Editorial La ética como comportamiento Luis Fernando Álvarez

Rector
J o r g e H u m b e r t o Pe l á e z Pi e d r a h i t a , S . J .
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Editorial
La ética como comportamiento
Luis Fernando Álvarez Londoño, S.J.
6
Ventana de opinión
De la política
Bernardo Gaitán Mahecha
10
La Ética en la Gerencia
Eduardo Villar Borrero
14
Perdón y reconciliación en el posconflicto
“Hacia la reconstrucción del país”
Gerardo Remolina Vargas, S.J.
22
Representaciones de género y acceso
a la propiedad de la tierra en Colombia
María Fernanda Sañudo Pazos
30
La ética empresarial se traduce en la
humanización de los negocios
Carlos Raúl Yépez Jiménez
36
Notas para una ética ambiental
Gilberto Cely Galindo, S.J.
42
Virtudes teologales y virtudes éticas
–ensayo de mediación entre filosofía y teología–
Vicente Durán Casas, S.J.
48
Aproximación a propuestas éticas
del Papa Francisco
Alberto Múnera Duque, S.J.
Una publicación de la Fundación Escritores
Director
Luis Fernando Álvarez Londoño, S.J.
Gerente
Luz Stella Higuera de Alarcón
Editora
Helena Castaño Iriarte
Diseño y diagramación
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Comité Editorial
Padre Luis Fernando Álvarez Londoño S.J.
Padre Alberto Múnera Duque S.J.
Ángela María del Rosario Calvo de Saavedra
Helena Castaño Iriarte
Consejo de Redacción
Alberto Múnera Duque, S.J.
Jorge González Jácome
Jorge Alberto Restrepo Torres
José Nicolás Urbina Cardona
Mercedes Hernández Rincón
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FUNDACIÓN ESCRITORES
Personería jurídica nro. 3559
Director General
Luis Fernando Álvarez Londoño, S.J.
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Junta Directiva
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Javeriana no se hacen responsables de las
opiniones expresadas por los articulistas.
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Ética de la vejez
Javier Darío Restrepo
Liderar el cambio
Vicky Colbert de Arboleda
Ética en la investigación: problemas y desafíos
María Inés Jara Navarro
Ética en salud
Julio César Castellanos Ramírez
e
ditorial
La ética como
comportamiento
Luis Fernando Álvarez Londoño, S.J.*
C
uando el erudito y célebre romano Cicerón
se quejaba del estado de las cosas, exclamaba: “Oh tempora, Oh mores”, y con esta
expresión no hacía otra cosa que lamentarse
por la decadencia de una sociedad que ignoraba las
normas fundamentales de la ética y las obligaciones
de todo ser humano, derivadas de este valor o de
este principio. No hay conducta alguna de la persona que no esté ligada a un comportamiento ético,
no solo en lo personal sino en la vida de familia, en
las actividades sociales y de los negocios, en las
diversiones, en las artes y en los oficios; es decir, en
todas las profesiones y actos del ser humano.
La ética como comportamiento agota por entero el
pensamiento filosófico y no menos la concepción
del hombre como ser racional, la utilización de todo
medio para subsistir, la organización de la sociedad,
la administración del Estado y de la justicia, la salud
pública, la economía, el respeto por la dignidad de
la persona, la política y toda relación del ser como
humano. Sin ética no es posible la convivencia
social, la salud mental o la rectitud.
En estos tiempos de notoria descomposición de las
costumbres es necesario luchar por los principios
fundamentales de lo ético, tanto en lo individual
como en lo colectivo; el comportamiento ético es
el elemento necesario para restablecer los fundamentos de toda civilización, de una sociedad
actualmente agrietada y rasgada por el relativismo
imperante de la política, del ejercicio de las distintas
profesiones, de los oficios, de los negocios, del concepto sobre la amistad y el amor, por las maniobras
en la administración de la justicia, por el uso de los
medios de producción y de consumo, por la falta de
políticas públicas para la población discapacitada,
por la carencia de una política seria sobre la salud
* Abogado de la Universidad Javeriana, especialista en Derecho Internacional de la Universidad
del Rosario. D.E.A. en Derecho Público de la Universidad de Paris. Magíster en Derecho Canónico de la Universidad Javeriana. Realizó estudios de Derecho Internacional en la Academia de
Derecho Internacional de La Haya, Universidad de Aristóteles en Tesalónica Grecia, Fundación
Getulio Vargas de Río de Janeiro y Corte Interamericana de Derecho Internacional de San José de
Costa Rica. Fue magistrado del Tribunal Andino de Justicia, director del Centro de Investigaciones
Jurídicas de la Facultad de Ciencias Jurídicas, Miembro de Número de la Academia Colombiana
de Jurisprudencia, Conjuez de la Corte Constitucional. Embajador de Buena Voluntad de “Western Hemisphere Institute Security Cooperation" -Fort Benning , Georgia, EE.UU. Director de los
posgrados de la Facultad de Ciencias Jurídicas. Director de Revista Javeriana y Vicerrector de
Extensión y Relaciones Interinstitucionales. Reelegido por la Sala Plena de la Corte Constitucional
para ejercer como conjuez.
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JAVERIANA
REVISTA
en la mayoría de todos los estamentos de la sociedad,
por la valoración subjetiva del derecho ajeno, por la
indolencia en la protección del medio ambiente, por
el carrusel de la contrataciones públicas y privadas,
por la falta de oportunidades en todo lo relativo a los
derechos de la persona, por la forma los medios de
comunicación penetran todos los recodos de la vida
social, extendiendo de manera general su imperio de
divulgación de todo lo bueno y de todo lo malo, y sin
distinción alguna de los valores y los principios éticos,
y equiparando lo uno y lo otro como si todo fuese igual.
Igualmente, Cicerón escribió, en su Libro De los oficios
“Lo que no es honesto, tampoco es útil” pues estos
principios son inseparables y más aún, cuando al final
de la actuación del ser humano y de todo oficio existe
un vínculo con la conciencia de quién la ejerce, ya
que los beneficios de lo que no es honesto se pueden
tornar en una carga emotiva inevitable y es motivo de
censura íntima o colectiva en la medida en que lo deshonesto, de una u otra forma, trasciende a la vida en
sociedad. Por esto, como igualmente lo expresó Cicerón en su Libro De los oficios, “Nunca se ha de obrar
mal, aunque nadie lo pueda ver o sospechar”.
Es complejo el juicio de valor sobre el extenso modo
de darse el ejercicio de todo acto humano. Los catálogos de las acciones censurables en los manuales de
ética, no hacen otra cosa que desarrollar el principio
de legalidad con el propósito de dotar a las autoridades
especializadas en juzgar de normas que recojan, de la
manera más completa posible, la variedad de conductas con las cuales se viola la ética en el comportamiento humano. Por eso es necesario dotar las mentes de
ciertos principios que al final pueden verse debilitados
por cualquier posibilidad de conducta. Podemos tener
en cuenta un ejemplo considerado válido para creyentes o incrédulos, filántropos o indiferentes, estoicos o
insensibles, gentiles o escépticos: los mandamientos
de la Ley de Dios no fueron sino diez y ese número ha
sido suficiente para contemplar toda una doctrina sobre
el modo en el que debe comportarse todo ser humano.
Y aunque el actuar de toda persona, cualquiera que
sea su oficio –médico, odontólogo, arquitecto, economista, filósofo, antropólogo, biólogo, obrero, padre o
madre de familia, matemático, deportista, astrólogo,
ingeniero o abogado– no tiene tantos meandros como
lo dispuesto en los diez mandamientos para entender si cada uno de sus actos es correcto o indebido,
es ético o no es ético, con principios o disvalores, sí
debemos tener claro que todo nuestro proceder debe
estar siempre en función del respeto a la dignidad del
ser humano .
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REVISTA