tesis - Facultad de Agronomía

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1
“Factibilidad de implementación de un certificado de agricultura sustentable
como herramienta de diferenciación del proceso productivo de siembra directa”
Santiago Nicolás Lorenzatti
Ingeniero Agrónomo, 1998, Facultad de Ciencias Agrarias,
Universidad Nacional de Rosario
Magíster de la Universidad de Buenos Aires, Área Agronegocios
Escuela para Graduados Alberto Soriano
Facultad de Agronomía – Universidad de Buenos Aires
II
COMITÉ CONSEJERO
CONSEJERO PRINCIPAL:
Héctor Ordoñez
Ingeniero Agrónomo
III
JURADO DE TESIS
Raúl Guillermo Pérez San Martin
Ingeniero Agrónomo (UBA)
Jorge Adámoli
Ingeniero Agrónomo (UBA)
Diploma de Estudios Profundos – DEA (Université de Montpellier)
Guillermo Nicanor Toranzos Torino
Licenciado en Administración (UBA)
Fecha de aprobación de la tesis: 12 de septiembre de 2006.
IV
Agradecimientos
Deseo agradecer en primer lugar al Ingeniero Agrónomo Héctor Ordoñez, quien me
introdujo en el mundo de los agronegocios, despertando mi interés por esta rama de la
ciencia. Sus conocimientos y experiencias me ayudaron y guiaron no sólo a diseñar y
escribir este trabajo de tesis, sino también a aplicarlos en mi trabajo cotidiano.
Agradezco también la deferencia de haber aceptado ser mi Consejero Principal de
tesis.
En segundo lugar, quisiera agradecer a la Asociación Argentina de Productores en
Siembra Directa – AAPRESID – organización que me permitió crecer humana y
profesionalmente,
y que solventó económicamente mis estudios. Principalmente,
quiero destacar los consejos y el liderazgo de Víctor Trucco, y el respaldo de Jorge
Romagnoli.
Quiero agradecer también el aporte intelectual y las críticas que realizaron a este
trabajo el Otto Solbrig, Miguel Lucero, y César Belloso. Igualmente deseo agradecer el
apoyo operativo y la colaboración del equipo de colegas de AAPRESID,
principalmente el brindado por María Eugenia Magnelli.
Finalmente, y de manera prioritaria deseo agradecer el apoyo y respaldo de mi familia.
Destaco la orientación y rumbo que siempre me inculcaron mis padres, que me marcó
un estilo de esfuerzo y dedicación constante. Y fundamentalmente, resalto el soporte
afectivo y emocional de mi esposa Valeria, quien junto a mis hijas Martina y Francina
entendieron el tiempo que he dejado de compartir con ellas y dedique a este trabajo.
A todos, muchas gracias.
V
INDICE
CAPITULO 1 - PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN.
1.1 Introducción………………………………………………………………………… 1
1.2 Estructura del trabajo……………………………………………………………… 4
1.3 Formulación de la situación problema…………………………………………… 5
1.4 Justificación e importancia del tema seleccionado……………………………. .6
1.5 Objetivos de la investigación……………………………………………………… 7
1.6 Delimitación de la investigación………………………………………………….. 8
1.7 Hipótesis de trabajo…………………………………………………………………8
CAPITULO 2 – METODOLOGIA.
2.1 Tipo de investigación………………………………………………………………10
2.2 Método de investigación ………………………………………………………….10
2.2.1 La epistemología de los Agronegocios: Métodos y rigor ……………10
2.2.2 El método de “Estudio de casos múltiples”……………………………15
CAPITULO 3 – MARCO TEORICO DE REFERENCIA.
3.1 Agronegocios y el marco teórico de análisis……………………………………20
3.1.1 La nueva economía institucional………………………………………….21
3.1.2 Las redes en el contexto de los agronegocios…………………………..33
3.1.3 Redes en cadena…………………………………………………………..41
3.2 La calidad como clave de competitividad en los agronegocios………………47
3.2.1 El concepto de calidad……………………………………………………...50
3.2.2 La calidad desde la óptica de la empresa………………………………..53
3.2.3 Grandes grupos estratégicos y su relación con la calidad……………..59
3.2.4 La gestión de la calidad ambiental en el sector agropecuario…………63
3.3 El dilema entre sustentabilidad y producción…………………………………..80
VI
3.3.1 Globalización y sociedad de la información……………………………...81
3.3.2 Demanda y producción de alimentos y su relación con el ambiente….93
3.3.3 La siembra directa, un cambio de paradigmas en la agricultura……..106
3.3.4 Indicadores de producción sustentable…………………………………135
CAPITULO 4 - ANALISIS DE ESTUDIOS DE CASOS
4.1 Análisis de casos…………………………………………………………………142
4.1.1 Estudio de caso I: Certificación para el manejo forestal del Forest
Stewardship Council
(FSC)………………………………………………………………………………142
4.1.2 Estudio de caso II: Certificación orgánica: El caso argentino………...176
4.1.3 Estudio de caso III: Las normas ISO 14.000 y la gestión ambiental…216
4.2. Hacia una nueva propuesta de Certificación: Agricultura Sustentable…….237
4.2.1 Justificación de la propuesta……………………………………………..237
4.2.2 Sistema de gestión de calidad ambiental y productiva en agricultura de
conservación (SGC-AC): Generalidades………………………………………244
4.2.3 Andamiaje organizacional para la implementación de la certificación.245
4.2.4
Descriptivo de Indicadores y
Buenas Prácticas de Agricultura
Sustentable (BPAS)………………………………………………………………251
4.2.5 Aspectos operativos para la implementación del SGC-AC por parte de
una empresa agropecuaria……………………………………………………...253
4.2.6 Limitantes a la implementación del SGC ambiental y productiva en
agricultura de conservación…………………………………………………….254
4.2.7 Diagnóstico de situación para la implementación del SGC-AC………256
4.2.8 Análisis económico y de sensibilidad del negocio asociado al SGCAC………………………………………………………………………………….259
4.4.9 Conclusiones sobre el proyecto SGC-AC………………………………264
VII
4.3 Relación entre los estudios de casos y la hipótesis de trabajo propuesta…265
4.3.1 Las interrelaciones en el marco de los agronegocios, la NEI y las
redes…………….………………………………………………………………266
4.3.2 Las interrelaciones en el marco de la calidad……………………….273
4.3.3 Las interrelaciones entre los casos de estudio y el dilema entre
producción y ambiente en un contexto caracterizado por la globalización y
la sociedad del conocimiento………………………………………………...278
4.3.4 Las interrelaciones entre el sistema de gestión de calidad ambiental
en AC y su relación con la SD y el uso de indicadores edáficos….…….284
4.3.5 Respuesta a las hipótesis de trabajo…………………………..……..287
CAPITULO 5 - CONCLUSIONES
5.1 Síntesis………………………………………………………..…………………………291
5.2 Limitaciones del trabajo y futuras acciones……...…………………………………..293
CAPITULO 6 - BIBLIOGRAFIA ………………………………………………………….295
VIII
INDICE DE TABLAS
TABLA N° 1: Superficie en siembra directa a nivel mundial y en los diferentes países.
………………………………………………………………………………………………...115
TABLA N° 2: Superficie en siembra directa en pequeñas propiedades en diferentes
países…………………………………………………………………………………………116
TABLA N° 3: Evolución de la superficie implantada en siembra directa en Argentina
para los principales cultivos………………………………………………………………..122
TABLA N° 4: Superficie implantada en siembra directa en Argentina por cultivo
discriminada por provincia……………………………………………………………….…123
TABLA N° 5: Superficie en siembra directa por cultivo y provincia para la campaña
2002/03 en Argentina…………………………………………………………………….…123
TABLA N° 6: Composición de ingresos, egresos y resultados económicos del FSC en
el período 1994-2003……………………………………………………………………….165
TABLA N° 7: Superficie y número de sitios totales y por continente certificados bajo el
esquema del FSC a diciembre de 2004…………………………………………………..167
TABLA N° 8: Superficie certificada bajo el esquema del FSC, discriminada por
países…………………………………………………………………………………………170
TABLA N° 9: Distribución de superficie y número de sitios certificados según tipo de
bosques bajo el esquema del FSC………………………………………………………..170
TABLA N° 10: Distribución de superficie y número de sitios certificados según tipo de
tenencia de la tierra bajo el esquema del FSC…………………………………………..171
TABLA N° 11: Distribución de superficie y número de sitios certificados según tipo de
bioma al que pertenece el bosque bajo el esquema del FSC………………………….171
TABLA N° 12: Distribución de superficie y número de sitios certificados por cuerpo
certificador bajo el esquema del FSC……………………………………………………..172
TABLA N° 13: Listado de países con distintos tipos de certificación del esquema del
FSC a diciembre de 2004…………………………………………………………………..172
TABLA N° 14: Grupo de trabajo de la Iniciativa Nacional del FSC de Argentina,
discriminado por cámaras………………………………………………………………….175
TABLA N° 15: Superficie y número de sitios certificados bajo el esquema del FSC en
Latinoamérica, discriminado por países………………………………………………….176
TABLA N ° 16: Número de establecimientos y superficie bajo seguimiento por provincia
en producción orgánica en Argentina……………………………………………………..209
TABLA N° 17: Productos orgánicos de origen animal bajo seguimiento: Totales año
2004, existencias vacunas y distribución provincial en Argentina……………………..212
IX
TABLA N° 18: Productos orgánicos de origen vegetal bajo seguimiento: Totales año
2004, oleaginosas y legumbres industriales y distribución provincial en Argentina…213
TABLA N° 19: Comparación de las normas ISO 14001, BS 7750, y EMAS…….……231
TABLA N° 20: Evolución temporal y distribución geográfica de las certificaciones ISO
14001 a nivel mundial………………………………………………………………………235
TABLA N° 21: Listado de factores internos (fortalezas y debilidades) del SGC/AC
propuesto…………………………………………………………………………………….257
TABLA N° 22: Listado de factores externos (oportunidades y amenazas) del SGC/AC
propuesto…………………………………………………………………………………….257
TABLA N° 23: Descripción de composición de ingresos, egresos y resultado del
SGC/AC en el escenario más probable en un año estabilizado……………………….262
TABLA N° 24: Resultados esperados para el SGC/AC en distintos escenarios posibles,
los cuales quedan definidos por 2 variables y la combinación de sus valores……….263
TABLA N° 25: Puntos de equilibrio expresados en hectáreas asesoradas para los
distintos valores considerados de la variable precio, para el SGC/AC propuesto…...264
X
INDICE DE GRAFICOS
GRAFICO N° 1: Expansión del área en siembra directa en EEUU y en el MERCOSUR
(Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay)………………………………………………….116
GRAFICO N° 2: Evaluación de la superficie en siembra directa en Argentina……….121
GRAFICO N° 2a: Evolución del PBI agropecuario y la superficie en siembra directa en
Argentina……………………………………………………………………………………..127
GRAFICO N° 2b: Evolución del PBI agropecuario en Argentina………………………127
GRAFICO N° 2c: Evolución de la adopción de tecnologías en la agricultura
pampeana…………………………………………………………………………………....128
GRAFICO N° 3: Ingresos, egresos y resultados económicos del FSC en el período
1994 – 2003………………………………………………………………………………….166
GRAFICO N° 4: Importancia relativa de la superficie certificada en el esquema del FSC
en los distintos continentes………………………………………………………………...168
GRAFICO N° 5: Tasa de adopción de la certificación forestal del FSC a través del
tiempo por tipo de bosque………………………………………………………………….168
GRAFICO N° 6: Evaluación de la superficie total destinada a producción orgánica en
Argentina en el período 1995-2004……………………………………………………….205
GRAFICO N° 7: Evolución de la superficie destinada a la ganadería orgánica en
Argentina en el período 1995-2004……………………………………………………….205
GRAFICO N° 8: Evolución de la superficie destinada a la agricultura orgánica en
Argentina en el período 1995-2004……………………………………………………….206
GRAFICO N° 9: Evolución del número de explotaciones orgánicas bajo seguimiento en
Argentina desde 1995 a 2004……………………………………………………………..206
GRAFICO N° 10: Evolución de los volúmenes de producción orgánica comercializados
en Argentina (mercado interno y externo) en el período 1996-2004………………….207
GRAFICO N° 11: Importancia relativa de las provincias argentinas en el número de
explotaciones bajo seguimiento en producción orgánica para el año 2004………….210
GRAFICO N° 12: Superficie bajo seguimiento destinada a la producción vegetal
orgánica en Argentina………………………………………………………………………211
GRAFICO N° 13: Evolución del número de certificaciones ISO 14001 emitidas a nivel
mundial en el período 1999………………………………………………………………...235
GRAFICO N° 14: Crecimiento anual a nivel mundial del número de certificados ISO
14001 desde 1999 a 2004………………………………………………………………….236
GRAFICO N° 15: Principales 10 países según el número de certificados ISO 14001 a
diciembre de 2004…………………………………………………………………………..236
XI
INDICE DE FIGURAS
FIGURA N° 1: Economía de las instituciones……………………………………………..24
FIGURA N° 2: Esquema contractual simple..................................................................27
FIGURA N° 3: Alineación entre la forma de gobernancia, el perfil de recursos, y la
forma de gobernancia y perfil de recursos con las orientaciones estratégicas……….40
FIGURA N° 4: Panorama general del análisis de redes en cadenas…………………..46
FIGURA N° 5: Sistemas certificables en la cadena agroalimentaria…………………...66
FIGURA N° 6: Distribución geográfica de la red global del Forest Stewardship Council
(FSC)………………………………………………………………………………………….145
FIGURA N° 7: Familia de normas ISO 14000.............................................................221
FIGURA N° 8: Modelo conceptual del sistema de gestión ambiental…………………222
FIGURA N° 9: Matriz FODA para el SGC/AC propuesto……………………………….258
XII
DECLARACIÓN
Declaro que el material incluido en esta tesis, es a mi mejor saber y entender, original,
producto de mi propio trabajo, y que este material no ha sido presentado, en forma
parcial o total, como una tesis en esta u otra institución.
XIII
Resumen
La humanidad enfrenta actualmente un dilema entre producción y sustentabilidad de
difícil resolución. Por un lado, la demanda de alimentos continuara creciendo, ya que
se prevé que en los próximos cincuenta años la población que hoy supera los 6.000
millones de personas llegue a valores entre 9.000 millones y 11.000 millones de
habitantes. Por otro lado, la importancia de preservar el medioambiente es prioritaria;
es más, actualmente se exige que las actividades humanas cumplan con el paradigma
de las “4E” - “Economy, Ethics, Environment, and Energy ” (economía, ética, ambiente
y energía).
En consecuencia, la agricultura tiene el crucial desafío de producir alimentos de
manera creciente y el hacerlo minimizando su impacto ambiental. En este contexto, el
sistema de siembra directa aparece como un nuevo paradigma que se acerca mucho
más a la resolución del dilema, comparado con el sistema convencional basado en
labranzas. Sumado a ello, en el marco de los agronegocios la externalidad positiva de
la siembra directa – como expresión de la agricultura de conservación – puede ser
aprovechada para diferenciar positivamente al sistema; siendo la certificación una
herramienta que permitiría capturar el valor. El objetivo del presente trabajo es analizar
la factibilidad de desarrollar e implementar un esquema de certificación que permita
hacerlo factible. La Nueva Economía Institucional es el marco teórico que mejor
permite analizar esta problemática, apoyado en el estudio y diseño de la gobernancia
de las redes y las redes en cadena.
El trabajo aborda el estudio y descripción de esquemas de certificación ambiental
relacionados a la producción primaria, planteando finalmente un nuevo sistema de
gestión de calidad ambiental en agricultura de conservación, basado en siembra
directa. Concluye con la evaluación práctica de la factibilidad de implementar un
esquema como el descripto, analizando aspectos tecnológicos, organizacionales e
institucionales relacionados.
Palabras clave: calidad, redes, certificación, siembra directa
XIV
Abstract
Nowadays, humanity faces a dilemma between production and sustainability which is
difficult to solve. On the one hand, food demand is increasing given that it is anticipated
that in the next 50 years population, which today exceeds 6000 million people, could
reach figures between 9000 and 11000 millions of inhabitants. On the other hand, the
importance to preserve the environment is a high-priority. Besides, nowadays, it is
demanded that the human activities fulfil with the “4E” Paradigm - “Economy, Ethics,
Environment and Energy”
Therefore, agriculture has the crucial challenger to produce food in an increasing way
and reducing the environmental impact. In this context, the No Till System appears as
a new paradigm which is much closer to the solution of the dilemma, in comparison
with the Conventional Farming System. Besides, in the agro business context the
positive externalization of no till -as an expression of Conservative Agriculture- could
be exploited to positively differentiate the system, in this way the certification could be a
tool for obtaining of value. The goal of this work is to analyze the feasibility to develop
and implement a certification outline which permits to make it feasible. The New
Institutional Economy is the theoretical framework which permits a better analysis of
this issue, based on the study and design of the government of nets and chain nets.
Key words: quality, nets, certification, no till.
1
CAPITULO I – EL PROBLEMA DE INVESTIGACIÓN
En este capítulo se presenta el problema de investigación, los objetivos, la delimitación
del universo de investigación y las preguntas que surgen; para culminar con el planteo
formal de la hipótesis de trabajo, tanto la principal como las secundarias.
1.1.
INTRODUCCION
Un paradigma constituye un marco conceptual y operativo de referencia. Es un
esquema conceptual para el análisis de la realidad y la intervención. Es una
construcción compleja y dinámica para la interpretación de los fenómenos, a la vez
que facilita los procesos de transformación.
Actualmente, se reclama que cualquier actividad productiva contemple el paradigma
de las tres “E”, haciendo alusión a los vocablos en lengua inglesa “Economy, Ethics,
and Environment” (economía, ética y ambiente). Es más, algunos autores y trabajos
proponen hablar del paradigma de las cuatro “E”, agregando la palabra “Energy”
(energía); en referencia a que las actividades humanas sean energéticamente
sustentables. La agricultura y producción de alimentos no escapan a esta realidad. En
consecuencia, se exige que sean actividades económicamente rentables, para que
sean viables desde el punto de vista empresario; moral y socialmente aceptada; y
respetuosa del ambiente; esto es que no se afecte en forma negativa la calidad de los
recursos involucrados, incluyendo las fuentes de energía utilizadas. En síntesis, como
lo afirma Solbrig (2002) el desarrollo de una agricultura productiva, rentable y
sustentable ambientalmente es uno de los grandes desafíos de la humanidad para el
Siglo XXI.
2
Sin embargo, el mayor porcentaje de la agricultura mundial actual no cumple con estos
requisitos. Históricamente, agricultura es sinónimo de labranzas; y en consecuencia,
de erosión hídrica, eólica, contaminación de cursos de agua por arrastre de moléculas
químicas como resultado de la erosión eólica, uso de fuente energéticas no
renovables, emisión de dióxido de carbono a la atmósfera y recalentamiento global
ambiental (Derpsch,2002; Trucco, 2001; Solbrig, 2002).
La contra cara de este fenómeno lo constituye la agricultura que desde hace 20 años
vienen practicando de manera creciente los países miembros de CAAPAS –
Confederación de Asociaciones Americanas Para una Agricultura Sustentable – dentro
de los cuales AAPRESID (Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa)
es uno de sus fundadores. En línea con lo anterior, las experiencias en Europa
representada por los países miembros de la Federación Europea de Agricultura de
conservación (ECAF, por sus siglas en inglés), si bien es reciente, presenta resultados
coincidentes. En Estados Unidos, asociaciones como No-till on the plains hacen lo
propio; existiendo ejemplos similares en países de todos los continentes.
A nivel nacional, Argentina cuenta con más de 16 millones de hectáreas sembradas
bajo siembra directa (AAPRESID, 2005); sistema productivo que no utiliza labranzas, y
que es considerado el máximo exponente de la agricultura de conservación. En
consecuencia, el 60% de la actividad agropecuaria argentina está conceptualmente
mucho más cerca del paradigma de las “4 E” que los sistemas con labranzas que
caracterizan actualmente la agricultura mundial.
La siembra directa, concebida como sistema integral de producción – esto es bajo un
plan rotacional con alto aporte de rastrojos y fertilización que reponga la extracción de
nutrientes – permite producir granos y alimentos sin deterioro de los recursos
involucrados; e incluso generando externalidades positivas sobre el ambiente. Sin
3
embargo, existen dos factores que actualmente limitan las posibilidades de
reconocimiento de los beneficios brindados; uno es la escasa difusión y capacitación
de la información sobre este tópico a nivel sociedad, y el otro es la ausencia de un
mecanismo formal que le permita, por un lado, al consumidor reconocer de manera
tangible y cuantificable estas externalidades, y por otro, capturar el valor de la
externalidad. Este último fenómeno de captura de valor, podría darse por un aumento
en los ingresos – producto de un precio diferencial - o bien, por acceso preferencial a
determinados mercados.
La experiencia reunida en Argentina – principalmente en AAPRESID - y en términos
amplios en CAAPAS, ECAF, y otras asociaciones plantea el desafío de transformar
esa externalidad positiva sobre el ambiente en un “sello” o “marca” que se convierta en
una herramienta de diferenciación para la agricultura practicada bajo siembra directa;
siendo, a su vez, la forma de capturar el valor creado.
Son los consumidores, finalmente los que traccionan cualquier cadena comercial –
incluida la de los alimentos – por lo que se torna prioritario que estén informados
respecto a las virtudes de la agricultura de conservación – como se conoce
mundialmente a la siembra directa - si es que se quiere generar una demanda de
productos que provengan de procesos productivos sustentables. Una de las
estrategias que va en línea con el logro de este objetivo es la creación de un
“Certificado de calidad ambiental para la agricultura de conservación bajo siembra
directa”. De ser factible, el certificado se convertiría en un elemento de diferenciación
que agrega valor al producto final, dando la posibilidad al consumidor de optar por
productos que cumplan con el paradigma de las “4 E”. A su vez, si el certificado es
confiable y agrega información de valor es una herramienta elemental para que el
consumidor pueda elegir con mayor precisión y seguridad.
4
1.2. ESTRUCTURA DEL TRABAJO
El presente trabajo está estructura de la siguiente forma: El capítulo 1 presenta el
problema de investigación, los objetivos, la delimitación del universo de investigación y
las preguntas que surgen; para culminar con el planteo formal de la hipótesis de
trabajo.
El capítulo 2 describe la metodología de investigación a ser empleada, discutiendo y
fundamentando el esquema seleccionado para la presente tesis.
El capítulo 3 brinda el marco teórico y el enfoque analítico con que se analizará la
temática. Se discute el conflicto actual entre producción y sustentabilidad, haciendo
foco sobre el dilema entre evolución de la demanda de alimentos a nivel mundial, la
disponibilidad finita de recursos, y el impacto de la actividad humana sobre ellos. Se
presenta el paradigma de las “4 E” – economy, ethics, environment, y energy- y las
características de la sociedad de la información como contexto actual de la
humanidad. Se describe al sistema de siembra directa y su difusión actual a nivel local
y mundial. Finalmente, se discute la funcionalidad de los sistemas de aseguramiento
de la calidad como herramientas de diferenciación, creación y captura de valor, y se
realiza una breve descripción del estado actual de conocimiento en materia de
indicadores de calidad de suelos y buenas prácticas agrícolas.
El capítulo 4 presenta los resultados de estudios de casos empíricos de sistemas de
aseguramiento de la calidad o de diferenciación existentes en la producción primaria,
los negocios agroalimentarios o generales, que estén focalizados hacia el plano
ambiental. Se presenta también, la nueva propuesta de certificación
basada en
agricultura de conservación. Finalmente, se analizan los tres casos, la propuesta de
certificación y su relación con el marco teórico utilizado y las hipótesis de trabajo.
5
En el capítulo 5 presentan las conclusiones surgidas del trabajo, y se discuten sus
limitaciones y las futuras investigaciones necesarias.
Finalmente, el capítulo 6 enumera la bibliografía consultada.
1.3. FORMULACIÓN DE LA SITUACIÓN PROBLEMA
El problema está centrado en la contestar los siguientes interrogantes: ¿Por qué un
productor agropecuario estaría interesado en implementar un sistema de certificación
de calidad ambiental? ¿Qué conduciría a un consumidor a exigir o seleccionar
productos que hayan sido generados por sistemas productivos ambientalmente
sustentables? ¿Por qué la construcción de un certificado de calidad ambiental de
producción primaria crea valor y permite capturarlo?
Los planteos se sustentan en que en la actual sociedad de la información el medio
ambiente alcanza una importancia mayúscula en los procesos de desarrollo y –
recíprocamente – surge la necesidad absoluta de un nivel de desarrollo satisfactorio
para poder alcanzar una conservación dinámica del medio ambiente, de los recursos
naturales y de la biodiversidad (di Castri, 2003).
En la actual sociedad de la información basada en los servicios, el medioambiente es
revalorizado por los servicios ecológicos esenciales que puede brindar : el reciclaje de
los elementos nutritivos y la descontaminación natural de la tierra y del mar, la
conservación de la calidad del agua, del suelo y del aire, la regulación de los sistemas
climáticos, los mecanismos de regulación de animales y plantas, incluyendo la
polinización, el control natural de las plagas y de las invasiones biológicas, la
conservación de los paisajes incluso en sus dimensiones estéticas, culturales,
6
recreativas y espirituales (di Castri, 1988). Resolver la aparente contradicción entre
producción de alimentos para una demanda creciente, y mantener la productividad de
los recursos naturales y la biodiversidad es una de los desafíos más grandes que
enfrenta la humanidad globalmente.
1.4. JUSTIFICACION E IMPORTANCIA DEL TEMA SELECCIONADO
Según lo planteado por Castro (1978) para seleccionar un tema de investigación
deben observarse los criterios de originalidad, importancia y viabilidad.
Actualmente, si bien existen casos de certificación ambiental como las normas ISO
14000, la certificación orgánica en producción primaria, la certificación del Forest
Stewardship Council (FSC) para producción forestal, entre otros, no hay reportes de
investigaciones sobre sistemas de certificación de la producción en siembra directa,
como sistema extensivo agrícola; y menos aún un listado de Buenas Prácticas
Agrícolas en Siembra Directa, con potencialidad de certificación. Es más, a nivel
mundial la siembra directa se esboza como la “agricultura del futuro”; por lo que
realizar un estudio para analizar la factibilidad de elaborar un certificado de
sustentabilidad ambiental de este sistema, aparece como un planteo que cumple con
el requisito de originalidad.
Por otro lado, las acciones tendientes a realizar un manejo sustentable de los recursos
productivos – principalmente suelo, aire y agua – para la obtención de alimentos en
cantidad y calidad ajustados a la demanda mundial creciente es un tema de
trascendental importancia en este tramo de la historia de la Humanidad. Máxime si ello
se realiza bajo emprendimientos empresarios rentables, sin necesidad de recibir
recursos derivados de otras actividades; es decir, con viabilidad económica genuina.
7
Todo ello, justifica el cumplimiento de del requisito de importancia, que una
investigación demanda.
En cuanto al requisito de viabilidad, es factible la exploración del tema a partir del
referencial teórico propuesto, el cual estará apoyado metodológicamente en un estudio
multicasos, como será descripto en el capítulo 2; adecuándose a los objetivos
propuestos en el presente trabajo.
1.5 OBJETIVOS DE LA INVESTIGACION
En el trabajo se discuten aquellos aspectos relacionados a la certificación de la calidad
ambiental en sistemas de producción primarios; siendo el objetivo principal de la
investigación evaluar la factibilidad de implementación de un nuevo certificado de
calidad ambiental para sistemas agrícolas en siembra directa como herramienta de
diferenciación, creación y captura de valor.
A su vez, se plantean una serie de objetivos específicos que se detallan a
continuación:
- Seleccionar el marco teórico que permita estudiar en su real dimensión la temática
de la certificación en el contexto de los agronegocios.
- Describir y discutir determinadas certificaciones existentes de calidad ambiental en
el marco de los agronegocios.
- Investigar y seleccionar indicadores de sustentabilidad ambiental, principalmente
edáficos y listado de buenas prácticas que sirvan de parámetros necesarios para la
confección técnica del certificado de agricultura extensiva en siembra directa.
8
- Discutir si los esquemas de certificación de basamento ambiental agregan valor a
las empresas que lo implementan.
1.6. DELIMITACIÓN DE LA INVESTIGACIÓN
El trabajo de investigación se centra en el estudio y comparación de tres
certificaciones de calidad existentes o aplicables en el sector de la producción primaria
con foco en el plano ambiental, y relacionados con sistemas de agronegocios.
Específicamente, se analizan la Certificación de la Producción Orgánica en Argentina,
el certificado del Forest Stewardship Council (FSC) para producción forestal y
maderable, y la implementación de las normas ISO 14.000 para gestión ambiental.
Se realizó un estudio de carácter cualitativo a partir de la lectura de los protocolos de
certificación y el estudio de casos. Ello se complementó con entrevistas a ejecutivos
de empresas que hayan implementado estos certificados o con directivos de los
organismos de certificación.
1.7. HIPOTESIS DE TRABAJO
HIPOTESIS PRINCIPAL
La hipótesis de trabajo de la investigación se puede enunciar de la siguiente manera:
“En función a la experiencia productiva de Argentina en siembra directa el diseño e
implementación de un certificado de agricultura sustentable basado en siembra directa
es una herramienta aplicable a las empresas agropecuarias que permite diferenciar la
producción”.
9
HIPOTESIS SECUNDARIAS
Hipótesis A: El marco teórico brindado por la Nueva Economía Institucional y los
costos de transacción resulta adecuado para el estudio y análisis de certificaciones de
calidad en el marco de los agronegocios.
Hipótesis B: El diseño en redes es apropiado para la implementación de
certificaciones de calidad ambiental de sistemas productivos, que tengan proyección
internacional.
Hipótesis C: La existencia de indicadores de calidad edáfica de basamento científico,
junto a un conjunto de buenas prácticas agrícolas permite la creación de un certificado
científicamente probado que diferencie esquemas manejo productivo por su diferente
grado de sustentabilidad ambiental.
Hipótesis D: La certificación de calidad ambiental es un elemento clave que agrega
valor a empresas dedicada a la producción de agroalimentos que lo implementan.
Las hipótesis – principal y secundarias - no fueron testadas formalmente; aunque se
realizó una profunda discusión en torno a la factibilidad de diseñar e implementar un
certificado de agricultura sustentable basado en siembra directa, a partir del análisis de
otras certificaciones existentes que guardan cierto grado de similitud por pertenecer al
mismo sector y por centrarse en el concepto de gestión ambiental. Se espera que
este trabajo, con la confección del protocolo de buenas prácticas agrícolas y el listado
de indicadores de calidad de suelo, sirva como base para la real implementación de la
certificación propuesta.
10
CAPITULO 2 – METODOLOGIA
En el capítulo 2 se realiza una descripción pormenorizada de la metodología de
investigación. Se discute la epistemología en el marco de los agronegocios, sus
métodos y rigor. Finalmente, se describen el método “Estudio de casos múltiples, y se
dan la razones de su elección en el marco del presente trabajo.
2.1. EL TIPO DE INVESTIGACION
En la primera etapa de la investigación se realizó un abordaje exploratorio de la
temática mediante revisión bibliográfica, revisión de artículos específicos en revistas
especializadas y portales de Internet específicos, de trabajos y conferencias brindadas
por especialistas en congresos y seminarios y mediante entrevistas informales no
estructuradas, con actores del sector. El objetivo perseguido con esta primera
aproximación fue la familiarización con la temática de la certificación y el contexto que
rodea e influye en el negocio de la certificación ambiental de procesos productivos
relacionados con los agronegocios. Posteriormente, a esta primera etapa exploratoria,
se profundizó la investigación mediante la realización de un estudio multicasos.
2.2. EL METODO DE INVESTIGACIÓN
2.2.1 La epistemología de los Agronegocios: Métodos y rigor
Antes de seleccionar y aplicar la metodología de investigación para el presente
trabajo, se efectuó una revisión bibliográfica sobre la epistemología de los
Agronegocios; lo cual permitió – en función al tipo de temática en estudio - seleccionar
el método de investigación.
11
Peterson (1997) en su trabajo “La epistemología de los Agronegocios: pares, métodos
y rigor” plantea que los académicos en gestión de agronegocios se encuentran entre
dos conjuntos de pares: los académicos en economía agraria y los pares de la
industria en empresas de agronegocios. En consecuencia, el investigador en
agronegocios
se
encuentra
entre
dos
lógicas
de
razonamiento
totalmente
contrapuestas, creando una situación de compromiso difícil de manejar. Por un lado,
los ejecutivos de las empresas – inmersos en un mundo de decisiones de negocios
cotidianas – son críticos del lenguaje y método demasiados intelectuales; en tanto, que
los pares académicos exigen aportes elegantes y rigurosos al conocimiento básicos,
tildando a gran parte de la investigación en agronegocios de “periodismo” o de ser
inadecuadamente cualitativa o subjetiva.
Para los alcances de este trabajo, la discusión se centra en fundamentar el por qué el
abordaje de los agronegocios reviste rigor científico, aunque lo haga desde un enfoque
diferente que el de los académicos de la economía agraria.
La epistemología predominante en este último grupo es el positivismo; modo de
conocer intrínsecamente científico. El conocimiento positivista deriva de la teoría.
Se lo adquiere a través de la deducción. Es abstracto en el sentido que el detalle y el
ruido del contexto se filtran y se compactan en busca de una estructura subyacente de
causa y efecto. El conocimiento positivista aspira a ser un conocimiento objetivo, tener
validez constructiva y ser verificable (Peterson, 1997). En consecuencia, el deseo de
claridad y coherencia lleva al investigador académico hacia los modelos matemáticos
con variables bien definidas, identificación exacta y medición controlada. De hecho, la
mayor fortaleza del conocimiento positivista yace en su claridad y coherencia.
Sin embargo, Peterson (1997) afirma que el conocimiento positivista está limitado por
su nivel de abstracción. La búsqueda de una estructura subyacente, la búsqueda de
12
claridad y de coherencia hace que el conocimiento positivista preste poca atención a la
riqueza de detalle de una situación holística. Tiene una vigencia limitada en cuanto
que su relevancia contextual es baja; y por lo tanto, su aplicabilidad a una situación
particular es limitada. La capacidad de generalización de la validez estadística tiene
poca relevancia para un tomador de decisiones quien debe actuar en un entorno que
se asemeja pero que no cumple exactamente con las condiciones en las cuales se
sostenía el conocimiento positivista. En suma, el conocimiento positivista no es
ejecutable precisamente porque su claridad y coherencia no conducen a un adecuado
detalle de cómo y por qué han de realizarse ciertas acciones. Asimismo, el
conocimiento positivista se ve debilitado si la propia estructura de causa y efecto
subyacente que dice explicar está cambiando. Si la estructura está cambiando,
entonces todo lo aprendido a partir del conocimiento queda abierto al cuestionamiento.
Bonoma (1985) aborda dos aspectos críticos que destacan la no adecuación, en
determinadas circunstancias del enfoque positivista en el mundo de investigación de
los agronegocios. En primer lugar, sostiene que cuando la teoría está bien
desarrollada y las cuestiones clave son la precisión de medición o la determinación de
causalidad estricta, entonces el conocimiento positivista es deseable. Solo el
conocimiento positivista resultará en desconfirmación o falsificación. Sin embargo,
cuando la teoría no está bien desarrollada o es cambiante y las cuestiones clave son
la descripción, clasificación y comparación precisa, entonces el conocimiento
positivista tiene una aplicación limitada. Además, el conocimiento positivista es de
poca ayuda cuando el problema en cuestión no está bien definido. En consecuencia,
como sub-área de la gestión, los agronegocios enfrentan los mismos desafíos de
investigación de otras sub-áreas de esta materia. Aún no existe un cuerpo
considerable de teoría bien desarrollada a partir de la cual se deriven hipótesis que
puedan ser desconfirmadas estadísticamente. Los agronegocios necesitan estar en el
13
modo de desarrollo de teoría antes que en el de desconfirmación de teoría. Así las
cosas, el valor de los métodos positivistas es, al menos, cuestionable.
La segunda característica que da Bonoma (1985) de los problemas de investigación es
la de los fenómenos de interés. Aquí propone dos subcategorías para el análisis.
Primero, ¿los fenómenos de interés pueden ser estudiados lejos de su entorno
natural? Segundo, ¿los fenómenos son cuantificables? Si la respuesta a ambas
preguntas es sí, se dará preferencia al conocimiento positivista y sus métodos de
investigación.
En
este
caso, se
puede minimizar
la
preocupación
por la
correspondencia y la prescripción mientras que la claridad y la coherencia primarán.
Por el contrario, si la respuesta a ambas preguntas es no, entonces el positivismo es
de mucha menor utilidad. Los problemas de investigación de la gestión de los
agronegocios exhiben ambas características de fenómenos que no están incluidas en
las fortalezas del positivismo.
Peterson (1997) agrega una tercera limitante a la epistemología positivista para el
abordaje de estudios de agronegocios que se relaciona con el grado de estabilidad de
la estructura causal subyacente. Al respecto, plantea que si la estructura es estable, el
conocimiento positivista es posible y sus métodos se pueden seguir. No obstante,
sostiene que en tiempos de cambio estructural significativo, el conocimiento positivista
es de uso muy limitado. Una vez más, los temas de investigación de mayor relevancia
para el saber de los agronegocios quedan fuera del alcance positivista.
Dada la inadecuación de la epistemología positivista para el estudio e investigación en
el mundo de los agronegocios, Peterson (1997) plantea una alternativa: la
epistemología fenomenológica, la cual se la conoce también como hermenéutica,
investigación naturalista, construccionismo social, investigación del nuevo paradigma,
o conocimiento de la reflexión en acción.
14
En el corazón de la epistemología fenomenológica se encuentra la noción que los
fenómenos de interés no pueden ser separados de su contexto. Para estudiar un
fenómeno humano, el investigador debe entender la naturaleza holística de la
situación que lo creó. La conducta y el contexto son esencialmente interdependientes.
Según esta visión, la realidad está socialmente construida por los actores involucrados
en los fenómenos (Peterson, 1997).
El conocimiento fenomenológico es científico. Su ciclo Kanteano de inducción,
deducción y validación es una forma del método científico. El conocimiento
fenomenológico es abstracto en cuanto se articula en el medio de las palabras y de las
ideas. Puede cumplir con los criterios de objetividad, claridad, coherencia e integridad
de los datos. No obstante, el grado con el que cumple dichos criterios difiere del
conocimiento positivista (Peterson, 1997).
El conocimiento fenomenológico tiene rigor. Si se define al rigor como el cumplimiento
minucioso de los experimentos de validez y confiabilidad científicas, la evaluación de
la investigación fenomenológica puede incluir los mismos conceptos de validez y
confiabilidad de la investigación positivista. Sobre esta base, es posible articular
normas de rigor apropiadas que diferirán, sin embargo, de las normas positivistas. El
conocimiento fenomenológico, basado en la complejidad y ambigüedad de las
decisiones reales, jamás logrará el nivel de claridad o de coherencia que, como se dijo
anteriormente, constituyen el sello del conocimiento positivista. Esto se compensa con
una mayor correspondencia y mejor prescripción. El conocimiento fenomenológico es
ejecutable puesto que es posible preservar en su mayor parte la riqueza del contexto
al tiempo que se sacrifica cierto grado de abstracción (Peterson, 1997).
15
En contraposición con el conocimiento positivista, el conocimiento fenomenológico
tiene mayor aplicación en las situaciones de investigación en donde la teoría
establecida es débil o inexistente, los fenómenos de interés no son fácilmente
cuantificables ni separables del contexto y la estructura de causa y efecto subyacente
es inestable o no se compadece con la teoría general. Al respecto, los fenómenos
actuales de mayor interés para los estudiosos de agronegocios (por ej. la
industrialización de la agricultura) y para la gestión se compadecen más con el
enfoque fenomenológico. Finalmente, se concluye que los estudiosos de agronegocios
pueden servir tanto a sus pares de la gestión real de negocios, como a los académicos
de
la
economía
agraria
desde
la
base
del
conocimiento
fenomenológico
(Perterson,1997).
En el presente trabajo el método de investigación seleccionado es el “Estudio de
Casos Múltiples”, el cual es un método cualitativo y fenomenológico. Al respecto,
Sterns et al (1998) afirma que los casos de estudio, a menudo, están enmarcados en
una comprensión del conocimiento tal que los fenómenos de interés no pueden
separarse de su contexto; o sea, se logra el conocimiento mediante la reflexión sobre
la acción humana y de cómo esta acción emerge de las reflexiones personales de los
actores individuales.
2.2.2. El método de “Estudio de casos múltiples”
En el presente apartado se analizan las características principales del método de
estudios de casos múltiples y se justifica su elección como método de investigación
para el presente trabajo de tesis.
A medida que los economistas agrícolas expanden su agenda de investigación al
manejo de los agronegocios, están encontrando que las estrategias tradicionales de
16
investigación que se centran fundamentalmente en encuestas y análisis de los datos
de archivo son, en determinadas ocasiones, limitadas en cuanto a su aplicabilidad y
alcance. La investigación de los casos de estudio, como estrategia general de
investigación para recoger información y construir y testar teorías, puede brindar a los
investigadores de agronegocios una ayuda en la solución de este dilema (Sterns et al,
1998).
La investigación de casos de estudio tiene un determinado conjunto de
objetivos, epistemología, metodología, y métodos que han sido desarrollados y
testados en un amplio rango de situaciones académicas y de solución de problemas.
Este abordaje del estudio e investigación en agronegocios es capaz de generar un
robusto y comprensivo arreglo de conocimiento acerca de los dinámicos, altamente
interdependientes, y complejos fenómenos económicos y sociales (Sterns et al, 1998).
La investigación por medio de los estudios de caso ha sido encuadrada en el
grupo de métodos denominados cualitativos, que se caracteriza por un mayor enfoque
en la comprensión de los factores que en su propia medición. Contrasta por lo tanto,
con los métodos cuantitativos, que se preocupan con más intensidad en medir
fenómenos y son aplicados normalmente a muestras más extensas (Lazzarini,1997).
Sobre este mismo enfoque, Yin (1989) disiente de la simple clasificación del estudio de
caso como método cualitativo. Según el autor, los estudios de caso pueden ser hechos
tanto por medio de evidencias cualitativas como por medio de las cuantitativas.
Diferencia, de esta manera, los tipos de evidencias (a partir de datos cuantitativos o
cualitativos) y los métodos de investigación envueltos, a los cuales prefiere denominar
“estrategias”, donde se incluyen los estudios de caso. Eisenhardt (1989), incluso, llega
a afirmar que el uso simultáneo de datos cualitativos y cuantitativos en estudios de
caso, acaba generando un efecto sinérgico, aliando el rigor de las evidencias
cuantitativas al mayor nivel de detalle de las cualitativas.
17
El método de estudios de caso, en particular, se propone investigar un
fenómeno contemporáneo dentro de su contexto real - donde los límites entre el
fenómeno y el contexto no son claramente percibidos- por medio de múltiples fuentes
de evidencia: entrevistas, archivos, documentos, y observación (Yin, 1989). La
posibilidad de usar varias fuentes de evidencias es considerada por Lazzarini (1997)
una de las particularidades y ventajas de la investigación basada en estudios de caso.
Es más, sostiene que el método de estudio de casos resulta en un método de
investigación hábil y sensible para analizar un fenómeno dentro de su contexto más
amplio, en situaciones donde esta inserción trae reales beneficios a la investigación.
Según Yin (1989), el estudio de caso surge como método potencial de
investigación cuando se desea entender un fenómeno social complejo. Tal
complejidad presupone un mayor nivel de detalle de las relaciones dentro y entre los
individuos y organizaciones, bien como los intercambios que se procesan con el medio
ambiente en los cuales están insertos.
Para Sterns et al (1989) el enfoque del caso de estudio es, particularmente,
indicado cuando los objetivos de la agenda de investigación son (1) realizar una
investigación aplicada y tendiente a la solución del problema, (2) para construir una
nueva teoría, y/o (3) para testear una teoría existente. Los lineamientos para
realización de este tipo de investigación están bien fundamentados en una
epistemología pluralista y en una metodología ecléctica.
Por su parte, Yin (1989) cita cuatro aplicaciones básicas de este modo de
investigación:
•
Explicar las relaciones causales en intervenciones en la vida real muy complejas
para los métodos cuantitativos;
18
•
describir un contexto de la vida real en el cual ha ocurrido alguna intervención;
•
ilustrar determinados casos en que las intervenciones han sido efectuadas, y
•
explorar situaciones en que la intervención evaluada no presenta resultados
perfectamente claros al investigador.
Yin (1989) agrega también una alta importancia al “foco temporal”. Según
el autor, el estudio de casos se basa en las mismas técnicas del análisis histórico, pero
adiciona dos fuentes de evidencia no usualmente incluidas en el repertorio de los
historiadores: observación directa y entrevista sistemática. El estudio de casos, sería
de esta manera adecuado al estudio de eventos contemporáneos, lo cual lo torna más
poderoso que el análisis histórico, pues presenta la capacidad adicional de tratar con
una variedad más amplia de evidencias (Lazzarini, 1997).
Por su parte, Bonoma (1985) sostiene que evidencias de carácter cualitativo
pueden ser más eficaces cuando el objetivo es construir teorías, pues permitirán
comprender más profundamente el fenómeno, en su propio contexto; estando el
estudio de caso encuadrado en este enfoque.
Básicamente puede decirse que el método del estudio de caso, para fines de
investigación, encaja bien en situaciones dónde el fenómeno es comprensivo y
complejo, dónde el cuerpo teórico es insuficiente para establecer preguntas causales y
dónde el fenómeno no puede ser estudiado fuera de su contexto sin perder la utilidad
de la investigación (Bonoma, 1985).
La investigación de casos de estudio es capaz de generar un arreglo robusto y
comprensivo de conocimiento acerca de fenómenos socio-económicos altamente
interdependientes y dinámicos. En consecuencia, en el contexto específico de la
investigación de agronegocios, los casos de estudios son una estrategia alternativa
19
viable de investigación para los economistas agrícolas que intentan tratar un conjunto
de temas para los que resultan inadecuados y limitados tanto en aplicación como
alcance, los enfoque de investigación más tradicionales (Sterns et al, 1998).
Por todo lo expuesto, y como metodología de trabajo para este trabajo de tesis
se decidió adoptar el método de estudios de casos múltiples.
20
CAPITULO 3 – MARCO TEORICO DE REFERENCIA
En el capítulo 3 se realiza una revisión bibliográfica por los principales abordajes
teóricos que serán utilizados como base para el análisis del presente trabajo de tesis.
Se realiza una descripción de los marcos teóricos que incluyen la Nueva Economía
Institucional, el diseño de gobernancia de las redes, el análisis de redes en cadena, la
sociedad de la información como contexto en los agronegocios y calidad como clave
competitiva sistémica y de la empresa. Se presenta también una descripción y estado
de difusión a nivel mundial del sistema de siembra directa. Finalmente, se analizan y
describen indicadores de sustentabilidad, con énfasis en indicadores de calidad
edáfica y su relación con las buenas prácticas agrícolas.
3.1 AGRONEGOCIOS, MARCO TEÓRICO DE ANÁLISIS
El análisis de la dinámica real de los negocios desde una perspectiva teórica
encuentra en la economía neoclásica ortodoxa una serie de dificultades. Los
supuestos de competencia perfecta, elevado número de compradores y vendedores,
productos homogéneos, información completa, movilidad de factores y libertad de
entrada no se presentan fácilmente en el mundo real de la economía y los negocios.
Coase (1960) llamó a esta aproximación, economía del nirvana o economía de
pizarrón. En contraposición a la visión neoclásica, el mundo de la economía real o de
los negocios es un mundo de competencia imperfecta, reducido numero de agentes
económicos, productos diferenciados, información incompleta, restricciones a la
movilidad de los factores y barreras al ingreso.
Coase (1988) propone, entonces, un abordaje al problema económico desde
una serie de disciplinas: la economía, el derecho, las ciencias políticas, la psicología
21
social, y la antropología, entre otras ciencias sociales. Ya en su trabajo “The nature of
the firm” (La naturaleza de la firma), Coase (1937) comienza a esbozar los inicios de lo
que North (1990) denominó “una revolución en la economía”.
3.1.1 La Nueva Economía Institucional (NEI)
La nueva economía institucional es un vasto campo multidisciplinario y
relativamente nuevo que incluye aspectos de economía, historia, sociología, ciencias
políticas, organización empresarial y derecho (Kherallah y Kirsten, 2001).
Matthews (1986), en su discurso ante la Real Sociedad Económica, afirmó que “la
economía de las instituciones se ha convertido en una de las áreas más dinámicas de
nuestra disciplina” (Matthews, 1986); planteando dos proposiciones: primero, “las
instituciones sí importan” y, segundo, “las determinantes de las instituciones son
susceptibles de análisis por medio de las herramientas de la teoría económica”.
Williamson acuñó la frase “Nueva Economía Institucional (NEI)” para distinguirla de
la vieja economía institucional. La vieja escuela institucional sostenía que las
instituciones eran un factor clave para explicar y ejercer influencia sobre el
comportamiento económico, pero que la NEI tenía muy poco rigor analítico y ningún
marco teórico. Operaba por fuera de la economía neoclásica y no había teoría
cuantitativa alguna de donde derivar generalizaciones confiables o elegir políticas con
fundamento. Sin embargo, la economía neoclásica, en cambio, restaba importancia al
papel de las instituciones; los agentes económicos operaban prácticamente en el vacío
(Kherallah y Kirsten, 2001).
22
Por lo expuesto, en el presente trabajo se toma a la Nueva Economía Institucional
como el marco teórico para analizar las relaciones en el contexto de la certificación de
calidad ambiental de la siembra directa.
La NEI toma al hombre tal cual es, descartando los supuestos poco realistas de la
economía neoclásica - información perfecta, costos de transacción cero, total
racionalidad- y mantiene el supuesto de la existencia de individuos maximizadores de
una función objetiva sujeta a restricciones.
La NEI tiene como fin explicar los factores que determinan las instituciones y su
evolución en el tiempo, además de evaluar su impacto en el desempeño económico, la
eficiencia y la distribución (Nabli y Nugent, 1989).
En tal sentido, una institución se define como un conjunto de reglas de conducta
formales (leyes, contratos, sistemas políticos, organizaciones, mercados, etc.) e
informales (normas, tradiciones, costumbres, sistema de valores, religiones,
tendencias sociológicas, etc.) que facilitan la coordinación o rigen las relaciones entre
individuos o grupos (Kherallah y Kirsten, 2001); brindando mayor certidumbre a la
interacción humana (North, 1990). Es el conjunto de reglas, escritas (formales) y no
escritas (informales) que dan el marco dentro del cual el hombre actúa.
Desarrollando más profundamente el tema Williamson (1999) propone el abordaje del
análisis social en cuatro niveles o dimensiones (figura 1). Cada nivel superior impone
restricciones sobre el nivel inmediatamente inferior; en tanto, que los niveles inferiores
retroalimentan a los superiores.
El nivel superior es el nivel de implantación social. En él se ubican las normas, usos
y costumbres, tradiciones, y la religión. Si bien algunos historiadores económicos y
23
otros estudiosos de las ciencias sociales analizan el Nivel 1, la mayoría de los
economistas institucionales lo toman como dado. A este nivel, las instituciones
cambian muy lentamente (en siglos o milenios). Es la porción de las reglas de juego
que, a los fines prácticos, parecieran ser casi inalterables, debido su muy lenta
modificación en términos de tiempos humanos.
Al segundo nivel se lo denomina ambiente institucional. Las estructuras que se
identifican aquí son, en parte, producto de procesos evolutivos, pero también se
plantean oportunidades de diseño. Al superar las restricciones informales del Nivel 1,
introducen reglas formales, como constituciones, leyes, y derechos de propiedad
(North, 1991; Williamson, 1999). En consecuencia, y dado que existen oportunidades
de diseño, cobra sentido el concepto de “economía de primer orden”. El objeto de
estas economías es la transparencia y vigencia de las reglas de juego. A diferencia del
nivel 1, los cambios y las oportunidades de diseño son factibles de realizar, si bien en
tiempos prolongados, pero sensibles o visibles en tiempos humanos. Los instrumentos
de diseño del Nivel 2 incluyen las funciones ejecutiva, legislativa, judicial y burocrática
del Estado; así como la distribución de poderes en los distintos niveles de gobierno
(federalismo).
A pesar de su importancia para la productividad de una economía el rediseño del
ambiente institucional es lento, del orden de décadas o siglos; aunque pueden ocurrir
ventanas temporales - como guerras, crisis financieras, o golpes de Estado - que
permitan grandes cambios drásticos. En este nivel aparece con importancia la
definición y aplicación de los derechos de propiedad y de las leyes contractuales
(Williamson, 1999).
24
FIGURA N° 1: Economía de las instituciones.
Fuente: Williamson (1999)
Al respeto, Coase (1960) introduce el argumento que “un sistema de empresa privada
no puede funcionar adecuadamente a no ser que se creen derechos de propiedad en
la forma de recursos y, una vez hecho esto, aquél que desee utilizar un recurso debe
pagarle al propietario para obtenerlo. Desaparece el caos y también el estado, excepto
que se necesita, por supuesto, un sistema legal para definir los derechos de propiedad
y para arbitrar los conflictos” (Coase, 1960). Del mismo modo, Coase (1960) plantea
25
que las externalidades se pueden internalizar si los derechos de propiedad están bien
establecidos. Es decir, que si los derechos de propiedad están definidos claramente, y
si no hay costos de transacción, una externalidad puede ser internalizada entre dos
actores privados mediante una negociación.
Según Williamson (1989) esta definición muestra tanto fortalezas como debilidades. La
fortaleza consiste en poner a los derechos de propiedad en primer plano, resaltando
su importancia. La debilidad consiste en asegurar que el sistema jurídico eliminará el
caos al definir y aplicar los derechos de propiedad, suponiendo como fácil, sencilla y
sin costo esta tarea. A los fines, del presente trabajo se coincide con la visión de
Williamson ya que se entiende que los costos de transacción serán siempre positivos;
sin embargo, el aporte que realiza Coase respecto a la posibilidad de internalizar una
externalidad mediante la definición de los derechos de propiedad resulta clave para los
objetivos de la presente investigación.
Por su parte North (1990) analiza comparativamente el ambiente institucional y la
vigencia de los derechos de propiedad en varios procesos de desarrollo económico,
determinado que la plena vigencia de las instituciones mencionadas garantiza una
mejor performance económica. Es más, plantea que si no hay definidos derechos de
propiedad o si los mismos presentan debilidad, el sendero de crecimiento y desarrollo
necesita de la creación de los mismos o de su fortalecimiento. Las instituciones fueron
creadas por el hombre para imponer un orden y reducir la incertidumbre en las
transacciones (North, 1990). Define su visión de la teoría de las instituciones,
construida en torno a la teoría del comportamiento humano y a la teoría de los costos
de transacción.
El problema de complejidad de los derechos de propiedad y de la asimetría de la
información en determinados contextos institucionales, determina altos costos de
26
transacción por el uso del mercado. En ese mundo de hombres contractuales y de
costos de transacción positivos, se define a la firma como una organización que al
igual que el mercado resuelve las transacciones. La firma, así definida como un nexus
de contratos, se aparta de la visión neoclásica de la misma como función de
producción (Demsetz, 1967). Como plantea Williamson (1999) se necesitaba ir más
allá de las reglas de juego (propiedad) para incluir la práctica del juego (contrato); y
por este sendero es por dónde ingresa la gobernancia de las relaciones contractuales
dando lugar al tercer orden propuesto (Williamson, 1999).
Este análisis, permite llega al tercer nivel; el ambiente organizacional, donde el foco
de estudio pasa a la gobernancia de las relaciones contractuales. El fundamento de
este abordaje radica en que si bien la propiedad es importante, no se contempla un
sistema jurídico de funcionamiento perfecto para definir las leyes contractuales y
asegurar el cumplimiento de los contratos.
Ya Commons (1932) vaticinó este estudio al observar que “la unidad última de
actividad….debe contener en sí misma los tres principios: conflicto, reciprocidad y
orden. Esta unidad es la transacción, y la economía de costos de transacción no solo
suscribe a la idea de que la transacción es la unidad básica de análisis, sino que la
gobernancia es un esfuerzo por crear orden y así mitigar el conflicto y lograr mutuos
beneficios. Al dejar atrás la tradición de la teoría de agencia de alineamiento de
incentivos ex ante, la economía de costos de transacción pone su atención – además
y en particular – en la etapa ex post del contrato.
Los costos de transacción son los costos ex ante de la negociación y las distintas
salvaguardas, y en mayor medida los costos ex post de mala adaptación y ajuste que
surgen en los desvíos de la
ejecución de un contrato como resultado de las
omisiones, errores y perturbaciones no anticipadas. En términos globales, son los
27
costos de funcionamiento del sistema económico. La dificultad en medir los costos de
transacción torna pertinente el estudio de las distintas dimensiones de la transacción.
A partir de las dimensiones de la transacción se puede realizar una aproximación
conceptual a los costos de transacción diferenciales que determinan las distintas
estructuras de gobernancia. Williamson (1990) define tres dimensiones en las
transacciones: la frecuencia y el grado y tipo de incertidumbre y la especificidad de
activos, puntualiza a esta última como la más relevante. En este sentido, la firma ya no
es vista como una mera unidad de producción (construcción tecnológica), sino como
una de las opciones de estructura de gobernancia (construcción organizacional),
teniendo su propia estructura interna con un propósito y un efecto económico.
FIGURA N° 2: Esquema contractual simple.
Fuente: Williamson (1999)
En términos más generales, es necesario identificar y explicar en detalle las
propiedades de los modos de gobernancia alternativos – mercados spot o de entrega
inmediata, contratos incompletos de largo plazo, firmas (jerarquía o integración
vertical) y oficinas públicas (o burocracias) – que difieren de manera estructural y
discreta. Como cada modo de gobernancia genérico posee fortalezas y debilidades
28
que los distingue, hay un lugar para cada uno, pero aún así, deben mantenerse en su
lugar.
La elección de la estructura de gobernancia va de mercado a jerarquía pasando por
las más diversas alternativas híbridas (contratos), aspecto que queda reflejado en la
Figura 2 (donde “h” representa los riesgos contractuales y “s” las salvaguardas). Las
distintas estructuras de gobernancia – mercados spot, contratos, integración verticalconstituyen elecciones alternativas para reducir los costos de transacción. La
especificidad de los activos constituye el atributo principal en la determinación de la
estructura de gobernancia.
Williamson (1996) encuentra una revolución conceptual al definir al costo de
transacción como responsable de la elección del mercado o la firma como alternativas
de coordinación, y resume así el principal aporte de Coase; empujando la lógica de
costos de transacción cero hasta él limite. Estudia el mundo de costos de transacción
positivos,
porque
las
formas
hipotéticas
de
organización
económica
son
operativamente irrelevantes y porque todas las formas viables de organización son
imperfectas, evalúa formas viables alternativas desde un análisis institucional
comparado, porque la acción reside en los detalles, estudia los mecanismos de
contratos, los contratos y la organización (Ordoñez, comunicación personal).
Finalmente, cualquier cuestión que surge o que puede reformularse como una
cuestión contractual es susceptible de un buen análisis en términos de economía de
costos de transacción. Una enorme cantidad de fenómenos terminan siendo
variaciones contractuales de un mismo tema. En este sentido, Williamson (1999)
concluye que las estructuras de gobernancia son susceptibles de diseño; definiendo
como “economía de segundo orden” al logro de estructuras de gobernancia correctas;
todo lo cual se da en el Nivel 3. El diseño incluye centralmente la alineación de las
29
transacciones y sus atributos, con la estructura de gobernancia. Además, la estructura
de gobernancia, debe estar alineada con la estrategia de negocios, el ambiente
institucional y las acciones de los individuos (Ordoñez, comunicación personal).
El análisis estructural discreto de la gobernancia debe distinguirse del cuarto nivel,
llamado ambiente tecnológico, donde funciona el análisis neoclásico. Se utiliza el
aparato de optimalidad, y el análisis marginal. La firma, a estos fines, se describe
típicamente como una función de producción. Los ajustes de precios y de producción
suceden casi en forma continua. En el ambiente tecnológico el objetivo es mejorar la
productividad y la calidad; dando lugar a las “economías de tercer orden”.
Estas economías son de tipo marginalistas, surgen de reducir los costos de
transformación, incrementar la productividad, y también la mejora continua que incluye
los aumentos de calidad y diferenciación. Se refiere a la reducción de los costos fijos y
variables. Es decir, que recién en este nivel de análisis – y una vez considerado los
niveles anteriores - se toma a la economía neoclásica como la principal herramienta
para analizar la realidad.
El principal problema de la economía es la adaptación (Hayek, 1945). En economías
turbulentas y en escenario de negocios inciertos la adaptación resulta un tema clave.
En definitiva, la adaptación a los cambios se resuelve a partir de diseños
institucionales, organizacionales y tecnológicos, alineados con la estructura de
gobernancia y la estrategia de negocios, con el foco en el acceso al mercado y a las
preferencias de los clientes (Ordoñez, 2003).
En consecuencia, se eligen las estructuras de gobernancia de menores costos de
transacción, y por otro lado se eligen las estrategias de negocios más competitivas. De
alguna manera todo ello debe estar alineado con el ambiente institucional y la acción
30
de los individuos, como plantea Williamson (1999) en su esquema de cuatro niveles.
Se entiende entonces que la estructura de gobernancia y la estrategia competitiva,
deben estar alineadas y a su vez ambas son la clave del diseño de los sistemas de
negocios.
- La nueva economía institucional y los supuestos del comportamiento
El abordaje desde la nueva economía institucional, apunta a resolver algunas de las
complejidades derivadas del oportunismo y la racionalidad limitada, que constituyen
los supuestos del comportamiento humano. Al respecto, Williamson (1999) enfatiza en
tomar al hombre tal cual es y determina los supuestos del comportamiento. Reconoce
en el comportamiento humano limitaciones en la capacidad de conocimiento, actitudes
de interés personal, y la capacidad de previsión consciente, que determinan
“racionalidad limitada”, “oportunismo” y “capacidad imaginar y simular el futuro”,
respectivamente.
La racionalidad limitada responde a la idea de la competencia cognitiva limitada que el
hombre posee. Al ser la mente un recurso escaso, la especialidad cognitiva tiene
consecuencias economizadoras. Además, ante los límites cognitivos, los contratos
complejos son inevitablemente incompletos (Williamson, 1999). El oportunismo incluye
actitudes como mentir, robar, y hacer trampa; llevando a la información incompleta y a
la confusión.
Los supuestos del comportamiento humano determinan los problemas de selección
adversa y riesgo moral, que constituyen el eje de la asimetría de la información. La
asimetría de la información determina los contratos imperfectos, y de alguna manera
se relaciona directamente con la existencia de los costos de transacción. La selección
adversa constituye el oportunismo ex ante de la transacción, relacionado con la
31
información incompleta y asimétrica. Es el típico caso, en el que el vendedor posee
más información que el comprador, como sucede en el mercado de los autos usados.
Por su parte, el riesgo moral es el oportunismo ex post de la transacción, el cual fue
estudiado en el mercado de seguros donde se presentaban casos se magnificaron
deshonestamente siniestros, imposibles de detectar por los aseguradores. Se
relaciona con la post venta, salvaguardas y garantías.
- La nueva economía institucional y el “path dependence”
El concepto de “path dependence” es uno de los conceptos claves para entender la
performance económica y el cambio institucional, ya que introduce el concepto del
tiempo histórico en el análisis de las instituciones y la performance económica. Este
concepto, introducido por North (1990) plantea que el pasado importa, ya que el
presente y el futuro son consecuencia de la continuidad de las instituciones de la
sociedad. A partir del concepto de North la historia cobra importancia.
La trayectoria histórica discurre como un río temporal, de derrotero “irreversible”,
donde cada punto es un punto de llegada y a su vez un punto de partida. Los sucesos
río abajo están íntimamente relacionado con los sucesos río arriba del pasado, y de
alguna manera son la consecuencia de dicha evolución (Ordoñez, 2003). El concepto
de “path dependence” introduce la idea de que las decisiones que las personas toman
en el presente tienen como fuerte antecedente a la historia, con sus experiencias
previas. En consecuencia, el concepto guarda estrecha relación con la resistencia al
cambio, muchas veces experimentada por las personas individuales o grupos sociales.
Como restricción al cambio, el criterio de “path dependence institucional” es más fuerte
que el organizacional, y a su vez este, importa más que el tecnológico, lo cual resulta
lógico en función de los niveles o dimensiones planteados y definidos por Williamson.
32
Es decir, que resultará mucho más fácil o requerirá de menos tiempo el imponer una
innovación o cambio netamente tecnológico, que cambiar una construcción
organizacional, y mucho menos cambiar leyes, costumbres, valores, o culturas
arraigadas.
- El criterio de remediabilidad
La economía de los costos de transacción esquiva hipotéticos ideales e insiste que las
comparaciones relevantes son con alternativas factibles, todas las cuales son falibles.
Williamson (1996) citando a Coase y de alguna manera a partir del análisis estructural
discreto evoluciona a formular el criterio de remediabilidad: “De acuerdo a ese criterio
un resultado, ante el cual ninguna alternativa superior puede ser descripta o
implementada con ganancias netas, se presume de ser eficiente.”
De esa manera, el análisis comparativo de las distintas estructuras de gobernancia no
se focaliza en un hipotético patrón ideal sino que más bien centra el análisis
comparativo en las reales condiciones de funcionamiento de las alternativas de
gobernancia. Según el enfoque de remediabilidad, de nada sirve diseñar en el
imaginario de las ideas estructuras organizacionales eficientes, si al querer
implementarlas encuentran restricciones a su implementación. Es decir, que de nada
sirve imaginar y diseñar esquemas de gobernancia superiores al analizado, si luego es
imposible implementarlo en el contexto real de intervención.
Queda claro, que cualquier diseño que se plantee como superador debe poder
aplicarse en condiciones reales, y seguramente todos serán falibles y potencialmente
mejorables en el tiempo. El diseño “ideal” pasa a ser una utopía, y el eficiente es aquel
que siendo aplicable en las condiciones reales minimiza los costos de transacción;
siendo potencialmente perfectible.
33
3.1.2 Las redes en el contexto de los agronegocios
La selección del abordaje de “gobernancia de redes” y “cadena de redes” se justifica
debido a que el diseño de certificaciones – incluidas las ambientales -
y su
implementación requiere de estructuras reticulares con diferentes grados de
interacción. Además, está totalmente alineado con el marco general descripto en la
Nueva Economía Institucional y en la Economía de los costos de transacción ya
descriptos.
- Diseño de gobernancia en las redes
Más allá de las restricciones que plantean los conceptos de “path dependence” y de
“remediabilidad”, la Nueva Economía Institucional deja abierta la posibilidad del diseño
tecnológico, organizacional o institucional. Es decir, que el hombre con su racionalidad
limitada y su oportunismo, como rasgos característicos, es capaz de analizar al menos
parte de la información de su entorno para diseñar y gobernar los ambientes
tecnológicos, organización e institucional. Y ese precisamente es el orden creciente de
complejidad que tendrán los distintos ambientes o entornos para ser modificados e
intervenidos por el hombre para la gestión del negocio.
En el mundo real de los negocios, y específicamente en el de los agronegocios - una
de las formas frecuentes de organización es la organización en red. Al respecto,
Alvarado Ledesma (2004) citando a Robert Reich afirma que “la estructura de una
empresa de alto valor se asemeja a una telaraña”. Y agrega, “en torno a la red, se
encuentran los proveedores de elementos estándar contratados para prestar un
servicio específico durante un cierto tiempo y por un precio determinado”. En el caso
de los agronegocios, y específicamente, haciendo alusión al sector agropecuario
argentino,
Víctor
Trucco
(comunicación
personal)
sostiene
que
las
redes
34
empresariales, que se constituyen entre tenedores de la tierra, prestadores de
servicios profesionales, arrendatarios y una serie de PyMES1 de servicios de siembra
pulverización y cosecha, coordinados horizontal y verticalmente, se constituyen en
parte de la clave de la competitividad actual del campo argentino. Resulta evidente
que los agronegocios en Argentina han evolucionado hacia formas cada vez más
reticulares; dónde la figura tradicional del productor – aquel con su tierra y maquinaria
en propiedad, y que se autogestionaba desde los aspectos técnicos a los comerciales
– fue cediendo espacio a diferentes actores que comenzaron a desarrollar cada una
de esas actividades con la más variada gama de contratos, siendo una nueva forma
de coordinación vertical. Para ejemplificar este fenómeno, Gustavo Grobocopatel
(comunicación personal) habla del “Toyotismo en la agricultura”, en clara referencia al
fenómeno de tercerización y armado de una red de proveedores que forma parte del
negocio que Los Grobo – empresa que gerencia – coordina.
La empresa agropecuaria ya no es una actividad individual o familiar, sino que se ha
transformado en una actividad segmentada y especializada de acuerdo a la diversidad
de necesidades y funciones que la producción requiere. La utilización de
conocimientos por unidad de superficie productiva ha crecido marcadamente en los
últimos años; generándose una demanda creciente de servicios profesionales y
capacidad experto en las distintas actividades de gestión e implementación
agronómica y empresarial (Lorenzatti, 2004). Tercerización de servicios, redes de
contratos, equipos interdisciplinarios, gestión de calidad, management, outsourcing,
son palabras cada vez más frecuentes en la nueva sociedad rural del conocimiento
(Lorenzatti, 2004). La propiedad de la tierra ya no constituye un requisito ineludible
para producir. La actividad agropecuaria actual está caracterizada por la presencia de
redes de miles de empresas productoras y de servicios; pequeñas y medianas,
distribuidas por el interior del país (Trucco, comunicación personal). El 75% de la
1
PyMES: Pequeñas y medianas empresas
35
agricultura argentina es realizada por productores cuyo eje competitivo no es la
propiedad de la tierra, sino la coordinación de una red de contratos; lo que incluye
también otros servicios conexos de distinto grado de "centralidad" (Ordoñez, 2002).
Desde la teoría de las redes la economía puede ser vista como una red de
organizaciones con una vasta jerarquía de subordinación. Genéricamente una red
puede ser vista como un conjunto de nudos o posiciones y enlaces manifestados por
las interacciones entre las posiciones. (Uzzi, 1997). El diseño institucional y
organizacional de redes es un determinante clave para su competitividad; y en
consecuencia, el armado de su sistema de gobernancia es una pieza clave a ser
considerada.
Sauvée (2002) en su trabajo titulado “Eficiencia, efectividad y el diseño de la
gobernancia de redes” aborda esta temática con el aporte principal de plantear la
necesidad de seguir un principio dual, de eficiencia y efectividad para diseñar la
gobernancia de redes, ya que ambas constituyen los estándares de rendimiento
global. Citando a Anderson et al. (1994), Sauvée (2002) define redes o redes de
negocios “como un conjunto de dos o más relaciones comerciales conexas, en el cual
cada relación de intercambio se realiza entre firmas comerciales que fungen como
actores colectivos”. El aporte de esta definición es el concepto de actor colectivo; y en
consecuencia, de la existencia de acciones colectivas. Una red puede concebirse
como una etapa superior de las alianzas, porque en el centro estratégico existe un
deseo conciente de influir en las estrategias de los socios y darles forma, así como
también de recibir a cambio sus ideas e influencias (Lorenzoni y Baden-Fuller, 1995).
Los conceptos enunciados ponen en evidencia que la red pasa a tener identidad y
características propias, mucho más allá que la suma de las características individuales
de sus miembros componentes.
36
Para Sauvée (2002) las redes pueden concebirse como una combinación de
estructuras de gobernancia, con relaciones en múltiples niveles entre entidades
relacionadas horizontal o verticalmente. Básicamente, se aplica la misma hipótesis de
trabajo, ya definida por Williamson (1996): las estructuras de gobernancia apuntan a
mitigar todas las formas de riesgo contractual entre socios de tal modo que se
economiza en costo el de transacción. Vista en su totalidad, la gobernancia en redes
constituye una estructura institucional cuyo rol es definir un proceso duradero de
adaptación a una acción colectiva realizada entre entidades autónomas mediante el
establecimiento de un orden privado (Williamson, 1996) y, en forma simultánea,
diseñar mecanismos que permitan asegurar con el menor costo posible que el
comportamiento individual de los socios sigue las reglas establecidas para la acción
colectiva (Sauvée, 2002). Al respecto, en el XII Congreso de AAPRESID realizado en
Rosario (Argentina), Gustavo Grobocopatel en su disertación sobre “Las redes en el
agro”, destacó que del tiempo dedicado a la gestión del negocio de Los Grobo SA el
mayor esfuerzo lo dedica a la coordinación de la red; y por ende del negocio. Lo que
Grobocopatel afirma es que la clave para su empresa es liderar a partir de la
coordinación de la red el negocio, para lo cual – indefectiblemente – todas las partes
deben ganar. Es lo que di Castri (2002) llama “estrategias ganar-ganar”, en reemplazo
de aquellas de suma cero.
El concepto de gobernancia en redes guarda, en consecuencia, una estrecha relación
con el de capital social. Él termino capital social fue originalmente usado para describir
los recursos de tipo relacional o de interacción. Las propuestas de interacción
interpersonal o relaciones vinculares en pequeños grupos, o entre estos en el marco
de grandes grupos o comunidades constituyen la clave para el desarrollo del capital
social a partir del intercambio de recursos tecnológicos, económicos, comerciales,
37
culturales a través de flujos de conocimiento, económico financieros o de productos y
servicios (Colleman, 1990).
En su trabajo sobre capital social y creación de valor Tsai & Ghoshal (1998) definen
tres dimensiones del capital social. Una primera dimensión - la estructural - en la cual
se incluyen las relaciones de interacción social, principalmente la posición relativa de
un actor en la trama social que le facilita la interacción. Según esta dimensión las
redes constituyen una trama social de interacción entre sus actores constitutivos. La
segunda dimensión es la relacional o vincular; la cual está integrada por la confianza y
su valor. Es decir, que la confianza adquiere el perfil de coordinador de las
interacciones o relaciones vinculares en la trama social. En el caso específico de las
redes, la confianza es uno de los componentes claves para el éxito que ayuda a
disminuir los costos de transacción. La tercera dimensión – la cognitiva – constituye la
cultura común, los valores y creencias compartidas que facilitan no solo la
construcción de un paradigma común, sino que además promueva visiones, misiones
y metas comunes. Para el caso de las redes, resulta evidente que al ser ésta una
nueva construcción cuyas características son más que la suma de las características
individuales de cada una de sus partes constitutivas, cumple con la dimensión
cognitiva.
Definida la gobernancia de redes, Sauvée (2002) propone considerar los componentes
de su diseño organizativo, entre los que enuncia la adjudicación de los derechos de
decisión y las personas a cargo, los mecanismos inter-organizacionales (sistemas de
control e incentivos). La autoridad es un medio específico por el que se rigen las
relaciones contractuales específicas que difiere de la jerarquía y de las relaciones de
mercado. La autoridad implica la institución de un orden privado entre entidades
autónomas. En las redes, puede lograrse por medios distintos de la gobernancia
jerárquica, como así también por disposiciones contractuales unilaterales o
multilaterales. En cuanto a los tipos de autoridad, Sauvée (2002) toma los conceptos
38
de Ménard (1997) al citar cuatro tipos desde el más informal hasta el más formal: la
influencia, la confianza, el liderazgo y la institución ad hoc.
En la medida que la adjudicación de los derechos de decisión coincida con los
derechos de propiedad, esta determinación es trivial; pero en las redes complejas,
existe una delegación del poder de decisión que no coincide con los derechos de
propiedad de modo sistemático. El centro estratégico – una autoridad vista como
medio - tiene un rol esencial en la estructuración de la red; y su estudio es crucial para
comprender quién está a cargo de las decisiones estratégicas y poder identificar los
medios con los cuales se implementara la estrategia (Sauvée, 2002).
Respecto a los mecanismos interorganizacionales, Sauvée (2002) propone dos
mecanismos genéricos clave para asegurar la continuidad de la cooperación en la red:
sistemas de control e incentivos. Los mecanismos de control e incentivo han sido
diseñados para “instar a los actores al comportamiento buscado, o bien -caso
contrario- para disuadirlos de comportamientos contrapuestos con los compromisos
adquiridos” (Brousseau y Fares, 2000). Los controles e incentivos son las
herramientas que la gobernancia de redes posee para que los objetivos para los
cuales la red fue diseñada sean respetado por sobre los comportamientos oportunistas
que pudieran tener cualquiera de las partes, y que atentarían contra la integridad de la
red. En consecuencia, cuando se trata de diseñar una estructura óptima de
gobernancia dentro de la red, la propuesta de Sauvée (2002) consiste en considerar
el/los principio/s que rigen los procesos de arbitraje: eficiencia y efectividad.
- Eficiencia: En la teoría de los costos de transacción, es el concepto de eficiencia el
que otorga una razón de ser a las opciones de organización. Para Williamson, se
prefiere una forma de gobernancia, y por ende ésta es eficiente, cuando no se puede
“identificar una alternativa factible mejor ni implementarla con las ganancias netas
esperadas” (Williamson, 1999). En consecuencia, el concepto de eficiencia se
39
relaciona con el de “remediabilidad”; ya que sólo las opciones superadoras factibles de
implementar pueden ser consideradas eficientes, descartándose aquellas que
pudieran describirse como eficientes en el mundo teórico pero que sería utópico
implementarlas. La eficiencia, en última instancia, apunta a la disminución de los
costos de transacción; siendo la alternativa más eficiente aquella que permita cumplir
con este objetivo y sea factible de implementar en el mundo real de los negocios.
- Efectividad: Muestra que lo que se está produciendo es tan importante como el modo
en que se lo produce (relación entre el insumo y la producción). Es un concepto
aplicado por “todos los individuos, grupos u organizaciones afectados por la
organización focal o que entran en contacto con ella. Ante los ojos del evaluador
organizacional, la efectividad tiene que ver con cuán bien la organización cumple con
las necesidades de dicho evaluador o satisface sus criterios” (Pfeffer y Salancik,
1978). El concepto apunta a resaltar no sólo el valor que tiene el producto final (el fin),
sino también la forma en que se los realiza (los medios).
Finalmente, la propuesta de Sauvée (2002) consiste en volver operacionales los
conceptos de efectividad y eficiencia, para lo cual deben considerarse conjuntamente.
Es decir que el marco vincula la alineación del costo de transacción de las
modalidades de gobernancia con los riesgos contractuales por un lado y, por el otro,
amalgama recurso y modalidad de gobernancia con distintos tipos de estrategia.
Citando a Nickerson et al (2001), Sauvée (2002) afirma que “una posición target en el
mercado es apoyada desde un perfil de recurso subyacente, que se une a una
estructura organizacional formando un par que genera atributos de producto que a su
vez se compadecen con esa posición target”. En la figura 3 se esquematiza el marco
conceptual propuesto, con la idea subyacente de una co-determinación (o alineación)
entre dos conjuntos de variables clave: la forma de gobernancia con el perfil de
40
recurso (alineación vertical a la izquierda) y forma de gobernancia/perfil de recurso con
orientaciones estratégicas (alineación horizontal a la derecha).
La decisión centralizada respecto de los activos estratégicos y por ende la existencia
de un decisor perfectamente identificado parecen resultar necesarias para mantener la
coherencia estratégica en el tiempo; sin embargo, las decisiones operativas así como
los mecanismos de control e incentivo pueden estar descentralizados. Resulta claro
que el peso relativo de los diferentes integrantes de una red no será el mismo; ya que
mientras alguno/s tiene/n influencia sobre las decisiones estratégicas pudiendo captar
una mayor parte del valor generado en conjunto, otros tendrán decisiones operativas
con una menor generación y retribución de valor.
FIGURA N° 3: Alineación entre la forma de gobernancia, el perfil de recursos, y la forma de gobernancia y
perfil de recursos con las orientaciones estratégicas.
41
3.1.3 Redes en cadena (netchain)
Lazzarini et al (2001) introduce el concepto de red en cadena (netchain), como el
conjunto de redes compuesto por vínculos horizontales entre empresas dentro de una
determinada industria o grupo, donde estas redes (o niveles) están dispuestas en
secuencia sobre la base de vínculos verticales entre empresas de distintos estratos. El
análisis de redes en cadena establece una diferencia explícita entre vínculos
horizontales (transacciones dentro de un mismo nivel) y verticales (transacciones entre
niveles), delineando la manera en que los agentes de cada nivel están relacionados
entre sí y con agentes de otros niveles. El abordaje de redes en cadena, apunta a
integrar el análisis de cadenas de abastecimiento y el análisis de red reconociendo
que los contextos complejos de relaciones entre organizaciones incluyen varios tipos
de interdependencias asociadas con fuentes de valor distintas - es decir, variables
estratégicas que dan un rendimiento económico – y mecanismos de coordinación
involucrados en la cooperación entre organizaciones.
Lazzarini et al (2001) define a las fuentes de valor como variables estratégicas que
dan rédito económico; pudiendo estar asociadas con reducción de costos, creación de
rédito, o captación de rédito. La identificación de estas fuentes de valor es de crucial
importancia para evaluar los hallazgos del análisis de cadenas de abastecimientos y
del análisis de redes y cómo ambos abordajes pueden integrarse en un único marco
analítico. Se identifican tres fuentes básicas de valor en el análisis de cadenas de
abastecimiento: optimización de la producción y las operaciones, reducción de los
costos de transacción y asignación de derechos de propiedad (Lazzarini et al, 2001).
- Optimización de la producción y las operaciones: La gestión de cadenas de
abastecimiento extiende el concepto de gestión logística a la integración externa de la
empresa. La cadena de abastecimiento se concibe como un conjunto de proveedores
42
y clientes vinculados entre sí. La gestión de cadenas de abastecimiento se refiere a la
coordinación y alineación de flujos de materiales, financieros y de información de las
actividades y procesos involucrados en la cadena.
- Reducción de los costos de transacción. Son varios los académicos que, además
de la optimización de la producción, destacan la importancia de considerar la
optimización de las transacciones en la dimensión en que lo hace Coase (1937), quien
sostiene que hay costos positivos en el uso del sistema del mercado, que más tarde se
conocieron como costos de transacción. Estos costos incluyen costos de búsqueda ex
ante, costos de negociación y contratación, más los costos de monitoreo y ejecución
de las disposiciones del contrato (costos ex post). En la literatura, hay tres abordajes
distintos que analizan la organización económica en una situación de costos de
transacción positiva: la teoría de agencia, la economía de costos de transacción y la
medición. Según consta en la literatura sobre agencia, los costos de transacción
surgen debido a interesas divergentes y a asimetrías de información entre las partes
de un contrato (Jensen and Meckling, 1976). El diseño de contratos de incentivo puede
alinear los objetivos de comitente y agente y mitigar la conducta oportunista,
aumentando así la eficiencia transaccional (Sappington, 1991).
El segundo abordaje, economía de costos de transacción, está asociado con el trabajo
de Williamson (1985). En contraste con la teoría de agencia, la economía de costos de
transacción considera los peligros de la conducta oportunista, en particular cuando se
trata de inversiones específicas de la relación (Klein et al., 1978). La propuesta más
importante de la economía de costos de transacción es que la presencia de
inversiones específicas de la relación aleja a la organización de los mercados hacia los
“híbridos” o hacia el límite, es decir la integración vertical para mitigar posibles
problemas de dilación (Williamson, 1985). Por lo tanto, la organización de la cadena de
abastecimiento es una fuente de valor cuando las transacciones están dirigidas por
43
estructuras eficientes, de mercados a jerarquías, alineadas con atributos de las
transacciones que van ocurriendo a lo largo de la cadena (Zylbersztajn,1996).
El tercer abordaje, medición, se centra en la dificultad de medir desempeño o atributos
de producto en una transacción como una importante variable explicativa que
determina la alternativa de gobernancia (Barzel, 1982). Los agentes necesitan idear
mecanismos apropiados de gobernancia para monitorear y aplicar las disposiciones
contractuales.
- Captación de valor en sistemas de asignación de propiedad débiles. Según
Teece (1986), los innovadores no siempre pueden captar el rédito que deriva de la
innovación. Los competidores o agentes que se encuentran en etapas anteriores o
posteriores en la cadena de abastecimiento pueden beneficiarse con la innovación
cuando los sistemas de asignación de propiedad son débiles o cuando poseen activos
complementarios. La asignación de propiedad es débil cuando la tecnología puede
imitarse con facilidad o bien cuando los sistemas de patentamiento no se ejecutan con
suficiente vigor. Los activos complementarios, a su vez, se generan cuando la
adopción de nueva tecnología depende de activos que son propiedad de otras
empresas.
Lazzarini et al (2001) identifica también otras tres fuentes de valor en la red: la
estructura social, el aprendizaje y las externalidades de la red.
- Estructura social: Los distintos abordajes de la red social coinciden en destacar el
rol de la estructura social, o sea de las relaciones interpersonales y posiciones
individuales que ocupan los agentes en una red, que influyen en el desempeño y la
conducta individual o colectiva. Algunos autores argumentan que las redes densas con
agentes muy conectados entre sí (Coleman, 1990) y vínculos fuertes definidos como
44
intercambios relacionales afectivos repetidos (Nelson, 1989) facilitan la confianza,
crean normas sociales y en consecuencia promueven la cooperación. Otros autores
hacen hincapié en el hecho de que las redes abiertas con varios contactos no
redundantes conectados por agujeros estructurales (Burt, 1992) y vínculos débiles
definidos por intercambios ocasionales de mercado (Granovetter, 1973) generan
información nueva y diversa crucial que da lugar a la innovación y crea oportunidad
para los participantes de la red.
- Aprendizaje. Hay dos tipos fundamentales de procesos de aprendizaje con
consecuencias distintas en lo que respecta a la creación de valor. Cuando agentes o
grupos autónomos desarrollan conocimientos en el ámbito local y se especializan en
campos específicos del conocimiento, el aprendizaje tiende a favorecer la diversidad
de conocimiento; generando externalidades positivas para agentes múltiples a través
de la repercusión del conocimiento, lo cual aumenta las oportunidades de innovación
(Feldman y Audretsch, 1998; Kogut, 2000). Hay otro tipo de aprendizaje que involucra
actividades conjuntas y sistémicas destinadas a crear y refinar un determinado bagaje
de conocimiento que induce a la co-especialización del conocimiento, es decir,
capacidades exclusivas de los agentes que participan de un intercambio en particular
(Zenger y Poppo, 1999).
- Externalidades de la red. Las externalidades de la red ocurren cuando los
beneficios de adoptar algún tipo de tecnología o contrato aumentan en función de la
cantidad de personas que lo adopten y aumentan por lo tanto los retornos que genera
la adopción (Arthur, 1989). Lazzarini et al (2001) plantea la correspondencia entre
distintas fuentes de valor y tipos determinados de interdependencia. Para ello cita a
Thompson (1967) para la identificación de los tipos de interdependencias: combinada,
secuencial y recíproca.
45
La interdependencia combinada, la más simple, ocurre cuando cada individuo dentro
de un grupo hace su aporte bien definido y diferenciado a una tarea determinada. La
interdependencia secuencial se refiere a tareas estructuradas en serie, en donde las
actividades de una empresa o agente preceden las de otra empresa o agente. Por
último, la interdependencia recíproca, la más compleja, involucra relaciones
simultáneas y continuas entre partes, en donde el insumo que aporta cada agente
depende del producto generado por los demás agentes y viceversa (Thompson, 1967;
Lazzarini et al, 2001).
Lazzarini et al (2001) también analiza la correspondencia entre las interdependencias
y los distintos mecanismos de coordinación. Para ello toma de Thompson (1967) la
idea que cada tipo de interdependencia debería ser manejada con modalidades
distintas de coordinación; siendo las modalidades de coordinación la estandarización,
la planificación y la adaptación mutua.
De acuerdo con Thompson (1967), las interdependencias combinadas están bien
manejadas con reglas estandarizadas y mecanismos compartidos para organizar las
transacciones. El abordaje económico de las redes asegura que la compatibilidad
entre productos y componentes, generalmente lograda por una plataforma tecnológica
estandarizada, constituye el elemento clave para captar las externalidades de la red.
Por otro lado, Thompson (1967) plantea que las interdependencias secuenciales
requieren coordinación por medio de la planificación, que implica establecer
cronogramas que orienten las acciones de las unidades interdependientes.
Finalmente, plantea que las interdependencias recíprocas requieren la transmisión de
una nueva información por medio de procesos mutuos de retroalimentación, que él
llama “adaptación mutua.” En lugar de un planificador central, la adaptación mutua
implica resolver problemas y tomar decisiones en forma conjunta. En consecuencia, se
hacen necesarios mecanismos de coordinación personales o grupales. Como señala
46
Powell (1990) en “la asignación de recursos en modalidad de red, las transacciones no
ocurren a través de intercambios puntuales ni agentes administrativos, sino a través de
redes de individuos involucrados en acciones recíprocas, preferenciales y de apoyo
mutuo”.
En suma, afirma Lazzarini et al (2001) el análisis de cadenas de abastecimiento se
ocupa de mecanismos de coordinación que incluyen algún tipo de planificación o
acción de gerenciamiento discrecional, que, según Thompson (1967), corresponden a
la interdependencia secuencial. El análisis de redes, por su parte, hace hincapié en la
estandarización o bien en las adaptaciones mutuas, que resultan mecanismos de
coordinación adecuados para manejar interdependencias combinadas y recíprocas,
respectivamente (ver Figura 4).
FIGURA N° 4: Panorama general del análisis de redes en cadenas.
47
Según Lazzarini et al (2001) esta evaluación simultánea es la base del análisis de
redes en cadena, ya que en lugar de centrarse en determinadas fuentes de valor y/o
mecanismos de coordinación en un tipo de interdependencia específica, el abordaje de
redes en cadena comienza por reconocer las interdependencias que interesan en la
cooperación entre organizaciones.
Parafraseando el concepto de Jensen y Meckling (1976), Lazzarini et al (2001) afirma
que así como la empresa puede ser vista como un nexo de contratos, que evita la
demarcación analítica de límites en las empresas, una red en cadena es un nexo de
interdependencias. Queda en evidencia que el en mundo de los negocios, los límites
entre empresas o entre redes son relativos y dependerán de la óptica desde la cual se
lo mire; en consecuencia, para realizar un estudio es importante delimitar
correctamente el subsistema de interés y comprender los distintos grados de
interacciones que el mismo tiene con otros elementos de su contexto.
3.2 LA CALIDAD COMO CLAVE COMPETITIVA EN LOS AGRONEGOCIOS
El fenómeno de la globalización actual –denominada BIG globalization (di Castri, 2001)
– con su enfoque multilocal (Ordoñez, 2002) ha producido importantes cambios de
paradigma en el ámbito institucional, organizacional, tecnológico y comercial,
impactando fuertemente en negocio los alimentos en general. El impacto es muy
notorio en el consumo; pero también lo es en la restauración, distribución, en la
industria de alimentos y en el campo (Ordoñez, 2002).
La realidad de los negocios agroalimentarios globalizados hace que lo único
permanente sea la situación de fuerte cambio en el entorno (di Castri, 2002; Ordoñez,
2002). Al respecto varios autores señalan la presencia de grandes perturbaciones al
48
sistema agroalimentario mundial en los últimos 15 años. En este contexto, Zylbersztajn
(1996), distingue cinco grandes fenómenos como perturbadores del entorno de los
agronegocios:
•
La volatilidad del ingreso de la agricultura, que afronta tanto riesgos climáticos
como de mercado.
•
La existencia de grandes bloques económicos que influyen sobre los sistemas
alimentarios que atraviesan distintos y cambiantes ambientes institucionales.
•
La innovación tecnológica, principalmente la biotecnología.
•
La concentración económica y el consecuente desarrollo de fuertes polos de
poder de mercado a lo largo del sistema.
•
Los cambios en la vida cotidiana, en los hábitos de los consumidores y las
crecientes exigencias en seguridad y salubridad alimentaria.
En línea con este enfoque, Ordóñez (2002) resume las siguientes causas como fuente
de fuertes impactos perturbadores:
•
La intervención del Estado con medidas proteccionistas, ya sea de acceso a
mercado, de distintos subsidios a la producción y a la exportación, que
perturban el libre comercio global.
•
Los últimos fuertes cambios que difundieron la democracia política y las reglas
del mercado; y en consecuencia, produjeron fuertes cambios institucionales en
diversas
regiones
generando
fuertes
perturbaciones
coyunturales
y
estructurales.
•
Las crecientes regulaciones para proteger el medio ambiente y el derecho de
los consumidores.
•
La creciente tendencia a la individualización del consumo masivo, el nuevo rol
del consumidor, la reversión de la cadena; y finalmente el impacto del supermercadismo, con su doble rol de transmisor de las exigencias del consumidor;
49
y a la vez, orientador de la cadena de valor.
•
La revolución tecnológica en sentido amplío.
Por su parte, di Castri (2001) coincide en su análisis con varios de los puntos
descriptos por Zylbersztajn (1996) y Ordoñez (2002), destacando el efecto marcado
que tanto el ambiente como el rol del consumidor tienen hoy en los agronegocios. El
ambiente cobra una importancia mayúscula en los procesos de desarrollo y de
comercio internacional, más allá de los mitos, dogmas y eslóganes que circulan entre
ciertos ambientalistas (di Castri, 2001). La certificación de la calidad ambiental de
producción, como el ISO 14.000, se vuelve un requisito indispensable para el
marketing de ciertos productos industriales. Más que por los recursos, el ambiente es
valorizado ahora por los servicios esenciales que proporciona a la humanidad; como
ser el reciclaje de nutrientes, la regulación del sistema climático y del ciclo hidrológico,
la conservación del suelo y de las aguas, la reproducción de animales y plantas, la
descontaminación natural, el control natural de plagas, y la conservación de espacios
para la recreación y el turismo (di Castri, 2001).
El segundo concepto vertido por di Castri, y reflejado también en la opinión de
Zylbersztajn y Ordoñez, es la fuerza creciente de los consumidores en la
determinación de las reglas del mercado. Di Castri (2001) menciona que el consumidor
pone énfasis en los aspectos de calidad, seguridad, transparencia y certificación;
expresando que dicho fenómeno es denominado por algunos autores como la
democracia de los consumidores, y por otros como la dictadura de los consumidores.
Lo cierto es que, a pesar de los inevitables aspectos irracionales, de las distintas
percepciones y de las grandes diferencias y preferencias culturales entre
consumidores de los distintos continentes, son ellos que están destinados a controlar
el mercado más que los gobiernos y que los productores, son ellos el blanco directo de
un marketing que no puede sino ser diferenciado (di Castri, 2001).
50
Frente al conjunto de perturbaciones, la clave esta en la adaptación activa. La
adaptación activa no es otra cosa que la innovación o mejor aun la construcción de
ventajas competitivas en sentido amplio. En este contexto, la innovación debe ser
entendida en sentido amplío, atravesando los entornos institucional, organizacional y
tecnológico (Ordoñez, 2002).
El cambio institucional - que incluye el cambio de leyes, normas y de la cultura –
habilita a que el resto del proceso innovativo ocurra; debiendo el ambiente institucional
adaptarse para dar el marco a la nueva realidad de negocios. La innovación
organizacional es la gestión y coordinación de los procesos dentro de las
organizaciones (públicas y privadas) y entre las mismas que habilitan la incorporación
de las innovaciones tecnológicas (Ordoñez, 2002). La innovación organizacional va
más allá de cada organización y apunta a rediseñar y optimizar las relaciones y las
transacciones en la red de los jugadores de los agronegocios. La innovación
tecnológica implica aplicar los resultados del sistema científico tecnológico para
innovar en procesos y productos, poniéndolo el foco en la reducción de costos de
procesos para aumentar la productividad y en la mejora continua para aumentar la
calidad del producto o proceso.
3.2.1 El concepto de calidad
La calidad no es más que conocimiento aplicado a productos, procesos y/o servicios
focalizado en las preferencias o mejor aún en el deleite de los clientes (Ordoñez,
2002). La calidad vista como la acción de entes aislados sólo logra resolver o disminuir
las des-economías de tercer orden, sin generar competitividad en el conjunto del
sistema.
51
Sin embargo, existe un concepto más amplio de calidad y que “es el deseo del cliente
hecho realidad en los procesos, los productos y los servicios” (Ordoñez, 2002). Vista
en esta perspectiva más amplia la mejora en calidad apunta al aumento de la
productividad sistémica de primer orden, atravesando los entornos no sólo tecnológico,
sino también el organizacional y el institucional.
La estandarización de la calidad ha sido un avance fundamental en el último siglo, al
disminuir los costos de transacción y favorecer enormemente la especialización
productiva (Arruñada, 1998). Los sistemas de aseguramiento de origen, identidad
preservada, inocuidad, salubridad y calidad comercial en sentido amplio se
constituyen, cuando son eficaces y eficientes, en la clave de la reducción de los costos
de transacción y de los aumentos de productividad sistémica. Operan directamente
sobre la información para el consumidor, reduciendo la asimetría de información, y la
incompletud de los contratos; sirviendo, además, como mecanismos de coordinación
de las acciones de los distintos actores del sistema agroalimentario (Ordoñez, 2002).
En este contexto, la producción industrial y de servicios pueden considerarse como los
sectores económico pioneros en la aplicación de normas y protocolos, debido
fundamentalmente a las exigencias de un mercado internacional que primero, trató de
unificar criterios de calidad y luego lo relacionó con el desarrollo sustentable (Viglizzo,
2004 b). Así surgieron cuerpos de estándares, normas y protocolos de gestión cuyo
enfoque se centró en aspectos de seguridad y salud laboral, y a la gestión ética de
negocios como parte de la responsabilidad social que tiene cada empresa. Se pueden
citar la serie de normas ISO 9000 de Gestión de Calidad; las normas de Gestión
Ambiental ISO 14000; las de Salud y Seguridad laboral: la BS8800 y el OHSAS 18001;
y de Responsabilidad Social, conocida como SA8000. A este grupo se suman
requisitos particulares para cada sector, como por ejemplo la TL9000 para
comunicaciones, los estándares API para la industria petrolera y los sistemas GMP,
SSOP y HACCP, para el sector alimenticio, entre otros (Viglizzo, 2004 b). El sector
52
primario agropecuario, sin embargo, parecía ajeno a todo este tipo de exigencias, pero
la tendencia se revirtió. Viglizzo (2004, b) cita entre otras causas de este fenómeno: la
globalización de los mercados internacionales, los problemas de inocuidad en los
alimentos, las altas cargas en el uso de agroquímicos y fertilizantes (sobre todo en los
países europeos), la deforestación, los graves problemas de erosión y las demandas
de los consumidores para que los alimentos cumplan con normas de calidad y
seguridad.
Definida en sentido amplio, la calidad es un gran convocante de todos los actores de la
cadena y los aglutina en torno a los distintos sistemas de aseguramiento de origen y
calidad, reduciendo los costos de transacción y ayudando a construir competitividad
(Ordoñez, 2002). Claramente, se plantea una nueva dimensión en la relación
público/privado, dónde ambos actores deben cooperar y actuar coordinadamente en
sus derechos y obligaciones. El potencial de interactuar co-operativa y solidariamente
en grandes procesos de acción colectiva como es la calidad es consecuencia del stock
de capital social de cada sociedad. El stock de capital social, en cantidad y calidad,
define primero el potencial de interactuar y luego, como consecuencia, los complejos
consensos e interacciones colectivas (Ordoñez, 2002).
En ese sentido, al Estado le caben amplios roles en promover y controlar los distintos
sistemas de aseguramiento de la calidad; siendo el gran facilitador, articulador y
controlador del encuentro entre consumidores y productores de alimentos. Es decir,
que el Estado se reserva para sí el rol de garante del marco institucional y promotor de
la innovación organizacional y tecnológica en el sector privado. Desde esta propuesta
Ordoñez (2002) plantea al Estado como un aliado estratégico del sector privado en el
arte de vender o satisfacer al cliente; siendo la clave de la construcción de ventajas
competitivas.
53
Queda en evidencia que la calidad entendida en sentido amplio va de la mano de la
innovación ya que ambos procesos trabajan sobre los tres entornos – tecnológico,
organizacional y tecnológico – intentando transformarlos de manera alineada para
alcanzar economías de primer orden. Además, el sector primario – inicialmente ajeno
a este proceso – se ve involucrado de manera creciente en procesos de gestión de
calidad. Todo el proceso de diseño de economías de primer orden – con la calidad
como aglutinante – demanda de la participación de los actores privados, directamente
involucrados en el negocio, como del Estado en su rol de facilitador del proceso
innovativo.
3.2.2 La calidad desde la óptica de la empresa
En el presente apartado se aborda la problemática de la calidad desde la perspectiva
de la empresa individual, con énfasis en las relaciones contractuales entre proveedor y
cliente; es decir que se la analiza como una herramienta para la mejora de las
economías de segundo orden.
La política de una empresa respecto a la calidad comprende al menos tres elementos
principales, asociados a su definición, su control y su salvaguardia (Arruñada, 1998):
- Definición: Cada empresa debe conocer cuáles son las cualidades del
producto/servicio, no tanto desde el punto de vista técnico, sino fundamentalmente
desde el punto de vista del cliente. Es decir, que la empresa en su rol de proveedor
deberá preocuparse en que exista consistencia entre la calidad de su producto y las
expectativas de su cliente. En este terreno, la investigación de mercados es una
herramienta de gran utilidad.
54
- Control: La empresa ha de controlar el nivel de calidad de su producto/servicio en
sentido estrictamente técnico, adaptando su organización hacia la calidad. El control
involucra una variedad de pruebas y muestreos, en el caso de los bienes, y de
inspecciones y encuestas de satisfacción del cliente, en el caso de los servicios.
- Salvaguardia: La empresa deberá salvaguardar el nivel de calidad que haya elegido,
siendo eficaz para auto-obligarse a cumplir su promesa y a la vez, ser suficiente para
convencer al cliente que recibirá el nivel de calidad prometido. En consecuencia, la
empresa deberá establecer un conjunto de políticas, ya que un gran número de
decisiones afectan constantemente el capital reputacional de la empresa.
- Gestión de calidad para distintos tipos de productos
Arruñada (1998) plantea que los problemas relacionados con la calidad son más
graves cuanto menor es el nivel de calidad detectable antes de la compra y cuanto
más largo es el período de recompra. Atendiendo a estas propiedades, una tipología
muy extendida para analizar los distintos problemas que se plantean en cuanto a la
salvaguardia de la calidad es la que, atendiendo a la capacidad del cliente en evaluar
la calidad, distingue entre bienes de búsqueda, experiencia y confianza (Arruñada,
1998).
- Bienes de búsqueda: Son aquellos en que la calidad puede ser conocida antes de su
compra o consumo, siempre que se dediquen recursos a buscar o producir
información. La empresa deberá preocuparse por informar al cliente potencial,
teniendo en cuenta que esta acción también puede favorecer a competidores. Para
este tipo de bienes se emplea un sistema de garantía total que indemniza al
comprador por los fallos del producto, cuando sean responsabilidad del proveedor.
55
- Bienes de experiencia: El consumidor sólo conoce la calidad después del consumo.
El objetivo de la empresa deberá centrarse en obligarse a sí misma a cumplir y
convencer al cliente que la calidad es elevada. Las garantías suelen ser limitadas y su
diseño ha de tener en cuenta la necesidad de evitar una selección adversa de los
peores clientes y de incentivarlos para que no empleen el producto de manera
descuidada.
- Bienes de confianza: la calidad sólo se conoce a muy largo plazo o incluso, en el
extremo, nunca llega a conocerse. El convencimiento del cliente es aún una
herramienta más importante que para los bienes de experiencia. Para solventar la
asimetría de información se construyen estructuras organizativas que ganan
economías de escala en términos de reputación y de control de la calidad. Otras veces
la solución pasa por, simplemente eliminar el producto cuya evaluación de calidad es
deficiente, interiorizando las variaciones de calidad en el proveedor de dicho producto.
El procedimiento utilizado como salvaguarda suele ser la garantía explícita de un cierto
nivel de servicio.
Arruñada (1998) afirma que esta clasificación si bien es clara difícilmente sea eficaz a
la hora de definir y formalizar problemas diferentes en cuanto a la salvaguardia de la
calidad, ya que todos los bienes presentan en algunas de sus dimensiones o atributos
características propias de cada uno de los tres tipos ideales.
- La garantía de calidad en las transacciones
En relación comercial – sea esta de un producto o servicio – el problema principal
respecto a la calidad radica en la asimetría de información que existe entre las partes
(vendedor y cliente). Ocurre que generalmente quien actúa como vendedor posee más
información respecto al bien o servicio a intercambiar; contando el comprador o cliente
56
como menor cantidad de información. Al respecto, Arruñada (1998) plantea que para
resolver el conflicto las partes dedican recursos para salvaguardar el intercambio,
produciendo información adicional que los sitúe en igualdad de condiciones; o bien
que asegure que la asimetría de información no se usará de manera oportunista.
El caso más simple es aquel en el cual la transacción es única y la calidad está dada.
En estas circunstancias puede ocurrir la selección adversa o “lemmon markets”. Es el
típico caso del “problema de los coches usados”. La asimetría de información puede
hacer que el vendedor tenga una conducta oportunista. Constituye el oportunismo ex
ante de la transacción, relacionado con la información incompleta y asimétrica
(Ordoñez, 2002). En estos casos, la solución al problema es fácil y pasa por dedicar
recursos a producir información sobre la calidad del producto. Según Arruñada (1998)
esto puede darse por: a) la contratación de personas informadas, b) la examinación
del bien por parte del comprador, o c) la extensión de una garantía por parte del
vendedor.
Cuando las transacciones son repetitivas se facilita el funcionamiento de los contratos
implícitos; es decir, de aquellos cuyo cumplimiento no es exigible judicialmente
(Arruñada, 1998). Las partes estarán interesadas en cumplir lo pactado ya que
esperan obtener beneficios por transacciones futuras. Es decir, que la ganancia
experimentada por una conducta oportunista actual será menor que la sumatoria de
beneficios por transacciones futuras. Esto no es más que la generación de una cuasirenta como salvaguarda de la calidad. Una cuasi-renta se define como la parte de la
retribución a un factor productivo que excede al mínimo necesario para impedir que
abandone su actividad actual (Arruñada, 1998). La salvaguarda de la calidad en este
tipo de relaciones repetitivas se da mediante los contratos implícitos, por la generación
de cuasi-rentas.
57
Por lo tanto, una empresa puede diseñar estrategias para diseñar cuasi-rentas que
actúan como salvaguarda. El procedimiento más rápido es poner alguna especie de
fianza mediante activos generadores de cuasi-rentas, cuyo valor se reduce
notablemente o desaparece en caso de incumplimiento (Arruñada, 1998). Al respecto,
Arruñada (1998) plantea seis estrategias genéricas para la geneación de cuasi rentas,
a saber:
•
Venta a precio inferior a la calidad del producto: La forma más simple de crear
una buena reputación es vender un producto a un precio inferior a su
verdadera calidad. Si bien el vendedor puede sufrir pérdidas iniciales, luego las
recupera al aumentar el precio una vez que el cliente conoce ya la calidad del
producto. Es conveniente acompañar esta estrategia con una clara
comunicación que informe al cliente que se le está vendiendo un producto de
calidad alta.
•
Inversiones publicitarias: Las inversiones en publicidad y en marcas
comerciales constituyen una garantía implícita para el cliente sobre la
continuidad futura del servicio o la fiabilidad del producto. Se genera un “capital
publicitario” que actúa de garantía.
•
Activos específicos: El valor de activos específicos (físicos o humanos) que
utilizan las empresas puede esta más o menos ligados a la continuidad y
buena marcha de esta. Es decir, que los activos específicos se convierten en
una garantía de permanencia para todos los clientes; ya que el costo de
incumplimiento de la empresa será alto al no poder utilizar fácilmente esos
activos en otra actividad.
•
Barreras a la entrada: Consiste en restringir al entrada de modo de que todos
los productores tengan algo que perder si salen del mercado. Para que
funcione debe existir al menos algún mecanismo de control de la calidad.
•
Diversificación coherente con la calidad: Los oferentes de productos de calidad
58
pueden lanzar nuevos productos extendiendo a ellos su reputación. Para ello
se utiliza una marca preexistente como “paraguas”, fenómeno conocido como
brand-stretching (estiramiento de la marca). La reputación actúa como garante
de calidad del nuevo producto.
•
Distribuidores: Muchos distribuidores gozan de una excelente reputación
respecto a la calidad de productos que distribuyen. En consecuencia, el
seleccionar distribuidores bien reputados es una estrategia para generar cuasirentas.
Además de estas seis estrategias para generar cuasi-rentas que actúen como
garantes de calidad, puede optarse por la contratación explícita de la calidad mediante
garantías explícitas. Estas últimas, consisten en incorporar a los contratos de venta o
prestación de servicios diversos tipos de promesas por las cuales el vendedor o
fabricante contrae determinadas obligaciones para con el cliente en el supuesto que
haya fallos en el producto o servicio (Arruñada, 1998). Sin embargo, el propio
Arruñada (1998) afirma dado que los costos de litigación son elevados, las garantías
explícitas solo serán eficaces si el costo de incumplirlas para el proveedor es muy
elevado; excepto para productos valiosos.
Asimismo, Arruñada (1998) plantea que las garantías explícitas se enfrentan con dos
problemas típicos de la asimetría informativa: la selección adversa (ex ante) y el riego
moral (ex post). En el primer caso, el problema se manifiesta por la proclividad de los
clientes que esperan hacer un mayor uso o abuso de aquellos productos o servicios
que ofrecen mayores garantías explícitas. En el segundo, la propia existencia de la
garantía modifica la conducta de los usuarios, quienes al no cargar con el costo del
deterioro hacen un uso descuidado.
59
3.2.3 Grandes grupos estratégicos en los agronegocios y su relación con la
calidad.
Desde el paradigma de la organización industrial - estructura, conducta, resultado - los
agronegocios
serán
diferentes
según
qué
produzcan,
cómo
lo
produzcan,
acondicionen o procesen y para quién (cliente o mercado). Para Ordoñez (2002)
resuelta esta cuestión, quedan definidas las características y consecuentemente la
estructura, el funcionamiento y la performance - rentabilidad de los agronegocios. De
hecho hay dos grandes grupos estratégicos en los agronegocios alimentarios: los
commodities y las especialidades.
En ambos grupos estratégicos se presentan diferentes mecanismos de coordinación
de las cadenas verticales, y diferentes mecanismos de gobernancia que les son
propios relacionados a los atributos de las transacciones, y a los activos específicos;
observándose una correspondencia entre la estrategia de negocios, los mecanismos
de gobernancia y la coordinación sistémica y además la alineación de los mismos con
el contexto institucional. (Ordoñez, 2002).
Los commodities son productos de un alto nivel de indiferenciación, ya que se trata de
bienes estándar, donde el comprador busca básicamente el mejor precio – bajo el
supuesto de una continua disponibilidad de productos y servicios de calidad y
características homogéneas (Alvarado Ledesma, 2004). Los productos de los
agronegocios de commodities son homogéneos, y carecen de identidad propia
diferencial frente al mercado. Son productos sin mayor valor agregado y su ciclo de
vida es largo (Ordoñez, 2002).
La estructura de gobernancia típica de los commodities es el mercado spot, el cual
Alvarado Ledesma (2004) lo describe con cuatro características distintivas:
60
•
Los productos y servicios ofertados son alternativas comparables.
•
El comprador tiene la confianza, aunque no la capacidad de sopesar su calidad
y evaluar sus características.
•
Existe más de una fuente del producto o servicio.
•
Los productos ofertados son fácilmente intercambiables y de elevada
durabilidad; por lo tanto, pueden ser medio de pago o reserva de valor.
En el caso de los commodities agroalimentarios se los refiere en cuanto a su
composición de grasas, azúcares o proteínas; la tecnología de procesos aplicada es la
continua y en series largas de alto volumen, y su destino es abastecer de insumos a la
agroindustria o atender los mercados masivos. Los mecanismos de gobernancia están
principalmente ligados al mercado, si bien en muchos caso se observan mecanismos
de gobernancia relacionados con la integración vertical plena (Ordoñez, 2002).
Para Ordoñez (2002) el objeto de los agronegocios de commodities es la seguridad
alimentaria y la estrategia de negocios es de "bajo costo". Las claves para competir
son la creciente economía de escala y el aumento de la productividad para lo cual, el
énfasis debe estar puesto en él "cómo hacer" (know-how) y en las tecnologías de
proceso.
Por su parte, las especialidades – o también denominados productos diferenciados –
son aquellos que presentan identidad propia frente a los consumidores; tiene mayor
valor de elaboración que los commodities y un ciclo de vida más corto, ya que tienen
tendencia a estandarizarse (Alvarado Ledesma, 2004). Generalmente poseen marca
propia o están protegidos por una indicación geográfica, son diferenciados por los
consumidores que enfatizan su preferencia por los sabores, olores y colores
particulares que distinguen a estos productos (Ordoñez, 2002). Al hablar de productos
61
diferenciados se entiende la existencia de determinados servicios incorporados
(Alvarado Ledesma, 2004). Las tecnologías de proceso aplicada en las especialidades
son discontinuas, las series son cortas, de bajo volumen; en tanto, que su destino son
los consumidores de distintos segmentos de mercado, y los mecanismos de
gobernancia están principalmente ligados a los contratos (Ordoñez, 2002). Dentro de
la gama total de atributos que el cliente toma en cuenta, no sólo se encuentran las
características físicas, sino también – y con importancia creciente – los atributos de
valoración subjetiva, derivadas de preferencias y comportamientos; muchas de las
cuales se relacionan con un mayor intercambio cultural y étnico con el resurgir de
antiguas tradiciones productivas y culinarias (Alvarado Ledesma, 2004).
La estrategia de negocios se basa en la innovación permanente ligada al "que hacer"
(know what)-,
entendida como una mejora continua de la calidad, con un fuerte
énfasis en la tecnología de producto. Los precios de las especialidades responden a
política de precios y se los reconoce como formadores de precio.
La tendencia creciente que define la reingenieria de los agronegocios de
especialidades es la innovación permanente y la mejora continua de la calidad para el
cliente; en tanto, que en los commodities la tendencia creciente es a la descomoditización, es decir, o se transforman en especialidades, o se redefinen como
"commodities a medida" (Ordoñez, 2002). Dicho en otros términos, los negocios de
especialidades deben preocuparse por mantenerse en él sin commoditizarse; en tanto,
los agronegocios de commodities procuran diferenciarse
y acercarse a una
especialidad.
En ambos grupos estratégicos la reingeniería de los agronegocios utilizará dos
herramientas para comunicar la diferenciación de la especialidad o la tendencia a la
descomoditización en un commodity: la propiedad intelectual y los sistemas de
62
aseguramiento y certificación de la calidad. Para Ordoñez (2002) si bien ambas
herramientas valorizan al proceso de agronegocios, solo la propiedad intelectual lo
protege.
A partir del uso de estos distintivos o instrumentos en la cadena de agregado de valor,
se facilita la percepción de la diferenciación por parte de los consumidores (Ordoñez,
2002), ya que la diferenciación de productos solo lo es para el cliente. Si se considera
el caso de la producción agrícola de commodities en Argentina se encuentran
diferencias favorables respecto a países del hemisferio norte - principalmente Estado
Unidos y los países de Europa- debido al menor uso de de agroquímicos y fertilizantes
por unidad de superficie; lo cual puede tomarse como un punto de partida para
posicionar a la agricultura argentina como de menor impacto ambiental. Estas
diferencias, sumadas a una estrategia comercial que puede mejorar la competitividad
en los mercados externos y que permita diferenciar productores que hacen una buena
o mala gestión del ambiente, colocan a la certificación de establecimientos
agropecuarios como clave de un incipiente pero creciente mercado ambiental
(Viglizzo, 2004 b).
Los sistemas de aseguramiento de la calidad como: ISO, HACCP o distintas
certificaciones de calidad (ej. orgánicos) resumen sistemas de gestión de calidad en
procesos y productos delimitando manuales de procedimiento en procesos o
estándares en los productos; estableciendo criterios que determinan los rangos de
atributos para la gestión y la estandarización (Ordoñez, 2002). Sin embargo, como
instrumentos, no son susceptibles de apropiación por los actores de la cadena de valor
sí bien son percibidos por los consumidores como distintos. La seguridad jurídica de la
propiedad intelectual no está presente.
63
En cambio, los instrumentos ligados a la propiedad intelectual, en función de estar
incluidos en el derecho de propiedad, permiten la apropiación de la diferenciación
como un activo intangible (Ordoñez, 2002). Estos instrumentos dan seguridad jurídica
a la diferenciación y permiten la apropiación de las rentas generadas por la
diferenciación.
Queda en evidencia que la tendencia mundial en los agronegocios de ambos grupos
estratégicos, en mayor o menor medida, apunta a la diferenciación; existiendo para
ello herramientas específicas. Sin embargo, si bien esas herramientas permitirán
alcanzar el objetivo de la diferenciación, solo la propiedad intelectual la protege
legalmente.
3.2.4 La gestión de la calidad ambiental en el sector agropecuario
La diferenciación de productos es una variante cada vez más utilizada por los
mercados para materializar el compromiso de cumplir con las exigencias planteadas
por los consumidores actuales. Es un mecanismo de captura y generación de un
nuevo valor agregado para bienes e insumos agropecuarios (Malvicino, 1998).
La redacción y aplicación de normas, estándares, protocolos surgen como la opción
más válida y reconocida para adecuar los productos y procesos a las demandas de
clientes y consumidores a lo largo de la cadena agroalimentaria (UCA, 2003). Estos
son instrumentos consensuados por las partes interesadas, y que sirven de orientación
a los productores u organizaciones empresariales y que además son pasibles de
auditorías que permiten realizar un dictamen técnico denominado certificación
(Viglizzo, 2004 b). La certificación es el reconocimiento explícito de que un sistema,
proceso, producto o servicio cumple con los requerimientos de una determinada
norma, estándar o protocolo. Este reconocimiento lo realiza una entidad independiente
64
- llamada tercera parte, que en general está acreditada en un organismo de
acreditación (Viglizzo, 2004 b).
- Evolución de los sistemas de gestión ambiental.
En su trabajo “Desarrollo de una metodología compatible con la norma ISO 14000
para la eco-certificación de predios rurales”, Ernesto Viglizzo (2004 b) realiza una
interesante síntesis de la historia de la gestión ambiental de las actividades
económicas del hombre. En este apartado se presentan los principales aportes
realizados por Viglizzo (2004 b), en este tópico.
La industria química fue la que implementó el primer programa importante de gestión
medioambiental y de eco-auditoría mediante el “Responsible Care” (Responsabilidad
integral). Este sistema garantizaba la mejora continúa en la gestión de Calidad,
Seguridad, Salud y Medio Ambiente (Blanco, 2003). La Gestión y la Auditoría
ambiental se extendieron a Europa durante la década del 80, principalmente a
consecuencia de las evaluaciones que realizaba Estados Unidos a sus subsidiarias
(Viglizzo, 2004 b). En 1984, Holanda implementó un sistema similar al de
Responsabilidad Integral; y ya en la década del 90 Francia en Europa y Canadá en
América, elaboran Normas Nacionales de Gestión Ambiental (ABIQUIM,2000).
Puntualmente en 1992, el Instituto Británico de Normalización (BSI) dio a conocer la
British BS 7750, cuya revisión del año 1994 fue el principal antecedente de la norma
ISO 14000 (Viglizzo, 2004 b).
También, aparecen normas nacionales en los Países Bajos, Japón, Irlanda (IS 310) y
España (UNE) (Berón L.,1998) Sin embargo, no fue sino hasta el 29 de Junio de 1993
que se editó la primera norma supranacional, cuando se aprobó el reglamento 1836/93
referente a eco-gestión y eco-auditoría (“EcoManagement and Audit Scheme”: EMAS).
65
A partir de ese año, la Unión Europea tuvo su propio sistema comunitario de Gestión
Ambiental (Blanco I.,2003).
Interesante es el caso español, que en 1994 editó las normas UNE 77/801/94
referente a Gestión Ambiental y la UNE 77/802/94 referente a auditorías para las
empresas y a partir de ellas, algunas comunidades autónomas imponen por primera
vez que el Estado realice las auditorías ambientales a determinado tipo de industria
(Mercado, 1997).
Por su parte, El Concejo Mundial para el Desarrollo Sustentable propone la idea de
una norma internacional y como resultado en 1996, ISO (Organismo Internacional de
Normalización) edita las Normas ISO 14000, para la Gestión Ambiental.
- La calidad en el sector agropecuario
La calidad es el primer desafío que debe abordar el sector agropecuario, ya que no
solo basta con decir que se produce bajo sistemas que la aseguren, sino que hay que
respaldarlos mediante la certificación (Viglizzo, 2004 b). Bajo estas condiciones los
sistemas certificables como las Buenas Prácticas Agrícolas, las Buenas Prácticas
Ganaderas, las Buenas Prácticas de Manufactura, el sistema HACCP y la norma ISO
9000, se pueden señalar como los sistemas más importantes, ya que incorporan
prácticas
de
registro,
trazabilidad
y
seguridad
alimentaria
en
la
cadena
agroalimentaria. Sin embargo, ninguno de los sistemas anteriormente citados, a pesar
de que directa o indirectamente cubre ciertos requisitos de cuidado ambiental, permite
certificar una gestión ambiental (Viglizzo, 2004 b). La norma ISO 14.000, en cambio,
está diseñada para cubrir ese espacio vacío, no cubierto por las anteriores;
convirtiéndose en una norma a medida para la gestión y certificación ambiental.
66
Este conjunto de sistemas, si bien pueden ser implementados en forma independiente
y en general en forma progresiva, también pueden hacerlo de manera integral.
Actualmente, existe una corriente creciente que empuja a su adopción simultánea,
como ha sido reflejada en la versión 2000 de la ISO 9000, pensada para facilitar su
implementación en forma conjunta con un Sistema de Gestión Ambiental (Figura 6).
FIGURA N° 5: Sistemas certificables en la cadena agroalimentaria.
Fuente: Adaptado de Viglizzo (2004 b)
En este contexto, las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA´s) surgen básicamente, para
asegurar que los alimentos sean sanos y aptos (inocuos) para el consumo humano
(González Riera et al.,2001); favoreciendo también, la protección del medio ambiente y
la salud de los trabajadores. Están orientadas fundamentalmente a la producción
primaria de productos que se consumen en estado fresco o con un mínimo de
procesamiento, tal es el caso de hortalizas y frutas (Viglizzo, 2004 b). Sin embargo,
ninguna de estas BPA´s2 están pensadas, para ser implementadas de manera
específica en la producción primaria de commodities agropecuarios. A continuación se
describen sucintamente los principales esquemas de BPA´s, que Viglizzo (2004 b)
2
BPA´s: Buenas Prácticas Agrícolas
67
identificó en su trabajo “Desarrollo de una metodología compatible con la norma ISO
14000 para la eco-certificación de predios rurales”.
- Guía FDA-CFSAN (USFDA, 1998):
En 1997 en Estados Unidos surge la Iniciativa de Seguridad Alimentaria, para prevenir
el riesgo microbiano y/o toxicológico derivado del aumento de reportes de
enfermedades transmitidas por alimentos (ETAS) por el mayor consumo de productos
frescos. Esta guía se la conoce como “Guía FDA-CFSAN para reducir al mínimo el
riesgo microbiano de los alimentos en el caso de Frutas y Verduras” (USFDA,1998).
Está enfocada exclusivamente hacia los riesgos microbiológicos, ayudando a que los
productores puedan mejorar las condiciones de inocuidad en frutas y hortalizas. En
síntesis, la base de la guía son las Buenas Prácticas de Manufacturas que se aplican
en industria pero enfocado a la producción primaria, dedicándole al articulado de agua
y estiércol un espacio de vital importancia.
Analizando la guía y por el tratamiento de los distintos artículos le da mucha más
importancia al tema del buen uso del estiércol y los desechos orgánicos, que al uso de
agroquímicos como contaminantes de frutas y verduras. Exige que se cumpla con toda
la reglamentación de los gobiernos locales, estatales y federales de Estados Unidos y
las reglamentaciones del exterior, cuando sea necesario.
Por último considera los temas básicos de higiene y limpieza del personal, de los
lugares de cosecha y empaque, y en el transporte. También destaca, la necesidad de
contar con un sistema efectivo de rastreo de la mercadería para identificar partidas con
riesgos microbiológicos (USFDA, 1998).
Se evidencia que esa guía tiene por objetivo lograr la inocuidad de los alimentos – y
principalmente enfocada en los riegos microbiológicos - pero no aborda el impacto de
las prácticas sobre el ambiente. Es decir, que es este caso la gestión de la calidad
68
está enfocada en obtener un producto físico final que contemple la salud y bienestar
del consumidor, pero no considera los efectos de la actividad productiva sobre el
ambiente.
- EUREP-GAP
En Europa, el Euro Retailer Produce Working Group (EUREP) edita el código EUREPGAP, para desarrollar un estándar mínimo aceptable para los grupos líderes de
supermercados europeos. Este código se puede decir que es el más difundido de los
dedicados a BPA´s3.
El EUREP-GAP, tiene un articulado extenso, distinguiendo Puntos de Control, que
responden a la pregunta ¿cuál es el aspecto a tener en cuenta?. Por cada Punto de
Control hay “Criterios de Cumplimiento” que responden a la pregunta ¿Cómo se
implementan los aspectos indicados? (EUREPGAP, 2001). Clasifica a cada uno de los
Puntos Críticos y a los Criterios de Cumplimiento por colores según su obligatoriedad.
Así se distinguen los Obligatorios (en color rojo), los de cumplimiento cuasiobligatorios que tienen que estar cubiertos en un 90-95% (color amarillo) y los
recomendados que son aquellos en los que se sugiere el ajuste, tendientes a la mejora
continua del sistema (color verde).
El EUREP-GAP, se certifica a través de organismos acreditados en los países
europeos, y esta comenzando a ser exigido como prerrequisito obligatorio para la
implementación del sistema de seguridad alimentaria (Buenas Prácticas de
Manufacturas-Procedimientos Escritos de Saneamiento y Análisis de Peligros y Puntos
de Críticos de Control) en la industria alimenticia.
3
BPA´s: Buenas Prácticas Agrícolas.
69
Como Puntos Críticos obligatorios la norma indica, por ejemplo: la trazabilidad del
producto, el cumplimiento de las regulaciones de los países importadores en cuanto a
plantas transgénicas, los registros de campo, la evaluación de riesgos para zonas de
producción, el almacenamiento de productos químicos, el uso específico de productos
fitosanitarios, las reglamentaciones técnicas sobre agroquímicos, los registros de
aplicaciones, los análisis de residuos químicos y los equipos de protección de
personal, entre otros.
Entre lo más destacable que tiene este código es lo extenso que es el Punto Crítico
sobre Protección de Cultivos (uso de químicos). Al contrario del FDA-CFSAN, le da
mucha más importancia a la contaminación química por control de plagas y malezas
que por el uso de abonos orgánicos. El EUREP-GAP, permite el uso de productos
químicos tanto fertilizantes como insecticidas y herbicidas, siempre y cuanto sea
posible realizar un balance de nutrientes para justificar la aplicación y tender a realizar
un manejo integrado de plagas. Destaca mucho, la importancia de los residuos y del
manejo de envases en el uso de agroquímicos, la gestión de excedentes y su
almacenamiento. También es muy extenso el Punto Crítico dedicado a la salud,
seguridad y bienestar laboral de los trabajadores, evaluando los riesgos para el
personal, la capacitación, los equipos de protección, la higiene y el bienestar en cuanto
a salarios, edades, horas de trabajo y aportes.
Tiene un Punto Crítico dedicado al medio ambiente, que es considerado en general
como punto para la mejora continua y no como punto obligatorio. Pero igualmente, el
tema medio ambiente está transversalmente tratado, ya que al cumplir muchos de los
criterios de cumplimientos de Puntos Críticos se está cumpliendo con el buen uso de
recursos naturales. Además, exige en otros apartados evaluaciones de impactos
ambientales.
70
El EUREP-GAP tiene como aspectos bases: a) la toma de precauciones para
minimizar riesgos, b) disponibilidad de registros, c) trazabilidad de los productos, d) la
capacitación y e) el compromiso de la Dirección, que aunque no se hace mención
expresa en los documentos analizados es de vital importancia para la implementación
de cualquiera de los sistemas que están en vigencia en la actualidad (Gómez Riera et
al., 2002).
- Certificación de sistemas australianos de Seguridad Alimentaria (SQF 2000)
El sistema SQF 2000 (Safety Quality Food 2000), se puede afirmar que es un sistema
HACCP de seguridad alimentaria “mejorado”, que toma en cuenta varios puntos de la
ISO 9000 para darle una forma de Sistema de Gestión y como prerrequisitos
obligatorios, según sea el caso toma a la Producción Orgánica o al Código EUREPGAP. La forma de implementarse como sistema permite incorporar al sistema de
seguridad, sistemas de calidad (ISO 9000) y sistemas de gestión ambiental (ISO
14000). En Australia, muchas empresas agrícolas están implementando los sistemas
QAS (Quality Assurance Systems), basados en el SQF 2000.
- Otras Guías de Buenas Prácticas Agrícolas.
En América Latina, Perú es uno de los países con más desarrollo en la aplicación del
Código EUREP-GAP. Chile además del EUREP-GAP, aplica el Manual de Buenas
Prácticas local. En Argentina, figuran tres normativas nacionales sobre BPA. La
principal es la Resolución SAGPyA 71/99, que se complementa con la Resolución
SENASA 530/01 y la 510/02. El articulado en estas resoluciones son semejantes a las
FDA-CFSAN y a las del Código EUREP-GAP. Tiene como agregado un articulado
sobre control de heladas y le da importancia al uso de agroquímicos, siguiendo los
lineamientos europeos.
71
- El caso de las BPA en cultivos agrícolas extensivos.
Dentro de la producción agropecuaria los cultivos agrícolas representan una
importante proporción desde el punto de vista del uso de la tierra, y de su importancia
económica. Sin embargo, no es común abordar el tema de las BPA´s desde la óptica
no de la inocuidad del producto final, sino desde la gestión ambiental y de cómo se
afectan los recursos naturales involucrados. A continuación se presentan un listado de
BPA´s para la producción agrícola que de adoptarse de manera masiva ayudarían a
logar una producción ambientalmente mucho más sustentable. Las prácticas en
cuestión son:
•
Siembra directa
•
Rotación de cultivos
•
Manejo de manejo integrado de plagas
•
Manejo racional de la nutrición vegetal y la fertilización edáfica
- La siembra directa:
La Siembra Directa, sistema productivo basado en la ausencia de labranzas, en las
rotaciones y en el mantenimiento de los suelos cubiertos por los rastrojos, cambió el
paradigma reinante. Permite así, acceder a un uso racional y sustentable –y hasta
reparador- de los recursos básicos de los agro-ecosistemas como lo son el suelo, el
agua, y la biodiversidad (Peiretti, 2004).
La siembra directa puso en marcha un nuevo paradigma en la agricultura, que permite
superar el problema de la erosión y degradación de los suelos. Al estado del
conocimiento actual, se vislumbra como la alternativa productiva que mejor conjuga los
intereses-
muchas
veces
contrapuestos
–
de
alcanzar
una
producción
económicamente rentable para las empresas, ambientalmente sustentable, y
72
socialmente aceptada. Sin embargo, se accederá a todos los beneficios siempre que
se comprenda la complejidad de los agroecosistemas en los que el productor trabaja, y
se respeten los tiempos de los ciclos biológicos por sobre las urgencias que exige la
rentabilidad inmediata. Para ello, además de la ausencia de remoción deberá
plantearse una rotación ajustada en diversidad –número de cultivos diferentes – e
intensidad – número de cultivos por unidad de tiempo – junto con una estrategia de
fertilización que al menos reponga los nutrientes que hoy muestran respuesta
(nitrógeno, fósforo y azufre).
Todo ello, acompañado por tecnologías de proceso y de producto que permitan un uso
más eficiente y ajustado de insumos, con un menor impacto ambiental negativo
(AAPRESID, 2005).
- La rotación de cultivos:
La alternancia de diferentes cultivos en el tiempo y el espacio –esto es rotar diferentes
especies vegetales en un mismo lote a través de los años- presenta ventajas desde el
punto de vista agronómico y empresarial. Específicamente, permite una diversificación
de los riesgos productivos, ya que las condiciones ambientales pueden ser
desfavorables para un cultivo, pero es poco probable que lo sea para los demás
cultivos integrantes en la rotación, que están sembrados en otros lotes. Se logra así
disminuir el riesgo medio de la actividad, máxime si ello se combina con estrategias de
coberturas de precio y climáticas (Lorenzatti et al, 2003).
Además, la alternancia (espacial y temporal) de cultivos tiene un efecto inhibitorio
sobre muchos patógenos. Es decir, que el agente causal de enfermedad al no
encontrar el hospedante adecuado (planta a la cual infectar) ve interrumpido su ciclo y
no tiene oportunidad de prosperar, disminuyendo la cantidad de inóculo presente en el
73
lote. Con las malezas y los insectos ocurre algo similar. Al ir modificando anualmente
el ambiente estos organismos no encuentran un nicho estable que permita un aumento
importante de su densidad poblacional. En consecuencia, malezas y plagas se
mantienen en niveles que no comprometen el éxito del cultivo con un manejo
integrado. Ello se debe complementar con el concepto de rotación y mezcla de
principios activos de diferente mecanismo de acción tanto en herbicidas como en
insecticidas (Lorenzatti et al, 2003).
Desde el punto de vista de la fertilidad química de los suelos, las rotaciones hacen un
uso balanceado de nutrientes, comparado con el monocultivo, evitando desequilibrios
químicos de importancia. Si ello se complementa con una fertilización que contemple
las diferentes necesidades de cada cultivo, habrá respuestas económicas favorables y
se mantendrá el potencial productivo de los suelos.
Las rotaciones también influyen en las condiciones físicas y bioquímicas del suelo. En
el aspecto físico, los distintos sistemas radiculares de los cultivos exploran diferentes
estratos del perfil, permitiendo una colonización del suelo con raíces, de diferente
arquitectura. Debido a esto, cada tipo de raíz genera una clase determinada de poros,
los cuales según su tamaño tendrán funciones de aireación, ingreso del agua al perfil,
almacenamiento, o funciones mixtas. Al descomponerse las raíces por actividad de los
microorganismos quedan formados poros, los cuales presentan alta estabilidad y
continuidad espacial, favoreciendo una buena dinámica de aire y agua (Lorenzatti et
al, 2003). Respecto a los aspectos bioquímicos, la rotación de cultivos favorece a
obtener un balance neutro o positivo de carbono, comparado con el monocultivo.
En el plano biológico las ventajas de la rotación de cultivos son también evidentes.
Específicamente, en los primeros centímetros del suelo existe una gran actividad y
diversidad biológica responsable en buena parte de la mineralización, formación y
74
reciclado de materia orgánica y disponibilidad de nutrientes. La rotación de cultivos
con los diferentes aportes en cantidad y calidad de rastrojo brinda el sustrato del cual
se nutrirán los microorganismos, haciendo que exista un equilibrio de sus poblaciones
similar a lo que ocurre en ambientes naturales; aunque con predominio de otras
especies adaptadas a los agroecosistemas.
Otro aspecto importante al plantear la rotación es ajustar su intensidad a la realidad
climática y productiva de cada zona, principalmente a la disponibilidad de agua. La
intensidad hace referencia a la cantidad de cultivos en un período de tiempo. La
rotación será más intensa cuanto más cultivos se realicen en un número determinado
de años. Hay que encontrar la intensidad adecuada, ya que si la misma es baja se
estarán desaprovechando oportunidades de obtener mayor rentabilidad y no se
utilizaría toda el agua almacenada. Por el contrario, si la intensidad es excesiva los
riesgos productivos serán altos, ya que para las condiciones promedio de la zona el
agua no será suficiente para obtener altas producciones en todos los cultivos
(Lorenzatti et al, 2003).
Es importante destacar que la rotación de cultivos es una de las principales prácticas
agrícolas con beneficios ambientales conocidos y comprobados; siendo deseable que
se la incluya en todo listado o guía de BPA´s.
- Manejo integrado de plagas (MIP)
El uso de plaguicidas con fines de reducir los daños causados por plagas en la
actividad agrícola tuvo un crecimiento exponencial en las últimas décadas, creándose
una dependencia casi total en los métodos químicos de protección. Los efectos
colaterales negativos del uso desmedido de los plaguicidas están afectando la salud
humana en forma de intoxicaciones agudas y crónicas en las poblaciones. Los efectos
75
sobre el medio ambiente también son serios, comprometiendo la sostenibilidad de los
sistemas agrícolas. A partir de la intensificación de las fallas del enfoque
unidimensional (control químico) se reconoció que era necesario un enfoque
multidimensional con una visión agroecológica del problema. Este nuevo enfoque es
representado por el Manejo Integrado de Plagas (MIP), que fue tal vez el primer gran
logro en la operacionalización del enfoque sistémico en la producción agropecuaria
(Cobbe, 1998).
En este contexto, en la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente
y el Desarrollo (UNCED) celebrada en Río de Janeiro en 1992, el MIP fue
específicamente mencionado en la Agenda 21, capítulo 14, como forma eficiente para
disminuir el efecto negativo de las actividades agrícolas sobre el medio ambiente,
garantizando la continuidad del proceso de producción de alimentos y fibras.
Específicamente, el Manejo Integrado de Plagas (MIP) consiste en: “la utilización de
varias tácticas de manera ecológicamente compatible con el objetivo de mantener
poblaciones de artrópodos, patógenos, nematodos, malezas y otras plagas, en niveles
por debajo de aquellos que causan daño económico, al mismo tiempo que aseguran
protección contra daños al hombre y al medio ambiente” (FAO, 1998).
El MIP procura reducir los problemas fitosanitarios a través de la utilización de
diversas tácticas, considerando factores económicos, sociales y ambientales,
optimizando el control en relación a todo el sistema de producción de una especie
cultivada. Las principales tácticas, utilizadas en combinaciones diferentes conforme la
situación de cada cultivo en cada localidad, incluyen los controles genético,
filogenético, cultural, biológico, etológico, físico, legal y químico (Cobbe, 1998).
76
Respecto al usos de plaguicidas (manejo químico) la FAO4 (2002) sostiene que las
“BPA´s5 en el uso de plaguicidas incluye los usos recomendados oficialmente o
autorizados a nivel nacional, en las condiciones existentes, para combatir las plagas
de manera eficaz y confiable. Abarca una variedad de niveles de aplicaciones del
plaguicida hasta la concentración más elevada del uso autorizado, aplicada de tal
manera que deje el residuo más bajo posible”. Esta definición es por demás importante
ya que contiene elementos fundamentales para poder desarrollar recomendaciones de
BPA que sean aplicables por los productores.
En primer lugar, en un país donde la producción agropecuaria tiene la magnitud e
importancia como la Argentina, es imprescindible el desarrollo de un sistema oficial de
registro que asegure la calidad, efectividad e inocuidad de los productos fitosanitarios
que se aplican sin perder de vista cuestiones fundamentales para la salud humana
como son la toxicidad (aguda, crónica o subcrónica) y los límites máximos de residuos
tolerables en alimentos, así como la preservación del ambiente (ecotoxicidad).
Lentamente, se está cambiando el concepto de “eliminar” una plaga por el de
“mantenerla por debajo del nivel de daño económico”. Es imprescindible lograr que se
utilicen productos provenientes de empresas reconocidas en el mercado, adecuados
para controlar la plaga, maleza o enfermedad problema sin afectar al resto de las
especies “no blanco” y realizar monitoreos a campo, previamente a la toma de
decisión de aplicar alguna medida de control químico.
Con referencia al control químico convencional, es importante destacar el hecho de
que, en los últimos años y, como resultado de los avances logrados en la investigación
y el desarrollo de nuevas moléculas, éstas presentan niveles de toxicidad cada vez
4
5
FAO: Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación
BPA´s: Buenas Prácticas Agrícolas
77
menores, se los aplica en concentraciones también menores y en lugar de tener un
amplio espectro de control son cada vez más específicos, controlando sólo a las
plagas objetivo sin afectar al resto.
En el caso de la protección de los consumidores, como resultado de la aplicación, es
fundamental considerar el tiempo de carencia del producto y de cada cultivo. Este es
el tiempo mínimo que debe transcurrir entre la última aplicación de un agroquímico y el
momento de cosecha, para que el nivel de residuos en los vegetales cosechados esté
por debajo de las tolerancias admisibles. Los residuos son partes de un compuesto
químico que después de su descomposición o degradación, se pueden encontrar en el
suelo, agua, plantas, aire o alimentos. Los límites máximos de residuos admisibles, o
tolerancias, son los niveles de residuos máximos permitidos por los organismos y las
directivas nacionales e internacionales en los alimentos de consumo humano o animal.
Otro aspecto importante a tener en cuenta es el almacenamiento de los productos
fitosanitarios que debe realizarse guardando todas las precauciones de seguridad
necesarias como para prevenir efectos indeseados para las personas o para el
ambiente. Debe existir algún sistema especializado que permita certificar, en los
depósitos de productos fitosanitarios, el cumplimiento de estrictas normas de
seguridad basado en estándares internacionales y de procedimientos de emergencias.
En Argentina, CASAFE6 está implementando el programa “Depósito ok”
Es también necesario establecer pautas adecuadas para la realización de un
transporte seguro
de estas
sustancias
que
son
potencialmente
peligrosas,
contemplando además todos los procedimientos a seguir en caso de accidentes
(derrames o incendios).
6
CASAFE: Cámara Argentina de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes
78
Especial atención se debe poner en todos los temas relacionados con la salud del
trabajador. En aspectos de prevención, es importante tener en cuenta que el peligro
potencial de los productos fitosanitarios no desaparece con el uso de los elementos de
protección personal, sino que debe ir acompañado de procedimientos de trabajo
seguros. La política de prevención requiere del compromiso, capacitación y
entrenamiento tanto del nivel gerencial como operativo de la empresa agropecuaria.
También es importante la protección del ambiente, debiendo tenerse en cuenta que,
para su preservación, se debe realizar una correcta calibración de los equipos de
aplicación priorizando realizarla en las condiciones ambientales más favorables, así
como contemplar el destino y tratamiento de las aguas residuales de una forma segura
y ecológica y de la disposición final de los envases vacíos de agroquímicos. En
Argentina CASAFE comenzó a implementar con buenos resultados un programa
tendiente al reciclado de los envases de agroquímicos, lo cual es un importante
avance en esta materia.
Es necesario conseguir una elevada eficiencia en las aplicaciones de productos
fitosanitarios en todos aquellos tratamientos realizados a partir de decisiones
agronómicas razonadas. Esta exigencia se debe basar en varios aspectos claves
como son la minimización las dosis aplicadas por unidad de superficie cultivada,
mejorando la distribución sobre el objetivo que se pretende proteger, la limitación de
los efectos contaminantes de los tratamientos reduciendo las pérdidas por deposición
de productos sobre el suelo o por desplazamiento lateral más allá de la superficie
objetivo, acotar el riesgo que pueden representar para el aplicador las operaciones de
pulverización, minimizar los niveles de residuos químicos sobre los productos
agrícolas mediante la aplicación realizada de acuerdo a las instrucciones del fabricante
y la implementación de todas las Buenas Prácticas de Aplicación de fitosanitarios, que
engloban a las actuaciones anteriores.
79
- El manejo racional de la nutrición vegetal y la fertilización edáfica
Históricamente la región pampeana es definida a nivel mundial como una de las
regiones más ricas del planeta, en donde se pueden realizar diferentes actividades
agrícolas. Sin embargo el proceso de agriculturización que se asoció en un principio a
una mecanización intensa, tuvo como consecuencia problemas de erosión de diferente
intensidad con la consecuente perdida de materia orgánica. Hace veinte años, no se
pensaba en reponer los nutrientes del suelo, porque supuestamente alcanzaba con la
fertilidad natural de los suelos. La contracara es que en la actualidad hay un aumento
en la frecuencia a la respuesta a nutrientes que por aquellas épocas no se pensaba en
reponer (Salvagiotti, 2004).
Las altas tasas de exportación han provocado disminuciones dramáticas en los
contenidos de materia orgánica y disponibilidad de los diferentes nutrientes. Un buen
método para evaluar la fertilidad química del suelo – y analizar si el manejo que recibe
es compatible con su clasificación de recurso renovable - es el balance de nutrientes.
Este se estima como la diferencia entre la cantidad de nutrientes que entran y que
salen de un sistema definido en el espacio y en el tiempo (García, 2003). En
Argentina, existen balances de nutrientes negativos para la Región Pampeana.
Específicamente, en el período 1996-2001 se aplicó el 29%, 45%, 1% y 9% del
nitrógeno, fósforo, potasio y azufre exportados por los cuatro principales cultivos maíz, trigo, soja y girasol. Es importante tener en cuenta que este desbalance implica
una remoción de nutrientes del suelo por un valor de U$S 1141 millones por año
(García, 2003).
La fertilización de los cultivos no solo permitirán un mayor retorno económico en el
corto plazo, sino que una planificación racional de la fertilización permitirá ir
80
incrementando el nivel de nutrientes de más difícil reposición (Salvagiotti, 2004),
compatible con un producción sustentable. Esto no invalida que se tomen las
precauciones necesarias para no caer en viejos errores, como lo es la contaminación
de napa y acuíferos por un uso excesivo y poco eficiente de fertilizantes. A título de
referencia el 40% de los condados en los Estados Unidos contienen niveles altos de
nitratos en el agua y en un 10% el nivel es tan alto que el agua ya no se puede tomar
(Solbrig, 2002).
La incorporación de un plan racional de fertilización – que contemple no sólo la
cantidad de nutrientes a aplicar, sino también su uso eficiente por los cultivos- en
cada unidad de producción, es un desafío que deberá ser cumplido para acceder a
una producción ambientalmente sustentable.
Queda evidenciada la existencia de información necesaria para abordar la temática de
las BPA´s7 no solo desde una visión que contemple aspectos relacionados con la
inocuidad del producto final como alimento, sino también desde una visión más amplia
que incluya la gestión ambiental. En este sentido, sería auspicioso el desarrollo de
esta nueva visión complementaria, que iría alineada con la implementación de
sistemas de gestión ambiental con foco en los recursos naturales involucrados en la
producción agropecuaria.
3.3 EL DILEMA ENTRE SUSTENTABILIDAD Y PRODUCCIÓN.
El gran dilema de la sociedad moderna es cómo lograr una convivencia armoniosa
entre la economía y le ecología (Viglizzo, 2001). Las leyes de la física juegan una mala
pasada, ya que hay un determinismo condenatorio en la segunda ley de la
7
BPA´s: Buenas Prácticas Agrícolas
81
termodinámica. De una manera simplista, esta ley demuestra que cuanto más
producimos, más energía y desechos generamos, y que este costo
- llamado
entropía- es inevitable porque así lo determinan las leyes inmutables de la Física
(Prigogine, 1996). En la práctica, esto significa que no nos es dable aspirar a una
armonía perfecta entre la producción de bienes y la degradación del ambiente. Como
no hay posibilidad física de lograrla, buscar la sustentabilidad integral de un proceso
productivo es una utopía. Es posible, en cambio, encontrar algunas trayectorias
productivas que co-evolucionen y resulten más sustentables que otras. La clave está
en el planteo productivo que se adopte y en la tecnología que se aplique (Viglizzo,
2004 a).
En este apartado se discuten aquellos aspectos de la sociedad que tienen que ver con
su grado de desarrollo actual y su relación conflictiva entre obtener recursos para una
población humana creciente y demandante de alimentos en cantidad y calidad, y su
deseo de mantener el ambiente lo menos alterado posible. Un dilema de difícil
solución.
3.3.1 Globalización y sociedad de la información
La descripción y comprensión del entorno en el que se desarrollan los agronegocios, y
específicamente los sistemas de aseguramiento de la calidad es un punto importante
que no puede ser desconsiderado a la hora de analizar la factibilidad de
implementación de una nueva propuesta de certificación ambiental de la producción
agropecuaria. En tal sentido, dos características de la sociedad actual son las que
definen el contexto actual: la globalización y el hecho transitar por la sociedad de la
información.
82
En términos técnicos, la globalización puede definirse como el proceso dinámico por el
cual sistemas diferentes y complejos, separados y con atributos distintos entre ellos,
entran en contacto recíproco, con interacción e intercambio de materia, energía e
información - incluyendo, flujos e intercambios de especies, de seres humanos con su
cultura, de capitales y tecnología- hasta adquirir numerosos atributos comunes y
globales; estas interacciones hacen surgir propiedades emergentes que no existían en
ninguno de los sistemas anteriores considerados en aislamiento (di Castri y Hadley
1988). En la práctica, se entiende por globalización al proceso y momento en los
cuales todas las economías del mundo y las culturas de todos los países han entrado
en un estado de interacción y de interdependencia, de permeabilidad e influencia
recíproca, de apertura y no de aislamiento, autarquía o autosuficiencia (di Castri,
2002).
Analizando estas definiciones queda en evidencia que cualquier acción que una
persona, empresa o grupo realice estará influenciada y tendrán influencia por y sobre
las acciones de otros sujetos; no pudiendo pensarse ninguna acción como algo aislado
o independiente.
En sentido, se puede afirmar que lo largo de la historia del hombre y del planeta – visto
como un megaecosistema – han sucedido muchos fenómenos de globalización
(O’Rourke and Wilkinson, 1999). Cada vez que hubo progresos en los transportes y la
comunicación - la rueda, la tracción animal, los trenes a vapor y después los eléctricos,
todo tipo de barco, los aviones, los satélites, o el lenguaje escrito, la prensa de
Gutenberg, el telégrafo, el teléfono, la radio y la televisión, las computadoras e
Internet-, hubo y hay una fase de expansión con tendencia hacia un aumento de las
interacciones y de las conexiones, las más importantes de ellas siendo el comercio y
los intercambios culturales (di Castri, 2002).
83
La globalización actual, cuya encrucijada para su rápida expansión puede reconocerse
en 1989 se debe principalmente a tres factores algo concomitantes: la caída del muro
de Berlín con el fin de la Guerra Fría y la apertura o mayor permeabilidad de las
fronteras, la liberalización del comercio internacional por los acuerdos de la Ronda
Uruguay del GATT (General Agreement on Tariffs and Trade), y la afirmación y
expansión de Internet. Es la “BIG globalization”, por las iniciales de Berlín, Internet y
GATT (di Castri 1995 a; di Castri, 2002). y por el significado “grande” de la sigla en
idioma inglés.
El síndrome más común y más inquietante de la globalización es aquel de los
ganadores-perdedores (winner-loser syndrome); con aumento de las brechas (gaps)
entre distintos actores (di Castri, 2002). Es importante resaltar el hecho que la
globalización no solo toca a aquellos que participan en este nuevo entorno; sino que
incide en los sectores sociales que no tienen la posibilidad de insertarse y participar
activamente en ella, pero que sufren sus consecuencias – como son los procesos de
exclusión social - a través de procesos que esta última genera (Chaparro, 2001).
Sin embargo, esto no significa que para que unos ganen, otros necesariamente deben
perder; lo que sería una economía de competitividad suma cero. Por el contrario, una
economía con competitividad suma cero debe ser reemplazada por una economía con
creación de valores (win-win) (di Castri, 2002). Y el concepto es también aplicable a la
compatibilidad absolutamente indispensable que debe existir entre desarrollo y medio
ambiente. Sin desarrollo – en la mayor parte de los países – sería ilusorio adoptar y
seguir políticas de saneamiento ambiental. Estas no serían aplicadas, por la simple
razón que no serían aplicables en un mundo real. Junto al “derecho del ambiente”,
habría también que institucionalizar en el ámbito internacional un “derecho al
desarrollo”. Las win-win strategies (gana el desarrollo y gana también el medio
ambiente) son cada vez más implementadas (di Castri, 2002).
84
Otro factor que caracteriza a la globalización de comienzo de siglo es la aceleración
extremadamente rápida de los cambios, así como la dificultad de poder dominarlos y
preverlos, lo que conlleva que ciertos conocimientos y prácticas de gestión se vuelvan
pronto obsoletos (di Castri, 2002). Sin embargo, y casi como una consecuencia lógica,
hay un alto ritmo en el progreso científico y tecnológico, con una relación cada vez
más estrecha entre el conocimiento que el adelanto genera y sus múltiples
aplicaciones prácticas (Chaparro, 2001). De aquí se desprende la necesidad incesante
de innovaciones y de una formación continua y constantemente renovada.
Ordoñez (2002), desde la óptica de los agronegocios, platea a la globalización como
un fenómeno multilocal, aportando un componente a este fenómeno global. En la
globalización los espacios de transacción, de intercambio y/o comerciales son multilocales; atravesando los sistemas de negocios agroalimentarios fronteras, culturas
diferentes, y escenarios reales distintos. (Ordoñez, 2002). Específicamente, en el
pasado se discutía en marketing “pensar localmente y actuar globalmente”, o su
inversa “pensar globalmente y actuar localmente” como los diferentes ejes
paradigmáticos en el comercio globalizado. Para Ordoñez (2002), hoy el concepto es
el escenario multilocal. En este nuevo paradigma cada localidad es global y en el
mismo sentido lo global solo se expresa localmente (Ordoñez, 2002). En línea con
este concepto, di Castri plantea que en la sociedad actual hay un renacimiento de las
identidades culturales, nacionales, regionales y locales; destacando el rol de las
culturas en el marketing de los productos, principalmente en los agroalimentos y el
turismo (di Castri, 2002). Uniendo ambos enfoques complementarios resulta claro al
importancia de lo local – incluida la cultura – en el marketing de los agronegocios y lo
trascendente de reconocer globalmente las oportunidades de negocios, pero
reconociendo y asumiendo la gran diversidad local que influirá en el éxito del proceso
comercial. En términos más generales, la globalización actual no puede comprenderse
85
y analizarse sino en el contexto de la transición post-industrial hacia la sociedad de la
información.
A pesar de lo expuesto, la globalización es un fenómeno coyuntural, aunque sea muy
prolongado. Lo que es, por otra parte, esencialmente estructural en el cambio actual
es el advenimiento de la sociedad de la información, aquella de los servicios y de los
conocimientos, y de la organización por redes (Castells, 1996), después de una larga
fase de sociedad agraria y otra mucho más breve de sociedad industrial (di Castri
2001).
La Sociedad de la información – también llamada del conocimiento - es aquella en la
que los factores de producción
tradicionales: capital, tierra, maquinaria y trabajo
quedan minimizados en su importancia económica, por la rápida irrupción en la
sociedad de un conocimiento dinámico y progresivo, que procede del desarrollo de las
ciencias y las nuevas tecnologías y que se propaga con rapidez gracias a la explosión
de las comunicaciones (Palom Izquierdo, 2004).
En la sociedad actual el conocimiento se ha convertido en el principio de acción o
principio organizador del comportamiento humano y de la forma como las
organizaciones y las instituciones sociales funcionan y le responden a su entorno,
caracterizando el entorno social y la época histórica (Chaparro, 2001). En este nuevo
contexto, la preponderancia de los recursos humanos – como factor de desarrollo – es
evidente por sobre la simple disponibilidad y utilización de los recursos naturales
locales (di Castri, 2002). Las sociedades deben asumir que el valor de los países ya
no se puede medir por hectáreas cultivables, recursos minerales, industrias, turismo.
La riqueza de las naciones se mide, ya desde hoy, por los conocimientos de sus
ciudadanos y por la capacidad de poner estos conocimientos al servicio del desarrollo
humano y de la sociedad (Palom Izquierdo, 2004). Esta visión es coincidente con la de
86
Chaparro (2001) quien sostiene que “las ventajas comparativas de los países ya no
reflejan ventajas basadas en la dotación de recursos naturales o en su ubicación
geográfica. Por el contrario, depende de capacidades y ventajas adquiridas, con base
en el desarrollo de recursos humanos y en la capacidad para generar y aplicar
conocimiento, tanto en la producción como en la solución de problemas sociales”
(Chaparro, 2001). Ser conscientes de esta realidad es el primer paso para poder
adaptarse al nuevo escenario.
El conocimiento se convierte no sólo en instrumento para explicar y comprender la
realidad, sino también en motor de desarrollo y en factor dinamizador del cambio
social (Chaparro, 2001). Los principales actores pasan a ser las personas formadas y
educadas, que se nutren de la ciencia y la tecnología; mientras que las
comunicaciones y la información son los principales agentes (Palom Izquierdo, 2004).
El cambio tecnológico y la innovación no son fenómenos individuales, sino que es el
resultado de la interacción en red. Surgen así las denominadas redes de aprendizaje o
redes de innovación, las cuales son piezas clave que están surgiendo en la sociedad
del conocimiento (Chaparro, 2001).
A esta sociedad también se la puede definir como “post-industrial”, por la pérdida de
importancia relativa de industria dentro del conjunto de la economía (Palom Izquierdo,
2004) y el crecimiento de las actividades terciarias o servicios (Chaparro, 2001; di
Castri, 2002). En el agro argentino este fenómeno se ha acrecentado en los últimos
años, alcanzando las redes de contratos entre empresas más del 70 por ciento de la
producción actual.
Para tener éxito, una sociedad o país deberá estimular a la creación de empresas
profesionales que presten servicios altamente calificados, con visión de poder
87
introducirlos en otros países, ya sea por vecindad, pertenencia a la misma comunidad,
idioma, o mercado global (Palom Izquierdo, 2004). Esta descentralización de los
procesos de desarrollo está conducida cada vez más por pequeñas y medianas
empresas (di Castri, 2002), las generan nuevos puestos de trabajos. A este fenómeno
que también sucede en el agro argentino, Grobocopatel lo denomina el “Toyotismo en
la agricultura”, en referencia al proceso de achicamiento y tercerización de tareas no
estratégicas que realizan las empresas agropecuarias con sus empresas proveedoras;
muchas de las cuales son pymes propiedad de sus propios empleados (Grobocopatel,
comunicación personal). Queda en claro que el campo no es ajeno a este fenómeno,
ya que “se está despoblando de jornaleros, para dar paso a empleos muy selectos y
de alta especialización” (Palom Izquierdo, 2004). Es lo que Lorenzatti (2004) define
como el “outsourcing de la agricultura”, proceso que se evidencia en la demanda
creciente de servicios profesionales y capacidad experto en las distintas actividades
agronómicas y de gestión empresarial; todo lo cual habilita a la profesionalización de la
empresa, al permitir la especialización de las actividades (Lorenzatti, 2004).
Por su parte, Chaparro (2001) destaca cuatro aspectos relevantes de la sociedad de la
información, los cuales se relacionan principalmente con los procesos de adquisición
social del conocimiento.
1) La educación como proceso crítico para asegurar el desarrollo de las sociedades
dinámicas, con capacidad de responder la entorno y construir su futuro. Se trata de
una educación basada en “aprender a aprender” y no a procesos de memorización.
2) Desarrollo de procesos de apropiación social del conocimiento (por individuos,
organizaciones, empresas e instituciones básicas de la comunidad). Así los
conocimientos se convierten en bienes públicos, que al acumularse e interrelacionarse
pasan a formar parte del capital social de esa sociedad; capital básico para adaptarse
a los cambios y responder a las oportunidades y desafíos del entorno.
88
3) Desarrollo de procesos de aprendizaje social, por medio del cual el conocimiento
crea o fortalece las capacidades o habilidades de las personas y organizaciones que
se lo apropian. Es el proceso que lleva del conocimiento a la innovación y al cambio
social.
4) Desarrollo de un pensamiento estratégico y prospectivo, necesario para comprender
los cambios, proyectar tendencias, e identificar aspectos estratégicos que permitan
orientar los esfuerzos para generar conocimientos en una dirección adecuada.
De lo expuesto surge la necesidad de la “gestión del conocimiento” ya que
actualmente hay, por un lado, un exceso de información; y por otro, hay muchos
usuarios de esa información que no saben o no pueden utilizarla. En consecuencia, la
gestión del conocimiento pasa a ser el proceso para seleccionar y procesar
información, convirtiéndola en conocimiento útil
para usuarios específicos, sobre
temas concretos y suministrarla en tiempo real, facilitando la movilización y utilización
de información y conocimiento en procesos de toma de decisión” (Chaparro, 2001).
- Sociedad de la información, ambiente y biodiversidad
En la sociedad de la información el medio ambiente cobra vital importancia en los
procesos de desarrollo y – recíprocamente – la necesidad absoluta de un nivel de
desarrollo satisfactorio para poder alcanzar una conservación dinámica del medio
ambiente, de los recursos naturales y de la biodiversidad (di Castri, 2002). En este
contexto, los procesos de producción –así como el suministro de servicios o el manejo
de recurso naturales y de la biodiversidad – son cada vez más intensivos en ciencia, y
por lo tanto en conocimiento (Chaparro, 2001). Es más, en los países desarrollados principalmente, en la Unión Europea- se afirma la idea de que el sector agropecuario
cumple funciones múltiples en una sociedad moderna. A la tradicional visión del agro
como productor casi excluyente de alimentos y fibras, y como fuente de ingresos y
89
empleo para el habitante del campo, se ha incorporado recientemente una novedosa
visión agro-eco-sistémica del sector rural; dentro de la cual se identifica al agroecosistema como proveedor de un conjunto ampliado de servicios que son esenciales
para la calidad de vida de una sociedad (Viglizzo, 2004 a). Como estos servicios son
valorizados de manera creciente en una sociedad sensibilizada - y generalmente rica-,
esta misma sociedad es la que decide subsidiarlos; caso típico de la agricultura
europea. En este sentido, lo que la dirigencia europea menos piensa hoy es en
subsidiar la producción de alimentos; su objetivo, en cambio, se orienta a garantizar la
oferta de otros servicios que considera vitales para mantener la calidad de vida de la
sociedad (Viglizzo, 2004 a). Sin embargo, esta situación no se da en países
subdesarrollados como la Argentina. Como lo señala Vereijken (2002), esta
sensibilización se da en sociedades ricas. O sea, sociedades en las cuales otros
sectores de la economía están en condiciones de subsidiar al sector rural; todo lo
contrario de lo que históricamente viene sucediendo de manera sistemática en
Argentina, con un de sus mayores expresiones en los últimos años con la instalación
de los derechos de exportación a los productos agroalimentarios.
Un concepto que ha ganado espacio en el último tiempo es el de biodiversidad;
término al que encuentra múltiples definiciones, muchas de ellas hasta alejadas de su
verdadero significado. Para Francesco di Castri, se entiende por biodiversidad “al
conjunto de genes, especies, ecosistemas y paisajes en un espacio determinado y en
un momento dado, considerados en sus interacciones jerárquicas sucesivas de genes
a especies, ecosistemas y paisajes, y viceversa” (di Castri 1992 b). Los paisajes, todos
modificados por el hombre, todos culturales en distinta medida, constituyen el puente
de pasaje hacia la diversidad cultural, el pasaje entre la evolución biológica y aquella
cultural del hombre (di Castri 1997). Así, la biodiversidad global contiene toda la
información biológica acumulada – en un proceso de cambios dinámicos e incesantes
– durante la evolución biológica de la tierra y la evolución cultural del hombre.
90
Esta interesante definición integra al hombre y a su creación cultural, como parte de la
biodiversidad, y no como un factor externo que atenta contra ella; derrumbando mitos
o ideologías “pseudo-ecológicas radicales” que plantean una disociación irremediable
entre desarrollo humano y biodiversidad. Sobre este aspecto, debe señalarse lo
importante que es la diversidad cultural para el mantenimiento y la valorización de la
diversidad biológica (di Castri 1992 a, 1995 b). Este aspecto resulta en un aporte
teórico sustancial en la intención de lograr la certificación ambiental de un proceso
agrícola, que al mismo tiempo aspirar a maximizar la productividad.
En línea con esta concepción, di Castri (2002) plantea que la extinción es lo propio de
casi toda especie; siendo un fenómeno que está casi inscripta en su propio futuro
evolutivo, y esto incluso en condiciones naturales y sin intervención del hombre. Al
respecto, menciona que actualmente queda un 5 % de las especies entre todas
aquellas aparecidas en la larga historia geológica de la biosfera, en un juego incesante
de especiación (creación de nuevas especies) y de extinción (di Castri 2002). Lo
importante, radica en saber hasta que punto se ha alterado el balance entre
especiaciones y extinciones debido a la acción reciente del hombre, o hasta que punto
los ecosistemas – que todos poseen algún grado variable de redundancia y de
resiliencia – pueden seguir con sus procesos funcionales de producción y de reciclaje.
Es éste el papel funcional de la biodiversidad (di Castri 1992 b), ya que el hombre ya
ha dejado su imprenta en prácticamente todos los ecosistemas del mundo. En
consecuencia, una conservación de especies y de ecosistemas sin la gestión por el
hombre ya no puede concebirse (di Castri, 2002).
En la actual sociedad de la información basada en los servicios, es la biodiversidad
que ofrece a la humanidad los servicios ecológicos esenciales. Costanza et al. (1997),
han estimado que los servicios de los ecosistemas basados en la biodiversidad
91
representan en términos monetarios alrededor dos veces el producto nacional bruto
adicionado de todos los países del mundo.
Además, la biodiversidad promueve y da sustento a actividades económicas ricas en
interacciones e información, como el turismo ecológico y cultural, la agricultura de
calidad y de precisión, o la extremada diversificación de los productos procedentes de
toda parte del mundo para el comercio internacional. Viglizzo (2004 a) nombra una
serie de servicios asociados a la biodiversidad. Dentro de estos están los servicios
ambientales (como la regulación del clima, el control de la erosión, la prevención de
inundaciones, el reciclado de nutrientes, la conservación de especies naturales, etc.),
servicios culturales (costumbres, idiomas y dialectos, comidas típicas, creencias, etc.),
servicios de salud y bienestar (ambiente limpio, buenas condiciones de vida, bajo nivel
de estrés), y servicios de la naturaleza y el paisaje (recreación, turismo, etc.). Pese a
su baja posición en la valoración del mercado, algunos de estos servicios ya empiezan
a adquirir un valor económico y comercial, como el agro-eco-turismo, la preservación
del paisaje, el secuestro de carbono atmosférico, o la certificación ecológica de
productos y procesos (Viglizzo, 2004 a).
En este sentido, la certificación ambiental del proceso de siembra directa responde a
la interpretación de biodiversidad y desarrollo abordada por di Castri y Viglizzo en sus
trabajos. Además, es un servicio de garantía de calidad típico de la sociedad de la
información.
En un sentido más general, la diversidad es la estrategia de adaptación principal y
esencial para enfrentar situaciones complejas e imprevisibles. Esto acontece desde
siempre en los sistemas biológicos y evolutivos, en los sistemas culturales y sociales,
en los sistemas económicos y en las interacciones entre sistemas. Desde un punto de
92
vista conceptual, metodológico, proyectual y operacional la diversidad es información
(di Castri, 2002).
Si la primera fase de la sociedad de la información se basa sobre la información y el
nuevo lenguaje digital como factor de desarrollo y de progreso cultural; hay pocas
dudas que la segunda fase se fundará en la información y el lenguaje genético para
llegar a innovaciones que por el momento están casi en una fase paleolítica frente a lo
que llegarán a representar en un futuro próximo (di Castri, 2002). Esta visión es
coincidente con la de Juan Enriquez (2001) quien desde la óptica de los agronegocios
sostiene que si bien “durante la última década del siglo XX las grandes fusiones
industriales
y
las
grandes
fortunas
se
crearon
en
la
informática,
las
telecomunicaciones e internet; durante las primeras dos décadas del siglo XXI, la
habilidad para entender y modificar el código genético se va a volver el motor más
importante de la economía mundial” (Enriquez, 2001).
En la sociedad de la información, y en tiempos de globalización, se abren muchas
nuevas oportunidades y aperturas para la conservación, gestión y valorización de la
biodiversidad (di Castri, 2002). Por ejemplo, analizando a la producción primaria de
commodities, Viglizzo (2004 a) sostiene que esta actividad está enfrentando nuevas
exigencias asociadas a una demanda de productos que además de calidad, exige
trazabilidad, seguridad - que no transmitan enfermedades al hombre- y que sean
producidos respetando la biodiversidad y la sustentabilidad de los recursos naturales
(Viglizzo, 2004 a). Específicamente, describe a esta nueva tendencia de la demanda
de productos primarios agropecuarios a través de 4 ítems: 1) Calidad propiamente
dicha: se exigen procesos productivos "estandarizados", que logren especificidad en el
producto (Ej: normas ISO 9000 y la trazabilidad); 2) Salud: se demandan alimentos
que cubra los requerimientos nutricionales y que sean seguros, sin transmitir
enfermedades (Como ejemplos se pueden citar las Buenas Prácticas Agrícolas, como
93
es el caso del código EUREP8, los sistemas de Buenas Prácticas en el procesamiento
y los sistemas de seguridad alimenticia como el HACCP9, en el sector de cosecha,
poscosecha, faena y procesado); 3) Ética: el cuidado de la biodiversidad es uno de los
problemas éticos más importantes, y por ende son incluidos en la demanda. En este
caso, las producciones orgánicas se posicionan como cuidadosas de la biodiversidad;
4) Ambiente: la conservación de la naturaleza, y la producción basada en el uso
sustentable de los recursos naturales, son las preocupaciones principales en cuanto a
la calidad ambiental de los alimentos. Por ejemplo, la ISO 14000, apunta a cubrir esta
demanda. (Viglizzo, 2004 b). En este contexto, un país o una región que pueda
demostrar una buena gestión ambiental, mediante evaluaciones e indicadores
confiables, podría obtener ventajas comerciales muy importantes. La certificación de
productos y procesos como ambientalmente sustentables se abre como una gran
oportunidad para facilitar el comercio y remover barreras comerciales (Viglizzo, 2004
b).
Sin embargo, es necesario señalar que cada oportunidad lleva consigo una dimensión
de riesgo (ambiental, cultural, social y económico), que es simétricamente casi
igualmente elevado cuanto lo es la dimensión de la oportunidad. Maximizar las
oportunidades y minimizar los riesgos es el lema de la globalización (di Castri, 2002).
En un mundo globalizado que cambia inevitablemente y que no se puede paralizar ni
hacer volver atrás, la sustentabilidad del desarrollo depende sobre todo de la
adaptación cultural al cambio.
3.3.2 Demanda y producción de alimentos, y su relación con el ambiente
La segunda mitad del siglo XX ha sido señalada como la era de la biología, y no
debería sorprendernos que la primera mitad del siglo XXI sea reconocida la era de la
8
EUREP: Euro-Retailer Produce Working Group
HACCP: Hazard Análisis and Critical Control Points
9
94
ecología, sin duda una de las ramas más robustas de la biología moderna. Desde que
Watson y Crick descubrieron la estructura química del ADN10 a comienzos de la
década de 1950, el conocimiento se aceleró a un ritmo inesperado (Viglizzo, 2004 a).
En este contexto, y durante la década de los ´90 hubo grandes avances en tecnologías
de la información, con un importante esclarecimiento de mecanismos y procesos que
modulan el funcionamiento de los principales ecosistemas que dominan el planeta.
Estos notables avances tanto en la biología celular y molecular como en el
conocimiento ecológico prometen impactar decisivamente en el futuro del planeta, y
abren ventanas inesperadas de control tanto sobre el microscópico genoma como
sobre el macroscópico ecosistema (Viglizzo, 2004 a).
En biología de poblaciones, los ecólogos vienen estudiando el comportamiento de
poblaciones de plantas y animales desde hace doscientos años, encontrando ciertas
leyes biológicas que cumplen todos los organismos, desde las bacterias hasta el ser
humano (Solbrig, 2001). Una ley importante para entender el comportamiento de
especies naturales indica que todos los organismos en presencia de recursos no
utilizados pueden crecer a una tasa exponencial, que si bien varía de especie a
especie –una bacteria crece a una tasa mucho mayor que un elefante—hace que en
muy poco tiempo el organismo ocupe todo el espacio y los recursos disponibles. De
allí en adelante, su crecimiento será estable siempre y cuando los recursos de los
cuales dispone se mantengan estables. Resulta evidente que hay límites al número de
individuos que pueden vivir con un cierto nivel de recursos; o dicho en otros términos
los recursos fijan límites al número de organismos que pueden habitar este planeta.
Los recursos que utilizan las plantas y los animales son muchos, pero se pueden
reducir a tres principales: luz solar, agua, y nutrientes minerales, principalmente
10
ADN: Ácido desoxirribonucleico
95
carbono, nitrógeno, fósforo, potasio, y calcio. Las plantas convierten la energía solar
en energía química a través de la fotosíntesis, y el resto de los organismos no
fotosintetizantes obtienen sus recursos directa- o indirectamente de las plantas. Todos
los organismos compiten por estos recursos, y los más eficientes en apoderarse de
ellos son los que triunfan y se reproducen. Hasta hace unos doscientos años la
población humana no se diferenciaba de otros animales; sin embargo la situación
empezó a cambiar con la revolución industrial (Solbrig, 2001).
El primer pensador que elaboró estas ideas fue el fundador de la ciencia de la
demografía, el economista y matemático inglés Tomás Malthus, en un tratado sobre el
crecimiento de las poblaciones humanas aparecido en 1798. Malthus expresaba una
preocupación al observar que la población de Gran Bretaña que se había mantenido
más o menos estática por más de trescientos años había empezado a crecer en la
segunda mitad del siglo dieciocho a tasas nunca vistas con anterioridad. Malthus,
aplicando el modelo animal, preveía que eventualmente no habría suficiente alimento
para todos, y que la población humana al igual que la población animal en tales
circunstancias se vería controlada por falta de alimentos. Lo que Malthus vaticinaba
es que los más pobres en la población al no tener suficientes ingresos se iban a morir
de hambre. Para evitar esa catástrofe, Malthus recomendaba abstinencia, y el control
de la natalidad.
Sin embargo, las predicciones de Malthus no se cumplieron. Al contrario, en promedio
aumentó significativamente el ingreso y mejoró sensiblemente la nutrición. Y con el
correr de los años el número de hijos por pareja fue decreciendo hasta llegar a más o
menos dos por pareja hoy en día, al igual que la mortalidad infantil que bajó de
alredeor del 100 por mil hasta llegar hoy en día a alrededor de tres por mil (Solbrig,
2001). Actualmente, la población inglesa ya no crece, está en equilibrio porque la
natalidad y la mortalidad pre-reproductiva están en equilibrio. Y lo mismo ocurre en
96
Europa, en Estados Unidos y Canadá, y en Japón. En muchos otros países entre los
cuales se cuenta Argentina, Uruguay y Chile la natalidad al igual que la mortalidad prereproductiva también ha decrecido y están encaminándose hacia una situación de
equilibrio. Y aún en países con muy alto crecimiento se observa la misma tendencia,
dando lugar a un nuevo fenómeno de carácter netamente humano: la transición
demográfica (Solbrig, 2001).
Dicho en otros términos, los humanos han controlado la tendencia natural a crecer
exponencialmente. Sin embargo, ese equilibrio esta empezando ha ocurrir con una
población que es diez veces el tamaño de lo que era hace 250 años. Esto no significa
que la especie humana no cumple con las leyes de la naturaleza. Lo que quiere decir
es que el ser humano ha tenido hasta ahora la capacidad de aumentar los recursos
que lo mantienen, recursos que ha obtenido quitándolos a otras especies, que han
decrecido en número (Solbrig, 2001). Grandes bosques con sus árboles y su fauna
han desaparecido en Europa, en Norte América, en Japón, pero también en Borneo,
en Indonesia, en la India, en China, en África, y cada día más en Sud-América
(Solbrig, 2001).
Diferentes estimaciones sostienen que la especie humana ha apropiado del 40% de la
superficie terrestre para su beneficio: un 12% dedicado a cultivos, un 25% en praderas
naturales y artificiales donde pastan los animales domésticos que luego son
consumidos directa o indirectamente, y el resto para edificar sus ciudades. En
términos energéticos se estima que el ser humano se apropia hoy en día de un 7% de
la energía solar que llega, e indirectamente aprovecha alrededor de 30% de esa
energía. Este proceso de apropiación de los recursos del planeta, más el uso de
energía fósil es lo que ha hecho posible que las predicciones de Malthus no se
cumplieran. La clave en este proceso es la capacidad inventiva del ser humano que
se refleja en su tecnología (Solbrig, 2001). Queda en evidencia que el avance en
97
conocimiento y la consecuente apropiación creciente de recursos en desmedro de
otras especies ha hecho que las predicciones de Malthus no se cumplieran.
Pero estos avances no han ocurrido sin un costo. Se calcula que alrededor del 20%
de la superficie agrícola mundial está erosionada, en parte al extremo de haber sido
abandonada, calculándose las pérdidas en mil millones de dólares anuales en los
Estados Unidos (Solbrig, 2001). Sumado a ello, el uso masivo de agroquímicos está
contaminando acuíferos y los suministros de agua para las poblaciones humanas.
Además el uso masivo de combustibles fósiles esta aumentando el anhídrido
carbónico en el aire, creando cambios climáticos que van a tener también
consecuencias serias para las sociedades humanas. En este sentido, Izquierdo (1998)
plantea que los beneficios de la llamada "revolución verde" han sido ya rebasados. Las
tecnologías convencionales, basadas el uso intensivo de recursos energéticos y de
insumos químicos agotaron sus posibilidades y no pueden garantizar el éxito de los
programas alimentarios; son tecnologías que resultan insostenibles por su alto costo
económico y ambiental (Izquierdo, 1998).
Actualmente se comprende que la intervención humana de los ecosistemas produce
beneficios y genera costos (Viglizzo, 2004 a). La expansión y la intensificación de las
actividades agropecuarias benefician al hombre con más alimentos, fibras, ingresos y
empleo, pero imponen al ecosistema costos que a la larga comprometen la
sustentabilidad de esos beneficios. El dilema del hombre contemporáneo es que
mientras los beneficios son económicos, de corto plazo y conocidos, los costos son
ecológicos, de largo plazo y generalmente desconocidos (Solbrig, 1991). Esta
asimetría-asincronía entre beneficios económicos y costos ambientales dificulta al
sector agropecuario realizar un balance objetivo de su propia realidad (Viglizzo, 2004
a).
98
Para agravar la situación, se prevé que en los próximos cincuenta años la población
que hoy supera los 6.000 millones de personas aumente en un 50 por ciento; es decir,
que hacia 2050 habría –para las estimaciones más conservadoras – 9.000 millones de
personas (Solbrig, 2001); en tanto que otras estimaciones prevén una cifra de 11.000
mil millones (Izquierdo, 1998).
El 90 por ciento de esta explosión demográfica ocurrirá en los llamados países en vías
de desarrollo de Asia, África y América Latina y el Caribe, donde hoy habitan 4.107
millones de personas (Izquierdo, 1998). Cerca de 800 millones de personas sufren
desnutrición, otros 1.100 millones no reciben recibe una alimentación adecuada y
viven subsistiendo por debajo de los niveles de pobreza (FAO, 1996). A todo esto hay
que agregar que las áreas agrícolas están viéndose reducidas por la desertificación, la
erosión y la dedicación de las mismas a otras actividades económicas (Izquierdo,
1998). Diversos estudios señalan que la situación del suministro de alimentos sí bien
mejoró en el ámbito mundial y de la América Latina en particular, no representó una
mejoría significativa en materia de seguridad alimentaria. Por ejemplo, Izquierdo
(1998) cita que “la desnutrición crónica que al comienzo de los años 60 padecía el 35
% de la población de América Latina y el Caribe fue en términos relativos llevada al 28
%, pero debido al aumento de la población en el período el número absoluto de
personas afectadas por este mal permaneció prácticamente inalterable de
917
millones en 1970 a 905 millones en 1980”. Para América Latina, el estudio indica que
los niveles de desnutrición mostraron una tendencia similar; ya que en 1970 la
desnutrición abarcaba a 53 millones de personas, en 1980 la cifra era de 48 millones,
representando en términos relativos una disminución del 19 al 14 % de la población en
la región, si bien la población mostró un aumento de 279 a 443 millones en 1992 y se
estima llegará a 593 millones en 2010 (Izquierdo, 1998). Los estudios también
destacan que del total de 83 países de bajos ingresos y con déficit de alimentos 42 se
encuentran en África, 24 en Asia, 7 en América Latina y el Caribe, 7 en Oceanía y 3 en
99
Europa; países en su mayoría han padecido o padecen de graves calamidades
sociales, conflictos políticos, guerras civiles e inestabilidad política que agravan más
su situación alimentaria (Izquierdo, 1998).
La importancia de la protección del medio ambiente es incuestionable, debido a que el
futuro de humanidad es incompatible con el modo actual de extracción de recursos y
patrones de consumo (sobre todo en los países más ricos); con lo que la problemática
ambiental se torna inevitablemente compleja, ya que además de estar compuesta por
los medios físicos, biológicos, sociales, culturales, existen fuertes componentes de
intereses. Ha surgido un gerenciamiento ecológico que entraña en sí mismo una
contradicción insoluble al querer conciliar el consumo actual, con la preservación de
los recursos naturales (Viglizzo, 2004 b).
En consecuencia, se abre un nuevo interrogante: ¿cómo hará la especie humana para
alimentar a ese número de individuos sin seguir la tendencia de degradación de
recursos experimentada hasta el momento y que afecta negativamente al medio
ambiente? Si se reduce el nivel de tecnología utilizada y se retorna a un mundo
agrícola más benigno para el medioambiente, en principio, se resuelve un problema,
pero se aumenta la desnutrición y la mortalidad infantil; es decir se crean las
condiciones para que se cumpla la predicción de Malthus. Por otro lado, si la especie
humana con en el objetivo de producir alimentos en la cantidad necesaria para una
demanda creciente lo hace como hasta ahora, y aumenta los insumos químicos y el
uso de energía fósil, pone una nueva presión sobre el medioambiente, creando en el
futuro una situación tan mala o peor que la anterior (Solbrig, 2001).
Para Izquierdo (1998) la sociedad debe aspirar a alcanzar la seguridad alimentaria, lo
que concierne tanto al logro de la autosuficiencia alimentaria como a la garantía de
que esta condición se mantenga en el futuro. Ello implica un crecimiento productivo
100
que debe ser compatible con el estado económico de los productores y
la
preservación del medio ambiente. Los factores que determinan el grado de Seguridad
Alimentaría son la disponibilidad de los alimentos, la estabilidad en su producción y el
acceso de los miembros de una comunidad a dichos alimentos (FAO,1998). La
disponibilidad es un factor directamente relacionado con la productividad del proceso
de generación de los suministros de alimentos. La estabilidad está relacionada con las
condiciones en las cuales se desarrolla el proceso de producción de alimentos, el
manejo sostenido de los recursos naturales, una adecuada política de protección
ambiental, creación de una infraestructura rural adecuada y una dinámica política de
desarrollo rural. Finalmente, el acceso a los alimentos está directamente relacionado
con las condiciones socioeconómicas imperantes en ese país (Izquierdo, 1998).
El dilema entre producción y sustentabilidad que hoy enfrenta la especie humana es
uno sus grandes desafíos a resolver. Así planteado parece una encrucijada sin salida;
o se presiona negativamente sobre el ambiente, o la especie humana tendrá
problemas de aprovisionamiento de alimentos. Sin embargo, existen escenarios no tan
extremistas.
Específicamente frente y dilema de “producción o ambiente” Solbrig (2002) sugiere
tres escenarios posibles. Un primer escenario es la continuación de la situación de los
últimos cuarenta años. La nuevas tecnologías sobre todo la biotecnología permiten
mantener el crecimiento agrícola al mismo nivel que el crecimiento demográfico.
Como la tasa de crecimiento de la población está bajando y estará cerca de cero hacia
mediados del siglo, el crecimiento en rendimientos mientras se mantenga positivo no
necesita ser muy grande, exceptuando los próximos diez años. La gran incógnita que
genera este escenario es el grado del impacto ambiental de un aumento de la
producción de 50% en los próximos cincuenta años. Si ese impacto no es mucho
mayor de lo que estamos observando hoy en día, este escenario resolvería el
101
problema alimenticio. Si, por el contrario, el impacto ambiental es muy grande esta
estrategia sería insostenible en largo plazo.
La segunda alternativa esbozada por Solbrig (2002) es el escenario radicalmente
opuesto. Consistiría en el abandono de la agricultura de altos insumos por una
agricultura “verde,” menos productiva pero conservadora de recursos. Esta estrategia
crearía serios problemas de malnutrición y de hambre en partes de África, sur de y
centro de Asia, y América latina. Este escenario también es insostenible por razones
sociales ya que sería impensado que la sociedad mundial se abstuviera de ayudar a
pueblos sufriendo hambre. O siendo más extremistas, podría haber guerras y disputas
de poder por la posesión de alimentos.
Una tercera posibilidad es un escenario mixto. Ciertas regiones del planeta
produciendo granos y oleaginosas con tecnologías de altos insumos, mientras que
otras producen alimentos “verdes” con menor rendimiento pero, con la aureola de que
son de mejor calidad, obtienen mejor precio. La mayor parte de la producción de
granos y oleaginosas es producida con tecnologías de altos insumos, pero un sector,
sobre todo en ciertos ramos como son frutas y verduras, pero también pollos y leche,
ya produce con lo que se denomina tecnologías “orgánicas,” o sea con un mínimo de
insumos de agroquímicos. Europa también tiene un sector “orgánico” fuerte, aunque
también un sector de altos insumos, tan así, que es la zona del mundo que más
agroquímicos por hectárea emplea. Según Solbrig (2001), este escenario plantea un
equilibrio muy inestable. La tendencia natural de los productores orgánicos es de
aumentar o por lo menos mantener los rendimientos. Cuando aparecen nuevas
plagas, o no pueden controlar una vieja, piden y obtienen excepciones para utilizar
agroquímicos; y en consecuencia, poco a poco se van a ir acercando a los productores
de altos insumos. A su vez, la presión del mercado y de la sociedad es de reducir los
insumos de agroquímicos, y la tendencia de los productores de altos insumos al
102
reducir los insumos químicos será la de tratar de captar parte del sobreprecio
obtenidos por los productores orgánicos. Según Solbrig, existirá una tendencia a la
convergencia, y el equilibrio al que se llegue dependerá del producto: los de consumo
directo, como son frutas, verduras, leche y derivados y carne tenderá a ser cada vez
más orgánico, mientras que aquellos que se venden a granel –lo que denominamos
commodities agrícolas—y que se industrializan en su mayor parte serán producidos
con las tecnologías que lleven a los rendimientos más elevados.
Analizados los tres escenarios igualmente queda la sensación de no resolverse el
dilema. Sin embargo, en un trabajo más reciente Solbrig (2002) plantea que el
deterioro del medio ambiente no es inevitable, lo cual abre una nueva oportunidad de
resolución no tan conflictiva del dilema.
Al respecto, nuevas tecnologías como la siembra directa pueden mitigar y hasta
reducir esos impactos. Solbrig (2002) plantea que “es imperioso que se adopten estas
nuevas modalidades de producir, no sólo porque son positivas en sí, sino porque
constituyen un muy buen negocio. Los mercados en los países desarrollados están
empezando a exigir productos elaborados de manera no contaminante, y pronto
veremos la aparición de barreras no-arancelarias en este sentido” (Solbrig, 2002).
La siembra directa concebida como sistema de producción, permite utilizar tecnología
aumentando la productividad y disminuyendo el impacto ambiental negativo,
esbozando una salida de esta encrucijada entre producción o sustentabilidad.
Otros trabajos abordan el dilema planteando las diferentes corrientes de pensamiento
de la humanidad respecto a la relación hombre-ambiente, guardando sus conclusiones
estrecha relación con el análisis de situación propuesto por Solbrig. Peiretti (2002) en
su trabajo “Consideraciones sobre el sistema agrícola argentino: Desafíos y
103
oportunidades frente al escenario actual”, describe la existencia de 3 corrientes de
pensamiento:
a. las antropocéntricas: que ponen el énfasis en las necesidades del hombre
b. las ecocéntricas: que ponen el énfasis en el cuidado del ambiente
c. las posturas intermedias, balanceadas y conciliadoras de las dos anteriores.
Las posturas antropocéntricas pueden a su vez dividirse en dos vertientes:
- La primera de ellas privilegia el desarrollo socioeconómico sobre cualquier otra
cuestión; y en consecuencia, posee la potencialidad de generar desbalances de un
grado tal que podrían causar consecuencias medioambientales irreparables o
inmanejables en un futuro. Este enfoque guarda una estrecha relación con el primer
escenario plateado por Solbrig. Son ejemplos de estas acciones los desmontes sin
evaluación de impacto ambiental, algunas obras hidráulicas en causes de ríos, o la
contaminación con gases “efecto invernadero” de actividades industriales.
- La segunda, si bien se preocupa y tiene en cuenta los impactos negativos que las
actividades humanas pueden tener, basa su hipótesis central en el convencimiento de
que cualquier impacto puede ser reparado a posteriori. En este caso, existe la creencia
y la confianza plena en que el desarrollo del conocimiento futuro del hombre le
permitirá revertir o solucionar cualquier problema que en pasado o presente se
realicen. Es decir, que minimizan el riesgo de deterioro por la confianza en la posterior
reparación vía nuevos conocimientos y avances tecnológicos.
Según Peiretti (2002) por diferentes caminos, ambas privilegian desmedidamente los
intereses del corto plazo sobre aquellos del mediano o largo. Ambas corrientes alinean
con posiciones extremas: mientras que la primera no toma adecuadamente en cuenta
los impactos, la segunda subestima su relevancia y sobrevalora la eventual capacidad
del ser humano para reparar los desbalances generados. El análisis de la postura
104
antropocéntrica adoptada por la humanidad a partir del período del renacimiento de
nuestra historia, brinda una buena cantidad de elementos que muy bien pueden
constituir la base en que se apoyan estas corrientes de pensamiento (Peiretti, 2002).
La segunda corriente descripta por Peiretti (2002) nuclea a todas aquellas
consideradas ecocéntricas; es decir, posturas que tienden a privilegiar al ambiente
sobre las necesidades humanas del corto plazo. Estas corrientes han surgido, en
parte, como reacción a las corrientes de pensamiento mayormente cortoplacistas y
antropocéntricas. Están fuertemente insertadas dentro de lo que se puede definir como
“el ecologismo” (Peiretti, 2002). El desarrollo de estas corrientes de pensamiento dista
mucho de estar basado en el conocimiento científico en general y en el de la ecología
en particular. Mientras la ecología se desarrolla en base a la labor científica de los
ecólogos, el ecologismo se desarrolla mayormente en base a prejuicios y
presunciones aplicadas por los ecologistas. La incentivación de un enfrentamiento
entre la ecología y el medio ambiente con la economía y el desarrollo, también son
parte importante de las estrategias de los ecologistas y de estas corrientes de
pensamiento ecocéntricas y extremas.
Dentro de esta nueva visión, pareciera que el hombre, y las necesidades creadas por
el grado de desarrollo que la civilización ha alcanzado, se ubicaran en un segundo
plano. La misma se basa mayormente en la idea de la “preservación” y “no uso” más
que en la de “conservación” y “uso sustentable” de los recursos naturales. Estas
posturas encuentran sus más fervientes adeptos dentro del seno de las sociedades
más desarrolladas, con mayor nivel cultural, y con un altísimo grado de satisfacción
de todas sus necesidades, desde las más básicas hasta las más sofisticadas. Según
Peiretti (2002) pareciera que “esta cómoda posición en que se encuentran las
sociedades más desarrolladas del mundo, les enturbia la visión y no les permite ver
105
con claridad la situación en que se encuentra el mundo que existe mas allá de la
realidad que constituye su marco vital”.
En tal sentido, Peiretti (2002) plantea como la causa de este razonamiento en el hecho
que “a más desarrollo socioeconómico, más vida urbana; lo que deriva en un
debilitamiento de la conexión entre el consumo y el origen y producción de los bienes y
muchos de los servicios básicos que permiten la existencia de sus realidades plenas
de satisfacción”. En este contexto, la conexión entre el ambiente urbano y rural,
también se ve muy debilitado con lo que se deteriora peligrosamente su conocimiento
de cómo funcionan - y cual es el verdadero y genuino rol, de los actores y de los
procesos que generan los bienes y servicios básico cuya oferta permite alcanzar el
grado de satisfacción en que ellos viven. El “ecologismo radicalizado y extremo” que
tan fuertemente actúa desde la Europa más desarrollada, aflora como un claro ejemplo
de estas situaciones. Las corrientes ecocéntricas descriptas por Peiretti se asemejan
al segundo escenario planteado por Solbrig.
Finalmente, están las posturas intermedias, normalmente más balanceadas y
conciliadoras entre las anteriores. Esta corriente de pensamiento se caracteriza por
ser realistas tanto en sus diagnósticos como en la propuesta de soluciones aplicables
y balanceadoras de las necesidades del corto con aquellas del mediano y largo plazo.
Dentro de las mismas muchos ecólogos desarrollan su accionar; sin basar sus
estrategias de desarrollo y difusión en la creación de enfrentamientos deliberados y
contraproducentes sino en el sinergismo y potenciación de ventajas y en la
minimización de posibles impactos no deseados. Estos objetivos normalmente se van
alcanzando a partir de la realización de un diagnóstico que se apoya en un análisis
profundo y abarcativo del pasado y presente, y además, en la aplicación de la ciencia
y el conocimiento humano más desarrollado.
106
Finalmente, la propuesta de soluciones alternativas “realistas y aplicables”, que
además contemplen la alta productividad y sustentabilidad de las acciones,
constituyen ideas y acciones rectoras centrales (Peiretti, 2002). Estas posturas buscan
mantener y aumentar la productividad de la agricultura a través de la incorporación del
conocimiento y las nuevas tecnología, pero seleccionando aquellas que minimicen o
en algunos casos anulen los potenciales efectos negativos sobre el medioambiente.
En esta línea de pensamiento se ubica la producción bajo sistemas de siembra directa,
ubicando a esta tecnología en una situación favorable respecto a la resolución del
dilema producción versus ambiente.
3.3.3 Siembra directa, un cambio de paradigmas en la agricultura
La agricultura convencional, basada en las labranzas de los suelos, fue el paradigma
agrícola que la humanidad aplicó desde sus inicios, hace más de diez mil años. Bajo
esta concepción de la agricultura, la labranza era vista como una pieza clave e
ineludible a la hora de producir granos y forrajes. El paquete tecnológico reinante bajo
el paradigma de la producción con labranzas incluía prácticas como arar, rastrear, y
quemar los residuos, dejando el suelo totalmente pulverizado (Pereira, 2002). Sin
embargo, y aun reconociendo que sirvió para alimentar a la humanidad en el pasado,
la agricultura convencional -por vía de la erosión de los suelos- y por la aplicación de
un criterio de explotación, minero o extractivo de los recursos, en muchos casos hizo
llegar a extremos de deterioro de magnitud escalofriante: “perder más de diez
toneladas de suelo por tonelada de grano producido”; evidentemente, un “costo” que la
humanidad toda no podía, y menos aún no puede ni podrá seguir pagando. (Peiretti,
2004).
Bajo este análisis aparece en forma difusa el concepto de externalidad negativa de la
agricultura convencional sobre la sociedad. Es una externalidad porque el efecto
107
degradativo no es asumido en forma directa por ningún actor de la sociedad; es decir
que el efecto del laboreo sobre el ambiente no tiene una cuantificación económica que
sea puntualmente incorporada como costo a la contabilidad de algún actor de la
sociedad. Y es negativa ya que es un proceso que genera perjuicios sobre el ambiente
– con principal impacto en el recurso suelo - , y por ende sobre la sociedad en su
conjunto.
En línea con esta concepción Manoel Enrique Pereira, un reconocido pionero de la
siembra directa a nivel mundial, define al fenómeno de degradación asociado a la
práctica de la agricultura basada en labranzas, como “el cáncer del suelo”; en alusión
al carácter sistemáticamente destructivo del fenómeno sobre los recursos naturales,
principalmente el suelo; y por la forma “traicionera” en que se manifiesta, dejando las
áreas de producción con sus medias productivas cada vez menores; causando daños
incalculables que no son percibidos (Pereira, 2002). Lo que Pereira destaca con estas
definiciones es el daño sistemático, progresivo, y poco evidente –al menos en las
instancias iniciales del deterioro - que el sistema de agricultura convencional causa
sobre el ambiente.
Además, en la lógica del paradigma de la labranza convencional los problemas que
provoca son generalmente resueltos con más labranzas, entrando en un círculo
vicioso que va agravando la situación. Por ejemplo, la preparación de la cama de
siembra de un cultivo – esto es el estado superficial ideal que un suelo que va a
sembrarse debe tener – en un sistema en convencional implica el refinamiento vía
laboreos. Sólo así la sembradora convencional podrá realizar una eficiente tarea de de
siembra, facilitando la implantación posterior. Sin embargo, ese refinamiento – con
ruptura de agregados - hace que el suelo quede susceptible a la erosión y
compactación superficial, lo cual ocurre en caso de registrarse en torno a la siembra
una lluvia. La solución de este problema es una nueva labranza que rompe ese
108
encostramiento superficial, pero al mismo tiempo agudiza la susceptibilidad a la
erosión y disminuye la estabilidad estructural del suelo. Queda claro, que el sistema de
agricultura en convencional no ofrece una solución sustentable ambientalmente a los
problemas que ella misma genera.
Solbrig (2004) hace un abordaje más amplio de la temática resaltando el impacto que
la llamada “Revolución verde”, asociada a las labranzas tuvo gran impacto sobre el
ambiente. La intensificación de la agricultura de la mano de la “revolución verde”
incluyó el uso de genotipos de cereales especialmente adaptados, fertilizantes
químicos nitrogenados; incorporación de maquinaria de mayor potencia, sobre todo
tractores; uso de agroquímicos para combatir malezas y pestes (Solbrig, 2004). Estas
tecnologías que fueron adaptadas en varias partes del mundo han sido muy exitosas
en aumentar la producción agrícola al nivel mundial, que ha crecido a una tasa de algo
más que 3% anual entre 1960 y 2000 (Fernandez Alés y Solbrig, 2002), y de esa
manera ayudó, al menos considerando las cifras totales, a alimentar a la población
mundial que se duplicó durante ese período. Para Solbrig (2004) las tecnologías
originales de la revolución verde no fueron sostenibles debido al impacto negativo de
ellas sobre el eje ecológico y el eje social. Las tecnologías de la revolución verde,
asociadas a la agricultura convencional, incrementaron la erosión de los suelos,
llevaron a la contaminación de acuíferos, redujeron la biodiversidad en las zonas en
que se aplicó, sobre todo la biodiversidad de organismos del suelo y de insectos
benéficos, y llevó al desempleo rural (Solbrig, 2004). El efecto de la agricultura
intensiva sobre el eje social de la sustentabilidad no es tan grave en países
desarrollados que no poseen una población campesina minifundista; en esos países el
problema principal es el efecto negativo sobre el eje ecológico. En tanto, que en
países subdesarrollados el impacto se hace sentir en ambos ejes (Solbrig, 2004).
109
Bajo esta óptica, y analizando a Argentina, Solbrig (2004) afirma que si bien este país
no es una nación desarrollada, sí posee una agricultura bien desarrollada; destacando
que nunca ha habido una población campesina minifundista clásica, especialmente en
la zonas donde más se intensificó la agricultura. En consecuencia, destaca que el
problema principal que afectó al país ha sido el impacto ambiental, tanto de la
agricultura extensiva anterior a 1970 como en la fase de intensificación (Solbrig, 2004).
Dentro del eje ambiental, el problema principal ha sido la erosión de los suelos
(Senigalessi, 1991; SAGyP, 1995; Casas, 1998) que se remontan a la década del
1940; y en menor escala hay evidencias de cierta contaminación de aguas (Costa et
al. 1996; Jergentz 2004). El paquete tecnológico que la Argentina importó en los años
1970 fue evolucionando respondiendo a factores económicos, sociales y ambientales.
La respuesta a los problemas ecológicos producidos por la intensificación hizo que
gradualmente la agricultura pampeana se volcara a lo que Solbrig (2004) definió como
“agricultura conservacionista,” aunque destaca que la ha adoptado una minoría de los
productores que comprende entre el 30 y el 50 por ciento de los establecimientos
agrícolas del país (Solbrig, 2004). Está claro que el impacto de la llamada revolución
verde, afectó en Argentina principalmente al eje ecológico, causando – al igual que
otros lugares del mundo - degradación principalmente edáfica. Sin embargo, como
contrapartida se evidencia una respuesta adaptativa para paliar esa situación,
evidenciada en un grupo de productores que adoptaron sistemas conservacionistas,
dentro de los cuales se encuentra el sistema de siembra directa como máxima
expresión, al estado de conocimiento actual.
La Siembra Directa, sistema productivo basado en la ausencia de labranzas, en las
rotaciones y en el mantenimiento de los suelos cubiertos por los rastrojos, cambió el
paradigma reinante; proponiendo una nueva agricultura capaz de resolver la disyuntiva
entre productividad y ambiente. Permite así, acceder a un uso racional y sustentable –
110
y hasta reparador- de los recursos básicos de los agro-ecosistemas como lo son el
suelo, el agua, y la biodiversidad (AAPRESID, 2004).
- La siembra directa, conceptos y enfoques
Desde el enfoque amplio, sistémico e integrador planteado por Peiretti (2004), la
siembra directa rompe con los criterios preexistentes respecto al uso del suelo y
manejo del ambiente productivo, iniciándose una nueva era en la agricultura. En línea
con esta visión Trucco (2004) considera que ya no se puede hablar de suelos “arables
o no arables”; áreas que no eran productivas porque sus suelos no podían laborearse,
hoy han demostrado serlo porque son “sembrables” (Trucco, 2004). La siembra directa
puso en marcha un nuevo paradigma en la agricultura, que permite superar el
problema de la erosión y degradación de los suelos; superando simultáneamente,
también la limitación de clasificar a los suelos en arables y no arables. La fragilidad de
los agroecosistemas bajo el sistema de labranzas, no es la misma que en siembra
directa; y las superficies productivas se han ampliado, sin los riesgos conocidos. La
productividad de los suelos también se ha incrementado, por mejora de la fertilidad
física y química, y la más eficiente economía del agua. También se ha reducido el
consumo de combustibles fósiles, lo cual sumado a la menor emisión de dióxido de
carbono – por ausencia de labranzas – y al secuestro de carbono – por aumento de
materia orgánica – ayuda a mitigar el efecto invernadero (AAPRESID, 2005). Al estado
del conocimiento actual, se vislumbra como la alternativa productiva que mejor
conjuga los intereses - muchas veces contrapuestos – de alcanzar una producción
económicamente rentable para las empresas, ambientalmente sustentable, y
socialmente aceptada.
Sin embargo, se accederá a todos los beneficios siempre que se comprenda la
complejidad de los agroecosistemas en los que el productor trabaja, y se respeten los
111
tiempos de los ciclos biológicos por sobre las urgencias que exige la rentabilidad
inmediata. Para ello, además de la ausencia de remoción deberá plantearse una
rotación ajustada en diversidad –número de cultivos diferentes – e intensidad –
número de cultivos por unidad de tiempo – junto con una estrategia de fertilización que
al menos reponga los nutrientes que hoy muestran respuesta (nitrógeno, fósforo y
azufre). Todo ello, acompañado por tecnologías de proceso y de producto que
permitan un uso más eficiente y ajustado de insumos, con un menor impacto ambiental
negativo (AAPRESID, 2005).
Retomando los conceptos de Solbrig (2004) la siembra directa aparece como una
clara expresión de la llamada “agricultura conservacionista”; la cual tiene su origen
en la percepción por parte de muchos productores, consumidores e intelectuales de
diversas partes del mundo de que la agricultura tradicional de altos insumos no está
en condiciones de enfrentar el problema de la seguridad alimenticia del mundo en
forma socialmente equitativa y sin degradar los recursos naturales de los cuales
depende (Solbrig, 2004). Así conceptualizada la agricultura conservacionista tiene
tres objetivos principales: (1) mejorar el ambiente y proteger los recursos naturales,
(2) aumentar las ganancias del productor, y (3) mejorar la equidad social y
económica de la sociedad rural (Solbrig, 2004). En el plano ambiental, la agricultura
conservacionista consiste en utilizar los conocimientos derivados de varias ramas
científicas pero sobre todo de la ecología, la fisiología vegetal, y la edafología, para
crear campos de cultivo que funcionen lo más parecido posible a un campo natural
(Solbrig, 2004). Croveto (comunicación personal) va un poco más allá en el plano
ambiental y define a la siembra directa no sólo como conservacionista, sino como
mejoradora de los recursos naturales; ya que según su óptica, bien gestionado el
manejo agronómico, el suelo puede mostrar mejoras en sus propiedades, llegando
a valores de estas últimas incluso superiores a las observadas en ese mismo suelo
en condiciones naturales.
112
Para practicar agricultura conservacionista se requiere tener una visión de sistema,
interpretando sistema en su sentido más amplio. Un enfoque de esta magnitud
permite ver más claramente las consecuencias que las prácticas agrícolas tienen
sobre las comunidades humanas y el medio ambiente. Un enfoque de sistema
brinda
las
herramientas
necesarias
para
explorar
las
interconexiones
y
encadenamientos entre la agricultura y otras actividades humanas, y entre la
agricultura
y
el
ecosistema
natural.
Para
Solbrig
(2004)
la
agricultura
conservacionista –incluida la siembra directa - es un proceso, una manera de
pensar, y no una técnica. Este enfoque es coincidente con el de Derpsch (2003).
Este último enfatiza que la siembra directa significa un cambio total de mentalidad,
colocando de pié a cabezas muchos conceptos sobre labranza, fertilización,
encalado que incluso los profesionales han aprendido en las universidades y
colegios agrícolas (Derpsch, 2003). Más que una tecnología, la siembra directa es
un concepto de la mente; afirmando que aquel productor que no cree en este
concepto fracasará. Se debe entender que – desde la aparición de la siembra
directa - han cambiado substancialmente los paradigmas de la producción agrícola
(Derpsch, et al., 2000). Por su parte, Solbrig (2004) va más allá y enfatiza que si
bien muchas tecnologías contribuyen a crear una agricultura más sustentable,
hacer agricultura de conservación
no se trata sólo de aplicar un paquete
tecnológico. Se trata de tomar muchos pasos, pequeños y medianos, que ayuden a
preservar los recursos y a aumentar el bienestar del productor. Sin embargo, no es
sólo el productor el que tiene que contribuir a crear una agricultura sostenible; todo
el sistema, desde el productor hasta el consumidor, deberá tomar medidas para
hacer que el sistema se vuelva más sustentable (Solbrig, 2004).
Más allá desde la óptica desde la que se la analice queda en claro que la siembra
directa – como principal exponente de la agricultura de conservación – es un
113
cambio de paradigmas en la forma de hacer agricultura, logrando acercar y
compatibilizar los objetivos de producción y rentabilidad empresaria, junto con los
de conservación ambiental y aceptación social. Para ello, hace falta que los
productores adoptantes vean a la siembra directa con un enfoque sistémico,
integrador y holístico, lo cual requiere de una fuerte cambio de la estructura mental,
desterrando las principales dogmas de la agricultura convencional.
- La siembra directa en el mundo
Se estima que el sistema de siembra directa se realiza en más de 90 millones de
hectáreas a nivel mundial. Aproximadamente, el 45 por ciento de esta tecnología se
practica en América Latina, el 41 por ciento en los Estados Unidos y Canadá, el 10 por
ciento en Australia y el 3,6 por ciento en el resto del mundo, incluido Europa, África y
Asia (Derpsch y Benites, 2004). (Tabla 1).
A pesar de ser el país con mayor superficie en SD, es interesante notar que en
Estados Unidos este sistema apenas cubre el 21 por ciento del área agrícola cultivada.
En Brasil, la SD representa aproximadamente el 50 por ciento, y en Argentina y
Paraguay el 60 por ciento; siendo estos dos últimos los países que lideran a nivel
mundial en porcentaje de adopción.
Es interesante destacar que en más del 90 por ciento del área cultivada en SD en
Brasil, Argentina, Bolivia, Paraguay y Australia, se la realiza de manera permanente;
es decir, sin la presencia ocasional de labranzas. En tanto, que ello ocurre sólo en el
25 por ciento de la superficie en SD de Estados Unidos. Esto significa que
aproximadamente 16,8 millones de hectáreas de SD de Estados Unidos, reciben una
labranza esporádicamente; situación que hace que los suelos estén constantemente
114
en una fase de transición, no llegando los productores a experimentar todos los
beneficios (Derpsch y Benites, 2004).
Del área total en SD solamente una pequeña proporción (aproximadamente 450.000
hectáreas) es realizada en pequeñas propiedades, por parte de 200.000 agricultores
(Tabla 2). Este fenómeno se debe a que pocos países (por ejemplo, Brasil) han
invertido en investigación y desarrollo de tecnologías específicas para pequeños
productores (Derpsch y Benites, 2004).
En América del Sur, se puede afirmar que la SD es la tecnología más importante
adoptada en el MERCOSUR11; ya que a inicios de la década de 1970 el área en SD
era irrelevante, y el 1999 ya era usada en 20 millones de hectáreas (Ekboir, 2001). En
Brasil, la superficie en SD pasó de 1 millón de hectáreas en 1990 a 21,86 millones
para la campaña 2003/2004. En el mismo período la adopción de SD en Argentina
pasó de 300.000 hectáreas a más de 16 millones; y en Paraguay sucedió algo
semejante al pasar de 10.000 a 1,5 millones de hectáreas. En los países del
MERCOSUR la SD ha experimentado aumentos de 20 veces entre 1987 e 1997 (de
0,67 para 13,95 millones de hectáreas) contra un aumento de 4,6 veces del área en
Estados Unidos (de 4,05 para 18,62 millones de hectáreas) en el mismo período.
Posteriormente, de 1997 a 2004, los países del MERCOSUR experimentaron una
expansión de 184% de la superficie en SD (de 13,95 millones a 39,65 millones de
hectáreas) contra un aumento de apenas 27% en los Estados Unidos (de 18,62 a
23,70 millones de hectáreas) (Derpsch y Benites, 2004) (Gráfico 1).
11
MERCOSUR: Mercado Común del Sur
115
TABLA N° 1: Superficie en siembra directa a nivel mundial y en los diferentes países.
116
TABLA N° 2: Superficie en siembra directa en pequeñas propiedades en diferentes países.
GRAFICO N° 1: Expansión del área en siembra directa en EEUU y en el MERCOSUR (Brasil, Argentina,
Paraguay y Uruguay).
Fuente: Derpsch y Benites (2004)
Entre los países que probablemente continúen experimentando las mayores tasas de
adopción en SD en los próximos años se encuentren Brasil y Argentina. Según
estimaciones de Derpsch y Benites (2004) se espera que en menos de una década la
SD permanente cubra más del 85% de la superficie cultivada en esos países. La
117
constante presión de seguir siendo competitivos en un contexto mundial en donde las
agriculturas de Estados Unidos y Europa son subsidiadas y la presencia de trabas al
libre comercio, obliga
a los productores a estar incorporando innovaciones
permanentemente. En consecuencia, es esperable que Argentina y Brasil continúen
liderando el nivel de crecimiento de la SD a nivel mundial. En cambio, en Estados
Unidos, como los subsidios inhiben la creatividad del agricultor, no se espera una
adopción importante en los próximos años; aunque un pequeño y constante aumento
del área en SD será probablemente observada. Este enfoque cambia, al menos
parcialmente, la percepción que generalmente se tiene sobre los subsidios a la
agricultura; los cuales son vistos como un enemigo de aquellos países cuyas
empresas agropecuarias deben basar su rentabilidad en su propia eficiencia, sin
recibir ayuda o incluso con presiones impositivas internas agobiantes, como sucede en
Argentina. Si bien esto es cierto, la eliminación de los subsidios en los países
desarrollados – principalmente Estados Unidos y los miembros de la Unión Europea - ,
sería también un estímulo para los productores para ser más eficientes; ya que si no lo
hacen quedarían fuera del sistema por no ser rentables sus empresas.
Australia es otra de las regiones en la cual la Agricultura de Conservación (AC)
experimentó un crecimiento constante en cantidad y calidad; debido a razones
técnicas como un mejor almacenamiento de agua y mejor conservación de suelos;
pero principalmente por razones económicas (economía de mano de obra, de
combustibles, y de inversión en maquinaria), así como por la presencia de
organizaciones de agricultores que difunden la AC, como es el caso de WANTFA
(Western Australian No Tillage Farmers Association). Específicamente, en el oeste de
Australia es dónde la tecnología ha tenido las mayores tasas de crecimiento,
alcanzando
actualmente el 80 por ciento de adopción en esa región (Derpsch y
Benites, 2004).
118
En Europa, si bien se percibe que la AC tiene un gran potencial de crecimiento en la
mayoría de los países, especialmente en España e Italia, su desarrollo aún es
incipiente. De acuerdo a la información provista por la ECAF12 (2002) hay unas
300.000 hectáreas de AC en España (incluyendo plantaciones de frutales y olivares),
80.000 hectáreas en Italia y 50.000 hectáreas en Francia (ECAF, 2002). Además, para
los próximos años las tasas de adopción esperadas son muy bajas; primero por
cuestiones de mentalidad, y también debido a que los agricultores están en una
situación confortable por los subsidios que reciben de la Unión Europea al adoptar
distintas prácticas de preparación y manejo de suelos (Derpsch y Benites, 2004).
Nuevamente, aparecen los subsidios como un freno a la innovación y al cambio, y por
ende a la productividad y rentabilidad genuina.
En Asia pareciera haber una correlación entre el número de años que una cierta
cultura ha estado arando la tierra y su habilidad para poder cambiar. Las antiguas
culturas de Asia parecen tener un problema especial en ajustar y adaptar tecnologías
agrícolas que no utilizan herramientas de preparación del suelo. Sin embargo, se ve
un notable progreso en algunos países (por ejemplo, el Norte de India, Paquistán,
Bangladesh y Nepal), lo cual parece estar relacionado con la presencia y acción de
instituciones que promueven las tecnologías de AC (como el CIMMYT13), y
probablemente está también ligado al trabajo individual de personas convencidos que
están haciendo un trabajo de difusión local. También, parece haber un aumento
importante en China. Si bien no hay estadísticas precisas, existen reportes que indican
300.000 hectáreas de SD en la provincia de Sichuan dedicadas al cultivo de batata
inglesa implantada después de la cosecha de arroz en parcelas muy pequeñas
(Derpsch y Benites, 2004).
12
13
ECAF: Federación Europea de Agricultura de Conservación
CIMMYT: Centro Internacional de Mejoramiento de Maíz Y Trigo
119
Por su parte, África es un continente en dónde las culturas occidentales, (incluidas
primero las potencias de la época colonial y posteriormente las agencias
internacionales de cooperación técnica) han introducido y promovido las herramientas
de labranza y preparación de suelos hasta pocos años atrás. El punto negativo es que
los especialistas que mostraron a los agricultores como arar la tierra estuvieron sólo
por pocos años; en los cuales se vieron los beneficios de una rápida mineralización de
la materia orgánica, con la obtención de altos rendimientos. Pero, los especialistas no
estuvieron por un plazo lo suficientemente prolongado como para presenciar la pérdida
de materia orgánica y la erosión que ocurrió más tarde, tornando muchos suelos casi
improductivos. En consecuencia, a los extensionistas actuales que están convencidos
en agricultura de conservación, les resulta difícil cambiar nuevamente a los
agricultores (Derpsch y Benites, 2004).
- La siembra directa en Argentina
De los 90 millones de hectáreas cultivadas en siembra directa, aproximadamente la
mitad corresponde a países de América Latina; y de ellas el 50% están en Argentina
(Gráfico 2). Estimaciones realizadas por diversos organismos arroja un total de entre
15 y 16 millones de hectáreas bajo siembra directa en Argentina (AAPRESID, 2004).
Para Javier Ekboir (2001) en Argentina durante la década del 90 se produjeron
cambios en que facilitaron la difusión de la SD. Específicamente, a partir de 1993 se
dieron 4 factores que contribuyeron a este fenómeno: el paquete tecnológico estaba
finalmente adaptado a las condiciones imperantes en la región pampeana, el precio
del glifosato – insumo estratégico para la siembra directa - cayó de 40 dólares a
comienzo de los 80 a menos de 10 dólares por litro de producto formulado en 1992,
AAPRESID desarrolló un programa de difusión muy eficiente, y las condiciones
económicas luego del paquete de estabilización redujeron los márgenes de ganancia
120
de los productores agropecuarios, forzándoles a adoptar tecnologías más eficientes
(Ekboir, 2001). A ello hay que agregar que la aparición de la tecnología de resistencia
a glifosato – tecnología Roundup Ready desarrollada por la firma Monsanto incorporada a variedades de soja, fue un elemento más que ayudó a que muchos
productores se acerquen a la siembra directa, ya que su combinación facilitaba la
operación de manejo. Específicamente, gran parte de los esquemas de producción se
daban en redes de contratos de arrendamientos y prestación de servicios, combinando
siembra directa y soja resistente a glifosato; haciendo que las empresas mejoren su
performance operativa a gran escala.
Como contrapartida, en muchas situaciones el vertiginoso avance de la siembra
directa en general, se dio con un incremento relativo mucho mayor de la soja que de
otros cultivos, lo cual indica que la rotación de cultivos – una de las principales
prácticas que debe respetarse -
no esta siendo realizada. Sin embargo, este
fenómeno no fue exclusivo de la siembra directa, ya que un fenómeno semejante se
dio en la denominada agricultura convencional en Argentina.
Las provincias que poseen mayor superficie en siembra directa son Córdoba, Santa
Fe, y Buenos Aires. Sin embargo, mientras en las dos primeras el porcentaje de
adopción del sistema es superior al 65%, en la tercera la importancia relativa de la
siembra directa es inferior al 50%. Esta situación se observa en todo el proceso
evolutivo de la siembra directa en Argentina, dónde la principal provincia en cuanto a
superficie sembrable es la de menor ritmo de adopción y menor cantidad relativa, al
menos entre las principales provincias agrícolas. Por su parte, Córdoba y Santa Fe –
en ese orden – fueron las provincias pioneras en la adopción del sistema.
121
GRAFICO N° 2: Evolución de la superficie en siembra directa en Argentina.
Fuente: AAPRESID (2004)
Sin embargo, Entre Ríos, Santiago del Estero, Salta, y Tucumán en los últimos 8 años,
han tenido un avance notable en cuanto a la adopción del sistema; superando
actualmente el 70% de la superficie en SD. Chaco y La Pampa tiene un nivel de
adopción en torno al 30 – 40%, aunque se espera que estos niveles se incrementen
rápidamente. El resto de las provincias, tienen niveles de adopción variable, aunque
son de menor importancia en cuanto a superficie total cultivable. Si el análisis se
realiza por cultivo, la soja – principal cultivo en Argentina – es la que evidencia mayor
superficie en términos netos y relativos, con un porcentaje cercano al 80% en SD14. Le
sigue maíz, con un 65% de adopción; en tanto que trigo y sorgo están rondando el
50%. El cultivo más rezagado es el girasol (menos del 30%) situación que se mantuvo
en todo el proceso evolutivo de la siembra directa en Argentina. Por su parte, los
cultivos forrajeros implantados suman algo más de 1 millón de hectáreas; aunque esta
cifra subestima la superficie forrajera sin labranzas, ya que no incluye a los pastizales
naturales, las intersiembras, promociones y rejuvenecimientos, todas ellas opciones
reales en sistema mixtos o pecuarios puros en SD (Tabla 3 y 4)
14
SD: Abreviatura de siembra directa
122
TABLA N° 3: Evolución de la superficie implantada en siembra directa en Argentina para los principales
cultivos.
Fuente: AAPRESID (2004)
123
TABLA N° 4: Superficie implantada en siembra directa en Argentina por cultivo discriminada por provincia.
Fuente: Censo Nacional Agropecuario (2002)
TABLA N° 5: Superficie en siembra directa por cultivo y provincia para la campaña 2002/03 en Argentina.
Fuente: AAPRESID (2004)
Un dato interesante, resulta el de considerar que la superficie que se realiza de trigo
en SD es generalmente coincidente con la superficie de SD continua, es decir, vista
con un enfoque sistémico u holístico (Fogante, comunicación personal).
124
Estas cifras son más que elocuentes, y muestran que la siembra directa es una
realidad que cada vez gana más usuarios en los diferentes rincones del país, al igual
que en otros países de América del sur, como Brasil, Paraguay, Bolivia, Uruguay, y en
menor medida en Chile.
Sin embargo, las estadísticas cifras argentinas pueden ser un tanto engañosas.
Sucede que en muchas situaciones, se ha cometido el error de entender que la
siembra directa es una tecnología que “cambia el arado por una máquina más
reforzada de siembra que consigue sembrar en suelos sin labrar y donde las malezas
se controlan con herbicidas” (Derpsch, 2003). Específicamente de las 16 millones de
hectáreas contabilizadas como “siembra directa”, algo más del 50 por ciento
corresponde a hectáreas cultivadas bajo una visión simplista, que solo la toma como
una herramienta tecnológica puntual (Romagnoli, 2005; comunicación personal).
Pareciera que en buena parte de los productores está presente la idea errónea de que
al “sembrar sin arar” - como única consigna - se elimina todo riesgo de deterioro o
degradación, con lo cual quedan habilitados para instaurar cultivos de máximo retorno
económico, consiguiendo de este modo el pasaporte de “conservacionista y
empresario exitoso” (Romagnoli, 2003).
La simplificación de la siembra directa al extremo de percibirla exclusivamente como
“ausencia de labranzas” ha llevado, en algunas circunstancias, a errores conceptuales
en el manejo de sistemas productivos. En una aproximación por explicar este
comportamiento cortoplacista, Romagnoli (2003) afirma que “pareciera ser que las
reglas del mercado imponen un comportamiento empresario en función a los
resultados inmediatos, basados en la ecuación costo-beneficios y simultáneamente,
alejan al productor del análisis encuadrado en la lógica de la sustentabilidad para
lograr beneficios permanentes a través del tiempo. Tal vez, parte de la explicación esté
125
dada porque los tiempos de los procesos biológicos, muchas veces desconocidos y
otras subestimados, son diferentes respecto de las necesidades cotidianas del
hombre, que, cada vez más acelerado presiona sobre el ecosistema desplazando la
banda de equilibrio a un nuevo punto, seguramente de mayor fragilidad” (Romagnoli,
2003). Retomando los conceptos de Romagnoli se puede conceptualizar que esta
conducta observada es un ejemplo de la crisis de compatibilización entre objetivos
económicos y ambientales. Coincidente con esta línea de pensamiento, Trucco (2004)
destaca que concebida como herramienta puntual, la siembra directa no es suficiente
para tener adquirir el rótulo de agricultura productiva y sustentable. Para alcanzarlo se
requiere practicarla en un marco de rotación de cultivos, manejo integrado de malezas,
insectos y enfermedades, y reposición de nutrientes. Sólo así se estará aplicando un
“sistema de producción en siembra directa”, con altos niveles de productividad y
mantenimiento de la capacidad productiva de los recursos (Trucco, 2004).
La existencia de visiones simplificadoras de la siembra directa, también ha llevado a
que desde instituciones públicas y privadas –estas últimas conformadas por
asociaciones de productores como AAPRESID15- no sólo se plantee el objetivo de
incrementar la superficie bajo siembra directa, sino el hacerlo bajo una visión holística,
sistémica e integral, asumiendo la complejidad de los procesos biológicos, los cuales
necesariamente son complejos (AAPRESID, 2005). En este sentido, AAPRESID –
ONG que nuclea a productores pioneros en adopción y difusión de la siembra directa
en Argentina -
se plantea como próximo objetivo extender “el concepto que no
alcanza con dejar de arar, y que esto solo es la llave para ingresar a un sistema de
producción que necesariamente
implica comprender las causas y efectos de los
procesos biológicos asociados a la producción agropecuaria”. Para sus directivos, la
solución no pasa por establecer un esquema dirigista en el uso y explotación de la
tierra, sino por dar a conocer a los actores del mercado las causas y consecuencias
15
AAPRESID: Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa
126
del mal uso de la tierra, y especialmente a sus propietarios que son los que en primera
instancia van sufrir el efecto económico por la perdida de capital (Romagnoli, 2003).
Finalmente, es importante destacar el aporte que la siembra directa hace en la
creación y captura de valor. Específicamente, la adopción de este sistema de
producción – visto con un enfoque amplio y sistémico – permite subir los pisos de
rendimientos mínimos (brindando mayor estabilidad en la producción), y a la vez
permite subir los rendimientos máximos (aprovechando los años con mejores
precipitaciones). Todo ello, en un contexto de disminución o mantenimiento de los
costos productivo, comparado con sistemas en convencional. El resultado final es una
mayor rentabilidad para las empresas que adopten esta tecnología. Todas estos
resultados quedan finalmente evidenciados en el aumento del PBI agropecuario
(Gráficos 2a. y 2b.). Específicamente, en el Gráfico 2a se evidencia que la tendencia
de ambas curvas (superficie en siembra directa y PBI agropecuario) son de
crecimiento positivo en el período analizado. Por otro, lado si se compara el PBI
agropecuario de dos quinquenios – uno con escasa difusión de la siembra directa y
otro con alta adopción del sistema – se ve claramente un aumento del orden del 19%.
Esto fundamente la creación de valor económico de la siembra directa como sistema;
aclarando que junto al crecimiento de la superficie en SD se produjo la aparición de
otras innovaciones incluidas mayoritariamente en la SD que apalancan este efecto.
(Gráfico 2c).
Finalmente, queda en evidencia que dentro del concepto siembra directa, existen
variantes en cuanto al enfoque que se le de. Por un lado está quienes la perciben
como una herramienta ocasional y una tecnología puntual, donde el único requisito es
sembrar en ausencia de labranzas. Por otro lado, está la visión de quienes la
entienden como un sistema de producción integral, que además de la ausencia de
remoción incluye a otra serie prácticas anexas, permitiendo que el productor que la
127
practica acceda a sus beneficios. Este último enfoque es el que se acerca mucho más
a intentar resolver el conflicto entre producción y ambiente; siendo la máxima
expresión de la agricultura de conservación. Y es también el enfoque que se
correlaciona positivamente con el PBI agropecuario, evidenciando la creación de valor
económico por adopción de siembra directa.
GRAFICO N° 2a: Evolución del PBI agropecuario y la superficie en siembra directa en Argentina.
Evolución del PBI agropecuario ($ constantes de 1993) y la superficie en SD
en Argentina (hectáreas).
18.000
25000000
17.000
20000000
16.000
15.000
15000000
14.000
10000000
13.000
SD
5000000
12.000
P B I A gro pecuario
11.000
0
10.000
1993.
1994.
1995.
1996.
1997.
1998.
1999.
2000.
2001.
2002.
2003.
2004.
2005.
GRAFICO N° 2b: Evolución del PBI agropecuario en Argentina.
Evolución del PBI Agropecuario; expresado en m illones de pesos, a
precios de 1993. Fuente: INDEC (2006)
20.000
15.318
19.000
18.000
+19%
17.000
12.826
16.000
15.000
14.000
13.000
12.000
11.000
20
05
.
20
04
.
20
03
.
20
02
.
20
01
.
20
00
.
19
99
.
19
98
.
19
97
.
19
96
.
19
95
.
19
94
.
19
93
.
10.000
128
GRAFICO N° 2c: Evolución de la adopción de tecnologías en la agricultura pampeana.
Introducción y adopción de tecnologías en la agricultura
pampeana durante el período 1980-2000.
100
Adopción de
variedades
transgénicas
Área sembrada (%)
80
Uso de
agroquímicos
60
Siembra
directa
40
20
Agricultura
de precisión
0
1980
1985
1990
1995
2000
Fuente: Viglizzo (2006); adaptado de Satorre (2005)
- La siembra directa como fenómeno de co-innovación
Por lo analizado en el apartado precedente y como lo expresa claramente Javier
Ekboir (2001) se evidencia que la siembra directa es la tecnología agropecuaria más
importante adoptada en MERCOSUR16 en los últimos 50 años; cuya adopción ayudó a
revertir la degradación del suelo, permitió la expansión de la agricultura y la ganadería
en áreas marginales, mejoró la rentabilidad de la agricultura y aumentó la
sostenibilidad de los sistemas agropecuarios (Ekboir, 2001). Pero más allá de este
enfoque tecnológico, la siembra directa puede analizarse como un fenómeno de
innovación en redes, con la participación de los más variados actores, y con variantes
zonales.
Tradicionalmente, las políticas científicas y las instituciones públicas de investigación y
extensión se han organizado en base a lo que se llamó la visión lineal de la ciencia, en
16
MERCOSUR: Mercado Común del Sur
129
la cual los flujos de información y las tecnologías pasaban por etapas sucesivas bien
definidas desde la ciencia básica a los productores que las adoptaban sin
modificaciones. El análisis de las redes de innovación muestra que esta visión es
incorrecta y que es necesario buscar un nuevo marco conceptual que permita
implementar políticas más efectivas (Ekboir, 2001). Por otro lado, la complejidad de las
tecnologías está aumentando porque la globalización y el rápido cambio tecnológico
están forzando a los productores a innovar más a menudo no sólo en técnicas de
producción sino también de comercialización. Mientras que las tecnologías simples o
de producción masiva son desarrolladas en su mayoría por grupos aislados de
investigadores -normalmente en laboratorios universitarios o de empresas- las
tecnologías complejas son desarrolladas por redes de agentes que incluyen a usuarios
de tecnologías, proveedores de insumos, agencias gubernamentales, ONG´s17 e
instituciones financieras. Estas redes evolucionan conjuntamente con las tecnologías
que desarrollan (Rycroft y Kash 1999).
En este sentido, para Ekboir (2001) la siembra fue desarrollada por redes que
surgieron como consecuencia de la debilidad de los sistemas de investigación y
extensión públicos, los intereses comerciales de los proveedores de insumos, y las
necesidades imperiosas de los productores por tecnologías sostenibles. En síntesis, la
siembra directa fue desarrollada por redes de innovación en las que participaron
productores innovadores, empresas privadas e investigadores de instituciones
públicas (Ekboir, 2001). Por su parte, Rolf Derpsch (2001) tiene un enfoque similar,
aunque lo fundamenta desde una óptica más tecnológica. Para Derpsch la experiencia
de difusión de la SD en América Latina permite identificar diez factores o causas
claves que favorecieron este fenómeno: 1) control eficiente y económico de la erosión
con SD en condiciones climáticas con alto potencial erosivo y de degradación de
suelos; 2) conocimientos apropiados disponibles en la región a través de
17
ONG´s: Organizaciones No Gubernamentales
130
investigaciones y desarrollo de tecnologías como de experiencias de agricultores; 3)
amplia utilización de abones verdes y cultivos de cobertura para en control de
malezas, el aumento de la materia orgánica del suelo, y el control biológico de plagas;
4) un mismo mensaje positivo sobre la SD fue difundido en forma consistente por
todos los sectores involucrados; 5) la SD es la única tecnología conservacionista
recomendada por los agricultores; 6) una difusión fuerte de agricultor a agricultor a
través de asociaciones de agricultores; 7) publicaciones con información adecuada,
prácticas y útil fueron puestas a disposición de agricultores; 8) retornos económicos
favorables a la SD; 9) inexistencia de fuerzas significativas en contra del sistema; 10)
los agricultores de América Latina han sido muy competitivos en el mercado global,
debido a la ausencia de subsidios, debiendo incorporar tecnologías como la SD para
seguir siendo competitivos (Derpsch, 2001).
El concepto clave para entender las redes es el de innovación, definida como cualquier
cosa nueva introducida en un proceso económico o social (OCDE, 1999). Esta
definición amplia incluye no sólo tecnologías de producción y comercialización sino
también cambios institucionales (Ekboir, 2001). Esta visión es coincidente con la de
Ordoñez (2004) quien entiende que la innovación es un proceso multidimensional que
atraviesa los entornos tecnológicos, organizacionales e institucionales (Ordoñez,
2004). Por esta razón, el crecimiento raramente depende de los agentes en la frontera
tecnológica, sino de las actividades innovadoras de la mayoría de los agentes. Los
agentes involucrados en el proceso de innovación, sus acciones e interacciones, y las
reglas formales e informales constituyen el Sistema de Nacional Innovación (SNI)
(Nelson y Rosenberg, 1993; OCDE, 1999). En este sentido, el SNI es más amplio que
el sistema nacional de investigación. Un SNI puede ser fuerte incluso cuando el
sistema de investigación es débil. Al respecto, Ekboir (2001) menciona a la SD en
131
Argentina como un claro ejemplo de un sistema de innovación fuerte conviviendo con
sistemas de investigación débiles.
Las evolución de las redes dependen del agente catalizador, de sus habilidades
esenciales, de los recursos complementarios internalizados y de las rutinas de
aprendizaje colectivo; siendo el agente catalizador el elemento más importante en la
emergencia y consolidación de las redes de innovación, aunque pierde importancia en
redes maduras (Ekboir, 2001). Este enfoque es coincidente con el de Benites (2002)
quien plantea que la transferencia de conocimientos, principios y tecnologías en
agricultura de conservación necesita de redes para el intercambio de información
dentro y entre los países, facilitando la solución de problemáticas comunes durante un
proceso de continuo aprendizaje. Estas redes pueden acelerar el intercambio de
conocimientos de tecnologías que son constantemente acumuladas por instituciones
nacionales y grupos comunitarios en un esfuerzo por revertir las degradación de
suelos en una escala global (Benites et al, 2002).
En el caso de la siembra directa en Brasil el papel del catalizador fue cumplido por ICI
y luego por las asociaciones de productores; en tanto que en Argentina inicialmente
fueron investigadores del INTA18 junto a productores innovadores y luego
AAPRESID19, y en Paraguay las asociaciones de productores (Ekboir, 2001).
Describiendo el caso argentino, Trucco (2004) menciona que los primeros ensayos y
cultivos en siembra directa en comienzan en los ´70 y ´80; formándose en 1989 la
Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID), entidad clave
para la difusión de la siembra directa. Entre los 23 fundadores sembraban por
entonces 3000 hectáreas en este sistema; en tanto que en la campaña 2003/4 se
18
19
INTA: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (Argentina)
AAPRESID: Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa
132
sembraron más 16 millones de hectáreas de siembra directa, un 60% de la agricultura
argentina (Trucco, 2004).
En todos los casos, los recursos internalizados incluyeron agentes con personalidades
fuertes que organizaron redes locales, un mínimo de capacidad de investigación (ya
sea de investigadores individuales como en Argentina o de grupos de productores
como en Paraguay), una variedad de agentes innovadores (especialmente productores
pioneros y fabricantes de maquinaria), un sistema de extensión (ya sea un sistema
público o asociaciones de productores) y conexiones con fuentes de información
extranjeras (Ekboir, 2001).
Las redes de siembra directa desarrollaron seis rutinas de aprendizaje: 1) métodos de
investigación participativos en los que los productores era socios igualitarios de los
investigadores; 2) enfoques de investigación interdisciplinarios; 3) aceptación de
información generada por otros agentes sin un diseño estadístico; 4) creación de un
lenguaje común que permitió la comunicación entre agentes con diferentes
formaciones; 5) el desarrollo intenso de información y 6) su distribución abierta, con
difusión de las tecnologías basadas en la comunicación directa entre productores.
Estas rutinas, a su vez, necesitaron de nuevas formas de interacción entre los
agentes, reemplazando la estructura jerárquica derivada de la visión lineal de la
ciencia con una estructura horizontal en la que los productores eran socios de los
investigadores y de las empresas manufactureras (Ekboir, 2001).
A pesar de las diferencias locales, la difusión de la siembra directa como innovación
en red tuvo ciertas características comunes en los diferentes países del MERCOSUR20
en la cuál se difundió.
20
MERCOSUR: Mercado Común del Sur
133
El desarrollo inicial de la maquinaria para SD debió superar la falta de demanda para
un nuevo equipo especializado. En Brasil estos problemas fueron resueltos por la
colaboración entre ICI, EMBRAPA21 y Semeato. ICI y EMBRAPA redujeron los costos
del desarrollo inicial importando prototipos y aportando esfuerzos de investigación,
mientras que Semeato contribuyó su experiencia en desarrollo de maquinaria y sus
líneas
de
producción.
En
Argentina
hubo
colaboraciones
similares
entre
investigadores, productores y fabricantes de maquinaria.
Las importantes asociaciones de productores de siembra directa, que actuaron
principalmente como agentes de extensión, son un fenómeno sudamericano que no se
repitió en ningún otro país. Estas asociaciones fueron exitosas porque fueron creadas
por grupos pequeños de productores altamente motivados y con recursos para buscar,
producir y diseminar información; estando muy focalizadas y siendo muy eficientes en
sus actividades, permitiendo a los productores aprovechar las economías de escala
que caracterizan la producción y difusión de información (Ekboir, 2001).
Por el contrario, ninguna institución pública, con la excepción de IAPAR22 y
EMBRAPA23, jugó un papel importante en el desarrollo temprano de la siembra directa
o en la organización de las redes; aunque sí lo hicieron algunos investigadores a título
personal (Ekboir, 2001). Ello muestra que, en términos generales, las instituciones han
sido lentas en reconocer nuevas áreas de investigación que no podían encuadrarse
fácilmente en disciplinas específicas o dirigidas a cultivos determinados.
Por su parte, las compañías agroquímicas – y en menor medida las de sembradoras
específicas - jugaron un papel importante en el desarrollo de la siembra directa en
aquellos países con mercados potenciales para sus productos (Ekboir, 2001). Es decir,
21
EMBRAPA: Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria
IAPAR: Instituto Agronómico de Paraná (Brasil)
23
EMBRAPA: Empresa Brasileña de Investigación Agropecuaria
22
134
que muchas compañías rápidamente detectaron los primeros focos de innovadores de
la siembra directa y los apoyaron fuertemente, ya que vieron que la posibilidad de
crecimiento de este modelo de producción le abría nuevas posibilidades de
crecimiento de sus negocios en agroquímicos tradicionales y específicos para siembra
directa; aunque el impacto no ha sido el mismo en todos los países. Por ejemplo,
Ekboir (2001) menciona que Monsanto fue importante en el Cono Sur y Ghana, pero
no tuvo un impacto comparable en México o en los otros países africanos en los que
invirtió importantes cantidades de recursos.
Respecto al rol del sector público, Ekboir (2001) menciona que la mayoría de las
universidades locales, como así también los gobiernos nacionales y provinciales, han
estado ausentes o bien brindaron apoyo tardío a las redes de siembra directa;
atribuyendo este fenómeno a la visión lineal de la ciencia que todavía prevalece en la
mayoría de las instituciones públicas, la falta de un enfoque sistémico para el estudio
de los sistemas de producción, reformas contradictorias introducidas en las
instituciones de investigación y un enfoque restringido en las instituciones que
financian la investigación (Ekboir, 2001).
Lo expuesto por Ekboir (2001) es coincidente con la visión de Benites et al (2002)
quien plantea que una adecuada estrategia para alcanzar una mayor difusión de la AC
es conseguir que todas las empresas, organizaciones e instituciones que de alguna
forma tengan que ver con la AC trabajen juntas, persiguiendo los mismos objetivos,
(cooperativas, fabricantes de máquinas e equipamientos agrícolas, asi como
distribuidores, empresas de agroquímicos, ONG’s, instituciones de investigación,
servicios de extensión agrícola, y universidades).
135
Asimismo, Ekboir (2001) puntualiza algunas fallas del sistema de innovación en redes
en siembra directa; las cuales incluyeron la comprensión deficiente de las
particularidades de la SD, la visión lineal de la ciencia que todavía prevalece en la
mayoría de las instituciones públicas, la falta de un enfoque sistémico para el estudio
de los sistemas de producción, reformas contradictorias introducidas en las
instituciones de investigación y un enfoque restringido en las instituciones que
financian la investigación. Queda evidenciado que la siembra directa es un fenómeno
de innovación en red, que logró atravesar los entornos tecnológico, organizacional e
institucional, con construcción de capital social.
3.3.4 Indicadores de sustentabilidad
El concepto de sustentabilidad ha ido evolucionando con la sociedad; y con el lo han
hecho los indicadores que intentan medirla. En un análisis temporal de los indicadores
de sustentabilidad utilizados Viglizzo (2004 a) diferencia tres etapas:
- En la década de 1970, cuando la ciencia agro-ecológica estaba todavía en ciernes, la
idea de sustentabilidad se asociaba a la idea de resiliencia; es decir, la capacidad de
un sistema para retornar a su estado original luego de un disturbio que lo afecta. No se
tenía entonces una idea clara de los indicadores que podían expresar este concepto
en un agro-ecosistema.
- En los años 80 la sustentabilidad fue asociada a la capacidad de un agro-ecosistema
para sostener su productividad biológica y económica en el tiempo, más allá de los
disturbios severos que pudieran afectar al sistema. Por tanto, los indicadores imponían
ya una medición de la performance biofísica (rendimiento) y económica (rentabilidad)
del sistema analizado.
136
- En los años 90, a la idea de productividad sostenida, se incorpora la idea de equidad
social. Indicadores de empleo rural, migración, calificación de la oferta laboral,
capacitación, entre otros, comienzan a ser tenidos en cuenta en las sociedades
desarrolladas. En paralelo, en esas sociedades evoluciona la visión del sector
agropecuario como oferente de servicios múltiples. A comienzos del siglo 21, se
consolida la idea de sustentabilidad apoyada fuertemente en el paradigma de
multifuncionalidad del sector rural, el cual se asocia a una visión integral de ruralidad.
Más allá de este análisis general, desde hace unos años y con importancia creciente
en la actualidad, se evidencia un interés creciente en los problemas ambientales
asociados a la producción primaria de alimentos, dentro de los cuales se destacan los
referentes al recurso suelo (Doran & Parkin, 1994; Bezdicek et al, 1996; Cameron et al
1998; Doran et al, 1998). Es decir, que muchos de los indicadores de sustentabilidad
ambiental, apuntan a medir la evolución de la salud o calidad edáfica. En este sentido,
la calidad edáfica se define como la capacidad que el suelo posee de funcionar dentro
de un ecosistema sosteniendo la productividad biológica, manteniendo la calidad del
ambiente y promoviendo la salud animal y vegetal (Doran & Parkin, 1994; Doran &
Zeiss, 2000). En consecuencia, un sistema de producción agropecuario que quiera ser
rentable y sustentable ambientalmente, deberá al menos apuntar a mantener la
calidad edáfica.
Cambios en propiedades del suelo como contenido de materia orgánica, disponibilidad
de nutrientes, actividad biológica y capacidad de almacenaje de agua, influyen en
forma directa sobre su calidad (Batie et al., 1993). Por lo tanto, puede pensarse en
seleccionar indicadores que reflejen cambios en las propiedades del suelo, con el fin
de utilizarlos como monitores de la salud o calidad del suelo (AAPRESID, 2005). Al
respecto, Sánchez (2002) en el plenario del XVII Congreso Internacional de la Ciencia
del Suelo, realizado en Tailandia sostuvo que “el análisis político necesita información
137
o mapas que muestren cambios en propiedades importantes del suelo con el tiempo a
escalas espaciales que ellos puedan utilizar”. Resulta evidente, en consecuencia, la
necesidad que desde la ciencia se generen estos indicadores y que sean fácilmente
interpretables incluso por personas de ámbitos no sólo productivo, sino también
político para que sean el basamento de la toma de muchas de sus decisiones respecto
al manejo sustentable de los recursos. Productores, asesores agronómicos,
organismos crediticios, instituciones certificadoras, y políticos son potenciales usuarios
de indicadores que permitan monitorear los cambios en recurso suelo (Morón, 2005).
Priorizar parámetros, relacionarlos con las funciones del suelo y fijar valores críticos en
los cuales se indique qué suelo y que funciones del ecosistema están siendo dañadas
es el excitante desafío de este nuevo campo de la ciencia que está siendo explorado
(Morón et al, 2004).
Un indicador de calidad de suelo debe estar basado en conocimiento científico, y no
en conjeturas, observaciones o vivencias (AAPRESID, 2005). Además, debe ser una
expresión cuantitativa que permita ubicar un problema en relación a sus umbrales
críticos (Viglizzo, 2004 a). Para ser útiles, los indicadores de la calidad del suelo
deberían reflejar cambios recientes en su manejo (Montero & Sagardoy, 2001). En
términos generales, los indicadores deben tener sensibilidad para detectar cambios,
capacidad de integrar objetivos, facilidad de medición e interpretación y ser accesibles
a muchos usuarios (Morón, 2005). En línea con esta visión, Turco et al (1994) indica
que un buen indicador debería: i) reflejar algún aspecto del funcionamiento del
ecosistema; ii) mostrar una respuesta precisa y rápida a cualquier perturbación; iii) ser
de simple determinación y bajo costo; iv) poseer distribución universal, con
especificidades
regionales.
Los
indicadores
de
sustentabilidad
pueden,
en
consecuencia, utilizarse como instrumento de decisión que también ayudan a explicar
o interpretar procesos (Viglizzo, 2004 a). La cuantificación de la calidad de suelo
138
mediante indicadores (físicos, químicos y biológicos) son discutidos en detalle por
Doran & Jones (1996) y De Kimpe & Prasittiketh (2002).
En el caso específico de la calidad edáfica, muchos reportes científicos mencionan a la
materia orgánica y sus fracciones como al indicador de suelo por excelencia. Del
mismo modo, la disponibilidad de nutrientes, la biomasa y actividad microbiana, y
parámetros físicos como la tasa de infiltración y lixiviación, la capacidad de almacenaje
de agua, y el índice de erosión, tienen el potencial de ser buenos indicadores
(AAPRESID, 2005). Recientes reportes científicos están desarrollando nuevos
indicadores, que si bien están vinculados con los anteriores, buscan tener mayor
sensibilidad frente a los cambios en el manejo productivo (Morón et al, 2004).
Específicamente, Morón et al (2004) destaca como indicadores que se diferencian por
su mayor sensibilidad frente a indicadores tradicionales (Carbono orgánico, y
Nitrógeno total) para detectar los diferentes efectos del uso y manejo del suelo, los
siguientes: a) potencial de mineralización de nitrógeno (PMN) por incubación
anaeróbica; b) Carbono en la materia orgánica particulada entre 212 y 2000 micras (CPOM 212); c) Nitrógeno en la materia orgánica particulada entre 212 y 200 micras (NPOM 212). Por su parte, Carvalho Mendes & Bueno Dos Reis (2005) sostienen que los
indicadores microbiológicos – principalmente las enzimas B-glucosidasa, fosfatasa
ácida, y arilsulfatasa– son más eficientes para detectar los cambios en el suelo en
virtud al sistema de manejo empleado, que los indicadores microbiológicos
tradicionales (biomasa y respiración microbiana). La evidencia científica actual
muestra que el área de indicadores de calidad de suelo está en activo desarrollo, lo
cual reviste gran importancia en el camino del manejo sustentable de los recursos
naturales en la producción de alimentos; ya que son los insumos básicos para
fundamentar las buenas prácticas de manejo asociadas a la producción.
139
En Argentina existen diferentes estudios en esta temática; correspondiendo todos a
investigaciones realizadas por el sector público. Moscatelli & Sobral (2005), basados
en la metodología del Instituto de Calidad de Suelos, del Departamento de Agricultura
de Estados Unidos (USDA), están evaluando y seleccionando indicadores de calidad
de suelo para distintas series de suelos representativas de la región pampeana. Este
Proyecto Nacional INTA24 52-2205, titulado “Selección de Indicadores y Red de
Monitoreo de la Calidad / Salud de los Suelos de la Región Pampeana”, entró en
vigencia en 2003, contando con la participación del Instituto de Suelos (INTA
Castelar), la EEA25 Pergamino, la EEA Balcarce, la EEA Paraná, la EEA Anguil y la
Facultad de Agronomía de la Universidad del Centro de Buenos Aires. Los parámetros
analizados por Moscatelli & Sobral (2005) son: pH, materia orgánica, fósforo
disponible, densidad aparente, infiltración, número de lombrices, respiración,
estabilidad de agregados, y resistencia a la penetración. También en Argentina,
Viglizzo (2002) ha desarrollado un modelo denominado Agro-Eco-Index para el
diagnóstico de la gestión ambiental de establecimientos agropecuarios, el cual
propone el uso de once indicadores: consumo de energía fósil, eficiencia en el uso de
energía fósil, balance de nitrógeno, balance de fósforo, riesgo de contaminación por
nitrógeno, riesgo de contaminación por fósforo, riesgo de contaminación por
plaguicidas, riesgo de erosión de suelos, riesgo de intervención de hábitat, cambios en
el stock de carbono del suelo, balances de gases de efecto invernadero (Viglizzo,
2002). Por su parte, Casas (2004) describe, en un trabajo publicado en las actas del
XII Congreso de AAPRESID, algunos parámetros a ser tenidos en cuenta como
indicadores de la calidad del suelo: índice de erosión; índice de sellado; balance de
nutrientes; lixiviación de nutrientes y plaguicidas; y balance de materia orgánica
(Casas, 2004).
24
25
INTA: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
EEA: Estación Experimental Agropecuaria
140
Los estudios descriptos evidencian que en Argentina existe la noción y el
convencimiento de trabajar en la evaluación y diagnóstico de la calidad del suelo;
mostrando todos los trabajos una coherencia conceptual en el abordaje de la
problemática. Sin embargo, muchos de los esfuerzos de investigación, a pesar de
estar concentrados en el sector público y específicamente en el INTA26, parecen tener
cierta autonomía o independencia, con escasa interacción. Sería deseable, para
optimizar el uso de los recursos, que estas líneas de investigación y desarrollo
tuviesen desde lo metodológico y principalmente desde su gerenciamiento una
coordinación central única.
A nivel Cono Sur, existe la Plataforma Tecnológica Regional sobre Sustentabilidad
Ambiental coordinada por el PROCISUR27. El Programa Cooperativo para el
Desarrollo Tecnológico, Agroalimentario y Agroindustrial, está integrado por los
Institutos Nacionales de Investigación Agropecuaria (los INIAs de los países del
MERCOSUR Ampliado), y el Instituto Interamericano de Cooperación para la
Agricultura (IICA). De la plataforma sobre sustentabilidad participaron una gran
cantidad de empresas, de organismos públicos, de instituciones académicas, que
identificaron para la región los principales problemas que hay en materia ambiental;
identificando como principal desafío la certificación la salud ambiental de los predios
(Ruz, 2004).
Queda evidenciado que existen conocimientos suficientes para confeccionar y utilizar
indicadores que actúen como los monitores y luces de alarma de las principales
propiedades del suelo que se relacionan con su salud, y por ende con la
sustentabilidad ambiental de la producción. Varios indicadores de sustentabilidad nos
pueden brindar un panorama del comportamiento comparado de sistemas de
26
INTA: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
PROCISUR: Programa Cooperativo para el Desarrollo Tecnológico Agroalimentario y
Agroindustrial del Cono Sur.
27
141
producción contrastantes, y hacer inferencias prácticas a partir de ellos (Viglizzo, 2004
a). Los indicadores podrían reunirse en una especie de “tablero de comandos” que le
permita al
productor o asesor ir monitoreando la evolución del suelo y su salud;
pudiendo tener certeza a cerca del impacto del manejo agronómico (Lorenzatti, 2005).
Viglizzo (2004 a) aborda el tema de los indicadores de sustentabilidad como
instrumento de decisión que también ayudan a explicar o interpretar procesos de
acuerdo a la calidad de la gestión ambiental realizada (trazabilidad agro-ecológica). En
consecuencia, una empresa rural puede someterse a una auditoría social voluntaria
que mejora su imagen ante la sociedad (Viglizzo, 2004 a). Y, en una perspectiva más
avanzada, el indicador se puede convertir en una herramienta para certificar productos
y procesos, y también para crear marcas o denominaciones de origen; confiriendo al
producto un valor comercial extra, actual o potencial. A una escala mayor, los
indicadores permiten también inferir la oferta de servicios económicos y ambientales
que afectan a toda la sociedad (Viglizzo, 2004 a).
Sumado a ello, existen fundamentos científicos probados que correlacionan valores de
indicadores de salud del suelo con prácticas agronómicas. El conocimiento de la
evolución de la calidad del suelo con determinadas prácticas agrícolas es necesario
para planificar un uso y manejo sustentable del recurso natural suelo (Morón, 2005).
Esas prácticas, que poseen un fundamento científico comprobable respecto a su
impacto productivo y ambiental debieran ser difundidas mediante esquemas de
extensión a los productores. Así descriptos, estos manejos se acercan a un nuevo
enfoque del concepto de Buenas Prácticas Agrícolas, mucho más próximo al concepto
de sustentabilidad ambiental.
142
CAPITULO 4: ANALISIS DE ESTUDIOS DE CASOS
En el capítulo 4 se presenta los resultados de estudios de casos empíricos de
sistemas de aseguramiento de la calidad o de diferenciación existentes o aplicables a
la producción primaria y los negocios de agroalimentos, y que estén focalizados hacia
el plano ambiental. Se presenta también una propuesta de certificación en agricultura
sustentable, basada en siembra directa; realizándose una descripción de las buenas
prácticas de agricultura sustentable y de los indicadores que se proponen como base
del protocolo de certificación. El objetivo es encontrar relaciones entre los casos
estudiados y el marco teórico utilizado, para luego poder estudiar la relación entre los
casos analizados y la hipótesis de trabajo.
4.1 ANALISIS DE CASOS:
En este apartado se realiza un estudio a tres casos específicos: el Concejo de Manejo
Forestal (Forest Stewardship Council – FSC), la certificación orgánica, y la certificación
ISO 14.000. Además se presenta una nueva propuesta basada en la certificación
ambiental de la siembra directa.
4.1.1 CASO I: El Concejo de Manejo Forestal (Forest Stewardship Council - FSC)
En el presente caso se estudia y analiza la certificación de la producción forestal
realizada por el Concejo de Manejo Forestal, conocido como FSC por sus siglas
provenientes de su nombre en inglés (Forest Stewardship Council). La elección del
FSC como caso de estudio radica en que a priori, presenta una serie de similitudes
que justifican su elección para el objeto del presente trabajo; aspectos que se
presentan a continuación:
143
•
Se trata de sistemas de producción primaria, cuyos productos finales son
resultantes de procesos productivos en los que se involucran de manera
directa recursos naturales.
•
Las certificaciones involucran procesos productivos; con la salvedad que la
certificación FSC también permite la certificación de productos finales vía la
cadena de custodia.
•
Que coinciden en uno de los objetivos principales; el cual consiste en la
sustentabilidad ambiental de la producción.
•
El alcance de la certificación es global, es decir, que ve al mundo como cliente.
- El FSC, definición e historia
El Consejo de Manejo Forestal (FSC) es una organización no gubernamental,
internacional, y sin fines de lucro, que promueve el manejo ambientalmente
responsable, socialmente benéfico y económicamente viable de los bosques del
mundo. Así definido, el FSC intenta aproximarse al paradigma de las “4E” (economía,
ética, energía y ambiente) para la producción y comercialización en la cadena forestal.
El enfoque de sustentabilidad que hace el sistema es amplio ya que se plantea como
objetivo abarcar tanto aspectos ambientales o ecológicos y sociales, como
económicos. A tal fin el FSC ha desarrollado un sistema para identificar y etiquetar
productos provenientes de bosques que sean manejados bajo determinados principios
establecidos por el organismo que abracan estos tres enfoques.
Sus inicios se remontan a 1990 cuando grupos que representaban a clientes y
usuarios de productos madereros, comerciantes, y organizaciones ambientalistas y de
derechos humanos se reunieron en California (Estado Unidos) para discutir como
armonizar sus intereses para promover un manejo forestal responsable de alcance
global. En el encuentro se acordó la necesidad de generar un sistema honesto y
144
creíble para identificar productos de la industria de la madera que provengan de
bosques que sean manejados sustentablemente. El encuentro fue el primer paso para
la constitución posterior del Concejo de Manejo Forestal. Posteriormente, en
septiembre de 1993, en Toronto (Canadá) se reunieron 130 representantes de distinto
puntos del mundo para conformar la Asamblea Constitutiva del FSC. En octubre de
1993 se llega a un primer acuerdo, para luego en agosto de 1994 definir, acordar y
aprobar un conjunto de Principios y Criterios, junto con los Estatutos del Concejo, que
regirían desde entonces el funcionamiento del sistema.
Formalmente establecido, se convirtió en el primer esquema independiente mundial
para etiquetar productos forestales, respondiendo –según lo expresan en varios de sus
documentos – a la creciente “conciencia y preocupación pública por la deforestación”.
Es un esquema riguroso de etiquetado de productos forestales; siendo el único
sistema de certificación forestal apoyada por organizaciones ambientalistas de nivel
internacional - como el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Found),
Greenpeace y Amigos de la Tierra – y por importantes cadenas de comercialización
minorista de productos forestales - como Home Depot, B&Q e IKEA. Actualmente, más
de 46 millones de hectáreas de bosques se han certificado de acuerdo a los
procedimientos FSC.
Su estructura se puede definir como una mega-red global, con presencia activa en 66
países de los 5 continentes; contando con un Centro Internacional con sede en Bonn
(Alemania), 4 Oficinas regionales, y 33 Iniciativas nacionales (Figura 6).
- Estructura de gobernancia del FSC
El FSC es una asociación internacional compuesta por diversos grupos e intereses,
integrando a grupos ambientalistas y de derechos humanos, empresarios de la
producción e industria forestal, profesionales de la forestación, organizaciones de
145
indígenas, y organizaciones certificadoras de productos forestales, entre otros. Según
lo definen sus propios postulados “la estructura de gobernancia está basada en los
principios de participación, democracia y equidad” (FSC, 2004). La misma posee tres
niveles de decisión, los que se detallan a continuación:
FIGURA 6: Distribución geográfica de la red global del Forest Stewardship Council (FSC).
- Asamblea General de los Miembros del FSC: Es el máximo cuerpo de decisión del
FSC, estando integrado por tres cámaras o bloques: ambiental, social y económica. El
objetivo de tener una estructura en cámaras es mantener un equilibrio de poder en las
votaciones entre los diferentes intereses, sin que esté limitado el número de miembros
por cámara. Se busca así, generan un balance en cuanto a los intereses que cada
cámara o bloque tiene en la decisión final.
La
cámara
social
organizaciones
está
sin fines
integrada
de lucro,
por
organizaciones
no
gubernamentales,
asociaciones de indígenas,
instituciones
académicas, de investigación y técnicas, e individuos involucrados en temas sociales.
Por su parte, la cámara ambiental está compuesta por organizaciones no
gubernamentales, organizaciones sin fines de lucro, instituciones académicas,
146
técnicas y de investigación e individuos con un activo interés en la viabilidad ambiental
de los procesos productivos forestales. En tanto que, la cámara económica incluye a
organizaciones e individuos con intereses comerciales y económicos, como lo son las
certificadoras, empresas de la industria y comercio o asociadas a la actividad forestal y
de la madera, que demuestren al mismo tiempo interés en ajustar sus intereses con
los principios del FSC.
En realidad, el esquema busca asegurar que el consumidor –que en definitiva es quien
tracciona cualquier cadena comercial – tenga seguridad respecto al impacto ambiental
y social que los procesos productivos madereros generan; asumiendo que la
rentabilidad económica del emprendimiento, si bien existe, es responsabilidad de cada
empresa.
- Cuerpo Directivo: Está conformado por nueve miembros individuales, quienes son
elegidos en partes iguales por cada una de las cámaras, por un período de tres años.
- Director Ejecutivo: Es una persona que tiene a su cargo la gestión diaria de las
actividades del FSC, teniendo su sede de trabajo en Bonn, Alemania. Cuenta,
además, con el apoyo y asesoramiento de un equipo profesional multidisciplinario.
Rinde cuentas de su accionar al Cuerpo Directivo.
La estructura directiva se apoya en una red descentralizada de Iniciativas Nacionales,
Oficinas Regionales, y agentes nominados.
- Iniciativas Nacionales: Constituyen los cimientos de la red global del FSC. Una
Iniciativa Nacional puede ser una persona contacto, un grupo de trabajo o una oficina
permanente que promueve al FSC en cada país. Brindan información, apoyo y
servicios a todo individuo u organización interesada en el FSC y apoyan el desarrollo
147
de los estándares nacionales o subnacionales. Son las antenas que la organización
posee en cada punto del planeta.
- Oficinas Regionales: Actúan como centros de servicio para las Iniciativas Nacionales
mediante programas de capacitación y entrenamiento. Además apoyan los procesos
del FSC en países que no tienen Iniciativas Nacionales. Actualmente, hay dos Oficinas
Regionales funcionando en Europa y Latinoamérica, y dos previstas para África y Asia.
Las Iniciativas Nacionales de Canadá, China, EE.UU. y Rusia son consideradas
“regiones” dada su extensión geográfica.
- Agentes nominados: son individuos u organizaciones que juegan un rol fundamental
en la protección y fiscalización de las marcas registradas FSC en todo el mundo. Ellos
autorizan, aprueban y controlan el uso del logotipo FSC entre quienes no poseen
certificados.
Toda la red se completa con las “Entidades de certificación”, las cuales son
independientes al FSC. Es decir, que el Concejo no realiza por sí mismo las
evaluaciones, ni certifica el manejo forestal o la cadena de custodia. Esta importante
tarea la realizan las Entidades de Certificación, que son organismos independientes
tanto del FSC como de la operación forestal. Sin embargo, el FSC acredita a las
Entidades de Certificación para que visiten los bosques y las industrias, realicen las
inspecciones y evaluaciones detalladas e imparciales y emitan los certificados;
asegurándose el control y manteniendo la autoridad del sistema. Además, el FSC – a
través de su Unidad de Negocios de Acreditación - verifica de manera periódica e
independiente que estas entidades sigan cumpliendo los requerimientos para certificar
operaciones forestales.
148
- Políticas, estándares, principios y criterios
El Centro Internacional del FSC provee una estructura para el desarrollo de políticas y
estándares dentro de la red del FSC. Esta estructura garantiza consistencia en todas
las políticas y estándares nacionales y regionales del FSC.
Como primera acción concreta, luego de su creación formal, el FSC desarrolló 10
principios y criterios que definen el manejo forestal responsable. Estos principios,
respetan –según sus autores – el concepto amplio de sustentabilidad (abarcando
aspectos sociales, económicos y ambientales), siendo de alcance global. Los
principios potencialmente son aplicables a todos los bosques del mundo - templados,
tropicales y boreales - y son tomados como base para la elaboración de estándares
locales y nacionales. Son incorporados en todos los sistemas de evaluación y en los
estándares de las organizaciones certificadoras acreditadas.
Los principios y criterios están diseñados principalmente para el manejo de bosques
para producción de madera; sin embargo, pueden ser aplicados a bosques con
producciones no-maderables. Los principios y criterios forman un paquete completo
que debe asumirse en su totalidad; sin que el orden de los mismos represente una
indicación de prioridades.
Ni el FSC, ni las entidades certificadoras acreditadas insistirán a una conformación
perfecta a los todos los principios y criterios. Sin embargo, las faltas mayores
individuales a cualquiera de los principios es motivo suficiente para que no se alcance
la certificación, o que se quite la misma a quien la detente. Esta decisión será tomada
en cada caso en particular por la entidad certificadora interviniente. De esta manera, el
FSC se asegura ser lo suficientemente flexible para poder aplicar sus principios en las
149
situaciones más diversas que puedan presentarse; pero asegurándose un mínimo de
homogeneidad de criterio a la hora de otorgar la certificación.
Los principios y criterios del FSC deben ser tomados en conjunto con la legislación
nacional e internacional vigente.
A continuación se presenta el listado de principios y criterios del FSC:
Principio 1: “Observación de la leyes y los principios del FSC”
El manejo forestal deberá cumplir todas las leyes nacionales, y los acuerdos y tratados
internacional en los que el país sea signatario, como así también deberá hacerlo con
todos los principios del FSC.
El enunciado del principio 1, explicita claramente que los estándares del FSC no
pretenden entrar en disputa, ni ser tomados por sobre la legislación vigente – nacional
e internacional – de cada uno de los países en los cuales se desarrollen actividades
forestales con interés de ser encuadradas por la certificación del FSC. Se asegura así,
el pago de honorarios, regalías impuestos y otros cargos establecidos legalmente y
que sean aplicables de ser pagados. Además, para los efectos de la certificación, los
certificadores y las otras partes involucradas deberán analizar los posibles conflictos
que se pudieran presentar entre las leyes y las regulaciones vigentes con los principios
y criterios del FSC. Además, la certificación del FSC asegura el cumplimiento de la
empresa forestal certificada con la legislación vigente en el país; quedando las áreas
de manejo forestal protegidas de acciones ilegales de cosecha, asentamientos y otras
actividades no autorizadas.
150
Principio 2: “Derecho de responsabilidades de tenencia y uso”
La tenencia y los derechos de uso a largo plazo sobre la tierra y los recursos forestales
deberán estar claramente definidos, documentados y legalmente establecidos.
El principio 2, tiene por objeto demostrar clara evidencia del derecho de uso de la
tierra a largo plazo; lo cual se logra con título de propiedad, derechos
consuetudinarios, o contratos de arrendamiento. Un aspecto interesante, es que la
propiedad de la tierra no es un requisito indispensable para certificar, aunque sí lo es
el demostrar fehacientemente el derecho al uso de la tierra y el bosque. El principio
también plantea la necesidad de resolver las posibles disputas sobre los reclamos por
tenencia y derechos de uso hecho por terceros, en contra de las personas solicitantes
de la certificación.
Principio 3: “Derecho de los pueblos indígenas”
Los derechos legales y consuetudinarios de los pueblos indígenas para poseer, usar y
manejar sus tierras, territorios y recursos deberán ser reconocidos y respetados.
El principio 3 plantea el respeto de los derechos - legales o consuetudinarios – que
pudieran tener pueblos indígenas sobre la tierra; aunque habilita a que por propia
decisión los pueblos indígenas que pudieran tenerlos deleguen el control de las
operaciones forestales sobre otras agencias. También estipula que aquellos lugares
con significado cultural, ecológico, económico, o religioso para los pueblos indígenas
deberán ser identificados en forma conjunta y protegidos por los responsables del
manejo forestal. Del mismo modo, se plantea que cualquier conocimiento que posean
de los pueblos indígenas sobre el manejo de especies forestales debe ser
compensado, con su consentimiento, previo al inicio de las actividades forestales con
fines comerciales.
151
Principio 4: “Relaciones comunales y derechos de los trabajadores”
El manejo forestal deberá mantener o elevar el bienestar social y económico a largo
plazo de los trabajadores forestales y las comunidades locales.
El principio 4 hace foco en el entorno social cercano al emprendimiento forestal,
tendiendo a que éste último esté integrado al primero, brindando oportunidades de
empleo, capacitación, y otros servicios.
Principio 5: “Beneficios del bosque”
El manejo forestal deberá promover el uso eficiente de los múltiples productos y
servicios del bosque para asegurar la viabilidad económica y una amplia gama de
beneficios ambientales y sociales.
El principio incluye, entre sus objetivos, el mantener la productividad ecológica del
bosque, generar la menor cantidad de desperdicios, y favorecer la transformación “in
situ” de los subproductos.
Principio 6: “Impacto ambiental”
Todo manejo forestal deberá mantener la diversidad biológica y sus valores asociados,
los recursos de agua, de suelos y los ecosistemas frágiles y únicos, además de los
paisajes; manteniendo las funciones ecológicas y la integridad del bosque.
Este principio exige – entre otros aspectos – la realización de un estudio de impacto
ambiental, contemplando aspectos como paisaje, escala e intensidad del manejo
forestal. Se propone, también, establecer zonas de protección y conservación, para
especies raras, amenazadas y en peligro de extinción; controlando actividades como
caza, captura y recolección. Se detallan especificaciones respecto al manejo de
agroquímicos – elección, uso, y manejo de residuos – agentes de control biológico,
152
especies exóticas; estableciéndose, además, la prohibición del uso de organismos
genéticamente modificados y la conversión de bosques a plantaciones.
Principio 7: “Plan de manejo”
Un plan de manejo de acuerdo a la escala y a la intensidad de las operaciones
propuestas deberá ser escrito, documentados y actualizados. En el mismo se deberán
establecer claramente los objetivos del manejo, y los medios para alcanzar esos
objetivos.
El plan de manejo debe incluir información respecto al inventario de especies
forestales y su selección, tasa y técnica de cosecha, indicadores de la dinámica del
bosque, medidas de prevención de daño ambiental, entre otros. Se sugiere que el plan
de manejo sea revisado periódicamente incorporando los resultados de los monitoreos
y la nueva información científica y técnica que pudiera servir para cumplir con los
objetivos planteados. Un aspecto relevante, es que el sistema asegura la
confidencialidad de la información de manejo, la cual sólo es utilizada para verificar
que se cumpla con el principio 7, pero no para difusión.
Principio 8: “Monitoreo y evaluación”
Deberán evaluarse de acuerdo a la escala y la intensidad del manejo, la condición del
bosque, el rendimiento de los productos forestales, la cadena de custodia (seguimiento
de cada producto forestal desde su origen), y la actividad del manejo y sus impactos
ambientales y sociales.
Los procedimientos de monitoreo deberán ser replicables a lo largo del tiempo para
permitir la comparación de resultados. Se exige que al menos se monitoreen los
siguientes indicadores: rendimiento de los productos forestales, tasa de crecimiento,
regeneración y condición del bosque; composición y cambios de la flora y fauna;
153
impacto ambiental y social de la cosecha y demás operaciones; costos, productividad
y eficiencia del manejo forestal. La información generada deberá ser incluida en el plan
de manejo y, además, estar disponible para el público.
Principio 9: “Mantenimiento de bosques con alto valor de conservación”
Las actividades de manejo en bosques con alto valor de conservación mantendrán o
elevarán los atributos que definen a dichos bosques. Las decisiones respecto a los
bosques con alto valor de conservación deberán tomarse siempre dentro del contexto
de un enfoque precautorio.
Se sugiere la realización de un estudio para detectar atributos consistentes con los de
los bosques con alto valor de conservación. En caso de detectarlos, deberá
establecerse un manejo que contemple su preservación y hacer monitoreos anuales
para evaluar las medidas.
Principio 10: “Plantaciones”
Las plantaciones deberán ser planeadas y manejadas de acuerdo a los principios y
criterios del 1 al 9 y con los criterios del principio 10. Si bien las plantaciones pueden
proporcionar un arreglo de beneficios sociales y económicos, y pueden contribuir a la
satisfacción de necesidades de productores forestales del mundo, estas deberán
complementar el manejo de, reducir la presión sobre y promover la restauración y
conservación de bosques naturales.
Este principio es sólo aplicable a plantaciones; y no a bosques nativos. El principio
también establece que las plantaciones establecidas en áreas convertidas de bosques
naturales después de noviembre de 1994, normalmente no calificarán para la
certificación. La excepción será para aquellos administradores/propietarios de bosques
154
que presenten pruebas suficientes que los eximan de la responsabilidad directa o
indirecta de la conversión de áreas de bosques en plantaciones.
- Estándares de manejo forestal
Los estándares de manejo forestal responsable se desarrollan a través de las
Iniciativas Nacionales del FSC. Los estándares definen las características más
importantes del manejo forestal dentro de un país y deben atender todos los Principios
y Criterios del FSC para el manejo forestal. Es decir, que así como los Principios y
Criterios son generales y globales, los Estándares son locales y precisos.
Según lo explicitado por el FSC en distintos documentos “los Grupos de trabajo
nacional o subnacional desarrollan estándares a través de un proceso abierto y
democrático. Los grupos de trabajo se establecen incluyendo las visiones de todos los
involucrados, con un balance equitativo entre los intereses sociales, ambientales y
económicos (FSC, 2004). Una vez escritos, los estándares nacionales de manejo
forestal responsable son acreditados por el FSC y pueden ser usados para evaluar
operaciones forestales. Las entidades de certificación acreditadas por el FSC usan los
estándares nacionales o locales para evaluar operaciones forestales en ese país. Los
bosques que cumplen los requerimientos del estándar nacional pueden ser certificados
por el FSC. En países en los que no se acreditaron estándares, las entidades de
certificación pueden usar sus propios estándares adaptados localmente y certificar
operaciones forestales, hasta tanto se desarrolle un estándar nacional.
155
- Acreditación
El FSC opera un programa encargado de proveer los servicios de acreditación a las
empresas que desean convertirse en certificadoras y a las Iniciativas Nacionales. El
programa de acreditación está basado en los estándares internacionales de la FSC.
El programa de acreditación del FSC presta los siguientes servicios de certificación:
- Acreditación de los Cuerpos o Empresas certificadoras: El FSC acredita a los
cuerpos certificadores asegurando la credibilidad y competencia de los mismos para
desempeñar la función, acorde a los estándares del FSC. Una vez acreditado un
cuerpo certificador es monitoreado y controlado regularmente por el FSC asegurando
su normal funcionamiento. Es decir, que el FSC mantiene la responsabilidad y la
autoridad de la certificación y la propiedad del sistema, pero terceriza – a través de
entidades acreditadas por él – la ejecución del proceso.
Los cuerpos certificadores están autorizados para desarrollar dos tipos de certificación:
- Manejo forestal
- Cadena de custodia
- Acreditación de las Iniciativas Nacionales del FSC: Las Iniciativas Nacionales son
fundaciones de la red global del FSC que operan en relación con su Oficina Regional
correspondiente. Para asegurar la consistencia de sus operaciones y que las mismas
estén alineadas con los requerimientos del FSC, dichas Iniciativas Nacionales deben
ser acreditadas a través del Programa de Acreditación del FSC. A diciembre de 2004,
23 Iniciativas Nacionales habían cumplido con todos los requisitos y se encontraban
autorizadas (FSC, 2004).
156
- Acreditación de los estándares nacionales del FSC: Cada Estándar Nacional de
Manejo Forestal es también acreditado por el FSC de manera de asegurar la
consistencia e integridad de los estándares en diferentes países y regiones del mundo.
Ser acreditado significa que los estándares poseen todos los requerimientos exigidos
por el FSC, asegurando la credibilidad del proceso de certificación que se pueda
desarrollar a partir de ese estándar. Es decir, que el Estándar respetará los principios y
criterios generales del FSC, y a al vez estará adaptado a las circunstancias
particulares del país o región. Una vez que un Estándar Nacional es aprobado y
acreditado por el FSC, todos los cuerpos certificadores locales o internacionales
deberán usarlo en sus procesos de certificación cuando estén prestando el servicio a
una empresa forestal de ese país. A diciembre de 2004, el FSC había acreditado a 18
estándares nacionales y sub-nacionales en todo el mundo (FSC, 2004)
- Tipos de certificaciones del FSC
La certificación del FSC es un proceso voluntario mediante el cual una operación
forestal ofrece una demostración pública y confiable de que maneja sus bosques bajo
los criterios de responsabilidad establecidos por el organismo. Es decir, que cada
empresa o emprendimiento forestal tiene la libertad de optar o no por obtener la
certificación.
En el sistema del FSC, el Manejo Forestal Responsable se define en estándares que
detallan los requerimientos ambientales, sociales y económicos que una operación
forestal debe observar. Aunque todos los estándares del FSC están elaborados para
verificar el cumplimiento de 10 Principios de Manejo Forestal definidos globalmente,
estos son adaptados a la realidad local por el consenso de grupos de interés nacional.
Si los responsables de la tierra se comprometen con los Principios de Manejo Forestal,
157
cualquier tipo de bosque puede ser certificado. De este modo, el manejo forestal de
montes nativos puede demostrar su responsabilidad social y ambiental. Igual
demostración pueden ofrecer las plantaciones que se realizan en la región, tanto con
especies nativas como con exóticas.
Del mismo modo, todos los productos del bosque manejado responsablemente
pueden ser etiquetados con el logotipo del FSC, sean éstos de madera (como rollizos,
tablas, tableros, muebles, carbón o durmientes) o no madereros (como miel, carne,
tanino, productos medicinales, flores o frutos).
El sistema de certificación del FSC comprende dos tipos de certificaciones:
- Certificación del Manejo Forestal: examina las operaciones de manejo forestal que se
realizan en el bosque para verificar que cumplen con un estándar acreditado por el
FSC.
- Certificación de Cadena de Custodia: examina las operaciones de procesamiento,
elaboración y distribución de los productos forestales -desde la materia prima hasta la
góndola- para verificar que provienen de bosques certificados por el FSC.
Un productor forestal puede acceder al certificado de Manejo Forestal solamente, pero
si desea comercializar productos también debe acceder al certificado de Cadena de
Custodia, lo que puede ser tramitado en forma conjunta. También se puede acceder al
certificado de Cadena de Custodia solamente, pero la cadena debe iniciarse con
material certificado, sea de producción propia (con certificado conjunto) o de terceros
(comprando productos certificados). Esta modalidad es la que pueden usar las
industrias que compran madera de terceros para remanufactura.
158
- El proceso de certificación
El FSC no realiza por sí mismo las evaluaciones ni certifica el manejo forestal o la
cadena de custodia; sino a través de las Entidades o Cuerpos de Certificación.
Cualquier persona u organización que maneje bosques y desee acceder a la
certificación del FSC, debe solicitársela formalmente a alguna de las Entidades de
Certificación acreditadas. Los responsables de bosques o industrias, sean personas,
comunidades, cooperativas o empresas, tienen absoluta libertad para contratar los
servicios de cualquier Entidad de Certificación que esté acreditada por el FSC para
emitir el certificado al que aspiran. Periódicamente el FSC actualiza el listado de
Entidades de Certificación acreditada; estando la información disponible en el sitio web
del FSC.
Esencialmente, la certificación del FSC es una evaluación de las actividades forestales
en el terreno. Una vez contratada por la Operación Forestal, la Entidad de Certificación
acreditada envía auditores al sitio de las operaciones para que hagan la evaluación y
determinen si el manejo forestal cumple con los estándares reconocidos por el FSC.
La evaluación incluye la revisión de documentación administrativa, visitas al lugar de
las operaciones forestales y reuniones con los administradores del bosque.
Además, el equipo auditor debe conducir un proceso de consulta pública que lo ayude
a determinar el cumplimiento de los requerimientos del FSC por parte de la operación.
Esto normalmente implica identificar y mantener reuniones con quienes viven o
trabajan en el bosque y con otros individuos u organizaciones relacionados con el
manejo forestal (académicos, gobierno y
organizaciones no gubernamentales
ambientales o sociales). Posteriormente, los auditores preparan un informe que, a
veces, es revisado por otras personas, independientes de la Operación Forestal y de
la Entidad de Certificación, para que lo avalen. Si el resultado de las evaluaciones es
159
positivo, la Entidad de Certificación emite los certificados del FSC y publica una
síntesis del informe de evaluación. Los certificados tienen una validez de hasta cinco
años y anualmente se supervisará el cumplimiento de los requerimientos.
A partir del 2004, el FSC ha introducido procedimientos de evaluación más flexibles y
adecuados a la escala e intensidad de las actividades de pequeños productores,
haciéndoles más accesible la certificación del FSC. Para usar estos procedimientos
simplificados, las operaciones deben cumplir con las definiciones del FSC para
bosques pequeños o de baja intensidad de manejo (conocidos como SLIMF, por sus
siglas en inglés), cuyas características se describen a continuación:
- Bosques Pequeños: la superficie debe ser menor a 100 hectáreas. El límite es de
carácter internacional y no interesa si es de bosque nativo o plantaciones. Sin
embargo, puede ser extendido hasta un máximo de 1.000 hectáreas por la Iniciativa
Nacional del FSC en el país.
- Bosques de Baja Intensidad de Manejo: la cosecha debe ser menor a 5.000 metros
cúbicos de madera por año, siempre que no exceda el 20% del crecimiento anual del
bosque. El límite es de carácter internacional y no puede ser incrementado
nacionalmente. Si este límite se cumple, toda cosecha de productos no madereros
será de baja intensidad (exceptuando plantaciones de no madereros). Además, existe
la alternativa que varios bosques pequeños y de baja intensidad de manejo se pueden
organizar para certificar en grupo, una modalidad que demanda aún menores
inversiones por parte de los miembros del grupo. Con esta última modificación se
intenta extender la posibilidad de certificación a cualquier empresa forestal,
independientemente de su tamaño o intensidad de manejo.
160
- Los beneficios de la certificación:
El propio FSC destaca como beneficios de la certificación a los que se describen a
continuación:
a) Nuevas y mejores oportunidades de acceso a mercados para comercializar
productos forestales certificados. Según datos provistos por el FSC, en el mundo
existen 19 redes de compradores y vendedores de productos certificados que
involucran a más de 700 empresas de 30 países.
b) La demanda por productos certificados continúa creciendo en todo el mundo y está
actualmente insatisfecha para la mayoría de los productos. La etiqueta del FSC facilita
la diferenciación y venta de productos que de otro modo resultan difíciles de
comercializar, como los de especies poco conocidas o con pequeños volúmenes de
producción.
c) La etiqueta del FSC es una herramienta de comercialización que ha sido
desarrollada para satisfacer los requerimientos de un mercado global. En un mercado
internacional como el de los productos forestales, el sistema del FSC goza de un
amplio reconocimiento y aceptación mundial.
d) Muchas empresas certificadas advierten que los requerimientos del FSC las han
llevado a implementar sistemas de gestión más eficientes, los que han reducido sus
costos y mejorado sus utilidades.
e) Las empresas certificadas por el FSC pueden ofrecer garantías creíbles de que sus
productos han sido obtenidos cumpliendo las leyes, con tenencia segura de la tierra y
respetando los derechos de los trabajadores y de las comunidades indígenas y
161
locales. También pueden garantizar que el manejo forestal ha conservado la integridad
del ambiente.
f) Los emprendimientos forestales certificados por el FSC tienen mejor imagen pública
y una reputación de responsabilidad social y ambiental. Sus relaciones con las
comunidades locales resultan fortalecidas y establecen vínculos más cooperativos con
sus clientes, contratistas y proveedores.
En síntesis, la certificación del FSC es una herramienta de diferenciación que le
permite a su obtentor capturar el valor de un manejo bajo determinados parámetros
económicos, ecológicos y sociales; lo cual le abre nuevas alternativas de mercado al
satisfacer la demanda de un sector determinado de consumidores. Además, la
certificación se puede realizar sobre el proceso productivo (en el caso de la
certificación del manejo forestal) y sobre el producto (en el caso de la Cadena de
Custodia).
- Certificación y uso del logotipo del FSC
Los productos provenientes de bosques certificados FSC y cubiertos por un certificado
de cadena de custodia pueden ser etiquetados con el logotipo de marca registrada del
FSC. Con este logotipo, el consumidor puede identificar los productos de bosques
manejados bajo los parámetros del FSC. Este punto es trascendental, ya que el
sistema de certificación logra llegar al consumidor; quien al comprar un producto
certificado tracciona toda la cadena. Se logra así, capturar el valor que genera la
diferenciación de ser certificado. Es decir, que al llegar con un producto final certificado
el empresario tiene la posibilidad de transmitir vía precio el costo de la certificación al
consumidor final.
162
Las entidades de certificación acreditadas por el FSC supervisan las operaciones de
manejo y procesamiento industrial para asegurar el correcto uso del logotipo. Las
recomendaciones y regulaciones específicas para el uso de las marcas registradas del
FSC se encuentran detalladas y disponibles en el Manual de Políticas de Marca
Registrada, en el sitio web del FSC (www.fsc.org).
Específicamente, el FSC posee la propiedad intelectual sobre tres marcas registradas:
el nombre (FOREST STEWARDSHIP COUNCIL), las iniciales o sigla (FSC), y el
isologo. Para los directivos del FSC “sus marcas registradas son la cara pública del
esquema del FSC”. En consecuencia, el registro de la propiedad intelectual se torna
una herramienta estratégica del negocio.
Los tenedores de certificados pueden usar el logotipo del FSC tanto en los productos
como fuera de ellos. Quienes no poseen certificados, solamente pueden usar el
logotipo del FSC fuera de los productos forestales, para promocionar el FSC y los
productos certificados FSC. Dentro de los usuarios “no tenedores de certificados” se
encuentran 3 grupos: usuarios comerciales (distribuidores y comercios minoristas
madereros); usuarios promocionales (como ONG´s, y miembros del FSC); y
establecimientos educativos y medios de comunicación que deseen informar sobre el
FSC y sus actividades. Estos usuarios deben haber obtenido el “Logo Packs” ya sea
por parte de los Agentes Nominados o bien por el FSC Internacional.
Todos los usuarios – excepto medios de comunicación y establecimientos educativos
– deben ingresar al acuerdo de licencias y recibir la autorización del FSC para el uso
de las marcas registradas. De esta manera, el FSC favorece la difusión de su marca y
actividades, pero mantiene el control estratégico sobre quién puede utilizar estas
herramientas.
163
El logo, nombre o siglas del FSC pueden utilizarse en productos o fuera de los mismos
estando regido el uso por las siguientes consideraciones:
•
“En el producto”: El etiquetado en el producto hace referencia a la aplicación
física y visible de cualquiera de las 3 formas de las marcas registradas en
productos de origen forestal o en sus envoltorios o contenedores. Solamente
los operadores forestales que hayan certificado Cadena de custodia o Manejo
Forestal y Cadena de Custodia simultáneamente, son acreedores de este
derecho. El FSC acredita a los cuerpos de certificación para aprobar y
monitorear el uso de las marcas registradas por los operadores forestales
certificados. Las marcas registradas del FSC no pueden utilizarse en el
producto junto a logos, nombres o marcas de identificación de otros esquemas
de certificación forestal; lo cual se realiza con el objetivo de preservar la
integridad del logo del FSC y evitar confusiones.
•
“Fuera del producto”: Significa que el uso de cualquiera de las marcas
registradas no está físicamente unida o adosada a un producto concreto, pero
puede ser usada en material de promoción (como posters, folletos, volantes,
boletines, entre otros), en documentación, o en documentos corporativos como
tarjetas o cartas. El contenido incluye promoción del FSC y sus certificados.
- Sustento económico del FSC como sistema
El FSC diseñó diferentes alternativas para que individuos y organizaciones que estén
alineados con los objetivos de la organización realicen aportes económicos. Las
alternativas incluyen:
164
•
Donantes: Los donantes, generalmente, proveen apoyo a los centros de
actividades, desarrollan actividades en regiones particulares, o proyectan
actividades como desarrollo de política o marketing.
•
Socios: Existen oportunidades para el apoyo a largo plazo al FSC a través de
organizaciones y corporaciones. Los socios deben mostrar un compromiso
hacia el FSC, el cual será evaluado por la organización. Todos los socios del
proyecto serán reconocidos en el reporte anual de FSC y en el material
asociado a este proyecto particular que lo esta sustentando. Existen dos
niveles de socios:
•
Socio Global: Brindan un apoyo general a la organización. Son contribuciones
significativas y por un plazo mínimo de tres años. Los socios globales serán
reconocidos en todas las publicaciones de FSC y tendrán una serie beneficios
adicionales de reconocimiento.
•
Socio de proyecto: Brinda el apoyo a un proyecto particular durante tres años.
Los proyectos pueden incluir: el desarrollo de una iniciativa particular nacional;
el desarrollo de una oficina regional; un programa de política de revisión de
consulta, o un evento particular de mayor trascendencia.
- Sponsor: El FSC tiene previsto un rango de oportunidades para organizaciones y
corporaciones para sponsorear sus actividades y programas.
Las oportunidades
incluyen: boletín de noticias, notas y novedades de FSC; página Web y servicios de
FSC; eventos selectos de FSC; y sponsoreo del Centro Internacional de FSC en
Bonn.
165
•
Membresía Corporativa, Organizacional e Individual: Es una forma de
involucrar a organizaciones o individuos, teniendo el derecho a opinar en la
administración de FSC; siendo citado en el listado del sitio web.
En la tabla 6 y gráfico 3 se muestran los ingresos, egresos y resultados económicos
anuales del FSC, expresados en dólares estadounidenses, para el período 1994 –
2003.
TABLA N° 6: Composición de ingresos, egresos y resultados económicos del FSC en el período 19942003.
166
GRAFICO N° 3: Ingresos, egresos y resultados económicos del FSC en el período 1994 – 2003.
Las cifras evidencias una auto-sustentabilidad económica de la organización, ya que
en 8 de 10 años la rentabilidad fue positiva, permitiendo la autofinanciación.
Solamente en 4 años, dentro del período analizado, hubo utilidades negativas; aunque
sin comprometer la permanencia e independencia de la organización. Dado el
esquema de financiamiento y la escasa estructura permanente, los costos fijos son
relativamente bajos. Por su parte, los costos variables – si bien pueden ser
puntualmente elevados – siempre cuentas con los fondos para financiarlos
previamente. Es decir, que al manejarse por proyectos, se sabe de antemano de
dónde provendrán los fondos para financiarlo.
- Cuantificación del alcance y accionar del FSC.
La superficie mundial certificada bajo el esquema FSC, alcanza una cifra de
46.941.721 hectáreas, distribuidas en 671 sitios certificados (FSC, 2004). Europa es el
continente con mayor superficie certificada (27,3 millones hectáreas), seguida por
América (16,11 millones de hectáreas), África (1,94 millones de hectáreas), y Asia
(1,59 millones de hectáreas).
167
En cuanto al número de sitios certificados por continente, la distribución mantiene la
misma tendencia que la superficie, aunque con un intercambio de las dos últimas
posiciones entre África y Asia. (Tabla 7 y gráfico 4). La tasa de adopción puede
observarse en el gráfico 4, evidenciándose un rápido crecimiento desde la aparición de
la certificación en 1994; estando actualmente en plena etapa de crecimiento
exponencial, principalmente en bosques templados. La información desagregada por
países muestra entre los cinco primeros puestos un claro liderazgo en superficie
certificada de Suecia con 10.098.042 hectáreas (21,51%), seguido por Polonia con
6.197.048 hectáreas (13,20%), Estados Unidos con 5.344.397 hectáreas (11,39%),
Canadá con 4.366.291 hectáreas (9,30%), y Brasil con 2.634.896 hectáreas (5,61%);
completando los diez primeros lugares, siguen Rusia, Croacia, Latvia, Sudáfrica y
Reino Unido.
TABLA N° 7: Superficie y número de sitios totales y por continente certificados bajo el esquema del FSC a
diciembre de 2004.
168
GRAFICO N° 4: Importancia relativa de la superficie certificada en el esquema del FSC en los distintos
continentes.
GRAFICO N° 5: Tasa de adopción de la certificación forestal del FSC a través del tiempo por tipo de
bosque.
En cambio, si se analiza el número de certificados el ranking de países se modifica.
Estados Unidos es el país que posee mayor número de certificados (97), seguido por
169
Alemania (68), Reino Unido (51), Brasil (49), México y Lituania (34), Sudáfrica (24),
Suecia y Suiza (22), y Canadá (20), completando los diez primeros lugares (Tabla 8).
Analizando la distribución de las certificaciones según el tipo de bosques, se observa
que el 49,26% pertenecen a bosques nativos; en tanto, que el 13,59% corresponden a
plantaciones, y un 37,15% a bosques mixtos (Tabla 9). Teniendo en cuenta la tenencia
de la tierra, se observa que el 56,45% de la superficie certificada se corresponde a
tierras públicas; el 38% a tierras de privados; y un 4,55% a tierras comunales (Tabla
10). Si se lo analiza respecto al tipo de bioma al que pertenece el bosque se evidencia
que el 53,17% de la superficie certificada corresponde a bosques templados; el
31,46% a bosques boreales; y el 15,37% a bosques tropicales (Tabla 11).
Cuatro cuerpos certificadores reúnen el 95,97% de la superficie certificada, y el
88,52% de los sitios certificados. El resto las certificadoras reúnen 168078 hectáreas
certificadas, con 77 sitios certificados (Tabla 12).
El esquema del FSC tiene dos tipos de certificaciones: el certificado de manejo forestal
y el certificado de la cadena de custodia. De un total de 4137 certificados emitidos
hasta diciembre de 2004, 3466 (83,78%) corresponden a cadena de custodia
solamente; en tanto que 671 certificados (16,22%) corresponden a manejo forestal y
cadena de custodia (Tabla 13).
170
TABLA N° 8: Superficie certificada bajo el esquema del FSC, discriminada por países.
TABLA N° 9: Distribución de superficie y número de sitios certificados según tipo de bosques bajo el
esquema del FSC.
171
TABLA N° 10: Distribución de superficie y número de sitios certificados según tipo de tenencia de la tierra
bajo el esquema del FSC.
TABLA N° 11: Distribución de superficie y número de sitios certificados según tipo de bioma al que
pertenece el bosque bajo el esquema del FSC.
172
TABLA N° 12: Distribución de superficie y número de sitios certificados por cuerpo certificador bajo el
esquema del FSC.
TABLA N° 13: Listado de países con distintos tipos de certificación del esquema del FSC a dic.de 2004.
173
- El FSC en Argentina
La presencia del FSC en Argentina como organismo con representación nacional se
remonta al año 2002, cuando la Fundación Vida Silvestre Argentina fue reconocida
formalmente como la organización de contacto del FSC en el país. Específicamente,
durante la XXIV reunión del Consejo Directivo del FSC, en Río de Janeiro (Brasil) en
marzo de 2002, se aprobó el reconocimiento como “Persona Contacto” del FSC para
Argentina a Javier Corcuera, Director General de la Fundación Vida Silvestre
Argentina (FVSA); asumiendo la ONG argentina el compromiso de promover el
sistema de certificación del FSC a nivel nacional.
Este nombramiento tuvo por finalidad afianzar el proceso de formación de la Iniciativa
Nacional FSC, facultando a la Fundación Vida Silvestre Argentina como única
representante oficial del FSC y entidad anfitriona para todas las actividades que se
lleven adelante en el país bajo su nombre. La Fundación Vida Silvestre Argentina es,
desde 1988, la organización asociada en la Argentina a la World Wildlife Fund (WWF),
representándola en todas las acciones que implementa la red del WWF en el país,
además de realizar acciones propias. Entre los objetivos programáticos que comparte
con el WWF se encuentra la promoción del FSC.
Poco tiempo después de la formalización de la FVSA como representante en
Argentina del FSC, se estableció un Grupo de Trabajo en el que participan
representantes
de
empresas
forestales,
sindicatos,
comunidades
indígenas,
organizaciones ambientalistas y organizaciones del gobierno. El grupo tiene la misión
de adaptar los estándares de manejo forestal a la realidad nacional. Este Grupo,
formalmente constituido el 3 de junio de 2002, recibió el mandato de más de 75
organizaciones e individuos de todo el país para desarrollar normas de manejo forestal
basadas en los Principios y Criterios del FSC y adaptadas a la realidad nacional. Este
grupo de trabajo fue elegido en un proceso de votación abierto del cual participaron 80
174
personas e incluye a 5 representantes titulares y 5 suplentes de cada uno de los
sectores: ambiental, social y económico. El comité electoral que fiscalizó el proceso
estuvo conformado por: Jorge Adámoli (UBA), Diana Diaz (INTA) y Marcos Fernández
Mouján (Vida Forestal). En la tabla 14 se presenta el listado de integrantes del grupo
de trabajo, separados por los diferentes sectores.
En cumplimiento de este mandato, el Grupo de Trabajo está ofreciendo a la
consideración de todos los interesados su primer borrador de una Norma para el
Manejo de Plantaciones Forestales con alcance nacional. El calendario de actividades
sobre el particular se completa con las siguientes acciones:
•
Incorporación de resultados para constituir la segunda versión del borrador:
durante junio y julio de 2005.
•
Pruebas de campo: duración aún no estimada.
•
Incorporación de resultados para constituir el tercer borrador: 30 días
posteriores.
•
Segunda ronda de consulta pública sobre el tercer borrador: 60 días
posteriores
•
Incorporación de resultados para constituir el borrador definitivo: 30 días
posteriores.
Queda en evidencia que en Argentina se está en los primeros pasos de la confección
de los Estándares Nacionales. Sin embargo, ello no impidió que según cifras oficiales
del FSC a diciembre de 2004, existan en Argentina un total de 131.214 hectáreas
certificadas, correspondientes a 8 empresas. Además, 2 empresas certificaron Cadena
de Custodia. Estas cifras posicionan a Argentina como séptimo país en Latinoamérica
en cuanto a superficie certificada, detrás de Brasil, Bolivia, Chile, Guatemala, México y
Venezuela.
175
TABLA N° 14: Grupo de trabajo de la Iniciativa Nacional del FSC de Argentina, discriminado por cámaras.
176
TABLA N° 15: Superficie y número de sitios certificados bajo el esquema del FSC en Latinoamérica,
discriminado por países.
4.1.2 Estudio de caso II. “Certificación orgánica: El caso argentino”
En el presente apartado se describe el origen y evolución de la agricultura orgánica
argentina, haciendo foco en aspectos institucionales, organizacionales y del negocio.
El objetivo es analizar el proceso de diferenciación y certificación de la producción y
cómo se logra la captura de valor. Se estudia también la importancia económica del
sector y su postura conceptual en la relación producción y ambiente.
177
- Conceptos y origen
La agricultura, concebida como actividad productora de alimentos, ha permitido
históricamente responder a la demanda provocada por una población humana
creciente. Sin embargo, este resultado no se logró sin un costo; ya que principalmente
se afectó el eje ambiental, con consecuencias negativas sobre los recursos
involucrados de manera directa – como el suelo - o indirecta – cursos de aguas y
atmósfera.
Como respuesta a este nuevo dilema de la humanidad una de las alternativas que
surge es la rescatar antiguos métodos y considerar nuevas alternativas de producción
de alimentos, priorizando el cuidado del ambiente, surgiendo lo que se conoce como
Agricultura Orgánica o Producción Orgánica. Actualmente, existen a niveles oficiales
como así también en forma privada – generalmente ONG´s28 - referentes
internacionales, legislando, promoviendo y apoyando el desarrollo de este sistema de
producción.
Los productos orgánicos, ecológicos o biológicos - términos sinónimos para el sistema
argentino- son obtenidos a partir de un sistema agropecuario cuyo principal objetivo es
el de producir alimentos sanos y abundantes, respetando el medio ambiente y
preservando los recursos naturales. La producción orgánica se basa en la aplicación
de un conjunto de técnicas tendientes a mantener o aumentar la fertilidad del suelo y
la diversidad biológica y que permitan proteger a los cultivos y animales de plagas,
malezas y enfermedades bajo un nivel tal que no provoquen daños económicos; no
permite la utilización de productos provenientes de síntesis química, a la vez que se
apoya en la observación y conocimiento de los ciclos naturales de los elementos y de
los seres vivos (Senasa, 2005). Según sus defensores y adeptos, con este sistema de
28
ONG´s: Organizaciones No Gubernamentales
178
producción no sólo se logra el objetivo planteado, sino que además se hace un uso
más eficiente de la energía aplicada en el mismo; y por consiguiente, es el productor y
la sociedad la beneficiaria de dicha eficiencia.
Otra definición, que posee aristas técnicas más precisas, es la que ofrece la ley N°
25.127 del sistema legislativo argentino, la cual en su artículo 1º establece que: " … se
entiende por ecológico, biológico u orgánico a todo sistema de producción
agropecuario, su correspondiente agroindustria, como así también a los sistemas de
recolección captura y caza, sustentables en el tiempo y que mediante el manejo
racional de los recursos naturales y evitando el uso de los productos de síntesis
química y otros de efecto tóxico real o potencial para la salud humana, brinde
productos sanos, mantenga o incremente la fertilidad de los suelos y la diversidad
biológica, conserve los recursos hídricos y preserve o intensifique los ciclos biológicos
del suelo para suministrar los nutrientes destinados a la vida vegetal y animal,
proporcionando a los sistemas naturales, cultivos vegetales y al ganado condiciones
tales que les permitan expresar las características básicas de su comportamiento
innato, cubriendo las necesidades fisiológicas y ecológicas."(Ley 25.127, sistema
legislativo argentino).
Según Guillermo Schnitman – pionero de movimiento orgánico argentino y ex
presidente del MAPO - la agricultura orgánica moderna se origina como un movimiento
de oposición por parte de un grupo de agricultores y científicos a la fertilización
artificial de cultivos. Poco antes de la Primera Guerra Mundial, Haber y Bosch lograron
sintetizar amoníaco a partir de nitrógeno del aire, el cual luego de ser utilizado en la
fabricación de explosivos, se le encontró un nuevo uso, el de producir fertilizantes
químicos nitrogenados (Schnitman, 2002). En 1924, Rudolf Steiner – filósofo austríaco
dedicado a la antroposofía – expone una nueva visión de la agricultura, la cual no
debiera incluir excesos de abonos químicos, los cuales atentan contra “la vida del
179
suelo”, recomendando el uso de compost. Según Schnitman (2002) “esto marca el
comienzo de la agricultura biodinámica o biológico-dinámica, que es desarrollada por
Ehrenfried Pfeiffer”. A partir de entonces, la agricultura biodinámica crece y se difunde,
principalmente en el norte de Europa y los Estados Unidos; siendo hoy una de las
vertientes más fuertes de la agricultura orgánica.
Otro hito trascendental en los orígenes de la agricultura orgánica lo constituye, según
Schnitman (2002), la creación en 1946 en Gran Bretaña, de la Soil Association; una
organización
que
propone
una
agricultura
más
respetuosa
del
ambiente,
principalmente desarrollando prácticas para la protección del suelo de los efectos de la
erosión. Para Schnitman (2002) la Soil Association, estuvo inspirada en un trabajo de
Albert Howard, agrónomo que trabajó en la India verificando la importancia de uso del
compost en la agricultura.
En Argentina, los conceptos desarrollados por la Soil Association fueron tomados por
Jorge Molina, un agrónomo creador de la “Asociación Amigos del Suelo”, que fue un
importante antecedente para el desarrollo de una línea de pensamiento más
conservacionista en el manejo del suelo. Molina fue un referente que desde el plano
académico dio sustento técnico a muchos productores que se iniciaban en la
agricultura orgánica; y su libro “Hacia una nueva agricultura” era considerado el
principal aporte científico en la materia (Pais, 2002). Un hecho interesante de destacar
es que Molina si bien es visto como referente de los practicantes de una agricultura
orgánica, también lo es de aquellos que realizan siembra directa. Es decir, que Jorge
Molina a partir de sus conceptos biológicos sobre conservación y manejo de suelo
estimuló a dos corrientes de pensamiento que basadas en el concepto de
conservación de suelos, eligen dos caminos diferentes para desarrollar una agricultura
que trate de resolver el conflicto entre producción y ambiente.
180
Hacia fines de la década del ´50 la agricultura orgánica cobra importancia en el oeste
de Europa, creándose numerosas asociaciones de productores; lo cual si bien genera
importantes avances desde el punto de vista empírico, hace necesario precisar y
definir los límites que la caracterizan y la diferencian de la agricultura convencional
(Schnitman, 2002). Así en 1972 se crea en Francia la Federación Internacional de
Movimientos de Agricultura Orgánica - IFOAM – organismo que será clave en dar un
marco institucional y de apoyo a la difusión mundial de la agricultura orgánica. Actúa
como organismo “paraguas” para las asociaciones nacionales de agricultura orgánica;
y dentro de sus miembros se encuentran certificadoras, comercializadores y
procesadores (Ribeiro Giordano & Kruglianskas, 2004).
Recientemente, y como consecuencia del creciente interés de los mercados
internacionales, la Unión Europea, Estados Unidos, Israel, y Australia comienzan a
desarrollar también normas que regulan sus propios sistemas y los requisitos para la
importación. Dentro de América del Sur, la República Argentina ha sido pionera en
esta materia, al ser el primer país en desarrollar normas oficiales.
Según cifras de IFOAM, en 2003 los países que componen la Unión Europea, Estados
Unidos, Japón, Asia y Oceanía realizaron operaciones por cerca de 23.000 millones de
dólares en productos orgánicos. Además, para 2001 FAO29 estimó que en Alemania
existían cerca de 14.000 propiedades produciendo orgánicos, ocupando un área de
610.000 hectáreas; Francia poseía 11.000 propiedades en un área de 410.000
hectáreas. En tanto, que para Estados Unidos, IFOAM (2004) registraba un número de
6.949 propiedades produciendo orgánicos, lo que representaba una superficie de
950.000 hectáreas. Todas estas cifras reflejan el crecimiento de la agricultura orgánica
y su mercado, y al mismo tiempo pone en evidencia que se trata de un fenómeno de
alcance mundial y de relativamente los últimos 30 años.
29
FAO: Organización de las naciones unidas para la agricultura y la alimentación
181
- Los orígenes en Argentina
Hacia principios de los ´80 en Argentina existían productores orgánicos diseminados
de manera aislada en distintos puntos del país. Estos productores ecologistas
producían verduras en sus campos y las vendían a parientes, vecinos y allegados, lo
cual no dejaba de ser una actividad informal y totalmente desorganizada (Pais, 2002).
En 1981, se crea en Buenos Aires la cooperativa “Al pan, pan…”, experiencia
comercial pionera en comercialización de productos orgánicos en Argentina, que tenía
el objetivo de hacer compras comunitarias de frutas y verduras para luego repartirlas
entres sus socios a un precio bajo (Pais, 2002). Lo importante del emprendimiento es
que puede considerarse uno de los pioneros en comercialización de productos
orgánicos. Varios de los concurrentes a este u otros centros alternativos fueron
posteriormente los fundadores del Centro de Estudios de Cultivos Orgánicos
(CENECOS), ONG30 pionera en capacitación y difusión sobre agricultura orgánica en
Latinoamérica. (Pais, 2002).
En marzo, de 1982 sucedía un hecho que marcaría un importante antecedente en la
difusión de la agricultura orgánica en Argentina, la creación de la Multiveridad de
Buenos Aires, movimiento que contribuyó al desarrollo de una pedagogía ecologista
en Argentina, y del cual surgirían años más tarde dos de las tres agrupaciones
difusoras de los cultivos orgánicos: la Red Verde Esperanza de Huertos Infantiles
Escolares y el Centro de Estudios sobre Tecnologías Aplicadas de Argentina,
CETAAR (Grinberg, 2002). Otro hecho importante para el desarrollo de la agricultura
orgánica argentina fue la realización del I Encuentro Nacional de Organizaciones
Ambientalistas, realizado en Santa Fe en diciembre de 1983, cuya segunda edición se
llevó a cabo en abril de 1984 en Posadas, Misiones. Las reuniones congregaron a
30
ONG: Organización No Gubernamental
182
alrededor de 30 agrupaciones independientes con una clara plataforma ambientalista,
antinuclear, y pro energías renovables y agricultura orgánica (Grinberg, 2002).
En 1985, nace el Centro de Estudios de Cultivos Orgánicos (CENECOS), una ONG
pionera en toda Latinoamérica en dedicarse a la capacitación y difusión de la
agricultura orgánica, con fuerte hincapié en el desarrollo de las huertas orgánicas
(Lernoud, 2002). CENECOS nucleaba a los pioneros argentinos en agricultura
orgánica y hacía los primeros contactos con IFOAM, principal ONG mundial sobre
difusión de la producción orgánica. En 1986 fue parte de la fundación de la Red
Nacional de Emergencias Ambientales, que tres años más tarde se convertiría en una
red de Acción Ecologista bajo la sigla RENACE (Grinberg, 2002).
A fines de los 80, la especialización llevó a la división de CENECOS, dando origen a
varias instituciones con objetivos más específicos (Lernoud, 2002; Grinberg, 2002).
Una de ellas fue Eco-Agro, dedicada a la profesionalización de la actividad orgánica
(Lernoud, 2002), con énfasis en el análisis de las dinámicas productivas rurales
(Grinberg, 2002). Para seguir con el trabajo de huertas orgánicas familiares y
seguridad alimentaria se crea Pro-tierra, la cual tenía connotaciones pedagógicas. Era
una asociación sin fines de lucro, dedicada a la capacitación y difusión de la
autoproducción de alimentos orgánicos a escala familiar (Pais, 2002). También surge
CETAAR, nucleando a quienes estaban enfocados en el cultivo de hierbas medicinales
orgánicas. Por su parte, los productores de la cuenca hortícola de La Plata se reúnen
en APROA. También dentro de Amigos del Suelo comenzaban a pensar en el proceso
de certificación. Aparecieron asociaciones de ganadería ecológica como la Asociación
Argentina de Promoción de Pastoreo Rotativo Intensivo (AAPRI); y en Misiones
despuntaba la RAOM, reuniendo a pequeños productores con el objetivo de vender el
ferias orgánicas (Lernoud, 2002).
183
Para fines de los ´80 en Argentina existía una masa crítica importante de adeptos y
difusores de la producción orgánica, que se habían nucleado en diferentes
organizaciones con fines de difusión, educación y promoción de la actividad y su
cultura. Un aspecto interesante de toda esta etapa inicial de desarrollo de una
agricultura orgánica en Argentina, es que la motivación que impulsaba a los pioneros
no estaba signada por una cuestión puramente comercial o de negocios. Por el
contrario, se trataba de personas que veían en la agricultura orgánica una nueva
manera de ver la relación entre producción y ambiente. Una nueva cultura, que
compartía el ideal de “salvar el planeta” (Pais, 2002). Hasta fines de los 80, si bien la
agricultura orgánica seguía creciendo y había varias asociaciones – incluso nucleadas
en IFOAM- , lo hacían de una manera informal, sin un marco institucional que las
ampare.
Uno de los hechos que marca un hito en la historia orgánica argentina se produce en
1991, en ocasión de realizarse la “II Internacional Trade Conference” organizada por
IFOAM en Viena, Austria. Allí y producto del intercambio con productores y
funcionarios relacionados a la producción orgánica, algunos argentinos – entre los que
se encontraba Marcelo Pais – regresaron al país con la firme convicción que se debía
formalizar la producción y comercialización de productos orgánicos; para lo cual era
fundamental la creación de un marco legal, regulatorio y de certificación que de el
marco institucional para la actividad. Ese mismo año, el Secretario de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación Argentina, estimulado y asesorado por corrientes y
grupos precursores del movimiento orgánico argentino, tomó una decisión de gran
trascendencia en el plano institucional, que sentaría las bases y generaría un marco
regulatorio para la producción orgánica en Argentina. La Secretaría de Agricultura
propuso la delegación parcial de la responsabilidad de control de calidad de los
alimentos a organismos o empresas privadas, bajo la supervisión del Estado
(Montenegro, 2002).
184
En consecuencia, se alentó al ex IASCAV – Instituto Argentino de Sanidad y Calidad
Vegetal, hoy incluido dentro del SENASA31 – a desarrollar el sistema argentino de
control de las producciones orgánicas. Tal reglamentación tenía fundamentalmente el
objetivo de generar un marco regulatorio que permitiera la exportación de productos
orgánicos; quedando adoptado oficialmente mediante el reglamento N° 423/92
(Montenegro, 2002). Posteriormente, se generó también el marco necesario para
implementar el sistema para el mercado interno, promulgándose la resolución 42/92
que permitía la venta a productores, fundamentalmente a través de supermercados
(Montenegro, 2002). Como consecuencia de la continuidad del sistema creado en
1992, la superficie destinada a la producción orgánica fue creciendo de manera
importante, pasando de 550 a más de 3.200.000 hectáreas en 9 años – de 1992 a
2001- en Argentina. Además, en el quinquenio 1996-2001, el volumen de productos
orgánicos exportados aumentó un 280% alcanzado las 48.000 toneladas; y en el
mismo período el valor aumentó un 170% llegando a los 32 millones de dólares
(Montenegro, 2002).
A mediados de 1994, la mayor parte de los productores orgánicos argentinos
comienzan a reunirse con el objetivo de aunar criterios y crear un único movimiento
nacional (Lernoud, 2002). Esas reuniones inicialmente informales se hicieron más
formales luego de la conformación de un comité asesor del IASCAV en materia de
producción orgánica (Pais, 2002). Pero fue en diciembre de 1994 que en el marco de
realizarse la X Conferencia Internacional del la IFOAM en Nueva Zelandia, los
principales referentes argentinos de la producción orgánica firman un documento
estableciendo la intención de crear un único organismo para vincular a todos los
actores de la producción orgánica nacional (Pais, 2002). Específicamente, el
manuscrito establecía textualmente que los firmantes “coinciden en constituir la
31
SENASA: Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
185
Asociación Argentina Agroecológica, que tiene como objetivo la vinculación de todas
las instituciones argentinas dedicadas a la agroecología, para potenciar y promover el
desarrollo de esta actividad, incluyendo la producción, difusión, experimentación,
comercialización, certificación y marco legal normativo”. El documento también
establecía la necesidad de “movilizar al todos los sectores con vistas a la organización
de la XII IFOAM Conference a realizarse en Argentina en 1998”. Fue así, que luego de
un breve proceso de transición surge en octubre de 1995 el Movimiento Argentino para
la Producción Orgánica, MAPO (Lernoud, 2002). La creación de este organismo
resultó clave en el éxito posterior de la producción orgánica en Argentina, ya que
estimuló la creación de una normativa oficial, el tener el reconocimiento de
internacional, y el desarrollo de un importante mercado interno.
Las acciones del MAPO fueron desde su creación trascendentales para el crecimiento
y desarrollo de la producción orgánica en Argentina. Durante sus primeros 4 años las
actividades más importantes tendieron a la consolidación del movimiento, sentando las
bases de unificación en una sola entidad de todos los actores de la producción
orgánica nacional (MAPO, 2002). Puede afirmarse que la gestión en estos 4 primeros
años de vida de MAPO - liderados por Guillermo Schnitman y Marcelo Pais, presidente
y vice, respectivamente - logró la consolidación institucional, lo cual quedó coronado
con la organización del XII Congreso Internacional Científico y Técnico de IFOAM
(Tarraubella, 2002). El evento realizado en Mar del Plata en noviembre de 1998 fue el
mayor acontecimiento de la agricultura orgánica mundial realizado en la Argentina, el
cual reunió a 650 asistentes, 320 oradores pertenecientes a 11 países; estando
representados 60 países y contando con la presencia de 100 empresas en exposición
(Lernoud, 2002).
En 1999 se produce el recambio de autoridades siendo elegido presidente Rodolfo
Tarraubella, cargo que le fue reasignado en diciembre de 2001. Desde entonces
186
MAPO viene trabajando activamente en varios frentes, siendo sus principales logros
los enumerados a continuación:
•
Colaboración y estímulo con los distintos organismos oficiales para la
elaboración del marco legal que regule la producción orgánica en el país;
incluyendo redacción de normas, de la actual ley 25.127, decretos
reglamentario y modificatorios, equivalencias de normativa con terceros países;
entre otras.
•
Elaboración con la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentos de
la Nación, del Programa Nacional para el Desarrollos de la Producción
Orgánica en la Argentina (PRONAO).
•
Difusión y acciones de capacitación en el país.
•
Representación de la entidad en el comité directivo de IFOAM, el organismo
internacional que nuclea a los actores de la producción orgánica mundial.
•
Acciones de protección de marca, frente a Instituto Nacional de Propiedad
Intelectual (INPI).
•
Regionalización del MAPO en el país.
- Certificación de orgánicos: Definiciones y antecedentes mundiales.
Una de las grandes cuestiones cuando se trata de productos orgánicos es su
certificación – procedimiento utilizado para verificar y confirmar si un determinado
producto está en conformidad con determinados criterios pre-establecidos (Ribeiro
Giordano & Kruglianskas, 2004).
Según Montenegro (2002) la certificación de productos orgánicos es una herramienta
comercial y apoya el derecho del consumidor a decidir sobre la calidad de lo que
187
consume. Específicamente, los productos orgánicos son obtenidos aplicando sistemas
productivos normalizados mediante guías y reglamentos mundialmente difundidos y
aceptados; cuyo cumplimiento es verificado por un organismo de certificación
independiente, una tercera parte no involucrada con los intereses del productor y el
comercializador (Montenegro, 2002). Las redes orgánicas internacionales certificadas
son productores y distribuidores o productores individuales unidos a otros y a una
distribuidora, y certificados por una certificadora; estando esta última acreditado por
acreditados internacionales como IFOAM (Ribeiro Giordano & Kruglianskas, 2004).
La garantía o certificado se concreta en una identificación y etiquetado del producto en
todas las etapas de la cadena de comercialización; actuando como puente que cubre
la brecha física y geográfica que separa al productor del consumidor (Montenegro,
2002). En el caso de los productos orgánicos, la certificación es el reconocimiento de
que estos productos fueron producidos de acuerdo son sistemas orgánicos de
producción recomendados por la acreditadota internacional (Ribeiro Giordano &
Kruglianskas, 2004).
Los criterios pueden ser aquellos utilizados por asociaciones privadas, asociaciones
de empresas, de Estados o de certificadores. A su vez, los certificadores pueden
utilizar padrones privados u oficinales para realizar sus actividades de certificación.
Incluso ciertas organizaciones de productores pueden establecer sus propios criterios
(ITC, 1999), determinando reglas y procedimientos de modo de certificar en
conformidad a sus propios padrones (Ribeiro Giordano & Kruglianskas, 2004). Esta
diversidad de estándares juega en contra del crecimiento aún mayor de la producción
orgánica ya que dificulta la homogenización de criterios y genera cierta confusión en el
consumidor.
188
La necesidad de certificar surge como lógica consecuencia de la falta de contacto
directo entre comprador y vendedor, lo cual es más que obvio en el mercado mundial.
En consecuencia, Ramírez (2002) menciona que a medida que se fue globalizando el
mercado y con el crecimiento de la demanda de productos orgánicos , que además
exigía constancia - principalmente de productos frescos –se requirió a los países
homologar las normas y los sistemas de control para asegurar que los productos se
gestionasen del mismo modo. Ello instó a IFOAM y al Codex Alimentarius a establecer
normas internacionales que posibilitaran la circulación de mercaderías producidas en
forma orgánica asegurando la autenticidad de las mismas y la eficacia de los sistemas
de control (Ramírez, 2002).
Como consecuencia del creciente interés de los mercados internacionales, el Concejo
de las Comunidades Europeas adoptó en el año 1991 el Reglamento 2092, el cual
regula la producción agrícola ecológica y su etiquetado, siendo de aplicación
obligatoria en todos los países miembros y para aquellos terceros países que deseen
exportar a la Unión Europea. Paralelamente, otros países del mundo – como Estados
Unidos, Israel, y Australia - han comenzado a desarrollar también normas que regulan
sus propios sistemas y los requisitos para la importación. Dentro de América del Sur,
la República Argentina ha sido pionera en esta materia, ya que fue el primer país en
desarrollar normas oficiales (Senasa, 2005). Si bien se ha avanzado en este terreno, la
estandarización internacional y global de las reglas para la producción de orgánicos
sigue siendo una materia pendiente.
Un punto interesante es que la certificación normalmente involucra al proceso y no
solamente al producto. Según Ribeiro Giordano & Kruglianskas (2004) la certificación
abarca todas las etapas del proceso de producción del producto orgánico (certificación
del producto), de la distribución, del procesamiento y del transporte hasta el punto de
189
venta. Es decir, que se trata una certificación de un proceso de producción más allá de
las características intrínsecas del producto.
Según el International Trade Center (ITC, 1999), los procedimientos para la
certificación pueden ser divididos en dos partes:
a)
Certificación propiamente dicha: para verificar que las operaciones del
aspirante están en conformidad con los padrones.
b)
Auditoría: para verificar que la producción y el manipuleo están siendo
realizadas de acuerdo a los padrones según los cuales la certificación fue hecha.
Estos procedimientos de certificación de productos orgánicos deben permitir la
posibilidad de realizar la trazabilidad y control del flujo del producto, desde la
producción rural, por cada etapa de manipulación y transformación, hasta que llega al
consumidor final, incluida la comercialización (Ribeiro Giordano & Kruglianskas, 2004).
El paso siguiente en la certificación es la auditoria; es decir, que después de la
realización de la certificación propiamente dicha, los agentes son auditados in situ a un
cierto intervalo de tiempo, para verificar el real cumplimiento de lo especificado en el
certificado.
Los organismos certificadores de productos orgánicos y otros procesos de la cadena
orgánica (transportes, manipulación y comercialización) realizan operaciones de
verificación inicial u de auditoría posterior junto a productores y empresas para
conferirles en casos que estén en conformidad con las normas, la certificación
orgánica. Realizan también las auditorias periódicas para confirmar que se continúe
cumpliendo con lo establecido en el certificado.
Por su parte, cada certificadora debe estar internacionalmente acreditada por una
institución de reputación para poder, generalmente, acceder a mercados con esa
190
exigencia. La Unión Europea, por ejemplo, exige que los productos orgánicos que
ingresen a su territorio deben estar certificados por certificadores acreditadas por
IFOAM, teniendo que colocar su logotipo junto al sello orgánico (Ribeiro Giordano &
Kruglianskas, 2004).
Uno de los principales aspectos que emergen cuando se discute la producción
agrícola orgánica es el de los padrones que establecen o rigen el hilo conductor de las
actividades de producción, procesamiento y comercialización de productos orgánicos y
el uso de
marcas y descripciones de esos productos (Ribeiro Giordano &
Kruglianskas, 2004). Según la Food and Agriculture Organization (FAO), los padrones
y sus marcas correspondientes eran en el pasado desenvueltos principalmente por el
sector privado. Pero durante a última década, los padrones de conducta han sido
crecientemente incorporados a la legislación que regula los productos orgánicos (FAO,
2000). Sin embargo, según FAO no hay actualmente una reglamentación sobre
productos orgánicos que pueda ser aplicada mundialmente. Específicamente, las
percepciones de cómo se definen y certifican productos orgánicos, en diferentes
asociaciones, países e industrias pueden diferir mucho entre sí.
El desarrollo de padrones, como el Codex Alimentarius de la Organización Mundial de
la Salud de las Naciones Unidas es una medida importante en la formación de una
compresión común de las implicancias que el término conlleva. Actualmente, hay dos
foros en el que se discute este aspecto: IFOAM y la comisión del Codex Alimentarius.
(Ribeiro Giordano & Kruglianskas, 2004). Sin embargo, en tanto los países no tengan
un código común a todos, por ejemplo, el Codex Alimentarius (FAO, 2004), el
comercio internacional de productos orgánicos será complicado y descoordinado por la
variabilidad de términos y condiciones. La falta de un único estándar de producción y
comercialización, y por el contrario la presencia de estándares diversos y diferentes,
191
es hoy una limitante institucional al crecimiento aún mayor de la agricultura orgánica
mundial.
- Las funciones de IFOAM
IFOAM establece los padrones internacionales básicos de la agricultura orgánica y el
procesamiento de alimentos, siendo una plataforma para varios programas de
certificación. Los padrones son actualizados regularmente por un Comité de Padrones
de IFOAM y aprobados por la Asamblea General de IFOAM cada dos años. IFOAM
tiene estatus de órgano consultor junto a la Unión Europea y a la Comisión del Codex
Alimentarius, manteniendo también una relación formal con la FAO. En este marco
IFOAM creo un Programa Internacional de Acreditación operado por el International
Organic Accreditation Service (IOAS), órgano independiente y sin fines de lucro que
tiene como finalidad garantizar la equivalencia de programas de certificación alrededor
del mundo.
La función principal de IFOAM es coordinar a la red de movimientos orgánicos en todo
el mundo. Es una federación democrática y de base; cuya mayor parte de actividades
son ejecutadas por el Concejo Mundial, por diversos comités y por grupos de trabajo.
Sus principales objetivos son:
a)
Intercambiar conocimientos y experiencias entre sus miembros y fortalecer el
aporte de información a la sociedad sobre agricultura orgánica.
b)
Representación internacional del movimiento orgánico en parlamentos, foros
administrativos y políticos, teniendo el estatus de organismo de consulta en la
ONU y la FAO.
c)
Establecer y revisar periódicamente los “Padrones Básicos IFOAM de agricultura
orgánica y procesamiento de alimentos”; teniéndolos disponibles actualmente en
19 lenguas.
192
d)
Bregar por una garantía internacional de calidad orgánica.
- El sistema de certificación orgánica en Argentina
La producción orgánica argentina no contó hasta 1991 con ningún marco normativo
para su funcionamiento. Pero en ese año, la por entonces Secretaría de Agricultura,
Ganadería y Pesca de la Nación (SAGyP) tomó una determinación que resultaría clave
para la creación de un marco regulatorio de la actividad: la delegación parcial de la
responsabilidad del control de calidad de los alimentos a organismos o empresas
privadas, a los cuales el Estado supervisaría (Montenegro, 2002). Como se mencionó
anteriormente, el por entonces Instituto Argentino de Sanidad y Calidad Vegetal
(IASCAV) – hoy unificado en el SENASA – desarrolló el sistema Argentino de Control
de Producciones Orgánicas, lo cual quedó reglamentado con la Resolución SAGyP
N°423/92, permitiendo principalmente la exportación de productos orgánicos. En ese
mismo año se aprobó también la Resolución N°42/92 para permitir a las asociaciones
de pequeños productores vender sus productos orgánicos principalmente en
supermercados. Se iniciaba así el marco regulatorio oficial para el funcionamiento de
la producción orgánica en Argentina.
Actualmente, y desde su entrada en vigencia el 8 de setiembre de 1999, la producción
orgánica argentina cuenta con su propia ley, la N° 25.127; siendo el marco de
referencia y regulación de la actividad. La Ley N° 25.127 en su artículo 1º establece
que: "A los efectos de la presente ley, se entiende por ecológico, biológico u orgánico
a todo sistema de producción agropecuario, su correspondiente agroindustria, como
así también a los sistemas de recolección captura y caza, sustentables en el tiempo y
que mediante el manejo racional de los recursos naturales y evitando el uso de los
productos de síntesis química y otros de efecto tóxico real o potencial para la salud
humana, brinde productos sanos, mantenga o incremente la fertilidad de los suelos y
193
la diversidad biológica, conserve los recursos hídricos y preserve o intensifique los
ciclos biológicos del suelo para suministrar los nutrientes destinados a la vida vegetal y
animal, proporcionando a los sistemas naturales, cultivos vegetales y al ganado
condiciones tales que les permitan expresar las características básicas de su
comportamiento innato, cubriendo las necesidades fisiológicas y ecológicas”.
El artículo 2º por su parte afirma que:"Con el objeto de permitir la clara identificación
de los productos ecológicos, biológicos u orgánicos por parte de los consumidores,
evitarles perjuicios e impedir la competencia desleal, la producción, tipificación,
acondicionamiento,
elaboración,
empaque,
identificación,
distribución,
comercialización, transporte y certificación de la calidad de los productos ecológicos
deberán sujetarse a las disposiciones de la presente ley y a las reglamentaciones y/o
providencias de la autoridad de aplicación”.
El artículo 3º se refiere a la calificación de un producto como ecológico, biológico u
orgánico la cual es facultad reglamentaria de la autoridad de aplicación y sólo se
otorgará a aquellas materias primas, productos intermedios, productos terminados y
subproductos que provengan de un sistema donde se hayan aplicado las prácticas
establecidas en la reglamentación de esta ley.
El artículo 8º establece que: "La certificación de que los productos cumplan con las
condiciones de calidad que se proponen, será efectuada por entidades públicas o
privadas especialmente habilitadas para tal fin, debiendo la autoridad de aplicación
establecer en este último caso, los requisitos para la Inscripción de las entidades
aspirantes en el Registro Nacional de Entidades Certificadoras de Productos
Ecológicos, Biológicos u Orgánicos, quienes serán responsables de la certificación y
de la condición de calidad de dichos productos.”.
194
SENASA32 es la autoridad de aplicación de la Ley 25.127; teniendo la responsabilidad
de habilitar a la entidades certificadoras, auditar su funcionamiento, aplicar sanciones,
fiscalizar el sistema y el mercado de estos productos para garantizar la transparencia y
eficacia y generar su estadística (Ramírez, 2002). La base normativa está compuesta
por la Ley Nacional de Producción Orgánica, Ley 25.127; dos decretos reglamentarios
(N°97/01 y N°206/91) y resoluciones particulares.
El Decreto Ley N° 97 del 25 de enero de 2001, reglamenta la Ley N° 25.127,
estableciendo la Autoridad de aplicación, promulgando la promoción y desarrollo de
mercados internos y externos de productos y alimentos ecológicos, biológicos u
orgánicos.
El Decreto Ley Nº 206 del 16 de febrero de 2001, crea el Programa Nacional de
Producción Orgánica (PRONAO), fijando como objetivos del mismo: promover el
desarrollo integral de la Producción Orgánica en todo el país; evidenciar y potenciar
las ventajas competitivas que en la materia tiene Argentina; facilitar la producción y
comercio de productos orgánicos; incrementar la presencia de los productos orgánicos
en el mercado; fortalecer el sistema de control y la confianza de los consumidores; e
identificar y facilitar la fuente de financiamiento. Establece que la Secretaria de
Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación dictará, a propuesta del Servicio
Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA), las normas de aplicación
de la Ley N° 25.127 y establece las prácticas a las que deberán someterse las
materias primas, productos intermedios, productos terminados y subproductos para
obtener la denominación de ecológico, biológico u orgánico. Reglamenta el Registro
Nacional de Entidades Certificadoras de Productos Ecológicos, Biológicos u
Orgánicos. Establece los procedimientos e instrumentos, que pueden incluir el
requerimiento de timbrado oficial o de la incorporación de marcas, contraseñas o
32
SENASA: Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
195
firmas, que permitan la clara identificación de los productos ecológicos, biológicos u
orgánicos para evitar perjuicios a los consumidores e impedir la competencia desleal.
Prohíbe la comercialización de productos de origen agropecuario, materias primas,
productos intermedios, productos terminados y subproductos bajo la denominación de
ecológico, biológico u orgánico que previamente no hubieran obtenido la certificación
correspondiente.
El Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria (SENASA) - organismo que
surge de la fusión del ex IASCAV y del ex SENASA - dependiente de la Secretaría de
Agricultura, Pesca y Alimentación, es la entidad oficial que tiene a su cargo la
supervisión del sistema de control de calidad de la producción orgánica.
Este
organismo elabora y actualiza las normas para amparar este tipo de producciones,
brindando transparencia, asegurando la calidad a los consumidores internos y
externos y respondiendo a las exigencias internacionales. El SENASA como autoridad
y dentro del sistema de control, habilita a las empresas certificadoras aspirantes, las
cuales
deben
cumplimentar
los
requisitos
establecidos
en
la
normativa
correspondiente: Resolución 068/94 del ex SENASA y Res. 82/92 del ex IASCAV.
Supervisa a las entidades inscriptas y habilitadas por medio de visitas periódicas a sus
oficinas, recabando toda la información vinculada al proceso de certificación y recibe
informes de las actividades desarrolladas por éstas. A su vez, visita a las unidades
productores/transformadoras, verificando los lotes en producción, los antecedentes de
los cultivos y de los animales, las técnicas empleadas, los planes de producción,
métodos de control de plagas, malezas y enfermedades, como así también, las
condiciones de transformación y comercialización.
Además de la Ley N° 25.127 y su decretos reglamentarios, existen resoluciones que
también regulan diferentes aspectos de la producción orgánica, alguna de las cuales
196
son anteriores a la propia ley. A continuación se realiza un detalle de las resoluciones
vigentes en Argentina en lo que a producción orgánica respecta:
•
Resolución SAGyP Nº 423/92: Reglamenta las normas de producción y
elaboración de alimentos orgánicos, resolviendo sobre los siguientes puntos:
ámbito de aplicación; concepto; importación; normas de producción (sobre la
transición,
la
producción
primaria,
la
elaboración,
el
empaque,
el
fraccionamiento y plantas elaboradoras y la identificación); y sistemas de
control. También en anexos describe aspectos complementarios como son:
ANEXO A, Abonos, Fertilizantes y Mejoradores permitidos; ANEXO B,
productos permitidos para el control de plagas y enfermedades; y ANEXO C,
productos permitidos en procesamiento de alimentos.
•
Resolución SAGyP Nº 424/92: Fija el arancel para el Registro Nacional de
Empresas Certificadoras de productos orgánicos en concepto de inscripción y
renovación anual, estableciendo el plazo perentorio para la aplicación del
recargo y/o la baja del Registro.
•
Resolución IASCAV Nº 82/92: Aprueba la normativa anexa relativa al Registro
de Certificadoras de Productos Orgánicos destinados a la exportación y
mercado interno, sobre los siguientes puntos: creación; obligatoriedad;
requisitos generales para la tramitación de la inscripción; requisitos específicos
de los inscriptos; obligatoriedad de los inscriptos; incumbencias de la autoridad
de aplicación.
•
Resolución IASCAV Nº 62/92: Crea el Comité Técnico Asesor para la
Producción Orgánica, indicando su coordinación, integración y facultades.
197
•
Resolución SAGyP Nº 354/93: Sustituye el inciso b) del artículo 5º de la
Resolución SAGyP Nº 423/92 respecto al manejo de plagas y enfermedades.
•
Resolución IASCAV Nº 42/94: amplía el punto 5.5 del Anexo de la Resolución
IASCAV Nº 82/92, respecto de las Asociaciones de Productores Orgánicos sin
fines de lucro o equivalentes o similares, que solicitan certificar la producción
de sus propios miembros con destino al consumo interno.
•
Resolución IASCAV Nº 116/94: actualiza el ANEXO B de la Resolución SAGyP
Nº 423/92, incluyendo los productos basándose en feromonas para control de
plagas en agricultura orgánica.
•
Resolución IASCAV Nº 331/94: Agrega al punto 3 del Anexo de la Resolución
IASCAV Nº 82/92 el inciso 3.8 indicando que, para todos los casos, los
Estatutos, Contratos Sociales o de Constitución deberán contemplar en sus
objetivos la nominación explícita a las funciones de inspección y/o certificación
de productos orgánicos asegurando además objetividad en la función con
respecto a los operadores sujetos a su control. Aprueba la reglamentación
anexa relativa a los requisitos mínimos de control y medios precautorios
establecidos dentro del Sistema de Control contemplado en la Resolución
SAGyP Nº 423/92.
•
Resolución lASCAV Nº 188/95: amplía el punto 1.6 del Anexo I de la
Resolución IASCAV Nº 331/94. Actualiza de la Resolución SAGyP Nº 423/92:
el ANEXO A incluyendo el Cloruro de Calcio; y el ANEXO C incluyendo el
Ácido Ascórbico, Bentonita, Carbón Activado e Hidróxido de Sodio.
198
•
Resolución SENASA Nº 1286/93: Establece los requisitos a cumplir para la
producción animal.: alimentación, manejo sanitario, identificación, bienestar
animal, reproducción y origen de los animales.
•
Resolución SENASA Nº 1505/93: Establece la inclusión de la categoría
"Alimentos Ecológicos de Origen Animal" en el Registro de Productos
Alimenticios ya existente.
•
Resolución SENASA Nº 68/94: Apertura del Registro Nacional de Entidades
Certificadoras y del Registro Nacional de Inspectores de Producciones
Ecológicas de Origen Animal.
•
Resolución SAGPyA Nº270/00: Establece la prohibición de utilización de
organismos genéticamente modificados (OGM) en agricultura orgánica y el
alcance de la definición de OGM. Lista los productos autorizados para la
limpieza y desinfección de locales, instalaciones, maquinarias y equipos
utilizados
en
la
producción,
elaboración,
almacenamiento,
transporte,
distribución y comercio de productos orgánicos. Lista las materias primas,
aditivos y auxiliares tecnológicos autorizadas para ser utilizados en la
alimentación animal. Establece requisitos con relación a las condiciones de
alojamiento de los animales. Actualiza los requisitos mínimos de control y
medidas precautorias. Fija los criterios para la solicitud de acortamiento del
período de transición. Establece las normas de producción apícola. Prohíbe el
transplante de embriones. Establece criterios para la coexistencia de animales
en producción orgánica y convencional.
•
Resolución SAGPyA Nº 451/01: Limita el número de tratamientos alopáticos en
producción animal. Modifica el Anexo VIII de la Resolución SAGPyA Nº270/00
199
(Norma de producción apícola), en lo referente al área de libación, obligación
de uso del lazareto, eliminación de la rotenona y fija 12 meses como período
mínimo de seguimiento para solicitar acortamiento del período de transición.
El marco normativo descripto es un aspecto fundamental para el sostenimiento de la
actividad orgánica en el país; ya que es el sostén institucional formal, que determina
las reglas de juego del negocio de la agricultura orgánica argentina, desde la
producción primaria, la industrialización y toda la red de servicios conexos, hasta llegar
a un consumidor interno o internacional. El marco legal brinda transparencia al
sistema, y disminuye las posibilidad de que existan actitudes oportunistas (free –
rider); disminuyendo en consecuencia los costos de transacción del sistema. Sin
embargo, sería importante que la legislación esté al menos homologada con los
principales centros de consumo de productos orgánicos; e idealmente que se alcance
un marco regulatorio único mundial que estipule las reglas de juego para la producción
y comercialización de producciones orgánicas. Este es hoy el principal desafío que
enfrenta la producción orgánica para continuar con su crecimiento internacional.
- El mercado para los productos orgánicos argentinos.
En el presente apartado se describen las principales características del mercado
interno y externo de los productos orgánicos argentinos, como así también se presenta
un estudio estadístico de los volúmenes y valores económicos que dimensionan la
importancia de la actividad en Argentina.
a) El mercado interno.
A pesar de su trayectoria de veinte años, el mercado interno argentino de productos
orgánicos es pequeño; al menos, comparado con el de países desarrollados, o si se
considera el bajo porcentaje de la producción nacional que se destina al mercado
200
interno. En sus comienzos a los mediados de los ´80 se producían cereales,
oleaginosas y lácteos; “productos que chocaban con la indiferencia del mercado de
comidas naturales y la burla de técnicos agrícolas, que en plena expansión del uso
de agroquímicos, no querían ni oir hablar de la contaminación de los alimentos”
(Calzada, 2002). Los reportes de los primeros productores orgánicos mencionan que
comercializan los productos por ellos mismos, asegurando llegar al consumidor con un
producto genuino. Este primer paso dado por los propios productores, consistía en
salir a buscar el consumidor. Si bien se lograba el contacto directo, no había aún un
mecanismo legal que los protegiera de oportunistas que alegando comercializar
productos orgánicos para capturar ese valor adicional, lo hiciera a partir de la mentira o
el engaño. Además, este canal informal de comercialización hacía dificultosa la venta
en volúmenes más importantes.
En 1992 se produce en el entorno del negocio orgánico un hecho trascendental que
cambia la percepción del consumidor respecto a estos productos. Específicamente, y a
raíz de realizarse la Reunión Cumbre de Río de Janeiro (Brasil) “Eco ´92”, se generó
un incremento muy notorio en el interés del público por los alimentos orgánicos
(Calzada, 2002). La oportunidad que surge en el entorno, fue aprovechada por los
jugadores argentinos del negocio orgánico para salir de la comercialización artesanal y
pasar a otra con perfil profesional. El cambio más notorio lo constituyó la llegada a las
góndolas de los supermercados. Diferentes empresas productoras orgánicas – como
La Anunciación, Sol de Acuario, La Recordación, Ecopampa, Macha, La Pirca, La
Choza, La Serenísima Orgánica, entre otras – llegaron a inicios de los ´90 a las
góndolas de super e hipermercados (La Gran Provisión, Jumbo, Norte y Disco).
Incluso el hipermercado Disco desarrolló su propia marca de productos orgánicos,
denominada “Bells Orgánico” (Calzada, 2002), estableciendo la llegada de un gran
jugador a la comercialización de productos orgánicos.
201
Desde los ´90 los supermercados son un importante canal de distribución, planteando
al productor orgánico el desafío de la escala; no sólo por el volumen disponible, sino
también por la regularidad en la entrega, y por su calidad constante.
Existen, además del supermercado, otros canales de distribución dentro del mercado
interno argentino. La distribución a domicilio, sigue siendo una importante alternativa
de llegada directa al consumidor, aunque es importante sólo en las grandes ciudades.
Las dietéticas son otra opción que apunta a llegar a un consumidor más exigente y con
interés; aunque no con toda la información. Esta última faceta es cubierta por los
negocios especializados en productos orgánicos, dirigidos a un consumidor exigente e
informado. Finalmente, y de manera creciente en los últimos años, la comercialización
alternativa va ganado espacio. Se trata de una corriente de comercialización directa
del productor al consumidor, con la particularidad que se establecen especie de ferias
o encuentros de productores orgánicos en determinados lugares de una ciudad o
pueblo con una frecuencia preestablecida, donde se encuentran oferta y demanda.
Otra alternativa es la apertura de las unidades productivas, para que el consumidor
vaya directamente y coseche sus productos.
Respecto al perfil del consumidor de productos orgánicos, algunas investigaciones
indican que la mayoría de los consumidores desconocen el significado y las
características de los productos orgánicos (IFOAM, 98; citado por Calzada, 2002). La
primera encuesta realizada en Argentina para conocer el perfil del consumidor de este
país, se realizó en 2002; estando a cargo del Centro de Estudios Nueva Mayoría,
dirigido por Rosendo Fraga. La encuesta se desarrolló en Capital Federal y Gran
Buenos Aires, a adultos segmentando por edades, sexo y nivel educativo. Se
censaron 620 casos efectivos, y se tuvo un nivel de confianza del 95%.
202
Las principales conclusiones del trabajo realizado por el Centro de Estudios Nueva
Mayoría son:
•
El 51% de los entrevistados conoce qué son los productos orgánicos; en tanto
que el 49% restante no lo sabe.
•
Las mujeres saben más acerca de los productos orgánicos que los hombres.
•
A medida que aumenta la edad, el nivel educativo y el nivel socioeconómico,
mayor es el grado de conocimiento sobre los productos orgánicos.
•
Al pedir a los entrevistados que definan los productos orgánicos, el 13% afirma
que son productos sin agregados químicos, agroquímicos y fertilizantes; el 12%
cree que son alimentos producidos naturalmente, y el 6% afirma que son
productos de huertas, frutas, verduras y cereales.
•
El 45% consume o consumió alguna vez alimentos orgánicos. De ellos, el 45%
lo hizo por cuestiones de salud, el 33% por curiosidad, el 12% por el sabor, y
sólo el 3% por el cuidado del ambiente.
•
El 55% no consume ni consumió alguna vez un producto orgánico. De ellos, el
24% no lo hizo por razones de costo, el 22% porque no estaba enterado de su
existencia, el 19% porque no lo considera importante ni necesario, y el 18%
porque ha tenido dificultades de acceso a la compra.
Resulta evidente, que más allá de haber una cierta asociación entre la producción
orgánica y su significado, hay una brecha muy grande con el conocimiento y
significado real. Este fenómeno no es exclusivo de Argentina; muy por el contrario se
replica en las diferentes encuestas que se realizan a nivel mundial (Ribeiro Giordano &
Kruglianskas, 2004). Por lo tanto, parecería prudente desarrollar acciones de
comunicación tendientes a revertir o mejorar este fenómeno; y nuevamente la
estandarización y homologación de los diferentes criterios para definir a la producción
orgánica aparece como un prerrequisito impostergable.
203
b) El mercado externo
Según estimaciones oficiales de Argentina el comercio mundial de productos
orgánicos rondará los 150.000 millones de dólares en el transcurso del próximo
decenio (Sabsay, 2002). En la actualidad, y sin un sistema de relevamiento de
información apropiado, se calcula que la venta de este tipo de productos alcanzó la
cifra de 26.000 millones de dólares en 2001 (Sabsay, 2002). Queda evidenciada así, la
gran oportunidad que se abre para Argentina, un país con ventajas comparativas
importantes para una variada oferta de productos alimenticios orgánicos.
En este contexto, la dinámica del sector privado orgánico argentino es uno de los
factores más relevantes a la hora construir una estrategia de comercio exterior que
considere el corto, mediano, y largo plazo. Por su parte, el Estado debe colaborar con
el sector privado en la construcción de una nueva institucionalidad, trasformándose en
el soporte logístico del sector privado, y defendiendo los intereses argentinos ante
organismos multilaterales como a Organización Mundial de Comercio (OMC), y a
través del servicio de sus Embajadas y de entidades estatales como la SAGPyA33, el
INTA34 y el SENASA35. Es necesaria, la presencia de un Estado facilitador que brinde
el marco necesario para la realización de la actividad orgánica.
- Estadísticas de producción y comercialización en Argentina. Evolución,
dinamismo y situación actual.
En el presente apartado se realiza una caracterización del sistema orgánico argentino.
Específicamente, se dimensiona el mercado de productos orgánicos en Argentina, su
33
SAGPyA: Secretaría de Agricultura, Ganadería, Pesca y Alimentación de la Nación
(Argentina)
34
INTA: Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria
35
SENASA: Servicio Nacional de Sanidad y Calidad Agroalimentaria
204
evolución, segmentos, actividades, superficies por actividad y zona, y los volúmenes
comercializados en el mercado interno y la exportación. Además, se realiza una breve
caracterización de la situación actual (a diciembre de 2004).
Al analizar la superficie destinada a la producción orgánica en Argentina, recién se
encuentran reportes a partir del año 1995, lo cual marca que hasta entonces fue una
actividad relativamente pequeña e incipiente. Del total de la superficie destinada
históricamente a la producción orgánica – datos desde 1995 hasta 2004 - en
Argentina, la mayor proporción siempre correspondió a la ganadería; alcanzando la
agricultura orgánica en el mejor de los casos el 10% de la superficie total, con un valor
de 1,8% en 2004. Por lo tanto, al analizar la dinámica evolutiva de la superficie total en
producción orgánica en Argentina describe una curva muy similar y correlacionada con
la evolución de la ganadería orgánica y no tanto con la agricultura (Gráficos 6, 7 y 8).
La producción orgánica total muestra desde 1995 y hasta 2001 un crecimiento tipo
exponencial; con una fase de crecimiento lento desde 1995 a 1998, y una de
crecimiento muy acelerado de 1999 a 2001. Siendo 2001 el año en que se alcanza el
pico máximo en superficie total (2.960.000 hectáreas), como en sus componentes
(2.896.000 y 64.000 hectáreas en ganadería y agricultura respectivamente).
Posteriormente, de 2002 a 2004 tanto la superficie total (como sus 2 actividades
componentes) caen hasta una cifra de 2.434.000 hectáreas; de las cuales 2.391.000
son ganaderas y 43.000 agrícolas. (Gráficos 6, 7 y 8).
205
GRAFICO N° 6: Evaluación de la superficie total destinada a producción orgánica en Argentina en el
período 1995-2004.
GRAFICO N° 7: Evolución de la superficie destinada a la ganadería orgánica en Argentina en el período
1995-2004.
206
GRAFICO N° 8: Evolución de la superficie destinada a la agricultura orgánica en Argentina en el período
1995-2004.
GRAFICO N° 9: Evolución del número de explotaciones orgánicas bajo seguimiento en Argentina desde
1995 a 2004.
207
El número de explotaciones en producción orgánica en Argentina evolucionó
positivamente desde 1997 a 2004. Dicho crecimiento fue muy marcado en el primer
año, se mantuvo a una tasa lineal con pendiente positiva desde 1998 a 2001, y se
detuvo en términos prácticos en 2002; con
un número de establecimientos de
alrededor de 1800 (Gráfico 9).
GRAFICO N° 10: Evolución de los volúmenes de producción orgánica comercializados en Argentina
(mercado interno y externo) en el período 1996-2004.
Los volúmenes de productos orgánicos comercializados en Argentina en el período
1996-2004 tuvieron una fase inicial de crecimiento constante (1996 a 2001), un
mantenimiento en torno a las 48.000 toneladas de 2001 a 2003, y una caída
importante para 2004, alcanzando las 39.000 toneladas (Gráfico 10).
208
- Situación actual de la producción orgánica en Argentina.
A continuación, se analiza la estructura de la producción orgánica en el año 2004, a
partir de u informe realizado por SENASA, describiendo el número y distribución de
establecimientos en las diferentes zonas, y la composición de las actividades
principales (agricultura y ganadería). También se describen los destinos de la
producción tanto en el mercado interno como en la exportación.
La superficie bajo seguimiento en el país alcanzó durante el año 2004 casi 2,8
millones de ha, de las cuales la superficie más significativa está dedicada a la
producción ganadera con 2,4 millones de hectáreas y más de 255000 correspondieron
a superficie destinada a agricultura orgánica (SENASA, 2005).
La provincia de Misiones presentó el mayor porcentaje de unidades productivas bajo
seguimiento (33%), debido al importante número de pequeños productores reunidos
en forma cooperativa y .la menor escala de tamaño bajo seguimiento, con una
superficie promedio de 28 ha. (0,6 % de la superficie ecológica nacional bajo
seguimiento.) También es de destacar Mendoza, que se caracterizó por poseer el 18%
de los establecimientos bajo seguimiento del país, si bien con una superficie media
mayor, de 28 ha. y el 4 % de la superficie ecológica nacional bajo seguimiento en 2004
(SENASA, 2005).
Las provincias patagónicas (Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego) poseen grandes
explotaciones dedicadas a la ganadería ovina orgánica, lo cual origina la
predominancia de esta región en la distribución de superficie bajo seguimiento. De
esta forma, la región, suma el 72 % de la superficie ecológica nacional con sólo el 4%
de las explotaciones del país. Se observa que la superficie promedio de las
209
explotaciones bajo seguimiento alcanzó más de 54.953 ha. en Santa Cruz, más de
47.100 has en Tierra del Fuego y más de 12.437 ha. en Chubut (SENASA, 2005).
TABLA N ° 16: Número de establecimientos y superficie bajo seguimiento por provincia en producción
orgánica en Argentina.
-Superficie agrícola orgánica
Más de 250 mil hectáreas correspondieron a superficie destinada a agricultura
orgánica, predominando la provincia de Buenos Aires con el 18%; seguida por
provincias extra pampeanas como Salta (17%), Mendoza (10%), San Luis (10%) y La
Pampa (7%). La importancia relativa de estas provincias se relaciona con las
exportaciones de cereales y oleaginosas; y productos derivados de la vid como vinos y
mosto de uva (SENASA, 2005).
210
La distribución de la superficie orgánica cosechada mostró mayor dedicación a la
producción de cereales y oleaginosas orgánicos (56,85%), seguida por los cultivos
industriales orgánicos (31,7%), las frutas (6,35%) y las hortalizas y legumbres
orgánicas ( 4,9%) (SENASA, 2005).
GRAFICO N° 11: Importancia relativa de las provincias argentinas en el número de explotaciones bajo
seguimiento en producción orgánica para el año 2004.
211
GRAFICO N° 12: Superficie bajo seguimiento destinada a la producción vegetal
orgánica en Argentina.
Con respecto a la distribución regional de la superficie cosechada se observa que la
provincia de Buenos Aires sumó más de 15.000 has. cosechadas certificadas
equivalentes al 35% de la superficie cosechada certificada de cultivos orgánicos del
país durante 2004, luego se ubicó la Provincia de Córdoba con un 17% de esa
superficie, y en tercer lugar la Provincia de Salta con un 16%. En 2004, los cereales y
oleaginosas, al igual que en años anteriores, se cultivaron principalmente en las
Provincias de Buenos Aires (59%), Salta (17%) Entre Ríos (7,8%), Córdoba (7,4%). La
principal provincia con dedicación productora a cultivos industriales orgánicos fue
Córdoba 41%, seguida por Misiones 21% y Salta 12 % y la provincia de la Rioja con
10%.En 2004 la superficie cosechada con soja orgánica disminuyó drásticamente. Por
el contrario, la superficie cosechada de frutas orgánicas incrementó su importancia
relativa. con una participación de la provincia de Entre Ríos y Mendoza 22% de la
superficie cosechada con frutas, seguida luego por Río Negro con el 17%, seguidas
por Tucumán.
Salta fue la más importante productora de hortalizas y legumbres
212
orgánicas certificadas (49%), perdiendo importancia relativa la Provincia de Buenos
(SENASA, 2005).
- Ganadería orgánica
Respecto de la ganadería orgánica bajo seguimiento en 2004 totaliza una superficie de
2.391.083 hectáreas. A las provincias patagónicas de Tierra del Fuego, Santa Cruz y
Chubut le corresponden el 81% de toda la superficie en explotación.; siendo esta
última la más importante con el 48% de toda la superficie.
TABLA N° 17: Productos orgánicos de origen animal bajo seguimiento: Totales año 2004, existencias
vacunas y distribución provincial en Argentina.
Las existencias ovinas de 695.000 cabezas, en 2003, se redujeron a más de 646 mil
cabezas en 2004, y se distribuyeron fundamentalmente en la Provincias de Santa Cruz
(54%) y Chubut (24%). Por su parte, las existencias vacunas bajo seguimiento para el
213
año 2004 (112.870 cabezas) indican una leve disminución con respecto a las del año
anterior. Se observa una disminución de la importancia relativa de las provincias extra
pampeanas de la producción vacuna orgánica, salvo el Chaco que tuvo un incremento.
TABLA N° 18: Productos orgánicos de origen vegetal bajo seguimiento: Totales año 2004, oleaginosas y
legumbres industriales y distribución provincial en Argentina.
En tanto, la producción de leche orgánica certificada en 2004, tal como en el año
anterior, se llevó a cabo, casi exclusivamente, en tambos de la Provincia de Buenos
Aires, la cual suma el 86% de existencia de las vacas de tambo destinadas a esa
actividad. Menor importancia tuvo la provincia de Santa Fe. Las existencias de vacas
de tambo llegaron a 5100 vacas de tambo en 2004. Finalmente, la actividad apícola
orgánica se desarrolló en 2004 en las Provincias de Entre Ríos con 27% de la
colmenas bajo seguimiento, Buenos Aires 18%, Santa Fe 16%, Chaco 15% y Córdoba
7% (SENASA).
214
- Comercialización de la producción orgánica argentina en 2004:
Uno de los rasgos más destacables de la actividad en el año 2004, es que las
exportaciones de productos orgánicos de origen vegetal continuaron declinando
(expresadas en volumen certificado), siguiendo con la tendencia de desaceleración del
crecimiento de la actividad bajo certificación orgánica en la Argentina iniciada en 2002,
alcanzando las 36.000 toneladas.
La exportación fue el destino principal de los productos orgánicos certificados de
origen vegetal producidos en el país. Los más importantes fueron el lino, entre
cereales y oleaginosas, y entre las frutas se destacaron las peras y manzanas
orgánicas. Las exportaciones de cereales y oleaginosas decrecieron en un 23% entre
2003 y 2004. Entre los productos con una participación importante en las ventas
externas de productos orgánicos de Argentina disminuyeron las exportaciones de soja
(43%), maíz orgánico (22%) y girasol aceitero (49%).
En el año 2004 los principales destinos de las exportaciones de productos orgánicos
certificados de origen vegetal fueron los países de la Unión Europea, los Estados
Unidos y Suiza. Todos los grupos de productos, sin excepción, tuvieron como destino
principal la Unión Europea. Los principales productos orgánicos exportados con dicho
destino fueron, las frutas con casi 14.000 ton., cereales y oleaginosas con más de
7.300 toneladas. En tercer lugar, las hortalizas y legumbres con 6.200 toneladas; y
finalmente, los productos industrializados con 4.200 toneladas. En resumen, del total
de las exportaciones nacionales por grupo de productos, la Unión Europea importa, el
45% de cereales y oleaginosas, el 81% frutas, el 99% de hortalizas y legumbres, y el
69% de los productos industrializados. Por su parte, las exportaciones a Estados
Unidos estuvieron integradas fundamentalmente por frutas orgánicas, con un volumen
de más de 3.127 toneladas y productos orgánicos industrializados, con un volumen de
215
más de 1.101 toneladas. Con mucha menor relevancia se encuentran las hortalizas y
legumbres con 22 toneladas.
En cuanto a los productos de origen animal, las exportaciones de carne vacuna
alcanzaron las 244 toneladas, teniendo como principal destino países de la Unión
Europea y casi exclusivamente el Reino Unido. Las exportaciones de miel orgánica,
que alcanzaron un total de 480 toneladas, tuvieron como principal destino a la Unión
Europea (Reino Unido). Lo mismo ocurrió con la lana, con 138 toneladas
principalmente a Alemania.
El mercado interno es muy pequeño; reflejo de lo cual son los volúmenes tranzados.
En cuanto a los productos orgánicos de origen animal, durante el año 2004 en el
mercado interno, se comercializaron 166 Kg. de miel orgánica, 65.511 litros de leche
fluida orgánica, y 25.486 docenas de huevos orgánicos. Por su parte, el volumen de
productos vegetales consumidos en el mercado interno sufrió una retracción, y los más
importantes fueron las hortalizas y legumbres (papa, cebolla y el zapallo orgánicos).
Otros productos de importancia en el consumo de 2004 fueron las harinas, el azúcar y
los dulces orgánicos.
- Conclusiones de la situación de la producción orgánica en Argentina en 2004.
El principal destino de la producción orgánica certificada continuó siendo la
exportación. Entre los destinos más importantes se encuentran, Unión Europea, los
Estados Unidos y Suiza, asimismo se debe destacar la mayor presencia de otros
nuevos mercados, como por ejemplo, Israel, Noruega, Canadá, Rusia y Corea. La
Unión Europea fue el principal importador, sobre todo de cereales, oleaginosos y frutas
frescas orgánicas. De similar forma, han sido también relevantes, las exportaciones de
216
frutas y productos orgánicos de origen vegetal industrializados a los Estados Unidos.
Las mayores tasas de incremento de las exportaciones, de productos orgánicos, se
han manifestado entre los productos de origen vegetal, lino y peras. Los cereales y
oleaginosos en general han tenido una fuerte disminución en los volúmenes
exportados. Las exportaciones de productos orgánicos de origen animal se han tenido
en algunos casos, una leve disminución.
Se manifestó una leve disminución de la superficie cosechada, la cual se concentró en
los principales grupos de cultivos: cereales y oleaginosas soja maíz, lino, trigo, y
cultivos industriales. Se ha mantenido la importancia relativa de los productos que
conforman el mayor volumen de exportaciones de productos orgánicos, tales como
cereales y oleaginosos (maíz, lino y trigo pan), frutas (peras, manzanas), hortalizas
(cebolla), y productos industrializados (azúcar, mostos de uva, vinos y jugos). El
mercado interno tuvo un retraimiento significativo; caracterizándose la oferta de
hortalizas una elevada diversidad de productos ofrecidos.
4.1.3 Estudio de caso III. “Las normas ISO 14.000 y la gestión ambiental”.
En el presente apartado se describe la normativa referente a la gestión ambiental
impulsada por las normas ISO 14.000. Se detalla el origen de la norma y los
principales aspectos constitutivos y sus alcances; sus las ventajas y limitaciones. Se
analiza su grado de difusión mundial y perspectivas.
- La Organización Internacional de Normalización (ISO)
La Internacional Organization for Standardization (ISO) es un organismo internacional
no gubernamental, cuyo objetivo principal es buscar la standardización de normas a
217
nivel internacional. El vocablo “ISO” si bien se utiliza para referenciar a la organización
y sus normas, no es una sigla; por el contrario, es una palabra de origen griego que
significa “igual”; lo cual va en línea con su objetivo institucional. Sus orígenes se
remontan al año 1946, poco después de la Segunda Guerra Mundial. Tiene sede en
Ginebra (Suiza), y posee más de 100 agrupaciones o países miembros. No está
afiliada a las Naciones Unidas, ni a ninguna organización europea, como suele
confundirse habitualmente.
Cada país miembro está representado en ISO por autoridades designadas para tal fin.
Por ejemplo, Estados Unidos esta representado por el American National Standards
Istitute (ANSI), organismo perteneciente al sector privado. Por su parte Argentina está
representado por el Instituto Argentino de Normalización y Certificación (IRAM).
ISO desarrolla sus tareas a través de comités técnicos establecidos por el Concejo de
Administración Técnica (TMB, por sus siglas en inglés). Cada comité técnico (TC)
tiene a su cargo un campo de trabajo, el cual le es asignado por el TMB; y los expertos
de los países miembros se reúnen para lograr de manera aunada el desarrollo de una
norma ISO (Cascio, Gayle y Mitchell, 1996). Argentina integra unos 75 TC, a través de
la representación del IRAM. Los dos TC más importantes, por la amplia difusión de sus
normas, son el TC 176, responsable de la ISO 9000 y el 207 responsable de la ISO
14000. Todas las normas elaboradas por ISO son de carácter voluntario, se redactan
por consenso y son pertenecientes al sector privado.
A nivel mundial, su norma más popular y de mayor difusión es la serie ISO 9.000, la
cual culminada en 1987 ha sido adoptada por miles de empresas en todo el mundo,
agregando valor a los sistemas de gestión de calidad de las organizaciones. Con el
desarrollo de la serie ISO 9000, la organización incursionó por primera vez en en un
terreno que no era de base eminentemente técnica y/o científica. El TC 176 fue el
218
responsable de desarrollar estas normas de administración por calidad, que se
convirtieron en las más populares en la historia de ISO (Cascio, Gayle y Mitchell,
1996).
- La serie ISO 14.000: Antecedentes
Con el éxito de la serie ISO 9000, la organización adquirió confianza en la elaboración
de normativas organizacionales, lo cual junto a varios factores del entorno hicieron que
ISO decida incursionar en el tema medioambiental. Dentro de los factores
internacionales, relevantes en materia ambiental, pueden enunciarse:
Existencia de varios problemas ambientales de impacto mundial, como reducción de la
capa de ozono y calentamiento global, deforestación, reducción de la biodiversidad,
entre los más renombrados.
•
Ausencia de un indicador universal que evaluara el esfuerzo de las empresas y
organizaciones por alcanzar un esquema de producción y desarrollo en
armonía con el ambiente.
•
Advenimiento de normativas regionales y nacionales con foco en aspectos
ambientales, que eran inconsistentes – y muchas veces contradictorias- entre
sí, lo cual llevó a causar serios perjuicios en el comercio internacionales, como
confusiones y hasta discriminación de mercados.
•
En 1991, ISO recibió la invitación de la Organización de las Naciones Unidas
(ONU) a participar en junio de 1992 en Río de Janeiro (Brasil) en la
Conferencia sobre Medio Ambiente y Desarrollo (UNCED, por sus siglas en
inglés). Específicamente, en tal invitación la ONU le solicitó a ISO que
estableciera el compromiso ante la UNCED de crear normas ambientales de
carácter internacional.
219
Esta serie de factores, y principalmente la invitación recibida por parte de la ONU,
estimularon a que ISO decidiera a mediados de 1991, convocar a sus miembros para
formar el Strategic Advisory Group on the Environment – SAGE (Grupo Asesor
Estratégico sobre Medioambiente). Así, el SAGE decidió que era apropiado que ISO
elaborara normas en materia medioambiental, haciendo pública en 1992 la decisión
ante la UNCED. Así el TC 207 fue designado por el TMB para desarrollar sistemas y
herramientas de administración ambiental, teniendo sede en Canadá. Como
antecedente, se puede mencionar que antes de la creación del TC207, ISO había
editado normas específicas en distintos TC, para problemas de contaminación: a)
acústica (ISO/TC43), b) del aire (ISO/TC146), c) del agua (ISO/TC147) y d) del suelo
(ISO/TC190), que apoyan a la ISO 14000, en relación a los límites de tolerancia
específicos. Para realizar su trabajo el TC 207 se subdividió en 6 subcomités, más un
grupo de trabajo:
•
Subcomité 1: Sistemas de administración ambiental, con sede en Reino Unido.
•
Subcomité 2: Auditoría ambiental, con sede en Países Bajos.
•
Subcomité 3: Clasificación ambiental, con sede en Australia.
•
Subcomité 4: Evaluación de desempeño ambiental, con sede en Estados
Unidos.
•
Subcomité 5: Evaluación del ciclo de vida, con sede en Francia y Alemania.
•
Subcomité 6: Términos y definiciones, con sede en Noruega.
•
Grupo de trabajo 1: Aspectos ambientales en normas de productos.
Al igual que la serie ISO 9000, la serie ISO 14.000 desarrolla normas de procesos más
que de desempeño. Específicamente, las normas ISO 14.000 establecen herramientas
y sistemas para la administración de numerosas obligaciones ambientales y la
realización de evaluaciones del producto sin prescribir qué metas debe alcanzar una
220
organización. Los estándares establecidos no fijan metas de desempeño o ni imponen
límites; sino sirven para especificar los elementos de un sistema que busca alcanzar
un proceso consistente y confiable para cumplir con las obligaciones ambientales con
regularidad (Cascio, Gayle y Mitchell, 1996). No prescriben taxativamente ninguna
meta ni procedimiento obligatorio en materia ambiental; más bien, proponen
herramientas y sistemas de gestión ambiental que pueden servir de guía (Viglizzo,
2001 b).
Los objetivos originales del sistema ISO 14000 fueron: a) promover enfoques
comunes de administración ambiental, similar al de administración de calidad, b)
fomentar en las empresas la adquisición de capacidades para lograr y medir mejoras
en la administración ambiental, y c) facilitar el comercio y remover barreras
comerciales (Viglizzo, 2001 b).
La serie ISO 14.000: Elementos constitutivos
Los temas cubiertos en ISO 14.000 pueden subdividirse en dos grandes áreas: i) la
relacionada a la administración de una organización y sus sistemas de evaluación; y ii)
aquella que reúne las herramientas ambientales para la evaluación del producto.
Dentro de la primera de las áreas se diferencian tres subsistemas: i) el de control
ambiental, ii) la auditoría ambiental, y iii) la evaluación de desempeño ambiental. Por
otro lado, las herramientas ambientales para la evaluación de producto se dividen en:
i) aspectos ambientales en los estándares de producto, ii) clasificación ambiental, y iii)
la evaluación de ciclo de vida. (Gráfico 1).
221
FIGURA N° 7: Familia de normas ISO 14000.
Fuente: Adaptado de Cascio, Gayle y Mitchell (1996).
a) Evaluación de la organización
i) Sistema de Administración ambiental: Este subsistema tiene asociados a los
documentos ISO 14.001 y 14.004. El documento ISO14.001, denominado “Sistemas
de Administración Ambiental- Especificación con Guía para su uso”; es considerado el
de mayores implicancias en la serie ISO 14.000. Esta norma establece los elementos
del sistema de gestión ambiental (SGA o EMS, por sus siglas en inglés) que las
organizaciones deben cumplir para lograr el registro o la certificación, luego de pasar
una auditoría externa (realizada por un tercero independiente y autorizado a tal fin).
Los elementos detallados en ISO 14.001 deben ser puestos en práctica,
documentados y ejecutados de tal manera que un tercero pueda conceder y justificar
el registro con base en evidencia que al organización ha puesto en práctica, en un
EMS viable (Cascio, Gayle y Mitchell, 1996).
El modelo conceptual del SGA es un espiral de mejora continua basada en la
implantación sucesiva del ciclo de Deming (Gráfico 2); entendido como una estructura
222
constantemente monitoreada y revisada a intervalos periódicos para verificar su
efectividad y continua adecuación.
FIGURA N° 8: Modelo conceptual del sistema de gestión ambiental.
El SGA, se basa en cinco principios básicos (ISO,1996):
1. Compromiso y Política: Los niveles decisorios deberían definir una Política
Ambiental y asegurar su compromiso con la obtención de los objetivos y metas
derivados de esos principios.
2. Planeamiento: La formulación y emisión de una planificación que cubra todos los
requisitos, tanto de la política ambiental, como de los objetivos derivados de la
evaluación de impactos.
3. Implementación: Asegurar la efectiva implantación de lo planeado mediante el
desarrollo de capacidades, la asignación de recursos y responsabilidades y el
223
establecimiento de prácticas operativas, administrativas y procedimientos que den una
estructura de soporte para el cumplimiento de los objetivos y metas ambientales.
4. Medición y Evaluación: El monitoreo y evaluación del desempeño ambiental de la
gestión.
5. Revisión y Mejora: Revisar y perfeccionar continuamente el Sistema de Gestión
Ambiental con el objetivo de mejorar el desempeño ambiental.
Visto en otra perspectiva, la estructura de un SGA puede graficarse como una
pirámide, estando la base representada con el compromiso de la dirección y la
definición de una política ambiental. El segundo nivel contiene las metas, objetivos y
blancos ambientales de la organización. El tercer nivel desarrolla esas metas,
objetivos y blancos en programas de control ambiental; incluyendo procesos,
prácticas, procedimientos y responsabilidades. Posteriormente, está el nivel de la
auditoría y acción correctiva; siendo una instancia de comprobación de que se hace lo
que se definió, corrigiendo los desvíos. El penúltimo nivel está dado por la revisión
administrativa o gerencial del SGA; quien periódicamente evaluará su estado y
avance. Finalmente, todo este proceso llevará a la mejora continua, que se convierte
en el último peldaño de la pirámide.
Por su parte, el documento ISO 14.004, denominado “Sistemas de Administración
Ambiental-Guías sobre principios, Sistemas y Técnicas de Soporte”, proporciona sólo
información adicional y complementaria. Es decir, de carácter meramente informativo;
incluyendo ejemplos, descripciones y opciones, como así también recomendaciones
prácticas que ayudarán a la puesta en marcha o al fortalecimiento de un SGA.
ii) Auditoría ambiental: El subcomité 2, responsable de la auditoría ambiental redactó
los documentos que serán utilizados como guías para funcionarios de registro,
224
auditores y organizaciones que pongan en practícale documento de especificación ISO
14.001. Los documentos son:
•
ISO 14.010 “Guía para la auditoría ambiental-Principios Generales sobre la
auditoría ambiental”. Como su nombre los indica presenta principios
generales sobre la auditoria ambiental; la cual se define como un “proceso
de verificación sistemático y documentado para obtener y evaluar
objetivamente pruebas que determinen si las actividades ambientales
especificadas, acontecimientos, condiciones, sistemas administrativos o la
información a cerca de estas cuestiones se ajustan a los criterios de
auditoría y comunicar los resultados de este proceso al cliente” (ISO
14.010, sección 3.9). El documento establece que la auditoría ambiental
debe tener como centro un tema claramente definido y documentado, y ser
realizada por un equipo auditor independiente de las actividades que está
auditando; asegurando objetividad en el proceso.
•
ISO 14.011 “Guía para la auditoría ambiental-Procedimientos de auditoría:
Auditoría de sistemas de control ambiental”. Es una guía para efectuar una
auditoría ambiental; aunque su uso no es requerido bajo ISO 14.001. Esta
guía desarrolla un plan de auditoría, el cual debe ser revisado y aprobado
por el cliente; debiendo incluir objetivos, ámbito y criterios de auditoría. Se
establece también que el auditor evaluará la capacidad del proceso de
revisión administrativo interno para garantizar lo adecuado y lo efectivo del
EMS. En otros términos, los auditores deben auditar procesos y no
desempeños.
•
ISO 14012 “Guía para la auditoría ambiental-Criterios de calificación para
auditores ambientales que realizan auditorias de sistemas de control
ambiental”. Establece los criterios de calificación de auditores internos y
225
externos que desarrollen auditorias EMS. Si bien ISO 14.001 no establece
que debe usarse ISO 14012, se espera que su uso facilite el proceso.
iii) Evaluación de desempeño ambiental: La evaluación de desempeño ambiental
está documentada en ISO 14.031. Sin embargo, si bien en ISO 14.001 si bien se
establece el requerimiento bajo al sección 4.4.1, vigilancia y medición, para registrar
información que realice un mantenimiento de registro del desempeño, no se exige que
el documento ISO 14031 sea utilizado. Pero, el uso de está guía proporciona
herramientas de indicadores de desempeño ambiental que pueden ser seleccionados
por las organizaciones.
b) Evaluación de producto
La serie ISO 14.000 incluye una serie de herramientas para usos especializadas, que
si bien no son parte de un SGA ni exigidos bajo ISO 14.001, serán útiles para
gerenciar SGA de las organizaciones. Dentro de la evaluación del producto se
distinguen los siguientes tres subsistemas: i) Aspectos ambientales, ii) Clasificación
ambiental, y iii) Evaluación de ciclo de vida.
i) Aspectos ambientales (EAPS, por sus siglas en inglés): Este subsistema cuenta
con un único documentos, a saber: Guía 64, inicialmente denominada ISO 14060
“Aspectos ambientales en normas de productos”. Es una guía para ser utilizada por los
redactores de normas ISO. El enfoque de la guía advierte a los redactores que las
especificaciones establecidas en las normas de productos tendrán consecuencias
ambientales – positivas o negativas – y deben ser consideradas con cuidados al
desarrollar criterios, elementos y características que integren en las normas.
226
ii) Clasificación ambiental (EL, por sus siglas en inglés): Dado que a nivel
internacional existen requerimientos de etiquetados de los más diversos – y muchas
veces contradictorios e inconsistentes, y que resultan en un sobre costo para las
organizaciones – se estimó apropiado que ISO incluyera normar EL en su serie de
normas de control ambiental. Este subsistema incluye los siguientes documentos:
•
ISO 14020 “Principios de toda la clasificación ambiental”: Aporta una guía
sobre metas y principios que deben ser incorporados en todos los programas
de clasificación ambiental.
•
ISO
14021
“Clasificación
ambiental-Autodeclaración
de
reclamaciones
ambientales: términos y definiciones”: El objetivo buscado es asegurar que la
información que un producto presente en la etiqueta sea exacta, verificable, y
no engañosa.
•
ISO 14022 “Clasificación ambiental-Símbolos”: Incluye los símbolos comunes a
ser utilizados.
•
ISO 14023 “Clasificación ambiental-Metodologías de pruebas y verificación”.
•
ISO 14024 “Clasificación ambiental-Programas del practicante: Principios guía,
prácticas y procedimientos de certificación para programas de criterios
múltiples (tipo I)”: Tiene aplicación en programas de clasificación tradicionales
de terceras partes o programas de sellos. El propósito buscado apunta a
establecer principios y protocolos que los programas de clasificación puedan
seguir al desarrollar criterios ambientales para un producto en particular.
227
iii) Evaluación del ciclo de vida (LCA, por sus siglas en inglés): Inicialmente las
normas LCA fueron llamadas “Análisis de ciclo de vida”, lo cual implicaba un proceso
riguroso y de basamento científico a ser utilizado para evaluar el impacto ambiental de
todos los aspectos de un producto. Sin embargo, se optó por establecer una
metodología menos rigurosa, y sin un enfoque científico determinante; cambiando el
nombre a “Evaluación de ciclo de vida”, reflejando mejor el enfoque seleccionado. La
LCA incluye los siguientes documentos:
•
ISO 14040 “Evaluación del ciclo de vida-Principios y marco”: Proporciona un
panorama de la práctica, aplicaciones y limitaciones de la LCA a un amplio
rango de potenciales usuarios y partes interesadas.
•
ISO 14041 “Evaluación del ciclo de vida-Metas y definición/Análisis de ámbito y
su inventario”: Describe los requerimientos para la preparación, conducción y
revisión crítica del análisis de inventario de ciclo de vida; incluyendo la
enumeración y cuantificación de aportes y salidas ambientalmente relevantes
de un sistema de producto.
•
ISO 14042 “Evaluación del ciclo de vida-Evaluación de impacto”: Provee guías
sobre la fase de evaluación de impacto ambiental de la LCA.
•
ISO 14043 “Evaluación del ciclo de vida-Evaluación de mejoras”: Apuntado a
mejorar el desempeño ambiental total de los sistemas de producto.
- La certificación bajo normas ISO 14.000
La mayoría de las organizaciones, además de implementar un EMS, busquen la
certificación de su conformidad con ISO 14001. Un método para certificar conformidad
228
con una norma es a través de una declaración de conformidad de un proveedor o
cliente. Sin embargo, para que la certificación tenga validez global el utilizar auditorías
de terceras partes será la opción más conveniente. En el proceso de certificación, el
tercero en cuestión - llámese certificador o preferiblemente un organismo de
certificación - examina, evalúa y valida el sistema de gestión ambiental conforme a los
requerimientos de la Normativa ISO 14001:2004. Dicho examen, evaluación y
validación comprende una serie de auditorías (realizada por auditores profesionales y
acreditados) para verificar conformidad. Una vez que la organización solicitante
aprueba las auditorías se recomienda para certificación. La organización recibirá
formalmente un certificado emitido por el organismo de certificación habilitado,
quedando la organización registrada al esquema de los requisitos núcleo de la serie
ISO 14000 (llámese específicamente ISO 14001) o equivalente nacional.
La acreditación es el proceso mediante el cual un acreditador autorizado establece
que un organismo de certificación o registrador de sistema de calidad reúne todos los
requerimientos preestablecidos y que es competente para realizar auditorías de
registro. El propósito de acreditar auditores es el de mantener la integridad y disciplina
en el esquema de registro. Los auditores acreditados se emplean o contratan por
empresas de registro para auditorías de tercera parte. Dichas entidades están
acreditadas por una Junta Nacional, usualmente con enlace al Gobierno y por ende a
la Organización Internacional para la Normalización.
ISO, a través de su Comité de Evaluación de Conformidad (CASCO, por su siglas en
inglés), publica guías específicas para el proceso de acreditación de registradores; las
cuales son utilizadas por el organismo de acreditación para investigar las calificaciones
de un oficial que busca su acreditación. El CASCO, creado en 1985 como sucesor del
Comité de Certificación, tiene la función de: i) estudiar los medios para evaluar la
conformidad de productos, procesos, servicios y sistemas de calidad con normas o
especificaciones técnicas apropiadas; ii) Preparar guías internacionales relativas a las
229
pruebas y certificación de productos procesos y servicios y la evaluación de los
sistemas de calidad, laboratorios de prueba, organismos de inspección y organismos
de certificación y su operación y aceptación; y iii) Promover reconocimiento y
aceptación mutuos de sistemas de evaluación de conformidad nacionales y regionales
y el uso apropiado de normas internacionales para pruebas, inspección, certificación,
evaluación y propósitos relacionados (Cascio, Gayle y Mitchell, 1996).
El esquema así dispuesto, ofrece credibilidad al protocolo de registro, dando
reconocimiento a nivel internacional.
- Las normas ISO 14000 y su relación con otras normas ambientales
Existen otras normas ambientales que puede considerarse que compiten con ISO
14000, como son la Norma Británica 7750 (BS 7750) y el Reglamento EcoManagement y Programa de Auditoría (EMAS). La primera de ellas ya era aplicada
cuando el SAGE deliberaba sobre la necesidad de desarrollar normas de
administración ambiental de carácter internacional. Es más, el borrador de la norma
BS 7750 fue tomado como modelo para el trabajo posterior de SAGE.
Por su parte, la norma EMAS – desarrollada por la entonces Unión Europea – siguió
también el desarrollo de la norma BS 7750. Tanto la BS 7750 como la EMAS son
normas de sistema total; es decir que su aplicación no requiere prácticamente de
ningún reglamento adicional. Adoptan un enfoque de proceso y desempeño a la
administración ambiental. Es decir, que adoptan los elementos clave definidos en ISO
14000, pero van más allá, incluyendo otras especificaciones para una mejoría
constante del desempeño ambiental, la comunicación de metas y logros al público y el
mantenimiento de registros ambientales comprensivos (Cascio, Gayle y Mitchell,
1996). Específicamente, el aspecto de mejora constante del desempeño ambiental es
230
sustancialmente diferente al de ISO 14000; ya que la organización debe llevar un
registro detallado de contaminantes o emisiones realizadas al medio y mejorar su
performance, sin importar si ya está en pleno cumplimiento de las leyes aplicables. Es
decir, que estas normas – a diferencia de ISO 14000 – establecen un requisito de
mejoría real, y constante sobre el desempeño ambiental; lo cual excede el ámbito de
trabajo impuesto por el TC 207. Un análisis comparativo detallado entre las normas
ISO 14000, ES 7750 y EMAS puede verse en la tabla 19.
Más allá de la mayor rigurosidad de las normas ES 7750 y EMAS, la serie ISO 14000
goza de una mayor difusión internacional. Además, su esquema se limita a normas de
control de proceso que complementa las propias leyes y reglamentos de un país; sin
que eso implique que no puedan aplicarse localmente exigencias superiores como las
establecidas en las otras dos normas en cuestión.
- Ventajas de la adopción de normas ISO 14.000
Diversos autores sostiene que a nivel mundial miles de empresas pongan en práctica
el sistema ISO 14000 en los próximos años, lo cual se convertirá en un factor clave
para el desarrollo económico y la promoción del comercio internacional; ya que su
implementación ayudará a mejorar el desempeño ambiental de los países productores,
a impulsar el comercio y a eliminar barreras comerciales, y finalmente se establecerá
un consenso de la necesidad de administración ambiental de las organizaciones
(Cascio, Gayle y Mitchell, 1996; Viglizzo, 2001 b). Específicamente, como normas de
consenso internacional, los documentos ISO 14.000 servirán para unificar criterios
hacia el eco-etiquetado, la administración ambiental, y la evaluación del ciclo de vida;
ayudando a borrar las barreras comerciales (Cascio, Gayle y Mitchell, 1996).
231
Este punto es sumamente trascendental en un contexto donde permanentemente se
pregona el libre comercio y a la vez crecen las barreras parancelarias que entorpecen
el intercambio, muchas de las cuales tienen un maquillaje de estar justificadas por
cuestiones ambientales. Sin embargo, si bien la existencia de normas de consenso
internacional ayudará a poner en evidencia estas deshonestas prácticas comerciales,
no asegura su eliminación o su transformación hacia nuevas barreras menos
evidentes.
TABLA N° 19: Comparación de las normas ISO 14001, BS 7750, y EMAS.
232
En segundo lugar, la difusión de normativa ambiental en el plano internacional, servirá
para la toma de conciencia de muchas organizaciones de incluir en la gestión de la
empresa al impacto de la actividad en ambiente.
Además de razones clásicas de sustentabilidad, protección ambiental y estimulo al
comercio, las empresas que certifican o registran sistemas de gestión ambiental toman
ventaja en la gestión mercadotécnica y/o adquieren una posición ventajosa en los
mercados. Es decir, que es esperable que aquellas empresas que deciden
incorporarse voluntariamente al sistema ISO 14000 tendrán un reconocimiento social y
un beneficio actual o potencial en el aspecto comercial; o simplemente, la normativa
ISO pasará a ser una precondición que habrá que satisfacer para cerrar un negocio o
transacción comercial en los mercados más sofisticados (Viglizzo, 2001 b). Dicho en
otros términos, es una herramienta para que las externalidad negativas o positivas
sean incluidas en los costos o los ingresos contables, respectivamente; lo cual, en
definitiva, es el estímulo más de mayor importancia en la vida de las empresas y que
puede cambiar conductas productivas.
Además, muchas empresas ya requieren de sus proveedores evidencia y resultados
que demuestren responsabilidad ambiental en los servicios y los productos
suministrados. En este sentido, la normativa ISO 14000 es una poderosa herramienta
para poder demostrar que se trabaja bajo estos lineamientos.
Sumado a ello, el antecedente de la normativa ISO 9.000, con su amplia y exitosa
difusión, marca un punto de apalancamiento en el lanzamiento de la línea ISO 14.000;
siendo un respaldo de gran apoyo que la posiciona en ventaja respecto a otras
normativas similares.
233
En definitiva, todo indica que con una población de 6.000 millones de habitantes, con
tendencia al crecimiento en el corto y mediano plazo, la implantación de sistema de
gestión ambiental en las empresas con base en normativas internacionales – como
ISO 14.000 - se convertirá en la norma y no la excepción; siendo un requerimiento
indispensable para algunos, competitividad para otros y supervivencia para la mayoría.
- Limitaciones y críticas hacia las ISO 14.000
La normativa ISO 14000, si bien puso en la mesa de discusión la problemática
ambiental, ayudando a la toma de conciencia sobre la importancia de incluir a la
gestión ambiental como parte de la gestión estratégica de la empresa, más que
solucionar los problemas ambientales, muchas veces los “maquilla” (Nieto, 2002;
Montero, 2003; Viglizzo, 2001 b). La serie 14000 solo da lineamientos mínimos para el
establecimiento de un Sistema de Gestión Ambiental estructurado y no establece
requerimientos específicos y de basamento científico que aseguren un estándar
mínimo de perfomance ambiental. Es más, la propia normativa afirma que el atender
todos los requerimientos del estándar no garantiza un desempeño ambiental óptimo
(ISO,1996). En la práctica un establecimiento que conoce sus emisiones y posee un
plan de mejora definido, está en mejores condiciones de cumplir los requisitos de la
norma, que otra que no emite, pero que no monitorea formalmente sus emisiones
(Viglizzo, 2001 b)
Además, si bien la norma hace mención a la prevención de la contaminación, la propia
definición no hace énfasis a la minimización en la fuente, si no que envuelve técnicas
de control de polución como parte de mecanismos de prevención: “Prevención de la
Polución: uso de procesos, prácticas, materiales o productos que eviten, reduzcan o
controlen la polución, en lo que puede incluirse reciclado, tratamiento, cambios de
procesos, mecanismos de control, uso eficiente de recursos y substitución de
234
materiales (ISO,1996). Es decir, que el requisito de que la organización considere la
prevención de la contaminación no significa que la organización deba garantizar la
prevención de la contaminación si resultara antieconómica, indeseable, impráctica, o
no alcanzable.
En definitiva, la carencia de una herramienta de basamento científico que permita
verdaderamente evaluar el desempeño ambiental se convierte en la principal limitante
y crítica de la norma ISO 14000.
- ISO 14000 en números
La difusión de la certificación ISO 14001 a nivel mundial refleja la importancia global
que la normativa posee. Con 90569 certificados emitidos hasta el 31 de diciembre de
2004, y una presencia en 127 países confirma su progresión global. Esta cifra
representa un incremento del 37% respecto a 2003, cuando el total de certificaciones
otorgadas llegaba a 66070 con presencia en 113 países. Este último incremento anual
es el más grande desde la implementación de la normativa (Tabla 20 y Gráfico 13 y
14).
Si el análisis se realiza a nivel país se evidencia un claro predominio de Japón, con
19584 certificados, lo que representa el 21,62%; seguido por China con 8862
certificados (9,78%), España con 6473 certificados (7,15%), Reino Unido con 6253
certificados (6,90%), e Italia con 4785 certificados (5,28%) en los cinco primeros
lugares. Luego siguen Estados Unidos, Alemania, Suiza, Francia y República de
Corea, completando los diez primeros lugares.
235
TABLA N° 20: Evolución temporal y distribución geográfica de las certificaciones ISO 14001 a nivel
mundial.
GRAFICO N° 13: Evolución del número de certificaciones ISO 14001 emitidas a nivel mundial en el
período 1999.
236
GRAFICO N° 14: Crecimiento anual a nivel mundial del número de certificados ISO 14001 desde 1999 a
2004.
GRAFICO N° 15: Principales 10 países según el número de certificados ISO 14001 a diciembre de 2004.
Si la información se analiza regionalmente se evidencia un claro predominio de Europa
con 39812 certificados (44%) y Asia del Este con 35960 (39,7%). Es decir que entre
237
ambas regiones congregan más del 80% de las certificaciones. Lejos de esos valores
se sitúa América del Norte con 6743 (7,45%); y más lejos aún con una participación en
torno al 2-3% se encuentran África/Asia del oeste, América central y del Sur y
Oceanía.
Finalmente, estas cifras evidencian el crecimiento que en pocos años ha tenido la
normativa ISO 14000, la cual encuentra un camino allanado por su predecesora,
complementaria y exitosa familia ISO 9000.
4.2. HACIA UNA NUEVA PROPUESTA DE CERTIFICACIÓN EN AGRICULTURA
SUSTENTABLE.
En el apartado 4.2 se presenta una propuesta innovadora de certificación, diseñada
desde una visión conciliadora entre el dilema entre producción y ambiente; intentado
ser un aporte real y concreto en línea con la resolución o atemperación del conflicto.
Se fundamenta la propuesta, abordándose sus justificativos y los beneficios esperados
para el productor agropecuario y la sociedad en su conjunto. Además, se describe el
esquema de certificación, tanto en sus componentes técnicos (buenas prácticas
agrícolas e indicadores de calidad de suelo) como en los relativos al andamiaje
organizacional que sustente el esquema de certificación y el negocio.
4.2.1 Justificación de la propuesta.
La humanidad, se encuentra hoy en un dilema sin aparente solución, entre el
fantasma de una hambruna generalizada – como alguna vez lo predijo Malthus –
por falta de producción de alimentos en cantidad suficiente, o una destrucción de
los recursos naturales necesarios para producirlos. Lo que resulta claro, es que una
238
sobre-explotación de la tierra podría llevar al colapso de las economías mundiales
actuales; siendo el crecimiento demográfico el elemento que impulsa esta situación
(Solbrig, 2004). Por otro lado, la agricultura extensiva histórica y actualmente
estuvo basada mayoritariamente en el paradigma de la labranza; siendo una de sus
externalidades negativas la degradación de suelos, evidenciada claramente por la
erosión y la pérdida de materia orgánica en la mayor parte de las regiones agrícolas
del mundo. Sin embargo, la agricultura de conservación en general y la siembra
directa en particular ofrecen una alternativa productiva que permite mantener los
rendimientos, disminuir los costos, y a la vez impactar sobre el ambiente –
principalmente el sobre el recurso suelo – de una manera menos agresiva. Es decir,
que al estado actual del conocimiento la siembra directa se presenta como una
alternativa real y concreta ambiental y productivamente superadora al sistema bajo
labranzas.
La certificación ambiental del proceso productivo de siembra directa intentará ser un
mecanismo de información resumida y precisa que sea la base para una mejor gestión
agronómica (productiva y ambiental), y a la vez le permitan al consumidor conocer las
características del proceso productivo, a través de conocimientos de basamento
científico que fueron mensurados a campo.
Finalmente, y desde un punto de vista de su coherencia con el contexto actual, la
elaboración de un certificado de agricultura sustentable abarca la mayoría de las
características de la sociedad de la información; estando en consecuencia alineada a
la sociedad actual. Existen varios aspectos que fundamentan esta apreciación:
1. El esquema de certificación propuesto da respuesta a la demanda actual de la
sociedad, basada en el paradigma de las 4E (ethics, environment, economy,
energy) para las actividades humanas.
239
2. El andamiaje organizacional previsto para realizar la certificación ambiental de
siembra directa – al igual que otros sistemas de certificación – considera como
parte fundamental el rol que cumplen empresas de servicios. En consecuencia,
es probable que se genere una oferta de empresas consultoras que asesoren
en como acceder a la certificación; como así también crecerán los servicios de
certificación propiamente dichos. Es decir, que habrá un crecimiento de
actividades terciarias o de servicios; típicas de la sociedad de la información.
3. La implementación de un certificado de las características mencionadas, lleva
implícito un conocimiento específico y experiencia previa en un sistema
productivo innovador como la siembra directa; lo cual implica un desarrollo
diferencial de los recursos humanos involucrados en términos relativos a otros
sectores agrícolas del mundo. El conocimiento y la capacitación serán
herramientas esenciales, lo cual es otra de las características típicas de la
actual sociedad del conocimiento.
4. El sistema de siembra directa, que se propone certificar, es en sí mismo un
nuevo paradigma; un conjunto de prácticas innovadoras, que para establecerse
necesitaron quebrar barreras culturales de resistencia al cambio. La siembra
directa al ser un fenómeno que se dio por focos regionales dentro de Argentina
y también en países vecinos generó la cultura de la siembra directa en el agro
argentino. Esto va en línea con lo que normalmente sucede en la sociedad del
conocimiento con el nacimiento y resurgimiento de nuevas culturas. Además la
certificación en sí misma, es un fenómeno de acercamiento entre productor y
consumidor, lo cual también el un quiebre de barreras culturales entre ambos.
240
5. La siembra directa es un claro exponente del impacto de los cambios y de su
velocidad creciente. En poco menos de dos décadas cambió la agricultura de
Argentina y de buena parte del Cono Sur americano. Por otro lado, y existiendo
claras evidencias de su desarrollo en otros puntos del planeta, el sector
agropecuario argentino tiene la oportunidad histórica de ser pionero en el
desarrollo del certificado ambiental de siembra directa. Caso contrario, se corre
serio riesgo que otro país tome la delantera, perdiéndose la ventaja del
innovador.
6. Respecto a la descentralización de actividades, la experiencia argentina de la
siembra directa como parte del cambio de la agricultura de los últimos años
evidencia esta transformación. En torno a este nuevo sistema productivo han
surgido las más variadas empresas de servicios – pequeñas y medianas – de
servicios profesionales para el agro. Es de esperar que la certificación genere
el estímulo para que nuevas empresas y actividades profesionales de servicio
se desarrollen y prosperen en el medio, con foco y expertise regional.
7. La certificación de proceso de la siembra directa hace hincapié en el plano
ambiental, ya que sus indicadores y listado de Buenas Prácticas Agrícolas
(BPA´s) tienen por propósito mantener la integridad física, química y biológica
del suelo y la minimización de externalidades negativas sobre el ambiente en
general; basado en el conocimiento científico. Por otro lado, la certificación se
hará sobre un sistema productivo que es genuinamente rentable. El centrarse
en aspectos ambientales, por un lado, y el ser genuinamente rentable, por otro,
va alineado con la revalorización que la sociedad del conocimiento hace del
ambiente y del desarrollo.
241
8. El esquema de certificación responde a las win-win strategies típicas de la
sociedad de la información. Bajo esta concepción se espera que la certificación
tenga efectos positivos deseables en la empresa que lo implemente, en el
consumidor del producto (al tener más y mejores alimentos), y en el ambiente
(por una atemperación del impacto del sistema productivo).
Desde una mirada focalizada en la empresa agropecuaria la certificación – con las
BPA´s y los indicadores propuestos – tiene beneficios directos para el empresario,
tanto en la gestión técnica de la empresa como en el negocio. Por un lado, la
certificación involucra necesariamente el uso de registros y de información ordenada;
que junto al relevamiento de los indicadores de calidad de suelo – todos ellos de
basamento científico – se convierten en instrumentos que agregan valor a la gestión
agronómica; la cual se torna más seria, precisa y profesional. Por otro lado, y
analizando la estrategia de negocios de la empresa, el certificado es la herramienta
que permite agregar valor, al internalizar la externalidad positiva que genera la siembra
directa, y transformarla en ingresos. Esto último puede darse, a través de un precio
diferencial para los productos realizados bajo un proceso certificado; o bien por el
acceso preferencial a determinados mercados.
Desde una visión más amplia, y que involucra a la sociedad en su conjunto, la
certificación tiene la doble ventaja de: i) promover la adopción de un sistema
productivo superador – comparado con el reinante, basado en labranzas- y, ii) exponer
a las empresas que lo adopten a una auditoria social del proceso de producción de
materias primas agropecuarias.
En el plano operativo y de implementación del sistema de certificación propuesto se
dan una serie de circunstancias que hacen factible implementar lo en el contexto
actual:
242
1. Internacionalmente, Argentina en general y AAPRESID36 en particular son
vistas como referentes en agricultura de conservación y organización
innovadora y referente de una nueva agricultura, respectivamente. Ello facilita
la interacción con otras organizaciones de Agricultura de Conservación (AC) en
el mundo - ECAF37 en Europa, CAAPAS38 en América, NO TILL ON THE
PLAINS en Estados Unidos, COOPLANTIO39 y FEBRAPDP40 en Brasil,
FEPASIDIAS41 en Paraguay, ASOSID42 en México, AUSID43 en Uruguay,
SOCOSCHI44 en Chile, y WANTFA45 en Australia – las cuales orgánica y
conjuntamente podrán actuar como difusores mundiales del proyecto;
otorgándole proyección global. A ello hay que sumarles los productores de
diferentes regiones del planeta que sin estar organizados en asociaciones
mantuvieron o mantienen un vínculo de relación con AAPRESID; como ser
agricultores de Ucrania, Italia, Portugal, Perú, Canadá, por nombrar algunos
ejemplos relevantes.
2. La siembra directa es un fenómeno de innovación reciente, con gran
introducción en el sistema agropecuario argentino. Ello, junto al desarrollo de
AAPRESID como organización creíble y referente en el plano tecnológico, y al
aporte de instituciones públicas (INTA y Universidades) y privadas de prestigio
(AACREA46, CASAFE47, MAIZAR48, ACSOJA49, ASAGIR50, APROCABOA51,
36
AAPRESID: Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa.
ECAF: Federación Europea de Agricultura de Conservación.
38
CAAPAS: Confederación de Asociaciones Americanas Para una Agricultura Sustentable.
39
COOPLANTIO: Cooperativa de Productores de Siembra Directa (Brasil)
40
FEBRAPDP: Federación Brasileña de Siembra Directa en la Paja.
41
FEPASIDIAS: Federación Paraguaya de Siembra Directa.
42
ASOSID: Asociación de Siembra Directa (México)
43
AUSID: Asociación Uruguaya de Siembra Directa
44
SOCOSCHI: Sociedad de Conservación de Suelos de Chile
45
WANTFA: Asociación Australiana de Productores del Oeste de Australia
46
AACREA: Asociación Argentina de Consorcios Regionales de Experimentación Agropecuaria
47
CASAFE: Cámara Argentina de Sanidad Agropecuaria y Fertilizantes
48
MAIZAR: Asociación Argentina de la Cadena de Maíz
37
243
INPOFOS52, FERTILIZAR53, entre otras) se convierten en el respaldo de
imagen necesario para el posicionamiento y liderazgo de un nuevo esquema
de certificación en el plano nacional.
3. Argentina es un país en el cual el sector agroalimentario concentra una
importante porción de la generación de divisas; con una clara conducta
exportadora de agroalimentos. En consecuencia, un sistema de certificación en
agricultura, iría en línea con la estrategia del sector - sin que signifique ir en
desmedro del desarrollo de otro sector de la economía nacional – ayudando a
generar una “Marca País” en el contexto global.
4. Existen experiencias previas exitosas en la implementación de esquemas de
producción relacionados a la producción primaria, lo cual es un antecedente de
trascendencia, y asegura un cierto grado de conocimiento en el consumidor
respecto a los sistemas de certificación de productos y procesos en actividades
primarias, relacionadas con el uso de recursos naturales.
5. Existen tanto los conocimientos científico/técnicos para el uso práctico de
BPA´s e indicadores de salud de suelos, desarrollados por organismos de
investigación públicos de prestigio reconocido nacional e internacional; como
así también aquellos conocimientos de management y negocios necesarios
para montar el sistema de certificación.
6. Se evidencia un interés creciente en los problemas ambientales asociados a la
producción primaria de alimentos (paradigma de las 4E), dentro de los cuales
49
ACSOJA: Asociación Argentina de la Cadena de la Soja
ASAGIR: Asociación Argentina de la Cadena de Girasol
51
APROCABOA: Asociación de Productores de Carne Bovina Argentina
52
INPOFOS: Instituto del Fósforo y la Potasa
53
FERTILIZAR: Fertilizar Asociación Civil.
50
244
se destacan los referentes al recurso suelo (Doran & Parkin, 1994; Bezdicek et
alt, 1996; Cameron et al 1998; Doran et al, 1998). Es decir, que muchos de los
indicadores de sustentabilidad ambiental, apuntan a medir la evolución de la
salud o calidad edáfica; y ellos precisamente serán los utilizados en el
esquema de certificación propuesto.
7. A
nivel
empresarial
agropecuario,
existen
crecientes
demandas
de
conocimientos y tecnologías que permitan hacer una gestión agronómica y
ambiental más profesional y menos intuitiva. Específicamente, las empresas
tecnológicamente líderes están demandando indicadores de calidad edáfica
que le permitan chequear el impacto de sus prácticas de manejo en el recurso
suelo.
4.2.2 Sistema de gestión de calidad ambiental y productiva en agricultura de
conservación (SGC-AC): Generalidades
El “Sistema de gestión de calidad ambiental y productiva en agricultura de
conservación” (SGC-AC) es un esquema que brinda herramientas para realizar una
agricultura - dicho en términos amplios, e incluyendo a la ganadería – de manera más
precisa y responsable ambiental y productivamente. A través de protocolos de BPA´s
e indicadores de calidad de suelos permite describir y monitorear las acciones y
conductas productivas; permitiendo además certificar el proceso de producción
agropecuaria.
El SGC-AC tiene la doble función o utilidad de:
•
brindar herramientas para una más profesional
gestión agronómica de la
producción agropecuaria; ya que a través del registro ordenado de información
245
y el análisis de indicadores de calidad edáfica brinda nueva información que
agrega valor a la gestión.
•
Mostrar al resto de la sociedad como son los procesos de producción de
alimentos y su impacto sobre el ambiente; permitiendo capturar el valor de la
externalidad positiva que la AC hace sobre el ambiente. Es una manera precisa
y estandarizada de someter a los procesos productivos a una auditoria; que es
esperable que genere utilidades adicionales – mejores precios o acceso
preferencial a mercados al ser reconocida socialmente.
4.2.3 Andamiaje organizacional para la implementación del la certificación.
El SGC-AC propuesto está diseñado como una sub-unidad de negocios de la
Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID); aunque
actuando como un organismo autárquico en la gestión de los recursos. La inclusión del
SGC-AC dentro de la estructura de AAPRESID es un punto clave en la definición y
éxito del proyecto. Ello se debe a que AAPRESID surge a partir de una innovación
tecnológica – como la siembra directa – nucleando a productores innovadores y de
espíritu pionero. A lo largo de su historia (16 años) consiguió reunir a más de 1500
productores agropecuarios, generando una importante masa crítica receptiva de los
avances que la propia organización generó o difundió; incluso más allá de red de
socios. Esta misma masa de empresarios agropecuarios – al percibir a esta iniciativa
como una nueva propuesta de AAPRESID - serán mayoritariamente los demandantes
del SGC-AC y del servicio de certificación. AAPRESID le dará respaldo y confiabilidad
al SGC-AC; actuando como marca paraguas del proyecto.
Del mismo modo, el SGC-AC y su servicio de certificación asociado es una innovación
que le agregará valor a la propia AAPRESID, convirtiéndose en una estrategia de
246
retroalimentación positiva (win-win strategy). El proyecto va totalmente alineado a la
visión y misión de la organización, y al mismo tiempo responde a las necesidades
actuales de sus integrantes, quienes –en última instancia- serán los propios usuarios
del SGC-AC. Posiblemente, este mismo proyecto de gestión de calidad y certificación
carecería de una masa de clientes – al menos en sus instancias iniciales – si se
realizase por fuera de la estructura de AAPRESID. En consecuencia, se considera un
punto estratégico y neurálgico para la implementación del SGC-AC el hacerlo dentro
del esquema organizacional y bajo el paraguas de la marca AAPRESID.
El SGC-CA será una sub-unidad de negocios, interrelacionada con otras áreas en
cuanto a su alineación estratégica, pero independiente en la gestión de los recursos.
Esta concepción del negocio tiene la doble ventaja de ser un estímulo para que el
propio SGC-AC sea autosustentable en el tiempo, y a la vez que el proyecto no
comprometa el desempeño económico de AAPRESID.
La estructura de la sub-unidad SGC-AC contará con la presencia de un Concejo
Directivo independiente responsable de la reglamentación y coordinación de todo el
esquema. El Concejo Directivo propuesto estaría formado por tres personas; una
pertenecería a AAPRESID – representando la visión de los productores en siembra
directa - ; una al sector científico público relacionado a la actividad agropecuaria
(INTA, Universidad o entidad científico/académica similar), y una tercera perteneciente
a una organización ambientalista (Por ejemplo, Fundación Vida Silvestre Argentina).
De esta manera, la dirección tendría un equilibrio entre visiones de la producción, la
ciencia y el ambientalismo; aunque el control y responsabilidad final sería de
AAPRESID (a través de su Comisión Directiva); que en definitiva son los propietarios
intelectuales del sistema. En consecuencia, anualmente esta sub-unidad rendirá
cuentas de sus acciones frente a la Comisión Directiva de AAPRESID, teniendo esta
última la facultad de discontinuar el proyecto, o de remover a cualquier miembro del
247
Concejo Directivo, empleado o prestador de servicios, si así lo considera oportuno;
aunque siempre respetando el balance en su composición.
Al ser, el Concejo Directivo, un equipo reducido de personas le da eficiencia y
celeridad a la conducción. Cada director, por su parte, estaría respaldado por un
comité de apoyo: científico, tecnológico/productivo, y ambiental; actuando en cada uno
de ellos organismos y entidades representativa de los intereses o temáticas
relacionadas. Nuevamente, el hecho de estar AAPRESID como respaldo del SGC-AC
facilita la participación de otros organismos en los diferentes comités de apoyo, dado
el prestigio con que goza la asociación. En este sentido, existe experiencia previa en
AAPRESID
de haber diseñado e implementado esquemas interorganizacionales
exitosos con una lógica de funcionamiento similar a la descripta.
Los directores serán los responsables de la redacción, modificación, actualización y
aprobación de los protocolos de certificación, de la aprobación de las empresas
asesoras en implementación del SGC-AC, como así también de las empresas
auditoras (certificadoras). Los miembros del directorio serán cargos ad honorem y
renovables cada tres años; de manera de no coincidir con la renovación bianual de las
autoridades de la AAPRESID; lo cual asegura la autarquía y la independencia política
de esta sub-unidad de negocio, respecto a la conducción central de la organización.
Por debajo del Concejo Directivo, estará la estructura de gestión y operación,
compuesta por una Dirección Ejecutiva y tres áreas de trabajo: Gestión de datos;
Técnica; Administrativa). Se trataría de una estructura sumamente liviana y flexible;
dónde habría un gerente por área, con personal tercerizado en las áreas de gestión de
datos y técnica. Sólo el área administrativa tendría 2 a 3 personas de apoyo (según
volumen de trabajo) como personal propio. En consecuencia, el staff permanente –
planta permanente de la sub-unidad de certificación de AAPRESID – estaría integrado
248
por 6 a 7 personas: 1 Director Ejecutivo, 3 Gerentes de área, y 2 a 3 empleados en el
área administrativa (según necesidad).
La gestión de datos, área que estaría dirigida por el Gerente respectivo (único
empleado del área en relación de dependencia) se realizaría vía contrato de
prestación de servicios con una empresa de sistemas que brindaría el soporte técnico
(software, hardware y personal); bajo estrictas cláusulas que definan claramente la
propiedad y confidencial de la información y propiedad intelectual del sistema de
certificación.
El Área Técnica, sería la responsable de la gestión e implementación de los protocolos
definidos y aprobados por el Concejo Directivo, y de la definición de la información
agronómica a relevar. Al igual que el Área de gestión de datos, tendrá un solo
integrante en relación de dependencia (el gerente de área); realizándose las tareas de
asesoramiento en implementación del sistema de gestión de calidad productiva y
ambiental a través de empresas de servicios; las cuales deben estar habilitadas por el
Concejo Directivo, previa capacitación en la implementación del protocolo.
El Área Administrativa sería la responsable de los aspectos administrativos, lo que
incluye gestión contable, pagos, cobranzas y calidad. Esta área tendría 3 a 4
empleados - incluido el gerente – todos en relación de dependencia. La diferencia de
tener empleados directos y no tercerizados en esta área radica en que manejan
información contable y financiera clave; requiriendo un alto grado de confiabilidad.
Serán además, los contactos directos con posibles consultas o reclamos de los
clientes o potenciales clientes.
El propio SGC-AC – a través de su Área Agronómica – será responsable de la
capacitación y actualización técnica de todas las empresas que deseen actuar como
249
asesoras en la implementación del SGC o bien como certificadoras. Semestralmente,
se publicará en el sitio de Internet del SGC-AC el listado de empresas habilitadas para
tal fin. Las empresas que deseen ser asesoras en implementación no podrán ser
simultáneamente certificadoras, y vicerversa; lo cual evita conflictos de intereses que
atenten contra la transparencia y credibilidad del sistema. Para realizar las tareas de
capacitación se prevé la participación del Instituto de Capacitación (IC) de AAPRESID;
el cual es un cuerpo ya existente en la estructura de la organización compuesto por
profesionales calificados, con experiencia docente. Desde el punto de vista operativo
interno, el IC le prestará servicios de capacitación al SGC-AC; manteniendo su
independencia en la gestión de recursos económicos. Este esquema permite contar
con personal calificado y alineado a la visión y misión de AAPRESID, sin convertirse
en un costo fijo para el SGC-AC.
Operativamente, si una empresa agropecuaria desea certificar bajo el SGC-AC, tendrá
la libertad de seleccionar a la empresa que la asesorará técnicamente para
implementar los protocolos correspondientes; con la única condición que la empresa
esté autorizada para cumplir su rol. También se le exigirá como requisito a la empresa
agropecuaria que desee acceder a la certificación que sea socia de AAPRESID. De
esta manera, el SGC-AC se convierte, además, en un nuevo mecanismo de captación
de socios, alimentando la estrategia de expansión de AAPRESID.
El esquema se completa con el rol fundamental que realizan los auditores externos
(empresas certificadoras); que en definitiva serán quienes extiendan el certificado en
cuestión. La presencia de un auditor externo, brinda transparencia y credibilidad al
sistema. Las empresas que deseen ser auditores del sistema de gestión de calidad
ambiental y productiva en AC, deberán ser aprobadas por el Concejo Directivo previa
capacitación; no pudiendo cumplir el rol en simultáneo de asesor en implementación
del SGC-AC. Nuevamente, la empresa agropecuaria que decida certificar bajo este
250
esquema tendrá la libertad de seleccionar a la empresa auditora/certificadora;
debiendo estar esta última autorizada por el Concejo Directivo de SGC-AC.
La estructura descentralizadas en Regionales con que cuenta AAPRESID, como todas
las acciones que la asociación realice, serán medios de difusión del SGC-AC;
asegurándose una alineación en el mensaje comunicacional a la misión y visión de la
ONG. En el caso específico de los Grupos regionales, estos se convierten en ejes
clave en el éxito del proyecto; ya que los propios integrantes – quienes son
productores y asesores agropecuarios – serán demandantes de los servicios de
certificación; y al mismo tiempo se convertirán en difusores activos, al ser parte
comprometida con el accionar de AAPRESID.
Una estructura organizacional como la descripta tiene la ventaja de ser liviana y de
bajo costo fijo; sin que por ello se recienta la especialización de cada área ni la toma
de decisiones. Para ello el gerente de área deberá ser un profesional idóneo, de alta
capacitación, y con probada capacidad de gestión orientada a resultados; quien
recibirá una retribución acorde a su responsabilidad y atada a los objetivos del
negocio. Es fundamental también una correcta definición de los derechos de
propiedad, lo cuál se convierte en el eje estratégico del negocio.
Con un esquema como el descripto, los costos de transacción se minimizan y se
acotan las posibles conductas free-rider u oportunistas. El SGC-AC se convierte en
una nueva herramienta estratégica de AAPRESID para continuar con si liderazgo
tecnológico en el sector agropecuario nacional y acrecentando su proyección
internacional.
251
4.2.4 Descriptivo de Indicadores y Buenas Prácticas de Agricultura Sustentable
(BPA´s).
Actualmente existen conocimientos suficientes para confeccionar y utilizar indicadores
que actúen como los monitores y luces de alarma de las principales propiedades del
suelo que se relacionan con su salud, y por ende con la sustentabilidad ambiental de
la producción. Varios indicadores de sustentabilidad pueden brindar un panorama del
comportamiento comparado de sistemas de producción contrastantes, y hacer
inferencias prácticas a partir de ellos (Viglizzo, 2004 a). Los indicadores podrían
reunirse en una especie de tablero de comandos que le permita al productor o asesor
ir monitoreando la evolución del suelo y su salud; pudiendo tener certeza a cerca del
impacto del manejo agronómico.
Sumado a ello, existen fundamentos científicos probados que correlacionan valores de
indicadores de salud del suelo con prácticas agronómicas. El conocimiento de la
evolución de la calidad del suelo con determinadas prácticas agrícolas es necesario
para planificar un uso y manejo sustentable del recurso natural suelo (Morón, 2005).
Esas prácticas, que poseen un fundamento científico comprobable respecto a su
impacto productivo y ambiental debieran ser difundidas mediante esquemas de
extensión a los productores. Así descriptos, estos manejos se acercan al concepto de
Buenas Práctica Agrícolas.
En el SGC-AC está previsto la realización y registro de al menos las siguientes BPA´s:
•
Ausencia o mínimo disturbio del suelo; implementación de siembra directa
continua.
•
Rotación de cultivos con diversidad e intensidad ajustada a la región
agroecológica.
•
Estrategia de fertilización balanceada, con reposición de nutrientes.
252
•
Aplicación de criterios de “Manejo Integrado de Plagas” (MIP), en un marco de
uso apropiado de agroquímicos y envases.
•
Implementación de un registro digital sistematizado de información, que
contiene la secuencia de tareas de manejo agronómico del sistema productivo,
en tiempo real y con posicionamiento georreferenciado.
Además, el SGC-AC implica el seguimiento de indicadores de calidad edáfica, los
cuales darán información de basamento científico sobre la evolución de las principales
características del suelo asociadas a su salud. Los indicadores de calidad de suelo,
que al menos deben evaluarse y registrarse en el tiempo son:
•
Evolución de la materia orgánica y sus fracciones (Balance de carbono).
•
Balance y evolución del nivel de disponibilidad de los principales nutrientes en
suelo.
•
Medición de la Fertilidad física (Índice S)
•
Medición de la actividad biológica.
•
Cobertura de suelo.
•
Índice de Erosión.
Los listados de BPA´s e indicadores serán revisados, actualizados o modificados cada
tres años, siempre bajo fundamentos científicos que avalen la mejora en el cambio;
bajo estricta responsabilidad del Concejo Directivo del SGC-AC. Se promueve así la
incorporación de los avances científicos que en la materia puedan suceder; siendo el
SGC-AC un esquema dinámico y con cierta flexibilidad.
253
4.2.5 Aspectos operativos para la implementación del SGC-AC por parte de una
empresa agropecuaria.
•
Cuando una empresa agropecuaria desee implementar las normas propuestas
por el SGC-AC de AAPRESID, deberá:
•
Seleccionar una empresa de asesoramiento para que le facilite la adopción de
las prácticas y mediciones que el sistema exige. Para que sea oficialmente
reconocida por el SGC-AC la empresa asesora deberá estar debidamente
habilitada para tal fin, figurando en un listado on-line de actualización mensual
en el sitio de Internet del sistema.
•
Acceder a la certificación del SGC-AC. Una vez que haya alcanzado un nivel
adecuado en la implementación del sistema, la empresa podrá optar por
certificar formalmente. Para ello, deberá elegir los servicios de auditoría
externa que le brindarán las empresas certificadoras; las cuales deberán estar
habilitadas para tal fin, figurando en un listado on-line de actualización mensual
en el sitio de Internet del sistema. Antes de ser certificada y adicionalmente a la
implementación y registro de BPA´s e indicadores, la empresa agropecuaria
deberá plantearse objetivos de mejora, a ser realizados en los próximos tres
años. Como requisitos adicionales, y antes de extender el certificado
correspondiente la empresa agropecuaria deberá demostrar – además de los
aspectos estrictamente relativos a la normativa del sistema- el cumplimiento
con las leyes nacionales y el ser socio activo de AAPRESID por un período
superior al año.
•
Una vez certificada la empresa gozará de esta categoría por el lapso de 3
años, figurando el nombre de la razón social en un listado on-line de
actualización mensual en el sitio de Internet del sistema. Pasado los 3 años, la
empresa agropecuaria que desee revalidar su condición deberá recertificar
254
bajo las normas vigentes (última versión disponible), y deberá haber alcanzado
los objetivos de mejora que se había propuesto en el período anterior.
La dinámica de recertificación trianual con compromisos de objetivos a alcanzar
asegura ingresar en un ciclo de mejora continua y a la vez incorporar al manejo de la
empresa los avances científicos en materia agronómica y ambiental.
4.2.6 Limitantes a la implementación del Sistema de gestión de calidad ambiental
y productiva en agricultura de conservación (SGC-AC).
Dentro de las limitantes a la implementación del SGC-AC pueden distinguirse las
endógenas al SGC-AC (incluida la propia AAPRESID), y las exógenas, dentro de las
cuales se diferencian las nacionales y las internacionales.
Limitantes endógenas:
•
Si bien se plantea que el SGC-AC sea una sub-unidad autárquica dentro de
AAPRESID, se requerirá de un aporte inicial de capital para financiar al menos
el primer año de actividad del sistema. Ello implica una decisión estratégica
para AAPRESID, que como ONG autónoma deberá decidir la canalización de
fondos hacia este proyecto, en desmedro de otras actividades; o bien descartar
o diferir en el tiempo la implementación del SGC-AC.
•
En cuanto los recursos humanos necesarios para la capacitación, si bien se
cuenta con un plantel de profesionales idóneos en SD (IC); el mismo no tiene
una formación de equivalente nivel en esquemas de gestión de calidad, lo cual
implicará un esfuerzo de capacitación inicial importante para los docentes.
Limitantes nacionales exógenas al SGC-AC:
255
•
Baja cultura de implementación de sistemas de gestión de calidad en general,
en el sector agropecuario extensivo argentino.
•
Baja disponibilidad de empresas con expertise en siembra directa y gestión de
calidad de manera simultánea.
•
Elevado porcentaje de la agricultura argentina se realiza bajo contratos de
arrendamientos a corto plazo, lo cual no es compatible con la implementación
del un SGC que demanda visión de mediano plazo.
•
Economía informal importante en mercados de granos, carne y contratos de
arrendamientos que no es compatible con sistemas de gestión de calidad.
•
Esquemas tributarios discriminatorios hacia el sector agropecuario en su
conjunto, que quitan importante fracción de la renta que podría ser destinada
parcialmente para la implementación de SGC.
Limitantes internacionales exógenas al SGC-AC:
•
Escasa evidencia en el mercado mundial de commodities en diferenciación
positiva de mercaderías (precio o acceso preferencial a mercados).
•
Baja difusión de información global entre los consumidores sobre los
beneficios de la AC y de la SD en particular.
•
Percepción negativa en buena parte de los consumidores sobre algunas
tecnologías utilizadas dentro de los sistemas de AC (biotecnología,
agroquímicos, y fertilizantes).
•
Probabilidad que el SGC-AC se convierta en una barrera para-arancelaria en
importantes mercados de commodities agropecuarios (ej. Unión Europea).
256
4.2.7 Diagnóstico de situación para la implementación del SGC/AC
En este apartado se analizan minuciosamente los factores internos (fortalezas y
debilidades) y los externos (oportunidades y amenazas) que influyen en el desempeño
de la implementación del SGC/AC. Para ello se considerarán las fortalezas,
debilidades, oportunidades y amenazas consideradas estratégicas y prioritarias
respecto al sistema; asignándole a cada una, una valoración ponderada de su
impacto, a través de la Matriz EFI (Evaluación de Factores Internos), y EFE
(Evaluación de Factores Externos). El resultado final es la construcción de una matriz
FODA que ayude a diagnosticar la situación del SGC/AC.
Para la confección de ambas matrices se utilizó como fuente encuestas no
estructuradas dirigidas a referentes de AAPRESID (24 miembros de comisión directiva
y 25 presidentes de regionales).
Para la cuantificación de la influencia de cada factor se tomarán a los internos por un
lado, y a los externos por otro. En cada uno de estos dos grupos se establece una
escala de 0 a 5; siendo 0 una valoración del factor (interno o externo) muy débil y 5
una valoración de factor (interno o externo) muy alta.
En cada grupo se obtendrá un valor general de la importancia de los factores (internos
y externos); el cual permitirá ubicar a los factores en una matriz FODA, ubicando en
que cuadrante está posicionado el SGC/AC. Este ejercicio es una importante
herramienta para realizar un diagnóstico de la situación del proyecto.
Considerando la valoración de los factores internos y externos y ubicándoles en la
matriz FODA se evidencia que el proyecto de SGC/AC se ubica en el cuadrante I
(Figura 9).
257
TABLA N° 21: Listado de factores internos (fortalezas y debilidades) del SGC/AC propuesto.
Fuente: Elaboración propia
TABLA N° 22: Listado de factores externos (oportunidades y amenazas) del SGC/AC propuesto.
Fuente: Elaboración propia
258
FIGURA N° 9: Matriz FODA para el SGC/AC propuesto.
Fuente: Elaboración propia
Referencias por cuadrante:
I - Situación positiva que debe ser mantenida y aprovechada
II - La organización debe trabajar para revertir las debilidades
III - Se deben planear acciones para evitar la influencia negativa
IV -Situación negativa que requiere un profundo replanteo interno
La ubicación en el cuadrante I arroja un diagnóstico general de situación positiva y
favorable para el desarrollo del proyecto. Sin embargo, un análisis más minucioso
arroja aspectos interesantes a ser considerados.
Respecto a los factores internos la situación es favorable, ya que el SGC/AC está bien
posicionado en este sentido. La fortaleza institucional de AAPRESID y su imagen y
259
relaciones establecidas en la sociedad argentina, posicionan le dan un gran respaldo
al proyecto. Por otro lado, las debilidades inherentes al SGC/AC no son irreversibles;
es más aparecen como factibles de mejorar y revertir.
En el plano de los factores externos, si bien la situación aparece como favorable
(valoración superior a 2,5), las amenazas son importantes. Es decir, que
oportunidades y amenazas están casi balanceadas en su impacto en el proyecto, lo
cual genera cierta incertidumbre. Por lo tanto, sería importante crear estrategias para
revertir o neutralizar la influencia negativa del entorno sobre el proyecto; potenciando
las oportunidades presentes.
4.2.8 Análisis económico y de sensibilidad del negocio asociado al SGC-AC
Para que el SGC-AC sea una realidad concreta es necesario que sea sustentable
económicamente; es decir, que la propia gestión de sistema genere los recursos para
su mantenimiento, sin comprometer la economía de AAPRESID.
En este apartado se describe el negocio asociado al SGC-AC, mostrando ingresos,
egresos y resultados esperados en un año con el sistema estabilizado; analizando
diferentes escenarios, y viendo en consecuencia la sensibilidad del negocio y los
puntos de equilibrio para cada escenario. También se presenta un esquema de la
evolución prevista del negocio desde su inicio y hasta la estabilización.
- Descripción de supuestos y escenarios
El negocio asociado al SGC-AC está diseñado para que tenga un componente de
egresos, compuesto por costos fijos (CF) relativamente bajos y costos variables con
un mayor peso relativo en los costos totales. Dentro de los costos fijos (CF) se
incluyen las remuneraciones fijas a los empleados del sistema, y los gastos mínimos
260
de funcionamiento. En los CV se incluyen: i) la retribución a la empresa de sistemas, la
cual tendrá un ingreso relacionado al número de hectáreas dentro del SGC-AC; ii) la
retribución al Instituto de Capacitación (IC), la cual se prevé en el 50% del ingreso
percibido por el SGC-AC por este servicio; iii) los gastos de difusión, que están
previstos como un porcentaje del ingreso total; y iv) la retribución variable al personal
del SGC-AC, que está atada al ingreso total.
Respecto a los ingresos están previsto tres tipos: i) Ingresos por cobro de tasa de
asesoramiento en la implementación del SGC-AC, el cual está pensado en el
equivalente en pesos a 5 kilogramos de soja por hectárea asesorada; ii) Ingreso por
cobro de tasa de certificación de la implementación del SGC-AC, la cual está prevista
en el equivalente en pesos a 2,5 kilogramos de soja por hectárea asesorada; y iii)
otros ingresos, compuestos por una retribución por cursos de capacitación,
matriculación anual de empresas asesoras y certificadoras, y subsidios recibidos.
Se aclara que uno de los supuestos del proyecto es que del total de hectáreas que
soliciten ser asesoradas para la implementación del SGC-AC sólo el 75% accederá
finalmente a la certificación. Ello se debe a que se estima que un porcentaje de
empresas agropecuarias no estarán en condiciones de superar el estándar mínimo
requerido por el sistema, o bien abandonen el sistema.
Tanto el ingreso por asesoramiento, como por de certificación es una regalía que
AAPRESID le cobra a la empresa agropecuaria en recompensa a la propiedad
intelectual del sistema de gestión desarrollado. Por tanto, cualquier empresa
agropecuaria que desee ser asesorada y certificada tendrá un costo anual total de
asesoramiento y certificación del equivalente a 8,5 kilogramos de soja por hectárea,
más el pago al servicio de asesoramiento que le cobre la empresa asesora y
certificadora; estimado en 1,5 a 2,5 kilogramos de soja por hectárea. Ello hace un
261
costo total para la empresa agropecuaria que desee certificar bajo este sistema
equivalente en pesos al valor de 10 a 11 kilogramos de soja por hectárea. De los 8,5
kilogramos de soja que AAPRESID recibe por hectárea certificada, le quedarán 7,5 (5
en concepto de regalía por asesoramiento, y 2,5 por certificación); en tanto que el
valor en pesos del kilogramo restante será la retribución que reciba la empresa de
sistemas asociada a AAPRESID en el proyecto.
- Resultado esperados.
En este apartado se describen los resultados económicos esperados y su variación
frente a diferentes escenarios. Las variables que se consideran para plantear los
diferentes escenarios son: número de hectáreas asesoradas y certificadas (guardando
siempre la misma relación entre ellas), y el precio de la soja. En el cuadro III presentan
de manera pormenorizada la composición de ingresos, egresos y resultados para la
situación considerada de factibilidad más probables, en un año estabilizado.
262
TABLA N° 23: Descripción de composición de ingresos, egresos y resultado del SGC/AC en el escenario
más probable en un año estabilizado. (Supuestos: 1) Hectáreas asesoradas: 1.000.000; 2) Hectáreas
certificadas: 750.000; 3) Precio de la soja: 500 $/Tn.
Fuente: Elaboración propia
La tabla 23 muestra los resultados esperados para un año estabilizado, y para un
escenario considerado de medio y con elevada probabilidad de ocurrencia, teniendo
como supuestos los siguientes valores de variables: 1) Hectáreas asesoradas:
1.000.000; 2) Hectáreas certificadas: 750.000; 3) Precio de la soja: 500 $/Tn. Con un
263
esquema como el descripto, el SGC-AC tiene un egreso esperado anual (CT)
levemente superior al millón de pesos, con una composición 60/40 entre CV y CF,
respectivamente. Por su parte, los ingresos son de 3,5 millones de pesos; lo cual da
un resultado positivo de 2,5 millones de pesos. Es decir, un ingreso de 2,5 pesos por
hectárea que ingrese al sistema.
- Análisis de sensibilidad
La tabla 24 muestra los resultados esperados para el SGC-AC propuesto para en
diferentes escenarios; los cuales quedan definidos por la combinación de 2 variables,
con 3 valores para cada una de ellas (considerados optimistas, medios y pesimistas).
TABLA N° 24: Resultados esperados para el SGC/AC en distintos escenarios posibles, los cuales quedan
definidos por 2 variables y la combinación de sus valores.
Fuente: Elaboración propia
- Puntos de equilibrio
La tabla 25 muestra el número de hectáreas asesoradas/certificadas necesarias parra
que el resultado económico del SGC-AC sea nulo (igual a cero) para los tres
escenarios de precio de la soja analizados.
264
TABLA N° 25: Puntos de equilibrio expresados en hectáreas asesoradas para los distintos valores
considerados de la variable precio, para el SGC/AC propuesto.
Fuente: Elaboración propia
- Consideraciones de la viabilidad económica del proyecto
Del análisis de los resultados esperados y de los puntos de equilibrio para los
diferentes escenarios considerados se concluye que la implementación del SGC-AC
es una alternativa factible de implementar desde el punto de vista económico; ya que
en el escenario más pesimista (200.000 has. y 40$/qq de soja), la rentabilidad es
positiva, y con un margen interesante; máxime si se considera que quien lo
implementa es una ONG (sin fines de lucro). Además, para el precio esperado más
pesimista (40 $/qq de soja), el número de hectáreas para que el resultado sea nulo
(154.000 hectáreas asesoradas y 115.500 hectáreas certificadas) es un valor
considerado fácilmente alcanzable por el SGC-AC.
4.2.9 Conclusiones sobre el proyecto SGC-AC
Del análisis del proyecto denominado Sistema de Gestión de Calidad Ambiental en
Agricultura de Conservación (SGC-AC), se desprende que se trata de una alternativa
válida para ser implementada.
Del análisis de los factores internos y externos que tienen influencia sobre el resultado
del proyecto se concluye que es una posibilidad técnica y de negocios viable. Tanto el
265
diseño del proyecto, su implementación práctica, como así también el análisis
económico, arrojan resultados alentadores para su implementación práctica.
Por otro lado, se considera que este proyecto es sólo factible de implementar bajo el
paraguas de una organización como AAPRESID, y no parecería lógico pensarlo fuera
de la órbita de una organización del estilo.
4.3 RELACIÓN ENTRE LOS CASOS DE ESTUDIO, EL MARCO TEÓRICO Y LAS
HIPÓTESIS DE TRABAJO
En este apartado se realiza una interrelación minuciosa entre el marco teórico
seleccionado, los objetivos e hipótesis planteados en la investigación, y las evidencias
fácticas resultantes del análisis de los tres casos analizados; incluyendo también en la
discusión al SGA-AC54 propuesto. En primer lugar, se discutirán las interrelaciones con
el marco teórico de los agronegocios, la nueva economía institucional (NEI), y las
redes (con su diseño de gobernancia y su encadenamiento). Posteriormente, se hará
foco en la calidad como clave competitiva, relacionando los casos analizados con el
concepto de calidad, su impacto en la empresa agroalimentaria, en función al grupo
estratégico a que pertenezca. Finalmente, se discutirán las relaciones entre los casos
de estudio y el actual dilema entre producción y sustentabilidad, en el marco de un
contexto global caracterizado por la sociedad de la información. Además se discutirá
como juega la siembra directa en este contexto y la utilidad de indicadores para la
gestión agronómica y la elaboración de una nueva propuesta de certificación en
Agricultura de Conservación.
54
SGC-AC: Sistema de Gestión de Calidad Ambiental en Agricultura de Conservación
266
El análisis de las relaciones entre la evidencia que arrojen los casos, con el marco
teórico darán respuesta a las hipótesis y objetivos de trabajo.
4.3.1 Las interrelaciones en el marco de los agronegocios, la NEI y las redes.
La NEI55 toma al hombre tal cual es; considerando al individuo como un agente
maximizador de una función objetiva sujeta a restricción. La NEI sostiene que la
información es asimétrica e incompleta, el hombre posee racionalidad limitada y es
oportunista, todo los cual hace que los costos de transacción sean siempre positivos.
Estos supuestos se corroboran en los tres casos analizados, y principalmente es
evidente en dos de ellos, en la certificación del Forest Stewardship Council (FSC) y en
la certificación orgánica. En el primero, se menciona la necesidad de definir
correctamente los derechos de propiedad respecto a la marca y su uso, como así
también se implementan mecanismos de control de uso de esas marcas para evitar
conductas oportunistas. En el segundo caso, la falta una estandarización homogénea
a nivel internacional en la producción orgánica, junto a vacíos en las reglas de juego,
hace que muchos jugadores tengan actitudes oportunistas de usurpación de derechos
para el bien propio, basada en la mentira y la trampa. Específicamente, es el caso de
agentes que comercializan bajo el paraguas de la marca “orgánico” cuando sus
sistemas de producción y comercialización no responden a los parámetros de estos
esquemas. Estas evidencias corroboran la actitud oportunista del hombre, que obligan
a tomar salvaguardas y controles generando costos de transacción, que siempre son
positivos.
El análisis anterior, permite introducir otro concepto de la NEI y que tiene que ver con
la necesidad de tener instituciones sólidas para que pueda haber un desempeño
económico medianamente eficiente. Específicamente, la definición de los derechos de
55
NEI: Nueva Economía Institucional
267
propiedad en esquemas de certificación es el elemento clave que permite la captura
del valor creado. Analizando los tres casos resulta evidente que la creación de normas
formales y de esquemas de certificación es la herramienta que permite internalizar las
externalidades; siendo un claro ejemplo de que en el plano institucional existen
oportunidades de diseño, generando economías de primer orden.
Al analizar a las instituciones informales - cultura y creencias – aparecen algunas
limitantes para la implementación de un nuevo esquema de certificación basado en
agricultura de conservación (AC). Sucede que la metodología utilizada en la AC – y en
especial la siembra directa – cambian rotundamente con el paradigma reinante en
materia de producción agropecuaria, lo cual lo expone a posibles resistencias. Es lo
que en el marco de la NEI se conoce como “path dependence”. Esta se vislumbra
como la principal barrera para la difusión del esquema de certificación propuesto, en el
corto plazo, ya que este tipo de cuestiones generalmente llevan mucho tiempo para
ser modificadas en la cultura humana.
La NEI propone un segundo grado de análisis, donde el foco de estudio pasa a la
gobernancia de las relaciones contractuales. Así definido, el ambiente organizacional
pone en evidencia que más allá de las reglas de juego formales e informales
(ambiente institucional), los jugadores y sus relaciones importan, y son sujeto de
diseño, dando lugar a las economías de segundo orden. Tanto en los casos
analizados como en la propuesta de certificación de AC, el andamiaje organizacional
resulta clave para el funcionamiento de los distintos esquemas. El articulado en red de
organismos privados (ONG´s y empresas) aparece como un factor común en todos los
casos, siendo la confianza y los valores compartidos el elemento aglutinante y
cohesivo.
268
La red se convierte en un sistema estrictamente coordinado que alineada a una
estrategia de negocios y al ambiente institucional permite interactuar a los jugadores
de los diversos esquemas de certificación, disminuyendo los costos de transacción. La
red aparece como un sistema que combina diferentes estructuras de gobernancia,
permitiendo
la
adaptación
colectiva
de
entidades
autónomas
mediante
un
ordenamiento privado. Dentro de las redes analizadas aparece como relevante el
papel desempeñado por ONG´s (IFOAM, FSC, ISO, AAPRESID) que actúan como
respaldo, imagen y marca paraguas de cada esquema; generando un ambiente que
permite la transacción comercial entre actores con intereses netamente económicos
(empresas).
En todos los esquemas de certificación analizados el ordenamiento logrado es privado,
estando el o los Estados cumpliendo un rol de facilitador, asegurando un contexto de
reglas más o menos claras. En algunos casos, su intervención puntual es decisiva, lo
cual queda evidenciado en el caso de la producción orgánica argentina, cuando el
Estado nacional gestiona la creación de un marco normativo de la actividad. Esa
acción puntual y precisa fue y es clave para que el sistema pueda funcionar;
mostrando a un Estado facilitador que sólo interviene de manera protagónica en
momentos determinados para luego retirarse del protagonismo pleno para cumplir su
rol de garante de la vigencia del estado de derecho.
La gobernancia en redes permite diseña mecanismos que aseguran - a un bajo costo
- que el comportamiento individual de los socios sigue las reglas establecidas para la
acción colectiva. Esos mecanismos son sistemas de control e incentivos. En el caso
de la certificación forestal, es el propio FSC – a través de su Unidad de Negocios de
Acreditación - el que a través de la acreditación y seguimiento controla a las empresas
certificadoras, a las inactivas nacionales, y a sus respectivos estándares. Además, el
269
FSC mantiene un estricto control del uso de la marca de todos los actores de la red
global.
En el caso de la agricultura orgánica los controles a nivel internacional que realiza
IFOAM, si bien bregan por una garantía internacional de calidad orgánica, no son
estrictos ni eficientes; es más, la ausencia de una normativa global homogénea y
unificada es una de las principales debilidades del sistema. En tanto que a nivel
nacional, la existencia de una ley y la responsabilidad del Estado – a través del
SENASA- como organismos de aplicación y control, es el mecanismo de control del
sistema. SENASA es la autoridad de aplicación de la Ley 25.127; teniendo la
responsabilidad de habilitar a las entidades certificadoras, auditar su funcionamiento,
aplicar sanciones, fiscalizar el sistema y el mercado de estos productos para
garantizar la transparencia y eficacia.
En el caso de la certificación bajo ISO 14000, el Internacional Organization for
Standardization a través de un esquema de control basada en la acreditación de
jugadores mantiene el sistema funcional, manteniendo la integridad y disciplina en el
esquema de registro. Los auditores acreditados se emplean o contratan por empresas
de registro para auditorías de tercera parte. Dichas entidades están acreditadas por
una Junta Nacional, usualmente con enlace al Gobierno y por ende a la Organización
Internacional para la Normalización. Además, ISO, a través de su Comité de
Evaluación de Conformidad (CASCO), publica guías específicas para el proceso de
acreditación de registradores; las cuales son utilizadas por el organismo de
acreditación para investigar las calificaciones de un oficial que busca su acreditación.
En el SGA-AC propuesto el mecanismo de control es similar al del FSC estando
concentrado en AAPRESID.
270
En los cuatros esquemas, resultan evidentes los mecanismos de control; sin embargo,
aunque menos notorio también existen los incentivos. En realidad el incentivo está
dado por la creencia de cada integrante de la red de la captura de valor que podrá
lograr por ser parte, y de lo altamente costoso que resultaría caer en conductas
oportunistas.
Otro aspecto sumamente importante en la gestión de redes es la propiedad o
autoridad de decisión sobre los activos estratégicos. Específicamente, la decisión
centralizada respecto de los activos estratégicos y por ende la existencia de un decisor
perfectamente identificado parece resultar necesaria para mantener la coherencia
estratégica en el tiempo; sin embargo, las decisiones operativas así como los
mecanismos de control e incentivo pueden estar descentralizados. El FSC, ISO y
AAPRESID aparecen – cada uno en su sistema – como los decidores sobre los activos
estratégicos. En la producción orgánica, si bien ese rol puede adjudicársele a IFOAM
la carencia de una normativa global le quita poder en esta función. A nivel nacional, en
la producción orgánica, el decidor estratégico es el Estado (a través del SENASA)
como organismo de aplicación de la legislación en la materia.
Un abordaje a un más amplio en la gestión de redes es el propuesto por Lazzarini;
quien integra en un único marco analítico al análisis de cadenas de abastecimientos y
al de redes. Así, desde la visión del análisis de cadenas de abastecimiento identifica
varias fuentes de creación de valor. Una de ellas es la optimización de producción y
las operaciones en la cadena; fuente que sólo reviste alta importancia en el esquema
del FSC, ya que parte de su éxito radica en poder dar una trazabilidad toda la madera
(desde el bosque al mueble). La segunda fuente de valor identificada por Lazzarini et
al (2001), y que es común a los cuatro esquemas de certificación analizados es la
reducción de los costos de transacción, aspecto que ya fue abordado. Finalmente, la
tercera fuente de valor es la captación del mismo en sistemas de asignación de
271
propiedad débiles. Según Lazzarini et al (2001), los innovadores no siempre pueden
captar el rédito que deriva de la innovación, ya que los competidores o agentes que se
encuentran en etapas anteriores o posteriores en la cadena de abastecimiento pueden
beneficiarse con la innovación cuando los sistemas de asignación de propiedad son
débiles o cuando poseen activos complementarios. De los casos analizados el de la
producción orgánica es el que aparece como más débil, ya que la ausencia de una
normativa homogénea provoca vacíos o lagunas legales que estimulan a conductas
oportunistas, haciendo que otros actores capturen valor de manera tramposa; y lo peor
aún se desprestigie la certificación por la existencia de esquemas falsos. En los otros
casos, la correcta definición de los derechos de propiedad permite captura el valor
creado, siendo el mejor caso que lo refleja el de la certificación del FSC.
Lazzarini et al (2001) identifica también otras tres fuentes de valor en la red: la
estructura social, el aprendizaje y las externalidades de la red. Respecto a la primera
de ellas sostiene que las redes densas con agentes muy conectados entre sí y
vínculos fuertes definidos como intercambios relacionales afectivos repetidos facilitan
la confianza, crean normas sociales y en consecuencia promueven la cooperación.
Fenómeno que ocurre en los cuatro casos analizados; destacándose notoriamente en
el caso de la certificación forestal del FSC y en el SGA-AC de AAPRESID. Respecto al
aprendizaje, en los casos del FSC, agricultura orgánica y SGA-AC, grupos autónomos
desarrollan conocimientos en el ámbito local y se especializan en campos específicos,
favoreciendo a la diversidad de conocimiento y generando externalidades positivas
para agentes múltiples a través de la repercusión del conocimiento, generalmente
técnico. En la red asociada a ISO 14000, en cambio, el aprendizaje que mayormente
sucede es la co-especialización del conocimiento, es decir, capacidades exclusivas de
los agentes que participan de un intercambio en particular, como por ejemplo el que
sucede al interactuar una empresa que implementa ISO 14000 y su asesora o
certificadora. La tercera fuente de valor son las externalidades de la red, que sea dan
272
de manera evidente en todos los casos analizados, ya que los beneficios de adoptar
algún tipo de tecnología o contrato aumentan en función de la cantidad de personas
que lo adopten y aumentan por lo tanto los retornos que genera la adopción. El caso
más paradigmático en este sentido es el caso de ISO 14000, tanto por la importancia
que adquiere en la medida que más empresas adoptan la normativa, como por el gran
respaldo y plataforma de lanzamiento que le proveyó la serie ISO 9000; la normativa
más difundida y exitosa de la familia ISO.
La NEI también distingue un tercer nivel de análisis: el ambiente tecnológico, aquel
donde el objetivo es mejorar la productividad y la calidad; dando lugar a las
“economías de tercer orden”. En los tres casos analizado y en la propuesta la
herramienta de la certificación como tal pertenece a este ambiente; apuntando a la
mejora continua, al aumento de la calidad de productos y procesos, a la diferenciación.
El objetivo final del certificado es la captura del valor creado. La redacción de
principios y estándares en el FSC, de protocolos y leyes en la producción orgánica, la
creación de normas en ISO 14000, y la selección de indicadores y armado de un
protocolo de BPA´s en el SGA-AC, constituyen herramientas tecnológicas que generan
economías de tercer orden.
Todo proceso de protocolización y certificación apunta finalmente a la captura del valor
creado. Ello se puede ver reflejado en mayores ingresos por precios diferenciales en el
producto o servicio o por el acceso preferencial o prioritario a determinados mercados.
También puede verse reflejado por la mejora en la performance de la empresa al
adoptar le protocolo, ya sea por aumento de la producción o por disminución de
costos. La certificación en los esquemas orgánicos y del FSC responde principalmente
al primer esquema, ya que logar diferenciar el proceso productivo y el producto,
logrando un diferencial de precio. En cambio, el caso de la normativa ISO 14000 para
gestión ambiental, como la propuesta del SGA-AC logran capturar el valor,
273
principalmente por mejora de la performance de la empresa en su gestión global. En
ISO 14000 básicamente por disminución de costos y en SGA-AC por mejora de la
producción y en menor medida por reducción de costos. Si bien esta clasificación en la
captura de valor por los distintos esquemas no es estricta, marca tendencias
diferenciales según el esquema del que se trate. La diferencia principal radica en que
FSC y orgánicos logran llegar de manera directa al consumidor, ya que el logo de la
certificación está en el producto final; en cambio ISO 14000 y SGA-AC certifican un
proceso de gestión ambiental y producción que no se puede plasmar en el producto
final, no llegando de manera directa al consumidor.
4.3.2 Las interrelaciones en el marco de la calidad.
La calidad puede definirse como conocimiento aplicado a productos, procesos y/o
servicios focalizado en las preferencias y expectativas actuales y futuras del cliente. La
calidad vista como la acción de entes aislados
- personas u organizaciones
individuales - sólo logra resolver o disminuir las des-economías de tercer orden; es
decir, aquellas que operan en el terreno estrictamente tecnológico. Así, todos los
casos analizados – incluida la propuesta del SGA-AC – poseen como herramienta
central y diseño y construcción de protocolos y estándares tendientes a la mejora de la
calidad; hecho que analizado puntualmente pertenece al entorno tecnológico.
Sin embargo, existe una perspectiva más amplia la mejora en calidad, que apunta al
aumento de la productividad sistémica de primer orden, atravesando los entornos no
sólo tecnológico, sino también el organizacional y el institucional. En este caso, la
calidad actúa como factor aglutinante para que el sistema en su conjunto innove. Es
decir, que el deseo de la mejora en la calidad – principalmente asociada a una gestión
ambientalmente responsable en los casos analizados – es el estímulo para que el
sistema reordene las relaciones entre los jugadores, creando también una nueva
274
cultura del negocio. Por ejemplo en el caso del FSC, la necesidad que mejorar la
calidad del proceso de producción y comercialización de madera a partir de bosques
(entorno tecnológico) actúa como detonante para generar una red global (entorno
organizacional), generando un marco legal que regula a la actividad, creando una
cultura del negocio (entorno institucional). Similar análisis puede hacerse en los otros
casos.
Analizando el impacto en la cadena de abastecimiento en su conjunto, el fenómeno es
similar; ya que la calidad es un gran convocante de todos los actores y los reúnen en
torno a los sistemas de aseguramiento de calidad, reduciendo los costos de
transacción y ayudando a construir competitividad. En todos los casos analizados, la
transformación en las relaciones entre los miembros de la cadena que se logra a partir
de la adopción de un sistema de aseguramiento de la calidad, establece una relación
mucho más cercana, con contratos explícitos o implícitos que sería muy riesgoso
romper, por la amenaza de dejar de pertenecer perdiendo los beneficios. Es decir, que
la ganancia experimentada por una conducta oportunista actual será menor que la
sumatoria de beneficios por transacciones futuras. Esto no es más que la generación
de una cuasi-renta como salvaguarda de la calidad. Nuevamente la calidad actúa
como el disparador que permite construir competitividad del sistema, y no sólo mejorar
el desempeño tecnológico de la empresa adoptante.
Más allá de la mejora sistémica, el beneficio de ingresar en el camino de la mejora en
la calidad de procesos, productos y servicios tiene beneficios concretos para la
empresa individual que lo adopte. Sin embargo, la empresa deberá destinar recursos
al mantenimiento de la calidad de su proceso o producto, para mantener la posición de
privilegio en el mercado. Específicamente, en relación comercial con su cliente el
problema principal respecto a la calidad radica en la asimetría de información que
existe entre las partes. Según Arruñada (1998) para resolver el conflicto las partes
275
dedican recursos para salvaguardar el intercambio, produciendo información adicional
que los sitúe en igualdad de condiciones; o bien que asegure que la asimetría de
información no se usará de manera oportunista. En el caso de las certificaciones
gestión ambiental que involucran procesos productivos – como es el caso de las
certificaciones FSC, orgánica, ISO 14000, y SGA-AC – la generación de información
adicional auditable y verificable es la herramienta utilizada. Y ello se relaciona con que
se trata de bienes de confianza; dónde la calidad sólo se conoce a muy largo plazo o
incluso, en el extremo, nunca llega a conocerse. En estos casos, el convencimiento del
cliente es la herramienta más importante. Para solventar la asimetría de información –
como ocurren en los casos analizados - se construyen estructuras organizativas que
ganan economías de escala en términos de reputación y de control de la calidad. Para
cualquiera de los casos analizados la reputación del sistema en su conjunto es la
principal garantía de calidad. El FSC en la certificación forestal, ISO en ISO 14000, y
AAPRESID en el SGC-AC – junto con el grupo de certificadoras acreditadas – ponen
en juego su prestigio y reputación como garantía de la calidad del proceso, producto o
servicios certificado. En el caso de la certificación orgánica, si bien IFOAM brinda su
respaldo y prestigio, el hecho de no haber una reglamentación globalmente
homologada hace que la garantía de algunos productos no sea total; o dicho en otros
términos, la ausencia de un marco institucional sólido hace que aparezcan
comportamientos oportunistas que desprestigian la reputación de otras empresas que
realizan sus procesos de manera correcta. En el caso particular de Argentina, la
producción orgánica cuenta con la garantía de calidad del Estado nacional (a través
del SENASA) resolviendo localmente la cuestión.
276
- Calidad y grupos estratégicos en los agronegocios
En los agronegocios existen dos grandes grupos estratégicos, los commodities y las
especialidades. La tendencia creciente que define la reingeniería de los agronegocios
de especialidades es la innovación permanente y la mejora continua de la calidad para
el cliente; en tanto, que en los commodities es la des-comoditización, es decir,
transformarse en "commodities a medida" o en el caso extremo a especialidades. En
ambos grupos estratégicos la reingeniería de los agronegocios utiliza dos
herramientas para comunicar la diferenciación de la especialidad o la tendencia a la
descomoditización en un commodity: la propiedad intelectual y los sistemas de
aseguramiento y certificación de la calidad.
En los casos analizados se encuentran diferentes situaciones si se lo analiza desde
esta perspectiva. Por un lado, los esquemas de certificación orgánicos y del FSC
posicionan a sus productos como especialidades. Si bien lo que garantizan es la
calidad de un proceso productivo, logran llegar con la certificación (sello) al producto
final. Por lo tanto, un mueble construido bajo el esquema del FSC o un alimento
orgánico, si bien pueden ser técnicamente similares a sus pares elaborados bajo
sistema convencionales sin certificación, logran diferenciarse y capturar el valor
creado, a partir de tener el sello distintivo en el producto final, que se convierte en una
especialidad. Sin embargo, existe una diferencia a favor del esquema FSC que la
protección de la marca por propiedad intelectual.
Por otro lado, tanto la certificación ISO 14000 como el esquema propuesto del SGAAC, son esquemas que garantizan y certifican un proceso, sin que el sello llegue al
producto final. En consecuencia, la captura de valor es en el mejor de los casos más
difícil. Como diferencia, mientras que la ISO 14.000 puede aplicarse para la
producción de commodities como de especialidades, el SGC-AC está inicialmente
277
conceptualizado para commodities agropecuarios; aunque no es restrictivo. En este
caso, el esquema de aseguramiento de la calidad tratará de transformar al commodity
– soja, trigo, maíz, girasol, sorgo, carne, entre otros – en un “commodity a medida”,
pudiendo capturar el valor creado con un sobreprecio o bien con acceso preferencial a
determinados mercados. En ISO 14000 la certificación puede ser una herramienta más
que ayude a diferenciar a la especialidad – en caso que se aplica a este grupo
estratégico -; o bien, colaborará a diferenciar a los commodities.
- Gestión de la calidad ambiental en el sector agroalimentario
La diferenciación de productos es una variante cada vez más utilizada por los
mercados para materializar el compromiso de cumplir con las exigencias planteadas
por los consumidores actuales. Es un mecanismo de captura y generación de un
nuevo valor agregado para bienes e insumos agropecuarios (Malvicino,1998). Todos
los casos analizados apuntan en esta dirección, siendo ejemplos claros de la
generación y captura de valor en procesos productivos agroalimentarios o
relacionados a la producción y gestión de recursos naturales. Por su parte, el SGA-AC
propuesto también se orienta hacia este rumbo, siendo factible que sea un esquema
que pueda captura el valor generado por su impacto positivo sobre el ambiente.
Específicamente, la redacción y aplicación de normas, estándares, protocolos surgen
como una opción válida y reconocida para adecuar los productos y procesos a las
demandas de clientes y consumidores a lo largo de la cadena agroalimentaria.
Respecto a la aparición temporal del nuevo esquema propuesto (SGA-AC) cuenta con
la ventaja de hacerlo de manera muy cercana en el tiempo a los primeros esquemas.
En realidad, la gestión ambiental es un fenómeno de los últimos 25 años, siendo
incluso un fenómeno aun más reciente en el rubro agroalimentario, sirviendo de
278
evidencia las fechas recientes de implementación de los esquemas de certificación
analizados. Por lo tanto, el SGA-AC cuenta con la ventaja de haber estado antecedido
por otros esquemas que guardan cierta similitud, lo cual hace que el consumidor ya
esté dispuesto a recompensar estos esquemas.
Por otro lado, el SGA-AC cuenta con la ventaja del innovador al encarar a la gestión
ambiental desde una óptica no abordada hasta ahora, la siembra directa. Las Buenas
Prácticas Agrícolas (BPA´s) implementadas hasta la actualidad aseguran que los
alimentos sean sanos y aptos (inocuos) para el consumo humano; teniendo como
segundo objetivo, la protección del medio ambiente y la salud de los trabajadores. Esto
es así ya que están orientadas fundamentalmente a la producción primaria de
productos que se consumen en estado fresco o con un mínimo de procesamiento, tal
es el caso de hortalizas y frutas. Sin embargo, ninguna de estas BPA´s están
pensadas, para ser implementadas de manera específica en la producción primaria de
commodities agropecuarios. En consecuencia, el SGA-AC sería un esquema pionero
en esta materia, al incorporar dentro de este nuevo enfoque de BPA´s a prácticas
como el no-laboreo, la rotación de cultivos, el manejo integrado de plagas – incluyendo
la correcta gestión de agroquímicos y envases - y el manejo racional de la nutrición
vegetal
y
la
fertilización
edáfica.
Este
nuevo
enfoque
incorpora
en
su
conceptualización el impacto de la práctica en el recurso natural involucrado en el
proceso productivo; en este caso en particular, principalmente el suelo.
4.3.3 Las interrelaciones entre los casos de estudio y el dilema entre producción
y ambiente en un contexto caracterizado por la globalización y la sociedad del
conocimiento.
La globalización es un fenómeno que ha ocurrido en varias etapas de la historia de la
Humanidad, y que actualmente se caracteriza por el gran estado de interacción e
279
interdependencia de todas las economías y culturas del mundo. Una de sus facetas
más importantes, en una visión desde los agronegocios, es la apertura o mayor
permeabilidad de las fronteras, la liberalización del comercio internacional y la
expansión de las comunicaciones. En este sentido, los esquemas de aseguramiento
de la calidad analizados – incluyendo la propuesta de SGA-AC – responden a
necesidades globales de una sociedad cada vez más demandante de información
sobre lo que consume; a la vez que el alcance de los esquemas es global.
El medio ambiente cobra vital importancia en los procesos de desarrollo y –
recíprocamente – la necesidad absoluta de un nivel de desarrollo satisfactorio para
poder alcanzar una conservación dinámica del medio ambiente, de los recursos
naturales y de la biodiversidad. En el sector agroalimentario, la tendencia está
orientada a obtener productos cuyos procesos productivos estén estandarizados y
sean trazables; que sean seguros e inocuos; que mantengan la biodiversidad y que
sean ambientalmente sustentables. Los esquemas de aseguramiento de la calidad,
con foco en aspectos ambientales, intentan abordan este fenómeno; sin embargo, lo
hacen desde ópticas diferenciales, existiendo en los casos analizados al menos tres
visiones: la antropocéntrica; la ecocéntricas; y las intermedias.
Las posturas ecocéntricas aparecen con más fuerza en los esquemas del FSC y de
orgánicos. En ambos casos, si bien se aborda la cuestión de la productividad y la
rentabilidad de la empresa, esta queda en un segundo plano respecto a los aspectos
netamente ambientales o sociales. En el caso del FSC, hay definiciones que avalan
este pensamiento. Por ejemplo, el hecho de prohibir la utilización de organismos
genéticamente modificados o la aplicación del principio precautorio son el reflejo de
una visión más recostada sobre el terreno ambiental, ya que no hay un fundamento
científicamente contundente para prohibir OGM´s; y en su reemplazo se opta por la
presunción de potenciales riesgos. En el caso de orgánicos, la prohibición de OGM´s o
280
de tecnologías basadas en el uso de plaguicidas, incluso a riesgo de perder
productividad – principalmente en escalas productivas grandes -
son evidencias
también de su posición ecocéntrica En cambio, la propuesta del SGA-AC se recuesta
sobre una visión intermedia o conciliadora, dónde las razones para validar o prohibir
cualquier conocimiento o tecnología se basan en la ciencia; eliminándose aspectos
basados en presunciones o potenciales riesgos que al estado actual del conocimiento
no pueden ser validados como ciertos. Específicamente, la Agricultura de
Conservación en general, y la siembra directa en particular, son sistemas integrales de
producción cuyo objetivo es maximizar la producción en un contexto de sustentabilidad
ambiental; incorporando todo conocimiento y tecnología que la ciencia valide. Por su
parte, la normativa ISO 14000 no puede considerarse como perteneciente a cualquiera
de estas clasificaciones, ya que la norma en sí no define un perfil determinado, ni
encasilla a una actividad dentro de una visión determinada. Por el contrario, dentro de
ISO 14000 puede haber esquemas antropocéntricos, ecocéntricos o intermedios,
dependiendo esta definición de la visión de quién implemente el sistema.
Al análisis precendente, debe agregarse otro componente del contexto, que es la
proyección de la demanda futura de alimentos. Como fue mencionando en el capítulo
3, se prevé que en los próximos cincuenta años la población que hoy supera los 6.000
millones de personas aumente al menos en un 50 por ciento; dándose el 90 por ciento
del crecimiento en países de Asia, África y América Latina y el Caribe; que por cierto
son los países de menor poder adquisitivo. Y todo ello en un contexto de degradación
de los recursos naturales, por las tecnologías aplicadas hasta el momento. En este
sentido, esquemas como la producción orgánica o el FSC que basan su estrategia en
un sobreprecio de los productos y en el caso de orgánicos incluso con menor
productividad, parecieran resolver la cuestión ambiental pero no la alimentaria; ya sea
por no aumento de las cantidades, como por el acceso al alimento (debido al mayor
precio). Por su parte, la ISO 14000 no aborda de manera directa el conflicto, ya que su
281
enfoque depende de quién lo implemente. Finalmente, la propuesta de certificación de
la agricultura de conservación (y específicamente de la SD) se acerca mucho más a la
resolución del conflicto. Sucede que este sistema productivo hoy funciona de manera
rentable, productiva, y con un impacto ambiental menor que otras alternativas
conocidas. Es decir, que permite producir cantidades crecientes de alimentos, a bajo
costo y con bajo impacto ambiental; estando abierta a la incorporación del
conocimiento científico que vaya en esta línea. La propuesta de certificación, con su
trasfondo científico de BPA´s e indicadores, es en sí misma una propuesta superadora
para la gestión ambiental; incluso es independiente a la obtención de un sobreprecio.
Esto quiere decir, que puede ser viable de implementar sin la captura de un valor
adicional, ya que las herramientas que brinda para la gestión agronómica justificaran
per se la adopción por parte de los productores. En consecuencia, es un sistema de
producción que apunta a aumentar la productividad (rendimiento), mejorar la gestión
ambiental, incluso en un contexto de no pago de sobreprecios por ese servicio
ambiental.
Por lo tanto, se espera que en un contexto de demanda creciente de alimentos la
siembra directa certificada, y toda tecnología científicamente probada y evaluada
ambientalmente, ayudará al aumento de la cantidad de alimentos producida a al vez
que atemperará el impacto ambiental; sin encarecer los costos productivos. La captura
de un valor adicional podrá igualmente esperarse para aquellos negocios con
economías de alto poder adquisitivo. En síntesis, el SGA-AC se estima que será
factible de implementar con ganancias concretas para la empresa adoptante en
cualquiera de los escenarios planteados por Solbrig, y que fueron descriptos en el
capítulo 3. En cambio, esquemas ecocéntricos si bien prometen solucionar el aspecto
ambiental plantean un enorme interrogante en cuanto a su viabilidad económica y
social, ya que se ve difícil que puedan aumentar la productividad sin uso de tecnología
282
(ej: OGM´s56); y además, la estrategia de precio diferencial deja dudas en un contexto
de crecimiento poblacional en países pobres.
Una de las características más evidentes de la actual globalización es el síndrome de
los ganadores-perdedores; con aumento de las brechas (gaps) entre distintos actores.
Sin embargo, esto no significa que para que unos ganen, otros necesariamente deben
perder; lo que sería una economía de competitividad suma cero. Por el contrario, una
economía con competitividad suma cero debe ser reemplazada por una economía con
creación de valores (win-win). En este sentido, el concepto es también aplicable a la
compatibilidad absolutamente indispensable que debe existir entre desarrollo y medio
ambiente. Por lo analizado anteriormente, pareciera que de los casos presentados
sólo el SGC-AC o un sistema basado en ISO 14000 con orientación “conciliadora”,
podría considerarse dentro de la lógica de las estrategias gana-gana (gana el
ambiente y gana la producción). Por el contrario, los esquemas de orgánicos
parecieran responder a la lógica gana el ambiente y pierde la producción (orgánicos) o
pierde el consumidor (al menos los de bajo poder adquisito) por precios más caros
(FSC).
El segundo elemento – luego de la globalización – que caracteriza al contexto actual
es el advenimiento de la sociedad de la información, aquella de los servicios y de los
conocimientos, y de la organización por redes (Castells, 1996). Ello significa que las
sociedades deben asumir que el valor de los países ya no se puede medir por
hectáreas cultivables, recursos minerales, industrias, turismo. La riqueza de las
naciones se mide, ya desde hoy, por los conocimientos de sus ciudadanos y por la
capacidad de poner estos conocimientos al servicio del desarrollo humano y de la
sociedad. Todos los esquemas de aseguramiento y certificación de la calidad –
aunque con enfoques diferentes – abordan esta problemática y logran adaptarse al
56
OGM´s: Organismos Genéticamente Modificados
283
contexto; y lo hacen a través de esquemas productivos ricos en conocimientos,
apoyados en esquemas de organización en red, y apuntado al desarrollo humano y de
su entorno. Es más, cualquiera de los sistemas de certificación analizadas no son
fenómenos individuales, sino que son el resultado de la interacción en red; lo cual es
típico de la sociedad del conocimiento, caracterizada por la aparición de redes de
conocimiento e innovación.
Otra de las adaptaciones que se mencionan que debe experimentar una sociedad
actual es la de estimular a la creación de empresas profesionales que presten
servicios altamente calificados. Y los esquemas de aseguramiento y certificación de
calidad analizados – incluido la propuesta del SGC-AC – basan su esquema de
funcionamiento en la existencia de empresas profesionales (cuya fortaleza es su
conocimiento experto) que brindan servicios de asesoría o certificación. Del mismo
modo, las empresas adoptantes de los esquemas se vuelven mucho más
profesionales, agregando valor a la producción; a través del aseguramiento de la
calidad ambiental.
Queda evidenciado también que los 4 esquemas de certificación analizados están
basados en un ordenamiento y sistematización de la información productiva, de
manera que sea más accesible y principalmente útil al consumidor o cliente. En
definitiva, los esquemas de certificación no hacen otra cosa que gestionar
conocimientos, un hecho cada vez más común y de agregado de valor en la actual
sociedad de la información.
También es común, en la sociedad de la información, ver al agro ya no sólo como
productor excluyente de alimentos y fibras, sino también como proveedor de servicios
esenciales – principalmente ambientales - para la calidad de vida de una sociedad. Sin
embargo, ello se da en un contexto de mayor exigencia en cuanto a la calidad de los
284
productos; demandando trazabilidad, inocuidad y que se produzca bajo sistemas que
respecten el ambiente. En este sentido, los 4 esquemas analizados apuntan a resolver
estas exigencias. Es más, la estrategia de certificación permite diferenciar a la
producción a partir de intentar internalizar en la ecuación económica las externalidades
positivas sobre el ambiente o los servicios diferenciales brindados por los sistemas de
producción. En otros términos, los esquemas de aseguramiento de la calidad
analizados se orientan a aprovechar las nuevas oportunidades y aperturas para la
conservación, gestión y valorización de la biodiversidad; llegando mucho más allá que
la simple producción de alimentos y fibras. Una evidencia más que refleja la
adaptación de estos esquemas a la actual sociedad global.
4.3.4 Las interrelaciones entre el Sistema de Gestión de Calidad Ambiental en AC
(SGA-AC) y su relación con la siembra directa y el uso de indicadores edáficos.
La siembra directa es un sistema integral de producción que cambio de paradigmas en
la forma de hacer agricultura, logrando acercar y compatibilizar los objetivos de
producción y rentabilidad empresaria, junto con los de conservación ambiental y
aceptación social. Está contenida dentro de lo que se denomina agricultura de
conservación, siendo su máximo exponente. Sin embargo, esta aseveración es
verdadera sólo si se la toma con un enfoque sistémico, integrador y holístico;
incluyendo lo sólo la ausencia de remoción sino también la realización de otras
prácticas agronómicas. En consecuencia, y pensando en su relación con el SGC-AC
propuesto se considera que sólo esta visión integral de la siembra directa calificará
para ser certificable. Por el contrario, aquella mal llamada siembra directa, que se
realice con un enfoque simplista – basado estrictamente en la ausencia de laboreo –
no tendrá las características suficientes para pasar la valla establecida por el protocolo
de BPA´s e indicadores.
285
Considerando su nivel actual de difusión mundial se puede afirmar que el sistema
siembra directa tiene un enorme potencial de crecimiento; contando al mismo tiempo
con la limitante de no ser muy conocida y por otro lado, de ser en muchos casos mal
interpretada (visión simplista). Por lo tanto, la difusión del SGC-AC al reconocer sólo a
la visión sistémica de la siembra directa como la potencialmente certificable ayudará a
la difusión de un concepto certero de esta forma de producción; contando al mismo
tiempo con la gran limitante de su escasa difusión mundial y conocimiento a nivel
consumidor.
Como punto fuerte, el hecho que los principales países exportadores de productos
agropecuarios (EEUU, Brasil, Argentina, y Australia) tengan difundida la siembra
directa en sus territorios es un aspecto que atempera la debilidad anteriormente
mencionada. Como punto débil los principales destinos de esas exportaciones
(clientes) cuentan con escasa difusión y conocimientos de la siembra directa. Sin
embargo, las potencialidades de difusión de la Agricultua de Conservación en general
y la Siembra Directa en particular aparecen como muy promisorios. Sumado a ello,
Argentina como país y AAPRESID como organización – que coincidentemente sería la
entidad impulsora del SGC-AC – son vislumbrados como referentes y líderes en
adopción y difusión respectivamente de siembra directa; estando además sus
miembros – potenciales clientes iniciales del SGA-AC – habituados a la adopción de
innovaciones tecnológicas y organizacionales impulsadas por la ONG.
Como punto distintivo la siembra directa se vislumbra – al estado actual del
conocimiento – como la principal alternativa productiva que compatibiliza los intereses
de mayor producción y mínimo impacto ambiental. En consecuencia, el SGC-AC
basado en siembra directa cuenta con una gran potencialidad de crecimiento y
difusión.
286
Desde el plano científico, existen herramientas actualmente disponibles para medir el
impacto de determinados manejos productivos sobre el ambiente; principalmente
sobre el suelo. Estas herramientas son los indicadores que se propone sean parte
constitutiva del protocolo del SGC-AC. A pesar de ello, y como punto débil puede
mencionarse que falta un consenso a nivel académico de cuales sería los mejores
indicadores, pensando en que permitan monitorear los cambios en recurso suelo.
Priorizar parámetros, relacionarlos con las funciones del suelo y fijar valores críticos en
los cuales se indique qué suelo y que funciones del ecosistema están siendo dañadas
es el excitante desafío de este nuevo campo de la ciencia que está siendo explorado.
En Argentina, específicamente, existen diferentes estudios en esta temática;
correspondiendo todos a investigaciones realizadas por el sector público. Ello se
convierte en un sustento importante para el esquema SGC-AC; dándole transparencia
y credibilidad. Sumado a ello, existen fundamentos científicos probados que
correlacionan valores de indicadores de salud del suelo con prácticas agronómicas; y
precisamente esas prácticas son las que también formarán parte del protocolo de
certificación propuesto.
En síntesis en el plano científico, si bien pueden faltar ajustar algunos detalles y
criterios, están las condiciones para brindar herramientas que permitan medir los
cambios en el ambiente – principalmente edáfico – producto de diferentes esquemas
de manejo. Con lo cual no hay ninguna limitante de conocimiento para implementar el
SGA_AC.
Finalmente, la creación de un certificado ambiental de un proceso productivo agrícola
como el SGC-AC propuesto generaría información, a través de sus indicadores y
enunciado de buenas prácticas agrícolas (BPA), teniendo como horizonte la visión de
287
la necesidad de complementación obligada entre conceptos como biodiversidad,
producción, y sociedad de la información en un mundo globalizado. La certificación
ambiental del proceso agrícola en siembra directa abre nuevas oportunidades para
responder a la actual demanda de producción con mínimo impacto ambiental, siendo
una estrategia de suma positiva (win-win strategies) ya que gana el hombre en
producción de alimentos y gana el ambiente al ser minimizado el impacto sobre los
recursos.
4.3.5 Respuesta a las hipótesis de trabajo
A continuación se responde la hipótesis principal como así también a las secundarias;
evaluándose también el grado de cumplimiento de los objetivos planteados para el
presente trabajo.
Hipótesis principal: “En función a la experiencia productiva de Argentina en siembra
directa el diseño e implementación de un certificado de agricultura sustentable basada
en siembra directa es una herramienta aplicable a las empresas agropecuarias que
permitiría diferenciar la producción”.
El liderazgo de Argentina en siembra directa, junto a una estructura organizacional en
red nucleada en AAPRESID corroboran el poder implementar un certificado que
diferencie este proceso productivo; en tanto, que los casos analizados (FSC,
Producción orgánica, y esquemas ISO 14.000) permiten comprobar que es factible
diseñar e implementar esquemas de certificaron que diferencien la producción,
capturando el valor creado.
288
Hipótesis secundarias:
Hipótesis A: El marco teórico brindado por la Nueva economía institucional y los
costos de transacción resulta adecuado para el estudio y análisis de certificaciones de
calidad en el marco de los agronegocios.
El marco teórico seleccionado (NEI, costos de transacción, y los relacionados a
gestión de cadenas) permitió analizar de manera profunda los esquemas de gestión de
calidad ambiental y certificaciones, en el marco de los agronegocios; siendo una
herramienta válida para este tipo de investigaciones.
Hipótesis B: El diseño en redes es apropiado para la implementación de
certificaciones de calidad ambiental de sistemas productivos, que tengan proyección
internacional.
Todos los casos analizados, corroboran que las redes con distinto grado de
centralidad y jerarquías son estructuras organizacionales adecuadas para el diseño,
implementación y gestión de esquemas de aseguramiento de la calidad certificables.
Hipótesis C: La existencia de indicadores de calidad edáfica de basamento científico,
junto a un conjunto de buenas prácticas agrícolas permite la creación de un certificado
científicamente probado que diferencie esquemas manejo productivo por su diferente
grado de sustentabilidad ambiental.
Hay suficiente evidencia científica que corrobora la existencia de herramientas que
pueden ser utilizadas como indicadores de calidad de suelo. Al mismo tiempo, existen
conocimientos
agronómicas
científicos
con
valores
adecuados
que
determinados
de
vinculan
esos
determinadas
indicadores.
prácticas
Todos
estos
289
conocimientos pueden ser el basamento para diferenciar sistemas productivos en base
a su grado de sustentabilidad ambiental.
Hipótesis D: La certificación de calidad ambiental es un elemento clave que agrega
valor a empresas dedicada a la producción de agroalimentos que lo implementan.
Todos los casos analizados permitieron comprobar que el diseño e implementación de
sistemas de aseguramiento de la calidad de la gestión ambiental, permiten generar y
capturar valor, siendo el certificado la herramienta que hace posible la captura. Sin
embargo, ello será más fácil de implementar cuando el producto certificado llegue al
consumidor final (como ocurre con el esquema de FSC y orgánicos). En cambio, en
esquemas como ISO 14.000 (o en SGC-AC propuesto) la captura es más difícil. A
pesar de ello, todos los esquemas analizados permitieron crear o agregar valor a la
empresa que los implementa. Respecto al grado de cumplimiento de los objetivos
planteados en la investigación podemos hacer el siguiente análisis:
Objetivo principal: Evaluar la factibilidad de implementación de un nuevo certificado
de calidad ambiental para sistemas agrícolas en siembra directa como herramienta de
diferenciación y creación de valor.
Este objetivo se alcanzó plenamente, ya que por un lado, los casos analizados dieron
evidencia
que
el
diseño
e
implementación
de
esquemas
certificables
de
aseguramiento de calidad ambiental permiten diferenciar su producción y agregar
valor. Por otro lado, la siembra directa en particular (ambiente tecnológico), y
AAPRESID con su mega-red de relaciones (ambiente organizacional) permitirán
implementar un sistema como el propuesto (SGC-AC). Queda el interrogante en el
plano institucional, respecto a el grado de difusión que tendrá un esquema como el
propuesto dada la escasa cultura respecto a esta nueva forma de hacer agricultura.
290
Objetivos secundarios:
A) Seleccionar el marco teórico que permita estudiar en su real dimensión la temática
de la certificación en el contexto de los agronegocios.
El objetivo fue cumplido totalmente, ya que el marco teórico seleccionado permitió
analizar a fondo la problemática, permitiendo dar el sustento teórico para dar
respuesta a las hipótesis planteadas.
B) Discutir determinadas certificaciones existentes de calidad ambiental en el marco
de los agronegocios.
Se discutieron a fondo, dentro del marco teórico seleccionando, tres certificaciones de
gestión ambiental muy relacionadas a la producción primaria en el marco de los
agronegocios.
C)
Investigar
y
seleccionar
indicadores
de
sustentabilidad
ambiental,
principalmente edáficos y listado de buenas prácticas que sirvan de parámetros
necesarios para la confección técnica del certificado de agricultura extensiva en
siembra directa.
Este objetivo pudo cumplirse plenamente ya que existen conocimientos suficientes en
al materia; incluso a nivel nacional; lo cual facilita el proceso de creación del
certificado.
D) Discutir si los esquemas de certificación de basamento ambiental agregan valor a
las empresas que lo implementan.
291
El análisis de casos, y específicamente, las estadísticas de difusión mundial y nacional
de los tres esquemas estudiados, son clara evidencia del agregado de valor que la
implementación de esquemas de aseguramiento de la calidad hace sobre las
empresas que lo implementan.
CAPITULO 5: CONCLUSIONES
5.1. Síntesis.
Los estudios de casos analizados contribuyen a dilucidar los aspectos planteados en
las hipótesis principal y secundarias; y simultáneamente plantean nuevos interrogantes
que ponen en evidencia la necesidad de profundizar conceptual y empíricamente
algunos aspectos relacionados a la implementación del sistema propuesto.
El presente trabajo pone en evidencia la importancia de la calidad como factor
aglutinante para la construcción de genuina competitividad; ya que concebida en un
enfoque amplio, la gestión de calidad atraviesa los entornos tecnológicos,
organizacionales e institucionales, tal como los plantea North.
Se rescata también el profundo valor de la organización en red, de sus interacciones
internas y coordinación, y de la importancia de la construcción de capital social, como
ejes fundamentales para el éxito de los esquemas de certificación que tengan un
alcance global. Ello evidencia la importancia de la gestión de los costos de
transacción, y lo clave que resulta su reducción a través de la generación de
economías de primer y segundo orden.
Queda en evidencia también, que la gestión de una empresa de agronegocios no
termina en sus límites formales; por el contrario la gestión de su lugar y jerarquía en la
292
red es fundamental para la captura de valor. En los casos analizados, el pertenecer a
una red, donde la calidad y su certificación actúan como factores aglutinantes, le
permite a cada empresa individual capturar el valor por la mejora en la gestión que
logra, por el acceso a una oportunidad de mejores réditos económicos, y por ser parte
de una red que seguramente le facilitará el acceso a futura innovaciones.
Es para destacar también la importancia relevante que en materia de agronegocios
tiene el impacto de la actividad sobre el ambiente; máxime si se trata de la producción
de alimentos, o de otros productos primarios. Queda en claro que gestionar el impacto
ambiental en las empresas vinculadas a los agronegocios dejó de ser una rareza para
convertirse casi en la regla. Quien así no lo perciba no es que se privará de acceder a
determinados negocios o mercados; sino que corre el riesgo de quedar fuera de
muchos mercados.
Finalmente, y en un plano más filosófico o de visión de la problemática mundial.,
queda en evidencia la existencia de diferentes abordajes respecto al principal desafío
que hoy apremia a la humanidad: como abastecer a una demanda alimentaria
creciente en calidad y cantidad sin afectar el ambiente o mejor dicho con el menor
impacto ambiental negativo. En este sentido, el enfoque que subyace detrás de la
propuesta de certificación ambiental de la agricultura de conservación – y
especialmente de la siembra directa – es de de una visión conciliadora entre ambos
objetivos; correspondiendo a las estrategias gana-gana. Gana el ambiente y gana el
desarrollo. Ese es el principal aporte; el difundir un sistema productivo que ayude a
resolver el conflicto, y que pueda demostrar científicamente – a partir de la certificación
del proceso – que puede hacerlo sustentable ambientalmente.
293
5.2 Limitaciones del trabajo y futuras acciones
La principal limitación del método de investigación de estudio de casos es la validación
externa de los resultados. Una generalización requeriría de procesos de muestreo más
rigurosos acompañados de estudios estadísticos, pero que son imposibles de practicar
en una investigación basada en estudio de casos.
La segunda limitación del método de investigación está relacionada con la
confiabilidad de los datos; ya que la colecta y análisis realizados en un estudio de
casos múltiples es difícil de ser replicada de manera exacta.
Respecto a las acciones futuras que pueden desprenderse a partir de este trabajo
pueden enunciarse dos líneas bien diferenciadas; la primera relacionada a nuevas
investigaciones que pueden surgir, y la segunda referida a la aplicación empírica del
esquema SGC-AC propuesto.
En el primer caso, se podría abordar mucho más en detalle y de manera profunda la
problemática del agregado de valor para una empresa individual que adopte un
sistema de gestión de calidad ambiental en el terreno de los agronegocios.
Específicamente, este es un tema poco explorado en la producción agropecuaria
argentina, principalmente en al producción de commodities. Del mismo modo, pueden
profundizarse los estudios respecto a la gestión de cadenas en los agronegocios,
desde una visión de la calidad como factor aglutinante.
En la segunda línea de acciones futuras, se podría poner en funcionamiento el modelo
propuesto, lo cual en definitiva sería el paso que corroboraría o no en el terreno fáctico
finalmente la hipótesis de trabajo. En definitiva, la economía de los costos de
transacción esquiva hipotéticos ideales e insiste que las comparaciones relevantes son
294
con alternativas factibles, todas las cuales son falibles. Según el enfoque de
remediabilidad, de nada sirve diseñar en el imaginario de las ideas estructuras
organizacionales eficientes, si al querer implementarlas encuentran restricciones a su
implementación. Es decir, que de nada sirve imaginar y diseñar esquemas de
gobernancia superiores al analizado, si luego es imposible implementarlo en el
contexto real de intervención. Ese es el desafío que en terreno fáctico deja abierto el
presente trabajo.
Más allá de las limitaciones, se espera que el presente trabajo sirva para entender de
manera más profunda:
- Cual es la encrucijada que en materia biológica esta involucrada la especie humana,
y cómo se la puede abordar desde los agronegocios.
- El agregado de valor que los sistemas de aseguramiento de la calidad con foco el
terreno ambiental, pueden generar en el sector agroalimentario (específicamente en el
de la producción primaria de alimentos y fibras).
Finalmente, se espera que el presente trabajo sea un agregado de valor para el campo
de los agronegocios y de la gestión de la calidad ambiental.
295
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