Hoy lunes 10 va a tener lugar una reunión de la Comisión de Organización. En la misma vamos plantear que, una vez más, el ritmo y los métodos de implantación de los Kaizen rebasan los que consideramos aceptable. La Dirección se tiene que convencer de que, además de los formalismos de comunicación, hay un elemento que considerar esencialmente y este es la ergonomía. No entendemos cómo se puede invertir en una rampa para facilitar la colocación de elementos en el techo del coche y a renglón seguido, porque no se sabe dónde meter una pegatina de un segundo, empeorar ese puesto de trabajo. No entendemos cómo se puede separar una operación que se compartía con un premontaje, forzando a que el trabajador esté todo el tiempo trabajando con los brazos sobre la cabeza. Siguiendo con este último ejemplo, no se deben acometer los cambios sin tener resueltos los problemas ergonómicos que aparejan. El discurso de la dirección siempre es que la mejora continua no significa trabajar más, sino trabajar mejor; pero a fecha de hoy, la mejora continua solo puede ser identificada por la plantilla como una garantía de más exigencia en el puesto. Si antes hablábamos de la formalidad de la comunicación, lo que no ha de ser una formalidad es la implicación y los medios proporcionados al Departamento de Prevención para que lleve a cabo su tarea. No nos basta con que se cumplan con parámetros ergonómicamente admisibles, exigimos a la Dirección un acercamiento más ambicioso a esta cuestión, no solo desde el punto de vista del rendimiento. Estamos convencidos de que lo que planteamos no entra en conflicto con los criterios de productividad. Al margen de la consideración primordial que ha de tener la ergonomía, pensamos que cuando hay un cambio de modelo o de mezclas, puede tener sentido un trabajo sistemático de mejora del proceso; pero cuando el proceso, como es el caso, está ya maduro, unos objetivos no realistas de “mejora”, no pueden hacerse sin introducir en el sistema y en la plantilla una tensión desproporcionada.