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fotografía y familia
por John Mraz*
L
a familia estableció una relación íntima con
la fotografía casí desde que ésta apareció,
y después de que George Eastman
inventara la Kodak, en 1888 ese medio se volvió
el instrumento principal de su representación.
En uno de sus tempranos proyectos de investiga­
ción, Pierre Bourdieu documentó la centralidad
de la familia en la fotografía observando que
más de dos tercios de todos los fotógrafos están
ocupados en hacer imágenes en las ceremonias
y reuniones familiares, además de las vacacio­
nes de verano, Bourdieu afirma tajantemente:
La práctica fotográfica existe —y subsiste— la
mayor parte del tiempo, por su función familiar
o, mejor dicho, por la función que le atribuye
el grupo familiar, por ejemplo: so­lem­nizar y
eternizar los grandes momentos de la vida de
la familia, reforzar, en suma, la integración del
grupo familiar reafirmando el sentimiento que
tiene de sí mismo y de su unidad.1
Como tiene por costumbre, Bourdieu ha pues­
to su dedo definitivamente sobre las limitacio­
nes de la fotografía familiar. Podríamos estar
tentados a pen­sar que las imágenes de familia
ofrecen una variedad sin límites de represen­ta­
* Instituto de Ciencias Sociales y Humanidades,
Universidad Autónoma de Puebla
1 Pierre Bourdieu, La fotografía: un arte intermedio,
México, Nueva Imagen, 1989, p. 38. Originalmente publi­
cado en francés en 1965.
ciones que em­balsaman la vida cotidiana, los
contextos domésticos y los pedacitos del mundo
fenoménico que hacen de la fotografía una fuente
perfecta para la historia social. Sin embargo,
como comentó David Jacobs, “Las ins­tantáneas
domésticas no documentan normalmente eventos
mundanos como la familia viendo la televisión o
trabajando en la co­cina o cortando el pasto. Más
bien, se hacen instantáneas cuando la familia está
involucrada en experiencias extraordinarias”.2
Empotrada en los ritos fundamentales de la
vida familiar, la fotografía es cronista y, asi­mismo,
es una actividad central de estos ritua­les que,
además, solemniza. Así, la foto­gra­fía familiar es
comúnmente muy estereotipada y convencional,
porque representa a las perso­nas en sus papeles
socialmente asignados —el papá, el esposo, el
tío de Los Ángeles— en lugar de captar su
indivi­dualidad. Además, es idealizante ya que
las imágenes retratan son­risas y abrazos en lugar
de los pleitos de so­bre­mesa, los resentimientos
latentes, las rivali­dades entre hermanos o las
incomprensiones generacionales que son
también parte de las reuniones familiares. Los
practicantes de la fo­tografía familiar se adhieren
inconsciente e in­sis­tentemente a los códigos de
posar establecidos hace mucho, en los cuales sólo
el buen comportamiento que tiene la aprobación
social se puede fotografiar; más tarde se lleva a
2 David Jacobs, “Domestic Snapshots: Toward a
Grammar of Motives”, Journal of American Culture, 4:1,
1981, p. 96. Todas las traducciones del inglés son mías.
cabo otro proceso de selección al escoger entre
las varias imágenes posibles para su inclusión
en el ál­bum familiar. Estas convenciones,
lejos de in­ten­tar abrir puertas a la realidad
de la familia es­tán, de hecho, diseñadas
para guardar sus se­­cretos y protegerlos del
escrutinio público.
¿Significa lo anterior que las fotos de familia
no son útiles para los antropólogos e historia­
dores? No hay ninguna duda de que estas imá­ge­
nes ofrecen posibilidades enormes. Como to­das
las imáge­nes técnicas, conservan aspectos fun­
da­men­tales de la vida material y las relaciones
sociales.3 Ade­más, la fotografía de fa­mi­lia es el
documento doméstico que predomina; es difícil
pensar en escribir una historia de la familia
sin este recurso. Asimismo, las fotos familiares
3
Véase los siguientes textos míos para una exposición
más completa de este asunto: “La fotografía histórica:
particularidad y nostalgia”, Nexos, 91, julio de 1985; “Más
allá de la de­coración: hacia una historia gráfica de mu­jeres
en México”, Política y cultura, 1, otoño de 1992 (uam-x)
e “Imágenes fe­rrocarrileras: una visión poblana”, Lecturas
Históricas de Pue­bla, núm. 59, Puebla: Gobierno del Estado,
pueden ofrecer una posibilidad de
escribir historias alternativas, de
contar “la otra mitad” de la historia.4
Finalmente, las fotos de familia
ofrecen una ventana hacia los gustos
de las personas al mostrar aquello
de lo que ellos “estaban orgullosos,
lo que en­contraban interesante y lo
que querían mostrar a otros”.5
Yo mismo he utilizado fotos de
familia en algunas producciones
históricas. Para una historia de los
ferrocarrileros mexicanos en video,
examiné ál­­bumes familiares en el
pueblo de Oriental, Pue­­bla.6 Allí
encontramos imágenes de parejas
abrazadas en las vías de tren [véase
foto de la página 145] y de ni­ños
trepados en las má­quinas [véanse fotos de la
página 146], fotos que muestran el estrecho
vínculo entre el ferrocarril y el pueblo. Uno de los
entrevistados para la cinta comentó que, “Todos
los que radicamos aquí somos ferroca­rrileros... O
trabaja uno en el ferrocarril o se va, porque no hay
otra fuente de tra­bajo.” El grado en que el mundo
público del fe­rrocarril está entrelazado con las
vidas de los habitantes de Oriental se hace pa­ten­
te en las fotos de los ni­ños con sus padres en las
máquinas [véase foto de la página 144]; igualmen­
te impresionante y reveladora es la ausencia de
niñas. En otra ocasión anterior, in­corporé en una
película sobre los años cincuenta en los Estados
Unidos fotos de mi hermano y yo vestidos de
soldados, encantados con nuestros regalos de
navidad: cascos de metal, cananas, mo­chi­las y
1991.
4 Véase David Russell, “Any Old Albums? —Building
a People’s History”, Camerawork, 16 (noviembre de
1979).
5 Marie Czach “At home: reconstructing every day
life through photographs and artifacts”, afterimage, 5:3,
septiembre 1977, p.11.
6 John Mraz y Gloria Tirado, Hecho sobre los rieles: una
hasta polainas verdeolivo, armados con rifles BB.7
Las fotos sir­vieron muy bien en yuxtaposición con
imá­genes de la injerencia armada de los Estados
Uni­dos en varias partes del mundo para mostrar la
mi­lita­ri­zación de la vida privada en ese país. Las
dos instancias indican cómo las fotos familiares
sir­ven de elemento para estudiar las mentalida­
des.
Ahora bien, pienso que tendríamos que re­for­
mular y ampliar nuestras expectativas sobre el
ti­po de información que nos proporcionan las
fotos de familia. Además del detalle social y la
evidencia de mentalidades, quizá debe­ríamos
buscar las maneras en que las fotos revelan la
“mirada fami­liar”, esa estructura visual que “sitúa
sujetos hu­manos en la ideo­lo­gía, la mitología, de
la familia como institución y proyecta una pantalla
de mitos fami­liares entre la cámara y el sujeto”.8
La cuestión que nos debería ocupar ahora y
aquí es como aplicar estas ideas a la fotografía de
familias mexicanas. ¿Qué días sacan a sus cá­ma­
ras los hombres mexicanos —Bourdieu encontró
que la fotografía es un privilegio masculino
en Francia, y hay poca razón para pensar que
sea diferente en México— y hacen posar a la
familia: en la navidad, en semana santa, en la
primera comunión, en la fiesta de quince años?
¿Dónde de­ciden que debe posar la familia: en
qué parte de la casa o frente a qué estructuras?
¿De qué tipo de cosas se rodea la gente para ser
fotografiada?9 ¿Có­mo están vestidos? ¿Cuáles
di­ferencias se pue­den observar entre fotos
hechas por familias cam­pesinas y las de la clase
media? Finalmente, ¿cuá­les son las “miradas
familiares” en México, y qué diferencias hay de
7 John Mraz y Raymond Tracy, Cracks in the wall: America/
the fifties, Universidad de California, Santa Barbara, 1972.
8 Marianne Hirsch, Family frames: Photography, narrative and
postmemory, Cambridge: Harvard University Press, 1997, p.11.
9 Imposible no recordar aquí la magnífica escena en Reed,
México insurgente (Paul Leduc, 1971) en la cual el general
Urbina construye laboriosamente el escenario, con enano y
vi­trola entre otras cosas, para que la fotografíe John Reed.
acuerdo con las regiones, las clases, las etnias,
los géneros y los contextos históricos?
Pienso que una de las cuestiones más
im­por­tantes aquí es examinar cómo está
representado en las fotografías de familia el
aplastante pa­triarcado que domina tanto la
vida pública y privada en México. Me parece
claro que la es­tructura familial fundamental
que afecta profundamente todas las esferas de
la vida mexicana, con el resultado de producir
la im­­pu­­nidad de cualquiera en el poder y la
incapacidad de una crítica rigurosa que tanto
debilita a esta cultura, es el patriarcado,
encarnado en el gran padre de familia como
presidente o director o juez o policía, a quien no
se puede ni criticar ni cuestionar. ¿Cuáles son
los elementos cons­ti­tutivos de este fenómeno, y
cómo están re­presentados en fotos en las cuales
el patriarca está comúnmente ausente, porque
las está tomando?
Es obvio que sondear las profundidades de
la fotografía de familia en México requerirá de
investigaciones extensivas. Descubrir las fotos
es sólo un primer paso. Luego, habrá que desa­
rrollar entrevistas intensivas para poder sacar
la información enterrada en las imágenes.10
Después de todo, el público primario para estas
fotos es el fotógrafo y su familia; ellos aportan
una riqueza de conocimientos y memorias con
mirar a estas imágenes, las cuales a menudo sólo
son inteligibles para los que tienen las llaves
de sus contenidos y sus contextos simbólicos.
También hay que vincular las memorias
personales con la historia general. Aquí, bien
podría ser fructífero desarrollar investigaciones
comparativas en otras formas visuales cuyos
sujetos son la vida familiar, como el cine, las
telenovelas, las fotonovelas y los anuncios.11
No hay duda de que hay una relación entre
las estructuras psicológicas manifiestas en las
fotos de familia y las de otras formas de cultura
vi­sual. Si los investigadores pueden desarrollar
los instrumentos para interrogar efectivamente
las instantáneas domésticas, es claro que
tendremos otro documento visual para construir
una historia realmente popular de México. Ade­
más, la incorporación de nuevas imágenes será
un avance notable sobre la dependencia actual
de las fotografías reutilizadas hasta el cansancio
que provienen de los archivos públicos co­mo
la Fototeca del inah y el Archivo Ge­neral de
la Nación; imágenes, además, cuya falta de
in­formación las debilita seriamente como fuen­
tes de la investigación social.
En suma, la fotografía de familia —lo que
Bourdieu llamó “la manufactura doméstica de
emblemas domésticos”— ofrece oportunida­
des fascinantes para los que saben investigarla
y emplearla en su trabajo.
10 Los lectores se darán cuenta de que las fotografías
que aquí reproducimos llevan poca identificación.
Desgraciadamente, no pudimos llevar a cabo entrevistas
detalladas sobre estas imágenes, principalmente porque
nuestro propósito era el de utilizarlas en la cinta de video
sobre la historia de los fe­rrocarrileros y no como fuente de una
historia gráfica impresa.
11 Michael Lesy, “Snapshots: psychological documents,
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