Alistair Beaton, autor de `Feelgood` y analista político

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DE LA CULTURA Y LA CIENCIA / PENSAMIENTO
Alistair Beaton, autor de ‘Feelgood’ y analista político
“LA DEMOCRACIA
PERTENECE A LOS
PODERES FINANCIEROS”
En las últimas semanas, se ha estado representando en el teatro Infanta Isabel, de
Madrid, Feelgood, obra satírica –ahora de gira por diferentes ciudades españolas–
que aborda la desafección pública hacia los partidos políticos tradicionales y el
surgimiento de un nuevo culto a la personalidad. Su autor, el analista político
escocés Alistair Beaton, que la escribió hace 14 años pensando en la política
inglesa, aunque la historia se puede trasladar a cualquier democracia europea, vino
a España justo en la semana en la que se celebró el referéndum escocés. A favor
del sí, la mayoría lograda por el no ha sido mayor de lo que él suponía. A su juicio,
el deseo de independencia tiene que ver con la percepción de que la democracia
está muy alejada de uno.
U
Por Luis Marchal
sted ha defendido el sí para la
independencia de Escocia, ¿qué
análisis realiza del resultado del
reciente referéndum?
—Siempre pensé que iba a salir el no, pero la mayoría lograda por el no ha sido mayor de lo que yo suponía. El factor decisivo
en las dos últimas semanas de campaña fue
la presión ejercida por las grandes empresas. Muchos bancos y negocios dijeron que
abandonarían Escocia, aunque se puede decir que el que un banco abandone tu territorio es una buena idea [risas]. Sólo nos dan
problemas. Otro factor pudo ser la incertidumbre sobre la nueva moneda.
—¿Lo que ha ganado es el discurso político del no?
—Gordon Brown ha jugado un papel relevante. Fue un desastre como primer ministro, pero un brillante contendiente por el
no. De hecho, ha sido el único miembro elocuente de la campaña por el no. El color y
la retórica buena estaban con el sí.
—¿Se puede decir que Gordon Brown
aprendió de usted, gracias a sus discursos?
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—Me encantaría decir que sí, pero no puedo. Él lo hizo muy bien, porque era algo en
lo que creía. Le generaba una pasión. Cuando fue ministro de Economía y después pri-
En ‘Feelgood’ se escuchan frases como “nadie dimite”.
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mer ministro, él era simplemente parte del
proyecto de Tony Blair y su corazón no estaba en ello.
—¿Por qué quería usted que saliera el sí
en el referéndum escocés?
—Porque creo que el sistema político en
Inglaterra está roto. Parece que la democracia no pertenece al pueblo, sino a los grandes poderes financieros. Hay un sentimiento de izquierdas en Escocia y que está a favor de la justicia social.
—Pero quien gobierna es la derecha en
Reino Unido.
—El Partido Conservador tiene sólo un
miembro escocés del Parlamento Británico.
Durante mucho tiempo, los escoceses votan
a la izquierda y obtienen un Gobierno de
derechas. Ahí también incluyo al Partido Laborista, porque, desde Blair, ha dejado de
ser un partido de izquierdas.
—Es evidente que se siente traicionado por
el Partido Laborista.
—Sí. Una de las motivaciones para escribir Feelgood fue el sentimiento de que un
partido que antes creía en ciertos valores los
abandonó a favor de la puesta en escena. La
desilusión final llegó con la participación en
la Guerra de Iraq.
—Hubo una amplia mayoría de la población en contra de esa guerra, que no fue escuchada. Para usted, ¿qué es ser político?
—Hay excepciones, pero hay una mayoría aplastante de políticos que está más motivada por el poder que por el servicio a la
gente, al pueblo; porque el poder es muy disfrutable y muy sexy.
—Y está la economía. ¿Se ha impuesto el
dinero a la política?
—En Inglaterra, la corrupción tal y como
se entiende, en el sentido de intercambio de
sobres, es rara. Esa corrupción en Inglaterra
no es común. Para mí, la corrupción que
existe es una relación entre las grandes compañías y los políticos. Por ejemplo, en el Partido Conservador hay una especie de club
de líderes. Es para gente de negocios que hace donaciones al partido superiores a las
50.000 libras al año. Te dan la oportunidad
de cenar con los políticos. Nadie dice “vas
a hacer esto si te doy dinero”. Es algo muy
inglés, muy educado, muy cortés.
—¿Y cómo ve los casos de corrupción que
se han conocido por las noticias en España?
—No conozco lo suficiente como para ex-
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F. MORENO
plicar cómo funciona la corrupción en España. Nuestra corrupción, en Inglaterra, parece más sutil.
—¿La desafección política, que muestra
en Feelgood, que existe en la actualidad es
motivada por la forma de hacer política?
—Absolutamente. En la obra, hay una trama exagerada sobre la política. Es entretenida y hace a la gente reír, pero lo hace para poner el dedo sobre el oscuro corazón de
la política. Es central esa idea de que la presentación, la manera en que se presentan las
cosas, ha sustituido al contenido.
—¿Esta desafección explica el auge de los
movimientos de ultraderecha, por una parte, y del nacionalismo, por otra?
—Sí. Por eso es tan peligroso. Si grandes
sectores de la población empiezan a sentir
que la política no tiene nada que ver con
ellos, empezarán a buscar soluciones simples y populistas. Y ése es un campo abonado para los demagogos.
—¿La demagogia prevalece en estos momentos, es la ganadora, en el discurso político?
—El problema central tiene que ver con la
autenticidad, porque hay también ciclos de
“Las exigencias
catalanas se verán
debilitadas por el
resultado escocés”
“Desde Blair, el Partido
Laborista ha dejado de
ser un partido de
izquierdas”
24 horas de noticias. Los políticos están bajo una enorme presión para no decir nada
incorrecto y, por eso, no dicen nada interesante o diferente, porque es muy arriesgado.
Si aparece un demagogo y parece una persona real y auténtica, se convierte en una figura muy atractiva.
—De hecho, están apareciendo figuras así,
atractivas, en Europa.
—Por supuesto. Marine Le Pen, en Francia. El partido de ultraderecha, en Holanda.
Boris Johnson, en Londres, que tiene un claro potencial demagógico y está muy intereF. MORENO
sado en convertirse en primer ministro.
—En definitiva, ¿qué es lo más importante del discurso político? ¿Esta honestidad?
¿Parecer lo que no se es?
—En Feelgood, al final, cuando sale el discurso del presidente, dice que “voy a ser espontáneo, hablar desde el corazón”. Entonces, suelta las frases que sabemos que los
asesores han escrito para él. Así que la autenticidad se ha convertido en parte de su
presentación. La autenticidad se ha convertido en parte de la representación. Muchos
de estos políticos no podrían ser auténticos,
no sabrían hacerlo.
—¿Vivió esto con Gordon Brown, cuando
usted le escribía los discursos?
—Mi trabajo era hacer que sus discursos
fueran más entretenidos y humanos. Y darle unos buenos gags. No fue un proyecto exitoso. Nuestro divorcio tuvo que ver con que
mis sugerencias para los discursos le parecían demasiado de izquierdas. Así que tuvimos una desagradable conversación por teléfono y fue la última vez que hablamos.
—¿Cuándo fue?
—En los 90, antes de que el Partido Laborista llegara al poder.
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—En Feelgood, hay una crítica al hecho
de que en política es difícil que se asuma
responsabilidades dimitiendo. Está la frase
“nadie dimite”. ¿Es así o vemos que últimamente los políticos aprenden a dimitir? En
España, hemos visto dimisiones.
—No en Inglaterra. Tienen que hacer algo muy terrible para dimitir. Generalmente,
en Inglaterra, algo relacionado con el sexo.
En Francia, es al revés. Con el sexo no pasa
nada, pero dimiten por razones económicas.
—¿Qué haría usted para que se cumplan
las promesas electorales?
—La única arma es no votar por ellos de
nuevo. Pero, a veces, es ya demasiado tarde. Una de las grandes tragedias es que a la
gente ya no le sorprende que las promesas
electorales se rompan. Por ejemplo, David
Cameron dijo que no iba a privatizar la Sanidad y fue una de las primeras cosas que
hizo su Gobierno cuando llegó al poder.
—Aquí, Mariano Rajoy no ha seguido su
programa electoral.
—No es sólo romper promesas, sino hacer cosas que nunca se plantearon.
—Pero, ¿una economía global conlleva
responsabilidades globales y por eso hay veces que tienen que romper esas promesas?
—Sí, pero lo formularía de una manera diferente. Es el poder del capital internacional.
F. MORENO
“Si la población siente
que la política no tiene
que ver con ella,
buscará soluciones
populistas”
Según ganó el no en el referéndum escocés,
según se supieron los resultados, la libra se
“Hermanos en la misma desgracia”
Nacido en Glasgow (Escocia),
donde el sí en el referéndum escocés ha arrollado, e izquierdista confeso, Alistair Beaton es
considerado uno de los mejores
escritores satírico-políticos de
Gran Bretaña. Desarrolla su actividad profesional en teatro, televisión y radio. Fue escritor de
discursos de Gordon Brown antes de que éste se convirtiera en
primer ministro de Reino Unido.
Ha escrito múltiples obras de teatro con gran éxito en Londres,
como King of heart y Follow my
leader, y se ha colado en las librerías inglesas con A planet for
the President (Orion, 2005).
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Le ha gustado venir a España, sentarse en las butacas del
Infanta Isabel y comprobar que
Feelgood (www.feelgoodteatro.com), en la que actúan Fran
Perea y Manuela Velasco, “resuena igual en el público español que en el británico”.
Dice que el éxito de la obra
en diferentes países le hace
pensar que “somos hermanos
en la misma desgracia”. Ésta
cuenta las horas previas a la intervención del presidente del
Gobierno ante el congreso de
su partido, entre acusaciones
de censura a la libertad de expresión por parte de miembros
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del partido o por protestas ciudadanas en las puertas del hotel donde se celebra el evento.
En ella, se escuchan frases como “no seas demagogo”, “nadie dimite”, ¿dónde te has dejado la humanidad?”, “pero nos
siguen votando” o “no tengo intención de hacer lo correcto”.
Se habla de “muchas cosas
que suceden en nuestras democracias”. Beaton insiste en
que “hay una desilusión generalizada de la forma de hacer
política”. Otro mensaje de Feelgood es que no se entiende
la política sin los medios de comunicación.
hizo más fuerte. Y, si un partido realmente
de izquierdas llegara al poder, una de las primeras cosas que sucedería sería que el capital abandonaría el país.
—¿Vivimos una cultura del éxito?
—Esencialmente, sí. Vivimos en una cultura dond el éxito se recompensa. Pero arriba del todo, en la cumbre, se ve que el fracaso también se recompensa. Los que se cargaron el Royal Bank de Escocia (RBS), que
llevaron al colapso al banco, que en aquel
momento era el más grande del mundo, se
fueron con millones de libras.
—Con el resultado del no en el referéndum, se ha dicho que ha ganado el más Europa. ¿Es así?
—Lo que ha ganado es la estructura actual
de la Unión Europea. No obstante, las democracias europeas necesitan un refresco,
un aire nuevo. Si la lección que sacamos del
referéndum escocés es que nada necesita ser
cambiado, es un análisis muy incorrecto. Y
si tiene dudas sobre ello, pregúntele a cualquier griego o español si su presidente vive
en Madrid, en Atenas o en Berlín.
—¿De dónde nace el deseo de independencia, a nivel general, no sólo en Escocia?
—Tiene que ver con la desilusión general,
con esa percepción de que la democracia
está muy alejada de uno. Quizá, de alguna
manera, este nacionalismo es una ilusión. Es
una reacción contra esa sensación de que el
poder siempre está en alguna otra parte.
—Con partidos nacidos de los movimientos sociales, como Podemos en España, ¿la
política vive un aire nuevo?
—Me gustaría creerlo, pero no pienso que
tengan un proyecto político detrás, que sepan qué hacer una vez que alcancen el poder. El gran ejemplo es Beppe Grillo, en Italia. Estos movimientos sociales tienen una
relación un poco naif con las estructuras del
poder.
—¿Es trasladable el hecho escocés a Cataluña? ¿El resultado del referéndum escocés desanimará a los dirigentes políticos catalanes para celebrar su consulta?
—Si hubiera salido sí, los catalanes habrían dicho que tenemos que seguir el ejemplo. Ahora será el Gobierno central de Madrid el que diga que hay que seguir el ejemplo escocés. Estas exigencias no desaparecerán pero se verán debilitadas por el resultado escocés. l
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