DERECHOS Y EN CANADÁ LIBERTADES Esther Mitjans (ed.) Josep Mª Castellà Andreu (coord.) CONSEJO EDITORIAL MARÍA TERESA DE GISPERT PASTOR JOAN EGEA FERNÁNDEZ JOSÉ IGNACIO GARCÍA NINET FRANCISCO R AMOS MÉNDEZ SIXTO SÁNCHEZ LORENZO JESÚS-MARÍA SILVA SÁNCHEZ JOAN MANEL TRAYTER JIMÉNEZ BELÉN NOGUERA DE LA MUELA RICARDO ROBLES PLANAS JUAN JOSÉ TRIGÁS RODRÍGUEZ Director de Publicaciones DERECHOS Y EN CANADÁ LIBERTADES Esther Mitjans (ed.) Josep Mª Castellà Andreu (coord.) Centre dEstudis Canadencs Asociación Española de Estudios Canadienses FUNDACIÓN ESTUDIOS CANADIENSES Colección: Canadiana Directora: Esther Mitjans Perelló (Directora del Centro de Estudios Canadienses de la Universidad de Barcelona) La publicación de este libro ha sido posible gracias a la ayuda concedida por el Ministerio de Asuntos Exteriores y Comercio Internacional de Canadá y de la Embajada de Canadá en España. Asimismo ha contado con el apoyo del grupo de estudios sobre la Forma de Estado (Proyecto MCyT 2003-06043 «La Contribución de las Comunidades Autónomas al desarrollo de los derechos»). Reservados todos los derechos. De conformidad con lo dispuesto en los arts. 270, 271 y 272 del Código Penal vigente, podrá ser castigado con pena de multa y privación de libertad quien reprodujere, plagiare, distribuyere o comunicare públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, fijada en cualquier tipo de soporte, sin la autorización de los titulares de los correspondientes derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. © 2005 Marco Aparicio Wilhelmi, Pere Bonfill Albiol, Ignacio Camós Victoria, Josep Maria Castellà, Rosario Duaso Calés, Francina Esteve, Maria Font i Mas, Michelle Giroux, Esther Mitjans, Neus Oliveras, Benoît Pelletier, Xavier Pons Rafols, Bruce Porter, Eugenia Relaño Pastor, Agustín Ruiz Robledo, Esther Seijas Villadangos, Helena Torroja Mateu, Hélène Trudeau, José Woerhrling. © 2005 Atelier Via Laietana 12, 08003 Barcelona e-mail: [email protected] www.atelierlibros.es Tel.: 93 295 45 60 I.S.B.N.: 84-96354-66-0 Depósito legal: 53.967-2005 Diseño y composición: Addenda, Pau Claris 92, 08010 Barcelona [email protected] Impresión: Winihard Gràfics ÍNDICE PRÓLOGO . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 11 Esther Mitjans Perelló PRESENTACIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 15 Josep Mª Castellà Andreu PARTE I E IMPACTO DE LA CARTA CANADIENSE DE DERECHOS Y LIBERTADES: VALORACIONES GENERALES SIGNIFICADO CAPÍTULO I. HACIA UN CONSTITUCIONALISMO GLOBAL: CONTEXTO POLÍTICO Y JURÍDICO DE LA APROBACIÓN DE LA CARTA CANADIENSE DE DERECHOS Y LIBERTADES . . . 21 Esther Seijas Villadangos CAPÍTULO II. LA CONSTITUCIONALIZACIÓN DE LOS DERECHOS Y LIBERTADES: DE LA SUPREMACÍA PARLAMENTARIA A LA SUPREMACÍA DE LA CONSTITUCIÓN . . . . . . . 43 Neus Oliveras Jané CAPÍTULO III. EL IMPACTO DE LA CARTA CANADIENSE DE DERECHOS Y LIBERTADES SOBRE LA PARTICULARIDAD QUEBEQUESA . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 69 . . . . 93 Benoît Pelletier CAPÍTULO IV. LAS CONSECUENCIAS DE LA APLICACIÓN DE LA CARTA DE DERECHOS Y LIBERTADES EN LA VIDA POLÍTICA Y DEMOCRÁTICA Y EN EL FEDERALISMO EN CANADÁ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . José Woehrling 7 Esther Mitjans (ed.) / Josep Mª Castellà (coord.) CAPÍTULO V. EL DOBLE NIVEL DE PROTECCIÓN DE LOS DERECHOS EN CANADÁ: LA CARTA DE DERECHOS Y LIBERTADES DE 1982 Y LAS CARTAS DE DERECHOS PROVINCIALES, EN ESPECIAL, LA DE QUEBEC . . . . . . . . . . . . . 123 Josep Mª Castellà Andreu LOS PARTE II DERECHOS RECONOCIDOS EN LA CARTA CANADIENSE DE DERECHOS Y LIBERTADES CAPÍTULO VI. LA LIBERTAD RELIGIOSA Y EL PLURALISMO RELIGIOSO EN LA CONSTITUCIÓN . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . CANADIENSE 145 Eugenia Relaño Pastor CAPÍTULO VII. REFORMA CONSTITUCIONAL Y APLICACIÓN DE LA CLÁUSULA NON OBSTANT: EL PROBLEMA DE LAS ESCUELAS CONFESIONALES PÚBLICAS EN QUEBEC . . . . . . 195 CAPÍTULO VIII. LOS DERECHOS LINGÜÍSTICOS . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 209 Pere Bonfill Albiol Agustín Ruiz Robledo CAPÍTULO IX. B REVE APROXIMACIÓN AL RECONOCIMIENTO CONSTITUCIONAL DE LOS DERECHOS DE LOS PUEBLOS AUTÓCTONOS EN CANADÁ . . . . . . . . . . . 227 Marco Aparicio Wilhelmi CAPÍTULO X. LA LUCHA CONTRA LA DISCRIMINACIÓN Y EL RECONOCIMIENTO DEL DERECHO A LA IGUALDAD EN CANADÁ: LA IGUALDAD EN MATERIA DE EMPLEO Y LOS PROGRAMAS DE ACCESO A LA IGUALDAD EN QUEBEC . . . . . . . . . . . . . 251 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 277 Ignacio Camós Victoria NUEVOS PARTE III DERECHOS Y SU RELACIÓN CON LA CAPÍTULO XI. LOS DERECHOS SOCIALES 20 AÑOS DESPUÉS DE LA LAS PROMESAS INCUMPLIDAS . . . . . . . . . . . . . . CARTA CARTA : CANADIENSE RECLAMAR Bruce Porter CAPÍTULO XII. LA POLÍTICA CANADIENSE DE INMIGRACIÓN Y LOS DERECHOS DEL INMIGRANTE EN LA ETAPA POSTERIOR A LA NUEVA LEY SOBRE LA INMIGRACIÓN Y LA PROTECCIÓN DE LOS REFUGIADOS DE 2001 . . . . . . . . . . . . . . . . . . Francina Esteve 8 . . 299 Índice CAPÍTULO XIII. EL DERECHO DE FUNDACIÓN EN CANADÁ Y QUEBEC . . . . . . . . . . . . . . . . . . 337 Maria Font i Mas CAPÍTULO XIV. EL DERECHO A LA PROTECCIÓN DE LOS DATOS PERSONALES EN EL ÁMBITO PRIVADO EN LA LEGISLACIÓN FEDERAL CANADIENSE Y QUEBEQUENSE . . . . . . . . 355 CANADÁ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 371 Rosario Duaso Calés CAPÍTULO XV. LOS LÍMITES A LA PRIVACIDAD EN Esther Mitjans CAPÍTULO XVI. EL DERECHO A UN MEDIO AMBIENTE DE CALIDAD EN . . . . . . . . . . . . . . . . . EL MITO Y LA REALIDAD CANADÁ: ENTRE . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381 Hélène Trudeau CAPÍTULO XVII. EL IMPACTO DE LOS DERECHOS FUNDAMENTALES SOBRE EL CONSENTIMIENTO EN LOS TRATAMIENTOS MÉDICOS EN QUEBEC: DEL CÓDIGO CIVIL DEL BAJO CANADÁ A LA CARTA CANADIENSE DE DERECHOS Y LIBERTADES . . . . . . . . . . . 407 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 431 CAPÍTULO XIX. TIPIFICACIÓN Y REPRESIÓN DE LOS CRÍMENES DE DERECHO INTERNACIONAL EN CANADÁ . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 457 Michelle Giroux CANADÁ PARTE IV Y LA PROTECCIÓN INTERNACIONAL DE LOS DERECHOS CAPÍTULO XVIII. CANADÁ Y EL SISTEMA DERECHOS HUMANOS INTERAMERICANO DE PROTECCIÓN DE LOS Xavier Pons Rafols Helena Torroja Mateu 9 PRÓLOGO Este volumen es el segundo editado por Esther Mitjans y coordinado por Josep Maria Castellà, de los cuatro publicados en la colección Canadiana, en la que el Centro de Estudios Canadienses de la Universidad de Barcelona publica artículos, actas de conferencias y seminarios y otros trabajos académicos, resultado tanto de sus actividades como de la promoción de investigaciones en Canadá. Desde hace años, el Centro se ha distinguido por numerosas actividades en las que han participado numerosos y prestigiosos académicos canadienses y españoles. Ello le ha permitido promover, e incluso gestionar acuerdos con universidades canadienses, y la publicación de sus contribuciones en revistas especializadas y en la colección del propio Centro. El Centro, como espacio de libre circulación de pensamiento, ha generado la consolidación de un grupo de profesores de universidades catalanas investigadores del derecho y la ciencia política canadiense. Estos profesores, en su mayoría, han sido favorecidos por ayudas del Consejo Internacional de Estudios Canadienses financiadas por el Ministerio de Asuntos Exteriores de Canadá. Desde el vigésimo aniversario de la Carta canadiense de derechos y libertades, el Centro junto con la Asociación Española de Estudios Canadienses ha organizado coloquios y seminarios sobre la misma. Dada la relevancia de las contribuciones, se han ido recogiendo aquí artículos desde aquella ocasión junto a otros que se han ido añadido posteriormente y que demuestran fehacientemente que la Carta ha tenido un impacto definitivo en la vida política y judicial de Canadá. Para ello ha sido decisiva la función del Parlamento canadiense y especialmente la de los tribunales en la configuración y aplicación de los derechos. Antes de la entrada en vigor de la Carta canadiense de derechos y Libertades, otras leyes y precedentes legales protegían los derechos luego recogidos en la misma. Pero la Canadian Bill of Rights, elaborada por el Parlamento en 1960 sólo obligaba al gobierno federal. La Carta refleja una concepción del liberalismo y es un instrumento para remarcar y asegurar valores comunes, particularmente los de libertad e igualdad, basados en la dignidad humana, fundamento ético de todas las socieda- 11 Esther Mitjans Perelló des. A diferencia de la Constitución estadounidense que recoge derechos individuales, la Carta canadiense enfatiza los derechos colectivos. En su momento, se le opuso resistencia por considerar que era incompatible con el modelo de supremacía parlamentaria de Westminster, a pesar de que, también, se había señalado que limitaba menos al parlamento inglés que la Convención Europea de Derechos Humanos. La similitud entre ambas declaraciones de derechos radica en que ambas se inspiran en la Declaración Universal de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Ello explica que la Corte Suprema de Canadá acuda no solo a la casuística de las sentencias del Tribunal Supremo de Estados Unidos sino también a la jurisprudencia del Tribunal Europeo de Derechos Humanos para interpretar la Carta. En este siglo XXI, los problemas de Canadá ya no se reducen a las relaciones con el Reino Unido o con su vecino Estados Unidos o las conocidas diferencias entre los canadienses anglófonos y los quebequeses. Estamos ante una sociedad de gran desarrollo económico con los retos que ofrece la economía global al mantenimiento de los estándares democráticos de los que hace gala. Pero, no se trata solo de garantizar derechos individuales sino de conseguir una integración social. Propósito evidente en los proyectos para una nueva Constitución Europea pero especialmente confirmado por la experiencia canadiense. Por otra parte, la Carta era parte de una estrategia mas amplia de construcción de una nación, en ultima instancia un instrumento para conseguir una identidad nacional única frente al nacionalismo de Quebec. En este sentido, ha contribuido a promover una unidad canadiense. Mas allá de un simple catálogo de derechos, ha sido el canal a través del cual los individuos han conseguido superar sus diferencias, culturales, lingüísticas y territoriales integrando una comunidad de ciudadanos, a falta de un pueblo canadiense homogéneo. No obstante, esto ha sido también fuente de problemas con Quebec que ha considerado que era el resultado de la política multicultural de Ottawa que diluye la dualidad cultural francófona y anglófona. El impacto uniformador de la Carta se ha visto como una amenaza para el carácter distinto de Quebec. En el coloquio celebrado con la finalidad de evaluar su impacto en la sociedad canadiense organizado por el Centro de Estudios Canadienses de la Universidad de Barcelona, destacados políticos y profesores analizaron esta cuestión: Jose Woehrling, Benoit Pelletier y Daniel Turp. Que este impacto no ha sido tanto una homogenización, como se esperaba, sino un referente democrático se ha puesto de manifiesto en disposiciones como la cláusula limitativa del artículo 1 y la cláusula «no obstante» del artículo 33. Estos han sido mecanismos descentralizadores que han favorecido la diversidad provincial en el seno de la Carta de Derechos. Pero también nos interesa de la Carta, como hemos dicho, lo que supone como profundización en el reconocimiento de la dignidad e igualdad de las personas. Entendiendo por igualdad, la igualdad sustantiva, la que atiende a las necesidades reales de los más desfavorecidos. Se trata de identificar a aquellos grupos cuyas necesidades no parecen tenerse en cuenta por los políticos, los representantes de la mayoría satisfecha. ¿Cómo hacer responsables a los poderes 12 Prólogo públicos, en sus diferentes funciones, del respeto a la dignidad de las personas y al principio de igual ciudadanía? El gobierno no sólo debe tratar a la gente con consideración y respeto, sino con igual consideración y respeto. En el momento de elaborarse la Constitución canadiense, las presiones de la izquierda, especialmente del Partido New Democratic, impidieron incluir derechos sobre la propiedad privada. Pero, los que redactaron la Carta de 1982 no conocían el grupo de los llamados sin techo, una población en expansión, víctima de lo que numerosos alcaldes de importantes ciudades canadienses llaman el «desastre nacional». Así como tampoco conocían los bancos de alimentos de emergencia, ni la enorme pobreza de un amplio sector de la población. En este sentido, es revelador el trabajo que presentó en el Centro de Estudios Canadienses, Bruce Porter, coordinador del Comité de la Carta en las cuestiones referidas a la pobreza. Organismo que ha intervenido ante la Corte Suprema de Canadá en numerosos casos para defender interpretaciones de la Carta coherentes con las obligaciones que entrañan los acuerdos internacionales en derechos humanos. Propone así interpretar la Carta de acuerdo con los tratados internacionales. Hay que recordar el importante papel jugado por Canadá en el desarrollo del derecho internacional humanitario, como ponen de relieve Xavier Pons y Helena Torroja. El que la Constitución canadiense de 1982 tuviera una Carta de derechos y libertades fue una cuestión muy controvertida en su momento. La determinación de Pierre Trudeau de incluirla le obligó a incluir la cláusula notwithstanding para lograr la aceptación de las provincias. Cláusula que les permitía desvincularse de la Carta en determinadas materias. En el derecho constitucional comparado destacan tres métodos para limitar los derechos. El de la Constitución de Estados Unidos que recoge los derechos y deja a los tribunales ponderar sus límites, el de la Convención Europea, en la que cada derecho tiene reconocido sus límites y el de la Constitución Canadiense, que tiene una cláusula limitativa conteniendo un balancing test aplicable cuando tienen que tenerse en cuenta otros derechos o valores. Este último método se aplica en textos internacionales (declaraciones universales y europeas de Derechos Humanos) y en países con tradición jurídica de common law, como es, como hemos señalado y entre otros, Canadá. A ello contribuye, por un lado, la citada influencia del derecho internacional y, por otro, la tensión existente entre el principio de soberanía parlamentaria y la garantía de los derechos como parte integrante de la Norma Suprema. Esto, modifica las relaciones entre el legislador y el juez de modo similar a como se produce bajo la Constitución estadounidense, limitando la clásica supremacía parlamentaria del modelo británico. Hemos hecho ya referencia a las razones por las cuales la Corte Suprema Canadiense acude a la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Estados Unidos y a la del Tribunal Europeo de Derechos Humanos. No obstante, la cláusula limitativa de la Carta canadiense sobre los derechos enumerados es una limitación más genérica que las limitaciones específicas del Convenio europeo. Incluso a pesar de que este Convenio quiera, a su vez, dejar un amplio margen nacional a los Estados que lo ratifican. 13 Esther Mitjans Perelló Esta técnica de establecer en el propio texto un balancing test o contrapeso de derechos y valores se pretendió utilizar para incluir el derecho a la privacidad en la Constitución junto con el derecho al acceso a la información en el acuerdo de Charlotetown. El fracaso de este intento de reforma constitucional impidió que aparecieran en la Carta de derechos y libertades a pesar del posterior reconocimiento jurisprudencial. En todo caso, como pone de relieve Esther Mitjans, tanto el derecho a la privacidad como el acceso a la información se complementan en la legislación canadiense. El impacto que va a tener el desarrollo de las nuevas tecnologías en la protección de datos personales llevará a la adopción de la Loi sur la Protection des Reinsegnements Personnels et des Documents Electroniques (LPRPDE). Rosario Duaso analiza sus principios y su ámbito de aplicación, así como la exclusión del mismo de Quebec donde había ya un reconocimiento más explícito de la protección de datos. Esto ha determinado como señala esta autora que a la legislación quebequesa se le haya atribuido un carácter básicamente similar a ley federal mencionada. Finalmente, señalar que la Carta de derechos y libertades canadiense afecta a los ciudadanos de todos los países y, por tanto, a nosotros. El que sólo conoce los derechos de «su» Constitución no conoce «sus» propios derechos. Estos son los de todos y las distintas Constituciones no son más que aproximaciones que aportan múltiples enfoques. Las palabras que los recogen, las finalidades para las que se establecen, la realidad social que los envuelve, el contexto del que surgen, el texto donde se fijan. Esto es, en definitiva, lo que aportan las distintas Constituciones. El conocimiento de las mismas y, en este caso, la de la Carta de derechos canadiense, amplía y profundiza el alcance de nuestros derechos, en los que ayuda a re-conocernos. Dra. Esther Mitjans Perelló Directora del Centro de Estudios Canadienses Universidad de Barcelona 14 PRESENTACIÓN El origen de esta obra se remonta al curso 2002-2003 coincidiendo con el vigésimo aniversario de la Carta canadiense de derechos y libertades, y, más en general, de la «patriación» de la Constitución canadiense. En el Centro de Estudios Canadienses de la Universidad de Barcelona se programaron una serie de conferencias y mesas redondas conmemorativas a la vez que de reflexión acerca del impacto de la Carta en el desarrollo de los derechos y libertades en Canadá, que contaron con la participación de prestigiosos expertos canadienses y de «canadianistas» españoles. Los trabajos recopilados en este libro son los textos redactados por los ponentes así como otras contribuciones acerca de aspectos sectoriales sobre la misma temática de colaboradores del Centro y de la Asociación Española de Estudios Canadienses, en la mayoría de ocasiones profesores e investigadores de distintas disciplinas jurídicas que han sido becados por el Gobierno canadiense en los últimos años para realizar estancias de investigación en universidades de Canadá. La gestación de una obra colectiva de las dimensiones de ésta no acostumbra a ser fácil, y de hecho no lo ha sido en este caso, lo que explica un retraso en la publicación superior al deseado, por el que conviene excusarse ante los autores que han participado, así como advertir a los lectores que algunos originales se entregaron hace más de dos años y por tanto no incorporan referencias de estricta actualidad. A lo largo del proceso de elaboración han intervenido, junto con los autores, otras personas e instituciones a las que es justo mostrar el agradecimiento debido. Núria Glez. Campañá, Mariano Juan y Julia Lefebvre han trabajado en la adaptación de los textos originales a un canon lo más uniforme posible. Mayte Puig de Morales realizó una primera versión de las traducciones del francés de los textos de los profesores Pelletier, Woehrling, Giroux y Trudeau. El Centro de Estudios Canadienses de la Universidad de Barcelona y su directora la dra. Esther Mitjans han impulsado y apoyado las actividades realizadas con ocasión del XX aniversario de la Carta y de la confección del libro. El Gobierno de Canadá y la Asociación Española de Estudios Canadienses, una vez más, han contribuido de forma decisiva a la publicación 15 Josep Mª Castellà Andreu del libro. Asimismo ha colaborado el Grupo de estudios sobre la forma de estado (Proyecto MCyT 2003-06043, «La contribución de las Comunidades Autónomas al desarrollo de los derechos»). Y la editorial Atelier ha asumido con gran eficacia las tareas de edición de la colección «Canadiana». Se ha estructurado la obra en cuatro partes por razón de la materia: la primera aporta una serie de valoraciones generales sobre la constitucionalización de la Carta a partir del contexto político y jurídico de su aprobación a los inicios de los años ochenta, y que giran entorno a las relaciones entre federalismo y protección de los derechos por los tribunales en Canadá, o a la problemática que suscitó —y que en parte aún suscita— el impacto de la Carta y algunas de sus concretas disposiciones respecto a Quebec. En la segunda parte se analizan derechos incorporados a la Ley constitucional de 1867 y sobre todo a la de 1982: la libertad religiosa, los derechos lingüísticos, los derechos de los aborígenes, o la cláusula de igualdad en las relaciones de trabajo. En la tercera se estudian algunos nuevos derechos que se suelen clasificar como sociales y de la tercera o cuarta generación. Tales derechos no están expresamente consagrados en la Carta, pero la jurisprudencia de los tribunales canadienses y en última instancia el Tribunal Supremo de Canadá han establecido algún tipo de vinculación con preceptos de la misma. Este es el caso de los derechos de los inmigrantes, la protección de datos personales, el medio ambiente o el consentimiento en los tratamientos médicos. Por último, en la parte final se trata sobre la dimensión internacional de la protección de los derechos en Canadá en dos campos específicos: los derechos canadienses en el contexto del sistema interamericano de protección de los derechos y la represión de los crímenes de Derecho internacional en Canadá. A la vista de los contenidos de la obra es evidente que no se ha intentado acometer un análisis exhaustivo de la Carta, derecho a derecho, artículo por artículo. Existen en Canadá obras importantes con este cometido, de las que la coordinada por los profesores Beaudoin y Mendes (The Canadian Charter of Rights and Freedoms, Wilson&Lafleur) constituye un punto de referencia ineludible. Quedan fuera de un estudio monográfico, aunque en algunos casos se analice su contenido y significación de forma transversal en distintos trabajos, importantes aspectos de la Carta como es el caso de las cláusulas limitativa de derechos del art. 1 y «no obstante» del art. 33 o la del multiculturalismo (por otro lado ya abordadas en nuestra anterior publicación Canadá. Introducción al sistema político y jurídico de 2001), el derecho a la vida, libertad y seguridad del art. 7, o la cláusula de igualdad del art. 15, los derechos políticos y los relacionados con la tutela judicial. Al ofrecer al público una colección de textos acerca de cuestiones que se suscitan en Canadá vinculadas con la Carta, y, más en general, con el reconocimiento y protección de los derechos y libertades, se aporta nuestra contribución a los estudios jurídicos sobre Canadá realizados en España. Tales obras gozan en nuestro país de una cierta tradición y alcanzan ya un grado de especialización que no presenta comparación con el dedicado a otros estados federales. Por la temática merece destacarse el libro de actas del IX Congreso de la 16 Presentación Asociación Española de Estudios Canadienses y coordinado por A. Celada La Carta canadiense de derechos y libertades bajo perspectivas europeas en 2003. Además, las aportaciones reunidas en el presente libro pueden sernos de utilidad a la hora de establecer una comparación con España, casi nunca expresa pero casi siempre latente. Ello ocurre en cuestiones generales como la relación entre la protección y desarrollo de los derechos y la distribución territorial del poder en Estados compuestos, la conjunción entre derechos individuales y los denominados derechos colectivos de entidades territoriales con personalidad acusada, o el papel de los poderes legislativos y de dirección política en la actuación de la Carta y el alcance de la interpretación judicial de los derechos. Pero también en temas particulares que se plantean como retos y aspiraciones sociales de actualidad a un lado y otro del Atlántico: las relaciones entre libertad religiosa y sociedad multicultural, la ponderación entre información y privacidad respecto al uso de las nuevas tecnologías, los desafíos de la bioética, la actuación judicial de los derechos sociales, o la política de integración de la inmigración, por citar algunos de los puntos que se abordan a continuación. Todas estas cuestiones, como otras que van apareciendo a lo largo de las próximas páginas, tratan de responder a la pregunta acerca del lugar que ocupan los derechos y libertades en la Constitución de Canadá y, más en general, en la tradición cultural de este país. Aunque no nos cabe duda que los derechos fundamentales, en buena medida, son universales y generalizables, esta pregunta es respondida con matices diferentes en los distintos ordenamientos jurídicos, atendiendo a los fundamentos a los que se remontan y en los que se basan, así como a las formas de reconocimiento y tutela. Atendiendo al primer aspecto, el de los fundamentos, la «originalidad» canadiense en el reconocimiento y protección de los derechos fundamentales puede sintetizarse en una dualidad de aportaciones: la británica y la norteamericana. De la primera, el principio de soberanía parlamentaria complementado por la actuación judicial ordinaria basada en el common law, lleva a otorgar un peso relevante a las instancias representativas (en nombre de la sociedad democrática) en la concreción de los derechos enunciados constitucionalmente. Ello se manifiesta en el papel destacado de la ley, federal o provincial, en el desarrollo de los derechos, en el establecimiento de instituciones políticas de garantía, y llega hasta la previsión de la cláusula derogatoria de derechos del art. 33 de la Carta. Por otro lado, la aportación americana de la supremacía constitucional y del control de constitucionalidad implica otorgar a la interpretación de los jueces y, en particular, de la Corte Suprema, un papel decisivo en la determinación del alcance y de la tutela de los derechos. Con base al segundo de los elementos de singularización, los concretos derechos protegidos en la Carta incluyen los derechos individuales, civiles y políticos, propios de la tradición liberal. A ellos hay que añadir, no obstante, algunos derechos que suelen denominarse, sin más precisión, colectivos, y que son consecuencia de algunas especificidades canadienses: su carácter oficialmente bilingüe, la presencia aborigen y la permanente acogida de inmigrantes, que ha conformado una sociedad multicultural. 17 Josep Mª Castellà Andreu La combinación de las dos tradiciones mencionadas se hace en 1982 en Canadá sobre la base de unos «equilibrios» concretos, diferentes a los que se llega en otros países, y, a veces, frágiles como demuestra la contestación recibida, especialmente en Quebec. Por un lado, se consigue un equilibrio entre el alcance del poder de los jueces y el de los órganos políticos en la configuración de los derechos. Otro equilibrio se obtiene a partir de la dualidad de niveles de protección derivada del sistema de distribución competencial entre la Federación y las provincias. Por último, un equilibrio entre la constitucionalización, esto es, el aseguramiento de los derechos, y el carácter dinámico y evolutivo de la protección de los mismos. Este carácter dinámico lleva a que los derechos sociales y otros nuevos derechos carentes de consagración constitucional puedan ir alcanzando tutela a través de la utilización de las cláusulas de la propia Declaración, a partir del tácito pero permanente «diálogo» entre las instituciones representativas y los tribunales de justicia. Josep Mª Castellà Andreu 18