Improcedencia de la objeción de conciencia planteada por un

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Improcedencia de la objeción de conciencia
planteada por un juzgador
Jaime Allier Campuzano*
Sumario: I. Introducción. II. Concepto de objeción de conciencia.
III. Objeción de conciencia en México. IV. Propuesta de reforma constitucional. V. Tratados internacionales y bloque de constitucionalidad. VI. Inoperancia de la objeción de conciencia hecha valer por un
juez. VII. Conclusiones. Bibliografía.
I. Introducción
El hombre se encuentra dotado de conciencia que le permite discernir entre el bien y
el mal. Dicha moralidad se encuentra condicionada por el círculo social al que pertenece, la educación que ha recibido y el ambiente en que se desarrolla, destacando,
dentro de dichos factores, la religión o ideología que se profesa.
Sin embargo, algunas veces, se presentan situaciones en que la conciencia pugna con la ley, creándose un conflicto entre ambas. Para resolver este último, se ha
instituido la figura jurídica denominada objeción de conciencia, la cual consiste en
que ante la ley injusta debe prevalecer la justicia (a la luz de las creencias del objetor).
Es así como se observan objeciones de conciencia: al servicio militar, al aborto, a
la eutanasia, a las transfusiones de sangre, a los símbolos patrios, entre otras.
Ahora bien, en el ámbito de la administración de justicia, surgen las
siguientes interrogantes: ¿Pueden los jueces ser objetores de conciencia y dejar
de conocer de una causa por razones morales o religiosas? ¿Existe fundamento
constitucional de dicha objeción? o ¿existen principios en la Carta Magna que
impiden la operancia de la objeción de conciencia planteada por los juzgadores?
Las respuestas a estos cuestionamientos los encontrará el lector a largo del presente ensayo.
*
Magistrado del Tribunal Colegiado en Materias de Trabajo y Administrativa del Décimo Tercer Circuito.
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II. Concepto de objeción de conciencia
Para efectos de este tema, considero acertada la definición que hace Trejo Osorno,
sobre la objeción de conciencia, entendida como: “una postura individual contraria a
la ley, actos de autoridad e incluso autoridades laborales. Esta postura de discrepancia normalmente es generada por creencias religiosas, ideológicas, principios éticos
o morales y tiene como finalidad la no aplicación de la ley o acto en cuestión o su
sanción”.1
Ese mismo autor2 desglosa la anterior definición en cuatro elementos:
1. Estado: por excelencia, es el sujeto pasivo en la objeción de conciencia. Es el
elemento supra personal del Estado contra el que se enfrenta el individuo que objeta
determinada ley o acto de autoridad.
2. Objetor: es aquel individuo que tiende a desobedecer determinada ley o mandato por considerarlo contrario a sus ideales, sus creencias o su ideología.
La objeción de conciencia es un derecho que necesita ser ejercitado mediante un
procedimiento, es decir, de un derecho adjetivo que permita su pleno ejercicio y de
este modo el objetor de conciencia adquiera tal carácter.
3. Ley objetada: la objeción de conciencia depende de la existencia de un ordenamiento o un acto de autoridad, mismos que el objetor considera contrarios a sus
creencias.
4. Causa de la objeción: reside en la inconformidad de un individuo con determinado ordenamiento jurídico o acto de autoridad, que implica un detrimento
moral en su contra.
III. La objeción de conciencia en México
En nuestro país, la objeción de conciencia no se encuentra regulada expresamente en
la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Tan solo los artículos 24 y 130 de la Carta Magna, reconocen la libertad de
conciencia y de culto, de la manera siguiente:
Artículo 24. Todo hombre es libre de profesar la creencia religiosa que más le
agrade y para practicar las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo,
siempre que no constituyan un delito o falta penado por la ley.
1
2
Trejo Osorno, Luis Alberto. La objeción de conciencia en México. México 2010. Porrúa. 1ª ed. p. 29.
Ibidem. pp. 32-35.
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El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohiban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos. Los
que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la ley reglamentaria.
Artículo 130. El principio histórico de la separación del Estado y las iglesias orienta
las normas contenidas en el presente artículo. Las iglesias y demás agrupaciones religiosas se sujetarán a al ley.
Corresponde exclusivamente al Congreso de la Unión legislar en materia de culto
público, de iglesias y agrupaciones religiosas. La ley reglamentaria respectiva, que será
de orden público, desarrollará y concretará las disposiciones siguientes:
a) Las iglesias y las agrupaciones religiosas tendrán personalidad jurídica como asociaciones religiosas una vez que obtengan su correspondiente registro. La ley regulará dichas asociaciones y determinará las condiciones y requisitos para el registro
constitutivo de las mismas;
b)Las autoridades no intervendrán en la vida interna de las asociaciones religiosas:
c) Los mexicanos podrán ejercer el ministerio de cualquier culto. Los mexicanos así
como los extranjeros deberán, para ello, satisfacer los requisitos que señale la ley;
d)En los términos de la ley reglamentaria, los ministros de cultos no podrán desempeñar cargos públicos. Como ciudadanos tendrán derecho a votar, pero no a ser
votados. Quienes hubieren dejado de ser ministro de cultos con la anticipación y
en la forma que establezca la ley, podrán ser votados; y
e)Los ministros no podrán asociarse con fines políticos ni realizar proselitismo
a favor o en contra de candidato, partido o asociación política alguna. Tampoco
podrán en reunión pública, en actos del culto o de propaganda religiosa, ni en
publicaciones de carácter religioso, oponerse a las leyes del país o a sus instituciones,
ni agraviar, de cualquier forma, los símbolos patrios.
Queda estrictamente prohibida la formación de toda clase de agrupaciones políticas
cuyo título tenga alguna palabra o indicación cualquiera que la relacione con alguna
confesión religiosa. No podrán celebrarse en los templos reuniones de carácter político. La simple promesa de decir verdad y de cumplir las obligaciones que se contraen,
sujeta al que la hace, en caso de que faltare a ella, a las penas que con tal motivo
establece la ley.
Los ministros de cultos, sus ascendientes, descendientes, hermanos y cónyuges, así
como las asociaciones religiosas a que aquéllos pertenezcan, serán incapaces para heredar por testamento, de las personas a quienes los propios ministros hayan dirigido o
auxiliado espiritualmente y no tengan parentesco dentro del cuarto grado.
Los actos del estado civil de las personas son de la exclusiva competencia de las autoridades administrativas en los términos que establezcan las leyes, y tendrán la fuerza y
validez que las mismas les atribuyan.
Las autoridades federales, de los Estados y de los Municipios tendrán en esta materia
las facultades y responsabilidades que determine la ley.
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A nivel legislativo federal, en el artículo 1º de la Ley de Asociaciones Religiosas
y Culto Público, la objeción de conciencia se encuentra prohibida, de la manera
siguiente:
Artículo 1º. La presente ley, fundada en el principio histórico de la separación
del Estado y las iglesias, así como en la libertad de creencias religiosas, iglesias y
culto público. Sus normas son de orden público y de observancia general en el
territorio nacional.
Las convicciones religiosas no eximen en ningún caso del cumplimiento de las
leyes del país. Nadie podrá alegar motivos religiosos para evadir las responsabilidades y obligaciones prescritas en las leyes.
Al respecto, Burguete García 3 señala acertadamente que la razón de ser de tal
prohibición consiste en evitar que el propio orden jurídico quede sometido a normas
de carácter religioso.
No obstante lo anterior, a nivel local, la objeción de conciencia se encuentra
regulada en dos entidades federativas: el Distrito Federal y Jalisco. En la primera,
la Ley de Salud establece, en su artículo 16 bis 7, el derecho del personal médico a
negarse a practicar un aborto, siempre que sus creencias religiosas o convicciones
personales sean contrarias a dicho procedimiento, teniendo la obligación el médico
de referir a la mujer con otro médico que no sea objetor también. Por su parte, en la
entidad jaliscience, el artículo 18 ter de la Ley Estatal de Salud, en un sentido más
amplio, otorga a todos los servidores públicos, participantes en el sistema estatal de
salud, el derecho a no participar en cualquier clase de procedimiento médico que
contravenga su libertad de conciencia, lo que puede incluir la implantación de órganos o, inclusive, transfusión sanguínea.
IV. Propuesta de reforma constitucional
El 9 de mayo de 2007, el senador José Alejandro Zapata Perogordo presentó una iniciativa de reforma constitucional, en la que pretendía modificar el texto del artículo
24 de la Ley Fundamental para quedar de esta forma:
Art. 24. Toda persona es libre para profesar la religión o creencia de su elección
y para manifestar en público o en privado sólo o en comunidad con otros, incluyendo la práctica de las ceremonias, devociones o actos de culto respectivo, la
enseñanza o difusión de sus creencias, y la observancia de los correspondientes
3
Burguete García, Miguel Ángel. “La necesidad de regular de manera específica la libertad de conciencia (el reconocimiento legal a la objeción de conciencia)”, en Revista del Instituto de la Judicatura Federal. México 2010 núm. 29. p. 79.
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preceptos morales, siempre que no constituyan un delito o falta penados por la ley.
La libertad de religión o creencia implica la libertad de comportarse obedeciendo
los mandatos de la propia conciencia. Cuando alguien se vea imposibilitado para
cumplir una obligación legal por causa de un imperativo moral sincero, grave e
ineludible, tendrá derecho a ser eximido de esa obligación legal, en los términos
establecidos por la ley, siempre que dicha exención no redunde en detrimento de
los derechos fundamentales de otros o de un interés jurídico superior.
El Congreso no puede dictar leyes que establezcan o prohiban religión alguna.
Los actos religiosos de culto público se celebrarán ordinariamente en los templos.
Los que extraordinariamente se celebren fuera de éstos se sujetarán a la Ley Reglamentaria.
Sería conveniente “ descongelar” esta iniciativa y aprobarla, pues así se reconocería
expresamente a nivel constitucional el derecho humano a la objeción de conciencia,
que actualmente, en nuestro país, solo tiene reconocimiento tanto en tratados internacionales (Declaración Universal de los Derechos Humanos, Pacto Internacional
de Derechos Civiles y Políticos y Convención Americana sobre Derechos Humanos)
como en leyes secundarias (Ley de Salud del Distrito Federal y Ley estatal de Salud
de Jalisco).
V. Tratados internacionales y bloque de constitucionalidad
Existen diversos instrumentos internacionales suscritos por nuestro país, en los que
se consagra el derecho humano de objeción de conciencia. Ellos son:
1. DECLARACIÓN UNIVERSAL DE DERECHOS HUMANOS. (10 de
diciembre 1948 ONU)
Artículo 18.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión;
este derecho incluye la libertad de cambiar de religión o de creencia, así como la
libertad de manifestar su religión o su creencia, individual y colectivamente, tanto
en público como en privado, por la enseñanza, la práctica, el culto y la observancia.
Artículo 29.
1. Toda persona tiene deberes respecto de la comunidad, puesto que sólo en ella
puede desarrollar libre y plena su personalidad.
2. En el ejercicio de sus derechos y en el disfrute de sus libertades, toda persona estará
solamente sujeta a las limitaciones establecidas por la ley con el único fin de asegurar
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el reconocimiento y respeto de los derechos y libertades de los demás, y de satisfacer
las justas exigencias de la moral, del orden público y del bienestar general en una
sociedad democrática.
3. Estos derechos y libertades no podrán, en ningún caso, ser ejercidos en oposición
a los propósitos y principios de las Naciones Unidas.
En este sentido y como lo señala Soto Obregón4, encontramos en este último
artículo un espacio en favor de la objeción de conciencia, toda vez que dice que las
limitaciones prescritas por la ley solo deben asegurar el reconocimiento y respeto a los
demás “[…] y nunca podrá pensarse por el hecho de que una conducta o prohibición
se encuentre prevista en la norma, ésta deba cumplirse, pues podría ser totalitaria,
dogmática y antidemocrática”.
2. PACTO INTERNACIONAL DE DERECHOS CIVILES Y POLÍTICOS.
(16 de diciembre de 1996. ONU México lo promulgó el 30 de marzo de 1981 y se
encuentra publicado en el Diario Oficial de la Federación el 20 de mayo de 1981).
Artículo 18.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión; este derecho incluye la libertad de tener o de adoptar la religión o las creencias de su elección, así como la libertad de manifestar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente tanto en público como en privado, mediante el culto,
celebración de ritos, las prácticas y la enseñanza.
2. Nadie será objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar su libertad de
tener o adoptar la religión o las creencias de su elección.
3. La libertad de manifestar la propia religión o las propias creencias estará sujeta
únicamente a las limitaciones prescritas por la ley que sean necesarias para proteger la seguridad, el orden, la salud o la moral públicos, o los derechos y libertades
fundamentales de los demás.
4. Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a respetar la libertad de
los padres y, en su caso, de los tutores legales, para garantizar que los hijos reciban
la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
3.- CONVENCIÓN AMERICANA SOBRE DERECHOS HUMANOS.
(1978. Carta de San José OEA México se adhirió el 24 de marzo de 1981).
4
Soto Obregón, Martha Elena. Objeción de conciencia: ¿Testigos de Jehová vs. símbolos patrios? México, 2003. Plaza
y Valdés. P. 82.
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Artículo 12.
1. Toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia y de religión. Este derecho
implica la libertad de conservar su religión o creencias, o de cambiar de religión o
de creencias, así como la libertad de profesar y divulgar su religión o sus creencias,
individual o colectivamente, tanto en público como en privado.
2. Nadie puede ser objeto de medidas restrictivas que puedan menoscabar la libertad
de conservar su religión o sus creencias o de cambiar de religión o de creencias.
3. La libertad de manifestar la propia religión y las propias creencias está sujeta únicamente a las limitaciones prescritas por la ley y que sean necesarias para proteger
la seguridad, el orden o la moral públicos o los derechos o libertades de los demás.
4. Los padres, y en su caso los tutores, tienen derecho a que sus hijos o pupilos reciban la educación religiosa y moral que esté de acuerdo con sus propias convicciones.
Artículo 30.
Las restricciones permitidas, de acuerdo con esta Convención, al goce y ejercicio
de los derechos y libertades reconocidas en la misma, no pueden ser aplicadas, sino
conforme a las leyes que se dictaren por razones de interés general y con el propósito
para el cual han sido establecidas.
Respecto de estos dos últimos instrumentos internacionales, coincido con Trejo
Osorno5 en el sentido de que en ellos se contempla claramente la libertad de conciencia y, por consiguiente, el derecho a la objeción de conciencia que deben gozar los
ciudadanos de los Estados que hayan adoptado los mismos.
En otro orden de ideas y con motivo del decreto por el que se reforman, adicionan y derogan diversas disposiciones de los artículos 94, 103 y 107 de la Constitución
Política de los Estados Unidos Mexicanos; así como el diverso decreto que modifica
la denominación del Capítulo I del Título Primero y reforma diversos artículos de
dicha Constitución; publicados ambos en el Diario Oficial de la Federación los días
6 y 10 de junio de 2011. En nuestro país finalmente se ha adoptado la doctrina del
bloque de constitucionalidad, consistente en el hecho de ubicar a los instrumentos
internacionales en materia de derechos humanos en el mismo nivel jerárquico de la
norma constitucional, y así se aumentan nuevos derechos fundamentales no incluidos en la Carta Magna.
Tal conclusión se deriva de la redacción de los actuales artículos 1º y 103, de la
Ley Fundamental, que a letra dicen:
Artículo 1º. En los Estados Unidos Mexicanos todas las personas gozarán de los
derechos humanos reconocidos en esta Constitución y en los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte, así como de las garantías para su
protección, cuyo ejercicio no podrá restringirse ni suspenderse, salvo en los casos y
bajo las condiciones que esta Constitución establece.
5
Trejo Osorno, Luis Alberto, op. cit. pp. 72-75.
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Las normas relativas a los derechos humanos se interpretarán de conformidad con
esta Constitución y con los tratados internacionales de la materia favoreciendo en
todo tiempo a las personas la protección más amplia.
Artículo 103. Los Tribunales de la Federación toda controversia que se suscite:
I. Por normas generales, actos u omisiones de autoridad que violen derechos humanos reconocidos y las garantías otorgadas para su protección por esta Constitución,
así como por los tratados internacionales de los que el Estado Mexicano sea parte.
Todo lo anterior permite colegir que el derecho humano a la objeción de conciencia se encuentra incorporado a la Carta Magna, con motivo de la adopción, en
nuestro país, de la doctrina del bloque de constitucionalidad, al ubicarse la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles
y Políticos y la Convención Americana sobre Derechos Humanos en el mismo plano
que las demás disposiciones de la Ley Fundamental.
VI. Inoperancia de la objeción de conciencia hecha valer por un
juez
Definitivamente, los jueces no pueden acogerse a la objeción de conciencia para dejar
de conocer de un asunto cuya resolución sea contraria a sus creencias éticas o religiosas.
Los jueces son funcionarios y representantes del Estado, y, como tales, están
siempre sometidos a la Constitución y a la ley; de ahí que el cumplimiento de estas
últimas debe estar por encima de sus creencias éticas y religiosas. La única posibilidad para que dejen de conocer de un asunto, con motivo de esas creencias, es la
dimisión o renuncia. Un ejemplo de esta última situación lo encontramos en nuestra historia patria, cuando varios empleados de la judicatura se negaron a jurar la
Constitución Federal de 1857 o se retractaron de su juramento, prefiriendo perder su
empleo por razones de conciencia.6
Los juzgadores tienen a su cargo la prestación de un servicio público esencial
(técnico-jurídico) que no puede ser interrumpido, pues ello implicaría denegación
de justicia.
Puede afirmarse que, en nuestro país, la objeción de conciencia forma parte, de
manera implícita, del contenido del derecho fundamental a la libertad ideológica y
religiosa reconocido en los artículos 24 y 130 de la Carta Magna; o bien se encuentra
6
vid. Para mayor información consultar. López Valencia, Leopoldo. Antonio Florentino Mercado, Un juez en tiempos
de la transición – México 2010 – Suprema Corte de Justicia de la Nación. Serie Jueces Ejemplares núm. 1 p. 53, 109 y 110.
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incorporada a esta última, con motivo de la adopción, en nuestro país, de la doctrina
del bloque de constitucionalidad, al ubicarse ese derecho humano, contemplado en
diversos instrumentos internacionales, en el mismo nivel de las disposiciones de la
Ley Fundamental.
Sin embargo y como acertadamente lo señala Villamil Portilla7, entre el derecho
a la objeción de conciencia del juez y el derecho al acceso a la administración de justicia debe primar este último.
Lo anterior es así porque un juzgador, que asume funciones como tal, profesa, de
antemano, el deber de obediencia al derecho y ello le impone el deber de decidir, no
importando el choque del ordenamiento jurídico con sus propios valores.
A mayor abundamiento y haciendo uso del método ponderativo de interpretación constitucional, el derecho a la objeción de conciencia del juzgador, que se encuentra consagrado en la Carta Magna en la forma antes descrita, resulta inoperante
precisamente por existir diversas disposiciones en la Ley Fundamental que impiden
su operatividad como lo son:
En cuanto al artículo 17. El servicio público de administración de justicia no
puede ser interrumpido con motivo del planteamiento de una objeción de conciencia
por parte del juez, pues ello implicaría denegación de justicia sin que exista esa causal
de impedimento a nivel constitucional.
Respecto del artículo 100. Uno de los principios que rigen la formación y actuación de los jueces es la objetividad, esto es, la independencia que deben tener respecto
de sus propios pensamientos, creencias, ideologías y posiciones.
Tocante al artículo 128. Todo funcionario público, entre de ellos los jueces, antes de tomar posesión de su encargo, prestará la protesta de guardar la Constitución
y las leyes que de ella emanen. Este deber de obediencia al ordenamiento jurídico es
absoluto y prevalece sobre los principios morales y religiosos del administrador de
justicia.
Finalmente, respecto del artículo 130. El laicismo significa que toda actuación
de funcionario público, incluyendo los juzgadores, debe ser ajena a toda creencia
religiosa.
En suma, dichas disposiciones constitucionales constituyen limitaciones de orden público que de acuerdo con los artículos 29.2 de la Declaración Universal de
Derechos Humanos, 18.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
12.3 y 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, impiden a los
administradores de justicia el ejercicio de la objeción de conciencia.
Villamil Portilla, Edgardo. Objeción de conciencia planteada por un juez.
hhtp:www.docentes.unal.educo/evillamilp/docs/obj.
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VII. Conclusiones
La libertad de conciencia es el derecho que tiene una persona de profesar una creencia
religiosa, el cual se encuentra consagrado en los artículos 24 y 130 de la Constitución
Federal.
Actualmente, la objeción de conciencia no se encuentra prevista expresamente
en el texto constitucional, pero puede desprenderse implícitamente de la libertad
ideológica prevista en los numerales antes señalados; o bien, se encuentra incorporada a la Carta Magna, con motivo de la adopción, en nuestro país, de la doctrina
del bloque de constitucionalidad, al colocar ese derecho humano, contemplado en
diversos instrumentos internacionales, en el mismo plano de las disposiciones de la
Ley Fundamental.
Se entiende por objeción de conciencia la oposición de un individuo, por razones
morales o creencias religiosas, al cumplimiento de un deber jurídico concreto que
aquél tiene que realizar directa y actualmente.
Sin embargo, entre el derecho a la objeción de conciencia del juez y el derecho al
acceso a la administración de justicia, debe prevalecer este último.
Ello es así, pues haciendo uso del método interpretativo de ponderación constitucional, dicha objeción, en el caso de los juzgadores, resulta inoperante por existir
en la propia Carta Magna principios que impiden su operatividad: expeditez en la
administración de justicia (artículo 17), objetividad judicial (artículo 100), protesta
de guardar la Constitución y las leyes que de ella emana (artículo 128) y laicismo
(artículo 130).
De tal manera que dichas disposiciones constitucionales constituyen limitaciones de orden público que, de acuerdo con los artículos 29.2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, 18.3 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y
Políticos, 12.3 y 30 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos, impiden
a los administradores de justicia el ejercicio de la objeción de conciencia.
Ojalá que las consideraciones anteriores sean tomadas en cuenta cuando surja,
en nuestro país, algún planteamiento de objeción de conciencia por parte de un juzgador que, por ese motivo, pretenda dejar de conocer de un asunto, cuyo tema sea de
alto contenido moral como: el aborto, la eutanasia, los matrimonios entre personas
del mismo sexo, etc., y que implique un detrimento ético o religioso en su contra.
Reiterando que el cumplimiento del ordenamiento jurídico debe estar, en todo
momento, por encima de las creencias particulares de los funcionarios judiciales.
JAIME ALLIER CAMPUZANO
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Bibliografía
Burguete García, Miguel Ángel. “La necesidad de regular de manera específica la
libertad de conciencia (el reconocimiento legal a la objeción de conciencia)”.
Revista del Instituto de la Judicatura Federal. México 2010 núm. 29.
López Valencia, Leopoldo. Antonio Florentino Mercado, Un juez en tiempos de
la transición. México 2010. Suprema Corte de Justicia de la Nación. Serie
Jueces Ejemplares núm. 1.
Soto Obregón, Martha Elena. Objeción de conciencia: ¿Testigos de Jehová vs.
símbolos patrios? México 2003. Plaza y Valdés.
Trejo Osorno, Luis Alberto. La objeción de conciencia en México. México 2010.
Porrúa. 1ª ed.
Villamil Portilla, Edgardo. Objeción de conciencia planteada por un juez
hhtp:www.docentes.unal.edu.co/evillamilp/docs/obj--LEGISLACIÓN
Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
Ley de Asociaciones Religiosas y Culto Público.
Ley de Salud del Distrito Federal.
Ley Estatal de Salud de Jalisco.
INSTRUMENTOS INTERNACIONALES
Convención Americana sobre Derechos Humanos (1978. Carta de San José.
OEA México se adhirió el 24 de marzo de 1981)
Declaración Universal de Derechos Humanos (10 de diciembre 1948 ONU).
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos (16 de diciembre de 19996
ONU México lo promulgó el 30 de marzo de 1981 y se encuentra publicado
en el Diario Oficial de la Federación el 20 de mayo de 1981).
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