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PARADIGMAS QUE COMPITEN EN LA INVESTIGACION CUALITATIVA 
Egon G. Guba – Yvonna S. Lincoln
Tomado de: DENZIN, Norman y LINCOLN, Yvonna (eds). (1994). Handbook
of Qualitative Research, Thousand Oaks, Ca., Sage
Traducción: Anthony Sampson1
En este capítulo analizamos cuatro paradigmas que actualmente están en
competencia, o que hasta muy recientemente han estado compitiendo por ser
aceptados como el paradigma preferido para guiar e informar a la investigación,
especialmente la investigación cualitativa: el positivismo, el postpositivismo, la teoría
crítica y las posiciones ideológicas relacionadas con éste, y el constructivismo.
Reconocemos de entrada que nuestro propio compromiso es con el constructivismo
(que antes habíamos llamado “investigación naturalista”; Lincoln y Guba, 1985); el
lector quizá quiera tener en cuenta este hecho al juzgar la utilidad y lo apropiado de
nuestro análisis.
Aunque el título de este volumen, Handbook of Qualitative Research (Manual de
investigación cualitativa), implica que el término cualitativo es un término “sombrilla”
que abarca más que el término de paradigma (y, en efecto, ese uso no es infrecuente),
nuestra posición lo propone como un término que debe reservarse para una
descripción de los tipos de métodos. Desde nuestra perspectiva, tanto los métodos
cualitativos como los cuantitativos pueden usarse apropiadamente dentro de cualquier
paradigma de investigación. Las cuestiones de método son secundarias respecto a las
cuestiones de paradigma, que definimos como el sistema básico de creencias o visión
del mundo que guía al investigador, no sólo en sus elecciones de método, sino en sus
opciones fundamentales ontológicas y epistemológicas.
Ciertamente es un hecho que el interés en los paradigmas alternativos ha sido
estimulado por la creciente falta de satisfacción con el palmario exceso de énfasis
puesto en los métodos cuantitativos. Pero a medida que se hicieron esfuerzos por
renovar el interés en los enfoques cualitativos, se hizo claro que las presuposiciones
metafísicas subyacentes al paradigma convencional (“la visión oficial o recibida”)
debían cuestionarse seriamente. Así el énfasis en este capítulo es en los paradigmas,
sus presuposiciones y las implicaciones de estas presuposiciones respecto a una
variedad de asuntos investigativos, y no sobre la relativa utilidad de lo cualitativo
respecto a los métodos cuantitativos. Sin embargo, ya que durante la última década las
discusiones respecto a los paradigmas/métodos, a menudo han comenzado con una
consideración de los problemas asociados con el exceso de cuantificación, también
Profesor Universidad el Valle. Escuela de psicología – grupo de investigación prácticas culturales y
desarrollo humano
1
2
nosotros comenzaremos por allí, desplazándonos luego hacia nuestro interés
predominante.
La Distinción Cualitativo/Cuantitativo
Históricamente ha habido en la ciencia un pesado énfasis en la cuantificación. A
menudo las matemáticas son llamadas “la reina de las ciencias”, y aquellas ciencias
como la física y la química, que se prestan especialmente bien a la cuantificación,
generalmente se conocen como “duras”. Dominios menos cuantificables, como la
biología (aunque esto está cambiando rápidamente) y particularmente las ciencias
sociales, son designadas como “blandas”, no tanto con una intención peyorativa sino
para señalar su (supuesta) imprecisión y falta de confiabilidad. Comúnmente se
considera que la madurez científica dentro de un campo dado emerge a medida que
aumenta la cuantificación.
Que así sea no tiene nada de sorprendente. La “visión oficial” de la ciencia (positivismo
transformado en el curso de este siglo en postpositivismo; ver más adelante) se enfoca
en esfuerzos para verificar (positivismo) o falsear (postpositivismo) hipótesis a priori,
generalmente enunciadas como proposiciones matemáticas (cuantitativas) o
proposiciones que pueden fácilmente convertirse en fórmulas matemáticas precisas
que expresen relaciones funcionales. La precisión en las fórmulas tiene una enorme
utilidad cuando el objetivo de la ciencia es la predicción y el control de los fenómenos
naturales. Además, ya está disponible un conjunto poderoso de modelos estadísticos y
matemáticos. Finalmente, existe la convicción, ampliamente difundida, de que sólo los
datos cuantitativos son, en últimas, válidos o de alta calidad (Sechrest, 1992).
Se dice que John Stuart Mill (1843-1906) fue el primero en alentar a los científicos
sociales a emular a sus primos mayores más “duros”, asegurando que si sus consejos
se seguían, se produciría una rápida maduración de estos campos, así como su
emancipación de las restricciones filosóficas y teológicas que los limitaban. Los
científicos sociales siguieron al pie de la letra sus consejos (probablemente hasta un
grado que habría sorprendido fuertemente al mismo Mill, si aún viviera) también por
otras razones. Eran los “nuevos chicos en el vecindario”; si la cuantificación pudiera
conducir a la realización de la promesa de Mill, adquirirían prestigio y poder político que
beneficiaría enormemente a los nuevos practicantes. Esta imitación entonces podría
conducir tanto a una mayor aceptación como a un conocimiento más válido.
Críticas de la visión oficial
En años recientes, sin embargo, han emergido fuertes contrapresiones en oposición a
la cuantificación. Dos críticas han emergido, una interna al paradigma convencional (es
decir, en términos de aquellas presuposiciones metafísicas que definen la naturaleza
de la investigación positivista) y una externa a él (es decir, en términos de aquellas
presuposiciones que definen a paradigmas alternativos), las cuales parecen no
solamente merecer una reconsideración acerca de la utilidad de los datos cualitativos,
sino que cuestionan las mismas presuposiciones sobre las cuales se ha basado la
supuesta superioridad de la cuantificación.
3
Críticas internas intraparadigmáticas
Una variedad de problemas implícitos ha emergido desafiando la sabiduría
convencional. A continuación se describen algunos de ellos:
La eliminación del contexto. Enfoques cuantitativos precisos que se centran en
subconjuntos seleccionados de variables necesariamente excluyen de la consideración,
a través de controles apropiados o por el azar, a otras variables que existen en el
contexto y que podrían - si se les permitiera ejercer sus efectos - alterar notoriamente
sus hallazgos. Además, estos diseños excluyentes, aunque aumentan el rigor teórico
de un estudio, disminuyen su relevancia, es decir su aplicabilidad o generalizabilidad
porque sus resultados sólo pueden aplicarse apropiadamente en otras situaciones
restringidas o despojadas de sus contextos (por ejemplo en otro laboratorio). Los datos
cualitativos, se argumenta, pueden rectificar esta falta de equilibrio proporcionando
información contextual.
La exclusión del significado y del propósito. El comportamiento humano, a diferencia
del de los objetos físicos, no puede comprenderse sin referencia a los significados y a
los propósitos ligados por los actores humanos a sus actividades. Se afirma que los
datos cualitativos pueden proporcionar ricas intelecciones
del comportamiento
humano.
La disyunción de las grandes teorías respecto a los contextos locales: el dilema “eticemic”. La teoría “etic” (del forastero) que un investigador aplica en una investigación (o
las hipótesis que se quieren verificar) pueden tener poco o ningún significado dentro de
la visión “emic” (del nativo) de los individuos, grupos, sociedades o culturas estudiadas.
Se afirma que los datos cualitativos son útiles para descubrir las visiones “emic”; para
ser válidas, las teorías deben estar fundadas cualitativamente (Glaser y Strauss, 1967;
Strauss y Corbin, 1990). Tal fundamentación es particularmente crucial con respecto a
la crítica, cada vez mayor, de que la ciencia social no logra proporcionar relatos
adecuados de vidas que no forman parte de la corriente principal (el “otro”) o
proporcionar el material para una crítica de nuestra propia cultura occidental (Marcus y
Fischer, 1986).
La inaplicabilidad de los datos generales a los casos individuales. Este problema a
veces es descrito como la disyunción nomotética-idiográfica. Las generalizaciones,
aunque quizá estadísticamente significativas, no tienen aplicabilidad al caso individual
(digamos, que el hecho de que el 80% de los individuos que presentan determinados
síntomas tiene cáncer del pulmón, es a lo sumo una evidencia incompleta de que un
paciente particular que presenta tales síntomas realmente tenga cáncer de pulmón).
Los datos cualitativos, se sostiene, ayudan a evitar tales ambigüedades.
Exclusión de la dimensión del descubrimiento en la investigación. El énfasis
convencional en la verificación de hipótesis específicas a priori, elude el reconocimiento
de la fuente de esta hipótesis, generalmente logradas mediante lo que comúnmente se
4
designa como el proceso de descubrimiento. En la visión oficial, sólo la investigación
empírica merece llamarse “ciencia”. La metodología normativa cuantitativa, es así
privilegiada por encima de las intuiciones de los pensadores creativos y divergentes. La
exigencia de información cualitativa puede rectificar esta falta de equilibrio.
Críticas Externas (extraparadigmáticas)
Los problemas intraparadigmáticos anotados arriba ofrecen un reto importante a la
metodología convencional, pero podrían eliminarse, o al menos mejorarse, mediante el
uso más amplio de datos cualitativos. Muchos críticos de la visión oficial se contentan
con detenerse en este punto; por tanto, muchas de las exigencias de más aportes
cualitativos se han limitado a esta acomodación a nivel de los métodos. Pero un
desafío aún más importante ha sido montado por críticos quienes han propuesto
paradigmas alternativos que implican no solamente la cualificación de los enfoques
sino ajustes fundamentales en las presuposiciones básicas que guían toda
investigación. Su rechazo de la visión oficial puede justificarse con base en un
determinado número de argumentos (Bernstein, 1988; Guba, 1990; Hesse, 1980;
Lincoln y Guba, 1985, Reason y Rowan, 1981) pero los principales entre ellos son los
siguientes 2:
Los hechos están saturados de teoría. Los enfoques convencionales en la
investigación, que implica la verificación o la falsación de hipótesis, presuponen la
independencia de los lenguajes teóricos y observacionales. Si una investigación
pretende ser objetiva, las hipótesis deben enunciarse de formas que sean
independientes del modo en el cual son recogidos los hechos necesarios para
probarlas. Pero, por ahora, parece estar establecido fuera de toda duda que las teorías
y los hechos son completamente interdependientes - es decir, que los hechos son
hechos sólo dentro de algún marco teórico. Así, se expone como dudoso un supuesto
fundamental de la visión oficial. Si las hipótesis y las observaciones no son
independientes, los “hechos” pueden verse sólo a través de una “ventana” teórica y la
objetividad queda sin fundamento.
La subdeterminación de la teoría. Este problema es conocido también como el
problema de la inducción. No sólo están determinados los hechos por la ventana
teórica a través de la cual uno los mira, sino que diferentes ventanas teóricas pueden
estar igualmente bien sostenidas por el mismo conjunto de "hechos". Aunque sea
posible, dada una teoría coherente, derivar por deducción qué hechos deben existir,
nunca es posible, dado un conjunto coherente de hechos, llegar mediante inducción a
2
Muchas de las objeciones recogidas aquí fueron enunciadas primero por los mismos positivistas; en efecto,
podríamos sostener que la posición postpositivista representa un intento por transformar el positivismo para que
tenga en cuenta estas objeciones. La posición positivista ingenua, la del siglo XVI hasta el XIX, ya no es sostenida
por nadie que esté siquiera superficialmente enterado de estos problemas. Sin embargo, podríamos admitir que la
posición postpositivista, enunciada por Denis Phillips, por ejemplo (1987, 1990a, 1990b), representa una mejoría
considerable respecto al positivismo clásico, deja de constituir una ruptura nítida. Representa una especie de
“evitación de daño colateral” más que una reformulación de los principios básicos. El hecho de que estos problemas
requerían un cambio de paradigma casi no se reconocía hasta la publicación de la obra fundamental de Thomas
Kuhn, La Estructura de las Revoluciones Científicas (1962, 1970), y aún después sólo se avanzó paulatinamente.
Sin embargo, se deberían reconocer y aplaudir las contribuciones de los críticos anteriores a Kuhn.
5
una única e ineluctable teoría. De hecho fue esta dificultad la que condujo a filósofos
como Popper (1968) a rechazar la noción de la verificación de la teoría a favor de la
noción de una teoría de la falsación. Mientras un millón de cisnes blancos nunca
pueden establecer, con total confianza, la proposición de que todos los cisnes son
blancos, un solo cisne negro puede falsarla completamente. La posición histórica de la
ciencia de que puede, mediante sus métodos, converger en últimas en la verdad “real”
es así fuertemente cuestionada.
Los hechos están saturados de valores. Así como las teorías y los hechos no son
independientes, tampoco lo son los valores y los hechos. En efecto, se puede sostener
que las teorías son en sí mismas enunciados de valores. Así, hechos supuestos son
vistos no sólo a través de una ventana teórica sino también a través de una ventana de
valores. La postura libre de valores de la visión oficial es seriamente afectada.
La naturaleza interactiva de la díada investigador-investigado. La visión oficial de la
ciencia representa al investigador como si estuviera ante un espejo simple,
contemplando los fenómenos naturales mientras ocurren y registrándolos
objetivamente. El investigador (cuando usa la metodología apropiada) no influye sobre
esos fenómenos ni viceversa. Pero evidencia tal como el principio de incertidumbre de
Heisenberg y el principio de complementariedad de Bohr han vuelto añicos ese ideal en
las ciencias duras (Lincoln y Guba, 1985); un escepticismo aún mayor debe sostenerse
respecto a las ciencias sociales. En efecto, la noción de que los hallazgos son creados
mediante la interacción del investigador y de los fenómenos (los cuales en las ciencias
sociales generalmente son personas), es a menudo una descripción más plausible del
proceso de investigación que la noción de que los hallazgos son descubiertos a través
de la observación objetiva de “cómo son realmente, y de cómo funcionan realmente”.
Las críticas intraparadigmáticas, aunque revelan muchos problemas inherentes a la
visión oficial, y en efecto proponen algunas respuesta útiles a ellos, son, sin embargo,
de menor interés - o peso - que las críticas extraparadigmáticas, las cuales suscitan
problemas de tal consecuencia que la visión oficial está siendo ampliamente
cuestionada. Varios paradigmas alternativos han sido propuestos, algunos de los
cuales están basados en presuposiciones muy poco convencionales. Es útil por tanto
investigar sobre la naturaleza de los paradigmas y sobre qué es lo que distingue una
investigación paradigmática de otra.
La naturaleza de los paradigmas
Los paradigmas como sistemas de creencias básicas basados en supuestos
ontológicos, epistemológicos y metodológicos
Un paradigma puede considerarse como un conjunto de creencias básicas (o
metafísica) que trata de los principios primeros o últimos. Representa una visión del
mundo que define, para aquel que lo sustenta, la naturaleza del “mundo”, el lugar del
individuo en él y la gama de posibles relaciones con ese mundo y sus partes, como por
6
ejemplo lo hacen las cosmologías y las teologías 3. Las creencias son básicas en el
sentido de que deben aceptarse simplemente por fe (no importa qué tan bien
argumentadas sean), no hay ninguna manera de establecer su veracidad última. Si la
hubiera, los debates filosóficos reflejados en éstas páginas se habrían resuelto hace
milenios.
Los paradigmas de investigación definen para los investigadores la naturaleza de su
trabajo, y lo que entra dentro o queda por fuera de los límites de la investigación
legítima. Las creencias básicas que definen los paradigmas de investigación pueden
resumirse en las respuestas dadas por los defensores de cualquier paradigma dado a
tres preguntas fundamentales, que están interconectadas de forma tal que la respuesta
dada a una cualquiera de las preguntas, tomada en cualquier orden, determina la forma
como las otras pueden contestarse. Hemos elegido un orden que creemos refleja una
primacía lógica (si no necesaria):
1. La pregunta ontológica. ¿Cuál es la forma y la naturaleza de la realidad y por tanto
qué es lo que puede saberse respecto a ella? Por ejemplo, si se presupone un mundo
“real”, entonces qué puede saberse respecto a “cómo son realmente las cosas” y
“cómo funcionan realmente las cosas”. Por tanto, sólo son admisibles aquellas
preguntas que están en relación con asuntos respecto a la existencia “real” y a la
acción “real”; otras preguntas, tales como aquellas que se refieren a asuntos de
significación estética o moral, quedarán por fuera del dominio de la investigación
científica legítima.
2. La pregunta epistemológica. ¿Cuál es la naturaleza de la relación entre el sabedor o
el que quisiera saber y lo que puede saberse? La respuesta que puede darse a esta
pregunta ya está determinada por la respuesta dada antes a la pregunta ontológica; es
decir, no puede postularse cualquier relación. Por tanto si, por ejemplo, una realidad
”real” se presupone, entonces la postura del sabedor debe ser de desprendimiento
objetivo o libertad de valores para poder descubrir “cómo son las cosas realmente” y
“cómo funcionan realmente”. (A la inversa, el supuesto de una postura objetivista
implica la existencia de un mundo “real” con respecto al cual se puede ser objetivo).
3. La pregunta metodológica. ¿Cómo puede el investigador proceder para descubrir si
lo que él o ella cree puede conocerse? De nuevo, la respuesta que puede darse a esta
pregunta está determinada por las respuestas ya dadas a las primeras dos preguntas;
es decir, no cualquier metodología es apropiada. Por ejemplo, una realidad “real”
perseguida por el investigador “objetivo” exige el control de los factores que
posiblemente confundan, independientemente de que los métodos sean cualitativos
(digamos observacionales), o cuantitativos (digamos el análisis de la co-variancia). (A
la inversa, la selección de una metodología manipulativa - el experimento, digamos implica la capacidad de ser objetivo y un mundo real respecto al cual se puede ser
3
Robert Stake nos recuerda (comunicación personal, 1993) que la presentación de los paradigmas que hacemos
aquí no debe “excluir una creencia en la cual existen mundos dentro de mundos, sin fin, cada uno con sus propios
paradigmas. Los infintesimales poseen sus propias cosmologías”.
7
objetivo.) La pregunta metodológica no puede reducirse a una pregunta respecto a los
métodos; los métodos deben conformarse a una metodología predeterminada.
Estas tres preguntas sirven como los focos principales en torno a los cuales
analizaremos cada uno de los cuatro paradigmas en consideración.
Los Paradigmas como Construcciones Humanas
Ya hemos anotado que los paradigmas, como conjuntos de creencias básicas, no se
prestan a la prueba en ningún sentido convencional; no hay ninguna manera de elevar
uno por encima de otro sobre la base de criterios fundacionales últimos. (Debemos
observar, sin embargo, que este estado de cosas no nos condena a una postura
radicalmente relativista; ver Guba, 1992). En nuestra opinión, cualquier paradigma
dado representa simplemente la visión más informada y sofisticada que sus
proponentes han sido capaces de inventar, dado el modo en el cual han elegido
responder a las tres preguntas definitorias. Y, argumentamos, los conjuntos de
respuestas dadas son en todos los casos construcciones humanas; es decir, todas son
invenciones de la mente humana y por tanto sujetos al error humano. Ninguna
construcción es, ni puede ser, incontrovertiblemente cierta; los defensores de cualquier
construcción particular, al argumentar su posición, deben depender de la persuasión y
de la utilidad más que de la prueba.
Lo que es cierto de los paradigmas es cierto de los análisis igualmente. Cualquier cosa
que digamos posteriormente es también una construcción humana: la nuestra. El lector
no puede ser obligado a aceptar nuestros análisis o nuestros argumentos sobre la
base de una lógica irrefutable o evidencia indisputable; sólo podemos esperar ser
persuasivos y demostrar la utilidad de nuestra posición para, digamos, el área de las
políticas públicas (Guba y Lincoln, 1989; House, 1977). Solicitamos al lector suspender
su descreencia hasta que nuestro argumento se haya completado y pueda juzgarse
como un todo.
Las Creencias Básicas de los Paradigmas de
Investigación Oficial y Alternativos
Comenzamos nuestro análisis con descripciones de las repuestas que creemos que los
partidarios de cada paradigma harían a las tres preguntas esbozadas arriba. Estas
respuestas (construidas por nosotros) son exhibidas en la tabla siguiente que consiste
en tres filas horizontales que corresponden a las preguntas ontológicas,
epistemológicas y metodológicas y cuatro columnas que corresponden a los cuatro
paradigmas en discusión. El término positivismo designa la visión oficial que ha
dominado el discurso formal en las ciencias físicas y sociales durante unos 400 años,
mientras que el postpositivismo representa esfuerzos de las últimas décadas para
responder de una forma limitada (es decir, permaneciendo aún esencialmente dentro
del mismo conjunto de creencias básicas) a las críticas más problemáticas del
positivismo. El término teoría crítica es (para nosotros) un término “sombrilla” (muy
amplio) que designa un conjunto de varios paradigmas alternativos incluyendo
8
adicionalmente (pero no restringido a) el neo-marxismo, el feminismo, el materialismo y
la investigación participante. En efecto, la teoría crítica puede útilmente dividirse a su
vez en tres subconjuntos: el postestructuralismo, el postmodernismo y una mezcla de
estos dos. Cualesquiera que sean sus diferencias, la ruptura que presuponen todas
estas variantes es la de que la naturaleza de la investigación está determinada por
valores - es decir, una diferencia epistemológica. Nuestra agrupación de estas
posiciones en una única categoría es una toma de partido; no trataremos de ser
absolutamente justos con los puntos de vista individuales. El término constructivista
designa un paradigma alterno cuyo supuesto innovador consiste en desplazar el
realismo ontológico hacia un relativismo ontológico. Estas posiciones se harán claras
en la exposición siguiente.
Es necesario mencionar dos reservas importantes. Primero, aunque estamos inclinados
a creer que los paradigmas que vamos a describir pueden tener significación aún en el
campo de las ciencias físicas, no vamos a defender aquí esa creencia. Por tanto
nuestros comentarios posteriores deben comprenderse como limitados solamente a las
ciencias sociales. Segundo, observamos que, con la salvedad del positivismo, los
paradigmas aquí discutidos aún están en etapas formativas; acuerdos finales no han
sido alcanzados aún entre sus partidarios respecto a sus definiciones, significaciones e
implicaciones. Así, nuestra discusión debe considerarse como tentativa y sujeta a
posterior revisión y reformulación.
Miremos en primer lugar las columnas de la tabla hacia abajo para ilustrar las
posiciones de cada paradigma respecto a las tres preguntas, siguiendo con una mirada
a lo ancho de las filas para comparar y contrastar las posiciones de los paradigmas 4.
Las limitaciones de espacio hacen imposible desarrollar nuestras afirmaciones con
mayor profundidad. El lector hallará otras evidencias a favor y en contra en otros
capítulos de este Handbook, particularmente en los capítulos 7 y 11.
TABLA 1: Creencias Básicas (Metafísica) de los Paradigmas Alternativos de
Investigación
Item
Positivismo Postpositivismo Teoría Crítica y Constructivismo
relacionadas
Ontología realismo
realismo crítico realismo
relativismo
–
ingenuo
- –
realidad históricorealidades
realidad
“real” pero sólo realidad
virtual construidas locales
“real” pero aprehensible
modelada
por y específicas
aprehensibl probablilística e valores sociales,
e
imperfectaeconómicos,
mente
étnicos, y de
género;
cristalizados a lo
4
Es improbable que el partidario de ningún paradigma acepte que nuestros resúmenes describan acertadamente lo
que él o ella cree o hace. Los científicos atareados rara vez tienen el tiempo o la inclinación para evaluar lo que
hacen en términos filosóficos. Sin embargo, sostenemos que estas descripciones son válidas grosso modo, aunque
no siempre a nivel individual.
9
Epistemo
logía
Metodolo
gía
largo del tiempo
dualista/
dualista/
transacional/
transaccional/subjeti
objetivista:
objetivista
subjetivista;
vista;
hallazgos
encuentra
modificada;
hallazgos
creados
la verdad
tradición crítica mediados
por
/comunidad;
valores
hallazgos
posiblemente
son verdad
experiment experimental/
dialógica/
hermenéutica/dialéc
al/manipulat manipulativa
dialéctica
tica
i
modificada;
va;
multiplicidad
verificación crítica;
de
falsación
de
hipótesis;
hipótesis;
principalme puede
incluir
nte
métodos
métodos
cualitativos
cuantitativo
s
10
Análisis Intraparadigmáticos (columnas)
Columna 1: Positivismo
Ontología: realismo (comúnmente llamado “realismo ingenuo”). Se supone que existe
una realidad aprehensible movida por leyes y mecanismos naturales inmutables. El
conocimiento de la forma “como son las cosas” convencionalmente es resumido en la
forma de generalizaciones libres del tiempo y del contexto, algunas de las cuales
pueden asumir la forma de leyes de causa-efecto. La investigación puede por principio
converger en el estado “verdadero” de las cosas. Se argumenta que la postura básica
del paradigma es tanto reduccionista como determinista (Hesse, 1980).
Epistemología: dualista y objetivista. Se supone que el investigador y el “objeto”
investigado son entidades independientes, y que el investigador es capaz de estudiar el
objeto sin influir sobre él o ser afectado por él. Cuando se reconoce o incluso se
sospecha una influencia en cualquier sentido (amenaza a la validez), se siguen varias
estrategias para reducirla o eliminarla. La investigación toma lugar como si se diera
mirando a través de un espejo. Se evita que los valores y sesgos influyan sobre los
resultados en la medida en que los procedimientos prescritos se siguen rigurosamente.
Los hallazgos replicables son, de hecho, “verdaderos”.
Metodología: experimental y manipulativa. Las preguntas y/o hipótesis se enuncian en
forma de proposiciones y están sujetas a una prueba empírica para verificarlas; las
condiciones que posiblemente confundan deben ser cuidadosamente controladas
(manipuladas), para impedir que los resultados sean afectados indebidamente.
Columna 2: Post-positivismo
Ontología: realismo crítico. Se supone que la realidad existe pero sólo es aprehensible
imperfectamente debido a mecanismos intelectuales humanos básicamente
defectuosos y a la naturaleza fundamentalmente indómita de los fenómenos. Esta
ontología es clasificada como realismo crítico (Cook y Campbell, 1979) debido a la
postura de sus partidarios de que las afirmaciones respecto a la realidad deben
someterse al examen crítico más amplio posible para facilitar la aprehensión de la
realidad tan finamente como sea posible (pero nunca perfectamente).
Epistemología: dualista/objetivista modificada. El dualismo es abandonado, en gran
medida, como imposible de mantener, pero la “objetividad” sigue siendo un ideal
regulador; se pone un énfasis especial en los “guardianes” externos de la objetividad,
tales como las tradiciones críticas (¿Los hallazgos coinciden con el conocimiento preexistente?) y la comunidad crítica (tales como editores, árbitros y pares profesionales).
Los hallazgos replicables probablemente sean verdaderos (pero siempre están sujetos
a la falsación).
Metodología: Experimental /manipulativa modificada: El énfasis se pone sobre la
“multiplicidad crítica” (una versión mejorada de la triangulación) como modo de falsear
(más bien que de verificar) las hipótesis. La metodología pretende rectificar algunos de
11
los problemas observados arriba (críticas intra-paradigmáticas), haciendo la
investigación en entornos más naturales, recogiendo más información situacional y
reintroduciendo el descubrimiento como un elemento en la investigación, y en las
ciencias sociales en particular, solicitando puntos de vista “emic” que ayuden a
determinar los significados y los propósitos que las personas atribuyen a sus acciones,
así como para contribuir a una “teoría fundamentada” (Glaser y Strauss, 1967; Strauss
y Corbin, 1990). Todos estos puntos de vista son logrados, en gran medida, mediante
la mayor utilización de técnicas cualitativas.
Columna 3: Teoría crítica y posiciones ideológicas relacionadas
Ontología: realismo histórico. Se supone que una realidad que es aprehensible, alguna
vez fue plástica pero con el paso del tiempo fue moldeada por un conjunto de factores
sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género, que luego se
cristalizaron (se reeificaron) en una serie de estructuras que
ahora son
(inapropiadamente) tomadas por “reales”, es decir naturales e inmutables. Para todos
los propósitos prácticos estas estructuras son “reales”, una realidad virtual o histórica.
Epistemología: transaccional y subjetivista. El investigador y el objeto investigado son
considerados como ligados interactivamente, con los valores del investigador (y de los
“otros” situados) afectando inevitablemente la investigación. Por tanto, los hallazgos
están mediados por valores. Obsérvese que esta postura efectivamente es un reto a la
distinción tradicional entre ontología y epistemología; lo que puede conocerse está
inextricablemente entretejido con la interacción entre un investigador particular y un
objeto o grupo particulares. La línea punteada que separa las filas ontológica y
epistemológica de la tabla tiene la intención de reflejar esta fusión.
Metodología: dialógica y dialéctica. La naturaleza transaccional de la investigación
requiere un diálogo entre el investigador y los sujetos de la investigación; ese diálogo
debe ser de naturaleza dialéctica para transformar la ignorancia y los equívocos (la
aceptación de las estructuras mediadas históricamente como inmutables) en una
conciencia mejor informada (ver cómo las estructuras pueden cambiarse e incluir las
acciones que se requieren para efectuar los cambios), o como lo dice Giroux (1988),
“como intelectuales transformativos… para descubrir y excavar aquellas formas de
conocimientos históricos y subyugados que dan cuenta de la experiencia y el
sufrimiento del conflicto y la lucha colectiva; … vincular la noción de la comprensión
histórica con elementos de crítica y esperanza” (p. 213). Los investigadores
transformacionales demuestran un “liderazgo transformacional” (Burns, 1978).
(Para una más amplia discusión de la teoría crítica véanse las contribuciones de
Olesen en el capítulo 9; Stanfield, capítulo 10; y Kincheloe y McLaren, capítulo 8, en
este Handbook).
12
Columna 4: Constructivismo
Ontología: relativista. Las realidades son aprehensibles bajo la forma de construcciones
mentales múltiples e intangibles, basadas social y experiencialmente, de naturaleza
local y específica (aunque a menudo se comparten elementos entre muchos individuos
y aún a través de las culturas) y dependientes en su forma y contenido de las personas
individuales o grupos que sostienen estas construcciones. Las construcciones no son
más o menos “verdaderas” en ningún sentido absoluto sino simplemente más o menos
sofisticadas y/o informadas. Las construcciones son modificables, así como sus
“realidades” asociadas. Esta posición debe distinguirse tanto del nominalismo como del
idealismo (véase Reese, 1980 para una explicación de estas diversas ideas).
Epistemología: transaccional y subjetivista. Se supone que el investigador y el objeto
de la investigación están interactivamente ligados para que los “hallazgos” sean
literalmente creados a medida que sucede la investigación. La distinción convencional
entre ontología y epistemología desaparece así como en el caso de la teoría crítica. De
nuevo la línea punteada de la tabla 1 refleja este hecho.
Metodología: hermenéutica y dialéctica. La naturaleza variable y personal (intramental)
de las construcciones sociales sugiere que construcciones individuales sólo pueden
suscitarse y refinarse a través de una interacción entre el investigador y sus
informantes. Estas construcciones diversas son interpretadas utilizando técnicas
convencionales hermenéuticas, y son comparadas y contrastadas a través de un
intercambio dialéctico. El fin último es el de destilar una construcción consensual que
es más informada y sofisticada que ninguna de las construcciones anteriores
(incluyendo por supuesto la construcción ética del investigador).
(Para más sobre el constructivismo véase el capítulo 7 de este Handbook.)
Análisis Trans-paradigmáticos
(Filas horizontales de la tabla 1)
Habiendo observado brevemente las posiciones que los partidarios de cada paradigma
tomarían respecto a las tres preguntas definitorias de los paradigmas, es útil observar
transversalmente las filas para comparar y contrastar estas posiciones entre los
diversos paradigmas.
Ontología
Desplazándose de izquierda a derecha por la tabla 1 observamos el desplazamiento
desde
1. la posición del positivismo del realismo ingenuo que supone una realidad externa
objetiva, con la cual la investigación puede converger, hasta:
13
2. la posición del realismo crítico del postpositivismo, que todavía presupone una
realidad objetiva pero concede que puede aprehenderse sólo imperfecta y
probabilisticamente, hasta:
3. el realismo histórico de la teoría crítica, que presupone una realidad
aprehensible consistente en estructuras situadas históricamente que, por la
ausencia de comprensión, son tan limitantes y constrictivas, como si fuesen
reales, hasta:
4. el relativismo del constructivismo, que presupone realidades sociales múltiples
aprehensibles, y a veces conflictivas, que son los productos del intelecto
humano, pero que pueden cambiar a medida que sus constructures se vuelven
más informado y sofisticados.
Es la posición ontológica la que más diferencia el constructivismo de los otros tres
paradigmas.
Epistemología
Observamos el desplazamiento desde:
1. la presuposición dualista objetivista del positivismo, que capacita al investigador
para determinar ”cómo las cosas realmente son” y “cómo las cosas realmente
funcionan”, hasta:
2. la presuposición postpositivista del dualismo/objetivismo modificado de que es
posible aproximarse a la realidad pero nunca plenamente conocerla, hasta:
3. la presuposición transaccional/subjetivista de la teoría crítica de que el
conocimiento es mediado por valores y, por tanto, dependiente de valores,
hasta:
4. la presuposición transaccional/subjetivista algo semejante del constructivismo
pero más amplia, que considera al conocimiento como creado en una interacción
entre el investigador y sus informantes.
Son sus posiciones epistemológicas las que más diferencian la teoría crítica y el
constructivismo de los otros dos paradigmas.
Metodología
Observamos el desplazamiento desde:
1. la metodología experimental manipulativa del positivismo que se centra en la
verificación de hipótesis, hasta:
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2. la metodología manipulativa experimental modificada del postpositivismo
comprometido con la multiplicidad crítica que se centra en la falsación de
hipótesis, hasta:
3. la metodología dialógica/dialéctica de la teoría crítica que se dirige a la
reconstrucción de construcciones sostenidas previamente, hasta:
4. la metodología hermenéutica/dialéctica del constructivismo que se dirige a la
reconstrucción de construcciones sostenidas previamente.
Implicaciones de la posición de cada paradigma sobre asuntos prácticos sociales
(filas de la Tabla 2)
Las diferencias entre las presuposiciones de los paradigmas no pueden descartase
como meras diferencias “filosóficas”; implícita o explícitamente estas posiciones tienen
importantes consecuencias para la conducción practica de la investigación, así como
para la interpretación de los hallazgos y para la formulación de políticas. Hemos elegido
examinar estas consecuencias respecto a diez problemas notables.
Las entradas en la Tabla 2, que consisten en cuatro columnas que corresponden a los
cuatro paradigmas y en diez filas que corresponden a los diez problemas, resumen
nuestra interpretación de las implicaciones principales. El lector observará que los
primeros cuatro problemas (meta de la investigación, naturaleza del conocimiento,
acumulación del conocimiento y criterios de calidad) están entre aquellos considerados
especialmente importantes por los positivistas y los postpositivistas; son por tanto los
problemas respecto a los cuales los paradigmas alternativos son atacados con más
frecuencia. El quinto y el sexto (valores y ética) son problemas tomados en serio por
todos los paradigmas, aunque las respuestas convencionales y las no convencionales
son bastante diferentes. Finalmente, los últimos cuatro problemas (voz, formación,
acomodación y hegemonía) son aquellos que son considerados especialmente
importantes por los partidarios alternativos; representan áreas en las cuales la visión
oficial es considerada particularmente vulnerable. Las entradas en la Tabla se basan
sólo en parte en posiciones públicas, ya que no todos los problemas han sido
abordados por los partidarios de todos los paradigmas. En algunos casos, por tanto,
hemos proporcionado entradas que creemos siguen lógicamente las posturas básicas
metafísicas (ontológicas, epistemológicas y metodológicas) de los paradigmas. Para
tomar un solo ejemplo, el problema de la voz es raramente abordado directamente por
los positivistas o postpositivistas pero creemos que la entrada “científico desinteresado”
es la respuesta que sería dada por ellos si fuesen interrogados al respecto.
Una diferencia inmediatamente aparente entre la Tabla 1 y la 2 es que, mientras que en
el caso anterior fue posible hacer una entrada distinta para cada celda, en el caso de la
Tabla 2 hay un recubrimiento considerable entre las filas, particularmente entre las
columnas positivista y postpositivista. En efecto, aún en lo que concierne a los
problemas en los cuáles las entradas en estas dos columnas son diferentes, las
diferencias parecen ser menores. En contraste, se observará que las diferencias
15
encontradas entre estos dos paradigmas y la teoría crítica y el paradigma
constructivista son mayores, y que tienden también a diferir ente sí.
Hemos formulado los problemas como las preguntas siguientes:
Fila 1: ¿Cuál es la meta o el propósito de la investigación?
Positivismo y postpositivismo. Para estos dos paradigmas, la meta de la investigación
es la explicación (von Wright,1971), que en últimas permite la predicción y el control de
los fenómenos, sean éstos físicos o humanos. Como Hesse (1980) lo ha propuesto, el
criterio último del progreso en estos paradigmas consiste en que la capacidad de los
“científicos” para predecir y controlar debe aumentar con el paso del tiempo. Deben
destacarse el reduccionismo y el determinismo implicados por esta posición. Se
atribuye al investigador el papel de “experto”, una situación que parece conferir un
privilegio especial, quizá incluso inmerecido, al investigador.
La teoría crítica. La meta de la investigación es la crítica y la transformación de las
estructuras sociales, políticas, culturales económicas, étnicas y de género que atan y
explotan a la humanidad, mediante la confrontación e incluso el conflicto. El criterio del
progreso estriba en que, con el paso del tiempo, la restitución y la emancipación deben
ocurrir y perdurar. El activismo y el compromiso social son conceptos claves. Se
atribuye al investigador el papel de instigador y facilitador, implicando que el
investigador comprende a priori qué transformaciones se necesitan. Pero debemos
observar que algunas de las posturas más radicales en el campo crítico sostienen que
el juicio respecto a las transformaciones necesarias debe reservarse a aquellos cuyas
vidas son más afectadas por eseas transformaciones: los participantes mismos en la
investigación (Lincoln, en prensa).
Constructivismo. La meta de la investigación es la comprensión y reconstrucción de las
construcciones que las personas (incluyendo al investigador) inicialmente sostienen, en
busca de un consenso, pero que está siempre abierto a nuevas interpretaciones a
medida que la información y la sofisticación mejoran. El criterio del progreso estriba en
que, con el paso del tiempo, todos formulen construcciones más informadas y
sofisticadas y se vuelvan más conscientes del contenido y significado de las
construcciones competidoras. El compromiso social y el activismo son también
conceptos claves en este punto de vista. Al investigador se le atribuye el papel de
participante y facilitador en este proceso, una posición que algunos han criticado
argumentando que amplía el papel del investigador más allá de lo que puede
razonablemente esperarse respecto a su pericia y competencia (Carr y Kemmis, 1986).
Fila 2: ¿Cuál es la naturaleza del conocimiento?
Positivismo. El conocimiento consiste en hipótesis verificadas que pueden aceptarse
como hechos o leyes.
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Postpositivismo. El conocimiento consiste en hipótesis no falsadas que pueden
considerarse como hechos o leyes probables.
Teoría crítica. El conocimiento consiste en una serie de intelecciones
estructurales/históricas que se transformarán con el paso del tiempo. Las
transformaciones se producen cuando la ignorancia y los malentendidos ceden el paso
a intelecciones mejor informadas mediante una interacción dialéctica.
Constructivismo. El conocimiento consiste en aquellas construcciones respecto a las
cuales existe un consenso relativo (o al menos una tendencia hacia el consenso) entre
los que tienen la competencia (y en el caso de asuntos más recónditos, la credibilidad)
para interpretar lo esencial de la construcción. Múltiples “conocimientos” pueden
coexistir cuando intérpretes igualmente competentes (o creibles) disienten, según
factores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos y de género que diferencian
a los intérpretes. Estas construcciones están sujetas a revisión continua, y los cambios
son más probables cuando construcciones relativamente diferentes son yuxtapuestas
en un contexto dialéctico.
Fila 3: ¿Cómo se acumula el conocimiento?
Positivismo y postpositivismo. El conocimiento se acumula mediante un proceso de
acrecentamiento, en el que cada hecho (o hecho probable) sirve como una especie de
bloque que, cuando es colocado en su sitio apropiado, añade al “edificio creciente del
conocimiento”. Cuando los hechos asumen la forma de generalizaciones o de nexos
causa-efecto, pueden emplearse con más eficacia para la predicción y control.
Entonces, para un conjunto de situaciones, pueden hacerse generalizaciones, con
confianza en la predicción.
Teoría crítica. En un sentido absoluto, el conocimiento no se acumula; más bien crece y
se transforma mediante un proceso dialéctico de revisión histórica que continuamente
disminuye la ignorancia y los malentendidos y acrecienta las intelecciones mejor
informadas. La generalización puede tener lugar cuando la mezcla de circunstancias y
valores sociales, políticos, culturales, económicos, étnicos, y de género es semejante a
través de los contextos.
Constructivismo. El conocimiento se acumula sólo en un sentido relativo a través de la
formulación de construcciones cada vez mejor informadas y más sofisticadas mediante
el proceso hermenéutico/dialéctico, a medida que son yuxtapuestas construcciones
divergentes. Un mecanismo importante para la transferencia del conocimiento de un
contexto a otro es la experiencia vicaria, a menudo mediante informes de estudio de
caso (véase Stake, capítulo 14 de este volumen).
Fila 4: ¿Cuáles son los criterios para evaluar la bondad o calidad de una investigación?
Positivismo y postpositivismo. Los criterios consisten en las pautas convencionales del
“rigor”: validez interna (isomorfismo de los hallazgos con la realidad), validez externa
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(generalizabilidad), confiabilidad (en el sentido de estabilidad), y objetividad
(observador neutral a una distancia). Estos criterios dependen de la posición ontológica
realista; sin esta presuposición el isomorfismo de los hallazgos con la realidad no tiene
sentido alguno: la generalizabilidad estricta a una población emparentada es imposible,
la estabilidad no puede evaluarse en la investigación de un fenómeno si el fenómeno
mismo es cambiante, y la objetividad no puede lograrse porque no existe nada respecto
a lo cual se puede estar “distante”.
Teoría crítica. Los criterios apropiados estriban en la contextualización histórica de la
investigación (es decir que toma en cuenta los antecedentes sociales, políticos,
culturales, económicos, étnicos y de género de la situación estudiada), el grado en el
cual la investigación ayuda a disminuir la ignorancia y los malentendidos, y el grado en
el cual sirve de estímulo a la acción, es decir, a la transformación de la estructura
existente.
Constructivismo. Se han propuesto dos grupos de criterios: los criterios de fidedignidad
de la credibilidad (en paralelo a la validez interna), la capacidad de transferencia (en
paralelo a la validez externa), la seguridad (en paralelo a la confiabilidad), y la
confirmabilidad (en paralelo a la objetividad) (Guba, 1981; Lincoln y Guba, 1985); y los
criterios de autenticidad de imparcialidad, autenticidad ontológica (amplía las
construcciones personales), autenticidad educativa (conduce a un mejor entendimiento
de las construcciones de los demás), autenticidad catalítica (estimula la acción), y
autenticidad táctica (confiere poder a la acción) (Guba y Lincoln, 1989). El primer
conjunto representa un esfuerzo temprano por resolver el problema de la calidad para
el constructivismo; aunque estos criterios han sido bien recibidos, su paralelismo con
los criterios positivistas los vuelve sospechosos. El segundo conjunto recubre
parcialmente los de la teoría crítica, pero va más allá, en particular los de autenticidad
ontológica y autenticidad educativa. No obstante, el problema de los criterios de calidad
en el constructivismo no está bien resuelto, y se requiere más crítica.
Fila 5: ¿Cuál es el papel de los valores en la investigación?
Positivismo y postpositivismo. En ambos de estos paradigmas, los valores están
específicamente excluídos; de hecho, se proclama que este paradigma está “libre de
valores” en virtud de su postura epistemológica. Los valores son considerados como
variables que confunden y a los que no se les puede permitir un papel en una
investigación supuestamente objetiva (aun cuando la objetividad es, en el caso del
postpositivismo, sólo un ideal regulador).
Teoría crítica y constructivismo. En ambos de estos paradigmas, los valores ocupan un
lugar destacado; son considerados como ineluctables en la modelación (en el caso del
constructivismo, en la creación) de la investigación. Por lo demás, incluso si fuera
posible, la exclusión de los valores no se toleraría. Sería en detrimento de los intereses
de los indefensos y de las poblaciones “en riesgo”, cuyas construcciones originales
(“emic”) merecen igual consideración que las de otros grupos más poderosos y la del
investigador (“etic”). El constructivismo, que considera al investigador como
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coordinador y facilitador del proceso de investigación, tiende a enfatizar este punto más
que la teoría crítica, que tiende a atribuir un papel más de autoridad al investigador.
Fila 6: ¿Cuál es el papel de la ética en la investigación?
Positivismo y postpositivismo. En ambos de estos paradigmas, la ética es un asunto de
importancia, y los investigadores lo toman muy en serio, pero es extrínseca al proceso
mismo de investigación. Por ende, el comportamiento ético es vigilado formalmente por
mecanismos externos, tales como códigos profesionales de conducta y comités de
valores humanos. Por lo demás, la ontología realista que subyace a estos paradigmas
inclina al uso del engaño, el que, se dice, en ciertos casos, es justificado para
determinar cómo “las cosas realmente funcionan”, o en búsqueda de algún “bien social
superior” o “alguna verdad más clara” (Bok, 1978, 1982; Diener y Crandall, 1978).
Teoría crítica. La ética está mucho más cerca de ser intrínseca en este paradigma,
como lo dejan ver el intento de disminuir la ignorancia y los malentendidos, y de tomar
plenamente en cuenta los valores y el contexto histórico en el proceso de investigación.
Así se presenta la inclinación moral a ser revelador (en el sentido riguroso de
“consentimiento plenamente informado”) en lugar de engañador. Por supuesto, estas
consideraciones no impiden un comportamiento anti-ético, pero ciertamente constituyen
barreras que durante el proceso lo hacen mucho más difícil.
Constructivismo. La ética es intrínseca en este paradigma debido a la inclusión de los
valores de los participantes en la investigación (a partir de las construcciones
existentes de los informantes se trabaja para aumentar la información y sofisticación de
sus construcciones así como en la del investigador). Hay un incentivo – inclinación
procesual – hacia la revelación; el ocultamiento de la intención del investigador es
nocivo para la meta de descubrir y mejorar las construcciones. Además, la metodología
hermenéutica/dialéctica por sí misma proporciona una protección fuerte, aunque no
infalible, contra el engaño. Sin embargo, las estrechas interacciones personales
requeridas por la metodología pueden generar problemas especiales y frecuentemente
engorrosos de confidencialidad y anonimidad, así como otras dificultades
interpersonales (Guba y Lincoln, 1989).
Fila 7: ¿Qué “voz” es expresada en las actividades del investigador, especialmente en
las que buscan cambios?
Positivismo y postpositivismo. La voz del investigador es la del “científico
desinteresado” quien informa a los encargados de la toma de decisiones, los que
trazan políticas, y agentes de cambio, quienes emplean independientemente esta
información científica para, al menos en parte, formular, explicar y justificar acciones,
políticas y propuestas de cambio.
Teoría crítica. La voz del investigador es la del “intelectual transformador” (Giroux,
1988) quien posee una conciencia más amplia y, por tanto, está en condiciones de
confrontar la ignorancia y los malentendidos. El cambio es propiciado a medida que los
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individuos desarrollan intelecciones más profundas respecto al estado de cosas
existente (la naturaleza y el grado de su explotación) y son estimulados a actuar sobre
él.
Constructivismo. La voz del investigador es la de un “participante apasionado” (Lincoln,
1991) activamente comprometido en facilitar la reconstrucción en “voces múltiples” de
su propia construcción así como las de los demás participantes. El cambio es
propiciado a medida que las reconstrucciones se forman y se estimula a los individuos
a actuar sobre ellas.
Fila 8: ¿Cuáles son las implicaciones de cada paradigma para la formación de los
investigadores novatos?
Positivismo. Los novatos son entrenados principalmente en el conocimiento técnico
respecto a la medición, el diseño y los métodos cuantitativos, con un énfasis menor
pero substancial en las teorías formales de los fenómenos en sus especialidades
substantivas.
Postpositivismo. Los novatos son entrenados de modo paralelo al modo positivista,
pero se agregan los métodos cualitativos, a menudo con el propósito de mejorar los
problemas descritos en los párrafos introductorios de este capítulo.
Teoría crítica y constructivismo. Los novatos primero tienen que resocializarse en
ruptura con su formación temprana y generalmente intensa en la visión oficial de la
ciencia. Esta resocialización no puede lograrse sin un exhaustivo estudio de las
posturas y técnicas del positivismo y postpositivismo. Los estudiantes deben llegar a
comprender las diferencias de paradigma (resumidas en la Tabla 1) y, en ese contexto,
dominar tanto los métodos cualitativos como los cuantitativos. Los primeros son
esenciales debido a lsu papel en las metodologías dialógica/dialéctica o
hermenéutica/dialéctica; los segundos porque también pueden desempeñar un papel
informacional útil en todos los paradigmas. También se debe ayudarlos a comprender
la historia y estructura social, política, cultural, económica, étnica y de género que
constituyen el contexto de sus investigaciones, y a incorporar los valores del altruismo y
del empoderamiento en su trabajo.
Fila 9: ¿Son estos paradigmas necesariamente conflictivos? ¿Es posible acomadar
estas visiones divergentes dentro de un único marco conceptual?
Positivismo y postpositivismo. Los defensores de estos dos paradigmas, dada su
orientación fundacionalista, adoptan la posición de que todos los paradigmas pueden
acomodarse – es decir que existe, o que se descubrirá, alguna estructura racional
común a la que pueden remitirse para su solución todas las cuestiones de diferencia.
Esta postura es reduccionista y supone la posibilidad de comparaciones punto por
punto (conmensurabilidad), asunto respecto al cual subsiste mucho desacuerdo.
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Teoría crítica y constructivismo. Los defensores de estos dos paradigmas están de
acuerdo en afirmar la inconmensurabilidad básica de los paradigmas (aunque estarían
de acuerdo en que el positivismo y el postpositivismo son conmensurables, y
probablemente estarían de acuerdo en que la teoría crítica y el constructivismo son
conmensurables). Se piensa que las creencias básicas de estos paradigmas son
esencialmente contradictorias. Para los constructivistas, o bien existe una realidad
“real” o no existe (aunque tal vez uno podría desear resolver este problema de modo
diferente según se considera el dominio físico o el dominio de lo humano), y así el
constructivismo y el positivismo/postpositivismo no pueden lógicamente acomodarse,
de la misma manera como ideas sobre una tierra plana no pueden acomodarse con
ideas sobre una tierra redonda. Para los teóricos críticos y los constructivistas, o bien la
investigación está libre de valores o no lo está; de nuevo, una acomodación lógica
parece imposible. El realismo y el relativismo, independencia frente a los valores y la
constricción de los valores, no pueden coexistir en ningún sistema metafísico
internamente consistente. Y se estipula que esta exigencia de consistencia es cumplida
esencialmente por cada uno de los paradigmas. La resolución de este dilema
necesariamente tendrá que esperar el surgimiento de un metaparadigma que vuelva a
los paradigmas antiguos, acomodados, no menos verdaderos, sino simplemente
caducos.
Fila 10: ¿Cuál de los paradigmas ejerce una hegemonía sobre los demás? Es decir,
¿cuál es el que tiene una influencia predominante?
Positivismo y postpositivismo: Los defensores del positivismo adquirieron la hegemonía
durante los últimos siglos a medida que fueron abandonados los paradigmas
aristotélicos y teológicos. Pero en las décadas recientes, el manto de la hegemonía
gradualmente fue cayendo sobre los hombros de los postpositivistas, los herederos
“naturales” del positivismo. Los postpositivistas (y de hecho muchos positivistas
vergonzantes) tienden a controlar las publicaciones mediante los comités que aprueban
los artículos, las fuentes de financiación, los mecanismos de promoción y de tenencia
en los cargos profesorales, y otras fuentes de poder e influencia. Al menos hasta 1980,
constituían el grupo predominante - “el grupo in”-, y siguen representando la voz más
fuerte en los procesos de toma de decisión profesional.
Teoría crítica y constructivismo:
Los defensores de la teoría crítica y del
constructivismo aún están en búsqueda de reconocimiento y de mecanismos de
difusión. A lo largo de la última década, se ha vuelto cada vez más posible que logren
aceptación, como lo atestigua la inclusión creciente de artículos destacados en revistas
y reuniones profesionales, el desarrollo de nuevas fuentes de publicación, la
aceptabilidad creciente de tesis de grado “cualitativas”, y la inclusión de líneas-guía
cualitativas en algunas agencias de financiación de programas, y así por el estilo. Pero
con toda probabilidad, la teoría crítica y el constructivismo continuarán desempeñando
en el futuro próximo papeles secundarios, aunque importantes, y progresivamente más
influyentes.
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Conclusión
La metáfora de “las guerras de paradigmas” descrita por Gage (1989) es
indudablemente exagerada. Al describir las discusiones y controversias en la última
década o dos como guerras, representa el asunto como mucho más confrontacional de
lo necesario. Una resolución de las diferencias entre paradigmas puede suceder sólo
cuando emerja un nuevo paradigma, que resulte más informado y sofisticado que
ninguno existente. Es más probable que esto ocurra si, y sólo si, los defensores de
éstos diversos puntos de vista se reúnan para discutir sus diferencias y no para
defender la sacralidad de sus puntos de vista. El diálogo continuo entre los defensores
de los paradigmas de todos los tipos proporcionará el mejor camino para el avance
hacia una relación fructífera y cordial.
Esperamos que en este capítulo hayamos ilustrado la necesidad de semejante
discusión, al delinear claramente las diferencias que existen actualmente y al mostrar
que éstas diferencias tienen implicaciones significativas en el nivel práctico. Los
asuntos de paradigma son cruciales; ningún investigador, lo recalcamos, debe
emprender el trabajo de investigación sin tener claridad respecto a qué paradigma
informa y guía su enfoque.
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