UNIVERSIDAD AUSTRAL DE CHILE FACULTAD DE CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES ESCUELA DE DERECHO RECONOCIMIENTO DE DERECHOS HEREDITARIO PARA LOS MIEMBROS DE LAS UNIONES DE HECHO Sandy Muñoz Pérez MEMORIA PARA OPTAR AL GRADO DE LICENCIADO EN CIENCIAS JURÍDICAS Y SOCIALES PROFESOR PATROCINANTE: Susan Turner Saelzer VALDIVIA – CHILE 2012 0 Índice RESUMEN.......................................................................................................................................... 2 INTRODUCCIÓN .............................................................................................................................. 3 CAPÍTULO I: DERECHO SUCESORIO Y MATRIMONIO EN CHILE ........................................ 5 1. Fundamentos del Derecho Sucesorio. ......................................................................................... 5 2. Principios del Derecho Sucesorio. ............................................................................................... 5 a. Principio de continuación del causante por sus herederos. ...................................................... 6 b. Principio de la protección de la familia. .................................................................................. 7 3. Tipos de sucesiones. .................................................................................................................... 9 a. Sucesión intestada. .................................................................................................................. 9 b. Sucesión testada. ................................................................................................................... 10 4. Derechos hereditarios que se le reconocen al cónyuge sobreviviente. ...................................... 10 CAPÍTULO II: DERECHO SUCESORIO Y UNIONES DE HECHO EN CHILE ......................... 12 1. Protección constitucional de la familia extramatrimonial y sus consecuencias. ....................... 12 2. Proyectos de ley que regulan derechos hereditarios para los miembros de uniones de hecho. . 15 a. Pacto de Unión Civil. ............................................................................................................ 16 b. Acuerdo de Vida en Común. ................................................................................................. 17 c. Acuerdo de Vida en Pareja. .................................................................................................. 18 CAPÍTULO III: PROPUESTAS DE REGULACIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS ENTRE CONVIVIENTES ............................................................................................................................. 21 1. La experiencia comparada. ........................................................................................................ 21 a. ESPAÑA. .............................................................................................................................. 21 b. URUGUAY. .......................................................................................................................... 22 2. Propuestas doctrinarias en Chile. .............................................................................................. 23 a. Aplicación analogía legis. ..................................................................................................... 23 b. Modificación de normas del Derecho Sucesorio. .................................................................. 32 CONCLUSIONES: ........................................................................................................................... 35 BIBLIOGRAFÍA............................................................................................................................... 36 1 RESUMEN Las uniones de hecho son una realidad consolidada en la mayor parte del mundo, y a medida que avanzan los años más son las personas que, por diversos motivos, eligen esta forma de vida para constituir una familia. De ahí que la regulación de las mismas es impostergable, debido a los diversos conflictos que ellas presentan, entre ellos los derivados de la disolución de la unión concubinaria por muerte de uno de los miembros, ya que el conviviente sobreviviente en la legislación nacional carece de derechos hereditarios. Este trabajo intenta explorar diversas posibilidades para otorgarle derechos hereditarios a los miembros de uniones de hecho: posibilidad de aplicar analógicamente las normas que establecen derechos sucesorios para los cónyuges a los convivientes mientras una regulación íntegra de las mismas no se dicte, así como también la de hacer una modificación de la normativa sucesoral para ampliar el margen de libertad que tienen las personas para testar, aprovechando esto a los miembros de uniones de hecho. 2 INTRODUCCIÓN Las uniones de hecho constituyen un fenómeno antiguo. Ya en el Derecho Romano clásico las relaciones exrtaconyugales eran conocidas con el nombre de concubinato, el que se concebía como una unión autorizada, aunque ilegítima de un hombre y una mujer. La mayoría de las uniones concubinarias se producían por la desigualdad social, ya que las leyes romanas impedían la celebración del matrimonio entre determinadas personas del pueblo romano1. Hoy en día dichas uniones constituyen una realidad aceptada en distintos países del mundo2 y la normativa nacional no se encuentra ajena a esto, otorgándole ciertos efectos jurídicos a propósito de regulaciones específicas, lo que provoca, a su vez, que muchos aspectos de las parejas de hecho queden sin regular, como es el caso de su situación hereditaria. Esto porque los convivientes no son considerados como herederos según la normativa sucesoria vigente en nuestro país. Es cierto que los conflictos derivados de su situación hereditaria pueden salvarse acudiendo a las vías establecidas en el régimen patrimonial creado por la jurisprudencia nacional, comunidad o sociedad de hecho según corresponda, sin embargo, para llegar a esto hay que poner en ejecución el aparato jurisdiccional, lo que implica ir un paso más allá que no se daría si la situación hereditaria de los convivientes estuviera resuelta. Esta cuestión no resulta tan disparatada si tomamos en consideración que algunos países ya han regulado este aspecto tan relevante de las parejas de hecho3 por considerar que matrimonio y uniones de hecho se sustentan en la misma comunidad de vida basada en lazos afectivos. Por consiguiente, el estudio de este trabajo comienza analizando los fundamentos del Derecho Sucesorio para saber si el otorgamiento de derechos hereditarios a los miembros de uniones de hecho se encuentra justificado. Asimismo, se examinan parte de los principios del Derecho Sucesorio que podrían verse afectados en caso de una eventual legislación sobre la materia, revisando luego las clases de sucesiones que el Código Civil reconoce para distinguir quienes son las personas que ostentan la calidad de herederos y a su vez, evidenciar como se distribuye la herencia entre aquéllos. Todo esto para comprender qué derechos le correspondería al conviviente supérstite en el reparto hereditario en el caso de considerársele como heredero. Asimismo, se estudiará el concepto que la Constitución otorga de la familia para entender si la regulación de las uniones de hecho tendría cabida en nuestro ordenamiento, pasando por el examen de los distintos proyectos de ley que se han presentado al Parlamento sobre este tema. 1 Cfr. Mesa, M., Las uniones de hecho. Análisis de las Relaciones Económicas y sus efectos., Editorial Aranzadi, Elcano, Navarra (2000), p. 19. 2 A modo de ejemplo: en la mayoría de las comunidades autonómicas de España, en Francia con la Ley N° 99-944 de 15 de noviembre de 1999 relativa al Pacto Civil de Solidaridad, en Suecia con la Ley sobre el Hogar Común de los Cohabitantes de 1 de enero de 1988, por nombrar algunos. 3 Caso español por ejemplo. 3 Además se analizará la regulación de las uniones de hecho en el Derecho comparado, concretamente el caso de España y Uruguay. Y, finalmente se hará mención a las propuestas doctrinarias que se han dado sobre la situación hereditaria de las parejas de hecho. 4 CAPÍTULO I: DERECHO SUCESORIO Y MATRIMONIO EN CHILE 1. Fundamentos del Derecho Sucesorio. En las sociedades primitivas el derecho sucesorio no existía ni tampoco era necesario puesto que la propiedad era comunitaria o familiar no siendo obligatorio regular la situación de los bienes una vez que hubiese fallecido el causante, pues los bienes no le pertenecían al individuo sino a toda la comunidad. De este modo, luego del fallecimiento no se producía ninguna transferencia de dominio, sino una especie de acrecimiento en beneficio de la colectividad. Asimismo, el Derecho Sucesorio estaba estrechamente vinculado a las creencias religiosas. Así, en Grecia y Roma el derecho de propiedad estaba dado solamente para la realización del culto hereditario y debido a que la muerte de una persona no podía limitar ese culto, la propiedad debía continuar después de la muerte. Así, en la tradición romana la herencia no tenía como fin transmitir el patrimonio sino los poderes que constituían la soberanía sobre la familia4. El derecho sucesorio aparece más tarde, con el establecimiento de la civilización y la llegada de la propiedad privada, pues sólo ahí el fallecimiento del titular provoca la vacancia de sus bienes lo que hace necesario regular el destino posterior de los mismos5. De este modo, se considera al Derecho Sucesorio como una extensión de la propiedad privada más allá de la vida. 2. Principios del Derecho Sucesorio. El Derecho Sucesorio requiere de ciertos principios para poder ser reglamentado, los que ayudarán a definir qué intereses va a defender concretamente dicho sistema, si tenderá a favorecer el individualismo del autor o a la familia y en este último caso, qué miembros en particular. Por consiguiente, el legislador deberá definir en forma previa si los sucesores van a continuar legalmente la persona del fallecido, de modo que no haya interrupción en la vida patrimonial o si únicamente sucederán en los bienes del causante y los recibirán como nuevos elementos de su propio patrimonio, sin que haya ninguna relación entre el difunto y los sucesores. Así también, tendrá que indicar si el sistema sucesoral va a ser el mismo para todo tipo de bienes o si las normas deberán adaptarse a las peculiaridades que presente cada clase de ellos. Además de establecer si habrá igualdad entre los distintos sucesores 4 Cfr. Domíguez Benavente, R., Domínguez Águila, R., Derecho Sucesorio Tomo I, Editorial Jurídica de Chile, Santiago (2011), pp. 19-20 5 Cfr. Olavarría, O., Elementos del Derecho Sucesorio, Editorial Lexis Nexis, Santiago (2004), p. 9 5 llamados a recibir la herencia o si habrá clases de sucesores que gozarán de un régimen preferencial respecto de otros. De acuerdo a lo anterior, existen cuatro principios que dan forma a nuestro Derecho Sucesorio y son: el principio de continuación del causante por sus herederos, el principio de protección de la familia, el principio de la unidad del patrimonio y el principio de igualdad. No obstante, debido al tema abordado por este trabajo sólo se hará referencia a los dos primeros. a. Principio de continuación del causante por sus herederos. En el Derecho Sucesorio chileno el heredero tiene la particularidad de ser el continuador de la personalidad jurídica del fallecido. Así, según lo prescrito por el Art. 1097 del Código Civil (en adelante CC) el heredero representa a la persona del causante y le sucede en todos sus derechos y obligaciones transmisibles, sin embargo, el término representante no debe entenderse en su sentido técnico, es decir, como una persona que actúa en lugar y a nombre de otro, pues en este caso el heredero sucede más bien en la personalidad jurídica del causante que en sus bienes. En otras palabras, los bienes llegan al sucesor producto de que es el continuador en la personalidad jurídica del causante. Esto explica a su vez que el heredero tenga una responsabilidad personal e ilimitada por las obligaciones hereditarias y testamentarias del causante, salvo que el heredero haya aceptado la herencia con beneficio de inventario6. El Derecho Romano primitivo, como fue mencionado anteriormente, entendía la herencia como un complejo de poderes que constituía la soberanía sobre la familia concebida como organismo político, no tanto como la finalidad de transmitir el patrimonio. Así, la herencia comprendía el patrimonio debido a que el heredero era el jefe que el causante dejaba en su lugar ante la familia. Entonces, si se traspasaba la soberanía familiar también se traspasaban las obligaciones y créditos, siendo el hijo el continuador natural y obligado del culto familiar, a quien le concernía la sucesión incluso con sus cargas y deudas. De acuerdo a lo anterior, la institución de heredero no era a quien se le dejaba todo o una cuota de la herencia, sino a quien se le otorgaba el título de heredero7. Si tomamos en consideración el origen romano del concepto de herencia y lo llevamos a la actualidad podremos decir que en el caso de las parejas de hecho, así como en los matrimonios, también se traspasaría la soberanía sobre la familia, como organismo político, en caso de muerte de alguno de los convivientes, ya que el hogar y concretamente, los hijos 6 El heredero es obligado al pago de todas las deudas del causante, ya sean hereditarias como testamentarias y no sólo con los bienes que percibe (cum viribus), sino (ultra vires hereditatis) más allá de las fuerzas de la herencia, con su propio patrimonio. Cfr. Domínguez Benavente, R., y Domínguez Águila, R.,Ob cit, p. 46 7 Cfr. Domínguez Benavente, R., “El principio de la continuidad de la persona del difunto por el heredero en el Còdigo Civil y la tendencia actual de la legislación”, en Revista de Derecho Universidad de Concepción, N° 101, Julio – Septiembre, 1957, p. 607. 6 comunes quedarían al cuidado del padre sobreviviente cuando se tratare de hijos menores. En este sentido, sería el conviviente sobreviviente, al igual que el cónyuge viudo, quien continuaría la personalidad jurídica de su pareja junto con los hijos comunes, los cuales podrían hacer efectivo dicho principio sucesorio cuando alcanzaran la mayoría de edad. Así, es posible notar que en ningún caso se afecta el principio tratado con la existencia de una familia de hecho, es más, se demuestra el cumplimiento de la misma finalidad, por lo tanto, por lo tanto, no hay motivos para no otorgarle los derechos hereditarios establecidos actualmente para los cónyuges. b. Principio de la protección de la familia. El sistema sucesoral se encuentra muy ligado al concepto que el legislador tiene de la familia, así, la herencia está basada mayormente en la defensa de la familia asegurando que el patrimonio con el que cuenta permanecerá dentro de ella aún más allá de la vida de alguno de los integrantes de ella. Antiguamente, la única familia que el Código protegía legalmente era la familia legítima, que era aquella que provenía de un matrimonio, así pues, toda filiación que no procedía de un matrimonio no originaba una familia propiamente tal, sino más bien relaciones entre el que reconoce y el hijo reconocido. En este sentido, quienes estaban autorizados para suceder eran los descendientes, los ascendientes y los colaterales, ellos eran los parientes considerados legítimos, en tanto, la llamada familia “natural” solamente existía en forma oculta y desorganizada. Por otro lado, si bien se reconoce la libertad para disponer por testamento, esto no debe perjudicar a la familia del causante, así, la organización del sistema sucesoral hace que la herencia vaya primero a los parientes cercanos del fallecido, sucediendo primero los descendientes, luego los ascendientes y por último los colaterales. Sin embargo, en la concepción del Código de 1855 aquellos parientes debían ser los legítimos, lo que suponía la existencia de relaciones de parentesco que iban más allá de la relación de padre e hijo, que únicamente era reconocida por el legislador para la familia legítima, o sea aquella basada en el matrimonio. Asimismo, nuestro sistema sucesoral está estructurado sobre la base de la voluntad presunta del causante y la supremacía del interés familiar por sobre el interés individual, lo que se protege con la existencia de asignaciones que se le imponen al causante8. El principio tratado se manifiesta en ciertas instituciones, siendo las más importantes las siguientes: 8 Las asignaciones forzosas son: Derecho de alimentos, Legítimas y Cuarta de Mejoras. 7 i. La determinación de los sucesores. En primer lugar, suceden a una persona aquellos que el causante haya designado en su testamento. Si no hay testamento, suceden los designados por la ley. Según el Art. 983 del CC los llamados a la sucesión intestada son los descendientes del difunto, sus ascendientes, el cónyuge sobreviviente, los colaterales, el adoptado, en su caso, y el Fisco. En el Código de 1855 se protegía a la familia legítima, lo que se notaba cuando concurrían parientes legítimos con naturales, protegiendo siempre a los primeros. Así, la creación de los órdenes sucesorales definía la insigne protección que se le daba a la familia legítima. Hoy en día esa situación ha variado, ya que con la Ley N° 19.585 se estableció la igualdad entre todos los hijos sin importar si su filiación es matrimonial o no. ii. La determinación de las cuotas en que se divide la herencia. En la concepción original lo más importante de la fortuna del causante debía corresponder a la familia legítima, por lo cual, si concurrían parientes naturales con legítimos, estos últimos siempre llevaban una porción superior a la de los primeros. Esta situación desapareció con la mencionada Ley 19.585 sobre la igualdad de filiaciones. iii. Las limitaciones de la libertad de disposición. La libertad de disposición por testamento se encuentra limitada debido a la institución de las asignaciones forzosas, que, en principio, se inclinan a la protección de la familia. Igualmente, se encuentra limitada respecto a las causales de desheredación (Arts. 1207 y ss. del CC) en pos de la protección de la familia. De esta forma, el causante sólo puede despojar a un legitimario de todo o parte de su legítima por ciertas causales, no pudiendo intervenir su voluntad en forma ilimitada. En este caso, la posibilidad de otorgarle a los miembros de uniones de hecho los derechos hereditarios establecidos para los cónyuges no es una cuestión que afecte el principio en comento, lo que se ve demostrado con la eliminación de la “familia legítima”, lo que termina a su vez, con la división que antiguamente se hacía de las familias: legítima y natural, lo que era una clara discriminación a la hora de otorgar derechos hereditarios. Actualmente en nuestra sociedad no se reconoce una única familia, sino muchas y muy variadas, cuestión que el legislador notó y que se vio en la necesidad arreglar. Sin embargo, a pesar de haberse avanzado en la eliminación de la discriminación en razón de la familia a la que se pertenecía, la situación no se arregló completamente, prueba de ello son los conflictos derivados de las uniones de hecho, en este caso los relativos a su situación hereditaria. En este sentido, relevante es lo relacionado con la extensión de la familia en el Derecho Sucesorio, pues, si bien la familia es una agrupación social que está presente en el Código, 8 no está tratada en forma particular. Lo que el Código regula es la relación que hay entre padres e hijos, entre cónyuges y también algunos deberes para con los ascendientes. Así, en materia sucesoral, debido a que la sucesión intestada está basada en los afectos presuntos del causante, el círculo familiar está circunscrito a los descendientes, ascendientes y a los colaterales hasta el sexto grado, siempre y cuando sean por consanguinidad (Art. 992 inc. 1° del CC). De esta forma, para efectos sucesorales cualquier otro pariente queda excluido de la idea de familia. Limitada de esa manera la noción de familia, queda un tanto descontextualizada hoy en día producto del surgimiento de nuevas “familias” que también reclaman protección del Derecho, entre ellas las uniones de hecho. Por último, cabe destacar que a pesar de que la reforma de la Ley N° 19.585 suprimió el principio de la protección de la familia legítima, como una especie de compensación la ley mejoró los derechos del cónyuge sobreviviente, así que se podría decir que dicho principio permanece vivo en gran parte9. 3. Tipos de sucesiones. a. Sucesión intestada. Se define como aquella que regula el legislador, en otras palabras, es la ley la que dispone la forma en que se sucede en los bienes de una persona. Esta sucesión se tiene su fundamento práctico en la necesidad de regular el destino del patrimonio de una persona luego de su muerte, cuando no ha dejado testamento alguno. Mientras que el fundamento filosófico se encontraría en que este tipo de sucesión está basada en la voluntad presunta del difunto, la cual se ve como el posible testamento del causante, pues la ley presume lo que hubiera querido el causante. En cuanto a las personas llamadas a suceder en la sucesión intestada, según el Art. 983 del CC “Son llamados a la sucesión intestada los descendientes del difunto, sus ascendientes, el cónyuge sobreviviente, sus colaterales, el adoptado en su caso, y el Fisco”. Se llama al Fisco a falta de otros sucesores y lleva toda la masa hereditaria ya que no concurre con nadie. Los órdenes de Sucesión, en tanto, son el modo en que la ley regula cómo concurren y son excluidos los herederos en la sucesión intestada. Se les define como un grupo de parientes 9 Cfr. Domínguez Benavente, R., y Domínguez Águila, R., Ob cit, pp.121-127. 9 que excluye a otro conjunto de parientes de la sucesión, pero al mismo tiempo, puede ser excluido por otro conjunto de parientes. El primer orden de sucesión intestada es el “orden de los hijos”, compuesto por los hijos y por el cónyuge sobreviviente. En el segundo orden, llamado “orden del cónyuge y los ascendientes” concurren los ascendientes de grado más próximos y el cónyuge sobreviviente. En el tercer orden, es decir, el “orden de los hermanos”, si no hay descendientes, ni ascendientes ni cónyuge sobreviviente, suceden en toda la herencia los hermanos. En el cuarto orden llamado “orden de los colaterales” tienen derecho a suceder los demás colaterales de grado más próximo, hasta el sexto grado inclusive si no hay descendientes, ni ascendientes, ni cónyuge sobreviviente ni hermanos. Por último se encuentra el “orden del Fisco” se llega a este orden cuando no existen otros herederos abintestato quedando la herencia vacante. b. Sucesión testada. Según el Art. 999 del CC se define como “un acto más o menos solemne, en que una persona dispone del todo o de una parte de sus bienes para que tenga pleno efecto después de sus días, conservando la facultad de revocar las disposiciones contenidas en él, mientras viva”. Nuestra legislación establece limitaciones a la libertad que tienen las personas para testar, teniendo éstas que respetar ciertas asignaciones forzosas que impiden la plena autonomía para ejecutar este tipo de actos, como son los alimentos, las legítimas y la cuarta de mejoras. 4. Derechos hereditarios que se le reconocen al cónyuge sobreviviente. Como antes se mencionó, el cónyuge tiene la calidad de heredero y como tal la ley le otorga los derechos sucesorios considerados para los herederos, sin embargo, por tener la calidad de cónyuge se le reconocen, además, otros derechos hereditarios haciendo que reciban un trato especial por parte del legislador. A continuación se hará referencia a dichos derechos. Luego de la entrada en vigencia de la Ley N° 19.585 se elimina la porción conyugal y se le reconoce al cónyuge sobreviviente la calidad de legitimario, llevando en la herencia una porción que obedece a la existencia de descendientes y del número de éstos, tomando en cuenta que en ningún caso la porción que le corresponde al cónyuge podrá bajar de la cuarta parte de la herencia, o de la cuarta parte de la mitad legitimaria en su caso Asimismo, el cónyuge sobreviviente tiene derecho a que su cuota hereditaria se entere con preferencia por medio de la adjudicación en favor suyo de la propiedad del inmueble en que resida y que sea o haya sido la vivienda principal de la familia, así como también del mobiliario que la guarnece (Art. 1337 N° 10 del CC). Si el valor total de esos bienes excede 10 la cuota hereditaria del cónyuge, éste podría pedir que sobre las cosas que no se le han adjudicado en propiedad se constituya en su favor derechos de habitación y de uso con carácter de gratuitos y vitalicios. Cabe adicionar, que en este último caso se trata de derecho optativo y renunciable, por lo cual el cónyuge puede preferir que su cuota hereditaria sea enterada en dinero o en otros bienes10. 10 Olavarría, O., Ob cit, pp. 254-259. 11 CAPÍTULO II: DERECHO SUCESORIO Y UNIONES DE HECHO EN CHILE 1. Protección constitucional de la familia extramatrimonial y sus consecuencias. El término “familia” no puede ser definido en forma precisa, pues se trata de una palabra que puede tener distintos significados dependiendo del contexto en que se utilice, así, no representará lo mismo, a modo de ejemplo, si quien la emplea es un antropólogo, historiador o un jurista. En el contexto jurídico el concepto de familia ha sido largamente discutido por la doctrina nacional, debido a que en nuestro sistema jurídico, si bien se hace mención a la familia, no hay una definición de ésta. Por tanto, ha sido la doctrina quien se ha ocupado de llenar ese vacío dando diversas interpretaciones al mencionado término. No obstante, el significado que más se adecua al concepto de familia, según el objeto de este trabajo, es el que le otorga Hernán Corral11, el cual está basado en tres fines propios de la familia: uno natural, es decir, unión de hombre y mujer, procreación y conservación de la especie; otro moralespiritual, o sea, lazos de afecto, solidaridad, cuidado y educación de la prole; y por último uno económico, consistente en alimento y techo. En virtud de estos fines, se puede definir a la “familia” como “aquella comunidad que, iniciada o basada en la unión permanente de un hombre y una mujer destinada a la realización de los actos humanos, propios de la generación, está integrada por personas que conviven bajo la autoridad directiva o las atribuciones de poder concedidas a una o más de ellas, adjuntan sus esfuerzos para lograr el sustento propio y desarrollo económico del grupo, y se hallan unidas por un afecto natural derivado de la relación de pareja o del parentesco, el que las induce a ayudarse y auxiliarse mutuamente”12. La búsqueda de una definición de familia es relevante, ya que de esa forma se podrá entender qué tipos de uniones deben ser consideradas “familia” según lo señalado por nuestra Carta Fundamental, pues según el Art. 1 inciso 2° de la Constitución Política de la República, la familia es el núcleo fundamental de la sociedad y según el inciso final de ese mismo artículo, el Estado debe protegerla y propender a su fortalecimiento. De este modo, es posible diferenciar dos grandes corrientes doctrinarias que han intentado determinar el verdadero sentido y alcance que tendría el concepto de familia señalado en nuestra Constitución, intentado dilucidar si dicho concepto se refiere únicamente a la familia matrimonial o también comprendería a la familia no matrimonial. Una parte de la doctrina, encabezada por Hernán Corral Talciani, señala que el concepto constitucional de familia se refiere, a falta de declaración expresa o en las actas, a la familia 11 Cfr. Carrasco Barraza, A. “A la sombra de la Torre de Babel. A propósito de recientes reflexiones jurídicas sobre la familia”, en Revista Chilena de Derecho, Vol. 21 N°2, p. 372 (1994). 12 Idem. 12 basada en el matrimonio. Y en cuanto a los otros tipos de convivencia, si bien podrían ser más o menos admisibles jurídicamente, el núcleo fundamental de la sociedad señalado por la Constitución es la familia fundada en la unión personal de los cónyuges. La idea anterior la basa en que la Constitución no especificó que aludía, en ese entonces, a la familia legítima (hoy matrimonial), ya que le pareció algo obvio que no necesitaba ningún tipo de explicación. El constituyente se quiso referir al modelo clásico y tradicional de familia, que es el de la familia legítima o matrimonial. Además, el silencio de la Comisión Constituyente se debió al hecho de que se trataba de una realidad obvia que se daba por supuesta, igualmente ninguno de los textos internacionales habla de familia como una realidad abierta y de carácter descriptivo, sino que coinciden con la Carta Fundamental en que la familia es una institución fundamental basada en la misma naturaleza humana y estrechamente relacionada con el derecho a contraer matrimonio. Finalmente señala que es absurdo que el Estado tenga el deber de proteger y además propender al fortalecimiento de las uniones de hecho13. Otra parte de la doctrina, representada por el profesor Gonzalo Figueroa Yáñez, dice que la Constitución abarca tanto a la familia matrimonial como a la no matrimonial, argumentando que en virtud del Art. 20 del Código Civil (en adelante CC) las palabras de la ley se deben entender según su sentido natural y obvio, es decir, según el uso general que tengan esas palabras, salvo que el legislador expresamente las haya definido respecto de determinadas materias, pues en ese caso se les otorgará su significado legal. De esta regla solamente se excluyen, de acuerdo al Art. 21 del CC, las palabras técnicas de toda ciencia o arte. A pesar de que las normas anteriores sólo tienen rango legal, de igual modo se les utiliza para interpretar las normas constitucionales. Así, sería evidente que el constituyente al utilizar la palabra “familia” el día en que la Carta Fundamental fue sometida a plebiscito y al votarla asertivamente la ciudadanía, lo que ellos entendieron por “familia” fue lo que se entendía en ese momento por tal, en otras palabras, le dieron a ese concepto su sentido natural y obvio, en virtud del uso general que tenía en Chile esa palabra en el año 1980. Refuerza este argumento señalando que, indudablemente y conforme al sentido natural y obvio de la palabra “familia” una pareja que convivía en Chile en el año 1980 y que tenía descendencia configuraba una “familia natural”. Es más, el Art. 815 del CC establecía en ese entonces que la familia abarcaba la mujer y los hijos legítimos y naturales, ya fuese los que existían al momento de la constitución del derecho de uso y habitación, como los que sobrevinieran después, aún cuando el usuario o habitador no estuviere casado, ni tampoco hubiere reconocido a algún hijo a la fecha de la constitución. Entonces, si la familia comprende además los hijos naturales que sobrevienen después, lo cual no sería probable 13 Cfr. Corral Talciani, H., Familia y Derecho, Universidad de los Andes, Colección jurídica, Santiago (1994), pp. 29-30. 13 jurídicamente si los padres están casados, es evidente que la norma alude necesariamente a los hijos naturales de padres convivientes. Asimismo, la disposición permite explícitamente la posibilidad de que el usuario o habitador no esté casado14. Si bien el término “familia” consagrado en el Art. 815 del CC incluye a la familia matrimonial y la no matrimonial, no logra ser una definición de las mencionadas en el Art. 20 de dicho Código, ni aún cuando se estableciera que forma parte de esas definiciones el intérprete estaría autorizado para extenderla más allá de la materia legislada, que en este caso sería el derecho de uso y habitación. No obstante, la relevancia del Art. 815 del CC no se basa en que contenga una definición de “familia”, cosa que no es así, sino en que determina cuál es el sentido natural y obvio que se le debe otorgar a dicho concepto de “familia” establecido en el Art. 1 de la Constitución Política de la República y que fue el sentido que el constituyente tuvo en consideración al redactar la norma y al votarla la ciudadanía. El texto constitucional no hace distingo alguno entre familia matrimonial y no matrimonial, quedándole al intérprete prohibido hacer esto, por lo tanto nuestra Constitución estima que tanto la familia matrimonial como la no matrimonial constituyen el núcleo fundamental de la sociedad, siendo deber del estado protegerla y propender a su fortalecimiento15. Asimismo, el profesor Carlos Peña González16, indica que el inciso 2° del Art. 1 de la Carta Fundamental fue tomado de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la cual en su Art. 16 N° 3 señala que la Familia es el elemento natural y fundamental de la sociedad, teniendo derecho a recibir protección por parte de la propia sociedad y del Estado. Dice además, que esta norma debe ser comprendida en atención a los artículos 217 y 718 de la ya mencionada Declaración, los que prohíben toda forma de discriminación, inclusive aquella que se realiza en virtud del nacimiento. 14 La Ley 19. 585 modificó el Art. 815 del CC eliminando la referencia a los hijos naturales, no obstante con esto no decae el argumento del profesor Gonzalo Figueroa. Asimismo, eliminó la diferencia entre hijos legítimos e ilegítimos, hablándose ahora de hijos de filiación matrimonial e hijos de filiación no matrimonial. 15 Cfr. Figueroa Yañez, G., Persona, Pareja y Familia, Editorial Jurídica de Chile, Santiago (1995), pp. 7072. 16 Peña González, C., ¿Hay razones constitucionales fuertes en favor de un estatuto igualitario?, artículo que forma parte del Libro Homenaje al Profesor Fernando Fueyo, Instituciones Modernas del Derecho Civil, Edit. ConoSur, 1996, pp. 140-150, citado en Ramos Pazos, R., Derecho de Familia, Editorial jurídica de Chile, Santiago (1998), pp. 10-11. 17 Artículo 2 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía”. 18 Artículo 7 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos: “Todos son iguales ante la ley y tienen, sin distinción, derecho a igual protección de la ley. Todos tienen derecho a igual protección contra toda discriminación que infrinja esta Declaración y contra toda provocación a tal discriminación”. 14 Igualmente, señala que el Pacto de San José de Costa Rica en el Art 1719, referente a la protección de la familia, consagra la igualdad de todos los hijos, ya sea que hayan nacido fuera como dentro del matrimonio, lo que evidencia que esta norma no alude a la familia legítima (fundada en matrimonio), ya que el pacto mandata no discriminar entre los hijos nacidos dentro y fuera del matrimonio. La relevancia de intentar definir el concepto “familia” radica en que de ese modo se sabría a qué personas se refiere cuando se hace mención a dicha palabra, estableciéndose así los límites, puesto que cualquier interpretación que se le de, que no vulnere la Constitución y que aparezca bien fundamentada será válida. Quizás esta omisión fue querida por el Constituyente, ya que se trata de la vida en comunidad, la que va cambiando según avanza el tiempo, teniendo el concepto de familia, por tanto, adaptarse a los nuevos tiempos, lo cual no hubiese sido posible si el Constituyente le hubiese especificado su contenido. En efecto, sería algo complejo tener que estar reformando todo el tiempo la Constitución debido a que el término familia, en este caso, aparece descontextualizado. No obstante, la importancia de buscar un concepto de “familia” se debe a que precisamente han aparecido otros grupos de personas que igualmente demandan ser considerados familia, y por tanto, estar dentro de la protección que la propia Constitución garantiza, como las uniones de hecho, por ejemplo, las que cumplen con los requisitos de afectividad, permanencia en el tiempo y la mayoría de las veces con vínculos de filiación entre ellos, excluyendo sólo el contrato de matrimonio. Antiguamente era impensado que este tipo de parejas fuese considerado familia, tampoco lo eran las llamadas familias monoparentales 20 como las madres solteras, o un padre soltero, o una abuela y su nieto, entre otras, pero el avance del tiempo ha permitido que también, socialmente, sean considerados familias21, de modo que hoy en día es un poco extraño decirle a una madre soltera que ella y su hijo no son familia, pues de ser así ¿que serían? Se les estaría discriminando lo que nuestra Constitución prohíbe y también los distintos textos internacionales ratificados por Chile. 2. Proyectos de ley que regulan derechos hereditarios para los miembros de uniones de hecho. Desde el año 2003 se han presentado al Parlamento diversos proyectos de ley que han intentado regular las uniones de hecho, caracterizándose por cubrir parcialmente esta materia y casi siempre sobre la base de la celebración de un contrato civil. 19 Artículo 17 N° 5 del Pacto de San José de Costa Rica:” La ley debe reconocer iguales derechos tanto a los hijos nacidos fuera del matrimonio como a los nacidos dentro del mismo”. 20 Cfr. Belluscio, Augusto., Manual de Drerecho de Familia Tomo I, Editorial Astrea (2002) p. 17. 21 El proyecto de ley que regula un Acuerdo de Vida en Pareja enviado por el Presidente de la República, Don Sebastián Piñera, hace mención a los grupos que son considerados familia en nuestra sociedad, en donde aparecen las uniones de hecho, por lo cual con esta manifestación se evidencia, quizás sin quererlo, el sentido que el Gobierno le da al término “familia”, un sentido extensivo. 15 Todas estas iniciativas legales dan cuenta de que un sector significativo de legisladores ha advertido la falta de normas respecto de las uniones de hecho22. A continuación se hará referencia a los tres últimos proyectos de ley que han sido presentados al Parlamento y que a pesar de la necesidad de la materia que tratan, no tienen urgencia para ser vistos. Se trata, cronológicamente hablando, del Pacto de Unión Civil (2009), del Acuerdo de Vida en Común (2010) y del Acuerdo de Vida en Pareja (2011). a. Pacto de Unión Civil. Este proyecto fue elaborado por los profesores de Derecho Civil, Carlos Pizarro, de la Universidad Diego Portales y Mauricio Tapia, de la Universidad de Chile. Propone la existencia y regulación de un Pacto de Unión Civil, el que se define como "un contrato celebrado por dos personas naturales, de sexo diferente o del mismo sexo, para organizar su vida en común"23. De modo que esta definición reconoce tanto a las parejas de hecho heterosexuales como a las homosexuales, evitando toda discriminación arbitraria. En materia sucesoral, estipula que en caso de muerte de una de las partes del Pacto, el conviviente que sobrevive tiene los mismos derechos hereditarios que el cónyuge sobreviviente24, lo cual es tremendamente beneficioso ya que le otorga mayor protección a dicho conviviente, puesto que la posición del cónyuge viudo, en cuanto a derechos hereditarios, es bastante más beneficiosa que la de los demás herederos. A pesar de aquello esta iniciativa legislativa deja ciertos problemas sin resolver, en primer lugar, no soluciona la situación de los verdaderos convivientes de hecho, es decir, aquellas parejas que no celebran el Pacto, en segundo lugar, no se iguala a cabalidad la situación del conviviente a la del cónyuge, sino sólo a efectos de la sucesión intestada, ya que esa equiparación sucede sólo cuando muere uno de los convivientes contratantes, de tal forma que antes no se debe considerar cónyuge para ningún efecto legal, en consecuencia no será cónyuge para efectos testamentarios, es precisamente por esto que en la sucesión testamentaria no se produce la anterior equiparación25. 22 La abundancia sociológica de este fenómeno se pone en evidencia con las estadísticas, ya que “el cambio de mayor significación que se registra en el estado conyugal de las parejas, durante el período intercensal, corresponde al mayor peso relativo de los convivientes en el total de uniones, subiendo de 10% en 1992 a 16% en 2002. Este fenómeno se observa en distintos grupos de edad, pero con mucha mayor intensidad en la población joven”. Instituto Nacional de Estadísticas (INE): Mujeres Chilenas. Tendencias en la última década (censos 1992-2002), vol. II, p. 62, disponible en http://www.ine.cl/canales/chile_estadistico/estadisticas_sociales_culturales/mujeres/pdf/mujchilenasvol2.pdf 23 El Pacto de Unión Civil no tendría ninguna incidencia en el estado civil de los contratantes, ni tampoco en las reglas de filiación aplicables a los padres que celebren el acuerdo. Idea extraída de http://www.camara.cl/prensa/noticias_detalle.aspx?prmid=36504, consultada el sábado 13 de octubre de 2012 a las 18:30 hrs. 24 Art. 1972-40 del Pacto de Unión Civil. 25 Boletín nº 6735-07 del 27 de octubre de 2009, que establece un Pacto de Unión Civil. En un principio fue encargado como iniciativa del Gobierno, pero a falta de patrocinio formal del mismo, fue presentado finalmente como iniciativa legislativa en Octubre del año 2009. 16 Igualmente, este proyecto no toma en consideración al conviviente convencional como legitimario y posible asignatario de cuarta de mejoras. En este sentido, en muchos casos ocurriría la absurda situación de que si un concubino deseara favorecer a su contraparte para el momento de su muerte, la mejor opción que tiene es no hacer es nada. En efecto, si quisiera testar y tiene hijos estará obligado a dejarles a éstos la mitad legitimaria y la cuarta de mejoras, quedando sólo una cuarta parte de la herencia con la que podría favorecer a su conviviente. Por el contrario, si muere sin dejar testamento, al conviviente que sobrevive le corresponderá el doble de lo que le corresponda a cada hijo, además de la adjudicación preferente que le otorga la regla décima del Art. 1337 del CC26. b. Acuerdo de Vida en Común. Este proyecto fue elaborado por el senador Andrés Allamand. Plantea la regulación de las uniones de hecho en virtud de la celebración de un Acuerdo de Vida en Común, el que se define como “un contrato celebrado por dos personas naturales, mayores de edad, para regular sus relaciones de convivencia en un hogar común, con voluntad de permanencia y de ayuda mutua”. Se hace aplicable tanto a personas heterosexuales como a homosexuales. En materia sucesoria, el conviviente que sobrevive concurrirá con los hijos del difunto en la sucesión intestada del contratante fallecido y le corresponderá una porción equivalente a lo que por legítima rigurosa o efectiva le corresponda a cada hijo. En el caso de que el difunto no haya dejado posteridad, el concubino sobreviviente concurrirá con sus ascendientes de grado más próximo y en ese caso, la herencia se dividirá en dos partes, una para el contratante sobreviviente y otra para los ascendientes. Si faltan éstos, el contratante sobreviviente llevará todos los bienes. Asimismo, las partes del acuerdo podrán asignarse por testamento toda o parte de la cuarta de mejoras27. Cabe advertir que los mencionados derechos sucesorios sólo tendrán efecto cuando el Acuerdo de Vida en Común celebrado con el difunto no hubiese expirado a la fecha de la delación de la herencia. Por otro parte, el contratante sobreviviente tendrá derecho, en la partición de la comunidad que exista entre los herederos del contratante fallecido, a que su cuota hereditaria se entere preferentemente a través de la adjudicación en su favor de la propiedad del inmueble en que residido con el difunto, junto con el mobiliario que lo guarnece, siempre y cuando éstos formen parte de la indivisión existente según el Acuerdo de Vida en Común, o del propio patrimonio del difunto28. En suma, el Acuerdo de Vida en Común haría presumir que las partes recíprocamente se conceden la cuarta parte de la herencia, que corresponde a la cuarta de libre disposición. 26 Cfr. Varas Braun, J., “Uniones de hecho y Derecho Sucesorio (Libertad de testar para solteros sin hijos)”, en Revista de Derecho Vol. XXIII –N°2- Diciembre 2010, pp. 16-17. 27 Art. 11 del Acuerdo de Vida en Común. 28 Boletín 7011-07 del 29 de junio de 2010, que establece un Acuerdo de Vida en Común. 17 Sin embargo, este acuerdo también trae consigo algunos inconvenientes. En primer lugar, no resolvería la situación de los convivientes de escasos recursos, que hoy en día constituyen una generalidad, ya que para ellos la cuarta parte de la herencia suele ser poco trascendental, esto en cuanto al fin buscado por la norma que es velar por la situación en que queda el conviviente más desfavorecido después de que se rompe la convivencia. En segundo lugar, la propuesta tampoco resuelve la verdadera situación de los convivientes de hecho, al igual que el Pacto de Unión Civil, puesto que sólo tendría aplicación para aquellas parejas que hubieren celebrado un Acuerdo de Vida en Común antes de la apertura de la sucesión. Y por último, no aclara la naturaleza de la presunción que intenta legislar, por un lado, resulta prudente creer que no se trate de una presunción de Derecho. Ahora, si se tratase de una presunción simplemente legal se crean dudas respecto de si esa presunción se derribaría únicamente con una disposición testamentaria en contrario o si se podría desvirtuar por cualquier otro medio de prueba29. c. Acuerdo de Vida en Pareja. Este proyecto es el producto de un mensaje enviado por el Presidente de la República, Sebastián Piñera. El Acuerdo de Vida en Común se define como un contrato celebrado entre dos personas, ya sean de igual o distinto sexo, con el propósito de regular los efectos jurídicos derivados de su vida afectiva en común. En el contexto sucesorio, esta propuesta establece derechos hereditarios para el conviviente sobreviviente en el caso de la sucesión intestada, así, si el Acuerdo de Vida en Pareja hubiese tenido un vigencia mínima de un año y termina debido a la muerte de una de las partes, el contratante que sobreviva recibirá una porción igual a lo que por legítima rigurosa o efectiva le corresponda al hijo o a cada hijo si fuesen más de uno. Si el causante no hubiere dejado descendencia, concurrirá el contratante sobreviviente con sus ascendientes de grado más próximo, dividiéndose la herencia en dos partes iguales, una para el contratante sobreviviente y otra para los ascendientes. En el caso de que falten estos últimos, el conviviente sobreviviente llevará todos los bienes, y a falta del contratante, los ascendientes30. En el caso de la sucesión testada, se incorpora al contratante sobreviviente como asignatario de la cuarta de mejoras, pudiendo el testador asignarle todo o parte de esa cuarta 31. Todo esto si el Acuerdo de Vida en Pareja hubiere tenido una vigencia mínima de un año y termina por la muerte de una de las partes32. No obstante, esta iniciativa presenta, al igual que los anteriores proyectos algunas complejidades. En primer lugar, en el caso de la sucesión intestada es discutible la 29 Cfr. Varas Braun, J., Ob cit, p. 16. Art. 9 del Acuerdo de Vida en Común. 31 Art. 10 del Acuerdo de Vida en Pareja. 32 Boletín 7873-07 del 17 de agosto de 2011, que establece un Acuerdo de Vida en Pareja. 30 18 exigencia del plazo mínimo de un año del Acuerdo de Vida en Común para que sea posible concurrir a dicha sucesión, pues, si bien esto es entendible desde el punto de vista de la intención de la norma, que no es más que evitar los abusos en torno a perjudicar a los herederos, es muy probable que muchas parejas que tal vez han convivido muchas décadas y sólo ahora tienen la opción de ampararse en esta regulación queden sin la posibilidad de concurrir a esta sucesión debido a que no cumplen con el requisito del plazo. En este sentido, resulta más apropiado haber permitido que respecto de parejas de hecho que pudiesen acreditar su convivencia por cinco años, por decir algo, previos a la eventual entrada en vigencia del proyecto pudiesen también concurrir a la sucesión intestada, a pesar de no cumplir con el plazo mínimo de vigencia del Acuerdo de Vida en Común. Por otro lado, la parte de la herencia que le correspondería al conviviente sobreviviente es inferior a la que le corresponde al cónyuge, por lo cual no mejora en demasía la situación de este último. En segundo lugar, en el caso de la sucesión testada, al exigirse también el plazo mínimo de vigencia de un año para poder ser asignatario de cuarta de mejoras se cae en el mismo inconveniente descrito para la sucesión intestada. Asimismo, al considerarse al conviviente sobreviviente únicamente como asignatario de cuarta de mejoras y no legitimario no se le da la suficiente sistematización que requieren las asignaciones forzosas33. Por otra parte, al igual que las anteriores iniciativas, ésta tampoco se hace cargo de las verdaderas parejas de hecho, pues sólo gozarán de estos derechos hereditarios aquellas parejas que hayan celebrado un Acuerdo de Vida en Común, con la diferencia de que este acuerdo exige un plazo mínimo de vigencia, siendo así más exigente. Las tres iniciativas presentadas anteriormente resultan insatisfactorias a la hora de legislar sobre los derechos hereditarios de los miembros de uniones de hecho, pues lo que le falta a algunos proyectos lo tienen otros y viceversa. En efecto, el Pacto de Unión Civil es beneficioso para la situación desmejorada en que queda el conviviente que sobrevive en el caso de la sucesión intestada, ya que le otorga a aquel los derechos hereditarios del cónyuge, pero resulta inadecuado en lo que respecta a la sucesión testada, debido a que para poder hacer esa equiparación se requiere la muerte de uno de los miembros de la unión de hecho no pudiendo, el concubino que sobrevive, ser considerarlo como cónyuge para efectos testamentarios. Igualmente, y este es un rasgo que comparte con el Acuerdo de Vida en Común, resulta bastante apropiado el derecho que le asistiría al conviviente sobreviviente en cuanto a enterar preferentemente su cuota hereditaria mediante la adquisición de la propiedad del inmueble que hubiese sido su residencia junto al fallecido, además de los bienes que lo guarnecen. Este derecho claramente favorece la situación del conviviente sobreviviente, 33 Idea extraída de http://bloglegal.bcn.cl/notas-criticas-sobre-el-proyecto-de-ley-que-crea-el-acuerdo-de-vidaen-pareja, consultada domingo 14 de octubre de 2012 a las 16:42 hrs. 19 porque en la mayoría de los casos el único bien que tienen las personas es su residencia, por lo tanto, lo único que dejan como herencia es dicho bien. De ahí que este derecho está más acorde con nuestra realidad. Es precisamente por esto, entre otras cosas, que se le otorgó al cónyuge sobreviviente el derecho de adjudicación preferente de la propiedad del inmueble que haya sido la vivienda principal de la familia34. Con esto, el legislador evidencia que el cónyuge sobreviviente muchas veces puede quedar en una situación económica desfavorable luego del fallecimiento de su pareja, pudiendo serle difícil comenzar de nuevo a rehacer su patrimonio, sin mencionar que es la persona que contribuyó al crecimiento y fortalecimiento del patrimonio familiar por sobre los hijos. Por tanto, por un criterio de justicia se justifica un tratamiento especial para el cónyuge supérstite. Sin embargo, en el Acuerdo de Vida en Común, si bien le otorga derechos hereditarios al conviviente sobreviviente tanto en la sucesión testada como en la intestada, en la primera sólo tendría derecho en la herencia a una porción correspondiente a lo que por legítima rigurosa o efectiva le corresponda a cada hijo, lo que es muy diferente de lo que ocurre con el cónyuge quien tiene derecho a recibir el doble de lo que a cada hijo corresponda y en ningún caso su cuota podrá bajar de la cuarta parte de la herencia, o de la cuarta parte de la mitad legitimaria en su caso. En cuanto a la sucesión testada, deja al conviviente sobreviviente como asignatario de mejoras, lo que es bueno si se considera que se puede mejorar aún más la situación del concubino sobreviviente, pero tomando en consideración el fundamento de las asignaciones forzosas tendría que habérsele considerado a su vez legitimario para poder lograr la sistematización de las mismas. Finalmente, el Acuerdo de Vida en Pareja reitera lo descrito para el Acuerdo de Vida en Común en cuanto a la sucesión intestada y a la testada, con la diferencia de que establece un plazo mínimo de vigencia del contrato para poder gozar de los derechos hereditarios que confiere, de modo que presenta los mismos inconvenientes y beneficios que el Acuerdo de Vida en Común. Sin embargo, además de esa excepción, en este acuerdo no hay posibilidad de que la cuota del conviviente sobreviviente se entere con preferencia adjudicándole la propiedad del inmueble en que haya residido con el difunto. Cabe agregar que ninguno de estos proyectos se hace cargo de las verdaderas uniones de hecho, pues en todos los casos hay que celebrar un contrato por lo que ese problema queda sin resolver. Es por todo lo anteriormente señalado que ninguna de las propuestas resulta apropiada, en solitario, para regular los derechos hereditarios de los convivientes. 34 Reforma introducida al Código Civil por la ley N° 19.585. 20 CAPÍTULO III: PROPUESTAS DE REGULACIÓN DE DERECHOS HEREDITARIOS ENTRE CONVIVIENTES 1. La experiencia comparada. a. ESPAÑA. En España el legislador estatal no regula expresamente las uniones de hecho, no obstante, sí se refiere a ellas en distintas leyes dispersas. Muy por el contrario de lo que ocurre con las comunidades autónomas, las que si se han hecho cargo de la materia de modo específico. Si bien, la mayoría de las comunidades autónomas cuenta con leyes reguladoras de las parejas de hecho, sólo algunas de ellas hacen mención a los derechos sucesorios del conviviente supérstite, como es el caso de Cataluña, Navarra, Aragón, Andalucía, Galicia, y País Vasco. Estas dos últimas comunidades son particularmente relevantes, pues equiparan la situación del conviviente supérstite a la del cónyuge viudo. A continuación se hará un breve repaso de la normativa anteriormente señalada. Cataluña. Ley de uniones estables de pareja (Ley 10/98 de 15 de julio). Esta ley se estructura en dos capítulos, uno dedicado a las uniones estables heterosexuales y otro a las uniones estables homosexuales. Bajo esta ley la unión de de hecho se puede extinguir por distintas casusas, entre ellas por la defunción de uno de los miembros, y en ese caso se le otorgará al conviviente supérstite, siempre que conste el hecho de la convivencia, la propiedad de las prendas, del mobiliario y de los utensilios que constituyan el ajuar de la vivienda común. No obstante, no se le otorga la propiedad de las joyas u objetos artísticos, u otros de valor extraordinario según el nivel de la pareja35. Asimismo, tiene derecho a residir en la vivienda común durante el año siguiente a la muerte de su conviviente, junto a la facultad de tomar posesión de ella y ser alimentado con cargo al patrimonio del premuerto36. Navarra. Ley Foral Navarra para la igualdad jurídica de las parejas estables (Ley 6/2000 de 3 de julio). Esta ley se encuentra dividida en tres capítulos, siendo el tercero el referente al régimen sucesorio. Allí se señala que, al igual que el cónyuge viudo, el conviviente supérstite tiene el usufructo de fidelidad sobre todos los bienes y derechos que le pertenecían al fallecido al momento de su defunción37. 35 Art. 18.1 Ley de uniones estables de pareja. Ibid. Art. 18.2. 37 Art. 11 Ley Foral para la igualdad jurídica de las parejas estables en relación a la Ley 253. 36 21 Aragón. Ley relativa a parejas estables no casadas (Ley 6/99 de 26 de marzo). Esta ley comprende tanto la convivencia heterosexual como la homosexual y cada una tiene consecuencias distintas. En caso de fallecimiento de uno de los convivientes, el supérstite tiene derecho al mobiliario, útiles e instrumentos que constituyan el ajuar de la vivienda habitual, excluyendo únicamente a las joyas u objetos artísticos que tengan un valor extraordinario o bienes que sean de procedencia familiar38. Además puede residir gratuitamente en la vivienda habitual por el plazo de un año39. Andalucía. Ley de parejas de hecho (Ley 5/2002 de 16 de diciembre). Se compone de cuatro capítulos, siendo el tercero el que establece derechos en caso de fallecimiento de uno de los convivientes. Así, se dispone que el conviviente sobreviviente tiene derecho a residir en la vivienda habitual durante un año40. Galicia. Ley de derecho civil de Galicia (Ley 2/2006 de 14 de junio). Esta ley cuenta con siete capítulos, estableciendo en el último de ellos la equiparación de las uniones de hecho a los matrimonios, aplicándoseles, por tanto, los derechos y obligaciones reconocidas a los cónyuges41. Entre los cuales se encuentra la facultad de los convivientes de pactar en escritura pública o disponer en testamento la atribución unilateral o recíproca del usufructo sobre toda o parte de la herencia42. A su vez, le corresponde, en concepto de legítima el usufructo vitalicio de una cuarta parte del haber hereditario43. País Vasco. Ley reguladora de las parejas de hecho (Ley 2/2003 de 7 de mayo). La presente ley equipara las parejas de hecho a las casadas, por cuanto, cuando muera uno de los miembros de la pareja de hecho, el supérstite podrá conservar en usufructo todos los bienes comunes. Asimismo, podrán disponer conjuntamente sus bienes en un solo instrumento. Por último, podrán nombrarse recíprocamente comisario en el testamento o pacto sucesorio44. b. URUGUAY. En el año 2008 entró en vigor la Ley N° 18.246 que regula la unión concubinaria. Dicha normativa está dividida en siete capítulos, estableciéndose en el tercer capítulo derechos sucesorios para los convivientes. En este sentido, se señala que en caso de que el concubinato se disuelva por fallecimiento de uno de los integrantes, el concubino sobreviviente tendrá derecho, junto con los ascendientes del fallecido, a una parte en la 38 Ibid. Art. 9 inciso 1°. Ibid. Art. 9 inciso 2°. 40 Art. 13 inciso 2° Ley de parejas de hecho. 41 Disposición adicional tercera de la Ley de derecho civil de Galicia. 42 Ibid. Art. 228. 43 Ibid. Art. 253. 44 Art. 9 Ley reguladora de las parejas de hecho. 39 22 herencia en caso de que no haya descendientes, que son los primeros herederos llamados por la ley45. Si sólo hay conviviente éste llevará toda la herencia, lo mismo ocurre si sólo hay ascendientes. En el caso de que el concubino sea una persona mayor de sesenta años de edad carente de medios propios suficientes para asegurar su vivienda y además, ha vivido en relación de convivencia durante los últimos diez años de manera ininterrumpida tendrá el derecho real de uso y habitación en forma vitalicia y gratuita sobre el inmueble que haya estado destinado a vivienda y que hubiese constituido el hogar de la pareja de hecho, siempre que dicho bien fuese propio del causante o común de la unión concubinaria. Todo esto, si pagadas las deudas de la sucesión quedase en el patrimonio de la misma un inmueble urbano o rural. El derecho anterior también comprende el derecho real de uso vitalicio y gratuito de los muebles que equiparen dicho inmueble, ya sea que hayan sido propiedad del causante o comunes del concubinato. Estos dos derechos se perderán si el concubino supérstite contrajese matrimonio o viviese en concubinato, o bien adquiriese un inmueble apto para vivienda46. De este modo, se puede dilucidar que, en cuanto al otorgamiento de derechos hereditarios, la ley uruguaya es más protectora de las parejas de hecho que las leyes de las comunidades autónomas de España, pues en Uruguay se innova al establecer el derecho real de uso y habitación vitalicio respecto de la vivienda que haya sido el hogar de la pareja de hecho, cuestión que resulta mayormente efectiva debido a que en la mayoría de los casos en que fallece un miembro de una unión concubinaria, y también ocurre en el caso de los matrimonios, el único bien que se tiene y que forma parte de la herencia es el inmueble que constituye su vivienda, por lo tanto la norma que establece ese derecho se adecúa más a la realidad, a pesar de que esté hecha solamente para el conviviente supérstite mayor de sesenta años. 2. Propuestas doctrinarias en Chile. a. Aplicación analogía legis. Debido a que en nuestro país las uniones de hecho no han sido reguladas íntegramente se plantea aquí la posibilidad de utilizar la analogía legis, para aplicar analógicamente al conviviente supérstite los derechos sucesorios que actualmente se le reconocen al cónyuge viudo. 45 Art. 11 Ley de unión concubinaria en relación con el Art. 1026 del Código Civil de Uruguay. Art. 11 inciso 3° de la Ley de unión concubinaria en relación a los Arts. 881.1, 881.2 y 881.3 del Código Civil Uruguayo. 46 23 Para comenzar, se debe señalar que la analogía es un método de interpretación del derecho que se basa en la similitud que debe haber entre el supuesto regulado y el carente de regulación. Se trata de un instrumento que se corresponde principalmente con la labor de los jueces más que con la de los legisladores, de modo que las lagunas legales deben ser colmadas a través de la tarea jurisdiccional, esto basado en el principio de inexcusabilidad establecido en el Art. 76 inciso 2° de la Constitución Política de la República. Existen dos tipos de analogía: la legis, consistente en la aplicación de un precepto o de un grupo de preceptos armónicos a una situación que no está contemplada en ellos, debido a que el caso regulado y el no regulado responden a un mismo principio, y la iuris, referida a la aplicación de principios generales que se inducen de normas jurídicas singulares en casos que no están contemplados en la legislación47. Sin embargo, para efectos de esta investigación sólo será tratada la analogía legis, pues se trata de una técnica de aplicación estricta de la ley, que es la fuente primaria del Derecho 48, razón por la cual el empleo de este tipo de analogía produce la extensión de la aplicación de las leyes, antes de acudirse a las fuentes subsidiarias del Derecho. En cambio, la analogía iuris es una técnica de aplicación de principios generales del Derecho, que únicamente se aplican en defecto de la ley o la costumbre. En efecto, se abordará la analogía legis para el otorgamiento de los derechos hereditarios del cónyuge a los convivientes debido a que este tipo de analogía (la legis) da solución a una laguna jurídica acudiendo a otras normas expresas del ordenamiento jurídico, siempre que el caso regulado y el carente de regulación tengan la misma razón o fundamento. Mientras que la analogía iuris busca la solución de una laguna en los principios generales del Derecho, los que constituyen un supraderecho, teniendo un carácter ideal y absoluto, además de ser elementos latentes no formulados en el ordenamiento jurídico y que el juez, con autorización explícita o implícita del legislador, formula normativamente.49En este tipo de analogía se extraen principios generales de una pluralidad de disposiciones particulares análogas, para luego aplicarlos a casos análogos que no caen bajo ninguna disposición de alguna ley50. Ahora bien, para que proceda la analogía legis es necesario que se den determinados requisitos: la existencia de una laguna normativa, la identidad de razón entre el supuesto regulado y el carente de regulación, la identidad de razón respecto de la ratio legis de 47 Cfr. Fuenzalida, E., Integración de las lagunas jurídicas en el Derecho Chileno, Editorial jurídica de Chile, Santiago (1973), p. 67. 48 Que la ley es fuente primaria del Derecho se deduce del Art. 1 y 2 del CC. Art 1. La ley es una declaración de la voluntad soberana que, manifestada en la forma prescrita por la Constitución, manda, prohíbe o permite. Art. 2. La costumbre no constituye derecho sino en los casos en que la ley se remite a ella. Para mayor información véase: Niño Tejeda, E., “Los Principios Generales del Derecho en el Código Civil Chileno y en el Código Español”, en http://www.rderecho.equipu.cl/index.php../rderecho/article/viewFile/102/93, consultada el día martes 11 de diciembre de 2012 a las 21: 12 hrs. 49 Ibid, p. 68. 50 Se prefiere la analogía legis porque existen normas en nuestro ordenamiento (normas que establecen derechos hereditarios a los cónyuges) que pueden ser aplicadas a los miembros de uniones de hecho a través de analogía, sin necesidad de ir un paso más allá para extraer los principios generales del Derecho. 24 determinados preceptos sucesorios y la excepcionalidad de los preceptos sucesorios. Sólo cumpliendo los anteriores requisitos será posible hacer uso del argumento analógico. A continuación se procederá al análisis detallado de cada uno de los requisitos de la analogía. La existencia de una laguna normativa. Para efectivamente afirmar que existe una laguna normativa se requiere especificar cuál fue la voluntad del legislador, y al mismo tiempo interpretar su silencio, ya que podría tratarse de un vacío voluntario y no al azar. A su vez, el proceso encargado de interpretar el silencio normativo del legislador debe respetar la coherencia interna del ordenamiento jurídico y la constatación de las tendencias de política normativa. De esta forma, se podría señalar, en principio, que el legislador ha evitado adrede la regulación de las parejas de hecho, debido al tiempo que ha transcurrido sin regulación desde el momento en que se percata de esta realidad social. No obstante, el legislador no ha ignorado por completo a las uniones de hecho, puesto que existen variadas disposiciones dispersas en nuestro ordenamiento en donde se les ha reconocido expresamente efectos jurídicos51. De esta forma, se puede establecer que el silencio normativo del legislador en cuanto al reconocimiento de derechos hereditarios a los miembros de uniones de hecho no es una omisión hecha a propósito en base al respeto de quien decide no contraer matrimonio. Cabe destacar, que el matrimonio es una relación jurídica cuya regulación se sustenta en la relación de vida en pareja. Es a esto último lo que el Derecho estructura como institución jurídica y, aunque las parejas de hecho no configuran la institución matrimonial, sí constituyen esa relación de vida en pareja que sirve de sostén a esa institución52. Además, a pesar de que la pareja de hecho no se encuentra regulada en forma íntegra en una ley, tampoco se encuentra prohibida en nuestro Derecho. Es más, se trata de un fenómeno progresivo, pues cada día son más los ámbitos del Derecho en que los concubinos reciben protección legal53. Así se explica, entonces, la existencia de una laguna normativa que debe ser colmada para que haya una adecuada coherencia interna del ordenamiento con su última tendencia de política normativa. 51 Como es el caso del Art. 5 de la Ley 20.066 sobre violencia intrafamiliar, del Art. 37 de la Ley 19.968, que crea los tribunales de familia, de los Art. 108 y 302 del Código Procesal Penal y del Art. 11 y 390 del Código Penal, por nombrar algunos. 52 Cfr. Espada, S., “El reconocimiento de efectos jurídicos a las parejas de hecho en el ordenamiento español: Evolución legislativa y jurisprudencial”, en Revista de Derecho de Universidad del Norte, Diciembre, N° 028, p. 136. 53 Las uniones de hecho son reconocidas en el ámbito del Derecho Penal, como es el caso de la facultad de no declarar en juicio por motivos personales o el caso del régimen de atenuantes y agravantes, entre otras. También en el ámbito de la seguridad social, respecto de montepíos, pensión de sobrevivencia, accidentes laborales, subsidios habitacionales, por nombrar algunos. Y también en el propio Derecho de Familia respecto a la filiación no matrimonial (hoy todos los hijos tienen los mismos derechos sin importar si proceden de una filiación matrimonial o no). 25 Cabe advertir que quien primero está llamado a colmar esta laguna es el legislador, pero debido a su indiferencia y a la clara exigencia judicial de dar respuesta a esta realidad social, que quizás ahora no es tan evidente puesto que el auge de estas uniones es un fenómeno actual que prevalece mayormente en la población joven54, es razonable que los jueces la colmen a través de la analogía, respetando, siempre, el equilibrio entre los criterios de justicia y de seguridad jurídica. En virtud del primero, los casos en que se aplique la analogía legis se le debe dar a cada cual lo que le corresponde, y en virtud del segundo, el procedimiento de empleo de la analogía debe ser claro, además de permanecer estable para que todas las personas que se encuentres unidas de hecho (en concubinato) puedan saber de antemano que en caso de muerte de su pareja les va a ser aplicable la normativa sucesoria de los cónyuges. De igual modo, se debe resaltar que la norma análoga que integra la laguna únicamente la colma para el caso en concreto, sin eliminarla, por tanto aún se requerirá de una reforma legislativa que solucione esta situación. Identidad de razón entre el supuesto regulado y el carente de regulación. En primer lugar, se debe especificar que la identidad de razón que se exige para hacer uso del argumento analógico, implica mencionar que entre el supuesto de hecho contemplado por la ley y el carente de regulación hay una semejanza pero no una identidad. En este sentido, toda aplicación de una norma jurídica mediante analogía implica un determinado juicio de valor en cuanto a la conveniencia de la aplicación. De igual modo, la analogía legis que aquí se plantea parte de una norma concreta, es decir, si es que en cierto supuesto previsto en una norma matrimonial concreta se dan las suficientes razones de semejanza entre la pareja de hecho y el matrimonio, cuestión que permitiría constatar la mencionada identidad de razón. Además, se debe determinar si el fundamento de la norma que se pretende aplicar por analogía toma en consideración cada uno de los componentes que asemejan o diferencian a estas dos realidades55. La doctrina se encuentra dividida en esta materia. Así, algunos han dicho que la pareja de hecho y el matrimonio no son cuestiones que deban ser tratadas en base a la igualad, ya que los miembros de la unión de hecho se inclinan por una relación afectiva en que el compromiso entre ellos es algo que se va actualizado continuamente, sin olvidar tampoco que la ruptura es libre. En cambio, los cónyuges buscan una relación de estabilidad que se concreta a través del compromiso logrado por el vínculo matrimonial, es producto de ese vínculo que nacen derechos y obligaciones específicas.56Por otro lado, el matrimonio 54 Cfr. Martín, J., “Convivencia y herencia. Derechos sucesorios en las Uniones de Hecho”, en Martínez, E., (Coord.), Matrimonio y Uniones de Hecho, Ediciones Universidad de Salamanca, Salamanca (2001), p. 81. 55 Cfr. Espada, M., Ob cit, p. 46. 56 Cfr. Ibid, p. 44. 26 genera una comunidad familiar que surge del pacto de unión conyugal que es una institución natural y originaria que precede al poder público, mientras que en las uniones de hecho se pone en común un afecto recíproco, faltando el vínculo matrimonial de dimensión pública originaria que fundamenta la familia57. Por otra parte, hay autores que señalan que existe una semejanza real entre la convivencia de hecho y la comunidad de vida creada por el matrimonio, puesto que en ambos casos se parte de la libertad que se tiene para configurar la relación, y porque las relaciones familiares que se desprenden de ellas son similares, al tratarse de comunidades de vida que tienen una misma relación de afectividad entre sus miembros y el mismo objetivo: un proyecto de vida en común. Así, en ambos casos se crea una convivencia estable, con intereses, actuaciones y fines comunes, en otras palabras, se forma una comunidad de vida que supone la constitución de una familia58, en ambos casos hay cuidados y responsabilidades recíprocas. Lo anterior se refuerza con el resguardo constitucional de la familia, no vinculada al matrimonio, que ampara la convivencia de hecho y la no imposición al sujeto de un estado civil determinado59. Es más, el reconocimiento jurídico, aunque únicamente sea en ciertos casos, manifiesta que el legislador tiene en consideración esta realidad social y confirma que la unión de hecho configura una forma más de familia60. Es por esto, entonces, que sería efectivo la aplicación analógica de determinados preceptos matrimoniales a las uniones de hecho, ya que se daría por cumplida la exigencia de la identidad de razón en estas situaciones. Por otro lado, el Tribunal Supremo Español (en adelante TSE) ha servido, tanto para justificar el reconocimiento de efectos jurídicos equivalentes para el cónyuge viudo y para el conviviente supérstite, como para negarlo61. Así, existen variadas sentencias del TSE que niegan el reconocimiento de determinados efectos jurídicos matrimoniales a los convivientes a través del argumento analógico, fundado en que matrimonio y convivencia de hecho, a pesar de representar una realidad social innegable, son dos realidades distintas. En efecto, en esas sentencias se menciona que las parejas de hecho tienen un carácter meramente fáctico y que hay una falta de vínculo formal entre los concubinos, lo que permitiría la ruptura de la relación libremente. Esto último evidenciaría que tanto matrimonio como pareja de hecho no son realidades idénticas, lo que complejiza la certeza jurídica que se exige para hacer posible el 57 Cfr. Aristóteles, Política I, 9–10 (Bk 1253ª), citado por el Pontificio Consejo Para la Familia en el artículo Familia, Matrimonio y “Uniones de Hecho”, Ciudad del Vaticano, 26 de julio de 2000. 58 Cfr. Sánchez, M., “Constitución y parejas de hecho. El matrimonio y la pluralidad de estructuras familiares”, en Revista Española de Derecho Constitucional, N° 58, Enero-Abril 2000, p. 50. 59 Ibid, p. 51. 60 Cfr. Gavidia Sáchez, J., La unión libre (el marco constitucional y la situación del conviviente supérstite), Tirant lo Blanch, Valencia (1995), p. 40, citado en Mesa, C., Las uniones de hecho. Análisis de las Relaciones Económicas y sus Efectos, Editorial Aranzadi S.A., Navarra (2000), p.48. 61 Cfr. Espada, S., “El reconocimiento de derechos sucesorios a las parejas de hecho en España”, en Revista Chilena de Derecho Privado, N° 12, p. 43. 27 reconocimiento de ciertos efectos típicos del matrimonio a las uniones de hecho 62. Sin embargo, “la propia jurisprudencia ha reconocido que la no equiparación con el matrimonio y, por tanto, la no aplicación directa de los efectos propios de éste, no significa, sin embargo que tales situaciones de convivencia carezcan de toda protección jurídica, para admitir que en diversos aspectos merecen la atención del Derecho”63 Asimismo, también existen diversas sentencias en que el Tribunal Supremo ha aplicado por analogía ciertas normas sobre efectos matrimoniales a las parejas de hecho, debido a que considera que matrimonio y uniones de hecho son cuestiones semejantes, ya que se trataría de comunidades de vida en que existe una relación análoga de afectividad entre sus miembros, además de constituir situaciones familiares constitucionalmente protegidas64. La identidad de razón respecto de la ratio legis de determinados preceptos sucesorios. En este punto es necesario constatar la identidad de razón en los preceptos que establecen derechos sucesorios para el cónyuge viudo, los cuales se procura aplicar mediante analogía al conviviente supérstite. Para desarrollar este requisito se debe hacer un distingo entre la sucesión intestada y la testada. Sucesión intestada Las disposiciones que se verán afectadas son las alusivas al llamamiento y orden en que se realiza este llamamiento en la sucesión, que son los Arts. 983 y 989 del C.C y las referidas a la atribución efectiva de derechos intestados, que son los Arts. 984 y 994 del C.C. Cabe destacar que el orden para suceder abintestato establecido por el legislador se basa en una presunción de voluntad típica del causante medio, tomando como base la jerarquía típica de los afectos que es propia de un hombre medio en cada momento histórico concreto65. Es por eso que el fundamento que permite reconocer derechos sucesorios en la sucesión intestada al cónyuge viudo se encuentra en la existencia, vigencia y solidez de los vínculos afectivos que se derivan de la vida en común, y no en la existencia y cumplimiento de los deberes provenientes del matrimonio66. Es esa comunidad total de vida la que se 62 Para mayor información véase, entre otras, SSTS de 21 de octubre de 1992 [RJ, 1992, 8589]; 18 de febrero y 22 de julio de 1993 [RJ, 1993, 1246 y 6274]; 27 de mayo de 1994 y 17 de enero de 2003 [RJ, 2003, 4] citado en Idem. 63 Martín, J., Ob cit, p. 76. A mayor abundamiento, la STS de 30 de diciembre de 1994 (A10391) señala que si a consecuencia de tal relación de convivencia se han producido efectos patrimoniales o una parte se considera perjudicada por el cese de esa convivencia puede solicitar al amparo de otros preceptos la protección que considere merecer. 64 El Tribunal Supremo afirma en la STS de 16 de diciembre de 1996 que <<las normas sobre el uso de la vivienda familiar que contiene el Código Civil en relación con el matrimonio y sus crisis, entre ellas la ruptura del vínculo, se proyectan más allá de su ámbito a situaciones como la convivencia prolongada de un hombre y una mujer como pareja, ya que las razones que avalan y justifican aquellas valen también para este último caso>>, citado en Espada, S., “ El reconocimiento de efectos jurídicos…”Cit, p. 142. 65 Ibid, p. 87. 66 Cfr. García Goyena, F., Concordancias, motivos y comentarios del Código civil español, apéndice número 10, Madrid, Imprenta de la Sociedad Tipográfico-Editorial, 1852, vols. i-ii, y Barcelona, Editorial Base, 1973, pp. 360-361, citado en Espada, S., “El reconocimiento de derechos sucesorios…”Cit, p. 46. 28 considera como prueba de afecto suficiente para justificar el traspaso al cónyuge de todos los bienes del difunto en el caso del Art. 989 inciso 2° del CC67. Una vez aceptado que la sucesión intestada refleja el criterio habitual de testar que tendría un testador medio, y que el llamamiento abintestato del cónyuge viudo se sustenta en la existencia y solidez de los lazos de afectividad que se desprenden de la vida en común como marido y mujer, no habría razón para no reconocerle el mismo derecho al conviviente supérstite68, más aún cuando se logra acreditar que el causante tenía una pareja de hecho en sentido estricto, y que en el momento de su muerte la convivencia de hecho haya estado completamente vigente, esto, tomando en consideración la ratio legis de las normas sucesorias. Este reconocimiento no debilita la institución familiar ni tampoco lesiona la libertad y autonomía de los sujetos, sino que permite parificar en efectos jurídicos dos situaciones que, atendida la finalidad de la norma son idénticas, es decir, hay una identidad de razón suficiente69. En suma, se puede interpretar que en los Arts. 983 y 989 del CC, la mención hecha al cónyuge también es aplicable por analogía a favor del conviviente supérstite, pues la existencia de vínculos afectivos sólidos derivados de la convivencia more uxorio efectiva es lo que justifica su llamamiento preferente a los hermanos, colaterales y el Fisco, vínculos afectivos que también se dan entre los convivientes. Sucesión testada. Este punto será tratado en virtud de los herederos forzosos, ya que el causante está legalmente facultado para dejarle parte de sus bienes a la persona con la que ha convivido extramatrimonialmente. Sin embargo, esto se reduce de la cuarta de libre disposición. Ahora, si el causante sobrepasa esa cuarta parte de libre disposición, entonces entrarán en acción las asignaciones forzosas, quitándole al conviviente supérstite lo que le fue dado en exceso y que por ley no le correspondía. En virtud de lo anterior, se puede señalar que las asignaciones forzosas constituyen una limitación a la libertad de testar, ya que no pueden ser ignoradas por el causante a la hora de redactar un testamento en desmedro de los asignatarios forzosos, pues se entiende que se trata de una especie de extensión de los deberes que el causante tiene para con sus familiares más próximos, específicamente en el caso de las legítimas. De esta manera, el fundamento de la legítima del cónyuge viudo no se encontraría en el matrimonio como institución, sino en el matrimonio como comunidad de vida y afectos, la que se caracterizaría por la ayuda, el respeto y el socorro mutuo70. 67 Pantalón Prieto, F.,¿Derechos sucesorios abintestato del compañero o compañera e la compilación de Derecho Civil de Cataluña?, citado en Martín, J., Ob cit, p. 87. 68 Ibid, p.8. 69 Cfr. Espada, S.,” El reconocimiento de derechos sucesorios…”Cit, p. 47. 70 Ibid, p. 49. 29 En este sentido, la legítima cumple con una obligación legal de favorecer a los miembros de la familia que mantenían una relación de dependencia o un vínculo afectivo especial con el causante. A mayor abundamiento, habría en la legítima un deber de asistencia pecuniaria recíproca que la sangre y el afecto imponen a los miembros más próximos de la familia, lo que se manifiesta en vida en la institución de los alimentos, y post mortem en las legítimas71. Por otra parte, resulta inaceptable dejar de lado a la persona que convivió e hizo una vida con el concubino, forjando un patrimonio común en beneplácito de los hijos, también comunes72. En efecto, “A priori no parece racional ni justo que cuando el causante ha convivido con otra persona creando una relación familiar, la falta de vínculo jurídico y de parentesco suponga su discriminación respecto a una unión familiar matrimonial. Es más, existiendo descendientes, resulta paradójico ver como los descendientes aun procediendo de la unión de hecho gozan de la condición de legitimarios, pero no el propio <viudo> de hecho”73. Esto último no se comprende, pues la situación de los hijos nacidos de una unión de hecho es la misma en la que se encuentran los nacidos dentro de un matrimonio, mientras que conviviente supérstite y cónyuge viudo no se equiparan siendo que están en la misma situación que los hijos, es decir, tanto en el caso de los hijos no matrimoniales como en el caso del conviviente supérstite falta el vínculo matrimonial. En este punto, cabe recordar que la jurisprudencia nacional otorga solución a los conflictos patrimoniales derivados de la disolución de las uniones de hecho basándose en que entre los miembros de dicha unión existía una comunidad74. Efectivamente, los modelos convivenciales mas frecuentes en Chile son aquellos constituidos por un hombre y una mujer que, unidos en un proyecto familiar común sacan adelante una familia. Aquí los roles están bien diferenciados, siendo la mujer quien se queda al cuidado del hogar y de los hijos, mientras el hombre es el encargado de proveer a la familia en lo que económicamente sea necesario para subsistir.75 No obstante, para llegar a obtener algún tipo de beneficio mediante esta vía (comunidad) es necesario acudir a la vía jurisdiccional, es decir, se tiene que poner en movimiento el aparato jurisdiccional con todo lo que ello implica, lo que es algo un poco más engorroso debido a los trámites y diligencias que deberá sobrellevar el conviviente supérstite para probar que entre los concubinos existía realmente una unión de hecho. Además, la carencia de regulación estatal sobre la liquidación de las relaciones patrimoniales de este tipo de 71 Cfr. Martín, J., Ob cit, p.84. Cfr. Costa, E., “¿El concubinato puede derivar derechos sucesorios?”, Ponencia presentada en el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la UNAM, en Congreso Internacional de Derecho de Familia, p. 486. 73 Martín, J., Ob cit, p. 84. 74 Otras soluciones que da la jurisprudencia en cuanto a la disolución de las uniones de hecho son: la sociedad de hecho y la prestación de servicios remunerados. 75 Cfr. Bustos, M. (2007) Análisis crítico de los efectos jurídicos de las uniones de hecho en Chile. Una propuesta de regulación orgánica patrimonial. Tesis de Licenciatura, Universidad de Chile. 72 30 parejas supone entender, salvo prueba en contrario, que existe una independencia patrimonial a la hora de liquidar76. Muy por el contrario de lo que ocurriría si los convivientes tuvieran reconocidos derechos hereditarios, ya que así se evitarían todo el procedimiento antes descrito. Por otro lado, las mejoras también se basan en el mismo vínculo afectivo y relación de dependencia que se crea entre los cónyuges, por lo tanto también serían aplicables sus normas por analogía a los convivientes. Es por todo ello que quedaría acreditada la identidad de razón para hacer aplicación analógica de las normas sobre sucesión testada. La excepcionalidad de los preceptos sucesorios. Este requisito tiene que ver con el hecho de que no exista una disposición legal que impida la aplicación del argumento analógico, lo que se traduce en descubrir si los derechos sucesorios establecidos para el cónyuge viudo son excepcionales o no, en el sentido de que dichas normas sólo se apliquen a casos (cónyuges viudos) que debido a su singularidad no toleran los principios generales de una rama del Derecho, que en este caso sería el Derecho Sucesorio, constituyendo por tanto, excepciones a dicho Derecho77. La respuesta a esto es negativa, es decir, las normas sucesorias no serían excepcionales, ya que sirven para garantizar la continuidad de las relaciones jurídico-patrimoniales luego del fallecimiento del causante, continuidad que también se logra, a falta de cónyuge sobreviviente, con los descendientes, ascendientes, hermanos y colaterales del difunto. De esta forma, la existencia de los derechos legitimarios del cónyuge viudo implica reconocerle su derecho a heredar como miembro del modelo familiar protegido, además representa un medio para asegurar la protección económica de la familia que puede derivarse del Art. 1 de la Constitución Política de la República. En síntesis, si bien se dan por acreditados los requisitos para hacer aplicación por analogía de las disposiciones que establecen derechos sucesorios para el cónyuge viudo al conviviente supérstite, considero que el legislador debiera hacerse cargo de los conflictos típicos de las parejas de hecho como situaciones familiares protegidas constitucionalmente en virtud del Art. 1 inciso 4° y 5°78. Se trata así, de la regulación de conflictos sociales típicos. 76 Cfr. Espada, S., Ob cit, p. 25. Cfr. Alessandri, A., Somarriva, M., Vodanovic, A., Tratado de Derecho Civil. Partes preliminar y general, Editorial Jurídica de Chile, Santiago (1998), p. 52. 78 Art. 1. Las personas nacen libres e iguales en dignidad y derechos. La familia es el núcleo fundamental de la sociedad. El Estado reconoce y ampara a los grupos intermedios a través de los cuales se organiza y estructura la sociedad y les garantiza la adecuada autonomía para cumplir sus propios fines específicos. 77 31 Asimismo, el hecho de reconocer legalmente ciertos efectos jurídicos a los miembros de uniones de hecho no afecta ni debilita la institución familiar basada en el matrimonio, pues como quedó establecido anteriormente en este trabajo, la Constitución también ampara otros tipos de familia79, entre las cuales se encuentra aquella conformada por una pareja de hecho, pudiendo coexistir todas ellas en nuestra sociedad. Ni tampoco lesiona la autonomía y libertad de los individuos, porque si bien las uniones de hecho no conforman la institución matrimonial, sí establecen la comunidad de vida que le sirve de soporte. Por lo tanto, es válido que el legislador solucione ciertos conflictos típicos que se originan en la convivencia de la pareja de hecho del mismo modo que resuelve ciertos conflictos propios de la convivencia matrimonial, sin que con esto se vulnere el libre desarrollo de la personalidad de los concubinos80. Es más, todo lo anterior posibilita la equiparación en los efectos jurídicos de dos situaciones en que existe una identidad de razón suficiente. b. Modificación de normas del Derecho Sucesorio. Esta propuesta parte de la idea de no hacer ningún tipo de modificación en la estructura global del Derecho Sucesorio en Chile, no obstante mejorar la situación de los concubinos de un modo que resulte beneficioso para el resto de la sociedad antes de la dictación de una norma general que regule las convivencias more uxorio, y que en el evento de que una normativa en tal sentido sea aprobada, resulte compatible con ella. Se trata entonces, de ampliar el espacio que tienen para testar las personas sin hijos lo que se alcanzaría suprimiendo a los ascendientes como legitimarios. Para comenzar, se debe hacer referencia al Art. 1184 del CC81, que establece la libertad de testar señalando que, o se dispone de la totalidad de los bienes cuando no hay cónyuge descendientes, ni ascendientes, o solamente se dispone de una cuarta parte de la herencia, cuando hay cualquiera de los legitimarios antes mencionados. Esta regulación no parece El Estado está al servicio de la persona humana y su finalidad es promover el bien común, para lo cual debe contribuir a crear las condiciones sociales que permitan a todos y a cada uno de los integrantes de la comunidad nacional su mayor realización espiritual y material posible, con pleno respeto a los derechos y garantías que esta Constitución establece. Es deber del Estado resguardar la seguridad nacional, dar protección a la población y a la familia, propender al fortalecimiento de ésta, promover la integración armónica de todos los sectores de la Nación y asegurar el derecho de las personas a participar con igualdad de oportunidades en la vida nacional. 79 Existen familias nuclear monoparentales (integradas por uno de los padres y uno o más hijos), nuclear biparental ( pareja unida o casada legalmente con o sin hijos), extenso o compuesto (que corresponde a cualquiera de los tipos definidos anteriormente, más la presencia de uno o más parientes (extenso) o no parientes (compuesto) del jefe de hogar),y sin núcleo familiar (Constituido por un hogar en que no está presente el núcleo familiar primario (hogar nuclear). Puede tomar las siguientes formas: jefe (a) de hogar y no pariente (s); jefe (a) de hogar y cualquier otro pariente; jefe (a) de hogar y cualquier otro pariente y no pariente (s)). Datos tomados de Unicef, en http://www.unicef.cl/unicef/index.php/Familia, consultada el día 13 de diciembre de 2012 a las 16: 32 hrs. 80 Cfr. Espada, S., “El reconocimiento de efectos jurídicos…”Cit, p.136. 81 Art. 1184. La mitad de los bienes, previas las deducciones indicadas en el artículo 959, y las agregaciones que en seguida se expresan, se dividirá por cabezas o estirpes entre los respectivos legitimarios, según las reglas de la sucesión intestada; lo que cupiere a cada uno en esa división será su legítima rigorosa. No habiendo descendientes con derecho a suceder, cónyuge sobreviviente, ni ascendientes, la mitad restante es la porción de bienes de que el difunto ha podido disponer a su arbitrio. Habiendo tales descendientes, cónyuge o ascendientes, la masa de bienes, previas las referidas deducciones y agregaciones, se dividirá en cuatro partes: dos de ellas, o sea la mitad del acervo, para las legítimas rigorosas; otra cuarta, para las mejoras con que el difunto haya querido favorecer a su cónyuge o a uno o más de sus descendientes o ascendientes, sean o no legitimarios, y otra cuarta, de que ha podido disponer a su arbitrio”. 32 adecuada para el caso de personas solteras que no tienen descendencia, cuestión que principalmente se da en las parejas de hecho de tipo homosexual, pues la libertad de testar que la normativa nacional ofrece es mínima. En este sentido, cuando las personas son jóvenes y no tienen un patrimonio considerable, sus legitimarios son los ascendientes, cuestión que no tiene ninguna incidencia práctica debido a que no cuentan, en ese momento, con un patrimonio cuantioso o quizás porque no hay personas más cercanas a las que quisiera favorecer a través de una disposición testamentaria. No obstante, cuando esas mismas personas han logrado acumular un patrimonio más significativo, normalmente cuando alcanzan la edad madura, sus propios descendientes han conseguido desplazar a sus ascendientes como asignatarios forzosos. Sin embargo, en el caso de personas sin hijos el anterior desplazamiento nunca se produce, por lo tanto están obligados a disponer del setenta y cinco por ciento de su patrimonio a favor de sus ascendientes, que por lo general son sus padres. En este caso, si esa persona quisiera favorecer a su conviviente sólo contaría con la cuarta de libre disposición para hacerlo. Lo anterior se complejiza aún más si se toma en cuenta la progresiva expectativa de vida que tiene la población nacional82, lo que hace que la situación antes mencionada se extienda en el tiempo; el hecho de que las parejas sin hijos, concretamente aquellas del sector profesional, suelen tener una capacidad de ahorro mayor a la media, lo que provoca que la acumulación patrimonial se haga de forma sencilla. Además, habitualmente las personas que tienen ascendientes vivos no han generado un patrimonio producto de haberlo recibido de sus padres; finalmente, en el caso de parejas de hecho homosexuales sin hijos a quienes se debe la legítima es precisamente a aquellas personas a las cuales les ha costado aceptar la homosexualidad de su descendiente. Lo anteriormente esgrimido deja en evidencia que la actual regulación de la situación sucesoral de los ascendientes es poco conveniente. Sin embargo, dicha situación se debería arreglar cambiando el status normativo de los ascendientes, dejando a éstos sólo como alimentarios y no como legitimarios, aunque conservando su calidad de sucesores abintestato, y tampoco como asignatario de cuarta de mejoras. De esta forma se obtendría un mayor espacio para que los ciudadanos puedan ejercer su autonomía privada, pudiendo aprovechar esto las parejas de hecho sin hijos, ya que si se dejara de considerar a los ascendientes como legitimarios y asignatarios de cuarta de mejoras, se podría disponer del setenta y cinco por ciento de la herencia, pudiendo los miembros de una unión de hecho favorecer en mayor medida a su pareja mediante el otorgamiento de un testamento. 82 La esperanza de vida de los chilenos entre el 2015 y el 2020 es del 79,68% y entre el 2020 y el 2025 es del 80,21%. Fuente: Instituto Nacional de Estadísticas, Proyecciones y Estimaciones de Población, Total País, 2004, consultado en http://deis.minsal.cl/deis/ev/esperanza_de_vida/index.asp el día jueves 14 de diciembre a las 12:30 hrs. 33 Por otra parte, se mantendría intacta la obligación de socorro que tienen los hijos respecto de sus padres, y la actual condición de herederos en defecto de la voluntad testamentaria que actualmente tienen los ascendientes.83 Esta opción modificatoria de las normas sucesorales es una respuesta adecuada y sencilla ante la falta de regulación completa de las parejas de hecho, no obstante, no favorece a aquellas uniones de hecho que cuentan con descendencia, que en nuestra realidad social son la mayoría, por lo mismo esta solución parece estar más bien pensada para aquellas uniones de hecho de tipo homosexual, lo cual a la luz de los postulados anteriores resulta justificada, pero como ya se dijo antes, sólo da solución a una parte del problema, la población homosexual que convive, y no sirve en cambio para la convivencia heterosexual, por lo que si se quiere enfrentar el problema deberá tomarse en consideración ambos tipos de convivencia, tomando en cuenta, claro, la distintas diferencias y semejanzas que ambas presentan. 83 Cfr. Varas, J. A, Ob cit, pp. 18-19. 34 CONCLUSIONES: a) Considerando el origen romano del concepto de herencia se podría decir que en el caso de las parejas de hecho, al igual que en los matrimonios, también se traspasaría la soberanía sobre la familia, ya que el hogar y concretamente los hijos quedarían al cuidado del padre sobreviviente cuando se tratare de hijos menores. b) No se afecta el principio de continuidad de la persona del causante, porque sería el conviviente, al igual que el cónyuge viudo, quien continuaría la personalidad jurídica de su pareja junto con los hijos comunes. c) Tampoco se afecta el principio de protección de la familia, puesto que se elimina de la normativa nacional el concepto de “familia legítima” lo que termina con la división que antiguamente se hacía de las familias: legítima y natural. d) El concepto familia ha sido largamente discutido por la doctrina nacional debido a que en la Constitución ni en ninguna otra norma hay una definición de familia. Por lo cual se puede entender que la Constitución, al hacer mención a la familia, le está otorgando protección, tanto a la familia matrimonial como a la no matrimonial. e) La legislación comparada que se presenta ampara la situación hereditaria de los miembros de uniones de hecho, la uruguaya más que la española, al establecer un derecho real de uso y habitación vitalicio respecto de la vivienda que haya sido el hogar de la pareja de hecho. f) Se cumplen todos los requisitos de la analogía legis, por lo cual se podrían aplicar las disposiciones que establecen derechos hereditarios de los cónyuges a los concubinos, basados en la comunidad de vida que ambas tienen. g) A pesar de que se podría hacer uso del argumento analógico, considero que lo más adecuado sería una regulación completa de las uniones de hecho que se hiciera cargo de los distintos problemas que éstas presentan. En este sentido, el estudio de la analogía legis sirve de base para justificar una normativa de estas uniones. h) La pequeña modificación de las normas sucesorales, en cuanto a eliminar a los ascendientes del listado de legitimarios para ampliar la libertad de testar que tienen las personas solteras sin hijos no es muy conveniente, puesto que no favorece a las uniones de hecho que tienen descendencia, que actualmente son la mayoría. No obstante, esta solución sirve para parejas de hecho de tipo homosexual. 35 BIBLIOGRAFÍA. ALESSANDRI, A., SOMARRIVA, M., VODANOVIC, A., Tratado de Derecho Civil. Partes preliminar y general, Editorial Jurídica de Chile, Santiago (1998). BELLUSCIO, A., Manual de Derecho de Familia. Tomo I, Editorial Astrea (2002). BUSTOS, M., Análisis crítico de los efectos jurídicos de las uniones de hecho en Chile. Una propuesta de regulación orgánica patrimonial. Tesis de Licenciatura, Universidad de Chile. CARRASCO BARRAZA, A., “A la sombra de la Torre de Babel. 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