Federico Carranza Carvajal Boris Morales Contreras Felipe Peláez Gómez Carolina Rúa Carmona

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Federico Carranza Carvajal
Boris Morales Contreras
Felipe Peláez Gómez
Carolina Rúa Carmona
Análisis narrativo y comparativo de los documentales Suite Habana y Tishé.
Suite Habana.
Suite Habana es un documental observacional del director Cubano Fernando Pérez, en este se
narra el transcurrir y la transformación de La Habana y sus habitantes, comenzando desde el
amanecer hasta llegar a las horas de la noche. El documental es narrado de forma lineal,
siguiendo un sistema formal no narrativo, enfocado en las acciones de los personajes y la
interacción de estos con la ciudad, que varían de acuerdo a la hora del día y al lugar donde se
llevan a cabo. El tiempo es manejado con un sentido cronológico (mañana-tarde-noche),
mostrando diferentes facetas de este espacio (La Habana) y recreando la vida de 10 personajes
representativos de la ciudad, que permiten al autor mostrar la variedad de situaciones vividas en
la urbe, alternando estas historias entre si, hiladas por el transcurrir del día y el movimiento de la
ciudad.
Debido a su característica contemplativa, aunque resulta difícil encasillar esta película, pues
combina también un poco lo poético, lo observacional, lo abstracto y asociativo. El documental en
su totalidad carece de voces en off, y los diálogos son prácticamente nulos, dejando con esto toda
la carga dramática en las manos de un ambiente construido con la mezcla de imágenes que hablan
por si solas y en una excelente atmosfera sonora, apoyada en algunas -pocas- ocasiones con
música. Los planos resultan bastante contemplativos, largos y amplios en su mayoría aunque
también hay presencia de planos cortos y cerrados. Dando con esto a la pieza un ritmo pausado y
pasivo, pero descriptivo y sustancioso, pues la forma en que se muestran los personajes y los
lugares dejan mucha información abierta al espectador.
El material del documental está organizado, según la clasificación de David Bordwell, en una
forma que podríamos considerar clásica debido a su desarrollo temporal, siguiendo una línea de
tiempo clara y ciertamente tradicional (pese a que presenta las historias de los personajes
paralelamente). Pero aunque posiblemente se relacione la forma clásica con la estructura formal,
Pérez, en vez de explicar, contar o imponer al espectador una visión de La Habana; simplemente
le muestra una rutina de ésta, una sinfonía de espacio, dejando muchos interrogantes abiertos
para que él mismo obtenga sus propias respuestas, por lo cual podríamos considerar a Suite
Habana, como un documental contado con una voz abierta, según la clasificación de Plantinga.
Dentro de la línea cronológica del documental, se muestran las historias de diferentes personajes
que viven su cotidianidad, valga la redundancia, normalmente dentro de la ciudad. Las diferentes
historias van siendo narrada de una forma suave, calmada, sin ningún tipo de prisa, mientras van
conectándose y entretejiéndose entre ellas, hasta llegar a un punto de clímax donde el calor de la
Habana, la pasividad de algunos de sus habitantes, la energía de otros, el vapor de una olla
cualquiera y el movimiento de caderas de las negras Cubanas, se convierten en uno solo; luego la
tensión comienza a decaer con el transcurrir de las horas, la culminación de las clases, de las
jordanas laborales, acercándose así al final de cada historia y a la inminente ya inevitable llegada
de la noche.
La precisión de las imágenes y las historias que se cuentan mediante estas, da a entender que
Pérez, comparte la idea de Patricio Guzmán acerca del guion dentro del documental, y que cada
elemento (personajes, escenarios, movimientos de cámara, etc.) estaba meticulosamente
calculado desde antes de decir “acción”. Pues se hace evidente la sincronización entre el espacio,
el tiempo y los personajes. La iluminación también es un factor que ayuda a reforzar esta teoría y
que da muestra de la previa concepción de Pérez acerca de la Habana, de esa amplio
conocimiento que tiene sobre ella, de cómo se ve y de como quería el mostrarla en la película.
En la parte final del documental se presenta el desenlace de cada una de estas historias y como
termina la noche en la ciudad, siguiendo con la forma estructural con que se maneja la película.
Curiosamente son mostrados algunos datos de los personajes principales, acompañados del
sueño, la ilusión de cada uno de ellos; cosa que le da al documental un tinte político, que casi pasó
desapercibido (aunque siempre estuvo), camuflado entre las bellas calles de la Habana. Este es
otro aspecto importante incluido dentro del documental y su argumento, ese deseo del director
de ir más allá, de dejar en las mentes de los espectadores no solo una imagen bonita y dulce de la
Habana, sino de mostrar también la lucha, el esfuerzo y la inevitable mancha de revolución que
vive presente en los corazones de la gente y en cada rincón de esta ciudad.
El momento de máximo drama se de la película se encuentra en esta última parte, cuando
después de ver los personajes citadinos llevar un día como seguro son todos los demás, entran en
un estado de encuentro consigo mismos, al parecer es fin de semana y entonces los personajes
dejan al descubierto sus verdaderos anhelos, su deseos y sus pasiones.
Tishé
Tishé es un documental realizado por Kossakovsky desde su mirada por la ventana de su
apartamento en San Petersburgo, mostrándonos el transcurso del tiempo con situaciones
climáticas, limitándose a solo ese espacio que es la calle de enfrente y sus cercanías.
El documental de Kossakovsky se mantiene desde la mirada de David Bordwell, en un sistema
formal narrativo, con características del abstracto. Se mantiene en una continuidad mostrándonos
todo tipo de situaciones de la calle frente a su ventana, centrándose en los trabajadores que
reparan la calle repetidamente, debido a que se acercan las celebraciones del aniversario número
300 de San Petersburgo. La ordenación en el documental es creciente y natural, narrando con una
lógica lineal, mostrando una historia que se desarrolla desde su inicio siguiendo un orden
cronológico, para finalizar luego con la mujer que sale cansada con el ruido de las máquinas
exclamando: Tishé.
Desde la retórica de Aristóteles, el exordio en Tishé es proemium, preparándonos con la limpieza
de la calle, los continuos carros, y con los trabajadores alistándose para comenzar su rutina. A
medida que avanza el documental nos muestra la problemática que se desarrolla con el arreglo de
esa calle, con la cual nos trasmite el aburrimiento de los trabajadores que tienen que repetir la
reparación una y otra vez. Su estructura es continua e inventada, con el material de 1 año de
grabación Kossakovsky construye la línea de tiempo clásica.
Comparación entre ambos documentales.
Si bien ambos documentales son de carácter urbano y de cierta manera se empeñan en describir
el lugar, difieren en la cercanía que cada uno tiene con los actores del documental (personajes,
acciones y espacios). Mientras que Suite Habana se encarga de contemplar la magia y la poesía
generada en la confluencia de muchas historias, siguiendo el recorrido a lo largo del día de cada
uno de los personajes, creando cierta conexión con ellos y mostrando finalmente cada una de sus
facetas, dejando al descubierto su verdadera identidad, sus problemas y sueños; Tishé centra su
atención en una forma mucho más observacional y surrealista de la calle en frente del
apartamento del director, observando todo el tiempo lo que allí ocurre, guardando siempre la
distancia y sin profundizar en historias particulares, a excepción de los trabajos de ingeniería que
se llevan a cabo y son constantes durante toda la película.
La narrativa de los documentales se presenta cronológicamente, siguiendo un mismo tiempo en
un mismo lugar, la Habana y la calle respectivamente. Sin embargo, en Suite Habana hay un
manejo del tiempo mucho más complejo, pues en momentos específicos este se puede extender
mucho más de lo real, mientras que en Tishé las elipsis son más comunes y en ciertos momentos
se hace uso de elementos como la cámara rápida, un ejemplo claro de esto son los planos en los
que desea mostrar las acciones durante la construcción que tomaría mucho tiempo en su
velocidad normal.
Una de las principales diferencias entre los documental es el tratamiento de la fotografía y arte en
general, en Tishé se maneja un composición muy simple y básica, sin tener mucho cuidado en el
encuadre y la puesta en escena, mientras que en Suite Habana hay un tratamiento mucho más
meticuloso y organizado. Algo parecido ocurre con el manejo del sonido, pues en Tishé la mayor
parte del sonido es directo y no hay una mezcla pensada más allá de sonorizar el ambiente,
aunque en ciertos momentos hay música buscando dar cierto toque humorístico. En suite habana
hay una mezcla mucho más elaborado y pensada como un elemento crucial en el documental.
Ambos comparten la ausencia de voces que narren la historia y dejan con esto que las imágenes
hablen por si solas.
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