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Arte
en México
después de
la generación
de los grupos
Álvaro Villalobos Herrera*
Resumen:
La generación de los grupos o colectivos artísticos marcó un hito en la historia del arte oficial
mexicano. Corresponde a la forma de creación en la que los artistas se organizaron para
hacer visibles las preocupaciones conceptuales y contextuales y, sobre todo, las maneras de
cooperar en torno a ellas para obtener resultados. La creación colectiva en este caso implica,
además de acuerdos y decisiones mancomunadas, el desarrollo de dinámicas y procesos
basados en soluciones compartidas, plurales y experimentales, que solo pueden darse con
el respeto por las ideas y formas de trabajar del otro. En la actualidad en México se realizan
diversos proyectos artísticos colectivos que incluyen a creadores de diferentes campos del
conocimiento, posibilitando la puesta en práctica de factores que hasta hace poco hacían
parte de una utopía y de un deseo más que de una realidad. Factores relativos a la multi, la
inter y la transdisciplinariedad.
Palabras claves: arte contemporáneo, colectivos artísticos, Arte de concepto, arte e ideología.
Preliminares
Un hecho sin precedentes en la historia del arte mexicano sucedió durante el desarrollo del
movimiento estudiantil que culminó lamentablemente con la sangrienta matanza de cientos
de estudiantes y civiles en la Plaza de las Tres Culturas de Tlatelolco, en el corazón de la
Ciudad de México, bajo las órdenes del jefe de gobierno Gustavo Díaz Ordaz. Se trató del
trabajo mancomunado de producción artística en los talleres de gráfica de la Academia de San
Carlos, hoy División de Estudios de Posgrado de la Facultad de Artes y Diseño de la UNAM,
en empatía con las causas del levantamiento estudiantil en el año 1968. Cabe destacar que
hoy en día, a pesar de que los movimientos estudiantiles multitudinariamente marchan y se
*
Álvaro Villalobos nació en Bogotá, Colombia en 1963 y se naturalizó en México en 2003. Egresado
de Artes Plásticas de la Facultad de Artes ASAB UDFJC, Maestro en Artes Visuales y Doctor en
Estudios Latinoamericanos de la UNAM, México, con Post-doctorado de la Facultad de Artes de la
Universidad Nacional de Colombia. Profesor de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán UNAM,
México y de la Facultad de Artes UAEM. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores SNI-CONACYT de México. Escribe, publica y expone constantemente. Su obra vincula los problemas
sociales y políticos al arte.
Revista ASAB, Vol. 8. 2014 - ISSN 1657-9828
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Obra: Caja negra
Autor: Álvaro Villalobos,
México D.F. 2001
Fotografías: Caterina
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manifiestan contra las políticas oficiales del gobierno priista liderado por Enrique Peña Nieto
como Presidente de la República, el arte no goza del mismo apego con ellos, está lejos de
comprometerse con las causas estudiantiles y civiles, salvo en casos aislados cuando unos
pocos artistas alzan su voz para solidarizarse protestando contra las políticas públicas y sus
constantes violaciones a los derechos humanos fundamentales. Hoy los problemas sociales
de México son más complejos y dejan entrever alianzas entre política y narcotráfico, pobreza
extrema en grandes sectores de la población y falta de educación, salud y trabajo en lugares
donde son constantes los enfrentamientos armados provocados por las guerras intestinas
entre quienes detentan el poder y quienes desean estar en los lugares que estos últimos ocupan. El arte oficial mexicano en la actualidad está al margen de esta situación y los artistas se
hacen los de la vista gorda ante este flagelo bastante publicitado por los medios informativos.
El antecedente principal en la conformación de los grupos artísticos se dio por primera vez
ese año con la producción de obra, en su mayoría gráfica, contenida en dibujos, calcografías, serigrafías, linóleos, xilografías e infografías (fotocopias, calcas de mimeógrafo, offset)
que sirvieron para copiar y reproducir la gran cantidad de panfletos, volantes y propaganda
política, distribuida de manera inmediata, por todos los medios posibles para que llegara
directamente a las calles a invadir fachadas de casas, escuelas, postes de luz eléctrica, locales comerciales, teatros y edificios de gobierno. El principal objetivo fue el apoyo directo
y decidido de los artistas al movimiento político de izquierda, haciendo suyas las demandas
sociales del Consejo Nacional de Huelga de las universidades públicas, (UNAM y Politécnico Nacional principalmente) corriente a la que de manera instantánea se unió la sociedad
civil en un acto que reposa en los anales de historia como el movimiento del 68. Entre los
principales artistas exponentes de esa experiencia están: Jorge Pérez Vega, Adolfo Mexiac,
Antonieta Castillo y Arnulfo Aquino, compiladores además del Acervo Gráfico del 68, que hoy
reposa en el Archivo General de la Nación en el mismo edificio que albergaba en esa época
la Cárcel de Lecumberri, en la que estuvieron presos miles de estudiantes comprometidos e
involucrados con ese levantamiento político.
Otro circunstancia influyente en la conformación de grupos o colectivos artísticos en México
fue la llegada, desde Estados Unidos y Europa, de informaciones tendientes a consolidar lo
que posteriormente se denominó “arte de concepto”, consistente en instalaciones ambientaciones, happenings y performances. Además, otro hecho importante en México, el mismo
año de la matanza de Tlatelolco, fue que el país sirvió de sede para los Juegos Olímpicos y
en torno a ello se organizó la exposición artística Salón Solar, con el objetivo de mostrarle
al mundo lo más representativo de la época en pintura, escultura, gráfica y acuarela. La
infamia de la matanza de estudiantes en Tlatelolco hizo que los artistas plásticos y visuales
reaccionaran y se expresaran en disidencia con las políticas culturales y la doble moral del
Estado Nación que los convocó. Un grupo de cerca de 35 artistas organizó entonces el Salón
Independiente para protestar contra el oficialismo institucional artístico y entre muchas obras
destacaron las de Rufino Tamayo, Jesús Reyes Ferreyra y Leonora Carington. Una referencia
más de agrupaciones artísticas en el México de esa época la constituyó la llamada Ruta de la
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────── Álvaro Villalobos Herrera ──────
Amistad, esta vez con esculturas de gran formato localizadas en una importante vía pública
denominada el Anillo periférico. Las esculturas fueron instaladas desde San Ángel hasta Xochimilco. La disposición de las esculturas fue motivada por la gestión del alemán radicado en
México después de la Segunda Guerra Mundial, Mathias Goeritz, también en coincidencia con
los Juegos Olímpicos del 68. Esta vez el arte mexicano se engalanó con obras monumentales
de varios artistas de los países participantes en las Olimpiadas.
Posteriormente, otro grupo de creadores, entre ellos el mismo Goeritz junto con Federico
Silva, Manuel Felguérez, Helen Escobedo, Hersua y Roberto Acuña, se dieron a la tarea de
agrupar otra serie de esculturas en torno a la mayor concentración de magma proveniente
de la antigua erupción del Volcán Xitle, que aconteció alrededor de 1670, en el lugar donde
descansa ahora la actual Cuidad Universitaria de la UNAM sobre el Pedregal de San Ángel. El
hecho artístico consistió en desarrollar un proyecto tendiente a enaltecer una conformación
volumétrica aleatoria y casual generada por la naturaleza, en contraste con la creación procedente de la mano de los artistas, mostrando así la unión del arte con la naturaleza. Con particular intención se delimitó el mayor punto de concentración de lava volcánica con una serie
de montículos de hormigón colocados alrededor del magma, formando una circunferencia y
señalando el poder de las fuerzas naturales en el modelado de formas azarosas y fortuitas.
La generación de los grupos
Desde principios de los años setenta, hasta finales del siglo XX, además de los ya citados
grupos, se consolidaron más de diez colectivos artísticos en México, esta vez con una producción de su propio género, que consistió en proyectos elaborados y constituidos por acciones
en conjunto. Entre muchos destacan: El Grupo Mira, integrado por Melecio Galván, Arnulfo
Aquino, Jorge Perez Vega y Rebeca Hidalgo, también comprometidos con la gráfica del 68,
el apoyo al movimiento estudiantil y al Consejo Nacional de Huelga; los integrantes de este
colectivo contaron también con una nutrida producción artística individual.
El grupo Gucadigose, dedicado a la escultura, estuvo conformado por Ángela Gurría, Geles
Cabrera, Luis Díaz, Mathias Goéritz y Sebastián. El Colectivo de acciones urbanas Tepito Arte
Acá, fue liderado por Daniel Manrique, activista dedicado a la literatura urbana en comunión
fraterna con el Arte sociológico. El Peyote y la compañía, fue conformado por Adolfo Patiño
y Carla Ripey dedicándose a la fotografía independiente, en este caso la fotografía fue reconocida como un ente artístico y no como un mero registro. Por otro lado, el Taller de Investigación Plástica TIP se dedicó prioritariamente al desarrollo del muralismo con participación
comunitaria en diferentes localidades de la república mexicana.
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El grupo Suma lo conformaron Ricardo Rocha, Mario Rangel Faz y el colombiano Santiago Rebolledo, entre otros, dedicados a la Neográfica, equipo de trabajo generador de un
arte político y también comprometido con la función social. El grupo Proceso Pentágono fue
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Autor: Álvaro Villalobos,
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conformado por Felipe Erhemberg, Víctor Muñoz, Carlos Fink y Antonio Hernández Amezcua,
reconocidos por ser unos de los más fervientes promotores de la instalación y las acciones
públicas, también registrados en la historia oficialista como unos de los primeros responsables de la inserción del arte de concepto, que desató luego diferentes festivales de performance e instalación en México. El No grupo, conformado por Maris Bustamante, Melquiades
Herrera, Rubén Valencia y Alfredo Núñez, entre otros, se destacó por generar acciones conceptuales dentro de una propuesta autodenominada guerrilla paródica. Este colectivo de
creación se destacó por su simpatía con grupos subversivos de América del Sur; por ejemplo,
con el movimiento de guerrilleros de la organización colombiana de izquierda revolucionaria,
M-19 o Movimiento 19 de abril, que en la década de los noventa lideró cruentas batallas,
actos simbólicos subversivos y enfrentamientos militares contra el gobierno nacional colombiano. El No grupo promovió también la pedagogía del arte de concepto y su vinculación con
los medios de comunicación. Otro importante fue el grupo Germinal integrado por Joaquín
Conde, César Vila y Mauricio Gómez, dedicados a producir acciones críticas sobre las determinaciones políticas de la sociedad capitalista mexicana.
El Taller de Documentación Visual fue creado en el seno de la Academia de San Carlos de
la UNAM y liderado por el pintor Ignacio Salazar, dedicado durante muchos años a un arte
didáctico y panfletario basado en informaciones sobre la homosexualidad y el VIH. El grupo
19 Concreto, conformado por Víctor Martínez, Lorena Orozco y Roberto de la Torre, se dedicó
a realizar performances de shock, en espacios públicos y alternativos al arte tradicional de
la época. Como podemos ver, la lista de colectivos artísticos en México es larga. Aun así no
vamos a dejar de lado a dos de los más nombrados en el arte alternativo después de la década de los noventa, del primero, una de sus integrantes se catapultó a las pasarelas del arte
contemporáneo actual, se trata del Grupo Semefo, conformado por Teresa Margolles, Arturo
Angulo, Juan García y Carlos López. Ellos se dedicaron a realizar acciones, instalaciones y
videos sobre la estética de la muerte, dando pie a una forma directa y particular de enunciar los diversos sentimientos y reflexiones posibles sobre las vidas cegadas violentamente
en México. El otro, uno de los más recientemente creados, es el grupo Tercerunquinto, de
Julio Castro, Gabriel Cazares y Rolando Flores, que por su estructura de trabajo colectivo y
la conjunción de las relaciones publicas y sociales con las propuestas artísticas ha logrado
insertarse medianamente en los mercados nacionales, es decir, en las dinámicas comerciales
del arte contemporáneo mexicano.
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Después de los noventa
Luego de este particular registro de creación colectiva en la historia del arte mexicano, se
desarrolló un modo individualista capaz de asumir el arte de concepto que la generación
de los grupos introdujo a México. A partir de la década de los noventa del siglo XX, el arte
mexicano contemporáneo destacó en eventos internacionales como la Documenta de Kassel en Alemania y la Bienal de Venecia en Italia, con artistas como Gabriel Orozco, Damian
Ortega, Abraham Cruz Villegas, Teresa Margolles y Rafael Lozano-Hemmer. Si bien estos
eventos dedicados a un arte global han servido para legitimar las obras de los artistas en
las pasarelas comerciales del arte, lanzándolos a los mercados internacionales y colecciones
selectivas, sirvieron también para que México se ufanara de poseer las más grandes colecciones privadas de arte contemporáneo logradas por una vendedora de jugos y una de zapatos
y electrodomésticos (Jumex y Coppel). Una de las características del arte mexicano de los
últimos tiempos es la integración de los lenguajes neoliberales y de globalización, con temas
y soportes formales y conceptuales derivados de la era digital, la expansión de las dinámicas
del mercado y el libre comercio, así como de la universalización de los lenguajes procedentes
del boom de las comunicaciones y las redes sociales. Siendo unas pocas obras las que destacan por su contenido social y porque implican los problemas políticos en relación con las
dinámicas de investigación y producción de las mismas.
Es difícil encasillar con rótulos denotativos la cantidad de sucesos que acontecen en el ámbito
artístico mexicano, y que, además, cambian cada día. México es uno de los países con mayor
cantidad de artistas en Latinoamérica, debido en parte a la tradición creativa y cultural reconocida desde hace mucho tiempo. Lo cierto es que en la actualidad, el arte contemporáneo
mexicano continúa posicionándose en los diferentes escenarios internacionales de promoción
y difusión, bienales, trienales y ferias comerciales. La historia del arte mexicano desde la
antigüedad ha sido nutrida y variada, más en periodos recientes; sobre todo en las ciudades
capitales la oferta cultural y artística es abundante y presenta entre otras cosas una extensa
gama de posibilidades difícil de apreciar en su totalidad, ya que los eventos y exposiciones
van desde los modos más simples de presentación y representación tradicionales, hasta las
propuestas vanguardistas más complejas en todas las disciplinas.
Lo competente en este texto está relacionado con las artes plásticas y visuales, que en la
actualidad incluyen al video arte y de igual manera a la música, la danza y el cine experimental, que tienen una fuerte representación colectiva de obas y artistas mexicanos reconocidos
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Autor: Álvaro Villalobos,
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mundialmente. En algunos casos la producción de las obras y su correspondiente difusión
gozan de apoyos oficiales por medio de becas, concursos y residencias artísticas que derivan apoyos económicos oficiales. México cuenta con un sistema de estipendios económicos
sin par, en ningún país latinoamericano. Aun así, hay sectores de la población artística que
declaran y demandan constantemente su insuficiencia. A esto se suma que en la mayoría
de las ciudades capitales existen diversidad de museos dedicados a atesorar, coleccionar y
difundir el arte en grandes magnitudes y estilos. La mayoría de ellos cuenta con estructuras
clásicas pero bien montadas, en el sentido logístico y administrativo, no así en inversiones
considerables para adquirir obras que fortalezcan sus colecciones. La mayoría de ellos se dedican solo a la difusión, promoción y conservación y a mantener la gran carga administrativa
que demandan los empleados en su mayoría sindicalizados. Los museos de México gozan
del prestigio nacional e internacional, en una parte, por estar organizados en una lógica institucional dependiente del Instituto Nacional de Bellas Artes INBA, subsidiado por el Fondo
Nacional para la Cultura y las Artes de México, CONACULTA.
Otro fenómeno interesante en el mapa de museos de arte en México lo conforman los acervos
y colecciones de instituciones educativas como son las universidades públicas UNAM, UAM,
UAEMéx, entre otras, que dedican fondos económicos importantes para obras artísticas. Un
ejemplo lo constituye el recientemente implementado, con una de las infraestructuras más
grandes y actualizadas de las que puede gozar una institución educativa, como es el Museo
Universitario de Arte Contemporáneo MUAC de la UNAM, teniendo en cuenta que no menos
importantes son, el Museo Universitario del Chopo, dedicado a promover las relaciones entre el arte y la comunidad de una zona popular del Distrito Federal. El MUCA con sede en la
ciudad universitaria y su filial en la Colonia Roma y el Museo Universum de la misma casa
de estudios, este último durante mucho tiempo dedicado a desarrollar las relaciones entre el
arte, la ciencia y la tecnología. Este texto no pretende proporcionar un registro completo de
galerías y museos de arte, obras y artistas de México en los últimos tiempos, porque la lista
es infinita; solo da cuenta de la existencia de unas de las características incidentes en los
fenómenos de creación colectiva y unas pocas lógicas de distribución, difusión y exhibición
de la que hacen parte una cantidad importante de festivales de performance, instalaciones,
arte sonoro y electrónico, sobre todo en los que se han presentado lo más granado de estas
disciplinas a nivel nacional e internacional. Asimismo deben verse las exposiciones de arte
con todo tipo de obras que se inauguran constantemente en la república mexicana, tanto del
sector público como privado.
Caja negra
México es quizás uno de los países latinoamericanos que más ha albergado artistas extranjeros en las últimas décadas, quizás por la infraestructura de los museos e instituciones dedicadas a la promoción y difusión del arte moderno y contemporáneo, así como por la variada
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y constante oferta cultural que goza de buena reputación a nivel internacional. A ello se
suma que existen en la actualidad reconocidos coleccionistas y sujetos en los patronatos de
museos con capacidad económica para mantener y hacer funcionar un mercado sustentado
en las ferias comerciales de arte, en las que se especula con los precios de las obras y se garantizan ventas a cambio de reducción de impuestos que, aunque sea de manera incipiente,
afectan al erario público. El nivel de participación de las galerías mexicanas, sobre todo de las
de la capital de la república, en los mercados de arte contemporáneo y en eventos comerciales competitivos, puede ser comparado con el de otras de su misma naturaleza de diferentes
ciudades del mundo. Por último, no hay que dejar de mencionar que existe también en México un gran número de artistas anónimos para consumidores anónimos. Ahí quiero localizar
mi labor artística, dentro de un nutrido listado de productores nacionales y extranjeros que
trabajamos fuera de los mercados establecidos, artistas con una producción que no tiene
representación en las galerías ni instituciones públicas o privadas y, por lo tanto, goza de
una cierta libertad para modelar y modular ideas y conceptos, y para conformar obras que
ocasionalmente tienen contexto en cartografías amplias e incluyentes. Particularmente me
interesa destacar que, en el caso que me asiste como artista, puedo develar sin prejuicios los
vínculos de las obras con problemas políticos y sociales actuales.
Me interesa diseñar dispositivos de relación entre el público que va a los museos y galerías a
ver las exposiciones y están medianamente informados sobre los sucesos artísticos actuales
y, por otro lado, con las personas menos informadas, o sea, con la gente que circula en las
calles de los barrios donde generalmente no hay galerías ni museos. Me interesa involucrar
al arte con estos sujetos comunes a los que puede tomarlos por sorpresa, y cuando se dejan
sorprender, se tornan participativos para modelar y transformar la propuesta artística en una
experiencia de vida. Estas personas casi siempre generan acciones colectivas espontáneas
en las que el arte sirve como agente detonador de circunstancias necesarias para denunciar
los flagelos que rozan considerablemente a sectores importantes de la sociedad. Un ejemplo
es la obra trabajada con un grupo de residentes de la calle: “Caja negra, arquitectura de
la indigencia” realizada cerca de la Alameda Central en la Ciudad de México sobre la Calle
Benito Juárez, el sábado 04 de Mayo de 2001. En ella intervinieron un grupo de niños que
permanecieron durante varios meses viviendo a la intemperie en ese parque localizado frente
al Museo Mural Diego Rivera.
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Después de varias visitas a los tendajos de ese lugar poco visible para la población, donde
vivían los niños abrigados con frazadas malolientes, pedazos de plástico y cartones, nos
conocimos con Iván, un joven de doce años que con su hermano Jonathan, comandaba una
banda de callejeros menores de edad. Preocupados por su estado de salud fuimos a visitar a
un médico que le detectó a Iván un grave problema hepático ocasionado por la gran cantidad
de solvente de poli vinil acrílico (solvente activo para PVC) inhalado como muchos niños de
la calle durante la mayor parte del día. El motivo personal de las visitas consistía en trabajar
con los indigentes, en un proceso de creación artística basada en presupuestos sociológicos,
en el que se vincularan a voluntad, diferentes personas con el fin de llamar la atención de
las autoridades sobre este inmenso problema social urbano, el de la indigencia infantil. Uno
de los principales intereses era proponer y en la medida de lo posible encontrar soluciones
humanitarias a este inconveniente, en vista de que los que ahí vivían estaban sufriendo
inclemencias de todo tipo. El proceso derivó varias etapas; la primera, consistió en un reconocimiento amistoso entre las personas que ahí habitaban, luego la realización en conjunto
de actividades cotidianas, como jugar fútbol en grupos, salir a conseguir ropa y comida,
contar y escuchar las historias personales de cada quién, escuchar sus chistes, comer, jugar
y entablar amistad con quién quisiera. De esas conversaciones y actividades con ellos, salió
la propuesta de conseguir plásticos nuevos, suficientemente grandes para remendar sus tendajos (cambuches), ya que los que tenían en ese momento no les brindaban total protección
cuando llegaba la temporada de lluvias. La tarea de conseguir los plásticos, maderas y otros
materiales adecuados tardó varias semanas.
Durante la misma época fui invitado por el Centro Nacional de Investigación, Documentación
e Información sobre las Artes Plásticas CENIDIAP, dependencia del Instituto Nacional de
Bellas Artes de México INBA, a realzar una acción (performance) en un Festival denominado
Arte en la Torre, en el Centro Nacional de las Artes localizado en la misma Ciudad de México.
Aprovechando la ocasión, solicité al CENIDIAP los materiales necesarios para restaurar los
tendajos de los indigentes. Así, se compraron los plásticos, maderas, pintura e implementos
necesarios para que los indigentes pudieran enfrentar las lluvias en su lugar de alojamiento.
A la vez, los niños habitantes de la calle se hicieron partícipes de la restauración de sus dormitorios en una acción arquitectónica. El festival del CENIDIAP requirió en contraprestación
a los fondos otorgados, una performance, presentada en las horas de la mañana para un
restringido número de personas, sin la presencia de los indigentes. Una vez ejecutada esa
performance y satisfechas las necesidades del Festival, me desplacé al lugar de los indigentes y con la ayuda del grupo de niños de la calle, reforzamos sus tendajos con madera e
instalamos los plásticos nuevos, agregando colores vistosos que ellos mismos eligieron para
mejorar temporalmente sus improvisadas viviendas, en una suerte de arquitectura de la
indigencia.
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