Igualdadde género y mercado laboral en Noruega

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Igualdad de género y mercado laboral
en Noruega: avances y retos
Elisa Stinus Bru de Sala ha realizado recientemente una estancia de investigación en la Universidad de
Oslo en el marco de su tesis doctoral sobre políticas de conciliación del tiempo laboral, familiar y personal, y, producto de ella, reflexiona sobre el presente y el futuro en esta materia.
Elisa Stinus Bru de Sala,
doctoranda en Políticas Públicas
y consultora en management momentum
N
oruega es un país que
está apostando desde hace décadas por
la igualdad de género
como una cuestión de
estado en la que existe
un fuerte consenso entre las diferentes
fuerzas políticas, los interlocutores sociales y la población en general. La baja
parental de un año, la cuota paternal de
diez semanas, los servicios de guardería universales, asequibles y de calidad,
las actividades extraescolares o unos
horarios laborales racionales nos hablan no sólo de una sociedad que ha facilitado que hombres y mujeres puedan
compaginar profesión y familia, sino que
además Noruega ha demostrado que la
igualdad de género es eficiente, funciona económicamente hablando. Aunque
a los noruegos les gusta remarcar que
su país ha sido tradicionalmente pobre
(y este hecho se nota en su ADN, en sus
costumbres austeras), lo cierto es que
se trata, en realidad, de un país rico que
apenas ha notado la crisis económica y
casi no tiene desempleo. Pero su modelo de éxito va mucho más allá del descubrimiento del gran recurso nacional, el
petróleo.
Noruega, en la línea de los países
escandinavos en general, ha apostado por un estado de bienestar fuerte
que proporciona seguridad y calidad
de vida a la ciudadanía, y que es
sostenible gracias a una alta tasa de
personas participando en el mercado
laboral (especialmente las mujeres, en
comparación con otros países) que,
a su vez, pagan impuestos y reciben
generosos servicios a cambio, creándose un círculo que se retroalimenta y,
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La implicación de los padres en la familia es un importante objetivo político en Noruega.
simplemente, funciona para todas las
partes. En este sentido, esta misma
expansión del estado de bienestar ha
generado ocupaciones para las mujeres, transfiriendo una parte de las
tareas de cuidado de la familia al Estado, y generando una sociedad cada
vez más equitativa, con un alta tasa de
fertilidad, y en la que hombres y mujeres han podido desarrollar diferentes
talentos sin tener que escoger por ello
entre ser padres o profesionales.
De la misma manera que recientemente en España se están poniendo sobre
la mesa las dificultades de conciliación
laboral/ familiar, especialmente a raíz
de la mayor participación de las mujeres en el mercado laboral, en Noruega
también surgió este debate a partir de
los años setenta y progresivamente se
Noruega ha demostrado que la
igualdad de género es eficiente, que funciona económicamente hablando
han ido realizando cambios institucionales que han permitido avanzar hacia
una sociedad acorde con los nuevos
tiempos. Estos cambios, además, han
tenido un importante impacto no sólo
en las mujeres, sino también en los
hombres. Medidas como la father’s
quota, que comprende varias semanas reservadas al padre para el cuidado de su hijo recién nacido, han generado nuevas identidades masculinas
explica´t
para hombres más presentes en el
cuidado familiar y el trabajo doméstico,
y que han decidido reducir sus horas
de trabajo. El involucramiento de los
padres en el cuidado de los niños ha
sido un importante objetivo político en
Noruega.
Aunque en la sociedad noruega la
igualdad de género es un factor clave
y la participación de las mujeres en el
mercado laboral es alta (el 82% entre
25 y 54 años trabaja), quedan todavía
muchos retos por alcanzar. Por esta
razón, un debate clave actualmente en
los países escandinavos es el que gira
alrededor de la segregación de género
en el mercado laboral (que afecta en
mayor medida a las mujeres de clase
media y baja). Este hecho, que resulta
paradójico, nos indica el largo camino
que queda todavía por recorrer en sociedades donde la igualdad de género
ha avanzado significativamente. Varios
estudios señalan las razones que hay
detrás de la segregación (horizontal
y vertical) de género a nivel laboral y
apuntan los factores que permitirían
romper con estas dinámicas.
Segregación laboral
La segregación horizontal está muy
vinculada a la distribución sectorial
del trabajo entre hombres y mujeres.
En Noruega vemos que hay un alto
porcentaje de mujeres que trabaja
en el sector público, la educación, la
salud y el trabajo social, mientras que
los hombres están más centrados en
el sector privado, la industria y las finanzas. Por otra parte, la segregación
vertical nos habla de la baja proporción de mujeres en puestos de trabajo
que tienen un alto salario o prestigio.
Ellingsæter apunta a dos teorías para
explicar la segregación del mercado
laboral: el “esencialismo de género” y
la “paradoja del estado del bienestar”
de los países nórdicos.
El “esencialismo de género” es una
creencia cultural habitual que considera que hombres y mujeres tienen
diferentes habilidades y, por lo tanto,
resultan adecuados para diferentes
tipos de trabajo. Se presupone, por
ejemplo, que los hombres son mejores
para ocupar posiciones de poder y autoridad. Internalizando esta creencia,
algunos empresarios seleccionan al
La exigencia de un alto compromiso laboral suele interferir en la dedicación a la familia.
El involucramiento de los
padres en el cuidado de los
niños ha sido un importante
objetivo político en Noruega
personal discriminando a los candidatos en función del género. Al mismo
tiempo, los trabajadores también integran esta forma de pensar y aspiran
a trabajos supuestamente adecuados
para su género. Los hombres se ven a
ellos mismos como los breadwinners
y los empresarios asumen que el género masculino tiene un mayor compromiso laboral. En muchas organizaciones, incluso en aquellas donde se
promueve la flexibilidad y la conciliación, el trabajador ideal es aquel que
tiene la disponibilidad de trabajar más
horas y de forma más imprevista. Por
esta razón las mujeres acostumbran a
realizar tareas más rutinarias, mientras que los hombres tienen un trabajo
que les permite un mayor desarrollo
profesional. Además, como en el mercado se produce una devaluación de
los trabajos asociados a las mujeres,
los hombres tienen pocos incentivos
para realizar trabajos típicamente feminizados.
La “paradoja del estado de bienestar”
argumenta que la expansión del sector
público y las políticas women-friendly
de conciliación laboral/ familiar de los
países escandinavos facilitan el acceso de las mujeres al mercado laboral,
pero que, al mismo tiempo, las apartan
de determinadas ocupaciones y posiciones de poder. Las generosas políticas familiares de los estados nórdicos hacen que las empresas esperen
que las mujeres tengan largas bajas
maternales y que sean las primeras
responsables en hacerse cargo de
los hijos cuando se ponen enfermos.
Los trabajos que piden un alto nivel de
compromiso a menudo entran en conflicto con la combinación de profesión
y familia. En este sentido, cabe destacar que Noruega ha sido el primer país
del mundo en introducir por ley una
cuota de género en los consejos de
dirección de las organizaciones, estableciendo que esté presente en ellos
como mínimo un 40% de cada género. La aparición de esta ley y el simple
hecho de hablar públicamente de ello
han cambiado la percepción respecto
a las prácticas laborales.
Un dato especialmente relevante resi-
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explica´t
Las mujeres con un alto nivel educativo presentan valores familiares menos tradicionales y un mayor interés en su carrera.
de en que alrededor de un tercio de las
mujeres (especialmente las que tienen
hijos) no trabaja a tiempo completo.
En Noruega, donde el trabajo a tiempo
completo es de 37,5 horas, la Norwegian Work Environment Act establece
que los padres con hijos menores de
12 años tienen derecho a reducir sus
horas de trabajo. Los estudios ponen
de relieve que un porcentaje considerable de mujeres que trabaja a tiempo parcial preferiría hacerlo a tiempo
completo, adaptando sus preferencias
a lo largo del ciclo vital. El trabajo a
tiempo parcial a menudo comporta un
trabajo menos atractivo, peores condiciones laborales, un salario más bajo
y menor nivel de pensión. Teniendo en
cuenta el envejecimiento de la población noruega, avanzar hacia un mayor
porcentaje de mujeres trabajando a
tiempo completo resulta un verdadero
reto para el país.
Trabajo a tiempo parcial
Según Kitteroød, Rønsen y Seierstad,
algunos de los factores clave que influyen en que las mujeres opten por
un trabajo a tiempo parcial o completo
son: su nivel de formación, el sector
laboral y la posición que ocupan, y la
estructura de su hogar. En relación a
la formación, las mujeres que han invertido en tener un alto nivel educativo
presentan valores familiares menos
tradicionales y más interés en su ca-
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rrera y en trabajar a tiempo completo.
El segundo factor, relacionado con el
sector laboral, indica como la tasa de
trabajo a tiempo parcial está bastante
extendida en el sector de los servicios,
especialmente en el ámbito de la salud
y el trabajo social. Asimismo, el trabajo
a tiempo completo está más extendido entre las mujeres profesionales y
aquellas que ocupan posiciones de
poder. El tercer factor, que hace referencia a la estructura del hogar, indica que el hecho de tener hijos (especialmente cuando son pequeños)
y trabajar a tiempo completo resulta
estresante, incluso en un país como
Noruega. Además, en hogares de parejas que trabajan muchas horas, las
mujeres son más proclives a trabajar a
tiempo parcial. El nivel educativo de la
pareja también es importante, puesto
que los hombres con mayor educación
acostumbran también a tener una visión más moderna sobre el trabajo de
la mujer y su rol en la familia.
Para concluir, aunque hace años los
niveles de segregación del mercado
Deben promoverse la extensión de las medidas de flexibilidad a los hombres, una
menor necesidad del trabajo
presencial y más participación
masculina en tareas
domésticas y de cuidado de
los niños
laboral de los países escandinavos
eran elevados y estaban conectados a
la expansión del estado de bienestar,
actualmente se está entrando en una
segunda fase en que se está revirtiendo esta tendencia. En estos países el
estado de bienestar ya no es sinónimo
de segregación de género en el mercado laboral. Los estudios demuestran
como los países con políticas familiares potentes y servicios universales
para el cuidado de la infancia están
facilitando progresivamente una mayor
igualdad. Por ejemplo, vemos como
cada vez es más elevada la representación de las mujeres en puestos
de alta dirección y el trabajo a tiempo
completo por parte de las madres con
hijos va aumentando. No obstante, un
reto pendiente para avanzar todavía
más en cuanto a igualdad de género
en el mercado laboral pasa por cambiar el ideal de trabajador masculino.
Extender las medidas de flexibilidad
a los hombres, rebajar la necesidad
de estar presente en cualquier momento en el trabajo e incrementar la
participación masculina en las tareas
domésticas y el cuidado de los niños
podrían ser medidas a promover en
este sentido. ¿Acaso una sociedad
más sana y feliz no apuesta por una
economía productiva al mismo tiempo
que por un mundo en el que todos podamos dedicar tiempo a cuidarnos y a
cuidar de los demás?
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