Joven ciudadano

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Joven ciudadano:
mi primer trabajo
Desafíos teóricos y
prácticos
Felícia Reicher Madeira
C uadernos de investigación del IIPE
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Títulos en la serie ‘Políticas y estrategias para la educación secundaria’
Políticas y estrategias para el mejoramiento de las oportunidades de los jóvenes – Estudio en
la Ciudad de Buenos Aires
Claudia Jacinto; Ada Freytes Frey
Financing secondary Education in developing countries – Strategies for sustainable growth
Keith M. Lewin; Françoise Caillods
Veinte años de políticas de educación media en Chile (publicado en Inglés)
M. Leonor Cariola H.; Cristián Belleï; Ivan Nuñez Prieto
Trends in secondary education in industrialized countries. Are they relevant for African
countries?
Ole Briseid; Françoise Caillods
Distance education at secondary level in India: the National Open School
K. Sujatha
Positioning secondary-school education in developing countries: expansion and curriculum
Donald B. Holsinger; Richard N. Cowell
Science education and development: planning and policy issues at secondary level
Françoise Caillods; Gabriele Göttelmann-Duret; Keith M. Lewin
Expansión de la educación secundaria en México: Logros y dificultades en eficiencia, calidad
y equidad
Eduardo Weiss; Rafael Quiroz; Annette Santos del Real
Programas de becas estudiantiles: experiencias latinoamericanas (únicamente en la web)
Ana María de Andraca
Private secondary schools in Thailand (únicamente en la web)
Kannikar Pinyakong; Prapin Virasilp; Usa Somboon
Bolsa Escola: historia y evolución (únicamente en la web)
Elimer Pinheiro do Nascimiento; Marcelo Aguiar
Articular educación y trabajo: experiencias en la Ciudad de Antofagasta (únicamente en la
web)
Leandro Sepúlveda; Pedro Milos
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Felícia Reicher Madeira
Los puntos de vista y opiniones expresados en este volumen son de responsabilidad de los autores y no
representan necesariamente los puntos de vista de la UNESCO o del IIPE.
Las denominaciones empleadas en esta publicación y la forma en que aparecen presentados los datos que
contiene no implican, de parte de la UNESCO o del IIPE, juicio alguno sobre la condición jurídica de ninguno
de los países, territorios, ciudades o zonas citados, o de sus autoridades, ni respecto de la delimitación de
sus fronteras.
Esta serie de documentos tiene como objectivo la difusión rapida de los resultados de los programas de
investigación del IIPE para los especialistas y profesionales del planeamiento de la educación.
Sus comentarios sobre este documento están bienvenidos y se pueden enviar a Claudia Jacinto, investigadora
a cargo del proyecto ‘Educación y formación de jóvenes’ del IIPE en América Latina:
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Ref.: iiep/web doc/2006.08
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© IIPE 2007
Índice
Lista de siglas ...................................................................................................................................... 6
Lista de cuadros ................................................................................................................................. 7
Lista de gráficos ................................................................................................................................... 7
Executive summary .............................................................................................................................. 8
Sumario ejecutivo .............................................................................................................................. 10
1. Introducción ............................................................................................................................... 12
2. Los medios de comunicación y el foco del público-objetivo .................................................. 15
3. El diagnóstico y el diseño del programa.................................................................................. 18
4. Las equivocaciones ................................................................................................................... 21
4.1 Diagnóstico de las causas y las consecuencias del desempleo juvenil....................... 21
4.2 Subestimación del efecto estigma................................................................................... 27
4.3 Al fin y al cabo, ¿qué es “falta de experiencia”? ............................................................ 28
4.4 Apostar demasiado en la responsabilidad social del empresariado ............................ 29
4.5 Superestimación de las metas ........................................................................................ 30
4.6 La indefinición: ¿pasantía o primer trabajo? .................................................................. 32
5. Conclusiones ............................................................................................................................. 35
5.1 Resultados, lecciones y sugerencias ............................................................................... 35
Anexo: Descripción del programa, procedimientos, metas, y estructura de funcionamiento ..... 39
Bibliografía.......................................................................................................................................... 43
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
5
Lista de siglas
CEBRAP
Centro Brasilero de Análisis y Planeamiento
CEM
Centro de Estudios de la Metrópoli
CIEE
Centro de Integración Empresa Escuela
CNPD
Comisión Nacional de Población y Desarrollo
CNPq
Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología
COGSP
Secretaría de Educación del Estado de San Pablo
DIEESE
Departamento Inter Sindical de Estadísticas y Estudios Socio Económicos
FAPESP
Fundación de Apoyo e Investigación del Estado de San Pablo
FGTS
Fondo de Garantía por tiempo de Servicio
FLACSO
Facultad Latino-Americana de Ciencias Sociales
FUNAG
Fundación Alexandre de Gusmão
Fundación SEADE Sistema Estadual de Análisis de Datos
FUNDAP
Fundación para el Desarrollo Administrativo
IBGE
Instituto Brasileño de Geografía e Estadística
IPEA
Instituto de Investigación Económica Aplicada
IPRI
Instituto de Pesquisa de Relaciones Internacionales
MEC
Ministerio da Cultura
MTEySS
Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de Argentina
NBER
Oficina Nacional de Investigaciones Económicas
OCDE
Organización para el Desarrollo y Cooperación Económica
OIT
Organización Internacional del Trabajo
PBI
Producto bruto interno
PEA
Población económicamente activa
PED
Investigación de Empleo y Desempleo
PJC
Programa Joven Ciudadano: Mi Primer Trabajo
PRODESP
Compañía de Procesamiento de Datos de San Pablo
R$
Real brasileño
RMSP
Región Metropolitana de San Pablo
SEP
Secretaría de Planeamiento del Gobierno del Estado de San Pablo
SERT
Secretaría de Empleo y Relaciones de Trabajo
US$
Dólar estadounidense
USP
Universidad de San Pablo
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
6
Lista de cuadros
Anexo. Cuadro 1.
Metas de plazas del PJC por entidades otorgantes, 2000-2002
(números absolutos)
Anexo. Cuadro 2.
Población ocupada por sexo y edad, y asistencia al bachillerato,
1995-2002. Región Metropolitana de San Pablo
(estimados en números absolutos)
Lista de gráficos
Anexo. Gráfico 1.
Estructura de funcionamiento del programa
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
7
‘Young citizen’s programme: my first employment’
Theoretical and practical challenges
Executive summary
This article analyzes the design and implementation processes of the ‘Young citizen’s programme:
my first employment’ (PJC), which has been in operation since May of 2000 in the metropolitan
region of San Paulo, Brazil. It examines the assumptions that have oriented the programme, showing
the importance of considering previous national and international experiences and research, and
taking into account statistical data and studies conducted on the subject.
The PJC proposed six-month internships in companies and/or NGOs to 270,000 young students.
The students selected were from public secondary schools in the metropolitan area of San Paulo.
They received a monthly scholarship of R$130 (approximately US$50), of which 50 per cent was
provided by the government and the other 50 per cent by the company or NGO. The PJC required
an important investment of public resources (near R$20 million, approximately US$7.5 million),
which calls for reflection on which are the most efficient social measures to tackle the problem of
youth unemployment in disadvantaged sectors. Also, the recent launching of the ‘First employment
for young people’ programme by the Brazilian Federal Government highlights the importance of
analyzing the current difficulties and challenges in the design of such programmes.
Firstly, the author emphasizes the importance of analyzing the context in which the programme
was conceived, characterized by a strong mass media campaign against the escalating violence
in public schools in San Paulo. Some incidences of violence in schools, especially in general
secondary education evening classes, generated a strong reaction from society, who demanded
fast and efficient actions from the government to solve the problem. Against this background, the
former governor of San Paulo launched the PJC programme in order to promote employment and
social insertion of young people from disadvantaged sectors.
Secondly, the diagnosis and the design of the PJC programme are looked at. The programme was
conceived under the assumption that employers need more workers but that they do not contract
them because of their cost. Thus, the government would contribute two types of subsidies: It
would contribute half the value of the minimum wage and it would exempt employers from labour
taxes. The PJC aimed to provide initial employment to students aged between 16 and 21 enrolled
in public secondary schools. Also, the programme aspired to create new work placements rather
than ones that would have the effect of replacing people already employed. A complex logistical
organization was established, involving a great number of governmental bodies, and was initially
under the direct co-ordination of the San Paulo state government.
The core of the document presents the main problems made in the conception of the programme,
and shows that sometimes the evaluation of policies designed to be efficient and effective reveals
that in practice they failed to generate the desired impact.
The author maintains that the greatest problem in the elaboration of the programme was to
consider the lack of experience of the young people in the labour market as the cause of youth
unemployment. Through a review of studies from the 1970s to the present, the author shows that
there is a misconception behind this assumption. She considers that this kind of strategy helps
young people who, given time, would be able to find stable work anyway, rather than offering
support to young people who genuinely have great difficulties finding and keeping a job.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
8
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
The programme aimed to favour young people living in the most disadvantaged situations and a
rigid selection system was created. Nevertheless, the difficulty in fulfilling this objective became
evident from the beginning for various reasons, including the refusal of the employers to contract
young people living far from the work place, those with fewer qualifications, and the poorest or those
belonging to minority groups. The author considers it important to find out the effects on young
people who for some reason failed to enter the programme, or those who themselves decided to
abandon their internship or whose contract was terminated by their employer.
The author goes on to describe the reaction of the Ministry of Labour, which opposed internships of
general secondary students for the following reasons: first, due to the fact that the new legislation
had taken away from general secondary education any responsibility to train students for work; and
secondly, due to the fact that the employers used internships to save on labour costs.
The author concludes that the quantitative results of the PJC are not encouraging. From mid-2000
until mid-2003, 390,000 young people registered in the programme, and only around 38,000 were
selected for an internship in 6,231 companies. About 79.4 per cent of the young people finished the
internship and 6.2 per cent obtained formal work placements; 15.2 per cent left the programme on
their own initiative and 5.4 per cent left at the employer’s request. Therefore, the PJC did not reach
its goal, and it generated frustration among those young people who were not selected.
Also, there is evidence that the best internships were filled by young people from more favourable
economic backgrounds, which contradicts the programme’s original proposals. The author suggests
that, at least from the employers’ perspective, acquiring experience in the labour market requires
continuity, preferably through formal employment of long duration. Thus the programme failed to
fulfil two of its most important missions: to favour the more disadvantaged youths and to provide
them with the ‘experience’ that the private sector demands.
The author concludes that despite mobilizing a reasonable amount of public resources, this
programme had no impact on youth unemployment indicators, nor on the violence situation.
Violence and youth unemployment are constantly associated with one another and still represent
one of the major drives behind youth employment programmes.
Finally, the author puts forward three considerations: a) any social policy implemented in Brazil
must take into account that the problem is not so much lack of resources as their inappropriate
use; b) economic arguments shed light on the fact that the problem of youth unemployment, which
indeed exists, cannot be confused with the problem of initial employment; and c) it is important
to take into account the designs and results of social policies already implemented in other areas
and regions.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
9
Sumario ejecutivo
Este artículo analiza el proceso de diseño e implementación del programa “Joven ciudadano: mi
primer trabajo” (PJC), llevado a cabo desde mayo de 2000 en la Región Metropolitana de San
Pablo, Brasil. Analiza las presuposiciones que explícita o implícitamente orientaron al programa,
usando datos estadísticos y estudios sobre el tema, con la finalidad de fundamentar la importancia
de tener en cuenta a las experiencias e investigaciones nacionales e internacionales en el área.
El PJC tenía el propósito de ofrecer pasantías de seis meses de duración en empresas y/o en ONGs
a 270.000 jóvenes estudiantes del bachillerato en las escuelas públicas del Área Metropolitana de
San Pablo. Los jóvenes reciben una beca mensual de R$130 (aproximadamente US$50), cubierta
una mitad por el Estado y la otra por el empleador. Dado que el PJC implicó una inversión importante
de recursos públicos (cerca de veinte millones de reales, aproximadamente 7,5 millones de dólares)
invita a reflexionar sobre cuáles son las mejores tecnologías sociales para enfrentar eficientemente
el problema del desempleo juvenil en los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Asimismo,
el más reciente lanzamiento del programa “Primer empleo para jóvenes”, por parte del Gobierno
Federal de Brasil, justifica aún más la necesidad de analizar las dificultades y desafíos presentes
en el diseño de programas de este tipo.
En un primer momento, la autora destaca la importancia de analizar el contexto en el que se
generó el programa, signado por una fuerte campaña de los medios de comunicación acerca del
crecimiento de la violencia en las escuelas públicas de San Pablo. Algunos hechos de violencia en las
instituciones escolares, principalmente con jóvenes alumnos del bachillerato nocturno, generaron
una inmediata reacción de la sociedad exigiendo acciones rápidas y eficientes para solucionar el
problema. En este contexto, el entonces gobernador de San Pablo lanza el programa PJC con el
objeto de promover la inserción laboral y social de los jóvenes de sectores marginados.
En un segundo momento, se describe el diagnóstico y el diseño del programa PJC. Partiendo del
supuesto de que los empleadores necesitaban más trabajadores pero no los contrataban por no
pagar el costo, el gobierno decidió aportar dos tipos de subsidios: contribuir con la mitad del valor
de un salario mínimo y permitir que los empresarios no paguen las cargas tributarias laborales. El
PJC se proponía proporcionar a los estudiantes de bachillerato del sistema público, de 16 a 21 años
de edad, una primera oportunidad de inserción en el mercado laboral por medio de pasantías. El
diseño buscaba crear nuevas fuentes de trabajo y no terminar reemplazando a la mano de obra ya
empleada. Para estos fines, se organizó una compleja logística de implementación del programa
que involucró a un gran número de organismos gubernamentales y estuvo en un primer momento
bajo la coordinación directa de la Gobernación del Estado de San Pablo.
A continuación, la autora arriba al núcleo básico del documento: detallar las principales
equivocaciones cometidas en la concepción del programa y llamar la atención sobre algunas
políticas que, aunque sean pensadas como eficientes y eficaces, cuando son bien analizadas y se
contraponen beneficios y costos sociales, demuestran que no provocan un gran impacto sobre el
mejoramiento del problema.
En su análisis, la autora sostiene que la mayor equivocación del programa residió en un diagnóstico
de las causas del desempleo juvenil basado en la falta de experiencia de los jóvenes en el mercado
laboral. A través de una revisión de estudios de la década de 1970 en adelante intenta mostrar
lo inexacto de este supuesto. Sostiene, en cambio, que una estrategia de este tipo favorece
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10
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
exactamente a los jóvenes que sólo necesitarían de algún tiempo para lograr estabilizarse en un
trabajo, en lugar de los que genuinamente enfrentan grandes dificultades para ingresar al mercado
laboral y permanecer en el mismo durante un largo periodo.
Desde la concepción del programa hubo una fuerte disposición a favorecer a los jóvenes que vivían
situaciones de mayor fragilidad familiar y carencias. Para ello se creó un rígido orden de prioridades
de selección. Sin embargo, desde el comienzo se hizo evidente la dificultad para cumplir con este
objetivo, entre otras razones, por la negativa de los empresarios a contratar a los que viven lejos
del lugar de trabajo, los que tienen menos calificación, los más pobres y los discriminados por
color, sexo, etc. La autora considera que sería importante conocer los efectos sobre aquellos que,
por algún motivo, no lograron ingresar en el programa o concluyeron la pasantía por decisión propia
o despido del empleador.
Por otro lado, se describe la reacción de los fiscales del Ministerio Público del Trabajo que se
manifestaron en contra de la existencia de alumnos del bachillerato en las pasantías por dos motivos:
la nueva legislación había retirado de ese nivel de enseñanza cualquier grado de compromiso con
la formación para el trabajo, concentrando su objetivo pedagógico en la formación general de los
alumnos; y el hecho que los empresarios utilizaban las pasantías como mano de obra de menor
costo.
Finalmente la autora arriba a algunas conclusiones. Desde el punto de vista de los resultados
meramente cuantitativos, los saldos del PJC no son alentadores. Desde mediados de 2000 hasta
mediados de 2003, se inscribieron al programa unos 390 mil jóvenes, de los cuales cerca de 38
mil fueron seleccionados para realizar la pasantía en 6.231 empresas de varias dimensiones.
79,4% de jóvenes terminaron la pasantía y 6,2% obtuvieron empleos formales; 15,2% abandonó
el programa por iniciativa propia y 5,4% lo abandonó por decisión de la empresa. Por lo tanto, el
PJC no alcanzó su meta, lo cual generó frustración entre los no seleccionados.
Asimismo, hay fuertes indicios de que los jóvenes que concluyeron las mejores pasantías también
son aquellos que ocupan situaciones socioeconómicas más favorables, o sea, lo contrario de lo
que el programa proponía. También señala que el hecho de adquirir experiencia en el mercado
de trabajo significa, sobre todo para el empleador, el desempeño continuado de una tarea,
preferentemente a través de un empleo formal. Así el programa dejó de cumplir dos de sus más
importantes misiones: llegar hasta el joven más carenciado y equiparlo con la “experiencia” que
el sector privado demanda.
La autora concluye que aún involucrando un volumen razonable de recursos públicos, no se provocó
ningún impacto sobre los índices de desempleo juvenil y tampoco sobre la violencia, fenómenos
constantemente asociados y que todavía representan una de las justificaciones para implementar
programas de empleo juvenil.
Finalmente, desarrolla tres tipos de consideraciones: a) cualquier política social aplicada en Brasil
debe tener en cuenta que el problema no ha sido tanto la falta de recursos aplicados en el área
social, sino los gastos sociales mal orientados, b) el soporte de los abordajes basados en la
economía es fundamental para entender que el problema del desempleo juvenil, que efectivamente
existe, no se puede confundir con el tema del primer empleo, y c) es necesario estimular la cultura
de buscar ejemplos de políticas sociales ya realizadas en otros espacios y localidades.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
11
1
Introducción
A pesar de la amplia discusión que se lleva a cabo en los medios académicos, en los espacios
técnicos y gubernamentales y, ahora, en los medios de comunicación, sobre los enormes desafíos
inherentes a implementación de programas para enfrentar de forma eficiente los problemas
provocados por la persistencia de la pobreza y la desigualdad social en Brasil, entre nosotros
todavía es frecuente un tipo común de reacción a esta incómoda adversidad: la de que es posible
encontrar soluciones sencillas para enfrentar esta perversa herencia social.
En general, marcados por diagnósticos que se basan en el sentido común, con poco o ningún
amparo en el conocimiento acumulado en el área temática y escuchando más a los corazones
que a las mentes, los proyectos gubernamentales (y también no gubernamentales) de acción
social, en su mayoría se han mostrado ineficientes, lo que ha generado desilusiones continuas. El
voluntarismo se encuentra presente en las más distintas acciones de combate a las desigualdades
sociales, así como en el enfrentamiento de las elevadas y persistentes tasas de desempleo
juvenil. Lo sorprendente es que, en este ámbito, la literatura ya acumula un razonable conjunto de
informaciones sobre lo que funciona y lo que no funciona. Sin embargo, incluso las más sencillas
reglas de conducta, como el ejercicio de un plan piloto, han sido despreciadas.
El programa “Joven ciudadano: mi primer trabajo”1 (PJC), que tenía el propósito de ofrecer,
durante seis meses, con apoyo de subsidios del Estado, pasantías en la iniciativa privada y en
ONGs a 270.000 jóvenes que frecuentaban el bachillerato en las escuelas públicas de la Región
Metropolitana de San Pablo, fue víctima del simplismo en su concepción más general.
Es interesante subrayar que programas simplistas en su concepción corren el gran riesgo de volverse
extremadamente complejos en su implementación y ejecución. La práctica ha demostrado que
el tener en cuenta a acciones existentes y consolidadas en general es la mejor solución técnica.
En este caso, por ejemplo, ya existe un programa de pasantes para alumnos de bachillerato, sin
el apoyo de subsidios, desarrollado por el Centro de Integración Empresa Escuela (CIEE). Sin
embargo, el hecho de considerar experiencias anteriores u otras experiencias suele contrastar
con el fuerte deseo de trasmitir la idea de que lo que se propone es una novedad, algo inédito,
concebido por el equipo que lo está presentando o implementando. Y en función de ello es muy
fácil adoptar soluciones complejas de implementación. Esto tiende a acentuarse aún más cuando
el gobierno está muy interesado en el programa.
El PJC fue ideado por solicitud del gobernador. El problema es que este tipo de proyectos termina
por pesar demasiado en el presupuesto, sin que las personas que los implementan sean capaces
de darse cuenta de la gravedad de la situación. En efecto, durante una reunión en la que se
discutía la importancia de las evaluaciones para corregir el rumbo del programa, incluso en lo que
concierne a evaluaciones de costo, uno de los coordinadores afirmó que, en su opinión, la mejor
evaluación era aumentar la autoestima del joven carenciado, aunque fuera solamente uno. Y fue
fuertemente aplaudido por el equipo del programa.
Es fundamental llamar la atención sobre esta combinación común y perversa de equivocaciones,
ya que este tema sigue muy presente en la agenda de las políticas sociales en Brasil; en este
momento, el Gobierno Federal acaba de lanzar el programa del “Primer empleo para jóvenes”,
1.
Implementado a partir de mayo de 2000 en la Región Metropolitana de San Pablo (RMSP)
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
12
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
lo que seguramente fomentará el debate público sobre nuestros problemas sociales y sobre
las mejores “tecnologías sociales” para enfrentarlos. En este escenario, es fundamental sumar
reflexiones y argumentos sobre esos temas.
En este artículo, más que seguir las reglas de conductas metodológicas sobre las cuales ya se ha
llegado a un razonable consenso en el área de evaluación de políticas públicas sobre generación de
empleo, se optó por llevar a cabo un conjunto de observaciones en el sentido de llamar la atención
para la importancia de la comprensión de determinados aspectos que han sido minimizados en
las evaluaciones de las políticas públicas, sobre todo en el área de las políticas compensatorias.
Durante la década de 1990 hubo una creciente ocupación de los espacios de evaluación por parte
de los economistas, que reflexionaron y utilizaron las herramientas de la llamada mainstream en
el área de economía. Sin duda se trata de aportes muy importantes, que también se utilizan en
este trabajo; sin embargo, tenemos la intención de colaborar para comprender mejor el proceso
decisorio, el diseño y el funcionamiento de las políticas sociales desde la óptica de las ciencias
sociales.
En realidad, concordamos y nos inspiramos en Faria cuando sugiere lo siguiente:
“Quizás más importante que la evaluación de impacto sea la evaluación de proceso de una política,
a medida que se desarrolla. Cuando se entregan recursos del orden de los 1.700 millones de
reales2 al año a un programa de Bolsa Escola, hay que saber qué sucede a medida que el programa
se lleva a cabo. Además del hecho de que, desde el punto de vista operativo, esas evaluaciones
son indispensables para el buen funcionamiento de las políticas, ellas juegan un rol todavía más
estratégico en lo que concierne a la democracia. ¿Por qué? Porque sin tales evaluaciones, sin una
discusión más densa respecto de las políticas, el debate público se ve totalmente perjudicado.
Para mejorar la calidad del debate público, es absolutamente indispensable, fundamental, la
contribución de las ciencias sociales, para llamar la atención sobre las dificultades, presiones,
problemas y políticas imaginadas como extremadamente eficientes y eficaces, pero que en la
realidad, bien analizadas, demuestran que no causan un gran impacto sobre la desigualdad”
(Faria, 2002, p.76).
El PJC ya consumió cerca de veinte millones de reales3 desde el momento de su implementación
hasta la actualidad, lo que significa un razonable volumen de recursos públicos; por lo tanto, vale
la pena analizar sus desdoblamientos.
Este artículo está estructurado de manera de analizar el conjunto de presuposiciones que explícita
o implícitamente orientaron al programa, con datos y análisis estadísticos y estudios sobre el
tema, con la finalidad de fundamentar la importancia de tener en cuenta a las experiencias e
investigaciones nacionales e internacionales en el área.
Incluso sin la intención de elaborar un análisis exhaustivo sobre la relación costo/beneficio, siempre
que fue posible se trató de llamar la atención sobre la ausencia de preocupación por los recursos
financieros involucrados en el programa. Las evaluaciones tienden a concentrarse fuertemente
en los impactos del programa en el público-objetivo, y es muy importante que esto se capte como
medida de eficiencia, pero ello no justifica el descuido por el tema del gasto público en un país
que dispone de tan escasos recursos.
Tal vez la más importante preocupación de este artículo sea la de apoyar la urgente necesidad
de profundizar investigaciones y análisis en el área del mercado laboral en general y, en especial,
2.
3.
Aproximadamente US$ 910.000 de acuerdo a relación Real/Dólar en marzo de 1999.
Aproximadamente US$ 5.800.000 de acuerdo a relación Real/Dólar en marzo de 2003.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
13
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
del segmento del trabajo juvenil, a fin de que se puedan obtener diagnósticos más precisos para
implementar políticas eficientes. Aún así, el conocimiento ya acumulado de las experiencias en
marcha en Brasil nos ofrece algunas pistas para buenas correcciones de rumbo.
El Capítulo 2 aborda al público-objetivo, al discutir el marco en el que se generó el programa, casi
como una respuesta a la presión de los medios de comunicación de masa ante el crecimiento
de la violencia en las escuelas públicas. El Capítulo 3 detalla el diagnóstico y el diseño del
programa. El Capítulo 4 es el núcleo básico del artículo, siendo su intención detallar las principales
equivocaciones cometidas en la concepción del programa y llamar la atención sobre el hecho de
que las políticas pensadas como eficientes y eficaces, cuando bien analizadas y contraponiendo
beneficios y costos sociales, demuestran que no provocan un gran impacto sobre el problema
que se desea minimizar, sobre todo cuando se consideran los escasos recursos disponibles para
enfrentar la grave desigualdad social. Por fin, la Conclusión destaca las lecciones aprendidas.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
14
2
Los medios de comunicación y el foco del público-objetivo
Desde mediados de la década de 1950, el porcentaje de la población brasileña que vive en
familias pobres (con ingresos per capita inferiores a los R$904 al mes, a precios de 1999) ha
aumentado de 30% a 40% del total (en 2002 este contingente representaba 33% de los 170
millones de brasileños). La persistencia de la pobreza no se debe a la falta de recursos destinados
a programas sociales, ya que Brasil gasta todos los años aproximadamente 20% del producto bruto
interno (PBI) en este rubro, es decir, casi dos terceras partes del total de ingresos del gobierno,
que equivalen a 34% del PBI.
Por lo tanto, ¿cuál es el motivo de esta aparente paradoja? El principal motivo es que la utilización
de los gastos sociales no es correcta, puesto que entre un 30% y 40% de los mismos está destinado
a sectores no pobres de la población. Por esta razón, el tema del enfoque de las políticas sociales
–del acierto de los gastos sociales– ha ganado relevancia en el actual debate. El objetivo de esta
discusión es contribuir a reducir las desigualdades a través de una profunda reestructuración de
la composición de los gastos tradicionales, que deben llegar a los más necesitados.
Frente a la importancia de este tema en la nueva agenda de políticas sociales, hay que plantear
una primera discusión: el programa “Joven ciudadano: mi primer trabajo” (PJC), que involucra
un volumen razonable de recursos públicos, ¿contribuye de alguna forma para minimizar las
desigualdades sociales y sus desdoblamientos actuales y futuros? La respuesta a esta pregunta,
cuyos argumentos se agregarán a lo largo del trabajo, es que no.
En este caso, vale la pena indagar lo siguiente: ¿por qué entonces se eligió este foco de actuación?,
¿por qué esta iniciativa gubernamental?. Y, finalmente, ¿por qué tanto empeño en este programa?
Las respuestas a estas cuestiones nos llevan a efectuar una reflexión que tiene en cuenta los
caminos por los cuales pasan las elecciones de programas y la forma en que políticas pensadas para
determinadas finalidades sufren desviaciones e incluso pueden resultar en efectos perversos.
Según el Censo 2000 del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE), residen en la
Región Metropolitana de San Pablo (RMSP) casi 40.000 jóvenes analfabetos que tienen entre
15 y 24 años, así como 704.000 que no completaron la educación básica (de ocho años) y no
frecuentan la escuela. Su mayoría (85%) se encuentra dentro del grupo de edad de los 20 a los
24 años. En el Estado de San Pablo tales valores se duplican. La trayectoria de esos jóvenes no
ofrece muchas alternativas: si no completan la educación básica difícilmente encontrarán empleos
decentes y serán las familias pobres del mañana, reproduciendo el ciclo de la miseria. En realidad,
tales jóvenes ya fueron víctimas de un conjunto de políticas con enfoques equivocados. Hace
algunos años en Brasil gastamos mal en el área de la educación, y uno de los resultados de ello
es la falta de recursos para remunerar bien a los docentes y/o invertir en métodos pedagógicos
que estimulen al joven a seguir estudiando.
Entre los que están sinceramente empeñados en enfrentar la desigualdad parece fácil argumentar
en pro de estos jóvenes, seguramente destinados a la pobreza. En realidad, se trata de diseñar
políticas que combinen la ampliación de los años de escolaridad con acciones que faciliten el
tránsito de tales jóvenes por el mercado laboral.
4.
Aproximadamente US$ 48 de acuerdo a la relación Real/Dólar en marzo de 1999.
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15
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Surge entonces la siguiente pregunta: ¿por qué empeñarse en un programa de generación de
trabajo centrado en los jóvenes que frecuentan bachillerato?
Por supuesto que nadie puede, en teoría, estar en contra de ayudar a los jóvenes de los sectores
populares que en general, con mucho esfuerzo personal y familiar, llegaron hasta el nivel del
bachillerato. Lo que pasa es que los recursos son escasos y hay que hacer difíciles elecciones. Es
la elección de Sofía5.
La explicación de esta “elección” se encuentra en el escenario que existía en San Pablo a fines
de la década de 1990. En ese periodo, inicio del segundo mandato del gobernador Mario Covas,
la violencia, como se decía en aquel momento, se hizo presente en el ambiente escolar, cruzó sus
portones y entró en las escuelas. Tales acontecimientos, aunque su número haya sido reducido,
provocaron una gran repercusión en los medios de comunicación y profundizaron el pánico y la
angustia, que ya estaban muy presentes en la sociedad. La sensación que existía en el imaginario
de las familias es que cualquier niño o adolescente, en cualquier momento, podría tornarse una
víctima de la acción criminal de un alumno adolescente. En realidad, tanto este sentimiento
angustiante y la inseguridad resultante del mismo, así como la fuerte reacción de indignación de
la sociedad, eran comprensibles, ya que uno de los momentos de tranquilidad para los padres
siempre fue aquel en el que sus hijos ingresaban por la puerta de la escuela, donde supuestamente
estarían protegidos y seguros.
Como la mayoría de los jóvenes y niños frecuenta la escuela pública y una gran parte de los actos
violentos involucraba a jóvenes alumnos del curso de bachillerato nocturno, se esperaba una
fuerte reacción de la sociedad en el sentido de exigir acciones rápidas y eficientes del gobierno,
que a su vez, frente a la presión y la gravedad de la situación, no pudo permanecer omiso y tuvo
que actuar rápidamente.
Se pensó en dos tipos de acción: una de protección física en las escuelas –instalación de rejas,
cámaras de video, presencia de policías, etc. – y otra de naturaleza más preventiva. En este último
caso, se generaron por lo menos dos grandes programas en esa oportunidad: “Joven ciudadano:
mi primer trabajo” y “Parceiros do futuro”, que actuaba más en el sentido de integrar escuela y
comunidad, a través de acciones en el área de ocio y recreación, sobre todo durante los fines
de semana. Idealizado en este marco, al inicio del PJC eran comunes comentarios de este tipo:
“la posibilidad de acceso al primer trabajo despertará esperanzas entre los jóvenes y los alejará
de la seducción de la marginalidad”. De alguna forma, más que para solucionar el problema del
desempleo, el programa fue pensado como una protección contra el contagio de la violencia,
aunque el dato sobre los elevados índices de desempleo entre los jóvenes que concluían el
bachillerato (48%) fuera una referencia constante.
La decisión de dar inicio a este trabajo con una reflexión sobre el contexto que inspiró y concibió
al PJC, lo hecho hasta ahora, no tiene simplemente la función de trazar una especie de “biografía”
del programa para introducir la discusión. Se describe el contexto con la intención de llamar la
atención sobre uno de los principales mecanismos por los cuales el foco de las políticas sociales
deja de ser el público más necesitado; se trata del poder de presión de los grupos más organizados
o, en este caso, de los medios de comunicación, que llega fácilmente a los oídos de gobernantes
y estructuras estatales.
5.
Novela de William Styron de 1979, en la que la protagonista, Sofía, es obligada a salvar a sólo a uno de sus dos
hijos en un campo de concetración nazi.
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16
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Así, el primer punto que resaltamos es el hecho de que el PJC, y sobre todo su foco de atención,
no nació de un análisis consistente de la naturaleza del problema del desempleo juvenil, de la
identificación de los sectores más vulnerables, sino como una respuesta a presiones de grupos
de la sociedad, mínimamente organizados, que encontraron fuerte eco de sus demandas en los
medios de comunicación. Desgraciadamente, en este sentido el PJC no constituye una excepción,
sino casi una regla. El mecanismo de fácil acceso de algunos grupos a las estructuras de los
estados ha sido una de las principales razones de la desviación del foco de las acciones sociales
de situaciones más graves de pobreza; los más necesitados, los que viven las situaciones más
aflictivas de carencias sociales, porque no poseen canal ni voz, se hacen invisibles al poder
público. O, como suelen decir los técnicos disconformes con las constantes desviaciones de foco,
las poblaciones más necesitadas son totalmente desposeídas de capital social, no conocen los
caminos de las presiones y no conocen el valor del voto.
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17
3
El diagnóstico y el diseño del programa
Como ya lo comentamos anteriormente, ante la presión de las familias y los docentes, que
ocupaban un gran espacio en los medios de comunicación, y siempre exhibiendo altos índices
de desempleo, el gobernador del Estado de San Pablo decidió reaccionar y asignó a su asesoría
directa la responsabilidad de formular una propuesta para encontrar soluciones a las dificultades
enfrentadas por los jóvenes en su ingreso al mercado laboral. El equipo concluyó algo que, debido
a la forma en que se repetía en varios foros: el problema de los jóvenes es que ellos experimentan
una especie de círculo vicioso: no logran trabajo porque no tienen experiencia, pero ¿cómo adquirir
experiencia sin que alguien los acepte para trabajar? Diagnóstico sencillo, solución sencilla.
Por un lado, sería importante actuar en la demanda para generar, junto a las empresas, estímulos
para emplear a más trabajadores y asimismo para cambiar la conducta de los empresarios
respecto de sus resistencias en lo que concierne a la contratación de jóvenes. Con este propósito,
el gobierno aportaría dos tipos de subsidios: contribuiría con la mitad del valor de un salario
mínimo y permitiría que los empresarios no pagaran las cargas tributarias laborales. Se suponía
que se trataba de un buen estímulo, ya que se creía que los empleadores necesitaban un número
más grande de trabajadores y sólo no los contrataban por falta de condiciones de pagar el costo
de la mano de obra.
Además, como había consenso en el equipo de que el principal problema era la falta de experiencia,
la propuesta también trató de abarcar el aspecto de la oferta. Se sabía que el número de jóvenes
candidatos sería mucho mayor de lo que el programa podría atender. Para solucionar el problema,
la idea era ampliar la oferta de plazas y restringir el tiempo en el que cada joven podría permanecer
en el programa, lo que ampliaría las oportunidades de experiencia a un mayor número de jóvenes.
Encarado de esta forma, casi como un proceso pedagógico, el trabajo debería tener el carácter
de pasantía. Finalmente, ante las dificultades existentes en Brasil y en el Estado de San Pablo
para generar nuevos puestos de trabajo, siempre se destacaba una precaución: impedir que los
adultos fueran desplazados para dar lugar a los jóvenes o, como solía comentar en la época el
sector sindical, evitar que el hijo ocupara el lugar del padre.
Un punto en especial generó divergencias en la época de la implementación del proyecto: un grupo
de asesores defendía la importancia de incluir en la oferta el empleo público, cuya gestión es
bastante más fácil, ya que se da de forma directa y abre nuevos frentes de trabajo. Sin embargo,
el gobernador, que ya ofrecía un programa de esta naturaleza, insistió en la participación de la
iniciativa privada, en función del discurso también recurrente del crecimiento de la responsabilidad
social, fuertemente pregonado por los empresarios del sector privado, con ejemplos y artículos en
los medios de comunicación.
Con este conjunto básico de elementos “técnicos”, todos ellos sencillos y de fácil dominio a nivel
del sentido común, se generaron las directivas básicas del programa (detalladas en el Anexo), que
fue instituido por el Decreto Estadual Nº 44.860/2000.
En suma, el PJC tenía en vista proporcionarles a los estudiantes de bachillerato del sistema público
del Estado, de 16 a 21 años de edad, una primera oportunidad de inserción en el mercado laboral
por medio de pasantías. Factibles en función de alianzas con la iniciativa privada y entidades de la
sociedad civil sin fines de lucro, las pasantías tienen la duración de seis meses y aseguran a los
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18
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
jóvenes beneficiarios una vivencia profesional práctica, mediante el pago de una beca de R$1306,
la mitad pagada por el gobierno del Estado y la otra mitad por la empresa. En principio, jóvenes
en situación social más vulnerable –en función de la pobreza, baja escolaridad, mujeres cabezas
de familia– tienen prioridad en el acceso a las plazas.
La meta sería la de alcanzar, en tres años, a 270.000 pasantes, distribuidos de la siguiente forma
por semestre: 20.000, 35.000, 50.000, 50.000, 50.000 y 65.000.
En lo que concierne a su capacidad de operación, le fue dado al programa un carácter matricial, que
involucraba a distintos organismos del Gobierno. La coordinación permaneció a cargo del gabinete
del gobernador y la ejecución fue realizada mediante la acción de tres secretarías estaduales:
Empleo y Relaciones Laborales, Educación y Ciencia, y Tecnología y Desarrollo Económico. El diseño
de implementación también involucraba a instituciones de la administración directa: la Fundación
para el Desarrollo Administrativo (FUNDAP), responsable por la gestión de los recursos humanos
(reclutamiento y capacitación de monitores y supervisores), la Compañía de Procesamiento de
Datos de San Pablo (PRODESP), que respondió por el montaje y gestión de los catastros del
programa, y la Fundación SEADE (Sistema Estadual de Análisis de Datos), responsable por la
evaluación del programa.
Le cupo a la Secretaría de Empleo y Relaciones de Trabajo (SERT), coordinadora del programa,
realizar convenios con la iniciativa privada para ofrecer plazas para la pasantía, administrar el pago
de la beca-pasantía y efectuar el seguimiento profesional de la práctica.
Las Secretarías de Educación y Ciencia, Tecnología y Desarrollo Social (que alberga a las escuelas
técnicas) fueron las responsables de ofrecer, en las propias escuelas, espacios para la inscripción
de los jóvenes, además de colaborar en la divulgación y seguimiento escolar.
Las fichas de los alumnos inscriptos, cuya concepción pretendía facilitar el monitoreo y la
evaluación, fueron elaboradas por la Fundación SEADE. Después de llenadas por las escuelas,
eran encaminadas a PRODESP, el organismo que realizaría el proceso de jerarquización según
los criterios desarrollados por la SEADE (jóvenes mayores de edad, sin experiencia en el mercado
de trabajo formal, con hijos, provenientes de familias con jefes con menor nivel de instrucción),
de tal modo que los menos favorecidos tendrían más oportunidades. Al recibir las informaciones
relativas a las plazas ofrecidas, PRODESP encaminaba el alumno en función de un orden de
prioridad de discriminación positiva respecto de los que tendrían menores chances en los procesos
convencionales.
Además de esta preocupación con la discriminación positiva, se consideraban otras dos
informaciones en el proceso de encaminamiento: la preferencia del alumno por una determinada
área profesional y la ubicación de la plaza (preferentemente en la misma región de su escuela).
En esta estrategia de implementación se producirían sistemáticamente listas que serían publicadas
periódicamente en las escuelas. También se estableció que, para cada plaza disponible, se
convocarían tres alumnos que serían entrevistados en las entidades empleadoras. Las empresas
elegirían según sus propios criterios. Finalmente, el joven aprobado en la entrevista firmaría
un Término de Compromiso, documento que oficializa la pasantía. Tales procedimientos serían
realizados por monitores y supervisores.
En la logística del programa también se preveía el seguimiento profesional y escolar del joven, así
como la formación de un equipo de gestión, evaluación y monitoreo continuo, a fin de asegurar
6.
Aproximadamente US$75. Relación Real/Dólar en marzo de 2000.
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19
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
correcciones de rumbo a lo largo de la implementación del programa. Este equipo fue instalado
en la SERT, pero también era apoyado por informaciones de monitores con nivel superior de
educación, que harían el seguimiento del programa en las escuelas. Finalmente, el diseño del
organigrama del programa también preveía supervisores, que serían el nexo entre el equipo de
gestión y los monitores asignados a las escuelas. En el Anexo se presenta el diseño de la estructura
de funcionamiento del PJC. La complejidad de la logística de implementación (Gráfico 1.1 del
Anexo), el volumen de recursos involucrados tanto en la distribución de subsidios a los alumnos y a
las empresas como en la sustentación de una compleja estructura operativa, así como el hecho de
estar directamente vinculado al gabinete del gobernador, muestran la dimensión de la importancia
que el gobierno otorgaba al programa y las expectativas generadas.
Como lo señala la coordinadora de la evaluación del programa en la SEADE: “si, por un lado,
el diseño organizativo revelaba la prioridad del programa en la agenda del gobierno, por otro
potenciaba la generación de conflictos entre los órganos sectoriales participantes y entre estos y
la coordinación del programa, lo que efectivamente ocurrió. Poco tiempo después del comienzo
de su funcionamiento, ocurría un sinnúmero de problemas de las más distintas naturalezas; ello,
asociado al fallecimiento del gobernador, provocó la transferencia de la coordinación del programa
a la Secretaría del Empleo y Relaciones del Trabajo. (...) Al transferir su coordinación a la Secretaría
del Empleo y Relaciones del Trabajo, el programa “Joven ciudadano: mi primer trabajo” se juntó a
los demás programas allí desarrollados, con objetivos variados y estrategias distintas, tales como
los “Frentes de trabajo”, el “Banco del pueblo”, el “Programa de calificación profesional” y el
programa de mismo nombre –“Joven ciudadano”–, ejecutado por aquella Secretaría en articulación
con el Servicio Civil Voluntario, de iniciativa federal y destinado a atender a jóvenes de 18 años,
dispensados del servicio militar y en situación de riesgo. En este nuevo espacio, el programa perdió
fuerza y explicitó aún más sus fragilidades e inconsistencias” (Carvalho, 2002, pp.7-8).
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20
4
Las equivocaciones
4.1 Diagnóstico de las causas y las consecuencias del desempleo juvenil
Las causas
Seguramente la mayor equivocación del programa reside en el diagnóstico de las causas del
desempleo juvenil que, grosso modo, apuesta a que los altos niveles de desempleo de este grupo
de edad resultan, sobre todo, de la dificultad de romper, a través de una primera oportunidad, con
el círculo vicioso impuesto por la exigencia de una experiencia anterior para ingresar al mundo del
trabajo. Desde esta perspectiva, el programa básicamente se orienta al primer trabajo.
La literatura técnica académica (nacional e internacional) más renombrada y preparada sobre
el tema, aunque consciente de los graves problemas que representa la desocupación juvenil,
cuestiona y argumenta que ésta no es la explicación para este complejo y aflictivo fenómeno
social. El seguimiento de la implementación, del desempeño y sobre todo de los resultados de
la evaluación del PJC presenta una serie de evidencias que dan consistencia empírica a esta
literatura.
El tema del incremento de la tasa de desempleo y reducción del empleo tuvo un gran impacto
en la agenda social de las últimas décadas, tanto en los países desarrollados como en aquellos
en vías de desarrollo. En última instancia, y de forma bastante sucinta, los índices de desempleo
representan la falta de capacidad de la economía de un país para ofrecer todo el trabajo productivo
que su población desea. Distintos segmentos de la sociedad presentan dificultades diferenciadas
de acceso al trabajo productivo, debido a un conjunto diversificado de situaciones. Sin embargo,
los indicadores de desempleo juvenil siempre fueron los más elevados, en Brasil como en todo el
mundo. Lo más sorprendente es que esta situación persiste incluso en los periodos de expansión
de la economía.
En función de esa persistencia, este tema ha sido objeto de estudio de la literatura internacional
desde mediados de la década de 1970. Una parte de los trabajos trata de entender lo diferencial
del comportamiento juvenil a través de exhaustivas comparaciones con el comportamiento
de otras categorías de edad. Otros se detienen en las dificultades para enfrentar el problema,
analizando detalladamente los obstáculos confrontados por los varios programas de combate a
ese desempleo que ya fueron implementados en distintos países.
Sin embargo, en Brasil, a pesar del grave problema que este fenómeno ha representado para la
sociedad y de las reales preocupaciones de los gobiernos respecto del tema, hay pocos estudios
que se dedicaron a buscar un entendimiento más profundo, técnico-académico, de este tema.
Una posible explicación para la escasa importancia dada a estos estudios más profundos quizás
tenga que ver con el hecho de que aquellos que se involucraron con el tema consideran que ya
conocen muy bien el diagnóstico. Ha habido tres explicaciones más recurrentes. Una de ellas
pone la cuestión en el marco de los grandes cambios que ocurrieron en la estructura del empleo
a lo largo de las últimas décadas en Brasil, especialmente en la Región Metropolitana de San
Pablo (RMSP): el proceso de reestructuración productiva, que reduce los puestos de trabajo, y
las nuevas demandas en lo que concierne a la calificación de la mano de obra, que altera la
preferencia del empleador en lo relativo al grupo de edad del empleado. Al combinar requisitos
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21
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
relativos a experiencia profesional, escolaridad y actitud del personal, los empleadores estarían
prefiriendo la población adulta. Una segunda explicación, planteada por los demógrafos, destaca
la importancia de la presión demográfica de este grupo de edad. Y, finalmente, una tercera, que
aparece más en las declaraciones recurrentes de los mismos jóvenes, de sus familias y de los
empleadores y la que, en última instancia orientó conceptualmente al programa, hace alusión a
la creencia, ya bastante establecida, de que el joven no tiene oportunidad en el mercado laboral
debido a su falta de experiencia o de habilidades demandadas por el mercado, y esto hace que
tenga enormes dificultades en la búsqueda de su primer empleo.
Para debatir las equivocaciones conceptuales que orientaron el PJC, se toma como punto de
partida un resumen elaborado a partir de una publicación de la Organización para la Cooperación
el Desarrollo Económico de 1980 (OCDE, 1980). De alguna manera, esta publicación realiza una
especie de estado del arte de los estudios sobre el tema del desempleo juvenil y de evaluaciones
de políticas ya implementadas para enfrentarlo. El estudio se refiere básicamente a la Europa de la
década de 1970, cuando este tema ya era preocupante. Lo sorprendente es que una gran parte de
las presuposiciones y explicaciones utilizadas entre nosotros para justificar el concepto y el diseño
de nuestras políticas destinadas a enfrentar y/o minimizar este problema, ya eran cuestionadas en
la época de esta publicación. Ante su actualidad, empezamos con un breve resumen de algunas
de sus conclusiones; una gran parte de ellas ha sido extraída del ítem II de la obra citada, que
sugestivamente tiene como título “Lecciones para el futuro”.
La literatura de fines de la década de 1970
Los resultados de un gran número de estudios que componen la publicación de la OCDE arriba
mencionada, concluyen que los grandes diferenciales, siempre desfavorables, del desempleo
juvenil, tienen que ver con la mayor rotación de los jóvenes en el trabajo o con una mayor propensión
a pasar del empleo al desempleo o a la inactividad. En función de este hecho, los estudios sobre
desempleo juvenil que centralizan sus análisis en la medición de la tasa de desempleo estática
(como lo hacemos aquí), sin captar la dinámica del proceso de ingreso y salida del mercado laboral
y de la población económicamente activa (PEA), tienden a enmascarar esta especificidad del
desempleo juvenil. La dinámica de la alta transición del empleo al desempleo o a la inactividad es
mucho más común entre los adolescentes y tiende a diluirse a medida que se avanza hacia la edad
adulta. Los estudios constatan que el desempleo se reduce con la edad, no debido a ella, sino
debido al tiempo que se permanece en un determinado trabajo, es decir, al tiempo de experiencia
en un empleo. Conclusiones de esta naturaleza se han repetido en trabajos internacionales más
recientes, incluso en Brasil, y este tema será abordado más tarde.
A pesar de que este comportamiento juvenil es bastante generalizado, los autores no dejan de
alertar sobre la existencia de un grupo de jóvenes que presentan una dinámica diferenciada:
pasan largos periodos de tiempo sin empleo, intercalados por breves periodos con empleos que
los jóvenes consideran insatisfactorios (y la mayoría efectivamente lo es). Es posible encontrar
jóvenes con estas características en todas las capas socioeconómicas de la sociedad, pero ellos
están ampliamente concentrados en grupos que acumulan múltiples desventajas, como bajo nivel
educacional, minorías étnicas, jóvenes que viven en lugares alejados de los centros de trabajo, los
que conviven con ambientes de trasgresión, etc. Es decir, existe un “núcleo duro” de jóvenes que
acumulan fragilidades sociales y que efectivamente tienen dificultades para ingresar y permanecer
en el mundo del trabajo. Hay fuertes indicios de que, entre estos jóvenes, los problemas de
empleabilidad tienden a no desaparecer con el tiempo, y por ello los que acumulan este tipo
de desempleo están destinados a la pobreza. Así, según lo que subrayan estos estudios, para
colaborar efectivamente para romper con el círculo de la miseria, lo ideal sería que los programas
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22
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
se concentraran en estos jóvenes que acumulan desventajas que comprometen su futuro y también
el del país.
Por supuesto, hay un gran consenso entre los investigadores en que la mejor política de prevención
del desempleo empieza en las escuelas, a través de una buena educación. Partiendo de esta
afirmación, los autores sugieren que concentrar esfuerzos en adolescentes que están estudiando
o recién-graduados no parece ser una buena estrategia de política social destinada a emplear
jóvenes, ya que los análisis de trayectoria de inserción en el mercado laboral indican claramente
la existencia de un periodo de adaptación hasta que el joven se estabilice en un empleo. Según
los autores, este aviso vale sobre todo cuando se trata de políticas que involucran subsidios y
que, por ello, cuestan caro a los cofres públicos. Uno de los riesgos más comunes de esta política
es el de favorecer exactamente a los jóvenes que sólo necesitarían de algún tiempo para lograr
estabilizarse en un trabajo, en lugar de los que genuinamente enfrentan grandes dificultades para
ingresar al mercado laboral y permanecer en el mismo durante un largo periodo.
Por este motivo se sugiere que se concentren las políticas en el grupo de edad de los 20 a los
24 años entre jóvenes que abandonaron la escuela precozmente y presentan una historia de
largos periodos de desempleo. En este caso suele ser más eficiente la combinación de una política
que mezcle enseñanza formal, enseñanza profesionalizante y políticas de subsidios, en suma,
programas que mejoren la empleabilidad.
Los autores también alertan que es vital, en cualquier política que presupone la contratación de
jóvenes con el objetivo de hacerlos ganar habilidades, calificación y socialización en el mundo del
trabajo (por lo tanto, una propuesta típica de pasantías), un real involucramiento del empleador en
esta tarea, sobre todo cuando la política incluye subsidios al empleador. Pero lo más interesante es
el argumento que fue desarrollado para justificar la importancia del involucramiento y convicción
del empleador, concentrándose en el tema de la autoestima. Como sabemos, uno de los impactos
más importantes y deseables de los programas para jóvenes con bajo potencial de empleabilidad
es el incremento de la autoconfianza y la autoestima. Sin embargo, algunos de los investigadores
de esta publicación argumentan con razón que, si el programa tiene como resultado un gran
número de jóvenes fracasados (sea por el rechazo en el momento de la contratación, sea por
despido por incompetencia, indisciplina o simple prejuicio), provocará el efecto contrario. Cuanto
más riguroso sea el proceso de selección y exigencia en el desempeño de las funciones, mayor
será también el sentimiento de rechazo.
Además, si no hay convicción, los empleadores tienden a invertir poco en la capacitación de los
empleados subsidiados, porque saben que el subsidio va a terminar muy pronto. Por este motivo,
los implementadores de las políticas de generación de empleos para jóvenes, sobre todo cuando
se trata de políticas que involucren un gran número de beneficiarios, necesitan buenos controles
para evitar tales desviaciones, lo que exige, desde el punto de vista administrativo, una buena
estructura que a menudo es muy dispendiosa.
Por lo tanto, ya al inicio de la década de 1980, la literatura sobre el tema advierte sobre el conjunto
de exigencias necesarias para evitar el lanzamiento de programas que provocan, entre los jóvenes
y sus familias, mucha esperanza hoy y frustración el día de mañana.
La literatura de fines de la década de 1990
Como se verá en el artículo, las advertencias del texto de la OCDE de inicios de la década de 1980
prácticamente no fueron tenidas en cuenta en el PJC, y los errores se repitieron. Pero, ¿qué dice
la literatura más reciente?
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Un estudio de Flori (Flori, 2003) refuerza las conclusiones sobre el papel decisivo de la mayor
rotación de los jóvenes en la explicación de los persistentes y elevados índices de desempleo
juvenil. Este refuerzo proviene tanto de la revisión de la bibliografía internacional y nacional más
reciente, como de las propias evidencias recogidas por la autora.
Barros, Camargo y Mendonça (1997) investigaron la variación de la incidencia y la duración del
desempleo en las regiones metropolitanas brasileñas, distinguiendo seis distintas dimensiones del
desempleo. En lo que concierne al tema edad, se constató que los adolescentes presentan una alta
probabilidad de ingreso y salida del desempleo, es decir, una gran rotación. Al tratar de establecer
una relación entre las especificidades del desempleo juvenil y los temas de la desigualdad y la
pobreza, los autores concluyeron que la magnitud del desempleo juvenil seguramente contribuye
con el aumento de la desigualdad de ingresos individuales, pero causa un impacto bastante menor
sobre la desigualdad y la pobreza familiar, porque los ingresos del trabajo de los jóvenes colaboran
muy poco con el presupuesto familiar. El resultado para el conjunto de la población trabajadora,
por grupos de edad, es el siguiente: el desempleo se reduce con la edad, lo que se asocia a la
creciente baja en la probabilidad de ingreso en la condición de desempleado o a un crecimiento,
con la edad, de la probabilidad de salida del desempleo, o a ambos. Menezes-Filho y Picchetti
(2000) analizaron las determinantes de la duración del desempleo en la Región Metropolitana
de San Pablo, exactamente en el área de actuación del PJC. Utilizando un método distinto –el
estimulador de Kaplan-Meier, en este caso–, los autores llegaron a resultados muy similares.
En el ámbito internacional, tomando como referencia los trabajos mencionados por Flori, aunque
la situación del desempleo de los jóvenes a partir de la década de 1970 se haya acentuado, poco
se avanzó en términos de entendimiento y de soluciones para el problema. Fisher (2001) concluyó
que la alta tasa de desempleo entre los jóvenes en Estados Unidos es un fenómeno persistente,
que resulta de la gran rotación de ingreso y salida del mercado laboral; ello, a su vez, se explica en
función del hecho de que los jóvenes no son los responsables por el mantenimiento de la familia
y se pueden dar el lujo de esperar el empleo “adecuado”.
Particularmente estimulante es el resumen que hace la autora del trabajo de Blanchflower y
Freeman (2000, apud Flori, 2003), que estudia las dimensiones del deterioro del mercado laboral
de los jóvenes en los países de la OCDE durante las décadas de 1980 y 1990 y muestra que poco
se avanzó respecto de las inquietudes y conclusiones de la década de 1970, que resumimos
anteriormente. “En este periodo, la participación de los jóvenes en la población se redujo en la
mayoría de los países, mientras que la oferta de empleo se destinó a los sectores que empleaban
relativamente muchos jóvenes. A pesar de esas tendencias y del creciente número de jóvenes
que se dedican solamente a estudiar, la situación del joven empeoró en relación al adulto: los
salarios y las tasas de empleo se redujeron, y las tasas de desempleo se incrementaron en todos
los países. Los autores estudiaron los sectores que más emplean a jóvenes y, al investigar si el
empleo estaba disminuyendo en estos sectores, lo que explicaría el mal desempeño del mercado
laboral juvenil, descubrieron lo opuesto: el empleo aumentó respecto del empleo total. Muchos
analistas esperaban que los problemas del joven terminaran cuando la generación baby boom
envejeciera y en su lugar ingresara un menor número de jóvenes. Pero ese trabajo mostró que
ello no sucedió; el empleo y los ingresos de los jóvenes se redujeron en casi todos los países de
la OCDE” (Flori, 2003, p.12).
En el mismo trabajo, Flori (2003) trató de reunir evidencias empíricas sobre: a) la existencia, en
las áreas metropolitanas brasileñas, de una mayor rotación juvenil –duración del desempleo o tasa
de entrada al desempleo– y, b) flujos de ingreso y salida de la fuerza de trabajo.
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Los resultados encontrados aportan elementos para responder a la pregunta: ¿realmente la
dificultad para obtener el primer empleo es lo que hace que los jóvenes presenten una tasa de
desempleo tan elevada?, ¿o ello es provocado por la elevada rotación en el mercado de trabajo
juvenil? Se trata de un tema importante y actual en Brasil porque, según la autora, “si el motivo
de esa mayor tasa está asociado a la dificultad de encontrar el primer empleo, ello se puede
considerar como un problema pasible de intervención gubernamental. Sin embargo, el principal
motivo puede ser simplemente la mayor tasa de transición del empleo al desempleo, es decir,
el joven entra y sale de un empleo en un corto periodo de tiempo” (Flori, 2003, p.4). Si este es
el motivo, la pregunta es la siguiente: ¿vale la pena que el gobierno gaste sus recursos en un
programa de esta naturaleza?
El análisis de los datos realizado por la autora muestra que “en la RMSP, un poco más de 10%
de los jóvenes que entran en el desempleo, en el periodo estudiado, están en búsqueda del
primer empleo, mientras que más de 80% de ellos ya estuvieron empleados anteriormente”, (...)
“por lo tanto, la búsqueda del primer empleo no provoca una gran influencia en esta alta tasa de
desempleo juvenil” (Flori, 2003, p.19). También es interesante subrayar que los valores varían muy
poco en el caso de las distintas áreas metropolitanas brasileñas analizadas por la autora.
Si los resultados son estos, el tema central se desplaza de las determinantes de las altas tasas
de desempleo a las de la alta tasa de rotación en el trabajo juvenil. En esta área, hay un menor
número de trabajos empíricos y no conocemos resultados conclusivos. Teóricamente, el joven
puede desvincularse del trabajo por iniciativa propia o del empleador. Sin embargo, de cualquier
forma, se trata de una prueba para ambos lados, ya que sin historia de trabajo el empleador
conoce poco del joven, así como el joven sin experiencia conoce poco sobre la naturaleza del
trabajo a desempeñar.
En un artículo reciente para un importante diario del país, Hélio Zylberstajn explicita de forma
pedagógica y creativa tales conclusiones que todavía se restringen a las áreas académicas y que
seguramente encontrarán resistencia entre los que lidian con el tema y que creen en el diagnóstico
recurrente. Ante la polémica que se generó en el país debido a la decisión del gobierno de Lula de
crear un programa de primer empleo, el diario “Folha de S. Paulo” planteó la siguiente pregunta a
dos profesores de economía: ¿el subsidio al primer empleo es una buena medida? La respuesta
del prof. Zylberstajn fue no, comparando la situación del primer empleo con la del primer noviazgo.
“Para los jóvenes es difícil permanecer mucho tiempo en los primeros empleos. Para entender
por qué sucede esto, basta comparar la búsqueda del empleo a la búsqueda del casamiento.
En general, los jóvenes no se casan con el primer novio. No tienen dificultades para encontrar
novio, pero sus primeros noviazgos son cortos. Con el paso del tiempo, los jóvenes adquieren
experiencia, encuentran a alguien y entonces forman una pareja más permanente. La proporción
de jóvenes “solos” es más elevada que entre los adultos, pero ello no sucede porque los jóvenes
no tienen novio, sino porque los noviazgos son más cortos. Siempre hay muchos jóvenes que
“buscan empleo” o “novio”. Y esto es bueno, ya que la rotación en los noviazgos de la juventud
siempre produce mejores encuentros definitivos. Con el empleo pasa lo mismo. Los jóvenes tienen
una mayor rotación porque experimentan las empresas y son experimentados por ellas. Esto es
bueno. Con el tiempo encuentran una plaza y crean un vínculo más duradero” (Zylberstajn, 2003,
p.A-3).
Este conjunto de consideraciones nos ayuda a entender mejor los resultados de la elevada proporción
de desvinculación de los jóvenes a lo largo de la ejecución del PJC. Así, independientemente del
periodo considerado, cerca de 30% a 35% de los jóvenes interrumpieron la pasantía antes de
completar los seis meses previstos por el programa. Las interrupciones por motivo de inadecuación
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
del alumno y/o empresa fueron responsables de 51,3% de los casos de desvinculación. De
acuerdo con la norma, los despidos por inadecuación durante los primeros sesenta días de la
pasantía no excluyen al alumno del programa, pero debe volver a esperar junto con los demás
candidatos. También con poca variación a lo largo de todo el periodo de implementación del
programa, los otros motivos de desvinculación presentaron las siguientes proporciones: cerca de
15% ocurrió por iniciativa de los alumnos y 5% por decisión de la empresa. La parcela de jóvenes
que abandonó la pasantía para conseguir otro empleo es alrededor de 5% y sólo cerca de 6% a 7%
lograron un vínculo formal con la empresa. En diciembre de 2002, casi la mitad de los inscriptos
concluyó las pasantías. Los índices de conclusión varían según el tamaño de la empresa y el sector
de actividad. Los mayores empleadores –y los lugares en que un mayor número de pasantes
concluye sus actividades– son los sectores prestadores de servicios y el comercio, mientras que
la representación de la industria es cerca de 10% (Fundación SEADE, 2002a).
No se llevó a cabo ningún estudio para comparar la rotación del total del mercado juvenil con
la significativa rotación del PJC. Tampoco se realizaron estudios para verificar hasta qué punto
la empleabilidad de los jóvenes que pasaron por el PJC es distinta de la del conjunto de los
jóvenes, incluso porque todavía es muy pronto para hacer un seguimiento de los que egresaron
del programa. Sin embargo, cuando se tiene en cuenta que la contratación de los jóvenes fue
altamente subsidiada y que, además, el PJC contó con un alto costo de estructura en su operación,
quizás debiéramos llevar muy en serio las consideraciones y sugerencias de Hélio Zylberstajn.
En su opinión, la política de subsidiar el primer empleo es un error y sobre todo un enorme
desperdicio, ya que los vínculos de empleo o los “casamientos” (de acuerdo con la simbología
que empleó) no durarían. Y también hace una sugerencia: para facilitar la situación de los jóvenes
en su ingreso y acomodación al mundo del trabajo, sería mejor ayudar el mercado para que éste
hiciera la rotación necesaria entre ellos, pero con un menor tiempo para buscar empleos y menores
costos para las empresas.
Cómo realizar esta propuesta será el objeto del último ítem de este texto, que realiza un balance y
presenta algunas recomendaciones. Por el momento nos parece válido reflexionar sobre algo que
ya se mencionaba durante la década de 1970: al optar por focalizar el programa en adolescentes
estudiantes, ¿no estaríamos ayudando exactamente a aquellos que sólo necesitan tiempo para
ajustarse, mientras que los que más necesitan ayuda son abandonados por el programa? Parece
que sí, como veremos a continuación. Sin embargo, antes vamos a presentar algunas reflexiones
sobre las equivocaciones del diagnóstico de las consecuencias.
Actualmente, en Brasil, las políticas de generación de empleo para jóvenes representan, para los
distintos niveles de gobierno, una acción de absoluta prioridad. Como ya vimos, el diagnóstico
para justificar esta prioridad invariablemente combina dos factores: la dificultad para romper el
círculo vicioso entre falta de experiencia y obtención del primer empleo, lo que resulta en altas
tasas de desempleo juvenil; esto nos parece una equivocación. Y la necesidad de mantener al
joven lejos del contagio de la trasgresión, lo que a continuación también vamos a presentar como
una equivocación.
Como ya subrayamos, el discurso que combina desempleo juvenil y violencia responde muy bien a
las demandas de un grupo de jóvenes, sus familias y los medios de comunicación. Pero la literatura
latinoamericana está repleta de ejemplos de que políticas pensadas y diseñadas como respuesta
a problemas coyunturales, como la violencia, muchas veces no provocan ningún impacto, tanto
sobre los índices agregados de violencia, como sobre los de desempleo. Una excelente referencia
para conocer equivocaciones de esta naturaleza que fueron cometidas y repetidas en las últimas
décadas es el análisis de Ernesto Rodriguez (Rodriguez, 2002).
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Naturalmente, no me refiero a posibles y probables relaciones más amplias entre escenarios
sociales degradados y marcados por altos índices de desempleo y pobreza y por la irrupción de actos
violentos, sino a las justificaciones para proponer políticas de empleo juvenil compensatorias, que
por su propia naturaleza se restringen a un pequeño número de beneficiarios (naturalmente relativo
al tamaño absoluto del problema). En tales circunstancias, es poco probable que el beneficiario sea
un trasgresor en potencia. A menos, por supuesto, que el objetivo del programa sean exactamente
aquellos con actos de trasgresión en su currículo, como es el caso de innumerables programas
destinados a jóvenes en conflicto con la ley. En realidad, la proporción de jóvenes trasgresores
que amenazan a la sociedad con actos violentos es pequeña y, si nos referimos básicamente a
la pobreza, pasa a ser incluso un prejuicio considerarlos a priori un riesgo social. Es evidente que
acciones de esta naturaleza no provocarán ningún impacto sobre la violencia. Con una buena
divulgación, podrán causar algún impacto simbólico sobre el imaginario de las personas, pero sólo
durante un corto periodo.
4.2 Subestimación del efecto estigma
Desde la concepción del programa hubo, de parte de su equipo, una fuerte disposición a favorecer
a los jóvenes que vivían situaciones de mayor fragilidad familiar y carencias. Para ello se creó,
después de una exhaustiva discusión, un rígido orden de prioridades que se trataba de cumplir
al pie de la letra. Sin embargo, en las primeras semanas de implementación, se hizo totalmente
trasparente la dificultad para cumplir con esta fuerte convicción.
El primer criterio que se cambió fue el de la edad. Aunque el programa preconizara la preferencia
por una determinada edad, se puso de manifiesto que era muy difícil encontrar jóvenes con más
de 17 años que nunca hubieran trabajado. De esta forma, las edades de los jóvenes participantes
en el proyecto se concentraron entre los 16 y los 17 años.
Una encuesta cualitativa efectuada por la Fundación SEADE (Fundación SEADE, 2002b) junto a
los monitores describe el empeño de los mismos junto a las escuelas (incluso con la colaboración
del cuerpo técnico de los centros escolares) para cumplir la agenda de la discriminación positiva
y sus constantes frustraciones por lo lograr concretarla.
El equipo sintió el problema como una especie de choque con la realidad y se sorprendió con su
propia inocencia, aunque estos problemas sean ampliamente conocidos, en la literatura de mercado
de trabajo, como “efecto estigma”. Los empresarios se resisten a contratar a los que viven lejos del
lugar de trabajo, los que tienen menos calificación, los más pobres y los discriminados por color,
sexo, etc. En realidad, el equipo se empezó a dar cuenta de las trampas sociales que sedimentan la
persistencia de la desigualdad y diluyen los impactos de los programas de naturaleza compensatoria
en los valores agregados de la desigualdad. El mayor problema parece ser la distancia, el habitante
de las periferias, ya que el empleador suele alegar el costo del transporte, el mayor riesgo de
retrasarse y el ausentismo en función de las distancias y congestionamientos comunes en las
metrópolis, además del ambiente “malo” de determinadas regiones, estereotipadas como focos
de criminalidad, violencia y trasgresión. Además, los mismos jóvenes y sus familias explicitan la
distancia como un gran problema, dado el gasto del transporte y la dificultad de conciliar escuela
y trabajo.
Según las reglas del PJC, serían encaminados tres pretendientes a cada cargo, todos en situación
de fragilidad familiar. En la práctica, para cada plaza eran entrevistados cerca de siete a nueve
candidatos, y casi siempre el elegido no respetaba el orden de carencia, sobre todo porque la
elección privilegiaba a los habitantes de las áreas más centrales. Al fin y al cabo se puso de
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
manifiesto para el equipo lo que la literatura ya nos advierte: asumen los puestos los que los
conseguirían de cualquier modo, sin la intervención del programa.
Como se dijo anteriormente, no se realizaron análisis de seguimiento de los egresos del PJC;
solamente se llevó a cabo una investigación cualitativa con ex pasantes del programa que, en
general, lo evaluaron de forma positiva. Afirmaron que la pasantía les proporcionó una experiencia
válida en lo que concierne a aprender a relacionarse, adquirir confianza, capacidad de tomar
iniciativas y expresarse. Respuestas de este tenor fueron mucho más frecuentes que, por ejemplo,
la adquisición de conocimientos específicos. Dos aspectos, ambos positivos, fueron recurrentes
entre los jóvenes: la declaración del interés por la continuidad de los estudios, con el ingreso a
la enseñanza superior o la búsqueda de cursos profesionalizantes y de idiomas; y la influencia
de la pasantía en la elección de un área profesional, relacionada positiva o negativamente con
la experiencia en la pasantía. Por fin, los ex pasantes pusieron de manifiesto más un crecimiento
individual y social que la adquisición de conocimientos para una habilidad específica. Sin duda,
el resultado es positivo. Sin embargo, ¿responde a la demanda por experiencia exigida por el
empleador?
Sería muy importante conocer los efectos sobre aquellos que, por algún motivo, no lograron
ingresar en el programa o concluyeron la pasantía por decisión propia o despido del empleador, y
que representan un gran número de jóvenes. Efectivamente, el PJC, entre mayo de 2000, fecha de
su implementación, y junio de 2003, acumuló un total aproximado de 390 mil jóvenes inscriptos, a
los cuales se ofrecieron 25.728 plazas en las empresas que adhirieron al programa. Los puestos
ofrecidos fueron llenados mediante la contratación de cerca de 38 mil pasantes, ya que algunas
plazas fueron ocupadas más de una vez antes de la conclusión de la pasantía, en función de la
inadecuación a la actividad. Según tales números, la cantidad de jóvenes que se frustraron con el
programa fue mucho mayor que la cantidad de beneficiados.
Aunque no se realizó un análisis más detallado del perfil de los jóvenes que frecuentaron los mejores
empleos y el de aquellos que, por algún motivo, no pudieron ingresar al programa, permanece la
fuerte impresión de que los adolescentes que participaron en el programa en las mejores plazas
tendrían las mejores oportunidades de cualquier manera, con o sin el programa.
Ante ello, repetimos la pregunta: los que finalizaron la pasantía, ¿efectivamente adquirieron
“experiencia”, según la expectativa del programa y los empleadores? Tomando como referencia
el testimonio que se obtuvo a través de investigaciones cualitativas, la respuesta más probable
es que no.
4.3 Al fin y al cabo, ¿qué es “falta de experiencia”?
Desde la óptica del empleador, experiencia significa, sobre todo, tiempo de registro en la “cartera
de trabajo”, pero los jóvenes que participaron en el programa no tienen este beneficio y reclaman
mucho de esta situación7. Por lo tanto, en la práctica, las actividades llevadas a cabo por los
pasantes que no fueron admitidos (solamente 6% fue admitido) y/o no trabajaron en grandes
organizaciones (el porcentaje es muy bajo) no difieren mucho de las ocupaciones típicas de
ingreso al mercado laboral, de carácter transitorio (en la visión de los jóvenes y en la práctica del
mercado), como describe Leite (2002) en un informe de investigación cualitativa realizada en áreas
periféricas de la RMSP. Efectivamente, “una gran parte de los jóvenes transita casi exclusivamente
7.
La “cartera de trabajo” (documento que demuestra que se tiene un empleo formal en Brasil) sólo es firmada por
el empleador cuando efectivamente se contrata para el desempeño de una determinada tarea. Por definición, la
pasantía no es la ejecución continuada de una tarea.
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
en relaciones de trabajo informales (sin protección social), pero ejercidas en contextos protegidos
de negocios familiares y/o con vecinos y conocidos: ayudantes de los padres en restaurantes y
ferias, cobradores (de deudas), entregadores de confecciones (en la empresa de la madre), tecleo
de trabajos escolares en casa, niñera de vecinos y parientes, artesanía hippie. Una de las ventajas
de este tipo de trabajo es su compatibilidad con la escuela, lo que en gran parte es posible en
función del contexto amigable (familiares/vecinos) en el que trabajan, ya que la importancia del
estudio se encuentra presente incluso entre las familias más pobres. La interrupción de la vida
escolar resulta más de procesos de rebeldía que de la presión para trabajar”.
De la misma forma, “la práctica de buscar empleo ocurre de forma asimétrica, en los intervalos
del tiempo de escuela/trabajo, una o dos veces a la semana. Hacia los fines de año la búsqueda
se intensifica para aprovechar la coyuntura de las vacaciones escolares y la mayor oferta de
trabajo temporal en el comercio y servicios, que son justamente los trabajos a los que pueden
aspirar, como ayudantes de ventas, cajeros, encargados de entregas, empleados en el sector de
embalajes, paquetes y similares” (Leite, 2002, p.25). Por lo tanto, lo que el programa ofrece no
difiere mucho de la experiencia vivenciada por una gran parte de los jóvenes que pasaron por el
PJC.
4.4 Apostar demasiado en la responsabilidad social del empresariado
Los medios de comunicación, por medio de declaraciones de la clase empresarial en Brasil, han
repercutido de forma recurrente la idea de que la clase empresarial en Brasil ha despertado para
la importancia y el valor estratégico de actuar en el área social. Según los reportajes sobre el
tema, efectivamente se está elaborando y pensando de forma creativa un importante conjunto de
acciones en el área social mediante la ayuda de la clase empresarial, lo que nos lleva a creer que
efectivamente el país mejoró y que se pueden esperar mejoras todavía más significativas.
Sin embargo, si nos pautamos por la respuesta que el sector privado dio al llamado efectuado
por el PJC, la conclusión es que la sociedad, en general, y el sector privado, en especial, todavía
no despertaron para un espacio de acción voluntaria y solidaria de alto valor estratégico para el
Brasil de hoy y del futuro. Me refiero al empeño en organizarse a fin de colaborar para que haya
una transición más tranquila del joven en el mercado de trabajo.
En los relevamientos que llevamos a cabo se puso de manifiesto que las pasantías sólo serán
eficientes para el joven y la sociedad si el empleador incorpora el concepto de que las pasantías
no son trabajo, sino una acción que complementa la formación del joven y que es ejercida de
forma voluntaria y solidaria por distintos actores de la organización que lo acoge al pasante. En la
práctica, ello significa que la empresa debe desarrollar un proyecto con esta finalidad, que tome al
joven de la mano y lo conduzca por el camino de la socialización en el mundo del trabajo, que pasa
por el conocimiento de los derechos y deberes del trabajador, por la conciencia de la importancia
del trabajo en equipo y que llega hasta el conocimiento de las distintas actividades de la empresa,
desde el mantenimiento de equipos hasta las actividades más complejas.
Si el trabajo es voluntario también debe prescindir de elevados subsidios, que siempre lo encarecen
y, por lo tanto, lo convierten en algo de baja escala e impacto en los datos agregados.
Zylberstajn (2003, p.A-3) presenta una sugerencia que, aunque no se refiere a la situación de
pasante sino a la de empleo, es interesante y debe ser tenida en cuenta: “(...) una posible solución
es un consorcio de empleadores de jóvenes, una persona jurídica formada voluntariamente por
un grupo de empresas. Una empresa contrataría formalmente a un joven. Si ello no funcionara, el
joven sería liberado para buscar otra empresa del mismo consorcio. Tardaría menos para encontrar
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29
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
un nuevo empleo, ya que el joven se candidatearía automáticamente a todas las plazas ofrecidas
por el consorcio. El vínculo de empleo sería con el consorcio, no con las empresas. El cambio de
empleo dentro del mismo consorcio no significaría un despido. Mientras el joven estuviera rotando
entre las empresas del consorcio, ninguna de ellas tendría que pagar aviso previo ni la multa del
Fondo de Garantía por tiempo de Servicio (FGTS). Después de un cierto tiempo, si el joven no
hubiera encontrado el empleo de acuerdo con sus expectativas, sería finalmente desconectado
del programa, con el pago de todos sus derechos, divididos entre las empresas que utilizaron su
trabajo. Si, por otra parte, el joven permaneciera en alguna de las empresas, esta le ofrecería un
trabajo formal y él saldría del consorcio”. La propuesta contiene una serie de ventajas: “(...) reduciría
el costo de contratar jóvenes porque el pago de la rescisión del contrato ocurriría solamente una
vez y sería dividido entre todos. Para los jóvenes, los costos y el tiempo de búsqueda de empleo
después de cada despido serían enormemente reducidos. Pero la mayor ventaja es que el gobierno
no gastaría nada. Sería un programa de gran alcance social, sin costos para el contribuyente, ya
que utilizaría recursos existentes. Las empresas se organizarían voluntariamente en grupos para
cubrir regiones o barrios de las grandes ciudades. Los jóvenes serían registrados en las agencias
públicas existentes. Los jóvenes en búsqueda de empleo también serían registrados en estas
agencias, formando pools de trabajadores disponibles en la región. De ese modo, con la ayuda
de las empresas, los jóvenes adquirirían experiencia en el mercado laboral, pero ellas también
tendrían algunos beneficios, tanto por la reducción del costo de contratar a alguien con el perfil
deseado, como por contribuir para calificar mano de obra en general”.
Esta parece una buena forma de que las empresas consoliden su asumida decisión de
responsabilidad social con la juventud carenciada.
4.5 Superestimación de las metas
Seguramente uno de las mayores equivocaciones del PJC, que provocó una especie de efecto
dominó de desdoblamientos equivocados, fue, además de la superdimensión de los recursos,
el establecimiento de una meta totalmente irreal. Entre mayo de 2000 y diciembre de 2002 se
inscribieron 375 mil estudiantes, un número extremadamente elevado frente a las 22 mil plazas
captadas en el mismo periodo, pero no tan distante del objetivo, que era de 270 mil plazas.
Para entender mejor el tamaño de lo irreal, basta observar los datos del Cuadro 1.2 del Anexo,
que muestra el número absoluto de ocupados en la RMSP y la variación del saldo neto (puestos
de trabajo creados menos puestos eliminados) anual de puestos de trabajo, desde 1996.
El dato que más sobresale es que solamente en 2000, cuando la economía de la RMSP alcanzó su
mayor ritmo de crecimiento –cerca de 4,5%–, el saldo neto anual de puestos de trabajo (280 mil)
alcanzó un valor cercano a la meta del programa (270 mil). Hay que observar que esos 280 mil
se refieren al saldo neto del total de puestos de trabajo en ese año, considerándose toda la PEA
y no sólo la franja de los 16-21 años, foco del PJC.
Los resultados relativos a los años anteriores a 2000, que tendrían que subsidiar la definición de
metas, muestran que el número absoluto del saldo neto de puestos creados todos los años, para
toda la PEA de la Región Metropolitana de San Pablo, no llegaba a 50 mil, mientras que en 1998,
año anterior a la concepción del programa, se eliminaron casi 100 mil puestos, es decir, había un
saldo neto negativo.
Observando los números restringidos a la franja de los jóvenes de 15 a 24 años, en el periodo
anterior a 2000, se verifica que los saldos netos siempre fueron negativos, lo que efectivamente
justifica la preocupación con el empleo juvenil, pero jamás la meta definida, que no se puede de
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
30
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
forma alguna cumplir. Por fin, cuando se detiene en el foco del programa –jóvenes de 16 a 21 años
que frecuentan bachillerato–, verificamos que el número absoluto de ocupados en el periodo era
de alrededor de 170 mil, mientras que los saldos anuales eran de cerca de 15 mil. En realidad,
éste es el valor que debería servir como referencia a la meta. Es decir, lo que definió la meta fue
una estimación de la demanda por plazas y no lo que sería razonable: una estimación del potencial
de generación de plazas.
Pero, ¿por qué, y cómo, una meta tan superestimada sería perjudicial para el programa? Por varios
motivos:
•
•
El primero y más grave de ellos se refiere al hecho de que el PJC fue dimensionado, en
términos de diseño organizativo y de costos, en función de esta meta. Ello generó una enorme
y compleja estructura organizacional, que involucraba un gran número de personas y, por lo
tanto, ocasionaba un costo operativo elevado.
La segunda razón es que, ante la persistencia de la enorme distancia entre lo que el programa
lograba (pasantías para jóvenes) y lo que era su expectativa, el PJC pasó a ser visto, tanto por
el Gobierno como por el equipo técnico, como algo marcado por el fracaso y la incompetencia
de las personas e instituciones involucradas.
Efectivamente, al inicio se hizo un enorme esfuerzo para registrar a los jóvenes que frecuentaban
los centros escolares, lo que resultó en la inscripción inmediata de 230 mil jóvenes, mientras que
el número de plazas, en el mismo periodo, era de 2.000, lo que resultó en una gran desilusión
tanto para los equipos del Gobierno como para los jóvenes que se inscribieron. De cierta forma,
el equipo que concibió el programa no lograba entender por qué había tan poco interés en las
empresas, ya que sus presuposiciones, como se demuestra en los documentos, eran de que el
comportamiento de los empleadores sería exactamente lo opuesto: la oferta de trabajo subsidiado
generaría tan grande interés que el problema sería limitar el número de pasantes solicitados por
las empresas.
En realidad, el decreto gubernamental que instituyó el programa estableció algunas condiciones
para la participación de las empresas del sector privado, subrayando que las mismas no podrían
sustituir mano de obra por pasantía y que el número de pasantes debería ser proporcional a la
nómina de personal.
Es interesante resaltar que, debido a la incorporación de esas presuposiciones, los equipos
dirigentes se sintieron perplejos ante las dificultades para captar nuevas plazas y, presionados,
se proponían como principal tarea aumentar el número de plazas por medio de nuevas estrategias
(que, sistemáticamente, se mostraron ineficientes).
Este empeño constantemente renovado provocaba sorpresa, porque los datos mostraban
regularidad y constancia en el número de plazas, lo que ponía de manifiesto el efectivo potencial
del programa, además de indicar un claro comportamiento pro-cíclico, es decir, en los momentos de
mejor desempeño de la economía la captación de plazas aumentaba, mientras ocurría lo contrario
en los periodos de contracción, como muestran los datos que presentaremos a continuación.
Entre mayo de 2000 y diciembre de 2002, 5.333 empresas adhirieron al PJC. En el primer año
se registró la participación del mayor número de empresas (56%), que se redujo en los años
posteriores. El promedio mensual fue de 237 empresas el primer año, 137 entre mayo de 2001 y
enero de 2002, y 117 desde febrero a diciembre de 2002. La reducción del número de empresas no
es necesariamente un indicador de una menor oferta de plazas, ya que cada una de las empresas
puede ofrecer más de una plaza. Sin embargo, en este caso realmente ocurrió una reducción en
la oferta: se captó un promedio mensual de 810, 624 y 628 puestos, respectivamente, en los tres
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
31
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
años considerados. Tomando como indicador la relación media candidato/plaza, para el periodo
analizado se encuentran los siguientes valores: 16/8, 16/9 y 20/9, un comportamiento totalmente
pro-cíclico.
Una estimación efectuada a través de los datos de la Investigación de Empleo y Desempleo (PED)
de la RMSP muestra que, entre 2000 y 2002, el número de pasantes de bachillerato representaba
cerca de 3% a 5% del total de ocupados en ese grupo de edad, pero es importante recordar que
no todos ellos formaban parte del PJC.
Además de la dificultad de captar plazas, los equipos tuvieron que enfrentar otro problema todavía
más angustiante: incluso con un número tan pequeño de puestos de trabajo en comparación
con las expectativas, el programa perdía plazas. Ello ocurría porque el PJC no lograba llenar, con
la rapidez exigida por el empleador, los requisitos mínimos de contratación, lo que a menudo
provocaba la pérdida de la plaza. En parte ello se debió a la complejidad del sistema creado
para encaminar el candidato, que, en su esfuerzo para tratar de enviar el joven “ideal” según
los criterios definidos (proceso extremadamente demorado y complejo) muchas veces perdía la
plaza. Además, el PJC tenía que enfrentar los mismos (y conocidos) problemas confrontados por
los sistemas de intermediación de mano de obra que, aunque tengan un inmenso número de
pretendientes, no logran llenar las plazas disponibles.
Por fin, otro factor de peso, también inesperado, contribuyó para disminuir el número de plazas
ofrecidas por los empresarios, la indefinición: pasantía o primer trabajo, tema que trataremos a
seguir.
4.6 La indefinición: ¿pasantía o primer trabajo?
Uno de los mayores problemas que el PJC enfrentó fue la reacción de los fiscales del Ministerio
Público del Trabajo que, en un sinnúmero de situaciones, consideraron la naturaleza de las
actividades desarrolladas por los jóvenes en el PJC, en las unidades productivas, en desacuerdo
con la ley. Los problemas ocurrieron porque los organizadores del programa no conocían, o creían
que no era importante, la existencia de una compleja discusión sobre el sentido y la naturaleza de
la pasantía para el nivel de bachillerato, que recientemente, en la nueva Ley de Directrices Básicas,
se separó de la educación media de carácter técnico. En esta división, la educación media perdió
el carácter de profesionalizante, pasando a definirse, tanto desde el punto de vista curricular como
conceptual, como una preparación más general para la vida civil y el desarrollo de competencias
básicas para un buen desempeño en la estructura productiva en constante y rápida mutación.
El Ministerio Público del Trabajo se había manifestado en contra de la existencia del pasante de
bachillerato en esta nueva concepción por dos motivos: el alegato de que la nueva legislación
había retirado de ese nivel de enseñanza cualquier grado de compromiso con la formación para
el trabajo y había concentrado su objetivo pedagógico en la formación general de los alumnos, y el
hecho de que los empresarios estaban utilizando dichas pasantías como mano de obra de menor
costo, es decir, explotaban mano de obra barata.
Respecto del primer aspecto, en realidad, una parte importante de la tensión resultaba del hecho
de que el Consejo Nacional de Educación no había reglamentado las normas de pasantía del
nuevo nivel de educación media. En la edición de la Ley de Directrices Básicas Nº 9.394/96, donde
se instituía el nuevo perfil de ese nivel de enseñanza, con su respectiva pasantía, el artículo 82
determinaba que competía a los sistemas de enseñanza el establecimiento de normas para la
realización de las pasantías de los alumnos regularmente matriculados en la enseñanza media o
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
superior en su jurisdicción. Además, el Artículo 88 establecía que la legislación educacional y de
enseñanza debería adaptarse a las disposiciones contenidas en esa Ley de Directrices Básicas.
Sin embargo, en el momento de la implementación del PJC, los sistemas de enseñanza todavía no
habían reglamentado las pasantías. Se argumentó entonces que, debido a la falta de una nueva
reglamentación, prevalecía la ya existente.
Pero en lo que concierne a la educación media, el Ministerio Público del Trabajo tenía un punto
de vista particular, considerando que se podría aceptar la antigua reglamentación solamente en
los casos de las pasantías de la educación superior y de la educación profesional, ya que estas
estaban relacionadas con la reglamentación existente, pues tenían prioritariamente la función
profesionalizante dada por la Ley Nº 5.692/71 y sistematizada posteriormente por la Ley de
Pasantías Nº 6.494/77. En esta ley, uno de los requisitos básicos para la realización de esas
pasantías era la obligatoria correlación entre la formación escolar específica y la actividad práctica
de las pasantías.
Ante la nueva orientación filosófica de la educación media, el Ministerio Público del Trabajo
entendió que, más que nunca, la pasantía del alumno de la educación media debería tener un
carácter sobre todo pedagógico, preparando el estudiante para el trabajo y la vida, otorgándole
condiciones de pleno ejercicio de la ciudadanía. De esa forma, coherente con su propuesta, le
cabría a la pasantía de la educación media proporcionar el conocimiento práctico del ambiente
laboral, de las relaciones de trabajo, de la estructura de una empresa y su importancia y papel en
la economía local y nacional, a fin de preparar los conceptos teóricos en los ámbitos del Lenguaje,
de las Matemáticas, de la Física, así como los conceptos sobre trabajo, su valorización y ética,
sin perder de vista, por supuesto, la realidad del mercado laboral y el hecho incontestable de su
constante mutación (Ministerio Público del Trabajo, 2000).
Finalmente, al contrario de la pasantía en los niveles superior y profesionalizante de enseñanza,
volcados hacia una profesión, cuyos conocimientos son adquiridos, exigiendo la contrapartida
práctica para la inserción del profesional en una actividad específica del mercado laboral, la
pasantía en la educación media debería configurarse sobre todo como una preparación básica
para el mundo del trabajo, que no debe confundirse con “programas de primer trabajo”.
Lo que sucede es que, en su concepción, el PJC fundió de forma indebida desde la perspectiva de
los organismos de fiscalización, el concepto de pasantía con el de primer trabajo, y ello potenció un
conflicto constante tanto con el Ministerio Público del Trabajo como con los Consejos de Educación,
ya que es muy sutil, en cada situación concreta, trazar claramente la frontera entre la pasantía y
la relación de empleo.
De forma más concreta se puede decir que la acción fiscalizadora del Ministerio Público, de cierta
forma, inhibió la acción de las empresas, lo que ayuda a explicar la dificultad de ampliar el número
de plazas para pasantías. En general, las leyes y campañas contra el trabajo de adolescentes
han llevado las empresas a evitar situaciones que puedan ocasionar daños a su imagen y otros
perjuicios, lo que en la práctica provoca el aumento de los niveles de desempleo de este grupo
de edad.
Respecto del segundo punto considerado por el Ministerio Público del Trabajo, que se refiere a los
impactos dañinos que un programa de pasantía podría provocar en lo que concierne al despido
de los trabajadores en el sector formal de la economía, aprovechando la exención de las cargas
laborales del programa de pasantías, no hay datos precisos. Pero existen varios indicios de que
hay grandes exageraciones en esta preocupación. Los pasantes constituyen menos de 1% del
total de la PEA, y sólo 24% de ellos frecuenta el bachillerato. Entre ellos, casi 90% está inserto en
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
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Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
el sector público federal, estadual o municipal. Por lo tanto, se puede concluir que, a lo largo de
la implementación del PJC, el problema se encuentra más en la resistencia de las empresas en
aceptar pasantes que en la tendencia de aprovechar los subsidios para sustituir a trabajadores,
incluso porque los empleadores saben que la capacitación tiene un costo y el subsidio tiene corta
duración. Ello no significa que no existan empresas que buscan en la pasantía una forma de
contratar sin cargas sociales, sin preocupación con el aspecto educativo de la actividad.
Una investigación cualitativa realizada con un grupo de empresas, en 2001, concluyó que: “ellas
se mueven por razones egoístas –dictadas por los intereses de cualquier empresa privada de
maximización de la relación costo/beneficio– y por motivos altruistas, dados por el interés en
participar en un programa con fines sociales. Sin embargo, el equilibrio entre estas razones varía
entre las empresas; por una parte, están aquellas que pretenden deliberadamente ofrecer un
trabajo formal al pasante, pero por otro se identificaron empresas que utilizan el programa como
alternativa al reclutamiento de mano de obra temporal o no”. (...) “Por lo tanto, de parte de las
empresas, hay una extrema heterogeneidad, ya los que motivos que las llevaron a adherir al
programa son individualizados, tanto por la oportunidad de disponer de mano de obra a bajo costo,
como por los objetivos sociales pretendidos por el programa. De cualquier forma, el compromiso
social como mecanismo de articulación colectiva, importante para dar escala a un programa de
esta naturaleza, está muy lejos de consolidarse (Carvalho, 2002, p.18).
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
34
5
Conclusiones
5.1 Resultados, lecciones y sugerencias
El artículo trata de la evaluación del PJC, que tuvo inicio en mayo de 2000, por solicitud directa
del entonces gobernador del Estado de San Pablo. El objetivo del programa es proporcionar a los
estudiantes de bachillerato de 16 a 21 años de la RMSP una primera oportunidad de inserción en
el mercado laboral, por medio de pasantías, factibles a través de alianzas con la iniciativa privada,
con una duración de seis meses y cobertura de una beca de R$130, una mitad pagada por el
gobierno estadual y la otra, por la empresa. En principio, jóvenes en situación social vulnerable, por
motivos de pobreza, baja escolaridad, familias encabezadas por mujeres, etc., tienen la prioridad
de acceso a las plazas. La meta fue la de abarcar, en tres años, a 270 mil pasantes, y, por lo tanto,
el programa sigue vigente. En lo que concierne a la operatividad, se le dio al programa un carácter
matricial, con la participación de distintos órganos del gobierno.
Desde el punto de vista de los resultados meramente cuantitativos, los saldos del PJC no son nada
alentadores. Desde mediados de 2000, fecha de su implantación, hasta el último boletín (junio
de 2003), el programa acumuló un total aproximado de 390 mil inscripciones, para las cuales se
ofrecieron solamente 25.728 plazas relativas a 6.231 empresas de varias dimensiones, entre las
que predominaban empresas de pequeño porte (hasta quince empleados) y empresas grandes
(más de cien empleados), así como aquellas que representaban los sectores de prestación de
servicios y comercio. Las plazas fueron llenadas mediante la contratación de cerca de 38 mil
pasantes, ya que algunas de ellas fueron ocupadas más de una vez antes del término del contrato
de pasantía. Del total de plazas ofrecidas, en 79,4% de los casos los jóvenes terminaron la pasantía
y en 6,2% obtuvieron empleos formales; 15,2% de los jóvenes abandonó el programa por iniciativa
del propio joven y 5,4% lo abandonó por decisión de la empresa. Por lo tanto, el PJC no alcanzó su
meta y la comparación entre el número de los que se inscribieron en el programa y los beneficiarios
generó más frustración que satisfacción.
No se hizo ninguna evaluación sistemática de seguimiento de los egresos, sólo una evaluación
cualitativa, que se realizó con un pequeño grupo de ex pasantes del programa. Los resultados
también fueron poco alentadores. De forma recurrente, los estudiantes consideraron más el
crecimiento individual y social que la adquisición de conocimientos específicos para el desempeño
de una determinada actividad. No tenemos nada en contra del crecimiento de la sociabilidad,
que es señalada como un desdoblamiento positivo por los ex pasantes, y es importante para el
desarrollo de la autoestima en el joven adolescente. Sin embargo, hay fuertes indicios de que los
jóvenes que concluyeron las mejores pasantías también son aquellos que ocupan situaciones
socioeconómicas más favorables, y ello representa lo contrario de lo que el programa proponía.
Además, el hecho de adquirir experiencia en el mercado de trabajo significa, sobre todo para
el empleador, el desempeño continuado de una tarea, preferentemente a través de un empleo
formal. En otros términos, el programa dejó de cumplir dos de sus más importantes misiones: llegar
hasta el joven más carenciado y equiparlo con la “experiencia” que el sector privado demanda.
En realidad, nuestras conclusiones en nada difieren del excelente resumen efectuado por Jacinto
(2003), cuando la autora resalta:
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
35
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
•
•
•
•
•
aunque no hay un consenso sobre las medidas para promover el empleo de jóvenes y las
evaluaciones todavía son muy deficientes, ellas en general coinciden en que los resultados
durante los noventa no han sido satisfactorios para los jóvenes en general y tampoco para
los más desfavorecidos;
el recurso a los contratos de una duración determinada tiene poco efecto sobre la generación
posterior de empleos estables;
la mayor flexibilidad de los salarios poco contribuye para combatir el desempleo juvenil o, en
otros términos, los jóvenes no están privados de trabajo por razones de costo;
los contratos de aprendizaje, en general, se comportaron como contratos por tiempo
determinado, es decir, como una instancia de insercion laboral por un periodo corto de tiempo
y no como un periodo de formación;
sólo hay señales de eficiencia en los programas con un foco muy específico, costosos, de baja
escala y con dificultades de multiplicación.
Es decir, el PJC, que involucró un volumen razonable de recursos públicos, no provocó ningún impacto
sobre los índices de desempleo juvenil y tampoco sobre la violencia, fenómenos constantemente
asociados y que todavía representan una de las justificaciones para implementar programas de
empleo juvenil.
Sin embargo, los mensajes más importantes de esta conclusión no son los resultados señalados
que, de cierta forma, ofrecen indicaciones sobre el impacto del programa. Los efectos más
significativos de esos mensajes se refieren al tipo de evaluación aquí realizada, que difiere de las
formas más convencionales que dan prioridad a los resultados de los impactos. En esta nueva
conducta de evaluación, cuya óptica se aproxima más a las ciencias sociales, hemos dado prioridad
al análisis de los hechos y procesos que definieron el diseño y el desarrollo del programa, lo que
posibilitó un mejor diagnóstico del conjunto de equivocaciones que hicieron que los resultados del
programa fueran bastante desalentadores.
Estas consideraciones o mensajes se dividen en tres aspectos:
El primero de ellos se destina a llamar la atención al hecho de que cualquier política social
aplicada actualmente en Brasil debe tener en cuenta que nuestro problema no ha sido tanto la
falta de recursos aplicados en el área social, sino los gastos sociales mal orientados, que tienden
a concentrarse en la franja de 30% y 40% menos pobres de la población. La historia del sistema
de protección social en Brasil está marcada por la reproducción de privilegios por medio del
corporativismo y de respuestas a la presión de grupos organizados con más acceso a estructuras
sociales. Más recientemente, la presión y el poder de los medios de comunicación también han
pautado acciones de política social. La literatura ya acumula un razonable número de ejemplos que
muestran que, en general, políticas pensadas y diseñadas como respuesta a distintas situaciones
de contingencia son mal enfocadas y diseñadas, y sus impactos sobre las desigualdades sociales
son nulos o incluso acentúan esta tendencia. Ello fue lo que sucedió con el PJC que, en última
instancia, fue una respuesta al tema de la violencia en las escuelas que ganó un espectacular
espacio en los medios de comunicación. Como concluimos en el artículo, y agregando estas
conclusiones a la literatura que ya hace esta advertencia, los resultados no contribuyeron para
nada para enfrentar el tema de la desigualdad social, la violencia y el desempleo juvenil. Se trata de
un ejemplo de gasto público mal aplicado y, para evitar desviaciones de esta naturaleza, el diseño
y el foco de los programas siempre deben contar con la amplia participación de especialistas, un
área que genéricamente se podría llamar “tecnología social”.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
36
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
El segundo aspecto se refiere a la importancia de vencer las resistencias de incorporar a los
análisis sobre políticas sociales algunas reflexiones ya efectuadas por la vertiente del llamado
mainstream de la economía, incluso cuando se pretende valorar la perspectiva de las ciencias
sociales. En el caso de este artículo, el soporte de esos tipos de abordajes fue fundamental para
entender que el problema del desempleo juvenil, que efectivamente existe, no se puede confundir
con el tema del primer empleo, lo que comúnmente se repite en Brasil como verdad absoluta.
Como este artículo lo demostró ampliamente, el desempleo juvenil en Brasil ahora y a lo largo de
recientes décadas, tanto en los periodos de crisis como en los de crecimiento, ocurre más debido a
la especificidad del comportamiento juvenil –rotación entre empleo y desempleo y entre actividad
e inactividad– que debido a las dificultades para obtener el primer empleo. Además, es importante
subrayar que “experiencia” no significa, como lo presuponen las políticas en esta área, un simple
pasaje por una situación de trabajo remunerado, sino la madurez para desempeñar una tarea. En
realidad, todo el problema del desempleo juvenil reside en abreviar dicha rotación, en la que las
políticas para jóvenes con niveles de escolaridad superiores al bachillerato deberían actuar. En el
texto se destacó la propuesta de Hélio Zylberstajn, que sugiere la formación de consorcios entre
empleadores del sector privado.
La falta de diálogo entre distintas formas de considerar o tratar el problema muestra la importancia
de: a) aumentar el énfasis en algunas asignaturas básicas –Matemáticas, Estadística, Estadística
avanzada, Computación avanzada, etc., como parte de la formación del científico social brasileño,
para que se pueda producir una ciencia social de calidad; b) intensificar la producción de estudios
en las áreas de mercado de trabajo juvenil, sobre todo en análisis longitudinales.
Por fin, el último factor tiene que ver con estimular la cultura de buscar ejemplos de políticas
sociales ya realizadas en otros espacios y localidades, es decir, estimular el campo de las políticas
sociales comparadas. El presente estudio fue muy enfático al mostrar cómo la implementación
de una determinada política pública puede beneficiarse con el conocimiento acumulado sobre el
tema, lo que corrobora el acierto de Faria al considerar que “(...) la ciencia social latinoamericana
debería abandonar su carácter provinciano, de poca curiosidad por la investigación comparada, y
aumentar su expertise y compromiso con los estudios comparativos” (Faria, 2002, p.70).
De alguna manera, las conclusiones y advertencias de investigadores que trabajaron con la
implementación de políticas para jóvenes en Europa, hacia fines de la década de 1970, reunidas
en este texto, podrían ser casi totalmente repetidas después de analizar el PJC. En otras palabras, si
tales advertencias se hubieran tenido en cuenta, el PJC simplemente no había sido concebido. O su
foco habría sido otro, como otorgar total prioridad a jóvenes de 20 a 24 años que no terminaron la
educación básica y que, por lo tanto, enfrentan graves e insuperables problemas de empleabilidad.
Sólo en el Estado de San Pablo estos jóvenes llegan a un millón quinientos mil (IBGE, 2001).
Una de las principales advertencias señaladas por la literatura y que se podría aprovechar es la
siguiente: cualquier política que involucra subsidios es muy cara y, debido a ello, debe involucrar
sucesivos estudios de costo/beneficios, incluyendo la preocupación de realizar diseños con bajos
costos operativos. Uno de los desdoblamientos de esta preocupación es la búsqueda racional del
público-objetivo al cual se destina la política, resistiendo a la presión de grupos corporativos y de los
medios de comunicación. Como se discutió ampliamente en este artículo, dichas preocupaciones
todavía son tenues en Brasil. Desde esta perspectiva, jóvenes adolescentes que frecuentan la
escuela –como es el caso del PJC– no constituyen un objetivo prioritario de políticas de generación
de trabajo, porque la búsqueda constante, que se traduce en la rotación empleo/desempleo,
significa un gasto público prácticamente sin retorno, ya que obtener algún tipo de trabajo es sólo
una cuestión de tiempo. De cierta forma, nuestros resultados señalan este rumbo.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
37
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Los estudios de fines de la década de 1970 insisten en la necesidad de que el público-objetivo
sean jóvenes con baja escolaridad y que no frecuentan la escuela. El motivo es sencillo: se trata
del núcleo duro de las preocupaciones sociales, ya que sus posibilidades de obtener un empleo
no se resumen a una cuestión de tiempo. Sin embargo, advierten que, para que el programa tenga
éxito, hay que contar con la acción conjunta de dos factores: mejorar la calidad de la escolaridad
de estos jóvenes y alcanzar un enorme desarrollo del sector empresarial que los está contratando.
Sólo así será posible vencer el “efecto estigma”, que condena estos jóvenes a seguir alimentando
el circuito de la pobreza.
El análisis desarrollado en este artículo muestra el acierto de estas advertencias. La dificultad
de otorgarles prioridad a los estudiantes más carenciados fue resultado, sobre todo, de la baja
colaboración de los empleadores.
Es importante considerar que, aunque insistimos en la importancia de la fiscalización de programas
de empleabilidad para jóvenes cuyo futuro está efectivamente comprometido, ello no significa que
los estudiantes de bachillerato no puedan o no deban ser objeto de políticas. El argumento es
que, para distintos públicos, hay que utilizar distintas formas de acción. Estos jóvenes podrían, por
ejemplo, ser objeto de la sugerencia de Hélio Zylberstajn o de un gran programa de voluntariado.
Sin embargo, este es tema de otro trabajo.
Por fin, en el área de políticas públicas, sea cual sea el público-objetivo, hay que incorporar la
idea de que es fundamental contar con eficiencia, eficacia y pertinencia en todos los niveles de
operación, porque hay que comprometer recursos públicos escasos. Para ello, es esencial evitar
la improvisación y profesionalizar el diseño y la instrumentación de los programas y proyectos. Es
importante saber cómo funcionan el Estado y la integración entre sus distintas institucionalizaciones,
así como preocuparse con desarrollar nuevas formas de gestión. Especialmente en el caso de los
jóvenes, hay que contar con formas de evitar y vencer los estereotipos y los estigmas sociales que
resisten. Cada una de esas experiencias deja importantes lecciones para el futuro y, por lo tanto,
la lógica que debe predominar es la de la multiplicación y la acumulación.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
38
Anexo: Descripción del programa, procedimientos, metas,
y estructura de funcionamiento
Directivas básicas: principales puntos del programa
•
•
•
•
Pasantía de seis meses (prorrogable por otros seis), con jornada de cuatro horas al día que
se puede extender hasta seis horas, cinco días a la semana.
Remuneración: beca-pasantía de por lo menos R$130, de los cuales R$65 son pagados por
el Gobierno del Estado de San Pablo.
Pago del boleto de transporte a cargo de la empresa.
Seguro de vida y accidentes personales al cargo del Gobierno del Estado de San Pablo.
Requisitos del candidato
•
•
Estar matriculado en bachillerato durante la pasantía.
Disponibilidad de tiempo para los estudios, para que este hecho no perjudique su desempeño
escolar.
Campo de actuación
•
Sólo Región Metropolitana de San Pablo.
Criterios de clasificación
•
•
•
•
No tener vínculo de empleo con empresas/sociedades civiles.
Ser alumno de un nivel avanzado del bachillerato o de la educación profesionalizante.
Ser mayor de edad.
Poseer condiciones familiares vulnerables, como:
– ser el propio cabeza de su familia;
– menor grado de escolaridad del cabeza de familia;
– mayor número de personas dependientes en la familia, con presencia de menores de
16 años o personas de 16 años o más desempleadas;
– del total de plazas disponibles para el programa, hasta 10% sería reservado para
estudiantes que participan o han participado en proyectos sociales y/o programas
educativos volcados hacia la prevención o recuperación de jóvenes en situación de
riesgo social o individual.
Llamado de los alumnos inscriptos
Obedecidos los criterios de clasificación, y siempre de acuerdo con la disponibilidad de plazas en
lugares cercanas a las respectivas escuelas, los alumnos clasificados serían llamados para realizar
entrevistas en las instituciones otorgantes de las pasantías, con el objetivo de llenar las plazas
disponibles, preferentemente en funciones que tengan en cuenta las opciones del candidato.
Su aprobación estaría exclusivamente a cargo de las instituciones privadas otorgantes de las
pasantías.
Exclusión de los alumnos del programa
•Cuando no frecuenten el programa o la escuela por razones injustificadas.
•Por criterios de la institución otorgante de la pasantía.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
39
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Finalmente, el programa prevé punición y exclusión para la institución privada otorgante de la
pasantía que reduzca el número de puestos de trabajo formales, de manera injustificada, durante
el periodo en que participe en el PJC, o que no cumpla con el Término de Compromiso estipulado
respecto de los jóvenes admitidos. El número de pasantías debe ser proporcional a la nómina de
personal: la empresa que tiene hasta cuarenta empleados puede contratar hasta dos pasantes; la
que cuente con una nómina de personal de cuarenta y uno a ochenta empleados puede contratar
hasta cuatro pasantes; y la empresa con más de ochenta empleados está habilitada a contratar
hasta 5% del total de empleados.
Metas del PJC
Cuadro 1.
Metas de plazas del PJC por entidades otorgantes, 2000-2002
(números absolutos)
Total
2000
2001
2002
(2000 a
2002)
1º
semestre
2º
semestre
1º
semestre
2º
semestre
1º
semestre
2º
semestre
81.000
13.500
13.500
13.500
13.500
13.500
13.500
Número de plazas para
pasantías entre los socios
189.000
6.500
21.500
36.500
36.500
36.500
51.000
Número total de plazas
para pasantías
270.000
20.000
35.000
50.000
50.000
50.000
65.000
Número de plazas para
pasantías en el Estado
Fuente: Elaboración propia en base a información del programa.
Operación
Se le dio al programa un carácter matricial que involucraba a distintos órganos del Gobierno. Su
coordinación estaba al cargo del gabinete del Gobernador y su ejecución fue realizada mediante
la acción de tres secretarías estaduales: del Empleo y Relaciones del Trabajo, de Educación y de
Ciencia, y de Tecnología y Desarrollo Económico. El diseño de implementación también involucraba
instituciones de la administración indirecta: la Fundación para el Desarrollo Administrativo
(FUNDAP), responsable por la gestión de los recursos humanos (reclutamiento y capacitación de
monitores y supervisores), la Compañía de Procesamiento de Datos de San Pablo (PRODESP),
que respondió por el montaje y la gestión de los registros del programa, y la Fundación SEADE,
responsable por la evaluación.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
40
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
Gráfico 1.
Estructura de funcionamiento del programa
Secretaría de Educación
Agente ejecutor (Sert)
Mercado laboral
COGSP
Coordinación
Secretaría de Educación del Estado de San Pablo
Supervisión
Direcciones de Enseñanza
Empresas
Escuelas
Monitores
Alumnos/Pasantes
Fuente: Fundación SEADE, 2002b.
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
41
42
832
de 25 a 39 años
de 40 años o más
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
138
59
168
de 15 a 19 años que
asisten del 2º al 4º año
de 20 a 24 años que
asisten del 2º al 4º año.
de 16 a 21 años que
asisten del 2º al 4º año.
Fuente: SEP-DIEESE, 2003.
197
de 15 a 24 años que
asisten del 2º al 4º año.
Que asisten a la
educación media
757
1.285
de 15 a 24 años
37
2.912
Mujeres
de 10 a 14 años
1.747
1.402
de 40 años o más
1.008
de 25 a 39 años
de 15 a 24 años
Hombres
67
4.223
de 40 años o más
de 10 a 14 años
3.031
2.234
de 25 a 39 años
104
1.765
de 15 a 24 años
7.135
1995
170
54
140
194
903
1.290
747
37
2.977
1.416
1.741
986
62
4.205
2.320
3.031
1.733
98
7.182
1996
170
48
149
197
928
1.309
732
35
3.004
1.421
1.742
995
55
4.213
2.349
3.050
1.728
90
7.217
1997
176
53
152
204
920
1.301
717
21
2960
1.429
1.722
971
44
4.165
2.349
3.023
1.688
65
7.125
1998
187
53
160
213
1.011
1.309
718
20
3.058
1.436
1.711
931
34
4.112
2.447
3.019
1.649
55
7.170
1999
Ocupados
187
44
166
210
1.050
1.313
774
22
3.158
1.494
1.782
983
32
4.292
2.544
3.095
1.757
53
7.450
2000
193
45
171
216
1.097
1.386
779
22
3.284
1.510
1.771
995
35
4.312
2.607
3.158
1.774
58
7.596
2001
165
37
143
180
1.149
1.389
740
21
3.299
1.518
1.807
969
32
4.326
2.667
3.196
1.709
53
7.625
2002
2
-5
2
-3
71
5
-10
0
65
14
-6
-22
-5
-18
86
0
-32
-6
47
1996/
1995
0
-6
9
3
25
19
-15
-2
27
5
1
9
-7
8
29
19
-5
-8
35
1997/
1996
6
5
3
7
-8
-8
-15
-14
-44
8
-20
-24
-11
-48
0
-27
-40
-25
-92
1998/
1997
11
0
8
9
91
8
1
-1
98
7
-11
-40
-10
-53
98
-4
-39
-10
45
1999/
1998
0
-9
6
-3
39
4
56
2
100
58
71
52
-2
180
97
76
108
-2
280
2000/
1999
6
1
5
6
47
73
5
0
126
16
-11
12
3
20
63
63
17
5
146
2001/
2000
Estimación del saldo ocupacional
-28
-8
-28
-36
52
3
-39
-1
15
8
36
-26
-3
14
60
38
-65
-5
29
2002/
2001
Población ocupada por sexo y edad, y asistencia al bachillerato, 1995-2002. Región Metropolitana de San Pablo
(estimados en números absolutos)
de 10 a 14 años
Total
Sexo y edad
Cuadro 2.
Joven ciudadano: mi primer trabajo
Desafíos teóricos y prácticos
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Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
44
Publicaciones y documentos del IIPE
El Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación ha publicado más de 1.200 títulos sobre
los diferentes aspectos de la planificación de la educación. Estos figuran en un catálogo completo
que presenta los siguientes temas:
Planificación de la educación y cuestiones globales
Estudios generales – cuestiones globales y de desarrollo
Administración y gestión de la educación
Descentralización – participación – educación a distancia –mapa escolar – profesores
Economía de la educación
Costos y financiación – empleo – cooperación internacional
Calidad de la educación
Evaluación – innovación – supervisión
Distintos niveles de la educación formal
Desde la educación primaria hasta la superior
Estrategias alternativas de educación
Educación permanente – educación no formal – grupos desfavorecidos – educación de
género
Para obtener el catálogo, diríjase a la
Oficina de Difusión de Publicaciones del IIPE
[email protected]
Los títulos y resúmenes de las publicaciones más recientes
se pueden consultar en el sitio web del IIPE:
www.unesco.org/iiep
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
El Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación (IIPE), creado por la UNESCO en 1963,
es un centro internacional de formación e investigación avanzada en el campo de la planificación
de la educación. La financiación del IIPE es asegurada por la contribución de la UNESCO y por
donaciones de los Estados Miembros. Durante los últimos años, los Estados Miembros que han
brindado contribuciones voluntarias al Instituto son los siguientes: Alemania, Dinamarca, Finlandia,
India, Irlanda, Islandia, Noruega, Suecia y Suiza.
El objetivo del Instituto es contribuir al desarrollo de la educación en el mundo mediante la
difusión del conocimiento y la oferta de profesionales competentes en el campo de la planificación
de la educación. En esta perspectiva, el Instituto coopera con las organizaciones de formación e
investigación interesadas de los Estados Miembros. El Consejo de Administración del IIPE, que
aprueba su programa y presupuesto, se compone de un máximo de ocho miembros elegidos y
cuatro miembros designados por la Organización de las Naciones Unidas, así como por algunos de
sus organismos especializados e institutos.
Presidente:
Raymond E. Wanner (EE.-UU.)
Asesor Principal del Vicepresidente de Programas sobre cuestiones relativas a la UNESCO,
Fundación de las Naciones Unidas, Washington, DC.
Miembros designados:
Ruth Kagia
Directora de Educación, Red de Desarrollo Humano, Banco Mundial, Washington DC, EE.-UU.
Manuel M. Dayrit
Director, Departamento de Recursos Humanos para la Salud, OMS, Ginebra, Suecia.
Diéry Seck
Director, Instituto Africano para el Desarrollo Económico y Planeación, Dakar, Senegal.
Jomo Kwame Sundaram
Subsecretario General para el Desarrollo Económico, Departamento de Asuntos Sociales y
Económicos de las Naciones Unidas, New York, EE.-UU.
Miembros elegidos:
Aziza Bennani (Marruecos)
Embajadora y Delegada Permanente de Marruecos ante la UNESCO.
José Joaquín Brunner (Chile)
Director, Programa de Educación, Fundación Chile, Santiago, Chile.
Birger Fredriksen (Noruega)
Ex Asesor Superior de Educación, Región de África, Banco Mundial.
Takyiwaa Manuh (Ghana)
Directora, Instituto de Estudios Africanos, Universidad de Ghana, Ghana.
Philippe Mehaut (Francia)
LEST-CNRS, Aix-en-Provence, Francia.
Teiichi Sato (Japón)
Asesor del Ministro de la Educación, Cultura, Ciencias, Deportes y Tecnología, Japón.
Tuomas Takala (Finlandia)
Profesor, Universidad de Tampere, Tampere, Finlandia.
Las consultas sobre el Instituto deben dirigirse al:
Secretariado del Director,
Instituto Internacional de Planeamiento de la Educación
7-9, rue Eugène Delacroix, 75116, París, Francia.
El libro
En el diseño de programas y políticas sociales, la utilización de importantes recursos y la delimitación
de objetivos precisos puede no ser suficiente para lograr el éxito de las metas propuestas. En
este documento, Felicia Reicher Madeira analiza los desafíos del diseño e implementación del
programa “Joven ciudadano: mi primer trabajo” (PJC), llevado a cabo desde mayo de 2000 en
la Región Metropolitana de San Pablo, Brasil. Dicho programa se propuso reducir los niveles de
desempleo de jóvenes de sectores desfavorecidos a través de pasantías rentadas en empresas.
Utilizando datos disponibles, la autora señala la importancia de realizar un diagnóstico efectivo del
problema, reflexionando que en el caso de PJC su mayor dificultad residió en diagnosticar la falta
de experiencia laboral de los jóvenes como causa central del desempleo juvenil.
A través de un análisis del contexto en que se generó el programa, del diseño de su logística y de
los resultados obtenidos, la autora invita a reflexionar sobre aspectos clave a tener en cuenta en
el diseño de políticas sociales.
La autora
Felícia Reicher Madeira (Brasil) es directora ejecutiva de la Fundación Seade (Sistema Estadual
de Análise de Dados). Socióloga y demógrafa, y master en el área de mercado de trabajo de la
Universidad de San Paulo (USP), fue investigadora del centro Brasilero de Análisis y Planeamiento
(Cebrap) y de la Fundación Carlos Chagas.
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