las leyendas del milenio libro i

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LAS LEYENDAS DEL MILENIO
EL COMETA, LA SOPRANO Y EL GUERRERO
LIBRO I
EDUARDO ARROYO GUARIN
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Blog del libro:
http://eduardoarroyoguarin.blogspot.com.co/
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NUMERO DE REGISTRO 10-54468
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Bogotá Colombia
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INTRODUCCION
Desde tiempos remotos, y más concretamente desde que el
observador y científico Galileo Galilei considerado el padre
de la astronomía moderna, e inventor de un famoso
telescopio mejorado y habilitado para estudiar las estrellas
(agosto de 1609) según la historia, el hombre ha observado
intrigado las maravillas del espacio exterior en una incansable
búsqueda de lo desconocido, y de todo aquello que le
otorgue luz y brillo a las retinas meticulosa de la curiosidad
humana, tomado a partir de los fenómenos astronómicos tal
y como los conocemos hoy. Para ese entonces, y a pesar de
los elementos rudimentarios de observación, los escasos
pero reales avistamientos luminosos de cuerpos celestes,
eran considerados como un espectáculo fenomenal asociado
a gran júbilo y alegría de los mortales terrestres, sean que se
trataran estos de meteoritos, asteroides, estrellas lejanas aun
sin identificar, cometas o planetas de este u otros sistemas
galácticos siderales, y por supuesto, nuestra inseparable y
eterna compañera: La luna.
Hoy día, con los grandes avances de la ciencia, la tecnología,
agregados a la informática y la robótica como eslabones
complementarios del andamiaje científico, que han permitido
al hombre explorar el cosmos no solo a la distancia, sino
también de forma presencial para algunos casos, se han
convertido casi sin darnos cuenta, mas en motivo de
preocupación que de felicidad, ¿Por qué decimos esto?
Porque la búsqueda del cosmos se ha vuelto más un trabajo
de investigación por supervivencia, que en una simple tarea
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de descubrimientos asombrosos, o dicho de otro modo; el
cosmos dejo de ser estudiado para ser vigilado. ¿Temor o
simple curiosidad? Sea cierto lo primero o lo segundo, la
realidad es que a partir de entonces en los últimos años ha
habido una creciente ola de pesimismo referente al destino
de nuestro planeta, asociado no solo a los problemas
internos reales de él, sino también a los fenómenos celestes
muy externos de duración indefinida. Dicho sin rodeos, el
hombre en general y en especial los que llevan la delantera
en las investigaciones, están obsesionados con la destrucción
inminente de nuestro planeta y el fin del mundo como lo
conocemos. Y para ilustrar lo antedicho, solo basta con
examinar los temas de las grandes obras cinematográficas y
literarias de nuestro tiempo, de las cuales no pretendo incluir
ni un titulo en este escrito, pero que resulta evidente que en
la mayoría de ellos –sino todos–, la integridad de la tierra y
de todos los seres que la habitamos está seriamente
amenazada, por factores externos en unos casos e internos
en otro, que prometen un desenlace catastrófico, mal
llamado apocalíptico. En este caso me permito referirme a
estos como autenticas OMC, es decir, (Obras Maestras
Catastrofistas), por sus siglas en español.
Incluso en culturas tan antiguas como los Mayas, se hizo una
atrevida predicción del fin del mundo en una forma tan
osada que hasta fecha y año le fueron señalados, o al menos
así lo hicieron ver los notables intérpretes de su calendario.
Saliéndonos un poco de este pandémico esquema de
destrucción masiva, propias de las OMC, es posible que en el
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ámbito real o ficticio se tejan historias diferentes sobre la
suerte de la existencia, sin el ánimo de darle comienzo a la
difusión de una nueva teoría que este mundo no necesita; se
trata de un tema no solo diferente, sino también opuestos a
los lineamientos imaginarios de los grandes escritores y
cineastas que se han convertido en ideólogos de la
destrucción del género humano, y que los han convertido en
personas dignas de admiración; de todas maneras no es una
tarea sencilla ni mucho menos fácil, la de escribir,
ambientar, recrear o reproducir situaciones reales o ficticias
elaboradas para el gusto de las masas, sin embargo, el tema
de la destrucción mundial resulta colectivamente atractivo.
Así nadie lo crea, le ha llegado el turno al optimismo, el
porvenir y en definitiva al menos tratar de ajustar nuestras
energías a las aspiraciones decentes de los seres humanos.
Energías orientadas a concebir un universo visto no como
una inmensa orbe expansiva y amenazante de nuestro
planeta, sino más bien como un gran aliado para la solución
de nuestros no pocos problemas existenciales transmitidos
de generación en generación; como seres humanos creados y
no evolucionados, concebidos a partir de la voluntad
generadora de vida propias de un creador olvidado y jamás
tenido en cuenta en las distintas OMC, por solo citar un
ejemplo, y siguiendo secuencialmente estos parámetros
existenciales, tomados a partir del asombroso diseño de
nuestro cerebro, el cual aporta numerosas evidencias de un
diseñador muy inteligente y superior que está por encima de
nuestro pensamiento. Opuesto a lo anterior, se nos ha
hecho creer por siglos, que somos producto de una
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evolución ciega, asistemática, incoherente y selectiva
apoyado en la decadente idea de la supervivencia del más
fuerte. Teoría no solo engañosa, sino hasta peligrosa que
corrompe nuestra forma de pensar y actuar, dando rienda
suelta a ideas preconcebidas que históricamente han
generado verdaderos holocaustos inimaginables de todo el
mundo ya conocidos. Por consiguiente y como ya se
mencionó, no es de extrañar, que movidos por el engaño y
no por motivos naturales, creamos mas en un planeta tierra
al borde de la destrucción, que en un planeta tierra al borde
de la dicha y la regeneración, partiendo de este optimismo,
nuestros cerebros pasarían de ser órganos primitivos
semidesarrollados producto de la evolución animal selectiva,
para ocupar el rango que verdaderamente ostentan hombres
y mujeres por igual, y que citando la obra “La sensatez del
Pensamiento” del doctor Wilson William Murray –uno de los
protagonistas de la siguiente historia–, el cerebro humano se
concibe como:
“universos comprimidos en la masa encefálica de un ser humano creado
a la imagen y semejanza de un Dios vivo, y que nos distinguen con
creses de el resto de los seres vivientes, con la suficiente capacidad de
desarrollar las cualidades innatas del creador, tales como el amor, la
justicia, afecto, comprensión, y por qué no, parte de su sabiduría y poder
mismo para administrar correctamente nuestro planeta y sus generosos
recursos naturales”.
Solo de esta forma, se nos haría más fácil, invertir nuestros
recursos y energía conscientes a la idea casi utópica de un
mejor planeta, un mejor porvenir y de un universo aliado al
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servicio de la supervivencia humana a partir de la voluntad
imperceptible del creador.
La siguiente historia será para cada quien lo que quiera: real
si quiere o ficticia si lo prefiere. De todos modos los
personajes salidos de la imaginación, tomaran prestados en
forma provisional los lugares, entes y sitios reales necesarios
para el desarrollo de la trama, con modificaciones ficticias
que no comprometan su integridad, y agregado a lo anterior,
contará con el apoyo científico de los grandes descubridores
pensadores e ideólogos, sean o no famosos, propios de esta
obra.
En este respecto se hace necesario mencionar por lo pronto,
a dos de las entidades claves en esta historia, una
gubernamental y la otra no –aunque no las únicas–, a fin de
que nuestros personajes nos garanticen una interacción
acorde a la comprensión del lector, por tratarse esta de una
historia relatada para que la entienda cualquier persona, y
que a la letra son:
La Agencia Espacial Europea (ESA), por sus siglas en inglés, es
una organización internacional dedicada a la exploración
espacial, con veinte estados miembros, fue creada el 31 de
mayo de 1975, cuya sede principal se encuentra en París
Francia, sin embargo, el centro principal de tecnología
(ESTEC), está ubicado en Noordwijk, Países Bajos, y tiene
como finalidad principal, la vigilancia y supervisión y
monitoreo de los cuerpos celestes que ingresan a nuestro
sistema solar.
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Por otra parte, “El Altozano de La Ondina”: Es la oficina
mundial de la organización secreta femenina conocida como
la Cofradía
de los Reinos Muertos, con sede principal
desconocida, sin embargo, el término mitológico “Ondina”,
sugiere que su ubicación puede estar cerca de algún océano,
o masa de agua considerable. Consta de una poderosa
infraestructura física y tecnológica al alcance de las
miembros, tiene entre otras funciones, la de organizar
anualmente el concurso de canto épico Zenobia de Palmira, el
cual reúne las mejores bandas mundiales de metal sinfónico,
con vocalistas soprano o mezzosoprano, celebrado en Oslo.
Se cree que es la única organización en el mundo, cuyos
integrantes son ciento por ciento mujeres, la presencia de los
hombres está limitada a integrar las bandas, como músicos o
ejecutores de instrumentos; las demás funciones de canto y
composición, son exclusivo de aquellas. En el concurso
anual, además de ocho miembros principales que integran su
cúpula, sale elegida para ese período una Reina Cofrade,
quien tiene el derecho a la defensa de su título, hasta que
otra logre destronarla. Pero como atribución adicional a este
ente, se le concede el poder de realizar un cubrimiento
geográfico mundial del planeta, desde una posición oculta o
desconocida, tal como lo hacen los periscopios actuales,
gracias a una tecnología de punta y a sus adelantados
sistemas operativos de funcionamiento, desconocidos por el
resto del mundo; sobre la forma cómo adquirieron esta
primicia, es todo un misterio hasta el día de hoy.
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CAPITULO I
UN NOTABLE PERSONAJE
La universidad de Oxford de sigla conocida OXU, la más
antigua del mundo, y según se cree, no se sabe la fecha
exacta de su fundación, sus orígenes posiblemente se
remontan al año 1096, se encuentra en la ciudad que lleva su
nombre, y que es un complejo universitario británico
ubicada en el condado de Oxfordshire Inglaterra, posee un
Departamento de Investigaciones Astronómicas fundado
recientemente, a cargo de un acaudalado maestro de
astronomía de origen judío llamado Abner Rosental y, quien
ostenta el cargo de vicecanciller y catedrático de este
departamento del alma mater. Estos son también centros de
investigación, apoyados económicamente por instituciones
externas que incluyen los principales consejos de
investigación.
El maestro Abner, como cariñosamente le dicen, nació el
10 de noviembre de 1974 en el Distrito de Haifa territorio
israelí, más concretamente en ciudad Carmelo, ubicada en
las cercanías del quizás legendario
Monte Carmelo,
conocido públicamente como el Monte Sacro, en el seno de
una familia pudiente de la que no se conocen mayores
detalles, aparte de ser notoriamente religiosa con tendencia
al cristianismo, además del hebreo, lengua natal que domina
a la perfección, el maestro aprendió el idioma inglés en
territorio londinense, y actualmente es un miembro
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influyente de la ya mencionada Union Astronómica
Internacional, y por ende un benefactor de las
investigaciones espaciales de la ESA. De su físico sobresalen
además de sus 1, 78 de estatura, sus rasgos facial imberbe
notoriamente oriental con tendencia turca, de cejas pobladas,
nariz semiprominente y con una talla corporal ligeramente
pasada de peso, que oscilaba entre 85 y 90 kilogramos. En
el año 2000 se graduó como licenciado en física y
astronomía en la Universidad de Cambridge, y afirma
conocer de cerca a personalidades científicas de la talla de
Stephen Hawking. Sin embargo, por muy sorprendente que
parezca, el maestro no cumple con los estándares requeridos
para ostentar la fama o el prestigio mundial como científico,
al menos por el momento, no obstante, no deja de ser un
verdadero erudito en su materia. En resumen se trataba de
todo un triunfador en la vida en todos los aspectos, salvo
por uno sola cosa que no había podido cumplir; su intenso
anhelo por visitar la luna y por qué no, otros planetas del
sistema solar –en efecto–, el maestro, tenía a su alcance todo
lo que quisiera, salvo la capacidad de ser astronauta y viajar
con su propio transbordador a la luna.
En sus ratos libres se dedicaba a revisar antiguos hangares
norteamericanos
semiabandonados
de
notables
coleccionistas de aviones de combate caídos en desuso, pero
en buen estado, y con interesante antecedente histórico y
que estén a la venta a cualquier ricachón con espíritu
aventurero que estuviese interesado en una “aventura
diferente”, puesto que el precio de los mismos era de
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dimensiones astronómicas para cualquier comprador, y no
está de más decir que su soltería intencional sumado a su
solvencia le permitían darse de vez en cuando unos
merecidos gustos. En efecto, el maestro Abner como buen
astrónomo, estaba realmente obsesionado con los cielos. Su
costosa afición por los alados de acero del norte, le costaba
regularmente viajes desde Oxford hacia los Estados Unidos
a revisar los no pocos hangares de coleccionistas que fluyen
en el estado menos imaginado, convirtiéndose de esta
manera sin saberlo, en un cazador de tesoros en la
modalidad de aeronaves militares antiguas.
Ese miércoles 12 de noviembre, dos días después de su
cumpleaños, Abner quien estaba a un día de recibir unas
vacaciones indefinidas, que anualmente le concedía el
Departamento de Investigaciones, desarrollaba una clase de
astronomía relacionada con los cometas, en el aula creada
para estudiantes principiantes, dotados de una curiosidad
excepcional.
–Los cometas –dijo el profe mientras oteaba desde la
plataforma a sus curiosos espectadores–, desde el punto de
vista científico, son cuerpos celestes constituidos por hielo,
polvo y rocas que orbitan alrededor del sol siguiendo
diferentes trayectorias elípticas, parabólicas o hiperbólicas, la
mayoría de estos cuerpos celestes describen orbitas elípticas
de gran excentricidad. Estos misteriosos pero fascinantes
cuerpos celeste, se han estudiado en mayor detalle a partir de
la invención del telescopio, más concretamente del
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telescopio de Galileo Galilei en el año 1609, sin embargo
–dijo Abner–, el objetivo de esta clase no es hablar del
telescopio, sino del misterio que envuelven estos cuerpos.
Lo que acabo de decirles es la teoría puramente científica
–declaró–. Para mayor información pueden acudir a la red y
consultar los innumerables artículos que se han escrito en
distintas enciclopedias virtuales sobre estos cuerpos, tales
como Wikipedia, Astronomía al día, Astrogea, o cualquier
otra referencia externa, y encontraran lo mismo que acabo
de recitarles. No obstante, permítanme darles mi punto de
vista particular sobre ellos, algo con lo que muy pocos están
de acuerdo.
El maestro hizo una breve pausa caminando por la
plataforma.
–Sabían ustedes, que a mi juicio, los cometas nunca han
impactado nuestro planeta tierra, que los grandes hallazgos
de supuestos cráteres localizados como estos por ejemplo
–dijo mientras descolgaba una enorme pancarta con la ayuda
de un asistente, que desde un extremo halaba desenrollando
una cartulina con explicitas fotografías, de marcas de
impacto producidos por supuestas colisiones de cometas,
que chocaron distintos lugares de la tierra–. No son más que
algo que la ciencia no ha podido explicar, y además
–continuó diciendo–, tampoco creo que estos nobles
cuerpos tengan algo que ver con estas imágenes o con la
extinción de los dinosaurios.
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En ese momento un inmenso murmullo recorrió el aula de
un extremo a otro ante la mirada atónita de impávidos
jovenzuelos acostumbrados a recibir otra clase de
enseñanzas. Ahora sabemos que las clases del maestro, eran
en lo posible absolutamente polémicas y doctrinales, mas no
difamatorias. Al respecto es prudente mencionar que era la
primera vez de este auditorio con Abner, y lo que acababan
de escuchar era solo el comienzo. Y no era para menos
Abner era ante todo director de un departamento de
investigaciones y su alto cargo le impedía ir contra la
corriente.
Acto seguido, surgió de entre el auditorio una tímida pero
firme voz de una joven estudiante de no más de 22 años de
edad que levantando la mano derecha para intervenir.
– ¡Maestro! – Interrumpió la joven.
– ¿Sí? – Contestó el maestro.
— Si bien es cierto –dijo ella refiriéndose a los cometas–,
que nunca han colisionado con la tierra, tampoco es menos
cierto que se hayan aproximado a una distancia estrecha al
borde del impacto, y prueba de ello son los distintos
avistamientos luminosos observados.
– ¡Cierto! –Contesto el profe– ¡los han visto, y los seguirán
viendo! Pero insisto en afirmar, que de los avistamientos al
impacto hay un enorme trecho, ¿por que decimos esto?
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Por la sencilla pero muy científica razón de que la gravedad
terrestre no fue diseñada para atrapar cuerpos celestes, sino
para mantenernos a nosotros en el suelo.
Otro murmullo irrumpió desde el recinto. Para los alumnos,
lo que acabaron de escuchar, lo interpretaron como otra
teoría novedosa de difícil comprensión, incluso, algunos
comenzaban a ver al maestro como un contradictor de
teorías. Ninguno de ellos esperaba, que en un alma mater de
dimensiones carismáticas se dijeran semejantes enseñanzas, y
como ya se dijo, esto era solo el comienzo. El maestro se
mostró pulcramente sonriente.
–Realmente, mis queridos amigos –continuó–, todo lo que
han escuchado, se debe en sí al origen mismo de los
cometas, es decir, al lugar de donde provienen.
En ese entonces un silencio sepulcral dominó el aula
mientras el profe hacía una aterrante pausa–.Y procedió a
anunciar con énfasis la nueva invitada de la clase, alargando
ceremonialmente la expectativa del curso:
–La nube de Oort –concluyó, sentado en el borde superior de
la plataforma. Dicha costumbre esta aun menos común de
entre los catedráticos o maestros de clases. Seguidamente la
clase fue sutilmente interrumpida por el sonido discreto de
su teléfono móvil que arrojaba un mensaje de texto
luminoso que al tomarlo en su mano y leerlo decía: “Philae lo
ha logrado”. En efecto, según los titulares de prensa de todo
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el mundo, ese miércoles 12 de noviembre del 2014 a las
11:02 am, se daba el primer descenso controlado al núcleo
de un cometa, según informe publicado de parte de la
Agencia Espacial Europea (ESA). Proyecto espacial este que
había comenzado desde hace 10 años atrás, y que tenía
como finalidad el de lograr aterrizar este modulo que viajaba
integrado a la sonda Europea Rosetta, sobre la superficie del
cometa 67/P Churyumov-Gerasimenko, el cual según se cree,
aun no está activo por encontrarse a una distancia de por lo
menos 450 millones de kilómetros del sol.
El objetivo de la ESA es estudiar en detalle el desarrollo de
la cola del cometa, averiguar el agua que tiene dentro y la
expulsión, ver qué tipo de agua es y si es como la de la tierra,
ya que en caso de que sea así fueron los cometas los que
trajeron el agua a la tierra. –Al menos eso pretendían
descubrir–.
La ESA también estudiará si hay moléculas complejas
–origen de la vida–, y si fueron los cometas los que pudieron
haberla traído a la tierra.
El profesor analizaba con sonrisa picara los logros de la ESA
como queriendo decir, que se trataba de un “golpe bajo para
la Nasa” a quien por cierto en su inmensa sabiduría
experimental, no se la había ocurrido esta nueva hazaña de
astronomía mundial, incluso, permitió que la idea fuera
vendida por las secuencias cinematográficas de Hollywood.
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El maestro dirigió una mirada escrutadora a su incrédulo
pero siempre atento auditorio, analizando si merecían
mayores explicaciones sobre el origen de los cometas a partir
de la nube de Oort, en especial por ser un tema largo, tedioso y
no tan sencillo de explicar, al menos para la astronomía
científica tradicional. Contrario a ello, el maestro trataría por
todos los medios de convertirlo en un tema atractivo y
fascinante apartado de los ya trillados conceptos
astronómicos modernos, tomando como modelo su obra
maestra, la cual los críticos literarios conocían en ese
entonces como “una obra de astronomía ficticia”, conocida
como “el Plan Divino de la Creación”, obra científica
recientemente publicada por el maestro, en donde palabras
más palabras menos, intentaba explicar el origen del
universo y la vida a partir de la voluntad de Dios, y para tal
efecto, enumera los elementos del cosmos como “Conceptos
Sagrados Divinizados”, en donde los cometas ocupan un lugar
especial, y que, lo catapultó a juicio de muchos como un
gurú en la literatura fantástica.
–Me hacen el favor –continuó por fin–, y me investigan
para la próxima clase todo lo que puedan sobre la nube de
Oort. Fin de la clase –concluyo el maestro incorporándose y
avisándole a su asistente que podía abandonar el aula.
En sus pensamientos, comprendió que todos los estudiantes
investigarían la tarea en las inagotables fuentes virtuales:<<Sin
duda, acudirán a la red como siempre>> –pensó–. Y me
atrevo a apostar que nadie revisará mi libro.
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A través de la enorme puerta de la entrada, la figura de un
hombre mediano que sorteaba el paso de los estudiantes se
acercaba a Abner con una sonrisa de incredulidad sobre el
novedoso acontecimiento.
–Finalmente maestro –dijo–, creo que la reputación de sus
creencias va en aumento sobre todo lo relacionado con la
importancia que en la vida tiene sus cometas.
–Y creo que esto es apenas la punta del iceberg –contestó
Abner extendiéndole un afectuoso saludo–.
Rigor –nombre del visitante–, era ante todo, un entusiasta
exalumno de astronomía, dedicado ahora a la Decanatura del
Departamento, se trataba de la segunda persona en
importancia en este Centro de Investigación después del
maestro Abner.
–Sé que mis cometas, tienen más para nosotros de lo que
creemos –repuso el maestro–. Particularmente no me
extrañaría que hasta nos dieran la sorpresa mas asombrosa
del descubrimiento humano, la trayectoria de un cometa
tiene mucho que decirnos sobre el origen de una vida creada
a partir de un punto cero materia –siguió explicando–, y no a
partir de una bulliciosa explosión intergaláctica caótica sin
orden y fundamento, y para la muestra un botón, en estos
momentos la ESA me concede parcialmente la razón
–dijo Abner mientras caminaba hacia la salida del aula junto
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a Rigor, que en ese entonces lucia mas como un discípulo
entusiasmado de sus teorías.
–A mi juicio –continuó Abner–, creo que el entero
universo no puede ser el producto de una casualidad
experimental, sino más bien de una fuerza creadora, superior
e inteligente, que dio origen a los pilares de la creación, así la
ciencia lo niegue.
Se hizo una breve pausa.
–Y ¡quien más que Dios! –Interrumpió Rigor–, el cual posee
la clave del origen de la vida. Ya eso lo sabemos –siguió
diciendo–. Pero… armonizar esta verdad con la mente
incrédula de los científicos es donde radica el verdadero
problema, porque está más que claro que hace siglos
divorciaron a Dios de la ciencia y por supuesto de sus
cometas –concluyó con tono resignado.
Rigor sabía que esa era una de las experiencias más
frustrantes para Abner, cuyos razonamientos lo hacían un
científico polémico pero no famoso, porque la fama
científica y el ateísmo caminan de la mano.
Algún día –dijo Abner–, el mundo tendrá que saber la
verdad revelada de mis cometas, no como simples cuerpos
celestes, sino más bien como informantes del universo. Son
los verdaderos extraterrestres que los ufólogos deberían
estudiar desde su óptica, tratando de averiguar el mensaje
que nos quieren transmitir proveniente de sus distantes
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orígenes, y, tal, tal vez –tartamudeó el profe–, desde hace
mucho tiempo nos quieran dar un regalo.
– ¿Cómo? –Peguntó Rigor sorprendido–. Esa faceta no se la
conocía maestro.
– ¡Yo tampoco! –Contestó Abner–.
Posiblemente, el maestro daba a entender que se trataba de
un comentario premonitorio tomado a raíz de un vasto
conocimiento de astronomía que lo acercaba a la creencia en
los milagros, tema por supuesto totalmente opuesto a la
“Dogmatica Científica”–. En este respecto, a más tardar
dentro de cinco días en la sala de exposiciones de obras
literarias Future”, ubicado junto al Library Lost Stories
(Biblioteca de Historias perdidas), ubicado en Las Vegas E.U. y
gerenciada por la ilustre bibliotecaria Amelia Chambler; un
año después de su publicación, el libro enfrentaría su
primera prueba de fuego ante la prensa, los críticos, y quien
sabe cuántos miembros más de la farándula intelectual, entre
estudiantes sobresalientes, asistentes con invitación especial
y de pronto viejos amigos conocidos y autoridades
reconocidas en la materia investigativa, integrarían ese
mismo día lo que realmente sería más que una campaña
publicitaria, un merecido juicio en contra de su sentido
antievolucoinísta de principio a fin, cuyos detalles iremos
conociendo.
El parqueadero central del centro de investigaciones,
aguardaba como su medio personal de transporte, un
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automóvil negro marca Peugeot
308 modelo 2014,
diseñado para acortar distancias en las nítidas avenidas
londinenses.
Una vez en la autopista M40, se encamina rumbo a su
destino ubicado a 12 kilómetros al noreste de la institución,
rumbo a su apartaestudio. A la altura Del kilómetro 5
contiguo al bulevar en donde funciona el Gran Centro
Comercial Moon Tree (árbol de la luna), considerado como
el símbolo comercial de Londres, se exhibía con más brillo
de lo habitual, en su gigantesca valla publicitaria luminosa
un aviso que decía a los cuatro vientos: “concierto de metal
sinfónico” del grupo Macadoine (Macedonia) a realizar en el
estadio de Wembley, el día viernes 28 de noviembre.
El maestro leyó desinteresadamente el aviso, sin sospechar
en la relevancia que este evento tendría en la historia de su
vida y la de otros.
El apartaestudio, lo era todo para el profe, lo consideraba un
lugar de inspiración y estudio personal, tanto por su
tranquilidad como por sus exóticos paisajes, donde muy
seguramente terminó de escribir su obra. Estaba ubicado
en localidad Británica de Woodstock, supuestamente lugar
de nacimiento del primer ministro de Reino Unido Wiston
Churchill, contiguo al Blenhan Place, cerca del monumento
de la Musa Desnuda. Su hermoso parque Blenheim Palace,
consta de un ancho puente construido sobre las aguas azules
del río Glyme, y que dividen el parque en dos franjas: la
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margen izquierda y la margen derecha. La ciudad se
caracteriza por dos grandes señoríos: el waddedson uno y el
Waddedson dos, y un tercero llamado N T Buking,
considerados por los visitantes como, grandes lugares de
interés de toda la comarca. Pero sin duda, el lugar favorito
del profesor Abner, es un paisaje verde con una banca que
mira frente a un riachuelo, quizás afluente del Glyme, y a sus
espaldas el famoso Claydon Home. Claydon, según la
historia seglar de innumerables referencias, ha sido el hogar
ancestral de la familia Verney desde 1620. La iglesia de
Todos los Santos, Middle Claydon se encuentra a menos de
50 metros de la casa y contiene muchos recuerdos a la
familia Verney: entre ellos un busto en honor de Sir
Edmund Verney, que era jefe abanderado del rey Carlos I
durante la Guerra Civil Inglesa. Sir Edmund fue masacrado
en la batalla de Edgehill, el 23 de octubre de 1642, y según
una leyenda de la localidad, –también apoyada por la historia
seglar–, su fantasma tiene fama de frecuentar la casa, en
1661; a raíz de la Restauración de la Monarquía, el hijo de
Sir Edmund (Sir Ralph Verney), fue galardonado con un
título de barón por el rey Carlos II, en mérito a su valentía y
lealtad durante los periodos de disturbio. Todos estos datos
históricos logran que el sitio en comento, califique como el
más idóneo para concebir las mas opuestas ideas del maestro
en contra de la lógica de la razón pura, expuesta por sus no
pocos opositores científicos. Pues contienen la trilogía
compuesta por: La banca, el riachuelo y el fantasma de
Verney, que lo vuelven especialmente acogedores para
meditar en sus momentos de ocio intelectual.
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Su apreciada madriguera, lo era todo menos un modesto
lugar de estudio y meditación, pues constaba de dos salas
grandes, una para recepciones, y otra sala de sistema con
toda clase de dispositivos electrónicos constantemente en
línea, una antesala adicional con una biblioteca unida por un
pequeño pasillo a un dormitorio individual contiguo con
baño interno y al lado de este una cocina semiintegral. En
el enorme escritorio ubicado en la sala de sistemas,
constantemente permanecían una enorme pantalla tipo Leds,
de cuarenta pulgadas, conectada a un poderoso ordenador, y
a la vista, sobre su escritorio, sus apreciadas colecciones de
música clásica en CDS originales entre los que se destacan:
Wanda Landowska, Grieg Bizet, Joaquín Rodrigo, Danzas
Eslavas de Dvorak, Paganini, Un concierto de Baroque
Trumpet, Beetoven, Brahms, un Ballets de Operas, Ravel,
Sibelius, Rachmaninov, Antonio Vivaldi, Carl Orff,
Bruckner, Franz Shubert, Giuseppe Verdi, Concierto
Barroco, Tchaikovsky, Rachmaninov y el favorito de todos,
Nicolai Rimski Korsakov, y sus cuatro grandes temas
inmortales, integraban temporalmente, su pequeño arsenal
de música clásica. Al maestro, le apasionaba particularmente
el estilo de Korsakov, en especial la opera 35 “Sherezade”,
que vierte cuatro curiosos temas así: 1. El mar y el barco de
Simbad; 2. La historia del príncipe de Calenda; 3. El
príncipe y la Princesa y 4. Fiesta en Bagdad – El mar – El
Naufragio, denominados en su juicio cósmico, como “El
cuarteto del misterio”, pues todas la génesis conexas de
estos, parecen solo existir en la mente de su autor, condición
esta que lo convierte en el artista clásico de su preferencia.
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Una vez dentro del apartaestudio, tomo un ejemplar de su
libro “el Plan Divino de la Creación”, que enfrentaría su primera
prueba de fuego en las Vegas EU, dentro de cinco días en
las instalaciones de Future, con la finalidad de preparar a la
manera de esta obra, la última clase del día siguiente sobre la
nube de Oort.
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CAPTULO 2
LA NUBE DE OORT EN CLASES
La nube de Oort, ingresó a clases ese jueves 13 de noviembre,
con su inconfundible sello científico, de ser considerada por
la astronomía mundial como uno de los grandes misterios
del sistema solar, de donde proceden cometas nómadas sin
rumbo, vagos del espacio, se sabe de dónde salen pero no a
donde llegan. La presencia de los cometas cerca del sistema
solar, suele tomarse como una mala noticia, advertencia,
peligro de colisión, se le atribuyen entre otras la extinción de
los dinosaurios, el evento Tunguska (Rusia), y hasta la
destrucción de Sodoma y Gomorra, y todo procede de esa
nube. Sin embargo, nadie la ha visto, es una región
hipotética del espacio muy distante, lo dice Wikipedia y
todas sus fuentes consultadas lo confirman; los astrónomos
solo aceptan su existencia para justificar el origen de los
dañinos cometas de larga duración tipo Halley, y de otros de
menos duración, sus bordes son los confines del sistema
solar. Sin embargo para el maestro Abner –para quien
Wikipedia no es fuente de investigación, sino de consulta–,
este misterioso lugar tiene un significado un poco más
religioso, según lo expuesto en su famosa obra “el Plan Divino
de la Creación”, el cual desde sus inicios toma prestadas las
palabras de apertura del génesis bíblico cuando dice: “En el
principio Dios creó los cielos y la tierra”, no pretendiendo
transcribir la biblia en su libro, sino mas bien queriendo
explicar que el origen de todo lo creado, incluso de la nube de
Oort, se debía a la voluntad divina. La misma obra explica
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que cuando Dios ordenó la creación de lumbreras en la
expansión de los cielos, realmente estaba dando la orden
para que nacieran todos los fenómenos cósmicos de la
creación, Incluyendo por supuesto a la nube, en donde la
marea galáctica, estimada por los astrónomos como fuente
de creación de la mayoría de estos fenómenos, se asemeja –
según Abner– a la fuerza activa del creador. En este
respecto, la hipotética nube adquiere inteligencia delegada y
vida propia para influir positivamente en nuestra galaxia, y
más concretamente en el sistema solar.
Una vez que la nube de Oort ingresó a clases, el maestro Abner
procedió a sentarse en su escritorio. Después de una breve
pausa pregunto:
– ¿A quién le gustaría explicar la tarea que dejamos
pendiente?
Un alumno estrella llamado Carl Johannes –famoso por su
memoria fotográfica–, se ofreció como voluntario para
explicar desde la plataforma su investigación.
–Bien pueda –dijo el profe–.
El alumno corrió entusiasmado hacia la plataforma; a
continuación, una vez sobre ella, pasó a explicar con su
prodigiosa memoria, y sin interrupción todo lo que leyó en
la enciclopedia virtual Wikipedia sobre la tarea:
“La nube de Oort –dijo–, también conocida como nube de
Öpik-Oort es una nube esférica de objetos transneptunianos
24
hipotética, o sea –dijo colocándose la mano en la frente–, no
ha sido observada por nadie, se encuentra en los límites del
sistema solar casi a un año luz del sol, y aproximadamente a
un cuarto de la distancia a Próxima Centauri, la estrella más
cercana a nuestro sistema solar. Las otras dos acumulaciones
conocidas son: el cinturón de Kuiper y el disco disperso,
están situadas unas cien veces más cerca del sol que la nube de
Oort. Según algunas estimaciones estadísticas –continuó
diciendo– la nube podría albergar entre uno y cien billones
de objetos, siendo su masa unas cinco veces la de la tierra.
Debe su nombre gracias al astrónomo holandés Jan Oort,
presenta dos regiones diferenciadas, las cuales son: la nube de
Oort exterior, de forma esférica, y la nube de Oort interior,
también llamada nube de Hills en forma de disco
–dijo mientras hacia un ademán circular con sus manos. Los
objetos de la nube –continuó diciendo–, están formados por
compuestos como metano y amoníaco entre otros, y se
formaron muy cerca del sol cuando el sistema solar todavía
estaba en sus primeras etapas de formación. Una vez
formados, llegaron a su posición actual en esta, a causa de
los efectos gravitatorios de los gigantes planetas –concluyó
su explicación.
El profesor Abner no tuvo más remedio que felicitarlo por
su Wikipediezca intervención, a lo que siguió un merecido
aplauso de parte de sus compañeros.
–Puedes sentarte –dijo Abner parándose del escritorio y
dirigiendo su atención al auditorio. Ahora quiero que alguno
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de ustedes me dé si sabe, una explicación desde el punto de
vista divino tomando como base, lo que acabamos de
escuchar, lo cual debe ser igual
a lo que todos ya
investigaron.
En el acto, todos los alumnos mirándose unos a otros las
caras, reconocieron con su silencio que el profe tenía la
razón. Para que alguno de estos respondiera el
planteamiento hecho por su maestro, se hacía necesario que
lo investigaran directamente del libro El Plan Divino de la
Creación –lo que por supuesto nadie hizo–, y no de las
enciclopedias digitales de internet. Consciente de la posición
radical de sus alumnos, sobre la tarea, meramente desde el
punto de vista científico, el profesor tomó el control de la
clase, estableciendo un paralelo entre ciencia y religión como
aliadas indiscutibles en la formación de la nube así:
–Les quiero manifestar algo — dijo él–. Imaginémonos por
un momento, un mundo sin luz, surgido de la nada y
desapegado de las más elementales leyes físicas de la
creación, surgido así por casualidad –chasqueó los dedos–,
sin la influencia de una fuerza viviente que impulse los
motores de la creación, sería tanto como pretender
yuxtaponer fenómenos físicos o químicos conexos, cuyo
concurso es obligatorio para la realización de un resultado
científico, como por ejemplo: –negar que la concepción que
engendra una vida, se presente sin la unión de dos células
germinales que producen un resultado embrionario. –No
pretendo yo –siguió explicando–, en esta clase cambiarles la
mentalidad científica que están desarrollando al margen de
26
Dios, sino mas bien, el de por lo menos otorgarle al creador
el lugar que se merece en el universo–. En este orden de
ideas –dijo por fin sacando el libro de su maletín
mostrándoselo a sus alumnos–. Hoy estudiaremos la nube de
Oort, desde el punto de vista de la creación, eso sí –hizo la
aclaración–, sin el ánimo de ser partidarios del
“creacionismo”, ¡espero de ustedes su mejor atención!
¿Estamos de acuerdo?
–El grupo asintió afirmativamente–.
–Bueno comencemos. El maestro abrió el libro y comenzó
su clase paseándose a cada lado de la plataforma: Primero
que todo partamos de esta verdad fundamental: “que en el
principio Dios creó los cielos y la tierra”, y a partir de aquí,
se comenzó a tejer durante siete días toda su obra creativa,
pero debo advertirles –aclaró haciendo un enérgico gesto–,
que no se tratan de siete días literales como los conocemos
hoy día, sino de un tiempo sumamente considerable cuyos
cálculos desconocemos. Hizo una pausa. –Nuestra querida
nube de Oort, según el génesis Bíblico, debió ser creada en el
día cuarto, cuando Dios hizo la expansión de los cielos para
brillar sobre la tierra. Y procedió a dividir las lumbreras, la
mayor para dominar el día y la lumbrera menor para
dominar la noche, fue a partir de este momento crucial de la
creación, cuando esta nube adoptó de forma permanente la
inteligencia delegada del creador, para que como fenómeno
cósmico dominara el día.
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Los alumnos quedaron atónitos ante la explicación, por que
verdaderamente era algo novedoso y controversial.
–O dicho de otro modo –siguió explicando–, para que
dominara sobre la luz, porque a mi juicio, aquí se describe
una de las primeras metáforas Bíblicas que sirven de
referencia o distinción entre el bien y del mal, (Luz y
Oscuridad). En este arreglo creativo, la nube pertenece a la
lumbrera mayor, es decir, aquella que tienen a su cargo las
obras de la luz–, para ejercer su influencia positiva sobre
nuestro sistema solar, y por ende sobre nuestra tierra. Según
mi obra, la inteligencia delegada de esta nube, hizo posible la
vida en la tierra, en cumplimiento estricto de un plan divino
de creación, no es que ella nos haya creado, sino que sirvió
como instrumento útil de este logro, y aun sigue sirviendo
hasta el día de hoy, de tal manera, que cualquier cosa que
provenga de esta hacia nosotros, debemos verla más como
un merecido regalo proveniente de los cielos, que como una
amenaza a nuestro planeta –apuntó el maestro–, de tal
suerte, que esta sería una de las mejores formas de entender
por qué los cielos están declarando la gloria de Dios. Por
otra parte, para poder medio entender los orígenes del
sistema solar, es preciso que comencemos por las claras
pistas que sobre el particular nos envía la nube, como por
ejemplo sus cometas, para mí son seres vivos que nos traen
mensajes de nuestros orígenes, los cuales, no hemos sido
capaz de descifrar, tal vez por su fugacidad, o tal vez por el
miedo que les tenemos, en lugar de eso, nos hemos
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dedicado a calumniarlos, diciendo que destruyeron los
dinosaurios y quien sabe que otras cosas más.
En ese instante, un alumno interrumpió con una pregunta.
– ¡Maestro! ¿Significa eso, que de la nube nos puede
venir en estos tiempos, un cometa u otro objeto estelar
como un mensajero con buenas noticias para nosotros?
– ¿Acaso conoces a alguien que sea capaz de negar eso?
–Respondió inteligentemente el maestro con esta pregunta
de opinión al alumno–.
–Otro alumno del auditorio interrumpió con otra pregunta:
– O sea, que ¿las intenciones de la nube están vivas?
–Buena pregunta –elogió Abner–. En mi opinión hoy más
que nunca, mas sin embargo, que culpa tienen ellas de que
nosotros no vivamos para contarlo, puede que esto ocurra
en otras futuras generaciones, o incluso que haya sucedido
en la antigüedad, no se olviden, de que a diferencia de
nosotros, ¡el cosmos es infinito! Dicho esto, el maestro dio
por concluida la clase y despachó a los entusiasmados
alumnos quienes se lanzaron en múltiples preguntas sobre la
Nube, pero desde su punto de vista.
–Lean el libro –aconsejó Abner–. Acto seguido dio por
concluida la clase para dar comienzo a sus vacaciones. En
realidad su mente estaba puesta en la primera prueba de
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fuego que enfrentaría su polémica obra de astronomía en
Las Vegas.
El salón de asambleas y eventos internacionales Future
localizado en Las Vegas, estaba ya listo para la presentación
de la obra el Plan Divino de la Creación. El future, además de su
aula central con capacidad para albergar hasta dos mil
espectadores, contaba también con unas salas de
conferencias adicionales, preparadas para pequeños eventos
de asistencia restringida, utilizada especialmente para la
promoción y divulgación de obras literarias, artísticas y
científicas. Serian sin duda el lugar ideal para la exposición
de la polémica obra del maestro.
Para ese 17 de noviembre, el aula estaba lista para la
presentación, y un hombre de traje entero y corbata a bordo
de un taxi que salió hace más de una hora del Aeropuerto
Internacional McCarran, se dirigía hacia la avenida Dexter,
directo hacia el Cup Drive de la Comarca Rusa, en donde
estaba ubicado el Future. Durante el trayecto, el maestro
observó como los comerciantes de la gran ciudad, y dueños
de establecimientos se preocupaban por el mantenimiento de
las fachadas luminosas de sus negocios, incluyendo trabajos
costosos de modernización de luces y dispositivos de luces,
en cumplimiento al deber religioso de que las vegas –a juicio
de los astronautas–, siga siendo la ciudad más iluminada del
planeta, vista desde el espacio exterior.
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Del enorme edificio de eventos no hay mucho que hablar:
Era inmenso, de dos plantas, y en la fachada una
interminable escalera de ascenso semejante a las de un
tempo de culto intelectual, cuyos asistentes superan los
treinta años, los más jóvenes y en especial los adolescentes,
no tienen nada que buscar en este sitio. Una comitiva de
bienvenida, encabezada por tres hombres, y entre ellos una
apuesta mujer de unos treinta años, cabello castaño claro y
ojos color crema, se le presentó al hombre al momento de
bajar del vehículo público y emprender el ascenso de la
empinada fachada del salón:
–Bien venido, mi nombre es Amelia Chambler –se presentó
la mujer–. Usted debe ser…
–Abner Rosental –respondió el maestro reparando el
atractivo de la mujer–.
–Sígame por aquí doctor –lo invitó–. El hombre la siguió
todo el trayecto de las escaleras, hasta toparse con un
modesto grupo de vigilancia integrado por dos efectivos
policiales, que custodiaban la enorme entrada, luego
ingresaron a la planta inferior desviándose por la derecha a
lo largo de un pasillo medio iluminado, en cuyo final se
encontraba una pequeña entrada que salía hacia una elegante
aula de conferencias con una plataforma dirigida hacia un
auditorio de no más de cien asistentes, que se encontraba
completamente lleno, entre los cuales además de reporteros,
también habían astrónomos, físicos, y uno que otro ufólogo,
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atraído por las ideas revolucionarias de la obra de Abner. La
doctora Chambler, daba la impresión de ser la organizadora
del evento, y en el trayecto desde la entrada del salón hacia el
aula, le había alcanzado a explicar que era la directora
encargada de La Biblioteca de Historias Perdidas, que
funcionaba cerca del lugar. Una vez instalados en la
plataforma, la doctora hizo una breve presentación del
maestro al abarrotado auditorio, y le rogó que hiciera su
exposición:
Abner tomó la palabra y expuso su obra en idénticos
términos de los esgrimidos el último día de clases en el aula
universitaria de la Universidad; a medida que el maestro
desarrollaba su polémico tema, las preguntas sean bien o mal
intencionadas trascurrieron a lo largo y ancho de la
exposición, y al final de cuentas, el maestro dejó muy claro
entre otros puntos los siguientes: 1. La creación es obra de
Dios; 2. La nube de Oort es un sitio real; 3. Los cometas no
han hecho ni harán daño a la tierra, por el contrario, son
seres vivos que nos visitan esporádicamente; y hasta se les
puede considerar milagrosos, 4. Todo lo que existe forma
parte de un plan divino de la creación; 5. El hombre ignora
por que viajan los cometas, y en vez de comprenderlos, le
temen; 6. La nube de Oort es parte fundamental de el Plan
Divino de la Creación; 7. Los cometas que nacen allí llegan a la
tierra a cumplir una misión que los seres humanos nunca
hemos comprendido y 8. Contrario a lo que se cree, los
astrónomos de la antigüedad, estuvieron más cerca que
nosotros de conocer sus verdaderos motivos. Una vez
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concluido el debate, que se prolongó por más de dos horas
intensas, ya nadie más tenía ánimo para interrogarle. Pues
científicamente, carecían los argumentos o pruebas para
refutarle categóricamente sus creencias. Durante ese lapso,
la atractiva mujer, guardó un prudente y culto silencio,
ubicada a un lado del estrado en donde el maestro expuso su
obra, y cuando todo parecía que iba a concluir, surgió la
inquietud que el erudito astrónomo jamás olvidaría:
–Tengo una observación doctor –intervino la doctora
Chambler–. Y está relacionada directamente con el título de
su obra. “Plan Divino”, en el entendido de que Dios como
ser perfecto, a quien se le atribuye la creación de todo, no
podemos relacionarlo como el elaborador de un plan, el cual
puede o no ser llevado a cabo, en su lugar, el término
correcto para referirnos a él, debe ser el de elaborador de
“propósitos”, los cuales, al contrario de los “planes”, son de
obligatorio cumplimiento. Por esa razón estimo que, su obra
para poder referirse a Dios, ha debido emplear en su título
en lugar de “Plan”, el término “Propósito” propiamente
dicho.
Un leve murmullo se escuchó en el auditorio, en
suplantación de un merecido aplauso que valía para la
doctora por su breve, pero brillante intervención, que sin
lugar a dudas, puso a reflexionar al propio autor de la obra.
Los ojos de la mujer, quien no despegaba la vista del
hombre, brillaban con iluminación de dicha intelectual, el
hombre guardó silencio como respuesta aprobatoria a la
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crítica, y no le quedó ánimo para controvertir un notable
error en nada menos que el título propio de su trabajo.
–Su observación es válida –admitió el maestro–, y el error
existe. En efecto, Dios no es Hombre de planes, sino un ser
todopoderoso de propósitos. Un sonoro aplauso provino del
auditorio, elogiando la honradez del maestro y la perspicacia
de la doctora. De todas maneras, los múltiples asistentes se
le acercaron una vez clausurada la audiencia, y le tocó
autografiar los no pocos ejemplares de su libro que asistieron
con sus dueños a la cita. Al final el maestro solo quería
regresar de nuevo al hotel Luxor, del cual era ya
prácticamente cliente fijo, y reponer fuerzas para acudir al
siguiente día a atender una de sus aficiones preferidas: la
colección de vehículos clásicos, y para tal efecto,
aprovecharía su visita a Las vegas para acercarse a la tienda
de antigüedades The Fossil Steel, atendido por un viejo
amigo veterano de la guerra de Vietnam Oliver Qinn, un
anciano octogenario quien funge como propietario. Sin
pena ni gloria, después de haberse clausurado en su totalidad
la intervención en el Future, Abner estimó que era hora de
partir, se despidió de los asistentes y se dirigió a la salida
dispuesto a tomar un taxi que lo llevara de vuelta al hotel, y
cuando creía que por fin abandonaba el sitio, una mano lo
asió por el hombro, justo en el momento en que le hacía
señas a un vehículo de servicio público. La mujer lo tomó
por sorpresa, y con un evidente rostro apenado le implora
sus disculpas:
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–Doctor –dijo la mujer–, lamento lo ocurrido en la
conferencia, no fue mi intención incordiarlo.
Abner reparó por segunda vez la atractiva apariencia, de la
doctora Chambler, a quien estimó no solo como una mujer
hermosa, sino además inteligente y lista.
–No se preocupe doctora –respondió–. Su crítica es
bienvenida, la considero un valioso aporte a mi trabajo, que
me hace tener en claro algo que no entendía muy bien: Dios
es un Dios de propósitos y no de planes. Sólo lamento que
no lo haya dicho antes de escribirla.
Amelia sonrió despreocupada y a la vez admirada por la
gallardía intelectual del maestro.
–No sabe cuánto me alegra oír eso –respondió–, créame que
de haberlo conocido antes, se lo hubiera advertido.
–Eso me pasa –admitió el maestro–, por emprender un
proyecto sin consultar con una mujer tan apuesta e
inteligente como usted, le prometo que la próxima vez la
tendré en cuenta.
Amelia se ruborizó por el inesperado cumplido.
– ¿Piensa viajar hoy? –Quiso saber la doctora–.
–Mañana –respondió Abner–. Aprovecharé mis vacaciones
para atender una hija enferma que tengo.
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–Ah ya veo –dijo la doctora con un deje de desánimo medio
notorio–.
–La tengo en proceso de adopción –continuó el maestro–.
Soy soltero y no tengo hijos propios, sin embargo, a esta
niña la quiero como a una hija propia.
La doctora recobró su sonrisa, y el interés por la niña
aumentó. – ¿Tiene nombre? –Quiso saber la doctora–.
–Por lo pronto Criss Land –respondió el maestro–, pero
cariñosamente le decimos Criss.
–Creí escucharle decir que estaba enferma –comentó la
mujer–.
–Es epiléptica –puntualizó el hombre–, la tenemos bajo los
cuidados de un amigo médico de confianza, es un neurólogo,
Wilson William Murray es su nombre–, aunque en realidad –
puntualizó el hombre–, unas veces lo llamamos William y
otras tantas Wilson, en todo caso, es codirector de nuestra
fundación para niños con enfermedades cerebrales, más
conocido como el Fupance, que funciona como una
subentidad médica del Childhood Dream, de hecho –siguió
comentando el hombre–, le tenemos programada una
delicada cirugía en la cabeza para el 20 de este mes.
–Eso está cerca –comentó la doctora con tono de asombro–.
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–Ahora entenderá usted mi urgencia de regresar a Londres
–declaró el maestro–.
–Comprendo –asintió la mujer–. Metió la mano en su bolso
y le entregó una tarjeta de presentación. –No le quito más
tiempo doctor, si necesita algo de mí, puede contactarme en
esta dirección, en mi biblioteca, los talentosos como usted
son bienvenidos, e incluso, los no tan talentosos –puntualizó
en tono risueño. Y a propósito de la niña Criss –la mujer lo
miró comprensivamente–, le ruego me informe los
resultados de la cirugía.
–Se lo prometo –confirmó el hombre. Y luego recibió la
tarjeta y la aseguró en el bolsillo interior de su saco.
– ¿Se pondrá en contacto? ¿No se le olvidara? –insistió
Amelia en tono poco optimista. Pues lo más seguro es que
un científico de la talla de Abner, jamás regresaría al lugar en
donde fue puesto en evidencia, y mucho menos con la
persona que lo haya logrado.
–Créame que si doctora –prometió Abner–. Personas como
usted, para mí son difíciles de olvidar. Dicho su cumplido,
el maestro abordó el taxi que lo esperaba, y se dirigió rumbo
al hotel, la doctora lo contempló marcharse con una
expresión de optimismo y agrado hacia el hombre.
La mañana del 18 de noviembre, era otro soleado día de
verano en Las Vegas, el maestro contemplaba en la
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ventanilla de su taxi, el entusiasmo navideño prematuro de
los comerciantes de la ciudad. En esta ocasión, en lugar de
su acostumbrado traje de gala, el hombre vestía
informalmente como cualquier joven universitario: jeans,
Camiseta manga corta y tenis de marca, acabados de
comprar en un centro comercial en una boutique exclusiva
para zapatos deportivos. Junto a él, estaba el pequeño morral
de cuero con las pocas pertenencias que utilizó para el viaje,
en donde seguramente estaría envuelto el costoso traje que
usó el día anterior para su conferencia. Su siguiente misión:
visitar el Fossil Steal –y porque no– comprar una de sus
costosas antigüedades de colección, lo que incluye desde
pequeñas bicicletas, hasta automóviles y aviones civiles y
militares, todo eso estaba dentro de las posibilidades del
acaudalado hombre, que de vez en cuando se daba sus
privilegiados gustos. El vehículo circulaba por la autopista
principal que conduce al Fossil Steal, en donde se dividen las
calles este-oeste de Las Vegas cerca del parque Londyno, a
continuación, esta misma calle se convierte en la línea
divisoria de la estratosfera a la frontera norte de Las Vegas,
después de lo cual se encuentra un letrero de paso
restringido que comunica con lo que viene siendo la pista de
aterrizaje privada a cargo de la entidad. El maestro no se
imaginó que desde este sitio partiría en avión propio hasta
Londres, pero así era como iba a suceder.
38
CAPITULO 3
EL GUERRERO Y EL MIRLO
En la región de La Toscana italiana, en la provincia de
Arezzo, más concretamente en el municipio Castiglion
Fiorentino, lugar en donde se conservan Las Logias del
arquitecto, pintor y escritor italiano Giorgio Vasari, frente al
teatro municipal, más conocidas como las famosas “Logias
de Vasari”, un supersticioso misántropo florentino, maestro
de matemáticas y arte, llamado Adelpho Buccario, decidió
un 15 de mayo de 1972, colocarle a su recién nacido
primogénito sietemesino –a quienes los médicos no le daban
muchas esperanzas de vida– y por si acaso se salvaba, los
nombres de “Gabbar Anghiari”. El primer nombre, que
según los tárgumes antiguos corresponde a la denominación
árabe de la constelación de Orión que significa “El fuerte”, le
otorgaba una garantía imaginaria de supervivencia al niño, y
el segundo nombre, “Anghiari”, en honor a la pintura
desaparecida del célebre Leonardo llamada “la Batalla de
Anghiari”.
Esta obra, fue pintada en un muro del “Salón de los
Quinientos”, del Palacio Vecchio, hacia los años 1503 y 1506, y
que según se cree, desapareció en 1563, por obra y
genialidad del pintor Giorgio Vasari, a quien le
encomendaron para esa fecha la remodelación decorativa del
gran salón, ocultándolo ingeniosamente debajo de sus
frescos. Como la obra en comento, describe una lucha
incansable entre caballeros montados a caballos por la
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disputa de un valioso estandarte conocido como el
“Gonfalone de Florencia”. El viejo erudito lo creyó muy
apropiado como segundo nombre a su famélica criatura,
para quien la vida comenzó con una lucha casi perdida en
contra de la muerte, en donde seguramente prevalecería el
más fuerte. Afortunadamente las visiones supersticiosas
dieron resultado, y finalmente el niño se salvó. Sin embargo,
la visión pesimista de Leonardo, sobre el hombre que debe
luchar para vencer sus propios miedos, plasmados en La
batalla de Anghiari, quedaron reflejados en la vida de
Gabbar, quien en adelante tuvo que enfrentar su gran fobia
que lo acompañó desde la infancia: “Un temor desmedido
por las brujas”. En efecto, la “vicafobia” le fue diagnosticada
por un sicólogo al infante de 8 años, quien se aterraba con
solo observar una cabellera sin rostro aparente,
especialmente si era de color negro, en unos límites, que
hasta se espantaba con solo ver peinarse a una mujer con
los cabellos hacia adelante tapando su cara. Tal conducta le
hacía particularmente lucir timorato en frente de chicas o
compañeras de clase de cabello largo oscuro, que evitaba a
toda costa; a menudo se le veía asociar con monas o
compañeras con tonos de cabellos más claros y un poco
cortos. Ya que dentro de su patología fóbica, una cabellera
larga y oscura, estaba siempre asociada a una temible bruja.
A medida que se hacía hombre, fue superando lentamente
esta fobia, pero como muy bien lo dijo su psicólogo de
cabecera: <<Que esta fobia de rara ocurrencia, pocas veces, o
casi nunca, era superada en su totalidad>>.
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Aparte de sus fobia muy bien sorteada con su perpetua
soltería, Gabbar, ya superado en cuarenta años, es un
hombre –fuerte de todas maneras–, alto con un metro 78,
de contextura atlética adecuada, capaz de despertar la envidia
de los jóvenes de 20, propios de este mundo actual, en
donde las enfermedades de obesidad y sobrepeso, parecen
más una pandemia juvenil, que un asunto de adultos. Esta
cualidad física la ha conservado gracias a los duros
entrenamientos de atletismo que la escuela de aviación
exigía: como mínimo para los cadetes principiantes, trotar
hasta quince kilómetros por día; y también por su afición al
deporte, en especial al futbol, que lo mantuvo entrenando en
los seleccionados de las distintas escuelas en donde estudió
con el fin de lograr triunfar en esta disciplina deportiva, lo
cual por supuesto era totalmente desaprobado por el viejo
Adelpho, quien tenía otros planes en concreto para su hijo
especial. Si con esta actitud, su padre le impidió ser un
futbolista, no logró eliminar su pasión consagrada por el
futbol, y esto lo confirma el de ser un hincha declarado del
Inter de Milán, y de su querida selección Italiana a la que no
le perdía el rastro desde el mundial del 90. Aun hoy, sigue
siendo un admirador confeso del futbolista clásico Roberto
Baggio, y de su no menos clásico compatriota y legendario
cantante, Salvatore Ademo, de quien en sus conversaciones
matutinas, siempre toma prestado como expresión
concluyente de sus deseos, la frase Insha Allah (Dios lo
Quiere), el cual es el título de uno de sus más reconocidos
éxitos musicales.
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Su rostro, posee rasgos faciales varoniles, aunque no tiene
barbas ni bigote, con boca y nariz bien alineadas –al mejor
estilo italiano–, sus cejas oscuras adornaban la profunda
mirada de sus ojos café oscuro; luciendo siempre su look al
estilo militar. Sin embargo, su verdadero atractivo, no estaba
en su parte física, sino en su delicada forma de tratar, rasgo
este quizás heredado de parte de su refinada madre doña
Armanda Babili de Buccario, quien después de tan duro
parto, le fue prohibido por decisión médica volver a tener
hijos. Desatendiendo esta orden, a la edad de 40 años,
falleció al intentar dar a luz a la que hubiera sido la hermana
menor de Gabbar, cuando este contaba con doce años de
edad, ambas, la madre y su bebé, fallecieron en una clínica de
Maternidad. Adelpho, falleció un año más tarde como
consecuencia de la pena por la gran perdida, quedando al
cuidado del joven huérfano su tío Teo, quien se esmeró por
educar a este de la mejor manera posible.
Graduado con honores en la escuela de formación superior
de pilotos de combate, General Inigo Campioni, para aviones
supersónicos F-16. A la edad de 26 años, su actuación fue
tan destacada, y sus logros tan importantes, que lo
comprometieron seriamente a cumplir peligrosas misiones
de espionaje y asalto aéreo, con un éxito personal tan
rotundo, que lo nombraron comandante del cuerpo élite de
aviación militar para misiones especiales, más conocido
como el “Cuartel Azul”. Integrado por los 5 mejores pilotos
de combate. Debido a ello, dentro de su compañía, se ganó
el apodo de “El Marcial”. En la actualidad, de estas hazañas y
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logros, no quedan sino sombras por vivir, por cuanto el
cuartel azul sufrió un rudo golpe en la misión secreta Oasis,
cuyos detalles son de reserva secreta militar. Como
resultado de la fracasada operación Oasis, solo le sobrevivió
al selecto grupo, su aguerrido comandante. Otras fuentes
poco confiables, dan cuenta de que tal vez el enemigo lo
perdonó para que subsista un escarmiento viviente de esa
guerra. Lo cierto de todo, es que de ese periodo de gloria,
solo queda el hombre Gabbar como veterano de guerra y
sobreviviente de la fracasada misión, relegado a un humilde
oficio en Las Vegas, que apenas le da para vivir, y respaldado
por una pequeña pensión del Ministerio de Guerra, pagados
directamente por la oficina de veteranos y militares
pensionados.
Hoy día, en La Toscana, en el Castiglion Fiorentino, aun
subsiste la propiedad heredada por Gabbar, cuyos arreglos
legales fueron encomendados a su tío Teo, en testamento
otorgado por su hermano Adelpho, unos días antes de su
muerte. Teo, se llevó al huérfano de 12 años a la provincia
de Lucca, en donde terminó sus estudios de secundaria,
hasta que se marchó a la escuela de aviación.
Un enorme artefacto negro volador, semejante a un pájaro
de acero gigante, surcaba meticulosamente los pacíficos
cielos de Las Vegas, a la altura del enorme Parque Londyno,
el cual se convierte en el deleite terrestre de la vista aérea de
las aeronaves en pleno vuelo; en tierra, en las instalaciones
del Fossil Steal, en la torre de observación, las viejas manos
casi temblorosas por la edad, le pasaban los binoculares al
43
maestro Abner para que presenciara la majestuosidad del
Black Bird, piloteado en ese momento por el Marcial:
sobrenombre de pila que Gabbar Anghiari se ganó por su
valentía como piloto de combate. Que estaba a la venta por
el que fuera capaz de pagar su exorbitante precio, el cual el
viejo Oliver, Prefirió decirle a Abner al oído:
–Se lo vendo a usted –le susurró– por la suma de… dólares,
y le garantizo que lo llevará de vuelta a Londres para hoy
mismo. El maestro no dijo ni sí ni no, y solo se limitó a
contemplar el excelso vuelo del ave de acero, que en ese
momento estaba a punto de culminar se ostentosa
exhibición. Decoló en la pista privada del Fossil, en donde
tenía reservado un hangar exclusivo con sus medidas exactas,
sin embargo, el Marcial aterrizó el avión e intencionalmente
lo dejó ubicado a la vista de la torre de vigilancia, en donde
muy seguramente lo estaría vigilando un posible cliente.
El maestro retiró sus binoculares y pidió verlo de cerca.
El vendedor asintió y abordaron un pequeño ascensor que
conduce hasta la planta baja del Fossil, para luego montar un
vehículo pequeño semejante a un carro de golf, que los
llevaría hasta el sitio en donde acababa de aterrizar la nave.
Su diseño era impresionante: Poseía dos enormes turbinas,
que encajaba perfectamente con su exclusivo borde
aerodinámico, soportado por un par de alas en Delta,
semejante a un ortóptero el pleno vuelo, diseñado
simétricamente con sus 32 metros de longitud. De su
interior, se bajó el hombre vestido con traje de astronauta
44
modernizado, elaborado lo más posible a su esbelta y juvenil
medida, que se acercó hasta donde estaban el maestro y
Oliver Qinn, se quitó el casco, y con una humilde reverencia
ante Abner, se presentó simplemente como Gabbar.
–Abner Rosental –respondió el maestro–.
–Si me necesita estaré cerca –se disculpó en tono
reverencialmente educado, y salió rumbo a la torre de
observación. Su costumbre era exhibir aviones, y a no ser
que se le solicitara, no se metía en los arreglos negociales del
patrón.
El maestro lo siguió con la mirada y no pudo evitar llevarse
una impresión personal del hombre:
–Se le ve melancólico –observó Abner–.
–Es un buen hombre –comentó el viejo–, sin embargo, a su
edad de cuarenta, ha sufrido el doble que yo a mis ochenta,
es italiano –explicó–, y prácticamente huérfano de toda su
vida y un exiliado de su patria, tiene un año de trabajar
conmigo como piloto de prueba, y lo estimo casi como un
hijo. –No me ha dicho nada del precio –recordó el viejo
cambiando de tema–. Al menos hágame una oferta decente,
y llévese esta belleza de avión.
El maestro contemplaba dubitativo la enorme nave, de la
que no sabía prácticamente nada.
45
– ¿Me podría explicar más de lo que me piensa vender?
–Pidió Abner–.
Al viejo le bastó una señal de su mano derecha sin mirar para
atrás, y como el genio de la lámpara de Aladino, Gabbar
estaba de vuelta junto a ellos.
–Hijo –dijo el anciano–, explícale a mi amigo, lo que
conoces de este avión.
–Gracias a su tecnología furtiva adelantada para su época
–inició Gabbar–, este modelo fue el protagonista de la
Guerra Fría, y en su época, fue el avión tripulado más veloz
del mundo, con una velocidad máxima operativa en match 3
de hasta 3.400 kilómetros por hora. –Abner interrumpió con
un leve silbido.
Su color oscuro no es casual –continuó el Marcial–, se le
aplicó con la intención de camuflarse en la oscuridad de la
noche, y facilitar sus misiones de alto espionaje. Alrededor
de treinta minutos, le bastaron al hombre para hacer una
declaración detallada y exhaustiva del avión, mientras Abner
quedaba asombrado por la erudición del piloto, y de la cual,
el viejo Qinn estaba orgulloso.
Y al final de su exposición, con un deje de tristeza el Marcial
concluyó:
–Desafortunadamente, fue descontinuado en el año 1998,
para darle lugar a la circulación de nuevos modelos. Pero en
46
lo que mí respecta –declaró en tono orgulloso–, este
prototipo es irremplazable.
Abner quedó sorprendido y no era para menos, el hombre
que tenía en frente, no sólo volaba a la perfección la
legendaria nave, sino que además de eso, la conocía tan bien
como sus fabricantes.
–Ahora que me dices –insistió el vendedor–. En esta ocasión
agarró a Gabbar del brazo para que no se marchara, Abner
lucia indeciso. De todas maneras quiero preguntarte algo
–continuó el anciano–, en caso de que lo tengas, ¿qué harías
con él? La pregunta iba dirigida al maestro, quien alzó la
vista y en efecto, tenía un propósito para el avión.
–Verá –respondió–, tengo un proyecto para fundar en
Londres un museo de antigüedades tecnológicas, en especial
con aeronaves que marcaron un hito histórico en el
desarrollo de las potencias mundiales actuales, y de
conformidad con lo que acabo de escuchar, este ejemplar
tiene mucho de eso.
–Indudablemente –confirmó el anciano–
piensas guardar? –preguntó–.
¿y donde lo
–En la ciudadela Faringdon de La Localidad Británica de
Woodstock, de Oxfordshire –-respondió Abner–. Tenemos
una pista y un hangar del gobierno declarado patrimonio
nacional, en donde puede funcionar el Museo.
–Ya veo –asintió el viejo–.
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Este proyecto –continuó el maestro–, de iniciativa privada
con apoyo estatal, va dirigido a beneficiar a nuestros
estudiantes, y por ende vamos a necesitar también unos
buenos peritos que conozcan las exhibiciones –el maestro
dirigió una furtiva mirada a Gabbar–. Durante unos
inquietantes cinco minutos hubo un silencio en el que Abner
lucia meditativo, y finalmente la soltó:
–Te tengo una oferta –dijo–. Te pagaré el precio que me
dijiste sin pedir rebaja, pero me permites llevármelo a él
–señaló con el dedo a Gabbar–. Por supuesto, si está usted
de acuerdo –puntualizó mirando al Marcial–.
El anciano enmudeció sin saber que responder, y la actitud
de Gabbar, no parecía inclinarse ni a favor ni en contra de la
propuesta, lo que indica que definitivamente el viejo Qinn
tenía la última palabra. Para Gabbar daba lo mismo estar en
Londres o en Norteamérica, en Japón o en Canadá, después
que tuviera un trabajo acorde a sus facultades, el lugar era lo
de menos.
Tras un breve lapso de dos minutos, finalmente el viejo
decidió:
–Acepto con una condición –dijo–. Gabbar y Abner lo
miraron expectantes–. Que viajes con él hasta Londres en el
mismo avión. Abner palideció de miedo, pues era lo último
que esperaba oír, sin embargo, el piloto de compañía que
ahora iba a ser prácticamente su empleado de confianza, le
brindaba el suficiente ánimo para aceptar la propuesta. Y
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finalmente, con un estrechón de manos, sellaron el negocio
al mejor estilo americano.
–A propósito –repuso Abner–, tengo entendido que las
fronteras se pueden cruzar con aviones comerciales, al
menos en el caso de Europa según tratado fronterizo, pero
tratándose de un avión militar Americano, ¿no tendremos
problemas en llevarlo a Londres?
–Descuida amigo –tranquilizó Qinn–, entre América e
Inglaterra no hay problemas, recuerda que ambas son una
potencia mundial binaria, donde se permite todo cruce de
artefactos voladores incluido los Ovnis, y en cuanto al
enorme océano atlántico que nos separa, no creo que haya
problemas –concluyo Qinn en tono divertido–. Lo invitó a
la oficina para realizar el papeleo. Mientras Gabbar,
resignado a cambiar de país y de patrón, se preparaba para el
viaje.
Al medio día, una vez cancelado el alto costo del avión, y
con el papeleo de venta en regla, los dos hombres, Abner y
Gabbar llevaban puestos sus uniformes de vuelo, decididos a
recorrer por vía aérea los 8.408. Kilómetros de distancia que
los separaba de Londres. El Marcial prometió que antes del
anochecer llegarían a su destino, a una velocidad moderada
tipo Concorde, y en caso de utilizar la máxima velocidad en
match 3, estarían llegando al cabo de dos horas cuando
mucho.
49
–Espero que ni se te ocurra –advirtió el maestro mirando a
Gabbar–.
–Pierde cuidado –le tranquilizó Qinn–, para lograr el match 3,
se necesita un copiloto que sirva como asistente idóneo, y
por lo que yo veo, usted solo es un pasajero de clase uno.
Todos rieron con el dicho. Un empleado de la entidad se
encargó de arrastrar las escaleras de ruedas hasta el avión, y
los dos hombres treparon los peldaños hasta llegar a la parte
de arriba en donde los domos superiores estaban abiertos,
una vez dentro, Gabbar en la parte de adelante, y Abner en
la de atrás, el asistente aseguró las cúpulas de la cabina,
quedando todo listo para el despegue. El Marcial ajustó las
coordenadas de vuelo, rumbo hacia Londres.
–Los extrañaré a ambos –reconoció Qinn, mientras veía
decolar la nave, que dejaba una breve estela blanca de
despedida–.
De las casi seis horas de vuelo, sólo tres cosas se le quedaron
a Abner para recordar: el cielo nuboso, su mutismo y los
nervios, los cuales le impidieron disfrutar del paisaje
oceánico propio del enorme trayecto. La actitud del piloto
no pudo ser más reservada y providencial, nada de charlas,
nada de juegos, ni nada de excesos, en lo referido a un viaje
totalmente pacifico, tranquilo y monótono. Y además de eso,
el maestro estaba más preocupado por la operación de la
niña que por cualquier otra cosa, y su retorno a Londres, lo
ponía al tanto de la seriedad de su compromiso como padre
adoptivo de la pequeña Criss.
50
A Gabbar no le costó trabajo localizar la ubicación de la
ciudadela Faringdon, a la altura de Oxfordshire, las líneas de
la pista del hangar se aclaraban en la medida en que el mirlo,
quien ya tenía más de cuatro horas de vuelo, descendía
lentamente ubicando las potentes señales luminosas de la
pista. Para el maestro fue un verdadero alivio saber que
habían llegado a Londres, directamente a casa. No más
aterrizar, y al encuentro de la nave, una camioneta color
negro, que remolcaba lentamente una escalera de ruedas,
conducido por un hombre de estatura mediana, complexión
gruesa y con más de treinta años, sale al encuentro de los
tripulantes del avión, el primero en descender fue Gabbar,
quien no necesitó de los servicios de la escalera, luego
Abner, quien lucía como un robot metalizado dentro del
pesado traje, realmente le costó esfuerzo bajarlas. Una vez
en tierra, los tripulantes se desembarazaron de los cascos y
abordaron la camioneta conducida por Jefrey Colombo,
quien fungía al servicio del maestro como administrador del
hangar, y quien además tendría a su cargo los cuidados de la
aeronave.
–Llévanos a casa Jefrey –rogó el maestro visiblemente
cansado por el viaje. En esa misma localidad (Woodstock), a
media hora de la ciudadela, está ubicado el sector exclusivo
de Filadelfia, en donde el maestro tiene dos propiedades: La
casa Rosada y el apartaestudio, este último ubicado en el
famoso Claydon Home, en los límites del parque natural
Blenheim Palace, a orillas del rio Glyme. Sin duda, el lugar
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reservado como vivienda de Gabbar, mientras esté al
servicio de su nuevo jefe.
Llegado el 19 de noviembre, primer día del Marcial en
Londres, con cielo despejado y temperatura agradable, el
hombre vestido con jeans, suéter y Botas, sale a pié hacia el
exclusivo sector Filadelfia, rumbo hacia la casa Rosada. A la
salida del apartaestudio, contempla el riachuelo, la banca y el
Claydon Home, imponente y misterioso como siempre. El
camino al sector está totalmente arborizado y las sombras de
la floresta sembrada paralela al suntuoso vecindario,
protegen las viviendas de las inclemencias del verano
soleado, dando la apariencia de que en el sector, jamás
calienta el sol más de lo necesario, al lado derecho del
sendero se puede observar a una distancia telescópica las
aguas del rio Glyme, como un pequeño camino acuífero
independiente del sector. Al cabo de ocho minutos de
camino, a buen paso, se divisa en el frente la enorme casa de
dos pisos ciento por ciento rosada, de ahí el sobrenombre
con el que se le conoce, y por cierto, es la única vivienda
aislada de todo el complejo; al lado derecho le aparece
despejado un terreno baldío, del tamaño de una cancha de
futbol, de suelo fértil gracias a la influencia del Glyme. Los
pocos árboles que tienen, se destacan por su espectacular
frondosidad y elegancia, y todo parece indicar que el terreno
forma parte de la vivienda del maestro, por la sencilla razón
de que la niña no mayor de diez años, que se acerca a la
pequeña fuente del lote, y extrae una cantimplora de agua,
acababa de salir de la enorme vivienda, directo hacia el lote.
52
El Marcial quedó asombrado con su hermosa cabellera que
contrastaba con su blanco vestido de algodón que la cubría
desde el cuello hasta los mismos tobillos. En realidad se
alegró de que fuese tan solo una niña, porque semejante
pelambre oscuro en una mujer adulta, tal vez le removieran
su antigua fobia. La pequeña no advirtió la presencia del
hombre, y se dispuso a regar con la cantimplora, lo que
parecía ser unas flores recién sembradas, de sus propias
manos. El Marcial se hizo en una banca a orilla del lote,
protegido por la sombra de un árbol, mientras contemplaba
en silencio al pequeño proyecto de floricultura creciendo en
la personita. La pequeña no tardó en notar la presencia del
desconocido, y al volverle su mirada, se encontró con la del
hombre, y surgió de inmediato lo que podría considerarse un
extraño caso de amor filial a primera vista, entre una
huérfana y un señor sin hijos. El hombre se limitó a sonreír
un poco apenado y al mismo tiempo encantado con la gracia
infantil de la criatura. Haciendo caso omiso, a la desgastada
advertencia de “no hables con extraños”, Criss le devuelve la
sonrisa y se le acerca amistosamente, atraída por su paternal
apariencia, no obstante, Gabbar prefiere presentarse y dejar
claro que no es ningún extraño y que su presencia en el lugar
está justificada.
– ¿Se encuentra el señor Abner? –preguntó tímidamente–.
Criss guardó silencio. Y luego reanudó con su sonrisa la
respuesta.
53
–Tú debes ser el piloto –respondió–. Ab te está esperando,
sígueme. De inmediato la niña se dirigió a la casa, seguida de
Gabbar.
Al traspasar el umbral de la entrada de la casa rosada, se
encuentra un interior de blancas paredes adornado con
varios cuadros de artistas europeos; el suelo perfectamente
alfombrado de pared a pared, con un tono negro,
contrastaba elegantemente con el níveo interior de la sala, y
los muebles crema tirando a beis colocados en forma de ele;
al fondo se apreciaba la escalinata que conduce a la segunda
planta, separada de la sala por una pared de vidrio apenas
perceptible gracias a la hilera roja de Bromelias que pendían
de unas colgaduras plateadas elaboradas artesanalmente
adosadas casi en forma mágica a la trasparencia del muro de
cristal.
–Yo sembré las flores –dijo la niña jactanciosamente–, y las
colgantes las hizo mi abuela.
La Nana, una señora rubia desgastada por sus más de 70
años, ojos azules y contextura rubicunda, descendía las
escaleras apoyada en el pasamanos, su vestidura entera hasta
las rodillas, en tela de abrigo con cuello alto, y mangas largas
hasta las muñecas, le daban una apariencia señorial digna de
las damas escandinavas de los sesenta.
–Mi nombre es Alicia –se presentó la señora ante el Marcial–
.
54
–Pero cariñosamente le decimos la Nana –interrumpió Cris.
–Gabbar Anghiari –se presentó
el hombre con un
sofisticado gesto reverencial, y recordó enseguida, que su
madre fallecida, de estar viva, tendría la edad de la señora
que acababa de conocer. Criss gritó el nombre de Abner,
quien contestó al llamado desde el segundo piso, y la Nana
se retiró a la cocina.
–Iré a preparar el desayuno –dijo la señora en forma
afectuosa.
Gabbar tomó asiento en el sofá, y Criss se hizo a su lado.
¿Vienes del Norte? –Quiso saber la niña–.
–Las vegas –respondió el hombre–.
Tío Ab –que para Criss es la forma abreviada de Abner–,
bajaba las escaleras y se dirigió a la sala.
–Me alegra verlo de nuevo –dijo mientras se acercaba–.
Espero que haya pasado bien la noche. Gabbar asintió sin
hablar. Criss no se movía de su lado, la presencia del hombre
le era paternalmente atrayente, lo mismo sentía él –se puede
decir–, aunque no tenía talento para demostrarlo.
– ¿Es cierto que vienen del Norte? –Volvió a preguntar la
niña, en esta ocasión se dirigía a Tío Ab–.
55
–Adivino a donde quieres llegar pequeña –respondió Abner–
quieres saber de dónde vino él ¿verdad?
Criss asintió mirando de reojo a Gabbar.
Bueno –continuó diciendo Ab–, él viene desde el otro lado
del océano, desde el norte, a más de cinco horas de distancia
por aire.
– ¿Es eso cierto? –preguntó la pequeña–.
Abner asintió. – ¿y adivina qué? –preguntó Abner sonriente,
sospechando la afinidad especial entre los dos. Se viene a
quedar con nosotros –dijo–. Y tal y como él lo sospechaba,
aquella noticia fue del total agrado de la niña, y no solo de
ella, sino también de la Nana, que en ese momento llegaba a
la sala con dos tazas de té que humeaban por encima de los
finos pocillos de porcelana colocados sobre una fina bandeja
de plata. Criss salió emocionada a seguir cuidando de sus
flores, no sin antes decirles a todos a voces altas, que soñaba
en que algún día vería un hermoso y gran jardín de flores
sembradas por ella misma junto a la casa rosada. La nana se
retiró a la cocina.
–Veo que le caíste bien –declaró Abner. Gabbar sonrió de
regocijo, pero se ensombreció su rostro tan pronto supo la
noticia:
56
–Es epiléptica –susurró el maestro–, y mañana será
intervenida quirúrgicamente, esperamos no sea nada grave.
La expresión del maestro no era muy optimista, y menos la
de Gabbar, para quien la noticia le acababa de opacar el
semblante.
– ¿Crees que sea algo… grave? –Inquirió tímidamente–.
–Esperemos que no –respondió Abner–, pero con esta clase
de trastornos, nunca se sabe.
–Yo la veo muy bien –repuso Gabbar con un deje de
optimismo–. El maestro lo miró de nuevo y guardó silencio
incrédulo.
–Te llevaré de nuevo a Faringdon –cambió de tema–, te
mostraré tu nuevo trabajo como instructor y guía de ese…
monstruo en el que me trajisteis –concluyó en tono risueño.
–Black Bird es su nombre –repuso Gabbar en protesta
amigable–. Y si por mí fuera, volaría con él hasta el fin del
mundo.
No obstante, durante el camino a Faringdon a bordo del
Peugeot conducido por Gabbar, la preocupación del maestro
por la niña Criss era notoria, y en ese estado de
incertidumbre, se planteaba siempre una y otra vez la misma
pregunta de siempre: ¿vivirá la niña por siempre con
nosotros? Gabbar, quien lo acababa de escuchar, reparó en
57
su notable preocupación, y con un breve aliento de
optimismo, le declaró las frases recordadas de su
compatriota cantante italiano, pronunciadas de manera
inmortal a lo largo de la historia, y que marcarían un hito en
la existencia de todos: –Insha Allah (Dios Lo quiere).
58
CAPITULO 4
LA PEQUEÑA CRISS LAND
Ese 20 de noviembre, los cielos de la localidad Británica de
Woodstock, amanecieron despejados de toda clase de nubes,
el día brillaba con luz propia, y prometía que dentro de
mucho tiempo no habría ni asomo de lluvia. En la Casa
Rosada, ubicada en el sector exclusivo de Filadelfia,
permanecían de maneras permanentes y casi solas pero muy
seguras, la pequeña ex huérfana Criss Land, al cuidado
personal de la Nana Alicia, la venerable anciana rubia de 70
años, de origen bosnio, víctima de la guerra separatista de la
antigua Yugoslavia de los años noventa, huyendo como
desplazada de la violencia étnica de los serbios, recibió asilo
humanitario por el gobierno Alemán, quien la ubicó como
trabajadora en el orfelinato de “Pankow -B”, ubicado en
Berlín, llamado así para distinguirlo del antiguo orfanato
judío de Pankow, aunque estructuralmente son tan idénticos,
que se pueden llamar coloquialmente como “orfanatos
gemelos” o provenientes del mismo cigoto, o si se quiere
“gemelos monocigótico”. Su nuevo trabajo, le permitía a
esta pobre “viuda de la guerra”, que lo perdió todo en
Bosnia, terminar decentemente los años de vida que le
restaban, cuidando de los niños huérfanos de este instituto.
Entre sus principales funciones estaban las de velar por el
cuidado personal de máximo tres niños o niñas a su cargo,
pues de todas maneras a su edad avanzada, no se le podía
exigir más de la cuenta, fue en ese noble oficio, en donde se
59
conoció con aquella, cuyo nombre de huérfana de acuerdo
con los reglamentos de ingreso de la directiva, le fue
asignado como Mara, sin ningún apellido que respaldara este
improvisado seudónimo institucional. Mara, quien para
entonces contaba con casi 10 años, se caracterizaba por ser
una niña enfermiza y débil, que esporádicamente sufría
ataques de epilepsia sin ningún motivo aparente. La niña,
cuyos orígenes son totalmente desconocidos, se ganó el
afecto especial de la Nana, tal vez por su delicadeza y por
que requería de sus cuidados especiales, lo cual hacía con el
afecto propio de una abuela, según algunas monjas que
frecuentaban el claustro, de no haber sido por ese gesto filial,
la pobre huérfana hubiera muerto de mera tristeza. Mara se
convirtió para la Nana, en un motivo para seguir viviendo,
pues los infames episodios de la guerra étnica, grabados en
su mente, le habían hecho contemplar la posibilidad del
suicidio. Fue en una mañana de abril del año 2013, y por
casualidades más del destino que de la rutina cotidiana, que
el maestro Abner, en cumplimiento de un compromiso cuyo
nombre: “Convención Mundial de Científicos Astrónomos”
celebrado ese mismo día en el estadio olímpico de Berlín,
justificaban su presencia en territorio Germano, tres días
después a la conclusión del magno evento, el soltero y
acaudalado hombre sin descendientes, movido por una
campaña clasificada de “niños huérfanos en busca de
hogar” que en esos días circulaba en los principales diarios
de la localidad, la televisión y la radio, y previo a unas breves
averiguaciones sobre el caso, vino a parar sin proponérselo
en el Pankow-B , guiado quizás por un extraño instinto de
60
compromiso moral con la causa, decidió averiguar
personalmente los trámites legales para una adopción. Una
vez presentado con sus sobradas credenciales ante el
director general de la entidad, el paso a seguir era elegir el
niño o niña a adoptar, para adelantar los trámites legales, que
según las leyes no tardarían más de un mes incluyendo la
autorización para salir del país con un extranjero. Revisado
los pasillos del claustro, acompañado por el propio director,
Abner se sintió atraído por la Nana, quien le recordaba a su
difunta madre judía, quien sostenía en sus brazos a una
famélica criatura tan delgada y frágil como una hoja seca, que
le inspiró compasión.
Acercándosele a la Nana, quien apenas medio entendía el
idioma inglés le preguntó: – ¿está enferma? La vieja mujer
no pudo contestarle nada en ese momento, no solo por la
diferencia del idioma, sino también por presentir que la
desprenderían de su único motivo para seguir viviendo, a lo
que Abner ignorando esa impresión, inquirió del director
para que le explicara la situación de la señora con esa niña.
–La señora es una asilada proveniente de Bosnia –dijo el
director–, que trabaja para nosotros desde hace 7 años, ha
demostrados ser una buena mujer, a la que cariñosamente le
decimos “la Nana” y la niña fue hallada expósita a su suerte
con tan solo dos años de nacida, por indigentes en un
suburbio del norte de Berlín, quienes lograron ponerla a
disposición de la policía Alemana para la protección de la
infancia, y de estos fue remitida a nosotros tiene como nueve
61
o diez años –no estoy seguro–, pero lo que si sabemos, es
que sufre eventualmente de convulsiones, desde su llegada
a este centro –continuó el director– ambas: la niña y la
anciana, han mantenido una relación especial de afecto,
semejante al de una abuela con su nieta, por consiguiente –
siguió explicando–. Entenderá lo difícil que debe ser para
ambas su separación.
El hombre miró a Abner esperanzado en que escogiera otra
opción, éste mirando compasivamente a ambas, hizo la
elección explosiva menos esperada por el director:
– ¡Me las llevo a las dos! –pidió-.
– ¿Está usted seguro de lo que está diciendo? –preguntó el
director con incredulidad risueña–.
–Por supuesto –contesto Abner–. Tan seguro estoy, que
creo que voy a necesitar de una ama de llaves que cumpla
cabalmente con el cuidado de la niña, en mi casa hay espacio
suficiente para ambas, y además de eso estoy solo, si están
de acuerdo, hagan los preparativos, y al cabo de un mes les
estaré enviando desde Londres a mi abogado para que se
ponga al frente de los trámites. Nuevamente se acercó a la
Nana, reparando en el recuerdo de su difunta madre y en
aquella criatura indefensa que le miraba con ojos llenos de
esperanza.
62
Efectivamente, llegado el mes siguiente, el abogado personal
de Abner con el visto bueno de la dirección del orfanato,
adelantó los trámites y obtuvo la autorización provisional
para que la niña y su inseparable Nana viajaran hasta
Londres a vivir de una vez para siempre como parientes
cercanos de su benefactor.
Hace ya más de un año que están en Londres, la Nana y
Mara, quien para todos los efectos pasará a llamarse Criss
Land, como nuevo nombre natural Británico, asignado por
Abner, tomado de una hipotética Constelación naciente en
la también hipotética nube de Oort, “La constelación Criss
Land” o simplemente, constelación CL, y que según el Plan
Divino de la Creación, existe y debe existir con un rango estelar
independiente y autónomo que hace posible originar el
nacimiento de los cometas en la entrañas de su vorágine
cósmica, lo cual inspiró el nombre de la niña. Ambas, tanto
la Nana como Criss, viven felices bajo la amorosa protección
del Maestro Abner, sin embargo, las convulsiones no han
cesado, o incluso parecen haber empeorado, por lo que de
inmediato se le sometió a un tratamiento médico para
obtener un diagnostico acertado de su enfermedad, en el
Centro de Urgencias Pediátricas, “Childhood Dream”
(Sueño Infantil), ubicada en la ciudadela
Faringdon
(Oxfordshire), en donde funciona el hangar mencionado por
Abner, abandonado desde la primera guerra mundial,
conocido popularmente en toda la comarca británica como
el “enigmático hangar de Faringdon”. El Childhood, está ubicado
junto a un pequeño enclave de recuerdos medievales, que
63
funciona como sitio de atracción turística en Londres, a una
distancia de más o menos media hora en automóvil desde el
complejo Filadelfia, en donde queda la casa rosada del
maestro y su apartaestudio. El Childhoodream está dirigido
por el médico amigo del maestro, el neurólogo Wilson
William Murray, cofundador de esta entidad, considerado
desde su juventud como un genio de la medicina moderna,
especializado en la aplicación práctica de la tecnología en la
solución de los problemas cerebrales; en su condición de
neurólogo, ha demostrado un creciente interés por el
funcionamiento del cerebro humano en su totalidad, lo que
incluye aspectos que están más allá de las neuronas, y como
si estuviera de acuerdo con los postulados fundamentales de
la obra “el Plan Divino de la Creación”, concibe los estudios de
este maravilloso órgano a partir de su creación, y no de su
evolución, lo que le ha ahorrado el inconveniente de
examinar cerebros de animales aceptados científicamente
como modelos, de la “primigenia evolutiva”, dignos de ser
comparados con los cerebros humanos, según los tercos
evolucionistas. Para el doctor Wilson, el cerebro humano es
único, y no existe ningún punto de comparación con
aquellos,
ni si quiera para describir patrones
de
comportamiento. En su obra “La Sensatez del Pensamiento”,
dedicada exclusivamente a este importantísimo órgano, no
solo desde el punto de vista fisiológico, funcional y orgánico,
sino también desde una concepción universal fundada en
cimientos espirituales, concibe al cerebro como:
64
“Universos comprimidos en la masa encefálica de un ser humano
creado a la imagen y semejanza de un Dios vivo, y que nos distinguen
con creses de el resto de los seres vivientes, con la suficiente capacidad de
desarrollar las cualidades innatas del creador, tales como el amor, la
justicia, afecto, comprensión, y por qué no, parte de su sabiduría y poder
mismo para administrar correctamente nuestro planeta y sus generosos
recursos naturales”.
Para el doctor Wilson agregarle la palabra “humano” a la
acción de pensar, (pensamiento humano), era caer en el
germen de la ilicitud filosófica y evolutiva, sustentada en un
vástago germinado con la redundancia viciosa de siempre:
“el de asignarles el atributo del pensar a las personas”, pues
resulta obvio que a diferencia de los animales, los seres
humanos piensan, gracias a su singular cerebro creado y no
evolucionado. No obstante, un pensamiento por muy
humano que sea, puede carecer de sensatez o ser insensato.
A petición de Abner, el doctor Wilson se hizo cargo
personalmente del tratamiento de Criss, con el mismo
entusiasmo que lo hubiera hecho a una hija, realizado los
exámenes de rigor en un moderno electroencefalógrafo a la
pequeña, en el prestigioso Childhood Dream, de cuyos
resultados, no quedó más remedio que diagnosticarle por lo
pronto, una especie de “Epilepsia Neocortical”, las cuales
comienzan con crisis focales, y a medida que avanza, van
produciendo crisis generalizadas. De inmediato Wilson,
comenzó un tratamiento con fármacos pediátricos
antiepilépticos, y le programó una cirugía curativa
inaplazable, la cual se realizó en este mismo día en las horas
65
de la mañana, con la colaboración de un cuerpo selecto de
médicos cirujanos y especialistas en medicina pediátrica. La
operación desde el punto de vista médico, fue todo un éxito,
pero los resultados no fueron los esperados. Mientras
Gabbar atendía sus oficios como instructor en el Hangar, el
maestro Abner en la casa rosada, y la Nana cerca de él, serian
los primeros en enterarse de la mala noticia. El doctor
Wilson a primera hora de la tarde, en la casa rosada, y en la
sala en presencia de Abner y la Nana, dio a conocer los
fatídicos resultados de la operación:
–Se le practicó a la niña una neurocirugía curativa,
–comenzó el doctor–, a fin de evitar tener que suministrarle
vitaliciamente los fármacos antiepilépticos y curarle
definitivamente las convulsiones. Aprovechando la cirugía
–continuó el doctor–, le practiqué una prueba de imagen
micrográfica minuciosa sobre las posibles células cerebrales
afectadas, temiendo lo peor –dijo–, mis más espantosas
sospechas quedaron confirmadas: –Según los resultados que
obtuve esta mañana –siguió explicando Wilson–, pude
observar un signo degenerativo de enfermedad mitocondrial,
con deficiencia proteínica, que supone una patología
mucho más peor, progresiva y degenerativa de carácter
irreversible, con la pérdida importante de células cerebrales,
tal vez se trate de la fase inicial de…
– ¿De qué estamos hablando Wilson? –Interrumpió Abner
notablemente angustiado–.
66
Wilson se colocó la mano en la frente y siguió explicando:
–Tal vez la niña esté padeciendo de la fase inicial de una
posible Encefalopatía Mitocondrial.
– ¿Y eso es muy grave? –Quiso saber la Nana–. Wilson
asintió a mucho pesar.
–Dependiendo de cuáles sean las células que se sigan
afectando –explicó–, los síntomas van de mal en peor, lo
que significa que, además de la falla del control motor,
relacionadas con la falta de equilibrio, los ataques de
epilepsia y los temblores que viene padeciendo, le pueden
seguir –como en el caso de otros pacientes, que tenemos en
el Fupance–, intensos dolores de cabeza, y hasta dolores
gastrointestinales asociados con dificultades para tragar.
–En el rostro del Médico había una profunda angustia, pues
los pacientes el Fupance, que estaba describiendo, eran
todos niños enfermos. –y lo que le espera de aquí en
adelante prefiero no mencionárselo —concluyó en doctor
con una tristeza evidente en su rostro. —Se trata de una
enfermedad totalmente hereditaria –siguió explicando–,
afecta el correcto funcionamiento de la mitocondria, o sea
que es peor que una simple epilepsia. Realmente –declaró
haciendo un aterradora pausa–, la condición de Criss es la
de ser una paciente terminal.
La noticia fue totalmente devastadora para Abner y la Nana
quienes se llevaron la mano a la boca y se miraron
espantados.
67
—Sugiero que se siga tratando con los AED, para tratar de
minimizar los síntomas, o por lo menos para disminuir su
sufrimiento, pero igual —hasta donde yo sé, —es una
maldita enfermedad potencialmente mortal e incurable
–concluyó el doctor mientras se recostaba en el sofá
mostrando un aspecto notoriamente contristado–.
La Nana no pudo ocultar su dolor, y gimoteando, abandonó
la sala directo a la cocina expresando desgarradoramente: ¡Mi
niña! – ¡Mi pobre niña!
Abner cedió en lágrimas y hasta Wilson lamentó
profundamente el insuceso.
––Por alguna milagrosa razón –anotó el doctor–, a la pobre
Criss no se le han presentado aún trastornos de retraso
mental, pues se trata de una niña muy inteligente, con ganas
de vivir, y con sueños e ilusiones en esta vida.
–Pero no parecía tan enferma –protestó Abner–.
–Es cierto –confirmó Wilson–, y la explicación para ello, es
que la magneto encefalografía que le practicamos el mes
pasado, le detectó los trastornos cerebrales relacionados con
la actividad eléctrica de las neuronas, pero sus lecturas no
son suficientes para detectar fenómenos asociados con
mutaciones mitocondriales.
–Tienes razón –admitió Abner–.
– ¿Cómo está ahora? –Quiso saber el maestro–.
68
–Por ahora está bien, la tenemos dormida en recuperación
postoperatoria, dentro de cuatro días la tendrás de vuelta.
Abner –llamo Wilson–, lamento decirte que la vida de Criss
no durará mucho, sin embargo no me atrevo a fijar un
tiempo. –Solo sé que llegará el día en que pierda el
conocimiento y caerá en un coma profundo que precede a su
inevitable e inminente…
–No lo menciones –interrumpió Abner–.
Wilson se levantó del sofá y con una expresión abatida
propia de un perdedor le sugiere:
–Lo mejor que puedes hacer, es darle una vida feliz a la
pobre niña Abner, dale la felicidad que no ha tenido en la
mayoría de su corta existencia. Dicho esto Wilson salió de la
casa con una sensación de derrota. Lo siento –dijo mientras
salía por la puerta–. Abner se abrazó a la Nana, y ambos
cedieron amargamente a un plañido que se prolongó durante
casi el resto de la tarde.
Gabbar recibió la noticia solo como un golpe más agregado
a su sufrida existencia, y aunque debería importarle menos
que a Abner y la Nana, realmente fue un doliente silencioso
e inexpresivo acostumbrado a ocultar las nefastas
consecuencias de las desgracias. Sin embargo, durante los
siguientes días que trascurrieron antes de la llegada de Criss a
la casa –de entre los tres–, Gabbar era el único que no
mostraba resignación por la suerte de la niña.
69
Cuatro días después de la mala noticia, la pequeña Criss fue
dada de alta como una niña sana y normal, y en la casa
rosada le dieron una bienvenida informándole falsamente
que ya estaba curada de su enfermedad, pero que tenía que
seguir el tratamiento, Gabbar fue el único que mantuvo
silencio mientras que se le mentía a la niña por su propio
bien.
Ese 25 de noviembre, Abner llegó a la casa después de dejar
a Gabbar en el apartaestudio, como de costumbre bien
llegado por la Nana, quien ya prácticamente se daba a
entender en su nuevo idioma, le recibió con el merecido
cariño de siempre, pues como una madre en la espera de su
hijo, esta no dormía hasta que este llegara, sin embargo ese
día era temprano, un poco menos de las ocho, y Criss aun
estaba despierta, a pesar de su seria enfermedad, la niña
tuvo un cambio rotundo de circunstancias en Londres,
aprendió inglés rápidamente incluso mejor que la Nana, su
aspecto mejoró notablemente y la alegría infantil perdida en
su condición de huérfana, se alojaba lenta pero
progresivamente en su existencia, incluso comenzó a hacer
amistades, y se destacó por cultivar una personalidad
extrovertida pero educada, a petición del doctor Wilson, la
niña no estaba en condiciones de asistir a la escuela, por lo
que se le recomendaron unas clases de canto personalizada,
movidos por su bonita voz que siempre estuvo callada en el
Pankow B, y por su notable admiración hacia este arte,
incluso por artistas y géneros musicales jamás imaginados
por nadie. De hecho ya era admiradora de varios autores de
70
su preferencia, a los que les hacía un seguimiento especial
desde sus orígenes, lo que incluía: Sus obras musicales,
genero, su rango vocal, la banda o grupo musical a la que
pertenece, y por su puesto los datos biográficos; su buena
memoria le había permitido almacenar los datos de por lo
menos cinco cantantes, con la misma fidelidad de su Tablet
electrónica desde donde realizaba en línea todas sus
investigaciones. Sin embargo, de entre todos ellos, una artista
le era preferencialmente atractiva, a la vez que inalcanzable.
El maestro Abner no esperaba que el gusto musical de la
joven niña preadolescente, fuera igual al suyo, pues si a él le
costaba trabajo entender los razonamientos de Korsakov,
con mucha más razón a ella.
– ¡La reina viene! –gritaba la niña de emoción–. ¡Ya viene la
reina! Con regir de realeza y voz melodiosa, en los aires su
voz retumbará, y el veintiocho el Wembley temblará. Era el
recital poético y feliz de la Criss, que emocionada, con la
cabeza vendada por la operación, vestida con su
acostumbrada pijama de dos piezas, adornado desde los
tobillos hasta el cuello con diseños infantiles, anunciaba la
llegada del concierto que Abner recién había contemplado
en el aviso luminoso del Moon Tree, y con las
acostumbradas palabras de recibimiento que ella le hacía al
maestro le dijo:
– ¡Tío Ab! –expresión filial con la que la niña se acostumbró
a ver a Abner, quien para ella, en lugar de un padre, lo
concebía mas como un tío rico, aunque con idéntico amor a
71
un padre, pues de todas maneras este representaba a la
única figura paterna que ella amaba, aunque ahora también
contaba con Gabbar.
– ¿Sabías que viene la reina? – Preguntó Criss acercándosele.
–Sí parece que ya escuché a un pajarito cantor hablar de una
tal reina –dijo Abner sentándose en el enorme sofá de la sala.
–Y ¿conocías la danza de Miriam?– preguntó Criss–, observa:
acto seguido la niña inició una danza con sus pequeños
brazos extendidos hacia el cielo, haciendo giros semi
circulares de adentro hacia fuera y revés, acompañado con
leves pases de cadera y al compás, seguido de un ligero
movimiento sobre su propio cuerpo en sentido inverso a
las manecillas del reloj, ahora con un brazo abajo y otro
extendido, con giro de cadera moderado de un lado a otro,
igual que el cuello y sus cabellos, y luego invertía el
proceso, al estilo oriental, una vez concluida su valsárica
presentación, Abner impresionado dijo:
– ¡Miren nada más! –exclamó el maestro–. La niña me podría
decir ¿en donde aprendió a temprana edad su exótica danza?
–Lo aprendí de la reina –contestó sonriente–. Recién me
bajé un video en donde canta y baila la Danza de Miriam,
pero me hubiera gustado que me lo enseñara ella misma
–dijo en tono de optimismo infantil–.
¿Te refieres a la cantante del concierto del veintiocho? –Le
preguntó Abner–.
72
– ¡Esa misma! –Respondió Criss–. Su nombre artístico es
Eleusis, y sé que es la vocalista líder del grupo Macadoine, y en
tono de descontento agregó: sobre su vida personal, y
procedencia, muy poco o nada se sabe, a mi parecer –siguió
explicando–, es demasiado reservada–, incluso me atrevería
a apostar a que es soltera y nunca ha tenido novio.
– ¡Pareces saber más de su vida que ella misma!
–Interrumpió Abner–.
– ¡Seguro Tío Ab! –Afirmó la niña con convicción personal–
con decirte que, ni si quiera concede ruedas de prensa, ni
ninguna otra clase de entrevistas, pero aun así me encantan
su voz y forma de bailar.
Abner la interrumpió preguntándole: – no me digas que
también te gusta el, ¿Cómo se llama?
¡Metal sinfónico! –respondió Criss con visión
género–. Y agregó, en tono coqueto: –es
tendencia musical, en la que se nos permite a
mezzosopranos sacar a relucir nuestras
femeninas–.
erudita del
una nueva
las mujeres
cualidades
– ¡Algún día serás una gran mezzo con tu propia banda!
–Exclamó Abner con optimismo–. La Nana suspiró con un
gesto resignado, pero contenta de ver su felicidad, pues de
esa extraña música y de la voz mezzosoprano, muy poco o
nada sabía.
73
–Hija –dijo el maestro a Criss, cambiando el tema–. Como
ya estoy en vacaciones, ¿te gustaría ir a algún lado? De
hecho –corrigió Abner extendiendo la invitación a las dos–,
¿les gustaría salir a alguna parte?
–Señor, es usted muy bueno, pero me niego a aceptar más de
lo que merezco –respondió la Nana–. De tal manera que por
mí no se preocupen, ¡salgan ustedes dos! –dijo sonriendo–
además, alguien tiene que quedarse cuidando la casa–.
– ¡Tío Ab! –Respondió la niña sin mucho interés–.
Realmente no me siento en las mejores condiciones para
viajar, de hecho últimamente he tenido pesadillas, pero no
quería contárselos para no preocuparlos –concluyó ella con
gesto mimado–. Después de todo, el Doctor Wilson había
advertido sobre algunos efectos secundarios de los fármacos
antiepilépticos, incluidos algunos cuadros de trastornos del
sueño, en la que los niños eran especialmente vulnerables.
Abner, con fingido desinterés sobre el asunto, tomo a Criss
en sus brazos, y alzándola sobre su pecho, la consoló.
– ¡Tranquila mi niña! Te aseguro que no hay de que temer,
tan pronto termines tu tratamiento, te aseguro que todo esto
pasará. La Nana reforzó el consuelo de Abner, sobando la
cabeza de ella.
–Si la reina estuviera conmigo –dijo Criss suspirando de
emoción–. Abner tomó nota mental de su infantil deseo.
74
En el apartaestudio, se escuchaban en tono moderado uno
de los temas más admirados de Gabbar: “–Insha Allah (Dios
Lo quiere), del legendario cantante y compatriota del Marcial
Salvatore Adamo. El maestro tocó a puerta, y al instante, un
hombre con una cara que no sonreía desde hace cinco días,
le abrió.
–Suena esperanzador –dijo el maestro al escuchar la
canción–. Gabbar asintió y salió a la pequeña terraza sin
responder. –Lamento interrumpirte –dijo el maestro–, pero
creo que he encontrado la forma de hacer feliz a la niña.
El Marcial alzó el rostro decaído
momento.
que se iluminó por
– ¿A qué te refieres? –Quiso saber–.
–Hay una mujer –respondió Abner–, muy admirada por la
niña, de la cual no sabemos nada, pero que viene para el 28,
al parecer es una famosa cantante de rock que dará un
concierto.
Gabbar no necesitó más explicaciones. –Si Criss la quiere
tener la daremos en su mano –respondió en forma
afirmativa–.
–Me temo que no será tan fácil –repuso Abner–, por lo que
he averiguado, es una persona muy importante, y además
muy poco sociable a pesar de lo famosa.
– ¿Cómo lo sabes? –preguntó el Marcial–.
75
–Por un contacto –respondió Abner–. Conozco a un tal
Robert, con el que hablé hace un momento, que es el
organizador de esos eventos, y me ha preparado una
reservación especial para que entremos al concierto del 28.
Hubo un breve silencio. –Gabbar –llamó el maestro–iremos
a ese concierto y haremos lo que sea necesario para traerla, si
lo logramos, será una agradable sorpresa para la niña.
El Marcial sonrió, los retos son de su agrado
–Cuenta conmigo –dijo–, haremos lo que sea necesario.
Dicho esto caminó a la orilla de la terraza, se recostó en la
baranda mirando el firmamento y concluyó: –No pretendo
ser pesimista –dijo de repente–, pero se me antoja que no
será sencillo, si es verdad lo que te han dicho, no veo a esta
mujer llegando así nada más a la niña.
–Por eso te tengo –repuso el maestro–, creo que entre los
dos podremos logarlo.
–Insha Allah –concluyó
acostumbrada–.
el
Marcial
en
su
forma
76
CAPITULO 5
UN CONCIERTO INOLVIDABLE
La mezzosoprano holandesa, cuyo nombre artístico Eleusis,
en honor a una pequeña población ática de la antigua Grecia,
ubicada a unos 18 kilómetros al noreste del centro de
Atenas, en inmediaciones del golfo sarónico; famosa por los
llamados “Misterios Eleusinos”; es la vocalista y compositora
del recién formado grupo de metal sinfónico Macadoine
(Macedonia), que hacia retumbar los cimientos del estadio
de Wembley con capacidad para 90.000 espectadores, con
gran melodías de apertura sinfónica acompañada de un
estridente aunque legible ritmo orquestado metálico
ligeramente paliado por un coro filarmónico encabezado
por la flamante voz de la diva, hablado en el idioma
neerlandés puro. Dio comienzo a lo que prometía ser un
concierto profanatorio de dimensiones épicas en contra de
la catedral del fútbol, que es como se le conocía y conoce a
la mítica megaestructura del balompié mundial; que en ese
momento daba un lleno total de cabo a rabo de entusiastas
espectadores congregados en torno de lo que parecía más
una asamblea religiosa que a un simple concierto musical.
Una esbelta figura femenina de por lo menos un metro 75
centímetros de estatura, descendía lentamente colgando
prácticamente de la nada –en estricta obediencia a un buen
truco escenográfico–, a casi 10 metros de altura sobre el
escenario, adornada con indumentaria oscura, que cubría su
cuerpo completo en forma de vestido del pecho a los
tobillos y horma perfecta en su estrecha cintura, rodeada
77
con un herético lazo escarlata en su cintura, con un nudo de
pescador enfrente ajustado sobre su abdomen. En sus
espaldas sobresalían un resto de trazos de tiras negras de
tela que ondeaban de sus hombros hacia atrás, dando la
impresión de tener una
capa semidesplegada, en
movimientos eólicos acompasados a su voz melodiosa,
con una gracia tan sorprendente, que pareciera que su negra
cabellera lisa y su capa negra improvisada agitadas por la
brisa londinense planificaran los movimientos del descenso
directo a un escenario expectante, en donde los cinco
músicos restantes
del grupo, esperaban arrodillados
–metafóricamente hablando–, el lento alunizaje de su
diosa. Acto seguido, el público genuflexo imitaba la actitud
idolátrica del grupo musical, que en este concierto daba
promoción a su primer éxito oficial llamado “Premonition”
(Premonición), lanzado el 20 de enero del 2013 por Charloi
Records y su tema cumbre “Advenimiento”, salida de la propia
inspiración de la diva, considerado en ese entonces por los
críticos como una verdadera “obra maestra del rock pagano”.
Xandra Naixent Endler, nombre real de esta canta autora,
nacida un 12 de diciembre de 1982 en la ciudad de Róterdam
de la Holanda meridional, en el seno de una familia pudiente,
formó por iniciativa propia, la banda de metal sinfónico
Macadoine, en el año 2012 en su ciudad natal, junto con los
cinco miembros restantes egresados de la Escuela Académica
de Música Clásica, integrada por los siguientes miembros: Bruce
Hamilton, guitarrista líder; Edward Book, tecladista; Frank
Gerard, bajista; Samuel Smith Baterista, y a cargo de la parte
78
folclórica para el toque folk, el polifuncional y siempre
admirado Henry Bach, quien domina el violín y la flauta. De
acuerdo a la (AIMS), Agencia Internacional de Metal Sinfónico,
Macadoine, promete ser una de las bandas más emblemáticas
e importantes de este género, a nivel nacional e
internacional; y su reservada vocalista, promete ser la
revelación del año. Lo anterior quedó demostrado con un
triunfo arrollador, en la apertura del concurso anual de canto
épico Zenobia De Palmira, celebrado el 22 de diciembre del
2013 en Oslo. Xandra, además de la música, y la danza
profesional, practica como hobby el paracaidismo, disciplina
que domina casi a la perfección, al igual que sus tres idiomas:
neerlandés, inglés y Español; habilidades estas que le
facilitaba en sus conciertos
realizar sus excéntricas
apariciones. Además confiesa abiertamente su adicción por
las flores. Su nariz perfecta sostenida en su bello rostro
contorneado provisto de sus dos hermosos ojos: el derecho
verde como el mar Mediterráneo, y el izquierdo con un
crisoberilo tono dorado verdoso, semejante al ácido
sulfúrico contaminado, producto de padecer desde su
nacimiento de “Heterocromía Completa”, tienen la
particularidad de olfatear una flor y decir su nombre sin
necesidad de verla. Además el contraste natural de ambos
tonos, con sus largas pestañas relucientes y sus pobladas
cejas entrecruzadas, de color negro, le conceden un aura
de glamour gótico natural sin refuerzo de maquillaje, nunca
visto en otra artista. Sus labios carmín, resaltan su sensual
boca, que esconde como un tesoro, su blanca dentadura
luminosa; la larga cabellera lisa, de color negro opalescente,
79
que siempre lucía suelto de la cabeza a la cintura, contrastaba
perfectamente con la blancura impecable de su piel. Sus
delgados y firmes brazos, por lo general descubiertos, lucían
siempre adornados el derecho con el tatuaje de un aro de
fuego perfectamente diseñado a la altura de su hombro y el
izquierdo con un brazalete de oro de figura serpentiforme
ceñido a la altura de este, un poco mas debajo de su hombro,
en una actitud totalmente constrictora propia de los ofidios,
rodeándolo dos veces dejando visible el extremo de su cola
por un lado y por el otro una venenosa cabeza erguida a
punto de atacar. Las pocas personas que han tenido la
oportunidad de verla cerca, afirman que la mirada de
ambos ojos es penetrante y reparadora, y que sus perfiles,
–a pesar de la armonía facial de su impresionante belleza–,
lucen expresiones distintas, según el ángulo donde se vean:
tierna y afectuosa desde el lado derecho, y desde el
izquierdo, fría, insensible y misteriosa. Una vez en tierra,
dio comienzo a un estilo de baile que impresionó a todos, en
donde brazos extendidos hacia el cielo, haciendo giros
semicirculares de adentro hacia fuera y revés, acompañado
con leves pases de cadera y al compás, seguido de un ligero
movimiento sobre su propio cuerpo en sentido levógiro a
las manecillas del reloj. Ahora con un brazo abajo y otro
extendido, con giro de cadera moderado de un lado a otro,
igual que el cuello, replicado por su cabellera, y luego
invertía el proceso rítmico, al mejor estilo de danza oriental,
perfectamente ejecutado, conocido por los fans como la
“danza de Miriam”. De repente, paró de súbito inclinándose
hacia el publico dejando caer hacia adelante su negra
80
cabellera, silenciando el estadio, como antesala de la
presentación de el primer tema del concierto titulado:
“Advenimiento”.
Para ese entonces, Abner y Gabbar,
apostados en lugar preferencial del escenario, por órdenes
del organizador Robert, y a menos de cinco metros de
distancia de la tarima, presenciaron en primera plana la
majestuosa apertura. Para el culto Abner, era increíble verse
en medio de semejante espectáculo, pero lo hacía por la
pequeña Criss, en tanto que Gabbar, un poco más aplomado
que este, decidió tomarlo como un gaje normal del nuevo
oficio que había encontrado; sin embargo, notó que el
ambiente gótico del concierto, le producían un extraño
vértigo que supo ocultar frente a su amigo. En ese estado,
una fulgurante bifurcación luminosa, dispersa en el oscuro
firmamento de Londres, anunciaban la descarga inminente
de un diluvio que prometía arruinar la función; pero la
mujer, con los brazos extendidos hacia el cielo, en la forma
más ceremonialmente posible, y regresando los cabellos a su
sitio, como señal al resto de la banda, rompió el silencio en el
estadio y dio comienzo al concierto, en igual forma en que
se dio comienzo el diluvio, frente a un público dos veces
más entusiasmado que en el principio que recibiría el
advenimiento en los términos de su propia autoría.
Extendió sus brazos al frente, alzó la vista y en medio de la
estridencia sinfónica, la mujer electrocutó con su mirada a
Gabbar que lucía inmóvil y apretujado en medio del público,
pero sobresalía por su aplomo poco común en los asistentes
a estos espectáculos. El hombre la miró también, y la
cantante lo tenía doblemente enfocado con el impacto visual
81
de su inconfundible mirada, y lo que debería ser un tema
para el público en general, se convirtió de forma intencional,
en una dedicatoria personal con el que la mujer de gótica
apariencia, le revivió en esa noche la fobia que creía
superada. Y entre danza y danza, Gabbar fue el destinatario
de su tema, expresado para él en la siguiente lirica:
–“Puede ya tu
Misterio y desencanto. Con osado desafiar
Negra, luz y siniestro perturbarse, sin razón.
Un clamor que siempre siente. Con dolor precisas tú, de consuelo temerario
desafiar
“Estribillo”
Con presagio siento hoy, advenimiento y un sendero oscuro
Si tu aliento osado hoy, cruza el fuego, dímelo
Por ella y yo.
Y una ajorca, con un fuego que consume mi ilusión, y tu voz da consuelo y
esperanza a ella y yo.
Desafiante como siempre arrojado y con valor, que es lo que pretendes tú por
favor dime.
“Estribillo”
Con presagio siento hoy, advenimiento y un sendero oscuro
Si tu aliento osado hoy, cruza el fuego, dímelo
Por ella y yo.
Y la ilusión se consumió, cruel ajorca y luz me lo quitó.
“Estribillo”
Con presagio siento hoy, advenimiento y un sendero oscuro
Si tu aliento osado hoy, cruza el fuego, dímelo
Por ella y yo. (Bis)
Dentro de la composición temática y gramatical del disco,
Gabbar se convirtió en una especie de silaba, en donde la
mujer hacía caer con todo su peso el acento de su verso
82
embrujado. El aliento osado propio de un héroe suicida, su
presencia reiterada y destacada en el coro, acompañada de la
expresión “cruza el fuego”, produjo el efecto deseado de
temor y desconcierto en el hombre, en caso de que esa haya
sido la malévola intención de la cantante.
Gabbar no soportó el efecto, y a mucho pesar, se disculpó
como pudo de Abner, y de inmediato tuvo que abandonar el
concierto.
–Te espero en la salida –dijo–. Ya no aguanto más.
Abner entendió y se las tuvo que arreglar solo para
contactarla. A continuación, el concierto continuó hasta el
final con una malévola expresión de triunfo en el hermoso y
maquinal rostro de la mujer.
Una vez finalizado el concierto, el séquito personal de la
artista, emprendieron lo que parecía una huida por un pasillo
alterno del estadio, del cual Robert le había prevenido para
que la siguiera –el privilegio la salió por un alto costo al
maestro–, pero de todas formas, logró ubicar el pasillo, por
donde avanzaban casi al trote la mujer y cinco escoltas,
directo a una salida secreta semejante a una salida de
emergencia reservada para personas importantes.
– ¡Señorita! ¡Señorita! –Gritó el maestro–.
La mujer dobló el paso, sin atender. El maestro insistió y
corrió hasta ganar terreno, uno de los escoltas volteó y trató
de detenerlo, el maestro se intimidó, pero afortunadamente
83
la mujer viendo que se trataba quizás de algo importante,
decidió atenderlo.
–Gracias –expresó Abner–. Tenemos algo muy importante
que hablar con usted, si nos permite, por favor, al menos
díganos un lugar en donde podamos ubicarla.
La mujer ante tanta insistencia, y para salir del paso, tomó de
uno de los hombres que la escoltaba una pluma y en una
hoja desgarrada de la libreta de bolsillo de este escribió en
Neerlandés puro:
“Op de vlakte van de slapende aarde, ligt het verkeerde teken zijn naam,
geschreven met het stijgende water van de Trevi atlain ula, dit toendra verlaten
van de weg vorken eenhoorn op laxirico, rillingen pad dat uiteindelijk
culmineert bestemming”.
Que traducido significa:
“En la planicie de la tierra dormida, yace el signo invertido de su nombre,
escrito con el agua naciente de la fontana de Atlain ula, está la tundra que
abandona el camino del unicornio que bifurca, al laxirico, aterido sendero,
donde finalmente culmina su destino”.
Una vez terminado el escrito, se lo entregó a Abner y se
marchó, para no ser vista evadiendo ruedas de prensa,
entrevistas radiales o televisadas, y más aun, en lo posible
evitaba quedarse en los hoteles de los sitios que visitaba.
Tenía también por costumbre hacer el concierto y abordar
inmediatamente la limousine negra, en medio de fuertes
operativos de seguridad, periodistas y fotógrafos acumulados
84
a su paso, para dirigirse directamente a un aeropuerto
privado conocido solo por el conductor del vehículo y el
pequeño séquito de escoltas que le seguían celosamente con
armas desenfundadas en señal de protección, donde
seguramente la esperaba su avioneta privada de viajes
autorizado interestatal. Abner salió agitado del estadio
cuando las multitudes se lo permitieron, y se encontró con
Gabbar en el parqueadero privado asignado por Robert.
Gabbar aun no salía de su letargo.
–Lamento haberte dejado solo –se disculpó el Marcial–.
–No te preocupes –dijo Abner. Sacó el papel y lo examinó
de nuevo, con más detenimiento, la nota en clave de la
dirección de su casa, era una clara señal de que no deseaba
ser encontrada por nadie, y de que muy pocos, si acaso
algunos, conocían su paradero.
– ¡Lo que faltaba! –Protestó Abner–, que esta mujer en
lugar de darnos su dirección nos ofreciera este enigma
escrito en idioma neerlandés puro.
–Estoy seguro que es mas por razones de seguridad que por
capricho –razonó Gabbar–, quien recién se recuperaba del
trance sufrido en Wembley–.
–Gabbar amigo –dijo Abner–, yo se que desde que nos
conocimos en Las Vegas, me has sido muy útil, y una
invaluable compañía, pero ahora dime amigo: – ¿cuento
contigo para encontrarla? Mira que es para una pobre niña
moribunda, después de esto –dijo triste el hombre–, te juro
85
que no te pediré mas favores especiales, de hecho, creo que
lo que has hecho hasta ahora por nosotros, ha sido
suficiente, pero créeme, estoy dispuesto a hacer cualquier
cosa en este mundo, con tal de darle a esa niña ver cumplido
su sueño, de tener cerca a su artista favorita y en persona,
de hecho –continuó Abner con ojos tristes–. Nunca le
había visto tan feliz como en aquel día que se enteró del
concierto, yo no sé qué es lo que esta mujer tiene, pero para
mi pobre Criss, se trata de alguien muy especial.
– ¡Señor! – Interrumpió Gabbar. Por favor sólo traduzca la
nota y hagamos los arreglos, cuente conmigo para lo que
quiera. <<Además tan solo es una bruja más>> –pensó
Gabbar, resignado a tener que ver de nuevo a la persona que
le había obnubilado en el concierto–, y para empeorar las
cosas en su propia casa quizás encantada, o algo peor.
Una vez fuera de las instalaciones del estadio, Abner y
Gabbar
tomando la avenida
Dagmar,
alejándose
velozmente del suburbio avanzando hasta encontrar la
autopista western; Abner por los conocimientos de rutas, y
Gabbar su pericia en el volante, ponían a prueba la
versatilidad del Peugeot 308, rumbo al Hyde park, en
inmediaciones del rio Thames, punto de encuentro con el
organizador del concierto y manager temporal encargado de
Eleusis, Robert Hudson. La misión: Encontrar el paradero
de la misteriosa cantante, que para ese entonces ya estaría
viajando a quien sabe dónde, a partir del misterioso acertijo.
86
–Calculo que estaremos llegando en más o menos de treinta
minutos hasta la casa de Robert –dijo Abner. Espero que
para entonces logremos encontrarlo. El maestro se colocaba
el cinturón de seguridad del auto.
Entre tanto Gabbar con un gesto un poco incrédulo, y
aprovechando la amplitud de la autopista para acelerar a más
de 100km por hora, le contestó: –El concierto recién acaba
de terminar, cómo es que tan pronto esté de vuelta a su casa,
y máximo tratándose de un organizador.
–No creas Gabbar – le respondió el maestro–, por lo poco
que sé de esta clase de espectáculos, los organizadores son
los primeros en abandonar el escenario, y los primeros en
acaparar la taquilla,
estoy seguro de que sí lo
encontraremos–puntualizó–.
A una distancia recorrida de no más de 10 kilómetros, el
Peugeot aminoraba la marcha ante la señal roja del cruce del
ferrocarril estatal, hasta detenerse totalmente frente a un
teatro abierto las 24 horas con autorización para programar
películas de dudosa reputación moral, situado a la margen de
un amplio andén, en donde varias rubias londinenses
ofrecían sus servicios personales a propios y extraños, en
forma tan atrevida que se le insinuaban a los autos. Era todo
un burdel callejero, con prostitutas de toda clase de acentos,
entre inglés, latino y francés. Gabbar no veía la hora de que
el tren cruzara para emprender la huída de aquel peligroso
lugar, y sin el ánimo de parecer un puritano frente a su
87
amigo, pronunció en tono discreto: –ojalas
solución para este problema. Pobres mujeres.
hubiera una
Abner asintió con agrado, al conocer esta nueva faceta
moralista de su compañero de fórmula, quien le recordaba
cada vez más a su hermano mayor desaparecido. Cuando por
fin cruzó el tren, continuaron avanzando hasta su meta final
que esperaba en menos de 3 kilómetros, transcurridos los
tales sin mayores contratiempos, y a cien por hora,
finalmente se divisaba el enorme parque, con amplia zona
verde y adornado con múltiples fuentes multicolores que
adornaban el mes de las brisas navideñas, al mejor estilo de
Londres, considerado todo un derroche de tecnologías
lumínica.
– ¡Quien lo creyera! –Comentó Abner, al contemplar las
fuentes luminarias–. La sabiduría de los incautos en memoria
de las saturnales romanas. ¿Sabías tú –siguió diciendo–, que
los verdaderos orígenes de las navidades se remontan a unas
antiguas fiestas romanas dedicadas a su dios de la agricultura
“Saturno” y al poder renovado del sol?
Gabbar reduciendo la velocidad, y mirándole le contestó:
–he escuchado algo al respecto. Y luego negando con la
cabeza agregó: – Afortunadamente no son mis fiestas, no me
deleito en las celebraciones que hacen felices a unos y
desdichados a otros.
Sus experiencias militares y el duro camino por la vida le
habían hecho contemplar situaciones que demostraban que
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estaba en lo cierto, y mostrando que todo lo que sabía no
eran solo aviones concluyó diciendo: es como si el
paganismo diabólico se resistiera a desaparecer con sus
antiguas potencias.
Abner, avaló el comentario de su amigo, admirado por sus
valores espirituales, y convencido de que a la hora de llenar
el vacío de su hermano desaparecido había llegado,
contempló en Gabbar la opción más correcta que pudo
encontrar.
Gabbar detuvo el Peugeot en un cruce semipoblado de
viviendas aisladas casi al final del gran parque, que lindaba
con un paso subterráneo.
–Es por allí –dijo Abner señalándolo–. En el acto, el
vehículo se adentró lo más rápido posible encontrando al
final una casa semioculta, quizás de propiedad de Robert, el
organizador del concierto.
–Es aquí– dijo Abner–. El auto se detuvo justo al frente y
con el visto bueno del maestro, Gabbar hizo sonar
moderadamente el fino claxon del vehículo, con gesto de
ambigüedad. En ese instante, la puerta alterna de la vivienda
se abrió, saliendo de ella un corpulento hombre blanco de
unos 35 años, repleto de tatuajes y gran melena rubia, ojos
azules montados sobre una cara con barba rubia, y un puro
encendido en la boca de esos que no crecen más, vestido
con una chaqueta de cuero sin mangas y blujean negros
descoloridos
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–Te lo dije Gabbar es él– dijo Abner contento de verlo.
– ¡Qué tal Robert! Espero no molestarte –saludó Abner–.
– Para nada mi amigo –Respondió Robert caminando hacia
el vehículo soltando una poderosa bocanada de humo–. Tú
sabes que por aquí eres bienvenido, además como habría de
estar molesto con semejante conciertazo, ¡nuestra chica se
lució como nunca! Es todo una revelación del metal
sinfónico, debiste escuchar como su banda y su espléndida
voz hizo temblar el Wembley.
Abner le interrumpió diciendo: – de hecho, no fue lo único
que hizo temblar, si no, pregúntale a mi amigo aquí
presente. Su tono bromista y risueño señalaba a Gabbar,
quien no tuvo más remedio que aceptar el percance.
Robert, dirigió una mirada a él por la ventanilla del auto.
–He escuchado de ella cosas aún más asombrosas de lo que
ustedes creen –dijo–. Miró de nuevo a Gabbar, como si
supiera todo lo sucedido. –No se sienta apenado por lo que
ocurrió –continuó diciendo–, he conocido a muchas artistas,
pero ninguna como esta, a mi parecer ella no es una mujer
común y corriente. Sus ojos contienen el encanto embrujado
de sus canciones. Gabbar enmudeció reflexionando en las
inquietantes palabras de Robert, que le recordaban en detalle
su inexplicable encuentro.
Abner entregó a Robert el acertijo que dejo por escrito antes
de abandonar el estadio. Robert lo tomó sacándose el puro
de la boca y una vez leído pronunció:
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–Ahí estás pintada, ¿en verdad piensan seguirle el juego?
–preguntó en tono burlón.
–Todo sea por una noble causa amigo –respondió Abner.
– ¡Pues espero que sea muy buena! –Exclamó Robert.
Porque este acertijo fácilmente puede conducirlos hacia el
otro lado del mundo.
Gabbar, asintiendo con la veracidad de este, y con resuelta
expresión militar sentenció: escuche joven, así nos toque
rodear el mundo, iremos en su busca. Gabbar miraba
fijamente al hombre, dejando claro que la búsqueda de la
cantante no era ninguna broma.
–Amigos – dijo en tono bajo y convencido–. Ésta mujer
deberá estar ahora mismo muy lejos de Londres, lo pueden
confiar en la veracidad del escrito, les doy mi palabra, de que
ella no está mintiendo. El hombre dio otra calada a su puro.
–Les puedo ayudar a ubicarla: accidentalmente, la escuché
decir en su camerino personal a uno de los miembros de la
banda –un tal Bruce–, de que tan pronto terminase el
concierto partiría hacia Siberia. El hombre hizo una breve
pausa. –dijo solo eso, o al menos eso fue lo que alcancé a
escuchar, no sé si este espantoso lugar tenga algo que ver
con esta nota –continuó diciendo mirando compasivamente
a los dos–, pero al menos es un comienzo –terminó diciendo
y acabándose su puro–. Y tras escupirlo en el piso, le
devolvió el escrito a su dueño.
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Después de un breve silencio, Abner agradeció a Robert la
información suministrada, y partieron de allí despidiéndose,
de vuelta por la misma avenida a varios kilómetros más al
norte del estadio hasta desviarse al cruce de las calles Stag
Lynn y la avenida Caravose, rumbo a Woodstock, sin
mayores contratiempos de los que les supuso superar un
tráfico medio apretado por la conclusión del concierto.
Llegaron a la ciudadela Filadelfia, Gabbar se quedó como de
costumbre en el apartaestudio asignado para su alojamiento,
y de allí Abner siguió rumbo a su casa rosada en el Peugeot,
en donde la pequeña Criss seguía recuperándose
asombrosamente, de su intervención quirúrgica. Wilson le
dio de alta para no levantarle sospechas sobre su estado de
salud terminal.
La Nana advirtiendo la llegada del maestro, abrió el portón
eléctrico para el ingreso del auto.
–Vieja –saludó cariñosamente el maestro a la señora, ansioso
de contarle los nuevos planes de encontrar al ídolo de la
niña–. Parece que después de todo haremos el intento de
buscar y localizar a esa cantante, si realmente eso hace feliz a
nuestra criss –puntualizó el maestro.
La señora se mostró agradecida.
–Es usted tan bueno con nosotras señor –contestó ella
conmovida por los interminables gestos de cariño y atención
del maestro para ambas–. ¿Y dónde quedó su amigo? –
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preguntó insinuando que había preparado algo muy rico para
la cena–.
–Ah, el buen Gabbar debe de estar descansando –respondió
Abner–. Parece que hoy tuvo un día muy difícil. Su tono
risueño recordaba el incidente de Wembley.
–Les preparé a usted y él algo de cenar –dijo la señora en
tono de madre que atiende a dos hijos hermanos–.
–De todas maneras no me atrevo a llamarlo –contestó
Abner–, pero yo con gusto te acepto la invitación. Se sentó
en la mesa del comedor, sabiendo que no tenía nada que
preocuparse por Gabbar, a quien a pesar de no demostrarlo,
la situación de la niña, lo tenía con el ánimo caído y con
triste semblante apenas perceptible para quienes lo rodeaban,
y razonando que lo mejor para él era dejarlo descansar
tranquilo. De repente el maestro tuvo un presentimiento:
<<creo que a este hombre le esperan cosas duras por superar ,
pruebas de toda clase han de sobrevenirle, creo que no lo he
traído a Londres de paseo, sino para algo mucho aún peor>>.
En ese instante, la Nana interrumpió su meditación
trayéndole la fragante cena elaborada a base de las mejores
pastas Italianas, cuya salsa derretida aromatizaban el
ambiente.
–Hubiera sido la cena perfecta para el hombre –dijo frente al
suculento plato–.
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–No se preocupe –dijo la Nana–. Me aseguré de prepararle
un poco para mañana en el desayuno, así tenga que llevársela
yo misma.
Abner sonrió a la Nana, con el mismo gesto que le hubiera
hecho a su difunta madre, que en ese momento era el vivo
reflejo de ella, tras acabarse su cena, le preguntó por Criss.
– ¿Cómo ha seguido la niña?
–Bueno al menos no le han ocurrido más ataques
–respondió la señora–. No hace mucho la dejé dormida, si
no me equivoco –continuó diciendo–, estuvo viendo fotos
de su amiga virtual de siempre.
– ¡Ah!, ya sé a qué se refiere, ha estado viendo fotos de la
cantante del concierto.
La Nana asintió
–Como que el sol existe – afirmó–.
Abner se mostró optimista.
–Pues haré realidad traérsela hasta acá así sea lo último que
haga – prometió limpiándose la boca con una servilleta–.
¡Ya lo verás mi Vieja! Y ahora con el apoyo de mi amigo
Gabbar, en quien me siento ampliamente respaldado, se que
podremos lograrlo, o al menos intentarlo.
–Le he visto triste últimamente – dijo la Nana tratando de
descubrir los sentimientos del hombre.
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–Me temo, que es por lo de la niña –contestó–. Estoy más
que seguro, aunque no lo demuestre.
–Te ruego lo visites mañana al apartaestudio y hables con él,
–le pidió Abner a la señora dirigiéndose a su habitación a
descansar.
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CAPITULO 6
CONCURSO ZENOBIA
La Cofradía de Los Reinos Muertos, organización legal recién
creada a finales del año anterior, con sede principal en
Noruega, integrada por nueve bandas mundiales
permanentes de metal sinfónico. Se trata realmente de un
ranking mundial de los nueve mejores grupos de metal
sinfónico del mundo, con sus respectivas nueve mejores
soprano o mezzosoprano del universo, se le atribuye la
organización del Concurso Mundial de Canto Épico
“Zenobia de Palmira”, en donde las nueve se dan cita, para
elegir a la mejor cantante, en honor a esta reina guerrera, que
afirmaba ser de la línea Seleucida de Cleopatra y los Ptolomeos,
según unas antiguas escrituras de Palmira, durante sus
hazañas militares a la conquista de Anatolia y Calcedonia,
estimulaba a sus guerreros mediante poderosos cantos de
voz melodiosa, difíciles de describir para los historiadores,
quienes no se atrevieron a involucrar este hecho en sus
narraciones, por temor de dar exagerados atributos a los
dones femeninos en el feudo varonil de la guerra, dominado
históricamente por los hombres. O dicho de otro modo,
para no incurrir en “una manera sutil de feminizarla”. En
este respecto, a juicio de la orden, Zenobia de Palmira era una
excelente mezzosoprano, Quizás la primera en el mundo, y
por ende meritoria de todos los honores del concurso.
De acuerdo con los estatutos de su primera asamblea
celebrada en Oslo, en junio 20 del 2013, se estableció como
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requisito del concurso para las aspirantes, que la banda
tuviera el nombre o denominación de una de las reinos
mundiales desaparecidos o subyugados; que su líder fuera
una mujer cantautora de rango vocal soprano o mezzo,
cuyo nombre artístico estuviera relacionado con esa
potencia, tal como un personaje importante o un lugar clave
de trascendencia mística, y que fuera de atractiva apariencia.
Se estableció también como clausula adicional de la orden,
que las nueves ganadoras escogidos de entre todas las
aspirantes, formarían de manera permanente los miembros
de la futura Cofradía, en arreglo al número nueve de las
musas mitológicas de la Grecia antigua. Sin embargo, para
sus detractores no es más que “un nano–aquelarre de brujas
modernas buscando un pretexto mundial para concentrarse
y exhibir sus atributos intelectuales”. En este torneo, a
diferencia de los reinados de belleza tradicionales, el físico es
solo el comienzo, en estos se exhibe un verdadero derroche
de talento artístico musical de parte de las concursantes,
quienes además de la parte corporal, se le califican también
las incorporales que incluyen
aspectos como voz,
inteligencia artística, baile y escenografía, entre otros, queda
prohibida toda forma de exhibición impúdica del cuerpo a
la manera de las candidatas de reinados propiamente dicho,
así como los estilos de bailes pélvicos propios de los
espectáculos vulgares modernos; de tal forma que la
vestimenta y las danzas de las concursantes, deben ser
decorosas, dignas de la realeza antigua.
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La ganadora que ostenta el título anual no de reina universal
de la belleza, sino de, soberana universal Caliopésica, en
honor de la musa de la elocuencia, belleza y poesía épica
llamada Calíope, agregándose de esta forma un nuevo
término al vocablo de la vanidad femenina, es coronada con
una diadema imperial emblemática, semejante a la de Zenobia
de Palmira, con las letras al frente que rezan: Bat- zabai, la cual
no debe confundirse con el nombre de la adúltera Batseba
de la Biblia, sino que es la forma aramea del nombre
Zenobia. Ésta además presenta en la parte posterior unas
inscripciones en bajo relieve de Daniel 11: 25 y 26, que
hablan de un “rey del sur”; en su lado izquierdo de la corona,
aparece al nombre del rio Nilo y en su derecha el nombre
del rio Éufrates, sugiriendo quizás a juicio de los cofrades,
que cuando los territorios de Zenobia se extendieron desde
el rio Éufrates hasta el Nilo, personificó a la reina o rey del
sur de la profecía de Daniel. Los fondos recaudados del
concurso, son destinados a ayudas humanitarias para los
países tercermundistas, con énfasis en una campaña mundial
de nutrición infantil, en pro de la erradicación de la muerte
por inanición en los niños. Visto como el apoyo de los
grandes reinos muertos que guerrean a favor de los pobres,
pero en lugar de reyes, armas, generales, caballerías,
soldados, y demás menesteres bélicos, aquellos son
representados por reinas astutas que disputan una corona
mundial sin el sello de la muerte, lo cual deja un claro
mensaje político a las potencias actuales.
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El concurso califica además de sus atributos físicos, la mejor
cantautora, la mejor banda, el mejor tema y por supuesto la
mejor voz. Se celebra anualmente en el primer solsticio de
verano, el cual coincide con el solsticio boreal del hemisferio
norte, cuando el sol alcanza su punto más alto en el cielo; lo
cual tiene lugar el 22 de diciembre de cada año, según los
cálculos astronómicos aceptados por la Cofradía.
Como premio adicional a la ganadora, la Cofradía otorga la
joya de la serpiente de oro, lo cual indica que los atributos
de la reina le exigen siempre estar alerta a no ser destronada
en el próximo certamen, tal como una desconfiada víbora,
siempre está alerta al ataque del enemigo. Sugiere también,
que no debe solo conformarse con ganar, sino que debe
hacer lo posible por conservar el título soberano. Eso
explica la figura serpentiforme del brazo derecho de Xandra,
la cual por supuesto debió ser la ganadora del concurso
inaugural.
Como resultado de la gran convocatoria de concurso
inaugural, celebrado el 22 de diciembre del 2013 en el
estadio Ullevaal de Oslo, de entre las 100 bandas que se
presentaron, clasificaron como miembro permanente de la
Cofradía las siguientes:
Primer lugar–. Para la banda Holandesa
Macedonia de Eleusis.
Macadoine -
Segundo lugar –. La Alemana Assyrien - Asiria de Naqua,
reina esposa del rey asirio Zenaquerib.
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Tercer lugar–. La banda Bosnia Vavilon- Babilonia
interpretado por Semiramis, creadora de sus jardines
colgantes.
Cuarto lugar–. La banda francesa Persein-Persia de Artemisa,
comandante nabal de su enorme flota.
Quinto lugar–. La banda americana Roimh- Roma,
interpretada por Livia Drusila, primera emperatriz romana.
Sexto lugar–. La banda Checa de Mongolski-Mongol,
interpretado por la cantante Yassa, código de leyes de Gengis
Kan.
Séptimo lugar–. La banda sinfónica de España PhilistineFilistea, interpretada por Dalila, traicionera de Sansón.
Octavo lugar–. El grupo de metal sinfónico Argentino
Agypten –. Egipto, interpretada por Regina Cleopatre Y,
Noveno lugar–. La banda India Kenaani- Canaán, Interpretada
por la cantante Astoret, su principal deidad femenina.
A partir de todos los 22 de diciembres de los años sucesivos,
estos nueve grupos contenderán por el mérito a la corona de
Zenobia y la joya de la serpiente. En el libro de actas de los
cofrades, se establecen reglas secretas adicionales en caso de
faltas absolutas o temporales de estos miembros o de retiro
voluntario de los mismos.
La corona elaborada a base de aleación de oro rosado, con
encajaduras de turmalina, de color verde esmeralda en
100
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