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XXI CERTAMEN LITERARIO ÁNGEL VÁZQUEZ
Departamento de Lengua Castellana Literatura
SE OTORGARON LOS SIGUIENTES PREMIOS:
INSTITUTO ESPAÑOL SEVERO OCHOA
ALUMNOS DE 1º Y 2º DE ESO
PRIMER PREMIO: Rafael González
SEGUNDO PREMIO: Tiziri El Moussaoui
FINALISTAS: Ali Souissi, Kaoutar Ben Moussa y Yousra Tanouti
ALUMNOS DE 3º Y 4º DE ESO
PRIMER PREMIO: Hamza Benattia
SEGUNDO PREMIO: Kamaria Abadi
FINALISTA: Amr Sibai
ALUMNOS DE BACHILLERATO
PRIMER PREMIO: Ahmed Benattia
SEGUNDO PREMIO: Camélia Karmoun
FINALISTA: Yassir El Morer
ALUMNOS DE OTROS CENTROS
FINALISTA: Mehdi Bouikech (The American School of Tangier)
Se reproducen, a continuación, los trabajos de los primeros premios de cada categoría.
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ALUMNOS DE BACHILLERATO I.E.E.S SEVERO OCHOA
Primer premio: Ahmed Benattia Melgarejo
LEE
caricié la tapa, de un cuero verde y gastado,
descubriendo con las yemas el relieve del misterioso título. El placer convulsionaba mis
manos y se expandía por mi cuerpo hasta llegar a la
punta de los pies. Era una sensación hermosa. Me
encanta el tacto del cuero.
A
No era un tomo grueso pero pesaba considerablemente.
Le di la vuelta y volvió a atormentarme la necesidad de
levantar la tapa y vivir la aventura que me descubría el
olor de sus hojas. Me lo llevé a la nariz y aspiré largamente y con fuerza. Extasiado, me hundí más profundamente en el sillón y volví a dejar el libro sobre mis piernas. Algo, en lo más recóndito de mi mente, me impedía abrirlo. Y sin embargo, me sentía bien.
Increíblemente bien.
A mi alrededor todo estaba oscuro y silencioso. Sólo
una paz envolvente que vibraba en los oídos. Despacio,
saqué un cigarro del bolsillo interior de la chaqueta. Lo
coloqué entre los labios y lo encendí. El humo se extendió por mi interior con una calma pesada, lenta y
embriagadora, para ascender después escalando hacia el
exterior. Imaginé entonces la nube gris abriéndose paso
en aquella oscuridad impenetrable.
Llevaba en aquella habitación desde el principio de los
tiempos, esperando la señal que me decidiera a abrirlo.
Mientras tanto, me limitaba a repetir el mismo ritual.
Era el título, más que cualquier otra cosa, el lastre que
me impedía volar, el vínculo entre el mundo terrenal y
ese al que acababa de asomarme. Había podido adivinar
a la luz de la cerilla la orden dorada que atrofiaba mi
mente; una orden tajante que me relegaba a la subordinación, que me despojaba del derecho a la renuncia y
me volvía vulnerable. Una palabra que dictaba una
orden innecesaria.
semiinconsciencia, sentía el peso de aquel título:
Lee
Quería leer. Quería leer, recorrer con los ojos el trazo de
las letras para engullir su significado, con lentitud,
empapándome con cada una de las palabras para esculpir en el humo del cigarro la historia que escondía.
Como una roca quieta durante siglos que se desprende
con el estremecimiento del corazón de la Tierra, me
levanté y alumbré una vela. Sostuve de nuevo el libro
entre mis manos. Cerré los ojos y comencé a levantar la
tapa, sin prisa, bebiendo de aquella sensación que me
erizaba el vello de la nuca.
Abrí los ojos. El aire que me envolvía se volvió pesado
y no dejaba que lo respirase. ¡Aquella palabra de nuevo!
En el centro de la hoja y tan grande como el título, se
dibuja en negro su trazo:
Lee
Pasé las hojas, una a una pero con ansiedad, persiguiendo la sabia historia que había conseguido abstraer de su
olor y su mudo sonido, en busca del consejo del mago,
el amor del galán y la belleza de la dama.
Lo único que encontré, ya en la última página, fue el
camino que habría de llevarme a la comprensión del ser
humano:
Este no es el fin
sino el principio.
Lee
Mis sentidos habían sucumbido hacía ya mucho tiempo
al tacto del delicado cuero, a su sabiduría, acallada por
el susurro de las hojas, que se mezclaba con el olor a
papel y conseguía escapar por entre los pliegues de sus
puertas verdes. Poco a poco fui sucumbiendo a un
embriagador letargo. Embozado en un estado de
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ALUMNOS DE 3º y 4º ESO DEL I.E.E.S SEVERO OCHOA
Primer premio 3º y 4º ESO: Hamza Benattia Melgarejo
odavía recuerdo la primera vez que mi abuelo
me contó la historia sobre aquel pequeño castillo, erigido a orillas del mar mediterráneo. El
motivo de su construcción, -me relataba mi abuelo- era
el de servir como fortaleza en caso de ataque, ya que por
aquel entonces eran muy frecuentes las incursiones de
los aguerridos y fornidos normandos y aun peor de los
agresivos piratas berberiscos, procedentes en su mayoría del norte de África, y era tal su ferocidad, que se
contaba que donde desembarcaban los berberiscos no
volvía a crecer el trigo, ni ningún tipo de cultivo; las
mujeres eran raptadas, y los hombres ancianos y niños
asesinados sin piedad.
T
Mi abuelo me contaba todas estas razias sobre los piratas y yo lo escuchaba embelesado, esperando ávidamente a que terminase su narración, para reunirme con mis
amigos y jugar a que éramos los defensores del castillo
y que repelíamos con bravura los ataques de los sanguinarios asaltantes. Pero un día, quizás harto de que siempre ganásemos nosotros las batallas y nunca perdiéramos, o quizás aguijoneado por la curiosidad, decidí preguntarle a mi abuelo sobre el final de aquella fortaleza,
que el me describía espléndida y grandiosa, y que yo
veía como un simple montón de escombros, a partir de
los cuales ni la persona más fantasiosa entre los mortales podría siquiera vislumbrar un torreón y cuatro paredes mal puestas. Ante esta pregunta, debo admitir que
mi abuelo se quitó con parsimonia sus sobadas gafas y
se secó rápidamente una lágrima, esperando quizás que
me pasase desapercibida su fugaz debilidad. Pero el
niño despierto y curioso que habitaba en mí se dio cuenta enseguida e ingenuamente preguntó:
-Abuelo, ¿qué te pasa?, ¿por qué lloras?
-Nada hijo, nada. Es una larga historia y quizás no lo
comprendas...-respondió mi abuelo.
-Dime, abuelo, ¿qué pasó?, ¿por qué te has puesto triste?-arremetí sin piedad.
-Verás...- mi abuelo se levantó de su silla, y a través del
ventanal, hizo vagar su mirada absorta por las ruinas de
la fortaleza, que a aquellas horas de la mañana se hallaba bañada por la espesa bruma que flotaba por la playa.
Finalmente, tras unos minutos de indecisión, se volvió a
sentar en su silla y con la mirada perdida en algún punto
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del vasto mar, comenzó su historia:
-Corría el año 1489, y la cercana ciudad de Cádiz había
sido arrebatada no hacia mucho a los moros de Al
Andalus. La pequeña fortaleza ya llevaba allí desde el
año 600 y había sido erigida por los visigodos para frenar los asaltos de los normandos, pero durante la época
musulmana había caído en desuso. No fue hasta ese
mismo año, cuando le fue cedida por sus hazañas en la
guerra a un caballero leonés, cuando fue reconstruido y
se instaló un pequeño pueblo de pescadores y agricultores en las tierras que circundaban al castillo.
Rodrigo, el caballero leonés, era un hombre de reconocida bravura y de mejor generosidad, hombre bondadoso y muy justo, aficionado a la cetrería y a las grandes
fiestas a las que invitaba a todo el pueblo. Ante todo
supo repeler siempre con éxito los ataques de los piratas y los forajidos que se habían aficionado a saquear
aquellas costas. Por aquellos tiempos, los lugareños no
recordaban haber disfrutado de tanta paz en su vida, y
por eso, cuando les llegó la noticia de que su querido
Rodrigo era requerido por los Reyes Católicos para que
ayudase a la conquista del lejano reino de Granada,
todos la recibieron con tristeza y amargura. Rodrigo
partió sin demora, abandonando precipitadamente sus
preciados halcones, y llevándose consigo a casi todos
sus guerreros, encomendando la protección de las tierras y sus habitantes a su joven hijo de 20 años y a treinta de su mejores guerreros.
Alfonso, hijo único de Rodrigo, era un muchacho
apuesto de ojos claros y pelo marrón, mujeriego y
amante de las fiestas acabadas en orgías desenfrenadas.
Alfonso comenzó a derrochar el dinero de los aldeanos
y a organizar fiestas para él y sus caballeros. Poco a
poco lo conseguido por su padre se convirtió en nada, la
situación se complicó, los aldeanos murmuraban contra
Alfonso y comenzaban no ya a rogar a dios, sino a
suplicarle por la vuelta de Rodrigo. La situación hubiese ido a peor si un día no hubiesen sido avistadas las ya
más que conocidas velas de color negro con una gran
media luna blanca... ¡Piratas berberiscos! Cuando las
campanas de la fortaleza comenzaron a repicar, los
habitantes del poblado confiados por las sucesivas victorias del padre de Alfonso, se demoraron en la partida
y cuando comenzaron a andar y se dieron cuenta, los
piratas distaban 100 metros escasos de la playa, pudién-
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dose ver nítidamente la inmensa media luna de color
blanco, pintada sobre un fondo negro. Los habitantes
del pueblo, escoltados por 5 fornidos guerreros de la
guarnición, huyeron tierra adentro, y, cuando estaban
cruzando el río a dos kilómetros del pueblo, se relajaron
y bajaron la guardia, pensando que el peligro había
pasado, ¡Mas cuán equivocados estaban!, el peligro
estaba en el río, pues los piratas berberiscos, que conocían el peligro de la fortaleza y de los caballeros que en
él habitaban, habían dividido sus fuerzas para cortar la
retirada, y, a la altura del río, masacrarlos a todos. Y así
se cumplió, pues cuando todo el mundo, relajado, cruzaba el río, los berberiscos emboscados cayeron sobre
la desarmada hueste, iniciando una verdadera carnicería. Más de 100 veces se alzaron los morenos brazos
curtidos por el sol, y más de 100 veces esos mismos
brazos descargaron sus curvas cimitarras sobre la marea
humana segando cabezas, cercenando miembros y
derramando la sangre de los habitantes del pueblo, respetando solamente a las mujeres, pues estas eran las que
realmente valían como esclavas y allá en el puerto de
Tánger se pagaban muy caras esas bellezas infieles.
-¿Qué fue de los que se quedaron en la fortaleza?- dije
ávidamente sin poder contenerme mas. La verdad, la
historia me fascinaba, y ya me veía yo con mis amigos,
reproduciendo las escenas de la batalla en las ruinas del
castillo,… yo sería sin duda Alfonso...
-Los de la fortaleza – me cortó mi abuelo, enviándome
con la mirada un aviso para que callara.
-Los de la fortaleza-repitió mi abuelo retomando el hilo
de la historia- fueron cercados por los piratas. Tres días
duró el asedio, al término de los cuales en un acto heroico, suicida o de desesperación, como se le prefiera llamar, envalentonados por el miedo a sufrir el mismo fin
que los emboscados en el río, con el afán de venganza
o dios sabe por qué arremetieron al amanecer del 4º día
contra las posiciones berberiscas a la par que la campana repiqueteaba con frenesí, quizás por ultima vez. El
caso es que no se sabe cómo, lograron masacrar a los
piratas y les obligaron a batirse en retirada hacia el mar,
mermando sus filas considerablemente. Aun así, no
lograron rescatar a las mujeres de los barcos y, aun peor,
Alfonso, fue herido gravemente en un costado, y guardó cama durante varios días hasta que la herida acabó
consumiéndole y falleció rogando a dios que su padre le
pudiese perdonar todo lo que habia hecho. Varias semanas más tarde, llegó al diezmado y desmoralizado puñado de hombres que se habían quedado en el castillo, no
ya por fidelidad, sino porque no tenían otro sitio donde
ir, la noticia de que una gran caravana de soldados y
carromatos se acercaba al castillo con Rodrigo a la
cabeza.
Al llegar a la altura del pueblo y ver la desolación, pues
este había sido quemado por los piratas, no logró contener el nerviosismo y espoleó a su montura que le condujo al galope hacia la fortaleza. Cuando le contaron lo
ocurrido y consiguió asimilar todas las desgracias allí
acaecidas, llegó a la conclusión de que allí ya no pintaba nada, y con una confusa mezcla de buenos y malos
recuerdos del lugar, mandó incendiar el castillo y volver
a su tierra natal, León.
-Qué historia tan terrible abuelo- fue lo único que atine
a decir.
Mi abuelo esbozó una tierna sonrisa y se incorporó tendiéndome una mano e invitándome a seguirlo. Abrió la
puerta y salimos al fresco aire de la mañana. Allá a lo
lejos, entre los últimos jirones de bruma empujados por
la brisa matutina, se adivinaban los imprecisos contornos de las ruinas del castillo. Un castillo que mis ojos
ya no veían como una fuente de diversión, sino como un
respetable lugar en el que bravos caballeros habían
caído en defensa de una causa que se podría calificar de
justa.
Y así hubieron de comprenderlo también mis amigos
cuando me convencieron de que debía contarles aquella
historia, pues de una forma u otra, ya nadie quería volver a jugar a que éramos valientes caballeros y librábamos nobles batallas contra los salvajes enemigos de la
otra orilla.
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ALUMNOS DE 1º y 2º ESO DEL I.E.E.S SEVERO OCHOA
Primer premio: Rafael González
LA TORRE DEL LORO
P
or aquellos tiempos yo vivía con mis abuelos en las afueras de Huelva, justo al pie de la playa, la playa de Torre del
Loro.
Mis abuelos, Tomas y Belinda, tenían una casita pequeña, de dos plantas. En la primera, se situaban las habitaciones y
baños, junto a la cocina y el salón, y en la segunda, había un pequeño desván. En ese desván, mi abuelo guardaba todos
los tesoros que había recopilado a lo largo de su vida.
A mí me encantaba ir allí a curiosear, a buscar entre las cajas, a ver los álbumes de fotos…etc. Mi abuelo fue militar por
lo que todas las noches venia a mi habitación con alguno de sus diarios y me contaba una historia para que me durmiera.
Mientras, mi abuela se ponía a hacer punto en una vieja mecedora, que perteneció a mis tatarabuelos, hasta que el abuelo terminaba de contarme la historia. Cada historia que me contaba era aun mejor que la anterior. Todas las tardes, cuando volvía del colegio, mi abuela me tenía preparada la merienda, me la comía muy rápido y me iba con mi abuelo a la
playa, a pasear y a jugar un poco. Siempre pasábamos por una especie de torre en ruinas, a la que llamaban Torre del Loro.
Los habitantes de Huelva contaban que en esa torre había vivido un pirata llamado Barbaverde, que tenía un loro muy
parlanchín, al que llamaban Barbarroja. A Barbaverde, le destinaron allí para que vigilara las costas de Huelva. El pirata vigilaba durante el día y por la noche dejaba al loro en una ventana, mirando hacia el mar. Si un barco se acercaba,
emitía un grito ensordecedor. Gracias a eso, el pirata podía dormir por las noches con la seguridad de que, si se acercaban los enemigos, Barbarroja le despertaría y él podría dar la voz de alarma.
Día tras día pasaba por esa torre y mi abuelo me enseñaba cuál era la habitación de Barbaverde, desde donde vigilaba el
loro…etc. Aunque no se podía distinguir porque todo estaba derruido, me lo imaginaba.
Un día, mi abuelo me mandó a buscar un libro al desván. Subí y empecé a buscarlo, quité unas cuantas cajas y encontré un arcón lleno de polvo. Lo abrí y en él encontré un trozo de pergamino. Lo cogí, me lo guardé en el bolsillo, cogí
el libro, que estaba debajo del arcón, y fui a mi habitación para estudiar el pergamino. En él había un dibujo de la torre
por la que siempre pasaba con mi abuelo. Había una piedra coloreada en un color distinto.
Salí corriendo hacia la playa con la excusa de que iba hacer un trabajo en casa de un amigo y fui a la torre. Busqué esa
piedra y empecé a tocarla. De repente, la piedra se cayó y dentro se podía ver un libro. Abrí el libro y encontré una foto.
En la foto un rostro me pareció familiar. ¡Era mi abuelo!
Al terminar de leer el libro y tras interrogar a algunos vecinos me di cuenta de todo:
Mi abuelo, que era militar, estuvo en una misión aquí, en Huelva.
Él y dos compañeros más estaban en la torre, que era un puesto de vigilancia, cuando una bomba impactó cerca del lugar.
Sus dos compañeros murieron y él estuvo apunto de morir. Los objetos del desván eran todas las cosas que había en esa
torre y que él tenia para recordar a sus amigos.
La foto que siempre llevaba en el bolsillo era la que se hizo con sus tres amigos un día en la playa. En la parte baja de
la foto encontré tres iniciales, las mismas que en uno de los ladrillos de la torre:
T-J-A
Amigos para siempre
En aquel momento, supe por qué a mi abuelo le gustaba tanto pasear por allí y por qué me contó la historia del pirata.
Pensó que si me contaba la verdad, estaba defraudando a sus amigos.
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XI TORNEO DE MATEMÁTICA RECREATIVA Y
XI OLIMPIADA DE CENTROS ESPAÑOLES
Jesús Vidal Villalba. Departamento de Matemáticas
n este curso 2007-2008, en el departamento de matemáticas del Severo Ochoa hemos
desarrollado un intenso programa de actuaciones en lo que se refiere a las actividades
extraescolares y complementarias. Por un lado hemos llevado a cabo a lo largo de los
5 primeros meses de curso un taller de matemática recreativa, en el que los alumnos que han
acudido una vez por semana se han preparado en la resolución de ejercicios interesantes e
ingeniosos, que les han servido para poder hacer un buen papel en las distintas competiciones
matemáticas previstas a lo largo del curso. Este taller lo ha puesto en marcha el profesor Luís
Gutiérrez Millán, quien ha contado con la colaboración del profesor Abdelkrim Chemlal hasta
que este último se ha dedicado a la no menos interesante tarea de montar un taller de iniciación al ajedrez.
E
Pues bien, el 9 de Febrero tuvo lugar el XI torneo de matemática recreativa, que, como ya es
costumbre, se viene celebrando en colaboración con el profesor Mustapha El Bouhtoury,
quien fue portavoz de los colectivos de profesores de matemáticas de los colegios del sistema
marroquí de la ciudad de Tánger. Ese día se desarrollaron las pruebas de las dos categorías A
(1er ciclo de Eso) y B (2º Ciclo de Eso) en las que participaron 40 alumnos de nuestro centro
y 35 alumnos de diversos colegios y liceos marroquíes de la ciudad de Tánger.
El día de la prueba, que concluyó pasadas las 11 de la mañana, se organizó también una
Gymkhana matemática, en la que los alumnos tuvieron que poner a prueba su destreza para
resolver problemas y realizar mediciones basadas en divertidas cuestiones relacionadas con la
historia del centro, planteadas por los profesores Jesús R. Oña y Luis G. Millán y en cuya organización estuvieron colaborando activamente un grupo de monitores formado voluntariamente por alumnos del centro. Poco después de la 1 se llevó a cabo la esperada entrega de premios
en la que los alumnos de nuestro centro cosecharon dos importantes galardones (el 2º y el 3º
de la categoría A). El cuadro de honor de los premiados fue el siguiente:
Categoría A :
1er premio: Aiman Bensallam (Collége Al Akad)
2do premio: Douâa Rebja (IEES Severo Ochoa)
3er premio: Yasmine El Khatabi (IEES Severo Ochoa)
Categoría B:
1er premio: Amine Benjelloun (Ibn Batuta)
2do premio: Fatima Zohra Laâroussi (College Abu Al Abas Sebti)
3er premio: Anas M’rabet (Collège Abu Al Abass Sebti)
Al final de la entrega los premios el jurado leyó la lista de los alumnos de nuestro centro que
habían sido seleccionados para representarle en la Olimpiada Matemática (que este curso se
celebró en el Severo Ochoa). Los seleccionados fueron:
Categoría A
Categoría B
Douâa Rebja
Yasmine El Khatabi
Mohamed Amine Zeggaf
Amin Moufak
Anas Aarab
Nouhal Boudih
No bien hubo acabado este torneo comenzamo los preparativos para la organización de la XI
Olimpiada de los centros españoles en Marruecos, que se celebró finalmente el 1 de Marzo en
nuestro centro y que contó con la asistencia de 42 alumnos de los siete centros españoles de
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secundaria de Marruecos. Para agasajar a nuestros invitados y hacer que la jornada les fuera
provechosa elaboramos un programa muy apretado de actividades. El viernes por la noche acudimos a la recepción del hotel Chellah, donde se alojaban los alumnos y los profesores de
Rabat, Casablanca, Alhucemas y Nador y les dimos la bienvenida haciéndoles entrega de unos
folletos turísticos sobre la ciudad de Tánger, con los que pudieron orientarse para conocer las
zonas más interesantes.
Al día siguiente quedamos citados a las 9 de la mañana para realizar la prueba, a la que se presentaron también los alumnos de Tánger, Larache y Tetuán. Para hacer más agradable la espera, mientras el jurado hacía las correcciones y se ponía de acuerdo sobre la distribución de los
premios, en el Coto se desarrolló nuevamente una competición de Gymkhana matemática y
una exhibición de juegos de contenido matemático. También se proyectó la película PI, cuya
enigmática trama contribuyó a tensar aún más los nervios de la dilatada espera, ya que las deliberaciones del jurado se hicieron difíciles, al estar los ejercicios de los alumnos bastante igualados. Hacia las dos de la tarde los alumnos y sus profesores celebraron una comida de convivencia en un restaurante cercano al centro, pero tuvieron poco tiempo para reponerse de la jornada de la mañana, ya que, seguidamente, tuvieron que acabar las pruebas de la gymkhana que
habían dejado para la tarde y asistir a un taller de papiroflexia en el que el profesor Khalid
Karzazi les enseñó a fabricar distintas figuras con trozos de papel doblado.
Hacia las 6 de la tarde tuvo lugar el acto académico central de la jornada que comenzó con una
conferencia del profesor Manuel Morán Cabré, catedrático de la Universidad Complutense de
Madrid, quien de manera muy amena nos enseñó algunas demostraciones de teoremas importantes que pueden realizarse usando sólo ilustraciones, acciones de fácil ejecución o juegos en
lugar de usar las palabras. La intención del profesor Morán, que lleva muchos años enseñando
en Madrid a alumnos de ESO con capacidad extraordinaria para las Matemáticas, fue hacer ver
a los asistentes cómo se puede aprender matemáticas usando la imaginación y disfrutando de
un modo tan placentero como si se estuviera practicando un juego.
Al acabar la interesantísima charla del profesor Morán recibimos la sorpresa de que se encontraban en la sala la presidenta del consejo escolar de estado, el director del Instituto de evaluación Educativa y el propio consejero de educación de España en Marruecos, lo que permitió
realzar el tono académico del acto ya que fueron estos tres representantes del ministerio quienes, junto con el director del centro, hicieron entrega a los vencedores de sus premios y galardones. Los premiados en las pruebas individuales fueron los siguientes:
Categoría A:
Primer premio: Rachid Aouraghe (IE Lope de Vega, Nador)
Segundo premio: Souha Marouan (IE Juan Ramón Jiménez, Casablanca)
Tercer premio: Houda Mhader (Colegio Español Luis Vives, Larache)
Categoría B:
Primer premio: Hind Bennis (IE Juan Ramón Jiménez, Casablanca)
Segundo premio: Anas Aarab (IEES Severo Ochoa, Tánger)
Tercer premio: Lyna Berrannoun (IE Juan Ramón Jiménez, Casablanca)
Para finalizar, después de agradecer a los alumnos su participación y citar a los monitores que
habían controlado las pruebas colectivas, el jefe del departamento, en representación del comité organizador invitó a los dos primeros clasificados de la categoría A a participar en la XIX
Olimpiada Matemática Nacional para alumnos de segundo de ESO y convocó a todos los centros a participar en la XII Olimpiada de los Centros Españoles en Marruecos que se celebrará
en Rabat durante el transcurso del curso 2008/2009. La jornada olímpica finalizó con una cena
en el coto y una fiesta amenizada por el tetuaní DJ Hassan, en la que los alumnos bailaron y
conversaron animadamente hasta la hora de la despedida y el traslado al hotel Chellah, desde
el que emprendieron el viaje de regreso al día siguiente.
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FILOSOFÍA - 2008
Antonio Montesinos, Departamento de Filosofía
Sobre el Premio “Filosofía 2008”.
or segundo año el Departamento de Filosofía convocó un premio destinado al
mejor trabajo sobre un texto de un filósofo español. En esta ocasión el texto
propuesto para dar pie a la expresión del pensamiento de los estudiantes fue
un fragmento del libro de Fernando Savater “Panfleto contra el Todo”, en concreto
el apartado titulado “La falacia de la opinión pública”.
P
Las características de este concurso están, en buena medida, basadas en el uso de
Internet. Así, la convocatoria es enviada desde el Severo Ochoa a todos los Centros
Españoles en Marruecos para invitar a participar a todos el alumnado que cursa
Bachillerato en ellos. Las bases de la convocatoria, el cartel anunciador y el texto
propuesto se exponen en la página web del departamento y la única forma de presentar los trabajos es enviarlos por correo electrónico a la dirección electrónica del
departamento. Se intenta combinar de ese modo la promoción de la filosofía con el
fomento del uso de las nuevas tecnologías.
El reto propuesto no era fácil. Escribir sobre temas abstractos no está al alcance de
todos y exige una dedicación mucho más que momentánea. Sin embargo, la participación aumentó respecto a la del curso pasado. Los centros que participaron fueron,
eso sí, los mismos, el “Juan Ramón Jiménez” de Casablanca, que envió dos trabajos
y el “Severo Ochoa” de Tánger, del que se recibieron cuatro ensayos.
Los trabajos tenían formatos muy diferentes, desde elaborados comentarios siguiendo un esquema muy escolar a ensayos muy creativos pero poco atañentes a la obra
propuesta. Se concedió el premio al que combinaba mejor los dos aspectos: demostrar una buena comprensión del texto y aportar la propia opinión de forma razonada.
Ese trabajo, titulado “Crítica del Todo. Capítulo II. Diálogo entre el Todo y el individuo”, estaba firmado por Marwan Benaissa, de segundo de Bachillerato del
Instituto de Tánger. El breve ensayo destaca, además, por el original formato, el diálogo en la mejor tradición platónica, que el autor le dio.
El Departamento de Filosofía, a la hora de emitir el fallo, destacó como finalistas dos
trabajos: el de Zineb Tamoui de 1º de Bachillerato del Instituto “Juan Ramón
Jiménez”, de Casablanca y el de Ali Bennani de 2º de Bachillerato del Instituto
“Severo Ochoa” de Tánger. Cualquiera de los dos merecía también el premio. La
calidad del resto de los otros no era, en ningún caso, desdeñable.
Desde el Departamento de Filosofía del Instituto Español de Educación Secundaria
“Severo Ochoa” de Tánger, gracias a los colegas de filosofía de los otros Centros
Españoles en Marruecos, y muy en especial al profesor de Filosofía de Casablanca,
por su colaboración, gracias a la Dirección del “Severo Ochoa” por respaldar una
idea tan arriesgada y dotarla generosamente y gracias, sobre todo, a los alumnos que
participaron y, también a todos aquellos que lo intentaron aunque no llegaran a acabar su trabajo.
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Crítica del Todo
Capítulo II, Diálogo entre el Todo y el individuo
Marwan Benaissa, 2º Bachillerato
—Pero, ¿acaso tengo, al modo kantiano, que “obrar
sólo según una máxima tal que puedas querer al mismo
tiempo que se torne ley universal”? ¿Acaso lo que dice
uno, al no ser de opinión unánime debe considerarse sin
importancia e irrelevante? —preguntó Uno.
—Cierto.
—Veamos. La sociedad está formada por individuos,
cada uno de los cuales es una parte que contribuye con
su particular opinión, pensada por él mismo. Sin embargo, llega un momento en el cual la diferencia de opiniones genera disensiones entre los pensantes lo que lleva
por instinto natural a la imposición de uno de aquellos
pensamientos el cual tiene como característica la pluralidad de su repetición.
—¡Por Alá que sí!
—¿Verdad que en caso contrario, en caso de que todos
excepto uno fueran altos, sería aquel, como poco, visto
como “algo” diferente y fuera de lo normal?
—Pues del mismo modo una sociedad tiende a buscar
una normalización, un estándar al cual las personas
deben ajustarse o de lo contrario serán relegados a la
insignificancia, a un valor mínimo si es que no son tratados de locos o “no normales”.
—También es cierto.
—Y, ¿qué dices de aquel que en su discurso incluye a
todo el mundo tras de sus palabras sin prestarles ocasión
alguna de expresarse con la libertad de discrepar de él?
¿Acaso no crees que el respaldo a la opinión de este falsario se hace invisible al no poderse concretar tantas
fuerzas individuales que le respaldan, mientras que lo
dicho por uno tiene bien claro su respaldo?
—Comprende entonces que solo hay libertad para
actuar en la dirección del querer general y común,
dirección que ha de ser creada por aquellos que tienen
los hilos de las marionetas de la Opinión Pública y que
la sociedad posteriormente obliga a ser partícipes de
dicha opinión o por el contrario relegados a un rincón
desierto e inhóspito.
—Ciertamente.
—Comprendo.
—Y es así dado que el Poder del Todo quiere que uno
se vea a sí mismo, como un ser impotente ante un destino colectivo en el cual sólo puede elegir entre dos
caminos: la debilidad y falsedad del individuo o la verdad, acierto y poder del colectivo.
—Cierto. Pero ten en cuenta que al fundamentarse el
Poder en la opinión pública, ésta ha de ser, como la propia palabra indica, pública, general, ha de ser la voluntad de la mayoría.
—¿Es por tanto la universalidad condición implacable
para la validez de una opinión? ¿es lo dicho por uno, por
el mero hecho de ser dicho por uno y por tanto no compartido por otro, irrelevante? ¿es irrelevante debido a
que es el pensamiento de uno solo minoría? ¿está loco
o debe ser tratado como tal?
—Permíteme, entonces, analizar esta cuestión con un
ejemplo explicativo: ¿verdad que en una sociedad en
que todos fuesen enanos y tan sólo uno de ellos fuera
alto, éste último sería causa de risa, burla o tratado de
anormal?
—Verdad es también que, a lo largo de la historia de la
sociedad, cuando uno forma parte de la mayoría se siente más reconfortado, aunque aquello que haya hecho sea
tan terrible como, por extremar la situación al límite,
arrebatar de la vida de alguien. Se dirá “pues no he sido
yo solo, hemos sido todos”. Es pues como aquel que lee
un libro acerca del lugar en que habita, y dicho libro
recoge unos vicios de los cuales son partícipes la mayoría y, no obstante, al leerlo todo el mundo se considera
de aquella minoría “santa” que no incurre en ellos. Así
pues una razón humana colectiva se impone, de modo
que evita las mayores diferencias que habría si cada uno
diese a conocer una razón individual distinta. Pues el
hombre tiene una necesidad natural de solucionar problemas. Es pues la razón individual “el cáncer” de la
sociedad, en la medida en que se aleja de la voluntad
general y afloja los cimientos de la razón colectiva
¿Cómo, entonces, el hombre soluciona esto?
Excluyendo. Tomemos el ejemplo de un grupo reducido
de personas. En este grupo habrá una mayoría que piense de una determinada manera. Si en este grupo hay un
individuo que difiere de la voluntad grupal el grupo ten-
Kasbah junio 2008
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Certámenes
derá a rechazarlo y a mantenerlo al margen, y, en última instancia, a excluirlo del grupo. Así pues el hombre
necesita de unas creencias, en el sentido de Ortega, o
simplemente opiniones que da por sentadas sin el paso
previo de pararse a pensar en ellas. Esas opiniones
“están en el hombre” y de ellas se queda con las más
útiles. De este modo en una sociedad las razones individuales son como los ladrillos que forman una casa: de
por sí no tienen ningún peso o valor; sin embargo, una
vez formada la casa es ésta la que tiene valor, y ésta a
su vez es un conjunto de ladrillos cambiado de nombre.
Así las razones individuales forman el complejo entramado que desemboca en la razón nacional o colectiva.
—¿Y cómo se explica que en la sociedad moderna se
acepte cualquier tipo de opinión de manera indepen-
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diente al resto de pensamientos?
—Pues del mismo modo, es la misma Opinión Pública
moderna, es decir, la opinión mayoritaria partidaria de
aceptar cualquier tipo de pensamiento. Ese es el estándar y el que no acepta cualquiera es el que es visto de
manera ajena. Pero el trasfondo sigue siendo el mismo:
aquel que no se ajusta al estándar que le impone la
sociedad corre el riesgo de ser excluido.
—¡Comprendo! Es, por tanto, la razón individual la que
da pie a la razón colectiva, que a su vez impide el proceso inverso. Esta razón colectiva cimienta una voluntad general entendida como necesaria en la sociedad.
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