Discurso completo - Instituto de Altos Estudios Diplomaticos "Pedro

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Sesión solemne de la Asamblea Nacional en conmemoración al
202º Aniversario de la Declaración de la Independencia Nacional,
fecha en la cual reiteramos el compromiso con el legado de
nuestro Comandante Supremo y Líder de la
Revolución Bolivariana Hugo Chávez
Palacio Federal Legislativo, Caracas
Viernes, 5 de julio de 2013
Orador de Orden
Ministro del Poder Popular para Relaciones Exteriores
Elías Jaua Milano
Bueno. Traemos el polvo del camino acompañando a nuestro
compañero Presidente Nicolás Maduro, en ese acto de defensa de la
dignidad del pueblo de Bolivia y del Presidente Evo Morales.
Traemos el polvo del camino por donde pasó Bolívar, porque allá en
Cochabamba, allá llegó Bolívar el Grande, el Gigante.
Compañero Nicolás Maduro Moros, Presidente Constitucional de la
República Bolivariana de Venezuela; compañero Diosdado Cabello,
Presidente de la Asamblea Nacional; compañera Blanca Eekhout,
Segunda Vicepresidenta de la Asamblea Nacional; ciudadana Gladys
Gutiérrez, Presidenta del Tribunal Supremo de Justicia; ciudadana
Adelina González, Presidenta del Poder Ciudadano y Contralora
General de la República; ciudadana Luisa Ortega Díaz, Fiscal General
de la República; ciudadana Gabriela Ramírez, Defensora del Pueblo.
Honorables compañeros del Cuerpo Diplomático acreditados ante la
República Bolivariana de Venezuela; compañera Cilia Flores, Primera
Combatiente de la República Bolivariana de Venezuela; compañero
Jorge Arreaza, Vicepresidente Ejecutivo de la República Bolivariana
de Venezuela; demás compañeros y compañeras; Ministros;
Gobernadores y Gobernadoras; compañero Ministro del Poder Popular
para la Defensa y miembros del Alto Mando Militar de nuestra Fuerza
Armada Nacional Bolivariana; al Alcalde Jorge Rodríguez; diputados y
diputadas; a Natacha y Natalia.
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Felicitaciones hoy en el día de los soldados de la Patria, de los
soldados bolivarianos, antiimperialistas, socialistas.
Compañeros, es el primer 5 de julio que estamos aquí sin la presencia
de nuestro Comandante Presidente Hugo Chávez y ha querido la
historia que se cumplan hoy exactamente 4 meses de que se proyectó
ese relámpago que iluminó aquella madrugada del 4 de febrero de
1992, para seguir iluminándonos en el camino, pero aquí estamos. Él
no está físicamente presente, pero aquí estamos nosotros y tenemos
Patria, la que él nos dejó.
5 de Julio de 2013
¡Hoy Tenemos Patria!
“De repente se me presenta el tiempo. Bajo el semblante venerable de
un viejo cargado con los despojos de las edades; ceñudo, inclinado,
calvo, rizada la tez, una hoz en la mano…Yo soy el padre de los
siglos; soy el arcano de la fama y del secreto; mi madre fue la
eternidad; los límites de mi imperio los señala el infinito; no hay
sepulcro para mí, porque soy más poderoso que la muerte; miro lo
pasado; miro lo futuro, y por mi mano pasa lo presente”. Simón
Bolívar, Mi delirio sobre el Chimborazo, 1823.
Corren los primeros doscientos años de Venezuela, como Nación
independiente. “Nosotros, pues, a nombre y con la voluntad y
autoridad que tenemos del virtuoso pueblo de Venezuela, declaramos
solemnemente al mundo que sus Provincias Unidas son, y deben ser
desde hoy, de hecho y de derecho, Estados libres, soberanos e
independientes y que están absueltos de toda sumisión y dependencia
de la Corona de España o de los que se dicen o dijeren sus
apoderados o representantes, y que como tal Estado libre e
independiente tiene un pleno poder para darse la forma de gobierno
que sea conforme a la voluntad general de sus pueblos”.
Eso dice, nuestra Declaración de Independencia que fue, sin duda, un
acontecimiento, uno de esos que reviste carácter fundacional; pero es
también un episodio que se inscribe en una larga tradición de luchas
del pueblo oprimido por su emancipación.
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Una cierta interpretación de la historia, hasta no hace mucho
dominante, privilegiaba la gesta de las elites, ocultando el papel
decisivo, protagónico, de las clases postergadas y excluidas, sin las
cuales nuestra Independencia hubiera sido simplemente inconcebible.
La era Bicentenaria nos ofrece una oportunidad para repensar nuestra
historia, nuestra memoria colectiva, desde el punto de vista de lo que
pudiéramos llamar nuestra “tradición de los oprimidos”. Desde esa
tradición la historia no es tan sólo un asunto de archivos y bibliotecas y
academias: es también un campo de batalla dentro de la larga lucha
de los pueblos por su emancipación definitiva.
Un buen amigo de nuestra revolución bolivariana, el filósofo Enrique
Dussel, advertía hace ocho años, en un célebre artículo (1810: ¿el
nuevo encubrimiento del Otro? La Jornada, México, 26 de septiembre
de 2005): “Sería necesario anticiparse a las „celebraciones patrióticas‟
que exaltarán una vez más a los héroes pasados sepultando bajo
tierra a los héroes presentes”. Perdón Maestro Dussel, pero ¡En
Venezuela, son nuestros héroes presentes, nuestro pueblo, quienes
celebran y exaltan a nuestros héroes pasados. Hoy, como ayer,
nuestros héroes integran las filas del pueblo oprimido, hoy
protagonista de la revolución bolivariana. ¡Hoy celebramos la
heroicidad siempre manifiesta del pueblo venezolano!
Antes, recordaba Dussel, había sido necesario anticiparse a las
“celebraciones hispanófilas” que recorrieron el continente con motivo
de los quinientos años de 1492, con todo y su discurso oficial, de
elites, sobre el “encuentro de dos culturas”. ¿Cómo podía hablarse de
un tal encuentro, “siendo que la primera, la hispánica, masacró
impunemente a la segunda, a la amerindia”?
El 23 de enero de 2011, al lado de los nietos e hijos del mártir de la
democracia, Fabricio Ojeda, nuestro Comandante Chávez nos habló
de que la Patria se había forjado a lo largo cinco grandes revoluciones:
“En la historia venezolana van cinco grandes revoluciones, la primera
fue la revolución india-aborigen ¡Anakarina rote aunucon itoto paparoto
mantoro! Gritaba Guaicaipuro en estos mismos valles.”
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“La segunda gran Revolución fue la de Miranda y la de Bolívar, la del
pueblo de hace 200 años, que también terminó fracasada. La tercera
gran Revolución de nuestra historia fue la Revolución Federal que
también terminó fracasada, dirigida como fue por Ezequiel Zamora. La
cuarta gran Revolución fue, la Revolución Restauradora dirigida por
Cipriano Castro, también traicionada. Cuatro grandes revoluciones,
cuatro grandes traiciones, ésta es la que estamos viviendo ahora, la
quinta gran Revolución de nuestra historia, y esta Revolución la
Bolivariana, no nació para ser traicionada, nació para hacer patria
grande, independiente y para recoger los 500 años de batalla.”
Sin duda, así es; estamos torciendo la historia de las traiciones.
Gracias a todos ustedes compañeros y compañeras, bolivarianos y
chavistas, gracias a ti, Nicolás, por tanta lealtad y por comenzar a
demostrar que es posible otra historia: la de la lealtad, la del
compromiso, la del sentimiento profundo por los afectos, por las ideas
y por los valores que guían a la humanidad.
I. La primera revolución. La de resistencia Indígena y
afrodescendiente.
La primera gran revolución de la que nos habló nuestro Comandante
aquel 23 de enero, es la de la Resistencia Indígena y
Afrodescendiente. En Venezuela la “tradición de los oprimidos” se
inicia desde el momento mismo de la llegada de los conquistadores
españoles a estas costas. Es una vasta tradición de resistencia cuyos
momentos iniciales llegan hasta nosotros a través de las acciones de
Guaicaipuro, Tamanaco, Terepaima y tantos otros que se opusieron a
la conquista europea de estas tierras. Desde la destrucción de la
ciudad de Cumaná, en 1522, por parte de los Caribes, pasando por
sus constantes ataques contra las pesquerías de perlas de los
españoles en Cubagua, durante ese mismo periodo, hasta llegar a las
diversas protestas y revueltas indígenas que se sucedieron en el
interior de Venezuela hasta muy entrado el siglo XIX, la memoria de la
resistencia indígena es parte esencial de nuestra “tradición de los
oprimidos”
La resistencia indígena fue, por encima de todo, una heroica
afirmación de la humanidad de nuestros pueblos originarios, una
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humanidad que fue negada, cínicamente, por los ideólogos europeos
de la conquista. Esa defensa de la propia humanidad, que trató de
suprimir el conquistador, quedó registrada en una obra que tendría
gran influencia sobre los líderes de la guerra de Independencia
latinoamericana: la Brevísima relación de la destrucción de las Indias
del Padre Las Casas, uno de los testimonios más elocuentes sobre el
enorme genocidio que se practicó contra los habitantes originarios de
nuestra patria.
Bartolomé de Las Casas, testigo directo de la resistencia indígena,
participó, además, en uno de los debates de mayor trascendencia de
su tiempo, la “Controversia de Valladolid”, organizada por el
emperador Carlos V para debatir, entre otras cosas, si los indígenas
americanos eran seres humanos. Las Casas se destacó en ese
debate por su defensa de los indígenas, mientras que los argumentos
expuestos por parte de los defensores de la conquista nos muestran,
por cierto, que el discurso de la colonización imperial contiene una
escalofriante continuidad histórica: los imperialistas siempre han
intentado colocar a los que resisten fuera del ámbito de lo humano
para exterminarlos con mayor impunidad. Fue así, como se construyó
el mito de la antropofagia, entre los pueblos indígenas. Para
deshumanizarlos y poder martirizarlos. Y los Kariñas (caribes),
pasaron a ser caníbales, por un error de traducción y una intención de
satanización. Es necesario, que se sepa, que no hay un solo caso de
antropofagia testimoniado de la época en ningún territorio indígena. Si
los hay, de sacrificios humanos, pero del llamado canibalismo, ni uno
solo. En cambio, en distintas etapas de la historia europea, se recoge
de manera clara episodios de antropofagia. Uno de los más célebre
de ellos, fue el ocurrido en la matanza de la noche de San
Bartolomé, en París, el 24 de agosto de 1572, donde católicos y
calvinistas se enfrentaron, en una verdadera carnicería.
Como modesto homenaje a toda esa vasta historia de lucha de
nuestros indígenas, vale la pena recordar un canto de guerra de los
Timotes, traducido, a comienzos del siglo XX, por Tulio Febres
Cordero:
“Corre veloz el viento, corre veloz el agua,
Corre veloz la piedra que cae de la montaña.
Corran guerreros, vuelen contra el enemigo;
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Corran veloces
Como el viento,
Como el agua
Como la piedra que cae de la montaña.
Fuerte es el árbol que resiste al viento,
Fuerte es la roca que resiste al río;
Fuerte es la nieve de nuestros páramos que resiste al sol.
Peleen guerreros; peleen valientes; muéstrense fuertes
Como los árboles,
Como las rocas,
Como las nieves de las montañas…”.
¡Que vivan nuestros pueblos indígenas! ¡Que viva Evo!
La memoria de nuestro pueblo es “profética” en tanto que es una
memoria colectiva que intenta materializar, en las luchas del presente,
las esperanzas y los proyectos igualitarios de todos los oprimidos que
resultaron vencidos o que vieron truncadas sus aspiraciones de
igualdad.
Esta memoria profética está alimentada no sólo por las luchas de los
pueblos indígenas, sino también por la rebeldía de los esclavizados de
origen africano, violentamente trasplantados a estas tierras.
Es oportuno recordar hoy, por ejemplo, que hacia mediados del siglo
XVI, unos doscientos esclavos que trabajaban en las minas de Buría,
cerca de Nirgua, en el actual estado Yaracuy, se alzaron bajo el
liderazgo de un esclavo llamado Miguel, proveniente de Puerto Rico y
que pasaría a la historia bajo el nombre de Miguel de Buría o el “Rey
Miguel”, al proclamarse monarca de una comunidad de cimarrones. De
acuerdo con diversos testimonios, el Rey Miguel también contó con el
apoyo de comunidades indígenas Jirajaras, lo cual pudiera explicar
que su nombre aparezca en un lugar prominente dentro del culto de
María Lionza. Vale recordar, igualmente, que Alejandro de Humboldt
(Viajes a las regiones equinocciales) registró la historia del Rey Miguel
comparándola, de manera justa, con los sucesos de la muy posterior
revolución haitiana.
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Junto a esta rebelión fueron múltiples, durante toda la colonia, las
acciones contra el régimen esclavista: recordemos, además, la
rebelión de “los negros perleros”, ocurrida en Cubagua, en 1603,
protagonizada por esclavos que eran explotados en la extracción de
perlas en dicha isla y que fue liderada por una mujer cuyo nombre,
desafortunadamente, ignoramos. O la rebelión de “Andresote”,
ocurrida entre 1731 y 1733, en los valles de Yaracuy, hasta llegar al
levantamiento de José Leonardo Chirino, en la sierra de Falcón, el 11
de mayo de 1795. Las autoridades coloniales acusarían a Chirino de
querer implantar la “ley de los franceses”, en una clara alusión tanto a
la revolución francesa como a la haitiana, dos procesos unidos, de
manera indisoluble, como demostró de manera magistral C.L.R.
James en su clásico Los jacobinos negros. Era verdad, José Leonardo
estuvo en Haití a finales de 1700, con su amo, y se contagió de ese
liberador germen, que es la Revolución.
Apenas tres años después de la insurrección de Coro se produce un
importante antecedente del 5 de julio de 1811: la conspiración de Gual
y España. Esta fallida conjura muestra un salto cualitativo, en relación
con las anteriores rebeliones, ya que intentó recoger las exigencias de
igualdad y justicia de los oprimidos dentro de un programa de
independencia nacional y soberanía popular.
Gil Fortoul en su Historia Constitucional de Venezuela afirma: “El
programa de 1797 contiene ya en germen lo que realizaron los
patriotas de 1810 a 1811. Esta afirmación es sorprendentemente
exacta... No solamente por lo que entraña como actitud humana al
rebelarse contra el poder de la metrópoli, ni siquiera por las
particulares coincidencias en la conducta de los patricios de 18101811, que parece pautada por las „Ordenanzas‟ de 1797 [el programa
de la revolución], sino –y es lo más significativo- por la perduración del
ideario de los conjurados en la de Gual y España, ideario que continúa
vivo con fuerza singularísima en el ánimo de quienes redactan los
textos jurídicos del nuevo Estado independiente en 1811…”.
Recordemos junto a todo lo anterior y como parte del legado de Gual y
España, una estrofa de uno de los himnos revolucionarios compuestos
para acompañar aquel proyecto insurreccional. Se trata de un
fragmento de la “Canción Americana”, que combina la denuncia de la
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monarquía española con la reivindicación del carácter sagrado, es
decir, inviolable, de la soberanía popular:
“Monstruo, cruel y horrendo
hace trescientos años
Que con furor devoras
a los americanos:
ya es tiempo que paguéis
tus crímenes, malvado,
y que recobre el Pueblo
sus derechos sagrados”.
Así, uno de los artículos (32) del programa de este movimiento
insurgente establecía: “Se declara la igualdad natural entre todos los
habitantes de las Provincias y distritos y se encarga que entre
Blancos, Indios, Pardos y Morenos reine la mayor armonía, mirándose
como hermanos en Jesucristo iguales por Dios, procurando
aventajarse sólo unos y otros en mérito y virtud, que son las dos
únicas distinciones reales y verdaderas que hay de hombre a hombre
y habrá en lo sucesivo entre todos los individuos de nuestra
República”.
Con motivo del quinto centenario, acusaba Enrique Dussel, la historia
oficial, la historia de las elites, había “sepultado” al indígena americano
“bajo la imagen del „Otro‟ europeo”. Por eso, correspondía hablar de
“encubrimiento” y no de “descubrimiento”: “encubrimiento del oprimido,
del violentado, del asesinado o del reducido a la encomienda, a la
mita, a la hacienda…”. Ahora, con motivo del Bicentenario de nuestra
Independencia, estamos obligados a corregir tamaña injusticia
histórica. El Bicentenario no puede convertirse en una ocasión para
invisibilizar al mismo „Otro‟: a nuestros pueblos originarios, a nuestro
pueblo afro, zambo, pardo, a nuestro pueblo pobre y sojuzgado que
regó su sangre en estas tierras y por media América para que
fuéramos libres.
Por eso, y para decirlo con palabras de Dussel, en este tiempo
debemos continuar sentando las bases para una “segunda
emancipación desde el poder liberador del Otro”, que no es otro que el
poder popular.
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2. La segunda Revolución, la victoriosa: El bien más preciado: La
INDEPENDENCIA.
Las expediciones de Miranda de abril y agosto de 1806, junto con los
sucesos del 19 de abril de 1810, constituyen los antecedentes más
inmediatos del 5 de julio de 1811. En este breve periodo de unos cinco
años se suceden una serie de eventos que determinarán el camino
hacia la declaración de Independencia. Principalmente la decadencia
de la monarquía española, puesta de manifiesto durante la invasión
napoleónica de la Península Ibérica, hecho que provoca, de acuerdo
con el lenguaje de los patriotas del 5 de julio, la ruptura del pacto entre
el monarca español y sus súbditos americanos.
El 5 de julio de 1811, en tanto origen de nuestra primera experiencia
republicana, produjo un importantísimo proceso de experimentación
política del cual Bolívar extrajo, luego de la derrota, algunas de las
lecciones más importantes que orientaron su visión de la gesta
emancipadora.
El 5 de julio de 1811 el proyecto independentista alcanza su primera
formulación a través de los debates del Congreso de las Provincias de
Venezuela y de la Sociedad Patriótica, vanguardia política de los
sectores más esclarecidos del momento. No es casual que en ella
participaban hombres como Bolívar, Miranda y Ribas. No es muy
difícil, en esta conmemoración bicentenaria, imaginar que escuchamos
el eco de todos aquellos discursos, recordando, entre muchas otras,
las palabras de Manuel Palacio Fajardo: “Venezuela se basta a sí
misma. Venezuela triunfará de cuantos se opongan a su felicidad.
¿Qué importa que España nos declare la guerra y que Inglaterra
rompa con nosotros? (…) ¡Desconozcamos a todas las potencias del
universo!”.
Aún resuenan las palabras de Bolívar, la víspera del 5 de julio: “No es
que hay dos Congresos. ¿Cómo fomentarán el cisma los que conocen
más la necesidad de la unión? Lo que queremos es que esa unión sea
efectiva y para animarnos a la gloriosa empresa de nuestra libertad;
unirnos para reposar, para dormir en los brazos de la apatía, ayer fue
una mengua, hoy es una traición. Se discute en el Congreso Nacional
lo que debiera estar decidido. ¿Y qué dicen? que debemos comenzar
por una confederación, como si todos no estuviésemos confederados
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contra la tiranía extranjera. Que debemos atender a los resultados de
la política de España. ¿Qué nos importa que España venda a
Bonaparte sus esclavos o que los conserve, si estamos resultados a
ser libres? Esas dudas son tristes efectos de las antiguas cadenas.
¡Que los grandes proyectos deben prepararse con calma! Trescientos
años de calma ¿no bastan? La Junta Patriótica respeta, como debe, al
Congreso de la nación, pero el Congreso debe oír a la Junta Patriótica,
centro de luces y de todos los intereses revolucionarios. Pongamos sin
temor la piedra fundamental de la libertad suramericana: vacilar es
perdernos”.
El pueblo estuvo lejos de ser un espectador pasivo durante los
debates del Congreso de las Provincias de Venezuela que condujeron
a la Independencia. En su Historia de la Primera República de
Venezuela, Parra-Pérez comenta: “Estamos, al fin, en aquella sesión
del 5 de julio en que los próceres venezolanos van a tomar posición
definitiva para los destinos de su país y cumplir un acto memorable
entre todos para el Continente Hispanoamericano. Llenaba –escribe
Baralt- gran golpe de gente las tribunas y galerías: „Nunca se había
visto, ni jamás se observara entre los oyentes el porte descomedido
que en esta ocasión tuvieron. Vítores y aplausos ruidosos y sin fin
resonaban cada vez que tomaba o dejaba la palabra un diputado
republicano; las opiniones equívocas eran acogidas con risotadas,
silbos y amenazas‟…”.
En su extraordinaria Historia de la rebelión popular de 1814, Juan
Úslar registra el clima que se vivió en Caracas una vez conocida la
noticia de la declaración de la Independencia. En el mismo pasaje, cita
un fragmento de los Recuerdos de la rebelión de Caracas, de José
Domingo Díaz, historiador contrario a los intereses de la naciente
República, y un elocuente ejemplo de la imagen que las elites
construyen de las clases populares prestas a festejar sus victorias:
“Apenas Caracas conoce la noticia el júbilo es general. La bandera de
Venezuela, que había diseñado Miranda, es ondeada por primera vez.
La de España es despedazada; los bustos y cuadros de Fernando VII
que estaban en los edificios públicos y en las casas realistas más
conocidos fueron destruidos. Aquellos jóvenes, dice Díaz, en el delirio
de su triunfo corrieron por las calles: despedazaron y arrastraron las
banderas y escarapelas españolas: sustituyeron las que tenían
preparadas, e hicieron correr igualmente con una bandera de sedición
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a la Sociedad Patriótica, club numeroso establecido por Miranda, y
compuesto por hombres de todas castas y condiciones, cuyas
violentas decisiones llegaron a ser la norma de las del Gobierno. En
todo el día y la noche las atroces pero indecentes furias de la
revolución agitaron violentamente los espíritus sediciosos. Yo los vi
correr por las calles en mangas de camisa, y llenos de vino, dando
alaridos y arrastrando los retratos de Su Majestad, que habían
arrancado de todos los lugares donde se encontraban. Aquellos
pelotones de hombres de la revolución, negros, mulatos, blancos,
españoles, americanos, corrían de una plaza a otra, en donde
oradores energúmenos incitaban al populacho al desenfreno y a la
licencia. Mientras tanto, todos los hombres honrados, ocultos en sus
casas, apenas osaban ver desde sus ventanas entreabiertas a los que
pasaban por sus calles‟”.
Cualquier parecido de este relato, con un editorial del El Nacional,
refiriéndose a los revolucionarios Bolivarianos y Chavistas, no es
casualidad. Es la continuidad histórica de un pensamiento
segregacionista, que constituye el germen del fascismo venezolano,
que estamos confrontando desde hace 14 años, del cual hablaremos
unos minutos más tarde.
Volvamos al tiempo. Es preciso no olvidar que, tras publicarse el Acta
de nuestra Independencia, el 14 de julio de 1811, se realizó en
Caracas una multitudinaria manifestación de apoyo, precedida por por
nuestra bandera tricolor, la cual portaban los hijos de José María
España, martirizado y ejecutado hacía 12 años, en esa misma plaza.
En esta conmemoración del 5 de julio de 1811 no podemos dejar de
evocar a Juan Germán Roscio. Recientemente conmemoramos los
250 años de su nacimiento, uno de los intelectuales más importantes
de la causa independentista, quien estuvo entre los redactores de la
“Declaración de Independencia” y de nuestra primera Constitución. La
huella intelectual de Roscio resulta patente en la redacción del artículo
151 de nuestra primera Carta Magna: “El objeto de la sociedad es la
felicidad común y los gobiernos han sido instituidos para
asegurar al hombre en ella, protegiendo la mejora y perfección de
sus facultades físicas y morales, aumentando la esfera de sus
goces y procurándole el más justo y honesto ejercicio de sus
derechos…”.
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Por cierto es necesario reivindicar, la rectificación de Roscio a favor de
la Patria, hay que recordar que él formó parte de quienes juzgaron a
los hombres de Francisco de Miranda, en el primer intento de
desembarco, en las costas de Aragua, en 1806. Leamos su autocritica:
“Menos por malicia que por ignorancia, abusaba de la Religión para
sostener la servidumbre de mi patria. Yo fui uno de los que en 1806,
tomaron armas y pluma para destruir a los buenos que intentaban
conquistar mi libertad y la de mis hermanos [...] Me avergüenzo del
servicio especial que hice yo entonces y del mérito que contraje en la
opinión del déspota y sus satélites [...]”1
Ojalá, aparecieran muchos Roscios en la oposición venezolana. Ojalá
hubiera un acto de arrepentimiento de tamaña grandeza histórica, por
parte del Secretario Ejecutivo de la llamada MUD, quién fue
recientemente al Departamento de Estado y al Congreso de los
Estado Unidos a ofrecer la Patria en el altar del Imperio, a cambio de
apoyo para una aventura golpista que permita la restauración en el
poder a la burguesía venezolana.
Veamos otros de los artículos de nuestra primera Constitución,
aprobada por el Congreso en diciembre de 1811, hace 202 años:
Ya leíamos el artículo 151 redactado por Juan Germán Roscio, pero
voy a leer otros tres o cuatro nada más.
Artículo 191: “Los gobiernos se han constituido
común, para la protección y seguridad de los
componen, y no para el beneficio, honor o privado
familia o de alguna clase de hombres en particular,
parte de la comunidad”.
para la felicidad
pueblos que lo
interés de alguna
que sólo son una
El artículo 195: “Ninguno es hombre de bien, ni buen ciudadano, si no
observa las leyes fiel y religiosamente, si no es buen hijo, buen
hermano, buen amigo, buen esposo y buen padre de familia.”
El artículo 198: “Siendo constituidos los gobiernos para el bien y
felicidad común de los hombres, la sociedad debe proporcionar
1
J.G Roscio, El Triunfo de la Libertad sobre el Despotismo, Prologo, Cronología y Bibliografía de D.Miliani,
Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1996, Pp.234.
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auxilios a los indigentes y desgraciados y a la instrucción de todos los
ciudadanos”.
Y el último que les voy a leer es ya en la alocución final, dice:
“Independencia política y felicidad social fueron vuestros votos el 5 de
julio de 1811. –Recordemos que la Constitución se aprueba en
diciembre de 1811– Independencia política y felicidad social han sido
los principios que han dirigido desde entonces a los que para llenar el
destino al que los elevó vuestra confianza, han sacrificado su
existencia a tan ardua como importante empresa”.
Nos atrevemos a interpelar a los presentes. ¿Estos artículos, suenan
más a capitalismo, o se parecen a los postulados del socialismo
bolivariano del siglo XXI, que nos legó el Comandante Chávez?
Sin duda alguna, nada más lejos del pensamiento de las doctrinas
liberales o neoliberales que algunos insisten en venderlas como la
solución a nuestros problemas económicos y sociales. Nada más
extraño a nuestra nacionalidad que las tesis del Estado Mínimo, que
plantean teóricos neoliberales como Robert Nozick.
Como todos sabemos aquella primera experiencia republicana
terminará en la catástrofe de 1812. Pero de esa experiencia tremenda
surgirá el primer documento político importante de Bolívar, como
balance de todo lo sucedido, el Manifiesto de Cartagena en el que el
futuro Libertador establece las causas del fracaso e inicia esa ofensiva
revolucionaria que es la Campaña Admirable, de la cual estamos
conmemoramos 200 años, y que lo llevó a ser proclamado Libertador y
de allí a la emigración a oriente, de los Cayos Haitainos a Cariaco, al
Congreso de Angostura, a los llanos apureños, a Pantano de Vargas,
Boyacá, Carabobo, Pichincha, Junín, Ayacucho y a la fundación de su
hija predilecta, Bolivia.
De donde acabamos de llegar, de testimoniar nuestra solidaridad en
nombre del pueblo venezolano, como lo ha hecho nuestro Presidente
Nicolás Maduro, al pueblo boliviano, al pueblo predilecto hijo del
Libertador Simón Bolívar. Como decían los presidentes y presidentas
el día de ayer: Parece que en Europa se les olvidó esta historia. Creo
que a algunos dirigentes europeos hay que mandarles muchos textos
de la lucha de la Independencia venezolana, para que aprendan a
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respetar a un pueblo que los echó de aquí a fuerza de coraje, libertad
y de conciencia.
Señores embajadores, echamos de aquí a los de entonces; ustedes
aquí sí son bienvenidos, aquí no les vamos a revisar los aviones ni las
embajadas. Aquí, los únicos que asaltan embajadas son algunos
sectores de la oposición.
Y luego la gran traición al proyecto de un mundo nuevo en nuestra
América, que se perdió en Santa Marta, cuando el Sol de Colombia se
proyectó en la penumbra, para esperar un nuevo amanecer.
3.- La Tercera Revolución de resistencia: La popular y campesina.
LA GUERRA FEDERAL.
"....no habrá hambre, no habrá miseria, ni mazmorras, ni grillos para el
pueblo que hizo la independencia, pero el fruto fue nada más que para
la oligarquía". Ezequiel Zamora.
Los sucesos que la historia recoge con el nombre de la Guerra Federal
fueron en esencia y realidad un proceso de insurrección de los
campesinos y campesinas de mediados del siglo XIX, quienes
después de la Guerra de Independencia se encontraban sumidos en la
más profunda miseria como consecuencia de la no abolida esclavitud
y del despojo de las tierras a los soldados libertadores y a los
pequeños propietarios debido a la aplicación de leyes de usura y
tributos onerosos.
Corría el año de 1846 en un contexto de embargos a los pequeños
propietarios, persecución a los dirigentes liberales, represión salvaje
contra el pueblo, desmanes y violaciones cometidas por las tropas del
gobierno, Antonio Leocadio Guzmán presentó su candidatura para las
elecciones de octubre, aglutinando rápidamente el descontento y
levantando un fuerte movimiento de apoyo popular en todo el país
Toda esta situación ocasionó en el mes de agosto de 1846, el estallido
de protestas populares en Caracas y en el centro del país. Páez
intentó ganar tiempo, y usando como mediador al también héroe de la
Independencia General Santiago Mariño, convocó a Guzmán a un
diálogo en la ciudad de La Victoria, Estado Aragua.
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El 2 de septiembre Guzmán llegó a la referida ciudad, pero Páez no
asistió, sino que se hizo nombrar Jefe del Ejército e inició una
campaña militar contra la rebelión liberal.
Un timorato Guzmán se negó a los pedimentos de sus seguidores de
convocar a la lucha armada y salió huyendo en solitario hacia
Caracas, donde posteriormente fue hecho prisionero. El pueblo
rechazó la claudicación y se sumó a las guerrillas que por todo el
centro del país ya operaban.
La más importante de ellas se encontraba en las serranías de
Carabobo y Aragua, liderizada por Francisco José Rangel, un soldado
de la Independencia, mejor conocido como el "Indio Rangel".
Zamora había escoltado, como miliciano, a Guzmán en el frustrado
diálogo de La Victoria y decepcionado por la claudicación de éste, se
había retirado a Villa de Cura junto con Manuel Ibarra, hijo de Diego
Ibarra, quien había sido edecán de Simón Bolívar. Ambos se
insurreccionaron en septiembre de 1846, con un puñado de peones en
Guambra, al sur de Aragua, bajo la consigna de Tierra y Hombres
Libres.
EI Indio Rangel se les sumó con un centenar de campesinos y
campesinas, que proclamaron a Zamora como General del Pueblo
Soberano, el 08 de Septiembre de 1846.
Francisco José Rangel fue capturado y decapitado el 14 de marzo de
1847 y su cabeza llevada a José Antonio Páez. Zamora fue hecho
prisionero el 25 de marzo de 1847 y condenado a muerte el 27 de julio
de ese mismo año.
Aun cuando esta insurrección fue derrotada y sus líderes asesinados o
encarcelados, la misma profundizó las contradicciones en el seno de
las clases dominantes, generando una ruptura entre José Antonio
Páez y José Tadeo Monagas, quien bajo la presión popular Iiderizada
por Paula Correa, la valiente madre de Zamora, conmutó la pena de
muerte por diez años de cárcel, el 5 de noviembre de 1847.
16
Esto fue el antecedente de la gran revolución campesina de 1859,
Zamora, quien después de desempeñar importantes cargos militares
se había distanciado políticamente de los Monagas por considerar que
no tenían voluntad para una verdadera transformación popular.
En enero de 1859 eran incontables las partidas guerrilleras que
estremecían buena parte del territorio nacional. Las más importantes
las encabezadas por Zoilo Medrano en las Sabanas de Calabozo,
Prudencio Vázquez en el Valle del Yaracuy y la de José de Jesús
González (a) "El Agachado", quien había peleado, junto a Rangel y
Zamora en 1846, en los Valles de Aragua y la fracción de los Indios de
Guanarito con Natividad Petit, en las sabanas de Portuguesa y
Barinas.
Las condiciones estaban dadas para que Zamora ejecutara el plan que
tenía en mente y junto con los campesinos y campesinas escribiera
una página épica en la historia revolucionaria de nuestra Patria.
El 20 de febrero de 1859, siguiendo el plan diseñado por Ezequiel
Zamora, el comandante Tirso Salaverría, seguido de 40 hombres,
asaltó con éxito el cuartel de Coro, se apoderó de 900 fusiles y lanzó
el "Grito de la Federación". AI día siguiente, el 21 de febrero publicó un
manifiesto proclamando la Federación, pasando la provincia de Coro a
ser un Estado Federal.
Desde Coro y al frente de un ejército de campesinos, llamado
oficialmente Ejército Federal de Occidente, Zamora libró una exitosa
campaña contra los godos, dirigidos militarmente por el General León
Febres Cordero que culminó victoriosa en la Batalla de Santa Inés, el
10 de diciembre de 1859, la cual constituyó un verdadero tratado de
estrategia y táctica militar, diseñado por Zamora y ejecutado por 5.000
campesinos y campesinas “pata en el suelo”, que usando una
maniobra de falsa retirada, combinada con el recurso de trincheras,
emboscadas y el incendio de la sabana, le dio un golpe estratégico a
las tropas de la oligarquía. El Ejército de la oligarquía, dirigido por su
élite militar, que se había presentado en Santa Inés con 7.000
hombres bien armados, alcanzó a llegar a la ciudad de Mérida con
apenas 400 hombres, maltrechos y heridos, el 28 de diciembre de
1859.
17
Zamora, convertido en General del Pueblo Soberano por sus tropas en
1846, fue designado por el Estado Mayor Federal como General en
Jefe y Generalísimo de los Ejércitos Federales de la República, el 30
de Noviembre de 1859. Trece años después de la primera insurrección
campesina, Zamora seguía consecuente con las aspiraciones del
pueblo que se resumían en las consignas lanzadas al viento por las
tropas zamoristas:
"La tierra no es de nadie, es todos"
"Respeto al campesino",
"Desaparición de los godos",
"Todos somos iguales",
"Abajo los godos",
"Los bienes son comunes",
“Hagamos Patria para los Indios",
"Tierra y hombres libres",
"Elecciones populares" y
"Horror a la oligarquía".
Esas consignas expresaban el real motivo de aquella gesta popular, la
Federación era sólo una bandera de las elites liberales. Para los
campesinos y campesinas "la fevreración", que era como ellos y ellas
pronunciaban la palabra, significaba tierra y libertad, justicia.
EI 31 de diciembre de 1859, el Ejercito de los Campesinos v
Campesinas de Occidente, con el camino despejado e iluminado por el
sol de la victoria lograda en Santa Inés, se enrumbó desde Barinas
con el objetivo de llegar a Caracas el 20 de febrero de 1860, para
cumplir así con el plan diseñado por Zamora e iniciado con el
desembarco en La Vela de Coro.
Entretanto el Ejército Federal de Oriente con 3500 lanceros
encabezados por el General de la Independencia Juan Sotillo
avanzaba a pasos acelerados para encontrarse con Zamora a
mediados de enero de 1860 en los llanos de Cojedes. Igual
movimiento, con 1500 hombres provenientes de los Valles de Aragua
y del Tuy, realizaba el Ejército Federal del Centro con los líderes
campesinos a la cabeza.
18
EI Ejército Revolucionario sitió la ciudad de San Carlos, Cojedes, la
mañana del 10 de enero de 1860. Fue en este escenario donde
Zamora, cuando revisaba las posiciones de combate, cayó asesinado
en extrañas circunstancias, con un balazo en la cabeza que le entró
por el ojo izquierdo, proveniente de un tirador hasta ahora
desconocido. Como único testigo del hecho: Antonio Guzmán Blanco,
sobre el cual quedó el señalamiento histórico de haber sido el autor
intelectual del crimen.
Con Zamora moría también la revolución campesina y popular. Por
eso la oligarquía celebró en Caracas con la triste y célebre frase,
expresada por el fanático cagatintas de la oligarquía Juan Vicente
González; "bala afortunada, bendita sea mil veces la mano que te
dirigió”.
Como celebraron la de Bolívar en 1830, “Se salvó la patria, Murió el
Tirano” publicó un pasquín en Maracaibo en diciembre de aquel
fatídico año, como celebraron la de nuestro comandante Chávez “Viva
el Cáncer”, escribieron en las paredes durante la campaña electoral
opositora de abril de 2013. Es el mismo odio, es el huevo de la
serpiente del fascismo.
Como lo expresó ese gran referente moral que también se nos fue,
Domingo Alberto Rangel: “La fuerza de Zamora no radicará,
solamente, en su fuerza de soldado. Es el amor de los humildes, la
adhesión de las masas, el factor que bailará siempre en las velas de
sus empresas hasta empujarlas a la meta. A Ezequiel Zamora le
sobran soldados, porque tiene pueblo. De cada caserío desemboca en
su Ejército el contingente de la fe campesina. Si lo derrotan, al día
siguiente dispondrá de otro Ejército. Hay alimentos para su hambre,
vendas para sus heridas y caminos para su marcha. Para que
Ezequiel Zamora fuera grande -y lo fue con proporción de guerrero y
apóstol- la tierra venezolana le parió soldados. Ese hombre no tenía
un Ejército sino un pueblo atormentado tras su huella. [...] hubiera
tenido cien mil hombres si el balazo de San Carlos no pone una raya
de sangre en su carrera de saeta”.
Parafraseando a Domingo Alberto Rangel, podemos decir que a
Chávez no le faltó victoria porque tuvo pueblo y tiene pueblo.
¡Bastante!
19
4.- La Cuarta Revolución, de resistencia. La REVOLUCIÓN
RESTAURADORA.
La guerra Federal nunca terminó, a pesar del Pacto de Coche, pacto
de la traición a la revolución campesina, firmado 5 años después del
asesinato de Zamora. Venezuela, se sumergió en un largo periodo de
guerras y golpes de estados. Hasta que los andinos, que habían
estado al margen de la guerra intestina, decidieron bajar a Caracas en
los albores del siglo XX, bajo el liderazgo del General Cipriano Castro,
liberal, nacionalista y bolivariano, bajo la consigna de la “Revolución
restauradora”, restauradora de la unidad territorial y de la soberanía
nacional perdidas.
Tras tomar el poder, el gobierno de Cipriano Castro tendrá que
enfrentarse desde el principio con una situación extraordinaria, nunca
antes vista en Venezuela: una guerra civil atizada por caudillos
regionales en alianza con potencias extranjeras (con intereses
económicos en el país), sumado a la activa participación de la banca
privada. Se trata de la autodenominada “Revolución Libertadora”.
La oposición armada contra Castro, quien llegó a estar prácticamente
sitiado, con levantamientos en el occidente, oriente y sur del país,
tiene su punto culminante en el bloqueo a las costas venezolanas,
ejecutado en diciembre de 1902 por las armadas de Inglaterra,
Alemania e Italia.
Un dato muy relevante para comprender el alcance y las profundas
implicaciones de tal agresión contra Venezuela, frecuentemente es
escamoteado por la historia de las elites: se trata de un período en que
los conflictos inter-imperialistas están en pleno apogeo, en buena
medida como consecuencia del ascenso de Estados Unidos en tanto
que potencia imperialista que reclama para sí el señorío sobre el suelo
nuestroamericano. De hecho, el gobierno estadounidense, activo en la
conspiración contra Castro, aparecerá como mediador frente a las
potencias europeas. Doce años más tarde, todas las potencias
involucradas en la conspiración y bloqueo naval contra Venezuela
tomaran parte en la Primera Guerra Mundial.
20
Pero más allá de la información de contexto, sin la cual, insistimos, en
imposible comprender las razones de la agresión imperialista, hoy es
preciso destacar la actitud firme y decidida no sólo de Castro, sino de
la mayoría del pueblo venezolano, que se lanzó a las calles una vez
que la planta insolente del extranjero profanara el sagrado suelo de la
Patria. Incluso, es sabido cómo parte de la oposición al gobierno de
Castro se mostró dispuesta a tomar las armas en defensa de la Patria,
actitud que debería ser replicada hoy y siempre.
Victorioso contra las agresiones de los caudillos y de los imperios,
Castro enferma y debe viajar a Europa, para finalmente ser vencido
por la traición de su compadre y Vicepresidente Juan Vicente Gómez.
Este último había pactado con el gobierno norteamericano, la felonía,
a cambio de la entrega de la explotación petrolera, que los gringos ya
tenían identificada en nuestro territorio. Como no lo explicó muchas
veces el Comandante Chávez, fue el primer golpe petrolero y el inicio
de un proceso de neo colonización que nos terminó convirtiéndonos
en una factoría petrolera. Pero también fue el inicio de una larga
lucha de resistencia de los campesinos, los obreros, los estudiantes y
los militares patriotas que abrió camino a la victoriosa Revolución
Bolivariana y Socialista del Siglo XXI.
5.- La Quinta Revolución, de resistencia y victoria. La Bolivariana.
El siglo XX venezolano es prolífico en episodios de luchas populares
para hacer realidad la emancipación permanentemente frustrada por
las elites. La misma instauración del modelo democrático
representativo, luego del derrocamiento de Pérez Jiménez, supuso en
el muy corto plazo una nueva traición a las aspiraciones populares.
Esta traición, capitaneada por una clase política que pronto pactó con
la burguesía criolla y el imperialismo, dejó la escena servida para
nuevas convulsiones: protestas sociales, insurrecciones cívicomilitares y lucha armada.
Valga la mención de las insurrecciones cívico-militares de comienzo
de los 60 como una oportunidad para recordar la vocación
nacionalista, antiimperialista e igualitarista de nuestro Ejército.
Vocación, por cierto, que en mayor o menor medida dio origen a los
21
ejércitos de Nuestra América, y que sobrevivió particularmente en el
venezolano.
Nuestros ejércitos nacieron de la lucha por la emancipación y la
justicia.
Posteriormente, la guerra de Independencia nutrió a nuestros ejércitos
de hombres de pueblo, sin conocimientos militares, formados en la
guerra misma. Recordemos todos a ese emblemático prócer de la
emancipación americana, pero también de nuestra identidad africana,
que fue el Negro Primero Pedro Camejo, héroe-mártir de la
confrontación militar que selló la Independencia de Venezuela: la
Batalla de Carabobo.
Un largo y sostenido proceso de ideologización de nuestras fuerzas
armadas latinoamericanas, logró con relativo éxito inculcar una nueva
doctrina militar anti-popular en la región. Podríamos identificar como
un momento determinante de este proceso la década de los setenta,
paralelo a los inicios de la ofensiva neoliberal en el continente. Si bien
las oligarquías nacionales habían logrado secuestrar y torcer el
destino de nuestros procesos de Independencia, su alianza con
Estados Unidos, potencia que emergió más fortalecida que nunca de
la Segunda Guerra Mundial, proporcionó un nuevo horizonte político a
las elites latinoamericanas: la imposición por la fuerza militar del
proyecto capitalista neoliberal. Es cuando aparecen los militares
gorilas de las dictaduras sureñas, la Escuela de las Américas y la
doctrina de seguridad nacional. Nuestros ejércitos se convirtieron en
ejércitos de ocupación, inspirados en el pensamiento fascista que hoy
rebrota, tras la mascara de la tecnocracia neoliberal.
La doctrina militar estadounidense hizo de los ejércitos
latinoamericanos una mera extensión del Ejército imperial de Estados
Unidos. A los ejércitos de nuestras naciones se les asignó el rol de
fuerza auxiliar subordinada a los intereses de la nación del norte.
Buena parte de nuestros oficiales fueron adiestrados en centros
especialmente ideados para moldear a los militares latinoamericanos,
en los que se nos enseñaba a reprimir a nuestros pueblos y a
desconfiar de nuestros vecinos. Un ejemplo de este tipo de centros lo
constituye la tristemente célebre Escuela de las Américas, verdadero
centro de adoctrinamiento y de enseñanza de técnicas de tortura, de
22
donde salieron una buena parte de los dictadores que tuvimos que
soportar a todo lo largo del siglo XX en nuestro continente.
Los enemigos a los que se enseñaba a combatir eran las clases
populares, los campesinos sin tierra y los trabajadores urbanos, todo
ello en nombre de la estabilidad y la lucha contra la insurgencia
comunista y para beneficio de los latifundistas y las transnacionales
quienes, contaban de esa manera con un medio eficaz de coerción
para continuar explotando el trabajo ajeno.
Si embargo, a pesar de la aplicación más o menos estandarizada de
este programa de reconstitución ideológica de las fuerzas armadas
latinoamericanas, nuestra historia militar y política, así como la
composición social de nuestra Fuerza Armada, permitieron que los
profundos contenidos populares y nacionalistas se mantuvieran vivos
entre nuestros soldados, incluyendo buena parte de la oficialidad.
Esta realidad histórico-social que determina a nuestras fuerzas
armadas, descrita aquí a grandes rasgos, puede explicar la
receptividad que en su seno tuvieron desde siempre las ideas
progresistas, incluso de izquierda. A pesar de todos los intentos del
puntofijismo por aislar al Ejército del pueblo y de las ideas de
transformación social, éstas siempre estuvieron presentes entre sus
cuadros con una intensidad variable según el momento histórico.
Testimonio de esto lo tenemos en las insurrecciones militares de
Carúpano y Puerto Cabello en 1962, protagonizada por jóvenes
oficiales en alianza con la izquierda insurreccional de jóvenes
estudiantes y trabajadores, que finalmente terminaron resistiendo en
las montañas de nuestra Patria, en una sacrificada guerra de
guerrillas.
El espíritu de estas rebeliones continuó vivo, y la relación de los
militares con los movimientos revolucionarios civiles también. Después
de la derrota de la guerrilla en la década de los 70, estos contactos se
reestablecieron, y constituyeron los primeros pasos hacia la
conformación de un movimiento revolucionario a lo interno de la
Fuerza Armada, por parte de nuestro Comandante Chávez. Se trata,
por supuesto, de los inicios del Movimiento Bolivariano Revolucionario
200.
23
No por causalidad, este movimiento que levanta las banderas de
Bolívar, Zamora y Simón Rodríguez dentro de nuestras fuerzas
armadas, insurgirá poco tiempo después del acontecimiento que
partirá en dos la historia contemporánea de Venezuela: el 27 de
Febrero de 1989.
Durante la rebelión popular del 27 de Febrero de 1989, sobre la cual la
historiografía burguesa ha construido una leyenda oscura (como un
suceso triste, ruin, vergonzoso), el pueblo venezolano saldó cuentas
con una vieja partidocracia que, no conforme con empujar a las
grandes mayorías nacionales al hambre y la miseria, ahora pretendía
imponerle, a sangre y fuego, las recetas económicas neoliberales. El
27 de Febrero significó un gran grito de ¡basta!, grito rebelde, grito
alegre, que fue ahogado en sangre, la misma que abonó la revolución
bolivariana, que más nunca salió de las calles, especialmente en la
voz de los estudiantes universitarios y de educación media, que
durante la década de los 90 del siglo XX, protagonizamos una
hermosa resistencia contra la subasta de la Patria, en el altar del
neoliberalismo. ¡Honor y gloria a todos los jóvenes y niños torturados,
desaparecidos y caídos bajo la brutal represión del pacto de Punto
Fijo!
A propósito del neoliberalismo, es oportuno mencionar que desde
principios de los años 80, cierta historiografía burguesa, comprometida
con el proyecto político y el modelo de sociedad neoliberal, ha
intentado contraponer la Primera República al ideario del Libertador.
Se ha venido gestando, con distintos énfasis, un intento de construir
hegemonía en el plano de nuestra historia nacional. Se trata de un
trabajo intelectual que ha mostrado una gran perseverancia en su
propósito de socavar la autoridad simbólica de Bolívar. Durante los
últimos doce años de revolución bolivariana, esta tendencia no ha
hecho sino radicalizarse. Sesudos historiadores, algunos otrora
progresistas, han proclamado que el Padre de la Patria, no es Bolívar,
si no Páez, porque nos separó de Colombia en 1830. O que le niegan
a Bolívar la autoría militar de la Campaña de Carabobo, porque el que
peleó fue el Catire Páez. La locura. ¡Chávez los volvió locos!
Para nosotros y nosotras, Bolívar condensa lo que hemos
caracterizado como la memoria “profética” del pueblo venezolano.
Nuestra tarea, en el presente, no es otra que la de actualizar las
24
esperanzas de justicia e igualdad que movilizaron a las generaciones
que hicieron la Independencia en las primeras décadas del siglo XIX.
Bolívar es el nombre que condensa el huracán, de un pasado que no
ha dejado de reclamar su espacio en las luchas del presente y del
futuro, las cuales se condensan a su vez en ese relámpago que
iluminó el horizonte de la Patria, la madrugada del 4 de febrero de
1992, que es y será Chávez, que nos llevó a la más grande victoria
popular, la del 6 de diciembre de 1998 y de ahí en delante de batalla
en batalla, de victoria en victoria. La última, la del 14 de abril de 2013,
no sólo hay que medirla cuantitativamente, sino cualitativamente.
Porque la victoria bolivariana y chavista del Compañero Presidente
Nicolás Maduro, nos permite hoy seguir construyendo en paz, el
camino victorioso de los cambios profundos, que el pueblo venezolano
forjó a lo largo de 14 años, hacia su prosperidad.
Por eso el Comandante Chávez, cuando se proyectó al horizonte, el 5
de marzo del 2013, a las 4:25 p.m. (¡cómo olvidarlo, hoy hace 4
meses!), se proyectó con la certeza de que había dejado una
llamarada encendida, la Patria, como no los expresó el 8 de diciembre
de 2012: “Hoy tenemos Patria que nadie se equivoque. Hoy tenemos
Pueblo que nadie se equivoque. Hoy tenemos la Patria más viva que
nunca, ardiendo en llama sagrada, en fuego sagrado”.
Necesario, es hacer un paréntesis para llamar la atención de cierta
banalización de la frase “Tenemos Patria” que quieren hacer los
“ingeniosos” publicistas que están detrás del autoproclamado dirigente
de la oposición. Yo les digo, la Patria no la van a encontrar en los
supermercados, ni en el baño de su casa. La Patria si se tiene, si se
siente, la van a encontrar en el alma y en la conciencia de sentirse
parte de un pasado y un presente heroico que nos pertenece, de
sentirse herederos de los libertadores de este continente, de sentirse
parte de un pueblo admirado y respetado en el mundo de hoy, por su
coraje y su valentía de atreverse a protagonizar una revolución
socialista, como lo es la revolución Bolivariana.
Pero si quieren medir la Patria en indicadores, oigan esto: Hace 20
años, la Patria, según los tecnócratas neoliberales, había
pasado de moda, por eso perdimos el control del ingreso nacional
25
petrolero con la llamada apertura y vendíamos nuestro petróleo como
carbón, eso sí era regalo; por eso nuestra Fuerza Armada libertadora
se había convertido en una policía pretoriana para masacrar al pueblo
como el 27 de febrero de 1989; por eso de cada 100 venezolanos 60
eran pobres; por eso nos expropiaron la Cantv, Sidor, Viasa, las
prestaciones sociales, la salud y la educación gratuitas. Pero también,
por eso, nos rebelamos, luchamos y vencimos y seguiremos
venciendo.
Es por ello, que la frase profunda “Hoy tenemos Patria, que nadie se
equivoque”, de aquel inolvidable 8 de diciembre de 2012, resume una
historia de resistencia, lucha y victoria de nosotros como pueblo.
Aquí estamos varios testigos de una llamada que recibió el Presidente
Nicolás Maduro la noche del 14 de abril: “Hay que pactar, necesario es
pactar” y la valiente respuesta de Nicolás Maduro: “Yo no tengo nada
que pactar, si eso es lo que tú quieres hablar conmigo, no hay nada
que hablar porque aquí no hay pacto, aquí hay una decisión del pueblo
y es la que vamos a respetar”.
Hoy Tenemos Patria, porque el poder político es expresión de la
decisión del pueblo y no de un pacto de élites; Tenemos Patria porque
hemos certificado la reserva más grande de petróleo del mundo, la faja
del Orinoco, y porque el ingreso nacional petrolero lo maneja el
Estado para distribuirlo en salud, educación, alimentación y vivienda.
Tenemos Patria, porque de cada 100 venezolanos, 80 son no pobres y
los otros 20 están protegidos por la seguridad social socialista y van
saliendo de la pobreza; Tenemos Patria porque el hambre y el
analfabetismo son parte de una triste historia que ya no volverá.
Tenemos Patria, porque tenemos una Fuerza Armada con una
doctrina propia, la bolivariana, “empleando su espada para defender
las garantías sociales”. Tenemos Patria porque tenemos conciencia de
lo que somos y de lo que estamos dispuestos a defender.
Pero el Comandante Chávez, también se fue con la seguridad, de que
el pensamiento racista y excluyente que llegó junto a las armas
invasoras hace más de 500 años, sigue al acecho. Es por ello que
26
advierte, el 8 de diciembre,
advirtió?
“que nadie se equivoque” ¿A quién
Sin duda alguna, es a la élite opositora que ha venido consolidando
una corriente fascista que puja desde hace 20 años con la corriente
popular bolivariana y socialista. Es el resultado del quiebre de la
democracia liberal burguesa, ocurrido en 1989, como ocurrió en la
Europa de la década del 20, del siglo XX. La pequeña diferencia, es
que en Europa se impuso la corriente fascista y en Venezuela, en
1998 ganó la corriente bolivariana y socialista liderizada por el
Comandante Chávez. Otra diferencia, la victoria fascista en Europa,
como también en el Cono Sur de nuestra América, en la década de los
70 del siglo pasado, barrieron con los socialistas y con muchos otros,
mientras en Venezuela, los fascistas siguen constituyendo una seria
amenaza para la paz y la vida de nuestro pueblo, porque han sido
respetados, mucho más allá de lo que la tolerancia democrática
aconseja.
En la Venezuela Socialista del siglo XXI nuestros diputados de la
oposición –gracias por asistir– gozan de buena salud y están en el
Parlamento expresando su opinión, y así será porque ésta seguirá
siendo una revolución democrática, popular, pacífica.
Pero, más allá de los sectores democráticos de la oposición, también
los fascistas gozan de buena salud y siguen constituyendo una seria
amenaza para la paz y la vida de nuestro pueblo.
Si la victoria hubiese sido de la corrientes fascistoide, tengan la
seguridad, no les quepa la menor duda que hubiesen barrido con el
movimiento popular. Los rasgos de intolerancia política y social
permanente y la represión genocida de febrero de 1989, por parte de
las clases dominantes, así como las actuaciones de factores del poder
económico y político burgués, especialmente de la organización
Primero Justicia, durante abril de 2012 y en abril de 2013, junto al
Movimiento Voluntad Popular, así lo constatan.
La máxima expresión de esta constatación, la evidencia el candidato
perdedor de las pasadas elecciones del 14 de abril, cuando despliega
sus grupos de choque contra el movimiento popular, tras expresar la
necesidad de “drenar” con ira, con violencia, mostrando el rostro de
27
odio, el uso del miedo, y su vinculación orgánica con la cultura de la
muerte propia del fascismo.
En esta parte del discurso, voy apoyarme en buena parte, en un
conjunto de reflexiones de un grupo de estudiosos venezolanos,
coordinado por el Sociólogo Javier Biardeau, Juan Barreto, quienes
vienen realizando un estudio sobre la cara oculta del fascismo en
Venezuela.
Es propio del fascismo convocar a las masas reaccionarias, pero es
parte de una apología del destino manifiesto de la minoría selecta. La
mayor parte de sus dirigencias vienen de las clases altas e instauran
sistemas jerárquicos y autoritarios. Charles Maier, historiador, recalca
que hacia 1927, el 75% de los miembros del partido fascista italiano
venía de la clase media y media baja; sólo 15% era obrero, y un 10%
procedía de las élites, los cuales sin embargo ocupaban las altas
posiciones y eran quienes en definitiva fijaban sus objetivos y políticas.
Otro rasgo distintivo, del fascismo, es el ocultamiento de sus
propósitos y el enmascaramiento de su ideología, como ha planteado
Luis Brito García:
“Fascismo y capitalismo tienen rostros aborrecibles que necesitan
máscaras. Los fascistas copian consignas y programas
revolucionarios. Mussolini se decía socialista, el nazismo usurpó el
nombre de socialismo y se proclamaba partido obrero (Arbeite); en su
programa sostenía que no se debía tolerar otra renta que la del
trabajo. Por su falta de creatividad, roban los símbolos de movimientos
de signo opuesto. Los estandartes rojos comunistas y la cruz gamada,
símbolo solar que en Oriente representa la vida y la buena fortuna,
fueron confiscados por los nazis para su culto de la muerte.”
Hemos visto, a los partidos y lideres fascistoides que controlan la
oposición venezolana, enarbolar las banderas del progresismo,
asumirse socialistas, intentar mimetizarse con las causas y con los
logros que el pueblo ha defendido y obtenido en revolución.
El fascismo retorna como rostro oculto del monstruo de la derecha
imperial, el leviatán, a través de diversos síntomas de nuestro tiempo y
de la escena contemporánea: racismo, discriminación étnica, neo-
28
liberalización espiritual, sobreexplotación del trabajo asalariado,
xenofobía, violencia contra las minorías, búsqueda de identidades
populistas de derecha, anticomunismos reciclados y neofundamentalismos reaccionarios.
No podemos minimizar o desestimar estas amenazas a las luchas de
la multitud plebeya y a la izquierda gubernamental de Venezuela y de
Nuestra América. De la mano de Álvaro Uribe Vélez y de sectores de
la ultraderecha del Cono Sur, se apoya el núcleo fascista venezolano,
para impulsar un preocupante crecimiento electoral de estos partidos y
movimientos que no pueden dejar de ser calificados como de
procedencia o filiación fascista. Reconocer que el crecimiento de una
base de masas para la política de derecha y ultraderechas fascistas
representa un verdadero peligro es un paso cada vez más urgente, sin
el cual no nos es posible organizarnos para detener el avance del
fascismo. Pero también tenemos que comprender los flancos débiles
del fascismo, de otro modo corremos peligro de quedar paralizados
por el pánico y las pasiones tristes.
El fascismo no llega al poder sólo con Golpe de Estado, también
recurre a elecciones aprovechando las debilidades y errores de las
políticas de avance revolucionario de los gobiernos de izquierda, así lo
hicieron Hitler y Mussolini en la década de los 20 del siglo pasado. Si
el avance y la profundización revolucionaria pasa por un momento de
estancamiento, se hace vacilante o entra en un proceso de reflujo
político, abre las condiciones de posibilidad para maximizar las
oportunidades del resurgimiento fascista. Pero, afortunadamente, las
formaciones sociales y políticas fascistas necesitan más que éxitos
electorales. Para acumular fuerzas y ejercer el poder, necesitan otros
tres elementos interrelacionados:
a) Necesitan una base social de masas, capaz de penetrar todos
los poros de la sociedad, sobre todo fracturando la unidad
revolucionaria de la clase trabajadora organizada y de la multitud
popular, como bloque social de los explotados y los oprimidos.
Necesitan más que votos. Necesitan simpatizantes y militantes
dispuestos a correr los riesgos necesarios para aplastar toda
resistencia e insurgencia popular revolucionaria.
29
b) Además, los fascistas necesitan que sectores decisivos de la
clase dominante y de la máquina estatal quieran un gobierno de
derecha o ultraderecha fascista. Tanto Hitler como Mussolini
contaron con el apoyo de los diputados de los principales
partidos burgueses -el Partido Liberal Italiano; y los partidos
Nacional, Popular y del Centro en Alemania-. Y
fundamentalmente contaron sectores reaccionarios de la policía
y la Fuerza Armada, que colaboraban con los grupos de choque
paramilitares fascistas para eliminar toda oposición.
c) Convertir en hegemónico, el anhelo de una sociedad ideal sin
contradicciones, ni lucha de clases, para luego aplastar a la
disidencia y luego el consenso se logra a partir de la aplicación
de la fuerza para el sometimiento de aquellos que se consideran
inferiores y excluidos del conjunto de la “minoría selecta”. Decía
Mussolini: “Todos somos italianos”. Decía Juan Vicente Gómez:
“Ni liberales, ni conservadores, todos venezolanos, y duro con
ellos”. Dice el núcleo fascista venezolano: “No debemos pelear
más entre venezolanos, la Revolución dividió a los venezolanos”,
como que si el 27 de febrero de 1989, fue una fiesta de niños.
El Fascismo puede volver, con las apariencias más inocentes.
Nuestro deber es desenmascararlo y apuntar con el índice sobre cada
una de sus formas nuevas, cada día, en cada parte del mundo. De allí
la importancia de conocer su procedencia e historia, recapturar su
genealogía para comprender las fuerzas y sentidos de su efectuación
histórica.
Los neo-fascistas de hoy en día tienen organizaciones de masas más
pequeñas y débiles que las de Hitler y Mussolini, pero no debemos
minimizar la amenaza; Ya que son mucho más poderosas y ampliadas
por el poder mediático, como lo decía el Presidente Rafael Correa en
el día de ayer.
El germen fascista se incubó en los estertores de la Cuarta República.
La crisis de la democracia liberal burguesa de Acción Democrática y
COPEI, estimulada por ellos mismos. Lo recuerdan diputados de esas
toldas, la novela Por Estas Calles y de Marcel Granier, La generación
de relevo Vs. el Estado omnipotente –es importante que lo recuerden.
Necesario es recordar la secta Tradición, Familia y Propiedad (TFP) y
30
la membrecía a ella, de connotados dirigentes de las agrupaciones
fascistoide que hoy controlan a la oposición. Igualmente, en el
pensamiento político, económico y social expresado por los miembros
de Grupos como Roraima y Santa Lucía, a finales de los ochenta y
principio de los 90, se puede encontrar el vivero de las corrientes
fascistas que hoy nos tocan confrontar.
En tiempos recientes, las formaciones encubiertas de corte fascista
aparecen revestidas como organizaciones de defensa de derechos
humanos y de activación política de un movimiento juvenil de corte
reaccionario, con simbologías religiosas anticomunistas, como JAVU y
otros movimientos que se apoyan, en organizaciones imperialistas de
promoción de la desobediencia social, y en los dólares de la
indignidad.
Y sin duda alguna, que la agrupación Primero Justicia es el sustituto
principal de la forma de representación del neoliberalismo ante la
decadencia del sistema de representación que sostenía el bipartidismo
cuarto republicano. Es la respuesta directa de la oligarquía, con
mínima intermediación de los viejos representantes, ante el avance
popular. Subordinando a las corrientes más moderadas de la derecha,
como AD y COPEI, a favor de los sectores más reaccionarios de la
oligarquía y la burguesía monopólica venezolana.
¿Qué van hacer Uds, dirigentes socialdemócratas de Acción
Democrática, COPEI, Un Nuevo Tiempo y organizaciones otrora de
izquierda como el MAS, La Causa R, entre otras?
¿Continuarán acompañando el rebrote del germen fascista, como lo
hicieron los socialdemócratas y liberales en la década del 20 y el 30
del siglo 20, ahora en nuestra Patria, o enarbolarán sus banderas
socialdemócratas, marcando distancia del monstruo e incorporándose
al ejercicio de la democracia participativa y protagónica con lealtad,
consagrada en nuestra Constitución Bolivariana? Sólo Ustedes
pueden saber si quieren y si pueden hacerlo.
Pero necesario es que tengan claro, como lo expresó Antonio
Gramsci, uno de los pensadores de izquierda más agudos con relación
a la cuestión fascista, que la posición de un ala ideológica de derecha
de la pequeña burguesía constituyo la base de masas para una
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contra-ofensiva reaccionaria contra el movimiento obrero y socialista,
constituyéndose en un plan de revancha de la gran burguesía, contra
cualquier intento de revolución socialista y de la más mínima expresión
democrática.
El rebrote del fascismo, lamentablemente no es un fenómeno aislado
en Venezuela, hoy el Leviatán recorre el mundo, la aplicación de
brutales medidas para favorecer el capital financiero, a costa de los
derechos de los pueblo de Europa, el desarrollo de una estructura de
vigilancia y control a escala global por parte del gobierno de los
Estados Unidos, denunciada por el perseguido político del Imperio, el
joven Snowden, el desconocimiento de las más elementales normas
del derecho internacional, como el oprobio del Campo de
Concentración de Guantánamo y la expresión más reciente, el
atentado y secuestro contra el avión donde viajaba nuestro hermano
Presidente Evo Morales, son señales inequívocas de que el mounstruo
está de vuelta.
En tal sentido, es necesario recordar, las reflexiones del dirigente e
ideólogo soviético, Jorge Dimitrov. Para Dimitrov los gérmenes de un
renacimiento potencial del fascismo están contenidos en la plaga,
conscientemente extendida en algunos países imperialistas, formada
por la mentalidad racista y xenófoba (contra los negros, los noblancos, los trabajadores emigrados, los árabes, los indios, los pobres
y hasta los feos), en la indiferencia creciente ante los asesinatos
políticos, en el resentimiento irracional hacia los “acontecimientos
hostiles” cada vez más frecuentes en la arena mundial, y en el odio,
igualmente irracional, hacia las minorías revolucionarias y no
conformistas.
También Dimitrov, como principal portavoz del frente popular
antifascista señaló, en 1935 desde el ángulo del marxismo ortodoxo
que: “Uno de los aspectos más débiles de la lucha antifascista de
nuestros Partidos consiste en que no reaccionan suficientemente, ni a
su debido tiempo contra la demagogia del fascismo y siguen tratando
despectivamente los problemas de la lucha contra la ideología
fascista. No debemos menospreciar, en modo alguno, esta fuerza del
contagio ideológico del fascismo. Al contrario, debemos librar por
nuestra parte una amplia lucha ideológica, basada en una
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argumentación clara y popular y en un método certero a la hora de
abordar lo peculiar en la psicología nacional de las masas del pueblo”.
También señala Dimitrov que el fascismo en el poder, es la dictadura
terrorista abierta de los elementos más reaccionarios, más chovinistas
y más imperialistas del capital financiero: “El fascismo no es una forma
de Poder Estatal, que esté, como se pretende, por encima de ambas
clases, del proletariado y de la burguesía (…) El fascismo es el poder
del propio capital financiero. Es la organización del ajuste de cuentas
terrorista con la clase obrera y el sector revolucionario de los
campesinos y de los intelectuales. El fascismo, en política exterior, es
el chovinismo en su forma más brutal que cultiva un odio bestial contra
los demás pueblos.”
“Hay que recalcar de un modo especial este carácter verdadero del
fascismo, porque el disfraz de la demagogia social ha dado al
fascismo, en una serie de países, la posibilidad de arrastrar consigo a
las masas de la pequeña burguesía, sacadas de quicio por la crisis, e
incluso a algunos sectores de las capas más atrasadas del
proletariado, que jamás hubieran seguido al fascismo si hubiesen
comprendido su verdadero carácter de clase, su verdadera
naturaleza”.
Esto hasta ahora, no ha sido posible en Venezuela porque el auge de
masa que comenzó con el Caracazo del año 89´ coincidió con una
crisis política-institucional del aparato de Estado y los partidos
representantes de la clase dominante. Así mismo coincidió con una
crisis al interior del aparato militar, que sincronizó la máquina de
represión y aplastamiento del Estado, permitiendo el ascenso al poder
de Hugo Chávez y la revolución bolivariana.
En Venezuela ocurrió lo que podríamos llamar una crisis hegemónica
del proyecto histórico de la clase dominante. Cuando esto ocurre o los
sectores fascistas ocupan el espacio de la democracia liberal y llegan
en relevo a ocupar el espacio dejado por la democracia representativa,
o se avanza en un sentido revolucionario de activación de un
movimiento de masas de izquierda. La revolución bolivariana encarnó
la activación del poder constituyente y el lugar de la multitud popular.
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La pregunta es: ¿Cuánto puede mantenerse una clase dominante sin
ser hegemónica? ¿Cuánto tiempo puede soportar sin violencia el
desmoronamiento de sus formas de legitimación? O como dijera
Gramsci durante cuánto tiempo pudiera abstenerse de “desbordar los
contenidos éticos del sistema político sin mostrar su propia
naturaleza”, es decir, el fascismo es la burguesía desnuda. Ya la
hemos visto varias veces, ¿verdad? El 11 de abril del año 2002, el 14,
15 y 16 de abril de 2013.
En tal sentido, y no expresó únicamente la posición personal de Elías
Jaua, sino de los miembros de la Dirección Política de la Revolución
Bolivariana, y con su permiso la voy a expresar: es necesario que las
agrupaciones fascistoides en Venezuela, tengan muy claro que si ellos
desbordan el marco de la legalidad democrática, desarrollando un
aventura golpista, propiciando una intervención extranjera, ejecutando
un plan de de magnicidio contra el Presidente Nicolás Maduro o de
masacre contra nuestro pueblo, nosotros ejerceríamos el derecho a la
rebelión total y profunda, consagrado en nuestra Constitución
Bolivariana, y la revolución tomaría otro carácter y la forma de lucha
principal sería diferente a la que hemos usado en los últimos 14 años.
Que nadie se equivoque. Estaríamos obligados a ello, para detener el
fascismo y evitar una tragedia humanitaria en la Patria de Bolívar,
como la que vivieron los pueblos de Chile, Argentina, Bolivia, Uruguay
y Paraguay en la década de los 60 y 70.
Para culminar, quiero expresar que hoy, después de tanto trajinar,
después de tanta lucha durante doscientos años y más, hoy podemos
afirmar sin temor a equivocarnos, y con infinito orgullo y amor por
nuestro pueblo que ha sabido conducirnos hasta acá, que “Un
fantasma llamado Bolívar recorre de nuevo Nuestra América”, como
diría el poeta Gustavo Pereira (Simón Bolívar, escritos
anticolonialistas). “No el amurallado por la bruma o la falsía, el
convertido en superhombre o divinidad de infranqueable vallado,
objeto de culto o de liturgia y por lo tanto, cumplido ya su afán o su
destino, yerto, inofensivo, embalsamado. Ni aquel cuya estatua, para
decirlo en palabras de Pocaterra, sacan a cada aniversario de su
base, la ponen a danzar en una mesa de procesión de aldea con
coronas barrocas y a cuya majestad se pronuncian discursos y se
disparan fuegos artificiales”.
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“El fantasma que vivió y vive y trasciende y llega hasta nosotros…
envuelto en su raída manta y presa de osadías y delirios y arrebatos y
obsesiones y contradicciones y saberes e intuiciones es el Bolívar
sensible, contraventor, apasionado, justiciero – revolucionario
verdadero en suma – cuyo empeño, valor, generosidad,
desprendimiento y talento infatigable de osado dirigente y soñador
ayudaron a liberar y conformar naciones y mentalidades en un
continente abatido por tres siglos de opresión y despojo.
“Ese Bolívar nos fue trocado o escamoteado durante largo tiempo y la
historia oficial y sus enemigos y sus hagiógrafos se encargaron de
reducirlo a fábula o anécdota, cuando no a omnímoda presencia,
desplazando el cuerpo matriz de su ideario y de sus luchas y
convirtiendo su ejemplo en asignatura moldeable para justificar la
iniquidad establecida y hasta la trampa o la celada vendepatria”.
Nuestra tarea es seguir creando las condiciones que hagan posible el
deambular de Bolívar, Bolívar-padre, Bolívar-pueblo, pueblo
bolivariano y zamorano y robinsoniano y Chavista que hoy lucha por
seguir construyendo su destino. En paz. Con soberanía,
independencia, igualdad, justicia.
Hoy, cuando celebramos, libres al fín, doscientos dos años de nuestra
Independencia, como Bolívar en el Chimborazo, volvemos a dialogar
con el Tiempo. Y decimos, tal y como lo escribía el mismo Bolívar en
su Delirio: “el tiempo no ha podido detener la marcha de la libertad”.
“¡Sí podré!”, exclamaba el padre Bolívar en su escalada al
Chimborazo. Hoy decimos, fuerte y claro, para que todo el mundo nos
escuche: ¡Nosotros sí podremos!
Compañero Presidente Nicolás Maduro, compatriotas todos.
Podremos como nos mandó Bolívar, en 1820: “…El impulso de esta
revolución está dado ya nadie lo puede contener y lo más que se
podrá conseguir es darle la buena dirección". “…Es imperturbable
nuestra resolución de independencia o nada, pues sin ella desaparece
toda identidad nacional”.
Podremos como nos mandó nuestro Comandante Chávez, en los dos
primeros Grandes Objetivos Históricos del Programa de la Patria.
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Defendiendo, expandiendo y consolidando el bien más preciado que
hemos reconquistado después de 200 años: la Independencia
Nacional y profundizando la construcción del Socialismo Bolivariano
del siglo XXI, en Venezuela, como alternativa al sistema destructivo y
salvaje del capitalismo y con ello asegurando “la mayor suma de
felicidad posible, la mayor suma de seguridad social y la mayor suma
de estabilidad política para nuestro pueblo”.
¡Independencia o Nada!
¡Independencia y Patria Socialista!
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Viva el Libertador y Padre de la
Patria Grande, Simón Bolívar!
¡Viva el Comandante Chávez, redentor
de los pobres de esta tierra!
¡Viva la Independencia!
¡Claro que tenemos Patria!
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