31
=
Citado por Natalia Springer en “Desactivar la Guerra”. p.412.
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
OQ
contra el terrorismo. El compromiso del Estado y la sociedad colombiana de
combatir el narcotráfico y el terrorismo no puede enmascarar las raíces de
nuestro conflicto armado interno y la búsqueda de salidas propias y
negociadas.
=
-
La Constitución de 1991 fue resultado y causa de las negociaciones de paz de
los años 90. Su carácter democrático, progresista y garantista están siendo
desconocidos y desmontados progresivamente por la política de “Seguridad
Democrática” del gobierno Uribe. Las negociaciones de paz pueden crear una
coyuntura reformista que recupere y profundice el carácter avanzado de la
Democracia colombiana.
-
Los Acuerdos Humanitarios especiales pueden ser el inicio de un proceso de
diálogo y negociación. Es urgente abordar el tema de los acuerdos parciales
que prevé el DIH para la protección de la población civil.
-
La participación de la sociedad civil en los procesos de paz de Colombia tiene
un protagonismo y un programa propio, independiente del Estado y de la
insurgencia.
-
En el tratamiento de la solución política negociada y/o del sometimiento a la
justicia debe contarse con formas de justicia transicional y con el papel de la
Tribunal Penal Internacional. Igualmente con el papel de las víctimas en la
exigencia de verdad, justicia y reparación.
-
El proceso de desmovilización de los paramilitares no puede tener un horizonte
de impunidad y de paramilitarización del país sino la construcción de la paz y
del Estado Social de Derecho
-
El narcotráfico atraviesa y alimenta el conflicto armado en Colombia pero no es
el origen del conflicto. Una política concertada contra el narcotráfico con el
respaldo de la comunidad internacional y el compromiso de los actores
armados debe hacer parte de la búsqueda de la paz.
-
Hace falta una política de Estado para la paz que contribuya al fortalecimiento
de la institucionalidad democrática y al refuerzo del Estado Social de Derecho.
-
En el diseño de una política nacional de paz debe reconocerse la importancia
de los procesos locales y regionales de la construcción de la paz con la
participación de la sociedad civil y la posibilidad de Acuerdos humanitarios, que
permitan explorar los caminos de la solución política.
-
Es necesario empezar a diseñar el posconflicto. La firma de los acuerdos de
desmovilización y desarme no es la paz. Esta requiere un largo proceso de
reconciliación y construcción de alternativas políticas, económicas y sociales
con amplia participación de la sociedad y de los nuevos actores políticos
surgidos de los acuerdos. Por ello una Asamblea Nacional Constituyente que
genere un nuevo Pacto nacional debe estar en el horizonte.
=
OR
-
En la experiencia de las negociaciones de paz en Colombia ha sido
fundamental el papel de la comunidad internacional y los diferentes modelos de
acompañamiento: bilateral, multilateral, universal, regional, con la utilización de
diversos instrumentos de la negociación: buenos oficios, facilitación, mediación.
-
Frente al unilateralismo de las relaciones internacionales del gobierno Uribe, es
necesario fortalecer el papel de la Organización de Naciones Unidas en el
proceso de paz en Colombia y la participación de la Comunidad Internacional
en la promoción, defensa y garantía de los Derechos Humanos, el Derecho
Internacional Humanitario y la defensa y consolidación del Estado Social de
Derecho en Colombia.
Estos elementos pueden ser el punto de partida de un Acuerdo nacional por la
reconciliación de los colombianos que nos saque del pantano de la guerra y nos abra
los caminos de la paz con desarrollo y justicia social: “La solución, a mi entender,
jamás pasará por el aumento de la polarización o por agudizar la confrontación
armada sino por devolver la palabra y la soberanía al pueblo, y en acertar con una
“hoja de ruta” que comprometa a todas las partes con las reformas de profundidad que
necesita este país. No será una victoria militar de nadie, ni una insurrección imposible,
sino una concertación de compromisos estructurales, con verificación internacional,
cesiones empresariales a favor del cambio y una dignificación de la vida de toda la
ciudadanía y de todo el campesinado”32.
Colombia está pues, avocada a resolver sin más dilaciones el problema de la guerra
por la vía de la negociación política, y si ni el gobierno ni la insurgencia parecen
decididos, enredados como están en una batalla sin solución, es a la sociedad
colombiana a quien corresponde proponer soluciones y asumir iniciativas como ya lo
hizo en 1990 con la Séptima papeleta para la convocatoria de la Asamblea Nacional
Constituyente, o en 1997 con el Mandato Nacional por la Paz. El factor más definitorio
y dinámico de la democracia colombiana es la Sociedad Civil democrática con una
agenda propia en la que la defensa del Estado Social de Derecho, la exigencia del
respeto por los derechos humanos y el derecho internacional humanitario, y el
compromiso con la búsqueda de la solución política negociada al conflicto armado son
prioritarios. Ello permitirá romper el bloqueo de la sociedad, de la nación y del Estado
colombianos y colocarnos en condiciones de asumir los retos, ya no solo de la
modernidad a la que llegamos con atraso sino de la globalización que es el reto del
presente.
La propuesta de un Acuerdo Nacional por la Reconciliación es una acción de
emergencia de la Sociedad Civil, una iniciativa política para la construcción de una
política de paz del Estado y de la sociedad civil colombiana. Está visto que la paz es
un asunto demasiado serio en la vida de la nación para dejarla solo en la voluntad de
los actores armados e incluso de los actores políticos en afán electoral. En una
democracia, la política es la alternativa a la guerra, pero es, además, la esencia de la
democracia.
Finalmente, por el carácter del conflicto armado colombiano, su duración, y el hecho
de ser un foco de conflictos para el área, por involucrar un tema tan sensible para la
============================================
32
=
Fisas, Vicenç. o.c. p.86
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
OS
comunidad internacional como el narcotráfico, un caso permanente de crisis
humanitaria, y una amenaza para nuestra propia soberanía como nación, Colombia
debe solicitar a la ONU el establecimiento de una “Conferencia Internacional
permanente sobre la paz de Colombia”, que acompañe el proceso de negociación y
de acuerdos y que garantice la asistencia técnica, política y económica para
consolidarlos. Y que le brinde al proceso de reconciliación un horizonte de valores en
el marco de la Seguridad humana y de los mismos Objetivos del milenio.
4. Conclusiones.
Cómo Negociar con el ELN.
El ELN nació con un doble mesianismo: el de las guerrillas latinoamericanas de los
años 60 con su discurso de revolución social antiimperialista y el del radicalismo
liberador cristiano que veía en la revolución socialista la manera de realizar el
imperativo evangélico del amor al prójimo, pero “amor eficaz” como decía Camilo
Torres. Tanto Camilo como el Ché, figuras cimeras de ambos mesianismos, se
constituyen por tanto en los santones de la Revolución, la encarnación a imitar del
“hombre nuevo”, constructor de la nueva utopía y referentes de la mística elena de
Nupalom (Ni un paso atrás, liberación o muerte).
Ese doble mesianismo confluye en un proyecto político de Poder, que se va a expresar
primero en una estrategia fundamentalmente armada e insurreccional y
posteriormente, influido tanto por la experiencia centroamericana de los años 80 como
por los cambios mundiales que significaron el derrumbe del campo socialista y la
nueva correlación de fuerzas después de la guerra fría, en una concepción de Poder
Popular que se construye con la comunidad, más cercano al concepto cristiano de
construcción de comunidad que a la tradición revolucionaria de “toma del poder”.
Ello lo diferencia de la guerrilla clásica en cuanto su distanciamiento del marxismo
dogmático, su carácter de guerrilla societal y su ejercicio de una ética difusamente
religiosa que lo protegió de la tentación del narcotráfico. Hasta cierto punto la impronta
de Manuel Pérez sobre el ELN es responsable además de su conservadurismo táctico
y de su rigidez frente a los cambios del escenario político y estratégico.
Orgánicamente el ELN no se desarrolló como un partido ni como un ejército. Se definió
a sí mismo como una Organización político-militar y su evolución lo ha llevado a ser
una Organización política en armas más que una organización armada que hace
política. Ya a mediados de los 90, después de la ruptura con la Corriente de
Renovación Socialista, la estrategia armada pasó a ser una estrategia de Resistencia
y defensa de las organizaciones sociales frente a la agresión militar y paramilitar. Y su
discurso a coincidir progresivamente con el de la Sociedad civil democrática que en
Colombia se ha desarrollado grandemente después de la Constitución de 1991.
A pesar de sus vacilaciones, gravísimos errores, dudas y frecuentes contradicciones,
el ELN asumió por lo menos desde 1998 la decisión de la negociación y empezó a
=
=
OT
diseñar sus instrumentos muy de acuerdo con su ethos: la Convención Nacional para
construir en alianza con la sociedad civil la agenda de la negociación con el Estado,
las comisiones “facilitadoras” para dotar su estrategia negociadora de un entorno
académico y social, el “grupo de países amigos” para buscar legitimidad internacional
para el proceso, y la construcción de unas vocerías públicas en las que han jugado un
importante papel sus comandantes presos desde la cárcel de Itagüí. Hay que
reconocer sin embargo que el propósito gubernamental de liquidar militarmente al ELN
mientras ensayaba la negociación con la guerrilla mayor de las FARC y la obstrucción
paramilitar al establecimiento de la Zona de Encuentro, frustraron esa oportunidad y
aplazaron la hora del diálogo político.
Al asumir la decisión largo rato aplazada de transitar mediante la negociación política
con el Estado a movimiento político legal y civilista, el ELN con su implantación
regional y su estructura federada, debe demostrar que está en condiciones de
contribuir a desarrollar la implantación de fuertes movimientos sociales regionales en
un proyecto para profundizar la descentralización mediante la construcción de poderes
democráticos locales.
Y, al mismo tiempo, de converger políticamente con la Izquierda Democrática en la
utopía de una alternativa de poder frente al de la rancia oligarquía bipartidista, de un
proyecto de nación reconciliada en su pluralismo, y del establecimiento de un Estado
democrático y social. Sus reivindicaciones históricas de humanizar el conflicto
colombiano y de defender los recursos naturales como patrimonio de todos los
colombianos hacen parte ahora del Programa común de las fuerzas progresistas.
Hay que decir, finalmente, que al emprender una negociación de paz con el ELN, una
de las más tradicionales guerrillas colombianas nacidas de la reivindicación social y
política contra la secular exclusión que profundizó la Violencia, el Estado que ahora
reconoce la existencia del conflicto, debe asumir que su superación no consiste
solamente en el desarme de los armados, sino en el tratamiento concertado con la
sociedad de los conflictos sociales y políticos que reproducen la exclusión y la
violencia. Por ello no es suficiente la “Seguridad Democrática”, se requiere de un
proyecto radical de Democracia como una oferta del Estado a los armados y un
propósito de empeño nacional para que otra vez la paz no sea solamente una tregua
para nuevas guerras.
Teniendo en cuenta lo anterior y las consideraciones aquí expresadas, la negociación
que se reinicia a comienzos del 2006 en La Habana, puede abordarse con las
siguientes etapas y contenidos:
1. Acuerdos Humanitarios, donde converjan la vieja propuesta de humanización del
conflicto con la urgencia de aliviar la crisis humanitaria en el marco de las normas del
Derecho Internacional Humanitario. Se trata además de devolverle credibilidad a un
proceso que requiere re-enamorar a la sociedad colombiana y a la comunidad
internacional y de generar las condiciones de confianza para las siguientes etapas..
Desde Maguncia (1998) el ELN se había mostrado dispuesto a acuerdos parciales y
en La Habana (2002) se había hablado de la propuesta de la ONU de Acuerdo global
humanitario. Igualmente el Coce presentó en Junio de 2004 una propuesta de cese al
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
OU
fuego bilateral vinculada al tema de las minas antipersonal y amnistía general “para los
presos políticos y prisioneros de guerra”.
En las condiciones actuales sería posible un acuerdo de Tregua bilateral y temporal
para abordar el tema de los Acuerdos de carácter humanitario. A las propuestas del
Defensor del Pueblo de Acuerdos en los temas de desvinculación de menores de la
guerra y de programas de desminado en zonas concretas, se puede agregar en una
primera etapa la de respeto a la misión médica. En el contexto de desmovilización
paramilitar en curso, el Acuerdo debe, para la protección de la población civil,
contemplar la creación de una veeduría internacional para el cumplimiento de la Ley
de Justicia y Paz. Los mismos Acuerdos humanitarios y el cumplimiento de la tregua
bilateral y temporal requieren de veeduría internacional.
En un segundo momento, previa la resolución “por otros medios, de la suficiente
disponibilidad de recursos para el ELN” (Maguncia), un Acuerdo bilateral de cese al
fuego y de hostilidades puede acompañarse de un Acuerdo global humanitario que
vincule el cese definitivo del secuestro, la liberación de todos los secuestrados, y
la amnistía gubernamental para los presos políticos no incursos en crímenes de
guerra ni de lesa humanidad. La firma de un Acuerdo global humanitario debe vincular
temas como la protección de la población civil, el retorno de los desplazados y la
protección de la infraestructura energética y de servicios públicos. La firma de un
Acuerdo de cese al fuego y de hostilidades y del Acuerdo global humanitario, debe
comprender, como gesto del gobierno nacional y de la comunidad internacional para la
viabilidad del proceso de paz con el ELN, su exclusión de la lista de grupos
terroristas. A lo largo de todas estas etapas la veeduría internacional es garante del
cumplimiento y perfeccionamiento de los Acuerdos.
2. Convención Nacional. También prevista y diseñada desde los Acuerdos de Puerta
del Cielo. El Acuerdo bilateral de cese al fuego y de hostilidades debe dar paso a las
Zonas de Encuentro para la Convención Nacional. Su concreción, ubicación y
condiciones deben ser fruto de un Acuerdo con mediación nacional e internacional.
Para ello puede partirse del diseño de Zona de Encuentro ya elaborado y de los
trabajos de la sociedad civil para la preparación de la Convención Nacional. Estamos
hablando de varias zonas para la Convención, partiendo de la presencia histórica del
ELN en regiones como el Sur de Bolívar, el Catatumbo, Arauca, Antioquia y Valle.
La Convención, de acuerdo con la concepción del ELN, es el espacio de construir
consensos con la sociedad acerca de las reformas que pueden consolidar un Acuerdo
de paz. Este es el mecanismo para el despliegue del acompañamiento de las
organizaciones sociales, gremiales, de paz y de derechos humanos y comisiones
facilitadoras. Con su concurso, se deben elaborar cronogramas, agendas y
procedimientos con un tiempo delimitado para construir lo que el ELN llama Gran
Acuerdo Nacional por la Paz.
Para la protección de los sitios definidos para la Convención Nacional debe hacerse un
acuerdo ELN - Gobierno que garantice el acompañamiento y veeduría
internacional.
3. Negociación Sustantiva.
=
=
OV
La ubicación de la fuerza armada del ELN en las zonas para la Convención Nacional,
debe ser simultánea a la ubicación de la Comandancia y equipos negociadores del
ELN en la Zona de Encuentro. Ello para garantizar la continuidad de la negociación y
la seguridad de comandantes y negociadores. En esta zona se debe perfeccionar la
concreción de los Acuerdos humanitarios, el diseño de procedimientos para la
negociación sustantiva, la Agenda temática y el diálogo político permanente de los
negociadores con la nación.
La Agenda de temas sustantivos que esta negociación ELN - Gobierno puede abordar
está referida a.:
-
Acuerdos Humanitarios (perfeccionamiento).
Constitución de 1991 y Reformas políticas.
Protección y explotación de los recursos naturales y energéticos.
Reordenamiento territorial y descentralización.
Reformas económicas: Por una economía a escala humana.
Reformas sociales: Los objetivos del Milenio de la ONU.
Seguridad Humana: Por un concepto democrático de la seguridad.
Independientemente del “Gran Acuerdo Nacional por la Paz”, salido de la Convención
Nacional, la Agenda de temas sustantivos para la negociación ELN - Gobierno se
construye en la mesa de negociaciones en la cual se deben delimitar también los
objetivos y alcance de los acuerdos sobre reformas a que aquí se llegue.
Para la búsqueda de estos Acuerdos es conveniente la presencia en la mesa de
negociaciones, como mediadores, de acompañamiento nacional (sociedad civil) e
internacional (países amigos). La firma de los Acuerdos requiere también de una
veeduría internacional para garantizar su cumplimiento.
Para blindar el Acuerdo de paz y crear un mayor compromiso de la sociedad
colombiana con los procesos de reconciliación, es conveniente un Referendo
nacional ratificatorio del Acuerdo de paz, celebrado durante los seis meses
posteriores a la firma del Acuerdo.
4. Acuerdos de DDR. (Desarme, desmovilización, reinserción).
Hay ya suficiente experiencia nacional e internacional sobre los temas del DDR, pero
aquí se debe contar con la participación directa de la ONU y sus agencias. No sólo
por la complejidad del proceso sino porque va a coincidir en parte con la
desmovilización y reintegración de las autodefensas. El necesario apoyo económico
de la comunidad internacional al proceso puede ser canalizado por esos organismos.
Un elemento necesario de abordar es el de las condiciones jurídicas de la
desmovilización que no pueden ser las mismas de la Ley 975 negociada con los
paramilitares. En el marco del Derecho Internacional Humanitario y de la necesidad
de verdad, justicia y reparación, el proceso de paz con el ELN debe asumir los
criterios de la Justicia transicional y de mecanismos que permitan la justicia posible
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
PM
para asentar un proceso de reconciliación con verdad suficiente y reparación
restaurativa. Para ello es preciso el compromiso del poder legislativo.
Los mecanismos de desarme deben contemplar no solo la recolección de las armas en
poder de los combatientes que debe estar a cargo de organismos internacionales, sino
la continuidad del proceso de desminado y la promoción de una cultura de
negociación de conflictos comunitarios en la cual pueden especializarse los
mismos desmovilizados.
La desmovilización de los combatientes del ELN debe proyectarse teniendo en cuenta
la implantación regional de la fuerza y la actividad política y social que seguirán
desarrollando en sus comunidades.
El esquema de condiciones de seguridad, condiciones jurídicas, reinserción social,
participación política para los excombatientes, debe complementarse con programas
de desarrollo regional como se hizo en las negociaciones de los 90, mucho más
dado el carácter societal del ELN.
Más allá de estos particulares Acuerdos de DDR con el ELN, el país debe prepararse
para un proyecto nacional de reconciliación, cuando sea posible, ojalá muy pronto,
que todas las espadas se conviertan en arados.
Posible Hoja de Ruta del Proceso de Negociación del ELN.
Concluida la etapa de la “ Casa de Paz” la pregunta es cómo continuar. Está Claro que
eso depende de la voluntad del Coce para tomar la iniciativa en esta coyuntura. Se
trata de diferenciar dos momentos. Uno de diálogo y otro de negociación. El primero
retomando los acercamientos que había trabajado el embajador Valencia para sentar a
una mesa al Gobierno y al Coce con el objeto de discutir los temas de tregua bilateral
y Acuerdos Humanitarios, ocasión también para que el ELN haga su propia campaña
política de propuestas al país en el marco del debate electoral. El segundo, el de la
negociación, asumiendo con el Gobierno que se posesione el 7 de Agosto de 2006,
cualquiera que sea, la discusión de una Agenda de temas sustantivos para el Acuerdo
de Paz con el horizonte claro de la transición a la actividad política legal.
Es de suma importancia acompañar el proceso de diálogo ELN - Gobierno con una
dinámica de acuerdos políticos con los diferentes Partidos y fuerzas políticas, que
permita blindar el diálogo y la negociación con el necesario consenso político que
requieren. Igualmente el acompañamiento de la Sociedad Civil al proceso que debe
tener su concreción en la realización de la Convención Nacional. Aún
independientemente de la Convención, la sociedad civil debe desarrollar su propia
Agenda, definida en el Encuentro de Iniciativas de paz de septiembre pasado, de tal
forma que los diálogos con el ELN contribuyan a despejar los caminos de Acuerdo
nacional por la reconciliación.
El espacio de diálogo debe recuperar la credibilidad de la sociedad colombiana en el
proceso de negociación con el ELN y recuperar igualmente el acompañamiento del
=
=
PN
Grupo de Países Amigos y el compromiso de la comunidad internacional con el
proceso de negociación y paz que pueda traducirse, por ejemplo, en la revisión del
tema de la lista de los grupos terroristas y en el apoyo político y económico.
El tiempo político para el inicio de este proceso coincide con el término de la
desmovilización de las Autodefensas y con la campaña política electoral del 2006.
Esto va a marcar la Agenda jurídica de la negociación con los temas de la Verdad, la
Justicia y la Reparación y la Agenda política con el debate sobre la Paz y el papel de
la negociación en la campaña de reelección del Presidente Alvaro Uribe y en la
redefinición del mapa político del país. Igualmente tiene incidencia en los desarrollos
del conflicto político y armado con las Farc.
Pero además esta negociación coincide con la celebración de los 15 años de la
Constitución de 1991 que fue el resultado de las negociaciones de Paz de comienzos
de los años 90 y el referente de las negociaciones posteriores, y cuyo espíritu de
Pacto de Paz en torno a un Estado Social de Derecho pretende ser revertido por el
proyecto de Seguridad Democrática del presente Gobierno. El tema de la Democracia
debe ser preocupación central en la Agenda de negociación.
Etapas
1. Casa de Paz. El diálogo con la Sociedad Civil. (2005).
Discusión con diferentes sectores de la Sociedad colombiana sobre cómo remover
los cinco obstáculos que plantea el ELN para la negociación.
Resultados Esperados: Llamamiento desde la sociedad civil al ELN y al Gobierno
para asumir la etapa de diálogos directos.
2. Etapa inicial de diálogo directo ELN - Gobierno. (Dic. - Enero - Febrero 2006).
-
Mesa de Acercamiento Coce - Gobierno en el exterior. Objetivo, convenir tregua
bilateral (seis meses) y sus condiciones: Financiación, Veeduría Internacional.
Discusión de Agenda humanitaria. (1)
Campaña política del ELN hacia la sociedad colombiana en el marco del
proceso electoral.
Búsqueda de acuerdos con los diferentes Partidos y Fuerzas políticas que
permitan un consenso político para la negociación.
3. Tregua Bilateral (Abril- Septiembre de 2006)
-
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Concreción de Acuerdos Humanitarios
Diseño de procedimientos para la negociación.
Construcción de Agenda Temática. (2)
Diálogo político del ELN con la nación.
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
PO
4. Negociaciones de Paz ELN - Gobierno. En Colombia. (Sept. 2006 - Feb. 2007)
-
Cese del fuego y de hostilidades.
Discusión de Acuerdo sobre Fases de la Negociación, metodología y
cronograma.
Zonas de Encuentro para la Convención Nacional.
Convención Nacional. (Compromiso por acuerdo final de Paz)
Comisiones negociadoras.
Acompañamiento y Veeduría Internacional.
Abordaje de la Agenda Sustantiva: Reformas políticas, recursos naturales,
reformas económico - sociales.
Participación política.
Acuerdo de Paz.
Referendo ratificatorio del Acuerdo de Paz.
5. Reinserción y Reconciliación.
-
Esquema de Desmovilización, Desarme y Reinserción (DDR).
Condiciones de Seguridad.
Formas de participación política.
Programas de Desarrollo regional.
Agenda de Reconciliación (Hacia una Asamblea Nacional Constituyente)
6. El Posconflicto.
-
Participación como fuerza política legal en las elecciones municipales y
regionales de 2007.
(1) Agenda Humanitaria.
-
Minas antipersonal, y armas de destrucción masiva indiscriminada.
No vinculación de menores a la guerra.
Prohibición del desplazamiento y confinamiento forzado.
No utilización del cuerpo de las mujeres como botín de guerra.
Prevención y protección de la población civil.
Protección y facilidades plenas a la misión médica.
Liberación de las personas privadas de la libertad en medio del conflicto.
(2) Agenda Temática Sustantiva.
=
=
PP
-
Constitución del 91 y Reformas Políticas.
Protección y explotación de los Recursos naturales y energéticos.
Reordenamiento territorial y descentralización.
Reforma Económica: por una economía a escala humana.
Reformas sociales: los Objetivos del Milenio de la ONU.
Seguridad Humana.
Fernando Hernández Valencia.
Escuela de Cultura de Paz Universidad Autónoma de Barcelona.
Barcelona, Febrero de 2006.
(Las opiniones expresadas en este documento son responsabilidad del autor).
=
Negociación de paz con el ELN: una aproximación metodología
PQ
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www.eln-voces.com
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