La actitud estoica como táctica de subversión y

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Minnesota State University, Mankato
Cornerstone: A Collection of
Scholarly and Creative Works for
Minnesota State University,
Mankato
All Theses, Dissertations, and Other Capstone
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2016
La actitud estoica como táctica de subversión y
reconstrucción de la identidad femenina en tres
novelas de Piedad Bonnett y Laura Restrepo
Deisy Esperanza Cañón
Minnesota State University Mankato
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Cañón, Deisy Esperanza, "La actitud estoica como táctica de subversión y reconstrucción de la identidad femenina en tres novelas de
Piedad Bonnett y Laura Restrepo" (2016). All Theses, Dissertations, and Other Capstone Projects. Paper 618.
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Mankato.
La actitud estoica como táctica de subversión y reconstrucción de la identidad femenina
en tres novelas de Piedad Bonnett y Laura Restrepo.
By
Deisy Cañón Lovera
A Thesis Submitted in Partial Fulfillment of the
Requirements for the Degree of
Masters of Science
In
Spanish
Minnesota State University, Mankato
Mankato, Minnesota
May 2016
Date: April 1, 2016
Title: La actitud estoica como táctica de subversión y reconstrucción de la
identidad femenina en tres novelas de Piedad Bonnett y Laura Restrepo
Author: Deisy Esperanza Cañón Lovera
This thesis has been examined and approved by the following members
of the student’s committee.
Adriana Gordillo, Advisor
Alfredo Duplat, Committee Member
Gregory Taylor , Committee Member
ABSTRACT
La actitud estoica como táctica de subversión y reconstrucción de la identidad
femenina en tres novelas de Piedad Bonnett y Laura Restrepo.
by
Deisy Cañón Lovera
Masters of Science in Spanish
Minnesota State University, Mankato.
2016.
In the following thesis, I analyze the role of women characters facing
patriarchal oppressions in Piedad Bonnet’s literary works-Después de todo (2001) and
El prestigio de la belleza (2010), and Laura Restrepo’s literary work La novia oscura
(1999). The major characters in these three novels are immersed in a society where
the division between the sexes appears as normal, natural, or inevitable. Pierre
Bourdieu, Michel Foucault, Michel De Certeau, and Lucía Guerra provide the
theoretical background for my investigation of how each of these characters (men and
women) embodied the historical structures of the masculine order. This thesis
identifies and analyzes how institutions (such as the family, the educational system,
the Catholic Church, the State and the workplace) reproduce the masculine order in
Colombia. Moreover, this essay explains how the division of the sexes has produced
relationships of domination, which victimizes not only women but also men in a
hegemonic masculine society. Finally, this thesis describes and analyzes how, despite
the stereotypical view of submissive women, most of the characters in these three
novels adopt stoic virtues to face their realities. This study demonstrates how feminine
characters use a stoic attitude as a survival method as well as a subversive attitude
towards patriarchy in order to modify their identity, rebuilt their future, and establish
their feminist beliefs.
DEDICATORIA
A todas las mujeres guerreras
Que día a día luchan por reconstruirse
En medio de una sociedad que las vulnera.
A aquellas mujeres víctimas de la violencia en Colombia
Y la discriminación de género.
Especialmente,
A Sandra Patricia Chaparro.
Acknowledgements
Expreso mi más profunda gratitud a mi directora de tesis, la Doctora Adriana
Gordillo por su tiempo, paciencia, aporte crítico, dedicación y apoyo en este proceso.
Por su ánimo constante en los altibajos y por creer en mi propuesta. Al profesor
Alfredo Duplat por su guía crítica durante el proceso de escritura de esta tesis.
Infinitas gracias por su tiempo, dedicación y valiosas sugerencias a esta investigación.
A mi querida familia por su apoyo constante. A mis padres Cecilia Lovera y
Luis Cañón por siempre creer en mí y considerar que la educación es la mejor
herencia a sus hijos. A mis hermanos, Adriana, Wilmar y Luisa por su voz de aliento
constante y su amor infinito. Y a mi hermosa Salo por regalarme siempre una sonrisa
y ser una esperanza y razón de continuar. A ella porque he perdido los momentos más
lindos de su infancia, mi mayor agradecimiento por irradiar alegría y promover unión
en nuestra familia. A Andrea por regalarme esa linda sobrinita.
A mi Pipe, Paulita y Juliana por sus palabras de afecto constante y recordarme
que hay personas que siguen mis huellas y para quienes significo ejemplo de vida. A
mi guerrera primita Rosa Zorrilla por sus consejos, paciencia, entereza y lucha. Por
enseñarme que el mejor remedio para aliviar las penas y vencer las adversidades es
regalar una sonrisa a los demás en los momentos de incertidumbre y desesperanza. A
mis amigos Marce, Cris, David, Sergio, Diego y Vivis por apoyarme en la distancia y
escucharme por horas en mis instantes de soledad y agobio. Inmensas gracias por su
compañía virtual. A mi host family Linnea, Bill y Amelia por su apoyo constante y
por ser el calor de hogar y familia en esta fría ciudad. A todos mis amigos y
compañeros de viaje en este proceso, una profunda admiración y gratificación por su
compañía, apoyo y voz de aliento en los momentos de desfallecimiento,
especialmente a Sandra Lucía Castañeda. A Dios por la vida y esta valiosa
oportunidad.
ÍNDICE
Introducción……………………………………………………………………...…...1
Capítulo I: La hegemonía masculina: discursos y métodos de permanencia en las
novelas de Piedad Bonnett y Laura Restrepo ……………………………………....13
Capítulo II: Relaciones de dominación: roles y virtudes de los personajes femeninos y
masculinos desde una visión dicotómica del mundo en las narrativas de Piedad
Bonnett y Laura Restrepo. ……………………………………….…………………..50
Capítulo III: Actitud estoica: táctica de subversión a la violencia simbólica y
herramienta de reconstrucción de la identidad “femenina”…………………………..76
Conclusión..................................................................................................................113
Notas……………………………………………….…………….……………….....117
Obras citadas……………………………………………………………………...…122
CAÑÓN 1
INTRODUCCIÓN
Por siglos lo femenino fue definido y representado en producciones culturales de
distintos órdenes en contraposición y desventaja frente a lo masculino.1 Como respuesta
al androcentrismo, el feminismo de la Segunda Ola (1960-1980) 2 ha hecho de la
literatura una herramienta de construcción, expresión y reflexión de la “identidad
femenina”. La obra literaria de las periodistas y escritoras colombianas Piedad Bonnett y
Laura Restrepo que se discute en este ensayo, coincide con los lineamientos teóricos del
movimiento feminista de este período. Sus propuestas literarias han visibilizado la lucha
de mujeres de carne y hueso por subvertir el dominio masculino que busca debilitar su
agencia social. En las novelas que se discuten aquí, las autoras develan cómo la violencia
simbólica que reproduce el aparato hegemónico masculino en Colombia naturaliza
comportamientos e ideas arbitrarias y hace que los individuos las conciban como
conductas normales atadas a determinados roles de género. Los personajes protagónicos
femeninos de las novelas El prestigio de la belleza y Después de todo de Piedad Bonnett,
y La novia Oscura de Laura Restrepo, identifican la violencia simbólica de la que son
víctimas y emplean así tácticas de subversión contra la hegemonía social imperante.
Bonnett, Ana y las prostitutas de Tora son mujeres que terminan por comprender que
tienen la habilidad de tomar decisiones y actuar con el objeto de producir un efecto de
cambio, es decir que son sujetos con agencia.3 La principal táctica que emplean estos
personajes es la de adoptar una “actitud estoica”, una actitud de “aparente resignación”
ante su suerte. Dicha actitud les sirve a estos personajes como “camuflaje” para ocultar
sus propósitos de analizar los discursos y las prácticas empleadas por el “otro” para
CAÑÓN 2
dominarlas, y de esta manera subvertir la identidad y los roles que la sociedad
hegemónica masculina les ha asignado.
En Colombia, hombres y mujeres han sido víctimas de las estructuras de control
en las que ha predominado el dominio masculino. Hasta 1954, a las mujeres colombianas
se les confirió el derecho al voto. Inmersas en una sociedad regida por las doctrinas
católicas, las mujeres han sido educadas para ser el más alto símbolo del hogar. La lucha
de las mujeres por tener una participación en la vida política del país se inició en los años
treinta, años en el que Ofelia Uribe, una líder feminista, promovió un proyecto de ley
destinado a modificar el estatus social de la mujer.4 Cabe aclarar que antes de esta fecha
ya se habían pronunciado muchas mujeres por la igualdad de género en Colombia. No
obstante, el juego de relaciones de poder que se ha establecido entre hombres y mujeres,
a lo largo de la historia, ha desvanecido los roles e interés de cada uno e incluso ha
llevado a que uno de ellos sustente o reproduzca el otro. Así es como en muchas de las
relaciones, la mujer ha devenido agente activo de reproducción de discursos e ideas
patriarcales, y por ende, ha generado una relación de dominador/ dominado en el que el
hombre ha ejercido el poder a través de la violencia y la hegemonía.
De acuerdo con la ley 1257 de 2008 sobre no-violencias contra las mujeres, se
entiende por violencia contra la mujer cualquier “acción u omisión, que le cause muerte,
o daño o sufrimiento físico, sexual, psicológico, económico o patrimonial por su
condición de mujer (…) bien sea en el ámbito público o privado” (7). Según esta
definición sólo se contemplan como tipos de violencia contra la mujer la violencia
psicológica, sexual, física y patrimonial.5 Los datos de Medicina Legal sólo registran
CAÑÓN 3
datos sobre los casos de violencia sexual y agresión física o muerte. El 31 de octubre de
2015 se registraron 671 casos de feminicidio.6 El presunto agresor de 81 de estos casos
era la pareja o expareja de la víctima. Asimismo, se realizaron 14.021 exámenes médicos
legales por presuntos delitos sexuales, de los cuales 5.517 registraron como presunto
agresor un familiar. Finalmente, se reportaron 29.603 casos de violencia de pareja. En
estos casos no se especifica el tipo de daño cometido contra la mujer. Estas son cifras
alarmantes para una época en la que la mujer ha logrado mayor agencia social, política y
cultural en Colombia; sin embargo, ello demuestra que pese a la participación en el
espacio público, la discriminación sexual sigue siendo una variable que obstaculiza el
alcance de equidad de género en la sociedad colombiana. 7
Los medios masivos de comunicación se han convertido en instrumentos de una
hegemonía que ha establecido una visión dicotómica del mundo.8 Hombres y mujeres
consolidan su identidad y asumen sus roles según los discursos promulgados por los
medios. Muchos de estos discursos confieren a la mujer el rol de madre y esposa pasiva.
Mientras Ofelia Uribe exigía modificar el estatus social de la mujer, muchos de los
hogares colombianos estaban siendo informados por la radio. Con la radio llegaron las
radionovelas cuyas historias reforzaban los valores femeninos de la “virginidad,
feminidad, matrimonio indisoluble y dependencia económica”. 9 Todos eran mensajes
centrados en el mundo femenino doméstico. Después de los años sesenta, con la llegada
de la televisión las radionovelas perdieron importancia. Pero empezaron a producirse
muchas telenovelas que seguían promocionando la imagen de la mujer encargada de las
tareas del hogar. Hoy en día, la producción televisiva, la internet y otros medios
CAÑÓN 4
promocionan la imagen de una mujer “objeto sexual” u “objeto de mercado” manipulada
por las industrias de belleza y estética. Entonces, la mujer pasó de ser el alto símbolo del
hogar a ser un individuo de representación del espacio público, la imagen que induce o
promueve el mercado. Además, si bien los medios de comunicación confieren un espacio
a la denuncia de la violencia de género, el criterio de selección de los casos denunciados
es amarillista, razón por la cual al público sólo se le presentan los casos más aberrantes
de una forma sensacionalista.10
El interés por reportar los casos de violencia a la mujer por parte del gobierno y
las diversas instancias legales es de gran importancia para la denuncia social de la
diferencia de género y sus consecuencias. No obstante, la información reportada por estas
entidades, en ocasiones, limita el reconocimiento real de la situación de la mujer en
Colombia. Las noticias y reportajes publicados a través de los medios masivos sólo dan
cuenta de los casos que promueven un alto rating y llaman la atención de los televidentes
o lectores, pero no describen realmente el problema de fondo.
Los medios masivos de comunicación, en ocasiones, no suelen dar cuenta de todas
las variables y consecuencias de los problemas presentados, al mismo tiempo que
tergiversan la información. Ante esto, la literatura se propone un espacio de análisis y
visibilización de lo que no expresan los medios. La literatura, entonces, se convierte en la
herramienta o instrumento que denuncia los tipos de violencia contemplados por la ley
1257 de 2008, pero además permite identificar y analizar la violencia simbólica11 que no
suele estar contenida significativamente en los reportes de los medios informativos que
bombardean día a día a los individuos. 12
CAÑÓN 5
La literatura, al igual que muchas expresiones culturales, ha sido producida por
mucho tiempo desde el punto de vista masculino. Según Monserrat Roig en su artículo
“Mujer y literatura”, la imagen de la mujer expuesta en las producciones literarias atiende
en la mayoría de los casos a una “idea masculina” de lo que “es” o “debe ser” la mujer.
Además afirma que la tradición judeo-cristiana y otras tradiciones antiguas han eliminado
la posibilidad de complementariedad del hombre y la mujer, y han asignado a “uno” la
parte racional y creadora y al “otro” una connotación de malignidad y sumisión. En el
siglo XVIII, durante la Ilustración, las mujeres llegaron a ser consideradas como seres
iguales al hombre en algunas cortes europeas. No obstante, durante el romanticismo y
realismo la mujer fue presentada en su papel de madre y educadora de sus hijos. Las
mujeres en esta época escribían bajo un seudónimo masculino y en sus obras expresaban
a través de sus personajes femeninos el sentimiento de marginación que ellas
experimentaban. En el siglo XX, las mujeres descritas en las obras surgían de la
percepción individual del mundo de cada escritor. Es hasta finales de los setenta que las
mujeres asumen la diferencia como un valor positivo y empiezan a pensar en crear algo
propio para dejar de imitar los valores masculinos. Escribir para la mujer se convierte en
un acto surgido de la necesidad de testimoniar sus realidades, sus sentires y vivencias. Es
un intento de libertad y de rescatar su identidad en medio de una hegemonía que ha
creado en sus producciones culturales una imagen de mujer desde su punto de vista
andrógeno
Para hablar de estos testimonios femeninos en los contextos y realidades
colombianas se escogieron para este trabajo investigativo a las escritoras, periodistas y
CAÑÓN 6
columnistas Laura Restrepo y Piedad Bonnett. Estas dos intelectuales colombianas, como
periodista (Restrepo) y columnista (Bonnett) observan de manera objetiva las realidades
de las mujeres en diversos estratos y zonas del país. El periodismo para ellas, es una
herramienta de trabajo que les permite ser conscientes de los datos oficiales reportadas
por los medios masivos e informar sobre ellos a los lectores. No obstante, en su
sensibilidad literaria, emplean la narrativa para mostrar de una manera más profunda el
drama de la violencia de género contra la mujer. Asimismo en sus novelas hablan de esa
violencia simbólica naturalizada o contemplada como “normal” que experimentan en su
cotidianidad las mujeres en el ámbito público y privado.
Laura Restrepo es una de las escritoras más representativas de la narrativa
hispanoamericana de hoy. A través de su obra muestra una profunda preocupación por su
país y por América. Pertenece a una generación militante en Colombia y en el mundo a
causa de la Revolución Cubana, Mayo del 68, la teología de la liberación y la revolución
sexual en América Latina, eventos que influían el pensamiento de las universidades de la
época. Por eso, cuando ingresa a la universidad, a los 15 años, forma parte del grupo de
los Trotskistas, 13 lo cual la lleva a tener un espíritu revolucionario y preocuparse por las
diferencias sociales de Colombia. En 1983, durante el gobierno del presidente Belisario
Betancur, formó parte de la Comisión de Paz que negoció con el movimiento guerrillero
M-19. Durante este proceso, se implica en situaciones delicadas que la obligan a salir del
país y buscar refugio en México
En el ámbito literario, está inspirada por los escritores del Boom latinoamericano
como Gabriel García Márquez, Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes, Julio Cortázar, y los
CAÑÓN 7
que les anteceden. Su estilo de escritura está influido por el periodismo, su activismo
político y su trabajo humanitario. Piensa que el periodismo es una forma de investigación
que limita la discusión de las realidades de un país, por eso emplea la literatura para ir
más allá y contar lo que se omite o no se cuenta. Lo anterior la lleva a preocuparse por
presentar un referente histórico comprobable. En su obra, Laura Restrepo no sólo utiliza
su experiencia como investigadora periodística para construir sus narraciones sino que les
da a los personajes la agencia para investigar, recopilar los hechos y contarlos de nuevo.
Es así como, en muchos de sus escritos, los personajes son mujeres marginadas que
piensan, hablan y actúan para mostrar a lo largo del relato lo que no se ha dicho de su
historia.
Piedad Bonnett es una poeta, novelista, dramaturga y crítica literaria colombiana.
Es reconocida por su trabajo como poeta, ya que su obra es definida “por la certeza de los
adjetivos, el uso poderoso de la metáfora (…) y una voz profunda que le habla al oído al
lector” (Arango 16). Desde muy temprana edad, motivada por la lectura empezó a
escribir poesía, pero sólo publica su primer libro a los 39 años de edad. Víctima de la
violencia de los años cincuenta en Colombia debe abandonar su ciudad natal (Medellín) y
desplazarse a la capital. Fue educada en una época en la que la educación definía modelos
de mujer y hombre de los que aún quedan rastros en la sociedad colombiana. Aunque se
crio y educó bajo un régimen conservador, se caracteriza por su espíritu liberal. Durante
su época universitaria fue animada por los textos de Trotsky y por los movimientos de
izquierda. Lo que más le interesaba era asistir a las reuniones donde se hablaba del papel
del artista y su poder para lograr igualdad en el mundo.
CAÑÓN 8
Como novelista le interesan los desencuentros entre los seres humanos. Para
empezar a escribir piensa en el final. Un final que debe ser trágico en cuanto ofrece una
“visión profundamente escéptica sobre la felicidad y las relaciones humanas” (Arango
21). Para Bonnett la escritura es una forma de conocerse a sí mismo porque a través de
ella se revela la identidad del escritor. En el discurso proferido por esta escritora en el V
encuentro de escritoras colombianas, 14 Piedad Bonnett asegura que es distinto escribir
desde la condición masculina que desde la condición femenina. Pues para ella “ser mujer
implica una experiencia del mundo muy distinta a la del hombre, que abarca desde los
condicionamientos del cuerpo hasta la naturaleza de sus temores” (Bonnett X). Declara
que la literatura no puede ser ajena a la discriminación de género y que después de una
historia de siglos en que la mujer ha sido mirada, interpelada o silenciada por su género,
es imposible como escritora no traducir las experiencias de las mujeres en sus novelas.
El interés de estas escritoras por expresar las experiencias de las mujeres
marginadas o en situaciones de violencia en Colombia traza el corpus que se analizará a
través de este trabajo: las novelas La novia oscura (1999) de Laura Restrepo, Después
de todo (2001) y el Prestigio de la belleza (2010) de Piedad Bonnett. Estas novelas
contienen testimonios de mujeres de distintos estratos sociales, épocas y regiones de
Colombia que padecen diversas formas de violencia a causa de la hegemonía masculina.
Mujeres que en sus relaciones cotidianas debido a las prácticas y discursos que imperan
en los contextos en los que interactúan, se ven expuestas a un tipo de violencia
imperceptible (violencia simbólica) que debilita su personalidad. Las protagonistas de
estas novelas se caracterizan por ser mujeres que han conquistado el espacio público o
CAÑÓN 9
van en su búsqueda, tienen reconocimiento social, hablan y viven su sexualidad sin
tapujos, lo que las hace verse como agentes subversivos del dominio masculino.
La resistencia de las protagonistas a las prácticas y discursos de la fragmentación
espacial (mujer- espacio privado/ hombre- espacio público), la monogamia, la
heterosexualidad, el matrimonio y la dependencia económica producen un obstáculo para
su desenvolvimiento en la vida diaria. La causa principal, es una sociedad que le ha
atribuido valor de verdad a los discursos de un determinado colectivo (hombres) y que
juzga dichas resistencias e intenta controlarlas y castigarlas. Conscientes de estar
inmersas en una sociedad panóptica (que vigila y controla sus actos) prefieren usar la
actitud estoica mientras evalúan los discursos desde los cuales el otro domina y las
prácticas que éste utiliza para subordinarlas. El estudio al otro luego de su análisis no se
refleja en acciones observables subversivas sino en manifestaciones culturales en las que
reconstruyen su identidad y definen su feminidad: el arte y la literatura.
Este trabajo está dividido en tres capítulos. En el primer capítulo se identifican y
analizan las maneras en las que se reproduce la hegemonía masculina a través de los
discursos y la praxis de las instituciones sociales. Para ello, se toman algunos conceptos
teóricos de Bourdieu y Foucault como herramientas de análisis de la dominación
masculina de las novelas. La visión dicotómica del mundo o la división sexual propuesta
por Bourdieu es el primer postulado que se emplea para evaluar las interacciones que los
personajes establecen desde la diferencia hombre/mujer. Las relaciones de poder
presentes en las interacciones de los personajes (dominadores/dominados) de las obras
seleccionadas se analizan teniendo en cuenta la categoría Foucaultiana de “poder”.
CAÑÓN 10
El uso de las categorías mencionadas anteriormente tiene por objeto analizar los
discursos y relaciones que se establecen en las instituciones sociales descritas en las
novelas. En primer lugar, se estudia el papel que tiene la familia como núcleo promotor
de la institucionalización y promoción de los roles de los personajes de acuerdo con el
género y de los discursos de heterosexualidad, monogamia y “mujer sumisa”. En segundo
lugar, se analizan las maneras como la Iglesia influye en los discursos de lo “decente e
indecente” proferidos en la familia y la escuela. Aquí los dogmas y doctrinas de la Iglesia
católica que prevalecen en las tres novelas, confieren constantemente a la mujer una
imagen negativa sobre su cuerpo. En tercer lugar, se examinan las maneras como la
escuela, tema abordado sólo en El prestigio de la belleza, reproduce los patrones
institucionales de orden, control y disciplina. Dichos patrones son los fundamentos de los
saberes, modales y normas que la protagonista–Bonnett–debe aprender para convertirse
en una mujer “modelo” digna de la sociedad hegemónica masculina. Finalmente, en la
Novia oscura, se estudia la forma en la que el trabajo–institución económica y social por
naturaleza–promueve tanto la discriminación de género como la racial.
En el segundo capítulo se expone las relaciones de dominación que se establecen
entre los personajes femeninos y masculinos de las tres novelas. Los objetivos del
capítulo son, por un lado, comprender cómo las interacciones entre los personajes
facilitan la reproducción de la hegemonía masculina expuesta en el primer capítulo. Por
otro lado, determinar si las mujeres son conscientes y se resisten a la visión dicotómica
del mundo o si la naturalizan y la aceptan como propia permitiendo la dominación
masculina. Para ello, se exponen algunas ideas teóricas de la experta en estudios de
CAÑÓN 11
género Lucía Guerra y del sociólogo Pierre Bourdieu, referidas a la asimilación,
apropiación y reproducción de prácticas de dominación masculina. Luego, se evalúan las
maneras en las que los personajes de las novelas de Bonnett y Restrepo naturalizan o se
resisten a los roles (dominador/dominado). Además se estudian e identifican las
relaciones establecidas entre los personajes masculinos y femeninos con el fin de
establecer cómo dichas relaciones reproducen o debilitan la dominación masculina.
Finalmente, se estudian las maneras en que los discursos y la praxis de la hegemonía
masculina contribuyen a que los agentes sociales (hombres o mujeres) sean considerados
víctimas o victimarios.
En el tercer capítulo se analiza la forma en la que los personajes protagónicos
femeninos subvierten el dominio masculino. Este análisis se fundamenta, en primera
instancia, en las categorías de táctica y estrategia del filósofo e historiador Michel De
Certeau. Este filósofo muestra la importancia de observar las prácticas cotidianas de los
individuos ya que en ellas se dan espacios en los que los “dominados” emplean diversas
tácticas para escapar del control que se ejerce sobre ellos. De Certeau califica tales
tácticas como la capacidad de agenciamiento de un individuo ante una estructura
impositiva. También, dicho análisis parte de la identificación de una “actitud estoica” por
parte de las protagonistas ante el dominio masculino, hecho que evidencia la agencia de
las mismas frente al devenir de sus propias vidas. La actitud estoica aquí, se deriva de la
interpretación que el cristianismo (específicamente el catolicismo) le ha dado a los
postulados de la filosofía estoica antigua. De acuerdo con el estoicismo el individuo debe
asumir, con resistencia serena, las adversidades de la vida. 15 Haciendo uso de dichas
CAÑÓN 12
ideas, la Iglesia católica ha impuesto un tipo de hegemonía masculina que sitúa en la
cúspide de la pirámide social tanto a Dios como al poder pastoral. Los creyentes
católicos, entonces, aceptan sin cuestionamientos las adversidades de la vida como un
designio divino, como su destino. La influencia del discurso hegemónico de la Iglesia en
otras instituciones sociales, lleva a las protagonistas a aceptar con actitud aparentemente
serena las situaciones incontrolables de su cotidianidad. No obstante, ellas usan la actitud
estoica como una herramienta efectiva de “espionaje” y “evaluación” de las prácticas y
discursos desde los que la hegemonía masculina gobierna. Es decir, como una manera
sutil de conocer al “otro” para usar sus discursos y subvertirlos.
CAÑÓN 13
CAPÍTULO I
La hegemonía masculina: discursos y métodos de permanencia en las novelas de Piedad
Bonnett y Laura Restrepo
Introducción
Este primer capítulo se orientará al análisis de la reproducción del dominio
masculino en las sociedades descritas en las novelas de Piedad Bonnett Después de Todo
y El prestigio de la belleza; y Laura Restrepo La novia oscura. Para su desarrollo se
expondrán, en primer lugar, los aportes teóricos de los académicos franceses Pierre
Bourdieu y Michel Foucault. Bourdieu plantea que la visión que los individuos tienen
del mundo y las cosas parte de una división sexual (hombre/mujer). Para Bourdieu esta
división naturaliza la dominación masculina inscrita en aspectos objetivos y subjetivos de
las relaciones entre los agentes sociales. Tomando esta propuesta teórica será posible
identificar las maneras en que concebidos como opuestos, hombres y mujeres reproducen
y naturalizan el dominio masculino en las novelas. Debido a que el enfoque de este
apartado es la reproducción del dominio, hablaremos del poder desde la teoría de Michel
Foucault para quien el poder nace de las relaciones sociales y pasa a través de los
individuos. El poder, entonces, obedece a un juego de relaciones donde unos ejercen el
poder y los otros lo obedecen y asumen. La visión dicotómica con la que se observa el
mundo y el poder como algo que nace de las relaciones sociales serán estudiados como
factores que conllevan a la reproducción de la dominación masculina en las novelas.
Asimismo, se hará un análisis detallado de cada una de las obras, a partir del cual se
reflejará las diversas formas y discursos de dominio a las que se ven expuestos los
CAÑÓN 14
personajes femeninos en una sociedad en la que impera la hegemonía masculina. Dicho
análisis se hará a partir de los discursos que se emiten en las diversas instituciones en las
que participan los personajes. Al igual que se describirá cómo la familia, seguida por la
escuela, la Iglesia y el Estado consolidan con sus discursos una justificación a las
relaciones dominador/ dominado y a la violencia simbólica ejercida contra las mujeres,
promoviendo con ello la permanencia del dominio masculino en los diversos campos
económicos, culturales y sociales. 16 Finalmente, se describirá la manera en qué los
personajes protagónicos de estas novelas participan o no y reproducen la idea de la visión
dicotómica y el poder del dominio masculino.
La hegemonía masculina es percibida en las relaciones que se establecen entre los
personajes de las novelas de Bonnet y Restrepo. Dicha hegemonía corresponde, al
principio, con la visión dicotómica del mundo “la división de las cosas y de las
actividades (sexuales o no) de acuerdo con la oposición entre lo masculino y lo
femenino” (Bourdieu 20). El cuestionamiento a dicha división, como se verá en las
novelas, no está solamente determinado por el delineamiento espacial (espacio privado/
espacio público), las labores o roles sociales o los comportamientos sino por la
naturalización con la que las instituciones sociales reproducen la visión dicotómica. Es
importante aclarar que las oposiciones estructurales con las que se organiza el mundo
están generadas, desde la teoría de Bourdieu (1998), a partir de la diferencia anatómica
de los órganos sexuales. No obstante, estas diferencias no son establecidas de manera
natural aunque lo pareciera, sino que han sido los agentes sociales quienes han dotado de
sexualidad los espacios, las prácticas, las conciencias y los cuerpos (Guerra 1995).
CAÑÓN 15
Inmersas en una sociedad que las concibe al lado de lo siniestro (inferior, débil, blando,
húmedo, etc.), muchos personajes femeninos naturalizan y reproducen de manera
sincrónica y diacrónica el dominio masculino.
Además de la naturalización con que asumen la división sexual, muchos de los
personajes participan también de lo que Bourdieu denomina la violencia simbólica. Un
tipo de violencia que estructura las relaciones desiguales entre los géneros y que se
“instituye a través de la adhesión que el dominado se siente obligado a conceder al
dominador” (Bourdieu 51). En las protagonistas de las novelas a analizar en este capítulo,
la violencia simbólica, que por sí misma es un tipo de coacción indirecta, cohíbe su
actuar y las hace sentirse sin un lugar social. Debido a esta conciencia de la otredad y la
diferencia, a través de las protagonistas se conocerán otras historias de mujeres que se
vuelven cómplices de la dominación a la que están sometidas. De acuerdo a las
descripciones hechas por los narradores de las novelas, las formas de violencia de las que
se vale la hegemonía llevan a los personajes femeninos que las padecen a concebirlas
como propias o adecuadas con las situaciones que las generaron. Aun cuando en algunos
momentos, las mujeres se resisten, llegan al final a consentirlas de tal manera que para
evitarlas a futuro modelan sus comportamientos. Lo siguiente será descrito en una escena
de la novela El prestigio de la belleza, en la que una mujer casada para evitar la violencia
de su esposo adecúa su hogar a la manera que su esposo le exige o demanda.
Antes de empezar el análisis de las obras, es pertinente definir los conceptos de
“masculinidad hegemónica” y “dominación” desde los que se trabajará este capítulo. El
concepto de hegemonía masculina será tomado desde la propuesta de Connell17 quien a
CAÑÓN 16
partir de la hegemonía desde Gramsci, la define como una estrategia de dominación, “una
estrategia efectiva en tanto que es invisible, es una práctica cotidiana y sobre todo
asumida por los propios sujetos” (ctd. en Schongut 59). Dicha estrategia de dominación
no sólo pondrá en subordinación a lo femenino sino a otras hegemonías masculinas
subordinadas. Como Connell lo señala, la hegemonía masculina “se enmarca en la
doctrina religiosa, en la ideología política o social, en el contenido de los medios de
comunicación masivos, el diseño de los hogares, las políticas de bienestar del Estado,
etc.” (ctd. en Schongut 47). Por otra parte, la dominación, cuya definición será tomada
por Schongut (2012), será comprendida no como un proceso natural a priori, sino como
un proceso de carácter intencionado, realizado de manera implícita y enmascarada, donde
la subordinación nunca será casual y por ende la relación que se establezca entre
dominado/ dominador llevará trazos de violencia (explícita o simbólica).
Para terminar con los sustentos teóricos que se emplearán en este primer capítulo,
se abordará el concepto de poder propuesto por Michel Foucault. La importancia del
poder en esta tesis no sólo radica en que estamos hablando de una hegemonía masculina
imperante, sino en que la reproducción de la misma es llevada a cabo por el dominado
también. Lo anterior denota que aunque el poder ejerce unas relaciones de resistencia conscientes o no-, son estas resistencias las que dinamizan los dispositivos de poder y
producen el paso de un poder represivo a un poder activo capaz de producir sujetos. En
esta medida el poder se convierte en “una red productiva que pasa a través de todo el
cuerpo social en lugar de como una instancia negativa que tiene por función reprimir”
(Foucault 137). Asimismo, se analizarán las novelas a partir de cómo los discursos,
CAÑÓN 17
sustentados en un aparato constitucional, generan una serie de estrategias para ejercer
poder sobre los individuos y lograr un efecto normalizador. En las novelas, la resistencia
de las protagonistas frente a ciertas prácticas y discursos de la hegemonía masculina,
permitirán ver el efecto normalizador que otros personajes le atribuyen a las distintas
estrategias empleadas por la hegemonía masculina para hacer ver a la mujer en un nivel o
estatus inferior.
El prestigio de la belleza
El prestigio de la belleza es considerada por su autora, Piedad Bonnett, como una
autobiografía falsa en la que describe las diversas experiencias de vida de una joven
desde su infancia hasta la adolescencia. Los diversos acontecimientos por los que pasa la
protagonista, es decir, el personaje Bonnett, están marcados por la fuerte influencia del
dominio masculino y las instituciones que lo reproducen y que hemos enunciado
anteriormente. Las concepciones sociales y morales que imperan en el entorno en el que
se halla inmerso el personaje principal y otras mujeres, se muestran como un obstáculo.
Dichas concepciones obstruyen el desarrollo de los personajes femeninos en los diversos
ámbitos de su vida (personal, social y laboral), lo que las pone en desventaja con relación
al hombre, generando en las mismas un sinsabor en su existencia. A lo largo de la novela,
se ven personajes que se resisten en silencio contra el dominio masculino y luchan en su
cotidianidad para no servir como un bien que alimente el capital simbólico que gobierna
la sociedad masculina: el honor. 18 Finalmente, y como el título de la novela El prestigio
de la belleza lo alude, Bonnett habla de la belleza como un elemento que gobierna las
relaciones sociales de la época. Enaltece a este elemento como una pieza clave de
CAÑÓN 18
encuentro entre los espacios públicos y privados, al igual que un elemento facilitador de
desenvolvimiento social.
La narración inicia evocando el nacimiento de la autora para recalcar la desilusión
que ella generó en sus padres por no poseer una belleza física según cánones sociales. A
lo largo de la narración, la autora exalta con ahínco la belleza, que según la percepción
que le hizo ver su madre desde pequeña, facilita el desenvolvimiento en los distintos
aspectos de la vida social. Asimismo, sostiene que la carencia de belleza física movió a
su madre para introducirla desde temprana edad a las letras. Su infancia está marcada por
la relación con sus padres y las niñeras. Exalta las enfermedades de la infancia, como los
momentos en los que mayor manifestación de cariño recibió de parte de su padre. Por
otra parte, revela el pecado y el miedo a la muerte como dos elementos que angustiaron
años de su infancia pensando en ideas como el infierno, el diablo, la condena y el castigo.
Con relación a su adolescencia, narra sus años juveniles como momentos de su vida con
experiencias más emocionantes: sus primeros amores, el primer beso, sentirse cortejada y
descubrir por ella misma sus gustos literarios. La autora narradora también describe todos
aquellos malos momentos generados en su vida por su rebeldía, cuestionamientos a las
normas y deseo de explorar el mundo, que la llevan a ser internada en un colegio de
monjas por un año, tiempo en el cual define su amor por la poesía y construye una
mirada crítica de la Iglesia, la escuela y la hegemonía masculina.
La hegemonía masculina en el hogar
El hogar es el primer reproductor de la visión dicotómica y la hegemonía
masculina en la vida de la protagonista de esta novela. Las diversas relaciones, prácticas
CAÑÓN 19
y discursos que se llevan a cabo en el ambiente familiar de Bonnett enfatizan el poder del
hombre. La división superior/ inferior es evidente en las relaciones establecidas entre los
hombres y mujeres de este hogar. Aun cuando desde la visión dicotómica, el espacio
privado le pertenece a la mujer, es el padre de Bonnett quien gobierna este espacio. En
una escena en la que la protagonista evoca un momento de su infancia, se percibe la
autoridad del padre para quien movimientos torpes y malos modales en la mesa
demandan un castigo. La protagonista narradora le enuncia al lector que si con el codo
derramaban el vaso de leche en el mantel, su mirada caía sobre ellos cortando su
“autoestima como una guillotina” (542). La mirada, en este caso, evidencia una violencia
directa hacia sus hijos. Como se enunciaba en la introducción, la relación dominador/
dominado lleva matices de violencia, una violencia que condiciona al dominado y lo
constituye en un nuevo sujeto: alguien que se resiste pero a la vez dinamiza el poder.
Esto se ve ejemplificado en la obra, cuando la protagonista alude constantemente a su
padre con calificativos como “El padre: el emperador, el califa y el rey de oros” (538), lo
que denota dos realidades: la resistencia al poder de esta figura pero al mismo tiempo la
aceptación de un estatus superior. Dicha aceptación se debe a la imagen que proyecta el
hombre en el hogar. El hombre visto y consciente de su existencia desde la existencia del
otro (mujer), actúa de tal forma que sus acciones difieren de las acciones de una madre en
el hogar por lo que “rechazando abandonarse a la felicidad de una indulgencia femenina,
y ciegamente maternal, tiene que convertirse en la expresión del determinismo del mundo
en lo que éste tiene de más despiadado” (Bourdieu 94). En un momento en que Bonnett
obtiene bajas calificaciones en el colegio, su padre, quien dictamina los castigos para
cada falta, le prohíbe a Bonnett las visitas de sus amigos y el encierro absoluto. El modus
CAÑÓN 20
operandi del hombre en el hogar sobre el otro, está efectuado por la disciplina, relaciones
distantes y el castigo, según lo descrito por la protagonista.
En su libro Vigilar y castigar, Michel Foucault señala que el poder se vale de
unos procedimientos o técnicas para asegurar su permanencia. El encierro o la cárcel, han
sido uno de los castigos y espacios para condenar a quienes irrumpen con sus acciones,
los discursos o practicas impuestas por el poder. El castigo impartido a Bonnett durante
su infancia o adolescencia la reducen al encierro. Un encierro cuyo objetivo es la
concienciación de un mal obrar o no acatar con la norma, al mismo tiempo que someterla
a un tipo de disciplinas que la formen o eduquen en lo correcto según un sistema
gobernado por discursos e ideas masculinas. Piedad Bonnett, una adolescente con deseos
de explorar el mundo, quiere vivir su vida desprovista de esas normas que ponen a la
mujer socialmente al lado del recato, la espera y la delicadeza. No obstante, la
hegemonía masculina presente en su infancia a través de su padre no encuentra otra
solución a su rebeldía sino la disciplina. Una disciplina, que en el caso de Bonnett, se
vale del encierro para su vigilancia; además de imponer horarios, tareas y castigos, con el
fin último de generar un sujeto dócil, capaz de identificarse y actuar como subordinado.
Como se mencionó al comienzo, salir del orden de la hegemonía masculina es muy difícil
y más cuando el poder de la misma, como todos los poderes, no puede ser localizado en
un solo agente ni una sola institución.
El papel de la madre de Bonnett es pasivo. Ella espera a que su esposo determine
los castigos merecidos a las fallas. Es a través de la actitud que asume la madre de
Bonnett que se asienta la afirmación de Foucault sobre el poder. Para él, el poder nace de
CAÑÓN 21
las relaciones sociales, surge en un acto de negociación en el que el uno ejerce el poder y
el otro lo padece. El padre estipula las normas a cumplirse y vigila su efectuación. Este
poder no sería reconocido sino fuera porque los hijos y la esposa de este hogar lo
identifican, asumen y reproducen como tal.
La hegemonía masculina en la escuela
Resistente a las órdenes y castigos de sus padres, Piedad Bonnet es enviada a un
internado femenino con el fin de que actúe según las normas sociales. El encierro,
aparece de nuevo para hacerle comprender la necesidad de construirse como un agente
social capaz de seguir las normas desde una perspectiva de verdad, sin cuestionamientos
ni reparos. Y es que el encierro, según Foucault, es el método que posibilita el control, es
la manera eficaz de supervisión, enseñanza y obediencia. Bonnett debe ser disciplinada
porque “¿Qué se hace con una niña que es expulsada definitivamente del Mundo del
Orden, de la Cofradía de las reglas, del coro de niños que canta las tablas de multiplicar
por horas y horas sin cansarse? (1273). Por ello es llevada a un espacio lejos del hogar
donde la vigilancia y el control sean constates. Descritas por Bourdieu como el lugar
donde se reproducen las estructuras sociales, las instituciones educativas, enuncian
discursos desde los cuales pretenden construir agentes sociales dóciles. El internado no
sólo representa para Bonnett una alegoría del orden sino el inicio de un camino regido
por las doctrinas católicas cristianas. Es este espacio donde se hace más evidente la
construcción de un mundo fragmentado, en el que la mujer se ubica al lado de lo
siniestro.
CAÑÓN 22
Al igual que el hogar, este espacio cuenta con una serie de agentes sociales
“inspectores” encargados de la disciplina y el orden. La primera imagen de autoridad con
la que se encuentra Bonnett, es una monja llamada Irene María encargada de velar el
comportamiento de las jóvenes internas en las noches. Mediante las descripciones en las
que es protagonista Irene, la narradora retrata una mujer adoctrinada por los principios
católicos, que ejerce su dominio a través de amenazas en las que el castigo a diversos
actos responde al de un Dios divino que hace pagar con fuego las desobediencias y
rebeldías. La biblia, libro base de la doctrina católica, confiere en algunos de sus libros
una visión negativa a la mujer. Desde la creación se le condena como la autora del
destierro del paraíso. Privilegiados en el paraíso Adán y Eva sólo deben evitar comer del
fruto prohibido, el fruto del bien y el mal. No obstante, Eva es tentada y vio que “el árbol
era bueno para comer, y que era agradable a los ojos y árbol codiciable para alcanzar la
sabiduría; y tomó de su fruto y comió; y dio también a su marido, el cual comió así como
ella” (Santa Biblia, Gén.3. 6-7). Desde entonces, las mujeres son vistas como culpables
de la condena del hombre, sus cuerpos han sido concebidos como fuente de pecado. Es
así como Irene instruye a Bonnett y las otras internas, bajo unos principios en los que el
cuerpo de una mujer es concebido origen de perdición y condena: “Una y otra vez nos
repetía que la desnudez no era bien vista por los ángeles, y que la única forma de bañarse
era sin mirar nuestros cuerpos pecaminosos” (1366). En medio de estos preceptos, las
jóvenes que asisten al internado se conciben a sí mismas como seres provistos de
inferioridad y maldad. Naturalizan esta percepción negativa de sí mismas y sin darse
cuenta transforman en normas el porte adecuado de sus cuerpos.
CAÑÓN 23
La participación de agentes sociales hombres en este internado es escasa. El
internado es controlado en su mayoría por mujeres. Las monjas, en este caso, son las
encargadas del control del recinto, el cual se lleva a cabo no sólo a través de castigos,
privaciones leves o humillaciones sino a través de los discursos proferidos con tonos
amenazantes. En una ocasión en que habiendo acogido los discursos del pecado y el
arrepentimiento, Piedad decide acercarse al sacramento de la confesión, se encuentra con
un sacerdote que la violenta físicamente. En el momento en que ella empieza a
confesarse, percibe que la mirada del sacerdote es la de un hombre y no la de un
intermediario de Dios en la Tierra. Mientras el sacerdote roza sus mejillas y senos le
pregunta si ya es una mujercita hecha y derecha. La situación aturde a Bonnett y le
produce ira. La agresión es directa, las palabras emitidas por el sacerdote la reducen a un
objeto de seducción y placer. Cuando Bonnett decide comentarle la situación a la
superiora, contrario a lo que espera, las palabras amenazantes de ella, la condenan al
silencio. Las acusaciones verbales proferidas por la superiora, la llenan de humillación e
injusticia. Entonces, el poder, al que en un primer momento Bonnett, se resiste la conduce
a una aceptación de su condición de subordinada y con ello al silencio y el olvido.
Al igual que en el hogar de Bonnett, la hegemonía masculina es reproducida por
los distintos agentes que conforman una institución. Ya sea por convicción o porque
aunque se resisten a la misma, los personajes de la novela empiezan a comprender que
resistirse a lo impuesto los condena a las diversas formas de las que se vale el poder para
su permanencia como son el castigo, el miedo, las amenazas o la humillación, entre otros.
A lo largo de la experiencia de Piedad Bonnett en el internado, se aprecia el proceso de
CAÑÓN 24
transformación de ella y sus compañeras. El internado, al igual que otras instituciones, a
través del encierro, busca transformar sujetos que se resisten a las normas en sujetos
dóciles. Sin ser observadas empiezan a actuar según las normas, es lo que Foucault llama
el Panoptismo,19 internalizan el sentimiento de vigilancia al que han Estado sometidas y
empiezan a actuar de manera disciplinada según las normas establecidas por su
dominador.
La hegemonía masculina en el Estado
Bourdieu comprende el Estado como el lugar de lucha por el monopolio de la
violencia simbólica. Lo anterior indica que en el Estado se establecen unas relaciones de
poder que se naturalizan e interiorizan por los dominados y que generan, en estos últimos,
unos límites dentro de los cuales se piensan, actúan y perciben como agentes sociales. A
lo largo de la novela, El prestigio de la belleza, se resalta el valor de la belleza como
elemento de visibilidad social, llave de acceso al mundo público e incluso pieza de
aseguramiento de una vida próspera. A través del discurso de la belleza, las mujeres
interiorizan la cualidad de representación como propia de su naturaleza. De ahí que
Bonnett cuestione la carencia de la misma a lo largo de la novela. La belleza se convierte
en un elemento que asegura el futuro próspero o decadente de una mujer en una sociedad
dominada por el hombre. Es así como lo ve Bonnett cuando describe el pensamiento de
su madre al ver que su segunda hija, la hermana de Bonnett, es agraciada. Atribuida a la
belleza el poder de asegurar futuros prósperos, Bonnett intuye el pensamiento de su
madre cuando vio por primera vez a su segunda hija y se dio cuenta que era más
agraciada que la primera, según Bonnett su madre “debió preguntarse secretamente por
CAÑÓN 25
sus destinos” (40). Buscando que su hija luzca bonita, la madre de Bonnett la somete a
tratamientos naturales para mejorar su apariencia. No obstante, cuando la madre de
Bonnett descubre que nada de ello funciona recurre a inducirla en el mundo de las letras
y potenciar su inteligencia.
El significado que tiene la belleza física radica en que se convierte en un elemento de
desenvolvimiento social y una alegoría de una vida próspera para la mujer en la sociedad.
La violencia simbólica, al ser imperceptible y tomada como natural, tiene su génesis en
diversas manifestaciones culturales cotidianas a las que se enfrentan los individuos como
la publicidad, las letras de las canciones, dichos populares, revistas, entre otros. Lo
anterior se puede percibir en la letra de una canción recitada por la mamá de Bonnett,
que le cantaban en la escuela cuando era niña:
Pues yo como soy bonita
Con poco estudio tendré
Y de ese modo obtendré
Ser una gran señorita. (108)
El estribillo anterior manifiesta el poder que el dominado le ha atribuido al discurso de la
belleza, sin percibir en ello mayor muestra de desigualdad o vulnerabilidad. No sólo se
confiere a la belleza la cualidad o el poder de hacer de la mujer “una gran señorita”, es
decir adquirir un poder frente a su otro inferior “una mujer poco agraciada”, sino que la
belleza física por sí sola basta para tener un poder, es la llave de la visibilidad social. La
mujer con belleza física no necesita de conocimientos para desenvolverse, lo que indica
que sólo se le quiere, inconscientemente y que sin la mujer lo perciba, para representar el
espacio de los hombres, no para participar en él de manera activa. Un ejemplo de ello en
CAÑÓN 26
la novela, lo vemos a partir de la imagen de las monjas, un grupo de mujeres encargadas
de reproducir los dogmas cristianos que ponen a la mujer dentro de lo negativo. Frente al
sacerdote se conciben seres inferiores, dispuestos a cumplir sus órdenes y demostrar con
sus actitudes la supremacía que este miembro de la Iglesia tiene frente a ellas. Dicha
apreciación de ellas mismas está también dada por el orden estructural que posee la
Iglesia católica, en el que la mujer siempre ocupa rangos inferiores. Con relación a la
belleza, este grupo de mujeres que son físicamente atractivas, como lo describe Bonnett
cuando habla de Irene María quien según la protagonista “Tenía una belleza impávida, de
santa de estampita, disimulada por un gesto perpetuo de severidad…” (1360), deben
cubrir sus cuerpos y cabello para no provocar al hombre de caer en el pecado y seguir el
canon de la imagen mariana. El velo para las tradiciones cristianas connota “vivir
apartado de lo mundano, especialmente de lo sexual” (DeFrancisco y Palczewski 230).
Dedicadas a la vida del convento y dispuestas a renunciar a los “placeres de la carne”, la
belleza física para este grupo de mujeres no cobra sentido. Al igual que las mujeres que
se hacen esclavas de la industria de la belleza, las monjas renuncian al derecho sobre sus
propios cuerpos. Las monjas siguen los cánones de una institución que les pide como
virtud femenina la castidad y sencillez. Virtudes esenciales, como lo señala Lucía Guerra,
de la obsesión judeo-cristiana por definir y atribuir a la mujer las cualidades de la figura
religiosa de la Virgen María.
El poder hegemónico masculino se vale de una serie de discursos para demostrar
su supremacía frente a lo femenino. La belleza, disfrazada tras el discurso de la
feminidad, ha penetrado las sociedades dominadas por los hombres y ha sometido a la
mujer a renunciar al derecho que tiene sobre su propio cuerpo. El prestigio de la belleza,
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como su título lo indica, alude a este elemento como una característica propia de la mujer
para desenvolverse socialmente. La mujer reducida a ser un objeto de deleite, busca de
todas las maneras lograr la atención de los hombres por su físico. De ahí, la preocupación
de la madre de Bonnett por la carencia de belleza en su hija. La mujer poco agraciada
debe aceptar el rechazo ante una sociedad que estipula e impera con este discurso un
sometimiento sobre la mujer. El resultado, no obstante es que al igual que con los otros
discursos de los que se vale el dominio masculino, es el dominado (la mujer) quien de
nuevo reproduce la idea de la belleza, la apropia, la reproduce y la trasforma.
Analizados algunos aspectos dirigidos a la reproducción de la dominación
masculina en la novela de Piedad Bonnett El prestigio de la belleza, se puede entrever
una sociedad dominada por el hombre en la que se reproducen sus discursos desde
diversas instituciones. Un entorno familiar en el que impera el orden a partir del miedo al
padre. El hogar, conferido a la mujer desde la sociedad patriarcal, es gobernado por el
hombre, asignándole a ella la tarea de aumentar los capitales simbólicos del honor y el
reconocimiento de autoridad del padre en el hogar. La madre de Bonnett, quien deja su
trabajo como profesora para dedicarse a su hogar, emplea toda su energía para propiciar
a su esposo y sus hijos un espacio agradable y aportar a la economía del hogar. Desde la
perspectiva de la protagonista su madre no sólo les cosía los vestido “y cuando las
camisas estaban viejas, les volteaba los puños y los cuellos, sino que preparaba para ella
misma todo tipos de manjares” (1094). Aun cuando permanezca más tiempo en el hogar,
su función principal se reduce a la del bienestar, porque es el padre de Bonnett quien
toma las últimas decisiones sobre su familia. Por otra parte, la Iglesia y la escuela, se
constituyen en espacios que se encargan de definir el rol inferior de la mujer frente al
CAÑÓN 28
hombre y de regir estos principios a través del miedo. El miedo como ente regulador en la
doctrina católica se presenta bajo la idea del pecado. Es así como la vanidad, por
ejemplo, puede ser castigada por ese Dios que contempla a la mujer como la causa de la
perdición del hombre, pues, según la tradición judeocristiana, por Eva, Adán comió del
fruto prohibido y por eso la mujer deberá estar sometida al dominio del hombre: “A la
mujer le dijo: Aumentaré tus dolores cuando tengas hijos, y con dolor los darás a luz.
Pero tu deseo te llevará a tu marido, y él tendrá autoridad sobre ti” (Génesis 3.16).
Finalmente, y de nuevo, de manera imperceptible, bajo el discurso de la belleza, la mujer
renuncia a sus derechos sobre su propio cuerpo. Por un lado, lo somete a cuidados
extremos para una mejor apariencia física como lo hace la madre de Bonnett sobre su
hija, y por el otro, renuncia a reconocerlo como parte de su ser y lo cubre o porta según le
es impuesto, como el caso de la monjas del internado.
Después de todo
Después de todo es la primera novela de la escritora y poeta colombiana Piedad
Bonnet. La novela narra la historia de Ana, una mujer de cuarenta y ocho años quien
cuestiona su devenir y se pregunta si ha sido feliz alguna vez. A lo largo de su historia, el
personaje principal abre una reflexión a la rutina y la rigidez con la que vive la vida.
Asimismo, a través de la comparación del estilo de vida de Gabriela, una joven estudiante
que llega a su casa, Ana describe todo lo que le hubiera gustado vivir y ser. Esta novela
permite conocer las historias de vida de otros personajes que vienen a cuestionar, dotar de
sentido u obstaculizar la existencia de la protagonista. El primero de estos personajes,
Emilio, un marido impasible, frío, autoritario e indiferente a las realidades de su esposa.
María José, una hija que considera a su madre una egoísta; Martín, un amante que
CAÑÓN 29
prefiere evitar discusiones acaloradas, produciendo en la protagonista un sinsabor en lo
que en ella constituye una esperanza: el amor. Aun cuando la novela se refiere a un
momento presente, se rememoran eventos del pasado que abren la historia de este
personaje. En estas pequeñas retrospectivas, Ana, alude al matrimonio con tristeza y
dolor. Casada con un hombre quince años mayor que ella, busca encontrar en él el cariño
y protección que nunca recibió de su padre. Cabe aclarar que Ana es una mujer
independiente que con ayuda de su esposo administra una galería de arte, rompiendo con
ello los parámetros espaciales de la mujer inmersa en un entorno patriarcal. La casa,
espacio asignado como propio de la mujer, se convierte para Ana en un espacio de
descanso y esparcimiento. Esta ruptura con los cánones espaciales patriarcales la llevan a
recibir constantemente una crítica por parte de su hija quien le cuestiona el nunca haber
Estado pendiente de su cuidado: “Tú egoísmo es de toda la vida. Desde cuando estaba
chiquita, jamás respondías de inmediato a mis preguntas” (14). Pese a las críticas que
provienen de su hija y de otros personajes, Ana hace de su existencia un espacio y un
tiempo de luchas por lo que quiere y anhela. Esta libertad efímera se ve reflejada por su
trabajo independiente en el arte; además de su experiencia amorosa extramatrimonial con
un hombre nuevo. Un hombre que llega a su vida y le trae a ella la esperanza de sentirse
amada.
El dominio masculino en el entorno familiar
En los traslados al pasado en los que Ana rememora su infancia, el narrador
omnisciente, describe un hogar en el que aparece como autoridad primordial el padre. Un
padre frío y distante con su familia, cuya actitud marca a futuro muchas de las decisiones
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de Ana en relación con los otros: casarse con un hombre quince años mayor tratando de
hallar en su esposo ese afecto que su padre le negó, sufrir la separación de su amante por
miedo a la soledad y ocultar sus sentimientos hacia Gabriela por miedo. La violencia se
hace presente, de manera imperceptible, en la vida de Ana desde sus primeros años a
través de las relaciones que sus padres establecen con ella. Constantemente ve cómo sus
padres se detienen ante una caricia o manifestación de afecto de parte suya. A través de la
narradora el lector puede percibir esa necesidad de afecto. Cuando Ana se va a vivir con
Emilio antes de casarse siente que su abrazo nocturno es lo más parecido a la felicidad,
pues este abrazo lo había anhelado de niña cuando se pasaba a la cama de sus padres
“pero el recato que marcaba la distancia intencionada que ellos creaban la detenía” (208).
Este distanciamiento es generado por la división social, enunciada al comienzo,
estipulada por los agentes sociales que han atribuido una serie de características a los
hombres como fuerza, racionalidad, superioridad, entre otras. El hombre perteneciente a
una sociedad en la que impera la hegemonía masculina, se contempla al lado de lo fuerte
y por ende, no expresa emociones, las coarta. Reproducido el discurso de la prevalencia
de la razón sobre las emociones en los hombres, Ana es víctima de nuevo de esta
situación cuando se casa. Emilio, el esposo de Ana, es un hombre de rutinas inflexibles
para quien las expresiones de afecto no tienen cabida. Desde el momento en que
mantiene su relación de noviazgo con Ana, le demuestra constantemente que es un
hombre a quien sólo le interesa su vida profesional. Una noche en que Emilio pasada un
verano en Houston, Ana, para demostrarle su amor, le pidió que buscara a Venus antes
de acostarse, ante lo que Emilio contestó: “Ana, por Dios, tengo tantas cosas que hacer
que no tengo tiempo para mirar el cielo” (24). En este pequeño fragmento, se denota la
CAÑÓN 31
visión dicotómica del mundo que pone a la mujer al lado de lo emocional y al hombre al
lado de lo racional. Adaptados a unos discursos e ideas masculinas, los agentes sociales
actúan y se relacionan según sus características, sin cuestionamientos, de manera natural.
Las estructuras de la dominación masculina resistentes a los años gracias a la labor de la
familia, la escuela y el Estado han reproducido las ideas de débil/ fuerte, sensible/
racional a los agentes sociales según su género. Un hombre que rompa con esta división y
traspase los límites emocionales, es contemplado como alguien que se asemeja al otro, es
decir, la mujer desde la que se ha observado solo para diferenciarse. Las descripciones
que Ana hace sobre Emilio son pocas, pero están desprovistas de palabras de afecto. Él
significa la persona que le abrió puertas y oportunidades para desarrollarse laboralmente,
pero no representa para ella el esposo, amigo o confidente.20
María José, la hija de Ana y Emilio, recibe un trato frío y distante de parte de su
padre también. A lo largo de su infancia, la rudeza con la que la narradora describe la
educación a María José denota disciplina, control y castigos. Aunque se resiste en un
primer momento a su autoritarismo al final se rinde y se “enamora de su verdugo” (199).
El poder, entonces, se va transformando, resulta de unas relaciones de fuerza y resistencia
que al final, como lo hemos señalado, produce sujetos. María José es un producto del
dominio masculino, quien disciplinada para seguir los discursos del hombre se convierte
también en un verdugo de su madre por no permanecer en el hogar o expresar dolor ante
la muerte de su padre “Ay, mamá. Todo el mundo se dio cuenta de que no te importó
nada” (13). Sometidos a la disciplina, el control y el castigo, los mecanismos con los que
actúa el poder, los individuos del hogar, que quizás en un primer momento se resisten,
empiezan a apropiar y reproducir los discursos imperantes sin cuestionarlos sino
CAÑÓN 32
atribuyéndoles la calidad de verdad. Una noción de verdad, que aunque en ocasiones es
cuestionada por el individuo, lo transforman.21 Es así como María José contempla como
inapropiado la renuncia de su madre al hogar por tener un negocio independiente o que
luzca un suéter de color tras la muerte de su padre. Las ideas y discursos de la hegemonía
masculina que imperan en el hogar son reproducidos por todos los integrantes que lo
conforman, entre ellos, hijas y esposas.
El dominio masculino en el entorno social
Ana critica fuertemente algunas prácticas propias de la sociedad colombiana que
promueven y ratifican la diferencia de género, la visión dicotómica del mundo y por ende
el domino del hombre en la sociedad. La protagonista, cuestiona el hecho de que las
mujeres tengan que esperar en una fiesta como “gallinitas rosadas de ojos náufragos”
(1206) a que los hombres las elijan a su capricho sin poder ellas escoger su parejo de
baile. Esta apreciación la hace cuando siente humillación por querer llamar a Martín, su
amante. Recuerda cómo la sociedad ha atribuido al hombre el derecho de escoger a la
mujer, mientras la mujer debe esperar a ser escogida. Entonces, las mujeres inmersas en
una sociedad patriarcal compiten, sin saberlo, para ser seleccionadas por el hombre según
una serie de virtudes establecidas por ellos: belleza, elegancia, prestigio, recato, decencia,
entre otros. Con ello, se ratifica la labor del Estado y sus estructuras internas como
grandes productoras de ideas masculinas que se convierten en hábitos o costumbres en las
sociedades de manera diacrónica. La permanencia de ellas, se funda en la idea de lo
apropiado e inapropiado, lo decente e indecente.
CAÑÓN 33
La hegemonía masculina como institución se correlaciona con otras instituciones
como la Iglesia y asigna a la mujer la obligación de ser imagen y ejemplo de la virgen
María. La agencia que ha alcanzado la mujer en muchos ámbitos sociales, culturales y
políticos ha ayudado a que esta idea de semejanza con la virgen María desaparezca. Sin
embargo, como lo veremos más adelante, en la descripción que hace Gabriela sobre un
personaje, vemos cómo estas ideas prevalecieron e hicieron que la mujer fuera violentada
por rechazar las virtudes de este personaje cristiano católico. Lo puro, sensato, humilde y
sumiso se asociaba con el ideal femenino. Partiendo de esta figura cristiana, la virgen
María, la mujer estaba condenada al recato y la obediencia pero sobre todo a la pureza,
pues una de las virtudes más valiosas de este personaje es la virginidad. Una virtud que le
concede el privilegio de ser elegida como la madre de Jesús, según el mito cristiano.
En una oportunidad, Gabriela, la joven contratada por Ana, le cuenta a Emilio la
historia de su tía abuela, Otilia. Gabriela, encargada de ayudarle con trabajos de edición a
Ana, y en ocasiones, de cuidar a Emilio después de padecer un derrame cerebral, le
confiesa a Emilio que la historia que va a contarle la escuchó de su madre. Según
Gabriela, corresponde a un secreto familiar que su madre escuchó de su mamá, es decir la
abuela de Gabriela, en secreto de confesión. Otilia, quien vivía en el campo, se fue a
Bogotá en busca de una vida mejor. Tiempo después, regresó con un niño recién nacido.
Sus hermanos empezaron a maltratarla y humillarla, y la ponían a realizar trabajos
pesados. En medio de esta vida, regresa a Bogotá donde se escuchan rumores de que está
embarazada de nuevo, lo que lleva a sus hermanos a golpearla por deshonrar la familia.
Las humillaciones y el rechazo de la familia llevan a Otilia a volverse loca. Conocida
CAÑÓN 34
como la loca del pueblo, los hermanos la encierran en una casa, pero la situación se sale
de sus manos por los ruidos que ésta hace en las noches. Por consenso y en búsqueda de
recuperar su honra, la familia decide envenenarla. Aun cuando Gabriela señala que esta
historia puede ser producto de su imaginación mientras se la cuenta a Emilio. Es cierto
que corresponde a la historia de muchas mujeres en Colombia años anteriores. La honra
de una mujer estaba determinada por su virginidad. Una mujer virgen se constituía en la
mujer ejemplo de la sociedad patriarcal. Lo anterior resaltaba la mirada dicotómica
propia de la sociedad patriarcal, pues mientras la mujer “perdía su virginidad”, el hombre
“se volvía hombre” durante su primera relación sexual. Aunque esta historia alude a un
acontecimiento del pasado, tiene aún sus vestigios en la sociedad actual colombiana. Pues
aunque la mujer ha logrado mayor participación y ha establecido otro tipo de imagen de
sí misma al tener más agencia social; se halla aún inmersa en unos principios sociales que
siguen reproduciendo, catalogando y calificando actitudes propias de la mujer desde la
visión de lo decente e indecente, especialmente cuando se refiere a su sexualidad. Como
dice Michel Foucault en su libro Historia de la sexualidad, el “dispositivo de
contención”, es decir, el mecanismo que hace de la actividad sexual un secreto o pecado,
aspira a producir la asexualización, y da paso a discursos psicoanalíticos que califican
como un deseo sexual primitivo la búsqueda o el sentir placer en la mujer.
La novia oscura
Esta novela de la escritora colombiana Laura Restrepo retrata la vida de un grupo
de mujeres que padecen la inequidad social, económica y de género en Colombia. Tora
un espacio que revela la violencia colombiana, se convierte en el espacio en el que
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convergen un sinnúmero de historias donde el amor, el petróleo y la lucha se entrelazan.
Los habitantes de Tora se sostienen por la presencia de la empresa norteamericana, la
Tropical Oil Company (TROCO). La instauración de esta compañía, conlleva la
organización de microempresas que se sostienen de los trabajadores de la misma. El
Dancing Miramar, un prostíbulo, es uno de estos micronegocios habitado por un grupo de
mujeres que, inmersas en una sociedad con escasas oportunidades, ven en la prostitución
la mejor opción para sobrevivir. Las historias narradas en esta novela nacen mientras una
periodista lleva a cabo una investigación. Esta periodista está escribiendo un reportaje
sobre un cartel que roba de manera clandestina gasolina en Tora. En su búsqueda, la
periodista se encuentra con la foto de una “una muchacha mestiza de una oscura belleza
bíblica, sin maquillaje ni adornos que respiraba un vaho de selvas vírgenes” (159). El
impacto de esta joven en la reportera la lleva a indagar sobre la vida de la misma. La
historia de Sayonara, como se llama la protagonista de esta historia, es entretejida por
distintos personajes que revelan secretos de su vida. Sayonara llega a Tora desde muy
niña con la plena convicción de trabajar como prostituta. Se convierte así en un objeto de
intercambio para sobrevivir a costa del dinero que reciben los trabajadores de la TROCO.
Dos acontecimientos cambiaran el rumbo de su vida: la huelga del arroz acontecida en el
campo 26 de la Troco y el amor no correspondido del Payanés. A través de esta novela,
veremos cómo la visión dicotómica y los discursos empleados por la hegemonía
masculina delimitan las oportunidades para las prostitutas. Finalmente, se identificará la
manera en la que diversas instituciones como la familia, la Iglesia y el trabajo reproducen
y mantienen el dominio masculino y se manifiestan contra la mujer que se revela a las
CAÑÓN 36
formas de violencia y subyugación promovidas por el hombre, como lo hacen algunas de
las protagonistas de esta historia.
Reproducción del dominio masculino en el hogar
La familia es la primera institución en la que los seres humanos aprehenden la
idea de la división sexual hombre-mujer. Como todas las instituciones, está influida por
la cultura dominante, al mismo tiempo que por las realidades externas a ella: factores
sociales, económicos y políticos. En el caso de algunos personajes de esta novela, las
diferencias de clase determinan sus historias de vida familiares. Todos los Santos, hija de
un hacendado casado y una cocinera, está destinada a un futuro incierto al ser una hija
“bastarda”. Según ella misma lo describe a la periodista, los hijos concebidos fuera del
matrimonio no tenían cabida “ni en la casa paterna ni en la sociedad de Medellín” (22).
Al ser una hija ilegítima del matrimonio, era considerada hija del pecado. Por otro lado,
ser hijo fuera del matrimonio difería según se fuera hombre o mujer. Los hombres tenían
el privilegio de trabajar como peones en la hacienda del padre mientras las “mujeres
corrían por los campos como animalitos” hasta que su uso de razón las llevará a tomar
una decisión sobre su futuro: ser monja o prostituta. Lo anterior tiene sentido desde lo
que afirman De Francisco y Palczewski en su libro Communicating Gender Diversity, las
sociedades de hegemonía masculina, establecen una familia nuclear conformada por un
padre, una madre y unos hijos biológicos. A fin de mantener esta familia, la hegemonía
masculina ampara los discursos de la monogamia, la heterosexualidad, el hombre líder y
la mujer sumisa. Solo los hijos biológicos de esta familia tienen privilegios y derechos
del Estado. Todo lo que esté por fuera de ella, es excluido o eliminado. Todos los santos
CAÑÓN 37
y otras mujeres de la Catunga tuvieron que tomar la decisión de ser monjas o prostitutas.
Muchas de ellas, rechazadas por sus familias y sin oportunidades laborales escogen la
prostitución como última y única opción. Ser monjas, como en el caso de Todos los
Santos, significa dedicar su vida a la oración y el encierro. Por ello, Todos los Santos
decide ser prostituta y piensa que con ello rechaza la idea de la mujer de la sociedad
hegemónica; es decir, la mujer sumisa, recatada y abnegada. Sin embargo, al ser
prostituta, también es producto de esa hegemonía que la usa como objeto de poder y
placer.
Los hijos engendrados de madres prostitutas sufren el rechazo social y la deshonra
también. A muchos de ellos les toca la calle como su espacio de desarrollo y subsistencia.
Sacramento, hijo de una prostituta, debe someterse a la humillación y señalamiento por
no pertenecer a una familia tradicional. Por decreto del cura y algunos miembros de la
iglesia, los hijos de las prostitutas debían llevar el nombre de Sacramento como marca de
su vergüenza. El rechazo social y las constantes evocaciones del pecado de su madre por
parte de los Franciscanos, producen en Sacramento un sentimiento de odio a la mujer. La
Iglesia asume el papel de familia en este personaje y lo moldea a partir de los principios y
bases de su ideología: un Dios creador todo poderoso y una mujer ejemplo de pureza,
castidad y obediencia (La Virgen María). El origen de Todos los Santos y Sacramento
determina su destino sin opciones. Ellos son formados por una cultura dominante que
les exige reconocerse como dominados y desde esa subyugación actuar como hombre y
mujer según la hegemonía masculina.
CAÑÓN 38
El discurso del honor como fuente de prestigio y de lo que Pierre Bourdieu
denomina capital simbólico, es de gran importancia para las sociedades dominadas por
los hombres. En las familias tradicionales, como se señalaba anteriormente, la mujer hace
el papel de educadora y protectora y el hombre de líder. El honor cumple un papel vital
en la familia tradicional puesto que representa la buena labor del líder. Las acciones de
los hijos marcan el nombre y prestigio del padre ante la sociedad. El miedo que genera en
el hombre la “deshonra” lo lleva a gobernar la vida y el futuro de quienes conforman su
familia. Sayonara, el personaje principal, sabe que presentarse ante su padre con el
nombre que la identifica como prostituta sería el rechazo a este vínculo paternal. Ella
decide acercarse a su padre sólo cuando está cansada y se siente digna de presentarse bajo
el nombre de Amanda Monteverde. El personaje principal refuerza, con esta actitud la
importancia del discurso del honor y el buen nombre del hombre en el hogar.
La familia de Sayonara, está marcada por la violencia del padre. En términos
literales de la narradora, el padre de Sayonara cazó a su madre, con zeta, como un animal.
Un hombre de origen español que atraído por la fiebre del Tabaco llegó a Amabalema
(Tolima) donde construyó una enramada y un comedero. Abelardo, como se llama el
padre de Sayonara, la conoció a su esposa en una cacería de indios guahibo. La madre de
Sayonara, perteneciente a este grupo indígena, fue llevada por Abelardo a su casa. Allí no
sólo la despojo de sus orígenes sino que la bautizó Matilde. Esta mujer, era una mujer
hacendosa, mantenía el comedero lleno de clientes y se encargaba de mantener la casa en
orden y a sus hijos. Además sabía hilar algodón y eso hacía que ayudará en la economía
del hogar. La narradora nos presenta una familia, en la que la madre representa un objeto
CAÑÓN 39
de beneficio económico para su esposo. El funda el comedero, pero es gracias a Matilde
que tiene clientes. Debido a ser considerada como “salvaje” por sus hábitos y costumbres
como comer gusanos, su esposo la golpeaba a fin de educarla en los buenos modales.
Este personaje resulta ser producto de los discursos y acciones opresivas que el marido
ejerce sobre ella. Se identifica y reconoce a través de lo que su esposo quiere que sea, sin
ninguna otra opción. Funciona como bien simbólico de su esposo, es decir, acrecienta su
honor con sus acciones. Bourdieu señala que la mujer es un elemento que le atribuye
prestigio social al hombre de la sociedad dominada por él. Por ende, al asumir este rol, en
las relaciones que establece con sus hijas, reproduce la idea de la dominación masculina.
De Francisco y Palczewsky (2007) afirman que los hijos construyen su identidad de
género por imitación y en las interacciones que entablan con sus padres. El poder que
Sayonara y sus hermanas le atribuyen a su padre es gracias a la labor de su madre.
Reproducción del dominio masculino en la Iglesia
Tora es conocida como un epicentro cristiano. El rechazo de la gente hacia las
prostitutas es percibido en las diversas actitudes que la gente toma ante la presencia de
ellas. Los cristianos católicos de Tora cruzan la acera para no encontrárselas de cara o les
hacen comentarios cuando las ven pasar. Esta actitud es generada por los discursos
dirigidos por la parroquia que las rechaza y les prohíbe el ingreso a los templos a menos
que renuncien públicamente a su oficio. El rechazo del que son objeto no se convierte en
una razón para dejar de profesar su fe. El Jueves Santo, por ejemplo, se dirigen en
procesión descalzas al Cine Patria para ver la película de “Jesús Nazareno con letreros en
español y en tecnicolor” (93). Lloran por su Redentor flagelado pero se alegran cuando
CAÑÓN 40
ven a María Magdalena anunciando su resurrección. Salen contentas de ver a esta mujer
adúltera acompañando al Redentor. Esa mujer salvada de la lapidación a la que es
condenada por el pecado del adulterio. Por medio de estas mujeres, Laura Restrepo,
rescata la agencia de la imagen femenina en la religión. Las religiones han perdurado con
el paso del tiempo por la tradición oral y la existencia de un documento que registra su
doctrina e historia. La biblia ha sido ese documento que para los cristianos contiene las
verdades de su doctrina. Aun cuando muchas mujeres tienen agencia en los relatos
bíblicos son poco conocidas o exaltadas por la Iglesia. Esta misma intención de la autora
se ve en el personaje que idolatran las prostitutas de Tora: Santa Catalina virgen y mártir.
Esta mujer es condenada a la muerte por su sapiencia. Segura de convertir al cristianismo
al emperador Maximiano es enfrentada por grandes filósofos y eruditos que no pueden
contra argumentar su ideas y se convierten a la fe cristiana. Maximiano condena a muerte
a Catalina ya que sus acciones amenazan su prestigio y poder. Sin embargo, su primera
orden de condena que era ser aserruchada por una rueda dentada fracasa porque la rueda
se rompe. Incapaz de vencerla la decapita. Santa Catalina es aludida como un personaje
que se relaciona con la vida de las prostitutas ya que éstas se “asumen como mártires, se
entregan a la tragedia y aceptan la noción de la vida como sacrificio” (59). A través de
este personaje, se ejemplifica la vida de las prostitutas de Tora y el rol de la mujer desde
la Iglesia. Santa Catalina y las prostitutas de Tora representan una amenaza para la
hegemonía masculina y por ende se convierten en objetivo de destrucción. Las prostitutas
de Tora deben aceptar aunque se resistan a la venta de su cuerpo y las enfermedades que
esto trae, el rechazo y maltrato social y la miseria después de la huelga del campo 26. Al
igual que Santa Catalina, ellas saben el trato social diferente y la discriminación de las
CAÑÓN 41
que son víctimas, pero la fuerza y el poder masculino las subyuga y las lleva a seguir las
normas impuestas y aceptarlas como su única opción de vida o muerte.
La Iglesia como institución influye en la construcción de los roles sociales de la
mujer y el hombre. Así mismo, tiene un gran poder en la manera en como los agentes
sociales se relacionan y perciben sus cuerpos. DeFrancisco y Palczweski afirman en su
estudio, sobre la manera en que las instituciones instruyen en la división sexual, que “la
religión no sólo se cerciora de la relación de los hombres con su dios o dioses sino de la
relación de los hombres con sus cuerpos (217) Es así como a la mujer, por ejemplo, se le
exige o demanda unas maneras particulares de vestir y portar su cuerpo asociado con la
decencia. Las prostitutas son rechazadas por vender sus cuerpos para saciar el placer de
los hombres. Pero nadie rechaza a los hombres que pagan por estos cuerpos.22 Lo que
asevera de nuevo que el poder masculino infiere en los discursos de las instituciones y
pone al hombre del lado de la mente y la razón mientras ubica a la mujer del lado del
cuerpo y los instintos. Asociado al lado de lo racional, el hombre tiene el derecho de
elegir y tomar decisiones sobre la mujer. Esto es mencionado en la novela cuando la
Machuca, una mujer instruida, les cuenta a sus compañeras la historia de un país perdido
y sin nombre en el que una vez en la vida, sin excepción de rango ni edad, las mujeres
debían acudir al templo de la diosa a entregarse al primer extraño que solicitara su amor.
Las mujeres feas podían permanecer años esperando a que alguien las tomara. La
Machuca alude que con la presencia de las diosas, las mujeres mandaban. Sayonara, por
su parte cuestiona esta afirmación, refutando que si las mujeres mandaban no les servía
de nada porque no tenían el derecho de escoger. Esta historia contada por la Machucha se
CAÑÓN 42
convierte en una alegoría del trabajo de la prostituta. El Dancing Miramar, lugar
gobernado por ellas, tiene como único fin complacer a los hombres. Aunque ellas se
consideren a sí mismas las diosas de este espacio son los hombres los que deciden con
quienes estar. En la historia, la capacidad de procrear conferida a la mujer hizo que se le
sacralizara en la esfera religiosa. Sin embargo, como lo afirma Lucía Guerra en su libro
La mujer fragmentada, el paso de la horticultura por la agricultura provocó la sustitución
del poder creador de las mujeres. Los dioses ahora masculinos no procrean
biológicamente sino que poseen “una voluntad y una conciencia conceptualizadora de
crear” (Guerra 34). Desde la tradición judeocristiana, el hombre tiene el poder de
organizar y atribuir nombres para reestablecer el caos y dar vida. Desde la figura de un
Dios creador, la religión desproveyó a la mujer de su rol de dadora de vida y la ubicó en
un rango inferior. Asociadas con la imagen de Santa Catalina o María Magdalena, las
mujeres de la Catunga exaltan la memoria de estos personajes femeninos y las reconocen
como sus heroínas aunque siguen aceptando como su redentor a un Dios masculino.
Reproducción del dominio masculino en el trabajo
El trabajo es una de las instituciones en la que las construcciones de
discriminación de género no están basadas sólo en el sexo sino también en la raza. En la
novela vemos dos trabajos que identifican y determinan el diario vivir de los personajes:
los petroleros y las prostitutas. Desde los artículos determinados que preceden los
sustantivos de estas dos labores, se puede reconocer la relación de cada una de ellas con
un género. El petrolero debe ser un hombre fuerte, sagaz y laborioso, todas estas
cualidades que desde la visión dicotómica del mundo le son conferidas al hombre.
CAÑÓN 43
Sacramento aparece al inicio de la novela como un zorrero, las descripciones hechas de él
lo hacen ver como alguien torpe y perezoso. 23 En la escena en la que se describe su
primer encuentro con Sayonara, se percibe el tono irónico y la burla constante de ella por
su lentitud “Sácame rápido de aquí; no me gusta este olor a tripas” (17). Pero, cuando se
describe de nuevo a Sacramento en el campo 26 de la Troco, se presenta un personaje
ágil y fuerte. La representación del petrolero, se hace con mayor detenimiento en el
Payanés, el amor de Sayonara, a él se le describe constantemente en su trabajo con su
“torso desnudo, bañado en sudor” (145). El Payanés está satisfecho de su labor y quiere
ser el mejor cuñero del país.24 Su orgullo se debe a lo que señalan De Francisco y
Palczewsky: “A man is not a real man unless he is fainfully employed” (202). El trabajo
está relacionado con el espacio público, es por ello que se considera una institución
masculina. Ser petrolero significa para los hombres de Tora, la mejor manera de
demostrar su masculinidad y poder, en una sociedad que por la intervención de la Troco
cree estar en progreso. Cuando Sacramento ve por primera vez la Tropical Oil Company
piensa que ésta se parece a un presidio. Ante la cara de Sacramento, el Payanés replica
“Alégrate en vez de lamentarte- porque ésta es la cara que tiene el progreso” (140). El
discurso del progreso en Tora, impuso esas mismas ideas de la Revolución Industrial en
el mundo occidental, el espacio público al hombre y el privado a la mujer. Después de la
huelga, se promueven garantías a los hombres que se casen y con ello se asigna a la mujer
el espacio privado. Las esposas de los petroleros tienen usa serie de descuentos en los
supermercados para proveer un buen ambiente en el hogar y saciar las necesidades de su
familia.
CAÑÓN 44
Las prostitutas, por su parte, ejercen también su trabajo con orgullo. Rechazadas
por la sociedad, escogen esta profesión y buscan ser las mejores en su oficio. Venden su
cuerpo para poder sobrevivir y alimentar a sus familias. Según el diccionario de la Real
Academia de la lengua española, la palabra prostituta es definida como “la persona que
mantiene relaciones sexuales a cambio de dinero”. Por su definición, no se le atribuye la
calidad de trabajo. Pero para las prostitutas de Tora es el trabajo que ejercen con
dignidad y profesionalismo. Son expertas en los artes de la sensualidad y en el baile.
Proporcionan a sus clientes espacios de dispersión y diversión donde los hacen sentir
felices por un momento. Tora es el lugar perfecto para sobrevivir con este trabajo.
Gracias a la Tropical Oil Company, los petroleros tienen el dinero para pagar los
servicios de este grupo de mujeres. Las desigualdades económicas y la prevalencia de
oportunidades laborales para los hombres, llevan a las mujeres de los prostíbulos a
escoger este trabajo como su mejor opción de vida. Según Isabel Vergara en su artículo
La novia oscura o la historia en combustión, Tora representa la actual cuidad de
Barrancabermeja, una ciudad con gran poder económico al ser el motor de desarrollo de
energía del país. Asimismo al pasar por ella el río Magdalena donde se hallan oleoductos
de petróleo y gas, es controlada por la guerrilla y los paramilitares (2006). Las mujeres
para poder alcanzar un lugar deben trabajar como un objeto de intercambio o un artículo
de comercio en medio de esta ciudad, emporio económico de Colombia. De acuerdo al
testimonio dado por Todos los Santos a la reportera “La Catunga era óptima plaza para el
mercado del amor por la abundancia de dinero y disponibilidad de machos saludables”
(12). Al determinarse la labor de los personajes se acentúa la prevalencia de la visión
dicotómica en esta institución. Están claramente sexuadas las labores. La fuerza, la razón
CAÑÓN 45
y la agilidad atribuidas a los hombres se convierten en requisitos para el trabajo en los
petroleros. Por otro lado, la idea de los cuerpos sexuados creada por la hegemonía
masculina, ha atribuido una serie de características a la mujer. La ropa, las posturas que
se adoptan corresponden con una construcción de género impuesta por una cultura
dominante. Las prostitutas del Dancing Miramar son un ejemplo de lo que la sociedad
gobernada por el hombre ha construido como ideal femenino. Este grupo de mujeres son
mujeres reconocidas por su recato y buen servicio, dispuestas a escuchar y ofrecer un
hombro amigo a sus amantes. Estos personajes lucen bellas para sus clientes, adornan sus
cuerpos y los visten para complacer la vista de quienes asisten al prostíbulo. DeFrancisco
y Palczewski afirman que la heterosexualidad y la idea de lucir bien hacen parte de los
discursos de la hegemonía masculina. Es así como “a las mujeres de la sociedad
dominada por los hombres se “les pide que se adornen a sí mismas para ser sexualmente
atractivas a los hombres” (97). Los ritos que las prostitutas llevan antes y durante la
visita de sus clientes confirman la reproducción y trascendencia de los discursos del lucir
bien y adoptar unas posturas y movimientos ante la presencia de los hombres para
seducirlos “Pintadas, dramáticas y travestidas, en manada ávida y coqueta de gatas no del
todo mansas” (154). Se puede concluir, entonces, que la mujer inmersa en la sociedad
hegemónica masculina contrae la tarea de tener que conquistar a un hombre si quiere su
compañía.
Sin embargo, si la mujer casada adopta movimientos seductores y se viste con
ropa que marque su cuerpo puede tener problemas. La mujer del espacio privado, esa
mujer que un día ante la ley se convirtió en objeto de prestigio y posesión de su marido,
CAÑÓN 46
debe comportarse de otra manera. Es así como Amanda, nombre que se asigna Sayonara
cuando se casa, lleva una vida infeliz con Sacramento. Este último queriendo recuperar la
honra de su esposa y borrar su pasado se empeña en hacerla actuar como una mujer de la
casa. Critica su manera de caminar, su cabello largo y suelto, seductor, su altivez, su risa,
su mirada. Sacramento, inmerso en una sociedad dominada por el hombre, reproduce la
idea que la mujer se pone bella para seducir a los hombres y ve en todos los movimientos
de Amanda los de Sayonara, la prostituta. Una Sayonara que quería ver en las noches
para complacer sus necesidades físicas, pero que en el día quiere que actúe como ese
“ángel del hogar”, 25 la esposa sumisa, recatada y fiel a las demandas y necesidades de su
esposo y su familia.
La raza, por su parte, es otro factor de discriminación en el trabajo como
institución. En la novela, las indígenas pipatonas tienen un lugar aislado y están ubicadas
en un nivel inferior en la estructura del negocio de la prostitución. El lugar de trabajo y el
color del foco de la luz son algunos de los factores que detonan la discriminación hacia
este grupo de mujeres. El Dancing Miramar es el prostíbulo más reconocido del barrio la
Catunga “con salas de terciopelo rojo y negro” (262), donde trabajan las mujeres más
bellas provenientes de distintos lugares del mundo. Mientras tanto, la Copa Rota, burdel
donde trabajan las pipatonas, es descrito como “una tienda de grano con techo de paja y
suelo de tierra pisada que durante el día era un expendio de alimentos y en las noches se
transformaba en un burdel, con media caneca en un rincón por todo baño y alumbrado
con mecheros a falta de electricidad” (263). Un lugar para la marginalidad donde las
pipatonas ejercían la prostitución para llevar de comer a sus familias. El color de las
CAÑÓN 47
bombillas, como se enunció anteriormente, es otro elemento identificador de las
diferencias de prestigio de las prostitutas. En el Dancing Miramar, por ejemplo, según su
nacionalidad, las prostitutas alumbraban sus cuartos de distintos colores, mientras que las
indígenas no poseían ninguna luz o en su defecto si la electricidad llegaba a la Copa Rota
se les atribuía la “bombilla Philips de la vulgar-para las indias del Pipatón, que sólo
aspiraban al mendrugo de pan para sus muchos hijos” (14). La narradora alude
constantemente las diferencias discriminatorias hacia este grupo de mujeres.
Pertenecientes a un grupo indígena de Tora, deben padecer el rechazo de quienes
invadieron su espacio, y deben adecuarse a sus estilos de vida y trabajos para poder
subsistir. Las pipatonas debían embutirse en trajes y zapatos de tacón, con joyas de oro
falso “para quienes el oro puro había sido- según dicen- familiar y noble como el agua y
el maíz” (264). Esta última apreciación permite ver la crítica al despojo de sus riquezas
naturales y culturales. La trascendencia de este hecho radica en que Sayonara, el
personaje principal, es el híbrido de estas culturas, ella es la indígena “civilizada” que se
adapta a las costumbres de los colonizadores, como las de su padre Abelardo, y decide
ser la prostituta más codiciada. Pero además, es importante aclarar que la prostitución en
Tora era un negocio gobernado por las mujeres. Y que con este trabajo tenían poder en
las decisiones y agencia en el pueblo .La prostitución era el negocio que se mantenía en
un mismo nivel de poder con los petroleros. Los dos se sostenían y se beneficiaban: “El
petrolero trabajaba duro y se ganaba su plata. La prostituta trabajaba duro y se quedaba
con la plata del petrolero” (179). Pero, contrario a lo que se pensaría por el poder y la
agencia que las prostitutas tienen en Tora, el apoyo entre un prostíbulo y otro es escaso.
La novela nos describe un grupo de mujeres que se rechazan por su ideología, clase y
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raza. Adoptan el espíritu competitivo y no se reconocen como institución sino que se
fragmentan por el poder, luchan por adquirir un prestigio y reconocimiento y se debilitan.
Su debilidad llega a tal punto que se destruyen. Claro está que su destrucción no solo se
debe a su fragmentación sino a las ideas que se vale la Troco para acabar con el único
trabajo que representaba para ellos una amenaza e incluso una competencia: la
prostitución.
Un momento culminante para la destrucción del trabajo de las prostitutas en Tora
es durante la huelga del arroz del campo 26. Es allí cuando ellas se convierten en una
amenaza para la Troco. Informadas de la huelga, las prostitutas del Dancing Miramar
deciden dejar de trabajar hasta que la huelga triunfe. Es en ese momento que demuestran
su poder y su fuerza. La Machuca, por ejemplo, sabe escribir a máquina y usar el
mimeógrafo para hacer correr el boletín de huelga. Todas salen a las calles a participar
de los foros y protagonizar las manifestaciones en apoyo al pliego de peticiones y a
exigir acueducto y alcantarillado en los barrios de Tora. Conscientes de su agencia, el
cuerpo administrativo de la Troco empieza a ofrecer ascensos, bonificaciones y
descuentos para quienes dejen la huelga. Al mismo tiempo que beneficios económicos
para los petroleros que se casen. La vida de Tora cambia después de la huelga. Los
Franciscanos llegan de nuevo a ofrecer cursos prematrimoniales. Las mujeres casadas
empiezan a gozar de protección del Estado. Mientras tanto, Sayonara débil por el
abandono del Payanés y la ida de Ana, su hermana, decide casarse. Acepta el matrimonio
que le propone Sacramento con la esperanza de tener una casa, de esas que subsidiaba la
Troco a los petroleros casados. No obstante, Sacramento no puede con el pasado de
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Sayonara y se la lleva a otro pueblo. La Troco con ayuda de otras instituciones logran
expulsar a las mujeres del Dancing Miramar de Tora. Poco a poco la agencia de estas
mujeres se desvanece con los discursos del matrimonio y un futuro próspero a quienes
acepten la ayuda. “la Tropical Oil Company había tomado la decisión empresarial y
rentable de redimir a todas las prostitutas de la comarca” (366). Es así como ese poder del
que habla Foucault, se vale de unos discursos y dispositivos que llevan al moldeamiento
de un pueblo según unos fines masculinos donde el mejor lugar para la mujer será el
hogar y el mejor rol el de ser esposa y madre.
Piedad Bonnett, Ana y Sayonara, los personajes protagónicos de estas novelas
constituyen los agentes sociales que más se resisten al poder del dominio masculino. Es a
partir de ellas y sus historias de vida que podemos identificar dicha hegemonía. Sin su
resistencia, estas historias serían presentadas como propias del contexto descrito, es decir,
naturalizadas. Estas tres mujeres se contemplan desde el otro, no para determinar su
diferencia sino para descubrir su historia de vida y tratar de transformarla. Las diversas
instituciones en las que se desarrollan las oprimen constantemente recordándoles unos
roles sociales que deben cumplir. Pero conscientes de la dominación que se ejerce sobre
ellas transforman sus vidas desde adentro, desde el interior. Adquieren una actitud que
ante los ojos de los lectores, se aprecia como resignación pero que no es más que esa
resistencia interna que a la vez es fortaleza para continuar su devenir mientras hace lo
mismo que su dominador: reconocerse como agente social a partir de ese otro que la ha
visto y la verá como un ser diferente.
CAÑÓN 50
CAPÍTULO II
Relaciones de dominación: roles y virtudes de los personajes femeninos y
masculinos desde una visión dicotómica del mundo en las narrativas de Piedad Bonnett y
Laura Restrepo.
Introducción
Este segundo capítulo presentará las relaciones de dominación que se establecen
entre los personajes femeninos y masculinos de las narrativas analizadas. El estudio de
las relaciones de dominación es importante para comprender de manera más profunda
cómo dichas interacciones facilitan la reproducción de la hegemonía masculina expuesta
en el primer capítulo. Inmersos en una sociedad dominada por el hombre, los agentes
sociales (hombre y mujeres) se correlacionan según unos roles estipulados de acuerdo a
su género. Estudiar la manera en cómo los personajes se interrelacionan desde la visión
dicotómica del mundo permitirá evidenciar y facilitar, para futuros análisis literarios,
cómo las novelas revelan estructuras de poder imperceptibles que moldean el quehacer de
los individuos. La trascendencia de la identificación de dichas estructuras permitirá
entender mejor los discursos y las praxis que las mujeres en Colombia adoptan y
naturalizan como propias de su ser femenino. Es así como en un primer momento se
expondrán algunas ideas teóricas expuestas por la profesora en estudios de género Lucía
Guerra y el sociólogo francés Pierre Bourdieu, referidas a la asimilación, apropiación y
reproducción de prácticas de dominación masculina. Acto seguido, se analizarán las
diversas maneras en las que los personajes de las novelas de Bonnett y Restrepo asumen
sus roles (dominador/ dominado) y actúan según los mismos en los diversos entornos
CAÑÓN 51
sociales en los que se relacionan. Además se estudiarán e identificarán las relaciones
establecidas entre el dominador y el dominado a fin de evidenciar cómo reproducen o
debilitan la dominación masculina. Finalmente, se describirá en qué medida el dominado
y el dominador son víctimas o no de las relaciones de dominación que establecen con el
otro como agentes sociales. Establecer si los individuos son o no víctimas es importante
en la medida que determina la naturalización de los roles. Conforme se perciban
personajes que se resistan a estos roles, los roles naturalizados como propios se
convierten en imposiciones que victimizan los agentes.
La visión dicotómica del mundo traspasa las relaciones establecidas entre los
personajes de las novelas de Bonnett y Restrepo. Pierre Bourdieu y Lucía Guerra, como
lo vimos en el capítulo anterior, en sus libros La dominación masculina 26 y La mujer
fragmentada: historia de un signo, señalan la visión dicotómica como la causa principal
de las relaciones de poder entre hombres y mujeres. 27 Categorías en las que lo masculino
se ha sobrevalorado y lo femenino devaluado, construyendo con ello espacios sociales en
los que la mujer lleva, generalmente, la peor parte. Es así como en estas narrativas, nos
encontramos con personajes femeninos protagónicos que luchan contra esta visión
binaria que obstaculiza su devenir y estructura todos los contextos sociales y culturales en
los que se desarrollan. Esta resistencia describe una mujer consiente de un sistema que la
concibe desde lo diferente. Pero serán más las situaciones expuestas en las que los
personajes naturalicen o conciban como propias estas relaciones de dominación.
Situaciones que describiremos de manera detenida a lo largo de este capítulo y cuyo
CAÑÓN 52
análisis cuestionará al lector de este trabajo investigativo sobre los diversas prácticas
cotidianas donde hemos naturalizado relaciones de dominación masculina.
La visión dicotómica origina una fragmentación espacial que gobierna las relaciones
de los personajes de las novelas y les confiere unos roles específicos según su género. 28
Esta fragmentación espacial invisible es reconocida en las obras por los lugares en los
que se les da agencia o participación a los personajes. Debido a que en estas novelas, las
protagonistas son mujeres, la agencia de los hombres en los relatos es escasa. Nos
encontramos con mujeres en espacios privados, como la casa o un internado femenino, en
los que su agencia o participación es limitada por el poder del hombre o las ideas de la
hegemonía masculina. Sin embargo, las protagonistas, conscientes de su contemplación
por el sistema como diferentes, traspasan las fronteras establecidas y logran participar en
el espacio público. Su agencia en este último espacio, les permite contemplar con un
punto de vista crítico los efectos y consecuencias de la fragmentación del espacio a través
de las historias de vida de otras mujeres. Al mismo tiempo que construir historias de vida
personales en los que se quebrante el reconocimiento de los agentes sociales desde un
otro “diferente”.
Los personajes protagónicos rompen con la fragmentación espacial y participan con
mayor agencia en el espacio público. No obstante, la creación y reproducción de habitus
diferenciados entre los agentes sociales, hacen que muchos de los personajes femeninos
asuman sin cuestionamiento el papel impuesto en el espacio público. 29 Lo anterior, se
debe al trabajo continuo de las instituciones en la reproducción de ideas que asignan
roles, maneras de pensar y sentir para el hombre o la mujer. En las novelas, nos
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encontramos con mujeres que al abordar el espacio público, asumen roles y participan en
él desde la idea de lo “femenino”. Por otro lado, nos encontramos con personajes que
como las protagonistas, rompen con la frontera espacial del dominio masculino, tienen
agencia en los espacios asignados a los hombres, y asumen las consecuencias de iniciar
una ruptura con el sistema patriarcal. En mi opinión, aun cuando estos personajes no
logran romper por completo con la idea de lo “femenino” y “lo masculino”, reconstruyen
sus habitus, y destruyen los mitos de lo decente, sumiso, maternal y superficial que prima
en la dominación masculina.
La familia, la Iglesia, la escuela y el Estado son las instituciones encargadas de la
reproducción de las ideas hegemónicas masculinas. Por ende, es necesario identificar su
influencia en las historias descritas en las novelas; además de las representaciones de
hombre y mujer que éstas imparten y demandan. En El prestigio de la Belleza, por
ejemplo, nos encontramos con hombres y mujeres que se relacionan en diversas
instituciones regidas por doctrinas católicas desde las que se juzga a la mujer a partir de
los valores de lo decente, lo recatado y lo sumiso. Al igual, que un Estado que promueve
la belleza física y la convierte en llave de acceso de la mujer al espacio público. Por otra
parte, En después de todo, la familia cumple una labor esencial en la educación de roles
según género; además de contribuir en la represión de sentimientos en los hombres.
Finalmente, en La novia oscura tenemos un campo como Tora, un espacio creado por sus
personajes, petroleros y prostitutas, donde no rigen más que sus propias reglas, y por
ende no hay lugar para habitus diferenciados hasta que la Tropical Oil Company
(TROCO) y otras instancias de poder cambian la suerte de las prostitutas. 30 No obstante,
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fuera de este campo la participación pública de las prostitutas, quienes han construido un
habitus que rechaza al imperante en el patriarcado, adquieren una connotación distinta.
Fuera del Dancing Miramar, el prostíbulo, las mujeres de esta historia son contempladas
como una amenaza para la sociedad patriarcal y los intereses económicos de la Troco;
pues ellas representan el modelo de mujer que se “androgeniza”. Es decir, una mujer que
se desprovee de mitos, valores e instituciones como el amor, la virginidad, la decencia y
el matrimonio; además de lograr agencia y prestigio en el espacio público.
Otro de los postulados de Bourdieu sobre la dominación masculina afirma que al
romper con la frontera invisible (doméstico- público) y el habitus diferenciado, la mujer
debe pagar su éxito en el espacio público con un “éxito” menor en el ámbito doméstico o
viceversa. Algunas de las mujeres de estas novelas, entre ellas las protagonistas, resisten
el rechazo y la discriminación de diversos agentes sociales, hombre y mujeres, a causa de
su ingreso al espacio público. Piedad, la protagonista de El prestigio de la belleza, es
enviada a un internado de monjas, por no acomodarse al “Mundo del Orden, de la
Cofradía de las Reglas” (1272). Ana, en Después de Todo, es juzgada por su hija al no
cumplir con “su rol de madre” debido a que dedica gran parte de su tiempo a administrar
su galería de arte. Sayonara, la protagonista de La novia oscura, quien trabaja como
prostituta, no puede adaptarse a la vida matrimonial y familiar que le promete
Sacramento, su amigo de infancia. Finalmente, podemos afirmar que contrario a lo
propuesto por Bourdieu, estas mujeres no alcanzan un éxito total en ninguno de estos dos
espacios por la acción de diversos agentes sociales que adaptan como apropiados los
roles impuestos por la dominación masculina. Si bien, llegan a representar por sí mismas
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el espacio público en algún momento de su vida, el modus operandi de la sociedad
dominada por los hombres coarta su libertad y las mantiene sujetas a sus cánones a partir
de mitos como la decencia, instituciones como el matrimonio, y sentimientos como el
amor y la lástima.
Con base a lo anterior, Bourdieu señala en su libro la Dominación masculina, que
emociones corporales y sentimientos se convierten en formas que establecen la frontera
invisible entre los agentes de una sociedad. En el caso de las novelas de las escritoras
colombianas, muchos personajes asumen el rol de dominadas, sin saberlo, a través del
matrimonio; las ideas del amor, la decencia, el recato, la virginidad; al mismo tiempo
que, sentimientos como la vergüenza, la lástima, la humillación, la admiración y el
respeto. Vale recordar que la adquisición y producción de los mismos se debe a la labor
de las instituciones y la reproducción de habitus diferenciados. Por ejemplo, se ven
familias que reproducen la idea de la decencia, el recato y la virginidad, como valores
estrechamente relacionados con la mujer. Por otro lado, prevalecen hogares en los que la
máxima autoridad es representada por el padre, fomentando con ello la idea de respeto al
hombre como “cabeza de hogar”. Idea, además, enseñada de manera imperceptible por
muchas de las mujeres, al servir y atender a sus esposos, en consideración a su trabajo en
el espacio público, desvalorando con ello, el trabajo emprendido por ellas en el espacio
privado. Finalmente, el matrimonio, institución socialmente impuesta que atribuye a
quienes la fundan prestigio y poder en el espacio público; al mismo tiempo que
beneficios económicos y sociales por parte del Estado. Estas ideas serán analizadas con
mayor detenimiento cuando se aborden de manera individual las obras.
CAÑÓN 56
Finalmente, se hablará de la violencia simbólica, entendida como aquella en donde el
dominador ejerce un tipo de coacción sobre el dominado. A través de esta violencia, la
opresión del dominador se naturaliza y se hace invisible para el dominado, lo que indica,
como dice Bourdieu, que la violencia simbólica se ejerce en complicidad con quien la
sufre. Debido a su grado de imperceptibilidad, es reconocida en las novelas cuando se
describen los sentimientos o pensamientos que experimentan las protagonistas a causa de
las acciones que sobre ellas ejercen otros personajes. Por ejemplo, en El prestigio de la
belleza, la protagonista de la novela, cuya historia va desde la infancia hasta la
adolescencia, objeta los castigos y represalias que se le imponen por no cumplir con las
normas en el hogar y la escuela. Por otra parte, los comentarios que recibe
constantemente durante su infancia por ser poco agraciada, producen en la protagonista
una sensación de inferioridad y rechazo a sí misma. Finalmente, las ideas del pecado y el
infierno, manifiestas por las monjas en el internado, la hacen pensar el cuerpo femenino
como fuente de pecado. En el caso de Ana, la protagonista de Después de todo, la
violencia simbólica es ejercida a través de la crítica de su hija, el silencio de su padre y su
esposo, y el juego de verdad de su amante. Situaciones que la llevan a experimentar una
vida en soledad donde su único aliciente es el arte. Finalmente, en La novia oscura, cuyos
personajes principales son un grupo de prostitutas, se percibe con mayor ahínco la
violencia simbólica. Violencia que se manifiesta desde el comienzo de la obra cuando se
evidencia la renuncia a la familia y la resistencia a los roles y principios definidos como
“femeninos” en la sociedad colombiana. Al ser el “modelo de mujer” opuesta al
impuesto por el sistema, las prostitutas de Tora denuncian la violencia simbólica ejercida
CAÑÓN 57
sobre ellas a través de dichos principios “femeninos”, como son: la casa como su espacio,
la maternidad y la monogamia.
Después de todo
Como se señalaba al inicio de este capítulo, expuestos algunos conceptos teóricos
sobre la dominación masculina, se analizarán las relaciones de dominación establecidas
en los personajes de las novelas. En un primer momento, abordaremos la obra Después de
todo, de la escritora colombiana Piedad Bonnett. En esta novela, a través de Ana, una
mujer de cuarenta y ocho años, se reconstruirán las historias de vida de muchos otros
personajes femeninos y masculinos y sus relaciones. Gracias al uso de la analepsis se
reconocerán en esta novela, una infancia desprovista de emocionalidad alguna entre
padres e hija. De otra parte, se describirán momentos de la vida de Ana como esposa y
madre, una mujer con dificultades en su matrimonio debido a muchos factores: una edad
altamente diferencial entre ella y su esposo (quince años), una hija que admira a su padre
y ve en su madre una mujer egoísta; y al final, la prolongación de una relación marital a
causa de una trombosis cerebral que termina ocasionando la muerte de Emilio, su esposo.
Por otro lado, se mostrará la relación con un amante en la que Ana por el amor que le
siente, se hace esclava a su verdad lastimera: ser un hombre casado sin intenciones de
arruinar su matrimonio. Una verdad que le permite a Martín, como se llama su amante,
emprender el vuelo sin mirar atrás y abandonarla. Finalmente, se describirán las historias
de vida de diversas mujeres en las que se producen relaciones de dominación
imperceptibles para ellas, en muchos de los casos.
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Relaciones de dominación: Ana y sus padres
La infancia de Ana, como se enunció anteriormente, está desprovista de afecto. Los
valores reforzados por sus padres se dirigen a la sumisión, la obediencia y la
inexpresividad. Los momentos de esta etapa de su vida, rememorados por Ana, muestran
un padre que se mantiene en silencio. Un padre que cohíbe el afecto hacia sus hijas (Ana
y su hermana) bajo la idea de que el cuerpo es un elemento intocable asociado con el
pudor y el respeto a lo íntimo. Carente de afecto, Ana se casa con un hombre quince años
mayor que ella, queriendo reemplazar el cariño del padre. Quiere recibir de su esposo el
abrazo y calor negado por sus padres. Esto lo recalca la narradora quien señala que
cuando Ana se casó “hundía su cabeza en el pecho de Emilio con abandono infantil, se
hamacaba sintiendo un calor que había perdido desde la cuna” (129). Sin embargo, se
encuentra con un esposo que al igual que su padre, coarta su sentir. Las relaciones de
dominación en Ana provienen de las virtudes que la sociedad dominada por los hombres
le ha conferido al género masculino: fuerza, violencia y abolición de emociones. Todos
los espacios que ella se abre, para salir de la dominación masculina, han sido traspasados
por las ideas y discursos del patriarcado. Las acciones y actitudes que sobre ella ejercen
su padre, su esposo y su amante Martín, son manifestaciones de violencia simbólica que
la hacen sentirse fracasada y sola. Dispuesta a desproveerse de las ideas del amor y dejar
de soportar el silencio, la rutina e inexpresividad de su esposo toma la decisión de
separarse. Aunque, el narrador no nos permite conocer los sentimientos de Emilio, frente
a la decisión de su esposa, sabemos que siente odio y dolor, su mirada lo refleja
constantemente. Lo anterior nos permite reafirmar que de las ideas del dominio
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masculino, también hacen víctimas a los hombres. Pues al atribuirles la fuerza como una
cualidad primordial, ubicó sus sentimientos en un segundo lugar. Expresarse, entonces, es
para el hombre sinónimo de debilidad; al mismo tiempo que una manera de parecerse a
ese otro desde el que se observa solo para diferenciarse: la mujer.
Ana, su esposo y su amante
Para Ana es difícil desproveerse de emociones y participa de su propia
dominación a partir de sentimientos como la vergüenza, la ira y la lástima. Carente de
afecto en su infancia y vida matrimonial, Ana se avergüenza de expresar lo que siente.
Esta situación se hace más notoria durante su relación con Martín. El sentimiento que
produce en la protagonista, el abandono de su amante, es de profunda desesperanza al
creer que nunca nadie la volverá a amar. Pasa días pensando en llamarlo para expresarle
lo que siente, pero piensa que hacerlo la hace vulnerable, lo que produce además de
vergüenza ira; pues siente que debe ir “ como una nave en llamas” (113) cargando esas
emociones. En medio de estos sentimientos contradictorios, Ana se siente presa de su
sentir y aborrece las estructuras del dominio masculino que ponen a la mujer al lado de la
espera: esperar a que sea el hombre el que vuelva, a que sea él quien tome la iniciativa,
porque no está bien visto que una mujer lo haga. Desprovista de emociones luego de “el
padre, que la hacía huérfana a fuerza de silencio; el amante, que abría su duro pico en
mitad del vuelo dejándola caer; el marido que hierático e irónico no se sometía al
acaloramiento de una discusión” (1082), Ana decide abandonar la idea del amor. Lista
para empezar de nuevo, un acontecimiento cambia el rumbo de su destino, Emilio sufre
una trombosis cerebral, situación que la lleva a seguir su vida marital. Entonces, la
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lástima invade su ser y la llevan a seguir al lado de una persona que ya no quiere y
cumplir con la consigna que un día profesó y en la que declaró acompañar a Emilio
“hasta que la muerte los separará”.
Emilio y las mujeres
De acuerdo a la novela, nos encontramos con un Emilio que tiene poca agencia en
la vida de su esposa. La ausencia de esta agencia se debe a dos factores. El primero, la
independencia económica y laboral de Ana. El segundo, la rudeza y frialdad de Emilio,
que producen en Ana un rechazo y desinterés por él. Abordaremos el segundo factor,
como elemento que revela la influencia del dominio masculino en este personaje. La
frialdad que lo caracteriza es evidente en todos sus actos. Profesa de manera constante un
rechazo a la mujer y todo lo que desde la visión dicotómica del mundo se asocia a ella:
emocionalidad, maternidad y debilidad. En su rol de padre, denota distanciamiento
constante hacia su hija. Ana describe la ausencia y abandono de Emilio durante los
primeros meses de vida de María José, con ira y aversión. Ana se resentía de ver a
Emilio, salir al hospital “impecablemente vestido y oliendo a lavanda” (198); mientras
ella llevaba la soga de la maternidad que le impedía respirar. Indiscriminadamente Ana,
según “su naturaleza” debe asumir este rol materno, mientras Emilio sigue una vida
normal, proveyendo un sustento económico. A medida que crece su hija, Emilio la trata
con una dureza inexplicable, robándole la infantil inocencia a su hija. La educó de
manera rigorosa y disciplinaria, pero María José “como un condenado que se enamora del
verdugo, se rindió a su autoritarismo” (199). Asimismo, y con mayor grado de rudeza,
vemos la relación de Emilio, con su empleada, Memé. Una mujer que debía soportar las
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humillaciones y acusaciones de robo constantes de este personaje. “Memé era el odio más
cercano de Emilio, aunque esta pasión la experimentaba por igual con los perros, los
porteros de los edificios, los meseros, y de manera disimulada, y sin saberlo, con las
mujeres en general” (73). En conclusión, la supresión de emocionalidad que impera en el
campo dominado por el hombre, ejemplificado a través de este personaje, revela la
manera en que victimiza tanto a los dominadores como a los dominados. Emilio, un
médico reconocido, se convierte en un hombre de rutinas inflexibles y relaciones
distantes. Sin embargo, como alguien que tiene que pagar su desprecio a las mujeres, al
final de su vida, debe aceptar el cuidado y protección de ellas para poder vivir.
El cuerpo médico y sus esposas
En torno a la vida de Emilio, los lectores pueden apreciar las relaciones que se
establecen entre los compañeros de trabajo del cuerpo médico y sus esposas. En una
reunión a la que asisten para celebrar el cumpleaños del director médico, muchas de las
mujeres contribuyen inconscientemente al aumento de capital simbólico de sus maridos
con sus actitudes, modales, vestimenta, entre otros. Como señala Bourdieu:
“Encargadas de la gestión del capital simbólico de las familias, las mujeres están
lógicamente llamadas a trasladar ese papel al seno de la empresa, que les pide casi
siempre que desempeñen las actividades de presentación y representación, de
recepción y de acogida…” (124).
Lo anterior es visto, no sólo en la descripción conferida a las mujeres (elegantes, con
finas joyas para lucir y agradables fragancias) para denotar la posición económica de sus
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maridos; sino en el papel que ellas desempeñan cuando comparten con ellos un espacio
social. Dalila, la esposa del director médico, es la encargada de hacer cómodo y acogedor
el lugar donde se encuentran los compañeros de trabajo de su esposo y sus esposas;
responsabilidad que no sólo asume por ser los anfitriones del evento, sino porque con ello
también contribuye al aumento del capital simbólico de su esposo. Como vemos, las
mujeres inmersas en las sociedades patriarcales se sienten comprometidos con el honor y
el prestigio de los hombres. Ellas, inconscientemente, contribuyen al aumento de su
poder en los entornos públicos y privados.
Ana y los otros
Ana, por su parte, se resiste a su dominación e ingresa y participa por sí misma en
el espacio público aun cuando esto le genera dificultades en su ámbito privado: su
familia. La agencia de Ana en el espacio público es notoria y admirable para quienes la
rodean. Ana es propietaria y directora de una galería de arte, profesora universitaria y en
ocasiones escritora de artículos críticos para revistas especializadas. Su vida ante los ojos
de los demás es, entonces, exitosa. Una mujer con un matrimonio feliz, que vive a las
afueras de la ciudad, casada con un médico prestigioso y que puede dedicarse a hacer lo
que le gusta: arte. Sin embargo, cuando el narrador permite ver al lector los pensamientos
de Ana, vemos una mujer que siente profundamente que ha fracasado en la vida. Si bien
ha logrado “éxito” en el espacio público, Ana expresa constantemente su decepción
porque considera que no tiene el reconocimiento que anhela; ni que ha logrado plasmar
en sus cuadros lo que le gustaría expresar. Asimismo, el tiempo que dedica para lograr
éxito en su vida pública-profesional, es un tiempo que reclama su hija María José, lo que
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le genera distanciamiento en la relación con ella y un sinnúmero de reclamos de su parte.
Ante los ojos de María José, su madre ha sido una egoísta que sólo ha pensado en su
éxito y crecimiento profesional y se ha olvidado de su papel de madre y esposa. Así se lo
hace saber María José en medio de una discusión, “No hablo de los últimos dos años,
mamá. Tu egoísmo es de toda la vida. Desde cuando estaba chiquita, jamás respondías de
inmediato a mis preguntas. Siempre estabas pensando en otra cosa…” (14). Como vemos,
el reclamo de María José, no se dirige a su padre, aunque él la tratara con mayor rudeza
o hubiera dejado a cargo de Ana sus primeros años de vida. El cuestionamiento sólo se
dirige a Ana, ya que inconscientemente inmersa en una sociedad dominada por el hombre
y sus ideas de lo natural, María José cree que el cuidado de los hijos y el hogar le
competen a la mujer; y por ende, el fracaso en este ámbito solo se le atribuye a ella. El
prestigio y admiración que logra Ana ante los demás, aunque ella no lo conciba ni sea
feliz por ello, le trae fracaso en su ámbito privado, un espacio donde es cuestionada y
juzgada por romper con los cánones impuestos.
Para concluir, la novela Después de todo, permite entrever una serie de relaciones
de dominación en las que dominador y dominado son víctimas de unas estructuras
invisibles que gobiernan sus roles y quehaceres cotidianos. Inmersos en una sociedad que
los ha educado y preparado para jugar estos roles, los personajes asumen su papel social y
actúan de esta manera en cada uno de los campos en los que participan. Al respecto,
vemos hombres como Emilio, el padre de Ana y Martín, quienes reprimen sus
sentimientos bajo la creencia de que “los hombres no lloran”, se condenan a tener
relaciones interpersonales poco exitosas. Otro ejemplo, lo apreciamos en Memé, la
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empleada de la casa de Ana, una mujer doblemente dominada. En un primer lugar, por
ser mujer, razón por la cual Emilio la concibe y aprecia como inferior ; y en segundo
lugar, por el cargo o profesión que realiza, trabajo que no sólo la condena al espacio
privado, sino que parece justificar el trato y las acusaciones de Emilio, su jefe. Aun
cuando la novela no nos permite conocer los pensamientos de este personaje, las
descripciones hechas de Memé denotan represión, ira e impotencia frente al trato del que
es víctima y que al parecer se ve obligada a soportar en medio de una sociedad que le
proporciona pocas opciones laborales. Finalmente, vemos la lucha continua de Ana, un
personaje que se ve en la vida como “una mujer que pedalea sin ir a ninguna parte,
contemplando eternamente el mismo paisaje, los mismos cuadros, el mismo orden
estricto” (85). A través de este fragmento, Ana describe la mujer de la sociedad
patriarcal, una mujer regida por un “orden estricto” que gobierna sus roles, la educa para
cumplir las tareas asignadas como propias por su naturaleza de madre, y le ha asignado
como fin único el matrimonio. “Se ve a sí misma poniéndose el ridículo vestido de novia
ayudada por su madre y por su hermana, posando para aquellas fotografías que ha
escondido en el fondo de los cajones, y deja que la vergüenza la abrase como otra fiebre”
(85). Como se aprecia, Ana siente vergüenza de haber participado de los roles, mitos y
emociones del sistema patriarcal. Un sentimiento que la acompaña hasta el final del relato
cuando descubre que ama a otra mujer y se siente indigna por ello, en medio de una
sociedad que la ha educado para amar y servir al hombre.
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El prestigio de la belleza
La novela El prestigio de la belleza de la escritora colombiana Piedad Bonnett,
presenta una autobiografía falsa en la que se retratan y crean momentos importantes de la
niñez y juventud de la autora. A través de esta novela, se exponen relaciones de
dominación entre la protagonista y los agentes representativos de las instituciones
sociales como la familia, la Iglesia y la escuela. Las diversas situaciones descritas,
presentan al miedo y al castigo como acciones comunes de represión en estas
instituciones. Piedad Bonnett, se describe a sí misma como una mujer que busca cumplir
con sus caprichos y explorar el mundo a través de sus pasiones: el francés, la historia, la
literatura, entre otros. Dichos caprichos, aluden a experiencias que la mayoría de jóvenes
quieren experimentar o vivir durante esta etapa de su vida, pero que son percibidos por
los otros como inadecuados o manifestaciones de rebeldía de alguien que se resiste a
cumplir con las reglas socialmente establecidas. En esta novela narrada desde la primera
persona, Bonnett se abre al lector para dejar ver la opresión que ejercen sobre los agentes
sociales las normas y reglas, pensadas por el dominio masculino, y reproducidas por el
hogar y la escuela.
Bonnett y sus padres
En el hogar, la imagen de superioridad del padre de familia es impuesta a través
del miedo y el castigo. Piedad Bonnett entabla en un primer momento una relación
distante con sus padres, especialmente con su papá, quien desde la perspectiva de
Bonnett, ejerce el control y toma las últimas decisiones de su familia y de la vida de la
protagonista. Si bien, la mamá de Bonnett, tiene una agencia a lo largo del relato, es la
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figura del padre la que ella más recuerda cuando trae a la memoria los momentos de su
infancia y adolescencia: “La relación con mi padre- la mía y la de mis hermanos era seca,
escueta, como la varita de madera con la que de vez en cuando nos daba dos o tres golpes
en las piernas…” (1081). En esta descripción, se emplean dos adjetivos que atribuyen las
cualidades que deben imperar en el hombre patriarcal: la dureza e inexpresividad.
Entablar relaciones secas y distantes, se convierten, de nuevo, para el hombre en la forma
más eficaz de hacer permanente y prolongada su figura de autoridad. Asimismo, se
afirma que esta autoridad se vale de dos herramientas para su perpetuación. La primera
de ellas, el castigo, que en el caso de la novela, se ejerce de tres maneras: el encierro, es
decir, permanecer en la casa bajo la vigilancia de sus padres; la agresión física como se
describe en el fragmento anterior o la agresión verbal, que reduce a Bonnett, en mucho de
los casos a sentirse como la “oveja negra” de su familia. Aquí el castigo es considerado la
manera más eficaz del dominador para recordar su poder ante el dominado que se resiste
o no acata lo impuesto. Por otra parte, se percibe el miedo, el cual se convierte en la
emoción más eficaz a producir en el dominado. El dominador, en este caso, el padre,
ejerce el control sobre Piedad Bonnett, a través de este sentimiento que reprime su actuar
en muchos de los casos. El miedo al castigo o al escarnio público, coaccionan el pensar y
sentir de Bonnett y la obligan en ocasiones a seguir con los roles y las reglas patriarcales.
De igual modo, como lo señala Bourdieu, en medio de las relaciones de dominación se
crean simbólicamente unas fronteras invisibles, que se perciben o se manifiestan a través
emociones corporales y sentimientos como la vergüenza o humillación:
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“Opté, pues, por preservar en mi silencio, fingiéndome ensimismada, entregada
desde ya al dolor de los golpes que iba a recibir, al miedo de que me replegaría a
un rincón del cuarto, donde me acuclillaría para eludir el castigo y para poder
llorar con la cara hirviendo de humillación e impotencia” (1089)
A través de este fragmento se puede identificar la humillación y la impotencia como
sentimientos o emociones que evidencian en Piedad Bonnett la aprehensión inconsciente
de unas relaciones de poder, en donde ella juega o debe jugar el papel de dominada.
Además, las estructuras patriarcales que imperan en el contexto en el que crece Bonnett,
han establecido como lugar propio y adecuado para ella, la casa. Dos de las causas de los
castigos impuestos a ella, se deben a la tardanza en regresar al lugar donde reside después
de su horario escolar. Aun cuando desconocemos los pensamientos del papá de Bonnett,
podemos concluir que su preocupación y la necesidad de castigar a su hija se deben a un
asunto de honor; pues las hijas o las esposas representan un bien simbólico para los
hombres. Ellas se constituyen en un elemento que denota su prestigio y potestad. Lo que
indica que una hija desobediente puede ser sinónimo de un padre que perdió su autoridad.
Si bien, la mamá de Piedad Bonnett parece tener menor agencia o participación en
el relato, las pequeñas descripciones o detalles que identificamos de ella a lo largo de la
narración muestran una mujer que ejerce una autoridad menos severa o violenta
comparada con la de su esposo. Mientras el padre impera con el grito, la madre ejerce su
poder con órdenes expresadas sin emocionalidad. Esos “sentimientos maternales” tan
propios de su “ser femenino” según el dominio masculino, enseñados y adoptados por la
mujer desde la idea del género, se reducen al momento de dar una orden. En una ocasión
CAÑÓN 68
en la que Bonnett llega tarde al colegio y para no soportar las represalias de sus padres
decide esconderse en uno de los baños a la salida, su madre y padre confieren un castigo
a sus actos. La madre de Bonnett es la encargada de expresar la determinación. Es así
como Bonnett describe el acercamiento de su madre: “Al cabo de un rato sonaron unos
golpecitos en la puerta. Era mi madre con la bandeja de comida. Sin la más mínima
solemnidad me anunció que no habría nada de dulce en mi dieta en los próximos días.”
(1088). Para Bonnett es relevante que no haya compasión en el castigo de su madre; pero,
al mismo tiempo, nos relata la delicadeza de sus palabras y sus actos, de ahí que describa
“golpecitos” en la puerta. La compasión a sus hijos se pierde por un instante para
establecer el orden en el hogar, con una violencia simbólica ejercida a través de la palabra
y frases imperativas. Aun cuando la madre ejerce autoridad sobre sus hijos, las últimas
decisiones tomadas en el hogar son declaradas por el padre. La violencia masculina
justificada desde la visión dicotómica del mundo que le confiere al hombre la fuerza,
dureza y agresividad, convierte al castigo en la acción necesaria para ejercer y demostrar
el poder sobre el otro. Finalmente, aprehendido el castigo como el instrumento más
valioso de poder, es visto por los otros (dominados) como natural y necesario para hacer
perdurable un modelo de sociedad pensado desde y para el hombre.
En la mayoría de las situaciones descritas, las mujeres de esta novela participan
activamente de su dominación, permitiendo con ello la reproducción de las ideas
patriarcales. Sin embargo, su participación no es voluntaria, en ocasiones es causa de la
violencia simbólica, y en otros casos es producto de las diferencias económicas, políticas
y sociales a las que están sujetas en el sistema patriarcal. Este es el caso de la esposa del
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tío de Bonnett, una mujer que soporta la violencia física, verbal y psicológica de su
marido para tener una estabilidad económica. Partícipe de una sociedad que ha
establecido como espacio apropiado a la mujer el hogar y que ha estipulado diferencia
salarial o remuneraciones económicas bajas para las mujeres; la esposa del tío de la
protagonista es la encargada de administrar el hogar a cambio de un techo y comida. La
relación de dominación de esta pareja de esposos es de gran trascendencia no sólo en el
relato sino en la vida de Bonnett quien, a partir de ese momento, cuestiona el
matrimonio. En las descripciones hechas por Bonnett de esta pareja, durante un receso a
causa de una enfermedad, le permite al lector conocer una relación de dominación donde
la mujer cumple constantemente los caprichos de su esposo, propicia con sus cuidados un
ambiente agradable y suple las necesidades de éste. Sin embargo, un error en su trabajo,
puede causarle una agresión física o verbal. El miedo de nuevo aparece para cohibir el
accionar de la mujer y la hace partícipe de su propia dominación. Un miedo que no sólo
le produce la sensación de estar desprotegida en una sociedad con derechos desiguales
entre hombres y mujeres, sino que le hace sentir que fracasó ante lo que esta sociedad le
ha asignado como fin máximo de realización personal: tener un hogar.
Bonnett y el internado
En cuanto a la otra institución que moldea los individuos según cánones
patriarcales, es decir, la escuela, se presenta una institución educativa basada en la
doctrina católica. Enviada a un internado por bajas notas y mala conducta, Piedad
Bonnett debe experimentar allí relaciones de dominación fundamentadas en las ideas de
impureza y necesidad de conversión de las mujeres. Lo que conlleva a unas relaciones
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desiguales e injustas, en las que debe acatar no sólo las normas que la Iglesia católica ha
conferido a la mujer sino a las que se confiere a sí misma la educación: horarios, maneras
de vestir, dormir, comer y comportarse. En el tercer apartado de la novela El prestigio de
la Belleza, la escritora nos revela las distintas situaciones en las que se le vulnera desde la
imagen de mujer pecadora y seductora. La Iglesia católica ha conferido a la mujer estos
defectos a partir del personaje bíblico de Eva. Es por ello, que las reglas que fundamentan
los principios de esta institución van encaminadas a la conversión y alcance de los
valores marianos. La virgen, es entonces, ejemplo de virtud, sumisión y pureza, y se
constituye en el modelo que Bonnett debe seguir y/o representar al final del recorrido por
el colegio. Aun cuando es una institución dirigida por mujeres, las relaciones entre
monjas y estudiantes son distantes y desprovistas de solidaridad. Las relaciones de nuevo
se disfrazan de poder y superioridad. Las monjas asumen su rol de dominadores y
protectoras de la perdición del hombre, y juzgan a la mujer como la culpable de las
vilezas de éste. En una escena, Bonnett expone los sentimientos que le generan el sentirse
dominada en medio de un sistema de injusticias. Violentada físicamente por el director
espiritual de la institución durante el sacramento de la confesión, Piedad Bonnett decide
denunciar el atropello frente a la madre superior. No obstante, es señalada de calumnia y
castigada por exigir sus derechos. La palabra y el testimonio de la mujer frente a un
hecho de violencia siempre es puesto en duda en la sociedad patriarcal. Bonnett no es la
única estudiante violentada sexualmente por este personaje; sin embargo, las otras
compañeras no han denunciado su caso porque saben que no va a ser resuelto en un lugar
donde la mujer es la culpable de las bajezas del hombre. Consciente de la opresión del
sistema, Bonnett desiste de su acto de acusación y prefiere utilizar la escritura como acto
CAÑÓN 71
liberador de la opresión que ejerce sobre ella las estructuras del sistema patriarcal. En un
primer momento, escribe una carta destruida por la directora y luego esta obra en la que
denuncia las estructuras de un sistema que define a la mujer desde los calificativos de
decente o indecente según su manera de actuar, ser y sentir.
Finalmente, aludiendo a esta autobiografía falsa, El prestigio de la belleza, se
puede afirmar que Piedad Bonnett, presenta el miedo, el orden, el castigo y la idea de
inferioridad como mecanismos utilizados en las relaciones de dominación que se generan
en el hogar y la escuela de las sociedades patriarcales. Al mismo tiempo, expone la
manera en cómo las mujeres son obligadas a actuar pensar y sentir según los roles
establecidos a partir del concepto de género creado por la sociedad.
La novia oscura
Terminado el análisis de las relaciones de dominación reflejadas en las novelas de
Piedad Bonnett, abordaremos nuestra última novela La novia oscura de la escritora
colombiana Laura Restrepo. En esta novela, las relaciones de dominación se generarán
gracias a la idea de modernización y progreso que sufre el pueblo de Tora, espacio en el
que se desarrolla gran parte del relato. La novia oscura relata la vida de la niña sin
nombre que después será conocida como Sayonara, una joven que llega al pueblo de Tora
para trabajar como prostituta en el Dancing Miramar, el prostíbulo más reconocido de
este pueblo. La historia de este personaje se reconstruye gracias a la labor de un
personaje- reportera quien recopila información de entrevistas, fotos, documentos y
apreciaciones propias sobre la vida de Sayonara y otros personajes. El interés surge
cuando buscando información para un reportaje sobre el robo y la distribución
CAÑÓN 72
clandestina de combustibles en una región de Colombia, se encuentra con una foto de
esta joven. Sayonara llega a Tora muy niña con la plena certeza de cumplir su destino: ser
prostituta. Gracias a la ayuda de su madrina, Todos los Santos, Sayonara llega a ser una
de las prostitutas más codiciadas en Tora. A medida que los lectores se adentran en la
historia de este personaje, descubren un pueblo en vías a la modernidad donde el hambre
y la enorme pobreza priman, y cuya única fuente de dinero proviene de la Tropical Oil
Company (TROCO). De ahí, que como lo señala la narradora al comienzo del relato,
Tora sea conocida como “la ciudad de las tres pes, Putas, Plata y Petróleo” (10).
Alrededor de la historia de vida de Sayonara converge la de otros personajes, en los que
se establecen una serie de relaciones de dominación generadas, en un primer momento,
por la religiosidad popular y luego por la presencia de la refinería americana. A través de
esta obra veremos como la visión dicotómica del mundo, la violencia simbólica, el afán
de progreso y las necesidades del pueblo vuelven víctimas tanto a hombres y mujeres de
un sistema que pone como lema principal el orden y la moral.
Las relaciones de dominación que se establecen en las historias de vida de los
personajes de esta novela se ven marcados por la huelga del arroz acontecida en la
TROCO. Cansados de la alimentación proporcionada por la compañía, los petroleros
deciden manifestarse y toman de rehén a Frank Brasco, un ingeniero norteamericano.
Debido a que los clientes del Dancing Miramar son los petroleros, las prostitutas del
barrio La Catunga deciden unirse a la huelga. Es a partir de entonces que ellas son vistas
como amenaza para la compañía y el proceso de modernización que la refinería se está
planteando. Por eso, se promueve el matrimonio legítimo y beneficios a los trabajadores
CAÑÓN 73
que estén casados, como viviendas y alimentación subsidiada. Todos los Santos le cuenta
a Sayonara que las mujeres esposas de los petroleros “compran carne barata en el
comisariato con un carné que las acredita como familia legítima de obrero de la empresa”
(441). Lo anterior, hace que el negocio de la prostitución en la Catunga genere una
rentabilidad menor. Las prostitutas del Dancing Miramar que podían vivir de la
prostitución deben ingeniarse nuevas técnicas y “malabares” en su oficio para atraer
clientes o casarse con petroleros para “gozar” de los beneficios de la Compañía.
Consciente de su nueva realidad, Sayonara, prefiere casarse con Sacramento, su amigo
de infancia, buscando disfrutar de una vida más digna para ella y sus hermanas, pero su
realidad es otra.
Antes de la huelga del arroz, las prostitutas de Tora eran discriminadas por las
ideas y normas de la Iglesia católica. Sin embargo, su agencia y participación en el
espacio público era relevante; pues ellas eran las señoras de este imperio “Entienda que a
Tora la fundamos nosotras las prostitutas según nuestra propia ley, mucho antes que
llegaran las esposas y las prometidas a imponer su derecho exclusivo” (11). Todos los
Santos, matrona de las prostitutas y madrina de Sayonara, permite conocer durante las
entrevistas que mantiene con la reportera el papel social que ellas jugaban en la vida del
pueblo. La Iglesia, no obstante, les prohibía su ingreso a los templos. Además, a través
de los trabajos misionales de los Franciscanos en Tora, el horror del pecado de la carne,
la visión negativa y la desconfianza en las mujeres se acrecentó en la población. Las
relaciones de dominación en ellas, entonces, provenían de los creyentes o los sacerdotes
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que las señalaban por lujuriosas y hedonistas, pero aun así, este rechazo no les obstruía su
participación activa en la vida social, económica y cultural del pueblo de Tora.
Concluida la huelga, las condiciones laborales de los trabajadores no cambiaron
mucho; pero se les ofrecieron beneficios en búsqueda de fomentar trabajadores más
eficaces y activos que produjeran y fortalecieran la industrialización del petróleo. Al
mismo tiempo que se construyeron más viviendas para demostrar a través de la
urbanización el nivel de progreso del pueblo. Promovidas garantías para los hombres
casados, las mujeres del Dancing Miramar no sólo perdieron clientela sino sus sitios de
trabajo. Esto se lo contó Todos los Santos a la reportera: “Afirmaban que querían acabar
con el puterío y con las zonas rojas pero a la hora de la verdad todo lo pobre les parecía
rojo, como si barrio humilde y zona de tolerancia fuera lo mismo” (436). Las esposas
empezaron a tener mayores privilegios y las mujeres reinas de Tora perdieron su agencia
en el espacio público. Si bien la prostitución es una institución producto del dominio del
hombre que reduce a las mujeres como objetos, las prostitutas del Dancing Miramar eran
las matronas de su barrio y su vida como prostitutas; además de ser reconocidas por su
recato, amor cortés y buenos modales “Escotes sí, y vestidos brillante y vistosos
también, pero nada que llamara la atención por vulgar” (178). Dentro del Dancing
Miramar gozaban de los mismos privilegios y derechos que los hombres. Ellas
gobernaban su reino y respetaban sus normas, asumían su rol y ofrecían amor sin
reclamos, ni compromisos. Sin embargo, después de la huelga del arroz, la agencia
ganada en el espacio público es arrebatada en cuanto empezaron a representar un
“problema” justificado en los discursos de salud y moral, aunque en el fondo la razón
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fuera más allá de la modernización el progreso y la salud. La única razón imperante para
su destierro y exterminio era el miedo que generaba su presencia para el imperio
masculino de Tora.
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CAPÍTULO III
Actitud estoica: táctica de subversión frente a la violencia simbólica y herramienta
de reconstrucción de la identidad “femenina”
Introducción
En este último capítulo se analizará la manera en la que los personajes
protagónicos de las novelas subvierten el dominio masculino en el que se hallan
inmersos. Piedad Bonnett, Ana, Sayonara y el grupo de mujeres del prostíbulo del
Dancing Miramar se convierten en los personajes que abren al lector una interpretación
de sí mismas y del “otro”. A partir de sus narrativas es posible identificar una serie de
rasgos o características sociales trazadas desde la diferencia hombre/ mujer. Estas
diferencias evidencian, como se ha visto en los capítulos anteriores, la visión dicotómica
del entorno, la violencia simbólica y la presencia de una hegemonía masculina imperante.
Lo anterior produce una fragmentación espacial, laboral y de roles en el quehacer de los
personajes según su género. El cuestionamiento hecho por los personajes protagónicos a
la posición inferior que se les atribuye a las mujeres desde esta fragmentación, permite a
los lectores identificar la existencia de la división social hombre/mujer. Sin la
concienciación de estos personajes, los eventos narrados serían vistos con naturalidad
como lo asumen otros personajes que se encuentran en estas narrativas.
Bourdieu y Foucault, expuestos en los capítulos anteriores, operan con los
conceptos de poder y coinciden en sus teorías en la institucionalización de formas de
dominación. Foucault afirma que el poder está unido al saber y que aunque no exista una
CAÑÓN 77
verdad única, los dominados dan por cierto los discursos desde los que impera el
dominador. Esta afirmación la hace en su estudio de cómo las ciencias no corresponden a
descubrimientos que se van dando a lo largo de la historia, sino que las prácticas
discursivas científicas dotadas con cualidades de veracidad corresponden con “dinámicas
institucionales y objetivos de control” (Mayorga 21). Bourdieu señala que el poder está
conectado en la práctica de interacción estructura-habitus. 31 Por ello, en los capítulos
anteriores veíamos cómo las estructuras dicotómicas traspasaban las instituciones
sociales en las que participaban los personajes. Estos dos teóricos han puesto al dominado
al lado de la sumisión y la pasividad. No obstante, como se enunciaba en el párrafo
anterior, los personajes protagónicos revelan al lector una concienciación de su rol de
dominados que les produce la necesidad de un cambio. Michel de Certeau en su obra La
invención de lo cotidiano: Artes de hacer afirma que en las acciones cotidianas, pese a las
presiones de la hegemonía, hay un espacio para la libertad. Aunque De Certeau valora el
trabajo que Foucault hace sobre el estudio de las prácticas que los individuos ejercen para
convertirse en sujetos que efectúan y padecen el poder, también afirma que hace falta un
análisis de las prácticas que estos agentes realizan en su cotidianidad para escapar del
control. De Certeau afirma que la negociación que los agentes sociales mantienen con lo
que los rodea transforma su realidad. El sujeto en su diario vivir se expone a diversas
situaciones en las que actúa según las reglas y productos de la cultura pero nunca está
completamente determinado por estas. Por ello crea los conceptos de “estrategias” y
“tácticas” y los aplica a su argumento principal sobre la vida de los individuos en la
sociedad. 32
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En este capítulo se analizarán las prácticas cotidianas que las protagonistas
ejercen para escapar del dominio masculino. Dichas prácticas en muchas de las ocasiones
son imperceptibles porque las protagonistas usan una actitud estoica que las hace ver
como sumisas o pasivas ante el poder masculino. La actitud estoica en esta investigación
será entendida como una estrategia de camuflaje para erosionar la normatividad en la que
“supuestamente” están inmersas las protagonistas. Será la estrategia empleada para
“espiar” y “evaluar” las prácticas y discursos desde los que la hegemonía masculina
gobierna. Es decir, es la manera sutil de conocer al “otro” para usar sus discursos y
subvertirlos. El estoicismo en este trabajo investigativo será tomado en su teoría básica. 33
Lo que indica una doctrina filosófica en la que el hombre adquiere conciencia de sí
mismo y se halla en soledad. Es una forma de vida serena en comunión con el mundo en
la que priman el autodominio, la constancia y la sencillez. Cuando el hombre se apropia
de una actitud estoica deja de luchar contra lo que no puede controlar y se ajusta al orden
del universo. Empieza a observar con la razón el orden del mundo que lo rodea e indaga
cuál es el mejor modo de vida según el contexto. Las protagonistas de estas novelas
conscientes de que no pueden cambiar el orden de las cosas que las rodean, empiezan a
racionalizar sobre las mismas. Actúan según el orden de la sociedad, mientras evalúan
sus prácticas y buscan una manera de exteriorizar su inconformismo, ya sea a través de la
escritura o el arte. Los personajes protagónicos presentados en las obras de Restrepo y
Bonnett, son mujeres que asumen con serenidad sus realidades pero no se definen
sumisas o conformes con su vivir; sino que para cambiar las realidades a las que se ven
sometidas prefieren la soledad y actuar conforme a los dictámenes de la hegemonía para
reencontrarse y redefinirse.
CAÑÓN 79
El Prestigio de la belleza, una novela definida por la autora como una
autobiografía falsa, presenta los primeros años de vida y la adolescencia de Piedad
Bonnett. Descrita como un personaje que se resiste a las normas sociales impuestas,
Bonnett se presenta a los lectores como “la oveja negra de la familia”. Los pensamientos
y actitudes que la protagonista mantiene frente a las reglas sociales imperantes, abren al
lector la posibilidad de percibir el dominio masculino. La familia y la escuela se
convierten en esta narrativa en las dos instituciones por excelencia en las que se
desarrolla la historia. Dos instituciones en las que como se describía en los capítulos
anteriores impera la división sexual que pone a la mujer al lado de lo débil, lo sumiso y
emocional. Bonnett proviene de una familia de clase media alta colombiana dominada
por el hombre. El emperador, como Bonnett se refiere en ocasiones a su padre, es el
encargado del orden y control de su familia. Él ejerce la vigilancia, el control y la
corrección de los que habla Foucault para asegurar el acatamiento de las normas sociales.
En el hogar, Bonnett se presenta como el único agente social que cuestiona y muestra una
resistencia a los dogmas impuestos. La madre de Bonnett, por su parte, se presenta como
una mujer encargada de las actividades de representación y cuidado del hogar. Una madre
que abandona su vida de docente para dedicar el tiempo al bienestar de sus hijos y
esposo. De otro lado, la escuela, es descrita como la institución que más se interesa por
enmarcar la división de género en la protagonista. Al igual que en educarla en unos roles
y funciones sociales desde el ser femenino. La repulsión hacia esta institución la expresa
la protagonista cuando alude a las sensaciones que experimenta al recordar su primer día
de clase. En palabras de Bonnett este lugar ere el mundo de la represión al que había
entrado con “la misma inocencia y entusiasmo con que se entra a una fiesta de
CAÑÓN 80
cumpleaños” (389). Por medio de la oposición y los cuestionamientos de Bonnett a la
hegemonía masculina presente en las instituciones en las que ella participa, los lectores
de esta novela revelan los discursos y prácticas de las que se vale el dominio masculino
para mantener su poder.
Subversión a la hegemonía masculina en la familia
El papel de la familia durante la infancia de Bonnett es de gran trascendencia para
sus años posteriores. Las personas que conforman su círculo familiar influyen de una u
otra manera en la forma en como ella se percibe a sí misma y a los “otros”. Los discursos
de la belleza, el pecado, la disciplina y el dominio del hombre circundan la infancia de
Bonnett e intentan moldearla. La referencia constante al dominio del padre revela el
cuestionamiento a esa autoridad atribuida al hombre en el hogar. Si bien, Bonnett no se
pronuncia directamente contra su padre, las narraciones y pensamientos que expresa
sobre este domino a lo largo de la novela, reflejan su resistencia. Ante los ojos de sus
padres, Bonnett acata las normas que le imponen, es decir, asume una actitud estoica, ya
que actúa según lo descrito como “apropiado” de acuerdo con el entorno familiar.
Escucha a sus padres, acata los castigos impuestos, ayuda con las tareas de la casa. Pero,
en los momentos de soledad ante un castigo proveniente de su padre, Bonnett le presenta
al lector su inconformismo con la idea del control y la disciplina que impera en el hogar.
Michel de Certeau enfatiza en la importancia de observar en los actos cotidianos las
diversas formas en las que los agentes sociales evidencian su libertad ante el sistema
imperante. Los momentos de libertad y pronunciamiento de Bonnett a la hegemonía son
percibidos por los otros (padres, hermanos y maestros) como actos de rebeldía que deben
CAÑÓN 81
ser castigados. Un día en el que Bonnett llega tarde al colegio, las monjas superiores
llaman a los padres para comunicarle la falta cometida por su hija. Bonnett que en ese
momento no tiene buenas relaciones con sus padres ni maestros ya que con los primeros
discute constantemente y con los segundos no demuestra un buen rendimiento
académico, decide utilizar como táctica el distanciamiento. Terminada la jornada escolar,
la protagonista de esta novela decide refugiarse en uno de los baños para pensar e intentar
ver desde afuera la situación por la que está pasando. Acción que empeora aún más la
relación con sus padres y maestros, pero que evidencia la táctica que ella utiliza para
experimentar una libertad cohibida por el control de la familia y la escuela. Aunque es
consciente del castigo que le espera, ve en este acto una renuncia a la vigilancia y control
a la que siempre se halla expuesta. Además, evidencia con ello, el funcionamiento
paralelo de estas dos instituciones que recurren a las mimas estrategias “control” y
“castigo” para moldear al individuo que buscan. Un individuo que como Foucault lo
afirma, se apropie sin necesidad de alguien que lo supervise de las normas impuestas y
actué según ellas. Es decir, el individuo modelo de la sociedad panóptica.
Los cuestionamientos a la institución de la familia no sólo se revelan en sus
actitudes como hija sino en las apreciaciones que hace sobre el matrimonio. Vencidos por
la oposición de Bonnett a las normas impuestas en el hogar y la escuela, Bonnett es
enviada a un internado en otra ciudad. Sus padres que se encuentran en Bogotá asignan
como acudiente a un tío que vive allí. En medio de una incapacidad médica a causa de
una úlcera duodenal, Bonnett debe pasar tiempo en la casa de su tío. Las primeras
descripciones de Bonnett en esta casa denotan un ambiente en que le gustaría pasar el
CAÑÓN 82
resto de su vida. Atendida con los mejores cuidados de parte de la esposa de su tío,
Bonnett halla en este lugar, el espacio perfecto para vivir como siempre lo ha soñado:
rodeada de cuidados y libros. No obstante, la felicidad provocada por este espacio se ve
interrumpida cuando llega su tío después de trabajar tres semanas en un campamento
petrolero. La paz y la armonía que imperaban en su entorno se obstruyen por los gritos y
discusiones de su tío con su esposa. Bonnett describe cómo la esposa de su tío se revela
como una mujer sumisa que después de ser violentada y golpeada accede a satisfacer
sexualmente a su esposo, aunque al otro día su esposo la golpee o violente verbalmente
de nuevo. La esposa de su tío parece resistir la violencia debido al soporte económico de
su esposo al hogar. Conmovida por la situación de este personaje, Bonnett establece
diálogos con ella en los que le propone diversos negocios posibles para no depender
económicamente de su marido. La interacción entre esta pareja de esposos, lleva a
Bonnett a cuestionar la institución de la familia como una especie de rutina apacible y
sin sobresaltos. Al final de la descripción de esta experiencia en la que ella es testigo, a
través de una proyección hacia el futuro, revela como la esposa de su tío soporta esta vida
hasta la muerte. Bonnett afirma recordarla como alguien que no “sólo se había sentido
desdichada toda la vida, sino que había hecho de la desdicha su verdadero elemento”
(1586). La protagonista acá cuestiona la idea de la naturalización de los roles de la pareja
en el matrimonio, a través de las apreciaciones que da a conocer al lector. Su crítica se
acentúa cuando da a conocer la consecuencia de dicha naturalización en el personaje: una
vida infeliz. Consecuencia que no sólo afecta a la mujer sino al hombre, quien según la
historia, muere de pena moral siete meses luego de la muerte de su esposa. Suscritos en
una sociedad que les ha dicho como actuar, las relaciones entre ellos parten de la
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diferencia. Concebidos como individuos distintos, en el que uno domina al otro, las
relaciones que se establecen entre ellos son de lucha y supervivencia. De otra parte, se
puede concluir que la causa de esta naturalización se debe a la hegemonía masculina que
desde el Estado proporciona unos beneficios especiales a los individuos que mantienen la
familia nuclear de la que se alimenta para mantener su dominio. 34 A través de esta
familia no sólo logra reproducir los discursos de división sexual, monogamia y
heterosexualidad sino la idea de que la realización personal y social de los individuos está
en formar una familia. Es tal la internalización de la necesidad de formar una familia en
los individuos de la sociedad dominada por el hombre que Bonnett señala que quizás su
tío y esposa en el más allá sigan representando la misma comedia, sigan siendo “dos
actores ancianos y patéticos, que no se resuelven a dejar las tablas que han justificado sus
vidas” (1587). A través de esta apreciación, Bonnett describe los agentes sociales como
títeres de una sociedad que les ha asignado unos roles para justificar su existencia.
Subversión a la hegemonía masculina en la escuela
El entorno escolar en Bonnett es sinónimo de “opresión”. En la narración enuncia
con ahínco el rechazo a las reglas y discursos de esta institución. Refleja una entidad que
busca formar un ser íntegro sin contemplar las necesidades e intereses de los individuos
que a ella asisten. La protagonista intenta demostrar a lo largo de la novela cómo la
escuela impone más prohibiciones a las mujeres que a los hombres. Aunque estudia sólo
en colegios femeninos describe constantemente una escuela que educa en principios
conferidos a la mujer desde el discurso de lo decente. Si bien desde su infancia define la
escuela como el lugar de la “Represión”, el internado se convierte en el lugar que más le
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va a generar resistencia al dominio masculino. Aun cuando son muchas las causas de la
determinación de sus padres para enviarla a un internado, es una manifestación en el
salón de clases la que marca el inicio de la decisión de sus padres. Una tarde en la que se
dirigía a una clase de francés que tomaba, se encuentra con un joven que le gusta. Debido
a la atracción que este joven le genera no halló ningún problema en no asistir a su clase e
ir a comer helado con el chico. Sin embargo, se olvidó completamente del tiempo y llegó
tarde a su casa. La calle que es para la sociedad el lugar de perdición, le trae a Bonnett
una crítica muy fuerte por parte los individuos que la rodean. Sentenciada al encierro
como castigo por parte de sus padres y al escarnio público por parte de sus compañeras
de clase y maestros, Bonnett decide manifestarse. Después de ser descrita por las monjas
como “un ser pernicioso, la manzana dañada, la víctima de un demonio sicalíptico”
(1226), Bonnett es ubicada en un espacio aislado de sus compañeras dentro del aula de
clases. Un día en que todo el mundo estaba en recreo, Bonnett sacó lo que había en los
pupitres y mezcló todo. Esto le genera a la protagonista una expulsión del colegio por
quince días, pero se convierte en una táctica para recobrar su honor. Ese honor que desde
la hegemonía masculina es tan importante para el hombre. 35Lo anterior connota un acto
subversivo que al ser visibilizado por los demás demanda una acción que lo contrarresta:
el castigo. Por ello una actitud estoica deviene la manera eficaz de subvertir el orden
patriarcal en cuanto los personajes protagónicos reconstruyen su identidad sin ninguna
acción externa que las reprima. Consiente de la imagen negativa que tienen los que la
rodean sobre ella, Bonnett manifiesta su inconformismo. Subvierte la idea de sumisa y se
pronuncia aun cuando conoce el desenlace de sus actos. Sus tácticas contra las estrategias
empleadas por sus padres para llevarla a actuar según los intereses de la sociedad
CAÑÓN 85
hegemónica son múltiples. Muchas de estas tácticas son internas y se refieren a cambios
en sus estructuras cognitivas con relación al mundo. La manifestación en el aula de clase
no representa más que una reacción a las apreciaciones que se hacen de ella frente a un
acto ejercido de manera inocente. La calle y la mujer aluden a la perdición, de ahí las
nominaciones conferidas por las monjas. Esta es una de las pocas tácticas exteriorizadas
por Bonnett, en su mayoría sólo le expresa al lector los cambios que producen los
castigos en su manera de percibirse en el mundo. Un mundo que le confiere la casa como
el lugar más apropiado para ella. Que le exige comportarse de una manera delicada y que
vigila de manera constante la manera cómo se relaciona con los hombres.
Como consecuencia de todas sus acciones es enviada a un internado `de monjas.
Un recinto en el que todo se halla en el lugar propio y justo. Es tal la organización de este
espacio que en consideración de la protagonista, ese lugar era la síntesis de la persona que
esperaban que ella fuera, una mujer regida por la palabra “orden”. Un espacio de control
y vigilancia constante. Expulsada del ámbito familiar y para ganar fama en su nuevo
espacio, Bonnett recurre a su personalidad extrovertida para hacer nuevas amigas. El
balance de ese proceso de acoplamiento hace que sus compañeras la definan como “una
persona que no está dispuesta a plegarse enteramente a la disciplina del establecimiento”
(1321). No obstante, el régimen de la institución y los castigos de los que será victima la
llevarán, en apariencia, poco a poco a adaptarse a las normas impuestas. En silencio, en
medio de un contexto en el que es amenazada constantemente, Bonnett se apropia de una
actitud estoica que le permite moverse día a día en este espacio, al mismo tiempo que
reconocer los intereses de esta institución y los discursos y métodos que emplea para
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mantener su poder. Esto nos lo hace saber desde el momento en el que llega a este lugar:
“Dediqué las primeras cuarenta y ocho horas a infiltrarme entre el potencial enemigo en
calidad de mera escucha” (1310). Aquí Bonnett nos describe cómo hace el rol de agente
pasivo para determinar las practicas discursivas y la manera en cómo se comportan los
individuos de esta institución. Acto seguido, afirma que reúne información que le hace
concluir que sus intereses no tienen que ver nada con los de este lugar. Lo anterior la
lleva a organizar sus tácticas: penetrar “poco a poco el territorio desconocido tratando de
comprender sus códigos” (1310). Así se muestra cómo la protagonista, de manera
silenciosa y actuando de manera estoica frente a los individuos que conforman la
institución, va analizando los códigos y estructuras que emplea para ejercer el poder.
A lo largo de la narración, este internado se va transformando de una institución
educativa al panóptico ideado por Jeremy Bentham, un espacio donde no se sabe desde
dónde y cuándo los prisioneros son observados. 36 La incertidumbre de no saber el
momento y el agente que los observa hace que los prisioneros se sientan en permanente
vigilancia y control. Así le sucede a Bonnett quien piensa que es observada todo el
tiempo y que los mecanismos de control con los que la amenazan para dominarla sí
existen. Esta sensación de miedo a ser observada, la exterioriza una noche en la que
invitada por Amanda, la estudiante que más se resiste a las normas del internado, sale de
su habitación. Segura de que afuera del dormitorio hay un perro, un enorme mastín
vigilante, teme verse en peligro. Amanda que ha infringido las normas del internado todo
el tiempo, la mira con una sonrisa burlona mientras le dice: “Tú te crees todo, gran
marica. ¡Acaba ya de crecer! ” (1767). Amanda, entonces, se convierte en un personaje
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que es atrayente para Bonnett, siempre la ha observado por su pronunciamiento en contra
de las normas del internado. El interés hacia este personaje por parte de Bonnett se debe a
dos razones principalmente. La primera de ellas, conocer su historia de vida y las causas
por las que intenta escapar reiterativamente del internado. La segunda, porque siente que
es la única persona de este lugar que se asemeja a ella en su manera de ver y concebir la
existencia. Aunque no es tan osada como Amanda, Bonnett recurre a ella para conocer
más el espacio en el que se encuentra a fin de dejar de actuar con miedo y subvertir la
percepción que tiene del mismo espacio. Lo admirable de esta joven de 16 años ante los
ojos de Bonnett son sus conocimientos e ideologías. Amanda se autoproclama comunista
y feminista. La protagonista de la novela correlaciona la rebeldía de Amanda con el
hecho de conocer escritores como Marx, Freud y Camus. Frente a esto, expresa cómo el
internado, de acuerdo con sus fines e intereses, provee sus espacios con elementos que
refuerzan sus dogmas. La biblioteca está provista de libros escritos por los padres de la
Iglesia cristiana católica. Lo único interesante para Bonnett en este espacio, son algunos
libros de poesía de Luis de León. Por medio de esta apreciación Bonnett nos permite ver
las herramientas de las que se valen las instituciones para mantener su poder. Su escuela
restringe el acceso a documentos y sólo provee su institución con los discursos que
promueven sus normas. Sin embargo, Bonnett subvierte los fines de este espacio, dotado
de libros de teología y libros de texto, y lo convierte en espacio de escritura de poemas.
Es entonces cuando Bonnett revela la táctica que usa para subvertir ese espacio que la
quiere sumisa, ella emplea la lectura y escritura como los medios más eficaces para
sentirse libre, producir su propio discurso y reconstruir su identidad “femenina”. Un
discurso despojado de las ideas impuestas por la hegemonía, un discurso propio que le
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restituye la identidad perdida.37 La escritura ha sido un acto que ha Estado ligado al
quehacer del hombre y del que la mujer se ha apropiado como acto subversivo.38 Por
medio de una actitud estoica, Bonnett estudia la manera en cómo los discursos
hegemónicos se promulgan y por ello emplea la escritura para manifestarse y escribir
desde el punto de vista femenino la connotación de una sociedad dominada por el
hombre.
Subversión al discurso de la belleza
La belleza es un tema recurrente en la obra de Bonnett. Es contemplada como el
elemento de visibilidad social. La mujer físicamente poco agraciada está destinada a ser
ignorada o imperceptible. Desde sus tempranos años de edad hasta su vida adulta, según
no lo hace saber Bonnett, recurriendo a proyecciones al futuro y al pasado la “prolepsis”
y “analepsis”, la belleza se convierte en un elemento de reconocimiento social en su vida.
Su infancia está marcada de comparaciones con su hermana por poseer belleza física. “Mi
hermana ya llevaba buen trecho ganado, pues la belleza, bien se sabe, es ganzúa que hace
ceder todas las cerraduras” (51), mientras que ella debe recurrir a otro elemento para
hacerse visible. Preocupada por el destino de su hija, la madre de Bonnett la somete a la
rutina cosmética que el discurso de la belleza demanda a las mujeres. Manteca de cacao
frotada en el tabique, infusiones de agua de linaza y manzanilla para el cabello y concha
de nácar para desvanecer una mancha del labio, son algunos de los tratamientos a los que
debe ser sometida Bonnett. En su infancia, la protagonista siente que es visible solo
cuando es comparada con sus hermanos, de lo contrario es un ser invisible que debe
buscar la manera de ser percibida por los otros. De no ser comparada su existencia se
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reduciría a la nada. Para Bonnett “la invisibilidad provenía de la mirada de los otros”
(151), es así como lo expresa en una experiencia que tiene años más tarde. En un viaje
con una amiga después de salir de la Universidad, Bonnett percibe que de nuevo padece
del “síndrome de invisibilidad” (681). En esta experiencia caminando por las calles de
Italia, Bonnett veía cómo los hombres volteaban a ver a su amiga, sintiendo que su
existencia se reducía a la nada. Consciente de la importancia de la belleza en el ámbito
social, Bonnett decide desde niña buscar la manera de hacerse visible aunque a veces no
lo logre.
El primer acto de resistencia de Bonnett frente al mito de la belleza imperante en
el dominio masculino, quizás no provenga de su propio interés sino del de su madre. Al
ver que la rutina cosmética no surtía el efecto pensado, la madre de Bonnet, maestra de
profesión, decide introducir a su hija en la lectura y escritura. Asimismo, en un ejercicio
retrospectivo, Bonnett descubre desde muy temprana edad, estimulada por su madre, la
importancia de alimentar su inteligencia e inducirse en el mundo de las letras antes de
ingresar a la escuela. Las descripciones de Bonnett ante lo maravilloso de la literatura son
incesantes. Describe de manera apasionada, las sensaciones que produjeron en ella la
lectura de la primera colección de libros que tuvo. Los libros hacían parte de una
enciclopedia llamada “El Tesoro de la juventud”. Bonnett alude que dentro de esa
colección el tomo que más le llamaba la atención era el de los cuentos. Después de pasar
horas leyendo las historias narradas en los libros exalta cómo dichas historias la extraen
por un momento de la realidad circundante y la retornan con una mirada distinta.
Abstraída de la realidad por los textos que lee, no comprende cómo otros no pueden
CAÑÓN 90
percibir el fuego de sus ojos encendidos “por las divinidades de la literatura” (457).
Bonnett transforma la literatura en la estrategia más útil de alejamiento de los discursos
proferidos por la hegemonía. Una estrategia que al regresarla al mundo circundante, la
devuelve con una mirada más clara y crítica sobre los discursos de las que se vale la
hegemonía para mantener su dominio, entre ellos el de la belleza. En conclusión, la
literatura es la herramienta más poderosa que junto con su “yo extrovertido” la hacen un
ser visible. Como lo explica Virginia Woolf en su ensayo Una habitación propia, las
mujeres para escribir necesitan: independencia económica, tiempo libre y un cuarto
propio. Un espacio que les permite encontrarse con la realidad y llevar una vida
estimulante.39
Subversión a la hegemonía masculina en la religión
Con relación a la institución religiosa, la protagonista devela constantemente su
cuestionamiento ante las doctrinas de la religión católica. En su infancia, un día llevada
por la curiosidad de saber en qué se diferenciaba la fisionomía masculina de la femenina,
se quitó su ropa interior para examinar a fondo lo que había entre sus piernas. Al ser
descubierta por una de sus empleadas, ésta la trata de pecadora y la condena al infierno.
A partir de ese momento, Bonnett empieza a indagar sobre la vida espiritual y describe
con tono jocoso sus experiencias religiosas. Narra con detalle, cómo se entera de manera
extemporánea que por medio de la confesión de los pecados ante un guía espiritual, se
salvaba del infierno al que la había condenado la empleada. Cuestiona cómo no lo había
sabido antes para haberse ahorrado miles de horas de sufrimiento. De igual manera, al
detallar los momentos de su primera comunión utiliza un tono satírico, que a la vez
CAÑÓN 91
expresa una crítica a los ritos y manifestaciones cristianas católicas. Objeta el discurso
proferido por el catequista durante su preparación ya que todo lo prometido a
experimentar mientras se daba ese encuentro espiritual con Cristo no lo sintió, ella misma
menciona que esperaba “…sentir la gracia de Dios dentro del alma. Pero no sentía el
alma, mucho menos la gracia” (639). Además enunciaba que esperaba sentirse feliz
después de cumplir con este sacramento pero que para ella “la vida seguía idéntica
tediosa y sin sobresaltos” (639).
Cuando se refiere a la existencia de Dios, Bonnett rememora las tormentas
nocturnas en su casa. Recuerda que su madre y empleadas armaban un altar para pedirle a
Dios que calmara la lluvia. Afirma que Dios se demoraba en escucharlas y que ver a su
madre orándole a ese Dios la inquietaba sobre la apariencia del mismo. Lo imaginaba
como un triángulo con un ojo adentro, o un rayo de luz, una hostia santa, entre otros.
Afirma que ese Dios le generaba dos sentimientos opuestos: el odio y el amor. No
comprendía cómo ese Dios creaba un Cielo, un Infierno y un Purgatorio para los pobres
niños inocentes. Al preguntarse por Jesús, esa otra manifestación de Dios, lacerado y
coronado, recuerda que su crucifixión le generaba morbo e intriga. Además que le
provocaba un gran cuestionamiento sobre la razón por la que no estaba documentada la
vida de los dos ladrones que lo acompañaban a cada lado en su muerte. Concluye que
quizás sus vidas como la de Caín podían ser más interesantes. Por medio de estas
descripciones, Bonnett cuestiona los discursos y las prácticas que la religión emplea para
perdurar y proliferarse.
CAÑÓN 92
La crítica a los discursos de la religión es constante en su vida. Estando en el
internado enferma, en una ocasión Bonnet decide acercarse a Dios para pedir sapiencia.
Sin embargo, cuando empieza a hacer el ejercicio de hablar con Dios, comienza a
cuestionar la necesidad de expresar su situación a un Dios omnisapiente que conoce su
pasado y también su porvenir. En este cuestionamiento ella misma afirma que su
“interlocutor no le resultaba convincente” (1388) y que prefería dirigirse a sus
representantes en la tierra. La situación que sigue y describe en la historia sobre el
capellán al que se dirige, revela la renuncia total a los dogmas católicos. Dispuesta a
confesarse sobre el hecho de cuestionar la existencia de Dios, ve cómo el capellán la toca
mientras intenta hablarle. Intimidada por esta situación decide comunicar el hecho a las
monjas superiores, quienes la reprenden por difamar del buen nombre del sacerdote.
Inmersa en un espacio de la doble moral, el silencio y la represión, Bonnett decide asumir
de nuevo la actitud estoica y actuar según lo demandado en la institución, para hacer de
esta experiencia la mejor etapa de conocimiento y desaprobación de los dogmas de la
religión y el internado. Mientras simula empezar a acatar lo impuesto, Bonnett a partir de
sus diálogos internos, expresa su renuncia total a esa religión que le exige una serie de
valores como la verdad pero que se niega a aceptar públicamente sus errores.
Finalmente, Piedad Bonnett rodeada de un entorno en el que imperan las
amenazas, los castigos y la vigilancia constante, se convierte en un individuo modelo de
la sociedad panóptica. Internaliza esa vigilancia y simula acomodarse a las reglas del
internado a través de una actitud estoica. No obstante, en su interior con los diálogos que
le presenta al lector y la admiración por Amanda, dicha actitud estoica no es más que una
CAÑÓN 93
estrategia de subversión. Mientras se muestra sumisa, evalúa los discursos y las prácticas
hegemónicas para identificar en ellas la influencia de éstas en la formación de los agentes
sociales. Consciente de los propósitos de la hegemonía masculina y la función de las
instituciones como entes reguladoras de las ideas hegemónicas, Piedad Bonnett se dedica
a observar a los otros. La alternancia de la perspectiva propia con la ajena se convierte en
la táctica para crear unos microdiscursos de subversión a los discursos imperantes. En ese
proceso, Piedad decide, como lo expresa en esta frase “hacer el ejercicio de volver a cero,
de hacer de mi conocimiento tabula rasa, como predicó Descartes, de desconocerme”
(856). Lo que indica que descubierto ese otro, decide reconstruirse y liberarse de la
hegemonía aunque se muestre a ese “otro” (instituciones y hegemonía) como un agente
social activo de la sociedad panóptica. Dicha táctica la utiliza desde niña en la que
evaluando su relación con los otros descubre que ser simpático no funciona, ser
bondadoso la podía convertir en una persona sosa o soberbia. Entonces prefiere ser culta:
leer y observar la realidad en la soledad, como lo plantea Virginia Woolf, se convierte en
la mejor herramienta de reescribirse.
La novia oscura
Laura Restrepo, periodista y escritora colombiana, emplea la literatura para ir más
allá de lo que el trabajo periodístico le permite. En esta novela, tratando de mostrar los
límites del periodismo, atribuye la voz narrativa a una mujer reportera. Al parecer el
propósito investigativo de esta reportera es indagar sobre el robo y la distribución
clandestina de la gasolina en una zona de Colombia. Por cosas del azar, la periodista se
encuentra con la foto de una joven prostituta que causa su interés y la induce a escribir
CAÑÓN 94
esta historia. Tejiendo la narrativa a partir de entrevistas, documentos, fotos y
observaciones, la reportera narradora revela al lector la historia de vida de Sayonara y
otras prostitutas de Tora. A lo largo de la narrativa se muestra un grupo de mujeres
inmersas en una sociedad en la que la hegemonía masculina quiere debilitar su dominio.
Contrario a lo que se pensaría, las prostitutas del Dancing Miramar, como se llama el
prostíbulo, tienen agencia económica y social en Tora. La participación activa de este
grupo de mujeres en las necesidades y decisiones de su pueblo las convierte en una
amenaza para el imperio masculino representado por la Tropical Oil Company. Unidos
por la pobreza y la desigualdad, los hombres y las mujeres de Tora se encuentran para
amarse en lo secreto y solidarizarse en las huelgas. A la Troco no le conviene la relación
establecida entre ellos y por esto promete casas y una vida más próspera a los obreros que
se casen y formen una familia. La Troco representa el punto de quiebre de las relaciones
recíprocas entre los petroleros y las prostitutas. Este grupo de mujeres representa para
ellos no sólo una amenaza a nivel económico sino “moral”. En búsqueda de trabajadores
más eficaces e independencia económica, la Troco debilita el poder de este grupo de
mujeres y hace aún más denigrante la labor de las prostitutas. Es así como lo señala el
médico del pueblo cuando Sayonara le pregunta si se han acabado las putas en Tora:
“Hay más que antes, sólo que más desgraciadas” (430). La falta de oportunidades y la
historia de vida de este grupo de mujeres las unen y las llevan a convivir en armonía y
crear un ambiente de trabajo amigable, en el Dancing Miramar, antes de la intervención
de la Troco. Esta unión se convertirá en una de las primeras acciones subversivas frente a
la hegemonía. Así mismo, el quiebre espacial (casa-calle) que las prostitutas dan al
comienzo con su labor les atribuye el poder en el espacio público. Finalmente, la práctica
CAÑÓN 95
de rituales católicos y la devoción que manifiestan al Sagrado Corazón y a Santa Catalina
ponen en evidencia un grupo de mujeres que se resisten al rechazo de la Iglesia y
connotan con un sentido mártir y bondadoso su labor de prostitutas.
Subversión a la hegemonía masculina en la religión
Ser monja o ser puta son las dos únicas opciones de vida de los personajes de
esta novela. Estos dos conceptos revelan desde un comienzo una oposición extrema.
Decidir por una de estas opciones implica rechazar a la opuesta. No es posible un punto
de equilibrio, ser monja es sinónimo de prestigio, decencia y aceptación social; por ende,
ser puta es casi declarar públicamente la renuncia como agente de la sociedad
hegemónica. Todos los Santos se lo afirma constantemente a la reportera. En una
sociedad con pocas oportunidades para las mujeres, ya fuera por ser hijas ilegítimas,
desobedecer los designios familiares o por física hambre, las mujeres de la Catunga antes
de la Troco tenían dos opciones: sepultarse vivas donde las monjas de clausura o
“aterrizar en el burdel” (22). Todos los Santos, matrona y “defensora de las muchachas
contra la Troco” (23) y madrina de Sayonara, es el primer personaje en quebrantar la
línea divisoria de estas dos oposiciones. Si bien afirma que la religión en exceso hace
putas infelices, sabe que se puede tener virtudes cristianas siendo prostituta. La decencia,
la honestidad y la bondad deben ser cualidades de una trabajadora del Dancing Miramar.
Así lo especificó Todos los Santos a la reportera cuando le contó cómo era el prostíbulo
antes de la huelga. Describe un lugar de mujeres bellas, elegantes y piadosas que no se
ensuciaban la boca con groserías. Un prostíbulo en el que nunca se vieron mujeres
discutiendo por un hombre. Un lugar, en palabras de la matrona, en el que “la vulgaridad
CAÑÓN 96
no hacía época” entre ellas (12). Todos los Santos al igual que las demás prostitutas del
Dancing Miramar practican los rituales católicos y veneran al sagrado Corazón de Jesús y
a Santa Catalina porque se contemplan en la vida como mártires. Manifiestan su devoción
con altares y oraciones a los Santos. Es así como Sayonara se entera de estas prácticas
cristianas. La primera noche que llega a la casa de Todos los Santos tiene miedo de una
imagen iluminada que la contempla al momento de dormir. Es la imagen de un Dios con
un corazón destrozado por espinas. Poco a poco pierde el miedo y se encariña a ese Dios
en quien encuentra un refugio y esperanza a sus miedos y necesidades. La vida de las
prostitutas, según la narración, es como una ruleta rusa: cada noche están condenadas a la
muerte o a la vida según el Estado de salud de su cliente. Las enfermedades venéreas son
contempladas como un castigo de Dios o la suerte que les corresponde por contrariar el
cielo. La actitud estoica que asumen frente a la existencia, las hace vivir la vida con
serenidad de tal manera que revalorizan la muerte como un evento propio que no debe
causar humillación ni angustia. Asumen su destino con tranquilidad porque hace parte de
la correspondencia entre su vivir con el orden del universo, es decir, con el de ser
prostitutas. Aceptan su destino, con agrado y por ello subvierten la idea de la prostituta
indecente, vulgar y pecadora. Crean su propio campo, como señala Bourdieu, en el que
ellas se reconstruyen como mujeres. Revalorizan su labor y trabajo y no se identifican a sí
mismas como prostitutas sino como mujeres. Es tal el despojo de connotaciones
negativas al trabajo de la prostitución que sólo cuando Sayonara sale del Dancing
Miramar a vivir con Sacramento, se entera de lo que desde afuera piensan del ser
prostituta. Amanda, nombre que se pone Sayonara cuando se casa con Sacramento, va a
trabajar a una casa de familia. Allí recibe lecciones diarias de buen comportamiento y
CAÑÓN 97
decencia por parte de su patrona. En medio de estas lecciones se entera que a “quienes
siempre oyó llamar mujeres, o a lo suma putas pero sin ofensa, ahora sabía que eran
también sinvergüenzas, adúlteras, meretrices, busconas” (411). Inmersas en una sociedad
que las pone al lado de lo negativo porque interpreta sus acciones como malas desde una
visión masculina; ellas comprenden que no son las acciones o cosas en sí las que vienen
dotadas de sentidos negativos o positivos, sino las interpretaciones que emiten sobre ellas
la hegemonía masculina y las instituciones que las respaldan. De ahí que revaloricen la
imagen de María Magdalena y se entreguen a la vida de la prostitución sin establecer
límites entre la religiosidad y su labor. Pues para ellas, el olvido en los rituales católicos
de la presencia de este personaje bíblico representa la fuerza de las interpretaciones
hegemónicas sobre otros discursos para respaldar las diferencias de género y ponerlas a
ellas al lado de lo perverso y pecador.
Otro ejemplo de ello, de resistencia a los discursos hegemónicos, se ve en el rito
llevado a cabo por las prostitutas el Jueves Santos. El cura, representante mayor frente a
las monjas, según la jerarquía de la Iglesia católica, les solicita que dejen su vida de
pecado y que pronuncien públicamente la petición del perdón de sus culpas. Sin embargo,
rechazadas por sus familias y la sociedad, el Dancing Miramar y la Catunga son los dos
únicos lugares en los que ellas se sienten con agencia social. Dispuestas a seguir su vida y
sin una razón para rechazar su derecho a venerar a un Dios, se visten de luto, se cubren la
cabeza y van en procesión descalzas en voto de humildad hasta el cine patria. Allí
recuerdan la vida de su salvador y lloran las injurias y maltratos que éste padece. Pero
luego, vuelven limpias y felices a sus hogares de sentir el alivio purificador de ese Dios
CAÑÓN 98
que les borrará su pecado para seguir otro año más sin lamentos ni protestas. De camino a
casa o al prostíbulo donde algunas viven, los feligreses las insultan por su labor. Sordas a
sus palabras siguen su camino con una actitud estoica, seguras de que la pureza que otros
piensan arrebatada en su vida, les pertenece. No es su labor la que las hace impuras,
como lo señala Todos los Santos, “siempre he creído que una puta puede llevar una vida
tan limpia como una ama de casa decente, o tan corrompida como una ama de casa
indecente” (95). Al igual que la visión dicotómica, la violencia simbólica y el concepto
de género, la connotación negativa de la prostitución ha sido un producto social, como se
enunciaba en el párrafo anterior. Una sociedad dominada por el hombre que ha estipulado
unas virtudes a la mujer para ejercer su dominio y que ve en las prostitutas una amenaza
a su hegemonía. Por su parte, conscientes de su poder, las prostitutas se mantienen
unidas y rompen con los límites que el dominio masculino (con ayuda de la Iglesia) les
impone para debilitar su agencia en el espacio público; al mismo tiempo que renuncian al
valor esencial de la mujer “decente”: la monogamia.
Subversión a la hegemonía masculina en el trabajo como institución
Más allá de la prostitución como opción de vida frente a una sociedad que no
confiere las mismas oportunidades a las mujeres en contraposición a los hombres. La
prostitución de la Catunga es vista como un comercio sexual, un trabajo constituido en
una sociedad en el que la economía está en desarrollo por la presencia de la Troco. Así lo
hace ver el testimonio de don Alonso Olmeda, un cliente de la Catunga en tiempos de
Sayonara, cuando explica cómo la relación entre petroleros y prostitutas correspondía a
un intercambio de servicios, el petrolero trabajaba duro para obtener dinero con el que la
CAÑÓN 99
prostituta se quedaba después de prestar sus servicios. A criterio de don Alonso este
intercambio no correspondía más qua una “ley de la economía, porque a nadie le cae el
pan del cielo” (179). Mostrar la prostitución como una profesión digna es una de las
manifestaciones más marcadas en esta obra. Ser prostituta es un arte, por eso Todos los
Santos se asigna la tarea de ser la maestra de Sayonara. Así se lo hace saber la voz
narradora al lector: “Le enseñó a ser prostituta y no otra cosa porque era el oficio que
conocía, así como el zapatero no puede entrenar a un aprendiz de albañil” (95).
Dignificando la labor de la prostituta, Todos los Santos no sólo le enseña a Sayonara la
importancia del cuidado físico sino que la instruye en la lectura y escritura; la somete a
diversos ejercicios para tener un buen tono de voz y le enseña normas de urbanidad.
Asimismo, le recalca la importancia de saber bailar y la induce en el mundo de la poesía.
Luego de largas horas de instrucción, Sayonara recita y memoriza versos de Diego
Fallón, Pablo Neruda, Guillermo Valencia y Rubén Darío. Todos los Santos le advierte a
Sayonara que la seducción de la prostituta al hombre no proviene de su cuerpo, sino de su
trato hacia él. En palabras de Todos los Santos, lo que debía hacer la prostituta era
consentir y consolar al hombre “como en este mundo sólo lo ha hecho su propia madre”
(59). Además de ello, según testimonio de don Alonso Olmeda, las prostitutas del
Dancing Miramar eran mujeres que se caracterizaban por su recato en su forma de actuar
y de vestir. Afirmación que causa asombro en la narradora reportera ya que es una
contraposición a lo que ella misma creía de las prostitutas. Don Alonso afirma que “la
prostitución no era ignominia ni para la mujer que la practicaba ni para el hombre que la
pagaba” (179), revelando con ello el carácter mercantil del mismo. A través de estas
descripciones se percibe una correspondencia ecuánime entre petroleros y prostitutas. Si
CAÑÓN 100
bien a lo largo de la obra se exaltan las palabras puta y prostituta para referirse a ellas,
para Sacramento y los petroleros el calificativo a este grupo de mujeres, era ese, el de
mujeres, porque según Sacramento “no existían otras” (11). Antes de la intervención de
la Troco en Tora, las prostitutas tenían una agencia social en el pueblo, por ello significan
una amenaza para esta industria petrolera. Ellas mismas, como lo afirma Todos los
Santos fundaron a Tora según su propia ley “mucho antes que llegaran las esposas y las
prometidas a imponer su derecho exclusivo” (11). Actuando en su cotidianidad como
prostitutas, a la manera de la mujer “ideal” de la sociedad hegemónica masculina, es
decir, una mujer recatada, decente, dispuesta a atender y escuchar a sus clientes como lo
haría su madre, las prostitutas del Dancing Miramar logran un reconocimiento y
convierten su negocio en el prostíbulo de mayor prestigio. Mostrándose sumisas al
sistema y atendiendo a los hombres como lo haría la esposa y la madre, subvierten la
imagen de la prostituta. Más allá de una estrategia económica su actitud devela un
conocimiento de las estructuras sociales que gobiernan. Ellas reconocen los discursos
desde los que el “otro” (el hombre y la sociedad hegemónica masculina) las califica de
pecadoras y perversas y actúan de manera diferente como acto subversivo a la idea de
que la mujer decente es la esposa abnegada al hogar.
Las mujeres del Dancing Miramar se consideran a sí misma como fundadoras de
Tora. Aun cuando entre prostíbulos compiten por sus clientes, las prostitutas de la
Catunga se unen cuando son vulnerados sus derechos sociales. Esto se ve cuando todas
deben ir cada martes por ley ante el dispensario antivenéreo para que les renueven el
carné de sanidad. Sayonara ofendida por el trato que le dan los médicos a su maestra y
CAÑÓN 101
madrina Todos los Santos, se manifiesta y se convierte en la precursora de una revuelta
que termina en el incendio del recinto. Esta manifestación muestra la resistencia de este
grupo de mujeres a la hegemonía masculina que se vale de entidades como la médica
para minimizar su poder. Es claro que las enfermedades venéreas ponen en riesgo la
salud de la comunidad, pero también es evidente que con la solicitud de la renovación de
este carné se quiere debilitar su capacidad laboral y económica. Todos los Santos le
cuenta a la reportera que tiempo después del incendio, un investigador francés le había
hecho saber a las prostitutas que ellas les pagaban más “al Estado en controles de salud y
en multas, que la Tropical Oil Company en regalías” (91). Lo que visualiza la
discriminación laboral por parte del Estado hacia ellas. Un Estado que vulnera sus
derechos y les niega un trato digno y un sistema de salud acorde a sus necesidades pero
que las considera agentes sociales para cobrar impuestos.
La Troco, como lo señalaba al inicio, es el punto de quiebre de las relaciones
unánimes entre las prostitutas y los petroleros. Si bien es la misma Troco la que hace de
Tora un lugar atrayente para los personajes de esta novela, es ella también la que intenta
irrumpir las relaciones que éstos establecen. En esta novela la Troco se personifica,
adquiere vida y con ello es símbolo de las consecuencias del progreso en las relaciones de
los hombres y mujeres de Tora. Una idea de progreso constituida desde la hegemonía
masculina donde la familia es el primer pilar y base fundamental para su ejercicio. La
Troco imprime la idea de familia, ya que un hombre casado y con hijos, y con una
empresa que le ayude a sostener su hogar debe pensar antes de ponerse a luchar.
Mientras que los petroleros desarraigados y hacinados en barracas, con una hamaca y con
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una muda de ropa por pertenencia y una prostituta como único amor no tenían nada que
perder si luchaban. Es por ello que proponen beneficios para los petroleros que se casen
y sus esposas. La vida de las prostitutas se vuelve más difícil cuando el matrimonio es
impuesto como la mejor opción para Tora. Pero eso no significa que se extermine por
completo la prostitución en la Catunga. El negocio sigue funcionando, sólo cambian los
valores inmersos en él. Ahora ellas deben actuar como mujeres indecentes. Ahora son
denominadas putas y para ganar dinero deben “conocer malabares, floreteos y
exquisiteces” (442). Aun cuando parece que han perdido su agencia y su espacio, estas
mujeres, aisladas de la sociedad, evalúan los discursos del progreso y la familia que la
hegemonía constituye en elementos bases de una sociedad próspera y renuncian a ellos.
Con actitud estoica participan en la nueva sociedad mientras evalúan su suerte. Analizan
el rol de las mujeres y concluyen que la vida de ellas, que sigue sin amparo del Estado,
comparado con el de las mujeres casadas, no difiere mucho. Esto lo hace notar la Olga,
otra prostituta, que escucha la conversación entre Todos los Santos y la reportera sobre
los cambios de Tora después de la huelga del arroz que fracasó y llevó a los petroleros a
aceptar los beneficios de la Troco. La Olga refuta la opinión de Todos los Santos sobre
las mujeres casadas. Pues para la matrona la vida de las esposas tenía muchos beneficios
sociales, pero la Olga asegura que también ellas debían fregar el piso, echar la sal a la
sopa y sufrir desengaños igual que ellas. Es decir, en medio de un dominio masculino el
trato a la prostituta y a la mujer casada no difería en sus obligaciones con los hombres
sólo en una serie de beneficios del Estado. Beneficios que irónicamente sólo se les
concedían por estar casadas y no por ser reconocidas como individuos de una misma
sociedad.
CAÑÓN 103
Por otra parte, las pipatonas representan en esta novela el grupo de mujeres que
ejercen su trabajo sin que esto les genere rechazo de su comunidad. Doblemente
discriminadas como indígenas y mujeres, las pipatonas viven su destino sin
cuestionamientos. A través de ellas Restrepo refleja la influencia de la religión y los
discursos de la hegemonía como los principales responsables de las connotaciones
negativas a las prostitutas. Estas mujeres desamparadas por completo del Estado y
desprovistas de cualquier creencia cristiana católica, venden su cuerpo para alimentar a
sus hijos y consideran esta una razón válida para no cuestionar su trabajo. Como lo
describe el ginecólogo Antonio María al hablar con la reportera, las pipatonas “no
obedecían tanto a una ética como a una suerte de determinación biológica, según la cual
mujer era mujer, prostituta o no, y hombre era hombre, fuera el que fuera” (226). Al ser
excluidas, entonces, las pipatonas no luchan contra las estructuras que fundamentan la
sociedad hegemónica, pero son el punto de referencia a través del cual se evidencia el
poder del hombre en Tora. Las prostitutas del Dancing Miramar deben luchar
constantemente contra esa hegemonía que las observa como enemigas por traspasar los
límites del espacio público, renunciar a la mujer imagen de la virgen María desde las
prácticas católicas, negarse a ser la esposa abnegada al hogar y pronunciarse ante ciertas
opresiones de las que son víctimas. Por eso, se ven obligadas a usar tácticas para no
perder la agencia que ganaron al renunciar a su otro destino, el de ser monjas, es decir, las
mujeres sumisas adaptadas a los cánones impuestos.
Finalmente, Sayonara, el personaje principal, representa la mujer que mantiene un
equilibrio en su forma de vida. Aun cuando puede correr la misma suerte que las
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pipatonas, al ser indígena decide ser la prostituta más codiciada de Tora. Identifica las
características de los lugares y roles en los que participa y actúa de acuerdo a ellos. Como
prostituta, es una mujer cuya presencia es imponente y cautivadora. Es una mujer que
refleja autonomía y firmeza. Sayonara es la mujer amada por todos pero según opinión
del doctor Antonio María Flórez, “no se animaba a querer del todo a ninguno” (379).
Aunque Sayonara al igual que otras prostitutas del Dancing Miramar llegan a enamorarse
de alguien, saben que el amor las debilita. La renuncia al amor romántico es parte de su
rito inicial. De acuerdo con Ana Vega y Rosario Ferré en su texto El amor como
discurso político, el amor romántico traza una imagen paralela de la relación amanteamada con la relación de colonia y colonizador. Lo que indica una relación de un macho
que conquista y una hembra sumisa conquistada. Bajo este orden de relaciones, el
discurso del amor romántico refuerza el dominio masculino. Se convierte en un
mecanismo de hegemonía al que las prostitutas renuncian. Sayonara, por su profesión y
por voluntad, renuncia al amor hasta que conoce al Payanés. Este amor romántico que la
debilita y le produce a ella la necesidad de sentirse amada. Después de su primer
encuentro con este hombre, empieza a ansiar no sólo los últimos viernes de cada mes
(para verlo) sino la compañía eterna de este hombre. No obstante, todo esto cambia
cuando el Payanés la abandona. Frente a la perdida de este amor, Sayonara, que por
primera vez se siente dolida y maltrecha, de manera serena cambia definitivamente su
vida. Como lo afirma Todos los Santos “cuando ya yo creía que nunca cambiaría,
Sayonara dejó atrás la piel escurridiza y abismada de la adolescencia” (365). Al referirse
a Sayonara, Todos los Santos la describe como una joven tan seca de sentimientos que
cuando era niña optó por darle un tazón diario de leche con cinco cucharadas de miel para
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endulzarle las entrañas. A través de esta apreciación se vislumbra cómo la idea del amor
romántico, la espera y la conquista de un hombre, mantienen a la mujer bajo el dominio
masculino. Antes del Payanés, Sayonara demuestra entereza ante los hombres, no se
resiste ante las demandas o peticiones de ninguno. En medio del discurso del hombre que
cambia el rumbo de su vida, muchas prostitutas mueren de desilusión, porque el amor
romántico las defrauda. Lastimada por el amor Sayonara renace y se trasforma en
Amanda. Casada con Sacramento, en espera de una vida mejor, comprende que el
matrimonio tampoco la salva del dominio del hombre. Así que prefiere terminar su vida
sola en busca de un “no sé qué” que tanto la asediaba, en busca de ella misma, porque en
Sayonara no existía una sola mujer sino tres. En ella habitaba “Sayonara la que amó al
Payanés, Amanda la que se casó con Sacramento, y ella que sólo se quiso a sí misma”
(379). De otra parte, aun cuando en un principio se nos revela a una Sayonara que quiere
ser prostituta, este personaje no es descrito como una mujer que cuestione su labor. La
disfruta y le gusta sentirse amada y deseada. No piensa en el dinero que gana ni el tiempo
que pasa en su labor. Asume su vida como un destino trazado. Por eso no lucha contra el
desamor del Payanés, ni el matrimonio sin amor con Sacramento. Se acomoda a las
realidades de su devenir con entereza y serenidad. Esta misma actitud se percibe al final
de la vida de esta mujer, Sayonara seguida por los testimonios de las otras prostitutas,
baja al río buscando ver al Payanés. Encontrarlo en ese lugar en el que él le prometió la
estaría esperando. Dispuesta a seguir su destino y aceptarlo sin reclamos, acompañada
por algunas mujeres espera en la orilla del río a que éste llegue para partir. Quienes la
vieron dicen que partió con él, mientras otras afirman verla irse sola. A través de esta
escena, la narradora recrea una muerte tomada con tranquilidad y entrega absoluta. Se
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muestra una mujer que hasta en el último instante de su vida, lucha por encontrar su
felicidad y sigue sin reclamos su destino. La muerte al igual que la vida para este
personaje corresponde a la búsqueda de la libertad.
Después de todo
Esta novela de la escritora Piedad Bonnett, narra la vida de Ana, una mujer de
cuarenta y ocho años de edad. Ana es una artista y directora de una galería. Lo anterior,
anuncia una mujer que rompe con los esquemas espaciales de lo privado y lo público
demarcado por la hegemonía masculina. Pese a su agencia en el ámbito público, Ana
experimenta emociones de fracaso a causa de los mitos hegemónicos masculinos del
amor romántico, la familia tradicional, la monogamia y la heterosexualidad. Su infancia
se ve estropeada por la carencia de manifestaciones de afecto por parte de sus padres. Su
vida matrimonial, idealizada por el mito del amor eterno y romántico, se desvanece ante
un esposo frío y distante. La idea del amor que complementa se destruye con el abandono
de su amante. Y finalmente, la noción de la maternidad como algo natural del ser
femenino, la atemoriza y cuestiona al ver a su hija y sentirse que no posee ese instinto
maternal del que se cree debe estar dotada.
Por medio de la voz de un narrador omnisciente, esta historia se entreteje para
presentar los pensamientos más íntimos de Ana. Como lo señala Álvaro Pineda Botero en
su libro Estudios críticos sobre la novela colombiana 1990-2004, “Las relaciones entre la
voz narrativa y la conciencia de Ana son tan estrechas que, en ocasiones, la primera
CAÑÓN 107
parece el alter ego de la segunda, su sombra, su proyección mental” (229). Es el único
personaje del que se conocerán sus emociones y pensamientos frente a las diversas
situaciones que se expongan. Entre ellas sentirse culpable de reconocer que siente amor
hacia una joven de 19 años, Gabriela.
Ana, se presenta al lector como una mujer con una posibilidad de agencia en el
espacio público por ser propietaria de una galería. Lo que indica que ella no representa
este espacio, como objeto, sino que participa en él de manera activa.40 Esta será una de
las primeras manifestaciones de subversión de este personaje hacia la hegemonía
masculina. Asimismo, el narrador nos revela las críticas que dicha agencia le trae a Ana,
entre ellas, la crítica por parte de su hija al no permanecer en su espacio (el privado)
ejerciendo su rol de madre y esposa. Casada más por conveniencia que por amor, Ana
actúa con menor entrega y dedicación en su rol de esposa y madre. Considerándose a sí
misma como una fracasada asume su vida con una actitud estoica. Casada más por
conveniencia que por amor, Ana actúa con menor entrega y dedicación a sus roles de
madre y esposa. Inmersa en una sociedad que ha establecido como bases para la
formación de una familia la heterosexualidad y el amor romántico. Ana cree ver en
Martín, su amante, la persona ideal para terminar su vida. Sin embargo, abandonada por
Martín, experimenta sensaciones de miedo y desesperanza y decide separarse de su
esposo Emilio para rehacer su vida sola. Pero, la vida le cambia el rumbo y debe
permanecer junto a Emilio a causa de la trombosis cerebral que éste padece. Consciente
de que en la vida hay una serie de cosas que no se pueden controlar, acepta su devenir
con actitud estoica pero trasformando sus ideas y pensamientos. Cansada del amor
CAÑÓN 108
romántico proveniente de un hombre, Ana se enamora de una joven a quien había
contratado para ayudarle en la edición de sus textos y el cuidado de su esposo. Al
reconocer sus sentimientos siente vergüenza a causa de la prevalencia que tiene el amor
heterosexual en la sociedad hegemónica masculina. Y aunque nunca se materializa este
amor o lo expresa, Ana se libera del amor de Martín que tanto estuvo anhelando y que al
final hubiera sido posible si en ella no se lleva a cabo un proceso de reconstrucción y
subversión a las ideas patriarcales.
Subversión a la hegemonía masculina en la familia
De la infancia de Ana se relata muy poco, pero en los apartados en que la
narradora se refiere a su niñez deja ver un padre frío y distante que no manifiesta cariño a
sus hijas. Este hecho es relevante en la vida de Ana, ya que es por ello que se casa con un
hombre 15 años mayor, buscando en él ese cariño hurtado en su infancia. En las escenas
referidas a su vida matrimonial y maternal, se describe a una mujer con un gran anhelo y
necesidad de amor. Sin embargo, ese amor anhelado también le es negado por su esposo
Emilio y por su hija María José. Ésta última se refiere a su madre como una mujer egoísta
por no permanecer en la casa cumpliendo su labor de madre y esposa. En los momentos
de fracaso o poco reconocimiento por su labor artística, Ana no recibe el apoyo que
espera de Emilio quien simplemente “le daba unas palmaditas en el hombro y seguía
mirando la televisión o leyendo su libro” (29). Ante esta necesidad de protección y
visibilidad, Ana se enamora de Martin, un hombre casado que corresponde a su amor, un
amor que nunca experimento con Emilio. Esperanzada en esta nueva ilusión que la hace
pensar en una vida distinta, Ana decide separarse. Pero Martín determina un día
CAÑÓN 109
abandonar a Ana justificando su cansancio de llevar al mismo tiempo su vida
matrimonial y la relación con la protagonista. Aunque este abandono hace que Ana se
sienta totalmente fracasada en la vida, no se retracta en la idea del divorcio. No soporta
más la convivencia con un hombre que dejó de amar y que no le produce sino
sensaciones de rechazo y aburrimiento. Es así como Ana empieza o intenta reconstruir su
vida. Aunque Emilio padece de una trombosis cerebral y la protagonista debe desistir de
la idea de salir de casa. Ana empieza a contemplar su vida distinta, empieza a pensarse
sola e inconscientemente renuncia al amor romántico hacia los hombres. Ana es un
personaje que rompe en su cotidianidad con muchos de los esquemas estructurados para
la mujer de la sociedad dominada por los hombres. Su independencia laboral la
constituyen, como lo señalaba en un comienzo, en un agente activo del espacio público.
Esa misma independencia y la capacidad de reconocer la importancia de la agencia de
ella en su propia vida, la llevan a aceptar la idea de tener un amante, sin prejuicios. Aun
cuando la presencia de un amante conllevara a la renuncia de su vida matrimonial y el
rechazo de su hija, Ana luchaba por esta relación. De manera repetitiva, la narradora nos
afirma que ante los ojos de los demás Ana era feliz porque tenía todo lo que una mujer de
la sociedad hegemónica masculina necesita: profesión, dinero y un esposo prestigioso.
No obstante, Ana carece de amor y lo busca constantemente en quienes la rodean. No lo
recibe de ninguno y esto la lleva a ilusionarse con Gabriela. Un amor que teme sentir
porque no es contemplado como “normal” o “apropiado” en una sociedad heterosexual.
Sentir este amor le produce vergüenza pero al mismo tiempo la libera del miedo a la
soledad. Durante su juventud Ana tenía una serie de ideas que la hicieron renunciar a su
futuro prometedor como artista. Estas ideas estaban relacionadas con la heterosexualidad
CAÑÓN 110
y la necesidad de un hombre para progresar. Pero luego de su situación con Martín y los
sentimientos que empieza a experimentar por Gabriela subvierte estas ideas. A muy
temprana edad logró su primera exposición donde vendió la mitad de sus cuadros.
Ahorrando dinero para viajar a Chicago padece de una apendicitis que produce su
encuentro con Emilio. En este encuentro, según la narradora, ella se “enamoró de su
virilidad y de su sentido del humor, pero sobre todo de sentirse admirada y deseada por
un hombre considerablemente mayor y además atractivo” (28). La anterior acotación
denota en Ana una actitud de agradecimiento con la vida. Es como si este hombre la
hiciera visible y le proporcionara seguridad para seguir sus sueños. Dichosa de sentirse
escogida deshace su maleta imaginaria y se casa con él. A través de esta situación se
describe la prevalencia de un pensamiento social que ha sucumbido a la idea de que la
realización personal de una mujer requiere de la presencia y apoyo de un hombre.
El intercambio constante entre el pasado y el presente cumple dos funciones
esenciales en la narrativa. En primer lugar, se convierte en un recurso para prolongar la
trama y el interés del lector. En segundo lugar, es la herramienta esencial para mostrar las
causas de la subversión en Ana. Las reflexiones que Ana logra sobre las estructuras del
dominio masculino a lo largo de su existencia no son sino el producto de las vivencias
que ha experimentado a causa de creencias como “la hegemonía masculina, la
subordinación femenina y el romance heterosexual” (De Francisco y Palczewski 164) las
cuales refuerzan el poder de la familia nuclear.41 Cumpliendo su rol de esposa y de
madre, Ana evalúa estas prácticas hegemónicas y las subvierte en su cotidianidad.
Renuncia al rol de ama de casa y se dedica a administrar su propia galería. Aun cuando la
CAÑÓN 111
comunicación con su hija es escaza, ejerce su rol de madre y se preocupa por su
bienestar. Así mismo, tiene un amante porque ve en él una fuerza para superar la rutina
de un matrimonio por conveniencia y finalmente se enamora de Gabriela, acto que
enuncia un rompimiento total con el romance heterosexual que gobierna las relaciones de
la sociedad masculina. Es por ello, que sólo le revela este secreto al lector, pues siente
vergüenza de expresarlo a los demás, en una sociedad que rechaza totalmente este tipo de
amor. Mantenido el amor de Gabriela en secreto, Ana retoma la pintura para exorcizar
todas las sensaciones que le produce la soledad de la sociedad hegemónica masculina.
Como se enuncia en el epígrafe de la novela, Ana ve en la pintura la posibilidad de hacer
esa persona que quisiera tener y no tiene y tampoco tendrá.
Consciente de que no puede luchar contra lo que no puede controlar. Ana asume
una actitud estoica ante la vida, la cual se percibe en la armonía del vivir con su realidad
(el abandono de su amante, la enfermedad de su esposo y la distancia con su hija) se
convierte en el Estado de reflexión de su existencia. Ana expresa en sus diálogos el
encuentro consigo misma en sus apreciaciones frente al cuerpo. Esta conciencia de la
materialización de la existencia, la hacen agente activo de su devenir. Acepta enteramente
su soledad y busca reconstruirse a través de la pintura. Siente que ha habitado un cuerpo
que nunca ha manejado por si misma sino por los prejuicios y cánones sociales. Quiere
poseer un cuerpo que esté animado por una mirada que la ayude a reconocerse y en el que
salga “su alma dormida hasta la superficie de la piel” (301). Es así como Ana con una
actitud estoica ante la vida subvierte la idea de la que siempre ha alimentado su
existencia: la necesidad de ser amada, reconocida y aceptada por el otro (hombre) para
CAÑÓN 112
reafirmarse. Recurre a la pintura para descubrirse y crear con una nueva mirada su ser y
sentir como mujer. Un ser femenino que se reconstruye constantemente, así lo describe la
narradora cuando expresa las emociones que causó en Ana su último cuadro. Para Ana
esa pintura “era lo mejor que había hecho nunca, lo más riguroso y comprometido de su
propia vida, lo que mejor hablaba por ella…Pero no lograba lo que perseguía” (300). Ana
intenta plasmar su ser femenino en sus cuadros, pero el arte la limita a expresar su sentir.
A través de la pintura, como lo han hecho algunas mujeres por medio de la escritura42,
Ana intentado producir algo propio de su ser femenino para diferenciarlo de otras
producciones culturales donde ha primado la visión androcéntrica del mundo.
CAÑÓN 113
CONCLUSIÓN
Los agentes sociales ingresan a una sociedad aceptando las reglas de juego de la
misma sin cuestionarlas. Estas reglas de juego sociales son construidas por una
hegemonía masculina y son forjadas por los discursos proferidos por la familia, la Iglesia,
la escuela y el Estado. La aceptación de dichas reglas hace que las relaciones que se
establezcan entre los individuos sean vistas como naturales o propias dentro del campo en
el que se relacionan. En Colombia, estas reglas de juego han llegado a un punto álgido
debido a la violencia que se ejerce entre géneros, principalmente contra el femenino.
Estas reglas de juego, que obligan a actuar socialmente de una determinada manera,
contribuyen y a veces justifican la violencia. Conscientes de esta situación Laura
Restrepo y Piedad Bonnett no sólo visibilizan estas reglas de juego en sus novelas sino
que van más allá y presentan personajes protagónicos femeninos, agentes sociales activos
que buscan subvertir el orden de las cosas. Un ejemplo de ello en las novelas se ve
reflejado en las protagonistas que no sólo enuncian la conciencia de la diferencia y
permiten al lector contemplar los hechos como no naturales, sino que asumen una actitud
estoica frente al dominio para subvertir internamente su posición de dominadas.
Esta tesis analiza las obras de Laura Restrepo La novia oscura y Piedad Bonnett
El prestigio de la belleza y Después de todo a partir del estudio de las categorías de
visión dicotómica, violencia simbólica, poder, estrategia y tácticas de los intelectuales
franceses Pierre Bourdieu, Michel Foucault y Michel De Certeau con el objeto de mostrar
que la actitud estoica es la herramienta de subversión de la hegemonía en las
protagonistas de las novelas. La actitud estoica se convierte en la táctica para
contrarrestar la violencia simbólica que ha promovido constantemente una visión inferior
CAÑÓN 114
de la mujer. Esta capacidad de revolución interna deviene en la mejor manera de
identificación y reconstrucción de la identidad “femenina”. Los personajes Ana, Bonnett
y la narradora- reportera en estas tres novelas, emplean la escritura y la pintura como
herramientas para denunciar las relaciones de poder que entre hombres y mujeres han
sido naturalizadas. Es así como Bonnett y la reportera describen mujeres que, contrario a
la mujer “modelo” propuesta por la cosmovisión masculina, quieren vivir una sexualidad
sin tapujos y tener la misma agencia social, política y cultural que el hombre. Ana, por su
parte, expresa en sus pinturas el deseo de construir una mujer sin miedos ni prejuicios
sociales. Víctima de la hegemonía masculina quiere ver en sus pinturas no sólo la
proyección de una nueva Ana despojada de los discursos y las prácticas masculinas, sino
proyectar en cada cuadro un trozo de los momentos en que se ha sentido libre.
Esta tesis evalúa los procesos y las razones de la perdurabilidad de la hegemonía
masculina y señala como reproductora del discurso del poder del hombre a la mujer. Los
contextos familiares descritos en las tres novelas revelan madres y esposas que asignan
agencia a los hombres en el control y la disciplina del hogar. Asimismo describe, como es
el caso de El prestigio de la belleza, un grupo de monjas que aceptan un estatus inferior
dentro de la estructura de la Iglesia católica y aceptan como virtudes propias la castidad,
la sumisión, el celibato y la obediencia. En Después de todo se observa un grupo de
mujeres, esposas del cuerpo médico de un hospital, que son usadas por sus esposos como
bienes simbólicos para denotar su prestigio. Finalmente, en la Novia oscura la huelga del
arroz hace que las mujeres atribuyan al matrimonio el valor de institución de prestigio y
beneficio social para la mujer.
CAÑÓN 115
Esta investigación permite concluir que, en estas novelas, hombres y mujeres son
víctimas del dominio masculino. Obligados a actuar socialmente de una manera
determinada según su género, los personajes masculinos de las novelas deben reprimir
sus emociones para no verse vulnerados frente al “otro”- femenino. De su parte, las
mujeres de las narrativas deben asumir los cuestionamientos provenientes de otros
personajes (hombres y mujeres) y de las instituciones que enuncian los discursos de la
hegemonía. Por ejemplo, Bonnett tiene una infancia llena de temores por ideas
provenientes de la Iglesia que han asignado connotaciones negativas al cuerpo de la
mujer. Ana debe soportar las críticas constantes de parte de su hija por no permanecer en
el hogar cuidando de ella y de su padre. Finalmente, las prostitutas de Tora deben aceptar
actos de agresión verbal por parte de la sociedad o miembros de la Iglesia católica.
Asimismo todas estas mujeres deben correlacionar su actuar con los discursos de lo
decente, maternal y sumiso que promueve la hegemonía masculina.
Esta tesis establece un puente de análisis entre los estudios literarios y los estudios
de género y abre, con ello, espacio a una doble lectura. Desde el campo literario, enaltece
la labor de estas dos escritoras colombianas y provee una interpretación distinta sobre las
relaciones que se establecen entre los personajes y cómo están determinadas por una
división sexual. Asimismo, evidencia la escritura de estas novelistas como herramienta de
expresión de diversas realidades sociales cotidianas desde la mirada “femenina”. Con
relación a los estudios de género sugiere la importancia de evaluar la literatura como
medio de denuncia, al mismo tiempo que la constituye en una fuente de registro de los
pensamientos de las mujeres frente a una violencia no contemplada o enunciada por los
CAÑÓN 116
medios masivos de comunicación en Colombia: la violencia simbólica. Un tipo de
violencia presente en la cotidianidad y que es contemplada, en la mayoría de los casos,
por los agentes sociales (hombres y mujeres) como naturales o propias durante sus
interacciones o encuentros.
Finalmente, lo estudiado hasta el momento genera otra serie de interrogantes con
relación a la literatura en Colombia como herramienta de expresión de violencia
simbólica y de análisis de relaciones de poder entre hombres y mujeres. En medio de una
sociedad donde las cifras de homicidio ocasionados por la pareja son más altas para las
mujeres que para los hombres, indagar en la literatura las historias no dichas permitiría
identificar todas las situaciones que en la cotidianidad enaltecen relaciones de violencia y
que no son contempladas por los entes gubernamentales como actos de coacción.
CAÑÓN 117
NOTAS
1
Para un estudio detallado de los procesos de dominio del ethos masculino sobre el femenino ver Lucía
Guerra La mujer fragmentada: historias de un signo, Joseph Campbell, Goddesses: Mysteries of the
Feminine Divine, Hal Nor, The Moon and the Virgin: Reflections on the Archetypal Feminine, entre otros.
2
Este movimiento tuvo sus orígenes en los años sesenta. Las mujeres que habían trabajado en la industria
militar y fueron “redomesticadas” cuando los soldados regresaron de la Segunda Guerra Mundial. Las
mujeres deciden empezar a dividir el trabajo de la casa y estudiar o trabajar, pero se dieron cuenta que no
había equidad de género. Es así como se inician una serie de revoluciones por la lucha de igualdad política,
económica, social y cultural en Estados Unidos y en otros lugares del mundo como México y España. En
Estados Unidos una de las pioneras a la manifestación de equidad es Betty Friedan quien escribe el libro La
mística de la feminidad. En 1966 un grupo de mujeres profesionales, entre ellas Betty Friedan, fundaron
NOW (National Organization of Women) que fue la mayor organización feminista en los EE.UU. Fue una
época de un gran interés por comprender las diversas experiencias de las mujeres en relación con los
hombres. La conciencia de la inequidad de la mujer no sólo nace de las desventajas sociales sino de los
pensamientos desarrollados en Francia por mujeres con ideas que sembraron lo que hoy es el feminismo.
Cuando Simone de Beauvoir afirmó que “no se nace sino que se deviene mujer” abrió paso para que otras
mujeres investigarán las raíces de la condición de las mujeres como “segundo sexo” (Stolcke 525-528). La
trascendencia de las ideas propuestas durante la Segunda Ola en esta investigación radica en la conciencia
de una construcción de la mujer desde una cosmovisión masculina.
3
De Certeau define agencia como la estrategia de subversión con la que los sujetos en la cotidianidad
pueden contrarrestar la estructura de poder que los intenta dominar (De Certeu, Michel. The Practice of
Everyday Life. California, 2002).
Ver. Vélez, Beatriz. “Notas sociológicas sobre el pasado de las mujeres en Colombia” Estudios
Sociológicos. 11.33 (1993):851-880. JSTOR. Print.
4
5
Según la ley, se entiende por violencia psicológica la acción u omisión destinada a degradar o controlar las
acciones, comportamientos, creencias y decisiones de otras personas. Por su parte la violencia física es
comprendida como un riesgo o disminución de la integridad corporal de una persona. La violencia sexual
refiere a acción consistente en obligar a una persona a mantener contacto sexualizado, físico o verbal o a
participar en interacciones sexuales mediante el uso de fuerza de chantaje, soborno, entre otros. Finalmente
se alude a violencia patrimonial a la pérdida, transformación, destrucción de bienes, valores o derechos
económicos destinados a satisfacer las necesidades de la mujer (Artículo 3 de la Ley 1257 de 2008)
6
Análisis comparativo entre enero a octubre 2014-2015 de los hechos de violencia contra la mujer. Este
reporte fue realizado y publicado por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
Un ejemplo de ello lo demuestra “La cumbre de mujeres electas”, celebrada el 23 y 24 de Noviembre de
2054, en el que se reunieron 130 mujeres provenientes de 22 departamentos del país quienes participaron
en sesiones temáticas para su gestión como mandatarias.
7
8
Según Pierre Bourdieu, se define división dicotómica del mundo a la división arbitraria con la que se
concibe el mundo desde la diferencia entre hombres y mujeres. Esta división pone al hombre en un rango
de dominio sobre la mujer.
Ver Posada, Consuelo. “Radio y cultura popular en Colombia” Caravelle 65 (1988- ):189-203. JSTOR.
Web. 15 Mar. 2016.
9
10
En Colombia, un caso que llamó la atención de los medios y tuvo replica en nacional por mucho tiempo
fue el de Rosa Elvira Cely. Una mujer de 35 años de edad que fue “brutalmente” violada, asesinada y
CAÑÓN 118
empalada el 24 de mayo de 2012. Tras esta muerte se propone como ley castigos severos a los homicidios
cometidos contra mujeres. La ley 1761 “Por la cual se crea el tipo se crea el tipo de feminicidio como delito
autónomo y se dictan otras disposiciones” fue aprobada el 16 de Julio de 2015. (Redacción política.
“Aprobada ley Rosa Elvira Cely que castiga hasta con 50 años los feminicidios” El Espectador. 2 Jun
2015)
11
Aquella donde el dominador ejerce un tipo de coacción indirecta sobre el dominado. Los dominados, en
este caso, no son conscientes de la violencia de estas prácticas y se vuelven cómplices, sin saberlo, de la
dominación a la que están sometidos. Por ejemplo, en una publicidad sobre un detergente se muestra a la
mujer ofreciendo el producto. Este es un tipo de violencia simbólica, porque señala a la mujer como
responsable del cuidado de la limpieza de la casa.
12
Mientras en países como Argentina la ley registra como tipo violencia la simbólica, Colombia no
contempla este tipo de violencia. (Ver Ley N° 26.485. Ministerio de Justicia y Derechos Humanos
Presidencia de la Nación, Buenos Aires, 1 de Abril de 2009 )
13
Movimiento político y corriente de pensamiento inspirada en León Trotski. La principal característica es
la creencia en que la revolución debe ser un movimiento internacional y no sólo en un país. Los
Trotskianos buscan la instauración y permanencia del comunismo.
Estos encuentros se iniciaron en el año 2004. Hacen parte de la Política Afirmativa “Mujeres
Constructoras de Paz y desarrollo” que impulsa el Gobierno nacional a través de la Consejería Presidencial
para la Equidad de la Mujer en los que se busca incorporar la ampliación de oportunidades para las mujeres
escritoras y reconocer su aporte a la cultura del país. Este V encuentro se llevó a cabo en la ciudad de
Bogotá en el marco de la feria Internacional del Libro que se llevó a cabo los días 29 y 30 de Abril de 2008.
En este encuentro se hizo un homenaje a la escritora Piedad Bonnett en homenaje a su aporte significativo
en el desarrollo de la literatura colombiana e iberoamericana.
14
15
Ver Berraondo, Juan. El estoicismo: la imitación interna del sistema. Barcelona: Montesinos, 1992. 9-35.
Print.
16
Desde la teoría de Bourdieu, el campo es un sistema específico de relaciones que se dan entre los agentes
que lo conforman o constituyen. Estas relaciones pueden ser de alianza o de conflicto, de competitividad o
de cooperación. Existen varios tipos de campos como económico, político, religioso, cultural, deportivo,
etc. Cada campo va a tener agentes sociales (personas) que van a generar relaciones en busca de un bien
(económico, cultural y social), y por ende hay unos agentes sociales dominantes y otros dominados.
17
Desde 2007 Robert Connell empieza a publicar bajo el seudónimo de Raewyn Connell. Ella es una mujer
trasgénero, socióloga australiana interesada en estudios de género, quien propone el término “hegemonía
masculina” para aludir a un modelo de masculinidad ideal que no necesariamente corresponde al de la
mayoría de los hombres. En sus estudios no le interesa determinar la fuerza de los hombres sino lo que
sustenta su poder, lo consiente y lo reproduce (De Martino 287)
18
Desde el pensamiento de Bourdieu, el capital simbólico corresponde a un conjunto de bienes que no tiene
existencia real sino un valor efectivo reconocido por los otros a través de un consenso social. El honor es
un capital simbólico es un bien que adquiere el hombre y le da un valor y estatus social.
19
Fue un término adecuado por Foucault para referirse a la combinación de tres elementos (vigilancia,
control y corrección) en el que el individuo empieza a actuar según la normas bajo la idea de estar en
permanente vigilancia. El término Panóptico fue atribuido a un tipo de arquitectura carcelaria ideada por
Jeremy Bentham a finales del siglo XVIII. El propósito era poder observar a los recluidos desde una torre
central, sin que ellos supieran que eran observados.
CAÑÓN 119
20
Algunos otros autores latinoamericanos como Horacio Quiroga aluden a este tema. Lo que reafirma una
crítica hacia la hegemonía masculina y la idea de la coerción de emociones en los hombres. En su cuento el
Almohadón de plumas Alicia, la protagonista, muere lentamente a causa de la frialdad emocional de su
esposo. Ana, como Alicia, son consumidas por una sociedad que cohíbe a los hombres la expresión de
sentimientos. Hombres que reprimen su sentir y muestran su poder en la rudeza y autoridad que ejercen
sobre los que los rodean y con los cuales se reconocen como otros diferentes: las mujeres.
21
Para Foucault (1985) fue de gran importancia investigar las reglas y procedimientos que hacían posible
que los escritores de diversas áreas hicieran afirmaciones con el estatus de verdad. En su estudio de cómo
los individuos se han constituido en sujetos de su saber, determina que para estudiar la ciencia no se debe
determinar los “cambios de contenido”, es decir, la manera en que se van reformulando nuevas verdades
sino “lo que rige los enunciados y el modo cómo se rigen unos y otros para constituir un conjunto de
proposiciones aceptables científicamente y susceptibles por consiguiente de ser verificadas e invalidadas
por procedimientos científicos” (Foucault 132 )
22
Como lo señala Sor Juana Inés en su poema redondillas :
¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?
En este verso del poema, Sor Juana Inés de la Cruz plantea a partir de una pregunta un cuestionamiento a
las dos partes (hombres/mujeres). Desde su pensamiento judeo- cristiano asigna que los dos son culpables
del pecado del adulterio. Sin embargo, hace la crítica a una sociedad que culpa de adulterio solo a la mujer
cuando el hombre tiene el mismo grado de responsabilidad.
23
Persona que lleva un carro de carga pesada.
24
El payanés quiere ser el mejor manipulando o manejando una de las torres de perforación del campo 26.
25
Calificativo asignado a la virgen María desde la religión judeocristiana. Asimismo durante la época
victoriana en el que el espacio conferido a la mujer era la casa. La mujer era educada para ser la mejor ama
de casa o el “ángel del hogar”.
26
Pierre Bourdieu afirma que la dominación corresponde a una construcción social e histórica de los
cuerpos. Dicha construcción ha sido permeada por la visión androcéntrica que ha organizado el mundo
desde la división por género la cual se ha convertido en la base de la jerarquización social. Lo anterior
produce que las practicas femeninas, así se conciban como particulares de la mujer, están basadas en un
esquema de dominación masculina fundado en lo dicotómico hombre/ mujer, fuerte/ débil, superior/
inferior, etc. La división sexual naturaliza las prácticas y las percepciones de los individuos sociales y le
otorga al hombre el poder de dominar a la mujer estableciendo socialmente unas relaciones dominador/
dominado.
27
En la obra La mujer fragmentada: historias de un signo Lucía Guerra hace un estudio sobre el signo de la
mujer en el contexto latinoamericano. A través de un estudio histórico revela como el signo mujer se asocia
con la imagen de la virgen María. Señala que la diferencia hombre mujer también está marcada por una
visión dicotómica que pone a la mujer como un sujeto inferior en una estructura de poder en la que el
hombre ejerce control sobre ella. Además, vista como modelo e imagen de la virgen, la mujer debe ser
amada y respetada en su rol primario de madre y esposa. Guerra afirma que la imagen mariana atribuida a
la mujer la ha excluido de la producción teológica, política, educativa y literaria y le ha atribuido el espacio
cerrado de la casa. Con su estudio histórico, Guerra intenta demostrar cómo los constructos teóricos que
han imaginado a la mujer se ven reflejados en las prácticas culturales actuales.
28
La división sexual ha atribuido con ello unos espacios para los agentes sociales según su género. Es así
como al hombre se le ha asignado el espacio público como el espacio más adecuado según sus
CAÑÓN 120
características y habilidades; mientras a la mujer se le ha otorgado el espacio privado o del hogar según su
rol de esposa y madre. Lo anterior connota que la participación o agencia de las mujeres sea más activa en
el espacio privado que en el público. Al mismo tiempo que, si la mujer llega a participar en el espacio
público se le conferirán unas tareas inferiores en prestigio en comparación con el hombre.
29
Desde la teoría de Bourdieu, serie de disposiciones externas, socialmente establecidas y estructuradas,
que hacen que los individuos actúen, sientan y piensen de una determinada manera, y que son adoptadas en
el trascurso de su historia.
30
Ver capítulo 1, pág. 14.
31
Patrones sociales que perduran y se reproducen de un contexto a otro. Los agentes reproducen estos
patrones de manera inconsciente, lo que indica que no van a generar acciones que ocasionen un cambio
social.
32
Según De Certeau, la estrategia alude a la manipulación ejercida por un sujeto con poder. Corresponde al
grupo de fuerzas relacionadas entre sí, que son portadoras de un lugar físico en particular. Por ejemplo, una
empresa, institución, entre otros. La táctica, por su parte, se refiere al recurso que utiliza el débil para
contrarrestar la estrategia. En términos de De Certeau, la táctica carece de poder y no tiene mandato alguno
en un lugar físico específico. Lo anterior se debe a que surge en cualquier momento como reacción a la
estrategia.
33
El estoicismo nació en Atenas en el siglo III y se desarrolló hasta los tiempos del Imperio Romano. El
estoicismo, según Juan Berraondo, se asocia coloquialmente con la resistencia serena al dolor y a la
adversidad, con la virtud de la fortaleza y la resignación. El estoicismo junto con el epicureísmo y el
escepticismo son tres escuelas que surgen en el periodo helenístico, conocido como el periodo en el que la
cultura griega se expande a partir de la muerte de Alejandro Magno. Surgen como respuesta al platonismo
y el aristotelismo. El fundador de esta escuela fue Zenón de Citio quien fue admirado por la manera de
adecuar su modo de vivir a sus propias enseñanzas. En el estoicismo se distinguen tres etapas: estoicismo
antiguo, medio y nuevo. El estoicismo antiguo fue representado por Zenon y Crisipo. Al estoicismo medio
pertenecieron Panecio y Posidonio. Finalmente el estoicismo nuevo fue representado por Séneca, Epícteto,
Marco Aurelio y, en parte, M.T. Cicerón. Para los estoicos su actuar debe estar acorde con el de la
naturaleza. La razón es la parte hegemónica del alma y situarla en el lugar privilegiado que le corresponde,
supondrá el acuerdo con la propia naturaleza racional. El estoico no puede dominar el mundo exterior, pero
si puede salvaguardar la paz del alma. El estoico identifica la propia voluntad con la voluntad universal. La
meta natural del hombre estoico es la sabiduría y la felicidad. Para los estoicos el conocimiento que
procede de los sentidos es, por naturaleza, un conocimiento racional. Es así como el sabio es el que tiene
conciencia total de las cosas y por eso puede penetrar de una manera única en el sentido único del universo.
El hombre estoico indaga y descubre cuál es el mejor modo de vida según la naturaleza. Para ello, debe
reconocer el orden físico y la perfección del logos divino a fin de aceptar con agrado su destino. (Barreondo
9-35)
34
Según el estudio realizado por DeFrancisco y Palczweski de la universidad de Iowa, la noción de
género es construida en un primer momento por la familia a través de las relaciones interpersonales y los
discursos que se proliferan en ella. Es así como afirman que“Gender role expectations are delimited by the
ideal of the traditional nuclear family, which is composed of two parents (one male and one female) and
biological children, with the male as the primary wage earner and the female as the primary homemaker”
(155).
35
Desde los estudios realizados por Pierre Bourdieu el honor es un capital simbólico que el hombre busca
acumular. Este honor lo alcanza con la virilidad, la fuerza física, la astucia e incluso la mujer y los hijos que
conforman su familia, entre otros. Es así como la define como una forma típica de capital simbólico que
sólo existe a través de la reputación (Bourdieu 1998).
CAÑÓN 121
36
Jeremy Bentham (Houndsditch, 1748-Londres, 1832) Pensador inglés, padre del utilitarismo. Dedicó su
atención al tema de la reforma penitenciaria, elaborando por encargo de Jorge III un modelo de cárcel (el
Panóptico). Es así como diseño una cárcel en la que se podría vigilar desde cualquier punto sin que los
vigilados supieran desde dónde se les vigilaba. Este modelo fue analizado por Michel Foucault en su obra
Vigilar y Castigar.
La siguiente constituye la razón por la que Simone de Beauvoir enuncia que “no se nace sino se deviene
mujer”. El ser mujer no se constituye de una razón biológica sino cultura. Es por ello, que las mujeres
quieren construir su identidad y expresarlo a través de la escritura. En este fragmento se describe desde
dónde se escribía antes de los años sesenta: “Before the centuries –old struggle for women’s equality
finally emerged in literary studies in the late 1960’s, the literary works of (white) male authors describing
experience from a (white) male point of view was considered the standard of universality- that is,
representative of the experience of all readers – and universality- that is representative of the experience of
all reader- and universality was considered a major criterion of greatness. Because the works of (white)
female authors (and of all authors of color) do not describe experience from a (white) male point of view,
they were no considered universal and hence did not become part of the literary canon” (Tyson 84).
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En su libro Mujer y Escritura: fundamentos teóricos de la crítica feminista, Lucía Guerra enuncia
referentes de la segunda ola del feminismo. Logrados algunos derechos como el de la educación y el del
voto, las mujeres no contaban con los mismos derechos que los hombres. Se les discriminaba en el ámbito
laboral, cultural y social. En su texto señala que si bien algunas mujeres como María de Sayas y Sotomayor
se habían pronunciado frente a la subordinación de las mujeres, vienen a ser Virginia Woollf, Simone de
Beauvoir y Rosario Castellanos las primeras voces femeninas en reconocer que la identidad de la mujer
está subordinada a una identidad presentada y creada por el hombre. En el segundo capítulo de su texto
titulado “Mujer, cuerpo y escritura” expone las perspectivas teóricas femeninas francesas con sus
representantes Luce Irigaray, Helene Cixous y Julia Kristeva y las implicaciones de estas intelectuales en
las criticas femeninas posteriores. Al resaltar los aportes de estas feministas Guerra exalta la búsqueda de
las mismas en una entidad propia en la escritura femenina, un lenguaje nuevo sin los prototipos
masculinos que permita a la mujer insertarse en la cultura, generando con ello cambios en la historia y la
cultura.
“De modo que cuando os pido que ganéis dinero y tengáis una habitación propia os pido que viváis en
presencia de la realidad, que llevéis una vida, al parecer estimulante, os sea o no os sea posible
comunicarla” (Woolf 79)
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Según la teoría del sociólogo francés Pierre Bourdieu, la mujer inmersa en una sociedad dominada por el
hombre, está en el espacio público para representarlo. Lo anterior indica, que las labores de las mujeres en
los espacios públicos se dirigen a ser la imagen de éste. De ahí que sean las mujeres las que ocupen los
cargos de secretaría, recepcionista, azafata, entre otros.
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La familia nuclear alude a la familia constituida por dos padres (un hombre y una mujer) y los hijos
biológicos, en el que el padre es el soporte económico y la mujer la ama de casa. (Definición tomada del
libro Communicating Gender Diversity A Critical Approach)
CAÑÓN 122
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