Descargar ejemplar - Hemeroteca Digital

Anuncio
Quticrreí
¡CÓMO PASA EL TIEMPO!
—¡Y pensar que a este rio lo he visto yo nacer!
sante no tiene mas que poner su nombre, o un seudónimo cualquiera, en
el cupón Inmediato, y recortar y enNuestro ilustre Jefe, que tanto de- viarnos ambos a esta Redacción, Pabe al bello sexo 7 que tanto fervor seo de San Vicente, 20. Madrid.
•lente por la mujer española, que es GUTIÉEBEZ publicara las estampala mas española de todas las muje- ciones, y los lectores de esta Revista
res (¡blenl), ha organizado un con- se van a dar el gustazo de votar (uticurso para que temen parte en él lizando el cupón que Insertaremos en
nuestras guapísimas lectoras.
el momento oportuno) por loa labios
Se trata, sencillamente, de que en que más de su agrado sean.
el lugar destinado ad hoc en la pa- A la feliz mortal poseedora de la
gina 23 estampen sus labios rojos, boca que obtenga más votos la obseprevia una poquita de coba con el quiará GUTIÉBBEZ con una magnifica
carmín. Hecho esto, la bella concur- y moderna
BATERÍA DE COCINA
toda ella en color rojo coral, de moda,
NUESTROS CONCURSOS
LABIOS ROJOS
abundantísima en piezas, regalo de la
popular
FERRETERÍA "EL MENAJE"
Y entre nuestros lectores que hayan coincidido en votar a la premiada se sortearán
DOSCIENTAS CINCUENTA
PESETAS
en papel moneda legitimo.
El plazo de admisión de besos terminará el día 6 de diciembre, y, a
partir de esa fecha, empezará la inserción de impresiones labiales y se
anunciará el plazo de admisión de
votos.
¡Ea, puesl
EL MENAJE
FERRETERÍA
ARTÍCULOS
DE
LIM-
PIEZA, ELECTRICIDAD,
— LOZA Y CRISTAL —
Princesa, 46
MADRID
Vista general de la hermosa batería de cocina con que la popular ferretería El Menaje obsequia a nuestras
bellas lectoras, tomada desde la torre de Santa Croe.
^iniiiiiiiiiuiiuiiiiiiiiiiuinniiminininruiíiiniiiiiiiiiuiiiiiiiimiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiriiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniuiiiii
Concursos de "Gutiérrez"
i LABIOS
ROJOS
(Véanse las bases de este original concurso en otra página de este número.)
Remite
(Nombre e teudánimo y residencia)
Ltwar pan el bato
a
riiiiiiiiiinniiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiuiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiniiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii;
Qníué
Año II
Madrid, 24 de noviembre de 1928
LA TRINCHERA NUEVA, POR K-HITO
-Sí; un cuarto de kilo más de lámparas. Voy a ir a un te aristocrático.
Núm. 78
GUTIÉRREZ
DIRECCIÓN GENERAL
i '1 ,TC
CUENTAS ATRASADAS
Negociado de Incobrables
Ha llegado al superior conocimiento del Jefe que suscribe la noticia de que uu señor que conserva el anónimo
ha hecho donación de dos billetes de la Lotería de Navidad a los guardias conmúnmente llamados ''de la porra'*.
Conforta el espíritu ver cómo el pueblo se va compenetrando con los agentes de la Autoridad.
Debo reconocer a fuer de imparcial y observador que la
aparición de las porras en las calles de la gran urbe
causó algún recelo. Se venia hablando mucho del uso dado
a semejantes artefactos por los guardias de otras naciones, tan entrenados en el manejo de la porra que—a
decir de los enterados
golpeaban con ella la cuca del
malhechor, quien tras unas vueltas trágicas, caía al
suelo sin sentido.
Llamo la atención de mis lectores sobre el hecho de
ser el Jefe firmante el primero que a los quince días
escasos de tomar los guardias posiciones estratégicas en
las rúas, cruzó denodadamente, a menos da tres metros de
uno de ellos, sin reparar siquiera en que un mazazo en la
nuca le hubiera incrustado el patador del cuello en la
nuez .
No pretendo con ello alardear de sangre fría y valor
sereno. Pero si digo que entonces quería yo ver a los valientes. Enviarles hoy dos billetes—guardando el anónimo por si acaso—no tiene importancia alguna. Ya sabemos
que no hay cuidado y que incluso están dotados de una
urbanidad especiallsima. Los niños, al pasar, les tocan
la porra y como si nada. Las domésticas les sonríen.
Y yo me permito dirigirme en atento oficio —como por
el presente lo hago—al guardia déla porra desconocido,
para felicitar a todo el Cuerpo de Guardias urbanos,
admiración de propios y extraños, evidenciando esta cordialidad que existe hoy entre guardias, peatones, automóviles, camiones y camionetas.
Todos somos unos y cada uno cumDle como mejor puede.
Si el guardia se vuelve a ver qué hora es, en ese instante se deslizan por sus espaldas diez y siete transeúntes
y tres camiones irrumpen en lis aceras- Y es que ahora la
porra ha pasado a ser, como los bargueños, un objeto decorativo .
Sabemos que la llevan enfundada y no prescinden de
ella totalmente para que esa compenetración que hoy existe no se convierta en un abuso de confianza
La porra en la funda, como el Cid fiambre, gana aún las
batallas•
Dios guarde a usted muchos años.
Madrid, 24 de noviembre de 1928.
El Jefe del Negociado de Incobrables,
..y
Al Guardia de l a p o r r a d e s c o n o c i d o .
— ¿Qué "quedrás" ser cuando "crezgas", Bautista?
— Carnicero.
—¿"Pa" qué?
—"Pa" venderle barata la carne a
mi madre.
Periódicos y revistas
NUEVO DIARIO
Hemos recibido el primer número
del nuevo diario titulado La auténtica o inconfundible Iberia, que se
publicará los días de Lotería.
El periódico, de artística presentación, contiene por un lado nada, o
sea que está en blanco para que los
niños de la casa puedan pintar monigotes, y por el otro lado una lista
con todos los números que han salido
premiados y hasta algunos que no
salido.
El periódico es amenísimo y tiene
números preciosos, algunos capioúas
y todo. En quince miles trae un extenso surtido.
Deseamos muchos éxitos al nuevo
colega.
"LA GACETA LITERARIA"
Estamos seguros de que vamos a
recibir de un momento a otro un número especial de La Gaceta Literaria.
dedicado al "Vértice matemático del
triángulo isósceles del meridiano Madrid, Zaragoza y Alicante."
El número será un resumen de la
divisibilidad indocumental del arte
regional, elevado a la biología literaria armónica y fundamental de la
poesía moderna.
Palabra.
CATALOGO INTERESANTE
Se ha publicado el catálogo mensual de la casa "Transpons, Puig
y Cia."
El número correspondiente a noviembre consta de las nuevas cotizaciones de plomo, litargirios, minio
y aleaciones y estadísticas de consumo mundial' y tarifas de aranceles.
Por su artística presentación, moralidad de su texto e interesante contenido, su lectura se recomienda a las
jovencitas, ya que es publicación Que
puede ponerse sin peligro en todas
las manos.
GUTIÉRREZ
DE MÚSICA
La orquesta Cacofónica
Anteayer se celebró en la sala de
billares del Bar Tolomé el tercer
concierto de la Cacofónica, dirigida
por el célebre maestro Corchea.
La orquesta ha sido reforzada con
algunos valiosos elementos, como un
nuevo bombo, procedente de la Gimnástica, y otro que toca eso de los
afiladores.
El programa era selectísimo y propio para familias.
Primero estaba anunciada una pie.
cecita de un músico novel, un tal Mozart, llamada "Suite en sí"; pero el
público dijo que no, y en compensación tocaron el "bejarana, no me
llores", que fue coreado por todos
los presentes.
A continuación, la orquesta tocó
"Sol de Andalucía" (pasodobUe) y
"En las estepas del Asia Central"
produciéndose numerosos catnrros en
la sala a consecuencia del brusco
cambio de temperatura.
El "clou" del concierto estaba en
el estreno de "Fachada sinfónica",
del polaco Rodríguez, a quien se considera como el más atrevido innovador de la música moderna. Esta obra
había despertado tal curiosidad, que
todos los jugadores de biliar dejaron
el juego sólo para escucharla y hubo
uno que dejó una carambola de tres
tablas a medio hacer en la segunda
tabla.
U
En efecto; se trata de una página
inspiradísima, abundante en semifusas, y con unas corcheas estupendas.
En la primera parte hay un "do"
que vale lo menos "tres". Aquella
parte que hace
"Piruliruli, plim, plim,
trilurilurá,
trilurilurí,
plim, plam"
es realmente formidable, y lo mismo cuando el bombo hace "¡pom,
pom!", mientras el cornetín "jtatará, tararí, tarará!".
OLa novedad consiste en que cada
instrumento va por su lado, sin que,
ni por casualidad, dos de ellos toquen la misma nota ni una sola vez.
Tal era la emoción de, la música, que
la carambola de tres tablas dejada
a medio hacer se hizo aola de retroceso.
Para final, y como de costumbre,
la orquesta tocó la jota con la perfección a que nos tiene acostumbrados.
En suma: un nuevo éxito de la
Cacofónica.
DESPUÉS DEL RESBALÓN
—¡Me parece que se regocija a costa de mi persona, no?
—No, señor, no; a costa mía: ¡el plátano me cuesta quince céntimos!
LA PRIMERA CARICIA
La madre.—¡Qué serio eres! Nunca le dices nada al chico. No se te ocurre hacerle caricias.
El padre.—Tururú...
GUTIÉRREZ
•AIMtH
MURO
HABAS
HORROR
QUEMADO
BARBAS
BOtTES
MALA
BACÍAS a que los muros son de piedra de sillería—hemos leído
muchas veces—, el incendio no los destruyó."
En cambio, en el fuego de la fábrica de muebles de La Corufia, la
tillería fue pasto de las llamas. Que quede esto sentado... en la sillería.
G
USIA también tiene sus llamitas.
Los campesinos ricos se sublevan contra los soviets y pegan
fuego a las granjas.
Procedimiento radical de cocer las legumbres y de cauterizar los
granos.
Por supuesto que en todas partes cuecen habas.
R
NDAN en. Santander horrorizados porque el lobo, como un recaudador de contribuciones, al hombre no respeta.
Al hombre no res...peta; pero al lobo sí res...peta, o si que le peta
la res.
A
o hizo bien La Voz diciendo al concejal Sr. Chicharro—al veri©
congratulado porque el actual Concejo madrileño lo ha resuelto
todo—que no sabe qué cosas ha resuelto.
Tenga en cuenta el colega que, a poco que se queme ese señor, es
N
ChicfJiarr&n.
NTONIO Barbero, el director de La Pantalla, ha recibido un gran
homenaje por el creciente éxito de su revista cinematográfica.
Justo jabón que se le ha dado. Jabón a un Barbero. ¡Muy justo, sí,
sefior!
(Especialidad en bigotes a lo Charlot.)
A
ICEN que la tripulación del "Vestris" se portó muy mal con los
pasajeros. Se montaban en los botes sin más ni más. ¡Toma, no!
¡Como tontos!
¡Como tontos del hote!
Ahora, que el asunto ha caído en manos de la Audiencia, y están
otra vez con el agua al cuello.
D
y, qué pluma ésta'
Me costó diez y siete pesetas, y mire usted qué mal escribe.
A
¡Qué asco!
Como que se acabó el Balduque por hoy. Menos mal que las iniciales grandes me recuerdan la bella ciudad andaluza del Duero, el Genil
y el Miño.
¡ YA
¡YA
ESTA!
LLEGÓ!
Según venimos anunciando, el próximo
sabido día i.° . .e iJiciembie se pondrá
a la venta nuestro
ODONTÓLOGO
Prepárese usted a reírse un rato a costa de ios dentistas
¡ La hora de la venganza se acerca!
¡EL SÁBADO PRÓXIMO'
EL SABAEO PRÓXIMO
CRÍMENES, ROBOS
Y ESAS BOBADAS
LAS VIDAS DE LOS GATOS
Sevilla de los Gallegos, 3.—La apisonadora de hermosa piedra berroqueña que emplean en esta ciudad
para pegar bien sobres, planchar los
puños al secretario y arreglar las carreteras, ha tenido la desgracia de
tropezar con una tachuelita y pincharse en la barriga del hermoso cilindro pétreo.
Inmediatamente fue solicitado un
gato del primer auto que pasó por
allí, para levantar la apisonadora y
poner un parchecito de goma para
los paraguas en la piedra pinchada.
Mas la apisonadora, que pesaba
muchas arrobas euando la compró el
Munieipio, y ha engordado desde entonces, empezó a caerse sobre el gato, cuando estaba algo empinada, y
le mató las seis primeras vidas.
Pero como los gatos tienen siete,
con la séptima vida se defendieron...
y allá va la nave, quien sabe do va.
LIDIA NUNCA VISTA
Lugo de los Andaluces, 4.—En esta
bella ciudad levantina se pusieron
de acuerdo dos bueyes de carreta,
que se conoce que habían leído las
aventuras de un toro escapado, y
empezaron a embestir al alimón, con
carreta y todo.
Hubo carreras, sustos, gritos, rotura de cristales y cierre de tiendas.
Surgió un torero—Gígantito chico—:, como es moda en esto de los
toros escapados, y dio algunas verónicas con la gabardina, ciñéndose
al cubo de las ruedas, que... ¡bueno!
Luego dio unos pases de muleta estupendos, algunos ligados, sobre todo
cuando la carreta se revolvía pronto,
maniobrando con marcha atrás en
una calleja.
Luego pidió dos estoques, citó a
banderillas, esperó sereno, quebró con
maestría y dejó la espadas basta la
bola, quedando la cañeta patas arriba, con las rued.is girando un rato,
como las de un afilador.
Se piden para Oiganlilo chico un
par de cruces de estas de Beneficencia, Y es justo.
GUTlERfT
DIBUJO
DE
ROBERTO
No será porque no te dijo que desconfiaras de é!, que era mudo.
-¿Y qué?
Pues que los mudos .son gente que no tiene palabra.
GUTIÉRREZ
LAS MAS BELLAS HISTORIAS
DE AMOR Y DE DOLOR
«i
ACTO PRIMERO
UN
BAUTIZO EN LA BOMBILLA
(La escena representa un merendero en la Bombilla. Al fondo se ve
el Manzanares. Un poco más allá, la
Cibeles. Después, el Rastro. A la izquierda, la parada en Palacio. A la
derecha, la Puerta del Sol. Luego, la
Cibeles nuevamente. Más lejos, la
parada en Palacio otra vez. Todo
muy chulo. Muy flamencote todo. Y
es que estamos en Madrid. En este
bendito pueblo, todo corazón, emperador del donaire y la chulería.
En el merendero se celebra el bautizo del hijo de la seña Encarna,
la maestra bordadora. Y en la fiesta están todas las pantaloneras madrileñas, excepto una, que ha ido a
coger peces al Jarama, pero que en
seguida viene.
Los repugnantes estudiantes hacen
el amor a las candidas modistillas
mientras bailan un schotis que, dándole al manubrio, hace salir de un
organillo un joven pálido, con gorra,
pero muy decente.
El COFO de caballos, junto a una
mesa, toma torrijas muy contento.
Es Primavera.)
té.
¡Modistillas y estudiantes!
¡Plaza Mayor 1 ¡Mataderos!
El Rastro. Puerta de atocha.
La Cibeles. Cabestreros.
(Se van llorando por la izquierda,
enormemente conmovidos.)
NATI. — (Columpiándose en una
longaniza y conviendo callos.) Yo feoy
Nati, la castiza pantalonera, que ha
nacido en la calle del Tri'bulete, número diez y siete, y uso zapatos de
tafilete. Amos'anda. Amo a Francisco, y Francisco me ama. Amos'anda.
Pero cuando él me dice sentidas palabras de amor, yo, en vez de contestarle formalmente, no tengo más
remedio que responderle con una
chulería, pues para eso he nacido en
sienta peor que un uniforme de bombero.)
PACO.— (Peinándose con un mar-
tillo.) Yo soy Francisco, el honrado
electricista. Nos h'amolao. Quiero a
Nati con locura; pero siempre que
la digo sentidas frases de amor me
contesta con una chulería, pues la
pobre es de Madrid y no tiene más
r.iemfeidiSo. Nos h'amolao. ¡Así llevo
cinco años! ¡Es tremendo! En fin.
Voy a exponerla mi amor nuevamente, como llevo haciendo todos los meses—cada vez que se, celebra el bautizo del hijo de la seña Encama, (ha
dos vueltas en un ladrillo, y después
re acerca a Nati, que se ha sentado
unto a una mesa.) Hola, Nati.
NATI.—Moscas tres.
PACO.—Estás cada día más guapa, j
Nati.
4
NATI.—Te diré.
PACO.—Te quiero, Nati.
'
:
NATI.—Es lo suyo.
PACO.—Estoy loco uor ti.
NATI.—;La caraba!
PACO.— (Aparte.) ¡Dios mío! ¡Dios
mío! Ella es una castiza pantalonera
de Madrid y no puede contestarme
más que con chulerías. ¡Qué desgraciado soy!
NATI.—(Aparte.) ¡Cuan sufre el
pobre! ¡Pero yo he nacido en la calle
del Tribulete, número diez y siete, y
no puedo responderle más que de
esta manera castiza! ¡Qué asco de
vida! (Llora.)
ANTONIO CASERO.—(Saliendo
nue-
vamente, seguido de Velaseo Zazo,
llépidc, Fernando Delgado y Cubero.)
¡Madrid! ¡Calle de la Ruda!
¡ Calles de Prim y Princesa!
¡Fuente del Berro! ¡Cascorro!
¡Chamberí por Hortaleza!
(Le mojan la oreja a un caballo y
ne van conmoindísimos por la izquierda. Al terminar este acto, los repugnantes estudiantes han engañado a
las infelices modistillas, y éstas les
echan vitriolo a la cara. Pero, como
tienen un hermoso corazón, se arrepienten en seguida y todos bailan un
achotis muy ceñido.)
CORO DE PENCOS. — ¡Viva Madrid,
que es mi pueblo!
TODOS.—i Viva!
ACTO II
IX
BAUTIZO EN LA PRADERA DE SAN
ISIDRO
CORO DE PENCOS.—¡Viva Madrid I
TODOS.—¡ Viva!
la calle del Tribulete, número diez
y siete, y soy pantalonera. Amos'anpor la derecha, seguido d-i Velasro
Zazo, Répide, Fernando Delgado, da. Este caso nuestro es uno de los
y Cabero, que van cogidos de la vta- más bellos de amor y de dolor. (Bebe
un vaso de tinto con sifón, que. le
110 y mv.y tristes.)
ANTONIO
GASERO. — ('Apareciendo
(Han pasado cincuenta años.
La escena representa la pradera de
Van Isidro. Hay gran algazara, pues
.•a celebra nuevamente el bautizo del
•;ijo de la seña Encama, que ya está
n.-cho un hombre.
1
GUTIÉRREZ
Al fondo se ve la Cibeles.
Y el Rastro.
Y el Manzanares.
Y la Puerta del Sol.
Y la parada e.n Palacio.
Y es que estamos en Madrid. En
este bendito pueblo, todo corazón,
emperador del donaire y la chulería.)
ANTONIO CASERO. — (Apareciendo
otra vez, seguido do Répidfi, Velasco
Zazo, Fernando Delgado y Cabero.)
¡Salón del Prado! ¡El Viaducto!
¡Casa Botín! ¡Herradores!
¡Calle Alcalá! ¡Guindalera!
¡Ribera de Curtidores!
(Toman un quince con limón y si
van bárbaramente eiiwciovados, con
las lágrimas en los ojos ¡i todo.)
NATI.•— (Abanicándole con un soplillo.) Hace cincuenta y cinco años
que vengo al bautizo ('.el hijo de la
seña Encarna y que se rae declara
Francisco. Pero yo no puedo contestarle seriamente porque, como dije
en el acto anterior, yo soy una castiza pantalonera y estoy en Madrid.
¡Soy desgraciadísima! ¡Allí viene el
pobre! ¡Qué viejecito está ya!
CORO DE PENCOS.—¡Qué
amor tan
desgraciado!
ANTONIO CASERO. -— (Apareciendo
seguido de Zazo, etc.)
¡Calle de Preciados! ¡Carmen!
¡Leganitos! ¡Malasañal
¡Plaza del Rey! ¡Bordadores!
¡Barquillo! ¡Plaza de. España!
(Se vuelven a marchar conmovidísimos.
Cae la tarde.
Sopla el aire de la sierra.
Es Primavera.)
NATI.—¡Es verdad! ]Es verdad\
¡Vamonos a Albacete!
CORO DE CHULAPOS.—¡Es
cierto!
¡Vaya idea! (Cogen el tren en la estación de las Pulgas y se van todos
nmji contentos a Albacete. Allí Fran-
ACTO III
LA IDEA
(Es Primavera.
Han pasado treinta años más.
La escena representa la verbena de
la Paloma. Se celebra el bautizo del
hijo de la seña Angustias, que ya padece de reumatismo.)
NATI.— (Limpiándose, las uñas con
la punta do un estante.) Siento que
mi muerte se aproxima y mi amor
por Paco no disminuye. Pero es preciso que yo le siga diciendo extrañas
chulerías, pues para eso estamos en
Madrid.
PACO.—(Sonándose con un felpudo
y apareciendo por la izquierda muy
contento.) ¡Qué feliz soy! ¡Se. me ha
ocurrido una gran idea! Nati no puede contestar seriamente a mis frases
de cariño porque es pantalonera y
estamos en Madrid.
NATI.—Es cierto. ¡Esta es la causa de que te conteste siempre con
chulerías!
PACO.—Pues bien. Se me ha ocurrido una excelente idea. Vamonos a
ATbaiCete, y allí me podrás contestar
seriamente.
cisco dice a Nuti que la. quiere, y ella
va y contesta que también le, adora,
sin decir "amos'anda" ni nada, pues
estando ya en Albacete no tiene obligación de decirlo. Y se casan y son
felices. Pero en esto aparece Antonio Casero, seguido de Delgado, etcétera, y dicen muy serios y bastante irritados.)
Ya Madrid no es el que era.
¡No hay juventud ni respeto!
¡Ya nadie va a la Pradera,
y los jacos usan peto!
(Y se echan a llorar. Y todos se
echan a llorar también, y, arrepentidísimos, se vuelven a Madrid, en donde vuelven a celebrar el bautizo del
hijo de la "seña" Encarna. Y asi están otros cincuenta y cinco años, hasta que se mueren.)
Miguel SANTOS
(Ilustraciones de Mihura.)
FRANCISCO. — (Apoyándose en un
bastón y bebiendo agua de Lozoya.)
Hola, Nati.
NATI.—Amos' anda.
PACO.—Te, quiero cada día más.
Tengo setenta y cinco años; pero aún
estoy fuerte, gracias a los hipofosfitos.
NATI.—¡La caraba!
PACO.—Si tú quisieras, aún podíamos ser felices...
NATI.—Escupe, Guadalupe, que te.
has tragado un pelo.
PACO.—Casémonos, puesto que somos libres.
NATI.—¡Es lo suyo!
PACO.—(¡Dios mío! ¡Qué espanto!
Jamas podré alcanzar la felicidad
que deseo, pues estamos en Madrid y
ella es una castiza pantalonera, que
ha nacido en la calle del Tribulete.
número diez y siete. ¿Qué hacer, santo Dios?)
NATI.—(¡Cuan sufrimos!)
El que está ahogándose.—¡Que no sé nadar!... ¡¡Que no sé nadar!!...
El de la orilla/—¡Ni yo tampoco, señor mío, y no doy tantas voces!
GUTIÉRREZ
10
El abuelito quiere saber
Pequeña duda de Juanihasta qué punto ha estudia- to. "¿A qué reino pertenedo Juanito su lección de cerá el abuelo?" Por fin,
Ciencias, y le pregunta:
contesta animosamente:
—Vamos a ver: el caba—Al reino vegetal.
llo^ el perro y el hombre,
—¡Jesús! ¿Y por qué?
—¡Porque tú decías ayer,
abuelito, que a tu edad ya
no se hacia más que "vegclar"!
Un marido: Yo no sien,
to ninguna simpatía por un
ja qué reino pertenecen?
—Al reino animal.
—¿Y las plantas?
—Al reino vegetal.
—¿Y el hierro -y todos los
metalest
—Al reino mineral.
hombre que pega a su.
—Muy bien. Ahora, di- mujer.
me: yo, ja qué reino perteOtro marido: Un nombre
nezcof
que puede pegar a su mu-
Ella.—Bueno: ¿cuándo te decides a pedí; me?
El.—Chica, me da mucha vergüenza; pero si te empeñas, préstame diez duros.
jer no necesita para nada en salir a la calle cuando
dan la hora.
la simpatía de nadie.
* * *
— C h i c o , / ' • • • ; una
tempo.
rada que no puedo cerrar
un ojo en toda la noche.
¿Qué liaría yof
—Pues... boxea con Vücudun.
* **
•—ESJ
de ¡,i radiotelefo-
nía t-s mtnrirabU', Ayer estuvimos oliendo 'J'iuuiliou.seT'.
—¡Oh! yo no busco nun-
—Ya ves: tú te quejas de tu desgracia, y este pobre
ni cabeza tenía.
El Tío: ¿Cuál de vosotros es más aplicado en la
escuela?
Willie: Yo soy el primero
en ealifrafia.
Fred: Yo soy el primero
en aritmética.
El Tío: Muy bien, muy
bien. ¿Y tú, Frite, en qué ca esas pequeñas estacioeres el primero?
nes. Yo sólo oigo París y
Fritz: Yo soy el primero Londres.
11
GUTIÉRREZ
EL HOM3RE QUE YA NO SE ASUSTA DE NADA
H I S T O R I E T A ,
P O R
M I H U R A
it/s.
\
\
GUI
12
de tercera. Se entabló un pleito sobre si el mixto lucía o no, y mientras tanto los geraelo3, en un puño,
lloraban BU desgracia y la falta de
leche. La madre era buena, las mujeres de la vía suelen ser buenas todas, y entre sus amistades contaba
La mejor higiene domicon la de este abnegado carabinero.
nical te la proporc'OiHieú
El doctor Navarro Fernández, emoun barreño, minea v.n ora- cionado, enseñó los gemelos, y el púdor.
blico, en pie, le aclamó,
UN MITIN
SANITARIO
Cicr.itóN.
A
continuación,
Pepita
IAIZ
de
Aüer, distinguida poetisa sordo-muEl cine de la Kncoiuienda, repleda, recitó por señas un canto ultraisto de un público soléelo, huele como
ta en honor del agua de Carabaña;
para renunciar a la divulgación hipero al querer matizar uno de los
giénica. Este público de Madrid,
pasajes del canto, metió un dedo en
buenazo y populachero, prefiere, en
un ojo al compañero de al lado y
vez de lavarse los pies en estos destuvo que suspender el cnnlo liara escansos dominicales, oír de bocas au- quivar la pedrada que !a tiraron destorizadísimas las ventajas del baño;
de el anfiteatro.
pero, en fin, todo sea por la higiene.
El doctor Sonda, joven ginecólogo
El humilde cronista se sienta en
que no ve más enfermos que dos souna incómoda butaca, entre un ba- brinitas que tiene con el sarampión,
rrendero y una flamenca, de rompe
encomió el uso del baño de asiento
y rasga.
durante los meses calurosos.
Se hace la luz en las candilejas
Cree que para el mejoramiento de
y ante mi vista, algo cansada, apala raza, lo mejor es el reconocimienrece' una heterogénea cuadrilla de
to médico prematrimonial, a doce,
oradores, desde un bombero hasta
cincuenta certificado; por lo menos
un especialista en partos; dos señotocaríamos todos a algo, el novio y
ritas, una guapa y Joven; la otra selos especialistas sin trabajo. (Ovaguramente conoció los primeros
ción.)
traspiés de Noé y oyó hablar del coLudovico del Ramo, joven poeta
queteo de Eva unos años después.
de Huete y dependiente de la tienNavarro Fernández, el p.póstol laico
da de mercería "El Lirio del Valle",
de la higiene dominical, pronunció
recitó una poesía realista a la amaunas elocuentes palabras. Es el mi- da tuberculosa, de la que no podetin 2.20O; encomia la campaña por mos por menos de reproducir algún
él ideada y p>ide la cruz de Benefipárrafo:
cencia para un carabinero que amamantó dos gemelos, hijos de una
Pobre flor de cabaret,
guardabarrera que en un día de toreo llamaba Sinforosa.
menta en la oscuridad no vio el mixJamás conoció un bisteck
to y murió destrozada por un vagón
y murió tuberculosa.
Sangre escupió, la música sonaba,
con un señor Sinforosa bailaba
un tango triste y sentimental.
—¡iSefíor, me siento mal!!
(dijo llorando, pobre cocot).
—¿Quieres un té?
—No, un entrecot.
Y así vivió siempre ojerosa,
pobre tanguista, la Sinforosa,
hasta que un día que nevó,
¡¡Sinfo murió tuberculosa!!
R. I. P.
—¡Maldición! Se hace de noche, y
tengo el coche sin luz...
-—No te apures. Mira, allí hay una
vela.
El público, emocionado, llora; las
mujeres le aplauden, los hombres se
hacen lenguas y los niños se hacen
aguas. Todo es emoción. Sube una
Comisión de perreros al palco escénico y se llevan accidentada a una
de las oradoras.
Restablecido el orden, el culto
abogado y colaborador deportivo del
INCOfl
—Tampoco hoy podemos coge:
— ¿Hemos olvidado alguna mi
—No. Se noa han olvidado dos
diario La boina azul, entona un canto al boxeo, en las escuelas, para
acostumbrar a la raza a los golpes
y a los juicios de faltas.
A continuación, el ilustre médicolegal don Bernardina del Sepelio,
muestra un hueso de adulto en bastante buen estado; este hueso fue
encontrado envuelto en un papel,
bajo un banco de la Moncloa. Ante
la estupefacción de todos, descubre
EL
NUMERO ODONTÓLOGO
DE
«GUTIÉRREZ»
13
1
AX4.024
DIENTE
'' tren, Pedro.
que este hueso perteneció a su señora, que huyó hace veinte años con un
contrabajo de Eslava; siguió las
huellas de ambos hasta ios solares
del cirdo Krone; en el circo perdió
la pista, que encontró más tarde en
la Moncloa, y reconstituyó el EuceBO: un terremoto óxido telúrico, tan
corriente en los alrededores de Madrid, hizo desaparecer el banco y enterró a la amartelada pareja, que
SE
PUBLICARA EL SÁBADO
DÍA
1.° DE DICIEMBRE
murió de asfixia, de gripe y de cólico epático; una vez bajo la tierra,
los insectos carniceros la tomaron
primero con la señora y luego, con
trabajo, con el músico; poco después
la larva tarraconense devoró los trajes, el oidium del queso destrozó el
calzado y, por último, las moscas osteófagas de Gil y Moa so cargaron
los huesos. Pero mi talento es grande—dice—. Ver un hueso y reconocer
a mi infiel señora todo fue uno.
El misterio está acibarado; l¡i medicina forense nacional viste cíe gala. Una ovación delirante premió la
notable disertación del saino profesor y sobre él, como cálido homenaje, cayó una lluvia de huesos de aceituna que por poco le deja tuerto.
La señora viuda de Cabo, de la
Sociedad Protectora de Animales, se
dolió del bárbaro modo que los carreteros pegan a las muías, y propuso que para evitar estas escenas
las peguen con goma.
El doctor Relimpio preconizó el
uso del vino con sifón como eupéptico en los enfermos de úlcera gástrica; cree que el aguardiente en
ayunas es el mejor preservativo contra el cáncer, y hace ver lo antihigiénico que es colocarse en la cinta de!
sombrero el palillo que dan con las
anchoas.
El presidente, señor Ronquillo, alcalde de Higueruela de Enmedio,
hace el resumen del acto por señas,
pues no sabe hablar; pero por sus
gestos podemos anunciar que el mitin próximo se celebrará en la plaza de toros de Tetuán, siendo obsequiados los asistentes con pilongas y
números atrasados de la revista de
vulgarización sanitaria El pie ino-
doro.
Salgo a la calle. En la esquina de
Mesón de Paredes me arrojan desde
un balcón un papel de cabezas de
sardinas, dos portales más adelante,
la portera me vuelca un cubo de basura, un borracho arroja a la vía
púíblica unas inquietas judías que no
rimaban con el tinto, un niño hace
aguas mayores en la acera, un mayorcito las hace menores, pero abundantes; piso unas mondaduras y por
poco me mato. El carro de la basura, pietórico y descubierto, nos rocía de detritus.
Llego a casa cerca de las tres, sucio, ojeroso y maloliente, pero en mi
pecho alienta la esperanza: vengo de
un mitin de higiene social. Mi mujer sonríe chungona y el perro me
ladra
Félix HKRCE
LA CRITICA
Una vez más la crítica periodística
ha estado cruel. Nos habían dicho que
¡Viva Madrid, que es mi pueblo! era
una película digna de consideración
Pero la crítica... ¡Ah! Los zambombazos despiadados que a la producción nacional—;eso es proteger y
lo -Jemas son cuentos!—largaron los
revisteros de los diarios nos dejó perplejos.
¿Quién llevará razón?
Y vimos ¡Vira Madrid, que es mi
pueblo! y nos pareció una gran película, llena de interés, repleta de
emoción, que nos muestra un Madrid
insospechado. Verdaderamente, no
creíamos que este nuestro Madrid
ofreciera a la pantalla tan soberbias
perspectivas.
Faustino Bretaño tiene momentos
geniales en la cinta; Marcial Lalanda se revela como un actor sobrio y
consumado; Celia Escudero, formidable como artista y como mujer.
Pero la crítica...
Llevamos mucho tiempo soportando películas extranjeras en las que,
cuando el actor está mal, decimos que
tiene sensibilidad, carácter, sentimiento y otras tonterías por el estilo.
Basta, en el cine, que el actor se
quede mirando fijamente a la dama
unos segundos para que digamos que
está formidable. Si resiste mirando
medio minuto, el éxito raya en la
locura. ¡Qué bien! ¡Qué bárbaro!
¡Qué bestia!
Y nos vamos tan tranquilos y satisfechos.
Y con lo nuestro, duro que es tarde. Para eso está la crítica, para meterse con la producción nacional... y
para recomendar artistas para que
las contraten las Empresas, porque
si no...
El turista.—Pero este pueblo debe
ser muy aburrido.
El guía.—¡Ca, no lo crea usted! El
mes pasado tuvimos un eclipse de
luna.
GUTIÉRREZ
14
Anécdotas hisí';r;cíis te! sexo débil
AVIE KL CADALSO
María Antonieta tenía toda la altivez de carácter propia de los austríacos y de las dueías de casas de
De vez en cuando conviene pasearhuéspedes.
se un poquito por el campo de, guEl día en que por primera y úlles (1) de la Historia.
tima vez subió los escalones de la
Paseémonos hoy, ya que no hay
guillotina, resbaló en. una cascara de
cosa mejor que hacer, y estampemos Inglaterra se encontró debajo de, su plátano que había djeijado cater el
aqui, para solaz de las lectoras, algu- lecho un hipopótamo.
verdugo para aumentar sus sufrinas anécdotas sotvo PI sexo débil, quo
—¿Quién ha puesto aquí este ani- mientos.
la Historia nos ofrece a puñados, y mal?—interrogó la soberana en in->
La reina de Francia estuvo a pique no han ocurrido nuiica.
que de chafarse las narices contra el
glés.
Va bola.
Nadie de la Corte le, supo con- entarimado. El abate Dufresne acudió a sujetarla, y ella, levantando la
testar.
JOSEFINA Y NAPOLEÓN
Y es que, por entonces, en la Cor- cabeza en una fría actitud, exclamó:
—Abate... Mis narices a mí sola
La emperatriz Josefina no se pei- te de Isabel de Inglaterra no entenpertenecen.
día el inglés nadie.
nó nunca con raya.
Y le dejó al abate con tres palmos
En cambio, para desmayarse solía
de narices.
vestirse un traje blanco, más ceííido
sobre el estómago que de costumbre,
DOÑA JUANA
a fin de que al caer desmayada los
presentes se apresuraran a aflojárDoña Juana la Loca estaba como
selo.
un cencerro; por e;o la lla.iiaban \a
En su último y famoso desmayo,
Loca.
el que sobrevino cuando el emperaUn día en que Felipe el Hermoso
dor le comunicó oficialmente que pense había pintado los párpados más
saba divorciarse, de ella para conque de costumbre, la soberana montraer nuevas nupcias, Josefina sintó en una cólera terrible. En seguitió perfectamente que su augusto esda montó en un caballo negro. Y se
poso la desceñfa con rapidez el trafue a Simancas.
je, y, sp.srin tpstiios presenciales,
Don Felipe., cuando supo que BU
parece ser que le dijo, entreabriendo
regia esposa había montado en cólelos ojos:
ra y en caballo, se limitó a decir:
-—Señor, 1n« "^n-ios son más dul—Tanto monta. Monta tanto. Sale
ces que las mermeladas.
a sus padres.
A lo que el emperador contestó:
GLACÉ
—Sí... Pero las de Alfredo Hül
son las mejores (2).
A Catalina de Rusia le entusiasmaban las castañas asadas.
EL ODIO DE ASPASIA
Sin embargo, como el clima en RuAspasia, la linda A.=rpasia, que tan
sia suele ser muy frío, este ("eseo de
benéfica influencia tuvo sobre Perila reina se veía satisfecho cortadícles en la edad de oro de Grecia,
simas veces, porque en todo el país
odiaba los viajes en automóvil.
no podía lograrse una temperatura
lo suficientemente elevada para que
LA PREGUNTA DE ISABEL
las f"-' ,,,;ls se asasen, y lo único
que el cocinero mayor de Palacio le
Cuéntase que un día Isabel de
El.—Si yo te diera un br ,o, ¿griofrecía a menudo a Catalina era
tarías pidiendo socorro?
"marrón glacé"; es decir: castañas
(1) fínles. Verdura* muy apre-cfiílus entre loa
Ella.—Mamá está muy enferma, y
aristóeTawi* y 'Pif ficr^'i, a causa de ello, en casi
heladas.
el médico dijo que hay que evitar
todos lo* esiumo* nobiliario?.
todo lo que pueda excitarla.
Cierta tarde en que el frío era de
(2) K«elaroo absolutamente gratuito.
Que tienen i¡i xirtt,.! tls ¡ni ser vcri/jj<ras)
lo más salvaje y Catalina tenía un
humor endiablado, el cocinero mayor
afirmó que la serviría castañas asadas en la merienda; pero, llegado el
momento, se las sirvió heladas, disculpando ej incumplimiento de su
palabra como mejor supo.
Catalina, siempre tiránica e incapaz
de contener sus nervios, le dio al
cocinero mayor un puñetazo en
un ojo.
Y el cocinero, sin dejar de tiritar
de frío, se inclinó murmurando:
—Señora: pretendisteis darme un
"morrón", hijo del calor de vuestra
ira, y también vos podréis observar
que no os ha sido posible, puesto que
habéis acabado dándome un "morrón
glacé"...
LA NARIZ DE CLEOPATRA
Cleopatra tenía la nariz tan larga
que era la primera de toda la familia
en olerse las cosas que iban a suceder.
MESALINA
Parece ser que la emperatriz Mesalina fue quien, antes que nadie,
adoptó la moda de mesarse los cabellos cuando sufría algún disgusto
de consideración.
Por eso recibió, ya en su tiempo,
el nombre de Mesalina.
Por la dulce invención de estas
anécdotas,
Conde Enrico DI BORSAUXO
PROBLEMA
—Un tren, compuesto de doce
unidades, incluida la máquina, marcha a una velocidad de 70 kilómetros por hora entre dos estaciones,
distantes una de otra 100 Kilómetros.
En el kilómetro 27 se le cae a un
viajero el sombrero y a los dos minutos para el tren. El viajero estaba a una distnnoia de la máquina
de 72 metros. Averiguar a la distancia que se encontraba el sombrero
del viajero cuando paró el tren.
Solución: Se hallaba a 15 centímetros, porque lo llevaba sujeto a
la oreja por una cuerdecita,
d u r o SOliIS
•nn
I!
m
PASOTJAIJ
Vea. usied
ESTAMPA
LENGUAJE MANUAL
Ella.—Hijito, no te entiendo. ¡Como no pronuncies más fuerte!.,
16
A D I Ó S ,
Sin ir más lejos que ayer tarde,
para que nosotros lo pudiéramos decir hoy, y en sus posesiones iel Paente de las Ventas, ha subido al Cielo
el ilustre tocólogo, ginecólogo y punderetólogo don Facundo, a la temprana edad de ochenta y cuatro años
(temprana, porque cumplía los años
a las siete y diez de la madrugada,
hora en que tuvo un ratito libre para
nacer), confortado en sus últimos
momentos por el padre Aurístelo, de
la compañía de Jesús, y por su tío
Fidelito, de la compañía telefónica.
Nosotros conocemos a don Facundo
desde que va para treinta meses nos
dimos de alta en la sociedad "El
fiambre cooperativo", donde por dos
veinticinquito le dan a uno médico,
botica, entierro, sesenta reales para
teñir en negro la ropa de color y un
GUTIÉRREZ
F A C U N D O
altavoz para oír durante el novenario
las campanadas de Gobernación y que
no se nos pare el reloj del despacho.
Pero no vamos a decir por esto que
quisiéramos a don Facundo tanto y
cuanto, ni que su muerte nos haya
producido una intensa emoción de
tristeza, porque, dada la edad del malogrado doctor y lo pelmazo que se
punía en las visitas, era sabido que
la cosa tenía que pasar de un momento a otro.
Además, tenía hecha polvo la pelota y todo lo confundía. Entre sus más
notables equivocaciones, se cuenta la
siguiente: Don Facundo, en sus mocedades, más accidentadas que las del
Cid, había sido prestidigitador en una
de esas compañías que van por los
pueblos en verano; después fue cuando se hizo médico y se especializó;
El perro.—¡Y pensar que esta niña gótica pertenece a l a Directiva
de la Sociedad Protectora de A n i m a l e s !
¡ESTOY QUE HECHO
LAS MUELAS! CON EL
NUMERO ODONTÓLOGO
que saldrá el próximo sáhado
día I .° de IJ i c i e m b r e .
i
pues bien: un día que necesitaron sus
conocimientos médicos para un caso
urgente, se le olvidó si le habían llamado como comadrón o como prestímano, y ante los ojos asombrados de
los familiares, intrigadísimos por si
iba a ser niño o niña, empezó a sacar cintas de colores, flores de papel,
bolas de billar, y, por ñn, una pecera
y una paloma blanca con un lazo al
cuello.
Del niño, nada. Ni hablar.
En cambio, como deportista era un
hacha, y en unas olimpíadas que, aunque parezca paradójico, se celebraron
en la Mancha, le dieron la flor natural y un par de cuellos de pajaritas,
casi nuevos, porque de cinco huesos
de aceituna que le dieron acertó a tirar tres a la calle por el balcón sin
tropezar con los hierros de la barandilla. Ahora, que no aceptó el premio
con pretexto de que los cuellos le
estaban chicos y le pellizcaban en la
nuez, porque, eso sí, tenía muy mal
genio y muy mala intención y regañaba mucho con las porteras y se
cortaba las uñas de los pies en pico
para romper los calcetines. De todas
maneras, que Dios le haiga perdonar?,
como yo le perdono dos reales que
me debe de un día que me dijo que
me iba a pagar el café y luego no fue
verdad.
El entierro se celebrará en seguidita, pues uno de los herederos tiene
que irse a Pozuelo de la Soga, y el cadáver irá conducido en un coche estufa tirado por seis caballos, sin que
rn el caso de inutilizarse los seis puedan exigirse otros.
Una brillante banda militar amenizará los intermedios.
¡Adiós, Facundo!
Rafael GONZÁLEZ C A S T E M J
GUTIÉRREZ
17
1. El eminente tenor Bastorini llevaba veinte larsos años recibiendo aplausos por todo el mundo, en
plena apoteosis de gloria científica. Aplausos que halagaban sus oídos v lo colmaban de felicidad.
2. Pero como los años no pasan en balde (es muy
lógico que los años no pasen en un balde, artefacto
incómodo si los hay), el eiúnente Bastorini llegó a
perder su voz maravillosa.
3. Y lejos de la escena se desesperaba y sufría terriblemente, añorando aquellos nutridos aplausos que
tan bien sonaban a sus oídos y sin los cuales no podía
vivir.
4. Bastorini encontró al fin la solución. Los aplausos volvieron a sonar, reclamando su presencia; y Bastorini, modulando un "va en seguida", vivía feliz.
HISTORIETA, POR LÓPEZ RUBIO
GUTIÉRREZ
18
PARA UN MANUAL DE PSICOLOGÍA
M A S O Q U I S T A S
Se llama masoquistas a aquellas personas que encuentran un. placer en recibir golpes, injurias y toda clase
de malos tratos de manos del ser que aman.
(Advertencia para los léeteles ('atraídos.)
Desde el primer momento comprendí que a aquella mujer le sucedía
algo raro.
Tenía una mirada tan desvaída como el dibujo de un "gobelinos", y
cuando esa mirada se paseaba por
los objetos que la rodeaban, era como si por un suelo de mosaicos se
pasease una máquina de aspirar el
polvo.
—¡Qué mujer tan extraña!—me
dije.
Y me añadí:
—No cabe duda: o es una exquisita o no tiene dinero bastante para
pagar su pensión este mes.
(Porque dichas dos circunstancias
se confunden a menudo en la expresión de los semblantes femeninos.)
Ella fijó en mí sus pupilas varias
veces, y—como me sucede siempre
que. me sucede esto—tuve la certidumbre de haberme puesto torcida la
corbata.
Pero no. Mi corbata estaba perfectamente derecha, según me. comunicó
el amigo que me acompañaba.
—Entonces, ¿por qué mira tanto
esa mujer?—pregunté intrigado.
—La habré gustado yo—explicó mi
amigo, que era galán cinematográfico, y que, como todos los galanes ci-
nematográficos de España, llevaba
depilados las cejas y tenía cara de
almohadón.
Si aquella mujer me. hubiese parecido una mujer vulgar, no me habría
cabido duda de que le había gustado
el galán de cinematógrafo; pero ya
he dicho que al punto noté que era
una mujer extraña, y por ello volví
a mi antigua hipótesis de que en ese
instante me estaba sucediendo algo
terrible.
—La corbata la tendré bien puesta; pero no me cabe duda de que por
lo menos llevo un tiznón en la nariz—-pensé.
Y de improviso (¡lo juro, señores!),
de improviso, la extraña dama de la
mirada desvaída me hizo un gesto
expresivo. Más claro: me. rogó con
su mano que me acercara.
Fui hacia ella tan de prisa, que
tiré un velador repleto de copas y
derribé a dos camareros repletos de
bandejas.
En medio de un pavoroso escándalo, llegué a la mesa de la dama.
—Señora—la dije--, perdóneme;
pero soy tan imbécil que me ha parecido que me llamaba usted.
—Sí—expresó ella con una sonrisa
como la de la Gioconda y como la de
Uzcudun—. Le he llamado...
..X EL RASTRO
—Se lo dejo en cinco céntimos.
— ¿Es el último precio?
—¿Y qué desea usted? ¿Que ¡e
limpie los zapatos? Porque me considero indigno de servirle para otra
cosa más alta.
—¡Por Dios!—protestó—. ¡Usted
de limpiabotas! Sería denigrante...
—Señora—repliqué gravemente—
el limpiabotas de la reina Isabel de
Inglaterra se e-asó con una aristócrata francesa (1).
—¡Oh!—murmuró la dama, porque
después de una frase como aquélla
nadie había podido murmurar más.
Y tras una pausa, dijo:
-—Siéntese a mi lado.
—Se va a molestar mi amigo, a
quien he. dejado solo.
—No le importe. Le conozco. Es un
actor cinematográfico; uno de esos
actores tan preocupados de su belleza, que se ondulan el pelo hasta cuando tienen que interpretar un papel
de canónigo moribundo.
—¿Entonces?
—Que se vaya a paseo su amigo.
Me levanté y le grité a mi amigo:
—¡Oye! ¡Que te vayas a paseo!
Y mi amigo, que tenía muy mal
genio y que era muy obediente, salió
furioso del café y recorrió la ciudad
diciendo pestes de mí en voz baja.
Es decir, se fuó a paseo.
*
* *
Horas más larde, Artemisa (porque tenía el cinismo de llamarse Artemisa) me hacía una revelación
sensacional.
—Yo soy masoquista—dijo—. Yo
siento un placer exquisito cuando el
hombre a quien amo me pega. Y te.
llamé porque me pareció ver en ti un
carácter enérgico...
Al oír aquello me miré atentamente las puntas de los zapatos. Luego
repuse, un poco avergonzado:
—Pues, mira, Artemisa... No quiero ocultarte la verdad. También yo
soy masoquista; también yo gozo lo
indecible cuando me zurra la mujer
amada...
—¡Dios mío!—articuló Artemisa'—. ¡Qué felicidad!
Y pidió otro chocolate con "tortell".
Y yo pcvlf también otro chocolate
con "tortell".
Despui's, comimos copiosamente a
la carta.
í ¡i
K ¡ ; , ; . >
•:.•! n i - . - i
ir
•; ••;••,
! ' ; i r i « | ! < - < • : ! ! : . i ' ' :•• [ < ) : ¡ u v
s, > l u
.••!!•
. i i : > r : z • >
f i l a n
! u
] n r
-.1
•.: v i
!, < l , , .
¡ i
¡i-
GUTIÉRREZ
Luego tomamos dos nuevos chocolates con ensaimadas.
Porque, para nacernos el amor nosotros necesitábamos tomar más fuer.
zas que los demás.
Fue una escena inolvidable, de la
cual ni física ni económicamente he
logrado reponerme todavía.
Al llegar a mi casa, al quedarnos
solos, besé dulcemente a Artemisa, y
en seguida la aticé seis bofetadas
que la hicieron rodar por la alfombra.
—I Amor mío!—suspiró ella mientras rodaba.
Y se levantó al punto, me atizó un
puñetazo en la nariz y otro en cada
ojo, y yo caí de espaldas, gimiendo:
—¡Mi ilusión!
Me enderecé para avanzar hacia
Artemisa con los puños en alto. Y
durante diez minutos la aporreé vigorosamente, como aporrean el tecla,
do del piano los malos pianistas.
No bien Artemisa notó que mis
fuerzas desfallecían, se volvió como
una fiera y me vapuleó a su vez con
el vigor y la contumacia con que se
vapulean las alfombras. Al final me
aplicó seis puntapiés. Yo la devolví
siete; y a un tiempo, como si nos hubiéramos puesto de. acuerdo, nos sacudimos mutuamente dos puñetaos en
la nuca.
Nuestro amor era cada vez más
sólido, más entusiasta y más profundo.
•—¡Ah, qué feliz soy!—clamó ella.
-—¡Y yo! i Yo soy más feliz que
manca!—apoyé.
Como si estas frases fuesen los hipofosfitos del alma, amóos nos sentimos con nuevos bríos.
A partir de ellas, la primera bofetada que la coloqué a Artemisa la levantó en vilo y la obligó a cruzar la
habitación planeando. Aterrizó encima de un bargueño, rompiéndolo.
Se levantó con el rostro transfigurado por el deleite, y me tiró una bo_
lea que me. hizo dar diez vueltas.
—¡Cielo mío!—me dijo al aplicarme un zapatazo gigantesco.
—¡Mi vida!—repliqué.
Y cogiendo una Venus de Milo de
una repisa, se la partí en la frente.
Artemisa vaciló sobre sus lindas
piernas; pero, haciendo un esfuerzo,
se apoderó de un j:i>TÓn <'e TaHxvera
y me lo hizo tiestos en la base del
e :-ánoo.
-—No es posible ser más feliz—
murmuró, cayendo.
Y al caer tuve tiempo de tirarle a
Artemisa una silla. Ella replicó gol-
peándome la espalda can una lámpara de bronce.
En un rapto de pasión, descolgué
una reproducción de Las Menina» y
le encajé el cuadro a Artemisa haata
los hombros. Llevando el cuadro a
guisa de gola, ella tuvo aún energías
para arrearme con un Paisaje de fu
Casa de Campo.
—¡Ah! ¡Qué bien!—susurré.
—¡Cuánta felicidad!—oí que me
contestaba.
De un extremo a otro de la habitación nos arrojamos objetos durante
media hora. Artemisa creyó desvane»
cerse de amor cuando la acerté en
las mandíbulas con un cenicero de
hierro. Pexo mi placer fue mucho
mayor cuando recibí en la sien derecha todo el peso del reloj de pared,
lanzado "a capón".
Renació con ello nuestro entusiasmo. Comenzamos a recorrer el cuarto, saltando por encima de los escombros y persiguiéndonos con furia. Yo
había logrado arrancar una pata de
la mesa de despacho, y cada vea que
picarizaba con ella a Artemisa, la felicidad de mi amada crecía hasta lo
inverosímil.
¡ >'
Por su parte, Artemisa me proporcionaba un placer sin línrtes cada
vez que conseguía engancharme en
la cabeza con la barra de un portier.
Al fin la derribé y pude bailar encima de ella la "Danza macabra".
Pero Artemisa no desperdiciaba ocasión de serme agradable, y pronto me
tl<•rribó a su vez y ejecutó sobre mi
cuerpo un bailable completo de
"Fausto".
Nuestra felicidad mutua era indescriptible.
Pero todos los vecinos de la casa,
reunidos en cónclave, golpeaban ya la
puerta de la habitación con roces de:
—¿Qué pasa?
¿
—¿Qué ocurre?
—¿Hay ladrones?
Seguimos arrimándonos estacasoa
sin contestar. Pero los vecinos echaron la puerta abajo. Y entraron jr
nos separaron, quitándome a Artemisa de las manos en el instante en
que yo la tenía sujeta y la tiraba de
la nariz con unos alicates, animado
por sus dulces palabras, pues demostraba haber llegado al éxtasis.
Tuvimos que. ir a declarar a la Comisaría. Nadie comprendió la verdad.
Todo el mundo supuso que yo había
maltratado a Artemisa y que ésta
había tenido que defenderse.
Y al día siguiente, los periódicos
¡'aban cuenta del hecho, titulando la
i ii formación:
"EL SALVAJISMO DE UN ES*
CRITOR
GOLPEA A SU NOVIA CON LA
PATA DE UNA MESA Y LA TIRA
DE LA NAKIZ CON UNOS ALICATES"
Y desde entonces las personas honorables no me saludan.
Enrique JAItPlliL l'GXCELA
LA OKliGlA KN SiL
El cirujano (a su ayudante).—Dale ya el cloroformo.
-Esta noche he soñado con un collar..., y mañana es mi santo.
-Muy bien... Pues entonces te regalaré un libro sobre los sueños.
(De The Pamiing f-'hoio.)
MALEDICENCIA
—No está bien, querida, hablar
así de nuestros enemigos.
— ¿Cómo?... ¡Pero si es mi mejor amiga!...
TUNGSRflM
Aceites paros de oliva II |t
S A L G A D O (S. A.) | | I
Mad rid • S e v i l l a ( j I
•ia Teléfono 93.131 •:•
CESÁREO ALONSO
ORTOPÉDICO MA í1.08^1* Mó"í2r
~!Bah! No - -——- -- -
VKI v r t V I U V y del Instituto Rublo
Talleres propio* ¡ Precio* económico»
ras qué pronto encuentra otra novia.
<De
^"stige Kobrer Blaetter, Colonia).
— ¿Por qué lloras, Eufrasia?
—¡Mi novio, que me hí
Nuevas válvulas filamento de
Bario, serie, 4 voltios. No
descuide la oportunidad para
adquirir lo mejor.
RADIO
Montera, 10
ffl
...EN EL CIRCO Y >EN CASA
TUNGSRAM
(De
Madrid
GUTIÉRREZ
21
humoristas <>xtraiii<To$
Esperamos con impaciencia el resultado de la autopsia. Según sus instrucciones, maestro, lie citado al
"Prestidigitador Mundano", amigo
íntimo del difunto artista.
EJL MÉDICO LEGAL (entrando azora-
Maestro, si le parece, escucharemos
'el testimonio del "apuntador de la
nariz llena de tabaco".
EL APUNTADOR....¡Ah, señores, así
viviese una vida tan larga como la
vida de una tortuga, no me sería dado olvidar el terrible drama, del cual
he sido testigo desde mi humilde agujero de apuntador! El desventurado
había comenzado apenas su gran monólogo de la banadera, cuando, deteUNA MUERTE MISTERIOSA
niéndose en seco, con los ojos fuera
ha escena representa el casino de una de las órbitas, murmuró la frase misciudad balnearia.
teriosa...
EL DIBECTOK (aterrado).— iQné noLOUFOCK HOLMES.—¿Cuál frase?
che trágica! "Marat", «1 drama en un
EL APUNTADOR.—Esta: "¡Agua!
;Agua! ¡Cielos! ¡Las patas trufadas!
acto intercalado en el programa entre
¡Estoy perdido!"
los "danzarines sobre la lengua" y el
"Prestidigitador moderno", ha sido
LOUFOCK HOLMES.— ¡Precisamente
siniestramente interrumpido. El in- lo que pensaba! Comienzo a comprentérprete de Marat ha muerto repen- der.
tinamente en escena dentro de la baEL COMISARIO.— ¡No comprendo!
nadera y fletante de su desventuraLOUFOCK HOLMES.—¡Mañana comda esposa, que hacia la parte de Car- prenderá usted el espantable enigma
iota Corday. He debido hacer bajar el del "agua que mata".
telón con toda premura para evitar
EL OJO ENTRE BASTIDORES
;i los espectadores el penoso iespecLaruerna representa la oficina, del
iaculo de una Carlota Corday cubiercomisario.
ta de lágrimas, abrazada al cuerpo
inanimado de Marat.
EL COMISARIO (a Loufock Holmes).
EL REGISSEUR.—El ilustre detective aficionado Loufock Holmes, que
¿VERDAD QVR 87?
\ eranea en nuestra ciudad, está en el
Puede
usted asegurar
escenario en este instante, para presque no falta, en ninguna
tar el concurso de su genio al comicasa, ni los chocolates,
sario de policía.
ni
los cafés "La Fortuna".
EL COMISARIO (a Loufock Holweni.
HIPNOTI S MO
—¡Señor tiburón, soy el Secretario de la Sociedad Protectora de
Animales!
—Está bien, pero yo soy un tiburón.
(De
Life,
Nueva York.)
do).— ¡Es inverosímil! ¡Como para
enloquecer! Y, sin embargo, es exactamente así. El resultado, de la antopsia no admite réplica... Una congestión provocada por un baño tomado durante la digestión es lo que ha
ocasionado la muerte de ese actor.
LOUFOCK HOLMES.— ¡Estaba seguro
de ello!
EL COMISARIO.— ¡Pero si ia banadera estaba vacía!
EL MÉDICO LEGAL.—Para euloque-
cer... Una congestión pillada en una
banadera sin agua.
LOUFOCK HOLMES. — No queda más
que hacer confesar al asesino.
EL COMISARIO (desorientado).—¿El
asesino?
LOUFOCK HOLMES. — ¡SÍ! (A
los
agentes.) ¡Hagan entrar al Prestidigitador Mundano! (Los ageníes Unen
al Prestidigitador Mundano.)
LOUFOCK HOLMES.—¡Miserable! ¡Lo
sé todo!
EL
PRESTIDIGITADOR
MU.NIUNO. —
¡Loufock Holmes! ¡Estoy perdido!
(Con un gesto de desesperación, traía de hacerse desaparecer a si mismo
en sus propias mangas! pero más rápido que él, Loufock Holmes le im,pide realizar su audaz proyecto.)
LOUFOCK HOLMES.— ¡Habla,
ban-
dido!
EL
PRESTIDIGITADOR
MUNDANO. —•
¡Y bien, sí! ¡Soy yo el asesino! Lo
confieso, dado que nada puedo ocultar a usted, maldito detective... Des-
El marido (a su mujer, que asta de vacaciones).—¡Oh, si!... ¡Ahor:estoy secando la vajilla I
(Pe Kaspcr, Stockholm.)
GUTIÉRREZ
22
LODFOCK HOIJUES. — ¡Exactamente
como lo había supuesto: el agua no
moja!
EL PRESTIDIGITADOR. — Fue
en
ese
momento en que Marat gritó: "¡Agua!
¡Agua!" Después, recordando repentinamente que acaba de comer patitas de cerdo con trufas, murmuró:
"¡Cielos! ¡Las patas trufadas!", y
murió de congestión en su banadera
sin agua. El truco había resultado dp
manera maravillosa.
TELÓN
^
^
i.i
X. Y. Z. 8.-Gutiérrez.= Radio.=Madrid
'
^
5
y.
i
I.—Cómo he lisura uno que ha de comportarse ante el ladrón mientras acude la Policía.
II-—Y cómo se comporta uno cuando lo probable se convierte en
realidad.
(De London Opinión, Londres.)
de hace mucho tiempo estaba celoso de mi amigo el actor, de cuya
hermosa mujer estoy enamorado. Sa^
bía que ella es una esposa honesta,
y que sólo la muerte de su marido
podría entregármela en segundas nupcias. Resolví entonces hacer que desapareciera el obstáculo, y esperé pacientemente la ocasión favorable. Esta ocasión, única extraordinaria, se
presentó cuando pusieron en escena
el drama "Marat". La noche del delito, antes de la representación, invité
a cenar a los dos artistas, l^a comida fue abundante, y el hombre que
odiaba con todas mis fuerzas se hizo
servir patitas de cerdo trufadas, su
plato preferido. La cena se prolonga
mucho—cosa prevista en mis planes—,
y los don artistas llegaron al teatro
apenas con el tiempo de vestirse rápidamente y salir a escena... Apostado entre bastidores, frente a la banadera de Marat, inmóvil, yo esperaba
en la sombra el momento de obrar.
Marat estaba a punto de atacar el
monólogo, cuando de improviso su
mirada se encontró con mis ojos...
Mi profesión de hipnotizador me había permitido repetidas veces adormecer al difunto actor, y sabia que
no podría resistirse al misterioso poder de mis ojos fascinadores. Lo que
había previsto se realizó, pues, punto por punto. Bruscamente el actor
interrumpió su monólogo y se sumió
en un profundo sueño hipnótico. Sin
perder un segundo le sugerí el pensamiento de que la banadera estaba
llena de agua.
Señoret>:
Barrena (Sevilla).- Jtra vez será,
hermano.
R. 1'. C.—Pues ¿qué le diremos a
usted? R. I. P.
Conté du Cal-Villa. — xíay algo;
pero no nos acaba de llenar. Necesitamos cosas más contundente?.
S. M.—¿Otra corrida de. toros? Tenemos un armario destinado exclusivamente a este tema. Y el caso es
que tiene gracia. Puede, que la inser
emos el mejor día; pero denos paiaora de no reincidir.
F. Sinod.—-¿Amenaza con otro? A
ver si está más feliz.
Churrete (Huelva).—De los catorce
chistes que manda van al cesto diez y
seis. ¡Felices Pascuas!
B. The A K. SA (Madrid).— ¡Y quino se le ocurra salir en una temporadita!
¡Atención! Señores:
Lectura de poesías por el gran poeta madrileñista señor Eusebio.
•—Sí seré yo chulona,
señora Olvido,
que pongo dinnsauros
en el cocido.
—Más chulona es mi madre,
doña Librada,
que a fin de mes al cocí
no lo echa nada.
Señores:
Márgales {Sevilla).—Malísimos. Le
('oy mi más sentido pésame.
J. G. (Granada).—Lo mismo digo.
Genciales.—Lo mismo digo.
Ebrea.—-Lo mismo digo.
;Ha terminado!
macaco
el p e r i ó d i c o d el o s n i ñ o s
25 céntimos . Todos los sábados - 25 céntimos
Cortar, después de llenado, el cupón adjunto y enviarlo a MACACO, Paseo de San
Vicente, 20, Madrid, quien, Inmediatamente, os remitirá GRATIS un número de muestra.
Don
residente en
-, calle de
Solicita que se le remita GRATIS
núm.
un número de muestra ie la revisto
infantil MACACO.
(FIRMA.)
estam pa
Publica todas las semanas,
como mínimo, 16 grandes páginas profusamente ilustradas
en huecograbado.
Editado en RIVADENEYRA.
Paseo de San Vicente, núm. 20
MADRID
Léala usted todos los sábados
estam pa
50 CÉNTIMO
es la revista para el hornbreí
es la revista para la mujer:
es la revista para el niño.
Administración: RIVADENEYRA, (S. A.).—Pateo de
San Vicente, 20.—Madrid.
esta mpa
GUTIÉRREZ
abonará cinco pea
setas por cada chiste o pie ingenioso
para dibujo que se le remita y que se
publicará, haciendo constar el nom=
bre del autor, ilustrado con una cari"
catura. Es condición precisa que di=
chos textos sean originales e inéditos.
A LOS COLECCIONISTAS
Precios de snscripcioni Madrid, provincia* j
posesiones españolan semestre, 15 peseta»
año, M.—America, Filipina» y Portnjali w
mestre, 16 pesetas; ano, 32. Extíanjeroi semestre, 25 peseta»; ano, 40.
ofrece siempre:
la imagen del momento,
el comentario oportuno,
la información interesante,
Ioí escritores preferidos.
estam pa
A LOS ESPONTÁNEOS
48 PAGINAS 30 CÉNTIMOS
Precios de suscripción: Madrid, provincia» y posesiones españolas! semestre! S
pesetas; año 15.—America, Filipinas y Portugalt semestre, 9 pesetas) a6o, 17.—Extranjero: semestre, 20 pesetas; año, 36.
GARABATOS
KAITESCOS
Álbum de caricaturas
Los números atrasados de
F A R S A
PUBLICACIÓN SEMANAL DE OBRAS TEATRALES
es la revista nacional
que interesa a toda España.
Precios de suscripción: Madrid, provincias J
posesiones españolas: semestre, 5,80 pesetas;
aflo, 10.—América, Filipinas y Portugal: semestre, 7 pesetas; ano, 12.—Extranjero: semestre, 11 pesetas; afta, 20.
A nuestros lectores
LA
Nos es Imposible contestar las innumerables cartas que recibimos de nuestros amables colaboradores. No haremos excepción ni con las que vienen
con sello para el franqueo. Cuando
vean publicado algún trabajo suyo,
pueden pasar por nuestra Redacción,
a cobrar su importe, cualquier lunes,
de seis a ocho.
DE
GUTIÉRREZ
K-H I T O
se venden, al precio corriente,
en el kiosco de la calle de Alcalá, frente al Teatro Alcázar.
Precio: 6,50 pesetas.
Pedidos a Prensa Gráfica, HermosiUa, 57.—MADRID
Los días de pago en nuestra Redacción (Paseo de San Vicente, 20), son
los lunes, de 6 a 8.
fiam
ACABAN DE PONERSE A LA VENTA
LAS DOS GRANDES NOVELAS
UN ENEMIGO DEL MATRIMONIO :-: LAS FLECHAS DEL AMOR
DEL INSIGNE NOVELISTA
ALBERTO
Precio: 5 pesetas ejemplar.
INSÚA
- Pedidos a Rivadeneyra (S. A.) Paseo de San Vicente, 20, Madrid.
-o—
.•«••M
iiiiHMim;
"'HMiiinmiiiiumttffn
|aa^apÉ^f^^f^#»JfJs^»^»^fMfJVajajvv^BBajs|e^e^^Bi^BV^^^^F*VTTVTTYTV^V^^^^^^pB^»jBBa
—Querido sobrino; eres una cebolleta, sin voluntad, y nunca serás nada.
—¿Y qué me aconsejas que haga, querido tío, que no haga falta voluntad?
—Pues... iSentar plaza de voluntario!
Descargar