1 LA ENERGIA NUCLEAR Y EL DESARROLLO TECNOLOGICO

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LA ENERGIA NUCLEAR Y EL DESARROLLO TECNOLOGICO DEL PAIS
Documento de la Comisión Interacadémica de Energía Nuclear (CIENA)
Academias Nacionales de Ciencias y de Ingeniería
(Academia Nacional de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales, Academia Nacional de
Ciencias de Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias en Córdoba, Academia
Nacional de Ingeniería)
El Gobierno ha dado a conocer que se contempla la instalación de
nuevas centrales nucleares en el país en los próximos 15 años.
Esta circunstancia no es ajena al quehacer de las Academias
Nacionales de Ciencias e Ingeniería pues las actividades nucleares en el
país han tenido en el pasado un impacto primordial en el desarrollo de
la ciencia y tecnología locales.
La Argentina es uno de los países que más temprano iniciaron una
actividad nuclear relevante. Esta actividad ha dado buenos frutos, y
entre los más importantes se encuentra su contribución al desarrollo de
capacidades científicas y tecnológicas nacionales. Esto se debió a
políticas acertadas, mantenidas con continuidad desde los comienzos
de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) que priorizaron la
formación de buenos científicos y tecnólogos y la decisión de
emplearlos en proyectos tecnológicos de avanzada con participación
estatal y privada.
Ejemplos tempranos de realizaciones de esta naturaleza son el desarrollo
de nuevas tecnologías para la fabricación de elementos combustibles
nucleares y la construcción del primer reactor latinoamericano, el RA1.
Otros desafíos exitosos incluyen la construcción del RA6 en Bariloche, el
primer reactor de exportación, el RP10 en Perú, los siguientes reactores
instalados en Argelia, Egipto y Australia, el desarrollo de la tecnología
del enriquecimiento de uranio, el dominio de la tecnología del circaloy,
la fabricación nacional de los combustibles nucleares usados en las
centrales argentinas y una participación destacada en la construcción
de Atucha, Embalse y, hoy día, de Atucha II.
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Es habitual en los países desarrollados que demandas de naturaleza
tecnológica tiendan a ser satisfechas con recursos propios. En la
Argentina la tendencia ha sido, salvo honrosas excepciones, la de optar
por la importación pasiva de tecnología, lo que no contribuye a mejorar
la capacidad de decisión en aspectos estratégicos del desarrollo del
país. El caso de la actividad nuclear ha sido quizás la más notable de
tales excepciones. En efecto, el desarrollo nuclear argentino conjugó la
necesidad de satisfacer determinadas demandas de la sociedad con la
aplicación de conocimiento y desarrollos tecnológicos propios
fortaleciendo a su vez, como en un círculo virtuoso, la ciencia y la
tecnología en el país.
Por esta razón y ante la posibilidad de que se disponga una inversión de
envergadura en un campo eminentemente tecnológico como es la
producción de energía nuclear, las Academias de Ciencias e Ingeniería
encuentran propicia la ocasión para recomendar al Gobierno y a la
sociedad en su conjunto, que se tenga en cuenta la importancia de
que las decisiones que se tomen en esta materia optimicen el uso de
recursos tecnológicos propios.
El objetivo principal de las centrales nucleares es producir energía
eléctrica, segura y económica, con instalaciones confiables y probadas
en plazos adecuados a las necesidades del país. Este objetivo se debe
compatibilizar con su complementario, o sea, impulsar el desarrollo
tecnológico del país en caso que la decisión de invertir en energía
nuclear se concrete.
Guiada por esta inquietud, la Comisión Interacadémica de Energía
Nuclear ha entrevistado y recabado la opinión de personalidades
argentinas relevantes en la materia. Estas consultas han sido llevadas a
cabo en los últimos meses período durante el cual tuvo lugar el
accidente de Fukushima. Dado que este acontecimiento no altera el
propósito de este documento, la Comisión Interacadémica estima
apropiado dar a conocer su pensamiento y ofrecer las siguientes
recomendaciones:
1) La Argentina cuenta con profesionales de primer nivel
internacional en el área nuclear. Tanto la CNEA, como INVAP, la
NA-SA y la ARN tienen en sus planteles personas con experiencia
muy valiosa. Existe además un número de expertos que están
formalmente retirados pero se mantienen activos en el ámbito
internacional y en el sector privado. Este recurso humano,
estratégico para el país, debe ser aprovechado para planificar el
futuro de la actividad nuclear en la Argentina.
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2) Como resultado de las consultas realizadas, la Comisión
Interacadémica aprecia que sobre la cuestión de las próximas
centrales nucleares en la Argentina y la participación local en los
respectivos proyectos, existen diversas opiniones. En tal sentido se
advierte la falta de un análisis exhaustivo de las capacidades
existentes en el país en cuanto a ingeniería conceptual y básica,
nuevas tecnologías, insumos, grandes componentes, seguridad
radiológica y nuclear, etc. y la conveniencia de que, sin
desatender el objetivo principal de la centrales nucleares antes
enunciado, se elaboren alternativas fundadas para la tecnología
a utilizar en las próximas centrales. En consecuencia, la Comisión
Interacadémica entiende que es aconsejable convocar a la
formación de grupos de trabajo en las distintas especialidades
para que en un breve plazo produzcan documentos que
respondan a estos interrogantes. Las Academias ofrecen su
colaboración para este cometido.
3) El proyecto CAREM concebido hace 25 años no contó con el
apoyo necesario para su ejecución hasta hace pocos años. Es
auspicioso que ahora se haya reiniciado y esté en franca
recuperación. Se trata de un proyecto argentino reconocido
internacionalmente con potencial para la formación de recursos
humanos, para el desarrollo de nuevas tecnologías y para el
fortalecimiento de la capacidad argentina como país exportador
de tecnología nuclear. Por lo tanto la Comisión Interacadémica
considera que merece ser apoyado con todo vigor. El concepto
CAREM, hoy día llamado de “seguro por diseño”, con sistemas de
“seguridad pasiva” se ha extendido a otros países donde
actualmente se trabaja en proyectos similares. Existe una
incipiente valorización mundial de los reactores modulares
pequeños por lo que es deseable que habiendo sido la Argentina
líder en este tipo de diseño mantenga, o más bien recupere, su
condición competitiva original.
4) La Argentina es reconocida internacionalmente en el área
nuclear y ha probado su capacidad exportadora en instalaciones
de muy alto contenido tecnológico. Es indudable que esta
capacidad merece ser potenciada a través del conocimiento y
de la I&D. El sector nuclear argentino, posee un importante activo
de recursos humanos e instrumental, pero hay aún camino por
recorrer para ubicar a la Argentina en posición de competir en el
diseño y fabricación de instalaciones nucleares. Por tal razón se
recomienda que la actividad de I&D que en esta área de la
energía nuclear lleva adelante la CNEA y todo el sector nuclear
argentino, sea robustecida para alcanzar la referida posición en
el ámbito internacional.
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5) La Comisión Interacadémica estima oportuno recordar el impacto
que tuvo la existencia de un plan nuclear con un horizonte de
varios años, en la formación de cuadros profesionales de primer
nivel en ingeniería, tanto en el ámbito estatal como - y
especialmente -, en el sector privado con la creación de
conglomerados corporativos específicos. Es deseable que tal
circunstancia vuelva a repetirse en relación a la materia que nos
ocupa como así también en otras áreas de interés nacional.
En conclusión, las Academias de Ciencias e Ingeniería de la Argentina
formulan estas recomendaciones dirigidas al Gobierno y a la sociedad,
referidas a la posibilidad de impulsar un nuevo salto cualitativo en el
desarrollo científico y tecnológico del país en caso de que se concreten
los planes de nuevas instalaciones nucleares.
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La Comisión Interacadémica de Energía Nuclear agradece los valiosos
aportes del Ing. Juan Pablo Abbate, del Ing. Juan Carlos Almagro, del
Ing. Juan Bergallo del Dr. Heriberto José Boado, de la LIc. Norma Boero,
del Ing. Daniel Cameron, del Ing. Roberto Cirimello, del LIc. Juan José Gil
Gerbino, del Ing. Abel Gonzalez, del Dr. José Lolich, y del Lic. Juan Pablo
Ordoñez, ninguno de los cuales tiene responsabilidad alguna por las
ideas expresadas en el presente documento.
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