Una jurisprudencia progresiva: el reconocimiento del derecho

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Año I Nº 3 Octubre 2006 - Enero 2007
UNA SENTENCIA DE AVANZADA: EL RECONOCIMIENTO DEL DERECHO
FUNDAMENTAL A LA VERDAD
Lilia Ramírez Varela
Sumario: 1. Introducción. 2. El derecho a la verdad y la lucha contra la impunidad. 3.
El contenido del derecho a la verdad.
1. Introducción
El presente artículo servirá para hacer un análisis preliminar de una de las resoluciones
más importantes que dictara el Tribunal Constitucional (TC) durante el año 20041,
mediante la cual reconoce el derecho a la verdad como derecho fundamental. Esta
sentencia2 es relevante no sólo en el Perú, sino que también concita la atención en el
plano internacional, debido a que nuestro TC es uno de los primeros órganos
jurisdiccionales internos que reconoce el derecho a la verdad dentro del catálogo de
derechos fundamentales, cosa rara a nivel del derecho comparado3.
A su vez, la ocasión en que se dictó la misma no pudo ser mejor. En agosto del 2003 se
acababa de presentar el Informe Final elaborado por la Comisión de la Verdad y
Reconciliación (CVR) y, junto a éste, se presentaron ante el Ministerio Público 47
casos, con pruebas e indicios de la comisión de delitos de lesa humanidad, con la
finalidad de ser judicializados4, pues durante los veinte años de violencia éstos habían
quedado impunes.
Tal como lo menciona el Informe Final de la CVR, durante los años de terror “[e]l
sistema judicial no cumplió con su misión adecuadamente; ni para la condena dentro de
la ley de las acciones de los grupos subversivos, ni para la cautela de los derechos de las
personas detenidas, ni para poner coto a la impunidad con que actuaban los agentes del
Estado que cometían graves violaciones de los derechos humanos”5. Es más, el Informe
1
Cf. HUERTA GUERRERO, Luís y BELTRÁN VARILLAS , Cecilia. Jurisprudencia, magistratura y procesos
constitucionales en el Perú. Lima: Comisión Andina de Juristas, 2005, p.21.
2
Caso Genaro Villegas Namuche, Expediente Nº 2488-2002-HC/TC (emitida el 18 de marzo del 2004 y
publicada el 22 de marzo del mismo año).
3
Podemos darnos cuenta de la importancia de esta jurisprudencia al revisar el Informe de este año del
Relator Especial para la Independencia de Jueces y Abogados, el doctor Leandro Despouy, cuando cita la
jurisprudencia peruana para referirse a la dimensión colectiva del derecho al verdad, ver: Informe
E/CN.4/2006/52 (23 de enero del 2006), párrafo 30.
4
Ver respecto al tema: DEFENSORÍA DEL PUEBLO , A dos años de la Comisión de la Verdad y Reconciliación.
Informe Defensorial Nº 97, Lima, 2005; y, DEFENSORÍA DEL PUEBLO. A un año de la Comisión de la Verdad
y Reconciliación. Informe Defensorial Nº 86, Lima, 2004.
5
COMISIÓN DE LA VERDAD Y RECONCILIACIÓN , Informe Final, Lima, T. VIII, p. 260.
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llega a indicar que durante el conflicto armando interno “la falta efectiva de
investigación, persecución, captura, enjuiciamiento y condena de los responsables de las
violaciones de derechos humanos constituyó el rasgo fundamental que caracterizó la
actuación de la administración de justicia”6.
Es en este contexto que la sentencia del Tribunal Constitucional, de marzo del 2004, no
pudo ser más oportuna, pues el caso en cuestión, lamentablemente, es un ejemplo más
del nivel de impunidad que se vivió en el Perú. Así, en la causa, la demandante María
Emilia Villegas Namuche, hermana de la víctima, interpone una acción de hábeas
corpus a favor de su hermano, Genaro Villegas Namuche (estudiante universitario,
desaparecido el dos de octubre de 1992, por miembros de las Fuerzas Armadas),
alegando la violación de los derechos a la vida, al debido proceso, a la legítima defensa
y a la libertad individual; y solicita al máximo Tribunal que el Estado peruano devuelva
con vida a su hermano o, en un última instancia, que informe dónde se encuentran
enterrados sus restos mortales7.
El TC respondió a esta demanda declarando fundado el hábeas corpus y señalando que
María Emilia Villegas Namuche tenía el derecho a conocer las circunstancias en que se
cometieron las violaciones a los derechos humanos de su hermano y, en caso de
fallecimiento o desaparición, el destino que corrió la víctima, ordenando al Ministerio
Público a que inicie la investigación correspondiente.
Si bien esta sentencia contiene un amplio repertorio de temas para analizar8, nosotros
resaltaremos, de manera sucinta, dada la brevedad del espacio, dos puntos que
consideramos de especial relevancia: (i) el uso del concepto del derecho a la verdad para
evitar la impunidad en graves violaciones de derechos humanos, y (ii) el contenido del
derecho a la verdad.
2. El derecho a la verdad y la lucha contra la impunidad
Para entender el nacimiento o descubrimiento —dependiendo de la posición teórica
sobre la naturaleza de los derechos fundamentales que cada uno adopte (iusnaturalismo,
positivismo o realismo)— del derecho fundamental a la verdad, es imprescindible que
se lo relacione con el concepto de impunidad; en tanto que el descubrimiento de muchos
principios y derechos en la rama de los derechos humanos se han debido a la necesidad
de buscar una solución a este flagelo.
En su fundamentación, el TC diferencia dos tipos de impunidad: la normativa, a la que
uno se refiere cuando un texto penal exime de pena a criminales —como en el caso de
las llamadas leyes de autoamnistía—, o la fáctica, cuando los culpables utilizan la
violencia para librarse de la sanción (fundamento 5).
6
Ibíb., T. VI, p. 545.
La señora Namuche también solicita, como segunda pretensión, que se anule la condena a cadena
perpetua, realizada en un proceso penal seguido en el Fuero Militar, por el delito de traición a la patria,
emitida en ausencia contra su hermano; sin embargo, la misma no es materia de la sentencia a nivel del
Tribunal Constitucional debido a que ésta si fue amparada por los tribunales ordinarios.
8
Tales como los principios que fundamentan la inclusión (de forma implícita) del derecho a la verdad
dentro del catálogo de derechos fundamentales, la necesidad de adoptar garantías de tutela del mismo y la
figura del hábeas corpus instructivo, entre otros.
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El Tribunal establece que lo sucedido a Genero Villegas corresponde a un tipo de
impunidad fáctica, pues lo que le ocurrió a éste encierra el concepto de la desaparición
forzada, la cual tiene como principal característica la de buscar la impunidad del hecho
delictivo; en tanto la misma supone la ejecución extrajudicial de las víctimas y el
posterior ocultamiento de los cadáveres. A decir de este órgano, la desaparición forzada,
la ejecución extrajudicial y la tortura constituyen hechos crueles y atroces que no
pueden quedar impunes (fundamentos 2 al 4).
El máximo Tribunal coincide con toda una corriente internacional al establecer que el
derecho fundamental a la verdad es un concepto que contribuye a que las violaciones de
derechos humanos no queden impunes (fundamento 20). Ya que, tal como se mencionó
líneas arriba, el derecho a la verdad interesa no sólo en el ámbito jurídico peruano, sino
a nivel del Derecho Internacional de los Derechos Humanos (DIDH).
Esto debido a que, durante un largo periodo, numerosos Estados, sobre todo en los
países latinoamericanos, estuvieron gobernados por dictaduras o seudo democracias que
actuaron por imposición de la fuerza, sin respeto de las minorías y que, en diversos
casos, condujeron a una sistemática violación de los derechos humanos. Estos sucesos
ocasionaron que posteriormente, con el retorno de la democracia y de la estabilidad, el
cómo luchar contra la injusta impunidad se convirtiera en la principal pregunta a
responder por un incontable número de personas y juristas.
En 1997, Juan Méndez indicaba que dentro de los Estados que emergen de épocas de
terror se venía recurriendo a los principios emergentes del DIDH creados debido a la
acumulación de experiencias y a la creciente atención que la opinión pública
internacional está prestando al tema. A decir del autor, dentro de éstos, el derecho a la
verdad surgía como una opción —bajo la naturaleza de principio emergente— de las
nuevas sociedades democráticas para enfrentar el problema de las violaciones masivas y
sistemáticas que ocurrieron en el pasado9.
Lo mencionado por Méndez, se ha visto corroborado por un conjunto de resoluciones a
nivel del Sistema de Naciones Unidas10 y, a nivel del Sistema Interamericano, mediante
la jurisprudencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH).
Así, de manera incipiente, en el caso Velásquez Rodríguez, este tribunal internacional
perfilaba el contenido del derecho a la verdad al mencionar que el “Estado está en el
deber jurídico de prevenir, razonablemente, las violaciones de los derechos humanos, de
9
Cf. MÉNDEZ, Juan, “Derecho a la verdad frente a las graves violaciones a los derechos humanos”, en:
ABREGÚ, Martín y COURTIS, Christian (comps.) La aplicación de los tratados sobre derechos humanos por
los tribunales locales. Buenos Aires: CELS, 1997, pp. 517-540.
10
Véase: Declaración sobre los principios fundamentales de justicia para las víctimas de delitos y del
abuso del poder, Resolución 40/34 (29 de noviembre, 1985); La administración de justicia y los derechos
humanos de los detenidos, Informe E/CN.4/Sub.2/1997/20/rev.1 (2 de octubre, 1997); Principios y
directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones de las normas internacionales de
derechos humanos y del derecho internacional humanitario a interponer recursos y obtener
reparaciones, Informe E/CN.4/2000/62 (18 de enero del 2000); El derecho a la verdad, Resolución
2005/66 (20 de abril del 2005); Estudio sobre el derecho a la verdad, Informe E/CN.4/2006/91 (9 de
enero del 2006); Principios y directrices básicos sobre el derecho de las víctimas de violaciones
manifiestas de las normas internacionales de derechos humanos y violaciones graves del derecho
internacional humanitario a interponer recursos y obtener reparaciones, Resolución 60/147 (21 de
marzo del 2006); entre otras.
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investigar seriamente con los medios a su alcance las violaciones que se hayan cometido
dentro del ámbito de su jurisdicción a fin de identificar a los responsables, de
imponerles las sanciones pertinentes y de asegurar a la víctima una adecuada
reparación”11. Luego, en 1998, en el caso Castillo Páez, este tribunal internacional
señalaba que el Estado peruano estaba obligado a investigar y que la “[l]ey de amnistía
expedida por el Perú […] obstaculiza la investigación y el acceso a la justicia e impide a
los familiares de la víctima conocer la verdad y recibir la reparación correspondiente”12.
Posteriormente, en la célebre sentencia Barrios Altos, la Corte IDH expondría que “el
derecho a la verdad se encuentra subsumido en el derecho de la víctima o sus familiares
a obtener de los órganos competentes del Estado el esclarecimiento de los hechos
violatorios y las responsabilidades correspondientes, a través de la investigación y el
juzgamiento que previenen los artículos 8 y 25 de la Convención [Americana de
Derechos Humanos (CADH)]”13.
La Corte IDH ha seguido reconociendo, en jurisprudencia sucesiva, el derecho a la
verdad14; y esperamos que siga avanzando en la misma. Pero son pocos los tribunales
internos que han llegado a atribuirle el estatus de derecho fundamental 15, observándose,
más bien, que este derecho ha sido tratado como un principio argumentativo más, a fin
de lograr que se investiguen delitos de lesa humanidad y con esto romper la cadena de
la impunidad.
3. El contenido del derecho a la verdad
Sin embargo, el TC peruano ha ido más allá de lo establecido por la Corte IDH y por
tribunales de otros países. Para reconocer el nuevo derecho a la verdad, el Tribunal basa
su decisión en tres normas de la Constitución Política: el artículo 1, que recoge el
principio de la dignidad de la persona humana, el artículo 3, el cual contiene la
denominada cláusula abierta de derechos fundamentales, y el artículo 44 que establece
la obligación estatal de cautelar todos los derechos y, especialmente, aquellos que
afectan la dignidad del hombre.
EL TC ha precisado que el derecho a la verdad tiene dos dimensiones: una individual y
otra colectiva, realizando una corta descripción de cada una. Así, indica que la
dimensión individual del derecho a verdad involucra el conocimiento de las
circunstancias en que se cometieron las violaciones de los derechos humanos o del
destino que corrió la víctima, en caso de fallecimiento o desaparición. Se establece que
su titularidad corresponde a las víctimas, los familiares y los allegados. Teniendo los
11
Corte IDH, Caso Velásquez Rodríguez. Sentencia de 29 de julio de 1988. Serie C No. 4, párrafo 174.
Corte IDH, Caso Castillo Páez Vs. Perú. Reparaciones. Sentencia de 27 de noviembre de 1998. Serie C
No. 43, párrafo 105.
13
Corte IDH, Caso Barrios Altos. Sentencia de 14 de marzo de 2001. Serie C No. 75, párrafo 48.
14
Ver sentencias de la Corte IDH: Caso Bámaca Velásquez vs. Guatemala. Sentencia de 25 de noviembre
de 2000. Serie C No. 70; Caso de la "Masacre de Mapiripán" vs. Colombia. Sentencia de 15 de
septiembre de 2005. Serie C No. 134; Caso Blanco Romero y otros vs. Venezuela. Sentencia de 28 de
noviembre de 2005. Serie C No. 138; Caso Masacre de Pueblo Bello vs. Colombia. Sentencia de 31 de
enero de 2006. Serie C No. 140; Caso Montero Aranguren y Otros (Retén de Catia) vs. Venezuela.
Sentencia de 5 de julio de 2006. Serie C No. 150.
15
La Corte Constitucional de Colombia ha pronunciado algunas relevantes sentencias referidas al derecho
a la verdad: C—228/02, (emitida el 3 de abril del 2002); T-249/03 (emitida el 20 de enero del 2003) y C
—979/05 (emitida el 26 de septiembre del 2005).
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afectados derecho a saber, por lo menos: (i) quién fue el autor del hecho ilícito, (ii) en
qué fecha y lugar se perpetró el crimen, y (iii) cómo y porqué se produjo, aunque haya
transcurrido mucho tiempo de la afectación (fundamento 9).
En tanto, la dimensión colectiva, consiste en el derecho a conocer los hechos o
acontecimientos, injustos y dolorosos, provocados por las múltiples formas de violencia
estatal y no estatal. Teniendo a la Nación como titular de este aspecto del derecho a la
verdad (fundamento 8).
Del mismo modo, el TC le otorga a ambas dimensiones del derecho a la verdad la
naturaleza de imprescriptibles. Según Luis Huerta y Cecilia Beltrán, esta afirmación es
de enorme trascendencia, en tanto se estaría refiriendo a la imprescriptibilidad de las
violaciones de los derechos humanos16. Con todo, es saludable que este criterio haya
sido reiterado nuevamente en jurisprudencia posterior del TC17, pues significa una
ratificación de esta posición en aras de la lucha contra la impunidad.
Extraña, sin embargo, que pese a la existencia de un conjunto de resoluciones a nivel de
la Corte IDH, anteriores al fallo del TC, en las que se declara el contenido del derecho a
la verdad, en su dimensión individual, nuestro Tribunal no las haya mencionado como
jurisprudencia de respaldo18. Sobre todo teniendo en cuenta el grado de vinculatoriedad
que actualmente tienen las decisiones de los tribunales internacionales en el
ordenamiento jurídico peruano y el estatus que le ha otorgado el mismo TC, mediante
su jurisprudencia19.
Por otro lado, hay que resaltar que —siguiendo los criterios vertidos en los votos
razonados concurrentes de los magistrados integrantes de la Corte IDH, Antonio
Cancado Trindade y Sergio García Ramírez, en el caso Bámaca Velásquez— el TC
instituye el carácter colectivo, o general, del derecho a la verdad; cosa que hasta el
momento no ha sostenido la Corte IDH en su jurisprudencia, pero que es de esperar que
produzca una tendencia hacia ello, dada la progresividad de los conceptos que usa este
órgano internacional en protección de los derechos humanos20.
16
Cf. HUERTA GUERRERO y BELTRÁN VARILLAS , op. cit., p. 23.
En el proceso de Inconstitucionalidad interpuesto por la Defensoría del Pueblo contra diversos artículos
del Decreto N.° Ley 23201, Ley Orgánica de Justicia Militar, Exp. Nº 0023-2003-AI/TC (publicada el 30
de octubre del 2004), cit. en Huerta Guerrero y Beltrán Varillas, op. cit., p. 23 (nota 6). Cf. también la
resolución del TC en el caso José Chávez Velásquez, Exp. Nº 1939-2005-PHC/TC (emitida el 19 de
mayo del 2005).
18
Ver nota 14.
19
Respecto a este tema el TC se ha pronunciado en un conjunto de decisiones: Caso Crespo Bragayrac,
Exp. Nº 0217-2002-HC/TC (emitida el 17 de abril del 2002); Caso Vera Navarrete, Exp. Nº 2798-2004HC/TC (emitida el 9 de diciembre del 2004) y otras. El Código Procesal Constitucional, Ley Nº 28337,
también recoge este criterio en el artículo V del Título Preliminar. Cfr, en esta misma edición. SILES
VALLEJOS, Abraham, “El rango jurídico de los tratados de derechos humanos: a propósito de la sentencia
del TC en el caso de los inocentes indultados”.
20
Cf. GROS ESPIELL, Héctor, “El derecho a saber y el deber de recordar”, en FERRER MAC-GREGOR, Eduardo
(coord.), Derecho Procesal Constitucional, México DF., T. II, Editorial Porrúa, 2002, p. 1208. Por otro
lado, la jurisprudencia de la Corte Constitucional de Colombia señala este aspecto del derecho a la verdad
al mencionar que existen hechos punibles respecto de los cuales el interés de las víctimas y de los
perjudicados en conocer la verdad y establecer responsabilidades se proyecta en la sociedad, y que "en
presencia de hechos punibles que impliquen graves atentados contra los Derechos Humanos y el derecho
internacional humanitario y una grave puesta en peligro de la paz colectiva, […] debe admitirse la
participación de la sociedad —a través de un actor social popular—, como parte civil en el proceso
17
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Aunque falta un mayor análisis respecto a éstos y otros aspectos de la sentencia, es un
gran avance el realizado por nuestro TC al dotar de contenido propio y señalar, dentro
del catálogo de derechos fundamentales, al derecho a la verdad. Hecho que, sin duda
alguna, permite darle una mayor fuerza al mismo.
En suma, no todos los días se reconoce un derecho que busca consolidar fines tan
importantes como: la lucha contra la impunidad, el castigo de los culpables y la
reconciliación de toda una nación que ha vivido en el horror por mucho tiempo. Por lo
que la importancia de esta sentencia salta a la vista.
penal", en: T-249/03 (emitida el 20 de enero del 2003).
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