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Gaceta
Año 6 - Nro. 30
2010
Opinión
Mala Praxis Periodística
El caso Pomar ha resultado un caso testigo, como
en su momento lo fueron los de Nora Dalmaso en
la provincia de Córdoba o María Soledad Morales
en Catamarca y decenas de casos donde la
víctima pasó a ser victimario.
regresar al interior para comunicar la verdad a sus
compañeros encadenados, nadie le cree. Todos se burlan
de él creyendo que la libertad le había enloquecido. Para
quien vive atado a las sombras, sólo lo que ellas
trasmiten son reales.
Hasta el momento no se ha producido, por parte de los
grandes medios gráficos, radiales, televisivos y digitales,
-salvo contadas excepciones- una autocrítica ni de
medios, ni de periodistas. Nadie piensa en los daños que
se le ocasionan a los padres, madres, hermanos, hijos,
abuelos con estas malas paxis periodísticas. Cuánto daño
se puede hacer con un título catástrofe, imágenes
inconvenientes o la exposición de rostros de menores por
el sólo “placer” de vender más ejemplares o tener un
punto más de ratting.
Muchos estudiantes y periodistas toman la profesión a la
ligera. Idea y verdad son todo. Germina en el cerebro una
idea, la palabra la transforma en un mundo y la verdad la
encumbra. No pueden concebirse ideas sin palabras. Con
la palabra se enciende la pasión en llama de ideales,
poniendo esperanza en las almas muertas. Es la palabra
el supremo atributo del ser sobre la tierra. El primer
esfuerzo al nacer se realiza para lanzar un grito o un
llanto, que no son otra cosa que palabras imperfectas, y
al morir se escapa el débil quejido que quisiera ser
también, palabra infinita que llenara el eterno silencio
donde vamos.
Platón recurría al llamado “mito de las
cavernas” para explicar ciertas realidades
que creo sería interesante recordar porque
hace al futuro de la profesión.
La prensa debe educar al pueblo. ¿Cumple con esta
finalidad? Escándalos, insultos, calumnias, injusticias
son diaria función de algunos noticieros de televisión que
no respetan al público y menos procuran mejorarlo. El
periodismo debe acatar las formas, rendir culto al idioma
y reflexionar en las consecuencias de su trabajo.
¡Cuántos minutos de televisión resultan más efímeros
que las rosas: frescas en la mañana, han muerto
definitiva y fatalmente en la tarde, sin dejar el más ligero
perfume de su cultura!
Platón recurría al llamado “mito de las cavernas” para
explicar ciertas realidades que creo sería interesante
recordar porque hace al futuro de la profesión. Decía
Platón que en el fondo de esas cavernas, donde no
llegaba la luz del sol, estaban encadenados de cara a la
pared un puñado de prisioneros. No podían volver la
cabeza, sólo mirar el muro rocoso que tenían frente a
ellos. Detrás de los prisioneros había encendidas unas
cuantas fogatas y varias personas iban y venían
transportando cargas diversas como armas, jarrones,
estatuas, ramas de árboles y animales vivos. Las formas
producidas se dibujaban en la roca del fondo, al modo de
sombras chinescas y los prisioneros, que nunca habían
salido de la caverna, ni visto otro paisaje, estaban
convencidos que eran seres reales, no meros reflejos.
Pero un día un prisionero, logra escapar y sale al exterior
donde tiene la oportunidad de ver en realidad los
pájaros, el mar, los árboles y el sol que brilla en el cielo. Al
La juventud que combate en los campos de
la prensa debe empuñar la razón como
espada y el sentido común como escudo.
El periodista es un educador que empieza por
disciplinarse a sí mismo; respeta las ideas y creencias
ajenas, odia la calumnia y huye de los términos
desconocidos. En el periodismo, en la cátedra, en la
tribuna política, en el parlamento, en el púlpito, en donde
quiera que se hable al pueblo y que se prepare un
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discurso, debe imperar la lógica y la prueba razonable
que demuestre el error o señale otro sendero, cuando se
crea torcido el del adversario. Causa pésimo efecto que
los ataques se hagan de modo sistemático, sin probar
nada, sin rectificar, sin discutir, sin razonar. Confesar el
error es un deber y la declaratoria de este deber nos
engrandece.
La juventud que combate en los campos de la prensa
debe empuñar la razón como espada y el sentido común
como escudo. Construir sobre la verdad, no destruir
sobre la versión, la mentira, el rumor. Para no caer en la
mala praxis o el mito de las cavernas es necesario un
periodismo nuevo, educado en la escuela del honor y no
del agio, que se encamine al santuario del estudio,
abominando improvisaciones y ligerezas, ahondando las
materias a conciencia, en pos siempre de la verdad,
sincera hasta el sacrificio; cuyo único y mayor capital
será la credibilidad
que despierten su nombre y
apellido.Ernesto Martinchuk
Periodista. Rector Escuela de Periodismo Círculo
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