kobie_6_vol_1y2_anejos_LO QUE APRENDÍ DEL PROFESOR

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KOBIE (Serie Anejos). Bilbao
Bizkaiko Foru Aldundia-Diputación Foral de Bizkaia
N.º 6 (vol. 1), pp. 39 a 44, año 2004.
ISSN 0214-7971
LO QUE APRENDÍ DEL PROFESOR APELLÁNIZ
José Ignacio Vegas Aramburu*
Últimamente están ocurriendo algunos acontecimientos en mi circunstancia personal que activan una
y otra vez el comando "goto" de mi memoria histórica. Uno de estos, el último y más reciente, ha sido un
nombre:
Juan Maria Apellániz Castroviejo
Los recuerdos se mezclan y confunden en el tiempo y resulta difícil ordenarlos. Se trata, y para empezar, de saber en que año conocí a Juan Mari. Lo presiento pero rio lo tengo demasiado claro. Recurro a la
imagen. Rebusco en mi archivo fotográfico y, entre
los cerca de 40.000 negativos y 38.000 diapositivas
encuentro sus primeras imágenes en 1969. Son fotos
de la excavación del Castro de Henayo en AlegríaDulantzi (Álava). Ya está claro. Para contar lo que
personalmente aprendí del profesor Apellaniz parto
de aquel encuentro que se produce cuando doy mis
primeros e inseguros pasos por los caminos de la
Arqueología. Esto sucede 3 años antes del inicio de la
etapa que habéis acotado para repasar su ingente
labor.
Coincidimos al año siguiente en la segunda campaña de Henayo, en Barrio en 1972 y a partir de 1973
en varias campañas en la Hoya. Le seguimos en sus
excavaciones de Atapuerca, Arenaza, Dolmen de la
Chabola de la Hechicera... Compartimos reuniones
del Aranzadillo y en algunos otros foros. Le escuchamos en cursos, conferencias, congresos y en otras
muchas ocasiones como, encuentros informales y de
amistad y también mantuvimos con él frecuentes diálogos a través de la lectura y el estudio de muchos de
sus escritos.
Para concluir estas pinceladas histórico-biográficas me van a permitir unas breves notas sobre mi
andadura por los caminos de la arqueología mas que
todo para poder encajar las enseñanzas de Apellaniz.
*
Museo de Arqueología de Álava.
Empecé excavando en yacimientos de la edad del
Hierro y empleando muchas horas en la prospección
y conocimiento de yacimientos de aquí y de fuera de
aquí. En aquella época fueron mis centros de interés
el conocimiento, identificación y descripción de los
variados materiales arqueológicos que veía, tanto en
las excavaciones como en las prospecciones, y como
consecuencia, las tipologías me atrajeron especialmente. Otra preocupación propia de un principiante
fue el de las metodologías de excavación y la recogida e identificación de las evidencias arqueológicas.
Me interesé de manera muy especial por la cerámica tanto que, mi primer texto sobre temas arqueológicos fue, de la mano de Armando Llanos otro de
mis maestros, "Ensayo de un método para el estudio
y clasificación tipológica de la cerámica" que se
publicó en el Tomo 6 de Estudios de Arqueología
Alavesa en 1974. Al año siguiente presenté mi primera comunicación a un Congreso con el título "Planteamiento para un estudio de la cerámica espatulada".
Me integré desde el primer momento en la Sección de Arqueología del Consejo de Cultura de la
Diputación Foral de Álava y posteriormente en el Instituto Alavés de Arqueología en donde se empezó a
trabajar con Planes Estratégicos (hoy tan de moda).
Estamos en la década de los 70. Uno de estos planes
nos comprometía con la recogida de datos para la elaboración de la carta arqueológica de Álava. Partimos
de las diversas catalogaciones publicadas hasta aquel
momento y de la localización de todas las referencias
"in situ" y empezamos a realizar prospecciones por
toda la provincia y fundamentalmente en zonas de
pastos como Encia, Guibijo, Badaya, etc. Aquella
tarea aportó muchas cosas. Personalmente me quedo
con la eclosión del fenómeno tumular ya que fue, a
raíz de las dudas que nos planteaba su asignación
arqueológica, cuando decidí dedicar mis esfuerzos al
análisis y estudio de las estructuras funerarias. En
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1976 dirigí, de forma compartida, mi primera excavación arqueológica y en .1978, la primera como único
responsable en Kurtxebide con el título de "reconocida solvencia".
Luego vinieron las excavaciones en Encia, iniciadas en 1978 y terminadas en 1984, con intervenciones en mas de 12 yacimientos y en donde precisamente conocí a José Antonio Mujica, Ángel Armendáriz, Xabier Gorrotxategi, Mª José Yarritu ... y a
otros que por aquellas fechas eran jóvenes inquietos
iniciándose en esto de lo arqueológico. En 1982 descubrí el dolmen de Los Llanos (Kripan) y en el 85
comencé las excavaciones del citado dolmen y de San
Juan ante Portam Latinam. El final de las excavaciones de este yacimiento en 1991 marca también el fin
de mi dedicación a la arqueología de campo.
· El no tener formación universitaria pero si una
enorme curiosidad fue la razón por la que, desde el
principio, me dedique a aprender todo lo que me
fuera posible . de cuantas personas se ponían a mi
alcance. Imagínense lo que pudo suponer estar en un
"taller" (como dirían ahora) de 12 horas diarias
durante un mes y repetido varios años teniendo
muchos y muy buenos profesores, entre los que se
encontraba Juan Maria Apellaniz.
Como no tengo espacio suficiente para pormenorizar vivencias y justificar razonamientos trataré, a
partir de ahora, de sintetizar sobre aquellas materias,
cuestiones, e ideas que he incorporado o que me
hubiera gustado incorporar en mi propio zurrón, de
las impartidas por Apellaniz.
Cuando arribamos al alto del Castillo de Henayo
en aquel agosto de 1969 vinieron las presentaciones y
los primeros contactos con las personas, con el contexto, con el trabajo ... en una palabra con la excavación arqueológica. En aquellos primeros momentos
recibí la primera lección. Para conseguir los mejores
resultados posibles de una excavación el grupo humano debe integrarse lo mas rápidamente posible y para
ello sólo hay un camino; la disponibilidad, la colaboración y la ayuda. Apellaniz fue siempre uno más.
Un día después cambiamos de aula. Se habían
ultimado las infraestructuras, trazadas las unidades de
excavación y realizado el "trabajo duro" de quitar la
capa vegetal y se comenzó el "trabajo fino".
Segunda lección. La azada o la azadilla, la paleta
o la brocha son los útiles auxiliares para excavar pero
las autenticas herramientas son los cinco sentidos
incluido el "sentido común". Esto que parece una
perogrullada, sobre todo para todos vosotros que
habéis invertido muchas horas en el tajo, no lo es
tanto para el que empieza. Me enseñaron como se utilizaba la azadilla pero, escuchar el sonido cuando
penetra en la tierra, ver que aspecto tiene y cual su
color, comprobar su textura, densidad, grado de
humedad e incluso sabor para que cada agresión sea
la necesaria, no desperdiciar esfuerzos y ser preciso y
eficaz, solamente se aprende cuando ves como lo
hacen los demás que ya tienen una gran experiencia.
Esta fue mi privilegiada situación en Henayo en
donde, además de otros grandes maestros como Agorreta, Fariña o Llanos, estaba también Apellaniz.
Esta lección también se debe aplicar en el tratamiento de las evidencias arqueológicas con las que te
vayas encontrando. Cuando tal cosa te suceda y
carezcas de los conocimientos y experiencias suficiente para valorar su importancia, cosa que te puede
ocurrir a lo largo de toda tu vida (para demostrarlo
siempre cuento mi perplejidad cuando en el 85 vi por
primera vez un hueso con una punta de flecha clavada) y antes de moverla del lugar preciso en la .que
apareció, debes de preguntar y después, según los
casos, seguir las normas establecidas en esa excavación para la toma de datos, recogida y almacenamiento. Pero en todo caso ante esta situación debes
aplicar también la ley de los cinco sentidos. En
muchas ocasiones le solía preguntar. Juan Mari miraba, tocaba, a veces hacia sonar el objeto y hasta alguna vez le he visto chupar ligeramente (¿habéis comprobado alguna vez la capacidad de la punta de la
lengua para el análisis de los retoques en los sílex?),
memorizaba, reflexionaba y emitía su veredicto. Si
el caso lo requería daba amplias explicaciones e
incluso referencias a otras piezas similares que él
conocía y que nos ayudaban a su definición. Se hizo
muy famosa aquella frase "una pieza ccimo esta he
visto en ...".
En un plano mas general también aprendí lo
importante que es tener frecuente visiones de los contextos excavados, analizarlos cuidadosamente, tomar
notas, reflexionar y si es preciso tomar decisiones. De
vez en cuando se oía ¡Una de pensar!. Nos sentábamos alrededor del cuadro y comenzaba el debate. Dos
conclusiones saqué de estos debates. Cualquier detalle puede ser importante y la excavación manda pero
no domina.
En resumen podríamos decir que, la meticulosidad en todo el proceso de excavación, el permanente
uso del cuaderno de notas, pararse a pensar, contrastar y discutir teorías, opiniones y datos, y saber "escuchar" lo que nos quiere decir el yacimiento, son los
conceptos que a mi me parecieron mas interesantes
de aquellas lecciones practicas.
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· Como ya he dicho después de las excavaciones de
Henayo nos volvimos a encontrar en Barrio en 1972.
Le conocía mejor ya que había leído gran parte de sus
trabajos publicados con anterioridad a esa fecha.
Indudablemente seguí aprendiendo pero en aquella
excavación ocurrió algo que me permitió recibir nuevas lecciones, esta vez en la línea de las hipótesis, la
difusión y los planteamientos teóricos. Juan Mari se
trajo tarea para fuera de horas. Teníamos instalado un
toldo multiusos que era a la vez cocina, comedor, sala
de reuniones, oficina etc. La mesa tenía que estar
rigurosamente limpia después de ser utilizada para las
comidas. Todos los días Juan Mari sacaba montones
ingentes de papeles que extendía sobre la mesa en
forma secuencial y ordenada. En mas de una ocasión
tuvimos que salir detrás de ellos ya que habían salido
volando impulsados por alguna traidora e inoportuna
ráfaga de viento. Aquellos papeles eran las pruebas
de imprenta de esa monumental obra que es la primera parte de su Tesis Doctoral llamada "Corpus de
materiales". Viendo aquellas fotocopias nunca me
podría imaginar que aquel texto iba a ser y sigue siendo fundamental e imprescindible para quienes nos
hemos dedicado al estudio y a la investigación de las
etapas neolíticas y posteriores. Curioseándolos me
preguntaba como había podido acumular aquella
ingente cantidad de datos y más cuando le escuchábamos contar, con su peculiar estilo, las mil y una
andanzas por yacimientos, museos, colecciones o
fondos.
El texto iba acompañado de cientos de dibujos y
planos que él no había pasado a limpio pero indudablemente tuvo que croquizar, realizar en borrador,
supervisar, dirigir y corregir. Se incluían fichas completas con los datos mas relevantes de unos 580 yacimientos y una amplísima bibliografía. No he sabido
nunca cuanto tiempo le costó reunir y estructurar esta
información pero pienso que el resultado final hay
que relacionarlo con la dedicación, la capacidad de
trabajo, los objetivos, la cuidada y eficiente planificación del trabajo y la estructuración de la obra. Esta
fue la lección de aquel curso.
Nos volvimos a ver en La Hoya en 1973, año en
el que llegó a nuestras manos el suplemento nº 1 de
Munibe que era el número monográfico dedicado al
"Corpus de materiales de las culturas prehistóricas
con cerámica de la población de cavernas del País
Vasco Meridional"
Al año siguiente, 1974, pude ver muy de cerca,
que no practicar, el proceso de excavación y restauración de un dolmen y seguir aprendiendo sobre el tratamiento arqueológico de un yqcimiento tan especifico como es un monumento megalítico. Me refiero al
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mítico dolmen de la Chabola de la Hechicera. También aquel año se publicó la segunda entrega de la
Tesis Doctoral. Estudios de Arqueología alavesa
dedicó un número monográfico, el 7, a la publicación
del texto completo del análisis de la prehistoria con
cerámica de la vertiente mediterránea con el título "El
grupo de los Husos durante la prehistoria con cerámica en el País Vasco". Finalmente un año después en
1975 Munibe completa la publicación de la tesis con
otro monográfico sobre "El grupo de Santimamiñe
durante la prehistoria con cerámica". Con esta entrega teníamos en nuestras manos una herramienta
imprescindible para el conocimiento de nuestra prehistoria. Para mi fue y ha sido un texto básico para
mis estudios en el campo de la arqueología y como tal
voy a tratar ahora de comentar algunos de sus temas
y que fueron como las lecciones que recibí de él en el
campo de las ideas y los conceptos. No se trata de
hacer ahora una critica o de discutir conceptos. No es
el momento ni la ocasión y además hay personas
mucho mejor preparadas que yo para hacerlo. De
todas formas recuerdo ahora interesantes discusiones
y debates sobre alguno de los conceptos de su Tesis.
No hace mucho recogí de un texto de Cuadernos
de la UNED, concretamente el 119, una cita tomada
de un tal Steward que dice:
La recolección de datos, por si misma, es un procedimiento cientifico insuficiente; los hechos sólo
existen en tanto estén relacionados con teorías, y las
teorías no se destruyen por hechos: se remplazan por
nuevas teorías que los explican mejor.
Cuando Apellaniz materializó su tesis ya se conocían un buen número de explicaciones y teorías sobre
nuestra prehistoria e incluso catalogaciones de yacimientos y descripciones de materiales. Pienso que su
propósito fue actualizar esas explicaciones es decir·
"no destruir sino explicar mejor" para lo que también
tenía que recoger, revisar.y actualizar el mayor número de datos para conseguir la mejor apoyatura posible
a sus nuevas explicaciones. En esta dirección es
donde recibimos su gran lección. Poner encima de la
mesa todas las cartas que vamos a utilizar. Decir que
el corpus tiene errores es no decir nada. La característica meticulosidad de Apellaniz no le ha permitido
conseguir el cien por cien de fiabilidad o los "cero
defectos" como dicen los programas de calidad. Ni él
ni nadie puede alcanzar, como humano, la perfección
absoluta. Hay datos que dependen de los medios y de
las tecnologías utilizadas para su fijación o determinación y su perfección o exactitud dependerán no de
la persona sino de los medios de que se dispongan.
Como ejemplo podíamos citar el capítulo referente a
la fijación de las situaciones de los yacimientos. No
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es lo mismo tomar las coordenadas con un GPS que
situar el yacimiento, por medio de alguna referencia,
en un plano 1:50.000 y calcular sus coordenadas.
Para mi el grado de fiabilidad conseguido es muy alto
y por lo tanto el corpus es muy útil incluso hoy treinta años después.
Otro valor de su tesis es que podemos encontrar
en ella un análisis crítico de todas las teorías que, de
forma general o en aspectos muy concretos, se habían
realizado hasta aquellas fechas y que a mi me permitía tener siempre a la vista lo que habían dicho otros
y compararlo con lo que decía él o con lo que yo pensaba. Del análisis de este aspecto es importante hacer
notar como la mayoría de las explicaciones eran sectoriales y se referían con exclusividad a zonas muy
parciales del País Vasco y Apellaniz, en la línea de
Don José Miguel Barandiarán y 20 años después,
hace una síntesis de la prehistoria con cerámica para
todo el País Vasco.
Los aspectos que mas me interesaron de esta tesis
fueron y son
Apellaniz Castroviejo, Acuña Castroviejo, Llanos y Gómez de Segura en el Castro de Henayo (1969/70).
- La calidad y cantidad de datos utilizados como
apoyo de sus conclusiones.
Apellaniz Castroviejo, Baldeón Iñigo, Llanos Ortiz de Landaluce en Berbeia (Barrio) (1972)
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- El meticuloso análisis de los materiales arqueológicos. Descripeiones pormenorizadas, interrelaciones, estadísticas, etc.
- Su teorías sobre el fenómeno funerario. Origen,
cronologías, ritos, situación, orientaciones, etc.
- Los aspectos referentes a la evolución de las culturas y en especial sus planteamientos sobre la arribada a nuestras tierras de las invenciones del neolítico.
- Introducción en su análisis de conceptos de
antropología cultural y física, actitudes, paleopatología, etc.
- La aplicación a la arqueología de herramientas
procedentes de otras ciencias.
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Aceptando que la Arqueología es una ciencia viva
y dinámica y que en estos últimos 30 años se han
aportado gran cantidad de datos nuevos, corno nos
han puesto de manifiesto los ponentes y comunicantes que han colaborado en este homenaje, y de los que
tengo que recocer que no estoy demasiado al día, rne
atrevo a decir que algunas grandes e importantes
cuestiones para nuestra prehistoria, planteadas ya por
Apellaniz, están sin resolver. Por ejemplo quienes
fueron y de donde vinieron las gentes que trajeron a
nuestras tierras las innovaciones del neolítico y los
enterramientos colectivos. Creo que ha llegado el
rnornento de que podamos disponer de una nueva
tesis que en los comienzos del tercer milenio nos
ponga al día de lo que se ha hecho y dicho en el País
Vasco por lo menos en el aspecto de la prehistoria con
cerámica.
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