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Obra
Gracias a Harry Meerson, Henriette Teodora Markovitch conoce a Henri Cartier-Bresson en
1931 quien aconseja a la joven un cambio de nombre, así Henriette eligió pasar a la
posteridad como Dora Maar, nombre que resultaba más atractivo para una futura artista
como ella. Su carácter inquieto y aventurero hizo que la joven fotógrafa se embarcara en
proyectos tan interesantes como enriquecedores.
Dora se inició en el mundo de la fotografía tras un viaje que realizó a Argentina. Sus primeras
pruebas las realizó en el estudio de Harry Meerson y tras conocer al también fotógrafo Pierre
Keffer instala con éste último un estudio en Neuilly-sur-Seine. En este periodo el tandem
Maar-Keffer colabora con revistas de moda como Madame Figaro, realizan campañas para
firmas de cosméticos y retratan a Assia, la modelo mejor considerada por los componentes
del grupo surrealista. Assia fue inmortalizada por la artista consiguiendo que sus fotografías
resultaran eróticas y muy provocativas.
Dora y su compañero alquilaban un local a un fotógrafo de moda, quien ayudaba a Dora a
retocar sus trabajos. Junto con ellos colaboraba un joven de origen húngaro apellidado
Brassaï. Conocerle supuso conocer a una serie de artistas, escritores e intelectuales que
estaban estrechamente vinculados a la vida política del momento. Así, Dora se posicionó
como una mujer de izquierdas que participó de forma activa en el colectivo de actores y
escritores Octubre. Entre panfletos y algaradas revolucionarias del corte ?¡Muerte a todos los
esclavos del capitalismo!?, en 1934 Dora se enamoró de Georges Bataille, con el que vive
una tórrida relación que concluyó meses después.
Hasta 1934 sus trabajos están relacionados con el mundo de la moda y la publicidad. En esta
época entra en contacto con un grupo surrealista realizando un documental del mismo y de
las exposiciones que éste lleva a cabo, exposiciones en las que ella misma participó. Así
pues, es calificada por muchos como ?...fotógrafa surrealista y pintora poco conocida,
amante de Georges Bataille y amiga de Breton, Brassaï y un largo etcétera de personajes del
París de los años veinte y treinta; amante de Pablo Picasso...?. Será en 1936 cuando Dora
conozca a Picasso, la presentación la hizo Paul Eluard. El pintor malagueño quedó
embelesado por una joven muy elegante que jugueteaba con una navaja en un conocido café
parisino llamado Deux Magots. Dora se cortó mientras realizaba muescas en la mesa, y los
guantes negros adornados con unas florecillas rosas se mancharon de sangre. Picasso,
impresionado por lo ocurrido quiso conocerla. El artista tenía 55 años y Dora contaba con tan
sólo 28 cuando la magia surgió entre ambos.
De esta forma, Dora Maar se enamoró de un hombre que le hizo tan feliz como desdichada.
Picasso se dirigió a ella en francés y el hecho de recibir una respuesta en español despertó
su interés por aquella joven. Su dulce y melosa voz cautivó al artista malagueño, quien pidió
a Dora uno de sus guantes para conservarlo como recuerdo. A partir de este momento, el
artista visita en varias ocasiones a la fotógrafa. Ejemplo de ello es el viaje que el artista hizo a
Saint-Tropez a casa de Lise Deharme para estar con Dora, iniciándose así una larga e
intensa historia de amor.
Se convertirá en su compañera-escaparate y en una de sus modelos favoritas, en definitiva,
en su musa. Dora se convirtió en la modelo que Picasso retrató una y otra vez, realizando
obras llenas de dulzura. La historia, aunque apasionada también se ve marcada por las
constantes infidelidades del artista. El amor, atracción y pasión que surge entre ambos se
plasma tanto en los cuadros de él como en la trayectoria profesional de Dora, que tras esas
fotos que decoraban las portadas de revistas de moda y anuncios publicitarios realizará fotos
de carácter social, percibiéndose un cambio en la temática de sus creaciones.
Realizó un viaje a Cataluña en 1934, recorrió la costa Brava y conoció Barcelona, ciudad de
la que quedó prendada por su belleza y encanto. Previamente, atraída por Tossa de Mar,
elabora una serie de fotografías de carácter documental en dicha localidad. Siempre fiel a
ese espíritu viajero Dora experimenta una evolución artística, su don fotográfico no serviría a
una demanda publicitaria sino que atenderá a un carácter social, más humano si cabe.
Ejemplo de ello lo son fotografías en las que refleja la pobreza, la infancia o el día a día de
los barrios trabajadores. Su condición ?izquierdista? no solo quedó reflejada en la firma de
manifiestos revolucionarios sino que sus fotografías son el mejor ejemplo de su capacidad
artística y reivindicativa. Pasa del glamour y la sofisticada belleza a fotografiar el rostro de la
desesperación y la pobreza, una realidad bien distinta. Se siente atraída por las calles y
gentes de la zona vieja de Barcelona realizando un trabajo de inmejorable calidad artística,
testimonio extraordinario de su trayectoria en su estadio más humano.
Se convierten en los protagonistas de sus creaciones, ?...los que expresan su mirada más
personal...?, por lo tanto, no es extraño observar en sus fotografías ciegos, vendedores
ambulantes, músicos tullidos, viejas vagabundas, niños en barracas riendo y jugando. Pero
en sus obras supo transmitir un sentimiento de marginalidad que se trastoca en complicidad y
en dignidad.
Durante este periodo fue testigo de la génesis del Guernica, tras el estallido de la Guerra Civil
Española, fotografiando al artista en pleno proceso creativo. Tras ésto y dando un radical giro
a su forma de concebir el mundo, inicia una etapa en la que desarrolla obras de marcada
sensibilidad surrealista consiguiendo que Ubu, un monstruo viejo y ciego, se convirtiera en
icono del movimiento surrealista.
Maar fue surrealista porque parte de sus creaciones están próximas a las teorías propias del
movimiento y por conseguir, sin ningún tipo de manipulación, que una de las fotos más
representativas del surrealismo fuera Portrait d?Ubu, personaje ideado por Albert Jarry que
representa la figura del perverso dictador. De alguna forma, tras la Crisis del 29, Dora se
convirtió en una mujer concienciada con la situación que vivía y por ello mantuvo una actitud
activa dentro del movimiento surrealista. No solo llegó a firmar manifiestos sino que también
colaboró en la creación de panfletos que llamaban a la huelga. En relación a este espíritu
inquieto, cabe mencionar la importante aportación, que, junto con otros artistas como CartierBresson o Maurice Tabard, realiza al mundo de la prensa. En realidad, contribuyen a cambiar
el aspecto tradicional de las páginas de prensa, sus propuestas, que nada tenían que ver con
la simple ilustración, se regían por las nuevas formulaciones tipográficas, gracias a las cuales
publicaciones posteriores, campeonas del fotoperiodismo documental, no hubieran existido.
Dora ha sido considerada pintora y fotógrafa siempre a la sombra de Picasso pero, además,
fue su fuente inspiradora desde el momento en que la conoció. Una mujer de carácter e
inteligente que pasó a la historia como la amante pública del artista. Mientras que Marie
Therésè, la madre, de su hija Maya, seguiría siéndolo en privado. Etapa ésta que se
caracterizó por ser un periodo oscuro, tanto en la historia de España como en la historia
mundial; se trató de una relación tormentosa que transcurre sobre el fondo de dos guerras
terribles. Así, 1945 se convierte en una fecha clave, ya que concluye su relación con Picasso.
Su vida personal y profesional sufren un cambio traumático y su salud se resiente hasta caer
enferma, momento en el que se retira al Midi francés, abandonando temporalmente su vida
artística e iniciando un período marcado por un fuerte carácter religioso, ?...decide retirarse
del mundo abrazando el cristianismo. Después de Picasso, sólo Dios?.
Ya en 1949 influenciada por Picasso, se inicia en el mundo de la pintura, manteniendo su
gusto y pasión por la fotografía. En la década de los ochenta da un giro a sus trabajos,
centrando su atención en la búsqueda de nuevas interpretaciones para sus imágenes.
La ruptura la arrojó a la locura y el misticismo, aislándose del mundo y guardando con celo
numerosas reliquias picasianas, obras que fueron descubiertas tras su muerte en 1997.
Henriette Teodora Markovitch murió en París, sola, medio trastornada, en una de las casas
que el pintor le dejó. Se la presenta en ocasiones como otra víctima de la personalidad de
Picasso; fotógrafa inteligente que tras ser abandonada tuvo que ser internada en un
manicomio.
La leyenda de Dora Maar tomó fuerza gracias al descubrimiento de las obras que la fotógrafa
guardaba como si de un tesoro se tratase y la subasta que se realizó en 1998, al año de
fallecer el pintor. Su reconocimiento no sólo debe asociarse a la relación que mantuvo con el
artista malagueño, sino que también debe reconocerse su propia personalidad y estilo. Dora
inició una brillante carrera como fotógrafa gracias a la cual ostentó un merecidísimo
reconocimiento en la fotografía francesa de los años treinta. Cuando conoce a Picasso
muestra un interés mayor por la pintura y cuando su relación acaba, entra en una vía mística
e introspectiva en la que el arte, en cualquiera de las formas que ella dominaba, no daba
consuelo a su dolor. Es, precisamente, tras su muerte cuando salen a la luz numerosos
documentos que indican la admiración que suscitó entre artistas y escritores de su tiempo,
entre ellos, Breton, Éluard o Bataille, a quienes inspiró. Quienes la querían la recordaban
como una mujer inteligente, de preciosos ojos verdes y de voz seductora, mientras que
Picasso, su gran amor, la retrató como la llorona, una mujer atormentada.
Dora Maar, fotógrafa, artista y musa de reconocido éxito en los años treinta en Europa, no
debiera estar eclipsada por el mito Picasso y mucho menos por la tormentosa relación que
mantuvo con él. Sus inicios como fotógrafa auguraban una exitosa carrera, antes, claro, de
que su entusiasmo se consumiera. Admirada por sus amigos y reconocida en el mundo
intelectual, su trayectoria estuvo definida por los límites del surrealismo, movimiento que
surge en un mundo dominado por el cambio social y tecnológico, en el que los artistas
buscaban nuevos horizontes y nuevas perspectivas, un nuevo espacio donde engarzar la
realidad con los sueños. Su obra, de evidente calidad, se compone de fotomontajes, retratos,
desnudos, paisajes, fotografías y escenas de ciudades como Londres, París y Barcelona
entre otras.
Dora, la fotografía y el surrealismo
Fotografía y Surrealismo son dos conceptos que deben entenderse por separado para poder
comprender su significado de forma conjunta. La fotografía se entiende como una forma más
del arte, mientras que el surrealismo es una corriente artística que posee unos enunciados
concretos y atiende a unas características específicas. Digamos que el patrón surrealista
definiría las obras de artistas como Dora Maar.
El Surrealismo surge frente a los postulados del dadaísmo, corriente artística desarrollada
entre 1921 y 1923. Son escritores que, ?capitaneados? por Andre Breton, realizan su primer
manifiesto en 1924. Definen al Surrealismo de esta forma: ?...Puro automatismo psíquico por
el cual se intenta expresar bien verbalmente o por escrito la verdadera función del
pensamiento. Dictado verdadero en ausencia de todo control ejercido por la razón, y fuera de
toda preocupación estética o moral?. Dicho de otra forma, persiguen despertar las fuerzas
ocultas del ser humano, abrir la mente hacia lo irracional, para de esta forma conseguir
acceder a la esfera de lo mágico. Para poder conseguir esta liberación necesitaban una vía
que denominarán automatismo psíquico.
Breton, principal impulsor del movimiento, promulgó eludir la intervención reguladora de la
razón y rechazar los prejuicios morales y estéticos del buen gusto burgués. Debe
mencionarse el carácter revolucionario de algunos de sus seguidores como el del propio
Breton, quien allá por los años 30 se afilia al partido comunista junto con sus simpatizantes
incondicionales. En las obras de Dora Maar, cuando entra en contacto con el círculo de
intelectuales surrealistas, se observa un giro en la temática, abandonando lo aceptado como
glamuroso por la realidad no tan ideal de las calles. Es una corriente que pretende romper
con lo convencional y establecer el límite que separa lo racional de lo irracional y que a su
vez está asociada a un marcado carácter revolucionario.
Tras los postulados teóricos debe explicarse cuál fue la praxis. Es decir, cómo creaban los
artistas surrealistas, a qué atendían sus obras y cómo se deben interpretar. Para lograr ese
estadio de liberación, los creadores se decantaron por un ?automatismo gráfico? o por un
?automatismo imaginativo?. En el primer caso se trataba de obras compuestas por formas y
colores que no atendían a ninguna idea preconcebida. En el segundo, los artistas recurrieron
a la asociación libre de imágenes, formas soñadas, ?alucinadas? o visiones sin demasiada
lógica.
Una vez expuestos los principios teóricos del surrealismo, cabe mencionar cuál fue el punto
de encuentro entre este movimiento y la fotografía. Ésta es una medio de creación que
atendiendo a los postulados surrealistas podrá desligarse de la estética aceptada, de aquello
que es convencional. Destacar dos tipos: la fotografía no manipulada y la que sí lo ha sido.
En estos casos se da rienda suelta a la inventiva e imaginación, se rebasa el límite de la
razón, explicando los conceptos surrealistas. La fotografía era el formato ideal para poder
manipular la realidad dejando que la creatividad, sin prejuicio alguno, ideara.
En los casos en los que no existía ningún tipo de manipulación, como en el de Brassaï, se
buscaba las formas ocultas que yacen en cada imagen mental. Ejemplo de esto son los
graffittis que fotografió en París, proponiéndolos como punto de partida para una meditación
profunda. Siendo la fotografía un medio idóneo para este propósito, se buscaron técnicas
para que los resultados fueran más allá de la realidad y alcazaran la ?surrealidad?. Entre las
técnicas empleadas encontramos la rayografía de Man Ray, duplicar la exposición, pintar los
negativos, la solarización o la conocida como Brûlage, que consiste en quemar el negativo
con una llama de alcohol etílico. Estas técnicas tienen la peculiaridad de no permitir al artista
ser responsable absoluto del resultado obtenido, es decir, la imagen guardará parte de su
significado documental, mostrando a su vez una realidad distinta.
El fotomontaje y fotocollage también tuvieron su importancia en tanto que permitían crear
realidades bien diferentes. Como el propio Breton afirmó, el fotomontaje fue una verdadera
fotografía del pensamiento.
La temática a la que se recurre abarca desde momentos puntuales de la vida cotidiana, las
calles de París, objetos captados al azar, una mitología contemporánea que plasmase los
miedos y pensamientos del artista, los cuerpos femeninos desnudos que emulan ser
maniquís, las manos y pies del cuerpo humano y, cómo no, la distorsión completa del mismo.
Dora Maar mostró las calles de Barcelona en sus fotografías; situaciones cotidianas como el
mercado de la Boquería, niños jugando o ciegos mendigando, el cuerpo desnudo de Assia,
sus propios retratos, manos entrelazadas y Ubu el personaje ?estrella? que se identificó con
la figura del perverso dictador capitalista. Como puede observarse, sus obras obedecían a los
temas e ideales propuestos.
Fotografías (selección)
Dibujos
URL de Origen: http://catalogo.biblioteca.artium.local/dossieres/1/dora-maar/obra
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