Estado Mundial de la Infancia 2012: Niñas y niños en un mundo urbano Datos fundamentales Urbanización Más del 50% de la población mundial vive en zonas urbanas. Este número está aumentando. Se espera que, en 2050, dos terceras partes de la población mundial vivan en ciudades grandes y pequeñas. La población urbana mundial aumenta en alrededor de 60 millones de personas cada año, y la mayor parte del crecimiento en las zonas urbanas se produce en países de bajos y medianos ingresos. En Europa occidental y las Américas, las poblaciones de los distintos países ya viven casi totalmente en zonas urbanas. A continuación, una muestra estadística de personas que viven en zonas urbanas (estimaciones de 2011): Más del 75%: 50–75%: 25–50%: Menos del 25%: México 78%; Estados Unidos 82%; Arabia Saudita 82%; Francia 85%; Brasil 87%; Argentina 92%; Bélgica 97% Nigeria 50%; Japón 67%; Turquía 70%; Federación de Rusia 73%; Alemania 74% India 30%; Egipto 43%; Indonesia 44% Etiopía 17%; Afganistán 23% La mitad de la población urbana del mundo vive en Asia. Sólo en China hay una población urbana de unos 630 millones (datos de 2011). En Asia están ubicadas 66 de las 100 zonas urbanas de más rápido crecimiento (la mitad de ellas en China). En África hay una población urbana mayor que en América del Norte o Europa Occidental. Tugurios Un tugurio urbano es una vivienda que carece de uno o más de los siguientes atributos: acceso al suministro mejorado de agua, acceso al saneamiento mejorado, seguridad con respecto a la tenencia de la vivienda, carácter permanente de la vivienda y espacio suficiente en la vivienda. 1 de cada 3 habitantes de una zona urbana vive en un tugurio, una cifra que aumenta a 6 de cada 10 en África. Niñas y niños en zonas urbanas Más de 1.000 millones de niños y niñas viven en zonas urbanas. Durante las próximas décadas, a medida que avance la urbanización, la mayor parte de los niños y niñas vivirán en una zona urbana. UNICEF trabaja para garantizar que los derechos de la infancia formen parte del temario urbano. Los promedios generales muestran que los resultados en las esferas de la salud y la supervivencia infantil, la educación, la protección y el saneamiento suelen ser mejores en las zonas urbanas que en las zonas rurales. Sin embargo, esto oculta el hecho de que las mayores desigualdades se producen en las ciudades grandes y pequeñas. En muchas zonas urbanas coexisten grandes oportunidades y grandes privaciones. Entre los más vulnerables cabe destacar los niños y niñas que viven o trabajan en la calle, los que viven en barrios marginales, los niños y niñas migrantes y desplazados, los que carecen de un certificado oficial de nacimiento o los que son víctimas de la trata. En algunos casos, los niños y niñas que viven en medio de la pobreza urbana tienen al menos tantas probabilidades que los de las zonas rurales, o incluso más, de morir antes de cumplir cinco años o de estar desnutridos. En comparación con el resto de la población urbana infantil, los niños y niñas que viven en los tugurios urbanos tienen menos probabilidades de que les inscriban al nacer, de que les vacunen o de que les matriculen en la escuela. Educación En general, se considera que los niños y niñas que viven en los entornos urbanos disfrutan de una ventaja educativa, ya que tienen más probabilidades de beneficiarse de los programas para la primera infancia, y más posibilidades de matricularse en la escuela primaria y secundaria, y de terminarla. Sin embargo, las oportunidades que existen en las zonas urbanas no benefician a todos de manera uniforme. Un ejemplo es el desarrollo en la primera infancia: en Egipto, el 25% de los niños de las zonas urbanas asistieron a una guardería en 2005 y 2006, en comparación con el 12% de las zonas rurales. Sin embargo, entre los hijos de la quinta parte más pobre de los hogares de las zonas urbanas sólo el 4% asistió a este tipo de centros. A pesar de los avances de muchos países para lograr una enseñanza primaria universal, la educación de calidad sigue estando fuera del alcance de muchos niños y niñas, lo que refleja las desigualdades en el ingreso de los padres, el género, el origen étnico o la condición social. En los asentamientos precarios o las zonas de tugurios, la prestación de enseñanza pública es escasa o nula. Aunque en la década de 1990 las tasas de escolarización mejoraron en las zonas rurales y en las zonas urbanas (con la excepción de los tugurios) de Tanzanía, Zambia y Zimbabwe, se agravó en los tugurios urbanos. En Delhi, India, poco más de un 54% de los niños de barrios pobres acudieron a la escuela primaria en 2004 y 2005, en comparación con el 90% de los niños y niñas de toda la ciudad. Las familias más pobres hacen grandes esfuerzos por pagar los costos de la escolarización: una reciente encuesta realizada en Sao Paulo (Brasil), Casablanca (Marruecos), y Lagos (Nigeria), encontró que el 20% de las familias gastan más del 25% de los ingresos del hogar en educación. Incluso cuando la escolarización es gratuita, las familias tienen que hacer frente a la carga que supone el gasto en uniformes, libros y útiles. Los grupos marginados, incluidos los niños y niñas que viven o trabajan en la calle, los migrantes y los hijos de los refugiados y los desplazados internos, tienen que superar obstáculos concretos a la educación, incluida la dificultad de cumplir los requisitos de inscripción para matricularse en las escuelas urbanas Salud Aunque puede ocurrir que los niños y niñas de las ciudades vivan cerca de los servicios de salud, eso no significa que tengan la posibilidad de acceder a ellos. Las altas tasas de mortalidad infantil en las zonas urbanas tienden a registrarse en lugares donde una hay una concentración considerable de personas que viven en la pobreza extrema y que carecen de servicios adecuados, como por ejemplo en los asentamientos precarios. Las situaciones de hacinamiento e insalubridad son propicias para la propagación de enfermedades y, al mismo tiempo, los niveles de inmunización infantil siguen siendo muy inferiores en los tugurios urbanos. Los servicios de salud para los pobres de las zonas urbanas suelen ser de una calidad muy inferior, lo que a menudo obliga a la gente a recurrir a practicantes de la salud poco cualificados o a pagar un suplemento por la atención médica. En Bangladesh, los datos de las encuestas de hogares de 2009 sugieren que la tasa de mortalidad de los niños y niñas menores de cinco años en los barrios pobres es un 79% superior a la tasa general en las zonas urbanas, y el 44% superior a la tasa rural. En Nairobi, Kenya, alrededor de dos terceras partes de la población vive hacinada en asentamientos precarios, donde la tasa de mortalidad de menores de 5 años es de 151 por cada 1.000 nacidos vivos, una cifra alarmante. La neumonía y las enfermedades diarreicas se encuentran entre las principales causas de mortalidad. Las disparidades también afectan a los niños de los países de altos ingresos. Se ha descubierto que en las grandes ciudades en los Estados Unidos los ingresos y el origen étnico influyen en la supervivencia infantil. Los niños y niñas de las zonas urbanas de bajos ingresos están expuestos a un elevado riesgo de contraer enfermedades respiratorias y sufrir accidentes de tránsito, especialmente cuando no hay espacios recreativos seguros ni una infraestructura peatonal como aceras y cruces. Los accidentes de tránsito, que son comunes en las zonas urbanas, son la causa de 1,3 millones de muertes al año; son la principal causa de mortalidad en el mundo entre las personas de 15 a 29 años y la segunda causa principal de mortalidad entre las personas de 5 a 14 años (después de las enfermedades respiratorias ). Nutrición La brecha entre las zonas rurales y urbanas en materia de alimentación se ha reducido en las últimas décadas, esencialmente porque la situación ha empeorado en las zonas urbanas. En un estudio realizado en 2006 en el África subsahariana, las disparidades entre las comunidades pobres y ricas de las zonas urbanas eran mayores que entre las zonas urbanas y rurales. La desnutrición contribuye a más de una tercera parte de las muertes de menores de 5 años en el mundo. Las tasas de desnutrición en las zonas urbanas resultaron ser muy elevadas en un estudio realizado entre 2005 y 2006 en ocho ciudades de la India. Entre los residentes urbanos más pobres, el 54% de los niños presentaban retraso en el crecimiento, lo que indica que llevaban un tiempo gravemente desnutridos, en comparación con el 33% entre el resto de la población urbana. Un estudio realizado en 2009 en tres comunidades de tugurios de Nairobi, Kenya, descubrió que los niños y niñas de los tugurios urbanos pobres tienen 2,7 veces más probabilidades de sufrir retraso en el crecimiento que los niños de familias ricas urbanas. En el extremo opuesto del espectro de la nutrición, la obesidad afecta a los niños de las zonas urbanas de los países de altos ingresos y de un número cada vez mayor de países de bajos y medianos ingresos. Una dieta de grasas saturadas, azúcares refinados y sal, combinada con un estilo de vida sedentario, aumenta el riesgo de obesidad y de enfermedades crónicas en la infancia. Agua y saneamiento El agua insalubre, el saneamiento deficiente y las condiciones de vida antihigiénicas cuestan muchas vidas cada año: alrededor de 1,2 millones de niños mueren antes de cumplir los 5 años solamente a causa de la diarrea. El abastecimiento insuficiente de agua y saneamiento en las zonas urbanas pobres, junto a una situación de hacinamiento, tienden a incrementar la posibilidad de contaminación fecal. A nivel mundial, los habitantes de las zonas urbanas disfrutan de un mejor acceso al agua potable (96%) que en las zonas rurales (78%). Sin embargo, la cobertura apenas se mantiene al mismo ritmo de crecimiento que la población urbana. En los distritos urbanos más pobres, un litro de agua puede costar 50 veces más que en los barrios más ricos que tienen acceso a la red de agua. Mejorar el acceso sigue siendo vital para reducir la mortalidad y la morbilidad infantiles. Tampoco el saneamiento se mantiene al mismo nivel que el crecimiento de la población urbana. El número de personas que defecan al aire libre en las zonas urbanas aumentó de 140 millones a 169 millones entre 1990 y 2008. El impacto de esta práctica en las zonas urbanas es particularmente alarmante para la salud pública. Cuando hay instalaciones de saneamiento, a menudo están mal mantenidas y las comparten un gran número de personas; además, normalmente no disponen de dispositivos adaptados especialmente para los niños. Protección Decenas de millones de niños y niñas viven o trabajan en las calles de las ciudades del mundo, y el número va en aumento. Los niños suelen vivir o trabajar en las calles para escapar de la violencia o el abuso en el hogar, o debido a la pobreza. Un niño o niña que vive o trabaja en las calles está expuesto a la violencia y la explotación, pero los crímenes que se cometen contra ellos rara vez se investigan. A menudo se les “criminaliza” como vagabundos y hay informes de que en muchas ciudades sufren abusos a manos de la policía y las fuerzas de seguridad. En un momento dado, 2,5 millones de personas son víctimas del trabajo forzoso como resultado de la trata de personas y de un 22% a un 50% son niños y niñas. Debido a que la trata infantil a menudo se deniega, se oculta o se pasa por alto, hay pocos datos completos. Algunas formas de trata de personas se llevan a cabo principalmente en las zonas urbanas: la trata con fines de trabajo sexual o para trabajar como esclavos domésticos, por ejemplo, o la trata de niños que viven o trabajan en las calles. La trata de muchos niños y niñas se produce desde las zonas rurales a las urbanas. Los niños que carecen de certificados de nacimiento o documentos de registro oficial, incluidos los niños refugiados y desplazados internos, puede estar más expuestos al riesgo de la trata. La falta de registro hace que sea difícil para las autoridades rastrear o proteger a esos niños. Aunque la falta de registro de nacimiento es un problema predominantemente rural, más de una tercera parte de los niños de las zonas urbanas no son inscritos al nacer. En el África subsahariana y Asia meridional, la mitad de todos los niños de las zonas urbanas carecen de certificado de nacimiento. En todo el mundo, se estima que 215 millones de niños y niñas entre los 5 y los 17 años fueron víctimas del trabajo infantil en 2008, 115 millones de ellos en trabajos peligrosos. En las zonas urbanas, los niños pueden trabajar como limpiabotas o traperos, servir en puestos de té, venta de cigarrillos, o trabajar en casas o fábricas. El trabajo doméstico infantil es predominantemente un fenómeno urbano; los trabajadores domésticos, que en gran parte son niñas, están aislados y se encuentran sometidos a la disciplina arbitraria de sus empleadores. Migración La migración contribuye a la expansión urbana, aunque según las últimas estimaciones disponibles, aproximadamente el 60% del aumento de la población urbana se debe a los niños nacidos dentro de las ciudades. La mayoría de los niños migrantes se trasladan con sus familias. En China, 27,3 millones de niños (casi el 10% de la población infantil de China) migraron dentro del país con sus padres en 2008. Una proporción considerable de niños y jóvenes se trasladan solos dentro de sus países. Un estudio reciente realizado en 12 países encontró que 1 de cada 5 niños migrantes de entre 12 y 14 años, y la mitad de los jóvenes migrantes de 15 a 17 años, se habían trasladado sin sus progenitores. Muchos niños migrantes son “migrantes estacionales” que se trasladan sólo una parte del año: por ejemplo, para trabajar en las zonas urbanas durante las pausas entre la siembra y la cosecha en el campo. Alrededor de cuatro millones de niños emigran por temporadas en la India, solos o con sus familias. Al igual que los adultos, los niños migran para asegurarse mejores condiciones de vida, encontrar oportunidades educativas o escapar de la pobreza, los conflictos o los desastres, y de los enfrentamientos y la escasez de alimentos que acompañan estas situaciones. Circunstancias familiares como la pérdida del padre o la madre, o una situación inestable o difícil en su casa, pueden ser a menudo un factor importante. Crisis económicas Los efectos de la crisis económica aún se dejan sentir en todo el mundo: un elevado desempleo, el deterioro de las condiciones laborales, la disminución de los ingresos reales y la incertidumbre que pesa sobre los precios de los alimentos y el combustible, que han subido y son difíciles de predecir. Los pobres son especialmente vulnerables al aumento de los precios de los alimentos y del combustible debido a que ya gastan de un 50% a un 80% de su dinero en comida. A finales de 2010 había 30 millones más de personas desempleadas que antes de que la crisis económica comenzara en 2007; esta cifra sigue aumentando a nivel mundial. El desempleo es desproporcionadamente elevado entre los trabajadores de 15 a 24 años. En una recesión económica, el desempleo juvenil puede generar agitación. Una proporción considerable de los manifestantes que participaron en las protestas que se extendieron por el norte de África y el Oriente Medio en 2011 eran jóvenes frustrados debido a la falta de oportunidades económicas. Violencia urbana y crimen La exclusión fomenta el crimen y la violencia. Un estudio realizado en 24 de los 50 países más ricos del mundo confirmó que las sociedades más desiguales tienen más posibilidades de enfrentarse a unas tasas más elevadas de delincuencia, violencia y encarcelamiento. Ya sea como blancos, participantes o testigos, la violencia afecta a cientos de millones de niños en las zonas urbanas. Los niños que crecen en medio de la violencia muestran un bajo rendimiento académico y mayores tasas de deserción escolar, así como ansiedad, depresión, agresividad y problemas de autocontrol. En muchas partes del mundo, las pandillas urbanas, compuestas en su totalidad o en parte por jóvenes, son conocidas por la comisión de delitos que van desde la extorsión hasta el robo a mano armada y el asesinato. En los entornos urbanos marginados, estos grupos atraen a los niños y a los jóvenes con perspectivas de una remuneración económica y un sentido de pertenencia. Las estrategias satisfactorias para evitar la violencia requieren la participación de todos los niveles de la comunidad y sirven para fortalecer los lazos entre los niños, las familias, las escuelas y otras instituciones, y los gobiernos locales y nacionales. Desastres La pobreza urbana se intensifica por la exposición a los peligros naturales. Las condiciones precarias y las grandes concentraciones de personas pueden hacer de las ciudades un lugar especialmente peligroso. Los niños son los más vulnerables a las lesiones y la muerte. Los hijos de los pobres urbanos tienden a vivir en casas endebles construidas en las peores tierras: en laderas susceptibles a deslizamientos de tierra, en terrenos bajos que se inundan fácilmente o cerca de sitios donde se arrojan desechos industriales, por ejemplo. La mala salud y la nutrición inadecuada hacen que los niños sean más vulnerables a los efectos de las crisis medioambientales Recomendaciones: los niños primero Hay cada vez más niños y niñas que viven ya en entornos urbanos. Para garantizar que todos los niños y niñas tengan todas las oportunidades necesarias para alcanzar sus derechos y su potencial, es preciso tomar medidas urgentes encaminadas a: • Comprender mejor el alcance y la naturaleza de la pobreza y la exclusión en las zonas urbanas. • Definir y suprimir los obstáculos que dificultan la inclusión. • Garantizar que la planificación urbana, el desarrollo de infraestructura, la prestación de servicios y los esfuerzos más amplios para reducir la pobreza y la desigualdad aborden las necesidades y prioridades particulares de los niños. • Promover una alianza entre todos los niveles de gobierno y los pobres urbanos, especialmente los niños y los pobres. • Combinar los recursos y la energía de las partes interesadas a escala internacional, nacional, municipal y comunitaria para apoyar los esfuerzos destinados a garantizar que los niños y niñas marginados y pobres disfruten de todos sus derechos. ENDS